INSTITUTO DEL PROFESORADO “PEDRO GOYENA” Primer año...

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1 INSTITUTO DEL PROFESORADO “PEDRO GOYENA” PROFESORADO EN CATEQUESIS y EDUCACIÓN RELIGIOSA Primer año Espacio de la orientación Materia: INTRODUCCIÓN A LAS SAGRADAS ESCRITURAS 3 horas reloj semanales en los dos cuatrimestres. Profesor: Pbro. Lic. José Luis Gergolet Año Lectivo: 2013 Expectativas de logro Que los alumnos: Logren descubrir la importancia de las Escrituras sagradas en la vida de la Iglesia. Descubran la historia subyacente de la gestación de las Escrituras Reconozcan el valor divino y humano de estos textos. Sean introducidos en los métodos de lectura científica. Se capaciten para la lectura espiritual y crítica, abierta a la pastoral. Contenidos 1- Conceptuales 1- Las Sagradas Escrituras en la Iglesia y en la catequesis A) ¿Qué es la Biblia? La Biblia, Palabra de Dios y del hombre, e instrumento de la transmisión de la divina Revelación. B) La interpretación de la Biblia Pautas para la lectura e interpretación de la Biblia, emanadas de su naturaleza divino humano. Conceptos y procedimientos interpretativos 2- El Nuevo Testamento a) De Jesús a los Evangelios. El proceso de formación del NT. Jesús de Nazareth y los apóstoles b) La obra de Pablo Vocación y misión Viajes misioneros Epistolario c) De las tradiciones de Jesús a los Evangelios Marcos, Mateo y Lucas-Hechos La literatura de Juan y el Apocalipsis d) Los otros escritos del NT 3- El Antiguo Testamento a) Presentación del Antiguo Testamento, sus partes, sus libros.

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INSTITUTO DEL PROFESORADO

“PEDRO GOYENA”

PROFESORADO EN CATEQUESIS y EDUCACIÓN RELIGIOSA

Primer año

Espacio de la orientación

Materia: INTRODUCCIÓN A LAS SAGRADAS ESCRITURAS 3 horas reloj semanales en los dos cuatrimestres. Profesor: Pbro. Lic. José Luis Gergolet Año Lectivo: 2013

Expectativas de logro Que los alumnos:

� Logren descubrir la importancia de las Escrituras sagradas en la vida de la Iglesia. � Descubran la historia subyacente de la gestación de las Escrituras � Reconozcan el valor divino y humano de estos textos. � Sean introducidos en los métodos de lectura científica. � Se capaciten para la lectura espiritual y crítica, abierta a la pastoral.

Contenidos

1- Conceptuales

1- Las Sagradas Escrituras en la Iglesia y en la ca tequesis A) ¿Qué es la Biblia? � La Biblia, Palabra de Dios y del hombre, e instrumento de la transmisión de la divina

Revelación. B) La interpretación de la Biblia � Pautas para la lectura e interpretación de la Biblia, emanadas de su naturaleza divino humano. � Conceptos y procedimientos interpretativos

2- El Nuevo Testamento

a) De Jesús a los Evangelios. � El proceso de formación del NT. Jesús de Nazareth y los apóstoles b) La obra de Pablo � Vocación y misión � Viajes misioneros � Epistolario c) De las tradiciones de Jesús a los Evangelios � Marcos, Mateo y Lucas-Hechos � La literatura de Juan y el Apocalipsis d) Los otros escritos del NT

3- El Antiguo Testamento a) Presentación del Antiguo Testamento, sus partes, sus libros.

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b) Visión histórica global del Antiguo Testamento (línea histórica de acuerdo a los grandes relatos de la Biblia: Pentateuco e historia deuteronomística).

c) Las síntesis más antiguas o el origen y formación del Pentateuco. � ¿De dónde venimos como pueblo? o la historia patriarcal que desemboca en Egipto el Exodo

(Gen 12-50, Ex y Nm) � ¿De dónde viene el mal? O la historia de los orígenes (gen 1-11) d) En tiempos cercanos al Exilio (586- 538 a.C) el pueblo se pregunta por su origen y por sus

fracasos. ¿Qué nos pasó? � Datos históricos � Revisión de la historia desde los Jueces hasta el desastre de la ruina de Jerusalén � Los profetas. e) Luego de la vuelta del Exilio, el pueblo se pregunta ¿Y ahora? � Datos históricos � El surgimiento del Judaísmo, � La revisión de la obra del Cronista f) Literatura Sapiencial

2- Procedimentales

a) Relativos a los métodos histórico críticos:

� Situar un texto en su contexto histórico de origen y en el contexto histórico del relato narrado (en los textos narrativos históricos).

� Situar un texto en el contexto de las grandes perspectivas teológicas de l Antiguo y del Nuevo Testamento.

� Descubrir la originalidad teológica de un texto en el marco de los dos contextos anteriores.

� Uso del cotejo sinóptico.

b) Relativos a los métodos sincrónicos

� Grillas campos lexicales.

� Descubrimiento de los vínculos y relaciones entre términos y frases.

3- Actitudinales

� Actitud de apertura espiritual, de fe a la Palabra de Dios.

� Descubrimiento del valor humano de las Escrituras y superación del fundamentalismo.

� Visión y aceptación de la Biblia como Buena Noticia de Dios que supera las perspectivas meramente moralistas.

Metodología y estrategia didáctica El curso es semipresencial, de naturaleza expositiva y práctica.

Adecuándose a la metodología catequística, la que , en un contexto de oración, parte de la vida, las clases procurarán iniciarse con un plateo existencial de fe, que se iluminará con los textos bíblicos, debidamente estudiados, con los recursos procedimentales de análisis que se irán aprendido paulatinamente (grillas, datos históricos, perspectivas teológicas), para terminar con una respuesta de fe pertinente y profunda, que capacite a los alumnos a brindar un testimonio creíble y convincente en la catequesis y la educación religiosa.

Los alumnos realizarán varios trabajos prácticos en los que irán aprendiendo y consolidando paulatinamente una serie de recursos analíticos.

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Además demostrarán que han asimilado los contenidos conceptuales mediante tres parciales al cabo de cada una de las tres unidades.

Por último, crecerán en la espiritualidad, mediante una jornada de espiritualidad de todo un día sábado, en la que se expondrán y vivirán los contenidos desde esta perspectiva.

Cronograma Unidad I (Marzo- abril) 12 horas.

Unidad II (abril- julio) 44 horas

Unidad III (agosto- noviembre) 40 horas

Modo y criterio de evaluación La promoción del curso supondrá:

� aprobar los 1 examen parcial en cada cuatrimestre;

� realizar las investigaciones referidas en las que se capacitarán y consolidarán las competencias de los análisis diacrónico y sincrónico de los textos bíblicos,

� un examen teórico oral final de las partes no evaluadas durante la cursada,

� y presentar y defender una monografía final en la que realizarán un pequeño análisis de un texto bíblico y una propuesta pastoral y/o catequística a partir del mismo:

Tal monografía se adecuará con los siguientes requisitos:

1. versará sobre un texto bíblico que se elegirá en acuerdo con el profesor;

2. tendrá que manifestar una verdadera lectura fiel y rigurosa del susodicho texto;

3. propondrá una actualización eclesial sugerente en clave evangélica (de Buena Noticia);

4. tendrá una extensión de entre 6 y 9 carillas.

5. Terminará con una breve evaluación del curso: profesor, metodología, alcance de los objetivos propuestos, constancia de haber desarrollado satisfactoriamente las competencias que el curso se propuso, etc.

BIBLIOGRAFÍA

1- Obligatoria. Biblia

Constitución del Vaticano II sobre la Divina Revelación “Dei Verbum”

Documento de la PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, La Interpretación de la Biblia en la Iglesia. 1993..

Benedicto XVI: Verbum Domini

RIVAS, LUIS, Los libros y la historia de la Biblia, edit. San Benito, Buenos Aires, 2001.

2- Opcional Se recomienda que los alumnos pueda leer algunas de las obras que aquí se mencionan, u otras que puedan presentar al profesor.

En las Introducciones de las diferentes Biblias, encontramos hermoso material.

CASÁ, Feliz, Un Canto a la Vida, Aproximación a la Biblia. Edic. Don Bosco, Argentina, 1977 y ediciones siguientes. CROATTO, José Severino, Historia de la Salvación, Col. “Orientaciones bíblicas” 8, Buenos Aires, ed. Paulinas, 1966. Hay nuevas ediciones.

CHARPENTIER, Etienne, Para leer el Antiguo Testamento, Estela (Navarra), Edic. Verbo Divino, 199212

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CHARPENTIER, Etienne: Para leer el Nuevo Testamento. Estella (Navarra), ed. Verbo Divino 1992 12.

GARCÍA, RUBÉN, La Iglesia, Pueblo del Espíritu. Buenos Aires, De. Don Bosco, 1983

Otros libros serán sugeridos en el curso de la materia. MANNUCI, Valerio, La Biblia como Palabra de Dios. Introducción General a la Sagrada Escritura. Bilbao, Desclée de Brouwer, 19953.

RIVAS, LUIS. Qué es un Evangelio. Buenos Aires, ed. Patria Grande. SICRE, José Luis, Introducción al Antiguo Testamento, edit. Verbo Divino, Estela (Navarra), 19996.

Sobre la Dei Verbum

Luis ALONSO SCHÖKEL y Antonio María ARTOLA (directores), La Palabra de Dios en la historia de los hombres. Comentario temático a la Constitución Dei Verbum del Vaticano II, sobre la Divina Revelación. Col. Teología Deusto 23, Bilbao, Univ. de Deusto y ed. Mensajero, 1991

B.-D. DUPUY, La Révélation Divine, col. Unam Sanctam 70 a y b. Paris, Cerf, T. I. Existe traducción en español: La Revelación Divina.

R. LATOURELLE, Vatican II. Bilan et perspective. Vingt-cinq ans après (1962- 1987). Col. Recherches . Nouvelle série, 15-17. Montréal-Paris. Bellarmin-Cerf, 1988. 3 vol: T. I. Existe traducción en español: Vaticano II. Balance y Perspectivas

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1- Las Sagradas Escrituras en la Iglesia y en la catequesis

A) ¿Qué es la Biblia?

1) La naturaleza de las Sagradas Escrituras en el contexto de la Divina Revelación

Comenzamos preguntándonos qué es la Biblia. Y afirmamos que es la Palabra de Dios. Esta convicción brota de la fe de la comunidad judeocristiana que así lo profesa.

Fuente de información: (Aquí tendremos que presentar un documento de la Iglesia) Una expresión preclara de dicha fe se da en los documentos del Concilio Vaticano II (1962-1965, ciudad del Vaticano, Roma), particularmente en la Constitución sobre la Divina Revelación, llamada comúnmente Dei Verbum (DV). Promulgada en 1965 luego de que fuera tratada durante más de tres años en cada una de las sesiones de dicho Concilio, la DV ubica a las Escrituras justamente en el contexto de la Revelación de Dios al hombre. Luego de afirmar que el Señor quiso manifestarse al hombre y referir cuál es la naturaleza de esa misma Revelación (capítulo I), y pasando por una serie de consideraciones que se refieren a los modos como la misma es transmitida (Biblia y Tradición), en el capítulo III la DV se dedica a unos temas que serán centrales en la primera parte de este curso, a saber la “Inspiración” de las Escrituras (DV 11) y la “Interpretación” de las mismas (DV 12).

Pues bien, la Constitución mencionada insiste en que la Biblia es la Palabra de Dios, la transmite, vinculada por cierto a la otra fuente de la misma llamada “Tradición”. La automanifestación de Dios, de su ser y de su misterio de salvación, de designio de bondad para con el hombre y la humanidad, todo ello forma parte esencial del contenido de las sagradas Escrituras.

Palabra de Dios pero también palabra del hombre: Pero la Biblia no es sólo palabra de Dios. También lo es del hombre. Esta verdad, a diferencia de la primera, no está tan presente en el común sentir del pueblo de Dios de nuestro contexto. La experiencia de muchos profesores de Biblia que hemos hablado reiteradas veces sobre el asunto lo demuestra con fuerza.

Un primer argumento acerca de la “humanidad”, del carácter verdaderamente humano de las Escrituras, lo da el hecho de que si tal no fuese el caso, no podríamos entenderla. La palabra de Dios se ha “humanado” justamente para poder comunicársenos. Pero este argumento, con ser verdadero y eficaz, ha sido muchas veces mal entendido. Ha sugerido que la humanidad de las Escrituras es formal y funcional, no esencial; su carácter humano sería algo así como una traducción. Para mostrarlo se realiza en clase una dinámica algo “tramposa”: preguntar si la Biblia es palabra de Dios

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en un 50 % y del hombre en otro 50 % (fifty/fifty). En general se acepta esta propuesta o se la matiza (sixty/forty). Y se crean sorpresas cuando se dice que la ecuación tendría que ser 100 % divina y 100 % humana. Al constatar que los números no cierran se recurre a la analogía del Verbo encarnado1. Cristo es 100 % divino y 100 % humano. No es una mezcla de ambas naturalezas. Tampoco, según lo creía el apolinarismo, sólo su cuerpo es humano siendo su alma sólo divina. Cristo tuvo también alma humana, amó con corazón humano, pensó con inteligencia humana, además de hacerlo con sus potencias divinas. Pues bien, esta dimensión divino-humana del Verbo encarnado, mucho más presente en la fe del Pueblo de Dios de nuestro contexto social, puede servir para remontarnos al carácter divino-humano de la Biblia y situarnos ante él con mayor apertura y realismo.

La DV 11, al presentar el tema de la Inspiración de las Sagradas Escrituras, brinda una perspectiva interesante para entender la humanidad de las mismas. Vamos a detenernos en este punto, analizándolo más en detalle, antes de entrar en un tema más práctico, el de la interpretación de la Biblia.

2) La inspiración divina de las Sagradas Escrituras

La palabra inspiración tiene la misma raíz que la palabra espíritu. Fácilmente se detecta en la combinación de la “s” (sonido silvante) y la “p” (sonido labial) una forma onomatopéyica de aludir al viento o soplo. Y, de hecho, ese es el significado primigenio de la palabra espíritu: soplo. La palabra inspiración tiene además un prefijo: in. Notorio es que in significa adentro en su doble modalidad de “estar en un lugar” o “entrar en un lugar”: En el caso de inspiración¸ el sentido se aproxima más a la segunda opción, es decir, al sentido de entrar. Surge así que el sentido etimológico más material de esta palabra es “que un soplo entre en una persona”. Un soplo o un viento son realidades prácticamente inmateriales: al aire no se lo ve y casi ni se lo siente. De lo que se trata, entonces, es de ser penetrados por un mundo que se sabe existente. Que se sabe -insisto- pero no del que se tiene evidencia, porque es invisible e inasible.

Merced a la penetración de ese mundo invisible, el hombre es capaz de realizar cosas emparentadas con él. El hombre es capaz de acercarse a lo espiritual. Y concretar, volver visible -de ese modo- lo que es de suyo invisible. De allí que tradicionalmente se haya comprendido que toda obra de arte exigía inspiración. Es decir, exigía, que el mundo de las realidades invisibles hubiera irrumpido en un sujeto -el artista-; haciéndole concebir lo que luego habría de expresar a través de las letras, la pintura, la escultura, etc: Este mundo de realidades invisibles se ha representado a través de personajes mitológicos como las musas, las ninfas.

La fenomenología religiosa constata algo semejante: el mundo de lo invisible irrumpe de alguna manera en el hombre. El hombre estaría, de lo contrario, condenado a su enclaustramiento en lo inmanente. Pero, por una misteriosa y no fácilmente comprensible penetración de lo trascendente, el hombre asciende de lo inmanente al mundo de lo divino. Aquí entran en juego, según las distintas tradiciones religiosas, misteriosos seres divinos o casi divinos: ángeles, arcángeles, demonios, espíritus... Incluso el mismo Dios: El fenómeno de la inspiración -con clara raigambre humanística, como se ve- abarca una amplia dimensión de acontecimientos, entre los cuales se encuentra la comunicación de lo divino.

En la tradición judeo-cristiana se verifica también este fenómeno. La Biblia está llena de relatos que intentan dar cuenta de este tipo de experiencias que son, de suyo, inefables. A veces es Dios en persona quien habla a su creatura; en otras oportunidades, lo hace a través de su “ángel”: Estas narraciones pretenden subrayar que el mensaje que se ha de transmitir no viene del mundo visible sino del invisible; no viene de la tierra, sino del cielo; no viene del hombre, sino de Dios. Muchos de los libros proféticos comienzan con el relato de la vocación del profeta. La inclusión de este acontecimiento no es casual. Quiere legitimar el mensaje que el profeta transmite frente a la incredulidad, la cerrazón o la maledicencia de los destinatarios del mensaje: Esta obra legitimadora de los relatos de vocación mira al origen de la misión y de la palabra transmitida por el profeta enviado. Origen divino de una tarea y un mensaje: En todo caso, los relatos de vocación dan cuenta de una experiencia de inspiración.

La fe de la Iglesia asumió, siguiendo a la fe del pueblo judío, como canónicos e inspirados todos los libros del AT. Y les añadió los del Nuevo. Ya el credo de los concilios de Nicea y

1 Es bueno leer al respecto el discurso de Juan Pablo II como presentación del documento de la Pontificia Comisión bíblica “La interpretación de la Biblia en la Iglesia”. En ese discurso el papa emplea como una analogía el misterio del Verbo encarnado, que expresa que Jesús sea verdadero Dios y verdadero hombre, para sostener y explicar el misterio de las dos “naturalezas” de las Sagradas Escrituras, la humana y la divina.

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Constantinopla rezaba, al hablar de la persona del Espíritu Santo: “habló por los profetas”. Como vimos más arriba, el Concilio Vaticano II ratificó esta fe dos veces milenaria de la Iglesia.

La iconografía cristiana reflejó catequísticamente este fenómeno mostrando frecuentemente a uno de los profetas o evangelistas escribiendo con una pluma al dictado aquello que decía el Espíritu Santo; representado Éste como una paloma, o una luz: En todo caso, el acento está puesto sobre la intervención sobrenatural, que permite la comprensión del libro bíblico como libro divinamente inspirado. Que es lo mismo de decir, como Palabra de Dios.

Soy de la opinión de que nuestro pueblo cristianos no tiene trabas mayores para aceptar la verdad de que la Biblia sea Palabra de Dios. Por más que sea relativamente reciente, y aún no suficientemente extendida, la lectura de las divinas Escrituras en el Pueblo cristiano católico, no es difícil encontrar obstáculos serios para que se acepte sin más que ellas son verdaderamente Palabra de Dios. Sobre este tema ha habido una verdadera Recepción. Además de que muchos colegas comparten esta opinión, se podría argumentar para sostenerla la referencia a varios hechos simbólicos: la práctica del abrir la Biblia al “tun-tun”, en busca del mensaje de Dios; el hambre que el pueblo manifiesta por conocerla; la proliferación de grupos y movimientos que hacen de la lectura de la Biblia el centro de su espiritualidad, etc.

Pero la inspiración no es sólo un fenómeno divino. Es también un fenómeno humano. En la jerga de los teólogos, se califica a este tipo de fenómenos con el calificativo “teándricos”: Y esto sí es difícil de entender. Porque aún no ha penetrado plenamente en la fe del pueblo católico. Si vale, me permito una comparación con la cristología. Las grandes dificultades cristológicas a las que la Iglesia ha debido enfrentarse durante estos dos milenios han sido los monofisismos. Monofisismo es una palabra que viene de mono (uno), fysis (naturaleza). Aplicada a la cristología es la afirmación de que Cristo no tiene dos naturalezas, sino una: o bien la divina, o bien la humana. Siendo la otra (la no aceptada) sólo aparente. La tentación del monofisismo surge de la necesidad de simplificar lo que de hecho es complejo. Como las dos naturalezas parecen absolutamente incompatibles, el hereje monofisista termina negando una o la otra. Esta tentación llega también a la Palabra de Dios inspirada de la Biblia: Se acepta que es palabra de Dios. ¿Se acepta con tanta facilidad que sea también palabra del hombre?

Pareciera que no. Y, sin embargo, es tan clara la constitución conciliar sobre la Revelación divina en el Número 11. Transcribámosla.

“...en la redacción de los libros sagrados Dios eligió a hombres, que utilizó usando de sus propias facultades y medios, de forma que, obrando El en ellos y por ellos, escribieran como

verdaderos autores todo y sólo lo que El quería”. (DV 11).2

Esta es una de las frases de la Constitución Conciliar, cuya sutileza y precisión ha sido de las más difíciles de lograr. Las abundantes notas a pié de página que comentan y justifican prácticamente cada una de las palabras que aquí se hallan consignadas nos dan a entender que los Padres conciliares no han querido que ninguno de sus matices se descolorara. Dios es el autor, pero los hagiógrafos también son autores. Ellos fueron instrumentos de Dios, pero no autómatas pues utilizaron sus facultades y medios. Pero haciéndolo así, obrando bajo su total responsabilidad, era Dios quien en ellos y por ellos estaba obrando. Así, a pesar de ser autores verdaderos de lo que estaban escribiendo, lo que escribieron fue todo y sólo lo que Dios quería.

Tratemos de entenderlo mejor. Se afirma que Dios eligió y utilizó a hombres en la redacción de los libros Sagrados: Esos hombres, en consecuencia, se hayan bajo un influjo que los precede (elección) y los trasciende (utilización). Esto se dice explícitamente a través de la expresión según la cual Dios obró “en ellos y por ellos”. Se alude a una acción que Dios realiza “en” el hombre elegido. El hombre es el ámbito de una acción divina. Pero también se alude a una acción que Dios realiza “por” el hombre. Es decir, a través de él. El hombre elegido se transforma así en “puente” por medio del cual Dios realiza una acción cuyo destinatario es su Pueblo: Se sostiene que al ocurrir todo esto, aquellos hombres escribieron “todo y solo lo que Dios quería”. Esto significa que en la Biblia no hay menos que lo que Dios quiso; ni tampoco hay más. No falta ni sobra nada de lo que Dios quiso que se consignara por escrito. Todo esto claramente subraya el origen divino de la Inspiración y el resultado también divino de la obra que se efectúa bajo el influjo de esta misma Inspiración.

Pero sin embargo se dice de aquellos hombres que “usaron sus propias facultades y medios”. Decíamos poco más arriba que esto implicaba que no fueron autómatas. Tratemos de explicarlo

2 Comentando este texto, Luis ALONSO SCHÖKEL en su artículo “La Interpretación de la Sagrada Escritura en la

Iglesia”, pag. (en la obra dirigida por él y por Antonio María ARTOLA, La Palabra de Dios en la historia de los hombres. comentario temático a la Constitución Dei Verbum. Bilbao, Universidad de Deusto y Ediciones Mensajero, 1991) decía que ya “la Divino Afflante Spiritu proclamaba la humanidad de las Escrituras contra posibles docetismos o monosfisismos entre los católicos”.

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mejor. Por facultades se entiende a las facultades humanas. Las podemos deducir sin mucho esfuerzo: inteligencia, voluntad, imaginación, memoria... Se trata de facultades naturales al hombre, potencias inherentes a la naturaleza humana. Todo hombre las tiene: En algunos hombres podrán ser más luminosas que en otros, pero es propio de todo hombre poseer tales facultades. A la facultad, le es conexo el talento: Hay hombres que por el especial don que tienen, o que han desarrollado merced al esfuerzo y la práctica, son más talentosos que otros. Todo esto está implícito en la afirmación de que los autores elegidos por Dios usaron sus propias facultades. Y esto se nota. Entre dos libros bíblicos de la misma época y del mismo horizonte cultural se pueden encontrar no pequeñas diferencias que revelan la diferencia de sus autores en lo concerniente al talento. Si leemos, por ejemplo, los evangelios de Marcos y Lucas, desde esta perspectiva, encontraremos en Lucas una riqueza de vocabulario de la que notoriamente carece Marcos.

Pero el texto del Concilio no habla sólo de facultades, sino también de medios. Por medios, se entiende una muy amplia variedad de recursos para escribir: desde el papiro y la pluma, hasta el idioma, las fuentes escritas u orales, las maneras concretas de expresión, las técnicas literarias y poéticas que se habían desarrollado en los distintos tiempos, las experiencias personales y del pueblo que había marcado las ideas dominantes, etc... Se alude, entonces, a través de la palabra medios a una muy amplia gama de realidades instrumentales y culturales. Y se afirma que también de ellos se valieron los hombres elegidos por Dios para escribir.

Pero el texto va todavía mas lejos: llega a llamar a los aquellos hombres verdaderos autores. Tal vez hubiera holgado esta palabra -autores- dado todo lo que se había dicho respecto de aquellos seres humanos que escribieron bajo la inspiración del Espíritu todo y sólo lo que Dios quiso. Sin embargo, los Padres conciliares no lo consideraron así: tuvieron a bien ponerla. E incluso, adjetivarla con un calificativo que la refuerza en un sentido muy claro; verdaderos. Aquellos hombres fueron verdaderos autores. No fueron meros “secretarios” de Dios. A cada uno de ellos pertenece, en cuanto verdadero autor, lo que ha escrito.

Esto sí que cuesta entenderlo. Es tan grande el peso de la inercia de los siglos que ha descuidado tanto al autor humano de las Sagradas Escrituras, que es difícil remontar la cuesta como para que en el Pueblo de Dios, sin el más mínimo desmedro de la verdad del origen divino de las Escrituras, se acepte su origen humano.

Concluimos afirmando que las Escrituras son todas de Dios. Pero, al mismo tiempo, todas del hombre. Son simultáneamente todo divinas y todo humanas. El parentesco con el misterio de la Encarnación no puede aquí escapársenos.

“ La encíclica Divino afflante Spiritu ha expresado el vínculo estrecho que une a los textos bíblicos inspirados con el misterio de la Encarnación, con las siguientes palabras: “Al igual que la palabra sustancial de dios se hizo semejante a los hombres en todo, excepto en el pecado, así las palabras de dios expresadas en lenguas humanas, se han hecho en todo semejantes, excepto en el error” (“Enchiridion biblicum, 559). Recogida casi al pie de la letra por la constitución conciliar Dei Verbum (13), esta afirmación pone de relieve un paralelismo rico de significado”.3

Cualquier reduccionismo sería aberrante para la interpretación bíblica. Intentar entrar en la dimensión divina de las Escrituras, sin pasar por su humanidad, injuriaría al Plan de Dios. Sería una falsa pista que conduciría al error. Estas afirmaciones no son nuevas. Se remontan a mucho antes del Concilio. Y éste las reafirmó con particular vigor. Lo veremos a continuación cuando veamos cuáles son los criterios de interpretación que éste ha sugerido. Sin embargo, es importante decirlo en este tiempo en el que, nuevos “espiritualismos” parecen pretender encontrar el sentido divino, espiritual de las escrituras, de una manera inmediata, intuitiva, sin pasar para nada por la mediación del trabajo crítico. Hermosamente, en una de las expresiones que considero de las más lúcidas y felices de uno de los documentos salidos del ámbito de los colaboradores del papa, al criticar la lectura fundamentalista, el mismo documento de la Pontificia comisión bíblica decía:

“El fundamentalismo invita tácitamente a una forma de suicidio del pensamiento” .4

B) La Interpretación de las Escrituras

b1) Introducción:

3 JUAN PABLO II, Discurso de sobre la Interpretación de la Biblia en la Iglesia, 23-4-93, en PONTIFICIA COMISIÓN

BÍBLICA, La interpretación de la Biblia en la Iglesia, Buenos Aires, Ed.Paulinas. 1993, Nª 6.

4 Op. cit. pag. 67.

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Luego de la pregunta sobre qué es la Biblia surge inmediatamente, en el contexto de un curso de Introducción a la Biblia, la pregunta sobre cómo se la ha de interpretar. Y es lógico este orden porque el acto hermenéutico ha de adecuarse a la naturaleza del objeto a interpretar. Prácticamente todo el curso tendrá como parámetro fundamental esta cuestión. Será algo así como su respuesta in extenso. Pero se requiere, por razones pedagógicas, abordar primero la cuestión metodológica de la interpretación antes de realizar actos concretos de interpretación a fin de ir enseñando un método que vuelva a los alumnos capaces de interpretar la Biblia sin la ayuda del profesor. Apostamos a una independencia real de los alumnos, no absoluta porque el mundo de los conocimiento de la Biblia es tan vasto que difícilmente pueda abarcárselo, en lo tocante a la interpretación, a la lectura hermenéutica, a la lectura que discierne la Palabra de Dios y se apropia de la misma. Para entrar en este tema iremos nuevamente a la DV para luego remontarnos a sus “efectos” concretos en el, también ya mencionado, documento sobre la “Interpretación de la Biblia en la Iglesia”.

b2) La DV 12

Ampliamente desarrollado el tema de la Interpretación de las Escrituras en la DV 12, es aún fuente de estudio y profundización. Procuraremos comentar el texto conciliar.

b2a)Texto conciliar: “Habiendo, pues, hablado Dios en la Sagrada Escritura por hombres y a la manera humana, para que el intérprete de la Sagrada Escritura comprenda lo que El quiso comunicarnos, debe investigar con atención qué pretendieron expresar realmente los hagiógrafos y plugo a Dios manifestar con las palabras de ellos. Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras cosas hay que atender a los “géneros literarios”, puesto que la verdad se propone y se expresa ya de maneras diversas en los textos de diverso género históricos, proféticos, poéticos o en otras formas de hablar. Conviene, además, que el intérprete investigue el sentido que intentó expresar y expresó el hagiógrafo en cada circunstancia, según la condición de su tiempo y de su cultura, según los géneros literarios usados en su época. Pues para entender rectamente lo que el autor sagrado quiso afirmar en sus escritos, hay que atender cuidadosamente tanto a las formas nativas usadas de pensar, de hablar, o de narrar vigentes en los tiempos del hagiógrafo, como a las que en aquella época solían usarse en el trato mutuo de los hombres. Y como la Sagrada Escritura hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu con que se escribió para sacar el sentido exacto de los textos sagrados, hay que atender no menos diligentemente al contenido y a la unidad de toda la Sagrada Escritura, teniendo en cuenta la Tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe. Es deber de los exégetas el trabajar según estas reglas para entender y exponer totalmente el sentido de la Sagrada Escritura, para que, como con un estudio previo, vaya madurando el juicio de la Iglesia. Porque todo lo que se refiere a la interpretación de la Sagrada Escritura está sometido en última instancia a la Iglesia, que tiene el mandato y el ministerio divino de conservar y de interpretar la palabra de Dios.”

b2b) Comentario:

b2b1) Para entrar en tema veamos el esquema de la DV 12: Tanto la evidencia emergente del texto, como el unánime testimonio de sus comentaristas, afirman que el esquema de este número es bipolar. En el primero de sus polos se desarrollan los criterios de la crítica científica (12b) y, en el segundo, los criterios teológicos de interpretación bíblica (12c)5. El primer párrafo (12a) introduce los dos siguientes y anticipa lo que en ellos va a ser tratado . De la Potterie6 propone una esquematización quiástica de este número:

12a: anuncio del tema, 12b: el hagiógrafo, normas racionales; 12b’: Spiritus Deus, normas teológicas, 12a’: Conclusión.

5 Más que referir una lista interminable de autores y publicaciones, me parece oportuno citar un testimonio. Más tarde

volveremos sobre el mismo. En él, se conserva la distinción de ambos procedimientos, (crítica racional y crítica teológica). Sin embargo, en él se insiste en su unidad inseparable: “No es lícito desde un punto de vista teológico (y hermenéutico) el hablar de unas normas de interpretación racional y otras de interpretación teológica”. Ver José M. SANCHEZ CARO, Escritura y Teología. En Luis ALONSO SCHÖKEL y Antonio María ARTOLA (directores), La Palabra de Dios en la historia de los hombres. Comentario temático a la Constitución Dei Verbum del Vaticano II, sobre la Divina Revelación. Col. Teología Deusto 23, Bilbao, Univ. de Deusto y ed. Mensajero, 1991, pag. 622.

6 En “L’interprétation de la Sainte Écriture dans l’Esprit où elle a été écrite (DV 12, 3)”, en R. LATOURELLE, Vatican II. Bilan et perspective. Vingt-cinq ans après (1962- 1987). Col. Recherches . Nouvelle série, 15-17. Montréal-Paris. Bellarmin-Cerf, 1988. 3 vol: T. I. pag. 252-53.

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Siguiendo este esquema, nos ocuparemos, en primer término de las normas de la crítica científica y luego, de la interpretación teológica de las Escrituras.

b2b2) Parte A, Introducción:

En la primera parte (A), se establece el concepto fundamental de la Biblia, concepto sobre el cual se apoyarán los criterios básicos de su interpretación. Ese concepto fundamental es: “Habiendo Dios hablado en la Sagrada Escritura a través de hombres...”. Dios podría haber hablado a los hombres sin los hombres o, tal vez, de una manera diferente de la humana. El Concilio, podría haber simplemente señalado que Dios habló, y que esto es la Biblia. Sin embargo, fue otro el camino que siguió: Dios habló a través de hombres y de manera humana. La comunicación de Dios a los hombres no se realizó sin los hombres. Al contrario, quiso el Señor que se efectuara a través de los hombres y en lenguaje humano. Vuelve a reafirmarse la misma verdad de la que se había hablado en el número anterior al hablar de la inspiración divina de las Sagradas Escrituras donde se había sostenido que los hagiógrafos eran verdaderos autores. Pareciera que se trata de una verdad nunca suficientemente bien ponderada. Como que la Iglesia tiene sus dificultades para aceptarla y entenderla. De allí que se la repita. De allí que se insista en ella.

Una vez establecido ese concepto fundamental, se alude al fin, al objetivo último de la tarea interpretativa: conocer qué quiso Dios comunicarnos. Digo se alude y no se define. En realidad, como lo veremos poco luego, lo que se define es el trabajo que al exégeta o intérprete le compete realizar . No el para qué. Pero se lo alude con las palabras que nosotros acabamos de referir. Se impone un comentario sobre esta finalidad. En primer lugar, la tarea interpretativa busca llegar al mensaje de Dios mismo en persona. No puede detenerse antes. Si así lo hiciera, renegaría de su sentido, de su finalidad, de su razón de ser. La tarea interpretativa no puede detenerse en las meras coordenadas geográficas o históricas de un texto o libro de la sagrada Biblia. Tampoco puede detenerse en las estructuras profundas subyacentes en un determinado texto bíblico. Aunque deba pasar por estas instancias -y otras que no viene al caso mencionar en este momento-, la interpretación de la Biblia busca saber qué quiso Dios comunicarnos. La interpretación es entonces una realidad profundamente teologal. Busca vincularnos con el mismo Dios y su mensaje. Busca descubrir su comunicación con nosotros.

Es necesario tener en cuenta que esa realidad teologal está definida, ante todo, por un verbo de voluntad: quiso. La búsqueda del intérprete lo lleva a la intención de Dios. Parece arrogante decirlo, pero así lo ha definido con sabiduría el texto conciliar. Entonces, de lo que se trata, no es sólo de qué nos haya comunicado Dios de hecho sino qué quiso comunicarnos. Pues de intenciones se trata.

Luis Alonso Schökel lo comentaba así:

“El texto promulgado establece la ecuación no entre el decir de Dios y el decir humano, sino entre lo que Dios ‘quiere’ decir y lo que el hombre ‘quiere’ decir: más allá de las palabras se sube a la intención”7.

Esta referencia a la intención comunicativa de Dios tiñe de un hermoso y entusiasmante dinamismo la tarea interpretativa del Libro por antonomasia para la tradición occidental. Lo tiñe, porque supone que -de alguna manera- no está todo dicho. La intención deja un dejo de apertura a lo novedoso: Puesto que las intenciones siempre trascienden las realizaciones concretas.

Dicho esto, la pregunta pertinente que se desprende es cuál es la tarea que le compete realizar al intérprete. Pues bien, el Documento del Concilio la define con los siguientes términos: “debe investigar con atención qué pretendieron expresar realmente los hagiógrafos y plugo a Dios manifestar con las palabras de ellos.”

Antes de entrar en el objeto de la búsqueda del intérprete, detengámonos -aunque sea brevemente- en el adverbio con atención. Luego diré la importancia de los adverbios en los documentos conciliares. Baste aquí esta sola referencia: la manera de trabajar del intérprete no puede ser descuidada. Lo que está en juego es muy importante como para que se lo tome a la chacota. El intérprete entonces debe poner lo mejor de sí, lo más noble de sus energías, en esta trabajo. Este adverbio con atención, está en paralelismo con el con no menor diligencia (non minus diligenter) de la segunda parte de este número de la DV. Donde, vale la pena recordarlo, se afirmará que el exégeta debe atender con no menor atención al contenido y unidad de todas las Sagradas Escrituras, a la Tradición de la Iglesia y a la anología de la fe.

7 En Inspiración e interpretación, en SCHÖKEL-ARTOLA, op. cit, pag. 386.

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Pero vayamos ahora al objeto de la proposición que define la tarea del intérprete. Si se lee con atención se constata que es doble: “lo que pretendieron expresar realmente los hagiógrafos y plugo a Dios manifestar con las palabras de ellos”. El primero de estos dos objetos de estudio de los intérpretes es la intención del autor. El segundo lo que plugo a Dios manifestar a través de las palabras de los hagiógrafos. Estudiemos, por ahora, el primero de los objetos, la intención de los autores. El texto del Concilio, luego de haber dicho el concepto fundamental de Biblia que se maneja (Habiendo Dios hablado a través de hombres y en lenguaje humano) y de haber establecido que se ha de buscar lo que Dios ha querido comunicar, establece que el intérprete busque la intención del autor. Para llegar a la intención de Dios, el intérprete debe pasar por la intención del hagiógrafo. Conocer la intención del autor humano se revela entonces un paso ineludible para conocer la intención de Dios. ¿Y qué se entiende por intención? Sin ánimo de dar una respuesta exhaustiva a esta pregunta, se podría con todo afirmar que la intención es ese mensaje oculto, ese contenido concebido en la mente y el corazón del autor, y que se decide comunicar a través de un medio concreto, en este caso, la palabra escrita. Tarea entonces ímproba la que recae sobre el intérprete. Tarea casi adivinatoria. ¿Quién puede, acaso, pretender conocer cabalmente la intención de alguien que a la postre vivió hace ya más de dos milenios? Tarea, entonces, casi de adivinos, aunque -como veremos luego- también es científica. Puesto que hay métodos muy concretos y precisos a través de los que se puede realizar ese “escalamiento” hasta la intención escondida del autor humano; intención escondida que sólo se revela indirectamente a través de signos convencionales: la palabra.

Abundemos aún más sobre el tema. El texto conciliar dice que es tarea del intérprete procurar descubrir lo que los hagiógrafos quisieron realmente expresar. Subrayo aquí el adverbio realmente. Para cualquiera que conoce la literatura eclesiástica en general y la conciliar en particular, es de notoria evidencia que no suela haber palabras de más. Tratándose -como de hecho se tratan- de obras colectivas, consensuadas, discutidas, corregidas, fruto de muchas inteligencias que no siempre piensan en todo de una manera idéntica, los documentos eclesiásticos reflejan los diversos matices de quienes los compusieron. Y es de una manera particular, en los adverbios, adjetivos, y las frases concesivas, en donde se vislumbra con más claridad la prehistoria de un texto que antes de ser dado a luz ha sido el objeto de muchas discusiones, concesiones, correcciones, negociaciones: Pues bien, nos encontramos aquí ante un adverbio. Entonces, atención, no está de más. Al contrario, expresa algo de importancia. El realmente significa certeza, precisión, exactitud. El exégeta no puede quedarse en meras conjeturas. Sin negar que estas sean necesarias para el avance de la ciencia como hipótesis de trabajo, es necesario afirmar que no son ellas el objeto último de su ciencia. Una ciencia hecha de conjeturas está incompleta. Una conjetura no es un punto de apoyo válido para un trabajo posterior. Hace falta ir más lejos, hasta las certezas. Y, las certezas, en este caso se definen por lo que realmente los autores quisieron decir. Al menos, con la certeza que se pueda lograr. Que no siempre será en este ámbito tan delicado, tan plena como deseable.

Hay además -como dijimos- un segundo objeto, vinculado de manera meramente copulativa con el que acabamos de comentar: “y plugo a Dios manifestar a través de las palabras de ellos”. Son varios los comentarios que sugieren estas palabras. El primero: no hay equiparación absoluta entre el querer del hombre y el querer de Dios. En efecto, si lo que se definía como tarea de la competencia del exégeta era que le correspondía buscar lo que los autores quisieron decir, para así llegar a lo que Dios quiso comunicarnos, y aquí, copulativamente -es decir, unido a la frase anterior por un simple y (et)- se refiere que además le atañe al exégeta buscar lo que plugo a Dios manifestar a través de las palabras de los hagiógrafos, se sigue que hay un querer de Dios que se manifiesta en la intención de los hagiógrafos, y a través de ésta hay que buscarla y hay un querer de Dios que se manifiesta en las palabras de los hagiógrafos, y a través de ellas habrá que inquirirlo.

¿Cómo entender que las palabras transmitan otra cosa que la intención?. Se impone aquí una aclaración; de hecho, la misma que requirieron los Padres conciliares. Pues esta frase fue discutida. Hubo Padres que propusieron que fuera quitada del esquema de trabajo. La comisión teológica respondió negativamente a ese pedido diciendo que la sentencia implicaba otro principio herme-néutico de carácter teológico8. Partiendo de Vannucci 9 - a los efectos de encontrar un sentido a la expresión- propongo las siguientes reflexiones: el eorum verbis tiene la particularidad de sacarnos del autor para centrarnos en el texto; hay algo que Dios quiso manifestar en las palabras de los hagiógrafos y no en su intención.

Tratemos de entenderlo a través de la siguiente argumentación que procurará poner las cosas en su lugar.

8 Cf. Pierre GRELOT, Commentaire du Chapitre III, en B.-D. DUPUY, La Révélation Divine. pag. 370-71.

9 V. MANNUCCI, La Biblia como Palabra de Dios, Col. Biblioteca Manual Desclée 1, Bilbao, Desclée de Brouwer,19953, pag. 291-332.

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Primero: las palabras de los hagiógrafos comunican lo que ellos quieren manifestar. Negar una relación real entre las palabras de un hombre y el mensaje intentado manifestar por él a través de esas palabras sería un absurdo que implicaría reducir el interior del hombre a una total incomunicabilidad que no hace justicia a la realidad. El lenguaje, el idioma, es el más acabado medio de expresión que la cultura humana ha ido elaborando a través de muchos milenios de historia. Negarle esta propiedad, es decir, la capacidad de expresar una idea, un sentimiento, una intención, etc., es una flagrante mentira que no se condice en absoluto con la verdad de los hechos. Esto que afirmamos en principio de toda expresión humana, lo sostenemos a fortiori respecto de la comunicación sagrada de los hagiógrafos. En las palabras de ellos se manifiesta de alguna manera la intención que tuvieron, lo que pretendieron transmitir. Y, como fue dicho poco más arriba, la DV insiste en que la tarea del hagiógrafo debe buscar lo que ellos quisieron transmitir, puesto que en esa intención hay un verdadero mensaje teológico. Segundo, en sus palabras hay “menos” que lo que ellos quieren decir. El lenguaje humano es limitado. ¡Tantas veces expresa menos que lo que queremos decir! El mundo del espíritu encuentra en él un canal de expresión. Pero que nunca es totalmente adecuado a sus requerimientos. En otros términos, el lenguaje nunca alcanza a expresar todo aquello que se tiene adentro. Incluso en quien mayor dominio tiene de él. Pensemos, por ejemplo, en un escritor o en un novelista. Difícilmente se contente con publicar una sola obra. Escribirá normalmente otras; varias. No se recluirá en el silencio luego de haber terminado una obra. Aunque sea una obra maestra. Y la razón es sencilla de comprender: aún le quedan cosas por decir. Entre lo dicho y lo que se tiene por decir o se intenta expresar, queda inevitablemente un hiato que las palabras posteriores tratarán de atravesar. Este hecho obvio de la comunicación humana no es ajeno a la Escritura sagrada. Y, aunque el Concilio no lo aluda directamente, no deja de ser interesante tenerlo en cuenta a la hora de arremeter con la tarea de interpretar las Sagradas Escrituras. Tercero, las palabras de los hagiógrafos comunican más que lo que ellos intentaron manifestar. Hay en las palabras, un mensaje, que no necesariamente quiso ser manifestado por el autor. Las palabras exceden el ámbito de la intención de quién las profiere. Y, de hecho, comunican mucho más que lo que el que las profiere quiso comunicar. Y esto se debe a que las palabras van ricas del sentido que la historia y la cultura les han ido imprimiendo. Por ejemplo, cuando digo la palabra árbol, pienso en un vegetal con tronco, ramas y hojas, y que -por otra parte- que tiene una envergadura suficientemente grande como para llamarse así. Sin embargo, la palabra árbol, ha sido usada antes de mí. Y no siempre en un sentido tan preciso. Por ejemplo, la han usado los poetas. La han usado los historiadores. Hasta los físicos la han usado: “Newton estaba haciendo la siesta bajo un árbol de manzanas”. Todo esto intenta mostrar que cada uno de los términos que usamos -aún sin darnos cuenta- vienen cargados de una significación que les da la cultura: Un significado que se evoca incluso más allá del querer, o de la intención de quien pronuncie la palabra: Todo esto es lo que lleva a que hoy en día se sostenga que una obra de arte, sea del género que sea, -en este caso que nos ocupa, literaria- una vez lanzada al mundo, una vez “dada a luz” por su autor, de alguna manera ya no le pertenece: Cuando el documento conciliar evoca que hay un mensaje de Dios ya no en la intención del autor sino en lo que a El le pareció bien manifestar en las palabras de los hagiógrafos, está -entre otras cosas- significando esto: las palabras, incluso en el más burdo sentido humano, son capaces de evocar mucho más que lo que sus autores son siquiera capaces de sospechar. No digno que este sea el único sentido de la frase. Pero, en todo caso, esta perspectiva puede iluminar claramente de lo que se trata.

Ahora bien, estas palabras del Concilio: “buscar en las palabras de los hagiógrafos lo que plugo a Dios manifestar”, luego de pasar en parte inadvertidas en los primeros años del Posconcilio, comenzaron a cobrar su verdadra relevancia con el surgimiento y desarrollo ulterior de los métodos exegéticos llamados sincrónicos. Métodos que encuentran su justificación teológica en esta directiva tan austera del Concilio.

b2b3) Parte B, normas racionales de exégesis:

Vayamos ahora sí, a la parte (B). Una y otra vez se insiste en que se trata de llegar a la intención del autor, es decir, a una dimensión de interioridad. Las expresiones de esta dimensión: encontrar la intención, lo que intentó, lo que quiso. Para ello se sugieren medios que no se presentan como únicos: tener en cuenta los géneros literarios, los modos acostumbrados de sentir, decir y narrar que estaban vigentes en los tiempos de los hagiógrafos, y las formas que utilizaban también en aquellos tiempos los hombres para comunicarse y tratarse.

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Estos medios, necesarios, no son presentados como los únicos. Se dice, en efecto que todo esto ha de ser tenido en cuenta “entre otras cosas”. Se lo presenta casi como un ejemplo. Pero precisemos: se le ha querido dar importancia a los géneros literarios porque, en la exégesis católica que se practicaba hasta los tiempos del Concilio, ocupaban un lugar preponderante.

Los medios que se sugieren están más cerca de los métodos diacrónicos de exégesis que de los sincrónicos. Tratan, en efecto, de que el intérprete pueda contar con los instrumentos necesarios como para leer el texto como si fuera él de la época en que fue escrito. A partir de la Divino Afflante Spiritu y de estas pautas interpretativas conciliares, leer eclesialmente las Escrituras, supone contar con un bagaje de conocimientos que nos haga capaces -en la medida de lo posible- de “trasladarnos” en el tiempo hasta entrar en las coordenadas temporo-espaciales originales y así captarlos en su prístina diafanidad.

Ahora bien, la intención del autor no es la única dimensión de interioridad que aparece en DV 12 B. Se supone una dimensión interior del texto (in textibus - sensum inquirat) y del intérprete (inquirat- intelligendum). Digo que estas dimensiones se suponen pues no están directa y expresamente definidas. Pero aparecen claramente en la lógica del texto conciliar. Se reconoce así, entonces, que en la misma “letra”, en su más patente dimensión humana, hay más; hay una riqueza de sentido escondida en la misma, riqueza que ha de ser descubierta, desvelada, traída a la luz. Lo deja entrever que los Padres Conciliares afirmen que los intérpretes han de buscar el sentido de lo que el hagiógrafo “intentó expresar y expresó”. Valen aquí las reflexiones que hacíamos un poco más arriba sobre la riqueza de sentido de los textos, allende el querer de sus autores.

Pero afirmábamos también que hay una dimensión de interioridad del intérprete. Este ha de entender (intelligendum) lo que el autor ha querido manifestar. El diálogo se establece entre interioridades diferentes. Quien dialoga con las Escrituras, va a ellas, cargado de su mundo. No es un ente aséptico o químicamente puro.

b2b4) Parte C (o B’): normas espirituales, criterio s hermenéuticos

En esta se establece un principio, se formulan tres pautas operativas y se dirige una exhortación a los exégetas. Y, siempre en función de encontrar el sentido de los textos.

El principio es de una formulación particularmente densa: las Escrituras, puesto que han sido escritas en el Espíritu, han de ser leídas e interpretadas también en ese mismo Espíritu. Notar que se utiliza la palabra Espíritu con mayúsculas. No se trata de una actitud psicológica sino de la persona del Espíritu Santo.

Hay una clara congruencia con todo lo dicho sobre la Biblia, como testimonio del Espíritu, como obra del Espíritu, como inspirada por el Espíritu.

Es interesante notar que las tres acciones vinculadas por el Espíritu (escribir, leer e interpretar) están en pasiva. Y Sobre las tres se ejerce un influjo decisivo, de tipo causal-modal (Ablativo) del Espíritu Santo. Se está tácitamente admitiendo de esa manera que no puede haber una verdadera lectura e interpretación de la Biblia sino se abre el lector e intérprete a una acción del Espíritu, que es semejante a la que Este ejerciera en el hagiógrafo.

Las tres pautas operativas: tener en cuenta el contenido de todas las Escrituras, la Tradición de la Iglesia y la analogía de la fe, implican también un cierto paso por una exterioridad. Son como los medios para llegar al fin, que sería leer e interpretar en el Espíritu. Los tres implican un contexto de interpretación. Son como un cauce que pone límites. Fuera del mismo, la interpretación se saldría del Espíritu cristiano.

La recomendación a los exégetas es un reconocimiento claro de su lugar en la misión de la Iglesia. Gracias a ellos, a sus aportes, ha de madurar el juicio de la Iglesia. Notable es que en este párrafo se utilice la palabra exégeta. Lo es, dado el hecho de que sea en él en el que se describan los criterios de índole teológica de interpretación. Y lo es, incluso, por el hecho de que en el párrafo anterior, cuando se hablaba de los caminos propios de la crítica bíblica, o sea de la exégesis, se utilizara el término intérprete. Es como si a través de esta contraposición se nos quisiera decir: la exégesis ha de ser fundamentalmente una tarea interpretativa, ha de procurar reconocer el sentido espiritual de un texto; y la interpretación teológica ha de ser rigurosa desde el punto de vista metodológico, libre de todo subjetivismo arbitrario.

b3) El documento de la “Interpretación de la Biblia en la Iglesia” (InterpBi - Pontificia Comisión Bíblica –PCB- 1993)

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El primero documento del Magisterio acerca de la investigación bíblica fue la Providentissimus Deus (1893, León XIII). A los 50 años del anterior, surgió el documento Divino Afflante Spiritu (Pío XII, 1943). No fue casual que se eligiera la fecha mencionada para que la Pontificia Comisión bíblica (PCB), por expresa indicación de Juan Pablo II, abordara de una manera exhaustiva la temática de la interpretación bíblica, asumiendo de forma positiva todo el esfuerzo realizado por los estudiosos de las Escrituras en los últimos siglos, sin por ello obviar la cuestión de los límites concretos de cada uno de los métodos de estudio.

La lectura de todo el documento es de sumo provecho. Pero a les efectos de la interpretación bíblica el primero de sus capítulos, “Métodos y acercamientos para la interpretación”, se revela esencial. Teniendo en cuenta la naturaleza histórica del texto bíblico, el documento hace una defensa vehemente del método histórico crítico. Muestra, luego de sus antecedentes históricos más remotos, cómo se fue configurando en los últimos siglos hasta alcanzar su tipología actual. Por fin hace una evaluación positiva del mismo, sin por ello obviar sus límites. Tal vez por ello se comenzaron a realizar otras investigaciones en el campo bíblico, no tanto por vía de la historia cuanto por el de la consideración del texto como algo acabado, decidor de por sí más allá de su historia. Todo ello es lo que se contiene bajo el rótulo de “Nuevos métodos de análisis literario”. Métodos nuevos, tomados del campo de las ciencias que se aplican en la literatura moderna, han comenzado a emplearse con provecho en el ámbito bíblico. Es todo esto lo que reconoce la PCB. Subraya al respecto la existencia de tres método: la nueva retórica, el análisis narrativo y el análisis semiótico. A cada uno de ellos le dedicada una explicación y una evaluación positiva con límites.

No es el cometido de estas líneas explicar lo que dice el documento sino simplemente introducir a su lectura. Pero sí interesa aquí mostrar el vínculo entre DV 12 y dicho documento. En la constitución conciliar se reconocía que el objeto de la investigación de los intérpretes era la intentio autoris, la intención de los hagiógrafos. Y decíamos, al comentar este texto, que esta búsqueda ha de efectuarse necesariamente a través de un remontarse a través de los siglos hasta el autor, su situación personal y comunitaria, las características de su pensamiento, los avatares socio históricos de las Iglesias a las que dirigían sus respectivos escritos... Este camino ascendente hasta la intención del autor ha de valerse de recursos históricos aptos a tal fin. Todo ello es el método histórico crítico. En cierto sentido, dicho método está contenido así en la DV 12, aunque algo más precisamente en el párrafo b del mismo documento, según cierta configuración del mismo método.

Pero la DV 12, como lo vimos, entreveía que no sólo aparece y se manifiesta la palabra de Dios en la intención de los hagiógrafos sino también en la letra, en las palabras que ellos escribieron, sin advertir siempre lo que decían, o las últimas consecuencias de aquello que estaban diciendo. Este plus de sentido de la palabra –vimos– justificaba la presencia de métodos que prescindieran de la búsqueda histórica para concentrarse en el resultado final, en el texto tal como nos llegaba a nuestros días, más allá de lo que su o sus autores hayan querido transmitir. A todo ello lo llamábamos métodos sincrónicos. Pues bien, en InterpBi aparecen los métodos sincrónicos que hoy se aplican a la Biblia, a su estudio científico, la nueva retórica, el análisis narrativo y el análisis semiótico. Tal vez las ciencias sociales y del lenguaje nos provean en el futuro de otras metodologías ricas en potencialidades hermenéuticas. A la espera de las mismas, el documento de la PCB nos invita a incursionar estos caminos con confianza en el Espíritu Santo.

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C) La Biblia en la Iglesia Al respecto, es sumamente iluminador el capítulo VI de la DV (Nros. 21-25). Haremos, en este momento, una lectura más vale sintética del capítulo.

Si bien el ordenamiento de los números se puede discernir con bastante facilidad, no ocurre lo mismo con el criterio subyacente a tal ordenamiento. Pues pareciera que hay más de uno. En efecto, comienza el capítulo (21), como suele comenzar los documentos eclesiales: estableciendo las bases de lo que se pretende tratar. En este caso concreto, diciendo qué sea la Biblia, estableciendo el concepto básico de la relación Biblia-vida de la Iglesia, y manifestando las consecuencias que de ello se siguen: Sigue el capítulo con un tema que lógicamente se desprende del anterior (22): es necesario facilitar la lectura de la Biblia al Pueblo de Dios. Pero a continuación, pareciera que el criterio cambia. Pues en los siguientes dos números se trata de la comprensión de la Biblia, a la que contribuye el ministerio de los exégetas (23), y de la Biblia como fuente de la Telología y la pastoral (24). El capítulo sigue con una clara exhortación a la lectura frecuente de la Biblia, sobre todo, de los ministrosde la Palabra (25) . Y termina con la manifestación del deseo de que resplandezca, merced a la Biblia, la Palabra de Dios (26).

Si analizamos número por número podemos constatar el siguiente esquema en cada uno de ellos:

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21. PUESTO QUE la Iglesia venera las Escrituras

y la tiene como regla de su fe.

ES NECESARIO QUE la predicación

y la vida religiosa

se nutra de la Escritura,

y se rija por ella.

SE ABUNDA EN LAS SIGUIENTES RAZONES:

El Padre sale al encuentro en las Escrituras,

Ellas tienen eficacia, fuerza, vigor.

22. ES NECESARIO facilitar el acceso a las Escrituras.

De hecho, la Iglesia lo hizo desde antiguo...

HOY: háganse nuevas traducciones...

con notas explicativas.

Incluso con los hermanos separados.

23. La Iglesia se esfuerza en COMPRENDER MÁS PROFUNDAMENTE las Escrituras.

En ésto, trabajen unidos BIBLISTAS y TEÓLOGOS.

Al servicio de los MINISTROS DE LA PALABRA.

Para que éstos la transmitan al PUEBLO.

¡ÁNIMO, EXÉGETAS!

24. La TEOLOGÍA, se nutre de la Escritura.

EL MINISTERIO DE LA PALABRA, también se nutre de la Escritura.

25 ES NECESARIO QUE clérigos (sacerdotes, diáconos, catequistas)

lean frecuentemente y estudien asiduamente las Escrituras.

LO MISMO TODOS LOS CRISTIANOS, especialmente los religiosos, lean frecuentemente a través de la lectura espiritual y otras instituciones...

Pero, ¡sin olvidar la oración!

ES INCUMBENCIA DE LOS PRELADOS instruir a los fieles para:

usen correctamente la Biblia (sobre todo los Evangelios),

por medio de traducciones con notas.

HÁGANSE TRADUCCIONES con notas adecuadas a los no cristianos.

26 SE FORMULA EL SIGUIENTE DESEO: Gracias a la lectura de la Biblia,

La Palabra de Dios se difunda y resplandezca.

SE HACE ESTA PROFESIÓN DE ESPERANZA: Así como la Iglesia crece y se renueva por la Eucaristía,

Esperamos lo mismo de este volver a las Escrituras.

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E) Biblia y Catequesis El tema es ciertamente amplio. Haremos una investigación10 divididos en distintos grupos, a partir de diferentes temas.

1. En el orden de los principios: ¿Cuál es la relación entre Biblia y catequesis? - DV cap. VI.; DCG; CT.; La Interpretación de la Biblia en la Vida de la Iglesia, Medellín, Puebla, Santo Domingo, Primer Congreso Catequístico, JEP, Semana de Estudios 87.

2. En el orden histórico, notar la evolución del tema.

3. En el orden de las propuestas o desafíos pastorales.

TRABAJOS CONCRETOS:

EQUIPO 1: Leerá el DCG. Subrayará todas las veces que aparecen las palabras Biblia, Sagradas Escrituras, Sagradas Escrituras, Evangelio, Evangelios, Palabra de Dios, (y otras posibles que tengan que ver directamente con el asunto). Luego reubicará en el contexto las palabras subrayadas, tratando de responder a las preguntas: ¿qué dice de la Biblia, de las Sagradas Escrituras, de los Evangelios. etc.?

Por ejemplo, en el N° 9 aparece la palabra Evangelio. Si la leemos en su contexto encontramos lo siguiente:

“El Evangelio con su ley de amor exige, sí, que los fieles cristianos colaboren según sus fuerzas -desempeñando tareas y cargos seculares- en la instauración cada vez más plena de la justicia y fraternidad entre los hombres.”

O sea, al trabajo de fichaje seguirá el de transcripción. (No es necesario copiar todo el trozo. El criterio básico es que se entienda de qué se está hablando)

Procurará luego de sintetizar y redactar un pequeño informe de dos carillas aproximadamente (dactilografiado). Prestar atención a que en él se presente las referencias claras al lugar donde aparecían estas palabras. Y la síntesis de las grandes e importantes insistencias.

EQUIPO 2: Leerá la Catechesi Tradendae. Y procederá igual que en el caso anterior.

EQUIPO 3: Leerá y analizará el Documento de la PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, La Interpretación de la Biblia en la Iglesia. 1993. Capítulo IV. La Interpretación de la Biblia en la vida de la Iglesia. Subtítulo C: Uso de la Biblia. Nº 3: En el ministerio pastoral. (Pag. 116-19). Escribir un pequeño informe con lo que consideren relevante respecto del tema de la relación Biblia y Catequesis. EQUIPO 4: Leer JEP, y proceder como en equipo 1.

EQUIPO 5: Leer Medellín, (Documento sobre Catequesis), y proceder como en equipo 3.

EQUIPO 6: Leer de la JUNTA CATEQUÍSTICA CENTRAL 2do. Congreso catequístico nacional 1987. SEMANA DE ESTUDIOS. ed. Don Bosco y ed. Guadalupe, Bs. As. 1987. Informe de la Comisión 1: Biblia y Catequesis. Pag. 257-59. Y procederá como equipo 3.

EQUIPO 7: Leer el DCG97, primera parte, capítulo I (34-59) y leer también segunda parte, capítulo I (92-118). Proceder como en equipo 1.

ANEXOS A UNIDAD I Del Documento de la PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, La Interpretación de la Biblia en la Iglesia. 1993.

Capítulo IV. La Interpretación de la Biblia en la vida de la Iglesia. Subtítulo C: Uso de la Biblia. Nº 3: En el ministerio pastoral. (Pag. 116-19) “Recomendado por DV 24 el recurso frecuente a la Biblia en el ministerio pastoral toma diversas formas, siguiendo el género de hermenéutica del cual se sirven los pastores y que pueden comprender los

10 RECORDAR LA MANERA DE CITAR.

- Si se trata de un libro, se procede así:

Nombre, APELLIDO, título: subtítulo, colección (nombre) y número (siempre que el libro pertenezca a una colección), editora, ciudad, fecha, página.

Por ejemplo, el último libro del Padre Frans se cita así:

Francisco DE VOS, Pensar la Catequesis. Ed. Claretiana, Buenos Aires, 1996, pag...

(En el caso de no tener letra cursiva se cita así: Pensar la Catequesis). El apellido siempre se pone todo en mayúscula.

EN EL CASO DE UN DOCUMENTO DE LA IGLESIA, ESTE SE CITA CON EL NOMBRE O BIEN CON SU ABREVIATURA GENERALIZADA.

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fieles. Se pueden distinguir tres situaciones principales: la catequesis, la predicación y el apostolado bíblico. Numerosos factores intervienen, en relación con el nivel general de vida cristiana.

La explicación de la palabra de Dios en la catequesis -Sacrosanctum Concilium, 35; Direct. catec. Gen., 1971, 16-, tiene como primera fuente la Sagrada Escritura, que explicada en el contexto de la Tradición, proporciona el punto de partida, el fundamento y la norma de la enseñanza catequística. La catequesis debería introducir a una justa comprensión de la Biblia y a su lectura fructuosa, que permite descubrir la verdad divina que contiene y que suscita una respuesta, la más generosa posible, al mensaje que Dios dirige por su palabra a la humanidad.

La catequesis debe partir del contexto histórico de la revelación divina, para presentar personajes y acontecimientos del Antiguo y del Nuevo Testamento a la luz del designo de Dios.

Para pasar del texto bíblico a su significación salvífica para el tiempo presente, se utilizan hermenéuti-cas variadas, que inspiran diversos géneros de comentarios. La fecundidad de la catequesis depende del valor de la hermenéutica empleada. Existe el peligro de contentarse con un comentario superficial, que se queda en una consideración cronológica de la sucesión de acontecimientos y de personajes de la Biblia.

La catequesis no puede, evidentemente, explotar sino una pequeña parte de los textos bíblicos. En general, utiliza sobre todo los relatos, tanto del nuevo como del Antiguo Testamento e insiste en el Decálogo. Pero debería emplear igualmente los oráculos de los profetas, la enseñanza sapiencial y los grandes discursos evangélicos, como el Sermón de la montaña.

La presentación de los evangelios se debe hacer de modo que provoque un encuentro con Cristo, que da la clave de toda la revelación bíblica y trasmite la llamada de Dios, a la cual cada uno debe responder. La palabra de los profetas y la de los “servidores de la Palabra” (Lc. 1,2) deben aparecer como dirigidas ahora a los cristianos.

Observaciones análogas se aplican al ministerio de la predicación, que debe sacar de los textos anti-guos un alimento espiritual adaptado a las necesidades actuales de la comunidad cristiana.

Actualmente, este ministerio se ejerce sobre todo por la homilía, que sigue a la proclamación de la palabra de Dios en la celebración eucarística.

La explicación de los textos bíblicos durante la homilía no puede entrar en muchos detalles. Conviene, pues, poner a la luz los aportes principales de estos textos que sean más esclarecedores para la fe y más estimulantes para el progreso de la vida cristiana, comunitaria o personal. Presentados estos aportes, es necesario hacer obra de actualización e inculturación, según cuanto ha sido dicho antes. Para esta finalidad, son necesarios principios hermenéuticos válidos. Una falta de preparación en este campo tiene como consecuencias la tentación de renunciar a profundizar las lecturas bíblicas, contentándose con moralizar o hablar de cuestiones actuales, sin iluminarlas con la palabra de Dios.

En diversos países, se han hecho publicaciones con la colaboración de exégetas, para ayudar a los responsables pastorales a interpretar correctamente las lecturas bíblicas de la liturgia y a actualizarlas de manera válida. Es deseable que esfuerzos semejantes se generalicen.

Seguramente se debería evitar una insistencia unilateral sobre las obligaciones que se imponen a los creyentes. El mensaje bíblico debe conservar su carácter principal de buena noticia de salvación ofrecida por Dios. La predicación será más útil y conforme a la Biblia si ayuda a los fieles, primero a “conocer el don de Dios” (Jn. 4,10), tal como ha sido revelado en la Escritura, y luego a comprender de modo positivo las exigen-cias que de allí derivan.

El apostolado bíblico tiene como objetivo hacer conocer la Biblia como palabra de Dios y fuente de vida. En primer lugar favorece la traducción de la Biblia en las diversas lenguas y la difusión de esas traducciones. Suscita y sostiene numerosas iniciativas: formación de grupos bíblicos, conferencias sobre la Biblia, semanas bíblicas, publicación de revistas y libros, etc.

Una importante contribución es la de asociaciones y movimientos eclesiales que ponen en primer plano la lectura de la Biblia en una perspectiva de fe y de compromiso cristiano. Numerosas “comunidades de base” centran sobre la Biblia sus reuniones y se proponen un triple objetivo: conocer la Biblia, construir la comunidad y servir al pueblo. También aquí la ayuda de los exégetas es útil, para evitar actualizaciones mal fundadas. Pero hay que alegrarse de ver que gente humilde y pobre, toma la Biblia en sus manos y puede apor-tar a su interpretación y actualización una luz más penetrante, desde el punto de vista espiritual y existencial, que la que viene de una ciencia segura de sí misma (Cf. Mt. 11,25).

La importancia siempre creciente de los medios de comunicación de masa, diarios, radio, televisión, exige que el anuncio de la palabra de Dios y el conocimiento de la Biblia sean propagados activamente por estos medios. Las exigencias muy particulares de estos, y por otra parte, su influjo sobre un vasto público, requieren para su utilización una preparación específica, que permita evitar las improvisaciones penosas, así como los efectos espectaculares de mal gusto.

Se trate de la catequesis, la predicación o el apostolado bíblico, el texto de la Biblia debe ser presentado siempre con el respeto que merece.”

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Documento de Puebla (Introducción y Nº 1001) “ La catequesis, para cumplir su misión evangelizadora en AL. , deberá tener presente lo siguiente: .... b) Tomar como fuente principal la Sagrada Escritura, leída en el contexto de la vida a la luz de la Tradición y del Magisterio de la Iglesia, transmitiendo, además, el Símbolo de la fe; por lo tanto, dará importancia al apostolado bíblico, difundiendo la Palabra de Dios, formando grupos bíblicos, etc.”.

DE LA JUNTA CATEQUÍSTICA CENTRAL 2do. CONGRESO CATEQUÍSTICO NACIONAL 1987. SEMANA DE ESTUDIOS. ed. Don Bosco y ed. Guadalupe, Bs. As. 1987

Informe de la Comisión 1: Biblia y Catequesis. Pag. 257-59 A. VEMOS: 1. Desafíos de orden histórico:

a. Notamos aún resabios del largo período en que la Biblia era “libro cerrado” para el pueblo; así también, una primacía de las formulaciones dogmáticas en algunos catecismos.

b. A pesar de los esfuerzos de grupos de catequistas no fueron del todo aprovechados los aportes:

• del Primer Congreso Catequístico Nacional (1962) que impulsó una catequesis bíblica. • del Concilio Vaticano II y documentos posteriores.

2. Desafíos de orden eclesiológico: En nuestra Iglesia nos hace falta vivir la fe en pequeñas comunidades, por eso se nos hace difícil penetrar en Libro inspirado por Dios que nace del pueblo y es para el pueblo.

3. Desafío desde la Biblia misma: La Revelación está expresada en una cultura lejana a la nuestra, en el tiempo y en el espacio. 4. Desafíos de orden existencial y cultural:

a. Constatamos que el hombre de hoy vive en una encrucijada de desarraigo, ya sea por la misma movilidad humana, ya por las nuevas formas culturales (pérdida de identidad, conciencia histórica, etc.).

b. Dificultades para acceder a la Palabra-escrita desde una “cultura-de-la-imagen”. c. Nuestra “cultura-del-ruido” dificulta la actitud de escucha y contemplación. d. El hombre de hoy manifiesta hambre y sed de descubrir la Biblia. 5. Desafíos de orden metodológico: Aún está presente entre nosotros: a. el miedo a una interpretación errónea. b. ciertas exigencias de intelectualidad. y estos elementos obstaculizan el poner con sencillez, en manos del pueblo, la Palabra de Dios. B. ASUMIMOS (ILUMINACIÓN): La necesidad de educarnos desde la Palabra de Dios

Para construir auténticas comunidades cristianas (Hch 2,42-47; DP 992). Para vivir nuestra historia personal y comunitaria como Historia de Salvación. (No hay Palabra de Dios sin comunidad eclesial ni comunidad eclesial sin Palabra de Dios. “En los Libros Sagrados, el Padre que está en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos. Y es tan grande el poder y la fuerza de la Palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia...” (DV 21). Porque aún dentro de esta cultura de la imagen y del ruido, tenemos fe en la eficacia transformadora de la Palabra de Dios orada, contemplada y vivida en comunidad. Para responder con fidelidad a las opciones preferenciales (los pobres y los jóvenes) propuestas por el Espíritu Santo y asumidas por nuestros pastores.

C. PROPUESTAS:

1. Implementar catecumenados de jóvenes y adultos para que puedan vivir la fe alimentada por la Palabra de Dios. 2. Catequesis familiar. 3. Fomentar grupos de oración y meditación. 4. Promover una pastoral Bíblico-diocesana:

- orientaciones episcopales -predicaciones y homilías. - cursos de Biblia

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- catequesis Cristocéntrica desde la Biblia. 5. Cursos bíblicos para distintos niveles y asociaciones de apostolado y oración. 6. Hacer accesible el Mensaje a través de medios audiovisuales y con lenguaje sencillo y usando los medios de comunicación social. 7. Posibilitar el abaratamiento de Biblias y material bíblico. 8. Promover la lectura de la vida a la luz de la Palabra ( Biblia) y de la Biblia a la luz de la vida de los grupos. 9. Brindar la posibilidad de usar y aprovechar el material bíblico existente que orienta al crecimiento de la fe en comunidad. 10. Que a nivel agentes de pastoral nos hagamos un examen de conciencia cuestionándonos por qué sigue existiendo una separación entre la Biblia y la vida del pueblo. 11. Así como los escritores sagrados plasmaron la Revelación de Dios en su lenguaje cotidiano, que los agentes de pastoral asuman el lenguaje popular en la tarea de llevar la Biblia al pueblo. Proponemos que este aspecto sea tenido en cuenta en: a - la catequesis, b - la formación de catequistas, c - las homilías, d - etc. 12. Proponemos que a cada familia llegue una MUY BUENA EDICIÓN de la Biblia, sin sacrificios, sino con el aporte de toda la comunidad. Ej.: que cada miembro de la comunidad done su ofrecimiento para que cada día llegue la Palabra de Dios a un nuevo hogar (donación: el valor de un litro de nafta u otro valor). 13. Que desde la Junta Catequística Central se implemente un Equipo “Biblia y Catequesis”.

C’. PRIORIZAMOS las opciones 4, 13. Como pregunta, la 10.

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Unidad II

LA FORMACIÓN DEL NUEVO TESTAMENTO

a) De Jesús a la Iglesia primitiva ¿De dónde venimos como pueblo? � Jesús de Nazareth y los apóstoles � La Pascua y el envío misionero � Las constitución de las comunidades pospascuales � Discursos kerigmáticos y catequísticos � Himnos litúrgicos

Sumario: a) Conceptos de la Dei Verbum sobre el NT. b) Intento de reconstrucción histórica del proceso de formación del NT.

Situación respecto de los temas • A la hora de elaborar una síntesis de lo que es el NT, y su contenido, los católicos sentimos una

cierta perplejidad. • Ignoramos qué es lo esencial, o en qué términos se puede manifestar. • Nos hallamos perdidos frente a una masa de datos. • La historia, con sus múltiples y tan variados intentos de síntesis en clave moralista, nos condiciona. • Hemos escuchado mucho al NT. Es lo que más conocemos. Nos falta una visión de conjunto. • Corremos el riesgo de darle a todo un valor idéntico, sin distinguir que hay partes más importantes, porque más cercanas al núcleo de la fe que otras.

• Dentro de nuestro trasfondo imaginario, el NT se nos presenta como un todo entregado por Dios simultáneamente, a la manera de un paquete.

• Esto implica, que en la práctica, los conceptos referidos a la inspiración -acto de Dios y el hombre, y que lo implica totalmente a este último- no han penetrado aún estas dimensiones de la vivencia práctica de la fe.

• Nos imaginamos, por ejemplo, a los Evangelistas, escribiendo como cronistas de lo que ven hacer y decir a Jesús.

• Nos imaginamos a los apóstoles, escribiéndonos a nosotros mismos, sin tener en cuenta nuestras situaciones. Como quienes hablan en general, en abstracto.

Ante todo esto es necesario afirmar: • El Magisterio de la Iglesia ha procurado presentar sintéticamente el contenido del NT en la DV. • Y ha logrado, de hecho, una síntesis soberbia. • Que el proceso de formación del NT, es profundamente complejo porque totalmente humano-

divino.

Pero vayamos por partes:

1- Estudiemos la síntesis que el Magisterio nos propone en la DV.

2- Estudiemos luego el hermoso proceso de formación del NT, en lo que nos es dable conocer.

1- Estudio de la DV, Capítulo V

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a) Esquema general del capítulo.

b) Contenido y esquema del Nº 17.

c) Reflexiones a partir de ese número. ----------------------------------------

a) Esquema general del capítulo • Consta de 4 puntos. • En el primero se propone una definición del contenido fundamental del NT. • Los puntos segundo y tercero se refieren a los Evangelios. • En el segundo, se insiste sobre la importancia de los mismos. • En el tercero, sobre su historicidad y se alude a cómo fueron escritos. • El cuarto punto se refiere a los demás escritos que componen el NT.

b) Contenido y esquema del Nº 17. - Hay una afirmación de “principio” desde el que se parte: Hay un modo especial de manifestación y de ejercicio de poder de la Palabra de Dios en el NT. - Se refiere luego, de una manera sintética el Misterio de Cristo. Del cual se subrayan: 1. Encarnación en el Tiempo que es cumplimiento y plenitud de ese miemo tiempo de la historia. 2. Del ministerio público de Jesús sólo se manifiesta que instauró el Reino y que anunció al Padre. 3. Se habla, al final, del Misterio Pascual, incluyendo a Pentecostés. - Se dice cuáles son las repercusiones que este misterio ha tenido para iene la humanidad: “atrae a todos hacia sí” (Cf. Jn 12,32), o sea, ese proceso de seducción que por la vía del amor actúa en lo más profundo de las conciencias de los hombres. - Que es novedoso en la historia del mundo. - Que fue dado a conocer para que se transmita a los hombres y así se forme y se congregue la Iglesia. - Todo termina con la afirmación de que de todo esto dan testimonio perenne y divino los libros del NT.

En el principio... ...hay que subrayar que se trata en todo esto de la Palabra divina. Esta se transmite no sólo en los libros del NT. Con esto se da a entender que también está en el AT. Esta Divina Palabra, se dice se presenta y manifiesta su vigor en el NT de una manera ESPECIAL. De lo que se trata, entonces, es del modo como esta palabra está y se muestra en los libros neotestamentarios. Pero esta Palabra estaba calificada: “es poder de Dios para la salvación de todo el que cree”. - La Palabra se presenta no como un mero contenido noético. - Sino como un PODER. - Y, un poder que se ejerce, antes que nada en la SALVACIÓN. Hay aquí, un criterio de interpretación que se desprende con claridad: al leer el NT, antes que nada, hemos de dejar abrazarnos en la fe por ese PODER SALUTÍFERO que en él está operante y vivo de una manera totalmente especial. Y, de hecho, en dos ocasiones estaba presente el tema del PODER. Se lo decía con los términos PODER (virtus) y VIGOR (vis).

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El misterio de Cristo... - Sigue un esquema temporal. - Parte de la Encarnación, en la Plenitud de los Tiempos, con lo que se alude al plan divino de salvación y a su realización plena. - Sigue con su vida pública: Se subraya la Instauración del Reino y la Revelación del Padre y de sí mismo. - El MISTERIO PASCUAL, se presenta con: = Muerte, = Resurrección, = Ascensión, = Misión del Espíritu Santo. a= Entre las cualidades de la ENCARNACIÓN se señalan las dos plenitudes que refiere el prólogo del Evangelio de Juan: “lleno de Gracia y de Verdad”. Estas plenitudes se suman a la plenitud de los tiempos de la que antes se había hablado. Así aparece un Jesús pleno y plenificante. Pues de su plenitud todos hemos recibido Gracia por Gracia. En la plenitud de los tiempos, entonces, la humanidad llega a su plenitud en Cristo: Plenitud de Gracia, es decir, de favor, de benevolencia de Dios. El habitó entre nosotros es también elocuente. La imagen que se diseña es la de un Dios cercano, la de un vecino más, que pone su tienda de campaña entre nosotros. Casi que se hace huésped de la humanidad. b= LA VIDA PUBLICA del Señor es a penas aludida a través de la referencia a la Instauración del Reino de Dios y la Manifestación del Padre y de sí mismo por parte de Jesús. - La Centralidad del Reino de Dios en el ministerio de Jesús queda así plenamente subrayada. - Lo mismo que la tarea reveladora. - Tarea reveladora, hetero y automanifestativa en obras y palabras. El mismo estilo con que siempre se reveló Dios!. c= El MISTERIO PASCUAL se presenta como la tarea con la que acaba Jesús su obra: COMPLETÓ... No se omite ninguno de los términos con los que se refiere este Misterio de la Pascua de Cristo. Tan grande es su importancia.

Los EFECTOS EN LA HUMANIDAD ... ....de la obra de Cristo: - Levantado en tierra, atrae a todos a sí mismo ... - el único que tiene palabras de vida eterna. Fenómeno de atracción no compulsiva, de seducción suave, no de imposición dominadora. Su fuerza atrae de manera discreta a todos.

Novedoso en la historia del Mundo Esto no había sido revelado Antes. Nos encontramos ante algo nuevo, ante algo inaudito. Quienes reciben el conocimiento, la revelación de este misterio, lo reciben en el Espíritu (apóstoles y profetas). Pero no lo reciben para sí mismos, sino para comunicarlos generosamente a todos los hombres, de manera tal, que por la fe que susciten en sus corazones, se congregue la Iglesia.

“De todo esto los Escritos del NT son un testimonio perenne y divino”. Es decir, un testimonio que dure para siempre. Y que tiene en Dios su Origen.

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De todo esto: lo que se ha presentado es el contenido fundamental. Lo demás es complemento.

c) Reflexiones a partir de ese número. Los siguientes, son solo esbozos de reflexión a partir de este número: • A partir de lo referido a la PLENITUD DE LOS TIEMPOS se podría pensar en la dimensión

temporal de las Sagradas Escrituras, en particular del NT, como un gesto particular del Dios de la historia, que respeta la temporalidad del hombre y de la humanidad. Con esto se quiere afirmar particularmente lo siguiente: Dios es un gran pedagogo. No exige que la humanidad lo comprenda desde el vamos. Al contrario, se le va manifestando paulatinamente. Como alguien que se adapta metódicamente a las capacidades de sus oyentes. Sólamente cuando llegó la humanidad a la madurez mínima requerida para no “indigestarse” con la Encarnación de su propio Hijo, determinó que esta acaeciera.

• Hay una veta interesante de reflexión en aquello de que la Palabra es FUERZA DE SALVACIÓN, que tiene además VIGOR. Esto implica la efectividad normal de toda palabra humana. ¡Pues la tiene! Y no sólo la palabra hecha “orden” en labios de un superior para con sus subalternos. Sino también en cuanto protadora de un mensaje verdadero. ¿Quién puede ignorar el influjo auspicioso o pernicioso de una buena o de una mala palabra respectivamente? Pero este VIGOR implica mucho más. Pues se trata de la PALABRA de Dios.

• Podría pensarse en una fuerza que SOSTIENE y que LEVANTA. • En una palabra que ABRAZA y CUBRE. • En una palabra que SALVA realmente. • La síntesis nos abre un cuadro, un casillero , nos da categorías, dentro de las que nos es posible poner

las partes: fuera de este cuadro, difícilmente pueda entenderse adecuadamente alguna palabra que pertenece al NT:

2- El Proceso de Formación del Nuevo Testamento 11 Para introducirnos en el tema procederemos de la siguiente manera:

a) Estudiaremos la DV 19

b) Trataremos de lograr una visión de Conjunto más orgánica sobre el tema ---------------------------

a) DV 19 Habíamos dicho que este número nos insistían en el carácter histórico de los Evangelios: “La santa Madre Iglesia, firme y constantemente, ha creído y cree que los cuatro referidos Evangelios, cuya historicidad afirma sin vacilar, comunican fielmente lo que Jesús Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente para la salvación de ellos, hasta el día en que fue levantado al cielo (cf. Hech 1,1-2). Los apóstoles ciertamente después de la ascención del Señor predicaron a sus oyentes lo que El había dicho y obrado, con aquella crecida inteligencia de que ellos gozaban, amaestrados por los acontecimientos gloriosos de Cristo y por la luz del Espíritu de verdad. Los autores sagrados escribieron los cuatro Evangelios escogiendo algunas cosas de las muchas que ya se transmitían de palabra o por escrito, sintetizando otras, o explicándolas atendiendo a la condición de las Iglesias, reteniendo por fin la forma de proclamación, de manera que siempre nos comunicaban la verdad sincera acerca de Jesús. Escribieron, pues sacándolo ya de su memoria o recuerdos, ya del testimonio de quienes “desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra” para que conozcamos “la verdad” de las palabras que nos enseñan (cf. Lc 1,2-4).” Ahora bien, si se lee con atención se descubre que el centro de interés de este número está en el PROCESO DE COMPOSICIÓN DE LOS EVANGELIOS: Aparecen tres sujetos: 1. JESÚS, EL SEÑOR, 2. LOS APÓSTOLES; 3. LOS AUTORES SAGRADOS. 11 Me baso en toda esta sección, de manera especial en Etienne CHARPENTIER, Para leer el Nuevo Testamento, Edit. Verbo

Divino, Estella (Navarra) 199212, pag. 9-16.

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1- JESÚS EL SEÑOR, durante su vida terrena, hasta su Ascención a los Cielos, obró diversos signos de poder y misericordia y enseñó los misterios del Reino de los Cielos. 2- LOS APÓSTOLES, predicaron a Cristo. Y se subraya que su predicación tuvo una luz especial: los acontecimientos gloriosos de los cuáles fueron testigos (Resurrección y Ascención) y la Luz del Espíritu de la Verdad. 3- LOS AUTORES SAGRADOS. Aquí el discurso es más largo y detallado. Hay supuestos: • cosas que ya se transmitían antes que ellos a través de diversos medios; de los cuales se mencionan

dos, de palabra y por escrito; • no todas las iglesias eran iguales; cada una tenía una “condición” que le era propia, dentro de su común fe en el Señor Jesús. Habida cuenta de estos supuestos se explica que: • escribieron los cuatro evangelios; • escogieron de entre el material preexistente para hacerlo; • a veces sintentizaron, y otras ampliaron o explicaron; • estuvieron atentos a la índole propia de sus destinatarios (las iglesias a las que escribían); • retuvieron la forma de proclamación (Kerigma). Este número, en su sobriedad, nos abre fantásticamente al tema de la consideración de la formación del NT.

B) Visión de Conjunto más orgánica sobre la formación del NT. Habíamos comenzado planteando la siguiente SITUACIÓN COGNOSCITIVA frente al tema: • Dentro de nuestro trasfondo imaginario, el NT se nos presenta como un todo entregado por Dios

simultáneamente, a la manera de un paquete. • Esto implica, que en la práctica, los conceptos referidos a la inspiración -acto de Dios y el hombre, y

que lo implica totalmente a este último- no han penetrado aún estas dimensiones de la vivencia práctica de la fe.

• Nos imaginamos, por ejemplo, a los Evangelistas, escribiendo como cronistas de lo que ven hacer y decir a Jesús.

• Nos imaginamos a los apóstoles, escribiéndonos a nosotros mismos, sin tener en cuenta nuestras situaciones. Como quienes hablan en general, en abstracto.

Ver, entonces, que la Iglesia, sabiamente no solo oculta sino manifiesta el complejo proceso de la Formación del NT, nos obliga, en primer lugar a estudiarlo en más detalla. Y, más adelante, no obligará a tenerlo en cuenta a los efectos de interpretarlo fielmente...

PARA COMENZAR PODEMOS AFIRMAR LO SIGUIENTE: Tres etapas pueden distinguirse en la formación del NT: 1- Jesús (6 a.C. - 30 d.C.) 2- Las Comunidades (alrededor de los años 30 - 70 d.C.) 3- Redacción de los Escritos (alrededor de los años 70 al 100 de nuestra era). 1- Jesús de Nazaret Jesús de Nazaret nació alrededor del año 6 antes de nuestra era, bajo el reinado de Herodes. Bautizado por Juan el Bautista en el Jordán, alrededor del año 27-28 de la era cristiana, inició un ministerio público de predicador, taumaturgo y rabino itinerante. Reunió varios discípulos en torno suyo. Acabó sin embargo, ajusticiado por el concurso de las autoridades romanas y judías de su tiempo luego de dos o tres años de ministerio público. Lo verdaderamente extraordinario es que -luego de tres días de muerto- resucitó. Signo de lo cual fue el sepulcro vacío que encontraron quienes allí se dirijeron. Y prueba, sus diversas apariciones a quienes eran sus discípulos.

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Ese Jesús de Nazaret -el que había resucitado- no sólo que no había escrito nada, sino que tampoco había ordenado a sus discípulos que escribieran algo ya acerca de él, ya acerca de sus enseñanzas. Nos encontramos sin embargo con el voluminoso libro al que denominamos NT. ¿Cómo se formó? Habría que referise a las Comunidades (entre los años 30 y 70) y a la Redacción de los escritos (alrededor del 70-100). 2- Las Comunidades Quienes habían sido discípulos de Jesús, ante el deslumbrante acontecimiento pascual, seguido de la efusión del Espíritu Santo en Pentecostés, se vieron obligados a continuar su vida en la tensión fecunda pero dura, que surge de la necesidad de una doble fidelidad: a Jesús y a la vida. Esta fidelidad exigió que remitieran a los recuerdos de las vivencias que habían tenido con Jesús antes de su Pascua. Pero lo hicieron a la luz de la Resurrección. Estos recuerdos fueron tomando forma en torno a tres centros principales de interés: • los discípulos predican, anuncian a Cristo a los Judíos y -más tarde- a los paganos; • celebran al resucitado, principalmente, en la Cena; • enseñan a los nuevos bautizados lo que Jesús había hecho y enseñado. Un hecho que determinó gran parte de la configuración de nuestro NT. fue la conversión del rabino Saulo (San Pablo), alrededor del año 36. Durante muchos años misionó formando comunidades, a las que más tarde escribiría abundantes cartas que nos han llegado hasta hoy. En el año 70 los romanos destruyen Jerusalén. Las tensiones que se habían ido gestando entre los que profesaban el judaísmo oficial y aquellos judíos “nazarenos”, terminaron en una excomunión masiva de los mismos. Ocurrió poco después de la destrucción de Jerusalén. En Yamnia, los fariseos, determinaron su canon escriturario. Y determinaron que los “nazarenos” o “cristianos”, no estaban más en comunión con la sinagoga, que era por entonces, la única institución viva del judaísmo. 3- La Redacción de los escritos Luego del año 70, cuatro grandes teólogos que la tradición ha llamado con el nombre de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, elaboran grandes síntesis. En diálogo, evidentemente con la realidad que les tocaba vivir. Pero también, profundizando el misterio de Jesús. Entretanto, JUAN, PEDRO, SANTIAGO, JUDAS y otros discípulos, escriben diversas cartas a las comunidades.

II. La Elaboración de los recuerdos sobre Jesús por parte de las comunidades Debió ser impactante Jesús de Nazaret para sus contemporáneos. Debió ser asombroso. Habrá, sin duda alguna, engendrado mil y un cuestionamientos acerca de su identidad profunda. Lo atestigua entre otras cosas, que se haya reunido en torno suyo un considerable número de discípulos, que iniciaron el largo proceso de seguirlo. No obstante, nuestro imaginario puede jugarnos aquí una mala pasada. Imaginario engendrado no por lo que ocurrió sino por lo que se narró. Entre lo ocurrido y lo narrado puede haber en efecto, diferencias. Y de hecho las hay. Con esto no estamos llamando mentirosos a los narradores - en este caso, los evangelistas. Sino que estamos simplemente admitiendo que ellos no tuvieron la intención de decir las cosas “tal cual” ocurrieron. Su intención no era fundamentalmente histórica sino kerigmática. Más tarde volveremos sobre el tema. Decía, al principio de este párrafo que nuestro imaginario puede jugarnos una mala pasada, porque nos puede hacer creer que el ministerio itinerante de Jesús, con todo su peso taumatúrgico, debió imponerse sin vacilaciones entre sus contemporáneos. Los debió encandilar. Los debió desarmar de toda resistencia a la Gracia. Gracia que -creemos- habrá resultado de una extraodinaria evidencia ante los ojos de los coetáneos de Jesús. Sabemos, sin embargo, que las cosas no fueron así. Los mismos evangelistas no nos lo ocultan. Si Jesús terminó crucificado por las autoridades, abucheado por el pueblo y abandonado por sus discípulos no fue, precisamente, porque su ministerio hubiera alcanzado un éxito estruendoso entre los suyos. En su cruz desembocaron la resistencia y la animadverción que se habían ido engendrando ya casi desde el inicio de su vida pública. Para nosotros tal odio nos resulta incomprensible. No sólo injustificable, sino también incomprensible. ¿Cómo se puede reaccionar con odio ante tanta bondad? ¿Cómo se puede permanecer escéptico ante tantos signos de poder? He aquí nuestras preguntas. Preguntas legítimas y comprensibles desde nuestro punto de vista. Punto de vista que se basa en la fe.

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¡Somos discípulos de Jesús! Y punto de vista marcado por una imagen de lo que “debió ser” el ministerio jesuánico. Imagen engendrada a partir de los relatos de los evangelios. Pero, si somos intelectualmente un poquito honestos, no podemos creer que a todos los judíos de la época de Jesús, y que tuvieron acceso a él, les aquejó una ceguera supina. O que fue a causa del Diablo que no creyeron en Jesús. Estas afirmaciones son generalizaciones injustas; son simplificaciones que deforman gravemente la realidad. Es a la “humanidad” de Jesús a la que tenemos que remitirnos si queremos entender el fracaso histórico del Señor. Humanidad a través de la cual se transparentó su divinidad. Pero humanidad que fue también un obstáculo para que esa divinidad apareciera más patentemente. Dios al hacerse hombre corrió este riesgo. Lo dicho respecto al fracaso puede aplicarse también a la ambigua relación de Jesús con sus discípulos. Creer que para sus discípulos estaba tan claro que Jesús era el Mesías, sería ilusorio. No lo estuvo, seguramente, ni al comienzo de su ministerio -cuando comenzaron su discipulado- ni al fin. Jesús -sin lugar a dudas- los impactó; los hizo interrogarse sobre su identidad; los deslumbró... Pero de esto a afirmar que no les quedaban dudas acerca de él hay un larguísimo trecho. Fue la Pascua lo que hizo cambiar todo; lo que convenció más allá de toda duda. Fue el Espíritu el que “llevó a la verdad plena de Jesús” a los discípulos. Fue entonces, luego de estos acontecimientos, que los discípulos se empeñaron en la tarea de recordar lo vivido junto a Jesús. Cuando él ya no estaba. Fue luego y a la luz de la Pascua. Ahora bien, decir que fue lugo y a la luz de la Pascua que los discípulos elaboraron los recuerdos de Jesús tiene sus implicancias insorteables. La Pascua brindó nueva inteligibilidad al pasado. El pasado de Jesús ya no apareció tan objetivo: Es decir, tan preciso y concreto como un cronista o un historiador lo hubiera deseado. El pasado de Jesús quedó teñido por la luz pascual. En muchas de sus palabras y de sus gestos -que hasta antes de la Pascua, no habían sido sino un gran signo de pregunta para los discípulos- aparecieron signos anticipatorios de su Pascua. “Aparecieron”. Tal vez sería más preciso decir, que ellos “vieron”. Esta centralidad de la Pascua en la elaboración de los recuerdos de Jesús marca los evangelios con un sello indeleble: Ellos existen fundamentalmente como testimonios de esta Pascua triunfante de Jesús. Sirven para anunciarla. Son anuncios explícitos de esa Pascua salvadora. Son proclamaciones. Y no, como muchos parecieran entenderlos, crónicas de lo que Jesús hizo y enseñó.

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Unidad II b- LAS CARTAS DE PABLO Sumario

Pablo, ¿quién eres?

Pablo, misionero.

Comunidades vivas

Cartas

Cuatro etapas del itenerario epistolar paulino.

Las cartas de Pablo en la catequesis: fuente de inspiración, pedagogía catequística, anuncio kerigmático _______________________________

1. Pablo, ¿quién eres? Al rededor del año 36 de nuestra era tiene lugar un acontecimiento que marcará sin lugar a dudas definitivamente la fe cristiana: la conversión-vocación de Saulo (Pablo) de Tarso. Judío y fariseo, o sea de aquellos que se tomaban muy en serio la fe recibida de los Padres, en medio de su encono, recibe la visión del Señor resucitado, que le revela que es en realidad a El a quien está persiguiendo cuando cree perseguir a los cristianos, y lo envía a Damasco, donde será bautizado por un discípulo del camino de Jesús, llamado Ananías (Hech 9).

2. Pablo, misionero Este nuevo discípulo realizará durante los años 46 al 57 tres grandes misiones. Sus itinerarios se nos describen con bastante minuciosidad en el libro de los Hechos de los Apóstoles.

La primera misión (años 46-49; hech 13,3-14,26) comienza an Antioquía bajo el impulso del Espíritu Santo, a dónde luego terminará. Las numerosos conversiones logradas por Pablo, plantearán un nuevo problema a la Iglesia: ¿es necesario circuncidar a los nuevos cristianos provenientes del paganismo, y, con ello, obligarlos a cumplir la Ley de Moisés? La disputa es seria. Pablo sube a Jerusalén a debatir la cuestión con los otros. Allí el “Concilio” (año 49) en el cuál se decide no obligar a los paganos a hacerse judíos para devenir cristianos. Ese mismo lugar tiene lugar el llamado incidente de Antioquía (año 49, Gal 2,12). Pedro había subido a Antioquía. Compartía la mesa con los paganos. Cuando llegaron algunos del grupo de Santiago -judaizantes- Pedro deja de participar con los cristianos provenientes del paganismo. Pablo le enrostra la incongruencia de su gesto:

La segunda misión (años 49-52; Hch 15,40-18,22) hace que Pablo llegue a Europa y funde allí algunas de las más importantes Iglesias de la Antigüedad: Filipos, Corinto. Es la época de sus primeros escritos epistolares. La tercera misión (años 54-57; Hech 18,23-21,17) tiene como centro de predicación la que sería la importantísima Iglesia de Efeso, en la capital del Asia. Entre tanto, Pablo venía pensando en regresar a Jerusalén. Consciente del mandato del “concilio” en el sentido de que era preciso no olvidarse de los pobres, Pablo procuró que sus iglesias gentiles hicieran una colecta para los pobres de Jerusalén. Planeó llevarla a Jerusalén y terminar al mismo tiempo su tarea de evangelización en el Meditarráneo oriental. Su proyecto era a continuación vistar Roma ( Rom 15,22-24) y desde allí marchar a España y el Occidente. Vuelve entonces en su última visita a Jerusalén, donde es detenido el año 58.

3. Comunidades vivas Una de las constantes de los viajes misioneros paulinos fue la de fundar comunidades, o sea, Iglesias. Pero, el “impaciente” Pablo, no siempre espera la madurez de aquellas antes de abandonarlas. Su modo de obrar pareciera ser más bien el contrario. Urgido por hacer llegar cada vez más lejos y a más personas el mensaje evangélico, Pablo no abandona su ruta; se lo ve siempre en camino. Pero el ritmo de crecimiento de las comunidades no siempre es el ideal para un Apóstol así. Pues las comunidades -vivas ciertamente- tienen problemas. Tal vez, precisamente por esto: porque están vivas. Y el Pablo que se ha marchado para fundar otras comunidades cristianas no está allí para resolverlos. A veces, los problemas son divisiones. Otras, son dudas. A veces, confusiones. No todo está previsto de antemano. E, insisto, Pablo no está allí, para contestar las dudas, u orientar sobre la manera más adecuada de enfrentar tal o cual situación. ¿Qué medio usar sino el epistolar?

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4. Cartas Pablo, entonces, emplea este medio para comunicarse con las comunidades que ha fundado y de las cuales se ha ausentado. Y una carta es una carta. No es un libro de catequesis, aunque -indudablemente- las cartas paulinas tengan riquísimos elementos catequísticos. No es un tratado de teología, aunque en ellas desarrolle intuiciones de altísimo valor teológico. No es un manual de moral cristiano, aunque abunden en ellas las exhortaciones que muestran la identidad de la vida en Cristo. Una carta es un mensaje bien concreto a una persona o a una comunidad bien concreta. Medio que supone -y por eso emplea- códigos que se comprenderán por el interlocutor. Que alude a problemas sin desarrollarlos, porque se suponen conocidos por el destinatario de la carta. Siendo, incluso, como muchas veces es, que la carta surge como respuesta a un problema planteado. Pablo, además, al escribir cartas, no es estrictamente un innovador. Emplea los estilos epistolares que se usaban en su tiempo. Así, si nos tomamos el trabajo de revisar los encabezados de sus cartas, encontraremos un esquema semejante: saludo inicial y acción de Gracias. Saludo inicial en el cuál el remitente se presenta y manifiesta a quién se dirige. Acción de Gracias, en la cual revela los motivos que la comunidad ha provocado para que él pueda dar gracias a Dios. Tener en cuenta que Pablo se expresa así, y que “una carta es una carta” es relevante a la hora de interpretar. El intérprete no puede desconocer ni quiénes eran los destinatarios de la carta, ni cuál era la situación por la que estaban pasando. Para ello es importante la datación de las mismas (tema sobre el que volveremos después).

5. Cuatro etapas del itenerario epistolar paulino Los estudiosos reconocen, en general, cuatro grandes etapas.

A) Primera etapa (51)

La expectativa del pronto regreso del Señor dominaba la vida de las primitivas comunidades cristianas. La Parusía habría de ser pronto. A causa de esto, la joven Iglesia de Tesalónica estaba turbada. ¿Qué pasaría con los que habían muerto antes del regreso del Señor? Y, además, para qué trabajar, si el Señor ya llega. ¿No es mejor, en ese caso, dedicarse a la oración, y a la espera vigilante? Con todo, esta vigilancia, degeneraba en intempestiva intromisión de muchos ociosos en asuntos que no les correspondía. Pablo responde a ambos problemas. Así, en el Año 51, tenemos las cartas a los Tesalonicenses.

B) Segunda Etapa (56-58)

El grupo de los de Santiago de Jerusalén ha enviado a las jóvenes Iglesias provenientes del paganismo misioneros que insisten en que es necesario estar circuncidado y cumplir la ley mosaica para devenir cristiano. Pablo claramente que si para salvarse hay que añadir esta condición, a la esencial, que es Cristo, la salvación que ha realizado Cristo es incompleta. De una manera polémica responde en la carta a los Gálatas a los detentores de esta tesitura. Mucho más mesurada y equilibradamente, desarrolla esta idea en Romanos. A esta época pertenece también su carta a los amigos filipenses. Y, por supuesto, a los Corintios. Aunque estos últimos le hayan planteado muchos otros problemas más a Pablo que el que acaba de mencionarse.

C) Tercera Etapa (58-63)

Entre los años 58 y 63 pasa Pablo varios años en prisión. Primero en Cesarea, luego en Roma. Tiene tiempo de reflexionar. Y de escribir. A este tiempo pertenecen las cartas de Colosenses, Efesios y Filemón, conocidas como Cartas de la Cautividad, por haber sido escritas durante ese período de la vida de Pablo. Afronta Pablo una nueva dificultad que antes había ignorado: los colosenses se hallan tentados de creer que Cristo es una de las creaturas celestiales que mediatizan el diálogo y la relación entre Dios y los hombres. Pero que no es Dios. Elabora entonces una cristología profunda aludiendo al lugar de Cristo en la Creación y la Redención y situándolo en el corazón del universo y de la Iglesia. Esta visión de Cristo, el Señor, ha servido de base a la reflexión teológica de Theillard de Chardin, quien ha descubierto a Cristo en la evolución de todos los seres, que tienden hacia la Cristosfera. El pensamiento de Pablo en estas cartas es uno de los más difíciles de proponer en catequesis y pastoral. Supone una problemática bastante distinta a la nuestra. Cristo es elocuente para la vida, como respuesta para los problemas existenciales. La visión que aquí nos propone Pablo parece más teórica. Sin embargo, sus conceptos son de una profundidad tal, que difícilmente podríamos contemplar a Cristo, sin tener en cuenta lo que en estos escritos Pablos desarrolló. Antes de entrar en la carta a los Colosenses, una breve mirada de la carta a FILEMÓN se impone.

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Es una carta personal, como ninguna otra. Alude al problema de la esclavitud dándole una solución práctica: leámosla. Pablo aboga por Onésimo, antiguo esclavo de Filemón. Pide que este lo reciba, aunque antes no le había sido un esclavo fiel. Lo hace a través de varios argumentos: algunos más teóricos, otros más incisivos. Los Teóricos: ya no es un esclavo, es un hermano. Los Incisivos: “Tú mismos estás en deuda conmigo”. Reflexionando sobre esta carta puede chocarnos que Pablo no abogue por la abolición de la esclavitud. Pablo se mueve dentro de un sistema imperante, ciertamente injusto e indigno de la dignidad humana, pero sin proponer su abolición. Con todo, va mucho más lejos que si pidiera que este sistema cesara de existir. Afirma que la vida en Cristo hace que incluso los muros que separan las clases sociales no existen, porque todos son hermanos. Y, por supuesto, han de vivir como tales. Cuántas veces, se propugna un cambio de estructuras y no de corazones. Si cambian las estructuras y no los corazones, los que lleguen “arriba” repetirán los patrones opresivos que sufrieron cuando estaban “abajo”. Nacerán así nuevas esclavitudes tan indignas como las anteriores. Pablo va más lejos. Sienta las bases de un cambio mucho más hondo y digno. CRISTO, EL SEÑOR DEL MUNDO Y DE LA IGLESIA, tal es la afirmación fundamental del himno de la carta a los Colosenses que hemos de estudiar. Leámos con atención Col 1,15-20. Señalemos las expresiones que están relacionadas entre sí, las repeticiones, las preposiciones que se utilizan, los títulos que se le dan a Cristo. “La primera estrofa presenta el lugar y el papel de Cristo en el universo: ¿cuáles son?. La segunda, el lugar y el papel de Cristo en lahumanidad reconciliada con Dios, en la Iglesia: ¿cuáles son?”12

d) Cuarta Etapa

Nos encontramos ahora bien hacia fines del siglo I. La Iglesia comienza a organizarse y estructurarse. Un discípulo de Pablo -cuyo nombre ignoramos- utilizando el antiguo recurso de la seudonimia, pone en la pluma del Doctor de las Gentes tres escritos que han pasado a la posteridad como las cartas a Timoteo y la carta a Tito. Estos tres escritos reciben el nombre de Cartas Pastorales por la gran importancia que en ellas su autor atribuye a la organización de la Iglesia para la tarea pastoral. El mensaje fundamental de estas cartas, mensaje que refleja indudablemente la gran preocupación de su autor, es el mantener intacta la doctrina recibida del Señor a través de Pablo. Para que ese mensaje no sea tergiversado ni adulterado están los ministros de la Iglesia, que son sus pastores. Dos son los principales peligros que atentaban contra la fe y que se vislumbran a través de estos escritos, y que el autor ha querido contener: los que quieren volver al judaísmo y los gnósticos. Que hubiera nostálgicos del judaísmo no era una novedad en la Iglesia del Siglo primero. Contra esta problemática ya había reaccionado Pablo vehementemente unos 30 años antes. A pesar de su ardorosa y a la vez fundada defensa de la novedad cristiana -que tuvo indudablemente eco favorable en las Iglesias por él fundadas- la postura judaizante, como tendencia casi imposible de desarraigar, sobrevivió a su muerte y adquirió nuevas formas y matices. A fines del siglo 1, cuando la Iglesia se organizaba, y jerarquizaba, muchos sintieron la nostalgia de la organización judía y vieron con desconfianza la libertad cristiana que había predicado Pablo. El autor de la carta reacciona invitando a la fidelidad y constancia en la doctrina recibida. Esto es, de Pablo. La fidelidad, es fidelidad al evangelio de libertad que tan preclaramente había predicado Pablo y del que con tanta lucidez había escrito en su correspondencia con las Iglesias. Su exhortación a la fidelidad, entonces, lejos está de ser una postura tradicionalista, según el sentido que nosotros le atribuiríamos hoy a la palabra. Se inscribe, más vale, en otro proyecto, mucho más abierto y evangélico. Se equivocan entonces quienes al leer fidelidad, sana doctrina, etc., entienden que todo esto se refiere a una necesidad de no cambiar nada. Los gnósticos en cambio, pretendiendo una salvación a través de un conocimiento esotérico, incorporal, tienden a negar tanto la humanidad de Cristo como la necesidad de las estructuras eclesiales, humanas. Las cartas Pastorales son una respuesta, un antídoto. Su defenza de las estructuras y jerarquías eclesiales nos hablan de una dimensión humana y social de la Iglesia que no puede desconocerse. Un último punto que merece atención es el relativo al ministerio. La afirmación del autor de las cartas pastorales es dobled: por una parte, el ministerio es necesario a la iglesia; la Iglesia no puede concebirse sin una realidad ministerial.. Por otra parte, sus formas pueden cambiar. Por ejemplo, en 1 Tim 3,1-8 se dice que los pastores han de ser casados. La Iglesia, a lo largo de los siglos estableció una condición opuesta. Hay, por lo tanto, una relatividad de las formas.

12 Etienne CHARPENTIER, Para leer el Nuevo Testamento, pag. 67.

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6. Las cartas de Pablo en la catequesis: fuente de inspiración, pedagogía catequística, anuncio kerigmático Las cartas de Pablo presentan indudables dificultades para su uso en la catequesis pues -como decíamos- no son ni libros de catequesis, ni tratados de teología o moral. Sin embargo, poseen fragmentos cuyo valor kerigmático y catequístico es indudable. Pablo habla con pasión de Cristo, por quien vive. La Iglesia no es para él una abstracción, sino una realidad viviente. Vivir en Cristo tiene una meta muy clara, la santidad y pautas muy sabias. Pero la selección de los textos más adecuados para la catequesis no puede hacerse si se ignora el contenido de las cartas. Se impone, entonces, leerlas de manera regular. La liturgia nos ayuda a tal efecto pues, como lo sabemos, la segunda lectura de las misas dominicales es un fragmento de una epístola paulina que se va leyendo de manera continua. Pero además de esta lectura litúrgica está la personal. Es de suma importancia ir proveyéndose de textos paulinos iluminadores mediante una lectura continua de sus cartas. Por ejemplo, comienzo leyendo la carta a los Romanos. Encuentro una sección que me parece útil para un determinado tema catequístico, por ejemplo la Gracia de Dios, o Jesús que muere y resucita para salvarnos, o cualquier otro. Me hago una ficha con la cita. Elaboro un pequeñímo comentario de lo que dice y lo que me motivó e inspiró a seleccionarlo. Y así me voy haciendo un repertorio de citas paulinas que me será sumamente ricas para el empleo catequístico y pastoral. Evidentemente, esta pauta no es un deber. Es simplemente una sugerencia práctica y -creo- útil. Ahora bien, al margen de este uso catequístico-pastoral de las cartas de San Pablo, hay otra consideración que se impone, relativa a su índole catequístico-pastoral. Habíamos dicho que las cartas eran “cartas” y que, por ende, poseían interlocutores bien determinados. Habíamos insistido, incluso, en que lo concreto de los destinatarios implicaba problemas o situaciones también particulares. En otros términos, afirmábamos que las cartas no eran palabras tiradas al viento sino respuestas a interrogantes implícitos o explícitos de una comunidad: Si a esta realidad la cotejamos con aquella según la cual la catequesis tiene como punto de partida la vida y las situaciones que atraviesan los catequizandos, no cabe sino afirmar que las cartas de Pablo suponen una determinada pedagogía catequística que concuerda indudablemente con aquella que la reflexión catequística que se viene realizando en nuestro siglo sugiere como no sólo la prácticamente más adecuada sino la que más concuerda con la pedagogía del mismo Señor y, por tanto, la teológicamente, más justa. Reflexión catequística que parte de la praxis catequística que realiza la Iglesia. Pero también de sus fuentes. Y, entre otras las Sagradas Escrituras. Podríamos, a partir de lo afirmado, sostener que la pedagogía catequística que enseñamos hunde sus raíces en la pedagogía catequística subyacente en el epistolario paulino. Pero Pablo responde a la situaciones con criterios que no brotan de la situación sino de otra fuente: Cristo, la Revelación, las Escrituras Sagradas, la enseñanza de Jesús que otros apóstoles han transmitido antes que él ... Pablo hace entonces entrar en diálogo la vida -representada a través de esa simbólica expresión evocada por la palabra situación- con la Revelación. Allí encuentra los principios y criterios con los cuales enfrentar e iluminar las situaciones vitales. En esto Pablo también se muestra un catequista y un pastor tal como la Iglesia hoy lo entiende. No sólo fiel a la vida, sino también a la Palabra. En esa tensión dinámica a la cual la fidelidad a la propia misión lo impulsa. Lo hermoso es que la Palabra siempre viva de Dios cobra nueva vida en diálogo con las realidades humanas. Pues la Palabra no es palabra en abstracto; es Palabra dirigida al hombre. Y el hombre no es un ser abstracto. Así, la Palabra siempre viva e inmutable de Dios se va “recreando” en ese incesante diálogo con el hombre concreto en sus situaciones y cultura concretas.

Los grandes ejes de la predicación y la Enseñanza de Pablo

SUMARIO 1. Presupuesto necesario 2. Pablo habla de Jesús 3. Pablo habla de la Iglesia 4. Pablo habla de la Salvación

1- Presupuesto necesario

No es posible comprender la predicación paulina al margen de la experiencia espiritual de vocación-conversión del fariseo Pablo. Recordarla aunque sea en breves líneas se impone a los efectos de entrar pertinenentemente en el tema.

Pablo era perseguidor de la Iglesia. Son varios los textos en los que se evidencia el carácter de perseguidor de la Iglesia que tenía Pablo: Cf. Hech 7,58; 8,1,3; 9,1,21; 22,19-20; 26,10-11; 1 Co 15,9; Ga 1,13,23;

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Flp 3,6; 1 Tm 1,13. En ellos aparece claramente la saña, el empecinamiento e incluso la intolerancia fanática del Apóstol respecto de los cristianos. Pero no su motivo explícito. Aunque su historia, es decir, su formación de rabino y sus opciones personales dentro del judaísmo, pueden sugerírnoslo: En cuanto rabino, instruido en su fe judía, percibe mejor que Pedro que la nueva predicación corre el riesgo de provocar la destrucción de la esencia de la religión judía13. Pura y simplemente porque el anuncio de que un hombre condenado por la Ley de Dios hubiera resucitado implicaría de hecho una aprobación divina de ese mismo hombre que es, en su lógica, totalmente inconcebible. En cuanto fariseo, miembro de una de las sectas más rigurosamente fanáticas en su apego a la Ley y a las tradiciones de los antepasados, podemos suponer con cierto fundamento resistió aquella manera “arbitraria”, “demasiado libre” para la concepción farisaica, de Jesús y sus seguidores, respecto de la Ley. Las múltiples disputas entre Jesús y los fariseos que los evangelios evocan, es cierto, reflejan en su virulencia las polémicas posteriores de los cristianos y los judíos en los tiempos cercanos a Yamnia. Con todo, es prácticamente innegable su raigambre jesuánica, y por ende, su historicidad. Los fariseos entonces discutieron con Jesús a propósito de su actitud frente a la Ley. Pablo, con los cristianos:

La experiencia en el Camino a Damasco le cambió la vida. El mismo Señor resucitado se le aparece. Lo que antes era para Pablo un mero anuncio subversivo se convierte en evidencia contundente. De allí que quede convencido de que la predicación de los apóstoles era cierta. Y, en consecuencia, todo lo que había dado sentido a su vida quede reducido a vanidad y mentira. En efecto, reflexiona Pablo, lo inaceptable era un Me-sías crucificado y resucitado. Inaceptable porque la Ley había declarado maldito al que pende de una cruz (Dt 21,23, Cf. Gal 3,13). Pero he aquí que el que había pendido de una cruz, el “maldito”, ha sido resucitado por Dios. Gesto que lo acredita como el Mesías verdadero que Israel esperaba. Si Jesús, entonces, que había muerto a causa de la Ley que Dios había dado a Israel, y que incluso así había llegado a ser considerado un maldito, ha sido resucitado, El que lo resucito está declarando “maldita” la Ley por la cual este había sido crucificado. La ley ya no vale.

De esta manera, aquello que había sido el fundamento de su existencia humana y religiosa, el judaísmo y la Ley de Moisés, reducido a cenizas. Puesto que el judaísmo no puede entenderse sin la Ley.

Evidentemente, Pablo no es capaz de formularse con estas palabras todo el significado de su experiencia espiritual acaecida en el camino a Damasco en aquel año 36. Con todo, ella encerrará en germen las potencialidades que a lo largo de su vida irá desarrollando, a partir del cumplimiento de su misión y de las dificultades con que habrá de encontrarse.

3- Pablo habla de la Iglesia Nuevamente es en la experiencia de la conversión de Pablo donde se halla la base de su eclesiología. • Leer Hech 9,1-8. • ¿Con qué palabras se dirige Jesús resucitado a Pablo? (9,4) • ¿A quién perseguía Pablo? (Cfr Hech 7,59; 8,1.3; 9,1-2) • ¿Qué implica, entonces esa identificación (“tu me persigues”) de Jesús con sus discípulos?

La Iglesia como Cuerpo

La identificación de Cristo con los discípulos perseguidos hizo nacer que entre el Maestro y sus discípulos hay una unidad “corporal”. Los discípulos están unidos a Cristo puesto que forman un cuerpo con Él. Pablo desarrollará esta idea en dos etapas.

1ra. Etapa

La representa el capítulo 12 de la carta a los Corintios. No hay buen orden en las Asambleas. Los diversos dones o carismas se utilizan para sobresalir y no para complementarse armoniosamente. Si la Iglesia es un cuerpo, la diversidad tiene que enriquecer la unidad y ésta, darle su justa medida. LEER 1 CO 12,12-30. PARA RESPONDER Y DIALOGAR: • La Iglesia, es decir, nosotros, somo el Cuerpo de Cristo. ¿Cómo hemos entrado a formar parte de ese

Cuerpo? • La Categoría “Cuerpo” salva la tensión entre la unidad y la diversidad. Notar en el texto todas las expresiones que Pablo utiliza para referir la unidad por un lado y la multiplicidad diversa por el otro. ¿Cuáles son las tensiones que se viven en nuestras comunidades entre la unidad y la diversidad? ¿Cómo se resuelven (o no se resuelven) esas tensiones? ¿En qué nos ayuda este texto de San Pablo?

2DA. Etapa

En las cartas de la cautividad (tercera etapa del episotalario paulino) las preocupaciones son otras. ¿Cuál es el lugar de Cristo entre las potencias angélicas? Cristo es parte del Cuerpo. Pero no cualquier parte: ¡el es la cabeza!

13 Cfr. Etienne CHARPENTIER, Para leer el Nuevo Testamento, Colec. “Para leer..”, Estela (Navarra), Ed. Verbo Divino,

199212, pag. 56-57.

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• LEER Efesios 1. • Fijarse bien las veces que se habla de Cristo en términos de cabeza, jefe, u otros términos semejantes. • Dios quiso que todo tuviese a Cristo por Cabeza, o que todo quedara reunido bajo un sólo Jefe que es Cristo. Todo, es decir, todo el mundo creado, tanto el celestial como el terrestre. ¿Cómo nos ayuda a redescubrir la realidad de tanto la Iglesia como del mundo creado, el hecho de que todo tenga a Cristo por cabeza? • “...Lo constituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia, que es su Cuerpo y la Plenitud de aquel que llena completamente todas las cosas” (1,22). ¿Qué relación existe entre Cristo y la Iglesia, y entre Cristo y el Cosmos? ¿Cómo, les parece, ejerce ese poder, esa autoridad, el Señor Jesucristo?.

4- Pablo habla de la Salvación La justificación por la fe

a) Aspectos introductorios b) El concepto de la justificación c) Las situaciones coyunturales que dieron origen a la reflexión de Pablo d) La respuesta de Pablo: la justificación viene por la fe e) Actualidad de soteriología paulina

A- Aspectos introductorios

Decir que “este” o “aquel” sea el gran tema de la vasta reflexión teológica paulina puede parecer osado. Pablo, empujado por los diversos acontecimientos acaecidos en als comunidades que fundara, debió no sólo madurar su reflexión sino también diversificarla sobremanera.

Sin embargo, el tema de la justificación ocupa un lugar que no es nada desdeñable ni en el pensamiento paulino ni en la masa de sus escritos. La carta a los Romanos, la obra maestra y serena en la que expone sus principales tesis teológicas, está consagrada al tema. La carta a los Gálatas, polémica, apresurada, poco pensada, en su ardor nos revela cuál es la concepción de Pablo sobre este preciso tema. Las cartas a los Corintios y a los Filipenses, contienen también varias alusiones al mismo. Es necesario notar que el lugar importante que el tema de la justificación ocupa en ele pensamiento paulino no siempre se expresa con esta categoría. Hay también otros términos equivalentes con los cuales Pablo expresa esta realidad. Términos que añaden matices enriquecedores y que hacen rica a la soteriología paulina. Pablo habla también de reconciliación, expiación, liberación redentora... Con todo, a mi entender, se puede considerar la categoría justificación como clave para entrar en el pensamiento soteriológico del Apóstol. Además, ésta fue la piedra de la discordia en la polémica luterana. De allí la importancia que se le haya dado en la teología protestante y contrareformista de los siglos XVI y XVII. Estos datos permiten atreverme a afirmar que el gran tema de Pablo es el de la justificación. Entendido por supuesto éste , dentro de la teoría que Pablo desarrolla sobre la salvación cristiana. No he podido confrontar con otros estudios que indudablemente le darán a este tema su importancia. Aunque no sé si se atreverían a caraturarlo como “el gran tema del Apóstol”. Con todo, los datos vertidos son suficientemente elocuentes como para que la afirmación pueda sostenerse.

B- Qué se entiende por justificación?

Justificación, justicia, etc tienen en nuestros oídos una inmediata resonancia jurídico-moral. Justo es quien da a cada uno lo suyo. Justicia es la virtud que fortalece al justo para que dé a cada uno lo suyo. Justificación es el proceso por el que una persona llega a ser justa o es declarada justa o, por el que ciertas acciones -sospechosas de una cierta no-justicia- a través de una consideración imparcial más precisa y matizada, son reconocidas como justas. La significación del concepto es bastante amplia. En todas estas alusiones se puede descubrir, sin embargo, un común denominador: la perspectiva moral. No es sino en este registro en el que se entiende la justificación. Y, valga la explicitación de este matiz, en una moral que es, ante todo, horizontal. Es decir, que regula las relaciones entre los hombres. Justificación no evoca -en la cultura del Gran Buenos Aires- a Dios. Sino a las relaciones entre los hombres. Para que evocara a Dios, habría que hacer explícito su nombre. Por ejemplo: “ser justo ante Dios” o expresiones semejantes, en las que Dios estuviera ineluctablemente presente. Cuando Pablo habla de justicia (dikaiosúne), lo hace en otro registro de significación más cercano al último recién referido. El concepto de justo, justicia, justificación es, en él, antes que nada, teologal. Se refiere a las relaciones del hombre con Dios. La perspectiva no es tanto horizontal - como en nuestra cultura- sino vertical. En esto Pablo no innova sino que retoma una tradición bastante arraigada en el AT. Ser justo en la mentalidad bíblica es tener una buena relación con Dios; es ser su amigo, su servidor fiel; es cumplir sus

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mandamientos y realizar el culto de acuerdo a las pautas de los sacerdotes. El concepto de Justo es, entonces, fundamentalmente teologal. En la esfera de lo sagrado se halla su condición de inteligibilidad. Es prácticamente imposible medir el verdadero alcance que tenía en los israelitas esta categoría de justo, justicia, justificación. Hoy, ciertamente, nos es importante ser justos. Pero esa importancia es casi nula si se la compara con la que los israelitas le daban. Todo parangón se revelaría paupérrimo. Para ellos, ser justos era una cuestión absolutamente vital; de vida o muerte. Lo que estaba en juego era lo más importante de la existencia humana: estar bien con Dios. Ser injusto era tranformar la propia existencia en una condena, sin esperanza. Con la única certeza de que esa condena sería definitiva. Ser injusto era reducir la vida a sólo sombras y oscuridad. De allí que la justificación constituyera una verdadera, acuciante, angustiante preocupación. La justificación era, si vale la expresión, el gran fantasma que los perseguía. ¿Cómo se llegaba a ser justo? En el AT llega a ser justo quien cumplía la Ley. Había otros medios, pero éste era el fundamental. Y, por Ley, se entienden tanto las leyes morales como las rituales. En los tiempos postreros del AT y en el Intertestamento, fueron los fariseos quienes más insitieron en que la justificación se llegaba por el cumplimiento fiel, meticuloso, escrupuloso de la Ley. Y, por Ley, no entendía sólo a los mandamientos del Decálogo, sino a una serie varias veces centenaria (cerca de seis cientos) de preceptos concernientes a todo el espectro de actividades posibles, de las que se constituye la vida de cualquier mortal. Pablo, el “super-fariseo” reconoce haber buscado la Justicia de Dios por ese camino (Ver Flp 3, 4-6). La experiencia de la conversión, tal como lo vimos, lo había marcado para entender que no era la Ley en la que había que confiar, sino en la Gracia. Por otra parte, lo novedoso de la extraordinaria acogida de la fe de los paganos, había demostrado que Dios no hacía acepción de personas (Cfr Hech 10, 34 ss) y que ser judío no era la conditio sine qua non para ser cristiano (Hech 15). C- Las situaciones coyunturales que dieron origen a la reflexión de Pablo Pablo había comprendido que el verdarero camino de la justificación no era el que proponían los fariseos. Pero esto, no todos lo comprendieron tan rápido como él. Ecos numerosos de la gravedad de conflicto que suscitara la Iglesia primitiva esta disparidad grave de pareceres teológico-pastorales se notan en prácticamente todo el libro de los Hechos. Y es allí Pablo el gran representante de la postura “antijudaizante”. Si atendemos al libro de los Hechos vemos esta constante: Pablo predica a los judíos en las sinagogas, no es aceptado, predica luego a los paganos donde sí es aceptado. Pablo es el testigo privilegiado de la obstinación de Israel con respecto a la predicación cristiana. Es También el testigo de la misteriosa y calurosa apertura de los paganos con respecto a esa fe. ¡Cómo no solidarizarse con aquellos cristianos de raíz no judía, que con tanto entusiasmo acogían la Buena Noticia! Y, ¡cómo no hacerlo cuando, a aquellos nuevos discípulos, se les quería imponer el ser judíos! Esta es la situación coyuntural que desemboca en que él escriba a los Gálatas. “Esos gálatas un poco locos son primos hermanos de los “galos”; impulsivos como ellos, agitados, enamorados de la libertad, acogieron con entusiasmo la predicación de Pablo y se entregaron a Cristo. Pero pasaron por allí otros predicadores y se pusieron a “judaizar”; ellos, antiguos paganos, se colocan entonces bajo el yugo de la ley judía. Sin duda creían que obraban bien, pero Pablo siente el peligro: si hay que añadir algo (aquí las prácticas judías) a la fe cristiana, es señal de que la fe en Jesús no es suficiente para salvarnos.”14

He aquí el verdadero alcance de la polémica: es a la vez cristológica y soteriológica. Si para salvarse hace falta ser judío, Cristo no es tanto como aprece. Esta es la dimensión cristológica. Por otra parte, el influjo en las personas de la obra de Cristo queda desdibujado. Esta es su dimensión soteriológica.

D- La respuesta de Pablo: la justificación viene po r la fe

Pablo sale al encuentro de la concepción judía sobre la manera de alcanzar la justificación, negándole validez. Niega que el medio a tal efecto sea cumplir la Ley. No es entonces, según su concepción que un estilo de vida por más noble y loable que sea, sea capaz de instaurar esa relación nueva con Dios a la que se denomina justicia. Estima que esto negaría valor al sacrificio redentor de Cristo y a su Resurreción, como los gestos que Dios realizara para salvar a la humanidad. No es la humanidad la que salva. Ella es salvada. Para Pablo, entonces, al justificación es totalmente gratuita. Es un Don, un regalo de Dios, una Gracia. Ahora bien, desarrolla ampliamente lo que ella, la justificación, es. Dice que consiste en una transformación interior que eleva al hombre, lo hace nueva criatura, lo hace salvo. En la justificación interviene la fe. La fe en Cristo es la manera de apropiarse ( no por un esfuerzo de la voluntad) esa Justificación. Es la fe -aceptación gozosa de la Gracia. Interviene también el Bautismo, como sacramento-signo de esa fe. Esa transformación se opera por la potencia de la Muerte y Resurrección de Cristo. La justificación comporta una nueva vida. Esta última es como el resultado, su efecto. Insisto no su causa. Además, Pablo, como buen fariseo, sintió la necesidad de argumentar -para probar su doctrina- a partir de la Escritura. Relee así la historia de Abraham ( Rom 4 y Gal 3,6-9) y trata de comprender el sentido de la Ley que Dios diera (Gal 3,10 ss).

14 Etienne CHARPENTIER, Para leer el NT, Estela (Navarra), Ed Verbo Divino, 1992 (12° ed), pág 63.

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E- Actualidad de la Soteriología paulina

Tal vez el término de justificación -por el horizonte cultural que se refería poco más arriba - no evoque en nuestros días toda la riqueza de la soteriología paulina. Es, sin embargo, capital que la Iglesia no pierda esta riqueza. Para mostrar que este es un peligro latente real y que se puede recaer en actitudes “judaizantes” dentro de la Iglesia me permito transcribir algunas líneas de un teólogo psicoanalista que muestra cómo en la praxis se verifican tergiverzaciones de hecho de la doctrina de la Gracia:

“Hace ya setecientos años Tomás de Aquino había declarado que la Gracia supone naturaleza, que la eleva y la completa15. Si es así, ¿por qué el sacerdote -o el religioso- que viene a la consulta porque tiene serias dudas sobre su ministerio o sobre su identidad personal, no se sentirá llevado por esta gracia como por los brazos de Dios? ¿Por qué no estaría persuadido que su yo se justifica plenamente y que Dios quiere antes que todo su felicidad personal, es decir, una vida que le pertenezca en tanto que propia? Ahora bien, ¿qué se ve regularmente y sin excepción en la práctica terapeútica? A pacientes que resisten violentamente, a menudo durante años, a toda forma de existencia personal, a través del justificarse, por un sistema de racionalización aparentemente sin falla. A medida que el tratamiento avanza, más sale con evidencia una especie de ideología y de moral petrificadas en la represión y la negación de sí. Cada vez que se perfile para ellos una chance de salir de su ghetto, de experimentar la mínima pequeña satisfacción personal y de abrirse a la sensación más ínfima de placer, resurge en seguida la serie de objeciones estereotipadas: “Eso sería demasiado fácil”; “eso no tendría nada que ver con mi vida”; “sería indecente pensar en mi placer en un mundo que sufre hambre”. A Angela de Foligno, Cristo le dijo: “Yo no te amé para que rías”. O incluso, a propósito de sentimiemtos concretos: “Yo me siento terriblemente miserable, con todos mis deseos locos”; “Yo me doy asco”; “los otros (sacerdotes, religiosos) llegan, ¿por qué no yo?”. Investigando un poco más en profundidad , detrás de esas excusas, se encuentra siempre infaliblemente la imagen de un Dios cruel, en contraste abierto con el Dios de amor y de perdón confesado verbalmente...”16

15 Suma Teológica I, 2,2 ad 1

16 Eugen DREWERMANn, Kleriker, Psychogramm eines ideals, Olten, Walter-Verlag, 1989, traducido de la ed francesa, Fonctionnaires de Dieu, Paris. Albin Michel, 1993, pag 89-90.

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Unidad 2 C

LOS EVANGELIOS Significado de la Palabra Evangelio La Palabra Evangelio significa Buena Noticia. En ese sentido era usado en el lenguaje y la literatura helenista. No era sin embargo una categoría exclusiva de la cultura helenista pues también era conocida en el mundo bíblico. Había en él quienes anunciaban buenas noticias al pueblo. Estas consistían fundamentalmente en que Dios instaura su reinado.

“Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas noticias, que anuncia la salvación, que dice en Sión: “Ya reina tu Dios”. (Is 52,7).

En clara continuidad con la tradición bíblica, Jesús inicia su vida pública proclamando: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca: conviértanse y crean en la Buena Noticia” (Mc 1,15).

Origen de los Evangelios Poseemos cuatro Evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Todos se remontan a Jesús. Lo tienen como protagonista. Son un anuncio de su persona y de lo que hizo y enseñó. Es a Él a quien hay que remontarse si se desea saber cuál es el origen del Evangelio. No hay Evangelio sin la predicación y la acción del Señor. Para nosotros Él es nuestro Evangelio, nuestra Buena noticia. El y sólo El es la fuente y el origen de la vida que subyace en los escritos. Pero Jesús no escribió nada. Y en ninguna parte se dice que hubiera ordenado a sus discípulos que hicieran otro tanto. Ya hemos visto en la unidad relativa a la formación del NT que para que se llegara a la existencia del Evangelio quadriforme (San Ireneo) fue necesario un largo derrotero. Del cual el primer paso fue la transmisión de los hechos y dichos de Jesús en las comunidades pospascuales que habían asumido la fe. Proceso que duró al rededor de 30 años. Sólo luego vino la composición final de los cuatro Evangelios. Discípulos cultos que intentan consolidar la memoria de Jesús en las comunidades de la tercera parte del siglo I de nuestra era. Decir memoria no quiere decir historia. Aunque entre una y otra haya una estrecha relación, no significan lo mismo. Memoria es el intento de mantener vivo aquello que da vida, que es fuente de vida. Historia tiene un sentido más culto, más intelectual. Cierto es que no hay memoria sino de la historia. Pero son distintas. Persiguen objetivos distintos. Los Evangelios están más cerca de la Memoria que de la Historia. Son un anuncio de Jesús y no su simple biografía. Son una predicación: Y como tal hay que entenderlos. Pretender encontrar en ellos lo dicho y actuado por el Señor con precisión matemática, nos induciría en una falsa pista. Esto no será nunca suficientemente dicho y subrayado. Una visión excesivamente historicista grava nuestro acceso a los Evangelios, dificultándonos encontrar en ellos su verdadero sentido. Es un prejuicio equivocado que se impone con urgencia demoler hasta que de él no queden rastros. Todo lo dicho lleva como de la mano a afirmar que los Evangelios son un Género literariol con identidad propia. No son una historia, son un anuncio y una predicación que intentan guardar la memoria del misterio a través de una estructura bien concreta a la que denominamos género literario evangelio.

Un Evangelio - Cuatro Evangelios La Iglesia acepta como santos y canónicos cuatro Evangelios. No uno. El alcance de este hecho aparentemente tan banal es extraordinario. Por una parte, descubrimos la riqueza del misterio cristiano. Ningún escrito es capaz de agotarlo. Su exhuberancia desborda cualquier molde dentro del que se lo pretenda encerrar. Por otra, vemos en él la riqueza de la vida de la Iglesia, que es capaz de predicar el único misterio de diferentes y complementarias formas. En los Evangelios descubrimos las diferentes respuestas que el Evangelio ha ido suscitando a lo largo del primer siglo de cristianismo en las diferentes

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comunidades. Los Evangelios son un espejo en el que se vislumbran comunidades diferentes, con vidas, indudablemente, también diferentes. En el mismo sentido, pero visto desde el tema de la inculturación, que haya diferentes evangelios sugiere que haya la posibilidad de inculturar la fe y el Evangelio único de Nuestro Señor de maneras diferentes. Canonizar una forma cultural, en el sentido de volverla dogmática, absoluta y totalmente intocable es una locura; es el vano intento de esclerotizar la fe. Que exista no uno sino cuatro evangelios es por último el sí claro a la diversidad. Es el voto de confianza de Dios a la diversidad. Es por lo tanto el no claro a toda pretensión de unidad a la manera de los totalitarismos que se procure imponer en la Iglesia. Cuatro Evangelios y no uno, es una fuente hermosa para nuestra vida eclesial y para nuestra praxis catequística. Es la confianza en lo diferente. Es el impulso para creer en el diferente y dejarse enriquecer por él. Es el sí claro a la búsqueda compartida de la verdad. Es la confianza en la palabra que la Palabra hace nacer en nosotros, “balbucear” en nosotros. Es el osar hablar de la fe sabiendo del auxilio del Espíritu. Es el perder el miedo a equivocarnos. En última instancia, caer en la cuenta de la verdad de la siguiente cuestión: ¿qué palabra podrá decir adecuadamente el misterio de Dios? “¿Qué templo podrá contener a quien ni los Cielos pueden contener?”

Fichas de Identidad de los cuatro evangelistas Ya San Ireneo de Lyon en el siglo II decía los siguiente a propósito de los evangelistas:

“De esta manera Mateo publicó entre los hebreos, en su propia lengua, una forma escrita del Evangelio, en la época en que Pedro y Pablo evangelizaban Roma y fundaban allí la Iglesia. A la muerte de estos últimos, Marcos, el discípulo e intérprete de Pedro, nos transmitió también él por escrito lo que predicaba Pedro. Por su parte Lucas, el compañero de Pablo, consgnó en un libro el Evangelio que éste predicaba . Después Juan, el disciúlo del Señor, el mismo que había reposado sobre su pecho, publicó también él el Evangelio, mientras que permanecía en Éfeso, en Asia” . (Contra las Herejías, III, 1,1).

Algunas de los datos referidos a los evangelistas que Ireneo afirma en este pasaje son hoy, sino puestos en duda, al menos afirmados de una manera no dogmática. Con todo, estas informaciones nos dan una base sólida sobre la cual construir. Podemos así decir lo siguiente:

El Primero = MARCOS ( hacia el 65/70) El león, voz que grita en el desierto - el más corto, muy vivo, estilo popular/directo - tema del secreto mesiánico. De origen judío (¿Jerusalén?), marcos escribe para los romanos de Roma (cfr. latinismos). MARCUS = un martillo. Como un cuadro de Chagall, o un dibujo de niños. quién es Jesús? Dónde va? Pregunta y cuestiona; revelación en claroscuro de su secreto mesiánico. (Releer Mc 14,51). “El Evangelio del catecúmeno” (CT 11)

El Último = JUAN (95/100) El águila, con el gran prólogo - El Evangelio “espiri- tual”, aproximación simbólica, profunda - temas de la hora, la Elevación. De origen judío (¿Galilea?, Juan escribe en los medios de Efeso unificando bien las influencias ...: YOHANAN = Dios hace gracia! Como un Cristo de Rouault, o un mosaico bizantino. Jesús el el Enviado del Padre. “El Verbo hecho carne”. Juan arraiga la obra de Jesús en su relación con el Padre. (Releer Jn 13,23ss y 19,26ss.)

En el medio, MATEO (80/85) El hombre, con la genealogía - el más eclesial (16,18; 18,17) de estilo litúrgico - 130 huellas del AT. De origen judío ( ¿publicano?, Mt escribe

Y LUCAS ( 80/85) El toro, sacrificio de Zacarías, - el más “historiador”, culto, de estilo distinguido pero inconstante - sensible a la presencia de las mujeres.

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para judío-cristianos, en Siria, sin duda. MATTATYAH = Don de Dios (YHWH). Como el Bello Dios de Amiens, Jesús Señor y Nuevo Moisés. El Evangelio del Reino de dios, el don de la Ley nueva, la “Justicia” de vida cristiana (“comoha sido anunciado”) (Releer Mt 13 52.) El evangelio del Catequista (CT 11)

De origen pagano (¿médico?), Lc escribe para cristianos provenientes del paganismo, en un buen griego - “Nueva Alianza”. LUCANUS- LUCIUS = Claro, luminosos. Como un Giotto o un Rafaél, Jesús: bondad y perdón... El Evangelio de la ternura de Dios, para con todos, y de los débiles (mujeres, niños, pobres, etc.) María y el Espíritu Santo... (Releer Lc 1,1-4; 3,1-2)

Los Evangelios Sinópticos Sentido de la palabra sinóptico Óptico significa perteneciente o relativo a la visión. Sinóptico, por lo tanto, es lo que se puede ver de una sóla mirada: Cuando se habla de Evangelios Sinópticos se refiere precisamente esta realidad: si se los coloca paralelamente en tres columnas pueden ser leídos de una sóla mirada: Pues los tres evangelios siguen el mismo esquema, más allá de las diferencias que se verifican entre ellos. Hemos hablado de tres evagenlios; pues bien, ¿cuáles son? MATEO, MARCOS y LUCAS: Los tres siguen el mismo esquema: Jesús comienza su ministerio en Galilea y lo culmina en Judea, más precisamente, en Jerusalén. A un período de éxito apostólico -al que los especialistas llaman la “primavera de Galilea”- sigue el fracaso en la Capital. Todo el ministerio jesuánico no es comprendido sino como una peregrinación misionera hacia Jerusalén. Este desplazamiento geográfico constituye el hilo conductor de estos tres evangelios. Y por ende, su esquema básico. Aquel que -decíamos- nos permite colocarlos en tres columnas paralelas y leerlos de una sola mirada (sinópticos).

Iguales y diferentes Reconocemos un esquema básico común a los tres evangelios. ¿De dónde viene? Pero a su vez hay entre ellos diferencias. ¿A qué se deben? Este es, en breves términos, el problema sinóptico. Dicho en otros términos, el origen de las similitudes y las razones de las diferencias. Y lo que se busca, no son respuestas mágicas. “Dios lo quiso así”. Cosa que es, por otra parte, verdad. Verdad que, sin embargo, no satisface las legítimas inquietudes intelectuales de quienes se plantean desde el punto de vista humano estas igualdades y diferencias. Para decirlo con más precisión, el problema sinóptico es el del origen histórico concreto del hecho de que los tres primeros evangelios sigan el mismo esquema y que, por otra parte sean diferentes. ¿Cómo se ha resuelto este problema? El primer hecho llamativo el del “hecho sinóptico” en sí, o sea, que haya tres evangelios que siguen el mismo esquema. Es entonces más difícil interpretar la identidad de esquema de estos tres escritos que sus diferencias. Este problema no existió en la era precrítica de los estudios bíblicos. Pues se pensaba que los evangelios eran prácticamente espejos de la vida de Jesús. Que reflejaban fidedignamente la vida de Jesús. Entonces se resolvía la identidad de esquema de una manera bastante simple: se debía a su fundamento histórico. Así habían sido las cosas. Era entonces totalmente natural que los evangelios las presentaran de esa manera. Claro, había problemas que se suscitaban: ¿cómo entender las diferencias entre los distintos evangelios? ¿Acaso alguno sería veraz y otro no? Cosa que, por otra parte, no era aceptable pues Dios es veraz; no se engaña ni nos engaña. Y si los evangelios fueron escritos bajo la Inspiración del Espíritu Santo, y tienen a Dios por autor, no pueden albergar la más mínima huella de imprecisión y mentira. Para responder al problema planteado por las diferencias entre los evangelios, se elaboraron ciertas “vidas de Jesús”: Procuraban hacer coincidir todos los datos. Creando una síntesis armónica. Lástima que no siempre satisfactoria. Pero este no es nuestro caso. Somos conscientes de que los Evangelios son fruto de una larga elaboración por parte de las comunidades apostólicas e inmediatamente postapostólicas: De allí que no nos sorprendan tanto la diversidad y las diferencias. No así una unidad de esquema tan notoria como la que se evidencia en los tres primeros evangelios. ¿De dónde viene? Ya desde hace bastante tiempo se barajaron dos posibilidades: que el más corto de los tres evangelios y, a su vez, el que sea el más antiguo, haya servido de matriz de los otros; o que haya habido

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un documento maestro previo a los tres, sobre el que se hayan basado los tres evangelistas. En general se admite hoy que MARCOS es el evangelio más simple y más antiguo. Y que más allá de sus fuentes, es en Marcos donde hunde sus raíces la unidad esquemática de los tres primeros escritos neotestamentarios. El esquema comienzo en Galilea y culminación en Judea, es propio de Marcos y de él lo han copiado los otros dos evangelistas. Así se resolvería más o menos satisfactoriamente la primera de las preguntas: ¿de dónde viene la unidad? Pero hay una segunda pregunta: ¿cómo entender las diferencias? Se podría responder tal vez de una manera simplista a esta pregunta: del genio propio de cada uno de los otros dos evangelistas, a saber, Mateo y Lucas. Y de las diversas situaciones comunitarias a las que ellos debieron enfrentar. No negamos validez a estas respuestas. Las caratulamos simplemente de excesivamente simplistas. Pues dejan en la penumbra ciertos aspectos que son sumamente llamativos: las coincidencias entre Mateo y Lucas: Esto merece una aclaración. Además de las coincidencias fundamentales entre los tres evangelios sinópticos, existen coincidencias parciales. Coincidencias que no se pueden explicar en que los tres tengan a uno de ellos, Marcos, como fuente común. Pues son elementos comunes solamente a Mateo y Lucas. Y por tanto, de quienes se habrían “copiado” de Marcos: Esas coincidencias parciales son fundamentalmente relativas a los “discursos” de Jesús. En la jerga de los biblistas se los llama logion o logia (literalmente: palabra o palabras, en el sentido de palabras dichas): Por ejemplo, el largo sermón de la montaña de Mt 5-7, tiene un paralelo bastante próximo en el sermón de la planicie de Lc 6. Y así también en otros discursos o palabras sueltas de Jesús, que se dicen ora por allí ora por acá. Estas observaciones han llevado a postular que Mateo y Lucas, debieron tener, además de Marcos, una segunda fuente común de la que se nutrieron. En esa fuente se habrían conservado principalmente discursos del Señor y algunos de sus breves aforismos sabios sin mucha vinculación entre ellos. Esa fuente es denominada Q. Puesto que en alemán la palabra que significa fuente se dice Quelle: Y son principalmente los estudiosos alemanes quienes forjaron esta teoría. Algunos estudiosos han ido incluso mucho más lejos. Han elaborado una teoría mucho más compleja que permite entender algunos otros elementos que tienen relevancia en el problema sinóptico. Pero la complejidad de la teoría hace desestimable su presentación en estas páginas. Baste hacer saber que existe. En todo caso, no niega, sino que confirma la teoría de las dos fuentes: Marcos y Q. Y se apoya en ella para ir más lejos. Sólo en este momento, luego de haber afirmado las dos fuentes, e incluso, luego de haber aludido que hay teorías aún más complejas que intentan responder lo más satisfactoriamente posible a la cuestión sinóptica, puede comenzar a hablarse del genio particular de cada evangelista y de las situaciones eclesiales con las que tuvieron que vérselas, como razón última de las diferencias de sus obras. Sintetizando, la unidad fundamental entre los tres evangelios sinópticos se debería a Marcos, cuyo esquema habrían copiado Mateo y Lucas. Las coincidencias parciales entre Mateo y Lucas, se deberían a una segunda fuente, la Q: Y lo propio de cada uno, o bien a fuentes particulares, o bien, a reflexiones personales. Que habrían utilizado para expresar sus respectivas visiones del misterio cristiano, en clara relación con las comunidades destinatarias de sus obras. Un esquema podría mostrarlo más claramente: MARCOS QUELLE MATEO LUCAS

Ejercicio: La tempestad calmada 17 Con este segundo ejercicio, abordamos un texto muy conocido, pero que plantea ciertas cuestiones difíciles. Fieles a nuestra manera de proceder en esta etapa vamos a centrarnos sobre la

17 Transcribo las notas de Pierre MOURLON BEERNAERT, Lire les Évangiles, Méthodes et exercices, Cahiers Lumen Vitae,

Lumen Vitae, Bruselas, 1991, pag. 25-27.

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perspectiva redaccional de Mt 8,18-27; Mc 4,35-41; Lc 8,22-25. Se trata de reparar en las aproximaciones diferentes y en las insistencias diversas de cada Sinóptico. Es sumamente útil valerse de lápices de distintos colores. Particularmente los de los colores fundamentales: AZUL, ROJO y AMARILLO. Según lo que propusiera Xavier LÉON-DUFOUR en su Concordance des Évangile Synoptiques (Desclée 1956) podría procederse de la siguiente manera: • lo común a los tres, negro, • lo propio de MATEO, rojo, • lo propio de MARCOS, azul, • lo propio de LUCAS, amarillo; • lo común a Mt-Mc, violeta, • lo común a Mc-Lc, verde, • lo común a Mt-Lc, anaranjado18

Algunos elementos para partir a) El lago de Galilea (o de Genesareth: Mt 14,34; Mc 6, 33; Lc 5,1; o incluso de Tiberíades: Jn 6, 1. 13; 21, 1) es un lugar fácilmente situable merced a un mapa, y es un lugar importante para los pescadores y sus barcas de pesca, incluso hoy. Tiene la forma de una lira (en hebreo kinnéret), cuya longitud más grande tiene 21 Km y su anchura máxima es de 12 km. Situado en una depresión, bajo el nivel del Mediterráneo (-200 m), se comprende que conozca tempestades y bruscos ventarrones, cuando se encuentra tomado entre los vientos del Mediterráneo al Oeste y los del desierto de Siria al Este. b) Es importante subrayar que la rivera oeste se halla en tierra galilea, mientras que la costa este se abre a los territorios paganos con la Gerasa / Gadara y la Decápolis (= 10 ciudades). “Atravesar a la otra orilla” toma siempre entonces un sentido preciso y significativo, que no hay que perder de vista. Ver el episodio que se sigue en cada caso: el endemoniado de Gerasa. c) En el mundo bíblico el “mar” es un lugar peligroso ligado a los abismos caóticos del origen del mundo; es un lugar donde viven y obran las potencias demoníacas; por eso dice el Apocalipsis (21,1) que un día será destruido: “el mar ya no existe más”. Una de las consecuencias de todo esto es que sólo Dios tiene poder sobre el mar y sobre los elementos desencadenados; es fácil enviar a varios textos del AT referidos al tema (Sal 65,8; 89, 10; 107, 29-30; Jb 26, 12; Is 27,1; 2 Mac 9,8). Si Jesús muestra su autoridad sobre las olas enfurecidas, no puede sino plantearse la ruda cuestión sobre la relación entre Jesús y Dios: ¿será su enviado?... d) Por último, cada uno conoce la historia de Jonás, aquella parábola llena de teología y de humor (J. P. Charlier), que invita a Israel a una fe misionera y abierta a las naciones paganas; hasta en el vocabulario la historia de Jonás ofrece no pocos trazos comunes con este pasaje sinóptico: “Jonás encontró un barco y lo abordó para navegar; y hubo una gran tempestad en el mar, hasta el punto de que el barco estaba en peligro ... y Jonás dormía. El jefe se aproxima a él y le dice: “¡Levántate! Puede ser que Dios nos salvará y que nosotros no perezcamos”...Y el mar aplacó su furor, y los hombres fueron presa de un gran temor” (Jon 1,3-16). (El NT habla de Jonás en Mt 12,39-41; Lc 11,29-32). Este mismo vocabulario vamos a reencontrarlo en el texto en Sinopsis que sigue; estemos atentos a las insistencias propias de cada uno de los tres relatos, por ejemplo, a la manera de nombrar el mar o el lago, de nombrar a Jesús, de designar al peligro, de llamar a la “tempestad”, en fin, de sacar las consecuencias del episodio.

18 Notar que en la perspectiva de las “Dos fuentes” de la que hemos hablado, los puntos comunes de Mt-Lc (color naranja)

plantearía aquí algunos problemas particulares.

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Mateo 8, 18-27 Marcos 4,35-41 Lucas 8,22-25 Jesús viendo Llegó una multitud uno de esos días: alrededor de él subió en una barca, ordenó El les dijo, y él les dijo: ese día, llegado el anochecer irse “Atravesemos “Atravesemos a la otra orilla. a la otra orilla”. a la otra orilla del lago”. Y Y dejando a la multitud, habiendo subido ellos lo llevan, como estaba a la barca a la barca, sus discípulos lo acompañaron. Y se hicieron a la mar. y otras barcas estaban con él. Mientras navegaban el se adormeció. Y he aquí que sobrevino y sobrevino Y se abatió un gran sismo una gran borrasca una borrasca de viento de viento en el mar sobre el lago, y las olas irrumpían en la barca de suerte que de suerte que ya la barca la barca estaba cubierta se llenaba y ellos estaban llenos de agua por las olas y estaban en peligro. Pero El Y El estaba en la popa sobre el cabezal dormía. durmiendo. Aproximándose Aproximándose ellos lo despertaron, Y ellos lo despiertan ellos lo despertaron, diciendo: y le dicen: diciendo: “Señor, “Maestro “Maestro, Maestro, salva! ¡¿no te preocupas de que Perecemos”. perecemos?!” perecemos!” ****vs.26**** El les dijo: “¿Por qué temen hombres de poca fe?” Entonces, enderezándose Y habiéndose despertado Y habiéndose despertado, amenazó los vientos amenazó el viento amenazó el viento y el mar. y dice al mar: y al tumulto del agua. “¡Cállate. Silencio!” Y el viento cayó, Y ellos cesaron Y sobrevino Y sobrevino Y sobrevino una gran calma. una gran calma. una calma. ****vs.40**** Y El les dice: Ahora, El les dice: “¿Por qué tienen miedo? ¿No tienen aún fe? “¿Dónde está vuestra fe?” Los hombres Y ellos temieron de un Y presas del temor, de un gran temor y admiraron, admiraron, diciendo: decían entre ellos: diciendo entre ellos: “¿Cuál es éste “¿Quién pues es éste “¿Quién pues es éste que manda que incluso los vientos que incluso el viento incluso a los vientos y el mar y el mar y al agua?” le obedecen?” le obedece (sic)?” ¡ Y ellos le obedecen!”.

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Algunas constataciones de vocabulario: el mar (3 x) el mar (2 x) el lago (2 x limnê) la barca (2 x) la barca (4 x) la barca (1 x) sismo la borrasca la borrasca Señor... Maestro... Maestro (Jefe) (2 x). poca fe no fe ¿dónde está la fe? admiración gran temor temor + admiración. 1. Relato de Mc: ¿cuándo ocurre la escena? ¿A qué cosas llama Mc grande (3 x)? ¿Quién tiene la

iniciativa? ¿Por qué otras barcas? Leer sin el v 40: relato clásico de milagro - releer con el v 40: aspecto catequístico neto!

2. Relato de Lc: ¿qué episodio precede inmediatamente a este relato? ¿A quién se interesa más, a la barca o a sus ocupantes? ¿Por qué? El reto de Jesús está suavizado, ¿en qué sentido? Lucas es el único en servirse del término “Maestro / Jefe” (en griego epi-statês 7 x, y Lc solo).

3. Relato de Mt: ¿en qué la inserción de los vs 19-22 orienta el sentido? ¿por qué hablar de un sismo (temblor de mar)? (ver Mt 8,24; 21,10; 24,7; 27,51.54; 28,2.4). ¿Cómo escuchar el grito litúrgico : Kyrie, sôson (Señor, salva)? El reproche del vs 26 está en el centro: ¿cuál es su alcance?

1- SEGÚN MARCOS Después de la jornada en que Jesús había pronunciado el discurso parabólico, cuando llegó la noche, muchas barcas se fueron a pescar. Jesús (fatigado?) va a dormirse, en la parte de atrás de la barca, “sobre el cabezal” reservado ordinariamente al timonero (sólo Marcos nota este detalle); no se trata de la “proa” del barco. El hecho de que la tempestad se desate en plena noche la vuelve aún más inquietante y peligrosa. Pero, Jesús manifiesta luego su autoridad, cuando los discípulos lo apremian. Incluso el viento y el mar le obedecen. Y el relato termina con una verdadera pregunta, sin respuesta, al menos por el momento. Cierto es que Marcos, al escribir, conace la verdadera respuesta; y por otra parte, a este relato que se articula según el género literario “milagro”, Marcos le añade un versículo (40) que traslada el acento del episodio: se trata no tanto de un exorcismo (comparar a Mc 1,23-27) sino de una catequesis “existencial” dirigida a creyentes que no tienen aún (suficiente) fe en el poder y la auroridad de Jesús sobre las fuerzas del mal. Hay que remarcar ciertas insistencias: el estilo vivo y concreto -como de costumbre en Marcos- presenta un carácter oral pronunciado: gran borrasca, gral calma, y sobre todo gran temor (en el sentido religioso del término). El arte del narrador es real! Y la invitación a no tener miedo (en griego deiloi, como en Mt; ver también Jn 14,27) sino a tener confianza en el Maestro Jesús está fuertemente remarcada. En fin, el relato progresa de contrate en contraste, entre la agitación y el reposo. ∗ El mar agitado y la calma de Jesús que duerme; ∗ el miedo de los discípulos y la seguridad de Jesús despierto; ∗ la calma de las olas y el temor de los discípulos (¿no esperaríamos que estuvieran contentos de haber salvado la vida?). Subrayemos por último el lugar de semejante tempestad (que pasa del mar agitado a los corazones de los discípulos): el mar de Galilea que se atraviesa para ir de la orilla judía a un país pagano. Para el redactor Marcos, la alusión a la muerte de Jesús (dormido y como ausente) y a su resurrección (el verbo egeirô, por dos veces) hacer percibir mejor aún que la barca de los discípulos (=la comunidad eclesiale de los creyentes) está llamada a través de las tempestades a volverse hacia las Naciones paganas, abandonando las orillas del judaísmo: El Maestro es y permanece como quien puede apaciguar las olas peligrosas y ... los corazones temerosos.

2- Según Lucas Luego de haber planteado la cuestión sobre la “verdadera familia de Jesús”, en un cuadro temporal bastante vago, el relato de Lc parece interesarse fundamentalmente a los discípulos en dificultad, más que a la barca en sí misma. Ellos se hicieron a la mar; ellos navegaban; ellos estaban llenos de agua; ellos estaban en peligro. Pero estos discípulos tienen un “maestro-señor poderoso”m un “jefe” que les brinda seguridad y los interroga acerca de su fe (¿dónde está?). El reproche aparece

Algunas preguntas (ver el contexto)

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claramente suavizado; y la escena, de manera choqueante, concluye en el temor (con Mc) y en la admiración (con Mt) de esos mismos discípulos. Si bien el orden general del relato es bastante cercano del de Mc, Lc no habla más que de una sola barca. Y sobre todo, no habla de una tempestad de noche: Su relato es indudablemente más ordenado (ver Lc 1,4): subir a la barca; hacerse a la mar; Jesús que dormita (se le señala antes de evocar la tempestad). Y, claro está, ese Lucas que ha conocido bien otros “mares” se contenta con hablar de “lago”, de “borrasca”, de “peligro”, de “aguas tumultuosas”... La narrración de Lc, entonces, está más centrada sobre los ocupantes de la barca que sobre los acontecimientos. De esa manera, se refiere mucho más claramente a los misioneros, que van a las tierras paganas a anunciar el Evangelio, que a la barca de la Iglesia. Se nota también que en su relato Jesús es mucho más respetado por sus discípulos y se muestra mucho más suave con ellos. Lucas los muestra unidos a Jesús: tanto en la travesía como en los peligros; en la bondad que les manifesta como en la estupefacción que despierta en ellos su maravilloso poder.

3. Según Mateo Ubicado dentro del contexto de los 10 milagros, o 10 gestos de poder, justamente luego del episodio de la curación de la suegra de Pedro, el relato de Mt tiene otros acentos que es necesario resaltar en la perspectiva que le es propia. El hecho de insertar, luego del anuncio de la partida “hacia la otra orilla” (orden de Jesús!) algunos versículos sobre el seguimiento de Jesús (relatos de vocación”!) le da a todo el conjunto otro tono. ¿Quién va a subir a la barca de la Iglesia con Jesús, el Señor? ¿Y los discípulos que le seguirán tendrán una fe suficientemente grande? ∗ Hombres de poca fe es un tema típico de Mt (Mt 6,30; 8,26; 14,31; 16,8; 17,20 y Lc 12,28). ∗ En cuanto al verbo del discípulo: acompañar/seguir (akoloutheo), aparece 9 veces en Mt 8-9, y en otras partes, aún más. De manera significativa, en lugar de hablar de tempestad o de borrasca, Mt habla de “sismo” (sacudón o temblor). El término es típicamente apocalíptico y tienen una clara resonancia escatológica. De alguna manera, se cierne sobre la barca una grave amenaza. ¡La Iglesia está amenazada!. Se entiende entonces el grito litúrgico de los discípulos, sumidos en ese sismo: no estamos lejos de nuestro Kyrie, eleison. De aquí también se desprende el lugar central de la palabra del Señor a los discípulos: les habla en medio de la agitación que los aqueja, en una barca cubierta por las olas, antes de levantarse (egertheis, siembre el verbo de resurrección). En la barca de la Iglesia, con aquellos que sigen al Señor, la fe-confianza indudablemente no aumentará salvo que progrese también el descubrimiento de la persona de Jesús, el Mesías, quien se revela de una manera creciente por sus palabras y sus obras de sanación y salvación. Al término de su relato, Mt puede concluir con la admiración “de los hombres” quienes (como desde la orilla del mar) ven la barca de la Iglesia mantenerse en las tempestadas y sismos del mundo. Este tema será retomado con fecuencia por los Padres de la Iglesia. En efecto, en Mt el términos los hombres se refiere fundamentalmente a los no creyentes (Mt 4,19; 5,13.16; 8,27; 10,17.33; etc.). El Resucitado empero continúa velando con cuidado de la barca de la Iglesia; y todos nosotros somos invitados a la fe total en el Señor resucitado.

FICHA TEÓRICA SOBRE EL EVANGELIO DE MARCOS BIBLIOGRAFÍA Ver la Bibliografía general y estudiar en ellos el tema Marcos. Se puede consultar también: DELORME, Jean, El Evangelio según san Marcos, col. Cuadernos bíblicos 15-16, ed. Verbo Divino, Estela (Navarra), 1997. (Título original: Lecture de l’Evangile selon saint Marc) MATEOS, Juan - CAMACHO, Fernando, El Evangelio de Marcos; Análisis lingüístico y comentario exegético. Ed. Almendro -Fundación Epsilón, Córdoba-Madrid, 1993. Vol 1. MOURLON BEERNAERT, Pierre, Saint Marc, col. “Le temps de lire”, Lumen Vitae, Bruselas, 1985. TAYLOR, Vincent, El Evangelio según san Marcos. Ed. Cristiandad, Madrid, 1979. 1. CARACTERÍSTICAS GENERALES • De lejos aparece como el Evangelio más breve; • su estilo es sencillo (casi oral). Hay quien llegó a pensar que casi se adivina la textual predicación de Pedro detrás de sus relatos breves. Se repiten muchos términos, y se utiliza a menudo el presente histórico. • Hay expresiones curiosas: palabras latinas transcritas en griego, palabras hebreas y arameas.

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2. AUTOR, COMPOSICIÓN, DESTINATARIOS No hay razones suficientemente definitorias como para poner seriamente en duda el dato tradicional de la autoría de Marcos del segundo evangelio, mantenida unánimente en las Iglesias cristianas desde el famoso testimonio de Papías (125-130) . Hélo aquí: “Marcos, que había sido intérprete (hermeneutés) de Pedro, escribió exactamente, aunque no con orden (ou méntoi táxei), todo lo que recordaba de las palabras o acciones del Señor.”19 El argumento fundamental que lleva a que en nuestra etapa crítica de los estudios bíblicos se mantenga el nombre tradicional es aparentemente poco brillante, pero convincente: de haberse empleado el antiguo y común recurso de la pseudonimia en el caso de este escrito evangélico, lo lógico hubiera sido que se recurriera a un nombre de mayor prestancia en la antigüedad cristiana (tal vez, un apóstol) y no el de un evangelizador de segundo orden como había sido Juan Marcos. A pesar de la hipótesis del origen Galileo del Evangelio de Marcos20, existe entre los especialistas el gran acuerdo de que el Evangelio según san Marcos fue escrito en Roma entre los años 65-70. Y que, por lo tanto, se dirige a cristianos de origen pagano. Cristianos que viven en la cosmopolita capital del Imperio; y que han sido testigos de la traumática persecusión que Nerón había dirigido contra ellos, y que, entre otros efectos, había acarreado la muerte de los Apóstoles Pedro y Pablo. Y se admite también de manera general que aquel incomprensible martirio, habría sido el factor desencadenante del empeño de escribir este Evangelio21. PERSPECTIVA DOCTRINAL Hay muchos elementos que aún se dictuten en el ámbito de la perspectiva doctrinal del segundo evangelio. Nos centraremos aquí en los elementos comúnmente admitidos, aunque no siempre valorados de la misma manera por los especialistas. 1. Se admite que Mc 1,1 es una suerte de prólogo teológico en el que se plantean las hipótesis

cristológicas esenciales que habrán de probarse a lo largo del escrito de Mc; fundamentalmente en el acontecimiento de Cesarea de Filipo (8,29) y en la crucifixión (15,39). Aunque también Jesús lo admitirá como respuesta al Sumo Sacerdote que lo interpelará precisamente en lo relativo a estos dos títulos (14,61).

2. Sin embargo, toda la importantísima significatividad que la aparición del título de Hijo de Dios en boca del pagano centurión romano que asiste a la crucifixión, debe completarse con la ocurrencia anterior de este título en las teofanías bautismales y de la Transfiguración.

3. Toda la primera parte, sin embargo, muestra la recurrente insistencia del silencio que Jesús impone a los curados (que se llamó desde W. Wrede en 1901, el “Secreto Mesiánico”22). A partir de la profesión de fe de Pedro, comienza sin embargo la insistente mención de la pasión referida al Hijo del hombre. De allí que se la considere como la manifestación del secreto o del misterio del Hijo del hombre: Que habrá de realizarse en plenitud cuando venga a juzgar (cf. 14, 61ss) realizando así las profecías de Daniel.

19 Tomado de Léon-Dufour, Introducción crítica al NT, pag. 288.

20 Ver W. H. KELBER, Mark’s Story of Jesus. Filadelfia, 1979, pag. 13; The Kingdom in Mark. A New Place and a New Time, Filadelfia 1974. Autores citados por Joseph AUNEAU, El Evangelio de Marcos. En AAVV., Evangelios sinópiticos y Hechos de los Apóstoles. Col. Introducción a la lectura de la Biblia 9. Ed. Cristiandad, Madrid 1983. Pag. 105-106

21 Esta opinión tiene apoyatura antigua. La suscribieron Clemente de Alejandría, Jerónimo, Eusebio y Efrén. Entre los modernos se puede ver:

Joseph SCHMID, El Evangelio según san Marcos. Col. Biblioteca Herder, Sección de Sagrada Escritura voumen 93. Barcelona, Herder, 1981. Pag. 22: El segundo Evangelio fue escrito para lectores cristianos procedentes del paganismo, que necesitaban explicación de expresiones arameas (3,17; 5,41; 7,11.34; 14,36; 15,22. 24) y de usos y costumbres judías (7,3s; 14,12; 15, 42). Etienne CHARPENTIER, Para leer el Nuevo Testamento. Col. “Para leer...” Ed. Verbo Divino, Estella (Navarra) 1992. Pag 76 - 77: “Se admite comúnmente que el primer evangelio fue escrito en Roma, hacia el año 70, para recoger la predicaciòn de Pedro.... Su comunidad está compuesta de antiguos paganos: Mc se ve obligado a traducir las palabras arameas y a explicar ciertascostumbres judías. Esta comunidad se siente amenazada por las persecuciones. La fe que propone Mc no es una fe tranquila; se enfrente con contradicciones y supone no pocos riesgos. Esto corresponde con lo que sabemos de la iglesia de Roma bajo Nerón: Pedro fue martirizado en el año 64” Pierre MOURLON BEERNAERT, Saint Marc, col. “Le temps de lire”, Lumen Vitae, Bruselas, 1985. Pag. 17: Parece que la muerte de Pedro fue un factor súmamente determinante para la redacción de Marcos. 22 En Das Messiasgeheimnis in den Evangelien; zugleich ein Beitrag zum Verständnis des Marckusevangeiliums, Gotinga.

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4. No puede dejar de señalarse también la oposición radical entre Galilea en la primera parte del Evangelio y Jerusalén en la conclusión de éste. Una y otra son lugares teológicos más que geográficos. Transcribamos la hermosa síntesis de Etienne CHARPENTIER23: “La Galilea de las naciones o de los paganos, como se decía entonces, había conocido muchas invasiones, y la fe no era all´tan pura a los ojos de los responsables judíos; no podía salir de all´nada bueno, y menos aún un profeta (cf. Jn 1, 46; 7, 52). Pero Isaías (8, 23) habhía anunciado que un día Dios se manifestaría allí a los paganos; por tanto, era también símbolo de esperanza y de apertura. Fue allí donde Jesús vivió y predicó y donde las gentes lo acogieron con entusiasmo. Es una región abierta: de allí Jesús va a los paganos, a Tiro y a Sidón (7, 24.31): ... Jerusalén aparece por el contrario como la ci8udad cerrada sobre sí misma, refugio de la “gente decente”, segura de su verdad y que no acepta la crítica. Desde el principio del ministerio de Jesús en Galilea, es de Jerusalén de donde parten los ataques más terribles (3,22.).” 5. Pero hay en el Evangelio otra clara oposición: país donde hay judíos versus país donde hay paganos. En los capítulos 4 y 5 es clarísimo que la orilla occidental del lago es judía y la oriental, pagana. Jesús obliga a sus discípulos a trasponer la fronteral. En los capítulos 6 al 8 Jesús va y viene entre uno y otro país. En el 7, en el país de los judíos, rompe con las tradiciones. Y el 8, abundan las alusiones a regiones donde viven los paganos (Tiro, Sidón, la Decápolis...). Transcribo a continuación a J. DELORME24: “Así, la Galilea de Marcos no tiene fronteras. En ella se oponen dos espacios: uno es el de los fariseos y letrados, que se cierra sobre sí mismo; el otro es el que Jesús abre delante de sí al pasar a los paganos. Marcos insiste en ello, ya que ve allí la preparación de la misión entre los paganos. ... Por consiguiente, esta geografía tiene un sentido. La forma como Jesús se mueve dentreo de ella muestra ya su dirección, inaugura ese movimiento que tiene que impedir para siempre al evangelio dejarse encerra dentro de cualquier tipo de Jerusalén.” 6. El evangelio de Mc es también el escenario de un drama humano que tiene a Jesús como protagonista. Es el proceso por el que él se va quedando cada vez más solo. Si bien elige un grupo de discípulos al que luego constituye en apóstoles para ser enviados a predicar y estar con él (cap. 3), la ceguera de éstos será creciente y culminará en la traición de uno y el abandono de todos (pasión). Al mismo tiempo, sus mismos compatriotas y familiares (incluso con María) no lo comprenderán y lo reputarán de exaltado (cap 3 y 6). La gente está presente por todas parte, a veces adhriéndose fervorosamente y otras renegando de él. Todo esto, bajo la constante y permanente insidia de los adversarios, fariseos venidos de Jerusalén, que ya desde el principio del drama sentenciarán a muerte al Señor, y al final, con el concurso del Sanedrín y las autoridades romanas, la ejecutarán..

FICHAS SOBRE MATEO

INTRODUCCION La lectura del Evangelio Mateo deja a su lector ante una duda: ¿estamos ante Jesús en Palestina en el

año 30 o ante Él en las comunidades de Siria y Palestina en el año 80? Pues el mensaje es impreciso, desde este punto de vista,. Pareciera que ex profeso se hubiera querido conservar esta ambigüedad cuyo objetivo es, a la vez que anunciar los recuerdos de Jesús, manifestar la presencia del Señor resucitado en medio de los creyentes. Respecto de su autor verdadero poco sabemos. La tradición desde el siglo II lo ha atribuido a Mt, uno de los Doce, el publicano. Probablemente éste haya sido el autor de un texto cuya existencia no se puede probar fehacientemente, pero que en el ámbito de los estudios críticos ha sido apelado el Mt-arameo. En todo caso, este Mt griego, pudo haberse basado en aquel. Y haberlo completado. El autor de esta obra aun nos permanece desconocido. Ignoramos también con precisión tanto su fecha de composición como sus destinatarios. No obstante esto, el evangelio nos brinda ciertos indicios que nos permiten circunscribir este problema: el evangelio no fue escrito antes de la destrucción de Jerusalén (año 70), sino que la supone (24, 15-20). Además, las referencias a la mentira del robo del cadáver del Señor, sus esfuerzos por contradecir las calumnias relativas al nacimiento de Jesús y las alusiones a “rabinos”, etc., se encuadran perfectamente en la polémica contra el judaísmo que se recompone luego de Yamnia (entre el 70 y el 80). Tampoco fue escrito para cristianos provenientes del paganismo. Múltiples señales lo muestran: fundamentalmente el muy abultado recurso a las escrituras veterotestamentarias que revelan un background palestinense, la prescindencia de explicar usos y costumbres judías que sí se hallan en Mc, y la múltiple referencia a otros rituales y expresiones netamente judías que tampoco se encuentran en los demás Sinópticos. Estos datos permiten afirmar lo siguiente: el evangelio fue

23 Etienne CHARPENTIER, Para leer el NT. Estella (Navarra), ed. Verbo Divino 1992 12, pag. 78 24 El evangelio según san Marcos. Col. Cuadernos Bíblicos 15-16. Ed. Verbo Divino, Estella (Navarra) 199714.,, pag. 14-15

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escrito no antes del 70 de nuestra era y más probablemente aún, no antes del 80. En cuanto al término ad quem hay que tener otros parámetros. Uno muy significativo es el hecho de que San Ignacio de Antioquía lo cite. Merced a lo cual no habría que datarlo más allá del año 100. Muchos críticos sugieren que la fecha de composición debe ubicarse la década del 80 de nuestra era.

En cuanto a los destinatarios, podemos afirmar al menos que se tratan de cristianos provenientes del judaísmo y ligados al horizonte cultural Palestino. Habría que entender aquí Palestina en sentido amplio, es decir tanto la Judea y Galilea como incluso la Siria.

ALGUNAS CARACTERISTICAS En cuanto al vocabulario el Evangelio de Mt es más rico que el de Mc. Conserva semitismos pero emplea recursos más ricos de la lengua griega. Los relatos se hallan en general estilizados, si se los compara con Mc. Dibujan un perfil hierático del Maestro. Como sus paralelos, también supone agrupaciones previas de relatos. Los capítulos octavo y noveno son un claro indicio (9 milagros agrupados). Pero si hay algo que descuella en la composición de este texto son sus discursos: cinco grandes discursos jalonan toda su obra. Ciertos críticos han interpretado el hecho como un intento de construir una nueva Torah, o Pentateuco (= 5 rollos). A fin de discernir el esquema de Mt, los críticos se han visto obligados a interpretar estos indicios. No lo han hecho de modo idéntico. Algunos se basaron en los desplazamientos geográficos; otros, en los discursos; otros, en los personajes: Algunos vincularon los discursos a las secciones narrativas antecedentes intentando evidenciar que explicaban como palabra al hecho realizado. Otros los vincularon a las secciones subsecuentes asignándoles un valor profético que luego se realizaría. En fin, no ha habido unanimidad. Esta discrepancia sugiere que se adopte como procedimiento alguno que se base en un criterio amplio, que abarque la mayor cantidad posible de hechos textuales observables: Procedimiento que no pierda de vista la importancia doctrinal del escrito, pero que tampoco desdeñe su hilo dramático.

ANUNCIO Y TEOLOGIA Como Mc, Mt es también evangelio del Reino. Aunque en el se lo llama “Reino de los Cielos”. Jesús anuncia que ha llegado la soberanía de Dios. Y la realiza en un drama en siete actos25. De los cuales 5, como vimos en el titulo “características”, se articulan con una estructura común: sección narrativa y discurso: Pero, ¿cual es el desarrollo del drama en siete actos? Helo aquí: 1ro. Los preparativos del Reino en la persona del Mesías niño (1-2). 2do. La promulgación de su programa, ante los discípulos y la gente (3-7). 3ro. Su predicación por medio de misioneros (8-10). 4to. Los obstáculos con los que debe tropezar por parte de los hombres (11, 1-13,52). 5to. Sus comienzos en un grupo de discípulos (13,53-18,15). 6to. La crisis que prepara su advenimiento definitivo (19-25). 7mo. El advenimiento mismo, en dolor y triunfo, por la pasión y Resurrección (26/28)

Estructura del Evangelio La estructura de Mt según o B. W. Bacon26 es la siguiente:

Preámbulo 1-2

Libro primero: Sobre el discipulado

A: Introducción narrativa 3-4

B: Primer discurso 5-7

Libro segundo: Sobre el apostolado

A: introducción narrativa 8-9

B: el discurso 10

Libro tercero: Sobre el ocultamiento de la Revelación

25Cf Biblia de Jerusalem, edic anterior, pag 1301.

26 The five books of the New Testament. Edimburgo, 1923. Lo ha seguido, entre otros W.D. DAVIES, The Setting of the Sermon of the Mount, Cambridge, 1963.

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A: Israel tropieza 11-12

B: enseñanza en parábolas 13

Libro cuarto: Sobre la administración de la Iglesia

A: Jesús y la fraternidad 14-17

B: el discurso 18

Libro quinto: Sobre el juicio

A: Jesús en Judea 19-22

B: Discurso sobre el juicio final 23-25

Epílogo 26-2827

En cambio, según H. J. B. Combrink28, la estructura quiástica del Evangelio sería la siguiente:

A 1,1-4,17 Narración: nacimiento y preparación de Jesús.

B 4,18-7,29 Material introductorio: Primer discurso: Jesús enseña con autoridad.

C 8,1,9,35 Narración: Jesús actúa con autoridad. Diez milagros

D 9,36-11,1 Segundo discurso: los Doce enviados con autoridad.

E 11,2-12,50 Narración: la invitación de Jesús rechazada por esta generación.

F 13,1-53 Tercer discurso: las parábolas del Reino.

E’ 13,54-16,20 Narración: Jesús, rechazado y confesado, actúa compasivo con judíos y gentiles.

D’ 16,21-20,34 Cuarto discurso con narración: anuncio de la pasión, falta de comprensión de los discípulos.

C’ 21,1-22-46 Narración: la autoridad de Jesús cuestionada en Jerusalén.

B’ 23,1-25-46 Quinto discurso: Juicio a Israel y a los falsos profetas, la venida del Reino.

A’ 26,1-25,20 Narración: la pasión, muerte y resurrección de Jesús.

La cuestión sobre la estructura de Mt no está cerrada. No se pueden negar ni los discursos ni que entre ellos existan secciones narrativas. No sabemos con total precisión si estas -en la intención del evangelista- anteceden a los discursos, brindándole un horizonte de comprensión pleno, o los siguen, mostrando la realización de aquello que se anunciaba en ellos. Hoy se tiende a pensar en la conveniencia de no establecer límites tan netos entre las diversas grandes secciones del Evangelio29.

FICHA SINTÉTICA DEL CAPÍTULO VII (DIMENSIÓN TEOLÓGICA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO) DEL LIBRO DE Rafael AGUIRRE MONASTERIO - Antonio RODRÍGUEZ CARMONA, Evangelios Sinópticos y Hechos de los Apóstoles, Col. “Introducciòn al Estudio de la Biblia” vol. 6, Ed. Verbo Divino, Estela (Navarra) 1994, PAG. 231-256. Se desarrolla la dimensión teológica del Evangelio de San Mateo en 6 capítulos: 1. El rechazo de Israel y la Iglesia cristiana. 2. Jesucristo. 3. Teología de la historia. 4. La Iglesia. 5. Las obras y la ley. 6. Escatología y vigilancia.

27 Cf. Rafael AGUIRRE MONASTARIO, El Evangelio según San Mateo, en la obra conjunta del mismo autor y Antonio

RODRÍGUEZ CARMONA, Evangelio sinópticos y Hechos de los Apóstoles, Col. Introducción al Estudio de la Biblia Vol. 6, Ed. Verbo Divino, Estella (Navarra), 1994, pag. 222-3.

28 cf The Structure of the Gospel of Matthew as Narrative, en Tyndale Bulletin, 34 (1983) pag 61-90. Citado por AGUIRRE MONASTERIO, op.cit.pag. 224-5.

29 Ibid.

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1. El rechazo de Israel y la Iglesia cristiana

Como en el resto del Nuevo Testamento, se refleja en el Evangelio de Mt la polémica con el judaísmo, pero en este caso con una particularidad significativa: es el texto más judío desde varios puntos de vista y, a la vez, es aquél en el que la polémica alcanza ribetes más agudos. Se parte del dato central de que el Mesías ha sido enviado a Israel. Son varios los datos que lo confirman: la genealogía lo inserta en la historia judía, el evangelio de la infancia interpreta a Jesús con las figuras de Moisés e Israel, se insiste en que Jesús es “hijo de David”, su ministerio queda restringido en vida (cf. 10,6; 15, 24), las citas de cumplimiento lo presentan a la luz del Antiguo Testamento. Además, como telón de fondo, está la importancia de la problemática propia judía (obras piadosas, cuestiones de interpretación de la ley, expresiones semíticas como “atar y desatar”, “la ciudad santa”, “gehena”, “Reino de los Cielos”, etc. Pero ese Mesías ha sido rechazado. Ya se esboza este rechazo en el relato de la visita de los Magos (2,1-12): Aparece con claridad más tarde de la siguiente manera: En la polémica contra “esa generación malvada y adúltera” (11-12). En la reelaboración de las tres parábolas (21,28- 23,14). En la comparecencia de Jesús ante Pilato cuando el Pueblo (laós = designación técnica de Israel como pueblo elegido) pide que su sangre caiga sobre él. Incluso después de la muerte de Jesús, perpetúan el rumor mentiroso del robo de su cuerpo (cf. 27, 62 – 66 y 28, 11 – 15). Esto hace que surja un nuevo pueblo de Dios. Está abierto a los paganos y judíos sin discriminación. Se basa en la aceptación de Jesús y en el cumplimiento de sus enseñanzas. Este universalismo, programáticamente proclamado al final, se anuncia continuamente a lo largo del evangelio: en la visita de los Magos, en 8, 10 – 12, donde se contrapone la suerte de los hijos del Reino y aquellos que vendrán de Oriente y Occidente; en 10, 18 se prevé una misión en ambientes paganos; en 24, 14 se cuenta con el anuncio del evangelio al mundo. La polémica antijudía. Los especialistas la interpretan de modo diferente. Hay quienes la consideran una polémica dentro del judaísmo y están quienes, desde la opinión que se trata de un texto pagano-cristiano, la estiman un resabio del pasado. No obstante, prima la opinión de que hay que entenderla en el contexto de una comunidad judeocristiana que necesita delimitar claramente su situación respecto del judaísmo de cuño fariseo: En esta perspectiva se entrevé que hubo cruce de palabras duros entre la Iglesia y la sinagoga. Sería arbitrario utilizarlos de modo antisemita, como de hecho ocurrió en la historia del cristianismo, olvidando que las palabras duras puestas en labios de Jesús también son una interpelación a la Iglesia cristiana. Se ha intentado calificar a la Iglesia naciente como el “Nuevo Israel” o el “Verdadero Israel”. Estos calificativos no alcanzan para expresar claramente la relación entre Iglesia y pueblo de Israel según Mateo, para quién entre ambos no sólo hay ruptura sino continuidad.

2. Jesucristo

Es ante todo el Mesías y el Hijo de David. Estos títulos aparecen claramente a lo largo de todo evangelio, a través de distintos recursos (en la narrativa y en la boca de la gente). Aparece incluso cuando no aparecen en los paralelos. Su uso confirma el carácter judeocristiano de Mt. Pero, dada su ambigüedad, Mt quiere evitar interpretaciones triunfalistas y meramente humanas de éstos.

Es también el Hijo de Dios. Este título revela el misterio de su persona: A diferencia de Mc, la confesión de

su filiación no se reserva para el final (14,33, 16,16). Es también significativo el texto de la Pasión de 27,39 – 43, comparado con su paralelo de Mc y en clara consonancia con el relato de las tentaciones. Se puede decir a partir de él que Jesús no es Hijo de Dios demostrando poder sino aceptando la cruz y la humanidad: De hecho, la actitud de Jesús encuentra la respuesta del Padre (fenómenos cósmicos de 27, 45. 51- 53).

En 28, 16-20 (texto final en el que convergen las líneas teológicas del evangelio) se proclama a J como Hijo de Dios. Otro dato literario: Jesús habla de “mi” Padre (18 veces). Mt también subraya la obediencia de Jesús a la voluntad del Padre (6, 10 y 26, 39 - 42).

Jesús es el Señor. Con el título de Kyrios traducían los LXX el nombre divino. Mt sigue este modo de obrar al

citar las sagradas páginas veterotestamentarias: Pero lo interesante es la frecuencia con que Mt pone esta expresión en labios de interlocutores diversos de Jesús: Siempre en vocativo, y con sentido de respeto, de solicitud de ayuda y de fe. Nunca está en boca de los adversarios ni como designación narrativa en tercera personal.

Jesús es llamado Señor por sus discípulos (8, 21. 25; 26,22); por Pedro (14, 28. 30; 16, 22; 17, 4); por quienes recurren a él (9,28; 20, 30. 31; 8, 2.6.8; 15, 22. 25. 27). Es notable que los discípulo no se dirigen nunca a Jesús llamándole “Maestro”, aunque sí sus adversarios: El título se encuentra además en el contexto del juicio (7, 21- 22; 25, 11. 37. 44).

La designación podría ser meramente honorífica. Pero en Mt es una invocación a Jesús resucitado, presente en la Iglesia.

“Dios con nosotros”. La inclusión literaria de “Dios con nosotros” (1,23 – 28, 20) tiene importancia

teológica. La fórmula es una reinterpretación cristológica de la fórmula de la alianza. En 18, 20, Jesús funda el

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poder de la comunidad y la eficacia de su oración en la promesa de que “donde estén dos o más reunidos en mi nombre, allí estoy en medio de ellos”: Jesús, que por su nacimiento era “Dios con nosotros”, continúa desempeñando este papel más allá de su vida terrestre. Y, si es correcto interpretar el pasaje a la luz del dicho rabínico “si dos están juntos ocupados en las palabras de la Ley, la Shekina habita entre ellos”, las implicancias cristológicas son enormes, porque Jesús toma el puesto de la Shekina (=la presencia de Dios).

Para Mt, a diferencia de Lc, no hay distinción entre el tiempo de Jesús y el tiempo de la Iglesia. Es una misma época de la historia de la salvación caracterizada por la presencia del Señor en medio de los suyos.

Además, sin decir explícitamente que sea Dios, Mt habla de Jesús insinuando su pertenencia especial a la esfera de la divinidad (Cf 9,2, 11,28-30; 10,37- 39, etc.)

Jesús es el “Hijo del hombre”. En los sinópticos hay tres clases de dichos sobre el Hijo del hombre: los que se

refieren al ministerio terrestre de Jesús (Mt 8,20), los que dicen su relación a su pasión y muerte (17, 22; 20, 18; 26, 2) y los que hablan de la parusía. Todos estos dichos siempre se encuentran en boca de Jesús y como una autodesignación.

Es peculiar del Mt hablar de “el Reino del Hijo del hombre” (cf 13, 41; 17, 28; 19, 28, 25, 31- 34). Se habla de “sus ángeles” (13, 41; 17, 27; 24, 31). Lo más característico son sus dichos del Hijo del hombre futuro como juez (19, 28; 13, 41; 25, 31-33).

Se trata entonces de un título rico de sentidos. En él se alude a la Pasión y a la Parusía. Y, por otra parte, con él los cristianos pueden relacionarse en su presente histórico, sabiendo que tiene todo poder, porque lo ha recibido (cf. Mt 28, 18).

1. Teología de la historia

Para Mt, Juan Bautista, Jesús y los enviados pospascuales pertenecen a la misma época de la historia de la salvación: todos predican lo mismo y encuentran el mismo rechazo.

A diferencia de Lc, Mt no diferencia un tiempo de Jesús y otro de la Iglesia. El primero lo realizaba intercalando el relato de la Ascención. Mt en cambio proyecta sobre el relato de Jesús todo lo que tiene que decir sobre la Iglesia, de modo que su evangelio resulta especialmente transparente de preocupaciones eclesiales.

La Iglesia sustituye a Israel dentro de la época del cumplimiento. Mt describe este proceso: desde el rechazo de los enviados divinos, al del Hijo, que le acarreará la pérdida de sus prerrogativas y de lo cual la destrucción de Jerusalén será expresión histórica visible.

2. La Iglesia

Mt es el gran evangelio eclesial. 1) Es el único en el que aparece el término ekklesía (una vez referida a la comunidad local – 18,17 – y otra al nuevo pueblo de Dios – 16, 18). 2) La obra entera, sobre todo en los discursos, transparenta preocupaciones eclesiales: conflictos, ministerios...

La Iglesia es de Jesús. Así se la denomina en 16, 18 (su Iglesia). La Iglesia surge luego del rechazo de Jesús.

Quienes lo aceptan, la forman. Por tanto, esta Iglesia está cualificada cristológicamente. Fundamento cristológico de la Iglesia de Mt. Cristo está siempre en su Iglesia (recordar la fórmula “Dios con nosotros”). No sólo lo expresan los textos claves sino una serie muy importante de expresiones: “con ustedes”, “con ellos”, “con Jesús”. Es claro que Mt quiere subrayar la presencia permanente de Jesús con los suyos. Además Mt establece una continuidad muy estricta entre Jesús y la comunidad: continuidad de mensaje de obras, de comportamientos y hasta de conflictos (10 y sobre todo respecto de las obras 11,2- 6). Es también una fraternidad que cuenta siempre con la presencia del Señor. Jesús llama a sus discípulos “mis hermanos”, los que cumplen la voluntad del Padre son sus parientes (12, 46 – 50). Entre los discípulos deben abolirse todas las desigualdades porque son todos hermanos (23, 8-10). Los discípulos. Esta palabra se repite mucho en Mt y caracteriza su pensamiento. Los discípulos son ante todo ciertas personas que se vincularon de una forma especial con Jesús terrestre; pero su realidad está actualizada eclesiológicamente, de modo que “ser discípulo” es un concepto transparente para dar a entender lo que significa ser cristiano. Esta actualización eclesial del término discípulo se ve con claridad en dos textos típicos de Mt:

• 27, 57 “José de Arimatea se había hecho discípulo”, contra Mc 15, 43 “esperaba el Reino de Dios”; y • 28, 19 “hacer discípulos” (mathetéuein) .

Los discípulos entienden (no así en Mc). Esta inteligencia se refiere a la enseñanza de Jesús terreno y es un presupuesto de la fe. Esta última se expresa como confianza en el poder salvador del Señor exaltado (8, 5- 13. 23- 27; 9, 20-22.27- 31; 14, 22- 33; 15, 21- 28). Entendimiento y fe son dos aspectos complementarios e inseparables del discípulo según Mt. Mt ve en los discípulos como un arquetipo de todos los cristianos. Por eso, si bien mejora su imagen respecto de Mc, no los idealiza: Sobre todo, los llama “hombres de poca fe” (oligopistós) – 6,30; 8, 26; 14, 31; 16, 8; 17, 20. Los discípulos son creyentes, pero su fe se encuentra amenazada. Ante las preocupaciones y dificultades de la vida, titubean y piensan que el Señor los ha abandonado, se hunden, pierden la calma... Se percibe en esta elaboración que el problema que afronta Mt no es cómo acceder a la fe sino cómo permanecer en ella; su perspectiva no es tanto kerigmática cuanto catequística.

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La figura de Pedro. Mt hace afirmaciones positivas acerca de Pedro: fundamento de la Iglesia (16, 20), es el primero que reconoce al Señor y va hacia él (14, 28), es el primer llamado (4, 18-19; 10, 2). Pero también acentúa sus rasgos negativos: 16, 22- 23: endurece los reproches de Jesús a Pedro por no comprender el camino de la cruz; 26, 70. 72: niega conocer a Jesús ante todos y con juramento. Pedro es portavoz de sus compañeros (16, 15-16; 19, 27), con particularidad en cuestiones referidas a la moral (halaká): (15, 15; 18, 21; 17, 24- 27). Pedro es el prototipo de los discípulos. Este papel es muy claro en 14, 28- 33. De él se dicen muchas cosas que son características de todos: Llama Señor a Jesús (cf. 8, 25); Tiene miedo (cf. 8, 26); Duda (cf. 28, 17); Jesús le reprueba su poca fe (cf. 8, 26). Además, todos confiesan que Jesús es el Hijo de Dios (8, 33) y Pedro en 16, 16. Su carácter de prototipo queda muy claro en los textos en los que hace portavoz porque o bien la pregunta o bien la respuesta afecta a todos. Es muy esclarecedor al efecto cotejar también las escenas de la comparencia de Jesús ante el Sanedrín con la de las negaciones de Pedro. Ambas en paralelo: Así aparece un aspecto importante del discípulo y de su relación con el Maestro proyectado en la figura de Pedro. ¿Y qué hay respecto de ser “piedra”? Se ve que esta misión está íntimamente ligada a la de “atar y desatar”. Pedro es entonces fundamento ( = piedra) a través del asegurar una enseñanza doctrinal relativa a la moral (recordar sus preguntas referidas a la halaká). Se interpreta el hecho desde la perspectiva de la Iglesia en Antioquía: recurriendo al ministerio petrino, único e irrepetible, supo componer tradiciones cristianas más extremistas (el paulinismo y el juedeocristianismo). El “atar y desatar” del capítulo 18 es en cambio una función otorgada a la comunidad (y tal vez a algunos ministros dentro de ella) que no repite al ministerio de Pedro sino lo complementa. Su alcance es más vale disciplinar. Profetas y escribas. Con estos nombres se aluden a dos ministerios de la Iglesia de Mt. Eran comunes en la antigüedad cristiana la presencia de profetas itinerantes (cf. 23, 34, Didakhé XI, 3- 6). En cuanto a los escribas el desarrollo en este evangelio es más detallado. En 13, 51- 52 se afirma explícitamente la existencia de escribas cristianos. La acción disciplinar de 18, 15- 20 supone las sentencias de los escribas de la comunidad. Vuelven a aparecer en 23, 8- 10: “No os dejéis llamar Rabí ... ni padres, ... ni preceptores”. Estos títulos se aplicaban a los escribas. En este contexto y habida cuenta de que lo sucedido a Israel es advertencia para la Iglesia cristiana, las invectivas contra los escribas y fariseos hipócritas (23) son una admonición para quienes desempeñan un ministerio semejante. El evangelio de Mt refleja un medio eclesial organizado y estable, en el que pierden importancia los profetas itinerantes y gana relieve el ministerio sedentario de los escribas. Conflictos en la Iglesia. Mt polemiza con sectores de la comunidad por sus defectos morales, que probablemente se basan en desviaciones doctrinales. Se trata de cristianos muy carismáticos (profetizan, hacen milagros y expulsan demonios) pero a quienes éste no reconocerá, porque son “agentes de iniquidad” (anomía) (7, 21-23). Son falsos profetas, que dan malos frutos (7, 15-20). 24, 9- 13 aclara la naturaleza del problema: en el momento difícil (9-10) crecen los malos comportamientos, la iniquidad y la falta de amor; los falsos profetas engañan (planao) (11-12). Este verbo parece sugerir desviaciones doctrinales ( cf 22, 29; 24, 4. 5. 24). El Hijo del hombre, el día del juicio, extirpará de su Reino a todos los agentes de iniquidad ( 13, 41; cf. 7, 23; 24, 12). La polémica es entonces con cristianos que son agentes de la iniquidad, los cuales, por otra parte, reivindican grandes dones carismáticos. Parece que detrás de estos graves defectos prácticos se encuentran desviaciones doctrinales que hayan consistido probablemente en un entusiasmo espiritual que les llevaba a considerarse por encima de la Ley y a promover actitudes libertinas.

5. Las obras y la ley

Mt insiste en la dimensión moral del mensaje cristiano (justicia, obras, dar buenos frutos, etc.). Son sugestivos en este contexto tanto el apéndice a la parábola del banquete de bodas (22, 11-14) como la reinterpretación moralizante de las bienaventuranzas (5, 3 –12). Combate también la autoseguridad de la Iglesia (muchos son los llamados y pocos los escogidos). Le recuerda a la Iglesia que le puede acontecer lo que a Israel: ser rechazada. En Mt se reflejan las preocupaciones de una comunidad judeocristiana que le asigna gran importancia a la Ley. El texto programático es 5, 17- 20. En él Mt combate dos desviaciones opuestas: un antinomismo que prescinde de la Ley (vs. 18-19) y un legalismo del estilo de los escribas y fariseos (vs. 16. 20). Jesús pide un cumplimiento de la Ley que salga del corazón (5, 27-30). Redescubre la voluntad originaria de Dios, traicionada tantas veces por doctrinas humanas. Y sobre todo concentra toda la Ley, en el amor. En ese sentido, el programa de 5, 17-20 culmina con el amor a los enemigos y la no violencia 85, 38-48): Esto hace al discípulo semejante a Dios. Y éste es, en definitiva, la pauta suprema de la perfección. La crítica decisiva a los escribas y fariseos radica en que su religiosidad es falsa e hipócrita y con su legalismo usan la Ley para encubrir su falta de justicia, de misericordia y de fe (23, 23). Por último, el destino último del hombre ante Dios se juega según sea su misericordia con los pobres y necesitados (25).

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6. Escatología y vigilancia

Se ha señalado que Mt habla explícitamente de la Venida definitiva del Hijo del hombre y de su Parusía. Todos los discursos tienen alusiones al Juicio. Es parte importante de este evangelio la doctrina sobre el fin y el juicio. Pero la comunidad no se halla expectante como si este fin fuera a ocurrir pronto. La Parusía se retarda lo que exige vigilancia. El mayordomo infiel no esperó ante la tardanza (24, 48) y las vírgenes necias no contaron con la demora (25, 5). Mt insiste en que hay que vigilar, estar atentos, esperar. Por otra parte, este evangelista subraya el carácter amenazador del juicio para quienes no hayan obrado justamente. Reitera la expresión “allí será el llanto y el crujir de dientes” (13, 42. 50; 22, 13; 24, 51; 25, 30). Este carácter urge a la conversión y a la vigilancia. Así pretende poner la vida cristiana y a la Iglesia misma bajo la instancia crítica del juicio futuro de Dios, evitando toda falsa seguridad.

Curación de la suegra de Simón

MT 8, 14-15 (·85) MC 1 29- 31 LC 4, 38-39

14 Y 29 Y, al momento, 38 Ahora bien, saliendo de la sinagoga, levantándose de la sinagoga, habiendo ido Jesús fue entró a la casa de Pedro, a la casa de Simón a la casa de Simón. y de Andrés, con Santiago y Juan. vió a su suegra 39 Ahora bien, la suegra Ahora bien, (la) suegra de Simón de Simón echada yacía era presa (beblemènen) (katekeito) y febricitante. febricitante, de una fiebre grande, (pyréssousan) (pyréssousa) (synechoméne pyretô megale) y, al momento, y le hablan en favor de ella. le rogaron en favor de ella. (Kai euthys légousin autô peri autês) Eròtesan autòn perè autês)

15 Y 31 Y, llegándose, 39 E, inclinándose encima de ella, la levantó (Epistas epano autês) tocó su mano cogiéndo(le) la mano (epsato) (Kratèsas) conminó a la fiebre (epetímesen) y la dejó la fiebre. y la dejó la fiebre, y la dejó. (Afêken autèn ho pyretos) (Afêken autèn ho pyretos) (Afêken autèn)

Y Ahora bien, al instante, se levantó levantándose, (Kai egerthê) (anastasa) y le servía. y les servía. les servía. (Diekonei) (diekonei) (diekonei)

FICHAS SOBRE EL RELATO DE LA CURACIÓN DE LA SUEGRA DE PEDRO Procederemos de la siguiente manera: procuraremos identificar los elementos comunes a la tradición sinóptica y a dos de sus recensiones, para luego sí, centrarnos en lo propio de cada uno de los evangelistas. En segundo lugar propondremos ciertos elementos desde los que podríamos encarar una lectura de índole hermenéutica del texto. Discernimiento de los elementos comunes Lo común es fácilmente constatable. Jesús en la casa de Simón cura a la suegra de éste, que padecía fiebre. Esta, una vez restablecida, sirve. Mc y Lc aluden a una salida de la sinagoga. Aluden -aunque con términos diferentes- a una súplica que los circunstantes le dirigieron a Jesús: La mujer, además sirve a todos (no sólo a Jesús) como en Mt. Mc y Mt tienen en común la referencia al lecho en que se encontraba la mujer, el tomar de la mano, y el uso del verbo levantar -aunque en contextos diferentes. Esto es significativo en el NT dada la importancia de este verbo que se usa también para la Resurrección.

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Lo propio de cada evangelista Marcos tiene los siguientes elementos propios: la referencia a los cuatro primeros discípulos que Jesús había acabado de llamar. El milagro comienza merced a la palabra de los que simplemente interesan a Jesús por el problema que aquejaba a aquella mujer. Jesús lo realiza, en primer lugar, rompiendo el alejamiento que lo distanciaba de la mujer. Porque se acerca. La manera de describir es sobria: la mujer no tuvo más fiebre. Se recalca así el nuevo estado de la mujer y no tanto la manera como el milagro acaece. La mujer se levanta no tanto por sí misma. Se subraya que es Jesús quien la hizo levantar. El contexto es también fácilmente discernible. Es la primera jornada en Cafarnaún. Luego de haber elegido y llamado a sus primeros discípulos, Jesús había ido a la sinagoga. Donde había impactado porque enseñaba con autoridad y había demostrado su poder sobre los espíritus impuros. Como corolario, al atardecer de aquel mismo día, toda la ciudad se reunirá junto a las puertas de la casa para hacer curar a los enfermos. Mateo, el más breve de los tres relatos, se ubica dentro del contextos de los diez signos de poder y misericordia que se hallan en los capítulos 8 y 9: Desaparecen todos los personajes aledaños: no hay discípulos mencionados. Y la mujer sirve solo a Jesús al ser curada. Jesús encuentra a la mujer. Es decir, él sólo conoce el problema. Y su gesto es extremadamente sobrio: la toma de la mano, y nada más. La fiebre aparece más personificada que en Mc: pues abandona a la mujer (casi como un espíritu impuro). Lucas tiene varios elementos propios fácilmente reconocibles: se enfatiza la gravedad del mal (tenía mucha fiebre); la buena voluntad ciega de los presentes (le pidieron que hiciera algo por ella); Jesús se inclina sobre la mujer (= se abaja) y exorcisa (increpa) a la fiebre (como si se tratara de un espíritu impuro). La manera de referir el milagro es también llamativa. Pues según Lc la fiebre “desapareció”. Es también una manera de atribuir a ese mal una entidad casi personal, cuyo poder se desmaterializa frente a la presencia de Jesús. El contexto es prácticamente el mismo que Mc. Hacia una o varias lecturas hermenéuticas Una vez realizado este trabajo viene el de la búsqueda de la significación actual. Para él podemos proceder de lo común a toda la tradición sinóptica a lo propio de cada evangelista. Es bueno, para encarar este proceso de ir a lo común, dejarse ayudar. Buscar por ejemplo qué significaba la fiebre; cuál es el sentido de levantar, de servir, de tomar de la mano, de sanar, de servir... Algo ya podemos intuir casi sin consultar ningún diccionario bíblico. Porque muchos de estos elementos son símbolos casi universales. De esta manera podemos descubrir entre otras cosas, lo siguiente: estamos frente a una mujer madura aquejada por una fiebre que la postra, es decir, no sólo la vuelve inválida, sino acentúa las actitudes histéricas de necesidad de ser el centro. Estamos frente a una dimensión psicológica de la enfermedad. E insisto sobre ésto: las fiebres que se abaten en la edad madura, si bien no suelen ser tan vehementes como en los años mosos, suelen no obstante ser súmamente incisivas, a causa de su pertinacia. ¡La carne está más dura! Y Jesús cura esa fiebre. Aparece esto claramente en su doble aspecto: el de la acción del Señor sobre la enferma y en el de la victoria sobre el enemigo invisible. La fiebre se va y la enferma se encuentra bien. Ambos aspectos son igualmente válidos. Y la mujer sirve. Se le da una nueva oportunidad de tener un sentido válido por el cual vivir. Liberada de su egocentrismo, la mujer tiene ahora la mirada limpia para ver de nuevo la realidad. Y descubrir en ella las necesidades que con su trabajo puede remediar. Servir es además diaconar. Es decir, es realizar un servicio concreto que tiene un claro valor religioso. En otros términos, la diaconía es la vocación y el estado propio de la mujer discípula de Jesús. Pero podemos ir aún más lejos valiéndonos de ciertos elementos comunes a los dos de los evangelistas: Si tenemos en cuentas los elementos comunes a Mc y Lc, podemos inferir varias cosas: Si partirmos, por ejemplo, del explícito nombramiento de la salida de la singagoga, podemos deternos ya en las circunstancia material de la salida de ese edificio o bien, entrar en la significación de lo que fue la conflictiva salida (expulsión) que padecieron los judeo cristianos de la sinagoga al rededor del año 70. Si partimos en cambio de la intercesión de los discípulos en favor de la mujer, podemos redescubrir allí la realización de su vocación. Acababan de ser elegidos para ser pescadores de hombres según el relato de Mc. Pescar hombres para Dios. Aquí, comienzan a interesar a Dios sobre los problemas de los hombres. No se puede pescar hombres para Dios sin antes constatar su pobreza y sufrimiento. No se puede pescar hombres para Dios sin antes interesar a Dios sobre los problemas de los hombres que nos desbordan.

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Si partimos del servicio general que la suegra de Simón emprendió luego de ser curada, podemos inferir que en la comunidad naciente del Reino, que Jesús había comenzado a anunciar, todos, aún los miembros más débiles e inútiles, tienen una vocación de servicio (no de servidumbre) que realizar. Todos son valiosos. Es más, todos son necesarios. Y el mismo Jesús honra este servicio dejándose servir. No quiere mantener ningún monopolio sobre nada. Ni siquiera aquel que podría pensarse del servicio. Teniendo en cuenta los elementos comunes de Mc y Mt también podemos avanzar más lejos. De la misma manera que antes, hay que fijarse en qué vetas explotar. En ambos aparece una referencia común a la mano. Recordémos que en Mc Jesús toma de la mano y en Mt le toca la mano. Podemos preguntarnos qué significa la mano en uno y otro evangelio. Para esto es últil recurrir a una concordancia bíblica. El mismo procedimiento, lo podemos aplicar al verbo levantar, que también es común a estas dos recenciones. Marcas para la interpretación30

1. No se mencional el nombre de Jesús, 2. No aparecen palabras como enferma, enfermedad, curar, 3. los adverbios kay euthys aparecen dos veces, como en el caso de la curación del poseso en la sinagoga de Cafarnaún, lo que indica que ambos pasajes están en relación.

4. La fiebre se menciona dos veces, ambas con palabras que derivan de fuego (vs. 30, febricitante, ardiente; vs. 31: fiebre, ardor): Era proverbial el fuego (celo de Elías, “el profeta de fuego” (cf. Ecclo 48,1.3.9; 1 Re 19, 10.14; 2 Re 1, 10.12.14.) 5. La fiebre/fuego impide el servicio a los demás, que se ejerce apenas la fiebre desaparece (vs. 31). Al sentido teológico del servicio debe corresponder un sentido teológico de la fiebre. 6. “Le hablaron de ella”, plural impersonal (cf 1, 32; 7,32; 8,22), presente histórico (lit. “Le hablan”) 7. La frase “tomar de la mano” aparece tres veces en Mc, siempre en contexto judío (1,32; 5,41, y 9,27).

8. “Servir”, término técnico para indicar la actitud y actividad del seguidor de Jesús (9,35; 10,43.45).

PARA EL EXAMEN FINAL 1. Constituirse en equipos entre 3 y 5 personas (máximo) 2. Elegir un texto del Evangelio que tenga los paralelos. 3. Elaborar el encolumnamiento sinóptico (ver para ello pautas de página 42) 4. Reparar en los elementos que son comunes a los tres relatos y a dos de ellos merced al subrayado o a los coleres (cf pag 32-33 y/ abajo). 5. Notar lo propio de cada evangelista. 6. Luego elegir uno en particular: Leerlo y analizarlo. Proponer un comentario, homilía, relfexión, o pautas para un encuentro catequístico. 7. La presentación es dactilografiada. Entre 4 y 8 carillas.

Ficha de la Fundamentación teórica del proceso de encolumnamiento La posibilidad de encolumnar paralelamente los tres relatos evangélicos ha sido, desde hace ya varios siglos, fuente de un trabajo exegético provechoso, e incluso lo sigue siendo hoy no sólo para la exégesis sino para la lectura espiritual y la predicación: Ese trabajo procuraba, en un primer momento de las ciencias histórico críticas, desentrañar la historia de Jesús. Se partía entonces de esta base: lo que era absolutamente común entre los tres relatos, era histórico. Cuando había diferencias, se imponía un discernimiento de las mismas. Cuando con el tiempo fue desapareciendo la idea de que los evangelios eran un relato histórico -en el sentido de la historiografía moderna- este procedimiento entró en crisis. Puesto que, si no servía para remontarnos hacia la historia de Jesús, ¿para qué servía? -se preguntaban los estudiosos. Era necesario encontrarle ese nuevo para qué. El avance de las ciencias exegéticas lo encontró: este encolumnamiento paralelo de las perícopas evangélicas serviría para procurar reconstruir la historia de las tradiciones subyacentes: A nadie ya se le ocultaba que el proceso histórico merced al que contamos con los evangelios implicaba una larga tradición oral. Parte importante de la exégesis científica de la Biblia era procurar remontarnos a esas tradiciones para descubrir el sitz im lebem (la situación existencial-vital) en que tales narraciones se habían gestado y transmitido. A tales fines se puso este procedimiento metodológico. Con el tiempo la exégesis cambió. La Formsgeschichte se encontró con no pocos vericuetos. Y tuvo que aceptar sus limitaciones. Entre las principales, que muchos de los resultados a los que llegara no pudieran recibir -tal vez nunca- el título de verdades probadas. O sea, que fueran sólo

30 CFR. MATEOS, Juan - CAMACHO, Fernando, El Evangelio de Marcos; Análisis lingüístico y comentario exegético. Ed. Almendro -Fundación Epsilón, Córdoba-Madrid, 1993. Vol 1., pag. 154-55

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conjeturas: Es así como surgió otro método: el de la historia de la redacción (Redaktionsgeschichte). Los libros bíblicos ya no podían explicarse como la mera escritura -en un momento dado- de las tradiciones orales anteriores: Había una obra redaccional propia de cada uno de los redactores finales. En este caso, los evangelistas. Y para procurar descubrir esta historia, el ya clásico procedimiento de encolumnar los relatos paralelos, era muy útil. Porque permitía sobre todo poner en evidencia la tarea redaccional de Mateo y Lucas, que se distinguían de su fuente, el evangelio de san Marcos: Hoy se sigue practicando esta exégesis. Aunque procura dar aún un paso más: ir hacia el significado teológico-existencial. Pues crece en la Iglesia la conciencia de que si no, la exégesis queda truncada, incompleta. Y este es propiamente nuestro ámbito, el de los agentes de pastoral. No nos toca hacer una exégesis científica: Aunque sí aquella que nos permita escuchar más vivamente la Palabra de Dios. Y nos capacite para transmitirla con más competencia. Para esto, el ya antiguo camino de encolumnar paralelamente los textos sigue sindo útil. Porque nos ayuda a descubrir las palabras claves de cada evangelista. Y, de esa manera, reconstruir más fácilmente su mensaje teológico.

Modo de Proceder para realizar el encolumnamiento paralelo El procedimiento de encolumnar es relativamente sencillo. Aunque exige, como todo procedimiento, cierta práctica: Hay que procurar, en primer lugar elegir un texto. Procurando que tenga versiones paralelas en los otros evangelios sinópticos, o -al menos- en uno de ellos: Nuestras biblias nos ayudan a encontrar las perícopas paralelas, pues suelen citarlas, o bien bajo los títulos, o bien en los márgenes. En segundo lugar hay que transcribir. Conviene empezar por Marcos, el más antiguo, que se ha de colocar en la columna central. Al ir transcribiendo, es menester evitar el riesgo de compactar demasiado la presentación. El análisis es más difícil en un texto asaz compacto. Suelo aconsejar que se deje, al menos, un reglón en blanco entre líneas escritas. Además, como a menudo ocurre que los textos paralelos no transcriben todos los elementos textuales en el mismo orden, pueden llegar a ser necesarios más espacios vacíos en la presentación del relato más corto. Porque tiene que notarse que en el relato más corto hay elementos que faltan y que están en cambio en los otros. En tercer lugar hay que transcribir los otros paralelos. Para esto hay que tener en cuenta varias cosas. En primer lugar, que hay que colocar en la misma línea lo que corresponde o equivale a los otros relatos: Y en consecuencia -en segundo lugar- no colocar en la misma línea lo que no corresponde. En el caso de que no de los relatos tuviera un orden muy propio y particular, es conveniente, al colocar en la misma línea los elementos comunes que tenga con los demás, mencionar que se está alterando el orden de la perícopa, a través de la sencilla indicación del número del versículo. En cuarto lugar hay que empezar a discernir lo común a la tradición sinóptica de lo propio de cada uno de los evangelistas. Para esto se pueden emplear colores que ayuden a visualizar. Es sumamente útil valerse de lápices de distintos colores. Particularmente los colores fundamentales: AZUL, ROJO y AMARILLO. Según lo que propusiera Xavier LÉON-DUFOUR en su Concordance des Évangile Synoptiques (Desclée 1956) podría procederse de la siguiente manera: • lo común a los tres, negro, • lo propio de MATEO, rojo, • lo propio de MARCOS, azul, • lo propio de LUCAS, amarillo; • lo común a Mt-Mc, violeta, • lo común a Mc-Lc, verde, • lo común a Mt-Lc, anaranjado31 Emplear estos colores es una sugerencia pedagógica, y no una conditio sine quan non: Útil, pero no absolutamente necesaria. FICHA PRÁCTICA SOBRE JUAN

31 Notar que en la perspectiva de las “Dos fuentes” de la que hemos hablado, los puntos comunes de Mt-Lc (color

naranja) plantearía aquí algunos problemas particulares.

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Juan 1, 35- 42: “Los primeros discípulos de Jesús”

Notas • Juan ve pasar a Jesús y dice que se trata del Cordero de Dios (v. 35). Su mirada (emblepo) implica

penetración discernimiento32. Esa mirada es la que le permite ese nuevo decir sobre Jesús, que va más allá de las apariencias.

• Juan dice de Jesús que es el Cordero de Dios (amnós toû theoû) (v. 35). Andrés dirá luego de Jesús a su hermano Simón: Mesías – Cristo (v 41). Sin entrar en una valoración exhaustiva de ambos títulos cristológicos, puede afirmarse el carácter más simbólico o poético del primero y más real del segundo. En cada caso, Andrés no repite a Juan Bautista. Luego de su permanencia junto a Jesús se distancia del que había sido su maestro. Como, de hecho, antes también se había distanciado físicamente de él.

• “Escucharon... y siguieron” (v. 37. 40). Al seguimiento lo precede la escucha y por ende un acto de fe en la palabra que se ha oído y escuchado. La repetición de esta estructura pareciera sugerir que se trata de una característica constitutiva esencial del discipulado.

• “Dándose vuelta y viéndolos, les dice: ¿qué buscan?” (v. 37). Jesús advierte el tímido seguimiento de esos dos discípulos anónimos. No está distraído. Los interpela por lo esencial (buscar puede significar querer)33.

• “Vengan y verán” (v.39). Jesús invita a los discípulos a participar de su comunión. No les da respuestas prefabricadas. Los lleva a hacer su experiencia.

• “Fueron, vieron dónde permanecía y permanecieron (meino)”. Accedieron a la invitación. Vivieron con él.

• “Andrés, el hermano de Simón, era uno de los dos...” (v. 40). Se dibujan los contornos personales, anónimos hasta entonces.

• “Encuentra a su propio hermano Simón y dice: ‘Hemos encontrado...” El que ha hallado refiere un hallazgo. Del hallazgo del Mesías al de su hermano.

Llamados a un descubrimiento que se comparte

La fe cristiana, ¿será mera repetición de la tradición? En el ámbito de la iniciación cristiana se suele emplear la dupla traditio y redditio (entrega y devolución)cuando se entrega el símbolo de la fe: el catecúmeno debe devolver la profesión recibida recitando él también el credo. Devolver sin adulterar puesto que la fe de la Iglesia es un tesoro común. Nadie tiene el derecho de tergiversarlo. Aunque sí, el de enriquecerlo a partir de la propia experiencia de fe. En efecto, la tradición es un tesoro vivo. No está de ninguna manera en un museo. Y este proceso dinámico de recepción, de experiencia y de devolución de la fe, en la que ésta se profundiza, se verifica desde la vocación de los primeros discípulos del Señor Jesús. Lo podemos leer en la perícopa evangélica de hoy.

De Cordero de Dios al Mesías o una experiencia del Señor transformadora de la existencia

Nos detendremos en la siguiente transformación: Juan anuncia la presencia del Cordero de Dios, cuando ve pasar a Jesús, y Andrés – uno de los dos discípulos que lo escuchan y siguen al Nazareno– lo anuncia a su hermano Simón con el título Mesías (que traducido significa “Cristo”). De Cordero de Dios se pasa a Mesías.

Ambos extremos de esta transformación, el punto de partida y la meta, suponen un acto de fe, una mirada más allá de las apariencias: Lo sugiere el narrador al emplear el término emblepo (v. 36. 42) que significa una mirada con discernimiento. Juan ve andar a Jesús. Y afirma: “este es el Cordero de Dios”. Su mirada intuye el misterio de ese hombre que deambula cerca de él. Y sus labios lo expresan con categorías del Antiguo Testamento: “Cordero de Dios”. Pero Andrés también va más allá de las apariencias cuando reporta su hallazgo a su hermano Simón. Ha compartido una jornada con Jesús de Nazaret y le anuncia haber hallado al Mesías. Este término también implica una profesión de fe.

Andrés, ¿no podría haber anunciado a Simón que había encontrado al Cordero de Dios? Expresar así su fe, ¿no habría estado bien? ¿No habría sido algo más seguro, habida cuenta de que –

32 Cf. Raymond E. BROWN, El Evangelio según San Juan. Ed. Cristiandad, Madrid, 1979, T. I, p. 256.

33 Ibidem

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si así se manifestaba– lo hubiera hecho amparado en la autoridad de Juan el Bautista, que había sido su “maestro” hasta ese entonces? Obviamente sí. Sin embargo, al obrar de esta manera, Andrés no sólo repitió la fe sino la recreó. No sólo conservó el patrimonio, lo incrementó.

¿Qué pasó entre tanto? ¿Cómo llegó Andrés a pronunciar su fe en Jesús Mesías cuando la había recibido en Jesús Cordero de Dios? Son varios los pasos, aunque el principal es la experiencia de Jesús.

1- “Escucharon y siguieron”. Esta dupla – escuchar y seguir- vuelve a repetirse al precisarse que uno de aquellos discípulos era Andrés. Así se sugiere que ambos movimientos son constitutivos del acto discipular. Escuchar es recibir la fe que otro profesa y de la manera como la profesa. Se trata entonces de un acto fundamentalmente pasivo. A lo sumo exige, por parte del escucha, darle crédito al que testimonia. Seguir en cambio implica movilizarse, desplazarse. Es entonces una realidad activa. Se expresa así el momento inicial de la fe. Pablo decía que la fe viene del oír (cf. Rm 10, 17). Siempre hay una mediación humana en el despertar de la fe. Mediación que luego habrá de afrontar un momento de ruptura puesto que el seguimiento del Señor que le es anejo supone distanciamiento. Esa separación que luego se hará más patente cuando se confiese la fe de un modo diferente al que se la había recibido.

2- “Jesús, dándose vuelta y viéndolos seguirlo les dice: ¿qué buscan?”. Ese giro del Maestro supone atención y condescendencia para quienes lo siguen. Hay aquí todo menos indiferencia. Se muestra así su exquisita delicadeza, su tierna actitud paternal. Algo semejante a la actitud del pastor que va a buscar a la oveja que se le había perdido. ¡Qué consolador sabe este gesto del Hijo de María para todo cristiano que, sabedor de su propia indignidad, busca de lejos a ese Maestro, lo sigue a distancia, consciente de su grandeza! Le cabe también a él esperar que ese Señor – del modo como quiera realizarlo- también se dé vuelta y fije en él su mirada condescendiente.

Pero su palabra interpela: “¿qué buscan?” Va a lo esencial, a las búsquedas más profundas del alma humana. El discípulo que espera ese giro del Maestro ha de estar dispuesto a afrontar una pregunta semejante. Una cuestión que lo remite a sus deseos más profundos, a lo que realmente quiere en la vida.

3- “Rabí, dónde permaneces... Vengan y lo verán”. El Maestro no informa dónde permanece o vive, no da las coordenadas para encontrarlo geográficamente, sino incluye a esos discípulos potenciales en el ámbito de su propia existencia. Les brinda así la posibilidad de entrar en comunión con él y efectuar así su propia experiencia.

El estilo pedagógico de Jesús vuelve a ser aleccionador para quienes lo buscan hoy. Más que atiborrarlos de informaciones, Éste los incluye en su comunión para que realicen su propia experiencia del Maestro y de la fe que éste anuncia.

4- “Fueron, vieron dónde permanecía y permanecieron con él todo aquel día”. Aceptaron la invitación de Jesús. Realizaron tres acciones. La primera – ir- es profundizar la anterior, seguir-. Ver implica conocer. Y permanecer es compartir la comunión. En el evangelio de Juan este término tiene un alcance místico muy importante que alude a la mutua permanencia del Padre en el Hijo y de Éste en el Padre, como también a la permanencia del discípulo en Jesús (cf. capítulos 14- 17).

Permanecer es entonces mucho más que un estar quedos en un determinado lugar. Es caminar en el surco elegido y mantenerse en él. Es una realidad dinámica y amorosa. Implica fidelidad.

5- “Encuentra a Simón y le dice: hemos encontrado...” Dos veces el término encontrar. Antes Andrés había encontrado al Mesías, hallazgo fundamental y transformador de su existencia acontecido merced a su experiencia de él. Pero ahora encuentra a su hermano. Puede tratarse de un hallazgo ocasional, banal; pero la repetición del mismo término sugiere un sentido mucho más profundo. Como si se insinuara que quien encuentra a Dios se vuelve capaz de encontrar verdaderamente al hombre, a su hermano. Encontrarlo como para anunciarle la fe que se profesa adultamente.

Este doble encuentro de Andrés – primero el de Jesús y luego el de Simón- sugiere que el hallazgo de Dios permite el verdadero hallazgo del hermano, que no es mero cruce azaroso sino creación de ámbitos vitales que permiten la emergencia de novedades transformadoras de la existencia, focos generadores de sentidos válidos para vivir...

Fue esta experiencia del Maestro la que favoreció la nueva expresión de la fe con que Andrés la compartió a su hermano Simón, que luego devendría Pedro.

De la fe infantil a la fe adulta o enriquecer el patrimonio común

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En este relato puede leerse un paradigma de la transformación de la fe inicial a la fe adulta. La fe inicial, o la fe infantil, supone el crédito a un testigo que conduce, que lleva de la mano. Es el momento de la recepción de la fe. La fe adulta, en cambio, es aquella en la que el creyente se vuelve mediación para que otro acceda también a esa fe que constituye el sentido de la existencia. Es el momento de la asunción de esa misma fe.

En la fe infantil el creyente es repetidor de las fórmulas (palabras, oraciones, gestos creyentes) conque el testigo que lo ha llevado a la fe, la expresaba. En la fe adulta el creyente es recreador de esas mismas fórmulas. Recreador porque les imprime un nuevo sentido y porque incluso es capaz de novedades. Los fundadores de órdenes religiosas, por ejemplo, recibieron carismas que renovaron el perfil de la Iglesia entera: En la fe infantil, el creyente “consume” la fe de la Iglesia; en la fe adulta, enriquece ese patrimonio haciendo trabajar el talento recibido... (cf. la parábola de los talentos en Mt 25, 14- 30).

Difícil es afirmar que el ámbito de una sola celebración eucarística puede transformar al creyente medio en un creyente adulto. Pero sí es viable afirmar que el proceso de la vida de fe tiene en las eucaristías dominicales jalones profundos que marcan los pasos del desarrollo de esa misma fe. ¡Quiera el Señor concedernos que, como Andrés - luego de la escucha de la profesión de fe de Juan -, por la experiencia de Jesús seamos capaces de llegar a la fe adulta! ¡Amén!

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57 Período de los patriarc Permanencia en Egipto Exodo Período de la conquista Período de la monarquía unida Período de la monarquía divida y de los Jueces -1800 -1500 1250 1200 -1020 -931 -722

CISMA POLÍTICO CAÍDA DE SAMARÍA

Y RELIGIOSO (FIN DEL REINO DEL NORTE)

Personajes: Abrham, Moisés, Aarón Josué, Sansón, Jefté, Samuel, Saúl, David y Salomón Reyes del norte: Jeroboám I, Omrí, Ajab, Isaac, Jacob, José y Débora, Barak Jehú, Joás, Heroboam II. sus hermanos . Reyes del Sur: Roboam, Josafat, Atalía, Osías, Ajáz, Ezequías, Manasés, Josías, Joaquín ...

Profetas del norte: Elías, Eliseo, Amós, Oseas ... Del Sur: Miquias, Isaías, Jeremías ... Hechos: Salida de Jarán, Éxodo, Alianza Conquista de la tierra de Canaán Transición de la alianza tribal (anfictionía) Cisma, oscilación entre fidelidad e infidelidad a la peregrinación y primera Peregrinación por Líderes carismáticos que liberan a la monarquía Benjaminita (Saúl), por Alianza, fundación de Samaría, guerra Siro- instalación en Canaán el desierto. a Israel cuando sus enemigos los oficios de Samuel. efraimita, predicación de los profetas, etc. prevalecen. Transición e inicio de la monarquía judaítica de David. Conquista de Jerusalén y traslado del

Arca a la Ciudad. Esplendor del imperio bajo Salomón: Construcción del Templo.

Libros: Génesis Éxodo, Lv, Nm, DT. Jos y Jueces. 1 y 2 Sam, y 1 Re 2 Re Período del Exilio en Babilonia Período de la Dominación Persa Período de la Dominación griega Bajo Roma 586 -538 -331 -68 DESTRUCCIÓN EDICTO DE CIRO ALEJANDRO PONE FIN POMPEYO TOMA CRISTO DE JERUSALÉN; DE PERSIA AL IMPERIO PERSA JERUSALÉN INCENDIO DEL TEMPLO, FIN DEL REINO DE JUDÁ Personas: Godolías, Ezequiel, DtIs. Zorobabel, Ageo y Zacarías, Nehemías y Esdras Hechos: El Pueblo permanece en Babilonia Reconstrucción del templo (520-15) Judea sometida a los Lágidas (hasta el -200) En el campo y en torno a Jerusalén han que- Misiones de Nehermías: reconstrucción de las Judea sometida a los Seléucidas dado algunos qu esperan: murallas de Jerusalén y reformas inspiradas (-200 al -142) Período de purificación del templo. en el Dt (445-430) Luchas Macabeas en respuesta al fuerte proceso Misión de Esdras: compilación del Pentateuco Helenización. Renovación de la Alianza, Nacimiento de la teocracia y del Judaísmo. Libros: Ez, Dt Is, Jer, algunos sal. Esdras y Nehemías 1 y 2 Macabeos

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Unidad 3: Primera parte En la corte salomónica se reflexiona sobre el pasado

a. ¿De dónde venimos como pueblo? o la historia pat riarcal que desemboca en Egipto el Exodo (Gen 12-50, Ex y Nm)

b. ¿De dónde viene el mal? O la historia de los orí genes (gen 1-11)

a. ¿De dónde venimos como pueblo? o la historia patriarcal que desemboca en Egipto el Exodo (Gen 12 -50, Ex y Nm): Abraham y los demás patriarcas

Objetivo:

1. Descubrir cómo Dios elige, promete, se compromete, y se alía con el hombre. Descubrir la respuesta del hombre a ese llamado divino, respuesta en las más variadas circunstancias y avatares.

1. CONTENIDOS FUNDAMENTALES Habíamos visto en la unidad anterior que Israel se constituyó en estado monárquico en el siglo -XI y que esta nueva organización social y política fue el marco propicio en el que se inició decididamente la labor de los escribas-teólogos. Estos abordaron una cuestión fundamental: ¿de dónde venimos nosotros como pueblo? Y, un escriba o un grupo de escribas, al que los especialistas de los estudios bíblicos conocen comúnmente con el nombre de “El Yahivista” (sigla = Y) porque en su documento a Dios se lo llama precisamente con el nombre de Yahveh, elaboró un largo relato que va desde la vocación de Abraham hasta la entrada en la Tierra prometida. Fácilmente aquel que tiene un mínimo conocimiento del Pentateuco se da cuenta de que este documento es sin lugar a dudas la base de toda esta parte de la Biblia, es decir, se ha trasnformado en algo así como es esqueleto que articula los distintos relatos que componen esta obra monumental de la literatura religiosa universal. Es necesario decir que la obra del Y tiene sus antecedentes en las creencias de los israelitas. Estos profesaban su fe diciendo:

“Mi padre era un arameo errante que bajó a Egipto y se refugió allí con unos pocos hombres, pero luego se convirtió en una nación grande fuerte y numerosa. Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura servidumbre. Entonces pedimos auxilio al Señor, el Dios de nuestros padres, y él escuchó nuestra voz. El vio nuestra miseria, nuestro cansancio y nuestra opresión, y nos hizo salir de Egipto con el poder de su mano y la fuerza de subrazo, en medio de un gran terror, de singos y prodigios. El nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra que mana leche y miel. Por eso ofrezco ahora las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me diste”. (Dt, 26, 5-10; cf también Jos 24).

Esta profesión de fe que el israelita profesaba en los templos de Yahvéh, anualmente, con ocasión de la entrega de las primicias, es un reconocimiento del obrar de Dios en la historia del propio pueblo. Este obrar de Dios se desglosa -en este credo israelita- en varias etapas: • mi padre era un arameo errante, • bajó a Egipto, • los egipcios nos oprimieron ... y el Señor nos hizo salir, • el nos trajo a este lugar. Este orden de las acciones salvíficas de Yahvéh en la historia de los antepasados de Israel es más teológico que histórico. Su objetivo nos es tanto decir “lo que pasó” sino “cómo vio lo que pasó la fe de un pueblo”. De allí que este esquema de la historia de la salvación sea conocido por algunos autores relevantes, como Gerhard Von Rad, como un esquema “teológico-cultual”34. Ahora bien, este esquema de fe, a la hora de elaborar una respuesta coherente a la cuestión que se plantea en las cortes de David y Salomón, sirvió sin duda de base ordenadora para la obra de síntesis del Y. Este debió consultar la memoria del pueblo, y también de los otros pueblos, para recabar información respecto de un pasado de Israel que condujera lenta, pero inexorablemente, a la organización política-estatal que en aquel entonces aquel pueblo había alcanzado. Pero los resultados de estas investigaciones no fueron meramente yuxtapuestos, el uno junto al otro, sin orden, sin seguir un plan. El plan lo impuso 34 Cf Teología del Antiguo Tesamento, I, col. Biblioteca de estudios bíblicos 11, ed. Sígueme, Salamanca 19866, pag 168 y sigs.

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la fe secular de Israel; esa fe que se expresaba tan parca y solemnemente a través de estos “credos” que los píos miembros del pueblo de Yahveh recibatan con ocasión de la ofrenda de las primicias del suelo. De esta manera quedaron perfiladas las grandes etapas de la lectura que Israel -guiado por su fe yahvista- hizo de su historia, a saber: • mi padre era un arameo errante: = período de los patriarcas; • que bajó a Egipto: = fin del período de los patriarcas con la historia de José y la bajada a Egipto de Jacob y sus demás hijos; • los egipcios nos oprimieron ... el Señor nos liberó: =Período del Exodo: • él nos trajo a este lugar: = entrega de la tierra prometida bajo Josué. --------------------------------------------------

2. La experiencia espiritual de Abraham y de los de más Patriarcas: a. La Microhistoria

Toda la historia de Abraham (ca. 1700 a.C.) está vinculada a dos grandes temas: la tierra y el hijo. Abraham deja su tierra obedeciendo a ese llamado divino que Dios le dirigiera. Las promesas de Dios son magníficas: “Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y serás una bendición. Bendeciré a los que bendigan y maldeciré al que maldiga, y por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra” ( Gen 12,2-3). Pero el cumplimiento es incierto. La tierra Dios la ha de mostrar. No le anticipa cuál es. El hijo, como veremos luego, aquel por quien Abraham devendría una gran nación, aquel por quien la bendición a todas las naciones de la tierra pasaría un día, tardará en llegar, hasta quebrar su paciencia (Cf. 15, 1-6; 16,1-3; 17, 15-22).

Y Abraham se lanza a la aventura. La mención de la edad (vs 4) no es tampoco sin sentido. Abraham tenía setenta y cinco años. Los cambios de la vida no están reservados a la juventud. Grandes cambios, verdaderos giros copernicanos, Dios puede sugerir o pedir casi en el ocaso de la vida. Cuando ya un hombre adulto pueda pensar que tenga su vida hecha. Para salvar, Dios puede sugerir un cambio importante, cuando ya todos desesperan de él.

Y Abraham, al llegar a la tierra prometida, que Dios habría de mostrarle, la consagra (12,6-9). Erige dos altares. El primero en aquel lugar donde Dios rompe el silencio luego de su peregrinación hasta la tierra, para confirmarle que la tierra que está pisando es la que Él le habría de dar, como también le habría de dar a su descendencia. El segundo en Betel, casa de Dios. Abraham consagra la tierra de Dios. Actúa como un sacerdote. Es en este sentido un anticipo de Cristo, quien habría de ofrecer el mundo entero al Padre. El amigo Dios, se lo merece.

Pero Abraham no está libre de preocupaciones y dificultades que le tocan muy de cerca. Al bajar a Egipto sabe que su esposa, hermosa, va ser codiciada (12,10-20). ¿Gesto de debilidad? ¿Prudencia necesaria? ¿Mentira descarada? Estas y otras preguntas nos podemos plantear respecto del famoso episodio en el que él se hace pasar por mero hermano de Sara. Episodio que volverá a repetirse (Cf. 20,1 y sigs.; 26,6-11). En todo caso, la memoria del Pueblo de Dios, que venera a Abraham, no ha considerado vergonzoso recordarlo. Y mostrar, que aún en esa situación tan ambigua, Dios no lo abandonó.

Entre las dificultades, también están la que surgen por pequeñas querellas familiares (13,1-13). Y Abraham deja elegir a Lot. Esto no significa que haya que dejar elegir siempre a los demás y renunciar a su propio querer de una manera permanente y constante, como por regla general. Abraham está, en esta situación, más allá. El que le había prometido la tierra, se encargaría de mostrársela y de dársela. Y, en efecto, la respuesta no tarda en hacerse oír: “Levanta los ojos, y desde el lugar donde estás, mira hacia el norte y el sur, hacia el este y el oeste, porque toda la tierra que alcances a ver, te la daré a ti y a tu descendencia para siempre. Yo haré que tu descendencia sea numerosa como el polvo de la tierra.” (Gen 13,14-15).

Aún por otras pruebas tiene que pasar Abraham. El mundo político de aquel tiempo, tan cambiante y sujeto a pequeñas guerras de conquista y reyertas, se convierte en una situación que le obliga a “tomar las armas” para rescatar a Lot, que a causa de la campaña de aquellos 4 reyezuelos, había quedado cautivo (Cf. 14,1-16). Y Abraham no le esquiva al bulto. Un hombre de paz se ve obligado a empuñar la espada. Y ahí nuevamente vuelve a encontrar a Dios. ¡Son tan variadas y diferentes las circunstancias en que podemos encontrar a Dios, o en las que Dios se nos manifiesta! Prácticamente ninguna circunstancia humana es maldita de Dios. El que había optado por la paz, y que se había encontrado personalmente implicado en una situación que le exigía su compromiso y su lucha contra la injusticia, termina recibiendo nuevamente la bendición. Esta vez de manos de aquel misterioso Melquisedec (14,17-24).

Y allí vendrá la Alianza y la promesa (15,1-21). Justamente cuando la impaciencia comienza a hacerse sentir: “para qué me vas a dar algo, si yo sigo sin tener hijos...” (15,2). Dios pasará por el medio de las bestias destrozadas. Sobre él caerá la maldición si no cumple con lo prometido. La iniciativa de Dios es única e irrepetible. Abraham ya no puede albergar dudas.

Con todo, su esperanza vuelve a vacilar (16,1-6). Y se hace un hijo, se da a sí mismo un hijo. Un hijo de la impaciencia. Dios le mandará que lo despida. Quiere para él el hijo de la promesa. Hijo que llegará en el contexto en que se manifiesta su exquisita hospitalidad oriental (18, 1- 15).

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Mientras tanto, vuelve a mostrarse la altura espiritual que se juega su amistad con Dios, a fuerza de ser repetitivo e insistente, para salvar a un pueblo de pecadores (18,16-33).

Pero Dios, cuando Abraham, ya padre del hijo de la promesa se hubiera creído que ya está, que ya cumplió que ya nada nuevo puede sucederle, le tenía reservada una nueva prueba. Porque quería que Abraham ganara. El famoso sacrificio de Isaac (22,1-19).

b. ISAAC Isaac es el patriarca sandwich. Aparece como el hijo de Abraham, por quien la bendición de Dios habría de pasar a la humanidad entera. Pero su entidad es inferior. Su identidad se define como hijo de Abraham y como Padre de Jacob. Ambos, su padre y su hijo lo sacan del anonimato. De allí que se estime que posiblemente haya sido una suerte de patriarca inventado para unir las dos grandes tradiciones patriarcales que subyacían en el inconsciente colectivo de los hebreos: Abraham y Jacob o Israel. El Génesis le dedica a penas algunas páginas. Pocas, si se las compara con los otros patriarcas.

c. JACOB

La historia de Jacob (Gen 25-36, con algunos complementos posteriores) dista bastante de la historia de Abraham: Queda claro en sus páginas que a través de él pasa la bendición que Dios quería derramar sobre el mundo. ¡Pero su colaboración es tan precaria! Tal vez sería más propio decir que es “a pesar” de él que la bendición de Dios pasa a la historia. Pues Jacob es el vivo, el aprovechador, el que cree en las metodologías humanas. El que no espera mucho en las promesas de Dios y quiere ser él el que consiga las cosas. Aunque sea haciendo trampa. Así, aprovechándose de la debilidad de su hermano, le compra a vil precio el derecho de primogenitura (25,26-34). Suplantará con una verdadera estratagema montada por su madre, a su hermano, cuando Isaac le imparta la bendición (27). Más tarde, sin embargo, sufrirá en su propia carne lo que significan esas metodologías humanas. Cuando su suegro le suplante a Lía por Raquel, la amada (29,15-30) y cuando sus hijos le traigan el manto que le había hecho a José, para probarle su muerte (37,31 ss.). Es a este Jacob, sin embargo, a quien Dios le sale al encuentro. En dos ocasiones fundamentales: cuando huía de la cólera de su hermano, a quien había “robado” la bendición (28,10-22) y cuando regresa a su tierra, colmado de bienes y de hijos, pero con el miedo de reencontrarse con un hermano de quien ignoraban si ya había sido perdonado (32,23-32):

d. LA HISTORIA DE JOSÉ (Gen 37-50)

d. 1. CRITERIO DE INTERPRETACIÓN:

No pensar al leer la historia de José en un Dios enemigo de la libertad del hombre; en un Dios que le juega una pulseada al hombre; en un Dios que se complace en ganarle al hombre. Se trata de un Dios que va sanando la historia valiéndose de los pecados y de las heridas de la historia, para -desde ellos- realizar su designio de bondad y salvación. Así Dios no aparece como alguien que “permite” el mal ... porque se le antoja ... aunque hubiera podido impedirlo. Dios aparece como el gran “médico” que sana el mal, y de él, saca el bien. De esa manera, la pregunta frente al mal que acontece y nos golpea ... y lastima... es: ¿cómo sanará (en futuro) Dios esta realidad sacando de ella un bien para mi y para mi pueblo ... un bien mayor que el que este mal está destruyendo? La pregunta es entonces no sobre el pasado sino sobre el futuro. La mirada de fe sobre la historia, mirada para la cual nos capacita el relato de la hisotira de José, nos abre a la confianza y a la esperanza de un acontecer asombroso e inesperado, sorpresivo y promisorio, “que supera todo lo que podemos pensar e imaginar”, pero que ocurrirá al cabo de los años y de los tiempos. La realización de ese acontecer auspicioso que narra el ciclo de José se ubican en el tiempo. Y nada nos hace pensar que haya de ser vaciado de su contenido histórico-inmanente. Es decir, Dios sana la historia antes de que la historia muera. La revelación ulterior, sin embargo, nos permite descubrir una dimensión escatológica-trascendente. Una dimensión cuyo auténtico alcance va más allá de la historia.

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d. 2. GUÍA DE ESTUDIO DE LA HISTORIA DE JOSÉ

1- Presentación del personaje:

Ver Gen 37,2-11. • El hijo de la ancianidad. • El preferido: “que supo escapar de ese tibio halago de niño preferido”35. Le había hecho una túnica especial. Era un lujo que solo cuadraba en quien no tenía que trabajar”. De esa túnica será despojado cuando sea vendido como esclavo a Egipo. Esa misma túnica será luego presentada al padre, ensangrentada, como prueba de la muerte de José, fruto del salvajismo de alguna bestial. • El odiado: (Ver 37,4; 37,5; 37,8; 37,11) El odio tiene dos razones: la preferencia de su padre Y sus sueños. • José es un hombre capaz de soñar: A partir de lo que ve estrellas y gavillas, es capaz de entrever los

misterios escondidos (37,7-10). Es un hombre abierto a los sueños, un soñador. Es decir, un hombre capaz de ver más allá que la realidad presente. Es un hombre “no-conforme; es un hombre que empuja la historia hacia adelante; es un Quijote (pero no en el sentido de que haya perido la lealtad al presente. (Ver 37,19.20).

• Es también un Ingenuo: - Desconoce la maldad de los hombres; - que sabe ser “él mismo” más allá de las dificultades humanas; - hijo de un ingenuo (37,4: hace demasiado notoria su preferencia.... 37,13: lo manda a la boca del lobo.)

2- José Vendido por sus hermanos (Gen 37,12ss.)

En ese episodio se manifiesta el odio y también cierta clemencia que atempera el ansia de venganza. “Varias veces en su vida la trama de su misterio se interrumpió, para comenzar otro capítulo en otra geografía. Aparentemente el pasado quedaba truncado, sin sentido, Su infancia nómade es cerrada brutalmente al ser vendido por sus hermanos. Quedaban atrás, vacías de sentido, las carptas paternas, las majadas familiares, la rompa multicolor que lo distinguía entre sus hermanos, los arenales queridos que le habían regalado un cielo límpido con estrellas brillantes para soñar, la tumbas de su madre en Efratá”.36

3- José en Egipto (Gen 39)

Síntesis: Una nueva realidad. Un nuevo compromiso. Una nueva lealtad.37

4- Nuevamente desnudo (39,7-23)

Hubiera sido fácil para José comercializar sus sueños; creer que ese era su presente definitivo. Pero es fiel, leal al presente, porque tiene su mirada puesta en el avenir. Así queda nuevamente desnudo y ahora revestido de presidiario.

5- Su lealtad en la cárcel (Gen 40)

José no es un narcisista, se muestra nuevamente leal a un presente, aunque adverso. Así es capaz de descubrir que hay también angustias y posibilidad de servir incluso en su nueva situación.

6- José, revestido de lino (Gen 41)

Nuevamente, José es despojado de vestido y revestido de uno nuevo, en este caso, el del primer ministro.

35 .MENAPACE, Un Dios rico de tiempo, pag. 53.

36 MENAPACE, 54.

37 Ibidem

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7- José salva a sus familia (Gen 42-45)

Ahora sí José, el hombre que se ha mantenido fiel a su presente, sin guardar rencor a su pasado porque tenía su mirada puesta en el futuro, entiende el misterio de su historia: Dios quería que su familia fuera salvada del hambre.

8- José, un hombre sensible:

Ver: 42,24; 43,30. 31; 45,1-2; 46,29; 50,10; 50, 17: -------------------------------------------------------------

3. El Exodo

Con el término Éxodo, que significa “Salida”, se designa un amplio número de acontecimientos cuyo centro es la salida del pueblo hebreo (si es que en este estado de la historia merece el nombre de pueblo) pero que está precedido por el diseño de la situación en que se hallaba Israel en Egipo, y seguido por la narración de la Alianza en el Sinaí y la larga peregrinación por el desierto del nuevo pueblo de Dios. El grueso de esos acontecimientos se haya narrado en el libro homónimo; libro que en la tradición hebrea recibía el nombre de Shemôt (los nombres), por que en su versículo inicial el libro reza así: “Y estos son los nombres...”. En lo que respecta a la peregrinación por el desierto, mucho del material narrativo que le pertenece se halla ya no en el libro del Ex. sino en el de los Números. Desde el punto de vista histórico, en lo relativo a la historicidad de los acontecimientos relatados en las fuentes bíblicas, las opiniones son variadas. Ya no hay prácticamente quien afirme que los hechos ocurrieron tal como nos lo narran las fuentes de la Sagrada Escritura. Se discute sin embargo cuál fue el verdadero alcance de la esclavitud de los “israelitas” en Egipto, cómo y por dónde se realizó el Exódo, cuáles fueron las tribus que intervinieron, etc. Se admite, en general, lo siguiente: algunas tribus (Efraín y Manasés, ligadas al clan de José, muy probablemente también Benjamín -ligado a José por su origen común en Raquel y tal vez Leví, Judá y Simeón, aunque con menos probabilidad) participaron de aquel acontecimiento38. Atravesaron en su escapada de algunas de las huestes Egipcias por el “mar de las cañas” , zona de marismas. Un viento fuerte favoreció su huida puesto que secó ampliamente la región. Los egipcios que los perseguían tuvieron serias dificultades, y muchos murieron. De estos acontecimientos, aquellos fugitivos hicieron un interpretación religiosa: vieron un signo de la protección especial con que Dios los trataba. Esta interpretación es la que ha trascendido: “¡Si Israel vio en esto la mano de Dios, el historiador no tiene ciertamente pruebas para contradcirlo! No es sorprendente que los relatos egipcios no lo mencionen. No solamente los faraones no acostumbraban celebrar sus fracasos, sino que un asunto que atañía tan sólo a una partida de vagabundos fugitivos dbió haber sido para ellos de escasa importancia. Esperaríamos una narración de ellos en los anales egipcios con tan escasa esperanza como una descripción de la Semana Santa en los anales de César.”39 He aquí, en aquella interpretación religioso-teológica de aquella sorprendente liberación de la que habían sido objeto algunos israelitas, lo medular. “Quienes habían sido salvados vivieron una experiencia que trscendía el destino individual de los interesados. De este modo la liberación de Egipto y el paso del mar Rojo entraron en la profesión de fe de Israel, más a´pun, se conviertieron de hecho en el credo primitivo de este pueblo en torno al cual fue creciendo la historia entera del Hexateuco”40. • Esta intepretación devendrá el mensaje perenne del Exodo: en el Israel verá definitivamente su origen como pueblo

de Dios; en él verá el modo constante de obrar de Dios, la matriz de las obras de Dios; obra de Dios de la que guardará memoria perenne en sus fiestas y en sus libros religiosos; obra de Dios que servirá de criterio para reinterpreta las distintas etapas que habrá de transcurrir en su azarosa y compleja historia.

38 Ver Gerhard VON RAD, Teología del Antiguo Testamento vol. 1 Salamanca, Edic. Sígueme, 1986, pag. 37 y ss., ver también

Addison G. WRIGHT, Roland E. MURPHY, y Jostph A. FITZMYER, Historia de Israel, en BROWN, FITZMYER, MURPHY, Comentario Bíblico San Jerónimo, vol V., edic. Cristiandad, Madrid, 1972, pag 460. Ver también John BRIGHT, La Historia de Israel, Desclée de Brouwer, Bilbao, 1966, pag. 127 ss.

39 John BRIGHT, op. cit. pag. 129

40 VON RAD. op cit. pag. 36-37.

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Israel leerá y releerá el Exodo viendo en El a Dios y a su fe. Israel cantará y reflexionará sobre el Exodo de una manera constante. Muchos salmos y textos sapienciales son una clara meditación sobre aquel acontecimiento fundamental para la Fe israelita. Los acontecimientos del Exodo se nos narran en el libro homónimo, como ya lo hemos mencionado, pero también en los siguientes libros de la Torah, a saber, el Levítico, el libro de los Números y el Deuteronomio. Nos ocuparemos en en esta unidad especialmente del libro del Exodo, cuya importancia es tal que se lo llama “el Evangelio del AT”. Nos ocuparemos también del libro de los Nm, cuyo carácter narrativo nos ofrecerá la posibilidad de ver relatos repetidos e inéditos, que forman parte de lo que se denomina el “ciclo del Exodo”.

b. ¿De dónde viene el mal? O la historia de los orí genes (gen 1-11)

Objetivo:

Apropiarse del mensaje fundamental leído desde Cristo, que se esconde bajo el ropaje del lenguaje simbólico de los capítulos primeros del Génesis. CONTENIDOS BÁSICOS FUNDAMENTALES En el siglo -X la monarquía Israelita alcanza el máximo esplendor de su historia. Corren los tiempos de Salomón: Es un tiempo propicio para la obra de los pensadores y escribas. Nacen así las primeras síntesis de la historia del Pueblo de Israel. Quienes la llevan adelante son un grupo de pensadores al que los estudiosos de la Biblia llaman El Yahvista porque suele llamar Yahvéh a Dios. Procurándose responder a la pregunta de dónde venimos elaboran la historia patriarcal. A grosso modo la respuesta a esa pregunta tan trascendental es: “venimos de Dios, que ha elegido a Abraham”. El Yahvista (Y) se confronta con otro problema durante el reinado de Salomón. Recordémos que el “santo” rey David había hecho asesinar a Urías, el hitita, para esconder su adulterio con Betsabé, quien era la mujer de aquel militar (Cf 2Sm 11). Al sabio rey Salomón tampoco le fue mucho mejor que a David en lo referente a su fidelidad a Dios. El libro de los Reyes nos revela que sus numerosas mujeres extranjeras desviaron su corazón del cumplimiento de la fe israelita pura (cf 1Re 11). El Y se confronta entonces con el dramático tema del pecado; y no de cualquier pecado, sino del de los amigos de Dios. Se plantea algo así como: “¿de dónde viene el mal, y -particularmente- el mal de los amigos de Dios?”: Para responder a este cuestionamiento elabora la sabia historia de los orígenes. Se basa según los estudiosos en historias y relatos preexistentes, que se transmitían oralmente. Aunque los ordena para que signifiquen que el mal viene desde los orígenes de la historia humana por la desobediencia del hombre y que, una vez entrado en el tiempo, se transmite creciente de generación en generación, generando algo así como el efecto que provoca una bola de nieve. Los relatos de la historia de los orígenes se articulan para significar aproximadamente que: 1. todo comienza con la rebelión inicial de la primera pareja humana contra Dios, cuando aún estaban en

el paraíso (pecado contra Dios) en Gen 2 y 3; 2. sigue con el primer homicidio -en este caso el fratricio que perpetra Caín contra Abel- en Gen 4; 3. la historia se transforma en el campo en el que corre la sed insaciable de venganza (Gen 4, 23-24); 4. hay aberraciones como los incomprensibles matrimonios entre los hijos de Dios y las hijas de los

hombres (Gen 6, 1-4); 5. y la corrupción se generaliza de un modo que ya resulta a Dios totalmente insoportable (Gen 6,5ss); 6. esta historia de pecado y violencia termina con el insensato empeño de los hombres de llegar al cielo

por sí mismos, sustituyendo a Dios de este modo, tal como lo ejemplifica Babel (Gen 11).

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Unidad 3: Segunda parte • En el Exilio (586- 538 a.C) el pueblo se pregunta ¿ Qué nos pasó?

• Datos históricos

• Revisión de la historia desde los Jueces hasta el d esastre de la ruina de Jerusalén

• Los profetas.

¿Qué nos pasó? • Nabucodonosor ha destruido Jerusalén con su Templo y ha deportado al Pueblo de Israel a Babilonia. Comienza en el –587 el período más triste de la historia de Israel. Pero, paradójicamente, uno de los más fecundos en los que la Biblia se refieren. Porque el lacerante Exilio obliga al pueblo a reflexionar. La pregunta ¿qué nos pasó? esconde otras:

• ¿Dios nos abandonó? ¿No se había acaso aliando con nosotros en la Al del Sinaí?

• ¿No éramos acaso inexpugnables porque contábamos con la presencia de Dios, cuya garantía era la presencia del Templo de Yahveh en Jerusalén?

• ¿Dios dejó de ser fiel a la alianza con la dinastía davídica, a la que había prometido estabilidad perpetua?

• Teniendo en cuenta la creencia común de que los dioses de los pueblos vencedores eran los más poderosos, poderosos, ¿ponía en evidencia aquel Exilio la victoria definitiva sobre Yahveh del prestigioso panteón babilónico?

• Teniendo en cuenta además la creencia de que cada dios tenía su tierra, en la que atendía, escuchando las oraciones de su pueblo, ¿los más de mil Km que separaban Babilonia de Jerusalén, serían una distancia que exiliaría al pueblo también de su Dios?

A estos interrogantes de honda significación existencial se intenta responder con una nueva lectura global de la historia de Israel que se suele llamar historia profética o deuteronomística. El pueblo revisa su historia desde esta convicción fundamental: fuimos infieles a Dios y el Exilio es el justo castigo que Yahveh nos infligió Esta perspectiva, que para nosotros es una aparente mala noticia, no lo fue para ellos. Porque implicaba la serena convicción de que lo que había ocurrido no era ni un mero accidente en la historia, ni la victoria de los dioses babilónicos, ni el quebrantamiento de la fidelidad divina para con su pueblo y la dinastía de David. Lo acontecido era la respuesta de Dios a una infidelidad constante y creciente de pueblo a su alianza, hasta una medida insoportable. Respondiendo Dios de esta manera, volvía a manifestarse fiel a sí mismo y al pueblo. El castigo era como el de un padre a su hijo rebelde. No la venganza de un enemigo. Con lo que quedaba abierta la puerta a la futura restauración y, por este camino, a la esperanza.

La historia deuteronomística o profética, pretende mostrar esta tesis fundamental releyendo la historia de Israel desde la implantación en Canaán hasta la destrucción de Jerusalén. Se basa en muchísimos elementos previos. Desde los legendarios relatos de los jueces, los hechos de los profetas, los anales de la historia de los dos reinos, etc. Pero ligados entre sí por una mano que reiteradamente intenta poner de manifiesto la pertinaz cerrazón a la gracia de un pueblo mimado por el Señor de muchísimas maneras.

Esta historia abarca los libros de Josué, Jueces, 1y 2 Samuel, y 1 y 2 Reyes.

Excursus: ¿Por qué llamamos historia profética o deuteronomística a esta historia? Leer teológicamente la historia. De todo lo anterior dan testimonio los libros de JOSUÉ y JUECES. Con ellos comienza lo que se denomina HISTORIA PROFÉTICA. Esta historia es parte de lo que en la Biblia hebrea se llama con el nombre de LOS PROFETAS: Abarca los dos libros mencionados, y los libros de Samuel y Reyes. Introducirmos ahora al tema, pues de él nos ocuparemos en estas unidades. Una primera pregunta: por qué llamamos a estos libros “proféticos”?

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Que se dé el nombre de profética a las colecciones que guardan el grueso de los oráculos de los profetas predicadores no nos suena raro. Entendemos, en general, al profeta, como el hombre de la Palabra. Pero de una Palabra insertada en la historia. Iluminadora de la historia. No, la palabra que adivina mágicamente el futuro. Sino la Palabra que -desde Dios- da un sentido al tiempo presente al predicador. Pero, he aquí, que se le da el nombre de profética a una historia. Tratemos de entender las razones.

1. Marco de acción de los profetas Son muchos los profetas de los que se nos habla en estos libros: a) el mismo Moisés había sido llamado profeta en el Dt (18,15-22); b) Hay muchos otros anónimos (Jc 6,7-10; 1 Re 13,1-34; 18,4; 19,14); c) Hay incluso algunos que pertenecían a países vecinos (1 Re 18,19-29) d) En ocasiones, los mismos reyes Saúl (1 Sam 1,1-16) y David (Cfr. Hech 2,30 y Mc 12,35-37 y paralelos41 )reciben esta misma apelación; e) Están también los grandes profetas: - Samuel (1 Sam passim); - Natán (2 Sam 7,1-17; 12,1-15) - Elías (1 Re 17 ss.) - Eliseo (2 Re 2 ss.)

2. El trabajo de Escribir la historia es una “profecía”. Historia, en la Biblia, no es la mera presentación de los hechos ocurridos en forma aislada los unos de los otros sino, la manifestación del sentido de los mismos. Ahora bien, ese sentido, que unifica los hechos acaecidos, no es encontrado sino a la luz de una visión de fe, de una visión teologal de los acontecimientos. Vale decir, no es posible establecer nexos que permitan descubrir la trama profunda de los hechos, dándoles así sentido, sino a partir de un punto de vista religioso, teológico. Cuando se escribe la historia, se lo hace a partir de ese punto de vista. Todo esto nos lleva a afirmar que el mismísimo acto de escribir la historia es de por sí una profecía, es la elaboración de una palabra profética. Es, en efecto, esa misma escritura, ese mismo acto de escribir, el que está iluminando, desde Dios, el sentido más profundo que los acontecimientos tienen. Es ese escribir el que va develando las opciones de Dios en la maraña de los sucesos humanos. Ese acto de escribir es también profético puesto que está ubicado en el tiempo y en el espacio de una manera bien concreta. De esa manera, la “escritura” es una palabra dirigida a interlocutores bien concretos. Y ésta es una de las características de la profecía bíblica.

3. Inspirada en la predicación de los profetas y del Deuteronomio Esta historia es también profética puesto que su fuente de inspiración es la corriente espiritual nacida a partir de la predicación de los profetas. Esta predicación no es una simple palabra aislada, sino el fruto de todo un movimiento de gente que comparte una suerte de sintonía y familiaridad espiritual. Este movimiento, tiene, entre otras características, que se atribuya la primacía a la Palabra. Primacía sobre la ceguera de los hechos. Esto es muy importante de subrayarlo. Los hechos, presentados sin su vinculación estrecha, “ciegos”, sostienen el statu quo, el orden imperante. Los hechos se presentan como un montón desorganizado y casi caótico. De ello, sacan provecho los poderosos. La Palabra, en cambio, porque provee de una interpretación de esos hechos, les da un sentido, que hace posible un cierto dominio de los mismos. Dominio que, a la larga se vuelve favorable a los débiles. “A río revuelto, ganancia de pescadores” dice un famoso dicho de la lengua española. No son los pequeños quienes sacan provecho de las situaciones ambiguas, sino los grandes. El orden engendra la equidad. Hay quienes dicen que la clave para comprender los profetas, es descubrir en ellos el trabajo para pasar de las categorías de puro-impuro a las categoría de justo-injusto. Lo propio de las categorías de

41 Hago notar aquí que las citas son neotestamentarias. En ellas se llama a David profeta, ora de una manera directa ora

indirecta. Entendemos que se consolidó en el judaísmo la tendencia a llamar profecía la tarea de componer salmos que había realizado David, y a éste último, profeta.

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puro-impuro, es que se apele a regiones muy profundas de la personalidad, frente a las que hay muy poca objetividad posible. Por lo cual, en este ámbito, es muy difícil pensar realizar cualquier cambio social. Lo que existe, el orden imperante, es sostenido por categorías arcaicas: un sistema tabú, el antiguo régimen ... Salir de las mismas se muestra como un paso necesario para construir una nueva sociedad. Sino, nada puede ser cambiado. Es en el esquema de “justo-injusto” que esas nuevas condiciones se dan. Otra de las vetas a desarrollar tiene que ver con la importancia de la expresión por medio de la palabra en la vida. Sin palabra, hay violencia. Es un hecho, en la medida en que nuestra expresión se torna más fluida y verdadera, en esa misma medida, la violencia decrece. San Juan Bosco hablaba del “demonio mudo” que asolaba la vida de los jóvenes que educaban en sus institutos. Realidad que es totalmente actual en la vida de hoy. Se decía, en la revista L’Express del 30-3-95, en un artículo sobre la violencia de los adolescentes, que es necesario enseñarles la lengua (en este caso, el francés) “pues los jóvenes más violentos son aquellos que poseen un vocabulario mínimo” (pag.32). El psicoanálisis y otros tipos de “logoterapia” muestran la importancia de la palabra en la vida. Sin ella hay muerte. Las fuerzas mortíferas quedan libradas a sus propias fuerzas destructivas, provocando lo que pueden, muerte y destrucción indiscriminada. Vemos, entonces, la importancia de la palabra. Saca del Caos, creando el cosmos. Favorece así un cambio social, en favor de los más pobres e indefensos. Sana. Todas estas son características de la “palabra profética” y del movimiento espiritual nacido a partir de ella. Movimiento que precisamente otorga es primacía a la palabra. Movimiento espiritual que -como dijimos- se halla en la raíz de la escritura de esta historia.

1. La entrada en Canaán y el libro de Josué Luego de la larga peregrinación por el desierto, al rededor del año 1300 a C. Israel entra en la Tierra prometida. Comienza a hacerse realidad la promesa hecha a los patriarcas. Se entra a tomar posesión de la tierra. Pero a la gloria y entusiasmo de los inicios, gloria y entusiasmo del que nos da testimonio el libro de Josué, sigue un período difícil. Israel no es fiel. Los enemigos prevalecen sobre él. De tanto en tanto, un Dios que parece haberse olvidado de su Pueblo, vuelve a intevenir prodigiosamente en la historia a través de un Juez, suerte de caudillo, que Él mismo suscita, llama y envía para una misión liberadora. Este período de más de 150 años, es el que denominamos período de los Jueces y del que da testimonio el libro bíblico homónimo. Los gráficos son elocuentes para entender el camino recorrido. -1800 -1700 - 1250 1200 Período patriarcal Israel permanece en Egipto Exodo Período de los Jueces

1- El libro de Josué El libro de Jos narra la entra y la conquista de Canaán por parte de las huestes israelitas, bajo la guía del caudillo, sucesor de Moisés, que diera su nombre a esta obra literaria. Enella se dibuja aquella conquista con características muy particulares: - todas las tribus que componen el pueblo de Israel actúa mancomunadamente, como un bloque monolítico, bajo la guía de un único jefe, Josué; - los pueblo cananeos, en su totalidad, no ofrecen casi ninguna resistencia eficaz ante la masa humana de los israelitas que avanza avasalladoramente; - por último, esos pueblos -luego de conquistados, son reducidos a la nada o -dicho en otros términos- son consagrados al extermoinio. El sabor de haber estado frente a una verdadera epopeya -única, inaudita- que queda en el alma del lector es, sin lugar a dudas, uno de los objetivos buscados por el libro. Pero muy difícilmente pueda atribuirse, desde el punto de vista histórico a la conbquista de Canaán por el Israel, el término de epopeya. La realidad histórica debió ser bien diferente. Algunas de las huellas de esas diferencias aparecen el mismo libro de Josué. Por una parte, se deja ver que la conquista no estaba completa en el ocaso de la vida de josué (13,1-6). Por otra, aparece que algunos grupos actuaron por cuenta propia (14,6-15), o, incluso, retrocedieron (19,47). Sin embargo, estas referencias, que obligan a matizar la imagen de la conquista que el libro de Josué dibuja, son el mismo detalles casi insignificantes. Los argumentos convincentes, que exigen un

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replanteo global del tenor de la conquista según Josué, provienen de otros escritos bíblicos. Fundamentalmente, de Jueces y Samuel. Ellos atestiguan que la penetración en Canán y su dominación se hizo por varios caminos; que los pueblos que allí residían ofrecieron una resistencia eficanz y de hecho -cohabitaron con los hebreos en la Tierra prometida durante siglos. Además, sólo en el período davídico habría de consolidarse la hegemonía de Israel en la Palestina y la unidad política. La realidad de los hechos fue entonces muy diferente a como los pintara Josué. ¿Por qué? Según los autores de la introducción al libro del Josué en el LPD. esta presentación idealizada obedece a un objetivo claro: sostener una enseñanza teológica fundamental a través de la narración histórica. Esa enseñanza es que Dios actúa en la historia para entregar a sus Pueblo la Tierra que El mismo le había prometido. Así queda también de manifiesto la autocomprensión del ingreso y la posesión de Canaán que aquel pueblo manejaba: éste no fue obra de los hombres sino de Dios (23,9-10). El libro está dividido en dos martes principales: 1- La conquista del país (1-12) 2- La división entre las doce tribus (13-21). El final del libro presenta algunos temas, de los cuales los principales son: el retorno de las tribus de la Transjordania a sus propios terrritorios, el testamento Espiritual de Josué, la asamblea de Siquén con la alianza de las doce tribus (22-24).

2. El libro de los Jueces Este libro nos presenta este período de la historia de una manera mucho más realista que el libro de Josué. No se nos dibuja un perfil glorioso de las tribus instaladas en Canaán. Por el contrario, se nos revelan los datos que nos llevan a descubrir la dificultosa situación en que se encontraban. Pero la gran preocupación no es escribir cronología, sino teología. Se procura mostrar que las dificultades que el Pueblo tiene son fruto de su infidelidad a la Alianza con Yahveh. Dios, sin embargo, no permanece distante. Sigue preocupado por su pueblo. Señal de lo cual es que envía Jueces liberadores. Hay hermosas narraciones en libro de los Jueces. Que se pueden leer con mucho provecho espiritual. Destaco los ciclos de Débora y Barak (4-5), Gedeón y Abimelek (6-9), Jefté (10,6-12-7) y Sansón (13-16).

3. La Monarquía unida. El Reinado esplendoroso de Dios manifestado en sus lugartenientes.

Cristo reina desde la cruz. En la cruz se lo reconoce como Mesías. “Verdaderamente este hombre era el Mesías, el Hijo de Dios”, confiesa el pagano centurión ante la del todo singular muerte del Señor. Así lo viene celebrando la Iglesia desde siempre. Reconocerlo rey, significa, reconocerlo Mesías, es decir, ungido del Señor. Pero no en función del poder, sino del servicio humilde. Cristo tiene como trono de gloria, la Cruz. Esa es su gloria. Ese es su cetro. No hay otro. Cierto es que la gloria del reinado de Cristo aparecerá plenamente al final de los tiempos, cuando el vuelva lleno de majestad. Pero no será otro Cristo que el que reina desde la cruz. La esperanza en un Cristo Rey, en un Mesías rey, está muy arraigada en la historia de Israel. Se remonta a este período que nos toca estudiar, período al que hemos denominado, de la Monarquía unida. Antes de analizarlo, nos será útil recomponer el camino recorrido.

La Anfictionía no alcanzaba a mediados del siglo XI para asegurar la paz de las tribus dada la irrupción en Canaán de los Filisteos. Hacía falta un ejército estable. Para lo cuál se necesitaba como conditio sine qua non un monarca.

Samuel acompaña este pasaje. Hombre elegido por Dios para tal misión, aparacerá en los libros que llevan su nombre como aquel que ungirá a los dos primeros reyes de Israel, Saúl y David.

Los reyes son lugartenientes de Dios. Su misión es hacer presente la realeza de Dios en medio del pueblo. De allí que se inaugura un nuevo estilo de reinado. El rey no ha de buscar ni su propio poder ni su propia gloria, sino hacer justicia de parte de Yahveh, sobre todo a los débiles y pobres. Por eso, será siempre un fausto acontecimiento el advenimiento de un nuevo rey (Cf. Sal 72).

Los tres primeros reyes serán Saúl, David y Salomón. Saúl es el rey guerrero. Así transcurren sus años de reinado. David, será el rey que inaugure la dinastía de la cuál vendrá Cristo, nuestro Señor (Cf 2 Sm 7). Y Salomón será el rey sabio.

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Analizando brevemente un texto (1Sm 17,38 ss.), el combate con Goliat, podemos descubrir varias cosas interesantes. David pone su confianza en Dios. Rechaza pertrecharse para la guerra de una manera que le dificultaría su acción. Confiado en Dios, sin embargo, no rechaza utilizar los intrumentos sencillos a los que está habituado, guijarros bien escogidos. Vence así la soberbia con sus propias armas. Confianza ilimitada y preparación mínima adecuada para las guerras de Dios. ¿No se podría aplicar esto a la evangelización?

4. La monarquía dividida • El fracaso histórico del proyecto de Israel como imperio a la usanza de los imperios de

Medio Oriente.

• Dios realiza su obra en un pueblo humilda y sencillo

• Los profetas de los siglos IX-VII

Objetivos:

Descubrir al Dios fiel que exhorta a la fidelidad. Revalorizar la relación vertical-horizontal de la religión Descubrir cómo los fracasos históricos, más que azarosos, son un camino de conversión en el que hay lugar para la esperanza.

5. Los profetas En el Reino del NORTE (Israel), durante el reinado de JEROBOÁM II (783-743) tenemos la acción de los profetas AMÓS y poco después, OSEAS. En el Reino del Sur (Judá), durante el reinado de OZIAS (781-740) comienza el ministerio de ISAÍAS, ministerio que se extiende durante los reinados de JOTAM (740-736), AJAZ (736- 716) y hasta en parte EZEQUÍAS (716-687). Se puede datar el ministerio de MIQUEAS, también en el reino del sur, a los reinados de los mencionados JOTAM y AJAZ. Ambos profetas, ISAÍAS y MIQUEAS son contemporáneos. Al siglo siguiente, sobre todo al reinado de JOSÍAS (640-609), pertenece el ministerio profético de SOFONÍAS y NAHÚM. De este período es datable el inicio del profeta JEREMÍAS, quien sin embargo trascendió al Exilio. Habría que mencionar en este mismo período de crisis “Exílica” a HABACUC y a EZEQUIEL.

LOS PROFETAS DEL REINO DEL NORTE: AMÓS Y OSEAS

Ambos profetas comienzan su ministerio durante el reinado de JEROBOAM II. En el caso de AMÓS, dicho ministerio se comienza y se termina, es decir, su ministerio fue muy breve. En el caso de OSEAS, en cambio, se extiende más allá de la muerte de aquel rey, durante el breve reinado de cuatro sucesores, reinado que terminara por sangrientos golpes de estado. AMÓS, es el profeta de la JUSTICIA. El lujo de las clases dirigentes se había convertido en un verdadero insulto para el pueblo sencillo -lujo que se mantenía a costillas de los pobres, a través de un clarísimo sistema de apropiación. Por otra parte, el culto que se practicaba en el santuario de Betel, era un culto meramente exterior, que no llevaba al compromiso del corazón. Amós, un hombre del “SUR” arremete contra ambas realidades: furibundo denuncia las injusticias; indignado lanza sus invectivas contra el falso culto. LEER el famoso oráculo contra Israel (2,6-16) Notar cuáles son los pecados de los que se acusa a Israel de una manera directa. Notar la memoria de lo que Yahveh había obrado: ¿qué sentido tiene? ¿para qué se la trae a colación? ¿Cuáles son los pecados contra los “hombres religiosos” , nazireos y profetas? ¿Qué sentido tienen? ¿Cuáles son las consecuencias-castigos anunciados? Hay una palabra-concepto que se repite varias veces: ¿cuál es?. OSEAS es el profeta del AMOR. Ciertamente que en su predicación influye la situación que ve vivirse en su pueblo, situación que por otra parte, no difería en mucho de aquella que nos había pintado el profeta Amós. Sin embargo, su lectura de la situación está profundamente marcada por su experiencia personal ligada al matrimonio. Padece la infedilidad de su cónyuge. Luego de “poner a prueba” sin embargo a su esposa, la acepta y se resuelve amarla nuevamente. El ve en esta experiencia un signo claro

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de las relaciones de Dios con su pueblo. El es el esposo abandonado y traicionado que acepta seguir amando. LEER la sección sobre su experiencia matrimonial.(1,2-3,5). Notar quién da la orden sobre con quién ha de casarse Oseas; Notar el nombre que se le da a los hijos; ¿La esposa es rechazada para siempre? ¿Qué sentido tienen los vs. 2,16 ss?. ¿Cómo podríamos actualizar esta historia?

LOS PROFETAS DEL REINO DEL SUR

1- MIQUEAS E ISAÍAS.

Difícil es caracterizar en una sola palabra al profeta MIQUEAS, como lo habíamos hecho con Am y Os. Su mensaje, sin embargo, tiene muchos puntos en común con Am en lo que respecta a sus invectivas contra las injusticias que el pequeño pueblo, en especial el campesinado, sufría por parte de los grandes y poderosos de Judá. Pues, la geografía aquí ha cambiado. No así la situación. Situación que incluso ha empeorado por el hecho del asedio de Asiria que hizo emigrar hacia al sur a muchos campesinos Israelitas. Emigrados explotados! LEER el oráculo de 3,9-12. ¿A quién se dirige el oráculo? ¿Cuál es la situación de esos destinatarios dentro de la sociedad? ¿Cuáles son los “pecados” que se aducen? ¿Cuál es el castigo que se anuncia?. ISAÍAS es evidentemente un libro mucho más difícil de sintetizar. Podemos decir que consta fundamentalmente de tres partes: a) los cap 1- 39 que pertenecen propiamente hablando a esta etapa, b) los cap 40-55 que anuncian la salvación durante el destierro. c) los cap. 56-66 que alientan al pueblo en el dura reconstrucción de la nación en el período posexílico. Nos detendremos brevemente en los primeros capítulos pues se refieren a nuestra etapa. Durante casi 40 años, (desde ca. 740 aC) el profeta ejerce su ministerio en el ámbito de Jerusalén. La experiencia matriz de su mensaje profético lo recibe en su vocación: Dios es santo. Terriblemente Santo. Esto marca su ministerio con un cuño caracterizado por el esfuerzo constante de hacer percibir entre sus contemporáneos esa santidad de Dios. Y hacer percibir todo “triunfo” político basado en la astucia como una traición al Señor y a la fe que se le debe. Pues de eso se trataba. Judá se hallaba entre dos fuegos: por un parte Asiria y sus aspiraciones expansionistas. Por otra, Egipto, que no quería perder su hegemonía ni sobre Siria ni sobre Palestina. La política de los reyes israelitas oscilaba ora por un imperio ora por otra. Con toda vehemencia Isaías reacciona haciendo ver que estas actitudes implicaban una falta de confianza. Isaías el “El” profeta del mesianismo davídico. El manteniemiento de la dinastía es para el todo un símbolo: el de la fidelidad de Dios a sus promesas. Por eso no vacila en anunciar al “Emmanuel”, que ciertamente era un descendiente del rey que habría de reinar. La inteligencia cristiana vio en estos oráculos un anuncio del salvador definitivo de la humanidad: Cristo, Dios con nosotros. LEER 6,1-13 (La vocación de Isaías) Notar el lugar de la experiencia de Dios de Isaías ¿Cómo se narra la aparición del Señor? ¿Cuál es la reacción de Is? Notar el rito de purificación

6. El exilio • Israel purificado en su fe

• Israel, abierto a los otros pueblos.

Objetivos:

Descubrir que: 1: Dios no ha abandanoda a su pueblo en la prueba; 2: no son los “dioses” de otros países más poderosos que el Dios de Israel; 3: que el plan de Dios es justo, sabio y misericordioso.

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LEER 2 Cro 36,11-22- (Leer también las Lamentaciones) El Pueblo de Dios es deportado a Babilonia en el 587, en primero lugar y luego, de una manera definitiva en el 581. La política expancionista de Babilonia es la razón. Ellos vieron, en aquella deportación, un motivo teológico: habían sido infieles a la Alianza. Lo habían sido incluso a pesar de las múltiples advertencias de los profetas. Ahora tenían su justo merecido. Interpretar el destierro como un castigo de Dios, lejos de ser para ellos una mala noticia, era evidentemente un Buena noticia. Significaba que Dios no había perdido el control de la situación. Que había lugar para la justicia. Y que, por tanto, así como ahora ellos aparecían castigados y humillados, habría lugar para la restauración. Había, entonces, lugar para la esperanza. El exilio fue duro. Un eco del estado del alma de los israelitas en Babilonia lo encontramos en el famoso Sal 137. Fue un período en que creció y se purifició la fe del Pueblo. Gracias a los profetas JEREMÍAS y EZEQUIEL, descubrieron que Dios era Justo. Gracias al DEUTEROISAÍAS, descubrieron que Dios era UNO. Gracias a este último profeta, descubrieron que Dios preparaba secretamente la restauración de su pueblo. Restauración que habría de ser como un “Nuevo-Exodo” hacia la tierra. Así como Dios había hecho salir a los hijos de Israel de Egipto, así haría también salir de su esclavitud a los hijos de Israel que estaban en el destierro, y los haría volver. De JEREMÍAS, subrayar que es el profeta que mejor nos ha revelado el drama interior de la vocación profética: Leer las confesiones de Jeremías. De EZEQUIEL, subrayar que ha sido el profeta de las “acciones proféticas”. El hombre llamado a “hacer” antes que a “hablar”. A vivir anticipadamente en su carne lo que el pueblo habría de vivir.