Instantes salmantinos

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Una mañana de febrero, días de exámenes ,aquella Casa de la

Conchas, otrora Palacio noble,, Cárcel del Estudio, hoy convertida en Sala de

exposiciones , en Biblioteca pública.… es cobijo de

estudiantes, visitantes, náufragos y curiosos.

Ha hecho una pausa. Arriba sobre la mesa han quedado

libros y apuntes. Es el momento de una pausa y sentir el aire

frío del invierno salmantino. Cigarrillo en ristre, la cara

elevada, mirando una vez más la altivez barroca de las

jesuíticas torres de la Real Clerecía…

Dúo y duelo extraño de siglos y de instantes.

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La Monja y la MotoNo se sabe si la Sor sueña

con su ser, o está simplemente esperando al

autobús municipal

La verdad es que con tanto hábito, tanto velo, tanto

luto es difícil encontrarse. y mucho más si no sabe si

hay un Dios que le permita subirse a la moto.

¿O no es cuestión de dioses, sino de los que se

consideran su albacea y ‘administran’ a su capricho

sus supuestas leyes?

-Sor, ha llegado el autobús. No lo pierda

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NUESTRA CASA, NUESTRA…Sé que está solo. Sólo me tiene a mí, a su flauta, su mochila y unos cartones donde pasar estas noches largas.Estas noches de frío que se nos mete hasta los huesos, nos refugiamos en cualquier portal, en cualquier rincón donde escapar de estas lunas de hielo.Mutuamente nos calentamos, pero lo siento sobre todo por él, porque yo ya estoy acostumbrado a dormir al sereno. Hoy, mientras él ‘trabajaba’ yo soñaba con ‘Nuestra Casa’. Unas tablas de madera, una esterilla y poco más, lo suficiente para dormir juntos bajo un techo

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La hora de la ‘partida’Son las cuatro de la tarde. Un grupo de jugadores ‘echan la partida’ diaria como un rito, mientras los mirones desde la altura de la banqueta observan la partida. No hay ‘Sálvame’ que pueda hacer sombra a una buena mano de mus, tute o brisca.

No hay mejor manera de ‘matar el tiempo’ y ‘llenar’ la jubilación que esta reunión de amigos y la pasión que pone el jugador en el empeño.

Hay quien no juega , repasa el periódico pero prefiere el ‘calor’ de los viejos compañeros que el silencio doméstico de los/las que siguen los chismorreos que escupen las pantallas de la tele

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El Corrillo de la YerbaAhí se han asentando, formando

un corrillo, como la plaza del mismo nombre. Sentadas,

hablando de sus ‘cosas’, de espaldas a más de seis siglos de mercados. Seguramente no han

mirado los capiteles de las columnas donde se esculpieron lunas, soles, marte, mercurio…

indicando los días de la semana.Hoy las hamburguesas, las alitas de pollo, los ‘happy meales’, las

ensaladas y big macs’ han desplazado al “Vinillo claro de los

Villares, plato sabroso de picadillo, hornazos y empanadas

recientes.”

Ya no se ven  la multitud de lugareñas sentadas en el suelo,

con su cesta de huevos al lado, y rodeadas de pollos, pavos y

gallinas.-

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DOUCE/ Feb. 2012

El corrillo de la hierba