Informalidad y pobreza

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43 H ace algunos días, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) publicó algunas cifras preliminares sobre el desempeño del mercado laboral al mes de febrero. Además de una leve disminución en la tasa de desocupación nacional de 5.33 por ciento en febrero de 2012 a 4.85 en el mismo mes de este año, lo cual es un signo positivo, el INEGI reportó que el 59.5 por ciento de la población ocupada se encuentra en la informalidad. Esto último implica que la mayor parte de la fuerza laboral no contribuye a la seguridad social. En particular, los trabajadores informales, sean o no asalariados, no están siendo obligados a ahorrar para su retiro, lo cual es un problema que nos atañe a todos, pues nada nos garantiza que lo estén haciendo de manera óptima por su cuenta. De hecho, la razón misma de ser de los esquemas de seguridad social contributivos es asegurar que, mediante el mandato de la ley, la falta de planeación de las personas, sea por miopía o por falta de recursos o información, no se traduzca en altos índices de pobreza en la vejez. Para un país como México, que está envejeciendo aceleradamente, este riesgo puede materializarse en pocas décadas, por lo que este dato de informalidad, que es ligeramente inferior al 60.1 por ciento del mismo mes de 2012, es una llamada de atención urgente a impulsar cambios, aprovechando el ánimo reformador de la presente administración, que permitan incrementar la cobertura de ciertos beneficios sociales básicos. Sin embargo, es importante aclarar que expandir dichos beneficios requiere que todos contribuyamos, en la medida de nuestras posibilidades, con más impuestos, pues el gobierno no es un hada madrina. Por esto, si bien los detalles específicos de un esquema nuevo de seguridad social universal son todavía objeto de discusión y análisis en diversos círculos, la reforma hacendaria que quizá se presente en la segunda mitad de este año es el primer paso para hacerlo posible. Informalidad y pobreza “VENTANA ABIERTA” LAURA JUÁREZ [email protected]

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El problema y las consecuencias del desempleo nos atañen a todos.

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diferentes áreas de nuestra vida eclesial, tenemos el gran llamado a la vocación misionera que necesita la Iglesia de hoy, no sólo en lo que nos es propio sino fuera de nuestras fronteras.

Considero que es muy importante que el Papa provenga de esta región del mundo, particularmente de Latinoamérica y de la diócesis de Buenos Aires para servir a la Iglesia universal.

Misión universal¿Cómo se hace para entrar en diálo-

go y cercanía con nuevas realidades, con el corazón latinoamericano y la mirada puesta, no en las diferencias sino las grandes convergencias del ser humano?

En esto sobre abrazar comunidades lejanas creo no equivocarme al señalar que, en el mundo, sólo somos dos nun-cios originarios de Latinoamérica en representaciones ponti� cias alrededor del globo: el nuncio de Senegal y Cabo Verde, Luis Mariano Montemayor, pre-cisamente argentino; y yo mismo, en Pakistán, originario de Venezuela. ¿Cómo lo hacemos? Primero, no lo hacemos solos. Es importante saber y reconocer que desde ya hace muchos años hay gente de

América Latina trabajando en el Vaticano, en diferentes servicios de la Santa Sede, hay muchos otros religiosos, sacerdotes, obispos y arzobispos de procedencia la-tina en diferentes servicios de la Iglesia en comunidades que no son latinas. Sin duda están los misioneros, religiosos, sa-cerdotes y religiosas en todo el mundo que, abandonando su tierra, se adentran en nuevas realidades. Abrazamos a otros pueblos como abrazamos nuestra misión de consagrados, como sacerdotes o como obispos, con nuestra tradición, nuestra experiencia y con todo lo que nosotros somos. Así lo hicieron otros cristianos con nuestra tierra que les era ajena.

Seguro así lo ha hecho el papa Francisco con la Iglesia de Roma y la Iglesia univer-sal, del mismo modo como él atendió a Buenos Aires y las diferentes misiones que le fueron encomendadas en su ministerio, lo que cambia es el radio de acción, sólo eso. Pero la actitud nuestra creo que es esencialmente la misma porque estamos conscientes de que la Iglesia supera las barreras geográ� cas. Todos tenemos pre-cisamente una Iglesia universal frente a nosotros que necesita atención.

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PEÑA PARRA NUNCIO APOSTÓLICO EN PAKISTÁN

Hace algunos días, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI)

publicó algunas cifras preliminares sobre el desempeño del mercado laboral al mes de febrero. Además de una leve disminución en la tasa de desocupación nacional de 5.33 por ciento en febrero de 2012 a 4.85 en el mismo mes de este año, lo cual es un signo positivo, el INEGI reportó que el 59.5 por ciento de la población ocupada se encuentra en la informalidad. Esto último implica que la mayor parte de la fuerza laboral no contribuye a la seguridad social. En particular, los trabajadores informales, sean o no asalariados, no están siendo obligados a ahorrar para su retiro, lo cual es un problema que nos atañe a todos, pues nada nos garantiza que lo estén haciendo de manera óptima por su cuenta. De hecho, la razón misma de ser de los esquemas de seguridad social contributivos es asegurar que, mediante el mandato de la ley, la falta de planeación de las personas, sea por miopía o por falta de recursos o información, no se traduzca en altos índices de pobreza en la vejez. Para un país como México, que está envejeciendo aceleradamente, este riesgo puede materializarse en pocas décadas, por lo que este dato de informalidad, que es ligeramente inferior al 60.1 por ciento del mismo mes de 2012, es una llamada de atención urgente a impulsar cambios, aprovechando el ánimo reformador de la presente administración, que permitan incrementar la cobertura de ciertos bene� cios sociales básicos. Sin embargo, es importante aclarar que expandir dichos bene� cios requiere que todos contribuyamos, en la medida de nuestras posibilidades, con más impuestos, pues el gobierno no es un hada madrina. Por esto, si bien los detalles especí� cos de un esquema nuevo de seguridad social universal son todavía objeto de discusión y análisis en diversos círculos, la reforma hacendaria que quizá se presente en la segunda mitad de este año es el primer paso para hacerlo posible.

Informalidad y pobreza

“VENTANA ABIERTA”

LAURA JUÁ[email protected]

033-42_43_ENTREVISTA_NUNCIO_alta 43 4/2/2013 11:04:54 AM