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INFOCAME Boletín Informativo

Edición Año 14 Nº 173. Noviembre de 2013

La Vocación del Líder Empresarial

( Parte II )

El enfoque adoptado El documento reconoce que la mayor parte de las actividades empresariales ocurre a nivel microeconómico. Así, en lugar de presentar una serie de recomendaciones macroeconómicas amplias, distantes de la realidad cotidiana de la mayoría de los emprendedores y lideres organizacionales, la reflexión se enfoca en ayudar al hombre y la mujer de la empresa a discernir, aceptar y asumir su vocación con fe, utilizando los donde recibidos para satisfacer las necesidades concretas de los demás, de un modo que se a justo y este abierto a nuevas posibilidades para el desarrollo humano. El documento esta organizado siguiendo un esquema común para la acción en la DSI: ver, juzgar y actuar. Y lo primero que cabe afirmar sobre ver es que defiende una óptica realista de la economía y la empresa. El hombre de empresa debe saber situarse en la realidad que le circunda: esta es su primera gran obligación. Y aun mas hoy, cuando el mundo de los negocios es complejo. No en vano la prudencia, virtud a la que el documento dedica varios textos – clásicamente se representa como una lechuza de grandes ojos que mira todo atentamente . POara las decisiones empresariales pesa significativamente lo contrxtual, las circunstancias. Como afirmaba Sto. Tomás de Aquino, si una persona de acción debe prescindir de uno de los siguientes dos tipos de conocimiento, el de los principios y el situacional, que renuncie al primero. De otro modo afirmaba lo mismo Baltasar Gracián: “que nos enseñen los sabios pero nos gobiernen los prudentes”. El documento reconoce una amplia variedad de retos y oportunidades a los que se enfrenta el hombre de empresa contemporáneo, pero se centra en cuatro: la globalización, las tecnologías de la información y la comunicación, la “financiación” (distorsión entre las esferas económicas y financieras) y los cambios culturales. Estas tendencias son “un complicado popurrí de factores” que presenta “un plexo complejo de luces y sombras, de lo bueno y los malo, dela verdad y la mentira, de oportunidades y amenazas”. Para juzgar en cada situación empresarial lo que es bueno y lo que no lo es, el documento propone seis principios en relación con tres objetivos esenciales para la empresa. Nos advierte que no hay recetas mágicas, y que conjugar los seis principios puede ser una tares ardua en situaciones concretas. Pero hay que huir de soluciones blanco/negro, unidimensionales y principistas. Los lideres prudentes y justos rechazan estas dicotimías y buscan niveles más profundos de integración. Para el documento los tres objetivos macro, es decir, lo que toda empresa debe procurar alcanzar, son los siguientes:

1. Satisfacer las necesidades del mundo. 2. Organizar el trabajo bueno y productivo. 3. Crear riqueza de forma sustentable y distribuirla de forma justa.

Los seis principios incluyen cinco tradicionales de la DSI: dignidad humana, bien común, solidaridad, subsidiariedad y justicia, y se añade el de la administración (que no es posesión) de los recursos. Este último es una aplicación concreta para el mundo empresarial del tradicional de la DSI: el destino universal de los bienes.

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El documento explica ejemplos de la aplicación de los citados seis principios en relación a los tres objetivos antes indicados:

1. Cuando la empresa produce bienes que son realmente buenos y servicios que realmente sirven, está contribuyendo al bien común.

2. La empresa es solidaria con los pobres al estar atenta a las oportunidades de servir a poblaciones que de otra manera quedarían desfavorecidas y marginadas.

3. La empresa hace una contribución a la comunidad en la que opera al promover la especial dignidad que tiene el trabajo bien hecho.

4. Por medio de la subsidiariedad, ofrecen a sus trabajadores oportunidades para ejercitar la autoridad que les corresponde, a la par que contribuyen con la misión de la organización.

5. La empresa debe entenderse a sí misma como administradora de los recursos ya sean de capital, humanos o ambientales que ha recibido.

6. Cuando es justa en la adjudicación de recursos a todos sus participes o grupos de interés (stakeholders): trabajadores, clientes, inversores.

Al llegar a la acción, el documento no cae en la tentación de indicar una lista detallada de recomendaciones de políticas y prácticas. En cambio, provee un marco de acción que enmarque a la vida contemplativa y activa. En Caritas in Veritate, Su Santidad Benedicto XVI expresa esa armonía cuando define caridad como “amor recibido y ofrecido”. El documento indica que el primer acto del líder empresarial y para algunos el más difícil es humildemente reconocer lo que Dios ha hecho por él o ella. Un reto clave para la gente en las empresas es que a su afán de “lo puedo hacer” y su orientación pragmática puede tentarlos a considerarse “ellos mismos como los que determinan y crean sus propios principios, y no como recibidos.” Lo que es necesidad perentoria para los que trabajan en el mundo empresarial es, antes que nada, “recibir los sacramentos, acoger las escrituras, santificar el día de precepto, rezar, y participar con recogimiento interior, a través de prácticas de piedad, de la vida espiritual. Estas no son acciones opcionales para un cristiano, ni meros actos privados separados y desconectados de su trabajo empresarial”. Bien asumida, esta la idea puede representar un poderoso antídoto al activismo sobrecargado que se encuentra en los negocios. Sin la reflexión profunda, la contemplación y la oración, es difícil ver cómo la gente de negocios, o cualquier otro profesional, pueda resistir los aspectos negativos que vienen de la financiarización, la sobrecarga tecnológica, las situaciones de alta competitividad y otros similares. Para santificar el mundo, para ordenar las estructuras temporales a Dios, primero cada uno debe luchar por ser santo y justo a los ojos de Dios y de los demás. El segundo acto al que la iglesia invita al líder empresarial es dar del mismo modo que ha recibido. Esta entrega nunca será el mínimo legar: debe ser una auténtica participación en la comunión con los demás en orden a hacer del mundo un mejor lugar. En particular, la ofrenda de líder lleva condigo el cultivo de prácticas y políticas que promuevan un desarrollo humano integral. Estas incluyen el justo precio, la adecuada remuneración, el diseño humano del trabajo, las prácticas ambientales responsables y la inversión social responsable. Este fomento de lo mejor del ser humano como el reclutamiento, el despido, los despidos masivos, el marketing y loa publicidad, las cuentas por cobrar y las cuentas por pagar, la conformación y el trabajo de la Junta Directiva, la formación de los empleados, el desarrollo del liderazgo y las relaciones con los proveedores.

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Las palabras “creatividad” e “iniciativa” se repiten con insistencia a través del texto del documento. En un sentido, esto refleja la postura cristiana tradicional de que lo que distingue a los hombres de los animales no racionales, lo que nos hace semejantes a Dios, es nuestra creatividad. Al mismo tiempo, se deriva del reconocimiento del Consejo Pontificio una verdad que se hace muy evidente cada vez que los empresarios hablan de sus situaciones empresariales reales: “están motivados por mucho más que el éxito financiero, el ilustrado interés propio, o de un contrato social abstracto, como a menudo prescribe la literatura económica y los libros de texto de gestión”.

Autor: Guillermo Fariñas – Universidad Monteávila, Venezuela

Este artículo ha sido tomado de la revista Nuevas Tendencias

Instituto Empresa y Humanismo | Universidad de Navarra

Ejemplar: 88 - Diciembre, 2012

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R.M. 0378_94_ED 21 de abril de 1994

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