Identidades y nacionalismos territoriales en las ... · La dimensión territorial-cultural y el...
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Identidades y nacionalismos territoriales en las elecciones autonómicas
de 2011-2012
Enric Martínez-Herrera y Joan Barceló-Soler∗
[De próxima publicación por el Centro de Investigaciones Sociológicas]
Introducción
Una de las características básicas del sistema político español contemporáneo es la
existencia de subsistemas de partidos diferenciados en varias comunidades autónomas.
El principal rasgo distintivo de estos subsistemas consiste en la fuerte implantación de
una o, incluso, varias fuerzas políticas específicas con una presencia mucho menor en la
arena electoral del conjunto del país: los partidos de ámbito no estatal (PANE). Junto a
las características distintivas de los regímenes electorales autonómicos respecto al
ámbito de competición electoral estatal, la existencia y arraigo de los PANE se explica,
principalmente, por la presencia de fracturas o divisorias (cleavages) de conflicto
político etno-territorial en varias comunidades autónomas; fracturas que han adquirido
un papel muy relevante en la lógica del sistema de partidos y del sistema político del
conjunto del país.
El régimen quasi-federal de la España de las Autonomías no sólo ha permitido la
expresión, institucionalización y pujanza de los nacionalismos catalán, gallego y vasco
preexistentes al periodo democrático actual, sino que, a su abrigo, y también en
respuesta a la creciente relevancia en la gobernabilidad estatal de los nacionalismos
históricos – catalán, vasco, gallego y andaluz – han emergido y prosperado nuevos
regionalismos e, incluso, nacionalismos en territorios donde, hace tres décadas, apenas
se atisbaban – como Aragón, Baleares, Canarias, Cantabria y Valencia. Con este
trasfondo, en este capítulo se analizan las características y factores explicativos de
varios nacionalismos territoriales en las elecciones autonómicas de 2011 y 2012. Junto a
Cataluña, el País Vasco y Galicia, donde su relevancia es mayor, analizamos dos casos
donde el nacionalismo periférico es persistente pero casi testimonial: Andalucía y la
Comunidad Valenciana.1
∗ Enric Martínez-Herrera está acreditado como Profesor Contratado Doctor por la ANECA y la AQU y es Affiliated Lecturer en la Universidad de Cambridge; Joan Barceló-Soler ha sido becario de “La Caixa” en la Universidad de Nueva York y es doctorando en la Universidad Washington en San Luis (EE.UU.). 1 Para un diseño de investigación similar, véase Aguilar y Sánchez-Cuenca (2007), con dos comunidades con PANE fuertes (Cataluña y País Vasco) y con PANE menos fuertes (Andalucía y Castilla y León).
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La mayor parte de estos nacionalismos territoriales tiene precedentes de
consideración en la Segunda República Española (1931-1939). En Cataluña las
elecciones de 1931 y 1936 estuvieron dominadas por la coalición de Esquerra
Republicana, con orientación federalista, junto a las organizaciones menores Estat
Català y Unió de Rabassaires, y apoyos electorales del anarcosindicalismo que le
proporcionaron amplias mayorías en las encrucijadas electorales clave de 1931 y 1936
(Brenan, 1977).2 En 1933 la Lliga Regionalista tomó revancha haciéndose la principal
representación catalana en las Cortes (Linz, 2013). En el País Vasco tuvieron fuerte
presencia electoral el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y Acción Nacionalista Vasca
(De la Granja, 1986). Aunque con éxito electoral más modesto, también se expresaron
el autonomismo y el nacionalismo gallego, de Casares Quiroga y Castelao,
respectivamente, que lograron representación en Cortes, así como el andalucismo de
Infante (Tusell, 1971 y 1982; Linz, 2013).
Gráfico 1. Nacionalismo electoral sobre censo en Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia y País Vasco, 1979-2011.
Nationalist-Regionalist Vote Share
0,00
5,00
10,00
15,00
20,00
25,00
30,00
35,00
40,00
45,00
50,00
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
Year
%
AndalusiaBasque C.CataloniaGaliciaC. Valencia
Fuente: elaboración propia de datos de F. Pallarés.
Desde las elecciones constituyentes de 1977, los nacionalismos territoriales han
regresado con fuerza y aumentado su presencia, tanto en las comunidades donde ya 2 El carácter republicano heterogéneo de la Esquerra de Companys queda bien ilustrado con la elección del afamado aviador y masón (liberal) Ramón Franco Bahamonde como uno de sus diputados por Barcelona.
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habían existido como en otras de nueva implantación (Pallarés, 1992). La Gráfica 1
ilustra la relevancia electoral de estas fuerzas entre 1979 y 2011, las cuales han llegado
a alcanzar un 47 por ciento de apoyo electoral, sobre el censo electoral, que incluye a
quienes no votan, en el País Vasco (1986), un 34 por ciento en Cataluña (1984) y 27 por
ciento en Galicia (1997) – proporciones que aun son mayores sobre voto, máxime
cuando la participación electoral no es alta.3 En contraste, en la Comunidad Valenciana
su techo histórico es 10 por ciento (1991) y, en Andalucía 7 por ciento (1979). Con la
salvedad de los andalucistas en las elecciones generales de 1979, los mejores resultados
de estas fuerzas siempre han ocurrido en comicios autonómicos.
La dimensión territorial-cultural y el voto nacionalista territorial
Las investigaciones sobre el comportamiento electoral en los subsistemas
autonómicos de partidos han prestado considerable atención al estudio de la expresión y
articulación de las identidades territoriales en aquellas comunidades con
reivindicaciones nacionales históricas: Cataluña, Galicia y el País Vasco. La presencia y
relativo éxito de partidos de ámbito no estatal han constituido las principales razones de
este énfasis. En la terminología de Lipset y Rokkan (1967 [1992]), sus principales
diferencias con respecto al sistema de partidos predominante en el conjunto español se
atribuyen a la presencia de cleavages propios de tipo “territorial-cultural”, los cuales
estructuran una de las dimensiones de conflicto político y competencia electoral que ha
devenido en fundamental en algunas comunidades. En las tres décadas de existencia de
la España de las Autonomías, además de los nacionalismos que precedían a la actual
etapa democrática, nuevos regionalismos han aparecido a lo ancho y largo del mapa
político español, incluso en regiones donde apenas se intuían pocas décadas atrás. Éste
es el caso de Andalucía y la Comunidad Valenciana, estudiadas también en el presente
análisis.
El cleavage territorial-cultural ha sido caracterizado por los investigadores a
partir de sus manifestaciones actitudinales (identificación nacional, nacionalismo,
preferencias de organización territorial del Estado) y electorales (partidos de ámbito
estatal vs. partidos de ámbito no estatal). A su vez, para dar cuenta del mismo a partir de
las situaciones individuales en la estructura social, se apela a dos variables: el origen
geográfico y la lengua materna. Las principales contribuciones empíricas a la literatura
3 Hemos optado por porcentajes sobre censo para visibilizar la abstención electoral que se produce en muchos comicios.
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especializada se ha centrado en análisis descriptivos e interpretativos en los que se
registraba una tendencia de voto a los PANE mucho mayor en aquellos colectivos con
una identificación con las comunidades territoriales más fuerte – identificación
frecuentemente percibida en términos nacionales (Linz et al., 1981; Linz et al., 1986;
Gunther et al. 1986; Pallarés et al., 1991; Virós et al., 1991; Pallarés et al., 1997;
Martínez, 1999). Los estudios empíricos inspirados en modelos de competencia espacial
han constatado que la dimensión de competencia izquierda-derecha es el factor que
mejor predice el voto incluso en los territorios con nacionalismos territoriales
consolidados (Padró-Solanet y Colomer, 1992; Riba, 1995, 2000; Fernández Albertos,
2002; De la Calle, 2005; Balcells, 2007). No obstante, también se ha comprobado que,
aunque de importancia inferior, las identificaciones territoriales relativas constituyen otra
dimensión clave en la predicción del voto (Pallarés et al., 1991; Pallarés et al., 1997;
Riba, 2000; Aguilar y Sánchez-Cuenca, 2007; Chernyha y Burg, 2012; Martínez y
Paradés, 2014).
Ahora bien, precisamente por su éxito, el concepto de cleavage corre riesgo de
banalización, pérdida de poder analítico y, por ende, esterilidad. El presente estudio
trata de demostrar empíricamente la existencia misma del cleavage, pues el concepto
teórico, bastante exigente, alude a algo más que la existencia de algunas correlaciones
entre variables socio-estructurales o actitudinales y de conducta. Estas asociaciones
deben ser fuertes entre unos niveles y otros, y deben estar arraigadas en acontecimientos
históricos que inspiran la organización de intereses, valores e identidades que, a su vez,
estabilizan los alineamientos políticos (Lipset y Rokkan, 1967; Bartolini y Mair, 1990).
Contra lo que pudiera aparentar, comprobar si existe un cleavage territorial-
cultural no es certificar algo evidente. Ni siquiera la preexistencia de un importante
legado histórico determina el presente, dependiente también, en buena medida, de la
actuación de las elites políticas y el grado de institucionalización de los sistemas de
partidos (Mainwaring y Torcal, 2003). Valga decir, como ilustración significativa, que
ni siquiera una fuerte identidad catalana, actitud catalanista o, acaso, independentista
determina un particular alineamiento electoral: durante la Transición una fuerte
identificación catalana no implicaba un sufragio nacionalista con tanta probabilidad
como sucedería pocos años después (Virós, 1987).
Aunque los alineamientos y realineamientos históricos de los principales
nacionalismos territoriales en España constituyen un asunto complejo, el presente
análisis no puede abordarlo de manera sistemática. Antes bien, este estudio tiene como
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objetivo demostrar la fuerza de las relaciones entre el nivel socio-estructural, el
actitudinal y el de comportamiento efectivo en fechas recientes. En concreto, estudiar la
influencia del origen geográfico de los ciudadanos y, en su caso, la lengua materna
regional permite evaluar en qué medida afectan el voto nacionalista territorial, así como
averiguar otras características ignoradas hasta el momento. Asimismo, interesarse
también por la contribución de otros factores socio-estructurales – considerados en
principio como variables de control – tales como la clase social y el nivel de estudios
permite hallar algunas influencias insospechadas, inesperadas o, simplemente, omitidas
a menudo.
De acuerdo con lo anterior, este capítulo arroja algunas aportaciones adicionales.
Por una parte, la confirmación de que la identificación nacional desempeña un papel
intermedio entre variables etno-culturales socio-estructurales – como son el origen
familiar territorial y la lengua materna – y el voto nacionalista como comportamiento
efectivo, en consonancia con el modelo de fracturas históricas de conflicto político
(cleavages).
En segundo lugar, el debate sobre las relaciones entre variables que determinan
el comportamiento final de los ciudadanos se inserta en el marco analítico más amplio
de la metáfora clásica del “embudo de la causalidad” (Campbell et al., 1960: 24-37). En
éste, prioridad temporal y causalidad están estrechamente vinculados y, asimismo, los
factores causales más próximos al comportamiento efectivo también son objeto de
explicación. De manera análoga, la relación entre variables socio-estructurales,
identidad, preferencias y voto no sólo son parte de una misma cadena causal sino que,
además, se ubican en una prelación temporal distinta. Pues bien, otra contribución de
este estudio es la demostración de que, lejos de subsumirse completamente en el nivel
actitudinal, las características socio-estructurales de origen territorial y lengua familiares
tienen poder predictivo incluso cuando se considera al mismo tiempo la identidad
nacional, indicando que la interpretación de la identidad nacional no es homogénea de
unos grupos de origen familiar y lingüísticos a otros.
En tercer lugar, y desde otro prisma, esta análisis señala también la capacidad
predictiva de la identidad territorial relativa “neta” sobre el sufragio nacionalista, es
decir, tras descontar tanto los efectos primarios socio-estructurales – como el origen
territorial familiar o la lengua y la clase social – como la identificación política en
términos izquierda-derecha. La capacidad predictiva de la identidad nacional implica
también cierta independencia del enmarcado cultural respecto a sus bases sociales
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estructurales, de suerte que la identidad nacional no es una mera variable intermedia o
de conciencia – donde del “en si” se deriva casi, como un resorte, un “para si” – sino
además una construcción cultural o ideológica, resultado también de factores de
dirección por las elites y la intelligentsia así como factores institucionales (Martínez-
Herrera, 2002; Martínez y Miley, 2010). En suma, un factor actitudinal con fuerza
suficiente para anticipar el voto a los partidos nacionalistas territoriales.
Variables teóricas y operacionales
Variable dependiente: el voto nacionalista fiel
Una forma de aproximarse a los alineamientos electorales respecto a las
identidades territoriales y nacionalismos es comparando los votantes de los partidos de
lo que podemos denominar “bloque nacionalista” con el resto de votantes.4 A pesar de
que otras formaciones demuestren especial sensibilidad en la protección de la cultura
regional y defiendan con determinación su autonomía política e, incluso, propugnen el
federalismo, el presente análisis sólo considera en este bloque aquellas formaciones
inequívocamente nacionalistas subestatales de los subsistemas de partidos
parlamentarios autonómicos.5
No obstante, algunas de las comunidades con identidades territoriales
fuertemente politizadas se han caracterizado por lo que se ha llamado el “voto dual”,
consistente en votar a partidos distintos en convocatorias de ámbito distinto (Montero y
Font, 1991; Riba, 2000), y la “abstención diferencial”, consistente en participar en
elecciones de ámbito estatal pero no en las autonómicas (Font, 1991; Riba, 1995).
Aunque es Cataluña donde este fenómeno fue más relevante, también ha tenido cierta
incidencia en otras comunidades. Por este motivo, resulta aconsejable identificar a los
“votantes duros” (cf. Molas, 1992) del bloque nacionalista, aquellos que siempre se
movilizan y le son fieles, pues incluso si pueden transferir su apoyo entre distintas
formaciones, lo hacen entre fuerzas del mismo bloque. Así pues, y por economía de
lenguaje, denominaremos a este comportamiento “voto nacionalista fiel”.
4 Cf. Torcal y Mainwaring (2003) respecto a una clasificación del voto por bloques de izquierdas y derechas, donde se demuestra que las transferencias de voto entre bloques son mucho menos comunes que dentro de los bloques. Cf. también Percheron y Jennings (1981). 5 Que esta clasificación no siempre es sencilla puede ilustrarse con el caso de ICV, partido que define Cataluña como una nación y aspira a mayores cuotas de autogobierno pero concurre federada o coaligada con IU, de ámbito estatal.
7
A efectos del presente análisis, clasificamos como nacionalistas territoriales o
“periféricos” (en la terminología de Rokkan) aquellas candidaturas que consideran que
sus comunidades autónomas (o incluso un ámbito territorial superior al de la comunidad
autónoma, como es Euskalerria o los Països Catalans) son “naciones” y propugnan un
incremento sustancial del autogobierno territorial, que puede incluir la secesión para
devenir en un Estado soberano (véase, en este volumen, el análisis de los programas de
los partidos de Ruiz Jiménez). Su operacionalización, consigna el valor 1 al voto
dirigido, tanto en los comicios autonómicos como en los generales entorno a 2011-
2012, a los partidos claramente nacionalistas.
En Cataluña, los partidos considerados como inequívocamente nacionalistas son
la coalición Convergència i Unió (CiU), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC),
Candidatura d’Unitat Popular (CUP), Reagrupament, y Solidaritat per la
Independencia (SI). En Galicia, los partidos que se caracterizan así son el Bloque
Nacionalista Galego (BNG) y ANOVA-Irmandade Nacionalista – en coalición electoral
con Izquierda Unida, como Alternativa Galega de Esquerda (AGE), pero con amplia
mayoría de electores nacionalistas-. A su vez, en el País Vasco entran en esta categoría
el Partido Nacionalista Vasco (EAJ-PNV), Euskal Herria Bildu (EHB), Eusko
Alkartasuna (EA), y Aralar. De este modo, al voto volátil al bloque, así como al
dirigido a otras listas, a la abstención y la ausencia de respuesta se les ha asignado el
valor 0. Sin embargo, por otra parte, la muestra estadística de electores es demasiado
pequeña para extraer resultados robustos de los votantes “fieles” en Andalucía y la
Comunidad Valenciana, por lo cual se utilizará el porcentaje de votos a los partidos
nacionalistas Partido Andalucista (PA) y Compromís (Bloc), respectivamente, y
únicamente en las elecciones autonómicas.
El factor explicativo actitudinal: las identidades territoriales relativas
La identificación territorial relativa es el principal factor de naturaleza cultural-
actitudinal para dar cuenta del voto nacionalista territorial. También denominada por los
estudiosos “sentimiento de pertenencia” (y a veces “identidad nacional subjetiva”), se mide
con una escala bipolar de cinco valores que permite expresar la auto-identificación con las
comunidades políticas española y autonómica en términos relativos, pudiendo optar por
una pertenencia “exclusiva” a uno de estos referentes o “dual” (compartida), en diversos
grados, respecto a ambos (“Me siento sólo español”, “... más español que [catalán, gallego,
8
vasco, etc.]”, “... tan [catalán, gallego, etc.] como español”, “... más [catalán, gallego, etc.]
que español” o “... sólo [catalán, gallego, etc.]”) (Linz et al. 1981, 1986).
Este instrumento informa, en primer lugar, de la adhesión (afectiva) a los referentes
comunitarios propuestos más que el reconocimiento (cognitivo) de una situación de hecho
(Pallarés et al., 1991: 152). En segundo lugar, de la conflictividad o compatibilidad política
que se les atribuye (cf. Pallarés et al., 1997) y, por tanto, del respaldo potencial a cada uno
de ellos frente al otro; esto es, en términos relativos. Junto a estas cualidades, tal vez lo que
más importe sea su fuerte capacidad discriminante en la dimensión nacionalista de la
competencia electoral en Cataluña y País Vasco (Pallarés et al., 1991; Martínez-Herrera,
1994, 1999; Riba, 2000).6 De acuerdo con los estudios especializados, en el trasfondo de
estas actitudes se encuentran fundamentalmente dos variables sociodemográficas: origen
geográfico y lengua familiares (Pallarés et al., 1991, 1998; Martínez-Herrera, 1994, 1999;
Bollen y Díez-Medrano, 1998). Si bien los agentes y contextos de socialización política
relacionados con las instituciones públicas, los partidos y los medios de comunicación de
masas también influyen en la formación de las identidades nacionales y/o territoriales,
según la perspectiva teórica de los cleavages, a estos factores socio-estructurales
corresponde un papel fundamental – y acaso preponderante – en su fragua.
Factores explicativos socio-estructurales: origen territorial familiar y lengua materna
Entre las variables que corresponden al lugar del individuo en la estructura social, según
los estudios especializados, el origen y, en su caso, la lengua regional han sido los
factores explicativos básicos de las identidades territoriales.
El origen territorial familiar del entrevistado ha mantenido una pauta estable y
muy fiable como predictor de las identificaciones nacionales y del voto nacionalista a lo
largo del tiempo (Linz et al., 1981; Gunther et al., 1986; Pallarés et al. 1991; Andrés y
Sánchez, 1991; Martínez-Herrera, 1994, 1999; Chernyha y Burg, 2012). El acervo
territorial-cultural familiar del individuo ha sido considerado como el atributo
primordial para la identificación con grupos étnicos en términos generales (Geertz,
1973; Chandra y Wilkinson, 2008), y así también en el caso más concreto de las
comunidades autónomas en España. Este origen informa simultáneamente de, al menos,
6 Otras de sus ventajas en comparación con otros indicadores son: su continuidad histórica (casi dos décadas en sondeos del CIS y otras fuentes); su alta fiabilidad, al mostrar distribuciones de respuestas estables a corto plazo y una elevada tasa de respuestas, tanto a escala poblacional (Pallarés et al., 1991: 162) como, en el caso de Cataluña, en los distintos grupos de origen (Martínez Herrera, 1994, 1997, 2002).
9
dos fenómenos que, aunque estrechamente relacionados, hay que distinguir. De un lado,
las diferentes identificaciones colectivas y valores transmitidos durante la socialización
primaria en el ambiente familiar acerca de las comunidades políticas como referentes de
identificación personal y acerca de la forma de entenderlas en cuanto a sus valores
medulares y sus límites de inclusión social. De otro lado, las diferencias materiales en
cuanto al tiempo de asentamiento en el territorio y la consiguiente integración en sus
redes sociales, así como la percepción y relevancia social atribuida a estas diferencias.
Dada la naturaleza categórica, aunque ordinal, de la variable origen, para el
análisis de regresión empleamos una batería de variables dummy. Una para cada
categoría de autóctonos: “segunda generación” para los hijos de autóctonos; “mixta”
para hijos de un autóctono y un inmigrado; y “primera generación” para hijos de
inmigrados. Los inmigrados actúan como categoría de referencia.7
Por su parte, el catalán, el gallego y el vascuence son considerados no sólo como
instrumentos comunicativos sino, también, sellos o marcadores étnicos de identidad
regional y estandartes políticos. Por esta razón, su asociación con sentimientos de
pertenencia (Shabad y Gunther, 1982; Mercadé, 1990), incluso dentro de los diversos
grupos de origen (Gunther et al., 1986), ha sido fuerte a lo largo del tiempo. Aunque de
forma imperfecta, la lengua materna o de la familia de la infancia refleja diversos
aspectos que explicarían su conexión con la identificación territorial y, eventualmente,
con su politización, la identificación nacional y el voto nacionalista. En primer lugar, la
identificación y sentimientos afectivos hacia el acervo familiar (Barrera, 1995) y, en un
contexto mucho más amplio, el marco cultural de referencia del individuo (Fernández-
Marín y López, 2010).8 En segundo lugar, la lengua puede entrañar habilidades
comunicativas que permiten la movilidad social en el mercado de trabajo y, por ello,
predisponen a un nacionalismo en favor del código de comunicación (Gellner, 1983
[1988]); así como capacidades de expresión, persuasión y, consiguientemente,
influencia en la esfera pública.
Dada la naturaleza categórica, aunque ordinal, de la variable original, la
7 En este estudio la operacionalización más completa aquí descrita sólo es factible en Cataluña y País Vasco, ya que el CIS no interrogó por el lugar de nacimiento de los progenitores en Andalucía y Valencia y tampoco por el del entrevistado en Galicia. Véase la siguiente sección para las soluciones específicas adoptadas. 8 Preferimos la lengua materna al conocimiento de la lengua porque este último atributo puede ser tanto causa como efecto de la identificación territorial: un individuo puede sentirse de un colectivo porque es capaz de hablar en su lengua, pero también puede aprender ésta porque se identifica con aquél.
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operacionalización consiste en otra batería de dummies. La categoría de referencia
(omitida, que toma valor cero) comprende aquellas personas en cuyas familias durante
su infancia no se hablaba catalán-valenciano, gallego ni vascuence (según corresponda a
cada comunidad autónoma).
Otros factores y variables de control
Junto a los factores explicativos, contemplamos, como variables de control,
diversos factores invocados por los estudios especializados como explicaciones
alternativas. Existen, sin embargo, suficientes argumentos para formular hipótesis
teóricas que expliquen, a partir de algunas de ellas, la identificación y el voto
nacionalistas. Las variables son de dos tipos: socio-estructurales y de identificación
política general en términos de izquierda y derecha. Se trata, por tanto, desde el punto
de vista teórico, de factores a la misma “distancia” causal del comportamiento electoral
que los factores que componen los cleavages.9 Su inclusión en los modelos
multivariantes ayudará a establecer la no espureidad de las relaciones entre las variables
que teóricamente componen el cleavage etnocultural, así como su importancia relativa.
Entre los diversos factores a considerar como variables de control, sobresalen
aquellos que conforman el principal cleavage en prácticamente todas las sociedades
industrializadas: el socioeconómico. A nivel socio-estructural, está representado
fundamentalmente por la clase social, sobre cuyo impacto en el comportamiento
electoral existe una vasta literatura. Sin embargo, por otra parte, también cabe esperar
que exista un impacto de la clase en el nacionalismo, como han argumentado algunos
estudiosos de este fenómeno (Gellner, 1983 y 1995; Hroch, 1985). Asimismo, en el caso
catalán, se ha registrado entre los autóctonos en primera generación un mayor
extrañamiento de la identidad española cuanto más elevado es su status ocupacional,
una variable parecida a la que aquí se emplea (Martínez Herrera, 1994). Esto podría
obedecer a varios motivos: las personas mejor situadas en el mercado laboral pueden sentir
más satisfacción con el orden social existente; sus relaciones personales con autóctonos en
segunda generación (quienes tienden, al mismo tiempo, a ocupar las mejores posiciones
9 Merece ser razonada la no inclusión de algunas variables. Entre las socio-estructurales, la situación ocupacional carece de la consistencia teórica de la clase social. Entre las actitudinales, las percepciones acerca de los candidatos y temas de campaña son mucho más coyunturales y próximas al voto y es teóricamente plausible que dependan de actitudes más estructurales como son las identificaciones territoriales e izquierda-derecha.
11
jerárquicas y a ser portadores de este patrón cultural) serán mucho más probables; y, en los
casos correspondientes, sus intereses económicos y de estatus se ven favorecidos por las
políticas nacionalistas y de centro-derecha que han predominado en Cataluña y País
Vasco.10
Para evaluar el impacto de la clase social utilizamos una clasificación que sigue,
en esencia, el planteamiento de Erik Olin Wright (Feito, 1998). En la tradición
marxiana, este influyente sociólogo toma en consideración la propiedad de los medios
de producción, los “activos de organización” (autoridad) y los “activos de cualificación”
previos a la inserción en el nicho laboral, resultando de ello doce categorías. A su vez,
Feito (1998) las resume en las seis siguientes, que también adoptamos:11 “empresarios”,
para quienes tienen asalariados; “pequeña burguesía”, para los profesionales,
trabajadores autónomos y propietarios sin empleados o con ayuda familiar; “directivos y
supervisores”; “expertos”; “trabajadores semicualificados”; y “obreros”.12 Partiendo de
esta clasificación hemos construido una batería de variables dicotómicas en la cual cada
categoría deviene el valor 1 en cada variable, situando “obreros” como categoría de
referencia.
Los análisis sobre el voto nacionalista demuestran, con análisis bivariantes, la
existencia de asociaciones estadísticas entre el nivel de estudios y diferentes
orientaciones hacia el voto (Virós et al., 1991) o la abstención (Pallarés y Font, 1994).
De esas investigaciones se desprende que el voto a partidos nacionalistas es mucho más
frecuente entre personas con estudios secundarios y superiores. También se ha
registrado que las identificaciones territoriales relativas son menos españolas entre los
autóctonos en segunda generación cuanto mayor es su nivel de estudios (Martínez
Herrera, 1994).
Estas relaciones empíricas, particularmente la interacción entre estudios y
origen, quizá encuentren explicación en una proposición de Hroch (1985), según la cual
la intelligentzia de las minorías lingüísticas es dada al nacionalismo por sus dificultades 10 Asimismo, a menudo, se han formado en centros educativos donde se difunde el sentimiento nacionalista catalán, pero este factor será operacionalizado con el nivel educativo. 11 Sin embargo, Feito añade otras cuatro categorías relativas a las “clases pasivas”, lo cual se aleja del enfoque teórico original. Cabe considerar que la situación de clase de los desempleados y jubilados viene dada por su situación cuando trabajaban, mientras que la de las amas de casa, estudiantes y buscadores de un primer empleo deriva de la principal fuente de ingresos familiar, aunque ello implique una “clase mediada” en lugar de “directa” (cf. Feito, 1998: 19-20 y 25-32). 12 Estos criterios se operacionalizan creando una variable en la que se combina una recodificación de Feito (1998, con detalle) de la Clasificación Nacional de Ocupaciones empleada por el CIS y otra variable sobre la condición de empleado o empleador.
12
para que se reconozca su preparación en el Estado nacional, particularmente en la
función pública. También en una de Gellner (1988), tan materialista como la anterior:
quienes dominen la cultura oficial de las instituciones públicas – sustituyendo aquí el
Estado por un término más laxo que incluye las Comunidades Autónomas – por las
ventajas en el mercado de trabajo que ello supone, serán los más nacionalistas. O bien,
en una hipótesis no materialista: quien conoce mejor una cultura, le tiene mayor afecto
y, por ello, procura promoverla, y si percibe que el Estado la perjudica, se hace
nacionalista contra el Estado (v.g., Barrera, 1995). En este caso, considerando que el
paso de un ciclo educativo al siguiente es lo más significativo al dar cuenta del voto
(v.g., la diferencia entre un bagaje de estudios primarios y otro de secundarios), hemos
recodificado las variables disponibles creando una de carácter ordinal con un rango
desde 0, para quienes no han sido nunca escolarizados, hasta 4, para quienes han
cursado estudios superiores.
La asociación entre religión y voto es bien conocida, siendo la religiosidad (o su
ausencia) un importante factor de división social y política en Europa, incluida España,
no sólo en el pasado sino también en el presente, aunque cada vez menos (Montero,
1994). Está bien establecida, además, su relación con la divisoria entre izquierda y
derecha (v.g., Díez Medrano et al., 1989; Montero y Torcal, 1995). En Cataluña, casi
tanto como en el País Vasco, la división entorno al papel de la religión en la sociedad es
muy importante en la génesis del nacionalismo (Marfany, 1996).13 Ahora bien, una de
las tradiciones del nacionalismo español también se ha asociado históricamente al
Catolicismo tradicionalista (Álvarez Junco, 2001). Es interesante, pues, conocer qué
sectores se decantan más en la actualidad por los partidos nacionalistas: los más o los
menos practicantes del catolicismo. La variable operacional consiste en una escala de
frecuencia de práctica religiosa católica del 0 al 5, donde 0 recoge personas que nunca
asisten a oficios religiosos o se adscriben a otras religiones o iglesias y 5 aquellas que lo
hacen con una frecuencia mayor que semanal.
También existe asociación entre la edad y la participación y orientación electoral
y, en el caso catalán, está comprobado que, entre los autóctonos con padres inmigrados,
a mayor edad, mayor es la tendencia a identificarse preferentemente con Cataluña
13 En comparación con el País Vasco, donde el catolicismo local y su traslación carlista están en los orígenes del nacionalismo homónimo, la relación en Cataluña es un tanto ambigua, ya que existen dos tradiciones nacionalistas: una clerical, primero reaccionaria, luego conservadora y finalmente democristiana; y otra secular, liberal o incluso de izquierda de inspiración marxista.
13
respecto a España (Martínez Herrera, 1994). En el análisis estadístico se ha mantenido
esta variable en su formato original, salvo por una eliminación de los contados “no
contesta”.
A menudo se ha observado que las mujeres tendían en mayor medida que los
hombres a optar por opciones conservadoras. Valga decir que el voto a CiU solió ser
relativamente más femenino, mientras los del PSC-PSOE, ERC e IC-IU, más
masculinos (Virós et al., 1991). Al observar las diferentes conductas de hombres y
mujeres hay que discernir entre lo biológico y lo sociocultural, siendo las diferencias de
género aquéllas que asocian a cada sexo roles sociales distintos. Aquí controlamos los
efectos de dos de los factores más relevantes para la orientación del voto y que han
acostumbrado a definir tales diferencias de género, como son la religiosidad y el nivel
educativo. En la operacionalización de esta variable se ha asignado valor 0 al varón y
valor 1 a la mujer.
El principal correlato de la clase social y la religiosidad en el plano cultural o de
sistemas de creencias y valores corresponde a las identificaciones individuales en
términos de izquierda y derecha, del cual, además, se ha demostrado que es el factor que
mejor predice el voto en la sociedad catalana (Pallarés et al., 1991; Pallarés y Font,
1994; Riba, 1995). Pero además, incluso tratándose de dimensiones distintas, existen
razones para esperar que la identificación izquierda-derecha guarde relación con el
nacionalismo. De manera similar a la religión, o incluso en relación con ella, esta
identificación se ha asociado con el nacionalismo: unas veces han sido las derechas las
que más han enfatizado los aspectos de identificación y diferenciación cultural y
territorial, mientras en otros períodos históricos lo han hecho las izquierdas. No está de
más, por ende, averiguar si existe relación, y cuál, entre este factor y la identificación y
el voto nacionalistas. La operacionalización de esta identificación consiste en una escala
donde la izquierda recibe el valor 1 y la derecha el 10. A fin de no perder una cuarta
parte de la muestra, se han imputado las categorías no sabe y no contesta con la media.
Asimismo, el análisis incluye dos variables contextuales. La provincia nos sirve
como indicator “proxy” al grado de implantación de los partidos políticos (Panebianco,
1990) así como, allá donde puede ser relevante, a homogeneidad etno-cultural, con
posibles efectos en la congruencia entre contextos de socialización así como la
influencia de los grupos de pares como intermediadores electorales (Martínez-Herrera,
1999; cf. Barceló, 2014). El tamaño del municipio (hábitat), por su parte, también es
indicativo del grado de implantación de los partidos, así como de intereses económicos
14
y de políticas públicas relacionados con la dimensión rural-urbana.
Datos y técnicas
Las bases de datos empleadas para la observación empírica son los estudios del
Centro de Investigaciones Sociológicas correspondientes a las elecciones autonómicas
de Comunidad Valenciana (Mayo de 2011), Andalucía (Abril de 2012), Galicia y País
Vasco (Octubre de 2012), y Cataluña (Noviembre de 2012).14
Para contrastar las hipótesis empleamos técnicas de análisis multivariante que
permiten la introducción de numerosas variables de control para evitar espuriedad. En
concreto, para las identificaciones relativas (una variable ordinal con cinco valores)
usamos regresión “clásica” (método de mínimos cuadrados ordinarios, MCO); para el
voto nacionalista, regresión logística (logit), una extensión de la regresión lineal
múltiple para variables dependientes dicotómicas (dummy). En el caso de estas variables
resulta preferible, en primer lugar, porque la función logística es más realista, más
parecida a las funciones de asociación entre variables que se dan en la realidad social
que las funciones lineales; en segundo lugar, porque los “errores” o “residuos” de los
modelos de probabilidad lineal pueden violar las asunciones de homocedasticidad y
normalidad, lo cual resulta en errores estándar y test de hipótesis inválidos (Long,
1997); y, tercero, porque la regresión logística evita producir predicciones de
probabilidad imposibles (superiores a 1 o con signo negativo) (Aldrich y Nelson, 1990).
Su principal inconveniente en comparación con la regresión clásica es una
mayor dificultad de interpretación: mientras que con un modelo MCO los coeficientes
se interpretarían como la probabilidad de que la variable dependiente tome el valor 1
(suceso de interés) en lugar del valor 0 (v. g., 1 significaría votar a determinado partido,
y 0 no votarlo), esta lectura no es posible con logit. Para la interpretación de los
resultados se van a utilizar dos indicadores: las razones de probabilidad y los
coeficientes. Las razones de probabilidad (odds-ratio, OR) informan del aumento de la
probabilidad de que la dependiente ocurra respecto a que no ocurra por cada aumento de
una unidad en la variable independiente. Por su parte, los coeficientes consisten en la
diferencia en el logaritmo natural de la probabilidad (log odds) de que el suceso ocurra
respecto a que no ocurra por un cambio unitario en la independiente. Si bien queda
patente su dificultad de interpretación, permite analizar la significación estadística y la
14 Estudios con referencias 2892, 2939, 2959, 2963, 2964, 2965 y 2970.
15
dirección positiva o negativa del cambio.
Resultados
El aspecto más visible de cleavages etno-territoriales presentes en España
consiste en los alineamientos electorales, tales como los presentes en los comicios
autonómicos de la Comunidad Valenciana en 2011 y los de Andalucía, Cataluña,
Galicia y País Vasco en 2012. En este apartado evaluamos el grado de asociación
estadística del voto nacionalista territorial con sus bases socio-estructurales y
actitudinales, centrándonos en dar cuenta, primero, de la expresión de identidades
relativas preferente o exclusivamente territoriales y, segundo, del voto nacionalista.
Como primera aproximación, la Tabla 1 muestra la distribución de las
identidades territoriales según el principal factor socio-estructural para cada territorio:
origen geográfico familiar, que viene clasificado por el CIS en tres categorías para
Andalucía y la Comunidad Valenciana y en cuatro para Cataluña y el País Vasco; para
Galicia, la lengua materna.15 Las tablas de contingencia arrojan una fuerte asociación
entre identidad y origen o lengua en todas las comunidades examinadas.
Tabla 1. Identidades territoriales según factores etnoculturales estructurales.(% fila)
Andalucía
Origen (3 categorías)
Únicamente
español E > CA E = CA CA > E
Únicamente de la
CA NS/NC (n) Nacido en CA 3,5% 5,5% 71,9% 15,9% 2,9% 0,3% 1361 Nacido resto de España 21,2% 17,2% 51,5% 6,1% 0,0% 4,0% 99 Nacido fuera de España 12,5% 15,6% 62,5% 6,3% 3,1% 0,0% 32 Total 4,9% 6,5% 70,8% 15,2% 2,7% 0,5% 1484
Cataluña
Origen (4 categorías)
Únicamente
español E > CA E = CA CA > E
Únicamente de la
CA NS/NC (n) Inmigrado 17,5% 12,6% 47,9% 8,3% 6,2% 7,5% 532 1ra Generación 3,7% 5,2% 54,1% 27,2% 8,6% 1,2% 327 Mixto 1,7% 2,0% 32,8% 31,4% 29,7% 2,4% 296 2da Generación 0,4% 0,7% 16,3% 35,7% 44,8% 2,1% 718
15 La información sobre inmigración es menos completa en Andalucía y Valencia que en Cataluña y País Vasco. El indicador de origen territorial proporcionado por el CIS para las dos primeras sólo se refiere al individuo entrevistado, omitiendo su ascendencia familiar. Asimismo, cabe suponer que por el reducido número de inmigrantes en su territorio, el CIS no recogió esta variable en Galicia, por lo cual aquí acudimos a la lengua materna.
16
Total 6,0% 5,1% 34,5% 25,7% 25,1% 3,5% 1873 Comunidad Valenciana
Origen (3 categorías)
Únicamente
español E > CA E = CA CA > E
Únicamente de la
CA NS/NC (n) Nacido en CA 10,1% 9,7% 69,0% 8,8% 1,6% 0,9% 754 Nacido resto de España 36,8% 17,2% 42,2% 2,0% 0,5% 1,5% 204 Nacido fuera de España 9,7% 16,1% 51,6% 12,9% 0,0% 9,7% 31 Total 15,8% 11,6% 63,7% 7,6% 1,3% 1,3% 976
Galicia
Lengua materna
Únicamente
español E > CA E = CA CA > E
Únicamente de la
CA NS/NC (n) Gallego 0,9% 3,0% 68,1% 24,0% 3,1% 0,9% 1749 Ambas 1,0% 1,5% 84,2% 11,3% 0,8% 1,3% 399 Otras / NC 6,7% 6,7% 55,6% 24,4% 4,4% 2,2% 45 Total 2,1% 3,4% 73,1% 18,3% 2,1% 1,1% 2995
País Vasco
Origen (4 categorías)
Únicamente
español E > CA E = CA CA > E
Únicamente de la
CA NS/NC (n) 1ra Generación 3,8% 2,8% 49,1% 22,8% 12,5% 9,0% 391 Mixto 0,9% 0,9% 42,8% 28,8% 23,3% 3,3% 215 2da Generación 1,0% 0,8% 22,4% 30,9% 40,1% 4,7% 780 Total 4,2% 3,2% 38,6% 23,5% 23,3% 7,2% 1894
En la Cataluña de 2012, en una coyuntura de movilización nacionalista inédita,
mientras que el 81 por ciento de los entrevistados nacidos en la comunidad con padres
catalanes declara sentirse predominante o únicamente catalán, de entre los nacidos fuera
de Cataluña sólo lo hace el 15 por ciento, respectivamente. La asociación estadística es
fuerte, con una V de Cramer de 0,36. La segunda mayor asociación entre estas variables
ocurre en el País Vasco, donde un 71 por ciento de los nacidos en la comunidad se
siente predominante o únicamente vasco. En contraste, el porcentaje de entrevistados en
estas categorías para aquellos nacidos fuera de la comunidad disminuye drásticamente
hasta el 16 por ciento, ya que la mayoría escoge una identidad “salomónica” de sentirse
tan vasco como español. También en este caso la asociación estadística entre origen e
identidad es fuerte (V de Cramer de 0,32).
En segundo lugar se sitúan Galicia, la Comunidad Valenciana y Andalucía.
Aunque las variables socio-estructurales disponibles para estas comunidades no
permiten una comparación directa con las de Cataluña y el País Vasco, parecen menos
determinantes. En Galicia la lengua materna es la variable etno-cultural estructural
disponible para el análisis. El cruce de variables muestra que el 27 por ciento de
17
encuestados que tienen el gallego como lengua materna se siente predominante o
únicamente gallego mientras sólo el 12 por ciento de los que tienen tanto el gallego
como el castellano y el 9 por ciento de los que sólo tienen el castellano como lengua
materna se sitúan en estas posiciones.
En la Comunidad Valenciana la medida de origen es algo distinta y la presencia
de identidades preferente o únicamente valencianas es considerablemente menor que en
las comunidades con nacionalismo territorial más fuerte, con proporciones que nunca
superan el 15 por ciento para ningún grupo de origen. Aquí el mayor contraste ocurre
entre los nacidos dentro o fuera de la comunidad: mientras los primeros tienden a
equiparar los sentimientos hacia su comunidad y hacia España, con un 69 por ciento, la
mitad de los segundos (50 por ciento) se siente predominantemente o sólo español. La
fuerza de la asociación es moderada (V de Cramer de 0,24). Con el mismo indicador de
origen geográfico que en tierras valencianas, la mayoría de los encuestados de
Andalucía se sienten tan andaluces como españoles con una distribución general
bastante similar en las tres categorías de origen familiar. Sin embargo, la distribución
muestra una inclinación algo mayor al predominio de los sentimientos andaluces sobre
los españoles entre los nacidos en la comunidad en comparación con los nacidos en
otras partes de España o del mundo. En general, sin embargo, la asociación bivariante es
estadísticamente significativa pero de fuerza moderada (V de Cramer de 0,19).
Tabla 2. Determinantes socio-estructurales de las identidades relativas (regresión clásica)
Andalucía Cataluña C. Valenciana Galicia País Vasco Coef. Beta Coef. Beta Coef. Beta Coef. Beta Coef. BetaSexo 0,08 ** 0,06 0,04 ns 0,02 -0,06 ns -0,04 0,06 ** 0,05 -0,01 ns -0,01Edad 0,00 *** -0,08 0,00 ns 0,07 0,00 * 0,06 -0,01 * -0,30 0,00 ns -0,03Edad2 0,00 ns 0,11 0,00 ** 0,24 0,00 ns 0,05Tamaño municipio 0,01 ns 0,02 -0,02 * -0,04 -0,06 *** -0,10 -0,04 *** -0,08 -0,13 *** -0,14Estudios -0,07 *** -0,15 0,18 *** 0,19 0,03 ns 0,04 0,01 ns 0,02 0,04 * 0,05Religiosidad -0,01 ns -0,02 -0,12 *** -0,12 0,00 ns 0,00 -0,05 *** -0,12 -0,24 *** -0,10Clase social de Wright Trab. Cualificados -0,01 ns 0,00 0,35 ** 0,05 -0,09 ns -0,01 0,01 ns 0,00 0,00 ns 0,00Pequeña burguesía 0,18 * 0,08 0,45 *** 0,13 0,21 ns 0,07 0,06 ns 0,03 0,09 ns 0,03Expertos 0,08 ns 0,04 0,35 *** 0,11 0,10 ns 0,04 -0,02 ns -0,01 -0,07 ns -0,02Directivos y supervisores 0,15 * 0,10 0,31 *** 0,13 0,01 ns 0,01 -0,06 ns -0,04 0,05 ns 0,02Empresarios 0,09 ns 0,06 0,26 ** 0,11 -0,05 ns -0,03 -0,08 * -0,06 0,05 ns 0,02Origen (3 categorías) Nacido fuera de la CA -0,62 *** -0,21 -0,71 *** -0,33 Nacido fuera de España -0,33 *** -0,07 -0,16 ns -0,03 Origen (4 categorías) 1ra Generación 0,59 *** 0,20 0,62 *** 0,23Mixto 1,09 *** 0,36 0,97 *** 0,282da Generación 1,42 *** 0,62 1,22 *** 0,54
18
Lengua Ambas 0,14 *** 0,08 Gallego 0,32 *** 0,26 Otras/NC 0,20 ** 0,04 Provincias destacadas (ref: Sev/Bar/ Val/ Cor/Ala) Alm/ Gir / Ali / Lug / Viz -0,34 *** -0,13 0,21 *** 0,05 -0,60*** -0,33 0,08 *** 0,06 0,15 ** 0,07Cád / Tarr / Cas / Our / Gui -0,36 *** -0,18 -0,16 ** -0,04 -0,33*** -0,12 0,06 * 0,04 0,29 *** 0,12Córdoba -0,34 *** -0,14 Granada -0,17 *** -0,08 Jaén -0,25 *** -0,09 Málaga -0,17 *** -0,09 Constante 3,39 *** 0,80 *** 3,05*** 3,35 *** 2,02 *** R2 ajustado 0,10 0,19 0,22 0,09 0,29 (n) 1478 1806 989 2960 1749 Nivel de Significación: *** = .01; ** = .05; * = .10
La Tabla 2 prosigue esta aproximación mediante regresión lineal clásica (MCO).
Tras ajustar los coeficientes por las variables socio-demográficas básicas (sexo, edad,
educación y clase social) y de contexto (provincia y tamaño de municipio), se confirma
la capacidad predictiva del origen sobre la identificación territorial. De este modo, sobre
la escala de 5 puntos, en Cataluña la preferencia por el referente autonómico de las
personas con progenitores nativos es 1,4 grados mayor que respecto a las nacidas fuera
de la comunidad. Asimismo, para nativos con sólo un progenitor catalán, esta diferencia
es de 1 punto, mientras que para los nativos con ambos padres nacidos fuera de la
comunidad la distancia identitaria disminuye hasta sólo 0,6 puntos por encima de los
nacidos fuera. Por su parte, los nacidos en el País Vasco con progenitores autóctonos
tienden a un sentimiento predominante o únicamente vasco 1,2 puntos mayor que los
nacidos fuera de la comunidad. Aquellos con un progenitor nativo y otro nacido fuera o
ambos nacidos fuera del territorio tienen un valor de 0,9 y 0,6 más de inclinación
autonómica frente a España que los nacidos fuera de la comunidad, respectivamente.
También aquí destaca el origen como la variable más determinante en la predicción de
la identidad territorial del entrevistado.
Análogamente, en Galicia se sostiene la relación entre lengua familiar de la
infancia e identidad territorial tras controlar el resto de factores, si bien su influencia es
mucho más débil que la del origen en Cataluña y País Vasco. Aquí, el valor de las
identidades relativas aumenta 0,32 y 0,14 puntos si el entrevistado declara el gallego o
tanto gallego como castellano como su lengua materna, respectivamente. El factor
dominante es la edad, que traza una pendiente negativa en la que los jóvenes son más
nacionalistas gallegos que los más mayores, mientras que la lengua materna aparece
19
como el segundo factor más explicativo.
A su vez, en la Comunidad Valenciana, manteniendo constante el resto de
factores, la identidad territorial de los nacidos en la comunidad es 0,71 puntos menos
española que entre los nacidos fuera. El resultado es muy similar en Andalucía, pues
aunque en ésta el coeficiente para el origen geográfico conlleva un cambio en la
identidad de 0,62 puntos, muy por debajo del impacto de 1,4 en Cataluña y 1,2 en el
País Vasco, también es estadísticamente significativo y con una magnitud considerable
para tratarse de una comunidad sin un nacionalismo tan arraigado históricamente como
en esas comunidades.
Además de las variables socio-estructurales principales, otras variables también
contribuyen a dar cuenta de la variación de las identidades relativas entre los ciudadanos
de estas comunidades. Entre éstas destacan la clase social en Cataluña y, aunque en
menor medida, Andalucía; el nivel de estudios en Andalucía (negativo), Cataluña y País
Vasco (positivo); la edad en Andalucía, Comunidad Valenciana y Galicia; así como la
religiosidad católica en Cataluña, Galicia y País Vasco. Respecto a las variables
contextuales, se observan más nacionalistas en los municipios pequeños que en los
grandes en todas las comunidades salvo Andalucía, así como una gran variación
provincial. Del gran diferencial entre provincias, cabe destacar la mayor tendencia al
nacionalismo en las provincias de Huelva y Sevilla respecto al resto del territorio bético;
Gerona comparada con Barcelona; Valencia en comparación a Alicante y Castellón;
Lugo y Orense en relación a La Coruña; y Vizcaya y Guipúzcoa comparadas con Álava.
El mejor ajuste del modelo socio-estructural se obtiene en País Vasco y Valencia, donde
da cuenta de un 29 y un 22 por ciento de la varianza, respectivamente, seguidas de
Cataluña, con un 19 por ciento y, a mayor distancia, Andalucía y Galicia, con entorno a
un 10 por cierto.
Tabla 3.
Distribución del origen geográfico familiar o lingüístico entre los votantes nacionalistas
territoriales
Votantes Nacionalistas Fieles Cataluña País Vasco Inmigrado 8,3% 12,2% 1ra Generación 9,9% 13,5% Mixto 18,0% 12,7% 2da Generación 63,8% 61,6% (n) 533 599
20
Andalucía C. ValencianaNacido en la CA 90,5% 85,7% Nacido fuera de la CA 4,8% 10,2% Nacido fuera de España 4,8% 4,1% (n) 21 49 Galicia Lengua gallega 69,2% Ambas 13,8% Castellano 15,9% Otras/NC 1,0% (n) 195
La relación entre factores socio-estructurales e identidad nacional subjetiva corre
en paralelo a su asociación con el voto nacionalista territorial. Cataluña y País Vasco
tienen las mayores tasas de “voto nacionalista fiel”. A la vista de la Tabla 3, que ofrece
los perfiles etno-culturales de los votantes nacionalistas territoriales, aunque los nativos
catalanes o vascos de segunda generación sólo representan, respectivamente, el 38 y el
41 por ciento de los encuestados, surten más del 60 por ciento de los votantes
nacionalistas fieles. Sin embargo, este porcentaje disminuye drásticamente para todas
las demás categorías de origen. Así, la distancia identitaria se sitúa de nuevo frente a los
nacidos fuera de dichas comunidades o nativos con progenitores de otros lugares. En el
resto de comunidades, el origen geográfico familiar también es importante, pero
bastante menos. En Galicia, mientras que el 69 por ciento de los votantes nacionalistas
fieles tienen como lengua materna el gallego, solo el 58 por ciento del total de
encuestados dice tener a la lengua regional como lengua materna. Del mismo modo, el
86 por ciento de los votantes nacionalistas valencianos ha nacido en su comunidad
mientras que éstos sólo constituyen el 77 por ciento de su población. Por el contrario, el
perfil entre votantes nacionalistas y no nacionalistas no difiere en Andalucía por razón
de origen territorial, ya que el 91 por ciento de los votantes a opciones nacionalistas es
andaluz por nacimiento, proporción prácticamente idéntica al 92 por ciento entre el
conjunto de la población adulta.
Tabla 4. Determinantes socio-estructurales del voto nacionalista territorial.
Andalucía Cataluña C. Valenciana Galicia País Vasco coef. RO coef. RO coef. RO coef. RO coef. RO Sexo 0,22 ns 1,24 -0,07 ns 0,93 -0,47 ns 0,62 0,18 ns 1,20 -0,10 ns 0,90Edad 0,06 ns 1,07 0,06 *** 1,06 0,00 ** 1,00 0,03 ns 1,03 0,07 *** 1,07Edad2 0,00 ns 1,00 0,00 ns 1,00 0,0 ns 1 0,00 *** 1,00Tamaño municipio -0,08 ns 0,93 -0,10 *** 0,90 0,02 0,04 ns 1,04 -0,21 *** 0,81Estudios 0,39 ** 1,48 0,32 *** 1,38 0,15 ns 1,16 0,21 *** 1,2 0,05 ns 1,05Religiosidad 0,10 ns 1,10 0,06 ns 1,06 -0,42 ns 0,66 -0,51 *** 0,60 -0,04 ns 0,96
21
Clase social de Wright Trab. Cualificados -1,02 ns 0,36 0,38 ns 1,46 1,40 ns 4,04 0,42 ns 1,52 -0,79 ns 3,01Pequeña burguesía -0,89 ns 0,41 -0,21 ns 0,81 0,71 ns 2,04 -0,15 ns 0,86 -0,98 ns 9,12Expertos 16,55 ns 2E+07 -0,31 ns 0,74 0,66 ns 1,94 -0,47 ns 0,63 -1,31 ns 16,16Directivos y supervisores 17,17 ns 3E+07 -0,39 ns 0,68 0,39 ns 1,47 -0,32 ns 0,73 -0,90 ns 9,61Empresarios 17,12 ns 3E+07 -0,53 ** 0,59 0,42 ns 1,52 -0,20 ns 0,82 -1,17 ns 16,05Origen (3 categorías) Nacido fuera de la CA -0,35 ns 1,10 -0,82 ns 0,44 Nacido fuera de España 0,56 ns 1,76 -0,21 ns 0,81 Origen (4 categorías) 1ra Generación 0,89 *** 2,42 0,41 ** 1,51Mixto 1,74 *** 5,68 1,29 *** 3,632da Generación 2,17 *** 8,79 1,67 *** 5,33Lengua materna Ambas 0,71 ** 2,02 Gallego 1,38 *** 3,98 Otras/NC 0,33 ns 1,39 Provincias destacadas (ref: Sev/ Bar/ Val/ Cor/ Ala)
Ger / Ali / Lug / Viz 0,52 *** 1,69 -0,72 ** 0,49 1,02 *** 2,77 0,51 *** 1,67Cas / Our -1,47 ** 0,23 -0,43 * 0,65 Constante -23,2 ns 0 -4,5 *** 0,11 -2,7 ** 0,07 -3,8 *** 0,02 -2,5 16,90R2 Cox y Snell 0,02 0,19 0,03 0,06 0,13 R2 Nagelkerke 0,14 0,27 0,10 0,17 0,18 (n) 1487 1869 989 2960 1871 Nivel de Significación: *** = .01; ** = .05; * = .10
La importancia del origen del entrevistado para comprender el voto nacionalista
territorial se confirma con los modelos logísticos de la Tabla 4. Con el resto de variables
constantes, el origen tiene una fuerte capacidad de predicción con un coeficiente
estadísticamente significativo y creciente para cada grupo de origen o lengua materna en
Cataluña, País Vasco y Galicia. Como se ha visto en las tablas anteriores referidas a los
determinantes de las identidades territoriales, Cataluña y País Vasco vuelven a tener el
mayor impacto del origen sobre el voto nacionalista fiel. La probabilidad de este
sufragio para un ciudadano nacido en Cataluña o el País Vasco con ambos progenitores
también nacidos en la misma comunidad son 9 y 5 veces mayores que las de un
encuestado nacido fuera de la comunidad. Esta importante diferencia de probabilidad se
mantiene elevada para aquellos con un progenitor nacido en la comunidad (5 veces en
Cataluña y 4 en el País Vasco). Por su parte, la lengua materna también se erige como el
determinante más fuerte del voto nacionalista territorial en Galicia, con una razón de
probabilidad de 4, lo que significa que las probabilidades de que un individuo con el
gallego como lengua materna sea votante nacionalista fiel son casi 4 veces más grandes
que si su lengua materna es la castellana. Por el contrario, los modelos no permiten
22
extraer conclusiones estadísticamente significativas sobre el efecto del origen sobre el
voto nacionalista ni en Andalucía ni en la Comunidad Valenciana. Estos modelos
puramente socio-estructurales del voto obtienen su mejor ajuste en Cataluña (con R2 de
Nagelkerke de 0,27), seguida de Galicia y País Vasco (0,18), Andalucía (0,14) y el
menor poder explicativo en Valencia (0,1).
Tabla 5. Porcentaje de voto nacionalista territorial según identidades relativas.
Andalucía Cataluña C. Valenciana País Vasco Galicia
Únicamente español 4,8% 0,2% 0,0% 1,0% 0,5%
Más español que de la CA 14,3% 0,2% 6,1% 0,3% 2,6%Tan español como de la CA 57,1% 8,3% 59,2% 12,6% 41,0%
Más de la CA que español 14,3% 34,1% 20,4% 31,8% 43,6%
Únicamente de la CA 9,5% 55,9% 8,2% 52,2% 11,3%
NS/NC 0,0% 1,3% 6,1% 2,3% 1,0%
(n de los VN) 21 531 49 601 195
(n del total) 1492 1872 989 1899 2995
La tendencia general entre los votantes nacionalistas es expresar sentimientos
territoriales próximos a la exclusividad de identificación con la región a expensas de su
identificación con España. Sin embargo, es de interés observar las diferencias entre
comunidades, no sólo en la proporción de votantes nacionalistas fieles, sino también en
cómo éstos se sienten respecto a España, pues este sufragio puede significar cosas
distintas en lugares distintos. Como se observa en la Tabla 5, en Cataluña y País Vasco
estos votantes suelen expresar más exclusivismo de la identidad que en Galicia,
mientras que en Andalucía y la Comunidad Valenciana no se aprecia una inclinación
relevante hacia ningún polo de identidad.
Taula 6. Determinantes socio-estructurales y políticos para el voto nacionalista territorial.
Andalucía Cataluña C. Valenciana Galicia País Vasco coef. RO coef. RO coef. RO coef. RO coef. ROSexo 0,18 ns 1,20 0,18 ns 1,20 -0,30 ns 0,74 0,17 ns 1,19 -0,08 ns 0,92Edad 0,05 ns 1,05 0,06 *** 1,06 -0,01 ns 0,99 0,05 ns 1,05 0,09 *** 1,09Edad2 0,00 ns 1,00 0,00 ** 1,00 0,00 * 1,00 0,00 *** 1,00Tamaño municipio -0,07 ns 0,93 -0,07 * 0,93 0,02 ns 1,02 -0,01 ns 0,99 -0,09 * 0,91Estudios 0,42 ** 1,51 0,15 * 1,16 -0,01 ns 0,99 0,18 ** 1,20 0,06 ns 1,06Religiosidad 0,16 ns 1,17 0,15 ** 1,16 -0,20 ns 0,82 -0,15 * 0,86 0,28 * 1,32
23
Clase social de Wright Trab. Cualificados -0,80 ns 0,45 -0,06 ns 0,94 2,45 * 11,61 0,35 ns 1,43 -1,18 ** 0,31Pequeña burguesía -1,01 ns 0,36 -0,78 ** 0,46 1,18 ns 3,25 -0,40 ns 0,67 -1,40 *** 0,25Expertos 16,51 ns ª -0,62 ** 0,54 0,91 ns 2,48 -0,38 ns 0,69 -1,44 *** 0,24Directivos y supervisores 17,02 ns ª -0,76 ** 0,47 0,62 ns 1,87 -0,33 ns 0,72 -1,18 *** 0,31Empresarios 16,98 ns a -0,78 ** 0,46 0,69 ns 1,99 -0,21 ns 0,81 -1,47 *** 0,23Origen (3 categorías) Nacido fuera de la CA -0,26 ns 0,77 -0,24 ns 0,79 Nacido fuera de España 0,73 ns 2,08 -0,74 ns 0,48 Origen (4 categorías) 1ra Generación 0,50 ** 1,66 -0,14 ns 0,87Mixto 0,75 *** 2,11 0,50 ** 1,652da Generación 0,80 *** 2,22 0,63 *** 1,88Lengua materna Ambas 0,58 * 1,79 Gallego 1,20 *** 3,33 Otras/NC -0,24 ns 0,79 Identidades Relativas 0,08 ns 1,09 1,47 *** 4,4 0,95 *** 2,59 0,98 *** 2,66 1,23 *** 3,43
Izquierda-Derecha -0,19 ns 0,83 0,18 ** 1,2 -0,43 *** 0,65 -0,72 *** 0,49 -0,03 ns 0,97Provincias destacadas (ref: Sev/ Bar/ Val/ Cor/ Ala) Gir / Cas / Lug / Viz 0,38 * 1,46 -1,29 * 2,76 -0,98 *** 0,37 0,49 ** 1,63Ourense 0,88 *** 2,43 Constante -22,3 ns 0,00 -7,81 *** 0,0 -3,79 ** 0,02 -4,86 *** 0,01 -5,79 *** 0,00R al cuadrado Cox y Snell 0,02 0,31 0,07 0,13 0,29 R al cuadrado Nagelkerke 0,16 0,45 0,22 0,35 0,40 (n) 1479 1806 975 2960 1737 Nivel de Significación: *** = .01; ** = .05; * = .10
La Tabla 6 persigue identificar los determinantes socio-estructurales y
actitudinales de los votantes nacionalistas territoriales. En línea con los resultados vistos
hasta aquí, evaluamos la importancia del efecto “neto” de las identidades territoriales en
la predicción del sufragio nacionalista, una vez controlado el efecto de los principales
factores socio-estructurales que las predicen (el origen o la lengua), así como de un
condicionante actitudinal (la identificación izquierda-derecha). Este efecto neto es
especialmente fuerte en Cataluña y el País Vasco, con razones de probabilidad de 4,4 y
3,4, respectivamente. De nuevo, a continuación, encontramos a Galicia y Valencia,
prácticamente a la par, con un efecto “neto” menos fuerte pero estadísticamente
significativo y con razones de probabilidad en torno a 2,6. Cabe recordar que, además
de las diferencias en los controles (origen de 3 categorías en Comunidad Valenciana y
lengua materna regional en Galicia), en Galicia la variable dependiente es el voto
nacionalista fiel, esto es, tanto en elecciones generales como autonómicas, mientras que
en Andalucía y Valencia se trata del sufragio nacionalista en comicios autonómicos, sin
24
ningún otro requisito.
Como cabría esperar, al añadir más variables al modelo, especialmente variables
actitudinales, su ajuste a los datos se incrementa dramáticamente, quedando en este
orden: Cataluña (R2 de Nagelkerke de 0,45), País Vasco (0,4), Galicia (0,35), Valencia
(0,22) y Andalucía (0,16).
Los datos de Andalucía siguen un patrón completamente distinto. Si en la tabla
de contingencia la identidad no arrojaba un efecto significativo sobre el voto
nacionalista, el análisis multivariante indica que la única variable considerada con un
efecto apreciable es el nivel de estudios del encuestado, siendo más probable este
comportamiento entre las personas con un más años de estudio. Con todo, en esta
comunidad ninguna de las variables actitudinales arroja un efecto estadísticamente
significativo sobre este tipo de sufragio.16
Además de la importancia de las identidades relativas en Cataluña, el País
Vasco, Galicia y la Comunidad Valenciana sobre el voto nacionalista, en la mayoría de
éstas se aprecia un efecto directo, sin mediación de estas identidades, de factores socio-
estructurales característicos del cleavage territorial-cultural. En que respecta al origen
territorial familiar, se manifiesta un impacto destacado en Cataluña y País Vasco, sobre
todo entre personas con progenitores autóctonos (segunda generación). En cambio, en
Andalucía y Comunidad Valenciana el origen geográfico no presenta efectos
estadísticamente significativos. A su vez, por carecer de este dato, en Galicia se ha
acudido al uso de la lengua vernácula como factor de la estructura social, la cual
también presenta un efecto sustancial cualquiera que sea la identidad territorial.
Por añadidura, otros factores también arrojan efectos estadísticamente
significativos. Entre ellos destacan la clase social y la edad en Cataluña y País Vasco; el
nivel de estudios en Andalucía, Galicia y, en menor medida, el Principado; así como la
religiosidad católica en el Principado, Vascongadas y Galicia. La orientación izquierda-
derecha es relevante en el Principado, Levante y Galicia, con una mayor propensión
entre los conservadores en la primera y entre los progresistas en las otras dos. Respecto
a las variables contextuales, se observa más voto nacionalista en los municipios
pequeños de Cataluña y País Vasco que en los grandes, así como en las
circunscripciones provinciales de Gerona, Orense y Vizcaya comparadas con las de
Barcelona, Coruña y Álava, y menos voto nacionalista en las provincias de Castellón y 16 También se ha evaluado y descartado una virtual colinearidad entre origen e identidad respecto al voto nacionalista en Andalucía.
25
Lugo comparadas con Valencia y La Coruña.
Algún lector perspicaz puede notar cierto efecto positivo de la religiosidad
católica en el voto nacionalista catalán y vasco una vez se incorporan las variables
actitudinales al modelo puramente socio-estructural precedente, donde el efecto era
inexistente. Pese a los límites de espacio, por su interés, brevemente ofrecemos una
interpretación: el efecto de esta religiosidad en el nacionalismo actitudinal es negativo,
como también lo es el de la identidad izquierda-derecha en el voto nacionalista; sin
embargo, el efecto de esta religiosidad en la identidad izquierda-derecha es positivo; es
por ello que la relación directa entre esta religiosidad y el sufragio nacionalista sin
controlar por identidad izquierda-derecha arroja una forma de espuriedad poco habitual:
ocultación de una relación que sí logra observarse con una especificación más completa.
Balance y conclusiones
Este análisis demuestra que bajo la dimensión nacionalista de competencia
electoral en diversas comunidades autónomas subyace una madeja, fuertemente
estructurada y persistente, de relaciones entre factores sociales, culturales y políticos: un
verdadero cleavage territorial-cultural que satisface empíricamente todos las
condiciones del concepto teórico original (Lipset y Rokkan, 1967; Bartollini y Mair,
1990). Algo que, aunque se dé por supuesto, podría no ser cierto. Prueba de ello es que,
al inicio de la década de 1980, la importancia de ser catalán autóctono o inmigrado para
predecir la identificación nacional y el voto, y la relevancia de ese sentimiento para la
misma predicción electoral, tuvieron mucha menos importancia de lo que adquirirían en
la siguiente década (Virós, 1987). Desde entonces los electorados de los principales
partidos de Cataluña han experimentado un giro paulatino desde una mayor
transversalidad a una mayor segmentación, homogeneidad interna y, en tiempos más
recientes, polarización, todo lo cual hace que la interrelación de factores aumente.
El origen geográfico familiar y la lengua familiar, condicionan con fuerza la
percepción o encuadre del conflicto político por la población en términos de
nacionalismos rivales. Es así aun controlando los efectos de numerosos factores
asociados con ambas variables sociodemográficas, con lo cual se descarta una virtual
espuriedad. Asimismo, se comprueba que otras variables también contribuyen a explicar
estas percepciones: la edad, la clase social – tan a menudo soslayada – y el nivel de
estudios, así como el tamaño del municipio y la provincia de residencia.
26
También se demuestra la poderosa influencia del origen y las identidades
territoriales relativas sobre el voto nacionalista territorial. Estudiando, en primer lugar,
la influencia directa de la situación individual en la estructura social, se constata el
enorme protagonismo del origen y, en Galicia, de la lengua materna, seguidos, a
distancia, y en mayor o menor medida dependiendo de la comunidad autónoma, por la
edad, clase social, nivel de estudios, religiosidad, tamaño del municipio y provincia.
Estos resultados confirman los de estudios precedentes citados más arriba y, asimismo,
amplían el abanico de factores con capacidad predictiva complementaria – en especial,
la clase social y el contexto geográfico.
El modelo explicativo completo brinda un resultado inesperado: en Cataluña,
Galicia y País Vasco, el origen y la lengua materna expresan su posición de influencia
sobre el sufragio nacionalista territorial incluso al incorporar las identidades relativas,
con las que comparten fuertes efectos. En perspectiva comparada, esto no es lo habitual
en modelos de explicación del voto que combinan variables socio-estructurales y
actitudinales (v.g., religiosidad o clase e ideología). Esto significa que una identificación
nominalmente igual sobre la escala identitaria – v.g. sentirse más de la comunidad
autónoma que español – a menudo implica cosas distintas para personas con orígenes
culturales distintos. Por añadidura, al añadir a sus efectos directos los que producen de
manera indirecta, por medio de esa identificación, su relevancia resulta enorme.
Por otra parte, otras variables también se asocian, aunque menos estrechamente,
con el voto nacionalista: la identificación en términos de izquierda y derecha y, de
nuevo, diversos condicionantes de la estructura social. Cabe reseñar también, sin
embargo, que la capacidad predictiva de los factores etno-políticos, en comparación con
Cataluña, País Vasco y Galicia, es considerablemente menor en la Comunidad
Valenciana y prácticamente nula en Andalucía.
El análisis también tiene implicaciones para la comprensión de los sistemas de
partidos y el funcionamiento del sistema político en el conjunto de España. Algunos de
los partidos de ámbito no estatal no sólo han tenido un papel importante, incluso
hegemónico, en sus comunidades autónomas, sino que han resultado decisivos para la
tarea de gobernar el país en su conjunto. Así, durante la Transición a la democracia, CiU
apoyó los gobiernos minoritarios de la Unión del Centro Democrático entre 1977 y
1982. Tras el colapso de este partido en 1982, el PSOE de Felipe González dominaría la
escena política española durante más de una década merced a sus mayorías absolutas
parlamentarias durante tres legislaturas consecutivas, mientras CiU y PNV concentraron
27
sus energías en consolidar su dominio sobre sus respectivos ámbitos autonómicos de
poder. Sin embargo, a principios de los años 90, con el telón de fondo de diversos
escándalos y en condiciones de malestar económico, en 1993 el PSOE únicamente pudo
mantenerse en el poder mediante un acuerdo de estabilidad gubernamental con CiU,
ampliado a PNV y Coalición Canaria. Este acuerdo – que marcaría los primeros
compases de un complejo proceso de reconfiguración de la estructura territorial del
Estado con un fuerte aumento de las presiones centrífugas – ayuda a identificar los
rasgos principales del sistema de partidos español.
La España de estas casi cuatro décadas tiene un sistema multipartidista con
fuerte tendencia bipartidista. Dada la naturaleza de las fracturas (cleavages) asociadas
con la estructura socio-económica y cultural del país, sin embargo, es muy difícil que un
partido obtenga mayoría absoluta en el Parlamento. Es más, dado el régimen electoral,
no ha surgido ningún partido centrista de ámbito estatal capaz de cumplir el papel de
partido “bisagra” que arbitre el equilibrio de fuerzas y mayorías parlamentarias
(Montero, 2000; Urdánoz, 2008; Pallarés, 2009). Así las cosas, en cuatro de las seis
legislaturas de los últimos veinte años, el apoyo de partidos nacionalistas periféricos –
principalmente CiU y ERC – ha resultado conveniente o incluso imprescindible para
asegurar la estabilidad gubernamental. Esta dependencia semi-estructural del gobierno
central respecto a estas fuerzas les ha dado una sólida posición para negociar y obtener
cotas cada vez más altas de autogobierno, más recursos financieros, y más garantías de
“no-interferencia” en los asuntos autonómicos. Quizás los ejemplos más dramáticos de
esta dependencia semi-estructural puedan hallarse en las negociaciones postelectorales
de 1993 y 1996 para investir Presidente del Gobierno. En ambas ocasiones CiU pudo
arrancar concesiones en términos de recursos financieros, tanto del PSOE como del PP.
En 2000 el PP alcanzó la mayoría absoluta y la legislatura se caracterizaría por
una postura nacionalista española militante que descartaba de manera tajante más
concesiones – hostilidad que provocaría enorme agitación de los nacionalismos
periféricos en Cataluña, País Vasco e, incluso, Galicia (Aguilar y Ballesteros, 2005;
Martínez y Miley, 2010 y 2011). Empero, cuatro años más tarde, la dependencia semi-
estructural respecto a las fuerzas periféricas regresaría con un nuevo gobierno del PSOE
con mayoría simple: primero con la forja de una coalición de gobierno de centro-
izquierda con ERC y otras fuerzas con menor representación parlamentaria, denominada
“La Izquierda Plural”; hacia mediados de su segundo mandato, no obstante, los
socialistas prefirieron de nuevo a CiU.
28
Desde el restablecimiento de la democracia en España, las pautas de consenso y
conflicto en el sistema de partidos se han estructurado sobre dos fracturas principales:
“izquierda-derecha” y “centro-periferia”. Debido al legado de la Guerra Civil, en la
España postfranquista el primer eje de competencia entre partidos incorpora tanto el
conflicto entre trabajo y capital como entre valores católicos y valores seculares (Sani y
Montero, 1986). Aun así, como diversos estudios documentan, hasta años recientes el
segundo había permanecido esencialmente independiente del primero (v.g. Pallarés et
al., 1991; Padró-Solanet y Colomer, 1992; Riba, 2000).
Una de las tácticas del PSOE de Rodríguez Zapatero para alcanzar la hegemonía
consistió en la forja de una coalición con el mayor número posible de partidos
nacionalistas y regionalistas, logrando efectivamente arrinconar a los conservadores
españoles.17 Así, el PP quedó como la última y única fuerza – junto con una única
diputada de UPyD – que defendía inequívocamente el statu quo en lo tocante a la
estructura territorial del Estado. Más aun, el PP adquirió, en cierta forma, un monopolio
del uso de los símbolos nacionales españoles en el espacio público; pero este monopolio
no se debía tanto a un esfuerzo por eliminar la competencia como a la retirada del
potencial competidor. En consecuencia, cabría argumentar que el movimiento del PSOE
hacia un entendimiento y estrecha colaboración con múltiples partidos subestatales y
hacia un modelo – siempre indefinido pero abierto – de mayor descentralización
fundiría, de algún modo, en uno solo los dos ejes del conflicto político y competencia
interpartidista de la España contemporánea.
Como cabía esperar, esta estrategia de la dirección del PSOE provocó una
intensa oposición del PP, y también bastante disconformidad en el seno de su propio
partido. De hecho, durante sus dos mandatos, Rodríguez Zapatero arriesgó gran parte de
su capital político en esta estrategia. Por tanto, los temas relacionados con la
distribución territorial del poder y con la identidad nacional española han ocupado un
lugar central en las disputas entre los dos partidos principales, llegando así a devenir el
epicentro de la lucha entre gobierno y oposición.
La postura del Gobierno resultó incomprensible e incluso alienante para las
inquietudes y sentimientos de amplios segmentos de la ciudadanía que se preocupan por
la cultura común, la cohesión nacional y, en particular, la solidaridad entre las regiones.
17 El PSOE fue tan eficaz en su aproximación a los partidos regionalistas como para lograr socavar y, finalmente, en 2008, romper, el acuerdo de estrecha colaboración que había existido desde 1991 entre el PP y Unión del Pueblo Navarro, el partido de centro-derecha que gobierna Navarra.
29
Estos segmentos comprenden también partes sustanciales de las poblaciones de
Cataluña y País Vasco, las cuales han nutrido de activistas las filas de nuevos partidos
single-issue (monotemáticos) dedicados casi en exclusiva a la defensa de la unidad
española, dentro de plataformas decididamente centristas, de cuño liberal con pinceladas
progresistas. La capacidad de Ciutadans, en Cataluña, así como de UPyD, en el País
Vasco, en el Congreso de los Diputados y, después, en la Comunidad de Madrid, para
superar los formidables obstáculos a la representación, de tipo “cártel”, pone de
manifiesto la profundidad del descontento entre amplias capas de la ciudadanía, no sólo
respecto de los partidos mayoritarios – respecto a los cuales cabe hablar hasta de
“desafecto” – sino también respecto al Estado de las Autonomías, para el cual el apoyo
se ha deteriorado dramáticamente desde 2010.
Así pues, la importancia del antagonismo entre nacionalismos, tanto los
territoriales como el español, tiene consecuencias para el conjunto del sistema político
español, y parece estar llevando, junto a otros factores, a una reconfiguración del
sistema de partidos, tanto a escala del conjunto del país como en las propias
comunidades autónomas cuna de los principales nacionalismos territoriales. Un
desalineamiento electoral cuyo principal perjudicado parece ser el PSOE, no sólo en
Cataluña y País Vasco sino en el conjunto de España. Más en concreto, desde el
segundo mandato de Rodríguez Zapatero se ha producido una mayor segmentación de
los electorados de los principales partidos de Cataluña y País Vasco, que han devenido
así menos transversales en términos de identificación nacional, a la vez que se ha
tensado el eje de conflicto centro-periferia con una mayor polarización. Un proceso que
se pone de manifiesto en la poderosa relación entre los factores examinados por el
presente estudio en las comunidades con nacionalismos territoriales más poderosos.
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