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Universidad Austral de Chile
Instituto de Antropología
Escuela de Antropología
“Identidades ambientales en conflicto: conformaciones y desbalances socio-
económico en la localidad de Yaldad, Isla Grande de Chiloé”
Tesis para optar al grado de Licenciada en Antropología
Daniela Victoria Collao Navia
Profesor Patrocinante: Francisco Ther Ríos
Profesor Informante: Gonzalo Saavedra Gallo
Profesor Informante: Asunción Díaz Álvarez
Valdivia, 2014
Índice
1. PROBLEMATIZACIÓN 1
1.1 Introducción 1
1.2 Descripción general del problema: 2
1.2.1 Lo global y lo local en el contexto de crisis ambiental. 2
1.2.2 El Estado y los capitales transnacionales: 4
1.2.3 El discurso científico y el conocimiento local: 5
1.3 Justificación: 7
1.4 Objetivos 9
1.4.1 Objetivo General: 9
1.4.2 Objetivos específicos: 9
1.5 Hipótesis: 10
2. ORIENTACIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS 10
2.1 Orientaciones Teóricas: 10
2.1.1 Naturaleza: Nociones de naturaleza y sus determinantes histórico-culturales 10
2.1.2 Territorio y Cultura 18
2.1.3 Sobre las identidades ambientales 29
2.1.4 Sustentabilidad y Dialogo de Saberes: 36
2.2 Metodología: 40
2.2.1 Delimitación temporo-espacial del estudio: 42
2.2.2 Población a la que se aplica el estudio 43
2.2.3 Recolección de datos 43
2.2.4 Análisis de datos 46
3. YALDAD 51
3.1 Paisaje Actual 51
3.3 La Mitilicultura. 54
4. RESULTADOS 57
4.1 La historia forestal y la configuración de identidades ambientales. 57
4.1.1 Antecedentes históricos del periodo 57
4.1.2 La economía local 61
4.1.3 La vida social 67
4.1.4 Conformación de las identidades ambientales 70
4.2 Caminos al desarrollo: conectividad y transformaciones identitarias. 71
4.2.1 Ocaso de la industria maderera. 71
4.2.2 La política Estatal y el avance de la actividad acuícola 74
4.2.3 Identidades en tránsito: los nuevos aspectos de la identidad ambiental. 77
4.3 Inicios de la mitilicultura: tránsito hacia nuevas formas productivas. 79
4.3.1 Nuevo escenario global, nuevos actores en lo local 79
4.3.2 Características del Proyecto de Maricultura 81
4.3.3 Los nuevos tiempos en el mar 85
4.3.4 El rol de la Universidad Austral en las nuevas configuraciones identitarias: la irrupción de
las tecnonaturalezas capitalizadas. 88
4.4 Ley de Pesca: Nuevas configuraciones en el contexto local 93
4.4.1 Contexto global, repercusiones en lo local 93
4.4.2 Consolidación del ideario moderno 95
4.5 La crisis ambiental, crisis social 99
4.5.1 Características del periodo de crisis 99
4.5.2 Visiones sobre la crisis y el rol de la comunidad 103
4.5.3 Consecuencias de la crisis 104
4.6 Caminos sustentables 113
5. CONCLUSIONES 116
6. BIBLIOGRAFÍA 119
Índice de Figuras Figura 1: Esquema de relaciones entre actores de la globalidad .............................................. 7
Figura 2: Esquema sobre las dimensiones del territorio. .............................................................. 29
Figura 3: Esquema sobre Identidades Ambientales ....................................................................... 33
Figura 4: Mapa de concesiones acuícolas de la Bahía de Yaldad y Quellón viejo. .................. 55
Figura 5: Mapa de los usos productivos de la bahía ...................................................................... 65
Figura 6: Usos de los tiempos socio- productivos .......................................................................... 69
Figura 7: tiempos de la mitilicultura. ................................................................................................ 87
Figura 8: Usos productivos del territorio con la llegada de la Universidad Austral ................... 92
Figura 9: Tiempo en el periodo “Ley de Pesca” .............................................................................. 96
Figura 10: Usos productivos del territorio luego de la aplicación de Ley de Pesca y
Acuicultura ................................................................................................................................... 97
Figura 11: mapas de los usos productivos del espacio. ............................................................... 109
Figura 12: Tiempos locales en la crisis ........................................................................................... 111
Índice de Tablas Tabla 1: Desembarco Artesanal y Centro de Cultivo en Yaldad ............................................... 56
Tabla2: Desembarcos Mitílidos Región de Los Ríos- Nacional en toneladas,
y porcentaje regional en relación a total nacional. ........................................................................ 57
1
1. PROBLEMATIZACIÓN
1.1 Introducción
Los estudios sobre identidad en las ciencias sociales han cobrado indudablemente gran
relevancia en los últimos años. Sin embargo, gran parte de estos estudios se traducen en una
búsqueda interminable de las particularidades de cada territorio o grupo humano, una
búsqueda centrada en establecer las diferencias que mantiene una comunidad específica con
el resto de la sociedad, una búsqueda de la excentricidad. A diferencia de esto, esta
investigación, propone comprender los procesos identitarios locales en el contexto de un
mundo transnacionalizado, con afán de aportar, desde lo local, a la construcción de un
proyecto futuro de globalización que integre a los diversos actores y sus sistemas de
conocimiento. Esta tesis encierra, por lo tanto, un profundo sentido de futuro.
La presente investigación, corresponde a una tesis de pregrado para optar al título de
Licenciada en Antropología, de la Universidad Austral de Chile y se realizó en el marco del
Proyecto FONDECYT 1121204 “Geoantropologías de los imaginarios del Mar Interior de
Chiloé: itinerarios y apropiaciones socioculturales marítimas” (2012-2016), a cargo del
Profesor Francisco Ther Ríos. El estudio se desarrolló en Yaldad, una pequeña localidad del
sur de Chile, más específicamente al sur de la Isla Grande de Chiloé y se configura como un
estudio cualitativo. Tiene además por objetivo dar antecedentes sobre la conformación de
las identidades ambientales en este territorio, y aportar, desde un recorrido histórico, a
vislumbrar posibles futuros sustentables para esta localidad. Para esto se realizó una
descripción de las formas de habitar el territorio, las relaciones que se establecen con la
naturaleza en el ámbito local, y sus transformaciones en el transcurso de la historia. Estas
transformaciones fueron ligadas a los procesos globales, con el afán de desentrañar la
relevancia de la globalización en los procesos locales, y ahondar en la relación que existe
entre las transformaciones de las formas socio-culturales y la aplicación de sistemas de
explotación capitalistas en el lugar.
2
La localidad de Yaldad, a modo de contextualización, tiene entre sus habitantes un
importante componente indígenas, correspondiente al pueblo hulliche. Este pueblo se
caracteriza por mantener un sistema económico que conjuga el mar, con la pesca y la
extracción de mariscos; y la tierra, principalmente con el cultivo de papa y trigo. La historia
de este lugar, ha estado marcada por la presencia de capitales externos, primero
relacionados a la explotación maderera y posteriormente a la acuicultura, actividad de la cual
también participa la comunidad. Como parte de sus características encontramos la
producción de Mytilus chilensis, chorito, mediante el uso de cultivos suspendidos o long-
lines. En la actualidad, la producción de mitílidos ha sido afectada por la baja captación de
semillas de chorito y el lento crecimiento de los mismos, producto de una crisis ambiental,
que derivó en una crisis social y económica.
En su estructura, esta tesis se compone por cinco capítulos: En el primer capítulo se generó
un marco general sobre el problema a investigar. En este se plantea la problemática
identificada, se establece la pertinencia del estudio antropológico, los objetivos y las
hipótesis de la investigación. En el segundo capítulo se establecen las líneas teóricas que
recorrerá este trabajo, relacionado principalmente a los conceptos de naturaleza, territorio,
identidad y sustentabilidad. Además en este capítulo se explica la metodología utilizada a lo
largo de la investigación. En el tercer capítulo se establece una descripción general de Yaldad.
En el cuarto capítulo se presentan los resultados obtenidos del trabajo de campo. Estos
fueron ordenados por periodos históricos, lo que le permite dar una lectura continuada y
establecer las transformaciones identitarias en cada periodo. Finalmente, el quinto capítulo
lo constituye la conclusión, en la cual se hace un recorrido por lo plasmado en los resultados
y se abren nuevas interrogantes para futuras investigaciones.
1.2 Descripción general del problema:
1.2.1 Lo global y lo local en el contexto de crisis ambiental.
En un mundo globalizado como el actual, los límites entre lo global y lo local se vuelven
difusos. La globalización como proceso económico, social, político y cultural, ha irrumpido en
3
lo local, impulsando importantes transformaciones de la vida cotidiana. Desde su motor
económico, la globalización implica para lo local “un abandono de los modelos de
producción tradicionales y la pérdida de elementos culturales asociados” (García-Allut,
2003). Nos encontramos de esta forma en un proceso mundial de “homogeneización de los
modelos productivos, patrones de consumo y de los estilos de vida" (Leff, 2010: 280), que ha
llevado a “desestabilizar los procesos ecológicos, a desarraigar las prácticas tradicionales de
uso de los recursos, a desintegrar las identidades y solidaridades de los grupos culturales y a
disipar los sentidos de la vida humana” (Leff, 2010: 280). Sin embargo, a pesar de este avance
en las formas capitalistas de producción, el neoliberalismo ha mantenido en lo local ciertas
diferencias culturales, que no atentan contra estas nuevas formas económicas, y a la vez
pasan a ser un elemento más que lo nutre y lo perfecciona. El capital para mantener su
posición global, ha tenido que incorporar, en una acción dialéctica, las diferencias que
trataba de superar; ha tenido que apropiarse e intentar neutralizar esas diferencias (Hall,
1991). Es así como nuevas formas de mercantilización de la vida, como el turismo, toman
relevancia en los sistemas mundiales. Posicionados en desiguales niveles y formas de poder,
se hace difícil pensar entonces en la sobrevivencia de tradiciones y particularidades de lo
local, ante la imposición de un gran occidente moderno. Pero lo local, al igual que los
sistemas globales, ha tenido que reestructurase y adecuarse en ese dialogo incesante con el
exterior, pero no como un espectador pasivo que recibe y asume las imposiciones; desde el
lugar, surgen también formas de resistencia y oposición (Hall, 1991; Escobar, 2000).
A lo largo de su historia, el Archipiélago de Chiloé, lugar donde se desarrolla esta tesis, ha
estado inmerso en procesos globales de diferente índole. Desde mediados del siglo XV, los
despojos de tierras en pos de la empresa colonial afectaron directamente a las poblaciones
huilliche habitantes de la isla, que vieron reducidas sus tierras, coartadas sus formas de vida,
además de ser sometidas como mano de obra en el sistema de encomienda (Molina,
1996:13). Con la anexión de la Isla Grande al Estado Chileno en 1826 (Molina, 1996:16), la
historia no fue muy diferente. Gran parte de las tierras Huilliche pasan a ser propiedad fiscal,
situación que abre paso a grandes latifundios forestales, en manos principalmente de
4
alemanes, que se insertaban en el mercado mundial exportando la madera del ciprés de las
Guaitecas, que venía a reemplazar al alerce explotado en la colonia y agudizar la
deforestación de la isla (Urbina, 2011). A finales del siglo XX, se potencia en Chiloé “un nuevo
fenómeno económico” (Solari, 2012:123), la salmonicultura, que traerá consigo
consecuencias a niveles ambientales y territoriales, socioeconómicos, socioculturales y
políticos (Solari, 2012; Morales, 2010; Mansilla, 2009, Saavedra, 2011). La mitilicultura, otra
de las formas productivas acuícolas que afecta la zona, sobre todo Yaldad, mantiene una
inversión que combina capitales locales, nacionales y transnacionales. Sin embargo, la
actividad nace como iniciativa estatal, sin el diagnóstico de la comunidad, donde se vean
plasmadas sus necesidades y dinámicas.
La inserción de capitales transnacionales en lo local, como una forma de territorialización del
capital, impone por lo tanto a las comunidades mantenerse en los márgenes del dialogo que
determina la necesidad o no de este tipo de producción, sus procesos y resultados. ¿Qué se
produce? ¿Cómo se produce? ¿Cuándo se produce? ¿Cuánto se produce?, son preguntas
que no son resueltas desde lo local y sus respuestas tampoco conciernen a las necesidades
del lugar.
1.2.2 El Estado y los capitales transnacionales:
En el contexto de la globalización, el Estado cumple un rol fundamental para la inserción de
capitales transnacionales en lo local. Mediante diversas herramientas, y en distintos
contextos históricos, el Estado chileno ha impulsado el avance de estos proyectos, en
concordancia con la política y acuerdos generados a nivel mundial. Tanto en el caso de la
industria forestal, como en la acuicultura, el Estado ha sido un facilitador, ya sea generando
situaciones político-jurídicas o económicas, que permitan la expropiación de tierras o mar y
venta de estas a precios más bajos (Barrientos, 2013). Pero la intervención del Estado no se
limita solamente a esto. En la crisis experimentada por la salmonicultura en el año 2007, por
ejemplo, producida por un brote del virus ISA, el Estado chileno generó variadas acciones
enfocadas en la entrega de subsidios a la industria mediante CORFO, “rescate de la imagen
país, regulaciones sanitarias y ambientales funcionales al sector”, y además se generó un
5
gran número de empleos temporales que absorbieran a los desempleados de la industria
(Bórquez, 2009), mitigando así una posible crisis social.
El en caso de Chile entonces, el Estado ha actuado como facilitador en una economía abierta
a los capitales transnacionales, donde los objetivos se centran en la acumulación de
capitales, y donde a la vez no existen límites de acumulación; donde el crecimiento se centra
en algunas ramas de la producción (Hernández, 1999) y en la explotación destructiva de
recursos naturales (Hernández, 1999). Lo anterior conjugado con la incapacidad de
fiscalización del primero y falta de regulación, ha llevado a una inevitable crisis ambiental en
Chiloé. Esta crisis se presenta en diferentes formas, ya sea por la deforestación de los
bosques, o la contaminación de los fondos marinos, generando en ambos casos bajas en la
biodiversidad y productividad, que consecuentemente repercuten en periodos de crisis
sociales.
1.2.3 El discurso científico y el conocimiento local:
El discurso científico, por su parte, llega al lugar representado mayormente por universidades
y ONG's. La necesidad de conocer la realidad local en sus diferentes expresiones, y en
algunas ocasiones actuar sobre ella, a internado en el territorio a la más variada gama de
investigadores, cada uno/a con el objetivo de aportar, desde sus disciplinas, a mejorar algún
aspecto de la vida. Sin embargo, la mayor parte de estas investigaciones-intervenciones se
construyen de antemano bajo concepciones que emanan desde el pensamiento moderno, y
que niegan la posibilidad a los otros de pensarse a sí mismos. Se enfrenta el terreno
asumiendo a los observados como carentes de algo, que nosotros, desde el “conocimiento
validado”, podemos resolver. Aplicamos las mismas maquetas en los distintos territorios,
para superar problemas que se expresan de diversas formas y responden a una compleja red
de factores con distintas configuraciones en cada territorio.
Los discursos emanados desde la ciencia que se centran en la relación sociedad-ambiente,
instauran nuevas formas de conocimiento en el territorio, que modifican las formas en que
las comunidades se relacionan con el entorno. En estas nuevas formas, “el conocimiento
6
local es raramente entendido en sus propios términos o es refuncionalizado para servir a la
conservación al estilo occidental” (Escobar, 1999: 246). El discurso científico, al llegar al
territorio, pone en cuestión el conocimiento tradicional y sus formas prácticas, proponiendo
en cambio nuevas realidades, que, en posiciones desiguales de poder, se vuelven verdades
irrefutables. La ciencia occidental se elige a sí misma como la única “expresión de la razón”
(Cunha, 2003), “como paradigma “por excelencia” de conocimiento, negando y excluyendo
los saberes no científicos” (PNUMA, 2003). Esta situación provoca relaciones sociales
desiguales, “que siempre perjudican a aquellos que poseen un conocimiento ubicado
socialmente en la parte baja del árbol del saber” (García-Allut, 1999: 322).
En Yaldad específicamente, la mitilicultura representa parte de este fenómeno. Nos
encontramos ante una actividad productiva que es protagonizada por la comunidad, pero
que cuyo proceso de reflexión sobre la necesidad de su implementación, responde a un
dialogo cerrado entre Estado e instituciones dedicadas a la generación de conocimiento.
Este dialogo se basó en perspectivas de desarrollo que priorizaron el desarrollo económico,
por lo que se implementaron nuevas formas productivas, que en lo local modificaron las
lógicas organizativas del trabajo, los procesos ecológicos, las relaciones con el entorno y usos
del borde costero, las formas de comprender la naturaleza, además de los tiempos de la
naturaleza y la vida sociocultural. La disciplina antropológica tiene así un deber primordial en
el dialogo entre las comunidades y el proyecto moderno. Esta propone herramientas
metodológicas y reflexiones teóricas “que permiten recuperar las formas de uso” que las
sociedades tradicionales le otorgan a los recursos (Leff, 1994: 187). En definitiva, puede dar
antecedentes que nos acerquen a las posibles formas con las que lograremos romper con el
monólogo de la modernidad y abrir los diálogos de la sustentabilidad.
7
Figura 1: Esquema de relaciones entre actores de la globalidad
Fuente: formulación de la autora
1.3 Justificación:
El mundo actual atraviesa por una crisis de civilización (Leff, 2008), una crisis que es
resultado de una forma de conocimiento que objetivó al mundo, y donde “la naturaleza dejó
de ser naturaleza, para ser un objeto científico, objeto de conocimiento, materia prima y
medio de producción” (Leff, 2008:83). La crisis ambiental, responde a una racionalidad
económica capitalista, que somete y depreda la naturaleza. Ante esto se vuelve cada día más
urgente pensar en la construcción de “paradigmas alternativos de producción”, en nuevos
“órdenes políticos” (Escobar, 2000) y en una sustentabilidad “que responda al carácter
integral multidimensional de los ecosistemas y de las prácticas de apropiación de estos por
las comunidades” (Escobar, 1999:263). La tarea que nos queda por delante, entonces, se
trata de “repensar tanto dos padrões dominantes que regem a relação homem-natureza na
modernidade, quanto da cultura e da razão técnico-científica em que se funda a lógica
occidental” (Cunha, 2003). Esta reflexión nos encamina a forjar nuevos futuros, a pensar
nuevas maneras de relacionarnos con el entorno; es decir, a un nuevo proyecto de sociedad,
que incorpore los saberes tradicionales que se producen en una relación “íntima y directa”
con la naturaleza (Cunha, 2003), como un aporte al dialogo de la modernidad con otras
formas culturales, para superar la crisis ambiental.
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Ante esto, rondan en la construcción de esta tesis dos teorías que nos abren los caminos a
pensar las relaciones entre ambiente, cultura, capital, conocimiento; entre lo local y lo
global. Estas teorías son la ecología política y la antropología del territorio. Con fuertes bases
en la diversidad teórica y disciplinar (Escobar, 2011; Vaccaro y Beltran, 2007 citado en
Santamarina, 2008), para lograr una comprensión más acabada de una realidad compleja, la
ecología política -dice Escobar (2011) citando a Martínez Alier (2002)- “se refiere a los
conflictos sobre el acceso y control de los recursos naturales, particularmente como una
fuente de subsistencia, incluyendo los costos por la destrucción del medio ambiente”. Pero la
economía y la ecología -prosigue el autor- deben ser pensadas conjuntamente a la cultura,
para comprender “cómo reorientar las sociedades, lejos de la angustiosa ordenación del
presente, a través de las prácticas y singularidades culturales y ecológicas, que pueden
constituir alternativas tangibles para las realizaciones y significados capitalistas, fomentando
la construcción de nuevos territorios existenciales” (Escobar, 2011:75). La antropología del
territorio, por su parte, se centra en los procesos acontecidos en los distintos territorios,
para pensar nuevas formas y modos de habitar y vivir (Ther, 2012), de relacionarse con el
ambiente, con nosotros/as mismos/as y con otros/as. Además la antropología del territorio
“resemantiza el espacio, proyectándolo a dimensiones temporales entretejidas” (Ther, 2012),
conoce la profundidad del tiempo en las memorias y reconoce los sistemas de tiempo que
transforman el territorio (Ther, 2012). Relaciona a los territorios en sus diferentes escalas
(local, regional, nacional, global) y repiensa las relaciones de lo local y lo global (Ther, 2012).
Habla desde el lugar, desde las culturas locales, “pero no como entes intocados o fuera de la
historia” (Escobar, 2000: 137 énfasis puesto por el autor), sino que desde su relación con los
procesos globales.
El caso abarcado en esta tesis, mediante la descripción de los procesos de formación de
identidades ambientales en la localidad de Yaldad, permite aportar a la comprensión de las
relaciones que a lo largo de la historia se han establecido entre Chiloé, como territorio local,
el Estado y el mundo globalizado, con sus respectivos componentes. Permite además dar
antecedentes claros sobre los efectos que tienen las políticas globales en lo local, además de
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replantear, mediante recorridos por las memorias locales, nuevas formas de habitar que se
encuentran inscritas en las formas de vida tradicionales, en ocasiones olvidadas, pero no
borradas. La tarea de la antropología por tanto, implica ser intermediarios en la relación que
se da entre de los procesos locales y globales, rescatando, por un lado, desde lo local las
formas tradicionales de habitar el mundo, y por otro, abrir los diálogos de saberes hacia la
globalización y los actores que en esta presiden, todo esto con el objeto de aportar a la
solución de la crisis ambiental y la reflexión sobre las formas occidentales de entender la
naturaleza.
1.4 Objetivos
1.4.1 Objetivo General:
Identificar y describir los procesos de conformación y transformación de las identidades
ambientales experimentadas por las y los habitantes de la comunidad de Yaldad, y sus
consecuentes resultados en las formas de habitar el territorio, con la finalidad de identificar
posibles alternativas de sustentabilidad en lo local.
1.4.2 Objetivos específicos:
OE 1: Describir, a partir de discursos y prácticas, las transformaciones históricas que, en lo
local, han afectado los sistemas de organización espacio-tiempo, la organización de la vida
social y las relaciones con la naturaleza.
OE 2: Caracterizar las prácticas que desde el Estado, el mercado y el sistema científico, se han
implementado en lo local y han intervenido históricamente en la conformación de las
identidades ambientales locales.
OE 3: Caracterizar los diferentes tipos de identidades ambientales presentes en Yaldad y
establecer cuál de estas puede aportar la sustentabilidad de las poblaciones locales, como
una forma de relación con el planeta que permita la subsistencia de la diversidad biológica y
cultural.
10
1.5 Hipótesis:
Para el caso de esta investigación se plantearán dos hipótesis de investigación. La primera
responde a nuestro objetivo general y se centra en identificar los factores en el proceso de
transformación de identidades ambientales, esta es: h1 Los procesos de conformación de las
identidades ambientales en Yaldad, están fuertemente marcados por dinámicas externas
relacionadas con la instalación de nuevas formaciones económico-productivas en el territorio,
que alteran las relaciones que las y los habitantes del lugar han mantenido con el entorno.
La segunda hipótesis responde al otro componente del objetivo general, que trata de la
sustentabilidad. Las hipótesis es la siguiente: H2 De las identidades ambientales que se ha
observado interactúan en el territorio, existe una que se acerca a las formas culturales
huilliches, y que llamaremos “Identidad Huilliche”, que otorga elementos que nos permiten
aproximarnos de mejor manera a nuevas formas de vida sustentable en lo local.
2. ORIENTACIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS
2.1 Orientaciones Teóricas:
2.1.1 Naturaleza: Nociones de naturaleza y sus determinantes histórico-culturales
La naturaleza como concepto en las ciencias sociales, encierra en su historia una variada
gama de interpretaciones que han intentado develar la esencia de esta y su relación con la
humanidad. Esta incesante búsqueda experimentada dentro de la disciplina antropológica,
tuvo como constante el afán de establecer qué variable, la cultura o el ambiente, mostraba
mayor relevancia a la hora de definir las relaciones humano-entorno (Durand, 2002). Para
algunos autores (Descola, Palsson, Durand) estas corrientes se pueden agrupar entre teorías
materialistas (antropogeografía, posibilismo y ecología cultural) y culturalistas
(etnoecología). Es importante destacar que, tanto las corrientes materialistas, donde la
naturaleza es un determinante básico para la acción social; como las corrientes culturalistas,
donde por el contrario es la cultura la que impone significado a la naturaleza, “daban por
sentada la dicotomía” naturaleza-cultura (Descola y Palsson, 2001).
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Las teorías materialistas por su parte, exponentes del determinismo ambiental, en un
esfuerzo por dar “fundamentos más sólidos y alcances más amplios a las ciencias sociales”,
importaron para el análisis modelos causales provenientes de las ciencias naturales (Descola
y Palsson, 2001). Estos modelos, llevaron a encontrar las respuestas a la configuración de
rasgos culturales de una comunidad determinada, en la acción del ambiente externo. Si bien
existen diferencias entre estas teorías con respecto a los grados y formas de influencia de la
naturaleza en la cultura, todas basaron su análisis en la premisa de la naturaleza y la cultura
como variables independientes (Durand, 2002) y “compartían la misma concepción
universalista de la naturaleza” (Descola y Palsson, 2001). Por otro lado, para el culturalismos
o determinismo cultural, “es la cultura el factor que define el ambiente al moldearlo y
englobarlo con verdad y significado” (Milton, 1997 en Durand, 2002). En esta área teórica se
rescatan para el análisis factores como el conocimiento, interpretación, y percepción que
poseen las comunidades sobre la naturaleza (Durand, 2002). Así cada grupo e individuo ve la
naturaleza de forma totalmente diversa y esas visiones de mundo son distintas
interpretaciones de una realidad común, convirtiendo, de esta manera, la realidad en un
elemento inconmesurable (Durand, 2002). Como se ha venido plateando, ambas corrientes
teóricas mantiene en la base de su análisis una idea de naturaleza resultante de la
racionalidad moderna, considerándola como una realidad “prediscursiva y presocial”, que
“tiene validez fuera de la historia y del contexto humano y es independiente de toda
construcción” (Escobar, 1999).
Beatriz Santamarina (2008) identifica además otras dos perspectivas antropológicas que
aportan a las discusiones sobre naturaleza-cultura, estas son la simbólico-cognitiva y la
política. En la perspectiva simbólico-cognitiva, se pone énfasis en las estructuras mentales, y
se centran los esfuerzos en la interpretación de diversos fenómenos sociales, donde la
naturaleza, al menos en los aportes más relevantes de esta teoría, es “un modelo de orden y
clasificación, y un esquema analítico para la comprensión” de estos múltiples procesos
(Santamarina, 2008:160). En esta perspectiva la naturaleza y la cultura aún son dimensiones
independientes. Desde esta vertiente emerge el trabajo de Descola, quien, en un giro
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inesperado de la discusión, rompe con las estructuras duales impuestas argumentando en su
trabajo que los modelos duales de naturaleza-cultura, son parte de las construcciones de la
modernidad y no pueden ser extrapolados a las otras sociedades (Santamarina, 2008). Para
Descola (2001), en las cosmologías occidentales, “la naturaleza es definida negativamente
como esa parte ordenada de la realidad que existe independientemente de la acción
humana” (Descola, 2001). De esta manera, las teorías que tratan de resolver los temas
ambientales, se refieren a la naturaleza como un “estado o esencia, y no como un conjunto
de procesos y relaciones que se definen y orientan en su interacción” (Descola y Palsson,
2001). “Ante esto proponen entonces superar la oposición entre hombre y naturaleza y
entenderlos como entidades inseparables tanto en su definición como en su relación”
(Durand, 2002). Para los autores la “dicotomía naturaleza sociedad […] es el fundamento
clave de la epistemología modernista”, por lo que advierten que resulta “indispensable ir
más allá del dualismo para abrir un paisaje intelectual en el que los estados y las sustancias
sean sustituidos por procesos y relaciones” (Descola y Palsson, 2001).
Hoy en día parte de estas ideas son relativamente aceptadas y “muchos antropólogos e
historiadores concuerdan en que las concepciones de naturaleza son construidas
socialmente y varían de acuerdo con determinaciones culturales e históricas”, por lo que se
volvería inaplicable “nuestra propia visión dualista del universo” a la realidad de otras
culturas (Descola, 2001). Sobre esta base inicia la perspectiva política, de la que nos habla
Santamarina. Esta perspectiva está representada por la ecología política, que recién a finales
del siglo XX logra posicionarse en la escena antropológica (Santamarina, 2008). La ecología
política introduce en sus análisis “las relaciones entre economía, ecología y poder, alejándose
de las viejas ecologías al considerar las relaciones locales/globales y al partir del presupuesto
de que el mundo de hoy se caracteriza por flujos constantes que no permiten seguir viendo a
las culturas como islas” (Santamarina, 2008: 169). Desde esta perspectiva existen diferentes
sistemas de representación de la “naturaleza y las relaciones que se mantienen con ella
dependen de ese sistema de interpretación” (Santamarina, 2008: 173). Además se plantea
que para “comprender el desarrollo de una sociedad hay que tener en cuenta dos tipos de
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materialidades: una que procede de los seres humanos y otra que procede de la naturaleza.
Las primeras han sido puestas en funcionamiento para actuar sobre las de las segundas. Pero
no siempre la acción humana tiene todo el control sobre la naturaleza” (Santamarina, 2008:
173). Asumir la existencia de estas dos materialidades, abre la reflexión para superar el
constructivismo extremo, y comprender que si bien una buena parte de la realidad se
construye socialmente, debe también “existir una base para tal construcción y esta es la
existencia misma de la realidad que contiene un componente no construido” (Milton, 1997
citado en Durand, 2002). Si el ambiente no es más que una construcción social, dice Durand,
“podríamos modificarlo con tan solo generar diferentes verdades y significados” (2002). En
este sentido, estas dos materialidades dialogan, para avanzar en la superación de las
dicotomías modernas entre naturaleza-cultura, humano-entorno, y para, además, poner
límites a los relativismo extremos que plantean la realidad como un fenómeno incognoscible,
debido a que varía según su interprete.
Con todo lo anterior, como lo plantea Durand, la tarea de la antropología va más allá de
entender los problemas ambientales “como desequilibrios en las variables físicas, químicas y
biológicas de los ecosistemas, sino también como producto de una relación particular de los
seres humanos con la naturaleza” (Durand, 2002). Para Durand, es importante considerar en
el análisis antropológico cómo los distintos grupos culturales definen y entienden su relación
con el entorno, los problemas ambientales derivado de tal relación y las formas en que se los
interpreta (Durand, 2002). Se hace imprescindible entonces, “comprender los mecanismos
de poder que subyacen a nuestra práctica cultural y recordar que la naturaleza y la cultura
son realidades construidas por procesos culturales a través de prácticas, discursos e
instituciones” (Santamarina, 2008:178). En un esfuerzo por aportar a la comprensión de las
relaciones que ciertos grupos humanos mantiene con el entorno. Escobar, en su
investigación sobre las comunidades negras del Pacífico Colombiano y su acción ante un
mundo globalizado, observa la existencia de 3 regímenes de producción de naturaleza, “que
se utilizan para transmitir intereses y prácticas particulares de uso y significado”, y, que por lo
14
demás, coexisten y se superponen en un tiempo y espacio determinado (Escobar, 1999).
Estos regímenes son: naturalezas orgánicas, naturalezas capitalizadas y tecnonaturaleza.
Las naturalezas orgánicas corresponden a los modos de producción de naturalezas que no
son estrictamente modernos. Como parte de sus características estos regímenes no
comprenden la naturaleza y la sociedad como fenómenos separados, sino que más bien su
relación con el entorno puede ser entendida mediante una trinidad indisociable entre
“mundos biofísico, humano y espiritual”, y donde además las formas de uso y significado de
la naturaleza no implican su destrucción sistemática (Escobar, 1999). Las naturalezas
capitalizadas por su parte “se basan en la separación del mundo humano y del natural, en
relaciones sociales capitalistas patriarcales y, aparece como producida por la mediación del
trabajo” (Escobar, 1999). Finalmente la tecnonaturaleza, es la “naturaleza producida
mediante nuevas formas de tecnociencia, particularmente basadas en tecnologías
moleculares” (Escobar, 1999). A diferencia de la naturaleza capitalizada, esta naturaleza es
mediada más por la producción tecnocientífica que por la producción basada en el trabajo
(Escobar, 1999).
Palsson (2001), por otro lado, establece diferentes relaciones humano ambientales, las que
engloba en los conceptos de comunalismo, orientalismos y paternalismo. El comunalismo, al
igual que las naturalezas orgánicas propuestas por Escobar, rechaza la separación entre
naturaleza y sociedad, así como también los conceptos de certeza y monólogo,
reemplazándolos por los de contingencia y dialogo. Este tipo de relación con la naturaleza
indica “reciprocidad generalizada, y además proyecta una imagen de medioambiente
dador”. Dice Palsson, “tal como un niño puede esperar el cuidado de sus padres, el medio
ambiente ofrece su apoyo incondicional, independiente de lo que haya ocurrido en el
pasado” (Palsson, 2001). Como podemos observar, tanto esta idea de comunalismo como la
de naturaleza orgánica, exponen las relaciones con el entorno experimentadas por
sociedades que constantemente hemos definido como “otros” ante un “nosotros”, los
occidentales. Si bien, en ambos casos se entregan caracterizaciones que pueden diferir en los
detalles que constituyen estas sociedades “no modernas”, se puede destacar que, para los
15
autores, los ejes fundamentales en su relación con el entorno parten de la no separación
entre naturaleza de la sociedad, y mantención de relaciones de reciprocidad con el entorno,
o simplemente no mantener relaciones de depredación.
El orientalismo y el paternalismo por su parte, exponen las visiones y relaciones de las
sociedades occidentales o modernas con el entorno. El orientalismo “sugiere reciprocidad
negativa en las relaciones humano ambientales”, esto es la protección del ambiente. Si bien
el orientalismos y el paternalismo mantienen esta diferencia, ambas se rigen por la
separación de naturaleza y sociedad, y en los dos casos, los hombres se presentan como
amos de la naturaleza (Palsson, 2001). Como parte de los elementos que Palsson entrega
para caracterizar las relaciones que se establecen con el entorno en un sistema de
explotación orientalista, encontramos que, además de ser el hombre el “encargado del
mundo”, los productores -dice Palsson- “ingenuamente esperan tener el control total (del
entorno), y, sin embrago, con sus propias prácticas minan seriamente su dominio, ya que en
ocasiones llegan a la casi desaparición de las especies que explotan” (Palsson, 2001). Esto se
vuelve más irónico aún en el momento en que se enfrentan a la realidad del agotamiento,
donde “las personas adoptan la actitud fatalista de pensar que ese agotamiento no es sino
un ingrediente inevitable del progreso económico” (Palsson, 2001). El sistema de protección
paternalista, por otro lado, difiere justamente con el anterior en que se caracteriza por
relaciones de protección y no de explotación. En esta visión, propias de corrientes
ambientalistas modernas, los humanos tienen una responsabilidad particular no solo hacia
los otros humanos, sino también hacia los miembros de otras especies, nuestros co-
habitantes del mundo animal y el ecosistema global (Palsson, 2001).
Si las nociones de comunalismo y naturalezas orgánicas apuntan a una determinada forma
de relacionarse con la naturaleza, experimentada por sociedades “no modernas”; el
orientalismo y paternalismo, así como las naturalezas capitalizadas y tecnonaturalezas
corresponden a traducciones o formas de relacionar con el entorno, propias de la
modernidad. En el caso de los dos últimos regímenes de naturaleza, propuestos por Escobar,
la naturaleza capitalizada presenta semejanzas con el orientalismo de Palsson en el sentido
16
de la explotación y dominación que se ejerce hacia el entorno. El paternalismo, si bien no se
encuentra evidenciado en una categoría propia dentro de los regímenes propuestos por
Escobar, sí se presenta como resultado de la hibridación entre las naturalezas orgánicas y
capitalizadas, donde, producto de esta relación, aparecen discursos ambientalista y prácticas
ecológicas, que, si bien recogen ideas de las naturalezas orgánicas, nunca podrá ser tal, ya
que no pueden reconstruir la relación integral entre cultura y naturaleza. Este entrecruce de
regímenes de naturalezas se justifica bajo al concepto de naturalezas híbrida que propone el
autor, y que corresponde a la idea de que estos tres regímenes “coexisten y se superponen”
en el tiempo, por lo que se “producen entre sí tanto material como simbólicamente”
(Escobar, 1999). Esto, sin perjuicio de que esta co-producción está completamente mediada
por las relaciones de poder que las cruzan, y que, en la mayoría de los casos, hace prevalecer
una idea capitalizada de naturaleza en los diversos ejemplos de hibridación.
Las tecnonaturalezas, como aporte de Escobar, cobran importancia en el contexto de la crisis
ambiental, donde la amenaza con acabar con la vida del planeta, ha estimulado este tipo de
acciones que apuntan a conocer y controlar el patrimonio genético de las especies, con el
afán de asegurar la preservación de las mismas (Escobar, 1999; 2010). Es importante recalcar,
que la tecnonaturaleza igualmente ha experimentado procesos de hibridación, pasando a ser
la mayor parte de sus expresiones tecnonaturalezas capitalizadas (Escobar, 1999). Si bien la
tecnonaturalezas no está mediada por la acción del trabajo, como en el caso de las
naturalezas capitalizadas, la prospección genética se ha realizado con intenciones de
dominación y avances en la explotación del entorno, enfocado, además, en el aumento de
capitales, características propias del capitalismo y sus consecuentes nociones de naturaleza.
Un ejemplo de esta situación lo representa la carrera por las patentes genéticas, que busca
registrar a título de privados, y con ayuda de las instituciones estatales de diversos países, los
genes de una variedad de especies animales y vegetales que presentan o no importancia en
el mercado local y global; “quien compra vida, compra futuro” (Escobar, 1999).
En las discusiones sobre naturaleza, aparecen además nuevos conceptos relacionados, que
generalmente son ocupados como sinónimos, y que sin embargo, entre algunos de ellos
17
mantienen significativos matices; uno de estos es el concepto de biodiversidad. La
biodiversidad hace referencia al entorno natural, y la acción y significación humana, sin
embargo, este concepto, nace más bien como un argumento discursivo de la crisis ambiental.
Sobre la base de la necesidad de resguardar la productividad del planeta, y en conciencia de
la capacidad transformadora de la humanidad y las consecuencias ambientales que esta ha
traído al planeta, la biodiversidad, es “una nueva manera de hablar de naturaleza, con una
profunda mediación tecnocientífica y una nueva interface entre la naturaleza, capital y
ciencia” (Escobar, 1999; 213).
La necesidad de resguardar la biodiversidad, queda en evidencia en la Estrategia Global para
la Biodiversidad, realizada por el Instituto de Recursos Mundiales (WRI), la Unión Mundial
para la Naturaleza (UICN) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio ambiente
(PNUMA), y se debe a que ella “influye sobre la productividad y los servicios que brindan los
ecosistemas. A medida que cambia la variedad de las especies en un ecosistema [...] la
capacidad del ecosistema de absorber la contaminación, mantener la fertilidad del suelo y
los microclimas, depurar las aguas y brindar otros servicios invalorables también varía, por lo
que la conservación de la biodiversidad es esencial para el éxito del proceso de desarrollo”
(WRI, UICN, PNUMA; 1992). Si bien el discurso inaugural de la biodiversidad parte del
crecimiento económico, en conjunto con la idea sostenibilidad del planeta para enfrentar
una crisis ambiental, que se traduce en crisis económica, hoy en día, entre algunas voces, se
asume que la biodiversidad es una gran red, con “múltiples agentes y lugares donde se
producen conocimientos, se debaten, utilizan y transforman” (Escobar, 1999; 216), donde
cada uno de estos actores tiene su “propio marco interpretativo sobre que es la
biodiversidad, o que debería ser, o que podría llegar a ser” (Escobar, 1999; 216). La discusión
sobre la biodiversidad entonces, como discurso histórico, no debe fundarse solamente en
una discusión netamente científica sobre el qué hacer para resguardar los recursos, o la
aplicación de derechos de propiedad intelectual que “protejan descubrimientos que podrían
ofrecer aplicaciones comerciales” (Escobar, 1999; 213). Esta discusión debe tratarse más
bien de un dialogo amplio (sin desconocer que existen posturas dominantes), donde diversos
18
actores produzcan y disputen sus discursos y proyectos sobre biodiversidad y sociedad. Las
posibilidades políticas de transformar el entorno por parte de las comunidades locales -dice
Escobar- “depende del grado en el cual [...] se apropien y utilicen nuevos significados para
lograr sus propios objetivos, relacionándolos con otras identidades, circuitos de
conocimiento y proyectos políticos” (Escobar, 1999: 218).
2.1.2 Territorio y Cultura
-Algunos antecedentes generales
A lo largo de la historia, el concepto de territorio ha sido abarcado por las más variadas
disciplinas, cada una de ellas aportando a su construcción desde sus áreas teóricas. Hoy en
día, el territorio se presenta como un objeto multidisciplinar e interdisciplinar (aunque este
último aún es incipiente), donde ya ninguna disciplina puede reclamarlo como suyo (Ther,
2006; 2012), y donde además se nos abre un gran campo de investigación, rico en
conocimiento y con múltiples desafíos. Comenzando brevemente el recorrido por las
características del concepto, el territorio, primeramente, está inscrito en un espacio
geográfico determinado, siendo el espacio, en esta ocasión, “la materia prima del territorio
o, más precisamente, [...] la realidad material preexistente a todo conocimiento y a toda
práctica” (Giménez, 2001b). El territorio es una red donde conviven, se articulan e integran
componentes físicos, procesos ecológicos y procesos sociales e históricos (Sosa, 2012). Es
una construcción social, histórica y cultural; resultado de la interacción entre ser humano-
naturaleza, y en cuyo proceso se transforman estas relaciones (Sosa, 2012).
El territorio es resultado de la apropiación y valoración del espacio (Giménez, 2001b). Para
Godelier, un territorio es “la porción de la naturaleza, y por tanto del espacio, sobre la que
una sociedad determinada reivindica y garantiza a todos o a parte de sus miembros derechos
estables de acceso, de control y de uso que recaen sobre todos o parte de los recursos que
allí se encuentran y que dicha sociedad desea y es capaz de explotar” (Godelier, 1989:107).
En definitiva el territorio es el lugar donde los miembros de una sociedad “determinada han
encontrado permanentemente las condiciones y los medios materiales de su existencia”
19
(Godelier, 1989:108), pero no solamente para su existencia material, sino también para la
existencia de los rasgos socioculturales de esa sociedad. Desde la selva colombiana, Escobar
observa que el territorio es concebido por la comunidad como un “espacio de apropiación
efectiva del ecosistema, es decir, aquellos espacios que la comunidad utiliza para satisfacer
sus necesidades y para su desarrollo social y cultural” (Escobar, 1999). De esta forma, en el
proceso de apropiación del territorio lo que se reivindica es el “acceso, control y uso”, de las
realidades visibles del territorio y sus trasfondos invisibles (Godelier, 1989: 108). Es decir,
apropiarse del territorio es una acción al mismo tiempo objetiva y subjetiva (Sosa, 2012:22).
Así, Gilberto Giménez identifica dos diferentes caracteres en el proceso de apropiación
territorial, estos son “instrumental- funcional o simbólico-expresivo” (Giménez, 2001b). El
carácter instrumental-funcional, plantea la organización del espacio en torno a necesidades
económicas, sociales y políticas de cada sociedad, donde la producción del territorio “está
sustentada por las relaciones sociales que lo atraviesan” (Giménez, 2001b). En el carácter
simbólico-cultural, el territorio es objeto de “operaciones simbólicas y una especie de
pantalla sobre la que los actores sociales (individuales o colectivos) proyectan sus
concepciones del mundo” (Giménez, 2001b).
Pero no solo es la apropiación del espacio el factor que influye en la configuración territorial;
el poder y la instauración de fronteras son elementos primordiales a la hora de hablar de
territorio (Giménez, 2001b). El espacio se apropia mediante la representación, pero también
mediante el trabajo, acciones que dan paso a la producción del espacio, “inscrita en el
campo del poder por las relaciones que pone en juego” (Giménez, 2001b). El espacio -dice
Lefebvre- “no es un objeto científico separado de la ideología o de la política; siempre ha
sido político y estratégico [...] El espacio ha sido formado y modelado por elementos
históricos y naturales; pero esto ha sido un proceso político” (Lefebvre 1974:31; citado en
Oslender, 2002). Es el espacio y por el espacio donde se produce la reproducción de las
relaciones de producción capitalista (Lefebvre, 1974:223). La territorialidad por su parte, se
traduce en ese proceso de apropiación, material e inmaterial (Raffestin, 1993, citado en
Bustos, 2009:8), donde las personas modifican el territorio para servir a las necesidades y
20
posibilidades de un grupo social (Lefevbre, 1974, citado en Bustos, 2009:8). La territorialidad
es “la relación, el dominio y la apropiación del territorio que afectan su
representación, su organización y el ejercicio de poder que lo configuran” (Sosa, 2012:20).
El territorio impone además límites específicos al espacio habitado por unos y otros, y se
presenta como una realidad poliescalar, ya que tiene diversos niveles que interactúan entre
sí, y que permiten comprender las realidades y apropiaciones en diferentes escalas,
alejándonos de la idea de los territorios locales como fuente de procesos únicamente
vernáculos, desconectados de la realidad global. Para Gilberto Giménez (2001a), el territorio
tiene cuatro niveles:
El primer nivel, sería la casa habitación, nuestro espacio más íntimo y su función es la
mediación entre el yo y el mundo exterior. El segundo nivel son los territorios próximos, el
pueblo, el barrio; es un “nivel local que frecuentemente es objeto de afección y apego”
(Giménez, 2001a). Su función principal es la organización de la vida social de base. Este
segundo nivel de territorio, guarda relación con el concepto de “lugar”, que, para González
Cruz (2004), se entiende como un espacio territorial íntimo y cercano, “donde se
desenvuelve la mayor parte de las actividades del ser humano. […] Es una comunidad
definida en términos territoriales y de relaciones humanas con lo cual la persona siente
vínculo afectivo”. El lugar es entonces un territorio “limitado en su tamaño, de tal manera
que la gente pueda establecer relaciones interpersonales” (González, 2004). Pero además de
las definiciones sobre el concepto a las que se pueda llegar, existe la expectativa entorno a
que el lugar y las discusiones que desde y sobre él se produzcan, ofrezcan “una perspectiva
importante para repensar la globalización y la cuestión de las alternativas al capitalismo y la
modernidad, el lugar vendría a ser considerado lo otro de la globalización” (Escobar, 2000).
El tercer nivel de territorio, son los “territorios intermediarios entre el local y el vasto
mundo, lo que se denomina Región. Es un espacio material y simbólico, por lo que posee
caracteres de un espacio social, vivido e identitario, delimitado en función de una lógica
organizativa, cultural o política” (Giménez, 2001a). Desde su investigación en la selva
21
colombiana, Escobar (1999) plantea, por ejemplo, que el territorio-región es concebido por
lo movimientos sociales “como una construcción política de defensa del territorio y de su
sostenibilidad, [que] articula el proyecto de vida de la comunidad con el proyecto político del
movimiento social” (Escobar, 1999). El cuarto nivel, es el Estado-Nación, donde predomina la
dimensión jurídico-política del territorio, lo que no excluye la dimensión simbólico cultural,
por lo que se “concibe como territorio-signo, es decir, un espacio cuasi sagrado
metonímicamente ligado a la comunidad nacional” (Giménez, 2001a). Finalmente se podría
hablar también de un quinto nivel -dice Giménez-, el del territorio supranacional, el territorio
globalizado. Ante esto advierte que si bien generalmente se habla de la globalización como
un proceso de desterritorialización, como proceso que “pretende borrar fronteras y
desestructurar territorios por medio de las imposiciones políticas, los procesos de
profundización e intensificación de acumulación de capital y el desarrollo de las tecnologías y
comunicaciones” (Sosa, 2012:31); esta también debe ser vista como “una nueva forma de
colonización de los territorios por parte de nuevos actores”, las empresas transnacionales, en
contraposición a la ocupación tradicional del territorio (Giménez, 2001a). Pero los procesos
globales también puede generar afianzamientos y reapropiaciones territoriales por parte de
las comunidades locales (Sosa, 2012). Así el territorio es una “síntesis de interrelaciones, de
procesos complementarios y contradictorios, entre lo global y lo local, que entran en juego
en la producción concreta del territorio” (Sosa, 2012:31).
Pero el territorio no solamente se trata de espacio, el territorio también es tiempo, es más
bien tiempo espacializado (Ther, 2006). Para dar cuenta de las transformaciones de los
territorios locales, debemos “conocer/reconocer a los territorios locales aconteciendo, lo
que convierte al territorio básicamente en espacio construido por el tiempo y en el tiempo,
de manera que cualquier segmento de un territorio […] es resultado/proceso del tiempo de
la naturaleza y del tiempo de los seres humanos y los pueblos que han habitado y habitan en
él” (Ther, 2006:109). “En un mismo territorio -dice Bozzano- podemos leer e identificar
tiempos geológicos, meteorológicos, hidrológicos, biológicos, sociales, políticos, psicológicos,
económicos, cada uno con sus ritmos, sus duraciones” (Bozzano, 2000:45). Somos producto
22
de los tiempos de la naturaleza y de los humanos, somos producto de la distintas formas de
organizar el tiempo y las concepciones cosmogónica que tenemos sobre este (Ther, 2012),
haciendo del territorio “un conjunto que a diario el hombre entretejió entre todos los suyos
con la naturaleza y con los otros” (Ther, 2012).
Para Guadalupe Valencia, los procesos temporales “solo existen en el espacio y éste, en tanto
espacio humano y humanizado, no puede ser imaginado, creado o construido sino en el
tiempo. Además en un sentido estricto toda forma de apropiación del tiempo y del espacio y
toda clasificación pertinente a éstas deben ser vistas como construcciones humanas
históricas” (Valencia, 2002). Esta autora (2007) nos propone además la distinción entre
Tiempo general, el tiempo físico, y tiempos particulares, el tiempo social. En este esquema,
ambos tiempos dialogan, aportando al análisis desde sus diferentes esferas. Así, el Tiempo,
desde su universalidad, se vuelve el encargado de aportar las nociones generales, una unidad
conceptual para abordar la temática; y los tiempos, desde su particularidad, contribuyen al
análisis de las visiones desde donde se fundan las diversas temporalidades en una sociedad,
en definitiva, cómo las sociedades e individuos viven el tiempo. Desde este dialogo, no es tan
relevante la naturaleza de cada uno de los tiempos, “sino el punto de vista desde el cuál se
aborda lo real” (Valencia, 2007:39).
Apostados en la necesidad de vislumbrar los devenires de los territorios locales, la
investigación sobre el tiempo socio-histórico cobra real importancia. A diferencia del tiempo
social, el tiempo socio-histórico es además historizado. Esta historicidad, como conciencia de
vivir en un mundo que es histórico, “se construye por la praxis que es subjetividad colectiva
en acto, y que pone en juego complejas y ricas formas de vinculación entre el pasado, el
presente y el futuro” (Valencia, 2007:182). Desde esta perspectiva, tanto el pasado
(experiencia) y el futuro (expectativas) son tiempo vivo; ambos generan presente y al mismo
tiempo “no pueden ser pensados ni imaginados sino desde el ahora que los nombra y los
sueña” (Valencia, 2007:195 énfasis de la autora). Aquí el pasado no es una simple proyección
hacia atrás y la “justificación ciega del presente establecido, y el futuro tampoco es tan solo
la extensión eterna del orden natural del aquí y el ahora” (Mészáros, 2008: 19); el pasado es
23
más bien el motor por el cual el presente logra ser futuro. En esta relación entre pasado-
presente-futuro, se conforman los desafíos del proyecto de la sociedad futura, que vive en un
constante dialogo con las memorias, con el pasado.
-La relación entre Territorio y Cultura:
Pero ¿cuál es la relevancia de la Cultura en los procesos de apropiación territorial? La
respuesta a esta pregunta depende necesariamente del concepto de Cultura que se dibuje.
En esta investigación la cultura es entendida, más que como un “conjunto de rasgos o
“modelos” guías de la acción de los individuos o los grupos,[...] como acciones, objetos y
expresiones significativas, construidas y comprendidas dentro de un determinado contexto
sociohistórico, a través del cual los sujetos producen, transmiten y reciben tales formas
simbólicas” (Thompson 2002: 203). En consecuencia el análisis de los fenómenos culturales
“implica interpretar las formas simbólicas por medio del análisis de contextos y procesos
estructurados socialmente” (Thompson 2002: 203). Hablamos de la cultura como
socialmente determinada y determinante, estructurada y estructurante (Bassand, 1981: 7-
11, citado en Giménez, 2001b), como “un proceso colectivo e incesante de producción de
significados que moldea la experiencia social y, a su vez, configura las relaciones sociales”
(Escobar, 1999: 136). Pero ese dinamismo que le confiere estar en constante construcción,
no debe entenderse como inestabilidad. Si bien la cultura no es un repertorio homogéneo,
estático e inmodificable de significados, tiende a tener a la vez “zonas de estabilidad y
persistencia” y “zonas de movilidad y cambio” (Giménez, 2005).
Habiendo descrito lo anterior, podemos adentrarnos en la relación existente entre cultura y
territorio. Para Gilberto Giménez existen tres dimensiones que explican esta relación. En la
“primera dimensión el territorio constituye por sí mismo un espacio de inscripción de la
cultura y, por tanto, equivale a una de sus formas de objetivación”, el territorio es el espacio
donde se desenvuelve la cultura y donde deja su rastro Es el espacio donde la cultura se
integra, interactúa y se relaciona, de diversas formas, con el ambiente (Sosa, 2012). En una
“segunda dimensión, el territorio puede servir como marco o área de distribución de
24
instituciones y prácticas culturales espacialmente localizadas, aunque no intrínsecamente
ligadas a un determinado espacio”. Estas también son formas objetivadas, y se expresan en
características y rituales distintivos de cada cultura. En una “tercera dimensión, el territorio
puede ser apropiado subjetivamente como objeto de representación y de apego afectivo y,
sobre todo, como símbolo de pertenencia socio- territorial”. Esta situación se da en el
proceso de interiorización del espacio en la misma cultura, y a diferencia de las otras se
expresa en los niveles subjetivos de la cultura. Así, en el proceso de apropiación territorial, el
territorio y la cultura se condicionan y construyen conjuntamente, siendo la primera, el
espacio donde se expresa la segunda mediante formas específicas, que a su vez modifican o
marcan al territorio. Por otro lado, el proceso de apropiación implica una relación subjetiva,
donde el territorio es interiorizado, generándose relaciones de apego o pertenencia, que
están mediadas por la identidad (Giménez, 2001b), como la parte subjetiva de la cultura
(Giménez, 2005).
-Dimensiones para abordar el análisis territorial:
Plantearse la discusión sobre las dimensiones del territorio, no solo tiene relevancia teórica
para comprender los procesos y relaciones que existen en él, sino que también funciona
como una alerta metodológica, que nos ayuda a poner los focos correspondientes para
enfrentar el momento de la recolección de datos y dar coherencia a nuestros objetivos.
Asumiendo que las concepciones de territorio están marcadas por modelos de naturaleza
emanados desde los diversos sectores de la sociedad, y propiciados por diversos contextos
históricos y culturales, debemos comprender que estos modelos o regímenes, han generado
diferentes intereses sobre el territorio y las consecuentes transformaciones del mismo.
Desde las ciencias sociales, por ejemplo, nos encontramos con que las diferentes disciplinas
(geografía, antropología, sociología, ciencias políticas) han propuesto variadas formas de
abarcar el territorio, que conllevan distintos énfasis y, por lo tanto, distintas conclusiones.
Para Haesbaert (2007), hay tres vertientes básicas que definen estas nociones de territorio,
estas son la Política o jurídico política, referida a las relaciones espacio-poder en general o las
25
relaciones espacio-poder institucionalizadas, “en esta el territorio es visto como un espacio
delimitado y controlado, a través del cual se ejerce un determinado poder, la mayoría de las
veces relacionadas al poder político del Estado” (pag. 5). La segunda vertiente es la Cultural o
simbólico-cultural, que algunos llaman también subjetiva (Bustos, 2009), ya que justamente
prioriza esta área. En esta el territorio “es visto, sobre todo, como el producto de la
apropiación/valorización simbólica de un grupo en relación a su espacio vivido” (pag. 5).
Finalmente, la tercera vertiente es la Económica, que “enfatiza la dimensión espacial de las
relaciones económicas, el territorio como fuente de recursos y/o incorporado en la lucha
entre clases sociales y en la relación capital-trabajo”. (Haesbaert, 2007:5; Bustos, 2009: 2).
Para Henry Lefebvre, estamos así ante un espacio fragmentado por las ciencias, para ser
estudiado por cada una de estas con sus propios métodos (Lefebvre, 1974:224). Pero para
este autor la fragmentación no solo se da como forma analítica del espacio, sino que
también a niveles de propiedad privada – un espacio fragmentado para ser vendido y
comprado- y de estrategias. Existen numerosas estrategias actuando en el territorio (o
espacio para Lefebvre), que se entremezclan y se superponen, y estas son por ejemplo las
“estrategias de las compañías multinacionales, la estrategia de los Estados, la estrategia de la
energía... etc.” (Lefebvre, 1974:224), que también ven al territorio de maneras diversas y, por
lo tanto, se proponen diferentes objetivos al momento de actuar en él.
En este contexto, de un territorio fragmentado por análisis políticos, económicos y culturales,
se hace necesario entonces plantearse un análisis del territorio que contemple y logre
comprender la interacción entre estas distintas visiones a través de la historia, y sus
respectivas estrategias, que actúan sobre el territorio y que, por lo tanto, han aportado a
condicionarlo. La realidad territorial actual contiene en su núcleo las visiones y formas de
habitarlo de las comunidades locales, la planificación del Estado, los intereses que se barajan
desde el mercado nacional y transnacional, los proyectos de organizaciones sociales y
políticas, entre otras. Ante esto, si bien existen circunstancias históricas que llevar a poner
énfasis en el análisis de las dimensiones ya nombradas, ninguna se puede comprender
completamente por si sola.
26
La dimensión cultural, presenta al territorio como un espacio fundamental en el que las
comunidades “crean y recrean las condiciones de sobrevivencia de los grupos étnicos y los
valores y prácticas culturales, sociales y económicas que les son propios” (Escobar, 1999). Es
el espacio habitado, donde los grupos humanos pueden desarrollar formas específicas de
relacionarse y pensarse entre sí mismos, con otros y con el entorno. Es el espacio que
alberga la tradición, pero al mismo tiempo donde las comunidades crean futuros, esperanzas
y la continuidad de su existencia (Escobar, 1999).
Pero la noción de territorio se complejiza aún más asumiendo también un carácter
económico, que en el contexto capitalista actual está inevitablemente ligada a los “recursos
naturales y la biodiversidad” (Escobar, 1999). El territorio, ya no es solo el espacio donde
habita la cultura, sino que también el espacio donde se satisfacen las necesidades de una
comunidad determinada, y por lo mismo un espacio en disputa (Giménez, 2001a). En
economías fuertemente dependientes de la extracción de recursos naturales, del cultivo y
utilización de los suelos para la industria agropecuaria, y donde además la inversión apunta a
la satisfacción de necesidades de consumo global, el territorio se vuelve fundamental en las
estrategias que capitales nacionales y transnacionales requieren para el proceso de
acumulación. La propiedad del territorio, como espacio geográfico y un bien agotable, pasa a
ser entonces un elemento de poder. Pero las dinámicas del capital no solo se basan en la
privatización de los espacios de producción de la vida, sino también, y en conjunto con la
ciencia como generadora de verdades, en la implantación de nuevos patrones de significado-
uso, apostando a la validación de un sistema de relaciones con el entorno que elimina o
subyuga otras formas de habitar, favoreciendo así la explotación sin límites de los recursos
naturales y destrucción de la biodiversidad. En palabras de Leff:
Las transformaciones culturales generadas por este modo de explotación [el modo de explotación
capitalista] fueron sepultando un enorme cuerpo de conocimiento prácticos elaborados durante siglos
de experiencia productiva por las comunidades autóctonas de estas regiones, las cuales permitieron
una apropiación ecológicamente racional del medio ambiente. De esta manera, el sistema capitalista
rompió la armonía entre los ecosistemas naturales y las formaciones sociales. (Leff, 1994)
27
Expuestos ya dos aspectos del territorio, el cultural y el económico, donde están
evidentemente presentes la comunidad y los capitales nacionales y transnacionales,
entramos al tercer aspecto, el político, generalmente ligado al Estado. La relevancia del
Estado en el territorio guarda relación con la planificación que de este emana, y que define la
intervención, no solo por parte de los instrumentos de esta institución, sino que también de
los ya mencionados capitales nacionales y transnacionales, además de otros actores. El
Estado regula, implementa, facilita o restringe las intervenciones de diversos actores en el
territorio. Pero la política del territorio no solo la define o la ejerce el Estado. El concepto de
Política Cultural, nos abre el camino para comprender como la cultura es o puede llegar a ser
fuente de procesos políticos (Escobar, 1999). Para Escobar, la cultura es política puesto que
...los significados son constitutivos de procesos que, implícita o explícitamente, buscan redefinir el
poder social. Esto es, cuando los movimientos establecen concepciones alternativas de la mujer, la
naturaleza, la raza, la economía, la democracia o la ciudadanía que remueven los significados de la
cultura dominante, ellos efectúan una política cultural. (Escobar, 1999:144)
La política cultural es entonces el “proceso que se ejecuta cuando los actores sociales,
moldeados o caracterizados por diferentes significados y prácticas culturales entran en
conflicto” (Escobar, 1999). Este conflicto se gesta luego que prácticas y significados,
particularmente “aquellos teorizados como marginales” en relación a un orden dominante
(Escobar, 1999), se reconocen ante este orden y disputan en la arena del poder, apostando a
la construcción de nuevas realidades y la defensa de otras muchas.
La política cultural que se genera en el lugar, es entonces producto del choque que se da
entre los proyectos políticos, formas de relacionarse con la naturaleza, etc.; que representan
y defienden las y los diversos actores que actúan en el territorio. Es necesario aclarar de
antemano que no se apunta a un análisis que plantee la existencia de referentes de
comunidad y poder dominante homogeneizados, donde cada uno actúa como un bloque
unificado, sino que más bien, se entiende que existen matices en los intereses y discursos de
las y los actores que representan cada uno de estos grupos. Uno de estos matices, en lo local,
es representado los roles que ocupan hombres y mujeres. Fruto de la división de trabajo por
28
género en las diversas sociedades y en diferentes periodos de tiempo histórico (Escobar,
2010), esta dimensión ha sido relevante a la hora de desentrañar las formas de habitar y
construir el territorio, “en términos de la utilización diferencial del espacio, tareas y formas
de conocimiento sobre salud y ambiente”. Como Escobar nos plantea, “si los hombres
demarcan el territorio en su movilización para la producción, las mujeres lo consolidan a
través de procesos de socialización y la construcción de identidades mediante una serie de
prácticas de comida, curación y producción” (Escobar, 2010). Si bien ambos cumplen
funciones esenciales en la mantención de las dinámicas territoriales, son las mujeres las que
asumen generalmente las tareas reproductivas que dan sentido al territorio.
En consecuencia, y como un intento de redondear el tema, se reconoce que el territorio
contiene variadas dimensiones que complejizan el estudio del mismo, y que si bien esta tesis
no logra resolver cada una de ellas en su tu totalidad, es importante tenerlas en cuenta a las
hora de intentar descifrar las dinámicas territoriales. Partimos desde que el territorio, como
relación de espacio-tiempo, “se define antes de todo con referencia a las relaciones sociales
(o culturales, en sentido amplio) y al contexto histórico en que está inserto” (Haesbaert,
2007:31). En estas relaciones sociales y contexto histórico actúan las dinámicas culturales,
políticas y económicas, que determinan también las relaciones de género y nociones de
tiempo. Pero en el lugar, no solo actúan las dinámicas de poder locales, sino también las
dinámicas que se manejan desde los otros niveles de territorio, ya sea nacional o
supranacional, y que, en el contexto de globalización en que nos encontramos, obedecen a
las dinámicas de poder modernas, como modelo dominante. El territorio es “así un campo
de fuerzas multidireccionales y multicomplejas, donde cada lugar es extremadamente
distinto de otro, pero claramente unido a todos los demás por un nexo único, que proviene
de las fuerzas motrices del modo de acumulación hegemónicamente universal” (Santos,
1996).
29
Figura 2: Esquema sobre las dimensiones del territorio.
Fuente: Formulación de la autora
2.1.3 Sobre las identidades ambientales
En la relación humano-entorno, como hablamos anteriormente, existen distintos modelos o
regímenes de producción de naturalezas, que están mediados y re-producidos por modelos
culturales, y que se expresan en un territorio determinado. La relevancia de la identidad en
estos procesos, tiene que ver con su rol intermediario entre el territorio y la cultura. Para
Giménez (2001b), las identidades descansan en gran parte sobre el sentido de pertenencia,
en este caso a un territorio. Ante esto, se vuelve la mediadora en el proceso de internación
del territorio y la cultura. Sin perjuicio de lo anterior, no se pretende encajar una identidad
en una cultura específica (Restrepo, 2007), pensadas ambas como entes estáticos y
homogéneos. Más bien se asume que la identidad, al igual que la cultura, son elementos
dinámicos que se construyen de acuerdo a contextos determinados, por lo que es
inadecuado, plantear, que aquella identidad es equivalente aquella cultura. Por lo demás el
30
sentido de pertenencia, no se plantea como la adopción de cada una de las características
culturales de un grupo determinado, o de un territorio, es simplemente la internación de
algunos rasgos o elementos necesarios para identificarse, en distintos grados de acuerdo a
las experiencias y compromisos que los sujetos adquieran con un grupo o territorio
(Giménez, 2005).
-Aspectos generales de la Identidad:
Stuart Hall, exponente de los estudios culturales, y estudioso de la formación de las
identidades culturales, propuso hace años atrás una nueva forma de ver la identidad, ya no
basada en modelos inmóviles y esenciales. En contraposición a una visión esencialista de la
identidad, que propone que los individuos son portadores de una identidad intrínseca, una
especie de esencia, “que tiene como función la unificación” (Hall, 2003) y que refleja una
tradición que no varía en el tiempo, donde la identidad se tiene o se pierde; el autor propone
una visión antiescencial (Grossberg, 2003) de la identidad. Esta última niega “la existencia de
identidades auténticas y originarias basadas en un origen de experiencia universalmente
compartida, y donde además las identidades son siempre relacionales e incompletas,
siempre están en proceso” (Grossberg, 2003). Para Hall las identidades “nunca son singulares
sino construidas de múltiples maneras a través de discursos y prácticas diferentes, a menudo
antagónicas y cruzadas” (Hall, 2003). Hablamos de identidades que se construyen en el
discurso (Hall, 2003; Restrepo, 2007), pero entendiendo el discurso como constitutivo de
cualquier práctica que pueda llevar o no a disputar en el terreno de lo social (Restrepo,
2007).
Esta visión dinámica, de una identidad en constante construcción, nos permite dar una
mirada al pasado, pero también abre el paso para pensar el futuro. Más que la búsqueda
incesante de nuestras raíces, es una representación imaginativa de nuestras tradición
(Escobar, 1999), en dialogo con nuestros proyectos de futuro, personales y colectivos. En
palabras de Hall:
31
Aunque las identidades pueden invocar un origen pasado histórico con el cual continúan en
correspondencia, en la realidad la identidades tienen que ver con cuestiones referidas a los recursos de
la historia, la lengua, la cultura en el proceso de venir y no de ser; no “quienes somos” o “de dónde
venimos”, sino en que podríamos convertirnos, cómo nos han representado y cómo atañe ello al modo
como podríamos representarnos. (Hall, 2003:17)
Como un aporte a esta visión histórica de la construcción de identidades, que Grossberg
(2003) llama “lógica de la temporalidad”, el mismo autor propone incorporar la “lógica de la
espacialidad”. La lógica de la temporalidad -para el autor- impone la preponderancia del
tiempo y la perspectiva histórica en el análisis de la identidad. Ante esto, y sin negar la
importancia del tiempo en la construcción de identidades, agrega al espacio en el análisis.
Con esto intenta superar la separación del tiempo y el espacio, recurrente en el pensamiento
moderno, entendiendo que el sujeto, no solo se construye en el paso de la historia, sino
también en su experimentar el mundo desde una posición (geográfica en este caso)
particular (Grossberg, 2003: 170).
Pero asumir este constructivismo de las identidades, no implica desconocer la relevancia de
los contextos en los que se construye. Es más, asumir que se construye en el tiempo y el
espacio, debe conllevar a comprender que existen diferentes estructuras de poder operando
en estos contextos, y que determinan en parte la formación de identidades. Siguiendo con
Grossberg (2003) y su crítica a la visión moderna de las identidades, para el autor se vuelve
urgente salir de la centralidad del individuo en la gestación de la identidad (“lógica de la
individualidad”), como “posición que define la posibilidad y fuente de la experiencia, de la
acción y el reconocimiento de sí mismo” (Restrepo, 2007), y avanzar en la “lógica de la
producción”, que no centra el análisis en la posibilidades que abre el individuo, sino las que
abre el sujeto. En esta última lógica la identidad está producida en el paso de la historia
(Restrepo, 2007), pero también inscrita, por un lado, en relaciones de participación y acceso
determinadas, que asumen los sujetos y marcan las diferencias y distinciones históricas, y
por otro en las posibilidades de “ocupar sitios específicos de actividad y poder y pertenecer a
ellos” (Grossberg, 2003: 168). En este sentido -plantea Grossberg-, hablar de identidad
implica “abandonar las nociones de la resistencia, que suponen un sujeto situado
32
íntegramente al margen de una estructura de poder bien establecida, y contrario a ella, y
pasar a rearticular la identidad como una cuestión sobre la posibilidad de construir una
agencia histórica” (Grossberg, 2003: 150).
Al hablar de identidades inscritas en relaciones de participación y acceso, situamos las
identidades en formaciones sociales desiguales que las lleva (a las identidades) a inevitables
disputas por la “conservación o confrontación de jerarquías económicas, sociales y políticas”
(Restrepo, 2007), por lo que estarían ligadas necesariamente a prácticas de explotación y
dominio. Para Hall, por ejemplo, las “identidades emergen en el juego de modalidades
específicas de poder y, por ello, son más un producto de la marcación de la diferencia y la
exclusión que signo de una unidad idéntica y naturalmente constituida” (Hall, 2003: 18). El
establecimiento de la diferencia, por lo tanto, como parte constitutiva de la identidad, no es
un acto de simple selección de caracteres deseados, sino una operación que surge en
relaciones de poder específicas y que crea positivos y negativos, dominantes y excluidos. La
identidad “en positivo” -dice Hall- se constituye a través de las relaciones con el otro, con lo
que no se es, con lo que nos falta (Hall, 2003:18), y ejerce, por lo tanto, los límites de lo que
no somos, por medio de la diferencia (Hall, 2003: 18). La diferencia actúa como “puntos de
adhesión o identificación solo debido a su capacidad de excluir, de omitir y dejar afuera”
(Hall, 2003:19). Pero generalmente en nuestra sociedad moderna, la constitución del “Otro”
no se da en positivo, como nuestro “Otro complementario”, como nuestro “afuera
constitutivo” (Derrida, 1981; Laclau, 1990; Butler, 1993; citado en Hall, 2003: 17).
Desde su identificación de la “lógica de la diferencia”, Grossberg observa igualmente que la
“modernidad ha constituido su propia identidad diferenciándose de otro”, por lo que la
identidad siempre se construye desde la diferencia. Pero el problema que identifica es que
“lo moderno constituye la identidad a partir de la diferencia y no la diferencia a partir de la
identidad” (Grossberg, 2003: 156). En este punto el autor no niega el rol de la identidad
como marcadora de diferencia, sino que propone, en contraposición, la “lógica de la
otredad” como una mirada en positivo de la identidad, no con imágenes invertidas, sino con
lo que es en sí mismo (Restrepo, 2007). La diferencia, como pura exclusión o negatividad,
33
impone una visión del otro como lo que no somos o lo que no queremos ser, situación que
ha llevado en innumerables ocasiones a asumir la otredad en forma de antagonismo. En
definitiva, estamos hablando de identidades que son producidas a partir de la diferencia, en
contextos históricos, territorios y relaciones de poder determinadas, pero que su sujeción a
estas últimas está supeditada a las posibilidades de cambio en la que se puedan embarcar los
sujetos, que, mediante la acción colectiva, problematizan las relaciones de poder
institucionalizadas y perfilan un sujeto político, capaz de resistir y empoderarse (Restrepo,
2007).
Existen también otras características de las identidades que se tornan importantes y que
complementan lo ya dicho. Como se explicaba anteriormente, las identidades no son
homogéneas ni unificadas, al contrario, los sujetos son portadores de varias identidades, que
cobran mayor o menor relevancia según el contexto en el que se desenvuelva, por lo que se
clasifican como polifónicas y multiacentuales (Restrepo, 2007). Además son asumidas y
asignadas al mismos tiempo (Restrepo, 2007). Al ser parte de determinados contextos, los
sujetos no puede cambiar su identidad a su antojo, ni tampoco la identidad puede ser
completamente producto de una asignación o imposición (Restrepo, 2007), no son
cambiables a voluntad, ni algo de lo que no se pueda escapar.
-Identidad Ambiental:
Cuando hablamos de identidades solemos poner los focos del análisis en ciertas en
expresiones de estas, que pueden aportar de mejor manera a resolver cierto problemas que
nos propone la sociedad. Es por eso que hablamos de identidades individuales o colectivas
como las identidades juveniles, identidad de género, identidades territoriales, identidades
culturales, etc., de acuerdo a lo que nos interese explicar. Generalmente son las identidades
culturales, que tratan de resolver las formas en que se construye la identidad en grupos
humanos con un sistema cultural compartido; o territoriales, que intentan explicar cómo se
aplica esta identidad cultural en el territorio y cómo se genera el sentido de pertenencia a un
lugar determinado, las que marcan el análisis cuando hablamos de medio ambiente. Para
34
poder observar algunas diferencias, las identidades territoriales, por ejemplo, en un nivel
sociopolítico, se expresan en la constitución de “referentes comunes a un grupo (geográficos
en este caso) para identificarse y distinguirse de los otros” (Le Bonniec, 2002), pudiendo ser
estos el lugar, la región, el barrio, la población, la comunidad, etc. Las identidades
territoriales delimitan el espacio en el que se desenvuelven grupos culturales específicos, y
se convierte en “un referente territorial, social e histórico” para los habitantes y para los
foráneos a él, asignándosele diversos significados (Le Bonniec, 2002) mediante la
interiorización de este en las formas culturales propias del grupo humano que lo habita,
logrando hacer una vinculación directa entre identidad, cultura y territorio (Le Bonniec,
2002). Plantearse la posibilidad de una identidad ambiental, sin embargo, implica hablar de
una identidad que se piensa desde su relación con el entorno, ya no solo con el territorio
como espacio apropiado, sino que además con los demás elementos que lo constituyen, es
un análisis de la identidad que pone el foco de atención en el ambiente, como naturaleza
marcada por la humanidad.
Cuando utilizamos el concepto de identidad ambiental, hablamos de una identidad ya no
solo arraigada a un espacio en específico, sino que circunscrita además en prácticas que
determinan la relación humano-entorno. Ponemos el énfasis en las formas culturales que
impulsan ciertas relaciones con la naturaleza, pero también apostamos a la identidad
ambiental no solo como una herramienta analítica, sino también como una apuesta política
que nos permita romper con los dualismos impuestos por la modernidad, que han llevado al
planeta a una crisis ambiental, y proponer a cambio una visón complementaria entre
sociedad y naturaleza que avance hacia formas de vida sustentables.
La identidad ambiental, se basa en las visones de grupos humanos que, como parte de sus
valores culturales e identidades propias, rompen con la separación moderna entre humano-
entorno, hombre-naturaleza, y propone una nueva forma de analizar esta relación mediante
un sistema biocultural, que determina sus propias prácticas. Así, las dinámicas internas y su
relación con el medio se definen dentro de la concepción de la trilogía territorio-cultura-
biodiversidad como un todo íntegro e indivisible (PNUMA, 2003; Leff, 2004: 452). Son estos
35
tres factores los que actúan en la formación de identidades ambientales donde “el territorio
se define como el espacio para ser” (Leff, 2004: 452), la cultura como la expresión del ser,
siendo su parte subjetiva, y por lo tanto indivisible la identidad (Giménez, 2001), y “la
biodiversidad como un patrimonio cultural que permite al ser permanecer” (Leff, 2004: 452).
Así, al ser la biodiversidad un condicionante de la permanencia del ser, su conservación y uso
sustentable es condición para la existencia cultural (PNUMA, 2003; Leff, 2004).
El análisis de las identidades ambientales, implica metodológicamente observar los
regímenes de naturaleza que conviven en los territorios, cómo son interiorizados, pero
también cómo se expresan en el espacio, es decir, es importante determinar las formas o
significaciones que las personas le dan a la naturaleza, pero también es importante
contrarrestarlos con las prácticas diarias que determinan cuál es su relación efectiva con el
medio (Restrepo, 2007). Se hace necesario también identificar los límites territoriales que
hacen de este un lugar diferente de otro, con una identidad particular y una particular
manera de relacionarse con el entorno, además de comprender cuales son las razones por
las que llegó a ser de esa forma a lo largo de la historia. Complementariamente, también se
hace imprescindible conocer cuáles son las formas o grados en las que la naturaleza ha
marcado las identidades, imponiendo sus tiempos y áreas de desarrollo de la producción en
el lugar, además de revisar cuales ha sido los procesos y actores -sus motivaciones y
posiciones en la sociedad- que están presentes en estas formas de interacción entre la
naturaleza y la sociedad.
36
Figura 3: Esquema sobre Identidades Ambientales
Fuente: Formulación de la autora
2.1.4 Sustentabilidad y Dialogo de Saberes:
Los discursos sobre el desarrollo sustentable, nacen dentro de la preocupación constante
que los poderes mundiales, principalmente del primer mundo, manifiestan con respecto al
deterioro de la naturaleza y los problemas que esto conlleva a la economía. Con la Estrategia
Mundial para la Conservación (EMC), impulsada por la Unión Internacional para la
Conservación de la Naturaleza (UICN) en 1980, y posteriormente con la propuesta de
Brundtland en 1983; el concepto de desarrollo sustentable toma prominencia en la escena
internacional (Lelé, 1991, citado en Pierri, 2005). El contexto en el cual surgen estas
propuestas, está marcado por una crisis ambiental, evidenciada en las variadas catástrofes
ambientales propiciadas por la industria, la merma de recursos naturales no renovables
como el petróleo, el aumento del poder nuclear en el mundo, el deterioro de la capa de
ozono, entre otros (Pierri, 2005.; Faladori, 2001). Pero no es solo la crisis ambiental la que
marca la realidad mundial de esos años, a nivel socio-económico, el mundo atraviesa por una
crisis productiva y laboral, además de una gran inflación (Harvey, 2007; Pierri, 2005), que da
paso a la desestructuración del Estado de bienestar y el avance progresivo hacia una
37
economía neoliberal (Pierri, 2005), como “proyecto político para restablecer las condiciones
para la acumulación del capital y restaurar el poder de las elites económicas” (Harvey,
2007:25).
Si bien la discusión sobre los ribetes que toman las teorías de la sustentabilidad es amplia y
enriquecedora, esta escapa de los objetivos de la tesis. Ante esto simplemente nos
centraremos en rescatar el hecho de que esta propuestas, más allá de las necesidades por las
que surgen y las conclusiones a las que llegan, logran poner por primera vez en la palestra
internacional la discusión sobre la necesidad de avanzar hacia un “desarrollo sustentable”
(Pierri, 2005), donde se vuelve requisito relacionar directamente el proyecto del desarrollo a
la realidad ambiental y además incorporar la variable naturaleza en el cálculo económico.
En general la discusión sobre desarrollo sustentable ha estado dividida en dos frentes, cada
uno de ellos con innumerables matices. El primero lo constituyen las propuestas
conservacionistas o moderadas, representadas en los diálogos internacionales, que centran
su eje en una sustentabilidad económica-ecológica (Pierri, 2005), donde la preocupación “es
en torno a cómo reducir los niveles de contaminación, de depredación, y de pobreza y
sobrepoblación, sin tocar la forma social de producción, o sea, el capitalismo” (Faladori,
2001: 107). Es, en definitiva, la búsqueda por “armonizar el proceso económico con la
conservación de la naturaleza” (PNUMA, 2003). El segundo, representado por las propuestas
del humanismo crítico, que en la actualidad es marginal a la política internacional, centra la
atención en el ámbito social, esto es en “qué cambios son necesarios para que el uso
económico de los recursos naturales se subordine a los objetivos sociales” (Pierri, 2005). Para
evidenciar la diferencia existente entre estas posiciones teóricas, en algunas ocasiones se
identifica a la primera como propuestas para el “desarrollo sostenible” y a la segunda bajo el
término de “desarrollo sustentable”. Si bien en la literatura sobre el tema aún es difusa la
diferenciación de estos términos, y generalmente son usados sin distinción, la diferencia
conceptual propuesta será tomada en este caso, ya que es útil para evitar confusiones.
38
Hoy en día, las discusiones sobre sustentabilidad y sus derivados (desarrollo sustentable,
desarrollo sostenible) generan cada vez más matices y críticas. Con el afán de no
entramparnos en esta discusión, graficaremos una propuesta de sustentabilidad,
independiente, que nos permita dar respuestas alternativas en lo local, para la superación de
la crisis ambiental. La idea de sustentabilidad aquí expuesta, parte de la base de que la crisis
ambiental es una crisis civilizatoria (Leff, 2008; Löwy, 2011), que pone en peligro “no
solamente la biodiversidad del planeta, sino la vida humana y junto con ello algo sustantivo
de la vida humana, el sentido de la vida” (Leff, 2008:81). Es una crisis del conocimiento “con
el cual hemos construido y destruido el mundo, nuestro planeta y nuestros mundos de vida”
(Leff, 2008:82), es una crisis que emana de la modernidad. El sistema capitalista, cuyas bases
se sustentan en la “maximización de la ganancia y del excedente económico en el corto
plazo, así como en el orden jurídico del derecho privado·, ha llevado a la destrucción
incesante del plantea, y la transformación y destrucción de un “conjunto de valores
humanos, culturales, sociales asociados a las prácticas comunitarias de uso de los recursos
naturales” (Leff, 1994; 2008).
La sustentabilidad debe pensarse en bases a cuatro pilares que dialogan mutuamente, estos
son el económico, el social, el ambiental y el cultural. En el mundo actual, la dominación
sobre la naturaleza responde a la idea moderna que nos separa de ella y nos reconoce como
superiores, teniendo como consecuencia inmediata una explotación capitalista sin límites,
que hoy amenaza nuestra sobrevivencia. Estas mismas lógicas de explotación y dominación
son aplicadas en nuestra sociedad a hombres y mujeres por parte de ciertos grupos
privilegiados, que hegemonizan la producción y las decisiones políticas. Pobres, mujeres,
pueblos originarios, sufren constantemente la desigualdad, la exclusión y las consecuencias
más directas de la crisis ambiental. Suelos empobrecidos, carencia de agua, contaminación
industrial, son algunas de las causantes de las miserias vividas en los márgenes. En el
contexto de la globalización y la división mundial de trabajo, el tercer mundo pasó a ser por
completo una “zona de sacrificio”. Como contraparte, la sustentabilidad propone un saber
ambiental que “reenlaza los vínculos indisolubles de un mundo interconectado de procesos
39
ecológicos, culturales, tecnológicos, económicos y sociales” (PNUMA, 2003). Romper con las
dualidades impuestas, se vuelve una tarea urgente para avanzar en el dialogo y la lucha
contra la dominación de la naturaleza, lo que implica además, “luchar contra todas las otras
formas de dominación existentes” (Löwy, 2011). La sustentabilidad exige la superación de las
desigualdades, exige avanzar en un espíritu de justicia social, de igualdad y de solidaridad
(Leff, 1994; Löwy, 2011; PNUMA, 2003). Al mismo tiempo una sociedad justa, solidaria e
igualitaria, requiere (como lo viene planteando el movimiento ambientalista) de un
compromiso con la democracia participativa “que permita la incorporación de la población a
la vida económica y política, mediante la distribución del poder y de la riqueza, la propiedad
de la tierra y los medios de producción, el acceso y apropiación de los recursos naturales”
(Leff, 1994: 393).
La economía capitalista ha demostrado su incapacidad para poner límites a la acumulación
(Löwy, 2011), por lo tanto su incompatibilidad con un proyecto de sustentabilidad
(Riechman, 2006). La reflexión sobre sustentabilidad, debe, por lo tanto, cuestionar los
modos de producción capitalista (Löwy, 2011). No solo se trata de responder al cuánto
producimos, se trata también de cómo, qué y por qué producimos, de cómo repartimos las
riquezas. Esto nos plantea la tarea inmediata de pensar nuevas formas sobre la tenencia de
los medios de producción, la distribución justa de las tierras y los servicios (Löwy, 2011).
Pensar en una economía centrada en la satisfacción de las necesidades y no en incrementar
las ganancias (Riechmann, 2006), centrada en los valores de uso y no en los de cambio,
diversificada y “ajustada a las condiciones ecológicas y al potencial ambiental de cada región”
(Leff, 1994; 191). Nos exige también impulsar una nueva economía que se centre en la
alianza naturaleza-cultura (PNUMA, 2003), donde se reorientan los potenciales de la ciencia
y la tecnología, y se construye una nueva cultura política “que renueva los sentidos
existenciales, los mundos de vida y las formas de habitar el planeta Tierra” (PNUMA, 2003).
La cultura como parte de este dialogo, nos abre los caminos a otras realidades posibles. Se
“integra a las relaciones sociales de producción, potenciando el aprovechamiento integrado,
sustentable y sostenido de los recursos” (Leff, 1994: 189). La diversidad cultural nos muestra
40
mediante el ejemplo práctico, otras formas de comprender y relacionarse con el entorno,
formas, que, en interacción constante, son necesarias para mantener el equilibrio requerido
para el desarrollo de la vida. El conocimiento que otras culturas poseen sobre los
ecosistemas de los cuales son parte, se vuelve hoy en día un “patrimônio de que a
modernidade não pode prescindir para a continuidade da vida no planeta” (Cunha, 2003). La
sustentabilidad nos propone entonces, enfrentar el mundo por medio de un saber
ambiental, que nos ayude a construir estrategias para reapropiarnos de este y la naturaleza
(Leff, 2008). Este saber ambiental opera bajo una ética de la sustentabilidad, que tiene como
base el dialogo de saberes, “donde se conjuga el ethos de diversas culturas” (PNUMA, 2003).
Estos saberes escapan de la lógica occidental y están “apoyados en otras estructuras
cognitivas, que han demostrado su eficacia y capacidad de sobrevivir” (Allut, 2003).
2.2 Metodología:
La metodología aquí presentada tiene como objetivo aportar a una investigación descriptiva,
que busca identificar y describir los procesos que han llevado a la constitución y desbalances
de diversas identidades ambientales en Yaldad. Es debido a esto que se hizo necesario tomar
una perspectiva histórica, que nos permita recorrer por diferentes periodos, que, marcados
por la intervención de diversas fuerzas en el territorio, fueron testigo de la concreción o
transformación de estas identidades.
La perspectiva metodológica utilizada en esta investigación es cualitativa. La razón de esto
recae en la necesidad de utilizar herramientas de recolección y análisis de datos, que nos
permitiera observar de mejor manera las transformaciones culturales y ambientales que ha
experimentado la comunidad de Yaldad en las últimas décadas. La elección de una
metodología cualitativa responde a la idea de que para describir las transformaciones en las
identidades ambientales de las y los lugareños, se hace necesario adentrarnos en las
narrativas de personajes de la comunidad que puedan aportar datos concretos, pero
también percepciones sobre los procesos ambientales y culturales del lugar. Este tipo de
metodología permite además corroborar la correspondencia del discurso que elaboran las y
los habitantes con sus prácticas cotidianas, mediante una exhaustiva observación en cada
41
una de sus actividades diarias. No obstante lo anterior, fue importante también, para
configurar un panorama más completo del problema a estudiar, tener en cuenta fuentes de
estudios cuantitativos, que por un lado otorguen mayor cantidad de datos y por otro
ratifiquen hechos concretos que pueden tornarse abstractos en la memoria de las y los
protagonistas.
Esta investigación tuvo varias etapas, que aportaron al desarrollo de la misma en diferentes
ámbitos. La primera etapa se centró en la generación de un marco teórico general que
permitiera construir de mejor manera los objetivos y seleccionar las técnicas de recolección
de datos a utilizar. La segunda etapa, tuvo como objetivo suscitar un panorama general sobre
la situación y parte de la historia de Yaldad mediante la revisión de noticias y documentos. En
esta etapa tuve la oportunidad de hacer un terreno previo, donde conocí parte del
funcionamiento de la comunidad. Si bien este terreno no está considerando como parte
oficial de la tesis, ya que no se dio en el marco de esta, de igual forma aportó a entregar
antecedentes que permitieran enfocar la problemática. La tercera etapa fue la relativa al
primer terreno, donde se realizaron mayormente entrevistas, se acompañó a algunas
actividades laborales de algunas y algunos de los entrevistados y se realizó un taller con niñas
y niños, que estaba enmarcado en los “Talleres de educación medio ambiental” que imparte
la ONG Yaqu Pacha en el lugar. La cuarta etapa se trató de sistematización y recopilación de
datos secundarios, generalmente en relación a estadísticas provenientes de organismos de
Estado. La quinta etapa consistió en un segundo terreno, donde, luego de la sistematización,
se recogieron algunos datos específicos, con personas específicas, que se reconocieron
faltantes en el primer terreno. La sexta etapa fue la sistematización de datos del segundo
terreno y revisión del marco teórico. La séptima etapa y final fue la redacción del informe.
Parte de las dificultades que presentó el desarrollo de esta tesis se encontraron en la
realización del primer terreno. Estas dificultades se dieron debido a que en aquella instancia,
la investigación estuvo apoyada por la ONG Yaqu Pacha, que lleva más de 12 años haciendo
investigación sobre pequeños cetáceos en el lugar, y que mantiene un trabajo de educación
ambiental en la población. Esta situación llevó a que se me identificase con este núcleo -que
42
en la comunidad es homologado a la universidad, ya que en el año asisten varios/as
estudiantes a hacer sus prácticas profesionales o voluntariados- predisponiendo de esta
forma,, los discursos de las y los entrevistados, que mantenían un argumento comúnmente
aceptado sobre la necesidad de “cuidar la naturaleza”. Además, al ser la mitilicultura un tema
sensible para la comunidad, debido a las responsabilidades que se han visto obligados a
tomar ante organismos externos con respecto a la contaminación, en las entrevistas solo
algunas y algunos se atrevieron a reflexionar profundamente sobre los cambios ocurridos
mediante la implementación de esta actividad. Para sopesar esta situación, se reforzó en el
segundo terreno la convivencia con las y los habitantes del lugar, enfocada a diversas
actividades diarias. Además se contrastaron las miradas desde lo local hacia lo local, como
también las miradas de actores externos hacia lo local.
2.2.1 Delimitación temporo-espacial del estudio:
El estudio se realizó en la localidad de Yaldad (43o06`47,31``S- 73o42`38.21``O), ubicada a 11
km al oeste de la comuna de Quellón, Isla Grande de Chiloé. Yaldad es una bahía, rodeada de
las islas Coldita, Laitec, Cailín y San Pedro, siendo esta última la que da paso a la formación
de lo que es el Gofo del Corcovado. Por tierra los pueblos más cercanos son Trincao, Incopulli
y Cocauque, siendo estos tres territorios de fuerte presencia Huilliche. La forma de
poblamiento de Yaldad se estructura alrededor de una caleta principal, donde se encuentran
los centros de cultivo de choros, y que es además el sitio donde habita la mayor parte de la
población. Otra parte de los pobladores, en menor medida, habitan las zonas boscosas,
encontrándose sus viviendas “ocultas” entre los grandes árboles y dando anuncio de su
existencia solo por el brillo del sol en sus techumbres.
El periodo de tiempo en que se centra la investigación recorre desde principio del siglo XX,
donde mediante la recopilación de datos y algunos relatos, se pretende hacer una sucinta
reconstrucción de las identidades ambientales locales. Sin embargo, el periodo que se marca
desde los años 60 hasta la actualidad, será el de mayor relevancia, debido a mayores
posibilidades de acceder a datos y por configurarse además como un periodo histórico con
mayor intervención territorial.
43
2.2.2 Población a la que se aplica el estudio
Para la selección de las y los entrevistados/as, se tomaron en cuenta categorías, que
permitieran abarcan la mayor variedad de posiciones de la comunidad ante su entorno. Estas
categorías para la selección se basaron en principios como áreas de la producción a las que
se dedican, marcadas principalmente por: ser propietario de concesiones acuícolas,
trabajador asalariado de las concesiones acuícolas, trabajadores del servicio público y otros.
Esto con el afán de conocer las visiones que, en la actualidad, se tienen sobre las formas de
relacionarse con la naturaleza en la bahía, y que pueden presentar matices según los
intereses y acciones de los involucrados. Además se tomó en cuenta para la selección el
género, generación y la participación en organizaciones indígenas, que entreguen las visiones
que desde estos grupos se tienen con respecto a los distintos procesos locales. Esto se vuelve
relevante ya que en la práctica estas personas mantienen actividades distintivas, que pueden
o no diferenciarlos del resto de la comunidad. Estas entrevistas se aplicaron a un total de 17
personas, y fueron complementadas con un trabajo etnográfico que logró aumentar la
cantidad de personas a las que pudo llegar el estudio, mediante la observación participante y
la realización de entrevistas informales.
2.2.3 Recolección de datos
-Recolección de datos primarios:
La recolección de datos primarios se realizó en dos terrenos, el primero que tuvo una
duración de 1 mes y el segundo de 2 semanas, además, se realizaron tres entrevistas en
Valdivia para completar el proceso. Para la recolección de datos primarios, se aplicaron una
serie herramientas que permitieron llegar a distintos tipos de información y dar una mirada
más completa de la realidad local. Estas herramientas fueron: entrevistas en profundidad,
entrevistas informales, observación participante, cartografía participativa y un taller de
medio ambiente con niñas y niños.
Entrevistas en profundidad: Estuvo enfocada en recopilar información de primera
fuente con respecto a la historia de la localidad, uso del espacio-tiempo, relaciones
44
simbólicas con el entorno, organización de la vida social y productiva y roles de
género. En total se entrevistó a 17 personas, de las cuales 8 son mujeres y 9 hombres.
A 4 de estas personas se les entrevistó dos veces y a 2 se les entrevistó 3 veces. El
total de entrevistas realizadas es de 18, mientras que, de este total, las entrevistas
dobles (con la presencia de dos entrevistados) fueron 8. Además 2 entrevistas fueron
realizadas en Valdivia a académicos de la Universidad Austral, que tuvieron un papel
relevante en la implementación del proyecto mitilicultor.
Estas entrevistas fueron semi-estructuradas y proponían en general una serie de
preguntas y temáticas a tratar, que estaban diferenciadas según a quien se aplicaban.
Si bien se generó una batería de preguntas que se aplicaron a la totalidad de
entrevistados/as, existía también un contenido particular que dependía
principalmente de las actividades a las que se dedicaran y a los grupos de los que
participaran.
Entrevistas informales: Esta fueron realizadas, a lo largo de la observación participante,
a las distintas personas con las que se interactuó. Las temáticas tratadas fueron, en
general, las mismas que en las entrevistas formales. Estas entrevistas no se
encuentran contabilizadas, pero sus reflexiones están graficadas en los diarios de
campo, escritos en terreno, que pasa a complementar los demás datos.
Observación participante: Tuvo como objetivo complementar y contrastar lo recopilado
en las entrevistas, para esto se les acompañó en actividades cotidianas, reuniones
familiares y se generaron recorridos por los lugares de significación, escogidos por las
y los entrevistados/as.
Taller de educación ambiental: Esta actividad es parte de los talleres planificados por
Yaqu Pacha, y tuvo como objetivo, a través de la construcción de un mito local,
descifrar cual es la forma en que las nuevas generaciones locales entienden el
ambiente. Para esto se trabajó con 7 niños y niñas de entre 5 a 12 años.
45
En la primera parte de este taller, a cargo de estudiantes de biología marina, se trató
de explicar algunas características de los delfines, en este caso delfín austral
(Lagenorhynchus australis) y delfín chileno (Cephalorhynchus eutropia). Además se
les contó sobre la existencia de 2 delfines australes que se han visto juntos, en la
zona, desde hace 12 años (inicios de la investigación). La segunda etapa, tuvo como
objetivo generar un mito colectivo, sobre la historia de estos dos delfines. En el mito
debían describir el entorno en el que vivían los delfines y alguna característica que los
hiciera especiales. Finalmente, se les entregó material para que dibujasen algún
momento de la historia. Esta segunda parte, intentó acercarse de forma lúdica a
cómo niñas y niños de Yaldad ven su entorno y las valoraciones que hacen de este.
Cartografía participativa: Esta actividad se centró en la generación de mapas colectivos
sobre el uso del territorio con respecto a la historia productiva de Yaldad. Para esto se
hicieron entrevistas con dos o más entrevistados o entrevistadas y se les pidió ubicar,
en un mapa satelital, lugares claves en la historia productiva Yaldad e identificar los
cambios de estos a través de la historia. En esta actividad se trabajó en total con 11
personas y se generaron 7 mapas. La idea inicial fue trabajar los mapas en un taller
especial, sin embargo, por temas de disposición de tiempos, tuvo que ser realizado
en las entrevistas particulares.
- Recolección de datos secundarios
La recolección de datos secundarios estuvo presente en varios de los ejes abarcados en esta
investigación. El primer eje tiene que ver con la caracterización, mediante datos oficiales, de
las fluctuaciones en la productividad de la mitilicultura, como principal actividad económica
en la historia actual de Yaldad. Para esto se utilizaron datos solicitados vía Ley de
Transparencia a los organismos de SERNAPESCA Y SUBPESCA, además de los datos
publicados en las páginas oficiales de los mismos. Otro de los ejes fue caracterizar a la
población local, y la política pública aplicada en la zona, para lo que se utilizaron datos de
organismos como INE y la Municipalidad de Quellón. Finalmente, para retratar de mejor
46
manera el conflicto producido por la crisis ambiental y productiva de la mitilicultura, se
recurrió a una serie de noticias, que dan cuenta de los detalles y reacciones ante el conflicto,
por parte de los diversos actores.
2.2.4 Análisis de datos
Para el análisis de datos se identificaron 7 categorías que son relevantes en la construcción
de las identidades ambientales locales. Estas categorías son: usos, actividades, temporalidad,
simbolización y explicación, valoración, actores y, finalmente, hitos. Cada una de estas
categorías más amplias, tiene al mismo tiempo una serie de códigos que permiten identificar
en los discursos expresiones específicas de cada categoría. Este proceso estuvo ordenado
mediante la aplicación del programa ATLAS.ti, y su aplicación estuvo centrada en las
entrevistas realizadas en terreno. Sin embargo los datos recogidos producto de la etnografía,
y registrados en las notas de campo, fueron añadidos como comentarios a lo dicho por los
entrevistados y se encuentran insertos en la exposición de los resultados.
Comenzando con la explicación de las categorías:
Usos: habla de los usos, materiales o inmateriales, que las y los habitantes le dan al
espacio y al tiempo. Pretende identificar las formas en que se ha ocupado el
territorio-lugar en diferentes contextos históricos.
- Espacio: usos que se le otorgan a los espacios terrestres y marinos, con relación al
habitar, los usos productivos y simbólicos.
- Tiempo: uso de los tiempos diarios en trabajo, ocio, vida social y los tiempos cíclicos
relacionados a los periodos productivos de la naturaleza.
Actividades: Caracteriza e identifica las interacciones productivas y sociales que la
comunidad mantiene con su medio, entre sí mismos y con actores externos, en
diferentes contextos históricos.
47
- Productivas: identifica actividades económicas dedicadas a la generación de bienes,
servicios o valor, destinados a la reproducción de la vida humana y/o a la generación
de ganancia.
- Sociales: identifica actividades que afectan, positiva o negativamente, la vida social
de la comunidad, ya sea desde relaciones colectivas improvisadas, o mediante
organizaciones e instituciones establecidas.
Temporalidad: Identifica periodos de tiempo presentes en los discursos locales.
Apunta a identificar como las y los habitantes viven el tiempo histórico. Para esta
categoría se utilizarán 4 códigos: pasado lejano, pasado reciente, presente y futuro.
Estos códigos no poseen fechas específicas de inicio y termino, sino más bien
corresponden periodos de tiempo subjetivos de las y los habitantes, marcados por
hitos que afectaron la vida en el lugar. En el caso del pasado, fue necesario la
separación de lo reciente y lo lejano, para lograr evidenciar de mejor manera la
valoración y la relevancia de cada uno estos en los discursos actuales.
- Pasado lejano: Hace referencia al periodo de tiempo anterior al auge de la
mitilicultura en la década de los 90. Se caracteriza por la presencia de ciertos rasgos
culturales tradicionales que en la actualidad se reconocen en crisis o desaparecidos.
- Pasado reciente: Es un periodo de tiempo más corto, que retrata el auge de la
mitilicultura y los primeros años de la crisis. Se marca por una sensación de cambio
cultural en las y los habitantes.
- Presente: Marca el periodo actual de la crisis de la mitilicultura hasta el momento
en que se hacen las entrevistas.
- Futuro: es identificado mediante proyectos y visualizaciones que tienen las y los
habitantes del lugar con respecto a devenir individual y/o de la comunidad.
48
Conocimiento: identifica interacciones (prácticas y discursivas) con el entorno
mediante explicaciones y acciones provenientes desde los conocimientos
tradicionales o científicos. Apunta a dilucidar la relación de estos conocimientos con
el entorno.
- Tradicional: interacciones (prácticas o discursivas) con el entorno, que responden al
conocimiento tradicional; esto es simbolizaciones/explicaciones de la naturaleza, y
acciones/innovaciones sobre el entorno, provenientes de un conocimiento local
basado en la experiencia y la observación del entorno, que ha permitido la
sobrevivencia de la comunidad local y en ocasiones se liga al mundo espiritual.
- Científico: interacciones con o explicaciones del entorno, que provienen de la
aplicación de algún método científico.
Actores: identifica a los/as actores presentes en cada proceso local, por medio de las
intervenciones que se le atribuyen a cada uno y lo que se dice de los mismo.
Pretende caracterizar las percepciones que posee la comunidad sobre estos y sus
acciones.
- Estado: identifica lo que se habla del Estado, además de las instituciones que de él
dependen y sus acciones.
- Empresa: agrupa a empresas de corte nacional y transnacional, que pueden
representar a personas individuales o a conglomerados financieros, externos a la
comunidad. No se toman en cuenta las empresas familiares locales, dedicadas a la
mitilicultura. Identifica lo que se habla de estas y de sus acciones.
- Ciencia: aglutina a la comunidad científica, representada por las universidades y
consultoras que generaron estudios de diferente índole. No toma en cuenta a
científicos dependientes de instituciones estatales, ya que su trabajo se analizará en
referencia al Estado. Se identifica lo que se habla de estas y de sus acciones.
49
- ONG`S: Identifica lo que se habla de las ONG´s que han pasado por la zona y de sus
acciones.
- Comunidad indígena: Se refiere a las organizaciones indígenas, ya sean
comunidades o asociaciones, dependiente de la CONADI, debido a que es la única
forma de organización indígena en el sector. En el caso Yaldad la comunidad lleva el
nombre de Mon fen, pero además el código incluye a las comunidades de los
alrededores, ya que mantienen organizaciones conjuntas. Se identifica qué se habla
en la comunidad local sobre ellos y sus acciones.
Hitos: Identifica periodos de la historia que marcan cambios relevantes en
organización de la comunidad y que pueden repercutir en la formación de las
identidades ambientales locales. A pesar de que muchos de ellos se superponen, se
marcaron fronteras temporales para expresar mejor los diferentes matices que
ciertos hechos otorgaron a las identidades locales. Pretende dar un contexto histórico
a la formación de identidades ambientales en lo local.
- Forestal: este periodo de la historia será abordado desde principios de siglo y está
acentuado por la intervención que producen las empresas maderera, en conjunto en
el Estado de Chile, como actores externos en la localidad. En vistas de nuevos
fenómenos que aportan a determinar las formas de habitar el territorio, en esta
ocasión, se marcará el límite de este periodo hasta mitades de los 60, a pesar de que
la propiedad forestal finaliza a finales de los 70`.
- Conectividad: Periodo que comienza en 1966, con la llegada del camino y algunos
servicios, que pudieron haber aportado a una nueva configuración identitaria en el
territorio. Esto sin olvidar que en este periodo se superpone al de la industria
forestal, que sigue teniendo relevancia en la localidad, aunque en su fase culmine.
- Mitilicultura: Periodo que inicia en 1982 con la llegada de la Universidad Austral a
Yaldad, con el objeto de encargarse del Centro de Cultivo de Mitílidos. Si bien la
50
investigación en mitílidos comienza mucho antes con CORFO, es la Universidad, quien
comienza a involucrar directamente a la comunidad en la actividad.
- Ley de pesca: Periodo que inicia en 1991, con la aprobación de la Ley de Pesca y
acuicultura. Se vuelve relevante ya que cambia la regulación con respecto a la
concesión de hectáreas de mar, situación que afecta directamente la actividad
acuícola.
- Crisis: inicia desde el año 2002 hasta la actualidad, se marca por una crisis
productiva provocada por la marea roja y posteriormente por una crisis ambiental en
la bahía.
Valoración: pretende identificar las valoraciones que las/os entrevistados/as
sostienen sobre las categorías anteriormente propuestas. No necesariamente las
valoraciones están implícitas en cada oración, se interpreta la valoración según el
contexto y contenido de las oraciones.
- Positivo: valoración que evoca situaciones, cosas, procesos que son identificados
como beneficiosos a la vida personal, colectiva o al entorno.
- Negativo: valoración que evoca situaciones, cosas, procesos que son identificados
como perjudiciales a la vida personal, colectiva o al entorno.
Además se utilizaron 3 códigos abiertos:
- Sustentabilidad: Identifica discursos que apuntan a explicaciones sobre qué es la
sustentabilidad y qué acciones implica. Pretende conocer las opiniones que las/os habitantes
tienen sobre el concepto y como lo relacionan a la crisis ambiental/productiva/social por la
que pasa la comunidad.
- Biodiversidad: Identifica la biodiversidad presente en la zona en los diferentes contextos
histórico. Tiene como objetivo aportar a la descripción del medio local.
51
- Tecnología: Identifica las tecnologías aplicadas en diferentes épocas, con el afan de
relacionarlos a los cambios de los procesos productivos y sus consecuencias en el ambiente.
Para profundizar el análisis, se agruparon las entrevistas mediantes los siguientes filtros:
Comunidad indígena, hombre, mujer, mitilicultores asalariados, dueños de concesiones,
miembros de universidad. Esto con el afán de diferenciar la constitución de las identidades
ambientales según los grupos presentes y diferenciar los datos aportados por la comunidad
local y los actores externos.
3. YALDAD
3.1 Paisaje Actual
La localidad de Yaldad, se encuentra a 11 Km al oeste de la ciudad de Quellón, mar interior
de Chiloé, a corta distancia del lugar donde finaliza la entrada de agua que da forma a la
bahía. Al ubicarse en el sector más austral de la isla, su clima se caracteriza por ser templado
marítimo-lluvioso, recibiendo amplias tasa de precipitaciones durante la mayor parte del
año, que oscilan entre los 1.200 y los 3.000 milímetros anuales (Montiel, 2002). La localidad
se extiende desde el borde costero, hasta las cumbres de cerro ubicadas alrededor de este.
Su centro socio-productivo se encuentra en el sector del muelle (43o06`47,31``S-
73o42`38.21``O), a la orilla de la costa local, donde confluyen la mayoría de las viviendas,
además de los diferentes servicios y organizaciones, esto es iglesias, sedes sociales, escuela,
posta, canchas, cementerio, guardia costera y negocios particulares. Este sector es además el
núcleo de la principal actividad productiva local, el cultivo de choritos. El resto de las
viviendas se encuentran distribuidas entre los campos.
Yaldad contiene en su formación paisajes de campo y mar, que dialogan para dar forma a las
clásicas configuraciones presentes en la Isla Grande de Chiloé. El campo alberga bajas
colinas, ultimas expresiones de la cordillera de la costa (Hucke-Gaete, 2006), que no llegan a
más de 200 mts. de altura. En su superficie se abren paso extensos parches de bosque,
principalmente renoval, interrumpidos por lomas y llanuras cubiertas de pastizales
destinados a la agricultura -principalmente de la papa, el ajo y el trigo-, y la crianza de
52
animales -como vacas, cerdos, gallinas y ovejas-. Todas estas actividades se desarrollan en
pequeña escala, y son destinadas a la venta local. Los bosque del lugar están principalmente
compuestos por árboles como el coigüe de Chiloé (Nothofagus nitida), el canelo (Drimys
winteri), tepu (Tepualia stipularis), luma (Amomyrtus luma), arrayan (Luma apiculata),
además de plantas menores. Las plantas menores cobraron gran relevancia a nivel local,
siendo usadas con fines medicinales y en labores manuales. Con respecto a la fauna terrestre
predominan los mamíferos como el pudú (Pudu puda) y el coipo (Myocastor coypus) (datos
extraídos de terreno).
El sector costero por su parte presenta las características de un estero de arenas fangosas
donde se despliegan los bancos naturales, actualmente casi desaparecidos, que contienen
principalmente chorito (Mytilus chilensis), almeja (Venus antiqua), choro zapato
(Choromytilus chorus), erizos (Loxechinus albus) y algas como el pelillo (Gracilaria chilensis).
Las profundidades alcanzadas en la bahía van desde los 2 a los 20 metros. Además, sus aguas
experimentan un recambio de aproximadamente el 40% (CORFO, 1982) por el actuar de las
mareas. En cada marea baja, el mar se recoge considerablemente, permitiendo así la
recolección de mariscos y algas en las orillas. El paisaje de la bahía está marcado por la
presencia de boyas, correspondientes al sistema de long-lines para el cultivo de chorito
(Mytilus chilensis). Esta actividad ocupa gran parte del espacio marino de la zona y sus
residuos, se encuentran esparcidos por la orilla de playa. Entre las boyas, en ocasiones, se
observan grupos de delfines -principalmente delfín chileno (Cephalorhynchus eutropia)-, que
nadan tímidamente entre los colectores, esperando capturar algún pez. Las mismas boyas
son además nidos y posaderas de numerosas aves marinas.
El sector se configura como una zona de migración de variadas aves, marinas y terrestres,
que marcan el paisaje y, además, cobran sentido en el mundo subjetivo de la comunidad
local. Según los datos obtenidos de Censo Nacional de Aves Acuáticas (2012), la cantidad de
especies acuáticas en la zona llegó a 28, en la estación de invierno, y 24 en verano, siendo los
periodos de mayor migración (CECPAN, 2012).
53
3.2 La población del lugar: antecedentes socio-culturales
La comuna de Quellón, ubicada en la región de Los Lagos, alberga, al año 2002, a un total de
21.823 habitantes, 11.595 hombres y 10.228 mujeres (INE, 2014), 8.460 de los cuales
habitan en zonas rurales, equivalente al 39,5% de la población total comunal. Su proyección
al 2012, implica un aumento de la población, llegando a 37.197 habitantes, con un índice de
masculinidad de 127,46 muy superior a la del país (PLADECO 2012-2020).
La economía comunal se sustenta principalmente en actividades marítimas relacionadas a
cultivo o extracción de recursos marinos. Esta actividad, en complemento con el sector
silvoagropecuario y el comercio, construyen la hebra central de la economía de la comuna
(Plan de Salud Comunal 2010-2015).
Según la encuesta CASEN del año 2009, las cifras de pobreza sobrepasan el 25,5%, muy por
encima de las cifras nacionales (PLADECO 2012-2020). De este porcentaje, el 5.6% se en
encuentra bajo la línea de indigencia, lo que se refleja en 33.049 pesos per cápita en zonas
urbanas y 27.778 en zonas rurales. El otro 19,9%, se refiere a la población pobre no
indigente, que recibe 72.098 pesos per cápita en áreas urbanas y 45.612 en el sector rural
(Plan de Salud Comunal 2010-2015).
En la localidad de Yaldad por otro lado, según los datos de la Ficha de Protección Social del
año 2012, existe un total de 371 personas, 182 hombres y 189 mujeres. De este total, 313
personas pertenecen al primer quintil, 44 al segundo y 5 al tercero (Plan de Salud Comunal
2010-2015). Sin embargo, el número de inscritos en la Posta de Salud Rural es de 539
personas (Plan de Salud Comunal 2010-2015). Según los datos aportados en terreno por la
Junta de Vecinos, la localidad de Yaldad, en la actualidad, bordea los 350 habitantes.
Yaldad es considerado por el municipio como un sector vulnerable, debido a que existen 41
familias sin agua potable, 30 con carencia de conexión a eliminación de excretas y 22 con
carencia de electricidad (Plan de Salud Comunal 2010-2015).
54
En esta localidad existen 213 personas que se reconocen como parte de la etnia mapuche
(Huilliche) y existe solo una comunidad indígena “Fundo Yaldad Mon Fen”. Esta comunidad
no pertenece a las comunidades “históricas” de la zona, relacionadas a los Títulos de
Realengo. Fue más bien creada recientemente por medio de la CONADI (Plan de Salud
Comunal 2010-2015).
Las organizaciones sociales que podemos encontrar en la zona son la Junta de Vecinos, el
Comité de Salud, el Comité de agua potable Rural de Yaldad, el Club Deportivo Centinela de
Yaldad, el Centro de Padres y Apoderados Escuela Rural de Yaldad y la Agrupación de Adulto
Mayor Sor Teresita de los Andes de Yaldad (Plan de Salud Comunal 2010-2015). Las
organizaciones productivas, por su parte, son el Comité de Feriantes, la Asociación Gremial,
el Sindicato de Mitilicultores (además de algunos sindicatos de pescadores y recolectores
que hoy en día no están en funcionamiento).
3.3 La Mitilicultura.
La localidad de Yaldad se caracteriza por una importante presencia de actividad acuícola,
específicamente destinada al cultivo de Mytilus Chilensis o chorito, que al día de hoy se
perfila como la principal actividad productiva del lugar. En la bahía existe un total de 74
concesiones destinadas a la mitilicultura, 43 de ellas a nombre de empresas y particulares
externos a la comunidad, y 31 a nombre de 22 habitantes u organizaciones locales
(SUBPESCA, 2014). De esta forma en el cultivo de chorito interactúan actores mixtos, con
distintas capacidades productivas y distintas miradas respecto a la actividad misma. Si bien
se puede observar un gran número de concesiones a nombre de actores locales, la mayoría
de los terrenos marítimos concedidos no sobrepasa las 4 hectáreas (SUBPESCA, 2014), por lo
que el espacio utilizado es mucho menor en relación al de los actores externos, y además, su
producción bordea las 400 ton., configurándose como acuicultura de pequeña escala o
artesanales (SUBPESCA, 2014; Ministerio del Interior, 2010).
55
Figura 4: Mapa de concesiones acuícolas de la Bahía de Yaldad y Quellón viejo.
Fuente: SUBPESCA, 2014
La acuicultura de pequeña escala, es una actividad de cultivo, en este caso de mitílidos,
realizada por micro y pequeñas empresas (SUBPESCA, 2014), cuyos límites se demarcan en
relación a los ingresos anuales producidos. En el caso de primera los ingresos llegan a 2.400
UF, que en la actualidad corresponde aproximadamente a 55 millones de pesos; y en la
segunda los ingresos fluctúan entre las 2.400 UF y 25.000 UF, correspondiente a 575
millones de pesos como límite (Ministerios del Interior, 2010). De acuerdo a los datos
estadísticos manejados por SERNAPESCA, el historial de desembarcos de la bahía ha
fluctuado de un total de 4.719 ton. en el año 2000, a 27.578 ton. al año 2010 (SERNAPESCAb,
2014). Se observan además en los años 2002 y 2009, una caída de la producción, que
coincide con los años en que se presentan fuertes brotes de marea roja, del tipo Alexadrium
catenella, en la zona centro sur y sur de la Isla de Chiloé.
56
Tabla 1: Desembarco Artesanal y de Centro de Cultivo en Yaldad
Fuente: elaboración de la autora, datos SERNAPESCA.
Los datos acá observados evidencian además una gran diferencia entre el desembarco de
centros de cultivo y el artesanal, este último correspondiente, en su mayoría a las empresas
locales. Como se puede observar, los cultivos artesanales desde el año 2002 presentan una
importante baja, llegando hasta el 2010 a un mínimo de producción, lo que refleja a
cabalidad la crisis productiva que se supone atraviesa localidad desde el 2002, por la
presencia de marea roja, y agudizada desde 2008, por la ausencia de captación de semilla de
chorito y el bajo nivel de crecimiento de los mismos. Sin embargo, según los relatos
recopilados en terreno, hasta el año 2002, la mayoría de las concesiones locales producían
aproximadamente 400 ton. por hectárea, lo que no concuerda con las cifras presentadas por
SERNAPESCA. Esto puede tener relación a la venta informal de los moluscos, donde se
vuelven comunes las cosechas en pequeñas cantidades, realizadas a lo largo del año, para
intercambio o venta a pequeña escala, que la mayor parte del tiempo no están declaradas.
Los centros de cultivo, por su parte muestran una producción creciente de choritos, a
excepción de los años con presencia de marea roja. A estas empresas, parece no afectarle la
ausencia de semillas y el lento crecimiento del chorito, lo que puede deberse a que existe
mayor capacidad adquisitiva, que permite la compra de semillas provenientes de otras zonas
de captación.
57
Finalmente, a nivel regional, Yaldad representa el 12,4% de la producción total de mitílidos al
año 2010; mientras que la Región de los Ríos representa a su vez un promedio del 98% de la
producción nacional (SERNAPESAa, 2014). Como se puede observar en la Tabla 2, a nivel
nacional y regional existe un aumento sostenido de la producción de mitílidos, a excepción
del años 2009, donde se experimenta una baja de la producción, que concuerda, al igual que
en el contexto local, con el año en que azota la marea roja en la zona centro sur y sur de la
Isla de Chiloé.
Tabla2: Desembarcos Mitílidos Región de Los Ríos- Nacional en toneladas,
y porcentaje regional en relación a total nacional
Fuente: elaboración de la autora, datos SERNAPESCA.
4. RESULTADOS
4.1 La historia forestal y la configuración de identidades ambientales.
4.1.1 Antecedentes históricos del periodo
La historia de Chiloé, está significativamente marcada por la presencia de conglomerados
forestales entre los siglos XIX y XX. Sin embargo la industria mostró a lo largo de su historia,
débiles niveles de actividad productiva, que la llevaron consecuentemente a cruzar por
constantes dificultades financieras. La tenencia de la tierra, para las empresas, se justificaba
58
más bien como posesión de bienes “para avalar transacciones comerciales” (Molina y Correa,
1996). Ante esto su relevancia en la intervención local, se relaciona más bien con los
conflictos económicos, culturales, sociales y políticos, que trae a las comunidades huilliche la
expropiación de las tierras habitadas ancestralmente.
Algunos datos sobre este periodo que va desde 1900 a 1960, relacionados con la interacción
del Estado, las empresas madereras y la comunidad indígena, fueron recopilados en un
estudio realizado por CONADI en 1996, al que recurriremos en esta ocasión. En este estudio
se relata lo acontecido en diferentes territorios de Chiloé, incluido Yaldad. La historia del
despojo resumida en este libro, muestra varias transformaciones territoriales que inician con
la intervención de la Corona española. La historia del siglo XIX, aunque fuera de los marcos
de esta tesis, se vuelve gravitante en el presente, ya que sus consecuencias, en el ámbito
legal de la tenencia de tierras, aún forman parte de las demanda internas de la mayoría de
las comunidades indígenas del sector. Esto se debe a que en el año 1823, la Corona española,
en nombre del Rey, reconoce la ocupación de comunidades indígenas en la isla y otorga,
mediante en Tratado de Tantauco, títulos de dominio (títulos de Realengo) a los habitantes
originarios. Estos títulos son abalados dos años después mediante la cancelación del valor de
los terrenos. En el caso de Yaldad, estos terrenos fueron validados por los hermanos
Colivoro, y comprendían desde Yanequra a Incopulli, y desde ahí hasta Chaiguata, sector que
se denominó Fundo Yaldad (Molina y Correa, 1996). A pesar de cumplir con los procesos
legales de inscripción y validación de los potreros, ante la Corona y posteriormente ante el
Estado chileno en 1827; a principios de 1900 el Fisco comienza un proceso de inscripción de
tierras huilliches, que termina por expropiar gran parte de los territorios reconocidos a la
familia Colivoro, correspondientes al Fundo Yaldad, respetándose solamente los terrenos
ubicados en el sector del Estero (borde costero donde se ubica hoy en día el pueblo de
Yaldad), que se reconocía eran habitados por las familias Colivoro, Leuquen, Trincao,
Llancalahuen, Chiguay, Calobra y Catepillan (Molina y Correa, 1996:84).
Años después, en 1907, comienza el proceso de apropiación del Fundo Yaldad por parte de la
Sociedad Austral de Maderas. Este proceso solo se hace posible gracias a la acción de jueces
59
locales, que permiten el remate de terrenos en sesiones cerradas, sin participación ni
consentimiento de las familias involucradas, con un solo postor y con ventas a precios
mínimos (Molina y Correa, 1996:85). Estas tierras obtenidas por parte de la empresa forestal,
correspondían tanto a terrenos fiscales como huilliches (Molina y Correa, 1996). Así también
lo relata un habitante, miembro de la comunidad indígena:
“...cuando se firmó el tratado de pacificación en Tantauco, el gobierno lo desconoce y comienza la
lotera para vender los terrenos, terrenos que ya en ese tiempo habían comprado los huilliches a los
españoles, que eran los potreros, que estaban con título de realengo y todo. Después comienza a
venderse, a ser subastados los territorios y ahí empieza la mafia. Lo primeramente que se hizo fue una
subasta, un remate por un solo postor, y a puerta cerrada y se le vende el terreno al postor, pero a
precio que es un chiste, este compra todos los terrenos que están a título de realengo”. (Cristian
Chiguay, Lonko Comunidad Indígena Mon Fen)
Sucesivamente, una serie de compañías forestales se hacen presente en la zona, sin lograr
ninguna de ellas sostener una actividad productiva rentable, y por lo que las tierras se
mantienen en estado de abandono. A la Sociedad Austral de Maderas, la sucede Braun-
Blanchard y Díaz-Contardi y compañía, que en conjunto conformarán inmediatamente
después la denominada Sociedad Explotadora de Chiloé, en 1928 (Molina y Correa, 1996). En
1931 el Estado implementa la Ley de Propiedad Austral, que busca aclarar a situación de los
terrenos fiscales que fueron privatizados de manera fraudulenta en la Isla de Chiloé (Molina
y Correa, 1996). En esta nueva política nacional se incorpora por primera vez en la toma de
decisiones la opinión de las comunidades huilliches, sin embargo los resultados continuaron
siendo desfavorables para estos últimos (Molina y Correa, 1996). En 1956 aparece en escena
FOGACHIL (Sociedad Forestal y Ganadera de Chiloé), que resulta de la asociación de la
Sociedad Explotadoras con cuatro empresas franco-suecas y Braun-Menendez. Esta sociedad
se disuelve en 1962 donde la Explotadora se queda con el fundo Yaldad, además de los
fundos Coldita Isla y Continente, Coinco y Asasao (Molina y Correa, 1996).
En este periodo de la historia, el trabajo conjunto de empresas forestales y Estado chileno
fue fundamental para lograr la expropiación de las tierras huilliche, que fueron
60
posteriormente entregadas -a perpetuidad- a particulares y capitales extranjeros, con el
objetivo inicial de “potenciar la explotación y poblamiento de tierras baldías” (Molina y
Correa, 1996:17). Si bien en el inicio del procesos de expropiación de potreros los
funcionarios del poder judicial actuaron por fuera de la reglamentación establecida,
otorgando a privados incluso los terrenos del mismo Estado, este último, al momento de
regularizar la situación que se vivía en el sur austral de Chile, estableció un dictamen final
que no mejoró la situación de las comunidades. De esta forma, con más de medio siglo de
fracasos económicos, el Estado chileno da el respaldo final a la industria maderera.
Para las y los habitantes de Yaldad, incluso los/as más antiguos/as, el recuerdo de la vida de
principios de siglo es débil en la memoria. Es una historia que es parte del recuerdo de la
infancia, o del recuerdo de otros. “Yo no alcance a conocer eso, pero mis papás trabajaron en
eso, trabajaron ahí en la empresa maderera, eso era toda esa parte al frente era un fundo
grande, todo lo que es al frente, Puerto Carmen, Cocauque al fondo era un fundo de unos
franceses. Ahí explotaron la madera en un periodo” (Galo Chiguay, mitilicultor local). En
general este recuerdo no guarda muchos detalles, solo la certeza de presencias externas, sin
rostros ni acciones definida. “La gente de acá explotaba como lo hace siempre, en otra
escala, pero había los campos grandes. Esos los estaban explotando, eran de una sociedad
explotadora. Eso creo que lo compró unos extranjeros, compraron a las gentes que
antiguamente tenían los fundos que dominaban y ahí pasó a poder de ellos, hasta la fecha”
(Luz Chiguay, horticultora local).
Debido a los procesos de saneamiento de tierras por las que pasan en la actualidad las
comunidades indígena, las y los miembros de la Comunidad Mon Fen manejan mayores
antecedentes sobre este periodo, facilitados todos por la CONADI. Sin embargo parte de la
comunidad considera que la carencia de tierras que les afecta hoy en día, se debe a la
irresponsabilidad de los mismos antepasados, ideas que abren el paso a desconfianzas y
desapegos hacia la tradición indígena. “Entonces fue el peor error de aquellos tiempos, de
esos abuelos antiguos primitivos que vendieron el fundo a los extranjeros, como eran los
alemanes y [...] no sé qué otra cantidad de compañías, y los nietos ya ni tienen ni leña para
61
hacer fuego. Entonces el error tan grande de los abuelos antiguos, que los acuerdo con rabia
a esos cristianos, porque fueron tan brutildos que hoy día sus nietos andan mendigando un
palo” (Hector Chiguay, mitilicultor local).
4.1.2 La economía local
A principios de siglo, la localidad de Yaldad se constituía como territorio perteneciente a
comunidades indígenas. La tradición huilliche, que ya había experimentado los contactos
iniciales con la corona española y el Estado de Chile y, principalmente, la Iglesia Católica, se
caracterizaba por mantener una relación productiva con el entorno, que complementaba
tierra y mar (Hucke-Gaete, Lo Moro y Ruiz, 2010). Su economía se basaba en la horticultura y
la ganadería, que complementaba con “la caza y recolección de productos marinos durante
el verano, en el que bajaban a la costa a pescar y cazar animales marinos en la
desembocadura de ríos” (Quiroz y Olivares, 1987 citado en Gonzáles, Y. 2004). Esta economía
se centraba en el autoconsumo y en la producción a pequeña escala. “Desde niñita que yo
empecé a ver solamente papa, mariscos y harina tostada, que era lo más frecuente que en
una casa. Por ejemplo cuando no había que desayunar, había que moler, tostarlo, moler ese
triguito y después tomarlo como desayuno, pero ese desayuno venía siendo como las doce,
una del día y después de eso si no había nada para almorzar, había que ir a la playa a buscar
mariscos, porque había mucha abundancia” (Rut Chiguay, horticultora local).
La vida del campo se organizaba en base a tres actividades productivas centrales, esto es la
explotación de pequeñas áreas de bosque, la crianza de animales como gallinas, vacas,
cerdos y ovejas; y finalmente el cultivo, en pequeña escala, de papas, trigo, ajo, habas,
arvejas y cebollas. Todas estas actividades se realizaban para el uso doméstico y la venta de
reducidas cantidades en la cuidad de Quellón, que comúnmente se traducía en pagos a
través de alimentos. La explotación de bosques por parte de los habitantes se realizaba tanto
para el consumo de leña en el hogar, como para la venta en el Destilatorio de alcoholes y
maderas de Quellón, empresa que comienza su funcionamiento en 1906 y funda la cuidad al
impulsar la actividad productiva y comercial en ella (Sahady, Bravo y Quilodran, 2009). La
madera era llevada en balsas al pueblo, “yo me acuerdo a mi mami haberle visto los pies
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llagaos, donde hacía fuerza remando, porque los botes tenían polones. Haciendo fuerza
contra viento y marea ayudándole a mi papá, llevaron una balsa de 30 trozos, no avanzaban
nada. […] Había que cortar la madera, bajarla y hacer una balsa, el dueño del aserradero le
daba unos cables que eran de acero y se hacía la balsa, uno tras otro. [Vendíamos] tepa,
canelo, de preferencia tepa, también mañío, de lo que caiga no más, y lo llevábamos a
Quellón y con eso sustituían la falta” (Gladys Colivoro, horticultora y artesana local). Con
respecto al trabajo directo en los aserraderos de madera, este se realizaba por temporada, y
aunque movilizaba a grandes cantidades de gente de los alrededores, la población de Yaldad
se mantuvo mayormente en los márgenes de la actividad. Uno de los pobladores recuerda:
“en ese tiempo fue como por temporadas que se iba a trabajar, había harta gente que se iba
a trabajar de aquí pa allá, a puerto Carmen, al ciprés y a la madera, pero la gente
mayormente a ha vivido acá de la marisca y de la siembra, de los bancos naturales de ese
tiempo” (Cristian Chiguay, Lonko Comunidad Indígena Mon Fen).
Así mimo otra pobladora comenta “Bueno en la empresa FORECHIL, y anteriormente mi
mamá dice que era Empresa Firma Explotadora, mi mamá dice que en esos años iba a
vender medias, huevos allá, porque hubo trabajo y la gente vendía sus cositas” (Violeta
Colivoro, Presidenta de la Junta de Vecinos)
La crianza de animales se destinaba para el consumo doméstico, y solo en contadas
ocasiones se pudo vender un animal a algún foráneo. El cultivo, de la papa y el trigo, también
se destinaba al autoconsumo, trueke y además se vendía en cantidades reducidas en
Quellón. La siembra de la papa se realiza en el mes de octubre, ocupándose dos semanas
antes aproximadamente para la construcción o reparación de cercos y el arreglo de la tierra.
La cosecha por su parte se realiza en marzo y el tiempo que tomaba variaba según la
cantidad de cultivo y la capacidad humana puesta en la actividad. Este tipo de cultivo,
conlleva también mecanismos de asociatividad entre familias, que permite la maximización
de los esfuerzos puestos en el proceso productivo. El trabajo de la minga, consiste en
facilitar, por medio del trabajo comunitario y solidario, las labores del campo, que son
imposibles de realizar por una sola familia. En Yaldad se utilizaba un sistema al que se
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denominaba la rueda, y consistía en que a cada familia asociada al proceso se le destinaba
un día de trabajo, ya sea en siembra o cosecha de alguno de los alimentos mencionados,
aserrado de madera o trilla de trigo. En la actividad se acostumbraba además a otorgar
grandes porciones de comidas a los asistentes y un pan de kilo “Venían todos los vecinos, no
era necesario que tú a ellos le ofrezcas plata, ellos trabajaban para ayudarte a ti, era una
forma de que tú hoy día le ayudas a ellos y mañana ellos te lo hacen a ti. Hoy día haces la
minga para la familia Chiguay, vienen todos los vecinos a hacer la siembra. La minga se
acostumbraba a trabajar [...] en la mañana temprano sembraban la papa, todos trabajaban y
el ritual era que el dueño de la minga, la propietaria le vas a ofrecer a ellos, sea el niño chico,
el papá o el abuelo que llego a la minga, una buena comida abundante, se daba harta carne,
pan. Ese era un ritual que había, mi ancestros no podían llegar a la minga y no dar nada, era
imperdonable” (Alfredo Quintupurrai, cosechador, carpintero y dirigente indígena).
Como actividad ligada al mar, la pesca se realizaba solo dentro de la bahía con bongos y en
las orillas del estero con los tradicionales corrales de pesca. Sin embargo no todos realizaban
estas actividades, debido a que requería de mayores herramientas. Lo que se pescaba
mayoritariamente era sierra, jurel y robalo. La pesca con bongo se realizaba principalmente
en las temporadas en que los cardúmenes de sierra ingresaban en la bahía. “Habían unos
que tenían bongos, el bongo es una canoa, un palo redondo que le sacan el corazón y eso lo
echan al mar y andan las personas […] ya como en octubre, noviembre venía la sierra, ya
cuando venía la sierra tenían preparados sus bongos, sus anzuelos que hacían de clavos
chuecos y ponían en una soga de conquillo, de conquillo, de ñaco tejida. Algunos la hacían
de manila. Tenían listos sus anzuelos para la sierra, y entraba un montón de sierra, y
cargaban sus bongos con unas 60, 50 sierra en sus bonguitos, y eso la sierra se cocía y
guardarla, se guardaba seca.” (Rut Chiguay, horticultora local). La pesca de corral, se
realizaban por grupos familiares, que generalmente habitaban en sectores cercanos a la
costa. Estos corrales se ubicaban al final del Estero y su construcción dependía de la decisión
del lonko, “no era que cada uno decía [...] No, era muy regulado […] existía una autoridad
entre ellos, existía un lonko, y bueno había que esperar si el lonko decía bueno esta familia
64
es muy numerosa y necesita [...] no era que cualquiera instalaba un corral” (Alfredo
Quintupurray, cosechador, carpintero y dirigente indígena). El lonko, como autoridad de la
comunidad, actúa en este caso como fiscalizador del sistema productivo. Su decisión media
entre las necesidades efectivas de la población y las posibilidades de la naturaleza. La
decisión de explotar el estero, se basa en la necesidad de sobrevivencia y no en la capacidad
técnica que tenga la familia involucrada.
En la pesca por corrales, los peces se recolectaban en la primera marea baja,
aproximadamente a las 4 de la madrugada. Para que los peces no escaparan de los corrales
“la gente utilizaban las varas, […] porque cuando bajaba la marea los peces trataban mucho
de saltar, entonces […] la gente con las varas, le golpeaban el agua y eso generaba un eco
probablemente y los peces volvían a la tierra y se quedaban encerrados” (Alfredo
Quintupurray, cosechador, carpintero y dirigente indígena). Además “llevaban las ramas
sagradas el canelo y el laurel, entonces era como una forma de tener una cierta conectividad
con la naturaleza y con los recursos que tenían” (Alfredo Quintupurray, cosechador,
carpintero y dirigente indígena). Del corral se recolectaba solo lo que se necesitaba y el resto
se devolvía al mar. Lo que se pescaba era ahumado en fogones, para el uso doméstico, para
trueke o venta.
La recolección de mariscos se realizaba en las orillas del estero, en los banco naturales que se
ubicaban a los largo de la bahía. Los mariscos eran abundantes, entre estos se encontraban
almejas, choritos, choro zapato, navajuela, erizos, además de jaibas. Esta actividad era parte
del cotidiano, y acompañaba importantes actividades sociales como el curanto. “Estaba todo
pegado en las piedras, habían hartos, si uno pa’ los curantos bajaba a buscar ahí. Se hacían
los curantos, se afanaba mucho los curantos. Nosotros que vivíamos ahí arriba en el cerro
bajábamos en caballo pa’ venir a buscar los choritos, así que se afanaban en veranos los
curantos, cuando había haba, arveja y los choritos mi mamá los secaba, los secaba en las
casa fogones que ahora igual se están perdiendo esos” (Luz Chiguay, horticultora local). Así
también recuerda una de las habitante la recolección de mariscos en su infancia “Pero en
esos años cuando yo era chica, o adolescente como le digo, unos 12-13 años, estaba así la
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almeja, que uno revolvía y uno sacaba y grandes, no chiquititas tampoco. […]Había como
una islita le decían, la islita, nosotros las mirábamos desde arriba cuando ya empezaba
remostrarse esa islita y bajábamos corriendo esa cuesta pa’ abajo […] Pero eso era de un
rato, de venir y saca algunas almejas y las llevábamos para arriba una hora más menos, entre
subíamos y bajábamos, 20 minutos, más 20 pa’ bajar y más 20 pa’ subir, echaríamos más
porque subíamos cargaos y choritos también había en esa parte, que ahora no hay nada
parece”. (Violeta Colivoro, Presidenta Junta de Vecinos).
Figura 5: Mapa de los usos productivos de la bahía
Fuente: Formulación de la autora
La abundancia de alimentos era explicada por a la presencia de seres espirituales que
sembraban el estero. Algunos lo nombraban como espíritu del mar y otros como Pincoya.
“Por ejemplo se dice que acá en Yaldad estaba el espíritu del mar y era el que daba la
abundancia a este estero. Porque este estero nadie se explicaba porque era tan rico y dice
que la gente se explicaba, los antiguos invocaban los espíritus del lafken y estaba acá, y dicen
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que hay gente que lo ha visto que llegaba en forma de una guagua, de un niño. Y después se
perdió, se perdió por la sobreexplotación y alguien se tenía que hacer responsable de eso, y
eran las comunidades. Esa es una historia que yo he escuchado y ahora nos abandonó
porque nos pasamos con él, abusamos de la abundancia que teníamos” (Cristian Chiguay,
Lonko Comunidad Indígena Mon Fen). Asimismo relatan “decían que la Pincoya andaba acá
[…] si, había un viejito que le daba quínoa y le daba, esto, cómo es, linaza, le iba a tirar,
porque a la Pincoya hay que dejarle, según él lo creía así” (Gladys Colivoro, horticultora y
artesana local).
El Nguillatún como “ritual comunitario de carácter sacrificial que es a la vez rogativa y culto
de acción de gracias” (Moulian, 2012), se practicaba constantemente dentro de la
comunidad. Como lo recuerda una habitante “se reunían en el nguillatun, había una pampa
larga ahí, un río que se llama Chen Chen, ahí se reunían, a hacer sus ceremonias. Y las
ceremonias era la parte que a mi papá no le gustaba, el que se quemen las cosas, que suba al
cielo, esa parte él no le gustó. Por ejemplo los corderos, las patas de corderos, como
sacrificios, el humo vaya pa'rriba, y esa parte a él no le gustó, el resto sí, podía ser, pero así
que nunca participó, en esas cosas. [...] Era para que dios ayude, según esos sacrificios subía
a los cielos para que dios ayudara a mejores cosechas, a que haiga buen año”. (Gladys
Colivoro, horticultora y artesana local). Tanto el Nguillatún, como la minga y la pesca de
corral, son actividades que fueron decayendo en el transcurso de este periodo, y que además
representaban un sistema productivo que se organiza mediante prácticas socio-culturales,
que por un lado regulan la producción (corral), por otro, organizan el sistema de trabajo
(minga) y que, finalmente, reconocen a la naturaleza, representada en formas espirituales,
como determinante del proceso, asumiéndose a ellos mismos como parte indisoluble de un
mismo sistema (nguillatún).
Entre otras fuentes de trabajos a las que recurrían los habitantes de la zona, estaban las
migraciones temporales por parte de los hombres de la familia. Estos recorrían grandes
distancias, para realizar la caza del lobo mar afuera, por el sector del Golfo del Corcovado, y
además algunos trabajos temporales como cuidadores de ganado en Punta Arenas. Luego de
67
algunas temporadas volvían a casa. En esos periodos de tiempo las mujeres quedaban a
cargo de la casa, la crianza de niñas y niños, y los cultivos del campo. Es importante recalcar,
que todas las labores existentes en la vida local eran compartidas entre padres, madres e
hijos/as, siendo estos últimos acompañantes en todas las actividades productivas y
encargados de las labores livianas.
4.1.3 La vida social
A principios del siglo XX, habitaban en Yaldad apenas 5 familias, que se distribuían por los
campos. “Así cuando ellos vinieron a poblar fueron los pobladores de Yaldad, vinieron 5
familias no más primero. Juan de dios Huenten, Juan de Dios Chiguay Albarado, abuelo mío;
y los Colivoro que estaban acá, nada más, son cinco familias fundadoras de Yaldad”. (Héctor
Chiguay, mitilicultor y campesino local). A finales de este periodo, según los relatos de los
entrevistados, el aumento de la población llegó a no más de 11 familias ubicadas en el sector
de Yaldad, algunas cercanas a la costa y otras en los cerros. En los otros sectores que
incorporaba el Fundo Yaldad el total de familias no llegaba más allá de 30. “Había como tres
cuartas partes menos que ahora, había unas treinta familia, de toda la comunidad, en los
tres sectores que después se dividieron, Yaldad, Cocauque, Incopulli. Todo eso era uno solo
antes, se dividieron así por sectores con nombres, de hecho siempre fueron con sus nombres
pero la gente era en común, pero ahora ya formaron sus comunidades aparte, como tener su
escuela, su capillita. Habían treinta familias, más no, y en este sector habían muy poquitas
familias”. (Luz Chiguay, horticultora local). En este periodo, como se puede observar, el
territorio de la comunidad se refería a un espacio geográfico ampliado, que agrupaba a tres
de las localidades del fundo. Si bien existía la distinción de los sectores, los tres conformaban
una sola comunidad, cuyo centro lo constituía Yaldad. Esto se debía a que en este lugar se
encontraba la capilla, el cementerio y la escuela. La situación cambió una vez que en las
otras comunidades se instalaron otras capillas. “[Venían] a misa, a la escuela los que podían y
por el cementerio, era la única parte, hasta la fecha continua la única parte en cuanto al
cementerio, pero han hecho casa de oración en otros sectores” (Luz Chiguay, horticultora
local).
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Como parte de la crianza, niñas y niños acompañaban a realizar la mayor parte de las labores
domésticas y productivas. El conocimiento de la naturaleza era traspasado por padres y
madres a hijas e hijos. Eran comunes las caminatas por el bosque donde las y los aprendices
se instruían sobre plantas y sus usos medicinales. El conocimiento de las plantas de la huerta
como hinojo, altamisa, piche (paico), poleo, ruda, toronjil, manzanilla, cedrón, romero, etc.
era parte de los que se les enseñaba solo a las mujeres.
Parte importante de la vida familiar se vivía en el fogón, ya que en este espacio, además de
ahumar los alimentos que permitían la sobrevivencia en el año; se pasaba gran parte del
tiempo, donde padres, madres, hijas e hijos, compartían experiencia y afianzaban sus lazos.
Los fogones “eran casitas que se hacían a parte de la cocina […] lo hacían de techo de paja,
de junquillo […], con eso lo hacían y eso lo amarraban con las ramas y boque, y esa era la
casa de fogón. […] Yo me crecí en esa casa fogón, en el invierno mi mamá nos llevaba a la
casa fogón y ahí nos quedábamos, y nos dolían los ojos. Ahí secaban los choritos, que le
hacían una repisa arriba con unas mallitas y ahí ponían los choritos al humo, y ahí se
ahumaban y después mi mamá los guardaba en mallitas y los tenía adentro de la casa. El
pescado también, mi papá compraba harto pescado y lo secaban y después lo guardaban
seco y siempre le estaban haciendo fuego a la casa [...] igual que si se mataba un animal, un
codero igual, no se comía toda la carne y se oreaba el resto, se salaba y se oreaba en el
fogón, y por eso, por más humilde que fuera la persona tenía su fogoncito”. (Violeta
Colivoro, Presidenta Junta de Vecinos).
Existían también trabajos sociales, que no estaban destinados a la producción, sino más bien
al bienestar social. Estos trabajos se relacionaban con la salud y la educación. Eran realizados
por algunas de las personas de la comunidad en forma voluntaria y sin retribución
monetaria. La retribución se hacía de acuerdo a las capacidades de cada persona y por
medio de objetos o comida, aunque no era obligatorio. Si no se tenía como “pagar” no se
“pagaba”. Así se muestra en el siguiente relato “Mi papá era dentista artesanal, sacaba las
muelas a la gente porque no había médicos, no había doctor. Y nosotros cuando llegaba la
gente a sacarse las muelas nos arrancábamos porque algunos gritaban de dolor porque eso
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era a sangre fría, sabe que le daban sal con agüita no más. [...] Y también lo que mi mamá
hacía po', mi mamá atendió 32 partos, mi mamá era partera, lo aprendió de su suegra,
sacaba guaguas muertas mi mamá, no sé cómo lo hacía, no lo sé, pero ella dice que según
donde había aceite se aceitaba las manos, tenía unas manos tan finas mi mamá. […] Y a
veces le pagaban, le daban qué se yo, cualquier cosa, menos era plata po', le daban qué sé
yo un tarro de manteca, chicharrones, un poco de chaique ahumao' […] y con eso se pagaba
la partera, y si no, si no había, no le pagaban ná’ no más […] al dentista igual” (Gladys
Colivoro, horticultora y artesana local).
Figura 6: Usos de los tiempos socio- productivos
Fuente: Formulación de la Autora
70
4.1.4 Conformación de las identidades ambientales
En el periodo forestal, la pequeña localidad de Yaldad aglutinaba en su territorio las
intervenciones de actores como el Estado y las empresas forestales, que actuaban sobre una
comunidad local indígena con viva herencia cultural huilliche. La interacción entre estos se
basó principalmente en los usos y derechos sobre el espacio geográfico, disputado por los
tres actores en diferentes condiciones de poder, claramente favorables para los dos
primeros. Esta situación se evidencia en los discursos de la comunidad, donde los códigos de
espacio y empresa, muestran mayores niveles de aparición en relación a este periodo,
dejando testimonio de la importancia que en la actualidad cobra la historia sobre la
propiedad y despojo de tierras australes. Pero la relevancia del espacio también está
relacionada con prácticas sociales y, por sobre todo, productivas de lo local, que se
mantienen en la memoria y en la reflexión del presente, que mira de forma positiva hacia
estos aspectos del pasado.
Esta parte de la historia nos muestra identidades ambientales locales marcadas por un
sistema que genera vínculos de continuidad entre el mundo biofísico, el humano y el
sobrenatural (Escobar, 1999:247), propio de los regímenes de naturalezas orgánicas de los
que nos habla Escobar. Los rituales y prácticas socio-productivas acontecidos en este lugar,
dejan entrever una relación con el entorno que esta mediada por un sistema cultural, que
centra los límites de la actividad humana en las representaciones espirituales de la
naturaleza. Es decir, la presencia de imágenes divinas o espíritus que personifican elementos
de la naturaleza, regulan actividades sociales y productivas, aportado a mantener relaciones
de reciprocidad con el medio, que permiten, además, la sobrevivencia de la comunidad. Pero
no es solo el mundo sobrenatural el que regula la relación con el entorno, los líderes
políticos y espirituales de la comunidad, también aportan a establecer los límites de la
producción y resguardar la estabilidad entre el mundo humano, el biofísico y el sobrenatural.
De esta forma, lo político, lo social, lo económico, lo espiritual y lo natural, se constituyen
como un todo articulado, que da forma a las diversas relaciones que los humanos mantienen
con el entorno.
71
A diferencia de las sociedades modernas, donde la producción es al mismo tiempo objetivo y
justificación, la comunidad local, en este periodo, asume la producción como actividad
necesaria para la sobrevivencia, que dialoga de forma horizontal con los demás aspectos de
la vida. El sistema económico presente en esta época, se centra en el autoconsumo, cuyo
objetivo es satisfacer necesidades inmediatas, mediante la extracción o cultivo en pequeña
escala. Al mismo tiempo, el valor de uso, es decir el valor centrado en la utilidad del objeto
(Marx, 1999:4), es el soporte de la economía local. La organización del trabajo, por su parte,
se realiza en base a prácticas cooperativas y solidarias, que incluyen sistemas sociales de
producción, que involucran al conjunto de la comunidad, en pos de la sobrevivencia de las
familias y la optimización de los esfuerzos puestos en el proceso de trabajo.
En este periodo, donde los regímenes de naturalezas orgánicas prevalecen en la realidad
local, la presencia de naturalezas capitalizadas es representada directamente por las
empresas forestales y las políticas del Estado Chileno. Sin embargo, en este periodo, el
encuentro entre estas dos realidades no llega a ser relevante en la vida interna de la
comunidad. La presencia de las forestales y el Estado en la zona se reduce mayormente a la
expropiación de tierras, siendo muy pocas de estas efectivamente ocupadas. Ante esto, la
ocupación se caracteriza por la ausencia de intervenciones directas en las formas de vida
locales, que podrían haber alterado las dinámicas tradicionales en mayor magnitud. Con el
paso de los años, algunas de estas práctica, principalmente las relacionadas al mundo
sobrenatural, fueron haciéndose cada vez más escasas, dando paso a un siguiente periodo
en las identidades ambientales.
4.2 Caminos al desarrollo: conectividad y transformaciones identitarias.
4.2.1 Ocaso de la industria maderera.
“[...] había una huellita de acá a Quellón, el que sabía llegaba a Quellón, el que se erraba un poco se
perdía y no iba na a Quellón po, dese cuenta que no era ni camino, no era ni huella, no era ni pica,
porque no estaba limpia. El que se perdía entre caminos de animales no llegaba nunca a Quellón y volvía
otra vez, era una cordillera brutalmente grande, el camino más seguro para ir a Quellón el año sesenta, o
antes el año 50 o 55, 56 por ahí, era la playa, bajaba la mar, se tomaba la playa, tres horas de camino de
72
aquí a Quellón, rodeando toda la punta de lapa, Quellón viejo. [...]Entonces fíjese que en año 60 fue
muy bueno ese terremoto […] estábamos sin camino, sin escuela, [...] fue para bien, gracias ese
terremoto tenemos camino, tenemos escuela, tenemos hospital, pero por parte de Eduardo Frei, que
sucedió ese terremoto” (Hector Chiguay, mitilicultor local).
Este periodo comienza en 1966 con la construcción del camino que une Yaldad con el puerto
de Quellón y la sucesiva construcción de la escuela y centro médico. En este periodo la
comunidad de Yaldad aumenta su número de habitantes y comienza a formarse en torno al
borde costero. Luego del terremoto y maremoto de 1960, que azotó las costas del sur de
Chile, una serie de políticas son implementadas por parte del Estado, con el objetivo de
mejorar las condiciones de conectividad que poseía la localidad. Estas intervenciones
responden a una política estatal, que, luego de años, es activada finalmente producto del
desastre que provoca el terremoto. Tiene como principal objetivo terminar con el
centralismo y potenciar el desarrollo regional (Boisier, 2000). Este proceso tuvo sus primeros
lineamientos luego de la llegada de Eduardo Frei Montalva a la presidencia en 1964, quien
apunta su programa a las relaciones centro/periferia (Pérez y Silva, 2013), centrando la
política de desarrollo regional en el crecimiento económico, y definiendo para esto polos de
crecimiento (Boisier, 2000). Este modelo de desarrollo propuesto por Frei Montalva,
corresponde a la crisis del sistema nacional desarrollistas, que busca el desarrollo nacional
mediante un Estado activo y proteccionista, y que mantiene al sector rural bajo un sistema
basado en el complejo latifundio-minifundio y a sus trabajadores al margen de la
participación política democrática (Saavedra A., 2006). Como alternativa a este sistema, se
implementa la Reforma Agraria, acción que precipita el “colapso del proyecto político y etilo
de desarrollo” imperante hasta la época (Saavedra A., 2006).
Como hito que marca el fin de la empresa forestal, la reforma agraria, impulsa a la Sociedad
Explotadora y a las sociedades franco-suecas a vender la totalidad de sus tierras, ante el
temor de ser afectadas. Las tierras son vendidas a Timoleón de La Taille, quien en 1977
funda Compañía Forestal Chiloé, con la que pretende exportar madera. Al fracasar la
iniciativa, en 1980, con nuevos socios funda Forestal Chiloé Sociedad Anónima
73
(FORESCHIL)(Molina y Correa, 1996). En plena dictadura militar y con una nueva economía
abierta al mercado mundial, los fundos fueron utilizados para especulación financiera,
quedando la mayoría de ellos “bajo medidas precautorias o embargados por los bancos”
(Molina y Correa, 1996). “Las dificultades financieras se resuelven por la vía de la
enajenación y saneamiento de las tierras” (Molina y Correa, 1996). Esta situación hace que la
empresa lleve a juicio de desalojo a la comunidad Incopulli de Yaldad, que en este periodo
aún es parte de territorio comprendido por la comunidad de Yaldad.
“[...] después comienza a quebrar este caballero, cuando comienza a quebrar, comienza a vender y él
cuando quiere vender ve que hay comuneros dentro de sus predios y comienza a despojar a la gente
con demandas. Bueno ahí le tocó a mi papá pelear con don Timoleón. Las demandas son acogidas en
Castro y el juez ordena desafuerar a los ocupantes de Cocauque, Incopulli, parte de Yaldad y se inicia
ese proceso de desalojo. Y bueno como tenían el apoyo del gobierno actual que estaba en ese tiempo,
el regimiento Sadri iba a hacer ese desalojo, y ellos tenían apostado la barcaza ya para el desalojo, así
es que en ese tiempo la gente toda desesperada, porque se la iban a llevar a Futaleufú y la gente
desesperada, lo que es Piedra Blanca, San Pedro, Coldita, Cocauque, Puerto Carmen, Blanchar,
Incopulli, Yaldad. Mi papá en ese tiempo hacía las reuniones en su casa, porque no te permitía hacer
reuniones públicas ampliadas y mi papá lo hacía en su casa, una casa un poquito más grandecita que
esta no más, pero se llenaba de gente de todos lados, llegaba, en bote, bongo, a caballo, como sea.
Entonces ellos como comunidad en ese tiempo deciden hacer una organización y levantan a un longko,
el longko se llamaba Estanislao Chiguay, mi tío, era hermano de mi papá. Mi papá era werken de la
comunidad y deciden ir a Santiago y deciden hablar con los ministros de turno, bueno la intención era
hablar con Pinochet, pero Pinochet era intocable, siquiera sigue así… pero gracias a dios lo recibieron
los Ministros de Agricultura y Ministro de Economía. Y ellos entregan una carta allá y logran que con
esa carta se pare el desalojo, a tres días del desalojo, a tres días que íbamos a ser desalojados se paró
en desalojo. A mi papá, le dieron 40 hect., a mi tío 40, porque eran los dirigentes, porque no se po era
por jerarquía, pero había gente que no se po, no le entregaron nada.” (Cristian Chiguay, Lonko
Comunidad Indígena Mon Fen).
Luego de lo anterior, se termina por parcelar los territorios huilliches en pequeñas
reducciones, entregadas a las familias que ocupan cargos relevantes en la vida política de la
comunidad. En 1991, los fundos se liquidan y Timoleón se queda solo con parte del fundo
74
Yaldad (Molina y Correa, 1996). Así culmina la larga historia de la presencia forestal en
Chiloé.
4.2.2 La política Estatal y el avance de la actividad acuícola
A nivel nacional, CORFO (Corporación de Fomento), juega en este periodo “un rol relevante
en la puesta en práctica de los discursos del desarrollo”, ya que es la encargada de comandar
“directrices que dan forma y estructura a los discursos desarrollistas” en Chile (Aliste, 2012).
La acción de CORFO fue primordial para el desarrollo de la mitilicultura en Yaldad, lugar que
se configuraba como uno de los dos semilleros de choritos a nivel país (Basulto, 2003). Pero
la historia del cultivo de choritos comienza años antes, con la presencia primeramente del
SAG (Servicio Agricola y Ganadero) y posteriormente de IFOP (Instituto de Fomento
Pesquero). El SAG, se hace presente en la comunidad aproximadamente al inicio de este
periodo. Su trabajo avanza en la investigación de técnicas de cultivo de choritos, mediante la
implementación de estacas de luma. En la misma línea IFOP, a principios de los 70`, continúa
el trabajo de investigación en cultivos intermareales, mediante estacas de luma unidas por
alambres, cordeles o vigas de madera. Los primeros colectores utilizados1, eran ramas de
coigue, de aproximadamente 8 metros, donde, al colgar del alambre, sus ramas se prestaban
como el espacio de fijación de semillas de choritos. Este sistema mostraba varios problemas
que perjudicaban su productividad, como que las ramas de coigue se enredaban,
provocando desajustes en la estabilidad del sistema; las pancoras subían por la luma para
alimentarse de las semillas captadas y, además, las operaciones de cosecha se dificultaban
(Bahamondes-Rojas y Muños, 1998), ya que en ese periodo no existían en la zona botes a
motor para ayudar al proceso, solamente unos pocos bongos que ayudaban en este trabajo.
Uno de estos problemas fue solucionado, al cambiar las ramas de coigue por colectores
fabricados de mallas de cebolla.
“[...] las estacas y los cordeles, no habían flotadores, [...] la estaca y amarrábamos la línea en la estaca,
y se hacía como tal como y colgábamos los colectores de rama. Tenían que estar hundidos [...] pero
había mucha dificultad, mucha dificultad en los colectores porque se pegaban en las ramas y caían,
1 Los colectores son implementos que sirve de superficie para la fijación de las semillas del chorito.
75
porque lo poníamos con hoja y todo. Y después empezamos a buscar cómo podíamos captar, y
empezamos a buscar con esas mallas que venían en la cebolla, así, y después en esos años, esos años
esto, captó pero excelente” (Friolín Aguilar, mitilicultor local)
Estas actividades propiciadas por SAG e IFOP, tenían como objetivo desarrollar la mitilicultura
a nivel nacional, como una actividad productiva que pudiera solucionar además los
problemas de pobreza, que eran diagnosticados por el Estado, en los sectores rurales del sur
de Chile. Sin embargo, en esta etapa de investigación, la comunidad participó como
empleados asalariados de los proyectos, esto es ayudantes en la construcción de los sistemas
de colectores y además en la mantención de los mismos, ya que las personas encargadas de
los proyectos no residían en el lugar. “[...] teníamos galpón allá, aquí lo que yo vi, que IFOP, la
CORFO, eran proyectos que sacaban, y venían aquí y nos hacían firmar y ellos sacaban el
proyecto y nosotros nos tenían como obrero no más, como obreros, firmábamos como
pescadores artesanales pero no pasaban esa plata, no pasaba de nosotros, nos pagaba como
sueldo de agrícola no más” (Friolín Aguilar, mitilicultor local).
Con la llegada de la CORFO, aproximadamente en 1974, el sistema de cultivo intermareal, es
suplantado por un sistema de balsas de metal, el sistema español, que es fabricado por
primera vez en Chile en 1967 por el IFOP (Basulto, 2003:197), pero aplicado en Yaldad por
CORFO. El programa de cultivos de mitílidos de CORFO planeaba la instalación de 30 balsas,
un con una producción estimada de 100 ton/año, que comienza registrarse al año siguiente
(Basulto, 2003:246). Estas balsas eran estructuras metálicas, con una armazón de vigas de
fierro de 16x16 metros, sujetas a cuatro flotadores de metal. A estas vigas de fierro, se
amarraban listones de madera más delgados, de 8 metros de largo, de las que colgaban los
colectores. El sistema para la fijación de la semilla, utilizado en esta época correspondía al
denominado sistema español de encordado. En este sistema para el encordado2, se extendía
una “cuelga de cultivo3 horizontalmente de modo tal que quede tirante” (Bahamondes-Rojas
2 El encordado es un sistema que se utiliza para “mantener los mitilidos apegados al colector por el tiempo
necesario” para que estos se adhieran a la cuerda de cultivo (Bahamondes-Rojas y Muñoz, 1998). 3 Cuerdas de cultivo es el nombre actual que se le da a los colectores. Estas son trozos largos de malla
anchovetera (8 metros de largo y aproximadamente 10 cm de ancho). Por su extremo superior se amarran
76
y Muñoz, 1998), puede ser una cuelga (cabo) o tres cuelgas trenzadas. Alrededor de estas
cuelgas, las semillas se envuelve con una malla, a la que llaman bovina española. Esta malla
se disuelve en el tiempo de alrededor de una semana, permitiendo en ese lapso a los
choritos fijarse cabo” (Clasing, Oñate y Arriagada, 1998).
Sin embargo, los costos de implementación de este sistema eran demasiado elevados para la
población local, que, además de invertir en las balsas de metal, debía importar materiales
indispensables como la bovina -fabricada solo en España- encareciendo el proceso. Debido a
esto, la actividad de cultivo siguió siendo poco atractiva para la población local.
“Ellos [CORFO] utilizaban bateas o balsas que eran unas estructuras de fierro, que eran de
16X16 metros, todo de metal y se construían acá en Valdivia y se trasladó pa allá pa Chiloé.
Esa estructura para un lugareño una feroz estructura de ese tipo, nunca pensaron en
construir o hacer ese tipo de cosas, por lo tanto por eso mismo es jodido. La otra alternativa
es que ellos compraban un material que era la bovina española, y normalmente hacían las
cuerdas en forma horizontal para encordarlas, si tú conversas con gente de Yaldad, la más
antigua ellos hacían así como un carrito, tiraban los choritos y los iban envolviendo pero en
forma horizontal. Era el sistema español, con el material que se compraba en España, pero
el sistema era bien complejo. [...] Estos cultivos eran más diseñados como para empresa, no
como para cualquier persona individual, como un jefe de hogar. (Hector Arriagada, Ingeniero
del proyecto CIID y empresario mitilicultor). Se utilizan también en este periodo balsas de
madera, con la misma estructura que las anteriormente descritas, pero cuyas vigas y
flotadores se confeccionan a partir de madera de la zona.
En este periodo, aparecen en Quellón algunas empresas conserveras de mariscos, que se
abastecen de los recursos extraídos por habitantes locales, de los diversos bancos naturales
que se ubican en las costas vecinas. Parte importante de la economía local de Yaldad se
vuelca a esta actividad. “Cuando baja la marea, había almejas y choritos, entonces nosotros
a la madera de la balsa y en su extremo inferior se le agrega un peso (piedra), para mantenerse
perpendicular a la superficie marina.
77
los sacábamos, los hacíamos montones así, lo reuníamos y después los enmallábamos y lo
vendíamos, lo vendíamos por malla, pero ahí sí que no me acuerdo cuanto nos pagaban la
malla. En ese tiempo toda la gente trabajaba con la venta de choritos, con los bancos
naturales” (Orita Chiguay, horticultora local). La extracción de mariscos de los bancos
naturales para la venta se realizaba en grandes cantidades, dejando de lado la economía de
pequeña escala, dedicada al consumo doméstico. “Cuando yo estaba trabajando en la
escuela, se veía esas personas sacar hasta dos, tres camionás de choros, de almejas, y el día
en la marea, ahí era pero cualquier cantidad” (Friolín Aguilar, mitilicultor local). Además de
este uso, lo bancos naturales fueron la primera fuente de semillas para el incipiente cultivo
que se realizaba por parte de organismos estatales. En un dialogo dos pobladores relatan
cómo decayeron los bancos naturales “- Gladys: después cuando se empezó ya los cultivos,
porque de aquí mismo, ¿no me vas a decir tú que no sacaste semillas de ahí con una pala
para encordar? [Pregunta a su esposo] - Friolín: sí, cuando empezó el IFOP – Gladys: empezó
a decaer... a palás!” (Gladys Colivoro, horticultora local; Friolín Aguilar, mitilicultor local).
Estas nuevas prácticas, entre otras, terminan por extinguir, según los habitantes locales, el
recurso natural y la biodiversidad, tan abundante en épocas anteriores.
4.2.3 Identidades en tránsito: los nuevos aspectos de la identidad ambiental.
Este periodo se caracteriza por la marcada presencia del Estado, que se impone en la
memoria local, y esta vez, a diferencia del periodo anterior, con una evaluación mayormente
positiva, resultado de las políticas públicas enfocadas a la reconstrucción y la conectividad. El
espacio y sus usos productivos, por su parte, siguen siendo de los temas más relevantes en el
recuerdo del pasado. Se posiciona además en el ideario local una nueva reflexión y trabajo
sobre el entorno, resultado de los nuevos encuentros, esto es el conocimiento científico. Lo
tradicional deja de ser relevante en el discurso, abriendo paso a una nueva identidad.
Las nuevas identidades que se conforman en las subjetividades locales, transitan desde la
tradición huilliche, hacia una nueva identidad ambiental que absorbe rápidamente la
identidad del colonizador. La aparición de un nuevo sistema productivo, que integraba en sus
objetivos a la comunidad, más no los proyectos de la misma, llevó a nuevas prácticas
78
económicas que transformaron las relaciones que, durante años, las y los habitantes locales
mantuvieron con su entorno. Actividades tradicionales como la pesca de corral, quedan en
desuso, y con ellas la incidencia de las autoridades locales en el desarrollo económico de la
comunidad. “Hasta el año 70 fue la de la pesca, desapareció el corral, bueno porque ya en
ese entonces ingresaron los barcos que venían con compresores, que eran estos buzos
escafandra, y podían ellos trabajar en la extracción de almeja” (Alfredo Quintupurrai,
cosechero, carpintero, ex dirigente indígena). La extracción de mariscos deja de ser
exclusivamente para el consumo doméstico, el trueke o la venta a pequeña escala en
Quellón. Las grandes cantidades de mariscos extraídos de los bancos naturales, rompen con
el equilibrio entre lo humano y lo sobrenatural, y los rituales como el nguillatún se hacen
cada día más escasos. “[El Nguillatún] como que se prohibió o se puso en receso hartos años,
incluso mi abuela ella hablaba la pura, todo el tiempo la lengua mapudungun, mi abuelita, y
nosotros cuando ya éramos grandes nosotros nos reíamos de esa lengua, porque no nos
gustaba mucho, entonces mi abuela trataba de hablar como nosotros, y al final de sus días
terminó hablando como nosotros” (Gladys Colivoro, artesana y horticultora local)
Las migraciones de los hombres hacia el Golfo del Corcovado siguen su curso, pero esta vez
dedicadas a la extracción del loco y el erizos, que en este periodo se ven amenazados por la
explotación excesiva, provocada, en el caso del loco, por el elevado precio del recurso en el
mercado y la falta de fiscalización por parte de los instrumentos encargados del Estado. Gran
parte de la población masculina aún emigra hacia Punta Arenas para dedicarse al cuidado de
ganado ovino y tareas del campo.
Sin embargo, la relación complementaria de tierra y mar que caracteriza la tradición huilliche
perdura en este periodo, donde el campo sigue siendo parte primordial de la economía local.
“Antes se trabajaba el campo no más, y también los choros, los bancos naturales nosotros los
trabajábamos desconchando, cociendo, desconchando y lo vendían en carne allá a la
conservadora, también se vendía sí en cascara” (Luz Chiguay, horticultora local). La
organización social, por su parte, también se mantienen. Familias completas colaboran en las
labores de la comunidad y mantienen el sistema de mingas para facilitar el trabajo de
79
vecinos. “Porque cuando había que hacer una siembra de papas, una siembra de trigo, o si se
enfermaba alguien, los vecinos decían se enfermó el vecino, y vamos a hacerle su siembre
pa' que no quede sin siembra, y si había que rozar, decían vamos a ir a rozar donde el vecino
y llevábamos las cositas que uno tenía, se juntaba y se comía. Incluso este camino cuando se
hizo la primera, andaban las mamás, yo era jovencita, andaban las mamás haciendo la
comida para que el camino pudiera pasar, hacer las cunetas, mujeres y hombres trabajando
ahí, y sabe qué le daban, le daban las ayudas esas que venían de Cáritas Chile, pero lo peor le
daban, y con eso a veces le pagaban po', a veces le daban un calcetín de un color, otro de
otro color (risas) y ellas contentas y conformes con eso porque no había más, y con esas
cosas, y hacían puras mingas, puras ayudas, esa parte de la plata y del egoísmo yo creo que
está mal” (Gladys Colivoro, horticultora y artesana local).
Este primer encuentro con el proyecto de desarrollo, obliga a la comunidad a adecuar las
prácticas productivas a los objetivos del primero, y cambia rotundamente la relación con el
entorno. En este nuevo panorama lo sobrenatural queda relegado al recuerdo de la tradición
antigua, al ámbito de lo posible (y no de lo real) y, por sobre todo, es desligado de la
planificación del territorio. En este escenario, las dinámicas sociales, que se continúan
organizando en base a valores como la solidaridad y colaboración, son muestra de la
resistencia a los cambios provenientes del mundo global.
4.3 Inicios de la mitilicultura: tránsito hacia nuevas formas productivas.
4.3.1 Nuevo escenario global, nuevos actores en lo local
Bajo el régimen de Dictadura Militar, se impone en Chile un nuevo modelo de desarrollo, el
neoliberal. Este modelo llega, en cierto modo, a restaurar el poder de las elites económicas
que a nivel mundial, que producto de la crisis económica de los 70, habían visto en riesgo, no
solo el valor de sus activos, sino que también parte de su poder político (Harvey, 2007). La
implantación de esta nueva forma capitalista en Chile, consolidada con la Constitución del
1980, implicó, a niveles políticos, el repliegue del Estado y su sometimiento a las leyes del
80
mercado (Garreton y Espinoza, 1992), y a niveles económicos una creciente desigualad social
(Harvey, 2007).
En este marco, el sector silvoagropuecuario sufrió una serie transformaciones que afectaron
directamente el transcurso de la vida en Yaldad. Estos cambios fueron principalmente “la
liberalización del mercado de la tierra lo que permitía su libre comercialización, de modo tal
que se produjera un traspaso a los “empresarios eficientes”; y el traspaso de los activos
agroindustriales de CORFO y la licitación de los activos de las organizaciones del sector
reformado al sector empresarial” (Saavedra A., 2006). Además, esta trasformación implicó el
fortalecimiento y posicionamiento nacional de actividades económicas primario
exportadoras (Saavedra A., 2006), lo que incentivó aún más el desarrollo de la actividad
acuícola en Chile. Como hecho relevante para el mundo indígena, en el periodo de dictadura
militar, se suprime el Instituto de Desarrollo Indígena y se avanza en la división de las
comunidades mapuches, en pos de consolidar la propiedad individual. Se elimina además el
concepto de “indio” y se prepara a la población indígena para competir como ciudadanos en
el mercado nacional y global (Saavedra A., 2006).
En este contexto, CORFO, encargada hasta estos años de la investigación en cultivo acuícola,
licita sus los centros de investigación de mitílidos de Chiloé ubicados en Putemún (Castro) y
Yaldad (Basulto, 2003: 247), los dos semilleros nacionales. La administración de estos centros
queda finalmente en manos del Servicio Nacional de Pesca y de la Universidad Austral de
Chile, respectivamente, encargados de seguir desarrollando la investigación en mitílidos.
“[...] a fines de la década del setenta, 80, 81, 82, teníamos en Chile la famosa privatización,
entonces las empresas del estado se estaban privatizando y en ese saco cayeron las
mitiliculturas que estaban distribuidas no solamente en Yaldad, sino que en Talcán y más al
norte también hubo actividad de cultivo por parte de la CORFO”. (Elena Clasing,
investigadora UACh y encargada de Estación Experimental de Yaldad). El objetivo de la
Universidad Austral en el proceso, no solo implica desarrollar investigación en pos del
aumento de producción, sino que también, comenzar el desarrollo de la actividad
productiva, involucrando en esta a la comunidad.
81
4.3.2 Características del Proyecto de Maricultura
La investigación realizada por la Universidad Austral, se ejecutó en el marco del proyecto que
se denominó “Desarrollo de la Maricultura en Chiloé”, financiado por el gobierno de Canadá,
mediante el Centro Internacional de Investigación para el Desarrollo (CIID) y la Universidad
Austral de Chile (UACh). El objetivo del proyecto, además de investigar sobre sistemas de
cultivo suspendido de mitílidos, era permitir el “desarrollo de las comunidades ribereñas a
través de la acuicultura” (CIID, 1988).
Como parte de sus características técnicas, al iniciar la tarea investigativa, se diagnostica que
el error de CORFO, en relación a su incapacidad de involucrar a la comunidad, se sustenta en
las balsas. “[...] los inicios son difíciles y la gente se aburre, las balsas que les enseñaron a
construir eran unas balsas que tenían una tecnología tipo, igual como se construye un bote,
o sea madera y entre tabla y tabla calafateado, y pero como todo bote tu sabes que se le
entra el agua. Entonces en el bote se saca el agua pero aquella balsa que estaba en al agua
ya, todo el día y toda la noche, esa se amanecía y amanecí el fin de semana y cualquier día a
media agua y ya después se hundía. Entonces, yo me recuerdo muy clarito, la señora de don
Sigisfredo, me dice, cuando sus chicos eran niños y les tocaba ir a sacarles el agua a estos
flotadores, cabriados y no querían ir y me acuerdo que amanece un día y ella mira por la
ventana y dice- ¡chicos, chicos, la balsa se hundió!- y los chicos dicen-¡por fin se hundió la
balsa de mierda!” (Elena Clasing, encargada de Estación Experimental de Yaldad).
Ante esta situación, se propone un nuevo sistema, que combina varias técnicas enfocadas a
solucionar las dificultades provocadas por el nivel de inversión y la ineficiencia de los
materiales y diseño propuestos anteriormente por IFOP y CORFO. El nuevo sistema se basó
en balsas dobles, cada una de 8x8 m, lo que le otorgó a la estructura cierta plasticidad al
momento de enfrentarse al clima y las marejadas australes. Estas balsas tenían una armazón
completa de madera, mientras que los flotadores de fierro y madera fueron reemplazados
por Poliestireno expandido, lo que evitó el hundimiento de las balsas y abarató los costos de
implementación. “Después la Universidad Austral, como ya se empezaron a producir en Chile
materiales de otra especie, por ejemplo el aislapol, poliestireno expandido, plumavit que le
82
decimos nosotros; empezaron a hacer bloques grandes de esos, a más o menos una densidad
más o menos adecuada. Y empezaron a hacer balsas, esas ya no se hundían [...]” (Galo
Chiguay, mitilicultor local).
Otro de los avances técnicos en el proceso del cultivo de chorito se dio en relación al sistema
de encordado. La dificultad que producía utilizar tela importada desde España, para aferrar
las semillas de chorito al cabo central, llevó a gestionar la producción del material en
Santiago. Además se ideó un nuevo sistema de encordado, al que se denominó “Sistema
Yaldad” (Francés modificado). “Bueno la idea fue mejorar todo ese cuento de España que
nadie, ni yo tenía los contactos tampoco, porque antes los tenía CORFO a través del Estado.
Entonces yo tampoco tenía los contactos para poderla comprar. Empezamos a recoger todo
lo que encontrábamos alrededor de las casas para poder empezar a desarrollarlo, después
viajamos a Santiago y empezamos a concebir otro tipo de sistema, que es el sistema que tú
puedas conocer de cultivo que es el sistema ya modificado, el sistema Yaldad, que es
diferente que ahora se hace de acuerdo a forma vertical no en forma horizontal” (Héctor
Arriagada, Ingeniero Proyecto CIID y empresario mitilicultor). Este sistema consiste en una
manga de algodón que envuelve a la cuerda central (pueden ser dos cuerdas centrales). Esta
manga se disuelve el agua con el paso de los días, mientras los choritos se fijan a la curda
central (Clasing, et al. 1998)4.
Desde 1985 se ponen en funcionamiento, además, sistemas de long-line o cultivo de línea
flotante, que pretendían cubrir de mejor forma la demanda de semilla a nivel nacional (CIID,
1988). Estos sistemas fueron denominados como “sol”, debido a su forma. Su estructura
consistía en un cabo central de 4,5 ton, radiado por un máximo de 20 líneas, que en su otro
extremo estaban atadas a cabo más pequeño, de 2,3 ton., por lo que quedan estiradas en la
superficie marina (Clasing et al., 1998). Cada línea tenía una longitud de 100 m, que podían
4 Existe otro sistema que también es utilizado actualmente al que se le denomina “Sistema Flauta”. Este se
puede realizar luego de 3 a 4 meses de la fijación, cuando la semilla alcanzó 1 o 2 cm., siempre y cuando la
cuerda presente distribución homogénea de semillas a lo largo de la cuerda. Esta consiste en amarrar dos
cuerdas de cultivo, con una pita, a esta cuerda inicial, que pasa a ser la cuerda central o cabo. Luego de 30
días se separan y las semillas se habrán desplazado a las cuerdas posteriormente adheridas (Clasing, 1998).
83
sostener a 600 colectores, con un capacidad máxima de carga de 10.000 kg/línea (CIID,
1988).
El maritorio de la bahía, en este periodo, era ocupado principalmente por la Universidad,
además de las empresas y privados que tenían en el lugar colectores para obtener semillas.
Los parque de captación y balsas utilizados por la Universidad y un grupo de lugareños
seleccionados por esta misma, se encontraban en las cercanías de la Isla Captuno (CIID,
1988). Las balsas de crecimiento se ubicaban en el centro de la bahía, lugar donde se
encuentran las mayores profundidades. Hasta 1988, había en este espacio 4 balsas de metal
fabricadas por CORFO, 30 balsas de cultivo con flotadores de poliestireno expandido, 64
líneas flotantes o long-line de 100 m cada una, que se utilizan como colectores artificiales, 3
líneas flotantes de 60m c/u para mantener organismos en control biológico y 1 parque de
captación de 10.000 m², compuestos por 30 líneas de estacas de 70 m c/u (CIID, 1988).
En relación a las características socio-productivas del proyecto, se procede a involucrar,
primeramente, a 5 familias de Yaldad en el proceso de cultivo. A estas familias se les entrega
asesoría técnica y además se les otorga un préstamo para comenzar la actividad, que luego
sería devuelto con lo recaudado en la primera producción (CIID, 1988). Años más tarde, en
1987, se integran 16 familias más, provenientes de Yaldad e Incopulli (CIID, 1988). Con el
paso del tiempo solo las familias que Yaldad se mantienen en la labor. “Después ahí
empezaron a trabajan con la gente la Universidad Austral, experimentando. Se seleccionaron
5 familias de Yaldad, para integrarlos en ese programa de Desarrollo de la Maricultura, para
ver si la misma gente de acá se trasformaba en cultivadores, porque no eran cultivadores,
eran extractores de banco natural”. (Galo Chiguay, mitilicultor).
En este periodo, Yaldad se consolida como líder en producción de semillas naturales de
Mytilus chilensis, captadas en colectores artificiales (CIID, 1988). Mientras que en 1983 es
solo la Universidad quien mantiene colectores para captación de semilla en la bahía, ya el
año 87, 18 de los 21 centros mitilicultores a nivel nacional, instalan sus colectores para
obtener semillas en el estero, haciendo un total de 50.800 colectores en la zona (CIID, 1988).
84
Estas empresas provenían de diversos sectores de la Región de Los Lagos, y solo una de
Temuco. El resto de las empresas provenían mayoritariamente de Quellón, 6 de ellas,
mientras que dos provenían de Quinchao, tres de Chonchi y de Puqueldon, Pto. Montt,
Queulén y Queilen, una (CIID, 1988). Yaldad comienza así su recorrido por la mitilicultura.
Para lograr trabajar con la comunidad local, hubo que resolver no solo los obstáculos
técnicos que hicieran factible el cultivo, sino que también aspectos comerciales que lo
transformaran en una actividad rentable. Como primer paso fue necesario abrir el mercado
para el chorito cultivado de forma artificial. Las pocas conserveras presentes en la zona en
esos años, estaban acostumbradas al chorito de banco natural, que, como principal
diferencia, posee una concha más dura. La primera empresa que compra chorito de cultivo
artificial es la empresa EICOMAR. “Bueno la cosa es que yo diría que en tres o cuatro años
nosotros llegamos del nada a producir 500 toneladas al año y con eso la gente quedó así,
pero fantástico. Pero lo más fantástico, que fue lo que más entusiasmo a la gente, es que
ellos veían que nosotros teníamos buenos contactos con una empresa que era la empresa
EICOMAR, de Puerto Montt, y que esa empresa se comprometió a comprarnos los choritos,
en sector de Chinquihue. Con ellos hicimos compromisos de compra. Y eso permitió que
vendiésemos cuando teníamos los choritos y estaban bonitos, llevábamos, le decíamos están
lindos nos decían tráiganlos. Y así la gente se entusiasmó” (Elena Clasing investigadora UACh
y encargada de la Estación Experimental de Yaldad). Como parte del proceso comercial, el
objetivo del proyecto era incentivar la venta conjunta y organizada del producto recolectado,
para de esa forma resguardar los interese del total de la comunidad. Esta actividad nunca se
logró a cabalidad, ni siquiera en los inicios por medio del “apadrinamiento” de la Universidad
“[...] cuántas veces no tratamos de hacer grupos para hacer las ventas en grupo, -no vendan
por separado porque los van a echar al bolsillo porque esto, que lo otro-. Pero llegaba un
comprador y les ofrecía y que esto y que lo otro y ya. Iba don José por aquí y hacia su venta.
Finalmente -¿a cuánto lo vendió don José?, lo vendí a tanto, pero don José mire, usted
vendió tantas toneladas, ¿sabe a cuanto vendió el kilo?, mire al o que le salió. Mire nosotros
hicimos el grupo que se fue por este otro lado, logramos hacer esta otra venta y mire lo que
85
pasó, tenemos el 50% más de precio-” (Elena Clasing investigadora UACh y encargada de
Estación Experimental de Yaldad).
4.3.3 Los nuevos tiempos en el mar
El Mytilus chilensis es una especie de sexo separado, sin dimorfismo sexual (Clasing et al.,
1998; Bahamondes-Rojas et al., 1988; Oyarzun et al., 2011). “Si las condiciones de
temperatura y alimentación (principalmente) son óptimas, los adultos maduran sexualmente
en primavera, ocurriendo posteriormente el desove o liberación de gametos” (Clasing et al.,
1998; Oyarzun et al., 2011). La fecundación ocurre en el medio acuático y luego de varios
procesos larvales se fijará en un sustrato duro (Clasing et al., 1998). En su primera etapa, la
larva no tiene concha y no se alimenta del medio. Días después, estas se transforman en una
larva véliger, que si tiene concha, se alimenta y nada ayudada por una estructura llamada
velo (Clasing et al., 1998; Bahamondes-Rojas et al., 1988). Luego de 25-30 días esta larva se
fija a un sustrato (Clasing et al., 1998). Luego de la fijación, la larva pasa a un periodo juvenil
donde alcanza la talla de 1 a 2 cm y que es llamado semilla (Clasing et al., 1998). El periodo
de la fijación hasta el paso a juvenil dura de 3 a 4 meses (Clasing et al., 1998; Bahamondes-
Rojas et al., 1988). En el cultivo suspendido de choritos, el periodo de crecimiento demora,
en condiciones óptimas, entre 12 y 18 meses, donde el molusco alcanza de 5 a 6 cm (Clasing
et al., 1998). A diferencia de esto, el periodo de crecimiento en el banco natural demora casi
4 años, debido a que no están sumergidos de forma prolongada, además de la fuerte
competencia y limitación en la oferta alimentaria (Clasing et al., 1998).
“[...] pensemos en un chorito de 5 o 6cm, que es lo que te compran principalmente. [...] como dije,
todo depende cando tu captas, si tu captas en octubre tienes oferta alimentaria fantástica en el agua,
octubre, noviembre, diciembre, eso es así...fuuua!, en enero la producción primaria cae y se seca la
primaria, […] y después viene el segundo que es el bum de otoño. Entonces tienes octubre, noviembre,
diciembre, pongámosle hasta mediados de enero, tres meses, después viene una caída, y después
viene otra, se recupera, porque el plancton se muere, se desintegra y se reintegra nuevamente, se
fertiliza nuevamente el agua y vuelve, porque hay sol todavía. Y entonces tú tienes fines de febrero y
marzo y abril, si te toca abril buen tiempo y si mayo buen tiempo, producción primaria de nuevo y los
choritos siguen creciendo. Y me recuerdo que el 95, 96, fue un año fantástico en inverno, en invierno o
86
sea soleados, y yo me recuerdo que los choritos, la venta de choritos en Yaldad fue ininterrumpida,
estaban siempre gordos cuando la producción primaria se viene abajo los choritos se te enflaquecen,
pasan dos semanas y se vino abajo el plantel de choritos y tus ventas de choritos terminaron, porque
nadie te compra choritos flacos. [...] nosotros antes teníamos en 16, 17 ,18 meses choritos de 6 cm,
hoy en día los choritos están dos años y no hay caso” (Elena Clasing, ex-investigadora UACh y ex-
encargada de Estación Experimental de Yaldad).
Con la llegada de esta nueva actividad a la zona, dependiente exclusivamente de los tiempos
reproductivos y de crecimiento de los choritos, cambian también los tiempos sociales de la
vida humana. A diferencia de la recolección de choritos de bancos naturales, realizada en las
horas de marea baja y principalmente en verano, la cosecha en cultivos artificiales plantea
nuevos tiempos diarios y anuales. Esta actividad comienza con un periodo inicial de limpieza
de colectores, que en este periodo histórico era realizado por parte de la familia y no
demoraba demasiado tiempo debido a la baja producción “[...]uno lo hacía solo, porque no
era mucho tu producción, cuando producías 20, 30 ton, tú lo puedes hacer solo, pero cuando
ya te sobrepasa las 100 ton, ya tienes que hacerlo con otras personas externas” (Galo
Chiguay, mitilicultor y taxista local) Posterior a esto, se realizaba la instalación de los
colectores o cuerdas de cultivo para la captación de semillas. Este proceso se hace
generalmente desde el mes de diciembre hasta febrero-marzo. “Para tirar los colectores para
captar, la captación se produce dentro de ese periodo, mes de diciembre. Un mes o un mes y
medio hasta enero-febrero, dependiendo” (Galo Chiguay, mitilicultor y taxista local)
El proceso posterior consta de las siguientes etapas: raleo5, para venta o redistribución;
engorda y cosecha. “[...] después de ahí [de la postura de colectores] se esperaba tres
cuatros meses digamos, por ser abril, ya se empezaban a sacar las semillas para venderlas.
Esos seis meses se trabajaba, por ejemplo enero y febrero se esperaba la semilla y ya en
marzo se empezaba a sacar la semilla, en eso se envolvía y se empezaba a trabajar, aparte
que era un buen negocio y se ganaba. […] La semilla es menos trabajosa que trabajar en una
cosecha de choros se trabajaban tres o cuatro horas al día no más. [El proceso de
5 El raleo consiste en redistribuir las semillas excedentes de una cuerda de cultivo. El exceso de semillas de la
cuerda se saca para ser vendida o para ser encordada en otras cuerdas de cultivo.
87
crecimiento] demoraba desde la siembra, digamos cuando tu siembras el colector demoraba
a más tardar máximo un año podían ser ocho meses” (Miguel Aguilar, Mitilicultor, presidente
del sindicato de Mitilicultores). Como se observa, en esta actividad el tiempo productivo
depende de los procesos biológicos del chorito, sin embargo estos tiempos biológicos,
fueron transformados por la acción humana mediante la aplicación de tecnologías6, que lo
adaptaran a los requisitos de inmediatez y eficacia del mercado. Ante esto, se puede decir
que los tiempos que determinan la actividad, serían, primordialmente, los tiempos de un
híbrido producido entre lo natural y lo artificial.
Figura 7: tiempos de la mitilicultura
Fuente: Formulación de la autora
6 El concepto de tecnología utilizado aquí, se basa en lo propuesto por Tim Ingold, donde la tecnología es un
cuerpo de conocimientos objetivos, susceptible de poner en práctica, mediante el uso de herramientas,
que, a su vez, son la extensión de la capacidad de operar de un agente en un ambiente dado. (Ingold, 1990)
88
En general los tiempos diarios en el mar, estaban vinculados al trato existente con la
Universidad, que hacía de fiscalizadora de las actividades acuícolas en la zona. Los horarios
de trabajo respondían a las 8 horas diarias, en dos jornadas. Estos horarios eran cumplidos
solo por la población involucrada en el trabajo de la Universidad, sin embargo, para este
periodo, los tiempos del campo, aún marcaban la vida productiva y social.
4.3.4 El rol de la Universidad Austral en las nuevas configuraciones identitarias: la irrupción
de las tecnonaturalezas capitalizadas.
La intervención de la Universidad Austral de Chile en la localidad, implicó el avance de
nuevas forma de producción, enfocadas principalmente a llevar el desarrollo a las áreas
rurales, alejadas de los procesos de modernización. Este tipo de desarrollo responde a líneas
ideológicas difundidas a nivel mundial, que proponen un proyecto de sociedad basado, por
un lado, en el crecimiento económico y la difusión a escala planetaria de la economía de
mercado; y por otro, en un modelo eurocéntrico, que valida a nivel universal las formas
culturales de occidente (Viola, 2000), y donde los proyectos locales, no constituyen más que
un obstáculo al progreso. A diferencia de la industria forestal, la actividad acuícola en este
periodo, integra a la comunidad en sus objetivos y transforma profundamente las dinámicas
locales. Se inicia así “el proceso de hibridación cultural entre formas modernas y no
modernas motivadas por intervenciones desarrollistas en uno más de los lugares del tercer
mundo” (Escobar, 1999:212). Sin embargo, la marcada presencia de este nuevo actor que
representa al mundo científico y sus discursos, significó, para gran parte de la comunidad, un
esfuerzo positivo que se tradujo en el desarrollo de nuevas posibilidades productivas, que
aseguraban el porvenir económico de las familias. Esta visión hace de esta institución uno de
los actores mejor valorados, aunque no exento de críticas, en el desarrollo de la historia local
del siglo XX.
La relación con la naturaleza en este periodo, al igual que en el anterior, esta mediada por
regímenes tanto de naturalezas orgánicas, representados por los sistemas locales, como de
naturalezas capitalizadas, correspondientes a formas culturales modernas. Respondiendo al
proceso global de expansión del capitalismo, estos últimos regímenes ganan cada vez más
89
terreno a nivel local, reconfigurando a su paso las formas de vida tradicionales. Pero en este
periodo surgen también nuevas formas de relacionarse con la naturaleza, formas que se
vislumbraban con anterioridad, pero que en este contexto toman consistencia. La presencia
de la Universidad, como representante del mundo científico en el lugar, formula nuevos
regímenes de naturaleza, que esta vez están mediadas por la generación de conocimiento
tecnocientífico, en pos, en este caso, de transformar una práctica extractiva en cultivo. El
proyecto de mitilicultura aplicado en Yaldad, se plantea la investigación científica para el
desarrollo tecnológico que posibilite el cultivo de mitílidos en Chile. En este caso nos
encontramos con una relación directa con el medio que no está mediada por el trabajo,
como en el caso de las naturalezas capitalizadas, sino que más bien por el desarrollo
tecnocientífico. Sin embargo, en su aplicación práctica, esta actividad responde a regímenes
capitalizados, ya que en la actividad acuícola, la trasformación de la naturaleza a recurso, se
realiza mediante la aplicación de trabajo. Ante esto, lo que se propone es que la mitilicultura
en Yaldad, como actividad investigativa y productiva a la vez, representa regímenes de
tecnonaturalezas capitalizadas en el escenario local.
Con respecto a las consecuencias del trabajo concreto de la Universidad en la configuración
de las identidades ambientales, se pueden distinguir (aunque no separar) tres grandes áreas:
la social, la económica y la ambiental. En el área social, las investigaciones iniciales
incluyeron estudios sociológicos, como complemento, para establecer el interés de la
comunidad en el desarrollo de la actividad acuícola. Aunque se reconocía la necesidad de
este tipo de investigaciones, sus resultados no formaron necesariamente parte de la
reflexión final sobre la actividad productiva misma. Más bien la necesidad de esta había sido
zanjada con anterioridad y lejos de las reflexiones locales. “Se hicieron encuestas y ahí salía si
ellos se interesaban en la actividad que nosotros estábamos realizando, y ahí cero po’, todo
negativo, nadie quería nada. Y ahí tienes una cosa de comparación y de discusión, porque
hay que preguntarle a la gente que es lo que quiere, pero cuando la gente no conoce uno no
puede preguntar. Había una pregunta en esa encuesta en que se planteaba si a uno le
interesaba tener agua ahí dentro de sus casas y la gente ninguna quiso, o sea nadie, dijeron -
90
No si nosotros tenemos pozo, pa’ qué queremos agua dentro de la casa-. No saben, no
sabían las bondades de tener agua en la casa” (Héctor Arriagada, Ingeniero Proyecto CIID y
empresario mitilicultor).
La implementación de la mitilicultura en la localidad, al basarse en trabajo familiar, intentó
dar características comunitarias a la labor, y además velar por la estabilidad económica de los
núcleos familiares. Sin embargo, la idea de familia que impuso este proyecto difería del
sistema familiar presente en el lugar, ya que su formación excede la estructura moderna
constituida por padre, madre e hijos/as, y alberga a un grupo más amplio de parentesco, que
incluye a otros miembros cuya afiliación no depende necesariamente del vínculo sanguíneo
“Es que el negocio se empezó a complicar, porque se vio un poquito más personalizado, el
negocio se manejaba por familia. Tenías que cosechar pero se pagaba, no se hacía tú no ibas
a ayudar a cosechar y yo te pago por el día y punto, no era minga” (Héctor Arriagada,
Ingeniero Proyecto CIID y empresario mitilicultor).
Esta situación, si bien nos es la única causa, aportó a finalizar con el sistema de mingas,
donde la parte de la familia no propietaria, cambió su trabajo voluntario, por trabajo
remunerado. “[...] la minga era una cosa de día devuelto, por ejemplo mi hermana nunca
tuvo cultivo por lo tanto ella no le podía devolver, si ella me ayudaba a mi tenía que pagarle,
me entiende. O el otro vecino que tenía allí, a lo mejor nunca tuvo cultivo, pero si yo lo
necesitaba yo tenía que pagarle, por lo tanto ya no se transforma en una cosa familiar. Pero
antiguamente las mingas eran distintas porque todos tenían campo, o sembramos papa o
sembramos trigo, por lo tanto hoy día trabajabas acá, mañana el vecino de allá y se
transformaba en una ayuda familiar, pero la parte de mitilicultura nunca fue familiar.
Siempre se necesitaba trabajo externo, porque todos no podían tener cultivo, porque los
cultivos eran caros. A lo mejor se usaba toda la familia, pero siempre remunerado, no era un
trabajo que a ti te ayuden gratis, nunca fue así. [...] Ahora por ejemplo si 5 cultivadores
tenían balsa y los 5 les daban un día a otro, eso sí era minga, eso sí pasó” (Galo Chiguay,
mitilicultor y taxista local). Sin embargo, la desaparición de actividades como la minga, no se
debe necesariamente a las características estructurales de las nuevas formas de trabajo, sino
91
que también a la asimilación de nuevas formas de vida, que priorizan el emprendimiento y
bienestar individual, en desmedro de la convivencia comunitaria.
Con respecto al área económica, el desarrollo de la producción acuícola se pensó como una
actividad complementaria a la agricultura practicada tradicionalmente. “[...] nosotros
siempre le decíamos tengan dos balsas que, son 22 mil kilos de choritos, hoy día 22.000 kilos
de choritos son ya ponle 3 millones de pesos. Entonces ahí ellos podían complementar, sin
perjudicarles la actividad que ellos tengan, ya sean siembras de papas, en madera en lo que
ellos tengan. Esa era la idea más o menos, que a ellos no le interrumpiera” (Héctor
Arriagada, Ingeniero Proyecto CIID y empresario mitilicultor). Sin embrago la reformulación
de la legislatura nacional y la alta tasa de ganancia que reportaba la actividad, en conjunto
con el escaso trabajo que exigía, hizo del panorama futuro algo muy diferente a lo que se
pensaba en primera instancia.
Con lo anterior, inicia, además, otra actividad económica ligada al trabajo del mar. El pelillo
pasa a ser un nuevo recurso abierto a explotación. El trabajo de este involucraba tanto a
padres y madres, como a hijos/as y su explotación se realizaba en la parte final del estero,
donde se encontraban algunas concesiones. “El pelillo habrá llegado como el 85 por ahí o el
noventa yo creo. [...] llegó porque lo trajeron, una planta, no se de adonde la trajeron la
planta, la cosa es que abajo en Inío la señora que vive ahí trabajaba con pelillo y tenía
plantaciones en Inío, entonces de ahí vino pa’ acá y lo trajeron en lancha y se cayó,
seguramente una planta, a lo mejor era apropiado el ambiente y se empezó a producir.
Estuvo lleno el estero de pelillo, esa parte donde baja, de ahí se murieron los choritos, los
bancos naturales y de ahí se empezó a trabajar en el pelillo. Yo trabaje harto tiempo, no me
acuerdo cuantos años, trabajé el pelillo, hasta que pasó el tiempo y ya no compraron, lo
compraba la señora de Algas Mar, Algas Marinas, algo así”. (Orita Chiguay, horticultora local).
Por otro lado las migraciones por motivos laborales seguían su curso “[...] después yo me
vine con mis chicas y mi marido primero salía a trabajar pa abajo, porque los hombres salían
a trabajar a la luga, a los erizos, se iban a estar temporadas a la guaitecas que le dicen, por
abajo a estar dos meses, tres meses, si quedábamos solas las mujeres. Se iban a trabajar con
92
los buzos, ser marino buzo y mi hermano era buzo así que se iban a trabajar. [En ese tiempo]
estaba la universidad no más, como que era más difícil, la gente no trabajaba individual,
entonces se iban a trabajar, en ese tiempo cuando estuvo el loco igual” (Violeta Colivoro,
presidenta de Junta de Vecinos, comerciante)
Figura 8: Usos productivos del territorio con la llegada de la Universidad Austral
Fuente: Formulación de la autora
Si bien la actividad del campo se mantiene siendo el centro de la economía de la mayor
parte de los hogares en Yaldad, la aparición de la mitilicultura y el pelillo, además de la
actividad del buceo, a pesar de ser aún actividades de pequeña escala, marcan el comienzo
de una nueva configuración del territorio. En esta el mar toma cada vez más prominencia en
el panorama local y deja de ser una actividad complementaria para algunos, para pasar a ser
base del sustento económico. Estas nuevas formas sociales y económicas traen consigo
93
nuevas formas de relacionarse con la naturaleza, donde los lazos con el mundo espiritual
pierden su relevancia en la organización de la producción y la naturaleza pasa a representar
un medio inerte que posibilita la sobrevivencia.
4.4 Ley de Pesca: Nuevas configuraciones en el contexto local
4.4.1 Contexto global, repercusiones en lo local
Con el fin de la Guerra Fría y la vuelta de las democracias en América Latina, los límites para
la expansión a escala mundial del neoliberalismo se ven erradicados. A nivel mundial ”se
crean diversas instituciones como la Organización de las Naciones Unidas, el Banco Mundial,
el Fondo Monetario Internacional y el Banco de Pagos Internacionales de Basilea, que tenían
como finalidad contribuir a la estabilización de las relaciones internacionales” (Harvey, 1998).
Producto de la deuda externa iniciada a comienzo de los ´80, estas organizaciones otorgan
una serie de créditos a países Latinoamericanos, quienes con posterioridad se ven obligados
a cumplir con las exigencias impuestas, referidas a “la implementación de férreas políticas de
estabilización macroeconómica” (Fair, 2008:21; Harvey, 1998). De esta forma, bajo la
ideología del libre comercio, se da inicio a una nueva etapa de orden mundial.
En Chile, particularmente, se abre nuevo sistema de democracia pactada, y con él una nueva
legislación que afecta directamente a la actividad acuicultora nacional. La Ley General de
Pesca y Acuicultura (LGPA) Nº 18.892 de 1991, que fija el documento redactado en 1989 bajo
en Gobierno Militar, llega por primera vez a sistematizar una serie de normas anteriores
referentes a la acuicultura (Pérez, 2002; Doren y Gabella, 2001). Como innovación, esta ley
modifica el carácter permanente de las concesiones acuícolas, volviéndolas transferibles,
además de permitir su transacción en el mercado (Pérez, 2002; LGPA, 1991). En este
panorama, la mitilicultura logra su desarrollo definitivo en la Isla de Chiloé.
No obstante lo anterior, la bahía de Yaldad permanece por varios años más bajo la
administración de la Universidad Austral de Chile, quien deja la tutela del estero
aproximadamente en 1998, abriendo paso a un gran número de concesiones acuícolas. Este
periodo se reconoce en la comunidad como el de mayor producción, debido, por un lado a
94
las condiciones biofísicas del estero, que permitían abundancia de semillas en tiempos de
captación, además de buenos índices de crecimiento del chorito, y por otro, al
perfeccionamiento del sistema del cultivo producto de la implementación de long-line, que
consistía en líneas de cultivo suspendido que se extienden de forma separada y paralelas
unas con otras. Pero estas no fueron las únicas razones por las que se considera a esta la
época de mayor productividad. La eliminación de los límites de producción (dos balsas por
familia) impuestos por la Universidad Austral a los que eran sus trabajadores, en pos de
resguardar las condiciones ambientales de la bahía y mantener la actividad mitilicultora
como complementaria a las otras actividades productivas presentes en la zona, además de la
apertura de la actividad al resto de los habitantes que pudiesen invertir en su desarrollo;
potenció la expansión de los cultivos en el maritorio de la bahía y la prevalencia de estos en
la economía local.
A pesar de la bonanza económica a la que lleva la estabilidad del sistema productivo, este
periodo es recordado mayormente de forma negativa por las y los entrevistados,
principalmente por dos razones. Una de ellas tiene que ver con que la entrada masiva de
nuevos capitales a lo local, redujo las posibilidades de acceder a mayor cantidad de
concesiones y dejó fuera de la actividad a una parte importante de los habitantes locales.
Según denuncian, esto se debió a que no existió ningún tipo de información por parte de los
aparatos del Estado, ni de la Universidad que estaba presente en el lugar, sobre las nuevas
condiciones legales a nivel nacional. “Lo que no me gustó, fue que siempre se dijo que la
universidad tenía concesionado el estero, y no había lugar para nadie más, eso se nos dijo a
nosotros y como nadie iba a una oficina a consultar, éramos ignorantes, nadie iba a
SERNAPESCA, todos nos creímos el cuento de que esto estaba solicitado por la universidad, y
grande fue nuestra sorpresa después cuando supimos que no era así, porque vinieron la
gente de afuera, vinieron las empresas y hasta el día de hoy nosotros quedamos con dos
hectáreas” (Gladys Colivoro, artesana y horticultora local). La otra razón responde a que se
identifica este periodo como el detonante de las prácticas que llevaron a la crisis socio-
cultural, ambiental y económica que existe en el presente.
95
4.4.2 Consolidación del ideario moderno
Con la llegada de esta nueva legislación, se consolida en la zona un sistema de producción
capitalista, que transforma definitivamente las relaciones humano-entorno y las relaciones
entre la comunidad. En este periodo se fijan las transformaciones transitadas por las
identidades locales a lo largo del siglo XX, dando un vuelco significativo hacia los regímenes
de naturalezas capitalizadas. Este vuelco no significa, sin embrago, que las formas locales
hayan desaparecido del escenario donde se mueve la comunidad, sino más bien, que las
radicales transformaciones identitarias experimentadas, fueron lo suficientemente agudas
como para desbalancear las relaciones entre territorio-cultura-biodiversidad.
Las transformaciones en los usos del territorio por su parte, se expresan principalmente en la
hegemonía del mar por sobre el campo, no solo como hegemonía espacial, sino que también
temporal, donde el tiempo del cultivo marino pasa a ser predominante en la vida socio-
productiva. El mar se convierte definitivamente en el núcleo de la economía local,
centrándose en este periodo, casi exclusivamente, en la mitilicultura, que se expande por
toda la bahía, y la extracción de pelillo. En este periodo se abandonan actividades
tradicionales como la pesca con redes en la orillas del estero, producto de la escases de
peces que entran en la bahía. Debido a que la actividad acuícola presenta considerablemente
mayores ganancias que lo que puede reportar la agricultura, los campos son vendidos para
poder solventar los requisitos monetarios que exige el cultivo de choritos. “[...] pasó un
tiempo en que la gente incluso vendió sus tierra, porque no eran productivos, era más
productivo tener una línea de chorito que tener una hectárea de tierra. Hubo gente que
cambió terrenos porque le hagan los tramites de las concesiones y ahora están arrepentido”
(Hector Chiguay, mitilicultor local). Una serie de líneas paralelas y flotadores,
correspondientes a los long-lines, marcan el paisaje costero y evidencian un mar parcelado.
Al mismo tiempo las playas pasan a ser el sepulcro de grandes cantidades de basura
producida por el cultivo.
Figura 9: Tiempo en el periodo “Ley de Pesca”
96
Fuente: Formulación de la autora
En la mitilicultura, la presencia de cultivos ilegales en espacios vacíos entre cada concesión, o
la sobrecarga de líneas permitidas, se vuelven prácticas instauradas, pero veladas. En el caso
de pelillo la situación no es diferente. La necesidad de venta para la subsistencia lleva a los
habitantes a extraer el recurso sin límites de tiempo y con mecanismos invasivos para los
fondos marinos, lo que resulta necesariamente en una sobreexplotación del recurso. “Con el
pelillo fue diferente, fue más despiadada la extracción del alga, porque no habían nadie que
regule ni que controle todo ese tema, la extracción de alga la podías hacer durante las 24
horas del día cuando bajaba la marea se extraía alga con la mano, cuando la marea subía se
extraía con arañas y con rastras desde el bote, daba lo mismo si la marea estaba alta o estaba
baja. [Las arañas] eran metálicas, abarcaban una superficie de 35 cm y las rastras 1 metro,
imagínate el daño que eso ocasiono en el ecosistema, el exterminio de esta caleta y de las
otras y de las otras y de todas por que donde habían estos famosos bancos naturales ahora
no existen”. (Alfredo Quintupurrai, carpintero y ex-dirigente indígena).
97
Figura 10: Usos productivos del territorio luego de la aplicación de Ley de Pesca y Acuicultura
Fuente: Formulación de la autora
Se impone en este periodo la necesidad de ganancia económica, a la estabilidad del
ecosistema marino. Esta situación puede haber sido potenciada, entre otras, por la
desaparición de un sistema social interno que permitan regular las actividades productivas,
la falta de fiscalización externa y la desarticulación de los lazos comunitarios, que potencien
la solidaridad y confianza entre la población local. “Si aquí uno sale y ve algo, y te va a
generar plata que es lo que haces, trabajas y sacas lo que puedes, lo máximo uno o dice
sabes que voy a sacar un poco no más, y no po’ porque llega el de al lado y dice voy a sacar
todo lo que pueda y el otro también” (Alfredo Quintupurrai, carpintero y ex-dirigente
indígena).
Debido al incremento de la producción y el aumento de las concesiones, Yaldad se presenta
como una importante zona de extracción, lo que motiva el aumento de la población que
98
llega en búsqueda de trabajo a las cosechas de chorito. A su vez, parte de las familias no
propietarias de concesiones, y habitantes históricos de la comunidad, se dedican a ser mano
de obra de los centros de cultivos, principalmente locales.
El sistema de trabajo se ve modificado, reemplazándose el trabajo solidario y/o familiar, por
trabajo remunerado. Los hombres, constituyen cuadrillas de cosecheros, que prestan
servicios empresas o privados dueños de concesiones y se encargan tanto de las labores de
cosecha, como de siembra y vigilancia. Dependiendo de la labor, la cuadrilla se forma
aproximadamente de 8 personas, entre ellas un capitán, quienes se reparten las tareas de
cosecha o siembra según sus propias características, para hacer más efectivo el trabajo. “Por
ejemplo el que es más hábil para hacer nudos, ese anuda no más, el otro que es menos
hábil, recibe no más, el otro que el más fuerte, lava y baldea con el balde y después hay
otros que reciben el bote” (Horacio Blanco, mitilicultor y apicultor local).
Como resultado de las nuevas exigencias que impuso el mayor volumen en la producción, la
implementación de este sistema dejó fuera del proceso productivo a mujeres y niños/as, que
anteriormente eran parte de su funcionamiento. La labor de estos en este periodo se redujo
a la limpieza de las cuerdas de cultivo. “[...] la mujer trabaja ahí, ordena las cuelgas para que
estén listas para tirarlas al agua de nuevo, pero ella ya no va a tirarlas, ella ya no va tampoco
a cosechar, no, nada; porque ahora es mucha la cantidad, entonces ya están las cuadrillas
especializadas” (Horacio Blanco, mitilicultor y apicultor local). A esto se suma la aplicación de
tecnologías que facilitaron el proceso de cosecha y terminaron por desligar a las mujeres y
las familias, del trabajo de cultivo “[...] también han introducido maquinaria, tienen esa
cosechadoras algunas balsas, entonces ya se necesita incluso menos gente en algunos casos
que antes, es más mecánico” (Karina Zabat, profesora en Quellón)
Como características este nuevo sistema, las prácticas solidarias se rompen y los robos de
líneas de cultivo y motores de bote, se hacen parte del cotidiano. Las grandes cantidades de
dinero que mueve la actividad abren el paso a vicios presentes, como el alcoholismo, pero
que no reportaban gran relevancia en tiempos pasados. “La juventud está metida en el
99
alcoholismo, está fea la comunidad, en todos lados sí, pero como que acá se genera más
recurso económico más plata corre. [Antes era así], cuando empezó a haber esos trabajo de
cultivo yo creo que empezó a haber la constante plata y la juventud no hallaban en que
gastar la plata, y eso está malo, no a la gente le falta cultura yo creo, conocimiento para
poder administrar su plata” (Luz Chiguay, horticultora local). Con la llegada de la electricidad
en 1992, llegan al lugar también una serie de aparatos tecnológicos que facilitan la vida
doméstica y laboral. Los automóviles, accesibles debido a las ganancias del cultivo, además
de facilitar el trabajo, constituyeron un importante avance en la conectividad de la localidad
con Quellón, que aunque cercanas con respecto a distancia, mantienen, hasta el día de hoy,
una marcada separación debido a la dificultad de transporte.
Finalmente, con este nuevo sistema se transforman además las prácticas migratorias, donde
la mayor parte de los hombres que antes migraban en búsqueda de trabajos temporales en
dirección a la Patagonia, se establecen en el lugar, rompiendo con aquella movilidad que
aportaba a marcar las fronteras del territorio (Escobar, 2010:73).
4.5 La crisis ambiental, crisis social
4.5.1 Características del periodo de crisis
El periodo de crisis es un proceso local, que posee varias etapas y diferentes expresiones de
la misma. Para la comunidad local, este periodo se relaciona principalmente con las
actividades productivas, las cuales son vistas de manera negativas, relacionándoselas
directamente con el colapso de la bahía. El hito inicial se desata el año 2002 producto de un
brote de marea roja, correspondiente a la toxina paralizante Alexandrium catenella (IFOP,
2012; Diario en Insular de Chiloé, 2006; Revista Nos, 2007). Este fenómeno afectó a gran
parte del Archipiélago, decretando como zona de catástrofe a las comunas de Quellón,
Dalcahue, Ancud y Queilen, debido a la pérdidas económicas que ocasionó el brote (Mundo
Marítimo, 2002). Esta etapa se tradujo principalmente en una crisis económica temporal,
que si bien no es la causante las dificultades que azotan a la localidad en la actualidad, se
muestra, en la memoria, como el comienzo de la caída paulatina de la productividad acuícola
100
en Yaldad. Luego de este hecho, dos floraciones relevantes de marea roja se presentaron en
los años 2006 y 2009 (IFOP, 2012), siendo esta última la de mayores consecuencias para la
comunidad.
Aproximadamente desde el año 2008 en Yaldad comienza a evidenciarse la baja captación de
semillas, que afecta directamente la producción de choritos y la economía local. Al ser
semillero nacional, la venta de semillas captadas en el estero abastece gran parte del
mercado de choritos nacional, reportando un importante porcentaje de la ganancia anual del
cultivo. Al año siguiente, se observa además que el crecimiento del chorito se vuelve
significativamente más lento. A esta situación se suma una nueva marea roja, que llega a
agravar las condiciones económicas de los mitilicultores y trabajadores temporales de esta
actividad. “Cuando fue la crisis, cuando fue el sobre poblamiento de choritos, cuando ya se
empezó a morir el chorito por falta de oxígeno; esa crisis me agarro a mí, y como uno no
tiene un soporte, otro trabajo extra que solvente, termina… Fue sorpresivo, la marea roja, la
crisis mundial y después esto viene lo que te decía yo, la sobre población de choritos, de los
mitilicultores que no han creado conciencia aún que no hay que sobre poblar el mar”
(Héctor Chiguay, mitilicultor local).
Si bien no existen estudios científicos que acrediten las razones de la diminución en la
captación de semillas y el crecimiento de chorito a nivel local, ni tampoco los motivos por los
cuales se ha expandido hacia el norte la presencia de quistes de A. catenella; la población
local ha encontrado sus propias respuesta. Estas conjugan el lenguaje científico con la
observación de los procesos naturales y artificiales del entorno, siendo la observación el
único método que necesitan para respaldar las hipótesis alguna vez escuchadas. La razón
final de ambas, tiene sus raíces en el mal manejo humano. Con respecto a la marea roja: “[…]
no tuvimos marea roja desde el año 2008, curiosamente cuando empezaron a controlar los
barcos. No sé, por acá tenemos los que llegan a los acopios de Quellón tenemos dos acopios,
aquí en Quellón Viejo tenemos otros acopio, llegaban los huelvos todos los días trayendo
lastre, ellos hacen intercambio de agua en cualquier lado, según ahora tienen rutas, un track
de navegación donde tienen sí o sí que hacer recambios de agua, pero tampoco nadie te
101
asegura que SERNAPESCA lo esté haciendo, a lo mejor fiscalizan acá en el puerto donde ya
han cambiado sus aguas que sabe” (Miguel Aguilar, mitilicultor y presidente del STI de
Pescadores Artesanales, Buzos Mariscadores y ramas similares de la localidad de Yaldad de la
comuna de Quellón). O “otra cosas que trajeron marea roja fueron las mismas cuelgas que
venían de lugares que si tenían la microalga y nosotros la instalamos acá y poblamos de
microalgas nuestros esteros. Lo mismo paso con el pelillo, se infectó se contamino todo,
porque vino una empresa de afuera […] y esa alga vino contaminada con una especie de
bacteria de un hongo y acabo con nuestro banco natural en un par de años” (Alfredo
Quintupurrai, carpintero, cosechero y ex dirigente indígena).
Con respecto a la mitilicultura “demoró tres años, cuatro años, pa poder vender el producto.
Pero eso paso por exceso de choritos, o sea se sobre saturó la bahía. Es igual que un potrero
que le coloque animales más de la cuenta, por lo tanto van a crecer, pero no van a engordar
y no va a haber pasto, se van a mantener pero no van a crecer, en el mar es algo parecido, es
igual” (Galo Chiguay, mitilicultor y taxista local). Bajo estas explicaciones, la crisis se vuelve
fundamentalmente una crisis ambiental, una crisis del manejo y las formas de relación que
se han establecido con la naturaleza. Esta crisis ambiental es provocada por la acción
humana, y repercute directamente en la vida social y económica local.
En respuesta a la crisis, el Estado se hace presente en la zona otorgando una serie de
préstamos bancarios, que hasta la actualidad están siendo pagados por la población
“[...]estuvimos con crisis, ahí estuvimos con una crisis fuerte, más que la marea roja, más
encima nos endeudamos, más que el mismo gobierno nos trajo bancos, créditos y nos
endeudamos pero hasta, este año terminamos algunos de pagar nuestras deudas” (Miguel
Aguilar, mitilicultor y presidente del STI de Pescadores Artesanales, Buzos Mariscadores y
ramas similares de la localidad de Yaldad de la comuna de Quellón). Además de esto se
implementaron nuevos empleos temporales y capacitaciones “ellos empezaron a ver recién
eso, el trabajo remunerado, salvo algunas, en el tiempo de a marea roja, cuando se
implementó unos planes de empleo de emergencia globales de aquí de la comuna, casi
todos trabajamos en eso, entonces firmaste un contrato, te impusieron y te pagaron un
102
sueldo” (Horacio Blanco, Técnico Agrícola y mitilicultor local). En este periodo además,
pesqueras y salmoneras (estas últimas comienzan su actividad en Chiloé en los años 80 y
hasta la fecha no eran relevantes en la vida cotidiana de Yaldad), comienza a formar parte de
los trabajos temporales que adquieren hombres y mujeres para alcanzar el sueldo necesario
para mantener el hogar.
La presencia de la Universidad Austral, como otro de los actores, se restringe, en esta época,
a la investigación docente y la Estación Experimental pasa a ser un espacio de aprendizaje
para estudiantes relacionados al área marina. El espacio es ocupado apenas unas pocas
semanas al año por algún curso, que llega a Yaldad a aprender sobre el cultivo de mitílidos y
otros aspectos relacionados. Aparece además a principios del 2000, la ONG alemana Yaqu
Pacha, que en noviembre del año 2009, firma un convenio de colaboración con la
Universidad Austral de Chile. Esta organización sin fines de lucro, se dedica al financiamiento
de investigaciones sobre mamíferos acuáticos en Sudamérica. En el caso de Chiloé, los
estudios realizados se enfocan en pequeños cetáceos, y su perdurabilidad y constancia ha
llevado a esta organización, principalmente en Quellón, a incidir en las discusiones y
planificación sobre conservación de los sistemas marinos. La relación que Yaqu Pacha
establece con Yaldad, se limita a la generación de talleres de educación ambiental para niñas
y niños, enfocados principalmente en informar sobre las características y condiciones de
pequeños cetáceos en Chiloé. Si bien ambas organizaciones científicas mantienen su
presencia en el lugar, y son reconocidas por la comunidad, la relación entre estas y la
comunidad no tiene mayores implicancias para el contexto en el que se desenvuelve la
realidad local.
El año 2012, fecha en la que se realizaron los terrenos, después de 5 años crisis productiva
constante, comenzó a observarse una mejora en la captación de semillas y engorda del
chorito, por lo que se vislumbró en la comunidad una salida de la situación de crisis en la que
se encontraban. Sin embargo, hasta esa fecha, las consecuencias del repunte productivo aún
eran apreciables.
103
4.5.2 Visiones sobre la crisis y el rol de la comunidad
A pesar de existir consenso sobre las razones prácticas de la crisis ambiental, existen
diferentes visiones con respecto a las tareas que le competen a la comunidad para superarla.
Esta situación planteó, sin embargo, una dificultad metodológica. Por un lado los discursos
de la comunidad enfocados al tema de la crisis ambiental y el futuro, evidenciaban en la
mayoría de los casos, la voluntad de cambiar las formas productivas por las que
consideraban habían llegado a saturar el estero. Por otro lado, en la observación en terreno y
luego de varias conversaciones informales y acompañamiento en diversas actividades
cotidianas, muchos de las reflexiones iniciales sobre la necesidad de replantearse las formas
de producción aplicadas al chorito, terminaron por sucumbir ante la necesidad de generar
ganancias para cubrir las deudas que dejó el mal manejo económico de lo recaudado en
años de bonanza.
Encontramos entonces tres tipos generales de discursos. Primero, para algunos las
soluciones pasan por dejar el trabajo del cultivo, dar los tiempos que el mar necesita para su
recuperación, y volver a la estabilidad que les confiere el campo, el monte. “Entonces ¿qué es
lo que queda y qué vamos a comer, de qué vamos a vivir, a donde vamos… quien nos va a
pagar y para que nos van a pagar?, la pregunta es ¿Qué vamos a producir, si salmones ya no
se van producir? ¿Qué vamos a producir, si mariscos ya no se van a producir? Esta es mi
respuesta, mi respuesta es yo personalmente estoy en el campo. [...] Me fui del campo, me
olvide del campo por un par de años, porque los choros fueron buenos en aquel tiempo, la
captación de semilla, la producción, la venta, bueno ya platita llegó y como si el campo ya
quedara sobrando, pero ahora no sobra el campo, el campo vive parao. […] No es mucho lo
que voy a hacer, 4 o 5 concesiones, son 8 a 10 hectáreas que dejo libre, pero para qué, para
que nadie las ocupe, para que un pájaro ande ahí, para que un pescao ande ahí, sin estorbo”
(Héctor Chiguay, mitilicultor local).
Para otros la solución no pasa por dejar el mar por completo, sino más bien bajar los niveles
de producción por hectárea de mar y aumentar la fiscalización por parte de las entidades
competentes, con tal de asegurar la sustentabilidad de la actividad. “La gente vio que hubo
104
una captación de semillas como hubo antes o hace 4, 5 años atrás, 6 años atrás -¡ah esta
bueno, la cague, no tiré colectores, o me fue bien!, pero la gente no hace la lectura o la
interpretación de -chuta, nuevamente el medioambiente me da la oportunidad de hacer esto
sustentable-, porque imagina que si yo no estoy sacando choros durante 4 años de cultivo, o
sea me demoré 4 años en producir el chorito que estoy sacando ahora, significa 4 años de
patente que hay que pagar, 4 años de estar vigilando eso, 4 años de costo, antes era una año
y medio. Entonces si no tomas en cuenta lo medio ambiental, el tema que ese te puso de
nuevo” (Horacio Blanco, Técnico acuícola y mitilicultor local).
Por último existen otros discursos que plantean que la crisis es una fase “natural” del
proceso de producción, por lo que no existe la necesidad de remediarlo, basta simplemente
con un adecuado manejo financiero de la empresa para que logre sostenerse en el tiempo
de escases. “Son procesos productivos, porque el mar se trabaja igual que el campo,
mantiene una cantidad de individuos, porque por el chorito por ejemplo es filtrador, no se
alimenta, en el campo es lo mismo, se hacen las praderas de pasto y hay que colocarles los
animales adecuados no más” (Galo Chiguay, mitilicultor y taxista local). Si bien este discurso
fue el más escaso, la mayor parte de los hombres asociados al trabajo del cultivo de choritos,
al enfrentarse nuevamente a una buena temporada de captación, enfocaron sus acciones en
formar organizaciones que permitieran resguardar y regular los intereses y ganancias puestas
en la actividad productiva. En este contexto, la reflexión sobre nuevas formas de producción
para un buen manejo de los recursos, en la mayoría de los casos, quedó olvidada ante
oportunidad de mayores ganancias que se comenzaba a vislumbrar nuevamente.
4.5.3 Consecuencias de la crisis
- Consecuencias socio-productivas de la crisis
Este periodo se caracteriza por la transformación, tanto de las formas organizativas de la
comunidad, como la aparición de nuevo actores locales que cumplen un rol fundamental con
respecto a la crisis ambiental. Primeramente, las formas organizativas presenten en la
localidad se restringieron a las formas impuestas por la legalidad del Estado. La función de las
105
organizaciones por tanto, en este periodo, se basa en ser un intermediario válido entre
Estado y comunidad, permitiéndole a esta última acceder a los beneficios impulsados por los
distintos gobiernos en diversas áreas de desarrollo.
Las organizaciones sociales presentes en el lugar son: Junta de Vecinos, Comité de Salud,
Comité de agua potable de Yaldad, Club Deportivo Centinela de Yaldad, Centro de padres y
apoderados Escuela Rural de Yaldad, Agrupación de adulto mayor Sor Teresita de Yaldad
(Plan de Salud Comunal 2010-2015). Estas organizaciones se caracterizan por ocuparse de
temas permanentes de la comunidad, por lo que su presencia también ha sido permanente.
Además están presididas principalmente por mujeres, que son quienes generalmente se
ocupan de los temas referentes a la vida social y comunitaria. Además se marca la presencia
de Iglesia Católica e Iglesias Evangélicas, como las organizaciones que logran congregar a la
mayor cantidad de gente. Entre ellas existen rivalidades evidenciadas, sin embargo no son
relevantes a la hora de la convivencia en comunidad.
No obstante lo anterior, existe un gran número de organizaciones que se crean en el lugar
con el objeto de acceder a proyectos o beneficios que entrega el Estado. Estas
organizaciones generalmente tienen poca duración y los proyectos terminan siendo
abandonados por problemas de funcionamiento interno. “Yo creo que la gente tiene muchos
problemas de convivencia entre ellas. Son las misma personas que están en las mismas
organizaciones y los roces que tienen, ya sean familiares o problemas anteriores, los llevan a
las reuniones o al grupo, entonces es difícil que perduren o que avancen en el logro de cosas,
o sea pueden conseguir cosas, pero el beneficio podría ser mayor, pero por problemas entre
ellos no funciona al cien por ciento” (Karina Zabat, Profesora en Quellón, habitante de
Yaldad).
Como otra expresión de organización local, la nace la Comunidad Indígena Mon Fen de
Yaldad. Como parte de su formación, esta comunidad no corresponden a las organizaciones
indígenas tradicionales del sector que luego fueron reconocidas por CONADI, es más bien
una organización nueva, que nace al alero de esta institución del Estado (Plan de Salud
106
Comunal 2010-2015). Agrupa a 58 miembros y sus objetivos son variados. Para la generación
de empleo se proponen la consecución de proyectos para impulsar el turismo étnico en
Yaldad, para la defensa de sus derechos ancestrales trabajan por el saneamiento de las
tierras reconocidas en la colonia y con respecto al medio ambiente y la economía, han
solicitado en variadas ocasiones la aplicación de la llamada Ley Lafkenche, ley Nº 20.249, en
la bahía, con el afán declarado de proteger el estero de la sobreexplotación a la que se le ha
sometido. “Nosotros tenemos dos sueños en la comunidad indígena. Lo primero es hacer
reivindicación de tierras. Que el estado nos de tierras a nosotros como indígenas, y lo otro
solicitar el borde costero. Que es lo que tenemos más fuerte, y para amparar lo que nos
queda, porque ya no nos queda casi nada [...] Tenemos la ley que nos ampara” (Katia
Colivoro, presidenta Club deportivo y miembro de la comunidad Indígena Mon Fen). Estas
dos últimas tareas que se propone la organización indígena, son miradas con recelo por el
resto de la población, que ve en riesgo parte de sus negocios e intereses. Sin embargo la
importancia efectiva de la Comunidad Indígena en la localidad responde a su capacidad de
instalar reflexiones sobre la necesidad de trasformar las relaciones que en la actualidad se
establecen con la naturaleza. “Hay una pobreza y un desconocimiento de la cosmovisión
indígena, y yo creo que en ese proceso estamos nosotros ahora, de entregarle, primero, la
visión indígena, como antes nuestros papá, nuestros abuelos veían la tierra, como veían el
mar y yo creo que hay mucha pobreza en eso, por eso se cometieron muchos errores y se
sigue cometiendo errores, porque no piensan que la tierra es una cosa viva po’, piensan que
la tierra es del hombre” (Cristian Chiguay, Lonko Comunidad Indígena Mon Fen). Este
proceso de acercarse, de retomar los lazos con la cultura huilliche, ha impulsado nuevos
diálogos con el ambiente y nuevas reflexiones entre la comunidad, que cumplen un
importante papel en la superación de la crisis ambiental.
De las organizaciones productivas, por su parte, solo tres han logrado permanencia. Estas
son: el STI de Pescadores Artesanales, Buzos Mariscadores y ramas similares de la localidad
de Yaldad de la comuna de Quellón; la Asociación Gremial de acuicultores y trabajadores del
mar del Estero de Yaldad y el Comité de Feriantes. Las dos primeras formas organizativas
107
están principalmente compuestas por hombres y se dedican mayoritariamente a la
mantención de las concesiones de cultivo de choritos otorgadas a cada organización. Estas
son trabajadas de forma particular, en ambos casos, por los miembros que no figuran como
propietarios de hectáreas de cultivo. Para esto se divide el espacio marino del sindicato en la
cantidad de miembros que lo necesite. No existe aquí un manejo colectivo de los cultivos,
cada uno se encarga de lo que siembra en el espacio que se le otorgó. “No hay una
planificación, que nosotros lo tratamos de implementar a través de la organización, cuando
formamos esa Asociación Gremial, […] hicimos la planificación, primero venta en conjunto,
después para subir el precio, pa’ que no abusen, después era la sustentabilidad, o sea poner
una cuota, no máximo de eso, de acuerdo a lo que veíamos ahí y después venía agregarles
valor, hacer una planta, pa’ no entregárselo a los españoles, entregárselo a los otros y sacarle
el real valor que tenía el choro.” (Horacio Blanco, Técnico acuícola y mitilicultor local).
El Comité de Feriantes por su parte, está principalmente compuesto por mujeres que se
dedican a la venta de productos de mar y campo, y logra reunir a personas provenientes de
Yaldad, Incopulli, Trincao y Cocauque. Esta organización agrupa a personas que vendían sus
productos en las calles de Quellón y nace por la necesidad mejorar las condiciones laborales
por medio de la solicitud de un espacio techado donde albergarse. Luego de obtener este
espacio, la organización de ha dedicado a la mantención del mismo, además de participar de
algunas actividades impulsadas por la municipalidad y gobierno. “Pero no solamente que nos
organizamos para optar a algún beneficio, porque antes la gente trabajaba igual la feria, pero
en forma independiente, sin organizarse, el que quería iba, por su cuenta no más. Después
nos organizamos, la finalidad fue cuando empezaron como ahora los políticos a irse, nos
organizamos para pedir un espacio de un local, construir un localcito definitivo y se logró.
Nosotros vendíamos a la intemperie, la feria libre en la calle, después en otro espacio, todos
mojados. En el periodo de candidatos de acalde ahí nos recomendaron que nos organicemos
para que podíamos lograr un lugarcito, con un local” (Luz Chiguay, horticultora local). Esta
organización, junto con la Comunidad Mon Fen, son las más estables con respecto a las
relaciones internas y las más activas con respecto a la consecución de metas.
108
Usos del espacio-tiempo
Se observa en este periodo una vuelta paulatina al campo. Las consecuencias económicas
que trajo la crisis obligan a suplantar la ganancia del cultivo en el mar, con la siembra de
papa y la horticultura principalmente. La horticultura, como nueva actividad productiva, es
realizada por mujeres, mediante el cultivo en invernaderos. Esta técnica de cultivo fue
enseñada a finales de los 80` en la localidad, por medio de capacitaciones impulsadas por el
Liceo Agropecuario y Acuícola de Chiloé, anteriormente Instituto de Educación Rural (IER).
Sin embargo, como actividad productiva, toma fuerzas a principios de los 2000 con la venida
de la crisis del chorito, donde se hace necesaria otra fuente de ingresos para el hogar. Esta
actividad mezcla el conocimiento técnico otorgado en relación a la construcción de los
invernaderos, y el conocimiento práctico que van adquiriendo con el tiempo, mientras
observan los procesos biológicos de nuevas plantas y las formas más efectivas de cultivo para
este espacio. “[...] esa señora vino a dar la partida. Todo el que participaba, en ir a escuchar
la charla y ahí nos enseñaba a hacer los invernaderos, después sembrarlo. […] Así no más, fui
aprendiendo sola, veía como que estaba muy amontonado, después lo raleaba, lo sembraba
menos tupido y así fue. Por ejemplo se hace un almacigo caen las semillas muy
amontonadas, hay que sacarlo y ralearlo, para que tengan su espacio para desarrollarse las
plantas, pa que se vea más bonito [...] porque hay que sembrarlas separadas, no todas
revueltas. La primera vez sembré lechuga y acelga, eso no más fue mi siembra, después le
empecé a poner más cosas. Hasta una vez fui al norte, me invitaron ahí en Cauquenes y ahí
conocí el boldo y me traje un gancho de boldo y los puse en el invernadero, tremendo árbol
que tengo en el invernadero, y después traje unas plantas de caqui, y les puse las semillas y
igual brotó, pero en árbol se lo comió después mi yegua, me compre un caballo y me comió
todo y sacó el caqui” (Luz Chiguay, horticultora local).
Desde este espacio se reproducen nuevas formas productivas, en pequeña escala, donde la
observación constante de los límites y procesos de la naturaleza son esenciales para una
buena producción. Rebrotan así, nuevos discursos sobre la naturaleza, que llegan a
cuestionar las formas depredadoras de producción que se aplicaron en el mar. “Eso es lo que
109
no pensó el hombre, el mitilicultor, que si por ejemplo, si yo tengo un invernadero y si le
empiezo a poner… tengo zanahorias acá y le pongo lechuga encima no se po’, no me va a dar,
no me va a ir produciendo y eso es lo que hizo el mitilicultor acá, el hombre, que lo recargó.
Y lo otro es que las líneas que se van a pique, que es ese, no sé cómo le llaman ese... la
plumavit, que para mí es algo que contamina po’ el mar y ya po’, se fue la línea y se fue a
pique no más po’… pero es un daño que está ahí abajo, la mugre que está ahí abajo y de eso
no se fue dando cuenta la gente, el hombre de repente actúa y no piensa, no piensa en el
futuro”. (Violeta Colivoro, Presidenta Junta de Vecinos de Yaldad).
Figura 11: mapas de los usos productivos del espacio
Fuente: Formulación de la autora
La extracción del pelillo, por su parte, se mantiene vigente en la localidad. Este es cultivado
en concesiones ubicadas al final del estero, y vendido a plantas productoras de agar-agar y
colagar para ser exportado con mayor valor agregado (Basulto, 2003; FAO, 2005). A pesar de
110
esto, su actividad productiva baja notablemente a principios de este siglo. A nivel nacional,
las razones de este fenómeno se deben principalmente al “aumento de la densidad del
fitoplancton que provocó una menor intensidad de luz” (FAO, 2005), dificultando de esta
forma el proceso de fotosíntesis, situación que llevó inevitablemente a la escases del recurso.
A esta situación se suman además razones de mercado (Basulto, 2003). A nivel local por otro
lado, se reconoce una baja en la producción debido a la sobreexplotación a finales de los 90`.
Sin embargo, la principal razón por la que disminuye la extracción de pelillo, se debe, según
los relatos locales, a que esta actividad ya no reporta las ganancias anteriores, por lo que
muchos la abandonan. En la actualidad el pelillo se encuentra distribuido a lo largo de las
playas de la bahía.
En relación a los tiempos del territorio, y debido al lento crecimiento del chorito, estancado
desde 2009, la actividad acuícola dejó de demandar trabajo diario, y solo fueron necesarias
algunas salidas semanales para cosechar pequeñas cantidades de chorito para la venta o
para vigilar el estado de las líneas y flotadores. En este periodo son nuevamente los tiempos
de campo lo que marcan las agendas diarias. El cultivo de la papa y el ajo, tradicionalmente
se realizan en los meses de septiembre-octubre y marzo respectivamente, mientras que la
cosecha de ambos se realiza entre los meses de febrero y marzo. El arreglo del terreno, al
igual que en el pasado, lleva aproximadamente dos semanas, esto es construir o reparar
cercos y preparar la tierra, dependiendo del volumen del terreno cultivado y, en la
actualidad, las capacidades económicas para contratar mano de obra.
El invernadero por su parte es un trabajo de todo el año, todo el año se siembra y se
cosecha, dependiendo de si las plantas llegaron a su tamaño ideal. La cosecha es todas las
semanas, dependiendo de los días que se vaya a la feria. Tiene un periodo de receso entre
los meses inviernos de junio a agosto, donde se deja descansar el cultivo. Lo que se siembra
depende de la demanda de la población quellonina, que es generalmente, lechuga, cilantro,
perejil y zanahoria, sin embargo siempre hay espacio para innovar con nuevas hortalizas que
serán ocupadas en casa. “[Siembro] todo el tiempo, lo que más da ahí, lo que más se vende,
el cilantro, la lechuga perejil, todas esas cosas. Se da todo el año cuando se trabaja todo el
111
año. Se demora más pero siempre hay verdura, depende del año como sea, porque si hay un
año con mucha escarcha se quema todo igual. El calor no importa, porque el invernadero
esta con regadío, es el frio el que lo mata. [...]la idea es vigilarlo todos los días, limpiar,
cosechar volver a sembrar, sacar la maleza, que hay babosas, ponerle su medicamento,
ratones, todo la ataca” (Luz Chiguay, horticultora local).
Figura 12: Tiempos locales en la crisis
Fuente: Formulación de la autora
Pero además de los tiempos locales, están presentes en la comunidad los tiempos globales.
La industria salmonera y pesquera, son en este periodo de crisis, una importante fuente
laboral para la localidad de Yaldad. En esta, hombres y mujeres se ven obligados a abandonar
el lugar, en búsqueda de trabajo precario y temporal. Esta situación no solo afecta los
tiempos de los involucrados directos, sino además el de niñas y niños, que como
consecuencia de esto, son excluidos de la vida productiva, que en lo local marca además la
vida social, donde se desarrolla la mayor parte del aprendizaje con respecto a las normas
112
sociales y el entorno. “[...] los papás ya no están. Como la gente ha tenido que salir de este
lugar, como no tiene los recursos para vivir, han tenido que salir de la ciudad, se está
perdiendo esta relación [con el ambiente], porque por ejemplo si iban al pelillo iban el papá,
la mama, la hija, iban todos; si iban a mariscar iban todos en familia, entonces como ya no
está esa relación, porque ya los papá tiene que trabajar afuera, el niño tampoco tiene quien
lo lleve o quien le enseñe esas cosas” (Karina Zavat, Profesora en Quellón, habitante de
Yaldad).
Como importante expresión de los tiempos globales, encontramos en la localidad la llegada
del cable. Hasta la actualidad, en este sector no existen señales de televisión, ni de teléfonos,
sin embargo aparece, hace algunos años la señal del cable satelital, y no existe ninguna casa
en el sector del muelle que no tenga el servicio. “[...]Antes no había tele, o sea ahora el cable
ya es no una gran cosa tenerlo, [...]antes [los niños] no tenían que hacer dentro de la casa,
así que pasaban jugando afuera, ahora ya tienen el televisor, tiene cable y aquí los teléfonos,
entonces esa cosas ya los hacen perder un poco de jugar lo que hacían antes, las tecnologías
también han tenido su impacto acá en forma negativa yo creo”.(Karina Zavat, Profesora en
Quellón, habitante de Yaldad).
Relaciones con el ambiente, desbalances en las identidades ambientales
En este periodo, los desbalances en las relaciones de poder que cruzan lo local y lo global, se
hacen evidentes en la naturaleza. Lo global, impone sus formas de producción, sus tiempos,
sus valores, sus formas de relacionarse con el otro y con el entorno. Lo local, por su parte, se
amolda en el camino a las nuevas formas impuestas. Sin embargo, si en el periodo anterior,
las formas globales fueron consolidadas en lo local, en este periodo, la crisis ambiental
evidencia los estragos de este nuevo mundo y abre las puertas a un posible nuevo orden.
Los regímenes de naturaleza orgánica, capitalizada y tecnonaturaleza se conjugan en el
escenario local y su interacción pone en juego el restablecimiento del equilibrio de las más
diversas áreas de la vida. Existen diversos actores y voces en el escenario local, cada una con
distintas visiones de cómo enfrentar la crisis. Entre los actores de la comunidad, se han
113
levantado discursos que avanzan en diferentes direcciones, y son protagonizados
principalmente por la Comunidad Indígena, las mujeres campesinas, mitilicultores pequeños,
mitilicultores grandes y trabajadores asalariados del cultivo de chorito. Los tres primeros
actores, en general, plantean una visión más crítica sobre la crisis, y están dispuestos a
transformar las formas socio-productivas que identifican como causantes de la situación. Los
dos últimos sin embargo, a pesar de reconocerse afectados por el desequilibrio del
ecosistema marino, no ven la necesidad de cambios en la lógica productiva, pues confían en
la capacidad de recuperación del sistema. En el caso específico de los trabajadores
asalariados de los cultivos, la reflexión responde principalmente a la inestabilidad económica
en la que viven, lo que les obliga a sopesar las necesidades económicas ante estabilidad del
ambiente.
Este periodo se caracteriza además por la ausencia de un proyecto de comunidad, pero
también por la aparición de nuevas solidaridades, que responden a la crisis y vienen a
aplacar una vida social desarticulada. En este periodo, la temporalidad juega un rol
fundamental para la superación de la crisis. El pasado se vuelve el motor del futuro que se
planifica en el presente. El pasado se vuelve un recuerdo vivo que tiene la potencialidad de
corregir los errores de la historia, para construir un futuro deseado.
4.6 Caminos sustentables
“[Me dedico] a trabajar en el campo ahora, ambas cosas, campo y mar en parte, un derecho a la vida,
o sea, un derecho a un camino sustentable. En la tierra, para trabajar la tierra, que la hemos dejado
tanto tiempo por los hechos de los cultivos que dieron plata al principio y de las salmoneras que
fueron otras partes que trabajé también como obrero temporero, y ahora de vuelta al campo porque
la mar ya no está dando, la mar ya nos está atropellando con epidemias” (Hector Chiguay, mitilicultor
local)
Yaldad, como territorio, alberga en el desarrollo de su historia reciente, a regímenes de
naturaleza orgánica, capitalizada y tecnonaturalezas, que coexisten y se incorporan entre sí,
construyendo un paisaje de naturalezas híbridas (Escobar, 1999). La presencia de estos
regímenes, representados por los diversos actores que intervienen, directa o indirectamente
114
en lo local, ha llevado a la construcción de diversas identidades en el transcurso de la historia
local. Sin desconocer la diversidad de visiones y formas de vida presentes en el territorio y en
los diferentes periodos históricos propuestos, se vuelve necesario hacer el ejercicio de
buscar los puntos comunes que marcan las identidades ambientales en los diferentes
contextos.
Dentro de los cinco periodos establecidos, encontramos la presencia de cuatro identidades
ambientales marcadas, que se establecen en los periodos “Forestal”, “Conectividad-
Mitilicultura”, “Ley de Pesca” y “Crisis”. Como primer periodo, el periodo “Forestal”, se
caracteriza por la preeminencia de rasgos culturales hulliches, donde la naturaleza es
comprendida dentro de una trilogía compuesta por lo humano, lo natural y lo sobrenatural.
Las prácticas sociales, además, ponen en relieve la estabilidad de los tres sistemas, por lo
que predominan valores como el equilibrio y la solidaridad, que determinan las formas de
construir el territorio. A esta identidad ambiental le llamaremos “Identidad Huilliche”. En los
periodos de “Conectividad- Mitilicultura”, se experimenta lo que llamaremos “Identidades de
Transito”, donde el marcado componente huilliche (orgánico) es desplazado paulatinamente
por la intervención del Estado y el mundo científico, que interna en el lugar formas de vida
modernas, expresadas en regímenes capitalizados de naturaleza. La identidad prevalente en
el periodo de “Ley de Pesca” por su parte, trata de una identidad marcada por formas
capitalizadas de naturaleza, que se caracterizan por una relación depredadora con el
ambiente y el establecimiento de ideas y valores como la competencia y ganancia
económica. Aunque la presencia de esta identidad no anula los regímenes orgánicos de
naturaleza, en este periodo, el desbalance de las entre ambas, producido por desiguales
condiciones de poder, hace de esta última el eje principal en la construcción territorial. A
esta identidad la llamaremos “Identidad de la conquista”. Finalmente, el periodo actual, el
periodo de “Crisis”, se caracteriza por la reaparición de algunos rasgos de las “identidades
huillches”, que tienen como objetivo y potencialidad, restablecer la balanza de las relaciones
entre cultura-territorio-biodiversidad, mediante la presencia de la memoria, que en un
115
ejercicio de evocación constante, se empecina en construir el futuro mediante las vivencias
que aporta el pasado. A esta identidad le llamaremos “identidad de la resistencia”.
La crisis ambiental que vive hoy en día la localidad de Yaldad, ha evidenciado la necesidad de
reflexionar y transformar las formas que se tienen de relacionarse con la naturaleza,
principalmente las formas de producción devastadoras, no solamente del ambiente, sino que
también de los valores sociales y comunitarios. En este territorio, caminar hacia formas de
vida sustentables, implica necesariamente “deconstruir la globalización unitaria guiada por el
valor del mercado” (Leff, 2008: 94). Para esto se hace necesario impulsar, desde lo local,
formas de vida que impliquen una relación de reciprocidad entre sociedad y naturaleza, con
relaciones productivas basadas en la satisfacción de necesidades en desmedro de la ganancia
individual y que descansan en lazos comunitarios fundados en valores como la solidaridad y
el dialogo, ante esto las “identidades huilliches”, puede dar los elemento necesarios que
guíen este camino. Solo queda preguntarse ¿cómo pueden aportar las tecnonaturalezas a
este avance hacia una vida sustentable?
Sin embargo, en este proceso de transformación, resultado del encuentro en el territorio de
formas globales y locales, la disociación de lo político y lo social, como parte de sus
características, trae severas consecuencias en la proyección del futuro. La desvalidación de
las instituciones político-religiosas de la comunidad, que regulan la relación entre los tres
mundos (el humano, el sobrenatural y el natural), y el establecimiento de una nueva
institucionalidad política, cuya interacción con la comunidad se basa en el asistencialismo,
terminó por despojar al mundo local de su capacidad de construir el futuro y los sentenció a
la resistencia incesante hacia el proyecto colonizador. Esta resistencia si bien ha sido efectiva
manteniendo un grado mínimo de autonomía y cohesión cultural (Escobar, 1999) entre la
comunidad, se vuelve insuficiente para abordar los desafíos futuros. Es de vital importancia
entonces, para avanzar en este camino hacia la sustentabilidad de la vida, refundar los lazos
comunitarios y hacer de la cultura una herramienta de transformación política (Escobar,
1999), que frene los avasallantes pasos de la globalización capitalista y logre cimentar el
camino hacia el dialogo de saberes y la descentralización del poder (Leff, 1994; 2008).
116
5. CONCLUSIONES
La pequeña localidad de Yaldad, aún bajo importantes condiciones de aislamiento producto
de la escasa conectividad presente en la zona, experimenta en su día a día un proceso de
globalización, traído por diferentes actores. Este proceso impulsa una “hibridación cultural
que involucra complejos procesos de producción identitaria en ambientes
transnacionalizados donde, sin embargo, lo local retiene una vitalidad significativa” (Escobar,
1999:308). Las alteraciones de las formas de vida locales, producto de este encuentro,
acabaron por ocasionar un desbalance en los sistemas socio-culturales y biofísicos, que se
expresó en una crisis ambiental y socio-productiva que afecta al lugar hasta la actualidad. Su
historia más reciente, evidencia una gran variedad de cambios que son asumidos
rápidamente por las y los habitantes del lugar, quienes si bien no dejan atrás sus formas
particulares de vida, se adecúan con facilidad las nuevas formas y tiempos que trae la
modernidad. Pero para poder desentrañar la relevancia e implicancias de estos cambios
acontecidos en la bahía, se hace necesario retomar algunas de las interrogantes que dieron
forma a los objetivos de esta investigación. ¿Cómo ha afectado en el transcurso de la historia
el encuentro de las dinámicas globales y locales en el lugar?¿cómo se han trasformado los
sistemas de espacio-tiempo en la localidad?¿en que han cambiado las formas de
organización social?¿qué repercusiones tienen estos cambios en las relaciones que la
comunidad establece con la naturaleza?¿cuáles son los actores protagonistas de los
cambios?¿cuáles han sido las lógicas mediante las cuales han orientado sus acciones en el
territorio?¿es posible avanzar en formas de vida sustentables en la localidad? y ¿qué se
necesita para logarlo?.
En el transcurso de su historia, la localidad de Yaldad, ha sido moldeada por la acción de
actores externos como el Estado, las empresas transnacionales y nacionales, el mundo
científico. En un primer momento, la empresa forestal, en conjunto con el Estado,
intervienen en lo local mediantes la expropiación de los territorios huilliches, para ser
destinados a la explotación maderera. Sin embrago, el fracaso productivo de esta industria
117
deja los terrenos en estado de abandono, por lo que el encuentro cultural es mínimo y la
intervención no llega transformar significativamente las prácticas socio-culturales de la
comunidad, que se caracterizan principalmente por la presencia de un sistema que
interconecta los mundos espirituales, humanos y naturales, y una economía basada en la
complementariedad de tierra y mar. Con el declive de esta actividad, y con nuevas
configuraciones políticas del Estado nación, el gobierno de Eduardo Frei Montalva, hace
intento por llevar el desarrollo a regiones. Desde esta planificación, Yaldad se configura como
uno de los semilleros nacionales de Mytilus chilensis, y por ende en un nuevo centro de
investigación de la actividad acuícola nacional. Se abre así un nuevo periodo en la historiaa
de Yaldad.
Por otro lado, la llegada de empresas conserveras a Quellón a partir de los años 60, motiva a
los habitantes del lugar a extraer los recursos de los bancos naturales para su venta en esta
industria. La excesiva actividad realizada, puso, en pocos años, en riesgo la perdurabilidad de
la biodiversidad allí encontrada. A principios de los 80`, con la llegada de la Universidad
Austral de Chile, se perfecciona el funcionamiento tecnológico de la mitilicultura y se
consolida el desarrollo de esta actividad productiva en Yaldad. El trabajo de la Universidad, a
diferencia de los anteriores, logra involucrar a la población local en la implementación del
monocultivo de choritos, y con esto trasforma las formas productivas locales, los sistemas
sociales que organizan el trabajo y las formas espaciales y temporales del territorio, donde el
mar cobra primacía ante el campo. El establecimiento de estas nuevas formas productivas,
que implican nuevas formas de relacionarse con la naturaleza, se consolidan con la llegada
de la Ley de Pesca y Acuicultura, que abre la bahía a la inversión externa y parcela el
maritorio. Se hacen prevalentes nuevas formas de relacionarse con la naturaleza, que se
basan en lógicas de producción depredadoras del ambiente, guiadas por la ganancia
individual y donde el sistema económico se separa de los otros aspectos de la vida y al
mismo tiempo los somete a sus necesidades.
Ante la mirada de las y los habitantes, la implementación de este monocultivo, y la llegada
del pelillo, más o menos en los mismos años, acarreó perdidas definitivas en la biodversidad
118
presente en el maritorio, representado principalmente en la escases de peces y baja
diversidad de mariscos. Luego de 4 años de alta productividad con respecto al cultivo de
choritos, el 2002, con un brote de marea roja, se evidencia una crisis ambiental que
perdurará hasta el momento en que se realizan los terrenos de esta tesis, y se expresa en la
nula capación de semillas y el bajo crecimiento de los choritos. A pesar de no existir estudios
científicos que avalen las teorías locales sobre las razones por las que se produjo este
fenómeno, las responsabilidades humanas son evidentes tras observación local, lo que hace
de esta crisis una crisis ambiental.
Es así como en el transcurso de la historia de Yaldad nos encontramos con regímenes de
naturalezas orgánicas, naturalezas capitalizadas y tecnonaturalezas, que mediante las
diferentes conjugaciones adoptadas en cada contexto dieron paso a variadas identidades
ambientales. Es decir, la presencia de distintas identidades ambientales en el lugar responde
a la coexistencia e hibridación de estos tres regímenes, que en cada contexto histórico y en
diferentes posiciones de poder, dan formas a diversas conjugaciones identitarias en relación
al ambiente. Estas identidades son cuatro: Identidad Huilliche, Identidades de Transito,
Identidad de la Conquista e Identidades de la Resistencia. Pero ¿puede alguna de estas
identidades aportar elementos que permitan avanzar hacia la consecución de formas de vida
sustentable en lo local? Como conclusión, es la “Identidad Huilliche” la que posee mayores
elementos que apuntan a la sustentabilidad, sin embargo quedan aún varias preguntas que
resolver. ¿Cómo se logra avanzar hacia la sustentabilidad en un contexto donde la mayor
parte de la producción de mitílidos está representada por empresas externas y donde la
legislación chilena aboga por mínimos de producción requerida, pero no fiscaliza los
máximos? ¿Cómo pueden aportar las tecnonaturalezas a la superación de esta lógica
depredadora del medioambiente? ¿Qué rol juegan las tecnonaturalezas en el desarrollo de la
sustentabilidad local? o por otro lado, ¿qué se necesita para retomar la capacidad política de
las comunidades locales de recrear su futuro?
Finalmente, el territorio y las identidades como áreas de estudio, implican incontables
elementos que se hace difícil abordar desde una misma investigación. Quedan así una serie
119
de preguntas que se abren a partir de esta tesis, y que tienen relación con las formas de
habitar el territorio que se experimentan en la localidad de Yaldad. ¿Cómo transformó las
lógicas de organización interna el cambio en los patrones de migración que introdujo la
actividad acuícola en el lugar?¿cómo estos nuevos patrones de migración afectaron a la
familia, la crianza y los roles de género?¿cuáles son los roles de las mujeres en las
transformaciones del territorio?, por otro lado ¿cómo se conjuga la presencia de regímenes
de naturaleza orgánicas y capitalizadas en un mismos lugar y cómo se mantiene al mismo
tiempo la estabilidad de los sistemas?¿es posible la convivencia de estos dos regímenes de
naturaleza en el lugar?¿qué se necesita para que sea posible?¿qué rol cumplen los sistemas
de conocimiento tradicional en este dialogo? Y por último, ¿cuál es el aporte de la
antropología en este diálogo de saberes? son preguntas que se desprenden de esta tesis,
que exceden los objetivos de la misma, pero que pueden contribuir a la reflexión sobre el
territorio.
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Agradecimientos
Esta tesis está dedicada a mi familia, tías, tíos, abuelas, abuelos, primas, primos, sobrinas, sobrinos y
hermanas; por despertarme la curiosidad por el mundo y enseñarme a vivirlo. A mis amigas y amigos
de sur y centro, que formas parte de esta gran familia. Y por sobre todo a Palo y Luis, por estar…
siempre.