Icaro Incombustible 7

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De nuevo vuela el pajaro gelido en la web

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Icaro Incombustible Nº7

Todas las obras y opiniones pertenecen a sus autores.

Portada Harun Toré· www.fl ickr.com/photos/harun_kerim

Diseño y maquetación· muba.tk·

Dirección · www.cadaveres.blogspot.com

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Agradecimientos a todos los lectores, colaboradores y demásgente que apoya la revista.

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Elena Castellanowww.elenacastellanofernandez.blogspot.com

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EDITORIAL

Tras oler en las calles de Granada el Nº2 en formato papelrecibiendo una agradable acogida surge en los albores de la época estival Icaro Incombustible Nº7, resultado de las votaciones habituales que conforman la revista.

Si te apetece colaborar tienes todos los requisitos en el blog de la revista; revistadearte.blogspot.com.

¡ Dale vuelo al pájaro gélido !

Elena Castellanowww.elenacastellanofernandez.blogspot.com

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Su vida comienza hoy, abre los ojos y tiene ante sí la inmensidad del incandescente reflejo de un sol que rueda sobre el lomo de un impoluto mar, a sus espaldas queda una extensa llanura, con la más árida, desértica y despoblada estepa. Allá donde la vista encuentra sus límites en el horizonte se erige firme y contundente una esférica cordillera de montes azulados que se funden con un bello cielo lleno de irregulares trazos. Él no comprende qué acontece a su alrededor, pero por suerte tanta hermosura que penetra a través de sus sentidos no requiere explicación. La inmensidad de la luz y el calor que no encuentran barreras a su paso se bastan para transmitir un saber enciclopédico, el más prolífico testimonio de siglos de erosión.Pero ese dibujo se va complicando, no permanece en su status originario, debido al origen de todas las necesidades y problemas: el paso del TIEMPO, y con él la aparición del MIEDO. No hay seguridad, nada es inmutable ni perenne, ¿qué ocurre con su vida? ¿es repetición o continuación de otras? ¿él ha surgido de la nada, es algo nuevo o lleva incorporada la historia de otros seres? ¿por qué puede ver? ¿por qué piensa? ¿por qué siente? ¿quién le dibujó a él en este lienzo que contempla al abrir los ojos? ¿quién dibujó a su dibujante y quién dibujó al primer dibujante? ¿quién fue quien dibujó el escenario donde apareció un primer dibujante? ¿desde qué escenario dibujaba él? ¿quién le dibujó a este primigenio dibujante ancestral?...

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Pero él se pregunta cuando ya ha dominado el paisaje que tenía ante sus ojos al abrirlos, ¿Existe el destino, quién lo escribe? Si hay alguien, algo, o una fuerza que escribe ese destino, ¿habrá alguien o algo que le escriba su guión a este guionista?¿Por qué existe el tiempo? ¿Por qué hay cambios, evolución? ¿Por qué no hay cosas que no perezcan ni muten, tal y como ocurría en el instante en el que él abrió los ojos y contempló esa belleza? ¿Por qué es mutable esa belleza, que desaparece, y hace que él tenga necesidad de buscar durante toda su fugaz vida nuevas bellezas que van a hacer aparecer en ella el MIEDO? ¿Por qué invaden esa fugaz vida todos los miembros de una familia tan larga como es la de aquél?El destino está escrito sí, pero cuando él abrió los ojos tuvo durante unos instantes ante sí una belleza perfecta; que el paso del tiempo descompuso en trozos que constituían las dispersas e infinitas piezas de un rompecabezas, que el miedo le llevaría a la par que le dificultaría reconstruir a lo largo de toda una fugaz vida.El destino está escrito, pero al abrir los ojos, él fue insertado en el epicentro de un folio en blanco, amenazado por la tinta de los más variados instrumentos de escritura. Utensilios preparados para con hercúlea labor emborronar la belleza originaria y proporcionarle a él las armas para reconstruir el rompecabezas, con el tiempo cayendo en un reloj de arena colocado en la esquina superior derecha de este folio.La arena casi se ha consumido, y hoy es el día en que él va a cerrar sus ojos para siempre: él se encuentra hoy a cientos de miles de millas del paraje donde abrió sus ojos, y pese a la prácticamente total imposibilidad de reconstruir el rompecabezas tiene ante sí (o no, si no ha sabido trabajar con el suficiente ardid) la belleza de haber encontrado en esa vida el amor en sus semejantes. Para ello, ha tenido que vencer los más huracanados y encrespados MIEDOS (o no).

José Rafael Marín (alacrán bajo una seta de cardo cuco) [email protected]

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...el sonido del despertador lo inundó todo. Déjame dormir un ratito más, mamá, por favor, solo un poquito más.... Pero no había ninguna mamá, tan solo yo en mi cama toda sudada y el pequeño reloj despertador de propaganda que Fran había dejado en el dormitorio unos días antes de irse. Abrí un ojo, busqué a tientas hasta que por fín conseguí hacerlo callar. Todavía aguanté tumbado unos minutos más intentando pensar en este nuevo día que comenzaba....eran las nueve de la mañana pero el bullicio exterior entraba por el balcón del dormito-rio golpeando a mis oídos con violencia. No había marcha atrás, tenía que despertar. El cruce de la calle “Santa Bárbara” con “Acera de Canasteros” era un continuo ir y venir de gentes con prisa. Se oían gritos, una joven intentaba inútilmente que la grúa no se llevara su coche.

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La cara de preocupación y frustración no conseguían su propósito... -Lo siento, decía la voz de uno de los policías locales, solo cumplimos con nuestro trabajo...Yo suponía que usaban el plural para hacer de la unión de la pareja un todo más fuerte, manteníanse unidos, pensaba. La grúa comenzó su huída con el pequeño “Opel Corsa” cosido a su enganche. Un papel rosa brillaba en la luna delantera presagiando un disgusto todavía mayor, ya reflejado en la cara de la propietaria. Cada metro avanzado era acompañado por otros sonidos incesantes de motores de coches, motocicletas, peatones, ladridos de perros y de sus dueños, peleando entre sí por aclarar quien ha pisado los excrementos de quien; sin llegar a detenerse si quiera; sin mirarse a la cara si quiera; no tenían tiempo para pararse, la ciudad de Granada ya hacía horas que había amanecido. El tintineo de sillas y mesas del “Tablón” al montar la terraza para los desayunos se fundía con todo el jaleo y en ese momento llegó a mí el olor mañanero de café recién hecho. -¿Quieres desayunar? ... -Ana me miraba con cara amigable, justo en el umbral de la puerta. Su taza de café humeaba, olía tan bien.... ....también ella.... -¿Cómo resistirme a tu café recién hecho? pensé diciéndolo en voz alta, dejando esca-par una leve sonrisa a la cual ella respondió con otra más imperceptible aún. Desayunamos juntos en el balcón del segundo piso, acompañados de toda la genteque sin detenerse, ojeaban indiscretamente hacia arriba, acompañando cada bocado que dábamos al pan tostado untado con mantequilla. Al terminar el desayuno, nos liamos unos cigarrillos y mientras nos los fumábamos, comentamos vanalidades sobre los transeuntes acusados por la prisa. Vimos abrir la tienda de nuestros vecinos chinos, bajo el cartel que nomina a la calle “Santa Bárbara”, el sonido de la persiana siendo levantada por el oriental descamisado fue el resorte que hizo que Ana se metiera en su cuarto a preparar su examen del día siguiente. Apagué mi pitillo en un improvisado cenicero de exteriores, (media lata de patatas fri-tas “Pringles”) y la colilla hizo compañía a las tres que denotaban mi ansia fumadora de la noche anterior. De nuevo estaba solo, el humo que salía de la pequeña lata formaba una fina columna ascendente que caracoleaba con el aire, bailando entre los barrotes del balcón, subiendo sin vértigo hasta los inicios del tercero. Me levanté, fui a ver a Ana, estaba tumbada en la cama leyendo sus apuntes de derecho penal.... muy interesante.... le dije irónicamente mientras me acercaba para intentar besarla en los labios. Ella respondió a mi ironía con una bofetada y una sonrisa. No me quedó más que ruborizarme y como Vivien Leigh en “Lo que el viento se llevó” me decía a mi mismo que ya pensaría en cómo hacer que Clark Gable volviera a mí mañana. Volví a mi cuarto, me lié otro pitillo y me lo fumé tranquilamente.

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Mientras sus ojos nerviosos barrían la sala en busca de algún signo de aprobación, gesticulaba sin parar ante la expectación de los presentes, ansiosos de ser testigos de una nueva pirueta con resultado impredecible. Sus cascabeles, crueles representantes de su condición de bufón, tintineaban sin cesar tras cada movimiento de cualquiera de sus extremidades, torpes y desproporcionadas. Un traspiés acabó con su nariz ganchuda en el marmóreo suelo y sus juguetes malabares abandonaron el cíclico movimiento al que se veían sometidos, cayendo de forma estrepitosa sobre su esquelético cuerpo. Una coreografía de risas y aplausos, de mofas y burlas, resonaron con fuerza en el amplio salón del castillo, al tiempo que el rey, cansado, despidió al bufón con un ademán de desprecio. Siempre sonriendo, como si de esa forma pudiera borrar la amargura de sus ojos, el bufón recogió sus cosas y salió con la cabeza gacha, mientras los espectadores señalaban su figura, jorobada y deforme.Encerrado en su exiguo y sombrío aposento, el bufón se lamentó de que gente tan vacía pudiera llenar su alma de tristeza infinita. Y al caer la noche, soñó sobre su almohada, de lágrimas empapada, con un mundo en el que la vida no sonreía a los necios...

Yandros [email protected]

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El Rey observaba al bufón desde su prominente trono. Éste hacía equilibrios imposibles que siempre terminaban en alguna cómica situación. Cómica para los cortesanos que le rodeaban y que se mofaban de él, ignorantes de sus propios defectos. El Rey se encontraba hastiado de la sempiterna monotonía del día a día. Cada mañana, desde temprano, tenía que soportar las falsas adulaciones, las inexpresivas reverencias, los pomposos y rimbombantes anuncios y las conversaciones insustanciales. Cada mañana el tedio se sumaba al de días anteriores. Y mirando a los cortesanos que se burlaban del pobre bufón, tomó una decisión. Con un leve ademán despidió a la lastimosa figura que tendida en el suelo soportaba estoicamente el desprecio de sus congéneres. Al día siguiente, frente a toda la turba pendiente de sus palabras, ordenó buscar al bufón al que trajeron en volandas con su arlequinada vestimenta, sucia y harapienta, y su mirada asustada por la premura con el que el rey había requerido su presencia.El rey se levantó majestuosamente. Su esbelta figura, aderezada con fastuosos ropajes y coronada por el robusto símbolo de oro y diamantes que representaba su autoridad terrenal, contrastaba vivamente con la temblorosa y encorvada estampa de un bufón que temía por su inminente destino. Los súbditos contemplaban la escena, expectantes.

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-Mi querido pueblo- tronó la voz del rey sobre la muchedumbre-estoy cansado. Cansado de halagos vacíos, del transcurrir de los días sin otro aliciente que veros pelear por mis favores, cansado de este enjambre de falsedad que me rodea. Quiero ir a ver mundo, a recorrer mis tierras, a contemplar la vida cara a cara lejos de estas paredes grisáceas y este suelo frío e impersonal. Este bufón-y cogió al desgarbado personaje de su izquierda, sentándolo en el trono real- será vuestro Príncipe Regente. El rey abandonó su corona a los pies del sorprendido bufón y salió del salón, sonriendo dentro de sí, con las atónitas miradas de los cortesanos clavadas en él. Lentamente, como movidos por una inercia superior, una vez el rey se perdió de su campo de visión, los necios volvieron la vista hacia el hasta entonces diana de sus mofas. Ya no parecía triste y miedosoEl Rey Bufón ordenó que trajeran su almohada empapada de lágrimas y les mostró lo que el ser humano es capaz de hacer con sus semejantes.El Rey Bufón miró por la ventana y notó que el sol brillaba de forma diferente...

TSALU

Yandros [email protected]

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DANIELA La libertad, se tiene en el corazón, o no se tiene.

Casi nada ha cambiado desde entonces acaso sea el mundo que fue siempre aquel que no escogimos Pues lo urgente es el despliegue la prestancia el aviso el claro despertar de la conciencia la huella persistente del indicio ciertamente cuestionable de haber sobrevivido.

Carolina Arrieta Castillo [email protected]

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DANIELA La libertad, se tiene en el corazón, o no se tiene.

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Dibujo: Rafael Gómez AyalaTexto: Miguel Angel González Jiménez

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Líneas de tiempo donde sucede el ser humano en un instante insobornable, líneas donde coexistimos trági-camente, sin apenas rozarnos; líneas donde el presente absoluto se refleja en la leve inclinación de las palabras, de las miradas, de los cuerpos que arrugan las horas como si fueran una prolongación de la noche. Líneas rotas de tiempo donde lo inexistente arderá en los dramas del anhelo. Si tú y yo coincidiéramos en una cercanía luminosa, ¿No habríamos de herirnos los labios hasta humedecernos del otro?, ¿No ansiaríamos rozar la existencia del otro des-esperadamente? Y si eso fuera así, inocencia y presente serían verbo sagrado. Granada, diciembre de 2009

Dibujo: Rafael Gómez AyalaTexto: Miguel Angel González Jiménez

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Inmaculada estaba acostumbrada a resistir la tentación. De hecho, hacía un tiempo que parecía que toda su vida era sólo eso: resistir tentaciones. Para ella la tentación era cualquier cosa que perturbara su moral de beata, y eso era sencillo. La tentación estaba cuando pasaba ante una pastelería, cuando admiraba vestidos elegantes y cuando olía el humo del tabaco y quería volver a fumar como una adolescente. La tentación estaba en todas partes. Darle una patada al odioso perro del vecino cada vez que se cruzaba con sus gruñidos. Chuparse los dedos con deleite. Dormir todo un domingo de lluvia. Acariciar el cuello de su cuñado cuando iba a pasar el fin de semana. Mandar a la mierda a sus hijos. Masturbarse en la ducha. Colgar el teléfono a su madre. Leer el final de los libros. Quedarse aquella fuente tan bonita que le dejó su hermana. Hacer topless en la playa. Llenar de lejía el nuevo edredón de la vecina de abajo. Pedir a su marido que la llame “puta” cuando lo hacen. Comerse la piel del pollo asado. Decirle al cura que deje de mirar las tetas de su hija. Estrellar contra el suelo el mando de la tele cuando no funciona. Gritar a su marido cuando no la escucha. Reírse a carcajadas cuando ve el pelo de su suegra... Todo eran tentaciones. Y ella las resistía todas, o hacía lo imposible por resistirlas. Porque la tentación era la antesala del pecado, y, el pecado, la entrada al infierno. Desde luego, no era todo lo feliz que podía ser. Al menos

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eso pensaba Inmaculada las noches de insomnio y los días aburridos. Porque cuando le apetecía una chule-ta de cerdo un viernes, un orgasmo solitario o blasfemar contra Dios, y caía en la tentación, se sentía satisfecha. Pero el miedo y la culpa se le hacían pesados y terribles. - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Un día llamaron a la puerta, e Inmaculada abrió para encontrarse con un negro atlético, guapo y elegante. La miraba con los ojos más negros y la sonrisa más blanca que jamás hubiese visto. Llevaba un traje de chaqueta amarillo, con corbata del mismo color y zapatos y camisa negros. En su mano portaba un maletín de cuero negro. Inmaculada, sorprendida con la imagen, tardó en conseguir hablar, y su voz le sonó falsa e insegura. --¿Quiere algo? --No quiero nada, gracias. Es usted la que quiere algo. --¿Perdone? Creo que se ha confundido... -- comenzó a cerrar la puerta y el hombre se le adelantó interponiendo su maletín en la entrada. --Por favor, le ruego me permita un minuto para explicar-le... --¿Quién es usted? --Yo, mi señora, soy La Tentación. Inmaculada valoró los grandes ojos que la observaban, la leve sonrisa de los labios y la firmeza de la voz, y se apartó curiosa e incrédula para que aquel desconocido entrara en su casa. Lo guió al comedor y le ofreció un asiento que ocupó al instante. Ella se sentó enfrente suya, a la mesa, y volvió a formular la pregunta. --¿Qué quiere? --Le repito que yo no quiero nada. Es usted la que quiere algo. --Claro... ¿y qué quiero? --Justamente eso es lo que tengo aquí.-- Dijo poniendo el maletín sobre la mesa, mientras lo abría.-- Todo lo que ha deseado hacer y no ha hecho en su vida, está aquí.-- Sacó una carpeta repleta de papeles y la depositó frente a Inmaculada. Inmaculada empezó a asustarse, porque cada frase que

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pronunciaba aquel negro le sonaba tan increíble como cierta. No podía dudar de aquellos ojos imperturba-bles y ese tono convincente. No sabía qué hacer, o qué esperaba ese hombre que hiciese. Contempló la car-peta y procedió a abrirla con lentitud y cuidado, desatando el lazo que la cerraba. Dentro habían cientos o tal vez miles de papeles, de distintos colores, texturas, tamaños y calidades. La caligrafía que los cubría era diminuta, aunque legible. Lo primero que Inmaculada leyó, al final de la primera página, la dejó perpleja.--Esto no puede ser real -- murmuró. --¿Sucede algo? Si hay algún problema estaré encantado en intentar solucionarlo. --Esto...--Inmaculada se encogió de hombros y negó con la cabeza señalando con ambas manos el montón de papeles. --¿Qué? Siga hablando. --Lo que pone...-- volvió a negar con la cabeza. --¿Qué? ¿Qué pone? -- preguntó el hombre inclinándose ligeramente hacia delante. --¿No lo sabe? ¿Usted no sabe lo que pone? -- alzó un poco la voz, confusa e indignada. --No, no lo sé.-- Su expresión era conciliadora y su tono paciente.-- ¿Qué ha leído? --Bueno... es lo último que hay escrito... Pone “No besé a La Tentación”, y la fecha de hoy. --¿Y bien? -- preguntó sonriendo su visita. --¿Y bien qué? Yo... Yo lo siento, pero es que... no entien-do nada. No entiendo nada.-- Levantó la vista, que se le perdía constantemente en los papeles de la mesa, y miró los ojos de aquel hombre. -- Es que... no entiendo. Si me dijera quién es, qué quiere, para qué ha venido, qué significan estos papeles... no sé... pero no entiendo nada. El hombre la miró con cara seria y ojos inquisidores, cali-brando quizás la inteligencia o la capacidad de adaptación de la mujer que lo observaba apretándose las manos. Se echó hacia atrás estirando la espalda, y suspiró. Cerró el maletín y volvió a dejarlo en el suelo, apoyado en la pata de la mesa. Se levantó. --¿No hace calor aquí? ¿Usted no lo tiene? -- preguntó

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amistoso mientras se quitaba la chaqueta con delicadeza y la colocaba en el respaldo de una silla que nadie usaba.-- No le importa que me la quite, ¿verdad? Me estaba asando. -- Inmaculada hizo un gesto de cabeza para negar que tuviese calor y otro gesto para afirmar que no le molestaba que se quitase la chaqueta, inmóvil y muda ante semejante hombre que volvía a sentarse frente a ella.-- De acuerdo. Creo que tendré que responder alguna de sus preguntas. Le garantizo desde este momento que no quedará satisfe-cha, puesto que hay ciertas respuestas que hasta yo desconozco, y otras que no se me permiten revelar. El hombre miró a Inmaculada esperando algo, pero ella mantuvo estoica la mirada y el silencio. -- De acuerdo, de acuerdo -- dijo suspirando de nuevo.-- Ya me ha preguntado antes quién soy, y debo recordarle que me dejó entrar cuando se lo dije. Mi señora, soy La Tentación. Quiero que me escuche. Vengo para entregarle estos papeles que son sus deseos frustrados, por si quisiera intentar cumplirlos. Inmaculada siguió en silencio. --Sí, casi siempre pasa lo mismo. Una respuesta genera aproximadamente 1372 preguntas más... Lo comprendo.-- Miró a la mujer y sonrió asintiendo, como riendo sin hacer ruido.-- Lo siento, temo confundirla todavía más. Eso era una media sin ninguna relevancia en el tema que tratamos. Fíjese, llevo toda mi vida, que ha sido muy larga, trabajando en lo mismo, y no me acostumbro. Será que cada persona es distinta y por eso no puedo acostumbrarme... El hombre se quedó callado y contempló a Inmaculada, que lo miraba inexpresiva. --De acuerdo... Eh... en estos casos no sé cómo proceder... Bien... ¿tiene alguna pregunta? --No tengo preguntas porque no sé de qué me habla -- respondió Inmaculada mirando a ese negro tan atractivo y tan imposible que decía cosas tan raras y ac-tuaba como si tuviera la razón de todo y en todo. Desde luego, aquella historia no tenía ni pies ni cabeza, no se sujetaba por ningún sitio, exceptuando aquellos papeles que, como podía comprobar cada vez que leía algo, tenían escritas sus más secretas y

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antiguas tentaciones...-- ¿Podría explicarme de nuevo para qué me necesita? Porque... la verdad es que sigo sin entender nada. --Veamos... Usted ha sido seleccionada para recibir un indulto en recompensa por su sacrificio. --¿Cómo?, ¿un indulto de qué? -- preguntó exasperada, y curiosa, Inmaculada. --Bien... digamos que... en los tiempos que corren, se encuentran pocas personas capaces de renunciar a las tentaciones a las que están expuestas. A veces la tentación es inocua, pero otras, condenatoria. También cuenta, por supuesto, él número de reinciden-cias, o si luego existe, y en qué proporción, arrepentimiento sincero por haber cedido. De acuerdo... Lo que quiero decirle es que un gran cúmulo de tentaciones maliciosas realizadas conlleva a un castigo. No... no ponga esa cara. Con usted, señora, ha sucedido todo lo contrario. En esa carpeta, casi delante de todas las frases, hay un “no” que encadena al deseo, otorgándole una fidelidad y voluntad de sacrificio merecedoras de un premio. Por eso ha sido elegida para recibir un indulto. Ahora posee la libertad de actuar como desee, sin temer represalia alguna. Tiene barra libre de pecados veniales, por si así lo entiende me-jor -- sonrió La Tentación mientras se levantaba y se ponía la chaqueta.-- Supongo que sabrá diferenciar la gravedad de sus deseos... No cabe duda, es una santa... Conozco sus debilidades... -- dijo señalando con una ceja la carpeta. Miró a Inmaculada, que permanecía quieta, aunque lo miraba y asentía. -- De acuerdo... Tengo que irme. Espero que me disculpe. La entiendo, debe estar confundida... No es necesario que me acompañe a la puerta. Disfrute su regalo Inmaculada. Ella escuchó su nombre deslizándose por el pasillo y luego un discreto portazo que indicaba que su invitado se había marchado. Bajó la vista hacia los papeles de la mesa. Leyó un par de líneas. Sonrió. Podía hacer lo que quisiera.Se

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Déjame atravesarte con la mirada traerte conmigo a este mundo en sombras. Déjame quitarte esa insoportable inocencia,

tu belleza es para hoy y no para la promesa del mañana. Te veo caminar ajena

y desde mi alcantarilla tanta irrealidad me enajena. Déjame romper tus hábitos,

todo ese costumbrismo negro. Tus hermanas disfrutan flagelándose en sus celdas

tus padres babean sexo enloquecidos por la represión. Yo seré tu cura.

Te hablaré de pureza, del desarraigo, la búsqueda sincera.

La tuya es una batalla perdida en la que creo pero me desespero.

Y tener fe en el ser humano es tan difícil como no desear ver en tu rostro lujuria,

no desear gozarte inocencia. Créeme que a ningún Dios,

por ello, le pediría clemencia.

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Anoche soñé que viajaba en un tren a ninguna parte. Traqueteaba bajo una lluvia muy pesada, atravesando llanuras yermas y carentes de emoción. Abrumado por el tedio del viaje e ignorando cuál era el destino, me entre-tenía mirando a los pasajeros que compartían mi vagón. Una mujer mayor se acurrucaba en una esquina, rezando a Dios en silencio. Me pregunté qué le estaría pidiendo: quizás llegar a un lugar donde disfrutar de su jubilación en paz. A su lado, una niña pequeña se empeñaba en estar al corriente de cuántos kilómetros faltaban para llegar a Príncipe Azul. Poco más allá, una joven escuchaba con aburrimiento a un borracho. Él parecía muy perdido. Ella parecía muy sola. Una embarazada sonreía al empresario del rincón, pero él no aparentaba darse cuenta. De pronto lo entendí todo y dejé de querer saber adónde íbamos. Tan sólo cerré los ojos y me mecí en el tracatrá, porque sentí que era lo único que me endulzaría la espera. Cuando me desperté, tuve la impresión de que aún no me había apeado de ese tren. Por eso te besé en los labios y te pedí que me amenizaras el viaje.

Sara Martinez [email protected]

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Mano Lunar Azul [email protected]

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Habito en una pesadilla. Me persiguen, insaciables, los lobos. Si abriera si quiera un segundo mis ojos, ellos desaparece-rían, aunque desde este instante he decidido mantenerlos cerrados. A veces, en el período sempiterno que el acosamiento dura –un descuido sería fatal por mi parte-, creo sentir su aliento acechando en mi nuca, los contornos de sus prolongadas sombras, ciertos quejidos, algún aullido a destiempo, un crujir como de hojas secas, el sol del atardecer tiñendo de rojo los arrozales, abasteci-dos, disgregadores, hasta que la noche se cierne y la oscuridad instaura sus propias normas. En la negrura más espesa, allí donde residen las sombras, te preguntas por qué mis depredadores nunca cesan en su empeño. Yo sé que es inútil esforzarse en despertar mientras se prolongue el hostigamiento, como en un orden irrevocable, con el hambre perpetuamente engendrado, porque confieso que eres tú, lector, la presa de esta caza, es a ti a quien acorralan las bestias cada vez que lees este cuento.

Carolina Arrieta Castillo [email protected]

El dinero sirve tenerlo para no pensar en él Ni deseo de tener más Ni miedo de tener menos.

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El dinero sirve tenerlo para no pensar en él Ni deseo de tener más Ni miedo de tener menos.

Harun Toréwww.flickr.com/photos/[email protected]

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Vivir en una ciudad como Berlín tiene una gran cantidad de ventajas. Una de ellas, para los amantes de la historia, es precisamente eso, que está plena de historias y de Historia. Basta con levantar una piedra, señalar una calle o perderse por un bosque para descubrir un pasado fasci-nante, un presente insólito y un futuro incierto. Así fue como descubrí Teufelsberg, un complejo en ruinas, asentado sobre una montaña rellena de ruinas, que se trasladaron allí con la intención de tapar para siempre los restos de otro edificio, que por su solidez en la construc-ción no pudo convertirse en…ruinas. Esto que parece algo enrevesado y casi un trabalenguas tiene su explicación, su historia fascinante; que termina con la adquisición de los terrenos por parte del director de cine David Lynch, y que comienza aquí y ahora.

En las inmediaciones del bosque de Grunewald, allá por el año 1937, Albert Speer, arquitecto jefe de Adolf Hitler en la Alemania del Tercer Reich, comienza las obras del “ Wehrtechnische Facultat”, una escuela técnica militar Nazi. Como toda la obra de Speer, este edificio resultó de una solidez pasmosa cuando se quiso dinamitar, tras el fin de la segunda Guerra Mundial. Aprovechando la gran cantidad de escombros inservibles, procedentes de 400.000 edificios de la ciudad destruida, se comenzaron a apilar allí para, originalmente, tapar el edificio Nazi.

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Pero la acumulación de escombros fue creciendo a tal ritmo, que aquel solar plano fue elevándose poco a poco hasta convertirse en la montaña mas alta de Berlín. En 1957 cada día 800 camiones vertían 6800 metros cúbicos. Ese mismo año se alcanzo la cifra total de 10 millones de m³ de escombros amontonados, y una altura de 155 metros. La montaña quedó situada en el sector británico de Berlín occidental. Desde 1957 la colina también fue utilizada por los ser-vicios secretos americanos e ingleses. La NSA, Agencia Americana de Seguridad Nacional construyó, en la cima de esta montaña, una estación de escucha, asociada a la red de espionaje mundial ECHELON, y que llegó a ser una de las bases mas grandes de escucha electrónica du-rante la época de la guerra fría. Mientras duró la división alemana y europea, el ejército norteamericano mantuvo sobre el Teufelsberg una gran central de escucha elec-trónica. Desde allí, los servicios norteamericanos podian descodificar las emisiones de la antigua RDA, e incluso de Polonia. Vigilaban los movimientos militares del Pacto de Varsovia en el este de Alemania y el viejo continente. Mientras la NSA mantuvo abierta y en funcionamiento las instalaciones ocurrieron varias curiosidades. Se notó que, en ciertas épocas del año la recepción de la señales de radio era mejor que en otras estaciones. La “ culpable” era una noria de hierro que se montaba, como atracción, con motivo del festival anual Alemán-Americano en Hüttenweg en Zehlendorf. Por tanto se decidió dejar esta noria permanente montada.

Por el contrario, unos funiculares construidos por el Club Alpino Alemán, que había instalado un pequeño centro de esquí en sus laderas, distorsionaban la señal. A petición del gobierno de los E.E.U.U., fueron retirados. Tras la caida del muro, fueron utilizadas como estación de seguimiento de aviación civil durante dos años más, tras los que las instalaciones fueron abandonadas defini-tivamente en 1991. En la actualidad la base espía abandonada, muestra los restos de los edificios y cúpulas de los radares.

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Las fotografías que aquí se muestran son el resultado de un día, cámara en mano, recorriendo las ruinas de una historia que se remonta 60 años atrás. Como último apunte de interés, os cuento que el director de cine David Lynch es el actual propietario de todo el complejo. Su propósito es construir un centro de meditación de la secta Transzendentale Meditation, a la cual pertenece.

Sonsoles Lozano SanchezSCARTISSUE MAGAZINEhttp://s279715859.mialojamiento.es/

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El paraiso ha cerrado sus puertas y me ha dejado el abismo sangriento de un puñal de sueños sin cumplir, un sobre lleno de lágrimas que nunca abrirás, un pensamiento atrapado que rige todos los demás pensamientos, un mundo oscuro y solo, que nunca llegará a sonar en tus oídos, un crimen perfecto que en mis sueños escribe su historia. Espera de mi, morir en algún rincón de la inmensidad, y dejar mi vientre abrirse y sangrar bajo los ojos de dios, y pagar con sangre la esquizofrenia que me sangró toda el alma.

Mareva www.hogueradeideas.blogspot.com

Malzorgata Rosolak [email protected] www.mrosolak.wordpress.com

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