Holy Motors

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El cineasta francés Leos Carax convierte su regreso al séptimo arte en un acontecimiento inigualable. La pregunta que nos viene a todos a la cabeza es qué demonios es “Holy Motors”, la nueva película del no menos misterioso director galo Leos Carax. Desde que se estrenó mundialmente en el pasado Festival de Cannes, el largometraje no ha dejado de asombrar a propios y extraños, provocando el entusiasmo de crítica y público. ¿La primera obra maestra del siglo XXI? El tiempo dirá si la cinta merece tal calificativo, pero lo que sí se puede afirmar a día de hoy es que no hay nada igual que “Holy Motors”, precisamente porque la película habla de muchas cosas y muy precisas: de la condición humana, del arte, de la vida, de la belleza, de la fealdad… Y con un brío narrativo inusual. Entonces, ¿qué demonios es “Holy Motors”? La película sigue durante toda una jornada a Oscar (Denis Lavant), un tipo que pasa el día desplazándose por varios puntos de París en una lujosa limusina blanca, conducida por Céline (Edith Scob). En cada parada del trayecto, Lavant interpreta a un personaje distinto: un traficante de armas, un padre de familia, un asesino a sueldo, una perfomance en un largometraje de animación... Para mayor lucimiento del actor, ese abanico de personajes homenajea sus gestos, la importancia de su presencia. Pero aún hay más. “Holy Motors” es una película sobre los muertos, sobre los vivos, sobre las máquinas y los humanos; sobre las limusinas y, finalmente, sobre el cine. Para desgranar los interrogantes del trabajo, nadie mejor que el propio Carax. De una timidez extrema, el cineasta es poco dado a conceder entrevistas. Con motivo de un homenaje en el último Festival de Locarno, Carax habló, poetizó y titubeó en bastantes ocasiones sobre su última película, sus actores protagonistas, Denis Lavant, Kylie Minogue y Edith Scob, así como también del cine y de la creación. HOLY MOTORS: EL ENIGMA DEL CINE 116 CINE. HOLY MOTORS 116 a 117 - CINE - HOLY MOTORS - 2p.indd 2 116 a 117 - CINE - HOLY MOTORS - 2p.indd 2 19/10/12 18:51:10 19/10/12 18:51:10

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Reportaje sobre la nueva película de Léos Carax, 'Holy Motors' -con declaraciones del cineasta tomadas en el Festival de Cine de Locarno- para la revista H 137, octubre de 2012.

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Page 1: Holy Motors

El cineasta francés Leos Carax convierte su regreso al séptimo arte en un acontecimiento inigualable.

La pregunta que nos viene a todos a la cabeza es qué demonios es “Holy Motors”, la nueva película del no menos misterioso director galo Leos Carax. Desde que se estrenó mundialmente en el pasado Festival de Cannes, el largometraje no ha dejado de asombrar a propios y extraños, provocando el entusiasmo de crítica y público. ¿La primera obra maestra del siglo XXI? El tiempo dirá si la cinta merece tal calificativo, pero lo que sí se puede afirmar a día de hoy es que no hay nada igual que “Holy Motors”, precisamente porque la película habla de muchas cosas y muy precisas: de la condición humana, del arte, de la vida, de la belleza, de la fealdad… Y con un brío narrativo inusual. Entonces, ¿qué demonios es “Holy Motors”? La película sigue durante toda una jornada a Oscar (Denis Lavant), un tipo que pasa el día desplazándose por varios puntos de París en una lujosa limusina blanca, conducida por Céline (Edith Scob).

En cada parada del trayecto, Lavant interpreta a un personaje distinto: un traficante de armas, un padre de familia, un asesino a sueldo, una perfomance en un largometraje de animación... Para mayor lucimiento del actor, ese abanico de personajes homenajea sus gestos, la importancia de su presencia. Pero aún hay más. “Holy Motors” es una película sobre los muertos, sobre los vivos, sobre las máquinas y los humanos; sobre las limusinas y, finalmente, sobre el cine. Para desgranar los interrogantes del trabajo, nadie mejor que el propio Carax. De una timidez extrema, el cineasta es poco dado a conceder entrevistas. Con motivo de un homenaje en el último Festival de Locarno, Carax habló, poetizó y titubeó en bastantes ocasiones sobre su última película, sus actores protagonistas, Denis Lavant, Kylie Minogue y Edith Scob, así como también del cine y de la creación.

HOLY MOTORS: EL ENIGMA DEL CINE

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-Sobre la historia de “Holy Motors”-

“No soy escritor, con lo que no escribo el guión de una película hasta que llega el punto en que me veo obligado a hacerlo,

por temas de dinero, para los compañeros del equipo. Construyo una película a

partir de dos o tres imágenes, dos o tres sentimientos, y estas imágenes me llevan a otras. Las limusinas, por ejemplo: empecé

a ver estos vehículos en Estados Unidos hace como unos diez años. Luego en París, en mi barrio. Con el tiempo me vino otra imagen: una gitana vieja en un puente en París. De repente siento que no soy capaz

de entrar en contacto con esta mujer, porque no comparto su mismo lenguaje, pero,

como ella, siento que estoy fuera del mundo. Tuve la necesidad de filmarla, de hacer un

documental, pero me acechó el miedo de que ese documental me llevara la vida. Y la transformé en ficción. Así, la vieja gitana

se convirtió en Denis [Lavant], y se me ocurrió que un coche transportaría a Denis

de una vida a otra. Creo que la película es simple, si se acepta que durante los primeros veinte minutos desconocemos hacia dónde vamos. Sin

embargo, lo que puede perturbar a la gente, en definitiva, es que la materia de la

película sea el cine, pero al mismo tiempo no es una película sobre el cine”.

-Limusinas-

“En “Cosmopolis” hay limusinas, pero se trata de la adaptación de un libro, me

parece que publicado hace diez años. Pero sí, creo que estas limusinas extra largas son

fascinantes. Los veo como buenos motores para la ficción. Son a la vez eróticas y

morbosas; están completamente hechas para al mismo tiempo ser vistas y sin embargo

no poder ver lo que hay dentro. Así, las limusinas me parecen una burbuja virtual: estás dentro y entonces dejas de estar en la vida real. En realidad, veo bastante normal que muchos cineastas se inspiren en estos

vehículos”.

-Kylie Minogue-

“Encontrarme con Kylie Minogue fue un milagro. Dos meses antes del rodaje no

sabía que iba a rodar finalmente con ella. No conocía para nada a Kylie Minogue.

Conocía su nombre, etcétera, pero no quién era en realidad. Y luego me encontré con

alguien tan puro..., como un niño que canta

en la ducha... Fue un poco como en un cuento de hadas”.

-Denis Lavant-

“No conozco para nada a Denis, pese a que hemos hecho cinco películas juntos. Cuando nos encontramos, teníamos la misma edad

y la misma talla. Teníamos 21, 22 años. Le descubrí gracias a una foto. No suelo

hacer pruebas, pero le hice una delante de la cámara para mi primer largometraje.

Había estado retrasando el rodaje durante casi un año porque no encontraba al chico protagonista y estaba en el punto en que pensaba que nunca iba a encontrar a ese tipo y que nunca más iba a hacer cine.

Físicamente, era singular. Pero debía estar algo fuera de mí cuando le dije “vamos a probar a trabajar juntos”. E hicimos esa primera película; entonces me dije que lo había “subutilizado”, así que empecé a imaginar películas para él en las que

potenciaría hasta diez veces su presencia”.

-Edith Scob-

“Filmé a Edith Scob hace veinte años en “Los amantes de Pount Neuf”. Tras el

montaje sólo quedaron sus manos y sus cabellos. Le debía una película.

Aquí me la imaginaba llevando a Oscar de una vida a otra, porque así es como decidí que fuera la película: un hombre viajando de vida en vida dentro de una máquina

enorme conducida por una mujer”.

-Sobre el cine-

“Creo que ya pagué mi deuda como enamorado del cine en mis dos primeras películas. Me gusta el cine, pero no veo la

necesidad de ver todo el rato filmes si te encanta el cine.

¿Por qué mis trabajos despiertan opiniones tan encontradas? No estoy muy seguro, aunque sé que en ellos no hay miedo al ridículo. En realidad, a la gente suelen

parecerle grotescos. No sé si soy contemporáneo, en la

acepción más artística del término, pero inevitablemente el mundo entra en mis

películas, la vida entra en mis películas. Supongo que por eso mis rodajes son tan largos. Bueno, quizá no por eso… Lo que llamamos vida no es necesariamente el estado del mundo. Es simplemente la

vida, la mía, así como las de las personas involucradas en el largometraje. Una

película no es un túnel en el que uno se precipita, donde se aleja del mundo. En

algún momento tiene que unirse a la experiencia de la vida. Así que el cine se

convierte en algo muy difícil”. H Paula Arantzazu Ruiz

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