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    Memoria & Sociedad - Vol. 9 No. 19. Julio - Diciembre de 2005

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    Chris Lorenz*

    Traduccin: Csar Torres Del Ro**

    Historiografa comparada:problemas y perspectivas***

    * Chris Lorenz es profesor de la Free University of Amsterdam/University of Leiden** Doctor en Historia, Universidad de Brasilia. Profesor Asociado del Departamento de Historia, Facultad de Ciencias Sociales de la

    Pontificia Universidad Javeriana, Bogot.*** Publicado originalmente en ingls en la revista History and Theory, Vol. 38, No. 1 (Feb. 1999). El permiso de publicacin fue

    concedido por el autor. Se hicieron modificaciones de estilo.

    AbstractIn this text contributions related are abridged direct or indirectly - with the historiography of world war two. Thecomparative historiography is placed as a gender related to a typology that classified historiography theories over anextended sequence from the general and philosophical to the particular and empirical. Besides, it also places the recentdebates on the fragmentation of the historiography in a comparative perspective. Due that historiography is thehistory of the written history and therefore a reconstruction of reconstructions- we find the problem of comparison inhistoriography twice. The historiographer is not alone confronting with relative comparative judgments of the historicreconstructions themselves but also related to the historiography reconstructions of those historic reconstructions.

    Epistemology, Comparative historiography, History, National identity, Wars, Multiculturalism

    Key Words

    ResumenEn este texto se compendian contribuciones relacionadas - directa o indirectamente - con la historiografa de la segundaguerra mundial. Se ubica a la historiografa comparada como un gnero en relacin a una tipologa que clasificateoras de historiografa sobre una secuencia extendida de lo general y filosfico a lo particular y emprico. Adems,coloca los recientes debates sobre la fragmentacin de la historiografa en una perspectiva comparada. Debidoa que la historiografa es la historia de la historia escrita - y por lo tanto una reconstruccin de reconstrucciones -encontramos el problema de la comparacin en historiografa dos veces. El historigrafo no slo est confrontado conlos juicios comparados relativos a las reconstrucciones histricas mismas, sino tambin relativas a las reconstruccioneshistoriogrficas de aquellas reconstrucciones histricas.

    Epistemologa, historiografa comparada, historia, identidad nacional, guerras, Multiculturalismo

    Palabras Clave

    INTRODUCCIN

    Como en historia, la historiografa usualmentees escrita y analizada dentro de un contextoespacio-temporal, tradicionalmente aquel que

    corresponde a un particular estado-nacin. Enconsecuencia, la historiografa tiende a ubicar lasexplicaciones para el desarrollo historiogrficodentro de contextos nacionales y a descuidar lasdimensiones internacionales. Mientras sea este el

    caso, es imposible determinar los aspectos generalesy especficos de los estudios de caso historiogrficos.Este foro, por lo tanto, constituye un argumentofundamentado en torno a aproximaciones comparadasde la historiografa.Primero, como punto de partida, mi introduccin

    toma un reciente estudio en la historiografacanadiense con el fin de ilustrar los problemas de lahistoriografa no-comparada, dificultades que resaltanfuertes argumentos en favor de las aproximacionescomparadas.

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    Segundo, ubico a la historiografa comparadacomo un gnero con relacin a una tipologa queclasifica teoras de historiografa sobre una secuenciaextendida de lo general y filosfico, a lo particulary emprico.

    Tercero, sito los recientes debates sobre lafragmentacin de la historiografa en una perspectivacomparada. Las preocupaciones entre los historiadoressobre esta fragmentacin - usualmente asociada conla fragmentacin de la nacin y el advenimientodel multiculturalismo y/o postmodernismo - selegitiman cuando ellas se refieren a los fundamentosepistemolgicos de la historia como una disciplina. Tanpronto como la fragmentacin de la historiografaconduce al - y es legitimada por el - escepticismoepistemolgico, un saludable pluralismo ha dadova a un relativismo malsano. Como la comparacincoloca al relativismo en perspectiva al revelar susfundamentos socio-histricos, al mismo tiempo le

    crea su antdoto racional.

    En cuarto lugar, compendio las contribuciones en esteforo, todas relacionadas -directa o indirectamente-con la historiografa de la segunda guerra mundial.El texto de Jrgen Kocka La comparacin histricaasimtrica: el caso de la Sonderweg alemanaexamina la tan llamada va especial de la historiade Alemania. El trabajo de Daniel Levy, El futurodel pasado: Polmicas historiogrficas y MemoriasCompetitivas en Alemania e Israel, ofrece un anlisiscomparativo de recientes debates historiogrficosen Alemania e Israel. El texto de Sebastian Conrad,

    Qu hora es Japn?. Problemas de la HistoriografaComparativa (Intercultural), analiza el vnculoconceptual entre la historiografa japonesa y lasinterpretaciones especficas de la historia europea.El trabajo de Richard Bosworth, ExplicandoAuschwitz despus del fin de la Historia: El casode Italia, traza desde una perspectiva comparadalos cambios desde 1989 en la historiografa italianaconcerniente al fascismo. Los cuatro artculosapoyan la conclusin de que lo que sigue al mtodode la comparacin histrica es la poltica de lacomparacin, que est oculta en la eleccin de los

    parmetros. Los anlisis tanto del mtodo como dela poltica son esenciales para un entendimiento dela historiografa (comparada).

    Recientemente, J.L. Granatstein, profesor emritode York University, en Toronto, Canad, public un

    pequeo libro. Aunque este hecho en s mismo noera inusual - l ha publicado 45 libros ms o menos- el ttulo y el contenido fueron: Quien asesin ala historia canadiense.1 Granatstein arguye en estelibro que, desde los aos sesenta, Canad se ha estadodirigiendo hacia la desintegracin debido a que loscanadienses ya no estn familiarizados con los hechosbsicos de su historia. Los profesores canadienses, losmaestros, los tericos de la educacin y los polticosson los culpables, aunque probablemente no en eseorden. Desde que la mana multicultural se haconvertido en la nueva religin poltica e intelectual,al parecer el canadiense ha dejado de existir. Canadse ha despedazado y est fragmentndose en una

    variedad de regiones, provincias, clases, etnicidadesculturales y lingsticas, e incluso gneros - y loshistoriadores canadienses son cmplices en estoshechos al disolver la historia nacional en historiaregional, historia del gnero, etctera. El separatismode Quebec es slo el ms visible sntoma de lapredileccin fatal de Canad por las identidadeslimitadas.2 El peligro para la identidad canadiensecomo nacin es grave y un desastre nacional esinminente. La Historia es memoria, inspiraciny comunidad y una nacin sin memoria est tancompletamente a la deriva como un amnsicovagando por las calles. La Historia importa, y nosotros

    olvidamos esta verdad con riesgo para nosotros... Sino tenemos pasado, entonces seguramente lo quetiene que seguir es que no tenemos futuro. Porrazones incomprensibles, no hemos transmitido esteconocimiento a nuestros nios y a aquellos quienesrecientemente han llegado a Canad. 3

    La situacin que enfrentan los canadienses desdeque la historia del Canad ha sido asesinada es anms lastimosa si se compara con otros pases conlos que Granatstein esta familiarizado, tales comolos Estados Unidos y Holanda. En los Estados

    1 Granatstein, J.L., Who Killed Canadian History ? Toronto, 1998. El texto de Windschuttle, K., The Killing of History: How LiteratureCritics and Social Theorist Are Murdering Our Past, New York, 1997, cubre todo el mundo occidental.

    2 Granatstein, Who Killed, p. 72: Las identidades limitadas fueron casi abiertamente antinacionalistas: no era la nacin lo queimportaba, sino lo ms pequeo, las provincias diferenciadas o las sociedades regionales; no los canadienses como un todo, sino loscomponentes del mosaico tnico; no los canadienses como una sociedad, sino los canadienses en sus clases sociales. Los canadiensesformaron una compleja sociedad pluralista, y en esto reside nuestra fortaleza. El resultado de esta perspectiva, como lo seal MichaelBliss en 1991, fue la divisin de la historia canadiense, una divisin que refleja la fragmentacin de la nacin. Para una msbalanceada opinin sobre el reciente estado de la historiografa canadiense, ver Carl Berger, The Writing of Canadian Historiography:

    Aspects of English-Canadian Historical Writing since 1900, Second Edition, Toronto, 1986, especialmente pags. 259-320.3 Granatstein, Who Killed, xviii, 6. Ver 5: La Historia es importante porque ayuda a los pueblos a conocerse a s mismos. Les dice

    quines fueron y quines son; es la memoria colectiva de la humanidad que los sita en su tiempo y lugar; y les suministra a los recinllegados algn entendimiento sobre la sociedad que ellos han elegido para vivir. Por supuesto, la memoria colectiva pasa por unaconstante revisin, reestructuracin y reescritura, pero cualquiera de sus formas revela de nuevo a cada generacin un fondo comnde conocimiento, tradiciones, valores e ideas que ayudan a explicar nuestra existencia y los errores y logros.

    Historiografa

    comparada:problemasyperspectivas,

    Chris

    Lo

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    Unidos - el cual acostumbra a mirarse como unaamalgama en contraste con el mosaico de Canad- intelectuales destacados como Robert Hughes,Arthur Schlesinger y Richard Rorty han criticado elexceso de multiculturalismo y han abogado por unregreso a una saludable dosis de identificacin con lanacin4. Con respecto a Holanda, Granatstein relatasus experiencias en 1995 cuando l estuvo all para laconmemoracin del quincuagsimo aniversario de lacapitulacin alemana. Como nacin, los holandesesno han olvidado la historia de sus tiempos de guerrani al ejrcito canadiense como su libertador. No hayamnesia colectiva en el caso holands, hasta dondeGranatstein puede afirmar, debido a que cada casa fuedecorada con los colores de la Casa Naranja (la RealFamilia Holandesa) y con las banderas canadienses.Los holandeses recuerdan. En las escuelas ensean asus nios acerca de la guerra; ensean que la libertadlo es todo y que, si no se defiende, se puede perder.5Y todo esto, por supuesto, est en total contraste conlos canadienses, quienes han olvidado su Da D,

    sus Campos de Flandes y sus Vimy Ridge 6,donde - de todos los lugares - la nacin canadiensenaci. 7

    Para los lectores familiarizados con cierta literaturainternacional historiogrfica publicada desde los aos70 - por ejemplo, sobre Alemania o Estados Unidos- el diagnstico de Granatstein de la historiografade Canad contiene algunos elementos conocidos,

    aunque ninguno de sus argumentos est basado encomparaciones empricas con otros pases.8 Primero,est el diagnstico de una crisis del Estado-naciny el vnculo de ste con la conciencia histricade la identidad nacional. En el mismo sentido lahistoriografa es identificada como la fortaleza dela conciencia histrica de la nacin; por ende, lacrisis del Estado-nacin es equiparada con la crisisde la historiografa nacional.

    Segundo, la explicacin de la crisis como un procesointerno de fragmentacin, es decir, la desintegracinen partes de lo que acostumbraba ser un todo. Estetodo - la nacin - es conceptualizado como unaesencia y no como una comunidad imaginada.As, la definicin de nacin est dada por sentado.En el caso de Granatstein, como observamos, laidentidad canadiense es esencialmente la identidadanglo-canadiense con la exclusin de la nacionalidadfranco-canadiense, la cual no es analizada seriamenteen ningn momento. No es extrao entonces que el

    renombrado internacionalmente Multiculturalismand the Politics of Recognition de Charles Taylor nisiquiera lo haga en sus notas de pie de pgina. 9

    En tercer lugar estn los sospechosos usuales delasesinato de la nacin unitaria: Los bien conocidoscampeones de la diferencia y la alteridad talescomo los historiadores de lo social, de lo tnico ydel gnero.

    4 Granatstein, Who Killed, pags. 89-92.5 Granatstein, Who Killed, p. 114. Las observaciones de ste autor sobre Holanda en 1995 son notables, para decir lo menos. La

    mayora de los historiadores holandeses sostienen un punto de vista completamente diferente sobre la conciencia histrica holandesaantes, durante y despus de 1995: vase el informe Youth and History in the Netherlands, Amsterdam, 1997.

    6 El autor se refiere a la batalla de Vimy Ridge, en abril de 1917, donde el ejrcito canadiense, junto con las fuerzas aliadas, derrot alas fuerzas alemanas. Nota del traductor.

    7 Granatstein, p. 132. Los inmigrantes coloniales se encontraron ellos mismos transformados en canadienses. Muchos veteranosrememoraron el ataque a Vimy Ridge en abril de 1917 como soldados del Imperio, pero despertando el da de su gran victoria comocanadienses, henchidos de orgullo por sus condecoraciones de hoja de arce. La guerra les import a los canadienses, y les dio unsentido de nacin que ha ayudado a definir a este pas desde entonces. Sin embargo, en la pgina 88 Granatstein ha planteado quehabra sido ms correcto decir que el nacionalismo anglo-canadiense naci en Vimy Ridgeseguido por la sucinta observacin: Lasimple, si lamentable, verdad fue que los franceses y los anglo-parlantes canadienses tenan diferentes interpretaciones del pasado, elpresente y el futuro del pas. El tiempo pasado obviamente es desplazado. Para recientes perspectivas franco-canadienses (Quebec)sobre la historia canadiense ver: J.-P. Bernard, Lhistorigraphie canadienne rcente (1964-1994) et lhistoire des peuples du Canada,Canadian Historical Review 76 (1995), 320-353, and G. Bouchard, Populations neuves, cultures fondatrices et conscience nationaleen Amrique latine et au Qubec (Chicoutoumi, 1996).La consistencia, evidentemente, no es la ms notable caracterstica de Granatstein en este libro, porque aparte de su enredo en eltema central es decir, las diferentes definiciones de la nacin canadiense - el certificado de nacimiento en Vimy Ridge excluye ala mitad de su poblacin: las mujeres.

    8 Para Estados Unidos ver, entre otros, J. Scott, History in crisis ? The other side in History,American Historical Review 94 (1989),680-692; A. Megill, Fragmentation and the future of historiographie,American Historical Review 96 (1991), 693-698; and D.Ross, Grand narrative in American Historical Writing: from romance to uncertainity,American Historical Review 100 (1995),651-677. Para Alemania, ver M. Geyer and K. Jarausch, The future of the German past: transatlantic reflections for the 1990s,Central European History 22 (1989), 229-259; Sozialgeschichte, Alltagsgeschichte, Mikro-Histoire: eine diskussion, Ed. W. Schulze(Gttingen, 1994); and Kulturgeschichte heute, Ed. W. Hardtwig and H.-U. Wehler (Gttingen, 1996).

    9 Para el tratamiento de Granatstein sobre el nacionalismo franco-canadiense ver por ejemplo su esbozo de enseanza de la historia deQubec en la pgina 34: A juzgar por los textos curriculares, la historia canadiense es solamente el teln de fondo extranjero frenteal cual ocurren los sucesos en el Qubec francfono. Casi ningn intento es hecho para comparar la vida, temas y hechos en Qubeccon aquellos de otras partes en Canad. En otras palabras, si esto ocurre en Qubec es importante; si no ocurre, no lo es - a menosque los malditos ingleses (les maudits Anglais) humillen a los pobres quebequeses (les pauvres Qubcois) an ms.Para Taylor, ver C. Taylor,Multiculturalism and the Politics of Recognition (Princeton, 1992). Las caractersticas de las discusionessobre la identidad nacional parecen ser la aparente mala voluntad o la incapacidad de muchos involucrados para mirar la opinindel otro lado, como legtima y seria. En el debate canadiense, por ejemplo, tanto en los discursos anglo-canadienses como enaquellos franco-canadienses sobre la identidad nacional las premisas de los argumentos a menudo son idnticas a sus conclusiones.Autores tales como Granatstein apenas definen la ambicin poltica de los quebequeses como una infraccin a la identidad nacionalcanadiense lo mismo que quebequeses tal como Grard Bouchard definen la misma idea de la identidad nacional canadiense comouna quimera. Ver los anlisis de Levy del debate entre los criterios sionistas y pos-sionistas sobre la identidad israelita en su textomencionado.Ramsay Cook - otro famoso profesor de historia de York - ha desarrollado un argumento mucho mejor que el de Granatstein sobreel problema de la identidad canadiense pero ambos comparten la crucial conjetura de que hay una identidad nacional canadiensey que los quebequeses estn causando su fragmentacin. Ver su Canada, Quebec and the uses of nacionalism, (Toronto, 1995),especialmente 85-98, y 237-247.

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    Como cuarta instancia estn las comparaciones-implcitas y explcitas - con tiempos y lugares cuandoy donde la totalidad de la nacin y su historia fuerondebidamente respetadas y su fragmentacin resistida.Estas situaciones de comparacin funcionan comouna especie de contraste y como contra-historia

    a la historia presentada; ellas podran tener unafuncin ejemplar, positiva, o una negativa, crtica.En el anlisis sombro de Granatstein, Canad, antesde los aos sesenta, funcionaba como una positivacontra-historia, junto con Holanda.

    En quinto lugar est el presupuesto de que la historiaen s misma es una fuerza integradora y unificadorams que una que dispersa y divide. Como la herederade la historia universal, la historia nacional tambines conceptualizada como una fuerza benigna o una

    Heilsgeschichte.

    He tomado el reciente libro de Granatstein sobre la

    historiografa de Canad como un punto de partidapara este foro sobre historiografa comparadaporque ste ejemplifica muy bien los problemasde la historiografa no comparada. Al omitirsistemticamente el contexto internacional y as dejaraparte, en su caso, el asunto de lo que es particulary general, Granatstein realza los prospectos ypromesas, en una forma indirecta, de la historiografacomparada. Debido a que su anlisis se adhiere altejido nacional, crea la inevitable ilusin de quelos problemas nacionales - en este caso canadienses- tienen que tener causas nacionales. Si aceptamosla opinin de Marc Bloch de que toda historia eshistoria comparada - implcita o explcita - entonceses fcil ver porqu la historiografa comparada esan ms necesaria que la historia comparada: en lahistoriografa los historiadores estn confrontadoscon juicios comparados en dos niveles en vez de uno,como es el caso en la prctica normal histrica. En staltima, los historiadores enfrentan juicios comparadosen las dimensiones temporales y espaciales, ancuando ellas no sean reconocidas como tal.

    Las caracterizaciones sobre Estados Unidos como laprimera nueva nacin, o sobre el Imperio Alemncomo la nacin tarda (die versptete Nation)o como el imperio en el medio (das Reich in

    der Mitte), representan casos paradigmticos bienconocidos. Debido a que la historiografa es la historiade la historia escrita - y por lo tanto una reconstruccinde reconstrucciones - encontramos el problemade la comparacin en historiografa dos veces. Elhistorigrafo no slo est confrontado con los juicios

    comparados relativos a las reconstrucciones histricasmismas, sino tambin relativas a las reconstruccioneshistoriogrficas de aquellas reconstruccioneshistricas. El peso de los argumentos que han sidoaportados previamente en favor de la comparacin enhistoria en general, es doble para la historiografa.

    As las cosas, para los historigrafos no hay raznpara la complacencia. A semejanza de la historianormal, la historiografa es tpicamente analizadade modo predominante dentro del tejido del Estadonacional y no en un tejido comparado ms all de lanacin; y como en la historia normal, los intentospara separar la historiografa de su contexto nacional

    y relacionar lo nacional con los contextos ms all dela nacin son las excepciones a la regla. El simple ylamentable hecho es que la comparacin internacionalde las tradiciones nacionales historiogrficas estodava bastante rara.

    Por supuesto, este estado de cosas es explicabledesde un punto de vista histrico e institucional. Losestrechos lazos histricos entre el ascenso del Estado-nacin moderno y la historia como una disciplinaacadmica no pueden ser fcilmente examinados.No obstante, desde un punto de vista intelectual,este estado es bastante insatisfactorio debido a que,

    como otras disciplinas acadmicas, la historia tambines una combinacin de ingredientes generales(internacionales) y especficos (nacionales). Desdeque la comparacin es la nica va para identificary explicar tanto las diferencias como las similitudesentre las tradiciones nacionales historiogrficas, laaproximacin comparada es el lgico (aunque arduo)sendero a seguir en la historiografa (ver el texto deKocka). 10

    A la luz de notables similitudes en los desarrolloshistoriogrficos en el mundo occidental de posguerra,la relacin entre aspectos nacionales e internacionalesest en la agenda investigativa, porque en nuestra

    10 Ver el argumento en mi resea del libro de Bosworth Explaining Auschwitz and Hiroshima: History Writing and the second war1945-1990 en History and Theory 35 (1996), 234-252. Para recientes estudios de aproximaciones comparadas en historia verC. Ragin, The comparative method: moving beyond qualitative and quantitative strategies (Berkeley, 1987); N. Christie, Fromintellectual to cultural history: the comparative catalyst, enIntellectual history: New perspectives, Ed. D.R. Woolf (nmero temticodelJournal of history and politics, vol. 6), (Lewiston, N.Y., 1989), 79-100; A. van den Braembussche, Historical explanation ancomparative method: towards a theory of the history of society, enHistory and Theory 28 (1989), 2-24; R. Grew, On the currentstate of comparative studies enMarc Bloch aujourdhui: histoire compare et sciences sociales, Ed. H. Aitma et. al., (Paris, 1992),323-334; J. Kocka, Comparative historical research: german examples, en International Review of Social History 38 (1993),369-379; G.M. Frederickson, From exceptionalism to variability: recent developments in cross-national comparative history, en

    Journal of American History 82 (1995), 339-367; Geschichte und Vergleich: Antstze und Ergebnisse international vergleichenderGeschichtsschreibung , Ed. H.-G. Haupt and J. Kocka (Frankfurt am Main, 1996); H. Jansen, Voorwerpen van vergelijking: Opzock naar een niuwe vergelijkingstypologie, Tijdschrift voor Geschiedenis 110 ( 1997); 329-357; G. Frederikson, The comparativeimagination: On the history of racism, nactionalism and social movements (Berkeley, 1997); H. Kaelble,Der historische Vergleich:

    Eine Einfhrung zum 19, und 20 Jahrhundert (Frankfurt am Main, 1998).

    Historiografa

    comparada:problemasyperspectivas,

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    era global las similitudes en campos intelectualesusualmente son el producto de transferencias intelectuales. Como las principales corrientesintelectuales e ideolgicas han adquirido uso globalcorriente, sus variantes nacionales tienen tantoaspectos endgenos especficos como interculturales.

    A menudo ellas representan ideas de uso corrienteinternacional adaptadas para ajustarse a circunstanciaslocales culturales y estructurales, como GeorgeFrederikson recientemente enfatiz. 11

    Debido a que la comparacin es el nico procedimientopara desenredar lo general de lo especfico en cadacontexto nacional particular, la historiografa detransferencia y comparada son necesariamentecomplementarias y por lo tanto constituyen uno yel mismo proyecto. Antes de trabajar sobre ello,quiero primero focalizar este proyecto en el mapa derecientes teoras de la historiografa.

    I. TIPOS DE TEORA HISTORIOGRFICADebido a que el pensamiento historiogrfico adoptatantas formas, puede ser provechoso mapearlas sobreuna secuencia de lo particular y concreto a lo generaly abstracto y, clasificarlas en algunos tipos. De estaforma podemos desarrollar una rudimentaria tipologacon el objeto de ubicar la historiografa comparadacon la ayuda de coordinadas ms familiares. 12

    En el polo abstracto de esta secuencia estn las ms omenos filosofas puras de la historiografa, tales comolas de Hayden White y Frank Ankersmit. Asumo

    que ellas no necesitan ser reseadas aqu.13

    Estasfilosofas son una explicacin conceptual de lo queesencialmente es la historiografa, cules formas pue-den ser asumidas y cmo evolucionan en el tiempo.El argumento filosfico usualmente est basado enotras disciplinas - en el caso de White en la teoraliteraria, y en el de Anskermit en la esttica - y esilustrado y respaldado con ejemplos historiogrficos.La caracterstica de este tipo de filosofa de lahistoriografa es que las consideraciones espacio-temporales usualmente juegan un papel menor.

    La aproximacin de Raymond Martin a la filosofa dela historia representa la variante ms emprica de estetipo. 14 En contraste con los otros representantes de lafilosofa de la historiografa, l consistentemente tomalas actuales - empricas - controversias historiogrficascomo punto de partida. Por lo tanto, se coloca tan

    cerca a la prctica histrica como es posible sin dejarde ser un filsofo (despus de todo, su inters esfilosfico y no historiogrfico). Martin est interesadoen la lgica y no en la historia de la historiografa:l indaga sobre el criterio epistemolgico implcitoutilizado por los historiadores cuando ellos juzganinterpretaciones enfrentadas.

    De acuerdo con Martin, estos criterios - tales comoprecisin, comprensin y justificacin emprica- explican las razones por las cuales las mejoresinterpretaciones ganan en el largo plazo y porqu, enconsecuencia, la historiografa avanza. 15

    En el polo concreto de la secuencia se sitalo tradicional, los criterios empricos de lahistoriografa, los cuales, usualmente, tratancon partes espacio-temporales especficas y condeterminadas sub-disciplinas de la historiografa ocon las tradiciones, tales como los historiadores dela Ilustracin en el siglo XVIII alemn, o la historiade la escuela de los Annales en el siglo XX francs16.Alguna clase de periodizacin o cronologa esfrecuentemente el principio organizacional de lahistoriografa emprica, la cual es ms parecida a lahistoria tradicional normal. De la misma forma,habitualmente, poca o ninguna reflexin terica est

    contenida en ella.Entre los dos polos de la secuencia y loscorrespondientes tipos puros estn los diversoshbridos de la filosofa y la historiografa. Cerca delpolo filosfico podra ser ubicada la bien conocidateora de las matrices disciplinarias de Jrn Rsen,debido a que su aparato conceptual bsico se derivade la filosofa de la ciencia, es decir, del paradigmaterico de Thomas Kuhn. 17 Una posicin similarpuede atribursele a la reciente teora de Rsen sobre

    11 Frederikson, From exceptionalism to variability, p. 600.12 Debido a que otras tipologas de historiografa han sido desarrolladas para diferentes propsitos, ellas no son tiles en este contexto.

    Para otros estudios ver: Schulin, E., Synthesen der Historiographiegeschichte, en Geschichtswissenschaft vor 2000: Fest schriftfuer Georg G. Iggers, zum 65. Geburtstag, Ed. Jarausch, K. et. al. (Hagen, 1991), and Blanke, H.-W., Typen und Funktionen derHistoriographiegeschichtsschreibung: Eine Bilanz und ein Forschungsprogramm, en Geschichtsdiskurs. Band 1: Methoden derHistoriographiegeschichte, Ed. Kttler, W. et. al. (Frankfurt am Main, 1993), 191-212.

    13 White, H.,Metahistory:The Historical imagination in Nineteenth-Century Europe (Baltimore, 1973); Ankersmit, F.R., The realityeffect in the writing of history: the dynamics of historical tropology, enHistory and tropology: the rise and fall of metaphor (Berke-ley, 1994), 125-162.

    14 Martin, R., The past within Us: An empirical approach to philosophie of history (Princeton, 1989); Martin, R. , Progress in historicalstudies,History and Theory 37 (1998), 14-40.

    15 Martin, The past within Us, 14-15: La aproximacin emprica no aleja la tensin entre las aproximaciones cientficas y humansti-cas. Ms bien expresa sta tensin dentro del tejido de un nuevo grupo de categoras y un nuevo programa de investigacin, los cualesparten de un examen de la estructura evidencial de la actual interpretacin histrica.

    16 Ver, por ejemplo, Reill, P.H., The German Enlightenment and the Rise of Historicism (Berkeley, 1975), y Burke, P., The FrenchHistorical Revolution: The Annales School 1929-1989 (Cambridge, England, 1990).

    17 Ver especialmente Rsen, J.,Historische Vernunft: Grundzge einer Historik, 3 vols. (Gttingen, 1983-1989), y Rsen, J.,Essays inMetahistory (Providence, 1997). Para un punto de vista diferente sobre Rsen ver Megill, A., Jrn Rsens Theory of Historiographybetween Modernism and Rhetoric of Inquiry,History and Theory 33 (1994), 39-61.

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    la comparacin historiogrfica intercultural debido aque ella implcitamente hace paralelos historiogrficoscon la ciencia al presuponer la existencia de unadinmica universal, cognitiva y progresiva juntocon una dinmica prctica en la direccin de valoresuniversales 18 (comparar la contribucin de Conrad

    a este foro What time is Japan?, en la cual lexplcitamente previene contra el presupuesto de unadinmica universal o lgica).

    A cierta distancia de Rsen -ms distante de lasecuencia y ms en la direccin del polo emprico-estn los voluminosos escritos historiogrficos deHorst-Walter Blanke en los cuales ha intentadoimplementar la teora de Rsen en la historiografaalemana desde la Ilustracin hasta el presente. 19

    En algn lugar de la misma zona de la secuencia, estla teora sociolgica de la historiografa de IrmlineVeit-Brause. 20 En varios artculos ella ha analizado

    recientes conceptualizaciones de la historia de lahistoriografa y ha propuesto una teora que le debemucho tanto a la sociologa de la ciencia - tal como la dePierre Bourdieu - como a la filosofa de la ciencia. Ellaexplcitamente rechaza el uso del paradigma tericode Thomas Kuhn para propsitos historiogrficos,debido - entre otras cosas - a su sugerencia de quelas dinmicas de la historiografa tienen un motorinterno ms que uno externo. Segn sus argumentos,la transferencia no es adecuadamente consideradaen el tejido de Kuhn. Al estar ms preocupada porlas condiciones sociales e institucionales de lodisciplinante de la historia, descuida el uso de los

    argumentos historiogrficos comparados. Como conRsen, en la teora de Veit-Brause las coordenadasespacio-temporales no juegan un papel significante;y como Rsen lo hace, ella subraya el doblecarcter del conocimiento histrico: como Ciencia(Wissenschaft) y como posibilidad de su adaptacinprctica (Orientierungswissen) (bautizados comoel modelo de la identidad disciplinaria y como elmodelo memorstico de la historia). 21

    Una trayectoria similar entre historiografa, sociologade la ciencia y filosofa de la ciencia, es manejadapor Lutz Raphael en Alemania, quien - en contrastecon Veit-Brause - aplic sus nociones tericas alprincipal caso de estudio historiogrfico, es decir, ala escuela de los Annales. 22 Significativamente, sin

    embargo, el libro de Raphael, tambin se mantienedentro de los parmetros de una aproximacinnacional (Francia en su caso), aunque l ha deducidoconclusiones generales de la recepcin internacionalde la escuela de los Annales. Una de ellas se sumatambin a una crtica del paradigma terico de Kuhnpara propsitos historiogrficos: De acuerdo conRaphael, desconoce continuidades esenciales en lastradiciones historiogrficas a travs del tiempo. Estambin relevante, tambin en nuestro contexto, laconclusin de Raphael de que aunque los historiadoresde los Annales ruidosamente propendan sobrela trascendencia del Estado-nacin en la historiaescrita, en un nivel subterrneo su propio programa

    de historia estructural permaneca firmemente atadoa la problemtica histrica de Francia. La interesanteoposicin de una historia profunda, estructural auna historia poltica superficial y acontecimental,para mencionar el ms notable ejemplo, es sloexplicable dentro del contexto intelectual francs delos aos 40 y 50.

    Observaciones similares han sido hechas recientementecon respecto a las huellas de la historia estructuralde la posguerra alemana, la Strukturgeschichte y la

    Historische Sozialwissenschaft. Mientras representantendencias internacionales en la historiografa, estos

    programas al mismo tiempo estn interrelacionadossubterrneamente con especficos contextos nacionalesintelectuales, tal como el debate sobre la Sonderwergen el caso alemn. 23

    A mitad del camino por la secuencia estn libros comoTelling the truth about history, de Joyce Appleby,Lynn Hunt y Margaret Jacob, o el de Peter NovickThat Noble Dream.24 Este tipo de aproximaciones

    18 Rsen, J., Some theoretical approaches to intercultural comparative historiography, en History and Theory 35 (1996), 5-23,especialmente p. 21: La modernizacin es, por supuesto, una de las ms importantes perspectivas de la comparacin diacrnica.Debera ser concretada como un proceso interno de racionalizacin que se ocupa del pasado. Como la esclarecedora teora de la his-

    toria (Aufklrungs) de Rsen es al mismo tiempo una teora de la racionalizacin cognitiva y normativa, este rasgo no sorprende.19 Blanke, H.-W.,Historiographiegeschichte als Historik(Stuttgart-Bad Cannstatt, 1991).20 Veit-Brause, I., Paradigms, Schools, Traditions: Conseptualizing Shifts and Changes in the History of Historiography, en Storia

    della Storiografia/Geschichte der Geschichtsschreibung 11 (1990), 50-65; Veit-Brause, I., Historiographical Progress: Its Theoryand Practice. Introductory Note, en Storia della Storiografia/Geschichte der Geschichtsschreibung 22 (1992), 79-84, Veit-Brause,I., The Disciplining of History: Perspectives on a Configurational Analysis of its Disciplinary History, en History-Making: Theintellectual and Social Formation of a Discipline, Ed. R. Torstendahl y I. Veit-Brause (Stockholm, 1996), 7-31.

    21 Veit-Brause, The disciplining of History.22 Raphael, L., Die Erben von Bloch und Febvre: Annales-Geschichtsschreibung und nouvelle histoire in Frankreich 1945-1980

    (Stuttgart, 1994).23 Raphael, L.,Die Erben von Bloch und Febvre, pags. 467-502. Para Alemania, ver T. Welskopp, Die Sozialgeschichte der Vter:

    Grenzen und Perspektiven der Historischen Sozialwissenschaft, en Geschichte und Gesellschaft24 (1998), 173-198.24 Appleby, J. et. al., Telling the Truth about the History (New York and London, 1994); Novick, P., That Noble Dream: The

    Objectivity Question and the American Historical Profession (Cambridge, England, 1988). Ver tambin el foro sobre Telling theTruth, enHistory and Theory 34 (1995); y Haskell, T., Objectivity is Not Neutrality: Rhetoric Vs. Practice in Peter Novicks ThatNoble Dream, enHistory and Theory 29 (1990), 129-156.

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    combinan la historiografa emprica tradicional de unanacin - historiografa norteamericana en ambos casos-con la apropiada filosofa de la historia. Por lo tanto,este gnero hbrido obviamente difiere de la escuetahistoriografa emprica debido a que la representacinde una particular pieza de historiografa bsicamente

    funciona como vehculo para un argumento filosfico.El criterio historiogrfico, consecuentemente, es almismo tiempo una defensa de, y un ataque a, unaparticular postura filosfica.En el caso de Novick el ataque es dirigido contra elrealismo mientras que el relativismo es defendido: elflorecimiento del pluralismo en la historiografa desdelos aos 60 es interpretado como un argumento enfavor del relativismo. En los casos de Appleby, Hunty Jacob sucede lo contrario: el reciente pluralismoes interpretado como un argumento en favor del(prctico) realismo y el relativismo es rechazadocomo inconsistente con dos presupuestos bsicos de la

    historia como disciplina: El canon de lo real basadoen la facticidad del pasado, y la norma de la verdadsustentada en la propia nocin de la investigacinemprica. 25 A lo largo del trayecto, tanto Novickcomo Appleby, Hunt y Jacob tambin distinguen entrehistoria como ciencia (Wissenschaft) e historia como(Orienterungswissen).

    Un tipo historiogrfico ms cercano a la historiografacomparada es el representado por la historiografacomparada de Fritz Ringer sobre las culturas aca-dmicas de Francia y Alemania alrededor del cambiodel ltimo siglo. Aunque el libro de Ringer, Fields ofKnowledge: French Academic Culture in Compara-

    tive Perspective, se parece a lo que Jrgen Kockallama comparacin asimtrica - debido a que eneste libro la situacin de comparacin de Alema-nia no lo es tanto como en su anterior obra sobre losmandarines alemanes - es enteramente comparativoen la estructura de sus argumentos. Al mismo tiempoest explcitamente propuesto como un ejemplo dehistoriografa comparada basada en la sociologa dela ciencia, es decir, en la teora de los campos aca-dmicos de Bourdieu.

    Otra reciente postura en el campo de la teorahistoriogrfica relevante para la historiografacomparada es la teora comunicativa de la historiografade Ann Rigney, basada en su anlisis comparado dela historiografa romntica francesa. 26 Su punto departida es una muy bsica observacin: Cuando los

    historiadores como otros mortales usan el lenguaje,se comprometen con una actividad comunicativa, i.e.,una actividad diseada para transmitir informacincoherente sobre el mundo a alguien ms. La historia seescribe para ser leda 27 y, por lo tanto, en el nivel dela teora historiogrfica necesita ser analizada como

    una forma de comunicacin.Esto implica que en la historia, vista como unaactividad comunicativa, la informacin factual slointeresa en la medida en que es relevante para untpico bajo consideracin y en la medida en que esetpico es relevante para nuestras preocupacionesdel presente, es decir, un sistema de relevanciapresente.28 Como siempre hay mltiples versiones decualquier tpico y mltiples sistemas de relevancia-no hay Historia, slo historias- la informacin factualsolo puede ser juzgada en relacin con mltiples textosy con la diferencia que establece en este contexto demltiples textos. En este sentido, la historiografa

    siempre es intertextual y al mismo tiempo referida alas expectativas e intereses de aquellos que la leen.Por lo tanto, los desarrollos historiogrficos tienenque ser analizados en relacin con el horizonte deexpectativas del pblico a quien se dirige. 29

    Debido a que el punto de partida (de la historiografa)no es el silencio (por ahora irrecuperable) sino loque ya ha sido dicho, los trabajos revisionistasestn intertextualmente vinculados a las alternativasestimadas que ellos buscan desplazar. Comoconsecuencia de este manejo crtico detrs dela historiografa, variando de la distancia crtica

    al antagonismo categrico, la representacinhistoriogrfica posee una dimensin agonstica deacuerdo a Rigney: Los historiadores, al contrariode lo que mucha reflexin terica podra hacernoscreer, regularmente escriben en el modo negativo, laafirmacin de lo que pas marcha inseparable con lanegacin de lo que no pas, lo que ciertamente no fueel caso o lo fue slo de modo parcial. 30

    Exactamente por esta razn, Louis Althusseracostumbraba denominar a todas las cienciashumanas como ciencias crticas. Es esta dimensinagonstica la que podra clarificar el hecho de quelas historias normales podran contener implcitashistorias subtextos que funcionan como historiacontraste para la historia presentada (como es el casode la historia holandesa en la historia de Granatstein

    25 Ver tambin mi artculo Historical Knowledge and Historical Reality: A Plea for International Realism, en History and Theory 33(1994), 310.

    26 Rigney, A., Time for Visions and Revisions: Interpretative Conflict from a Communicative Perspective, Storia della Storiografia 22(1992), 85-92; Rigney, A., The Rethoric of Historical Representation: Three Narrative Histories of the French Revolution (Cambridge,England, 1990).

    27 Rigney, A., Time for Visions, p. 85.28 Rigney, A., Time for Visions, p. 86. El concepto es de Veit-Brause.29 Rigney, A., Time for Visions, p. 86.30 Rigney, A., Time for Visions, p. 86-91.

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    de la historiografa de Canad). En el debate sobrela va especial de la historia alemana - su alegadaSonderweg - esta dimensin fue explicitada cuandoDavid Blackbourn y Geoff Eley puntualizaron quela peculiaridad de la historia alemana dependade la normalidad implcita de la historia europea.

    Observaciones similares se han hecho en tornoal alegado excepcionalismo de la historia deEstados Unidos, en el que la historia francesa ensu apreciacin Tocquevilliana funcionaba como elmodelo de la historia normal europea de la cual lahistoria americana se habra desviado. 31

    An ms abajo de la secuencia, en el polo empricose sita el proyecto historiogrfico de larga duracinde Georg Iggers, el cual nos acerca estrechamente ala historiografa comparada ms que todas las otrasposiciones revisadas hasta ahora. Aqu, - iniciandocon suNew Directions in European Historiography(1975), continuando con su edicin revisada

    (1984) y terminando con su Historiography in theTwentieth Century: From Scientific Objectivity to thePostmodern Challenge (1997) - realmente se trata deuna historiografa que va ms all de lo nacional. Aeste tipo de proyecto podramos colocarle la etiquetade una historiografa que va ms all de lo nacionaldebido a que bsicamente consiste en un anlisisparalelo de historiografas nacionales.32 Centradosen Alemania, Francia, Gran Bretaa y los EstadosUnidos, los estudios historiogrficos de Iggerscomprenden un panorama internacional de erudicincomplementado con un poco de la filosofa Kuhnianade la ciencia.

    Sin embargo, el papel de Kuhn ha sido disminuidogradualmente al punto de desaparecer entre 1975y 1997. En el libro de 1975 de Iggers, el conceptode paradigma fue el principal principio organizadorpuesto que l distingue un Annales francs, unposthistoricismo alemn y un paradigma marxistaanglosajn en la moderna historiografa europea. Sinembargo, en su edicin revisada de 1984, manifiestadudas acerca de esta idea organizadora. Ahora lenfatiza ms en la influencia de la ideologa sobre losdesarrollos y cambios en perspectivas historiogrficasy explcitamente niega que esto pudiera ser sloentendido en trminos del desarrollo interno de ladisciplina de la historia porque ello tambin refleja

    el impacto de la experiencia colectiva del siglo XX.Y en 1997 su conclusin es que todo esto apunta no aun nuevo paradigma sino a un pluralismo expandido.Sin embargo, Iggers no interpreta este pluralismoextendido como un cualquier cosa va al pluralismo- como algunos posmodernos lo haran - sino como un

    pluralismo que permanece dentro de los parmetrosde la racionalidad historiogrfica. 33 As, como enel caso de Rsen, Martin, y Appleby, Hunt y Jacob,el estilo de Igger en la historiografa comparadacombina una defensa de realismo, racionalidad y feen el progreso historiogrfico. El realismo, por lovisto, parece ofrecer la ms efectiva defensa contrael tipo de escepticismo de Granatstein con respecto alreciente estado del pluralismo historiogrfico.

    Una similar posicin sobre la secuencia es manejadapor Richard Bosworth con su historiografa paralelaque va ms all de lo nacional sobre la segunda guerramundial. Su Explaining Auschwitz and Hiroshima:

    History Writing and the Second World War 1945-1990 esboza los desarrollos historiogrficos relativosa la segunda guerra mundial en Inglaterra, Francia,Italia, Alemania, la Unin Sovitica y Japn. 34

    Bosworth tambin ha intentado estructurar desarrolloshistoriogrficos con la ayuda del paradigma tericode Kuhn. Tambin en su caso, la comparacinrealmente no es construida dentro del diseo deinvestigacin debido a que las historiografasnacionales son analizadas predominantemente dentrode contextos nacionales. Siendo as, por lo visto, anen la historiografa que va ms all de lo nacional elcontexto nacional es tratado como ms importante

    que el internacional.

    II. LA FRAGMENTACIN DE LA NACIN YLA HISTORIOGRAFA COMPARADA

    En el nivel ms general, la comparacin es el nicoantdoto efectivo para el complejo de soledad quean es excesivo en la historiografa. Bsicamentees el nico procedimiento metodolgico paraprevenir atribuciones empricamente injustificadasde caractersticas y problemas de historiografaparticulares (locales o nacionales) a causas particulares(locales o nacionales). Los diseos comparativos

    31 Ver Frederickson, From Exceptionalism to Variability, p. 592.32 Iggers, G.,New Directions in European Historiography [1975], (London, 1984); Iggers, G., Historiography in the Twentieth Century:

    From Scientific Objectivity to the Postmodern Challenge (Hanover, N.H., and London, 1997).33 Ver especialmente Iggers, G., Rationality and History, en Developments in Modern Historiography, Ed. Hozicki, H., (London,

    1993), 19-40, y especialmente p. 28: De un modo fundamental, el problema de la historia no es diferente de aquel de la ciencia,incluso de la ciencia natural. Como ha sostenido Thomas Kuhn enLa estructura de las revoluciones cientficas, un elemento culturale histrico tambin ingresa al trabajo cientfico, y en la pgina 36: (Pero) la historia, como cualquier disciplina intelectual, es unproceso progresivo guiado por algunos criterios de lo que constituye una comunicacin razonable. Ver mi artculo Can HistoriesBe True ? Narrativism, Positivism and the Metaphorical Turn , History and Theory 37 (1998), 324-329.

    34 Bosworth, Explaining Auschwitz. Ver mi resea de Bosworth enHistory and Theory 35 (1996), 234-252.

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    lo hacen de esta forma al separar lo particular delas caractersticas generales relacionadas con la(s)pregunta(s) planteada(s). 35 De modo que, pararegresar a nuestro caso canadiense, una consultahistoriogrfica a travs de las fronteras canadiensesle habra enseado a Granatstein que el relativamente

    desintegrado estado de la historiografa desde los aos60 de ningn modo es especfica del Canad, sino unrasgo del mundo occidental como un todo. 36

    Aunque, por supuesto, hay importantes diferenciasnacionales para ser mencionadas - por ejemploentre estados federales y unitarios, y entresistemas polticos relativamente estables einestables - uno de los rasgos ms notorios dela historiografa occidental desde los aos 60 esla comn desaparicin del Estado-nacin comofoco central y, de modo simultneo, el comnascenso de lo social, lo tnico, el gnero, loregional y las identidades locales. Este cambiodel foco historiogrfico refleja una modificacinen los modos dominantes de auto-representacinindividual y colectiva en el mundo occidental- y no slo en Canad. La fragmentacin de laidentidad nacional en un nmero de identidadessub- y supra-nacionales seguramente ha sido latendencia dominante durante las ltimas cuatrodcadas, aunque las contracorrientes no pueden serdescuidadas - como es el caso de Alemania despusde la reunificacin 37.

    Granatstein de ningn modo es el nico historiadoren el mundo occidental que se siente intranquilo conel estado fragmentado de la moderna historiografa.Viene al caso la reciente fundacin en los EstadosUnidos de la Sociedad Histrica, pero cuandoinsistimos en el ejemplo canadiense, J. Careless esla celebridad para mostrar. Personalmente l habaabogado por el concepto de identidades limitadasy por el de pluralismo historiogrfico en los aos 60,y habl por muchos cuando escribi en 1980 que enel intervalo l se haba sentido como un granjero enmedio de la inundacin cuando declar: Seor, sque he rogado por lluvia, pero esto es ridculo. 38

    El cambio de inters de los problemas de la historiacientfica, objetiva, a los temas de la memoriacolectiva - conectado a especficos ambientesde memorias y siendo as particular y subjetivopor definicin - puede plausible y simplemente serinterpretado como una consecuencia (y portador !)

    de este desarrollo hacia la fragmentacin de la historiay de la conciencia histrica.

    Ahora bien, este temor a la fragmentacin no esslo un problema de la sicologa de los historiadoresindividuales, sino tambin un asunto de laepistemologa de la historia como tal. En juego estel temor de que no hay una real lnea fronterizaentre el pluralismo, de un lado, y el relativismo (nohay rey en Israel) y el escepticismo (nada va),del otro. Este problema epistemolgico fcilmenteadquiere una dimensin existencial para historiadoresprofesionales que comprenden que el relativismo yel escepticismo constituyen amenazas fundamentales

    a los cimientos de los asuntos histricos como tales,es decir, la idea de la historia profesional, cientfica.Probablemente esta es una de las principales razonespor la que la discusin acerca de la fragmentacin deidentidades en las ciencias humanas no es conducidasotto voce sino, frecuentemente, por medio deinsinuaciones histricas y recalentadas.

    Aunque la comparacin puede tener muchos mritos,definitivamente no es la panacea para la angustiaexistencial ni para la histeria causada por el temorde la fragmentacin de la nacin. Quienquieraque sea susceptible por aquellos temores es mejoraconsejarle que busque ayuda en otra parte. Tampocola comparacin es garanta contra falsos juiciosempricos, debido a que como los polticos, loshistoriadores pueden intentar probar cualquiercosa mediante la comparacin. Ernest Nolte, en la

    Historikersstreit y Daniel Goldhagen en HitlersWilling Executioners, entre otros, testifican estepenoso hecho 39.

    35 Para los aspectos metodolgicos de la comparacin ver especialmente Ragin, The Comparative Method, y la Introduccin de Haupty Kocka a Geschichte und Vergleich.

    36 En el caso de Granatstein, la miopa historiogrfica no est exenta de peligros, debido a que l registra a todos los villanos que ljuzga responsables por el asesinato de la historia canadiense - entre ellos los profesores universitarios - y sugiere todo tipo demedidas policiales, tal como suspender los subsidios para las publicaciones acadmicas. Ver Granatstein, Who Killed CanadianHistory ?, pags. 139-149.37 Para la relacin de la historia y la identidad en general ver mi libro Konstruktion der Vergangenheit (Colonia, Weimar y Viena,1997), pags 400-437. Para el caso alemn ver Berger, S., Historians and Nation-Building in Germany after Reunification, en Pastand Present18 (1995), pags. 187222; y Jarausch, K., Normalisierung oder Re-Nationalsierung ? Zur Umdeutung der deutschenVergangenheit, en Geschichte und Gesellschaft21, (1995), pags. 459-478.

    38 Citado en Kealy, G., The Writing of Social History in English Canada 1970-1984, Social History 10 (1985), p. 349. La SociedadHistrica fue fundada en 1997 con el propsito de rescatar el saber histrico norteamericano de la excesiva fragmentacin de tenden-cias de la Asociacin Histrica Americana.

    39 Para un ms serio reciente debate sobre los mritos y peligros de la comparacin histrica aplicada a la historia del movimientoobrero ver Eisenberg, C., Die Arbeiterbewegungen der Welt im Vergleich. Methodenkritische Bemerkungen zu einem Projekt desInternationalen Instituts fr Sozialgeschichte im Amsterdam,Archiv fr Sozialgeschichte 34 (1994), pags. 397-410; Van der Lin-den, M., and Rojahn, J., Methodologische Probleme vergleichender Sozialgeschichte: Eine Erwiderung auf Christiane EisenbergsMethodenkritischen Bemerkungen zu einem IISG-Projekt,Archiv fr Sozialgeschichte 35 (1995), pags. 369-377; Welskopp, T.,Stolpersteine auf dem Knigsweg: Methodenkritischen Anmerkungen zum internationalen Vergleich in der Gesellschaftsgeschichte,

    Archiv fr Sozialgeschichte 35 (1995), pags. 339-367. Los alegatos comparativos de Nolte son ms explcitos que los de Goldhagen,mientras que los de este ltimo estn recubiertos con llamados generales a la metodologa de la ciencia social.

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    Sin embargo , cuando la comparac in esadecuadamente trabajada, se obtiene algo muyimportante: corta las preocupaciones y los problemasa lojustificado, dimensiona al tamao correcto pormedios empricos y racionales. Lo hace a travs de suubicacin en una perspectiva general y por medio del

    establecimiento relativo de sus terrenos factuales.As, la comparacin coloca al relativismo en uncontexto y con ello provee una perspectiva crtica yreflexiva. Al revelar los fundamentos sociohistricosdel escepticismo, al mismo tiempo crea su antdoto.

    III. SOBRE ESTE FORO

    Aunque este foro tiene que ver con cuatro artculossobre diferentes casos historiogrficos, ellos tienenun marco comn de referencia tanto por su temtica- los caminos historiogrficos de tratamiento dela segunda guerra mundial - como por su foco de

    comparacin.El artculo de Jrgen Kocka, Comparacin HistricaAsimtrica: El caso de la va especial (Sonderweg)de Alemania analiza el famoso debate sobre lapresumible va especial de la historia de Alemaniaque ha obsesionado a los historiadores que hanestudiado Alemania por varias dcadas. Analiza losdiversos estadios que el debate ha ido atravesando ymuestra qu partes de la tesis de la Sonderweg, ensu opinin, han sobrevivido a las crticas empricasy metodolgicas de recientes aos. l explora elcontexto histrico del cual surgi la tesis, y analizalos presupuestos involucrados, especialmente la sutil

    problemtica de una historia europea-norteamericananormal, lo que enfatiza el debate. Kocka, adems,utiliza el caso de la Sonderweg alemana paradiscutir las caractersticas y dificultades, los riesgosy las oportunidades de la comparacin asimtrica.Utilizando el caso alemn como punto de partida lexplora la lgica de una variante de la comparacinhistrica tambin frecuente en otras reas de lainvestigacin histrica.

    El ensayo de Daniel Levy, The Future of the Past:Historiographical Disputes and Competing Memoriesin Germany and Israel, est directamente conectado

    al texto de Kocka porque ofrece un completo anlisiscomparado de los recientes debates historiogrficosen Alemania e Israel as como sus (inter)relacionescon las definiciones de la identidad nacional. Elartculo de Levy muestra que el recurso metodolgicomismo de la comparacin est ntimamente vinculadoa los horizontes de esperanza y est implicado entemas poltico-culturales amplios. Levy revela cmolas definiciones tnica y civil de la identidad nacionalalemana e israelita estn referidas a agendas polticasdiferentes.

    El trabajo de Sebastian Conrad, What Time IsJapan? Problems of Comparative (Intercultural)Historiography, tambin aborda la construccinde la identidad nacional - en este caso japonesa -mediante la historiografa. En un detallado anlisisde la historiografa japonesa de posguerra, Conradarguye que existe un vnculo conceptual entre lahistoriografa japonesa y la europea - interpretadacomo una periodizacin de la historia mundial - ymuestra que la europea ha estado funcionando comoun modelo para la japonesa; y, as mismo plantea quela historiografa japonesa de posguerra esencialmentese mantiene como un discurso derivado. Siguiendoal de Kocka, el artculo de Conrad es otra ntidailustracin de la dimensin agonstica enhistoriografa (Rigney), y un convincente anlisisde las vas en las que las herramientas conceptualesde una particular tradicin historiogrfica - o de undiscurso historiogrfico para colocarlo en la msactualizada terminologa de Conrad - estn vinculadas

    a otro discurso historiogrfico que funciona comosu contraparte. El fenmeno de la intertextualidad enhistoriografa es as ilustrado de un modo concreto.

    El texto de Richard Bosworth, ExplainingAuschwitz after the End of history: The Case ofItaly, es una continuacin de su proyecto previo enhistoriografa comparada. Aunque este texto abordanicamente Italia - es por lo tanto un ejemplo decomparacin asimtrica - la historiografa italianaes regularmente comparada con la de Alemaniay Francia. Bosworth conecta los cambios deparadigma en la historiografa italiana a los cambios

    en las polticas de identidad - de la Izquierda y laDerecha italiana, y de lo que es izquierda o Izquierday Derecha desde 1989. Tal como lo hace Levy, lenfatiza en la relevancia poltica de lo que permaneceno-dicho en el discurso historiogrfico - sussilencios sintomticos. Al comparar los silenciosen la historiografa italiana y alemana Bosworthllega a la conclusin de que frente a sus contrapartesitalianas, los historiadores alemanes han mostrado,de lejos, la mayor buena voluntad para enfrentar loslados oscuros de su legado fascista. Por esta va lahistoriografa comparada puede ayudar a remediarfalsas impresiones y prejuicios; lo ms probablees que las conclusiones de Bosworth tambin sean

    vlidas para la historiografa alemana, comparadacon la historiografa francesa u holandesa sobre lasegunda guerra mundial.

    Los cuatro artculos apoyan la conclusin de que lo quesigue al, o est detrs del, mtodo de la comparacinhistrica es unapoltica de la comparacin histrica, laque est oculta en la eleccin de los parmetros. Estosparmetros de comparacin constituyen los llamadosrangos de contraste o situacin de comparacin,

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    40 Para la crucial funcin de los rangos de contraste en la comparacin ver mi Konstruktion der Vergagenheit86, pags. 193-194, 217-219.

    y todos ofrecen delicadas observaciones de cmoestas situaciones de comparacin determinan losresultados de la comparacin. 40 Esta circunstanciapodra explicar porqu la comparacin sin rangosexplcitos de contraste (y por tanto asuntos biendefinidos) frecuentemente conduce a lo inconcluso

    o incluso a engaosos resultados. Para traducir anuestro contexto el principio poltico de Lenin: Laasociacin es buena, pero el control es mucho mejor,La asociacin en la comparacin es buena, pero elcontrol sobre la situacin de comparacin es muchomejor.

    En las historias nacionales las situaciones decomparacin usualmente tienen que ver con lashistorias de otras naciones - idealizadas o no, comolo ilustra Granatstein - conduciendo a interpretacionesdiferentes de la historia nacional de acuerdo condiferentes situaciones de comparacin. El debatesobre la Sonderweg como es analizado por Kocka,

    y la historiografa japonesa como es analizada por

    Conrad, ofrecen claras ilustraciones de esta conexindirecta entre historias y sus implcitas comparaciones.O las situaciones de comparacin podran tener quever con otras interpretaciones de lo que tiene que serla nacin bajo estudio.

    El texto de Bosworth subraya este problema en lamedida en que traza las representaciones del cambiodel pueblo italiano bajo el fascismo de un colectivode vctimas y de resistentes a una variedad deperpetradores, simpatizantes y vctimas. Y el artculode Levy se dirige a las diferentes interpretacionesde lo que significa ser israelita en la historiografasionista y pos-sionista y lo que significa ser alemnen la historiografa nacionalista y pos-nacionalista.Al deconstruir las nociones esenciales de la nacin,la historiografa comparada podra contribuir a laaceptacin de la diferencia y a la promocin de latolerancia. Hay cosas peores que los historiadores

    pueden hacer.