HISTORIAS DEL PLANETA

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emo nació en la primavera de 1938, en una ciudad de esas muy conservadoras de la época. Parecía un niño normal, reía, jugaba y lloraba como todos los otros, no fue sino hasta que cumplió los siete años de edad cuando se dio cuenta de lo especial que era, para ser exacto tenía siete años y cinco meses cuando sucedió un hecho que pudo haber cambiado la historia de la humanidad; en serio, no estoy exagerando. Memo estaba corriendo dentro del jardín de su casa (en ese tiempo aun había casas con jardín), corría tras de sus hermanos mientras reía a carcajadas, cuando de pronto...Memo tropezó con una rama de árbol que estaba tirada, sin embargo, en vez de que cayera al suelo como cualquier cuerpo respetando la ley de gravedad, Memo agitó sus brazos tratando de evitar perder el equilibrio, cuando repentinamente ocurrió lo increíble, Memo pudo detenerse antes de encontrar el piso y mejor aun, flotó en el aire, sus dos hermanos lo observaron atónitos y sin dar crédito a lo que veían dejaron las carcajadas a un lado y sus expresiones se llenaron de asombro, Memo, por su parte sin poder creer lo que sucedía, seguía agitando las alas, perdón, los brazos hasta que se elevó un poco más del metro y medio de altura, "¡Papá, papá -gritó emocionado- puedo volar!", el padre, conservador por excelencia, al ver a su hijo volando, en vez de alegrarse de lo extraordinario, lo tomó de un pie y con tremendo jalón lo puso en la tierra, M

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RELATOS CORTOS PARA JOVENES DEL CRISTIANISMO CONTEMPORANEO

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emo nació en la primavera de 1938, en una ciudad deesas muy conservadoras de la época. Parecía un niñonormal, reía, jugaba y lloraba como todos los otros, no fuesino hasta que cumplió los siete años de edad cuando sedio cuenta de lo especial que era, para ser exacto teníasiete años y cinco meses cuando sucedió un hecho quepudo haber cambiado la historia de la humanidad; en serio,no estoy exagerando.

Memo estaba corriendo dentro del jardín de su casa(en ese tiempo aun había casas con jardín), corría tras desus hermanos mientras reía a carcajadas, cuando depronto...Memo tropezó con una rama de árbol que estabatirada, sin embargo, en vez de que cayera al suelo comocualquier cuerpo respetando la ley de gravedad, Memoagitó sus brazos tratando de evitar perder el equilibrio,cuando repentinamente ocurrió lo increíble, Memo pudodetenerse antes de encontrar el piso y mejor aun, flotó enel aire, sus dos hermanos lo observaron atónitos y sin darcrédito a lo que veían dejaron las carcajadas a un lado ysus expresiones se llenaron de asombro, Memo, por suparte sin poder creer lo que sucedía, seguía agitando lasalas, perdón, los brazos hasta que se elevó un poco másdel metro y medio de altura, "¡Papá, papá -gritó emocionado- puedo volar!", el padre, conservador por excelencia, al vera su hijo volando, en vez de alegrarse de lo extraordinario,lo tomó de un pie y con tremendo jalón lo puso en la tierra,

M

"Nunca vuelvas a hacer eso! -le gritaba furioso- ¡¡¿entendiste?!! no quiero que la gente te vea, te señale ypiense que tengo a un ser extraño en mi familia, -mientraslo regañaba le acomodó tres fuertes golpes en la espalday brazos, con los que selló su advertencia -¡¡no quiero quevuelvas a volar!!

Memo, se quedó sentado en el jardín, a los hermanoslos alejaron de la escena y él seguía ahí solo, sollozando yconvenciéndose de que volar era algo que no debía volvera intentar jamás.

Pasaron los años y de ese episodio nadie se volvió aacordar. Memo ahora tenía cerca de 60 años, era un buenhombre, llevaba ya 40 años de trabajar como policíapreventivo en un banco, hasta que por fin un día, su jefeinmediato le dio la gran sorpresa, por fin lo iba a ascender,ahora no sería solamente un policía preventivo, sino que seconvertía en "Guardia nocturno del banco", ese título se lohabía merecido después de sus tantos años de fielesservicios. Memo lloró de contento y agradeció ese grandetalle.

La siguiente noche fue su primer noche en el nuevocargo, el estaba muy contento y orgulloso, hasta que seaparecieron como a las tres de la mañana un grupo deladrones que robaron dinero del banco y algunas otrascosas, Don Memo (porque ahora así le llamaban) no pudohacer nada, lo amarraron a una silla y no fue sino hasta lamañana siguiente cuando su jefe se encontró con ladesagradable noticia: "¡¿Cómo es posible que haya sucedidoesto Don Memo?! -le gritaba el gerente- ¡nosotros quedepositamos nuestra confianza en usted y así nos paga,queda usted despedido!

El buen Memo salió del banco cabizbajo y sintiendo comoel mundo se derrumbaba a cada paso que daba, habíansido 40 años de trabajo para nada, "soy un fracasado - se

decía a sí mismo- soy un don nadie, uno del montón, sipudiera hacer algo importante, si pudiera hacer algo...”mientras seguía martirizándose, repentinamente como unchispazo llegó a su mente el recuerdo: "¡Claro, claro quepuedo hacer algo importante, algo que nadie puede hacer- se iluminó su rostro- yo puedo volar, eso es lo que haré,voy a volar y que todo el mundo vea lo que puedo hacer".

Con la mente fija en esa idea se dirigió al edificio másalto de la ciudad con la firme intención de tirarse desde loalto y volar, pero estaba tan concentrado en su idea queno se dio cuenta que unos ladrones corrían huyendo de lapolicía y se metieron al mismo edificio al que Memo sedirigía. Subió por el elevador sin escuchar siquiera lassirenas de las patrullas. En su mente veía todo lo que ibaa ocurrir después de que el mundo conociera su talento.

Un par de policías entraron en el mismo elevador, seabrió la puerta y ellos salieron a buscar a los ladronesmientras que Memo salía a buscarse a sí mismo.

Se acercó a la cornisa del edificio, volteó hacia abajo yvio a una muchedumbre con cámaras de televisión y todoeso. “Esta es mi oportunidad -se decía muy animado - hoyes el día en que me conocerán". Estaba tan concentradoen lo que iba a hacer que ni siquiera escuchaba los gritosde la policía alertándolo y mucho menos veía que los ladronesiban bien armados.

Memo encontró el mejor ángulo y estaba por lanzarse,los ladrones corrían cerca de él, pero no se daba cuenta,así contó: uno, dos y por fin con una sonrisa que habíaguardado toda su vida se lanzó al vacío. Agitó sus brazosy comenzó a volar, "¡¡Estoy volando, estoy volando!! -gritabaa todo pulmón - ¡Véanme todos, estoy volando!".

Nadie se dio cuenta de que volaba, y mucho menoscuando no llevaba muchos metros de su despegue una

bala perdida traspasó el corazón de Memo, cortándole lalibertad y la vida en segundos. La muchedumbre sólo viocaer un cuerpo más, nadie se pudo dar cuenta de queMemo pedía volar, algunos lo contaron de entre los ladronesy la mayoría seguían atentos al tiroteo policiaco.

Pocos fueron los que asistieron al funeral días después,pero ninguno de ellos siquiera sospecho que Memo podíavolar.

La historia es una historia triste, podríamos hasta llorarpor Memo, pero más bien deberíamos llorar por nosotrosmismos y por las personas que teniendo la capacidad devolar, mueren anónimas sin mostrar al mundo eso especialque Dios ha dado .Los talentos, dones, facilidades que otrosno tienen y están guardadas en tu corazón, no esperescuarenta años o llegar al final de la vida para podermostrarlos. Eso que tú tienes es lo que hoy necesita esteplaneta.

Eran las once y media de la noche, estaba llegando ami desordenada habitación con un tremendo cansancio,habían sido tres largos días de enseñanzas, predicacionesy alabanzas en un congreso más de esos en los que siemprenos lanzan retos, claro, cansado pero con nuevo ánimo,pues a partir de ese próximo lunes, estaba decidido a"impactar" al mundo y "ganarle la pelea al enemigo".

Apenas si tuve tiempo de comer algo antes de dormir,realmente estaba fatigado, ni siquiera me fui a cenar conlos amigos al terminar la ultima predicación, quería que lamañana siguiente fuera un día especial, un renacer a mivitalidad cristiana, sabía que era un instrumento escogidopor Dios que iba llevar salvación a este mundo tantristemente perdido. Mientras seguía hablando conmigomismo, trataba de acomodar las sábanas revueltas quehabía dejado por la mañana para intentar darles forma ymeterme en ellas, por fin estaba adentro, la luz apagada ysólo un pequeño reflejo del foco que venía de la calle eralo que bañaba de una tenue obscuridad toda mi recámara.

Aún no estaba bien dormido cuando repentinamente enla pared de enfrente, donde tengo colgados todos losdistintivos de los congresos a los que he asistido, se empezóa dibujar algo que parecía ser la figura de un hombre, depronto me asusté, ¿era un sueño o una broma de la

imaginación?, pero sí, efectivamente, era una persona comode unos cuarenta años, tenía aspecto como de cansancio,sin embargo sonriente se dirigió a mi como queriendoplaticar, la impresión de ver algo así, me asustó de pronto,sin embargo mientras lo veía caminar a mi, me dio confianza,no sentía opresión ni algo negativamente extraño, así queamigablemente me sonrió y empezó a hablar:"A partir de mañana vas a comenzar una nueva vida amigo-me dijo-, una vida en la que has decidido servir a Dios detodo corazón, proclamar Su reino en esta tierra y las buenasnuevas de salvación, eso me da una gran alegría, hacenfalta jóvenes que estén dispuestos a fortalecer unaconvicción como la que está naciendo en ti, esa mismaconvicción nació en mi hace algunos años, y hoy que pudeverte con ese fuego nuevo dentro de tu ser, algo me animóy me hizo venir a contarte mi historia, que comenzó lamisma noche que tomé una decisión como la que tú tomastehoy".

El hombre se sentó cómodamente en la silla que estájunto a la mesa de la computadora y como buscandorecuerdos en el techo, comenzó su historia:"Faltaban doce días para cumplir los diecinueve años,terminaba la escuela y tenía que decidir qué estudiar en launiversidad, me interesaba estudiar leyes, quería llegar aser un abogado reconocido y tal vez no iba a ser difícil, puesera el mejor de la clase; llevaba tiempo de salir con unalinda joven, Laura, esperando el momento de formalizar elnoviazgo para llegar al matrimonio, los dos eramoscristianos, y aunque asistíamos a iglesias con diferentedoctrina, nuestra esencia y convicción era la misma. Todoestaba bien, sin embargo un día escuché una conferenciacristiana que realmente movió mi mundo interno, hablabade la urgente necesidad de salvar a este mundo enfermoy en decadencia, de la falta de obreros cristianoscomprometidos con el Señor y faltos de convicciones, deaquellos líderes que el mundo necesitaba, yo desde mi sillacomencé a llorar internamente, mi corazón se dolió y un

fuerte deseo de servir me impulsó a levantarme de miasiento en cuanto el predicador lanzó el reto, "Quién iradelante de mi, dice el Señor, Heme aquí", y esa fue laconvicción que en el momento tan emocionante me hizoponerme de pie, junto a mi se levantaron casi el cien porciento de los asistentes, en su mayoría jóvenes de mi edad,algunos lloraban, otros sólo jugaban, pero en mi interioren ese momento hice un compromiso genuino y sincerocon Dios.

Platiqué con algunos adultos de la iglesia y personasque trabajaban dentro del ministerio, buscaba respuestasy orientación a mi deseo de servir, nadie me dio unarespuesta exacta, solamente consejos en general y larecomendación de que me pusiera en oración; el fuegodentro de mi corazón seguía vivo.

Después de intentar ordenar mis ideas y deseos, toméla decisión de dejar la carrera universitaria y estudiar enun instituto bíblico fuera de mi país, lo que por consecuenciatrajo el tener que olvidar la relación de amor que apenasestaba naciendo. Así, recién cumplidos los diecinueve, pasécuatro años en el instituto bíblico, aprendiendo una disciplinaque jamás pensé que existiera, pero me gustaba, día ynoche fortalecía mi conocimiento bíblico, en algunasocasiones, pero muy esporádicas, salíamos a evangelizar,eso me encantaba hacer, aunque nuestros maestros decíanque teníamos que ir bien preparados, que esos momentossolo eran de práctica, como si fueran laboratorios losparques públicos y practicáramos simplemente nuestraretórica cristiana para convencer sin creer realmente queen ese momento vidas podrían encontrar respuestas a suspreguntas en Jesucristo.

Al terminar los cuatro años, me fui de misionero pordos años a unas comunidades indígenas en las que enrealidad no me gustaba estar, pero me decían que eraparte del proceso de crecimiento en mi vida, aún así mi

corazón seguía en mi ciudad de origen, con mis amigos dela escuela, y en las noches me preguntaba qué sería desus vidas a casi seis años de no verlos, algunos ya habríanterminado su carrera universitaria, otros tal vez se habríancasado, intenté comunicarme con Laura, y me enteré queya se había no sólo casado, sino divorciado, eso me doliómucho.

Pasó el tiempo y tenía ya casi 27 años de edad, mi vidaparecía diferente, hablaba diferente, conocía la Biblia depies a cabeza, podía escribir sermones y predicaciones encosa de minutos; regresé a casa por unos días y me dicuenta que casi no conocía nada, digo, nada de lo que ahíhabía, todo parecía haber evolucionado en el tiempo de miausencia, tan extraño me sentía que no salí a la calle enese tiempo, mi disciplina no la podía romper, me sentíaculpable si no llevaba a cabo mi rutina, oración devocionaly ayuno. Laura se enteró de mi visita, intentó comunicarseconmigo y quería que nos viéramos, pero sinceramentepreferí evadir ese encuentro, aunque en algún lugar profundode mi ser lo deseaba intensamente, pero ahora ella erauna mujer divorciada y no se vería bien que saliera con unhombre que estaba a punto de tomar cargo como copastoren una iglesia al sur del país, en un pequeño poblado degente marginada en su mayoría, así que en mi entenderresistí a ese "viejo hombre" que había en mi y no tuve lacita con Laura.

Por fin llegué a ese poblado, la iglesia tendría unos 50fieles, no era muy grande, pero había aprendido a que poruno solo que no se perdiera, valía la pena estar ahí. A vecesme preguntaba, qué hubiera pasado si hubiese salido conLaura otra vez, mi mente revivía los momentos en los quejuntos soñábamos y planeábamos un futuro sirviendo alSeñor, pero de una forma muy diferente a como lo estabasirviendo yo en ese momento y en esa población, no mesentía seguro de qué era lo que realmente me llenaba, siservir al Señor en esas circunstancias en las que me

encontraba o en las circunstancias que mi mente me haciaver, al lado de una chica que amaba.

Estuve copastoreando por ocho años la iglesia, llegamosa ser 95 fieles, y cuando había alguna actividad especiallográbamos reunir a unos 120, a veces sentía que eramospocas personas, mi sueño siempre había sido alcanzarmultitudes, el evangelismo masivo en calles, el llegar a serun abogado reconocido y lleno de Dios, reflejar en mi éxitoprofesional la verdad de Cristo, pero no, si estaba ahí, enese pequeño poblado era por algún propósito, que aún nopodía entender, pero Dios me lo mostraría.

“No es bueno que el hombre esté solo -me decía elpastor del lugar- mejores son dos que uno muchacho, y lamujer que el Señor te ha preparado debe estar aquí",necesitas casarte para que un día ocupes el lugar que yotengo o al lugar que el Señor te envíe, pero con una mujerque te apoye y esté sujeta a ti.

El pastor y yo éramos buenos amigos, sin embargo aveces pienso que nos faltó confianza, él nunca supo delamor que yo tenía por Laura y cada vez que me hablaba deunirme a alguien me recordaba más aún a Laura. Pero suinsistencia y la falta de alguien especial que llenàra eseespacio en mi vida, me hizo relacionarme sentimentalmentecon una linda señorita, fue poco el tiempo que empezamosa salir cuando ella se empeñó en formalizar la boda, alprincipio trataba de evadir el tema del compromisomatrimonial, pero tampoco podía tener la imagen de unhombre que jugaba con los sentimientos de las chicasaprovechando su cargo en la iglesia así que sin darle muchasvueltas al asunto acepté el compromiso porque creí queen verdad era lo que Dios me tenía preparado, el pastor yaera anciano y alguien se tenía que quedar a cargo de laiglesia, pero un joven soltero nunca podía asumirlo, así quehicimos los preparativos, todo estaba listo y en los primerosdías de septiembre sería la boda.

Era el 6 de agosto, y como el estallido de una bombauna noche me desperté asustado, en la oscuridad de mirecámara, a mis casi 36 años de edad por primera vezhice una reflexión real de lo que estaba ocurriendo a mialrededor, ese fuego por las almas perdidas que habíainiciado todo cuando tenía diecinueve años se había alojadoen un lugar olvidado de mi corazón, tenía ya varios añostrabajando en una iglesia, aconsejando gente, y ahora yoera el que necesitaba el mismo consejo que hace 17 añoshubiera querido escuchar; mi vocación era esta, sí, el serviry llevar el evangelio a la gente, pero la forma de desarrollarlaestaba equivocada, de joven soñaba con ganar almas y hoysolamente las estaba cuidando, y no es que esto no seabueno, pero no era lo realmente mío, quería llevarle salvacióna mis compañeros de escuela y hacía años que ni siquierasabía de ellos, algunos tal vez eran alcohólicos, divorciados,muertos; la mujer que en verdad amaba no era con quienme iba a casar, sino aquella Laura con quien había dejadoenterrados mis sueños, la misma que se había casado ydivorciado por haber creído encontrar el amor que dejó enmi.

Habían pasado 17 años, viviendo en un mundo cristianoque me había hecho olvidar que hay un mundo afuera muynecesitado de obtener respuestas que a veces los cristianosguardamos para intercambiarlas con otros cristianos quetienen las mismas respuestas pero con diferentesinterpretaciones.

Esa noche no dormí, al contrario, me desperté en todoslos sentidos, pude entender que aunque había pasado eltiempo, aun tenía la oportunidad de realizar plenamente lavocación que tenía para servir a Dios, me hubiera gustadoestudiar leyes, y llegando a ser un abogado reconocido,frente a tribunales llenos de gente que no conoce al Señor,testificar de Su salvación y Su perdón, pero tal vez ahoraeso sería difícil. Pensé en Laura, y mientras alguna lágrimacorría en mi rostro, pude estar seguro que ella era la mujer

que Dios tenía preparada para mi, no importaba lo quehabía pasado, pues no fue Él quien hizo que pasara, fuimosnosotros mismos por tomar la decisión incorrecta, pero eltiempo enseña, y aunque la enseñanza fue difícil, en esemismo instante entendí cual era mi misión en este planeta.

La mañana siguiente, sin perder más tiempo, hablé conel pastor, después de tantos años le mostré mis másprofundos sentimientos y deseos, y mientras la plática sedesarrollaba, dentro de mí sentía una liberación que nuncaantes había sentido, el pastor me escuchaba y sus ojos seponían vidriosos, como si estuviera sintiendo lo que yo sentíaen esos momentos, al final sólo me dijo que estaba deacuerdo conmigo, pues él tenía la convicción de que nohabía sido yo solo quien estaba tomando la decisión dedejar ese lugar y regresar a buscar del pasado, mi futuro,sino que sabía que Dios mismo estaba apoyando esadecisión, después de decirme eso, me dio un fuerte abrazoy los dos soltamos un llanto contenido de tiempo atrás, nose cuánto pasamos abrazados llorando, pero fue como unirlos sentimientos y descargar la más profunda tristeza,luego, al separarnos, me sonrió pidiéndome que fueracuidadoso al darle la noticia de mi rompimiento a la quehasta ese momento era mi prometida, que no fuera alastimarla demasiado, después me sonrió dándome unfraternal puñetazo en el hombro izquierdo, sonriendo aúncon los ojos llorosos me pidió tenerlo al tanto de lo quehiciera, dijo que apoyaría mi ministerio en todo lo que pudieray que agradecía a Dios el haberme conocido, nosestrechamos la mano y limpiándome los ojos salí de sucasa.

No fue nada fácil hablar con la que supuestamente ibaa ser mi esposa, durante todo el camino a su casa ibapracticando en mi mente frases para decirle que no lafueran a lastimar, cuando ya tenía listo lo que iba a decir,al momento de estar con ella lo olvidé todo, la retórica paraconvencer que tantas veces usaba en mis sermones se

había ido en ese momento, pero Dios puso en mi bocapalabras que la ayudaron a entenderme, y aunque noté sudolor, fue muy valiente al no llorar, al contrario ella quisohacer una oración por mi y por mi futuro, eso alivió lo queyo sentía, entendí que no era solamente el egoísmo de miparte al negarme estar en ese lugar, sino que Dios enverdad estaba reacomodando las cosas para darme unanueva oportunidad de encontrar mi camino.

Salí de su casa con cierta expresión de culpabilidad aún,sin embargo, cuando ella cerró su puerta y yo caminabapara preparar mis maletas, brinqué de gusto sintiéndomelibre, no sabía de que, pero libre. De camino a mi vieja casa,en donde aun vivían mis padres, no dejaba de repasar enmi mente todo lo que habíamos deseado hacer por elSeñor Laura y yo, no le avisé que iba, pero en mi corazónestaba claro que el reencuentro sería para unirnoseternamente.

Llegué a mi casa y respiraba un aire diferente, mi llegadasorprendió a todos, y más les sorprendió saber la decisiónque había tomado, ahora con los ahorros que tenía mecasaría y haría florecer y dar fruto aquella semilla que Dioshabía sembrado en mi corazón 17 años antes.

El reencuentro con Laura fue tan sorpresivo comosorpresivo fue sentir que estaba renaciendo a un mundoque había abandonado años atrás, como si hubiera estadosecuestrado dentro de mi mismo. Mientras yo pasé esosaños de rodillas pidiendo por la humanidad, la humanidadestaba no sólo de pie, sino caminando a un paso tan velozque me sería muy difícil tomar, sin embargo podía escucharesa voz interior que estaba conectada al cielo diciéndome,"no es tarde, lo vamos a alcanzar".

Ahora han pasado sólo unos meses desde ese regreso,estoy casado con Laura y muy feliz reencontrándome conantiguos amigos, viejas amistades con nuevas

personalidades, escuchando sus problemas y dándolesopciones, estaba comenzando todo de nuevo... Sin embargo,a lo que yo vine contigo esta noche, es solamente a decirteesto, a darte un consejo que me hubiese gustado escuchara tu edad, y es que una decisión de servicio no solamentese debe tomar por un emocionalismo momentáneo, porquepuedes perder años en vez de ganar almas, piensacentradamente cuál es la vocación que tienes, tus dones,tus habilidades y lo que más te gusta hacer, el llamado esel mismo para todos , "ir y llevar las buenas nuevas a lagente", pero la forma en que desarrolles tus dones ytalentos especiales son los que van a lograr lo que Diosdesea de ti, sintiéndote feliz de hacer lo que te gusta hacer,y no únicamente creyendo ser feliz haciendo lo que te diganque es lo que debes hacer, Dios no te va a obligar a haceralgo en lo que no estés contento, eso lo hemos hecho loshombres, tu simplemente deléitate en Él y Él concederá laspeticiones de tu corazón, no busques copiar como si fuerauna receta lo que otros han hecho para hacer lo mismocon tu vida, cada uno de ellos ha decidido la forma en quese va a desarrollar su ministerio, y con esto no quiero decirque el tiempo que estuve allá fue malo, o dedicar la vida asísea malo, no, pero eso simplemente no era lo mío, así comopara algunos es lo mejor ese estilo de vivir el evangelio, noera el mío, tal vez muchos como yo, aunque están sirviendo,sus corazones están en otro lado, pero muchos como túque están en la línea que divide lo que es de lo que será ensus vidas tienen la oportunidad de razonar su fe, llegandoa tomar la decisión que sobre todo te de felicidad, si llegasa ser ministro, pastor evangelista o lo que quieras con untítulo de iglesia, puede ser tan fructífero, como aquelabogado, licenciado, escritor, periodista, deportista, amade casa, electricista o lo que tus habilidades permitan, perola esencia es llevar el evangelio sin pensar solamente enunos cuantos "estándares" de servicio, cada uno de nosotrosde forma individual y tan personal como la huella de tupulgar, es como Dios te va a usar siempre y cuando laprincipal comunión sea con Él, aprende a escucharlo y a

ser sincero con Él, y de una u otra manera te hablará y tehará sentir que es lo mejor para ti, ...."

El hombre se levantó de la silla, mientras lo hacíasonriente, miré de pronto a la ventana de mi recámara, laoscuridad de la noche se desvanecía, los primeros rayosdel sol se levantaban, regresé mi vista a la silla y el hombreya no estaba, el reloj que duerme junto de mi, marcaba lahora de levantarme, en cosa de segundos comenzó a sonarla alarma, no sé por qué la noche se me hizo tan corta, nosé exactamente qué me quiso decir ese hombre, ese sueño,sin embargo, estaba listo para despertar, para levantarmey sobre todo sintiendo que después de tantas noches, porfin había descansado.

Claudia está sentada sobre su cama, con las piernascomo en flor de loto igual que cuando era niña, pero hoyno está con ella esa sonrisa infantil, despreocupada y llenade alegría, solamente la acompaña un pedazo de pastel dechocolate blanco que es su favorito y una taza de café quehumeante en la penumbra de su recámara da el toque denostalgia que siente en su corazón.

Sacó de debajo de su closet una pequeña caja de maderaen donde guardaba aquel diario que dejó de escribir a los16, eran varios cuadernos que fueron testigos de susemociones, de sus amigos y del correr de los años, hojeabacallada y al leer volvía a vivir algunos momentos, tambiénhabía fotografías, que son trozos de vida que se vandecolorando en el papel pero nunca en la memoria.

Empezó a escribirlo como a los once años, ya sabes, enesa edad en la que los príncipes azules salen de los cuentospara convertirse en tu compañero de silla en la escuela, elhermano de tu amiga o si eres más aventurada en elmaestro de Español, y los ves rodeados de polvo mágicocuando hablan y caminando como si viajaran por las nubesen un corcel blanco, amores infantiles a fin de cuentas;Claudia leía anécdotas y se reía en silencio, algunas vecesse avergonzaba de la niña que había escrito esas cosas ycerraba súbitamente el cuaderno, pero al reflejarse en elespejo entendía que aquella niña era ella misma ynuevamente volvía a sonreír y a leer, tenía una foto de su

amiga Susana, la que en el primer año de secundaria laodiaba por ser más aplicada que ella, pero después dedejarla copiar en los exámenes fueron las grandes amigas,de hecho Claudia era la mensajera entre Susana y RobertoEscalante, el niño del tercer año que gracias a su intervenciónle llegó en una fiesta de Navidad; Claudia no dejaba desonreír, con una sonrisa un poco extraña, un pocomelancólica, seguía dando vuelta a las hojas, estaban losboletos del Circo de Moscú al que la invitó su tío junto consu hermana menor, también encontró los pases que supapá le regaló para que fuera con tres amigas más a verel “Holliday On Ice”, le encantaba el patinaje artístico, siemprequiso tomar clases, pero nunca tuvo el valor suficiente, sesentía demasiado gorda para hacerlo, y en realidad noestaba gorda, quizá un poco llenita, pero a los 13 años lapresión de las bromas de los compañeros de escuela y lafamilia te hacen sentir exageradamente defectuoso.

Tenía tantos recuerdos tan frescos en ese diario, quelos minutos pasaban volando en su habitación, ya era unpoco más de media noche, y ella seguía leyendo, mediosonriendo, recordando mientras le daba cucharadas alpastel hasta terminarlo.

Llegó a las hojas en donde estaba detallado el momentoen el que asistía por primera vez a un campamento cristiano,fue en el ’83, acababa de cumplir 14, estaban escritos losdetalles del nerviosismo una noche antes de la gran salida,solamente irían de su iglesia dos niñas que eran hermanasy no le hablaban nunca y un chico del que estaba enamoradadesde hacia mas de dos años, era Carlos, mas bien gorditopero muy simpático, Claudia se emocionó al volver a leerlo que pasó, como si renaciera aquel momento, como sitodo fuera a repetirse al dar vuelta a la hoja, tenía anotadoel momento en el que rompió el hielo y platicaron, cuandose sentaron juntos en el autobús, cuando fueron pareja enmás de dos juegos, esa semana fue intensa emocionalmentey según lo escrito , Claudia estaba segura que Carlos le

pediría que fuera su novia en el autobús de regreso, lascosas así lo señalaban y en sus oraciones en voz baja lepedía a Dios que así fuera.

Por fin el campamento terminó, una larga semana deamor platónico, a punto de ser real, de timidez infantil y derecato femenil: “una señorita cristiana tiene que darse arespetar”, tenía muy bien grabadas las palabras que laesposa del pastor decía a una chica que había empezadosu noviazgo en la iglesia, pero ella las guardo como sihubiesen sido profecía en su vida.

Poco a poco los adolescentes fueron subiendo al autobús,de reojo Claudia tomaba de la mano con la mirada a Carloscomo diciéndole: “No te olvides sentarte conmigo, hoy puedeser nuestro gran día”.

Julio 8“…Carlos subió antes que yo al camión, volteó a verme comopara estar seguro que iría con él, hasta me ayudó con mibolsa de dormir, yo pensé que me apartaría el lugar, perocuando subí estaba sentado junto a Liliana Ramos, la hijadel pastor, ella es mucho más bonita que yo, aunque esuna sangrona, pero no me quedó mas remedio que seguircaminando hasta casi la ultima fila creo que él no me vioal pasar porque estaba contándole un chiste a Liliana, perotodo el camino me sentí muy triste, solamente miraba elpaisaje por la ventana del autobús, porque me dolía ver aCarlos con ella sin que yo le importara, y yo que pensé quepor fin iba a tener novio, ayúdame a quitarlo de mi menteDios, por favor…”

Claudia, sentada en su cama, no pudo evitar el sentimientoal leer su propia historia, cerró su diario y suspirando haciaun pequeño recorrido mental de lo que había pasado unashoras antes de leer su diario ; Su mamá la levantó con uncd de “las mañanitas”, era su cumpleaños y que mejor quedespertarla con la sorpresa de que alguien tan especial

como su mamá no había olvidado la fecha, apenasubicándose en el despertar Claudia recibió el abrazo y unacajita con un regalo, agradecía gustosa con esa mismacara que todos hacemos al recibir un regalo sin saber quéhay en el interior pero sin querer hacer sentir mal a quiennos lo regaló si es que no nos llegase a gustar; era unnuevo forro de tela para su Biblia, con flores de colores ysu nombre bordado en una esquina, Claudia sonrió y le dijoque tenía que apresurarse para no llegar tarde a la oficina.“A tu papá le hubiera encantado venirte a despertar conun beso en tu cumpleaños - dijo su mamá - pero el Señorsabe por qué hace las cosas y hoy debe estar gozoso juntocon Él”. Claudia le dijo que no se pusiera triste, la abrazó yenseguida se metió a bañar.

En la oficina las cosas no fueron muy diferentes a otrodía, solamente dos amigas cercanas se acordaron que erasu cumpleaños, recibió cuatro correos electrónicosfelicitándola, uno de un amigo guatemalteco que conocióen un Chat, otro de un servidor que felicita a sus clientesen días especiales, uno de Brenda, la amiga de la iglesia yuna tarjeta electrónica de su hermana menor que vivíafuera de la ciudad desde hacia dos años que se habíacasado, cerró su cuenta de mala gana, como decepcionada,como queriendo olvidar que ese día cumplía 32 años, cargarla edad no es cosa fácil, y menos si estás sola, sería muchomás fácil si hubiera alguien que estuviera a tu lado paraayudarte a llevarla, a compartir tus años, tu tiempo, tu vida.Pero Claudia seguía sola, la mayor parte del día se la pasómirando sin mirar el monitor de su iMac, ¿En donde estáSeñor?- preguntaba en su interior- ¿En donde está esapersona “maravillosa” que tienes preparada para mi? Señor,un año más y me estoy volviendo vieja sin sentirme amadapor alguien especial; siempre cuidándome, siempre“guardándome”, siempre reprimiendo los deseos de gritarlea algún chico que me gusta, que lo quiero conocer un pocomás, siempre esperando un novio, mi esposo, y nunca,nunca Señor ni siquiera he tenido un novio, ¿hasta cuando

Señor? –musitaba. Siguió recordando lo que había sido esedía, salió a comer con sus dos amigas, fue a un restaurantepara gente de la edad, la que llaman generación “equis”,música de los ochentas, escuchaban de fondo a CindyLauper, Michael Jackson, Tiffany y hasta los New Kids Onthe Block, Claudia conocía sólo algunas de las cancionesporque siendo cristiana desde niña le prohibían escucharcosas “mundanas”, por lo cual parecía estar un tanto fuerade su propia generación.

Las amigas que la acompañaban empezaron con elclásico tema entre mujeres, hablaban de sus galanes y susconquistas, y cuestionaban a Claudia, se les hacía rarísimoque en los tres años de trabajar en la misma oficina nuncasupieran de que anduviera con alguien a pesar de que undiseñador la pretendió por unas semanas pero Claudia nopuso atención porque él no era cristiano; ella simplementetrataba de evadir las preguntas, le ponía defectos a cadahombre que mencionaban, unos eran feos, otros flojos,más de uno borracho y de su imaginación sacó a unmuchacho que según a ella le gustaba, les dijo que era dela iglesia, total, ellas nunca irían allá para comprobar alsupuesto enamorado, el cual sólo existía en la mente deClaudia, en el deseo de encontrar a “la persona que Diostenía para ella”, como se lo recalcaban tanto en la iglesia.Dos muchachos sentados en una mesa a lo lejos observabana Claudia y sus amigas, ellos coqueteaban, y ellas sonreíany se decían una a la otra que les hicieran caso y lossaludaran, pero Claudia les dijo que no, que se vería muyfeo eso, que solamente si ellos tomaban la iniciativa desaludar, entonces corresponderían. Los muchachos nuncadieron un paso más hacia ellas.

Terminó el día en la oficina, Claudia se ponía su saco ytomaba su bolso, y el regalito que le dieron en el restaurante,caminaba rumbo a su casa, sentada en el transporte público,veía parejas besándose, riendo, parecía que el mundo sehabía puesto de acuerdo ese mismo día para recordarle

que en su cumpleaños 32 ella seguía sola. Únicamentetenía ganas de estar en su recámara, sin nadie más,conectarse por la noche al Internet y pasarse un viernesmás intentando que cupido lanzara “arrobas” en lugar deflechas al monitor de alguien para conocer. Pero al llegara casa se le hizo sospechoso que no estuviera su mamá,no había luces encendidas y su perro no ladraba, abrió lapuerta lentamente y al dar un primer paso dentro de lacasa “¡SORPREEESA!” (Oh no, lo que faltaba). Su mamá lehabía organizado como cada año una reunión sorpresa conlos amigos de la iglesia, 8 personas estaban ahí, Ernestoy Roxana que tenían ya tres años de casados, él de 28 yella 24; Sergio de 29, era el director de alabanza de laiglesia y su novia Paty de 23, encargada de las panderistas;Mario, un chico muy galán, de ojos grandes y verdes, erade los pocos que se le hacían guapos a Claudia, sólo quesu problema era que tenía 20 años, tocaba la guitarra enla alabanza y había sido su alumno en la escuela dominical;Ana laura su amiga y pupila, su compañera de domingosen la clase dominical con los niños de 6; David, él dirigía ungrupo de oración, cercano a los 42 soltero y de moralidaddudosa, que parecía que a veces pretendía a Claudia, y sinfaltar a ninguno de sus cumpleaños, su Mami, quien contanto cariño le había preparado a su niña un delicioso pastelde chocolate, algunos bocadillos y hamburguesas paracelebrar y dar gracias porque su hija cumplía un año másde vida.

Todos le dieron el abrazo, solamente Ana Laura le llevóun regalo, una mascada de seda color verde pastel quecombinaría con su traje de oficina. Platicaban sentados enla sala, de música de fondo el nuevo disco de “Semilla deMostaza”, los de la alabanza escuchaban y comentaban delcd, Ernesto y su esposa, medio en broma, medio en seriole preguntaban que cuándo se iba a casar, y Claudiacontestaba con una sonrisa que evadía el tema que másla lastimaba en esos momentos, pero su mamá teníasiempre la respuesta a tiempo y acertada, “Cuando el Señor

le traiga al hombre de Dios que debe de ser para que locomplemente y ella sea su ayuda idónea”. Claudia se limitabaa sonreír.

Terminaron de comer, dieron gracias a Dios por la vidade Claudia, partieron el pastel y ella prefirió guardar surebanada para más tarde. Se despidieron como siempre,con la promesa de verse al día siguiente en la reunión dejóvenes; “No te preocupes, todavía entramos”-le dijo Davidcomo queriéndose hacer gracioso, Claudia volvió con lamisma sonrisa forzada pero bien practicada los domingosy se despidió de él cerrando por fin la puerta de su casa.Llamó su hermana y sin más comentarios la felicitódiciéndole: “ya estás vieja hermanita, ya necesito un cuñadoeh?”, -“Pues si, todas lo necesitamos Karen, pero dime endónde hay para ir por uno” –Contestó Claudia mientrasreía de nuevo con la misma sonrisa de domingos.Colgó el teléfono y apagó la luz de la sala, la mamá le diosu último abrazo del día y argumentando que estaba muycansada se fue a dormir. Claudia caminó unos pasos alcomedor arrastrando los pies al caminar, dejó tirados loszapatos, tomó el plato con pastel, apagó la luz de la salay subió a su recámara…

Sentada ahí, en el presente recordando momentos delpasado, sin poder soñar en un futuro con alguien, habíanpasado ya por su mente muchos sueños, muchos chicos,pero nunca los podía traer a la realidad… “¿Hasta cuándoSeñor, - decía mientras levantaba la cabeza- hasta cuándollegará ese amor a mi vida? El tiempo ha pasado y ahorame siento más confundida que cuando era una adolescente,ahora me he vuelto más temerosa de poder acercarme aalguna persona que me gusta, que me interesa, tal vez esapersona especial ha pasado a mi puerta tocando y tuvemiedo de abrir; tal vez nunca más regrese y qué voy a hacer,¿seguir festejando cumpleaños con personas con las queno disfruto más allá de una amistad trivial?, ¿Por qué nopuedo compartir este pedazo de pastel con ese alguien

especial?, usando el mismo tenedor y dándole de comeren la boca mientras reímos o nos besamos, ¿habrá pasadoya? ¿Cuál es el tiempo que dicen que tienes para mi Dios?,¿ Cómo he de saber quién es ese hombre?, ¿llegará conbrillos en su rostro, o con un resplandor espeluznante, mehará sentir cosquillas en el estómago?, Si así fuera, estoysegura que ya pasó de largo por mi vida; he visto a tantosque me hacen sentir que son “él”, y cuando empezamos aconocernos vienen a mi mente todas esas ideas que heguardado por años, la inseguridad se apodera de mi y nuncapuedo expresarle de ninguna manera lo que siento, luegoescucho a la gente alrededor, ¿por qué todos se creen conderecho de aconsejarnos sobre nuestra felicidad futura sinconocer lo que deseamos en realidad?, y llegan sus consejos,“que éste no te conviene porque no parece un buen cristiano,aquel no esta en un ministerio, y tú necesitas a alguien queapoye lo que haces en la iglesia, siempre encontrando losmás pequeños defectos en donde yo veo sus más grandesvirtudes. ¿Por qué señor?, ¿Por qué permito que me diganlo que tengo que hacer si nadie sabe si es la mejor opción?Sería como tirar una moneda al aire, con las dos opciones,pero yo sin tirarla siempre me quedo con la peor, con lasoledad.

Aún guardo esa frase que oí de niña y que nunca hubiesequerido escuchar o al menos no tomarla en el sentidoextremo: “...Las muchachitas cristianas deben darse arespetar...” ¿Qué quiso decir con eso?, ¿darse a respetarha sido lo que he hecho toda mi vida? El no salir con alguiena solas por el temor a que pudiesen pensar mal de mi, ycuantas veces me quedé como hoy, un viernes en la nochemirando televisión, y si salíamos era después del grupo dejóvenes a tomar un café o al cine, “No te sientes nunca enpareja porque se puede ver mal”, “siéntate con tus amigas”,me decía esa conciencia o angelito como los que dibujanen las caricaturas, aunque tal vez me equivoqué y era eldiablito que limitaba mi felicidad, que me prohibía sentirmellena y que podía encontrar un poco de ese “alguien especial”.

Ya pasa de la medianoche, ya tengo 32 años y no es queme considere vieja o quedada como a veces pensamos ynos hacen recalcar las personas que nos quieren, perosiento desperdiciada una parte importante de mi vida. Hetenido éxito en la escuela, terminé una carrera, he tenidoéxito en mi trabajo, he tenido éxito en la iglesia, soy laresponsable de otras personas que trabajan con los niños,pero ¿qué me pasó?, ¿en dónde perdí el valor de estableceruna relación de amistad especial con algún muchacho?,¿será que todavía tengo una oportunidad de conocerlo?,¿será que si abro esa puerta y asomo la cara podré verloa lo lejos, a ese amor que un día tocó y no le abrí?, no quieropasar un cumpleaños más sola, rodeada de amigos perosola, quiero abrir esa puerta, y voy a.. y voy...a…pero, y si noes la persona que Tú tienes para mi, bueno, eso lo podrésaber en el momento en el que él entre por la puerta demi corazón, que cursi me escucho, pero mi vida se estacionóen ese campamento, voy a remover los recuerdos y le darévalor a esa niña de mi diario que esperaba el momento deestar en el autobús con su amor, ya no quiero viajar solaviendo solamente a través de la ventana, voy a reclamarmi amor aunque sea la hija del pastor, voy a dejar abiertala puerta y gritarle al chico que pasó, voy a compartir mipróximo pastel con esa persona especial que Dios tienepara mi, y que mi trabajo es descubrir quién es ese hombreque me ha devuelto el valor y que compartirá conmigo losmomentos que perdí y los años que me queden por vivir.”

Claudia seguía sonriendo, ahora se sentía emocionada,el diario, las fotos, los recuerdos, y un plato vacío de pasteleran testigos de su nuevo ánimo.

Se oyó la voz de su mamá a lo lejos en otra recámara.“Claudita ya casi es la una de la mañana, apaga esa luz yduérmete que si no mañana vas a estar muy cansada y sete van a notar las ojeras en tu carita, o al menos cierra esapuerta que tu luz esta muy fuerte”.

“Si mamá ya voy a descansar, pero no voy a cerrar mipuerta, quiero que mi luz pueda despertar a alguien quehasta hoy ha estado dormido y mañana vas a ver en micara algo más que ojeras”

Claudia pasó la mejor de sus noches soñando lo quesería realidad por fin en su vida, soñó sin poder dormir entoda la noche.

Y así de pronto, al voltear la mirada te ví .

Mi estúpida timidez hizo que esquivara tu mirada,inmediatamente estaba volteando hacia otro lado, pero elimán de tus ojos me trajeron de nuevo a tí, mirándotedespacio, sin prisa; con la comisura de mis labiostemblorosamente me forcé a sonreír y tu mirada seguíaigual, clavada en la mía, y tu respuesta fue una sonrisa real,sin forzarte, en ese instante mi mente y mi corazón estabande acuerdo en que eras tú la misma mujer que en misfantasías dibujaba y que ahora estabas ahí, en la realidadmás profunda de mi vida, en el anhelo más grande de micorazón, asegurándome que por fin el amor estaba tocandono a la puerta sino a la ventana de mi vida, a través delcristal de la ternura y el deseo, conociéndonos en latransparencia de la realidad, la realidad de ese cristal.

Y las miradas seguían ahí, perdiéndose una en la otra,tus ojos grandes se hacían cada vez mas grandespermitiéndome explorar tu interior, tu cabello largo y rubiocubría tus hombros descubiertos, pero no tu corazón.Entonces comenzamos a platicar, y tu me contaste de tuvida, de tus aficiones, de ese gusto por la pintura, me dijisteque eras vegetariana y que asistías al gimnasio cuatroveces por semana, mencionaste a tus padres y teentristeciste al contarme que su divorcio te había lastimado,que te costaba trabajo confíar en los hombres pero que

esta vez estabas dispuesta a correr el riesgo de ser feliza mi lado, yo sonreía al saberte segura de mi cariño, y mediste confianza para hablarte de mi familia, conociste micasa y te diste cuenta que el orden en mi recámara no eralo que más sobresalía, te reíste de mi fotografía del fútbol,tenia apenas 6 años, salimos varias veces con mis amigos,te reías de mis bromas, y éramos felices mientras comíamosensalada italiana viendo televisión; Me contaste de tu viajea Europa y te dije que yo anhelaba estudiar inglés en Londres,planeamos ahorrar para hacer un viaje juntos, me llamabasal celular tres veces al día solamente para decirme "tequiero"; tu computadora se saturaba de mis correoselectrónicos en donde de formas diferentes te decía todolo que me gustaba de ti, hablamos de Dios y me dijiste queera lo más importante en tu vida, aunque le tenías fobia ala iglesia, en eso estuvimos de acuerdo y muchas vecesleíamos la Biblia y orábamos juntos; y cada vez que tuhablabas yo escuchaba con atención religiosa, mirando tusojos me volvía a perder en tus pupilas, seguíamos ahí,siempre perdidos en nuestras miradas, a través del cristal

de nuestro amor.

El tiempo pasaba y los segundos sin ti los sentía eternos,perdida tú en el laberinto de mi corazón, nunca buscabasla salida, explorabas los rincones de mi alma y limpiabascon tu cariño cualquier pequeña cosa que pudieramancharlo, te acercabas a mi y me abrazabas, hablabasbajito a mi oído y me decías que nuestro amor iba a sereterno, yo te creía y te seguía abrazando, besando tusmejillas, acariciando tu cabello y tu mano subía y bajabapor mi espalda, y el cristal de nuestro amor seguía entrenosotros tan transparente como tus sentimientos, tan

limpio como tus besos…

Todo era felicidad en mi vida cuando repentinamente elsonido de la realidad me hizo dar cuenta que te irías lejosde mi vida, de pronto solo fueron unos metros, luego másy el claxon del auto detrás mío me hizo perder el control ymi automóvil se apagó, nuevamente el sonido de su claxon

me presionaba a avanzar, la luz estaba en verde y tu automás lejos, por fin pude encender de nuevo la máquina, peroel mar de autos te escondieron como si se hubiesen puestode acuerdo para separarnos, aceleré buscando tu auto, tucara, tu vida… y de pronto un autobús se detuvo frente ami deteniendo mi carrera, fueron unos segundos, pero ala velocidad de la gran ciudad fue demasiado tiempo, nuncate pude alcanzar, nunca te volví a ver, recorrí la zona variasveces sin éxito alguno, desapareciste de mi vida, pero node mi mente, tu imagen quedó impresa en mi para siempre,nunca hablamos, nunca supe como te llamabas, pero pudevivir contigo en la fantasía de mi imaginación, la relación deamor más fuerte que haya podido imaginar, el cristal denuestro amor que nos unió fue el mismo cristal que nosseparó, si tan sólo hubiese bajado ese cristal de la ventanillay tenido el valor de decirte algo, pero esa estúpida timidezque me ha vestido de edad y soledad es la que me impidehasta hoy hacer real el amor de algún cristal…

Hoy, mientras manejo, no hay un semáforo en luz rojaen el que no trate de encontrarte, volteo a todos ladosdeseando encontrarte; con el cristal de mi ventana abajo,para poder hablarte, para poder decirte lo mucho que teamé, lo mucho que te quiero y te sueño; pero no he visto,y tal vez ya nunca te volveré a ver, pero guardo tu imagenmuy dentro de mi…

(Dedicado a esa niña de cabello largo y rubio que algún día vi en elsemáforo de Insurgentes y Reforma, ella manejaba un carro rojo, yono pude manejar mis sentimientos...)

Sábado por la tarde y yo aún no tenía lista mi lecciónpara el próximo domingo. Llevaba más de dos horasbuscando algo diferente para mis alumnos y no se me“prendía el foco”. Sobre mi cama había libros, revistas ytodo lo clásico de cuando preparas tu clase, pero nadaservía, pasé por todos los cajones (porque aunque no locreas, a veces de entre los calcetines puede surgir unabuena idea, pero al parecer ésta no era la ocasión), yoquería algo espectacular. Sentado en el piso, medio frustrado,algo de pronto me impulsó a abrir el cajón que siempreestá celosamente cerrado, el de las fotos y recuerdos; loprimero que vi fue mi fotografía del tercer año de la escuelaprimaria, ¿ese era yo?, ¿tan chiquito? No tenía más denueve años, los mismos que tienen mis alumnos, estabasonriente en esa foto, al igual que Héctor, mi amigo, tambiénestaba José Jaime. Él era el más alto y flaco del salón. Sindarme cuenta, en mi rostro se dibujó una sonrisa y unalluvia de recuerdos comenzò a mojarme.

¿Cómo olvidar las horas del recreo?, corriendo comolocos o jugando al fútbol con un envase de ese jugo defrutas que todos conocíamos, un envase de “frutsi” llenode papeles; también intercambiando los muñecos de “LaGuerra de las Galaxias” o riéndonos de Luis que a vecesse orinaba en el pantalón cuando reía de más. Cuántosrecuerdos, cuántos amigos y cuántos momentos que jamásse podrán volver a repetir.

Hace unos meses me encontré con José Jaime, peroesta vez no corrió tras de mi gritando: “¡Las traes!”, ni yole pedí: “¡Tiempo, tiempo, ésta es la base!” No, ahora élusaba traje y corbata y su portafolios acentuaba el disfrazde adulto, el que hemos aprendido a usar.

Los adultos nos fueron enseñando a olvidar a PeterPan y a todos esos personajes de fantasía, nos tomaronde la mano cuando empezábamos a volar y nos hicieronponer los pies en el suelo, a la altura de la realidad, nosenseñaron a crecer y a vestirnos de madurez y así irescondiendo a ese niño sonriente y feliz para mostrar aladulto serio y formal, nos enseñaron a perder la inocenciadesconfiando de los demás, nos enseñaron a no reír amenos que fuera para quedar bien con alguien más, nosenseñaron muchas cosas, pero se les olvidó enseñarnosa disfrutar más la vida en general, nunca nos dijeron quela niñez duraba tan poquito tiempo y que se iría un día sinregresar.

De pronto, entre los recuerdos, bañado de melancolía,volví a la realidad, comparé mi fotografía de tercero deprimaria con la actual, después me vi al espejo y pudedarme cuenta que sigo siendo la misma persona pero enun empaque diferente, fue cuando de pronto supe cual erala lección que iba a darle a mis alumnos de la escueladominical.

Yo no quiero ser cómplice del tiempo, no quierodespertarlos del sueño de felicidad infantil, sino al contrario,animarlos a que sea una realidad eterna, que sin perder lacapacidad de soñar se enfrenten a la vida; que si caen, nose fijen en lo que les dolió, sino que sigan corriendo con unasonrisa, con un grito alegre, emocionado, con esa fe deganar el partido, con esa fe de que las cosas siempre seránasí simplemente con esa fe que todo lo cree. Les voy ahablar de la responsabilidad y madurez pero sin robarlesla esencia, dejándolos ser ellos mismos y yo también quiero

ser así, ser como niño.

A partir de este domingo no voy a dar la lección a misalumnos, no, ahora simplemente voy a disfrutar la clasecon mis amigos y esta vez lo más “espectacular” que lleveserá un envase de “frutsi” lleno de papeles para jugar fútbolcon todos y sobre todo, saborear nuestra infancia.

Julián tuvo una infancia normal, asistió a una escuelaparticular y sus padres vivían juntos a pesar de tener algunosproblemas, nunca tan fuertes como para que el corazónde Julián guardara algún rencor en esos años de infancia.A los 8 años le costaba mucho poder leer sin pausarconstantemente, tenía un leve problema que hacía de Juliánun niño con problemas de tartamudez, no era siempre,solamente se le acentuaba cuando se ponía nervioso,cuando tenía que leer algo frente a sus compañeros decolegio, cuando estaba frente a su maestra o a vecescuando sus padres discutían.

Julián cumplió 13 años, siempre le costaba muchotrabajo el poder hacer amigos, su timidez se acentuabacon su problema al hablar, y a eso se le sumaba la burlade sus compañeros de colegio y más aún de sus familiares,quienes le hacían una burla constante cuando tardaba másde lo normal para decir alguna frase.

Casi nunca asistía a actividades fuera de casa o delcolegio, pasaba las tardes encerrado en su recámaraescuchando música, o pegado al monitor de su computadoracon algún videojuego en el que podía pasar horas enterassin despegar la vista ni por un segundo, concentrando todasu atención de esas luces de colores y sonidos repetitivosdel videojuego, la fantasía adolescente lo hacía sentirse elprotagonista del juego, un hombre fuerte, de aspectoatractivo, hábil para desafiar al enemigo y vencerlo, con

nuevas “vidas” en cada nueva “misión”, Julián veía reflejadoen un dibujo de computadora lo que no podía ver en elespejo de su recámara que diariamente lo saludaba conuna mirada de vacio y soledad.

A los 17 era un completo solitario, no había día en elque no se quejara de su problema al hablar, se miraba enese espejo tratando de darse ánimo a sí mismo, pero alver lo flaco que era y su cara con algunos granos normalesde esa edad, solamente sentía ganas de morir, llevaba dosaños enamorado de una chica que estaba en el mismosalón de clase, pero nunca se atrevía a hablarle por eltemor al rechazo, en silencio y a escondidas le escribíacartas que sabía que ella nunca iba a leer, le dedicabacanciones que solamente él escuchaba y vivía lastimandosu interior.

Ocasionalmente asistía a una iglesia cristiana que estabacerca de su casa, era su única “vida social”, y más que ungusto propio, iba acompañando a su mamá quien habíaencontrado en ese lugar un soporte a los problemas quetenía en casa. Pero aun ahí Julián no hablaba con nadie, ycomo es normal nadie de la iglesia se interesaba en él, noparecía tener algo especial como para acercarse a saludarloa no ser el obligado “Dios te bendiga” acompañado de unaforzada sonrisa de aquellos que están en la puerta de laiglesia recibiendo a la gente.

Julián seguía una vida sin vida, su único amigo era elhéroe del juego de la computadora, su única vida eraencerrarse a escuchar música toda la tarde, sus únicossueños, no haber sido como era sino como aquellos quetodos queremos ser alguna vez, rodeados de gente, deaspecto agradable, siempre felices: pero Julián simplementese dejaba caer en su propia amargura, de entre el ruidode la música de su encierro, lágrimas reprimidas salían delfondo de su alma, parecía que ya no podía más.

Ese sábado fue el que marcó la diferencia. La mamá deJulián entre regaños amables trataba de animarlo paraque fuera a la iglesia, estaría en concierto ese grupo delcual semanas antes le había regalado el disco compacto,mismo que Julián ni siquiera intentó escuchar.

Llegaron a la iglesia y con un retrazo de más de unahora por fin comenzó el concierto, entre luces de coloressin intención, los acordes de la música llamaron la atenciónde Julián, el vocalista era un joven de aspecto nada fuerade lo normal, no tenía estampa de artista de esos que salenen la tele, pero trataba de manejarse como tal. Poco apoco, canción a canción Julián dejó su mundo interior paraentrar al mundo real, hubo una canción que llegó muyprofundo a su corazón, hablaba de la soledad, de el vacíoque tenemos y que solamente Jesucristo puede llenar.Julián sintió algo especial en ese momento, una especie denerviosismo estomacal y parte de una alegría que no conocíani había experimentado. El concierto llegó a su fin y elvocalista invitó al público a tener un encuentro personalcon Jesucristo. Julián quería hacerlo, pero no se queríaconformar solamente con pasar al frente con toda lamuchedumbre, quería esperarse para acercarse al vocalistay platicar con él, por primera vez había sentido que alguienpodía entender lo que estaba en su interior.

La gente empezó a salir de la iglesia, los asientos estabancasi vacíos y Julián seguía esperando a que el vocalistaestuviera sin tanta gente alrededor para que le prestaraun poco de atención, algunos le tomaban fotos, otros lepedían autógrafos en las Biblias, y Julián esperaba. Casimedia hora y el artista no dejaba de bromear con su publico,de recibir flashazos o coquetear levemente con las chicasque se le acercaban, por fin se decidió a acercarse, estabafrente a él, dos veces había estirado tímidamente la mano,pero siempre había alguien más que se le adelantaba afelicitar al vocalista. Julián estaba convencido de que iba aser imposible hablar con él, pero al menos quería saludarlo

para agradecer su mensaje. Con muestra de decisión queno le era común se le puso totalmente enfrente y le estiróla mano diciéndole que agradecía su mensaje, el cantantecon esa sonrisa que parecía petrificada pero bien ensayada,solamente le dijo “Ah si, gracias, afuera esta mi nuevodisco” mientras con la otra mano saludaba de lejos a algúnotro conocido. Julián sintió que no le estaba poniendo laatención que él le puso mientras cantaba y con cara seriay vacía solamente le dijo: “¿Podrías hacer una oración pormi esta noche?”.

El artista sin prestarle la atención necesaria simplementedijo que sí, mecánicamente, le dio una palmadita en elhombro y se volteó a saludar a otras personas que yaconocía.

Julián regresó a casa solo, eran casi las doce de lanoche y seguía en su recámara, sin música, sentado frenteal espejo sin expresión alguna y repasando en su mente loque había escuchado y visto. Se sentía triste, más quenunca. Tomó una hoja de papel y escribió ahí una frase quedejó pegada en el espejo. Apagó la luz de su recámara yencendió la música.

Al día siguiente la policía sin más problemas reconocióque había sido un suicido, simplemente uno más.Encontraron a Julián tirado en su cama boca abajo, muerto.La música seguía tocando y en el espejo una nota que decía:“¿Podrías hacer una oración por mi esta noche?”

Este fin de semana será un fin de semana especial, estásnerviosa, te dijo que te llamaría como a las ocho, claro quemuchas veces antes te había llamado, y no le dabasimportancia, cualquier pretexto para él era bueno, aunquetú no creías que fuera posible que estuviera tratando deenamorarte, era como muy sutil a pesar que sabías de suexperiencia con las mujeres, y tú tampoco hubieras pensadoenamorarte de una persona así, pero esta vez la llamadaserá especial, por fin quedarán de acuerdo para ver dondese encontrarán; ¿será más fácil en el parque o afuera delcentro comercial? Cualquier lugar es mejor a que llegue atu casa, tus papás no lo permitirían, simplemente te diríanque no es para ti y que todo esta muy reciente aún.

Buscarás entre tus cosas los mejores jeans, esosajustados que siempre hacen a todos voltear a escalar conla mirada toda tu silueta, sí, esos se te verán muy bien enla cita, a él le encantarán, pero no los combines con esablusa, con éste sol de verano será mejor una camiseta decolor, sencilla y sin mangas para que deje ver el brillo detus hombros. No recuerdas donde quedó la última vez,siempre has sido un poco desordenada y aunque tedesespera eso de ti, a mi me encantaba, como tantas otrascosas; buscas dentro del cajón y por fin la encuentrasdebajo de tu Biblia, ¿qué hace la Biblia guardada ahí?, ahsí, fue la última vez que vino a visitarte Cecilia, fue el lugarmás fácil que viste de repente para esconderla, ya sabes

que ella es muy abierta y la religión se le hace una entupidaforma de manipular a la gente, por eso prefieres no tenerque confrontar su amistad.

Te medirás así por encima la camiseta frente a tu espejoy harás muecas de disgusto al ver que te volvió a salir esegranito junto a los labios, quizá no estás ya en edad de quete salgan esas cosas, pero las hormonas a veces juegansucio en los días importantes.

Llamarás por teléfono a Karla para pedirle que te prestelos zapatos de plataforma que usó cuando fueron a bailarhace quince días, sí, el mismo día que no fuiste a la reuniónde jóvenes porque tenías que "terminar un trabajo en casade Karla" y tus papás te dieron permiso de quedarte adormir con ella.

Karla te dirá que no hay problema, que más tarde te loslleva y te preguntará sí necesitas que te ayude a conseguirpermiso para que faltes a dormir. Tú le contestarás quepor ahora no es necesario, que quizá más adelante, queahora solamente estás nerviosa por saber que pasará conél, que estás dispuesta a todo, Karla, que tiene másexperiencia que tú en éstas situaciones te aconseja que teportes más segura, que él no note tu falta de experiencia,él es mayor por varios años y quiere sentirse confiado enti para dar un paso más contigo, Karla te dice que no pidascerveza si van a un restaurante, que te verás másinteresante al pedir una copa de vino o que simplementele digas a él que elija tu bebida y así notará que estarás deacuerdo en otras cosas que te pida.

Mientras hablas con Karla tu mamá te grita desde elpiso de abajo para decirte que mañana en la iglesia vendráun joven muy divertido a predicar a los muchachos, te pideque vayas con tu hermano menor, pero tú taparás la bocinadel teléfono y le gritarás que ya sabe que te aburre ir a lasreuniones que vaya Rodrigo solo y que te cuente después;

mientras, Karla te preguntará a que reunión se refiere, quela invites a ella y tú simplemente le dirás que nada importante,que sólo son bobadas de la iglesia, y le volverás a preguntarpor los zapatos.

Antes de dormir te pondrás esa mascarilla milagrosaque quita los granos de inmediato, por muy ridícula que teveas con verduras en la cara y ungüentos extraños confíasmás en la revista que te da consejos para hermosear turostro.

Mientras estés en tu cama esperando el efecto milagrosotu mente seguirá dando vueltas por todo lo que harás enesa cita con tu nuevo hombre, no piensas siquiera en teneralgo formal con él, simplemente es por conocer gente comotodos dicen, por tener experiencias o porque estas aferradaa algo sin saber que es, nunca creíste eso de que Dios tienea la persona especial para ti y que sabrás quien es cuandobuscas Su voluntad. Parece un proceso muy difícil ¿no? esmejor investigar por tu propia cuenta y si es necesariotropezar varias veces antes de encontrar tu propio camino,tu propio yo. O al menos así te ha dicho Cecilia que es lomejor y te ha contado sus experiencias con tanta variedadde chicos que han pasado por su calendario y cómo lamonotonía de un amor seguro termina por aburrirte, sufilosofía te gusta, no en vano a Cecilia la conocen por sufacilidad de convivencia con los demás.

Ya casi serán las ocho, faltarán diez minutos, irás albaño dos veces en solamente veinte minutos, estarásnerviosa, pensarás que si es impuntual en llamar es porqueno te tomará en serio, pero a fin de cuentas eres tú la queno lo estará tomando así.

Y por fin el teléfono sonará, será puntual, te llamará ysentirás que el corazón brinca de tu pecho, tartamudearásun poco al principio, pero después hablarás con confianza,él propondrá el centro comercial, tú le dirás que sí, hablarán

sólo quince minutos y te sentirás feliz, todo saldrá tal ycomo lo planeaste.

Mañana quince minutos antes de la cita saldrás de tucasa con tus jeans ajustados, tu camiseta sin mangas, loszapatos de plataforma, el cabello liso y bien peinado, el bolsoverde que te regalé, solamente un poco de maquillaje,sonriendo emocionada, y a pesar de tu granito cerca delos labios caminarás nerviosa pero feliz.

Desde el otro lado de la calle, dentro de un auto, debajode un árbol con lágrimas en los ojos y un extraño sentimientode sentirnos abandonados te veremos sin que nos veasDios y yo, forzando una sonrisa y haciendo otra oración porti.

Ella es una princesita, tiene solamente quince años,vive en lo alto de un castillo, algunas veces se asoma a laventana para ver si su príncipe regresa a sacarla de ahí,de su propio calabozo y llevarla a esa tierra de fantasíaque un día le prometió.

La princesita sigue viendo pasar los días, las tardes, lasnoches, mirando a la nada y dejando que en sus mejillasrueden pequeñas lágrimas de melancolía, de amor, derecuerdo y quizá de arrepentimiento.

Los padres de la princesita, también lloran, lloran deenojo, lloran de tristeza, lloran por que nunca tuvieron lasatenciones que la princesa necesitaba, le regalaron joyas,zapatillas de cristal, le crearon sueños, le prometieron unreino que un día iba a poder disfrutar al lado de aquelpríncipe, pero hoy, hoy las promesas se han quedadoguardadas en el baúl, rodeado de una gran cadena, conuna cerradura imposible da abrir, la reina madre se ponea tejer frente a ese baúl, lo ve ahí con melancolía, con losojos fijos, mientras da una vuelta mas al tejido mira al baúlcomo queriendo traspasarlo y darle vida a todo lo queguardo en su interior, pero ahora es imposible, dentro estáel vestido de infancia de su princesita, el que usó cuandola presentó ante la sociedad, cuando la presumía ante lanobleza, el vestido que la hacía sonreír y lucir diferente,sencilla pero diferente, las princesitas no necesitan de

grandes adornos para lucir lindas, la sencillez de su sonrisalas hace brillar, y así era el recuerdo de su princesita,mientras daba otra vuelta al tejido, una gota de lágrimatambién daba vueltas por la mejilla de la Reina madre.

El padre, el Rey, en cambio veía a ese baúl con unamezcla de odio, de frustración y de dolor, sentía arder susangre, sentía que el reino se caía al pensar que ya nuncapodrían abrir ese baúl, recordaba la inocencia de suprincesita y la mezcla de emociones no sabía que expresar.La familia real estaba ahí, dentro de la oscuridad del castilloy sólo una pequeña vela a lo lejos alumbraba apenas laestancia real.

Arriba, desde la ventana seguía la princesita, sintiéndosediferente, con la misma mirada fija en la esperanza de algoque sabía que no iba a pasar, sabía que no iba a regresarese príncipe pero guardaba la fe de volver a sentir la emociónde aquel día cuando lo conoció.

Fue una tarde, ella caminaba en los jardines reales,brincando contenta de saberse princesita, ya habíaescuchado la advertencia de no salir del castillo, puesafuera de ahí podría encontrarse con gente que no teníasu nobleza, pero como toda chiquilla curiosa, no resistió elacercarse a los límites del castillo real y caminó, subió porentre las enredaderas y alcanzó a ver un mundo maravilloso,diferente al que estaba acostumbrada, nuevas ropas, nuevossonidos, nuevos sentimientos y un nuevo olor, la princesaestaba emocionada, quería seguir aprendiendo de todo loque veía, quería salir de su castillo real y poder tocar esenuevo mundo que estaba ante sus ojos, pero de pronto, alescuchar la voz de su padre que la llamaba a la mesa real,bajó corriendo y fingió que no había visto nada, pero en sumente seguía viva esa imagen de todo ese mundo que noconocía, sus padres trataban de hablarle y ella seguíaperdida en sus pensamientos, perdida en su nueva emoción..

Al llegar la noche nuevamente la princesita bajó de sualcoba real y corrió sigilosamente a las enredaderas, subiócon cuidado y nuevamente observó; el lugar que la teníaemocionada ahora se empezaba a ver oscuro, las primerasluces artificiales empezaban a alumbrar y las sombras seperdían entre ellas, no alcanzaba a distinguir una de otra.Mientras más trataba de esforzarse por reconocer odistinguir, concentrándose en las figuras que veía no se diocuenta que repentinamente alguien se puso frente a ella,cara a cara le dijo un “Hola” y ella de la sorpresa resbalópor entre las enredaderas y cayó.

Era un joven sonriente, casi de su edad, un poco mayor,quien apenado cruzó las enredaderas y bajó a ayudar a laprincesita, la princesita no sabía qué decir, se sentíaasustada más que por la caída por no saber que decirle aljoven, sintió miedo de que sus padres, los reyes pudieranverlo, y aún sentada en el piso le pidió que se fuera, el jovenle preguntó que si estaba bien, le dio disculpas por haberlahecho caer, pero ella no decía nada, trataba de entre lassombras poder distinguir sus rasgos, era de piel un pocomás obscura que ella, de grandes ojos negros y cabellolargo, su boca le regalo una sonrisa tímida y ella le contestócon una igual, él le dio la mano para ayudarla a levantarsey sin decir nada se puso de pie. “Eres muy linda” -le dijo eljoven. La princesita aún con expresión de asombro porsentirse tan cerca de alguien tan diferente sólo pudo decirle“Vete, no puedes estar en territorio real, si te ven conmigonos puede ir muy mal a los dos”. El joven la miró a los ojosperdiéndose en ellos y solamente guardó silencio, caminóde espaldas sin quitar su mirada fija en la de ella y asíempezó a trepar de nuevo por las enredaderas, mientrassubía, seguía mirando a la princesa, y ella hacia lo mismo,no perdió detalle de esa nueva persona que estaba llegandoa su vida, cuando por fin el joven llegó al punto más alto dela enredadera, ya casi para desaparecer, le regaló unasonrisa y con la mano derecha le mandó un beso; no dijomás y desapareció.

La princesita quedó como paralizada por unos segundos,iba a intentar subir de nuevo la enredadera, pero a lo lejosescuchó la voz de su padre llamándola, por última vez volteóa lo más alto de la enredadera como tratando de encontrarde nuevo la imagen e inmediatamente corrió al lado de supadre.

Pasaron un par de días y la princesita se hundía másen sus pensamientos, no podía borrar la sonrisa de esejoven y al pensar en aquel beso, una sonrisa involuntariase dibujaba en su rostro. ¿Qué hay del otro lado del murode las enredaderas papá? - pregunto mientras comían,“Sólo el pueblo hija, un pueblo sucio y maloliente con gentepobre, gente diferente a ti y a mi”. La respuesta de supadre le hizo dudar, ella no había visto así el lugar, queríaverlo de nuevo y comprobar lo que el viejo decía, en sumente planeó salir de nuevo esa noche, tenía miedo de serdescubierta, pero un deseo profundo de ver de nuevo aljoven.

Salió a caminar cuando aún era de día por el lugar exactoen donde aquella noche lo conoció, pensaba cuál era laforma más segura de subir sin ser vista y al voltear la vista,entre la rama de una árbol pudo ver una hoja de papeldoblada, le llamo la atención y la bajo, al desdoblar ese papelpudo leer: “Después de sentir el brillo de las estrellas entus ojos, tus ojos no pueden apartarse de mi mente, soyun príncipe, tú me has hecho sentir así y quisiera verte estanoche en lo mas alto de la enredadera, en donde meenamore de ti”.

La princesita guardó rápidamente la hoja de papel ynerviosa corrió a su aposento, se miró al espejo, volvió aleer la carta y tuvo miedo, un miedo de emoción, se sentófrente a su ventana a esperar que oscureciera, quería estaren la cita, las palabras escritas de aquel joven la hicierontemblar, era la primera vez que alguien le decía algo así.

Estuvo muy al pendiente y cuando vio a sus padresdormir, salió lentamente del castillo cuidando sus pasos deque los mayordomos no la vieran salir, iba arreglada comonunca, su vestido azul contrastaba con el negro de sucabello, sus labios brillaban y sus ojos guardaban la luz delas estrellas, por fin llegó al pie de las enredaderas,levantando la cabeza volteaba de pronto al castillo comotemiendo ser descubierta, esperó unos momentos desdeabajo y sentía que el tiempo era una eternidad, llevaba ensu mano la hoja de papel y un puñado de emoción. Esperabaver al joven en lo alto de la enredadera, pero no llegaba,cuando de pronto sintió que alguien le tapó los ojos pordetrás suyo, ella hizo un pequeño suspiro entrecortado desorpresa y él suavemente sólo murmuraba en su oído,”Soyyo, tu príncipe, gracias por venir a la cita princesa”.Sin decir más las manos de los ojos empezaron a acariciarel rostro de la princesita y sin hablar le dio un beso, y otromás, hablaban con la mirada, nunca dijeron nada, ella erasu princesita y ella pensaba que era su príncipe”.

El tiempo pasó y la niña guardaba cada día un vestidodiferente en ese baúl, emocionada de sentirse al lado deun príncipe en la oscuridad, guardaba para si el secreto, ysus citas eran frecuentes al pie de la enredadera, entre lassombras de la noche, entre besos y frases lindas, entreabrazos y a escondidas de los reyes.

La princesita estaba diferente, se sentía diferente y suspadres parecía que no lo notaban, ella reía, sentía que habíaencontrado el amor, tenía un príncipe que nadie conocía yun corazón alegre.

Una noche, con su vestido púrpura camino para encontrara su amor, la hora de la cita llegó y él no aparecía, esperóunos minutos que se convirtieron en horas y aún con laesperanza de que llegara se sentó, el cansancio pudo másy se quedó dormida, abrió los ojos muy de madrugada, conel frío y el rocío del nuevo día, se dio cuenta que su príncipe

no estaba, caminó de nuevo a su alcoba triste pero con laconfianza de que lo vería de nuevo esa noche... pero no fueasí, pasó una, dos, tres y varias noches y su príncipe noapareció, hubo noches en las que subía a lo alto de lasenredaderas para tratar de encontrarlo, para dejarle unmensaje, pero nunca le dijo de dónde era, ni quién lo conocía,no sabía qué hacer, de pronto aquel príncipe que lo llegóa ser todo para ella, era todo un desconocido....

Pasaron los días y la cara de la princesa empezó apalidecer, los padres se dieron cuenta por fin, la princesitase veía diferente, su vestido oscuro se perdía con las ojerasde sus ojos. ¿Por qué la había dejado sola?

La princesita cayó enferma, estaba en la cama de sualcoba, débil, triste, su madre la cuidaba mientras el ancianomédico real revisaba a la princesita. “Mal de amores” dijoel anciano médico real, esta chica tiene mal de amores.“No puede ser -replicó la madre- es aún una princesita muyjoven, además aún no hay un príncipe para ella, ella tienesangre real y no puede tener mal de amores”.“Reina mía -le decía el anciano- el amor no distingue desangre o edad y el amor la contagió, ahora lleva dentro desí el fruto de ese amor”. “No puede ser posible -levantó alvoz la reina- es muy joven para ello, no ha conocido príncipe,¿quién fue?”

La princesita palideció, la reina fue hacia su baúl yencontró sus vestidos de diferentes colores, encontró unperfume que no era de ella, y encontró las hojas que eljoven le escribía a la princesita. La madre Reina las leyó ylas rompió, lloró de dolor al ver a su princesita en cama, laprincesita se asustó, la madre gritó y se fue de la habitación.

El médico anciano real le dijo: “Él no era tu príncipe , teengañó, la gente que no es noble se disfraza para engañar,entre la oscuridad no supiste distinguir su rostro; suspalabras envolvieron tu inocencia, sus cartas cobijaron tu

frío de amor, hoy tus sueños ya no serán los mismos, lostendrás que modificar, ese falso príncipe no va a regresar,piensa que perderlo fue mejor que tenerlo, ahora dentrode tu ser llevas la esperanza de tu Creador, y estoy seguroque a lo lejos viene de camino el verdadero príncipe, el quetiene la sangre real, el que te va a cuidar, el que te va aamar de verdad”.

La tarde era triste, nublada y gris, no llovía pero el vientoparecía llevar cierto rocío que humedecía las calles, era elescenario perfecto para la melancolía; en casa no habíanadie más que Erica, que se encontraba en su recámara, las persianas estaban a medio cerrar e impedían el pasode la poca luz que venía del exterior, su puerta estabacerrada, ese día no se escuchaba la música que tantasveces su mamá le pedía bajar de volumen, el piso estabainundado de hojas a medio escribir y cartas viejas, la ropano estaba en el closet como siempre acostumbrabaguardarla, ella era sumamente ordenada, pero ahora loscajones a medio abrir dejaban ver sus prendas favoritasarrugadas o tiradas en los rincones, se sentía un ambientemuy triste, lleno de nostalgia.

Erica estaba tirada sobre su cama, boca arriba y conla mirada fijamente perdida en el techo, mirando como sinver tratando de encontrar en esa visión la sonrisa perdidao la respuesta a sus preguntas, después de unos minutosde estar así, en silencio y con la mente perdida, tomó de lamisma cama una de esas tantas cartas, leyó lo que ahíestaba escrito y sin hacer alguna expresión consciente, lascomisuras de los labios le temblaban como queriendo llorar,sus ojos se humedecieron, y una par de lágrimas caminaronpor sus mejillas, la mano sin fuerza se dejó caer al mismotiempo que soltaba el papel, después movió lentamente sucuerpo hacia esa mesita café que estaba junto a la cama

y vio la fotografía de él, de su gran amor, su amor perdido,un amor que tanto había durado y tan de pronto se habíaido, no se pudo contener más y ahora esas pequeñaslágrimas estallaron en un llanto de dolor, un llanto que sóloella podía oír, un llanto de dolor, de tristeza y de sabersesola.

Dentro de esa fotografía se encerraban mil recuerdos,el verla de nuevo hizo que los momentos vividos en el pasadorenacieran en su mente, y como si fuese una películarecordaba los momentos en que juntos caminaban por elparque, cuando se quedaban después de la escuela unosminutos a jugar entre los árboles y las flores, recordótambién aquella vez que se metieron a escondidas a aquellapelícula de acción con el temor a ser descubiertos, cuandocaminaron bajo la lluvia sin importar que se mojaran, lesencantaba ver la televisión juntos, gastar la tarde entrerisas y juegos, comiendo galletas o simplemente viéndosesin hablar, recordaba las ocasiones en que ella ledemostraba su amor con un beso o tal vez dos, con unacaricia o una sonrisa, estar juntos era increíble.

Él no era bien parecido, pero tenía un gran corazón, sucabello era negro y algo rizado, sus ojos color miel, la narizpequeña y eso si, muy delgado, Erica siempre se refería aél como "mi flaco", y cada vez que se lo decía el sonreía yse ponía feliz. Lo suyo fue de verdad amor a primera vista,lo conoció en su cumpleaños, por eso, las cartas y tarjetasse lo recordaban aun más. Con todo su corazón deseabaviajar a través del tiempo y regresar a aquellos días. Peroera imposible, ahora ella estaba sola, con el recuerdo, ycon el deseo de tenerlo de nuevo junto a ella, de sentirlo,acariciarlo y besarlo.

Él ya no iba a regresar nunca más con ella, se había idopara siempre, y aunque hubo algunas ocasiones en quecomo a todos les pasa, se iba, pero tarde o tempranoregresaba, sin embargo esta ocasión era definitiva y él no

podría regresar, porque ahora, el estaba muerto. Sucedióal salir de la escuela, él fue por ella como tantas veces lohacía, pero ese día no tuvo precaución y por la emoción deencontrarse cruzó la calle corriendo y sin darse cuenta quevenía un auto en la misma dirección con exceso de velocidad.

Un solo impacto del auto hizo que el cuerpo volara unosmetros cayendo en seco sobre el asfalto. Cuando Ericacorrió hacia él aun tenía vida, agonizaba luchando entre lavida y la muerte, con los ojos medio abiertos, lleno de sangreluchaba por respirar, Erica lo tomó en sus brazos mientraslloraba desesperadamente y él como queriendo hablar,como queriendo decir algo pero sin poder, solamente tratóde abrir los ojos para darle a Erica la mirada más expresivade amor que pudiera dar, Erica la entendió aun sin oírpalabras, él lo expresó todo, pero al momento de volver acerrar los ojos, su cuerpo quedó sin sentido y murió.

Erica lloró muchísimo, como llora hasta hoy.

Y aunque ya han pasado algunas semanas, perderlo fueun golpe muy duro, le dolió intensamente la dejó muy tristey eso es natural, porque... ¿qué niña de 9 años no lloraríaasí al perder a su querido perrito French Poodle?.