Historias del corazon

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HISTORIAS DEL CORAZON Gerardo Antonio Vázquez Alfaro ©copyright. Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin consentimiento escrito del autor SAFECREATIVE COPYRIGHT http://www.busforyou.mex.tl

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mi educacion acerca del amor

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HISTORIAS DEL CORAZON

Gerardo Antonio Vázquez Alfaro

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HISTORIAS DEL CORAZON

Gerardo Antonio Vázquez Alfarohttp://www.busforyou.mex.tl

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DEDICATORIA.

A través de los años he descubierto, que lo mas importante de la vida es, poder crear lo que nos gusta con la sensación de que estamos llenado un

vacio.

“QUIZAS ESE VACIO SEA NUESTRO PROPIO VACIO”

DEDICO ESTE LIBRO AMI MADRE

MI HIJAMi NIETA.

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Índice

El rayo de luz 4

El joven y la poesía 10

Un largo camino 10

El ángel 12

Un recuerdo 16

Paz eterna 17

El adiós 18

El anciano 24

El hombre de barro 37

Una carta 54

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“La vida siempre nos guarda sorpresa….todas son bellas, si sabemos

apreciar su valor”

Gerardo Antonio Vázquez Alfaro

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XIIEl rayo de Luna

Relato

El León de Judá, esta siempre presto para acompañarnos en el camino que se inicia cada día, y que nos lleva al lugar Santo del Altísimo, a las moradas del amor eterno”.

Antonio

El sol se asomó por el este, sus rayos parecían acariciar la montaña. El verde de los sauces se conjugaba con el suave resplandor del azul del cielo.

La casa grande parecía una anciana, en aquellos grandes y robustos árboles que la rodeaban.

El patrón había partido hacía ya mucho tiempo por el camino que da a la quebrada. Desde aquel día nadie supo más de él. Fue como si la tierra se lo hubiese tragado.

“Hoy sabemos que al final de nuestras vidas podemos confiar en el reposo eterno que el Señor nos ha prometido”.

Antonio Vásquez Alfaro.

La vida siguió su curso, la brisa suave del verano acaricia las tejas de las casas de la comarca y el sol seca cada día más los campos.

Dentro de la casa, el silencio se acrecentó como un muro de insólitos llantos que día a día iban llenando el alma de los familiares, que sumidos por el dolor no terminan de comprender y caminan por los pasillos como si sus vidas se les hubiese escapado hacía ya mucho tiempo.

María, madre y esposa; mujer muy abnegada sacaba el sustento de las tierras que poseía.

Por las noches los animales nocturnos dan sus conciertos y sólo guardan silencio cuando aparece el rey del bosque, impregnando todo con su fiero rugir.

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Un claro rodea la casa, los pastos y uno que otro árbol custodian las terrazas que como niñas mimadas se tienden frente a los sembradíos de plantas de rosa y árboles frutales. Los límites hacia las otras partes de la hacienda se enmarcan con las palmeras que danzan al compás del viento.

Al oeste de la hacienda se observa el cerro del Tremedal cuyas laderas dan vida a los pocos árboles que la mano del hombre ha dejado en pie. Los patios de la casa son el lugar más propicio para que la niña, blanca y de rizos de oro, juegue y corra detrás de las mariposas. La nana la cuida como a su propia vida. Ella ama a la pequeña como si la imagen del padre cuidará de ellos día y noche.

Ana es blanca, como la espuma del mar, sus cabellos son rizos dorados que la asemejan a los rayos del sol. Sus ojos verdes expresan la inocencia juvenil que guarda un corazón lleno de preguntas e inquietudes.

Ella es el corazón de la familia, su madre se concentra en hacer de su vida algo natural, fue difícil perder a su compañero de una forma tan súbita y repentina. Su único consuelo es su pequeña hija.

Papá… papá. Es el grito de Ana cada vez que la oscuridad con su negro manto llega, para quedarse unas cuantas horas. El silencio de la noche deja oír el rugir de la fiera… que rodea la casa de María. Es como si una fuerza misteriosa se acercara cada vez más.

Nadie sabía con certeza de donde había venido aquel animal que por las oscuras noches del verano rondaba los cercanos lugares a la hacienda, lo que más atemorizaba a los pobladores era encontrarse con una bestia asesina. Por las noches su lastimero llanto, se escuchaba por todo el lugar. Por las mañanas, parecía desaparecer como por encanto, al menos así lo aseguraban los expertos cazadores que trataban de dar con el animal, ni uno solo de sus rastros pudo ser detectado.

En las noches de luna llena, algunos hombres del pueblo salen a recorrer por la hacienda. Muchas veces han visto una sombra majestuosa deambular por la llanura; jurarían que ese animal no es de aquellos bosques. En la imaginación no encontraban trazos de realidad para compararlo con algún animal conocido.

En una noche de cacería los cazadores tuvieron más suerte. Un rayo de luna que iluminaba dos grandes sauces, dejo ver un resplandor de luces doradas y muy blancas que se mezclaban en hermosos y pequeños copos de partículas juguetonas del resplandor de la luna; en aquel lapso de tiempo Rashid quedo mudo al ver pasar una figura entre los troncos de los gemelos sauces. El podria jurar que lo que había visto era más grande que lo que

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había conocido en aquellas parajes: algo increíble; una melena rojiza – cobre, tan imponente y amplia que hubiese servido para cubrir de lleno cualquier hombre de la villa. Bastaron unos cuantos segundos para darse cuenta de que aquel animal no era como los sencillos leones breñeros, que con tanta frecuencia merodeaban aquellos parajes. Aquella fue la primera vez que alguien fue testigo de que algo impresionante rondaba los bosques de la hacienda.

Una noche de luna llena, María se encontraba con su hija en brazos acariciándole el cabello, cantándole canciones de niños, canciones que habían pasado por su familia de generación en generación. La nana Chola se hallaba sentada junto a María tratando de tejer un tapete. En el centro de la mesa un candelabro abrazaba fuertemente velas que lloraban esperma en noches de soledad. Ana se remontó al mundo mágico de los sueños y pronunció unas palabras muy hermosas:

- ¡Papá, papá!

En ese mismo instante María y la nana observaron un rayo de luz iluminar la terraza principal de la casa por unos segundos. Después ambas escucharon el lento caminar de algo que se aproximaba a la mansión. Lo que fuera parecía más grande los normal. Aquella fue una noche de preguntas, sobresaltos y constantes temores para María y la nana.

A la mañana siguiente María despertó y sintió como si todo hubiese sido un sueño, de inmediato reaccionó, bajo las escaleras que dan a la primera planta de la casa, ya con paso cuidadoso se dirigió a la puerta principal… ¡No había nada! Excepto unas extrañas huellas que circundaban las terrazas y terminaban a los lados de la puerta principal; era como si un animal hubiese estado haciendo ronda durante la noche.

Un sábado por la mañana en que la nana cuidaba de Ana en el jardín, escucho un extraño ruido cerca de las plantas de rosa. Era como si algo desconocido las vigilará. El viento se detuvo inesperadamente, el cantar de las aves y el bullicio de los pericos se escuchaba cada vez menos en su huida por alcanzar el horizonte. La nana sintió pánico y abrazo a Ana tan fuertemente como pudo; la suave brisa comenzó a recorrer sus caras de nuevo. El cantar de las aves volvió a llenar de armonía el jardín, y el denso aire que se respiró comenzó a desvanecerse como se desvanecen los rayos del sol cuando la noche tiende su enrome manto sobre las praderas y montañas del valle.

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Un rato después, la nana dejó a la niña jugar un poco más lejos de su presencia. Ana se acercó a los sembradíos de rosa y pronunció aquellas mágicas palabras: - ¡Papá, papá! Segundos después desapareció como por arte de magia.

María cayó en cama inconsciente por el dolor de aquella desaparición. Un grupo de peones de la hacienda y expertos cazadores se internaron en los bosques para tratar de dar con el paradero de la pequeña de cabellos de oro. Hacía calor, en la selva no se escuchaba el trinar de las aves ni el aullido de los congos. Todo presagiaba que el mismo suceso de los días del pasado verano se volvía a repetir. Largas horas pasaron los cazadores escudriñando con cuidado todo lugar en el cual ellos creían que la niña se podía encontrar.

Las ramas de un árbol seco eran como grandes garras tratando de aprisionar, el alma y cuerpo de los hombres que buscaban a la pequeña; el río que en sus pequeñas cascadas canto sonatas, no parecía más que enviar lúgubres mensajes de desesperanza.

A través de los hermosos sauces se podían observar dos siluetas, una pequeña inconfundible que muy tiernamente abrazaba a la segunda. La melena color rojiza – cobre se mecía con el viento y una garra abrazaba a la pequeña. Aquel cuadro se parecía a aquellos sacados de un hermoso retablo y los hombres – armas en mano – no encontraron una explicación para aquella tierna imagen.

Entre todos decidieron esperar el amanecer con el fin de no poner en peligro la vida de la pequeña Ana.

Al amanecer el negro Tom se puso de pie tan rápido como pudo, su asombro ante lo que vio fue tan grande como aquel día en que tuvo entre sus manos la carta con la cual consiguió su libertad.

Ana dormía profundamente cerca del protector calor de los demás hombres; de la fiera no se hallo ni el más mínimo rastro. Aquello fue tomado como un milagro por los cazadores y María que no dejaba de agradecer a Dios abrazando fuertemente a su pequeña hija.

Durante mucho tiempo, mientras las lluvias azotaron el valle no se volvío a escuchar el rugir de aquel rey que había llegado de la misma forma en que había desaparecido.

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A lo largo de un año, nada se supo del majestuoso animal, el cual fue como un sueño para algunos de los moradores del valle. Extrañamente los rayos de luna que hicieron brillar de cálida ternura la casa, no volvieron a aparecer. En su lugar solo quedaron unas nueves negras en el cielo de las noches de verano.

Ana creció y María hubo de llevarla fuera del valle para que recibiera su educación formal en el convento de los monjes agustinos.

Los sauces envejecieron durante los años en que Ana estuvo fuera de la hacienda, el tranquilo cauce del río, por el cual desapareció el padre de la niña se agotó casi por completo y las hermosas flores plantadas alrededor de la casa ya no entregaron sus colores a la luz del sol.

El tiempo pasó. Un sábado por la tarde la nana salió de la casa rebosante de alegría, esperaba el carruaje en el cual venían de vuelta Ana convertida en una hermosa joven y su madre María, y en los ojos de Ana se podía observar la profundidad de un vacío que le acompañó durante el tiempo en el cual estuvo fuera de la hacienda.

Esa misma tarde la joven salió por la terraza principal y se dirigió hacia los sauces gemelos que parecían haber recobrado la vida, su madre se asomo a la puerta de la casa grande y al verla llegar a aquellos hermosos árboles, pudo contemplar como una extraña luz bajaba del cielo volviendo a encender el alma dormida de aquellos ancianos, herederos del bosque.

Ana camino entre aquellos sauces y se ocultó a la vista de su madre. María camino lentamente hacia aquel lugar, en su alma no había temor o dolor, miedo o angustia; la madre sentía dentro de sí tan solo, una paz que iba más allá de sus pensamientos. A cada paso que daba, su corazón latía con más fuerza, la tarde se ilumino aún más y una brisa muy suave comenzó a acariciar su cara.

Al pie de los sauces aquella mujer se detuvo un momento, no sabía que le esperaba detrás de los árboles y las siembras de rosas; una vez decidida cruzo el camino de la incertidumbre, la imagen de lo que a su vista se presentó, le impresiono tanto que por unos instantes su tez pálida no dejó paso a emoción alguna, poco a poco recobró el aliento, en su vista se reflejó lo que acontecía: un hermoso león africano yacía en el sitio, junto a él la

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joven que acariciaba su lomo, un hermoso rayo de luna caía sobre ambos. Ana notó la presencia de su madre, se levanto de su lugar y se dirigió hacia ella, tomo su mano y apretándola con dulzura le dijo:

- No temas madre, estás a salvo, él –y mirando al león- nunca nos haría daño. En aquel momento, el hermoso felino rugió, se levanto de su lugar y camino hacía María y la joven Ana, dio tres vueltas a su alrededor para caminar luego hacia lo espeso del bosque en el cual desapareció, por unos instantes un rayo de luna recorrió las enramadas de los árboles, parecía seguir las huellas de su visible y poderoso amo.

María, duda algunas veces si lo que vio fue real o si fue tan solo un sueño, ella solo sabe que cada vez que su hija menciona el nombre de su padre el hermoso as de luz ilumina los sauces y luego se escucha el rugir del león, que llena la soledad de la noche, que poco a poco cubre el alma del valle.

“El amor de Dios es para siempre y por toda una eternidad”.

Gerardo Antonio.

Una tarde hermosa me hallaba sentado tomando un café en la posada “Las delicias”; de repente un anciano pequeño se acercó a mí y me pidió unas monedas para un café a cambio de una hermosa historia.

Al relatarme la misma me dijo con su voz suave y entrecortada:

- Sabes hijo, si quieres puedes creer que es tan solo un cuento, yo,por el contrario creo que es una historia real sacada de las muchas que hay en el libro de la vida. Luego se paró y desapareció tal como había llegado.

Por unos momentos dude de que algo así pudiera ser real pero al pasar de los años he llegado a creer que la historia es real y que vive en el corazón de cada uno de nosotros.

Hoy creo fervientemente en el amor y la paz que sobrepasan todo entendimiento y que ese rasgo hermoso de luz ilumina el corazón en la mejor inversión de Dios: el hombre.

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“Dios pagó nuestras faltas con el sacrificio único y eterno de su hijo. Hoy creo, debido a ello, que somos la mejor inversión de Dios”.

Gerardo Antonio.

El joven y la poesía

“Un joven inicio una caminata durante la cual visito varios lugares y conoció a varias personas.

Para no perder sus experiencias llevaba consigo un cuaderno en el que anotaba todos los hechos de la realidad que iba conociendo.

Para poder expresar sus sentimientos llevaba consigo otro cuaderno en el cual escribia bellísimas poesías.

En un momento dado de su camino, se deshizo del cuaderno de poesías, pues descubrió que otro cuaderno contenía toda la poesía que necesitaba”.

Un largo caminoRelato

Cualquier camino se inicia con el primer paso que damos, y sin importar cuanto hayamos recorrido, al fin nos damos cuenta que el camino es nuestra propia vida

La niña se vestía tan deprisa como podía, dentro de sí sabía que aquellos hijos pequeños de dos alas que con tanto esmero cuidaba desde muy pequeños, no esperarían antes de comenzar a graznar tan fuerte, como sus diminutos cuerpos se lo permitieran, reclamando así su porción diaria de alimento.

Su madre adoptiva cuidaba de ellos, esperando que en un tiempo cercano sus pequeños cuerpos estuvieran listos para emprender un largo viaje… un viaje lleno de aventuras y peligros, que los llevaría a pasar las montañas que se podían ver al sur donde sus congéneres les esperaban; con el fin único de enfrentar la experiencia de sus vidas.

Los días transcurrían entre la vida solariega de perseguir a todos lados a su activa madre de cabellos castaños, que les mostraba cada rincón de la granja en que vivían y el

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grasnar con impaciencia a cada lado de sus pequeños cuerpecitos. Las relaciones de los pequeños gansos se encerraban entre compartir con esa tierna y amorosa madre y sus pequeños amigos como el lechón, que lo único que hacia era jugar en los pequeños charcos y lodo, dormir más de lo necesario y alimentarse en todo momento.

Los charcos de agua clara y los grandes ríos eran perfectos para la práctica de la natación, sumergiendo sus cabezas en sus aguas, cuando el calor de los veranos era tan abrazador que las grandes olas de hierba verde se volvían en campos secos.

De tiempo en tiempo, los pequeños podían ver en el cielo grandes nueves de aves volando al sur; ese grupo en formación parecía un batallón; una “V” grande sincronizaba el buen manejo de aquellas aves en el cielo azul.

La madre sustituta emprendió el arte de enseñar a los gansos a aprender a volar, dado que crecían más rápido de lo que ella esperaba. Uso todo tipo de trucos para enseñarles el inicio de sus verdaderos caminos. Poco a poco, todo aquellos hijos de la naturaleza aprendieron el arte de volar, más entre todos había uno que siempre regresaba a su lado, extrañada, cada mañana muy temprano, camino con su hijo adoptivo a los campos a seguir con el entrenamiento de rutina, tratando de ocultarse , cuando el ganso alzaba el vuelo siempre regresaba; cualquier escondite era insuficiente para evitar que su único hijo rebelde la encontrase y le reclamase su presencia graznando con insistencia.

Uno de aquellos días y un poco disgustada aquella joven madre le preguntó en tono aireado a Ganso:

- Porque vuelves cada vez que debes seguir tu camino.-- Y por qué no? –respondió Ganso.-

La joven madre casi desfallece al oír al ganso replicar con tanta claridad como cualquier otro ser humano…

- Pe… pero puedes hablar?- Y qué crees que hago contigo?- Yo sé, pero, se supone que las aves no hablan como los humanos.- Dices eso –respondió Ganso- porque los humanos lo dicen o porque estás

convencida de que no debo hablar como tú?

Ana medito un momento y luego respondió:

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- Bueno, aceptaré que puedes hablar. Pero porque no decides volar a dónde perteneces?

- Esa es mi decisión y además tú eres mi madre. Debo permanecer contigo. Todos te han abandonado más yo no pienso hacerlo.

- Vaya que eres terco –repuso Ana. A lo que el ganso replicó:- Creo que soy menos que terco pero mi decisión es quedarme con mi madre a quien

amo. Es por ello que mi decisión es permanecer contigo porque amo y porque debes aprender que el amor es una decisión.

Así aquella madre adoptiva no tuvo más remedio que aceptar –con enorme placer- el ir acompañada por Ganso, quien cada día le enseñaba más cosas que las que cualquier otro ser humano le hubiese enseñado jamás.

El ángelRelato

A Dios.A mi hija.

A mi nieta.

Hace muchos años nació en mí el incontenible deseo de relatar lo que hizo que mi corazón, antes muerto como un páramo, volviera a recobrar vida:

Mi condición era aún delicada después de la terrible depresión que me llevo a estar internado en el hospital de la ciudad por dos días. Mi condición fue grave después de que salí del hospital y estuve en tratamiento con el Dr. Pérez por más de un año.

Por mucho tiempo después de aquel incidente, camine por las calles, trabaje en mi profesión como ingeniero de planta, trate de disfrutar de mis vacaciones. Pense que todo estaba bien, sin saber que Dios estaba permitiendo el mayor logro de mis habilidades, a través de una experiencia que pasa mucho, sería y grave ; hoy en día se que fue la experiencia más positiva de mi vida.

En nuestro camino por la vida el Dios de todas las cosas, siempre hace que nos crucemos con algo o alguien inesperado, que poco a poco nos hará despertar.

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Después de la crisis y de mis visitas al médico, mi vida se volvió monótona, sin un rumbo claro o definido. Dejaba pasar la misma, contengo con lo que pasaba y ganaba. Mis sueños eran nulos al igual que parte de mi felicidad. Mi hija de escasos años era lo que hasta aquel momento me mantenía con cierta esperanza de despertar del letargo en el que me había consumido.

Mi vida se convirtió en un caos y pasaba la mayor parte del tiempo como un ser que mutaba cada vez que me encontraba en el trabajo o en la casa.

Pensaba que lo bueno, de todo lo que puede ser bueno era solamente para los demás. ¡Mi destino estaba asegurado.!

Un día un amigo mío me llamo por teléfono. Ese fue el comienzo de algo diferente.

En aquel momento me hallaba sin trabajo y en realidad no parecía importarme mucho, se me reto (creo que esa es la palabra correcta) a presentarme ante el departamento de Lenguas del Ministerio de Educación de mi país, puesto que hacían falta profesores de Inglés para un programa que el Gobierno había iniciado años atrás.

Como dije anteriormente ese fue el inicio de mi odisea.

Todo cuanto sabía era que tenía que presentarme a una hora y a un lugar específicos, para una prueba, a la hora exacta me presente para (sin saber) iniciar un período en el cual debería demostrar mis habilidades del inglés. Aquel mismo día me dirigí al lugar de mi trabajo en mi ciudad, puesto que la señora directora deseaba conocerme en persona.

Para mi fue un día bastante largo y agotador, y al final supe que iniciaría mis labores dos días después de hablar con aquella señora seria y amable a la vez.

Algo interesante paso en mi vida: tuve la oportunidad de estar más cerca de mi hija y conocí fortuitamente a un hermoso anciano de escasa barba blanca, que combinada su amabilidad con hermosas palabras que salían de su corazón.

Aquel hombre usaba unas ropas (si se le puede llamar así a los harapos que usaba) un tanto comunes, un sombrero de paja y un pequeño cuaderno de notas que a la verdad, en aquel momento no supe para que lo quería.

Siempre que me sentía un poco atribulado me encontraba como por arte de magia con el hombre de los harapos. ¿Su nombre? No lo sé… En realidad creo que nunca lo supe.

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En una ocasión que nos encontramos y al estar frente a frente me vio fijamente a los ojos y dijo:

“¿Sabes que la peor enfermedad es la enfermedad de la palabra?”

Sin poder entender le replique un tanto asombrado:

- No entiendo ¿Qué es la enfermedad de la palabra?- Es muy sencillo –dijo guardando silencio un momento y luego prosiguió. “Es

sencillo. La gente acostumbra a usar sus palabras para enfermar en vez de bendecir… tienes que haber escuchado muchas veces “Estás loco” en vez de “piensa diferente” o quizás has escuchado: “Eres un desastre” en vez de “tu forma de pensar es interesante”. Sabes que el poder de la palabra, desde el día en que el único Dios la sello en su Libro, puede usarse con dos fines: edificar o destruir.

Lamentablemente la mayoría de las personas la usamos solo para destruir.

El poder de la palabra, está encerrada en el amor del Verbo de Dios… Piénsalo y verás como tu vida comienza a cambiar por el poder de esa palabra…

Después de decirme lo que salía de su corazón el anciano se alejo lentamente. Yo le mire alejarse y me pareció ver a uno de esos ancianos que solo en las estampas navideñas podemos encontrar.

“Puedes hacer algo por los demás, pero nunca no importa cuando rápido lo intentes: “Nunca será, lo suficientemente rápido”.

Me encontre con el hombre sabio muchas veces: cuando iba diario al trabajo, en el supermercado, cuando paseaba con mi pequeña hija, y alli fue cuando me di cuenta de lo que he de contarte a continuación:

“Yo tengo un Ángel que siempre camina a mi lado”.

Ese ángel siempre me impulsa a seguir mis pasos y a soñar en que hoy puedo hacer las cosas bien.

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Cada vez que veo a mi hija y le deseo de corazón puro, puedo decir: “Te amo”.

Cada vez que deseé sonreír lo hago y soy feliz… porque la felicidad es un regalo gratuito de Dios a través de su hijo.

La felicidad está en cumplir con mi mejor socio que es Dios.

Debe haber muchas palabras que ejerzan un poder bastante destructivo en las personas. Por ello a través de las enseñanzas de Aquel anciano, sentí que la vida volvió poco a poco a tomar posesión de mi cuerpo.

Así es como me di cuenta que siempre tuve un sueño inconcluso en lo profundo de mi ser.

Visualice mi sueño me adueñe de él y comencé a trabajar en él.

“Es fácil soñar… pero es más fácil hacer los sueños realidad si accionamos hacia el sueño y perseveramos por el mismo”.

Comencé a reflexionar y me dedique a escribir en una pequeña libreta, lo que ya era capaz de hacer. Pidiendo a Dios, cada día de mi vida, un cambio poderoso comenzó a gestarse en mí, desde aquel momento cambie mi forma de pensar.

En vez de esperar que la felicidad llegará a mi fui en busca de la felicidad.

En vez de esperar que los demás me amaran, comencé a pedirle a Dios que me ayudará a amar a los demás.

Comencé a ser amigo en vez de esperar que los demás fuesen mis amigos.

Inicie cada día con entusiasmo y hasta el día de hoy lo sigo haciendo.

Comprendí el valor de todos y cada uno de los seres humanos, aprendiendo de cada una de ellas lo que cada cual tenía que enseñarme.

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Comprendí que lo más importante del futuro es el día de hoy.

Yo jamás volví a ver a aquel anciano de afable carácter y amoroso corazón pero un día que acompañaba a mi hija, la alce tiernamente, la abracé y con un amor que me salió de lo más profundo de mi corazón le dije:

“Sabes hija… eres mi ángel y creo que todos los que habitamos esta tierra somos, en uno u otro sentido: ángeles”.

Gerardo Antonio.

Un recuerdoRelato

Llegué a la casa de mi hermano Luis y me senté junto al sendero que da al río, es hermoso visualizar como las aguas corren velozmente, surcando piedras y troncos. Pude observar los grandes árboles a la orilla del río, sus hojas se mecían agradeciendo al viento. Sus raíces formaban diferentes figuras; al verlas detenidamente parecían ser de mármol o jade esculpidos por la mano del Señor.

Dentro de mi corazón se abrió como la sabiduría que se encarna en las mentes una pregunta: ¿Deseaba algo? ¿Podía pedir más de lo que estaba viviendo?

Allí me encontraba frente al milagro de la vida, toda una gama de diferentes criaturas, mamíferos, flores y árboles que manifestaban en todo su esplendor la grandeza de Dios. [Dios es amor].

Pude ver pequeñas libélulas, mariposas, pude observar los diferentes colores: amarillo intenso, verde tierno y oscuro e incluso el azul de las plumas graciosas de algunas aves.

Subí por unas piedras hasta lo alto de un risco, observé algunas pequeñas mariposas que en su niñez fueron simples orugas. ¡La bendición de la vida!

Pude notar la gracia de Dios en todo cuanto me rodeaba y aún cuando se que no somos perfectos, podemos sentir el amor que renace en todas las cosas.

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Al cabo de unos instantes me retire de aquel hermoso lugar con un pensamiento de agradecimiento a Dios.

“El sueño del hombre se consigue solo cuando se involucra con Dios y sus metas son claras y definidas, cuando en su caminar entiende que el Don de la vida es un regalo de Dios”.

Gerardo Antonio.

Paz eternaRelato

Me encontraba con mis amigos cerca del río que solíamos visitar. El musgo verde adornaba las piedras que juntas parecían formar un foco de armonía.

Nos acostamos en los secos pastos, hermoso colchón de la naturaleza.

Podíamos divisar las juguetonas ardillas que brincaban de rama en rama, pasando algunas veces para descansar; y comer de paso algunas frutas u hojas verdes y tiernas.

Se podían escuchar sonidos lejanos, y durante un rato quedamos absortos ante el esplendor de los rayos solares que bañaban nuestros cuerpos.

El río era como un camino que vivía dentro de la orilla de los árboles, un camino especial que cubría nuestros corazones.

Esos eran días de mucha luz externa e interna; nuestros pies dejaban huellas suaves, sobre los campos secos.

Ese día corrimos por los campos tratando de encontrar la naturaleza,.. y al fin la hallamos… la hallamos cuando comprendimos que la vida natural fue creada por Dios.

Gerardo Antonio.

¡Si crees que Dios tiene poder… hoy puedes formar tu sueño!

¡Si crees que su hijo vino a hacer libre… hoy eres libre!

¡Si crees que el Creador te da sabiduría… hoy eres sabio!

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¡Convierte tu sueño en realidad!

¡Hazlo hoy!Gerardo Antonio.

El adiósRelato

La mar bailaba al son de los pasos que dábamos, allí le observamos justo cerca del pórtico principal de la casa. Una pequeña canasta de mimbre le guardaba del frío, una frazada la cubría del viento. Mi padre y yo corrimos hasta alcanzar pararnos frente a su improvisada cuna. Ella nos miró fijamente y luego de un instante sonrío. Mi padre se agachó y la alzo, junto a ella había una nota. En ella se leía:

“Esta es Ana a quién amo con todo mi corazón, os pido que la cuiden, que soy tan pobre que me es imposible criarla. Aún así quiero que sepan qué algún día volveré por ella”.

María José.

La metimos con nosotros en casa y desde aquel día Ana forma parte de mi familia, era parte de mi corazón, difícilmente podía encontrar otro padres más feliz que el mío.

Ana parecía un adorno de navidad que pasaba de brazo en brazo, consentidamente ella correspondía a nuestros mismos y caricias.

En la iglesia era la atracción de los vecinos y en las calles saludaba con su pequeña manita a cuanta persona nos topáramos en los verdes pastizales en nuestro camino a casa.

El tiempo fue corriendo dando paso a nuevas alegrías y tristezas a la vez. Ana ya había cumplido dos años y caminaba detrás de mi padre como si aquel se le fuera a escapar.

Por mi parte, yo le bañaba y le sacaba al sol, aunque la mayor parte de las veces lo que hacíamos era jugar “alcánzame si puedes”, Ana, era muy activa y gustaba correr tras las mariposas y todo aquello que volara cerca de sus rizos dorados.

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Ana, tengo sueño y añoranzas de mi amada Ana o mi padre, ya anciano, aún guardo dentro de mi corazón el tierno amor que sembrará mi niña dentro de lo más profundo de sus recuerdos. Por mi parte aún puedo recordar una frazada azul en una canasta de mimbre que cubría sus pequeños pies desnudos, el mundo girando lentamente al tiempo en que ella movía su cuerpecito. Un recuerdo rápido de árboles, cielo, nubes y el sendero lleno de pequeñas piedras. Luego Ana fue levantada de la canasta y abrazada fuertemente. Caras amables, se que ella lo puede recordar pero podría ser el último recuerdo de su imaginación.

Un tiempo más y los recuerdos viene, algunas veces, en repetidas ocasiones por la noche o durante el día, unas manos que me abrazan, que me hacen sentir segura a salvo.

Solíamos danzar en la sala, mi padre, Ana y yo danzábamos a la luz de las velas mientras mi madre sonreía y nos aplaudía, con fuertes palmadas nos incitaba a dar todo lo que podíamos dar. No había hora o lugar para que mi padre, nos tomará de las manos a ambos y comenzará a dar vueltas y brincar imitando el más sobrio de los bailes, era entonces cuando tanto mi rosto como el de Ana se iluminaba y podíamos comprender el verdadero significado del amor.

Algunas veces notaba que mi padre parecía estar triste, en sus manos solia acariciar un pedazo de papel, muy viejo, que le repetía incesantemente: “algún día volveré por ella”.

El verano comenzaba, podíamos ver los pastos moverse de un lado a otro, y los grupos de pericos volar de vuelta al sur. Era un esos momentos que mi padre tomaba a Ana y me hacía seguirles con una señal de la mano, íbamos a la orilla del mar… aquel mar azul que un día guío nuestros pasos al mejor de los regalos, disfrutamos corriendo sobre la arena, salpicarnos del agua salada y ver el sol ponerse y encender como llamas divinas las nubes que se alzaban sobre el horizonte. En aquel momento y antes de que el milagro desapareciera volvíamos a casa, cantando felices, tan felices como los destellos que se miraban en los azules ojos de mi adorada Ana.

Sé que más que cualquier otra cosa, ella recuerda al hombre.

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El canto en la iglesia era otro de los actos en que compartíamos nuestros dotes como cantantes corales y sobre todo Ana que al final de cada canción elevaba el tono de su voz dando la ubicación correcta del lugar en el cual se encontraba.

Las idas de vuelta a casa eran caminatas pausadas, carreras, risas descontroladas y el amor compartido con el que celebramos los días felices de la infancia de Ana, de mi adolescencia y el cristalino reflejo de la sonrisa de mi padre.

“Mas que cualquier otra cosa, recuerdo al hombre. Sus manos fuertes. Pude sentir el suspiro de su pecho, cuando me abrazaba fuerte, el sonido de una canción que brotaba de sus labios y me rodeaba haciéndome sonreír. Aún hoy en día sonrío al pensar en ello. Algunas veces en una multitud de gente, escuche la misma voz, y me volví buscando a mi padre. No era su cara lo que buscaba. Eran sus manos las que recordaba… grandes manos que tomaban a Ana y la alzaban al cielo como si ella fuera un dulce copo de nieve en el invierno.

Las olas del mar se rompen bruscamente en la orilla… ese mismo mar que nos vio caminar hacia un futuro hermoso que nos esperaba en un canasto de mimbre.

Mis deberes de la escuela me absorbían más no lo suficiente para olvidarme de la pequeña que a sus tres años me acompañaba, con sus ojos abiertos en expectativa de lo que leía, movía sus pies en incesante y perenne armonía hasta el momento en que me levantaba de mi silla, ella sabía que es hora de jugar, ella es la niña que corre, yo los brazos que la buscan por todos los rincones de la casa hasta que al fin la encuentro, es en ese instante en que su risa alada consume y absorbe la tranquilidad de la casa.

¡Así es ella!¡Dulce y tierna!¡Tierna y bella!

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La espera por mi padre. Son las tres treinta y Ana se haya junto a la puerta, mirando al mar, sabe que unas manos fuertes pero tiernas le han de levantar del suelo hacia el cielo, ella acariciará sus mejillas y le abrazará como para no dejarlo escapar más.

¡Ella es muy tierna y dulce! –dice mi padre en voz alta, con el fin de que todos escuchemos. Sabemos que él le ama.

¡Así es mi padre!¡Así son sus manos!

“Aún recuerdo que ella amaba el viento y la música. Les recordaba juntos; el sonido del viento en el pasto verde y una canción que yo también recuerdo, un delgado hilo de notas de una canción que no podría recordar sin despertar de su profundo sueño”.

Los domingos eran días de juerga, después de la iglesia era el caminar con la familia compartiendo el amor que nos profesábamos. Jugar “hurtadillas” era lo que más nos gustaba ya que teníamos que utilizar todas nuestras energías, por supuesto Ana siempre ganaba.

¡Era la consentida de la familia!

Los emparedados de atún con cebolla eran sus preferidos y los devoraba tan rápido como yo lo hacía.

Uno de esos domingos mi padre saco de una de sus bolsas un papel que doblaba entre sus dedos como queriendo hacerlo desaparecer. Era la carta en la que se nos anunciaba que pronto, Ana no estaría más con nosotros. A decir verdad faltaban pocos… muy pocos días.

“Aún puedo recordar el color rojo: flores rojas y especialmente una lágrima de rojo de las que brillan como el fuego en la luz. Ella lo usa ahora alrededor de su

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cuello, pero cuando pienso en eso no podría recordar el sentimiento de tenerlo en sus manos. Algunas veces ella abrió sus manos esperando verla brillas. El rojo siempre le ha hecho feliz”.

Aquel día, un domingo de agosto… un agosto muy frío aún para vivir cerca del mar, todos nos hallamos en fila y en silencio, con las cabezas bajas, tratando de no mostrar el dolor que nos invadía. Tratábamos de no recordar la hermosa carita que habría sido elevada, lejos que con lágrimas en sus ojos nos decía “adiós” o quizás “les amo” como sabíamos que lo hacia muy dentro de su corazón.

Volvimos a casa sin pronunciar palabra, quizás no podríamos volver a ser los mismos o quizás hemos de perder aquel encanto que siempre nos unió. Lo real e irreal son caras de una misma moneda que es arrojada al aire por el camino sin fin de su destino que aún no conozco, y que me hace obviar el verdadero valor del ayer.

Mi padre y yo seguimos danzando por las noches tratando de esforzarnos más al escuchar las palmadas alegremente fingidas de mi madre. De aquel día en adelante todo parecía ser igual mas no todo era igual, solo fingíamos ser los mismos, manteniendo el recuerdo de Ana -aun cuando su verdadera nombre era Gloriana –en nuestros corazones.

Los días en la escuela y ahora en la secundaria me mantenían ocupada. Mi padre trabajaba más horas de las necesarias y ahora llegaba a casa más tarde. Todavía queríamos danzar, en aquellos días de las risas y el sabor a verano, pretendíamos volver a ser felices. Soñábamos en que Ana aún se hallaba oculta en algún rincón de la casa y que sería fácil de encontrar.

Su canasta de mimbre está celosamente guardada junto a un almohadón de plumas de mi padre.

¡Un lugar muy especial!

¡Gloriana es la consentida!

“Ella recordó voces. Y palabras, como susurros en su oído. Palabras como el viento suave tocando suavemente su cara. Solo palabras”.

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Como el polvo en el viento, así despareces una y otra vez, tus manos son como sombras que vagan en la noche de mis sueños y mis recuerdos.

Tu risa es como la flor de eterna fragancia que llena mi jardín de primaveras.

Así eras y eres hoy al compás del latir de mi corazón.

¡Palabras y sueños!.

¡Sueños y esperanzas!.

“Había nubes en todos mis sueños. A ella le gustaban sus nombres: cumulus y otros, justamente fuera del alcance de su memoria. No recordaría aún aprendiéndose los nombres de las nubes.

Algunas veces pensé que mi Ana había nacido conociendo el nombre de ellas”.

La mayoría de las veces la espera es larga.

Así fue en aquella ocasión en la que observábamos detenidamente el mar esperando ver en la lejanía el barco que traía de vuelta a Ana.

¡Seis años es un largo período de tiempo!

Al principio un pequeño punto que se asoma en el horizonte y… esperar… las esperas siempre son largas.

La hora llegó tan esperada como la cálida brisa del mar.

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Frente a mí unos ojos azules, el amor amor, que se fue más allá del tiempo. La lágrima de color rojo aún colgaba de su cuello. La abrace como quien abraza al viento del norte.

Amor es la palabra: Ana hurgó con su mirada, yo supe a quien buscaba. Mi padre se había quedado lejos de nosotros, junto a una gran roca en medio del pastizal. Ana camino hacia él. Los vi juntos frente a frente. Un arcoíris cubría sus cabezas como en un cuadro maestro de la verdad de unas manos… unas manos que abrazaron a Ana por siempre.

Sé que es un último recuerdo de aquel adiós que ahora volvía para quedarse ,esta vez para siempre.

“Las memorias vienen con más frecuencia ahora, en increíble multitud llegan a mi llenando mi cabeza y la de Ana. Vienen en niebla y nubes revelando lo que se oculto detrás de ellas. Nubes con una cara cerca, una mente escondida. Nubes y aquella cara de niña.”

Las gaviotas vuelan cerca de las barcazas que se hallan cerca del pequeño muelle.

Cada verano un barco muy especial llega a nuestro pequeño puerto. En él viene Ana con un adiós invisible en su corazón.

Con una sonrisa eterna en su alma.

Es el recuerdo del baile sin sentido que nos dio vida en una tarde de un verano feliz.

A mi madre.A mi hija.

A una niña muy especial que me dio el mejor regalo de todos: el diamante de

creer en el amor de nuevo.

Gracias Mariana.

El ancianoRelato

I

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“La luz de la sabiduría brilla en tus ojos y tus ojos son la luz de la vida”.Gerardo Antonio.

La tarde es hermosa y caminar por el parque escuchando el cantar de las aves es bello. Fue en una de esas tardes que le conocí. Su barba blanca, su noble y pobre porte hacían crecer el encanto que sentía por él. Fue en aquella o en una de las tantas tardes que compartimos que me relato la historia, así como muchas otras historias, más aquella fue especial… aún hoy lo es para mí y sé que cuando la leas será igualmente especial para ti.

Sentados en un viejo banco, conversábamos acerca de todo lo que creemos que es importante en la vida: con aquella serenidad que le hacía parecer uno de los antiguos filósofos griegos, aún puedo recordar aquellas palabras acerca del éxito que en su gran sapiencia lleva un mundo de ilusiones.

- Sabes hijo –me dijo en aquella ocasión- muchos hablan del éxito y muy pocos saben de él, por eso ahora quiero decirte lo que yo pienso del mismo:

“El valor del ser humano se haya en lo más recóndito del corazón de Dios por tanto debemos vernos a nosotros mismos desde la perspectiva en la que Dios nos ve: con los ojos del amor.”

El éxito se da cuando entendemos que fuimos creados por Dios y para Dios por la simple complacencia que se enmarca de lo infinito a lo infinito. La vida que conduce a él que nos ha provisto para alabarle y reverenciarle todos los días de nuestra vida. Creo fielmente que somos una inversión muy valiosa para Él y me complace muy dentro de mi corazón que nos haya escogido como su mejor inversión, dado el caso que el Rey de toda la creación dio su vida por salvar la nuestra.

Así, el éxito de nuestras vidas es la alabanza continua hacia Dios, sin que por ello tengamos que dejar de disfrutar de los dones físicos y provistos para el deleite de todo aquel que confía en el Rey del universo.

El verdadero éxito de la vida nos lleva a reconocer la total dependencia e influencia nuestra, en el amor de Aquel a quien servimos.

Así algunas veces podemos preguntarnos ¿Cómo hemos de fijar el camino, que hemos de recorrer? Mirar bien el camino es fácil cuando mirada se fija metas que van más allá del presente y para los que saben como atraer sus planes futuros, incentivando sus horas de labor en el día de hoy. Debemos recordar que este día es el tiempo en que nuestros planes de expansión se coordinan con nuestros deseos de la realización espiritual y física en un proyecto específico. Es debido a ello que debe ser un orgullo espiritual para

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nosotros, los ejemplos de que cuando deseamos lograr algo como las metas que hemos trazado es posible ir más allá tomando en cuenta las habilidades y dones que Dios nos ha legado. Ahora, la pregunta es… ¿Cómo comprobar si el camino del éxito que llevamos es el correcto? La respuesta es sencilla: en el camino que hemos decidió escoger deben haber pruebas que se conviertan en obstáculos para nuestra fe, si la misma permanece incólume, sin importar cuan grandes los obstáculos sean, nuestra fe se afianza hasta convertirse en la roca de mármol y entonces poco importarían las siguientes confrontaciones, con la que las pruebas que hemos de encontrarnos en el camino de la vida.

II

Dar un paso a la vez es fijar el camino que hemos de recorrer sin permitir el desviarnos del objetivo de nuestra travesía, seguimos caminando al encuentro del buque llamado éxito que el Rey supremo ha preparado para nuestro bienestar. Recuerda que: has sido creado por Dios y para Dios y en ese aspecto somos como la punta de la flecha que una vez que inicia su travesía cortando el aire solo se detiene cuando ha alcanzado su blanco.

Caminemos pues confiados en aquel que nos llamo a la luz eterna de la verdad y sin temor alguno presentemos ante El toda petición que nazca en lo profundo de nuestro corazón.

Esperemos en El que nunca es tarde para alcanzar el blanco que hemos fijado gracias a su mano que nos guía.

Gocemos de la paz que se siente cuando sabemos consciente espiritualmente que aquel día en que Dios escucho nuestra petición… en ese mismo día esa petición es una realidad.

Ante aquella explicación tan interesante no tuve otra pregunta que hacerle más que: el saber de donde él con la particularidad de vida que llevaba podía obtener… La respuesta no se hizo esperar.

- Sabes, la vida del ser humano se haya escondida en un gran libro, algunos le llaman el libro de libros, otros el conjunto de libros más yo prefiero llamarle el libro de Dios. Si te haces el propósito de leer una pequeña Proción cada día aprenderás a ser sabio, pues la sabiduría es única y exclusiva de Dios y él la da a quien la busca de todo corazón… por ello dice en unos de sus escritos:

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“Es en Cristo que averiguamos quienes somos y que propósito tienen nuestras vidas. Un día oímos hablar de Cristo… Él había puesto sus ojos en nosotros, nos creo para una vida gloriosa, parte de un todo perfecto, que aún hoy en día Él continúa trabajando en todas las cosas y en cada uno de nosotros”… Si lees una carta dirigida a los ciudadanos de Éfeso en su primer capítulo puedes encontrar esta y muchas otras verdades que son las que realmente te hacen ser sabio.

Ve y busca todo aquello que te haga crecer como un ser humano de valor.

III

Pasaría algún tiempo antes de que nos volviésemos a ver pues aquel anciano se embarcaba en extraños viajes a las montañas a meditar en el mundo según el decía. Esos viajes duraban días, algunas veces semanas y hasta meses. Aún cuando fuese difícil hallarlo, las pocas veces en que nos encontramos fueron por obra manifiesta de que yo ocupaba algo más que una palabra de aliento; ocupaba una guía de parte de Dios, a través de un anciano que pocos consideraban sabio.

Continué con el ritmo de vida que llevaba trabajando por tener mi propio negocio, una empresaria constructora que algún día sería la base de m imperio personal… un imperio guiado tan solo por la mano de Dios y el esfuerzo que Él me pedía por coronar mis sueños en enrumbar mi vida y la vela del barco de mi futuro en su nombre.

Haciendo caso absoluto a lo que mi amigo me había indicado comencé a leer el libro de Dios y pronto halle una de las tantas perlas que me guiarían en mi camino. El libro de los proverbios de Salomón me llevo al pasaje que dice: “una vida dedicada a la vanidad es una vida muerta, perdida; una vida transformada por Dios es, como un árbol que florece”.

Este verso me inicio en la verdadera vida, ahora sabía que mi futuro estaba asegurado por siempre.

Corría el mes de mayo las lluvias comenzaban a desenmascarar el verde de los árboles, en uno de aquellos días caminando por el parque, me encontré con mi amigo; el anciano. Aquella fue una alegría inmensa pues sabia que otra perla de sabiduría estaba a punto de llenar otro de los tantos espacios vacios de mi corazón.

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Sentados en una banca del parque recibí otra riqueza que el Sumo Creador me tiene día con día.

- ¿Sabes volar? –me preguntó el anciano.

Ante aquella pregunta y un tanto sorprendido le respondí:

- No entiendo lo que me quieres decir, ¿podrías explicarte?

- Claro, hijo –te explicaré pero antes escucha:

“El águila vuela en las alturas y su mirada se posa sobre la tierra, observando cada pequeña criatura, los valles, los ríos… observando a su paso… más allá de la tierra”.

Saber volar significa saber el camino que nos lleva de triunfo en triunfo. El ser humano en su condición de contradecirlo todo, por el orgullo de siglos que han sido inculcados en el se vera indudablemente inducido a desconfiar incluso de las verdades más grandes, las cuales se pueden demostrar fácilmente. De ahí que podamos decir que lo único que podemos estar de acuerdo es estar en desacuerdo. Por ello te cuento lo del éxito.

Para algunos seres humanos el éxito significa comparar sellos postales y guardarlos hasta que estos adquieran un valor que va más allá de lo esperado para los que aman este tipo de colecciones, otros verán el éxito en el hecho de alcanzar cierto grado de fortunas o incluso el adquirir obras de arte, que con el tiempo adquieran un valor estimado por ciertos grupos que pagarían fortunas por ellos.

Lo que quiero decirte es que hay una idea imprecisa en cuanto a lo que realmente es el éxito. Por eso deseo mostrar a que continúes con el reto de tu cambio, a que puedas ver realmente, donde estás, el lugar al que puedes llegar y que pasos necesitas para comenzar hoy el camino que te ayudará a cumplir con sus sueños y ser capaz de controlar todo el proceso que te lleve a la cúspide de tu éxito personal”.

En aquel momento guarde silencio durante unos instantes, para luego preguntarle: ¿y qué opinas acerca del tiempo, que tengo para llevar a cabo mi proyecto? El anciano miro al cielo despejado, volteo su mirada a los árboles del parque, me hizo esperar unos minutos hasta que contesto mi pregunta con otra: ¿y qué ganas tú al tiempo? –obviamente no me dejo contestar, luego me dijo:

“El cambio es una constante de la vida, esta siempre ha sido, es y será constante. Nuestros cuerpos físicos cambian minuto a minuto. Siempre podremos

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ejercer cierto control sobre él tomando la decisión de evitar los vicios, al ejercitar nuestros cuerpos, cuidando los alimentos que tomamos y así en infinidad de cosas. Mas el pilar que realmente aumenta la vitalidad de nuestro cuerpo, radica en algo más elevado que yo llamo “el poder de hablar con Dios”. Independientemente de lo que la oración significa para ti, ese es el primer paso en el que Dios nos involucra para ayudarnos en el inicio de nuestras nuevas vidas. Recuerda que en el libro de Dios, el gran Señor dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”, nadie viene al Padre, sino es por mí”.

Tú y yo llegamos al Padre por medio del Maestro y todo lo podemos porque creemos en Él.

- En aquel momento, me sentí ansioso ante lo cual le pregunté: ¿y qué otros pasos debo dar para seguir siendo exitoso?

- Bien –dijo el anciano- ahora podemos seguir platicando acerca de tus pasos para seguir con el éxito de tu vida y como influye en este el cambio que se da día con día. Escucha y presta atención a lo que te he de decir y guárdalo en tu corazón como un tesoro.

IV

“Podremos hacer lo que este a nuestro alcance para tratar de evitar el cambio de nuestros cuerpos pero ellos irremediablemente cambiarán, ya sea, en un proceso lento, pero al final el cambio físico se impondrá.”

Los cambios ocurren en cada aspecto de nuestras vidas, en el matrimonio, al conseguir un trabajo, al comprar o rentar una casa, al envejecer o al aprender algo nuevo. Como puedes ver la lista podría ser interminable. Estamos a merced del cambio constante… lo importante es que podemos hacer que ese cambio trabaje a tu favor.

Puedes sentir que sientas que poseer poca habilidad y oportunidad para controlar tu vida y tu futuro.

¡Recuerda! Tienes mucho porque sentirte libre en ese mundo de salidas. Si buscas dentro de ti siempre encontrarás esa salida, decidiendo que actitudes son las más benéficas para ti. Solo tú puedes decidir recordando que en todo el viaje que has iniciado hay un principio inmutable “toda causa tiene un efecto”.

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Puedo estar de acuerdo contigo en que posees desventajas, puedes ser que hayas nacido en una familia de escasos recursos económicos o sin recursos del todo, puedes haber crecido en un hogar deshecho o en un terrible vecindario, puede que hayas sido abusado o maltratado de niño, que poseas poca educación escolar, que lea mal pero déjame decirte que tengo dos absolutas verdades para ti.

Sin importar los obstáculos que hayas tenido en tu vida, debes saber que mucha gente han tenido los mismos o peores obstáculos, que supieron tomar como eslabones de una cadena para formar el gran éxito de sus vidas.

Si continuas haciendo lo que hasta hoy haces, solo puedes esperar tener lo que hasta el día de hoy has tenido.

En el famoso libro “Alicia en el país de las maravillas” hay un paso que quizás se te paso desapercibido, déjame recordártelo: “Alicia se halla perdida sin saber que camino tomar”, de pronto uno de los personajes del cuento: el gato de Cheshire le dice:

“Si estás insegura de que camino tomar… cualquier camino te lleva a tu destino”.

Basa tu vida en principios que sean válidos y fructíferos para ti y para los que te rodean. De aquí los que considero más importante:Direcciones positivas:

Primero que todo una dirección es hacia donde estás siendo guiado y con que sentido estás siendo guiado. Busca la salida. Ella esta en ti. Prepárate para el fácil trabajo de conducir tu camino y poner a DIOS COMO el artífice de tu futuro. Se de los que caminan por las calles sabiendo adonde van.

Haz uso de tu tiempo libre para prepararte mejor y la batalla de la vida se vuelve fácil.

Construye tu destino haciendo realidad las cosas con las que sueñas, las cosas que deseas tener y decídete por las verdaderas direcciones positivas que te han de guiar más fácilmente allá.

Recuerda:

“Es un poco difícil volar como las águilas, contemplar el mundo como ellas, dar giros y sentirte libre sin ataduras si siempre estás contemplando el mundo y siendo guiado por los insectos y los reptiles todo el tiempo”.

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“Atrévete a volar, posees las alas, remonta el cielo con tus pensamientos y pronto más pronto de lo que tú puedes pensar estarás volando sobre las más altas montañas, veras los ríos como finos hilos, ante tu presencia y al final tu estilo de vuelo será un hábito para el resto de tus días.”

Asociación

Puedes crecer más fácilmente si siempre acompañas tus ideas de un mejor futuro con las experiencias de las personas que, basadas en sus sueños seguidos de una acción constante, te comparten sus valores, ideas y direcciones impulsándote a mejorar cada día más y ser capaz de ver el cambio antes que este acontezca…

Puedes percibir el cambio antes de que este se presente y estar preparado para que ese cambio sea en tu beneficio y te ayude a crecer más y más.

Recuerda esta frase: “Solo alcanzarás las metas propuestas… si estás en el juego”.

Entra en el juego del éxito. Para ello debes tomar en cuenta que “cualquier trabajo es mejor que ningún trabajo”, en tanto te prepare para el verdadero juego de las finales de tu vida, sé mejor cada día, aprendiendo el truco de la paciencia, del esfuerzo continuo y efectivo.

“Muéstrate a tiempo y listo para labrar tu futuro siendo capaz de hacer el trabajo necesario para lograrlo”.

Acción: una vez que hayas entrado al juego del éxito debes aprender como mantenerte en él. La acción es la fuerza que te impulsa a seguir y correr el campo que te separa de lo que realmente deseas.

Después de escuchar aquel discurso con honda complacencia voltee mi mirada hacia el anciano, vi como sus ojos, se hallaban fijos en un lugar distante, un lugar al cual yo no podía acceder.

Hube de esperar unos minutos, hasta que aquella jovial mirada se voltease hacia mí, con sus ojos fijos en los míos, me señalo las montañas que con un tono azul – verde se miraban a lo lejos y me dijo.

- He aquí un gran secreto: el secreto nunca ha sido un secreto, pues todos lo conocemos.

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Asombrado le preguntó- ¿Cuál es ese secreto? Me volvió a mirar y me dijo –Oye bien, hijo!... El secreto está en ti, es más, el está en todos aquellos que querrán saber de él y escuchar sus palabras, el secreto no es una cosa, el secreto llena el universo y conoce todo cuanto desee conocer. El secreto es el tiempo y el infinito, él es el principio y el fin, él es el camino de la sabiduría y el amor perfecto. Conoce tu vida y las vidas de todos aquellos cuantos el desea conocer. Te presintió antes de que tú nacieras y aún así ya te conocía desde el inicio de los siglos.

Él es todo cuanto debes conocer para llegar a la eternidad y al conocimiento de ti mismo.

El secreto es el hecho histórico más importante, toda la historia de la humanidad. Sabes… el secreto es el que guía tu vida si tu se lo permites… porque él es simple y sencillamente el rey del universo y algúnos le llaman hijo del hombre: otros el Maestro, más yo le llamo El Señor de mi vida, santo y salvador de mi alma”.

Después de aquella explicación pude entender a que se refería, desde entonces leo con más fervor y constancia el libro de Dios.

Han pasado muchos años desde aquel día, mi vida ha crecido en todo . Antes de terminar sé que te preguntas: ¿Qué pasó con aquel afable y amable anciano?

En realidad no lo sé, pero mi corazón, algo que no logro entender me dice que está en alguna montaña… ¿Solo? –no lo creo. Él siempre estará acompañado por el secreto.

V

Hace algunos años, a causa de la conmemoración de un gran museo europeo, fui invitado a admirar sus esculturas y pinturas famosas. Aquello nutre el pasado como un hecho importante más no trascendental de no ser porque a la hora de observar una estatua de un anciano, esta me hizo recordar el rosto de mi amigo a quien no veía aproximadamente por más de diez años. Busque su nombre, ¡vaya sorpresa!... no poseía nombre; solamente habían unas palabras:

“Al hombre que nos enseño el secreto”.

¿Sería aquello posible? El mismo hombre que había sido mi gran mentor: el anciano que ahora veía en una estatua. ¿Aún no lo podía creer?

De pronto una mano se poso sobre mi hombro, lo que me hizo saltar de sorpresa.

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- Disculpe. ¿Es usted el señor Vasquerbilt?

- Sí soy yo –respondí.

- Esta carta fue dejada aquí hace diez años. No sé como podría explicárselo más el caballero que la dejo nos dio indicaciones muy claras, tanto como para no equivocarnos en ningún detalle, en cuanto a la hora, día y época de su llegada al museo del Prado. Aquí tiene usted.

Aquel hombre dejo en mis manos un sobre de carta por demás un tanto sucio, parecía estar un poco desgastado. Ante la sensación que presionaba mi pecho decidí volver al cuarto de mi hotel con ansias por saber que decía aquella carta.

Abrí la puerta de mi cuarto de prisa y de seguido me senté en un sillón de finas maderas de por demás viejo; abrí la carta y me dispuse a leerla:

A Antonio Vasquerbilt:

¡Hola querido amigo!

Sé que cuando recibas esta carta habrán pasado cerca de diez años en que no nos hemos vuelto a ver, mas quiero que sepas que siempre te he llevado en mi corazón. En mi caminar por este mundo compartiendo con todo tipo de personas, me olvide de buscarte y darte las últimas nuevas en el éxito . Pero no perdamos el tiempo, escucha y mantén esta enseñanza en tu corazón:

Humildad

“…El hombre rico paseaba por su hacienda, pensando únicamente en como acrecentar sus riquezas. Un día, un mendigo se presento ante su puerta pidiendo una miga de pan.

- No tengo suficiente –le grito el rico mercader. De aquella forma el pobre hombre tuvo que retirarse de las puertas del palacio con las manos vacías.

Tiempo después, el mercader cayó en desgracia perdiendo toda su fortuna. Desolado camino por las calles pidiendo compasión, y un pedazo de pan.

Pasado algún tiempo se hallo con un hombre que usaba vestidos de lino fino, se acercó y le pidió un pedazo de compasión aquel hombre de finas vestiduras , aquel se volvió y le dijo:

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- Ven a mi casa, en ella serás bien recibido.

Una vez dentro de la casa y ya satisfecho su apetito el mercader se dio cuenta que aquel buen samaritano era el mendigo a quien el había despedido de su puerta con desprecio y desdén. Comenzó a temblar hasta que escucho una voz llena de dulzura y compasión.

- “¡No temas! He de estarte agradecido por cuanto has sido el instrumento con el cual el Dios al que sirvo con devoción me ha enseñado como debe ser mi trato hacia mi prójimo”.

VI

Fe absoluta y actitud mental positiva

Quizás algunas personas se preguntarán el porque relacionar la actitud mental positiva con la absoluta fe en el Creador. La respuesta es más que obvia, debido primero a que la fe es la enseñanza o certeza en la que no se ve… según el apóstol Pablo es decir, la fe es cerrar nuestra vista natural, ese sentido físico que Dios le dio a todo hombre para comenzar a percibir la vida de un modo tal que entendamos que ese Dios poderoso nos sostiene entre sus amorosos brazos, ya que nos ha dado las herramientas necesarias para confiar en que todo lo que hagamos en el santo nombre de Jesús se vuelve realidad tangible.

Pero como entender la fe? Querido hijo, la fe es inentendible, más lo importante es que la misma debe ser sentida como un donde espiritual, y que solo se engrandece en el marco de referencia espiritual.

El cerebro es capaz de crear imágenes abstractas de todo cuanto le rodea, así por ejemplo si se nos ha enseñado una silla, el cerebro creará una imagen virtual de los aspectos generales de la misma silla, de esa forma dentro de un concepto que el mismo cerebro ha creado, seremos capaces de saber que es una silla no importando si nos ponen de frente miles de ellas de diferentes tipos y formas. Es muy diferente con la fe. Ya que es un don en el cual confías tu creencia y confiamos porque es el contacto subconsciente, es decir no consciente y abstracto que nos hace ver más allá, con los ojos espirituales, es de esta forma que creemos en Aquel que nos ha llamado a formar parte de su grupo, nuestra menta nunca actuará negativamente, puesto que todo lo que pensemos que podemos hacer en ese nombre lo hacemos. Hay un inicio para todas las cosas, pero si tenemos esa actitud nunca hay un fin para las mismas cosas, porque ese Dios en el cual creemos está en todo lugar y en todo tiempo.

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De esta forma podemos hablar de ojos espirituales, es decir, ver más allá percibiendo y sintiendo las cosas que están por venir, poseemos oídos espirituales, es decir, podemos escuchar más audiblemente lo que los demás no perciben, esa voz clara y concisa de lo que debemos hacer, poseeremos labios espirituales que hablarán únicamente lo necesario y cuando esto sea necesario. Seremos poseedores del tacto espiritual, pudiendo de esta forma percibir, la gran diferencia entre el amor verdadero y el amor falaz. Así, somos capaces de entender que:

“La ignorancia jamás supera al saber”.

A través de la fe llegamos a la sabiduría… pero ¿Qué piensas que es la sabiduría?

Atento hoy hijo, a lo que lees:

“La sabiduría es un don exquisito que podemos disfrutar día con día, ella nos llevará por campos floridos y nos hará ver el bien que rige el universo: el amor será el trato de cada día y el valor de lo real, lo confuso será dictado a nuestras mentes sin necesidad de pensar más allá de lo necesario.

La sabiduría es el aire, la eterna brisa que nos sostiene en las alturas como al águila real que con sus ojos mira el contorno de lo que ya ha conquistado.

La sabiduría no es religión, no es filosofía, no es cultura de libros; la sabiduría es simplemente dejar que nuestra mente llegue al estado espiritual más allá del cuerpo físico, orientada por el poder de la fe”.

Amor absoluto

“El mundo filosófico y el mundo real”.

En el mundo físico en el cual vivimos nos vemos, respiramos y nos asociamos los unos con los otros, nos ha tocado por la gracia de Dios compartir con diferentes tipos de personas, que de una u otra forma nos han ayudado a crecer; de la misma forma sin darnos cuenta y en alguna medida, nosotros también les hemos ayudado a crecer, aún cuando lo hayamos hecho en una menor medida.

Así todos somos poseedores de un mundo filosófico que yo defino como:

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“El ser humano se mueve en un mundo físico, más todo aquello que le rodea de una forma cercana tanto en los planos espiritual, emocional y algunos aspectos en lo físico es a lo que yo llamo mundo filosófico”.

Dicho lo anterior no será difícil comprender dicho mundo, es decir, nuestros seres queridos, nuestro trabajo, el contacto omnisciente con el Creador de todo, todas aquellas personas con las cuales tenemos contacto y que nos hacen tener diferentes sentimientos a causa de ello, ellos forman parte de ese mundo filosófico. También será parte de este mundo todo aquello que se mueva y tenga contacto con nosotros, un ejemplo de ello pueden ser nuestras mascotas, todo aquello de la naturaleza que amemos y todo cuanto nos haga sentir bien con nosotros mismos y con los demás”.

Recuerda:

“Tú eres parte mía, yo soy parte tuya, ambos nos movemos en el plano de lo espiritual ,cuando nuestras almas se contactan nuestros espíritus se acercan a Dios y nuestras mentes sienten una paz infinita en la cual podemos reír y llorar en paz.”

Si has comprendido lo anterior te será fácil comprender el mundo físico, al cual defino como:

“Todo aquello que nos rodea lo que podemos ver, oler, sentir y aún tomar, más su contacto con nuestra realidad es solo efímero, es decir, no es que las demás personas o cosas sean poco importantes, pero las mismas nunca ejercen el milagroso poder de las que se encierran en nuestro mundo filosófico”.

Dado lo anterior podemos definir el mundo espiritual como:

“El sentimiento universal creado por el Dios supremo que convierte nuestro mundo físico en mundo espiritual dado lo cual, solo somos conscientes de un solo universo. El universo que nos rodea, amando a todos y a todo por igual”.

“Amor… es nuestra meta… la misma meta que el Señor Jesús nos delego”.

Después de leer la carta me quede sentado y absorto en todo cuanto había leído, la última lección ¡Vaya lección!... era más de lo que esperaba pero mi anciano amigo era así de especial…

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Me levanté del sillón camine por el cuarto del hotel meditando profundamente en mi vida, las vidas de los que me rodean… luego de unos minutos mire por la venta que da a la plaza Mayor, me dirigí hacia ella, la abrí, el aire fresco de Madrid me acariciaba la cara y el cielo azul me brindaba la paz de quien camina con la palabra del libro de Dios.

“Todo lo que pidieras en su nombre, lo has de recibir”.

BendicionesAbril 12, 2008.

El hombre de barro

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Él era orgulloso. Su vida siempre fue un éxito y ahora. Más de veinte años después quién osaría no reconocerle. Era absurdo. Sencillamente absurdo.

- ¿Y quién eres tú para reprocharme algo? ¡Sobre todo! Sino sabes lo que haces, ni lo que dices. Tú, a quien he mantenido bajo mi tutela todos estos años, sin pedirte nada a cambio. Su mirada estaba dirigida hacia la puerta principal, en ella no había nadie, excepto un pequeño gorrión que había osado entrar a la causa sin el mínimo asomo de miedo. ¡Quizás la gente que habla en voz alta, no este muy cuerda! –pensó. ¿Quién? –El gorrión… -sí por supuesto. ¿Y qué tendría de extraño? No sería la primera vez, creo, que sin aire puede hablar… mas deja de interrumpir y sigamos con el relato.

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¡Que el hombre estaba fuera de sí! No lo creo. Es más, deberíamos dejar de juzgarle.

Con su camisa de manga larga, aquella que le abrigaba, y que le mantenía en la vida con el único recuerdo que le quedaba. La primera vez fue cerca de un río. ¡No recordaba el nombre! Solo imágenes como las de un lienzo fresco…

Una calle de piedra que le guiaba, una esperanza que le sostenía y… un sol abrazador que le indicaba que el camino era el correcto.

- Oye. ¿Que te pasa?- Nada… bueno casi nada. En realidad… ¡Es solo que creo que este no es el camino!- ¿Y cómo sabes?- No lo sé.- Entonces no te detengas y apura el paso.

Son solo recuerdos que pululan en su mente. Ahora, el gorrión de la puerta decide entrar a la sala y darse un banquete con las migas de pan que hay en la mesa. Él le mira nuevamente, solo que… esta vez, camina despacio hacia la mesa, toma una silla y se sienta cerca del ave que absorta, con su alimento no le determina. Él la observa un rato. Es su amiga. Es su confidente. Ella le escucha, todas las tardes que le visita, come de su pan y bebe de su agua. De aquella que el le obsequia en una pequeña y desgastada lata. Juntos comparten… el agua, el pan, la vida, el aire… en fin, todo, o casi todo.

- Sabes, perdona. No sabía que estabas tan cansado. Debes haber volado muchos kilómetros sin detenerte a descansar.

El espera una respuesta. El silencio llena la estancia y una luz delinea la sombra de la mesa, el florero sobre ella y unos muebles de mimbre que dan a un zaguán llenos de plantas.

- Si quieres puedes pasar y acompañarme al vestíbulo o a la biblioteca.

El ave le sigue dando saltos y juntos entran a un lugar real e imaginario. Allí, hay libros de todos lo inimaginable. Toma uno, al azar, le sacude el polvo. ¡Vaya! Es un libro escrito en alemán. Sin duda alguna será una de sus primeras adquisiciones de cuando estaba joven. Eso no importa. Coloca el libro en su lugar y se dirige a la ventana que da al jardín. Corre las viejas cortinas y la abre. El gorrión esta cerca suyo en el marco superior de la misma.

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- Sabes, viejo amigo… este es mi mundo y el tuyo también. ¡Lo ves! Las diminutas luces que adornan el jardín cada tarde.

El silencio aún vive a su lado.

Las aves cantan y el gorrión vuela al jardín. Ahora esta solo. Como ayer, como siempre. Mira a su pequeño amigo saltar de rama en rama, le mira volar al suelo y comenzar a picotear semillas de los diferentes frutos que han caído. ¡Vaya vida! ¡Descansar, dormir y comer! Piensa.

El verano en la región del norte es seco y abrazador, hiere las almas y animales de una forma cruel. Su caballo camina y le lleva al pueblo.

- ¿Cuánto falta para llegar?- ¡Que! No sé. Dos kilómetros a lo más.- ¿Tan poco?- Eso creo.- Bah! Tú que sabes.

Son recuerdos vivos que se anidan en su alma, su vida fue una aventura entonces, ¡y quizás aún hoy lo sea!

Algo llama su atención en el jardín… es su amigo, el gorrión que se refresca en la fuente. Alegremente mete su cabeza y cuerpecito en el agua. Luego se sacude. Brinca a la rama de un naranjo y vuelve a la biblioteca.

- Sí que eres activo… ¿Cómo?... aún no deseas hablar. Mira hacia las nubes y se dirige luego al ave… vamos adentro que esta pronto a llover.

A paso lento sale de la biblioteca y se dirige al salón principal de la casa. Su pequeño amigo le sigue, de salto en salto llega al sillón y espera…

- Eres hermoso gorrión… sí… eres más hermoso de lo que creía y de lo que tu mismo creerías… El ave parece no escuchar y solo ausculta con sus pies su suave plumaje.

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La lluvia comienza a caer y el tintineo de su canto se hace más sonoro, cuanto más tiempo dura en caer.

Sentado en el sillón junto a su amigo, cruza su pierna y exhala un suspiro. Ahora quisiera ser como su amigo. El solo respira, duerme y come. Algunas veces juega: aunque no entienda que juega… mientras su tiempo pasa como la brisa del verano o la lluvia del invierno.

En el sillón, recostado en el respaldar, enciende un puro. ¿Aún no entiende por qué le llaman habanos? –pero acaso por la Habana. Aquella hermosa ciudad, donde vive un hombre alto, tan alto como un rascacielos, loco (como lo era el mismo) y a quién millones odiaban, amén de los millones que le aman. Él ni lo odiaba ni lo amaba.

- ¡Es tan solo un hombre! -solía pensar.

Halaba lentamente de aquel grueso cigarro, a cada bocanada de humo sentía menos presión en su pecho. El cielo parecía caerse en pedazos sobre su casa. El gorrión se hallaba en el respaldar, cerca de su cabeza.

- ¡Sabes gorrión! Has estado conmigo mucho tiempo y aún no se tu nombre. ¡Va! ¡Eres un ave muy obstinada!

Se puso de pie y se dirigió de nuevo a la biblioteca. Entró. Cerró la ventana y bajo unos escalones. La estancia era acogedora. Allí en el centro se hallaba una silla – mecedora de años. El cuero de su sentadera aún rechinaba al sentarse sobre él. La avecilla se hallaba en la puerta. Él le miró:

- ¡Oye! Ven. Me has seguido por toda la casa y ahora no quieres entrar. Sube al estante y reposa. Así me harás compañía.

El gorrión le miró. Su cabecilla parecía tratar de entenderle al moverla en un vaivén. Entro a la estancia dando saltos y voló a lo alto de la chimenea, miro de lado a lado y luego voló a la silla reclinable, que se hallaba cerca de la ventana. Él le miraba. Al paso de unos minutos, decidió doblar las mangas de su camisa. -¡Hace calor!-.

Al llegar a la entrada principal de aquel pueblo, detuvo su caballo. Tantas veces había recorrido aquella misma calle, y ahora… ahora le parecía tan extraña.

- ¿Qué hora tienes?

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- Son las tres.- ¿Estás seguro?- Sí, recuerda que mi reloj es de lo mejor…- ¡Ya basta! No recordaba que te gusta alardear por todo.

Una hora y recuerdo más. Somnoliento decide permanecer en la silla. Después de todo es muy cómoda y no hace frío. Mira al gorrión.

- ¡Su vida hermosa; yace dentro de su ala!

Mira a través de la ventana y observa cómo el manto de la noche cubre la vida de la casa.

- Es extraño. El silencio parece ser mi mejor amigo.

Cierra sus ojos. Esa es su mejor forma de vivir: cuando no tiene que pensar, y sólo tiene que soñar.

Él no era como los demás seres humanos, que como clanes de hormigas trabajan en un sentido profano y vacío. Era incomparable. Sus memorias estaban cargadas de ese ser que nace y se renueva hasta los márgenes mismos del pasado. Siempre quiso pensar que era algo más que un milagro de este mundo, sin nada que crear, y a la vez con todo por inventar. Sus años fueron pasando lentamente, su respirar se hizo monótono y leve, bajo la gaza azul de su cuello. Allí encontró su yo falso y pudo recrearse a sí mismo.

- Toma de un gran coraje ser uno mismo, auténtico en la cultura y conforme solo con su conformidad.

Abrazar su autenticidad le costó un alto grado de soledad, su única vía de libertad para aprender a renovarse a sí mismo cada día que pasaba. Quería vivir toda una vida conociéndose de antemano, y eso requería interesarse menos por los demás.

¡Cuan feliz había sido de esa forma!¡Él lo sabía!

Caminar alrededor de la casa. Sentarse en la biblioteca a leer los viejos libros de aventuras. Salir al jardín a hablar con sus amigos: las aves. Esa era su vida.

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El gorrión despertaba de su letargo, por momentos le miraba fijamente, parecia querer conocerle. ¡Sí! ¡Era solo un desconocido! Al instante la avecilla volvía a su sueño acurrucando su cabecilla debajo de su ala. Él le conocía bien. Era su amigo de días, meses y años. Su sitio en la mesa era perpetúo y su corazón le decía a que hora exacta debía seguirle por toda la casa. Una rutina. Una amistad que se lleva en el corazón sin cadenas ni condiciones. Él le cuidaba sin pretender hacerlo.

La noche se hacía larga, las horas iban pasando lentamente, ante el ensordecedor tic tac del reloj de noche. El jardín descansaba en paz y los grillos cantaban sus acordes afinando su latir dentro de las flores y las plantas.

El corcel que le guiaba dentro del pueblo sudaba copiosamente. Pocos días había hecho tanto calor como aquel. Al menos, así le parecía. Fue en un momento de esos que no esperamos nada, en el cual la miró. Ella salía del río. Era una hermosa joven. Su respirar se hizo lento y su corazón palpito tan fuerte hasta golpear su pecho. Su imagen era… más que eso, él lo conoció, la vio caminar con una sonrisa de esas que deslumbran. Su nombre. Su vida.

- Disculpa.- ¡Sí! ¿Joven qué se le ofrece?- ¿Sabes si hay un lugar donde refrescarse, aquí cerca?- ¡Cerca no! Ese tipo de lugares están al final del pueblo.- Y dime ¿Cómo te llamas?- Cándida Rosa.

Se despertó con un sobresalto y una sensación de vacío, su boca estaba seca. Hizo un esfuerzo por levantarse de la silla y estirar su adolorido cuerpo. Busco a su amigo. El ya no estaba. Estaría picoteando la flor del naranjo u otras frutas del jardín.

Un esfuerzo más, ya, bastaba. Se dirigió a la cocina. Un vaso. Una cuchara. –La rutina de siempre. El vicio del café –dijo en voz alta, como si quisiera que alguien más le escuchara. Luego volvió al salón. Abrió una puerta de vidrio y salió al jardín. Respirar el aire fresco era una de las cosas que le agradaban. Su jardín. Plantas, naranjos, manzano, sendero. Miro los frutos.

- Las ardillas lo devoran todo, pero ¿Qué más da?

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Siguió su camino por el jardín. ¡Su jardín!, flores envueltas en hierbas. Solo eso. Aún no podía recordar cuanto tiempo hacía que no deshierbaba las plantas.

¡Miro la fuente! Estaba seca. Le dio vuelta analizando lo que veía en el fondo. Nada. Solo hojas secas y más hierbas. Miro al cielo, típica mañana de verano. Camino lentamente hacia el higuerón que se erguía imponente en el centro del jardín. Era tan alto. En las copas de sus ramas la vida fluía como el arroyo bajo aquel coloso. Se sentó en una de sus raíces a terminar de saborear su café.

El seguía la rutina de los últimos años. Cándida Rosa.

Era un sueño. ¿Era realidad? -Ya no importaba. Su vida seguía sin rumbo. No sabía mucho de muchas cosas, pero sabía algo: Aquella joven era un recuerdo que enternecía su alma.

Allí, sentado y en silencio recordó una frase, una oración -¿Real? –Al menos a él le parecía así:

- ¡Una pintura habla más que mil palabras! ¡Sin duda ella era más que mil palabras!

Era tiempo de volver a la casa. A sus libros. A su vida solitaria.

En un rincón de la cocina acomodo sus zapatos. Le gustaba la suavidad de la madera vieja, el olor a fragancia que se vive dentro del corazón.

Recorrió los diferentes aposentos. Algo buscaba. ¿Pero qué?... quizás su vida que pedazo a pedazo dejo guardada en cada dormitorio, en las sillas y en los viejos libros que no se cansaba de leer.

Volvió a la sala y se topo con su viejo amigo:

- ¡Allí estás! ¡Te esperaba! Pero ¿Dónde has estado?... –Eso no importa, y, además, no tienes por qué decírmelo. ¿Sabes? Hoy he estado pensando en ella pero creo que ya lo sabías. Tú lo sabes casi todo de mi vida.

El gorrión parecía entenderlo. De salto en salto llego a la mesa. Su ración de migas le esperaba. Sin detenerse, devoró cada trozo de pan y luego salió volando por la ventana. Él

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le siguió al jardín. ¡Allí estaba! En la fuente, refrescándose del calor y compartiendo con las otras aves. Era como una pequeña imagen que hace que dos mundos distantes, se unan.

Toda su vida era una promesa. Esa promesa de recrear un viaje, pensar en un joven de catorce años y en un juego de muñecos viejos. Ya había olvidado que había podido ser más indulgente con las personas que le rodearon. Podía pensar en las cosas que le hacían feliz, y el ave era una de ellas.

Volvió en sí de sus pensamientos y su amigo estaba a sus pies. Brincaba de un lado a otro. Juntos caminaron hacía la biblioteca. Otro libro viejo. Otra odisea de lectura y descansar… descansar hasta que fuese tiempo de volver a empezar.

- Sabes, gorrión. No parece haber una rima o razón para los sueños, pero si estamos dispuestos a reflexionar en ellos… tienen de una u otra forma un perfecto sentido, de lo irreal de nuestra inconsciencia.

Le gustaba soñar, porque sus ninfas convertidas en imágenes venían a él sin esperarlo y a menudo sin la ansiedad de los sueños cuando estamos despiertos. Su visión fresca de la vida mantenía su juicio flotando en lo real de lo irreal; en la verdad de cada paso que daba. Disfrutar del gusto de un vaso de vino y una bella mujer fue uno de sus objetivos de joven. Penetrar en las mentes de los demás con sus enseñanzas, y una bella mujer ocasionalmente fue su guía de adulto. Hoy, el desempolvar un viejo libro, tener como compañía un gorrión, sentirse solo sin estarlo, era lo que le movía a continuar su vida. Disfrutar su soledad era parte de ella.

Una vez más, la noche cubría la terraza, el jardín y la casa como una extraña invitada que no se espera, más se le concede el beneficio de ser aceptada ¿a regañadientes? ¡De ninguna manera! Entre bambalinas… era una gran aliada para él descanso de un viaje sin fin.

¿Cándida Rosa?... ¡Ah bella! Que nunca envejeció como él.

El gorrión se hallaba en su aposento, y en su plumaje ya se notaba las cicatrices del tiempo que va pasando.

Cuando el aire dormía, a él le gustaba pintarle, con un lápiz y una hoja de papel le dibujaba en la forma como él se lo imaginaba. ¡Era su modelo perfecto! Así le amaba! ¡Así le cuidaba!

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Su tos empeoraba con los años. Recordaba las palabras de su médico. –Debes dejar de fumar. Recuerda tu cuerpo no resistirá mucho-. _Y que sabía el médico de su cuerpo. Después de todo él le conocía mejor. Aquel era suyo. Él le cuidaba. Se sentía bien a pesar de la tos. ¡Más aquello no era para preocuparse en lo más mínimo!

Un año más pasó. Una navidad. Una vida. Una amistad.

Sus pies se cansaban más rápidamente. ¿El gorrión?

- Hacía algunos meses había partido. Los dibujos que le representaban estaban en la biblioteca. En marcos finos de madera. Él aún cree verlo dar saltos a sus pies, comer de las migas de pan en la mesa cada tarde. ¡Es tan real! Le desagrada pensar que un día salió volando como de costumbre y nunca más regreso. Está en el naranjo u ocultándose en las enredaderas del jardín esperando ser llamado. Él le llama y le espera cada mañana. Su pan y su agua se hallan sobre la mesa.

Él le llama -¡Ven gorrión! ¡Ven amigo!- No hay respuesta. El silencio es todo lo que le queda.

El árbol de jocote, bajo el cual hablara con su adorada Cándida, el río en el cual ella se bañaba, el patio de su casa: todo aún se encuentra dentro de su corazón. Sus sueños le llevan hacía ella: un camino que cubre con sus pies. Caminando tanto solo pro ella.

La vida pasa. Sus viajes al mercado, en busca de las frutas de la semana, algún que otro capricho sabatino, y de vuelta a casa. El vecino y su guitarra alegran de vez en cuando las tardes.

Él espera. Su amigo, su confidente. La biblioteca se ha vuelto un lugar lúgubre.

El jardín se rompe en el encanto de la fuente vacía, y esta parece esperar a su inquilino.

Ahora el cansancio le gana a su energía y sus pies se cansan con más rapidez. Entra al salón y se recuesta en el sillón. Suspira. ¡Que día! Y aún no termina. Cierra sus ojos y piensa en ella. Sonríe. Un suspiro se escapa de su boca y sus manos caen pesadamente a los costados del sillón.

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Afuera la brisa mueve el naranjo. La casa está en silencio… un silencio en el que se ha apagado una vela, y el latir de un corazón nace en la soledad que ha dejado de existir.

II

Aun recordaba aquellos días. Hubiese querido ser lo fuerte que eran sus amigos, pero no podía.

Podía recordar a las mujeres que tanto amó: Irinauca, Cándida Rosa y a la mujer con la que finalmente se casó. Era orgullosa pero era una gran mujer.

Su mundo no era ajeno a la realidad de las cosas.

Solía caminar por las tardes, después de la lluvia y ahí le encontró. Era un hombre alto de tez morena y cuerpo delgado. Se hallaba sentado en el tronco de un árbol caído. Miraba al suelo. Cuando noto su presencia volteó su mirada y dijo:

- Te esperaba. Sabía que vendrías.

Aquellas palabras le causaron una profunda preocupación a Antonio. No conocía aquel hombre, nunca había oído de él. ¡Más éste lo esperaba!

El viento soplaba fuerte. Miró a aquel hombre directo a los ojos.

- ¿Le conozco, acaso?- No, no lo creo. Pero yo a ti, sí. Esa es la diferencia.- No entiendo... ¿Cómo o de dónde me conoce?

El hombre volteó su mirada al suelo. Parecía rememorar algo. Luego de un instante le miró y dijo:

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- De mis sueños. Aunque no lo crea.- ¿Cómo? De que sueño me habla usted.- ¡Bien! Es mi deber decírselo, aún cuando no se como empezar… Pero, disculpe…

mi nombre es Ralph. En cuanto al suyo no tiene que decírmelo o presentarse . ¡Sí! Lo sé todo de usted, Antonio.

Antonio quedo pensativo por unos instantes. Miró al cielo, estaba despejado. Una suave brisa le refrescaba el rostro. Sintió temor. Trato de hallar una explicación a lo que pasaba… mas… no la encontraba.

- ¡Quizás! ¡Solo! Si quizás estaba soñando. Volvió su mirada y reconoció el campo por el cual caminaba. Después de vacilar por un instante, tomo valor… el valor que necesitaba para enfrentar aquella extraña sensación que le oprimía el pecho.

- Dígame… ¿A qué se refiere cuando dice que me conoce?... Yo nunca le he visto.

El hombre le hizo un ademán con las manos para que se acercara y le hiciera compañía. Así, podrían hablar, y al fin Antonio sabría lo que por unos minutos causa extrañeza y asombro a su corazón.

El extraño guardo silencio un instante y luego habló con una voz pausada y entrecortada a la vez.

- Mi nombre es… ya lo sabes. ¡Quizás! Deba decirle que soy el hombre de barro. ¡No! No se extrañe. Cuando le digo esto sé lo que digo muy en serio. Tanto tiempo se me ha llamado por ese hombre que ya es parte de mi vida… Ahora estoy aquí frente a usted, un extraño… ¡Si, por supuesto! Un completo extraño a quién nunca había visto en la vida real… Más lo vi en un sueño… ¿Cómo?... Sé que se lo pregunta y sé que se siente un tanto incomodo ante esta situación. No sé preocupe. No soy un loco… ¿Sabe? En realidad una fuerza mayor a mí me impulso a buscarle, a saber de usted y… aquí estoy… ante usted, con una verdad que se halla en mi camino y en se suyo también.

Antonio guardó silencio… un silencio que le mantenía en un mundo de negación antelo que pasaba. Al fin, decidió volver a la realidad y aceptar lo que no sabía. Como una pequeña rama del suelo y comenzó a jugar con el polvo que se hallaba a sus pies. Decidió hacer la pregunta que tanto temía:

- ¿Quiero saber si lo que me ha dicho es real o es producto de alguna broma que alguien le ha pagado para tomarme el pelo?Un silencio sepulcral recorrió la tarde. El hombre de barro se puso de pie viendo al

horizonte, suspiró, metió las manos en los bolsillos del pantalón. Dio media vuelta y se paso frente a Antonio.

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- Has guardado un sentimiento en tu corazón por tanto tiempo que ya no sabes que hacer para tratar de olvidar.

- ¿Qué? –replicó con asombro Antonio.- Si, no puedes negarlo. Tu corazón se refleja en tus ojos. El camino al pueblo que

amas, se refleja en tu caminar. Allí está ella. Tu amor de una vida.

Antonio se levantó asombrado y camino a un lado del hombre de barro.

- ¿Por qué dice usted eso?- No te angusties. Siéntate y te podré explicar lo que me ha traído hasta ti. Es tu

verdad. Una hermosa verdad.

En una tarde, Antonio escuchó lo que sabía y no quería reconocer. Pensó en las imágenes que su mente formo para acallar aquella voz que le llamaba.

Se propuso no olvidar. Se propuso usar el arte para dejar plasmar sus más hondos sentimientos: escribir, esculpir, pintar. Era un mundo que el hombre del barro le heredó. ¡Oh quizás! Ese era su verdadero mundo.

Cuando vez una imagen, ves un camino, al hilo creador de todo. Así que Te levantas por la mañana, trabajas en todo aquello que ya has comenzado y te detuvo por un período de tiempo para escuchar la misma melodía cada vez que trabajas. Tu mente te lleva vueltas y guía tu atención a donde quedaste…

¿El lugar? No lo sabes. Solo tu corazón lo sabe. Algunas veces no encuentras la razón de ser guiado al mismo lugar. Yo lo sé… lo sé porque lo vi en mi sueño. Los misterios deben ser resueltos. Pero, a decir verdad, no hay misterios… solo hay sentimientos que se ocultan dentro de otro ser. Debes irte a tu interior y buscarte, buscar tu vida… tu vida auténtica. Hoy te estoy invitando… invitando a seguirme como el polvo que se lleva el viento.

Antonio se mostro un tanto escéptico, más al tiempo de estar escuchando a aquel hombre, pudo ver que tenía razón. Esa era su vida.

- ¿Y tú sueño? Me has de develar tu sueño? Pienso que a lo mejor fuese solo eso… un sueño.

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El hombre de barro se sobresaltó.

- ¡Jamás! Eso no fue tan solo un sueño. Fue la visión de una vida… la tuya Antonio.- ¿Qué viste? ¿Debo sentir temor acaso?- No, en manera alguna. No se puede temer a lo que se ha vivido.- ¡Tu amor! Recuerdas… Has guardado tu vida, en lo más profundo de u ser, el

tesoro de la vida. - Cabalgaste muchas horas por Cándida. Luchaste con el corazón por ella. Te uniste

a Carmen María para siempre y… luego vendría el amor que hizo nacer en tu corazón la más bella de las canciones. ¿No lo ves, Antonio? ¡Eres el fruto del amor!

Antonio se quedo pensativo. Camino hacia la orilla del camino.

- ¿Y tu sueño?...- Sí, es mi suelo. El que me trajo hasta ti. Piénsalo.

El hombre de barro tomó una flor que prendía de su cabello, camino hacia Antonio, tomo su mano y la puso sobre ella.

Era la flor más bella que alguna vez había visto. Juntos volvieron a sentarse sobre el tronco del árbol. La brisa seguía acariciando el rostro de Antonio. De algún modo, el estar con aquel hombre que irrumpió en su vida tan repentinamente, le hacia sentir la paz que buscaba sin saberlo.

- El entusiasmo de conocer que es lo que deseamos. Navegar por la mar y llegar a las lejanas playas de la paz. Concentrarnos en lo mejor… pero ¿Qué es lo mejor para ti?... sé lo que piensas: el amor. De tal forma que la única persona en todo el mundo que pueda darte el placer o negártelo, eres tú mismo; una vez que hayas conocido el arquitecto del Universo. Aún trato de comprender porque fui guiado hacia ti por un sueño. Sé que nos encontramos para descubrir la verdad de la vida.

Antonio escuchaba. Sentía la paciencia que nunca antes sintió. Un extraño amor comenzó a inunda su corazón, vio las cosas de otra manera, ya nada le era molesto. Todo parecía estar en perfecto lugar: en el profundo hoyo de la soledad no había temor alguno.

Guardo silencio… un profundo silencio. Las palabras del hombre de barro le guiaban.

- Ayer vi una estrella fugaz. En aquel momento comprendí que así es nuestra vida. Una vez que nacemos, los años nos ven envejecer rápidamente. Encontramos el amor y el odio, la felicidad y la tristeza, la paz y la guerra que se libra en nuestras almas. Entonces

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nos decidimos por buscar el oro y la plata en un afán por encontrar lo que ya poseemos y… en ese afán de variedad vamos perdiendo poco a poco, el verdadero valor de nuestra vida. De esa forma nos encontramos almas gemelas que se encuentran por la noche… Pero, dime ¿Qué piensa Antonio de lo que te he dicho?

Antonio suspiró profundó, luego algo su vista a las aves que volaban en las alturas:

- ¿Qué pienso?... pienso que el valor de todo radica en una palabra: amor en el corazón. Hoy había tomado una decisión, por demás errónea. Luego viniste tú y me hablas acerca de mi vida y cosas que nadie más sabía. Ahora pienso que la vida tiene sentido. Ahora es cuando necesito ser parte del mundo. ¿Sabes por qué?... Simple y sencillamente porque todo esta bien hoy.

- Has aprendido rápido. A pesar de que hemos estado juntos unas pocas horas. Ahora sé que tu camino está seguro. Camina en paz, amigo mío…

La luz del sol comenzó a penetrar por la ventana del dormitorio de Antonio. Sus manos frotaron sus ojos. Pero ¿Qué había pasado? ¿Y Ralph o el hombre de barro?... ¿Había sido todo aquello tan solo un sueño? Antonio se sentó en la cama. Se sentía diferente -¡Que sueño! –pensó. Trato de incorporarse mas al querer tomar su reloj de pulsera, noto que una hermosa flor se hallaba en la mesa de noche. -¡Una flor!. Como la que medio…pe… pero todo fue un sueño. –se vistió rápidamente y corrió al lugar en que había encontrado al hombre de barro. No había nada… ¡Oh! ¡Quizás sí! Allí estaba el tronco del árbol, el paisaje que había conocido, la pequeña vara con la que removió el polvo del suelo y… un pedazo de papel. Lo tomó. En él había algo escrito: “Hoy has comenzado una nueva vida”.

Dobló el papel con sus manos y se dirigió a su hogar. Entro al dormitorio de prisa. Alisto una pequeña maleta con lo que ocupaba. Miro por la ventana. El ascendía en el horizonte de aquel hermoso día…

Junio, 24, 2008.

El primer día que iba en busca de su sueño… un sueño hecho mujer.

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III“El primer día del resto de su vida”.

La luz del alba maltrataba sus ojos conforme el día avanzaba. -¿Qué hora es? –se preguntó. Poco a poco recobró el ánimo y respiró profundamente. Recordar aquel encuentro que tuviese en su juventud… ¡Sí! Aquel encuentro con aquel extraño, que le llevó a empacar y buscar su destino. Las aves alegran con su canto el amanecer. Se levanta lentamente del sillón y se dirige a la cocina. ¡Aún recuerda! ¡El primer día del resto de su vida! Ahora podía recordar. Su hija se hallaba lejos, una gran carrera había culminado con una oferta al otro lado del océano. España es un país hermoso.

Camina lentamente hacia la cocina. Preparar su café. La rutina y el vaso del café. Con una mano sostiene la taza mientras con la otra rasca su cabeza.

Se dirigió a la biblioteca. Se detuvo y observó los libros que tanto le han enseñado. Minutos más tarde se dirigió al jardín. Allí están sus amigos. El gorrión.

- ¿Dónde ha ido? –se pregunta. Quizás ha volado al sur; a morir en los bosques que le vieron nacer. ¿Le había extrañado? Eso ya no es tan importante. Juntos compartieron una vida. Ambos habían sido viejos zorros del tiempo. Ya el aire de los surcos de maíz ha obtenido su parte. ¿Qué sigue? Él aun no lo sabe. Solo espera. A las diez de la mañana decidió tomar un baño y salir a caminar. Necesitaba caminar. ¿Para qué? -Para nada importante. Solo caminar por el gusto de caminar. Hacia mucho tiempo que recorría las calles de su barrio.

Salió al portón de aquella casa de madera y volvió su mirada calle abajo, al sur. Había poca gente en los balcones y corredores de las casas. La mayoría eran mujeres cincuentonas que fingían hacer labores propias del hogar, mientras fisgoneaban a sus vecinos. Más tarde, esa sería la tertulia de entretenimiento.

Él no le dio importancia a aquello y camino:… caminó despacio por las aceras vacías. Se detuvo en cada esquina. Trataba de recordar algo. Aún no sabía hacia donde se dirigió, solo sabía que deseaba ir sin rumbo, por la selva citadina de la que no le gustaba ser parte, y luego… ¿Qué?... que importancia se le puede dar a algo cuando lo que se desea es recorrer un camino que debe llevarnos al lugar donde deseamos estar. Su hija, los ojos de su vida, le escribía o le llamaba a manudo. En su vida, aquello era un bálsamo que le impulsaba a seguir por aquella senda. Dios le había bendecido con Gloriana. Él la amaba como pocas personas podían entender. Cuando el amor nace, cristalino como el agua, pocos pueden entender su verdadero significado. Se detuvo debajo de un higuerón que

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descansaba en una esquina. Miró a ambos lados de la calle. Recordó aquellas mismas calles en los años de su juventud. Esos eran otros tiempos. Las calles empolvadas, recogían los gritos de aquellos niños que pretendían jugar al balón – pie. Recordar la niña que vivía en la esquina, su hermosa cara, su sonrisa y su cabello castaño que hacía latir su corazón más fuertemente.

¡Eso era hermoso! Pensar en lo que se fue y aún vive dentro de su corazón. Volvió en sí. Debía seguir su travesía. ¿Hacia dónde? El no lo sabe, solo camina en línea recta hasta alcanzar salir del contorno de su amado barrio. El viento soplaba suave y el cielo comenzaba a oscurecerse. En aquel momento decidió volver a su casa. Con un paso más rápido llegó al portal de la mansión. Entró. Se quito los zapatos y las medias. ¡Era delicioso sentir la madera con sus pies desnudos. Se dirigió hacia la cocina. Solo un café y al jardín a esperar… esperar el gorrión que debía volver. El siempre le esperaría. Recorrió su jardín. Era extraño escuchar la música de su vecino a una hora tan temprana del día. De todos modos decidió deleitarse con ella. El cielo comenzaba a despejarse. -¡Que clima! –pensó. Nunca se sabe cuando va a llover o cuando el sol va a salir. Se estuvo en el jardín contemplando las aves. Las ardillas solían hacer fiesta con los frutos del mismo. Allí estaban, él y sus amigos. Debía disfrutar aquel instante.

La tarde iba desapareciendo, el sol se iba ocultando y el aire se volvió monótono.

El camino a la casa. Le gustaba estar a oscuras… a oscuras para recordar que la luz era parte de su vida. Camino directo a la biblioteca. Allí, tomo una de las cartas de su amiga Asu y la leyó y releyó. Valencia era hermosa. Hoy lo sería más, ya que su hija habitaba en aquella misma ciudad.

IV

El sueño invadió sus ojos repentinamente. Todo el lugar daba vueltas como si estuviese en un carrusel. ¿Qué le pasaba? –se preguntó. Todo se torno oscuro.

Aún no sabía si estaba soñando, más se miró a sí mismo con una pequeña en brazos. ¡Era su hija!... ¿Qué estaba pasando? -No sabía. Aquel día con su hija en brazos sentía la paz que Dios le estaba regalando. ¡Aquello era vida! ¡Vida real!

Caminaba alrededor de la iglesia. Su pequeña miraba todo lo que le rodeaba. Con sus pequeños brazos trataba de alcanzar las mariposas que rondaban sus rizos. Él la puso sobre el césped, le dio la mano con ternura y juntos caminaron sobre el césped, alrededor de la iglesia de metal.

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¡Despertó repentinamente! Unos segundos más tarde volvió al sueño y se vio con su hija. Ella ya no será una niña. La adolescencia la había alcanzado antes de tiempo. Caminaron juntos alrededor de la iglesia.

El tiempo pasó, más en su mente ella siguió siendo la nena por la que el corazón latió más fuerte.

Despertó nuevamente. Se levanto del lugar donde estaba y caminó lentamente hacia la biblioteca. Abrió la puerta. A ella le gustaba leer sus libros, jugar con su vieja computadora y reír por casi todo lo que pasaba. En un instante, dos lágrimas rodaron por sus mejillas como gotas de sangre por las que se escapan de lo profundo del corazón.

Su hija y su madre: eran las mujeres más importantes de su vida.

¡Su madre descansa en la noche eterna!

¡Su hija trabaja en un hermoso país!

Camino por el pasillo principal de la casa. Miró el reloj de pared. ¡Era tarde! Camino al cuarto. Entro y cerró la puerta. Debía descansar. Le espera un largo día por delante y quería dormir y soñar más con la princesa de sus sueños. La oscuridad llenaba la casa. El silencio llenó la estancia.

El alba le descubrió en el viejo taburete. Su mirada se hallaba perdida. El silbido de un gorrión lleno la mañana… la mañana en que el hombre de barro dejo de existir.

Fin

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Page 61: Historias del corazon

Una carta A mi madre. A mi nieta.

Gracias por las noches estrelladas que me ayudaste, con tu gran cariño, a ver.

Gracias por los días de lluvia que me enseñaste a apreciar.

Amiga y luz del alma; como agradecer lo que no tiene precio y dejar de darte el mérito y el valor de ser quien eres.

Si en el camino te hallé por un designio divino, fue la luz de tu corazón, la que ilumino ese destino.

¿Cómo reprochar lo que eres?

Porque de tu tierno corazón, nació la estrella que me ha hecho entender la hermosa y plena vida que me espera de hoy en adelante. Yo os invito, vamos a caminar y ver lo que la amistad pura y sin mancilla de dos corazones logran alcanzar: sueños, esperanzas que crecen con el tiempo.

Hoy, os respeto más que ayer… mañana más que hoy, porque la luna que ilumina el camino que tú siembras es bello cual flor.

Te estimo porque exaltas la dignidad de la mujer.

Por entender que el respeto comienza de uno hacia uno mismo; y no se puede pedir a los demás lo que no nos damos a nosotros mismos.

Porque cuando amamos debemos hacerlo de corazón; sin pensar en lo que me da y no se da, porque en el verdadero amor no conoce el interés del dinero, y si lo conoce será por el hecho de la necesidad de su uso.

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Page 62: Historias del corazon

Gracias por el carácter que demuestras y al final de la carta deseo decirte una verdad como tal:

“De tu boca salen palabras, que con el tiempo se pueden convertir en rosas o en abrojos.”

Estas palabras son rosas cuando se convierten en acciones concretas, guarda el valor de las mismas con lo hecho, ya que nada vale hablar sino cumples lo que dices.

Estas palabras son abrojos cuando se convierten en simples frases que el viento se lleva, como las hojas secas del otoño”.

En fin: lo que realmente debe hablar son las acciones, no las palabras; y cuando se quiere pedir honestidad, primero se debe demostrar que sé es honesto.

Tú has demostrado en parte, ya que como todo ser humano fallas, esa honestidad. En parte has caído en lo que detestas. Peor ¿Quién os puede juzgar? Si el que juzga es Dios.

Por ello por el carácter, la honestidad, el amor, la compasión y la enseñanza gracias amiga.

Os amo cual bella y dulce flor que llena el manantial de tu vida.

Porque el verdadero amor no consiste en no ver las faltas de quienes amo. El verdadero amor consiste en perdonar las faltas de quienes amo.

Por ello, amo profundamente el que seas mi madre. En eso estriba el valor de la vida, vida que adquiere valor cada vez que siento tu corazon..gracias madre...gracias nieta..mi corazon les amara hasta el fin de los dias..

Las amo,

Antonio

FIN

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