Historias de capiteles ¿Hubo talleres califales provinciales?, Patrice Cressier.

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CuaderRos de Madlnat al -Zahrá' Vol. 5 Córdob a, 2004

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Cuadernos de Madinat al-Zahra [año 2004, Número 5]. Actas de las IV Jornadas de Madinat al-Zahra : Nuevas investigaciones sobre el Califato de Córdoba. [Revista de difusión científica del Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra]

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CuaderRosdeMadlnatal -Zahrá'

Vol. 5

Córdob a, 2004

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CTJADERI{OS DE MADiNAT AL-ZAI]RÁ'

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Cuadernos de Madinat a|-ZahraRevista de difusión científica del Conjunto Arqueo.lógico Madrnat al-Zahra

CONSEJO DE REDACCIÓN(Miembros de ia Comisión Técnica de Madinat al-Zahra)

Presidente: D. JESÚS ROMERo BENÍTEZDirectur Genera/ d¿ Biene.¡ Calnrales

Vocales: D." MERCEDES MUDARRA BARRERODe/egada Prorjrcia/ le Ca/ttra rJe Cít'daba

D. ANTONTO VALLEJO TRTANODirrtor del Con.funto Arquealígico Madjrat dl Z¿br¿

D. MANUEL ACIÉN ALMANSAUniru':idad de rtIálaga

D." CARMEN BARCELÓ TORRESL,ttt. n)J¿J J. \ L/.ttri¡

D." JULIA CARABAZA BRAVOUú¡w¡irlad d¿ ,\eúllt

D.JUAN STRRANO MUÑOZArquitecta

COMITÉ ASESOR

D. PATRICE CRESSIERCa:a de Vlázqrcz

D. CHRIST]AN E\rERTIrntituta Arqaeolígico A lenún

D. PIERRE GUICHARDtJnit,ersidad ¿tt llon IID. ESTEBAN HERNÁNDEZ BERMEJODirector delJardín Batánico rk Córdoba

D, M,'ANTONIA ]\4ARTíNEZ NUNEZUniursidal le lIálaga

D. ALASTAIR NORTHEDGEUniuersi¿lad de Parí: ID. VÍCTOR PÉREZ ESCOLANOfl n irer.¡ i tlad de S eú / la

O Junta de Andalucía. Consejcría dc Cultura

(c) Los autores

Imprenta San Pablo, S. L. - Córdoba

Sor Ángela de Ia Cruz, 1 2 - Teléfir¡o 951 283 106

ISSN:1119-9996

Depósito Legal: CO. 1.64412004

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SUMARIO

. ESTUDIOS

EDUARDO MANZANO MORENOEl círculct de pocler de los califas ornelas cle Córclaha Pág. 9

JEAN-PIERRE VAN STAÉVELPrítoir jzgaler, bátir : droit de la cr¡nslruclian et institarians

judiciairu ) Cordoae rJurant le í'lX' si¿cle Pág. 3L

MOHAMED MEOUAKMadinat al-Zabm' en las fuentes árabu del occidente i¡láttica Pág. 53

BRUNA SORAVIAUne bistaire de la f.rna. Aurariré er lígitirnirí dan:

le tuIutpaltis d'Ibn Hayan Pág. 81

MANIIELA MARÍNA/tos fancionarios para e/ ca/ifa: jueces 1 otras cargos de la

Adntinisnación cle'Al¡d al-Rabntan III Pá9.97

M.' ANTONIA MARTÍNEZ NÚÑEZ.MANUEL ACIÉN ATMANSALa epi¡1rafra de Madinar al-Zabra' Pá9. I07

SOLANGE ORYL' ep i grap b i e umayy ade s ya - pa / e s t i n i enne Pás.159

CARMEN BARCETÓ

El cíJin andalusi de "praaincias" durante el Califato(3a0_403t9j2_10j3) pá9. t73

ANTONTO VALLEJO TRTANO,ALBERTO MONTEJO CÓRDOBA,ANDRÉS GARCÍA CORTÉS

Resa/tados preliminares de /a interaenciín art¡aeo/ígica en /a

"Ca:a de Ya'far" 1 en el ecliJicia cle "Patio cle los Pilaru"de X[adinat al-Zahra' Pá9. I99

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PATRICE CRESSIER,

MOURAD RAMMAHS¿bra al-A4ansariya : [Jne autre aille caltfale Pág.241

JUAN F. MURILLO REDONDO,MARÍA TERESA CASAL GARCÍA,ELENA CASTRO DEL RÍOMadinat Qar¡aba. Aproxinaciín al procesa de forntaciín de la

ciudad emiral 1 califal a patir de la información arquealógica Pág. 217

VICENTE SALVATIERRALa instauraciín clel Califato en el AIra Gaadalqaiuir Pá5. 291

PEDRO GURRIARÁN DAZAHacia una canstrucción del poder. Las prácticas edi/icias

en la periferia andalusi duranre el Califaro Pág. 297

ALBERTO CANTO GARCÍAEl dinar en al-Andalas en el sigla X Pás.327

CAROLINA DOMÉNECH BELDALa rnaneda farimí 1 sa relaciín con al-Andalus Pág. 339

PATRICE CRESSIER

Histarias de capiteles: ¿Hubo talleres califales pratincialesi' Pá9. 751

TILO ULBERTResafa en Siria. Una residencia califal de los últimrts onteyas en )riente Pá9. 377

BERNABÉ CABAÑERO SUBIZA,VALERO HERRERA ONTAÑÓNLa tecbu¡nbre de la ampliación de al-Hakan II rJe la mezqaita aljama

d¿ Círdoba. Análisi: tícnico 1 estulio forxul de sa policrarnía Pá9. 391

SABINE NOACK.HALEYLos capireles de la hlezt¡aita de Madinar al-Zaltra' Pág. 4I3

MARIANNE BARRUCANDLe prentier clécor arcltitectural fatimide en Egypte Pág. 445

PIERRE GUICHARDCanc/usions Pág.463

. CRÓNICA DEL CONJUNTO

ANTONIO VALLEJO TRIANO,

JOSÉ ESCUDERO ARANDACrínica del Conlanto, añas 1998-2003 Pág. 47 I

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ESTIJDIOS

ACTAS DE LAS IV JORNADAS DE MADINAT AL-ZAHRÁ':Nuevas investigaciones sobre eI Califato de Córdoba

Córdoba, 10-12 Noviembre 2003

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..HISTORIAS DE CAPITELES.¿HUBO TALLERES CALIFALES PROVINCIALES?''

PATRICE CRESSIER

CNRS-U¡4R 5648, Llaa

nÉsurrÉ

Il est généralement admis que l'architecture ducalifat de Cordoue lit un usage généralisé des chapi-teaux et que ces éléments de décor étaient sculptés

dans des ateliers provinciaux proches de leurs lieuxd'utilisation (ou confondus avec eux). Un nouvelexamen des données disponibles, prenant en comp-te la notion de grand nombre, laisse entendre qu'iln'en est rien et que, dr-rrant cette période particu-liére de I'histoire d'al-Andalus, la production cle

chapiteaux fut extrémement centralisée (á Corcloue

ou ) Madinat al-Zahra'') et étroitement dépendante

du por-rvoir Iui-méme.

Mots clefs

Chapiteaux, ateliers provinciaux, acanthe lisse,

difTusion, remploi.

ABSTRACT

It is widely admitted that, in occiclental

umayyad caliphal architecture, the use of capitals

was common and that these ornamental elements

were carved in provincial workshop near the place

of their utilization (sometimes right in the same

place). A new analysis ofthe available data sllggestthat the reality was quite different and that, duringthis period, the production of capitals was extremlycentralized (in Cordova o¡ Madinat al-Zahrá') and

tightly controlecl by the political power itself.

Key words

Capitals, provincial workshop, diffusion, .rpo-

lia.

f__fasta hace pocos años, Ia ornamentación ar-

I Iq.,itectónica de los monumentos andalusíes(y magrebíes) se entendía -dentro de una histo-ria del arte tradicional- solo como un indicio del

gusto estético imperante en la época concernida y

sus pautas evolutivas se consideraban únicamente

como hitos cronológicos aptos para precisar las fases

constructivas de aquellos edihcios. Hoy en día, este

concepto restrictivo se ve paulatinamente abando-

nado al hacerse cadavez más manillesto que -en ei

caso de la arquitectura oficial, por suplresto- el len-guaje ornamencal es ante todo el refle jo de la volun-

3t5

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tad de autoaflrmación y de legitimación del poder

que preside a su ¡ealización. Contribuye así a una

verdadera escenografía de este poder, fenómeno que

-por otra parte- no tardará en constitui¡ un nuevo

tópico historiográfi co.

El arte del califato omeya de Córdoba del que

empezamos a conocer mejor la fase de gestación y

las condiciones de su expansión, no podía escapar

a esta tendencia. De hecho se trata de Lrn caso pa-

radigmático y es, quizá más que nunca en el Islam

occidental anterior a los Almohades. el resultado

de una profunda voluntad política. Ciertos aspectos

tales como la estandardización clel repettorio orna-

mental, la hipotética unifotmización a escala de Ia

Península o, inch-iso, los intentos de recuperación e

imitación posteriores por parte de Ios Estados taifas

son relativamente conocidos. Lo son bastante me-

nos los detalles de las fórmulas seguidas para hacer

que este "arte decorativo" llegue a ser un "arte po-

lítico" dei que -no nos engañemos- sólo llegamos

a descifrar la parte más obvia del mensaje del que

es portador; sabemos no obstante que las principa-les vías seguidas para logtar la eflcacia deseada son

tres: 1) la elección, apropiación y adaptación de un

vocabulario ornamental considerado significativodentro del más amplio disponible en la arquitec-

tura de las épocas previas (que no tiene porqué ser

la inmediatamente anterior) o de otras regiones del

Islam medieval;2) la distribución razonada de esta

decoración en zonas claves de los conjr-rntos monlr-

mentales concernidos'; y 3) el acarreo de piezas ar-

quitectónicas anteriores; vías a Ias que añadir, por

supuesto, un posible proceso de difi-rsión desde el

centro del califato, con todas las cuestiones plan-teadas por ésta (difusión ¿de normas?, ¿de mano de

crbra?, ¿de piezas/;.,'copias heles o re-interpretacio-nes durante y/o después el califato?').

Desde el punto de vista práctico, si Io qr-re acaba

de exponerse es váliclo para el conjunto de la decora-

ción arquitectónica, no hay duda de que uno de sus

componentes, el capitel, se prestará todavía mejor

qr-re cr-ralquier otro al tipo de análisis que se trata de

realizar (tanto por su papel clave en la estructura de

los edificios como por su fácil manejo posterior).

Al no ser factible, en este marco, tratar tal te-

mática de forma exhaustiva. me propongo actuar

en unos campos más Iimitados pero que se consi-

derarán sufrcientemente signifrcativos como para

J)(r

permitir Ilegar a conclusiones lo menos aventuradas

posible.

Hasta ho¡ tres ejes han estructurado mi ¡e-

flexión sobre la producción y la utilización de los

capiteles califalesr: 1) el discurso arquitectónico y la

Iegitimación o, dicho de otra forma, la escenografía

del poder propiamente dichai; 2) la diftrsión y lamovilidad (patronos, talleres y materiales); y 3) laherencia califal.

Hoy me referiré ante todo al segundo de estos

ejes de rellexión aunqlre, por mera lógica, el tema

de la herencia se impondrá en varias ocasiones. En

cambio, no me ha parecido conveniente, saivo a

propósito de algunos ejemplos, abordar la cuestión

de la existencia de talieres provinciales a partir de

criterios estilísticos; explicaré más adelante el por-

quc de esra eiección merodológica .

Por su¡-:,uesto los datos hoy expuestos no cons-

tituyen resultados definitivos: sólo dan cuenta del

esrado actual -y por tanto absolutamente provisio-

nal- de la investigación, o mejor dicho del estado

de mis dudas.

¿euÉ rs Lo QUE VIAJA?

Habría qr-re plantear una primera cuestión, la

de la unicidad o no- del h-rgar de expiotación yproducción del material utilizado (casi sólo el már-

mol blanco)t que, a su vez, implica otra, la de sa-

ber si este material sufrió un tratamiento antes de

viajar.Respecto al origen del mármol blanco emplea-

do en casi exclusividad en los capiteles califales, no

se ha progresado en los últimos años: se ha dicho

que podrían set las canteras de Macael en Almeríat',

pero tal afirmación no se puede considerar más que

como una de las varias hipótesis verosímiles, hasta

que unos análisis sistemáticos hayan aportado argu-

mentos a su favor o en su contra". A. Vallejo Triano

ha plasmado hace poco de forma muy convincen-

te sus ¡eflexiones sobre el tema de la procedencia

de las materias primas constructivas empleadas en

Madinat al-Zahra' , aunque no ha abordado de lle-no la cuestión del mármol de los capiteles por no

estar estas piezas inciuidas en su propósitoE. Este

invest.igador, además de subrayar la explotación

pref-erencial de canteras relativamente cercanas a

Córdoba, precisa la procedencia de Ia caltzaL>Ianca

Page 9: Historias de capiteles ¿Hubo talleres califales provinciales?,  Patrice Cressier.

cremosa en la qlre se esculpieron los capiteles de

la mezquita mayor de la ciudad cali{al y del edi-

ficio basilical superior (Sierra de Cabra)e y consi-

dera excepcional el material de importación desde

firera de al-Andalus, mientras que las aportaciones

desde el arco mediterráneo peninsular (Tarragona,

Almería, Málaga) necesitan todavía confirmación.

Por último, el má¡mol utilizado en el pavimento de

muchos espacios nobles del alcázar (el Salón Rico

por ejemplo) provendría de la zona de Almaden de

1a Piata-Estremoz, es decir -una vez más- no muy

lejos de Córdoba.

Esperamos, en el marco de nuestro proyecto,

poder emprender una recolección de muestras de

mármol de capiteles califales dispersos. Mientras

tanto, no olvidemos que el uso de un material de

ori¡¡en lejano ni impone ni impide que el objeto

considerado sea de fabricación local, mientras que,

al revés, la elección de un material local sí permite

afirmar que la fabricación también lo es.

Por otta parte, podemos inferit de casos docu-

mentados en épocas más tardías que 1os bloques de

mármol estaban someticlos a r-rn primer desbroce en

las canteras mismas y que eran estos "esl¡ozos" de

capiteles los que viajaban hasta su destino arquitec-

tónico frnalL0. Ei museo arqueológico provincial de

Almería conserva un lote de piezas de mármol blan-

co halladas en un pecio del Playazo de Rodalquilar

-fechado como nazarí-, prezas que son el resultado

de un tratamiento de bloqr-res cúrbicos previamente

a la escultu¡a propiamente dicha (de capiteles y de

basas: fig. 1). Indicio de que lo que se comercial.i-

zaba era un estado anterior al propio capitelrr. En

Matruecos, un poco más tarde (en época sa'adí -ss.XVI-XVII-), tenemos atestiguado en canteras del

AIto Atlas este mismo trabajo previo a Ia realiza-

ción de capiteles; se trata de mármol también, y los

capiteles estaban destinados al palacio de al-Badi'

en MarrakechL2.

Parece ve¡osímil, por tanto, que llegaban a

los talleres unas piezas ya parcialmente trabajadas;

pero ¿en qué consistían estos talleres? En algunos

casos, y así 1o sugirió L. Torres Baibásrr, el trabajo

final se hacía a pie de obra en el mismo monumento

destinatario, trabajo final que consistía en esculpir

las hojas de acanto a partir de un follaie mantenido

liso hasta el momento. Así ocurrió, por ejemplo, en

el Salón Rico de Madinat aI-Zahrá'. tal como nos io

indican los capiteles "inacabados" de las extremida-

des de cada arcada (frg. 2)t''.

No obstante, no podemos asegurar que este

proceso era el úrnico (al lin y al cabo los casos do-

cumentados corresponden a obras de envergadr-rra

excepcional) y no estamos tampoco en condición

de precisar donde se hacía el paso desde el bloque

de mármol a penas desbrozado hasta el capitel de

acanto liso...

Volvamos, pues, a la supuesta existencia de ta-

lleres provinciales, cual sea su naturaleza, su modo

de organización o su localización respecto al monu-

mento destinatario; en teoría son varios los proce-

sos que podían explicar la dispersión de capiteles

del tipo de los de Madinat al-Zahrá' en el territonocont¡olado por el califato. Puede tratarse, en efec-

to:

1) de unas normativas estéticas y metrológicas

impuestas a talleres locales (eve ntualme nte

preestablecidos);

2) del desplazamiento (provisional o definitivo) de

un grlrpo de artesanos desde Madinat al-Zahrá'I

Córdoba para actuar en edificios concretos de

las grandes ciudades de provincia;

3) por último, y quizá más sencillamente, pueden

ser los propios capiteles, previamente esculpi-

dos, que viajan hasta su lugar de utilización(observemos que esta última eventualidad es

doble: el transporte ha podido hacerse bien en

el momento mismo bien décadas o siglos des-

pués...).

Dudo mucho que la primera hipótesis sea la vá-

lida. No tanto por la imposibilidad de difi"rndir es-

pecr,rlaciones teóricas y normativas estéticas a larga

distancia -imposibilidad que, de hecho, no es tal-,sino porque las inevitables desigualdades que te-

nían que existir en cuanto a habilidad técnica entre

aquellos talleres hubieran tenido por rápida conse-

cuencia unas variaciones estilísticas locales que no

aparecen -tal como veremos más adelante- de nin-

guna manera en el conjunto de los centenares de ca-

piteles califales que conocemos. conjunto que. muy

al contrario, ofrece -con ios capiteles nazaríes- la

mayor homogeneidad estilística de todo el arte is-

lámico.Por supuesto existen excepciones, tales como

la de un capitel de piedra caliza hallado en Toledo

)57

Page 10: Historias de capiteles ¿Hubo talleres califales provinciales?,  Patrice Cressier.

(hg. 3), que en estas condiciones podría interpretar-

se efectivamente como copia o más bien reinterpre-

tación local (toda vez que haya caliza de este tipo en

Ia región toledana)r¡; son tan escasas clue no pueden

r'onsidrrrrse como sign i fi cat i vas

Igualmente clifícil de concebir -aunque teóri-

camente posible- es el desplazamiento de artesanos

desde Córdoba hacia todos los h-rgares de la Penín-

sula en los qr-re se encuentran ahora capiteles cali-

fales y por consecuencia donde se slrpone que hubo

monumentos contempofáneos en cuya decoración

se incorporaban. Sería suponer, me parece) Lrn ní1-

mero importante cle tales focos creativos (¿unos

veinte?) en actividad todos durante un periodo de

tiempo relativamente largo (¿unos setenta añosi) y,

sobre todo, produciendo unas piezas poco numero-

sas pero increíblemente estandardizadas, reflejando

cad¿r uno también el abanico de Ias variaciones den-

tro de cacla tipo y evoh-rcionando todos, además, al

mismo ritmo.

Quedaría, pues, la última de las tres soluciones:

la de un taller centralizado que hubiera clifundidopiezas ya manufacturadas. Sé que viene en contra-

dicción con lo qr-re se ha admitido hasta ahora, con

lo clue acabo de clecir sobre el lugar en el qr-re se

debía proceder al acabado de los capiteles y sobre la

naturaleza de Io qr-re viajaba desde las canteras me-

dievales de Andalucía oriental o cle Marruecos... Noobstante, sabemos con toda cefteza que piezas per-

fectamente acabadas han viajado sin mayor daño:

las de acarreo.

No veo, por tanto, razones suficientes para eli-minar una hipótesis qlle tiene a su favor el expli-

c¿rr la eno¡me homogeneidad de la producción de

capiteles califales. Aceptando esta hipótesis, ten-

dríamos un taller centralizaclo en Córdoba/Madinat

al-Zahrá' , productor de unas piezas escultóricas de

lujo eventualmente difundidas en las provincias(pero esto qr-redaría por ver) y que funcionaría de

una form¿r similar a la del tiuz para otro tipo de

producción de lujo (tejidos de seda, objetos de mar-

frI, etc.).

Pero antes de dar por segura esta conch-rsión,

tenemos qlre pregllntatnos sobre esta famosa dis-

tribución generalizada de los capiteles calif¿rles en

la Península...

35¡l

¿DONDE ESTÁN AHORA LOS CAPITELESCALIFALES?

Se suele considerar como lógica y ligada a laconsolidación defir'ritiva del Estado califal en laPenínsula, la amplia dispersión geográfrca de los

capiteles; no obstante, no se ha esclarecido (ni se

ha intentado hacerlo), por Lrna parte. si estos ele-

mentos han sido producidos por taileres locales o

difundidos a partir de un taller matriz localizado

en Córdoba ni, por otra parte, si la amplitud de la

distribución espacial es real o solo aparente. Quizáno estaría de más ahondar un poco en esta últimacuestión.

Hay que constatar, ante todo, que la lista de

monLlmentos califales clue conservan capiteles de

su misma época es increíblemente corta: salvo error

mío se limita a la mezquita mayor de Córdobar- y a

las ruinas de Madinat al-Zahra', conjuntos a los que

hay que añadir la mezquita aljama de Almería.Un poco más numerosos son los palacios islámi-

cos y mucho más todavía las mezquitas posteriores

al c¿rlifato, almorávides y almohades, que reaprove-

ch¿rn tales piezas (mezcluita al-Qarawiyyin de Fez,

mezquitas almohades de la Giralda -Sevilla-, de

Hassan -Rabat-, de la Qasaba y Kutr-rbiya -Ma-rrakech- y de Salé) (ñ5. 1) s. Algunos monumentos

menores de época taifa nos han llegado también con

capiteles califales reaprovechados (así el "Bañuelo"

de Granada).

Peto una de las mayores paradojas relativas a

estos capiteles es qLle son m¡lcho más numerosos los

edihcios cristianos que los reutilizan que los monu-

mentos islámicos en los que se conservan, reapro-

vechados o in situ'. por no hablar de los conventos,

iglesias y casas particulares de Córcloba misma'e o,

en menor medida, de Toledo, recordemos los casos

del Alcázar de Sevilla, de los vestigios del palacio

real de Valencia, de la colegiata de Torrijos (pro-

vincia de Toledo), del monasterio de Las Huelgas

Reales (Burgos) (fig. i), o del Palacio Caclaval en

Évora (Portugal), etc.

No ol¡stante, la inmensa mayoría de los ca-

piteles califales que nos han Ilegado más o menos

intactos, están hoy en día en museos y colecciones

particLrlares.

La iista de Ios museos que conservan capiteles

califales es, pues, Iargay cubre casi toda la geograíía

Page 11: Historias de capiteles ¿Hubo talleres califales provinciales?,  Patrice Cressier.

peninsLrlar: Palma de Mallorca, Vic, Barcelona (Mu-

seu Nacional d'Art de Catalunya, Museu d'Histbriade la Ciutat, Museu Frederic Marés), Sitges, Valen-

cia, Lorca (, ?), Murcia, Málaga, Granada (Museo

Etnológico y Arqueológico Provincial, y Museo de

la Alhambra), Jaén, Córdoba (Mr-rseo Arqueológi-co Provincial, Reales Alcázares, Museo Romero de

Torres, Conjr-rnto Arqueológico de Madtnat al-Za-

hrá'), Pr-rente Genil, Sevilla (Museo Arqueológico

Provincial, Real Alcázar), Madrid (Museo Arqueo-lógico Nacional, Museo del Instituto Valencia de

Don Juan, Museo Lázaro Galdiano, Real Academia

de la Historia), Toledo (Museo de Santa Cruz), por

1o que concierne a España:0; Coimbra, Lisboa, Évo-

ra, Tavira, para Portugalzr. Si ampliamos a escala

mundial nuestro inventario, la dispersión se ex-

tiende de Nueva York a Kr-nvait City (Dar al-Atha¡al-Islamiyyah)tt, pasando por Toronto (Royal On-ta¡io Museum)2r, París (Musée du Lor-rvre)r1, Lon-

dres (Victoria and Aibert Muser-rm) (fig. 6)", Berlín(Museum für Islamische Kunst;16, Rabat (Musée de

la Kasbah des Oudaya), Marrakech2t o Pisa (Museo

dell'Opera del Duomo) (fig. 7)", dando cuenta es-

tos tres últimos casos de Lrn acarreo medieval...

Pero, ¿corresponde de verdad esta amplia dis-

persión geográfica a Lrna generalización de la pre-

sencia del Estado calif¿rl en las provincias de al-An-

dalus y tenían estas piezas una fi-rnción emblem¿íti-

ca en este proceso? ¿o el fenómeno es solo aparente

y a los capiteles se les había reservado otro papel?

Para ayudarnos en la búsclueda de respuestas a es-

tas pregllntas, tenemos que plantearnos otra más,

la del verdadero origen de los capiteles presentes

en los museos.

Los casos de los museos de Mallorca y de Mála-

ga son unos buenos ejemplos de la disto¡sión que se

introduce cuando sólo se toma en cuenta el lugar de

conservación para el establecimiento de Ios mapas

de distribución de capiteles califaies.

E1 primero de estos mLrseos conserva una única

pieza de este tipo. En su estudio, M. Rosselló Pons

recuerda la integración tardía cle Baleares en al-An-

dalus, la implantación por entonces del pode r califal

y la rápida aculturación del territorio qr-re pasaría a

llamarse Majrürqa. No obstante, tiene que admitirque nada confirma qlre este capitel haya sido halla-

do en la isla: procede de una colección privada y el

legaclo (en 198 1 ) al museo no precisa Ias que habían

sido las condiciones de adquisición por parte del

coleccionista J. Costa Ferrer2e.

Nos encontramos el mismo problema en el

museo de Málaga, donde un fragmento de capitel

similar al anterior, esta vez epigrafiado, se considera

procedente de Torrox. No obstante esta pieza pro-

cede también de una colección privada y no se sabe

si resultó ser un hallazgo arqueológico en el mis-

mo pueblo o más l¡ien Llna compra en el mercaclo

de antigüedadesro. Bien es cierto qlre, en el mismo

mlrseo, otro capitel epigrafiado contemporáneo del

anterior parece haber sido encontrado en la Alca-

zaba de Ia ciudadjr, pero ignoramos slr localización

en el momento del descubrimiento; su factura le

emparenta de forma estrechísima con los capiteles

de Madinat al-Zahrá' , tal como ha sido subrayado

por quienes le estudiaron, y más concretamente con

la serie del Salón Ricojr.En el museo de Lorca nos enfrentamos a una si-

tuación inversa: el capitel (de acanto liso por cierto)

que se considera como califalri nos parece más bien

posterior y pertenecer a la gran serie cle época taifa,

esculpida a lo largo de un arco que abarcaba Jaén,Cranade. Almería y Mrrrcia.

Barcelona, constitllye un caso muy ilustrativo:

en contra de lo que se podía pensar a priori, uno

de los capiteles califales allí conservados procede

de una excavación en la ciudad y todo parece indi-car que estaba reaprovechado en una construcción

medieval cristiana emblemática, el Salón del Tinelldel Palacio Real Mayorri. Conociendo la fecha de

reconquista de Barcelona (muy anterior a la procla-

mación de califato), tenemos la seguridad de que el

capitel llegó allí en un ámbito cristiano y que no

fue para nada obra de un talier locall5. Este dato, del

que hay que subrayar la importancia, pone además

en tela de juicio todos los hallazgos de capiteles ca-

lifales a través de excavaciones en contexto no con-

temporáneo, sea en el ámbito cristiano por slrpues-

to, o sea también en el ámbito islámico. Invalida ¿

priori en particular el carácter significativo de los

hallazgos de Toledo. Esta observación vaie, además,

ta1 como lo veremos más adeiante, para otros tipos

de elementos arquitectónicos (tableros, pilas, etc.).

Madrid es, por último, Lrn caso ext¡emo: ningu-

no de los capiteles de sus distintos museos procede

de la ciudad, ni siquiera de la provincia; la mayoría

han sido adquiridos en el mercado del arte o pro-

)i9

Page 12: Historias de capiteles ¿Hubo talleres califales provinciales?,  Patrice Cressier.

ceden de legados antiguosl". En el Museo Arqueo-

lógico Nacional, el inventario -ya antiguo- cle R.

Revilla Vielva recoge cuarenta y tres capiteles cali-fales de los que casi Ia mitad (veinte) es de origen

desconocido. De los otros veintitres, siete proceden

de Toledo, tres de Sevilla, dos de Zaragoza, dos de

Caniles de Baza (Granada), uno de Almería, uno de

Bobastro (flS. 8) y uno de Segovia. Salvo un ejem-plar, de piedra calcárea, todos son de mármolir.

Esta breve ojeada a ios iugares de conservación(y, a través de ellos a los verdaderos lugares de pro-cedencia) nos muestra primero que la amplitud de

la distribución debe revisarse a Ia baja: caen dei

mapa Cataluña, Baleares y gran parte de Ia Meseta

Central, nuevos vacíos que vienen a añadirse a los

ya apuntados de Andalucía atIántica y Extremadu-ra. Habría que preguntarse si este mapa es coheren-

te con la ordenación califal del territorio andalusí, ono. Tengo por mi parte serias dudas.

Podemos apreciar también el número realmen-

te ínfimo de piezas en juego: una docena para todoel arco catalano-valenciano o -anticipando sobre las

próximas páginas- menos de una decena para Por-

tugal. Estas cifras, cogidas región por región, son

inferiores al número de capiteles reaprovechados en

un solo monumento almorávide o almohade de Ma-rruecos (doce en la mezquita al-Qarawiyyrn de Fez,

seis en la mezquita de la Qasaba de Marrakech) o por

supuesto al núrmero de capiteles de una sola mezqui-

ta de barrio cordobesa (dieciocho soportes en la mez-

quita "de El Fontanar", sin contar con el rnihrub).

Por úrltimo, se está dibujando un conrrasre

fuerte entre el conjunto de la Península, donde la

densidad de piezas es mlly débil, y un núcieo for-mado por tres ciudades, Córdoba por supuesto, yen menor medida Sevilla y Granada, contraste di-fícilmente explicable por los esquemas hasta ahora

aceptados. En efecto, ni la importancia polírica en

época califal de Granada/Ilbira ni la de Sevilla son

mayores que la de otras ciudades peninsuiares delmismo momento (Almería, Zaragoza, etc.). Thm-poco sabemos de una mayor representación del

poder califal en estas ciudades. Todo deja entenderpues que el desequilibrio observado se debe senci-

llamente a una mayor disponibilidad de capiteles

por la escueta distancia al centro de producción (oquizá aI centro de recuperación).

360

FUERA DE CóRDOBA: UNASSITUACIONES DISPARES PERO NOTANTO

Después de comprobar de forma global, pero

a partif de ejemplos concfetos, hasta que punto es

engañosa la imagen de la distribución geográfica de

los capiteies califales tal como nos es trasmitida porlos museos, conviene interrogarse sobre la situacióna escala de ciudades o entidades geográficas cohe-

rentes (de hecho casi no hay diferencias enrre unas y

ot¡as dado que en términos generales no se encuen-

tran capiteles califales fuera de la capital regional:así en Almería o en Toledo). Repasaremos a conri-nuación unos casos a mi parecer significativos.

Garb al-Andalus

Las fronteras de Portugal actual corresponden

aproximadamente -si exceptuamos su parte más

septentrional- a lo que fue el Garb al-Andalus. En

esta amplia región, cuya peculiaridad política du-rance el siglo X no ofrece duda, sólo han aparecido

ni-reve capiteles (cinco compuestos y cuatro corin-tizantes) atribuibles a talleres califales, ninguno -¡hubiera sido demasiado pedir!- en su monumenro

de origen; juzgando por sus características estiiísri-cas, su fecha de realtzación misma podría cubrir el

conjunto del Ia segunda mitad dei s. X.Se desconoce la procedencia exacta de tres de

ellosjs, mientras que dos provienen del asentamien-

to fortificado y residencial de Montemor-o-Ve1hole,

dos están reaprovechados en la fachada de un pala-

cio tardo medieval de Évorait' y otros dos han sido

descubiertos en la excavación de la catedral de Sil-vest'.

En Montemor-o-Velho estaban asociados a una

ornamentación parietal sin lugar a duda un poco

posterior (¿inicios s. XI?) más acorde con lo que

sabemos de las fechas de ocupación de la piaza porel poder islámico (en este caso 'amirí).

En Évora, el acarreo de capiteles califales en la

fachada del Palacio Cadaval no tiene por que hacer-

nos presuponer un origen local: el convento de las

Huelgas Reales de Burgos o Ia colegiata de Torri-jos (Toledo)12, otros famosos ejemplos de ediEcios

cristianos donde se reaprovechan capireles califales,

bastan para convencernos de Io contrario.

Page 13: Historias de capiteles ¿Hubo talleres califales provinciales?,  Patrice Cressier.

Por último, los dos capiteles de Silves (frS. 9)

podrían remitir más al estado almohade de su mez-

quita aljama que a un hipotético edificio del s. X.En efecto conocemos el uso privilegiado que, en sus

monlrmentos mayores, esta dinastía hizo de capite-

les califales como emblemas de legitimación; sabe-

mos que el propio palacio almohade de Silves tam-bién reaprovechaba capiteles anteriores (uno emiraly otro posiblemente taifa); además, la importanciaeconómica y política de Silves en época almohade

está de sobra documentada lo que no es el caso para

el califato.AI fi.naIizar este breve recorrido por los capite-

les califales de Portugal, no podemos asegurar que

ninguno de ellos haya sido esculpido allí; al revés,

para casi la mitad tenemos fuertes sospechas de que

puede tratarse de importaciones posteriores (Silves

y Évora).

Valencia

Las observaciones llevadas a cabo a propósito de

los capiteles califaies de Portugal valen para Ios de

Valencia, encontrados todo ellos, bien fuera de con-

texto arqueológico, bien procedentes de edifrcios

singulares cristianos (y, en este caso, hallados en las

excavaciones del Palacio Real. o conservados in silu

en Ia iglesia de San Juan del Hospital).

Bobastro

Uno de los pocos capiteles califales descubier-

tos en excavación es el de Bobastro (fig. 8)43, asen-

tamiento del que conocemos la importancia en lagénesis misma del califato dado que fue solo después

de la toma de éste y de la victoria definitiva sobre

los rebeldes de 'Umar ibn Hafsün cuando 'Abd al-

Rahmán III se proclamó califa. No obstante, y una

vez rtás,las condiciones del hallazgo plantean más

problemas de los previstos; en efecto, la pieza (un

compuesto de pequeño tamañoll) estaba reaprove-

chada como un mampuesto más en un muro tardío

respecto a la reforma drástica impuesta por 'Abd

al-Rahmán al conjunto castral. Al no mantenerse

Bobastro como plaza fuerte importante después de

finales del s. X, hay que aceptar que el capitel estaba

utilizado en Lrna de las dos fases constructivas del s.

X. La hipótesis más verosímil en estas condiciones

es que la obra estaba integrada en el programa orrra-

mental de auto afrrmación del poder omeya, poste-

rior ala toma del bisn por los Cordobeses, programa

impuesto a lo que había sido uno de ios símbolos de

la rebelión contra el gobierno centrala¡.

Almería

En Almería, fundación califal y en aquel mo-

mento mayor puerto mediterráneo, comercial y

militar, nos encontramos con una situación apafen-

temente distinta.Un primer punto, digno de ser subrayado, es

que, hasta la fecha, no se ha encontrado ningúrn

capitel califal de acanto esculpido, ni en la ciudad

ni en la provincia. No obstante la mezquita alja.ma

(de la que tuve oportunidad de mostrar que la or-

namentación del rnihrvb califal estaba directamente

inspirada en la mezquita de Córdoba)r6 recurría a

capiteles corintizantes y compuestos de acanto liso

de los que dos se encontraron en excavaciones an-

tiguas del edificio (fig. 10). Pero esta mezquita no

sólo es el único monumento califal no cordobés que

hayaconservado sus capiteles-aunque no in sita-,estambién el único para el que podemos casi asegurar

que estos capiteles han sido esculpidos localmente:

sería muy difícil pensar que el mármol de Macael

-si es mármol de Macael, por supuesto- que se uti-Itzó para estas piezas hubie¡a viajado hasta Córdoba

para volver a Almería Lrna vez tallado.

La mezquita de Almería adquiere además una

importancia suplementaria si recordamos que las

otras mezquitas califales conocidas (salvo Córdoba

y Madinat al-Zahrá') no han recurrido a capiteles

contemporáneos para Ia ocasión sino a piezas de

acarreo (Almonaster la Reai -Huelva-, Báb ai-Mar-dün -Toledo-).

Toledo

Veintisiete capiteles califales han sido hallados

en Toledo, conservados hoy en el Museo de Santa

Cruz, en colecciones particulares, en museos madri-leñosir, o reaprovechados en edificios cristianos de

importancia arquitectónica y de fecha de construc-

ción muy distintasaS.

Salvo dos de estos últimos, incluídos respecti-

vamente en la Catedral y en el convento de Santa

Clara, y para los que podríamos suponer, aunque

de forma muy hipotética, que proceden de los mo-

numentos islámicos a los que estas refundaciones

36r

Page 14: Historias de capiteles ¿Hubo talleres califales provinciales?,  Patrice Cressier.

cristianas sucedieron (mezquita aljama y conjuntoaúlico -¿pero a qué fase cronológica de estos edifr-cios?-), no tenemos ningún indicio de sus condi-ciones de utilización original. En cuanto a los qr,re

se encontraron en excavación, el contexto suele ser

impreciso, aunque en casos contados sabemos que

se trataba también c1e acarreo tardio''. Todos, esto

sí, han sido hallados en la ciudad de Toledo misma:ninguno procede de ottos puntos de la provinciani, por lo que se sabe, ha llegado a Ios museos a

través de compras en un mercado de antigüedades

exterior.Hay qr-re insistir también sobre el hecho de que

ninguna de las mezquitas (conservadas) de Toledorecurre a capiteles contemporáneos de su edifica-ción, todos son piezas cle acarreo.

La cifra de capiteles califales (y emirales) halla-dos en Toledo es sr-rficientemente grande para que

me haya planteado seriamente (en un estudio ge-

neral sobre capiteles islámicos de la ciudad) si no

la existencia de un taller local (posibilidad apoyada

por la presencia de un único capitel de caliza en vez

de mármol), por 1o menos una importanre campa-

ña de edifrcación por parte del Estado califal en la

ciudad. Ésta hubiera sido la remodelación o cons-

trucción de tn alcázar después de 1a toma de con-trol definitivo de Toledo por el califa¡0. En el mo-mento de escribir esto hace cuatro años, no estaba

convencido del todo. Ahora lo estoy menos todavía:

lo qr:e no acaba de encalar en esta teoría es que, en

su conjunto, Ios capiteles toledanos constituyen unverdadero muestrario -dentro de la habitual estan-

dardización morfológica-: hay de todo en Toledo,

tanto en cllanto a dimensiones como a tipos orna-

mentales (hgs. 3 y 11).

¿No sería más bien Ia serie toledana la huellade la primera ornamentación de los palacios taifas,

antes de que la captación (más que la funclación) de

un taller propio haya permitido las producciones

de los Dul Nun, ya deflnidas, a través de las que se

podían expresar tanto Ia fidelidad aI modelo califalcomo la afrrmación de una identidad original?

Un argumento indi¡ecto a favor de un traslado

tardío de los capiteles caiifales a Toledo se nos btin-da en un famoso tablero de atauriques publicado en

nlrmerosas ocasiones¡1 y del que A. Vallejo Triano

ha mostrado recientemente que encajaba con otro

conservado en Madinat al-7,ahrá'para contribuir a la

decoración parietal del baño anejo al Salón Ricotz.

}[.ás allá del mar: Magrib al-Aqsá e... Italia

No volveré sobre el caso -al que he ah-rdido en

varias ocasiones en las lineas anteriores-t de los ca-

piteles califales corclobeses reaprovechados por los

Almorávides y los Almohades en sus grandes cru-

dades del Magrib al-Aqsá, con frnes similares aun-

que con matices: en Fez (mezquita al-Qarawiyyin)y Marrakech (primitiva mezquita aljama) para los

primeros; en Marrakech (mezquita al-Kutubiya,mezquita de la Qasaba), Rabat (mezcluita de Hasan)

id:1. 1) y Salé (mezquita mayor) para los segundos.

Prefiero refe¡irme ante todo en este breve apar-

tado, a un caso igualmente espectacular, pero esta

vez relativo a tierras cristianas, el de los capiteles

califales de Italia.EI ejemplo mejor conocido es el del capitel de

Pisa, reutilizado en un primer tiempo en la care-

dral y a continuación en el baptisterio (fig. 7);t. Se

trata de un capitel corinriz¿nte con rres coronas de

acanto, de grandes dimcnsionest' cr-rya factura le

emparenta con los mejores e jemplares de Madinatal-Zahrá' . Las condiciones en Ias que esta pieza ha

sido traída a Pisa no se han esclarecido. La hipótesis

según la cual h¡¡biera llegado como parte c1e un bo-

tín conseguido en Alme¡ía es poco verosímil pues

no ha sido iocalizado ningírn capitel de este ripohasta ahora en aquella ciudad...

En toclo caso, este capitel es parte de un lote de

obras islámicas de clistinta naturaleza y de desigual

calidad que, independientemente de 1os varios l¿-cini, acabarctn participando en la ornamentación de

los mejores edificios religiosos pisanos. Otras de es-

tas piezas son el famoso grifo de bronce (s. X-XI) y

una inscripción funeraria fechada ¡en 1381!¡('.

Otros capiteles califales están reaprovechados

en la catedral de Amalfítr sin que sepamos rampoco

cómo llegaron allí.En ambos casos se trata de monlrmentos faros de

dos de las repúblicas ma¡ítimas que controlaron Lrn

tiempo el comercio medite¡¡áneo, en particlllar con

al-Andalus: creo qlle no puede ser Llna casualidad.

)62

Page 15: Historias de capiteles ¿Hubo talleres califales provinciales?,  Patrice Cressier.

ACANTO LISO/ACANTO ESCULPIDO.

¿UN SIMPLE DETALLE?

El hecho de que las coronas de follaje del cala-

tos queden lisas, sin esculpir, puede obedecer a dos

razones muy distintas.

La primera es, obviamente , que se trata de capi-

teies inacabados. La paradoja es que los únicos casos

absoiutamente seguros corresponden por fiierza a

un acabado parcial (de una a tres caras escuipidas

solo): son por lo general capiteles destinados a ser

entregados en las paredes. Tal como lo advertí más

arriba, es de suponer, entonces, que el destino exac-

to de cada capitel era conocido por quien lo esculpía

y que, quizá, la fase final de escultura detallista se

l-racía en el lugar mismo de colocación de la piezatt.

La mezquita de Córdoba conserva varios capiteles

romanos de este tipo cuyo desplazamiento posterior

a su labra nos ha hecho descul¡ri¡ esta peculiaridad(en su posición de origen esta peculiaridad no tenía

por que ser visible). Pero los ejemplos más cercanos

a nuestros objetos de estudio son por supuesto ios

capiteles de las extremidades de las arcadas del Sa-

lón Rico de Madrnat al-Zahñ', de los que una cara

se quedo en efecto sin esculpir)'.La segr-rnda explicación de la presencia de acanto

liso es, simplemente, que responcle a una elección

estética, modulada -eso sí- por la posibilidad de

desa¡¡ollar a posleriari Lrna ornamentación detallis-ra estucada y/o pintada. Esta solución se adoptó de

forma espectacuiar y exclusiva tanto en la amplia-

ción por al-Hakam II de la mezquita aliama cor-

dobesa como en la ampliación poster.ior del mismo

edificio por al-Mansr-rr; algunos de estos capiteles

conservan, de hecho, restos de su decoración vegetal

pintada6'). Podemos apuntar, también, el uso, en el

pórtico perimetral del Patio de Ios Naranios, obra

de'Abd al-Rahmán III, de capiteles cuyo rango in-ferior de acanto ha sido esculpido mientras que el

superior se ha dejado liso (fig. 12)61. En cambio,

el capitel de acanto liso no constituye la fótmula

mayoritaria en los conjuntos aúlicos de Madinat al-

Zahrá'62.

Curiosamente, los capiteles califales de acanto

liso están ausentes fuera del foco capitalino, con Lrna

única excepción significativa (que yo sepa), la de

Almería. Si el írnico monumento religioso provin-

ciano de fuerte carácter estatal recllrre a capiteles de

acanto liso similares a ios de ia mezquita mayor de

Córdoba y si no se documentan tales capiteles en

otras regiones ¿poclemos concluir sin más discusión

que fue el único monumento de este tipo en la pe-

nínsula? Todavía me parece que no, pero que hay

que plantearse seriamente Ia pregunta.

Si nos interrogamos ahora sobre el porvenir,

después del califato, de estos capiteles lisos -cla-ramente minoritarios hasta finales del s. X, y sobre

todo de uso limitado, en condiciones exclus.ivas-

nos encontraremos con una situación radicalmente

opuesta. Observamos en efecto qr-re la inmensa ma-

yoría de la producción de capiteles esculpidos para

las co¡tes de ios "reyes de tatfa" son de acanto liso6l:

1o son todos en los reinos de Sevilia6r, Granada, Al-mería6t o Murcia: solo se desmarcan clos ciudades

excepcionales, Toledo y Zaragoza66.

La voluntad expresamente marcada por los so-

beranos taifas de definir, siempre dentro de una cla-

ra reivindicación dei modelo califal, un vocabulario

estético propio ha sido analtzada de manera muy

convincente por M. Acién Almansa^- y encuentra

unos claros testimonios en estas series de capiteles

de acanto esculpido de Zaragoza y Toledo; de forma

simétrica, se podría interpretar así también la elec-

ción dei acanto liso en Ios reinos de Badajoz, Sevilla,

Granada y Almería (fig. 13). Creo no obstante que,

en aquellos casos hubo una nz(tn añadida, :una razón

de peso: la inexistencia en estas co¡tes de artesanos

capaces de proceder de fo¡ma satisfactoria a la fase

hnal de la escuitr-rra de los capiteles. Esta ausencia

misma se podría explicar simplemente : 1) durante el

califato los capiteles de acanto escr-rlpido procedían

mayoritariamente o quizá exclusivamente de Córdo-

ba; 2) estos talleres fr-reron captados después de Iaf t-na por las cortes más pujantes en este campo, la de los

Banu Hud de Zaragoza y la de Dul Nün en Toledo.

CONCLUSIONES

Para concluir brevemenre, pienso que estamos

en condiciones de afirmar que no hubo talleres pro-

vir-rciales d¡-irante el califato:

porque no coincide la distribución geogáhca

actual de los capiteles califales con los Iugares

de mando del propio califato, ni con 1o que sa-

bemos de la actividad edilicia de los Omeyas¿'s;

)63

Page 16: Historias de capiteles ¿Hubo talleres califales provinciales?,  Patrice Cressier.

y porque, teniendo en cuenta la distorsiónintroducida por los museos como lugares de

conservación, la inmensa mayorí^ de los capi-teles califales está concentrada en Córdoba, una

cantidad inferior está locahzada en dos gran-des ciudades cercanas (Sevilla y Granada) y solo

cantidades menores en el resto de la Península;

por Ia desproporción numérica entre los con-juntos concernidos (las cifras para cada regiónsuelen ser inferiores a las de un solo monlrmen-to cordobés) y por la escasez de monumentosde época califal que hayan conservado capite-.les contemporáneos de su edificación (tres para

toda la Península);

por el hecho de que, cadavez que se logran da-

tos concretos sobre procedencia de un capitel,sea en al-Andalus, en el Magrib o en territorioscristianos (algunos de ellos nunca islamizados alo largo de su historia), se confrrma un despla-

zamiento tardío, mientras que los írnicos casos

casi asegurados de colocactón iu s)ttt, contem-poránea del edificio, son -por ahora- el de Bo-bastro y el de Almería;por la forma en la que se estrlrctura, después

del colapso del Estado califal, Ia producción de

capiteles taifas.

Todos estos argumentos coinciden no solo en

demostrar la unicidad del foco productivo sino

también en sugerir que la difusión de los capiteles

hacia las provincias fue muy escasa en época cali-fal misma y que el gran momento de esta difusión,como piezas de acarreo esta vez, fue posterior al des-

calabro del califato.Por supuesto, 1o que propongo aquí solo es un

nuevo guión del proceso de producción de capiteles

califales, pero es un guión coherente y que permitecontestar a todas Ias preguntas que he planteado a

Io largo de estas páginas.

Se pueden hacer algunas observaciones más a

propósito de esta hipótesis de un taller ultra cen-

trahzado'.

La primera constituye, más bien, Lrn argumen-to complementario, desde una perspectiva distinta.Tál como lo había apuntado con anterioridad Ma A.Martínez Núñez, el contenido de las inscripciones

esculpidas en los capiteies es mr-ry limitado; aludemenos al soberano que a personajes que se identificancomo jefes de obra -es decir personajes de alto rango,no simples artesanos- integrados en la Dár al-Siná'a6e. En este mismo encuentro, C. Barceló ha vueltoa insistir en este aspecto, llegando a sugerir que, si

los capiteles constituyen tai "anomalía epigrá6ca"'0,qoizá sea porque deben proceder de un írnico taller,no provincial. Por tanto, estaríamos en presencia de

una producción exch-rsiva, por y para el califa.La segunda es de orden metodológico. En efec-

to, es tiempo de ir más allá de lo propiamente es-

tilístico (sin obviar tampoco este aspecro) e inclusomás allá de 1o metrológico a escala de cada capitel.Se hace necesario trabajar ante todo a nivel de con-juntos cuantifrcados con Ia mayor precisión posible(ñg. l1), y razonar sobre números: número de capi-teles califales en cada kura o dispersos en una sola

de las grandes cir-rdades de Andalucía para las que,más que nunca. se necesitan unos invenrarios sis-

temáticos; núrmero de capiteles en un solo edificioemblemático del s. X (12 en el Salón Rico, 273 en

la ampliación por al-Mansür de la mezquira mayorde Córdoba) comparado con el nírmero de capitelesreaprovechados en un solo edificio islámico tardío(12, el máximo docr-rmentado hasta hoy, en ia mez-quita Qarawiyyin de Fez) o en un solo monumenromedieval cristiano -exterior y posterior al califaro-(7 enla fachada de la colegiata de Torrijos).

Aunque centrado en los capiteles, este proceso,

espectacular y de peso económico probablementeimportante, incluyó otros elementos arquitectóni-cos: columnas, basasrl (cuyo reaprovechamiento no

está sistemáticamente asociado al de los capiteles),tableros parietales'2, arquillosti, pilastr, etc.). En el

ámbito cristiano se superponen a este proceso orros,similares en su concepto dado que se aplican a obras

islámicas, pero esta vez no califaiesri.Observemos, no obstante, para concluir estas

breves páginas, que el expolio de Madinar al-Zahrá'constituyó un proceso excepcional por su carácterdrástico, su amplitud espacial y su duración, así

como Ia magnitud numérica de Ias piezas en juego.

El carácter emblemático de aquellos capireles en

la propia arquitectura califal htzo que ellos fueronparticr-rlarmente codiciados para Llna reutilizacióncon fines ostentosos o de legitimación.

)64

Page 17: Historias de capiteles ¿Hubo talleres califales provinciales?,  Patrice Cressier.

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367

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NOTAS

1. Ver la eficaz demostración hecha por A. Vallejo a propósito

de Ia distrrbución de Ia decoración parietal en los distintosámbitos de| alcázar de Madinat il-Zahra' (V,ulr.lo Tnr¡ro2003, pp. 46! y ss.).

2. Investigación ¡ealizada en el ma¡co del proyecto "I+D"Madrnat al-Zahra': interpretariíil 1 proyariín del poder califal¿ trauís del regisÍra naterial 1t textild/, dirigido por A. Canto(lJniversidad Autónom¿ de Madrid) y E. Manzano (CSIC,

Madrid).

3. Ver, por elemplo, Cn¡ssrrn 1995.

4. Sobre los Iogros y ios límites de esta trproximación estilística

para la delinición de los tallercs, ver (a propósito de capiteles

romanos de Córdoba) MÁneu¡z 1990.

i. Dos importantes excepciones son l¿s series de capiteles de la

mezquita allama de Madinat al-Zahrá' (ver la contribuciónde Dra. S. Noack-Haley en estas mismtrs jornadars) y la de los

capiteLes de Da¡ al-Mulk (V,uluJo Tu¡ro 2001, p. 110),

trmbas esculpiders en Llna caliz¿r blanca de grano fino.

6. Es la opinión de E. Molina López quien ha censado las re-

férencias textuales a la explotación de un mármol que las

fuentes escritas se limitan a considerar como simplemente"almeriense" (MoLrNA López. 1981, p. 10). Conviene resai-

tar, por una parte, que no existen fuen¡es que confrrmen esta

explotarción antes del s. XI y, por otra parte, clue seguimos

clesconocicndo el topónimo árabe de Macael.

7. Ei mármol de los capiteles romanos de ltodalquilar (AIme-

ría), conservados en el Museo Arqueológico Provincial de

Almería, procede de tres zonas de explotación distintas, to-dtrs de la provincia de Almerí¿ (Chercos, Lubrín y Macael):

L¡pu¡Nrr MEncaoal, CIsr¡nos CLrxcHrLr-os, Onrrc;¡ C¡srr-u-o 19¡J¡1, cuadro I, p. 271; lo que muestra la existencia de

canteras de mármol en la Sierra de ios Filabres ya en la An-tigiiedad así como la utilización preferencial de materiales

cercanos (esto no impide que se hayan hallados elementos

escultóricos romanos en mármo1 de Macael también en Mé-rida o Baelo Claudia -Cádiz-: rsl¿r.).

8. Varu¡o TruaNo 2001, pp. 99-1 11.(). b., p. 110, remite a S¡c;r-rn¡ Anrs'r¡ 1988, p. 126. Ver un

capitel del edihcio b¿silical superior publicado por J. Es-

cuDERo ARANDA en El eslhndor de los Onteyds cardobeses, Laciui/izaciín nasrhnana de Earopa Occiduttal. Catálogo de pieus

2001, p. 122.

10. Además de los clos casos de la baja Edad Medra islámica

mencionados a continu¿ción, se pueden señalar cuatro pie-

zas (basas y/o capiteles), de época indeterminada, halladas

en Cola de Zama (Albacete): Slrva INrrsra, M¡ruÍr¡z Ro-DRÍcLiEZ 1990, núrms. Vl-V,1, pp. 119-120 y láms. f .i.2 a

ti .2.

11. NÍrms. ,11003 a 4l{)08 y 81,i68 (ingreso en el museo 22 de

sepriembre de 1981). Ver BrÁxc¡urz et al. 1998, pp. 105-

107 y 69. 35 p. 1 I0. Agradezco a D. M. A. Fernández quién

me ha señalado la existencia cle estas piezas, así como a D.

A. Pérez Casas, director dcl Museo arclueológico provincialde Almería.

1 2. L¿s canteras dist¿n cle unos ochenta kilómetros de la ciudad:

An¡ru 1956.

368

1 j. Tonnos B¡rsÁs 1971, p. 668.

14. Crussrn IL)t)i , p. 99 y fig. 1 5 p. 95.1j. Cnrssr¡n 1999, n.'' C 11, p. 175, tbto 25 p. lr)i.16. Caímos en una cierta sobre-interpretación de los datos en

nuestro artículo sobre basas y capiteles calilales de Varlencra,

en el clue dejabamos abierta (aunque con ciertas reservas) la

posibiiidad de un taller local a parrtir dc variaciones estilís-

ticas demasiado tenues (B.Lncoló, Cussrrn, Lrnrr,r 1988-90,

p. 35; Cncssr¡n, L¡Ru¡ 1999, p. 135).

11 No creo que se hayan encontrado capiteles en las excava-

ciones de mezquitas cordobesas de barrrio, talcs como la lla

rnada "mezquita de El Fontanar" (LuN,r OsLrNa, Z¡iuon¡NoAn¡r¡s 1999), lo que no quiere decir que no hubieran exis-

tido estos capiteles sino, más bien, que fueron recuperados a

raíz de la rulna del edrficio.

Ver Cnrssnn, C¡¡qrrno Sos,r 1995.

Cnnssrnn, C¡Nr¡¡.o SosA 1995, pp. 167 170. También se

felltilizaron capiteles calif¿les en iglesias de la provincia de

Córdob¿ tales como Ia de San Pedro Al¡acl en Obejo (C¡¡n¡-na, Du Ptxo I 991, foro p. 35) en la que coexisten con unas

piezas romanas y visigodas, también de acarreo.

Esta lista es meramente indicativ¿r y provisional. Un inven-

tario sistemírtico está en curso. Las colecciones particulares

son numefosas, particlllarmente en Córdoba, Sevilla, Gra-

nada y Toledo, y casi todas inéditas (véase no obst¿rnte Cnls-

srrR 1999 para Toledo, y ManrNrrro SÁ¡¡crlrz 199U para

Granada). La mayoría de estos capiteles estiín reproducidos

en pubLicaciones de distintos tipos (la bibliografítr resumida presentada en Cnrssrrn, MARTNET'Io SÁNcrr¡z -1991,pp.2l)-216 necesitaría ser puesra al día); de l¿r cxistencia

de algunos, solo tengo ¡eferencia escrita (así, por ejempio,

para un capitel de Puentc Genil (Córdoba): G.cncÍ¡ Ar.¡oN-

so, MA(rÍNrz Exaruronaur, Monc¡oo Ro¡nÍcu¡z 199), p.

2l6',).

2 1 . Cn¡sst¡n en prensa 1.

22. E/ u!/enrlor de los Ontela.; cardobe.¡e.¡. L¿ citi/izacióu mnu/tn¡na

de Etrapa Occident¿l. Catálogo de I iezas 2001, p. 125.

21. Debo esta información a l)¿r S. Noack-Hale1' cuya amabili-

dad agradezco aquí.

).4 Ver por ejemplo L'Isl'tnt d¿u.¡ /e.¡ colleclions ndtilild/es l9Jl ,

nírm. 124 p. 91. Este capitel procede de Madinat a|-Zahrá';

se adquirió en 1 900.

Ver por ejemplo Casrqór 1964-6t. A su muerte e¡ 191.1,

un hispanista inglés lego ¿rl museo este lote que reunía 72

fiagmentos de ataurique y 9 capiteles, todos adquiridos en

el merc¿do de antigiiedades esparñol.

Les Andalatsiu de D¿nas ) Cor¿l0rc 2000, p. 105.

CR,..,, (, C rr rr .r,, S,,. r 199s.

Le: Andalou¡ie.r de Dantas ) Cordoat 2000,p.I95 E/ uplendor

de /o: Orael'as cardobeses. L¿t citi/izaciín nusttln¿ua de Enrola

Orciden¡al. Catálago de pieza.r 2001, p. 12,1.

Rossru-o PoNs 1982, p. 169.

AcrÉN ALNTANSA, M¡nrÍNoz Núñez 1982, n." 8, p. 27 y Iám.

VIII.ActÉr Aruarsa, M¡nríNrz Nuñ¡z 1982, n.' 7 , pp. 26-27 y

lám. VIL

20

18.

19.

26.

27.

2 f3.

29.

J0.

l1

2i

Page 21: Historias de capiteles ¿Hubo talleres califales provinciales?,  Patrice Cressier.

32. Cnrssnn 1995.

lJ. Ver Expo:)ciín. Lafronrera 199t, 1.1. p. 2! ("Capitel").

)4. L'l¡l¿n ) Catalan1a. Cailleg lL)98, núm. 12 p. 57 (núrm.

164i del Museu Nacional d'Art de Catalunya). Por lo me-

nos trece capiteles califáles estíur conserv¿dos en mrrseos de

Cataluña: clr¿r¡ro en el Museu Frederic Marés, tres en el Mu-seu Nacion¿rl cl'Art de Catarlunya de Barcelona, tres en el

Museu Maricel de Sitges, dos cn el Museu Episcopal de Vic

y uno en el Muserr d'Histbria dc la Ciut¿rt (Ba¡celona). Ade-

más del capitel mencionado, solo se conoce lar procedencir

de otro de ellos: ei núm. 122 001 del MNAC quc viene clel

Alcázar de Córcloba (L l¡lan i Catalrnla. Caükg 1998, pp.

l6-,1i.1). Todas estas piezas están publicadas en el catálogo

L'lslam i Ctra/tr1a. Caüleg 1)t)8 (p. 36--19 y 42 14), silvolas del Museu Frccler:ic Marés que lo están en Fans de/ Mmeu

Fr¿leric Al¿ris.l 1991 (nirms. I a /t).

j5. No es lugar aquí para preguntarnos sobre el porque de este

acarreo. Solo subrayar qLre en esre mrsmo momcnto la ar-

quitectura religiosa cristiana de Cataluña recurre a capiteles

di¡ectamente inspirados de las producciones calilales (ver

por ejemplo: HenNÁN¡rz GrirtÉNrz 1930, G¡ln¡n¡ 1956, )'

nás recientemente C¡n¡oNtt.l. 1998, quien solo reserva un

espacio limitado a este aspecto -p 201-).

36. Para los capiteles del Museo Arclueológico Nacional, ver

R¡vm¡ Vr¡rv¡ 1932, pp. 57-70; este museo adquirió dos

nuevos capiteles en diciembre 2001 (B.O.E./91, 16 de abril

de 2002). Para los capiteles del Museo Lázaro Galdiano, ver

Do¡tÍNcr;¡z P¡ner-¡ I981; para el capitel cle l¿ Real Acade-

mia de la Historia, ver ClrssI¡n 200].J7. Por supuesto, estc invcntatio clel¡erí¿r ser revisado de forme

pormenorizada a la luz de los conocimientos ardquiridos

durante los últimos veinte años; si bien se podría precisar

así algunas atribuciones cronoiógicas, no creo que nuestra

percepción cambiara profundamente a escala del lote com-

pleto.

3f3. Ignoramos todo de un carpitel conservado ahora en el Mu-

seu Nacional de Arqueologia cle Lisboa (Partagal isláatito

1998, nírm. 1, p. l2). Otro, hasta hace poco conservado en

el Museu Municipal de Elvas, hoy está desparecido (Tonnss,

M,lcr,ts 1998, p. 130). EI tercero se hal1ó en la iglesra dc San

Paulo en Tavta (Tat,ira Territoúa 1 Padu' 2001, núm. 171,

p. 2!!). Ver también Cnpsslrn en prensa 1

)9. Porng¿l i:lántica 1998, núrms. 4 y 5 pp. 12-7 ); Cn¡ssr¡n en

prcnsa 1.

.i0. Tont¡s, M¡cr¡s 1998, p. 125; Cnesstrn en prensa i.4I. Portagal i:lánico 1998, nírms. 1 y 2 p. 72; Cnr:ssrnn en prensa

1.

44

15

P¡.viiN M¡r-ooN¡¡o 1 9ó(r.

Ver Mrnc¡uN¡ It)27 , p.23 y fig. 28 lám. XX; R¡vu-r-¡ Vr¡l-v¡ 1912, núm. 135 p. 58 (núm. Inv.7.5.i7).Altura 23 cm. ancho 20 cm.

Quizá deba interpretarrse de la misma fbrma Ia posible pre-

sencia de un capitel antlguo del que solo se conserva hoy un

fragmento en una colección privada (comunicación personal

de D. V Martínez Enamorado a cluién agradezco aquí).

Cn¡ssnn 1990.

Seis en el Museo Arqueológico Nacional y dos en el Museo

L¿ízaro Galdiano.

46

1t

48. Sobre el conjunto de esros cap:iteles ver CnEsstrn 1!!!.49. Por ejemplo Cn¡ssr¡n 1999, C 08, foto 17 p. 191.

10. Cnesstnn 1999,pp 178 y 182; sobre el posrble alcázar caLifal

de'lbledo: Dnc;¡oo V¿r-¡no 19U7a, pp. 1))-22).51. REvn¡ Vrslv¡ 1932, p. 20,v lám. J; Górurnz-Mon¡No 1951,

ñg.24id p. 180; Drrcaro VAI-ERo 1987b, pp. 13U-119 y

lám. XLVIIIb. Descubierto en 1900 en las obras del Mira-

dor.

52. V,urElo Tnraxo 2001, p. 1ó3.

53. Cn¡ssr¡r, C¡Nr¡to Sos¡ 1995.

)/+. Hoy conservado en el Museo dell'Opera del Duomo: l¿s

And¿lomies de Datua¡ ) Cordarc 20(X), p. 195 E/ ul¡landor

de /os 0ne1a: cordobe:es. La cjLilización ntsulmatu de Emopa

O..ide,ttnl. ( atL/n;n Je fn.a, 2rt1l. p. I 2 ,.

55. Altura .10 cm. (ha sido recortado), ancho ,16147 cm.

56. Ver Pis¿ e il A'Iditery¿aeo 200i, nírms. 116 y 118 p. '108.57. Es¡a información me ha sido dada por D. A. Vallejo Triano

a quién agradezco aquí.

58. C{.¡npra. TcjRR¡s B¡r-sÁs 1973, p. ó68.

19. Crrssr¡t 1995,p. 99 y frg l5 p. 95.

60. Ver Ew¡nr, -JllssH,qx 1981,lám. 21 c.

61. Ver también C¡s¡ñ¡no Sunrza, L,rsa GancÍa 2002, figs. 1 7

y 18 p. 216.

b2. H¡sra ¡lrorr lra .ido iocaliz.,Jo sn l¡ l)Jr ¡l-Yund.61. S. Gragueb est sur le point d'achever, ) l'Université cl'Aix-

en-Provence, sa thése sur les céramiques de Raqqáda et de

Sabra al-Mansuriya. Ce travail présentera un bilan de laquestion de l'opposition (factice ou non) entre productions

des dcux villes.

64. A mi parecer, algunos de ios capiteles publicados como al-

mohades por C. Cóurz R¡vos (2001) podrían ser anteriores,

taifas.

6i. Crlssrln cn prensa 2.

66. Sobre Toledo: BRtscu 1979 81 y Cnrssnn lt)99, sobre 7,a-

ragoza: Dor'ríxclrEz PERELA 1986, así como SoLrlo L¡s¡r¡1!!2 y Car,rñrno Sr-rnrza, LAsA GAItcÍA 2002; también se

encont¡ó un capitel ¡¿rifa de ¿rcanto esculpido en Valencia

(Crlssrln, L¡ul¡ 1989) pero su parecido con las produccro-

nes de T.aragoza y la pertenencia de la cludad al ámbito hudí

dejan entender que se trata de un mismo taller.

67. AcrÉN Alrr¡Ns¡ 2(X)0.

ó8. Ver al respecto Souro L¡s¡1.¡ 2002.

69. M¿¡.rÍN¡z Nirñ¡z 1995; r'er pp. 140-1.14 la interes¿rnte dis-

cusión relativa a la función de estos personajes, en la que

se demrLestra que algunos de ellos desempeñan también un

papel en la producción de objetos de lujo de otros tipos (por

70

71

ejemplo los marfiles).

La expresión es mía.

Por e jemplo las basas del nibr¿b de la mezquita de la Qasaba

en Marrakech (B¡ss¡r, T¡nt¡ssF 1932, pp. 290-293) o de la

mezquita de la AlhamL¡ra de Granada (Tonn¡s B¿reÁs 1945,

p 203).

72. Traté más arriba del caso de un tablero de Toledc¡, pero hu-

biera podido evocar también el de un tablero de B¿en¡ (E/

e:plutdor r./e las Onrc1as cardobeses. La citilizatiíu tnu.¡tltnana de

la Ewopa Orcidenr¿tl. Carálogo de pieza: 2{)t)1, p. 165).

,12

4i

369

Page 22: Historias de capiteles ¿Hubo talleres califales provinciales?,  Patrice Cressier.

73. Ya se suele aceptar que el arquillo de Ia catedral de Tarrago-

na procede de Madinat a|-Zahra' (L'1.¡lam i Catalaqta 1998,nírm. 21, pp.44-46¡.

74. Yer la pila de Marrakech (Góurz-Monruo 1951, p. 181 y

fis.246b p. 186).

75. Entre numerosos ejemplos, recordemos el de la pila almoha-

de de Ia catedral de Santander, procedente de Sevilla (C,rsarxr

Soro 1998), o la de un capitel nazarí hallado en excavacio-

nes en Lisboa (Frnnrrna FsnN¡N¡¡s en prensai Cnsssl¡n en

prensa 1). Quedaría por preguntarse si conviene o no hablar

de "botín arquitectónico". Ver al respecto Rulz Souz,c 2001

(en particular nota 77 p. 37).

T

310

Page 23: Historias de capiteles ¿Hubo talleres califales provinciales?,  Patrice Cressier.

" r rLrrl.

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Fig. I: E.rbozo.r de ba.ra.r 1,/n i:¿tp¡te/es de n¡árna/, larte tlc /a

itrgd ¿e xn b.trco de ípocrz nazar/( llaseo Art¡ueolígin de Altaeria).

Fig. 3: Lapitel cllnp/./ert0 cali[a/. de p)edra calcáre¿ h¿/l¿do en

'fo ledo ( co /ecci ín !art ica /ar ).

Fig. 2: Capitel cztit2tiz./nte de ana de /o-¡ exh'entts ¿le /¿s

ar¡tdas del Sdlón Rico de t\I¿tJtnat a/-Zabri' (L2). con una

cttra de fo//ttie /iso.

Fig. 1: Capitel t:ailtplreit0 c,z/ifa/ del hIule de la K¿.¡b¿h

du Orday (R¿b¿t. hlarnt¿ar). L,.rtu obrct debe proteder de

/a.¡ excau,zciane.¡ c/e /a nuzt¡t)la Ha.¡¿n de RaLal. rno ¿/e lo¡

gr a rt c/e.r s a n t r a t' i r., -¡ J. i n í-¡ t i c o.¡ a h ¡n h a ¿/e.¡, .l L e L 0 tt i e rú.t 0 t fl)

capite/ ca/tfa/ en una de /a.r.ftn'bada: de .rr cth¡tin¿r.

11r

Page 24: Historias de capiteles ¿Hubo talleres califales provinciales?,  Patrice Cressier.

;

Fig. i: Capire/ c()ttl)ueiÍa ca/iJa/ reaprtnet'hada en el

L'a/¡ueltta de Las lTtelgas (Burgt,s) (foto Da. S. Noack-

Ha/e1).

Ftg. 6: Capitel canpileitl calfal del Vjctaria ¿nd Alberf AIateunt

(Londrel): protede prolub/enente de AIa¿final ¿/ Zahra', auu¡ue

¡t Ír¿uís del cr¡nercio de dntigileddde.r deJint/e.r del .;. XIX 1,

principirts del XX.

Fig. 7: Cap)te/ co1'ilttizd.ilte cdli.f,t/

de Pisa, It¿lia (AIttsat de//'Opera del

Daonta) (foto del fr,op)a t\Itxeo).

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112

Page 25: Historias de capiteles ¿Hubo talleres califales provinciales?,  Patrice Cressier.

Fig.8: Capite/ camPilest(t caliJal de Baba.rtrr, (Alaseo

A rq a u, / í gi co N ¿c i ona /. hI¿dr i d ) ( fot o Arc h i t o F ot o gráJico

1\,IAN),

Fig. 10 Capittl caltfal dt la rneztlu)ta r¡d)tar de A/ilt'r71. Cztt

stt fallaie /isa. sigae el ntr:,d¿lo de lrtt capitelu de la awpliaciín le la

nezqtrita aljantrt dt Cirdaha por al-Hak¿tn Il.

Fig. 9: Cdpitel can\lrcsta califal pmcedente de Si/ues. ParÍtga/

(ALuteu Naional de Arqaealop,t. Lisbod, nínt. E 65641 (.fr,t,t

lnst jtato Portrguis de i\Izteu.r).

lrig. I 1: C¿úite/ c0rintizante cali.fa/ de/ coauento ¡le S¿n

CletnenÍe (To/edo), h¿/l¿do en ol.¡rrts realizarJas en e/ ttti.¡nrt

calttelIta.

313

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Irig. l2: Ct/pitcl J.(/ P(it'titt tle/ P¡tio dc /os Ntranjas eu la ttezt¡ilfa ilM),/Jr ¿e Círdrtba (f,tto Da J. N¿¿c,É-

sirt e.rur/7tir ttn./lte n0 Pl.leiltu.t lrccisar si ¡e tr¿tÍ¿t r/.e ut rtctr e.stítjcu tt si /a !)*a e¡frí in¿tt'¿tlrtt/.¡t.

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Page 27: Historias de capiteles ¿Hubo talleres califales provinciales?,  Patrice Cressier.

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