HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

27
HABERMAS: HISTORÍA Y CRÍTICA DE LA OPINÓN PÚBLICA RESEÑA Pedro Posada Gómez La “opinión pública” habla mucho y da mucho de qué hablar. Sin embargo, el “sujeto” que aquí habla es difícil de precisar. ¿Qué o quién es la opinión pública? ¿Es un sujeto colectivo o muchos sujetos hablando detrás de una máscara común? ¿Cómo se construyó el concepto de opinión pública? ¿Quién puede hablar a nombre de la opinión pública? ¿Conducirla, engañarla, instrumentalizarla? Para abordar estas preguntas, seguiremos el estudio de J. Habermas: Historia y crítica de la opinión pública (La transformación estructural de la vida pública)1. Bajo esta guía haré (A) una síntesis apretada de la reconstrucción habermasiana del proceso histórico en el cual se construye (se abre) el espacio de lo público, para ver enseguida (B) cómo en ese proceso surge el concepto moderno de “opinión pública” y la prensa escrita. Luego, (C) precisaré el paso de la opinión pública literaria a la opinión pública política. (D) En cuarto lugar reseñaré el paso histórico del público lector al público consumidor de cultura (E) Finalizo con un intento de presentar una definición provisional del concepto contemporáneo de opinión pública. 1 Jürgen Habermas (1962): Historia y crítica de la opinión pública (La transformación estructural de la vida pública) Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1981. Traducción de Antoni Domènech. Titulo original: Strukturwandel der Öffentlichkeit (Untersuchungen zu einer Kategorie der bürgerlichen Gesellschaft ). Considero que sería preferible una traducción más fiel al original : La transformación estructural del espacio público (Investigación sobre una categoría de la sociedad burguesa). La expresión “Öffentlichkeit” que Domènech traduce como ‘publicidad’, será tratada en este escrito como “espacio público”. (P. P.)

Transcript of HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

Page 1: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

HABERMAS: HISTORÍA Y CRÍTICA DE LA OPINÓN PÚBLICA

RESEÑA

Pedro Posada Gómez

La “opinión pública” habla mucho y da mucho de qué hablar. Sin embargo, el “sujeto” que

aquí habla es difícil de precisar. ¿Qué o quién es la opinión pública? ¿Es un sujeto colectivo

o muchos sujetos hablando detrás de una máscara común? ¿Cómo se construyó el concepto

de opinión pública? ¿Quién puede hablar a nombre de la opinión pública? ¿Conducirla,

engañarla, instrumentalizarla?

Para abordar estas preguntas, seguiremos el estudio de J. Habermas: Historia y crítica de

la opinión pública (La transformación estructural de la vida pública)1. Bajo esta guía

haré (A) una síntesis apretada de la reconstrucción habermasiana del proceso histórico en el

cual se construye (se abre) el espacio de lo público, para ver enseguida (B) cómo en ese

proceso surge el concepto moderno de “opinión pública” y la prensa escrita. Luego, (C)

precisaré el paso de la opinión pública literaria a la opinión pública política. (D) En cuarto

lugar reseñaré el paso histórico del público lector al público consumidor de cultura (E)

Finalizo con un intento de presentar una definición provisional del concepto

contemporáneo de opinión pública.

1Jürgen Habermas (1962): Historia y crítica de la opinión pública (La transformación

estructural de la vida pública) Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1981. Traducción de

Antoni Domènech. Titulo original: Strukturwandel der Öffentlichkeit (Untersuchungen

zu einer Kategorie der bürgerlichen Gesellschaft). Considero que sería preferible una

traducción más fiel al original: La transformación estructural del espacio público

(Investigación sobre una categoría de la sociedad burguesa). La expresión “Öffentlichkeit”

que Domènech traduce como ‘publicidad’, será tratada en este escrito como “espacio

público”. (P. P.)

Page 2: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

A. La construcción histórica del “espacio público” burgués.

El “espacio público” entendido como “territorio de la vida social”, en principio accesible a

todos los ciudadanos, y “donde puede formarse algo así como una opinión pública”2, no

existía como tal en la Edad Media europea. En esta época, el Señor que detentaba el poder

lo “representaba” públicamente (en el sentido escénico de “representar”) al ser considerado

como encarnación de un poder “supremo”. El príncipe o sus señores representan su poder,

“representan su dominio, en vez de para el pueblo, ante el pueblo”3 De allí que esta forma

representativa del espacio (poder) público (que el traductor de Habermas, 1962, denomina:

“publicidad representativa”) esté ligada a los atributos de la persona que ejerce el dominio:

insignias, hábitos, gestos y aún la retórica misma de la alta Edad Media4. Esta forma de

representación pública del poder no tiene nada que ver con la idea de un espacio público

representativo.

Habermas considera que esta ‘publicidad’ representativa cortesano-caballeresca, por su

expresión en los torneos, comparte con la ‘publicidad’ de la polis griega una

“escenificación agonal de la areté”; no obstante, siendo aquella un ‘publicidad’ de los días

festivos, de las “épocas elevadas”, “no constituye una esfera de la comunicación política”5.

Volveré sobre ello, ante la denuncia de una tendencia de retroceso a una “publicidad

representativa, manipulativa y plebiscitaria” en el “espacio público” contemporáneo.

En el surgimiento de la época moderna, los poderes feudales (Iglesia, Príncipes, Señores,...)

se desmoronan y desintegran “en un largo y lento proceso” y sólo a finales del s. XVIII dan

lugar a una separación entre poderes privados y poderes públicos. En los países protestantes

2J. Habermas (1964): “El espacio público” (“Öffentlichkeit”, ein Lexiconartikel), Fisher

Lexicon, Staat und Politik, 1964. 220-226. Traducción de José María Pérex Gay. 3 Habermas (1962). p. 47.

4Habermas (1962) p. 47.

5Habermas, 1962, p. 47

Page 3: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

la Reforma cambió la relación de la Iglesia con la autoridad divina que ella representaba y

la religión se convirtió en un asunto privado: “la llamada libertad religiosa garantizaba

históricamente la primera esfera de autonomía privada”6.

Gracias a la actividad de la burocracia, el ejército y la jurisdicción secular, las instituciones

del poder público se volvieron autónomas. De los intereses y las expectativas de poder de

los gremios surgieron los órganos del poder público, tales como el parlamento y la

jurisdicción.

Los grupos profesionales (incluidos en las corporaciones urbanas) dieron lugar a la

sociedad “burguesa” como espacio de autonomía privada opuesto al poder del Estado. De

allí que el “espacio público burgués” pueda definirse como “el territorio público que reúne

a las gentes privadas”. Muy pronto esas gentes privadas buscarán apoderarse de los

“periódicos de la inteligencia”, una forma del espacio público reglamentada, para lanzarse

contra el poder público7. Volveré sobre ello en las secciones siguientes.

El espacio público burgués (“publicidad burguesa”) tiene su génesis en el tráfico de

mercancías y noticias, creado por el comercio a larga distancia en el capitalismo temprano.

Por un lado, la vida privada de la sociedad quedó enfrentada al Estado, por otro, los

intereses de esa misma sociedad pasaron a ser asuntos públicos, pues “la reproducción de la

vida en la dinámica de la economía de mercado rompió los límites de las economías

domésticas”.

6Habermas, 1962, p. 50

7Habermas, 1964

Page 4: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

B. El surgimiento de la prensa escrita y de opinión pública literaria.

La prensa surge en el orden político y social configurado en la fase del capitalismo

mercantil (orden en el que aparecen por separado lo político y lo social). A mediados del

siglo XVII existen periódicos diarios que publican noticias sobre dietas imperiales,

acontecimientos bélicos, rendimiento de cosechas, impuestos, transportes de metales nobles

y, especialmente, noticias sobre el tráfico comercial internacional.8

Las noticias mismas se han convertido en mercancía: “La información periodística

profesional obedece, por tanto, a las mismas leyes del mercado, a cuyo surgimiento debe

ella su propia existencia”9. Una parte del material noticioso que llega a las oficinas de

correspondencia se empieza a imprimir de forma periódica y a venderse anónimamente,

consiguiendo así ‘publicidad’ 10

.

Además, se robustece el interés de las nuevas autoridades por utilizar a la prensa, según los

objetivos de la administración, para dar a conocer órdenes y disposiciones a unos lectores

ya convertidos en “público”: “La autoridad dirigía sus participaciones “al público”, es

decir, en principio, a todos los súbditos; pero no llegaban por este camino, de ordinario, al

“hombre común”, sino, en todo caso, a los “estamentos ilustrados”: juristas, médicos, curas,

oficiales y profesores. Esta capa “burguesa”, el estamento de los “sabios”, “es la verdadera

sostenedora del público, el cual es, desde el principio, un público de lectores.”11

8Habermas, 1962, p. 58.

9Habermas, 1962, p.59

10Habermas (1962), P. 59

11Habermas (1962), p. 61

Page 5: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

El “espacio público burgués” se desarrolla en la medida en que el interés público de la

esfera privada de la sociedad burguesa “deja de ser percibido exclusivamente por la

autoridad, y comienza a ser tomado en consideración como algo propio por los mismos

súbditos.”12

La zona de contacto administrativo entre lo público y lo privado se convierte

en “zona crítica” y reclama la crítica de un público raciocinante. El público atiende esta

reclamación haciendo uso del mismo instrumento que le había servido para convertir a la

administración de lo social en asunto público: la prensa13

.

En la primera mitad del s. XVIII aparece en los periódicos el artículo “sabio” y con él, el

raciocinio público (o para el público). El razonamiento periodístico esta sometido a una

reglamentación estatal: En un periódico alemán, Hallenser Intelligenzblatt, fundado en

1729, se aclara que los sabios (profesores de las facultades de Derecho, Medicina y

Filosofía) podrán enviar a la dirección del periódico notas claras, para participar al público

“verdades susceptibles de aplicación”14

. Federico II de Prusia escribe en el año 1789 (el

mismo año en el que Kant pública su famosa “Repuesta a la pregunta: ¿Qué es la

Ilustración?”): “Una persona privada no esta autorizada a emitir juicios públicos,

especialmente juicios reprobatorios, sobre tratados, procederes, leyes, reglas y directivas

del soberano y de la corte, de sus servidores estatales, de colegios y cortes judiciales, ni está

autorizada a dar a conocer noticias recibidas acerca de todo ello ni a divulgarlas por medio

de la impresión. Una persona privada no está capacitada para someter todas estas cosas a

juicio porque le falta el conocimiento completo de las circunstancias y los motivos”.15

12

Idem 13

Idem, p. 62 14

Idem, p. p. 62- 63 15

Citado en Habermas, op. cit. p. 63.

Page 6: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

Como ya se anotó, el espacio público burgués (la “publicidad burguesa”) se concibe como

“la esfera en la que las personas privadas se reúnen en calidad de público”. Esta esfera se

opondrá al poder público para concertar con él las reglas del tráfico mercantil y del trabajo

social. Concertación que se orienta por el raciocinio en su doble sentido de ‘llamado a la

razón’ y de ‘mera sutileza’.16

En Inglaterra esto condujo a que el Parlamento relativizará el poder omnímodo del

Príncipe. El razonamiento expresa intereses psicológicos (además de económicos) cuando

se ejerce en nuevos espacios culturales como la sala de lectura, el teatro, los museos y los

conciertos. La cultura, ya en su forma mercantil, es objeto de discusión de los sujetos

insertados en el público. La ciudad ya no es sólo el centro vital de la economía burguesa,

contrapuesta de forma política y cultural a la corte, es el lugar donde cuajan de forma

institucional las “coffe-houses”, los “salons” y las “Tischgesellschaften” (reuniones de

comensales)17

En estos espacios de comunicación sociable se tendió un puente entre la

decadente “publicidad cortesana” y el germen de la nueva “publicidad”, la burguesa.

Habermas propone el siguiente esquema de los ámbitos sociales del espacio público

burgués en el siglo XVIII, (me permito invertir el orden de algunas líneas):

16

Habermas se refiere al concepto de “Räsonement” introducido como galicismo en el idioma alemán. 17

Habermas, op. cit. p.p. 67-68. Recuérdense aquí las tertulias literarias de Don Antonio Nariño y los

ilustrados criollos de la Nueva Granada. Véase: R. Gómez Hoyos: La Revolución Granadina de 1810. P.

247.

Page 7: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

Ambito Privado Esfera del poder público

Espacio celular de la pequeña Ciudad Corte (Sociedad aristocrático-cortesana)

Familia. (mercado de bienes culturales)

(Intelectualidad pequeño-

burguesa)

Espacio público burgués Publicidad Literaria Estado

(ámbito del tráfico mercantil (clubs, prensa) (ámbito de la “policía”)

y del trabajo social) Publicidad Política*

* “La publicidad política resulta de la publicidad literaria; media, a través de la opinión

pública, entre el Estado y las necesidades de la sociedad”. (Habermas, 1962, p. 68)

En el siglo XVII, en Francia, “le public” designaba a los “lecteurs, spectateurs, auditeurs”

como destinatarios, consumidores y críticos de arte y literatura, y comprendía a la corte, a

la aristocracia urbana y a la capa de la burguesía que tenía asiento en los palcos del teatro

de París. Pero aún no aparecía la autonomía que transformaría “la conversación en crítica y

las bonmots (agudezas, ocurrencias) en argumentos”18

. Sin embargo, “El mismo proceso

que lleva a la cultura a convertirse en una forma mercantil, y la hace por primera vez una

cultura capaz de discusión y controversia, lleva (...) al desenclaustramiento del público”19

18

Idem, p. 69 19

Idem, p. 75

Page 8: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

El público de la primera generación, como circulo especificable de personas, se reconoce

como parte de un público mayor. El “gran” público, sin embargo, es más reducido que la

masa de la población rural o el “pueblo” urbano. En un comienzo las masas son iletradas,

analfabetas y paupérrimas.

Pronto surgirán los “portavoces del público”: “Allí donde el público se institucionaliza

como grupo fijo de interlocutores, este no se equipara con el público, sino que, en todo

caso, reclama ser reconocido como su portavoz, quizá incluso como su educador; quiere

actuar en su nombre, representarlo: tal es la nueva forma de la representación burguesa”.20

Dado que en el público todo el mundo puede aducir competencia para juzgar, surgió la

disputa que opuso el juicio profano (el juicio del público como instancia crítica) al juicio de

los “connaisseurs”, círculo que vinculaba su competencia especializada con algún

privilegio social.

En 1747, La Font formulará el principio general: “Una imagen expuesta es un libro dado a

la luz de la imprenta, una pieza representada en escena: todo el mundo tiene derecho a

juzgar sobre ello”21

. Pero también se forman los amateurs éclairés (aficionados instruidos)

y luego los críticos de arte profesionales, y el juez de arte. Este último “se entiende a sí

mismo como mandatario del público y, al mismo tiempo, como su pedagogo”. En una nota

Habermas sintetiza el asunto: “Por principio, todo hombre que participe en una discusión

pública, compre un libro, consiga una plaza en un concierto o en un teatro y visite una

exposición, está llamado y facultado a emitir juicios y opiniones libres. Pero, en la disputa

20

Idem, p. 75 21

Citado por Habermas, p. 78

Page 9: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

de los juicios y opiniones, no debe cerrarse a los argumentos convincentes, tiene que

prescindir de “prejuicios”. Con la superación de la barrera, propia de la publicidad

representativa, entre los legos y los iniciados, caen en principio todas las competencias

especializadas, tanto las heredadas como las conseguidas, tanto las sociales como las

intelectuales. Pero, en la medida en que la verdadera opinión sólo puede averiguarse

mediante la discusión, la verdad aparece como un proceso, esto es, como un proceso de

ilustración. Una parte del público, o algunos sectores de él, pueden estar más avanzados

que otros en ese proceso. De ahí que, si no privilegiados, sí por lo menos existan expertos.

Estos pueden y deben desempeñar una misión pedagógica respecto del público, pero sólo

para convencerlos mediante argumentos, no para adoctrinarles con ellos”22

Los jueces

artísticos pueden entenderse como portavoces del público en la medida en que sólo

reconocen la autoridad del razonamiento y del mejor argumento presentado en él.

Pero, mientras que el Juez tiene asegurada su audiencia institucionalmente, el Juez de arte

deberá procurársela. De allí que acudirá al escrito periodístico como instrumento

publicístico de su crítica. Surgen así, en el s. XVIII, los periódicos de crítica artística y

cultural y por mediación de la filosofía, la literatura y el arte, el público adquirió

ilustración: “Sólo por esta vía llegó a comprender el proceso vivo de la Ilustración”23

.

22

Habermas. Op-cit. p.p. 285-286, nota 32. 23

Habermas, op. cit. p. 79. Refiriéndose a los Essays periódicos, L. Stephen dice: “El ensayo periódico

representa la innovación más afortunada de la época (...) ya que significa la manera en que el escritor más

culto podía conectar de modo efectivo con los auténticos intereses del más amplio público”. Citado por

Habermas, op. cit., p. 236, nota 35.

Page 10: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

Tanto en las “conversaciones de salón” como en la crítica periodística se manifiesta un

estilo dialogal: “la misma discusión es transportada a otro medio, proseguida en él, para

volver luego, a través de la lectura, al originario medio de la conversación”24

.

C. De la opinión pública literaria a la opinión pública política

Con el surgimiento de una esfera de lo social, por cuya regulación pugna la opinión pública

con el poder público, se produce una transformación por la cual el público de personas

raciocinantes se apropia de la “publicidad reglamentada desde arriba”, convirtiéndola en

una esfera de crítica del poder público. Para ello se contaba ya con un público organizado y

con plataformas de discusión desarrolladas por la “opinión pública literaria”. La tarea

política de la opinión pública burguesa será ahora la regulación de la sociedad civil

(diferente de la res pública).25

Contra la apología del secreto de Estado (por el cual se garantiza el dominio sobre un

pueblo ‘menor de edad’, por ejemplo en Maquiavelo) se tratará ahora de defender el

principio de la “publicidad”: “El público burgués opuso al poder el principio de los

controles sociales, vale decir la publicidad y la divulgación de los mismos”26

24

Idem, p. 80. 25

Habermas, op. cit. p.p. 88-89. El espacio público burgués posee dos características de las que carecía el

modelo griego: su carácter polémico y privado: “Al modelo griego de publicidad le faltan ambas

características: porque el status privado del Señor de la casa, del que, como ciudadano que es, depende su

status político, se basa en el dominio sin apariencia alguna de libertad; y agonal es el comportamiento del

burgués sólo en la competición de los negocios, que representa una aparente forma de lucha contra el enemigo

externo y no, por ejemplo, en la disputa con el propio gobierno.” Habermas, op. cit. p. 89. 26

Habermas: “Espacio público” (Artículo)

Page 11: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

La categoría de lex generalis o universalis, conocida ya en la tradición aristotélica y

cartesiana, solo es introducida en la filosofía social y política, de forma implícita, por

Hobbes y explícitamente por Montesquieu y Locke. Este último dirá: “Quienquiera que

posea el poder legislativo o supremo de cualquier república, ha de gobernar mediante leyes

arraigadas y estables, conocidas y promulgadas por el pueblo y no mediante decretos

improvisados...”27

El espacio público servirá a la imposición de una legislación basada en la

ratio. Locke vincula la ley dada a conocimiento público con un common consent, y

Montesquieu la reduce a raison humaine. Los fisiócratas relacionarán explícitamente a la

ley con la razón que se expresa mediante la opinión pública. Así, en el espacio público

burgués, la opinión pública llegará a ser la única fuente legítima de las leyes: “En el curso

del s. XVIII la opinión pública exigirá la competencia legislativa para unas normas que sólo

a ella deben el contenido polémico – racionalista.”28

Las mujeres y los económicamente dependientes están, fáctica y jurídicamente, excluidos

de la “publicidad política”; no obstante, el público lector femenino, así como los aprendices

y criados, pueden ocasionalmente participar más activamente en la “publicidad literaria”

que los propietarios y padres de familia.

Para los estamentos ‘ilustrados’, agrega Habermas,”la publicidad [digamos, la noción de

espacio público] aparece en la autocomprensión de la opinión pública como una e

indivisible”. Esto es así en la medida en que ella apela a un auditorio racional

universalizable: “Tan pronto como las personas privadas no solo dialoguen qua hombres,

27

Locke: Dos tratados sobre el gobierno civil, citado por Habermas (1962), p. 90. 28

Idem, p. 90. “En ese sentido declaran los fisiócratas que sólo la opinión pública conoce el orden natural y lo

hace visible para que pueda el monarca ilustrado convertirlo, en forma de norma general, en fundamento de su

acción. Por ese camino ha de converger la dominación con la razón”. (Idem, p. 91)

Page 12: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

sino que quieran también, qua propietarios, intervenir en el poder público de acuerdo con

sus intereses comunes, servirá la Humanität de la publicidad literaria [opinión pública

ilustrada] a la eficacia de la publicidad política [opinión pública política]”29

.

Con Humanität, se refiere Habermas a la ideología de la Ilustración, compartida por esta

opinión publica política desde el siglo XVIII. Desde esta perspectiva ideológica, esta

“publicidad burguesa” acabará basándose en la identidad ‘ficticia’ (idealmente configurada)

de las personas privadas reunidas en calidad de público, en sus dos roles de propietario y

hombre; “especialmente cuando las personas privadas reúnen las dos características de

propiedad e instrucción”.30

Esta figura de la opinión publica burguesa contribuyó a la

emancipación de la sociedad burguesa respecto del reglamento mercantilista y, en general,

respecto del Antiguo Régimen. Esto fue posible en tanto que la opinión pública burguesa

“volvió el principio de la publicidad contra las autoridades establecidas”, y pudo hacer

converger desde su inicio “la función objetiva de la publicidad política con la

autocomprensión adquirida mediante las categorías de la publicidad literaria”, y pudo

además compaginar “el interés del propietario privado con la libertad individual”31

.

En el mundo anglosajón, el nexo entre la opinión pública literaria y la política en la opinión

burguesa se muestra con las figuras como Defoe, Pope y Swift. Defoe, considerado el

primer periodista, defenderá en su periódico la causa de los whigs, “haciendo por primera

vez del ‘espíritu partidario’ un public spirit”32

.

29

Habermas, 1962, p. 92. 30

Idem, p. 92. 31

Habermas, 1962, p.p. 92-93. “La fórmula básica de Locke consistente en la preservation of property

subsume sin preocupaciones, bajo el capítulo ‘propiedad’, life, liberty and estate (...) así de fácil resultaba

entonces identificar emancipación política y emancipación ‘humana’” (Idem, p.93). 32

“La Review de Defoe, el Observator de Tutchi y el Examiner de Swift son discutidos en clubs y casas de

café, en el hogar y en la calle (...) En hombres como Pope, Gay, Arbuthnot y Swift se da una conexión de

Page 13: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

A mediados del siglo XVIII se ha consolidado un ‘periodismo editorial’, que hará

competencia, en los periódicos, a la parte dedicada a las noticias. Según Karl Bücher: “Los

periódicos pasaron de ser meros lugares de publicación de noticias a ser también portavoces

y guías de la opinión pública, medios de lucha de la política partidista”33

Es así como la

empresa periodística introdujo en su organización interna la sección de redacción, como

instancia mediadora entre la recopilación de noticias y su publicación, y el editor paso de

ser “un vendedor de noticias frescas” a ser “un comerciante de la opinión pública”, dice

Bücher34

.

Habermas aclara que los editores aseguraban la base comercial de los periódicos, sin

volverlos absolutamente comerciales. Los articulistas llegaron a ser los críticos de la moral

social de la época, y los escritores “se sirvieron del nuevo instrumento de la prensa

periodística para dotar a su raciocinio, intencionadamente pedagógico, de eficacia

publicística” De allí que se hable de este período como el de un “periodismo de

escritores”35

.

En el apogeo de esta forma de periodismo, la opinión editorial llega a primar sobre el

interés económico36

: “En la fase en que la publicidad se impone como publicidad

políticamente activa, conservan también las redacciones de las empresas periodísticas

editorialmente consolidadas, el tipo de libertad que caracterizaba a la comunicación de las

personas privadas reunidas en calidad de público”37

La prensa, entonces, no era ya un mero

literatura y política comparable a la unión de literatura y periodismo encarnada por Addison y Steele”

(Habermas, 1962, p. 96). 33

Karl Bücher (1917), citado en Habermas, 1964, p.5 34

K. Bücher, 19179, en Habermas, 1962, p. 210. 35

Idem, p. 210. 36

“La prensa de opinión... como institución de la discusión del público, se preocupa primariamente por

afirmar su función crítica; y así, el capital de la empresa se convierte en asunto secundario, si es que llega a

invertirse con fines de valorización.” Habermas, 1962, p. 212. 37

Idem, p.211.

Page 14: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

medio para la circulación de información, pero tampoco era aún un instrumento de la

cultura del consumo: “La prensa, surgida del raciocinio del público y constituida como

mera prolongación de la discusión del mismo, sigue siendo por completo una institución de

ese público a modo de mediador y vigorizador”38

Los periódicos surgen como una institución del público y muestran su eficacia en la

“transmisión y magnificación de la discusión pública”. Son el lugar en el que la gente

privada, por medio de la lectura, se transforman en seres públicos.39

Para 1735, en Inglaterra, la prensa se ha convertido en el “órgano crítico de un público

políticamente raciocinante”, se convierte en un fourth state, en un cuarto poder. (Habermas

1962, p. 97), que ejercerá funciones de control político.

En 1789, los periódicos parisinos dieron cuenta de los comités políticos más

insignificantes, en 1848, cualquier político importante creó su club o su periódico: “Durante

el proceso de legitimación del espacio público político, la publicación de un periódico

significaba el compromiso en la lucha no sólo por la libertad de expresión, sino por los

espacios de libertad de la opinión pública”.40

En 1972 se habla por primera vez en el Parlamento Británico de ‘opinión pública’ en

sentido estricto41

: fue en un discurso de Fox ante la Cámara de los Comunes. Dice Fox que

es prudente consultar a la opinión pública y que se debe retirar un proyecto público que sea

rechazado por esta; “pero, agrega Fox, una cosa es clara: que yo debo dar al público los

38

Idem, p. 211. 39

Habermas 1964, p. 5. 40

Habermas 1964, p. 5 41

En 1843, dos años después de la primer Reformbill, con ocasión de la reconstrucción del Parlamento, se

instalaron tribunas en él para los informadores. El Reformbill había convertido al Parlamento, durante tanto

tiempo, criticado por la opinión pública, en un órgano de ésta. (HCOP, p. 98)

Page 15: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

medios para formarse una opinión”42

. La educación y la información serán esos medios

adecuados para que el público se forme una opinión fundamentada.

En el umbral del siglo XIX el raciocinio político público tenía ya un papel de permanente

comentarista crítico, convirtiéndose en el interlocutor oficial de los diputados (función que

antes era exclusiva del Parlamento).

En la Francia de mediados del siglo XVIII, la crítica se ocupa de religión, literatura y arte;

sólo con la Enciclopedia aparece una crítica filosófica que pasa desde la moral a la política.

En el enfrentamiento de la opinión pública política con el poder, se busca “reconducir la

volutas (voluntad) a ratio (razón), ratio que se elabora en la concurrencia pública de

argumentos privados en calidad de consenso acerca de lo prácticamente necesario en el

interés universal 43

. En la Constitución de 1791 se señala: “la libre expresión de ideas y

opiniones es una de los más preciados derechos de los hombres. Por consiguiente, todos

pueden hablar, escribir e imprimir libremente ateniéndose a la ley”44

. La Constitución de

1793 agregará: “El derecho a manifestar las propias ideas y opiniones a través de la prensa

o de cualquier otro modo, (...) no puede ser conculcado”.45

Los derechos fundamentales establecidos en la Constitución expresan las funciones del

espacio público así:

- Los derechos de libertad de opinión y expresión, libertad de prensa, libertad de

asociación y reunión, etc. se relacionan con la esfera del público raciocinante.

- El derecho de petición y el derecho al sufragio y al voto establecen la función política

de las personas privadas en el espacio público.

42

HCOP, p. 98 43

Para Habermas, esto equivale a invertir la sentencia de Hobbes, verittas, non auctoritas facit legem (la

verdad y no la autoridad, hace la ley). HCOP, p. 118. 44

HCOP, p. 107. 45

Un edicto de la Comuna de París denunciará a los enemigos de la Revolución como “emponzoñadores de la

opinión pública” y requisó su prensa. En febrero de 1800 Napoleón suprimirá la libertad de prensa.

Page 16: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

- Los derechos a la libertad personal, la inviolabilidad de domicilio, etc. tienen que ver

con el status de libertad individual basado en la esfera íntima de la familia patriarcal.

- Los derechos de igualdad ante la ley, protección de la propiedad privada, etc. están en

conexión con el tráfico de los propietarios privados en la esfera de la sociedad

burguesa.

En síntesis, los derechos fundamentales garantizan:

1) Las esferas de lo público y lo privado (con la esfera íntima como su núcleo central).

2) Las instituciones e instrumentos del público, por una parte (prensa, partidos), y la base

de la autonomía privada (familia y propiedad) por otra.

3) Las funciones de las personas privadas, sus funciones políticas como ciudadanos y sus

funciones económicas como poseedores de mercancías.46

Con Kant aparece la opinión pública como principio mediador entre política y moral. Kant

entiende a la opinión pública como principio de ordenación jurídica y como método de

ilustración. En su famosa “Respuesta a la pregunta ¿qué es la ilustración?” dirá: “Es difícil

para todos los hombres, considerados individualmente, esforzarse por salir de la minoría de

edad [...] Pero es más posible que un público se ilustre a sí mismo; con sólo que se le deje

en libertad, es casi inevitable”. Habermas dirá por ello que “en la concepción ilustrada el

pensar por sí mismo parece coincidir con el pensar en voz alta, exactamente igual que el

uso de la razón equivale a su uso público”.47

En la Crítica de la Razón Pura, Kant había asignado al consenso público entre los

participantes la función de control pragmático de la verdad: “La piedra de toque de lo

46

HCOP, p. 118 47

HCOP, p. 138.

Page 17: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

tenido por cierto, ya se trate de convicción, ya de mera persuasión, es, externamente, la

posibilidad de comunicarlo y de que todo hombre de razón lo halle valido”48

.

D. Del público lector al público consumidor de cultura

En los cien años que siguieron al apogeo del liberalismo clásico, el “capitalismo

organizado” disolvió la relación originaria entre la esfera pública y la esfera privada,

desfigurando los perfiles de la opinión pública burguesa: “Dos tendencias dialécticamente

enfrentadas simbolizan la decadencia de la publicidad [espacio público]: ésta penetra cada

vez en más esferas de la sociedad y, al mismo tiempo, pierde su función política, a saber: la

sumisión de los estados de cosas hechos públicos al control de un público crítico”49

En el

lugar de la opinión pública literaria aparece el ámbito pseudopúblico del consumo

cultural50

: “Cuando las leyes del mercado (...) penetran también en la esfera reservada a las

personas privadas en su calidad de público, el raciocinio tiende a transformarse en

consumo, y el marco de la comunicación pública se disgrega en el acto, siempre

uniformizado, de la recepción individual.”51

Las nuevas formas de socialización burguesa conllevaron “la abstinencia de todo raciocinio

literario y político”. El cine, la radio y la T.V. ya no exigen un público que discuta: “junto a

la pérdida de la forma privada de la apropiación [por el público lector], desaparece también

la comunicación pública acerca de lo apropiado”52

. En el siglo XX la conversación es

organizada en la forma de foros académicos, mesas redondas, debates televisados, etc. Así,

48

Citado en Habermas, 1962, p. 138. 49

HCOP, p. 171. 50

HCOP, p. 189. 51

HCOP, p. 190. 52

HCOP, p. 192.

Page 18: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

la conversación se hace formal y cobra la forma de mercancía: “El raciocinio así

organizado cumple, ciertamente, importantes funciones psicosociológicas, sobre todo la de

aquietado sustituto de la acción; su función publicística es crecientemente socavada. El

mercado de bienes culturales se hace, en la forma ampliada del mercado del tiempo de ocio,

con nuevas funciones”53

. Surge entonces la llamada “cultura de masas” que se adecua a las

necesidades de distracción y diversión de grupos de consumidores con un nivel de

instrucción relativamente bajo. Anota Habermas que, mientras que el contacto con la

cultura forma, “el consumo de la cultura de masas no deja huella alguna; proporciona un

tipo de experiencia que no es acumulativa, sino regresiva”.54

Se trata de la destrucción del

público lector culturalmente raciocinante a través del público-masa de los consumidores.55

Los mismos periódicos aligeran sus contenidos y aumentan las imágenes. Hacen una

cuidadosa predisposición del material (predigesting) y “el raciocinio desaparece tras el velo

de las decisiones sobre la selección y presentación del material”. Las noticias políticas o

con implicaciones políticas, llamadas “noticias de efecto retardado”, son desplazadas por

las “noticias de efecto inmediato”: comics, accidentes, desastres, deportes, recreación,

eventos sociales, corrupción, etc. Los periódicos (y los medios audiovisuales después)

incitarán más al “consumo impersonal de estímulos apaciguadores” que a guiar e instruir el

uso público de la razón. La radio, el cine y la televisión harán desaparecer gradualmente la

distancia que mantiene el lector respecto a la letra impresa (distancia que preparaba para el

intercambio público de opiniones sobre lo leído). Los nuevos medios transforman la forma

de comunicación: Están diseñados para impedir la réplica del receptor (don’t talk back). En

53

HCOP, p. 193. 54

HCOP, p. 195. 55

En los años 80 del siglo XIX surge el nombre de “prensa amarilla” (o “periodismo amarillista”) aplicado a

la prensa sensancionalista que incluía cómics de color amarillo. Este tipo de prensa logró una maximización

de las ventas despolitizando el contenido. (HCOP, p.197)

Page 19: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

vez del raciocinio de un público lector aparece el “intercambio de gustos e inclinaciones”

de los consumidores.56

En la conciencia del público consumidor, el espacio público “se privatiza”: el espacio

público aparece como la esfera en la que adquieren notoriedad las vidas privadas de los

llamados personajes públicos. Las mismas decisiones políticas tienden a ser presentadas de

forma personalizada: “el sentimentalismo respecto de las personas”, paralelo con el

“cinismo respecto de las instituciones”, contribuyen a limitar la capacidad de raciocinio

crítico de los sujetos frente al poder público.57

La disolución de la opinión pública literaria ha implicado que el público se escinda en las

minorías de especialistas que ya no razonan para el público (entregados a las elevadas

abstracciones del arte, las letras o la filosofía), por un lado, y la gran masa de consumidores

pasivos, por el otro.

La opinión pública crítica es desplazada por la propaganda y la publicidad manipuladora. El

debate político es sustituido por una política plebiscitaria, el público mediatizado es

solicitado para que “aclame públicamente” a aquellos que ejercerán el poder.58

La

notoriedad pública se logra mediante una aclamación en un clima de opinión no pública.59

En la prensa, los departamentos de relaciones públicas camuflarán los intereses comerciales

de la empresa, asumiendo el rol de alguien que está interesado en el bien público;

fabricarán un consenso (“engineering of consent”) que harán pasar por “opinión pública”:

56

HCOP, p. 199. Agregar cita #72 p. 315-316. 57

HCOP, p. 200. 58

HCOP, p. 207. 59

HCOP, p. 227.

Page 20: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

“Al consensus producido bajo el señuelo de un public interest fingido por refinados

opinion-molding services [mecanismos moldeadores de la opinión] le faltan los criterios de

lo razonable”. Mientras que la opinión pública significaba desnudar al poder político

mediante el raciocinio crítico, la “publicidad” de los relacionistas públicos recobra

características del poder político feudal, de la “opinión pública representativa”, basada en el

“prestigio personal”.

En el Estado social, las organizaciones y partidos políticos asumen la función de “legitimar

la presión social ejercida sobre el poder estatal” y se proponen el objetivo de transformar

los intereses privados de muchos individuos en un interés público común; son instrumentos

de la formación política de la opinión y de la voluntad colectiva. Pero, dado que los

partidos no están en manos del público, sino en las de aquellos que controlan el aparato del

partido, aquellos están en condiciones de manipular a la opinión pública, sin estar obligados

a dejarse controlar por ella.60

Es así como la “notoriedad pública” pierde su función crítica

y adquiere una función “representativa”, en la cual “los argumentos son tratados como

símbolos a los que no puede responderse con argumentos sino con identificaciones”.61

La

“publicidad políticamente raciocinante” es desplazada por la “publicidad despolitizada de

un público mediatizado cuya expresa aclamación, o cuya silenciosa tolerancia, es recabada

por una notoriedad pública manipulativa o “representativamente” desarrollada “desde

arriba”.62

60

HCOP, p. 226. 61

HCOP, p. 233. 62

HCOP, p. 324.

Page 21: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

Habermas considera que la idea (o ideal) de “publicidad” (o espacio público) de la

democracia de masas del Estado social sigue siendo la misma que institucionalizó el Estado

burgués de derecho. Este ideal consiste en lograr la racionalización del dominio (político)

en el ambiente creado por el raciocinio público. Pero este ideal solo se puede realizar

actualmente mediante la racionalización del ejercicio del poder, con el control recíproco de

organizaciones que expresan pluralidad de intereses sociales, en el espacio público.63

Pero la sociedad actual está lejos de satisfacer este interés. Habermas se vale de los estudios

de la conducta electoral de la población, para mostrar el funcionamiento de una opinión

fabricada, que él llama opinión no pública, y que se escuda tras las “ficciones liberales de la

publicidad burguesa”. El Estado social administra, distribuye y asiste a un ciudadano cuyos

intereses políticos menguan y se hace un mero sujeto receptor que se limita a exigir

asistencia estatal y rara vez tiene la oportunidad de opinar públicamente y ser escuchado o

de incidir en la toma de decisiones. La participación política de este sujeto-receptor tiende a

ser nula.

Como mostró el estudio publicado por Katz y Lazarsfeld en 1955 (Personal Influence): “La

corriente de opinión política tiende a fluir verticalmente desde los grupos de estatus más

altos a los grupos cada vez más bajos (...) los lideres de opinión están, en general, en una

posición más desahogada, son más cultos y disponen de una posición social mejor que la de

los grupos sobre los que influyen”.64

Las discusiones políticas de los ciudadanos se limitan

a la familia, el pequeño grupo, los amigos o el vecindario, que tienden a constituir un clima

63

HCOP, p. 236. 64

HCOP, p. 239.

Page 22: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

de opinión homogéneo, basado en las actitudes y prejuicios arraigados que conforman un

“consensus” ficticio, sustraído a la discusión pública.65

La cultura de consumo fomenta una ideología de conformidad, resignación o aceptación

fatalista de las circunstancias, dentro de un sistema de hábitos inducido desde afuera. Como

lo dijo Adorno: “Si quisiera compendiarse en una frase la finalidad propiamente dicha de la

ideología de la cultura de masas, habría que referirse a ella como parodia de la frase

“conviértete en lo que eres”: como abusiva reduplicación y legitimación de la situación

existente, con embargo de toda trascendencia y crítica”.66

Esta “opinión pública” manipulada, más que como opinión pública funciona como un

plebiscito de aclamación. El índice de popularidad le da a un gobierno la medida del control

que ejerce sobre esta opinión no-pública, o del grado de promoción publicitaria del que está

necesitado.67

Esta forma plebiscitaria de la opinión exige que los notables hagan verdaderas

concesiones a las expectativas de la población; pero, aun en un gobierno dispuesto a

corresponder a los deseos de la opinión público, “no se cumplirían las condiciones

necesarias para una formación democrática de la opinión y la voluntad”, pues aún falta allí

la autonomía y la racionalidad que ella supone.68

Las opiniones no-públicas (inclinaciones,

deseos, sentimientos) no se forman en una polémica consciente sobre los estados de cosas,

ni en discusiones que sopesen los pros y las contras en un diálogo sostenido públicamente.

De este modo, “el público de ciudadanos desintegrado como público, llega a estar

65

HCOP, p. 240. 66

Citado en HCOP, p. 241-242. 67

HCOP, p. 243. 68

HCOP, p. 244.

Page 23: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

mediatizado por los instrumentos publicísticos que puede ser solicitado para legitimar

compromisos políticos sin que sea capaz de participar en decisiones efectivas, de participar

en el sentido pleno del término”.69

La transformación del Estado liberal de derecho en Estado social de derecho implicó un

empuje al principio del espacio público: su mandato se extendió de los órganos estatales a

todas las organizaciones sociales. Habermas considera que sólo el fortalecimiento de un

público de personas privadas organizadas “podría participar efectivamente en un proceso de

comunicación pública, valiéndose de los canales de publicidad interna a los partidos y

asociaciones. (...). El establecimiento de compromisos políticos tendría que legitimarse ante

ese proceso de comunicación pública”.70

El espacio público en el Estado social está marcado por dos tendencias:

a) Por un lado, la “notoriedad pública ‘representativa’ y manipulativa, desarrollada sobre

las cabezas de un público mediatizado; b) Por otro lado, y como continuidad del Estado

liberal de derecho, una opinión pública políticamente activa, en la cual el público mediado

por las organizaciones debe poner en marcha un proceso crítico de comunicación pública.

La medida en que esta segunda tendencia logre imponerse sobre la primera será el índice

del grado de democratización del Estado social, es decir, del grado de racionalización del

ejercicio del poder político y social.71

69

HCOP, p. 247. 70

HCOP, p. 257. 71

HCOP, p. 257.

Page 24: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

La creciente burocratización del Estado ha llevado a que las actividades de los especialistas

se sustraigan a la crítica de la opinión pública. De allí que una opinión pública

políticamente activa presuponga minimizar las decisiones burocráticas y relativizar los

conflictos estructurales de intereses mediante el logro de un consenso sobre criterios

generales y obligatorios reconocibles como interés general. Sólo así se lograría neutralizar

el poder y racionalizar el dominio mediante la discusión pública.72

(E) Conclusión sobre el concepto de opinión pública

El concepto de “opinión pública” puede significar dos cosas distintas con funciones

contrapuestas y claramente distinguibles:

a) Una instancia crítica de la notoriedad pública del poder político y social, o

b) Una instancia receptiva de la notoriedad pública “representativa” y manipulativa de

personas, instituciones, bienes de consumo y programas.

Sólo la primera corresponde efectivamente a la opinión pública, la segunda es realmente

una opinión no pública, una ficción institucional.

Los intentos por definir el concepto de opinión pública en el siglo XX siguen dos caminos:

el primero sigue la posición liberal que busca “salvar un público raciocinante en el

ambiente del público meramente aclamativo”. Aquí se tiene en cuenta el punto de vista de

los “ciudadanos relativamente mejor informados, más inteligentes y de mayor rectitud

72

HCOP, p. 258-260. Nota 131, p. 332: “...Desde que Wilson recurrió a la opinión pública internacional como

medio de sanción de la federación de pueblos (...) los gobiernos se han visto obligados a tomar – cuando

menos propagandisticamente – en consideración a la opinión pública mundial: la “paz”, tal como se define,

parece hoy haberse convertido en el tópico central de una opinión pública internacional (...) hoy como nunca

está la idea de la paz adherida al principio de publicidad”, cuyo fin sigue siendo “la liquidación del estado de

naturaleza (...) entre los hombres”.

Page 25: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

moral”73

, pero esto implica sacrificar el momento de la universalidad. El segundo camino

se atiene a criterios institucionales y equipara la opinión pública con la concepción

dominante en el Parlamento (o en la “clase política”). Así lo presenta Fraenkel: “valiéndose

de la discusión parlamentaria, la opinión pública hace llegar al gobierno sus deseos y, a su

vez, el gobierno pone a la opinión pública en conocimiento de su política”74

. Leibholz

corrige esta formulación afirmando que los sujetos políticamente activos serían los partidos

en sus roles de gobierno y oposición: “la voluntad de los partidos coincide con la de la

ciudadanía activa, de modo que el partido en cada caso mayoritario representa la opinión

pública”, así la opinión no-pública sólo adquiere credenciales de “pública” en la

elaboración que de ella hacen los partidos. Esta vía hace de la opinión pública un concepto

neutro, pues no se sabe si procede de la comunicación pública o de la mediatización que de

ella hacen los partidos.

Tal neutralización de la opinión pública también aparece cuando se la estudia como un

concepto sociopsicológico que expresa las “actitudes” de las masas o los grupos y se la

hace neutral con respecto a la diferenciación entre comunicación racional y conformidad

irracional. Dicho enfoque califica a la opinión pública como una posible resistencia de

fricción a la práctica del Gobierno y la Administración, “una resistencia que puede ser

diagnosticada por la investigación de opinión y manipulada utilizando los medios

adecuados”75

. En estos análisis “la opinión pública ya no está vinculada ni a reglas de

discusión pública o a formas de verbalización, ni debe ocuparse de problemas políticos, o

73

HCOP, p. 263. 74

Citado en HCOP, p. 263. 75

HCOP, p. 268.

Page 26: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

dirigirse a instancias políticas”76

. Se habla entonces de la “opinión pública” como un

concepto comparativo, de un grado de publicidad medible empíricamente.

En este modelo se oponen: por un lado el sistema de las opiniones informales, personales,

no-públicas; y por el otro, el sistema de las opiniones formales, institucionalmente

autorizadas. En el primer sistema es posible distinguir distintos grados de obligatoriedad de

las opiniones informales: desde las evidencias culturales no discutidas (opiniones

espontáneas, prejuicios), pasando por las opiniones que resultan de las experiencias

personales, hasta las evidencias culturales discutibles de la industria cultural y la

propaganda (relativas al consumo de las personas en sus tiempos de ocio y que señalan sus

gustos e inclinaciones). En el segundo sistema, las opiniones institucionales tienen un

carácter cuasi-público, pues están constituidas por comunicados, declaraciones, discursos,

notificaciones, que circulan a través de la gran prensa y van dirigidos al gran público, pero

no surgen de una deliberación pública. Es decir, no cumplen con los requisitos de un

raciocinio público, según el modelo liberal. Se trata aquí de una “notoriedad pública”

desarrollada de forma “representativa” o manipulativa, pues “una opinión pública, en el

sentido estricto de la palabra sólo puede producirse en la medida en que los ámbitos

comunicativos (formales e informales) sean mediados por el ámbito de una notoriedad

pública crítica” (272).

Puesto que no se da una opinión pública como tal – aunque existan tendencias aisladas

hacia su formación- esta sólo podrá definirse comparativamente. Esto es, se podrá sopesar

el “grado de publicidad” de una opinión según la medida en que provenga de una

“publicidad” interna de las organizaciones y por la magnitud que alcance esa publicidad en

76

HCOP, p. 268.

Page 27: HISTORIA Y CRITICA DE LA OPINIÓN PÚBLICA Reseña

el tráfico vehiculado por los medios de comunicación de masas, entre las organizaciones

sociales y las instituciones estatales (273).

Ch. W. Mills estableció una distinción entre público y masa que le sirve a Habermas para

precisar su análisis de las dos vías de la opinión pública. Según Mills, en un público:1) el

número de personas que expresan opiniones puede ser igual al número de personas que las

reciben, 2) se puede replicar cualquier opinión expresada en público, 3) la opinión que

surge de la discusión se traduce en una acción eficaz (aún contra la autoridad imperante), y

4) las instituciones con autoridad no penetran en el público, que sigue siendo más o menos

autónomo. Por el contrario, en una masa: 1) el número de personas que expresan opiniones

es mucho menor que el número de las que reciben (especialmente por los mass media);

2) Es difícil o imposible que el individuo pueda replicar inmediatamente o con eficacia; 3)

la transformación de la opinión en acción es controlada por las autoridades que la

organizan, controlan y canalizan, 4) La masa no es autónoma con respecto a las

instituciones autorizadas. De aquí Habermas concluye que “sólo es posible construir el

contexto comunicativo de un público en las condiciones de una democracia de masas del

Estado social, mediando el ciclo de la opinión “cuasi-pública” con el ámbito comunicativo

informal mediante una notoriedad pública crítica avivada por las publicidades internas de

las organizaciones”77

. Sólo así se modificarán las formas hoy dominantes del ejercicio y la

compensación del poder, es decir, el consenso y el conflicto. Dado que el conflicto y el

consenso son indicadores analíticos del grado de estabilidad de la dominación y del poder,

sólo un método efectivo de controversia pública podría relajar las formas coercitivas del

conflicto, que hasta la actualidad no han sido objeto de debate público.

77

HCOP, p. 274.