HISTORIA URBANA: DE VICUS A VIGO. VIGO SIEMPRE TUVO UN CENTRO URBANO ACTIVO. Se manifiesta...

HISTORIA URBANA: DE VICUS A VIGO.VIGO SIEMPRE TUVO UN CENTRO URBANO

ACTIVO.

Se manifiesta sorprendido de que hasta hoy (cfr., “Reseña histórica do Informe e diagnose do PGOU de Vigo, 2002”) domine la percepción de un Vigo

reducido en su larga historia a una entidad de población menor, un “vicus”, un lugar, una aldea.


ACTIVO.

En una encuesta del Nomenclátor Nacional se encontraron para el conjunto del territorio de la C.A. de Galicia hasta 32 topónimos derivados del vocablo latino.

Paradógicamente, ninguno en la actual área de influencia de la

que es la mayor metrópoli urbana.


ACTIVO.

A la altura de los 70 del siglo pasado -aún desarrollistas- la historiografía caracterizaba a Vigo como una “villa menguante” despoblandose desde la época castrexa al periodo romano y desde éste al medieval y con recuperación irreversible sólo a partir de finales del setecientos.

HISTORIA URBANA: DE VICUS A VIGO.VIGO SIEMPRE TUVO UN CENTRO URBANO ACTIVO.

Esta extraña evolución hay que considerarla en el contexto de los prejuicios historiograficos. Entre los precedentes seculares, la posición de los cronistas en los conflictos político-económicos que mantuvo el Vigo del s.XVI con los puertos de Bouzas (pesca) y de Baiona (carga e descarga).


Entre los precedentes contemporáneos la disputa por la capitalidad de la provincia pontevedresa, traducida en la actualidad en una frustración por el desfase económico-demográfico respecto de su limitada influencia político-

administrativa.


ACTIVO.

Nuestra tesis es que Vigo nunca fue realmente aldea, que siempre hubo un centro urbano activo (a escala histórica y gallega): un puerto de hábitat concentrado y asentado en las actividades pesqueras, comerciales, de la industria de salazón y con carpintería de ribera.

Superpuesto a las funciones económicas claramente urbanas sin solución de continuidad, desarrolladas en un litoral Teis-Coia,

constatamos (tampoco es una singularidad exclusiva) una continuidad espacial relativa en lo que refiere centro de gravedad:

en el Areal (época romana) y luego, en el Berbés (medioevo).


ACTIVO.


La cuestión de la existencia de una urbe romana está resuelta. Quedó claro en la última década (cfr., traballos de Angel Acuña, Antonio Peña Santos, Fermín Pérez) como consecuencia de las excavaciones realizadas en la zona del Areal (que cubriría lo que ahora son las rúas Marqués de Valladares, Rosalía de Castro, Pontevedra y

Roupeiro).

HISTORIA URBANA: DE VICUS A VIGO.VIGO SIEMPRE TUVO UN CENTRO URBANO ACTIVO

Para la existencia de una urbe medieval la investigación está en pañales. Son obstáculos objectivos –no insuperables- la falta de fuentes municipales (aparte

de los libros del Concello, carecemos de libros de escribanos, de mazos judiciales, de privilegios reales). El historiador tudense Francisco Ávila y la

Cueva fue el último en consultarlas antes del incendio de los Archivos a mediados del ochocientos.


El plano de Vigo de 1597, contemporáneo de los de otras villas gallegas, refleja densidade de edificación y un modelo urbanístico: rúas paralelas a la costa o

niveladas topográficamente y recolectas plazas en torno de la Colegiata de Santa María en su función de socialización inclusiva.

HISTORIA URBANA: DE VICUS A VIGO.“VIGO SIEMPRE TUVO UN CENTRO URBANO ACTIVO”

El hecho urbanístico definitorio en el s.XVII

(cfr., guerras portuguesas) fue la construcción del

recinto amurallado (de altura variable, deficiente calidad y

trazado romboidal) y con él, la aparición de

arrabales (Berbés, Areal, Falperra o

Salgueiral).


Los planos de finales del s.XVIII y principios del XIX nos permiten observar los cambios producidos intramuros y en el propio recinto amurallado. A ellos, corresponderá el histórico

reconocimiento legal de Vigo como ciudad (1810).


Los planos de finales del s.XVIII y principios del XIX nos permiten observar los cambios producidos intramuros y en el propio recinto amurallado. A ellos, corresponderá el histórico reconocimiento legal de Vigo como ciudad (1810).


Para el periodo 1800-1880 y pese a la inestabilidad del Estado liberal, el crecimiento demográfico impulsado por la actividad

(pesquera y comercial) del puerto, convertido en locomotora de la economía local, se concreta en la demanda de

racionalización urbanística.


Destacan dos iniciativas: los trazados rectilíneos de los accesos a la ciudad (1834) y el derribo de las murallas (acordado en 1869). Ambas,

son condición para la realización de los proyectos de A. Marcoartú (1841) y J.Mª Pérez (1851).


Para el periodo 1880-1940 destacamos las aportaciones económicas de los fomentadores catalanes (y al tiempo, la falta de cohesión en

el funcionamiento de la organización empresarial.


Esta fase de gran dinamismo

industrial con motor en la industria

conservera y sus auxiliares se asocia

con un afán planificador que tiene junto a las Ordenanzas de

1897,los siguientes nombres propios: M.F. Soler (1883),

E.J, Ramiro Pascual (1907, 1916) o

Jenaro de la Fuente (1914).


Mención particular merece el Plan de A. Palacios de 1932 , un proyecto de creación ex novo de la ciudad y estéticamente

inclasificable y también, el único hasta la democratización de la administración local con una visión municipal de conjunto.


El último periodo a considerar antes de la crisis del racionalismo arquitectónico a la actual sociedad postindustrial, corresponde a una

etapa histórica políticamente autoritaria, aunque económicamente más matizada entre autarquía y capitalismo liberal.


Para la primera, la depresión económica de los 30, la guerra civil y la europea, y la larga

postguerra explican el estancamiento y el

retraso en el despegue industrial hasta la

renovación a finales de los 50 de los sectores

tradicionales (pesquería y astilleros) y la creación de la Zona Franca o de la multinacional francesa

Citröen (1957).


Urbanísticamente, el periodo se inicia con el Plan Cominges (1937) de extenso horizonte temporal (de 50 años) y demográfico (de 250.000 habitantes) y

orientado más a la demanda de viviendas de las clase medias (Castro-Gran Vía) que a las necesidades reales del alojamiento de los trabajadores de la industria.


El Plan Cominges enlaza a través de la Ley del Suelo (1956) que fomentó, prescindiendo de un planeamiento integral, el crecimiento anárquico (excepción

del Plan Parcial del Polígono de Coia) con el primer Plan General (1971), que al no materializarse, acentuaría más si cabe los citados problemas urbanísticos.


Para terminar, aludimos para la compresión de la última urbanización de la ciudad algunos hechos metamunicipales como el planeamiento: del Puerto, de Citröen y de la Zona Franca (Bouzas-Alcabre), de los enlaces con la Autopista del Atlántico y

la Autovía de las Rías Bajas o del recinto universitario.

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