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Historia del cocotero (Cocos nucifera L.) en Cuba: su origen en la región de Baracoa. Jorge R. Cueto, Maruchi Alonso, Raixa Llauger, V. González y W. Romero. Instituto de Investigaciones en Fruticultura Tropical. Empresa de Coco Baracoa. Introducción El primer registro de la presencia de la palma de coco en las costas del Pacífico americano se remonta al año de 1514, cuando Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, la observó en las playas de la bahía de Panamá, en Punta Borica e Isla de cocos (en los límites actuales de Panamá con Costa Rica). Reportó, además, su presencia hacia el sur, cerca de las costas del Perú (Cook, 1910; Bruman, 1944). En cuanto a las costas del Pacífico mexicano, se reporta que esta palma era desconocida hacia 1539, año en el cual Alvaro de Guijo notifica a Hernán Cortés sobre el envío de dos docenas de semillas de cocotero de Panamá para ser sembrados en las costas mexicanas. La expansión española en tierras continentales de América tuvo como centros la Ciudad de Panamá y la Ciudad de México. En 1531 fondearon dos navíos en el Puerto de Acapulco que salieron en 1532 a explorar la costa norte de Nueva España. En 1535, Hernán Cortés envió navíos, ahora hacia Panamá, con el objeto de llevar víveres a Francisco Pizarro (Cortés, 1925). Así se abrió el Puerto de Acapulco a las comunicaciones con el mar del sur. La posible presencia del cocotero desde mediados del siglo XVI en esta región y la profusión del cultivo y la utilización del cocotero para el consumo de aguamiel de coco como bebida embriagante hacia 1580, hace pensar que existió efectivamente una primera introducción procedente de Panamá, hacia 1539. Los primeros viajes exitosos a través de México se realizaron durante 1565, el primero arribó a la región de Veracruz y el segundo a la región de La Habana (Cuba). En ambos se conoce que se transportaron cocos (Bruman, 1945) (Figura 1), siendo unas de las primeras vías de intercambio de materiales de cocoteros de la región del Pacífico mexicano a nuestro país. 1

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Historia del cocotero (Cocos nucifera L.) en Cuba: su origen en la región de Baracoa. Jorge R. Cueto, Maruchi Alonso, Raixa Llauger, V. González y W. Romero. Instituto de Investigaciones en Fruticultura Tropical. Empresa de Coco Baracoa. Introducción El primer registro de la presencia de la palma de coco en las costas del Pacífico

americano se remonta al año de 1514, cuando Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés,

la observó en las playas de la bahía de Panamá, en Punta Borica e Isla de cocos (en los

límites actuales de Panamá con Costa Rica). Reportó, además, su presencia hacia el

sur, cerca de las costas del Perú (Cook, 1910; Bruman, 1944). En cuanto a las costas

del Pacífico mexicano, se reporta que esta palma era desconocida hacia 1539, año en

el cual Alvaro de Guijo notifica a Hernán Cortés sobre el envío de dos docenas de

semillas de cocotero de Panamá para ser sembrados en las costas mexicanas.

La expansión española en tierras continentales de América tuvo como centros la Ciudad

de Panamá y la Ciudad de México. En 1531 fondearon dos navíos en el Puerto de

Acapulco que salieron en 1532 a explorar la costa norte de Nueva España. En 1535,

Hernán Cortés envió navíos, ahora hacia Panamá, con el objeto de llevar víveres a

Francisco Pizarro (Cortés, 1925). Así se abrió el Puerto de Acapulco a las

comunicaciones con el mar del sur.

La posible presencia del cocotero desde mediados del siglo XVI en esta región y la

profusión del cultivo y la utilización del cocotero para el consumo de aguamiel de coco

como bebida embriagante hacia 1580, hace pensar que existió efectivamente una

primera introducción procedente de Panamá, hacia 1539.

Los primeros viajes exitosos a través de México se realizaron durante 1565, el primero

arribó a la región de Veracruz y el segundo a la región de La Habana (Cuba). En ambos

se conoce que se transportaron cocos (Bruman, 1945) (Figura 1), siendo unas de las

primeras vías de intercambio de materiales de cocoteros de la región del Pacífico

mexicano a nuestro país.

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Figura 1. Origen del cocotero (Cocos nucifera L. ) en Cuba. Intercambio de germoplasma de cocotero: 1- Costa del Pacífico Mexicano a la región Occidental de Cuba. 2- De Honduras a la región Oriental de Cuba.

Por otra parte, los estudios históricos previos mencionan que ya existían palmas de

cocotero en las costas de la región del Caribe. Este coco conocido como criollo fue

introducido de las costas occidentales de África a Puerto Rico hacia 1549 y

posteriormente, a Cuba y México. Los mismos procedían de un número reducido de

semillas de una población de Mozambique que los portugueses sembraron en Cabo

Verde (Harries, 1971; Richardson et al., 1978).

Para principios del siglo XVII (1602-1603), la distribución de los palmares de coco

estaban ligados a algunos asentamientos españoles, en márgenes de ríos y la costa. En

el extremo sur de la región de México y norte de Honduras, se registra la presencia de

palmares en las playas cercanas a la costa del Atlántico. Es de hacer notar que los

cultivos de cítricos y plátanos estaban ya presentes en esta área a finales del siglo XVI

(Vizcaíno, 1602).

Las fuentes etnohistóricas nos indican que el cocotero no se encontraba en estado

silvestre, sino cultivado en haciendas y huertos de la población española y no en

pueblos ni en terrenos de indios.

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En este tiempo, se habla de la posibilidad de que a través de United Fruit Company,

dueño de plantaciones de banano y cocotero en Cuba, se logró un movimiento de

semillas de coco desde Centroamérica, principalmente de la región noreste de

Honduras hacia Cuba (Figura 2). De ahí que exista una gran similitud fenotípica entre

los cocoteros de estas regiones.

A principios del siglo XIX, el cultivo del cocotero, se encontraba distribuido en casi toda

la isla: Matanzas, Manzanillo, Pinar del Río, La Habana y Baracoa. Bachiller y Morales

lo consideraban como una rama útil para la exportación y señalaban que muchas

haciendas se dedicaban al cultivo del coco (Cueto, 1986).

I. ORIGEN DEL COCOTERO EN LA REGION DE BARACOA Y MAISI

La primera referencia real que tenemos hasta ahora del origen del coco en la región de

Baracoa es en el año 1775, por una carta desde La Habana dirigida al Teniente

Gobernador de Baracoa. En la misma se hace alusión de una multa a dos marineros

(isleños) por haber arrancado dos palmas de coco durante su estancia en esta zona.

Esto llama la atención acerca de que al parecer en esta época el cultivo del cocotero

era muy importante para los peninsulares (Cueto, 1986).

Durante todo el siglo XIX, el coco fue un importante renglón de exportación en Baracoa

teniendo en cuenta que su comunicación con el resto de la isla era a través de su puerto

y de ahí su dependencia del mercado internacional, según lo planteado por Arteaga y

también Cuevas, (citados por Cueto, 1986).

A finales del siglo XIX y hasta los años 20-30 del siglo XX los cocoteros de la principal

zona del cultivo se vieron afectados por una epidemia, que durante más de 80 años se

le ha llamado ‘pudrición del cogollo’ aunque en realidad la sintomatología se

correspondía con lo que hoy se conoce como la enfermedad de amarillamiento letal del

cocotero, lo que provocó la pérdida del primer renglón económico de Baracoa.

Paralelamente, a la destrucción de los cocotales, se fueron estableciendo cada vez,

mayores plantaciones de banano para enfrentar la difícil situación que presentaba la

agricultura en esa zona. A mediados de los años 40, las plantaciones de banano se

vieron destruidas por dos enfermedades fungosas (‘Mal de Panamá’ y la ‘Sigatoka’ ). En

1945, según los datos del censo nacional agrícola, en Baracoa existían solamente 581.6

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Ha de cocoteros de las 15642.4 Ha que se habían destinado para su cultivo. Esto trae

como consecuencia que un grupo de agricultores, comerciantes y veteranos de la

guerra presentaran un plan de medidas al Presidente de la República, las cuales

permitían a la agricultura y a la sociedad de Baracoa tomar nuevamente una situación

económica favorable (Cueto, 1986).

En 1952, se designa una comisión para que realizara un estudio socioeconómico por el

BANFAIC de la región de Baracoa y después de un serio trabajo se planteó la

necesidad de introducir anualmente una determinada cantidad de semilla de coco de la

“India”. Esto permitiría que pudiera restablecerse los niveles de producción que antes

existían, incluso multiplicarlo, debido al peso que en la economía de esta zona podía

tener el coco. Poco a poco y lentamente fueron creciendo las áreas dedicadas al cultivo.

Aunque a nuestro entender no fuera esto un criterio puramente comercial, pues durante

estos años estaba ocurriendo algo que para nosotros ha sido lo más trascendental para

la historia del cultivo del cocotero en Cuba. Después de la aparición del cultivo en

nuestro país y de las enormes destrucciones que arrasaba prácticamente con los

cocotales completos, se podía notar que siempre quedaban algunas plantas vivas, las

cuales no eran igualmente afectadas por la enfermedad. Existen en anécdotas de

campesinos que utilizando semillas de estas plantas “inmunes” se dedicaban a sembrar

por cada planta muerta 3 nuevas posturas al parecer de porte pequeño procedente de

la “India”, entre los años 1928-1929 y los años de 1932-1940, ha sido el punto de

partida para la rehabilitación de los cocotales de Baracoa, donde se ha contado con

segregantes, híbridos y variedades “inmunes”. Esto ratifica lo planteado por Acuña y

Díaz Barroto acerca de que a pesar de los inconvenientes, el habitante de este

municipio siempre ha cultivado con empeño el cocotero.

No es hasta los últimos años de la década del 50, que se inicia un incremento mayor de

las plantaciones y precisamente, con el Triunfo de la Revolución se comienza a

desarrollar un programa masivo de repoblación y siembra de frutales.

La polinización cruzada que presenta esta especie ha favorecido la hibridación en por lo

menos unas 40 generaciones. La introducción de poblaciones con diferente origen y

características así como su cultivo juntas dentro de las plantaciones, por un largo

período de tiempo, favoreció la recombinación e incremento de la diversidad. La

hibridación en este caso ha sido un factor determinante en la generación de la

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variabilidad y lo que ha permitido contar con un germoplasma in situ en dicha región

(Figura 2). La presencia de diversidad genética en dicha colección, producto del

contacto de genomas con diferente origen, por un largo período de tiempo aunado con

la alta probabilidad de encontrar resistencia al amarillamiento letal del cocotero, hace

que esta área sea prioritaria para el estudio y la colecta de germoplasma con fines de

conservación y mejoramiento del cultivo.

Guandao

Jamal

Playa Duaba

Nibujón

Sabana-Maisí

Figura 2. Establecimiento de la colección in situ en la en la región de Baracoa y Maisí,

Guantánamo.

En agosto de 1987 y a solicitud de la dirección del Ministerio de la Agricultura se elaboró

un programa de desarrollo para el cultivo del cocotero hasta el año 2000 y que llega

hasta nuestros días, el cual contempla incrementar sustancialmente los rendimientos

del coco en estas áreas así como el desarrollo de viales, comunidades y la aplicación

de los adelantos científicos-técnicos, lo que posibilita contar con la materia prima

necesaria para un programa de desarrollo industrial del cultivo y el aprovechamiento

integral de todos los productos derivados de la palma de cocotero referidos a la fibra,

aceite, carbón activado, madera, entre otros (Cueto, 1986).

Referencias Bibliográficas

• Bruman, H. J (1944). Some observations on the early history of the coconut in the New World. Acta Americana 2 (3): 200-243.

• Bruman, H.J (1945). Early culture in Western Mexico. Hispanic American History Review. 25: 301-314.

• Cook, O.F (1910). History of the coconut palm in America. Contr. U.S. Natl. Herb 14(2): 271-342.

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• Cortés, H. (1925). Cartas y otros documentos. Sevilla. • Cueto, J.R (1986). Apuntes para una historia del cultivo del cocotero en Cuba I.

Desde 1492 hasta 1959. Especial referencia a la región de Baracoa. Mimeografiado 15pp.

• Cueto, J.R (1987). Comunicación personal. • FAO (1999). The FAO World Information and Early Warning System on Plant

Genetics Resources. http: // apps3.fao.org/wieus. • Harries, H.C (1971). Coconut varities in America. Oleagineux 26: 235-242. • Maxted, N; B.V. Ford-Lloyd y J.g.Hawkes (eds) (1997). Plant Genetic

Conservation: the in situ approach Chapman and Hall, reino unido, 446pp. • Ohler, J. G (1986). El cocotero, árbol de la vida. Estudio –FAO, Producción y

Protección Vegetal no 57, 347 pp. • Richardson, D.L ; Harries, H.C y E. Balseviscus (1978). Variedades de cocotero

en Costa Rica. Turrialba 28: 87-90. • Vizcaíno Sebastián ( 1602). Descripción de la costa de colima. En: J. Antonio

Calderón Q. (dir). Documentos para la historia del Estado Colima. Texto paleográfico de José J. Hernández P. Col. Peña Colorada. Ed Novarro. México 166-168pp.

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