Historia de Flor de Retama

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« Un año más cumple Puno, un año más el Titicaca contaminado Huancayo y su primera Feria del Libro » Dolorier y la flor de Retama: pólvora y dinamita del corazón Christian Reynoso / “Flor de Retama” quizá sea la canción más conocida y cantada por cuanto interprete del Perú profundo haya pisado un escenario. Compuesta en 1969 en Lima, luego de la llamada Rebelión de Huanta contra el gobierno de Juan Velasco Alvarado, donde murieron más de 20 personas, este huayno se ha convertido en un himno que desde entonces ha acompañado las luchas del movimiento social. Su autor, Ricardo Dolorier Urbano (Huanta, Ayacucho, 1935) aún sigue preguntándose cada vez que la escucha cómo fue que esta canción con el correr de los años adquirió la fuerza que hoy tiene y que, ciertamente, activa en quien la escucha, el sentimiento de sentirse parte de ese Perú de todas las sangres violentado y abusado por la represión. Dolorier, educador de profesión, no imaginó que hoy, 40 años después, Flor de Retama sería una canción emblemática de la movilización popular, de la lucha de las masas, de la reivindicación del pueblo. No sabría que la canción seguiría presente, cantándose y escuchándose como una pequeña caja de resonancia que guardaría entre sus arpegios la memoria de que aquellos hechos no deberían volver a repetirse. Flores y retamas para Dolorier

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« Un año más cumple Puno, un año más el Titicaca contaminado

Huancayo y su primera Feria del Libro »

Dolorier y la flor de Retama: pólvora y dinamita del corazón

Christian Reynoso /

 “Flor de Retama” quizá sea la canción más conocida y cantada por cuanto interprete del

Perú profundo haya pisado un escenario.

Compuesta en 1969 en Lima, luego de la llamada Rebelión de Huanta contra el gobierno

de Juan Velasco Alvarado, donde murieron más de 20 personas, este huayno se ha

convertido en un himno que desde entonces ha acompañado las luchas del movimiento

social. Su autor, Ricardo Dolorier Urbano (Huanta, Ayacucho, 1935) aún sigue

preguntándose cada vez que la escucha cómo fue que esta canción con el correr de los

años adquirió la fuerza que hoy tiene y que, ciertamente, activa en quien la escucha, el

sentimiento de sentirse parte de ese Perú de todas las sangres violentado y abusado por

la represión.

Dolorier, educador de profesión, no imaginó que hoy, 40 años después, Flor de Retama

sería una canción emblemática de la movilización popular, de la lucha de las masas, de

la reivindicación del pueblo. No sabría que la canción seguiría presente, cantándose y

escuchándose como una pequeña caja de resonancia que guardaría entre sus arpegios la

memoria de que aquellos hechos no deberían volver a repetirse.

Flores y retamas para Dolorier

El 6 de noviembre se han cumplido 40 años de vida, de canto y de resistencia de Flor de

Retama. Este día también ha sido designado como el día de la canción ayacuchana. Con

ese cometido de celebración doble, innumerables voces de Ayacucho se han levantado

en el Parque de la Exposición para celebrar con “pólvora y dinamita, ¡carajo!”, como

dice la parte final la canción, el homenaje a Flor de Retama y a su autor.

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Ricardo Dolorier ha recibido el abrazo fraterno de toda una pléyade de seguidores que

han bebido de su talento para perfilar el canto popular del Perú a través del huayno y el

folklore en una admirable expresión de arte, salida del corazón, del dolor, de la

indignación, de la voz de protesta, de la sangre del pueblo que se derrama “en la

plazuela de Huanta, amarillito, amarillando, flor de retama”.

La historia de cómo nació la canción ya es bastante conocida: Junio 1969. Velasco

emitió el Decreto 006-69 que restringía la gratuidad de la enseñanza para quienes

desaprobaran los cursos regulares. Ante esta medida, la población de Huanta se

movilizó aduciendo que limitaba la educación de los alumnos de escasos recursos. Los

llamados “sinchis” reprimieron la protesta. Resultaron más de 20 personas muertas entre

estudiantes, padres de familia y pobladores. Finalmente, Velasco dio marcha atrás y

derogó el Decreto (1). No obstante, el dolor y la muerte quedaron incrustados en el

corazón del pueblo huantino como una gran espina que se hizo canción.

En Lima, Ricardo Dolorier, profesor de la Universidad Nacional deEducación Enrique

Guzmán y Valle “La Cantuta”, al enterarse de los hechos sintió que el corazón le

reventaba. Algunos de los fallecidos habían sido sus alumnos. La indignación se

convirtió en inspiración. La barbarie le generó reacciones y sentimientos que se

tradujeron en sonidos musicales, canciones, poesía. En noviembre 1969, después de 4

meses de ocurridos los hechos de Huanta, Dolorier tenía compuesta la canción. Era un

homenaje a los caídos en Huanta. Desde entonces la canción empezaría a adquirir vida

propia. Ahora, en el cementerio de Huanta, junto al mausoleo que guarda los restos de

estas víctimas puede leerse la letra de la canción.

Flor de Retama: Hoja de ruta

La primera persona en escuchar la versión final de Flor de Retama de boca del mismo

Ricardo Dolorier fue Oswaldo Reynoso, escritor y entonces vicerrector de la

Universidad La Cantuta, que mantenía una estrecha amistad con Dolorier. La historia,

cotejada con ambos personajes, es la siguiente: Era una madrugada de noviembre del

año 69, quizá el día seis, Ricardo Dolorier llegaba a las residencia de profesores de La

Cantuta después de una noche de bohemia. En ese transcurrir había logrado redondear la

canción, la tenía en la lengua lista para ser cantada, después de muchos arreglos y

cambios que conservaba en su memoria ya que no disponía de una grabadora, viéndose

en la necesidad de recomponerla cada vez, tarareándola, gestándola en su cabeza, en su

memoria, en su corazón.

Esa madrugada, ya lista, ya terminaba, tenía que salir, tenía que cantarse, tenía que fluir

del alma, entonces la botella de pisco que llevaba en la mano recibiría un sorbo más

para ayudar a decidirse y tocar la puerta de Oswaldo y decirle que acababa de concebir

y componer la versión final de Flor de Retama. En seguida todo quedó consumado.

Entró, cantó y la canción quedó para la historia. Brindaron con lo que quedaba del

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pisco, se abrazaron y a pedido de Oswaldo convinieron en que esa misma noche

convocarían al resto de colegas para escuchar nuevamente la canción. Oswaldo cuenta

que se emocionó tanto al punto de arrodillarse ante Dolorier para felicitarlo por la

canción. Dolorier no recuerda este detalle pero ya no importa: La canción había sido

parida.

La canción fue grabada por primera vez en el año 1970 por el Trío Huanta, que tuvo que

obviar una estrofa de la fuga (la parte final) porque excedía el tiempo de grabación de

un disco de 45 revoluciones. La estrofa decía: “Los ojos del pueblo tienen hermosos

sueños, sueñan el trigo en las eras, el viento en las praderas, y en cada niño una

estrella”.Amilcar Gamarra uno de los mejores guitarristas ayacuchanos apoyó en la

grabación.

—¿Cómo así llegó la canción a Huanta? —pregunto a Dolorier, en la pequeña sala de su

casa.

—Cuando yo iba a Huanta de vacaciones enseñaba la canción a los bohemios de ese

tiempo —responde—. Enseñaba la canción en un bar llamado “Donde mueren los

valientes” que era atendido por un inválido que guardaba las cajas de cerveza debajo de

su cama. Allí, la canción empezó a conocerse y cantarse. Luego, cuando el Trío Huanta

la grabó aún persistió cierto temor en la ciudad de cantar la canción, porque aún

continuaba la represión del Estado. Incluso, recuerdo que todas las flores de retama de

la plaza principal fueron arrancadas. Hoy, más bien, las entradas a Huanta tanto por el

lado de Huancayo como por Huamanga están sembradas de retamas.

En 1971, según manifiesta Dolorier, un grupo musical de Huaraz dirigido por el esposo

de Martina Portocarrero, Luis Salazar, editó un long play titulado “Huaynos pegaditos”,

donde apareció la segunda versión de Flor de Retama. Luego, el mismo año 1971, sería

la cantante Martina Portocarrero quien con ojo zahorí, grabaría la canción con algunos

arreglos y cambios. Por ejemplo, cambiaría el orden de las dos primeras estrofas. La

primera pasaría a ser la segundo y ésta a ser la primera, quedando el inicio de la

canción: “Vengan todos a ver, hay, vamos a ver, en la plazuela de Huanta, amarillito,

flor de retama, amarillito, amarillando, flor de retama”. A partir de entonces Flor de

Retama comenzaría a hacerse famosa.

Ricardo Dolorier no sabría que desde aquella vez esta canción lo acompañaría durante

toda su vida, sin dejarla de escuchar ni un solo día, no sólo en su versión original, sino

en diversas melodías y arreglos y cantada en distintas voces por innumerables

cantautores, cantautoras y orquestas del Perú y el mundo.

—Es curioso pero Flor de Retama fue prácticamente el primer huayno que compuse —

nos dice Dolorier—. Yo no había tenido vocación especial por la música folklórica,

cantaba más bien, tangos, valses, rancheras, boleros, pero seguramente dentro de mí

había un sentimiento que necesitaba aflorar, porque recuerdo que cuando era niño

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escuchaba a mi madre cantar huaynos bien desgarradores debido a la muerte inesperada

de mi hermano mayor a consecuencia de una epidemia de tifoidea que azotó a Huánuco

donde entonces vivíamos. Ella sufrió mucho y a mí se me quedaron grabadas esas

canciones.

—¿Qué tanto tuvo que ver el contexto político de esos años en la composición de Flor

de Retama? —pregunto—. A menudo se cree que nació en la época del terrorismo, en la

década del 80.

—Esta canción nació mucho antes. Nació por un gesto de indignación. Había una

intencionalidad política en la medida que rechazábamos la dictadura. Era un rechazo

natural. Estábamos decepcionados con la democracia de Fernando Belaúnde y no por

eso íbamos a aceptar una dictadura militar. La canción coincidió también con un

momento de mucho dinamismo político en el país, se sentía tensa actividad en

universidades, en el pueblo, en los comités de defensa y ahí empezó a cantarse,

acompañando las gestas populares. También la cantaría gente del SUTEP y de la

Federación de Estudiantes de la Universidad San Marcos en las luchas contra las

dictaduras.

—¿Fue, tal vez, en ese entonces, un modo de canalizar la protesta a través de la

expresión artística?

—No necesariamente. Recuerdo que Juan Gonzalo Rosé que era mi amigo y que

también componía valses, en una conversación le pregunté que por qué había dejado de

escribir poesía y se había dedicado a componer y a hacer música. Me respondió:

“Porque nadie me lee, en cambio todos me cantan”, entonces advertí que ese era el

camino. En esa época también compuse otro huayno “Los Cabitos” por el cuartel del

mismo nombre que había en Ayacucho donde estaban presos muchos pobladores, pero

esta canción no tuvo la suerte de Flor de Retama. Años después, ya en la época de la

violencia, compuse la canción “El desaparecido” inspirada en un dirigente que

desapareció en manos de las Fuerzas Armadas.

En la actualidad Ricardo Dolorier sigue componiendo, labor que intercala con la

actividad de la enseñanza educativa a través de su conocido Método de Comprensión

Lectora Dolorier, del cual es autor. También nos cuenta que últimamente está

explorando los registros de los yaravíes arequipeños y confiesa que después de 40 años,

no cambiaría absolutamente nada a Flor de Retama.

Día de homenaje

6 Nov 09. 8.00 p.m. Parque de la Exposición. Lima. María Mullo, la huantinita; Edwin

Montoya, el puquiano de oro; Julio Velapatiño, Julio Humala, Margot Palomino, Sila

Illanes, Norka Monzoni, Trudy Palomino, Silverio Andrade, entre otros y otras,

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cantaron Flor de Retama y huaynos ayacuchanos celebrando este día. La canción

homenajeada es cantada por lo menos diez veces en diferentes registros y voces.

La novia del Perú, Amanda Portales, superando una caída imprevista al tropezar con un

parlante, interpretó una nueva canción de Ricardo Dolorier, grabada recientemente y

que el estribillo canta: “Alza tu voz, alza tu canto”. Después de ello, a invitación de

Portales, apareció el mismo Dolorier para cantar a dúo Flor de Retama. El Trío Huanta

interpretó la versión original de la canción. Luego, como una sorpresa, el Coro

Tradiciones de Huamanga interpreta una versión coral de Flor de Retama preparada por

primera vez para esta ocasión.

Al final, alentado por Josefina Ñahuis, el público, de pie, emocionado, acompañó a la

última cantada de la noche: Flor de Retama. En el escenario, todos los cantantes,

músicos e intérpretes, además de algunos invitados del público como el escritor

Oswaldo Reynoso y el antropólogo Rodrigo Montoya, juntaron sus voces para elevar las

flores de retama al cielo limeño. Todos juntos, cogidos de la mano, al lado de Ricardo

Dolorier, cantando a fuerza viva, a tono de esperanza, a ritmo de huaynito, en una sola

voz de peruanos, de sangre derramada a rico perfume, cantando, palpitando el corazón,

cantando, mirando pasar los ojos del pueblo, cantando, saboreando el huaynito, olor de

jazmín, zapateando, cantando, cantando Flor de Retama, una vez más.

Nota:

(1)     Un detallado estudio de estos sucesos puede verse en “Rebelión en Huanta” de Roger Saravia

Aviles, en:http://www.monografias.com/trabajos22/rebelion-huanta/rebelion-huanta.shtml#flor

Artículo publicado originalmente en Noticias SER: www.ser.org.pe

También puede leerse en: http://reynosochristian.blogspot.com

El presente artículo se publicará en el diario Los Andes el día 15 Nov 09

Etiquetas: canción ayacuchana, Flor de Retama, homenaje, Ricardo Dolorier

Esta entrada escrita el Thursday, November 12th, 2009 a las 3:43 pm y esta archivada en Uncategorized. Tu

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1. Máximo Vásquez Godos says:

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Today at 11:12 pm (1 minute ago)

Tanto sentimiento, tanta verdad, tanto dolor, tanto clamor y tanto pasión por la libertad de la

explotación, de la injusticia, del abuso del poder, “del fraude que causa el primer defraudador

El Estado a través de algunas leyes que traen consigo todo lo que el río arrasa cuando está

crecido” y por mucho más “flor de retama” nos llega al alma, a la sangre india y del indio de

varones y mujeres que llevamos dentro cuando nos llega el mensaje de flor de retama (…), yo

también la he cantado y seguiré cantándola a morir y más allá de mi muerte (…)