Hermenéutica y semiótica Ricoeur

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Hermenutica y semiticaPaul Ricceur

Har dos observaciones previas para encuadrar mi intervencin. Quiero decir de inmediato que hermenutica y semitica textual no son dos disciplinas rivales que se enfrenten en el mismo nivel metodolgico. La segunda slo es una ciencia del texto, que trata legtimamente de someterse a una axiomtica precisa que la inscribe en una teora general de los sistemas de signos. La hermenutica es una disciplina filosfica, que surge de la pregunta qu es comprender, qu es interpretar?, en relacin con la explicacin cientfica. La hermenutica invade la semitica, en la medida en que implica, como su segmento crtico, una reflexin sobre los supuestos que se consideran obvios en la metodologa de las ciencias humanas en general y en la semitica en particular. Hablo de segmento crtico. Por crtica entiendo, en sentido kantiano, una reflexin sobre las condiciones de posibilidad de la objetividad de un saber, por un lado, y, por otro, sobre los lmites de las pretensiones que tiene este saber de agotar su objeto. Al hablar de segmento crtico, sugiero que el propsito de la hermenutica va ms all de la simple crtica epistemolgica: tiene una ambicin veritativa que el ttulo de Gadamer Wahrheit undMethode Verdady mtodosubraya. En este punto, estoy aproximadamente en la lnea de Gadamer, aunque me interesa ms que a l el dilogo con las ciencias humanas, precisamente, y con las ciencias semiticas. Esta primera observacin marca la orientacin general de este trabajo, donde no se tratar, en modo alguno, de oponer un mtodo a otro, sino de intentar encuadrar la discusin metodolgica en un cuestionamiento ms amplio. Mi segunda observacin previa se refiere a este marco ms amplio. Y aqu quiero decir de inmediato que la hermenutica no es ya lo que era en tiempos de Schleiermacher y de Dilthey, los cuales partan de una oposicin no dialctica entre comprender y explicar, incluyendo en la comprensin la implicacin subjetiva del lector en el texto, mientras la explicacin obtena su objetividad de las ciencias de la naturaleza. Este debate ha terminado. En primer lugar, porque ha llevado a un doble callejn sin salida, debido a la eleccin de un mal modelo de comprensin, la comprensin ajena, consistente en una especie de comunin de un psiquismo con otro: el callejn sin salida consiste, en primer lugar, en que se identifica el sentido de un texto con la intencin de su autor, es decir, con un fenmeno psicolgico. Algunos 91

autores americanos han hablado al respecto de '.ntentional fallacf^, de sofisma intencional. El segundo callejn sin salida resulta de la pretensin de oponer entre s un mtodo comprensivo a un mtodo explicativo. Ahora bien, la comprensin no se reduce a un mtodo; slo una explicacin es un mtodo. Con Heidegger y Gadamer, se ha producido, pues, un corte decisivo en el movimiento hermenutico. Personalmente, me sito en esta hermenutica postheideggeriana, aunque esto no significa, por otra parte, jurar fidelidad a Heidegger. En qu consiste este corte en la historia de la hermenutica? Dicho corte resulta esencialmente de la crtica a la problemtica subjetividad-objetividad en la que se atasc la filosofa neokantiana, de la que, bien mirada, la filosofa de Husserl slo era una variante. Esta crtica a la relacin sujeto-objeto sigue estando presente en la hermenutica contempornea; implica que tomamos como referente de toda la discusin una ontologa del ser-enel-mundo, donde la comprensin aparece como una estructura de este ser-en-elmundo. A partir de aqu, el problema es comprender la insercin de la actividad lingstica en los modos de ser-en-el-mundo: en esto consiste el problema hermenutico. Vamos a ver cmo dicho problema invade -y dnde invade la metodologa y la ciencia semiticas; cmo nuestro ser-en-el-mundo, siempre previo, se transforma, transfigura y aumenta en virtud de los sistemas simblicos, los sistemas semiticos, que expresan la actividad lingstica. Desde una perspectiva hermenutica, todos los sistemas semiticos han de considerarse mediaciones en el corazn de una experiencia, en el sentido fierte y pleno de la palabra. Al poner as el acento en el papel de mediacin de los sistemas semiticos, la filosofa hermenutica postheideggeriana se bate en dos frentes. Por una parte, se opone a todas lasfilosofasde lo inmediato, de lo no-mediatizado, ya sea en la tradicin del cogito cartesiano o de la intuicin husserliana, con el objeto de afirmar el carcter originariamente lingstico de la experiencia humana y, en consecuencia, el hecho de que toda experiencia humana est mediatizada por signos. ste es el primer frente. Pero hay un segundo frente, que afecta ms directamente a la presente discusin: la hermenutica se opone a toda hipstasis de cualquier sistema de signos, que desembocara en la eliminacin de la incin del lenguaje, consistente en decir nuestro ser-en-el-mundo, en elaborarlo lingsticamente como un nuevo modo de ser-en-el-mundo. Esta doble implicacin polmica de la amplia definicin de hermenutica que propongo deja ya entrever que en su segmento crtico, en el sentido que dije antes, a saber, en su reflexin sobre los supuestos de las ciencias semiticas, lafilosofahermenutica puede verse obligada a decir s y no a esta ciencia. 5/a la semitica como mtodo y tcnica de anlisis que exige la abstraccin del texto, -y una abstraccin perfectamente fundada, como intentar mostrar-. No a la semitica cuando se convierte en la ideologa del texto en s. Por consiguiente: a la abstraccin del texto, no a la hipstasis del texto. Una vez hechas estas dos observaciones muy generales, busco una interseccin precisa que permita delimitar las razones de ese s y de ese no. La encuentro en el orden de los textos que os son ms familiares, y en los que la semitica ha obtenido resultados ms convincentes: los textos narrativos. Estos textos me interesan tambin personalmente, pues trabajo, en este momento, sobre la operatividad narrativa desde el punto de vista de la construccin de la temporalidad humana. Mi problema es comprender cmo el tiempo humano es hecho por los relatos histricos y 92

tambin por los relatos de ficcin, y, por consiguiente, cmo las dos clases de relato se entrecruzan para hacer el tiempo humano. Adems, he escogido como problema crtico el punto ms delicado, aquel en el que tanto la semitica como la hermenutica, me atrevera a decir, encuentran un obstculo. Este problema se ha designado fi-ecuentemente con el trmino mimesis. El trmino proviene de Aristteles. Declara, en la Potica, que el tipo narrativo que es para l el drama (la tragedia, la comedia y la epopeya) constituye una [iL[j,T|aLS" TfjsTTp^ecS", que se traduce normalmente por imitacin de la accin. Pero, hay que traducir mimesis por imitacin? Este es todo el problema. Precisamente, acaba de aparecer una traduccin de la Potica que han hecho alumnos de Todorov donde se traduce mimesis ^or representacin^ De esto se trata justamente. Esta traduccin tiene adems un precedente: Erich Auerbach subtitula su gran libro Mimesis La representacin de la realidad en la literatura occidental^. Quisiera, pues, centrarme en un problema tan cargado de paradojas y de aporas como es el problema de la representacin literaria de la realidad. Por qu paradoja? La paradoja est ya en Aristteles, pues la poiesis, es decir, la produccin, la fabricacin de la obra, es una mimesis de la accin. La mimesis no puede, pues, consistir en un calco, en una rplica, en una re-produccin. Slo imita en la medida en que es una produccin y, ms exactamente, la composicin de una trama. Aqu, contino traduciendo mythos por trama, mientras que los nuevos traductoresfi-anceseslo traducen por historia; pero la palabra historia es demasiado polismica. Adems, mantengo la palabra trama porque el propsito central de Aristteles es poner el acento en la labor compositiva, en la disposicin de los incidentes en una obra entera y completa que tiene un comienzo, un medio y un final. sta es, pues, la paradoja: poetizar es construir una trama, pero construirla de forma que represente el mundo humano de la accin. O recprocamente: poetizar es representar de manera creadora, original y nueva el campo de la accin humana, estructurndolo activamente mediante la invencin de una trama. La paradoja consiste en que la elaboracin de la trama es a la vez una poiesis y una mimesis. La composicin de una trama es, as, el ncleo de esta paradoja. Dicho de otro modo, la ficcin como elaboracin de la trama es la que realiza la mimesis de la accin. El problema, entonces, es comprender cmo lo representado de esa mimesis o lo intentado de ese discurso, por emplear una expresin de Emile Benveniste en uno de sus ms bellos textos sobre la instancia discursiva, es devuelto al universo. S, cmo es devuelto ai universo el discurso narrativo? ste es para m el problema de la representacin. sta es, pues, la paradoja. Tiene forma de apora, en la medida en que la realidad representada es, a la vez, reconocida y construida, descubierta e inventada. Nuestras ideas corrientes y, me atrevera a decir, nuestro positivismo no crtico, nos hacen creer fcilmente que la realidad es lo que se toca, esa cosa dura que est ya ah. Ahora

' Paul RicoEur se refiere a la traduccin llevada a cabo por Roselyne Dupont-Roc y Jean Lallot: La Potique, Pars, Seui!, 1980 (N. del T ) . ^ E. Auerbach, Mimesis: Dargestellte Wirklichkeit in der ahendldndischen Literatur, Berna, Francke, 1946; trad. (r.: Mimesis: la reprsentation de la ralit dans la ittratun ocdentale, Pars, Gallimard, 1968; trad. cast.: Mimesis: la representacin de la realidad en la literatura occidental Mxico, F.C.E., 1950 (N. del X).

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bien, la mimesis nos revela esa especie de evasiva en la que descubrir e inventar yz^ no se distinguen, en la que tenemos que vrnoslas con lo que llamara una referencia productora. Esto es lo que, a mi juicio, la ideologa del texto-en-s, lo que he llamado la hipstasis del texto por el texto, ignora, ratificando el concepto vulgar y positivista de realidad dada, marginando la actividad lingstica con respecto a ese dato, por as decirlo, extralingstico, o encerrando el mundo en el lenguaje. Denuncio el aire idealista de esta actitud, que elude enteramente la paradoja de un hacer potico que es, al mismo tiempo y de un plumazo, construccin de una trama y representacin de la realidad. Para orientarme en esta paradoja, propongo expresar el concepto de mimesis en tres momentos que llamar -.^mimesis I, mimesis II y i-mimesis III. Con ello, quiero decir que representar la accin -|iL|J.r)aiS' Tfjs" TTp^eus'- significa sucesivamente tres cosas. En primer lugar, es tener una comprensin previa del mundo de la accin; segundo, reestructurarlo simblicamente, semiticamente, y, por ltimo, volver a simbolizar ese mundo. La hermenutica de la representacin literaria de la realidad invade, entonces, la semitica en el estadio II. Su problema no consiste slo en encuadrar la mimesis II mediante la mimesis I y la mimesis III, sino en discernir ciertos aspectos de la mimesis II que ocupan una posicin intermedia -una posicin de mediacin- entre una comprensin previa y lo que cabra llamar una comprensin posterior del mundo a travs de los sistemas semiticos. La tarea de la hermenutica es reconstruir el conjunto de operaciones mediante las cuales la accin, primero comprendida previamente, sentido I, luego comprendida como texto, sentido II, y despus resimbolizada, sentido III, constituye un nico recorrido, que llamar arco hermenutico completo. Dir algunas cosas sobre cada uno de estos tres estadios. Qu entiendo por mimesis I? Sencillamente esto: que la obra literaria no nace slo de obras anteriores, sino que la suscita y acompaa una comprensin previa del mundo de la vida y de la accin que pide ser llevada al lenguaje precisamente a travs del rodeo de la ficcin. ste es el primer sentido en el que considero la expresin de Aristteles: la trama es una imitacin de la accin. Subrayo tres rasgos de esta comprensin previa. Primer rasgo: por nuestra familiaridad con la accin misma, tenemos una comprensin previa comn, entre el lector y el autor, de lo que significa el trmino accin: sabemos lo que qiere decir actuar. Y lo sabemos con un saber que est tambin estructurado previamente, que tiene una inteligibilidad propia; de ah que estemos capacitados para distinguir los rasgos de la accin respecto a lo que es un simple movimiento fsico o un comportamiento psicofisiolgico. Este primer rasgo ha sido estudiado directamente sobre todo por la filosofa analtica posrwittgensteiniana bajo el titulo de semntica de la accin. Yo mismo he trabajado en este campo, al mostrar lo que quieren decir palabras como proyecto, motivo, circunstancias, obstculo, ocasin, agente, interaccin, adversidad, ayuda, conflicto, cooperacin, mejora, deterioro, xito, fracaso, felicidad o desgracia; todos estos trminos, globalmente considerados, constituyen una red de significados. Hablar aqu de comprensin previa no es, en modo alguno, referirse a algo opaco. Al contrario, esta red est sumamente estructurada. Entre sus trminos se da una especie de intersignificado: si 94

hablis de motivo, entonces hablis de agente; si hablis de agente, entonces hablis de ocasin, de circunstancias, de ayuda, de obstculo, etc. Este primer rasgo es, a mi juicio, precisamente un supuesto de la semitica narrativa de Greimas cuando introduce las categoras del hacer. El enunciado narrativo simple, segn el cual alguien hace algo, se basa en esta comprensin previa. Esto es lo que permitir, como dir ms tarde, enriquecer el modelo inicial de la gramtica narrativa, que, sin aadir el concepto de accin, quedara reducido a un sistema de exigencias lgicas. Segundo rasgo de esta comprensin previa: si la accin humana puede contarse, narrarse y poetizarse es porque siempre se expresa mediante signos, smbolos, reglas y normas. Comparto este anlisis con etlogos como ClifFord Geertz en su The interpretation ofcultures'. Toda la sociologa cultural americana muestra que la observacin no est nunca enfrente de una praxis humana que no est ya dotada de significado, interpretada, cargada de signos. Peter Winch, en su The idea of a social scienc, expresa la misma idea al decir que la accin humana es una vrule-govemed hehaviour, una conducta regida por reglas. Una actividad potica puede incorporarse a este terreno prctico porque previamente ste ya est simbolizado. Por consiguiente, puede volverse a simbolizar tambin mediante lo que vamos a decir de inmediato. Por ejemplo, si asists a una ceremonia cuyo ritual os es totalmente extrao, cada gesto os resultar incomprensible: comprender el gesto de levantar la mano supone que comprendis todo el ritual en virtud del cual ese gesto equivale a una bendicin. En otro contexto, el mismo gesto significar una llamada, como llamar a un taxi, o la expresin de un voto, etc. El mismo gesto equivale a esto o a aquello en funcin del sistema simblico que lo encuadra. Por esta razn, las obras literarias pueden penetrar en nuestra vida, pues sta se halla estructurada simblicamente. Tercer rasgo de esta comprensin previa de la accin: tiene caracteres temporales propios. Desgraciadamente, no podr desarrollar este punto, en el que ahora trabajo. Digamos slo que ya ha empezado a distinguirse el tiempo humano del tiempo lineal, de la simple sucesin de ahoras, mediante estos caracteres temporales especficos. En este punto, debo mucho al anlisis de san Agustn llevado a cabo en el Libro XI de las Confesiones, concretamente, a su descripcin de la distentio animi, ese estiramiento interno del alma entre el pasado, el presente y el futuro. Esta descripcin se refiere directamente al orden de la accin, como muestran los ejemplos que da Agustn: cuando recito un poema, por ejemplo, anticipo el final del mismo; me parece que el futuro disminuye, mientras que el pasado, que va quedando en sombra tras de m, parece aumentar otro tanto. En este triple presente -presente del futuro, presente del pasado y presente del presente se opera esa travesa. Estos anlisis sumamente interesantes muestran claramente que el problema no se reduce en absoluto ste sera tal vez uno de nuestros puntos de divergencia- a oponer entre s el plano cronolgico del relato de superficie y el plano acrnico de los paradigmas de la gramtica profunda. La temporalidad humana escapa a esta alternativa en virtud de sus propias estructuras. Al respecto, los anlisis de Heidegger en la segunda parte de Sein undZeit, que no est traducida alfi-ancs,ofi'ecen recursos inagotables:' New York, Basic Books, 1973. Hay edicin castellana: Z j f^pwaan fa//r