Heráldica religiosa (111)

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Heráldica religiosa (111) O rz y. lba lo con le udo nA del siglo HI SlNna de la A It mayor rroco de la Ig del Monas terio de la 41 H\IV"""" La Historia de la Farmacia difícilmente se podría concebir y comprender si no se tienen en cuenta las boticas monacales y sus "monjes A través del empirismo, llegaron a conocer las propiedades terapéuticas de las plantas medicinales, que sembraban y cuidaban en el "huerto del boticario" de sus re spectivos cenobios y que, posteriormente, aplicaban en 105 tratamientos de las distintas enfermedades. A nte el y el que ha SUfridO . la boti- ca monashca espanola. queremos con nuestro art icu lo re cuperar. en parte, esta faceta de la Histo ria de la Fannaci, . laño 1041. el que fuera Prior de San Millán de la Cogolla en Su o. Fray Domingo, se posesiona como Abad del Mona terio de San Seba tián de Silo. , en el v alle burgalés de Tabladillo. En tre las mu y dive rsas ac- tividad que el santo de Silos trata de transmitir a los monje , benedictinos habia do_ muy queridas por él: el amor al canto litúrgico y la atención a lo s enfennos. Lo monasterios se convierten en verdaderos depo- sitario del saber con sus grandes bibliotecas y la ex- traordinaria labor con ervadora de los monj t: . que va a rcpre cntar a la civil i zac i ón cri tiana. La Hi. toria de la Farmaci a di fi ci mente e podría concebir y comprender 'i no se tienen en cuenta la boticas monacale y sus " monje boticarios". qu e a través del empiri mo llegaron a conocer la s propieda- des terapéutica de la s plantas medicin al . que cm- hraban y cuidaban en el "huerto del botica rio" de re spe ctivos cenobios. y qu aplicaban en lo s trata- mientos de las di tin ta enfemledade . La preparación práctica con tituía la base del sa- ber farmacéutico. con guida mediante un prolon- gado periodo dc aprendi zaje junto a un boticario e ta- hle cido. Po teriormente. obtenía el título que le ca- paci taba para ejen;er la profe ión previo examen ante Tribunal del Protomedi cato. Las boticas monacales fueron escuelas de botica- rios. incluso para aquellos que dc spué ejercían la profesión ci vilmente. Se ha pretendido. en primer lugar. reali za r el estudio e interpretación heráldica de lo bla son es moná tico de alguno cenobio españoles y. he- mos inve ligado i I botam n de rc!>pecti\ boti- -a lo po lan n u decorac ión. Y para ello e ex po- n n alguno cj emp l . El exte rm inio napoleónico de 180 con\'lnió en cadá\ re de pi edra a lo c' i 2.000 mon len os qu e cxl nan por toda la geogra fia e - ñola. Postel iomlente. la tin ci' l1 de la congrega- i on s y órdenes religi as en 1820 _ la su pre i' 11 de s órde nes moná O cas n 1 835 ,junto con la desamor- tizaci ón de u bi ne o, co ns iguieron la de aparició n.

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Heráldica religiosa (111)

Orz y. lba lo con l e udo

nA del siglo

XVlII.Museode~

Farm~1a

HISlNna de la F~utt.d de

F~WI (UCMI.

AIt mayor rroco de la Ig del

Monasterio de la

41 H\IV""""

La Historia de la Farmacia difícilmente se podría concebir y comprender si no se tienen

en cuenta las boticas monacales y sus "monjes boticarios~ A través del empirismo, llegaron a conocer las propiedades terapéuticas de las plantas medicinales, que

sembraban y cuidaban en el "huerto del boticario" de sus respectivos cenobios y que, posteriormente, aplicaban en 105 tratamientos de las distintas enfermedades.

Ante el il~n:io y el o~vido que ha SUfridO. la boti­ca monashca espanola. queremos con nuestro art iculo recuperar. en parte, esta faceta de la

Historia de la Fannaci, . l año 1041. el que fuera Prior de San Millán de la

Cogolla en Su o. Fray Domingo, se posesiona como Abad del Mona terio de San Seba tián de Silo. , en el valle burgalés de Tabladillo. Entre las muy diversas ac­tividad que el santo de Silos trata de transmitir a los monje, benedictinos habia do_ muy queridas por él: el amor al canto litúrgico y la atención a los enfennos.

Lo monasterios se convierten en verdaderos depo­sitario del saber con sus grandes bibliotecas y la ex­traordinaria labor con ervadora de los monjt: . que va a rcpre cntar a la civil ización cri tiana.

La Hi. toria de la Farmacia di fici mente e podría concebir y comprender 'i no se tienen en cuenta la boticas monacale y sus " monje boticarios". que a través del empiri mo llegaron a conocer las propieda­des terapéutica de las plantas medicinal . que cm­hraban y cuidaban en el "huerto del boticario" de ~us respectivos cenobios. y qu aplicaban en los trata­mientos de las di tinta enfemledade .

La preparación práctica con tituía la base del sa­ber farmacéutico. con guida mediante un prolon­gado periodo dc aprendizaje junto a un boticario e ta­hlecido. Po teriormente. obtenía el título que le ca­pacitaba para ejen;er la profe ión previo examen ante ~'I Tribunal del Protomedicato.

Las boticas monacales fueron escuelas de botica­rios. incluso para aquellos que dcspué ejercían la profesión civilmente.

Se ha pretendido. en primer lugar. realizar el estudio e interpretación heráldica de lo blasones moná tico de alguno cenobio españoles y. po~teriomlentc, he­mos inve ligado i I botam n de u~ rc!>pecti\ boti­-a lo po lan n u decoración. Y para ello e expo­n n alguno cjempl . El exterminio napoleónico de 180 con\'lnió en cadá\ re de piedra a lo c' i 2.000 mon len os que cxl ndían por toda la geografia e -

ñola. Postel iomlente. la tinci ' l1 de la congrega-ion s y órdenes religi as en 1820 _ la supre i ' 11 de s órdenes moná Ocas n 1 835,junto con la desamor­

tización de u bi ne o, consiguieron la de aparición.

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entre otras cosas, de sus boticas y botámenes. Hemos querido también exponer algunos botes de botica con el escudo del fundador o abad de alguno de estos ce­nobios e incluso el de unos hospitales, sevillano y compostelano, regentados por alguna orden religiosa.

Monasterio de Santa María la Real de Nájera Cuenta una leyenda medieval que encontrándose el rey García VI, hijo mayor de Sancho el Mayor de Navarra, cazando cierta mañana en las riberas del río Najerilla, su halcón desapareció misteriosamente per­siguiendo una perdiz en una de las cárcavas de aque­llas montañas rojizas. Siguiendo el rastro del enigmá­tico 'vuelo, lleno de augurios, el rey penetra en la cueva y se quedó totalmente sorprendido al observar a las dos aves posando juntas a los pies de una imagen de la Virgen. A su lado había una lamparilla encendida y un jarrón de tierra -terraza- lleno de azucenas.

Este mi lagro de la Virgen escondida y de la j arra re­llena de aquellas flores blancas dio origen al monaste­rio y a la importémtísima Orden de la Terraza, cuyo prestigio se ha mantenido vivo hasta nuestros días.

García VI, el12 de diciembre de 1052, firma el acta de fundación del Monasterio. El templo se construyó en tomo a la gruta en la que el rey encontró la talla ro­mánica de la Virgen.

El recuerdo de la jarra con azucenas -terraza-, con tres flores de lis, se halla representado por las distin­tas dependencias del Monasterio: en el coro alto, en el retablo de su altar mayor, en el Panteón de los Reyes, en el Claustro de los Caballeros, en los albarelos y or­zas de su barroca botica. Se trata del blasón del propio Monasterio.

JovellaDos, invitado por el Padre Abad del Monaste­rio, visitó la botica el18 de mayo de 1795, gracias a un oportuno chaparrón. Dice en su Diario: ':4.paseo; llue­ve: nos refugiamos en la Botica: buena, bella botería de loza y vidrio, .Y' al parecer buen surtido de drogas; dos jardincitos con algz..mas plantas e.-x;óticas y hierbas medicinaLes".

La "bella botería", que cita Jovella­nos, es una colección de piezas blancas con el escudo de la Abadía, el jarrón o terraza con azucenas que se cita en la leyenda de su fundación , acompañado de la corona real y tres flores de lis.

Jovellanos también dice que unos días antes de vi­sitar el Monasterio visitó la villa de Haro: "Anteayer fuimos a una a~farería; hay muchas en esta comarca. En Navarrete, en Fllenmayor y aquí se construyen tin.ajas, ollas,jarrosJ lebrillos, barreños y además piezas bastas con vidriado

verde o morado por dentro. La que vimos a~ver hacía piezas de vajilla con baHo blanco, pero bastísimo. Fui­mos con el Corregidor a la de un tal Agueda o Agreda, hombre que hizo varias pruebas para mE;jorar este ar­te y aun imitar la loza de Bristol. Mejor me parecieron unos botes de botica, de barro blanco con a.lgunQ pin­tu.ra azul y amarilla, todo bien cocido J' acabado 'l. Es­tas características acerca de la cerámica de este alfar de Haro nos induce a pensar que el botamen del Mo­nasterio tuvo su procedencia en Haro y en el alfar cita­do en úl timo lugar.

En la segunda época (1804- 1812) de la Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro de Madrid se destacó la gran labor de un modelador, Esteban Agreda, de Lo­groño. Creemos que se trata del mismo que cita Jove­llanos en su Diario.

Monasterio de Santo Domingo de Silos En este Monasterio, como en cualquiera de los gran­des cenobios benedictinos de la Edad Media, se ejer­ció la tradicional hospitalidad y práctica médico-sani­taria a los "hermanos enfermos, que había que atender como si del mis­mo Cristo se tratara", como reza en el Capítulo XXXVI de la Regla fun­dacional de San Benito de Nursia (480-547).

La explicación del escudo monástico es la siguiente: los atributos de la dignidad ecle­siástica: capelo, borlas y bá­culo, corresponden a la dig­nidad de abadía mitrada del monasterio; las dos flechas recuerdan el martirio de San Sebastián, santo al que se de­dica la Iglesia del cenobio; las tres coronas, simbolizan la tradi­ción que dice que unas niñas, al

fallecer Santo Domin­go de Silos, vieron que su alma subía al cielo con

tres coronas resplande­cientes que, según la

revelación, le fueron con-cedidas por la renuncia del

mundo, por haber restaurado la iglesia de Santa Maria de Cañas y por la restauración del monasterio de Silos; los grilletes simbolizan la dedica­ción del Santo a la redención y liberación de cautivos cristia-

nos.

Monasterio de San Benito el Real de Valladolid

Es el primer monasterio en impor­tancia de la Orden Benedictina espa-

Arriba: Botica del Monasterio de Santo Domingo de Silos; y oliZa con el escudo monástico. Cerámica talaverana del siglo XVIII. Izda.: Orza con el escudo dell Monasteri o de Sa n Benito el Real de Valladolid. Cerámica talaverana del siglo XVIII. (olección lizárraga1de Bilbao.

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Arriba izda.: Blasón del M onasterio de Sa n J u I iá n

de Samos. Arriba dcha.: Al ba relo ta lavera n o,

serie esponjada en azul con tonos amarillos (siglo

XVII). Museo de Avila. Abajo: Tonelete de

cerámica talaverana, serie heráldica, del siglo

XVIII con el escudo· del Monasterio de

Guadalupe. Museo de la Farmacia

Hispana. Facultad de Farmacia. U'CM.

ñola. A él estaban subordinados los monasterios de la Orden, que fonnaban la célebre Congregación de San Benito el Real de Valladolid. El rey Enrique Il, en 1388, decidió convertir su Alcázar Real de Valladolid en monasterio, estando dispuesto en 1390 para recibir a 18 religiosos benedictinos.

Heráldicamente, su blasón es un escudo ovalado partido. En el primer cuartel existe en campo de gu­les una torre donjuanada de oro aclarada en azur; en el segundo, en plata, un león rampante de gules con báculo abacial de oro en palo, sostenido por sus ex­tremidades delanteras. El escudo está cimado por una corona real y rodeado de unos lambrequines ba­rroquizantes. El castillo y el león representan a Casti­lla y León, respectivamente.

Monasterio de San Julián de Samos La historia de este cenobio se remonta al siglo VI. Este monasterio fue restaurado a media­dos del siglo VII por orden de Ermefredo)

obispo de Lugo. El monasterio y la villa de Sarnos se asien­

tan en un angosto; recoleto y tranquilo valle surcado por el río Sania, que riega sus verdes praderas, y están resguarda­dos al noroeste por los montes de San Mamed y de Manxar y del Carballal por el sudeste. No se conoce con certeza quién fue el fundador del monasterio, aunque al­gunos estudiosos c investigadores de sus orígenes creen que pudiese ser San Martín Dumiense; que fue quíen pri­

meramente propagó, por aquella época, la vida monacal en Galicia.

No podemos escribir del Monasterio de San Julián de Samos sin recordar al más cé-

lebre de sus hijos, el P. Maestro Benito Jeró­nimo de Feijoó, autor de las obras Teatro

Critico Universal y Cartas eruditas, que ha si-

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do inmortalizado en su claustro grande por una escultura realizada por Francisco Asorey.

El blasón de este monaste­rio está formado por un es­cudo acorazonado y cuar­telado en cmz. En el primer cuartel se representa una cruz paté truncada con una concha de peregrino en ca­da uno de sus cuatro ángu­los, que aluden a la buena acogida que se les hace a los peregrinos del Camino de Santiago que se acercan al monasterio . Esta cruz nos recuerda la que mandó realizar el abad Brandila en el siglo XI. En el segundo cuartel hay dos brazos, uno con una espada y el otro con una palma, respectiva­mente, que simbolizan los atributos de los mártires pa­tronos de la abadía, San Julián y Santa Basilisa. El tercer cuartel nos presenta un pórtico con un pajarillo y, según nos relata la leyenda de San Virila, una maña­na un monje quedó extasiado escuchando el trinar de un pájaro mientras meditaba en la eternidad. El cuarto cuartel presenta dos árboles, uno de ellos un ciprés, que simboliza el monumento más antiguo del monas­terio, la capilla mozárabe del Salvador o del Ciprés, de finales del siglo IX o principios del X. El blasón lleva

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por tenantes dos abades sosteniendo cada uno con una mano el escudo y con la otra sus respectivos báculos abaciales; a sus pies están colocadas sus correspon­dientes mitras.

A lo largo del monasterio encontramos blasones, que poseyendo las mismas figuras, las cargan de dis­tinta manera. Lo hemos observado en la fachada del cenobio acompañado por los escudos de la España Imperial y de la orden Benedictina reformada de Cas­tilla, todos ellos tallados en piedra; tallado en madera y policromado en el altar mayor o en la fachada barro­ca izquierda del órgano del coro; en la decoración del botamen de su botica en color azul cobalto, etc.

En la botica monástica existió un botamen con unos albarelos y pildoreros de cerámica talaverana, fecha­dos a finales del siglo XVII o principios del XVIII, decorados con el blasón del cenobio, rodeado por unos lambrequines barroquizantes y timbrado con los atributos de la dignidad abacial mitrada.

Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe El Museo de la Farmacia Hispana de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid posee unos albarelos que corresponden a la botica de este Monasterio.

Uno de ellos posee su blasón, que lo podemos des­cribir: "Escudo partido con un jarrón de flores en el primer cuartel y un león rampante, emblema de la or­denjerónima, en el segundo; ambos en color azul. En ocasiones, suele estar rodeado por unos lambrequi­nes, en azul, y cimado con un capelo del que penden, por ambos lados, dos cordones con tres filas de bor­las: 1, 2 Y 3; todo el conjunto del mismo color". Aco­lada al escudo, en palo, hay una cruz patriarcal. Deba­jo del escudo hay un espacio para colocar en una etiqueta el nombre de su contenido. El fondo es de co­lor blanco lechoso resquebrajado. Nosotros represen­tarnos un tipo de albarclo con forma de tonelillo deco­rado con el escudo del Monasterio en color azul cobalto y perteneciente a la serie heráldica de Talave­ra-Puente, datado a finales del siglo XVII o plincipios delXVHt

Monasterio de San Lorenzo de El Escorial Fue fundado por Felipe n en recuerdo de la Batalla de San Quintín, ganada por las almas españolas el día de San Lorenzo.

Los botes de su botica están decorados, por un lado, con un escudo, rodeado de capelo y borlas abaciales, en cuyo centro se encuentra un león rampante, emble­ma de la orden de los JerÓnimos. Por otro, se encuen­tra otro escudo con corona real y en el centro una pa­rrilla, que representa el martirio de San Lorenzo. En ocasiones, el escudo es partido portando a la diestra el león rampante y a la siniestra la parrilla. Algunos al­bareJos y orzas talaveranos de la seríe de Bos Floris, imitan en su decoración los trabajos de hierros fla-

meneos o ferronerías, y fueron encar­gados por el Rey Felipe II para la bo­tica del monasterio.

Monasterio de Santa María de Las Cuevas: La Cartuja de Sevilla Este monasterio sevillano fue funda­do por Gonzalo de Mena, arzobispo de Sevilla, a comienzos del siglo XV

El arzobispo observó cómo las cos­tumbres y corrupción de algunos de los conventos sevillanos de la época daban lugar a un relajamiento de sus morado­res. Con el fin de restablecer la disciplina creyó conveniente instalar en la ciudad una orden austera y penitente que sirvie­ra de ejemplo a las demás que se encon­traban baj o su jurisdicción. Esta orden religiosa fue establecida en Sevilla en el año 1400 y estuvo constiruida por cuatro monjes y un lego, pro­cedentes de la Cartuja del Paular, a los que se les en­tregó la antigua ermita de Santa María de las Cuevas, situada en la margen derecha del río Guadalquivir. Es­te es el embrión del monasterio sevillano que en su construcción sufrió numerosos contratiempos y vici­situdes, entre ellos la muerte de su primer protector Gonzalo de Mena en el año 1401.

Aunque no hemos encontrado ningún dato fehacien­te que se refiera a la existencia de botica y "huerto del boticario" para la siembra de plantas medicinales, pensamos que de acuerdo con la Regla de San Benito al menos la primera debió existir en este monasterio sevillano.

Hemos encontrado una orza fabricada en un alfar trianero con el escudo del arzobispo Gonzalo de Me­na. Se trata de una pieza de carácter funcional realiza­da en pasta más grosera que la empleada en las vaji­llas de mesa, que fue modelada en el torno o por el procedimiento de rollo de barro urdido y pa­leteado. La impermeabilízación se ha realizado de diversas formas. El bla­són que la decora corresponde a un arzobispo primado y el escudo oval con fondo azul está cargado por 5 es~ trellas de 8 puntas en plata, dispues­tas en aspa, y rodeado de lambre­quines barroquizantes.

Monasterio de Santes de Creus de Aiguarama Esta abadía fue fundada en 1153. El año 1185 fue elegido su primer abacL llamado Hugo. Su nombre procede de una leyen­da según la cual los pastores solían bajar en invierno su ganado desde las altas montañas al llano, abundan­te en fuentes, y a las proximidades del

Arriba: Escudos del Monasterio de Santes Creus -Primitivo y Renacimiento-, junto a una orza de cerám ka cata la na del sig lo XVI, en azu I y rojo dorado, con el escudo del abad del Monasterio de Santes Creus, Jaume Va lis. Museode Cerámica de Barcelona. Abajo: Jarra sevillana del Hospital Real de Santiago de Compostela, siglo XVIII. Museo Municipal de Santiago.

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Albarelo del Hospital de las

Cinco llagas de Sevilla. Cerámica

trianera de los siglos XVII-XVIII.

Museo de la Farmacia Hispana de I'a Facultad de Farmacia, UCM.

mar, donde el clima era más benigno.

Los numerosos rebaños dejaban sobre la tierra gran cantidad de materia orgá­nica, como consecuencias de sus defecaciones y de los cadáveres de los ani­males muertos que allí fue­ron enterrados; al putrifi­carse, desprendían ciertos gases inflamables y fosfo­rescentes que, durante la noche, las sencillas gentes los tomaban por extrañas luces que surgían del suelo como sí fueran estrellas

subterráneas. Los pastores admirados y creyendo que se trataba de un milagro, fueron colocando una pequeña cruz de madera encima del lugar donde se había produci­do el fenómeno y, al cabo de un cierto tiempo, todo el campo estaba lleno de cruces -santes creus-, yellugarre­cibió el nombre de "campo o lugar de Santes Creus".

Este fenómeno tiene una explicación química. El fosfu­ro cálcico, que forma parte de la composición de los or­ganismos animales, al reaccionar con el agua origina fos­famina, gas incoloro y de olor desagradable que, como consecuencia de una posterior hidratación, produce fos­forescencia . Esta reacción es la base de los llamados '.fuegosfatuos ". La primitiva armería del monasterio consistía en un es­

cudo cargado con sietes cruces, que se corresponden con las que según la leyenda aparecieron en el lugar de la fun­dación. Posteriormente, aparece un nuevo escudo que se define heráldicamente: "de plata, a la cruz de sable con brazos iguales ". Finalmente y en el Renacimiento, apare­ce otro que lo definiremos: . 'de plata, a la cruz patriarcal de sable n. Ocasionalmente, se suelen representar en el es­cudo las barras de Cataluña.

El rey Jaime n de Aragón instituyó en este monaste­rio cisterciense la Orden de Santa María de Montesa y San Jorge de Alfama aprobada en 1317 por el Papa Juan XXJ1.

Finalmente y para concluir este artículo, vamos a expo­ner unos botes que pertenecieron al Hospital Real de Santiago de Compostela y al de las Cinco Llagas de Se­villa. En el primer caso se trata de una j arra sevillana, de­corada con un escudo con la cruz potenzada en negro so­bre fondo blanco, rodeada de lambrequines y timbrada con corona real, del siglo XVIllI; y el segundo es un alba­relo de cerámica sevillana manufacturado a torno, de los siglos XVII-XVIII, decorado con un escudo oval en azul cobalto, rodeado de una doble corona de hojas y cargado con cinco llagas rojas. _

DLJosé de Vic.ente González, Académico C.o de las RR. AA •

.dI! Farmacia y Ciencias Veterinarias.

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