Heritage (1998) - Etnometodologia

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ETNOMETODOLOGIA John C. Heritage multiples objeciones, muchas de las cuales eran totalmente incom- patibles entre sf, y esto tuvo como resultado un perfodo en el que las discusiones de la nueva perspectiva producian mucho ruido y pocas nueces. Diversos factores contribuyeron a producir este resultado. Los escritos de Garfinkel son sumamente densos y, en ocasiones, opacos y crfpticos. Aunque subyacen a ellos marcadas continuidades teori- cas, estas no se articulan sistematicamente en funcion de los puntos de referencia de la sociologia clasica. Ha tenido lugar una conside- rable confusion y mala comprension tanto entre los partidarios como entre los detractores de la empresa. Ademas, los Studies in Ethno- metodology aparecieron durante una epoca de caoticos trastornos en las ciencias sociales, en las que el paradigma funcionalista-estructural parsoniano anteriormente dominante habia pasado a la historia de la sociologia. Como los complejos escritos de Garfinkel se hicieron del dominio publico en aquella epoca de cambio teorico rapido y con- fuso, su fecunda actividad teorica y sus extraordinarias investigacio- nes empiricas fueron, con frecuencia, mal expuestas y trivializadas 4. La desgraciada consecuencia fue que la etnometodologia llego a ser interpretada como «un metodo sin sustancia» (Coser: 1975) 0, aun peor, como vehiculo para la negacion de la propia organizacion so- cial, un'l especie de sociologia del «todo vale», El resultado inevita- ble fue que las investigaciones de Garfinkel, cuyo impulso inicial derivaba de una critica al corpus parsoniano emprendida mucho tiem- po antes de que las tornas se volvieran en contra del funcionalismo estructural, se perdieron en la confusion de argumentos y contra- argumentos. Por tanto, no es exti'aiio que Garfinkel, que desdeiio intervenir en la polemica, declarara tempranamente que cl mismo termino «etnometodologia» se habia convertido en una consigna con vida propia (Garfinkel: 1974, p. 18). Con la primera edicion en 1967 de los Studies in Ethnometodo log? (1984) de Har~ld. G.arfinkel, se presento al dominio publico u~ en ,o.que nu~vo y. dls~lntlvo de ~nalisis sociologico. La nueva ers- pectlva gano partJdanos con rapldez y estimulo' una I' d Pb' ,. d ,. Inea e tra aJo empmco ca a vez mas dlferenciada e influyente Sin b P esar de '. '. . em argo a . d que s~ rec~noclO lnmedlatamente la importancia de los ~s- c:~tos . ~ GarfInkel , la etnometodologia no encontro una ace ta- dlO~ facd 0 caren~e de reservas en la comunidad sociologica P~de , eClrse que a.las Ideas de Gar~inkel, como Ie ocurriera a D~rkheim bItes, q~e a e~, se Jes ha rendldo «el tributo de Ja critica implaca- e". as pnmeras respuestas a la etnometodologia Ie formulaban 4 Los escritos de Anthony Giddens (Giddens 1976; 1979; 1984) han sido una excepci6n constante al tono general mente negativo de la recepci6n de la etnometo- dologia. Un ensayo de Attewell (1972), aparentemente autorizado pero sumamente confundente, dio expresi6n concreta a una mala interpretaci6n de la etnometodologia muy extendida (vid. Peyrot: 1982; Zimmerman: 1976, para una clara discusi6n critic a de esta Fuente). En el ensayo de Attewell estaban presentes muchos de los malcnten- didos que mas tarde reaparecieron, entre otros, en los artlculos de Coser (1975), Mayrl (1973), McSweeney (1973), Mennell (1976) y Phillips (1978). Hacia el final de 10s atlos setenta el clima de incomprension se habia hecho tan denso que interven- ciones tan elaboradas como la de O'Keefe (1979) no consiguieron despejar el am- biente. Entre los esfuerzos de clarificacion utiles llevados a cabo por practicantes de la etnometodologia cabe citar los de Coulter (1971; 1973; 1974), Maynard y Wilson (1980), Peyrot (1982), Wieder (1977), Wilson y Zimmerman (1979) y Zimmerman (1976; 1978). Entre los estudios secundarios monograficos sobre la etnometodologia se cuentan los de Benson y Hughes (1983), Handel (1982), Heritage (1984a), Leiter (1980), Mehan y Wood (1975) y Sharrock y Anderson (1986). I ', qUIsicd'ra agradecerlc a Tom Wilson sus valiosos comentarios sobre un versi6n pre ~mlllar e este ensayo. . j ,d~. La ;mportanci~ de Studies In Etlmomethodology fue claramente reconocida al (e lCWarsel1e una res.lena en tres partes en la Amerzcan Soclologlcal Review (vid Swan- son; a ace y Co cman: 1968), ' < . La frase es de Steven Lukes (Lukes' 1973 2) E d punto Jlega el paraleIismo con la obra de Durkhe;r!' Ig~al '~u~olf:~~i~l~teiahd~t:k~~~ I~lanbl' se 1 an atnbUldo con .llltcnclon critica casi todas las ideologias p~liticas ima- gllla es a a etnometodologla; se ha aftrmado tam bien que ex resaba una in vaneda.d de punt<;>sde vista conceptuales (a menudo diametralm~nte 0 uestos mensa dcfendla concepclOnes tan absurdas como la de I diP . .), y que D kh" a «mente e grupo» que se achaeo a ur eun a eomlcnzos dc siglo (efr. Lukes: 1973, pp. 2-3, 497 ss.):

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ETNOMETODOLOGIAJohn C. Heritage

multiples objeciones, muchas de las cuales eran totalmente incom-patibles entre sf, y esto tuvo como resultado un perfodo en el quelas discusiones de la nueva perspectiva producian mucho ruido ypocas nueces.

Diversos factores contribuyeron a producir este resultado. Losescritos de Garfinkel son sumamente densos y, en ocasiones, opacosy crfpticos. Aunque subyacen a ellos marcadas continuidades teori-cas, estas no se articulan sistematicamente en funcion de los puntosde referencia de la sociologia clasica. Ha tenido lugar una conside-rable confusion y mala comprension tanto entre los partidarios comoentre los detractores de la empresa. Ademas, los Studies in Ethno-metodology aparecieron durante una epoca de caoticos trastornos enlas ciencias sociales, en las que el paradigma funcionalista-estructuralparsoniano anteriormente dominante habia pasado a la historia de lasociologia. Como los complejos escritos de Garfinkel se hicieron deldominio publico en aquella epoca de cambio teorico rapido y con-fuso, su fecunda actividad teorica y sus extraordinarias investigacio-nes empiricas fueron, con frecuencia, mal expuestas y trivializadas 4.

La desgraciada consecuencia fue que la etnometodologia llego a serinterpretada como «un metodo sin sustancia» (Coser: 1975) 0, aunpeor, como vehiculo para la negacion de la propia organizacion so-cial, un'l especie de sociologia del «todo vale», El resultado inevita-ble fue que las investigaciones de Garfinkel, cuyo impulso inicialderivaba de una critica al corpus parsoniano emprendida mucho tiem-po antes de que las tornas se volvieran en contra del funcionalismoestructural, se perdieron en la confusion de argumentos y contra-argumentos. Por tanto, no es exti'aiio que Garfinkel, que desdeiiointervenir en la polemica, declarara tempranamente que cl mismotermino «etnometodologia» se habia convertido en una consigna convida propia (Garfinkel: 1974, p. 18).

Con la primera edicion en 1967 de los Studies in Ethnometodolog? (1984) de Har~ld. G.arfinkel, se presento al dominio publico u~en ,o.que nu~vo y. dls~lntlvo de ~nalisis sociologico. La nueva ers-pectlva gano partJdanos con rapldez y estimulo' una I' d Pb', . d ,. Inea e tra aJoempmco ca a vez mas dlferenciada e influyente Sin bPesar de '. '. . em argo a

. d que s~ rec~noclO lnmedlatamente la importancia de los ~s-c:~tos . ~ GarfInkel , la etnometodologia no encontro una ace ta-dlO~ facd 0 caren~e de reservas en la comunidad sociologica P~de, eClrse que a.las Ideas de Gar~inkel, como Ie ocurriera a D~rkheimbItes, q~e a e~, se Jes ha rendldo «el tributo de Ja critica implaca-

e". as pnmeras respuestas a la etnometodologia Ie formulaban4 Los escritos de Anthony Giddens (Giddens 1976; 1979; 1984) han sido una

excepci6n constante al tono general mente negativo de la recepci6n de la etnometo-dologia. Un ensayo de Attewell (1972), aparentemente autorizado pero sumamenteconfundente, dio expresi6n concreta a una mala interpretaci6n de la etnometodologiamuy extendida (vid. Peyrot: 1982; Zimmerman: 1976, para una clara discusi6n critic ade esta Fuente). En el ensayo de Attewell estaban presentes muchos de los malcnten-didos que mas tarde reaparecieron, entre otros, en los artlculos de Coser (1975),Mayrl (1973), McSweeney (1973), Mennell (1976) y Phillips (1978). Hacia el final de10s atlos setenta el clima de incomprension se habia hecho tan denso que interven-ciones tan elaboradas como la de O'Keefe (1979) no consiguieron despejar el am-biente. Entre los esfuerzos de clarificacion utiles llevados a cabo por practicantes dela etnometodologia cabe citar los de Coulter (1971; 1973; 1974), Maynard y Wilson(1980), Peyrot (1982), Wieder (1977), Wilson y Zimmerman (1979) y Zimmerman(1976; 1978). Entre los estudios secundarios monograficos sobre la etnometodologiase cuentan los de Benson y Hughes (1983), Handel (1982), Heritage (1984a), Leiter(1980), Mehan y Wood (1975) y Sharrock y Anderson (1986).

I', qUIsicd'ra agradecerlc a Tom Wilson sus valiosos comentarios sobre un versi6npre ~mlllar e este en sayo. .j ,d~. La ;mportanci~ de Studies In Etlmomethodology fue claramente reconocida al(e lCWarsel1euna res.lena en tres partes en la Amerzcan Soclologlcal Review (vid Swan-son; a ace y Co cman: 1968), ' <

. La frase es de Steven Lukes (Lukes' 1973 2) E dpunto Jlega el paraleIismo con la obra de Durkhe;r!' Ig~al '~u~olf:~~i~l~teiahd~t:k~~~I~lanbl' se 1an atnbUldo con .llltcnclon critica casi todas las ideologias p~liticas ima-gllla es a a etnometodologla; se ha aftrmado tam bien que ex resaba una invaneda.d de punt<;>sde vista conceptuales (a menudo diametralm~nte 0 uestos mensadcfendla concepclOnes tan absurdas como la de I diP . .), y queD kh" a «mente e grupo» que se achaeoa ur eun a eomlcnzos dc siglo (efr. Lukes: 1973, pp. 2-3, 497 ss.):

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Los esfuerzos teoricos que Garfinkel realizo a 10 largo de todas~ vida se ce~1traban ~n una serie de problemas conceptuales queSlempre han sldo cuestlones centrales de la sociologfa. Estas cuestio-nes -la teoria de la accion social, la naturaleza de la intersubjetivi-da~ y la constitucio.n social .del conocimiento- son complejas yestan estrechamente mterrelacIOnadas. Debido a que la formulacionconceptual de dichas cuestiones tiene amplias derivaciones teoricasy metodologicas en la conceptualizacion de la organizacion social,representaron un centro de actividad innovadora dentro de esta dis-ciplina. Garfinkel abordo este dominio a traves de una serie de te-naces investigaciones sobre las propiedades elementales del razona-miento practico y de las acciones practicas. En el curso de estosestudios trato de desligar la teorfa de Ia accion de su tradicionalpreocup.acion por los problemas motivacionales, y de recentrada enel e.studIO de los modos en que, conscientemente 0 no S, los acto ressOClales.utilizan. sus cono.cimientos para reconocer, producir y re-produClr las accIOnes sOClales y las estructuras sociales. Esta insis-~enci~ en el conoci.miento de los actores, sin embargo, reaviva elmteres por descubnr las formas en que los actores sociales analizans~s circunstancias y pueden compartir una comprension intersubje-tlva de ellas. En este punto las investigaciones de Garfinkel se cen-traron en el inevitable caracter contextual del entendimiento ordina-rio, 10 que tuvo como consecuencia que se apreciaran las formasextraordinariamente complejas y detalladas en que el contexto de Ioshechos provee de recursos para la interpretacion de estos.

EI. nuevo enfoque requeria la plena integracion de los analisis dela aCClon y del ~on<;>cimiento. Esta integracion se logro sustituyendoel enfoq~e motlvacIOnal del analisis de la accion social por un cnfo-que metodtco fprocedurc:l] de este tema, y se resume programatica-mente en una de las tesls fundamentales de Garfinkel: <<Iasactivida-d.es P~)f medio de las. ~uales los ?1!embros pr<:ducen y manejan lassItuaClOnes de Ias actlvldades cotldlanas orgamzadas son identicas aIos metod os que ~tilizan para haccr "explicables" [account-able] esosc<;>ntexto~»(Garfmkel: 1984a, p. 1). Con este punto de partida sehlZ? P?sl~le una f<;>rmanueva. de abordar la praxis y los procesosde mstltucIOn~s sOClales especifICas, y se abri() la posibilidad de adop-tar nuevas actltudes trentc a los procesos de comunicacion lingu!s-

.' I~xisten, por suruesto, muchos niveles de «conciencia» en relacion con Ia orga-nIzaClOn de la vIda COtltl!.ln,l. Ademas, un actor puede estar conscientemente orien-tado respecto a un fenomeno sin ser capaz de formular el objeto de orientacionverbalmente. Garfin~el emplea Ia eXl.'resi6n «ver all'.0 sin reparar en elJo» [seen butunrlOtlCed] para retenrse a la onentaCH)n sel'.un aspectos de la orl'.anizaci()n social quese produce Sill que se repare conscientemente en ella.

tica. Y en un sentido aun mas amplio, se hizo posible alcanzar unanueva forma de en tender y tratar la adscripcion de los sujetos alasrealidades socialmente explicables en las que estan inmersos, as! comosu aprehension de esas realidades. . . . . .

Los temas mencionados han constltUldo parte esenCIal del trabaJoBevada a cabo por Garfinkel y sus colaboradores. Los resultad.os deeste trabajo constituyen la mas profunda y pro~ocad~ra ,r~onenta-cion de estos aspectos fundamentales de la teona s~c.IOloglca, reo-rientacion que, ademas, ha ton:ad? cuerpo en un ,solIdo p~ogramade investigacion empirica. La fl?alIdad d~ este capltul~ es sltuar lasinvestigaciones teoncas de Garfmk~1 .medlante. refe~enClas ~l con.tex-to de la teoria social en el que se ongmaron, dlscutlr en que sentldossu pensamiento ha llevado a u~a r~~oncep~ualizacion de la naturalezade la accion social. y la orgamzacIOn SOCIal,y presentar algunos delos principales tipos de investigacion empirica a que han dado lugarsus iniciativas.

Re-pensar la teoria de la acci6n

Entre 1946 y 1952 Garfinkel se formo como soci,ologo b.ajo ladirecci6n de Talcott Parsons. En 1946 Parsons habla asumldo ladireccion del Departamento de R~la~iones Socia~es d~,la Un.ivers!dadde Harvard recientementc constItUldo, y su dlreccIOn estlmulo unesfuerzo co~certado por prosegu~r el de~ar.ro~lo de la teor.ia soc~olo-gica sistematica. Se trataba de umr las dISclp}lI;taSde la l?slcolog~a: lasociologia y la antropologia dentro de un umco paradlgma teoncointegrador que habia sido esbozado en The Structure. ~fSoezal ActLOn(Parsons: 1937) como «teoda voluntansta de la a~Clon». Los resul-tados de este esfuerzo habrian de ser sumamente mfluyentes. A pe-sar de algunas cdticas aisla.das ~l edificio ~eorico parsoniano, estevino a dominar la teoda socIOloglca anglosaJona a 10 largo de las dosdecadas posteriores a la Segunda Guerra M~ndial. En esta tens~ at-mosfera teorica Garfinkel desarrollo una crftICa del nuevo paradlgmateorico en el mismo mom en to en que este surgia del departamentode Harvard. La cdtica afectaba a los supuestos mas profundos delcorpus parsoniano y ha tardado casi t~einta. anos en emerger cn lasdiscusiones contemporaneas de ~a teona SOCl~l. ,

La teoria de la accion parsomana que Garfmkel encontro ~ura?,tesus anos en Harvard era esencialmente una teoria de la motlvaClOnde la accion, y estaba dominada por dos intereses fundan;tentales. Laprimera es que la vida humana no ha de e~tenderse ~lmplementecomo unamera adaptacion pasiva alas preslOnes ambler:tales. Porel contrario, una de las caracteristicas centrales de la socledad y la

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historia humanas es que hombres y mujeres corrientes emprendencostosos esfuerzos para realizar fines -a menudo fines no materia-les- arrostrando obstaculos poderosos. Este primer interes -Ia «me-tafisica voluntarista» de Parsons (Proctor: 1978; Scott: 1963)- en-fatiza la direccion subjetiva del esfuerzo por alcanzar fines valoradosnormativamente. El segundo interes de Parsons derivaba de la fa-mosa discusion hobbesiana del caos en el «estado de naturaleza». Deacuerdo con Parsons, este «problema del orden,} hobbesiano consis-tfa en la cuestion de como es posible reconciliar entre si los esfuerzosactivos de los acto res sociales de modo que las relaciones socialesno se vean dominadas por el ejercicio de la fuerza y el fraude (Par-sons: 1937, p. 92). Desde un pun to de vista teorico, por tanto, lacucstion motivacional que domina la teoria parsoniana de la acciones como dar cuenta de los acto res sociales que persiguen activamenteuna serie de fines al tiempo que se establece un mecanismo que eviteel problema del orden planteado por Hobbes. Como es bien sabido,la solucion de Parsons, aunque se expresara como resultado de laceleb~e «conv~rgencia» entre l~)s teoricos sociales europeos, en 10esenCial se denvaba de Durkhelm. Parsons formulo la propuesta deque los valores morales que se interiorizan durante el curso de lasocializacion pueden ejercer una poderosa influencia tanto en losf~nes de la accion .como en los medios con que dichos fines se per-slguen. En la medIda en que estos valores se institucionalicen dentrode una sociedad -en ultimo termino, en forma de un sistema centralde val~re.s- se producir.a la cohesion social como participacion enlos obJetlvos y expectatlvas comunes que, por tanto, constituiranpautas de actividad coordinada 6.

Estas propuestas se estructuraron en posteriores publicacionesdel departamento de Harvard 1) en la division analitica tripartita del~ organizacion social en sistemas culturales, sociales y de persona-hd.ad, q.ue ~ho~a n?s resulta tan famili~r~ 2) en la concepcion de laseXIgenclas mstltuclOnales de roles defmldos en funcion de «varia-bles- pautas)}; 3) en la idea de la interiorizacion de los valores comolas .«disposiciones de necesidad» motivadoras del sistema de perso-nalIdad; y 4) en la famosa discusion de la «doble contingencia» dela interaccion social con sus «procesos vinculantes dobles)} 7.

Aunque los criticos hayan manifestado de formas divers as queParsons tendia a sobrevalorar el grado en que el consenso normatlvoes una caracteristica empirica de las sociedades (Dahrendor~: 1958;Gouldner: 1970), que la integracion social no debe confundl~se co!1la integracion en el sistema (Lockwood: 1?64). y que debena :~r~-buirse un mayor peso a otros facto res motivaclOnales en, el. anahslsde la accion social (Wrong: 1961), es sorprendente que practl~amen-te no se haya criticado el enfasis ba~i,cosde .la teoria parsomana enlos aspectos motivacionales de ~a a~clon . Sm embargo, Parsons ~ainsistido en los problemas motlvaClonales hasta el ~u~to de exclUirvirtualmente cualquier preocupacion por el entendlmlento en fun-cion del cual los actores sociales coordinan sus acciones, y que lesguia en el transcurso de estas. En este, punto. d:c~sivo Pars0!1s noconsiguio costruir una teoria de la accwn; se Im:llto a constru.lr ~nateoria de las disposiciones a actuar. La compren?lon del c~noClmlen-to mediante el que los acto res controlan sus C1rcunstanClas es fun-damental para cualquier analisis genuino. de la acci?n social 9. Paralograr esto, es necesario resp<;m?er cuestlones relatl.vas. a la natura-leza y propiedades del C??OClmlento qu~ ~a de atnb~lrse a los ac-tores sociales, a como utlhzan ese conOClmlento y a como debe tra-tarse analiticamente dentro de la teoria de la accion. Y fue en estascUG.stiones cruciales en las que Garfinkel se apart6 fundamentalmen-te del pun to de vista parsoniano durante los primeros allos de lapostguerra. . . . .

En los escritos de Parsons no sude atnbUirse mucha ImportanCiaal problema del conocimiento de ~os acto~es sociales; sin embarg~,esta cuesti6n ejerce una profunda mfluenCia subyacente en su teonaa traves de su discusi6n de la racionalidad 10. Para Parsons, Ia racio-nalidad del actor se determina evaluando en que medida sus accionesse basan en la aplicaci6n de un conocimiento basico. compatible conel conocimiento cientifico (Parsons: 1937, p. 58). SI se da tal com-patibilidad, la acci6n se juzgara. «in.t:ins~can:~nte raci~nah> y, vuestoque es consistente con la exphcaClon clentlflca de dIcha aCClon, es

temas SOLlJk,. l'uede decirse que el teorema dinamico fundamental dc la soc.iolo~iaes que la estabilidad de cualquicr sistema, excepto el. proceso de InteracLion masevanescente, depende en alguna melhda de tal IntegraClon» (Parsons: 195L p. 42) ..

x Esto se dcbia en parte a que la teoria integraba algunas dc las cornentes masimportantes dc las tcndencias de la tcoria sociol6gica y psicol6~ica que fueron pre-dominantes hasta muy avanzado el periodo de postgucrra. En declO, Parsons hrwnotar muchas veces en ddensa de sus afirmacioncs la convergencla de Durkhcllll yFreud en el fenomeno de fa interiorizaci6n.

9 Recientemente, tam bien Giddens ha dcfendido con energia csta posicion (vid.p. ej., Giddens: 1979, pp. 253-4). .

10 Cfr. Garfinkel (1952, pp. 91 Y ss.; 1984h) y Hcntage (1984a, pp. 22-33) parauna discusi6n de este problema.

h Como Parsons y Shils observaron en 1951, «Ia propia institucionalizaci6n deheconsiderarse el mecanismo integrador fundamental de los sistemas sociales. Un siste-ma de interacci6n social puede estabilizarse gracias a la interiorizaci6n de modeloscomunes de orientaci6n valorativa» (Parsons y Shils: 1951, p. 150).

7 Parsons resume asi su propuesta global: «Ia integraci6n de un con junto de pau-tas valorativas comunes con la estructura interiorizada de disposiciones de necesidadde las personalidades constitutivas es el fenomeno central de la dinamica de los sis-

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preciso considerar cientificamente adecuada la explicaci6n de la ac-ci6n por parte del actor.

Sin embargo, en la mayoria de los casos las explicaciones quedan los acto res de sus acciones no coincidiran con las del cientifico.En estos casos, propone Parsons, debe rechazarse la explicaci6n delos actores. Cuando esto ocurra se formulara una explicaci6n cien-tifica de las acciones de los acto res en funci6n del papel motivadorde las norm as y valores interiorizados. Se crea asi una escisi6n ra-dical entre las acciones racionales, con sus razones autosuficientes,y acciones no racionales, en las que se prescinde del razonamientode los actores en favor de explicaciones normativo-causales de suconducta. Esta escisi6n se agrava con la idea, tantas veces manifes-tad a por Parsons (por ejemplo, Parsons: 1937, pp. 403-5; 1951, p.37), de que si los valores morales han de prevenir eficazmente elcaos hobbesiano, los miembros de un orden social no podran teneruna orientaci6n instrumental can respecto a los elementos normati-vas que han interiorizado. Pues tal orientaci6n daria origen a uncalculo maquiavelico que, en caso de generalizarse, socavaria la cons-tituci6n moral de la sociedad y haria depender el orden social deinestables coaliciones de intereses. EI efecto acumulativo de todosestos aspectos de la teoria parsoniana fue marginar el problema delconocimiento de los acto res sociales, y que los actores se trataron,en expresi6n memorable de Garfinkel, como «idiotas que juzgan»(Garfinkel: 1984, p. 68) cuya comprensi6n y razonamiento en situa-ciones de acci6n concretas son irrelevantes para el enfoque analiticode la acci6n social I I .

Al desarrollar una alternativa al analisis parsoniano de la acci6n

social Garfinkel utiliz6 extensamente la obra de Alfred Schutz, quienen uda larga serie de escritos te6ricos .ha?ia defendido de forma.inapelable la necesidad de trat~r el conoCl.mlento del acto~ e~ I~ t~o-ria de la acci6n. Desde sus pnmeros escntos, Schutz habla mSlsudoen que el mundo s~)Cial se int~rpreta ~n funci6n .de categorias yconstrucciones proplas del sentldo comun cuyo ongen es, en granparte, social. Estas construcci,?nes ~on los recu.r,sos con que I?s ac-tores sociales interpretan sus sltuaclOnes de ~cClon, captan la~ I~ten-ciones y motivaciones de l?s demas, adqUIeren un entendlmlentointersubjetivo, actuan coordmadamente y, en ~eneral, se ~ueven enel universo social. Es evidente que su conteOido y propledades re-quieren una investigaci6n sistematica tant.o en el nivel te6rico comoen el nivel empirico. En efecto, Schutz aflrmaba que n~) pued~ pres-cindirse del contenido y propiedades de estas construcCI.ones Sl~ per-der el fundamento basico de la teoria social: su referenCIa al UOlversosocial de la vida y experiencias cotid,ianas, q~e constit~ye la garantiaultima de que «el mundo de la reahdad SOCIalno sera reemplaz.adopar un inexistente mundo de ficci6n creado par el observador Clen-tifico» (Schutz: 1964a, p. 8). . .

Schutz habfa expuesto en el plano te?r.l~o algur:as lmportar:tcspropiedades del conocimiento y la cogOl~lOn P:OPIOS de} .senndocomlin. En primer lugar, el mundo de la Vida condlana. esta Impreg-nado de 10 que Schutz denomina la «ep'och~ de .Ia actltud natur~!»(Schutz: 1962c, p. 229). En la vida ordmana eXIste ~na suspensLOnde La duda: no se pone en cuesti6n que las cosas qUIza no ,se~n 10que parecen a que Ia experiencia pa~a?a. tal vez no sea .una gUIa flablepara el presente. La objetividad y tlplcldad de los obJetos y sucesosordinarios se dan por supuestos. En segundo ~ugar, Schutz proponeque los objetos de acuerdo C(:)Olos que se .0ne!1ta el ~ctor se con~-tituyen activamente en la cornente de expenen~la medlar:te una ser~ede operaciones subjetivas. En est~ contexto ~len~, una Import~nClasingular la idea de que la co,:strucCl6r: (0 constltUclO':) de los obJetosnaturales y sociales necesanam~nte tl.ene C).~ea~:uah~arse de formacontinua mediante una «sfntesIS de IdentIflCaclOn» mcesantementerenovada. Los objetos se estabilizan como o.bjetos «identicos ~ simismos» de esta manera, a pesar de los camblOs en ~as perspectivasfisicas desde las que se obs~rvan y, ~n el caso d~ obJe~os aOimados,a pesar de sus formas camblantes y dlversas maOifestaclOnes conduc-tuales.

En tercer lugar, Schutz sostenia que todos los obj~t?s .del mundosocial estan constituidos dentro de un marco de «famlhandad y pre-conocimiento» (Schutz: 1962a, p. 7) proporci,?nado por un «reper-torio de conocimientos disponibles» cuyo ongen es fundamental-mente social. En cuarto lugar, este repertorio de construcciones so-

II La eritiea de Garfinkel (1952) al paradigma parsoniano se origino en la teoriadel conoeimiento en que se basaba. Parsons, sostenia Garfinkel, fundamentaba suanilisis en un paradigma epistemol6gieo neokantiano (<<realismo analitieo» - Par-sons: 1937, pp. 730 Y 5s.) basado en el supuesto de que el eonOClmlento exaeto delmundo externo se !ogra aplieando los canones logico-empirieos de la investigacioncientifiea a trave5 de un proeeso de aproximaeion sueesiva. Esta teoria implIea que laaeei6n social exitosa esti basada en un eonoeimiento exaeto, y por tanto obliga a susdefensores a exptiear la persisteneia del eonoeimiento inadeeuado y de la aeei6n noraeional en un mundo social en eI que, ex hypotheSI, los aetores obtendrian un mayorexito si adoptaran un pun to de vista eientifieo. La teoria voluntarista, como se sabe,satisfaee este requisito explicando causalmente las aeeiones «no l.leionales",lIlter aha,en funcion de disposieiones normativas. De esta eoneeprualizaci6n neokantiana delconoeimiento se derivaron dos conseeuencias. En primer lugar, la raeionalidad cien-tifiea se trata como el parimetro fundamental de acuerdo con el que han de evaluarseel conocimicnto y los juicios de los actores y, en segundo lugar, las propledadesintrinseeas de 105 juicios «no racionales» de los aetores pueden ignorarse en favor de105 intentos de dar explieaeiones causales de par que se llevan a cabo de formapersistente tales aeeiones «no raeionales» a pesar de sus defieiencias.

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ciales se mantiene de forma tipificada (1962a, p. 7). El conocimientotipificado segun el cuallos acto res analizan el mundo social es apro-ximado y revisable, pero dentro de la actitud de la vida cotidiana enla que las construcciones sirven como recursos pragmaticos para laorganizacion de la accion, toda duda de tipo general respecto a suvalidez y utilidad queda suspendida. Finalmente, Schutz propusoque el entendimiento intersubjetivo entre los acto res se alcanza me-diante un proceso activo en el que 10s participantes asumen «la tesisgeneral de reciprocidad de perspectivas» (1962a, pp. 11-13), es decir:a pesar de las diferentes perspectivas, biografias y motivaciones alasque se debe que los actores no pose an identicas experiencias delmundo, tienen sin embargo que tratar sus experiencias como «iden-ticas a todos los efectos practicos».

A su explicacion de las propiedades del conocimiento de sentidocomun Schutz aiiadio el importante corolario de que este tipo deconocimiento esta organizado como un mosaico de retazos suma-mente desiguales en el que las experiencias «claras y distintas seentremezclan con vagas conjeturas; suposiciones y prejuicios se en-treveran con evidencias bien probadas; motivos, medios y fines, asfcomo causas y efectos, se engarzan sin una clara comprensi6n de susconexiones reales», y afirmo que <<DO tenemos ninguna garantfa dela fiabilidad de todos esos supuestos que nos gobiernan» (Schutz:1964b, pp. 72-3). Las caracterfsticas del conocimiento cientffico ydel conocimiento de sentido comun son dificilmente com parables,sostiene Schutz, y las acciones idealmente racionales no han de bus-carse en el mundo del sentido com un, en el cual «las acciones son,en el mejor de los casos, parcialmente racionales, y esa racionalidadtiene grados diversos» (1962a, p. 3).

Desarrollando explfcitamente este analisis, Garfinkel mantuvo quesi las acciones sociales ordinarias tuvieran como premisa los rasgoscaracterfsticos de la racionalidad cientffica, el resultado no serfa unaactividad exitosa, sino la inactividad, la desorganizacion y la anomia(Garfinkel: 1952; 1984, pp. 270-1). Por consiguiente, una orienta-cion cientfficamente adecuada con relacion a los sucesos del mundosocial esta lejos de constituir una estrategia ideal para tratar el cursode los acontecimientos ordinarios. Por tanto, es algo totalmente gra-tuito imponer el conocimiento cientffico como estandar con el queevaluar los juicios de los actores, 10 que, como subrayo Garfinkel,es tan innecesario como obstaculizador para el analisis de las pro-piedades de la accion practica (Garfinkel: 1984, pp. 280-1). Ademas,si se dejan a un lado las concepciones ideales de la acci6n racional,queda abierto el camino para iniciar investigaciones basadas en laspropiedades del conocimiento que el actor aplica realmente al efec-tuar elecciones razonables entre alternativas de accion, es decir: «Ias

operaciones de juzgar, elegir, valorar resultados, etc., que emplea dehecho» (Garfinkel: 1952, p. 117).

Con esta ultima propuesta Garfinkel abrio un nuevo terreno alanalisis sociologico: el estudio de las propiedades del razonamientopractico propio del sentido comun en las situaciones de accion or-dinarias. Ademas, la propuesta conllevaba un rechazo al uso de laracionali?ad cientf!ica. como punto de referencia para el analisis delrazonamlento ordmano. Pero no era en modo alguno evidente queprog:~ma. de estudio ten.fa que originarse de esta propuesta. Desdeel utilitansmo, los antenores modelos de accion social habfan em-plead? ru/t~nariamente las propiedades del conocimiento y la activi-dad Clentlflcos ~omo b.as.edesde la cual se estableefa en que medidase apartaba la vld.a cotldlana de esa~ p.ropiedades. <. Como se podfananal~zar las propledades del conoclmlento y la accion propias delsenti do ~omun si se careefa de tal criterio comparativo?

Garfmkel abordo el problema con una variante del procedimien-to de «suspension» fenomenologica (cfr. Psathas: 1980; Schutz:1?62?). En lugar de tomar como punto de partida una version pri-vdeglada d~ la estructura social que supuestamente sirve de puntode referenCla de a~u.erdo con el cual se C?ri7ntan (con diversos gradosde error) los partIClpantes, este procedlmlento exige que el analistasu~p.en~a enteramente cualquier clase de compromiso con versionesprlVllegladas de la estructura social (incluidas tanto las versiones delanalis~a como las de los participantes), y que estudie como crean,orgamzan, producen y reproducen las estructuras sociales de acuer-do con las cuales se orientan los participantes. Esta es la celebrepolftica de «indiferencia etnometodologica» (Garfinkel y Sacks:1970), que ta~tos malentendidos y disputas ha originado. En el fon-do, se trata slmplemente de estudiar las propiedades sistematicas dela razon y la accion practicas evitando emitir juicios que las sancio-n~n 0 reprueben. Las actividades practicas y sus propiedades, estu-dladas desde esta «suspension», se examinan con el menor numerode presu'posici.one~ y de la forma mas desapasionada po sible 12.

Las mveStigaclOnes concretas expuestas en Studies of Ethno-methodology (1984), que aplican esta suspension, muestran dos vfasprincipales de acceso al estudio del razonamiento y la accion prac-

12 Si bien esta estrategia eonstituye la clara exposiei6n de un buen proeedimientoeientifieo, quiza no sea tan faeil llevada a efeeto. Puede ser difieil eonservar la inde-pendenela frente alas ereenCias y presupOSlelOnes de senudo eomun que los analistaseomp~rten neeesariamente eon otros integrantes de la sociedad, asi como evitar juzgarla raelOnahdad de 10s otras aetores sociales. Ademas, las eiencias soeiales estan llenasde sistemas te6rieos euyos terminos incorporan intrinseeamente tales creeneias v jui-eios, y es en este ultimo contexto en eI que se manifiesta eI radiealismo del m~todode Garfinkel.

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ticos. En primer lugar, con los «experimentos de ruptura» [brea-ching experiments] Garfinkel desarrollo la propuesta de Schutz se-gun la cual los acto res sociales han de asumir la «tesis general de lareciprocidad de perspectivas» en una serie de investigaciones sobrecomo se logra y mantiene la inteligibilidad mutua de la actividadordinaria. En segundo lugar, ideo una serie de demostraciones delpapel que desempena el conocimiento de sentido comun en la com-prension ~rd!naria de acciones, sucesos y artefactos. Se mostro queeste conoctmtento era sumamente complejo, que utiliza recursos con-textu~les que mantienen relaciones muy variadas can las importantescuestlOnes que eselarecen, que es un recurso can el que inevitable-mente se cuenta y en el que, como tal, se «conHa» en alto grado.

Por consiguiente, 10 que Garfinkel cuestiona empiricamente es elhecho de que los acto res saben de algun modo que es 10 que hacen,y comparten ese conocimiento. Las investigaciones de Garfinkel so-bre las propiedades de las acciones cotidianas y la comprension or-dinaria partieron por tanto del mismo nueleo de la accion. Si se dapor supuesta la existencia de un orden de sucesos, se trata de saber«como los hombres, aislados pero al mismo tiempo en una extranacomunion, acometen la cmpresa de construir, probar, mantener, al-terar, legitimar, cuestionar, definir un orden juntos» (Garfinkel: 1952,p. 114). Este nuevo «problema cognitivo del orden», interpretadocomo rasgo constitutivo del analisis de la accion social, inicio lainvcstigacion de Garfinkel, y es fundamental para el origen de laetnometodologia.

su forma de abordar el estudio de este ultimo fenomeno no partede un intento de caracterizar los puntos de vista subjctivos de losacto res sociales t4. Por el contrario, Garfinkel empezo suponiendoque la «normalidad percibida» de los acontecimientos sociales puedeinvestigarse desde el «exterior» manipulando experimentalmente se-cuencias de acciones. Es posible utilizar estas manipulaciones paradeterminar las condiciones en que puede considerarse que los acon-tecimientos se perciben como normales, y para encontrar procedi-mientos que les permiten a los acto res sociales intentar <<oormalizar»las discrepancias entre los acontecimientos esperados y los que sedan de hecho. En la practica, esto significaba comenzar con un con-texto de interaccion establecido y observar que puede hacerse paradisrrumpirlo. Mas tarde afirmaria Garfinkel, resumiendo la 16gica deeste procedimiento:

las operaciones que habrian de llevarse a cabo para multiplicar los rasgosabsurdos del entorno percibido, para producir y mantener extraneza, cons-ternacion y confusion, para producir los sentimientos socialmente estructu-rados de ansiedad, vergiienza, culpa e indignacion tendrian que mostrarnosalgo acerca de como se producen y mantienen ordinaria y rutinariamentelas estructuras de las actividades cotidianas. (Garfinkel: 1984b, pp. 37-8)

Investigaciones sobre las propiedades de las acciones practicas:los experimentos de ruptura.

Este enfoque tuvo como resultado una larga serie de ingeniososy variados experimentos de ruptura (Garfinkel: 1952; 1963; 1984b).

En los estudios publicados, Garfinkel comenzo considerando elcaso de los juegos. Los juegos, observo, tienen un conjunto de reglasbasicas que definen la serie de lances legalmente posibles. Un con-junto de reglas es constitutivo del juego en la medida en que lasmodificaciones de ese conjunto modifican la identidad del juego quese esta desarrollando. El conocimiento de las reglas y la presuncionde su caracter reciprocamente vinculante permiten que cada jugadoruse las reglas «como un esquema para reconocer e interpretar lasmanifestaciones conductuales de los otros jugadores y las suyas pro-pias como sucesos propios de la conducta del juego» (Garfinkel:1963, p. 190). Por consiguiente, en un contexto de «confianza», enel que los jugadores dan por supuesto que las reglas basicas del juegoconstituyen una definicion de la situacion y de su relacion con losotros jugadores (1963, pp. 193-4),

. ~l comenzar s~s investigaciones sobre las propiedades del cono-ctmtento .y la accton de sentido com un, Garfinkel so stenia que elactor SOCIalresponde <<00solo a la conducta, sentimientos, motivosy relaciones percibidos y a otros elementos socialmente organizadosde la vida en to:n? a el», sino .tambien a la <<oormalidad percibidade estos acontectmtentos» (GarfInkel: 1963, p. 188) 13. Sin embargo,

U Garfinkel definia la «normalidad percibida» de 10s acontecimientos por refe-renCla a ios slgUlentes. elementos: los elementos formales percibidos que los aconteci-Imentos del entorno tIenen para quien ios percibe como casos de una c1ase de acon-tecimientos, es decir, tipicalidad; sus «posibilidades» de ocurrrencia, es decir, proba-bzlldad; su comparabzlldad con aconteClmlentos pasados 0 futuros; las condicionesde s~s ocurrencias, es decir, textura cau5IlI; su Jugar en un conjunto de relaciones demedlos a fmes, esto es, su eficacia instrumental; su necesidad de acuerdo con un ordennatural 0 moral, es decir, su requeribzlidad moral» (Garfinkel: 1963, p. 188).

14 Como observa Garfinkel, «Siglliendo una preferencia tearica, afirmarc que 10sacontecimientos significativos son entera y exclusivamente 10s acontecimientos delentorno conductual de ia persona ... Por tanto no hay razan alguna para mirar debajodel craneo, pues nada de intercs se encontrara alii, a excepcian del cerebro. Se dejaraintacta la 'piel' de la persona. Las preguntas se limitaran alas operaciones que puedenefectuarse en acontecimientos pertenecientes al entorno de la persona» (Garfinkel:1963, p. 190).

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las r~gla~ basicas proporcionan un sentido de la conducta como accion. Sonlos termmos e~ los que u? j~~ador decide si ha identificado correctamenteo no «I? ocurndo». I;:I «signIfIcado subjetivo» se «vincula» a una conductaen funclOn de estas reglas (Garfinkel: 1963, p. 195)

. Dadas esta.s caracterl~ticas, es. rel~t.ivamente facil disrumpir unJuego, y Garfmke1 d.escnbe .un eJerclclO en e1 que el juego de las«tre.s en ray~» era dlsr~~mpldo por los experimentadores, quienesp:dlan al sUJeto .que hlc.lera el primer movim!ento y colocaban laflc~a en otra casilla, reahzando entonces su pnmer movimiento sinmdlcar en mo.do alguno que se habia hecho algo desacostumbrado.Efect~adas m.~s de 2~0 pruebas, el 95 por ciento de los sujetos deexpenment~clOn mamfestaron algun tipo de reaccion frente a estecomporta~lento, y mas .de un 75 por ciento 10 objeto 0 exigio quese les exphc~ra. El expenm~nto m?stro de forma terminante que lascon.duet~s dlscrepantes motlvaban mtentos inmediatos de normalizarla sltuaclOn. Y 10 mas it.TIportan~ees que tambien mostraba que quie-nes trataban de normahzar la dlscrepancia modificando el paradigmacon arreglo al c~al se entendian los sucesos (por ejemplo, suponien-~io que e1 expenmento era una broma 0 que daba comienzo a unJ~ego nuevo) er~n los que se mostraban menos alterados. A diferen-Cia de estos: 9Ulenes tr~taban de normalizar el suceso manteniendolas retlas ongmales del Juego como orden constitutivo de los sucesos~ran os q.ue parecian mas alterados. Por 10 tanto, los paradigmasmt~rpretatl:os que .se usaban para determinar «que habia ocurrido»teman ~n~ mfluenCia espectacular en las acciones y sentimientos delos partlclpantes.

Sin embargo, si b!t;n es rel~tiv~mente facil describir y romper lasformas de c~mp.r~nslOn constltutlvas de los juegos, no es tan facilt~asl.adar el eJerClc.lO.a la esfera de la accion social ordinaria 15. Per-slgUlendo este-.obJetlvo,. G~rfinkel utilizo extensamente los analisisde las exp:ctatlvas con~tltutlvas de la vida cotidiana que Schutz llevoa cabo (vld. e~ espeClal.Garfinkel: 1963, pp. 209-17; 1984b, pp.5?-65). En partl~u.1~r, trato de mostrar que las acciones que disrrum-plan la pres~poslclon ~undamental de la reciprocidad de perspectivasdesembocanan en el tlP~ de ~?rpresa, irritacion y esfuerzos energi-cos p.or restablece.r la sltuaclOn que se habian encontrado en loseXfcenment?s con Juegos. El'pr?c~dimiento que adopto fue pedirlesa os expenmen~adores que mSlstleran en que sus co-interactuantesaclararan el sentldo de sus observaciones triviales sin indicar de nin-guna manera que ocurrfa algo inusual. Los resultados de este pro-

cedimiento fueron espectaculares, y ahora se conocen tan amplia-mente que un unico protocolo servira para ilustrar el tipo de resul-tados que arrojo:

EI sujeto Ie estaba con tan do al experimentador, quien habitualmente viajabacan ella al trabajo, que el dia anterior habia tenido un pinchazo camino deltrabajo.S: «Se me pincho una rueda.»E: ,«Que quiere decir que se te pincho una rueda?»Durante un momento quedo atonita. Al cabo contesto, irritada: «<Que eseso de "que quiere decir"? Una rueda pinchada es una rued a pinchada. Esoes 10 que quiero decir. Nada en especial. !Que pregunta mas tonta!» (Gar-finkel: 1984b, p. 42)

En muchos otros casos los sujetos respondfan a los. actas deruptura con este tipo de irritacion, 0, alternativamente, pidiendoleal experimentador que explicara su conducta, con intentos de inter-prctar los actos de ruptura como bromas y, en uno de los protocol osreproducidos, con pasividad.

Tanto en los experimentos con juegos como los llevados a caboen situaciones reales, la «normalidad percibida» de 105 acontecimien-tos se hacia seriamente problematica y, en ambos casos, esto sc con-segufa socavando «un conjunto de presuposiciones 'mas fundamen-tales' en funcion de las cuales los acto res tratan los casos de conductacomo ejemplos de acciones intencionales que un miembro del grupoasume como 'evidentes'» (Garfinkel: 1963, p. 198). Por tanto, lasobservaciones sobre los juegos pueden generalizarse en un gradoconsiderable:

Cuando comenzamos a trabajar con los juegos, dimos par supuesto que Iaomnirre1evancia de la regulacion normativa era un rasgo peculiar de losjuegos ... Sin embargo, cuando aplicamos los procedimientos de induccionde incongruencia alas situaciones de la 'vida real', fue desalentador descu-brir la variedad de acontecimientos, aparentemente infinita, que se prestana producir sorpresas en verdad desagradables. Estos acontecimientos vandes de aquellos que, de acuerdo con el senti do comun sociologico, serian«criticos», como estar muy cerca de una persona cuando se mantiene unaconversacion anodina por 10 demas, hasta los que de acuerdo con el sentidocomun sociologico serian «triviales», como decir «hola» al final de una con-versacion ... Conjeturamos por consiguiente que todas las acciones en tantoque sucesos percibidos pueden poseer una estructura constitutiva, y quequiza la variable decisiva para causar la indignacion es la amenaza al ordennormativo de los acontecimientos en cuanto tal. (Garfinkel: 1963, p. 198)

I I,dGa\rfinkcdldesc1ribe.varias diferencias importantes entre las situaciones del ,'uegoy as e a «VI a rea" (Garflllkel: 1963, pp. 206-9).

Las implicaciones de estas observaciones son enormes. Si todaslas acciones pueden analizarse en funcion de sus estructuras consti-tutivas y estas ultimas son visibles -incluso aunque «sean vistas sin

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Etnometodologia

tos situandolos en el contexto normal de mutu~, inteligencia (Gar-finkel: 1984b, pp. 44-9). En este cas~, la supreslOn de un conJuntode supuestos contextuales aitero radlcalmente la forma en que sepercibian y describian 10s sucesos. . . .

En otras situaciones, la importancla del «conOClmlento de fondo»era igual de decisiva al interpretar 1.anaturalez~ ~e 10s suc.esos y lasacciones. En un estudio basado en mformes clmlcos .espeClales ldea-dos con el fin de desarrollar un modelo de p~ocedl.ml~~t<? para eltratamiento de los pacientes externos de una cltmca pSlqUla~nca, Gar-finkel descubrio que los codificadores de los datos as~mlan un c<?-nocimiento contextual de los procedimientos de la clfmca co.n ~l fmde facilitar el proceso de codificacion; en este caso, el «conoclmlent~)contextual» al que se recurrfa incluia supuestos sobre, los proc~dl-mientos de la clinica: el mismo fenomeno que pretendla determmarel estudio. Como subraya Garfinkel, no se :ecurrfa a estos supuestospara resolver ambiguedades de los datos, smo que

este conocimiento presupuesto parecia nece~ario, ~ se recurria. a delcon lama or deliberacion siempre que, par cual9Uler rawn, los codlftca ~res .~e-cesharan convencerse de que habian codlftca.do <<10 que de verdad ocurno».£5tO 5ucedia a5i con independenCla de 51 habtan encontrado 0 no datos «am-bigu05». (Garfinkel: 1984a, p. 20)

En estas y en otras investigaciones que. describe Garfinkella :on-textualidad de las acciones y sucesos es Slempre una contextualtdadimputada, y esta imputacion es, a suovez, un elemento clave para,lacomprension de las acciones, es deClr, un elemento clave de. su .ex-plicabilidad. Pero si el recurso a ele.mentos. ~ontextuales es, lr:e~lta-blemente, parte fundamental de la mtelecclon de los aconteClmlen-tos, (como se aplican esoS elementos contextuales? .

En su ensayo «Commonsense Knou:ledge of Sonal Structures»(Garfinkel: 1984c) Garfinkel expuso un Importa~te proces<? ,que, se-un afirma, determina muchos aspectos de l~ l,nterpretaClOn de la

~ccion. Siguiendo a Mannheim ~~952), denoml~o este proceso «me-todo de documental interpretaclOn», y observo que

que se repare en ellas»- en la organizaclOn de la propia accion,entonces queda abierto el camino al analisis estructural detallado deesa organizacion. Y este analisis no se centrara en las motivacionesde las acciones sociales sino en 10s principios metodicos [proceduranmediante 10s que esas acciones se producen y se entienden: 10s mo-dos en los que las mismas acciones revelan su propia analizabilidad.Y, en tal contexto, las motivaciones y otros factores «subjetivos» quegeneralmente se consideran subyacentes alas acciones pueden enten-derse, si se analizan desde una perspectiva sociologica, como acce-sibles a los actores en virtud de una combinacion del conocimientocontextual y su aprehension tacita de la estructura metodica de suspropias actividades 16.

A pesar de la serie de discusiones del «contexto» que ocupan laspaginas de Studies in Ethnomethodology, sigue siendo facil perderde vista hasta que punto la contextualidad de las acciones ordinariasha demostrado ser un recurso fundamental para su comprension.Par ejemplo, indicando como un matrimonio dio senti do a una con-versacion, Garfinkel seiialaba que cada uno interpretaba las palabrasdel otro por referencia a su lugar en un orden serial y basandose enunos antecedentes cuyo conocimiento se suponia compartido (Gar-finkel: 1984b, pp. 38-42). En un experimento en que se pedia a losestudiantes que observaran los sucesos que se desarrollaban en sucasa desde la perspectiva de un huesped, Garfinkel relataba que,siguiendo sus instrucciones, los estudiantes suprimfan los supuestosfamiliares y biograficos de acuerdo con los que suele describirse alos miembros de la familia y sus actividades. En coosecuencia, casitodos los estudiantes «conductualizaron» sus descripciones de lassituaciones familiares 17. Practicando esta nueva forma de observa-cion se hicieron incomodamente conscientes de 10s detalles precisosde comportamiento y tambien de los «altercados, disputas y moti-vaciones hostiles» que, como solian afirmar, no representaban unaimagen «autentica» de su familia. Muchos de los estudiantes mani-festaron que sintieron alivio al volver a interpretar los acontecimien-

el metodo consiste en tratar un fenomeno real como «documento de», como. t a como si «estuviera en lugar de» un modelo subyacenteSl «apun ara ", . . d b

~resupuesto. Dicho modelo subyacente no solo se denva e sus p~ue asdocumentales individuales, sino que estas, a su vez., se mterpretan segun <<IIque se sabe» del modelo subyacente. Cada uno es usado para elaborar eotro. (Garfinkel: 1984c, p. 78)

Este proceso, cuyo ~odo de fu~cionamie~t~ se evide?,cia, porejemplo, en la interpretacion de las ftguras gestaltlcas, tamblen se da,

\'> Desde este punto de vista la ><intuici6n» del actor puede considerarse la capa-cidad de realizar inferencias coordinadas basadas en una aprehensi6n del detalle (on-ductual y el trasfondo contextual.

\7 Es decir, que los estudiantes tendian a excederse en su tarea eliminando aspec-tos de su conocimiento de senti do comun relativo alas estructuras sociales, y no sololos detalles biograficos familiares.

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observa Garfinkel, en «el reconocimiento de acontecimientos y ob-jetos tan comunes como carteros, gestos amables y promesas» (1984c,p. 78).

Garfinkel desarrollo su discusion del metodo documental en elcontexto de un estudio que habia si<tloideado para exagerar sus ca-racteristicas. Se invito a los estudiantes a que participaran en unanueva forma de tutoria, en la que el estudiante y su tutor quedabanseparados en habitaciones adyacentes conectadas por un sistema deintercomunicacion. Se Ie pedia al estudiante que expresara a grandesrasgos los antecedentes del problema para el que buscaba consejo, yque planteara a continuacion una serie de de preguntas que pudieranresponderse con «~Si"~ 0 «no». En el intervalo entre preguntas se Iepedia al estudiante que desconectara el sistema de intercomunicaciony que grabara en un magnetOfono sus reflexiones sobre la respuestaque se Ie habia dado. Al final de la sesion se solicitaba de los estu-diantes que refirieran sus impresiones sobre ella, y posteriormenteeran entrevistados. Los sujetos no sabian que las respuestas de los«tutores» se determinaban por una tabla de numeros elegidos al azar,y que el experimento habla sido pensado para observar como habianentendido respuestas que, como es obvio, eran puramente aleato-rias 18.

En su discusion de los resultados del estudio, Garfinkel subrayael grado hasta el cual los estudiantes eran capaces de completar elintercambio y resumir y evaluar el «consejo que se les habia dado»(Garfinkel: 1984c, pp. 89-94). A pesar del caracter casual de las res-puestas de los consejeros, los estudiantes no las trataban como alea-torias. En lugar de ello, consideraron que las respuestas estaban mo-tivadas por las cuestiones, y pensaron que podlan entender «que era10 que querla decir el consejero». Los sujetos situaron el contenidodel «consejo» que recibian examinando aspectos concretos de suspropias preguntas, y elaborando estos aspectos a 10 largo de unaserie de intercambios, como si quisieran asegurar y man tener, en lamedida de 10 posible, un modelo consistente de «consejo». Interpre-taron el sentido del «consejo» por referencia a su propio conoci-miento de sentido comun de divers os aspectos normativamente va-lorados de la pertenencia a la colectividad, conocimiento que, segun

• presuponlan, compartian con el consejero. Ademas, juzgaban el con-sejo «razonable» 0 «irrazonable» siguiendo el procedimiento de asig-nar «valores que se perciblan como normales» (vid. nota 13) alaspropuestas de los consejeros.

Sobre todo, los sujetos dedicaron considerables esfuerzos a man-

tener un tipo de interaccion basada en un modelo de «tutorla». Coneste fin, acomodaban repetidamente a cada respuesta dada cl «mo-delo de consejo» y el «problema subyacente al que se dirig,a eseconsejo» como «para mantener el curso del consejo, para elaborar10 que realmente se habia aconsejado previamente, y para motivarlas nuevas posibilidades como elementos emergentes del problema»(1984c, pp. 89-94). Al enfrentarse con respuestas incompletas, ina-propiadas 0 contradictorias, los sujetos frecuentemente decidian es-perar para ver si posteriores respuestas clarificaban la situacion, 0 si«encontraban una razon» que «diera sentido» a la respuesta, 0 con-duian que el consejero habia «cambiado de opinion» 0 «aprendidoalgo nuevo» entre respuesta y respuesta, 0 que no estaba suficiente-mente familiarizado con los detalles del problema, 0 que la preguntaestaba mal planteada, ete. En resumen, los sujetos empleaban ad hoctodos los medios a su disposicion de manera que pudieran mantenersu compromiso con la interaccion en tanto que proceso de tutoriaen el que toman parte consejeros dignos de confianza y debidamentemotivados.

De este estudio pueden sacarse con facilidad varias condusiones.La primera es simplemente el reconocim.ie~to de .1a_enon~e varied adde presuposiciones, elementos del conOClmlento, lOferenclas y rasgoscontextuales que se emplearon como recursos para mantener la co-herencia de los sucesos centrales de la interaccion. Aunque el ter-mino «metodo documental de interpretacion» se refiere a un procesode comprension general, es conveniente reconocer que existe un nu-mero indefinidamente elevado de elementos que son agua para sumolino procesual. En relacion con esto, es claro que en todas lasfases del experimento los sujetos tenian una comprension provisionalde 10 que estaba ocurriendo, una comprension «vaga» y sujeta arevision. Aunque estaban basadas tanto en la aplicacion de un co-nocimiento detallado como en el uso de inferencias que operan «endetalle» sobre los aspectos particulares de las interacciones, las infe-rencias de los sujetos no pueden interpretarse como productos dereglas claras 0 de algoritmos aplicados sin ambiguedad. Garfinkel hamostrado en repetidas ocasiones que la aplicacion de reglas implicainvariablemente el uso de recursos ad hoc, tales como las clausulas«a menos que», «etcetera» y «dejemoslo aSI» 19. No cabe dud a deque estos recursos se utilizaron en la interpretacion que los sujetoshicieron de sus sesiones de «tutoria». Finalmente, tenemos que ob-servar una vez mas hasta que punto se les concedla repetida y ex-tensamente el beneficio de la duda a estos «modelos subyacentes»

IH Vid. Garfinkel (1984c, pp. 80-8); McHugh (1968) para protocolos detalladosde los resultados de este experimento.

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presupuestos (es decir: la interaccion implicaba una «relacion de tu-torfa» inteligible como tal) a pesar de que existfan indicios que apun-tab an en sentido contrario. De acuerdo con la descripcion de Schutzde la «actidud natura!», los parti,cipantes en el experimento suspen-dieron efectivamente durante tanto tiempo como fue posible cual-quier duda que pudieran haber comenzado a albergar sobre el ca-raeter de la interaccion.

Hechas estas observaciones, sin embargo, he de obser'var que enun importante aspecto los resultados del experimento de «tutorfa»se encuentran en un re1acion sorprendentemente paradojica con losresultados de los «experimentos de ruptura» discutidos en la seccionanterior. Los sujetos del experimento de «tutOrla» persistfan en lacreencia de que se encontraban en una verdadera situacion de «tu-torfa», y se mostraron excepcionalmente ingeniosos recurriendo aconsideraciones ad hoc para mantener este sentido de los aconteci-mientos. Por el contrario, los sujetos de los experimentos de rupturaabandonaban con suma rapidezcualquier intento de comprender 10que estaba ocurriendo, respondiendo inmediatamente con irritaciony hostilidad alas acciones de los experimentadores.

Parece que la clave de estas dos respuestas alternativas reside enel grado en que los sujetos del experimento podfan interpretar laconducta del experimentador como inteligible y razonable. En lamedida en que los experimentadores mostraran formas de compor-tamiento que pudieran ser met6dicamente [procedurally] ajustadas 20

al contexto en el que se produdan, los sujetos estaban dispuestos aresponder sobre la base de la «confianza», y a aplicar una interpre-tacion que «hiciera inteligibles» los acontecimientos. Sin embargo,cuando los experimentadores mostraban una conducta que no pu-diera ajustarse de esa manera, dicho comportamiento era inmediata-mente sancionado.

A pesar de que los sujetos a menudo quedaban desconcertadosy extranados durante estos experimentos, es significativo que no ana-lizaran la conducta de los experimentadores «disrruptivos» como

carente de sentido, casual 0 inmotivada. Los experimentos de dis-rrupcion de Garfinkel estaban originalmente ideados, en efecto, paraparalizar el metodo documental de interpretacion y crear situacionesde total pasividad y anomia. Lo cierto es, sin embargo, que rara vezocurrio esto. EI «metodo documentah> continuo funcionando, y lossujetos fueron capaces de reaccionar a 10 que les estaba sucediendo.En efecto, el hecho de que un sujeto respondiera de forma predo-minantemente hostil mostraba que su analisis de la conducta de losexperimentadores Ie indicaba que las motivaciones de tal conducta,aunque de momenta eran desconocidas, probablemente eran hosti-les 2 f.

Por tanto, es esencial para la analizabilidad de la accion ei feno-meno de la confianza met6dica [procedural trust]. Los participantesabordan cualquier situacion con un conjunto de procedimientos in-terpretativos que usaran, en gran parte inconscientemente, para de-terminar el sentido espedfico de las acciones sociales concretas, si-tuadas. Pero cuando no puede definirse ese sentido, los participantesno tienen que abandonar necesariamente los metodos que sirven debase a su comprension. Mas bien usaran esos mismos metodos ba-sicos como fundamento para juzgar las acciones sociales como des-viaciones de la conducta <<normal y razonable», como negativamentemotivadas y moralmente reprobables. De este modo, los metodosmediante los que se interpreta la accion son doblemente constitutivos

21 Significativamente, la extraiia conducta del experimentador solia motivar inten-tos de explicaci6n en funci6n de motivos e intenciones. Garfinkel refiere numerososcasos. Por ejemplo, (1) en una partida de ajedrez en la que, antes de realizar unajugada, Garfinkel intercambi6 las posiciones de dos piezas identicas -po ej., dospeones- sin que esto creara ningun cambio efectivo en el estado de la partida, lossujetos, no obstante, "hablaban de 10 misterioso de mis motivos» (Garfinkel: 1963,p. 199). (2) Dc forma parecida, despues de muchos de Ios experimentos de ruptura,tanto los sujetos como los experimentadores encontraban dificultades para volver anormalizar sus expectativas habituales incluso cuando se les revelaba el caracter ex-perimental de la prueba (vid. Garfinkel: 1984b, pp. 48-9, 52-3). Continuaban pre-guntandole al experimentador sus motivos, a menudo quejandose: «Muy bien, era unexperimento, pero (por que ha tenido que elegirme ami?» Es caracteristico que eIsujeto y eI experimentador no quedaran satisfechos con las explicaciones que sc lesdaban, y que desearan alguna aclaraci6n mas, aunque no supieran muy bien en quepod ria 0 deberia consistir» (1984b, pp. 72-3). (3) Tambien en el experimento de latutoria Garfinkel observo que los estudiantes no podian dejar de buscar una motiva-cion que explicara eI comportamiento del experimentador: "Los sujetos tenian mu-chas dificultades para captar las implicaciones propias del caracter casual de las res-puestas. Consideraban que una respuesta predeterminada era un engaiio, no una res-puesta decidida de antemano e independiente de las preguntas e intereses del su jeto»(1984c, p. 91). EI tratamiento (elaborativo secundario) del comportamiento desviadocomo comportamiento con motivos especiales es un factor central en el mantenimien-to de las expectativas normativas en tanto que recursos interpretativos en contextosde acci6n ordinarios.

20 Garfinkel subraya que todo conocimiento tiene una base met6dica. Observa• que "Por 10 que se refiere a su conducta en los asuntos cotidianos, las personas dan

por supuesto que !o dicho se entendera de acuerdo con los metodos que !as partesusan para entender 10 que dicen para que resulte claro, consistente, coherente, com-prensib!e 0 deliberado, es decir, como sujeto a la jurisdiccion de cierus reglas: enuna palabra, como racional. Ver el «sentido» de 10 que se dice es atribuir un caracter<<norma]" a 10 que se dice. <eEL<eacuerdo compartido" se refiere a diversos metodossociales para lograr que Los participantes reconozcan que alga se dijo <edeacuerdo conuna norma", ')! no a la concordancia demostrable de cuestiones sustantivas. Par con-siguiente, debernos concebir el entendirniento comun como una operacion mas quecomo una interseCTion comun de can juntos que se solapan<e (Garfinkel: 1984a, p. 30).

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de las actividades que organizan. Por un lado, hacen inteligible laconducta que se percibe como normal; por otro, ponen en evidenciala conducta que se desvia de esta. Los metodos interpretativos tienenpor tanto ciertas propiedades sorprendentes. No solo es posible apli-carlos de forma flexible, de modo que permitan que conductas di-versas puedan asimilarse a un modelo subyacente dado, sino quetambien pueden emplearse para evidenciar la motivacion 0 «deli be-racion» (y por tanto el significado) de las acciones que se desviande los dictados de ese modelo.

Esto .significa a su vez que el conjunto de metodos interpretati-vos medIante los que se hace inteligible una accion tienen la notablepropiedad de «cubrir» totalmente el campo de accion. No hay, porconsiguiente, ninguna accion no categorizable; incluso aunque, enlos limites de la discusion, algunas de las desviaciones mas drasticasde .la conducta «percib~da como normal» se sinIan en la categoriaresidual de conductas «Insanas». La doble constitucion caracteristicade los procedimientos interpretativos tiene una importancia inmensapara el analisis de la accion social ordinaria, que trataremos a conti-nuacion.

«hombre-de-Ia-sociedad-del-sociologo», que produce las caracteristicas .e.s-tables de la sociedad actuando de conformidad can las alternauvas de aCClOnpreestablecidas y legitimas.

Normas y accion: determinacion normativa versus explicabilidadmoral

Y por tanto,

el usa que hacen las personas del conocimiento de sentido. co~un de lasestructuras sociales a 10 largo de la «sucesion» temporal de sltuaclOnes con-cretas se trata como epifenomenico. (Garfinkel: 1984b, p. 68)

En esta formulacion del «idiota que juzga» no hay una concep-cion del actor social que usa sus recursos interpretativos para enten-der el caracter de las circunstancias en las que se encuentra y que,como parte de este proceso, determin~ que posibles alt~r~ativas seevaluaran con relacion al orden normatIvo de los acontecImlentos. enque se halla envuelto. No hay, en suma, un a~alisis de la acc~o.nsocial construido en funcion de 10 que es esenCIal para los partICI-pantes en esa accion: la inteli~ibilid~d m.utua y la explicabilid~d ~?-ral de la accion. Tal tratamlento Impltca una reconceptua1JzaclOnfundamental de las concepciones tradicionales de la funcion de lasnormas en la actividad social. Sin embargo, una vez que estos ele-mentos se sinIan en el centro del analisis, aparece un metodo parael analisis de la accion radicalmente distinto, aunque teoricamentecoherente y empiricamente fructifero.

Entre las principales perspectivas sociologicas que se ocupan delanalisis de la accion social, ha sido tradicional considerar que lasacciones ordinarias estan gobernadas por reglas (Wilson: 1971) 0

deter~inadas por normas morales y, de este modo, especificar elmecal1lsmo fundamental mediante el cual las colectividades configu-ran y limitan las actividades de sus miembros 22. En la influyenteexplicacion parsoniana de este proceso, las normas morales se inte-riorizan para constituir las disposiciones de necesidad de los indivi-duos en un proceso de socializacion que, en 10 esencial, consiste enun condicionamiento mediante la administracion de premios y cas-tigos. En este analisis se omite cualquier estudio fundamentado delrazonamiento que llevan a cabo los acto res ordinarios en situacionesde ~ccion. Se trata al actor social como a un «idiota que juzga», esdeCIr, como al:

22 Como Wilson (1971, p. 66) ha observado, tanto las teorias del conflicto comolas teorias del consenso han compartido este supuesto, y su desacuerdo se refiere,sobre todo, a la cuesti6n de hasta que ,punto existe un consenso normativo y en quemedlda el consenso ongIna la Integrac16n social.

Una reconceptualizacion inicial d~ la te?ria. de la accion gue vie-ne exigida por los resultados de las ll~vestIgaclOnes ~e. Garfmk~1 serefiere a la misma situacion de la aCCIOn.En el analIsIs parsol1lanoy, en general, en el «paradigma normativo» (Wilson: 1971!, las.nor-mas compartidas funciona.n como nex?~ establ~s en~re las sltuaclOn~sy las acciones que determmadas condICIones sltuaclOnales dadas eXl-gen. Fundamentalmente, se considera que las <~si.tuaciones d~das»-que en principio. son r~conocidas p<;>rlos partlCIpantes con. mde-pendencia de consIderaclOnes n?rmatIvas- evo.c~n expectatIvas ydisposiciones normativas especifIcas que se mal1l~Iestan en. ~na de-terminada conducta. Por tanto, el modelo normatIvo de aCCIon con-certada no solo requiere que los actores hayan tenido un.a formacionnormativa similar, sino tam bien que compartan percepCIones comu-nes de las situaciones empiricas en que se encuentran. Si se cump~eesta ultima condicion, puede considerarse que los. acto res esta~ Sl-tuados en contextos que, mediante normas apropladas, determman

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s';ls acciones conjuntas. En este analisis, cad a situacion se trata comodlscreta y an.t~rior a l.a accion, y se considera que determina la accionen una .relaclOn del Up? «conu!1en.te-conte~ido» 23. En este paradig-ma se 19r:0.ra la funclOn const~tutIva del tlempo en la organizacionde !a. ~ctIvIdad como secuenc.Ia temporal. Aqui no existe ningunaposIbIlIdad de_que las per~pe~tIvas temp.orales retrospectivo-prospec-tIvaS des~mpenen su fU!1Clonmterpretatlva; funcion que, como mues-tra Garfmkel, e~ esenclal para comprender incluso una conversacionelemental (Garfmkel: 1984b, pp. 38-42). Y, en general, la teoria tien-de a tratar la relacion temporal entre una situacion y las accionesque genera como algo que ocurre dentro de los limites de un unicoy breve momento (G~rfinkel: 1952, p. 147).

Pero esta cor:cepClon de la relacion entre una accion y su con-texto no es consIstente con los descubrimientos de Garfinkel acerca~el m.odo de ?per.ar del m~~odo documental de interpretacion ensltuaClones ordmanas de aCClOn.Como recordaremos Garfinkel des-c~brio que eI c~ntexto de I.a,acc!on no solo influy'e en 10 que sepIens~, que COr:stltuye la acclOn,. SIno. que las acciones componentestam~len contnbuyen. a ~ue la sItuaClon de la accion adquiera pro-gresIvamente un senudo 4. La «accion» y el «contexto» son elemen-tos que se elaboran y determinan mutuamente en una ecuacion si-multanea que los actores es.tan continuamente resolviendo y volvien-do a resolver para determmar la naturaleza de los acontecimientosen.los que e~tan situados. ~?r tanto.' no es correeto afirmar que las«ClrcunstanClas» de una aCClOnson sImplemente anteriores a un con-junto subsig~iente de acciones que eIIas «envuelven». Como presu-pu~s,tos (no ~nalterable~) de la acc~on y de la interpretacion de laaCClOn,la~ ,«clrcunst~':C1as» han de mte~pretarse como los productosen evoluclOn y modlfIcables de las aCClOnesque las constituyen.

amplio de situaciones de aCClOn diferenciables 25. Pero aunque elparadigma normativo parte del supuesto de que existe un dominiode situaciones discretas a partir de las cuales se generaran las accio-nes mediante la intervencion de las normas, el modelo se encuentraamenazado por la perspectiva de una serie indefinidamente larga decontextos de accion unicos 26. Esta claro que no existen prescripcio-nes normativas para cada situacion de accion; si existieran, cada pres-cripcion quedaria fuera de uso despues de una sola aplicacion. Talresultado, si fuera concebible, socavaria el mismo concepto de nor-ma de conducta, y haria inimaginable que pudieran compartirse talesreglas.

Pero si las normas 0 reglas interiorizadas han de determinar laaccion a traves de situaciones diversas, sera necesario que el metodoque permita identificar el dominio al que son aplicables esas reglasforme parte integrante de la teoria normativista. Sin embargo, en lafilosofia de la accion post-wittgensteiniana es un lugar comun la ideade que los limites de tales categorias son negociables y revisables atraves de los usos de los actores, cuyo caracter es a su vez negociabley no determinista 27. En resumen, como ha observado el teorico delderecho H. L. A. Hart, «las situaciones de hecho concretas no nossalen al paso ya diferenciadas unas de otras y etiquetadas como casosde una regia general cuya aplicacion es 10 que esta en cuestion; nila misma regia puede tampoco adelantarse a exigir sus propios casos»(Hart: 1961, p. 123). Los participantes deciden en que casos debenaplicarse las reglas a la luz de los detaIIes de la situacion en que seencuentran. Ademas, dado que las situaciones en que puede aplicarseuna regia variaran en los detalles especificos, el sentido caracteristicode la aplicacion de la regIa tambien diferira en cada conjunto dccircunstancias. Garfinkel se refiere a estc problema, inter alia, cuan-do recomienda la tactica de rechazar

el considerar seriamente la idea predominante de que ... las propiedades ra-cionales de las actividades practicas se evaluan, reconocen, categorizan ydescnben empleando una norma 0 un estandar obtenidos fuera de las pro-pias situaciones en las que los participantes en dicha situaci6n reconocen,usan, producen y comentan las mencionadas propiedades. (Garfinkel: 1984a,p.33)

. Al analisis ?~la accion se Ie plantea un problema conexo al con-sIderar la relaclOn entre las normas mediante las cuales se «determi-nan» las acciones y las situaciones a las que se aplican esas normas.EI problema central es que toda situacion de accion difiere -enmaY<,>r? menor medida- d~ cualqu.ier otra, y que en principio, porconsIgUlente, el mundo socIal consIste en numero indefinidamente 25 Como ha observado Sacks (1965), cad a situaci6n de acci6n es unica e indeti-

nidamente descriptible.26 Para el paradigm a normativo, la problematica relaci6n entre normas morales

generales y un conjunto diverso de situaciones de accion tmicas se manifiesta comouna variante del problema de los universales.

27 Vid. Barnes (1984a, 1984b) para una discusion Itlcida de alguno de Ins proble-mas implicados.

2' F" h. ,sta Imagen se a tornado de Burke (1945).24 Vid. en. particular los analisis de Garfinkel del proceso mediante el cual se

entlende una sImple conversacion (Garfinkel: 1984b, pp. 38-42) y de las caracteristicasde los procesos de comprensl<:111en el experimento de tutoria (1984c, pp. 89-94).

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Por tanto, en estas dos areas de problemas -el dominio de ac-ciones al que se aplidn las normas dadas y la aplicacion concreta denorm as a contextos situacionales especificos- hay deficiencias 10bastante importantes para desacreditar irremediablemente el modelode accion del determinismo normativo. Esto no quiere decir que lasexpectativas normativas sean irrelevantes en la organizacion de laaccion. Lo que indica es que ha de reconsiderarse su funcion.

A diferencia del modelo de accion normativo-determinista des-crito arriba, las investigaciones de Garfinkel sugieren un analisis nor-mativo fundado en la nocion de explicabilidad normativa de la ac-cion. De acuerdo con este punto de vista, las expectativas normativasde los acto res no se tratan como reguladoras 0 determinantes de lasacciones que pueden reconocerse con independencia de las normas,sino como elementos que desempeiian una funcion constitutiva enel proceso mediante el cual los actores reconocen en que consisteuna accion. Asi, las sucesiones temporales de acciones se cap tan ydescriben como mutuamente relacionadas por referencia, sobre todo,a conjuntos de expectativas normativas. Es as! como una secuenciade acciones -tal como una serie de respuestas y preguntas- puedehacerse observable/descriptible 0 explicable, por ejemplo, como unaleccion escolar. Sin embargo, para que una leccion se produzca deforma observable/descriptible, es preciso que se de un conjunto deacciones que puedan reconocerse como sus «actividades integrantes»en ordenes 0 secuencias concretos y configurados de determinadamanera. Solo si se cumple esta condicion el suceso puede ser conti-nuamente estructurado como una «leccion» reconocible como taldurante el lapso de tiempo en que transcurre su produccion.

Dentro del propio suceso, las acciones integrantes seran produ-cidas por participantes que inevitablemente captaran, siquiera taci-tamente, los momentos contextuales especificos en los que debenactuar, y de que forma satisfaran 0 defraudaran las expectactivasconstitutivas vinculadas a esos momentos las diversas alternativas deaccion posibles. De este modo cada accion sucesiva se evidencia-mediante las norm as que son colectivamente constitutivas de«aquello en 10 que consiste una leccion escolar»- como manteni-miento 0 desviacion de las expectativas constitutivas de las leccionesescolares. Por tanto, la forma mas correcta de considerar la «situa-cion de accion» -la leccion- es concibiendola como la presuposi-cion, el proyecto y el producto de sus propias acciones constitutivas.Como Garfinkel observa, «recomendamos la estrategia de considerarcualquier accion social como auto-organizativa con respecto al ca-racter inteligible de sus propias apariencias» (1984a, p. 33). Ademas,cada accion constitutiva ha de ser analizada como determinacion,ajuste, restauracion, alteracion 0 ruptura del «contexto de la clase»,

y se hallara que asi se ha analizado en y por su propia produccion0, como seiiala Garfinkel, «reflexivamente» 0 «inherentemente» [in-carnately] 28. De esto se sigue que, incluso en una situacion comouna clase, en la que la funcion reguladora de normas 0 principiosde conducta pueda parecer obvia, existe una funcion constitutivamucho mas importante de las normas de la actividad propia de laclase. Esta funcion constitutiva es particularmente obvia cuando seinfringen las normas; y de dos maneras.

1. Es evidente que las normas de la conducta en la clase sonconstitutivas (mediante la propiedad de «doble constitucion»)de la conciencia que tienen los acto res de las actividades quese desvian de ellas. Las normas de conducta en la clase sonpor tanto, inevitablemente, los vehiculos mediante los que pue-de producirse una conducta que, por ejemplo, desafie, des a-credite 0 ponga en ridiculo el pape! del profesor. Tal conductaes manifiesta para todos quienes sean conscientes de las nor-mas, y sus autores pueden considerarse moralmente respon-sables de ella en la medida en que sean conscientes de lasnormas 29.

2. El caracter preciso de tales desviaciones de la norma puedeentenderse en detalle partiendo de un analisis de sus contex-tos, que necesariamente constituiran su senti do en cuanto ac-ciones. Y mediante este analisis detallado pueden explicarse lasdesviaciones como voluntarias 0 involuntarias, como construc-tivas 0 san cion ables, etc.

Uno de los dogmas fundamentales del analisis parsoniano de lascompulsiones normativas es que seria dificil 0 imposible para losacto res sociales actuar de forma calculadora con respecto alas nor-mas que han interiorizado. Una vez interiorizadas, las norm as seconvierten en disposiciones necesarias de. la p.erso~alidad que cC?n-ducen la accion de manera (en gran medlda) lrraCional y prescnta,y es esto 10 que establece su caracter vinculante.

2R Par ejemplo, no puede llamarse "insolenteo> la respuesta a la pregunta de unprofesor antes de poder reconocer su caracter; al contrano, ha de reconocerse sucaracter antes de que pueda darsele ese nombre. . .

29 Peter French ha ilustrado elegantemente este pun to can la slgUlente observa-ci6n acerca de una clase infantil. El profesor Ie pregunt6 a un ?ino que _estaba m~-rando par un microscopio que era 10 que vela. Levantando la Vista, el nino rephco:"Mira,). French hizo no tar que todos 10s nInOS de la c1ase que habla observado apren-dieron a evitar respuestas semejantes en la tercera semana de su pnmer semestre escolar.

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Para Garfinkel, por el contrario, las convenciones normativas hande entenderse fundamentaJ.mente como recursos para establecer ymantener la inteligibilidad de un campo de accion. Como mostraronlos experimentos de ruptura, con independencia de que acciones ten-gan lugar los acto res trataran de entenderlas por referencia alasnormas; y en aquellos casos en los que no pueda considerarse quela accion obedel,ca a una convencion normativa, sera tratada comouna desviaci6n de esa convencion. Es posible dar a su vel, tratamien-tos «elaborativos secundarios» a estas desviaciones, tratamientos enlos que puede apelarse a motivos (a menudo negativos) e intencionesconcretas para interpretarlas 30. Ademas, las convenciones normati-vas pueden, en caso de ruptura, constituir recursos para transformarsituaciones de accion, redefiniendo las identidades sociales en juego,etc.

Estas interpretaciones, sin embargo, generalmente dan por su-puesto que (contra Parsons) las convenciones normativas aplicablesa una situacion de accion son cognoscitivamente accesibles a todoslos implic~dos, y que por consiguiente el «desviado» es por 10 ge-neral algUien que «debia haberselo pensado mejor» 0 que «podiahaber actuado de otra manera». Las nociones convencionales de laresponsabilidad de una accion (y de la sancionabilidad de una ac-cion) descansan en este supuesto. Todas estas interpretaciones de-penden de la capacidad del actor para adoptar una orientacion re-flexiva (yen ocasiones calculadora) con respecto a convenciones nor-mativas. Por consiguiente, en la explicacion de Garfinkel, que nootorga una particular importancia a la historia de premios y castigoscomo garant.ia de que lo~ integrantes de la sociedad seran guiadospor convenCiones normatlvas, es posible admitir que la anticipacionreflexiva de la analil,abilidad y explicabilidad moral de la desviacionde las normas es 10 que inhibe la produccion de tales desviaciones(Garfinkel: 1984c, pp. 66-70). En los analisis cognoscitivos de nor-mas desarrollados por Garfinkel (norm as que consisten en marcosde referencia publicos para el analisis de la conducta) ocurre 10 con-trario ~e 10 <;Iueafirma?a Parsons: el hecho de que el actor anticipelas poslbles mterpretaclOnes de su conducta desviada no debilitarasus disposicion a obedecer las normas, sino que puede darle «buenasrazones» para Ilevar una conducta normativamente apropiada 31.

Finalmente, otro de los ambitos principales en los que la pers-pectiva de Garfinkel implica una revision del enfoque normativo-de-terminista de la teoria de la accion aparece al considerar la repro-duccion 0 persistencia de expectativas normativas. A pesar de lafuerl,a de la discusion parsoniana de la «doble contingencia» de lainteraccion y de la «doble vinculacion» de las expectativas normati-vas, existen lagunas sorprendentes en su explicacion de la persisten-cia de las normas en tanto que Fuentes de conducta. Pues las normasrepresentan estandares ideales de conducta, y es natural que los ac-tores pueden desviarse de ellas 0 no estar a su altura. La teoria deParsons supone que la interiorizacion y un incesante proceso desancion son la base en que se sustentan las normas, pero no men-ciona ningun otro proceso elemental que pueda asegurar la persis-tencia de las normas. Esta es una debilidad importante, pues dadoel caracter ideal de las normas y las facultades de racionalil,acion delos acto res sociales, las desviaciones y negligencias con frecuenciapueden quedar sin sancion por parte de la propia conciencia 0 delas reacciones de los demas. Y si esto ocurre con frecuencia, cabeesperar que las expectativas normativas sufran un proceso de dege-neraci6n entropica. En suma, se plantea la cuestion de como losprincipios normativos se mantienen como tales principios en circuns-tancias en las que podrian ser infringidos con relativa frecuencia ysin sancion.

El analisis de la accion basado en la explicabilidad normativaofrece una solucion economica a esta cuesti6n. Ya se ha mencionadoanteriormente que, gracias a su propiedad de «doble constitucion»,se recurre alas normas para reconocer tanto las acciones que seconforman a ellas como las que se desvian de ellas. Se hizo notar,ademas, que para los acto res sociales las acciones que se ajustan a lanorma rara vel, se hacen objeto de explicacion adicional, aunque lasacciones desviadas suelen aclararse mediante diversas explicaciones«elaborativas secundarias» que hacen referencia alas circunstanciasde la accion 0 al caracter y motivos 0 intenciones del que las haIlevado a cabo. Por tanto, en el caso de las expectativas normativassolo hay dos posibilidades. 0 se obedece la norma, 0 la desviaci6nrespecto a ella desencadena y exige una explicacion en funci6n dealgun motivo 0 contexto «especiales». En el primer caso la normaofrece una explicacion suficiente de la acci6n. En el segundo, la.10 Vid. nota 21 y Heritage: 1984a, pp. 115-20,209-12.

31 EI modo en que el actor anticipe la interpretaci6n que se dara a su conductaes una consideraci6n importante que influye en su eleccion de alternativas de accion;esta idea se remonta al cLisico estudio de C. Wright Mills «Situated Actions andVocabularies of Motive» (Mills: 1940). Garfinkel describe aSI el problema subyacenteen su tesis doctoral: «el gran problema no es si los actores se entienden unos a otros

o no. EI hecho es que SI se entienden unos a otms y que quieren entenderse entresl, pero el problema es que se entenderan independientemente de como deberitlrl serentendidos.» (Garfinkel: 1952, p. 367).

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norma motiva la busqueda de las condiciones especiales que puedenexplicar por que no se cumpli6. En ambos casos, fa norma se man-tiene cognoscitivamente como fa base interpretativa primaria en fun-cion de fa cuaf se entiende fa accion, tanto si se ajusta a ella como sise desvia de ella 32. Por tanto, las normas pueden encontrarse fueradel desarrollo de los acontecimientos, y de este modo hallarse a salvode la erosi6n de las acciones que no estan a la altura de sus dictadoso se desvian de ellos.

Captar esta funci6n presuposicional y constitutiva de las normasen la producci6n y reconocimiento de las acciones es identificar unade las fuentes esenciales de estabilidad en el mantenimiento y repro-ducci6n de las instituciones sociales. Supone tambien reconocer lainterdependencia cr6nica entre el orden factual y el orden moral queexiste desde el punto de vista de los acto res ordinarios. Estos ultimosproducen rutinariamente la constituci6n moral de los acontecimien-tos sociales mediante un marco de expectativas normativas que man-tienen inalterable de modos que estan a la vista aunque no se repareen ellos.

En suma, la concepci6n de la acci6n de Garfinkel, que pone derelieve su explicabilidad moral mediante convenciones normativas,s'e aparta del punto de vista normativo-determinista en todos lospuntos fundamentales enumerados a continuaci6n:

1. No reifica la situacion de la acci6n en un contexto de activi-dad estandarizado y determinista. Como observa Garfinkel,

Los teoricos sociales ... han empleado el hecho de la estandarizacionpara concebir el canicter y las consecuencias de las acciones quesatisfacen expectativas estandarizadas. Suelen reconocer, aunque lue-go no 10 tengan en cuenta, el hecho de que mediante estas mismasacciones las personas descubren, crean y mantienen esta estandariza-cion. (Garfinkel: 1984b, p. 67)

Por el contrario, la situaci6n de la acci6n se considera uncontexto de actividad esencialmente transformable que, de for-ma inevitable, se manti ene, altera 0 restaura en y mediante lasacciones que, por convenci6n, afirmamos que ocurren "dentrode el», pero que, con mayor exactitud, podriamos decir que10 constituyen y reconstituyen en un continuo proceso derenovaci6n.

2. Las norm as que permiten reconocer las situaciones y las ac-ciones que las componen no se entienden como un patr6nrigido, sino como recursos elasticos y revisables que se ajustany alteran mientras se aplican a contextos concretos. En estesentido, el caracter especifico de las acciones ordinarias se cap-ta mediante un «trabajo de acomodaci6n» (Garfinkel: 1963, p.187), y, como en otro momento senala Garfinkel, siempre sereconoce «de nuevo por vez primera» (1984a, p. 9).

3. Garfinkel no trata las convenciones normativas como guias dela conducta, sino como una de las fuentes esenciales de losrecursos cognoscitivos mediante los cuales se hacen inteligi-bles y moralmente explicables los contextos de acci6n. Enparticular, ponen en evidencia la conducta apropiada y la con-ducta desviada: hacen posible la analizabilidad secunda ria dela conducta desviada en funci6n del significado y los motivos;y la conciencia reflexiva de la posible interpretaci6n de la con-ducta desviada puede motivar una conducta normativamentecorrecta. Cuando los miembros de la sociedad consideran laconducta inteligible y moralmente explicable sin tener en cuen-ta si dicha conducta se ajusta 0 se desvia de las normas, sesupone que existe una conciencia cognoscitiva de los marcosde referencia normativos. La analizabilidad secundaria de lasdesviaciones con respecto alas convenciones normativas pue-de que, sin embargo, tienda en general a motivar una conductaajustada a esas convenciones.

4. Se co.nsidera que las convenciones normativas constituyen unapresuposici6n de los ambitos de acci6n que hacen inteligiblesy explicables. El que se mantengan es, a la vez, la presuposi-ci6n, el proceso y el producto de su uso para interpretar lassituaciones ordinarias de actividad social (cfr. PoUner: 1974a).Este status es el que les otorga una inmensa estabilidad encuanto fundamentos institucionales de la accion. Como talesfundamentos institucionales, tienen un caracter, simultanea-mente, cognitivo y moral.

En conjunto, estas consideraciones representan una reorientaci6nesencial de la concepci6n parsoniana de la acci6n, concepci6n pre-dominante a 10 largo del periodo de la postguerra. EI nuevo caractercentral otorgado a los fundamentos met6dicos de la acci6n, al modoen que los actores cap tan las circunstancias en las que estan situados,y alas propiedades reflexivas de la acci6n ha suscitado una grancantidad de trabajo experimental que se ha em pIeado para arrojarnueva luz sobre problemas antiguos. Quiza 10 mas importante seaque la concepci6n de la explicabilidad normativa de la acci6n huma-

.'2 Este problema es esencial para cl analisis del razonamiento cotidiano de Pollner(1974a; [en preparaci6nJ) y para 10s analisis de la explicaci6n del error en el discursocientifico que han llevado a cabo Mulkay y Gilbert (vid. Gilbert y Mulkay: 1984,capitulo 4; Mulkay y Gilbert: 1982). Vie!. tam bien Heritage (1984a, pp. 209 Y ss.)para una discusi6n mas elaborada.

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na ha demostrado ser una Fuente abierta y fructifera para la acumu-lacion de conocimiento sobre la naturaleza de la organizacion social.Ha sido esencial para las nuevas formas de en tender la funcion dellenguaje en la accion social, la naturaleza de la intersubjetividad enla conducta human a, los fundamentos institucionales de la genera-cion y aplicacion del conocimiento; ademas, se ha convertido en unaexplicacion cada vez mas detallada de la naturaleza de la interaccionsocial. Nos ocuparemos a continuacion de estos temas.

en los que se dan. Tal nocion de la descripcion es explicita en teoriasque ~nfatizan la funcion representativa de.l len?':laje y las corresp~n-denCias entre las palabras y las cosas, e ImphClta en formas de In-vestigacion sociologica practica que tratan las descripciones de losacto res sociales como datos que apuntan aproblematicamente alasrealidades sociales subyacentes.

En contra de estas dos posiciones, Garfinkel pone de relieve has-ta que punto las explicaciones ordinarias se ajustan :<laxamente» alas circunstancias que describen. La naturaleza del aJuste entre ex-plicaciones y sus circunstancias se esta~lece mediante un t~abajo in-terpretativo activo. Los elemento~ raclOnales de las explIcaCl?r:~s,afirma, «consisten en 10 que los mlembros hacen con, en la opInIOnque se "hacen de" las explicaciones en las ocasiones. so~ialmenteorganizadas en que se usan» (1984a, pp. 3-4). La~ explIcaclOnes sonpor tanto expresiones indexicas. No deben conslderarse extern as alos contextos en que se emplean ni independientes de ellos.

El termino «expresion indexica» ha causado considerables ma-lentendidos en las discusiones sobre la etnometodologia. El terminoderiva de la literatura logic a y lingiifstica, donde se usa para describirexpresiones (tales como «el», «esto», «hoy», ete.) que requieren ~nconocimiento del contexto para saber cuales son sus referentes (vld.Levinson: 1983, pp. 45-96). Por dos motivos, este origen ha dadolugar a una gran confusion en las respuestas de la sociologfa alaspropuestas de Garfinkel. En primer lugar, es evidente que en su usologico-lingiifstico el termino tiene un significado tecnico y relativa-mente restringido. Garfinkel, por el contrario, amplio enormementeel sentido del termino. Garfinkel sugiere que todo uso del lenguajesin excepci6n esta marcado por dependencias contextuales. Asf, in-cluso cuando se formula una frase que unicamente describe un es-tado de cosas, sera preciso recurrir a los rasgos contextuales de laproposicion para constatar que, en efecto, se trataba de una dcscrip-cion y no, por ejemplo, de una ironia, una broma 0 una met.afora.

La segunda Fuente de confusion esta estrechamente relaClonadacon la primera. En la literatura logico-lingiifstica las expresion~.s in--dexicas han despertado el interes porque, como observa GarfInkel(1984a, pp. 4-7), constituyen un obstaculo al uso de tecnicas ente-ramente formalizadas en divers as disciplinas. Esta circunstancia estapresente en la erronea concepcion de que las acciones ordinarias seocupan del problema de «corregir» las exp~esiones in?cxicas (A~t,e-well: 1972; Phillips: 1978), 10 que ha motlvado una InterpretacIOnincorrecta de la funcion del lenguaje en las relaciones sociales, puesen los contextos de uso ordinario del lenguaje los miembros de lasociedad explotan claramente las caracteristicas indexicas de la con-versacion de formas muy diversas (vid., entre otros, Heritage: 1984a,

La propuesta de Garfinkel segun la cual «las actividades mediantelas que los miembros de una colectividad producen y controlan si-tuaciones de actividades cotidianas organizadas son idcnticas a losprocedimientos que dichos miembros utilizan para hacer estos con-textos explicables [account-able]» (1984a, p. 1) no ha de entenderse,por supuesto, como si sugiriera que las explicaciones descriptivasordinarias permiten acceder de forma aproblematica a la naturalezade las actividades que describen. Ni ha de entenderse tam poco comoafirmacion de que el analisis de las explicaciones verbales de la ac-cion pueda de algun modo sustituir al analisis de la propia accion.Por el contrario, su uso del termino «explicable» como sinonimo de«observable-descriptible» (l984a, p. 1; 1974, p. 17) significa que suobservacion se refiere al modo en que cualquier situacion de activi-dad puede captarse como configurada en y mediante el desenvolvi-miento de sus acciones constitutivas, con independencia de si se da(0 puede darse) una formulacion lingiifstica a esta configuracion. Noes necesario bautizar lingiiisticamente las acciones sociales para quesean inteligibles a los participantes, ni para que estos entiendan sucaracter vinculante. Garfinkel usa con frecuencia el ejemplo de laespera en una cola para ilustrar la forma en que un grupo de per-sonas, simplemente manteniendo entre si una particular relacion es-pacial, constituyen sin palabras una institucion social a pequeiia es-cala y establecen expectativas y obligaciones morales mutuas.

Supuesta esta inteligibilidad inherente de la actividad social, (cuales entonces la relacion entre los acontecimientos y las explicacionesverbales que los describen? En su tratamiento de las explicaciones,la intencion de Garfinkel era abandonar la idea de que las expliea-ciones descriptivas son transparentes, y que por consiguiente no al-teran la comprension ordinaria de los objetos y acontecimientos quedescriben por el hecho mismo de que los describan. Trato tambiende res tar credito a la idea de que la descripcion y otras formas dehabla son, como si dijeramos, «inertes» eon respecto a los contextos

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PP/.. 142-57; Schegloff: 1984). Las propiedades indexicas de las expli-caCiones son, por tanto, un recurso mas que un obstaculo para elentendimiento en los contextos sociales ordinarios.

Las propiedades indexicas de las explicaciones se derivan, en ul-timo termino, de su caracter de acciones. Las explicaciones se hallaninextricablemente ligadas alas ocasiones de su uso, afirma Garfinkel,porque las explicaciones son «elementos de sus ocasiones de usosocialmente organizadas» (Garfinkel: 1984a, pp. 4-7). Por consiguien-te, las explicaciones ordinarias no son algo «aparte» de las acciones.No existen momentos en los que la accion se detiene y el comentariode la accion toma su lugar. Y las explicaciones tam poco son sucesosdesencarnados que se encuentran fuera de las actividades en las quese hallan temporal mente inscritas. Antes bien, son acciones por de-recho propio; como otras acciones, contribuyen inevitablemente ala situacion de la que forman parte y, tam bien como otras acciones,son interpretadas y entendidas metodicamente. Ademas, las explica-ciones se interpretan contextualmente mediante los procedimientoselab~rativos reflexivos del metodo documental de interpretacion.qarfmkel y Sacks resumen as) esta posicion: «una descripcion, poreJemplo, en eI modo en que puede ser una parte constituyente delas circunstancias que describe, es decir, de innumerables formas einevitablemente, elabora esas circunstancias y es elaborada por ellas»(Garfinkel y Sacks: 1970, p. 338). Las explicaciones, por tanto, estansujetas alas mismas contingencias circunstanciales e interpretativasque las acciones con respecto alas cuales se orientan. Pues, repita-moslo, las explicaciones son acciones, y 10 importante es que seemplean de maneras enormemente variadas para organizar situacio-nes de actividad cotidianas. Las explicaciones, por consiguiente, norepresentan el termino de la investigacion sociologica, sino que sonun punto de partida.

De este modo, la concepcion del lenguaje y de las relacionessociales de Garfinkel abre campos de investigacion enteramente nue-vos a la vez que suscita profundas y complejas cuestiones relativasa la naturaleza del discurso, de la conversacion y de otras formas decomunicacion. Es inevitable que este tratamiento genere mas proble-mas de los que resuelve, cosa que es totalmente positiva. Las con-cepciones anteriores del lenguaje 10 presentaban como una entidadtransparente e ininvestigable. Las observaciones de Garfinkel «natu-ralizan» el lenguaje y situan el analisis de las explicaciones y practi-cas explicativas al mismo nivel que el analisis de otras form as deaccion practica. Garfinkel entiende el lenguaje como un recurso me-diante el que los integrantes de la sociedad intervienen en situacionesde accion, pero los «marcos de referencia» y «mecanismos» mediantelos que las palabras se estructuran en explicaciones y estas se «vin-

culan» alas situaciones reales quedan abiertos al estudio empirico.Como analisis valiosos de los diversos modos en que se recurre alas explicaciones ordinarias en el mantenimiento d~ }os univ~rsossociales se Ie recomienda allector que consulte el claslco estudlO deWieder' (1974) sobre el uso del «codigo carc~lario» c~mo sistemaexplicativo en un establecimiento para drogadlCtos en hbertad con-dicional, y el estudio de Gilbert y Mulkay (1984) sobre la .form~ enque los cientificos describen un carr:po contemporaneo de mv~stlga-cion bioquimica. Todos estos estudlOs, que n.o pueden resumlrse enun ensayo breve, revelan claramente las ventaps que l?u.ede reportar-Ie al conocimiento sociologico eI abandono de la tradlclonal con~ep-cion representativa del lenguaje al investigar las formas de orgamza-cion social.

Dimensiones de la investigacion empirica en la etnometodologia

Una de las primeras y mas importantes Iineas de d~s~r:oll?, de-rivada de las iniciativas de Garfinkel se centraba en la uplflcacl0n 0normalizacion como caracteristica del razonamiento y eI juicio pro-pios del sentido com un. Esto era, en parte, herencia de los escritosfenomenologicos de Schutz, que habia subray~do eI papel de ~a co~-ciencia como actividad tipificadora, y caractenzado eI lenguaJe cotl-diano como «e1 instrumento tipificador par excellence» y como eI«almacen de los tipos ya preconstituidos» (Schutz: 1962a, p. 14).Cicourel recogio y puso de relieve este tema en su discu~i~n de Ja«tipificacion de la forma norma},> como probl~ma ~e~odolog,c? (CI-courel: 1972, pp. 254-6), y, naturalmente, esta temat~camente ~n~or-porado alas discusiones ?e Garfinkel d.e l.a «normahdad per~,b,da»como propiedad de los obJ~tos .Y. acontec~mle.ntos cult,urales, aSIcomoa sus discusiones de la exphcablhdad ordmana y eI metodo documen-tal.

En los analisis empiricos que derivaron del tern a de la tipifica-cion, eI enfasis principal de la investigacion recaia en los supuestosy presuposiciones de paradigmas de tipificacion particulares, ~n .losprocedimientos y consideraciones concretos que regulan la aSl~1l1a-cion de objetos y acontecimientos a categorias, y en las funclOnesde dichas categorias en entornos sociales particulares. Gran parte deesta labor empiric a se hizo en el ambito de la desvi~c~on 0 se ~efierea los procedimientos burocraticos de tom~ ~e deCislOn~s. aphcadosen eI «procesamiento de personas». La afmldad superfiCial con ~a«teoria del etiquetado» rlabellin1!. theory] (Becker: 1963) era cons 1-

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tal como se usan en realidad, las categorias delictivas ... son ... los terminosde referencia simplificados de ese conocimiento de. la. estructura social y delos casos delictivos que se presentan en ella, conOClmlento en. el que se basala tarea de organizar practicamente la labor de {~representaClon». Est~ co-nocimiento incluye, incorporado a 10 que en realzdad slgniflca allanamlentode morada, hurto, infracciones a la ley de narcoticos, abusos deshonestoscon niiios, etc., el conocimiento de los modos de actividad delictiva, carac-teristicas ecologicas de la comunidad, modali~ades de la vid~ cotidiana ~nlos barrios bajos, biograflas psicologicas y sOClales de los delmcuentes, hls-tori as y perspectivas de estos. (Sudnow: 1965, p. 275)

Mediante el uso de este conocimiento, con su rutinarizacion ytipificacion de los «crfmenes normales,> sostenia Sudnow, la admi-nistracion de justicia se ha visto someuda a un proceso de burocra-tizacion informal que no estaba descrito en el codigo penal california-no.

Paralelamente al estudio de Sudnow, un ntimero sustancial deinvestigaciones etnometodologicas llevadas a cabo durante Jos anossesenta mostro que podia recurrirse a una gran (y antenormenteinsospechada) variedad de consideraciones circunstanciales al adop-tar 0 modificar las acciones 0 decisiones burocniticas normales. Es-trechamente ligado a esto estaba el recon?cimiento ~e que .l<;>smiem-bros de las burocracias no solo pueden, smo que estan posluvamenteobligados a aplicar e interpretar 1as normas y procedimie!1tos buro-craticos de modo ad hoc y que estd, a su vez, es una ImportanteFuente de poder discrecional. La necesidad de establec:r ~nterpreta-ciones ad hoc incluso en el caso de reglas de procedlmlento muyclaras fue elegantemente demostrada por .Zi~merman (1969~). en unestudio de 1as actividades de los reCepClOnlstas en una oflcma deasistencia social. Los recepcionistas, que uti1izaban un procedimien-to sumamente espedfico para regular la afluencia de petici~narios alos asistentes sociales, en determinados casos se veian obhgados adesviarse del reglamento. En tales casos, las acc.iones de 10s recep-cionistas podian defenderse y se defendian a~uClend? que los, obJe-tivos del reglamento se cumplian de form~ mas efecuva apart~~dosede el que siguiendo10. Como obs~rva Zlmme~r:tan, «la nOClOn de'accion de acuerdo con una norma no es cuestlOn de que 1a normase cumpla 0 no per se, sino de 1as distintas form as en que las per-sonas se satisfacen a si mismas y a otras con r~spe~to a 10 que es elcump1imiento 'razonab1e' de 1a norma en sltuaclOnes concretas»(1970, p. 23). . .

En otros ensayos relacionados con este y que surgler?n del mlS-mo proyecto de investigacion, Zimmerm~n ~ostro de dlversa~ fore.mas que 1as demand as esc.rit~s y las eXphCaCl?neS verba1es se mte~-pretaban mediante procedlmlentos muy parecldos a 10s de 10s COdl-

derab1e} y no en tiltimo termino a causa del importante solapamientosustantivo entre 10s dos enfoques. Sin embargo, ambas perspectivasdiferian en dos cuestiones relacionadas y decisivas. En primer lugar,los estudios etnometodologicos evitaban la premisa nominalista sos-tenida por 1a «teoria del etiquetado», segtin la cual la desviacionestaba constituida por reacciones sociales tout court (efr. Pollner:1974b); en segundo lugar, tacharon de excesivamente simplista 1aconcentracion de los teoricos del etiquetado en la distincion entre 10correcta y 10 incorrectamente etiquetado. En lugar de esto, 10s es-tudios etnometodologicos se centraron de forma directa en las pric-ticas organizativas y en las contingencias del proceso de definicion;aceptaron, ademas, que las expectativas normalizadoras eran un elc-mento inevitable del funcionamiento de dicho proceso .13.

Un ejemplo temprano de este metodo es el celebre estudio deDavid Sudnow «Normal Crimes» (1965). En esta obra, Sudnow mos-tro con considerable detalle que las concepciones de sentido comtinsobre los dclincuentes tipicos y 10s modelos de delitos que tenianlos abogados publicos californianos conformaban el modo en queplanteaban la negociacion para reducir la pena del reo a cambio deque este se declarara culpable, y por tanto aspectos sustanciales dela administracion de justicia 34. En particular, mostro que esas con-cepciones se usaban para determinar si era apropiado iniciar las ne-gociaciones para la reduccion de la pena. En las entrevistas con losacusados se empleaban dichas concepciones para categorizar a losacusados como «casos», dando por supuesta su culpa. Y esas mismasconcepciones influian poderosamente en el tipo de cargos que ter-minaban por presentarse contra el acusado a cambio de que cste sedeclarara culpable, cargos que, como mostro Sudnow, solo estabansujetos a una consideracion posterior: el problema de que sentenciadebia aplicarse «en justicia» a este tipo de delito «normal». Las ca-tegorfas de delito empleadas por los represent antes legales estaban,como minimo, subdeterminadas por el codigo legal. Como observaSudnow:

" Vid. PoUner (1974b) para una critica de la «tcoria del etiquetado» desde unpunto de vista etnometadologico. La conclusion etnometodologica de que todos Insprocedimientos para localizar Ia desviacion son en ultimo tcrmino elementos consti-tuyentes de la desviacion que explican fue el punta de partida inmediato para Iaradical critica moral totalizante de las relaciones sociales que Alan Blum y PeterMcHugh y sus colaboradores derivaron de la etnometodologia. Vid. McHugh et al.(1974) para una recopilacion de ensayos y Heritage (1975) para un intento de valora-cion.

}4 Vid. Maynard (1984) para un valioso estudio de Ios detalles del propio procesode negnciacion de Ia sentencia.

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servir necesariamente para justificar las practicas y procedimientosllevados a cabo (Garfinkel: 1984f, p. 201). Por tanto, la informacioncontextual «normalizada» no es solo un rasgo constitutivo de la tomade decisiones burocratica, sino que, asi mismo, las burocracias pue-den defenderse de divers as dificultades futuras desconocidas produ-ciendo informes que, casi inevitablemente, seran explotados con fi-nes defensivos por ese mismo hecho.

Quiza los mas famosos de todos los estudios etnometodologicosque se ocupan de los procesos organizativos sean aquellos que ponenen tela de juicio el valor de las estadisticas oficiales como guia de lainvestigacion sociologica. Los mas destacados entre estos son el es-tudio de Cicourel (1968) sobre el procesamiento de delincuentes ju-veniles y la obra de Douglas (1967) y Atkinson (1978) sobre la in-vestigacion del suicidio. Estos autores pusieron de manifiesto hastaque punto el conocimiento contextual forma parte de los juicios queconstituyen las estadisticas oficiales, y sostuvo que era probable queestos estudios basados en estadisticas oficiales recogieran los supues-tos que las instituciones legales habian incorporado al proceso dedefinicion, pero que era improbable que recogieran factores causalesque no hubieran guiado activa 0 pasivamente alas propias institucio-nes.

En su famoso estudio sobre la administracion de justicia para lajuventud, Cicourel mostro que los funcionarios relacionaban la de-lincuencia juvenil con el fracaso matrimonial en el hogar de los de-lincuentes. Se suponia que era probable que los delincuentes proce-dentes de matrimonios divorciados, faltos de guia y correccion pa-ternas, cometieran delitos mas graves en el futuro. De acuerdo coneste supuesto los delitos juveniles cometidos por los hijos de estosmatrimonios se trataban con mayor rigor que delitos similares rea-lizados por hijos de «matrimonios completos». Era evidente estetratamiento diferenciado en divers as estadisticas sobre las distintasfases del proceso de aplicacion de la ley. Los delitos cometidos porhijos de los matrimonios aparecen mas veces en los informes oficia-les, se tratan con mayor frecuencia en los tribunales, y es mas comtinaplicarles sentencias de custodia. Es claro que si eI tratamiento delos casos juveniles se halla fuertemente influido por las mismas pre-sunciones que quedan incorporadas alas estadisticas sobre delitos,las estadisticas sobre la «delincuencia juvenil>, no pueden ser valid aspara los objetivos de la ciencia social. Pues las estadisticas no ofrecenuna descripcion representativa de la incidencia de la delincuenciajuvenil, y no pueden usarse para evaluar la funcion de las caracte-risticas sociales (tales como el divorcio) como factores causales en lageneracion del crimen.

Cicourel afirmo que los informes policiales internos tienen tam-

ficadores de Garfinkel (vid. p. 236). Igual que los codificadores, losasistentes sociales generalmente podian «hacerse una idea» echandoun vista:l(o a los documentos que constituian la base de las demandas.Cuando los documentos parecian problematicos, determinadas ideasacerca del «modo en que pudieron elaborarse los documentos» (Zim-merman: 1969a) proveian de un conjunto abierto de recursos queles permitian a los asistentes llegar a decisiones definidas y justifica-bles. Otros estudios demostraron hasta que punto el «procesamientode las personas» esta sujeto a practicas interpretativas en las que laaplicacion discrecional de elementos contextuales puede desempeiiaruna funcion crucial. En el campo de la educacion, el estudio deltrabajo de consejeros escolares (Cicourel y Kitsuse: 1963) y de laaplicacion de tests y otros sistemas de tratamiento (Cicourel et al.:1974; Leiter: 1976) han documentado estos procesos de forma sus-tancial, y la obra de Bittner (vid. en especial Bittner: 1967a) ilustraprocesos paralelos en el trabajo practico de la polida 35.

Mientras que los estudios arriba mencionados muestran hasta quepun to y de que divers as maneras la informacion contextual se sueleincorporar a la toma de decisiones burocraticas ordinarias, el famosoestudio de Garfinkel «'Good' Organizational Reasons for 'Bad' Cli-nic Records» (1984f) lleva el razonamiento un paso mas alIa. EIpunto de partida de este estudio fue el hecho de que una investiga-cion preliminar de los informes medicos de una clinica psiquiatricamostro que, si bien los datos se habian recogido de forma correcta,no eran 10 suficientemente detallados ni siquiera a efectos de aplica-ciones sociologicas bastante elementales. Esto motivo la pregunta depor que era necesario conservar informes tan incompletos, vagos yelipticos. La conclusion de Garfinkel fue que si los informes se con-servaban, era porque podian utilizarse como recurso para describirlas relaciones entre los pacientes y el personal de la clinica comodebido cumplimiento de un «contrato terapeutico». La ausencia dedetalles, propuso, funcionaba como recurso defensivo, pues garanti-zaba que solo el personal autorizado podria leerlos competentemen-te, personal que los interpretaria desde su propio conocimiento delos procedimientos clinicos tipicos. Los informes consistian en «untinico campo libre de elementos» cuya inevitable contextualizacionpor referencia a los aspectos tipicos de la praxis clinica tenia que

35 La dcmostracion de procesos afincs en todo tipo de procedimientos sociologi-cos ha sido un proyecto a largo plaza de los escritos de Cicourcl desde su publicacionde 1964 en adelante. Como Handel (vid. 1982, pp. 112 Y ss.) ha observado, esteproyecto se expresa en el doblc caracter de gran parte de fa obra empirica de Cicourelque, simultaneamente, se ocupa de cuestiones sustantivas y del ra7.onamiento subya-cente alas conc!usiones sustantivas de la ciencia social practica.

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bien un dudoso valor sociologico. Habiendo estudiado los procedi-mientos mediante los que los funcionarios elaboraban sus informessobre los sujetos juveniles, Cicourel mantuvo, basandose en los es-tudios de Shibutani (1966) sobre el rumor, que tales informes incor-poraban un procedimiento de tipificacion progresiva en el que lospormenores del caso se hadan mas concisos, selectivos y consisten-tes con los supuestos y objetivos de las instituciones policiales y lasautoridades legales.

En el caso de ambos tipos de informacion -Ias estadisticas y loshistoriales policiales- Cicourel conduyo que se daba un procesocircular en el que supuestos fundamentales acerca de 10s jovenes seincorporaban a los informes que, a su vez, se utifizaban para defen-der 1a validez de los supuestos. Douglas (1967) Y Atkinson (1978)alcanzaron una conclusion bastante parecida respecto a la interpre-tacion de las estadisticas sobre el suicidio. Douglas mantuvo que lostipos de factores socio1ogicos normalmente emp1eados para explicarlas variaciones en las tasas de suicidio pueden influir en los procesossociales mediante los que las muertes pasan a ser registradas comosuicidios (Douglas: 1967, pp. 163-231). En particular, sostuvo quela integracion social estaria positivamente asociada a 10s intentos deocultar el suicidio, intentos que, en la medida en que tuvieran exito,influenciarian a su vez la medicion de las tasas de suicidio.

E1 estudio de Atkinson se centro en el papel de los jueces deprimera instancia britanicos y sus ayudantes en el proceso de inves-tigacion. Descubrio que 10s funcionarios que se ocupaban de exten-der el certificado de defuncion tenian ideas relativamente claras res-pecto a los conceptos de «suicidios tipicos» 0 «biografias tipicamentesuicidas», y que factores tales como el tipo de muerte y las circuns-tancias vitales inmediatas del muerto constituian el material a partirdel cual se construia el «conocimiento estereotipado» referente a alos diversos tipos de suicidio. Estas concepciones, que en ocasionesincluian hipotesis socio1ogicas sobre 1as causas del suicidio y que, enalgunos casos, guardan una estrecha semejanza con ellas, se incor-poran posteriormente alas estadisticas sobre el suicidio a traves delos procedimientos de investigacion de los jueces y sus oficiales. Porconsiguiente, Atkinson sostiene que los estudios de las estadisticasoficiales del suicidio inevitablemente -aunque inconscientemente-decodifican las teorias de sentido comun sobre el suicidio, teorfasque forman parte constitutiva del reconocimiento de los casos indi-vidl7ales y por tanto, acumulativamente, de las estadisticas en suconJunto.

Todos 10s trabajos descritos en esta seccion se han centrado enlos procesos de normalizacion y tipificacion caracteristicos de la ac-tividad organizativa en toda su variedad. A pesar de que los estudios

mencionados en ultimo termino estan sujetos a controversia, seriaequivocado conduir, como h~n hecho a1,gl7nos,que 10~ trabajos ~quidescritos solo tienen relevanCla metodologlca, y de caracter negatlvo.Los trabajos sobre la normalizacion se emp.rendiero~ ~ raiz de 1aafirmacion de Garfinkel de que la «normaltdad perClblda» de lossucesos socia1es es producto de una labor activa. l~ aplicacio? d~ ~s,taidea a los procesos organizativos no solo ha conflrmado la llltUlc~c:noriginal; tambien ha dado origen a nuevas pl~nos de ~ompr.ensl.onque han inspirado positivamente una gran vanedad de lllVeStlgaclO-nes socio1ogicas, entre las que se cuenta!?' algunas que no son etn~-metodologicas. Por otra parte, los estudlOs de 10s procesos. o~gam-zativos descritos han mostrado hasta que punto los procedlmle!?'tosde normalizacion estan integrados en 10 que podriamos denomlllar«exigencias organizativas» .. Los estudios m~~stran una y <;Hravezconexiones sumamente preClsas entre las actlvldades norm~hza.dorasrutinarias que constituyen la actividad diaria de las o.rga~lZaClOnes,de un lado, y las disposiciones sociales de 1as orgamzaCl~:)lleS, consus obligaciones y «conside~a~iones», de ot~o. Los estudlOs m~es-tran hasta que punto las actlvldades normatlvas se encuentran hga-das a

los terminos de empleo, las diversas cadenas intern as. y ex~ert?as. de infor-macion, supervision y revision, y a diversas «relevanClas. prtorttart.as>~ orga-nizativas con respecto a la evaluacion de 10 que «reahsta»,. «pr~ctIca», 0

«razonablemente» habia de hacerse 0 podia hacerse, con que rapldez, canque recursos, viendo a quien, hablando de que, durante cuanta tiempo, etc.(Garfinkel: 1984a, p. 13).

A 10 largo de este proceso, estos es.tu?ios h~n comenzado a es-tablecer una nueva socio10gfa del conOCimlento ltbre de las trabas de1a racionalidad prescriptiva y en la que se 1es da. todo su peso encuanto fenomenos sociologicos a los vinculos ref1exlvos entre la cons-titucion social del conocimiento y los contextos institucionales enlos que se genera y mantiene ese conocimiento.

EI analisis de la conversacion 36 es un aspecto vigoroso y distin-tivo de 1a etnometodologia desarrollado a 10 largo de los ultimos

36 Preferimos el termino «analisis de la conversaci6n» al de «analisis conversacio-nal» usado en ocasiones; en este campo, la conversaci6n es el o~Jeto de la Investi-gaci:'m. El analisis de la conversaci6n se inici6 a finales de los anos sesenta con la

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Esta postura imp liea, es evidente, el uso de metodos de estudionaturalistas, pero en un principio la eleccion del objeto de estudiono estaba particularmente preestablecida. Como recuerda Sacks, lamotivaci6n inicial para estudiar la conversacion ordinaria fue de tipometodologico, y reflejaba el deseo de observar si los detalles orga-nizativos de la interaccion natural podian someterse a descripcionformal (Sacks: 1984a, p. 26). El exito de esta empresa aumento elinteres por los detalles de la interaccion.

A pesar de que Sacks y sus colaboradores comenzaron estudian-do la conversacion ordinaria casi accidentalmente, los analistas de laconversacion han concentrado su investigacion en la interaccion or-dinaria y cotidiana mas que, por ejemplo, en la interaccion «institu-cionalizada» de los tribunales 0 la organizacion empresarial. Existenbuenas razones en favor de este enfoque. La «conversacion ordina-ria» no es solo el medio de interaccion predominante en el mundosocial, sino que es tambien, con las simplificacianes que se quiera,la forma de interaccion primaria a la que el nino es expuesto porprimera vez y mediante la que actua la socializacion. Existen portanto muchas razanes para suponer que las form as basicas de con-versacion cotidiana constituyen una especie de punto de referenciaque sirve para reconocer y experimentar otros tipos de interaccionmas formales 0 «institucionales». Y, en efecto, estudios mas recientesde la interaccion «institucionah> muestran variaciones y restriccionessistematicas en formas de accion relativas a la conversacion ordinaria(vid., por ejemplo, Atkinson: 1982; Atkinson y Drew: 1979; Drew:1984; Heritage: 1984b; Maynard: 1984; Mehan: 1979). Por tanto, laconversacion ordinaria representa un amplio y flexible dominio depracticas interactivas primarias. Al abordarlo, los analistas de la con-versacion se han centrada, cuando ha sido posible, en la interaccionentre iguales con una estrategia de investigacion imp!icita consistenteen descubrir los aspectos sistematicos de la interaccion social en elespectro mas am plio de contextos de interaccion «no marcados». Asu vez, este enfoque ofrece las mejores perspectivas para determinarlos rasgos distintivos de las interacciones en las que se dan, porejemplo, las caracteristicas especiales de la escuela 0 el hospital 0 lasasimetrfas de rango, sexo, etnicidad, ete.

Como ya hemos mencionado, el analisis de la conversacion sedesarrollo como un programa de investigacion naturalista. Al perse-guir sus objetivos no omite esfuerzo para centrar el estudio en casosespecfficos de interaccion natural e incontaminada por la interven-

quince anos. Durante este tiempo, esa perspectiva ha originado unaliteratura de investigacion muy importante, sorprendentemente acu-mulativa y trabada. De todas las !ineas de investigacion etnometo-dologicas, el analisis de la conversaci6n es quiza la que mas se ocupadel analisis directo de la accion social. Este enfoque ha sido clara-mente empirico desde el principio. En lugar de especular acerca decaracteristicas idealizadas de la accion social, los analistas de la con-versacion han dirigido sus investigaciones teoricas hacia «accionessociales reales particulares y secuencias organizadas de estas accio-nes» (Schegloff: 1980, p. 151). El resultado ha sido notable. Se hadesarrollado una gran literatura que contiene resultados de gran al-cance y poder acumulativo, y que ha tenido una considerable in-fluencia en las disciplinas afines de la psicologia social, la lingiiisticay la ciencia del conocimiento.

La postura basica de la investigacion del analisis de la con versa-cion se ha desarrollado en una serie de ensayos producto de la co-laboraci6n de Sacks, Schegloff y Jefferson. Sus analisis, igual queotros estudios etnometodologicos, se centraban en los metodos 0

procedimientos mediante los cuales los miembros ordinarios de unasociedad conducen sus asuntos interaccionales 37. Toda prueba deque los individuos emplean estos procedimientos 0 se orientan deacuerdo con ellos tenia que derivarse exclusivamente del comporta-miento de esos individuos en las circunstancias ordinarias de su vida.Schegloff y Sacks resumen asi esta orientacion:

Hemos partido de la hip6tesis ... de que el orden que mostraban los mate-riales con que hemos trabajado no era un cad.cter que se nos mostrabaunicamente a nosotros, ni siquiera en primer termino a nosotros, sino aquienes los habian producido. Si los materiales tenian tal caracter ... era por-que se habian producido de forma met6dica por unos miembros de la so-ciedad para otros. (Schegeloff y Sacks: 1973, p. 290).

publicacicin de SchegloH (1968) y la amplia circulacicin de las lecciones ineditas deSacks (Sacks: 1964-72). Aunque no existen introducciones de caracter monografico,hayresumenes en Atkinson y Drew (1979, pp. 34-81), Heritage (1984a, pp. 233-92),LeVinson (1983, pp. 284-370) Y West y Zimmerman (1982). Entre las colecciones deestudios publicadas mencionaremos las de Atkinson y Heritage: 1984; Psathas: 1979;Schenkein: 1978: Sociology: 1978; Zimmerman y West: 1980. Vid. Heritage (1985)para una extensa bibJiografia.

37 Sacks y S~hegloH hicieron estudios de postgraduacion con GoHman, y su en-faque del estudlO de!. razonalnIento de sentldo comun que subyace a !as accionesordmanas puede refle,ar Influenclas convergentes de GoHman y Garfinkel. Cabe afir-mar que ambos han seguido a GoHman en la medida en que han abandon ado estilosde analisis y descripcion etnograficos en. favor de ensayos progresivamente sistema-tlCos para expltcnar el razonamlento !OgICOy practico que determina la interaccionconversacional.

3H Vid., pOI ejemplo, en Bruner (1983), Ochs y Schieffelin (1979) y en Snow yFerguson (1977) descripciones de algunos aspectos de las simplificaciones que acom-paiian eI lenguaje de las madres euando hablan con niiios pequeiios.

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39 Por 10 tanto, los investigadores del analisis de la conversaci6n evitan los si-guientes procedimientos, que implican una injustificada desviaci6n del usa de losdatos naturales: I) experimentos en Ios que el observador tiene que dirigir 0 mani-pular la conducta; 2) el usn de programas precodificados para categorizar directamen-te la conducta en el estudio de campo 0 en las grabaciones; 3) el uso de las entrevistasen sustituci6n de la observaci6n natural; y 4) la creaci6n de datos mediante «vignet-tes" inventadas 0 imaginadas.

40 Como en otras areas de la etnometodologia, eI punto de partida del analisis dela conversaci6n es la propuesta de Garfinkel segun la cual la producci6n y eI reco-nocimiento de acciones estan configuradas por un con junto comun de metod os 0

procedimientos. Como sefiala Garfinkel: «Ias actividades mediante las que los miem-bros de una sociedad producen y ordenan situaciones cotidianas organizadas son lasmismas en virtud de las cuales hacen explicables esas situaciones" (1984a," p. I).

1979; Schegioff: 1972), de los cuales Ios mas influyentes derivabande la investigacion de Sacks sobre comunicaciones a un centro deprevencion del suicidio y de su obra sobre los instrumentos de ca-tegorizacion de la pertenencia a un grupo (Sacks: 1972a; 1972b). Lasegunda dimension de la investigacion del analisis de Ia co~ver.s,a-cion, que surgio simultaneamente, se centraba en .la or~amzaclOnsecuencial de la interaccion, y fue esta segunda dimension la quevino a adquirir una creciente predominancia en las publicacionesrelativas al analisis de la conversacion posteriores a 1972. Las masfamosas de estas ultimas publicaciones se centraban en la organiza-cion de las intervenciones en la conversacion (Sacks, Schegioff yJefferson: 1974) y en problemas afines: asi, Schegloff (1968) estudia-ba como se logra que los participantes en la conversacion accedan aella de modo coordinado, Schegloff y Sacks (1973) como se aban-dona la conversacion, y Sacks (1974) la suspension de los procedi-mientos mediante los que se interviene en la conversaciOn. Estosestudios fueron los primeros en mostrar un conjunto detallado ysistematico de procedimientos para organizar los turnos. de interven-cion en las conversaciones coherente con una gran vanedad de he-chos basicos de la interaccion. Establecieron de este modo estandaresenteramente nuevos de rigor y comprehensividad en el estudio de lainteraccion social y, en consecuencia, alcanzaron una gran in.f1uencia.Ademas, estos estudios introdujeron nuevos conceptos analftlcos parael estudio de la interaccion, conceptos cuya importancia no se limi-tab a unicamente al estudio de la organizacion de la intervencion enla conversacion per se.

EI mas importante de estos conceptos era el de par de adyacen-cia: ciertos tip os de actividades (tales como for!?ulas de sal~do ydespedida, preguntas y respuestas, etc.) .se orgamzan .conven.clOnal-mente como pares tales que la producClon de un. pr111~ermlembrodel par anticipa y exige que se produzca «a cont111uac~on» una se-gunda accion complementaria por parte del receptor. Dlcho co~cep-to resolvio determinados aspectos de los metodos de razon~mlentoaplicados a la interaccion, y senalaba de que manera los mlembrosde la sociedad pueden considerar que las acciones que ~e esperan (~acontinuacion» se encuentran ausentes de forma perceptible 0 no tn-vial (Sacks: 1972b; Schegloff: 1972). Ta~bien indicaba como pod~aninterpretarse como fuera d~ lugar 0 eqUlv~)Cadas las. :egundas .a~C1o-nes que no guardaban relaClon con una pn~era aCClOn.Y (qUl~a seaesto 10 mas importante) mostraba que. los 111terlocuto~es que 111ter-venian en segundo lugar podian conslderarse norm~t~vamente res-ponsables de omisiones de respuesta, respuestas defIcICntes r o~r,asanomalfas de la interaccion; indicando de esta forma una mOtiVaClOninherente de la realizacion competente de la conversacion (vid. tam-

cion del investigador 39. Esta estrategia de investigacion se mantienecon firmeza, y est;). relacionada con la idea (vid. pp. 241-2) de quelas acciones sociales y las situaciones sociales respecto alas cualesguardan estas una relacion reflexiva se establecen en y mediante losdetalles de la interaccion. Par tal motivo han de evitarse, en la me-dida de 10 posible, los procedimientos de investigacion que conllevenla perdida 0 la contaminacion de detalles.

El objetivo central del analisis de la conversacion es descubrir lascompetencias sociales que subyacen a la interaccion social, es decir,los procedimientos y expectativas mediante los que se produce yentiende la interaccion 40. Persiguiendo esta finalidad se ha estable-cido cierto numero de hipotesis. En primer lugar, se supone que lainteraccion se organiza por referencia a procedimientos instituciona-lizados que, a efectos del analisis, pueden tratarse como estructuraspor derecho propio (efr. Schegloff: 1986). En segundo lugar, se su-pone que las participaciones en la interaccion 1) estan configuradaspor el contexto, en tanto que no pueden entenderse adecuadamentelas acciones sin referencia al contexto de acciones precedentes al cualgeneralmente se entiende que responden y 2) renuevan el contexto,en la medida en que toda accion en curso propondra una definicioncircunstancial de la situacion con respecto a la cual se orientara laconversacion subsiguiente. Finalmente, como hemos observado arri-ba, se supone que las acciones sociales operan en detalle y, portanto, que no pueden ignorarse sin mas los detalles especificos de lainteraccion, considerandolos insignificantes, sin que disminuyan lasposibilidades de llevar a cabo un analisis coherente y efectivo.

En sus inicios, el analisis de la conversacion se desarrollo en dosdimensiones principales. En primer lugar, partiendo de la preocupa-cion de Garfinkel y S,l"ks por la explicacion descriptiva (Garfinkel:1984; Garfinkel y Sacks: 1970; Sacks: 1963), fueron publicados cier-to numero de estudios sobre formulaciones lexicas particulares yexpresiones referenciales (p. ej. Sacks: 1973; 1975; Sacks y Schegloff:

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bien Sacks et al.: 1974, pp. 727-8). Aunque la nocion del par deadyacencia se desarrollo en el contexto de parejas de acciones (talescomo saludos y despedidas) claramente conexas con contingenciasde organizacion de intervenciones en la conversacion, es evidenteque el concepto tenia una aplicabilidad mas amplia.

En un nivel superior, el concepto indicaba un mecanismo de granimportancia para el mantenimiento de la interaccion del entendimien-to intersubjetivo; en la medida en que las acciones que siguen «acontinuacion» se ajusten a la accion anterior que forma la primeraparte del par, puede considerarse que manifiestan un entendimientode la primera parte del par adecuado al ajuste. Por consiguiente, lasegunda parte del par no solo cum pIe (0 deja de cumplir) la siguienteaccion relevante, sino que al hacerlo manifiesta tambien un entendi-mien to publico de la expresi6n anterior a la que se dirige, expresi6nque quien ha producido la primera parte del par puede utilizar paraun «tercer» comentario, confirmaci6n, correcci6n, ete. Por tanto, lasituaci6n de «adyacencia» permite actualizar continuamente el en-tendimiento intersubjetivo. Como observaron Schegloff y Sacks(1973), la «situaci6n de adyacencia» tam bien hace posible reconocerdiversas situaciones de error, intentar llevar a cabo apreciaciones ycorreCClOnes, etc.

En suma, la elaboraci6n del concepto de par de adyacencia de-sarro1l6 y conc:et6 considerablemente ciertos elementos importantesde 10 que Garfmkel habia denominado la «explicabilidad inherente»de la acci6n. EI modelo general de razonamiento analftico esbozadoen estos estudios se ha aplicado posteriormente a un numero cadavez mayor de actividades interactivas. Entre estas se cuenta la con-ducta no verbal, como la organizaci6n de una serie de caracteristicasde la mirada y del movimiento corporal (Goodwin: 1981; Heat:1986), la organizaci6n «preferencial» de alternativas deconducta (Da-vidson: 1984; Pom~rantz: 1978; 1984; SchegloH, Jefferson y Sacks:1977), y una ampha gama de areas tematicas mas concretas (vid.detalles en Heritage: 1985).

En los ultimos cinco aiios, aproximadamente, el analisis de laconversaci6n ha comenzado a ramificarse a partir de su «lfnea cen-tral», el estudio de la actividad conversacional ordinaria, dando lugara estudios de la interacci6n en una serie de situaciones institucionalesen las que se dan roles sociales claramente definidos, situaciones talescomo aulas, tribunales, entrevistas periodisticas, consultas medicas yotras form as de interacci6n institucionalmente reguladas 41. Estos

trabajos manifiestan ciertas diferencias con respecto a los trabajosfundacionales originales sobre la conversaci6n. Si bien se ha mostra-do que la interaccion conversacional «pura» esta organizada en fun-cion de principios formales que permiten efectuar descubrimientosacumulativos de considerable abstracci6n y alcance, los estudios dela interacci6n en entornos institucionales muestran por el momentoun aspecto mas «fragmentario». Como hemos indicado, la interac-ci6n institucional parece implicar limitaciones espedficas y re-defi-niciones de la gama de opciones que se dan en la interacci6n con-versacional. Y 10 que es mas importante, el caracter de estas limita-ciones y re-definiciones es convencional: estas son culturalmente va-riables, en ocasiones se encuentran sujetas a restricciones legales, ypueden justificarse y se justifican discursivamente por referencia aconsideraciones de, inter alia, funci6n, equidad y eficiencia; es evi-dente que esto no se da del mismo modo en las practicas conversa-cion ales ordinarias. En relaci6n con estas convenciones hay marcosde participaci6n discriminatorios (GoHman: 1981), con sus derechosy obligaciones asociados, distintas posiciones relativas y modelos deoportunidad y poder diferenciales.

£1 examen comparativo de distintos sistemas de intervenci6n enla conversaci6n (Sacks, Schegloff, y Jefferson: 1974: pp. 729-30) esel punto de partida de algunos de los estudios mas recientes sobrela interacci6n institucional. Desde entonces, los analisis de McHoul(1978), Mehan (1979), Atkinson y Drew (1979) y Greatbatch (1985)han detaIl ado las form as de intervenci6n en la conversaci6n caracte-risticas de las interacciones desarrolladas en las aulas, en los tribu-nales y en las entrevistas periodisticas. Estos estudios coincidcn enseiialar que los modelos de conducta relativamente restringidos ca-racteristicos de estas situaciones son el resultado de la preordenaci6ndel sistema de intervenci6n (Atkinson y Drew: 1979), y que estaforma de ordenaci6n de la intervenci6n tiene una omnimoda influen-cia; tanto en el tipo y estilo de actividades interactivas que realizanrutinariamente las diferentes partes interesadas como en la organi-zaci6n detallada de tales encuentros (vid. tam bien Schegloff: [en pre-paraci6n J). atros estudios de la interacci6n institucional se ocupande investigar la organizaci6n de actividades concretas en una serie

de negociaci6n de la sentencia, y Eglin y Wideman [en preparaci6n], Sharrock yTurner (1978), Watson [en preparaci6n] y Whalen y Zimmerman [en preparaci6n] yZimmerman [s. f.] para una serie de estudios de interacciones en las que intervienela policia. Respecto a la interacci6n entre medicos y pacientes, mencionaremos, entreuna extensa literatura, West (1984) Y las contribuciones de Fisher y Todd (1983). Lospnncipios del analisis de la conversaci6n se han extendido tambien al analisis de losdiscursos politicos; dr., por ejemplo, Atkinson (1978) y Heritage y Greatbatch (1986).

41 Vid. McHou] (1978) y Mehan (1979) sabre la interacci6n en las aulas; Atkinsony Drew (1979), Drew (1984) y Pomerantz y Atkinson (1984) para tratamientos delos datos de mbunaJes; Maynard (1984) para eswdios de la interacci6n en el proceso

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de situaciones 42 y de establecer un modelo de los desequilibrios depoder en la conducta interactiva 43.

Dado que la interaccion institucional se ha convencionalizado yes culturalmente variable, los estudios que tratan de ella estan menosinterrelacionados que las investigaciones que se ocupan del analisisde la convers~cion «pura», de las que derivan. Sin embargo, existeuna coherencla subyacente dentro de esta perspectiva, coherenciaque se debe tanto a los puntos de vista etnometodologicos como almodo en que se concreta dicho punto de vista mediante el uso delas tecnicas de analisis de la conversacion. Basada en el reconoci-miento de que las funciones institucionales se crean y mantienengracias a modelos de interaccion especificos, estos trabajos ofrecenp'o~i?ilidades considerables para el estudio del ambito politico, po-slbdidades que no eran en modo alguno evidentes en los inicios delanalisis de la conversacion.

Tornado en su conjunto, el analisis de la conversacion se ha con-vertido en un campo de estudio poderoso y productivo que ha al-canzado amplia influencia dentro y fuera de su disciplina originaria,la sociologia. Su contribucion a la ciencia social ha sido ya sustancial,no solo por 10 que respect a al analisis de la accion y al desarrollode nuevas tecnicas metodologicas, sino tam bien al aumento del nivelgeneral de sensibilidad sociologica y a la toma de conciencia de ladetallada organizacion de la conducta social. Existen fundadas razo-nes para suponer que su crecimiento y desarrollo continuaran en losanos venideros.

ciones sabre un serie mas amplia de actividades laborales (Garfinkel:[en preparacion J).

Prefigurados por investigaciones etnometodologicas de activida-des laborales en una serie de contextos concretos (p. ej. Garfinkel:1967; Wieder: 1974; Zimmerman: 1969a; 1969b), los nuevos estu-dios sobre el trabajo se apartan de sus predecesores en su interespreferente por las competencias especificas que constituyen las acti-vidades ocupacionales ordinarias. Su finalidad es examinar en queconsiste una actividad ocupacional, y responden a esta cuestion par-tiendo de una compleja base analitica y empirica.

Garfinkel introdujo el program a de los «estudios sobre el traba-jo» observando que muchos estudios sociologicos solian tratar «acer-ca de» las ocupaciones mas que «de» las propias ocupaciones (Gar-finkel et at.: 1981, pp. 132-3). Con ello llamaba la atencion sobre elhecho de que, a pesar de que numerosos estudios sobre las ocupa-ciones tienen mucho que decir sobre caracteristicas sociales sociolo-gicamente formuladas (tales como los ingresos, etnicidad, clase, re-laciones entre los «roles», etc.) de quienes toman parte en esas ocu-paciones, esos estudios no informaban acerca de las actividades fun-damentales que dan sentido en primer termino alas ocupaciones. Enlas ocupaciones se crean diversos productos valiosos; frecuentementerequiren una gran cualificacion, y muchas veces es necesario aplicarcomplejos cuerpos de conocimiento: sin embargo, es poco 10 que sesabe acerca de 10 que ocurre en ellas. Por tanto, en el programa delos «estudios sobre el trabajo» se reconoce la existencia de un vaciodescriptivo en el nucleo de los analisis sociologicos de las ocupacio-nes.

Garfinkel suele citar una discus ion entre Fred Strodtbeck y Ed-ward Shils para poner de manifiesto este problema. Strodtbeck de-seaba utilizar el «Analisis del Proceso de Interaccioo» de Bales paraestudiar las deliberaciones de los jurados, pero Shils objeto que sibien el analisis serviria para entender como funcionaba un jurado encuanto grupo pequeno, no podria emplearse para entender comofuncionaba el jurado en cuanto jurado (Garfinkel et at.: 1981, p.133). La observacion de Shils plantea un problema fundamental. Loscientificos sociales tendrian que estar en condiciones de describir laspracticas distintivas y relevantes de una ocupacion 0 actividad. Yesto, a su vez, plantea la cuestion de 10 que Garfinkel denomina la«quididad» 0 «el que» de las practicas sociales: (en que consistetrabajar competentemente en biologia (efr. Lynch: 1985a), que esdemostrar un teorema matematico (Livingston: 1986), 0 tocar algoque sea reconocible como musica de jazz (Sudnow: 1978)?

Es importante tener presente que cualquier intento de abordaresta cuestion implica actividades de investigacion muy diversas. Al-

En la seccion final de este ensayo consideraremos brevementeuna fase reciente de la investigacion de Garfinkel y sus colaborado-res que se denomina genericamente «estudios sobre el trabajo». Aun-qu~ ~n un prin~ipi<:>el termino se acuno para referirse a la gama deactividades ordmanas naturalmente organizadas en su sentido masamplio, los estudios que se han publicado se ocupan sobre todo del«tra?ajo» en el sentido. mas restringido de actividad ocupacional. EnpartIcular, estos estudlOs se han centrado en las actividades de losfi~i~os y matematicos (p. ej., Garfinkel, Lynch y Livingston: 1981;LlV1~gston: 1986; Lynch: 1982; 1985a; 1985b; Lynch, Livingston yGarfmkel: 1983), aunque esta previsto publicar en breve investiga-

-12 Vid. detalles en Heritage (1985).43 Vid., en particular, los trabajos de West y Zimmerman (West: 1979; West y

Zimmerman: 1977; 1983; Zimmerman y West 1980).

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gunas de estas tendrian un marcado componente «deconstructivo»:no hay raz6n alguna para esperar que ni las afirmaciones de quienespractican la ocupaci6n ni las filosofias normativas de las ocupacionesproporcionen los recursos a partir de los cuales se pueda configurarun analisis adecuado a su objeto, pues tales descripciones habitual-mente encubren u ocultan la labor practica propia del cumplimientode los objetivos ocupacionales 0 cientificos 44. Al mismo tiempo, el«trabajo» de las ocupaciones (y, sin duda, de otras actividades so-ciales) incorpora inherentemente conceptualizaciones de «considera-ciones relevantes» relativas al «trabajo» en cuesti6n, consideracionesintrfnsecas alas practicas concretas y reales de quienes practican esaactividad. Por tanto, en ultima instancia solo es posible abordar esteobjeto de estudio -que incluye el analisis de practicas laboralessometidas naturalmente a consideraci6n te6rica y procesos de orga-nizaci6n- mediante analisis basados en materiales empiricos.

La tarea de analisis se inicia definiendo que es 10 que quienespractican una ocupaci6n entienden que pertenece al dominio de ac-tividades y competencias laborales. Estas actividades se tratan exa-minando rasgos concretos de las practicas ocupacionales, normal-mente utilizando grabaciones 0 informes documentales. Por tanto,las competencias se tratan exclusivamente desde dentro, es decir, entanto que los implicados las reconocen y operan con ellas en lassi.tuaciones ordinarias de la actividad lab oral. Dentro de este para-dlgma, como Lynch et al. senalan, el analisis se centra en el modoen que el caracter 16gico y razonado de las acciones ocupacionalesse hace publicamente acesible mediante

a primera vista. Los problemas metodol6gicos que rodean el pro-grama de los «estudios del tra?ajo» -tales. como determinar el. al-cance y dimensiones de las aCClOnesocupaclOnales, establecer cnte-rios de adecuaci6n en la descripci6n de sus compromisos te6ricosnaturales, etc.- son considerablemente mas espinosos y complica-dos que, por ejemplo, los que conlleva el analisis de la conversaci6n.Y los estudios sobre el trabajo han implicado el uso de diversosmetodos de investigaci6n, entre los que podemos mencionar tecnicasetnograficas, form as de analisis textual, procedimientos de analisisde las conversaciones y otros. Este pluralismo metodo16gico es larespuesta al hecho de que los dominios. ocupacionales. pueden ma-nifestarse de formas muy diversas: por eJemplo, en actIvldades con-versacionales y corporales en las que el mejor medio de acceso ana-litico puede ser una grabaci6n de video, pero tam bien en informesdocumentales de diversos tipos que requieren diferentes metodos deenfoque.

Con independencia de los procedimientos concretos empleados,Garfinkel sostiene que los estudios sobre el trabajo deberian some-terse al control de 10 que denomina «requisito unico de adecuaci6n».Este requisito viene exigido por el hecho de que las tecn.icas ocupa-cionales y cl conocimiento cientifico han avanzado mediante el de-sarrollo de practicas y tecnicas que, por 10 com un, son sumamenteespedficas de determinadas.tareas u objetivos. Esta .espec~ficidad im-pone considerables exigenCias a todo el que desee mvestIgarias. Porejemplo, sera imposible que un analisis de la correspondencia de unbufete de abogados que no tenga en cuenta que ~uchos ele'!1entosde la fraseologia legal tienen un status legal determmado conflrmadoen los tribunales consiga captar la naturaleza de este aspecto d.eltrabajo legal. De modo similar, es poco probable que un e~tudlOetnografico de un lab oratorio cientifico llevado a cabo por qUien .nosea competente en el campo cientifico relevante aporte datos de m-teres sobre la organizaci6n de su praxis cientifica. En suma, granparte de las actividades de una ocupacion -que, ~~sde e~ punt? devista del que las practica, pueden Ir desde 10 familiar e mmedlata-mente reconocible a 10 esoterico- Ie resultaran opacas a un obser-vador ajeno a ella. Por consiguiente, Garfinkel defiende que todotipo de investigaci6n ha de realizarse atendiendo al «requisito unicode adecuaci6n»: el requisito de que el investigador ha. de seT com-petente en el dominio de las actividades que se estan mvestIgando.Dicho requisito, afirma, optimiza las posibilidades de que se cumplael objetivo fundamental de la investigaci6n del. programa de los «e~-tudios sobre el trabajo», esto es, que se descnban con tanta espeCl-ficidad y precisi6n como sea posible los detalles .constitutivos de lasactividades ocupacionales en cuesti6n.

I?s 6rde?es de detalles. intersubjetiv~f?ente explicables; e1 orden de expre-stones dlChas por los dtferentes partlClpantes en una conversaci6n, e1 ordende composici6n de los materiales manipulados en el banco de laboratorio,o el orden transitivo de los materiales escritos en la pagina de un texto.(Lynch et al.: 1983, p. 206)

La compleja interconexi6n de la organizaci6n temporal en laspracticas sustantivas de los miembros competentes de una ocupaci6n~a constituido ~na via de acceso al estudio de sus propiedades par-tIcularmente vallOsa.

.Se,tr.ata agui de una desviaci6n sustancial respecto a la praxissoclOloglCa eXlstente, mucho mas compleja de 10 que pudiera parecer

44 Vid. la discusi6n de este problema en Garfinkel et at. (1981) y en la repuestade Holton (1981). En Garfinkel (1985) y Livingston (1986) pueden encontrarse masdetalles sobre la discusi6n del modo en que las formulaciones escritas de los descu-brimicntos cientificos dependen de y encubren las competencias laborales subyacentes.

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Los nuevos estudios sobre el trabajo representan una ampliacionsustanci~l de las preocupaciones en las que se ha centrado la obrade Garfmkel durante los ultimos veinte anos. Todos estos estudiosimJ?l~can el mantenimiento de la indiferencia etnometodologica: lasactlvlda?es de. los ~~uro!ogo,s, mat~~aticos 0 pianistas de jazz setratan sm elOglOSm Iroma, sm relauvlzarlas ni transformar sus ras-g?S tecni~<?s 0 subestimar sus logros. Igualmente, los nuevos estu-dlOS m~m~l~stan tambi~n una importante continuidad en el progra-ma ~oclOloglco de Garfll:kel. Desde sus primeros escritos, Garfinkelhabla rechazad<? ~ua~9Uler enfoq~e del analisis sociologico que sebasara ~n una ?lstmclOn entre. acclOnes r~cio~ales y no racionales, yq,~e aplicara dlferent~s tratamlentos explicauvos a cada tipo de ac-CI,on. Co~o hemos VISto, ta~ enfoqu~ era esencial a, la teoria parso-m~na, La Idea de qu~ las aCClOnesraclOnales se explican por SI solas,mle~tras q~e las aC,clOnesn~ ~acionales pueden explicarse por refe-renCIa a la mfluenCIa determmlsta de las normas morales traia con-sigo ~na perdida de l~ ~apacidad l?ara. analizar l?s rasgos 'explicablesy raclOnales de las acuvldades ordmanas. Del mlsmo modo sin em-bargo, llevab.a a l~ conclusion de que las actividades cientIficas, su-~am4~nte raclOnalIz~das, 9~edaban fue,ra de la investigacion sociolo-gl~a, . La persp~ctIva teonca de Garfmkel defiende que ambos do-mmlOs han de remcorporarse al estudio sociologico serio, y el y suscolaborad<?r~s han abordado con el maximo rigor el segundo deestos dommlOs. en el programa de los «estudios sobre el trabajo».

Tales est~dlOS se han cet:Itrado en las praxis especificas, observa-?les y. matenales, que constltuyen dichas a~ti~idades, por 10 que esImposlble resum!rl?s con ?revedad. Su obJeuvo, pues, es describiren detalle las pr~ctlCas sOCIal~sn~turalmente organizadas que, igualque las observaclOnes de las CIenClas n~turales, pueden reproducirse,con~rastarse y .valorarse, y que constltuyen la base de estudios yconJeturas de tIPO naturalista. Su caracter revolucionario estriba enel hec~o de que antes de. q~e Garfinkel !ormulara el problema nadiese habla l?r?puesto descnblr en profundldad los rasgos constitutivosde las actlVlda?es laborales ordinarias. Los estudios publicados hastael momen~o uenen un gran interes intrinseco, y si el de~arrollo decamp?s afll~:s (como el del analisis de la conversacion) puede servirde OnentaclOn, prometen alcanzar una relevancia teorica y practicano menos esenCIal.

45 Bloor (1976), que acuiio el termino «sociologia del error» para caracterizar lasperspectivas sociol?&icas que e~cluian a l~.c,iencia como objeto de investigacion porrazones eplstemologlcas, adopto una pOSICIOnparalela. Vid. en las contribuciones aColll~s (1~81) Y a Knorr-<;:etina ~ Mulka~ (1~83) una serie de posiciones afines enla SOClOl?glade la cl~nCl~. ~l estudlO de la ClenCla de laboratorio de Latour y Woolgar(1979) tIene u.n estI10 sImIlar al del program a de los «estudios sobre el trabajo»,aunque sus OnentaclOnes especiflcas son distintas.

Es inevitable que toda valoracion .de la contri.bucion de ,la etno-metodologla al est: 10 actual de la soclOlogia. comlence ~~~~lOnandola total transformaCIon de la teoria de la acclon que se mlclo con lasinvestigaciones de Garfinkel. Los aspectos esenciales de este procesofueron, en primer lugar, la decision de estudi~r las. caracteri~ucas ~elrazonamiento y de las razones que, en cualqUier mvel de onenta~lOnconsciente, forman parte de la eleccion entre acciones altern.auvas.En segundo lugar, esta decision fue !ncon~icional en el sentldo deque el razonamiento tenia que estudlarse sm tener en cuenta hastaque punto parecia racional euando se contemplab~ d~~de fuera. Es-tudiar el razonamiento practico de este modo slgmflca, en tercerlugar, observar las razones de la accion ?esde dentro de los ,contex-tos en que se utilizan. Y, como hem?s VISto, ~sto. suro,ne depr. a unlado las cuestiones relativas a su vahdez 0 efIcaCIa ultlmas a fm deestudiar simplemente como actuan en la pra~tica. ~n cuarto lugar,esa decision conllevo un estudio de los estudlOs sOCIales tan natura-lista como es posible, pues si las raz?nes se ell?plean (y ~on inteli-gibles de forma especifica) solo en CIrcunstanCIas determmad~s, suarticulacion con los contextos en que se emplean solo puede mves-tigarse de forma naturalista. .

A ciertos criticos les ha parecldo que estas propuestas eran me-nos un enfoque del analisis de la accion que investig~ciones ~e laconciencia subjetiva 0, en el mejor de los casos, cammos haCIa elestudio del conocimiento social. Esta no es una interpretacion ade-cuada de la iniciativa de Garfinkel. Todo su enfoque del analisis dela accion y las razones de la accion, se basa er: la expl~~abilidadpublica de la accion. Toda acc.i~n SOCial es una mterve~clOn reco-nocible en el contexto de actlvldad en que sucede, aSI como uncomentario reconocible sobre dicho contexto. Su caracter especificode comentario e i~t~rvencion (es decir, su explic,abilidad p~blica)tiene una base metodlca. Es producto de procedimlentos 0 metodoscompartidos y empleados socialmente; tale~ ~etodos ~~n m~mero-sos, estan reticulados, y tienen una complep mterrel.aclOn. Sm em-bargo, como conforman el marco fundamen~al medIante el.9ue seinterpretara la accion, inevitablemente ~etermman, ~aproyeccwn y Laproduccion de la accion, asi como su mterpretaclOn. Por tanto, labase metodica de la accion tiende un puente a traves de la escisionentre conocimiento y accion, tanto en el aspecto practico -por 10que se refiere a los actores- como en el teorico -por 10 que serefiere al cientifico social-.

Considerados en este contexto, los escritos teoricos de Garfinkelrepresentan un logro extraordinario; en ellos se integran los funda-

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mentos de la accion social, el entendimiento intersubjetivo y la or-ganizacion social en un unico fenomeno esencial: el caracter meto-dicamente explicable de la actividad social ordinaria. Desde sus aiiosen Harvard, Garfinkel ha ocupado una posicion analitica enteramen-te original con relacion a los temas de la accion social y el ordensocial. En los aiios que han transcurrido desde entonces ha tratadode dar a esta intuicion una demostracion practica, coherencia y pro-fundidad. Su intuicion ha demostrado ser fecunda, y ha inspiradolos cientos de estudios de analisis de la conversacion y afines quehan aparecido a 10 largo de la ultima decada. Estos estudios hanconfirmado la concepcion de Garfinkel.

Como correlato dialectico de este analisis de la accion basado enel conocimiento metodico, Garfinkel ha insistido tambien en que,no import a 10 especializado 0 tecnico que sea, el conocimiento quese emplea en las situaciones cotidianas no puede ser analizado inde-pendientemente de las acciones mediante las que es elaborado, que10 mantienen y dan validez. Este tema se plante a con especial fuerzaen los estudios de la actividad organizativa que Garfinkel ha em-prendido 0 inspirado, y con mayor fuerza aun en los estudios sobreel trabajo, mas recientes. Los estudios de la accion y los estudios delas praxis del conocimiento representan, por consiguiente, aspectoscomplementarios del mismo programa de investigacion.

Por encima de todo, estos estudios, en todas sus facetas, hantratado de centrar el trabajo de los investigadores en los fenomenosempfricos de la actividad social en toda su riqueza y diversidad,apartando su atencion de la elaboracion prematura de teorfas delmundo social. En este sentido expresan la oposicion de Garfinkel a«todos los intentos, no importa cuan elaborados, de especificar unapractica examinable detallando una generalidad».

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