Haderej - El Camino de YHWH (Yahshúa)

בש�לח עהשב פרשת Parashát

HaShavúa BeshalajShev

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Significa: Cuando expulsoShabat Shirá

Toráh: Shemot/ Éxodo 13:17 – 17:16Aliyás de la Toráh: 1.13:17 – 14:82.14:9 – 14:14 (Ashkenazíes); 14:9-25

(Sefardíes)3.14:15-25 (Ashkenazíes); 14:26 – 15:26

(Sefardíes)4.14:26 – 15:26 (Ashkenazíes); 15:27 –

16:10 (Sefardíes)5.15:27 – 16:10 (Ashkenazíes); 16:11-29

(Sefardíes)6.16:11-36 (Ashkenazíes); 16:30-36

(Sefardíes)7.17:1-168. Maftir: 17:14-16

Haftarat: Jueces 4:4 – 5:31 (Ashkenazíes); 5:1-31 (Sefardíes)

Brit Jadasháh/ Pacto renovado (Código Real - HaTsofen HaMaljutí): Lucas 8:1 – 9:62

Introducción

Shemot 13:17 Vayeji beshalaj Far'oh et-ha'am velo-najam Elohim derej erets Plishtim ki karov hu ki amar Elohim pen-yinajem ha'am bir'otam miljamah veshavu Mitsraymah.

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Éxodo 13:17 Y sucedió que cuando el Faraón hubo enviado al pueblo, no los guió Dios por el camino de la tierra de los filisteos, aunque era el más próximo, pues dijo Dios: No sea que se arrepienta el pueblo al ver la guerra y se vuelva a Egipto.

La sección de la Toráh para este Shabat trata con los acontecimientos que tuvieron lugar una vez que el faraón deja salir finalmente a los hijos de Israel de Egipto. En sentido general, Cinco Grandes hechos son registrados en esta Parasháh:

1. Faraón deja ir a los hijos de Israel y nuestros padres salen organizadamente, compañía tras compañía, escuadrones tras escuadrones, cada uno bajo la dirección de líderes competentes. El Eterno, bendito Sea, iba delante de ellos en una columna de nube para guiarlos por el camino durante el día y en una columna de fuego durante la noche para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche.

2. Esta sección de la Torá nos presenta también el momento crucial cuando el faraón y su ejército persigue a nuestro pueblo y éste queda atrapado entre el mar y los soldados egipcios. Sin embargo, a la orden del Señor, el pueblo marcha, el mar

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milagrosamente se divide en dos y ambos pueblos se encuentran caminando por el fondo del mar como si fuera en tierra seca, teniendo sendos muros de agua sostenidos por un viento fortísimo a cada lado.

Sin embargo, los egipcios no pudieron acercarse a los hijos de Israel porque la columna de nube que iba delante del campamento hebreo, se apartó de ellos y se ubicó a sus espaldas de tal manera que era luz para éstos pero oscuridad para sus enemigos.

Al amanecer, cuando el último israelita salía del lecho del mar y el último egipcio había entrado, el Señor ordenó al mar volver a su lugar y los enemigos de Israel fueron destruidos.

Como resultado de aquella grande victoria, Moisés compuso un cántico que entonaron al Señor en medio del desierto y mientras la congregación de los santos cantaba, Miriam, la profetiza, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas celebrando aquella gran victoria. ¿Por qué cantaban? “Porque Adonai en extremo se ha engrandecido, ha echado en el mar al caballo y al jinete”.

3. La Parasháh también nos cuenta el incidente de Mara y como milagrosamente también las aguas fueron endulzadas y como no menos milagrosamente, a pesar de la murmuración del pueblo, el Señor,

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bendito Sea, les dio pan y carne en medio del desierto.

4. Y por si fuera poco, otro milagro no menos extraordinario tomó lugar, cuando Moisés golpeó la peña con su vara y de su interior corrieron ríos de agua viva que sació la sed de nuestros padres.

5. La conclusión de la Parasháh nos narra la maravillosa forma en que Aarón, el hermano de Moisés, y Hur, su cuñado, sostuvieron las manos cansadas del profeta hasta que Josué pudo alcanzar una gran victoria sobre Amalek y su ejército recibiendo entonces la orden de escribir en un libro las memorias de aquella batalla para la posteridad.

Comentarios.

Primera aliyá, 13:17 – 14:8

13:17 “Y sucedió que cuando Paró dejó ir al pueblo, Eloha no los guió por el camino de la tierra de los pelishtim, ya que era cercana, porque dijo Eloha: No sea que el pueblo se arrepienta cuando vea guerra y se vuelva a Mitsrayim.”

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¿Qué lecciones podemos aprender de esta hermosa sección de la Toráh que nos corresponde estudiar en este Shabat?

Si miramos cuidadosamente el texto sagrado encontraremos aquí riquezas de incalculable valor para nuestra fe. Esto es precisamente una de las maravillas de la Toráh, que sus narraciones, su historia y sus palabras, pueden ser interpretadas y reinterpretadas por cada generación de tal manera que nos traigan fortaleza y esperanza no importa que estemos lejos en el tiempo de los hechos que aquí se narran, porque su mensaje, cuando es iluminado por el Rúaj Ha-Kódesh, se vuelve nuevo, fresco y relevante para nosotros.

En esta apertura del Shabat solamente deseamos subrayar una que destaca en esta sección de la Torá y es esta: Que el Eterno tiene un camino preparado para nosotros, que El nos dirige en sus sendas y nos protege a lo largo de la jornada.

Consideremos los siguientes pensamientos:

1. El Eterno es quien hace camino para nosotros y quien nos dirige por Sus sendas.

Si vemos los primeros versículos de este Parashá, encontramos que dice así:

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““Y sucedió que cuando Paró dejó ir al pueblo, Eloha no los guió por el camino de la tierra de los pelishtim, ya que era cercana, porque dijo Eloha: No sea que el pueblo se arrepienta cuando vea guerra y se vuelva a Mitsrayim.. Mas hizo Dios que el pueblo rodease por el camino del desierto del Mar Rojo” (13:17,18).

Observa algo: Moisés no fue el que preparó el camino, Adonai lo hizo. Ni Aarón ni María, con todo y ser profetas, prepararon el camino.

Adonai lo hizo. El determinó el camino, diseñó el camino y preparó el camino.

Una de las lecciones que debemos recordar en nuestras vidas como israelitas del Nuevo Pacto es que nosotros no diseñamos el camino, Adonai prepara el camino para nosotros.

Nuestra función no es hacer el camino sino andar por el camino que El ya ha hecho.

En Génesis 18:19 está escrito de Avraham:

“Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Adonai...”

Como vemos, no es el camino de Avraham, es“el camino de Adonai”.

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Ciertamente Avraham nos ha dejado huellas de sus pisadas, pero no de sus caminos personales, sino del camino de Adonai.

David lo entendió así, como está escrito en el Salmo 17:5:

“Sustenta mis pasos en tus caminos para que mis pies no resbalen”.

El Eterno sustentará nuestros pasos, pero no cuando andemos en “nuestros caminos”, sino en Sus caminos, porque, como está escrito:

“mis caminos no son vuestros caminos, ni mis pensamientos vuestros pensamientos” (Is. 55:9).

¿Quieres que el Señor sostenga tu pie?

Asegúrate que andas en Sus caminos porque éste es el camino de los justos, el camino de los redimidos, el camino de los que viajan a Tsiyón.

Por supuesto, debido al hecho de que los caminos del Señor esperan por nosotros, será nuestra responsabilidad andar por ellos.

Este fue el grito del David cuando decía:

“Muéstrame oh Adonai, tus caminos, enséñame tus sendas” (Sal. 25:4).

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Nuestro gran problema no es la falta del camino, porque el camino ya lo tenemos, el Señor lo ha preparado para nosotros. Nuestro gran problema es que no siempre reconocemos Sus caminos entre tantos caminos. No siempre somos capaces de discernir El camino verdadero del parecido, el real del ficticio, el que es al que se asemeja.

Por lo tanto, humildemente debemos ir al Eterno y decirle:

“Encamíname oh Adonai, encamíname por tus sendas, encamíname Señor, para que mis pies no se alejen de aquello que has preparado de antemano para mi”.

En este Shabat el Eterno, bendito Sea, te ha reunido aquí para que dejes grabar en la tabla de tu corazón y en el rollo de tu mente la gran verdad de que El es quien hace camino para ti y quien te dirige por Su camino.

2. El Eterno, bendito Sea, no solamente prepara el Camino y te dirige en el Camino, Nos protege en Sus Caminos.

A la hora de preparar Sus caminos, Adonai lo hizo con un propósito especial.

Piense en esto: ¿Por qué Adonai no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos que estaba cerca?

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Por esa ruta occidental en menos de dos semanas habrían alcanzado la tierra prometida.

Pero el Eterno no lo permitió. El tenía otro camino para ellos. Mas largo por cierto, más difícil, pero conveniente.

¿Por qué entonces Adonai NO los llevó por el camino de la tierra de los filisteos que estaba cerca?

Moisés mismo nos da la respuesta en el 13:17:

“Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra y se vuelva a Egipto”.

Varias cosas aprendemos aquí:

2.1. El Camino del Eterno es de Una sola vía, no de doble vía.

En otras palabras, el camino del Eterno no contempla la posibilidad del retorno a Egipto.

Muchas veces cuando vamos manejando en nuestras calles y avenidas, de pronto descubrimos que andamos en una dirección equivocada y buscamos un signo del tránsito que nos permita hacer un retorno en U.

Esto es posible en nuestros caminos porque no siempre andamos en el camino correcto. Pero esto no es posible en el camino del Eterno. El camino del

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Eterno es de una sola vía, no tiene cómo regresarse a Egipto. El Eterno no lo permite.

Este camino es lo suficientemente estrecho para que puedas avanzar solamente hacia adelante, sin poder girar y volverte atrás. A la hora de hacernos el Camino, Adonai lo hizo de tal manera que no podamos regresarnos a Egipto.

Por eso el apóstol Yahudá ben Yaakov exclama:

“Y a aquél que es poderoso para guardaros sin caída y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Elohym, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos, Amén” ( Yahudá 24,25).

¿No es maravillo pensar que el Eterno nos ha colocado en un camino del cual nunca podremos volvernos a Egipto?

Nuestros caminos sí pueden volverse a Egipto, pero no el camino del Señor, éste no contempla esa posibilidad, el Señor mismo lo ha diseñado así, para que Su poder y Su gracia estén a nuestras espaldas constantemente empujándonos fuera de Egipto, lejos de Egipto, sin retorno a Egipto.

Más tarde el propio Eterno dirá a nuestros padres:

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“Por el camino de Egipto nunca mas volveréis” (Dt. 17:16).

Ciertamente que nuestros padres, “en sus corazones se volvieron a Egipto”, pero en el Nuevo Pacto, se nos da precisamente un “nuevo corazón” para que jamás podamos regresarnos a aquello que ya no es mas parte de nuestra naturaleza ni de nuestro destino.

2.2. El Camino del Señor está rodeado de Su protección.-

Si miramos atentamente a la palabra leída, veremos que el Eterno dice así:

“Y luego que Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca; porque dijo Dios: Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra...” (13:17).

Así que no solamente aprendemos que el Eterno nos ha diseñado Su camino; no solamente que es un camino sin retorno a Egipto, pero en adición, el Señor nos promete Su protección a lo largo del camino.

¿Cómo se manifiesta Su protección en Su camino?

Evitando que nos encontremos con una guerra innecesaria. Debemos estar convencidos que cuando tengamos que librar alguna batalla, será porque habrá

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llegado el momento, pero mientras el Eterno nos puede evitar guerras innecesarias, lo hará.

En esta sección de la Toráh vemos que una de las razones por las cuales el Eterno evita el camino occidental es para evitar que los hijos de Israel se asusten con un campo de batalla que encontrarían sin duda más adelante.

13:18 “Eloha, pues, hizo que el pueblo diera un rodeo por el camino del desierto, hacia el mar Rojo; y los hijos de Israel subieron armados de la tierra de Mitsrayim.”

Ciertamente que ellos salieron de Egipto “armados”, Pero esta frase podría significar más bien: “organizados en sus grupos”.

En todo caso, había una grave condición que necesita ser sanada: la mentalidad de esclavitud. Por 400 años estuvieron en Egipto y de ésos, 210 fueron de esclavitud. Ahora recién salían de la esclavitud, pero esto no significaba que la esclavitud saliera de ellos de la misma manera y al mismo tiempo.

Todavía tenían una mentalidad de temor, de miedo. Por muchos años le habían gritado y no podían responder.

De solo ver un látigo, se asustaban.

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De solo ver una espada, se asustaban.

De solo ver a un soldado uniformado, se asustaban.

Esto produjo una mentalidad de miedo que es la peor esclavitud. Tal monstruo escondido dentro debía ser eliminado. Pero esto no se logra de un día para otro. De hecho, esa mentalidad de esclavitud fue la que los hizo desear las cebollas de Egipto algún tiempo más tarde.

Así que el Eterno, luego de sacarlos de la esclavitud egipcia debía sacarles la esclavitud de adentro, de sus mentes y corazones. Este será siempre un serio problema que debemos confrontar: no sólo que seamos libres de la esclavitud, sino también de sus secuelas mentales y emocionales.

Cuando Yahshúa resucitó a Lázaro, éste salió del sepulcro, pero las vendas de la muerte todavía le rodeaban y le ataban, así que Yahshúa tuvo que decir: “Desatadle y dejadle ir”.

“Desatar” es un proceso mucho más largo. Toma su tiempo. Pero es posible, deseable y necesario.

La gran noticia es que el Señor ha preparado un camino por el cual nos libra de la muerte y de la mentalidad de la muerte.

Nos libra de la tumba y de las ataduras de la tumba.

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La gran noticia es que el Señor ha preparado un camino por el cual no solamente nos saca de la esclavitud, sino también nos libera de una mentalidad de esclavitud para que tengamos una nueva mentalidad : la del Mesías, la mente del Mesías, la mente de los verdaderamente libres.

Yahshúa lo dice así: “Si el hijo os libertare seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36).

Y el rabí Shaúl nos recuerda que ahora tenemos “la mente del Mesías” (1 Cor. 2:16)

Piense en esto:

En el Primer Pacto salimos de Egipto en el Nuevo Pacto Egipto sale de nosotros.

Por el Primer Pacto somos sacados de la esclavitud. Por el Nuevo Pacto la esclavitud es sacada de nosotros: de nuestras mentes y de nuestros corazones.

Esto no se logra en un día, es un proceso. Legalmente la libertad es un acto, pero experimentalmente es un proceso. Por eso el Eterno desecha el camino corto por el camino largo, porque en el camino largo nuestra sanidad interior será posible.

A la tierra prometida no podrán entrar hombres y mujeres cautivos mental y emocionalmente, sino

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hombres y mujeres libres. Libres por el Mesías, libres por el único que nos hace verdaderamente libres.

Pero tenemos más en esta Parasháh. Observemos de nuevo Shemot (Éxodo) 13:17. Al final dice así:

“Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra”.

¿Qué significan estas palabras? ¿A qué guerra se refiere Moshé aquí?

Bien, hay dos hechos relacionados:

Primero, para el tiempo cuando nuestros padres salieron de Egipto, tribus bárbaras del norte se habían comenzado a establecer en la costa mediterránea que fueron conocidos mas tarde como “los filisteos”, acérrimos enemigos de Israel.

Estos filisteos estaban acostumbrados a la guerra, Israel no estaba acostumbrado a la guerra.

Así que entrar por esa sección implicaría una guerra desigual entre entrenados contra no entrenados. Sin embargo, no me parece la mejor respuesta, porque en definitiva, el Eterno pudo haberles ayudado y darles una gran victoria como haría después contra los hijos de Amalek.

¿Cuál es entonces el verdadero problema aquí?

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Esto nos lleva al segundo hecho que deseamos compartirle:

Quizá la respuesta la encontramos en un antiguo Tárgum, o versión interpretada de la Torá, llamado el Tárgum Jonatan, que data del Judaísmo del Segundo Templo, donde se afirma que el problema que el Señor no quería que los hijos de Israel vieran era el de los huesos de Efrayim (Basado en 1 Crónicas 7:20-21).

Déjenme explicar:

Según el Tárgum Jonatan, antes de la salida de los hijos de Israel de Egipto, doscientos mil (200,000) descendientes de Efrayim, el hijo menor de José que fue promovido a primogénito de Yaakov, según vimos previamente en el Parasháh Va-Yejí, intentaron huir de Egipto y lo lograron.

Sin embargo, antes de entrar a Canaán, se encontraron con largas multitudes de enemigos apostados en el camino que los encontraron, le hicieron guerra y los mataron a todos. Entonces, los huesos de estos efraimitas quedaron sin enterrar, desparramados por toda aquella tierra y allí se secaron en gran manera.

El espectáculo de ver estos huesos secos habría asustado y horrorizado a los hijos de Israel que del miedo hubieran corrido de vuelta para Egipto.

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El Eterno entonces, para que no se asustaran con estos huesos secos que les mostraría el destino que sufrieron sus hermanos, evitó aquél camino y trazó uno nuevo.

En todo caso, la gran lección permanece para nosotros: el camino que el Eterno nos ha preparado es un camino de protección.

El Eterno ha tenido en cuenta todo, absolutamente todo para que estemos cuidados y protegidos, contra enemigos ocultos, contra guerras innecesarias, contra escenas que afectarían negativamente nuestros corazones.

13:21 “HaShem iba delante de ellos, de día en una columna de nube para hacerlos guiar por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, a fin de que anduvieran de día y de noche.” – En este versículo aparece el verbo guiar de forma hifil, causativa, para mostrarnos que el Eterno iba delante mediante un emisario que le representaba (Rashí). La columna de nube fue el representante del Eterno en este caso.

Esta es la protección mayor: Que El nos prepara el camino, nos introduce en el camino, nos libra de guerras innecesarias en el camino, pero sobre todo, Adonai no nos abandona en el camino.

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Dice Moisés que esta nube de día, que se transformaba en columna de fuego de noche, “nunca se apartó de delante del pueblo”. ¿No es maravilloso pensar que el Señor nunca abandonó a su pueblo cuando los sacó de Egipto?

Ahora, en el Nuevo Pacto, se nos da similar promesa:

“Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre” (Yojanán 14:16).

Y antes de Su partida, Yahshúa no nos abandonó, no nos dejó solos, sino que nos dijo: “He aquí yo estoy con vosotros, todos los días, hasta el fin de esta edad presente” (Mt. 28:20).

¿Qué era aquella nube que iba delante de ellos? No era algo, era Alguien.

En Éxodo 14:19 está escrito:

“Y el ángel de Eloha que había ido delante del campamento de Israel, se apartó, e iba tras ellos; y la columna de nube que había ido delante de ellos, se apartó, y se les puso detrás.”

Esto nos enseña que el representante de HaShem era un malakh, un ángel, que se manifestaba de manera de columna de nube de día y columna de fuego por la noche. También había una nube encima del campamento que daba sombra de día y calor de

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noche, cf. Éxodo 40:38; Números 14:14; Deuteronomio 1:33; Ezequiel 1:4; Isaías 4:5-6.

Yahshúa dijo del Espíritu: “El os guiará a toda la verdad”.

Ahora, nosotros, israelitas del Nuevo Pacto, que por la sangre derramada del Mesías y por su Resurrección gloriosa hemos entrado en el Reino y vivimos ya en el atrio del Nuevo Templo Mesiánico, tenemos una bendición adicional: que la nube ahora se ha mudado dentro de nosotros.¡Haleluyah!

Esta nube de gloria, el Rúaj Ha-Kódesh está contigo amado hermano, día y noche. El Espíritu nos guía, el Espíritu vigila sobre nosotros, nos guarda y nos da confianza. La columna de nube delante de los hijos de Israel les daba dirección pero también seguridad. Les indicaba el camino pero también les brindaba confianza.

Si miramos dentro de nosotros mismos, según nos ha sido prometido por Yahshúa y según está en la Palabra, ahora esa nube de gloria, dentro de nosotros continuará haciendo lo mismo.

Los israelitas en el Primer Pacto miraban afuera de ellos para encontrarse con la nube que les guiaba.

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Los israelitas en el Nuevo Pacto miramos dentro de nosotros mismos para encontrarnos con la nube que continúa guiándonos.

Si miramos bien, si escudriñamos bien, si le dedicamos tiempo apropiado, el Espíritu Santo que está en nosotros se convertirá en nuestro verdadero amigo en la necesidad, nuestro consolador, nuestro maestro, nuestra guía.

Nunca olvides esta gran lección: el camino que el Señor nos ha preparado está rodeado de Su protección.

¿Y qué si la nube se desaparece de nuestra vista? ¿Podría darse el caso? La respuesta de la Parasháh para este Día del Señor es afirmativo. Sí, hay momentos en que la nube se desaparece de nuestra vista.

Pero, ¿qué seguridad podríamos tener entonces?

La respuesta es que cuando no vemos la nube delante, no es que se ha apartado de nosotros para abandonarnos, sino que se ha movido de lugar para protegernos. ¿Cómo es posible?

Segunda aliyá, 14:9-25

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14: 19 “Y el ángel de Dios que iba delante del campamento de Israel, se apartó e iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a sus espaldas...”

¿Qué habrían sentido nuestros padres cuando ya no tenían la nube delante, ni el Ángel del Pacto era visto?

Ciertamente habrá momentos que usted no “verá” al Señor en el camino...

Habrá momentos que le parecerá que El le ha abandonado...

Para cuando esto suceda recuerda la Parasháh de este Shabat: Si andamos en el camino del Eterno, no necesariamente en nuestros caminos, pero si andamos en el camino del Eterno, cuando la nube se nos mueve del horizonte de nuestras vidas es porque un enemigo a nuestras espaldas nos persigue y el Eterno le ha salido al encuentro para defendernos.

Miremos lo que está sucediendo:

Faraón con sus carros y su gente de a caballo y su infantería persiguen a nuestros padres.

Existe el peligro real de que los alcancen y los destruyan por la retaguardia...

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Entonces la nube se mueve y se coloca detrás... los hijos de Israel no la ven delante... se ha movido hacia atrás...

Pero fue necesario... para no permitirle al enemigo que los alcanzara y los hiriera por las espaldas.

Así que ya sabes, cuando de pronto pareciera que el Eterno te ha abandonado, nunca pienses que tal cosa ha ocurrido, simplemente se ha movido a tus espaldas para que el enemigo no pueda alcanzarte porque tú eres Su herencia, eres Su especial tesoro, eres Su obra de arte.

Sin embargo, como el camino del Eterno es camino de seguridad, aun cuando se mueva hacia atrás de ti para protegerte, tendrás no obstante suficiente luz delante para continuar avanzando.

Miremos lo que nos cuenta Moisés que pasó: (14:20)

“E iba entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel; y era nube y tinieblas para aquellos, y alumbraba a Israel de noche, y en toda aquella noche, nunca se acercaron los unos a los otros”.

Conclusión

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Cuando la nube se mueve y es quitada delante de tus ojos, no temas, sigue avanzando, la luz continuará delante de ti, El se ha colocado a tus espaldas para avergonzar a tus enemigos, para entorpecer sus maquinaciones y frustrar sus planes, para que les sobrecoja tinieblas y confusión mientras tu sigues tu marcha hacia aquello que es tu llamado y tu destino eternos.

Mas no te olvides: Esto no es promesa para los que andan en los caminos del hombre, sino para los que marchamos en el Camino del Eterno.

No te apartes nunca de este camino que lleva a Tsiyón, que lleva a los montes de Jerusalém, que lleva a la ciudad del Gran Rey, que lleva en fin, mas allá todavía, a la vida eterna.

Shabat Shalom

Jorge ben YaakóvEmail: [email protected]@yahoo.com.mx

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