Hacia Una Renovación Eclesiológica José m. Bonino Nuevo

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    HACIA UNA ECLESIOLOGIA

    EVANGELIZADORA

    U A P RSPECTIV A WE LEYANA

    José Míguez Bonino

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    JOSÉ MÍGUEZ BONINO

    HACIA UNA

    ECLESIOLOGIA

    EVANGEUZADORA

    UNA PERSPECTIVA WESLEYANA

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    ©

    2 00 3 J os é M ig ue z Bon in o

    EDITORA DA F CULDADE DE TEOlOOIA (EDITEO)

    Ru a d o S ac ra me nto , 23 0 - Ru dg e Ra mos

    Sao Ber na rd o d o C am po , SP - T elef on e: 1 1) 4 36 6- 59 83

    e-mail: [email protected]

    CONSEJO DE IGLESIAS EVANGEUCAS METODISTAS DE AMÉRICA LATINA (CIE AL)

    Faculdade de Teologia da Igreja Metodista - Utnesp:

    Roilo r d a Fae ulda de d e Teo I0 9i.: Rui d e Sou za J os gn lb er g

    Rei tor da UMi SP Davi Ferreira Barros

    Diretor Adm in ist ra ti vo da F aculdade de T eo log ía : O toniel Luc iano Rlbei r o

    Editeo:

    Conse lho Edi tor ia l: Héler son Bas tos Rodrigues

    J os é c en es d e S ou za

    L uiz Car lo s Aam os Coo rd en ad or Edl lo rial)

    Paulo Roberto Garcia

    Magah   Nascirnento Cunha

    Olonlel LUCtano Albalro

    Tércio Machado Siqueira

    Edi tor Responsável por este l i vro: T EOMEB Grupo de Pesquisa emT eología

    w es ley an a d e r el ei tu ra L at in o am eri ca na d a T e U mes p

    Revisor : Eduardo Panik

    Cap a: Aog én o Per elra d a Sllva

    Apoio Administrativo: Direcáo Admlnistra lva da FT

    Editora~áo Eletronica:   lZ Canos Ramos

    Secretar ia de Apo io: G tó ria Maria Pra1asde L ima

    Ficha cutalcgrañcn preparada pela

    Bibhotccúria Aparecida Comell¡ Tavares (CRB 8-3781)

    Bibtioteca J •• [mar Bowden da Faculdade de Teologin da lgreja Merodrs ta

    262

    M 5 8 8

    MIGUEZ BONINO,

    José

    Hacia una eclesiologia evangelizadora:

    una

    perspectiva

    wcsleyanal

    José Migucz Bonino. Sao Bernardo do Campo.

    Editeo.

    2 0 0 3 .

    90 p.

    ISBN 8 5 -8 8 4 1 0 -5 0 -8

    1.

    Eclesiologia

    1.

    Teologia

    1. Un a

    perspecti

    ya

    wesleyana JI.

    Título

    CDD 1 8 e d.

    Editeo/Ciemal

    2 3

    Pnbl icac iá» espec ial el/ oca si ón de l a

    ]/1 11 A samb lea G en era l d e CIEAIAL

    Uu iuer si dad Me tod is ta d e

    Piraarabn

    (Brasil)

    MC1)

     

    o 17 a 22 -

    2003

    mailto:[email protected]:[email protected]

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    INDIC DE Co TENIDO

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    PALABRAS PREVIAS

    Podríamos comparar el hallazgo de un tesoro al mo-

    mento cuando el Dr. José Miguez Bonino encontró en-

    tre sus escritos y libros el material que ahora ponemos

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    Hacia una Eclesiologia Evangelitadora

    opuesto: la conexionalidad metodista es entrenamien-

    to para el ecumenismo.

    2. Es un servicio hacia la renovación de la Iglesia.

    Dice el Dr. Miguez, \Xfesley

    e nte ndió

    su misión en tér-

    minos de la renovación de la Iglesia . Hoy la renovación

    de la Iglesia es una constante frente a nuevos desafíos de

    la misión.

    Una aurénrica renovación viene del Espíritu anta, es

    una apertura de la vida de la Iglesia a la plena disposi-

    ción de Jesucristo)' al mismo tiempo la apertura de los

    ojos y los brazos hacia las necesidades humanas en la

    búsqueda de la vida plena que Dios desea.

    3. Es una ayuda hacia una responsable afirmación de

    nuestra fe.

    Hoy aparecen  teologías heréticas que buscan utili-

    zar el nombre de Dios para obtener poder

    y

    dinero mien-

    tras Jesús no tenía donde reclinar su cabeza. e ha cam-

    biado al eñor de la Iglesia por otros señores que pro-

    mueven la prosperidad en lugar del servicio y el

    éxito

    en

    lugar de la humildad. Afirma el autor .. .la verdad que es

    en Cristo es mayor que nuestras confesiones y continúa

    corrigiéndolas, completándolas)' renovándolas, ello nos

    obliga a una permanente confrontación crítica de nues-

    tras confesiones con el testimonio bíblico .

    4. Es un desafío a una más profunda reflexión e im-

    portancia de la evangelización en la vida de la congrega-

    ción. na responsable evangelización compromete una

    vida de Iglesia que edifique)' una acción pastoral de con-

    solidación en la fe. na congregación donde la gente

    entre por la puerta del frente y salga por la de atrás es

    inconcebible para Juan

    \1 csley,

    Palabras previas

    Finalmente nuestra palabra de gratitud al Dr. José

    Miguez Bonina l or esta ofrenda a la Igle ias que in-

    tegran CIEMAL, asimismo al Dr. Rui de o uz a

    Jo grilberg por su interés y gestión para que esta publi-

    cación haya podido ser una realidad.

    Obispo(E) A/do M. D/chego) C/1

    S ec reta rio G en er al d e CJEMAL

    M ayo 2 003

    11

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    LA ECESIDAD DE RE OVACION

    EL TRASFO DO DEL DESPERTAR

    METODISTA

    En el prefacio a su interesante y significativo Libro

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    Hacia WIO Eclesiologia Evangelizadora

    responde a la misma preocupación con la confianza en

    que el mensaje del Señor ha sido depositado en ella [la

    Iglesia] como un precioso depósito es depositado en un

    vaso excelente,

    y

    este mensaje (praedicatioj se renueva a

    sí mismo y al hacerlo renueva la juventud del vaso que la

    conriene ?

    El

    diálogo ecuménico, nos decía Visser't Hooft es una

    conversación en torno a la renovación de la Iglesia. Pero

    de inmediato añade: ha habido, sin embargo, poca re-

    flexión sobre el carácter de la renovación que buscamos

    (loc.cir.). Una forma eficaz de llevar adelante ese diálo-

    go, por lo tanto, es articular nuestra conversación

    intercon fesional en torno al tema de la renovación de la

    Iglesia. ¿Cómo se entiende esa renovación en nuestra tra-

    dición confesional? ¿En qué eclesiología implícita o ex-

    plícita se fundamenta? ¿Cómo se relaciona con otras

    eclesiologías y otras concepciones de la renovación? Es

    en este contexto donde queremos ubicar el tema de nues-

    tras reflexiones en esta Semana Wesleyana . El tema

    me parece particularmente apto, pues Wesley entendió

    su misión en términos de la renovación de la Iglesia

    (aunque el vocablo mismo no aparece en sus escritos).

    Escribiendo a Mary Bishop (hija de un líder cuáquero

    que reflexiona sobre su relación con la Iglesia de Ingla-

    terra, Wesley se pronuncia así:

    Los metodistas originales eran todos de la Iglesia de Ingla-

    [erra, )' cuanto más despenados fueron, tanto más firme-

    mente adhirieron a ella en todo respecto, tanto de doctrina

    como de discipl ina . ..Creemos que es totalmente i lícito sepa-

    rarnos de la Iglesia, a menos que nos fueran impuestos tér-

    minos pecaminosos de comunión ... Por lo tanto, aunque

    existen muchas circunstancias desagradables, aconsejo a to-

    dos nuestros amigos gue se mantengan en la Iglesia. Cier ta-

    14

    La necesidad de renovación

    mente Dios nos ha levantado para la Iglesia , principalmente

    para que un poco de levadura leude toda la masa'

    El problema de la separación que finalmente ocurrió

    nos ha de ocupar mas adelante. Lo que importa señalar

    ahora es la clara conciencia de Wesley de que su misión

    se vinculaba a la obra renovadora del Espíritu Santo en

    la Iglesia.

    Es interesante advertir que es precisamente en este

    punto donde el Catolicismo Romano comi~nza ahora a

    insertarse en el diálogo ecuménico. Todo el ingente mo-

    vimiento bíblico, litúrgico, eclesiástico y social del Cato-

    licismo Romano se articula en la voluntad de una reno-

    vación. Y en sus precisiones sobre la finalidad del Con-

    cilio Vaticano Il, tanto Juan XXIII como Pablo VI han

    retornado de diversas maneras y con una enorme varie-

    dad de términos, sobre este tema (despertar, renovación,

    crecimiento, revigorización, adecuamiento, reforma, re-

    juvenecimien to, refloración, revisión, renacimiento, re-

    nuevo). La obra del Concilio Ecuménico está en ver-

    dad orientada toda ella a devolver - r idare -el esplen-

    dor al rostro de la Iglesia de Jesús, conforme a los rasgos

    más simples y puros de su nacimiento ... (AAS 51 -

    1960).

    Es necesario añadir una palabra en cuanto a la orien-

    tación que seguimos en nuestro enfoque del tema. El

    estudio de las doctrinas ele una determinada denomina-

    ción no es, en efecto, teológicamente neutro. La pers-

    pectiva denota ya una toma de posición teológica en ge-

    neral,

    y

    eclesiológica en particular.

    Podríamos decir que los métodos de estudio de la

    doctrina denominacional pueden catalogarse en tres ti-

    pos: (1) Primeramente hay una orientación apologética-

    15

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    Hacia

    tilla Eclesiotogia Evangeliradora

    polémica, que consiste en la presentación ~r defensa de la

    propia posición confesional en contraposición con las

    demás. Lógicamente se subraya aquí lo que es distintivo

    y

    distinto en la propia denominación con el fin de de-

    mostrar su superioridad en términos de alguna norma

    aceptada. Este es el método que caracterizó la polémica

    católico-protestante de la época posterior a la Reforma

    yen buena medida las presentaciones confesionale pro-

    tes tanres ( f.la Ev:a11lcn Cocilii Tndentini de Chelllllitz, o las

    obras católicas de Belarmino o Canisio). (2) Una segun-

    da orientación podría caracterizarse como objetiva-com-

    parativa. Tratase aquí de describir en forma científica,

    desperjuiciada, las creencias

    y

    características de una de-

    nominación, generalmente en comparación objetiva con

    las demás. Este enfoque ha subrayado en algunos casos

    el estudio comparativo de las Confesiones de fe y sím-

    bolos crcadles de las iglc ias (la llamada

    ymbó li c a ) , y

    en

    otros el estudio de cada iglesia como un todo, con su

    doctrina, liturgia, organización, piedad, ética

    y

    demás

    característica (la llamada 'Konfessionskunde'). (3) Fi-

    nalmente, debemos hablar hoy de un enfoque ecumé-

    nico del estudio de la confesiones, que \Xlilhelm iesel

    define así:

    El pensamiento

    ecuménico

    no significa en manera alguna

    que todo se relativiza sino, por el contrario, que se roma en

    serio la verdad que me ha salido al encuentro y entro en

    diálogo franco con el otro acerca de ella. Tal diálogo presu-

    pone que los otros están di puestos a responder. Si no lo

    están,

    puede ocurrir que el necesario diálogo se transforme

    cn simple protesta. Tal diálogo ecurnérnco presupone rarn

    bién que uno mismo e s r á pronto a que los demás lo inrerro

    gucn y en algún caso aprender de ellos.'

    La necesidad de renovación

    No podemos considerar los dos primeros enfoques

    como simplemente pasados de moda

    y

    caducos. Por una

    parte, se impone un estudio objetivo, riguroso, para de-

    terminar con precisión la naturaleza, el contenido, la si-

    tuación histórica, el alcance de determinada doctrina o

    posición denominacional. El rigor científico de esta ta-

    rea no debe desvirtuar, sin embargo, el hecho que esta-

    mos tratando con la confesión de nuestra fe, es decir,

    con el testimonio del Evangelio de Jesucristo, tal como

    se ha impuesto a nuestra conciencia por la obra del Es-

    píritu Santo. Y, como lo recordaba Lutero, El Espíritu

    anto no es escéptico sino que ha grabado en nuestros

    corazones convicciones más firmes que la muerte. a

    exposición

    y

    discusión de la propia confesión ele fe debe

    expresarse, pues, con la convicción de quien da testimo-

    nio de una verdad vital, con el desapego de quien sim-

    plemente enuncia un hecho neutral. La polémica - la

    buena batalla de la fe -

    y

    la apología - la razón de nues-

    tra esperanza - no pueden quedar ex c lui d a s. 'na posi-

    ción confesional es necesariamente excluyente y crítica,

    porque es una defensa del auténtico mensaje. Pero no

    podemos detenernos allí. o podemos hacerlo porque

    sabemos que la Verdad que es en risto es mayor que

    nuestras confesiones y continúa corrigiéndolas, comple-

    tándolas   renovándolas,

    y

    ello nos obliga a una perma-

    nente confrontación crítica de nuestras confesiones con

    el testimonio bíblico. Ma aún,

    y

    precisamente como

    metodistas, sabemos que no somos la Iglesia en senti-

    do exclusivo, sino

    que,

    en el presente estado de división

    del pueblo de Dios, vivimos en la absurda situación de

    haber fragmentado la plenitud del Evangelio en la plum

    lidad ele nuestras tradiciones. Por eso, la corrección del

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    Hacia una Ectesiotogia Evangelizadora

    Señor nos encuentra frecuentemente en la relación con

    el hermano, con la Iglesia hermana. No se trata, simple-

    mente, ele la integración de trozos re quebrajados de la

    verdad, de una especie de rompecabezas interconfesional.

    Se trata, en cambio, de la búsc¡ueda en fe, a partir de

    nuestra realidad concreta, humilde

    y

    firmemente proce-

    sada, ele la plenitud viviente del mensaje de Jesucristo.

    Se trata de interrogar en fe ya la fe de la otra denomina-

    ción y de dejarnos interrogar por ella. Se trata, en fin, de

    colocar nuestro diálogo confesional al servicio del diálo-

    go de Jesucristo con su pueblo.

    Este es el método que deseamos emplear para nues-

    tra reflexión sobre Wesley y la renovación de la Igle-

    sia . Por supuesto, que el estudio estará lejos de ser ex-

    haustivo. i el tiempo disponible ni la limitada investi-

    gación que hemos podido dedicarle hacen posible tal

    pretensión. Intentaremos, más bien, sugerir algunas lí-

    neas de acercamiento al problema

    y

    de reflexión sobre el

    mismo. El plan que adoptaremos es sumamente sencillo.

    En primer lugar trataremos de comprender la naturaleza

    del problema gue se plantea Wesley, es decir, la situación

    y los términos concretos en gue el problema de la reno-

    vación de la Iglesia se presenta en Inglaterra en el siglo

    XVIII. Para ello repasaremos brevemente las caracterís-

    ticas de la época y la situación de la Cristiandad en Ingla-

    terra en ese momento. En nuestra segunda conferencia

    bosquejaremos lo que podríamos llamar la ' eclesiología

    explícita de \XIesley:su concepción de la Iglesia tal como

    se expresa n sus escritos. Este estudio nos presentará el

    problema de una aparente ambigüedad de la

    eclesiología wesleyana: a saber, la tensión entre iglesia

    multitudinaria e iglesia confesante. :;n nuestra tercera

    /8

    La necesidad de renovación

    presentación buscaremos en el avivamiento wesleyano

    la respuesta a esa ambigüedad. ¿Cómo resuelve Wesley

    de hecho la tensión en su ministerio? y¿qué representa

    teológicamente esa solución? finalmente, trataremos de

    evaluar críticamente, )' a la luz de la discusión ecuménica

    corriente el significado de esa solución wesleyana, tanto

    en sus deficiencias como en su posible contribución.

    Dado que en ningún momento pretendemos una pre-

    sentación exhaustiva, nos limitaremos a citar a \Xlesley

    selectivamente, como ejemplificación mas bien c¡uecomo

    documentación,

    y

    reduciremos a lo mínimo las fuentes

    secundarias, sin entrar a los problemas críticos c¡ue se

    plan tean con respecto a pasajes o incidentes históricos,

    salvo cuando tengan una atingencia muy directa al tema

    en consideración.

    1

    El trasfondo de la situación de la Cristiandad en la

    época inmediata anterior al despertar metodista es un

    verdadero tránsito de una a otra época, del c¡ue la Iglesia

    cristiana alcanzó a tomar conciencia sino lentamente y

    con mucha posterioridad. La paz de Westphalia en 1648

    en

    el

    continente europeo significa más gue el fin de una

    guerra religiosa, el fin de las guerras religiosas. Europa

    queda desilusionada y escéptica respecto de iglesias cu-

    yos conflictos han desencadenado (o servido de excusa

    y estímulo para desencadenar) un torbellino de odios,

    conflictos, persecuciones, miseria, devastamiento y ham-

    bre. El hombre del siglo XVIII busca una era de toleran-

    cia y de tranquilidad,

    y

    está muy dispuesto a escuchar a

    quienes le dicen gue debe tratar de ganarla por el libre

    /9

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    Hacia t il la Eclesiologia Evongelizadora

    ejercicio ele su razón y su libertad no por la sumisión a

    una religión que ha sumido a Europa en un baño de an-

    gre. La autoridad política recibe el prestigio que pierde

    la religiosa. El hombre espera más de un gobierno fuer-

    te

    y

    estable, que pueda controlar las facciones religiosas

    en pugna, un estado verdaderamente soberano. La ética,

    la razón, la libertad, el estado y la naciente revolución

    industrial reemplazan a la Iglesia como eje de la realidad

    humana. La era de la Iglesia instituida, de la autoridad

    garantizada de la religión cristiana, ha pasado. El hom-

    bre se libera de la tutela religiosa. Esta situación se ha

    explicitado en el transcurso de los siglos siguientes y en

    ciertos sentidos recién hoy percibimos la totalidad de su

    impacto. Pero el paso decisivo en esa dirección ya había

    sido dado cuando uropa se sacudió cansada al levan-

    tarse de las guerras de religión del siglo XVII.

    En Inglaterra el proceso es lento y complejo y fácil-

    mente puede engañarnos. La religión y la Iglesia parecen

    seguir ejerciendo un papel muy importante, pero en rea-

    lidad, desde los últimos años de la Revolución puritana,

    quedan subordinados a lo político. En efecto, esta hora

    crucial de Europa encuentra a la Iglesia en las Islas Bri-

    tánicas en situación muy comprometida. La Revolución

    Puritana se ha desprestigiado y con ella la posición reli-

    giosa que la alimentó. Inglaterra da la bienvenida a la

    Restauración ele la monarquía estuarda en 1660. Pero esto

    no representa aún la tranquilidad esperada. La tensión

    entre intereses confesionales, que desemboca en la polí-

    tica catolizante de Jacobo l vuelve a llevar a una situa-

    ción imposible que concluye con la Revolución de 1688

    y la instauración de la dinastía de los Harinover. i bien

    los diversos part idos eclesiást icos alcanzan momentánea-

    20

    La necesidad de renovación

    mente un cierto control de la situación en diversos mo-

    mentos del tira y afloja de ese medio siglo, la verdad es

    que todas las Iglesias - Anglicana y disidentes igualmen-

    te - quedan interiormente heridas y exteriormente

    desprestigiadas en esta lucha.

    Todos los historiadores de la época coinciden en se-

    ñalar la intricada relación entre política eclesiástica y se-

    cular en este período de la historia inglesa (,.

    Pero no todos analizan con el mismo cuidado el efec-

    to disolvente que estos compromisos tuvieron sobre el

    prestigio de

    la

    Iglesia, transformada en instrumento.

    Cragg comenta con razón - en este caso con respecto al

    apoyo del partido Whig a la Iglesia Anglicana en la pri-

    mera mitad del siglo XVIII - La Iglesia vino a ser el

    premio por el cual los políticos contendían no un tema

    sobre el que divergieran (Op.cit.,p.120). La Iglesia cris-

    tiana no percibe la nueva realidad humana, no alcanza a

    comprender el significado de la emancipación de la so-

    ciedad del siglo XVIII y quiere perpetuar su situación de

    prestigio. Pero no advierte que los papeles han cambia-

    do y que lo único que consigue es colocarse en situación

    de servil dependencia y sacrificar su propia salud.

    II

    ¿Cómo vive la Iglesia en esta época en Inglaterra? Sin

    duda los cuadros recargados de algunos historiadores -

    particularmente apologetas metodistas como Fitchett que

    esperaban poder destacar la gloria del metodismo cuan-

    to más subrayaran la miseria de la situación que vino a

    remediar - deben ser vigorosamente corregidos. Pero

    esta corrección no de dice los ra gas fundarnenrale . L o

    2

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    Hacia una Eclesiologia Evangeliradora

    obispos forman parte importante en la Cámara de Jos

    Lores y por consiguiente el nombramiento de los mis-

    mos tenía un carácter fuertemente político: era una for-

    ma de asegurar el balance y J os juegos de poder. A su vez

    creaba una situación de dependencia política y econó-

    mica. Con un clero más numeroso que los puestos dis-

    ponibles, la búsqueda de padrinazgo politico se hace tan

    irnperioso como servil:

    Considero mi deber informar a u Alteza (escribe Tomás _

    Newto n al Conde de ewcastle) que el ArzobiSpo de York

    se ~alla en su lecho de muerte y según todos piensan a qu í ,

    dificilmenrr, vivirá más allá de mañana por la mañana, si lie-

    ga. Al presentarse así dos vacantes confío en que la merced

    y bondad de su Alteza tendrá en cuenta a quien

    ya

    por mu-

    cho tiempo ha solicitado su favor .

    I favor exigía el voto

    y

    apoyo del padrino político en

    la sesión parlamentaria y la propaganda del mismo en la

    diócesis. El pluralismo e .tirnulado por los escasísimos

    emolumentos y

    los

    enormes gastos de algunas dióce is y

    el consiguiente ausentisrno y descuido de las funciones

    episcopales traía como consecuencia un debilitamiento

    del clero en general, la deficiente preparación y la escasa

    supervisión de los numerosos vicarios, cuya pobreza

    rayana en la miseria

    los

    conducía muchas veces al aban-

    dono y la vagancia.

    No hay duda que el descrédito en que había caído el

    clero no hacía justicia a muchos pastores fieles, parricu-

    Iarrnen te en regiones rurales, de quienes han quedado

    innumerables documentos. Pero el hecho objetivo es que

    el clero como clase era enormemente impopular, objeto

    de toda clase de sátira, ridiculizados como gente inmo-

    derada e intolerante, cuando no sencillamente inmoral y

    holgazana. Thomas Secker, arzobispo de Canterbury,

    22

    LA necesidad de renovacián

    comenta: El Cristianismo es hoy vilipendiado y ridicu-

    lizado con muy poca reservas, y sus maestros sin ningu-

    na . La vida religiosa en las parroquias continuaba, no

    totalmente muerta pero sí mu~' formal. La predicación

    era superficial y generalmente moralizante, aunque con-

    tinuaba siendo apreciada. La comunión frecuente era

    desusada, reduciéndose Jos servicios de comunión a ce-

    lebraciones trimestrales, particularmente en las zonas

    rurales. En el campo de los disiden tes - presbiterianos,

    congregacionales, cuáqueros - la situación no era mu-

    cho mejor .

    n sector creciente de la población iba quedando cada

    vez más alejado de toda vinculación con la Iglesia. na

    verdadera revolución agrícola , menos comentada pero

    no menos real que la industrial, comienza desde 1740 a

    desalojar un número considerable de pequeños propie-

    tarios rurales que quedan sumidos en la pobreza o emi-

    gran a las ciudades. La revolución industrial suele

    fecharse desde 1760. Pero no siempre se advierte que las

    primeras etapas, que se dejan sentir ya con dos o tres

    décadas de anticipación, tuvieron un efecto considera-

    ble, precisamente en la época del movimiento metodista.

    Pronto surgieron en torno a las minas y fábricas

    rancheríos miserables, donde la gente vivía hacinada,

    desprovistas de las más elementales facilidades sanita-

    rias, infectadas del humo, el hollín y los deshechos de la

    naciente industria, que corrían por las callejuelas estre-

    chas y desparejas. El efecto humano de este desplaza-

    miento de población y las condiciones de vida han sido

    suficientemente documentados para que resulte innece-

    sario insistir sobre ellos. 9

    23

  • 8/18/2019 Hacia Una Renovación Eclesiológica José m. Bonino Nuevo

    14/48

    Hacia una Eclesinlogia Evangelizadora

    El resultado neto fue una total enajenación d estas

    crecientes masas de población de la Iglesia

    r

    su minisre-

    no. in duda, hubo en la Iglesia una preocupación por

    los pobres, y las obras de caridad no faltan en la época,

    pero están marcadas por el paternalismo Cjue no hace

    sino engendrar nuevo resentimiento y mayor enajena-

    ción. lO

    Mucho se ha hablado, )' en tonos sombríos, de la de-

    generación moral de la sociedad inglesa en la época que

    nos ocupa. Un historiador objetivo como Elliort - Binns,

    luego de descontar estas exageraciones, resume:

    La sociedad, aun en los primeros afio s de Jorge II 1 , e ra muy

    corrupta , pese a sus refinamientos exteriores; consecuencia

    no desusada de la ociosidad)' la irresponsabilidad ... El jue

    go

    y

    las bebidas alcohólicas en exceso apenas podían

    evitar-

    se )' la inmoralidad sexual era dada por sentad ... Los naipes

    eran una ocupación casi universal. .. Las cantidades aposta-

    das eran excesivas ... La ebr iedad era un vicio del que ningu-

    na clase estaba exenta, )' se lo hallaba igualmente en el cam-

    po )' en la ciudad ... En vista del bajo estado moral no es

    sorprendente que el crimen abundara)' que no hubiese una

    gran sensib il idad popular en contra de él. . Frecuentemente

    era resul tado de la necesidad) ' la desti tución .

    Alguien ha hecho notar que, en realidad, estas condi-

    ciones negativas no son una novedad de la época. Mas

    bien corresponde notar que una reacción moral hace a

    esta época un tanto más sensible a su existencia. notros

    términos, si es evidente que el siglo XVIII presencia una

    vida eclesiástica enferma, una crisis social aguda y un

    deterioro moral alarmante, también lo es que en él se

    manifiestan esfuerzos por superar estas condiciones. Una

    24

    La necesidad de renovacián

    breve consideración de estas fuerzas nos servirán a la

    vez para ubicar la renovación metodista en su contex-

    to histórico y para apreciar lo que existe de verdadera-

    mente nuevo en ella.

    El siglo XVIII fue una época de fermento intelectual,

    y

    parte considerable de este esfuerzo se dirige al plano

    religioso, en un esfuerzo por reemplazar la influencia

    declinante de la autoridad eclesiástica sobre la vida mo-

    ral del hombre por la autoridad auto-evidente de la ra-

    zón. El intento comienza con un esfuerzo por recomen-

    dar la religión

    y

    sus beneficios mediante el uso de la ra-

    zón. Los plaronisras de Cambridge - Whichcote (1609-

    83), Ralph Cudworth (1617-88), Henry More(1614-87)

    - habían intentado hacia fines del siglo XVII, liberar la

    religión del fanatismo eclesiástico y asentarla en la razón

     la misma voz de Dios (\X1hichcote). La razón no era

    para ellos aún el mero instrumento lógico del liberalis-

    mo sino la candela del Señor , una afinidad del espíritu

    humano con lo divino, Su actitud era reverente

    y

    humil-

    de: sólo deseaban reemplazar la contenciosidad y polé-

    mica vanas por un espíritu amplio, puro y reverente. Pero

    su religiosidad, de inclinación mística, era del orden per-

    sonal y si no repudiaba a la Iglesia, no tenía un lugar

    verdaderamente esencial para ella.

    El manto de los platonistas cayó sobre hombros me-

    nos inclinados a la reverencia. Los latitudinarios del

    cambio de siglo - Simon Patrick (1626-1707), Thomas

    Tensión (1636-1715) - heredan el interés de sus maes-

    tros por la razón. Pero ésta es para ellos ya la razón ra-

    cional del liberalismo. Desprecian toda exageración de

    piedad, personal o colectiva, que cae para ellos bajo la

    categoría de entusiasmo . Su aporco is del sentido

    25

  • 8/18/2019 Hacia Una Renovación Eclesiológica José m. Bonino Nuevo

    15/48

    Hacia U/la Eclesiologia Evangelizadora

    común (Moorman) los abre a las influencias del

    socinianismo. Su religiosidad es básicamente moral y su

    esfuerzo se dedica a sostener un alto nivel de moralidad

    y honestidad personal en una época corrupta e intole-

    rante. Si bien siguen exteriormente fieles a la Iglesia - y

    algunos de ellos desempeñan cargos importantes en la

    misma - su orientación espiritual es disolverse de toda

    eclesiología. Cuando esta mentalidad se alía a un interés

    político en la subordenación de la Iglesia al estado, re-

    sulta el tipo de posición representada por el obispo

    Hoadly en la llamada controversia de Bangor (1717 -18).

    Benjamín Hoadly, obispo de Bangor, combatiendo a los

    Non-jurors (que por escrúpulo de conciencia se habían

    negado a aceptar la autoridad real de Guillermo de

    Orange luego de la Revolución de 1688 (incidentalmente

    a este grupo pertenecía la madre de Wesley), publica un

    tratado en defensa del Erastianisrno y predica luego un

    sermón en la Capilla Real sobre . La aturaleza del Rei-

    no o Iglesia de Cristo .

    La autoridad apostólica - afirma - no es continuada

    por la Iglesia. Esta, en efecto, es simplemente la bien-

    aventurada compañía de los fieles y no tiene autoridad

    alguna en las cosas externas. En verdad, la Iglesia es in-

    visible

    y

    la institución visible no es absolutamente ne-

    cesaria . Los credos, órdenes y disciplina son igualmen-

    te dispensables. Todo lo que realmente importa es la sin-

    ceridad de cada hombre. El impacto de una doctrina tan

    disolvente, en la situación explosiva de la lucha de

    Latitudinarios e Iglesia Alta, condujo a la práctica anula-

    ción de la Convocación , privando así de hecho a la

    Iglesia de una corte de orden . Pero lo gue e digno de

    26

    Lo necesidad de renovación

    advertirse aquí es el impacto del racionalismo sobre la

    doctrina de la Iglesia.

    El proceso de racionalización de la religión sufrió una

    verdadera reductio ad absurdus en el deísmo, con la

    total disolución de la fe cristiana en un racionalismo va-

    gamente religioso y moralista. Por upue to, los deístas

    comenzaron su labor con el propósito de defender la fe

    cristiana mostrando que el Dios que la razón descubre

    en el estudio de la Naturaleza y las obligaciones que la

    mi ma razón descubre en su relación con Dios (un Crea-

    dor, la inmortalidad del alma, una vida de virtud, casti-

    gos y recompensas en la otra vida) coinciden con la Re-

    velación: la fe cristiana fortalece y re-duplica la religión

    natural (Cf. Locks, The Reasonableness of Christianiry,

    1695). Pero la semilla de disolución estaba ya presente

    en estos intentos de justificar la fe cristiana ante el tr ibu-

    nal de la razón humana. Constituida en juez, la razón

    pronto desplaza, sustituye y finalmente rechaza a la fe:

    las religiones positivas son una corrupción de la religión

    natural: los sacerdotes, engañadores que han aprovecha-

    do la credulidad humana y las iglesias, instituciones que

    preservan los intereses creados del clero que aprovecha

    de ellas. Es cierto que Tillotson y Butler, entre otros,

    ofrecieron brillantes defensa de la fe cristiana. Pero con-

    cedido el punto básico, la autoridad de la razón para juz-

    gar de la aceptabilidad de la fe cristiana, su defensa mal

    podía rescatar a la época de su frustración religiosa. o

    se debe negar las contribuciones positivas de todo este

    proceso, pero en resumen, la defensa racional de la fe

    demostró su impotencia para responder al desafío de la

    nueva época

    27

  • 8/18/2019 Hacia Una Renovación Eclesiológica José m. Bonino Nuevo

    16/48

    Hacia lIIU/ Eclesiologia Evangelizadora

    Hacia fines del siglo XVII aparecen en Inglaterra un

    número de sociedades integradas por personas preocu-

    padas por la decadencia de la moral y las costumbres

    y llamadas Socieries for the Reformation of Ianners .

    Su origen era religioso y su intención era lograr que la

    legislación existente respecto de cuestiones morales se

    cumpliese. Su esfuerzo se dirigía principalmente a de-

    nunciar los casos de contravenciones y tratar de conse-

    guir la cooperación de los magistrados en su condena-

    ción. La lista de delitos así castigados va desde lenguaje

    soez , hasta adulterio, pasando por la ebriedad, el que-

    brantamiento del día de reposo y un número de ofensas

    similares. En 1694 publican Proposiciones para una re-

    forma de las Costumbres conteniendo un digesto de

    las leyes al respecto, además de una carta a la Reina para

    estimular a los magistrados a cumplir con su deber en

    es~os casos y la respuesta de ellos indicando su disposi-

    cion de colaborar. A comienzos del siglo la influencia de

    estas sociedades se extiende,

    y

    personas de alta posición

    social (magistrados, obispos, etc.) entran a formar parte

    de ellas. Es interesante notar, sin embargo que en 1698

    Daniel Defoe, un activo disidente a quien conocemos

    mas por su Robinson Crusoe que por sus intereses

    teológicos

    y

    religiosos, escribe A poor man's Plea in

    relarion to the Proclamation for th e Reformation of

    Manners ... donde denuncia la discriminación en el uso

    de las leyes represivas de conducta inconveniente: la ley

    no se aplica igualmente a ricos y pobres. ¿Cómo refor-

    mar si quienes tienen que dar el ejemplo sólo usan las

    leyes para ancionar a los pobres, mientras lo nobles y

    neos quedan impugnes;l .

    28

    La necesidad de

    renovacián

    na nota más profunda suena en la obra de un hom-

    bre como \ ill iarn Law A Practica] Treatise upon

    Christian Perfection , 1726 Y J\. Serious Call to a Devout

    and Holy Life , 1728, con

    SLl

    llamado a una vida íntegra

    nacida de una entrega total a Jesucristo. Law fundamen-

    ta todo en la seriedad del propósito, la decisión de la

    voluntad de ser verdaderamente un discípulo. Pero no se

    trata de un simple moralismo: esta entrega nace de una

     participación en Dios , una nueva vida C)uees a la vez

    un nacimiento y una muerte. Esto es explicado, en una

    dirección, por un detallado llamado a la

    renunciación

    del

    mundo, a la mortificación de la mundanalidad, que se

    asemeja mucho a la ascética católica y por otra por un

    misticismo de la voluntad. Los hechos objetivos de la

    salvación y la mediación de la Iglesia ocupan un lugar

    muy subordinado en el Cristianismo de Law. Su piedad

    puritana, severa y mística puede presentar una opción

    para algunos espíritus, pero no responde a la necesidad

    de una renovación de la Iglesia que nazca de su propia

    naturaleza y mensaje.

    Finalmente, debemos señalar la fuerza más activa de

    renovación de la Inglaterra de nuestra época: las socie-

    dades religiosas. La figura creadora de este movimiento

    es un ministro alemán, Antón Horneck (1640-97), que

    había sufrido en el continente la influencia del pietismo

    místico de la escuela del e x cat ó l i co Jean laBadie (via Anna

    Maria von Schurmann). Desde 1678 en adelante un gru-

    po de jóvenes de las clases cultas, hastiados de la vacie-

    dad de su vida y de la superficialidad de la religión co-

    rrientemente practicada, se pusieron bajo la dirección

    espiritual de Hormcck, que les recomendó ciertas reglas

    fijas, no sin semejanza con las benedictinas y

    29

  • 8/18/2019 Hacia Una Renovación Eclesiológica José m. Bonino Nuevo

    17/48

    Hacia una Eclesiologia Evangeliradora

    La necesidad de rellovación

    franciscanas, pero también influenciadas por el Catoli-

    cismo moderno de los jesuitas. Es interesante notar que

    estas reglas - a diferencia de la Badie que intentaba crear

    una iglesia perfecta - se injerían en la vida de la Iglesia

    de Inglaterra

    y

    estimulaban a una participación más acti-

    va en ella, estimulando una piedad más eclesiástica que

    privada y una preocupación por obras de caridad. La se-

    riedad de este grupo ganó el respeto de muchos en

    Cambridge y Oxford, alcanzando proporciones de im-

    portancia, y tomando ciertas responsabilidades en la lu-

    cha contra el vicio, la educación e incluso la obra misio-

    nera. Aquí se entronca la obra de Wesley, pues bien sa-

    bemos cómo e en estas ociedades donde comenzó a

    hallar expresión concreta su preocupación por la reno-

    vación religiosa en Inglaterra. La limitación de las socie-

    dades era, por una parte, su carácter un tanto aristocráti-

    co y, por otra, un cierto voluntarismo sobre el que di-

    fícilmente pueda basarse una vida religiosa contagiosa y

    espontánea

    14.

    Llegamos así al final de nuestro rápido vuelo sobre la

    ituación de la Inglaterra Hannoveriana. os hallamos

    en el crítico tránsito a la Edad Moderna. La Iglesia

    constatiniana, segura en su ubicación en lasociedad, cuya

    autoridad pertenece al campo de las cosas dadas , se

    encuentra de pronto confrontando una situación nueva,

    donde el hombre y la sociedad emancipada ponen en

    tela de juicio su autoridad, su mensaje y su propia exis-

    tencia. Sea cual fuere el status jurídico que las circuns-

    tancias políticas le deparen, la Igle ·ia queda

     desestablecida de la sociedad librada al vigor de la

    comunidad cristiana, a su propia fuerza intrínseca. ¿Dón-

    de reside esa fuerza? ¿Qué es la Iglesia cuando no es

    otra cosa que eso, Iglesia, pueblo creyente? Las Iglesias

    de Inglaterra - como, en verdad, del mundo entero - no

    estaban en condiciones de asumir conciente y responsa-

    blemente esta situación. En realidad es de preguntarse si

    aún hoy tenemos plena conciencia de todo

    10

    que eso

    signi f ica o si es necesario que se complete el círculo y

    que la Iglesia llegue a ser no sólo des-establecida sino

    perseguida para enfrentar la realidad de su situación. Sea

    esto como fuera, la Iglesia de Inglaterra confronta este

    tránsito de edades en medio de un debilitamiento teoló-

    gico, disciplinario y personal de graves proporciones. No

    faltan las fuerzas que señalan la necesidad de una reno-

    vación

    y

    que buscan la vía de su realización - Law, las

    sociedades religiosas y morales - pero aún no se vislum-

    bra el verdadero camino de una renovación conmensu-

    rable con las necesidade

    y

    la misión de la Iglesia en la

    sociedad inglesa del siglo XV T11en que se hallaba colo-

    cada.

    Notas

    Vrsser r Hoofr , La Renovac ión de la Igl es ia , Buenos Aires , La Aurora,

    1954.

    2 Pastor de Hermas. Visión 1Il/12:2 - 3.

      nneo, Adversus Haereses, l lI :24.

    L e r r e r s

    (Ed .Telford, 1931) VI/326-327 (Ca rta del 18de oct . de 1778) .

    Das Evange li us und d ie Kirchen , 1953 (pp . 17-18).

    Citado por Cragg, o.p. cit. 1'.121.

    • Cf. L ls .E lli on -Bmns, The Ear ly Evangeucal s: a rel ig ious and Soc ial S tudy

    (London, Lutterworth Press,1953) p.35.

    • lbid.,

    p.36s.

    1

    Cragg, Op. cit. 1'.132

    s

    11 01'. cit . pp.SO,51 ,52. ~na v ívid a dcscr ip c r ó n puede hallarse en

    G.o .Trcvcl) 'an , The ear ly Hisr, o f Chas. Jas . Fox , cap.11.

    12 Sobre la Controversia de Bvangor, ver j .R.H.: \. loorman, HA history of {he

    Church in England (London, A. and Ch.Black, 1953) pp. 276s5. La misma

    30

    3

  • 8/18/2019 Hacia Una Renovación Eclesiológica José m. Bonino Nuevo

    18/48

    Hacia una Eclesiologia Evangelizadora

    contiene indicac iones Interesantes sobre los Platonis ras \ 'Lautudinarios e

    información bibliográ fi ca (pp. 273-277) Ce . t ambién Ge~rge Evcry,

     The

    f-l igh -hurch Party (London, S.P.C.K, 1958) pp. 15255.

    1\ Véase T.D.Mcadle) ', Societics for rhe Reforrnation of Manncrs , The

    London Quarterly and Holborn Review (April 1951 , pp. 144 -148), con

    indicación de bibliografía,

    14 Sobre las sociedades rehgiosas véase Ju siah Woodward, An Accounr o f

    che Rise and Progress of toe Religious of

    Manners

    Cf también john

    Sirnon John \Veslcy and the Religious Socicries pp. 9·27.

    32

    LA DIRECCIO

    y

    LA MISIO E LA

    DOCTRINA WESLEYANA DE LA IGLESIA

    En una coyuntura crítica en la vida de la Iglesia, en un

    decisivo tránsito de edades que encuentra a la Iglesia

    imponente para responder a su vocación por la singular

    providencia de Dios se levantó esta gran luz - dice la

    oración colocada en la tumba de Wesley en City Road

    Chapel - para iluminar estos pueblos y despertar, for-

    talecer y defender las puras doctrinas y prácticas de la

    Iglesia primitiva . Evidentemente, estas palabras confir-

    man la intención de Wesley de ser levadura para ex-

    tender en la Iglesia la santidad bíblica .

    ¿Cuál es, pues, la concepción que Wesley tiene de la

    Iglesia cuya renovación se siente llamado a leudar con

    su ministerio singular? Hemos de señalar, desde el co-

    mienzo, que la eclesiología no es, explícita y directa-

    mente, el corazón de la teología de Wesley. En verdad,

    hay relativamente poco material en que Weste)' explique

    directamente su concepto de la Iglesia,

    y

    aun el (]ue exis-

    te está erizado de ciertas dificultades, com muy pronto

    comprobaremos. El centro explícito de la preocupación

  • 8/18/2019 Hacia Una Renovación Eclesiológica José m. Bonino Nuevo

    19/48

    Hacia tina Eclesiologia Evangelitadora

    ministerial y el pensamiento doctrinal de Weslcy lo cons-

    tituye la santificación. La gran pregunta que conmueve

    roda la vida de Wesle)': ¿Qué demanda Dios de mí? ,

     ¿gué actitud se requiere en mi relación con Dios) La

    respuesta inequívoca de la Escritura es: Dios demanda

    tu entrega total , Dios demanda la totalidad de tu per-

    sona r tu vida . Esa es la raíz de su doctrina de la santi-

    ficación. La experiencia de 1738, con su preparación

    y

    la

    reflexión gue la sigue, coloca esa pregunta

    y

    esa respues-

    ta en el contexto de la doctrina evangélica-paulina de la

    gracia. Así como Lutero halló en la gracia inmerecida de

    Dios la respuesta a su pregunta: ¿cómo puede el pecador

    subsistir delante de Dios?, así Wesley halló en la misma

    gracia inmerecida de Dios - manifestada en la obra del

    Espíritu anta la re puesta a la pregunta: ¿cómo pue-

    do amar a Dios con todo mi corazón, con toda mi men-

    te, con todas mis fuerzas

    y

    a mi prójimo como a mí mis-

    mo? Y así como esa respuesta fue el motivo dominante

    de la renovación protestante del siglo XVI, así esta res-

    puesta lo fue de la renovación evangélica del siglo XVIII

    en Inglaterra. Por eso Wesley insistió con razón en que

    la comisión del Metodismo era esparcir la santidad

    escri rural por todo el país.

    La pregunta que nos hacíamos al comienzo del párra-

    fo anterior: ¿Cuál es la concepción que Wesley tiene de

    la Iglesia cuya renovación se siente llamado a 'leudar'?

    debe plantearse, a la luz de lo que hemos definido como

    el centro del ministerio

    y

    la teología wesleyana, de dos

    maneras. En primer lugar, hemos de preguntarnos: ¿en

    clue rna reo cclesiológico fo rm ula Wesley su doctrina de

    la santificación?, ¿cuál es su eclesiologia explícita? Esta

    pregunta es necesaria tanto para determinar la eclesiología

     4

    La di recc ion y l a mi si on en la d oc tr in a w es le ya lla d e l a I gle sia

    misma de \Vesley como para entender ciertos aspectos

    de la propia doctrina de la santidad. Pero en segundo

    lugar, hemos de preguntarnos también, ¿qué significa en

    cuanto a su concepción de la Iglesia y de su renovación

    su propio ministerio, la forma en que de hecho intentó

    llevar a cabo su misión? Aquí hallaremos una eclesiología

    implícita tanto más importante que la otra. Hoy nos de-

    dicaremos a la primera de estas tareas para intentar abor-

    dar después la segunda.

    1

    o resulta difícil repasar brevemente los pronuncia-

    mientos directos de Wesley sobre la Iglesia. Veamos lus

    principales:

    1.En la revisión de los XXIX Anides of che

    Church of Rngland para los Metodistas de Estados

    nidos de América, Weslcy mantuvo sin variaciones la

    formulación anglicana del artículo

    T I l T ,

    sobre la Iglesia:

    La Iglesia visible es una congregación de fieles en

    1;1

    que se

    predica la pura Palabra de Dios}' se administran debida-

    mente los sacramentos de acuerdo a la ordenanza de Cristo

    en todas aquel las cosas que son necesariarnente requeridas

    para ello.

    Esta es evidentemente, una definición clásicamente

    protestante, clue la Iglesia Anglicana recibió bajo la in-

    fluencia de Cranmer. Wesley comenta al menus en dos

    oportunidades sobre el significado del artículo. En Lla-

    mado serio a los hombres de razón v religión una

    defensa de su misión y ministerio - '\ esley rechaza la

    crítica de quienes sostienen gue el Metodismo mina la

     5

  • 8/18/2019 Hacia Una Renovación Eclesiológica José m. Bonino Nuevo

    20/48

    Hacia ¡lila Eclesiotogla Evangelizadora

    La direccion y la mision en la doctrina uestefann de laiglesia

    doctrina y naturaleza de la Iglesia, y comenta así el sig-

    nificado del artículo, en discusión:

    El artículo menciona tres cosas como esenciales a tina Igle-

    sia visible: una fe viva, sin la cual no puede en verdad haber

    en manera a lguna Iglesia , ni visible ni inv isible . En segundo

    lugar: la Predicación,

    r

    por consiguiente e l escuchar la Pa la-

    bra pura de Dios, pues de otra manera la fe se debilitaría y

    moriría.

    Y ,

    en tercer lugar, la correcta administración de los

    sacramentos: los medios por los cuales Dios ordinariamen-

    te aumenta la fe.'

    El énfasis en estos dos pasajes cae evidentemente so-

    bre la fe como condición de pertenencia a la Iglesia. Esta

    característica coincide con un número de breves defini-

    ciones que encontramos en las N otas al N uevo Testa-

    mento: los creyentes en Jesucristo (Gal. 1: 13) : To-

    dos aquellos y sólo aquellos, de cualquier nación o lina-

    je, gue andan según esta regla la saber, a) que solo se

    glorían en el Señor, b) que han sido crucificados al mun-

    do y c) que han sido creados de nuevo] (Ga1.6:16); un

    cuerpo de cristianos vivientes que son habitación de Dios

    por el Espíritu Santo a ud.19). No hay duda, además,

    que fe es tomada aquí en sentido activo, como confian-

    za , fides qua creditur , aunque explícitamente refen-

    da a la obra expiatoria de Jesucristo y el perdón obteni-

    do mediante él.

    2. En el Sermón citado escuchamos además un signi-

    ficativo comentario. La definición de los Artículos, dice

    \Xfesley, añade a la fe la predicación de la pura Palabra .

    ¿Qué significa esto? Literalmente, tal definición parece-

    ría excluir de la Iglesia aquellas confesiones gue yerran

    en materia de doctrina. Wesley vacila al respecto:

    o tratare de defender la exactitud de esta definición. No

    me atrevo a excluir de la Iglesia Católica a todas aquellas

    congregac iones en

    las

    que

    se

    predica a veces, )' en verdad

    hasta frecuentemente, algunas doctr inas no-escr iturales , gue

    no pueden ser declaradas 'la pura Palabra de Dios', ni aque-

    llas congregaciones en las que los sacramentos no son 'de-

    bidamente adminis trados '. ( lbid, pago 397)

    Piensa \Xfes1ey específicamente en la 19lesia de Roma

    y tal vez en algunos grupos disidentes. ¿Nos hallamos

    aquí en presencia de un latitudinarismo doctrinal gue

    haría tabla rasa de la doctrina como criterio de eclesiología

    para contentarse con la experiencia subjetiva ele la fe

    En el sermón sobre La Iglesia la explicación del

    artículo sigue la misma línea, insistiendo en la interpre-

    tación de fieles en términos de fe viva (aludiendo a

    la frase de la versión latina original de

    los

    artículos

     coetus credentium) . Esta fe viva es explicada en la

    primera referencia ( An earnest Appeal ) como la con-

    fianza)' el apoyo seguro en Dios, que por los méritos de

    Crisro mis pecados son perdonados y soy reconciliado

    con Dios (citando de las propias homilías de la Iglesia

    de Inglaterra). En el Sermón de la expresión fieles se

    explica a base de Efesios 4:4-6, una fe y en términos

    de la clás ica distinción wesleyana:

    Esta no es meramente la fe de un pagano; a saber, una creen-

    cia en que hay un Dios ,

    y

    que

    ésre

    es misericordioso

    y

    justo

    y

    por consigu iente 'gala rdoneador de los que di ligen-

    temente lo buscan'. Ni tampoco es meramente la fe de un

    diablo, aungue ésta va mucho mas allá de la primera, pues el

    diablo cree,

    y

    no puede sino creer ,que todo lo que está es-

    cri to en el Antiguo y Nuevo Testamento es verdadero, Mas

    es la fe de S.Tomás que le enseña a decir con santa osadía:

    'Mi Señor

    y

    mi Dios'. Es la fe que permite a todo verdadero

    creyente cri st iano resti ficar con Pab lo, 'lo llue vivo, 10 vivo,

    por la fe en el Hijo de Dios

    que

    me amó l' se dio

    a sí

    mismo

    por mí.'

    37

  • 8/18/2019 Hacia Una Renovación Eclesiológica José m. Bonino Nuevo

    21/48

    Hacia una Eclesiologia Evangelizadora

    como fiducia ? En un sentido, la respuesta es muy fácil

    y consiste en una rotunda negativa. \X'esleyinsiste en c¡ue

    una de las dos posibles causas de separación de un cre-

    yente de su Iglesia es el que pretendan obligarle a predi-

    car alguna doctrina contraria a la Palabra de Dios o pro-

    hibirle que predique alguna doctrina explícitamente en-

    seriada en la misma

    5.

    Sobre esa base, considera que se

    justifica totalmente la ruptura de los Reformadores con

    el Catolicismo de su época. En verdad, continúa Wesley,

    los Reformadores no fueron tolerados de continuar en

    el Catolicismo a menos c¡uesuscribiesen todos los erro-

    res de esa Iglesia : Y si tal necesidad se nos impusiese

    hoy día, deberíamos separarnos de cualquier Iglesia de-

    bajo del cielo La experiencia sin la doctrina, advierte

    \X1esleyaSus seguidores, sólo engendra entusiastas (fa-

    náticos).

    Pero, por otra parte, no hay duda c¡ue Wesley consi-

    dera con cierta liberalidad el problema de la discrimina-

    ción doctrinal. En su Carta a diversos ministros , en

    abril de 1764, Wesley distingue entre doctrinas esen-

    ciales y expresiones , opiniones u orden externo' .

    En la primera categoría incluye: la doctrina del pecado

    original, de la justificación por la fe y de la santidad de

    corazón y vida, las cuales, por otra parte, según se mani-

    fiesta claramente en otros pasajes, presuponen la deidad

    de Cristo, la expiación, la deidad del Espíritu anta. Es

    significativo notar porqué considera esenciales estas

    doctrinas: ellas constituyen el mensaje que es necesario

    anunciar al mundo. Otras doctrinas no carecen de im-

    portancia (incluyendo algunas sobre las que contendió

    tan ard ien temen te como armi nianismo vs. Prcd es tina-

    ción doble, la justicia imputada o la perfección), pero SLI

    38

    La direccion )' le,mision en ladoctrina wesleyana de laiglesia

    función es la de nutrición o edificación de los cre-

    yentes.

    7

    Y ac¡uí se puede admitir diversidad de opinio-

    nes, sin perjudicar lo que Weslcy considera esencial: el

    testimonio común del Evangelio ante el mundo y el cul-

    to común en la gran congregación de los creyentes. 8

    Hemos visto pues en Wesley, una definición clásica-

    mente protestante de la Iglesia, pero aparentemente en-

    tendida de modo de colocar un énfasis particular en el

    carácter de congregación de los fieles (coetus credentiumy.

    A base de esta interpretación, Ernst Troeltsch ha inclui-

    do al Metodismo dentro del tipo secta en su famosa

    tipificación sociológica. La secta , en términos

    . troeltechianos, se caracteriza por su voluntariedad, el

    énfasis subjetivo, la disciplina ascética, la comunidad Ín-

    tima, la dirección laica, la separación del mundo, el énfa-

    sis ultramundano. Por supuesto, estas características no

    se dan en forma conjunta en cada secta, pero el balance

    de orientación define los tipos. Así visto, el Metodismo

     pertenece decisivamente al tipo de secta 9. La tesis de

    Troeltsch parece confirmarse en diversos pasajes de la

    obra de Wesley. Al hablar de la santidad de la Iglesia,

    por ejemplo, rechaza por rebuscadas las interpretacio-

    nes que la ubican en la santidad objetiva de Cristo, o en

    su ministerio santificador o en su meta. o, la razón

    más breve y sencilla que puede darse, y la única verdade-

    ra es: la Iglesia es llamada santa porque es santa, porgue

    cada miembro de ella lo es, aunque en diferentes gra-

    dos . Y concluye: nadie que no es creyente cristiano

    puede ser miembro de ella ', Y no olvidemos c¡ue cre-

    yente ha sido definido ac¡uíen el sentido fuerte de po-

    seído de una fe viviente . Esta tendencia a definir la per-

    tenencia a la Iglesia por el máximo grado de adherencia

    39

  • 8/18/2019 Hacia Una Renovación Eclesiológica José m. Bonino Nuevo

    22/48

    Hacia U/la Ecle.siologia Evongeliwc ora

    - a saber una fe activa en amor, o la santidad _ recurre

    frecuentemente en la obra de \XIesleyy parecería confir-

    mar el veredicto de Troeltsch.

    Sin embargo sea cual fuere el juicio que el movimien-

    to metodista merezca a este respecto, es imposible dis-

    poner tan sumariamente de la ecJesiología de \XIesley.En

    efecto, j unto a los pasajes ci tados debe colocarse toda

    otra serie de actitudes y afirmaciones que destacan el

    carácter objetivo de la Iglesia. En primer lugar, pese a

    sus definiciones de la Iglesia como la compañía de los

    fieles, \XIesleyno excluye de ella a los cristianos que él

    mismo llama nominales . Aunque convencido que la

    verdadera fe incluye la certeza del perdón, admite que,

    aun sin ella, puede haber una clase o grado de fe , so-

    bre la base de la cua'l puedo admitirlo a la Cena del Se-

    fior ; Pese a su clásica distinción entre la forma y el

    poder de la santidad , no vacila en incluir en la Iglesia a

    quienes tienen sólo lo primero. '? La Iglesia de \X esleyno

    es una congregación de perfectos. A este respecto vale

    la pena considerar uno de los puntos debatidos de la

    doctrina wesleyana: su concepción del bautismo. Es bien

    sabido que \XIesJeyrespetó y quiso conservar el bautis-

    mo infantil. No es tan claro, sin embargo, CÓmo relacio-

    naba el bautismo a la fe y la regeneración. El problema

    escapa a nuestro propósito actual, pero algunos elemen-

    tos del mismo ilustran e punto en discusión: (1) El mero

    hecho de la conservación de bautismo de párvulos se-

    ñala su discrepancia con un concepto estrictamente sec-

    tario de la Iglesia. Pero es más: el bautismo no es para

    \X esleyuna simple ceremonia: por medio de él, el niño

    es injertado en la Iglesia y recibe una gracia interior .l.

    (2) \X esleysostiene la objetividad de esa gracia, pese a la

    4

    La direccion y la I lisian en la d oc tr in a w es le ya na d e la ig le sia

    falta de una fe consciente por parte del bautizado (Ser-

    món XXXIX). (3)Sio embargo, esa inserción en la Igle-

    sia no significa aún una fe viva y completa. \XIesley no

    vacila en llamar a bautizados a un nuevo nacimiento, y

    característicamente modifica el servicio de bautismo para

    la Iglesia Metodista en América, colocando en la exhor-

    tación a la oración de gratitud considerando amados

    hermanos, que este niño es injertado en el cuerpo de la

    Iglesia de Cristo y omitiendo la palabra regenerado

    que el ritual anglicano añadía. Y en la misma oración de

    gratitud, donde el libro de Oración Común decía: que

    te ha placido regenerar a este niño por tu Santo Espíritu

    para recibirlo como hijo tuyo propio por adopción , la

    expresión regenerarlo .. . ha sido suprimida. (4) Wesley

    parece introducir así una distinción entre adopción

    y

     regeneración o entre inserción en la Iglesia y rege-

    neracióri , según la cual el bau tisrno de párvulos queda

    vinculado a los primeros términos, pero no al segundo

    que sólo correspondería a una fe viva

    y

    personal. La dis-

    tinción es, por cierto, teológicamente muy cuestionable

    y crea problemas mas graves que el que procura resol-

    ver; lo que es importante destacar, sin embargo, consti-

    tuye la meta de su ministerio.

    Este objetivismo eclesiástico se advierte también

    en su insistencia en la validez del ministerio de clérigos

    indignos. En el Sermón sobre La asistencia al servicio

    divino \X esleycombate la idea de que la validez del cul-

    to y los sacramentos está ligada a la fidelidad del sacer-

    dote: Si no se comunica gracia mediante el ministerio

    de hombres malvados,¡en qué miserable situación se ha-

    lla el mundo cristiano . Digamos más bien, con nues-

    tra Iglesia ... que la indignidad del ministro no impide la

    41

  • 8/18/2019 Hacia Una Renovación Eclesiológica José m. Bonino Nuevo

    23/48

    Hacia

    tIIW

    Eclesiologia Evangelieadoro

    eficacia de la ordenanza de Dios ... porque la eficacia no

    deriva del que la admini tra sino de quien la ordena

    l. .

    Tenemos aquí una objetividad de la santidad de la Iglesia

    que equilibra las afirmaciones al respecto que mencio-

    namos hace unos momentos. En base a esta afirmación

    combate la doctrina de la intención en el Catolicismo

    Romano, que - según él la entiende - afirmaría que La

    pura intención del ministerio es esencial para la validez

    de los sacramentos , lo cual Wesley considera un error

    Romanista'v-. Curioso error de interpretación de la doc-

    trina católica, pero interesante afirmación de la objetivi-

    dad de la gracia divina.

    En esta insistencia en los sacramentos hallamos uno

    de los elementos más interesantes de la eclesiología de

    Wesley, que impide clasificarlo como un simple

    subjetivista. Es bien conocida su insistencia en que los

    miembros de sus sociedades concurrieran regularmente

    - en una época en que la comunión regular no era co-

    mún - a la comunión, ofrecida en la Iglesia. Como re-

    cordamos, fue esta in istencia en la necesidad del minis-

    terio sacramental de la Iglesia lo que llevó a Wesley a la

    ruptura con la sociedad de Fetter Lane y los moravos. Es

    también en este punto donde radica su conflicto con los

    Amigos:

    Entre

    )'0

    y ellos hay un gran abismo. Los sacramentos del

    Bautismo)' la Cena del Señor nos mantienen a gran distan-

    cia lino de los otros; tanto así que, según ahora veo las co-

    sas, tanto acep tar ía se r deí sta como cuáquero .

    Resumiendo, si bien no hay duda que Wesley quiere

    definir la Iglesia por lo más)' no por lo menos, por la

    justificación. y santificación que son para él epítome de

    la fe cristiana, en ninguna manera quiere restringir la

    42

    La direccion

    y

    la mision

    el

    la doctrina wesleyana de la iglesia

    membresía en la misma a quienes manifiestan haber re-

    cibido estos dones. Mas bien la Iglesia sigue siendo para

    él un lugar abierto donde la gracia de Dios objetivamen-

    te presente en el ministerio, - y muy particularmente

    el ministerio sacramental- se hace accesible al hombre

    para conducirlo a la madurez que es el propósito de la

    redención.

    Il

    o puede dejar de llamar la atención que en toda la

    discusión de la ec1esiología de Wesley no hayamos men-

    cionado la cuestión del ministerio. Wesley no la incluye,

    en efecto, en sus definiciones de la Iglesia, pero no deja

    de tratarla en varias ocasiones, particularmente en rela-

    ción con la vinculación del movimiento Metodista y la

    Iglesia de Inglaterra. Permítasenos limitarnos a algunas

    breves observaciones sobre este tema.

    Es bien sabido que Juan y Carlos \Vesley comenzaron

    su carrera como convencidos partidarios de la Iglesia Alta,

    con un concepto correspondiente de las ordenes sagra-

    das, particularmente de la sucesión apostólica. Es habi-

    tual considerar, sin embargo, que Wesley abandonó esa

    posición enteramente luego de su conversión evangélica

    de 1738. En esa fecha, según la frase de Riggs, Wesley

    habría comenzado su vida como evangelista y revivalista

    de la Iglesia

    17.

    Tal afirmación, sostiene en cambio

    Rattenbury, es el mayor error , un moderno mito

    Metodista que la investigación seria demuestra carecer

    de todo fundarnento .

     '11

    su primera afirmación sobre

    gobierno eclesiástico luego de 1738, a saber la Confe-

    rencia de 1745, Wesley ofrece una reconstrucción del

    43

  • 8/18/2019 Hacia Una Renovación Eclesiológica José m. Bonino Nuevo

    24/48

    Hacia U/J(/ Eclesiotogia Evangeliiadorn

    origen del gobierno eclesiástico en la que el gobierno

    independiente (congregacional)

    y

    presbiteriano aparecen

    como etapas en un desarrollo que concluye en gue un

     presbítero de varias congregaciones es llamado obis-

    po . Pero en diciembre del mismo año, Wesley defiende

    en una carta la doctrina de la sucesión apostólica. Por

    esa fecha \'(resle)' lee el Lrenicori de tillinfleet

    y

    el

     Account of Prirnitive Christianity de King

    y

    va acla-

    rando 'u punto de vista. Se convence que la sucesión

    apostólica ininterrumpida, como hecho histórico es una

    fábula , y gue en la época primitiva los presbíteros te-

    nían plena autoridad para ordenar. Esto no significa,

    sin embargo, que \. cslcy rechace el triple orden de diá-

    cono, presbítero

    y

    obispo. o puede ser considerado

    esencial - si lo fuera, argumenra Wesley - característica-

    mente, la Iglesias Reformadas no serían parte de la Igle-

    sia de Dios consecuencia llena de repugnante absur-

    do . o, la verdad es que no hay un plan determinado

    de gobierno eclesiástico señalado en las ' crituras , ni

    hubo uniformidad en la historia,

    y

    esto es porgue la

    sabiduría divina tuvo en cuenta la necesaria variedad .

    na vez hecha esta afirmación, Wesley continúa, sin

    embargo, sosteniendo el triple ministerio como el más

    conveniente)' práctico. Tal posición, por otra pane, no

    era una innovación tan grande en la Inglaterra del siglo

    dieciocho. Stil linfleer, cuya lectura convenció a Wesley,

    era anglicano,

    y

    su afirmación gue la forma de gobier-

    no eclesiástico es asunto de prudencia no es de ningu-

    na manera aislada.I liando Wesley toma la decisión de

    ordenar a ~ harcoat

    y

    Va scy como presbíteros y a

    Thornas Coke e mo superintend nte   y sin duda, en un

    sentido, obispo) para la Iglesia en América, \'( esley está

    11 1

    direccion y lo mistnn

    el

    la

    d o ct ri na w e sl rl jl ln ll d e l a i gl es il l

    convencido de actuar con precedentes en la historia de

    la Jglesia

    y

    de no apartarse con este acto de su Iglesia.

    Debemos plantearnos aquí la debatida cuestión de la

    separación de Wesley de la Iglesia de Inglaterra, en cuanto

    ella ilustra un aspecto básico a nuestro tema. (1) Wesley

    es explícito respecto de su deseo de no separarse de la

    Iglesia. En la primera Conferencia (1744) se plantea el

    tema y Weslcy responde De ninguna [nos separamos

    de la Iglesia]: Por causa ele nuestra conciencia mantene-

    mos la comunión con ella, asistiendo constantemente a

    la predicación de la Palabra

    y

    la administración de los

    sacramentos . Admite guc hay un conflicto con algunos

    ministros de la Iglesia, pero afirma la confianza que el

    cuerpo de nuestros oyente aun después de nuestra muer-

    te permanecerá en la Iglesia, a menos que sean expulsa-

    dos eleella . Pero continúa: creemos, sin embargo, que

    serán expulsados o que leudarán toda la Iglesia . En

    todo ca o, Wesle)' hará, dice, todo lo posible para evi-

    tar una división na sola cosa no puede hacer: o

    podemos con buena conciencia descuidar la oportuni-

    dad presente de salvar almas mientras vivimos, por te-

    mor a las consecuencias de lo que pueda ocurrir luego

    de c¡ue hayamos muerto . (2) En 1752 \'(Iesle)' firma

    con otros ministros una declaración en la que se afirma,

    entre otras cosas, su voluntad de no dejar nunca la com-

    pañía de la Iglesia de Inglaterra . La misma posición es

    confirmada en la Conferencia de 1755: Ipunto en (Iue

    queríamos llue rodas los predicadores expresaran su opi-

    nión ampliamente era, 'Si debemos separarnos de la

    Iglesia' ...al tercer día llegamos a la conclusión unánime

    que (fuese legal o no) no era convenlente n. Es intere-

    sante que uno de los argumentos a favor del manteni-

    45

  • 8/18/2019 Hacia Una Renovación Eclesiológica José m. Bonino Nuevo

    25/48

    Hacia 11110 Eclesiologia Evangelizadora

    miento de la unidad tiene que ver conla peculiar misión

    del Metodismo:

    Porgue con tal separación no sólo arrojaríamos la gloria par-

    ticular que Dios nos ha dado, gue hagamos )' s uframos todo

    por amor de nuestros hermanos ... sino que obraríamos en

    directa contradicción con ese mismo fin para el cual cree-

    mos que Dios nos ha levantado. El fin primordial de su Pro-

    videncia al enviarnos es, sin duda, despenar a nuestros her-

    manos. y el primer mensaje de nuestros predicadore es a

    las

    ovejas perdidas de la Iglesia de 1nglaterra.

    ¿1

    o ser ía pues

    una evidente cont radicc ión de este propósi to el separarnos

    de la Iglesia? .. (loe. c it.)

    Aquí suena sin embargo, y por la misma lógica, la nota

    que ya hemos percibido: Pero si debemos separarnos o

    callar, actum est: o tenemos tiempo para superficialida-

    des (to trifle) 23

    (3) \X esley toma las medidas concreta' para evitar la

    ruptura. La insistencia en que predicadores y fieles asis-

    tieran a los oficios de la Iglesia no disminuyó nunca. Así

    la Conferencia de

    1763

    advierte:

    (1) Que todos los predicadores vayan a la Iglesia. (2) Que

    todo nuestro pueblo vaya constantemente. (3)Que reciban

    el sacramento en toda ocasión. (4) Advertid en contra de

    irritabilidad

    (nicenesJ ill hearil/t)

    en el

    01I,

    un mal grande )'

    rampante. (5) Advertirles igualmente contra el menosprecio

    de las oraciones de la Iglesia ... (6) Contra el llamar 'Iglesia' a

    nuest ra Sociedad o llamarle la Iglesia .(7) Contra el l lamar a

    nuestros predicadores ministros

    y

    a nuestras casas

     ,eetiflg-

    Ú01l.fCS

    (8) Llámcselas sencil lamente 'casas de predicación'.

    Las indicaciones resumidas aquí son respaldadas por

    una práctica consecuente. Wesley rehusó permitir que se

    celebrasen reuniones (al menos en las ciudades) en las

    mismas horas del culto público de la Iglesia de J nglate-

    na. Por mucho tiempo se negó a permitir la celebración

    del sacramento de la eucaristía en sus capillas, )' cuando

    46

    L a d ir ec cio n ) la

    misio/1

    el la doct ri na we sl eyann de l a ig les ia

    lo hizo fue solamente por la presencia de disidentes que

    no lo recibían en la Iglesia de Inglaterra (o por la escasez

    de celebración en ella) )7 aún sí por ministros ordenados

    2s'Repetidas veces recuerda la diferencia entre sus predi-

    cadores y los sacerdotes ordenados de la Iglesia 26.Es

    bien sabido que aun la aceptación de predicadores laicos

    le produjo una larga lucha de conciencia y finalmente

    sólo la convicción de que no hacerlo sería privar a mu-

    chas almas de escuchar el mensaje del Evangelio lo con-

    venció de su necesidad.

    (4) Hay, sin embargo, un precio a la conservación de

    la unidad que Wesley no está dispuesto a pagar y por el

    cual corre conscientemente el riesgo - que luego había

    de actualizarse - de Laseparación. El precio es el aban-

    dono de su misión. Tal precio es inaceptable. Wesley lo

    repite una

    y

    otra vez. En un sermón hallamos la expre-

    sión más aguda:

    Sé que Dios me ha encomendado una dispensac ión del evan-

    gelio; sí , gue aún mi propia salvac ión depende de predicar-

    lo: 'Ay de mí si no predicara el evangelio'. Por lo tanto, SI no

    pudiera permanecer en la Iglesia sin omit ir esto, sin desistir

    de predicar el evangelio, me vería en la necesidad de sepa-

    rarme de ella, o de perder mi propia

    alma.

    Es esta conciencia de la misión la que le hace imposi-

    ble renunciar a los predicadores laicos, la que le impulsa

    a desobedecer la ley que le prohibe predicar o ministrar

    un territorio en el que no tiene jurisdicción, la que final-

    mente lo impulsa a la discutida decisión ele consagrar un

     s uperi ntenden te para América.

    Llegamos así al fin de este repaso de la eclesiología

    explícita de \XIesley.El resultado de nuestra sencilla in-

    vestigación puede resumirse muy brevemente. (1) Wesley

     7

  • 8/18/2019 Hacia Una Renovación Eclesiológica José m. Bonino Nuevo

    26/48

    Hacia [(naEclesialogio Evangelizadora

    modela la doctrina de la Iglesia sobre la base de la defi-

    nición clásica de la misma en términos de fe, la predica-

    ción de la Palabra y la administración de los sacramen-

    tos. (2) Estos elementos se hallan, sin embargo, en ten-

    sión en la eclesiología wesleyana. Por una parte, la fe viva,

    es decir una fe consciente, provista del testim nio del

    Espíritu, activa en el amor, es subrayada como el requi-

    sito de pertenencia a la Iglesia. Pero por otra se recono-

    ce una mernbresía más amplia gue esta calificación, una

    mernbrcsía vinculada al bautismo

    y

    la Eucaristía, aunque

    dotada ele una fe formal . (3) La misma tensión se ma-

    nifiesta con relación a la pura Palabra de Dios. Si bien

    Wesley insiste en la doctrina, particularmente en cuanto

    con tituye el mensaje a anunciar, está dispuesto a cierta

    latitud en materia de opiniones, dejando un amplio cam-

    po de divergencia aun dentro de sus propias sociedades.

    (4) La dimensión del orden eclesiástico entra

    subordinadamente en su definición de la Iglesia y los

    considera los más convenientes escriturales y razonables,

    pero no los únicos de derecho divino, ni constitutivos de

    la esencia de la Iglesia. Cuando la estricta obediencia al

    orden amenaza la misión que Wesley cree haber recibido

    de Dios, no vacila en la elección, en realidad, esto es lo

    que llevó a la ruptura en último término.

    Encontramos, pues, en Wesley, una eclesiología clási-

    ca protestante con elementos católicos fuertemente su-

    brayados. Pero toda ella ha sido colocada en el contexto

    de una pasión evangelizadora

    y

    misionera .. .• n el COntex-

    to histórico de una situación en la que la autoridad de

    la Iglesia era el rasgo eclesiológico más destacado, este

    impulso misionero no podía menos que originar un con-

    flicto. En la crisis, \XIeslcy llama a la Iglesia a encontrar

    48

    La direccion )'la ntision en la doctrina uxsleuana de la iglesia

    en la nueva época fundamentalmente como una fuerza

    de evangelización, anunciando el perdón y el poder del

    Evangelio. La Iglesia no está en condiciones de respon-

    der a este llamado

    y

    el conflicto no puede menos que

    producirse y lleva - para desolación del propio Wesley -

    a la ruptura. Pero no es solamente esto: el énfasis misio-

    nero introduce una tensión en los propios elementos de

    la definición eclesiológica. Aún sin plena conciencia de

    ello, Wesley coloca la totalidad de lo constituyente de la

    Iglesia la corrección de la doctrina, la práctica

    sacramental y sobre iodo el orden eclesiástico al servicio

    de la proclamación evangelizadora. En un sentido, pro-

    clama en la práctica una instrumentalidad de la Iglesia a

    la misión. Tal impostación introduce una tensión en la

    definición clásica - protestante o católica - de la Iglesia,

    gue está concebida en términos de la realidad interior de

    la misma y no de su vinculación al mundo no-creyente.

    \Xfesley no percibió la amplitud del problema teológico

    y

    práctico que planteaba. onservador y

    101 )

    que era, cre-

    yó que todo su movimiento podría entrar en el marco

    de la concepción tradicional de las cosas. La tensión gue-

    do sin resolver teológica y prácticamente: es la tensión

    entre una definición introvertida y una concepción mi-

    sionera de la Iglesia.

    Notas

      '1\n Earnest Appeal... \Xforks, VllI/3l.

    z Sermón LXXJV, On the Church , \Vorks VI/395.

    • \ '\ 'orks,v1l1/31.

    , \Vorks, \ 'J /394s.

    \Vol'ks V1/408.

    f \\'orks, VIl/182s.

     Let te r ro Vanous Cla rygmen , Lcuers . 1V/2365.

     9

  • 8/18/2019 Hacia Una Renovación Eclesiológica José m. Bonino Nuevo

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    Hacia una Ectesiologia Evangelizadora

    8 Cf. Colin \ Y / . Williams,johnWesle) s Thcolog)' Toda)' (New York, Abigdon

    Press, 1960), pp. 154 s

    9

    The Social Teachings of thc Christia» hurchcs, 11/122

    lO

    Sermón n rhe Church , loe, cir. (pAOO),

    11 Letrers, III/138,

    12

    Works VII, jornal IJ/362; Letters 11l/128,journal 11/335,

      Works, VIll/48,

      Works, VlI/183-84.

    1;

    Lerters. Vl/327,

    ,. Lerrers, IJ/75 (25 deJunio de 1746),

    17 Rigs, The Churchmanship pf john Wesle)?' p.l8.

      Rattenbury, \'V'esley'sLegac)' ro the World p,63.

    19

    Lerrers. 1V/140; VJI/121.

    11

    Cf. Umphrey Lee 'John Wesle\' and Modern Rdigion pp,257ss (G'lp.26)

    21 Works, VIIl/280.

    22 jornal,

    LV/lIS

     Convcrucnte _ a la luz de las consideraciones que se

    adjuntan no signif ica meramente práct ico sino que envuelve todas las

    consideraciones históricas y teológicas que no caigan estrictamente dentro

    de la categoría de argumento e crirural explícito,

     . 1

    Works VJll/281.

    24 [bid, p. 320-21,

    25 \Villiams, op.cir, p. 243s,

    :Ji

    Cf ladistinción que hace Carlos \'(I entre sacerdote y  evangelista J . E.

    Rarrenburv The Evangelical Doctrines of Charles \'

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    28/48

    Hacia tina Eclesiologia Evangeliradora

    nidad , añadiéndole animadas por el amor , que no fi-

    gura en la nota de BengeL

    n el curso de una gira de predicación, Wesley anota

    en su Diario: Me convencí más que nunca que predicar

    como un apóstol sin reunir a los gue son despertados y

    guiarlos

    (train tbe»: up)

    en los caminos de Dios es sólo

    engendrar hijos para un asesino l. La Iglesia signi fica

    mutua edificación en una comunión de amor. Simon ha

    llamado la atención al hecho gue \XIesley, con roda su

    admiración por la Iglesia de Inglaterra, advirtió un de-

    fecto:

    Sus formularios no proveían adecuadamente oportunida-

    des para la comunión (je//oJ1lsbip) del pueblo crrstiano, Reco-

    nocían la comunión en el culto )' el sacramento de la Santa

    Cena, pero advirt ió Wesle)' que eran deficientes en ofrecer

    la comunión espiritual personal entre los creyentes indivi-

    duales que fue marca distintiva de la IgleSIa desde los co-

    mienzos de su historia. Los miembros de los mejores tipos

    de Sociedades Religiosas de Inglaterra gozaban de esta co-

    munión, pero él tenía conciencia que tales sociedades ha-

    bían nacido de la iniciativa individual más bien que por ini-

    ciativa u orden eclesiástica. No podía negar que en muchos

    casos tales reuniones habían sido combatidas por las perso-

    nas con autoridad por ilegales o perniciosas y que la justifi-

    cación de esta forma de comunión cristiana debía hallarse

    en las páginas del uevo Testamento más bien que en los

    libros de derecho canónico de la Iglesia de Ingbterra... Ha-

    lló imposible realizar su visión a menos de ampliar la con-

    cepción de la Iglesia con la que la mayoría de los miembros

    de la Iglesia de lnglaterra se daban por satisfecho s.?

    La respuesta que \XIesleyd io en la práctica a esta ne-

    cesidad que advirtió tan agudamente es suficientemente

    conocida. \'\fcsley describe con mucha sencillez sus co-

    mienzos:

    52

    La

    concepcion

    de renovacion implicita en. el despertar metodista

    Hacia fines del año 1739 se me acercaron en Londres ocho

    o diez personas que parecían haber sido profundamente

    convencidas de pecado

    y

    que gemían fervientemente por la

    redención. Deseaban (con otros dos o tres al siguiente) que

    yo pasara algún t iempo con ellos en oración)' le s aconsejara

    cómo huir de la ira venidera, que veían pendiente constan-

    terncnte

    sobre sus cabezas. Para que tuviésemos más tiem-

    po para esta gran obra, señalé un día que pudiéramos tocios

    reunirnos, lo que hicieron desde entonces todas las sema-

    nas, a saber, el jueves por la noche. A estos)' a todos los

    otros que luego desearon unírseles (porque su número au-

    mentaba diariamente) les di, de ti empo en tiempo, aquellos

    consejos que consideraba de mayor uti lidad para ellos)' s iem-

    pre concluíamos nuestra reunión con oración adecuada a

    sus diversas necesidades.

    Este fue el origen de la Sociedad Unida, primeramen-

    te en Londres. Tal Sociedad no es otra cosa gue 'una

    compañía de personas que tenían la forma

    y

    buscaban el

    poder de la piedad, unidos con el fin de orar juntos, reci-

    bir la palabra de exhortación

    y

    vigilarse mutuamente en

    amor, para ayudarse mutuamente a obrar su

    salvación ;'

    Como es bien conocido, \XIesleyderivaba la idea de

    la comunidades moravas y las sociedades religiosas sur-

    gidas en Inglaterra, a las que nos hemos referido en la

    primera parte. fu)' esquemáticamente la organización y

    su funcionamiento puede resumirse como sigue:

      1)

    La unidad básica en cada lugar eran las bandas

    o pequeñas compañías , de inspiración morava. Su pro-

    grama y constitución son los que hemos visto en las pro-

    pias palabras de Wesley que relatan sus orígenes en Lon-

    dres. Con todo, ciertas características las diferencian de

    la Bandas de los Hermanos de

    Herrnhut,

    El propósi-

    to de éstas era principalmente la expresión de la propia

    experiencia interior. Manifestarse uno

    a otros todo lo

    53

  • 8/18/2019 Hacia Una Renovación Eclesiológica José m. Bonino Nuevo

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    Hacia una Eclesiologia Evangelizadora

    que su corazón siente , las de Wesley tienen como fin

    principal la educación mutua en la santidad, la orienta-

    ción de la conducta en la actividad y vida diaria. De allí

    las reglas de las bandas (grupos), con su primera parte

    de prohibiciones que apuntan a los problemas éticos

    característicos de la época (según Wesley los entiende):

    descuido del Día del Señor, ebriedad, regateo, vanidad,

    excesos. El mismo tono ético se advierte en la insisten-

    cia sobre el estímulo mutuo a la acción de bien en la

    sociedad, el servicio del prójimo, expresado en la segun-

    da parte de las reglas: limosnas, conducta ejemplar, co-

    rrección del prójimo. Finalmente, la relación de la banda

    con la Iglesia y los medios objetivos de gracia se destaca

    en la tercera parte de las reglas: participar con igual re-

    gularidad en el culto público semanal

    y

    la celebración de

    la Cena del Señor y la reunión de las propias bandas,

    asistir diariamente al ministerio de la Palabra, leer las

    Escrituras diariamente y meditar sobre ellas, observar las

    ordenanzas de abstinencia y ayuno indicadas por la Igle-

    sia, y orar personalmente y en familia diariamente (loc.cit.)

    Se destaca igualmente el carácter de mutualidad de las

    bandas: se trata de mutua corrección y edificación. Por esa

    razón se niega a tener monitores en las bandas, al modo

    de los moravos. Cada individuo en la Banda es mi monitor,

    como soy yo del suyo; de no ser así, no sé para qué

    tendríamos que formarlas . Se trata simplemente de cumplir

    el mandamiento de Lev. 19: 17 del amor al prójimo como

    exhortación . Wesley destaca igualmente el carácter de

    compromiso que significa participar en las bandas. Se trata

    de una militancia que no vacila en exigir una disciplina total,

    atestiguada por las expulsiones, el uso de boletos de

    identificación como miembros, la membresía a prueba (tres

    54

    La concepcion de renovaciou impllcita en el

    despertar

    metodista

    meses de asistencia) y otra serie de medidas. Es interesante

    notar que el estudio bíblico no forma parte del programa:

    se deja mas bien a la meditación personal o al ministerio de

    la Iglesia, porque ni las bandas ni sus líderes están en

    condiciones de exponer las

    Escrituras.

    (2) La orientación general de las bandas es trasladada

    al nivel del cuidado pastoral personal en las clases , una

    estructura que Wesley no encontró en esa forma en otro

    grupos (no tiene relación con los Coros moravos con

    los que ha querido comparárselas, pero c¡ue se daba na-

    turalmente sobre la base de la proximidad geográfica.

    U na clase es un grupo pequeño ( no más de doce perso-

    nas), agrupado por vecindad geográfica y colocado bajo

    la dirección de un Guía (Ieader). El propósito es per-

    mitir la orientación

    y

    vigilancia personal de cada miem-

    bro de las sociedades metodistas. ada indica mejor la

    naturaleza de esta agrupación que los deberes que Wesley

    señala al guía:

    Es su deber, 1) v er a cada persona de su clase al menos una

    vez por semana a fin de indagar cómo prospera su alma, de

    aconsejarlo, reprenderlo, consolarlo o exhortarlo según la

    ocasión Jo demande; de recibir lo que quiera ofrecer para el

    socorro de los pobres. 2) Reunirse con el ministro y el

    ecónomo de la Sociedad una vez por semana, a fin de in f or-

    marle si a lguno está enfermo, o anda desordenadamente y

    no acepta reprensión, para pagar a los ecónomos lo quc han

    recib ido de las var ias clases la semana precedente y mostrar

    la cuenta de lo que cada uno ha contribuido.

    Que cada guía indague cuidadosamente cómo progresa cada

    alma en su clase: no solamente cómo observa cada uno las

    reglas externas , sino cómo crece en el conocimiento

    y

    el

    amor de Dios . (3) Que los guías conversen frecuente

    y

    libre-

    mente con sus ayudantes.

    55

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    Hacia U/Ta Ec/esi%gia Evangelizadora

    eficaz en

    la

    medida de cada parte, da crecimiento del cuer-

    po para edificación del mismo en arnor'.

    El pasaje que hemos citado in extenso señala varios

    aspectos importantes del concepto wesleyano de co-

    munión.