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Hacia una ciencia de la televisión en la epistemología de la imagen (I)* JESUS GARCIA JIMENEZ Director de programas culturales de TVE La investigación científica no puede ni debe sustraerse al examen metodológico de los nue- vos fenómenos que han venido a cualificar la naturaleza y efectos de la comunicación hu- mana. La especialización, por ser el único método válido en multitud de ocasiones para hacer fren- te a la extensión del saber contemporáneo, pug- na, por otra parte, con la necesidad de estable- cer mutuas interrelaciones de las ciencias. La metodologia científica que caracteriza a nuestros sistemas educativos, se enfrenta cada día con la necesidad de establecer los fundamen- tos sólidos de una nueva epistemologia, capaz de superar el cuadro plural de múltiples disci- plinas en un plexo de saberes internamente co- nectados por sus opciones interdisciplinarias. Podemos afirmar que si en el ámbito de las ciencias contemporáneas existe una realidad que reclame imperiosamente las bases de esta nueva epistemología, esa realidad es la comunicación humana. Jaspers instala la problemática de la comu- nicación en la entraña misma del quehacer filo- sófico, no sólo como objeto de investigación, sino como realidad que informa la misma vida filo- sófica. Nos referimos inicialmente a Jaspers, por es- timar que su pensamiento encarna y represen- ta la destacada posición de la filosofia existen- cial, a propósito de la comunicación. La epistemolo g ía de la imagen, al tomar con- ciencia de este punto de partida, debe plantear- se el problema del papel que le incumbe en esta acepción existencial, o como el propio Jaspers diría, «existentivo» de la comunicación. La metodología más correcta exigiría, a mi modo de ver, el análisis previo de las opciones lógicas que desde el punto de vista de la imagen * El presente articulo es el primero de una serie de tres que nuestro colaborador, el P. Jesús García Jiménez, insertará en las páginas de la REVISTA DE EDUCACION, El P. Jiménez es director de Programas Culturales de Televisión Española; en los números 170 a 173 de nuestra revista publicó una serie de trabajos sobre La televisión, promesa y amenaza educativas. Estos trabajos pueden verse recogidos en el número 42 de Páginas de la Revista de Educación. ofrece la comunicación humana, o, por mejor decir, «interhumana». Esto nos llevaría al estu- dio de la «expresión» y la función que ésta está llamada a ejercer en el ámbito metafísico. En la televisión, el hombre es, como diría Pro- tägoras, la «medida de todas las cosas»; su fun- ción comunicativa podría definirse muy bien como una «vocación del hombre por el hombre». Pero el hombre es en televisión un ser comu- nicable y comunicativo, en tanto en cuanto es, al mismo tiempo el «ser de la expresión». La misma ontología del hombre, dice Nicol, ha de constituirse y caracterizarse originariamente como ontología o metafísica de la expresión, no sólo porque la expresión es el primer dato fe- noménico que nos ofrece el ser humano, sino además porque este rango o carácter constitu- tivo de su ser aparece fenomenológicamente como el antecedente de todos los demás, lo cual significa que los demás están realmente conec- tados con él dentro de la estructura funcional de este ser. Podríamos discutir la legitimidad de fundamentar toda metafísica sobre la expresión. Este es el intento de Nicol; pero en cualquier caso de sus investigaciones se deriva la conclu- sión de que la expresión es propia y privativa del hombre, en cuanto éste es un «ser con sen- tido». La expresión como fundamento de comu- nicación humana implica por su propia natura- leza una reclamación de diálogo. La expresión humana, como fundamento de este diálogo existencial, necesita de un media- dor. No se trata de un tercer elemento, sino de un «respectus», o, como dirían los escolásticos, de un «objeto formal». Este objeto formal es el cuerpo. El hombre comunica con el hombre, en cuanto es un ser expresivo, y es un ser expre- sivo en cuanto tiene cuerpo. Pero no es el cuer- po la condición suficiente para este diálogo. Los griegos ya sabían distinguir entre el «cuerpo» y el «hombre». El cadáver ni comunica ni reclama diálogo, por la misma razón por la que en la co- municación humana no es el término el cuer- po, sino ese todo indivisible que llamamos «hom- bre». La más correcta realización de programas te- levisados tiene siempre presente este gran prin-

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Hacia una ciencia de la televisiónen laepistemología de la imagen (I)*JESUS GARCIA JIMENEZ

Director de programas culturales de TVE

La investigación científica no puede ni debesustraerse al examen metodológico de los nue-vos fenómenos que han venido a cualificar lanaturaleza y efectos de la comunicación hu-mana.

La especialización, por ser el único métodoválido en multitud de ocasiones para hacer fren-te a la extensión del saber contemporáneo, pug-na, por otra parte, con la necesidad de estable-cer mutuas interrelaciones de las ciencias.

La metodologia científica que caracteriza anuestros sistemas educativos, se enfrenta cadadía con la necesidad de establecer los fundamen-tos sólidos de una nueva epistemologia, capazde superar el cuadro plural de múltiples disci-plinas en un plexo de saberes internamente co-nectados por sus opciones interdisciplinarias.

Podemos afirmar que si en el ámbito de lasciencias contemporáneas existe una realidad quereclame imperiosamente las bases de esta nuevaepistemología, esa realidad es la comunicaciónhumana.

Jaspers instala la problemática de la comu-nicación en la entraña misma del quehacer filo-sófico, no sólo como objeto de investigación, sinocomo realidad que informa la misma vida filo-sófica.

Nos referimos inicialmente a Jaspers, por es-timar que su pensamiento encarna y represen-ta la destacada posición de la filosofia existen-cial, a propósito de la comunicación.

La epistemología de la imagen, al tomar con-ciencia de este punto de partida, debe plantear-se el problema del papel que le incumbe en estaacepción existencial, o como el propio Jaspersdiría, «existentivo» de la comunicación.

La metodología más correcta exigiría, a mimodo de ver, el análisis previo de las opcioneslógicas que desde el punto de vista de la imagen

* El presente articulo es el primero de una seriede tres que nuestro colaborador, el P. Jesús GarcíaJiménez, insertará en las páginas de la REVISTA DEEDUCACION, El P. Jiménez es director de ProgramasCulturales de Televisión Española; en los números 170a 173 de nuestra revista publicó una serie de trabajossobre La televisión, promesa y amenaza educativas.Estos trabajos pueden verse recogidos en el número 42de Páginas de la Revista de Educación.

ofrece la comunicación humana, o, por mejordecir, «interhumana». Esto nos llevaría al estu-dio de la «expresión» y la función que ésta estállamada a ejercer en el ámbito metafísico.

En la televisión, el hombre es, como diría Pro-tägoras, la «medida de todas las cosas»; su fun-ción comunicativa podría definirse muy biencomo una «vocación del hombre por el hombre».

Pero el hombre es en televisión un ser comu-nicable y comunicativo, en tanto en cuanto es,al mismo tiempo el «ser de la expresión».

La misma ontología del hombre, dice Nicol, hade constituirse y caracterizarse originariamentecomo ontología o metafísica de la expresión, nosólo porque la expresión es el primer dato fe-noménico que nos ofrece el ser humano, sinoademás porque este rango o carácter constitu-tivo de su ser aparece fenomenológicamentecomo el antecedente de todos los demás, lo cualsignifica que los demás están realmente conec-tados con él dentro de la estructura funcionalde este ser. Podríamos discutir la legitimidad defundamentar toda metafísica sobre la expresión.Este es el intento de Nicol; pero en cualquiercaso de sus investigaciones se deriva la conclu-sión de que la expresión es propia y privativadel hombre, en cuanto éste es un «ser con sen-tido». La expresión como fundamento de comu-nicación humana implica por su propia natura-leza una reclamación de diálogo.

La expresión humana, como fundamento deeste diálogo existencial, necesita de un media-dor. No se trata de un tercer elemento, sino deun «respectus», o, como dirían los escolásticos,de un «objeto formal». Este objeto formal es elcuerpo. El hombre comunica con el hombre, encuanto es un ser expresivo, y es un ser expre-sivo en cuanto tiene cuerpo. Pero no es el cuer-po la condición suficiente para este diálogo. Losgriegos ya sabían distinguir entre el «cuerpo» yel «hombre». El cadáver ni comunica ni reclamadiálogo, por la misma razón por la que en la co-municación humana no es el término el cuer-po, sino ese todo indivisible que llamamos «hom-bre».

La más correcta realización de programas te-levisados tiene siempre presente este gran prin-

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185.LXIII HACIA UNA CIENCIA DE LA TELEVISION EN LA EPISTEMOLOGIA DE LA IMAGEN

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cipio. La razón del éxito es acertar a brindar altelespectador el sentido del hombre como pre-sencia, del hombre como vacío, del hombre comotrascendencia.

De este modo, la epistemología de la imagen,fundamentada en la metafísica. incorpora aho-ra postulados procedentes de la antropología.

El entronque y el punto de sutura entre lometafísico y lo antropológico podría situarse enel pensamiento de Sartre acerca de «la mirada».Si «otro» es, por principio, aquel que me mira,dice Sartre. hay que intentar sobre todo analizarel sentido de esta mirada. Este sentido consisteen adquirir conciencia de «ser mirado». La mi-rada del otro es un intermediario que me remi-te a mí mismo. No implica solamente mi ena-jenación, mi conversión en objeto, sino inclusola enajenación del mundo que yo organizo.

La televisión ha traído al hombre la convicciónde que existe un diluvio de miradas reales o po-sibles que acosan a nuestra intimidad y nosobligan a adoptar nuevas actitudes existenciales.

Aquella «projimidad» del ser humano, preco-nizada por Marcel y Langeveld, puede signifi-carse adecuadamente por medio de una expre-sión de profunda carga televisiva: «Ich bin-bei-Dir»: «Du-bist-bei-Mir». El chez moi-chez toifrancés tiene este mismo significado.

Las consecuencias inmediatas que afectan ala antropología en relación con la imagen y lamirada en televisión han sido abordadas ya porlas modernas experiencias en el terreno de laneurofisiología. Esta ciencia está ya en condicio-nes de rendir cuenta de las modificaciones ope-radas en el dintel doloroso, a lo largo del «pase»de telefilmes o bandas magnetoscópicas, grabadascon el asesoramiento de doctores especializados.El estímulo, llegado al sistema nervioso por elárea cortical, afecta a la sustancia reticular, de-terminando la activación de las neuronas en elcerebro. Las variaciones de los ritmos «alfa» tes-tifican el grado de sensibilidad del telespectadorante los estímulos luminosos de la telepantallay arrojan luz para la explicación del comporta-miento. Los laboratorios de investigación de loscentros de formación para el personal de tele-visión no deberían omitir aspectos tan funda-mentales para la elaboración de bases empíricasque pueden determinar el sentido del quehacertelevisivo.

Pero no es nuestro propósito descender a da-tos demasiado concretos. Acéptese esta alusióncomo un simple pretexto para esclarecer nuevoscampos de acción interdisciplinaria para un ca-bal estudio de la imagen televisada.

Haciendo obsequio a un método riguroso nodeberíamos haber hablado de epistemología sinhaber resuelto previamente el problema de lagnoseología.

Desde este punto de vista, las técnicas de ima-gen, se establece la posibilidad de un replantea-miento de la teoría del conocimiento sobre nue-vas bases empíricas. Las modernas técnicas dela imagen han dado lugar al que Erich Feld-

mann ha llamado «selbsterschaffener Welt>(mundo autocreado), compuesto de nuevos sím-bolos e interpretado gracias a ellos. Estos sím-bolos ponen al sujeto en contacto con un sub-rogado de la realidad misma. Se plantea el pro-blema no sólo de una posible ficción en el cono-cimiento, en el que se intercala un elementoartificial que determina un ritmo y sentido enla percepción humana, sino incluso el problemadel nacimiento de una conciencia psicológica, me-diatizada por una versión más o menos arbitra-ria de la realidad, que puede ser base de nota-bles desviaciones en la conducta. En cualquiercaso la verdad de la imagen televisada hace re-ferencia a un entendimiento de la realidad pro-pio del sujeto que la manipula, pero no a la ex-presión misma natural del núcleo del ser.

La totalidad del proceso de vinculación entrela imagen y el ser puede fijarse en el juego deuna doble relación, expuesta ya por la filosofíatradicional: relación que va del ser a la ima-gen; y relación que va de la imagen a la razón,que la capta, la comprende como imagen y, porsu medio, llega a la realidad del ser. El procesoresponde a la doble función realizada por lagnoseología y reconocida con el nombre de «ver-dad lógica» y «verdad ontológica».

El conocimiento humano tiende de suyo a laaprehensión de las características propias delser, siguiendo la pedagogía que la imagen le im-pone. Pero surgen en el proceso riesgos inevi-tables. Si la imagen expresa la forma exteriorde la aparición del objeto del mejor modo posi-ble y la razón capta la imagen en cuanto tal,podemos hablar de una «función documental»de la imagen. Si ésta expresa no sólo la formaexterior de la aparición, sino el contenido inte-rior del objeto representado, podemos hablar contoda propiedad de una «función expresiva». Lafunción expresiva de la imagen alude siempreal ámbito humano de los contenidos.

Pero toda expresión es ambigua, independien-temente del contenido significativo, como afirmóNicol, porque el ser que actúa dando sentido asu acción, no es único regulador del sentido. Suacción tiene sentido precisamente porque no esindiferente para los demás y es susceptible so-bre esta misma base de ser cualificada por ellos.El sentido de un acto propio, en la comunicaciónhumana, queda afectado por la recepción que elotro le dispensa.

Nace de esta condición la necesidad de incor-porar, a partir de la gnoseología. dos nuevasciencias que matizan el ámbito de la epistemo-logía de la imagen: la hermenéutica y la se-miótica.

Nadie podría discutir un hecho, que a partirde las aportaciones de la imagen, tanto estáticacomo dinámica, ha afectado al método de cier-tas ciencias semánticas. La humanidad, con lacreciente incorporación de la imagen a los mo-dos tradicionales de la comunicación y del diá-logo, ha modificado cualitativamente su sistemade signos expresivos.

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REVISTA DE EDUCACION - ESTUDIOS LX.111.1 85

Desde el lado de la antropología física y psi-cológica se están realizando intentos para unaexplicación profunda de las modificaciones ope-radas en el campo del lenguaje. Entre los culti-vadores de la anatomía comparada, debemos aCharles Bell, descubridor de la estructura delsistema nervioso central, la consideración com-parativa de los órganos con una teoría de la ex-presión humana, fundada biológicamente. Deacuerdo con su estructura corporal, el hombreestá naturalmente destinado al instrumento y allenguaje. El primero nos da la medida del hornofaber; el segundo la medida del won politikcn.Significa este hecho que son los signos expresi-vos los que fundan, explican y perfeccionan elquehacer humano, desde el ángulo de la socia-bilidad. La evolución y relatividad del lenguajese atempera a los cambios que rigen el «nomos»de la cultura misma.

Desde este punto de vista no cabe duda de quela influencia de las técnicas de la imagen hadeterminado en el lenguaje cambios importantes.No sería difícil, siguiendo las investigaciones deKarl Bühler, clasificar estos cambios en un in-ventario general, que demostraría fácilmenteel énfasis simbólico, la técnica crecientementeintuitiva y el nacimiento de nuevas metáforas,precisamente como consecuencia del influjo, so-bre todo del cine, en el lenguaje, Adriano Be-lloto se ha referido a este fenómeno, en relacióncon la televisión, en su obra La televisioneinutile. Creo, sin embargo, que conviene diferen-ciar claramente dos fenómenos análogos que di-fieren notablemente en su grado de profundidad.No nos referimos, como hace Belloto, a ese gradode influencia periférica, que puede determinarpor ejemplo, el nacimiento de estribillos popu-lares, a partir de un spot más o menos feliz;nos referimos a efectos de mayor profundidad.Será necesario que transcurran todavía variosarios para que estos impactos sean incorporadosa la estructura misma del lenguaje.

El montaje cinematográfico, verdadera gramá-tica de imágenes, ha influido y está influyendoextraordinariamente en los modos sociales depercepción y de expresión y ha influido también,acaso con exceso, en la televisión. La doble téc-nica que la regula hereda sus normas de la pre-ceptiva antropológica, haciendo de la cámarauna potenciación arbitraria del órgano naturalde la visión humana, por una parte, y, por otra,de las reglas aceptadas por la hermenéutica so-cial. En ésta se integran factores derivados detodas las ciencias semánticas y muy en especialde la estética.

Intimamente ligada al campo de la gnoseolo-gía, se nos da, a propósito de las técnicas de laimagen una amplia problemática que afecta par-ticular y directamente a la psicología.

La llamada por Feldmann «experiencia secun-daria, alude a un nuevo tipo de conocimientodeterminado, sobre todo por el cine y la televi-sión. Para Feldmann creemos entender que laproblemática que afecta al conocimiento a par-

tir de la imagen de cine y de la imagen de tele-visión es una misma. Al menos no ha insistidoen diferencias que a nosotros nos parecen exis-tir. Pero en cualquier caso, aplicando el princi-pio de Berkeley esse est percepi, podríamos afir-mar que la ciencia de producción de fenómenosde imagen no es en realidad sino la técnica demotivación de percepciones sensibles, dado queel término directo del conocimiento a partir dela imagen no es el mundo real circundante, sinosu propio engrama: un mundo artificial, que esobjeto de la conciencia del sujeto que capta laimagen. Por aquí es fácil adentrarse en el exten-so campo de la psicología. La interpretación quehemos dado anteriormente a la vinculación de laimagen con el ser y con el entendimiento creoque nos redime de cualquier suspicacia, para queestas palabras mías puedan interpretarse comouna profesión de fe en el puro fenomenalismo.

El papel de la imagen en la comunicación hu-mana ha sido clasificado por H. Canao en unatriple función: función documental, función ana-lítica y función poética. Son, en realidad, trespropiedades que, por supuesto, no son mutua-mente exclusivas.

Creo que ha llegado metodológicamente el mo-mento de abordar el problema de su relación conlas ciencias históricas. El planteamiento de laimagen desde una versión parcial de la teoríadel conocimiento y la apelación directa al ám-bito psicológico, nos conducen al estudio de lafiabilidad histórica de la imágenes de la tele-visión.

Nadie puede dudar el destacado papel que hade tocar jugar en el futuro a los archivos deimagen de las emisoras de televisión. Las gene-raciones futuras, cuando tengan que volver lavista hacia los días que nos está tocando en suer-te vivir a nosotros, echarán mano de unos do-cumentos inestimables, cuando tengan que for-marse opinión acerca de los «nuevos» napoleo-nes y los nuevos «cesares». Hemos hablado d e .la función documental de la imagen televisada.El documento no es la historia; pero no puedehaber historia sin documentos. El documento es.un elemento fiducial de base, absolutamente im-prescindible para la interpretación histórica.

Más que a la «Geschichte», diríamos que per-tenece a la «Historia».

Hasta hoy, el único documento utilizado parael examen de las grandes claves históricas ha-bía sido el documento escrito. La llegada de laimagen tendrá consecuencias evidentes.

Pero no nos proponemos ahora enumerarlas.Nos basta con aludir a la fiabilidad de la imagendinámica y advertir que, mientras en el cine yen la grabación en bandas magnetoscópicas seofrece al espectador la posibilidad de percibiren un proceso retrospectivo un contexto-espacio-temporal de selección arbitraria, de la noticia,en el caso de la televisión en directo se añade aesta relativa fiabilidad documental de la ima-gen la conciencia de participación estimativa delsujeto en el suceso noticiable. Pero, naturalmen-

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LA EDUCACION DE MASAS, UNA ENCRUCIJADA EN EL MUNDO ACTUAL [89] 89

te, digamos también que la comprensión histó-rica excede con mucho el hecho simple de lapura aprehensión visual de los fenómenos. Eltiempo y el espacio reales son dos categorías dela historia como lo son del movimiento. En ellosgana la imagen televisada toda su preeminenciadocumental.

Para terminar digamos que el paso de las lla-madas hoy «ciencias tautológicas» (lógica y ma-temática) a las ciencias «semánticas» es un as-pecto que todavía no ha sido desvelado suficien-temente por la investigación científica. Sinembargo, creemos que radica en él toda la fuer-za y la profundidad de la verdadera epistemolo-gía. La teoría de la información de Shannon ma-neja nociones de base que pueden cotejarse conlas acciones propias de la fisiologia, la psicología,la psiquitría y la sociología: habla, por ejemplo,de «sistema nervioso», «cálculo», «universos»,«lenguaje» y «sociedad», etc. Las modernas obrasde cibernética ensayan sus intentos de explicarlos fenómenos biológicos, psicobiológicos e inclu-so los fenómenos del comportamiento social, apartir de teorías psicomatemäticas. Las analo-gías entre mecanismos electrónicos y estructurascerebrales fueron señaladas ya en un congresodel ario 1925 sobre «máquinas de calcular y pen-samiento humano», al que acudieron la mayorparte de los investigadores que habían colabo-rado con Wiener en los primeros ensayos de ci-bernética. Las investigaciones han avanzado ex-traordinariamente de la mano de MacCullogh,Grey Walter, Ross Ashby, Mac Kay, Mandel-brot, etc.

La extensa problemática técnica y humana dela televisión no es ajena en manera alguna a laexplicación de estos fenómenos de interciencia.La teoría de la información ha servido para hil-vanar múltiples problemas que preocupabandesde hace tiempo a los ingenieros de telecomu-nicaciones. En la televisión se dan el soportey la semántica de todo proceso correcto de in-formación, y la televisión es, al mismo tiempo.un fenómeno de signo, que deberá estudiar lasemiótica.

A este respecto me voy a permitir citar unasfrases de Charles Morris, conocido experto deeste ámbito del saber: «En una edad en que laimprenta, la fotografia, la pintura, el cine y latelevisión ocupan un lugar tan importante, serequiere imperiosamente la tarea de los semió-ticos, que presten especial atención a los signosvisuales».

La sociedad humana, en sus aspectos cultura-les, depende de los signos y, especialmente, delos signos del lenguaje, aunque no todos los fe-nómenos culturales sean a su vez fenómenosde signo.

En el ámbito de la semiótica creo que radicala mayor posibilidad para explicar la funciónque la imagen de televisión está ya desempe-ñando, para bien o para mal, en la estructuray en la patología social. La sociología de la te-levisión sigue siendo, según creo, una segundaInstancia, pendiente de esta mararia de proble-mas que afectan a la epistemología de la imagen.

(Continuará.)

La educación de masas, unaencrucijada en el mundo actualFRANCISCA MONTILL 4

MASIFICACION

Es un fenómeno ya cuajado. Su proceso for-mativo superó las fases primaria y secundaria.Hoy nos encontramos con que la masificación seofrece como hecho incontrovertible del que nocabe dudar.

Los factores que 16 iniciaron se fueron con-jugando armónicamente, para acelerar el desen-lace: ingente crecimiento demográfico, favore-cido por la elevación del nivel higiénico y de laseguridad social; incremento del desarrollo in-dustrial, que produce gigantescas concentracio-

nes humanas; grandes ciudades; extensos nú-cleos fabriles; lugares de esparcimiento conce-bidos para miles de espectadores; beneficiosaplicables a extensas mayorías; etc.

Todo en proporciones inconcebibles para lamente humana, hecha a contemplar cercanías,limitaciones, contornos reducidos.

«Estamos pasando de una fase en donde do-minaron los llamados grupos primarios—la fa-milia, la vecindad— a otra en donde prevalecenlos grupos de contacto indirecto» (1). Yo digo

( 1) KARL MANNHEIM Diagnóstico de nuestro tiempo.página 30. México. 1959.