Gurrumul · 2012-02-25 · en la producción de dos discos para su siguiente banda, ... por lo que...

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[ 38] ritmos reportaje australia ritmos [ 39] E s por su voz, adjetivada nada menos como la mejor que se ha grabado nunca en Australia. Y porque no suena a todo lo que tópicamente suele la música de un aborigen, sino que es apto para cualquier clasificación mainstream, no necesariamente en la etiqueta de Músicas del Mundo. Toca de zurdas una guitarra con cuerdas a la diestra y los escasos arreglos que adornan sus composiciones también dependen de su autodidacta aprendizaje, iniciado y afincado en las ancestrales sonoridades de la tribu Yolngu de la musicalmente prolífica región de Arnhem, Territorio del Norte australiano. Pero en sus influencias también cuentan mucho tanto el góspel de la época de las misiones religiosas occidentales en Australia como clásicas canciones anglosajonas absorbidas a través de la radio; The Eagles y Elvis Presley entre los confesados; el reggae, entre los omnipresentes. Tampoco es ningún recién llegado al negocio. Siendo aún adolescente, y demostradas y alabadas sus dotes naturales –como Ray Charles en la ‘Georgia de su mente’, también corría en bicicleta por su Elcho Island de nacimiento guiándose sólo por los sonidos–, fue reclutado por su muy influyente tío Mandawuy, líder del seminal grupo Yothu Yindi formado con músicos balanda (persona no aborigen) y con quienes grabó, actuó internacionalmente y fue premiado durante casi una década. Cuando abandonó la formación para recogerse de nuevo en su familia, conoció al músico de Sídney Michael Hohnen, cansado de facturar un pop rock autocomplaciente para blancos, co-fundador del sello de músicas indígenas Skinnyfish y afincado entre los Yolngu por entonces, mediados los ‘90, para estudiar su cultura. La constante presencia de éste abonó una confianza traducida no sólo en la producción de dos discos para su siguiente banda, Saltwater Band, sino en la corresponsabilidad de hacerle saltar a un proyecto personal en solitario en un formato acústico donde su angelical voz fuera la protagonista. Afamado y reconocido ya en su región, el disco salió en Australia en febrero de 2008. Cuatro días después, el nuevo Primer Ministro recitó su famoso ‘discurso de disculpa’ a los aborígenes de la ‘generación robada’. Con su paulatino ascenso en popularidad –teloneó a Elton John en Darwin–, algunos quisieron ver cierto oportunismo en el lanzamiento de una personalidad como Gurrumul, lo que sería como culpar de un accidente de tráfico a un eclipse de sol. Porque además su intención está muy lejos de reivindicar para su raza nada más que una cosmogonía y tradiciones ancestrales, y puramente desde el punto de vista estético de una sensibilidad que, ciega físicamente, es capaz de describir y cantar a los colores de la naturaleza madre, centro de la concepción aborigen del mundo. Para más dificultad de comprensión, sus letras están compuestas a fuerza de metáforas, imaginería y símbolos Yolngu, amén de redactadas en cuatro lenguas aborígenes, con sólo algunas estrofas en inglés. Con todo esto en su contra, sin embargo Gurrumul cumple la misión primitiva de la música: emocionar, mirar con los ojos del corazón, tan ciegos como los de quien les ha hecho llorar de emoción. La otra voz de Gurrumul Entrevista a Michael Hohnen Inmersos en su gira europea, el ‘descubridor’, productor, ‘jefe’, músico, amigo y portavoz de Gurrumul ha podido aclarar personalmente a Ritmos del Mundo algunas cuestiones que rodean de misterios y confusión la persona del cantante, su trayectoria y próximos pasos. Gurrumul nunca habla directamente con la prensa. Siempre se dice que por timidez, que por no saber inglés, incluso de ‘porque no se fía’. ¿Qué hay de cierto en todo ello? “Es tímido delante de la gente, pero no sé si timidez es la palabra adecuada. Gurrumul es extremadamente prudente y cauteloso y mira mucho por su apellido Yunupingu si va a ser citado o grabado. Habla más inglés del que dejar ver, pero no se siente seguro en ese idioma. ¡Aún me pregunta si pronuncia correctamente ‘muchas gracias a todos’ en los conciertos! Siente que la gente estará más pendiente de interpretar su tono que de entender las explicaciones de los conceptos. Incluso nosotros dos muy raramente tenemos ‘conversaciones’ en inglés, y yo estoy más cerca de él que la mayoría de la gente. Con la prensa sencillamente se siente intimidado.Y fuera de lugar hablando de sí mismo, donde siente que no tiene nada que decir que no cuente en sus canciones”. Tú mismo has dicho también que no le gustan las colaboraciones con otros artistas. ¿Por qué? “No estoy seguro. Puede que estuviera de acuerdo si él quedara en segundo plano. No le gusta nada ser el centro de atención. Además, una colaboración habitualmente significaría cantar en inglés, y raramente lo hace. Pero sí que puedo decir que últimamente está saliendo de su caparazón. Tiene un amigo con el que a veces toca, Ego Lemos, de Timor del Este, que hemos fichado para nuestro sello, Skinnyfish. Y el año que viene se lanzará una canción en colaboración con otra banda australiana, así que ahí lo tienes”. ¿Es verdad que aprendió música siendo casi un bebé con un Casiotone de juguete que le regaló su madre? “Le dieron todo tipo de cosas para que tocara. Lo del teclado creo que fue alrededor de 1973, cuando él tenía tres años. ¡Incluso he visto un vídeo en el que tocaba un piano-acordeón a los cuatro años! Realmente es músico por naturaleza”. Hay cierta confusión sobre su trayectoria profesional ahora que ha debutado en solitario. ¿Cuál fue su papel con la banda Yothu Yindi de su tío y cuándo la abandonó para formar Saltwater Band? “Gurrumul tiene ahora 38 años y creo que empezó con Yothu Yindi con 16, primero como batería y luego con teclados, guitarras y coros. Fue un gigantesco aprendizaje para él. Imagínate, siendo adolescente, viajar por América, Reino Unido y Europa. Pero no conozco todos los detalles porque cuando le pregunto siempre dice que no se acuerda, aunque muchas veces significa que La voz que te hará llorar [Texto: Sonia de Viana] Gurrumul [Fotos: Peter Eve] Tiene un nombre del demonio pero canta como se supone lo hacen los ángeles. «Nací ciego», anuncia además en el único título en inglés de su disco homónimo de debut en solitario. Pero no es desde luego por pena, y ni siquiera por sus bellas letras, ininteligibles, por lo que Geoffrey Gurrumul Yunupingu ha vendido más de cien mil copias, acaparado premios en su país y alcanzado altos puestos en las listas de éxitos europeas.

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Es por su voz, adjetivada nada menos como la mejor que se ha grabado nunca en Australia. Y porque no suena a todo lo que tópicamente suele la música de un aborigen, sino que es apto para cualquier clasificación mainstream, no necesariamente en la etiqueta de Músicas del Mundo.

Toca de zurdas una guitarra con cuerdas a la diestra y los escasos arreglos que adornan sus composiciones también dependen de su autodidacta aprendizaje, iniciado y afincado en las ancestrales sonoridades de la tribu Yolngu de la musicalmente prolífica región de Arnhem, Territorio del Norte australiano.Pero en sus influencias también cuentan mucho tanto el góspel de la época de las misiones religiosas occidentales en Australia como clásicas canciones anglosajonas absorbidas a través de la radio; The Eagles y Elvis Presley entre los confesados; el reggae, entre los omnipresentes.

Tampoco es ningún recién llegado al negocio. Siendo aún adolescente, y demostradas y alabadas sus dotes naturales –como Ray Charles en la ‘Georgia de su mente’, también corría en bicicleta por su Elcho Island de nacimiento guiándose sólo por los sonidos–, fue reclutado por su muy influyente tío Mandawuy, líder del seminal grupo Yothu Yindi formado con músicos balanda (persona no aborigen) y con quienes grabó, actuó internacionalmente y fue premiado durante casi una década.

Cuando abandonó la formación para recogerse de nuevo en su familia, conoció al músico de Sídney Michael Hohnen, cansado de facturar un pop rock autocomplaciente para blancos, co-fundador del sello de músicas indígenas Skinnyfish y afincado entre los Yolngu por entonces, mediados los ‘90, para estudiar su cultura.La constante presencia de éste abonó una confianza traducida no sólo en la producción de dos discos para su siguiente banda, Saltwater Band, sino en la corresponsabilidad de hacerle saltar a un proyecto personal en solitario en un formato acústico donde su angelical voz fuera la protagonista.Afamado y reconocido ya en su región, el disco salió en Australia en febrero de 2008. Cuatro días después, el nuevo Primer Ministro recitó su famoso ‘discurso de disculpa’ a los aborígenes de la ‘generación robada’. Con su paulatino ascenso en popularidad –teloneó a Elton John en Darwin–, algunos quisieron ver cierto oportunismo en el lanzamiento de una personalidad como Gurrumul, lo que sería como culpar de un accidente de tráfico a un eclipse de sol.

Porque además su intención está muy lejos de reivindicar para su raza nada más que una cosmogonía y tradiciones ancestrales, y puramente desde el punto de vista estético de una sensibilidad que, ciega físicamente, es capaz de describir y cantar a los colores de la naturaleza madre, centro de la concepción aborigen del mundo.

Para más dificultad de comprensión, sus letras están compuestas a fuerza de metáforas, imaginería y símbolos Yolngu, amén de redactadas en cuatro lenguas aborígenes, con sólo algunas estrofas en inglés.

Con todo esto en su contra, sin embargo Gurrumul cumple la misión primitiva de la música: emocionar, mirar con los ojos del corazón, tan ciegos como los de quien les ha hecho llorar de emoción.

La otra voz de GurrumulEntrevista a Michael HohnenInmersos en su gira europea, el ‘descubridor’, productor, ‘jefe’, músico, amigo y portavoz de Gurrumul ha podido aclarar personalmente a Ritmos del Mundo algunas cuestiones que rodean de misterios y confusión la persona del cantante, su trayectoria y próximos pasos.

Gurrumul nunca habla directamente con la prensa. Siempre se dice que por timidez, que por no saber inglés, incluso de

‘porque no se fía’. ¿Qué hay de cierto en todo ello?“Es tímido delante de la gente, pero no sé si timidez es la palabra adecuada. Gurrumul es extremadamente prudente y cauteloso y mira mucho por su apellido Yunupingu si va a ser citado o grabado. Habla más inglés del que dejar ver, pero no se siente seguro en ese idioma. ¡Aún me pregunta si pronuncia correctamente ‘muchas gracias a todos’ en los conciertos! Siente que la gente estará más pendiente de interpretar su tono que de entender las explicaciones de los conceptos. Incluso nosotros dos muy raramente tenemos ‘conversaciones’ en inglés, y yo estoy más cerca de él que la mayoría de la gente. Con la prensa sencillamente se siente intimidado. Y fuera de lugar hablando de sí mismo, donde siente que no tiene nada que decir que no cuente en sus canciones”.

Tú mismo has dicho también que no le gustan las colaboraciones con otros artistas. ¿Por qué?“No estoy seguro. Puede que estuviera de acuerdo si él quedara en segundo plano. No le gusta nada ser el centro de atención. Además, una colaboración habitualmente significaría cantar en inglés, y raramente lo hace. Pero sí que puedo decir que últimamente está saliendo de su caparazón. Tiene un amigo con el que a veces toca, Ego Lemos, de Timor del Este, que hemos fichado para nuestro sello, Skinnyfish. Y el año que viene se lanzará una canción en colaboración con otra banda australiana, así que ahí lo tienes”.

¿Es verdad que aprendió música siendo casi un bebé con un Casiotone de juguete que le regaló su madre?“Le dieron todo tipo de cosas para que tocara. Lo del teclado creo que fue alrededor de 1973, cuando él tenía tres años. ¡Incluso he visto un vídeo en el que tocaba un piano-acordeón a los cuatro años! Realmente es músico por naturaleza”.

Hay cierta confusión sobre su trayectoria profesional ahora que ha debutado en solitario. ¿Cuál fue su papel con la banda Yothu Yindi de su tío y cuándo la abandonó para formar Saltwater Band?“Gurrumul tiene ahora 38 años y creo que empezó con Yothu Yindi con 16, primero como batería y luego con teclados, guitarras y coros. Fue un gigantesco aprendizaje para él. Imagínate, siendo adolescente, viajar por América, Reino Unido y Europa. Pero no conozco todos los detalles porque cuando le pregunto siempre dice que no se acuerda, aunque muchas veces significa que

La voz que te hará llorar[Texto: Sonia de Viana]

Gurrumul[Fotos: Peter Eve]

Tiene un nombre del demonio pero canta como se supone lo hacen los ángeles. «Nací ciego», anuncia además en el único título en inglés de su disco homónimo de debut en solitario. Pero no es desde luego por pena, y ni siquiera por sus bellas letras, ininteligibles, por lo que Geoffrey Gurrumul Yunupingu ha vendido más de cien mil copias, acaparado premios en su país y alcanzado altos puestos en las listas de éxitos europeas.

Australia en el mundoSi la propia Australia premia a su aborigen Gurrumul como Mejor Álbum de World Music, no es extraño que fuera de sus gigantescas fronteras se tengan didgeridoos y clapsticks como única sonoridad autóctona australiana. Pero después de 200 años de salvaje colonización occidental, lo que en justicia hoy debería ser considerada ‘música original del planeta Australia’ es la además prolífica mixtura del folk anglo-celta y el country yanqui con sonidos, instrumentos, músicos y visiones de la raza más antigua de la Tierra.

‘Planeta Australia’Los discos únicamente tribales quedan ya para las tiendas de turistas. Y aunque el más longevo y querido de los cantantes aborígenes sea el country-crooner Jimmy Little, y el más famoso ‘amigo de lo indígena’ el surfista naturalista blanco Xavier Rudd —no muy acreditado aunque mezcle su reggae con didgeridoos y en sus conciertos descalzo eleve la bandera aborigen—, en la historia contemporánea de las músicas de raíz australianas brillan dos seminales bandas, pioneras en crear lo que se ha denominado Aboriginal rock: Yothu Yindi y Warumpi Band.

La primera se formó en Arnhem en 1986 con guitarrista y bajista blancos y carismático líder al frente, Mandawuy Yunupingu, tío de un Gurrumul que se curtió en esta banda antes de formar su actual Saltwater Band de tintes reggae. Yothu Yindi

obtuvo algunos de sus mayores hitos en el apoyo balanda (no aborigen) de Midnight Oil en 1988 y en su colaboración con el teclista de INXS, y su gran éxito musical, Treaty, está co-escrito con el también blanco Paul Kelly, auténtico mito activo australiano. La Warumpi Band nació a finales de los ‘70 con George Rrurrambu –fallecido en 2007 con 50 años y discografía en solitario— como líder aborigen y el balanda Neil Murray componiendo títulos como My Island Home, popularizada por Christine Anu en la clausura de los Juegos Olímpicos de Sídney, y Blackfella/Whitefella, un canto a la reconciliación nacional.En el campo del folk profundamente reivindicativo destacan Kev Carmody, ‘el Dylan aborigen’, y Archie Roach (casado con la también cantante indígena Ruby Hunter), ambos con varios importantes himnos: From Little Things Big Things Grow, dueto del primero con ‘el Joaquín Sabina aussie Paul Kelly sobre los derechos territoriales de los aborígenes, y Take the Children Away, en el que Roach canta sobre la hitleriana política de la ‘generación robada’ que concluyó en los ‘70 y refleja desvaídamente la película de Bazh Lurhmann Australia.

El sureño Bart Willoughby es la personalidad más notoria en el profusamente abonado reggae australiano, cuya «visión internacional como música de

liberación y resistencia a la opresión encaja con los mensajes sobre los derechos de los aborígenes, su propiedad y robo de su tierra, la protección del medio ambiente y la justicia social», explica el investigador musical Rob MacFarlane. Fundador de las influyentes bandas No Fixed Address (We Have Survived es un clásico del reggae rock político), Coloured Stone y Mixed Relations, Willoughby forma parte también de un reciente e importante proyecto: The Black Arm Band.

«Esta banda me recuerda nuestro largo viaje de 30 años de lucha. Pero si antes nos manifestábamos por la justicia en las calles de la ciudad, ahora estamos contando nuestras historias en las grandes salas de conciertos», dice Archie Roach, integrante de esta agrupación junto a los mismísimos Jimmy Little o Geoffrey Gurrumul y otros más comprometidos nombres como Lou Bennett, de relevante trayectoria con el ya extinto trío femenino Tiddas; el balanda del Estado de Victoria Shane Howard, fundador a finales de los ‘70 de Goanna; Stephen Pigram, uno de los siete integrantes de los afamados The Pigram Brothers; el compositor y cantante aborigen de Queensland Joe Geia, y lo mismo pero de South Australia Kutcha Edwards.

«Siempre digo que yo no soy australiano, sino matji matji, mi tribu. Este año actuamos en el WOMAD británico y nos trataron con más respeto

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ya no quiere hablar de ello. La Saltwater Band arrancó en 1996 y comparte las labores de líder con otro magnífico cantante, Manuel Dhurrkay. Actúan muy raramente juntos, pero cuando lo hacen se aprecia toda la edificante fuerza que tienen. Con ellos ha ido a China, los Países Bajos y América, y a Reino Unido un par de veces. Pero fueron visitas fugaces. No le gustan nada las giras. Ésta de Europa será la más larga”.

También figura como integrante del proyecto de músicos australianos negros y blancos The Black Arm Band…“Fue algo puntual. Un momento muy especial, pero en realidad no está tan metido personalmente”.

¿Cuándo empezó Gurrumul a trabajar en un álbum en solitario?“Grabamos todo en una semana [en Melbourne] y lo masterizamos en Darwin nada más empezar 2007. Pero yo ya llevaba años animándole a trabajar de otro modo en sus canciones. Fueron sus temas en el segundo disco de la Saltwater Band, Blue Flag, las que me alucinaron”.

¿En qué formato suele tocar en directo? Porque tú eres además su contrabajista…“Toca en cualquier contexto en que se halle. Lo más habitual es con familia y amigos y ocasionalmente con su ‘otro proyecto’, Saltwater Band. Pero sus actuaciones nacionales o internacionales son la excepción, no la norma, y por lo general actúa solo. [En enero de 2009 lo hizo en el Carnegie Hall de Nueva York con los 80 músicos de la Orquesta Sinfónica de Sídney]”.

¿Dónde se ha publicado ya el disco y dónde lo hará?“Actualmente en el Reino Unido y Europa con el sello Dramatic. Acaba de publicarse en Canadá y estamos en tratos con discográficas de Estados Unidos y Japón”.

¿Tienen las canciones de Gurrumul el mensaje reivindicativo sobre el pueblo indígena que suele ser habitual en los músicos aborígenes contemporáneos?“No, él no habla de sus puntos de vista sobre eso ni dentro ni fuera de sus canciones. Es sólo un músico al que le gusta cantar hermosas y emotivas canciones sobre naturaleza y su identidad para celebrar así su cultura. Puedo decirte tranquilamente que es apolítico. Pero a veces un mensaje solamente artístico resulta más intenso que todas las palabras literales de protesta. Yo encontraría mucho más difícil destruir algo bello que sencillamente está ahí

estático, que algo que está insistentemente molestando y recordándome lo mal que están las cosas”.

¿Crees que el público europeo entenderá sus historias o le bastará con la música de su voz?“Siempre he sentido algo universal cuando he tocado con él. No importa dónde, la gente conecta con él y llora cuando le escuchan, así que supongo que en Europa pasará lo mismo. Pero de ese éxito o la falta de él dependerá que consigamos que Gurrumul se interese lo suficiente como para hacer un tour largo de siete semanas”.

¿Estáis ya pensando en el siguiente álbum?“No. Él está ahora escribiendo, pero creo que cuando llegue el momento sencillamente aparecerá con un disco entero. Podría presionarle, pero ¿para qué? Creo que ha dicho tanto con este disco que si llega otro en los próximos años será sólo una especie de propina, más que ‘el gran segundo álbum’”.

Michael, una pregunta personal: ¿Te sientes cómodo realizando todo los papeles que cumples para Gurrumul –manager, productor, músico, portavoz…–, o preferirías ser sólo su amigo? ¿Cuál es tu papel en la composición de su música?“Para ser sincero, preferiría no tener que contestar preguntas por él y sobre él y ser sólo un colaborador, pero si los medios de comunicación se interesan, o hablo yo o no habla nadie. No soy su manager, es Mark [Grose], de Skinnyfish Music, y también tienen una relación muy estrecha, pero yo paso más tiempo con él, y cuando pasas tanto tiempo con alguien, termina confiando en ti. Y eso es más fácil para mí que para otra gente. En cuanto a la composición, todas las canciones son suyas, pero yo le sugiero cosas. Él lo intenta conmigo y si le gusta, vamos allá”.

Como trabajador de la industria musical especializada, ¿cómo ves tú la escena World Music en Australia?“Creo que es dictatorial y estrecha de miras. A Gurrumul le rechazaron en el WOMEX por no ser suficientemente aborigen. ¡Es ridículo! Al principio me sorprendía ver que muchas revistas no incluyen muchas de las músicas tradicionales, y sin embargo atienden músicas occidentales o híbridos. Africana, latina, balcánica… Cuando veo a montones de estas bandas tocando en grandes festivales todas me suenan muy parecidas. Empiezan despacito, van creciendo y animando a la gente, llegan a un punto de explosión y vuelven a empezar otra vez. Creo que la auténtica World Music debería implicar más que tres acordes en progresión”.

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AUSTRALIAen el mundo y el mundo en Australia

Xavier Rudd

Jimmy Little

Kev Carmody

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Mihirangi

que en nuestro país. Muchos me acusan de no hacer música indígena porque no canto en mi lengua; pero sí cuento temas de mi gente. Yo prefiero llamarlo Aboriginal contemporary music», ha dicho Edwards a Ritmos del Mundo.La nueva savia aussie está representada, entre otros, con en el veinteañero melbourniano Dan Sultan y su rock urbano de raíz programado para el primer Womex de Copenhague este octubre, en el que coincidirá con sus compatriotas Yilila, otra reciente banda de reggae rock de la región norteña de Arnhem con letras en lengua aborigen. Y son sólo un par de ejemplos de la fecunda cantera australiana.

El mundo en AustraliaSerá porque está formada a base de emigrantes, pero es demostrable el gusto del público australiano por la World Music internacional, que ha recibido y sigue requiriendo nombres desde Gilberto Gil a Angelique Kidjo; Natasha Atlas con y sin Transglobal Underground; The Wailers (nuevo tour en noviembre) y Horace Andy; o los quebequeses La Bottine Souriante y las finlandesas Värttinä,.

Que la décima edición del WOMAD de Adelaide, capital de Australia del Sur, se amplíe a cuatro días ya demuestra tal interés. Esta cita arrastra además giras –Oceanía queda muy lejos de casi todo como para no aprovechar el viaje— con paradas obligadas en Melbourne (Port Fairy Festival), Sídney, Perth y Brisbane, capital de Queensland donde se acoge el aborigen The Dreaming y el macro festival folk de Woodford. Darwin y Canberra suelen tener sus oportunidades, además de provocarse las propias con festivales imprescindibles como el ya no itinerante National Folk creado en 1967.

El grupo asturiano Felpeyu podría dar fe varias veces del circuito australiano, que en su caso se amplió con ejemplos como el Illawarra Folk en New South Wales; el Brunswick Festival en Victoria; el Medieval Festival en Adelaide; el Kapunda Celtic en South Australia; el Cygnet Folk de Tasmania y las salas especializadas de toda la costa este del continente.

Pero hay dos intereses particulares. El más reciente se centra en Europa del Este, que atrajo a los consabidos Goran Bregovic, Fanfare Ciocarlia, Taraf de Haïdouks y Esma Redzepova, la húngara Mitsou o Paprika Balkanicus. Esta querencia por los ritmos gypsies ha provocado, sobre todo en el último lustro desde Melbourne, una auténtica miríada de bandas basadas en locos violines pensados para hacer mover los pies con nombres como The Barons of Tang, Rapskallion, The WooHoo Review, Vulgargrad, Mojo Juju & The Snake Oil Merchants (con un cabaret cercano al punk), Babaganoush, Bizerka, A French Butler Called Smith (de la Gold Coast de Queensland) o Doch (Brisbane), entre los más atareados.

La otra escena predominante es africana, continente de exiliados refugiados también en Australia. El apellido Kuti ha sido paseado por sus hijos Femi y Seun y por el batería y padre del afrobeat Tony Allen (en marzo pasado). Igualmente idolatrados, los mitos de Mali Toumani Diabate y Salif Keita y los surafricanos Hugh Masekela (en gira de nuevo en octubre), Miriam Makeba (fallecida en noviembre pasado), Vusi Mahlasela y Ladysmith Black Mambazo; la caboverdiana Cesária Évora; la Orchestra Baobab de Senegal; los congoleños de Bélgica Zap Mama; las leyendas de Zimbabwe Oliver Mtukudzi y Thomas Mapfumo...

Lo latino como exóticoAunque desde España resulte redundante, la latina es World Music y el idioma y los ritmos hispanos tienen abonado el terreno también en Australia aparte de las orquestas de salsa. Sólo un par de los ejemplos más recientes: a primeros de octubre giran por primera vez los colombianos Aterciopelados (impronunciable en el inglés austral) y los catalanes Ojos de Brujo han anunciado en su Facebook «¡por fin!» gira para 2010. Radio Tarifa participaron en los WOMAD de Adelaide y Nueva Zelanda ya en 1997 y en las tiendas se hallan discos de Ketama, del guitarrista Paco Peña, la Niña Pastori y hasta del debutante Ferrán Savall, hijo de Jordi Savall y Montserrat Figueras. El chileno Nano Stern, la mexicana Lila Downs y sus paisanos Los de Abajo y Ozomatli son algunas otras ramas ‘exóticas’ estiradas por Australia.

Otra curiosidad australUn contrapunto curioso es observar que de su entorno apenas llega a Australia

llega algo más que tipismos de las islas del Pacífico, algo de ópera china, más escasa música de India y de su vecino-hermano, Nueva Zelanda, sólo se importa su apabullante dub y reggae; y eso que el mismísimo padre del country australiano, Tex Morton, nació allí. Este agujero negro se ha solventado el año pasado y tendrá continuidad

en noviembre con la macroferia Australasian World Music Expo, que lo indica todo con su nombre, aunque como dice Kutcha Edwards, «a los australianos les pasa como a los estadounidenses: todo lo suyo es mundial, lo más grande». En 2008 se presentó, por ejemplo, Ego Lemos, de Timor Este, quien en octubre debuta en el mismo sello de Gurrumul, y este año irán los neozelandeses Mihirangi, Batucada Sound Machine y Little Bushman, más artistas de Islas Reunión, Vanuatu, India, Seychelles, Corea del Sur, Islas Solomon, Nueva Caledonia o Papúa Nueva Guinea.

Sonidos (y dos imágenes) para entender el Planeta Australia

• Corroboration. Journey Through the Musical Landscape of 21st Century Australia (Mushroom Records / Sputnik)• Our Island Home. A Collection of Traditional and Contemporary Indigenous Australian Music (Festival Mushroom Records)• Strong Culture. Aboriginal Music in Aboriginal Languajes (CAAMA Music)• The Rough Guide to Australian Aboriginal Music (World Music Network / Rough Guides)• Buried Country. The Story of Aboriginal Country Music B.S.O. (Festival Mushroom Records)• Sending A Message. A Compilation of Contemporary Indigenous Music. (2 volúmenes. ABC Music / Universal)• Culture. Music from Black Australia (ABC / Triple J).• The Tracker (Film. Música interpretada por Archie Roach. Vertigo Productions)• Samson and Delilah (Film. Premio Director Novel Festival de Cannes 2009. CAAMA Productions)

Más información / Vínculos:

http://www.caama.com.au/http://www.skinnyfishmusic.com.au/http://www.womadelaide.com.au/http://www.woodfordfolkfestival.com/http://www.awme.com.au/http://www.blackarmband.com.au/http://www.folkfestival.asn.au/http://www.vibe.com.au/http://www.pbsfm.org.au/