Gramsci y Marx. Hegemonía y poder en la teoría marxista - Néstor Kohan

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    Nstor Kohan - Gramsci y Marx. Hegemona y poder en la teora marxista - pg. 1

    GRAMSCI Y MARX

    (Universidad de Buenos Aires)

    Biblioteca

    OMEGALFA

    http://www.omegalfa.es/http://www.omegalfa.es/http://www.omegalfa.es/http://www.omegalfa.es/http://www.omegalfa.es/http://www.omegalfa.es/http://www.omegalfa.es/http://www.omegalfa.es/http://www.omegalfa.es/http://www.omegalfa.es/http://www.omegalfa.es/http://www.omegalfa.es/http://www.omegalfa.es/http://www.omegalfa.es/http://www.omegalfa.es/http://www.omegalfa.es/http://www.omegalfa.es/http://www.omegalfa.es/http://www.omegalfa.es/
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    A la memoria de Isaak Illich Rubin y Da-

    vid Riazanov, asesinados durante el stali-

    nismo por haber mantenido vivo el fuego

    de la dialctica y firme la crtica al feti-

    chismo

    El marxismo no est de moda. Es un hecho. Con la emergenciade la revolucin comunicacional en el orden tecnolgico ysimblico, el giro lingstico en el discurso filosfico y la globa-lizacin en el terreno econmico ya no tiene sentido seguir cues-

    tionando al capital y las nuevas modalidades que ste adquiere enel mundo de hoy en da. Parafraseando a Sartre, el capitalismo eshoy el horizonte insuperable de nuestra poca.

    Marx quedar, eso s, en la historia de las ideas. Pero lo har, a losumo, como aquel que supo visualizar el factor econmico de lavida social. En el cementerio de las teoras clsicas su cadverpermanecer encerrado entonces dentro del sarcfago del econo-

    micismo. Por no haber teorizado sobre la poltica, el poder y ladominacin sus reflexiones estn envejecidas y resultan a los ojoscontemporneos absolutamente perimidas u obsoletas.

    Gramsci, el italiano, s que complet a Marx. l vio la dimensindel consenso, la necesidad del dilogo, el desafo de la goberna-bilidad y la importancia del Parlamento. Ese fue su gran aporte,no gracias a su marxismo sino a pesar de l.

    Los precedentes lugares comunes (consolidados poco a poco ennuestras Universidades en el perodo posterior a las sangrientas

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    dictaduras de los 70) constituyen los ejes principales del relatolegitimador que justifica a los actuales y, por cierto, sempiter-nos enterradores del marxismo. En este trabajo intentaremos

    someter a discusin estas nociones bsicas compartidas por lamayora de los paradigmas en boga en nuestra comunidadacadmica.

    Pero, antes que nada, constatemos un hecho irrecusable. Estainterpretacin economicista de la teora marxista, habitual en lavulgata ortodoxa es decir, stalinista de antao, ha entradoefectivamente en una crisis terminal. En este punto preciso, el

    relato dominante anteriormente reproducido tiene un gradomnimo de objetividad. Sin embargo, las razones de esta crisis noobedecen nicamente a un problema de mayor o menor aproxi-macin y fidelidad ya sea acadmica o poltica a la exgesisbibliogrfica sobre los clsicos del marxismo.

    Sucede que hoy en da, mientras ampla cada vez ms su capaci-dad de reproduccin ideolgica, el capitalismo no satisfaceeconmicamente las necesidades mnimas de reproduccin mate-rial de la poblacin mundial. No obstante, sigue existiendo. Auncondenando a la muerte a millones goza por el momento de bue-na salud. Una salud relativa, es cierto, que convive con sus crisisperidicas. Pero stas no conducen automticamente al derrumbe,como postulaban hasta hace poco las vertientes ms catastrofistasdel marxismo. Si el rgimen capitalista pudo sobrevivir y repro-ducirse de este modo durante tanto tiempo y con semejantes cos-

    tos es porque adems de la explotacin econmica (centrada fun-damentalmente en la extraccin de plusvalor, corazn del modode produccin capitalista), en el ejercicio del poder existi otroplus que evidentemente pas desapercibido para los ms apre-surados lectores de Marx. Esta es hoy transcurrida ya unadcada de la cada del muro de Berln la principal razn de lacrisis terminal del economicismo.

    Sometiendo entonces a discusin el celebrado entierro acad-mico, en este trabajo pretendemos tratar de repensar el complejo

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    tejido de tensiones que posibilitaron dicho plus (conformado porlas redes de la dominacin y los hilos de la hegemona). Para ellonos centraremos en el pensador y militante revolucionario que

    mayor atencin dedic en el siglo XX a estos problemas: AntonioGramsci. Pero, previamente, intentaremos dilucidar determinadosinterrogantes que aun siguen pendientes en torno a Marx, cuyaobra Gramsci adopt como herramienta de trabajo durante casitoda su reflexin poltica.

    La Dominacin poltica en Marx

    Marx estudi ambos procesos: explotacin y dominacin, a untiempo. Pero su teora fue castrada, reducida nicamente a uno deellos. Bastaba cambiar la propiedad jurdica de las empresas paracrear una nueva sociedad... La endeblez de semejante concepcinhoy salta a la vista. Cmo se construye lo social? He ah el di-

    lema. Antes de intentar resolverlo volvamos sobre nuestras pisa-das. Cmo fue posible caer en semejante economicismo, defen-dido por la ortodoxia stalinista y festivamente enterrado por laAcademia?

    En su clebre prlogo a la Contribucin a la crtica de la eco-noma poltica (1859) Marx analizaba los descubrimientos a losque haba llegado durante quince aos de investigacin luego de

    estudiar y criticar la Filosofa del derecho de Hegel en el bienio1843-1844, de adoptar la identidad comunista y de haber tomadocontacto con el movimiento obrero de su tiempo. All, en elprlogo de 1859, intentaba exponer en corta sntesis las basesgenerales de su concepcin de la historia.

    Gramsci se esforz por leer este pequeo texto programtico co-mo la fuente autntica ms importante para una reconstruccin

    de la filosofa de la praxis, atendiendo al mismo tiempo a tresinstancias: (1) el papel central que este escrito le otorgaba a la

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    esfera ideolgico poltica la de la hegemona, (2) la identifica-cin de la ciencia como una forma ideolgica de la concienciasocial, y, finalmente, (3) la formulacin de que la principal fuerza

    productiva es en realidad la clase obrera el sujeto de la revolu-cin, constatacin de la cual se deduca que la dialctica fuer-zas productivasrelaciones de produccin no era objetiva enforma absoluta sino que sintetizaba, por el contrario, la contra-diccin sujeto-objeto.1

    Sin embargo, a pesar del intento olvidado de Gramsci, este do-cumento programtico de Marx se ley invariablemente en la

    tradicin marxista oficial como la reafirmacin tajante del ob-

    1 Gramsci plantea esta particular traduccin historicista del prlogomarxiano de 1859 en sus Cuadernos de la crcel, fundamentalmente enAlgunos aspectos tericos y prcticos del economismo. Cfr. AntonioGramsci: Notas sobre Maquiavelo, sobre poltica y sobre el Estado mo-derno. [Edicin temtica de Palmiro Togliatti]. Mxico, Juan Pablos Edi-tor, 1986.p.59. Tambin lo hace en su crtica del Ensayo popular de

    Nicols Bujarin cuando identifica a Aquiles Loria como el autor original,luego prolongado por Bujarin, que por primera vez haba traducido elconcepto de Marx de relaciones sociales de produccin por el de ins-trumento tcnico. Cfr. Antonio Gramsci: Cuadernos de la crcel [Edi-cin crtica de Valentino Gerratana: Cuaderno 11, 1932-1933]. Mxico,ERA, 1982. p.296-297 .

    Pero esta interpretacin, radicalmente opuesta al objetivismo centrado enel desarrollo de las fuerzas productivas (interpretadas, stas ltimas, entanto instrumentos fsicos de trabajo), tambin se encuentra en escritos

    suyos anteriores a la crcel. Por ejemplo, en El consejo de fbrica[LOrdine Nuovo, 5/VII/1920] sostena que: [...] el surgimiento y desa-rrollo de determinadas fuerzas productivas (que resumimos en la expre-sinproletariado)... [subrayado de Gramsci]. En Antonio Gramsci: Es-critos polticos (1917-1933). Mxico, Siglo XXI, 1990.p.109. Tambinen El Partido Comunista y los sindicatos [Il Comunista N25, ao III,,29/I/1922] identificaba a la clase trabajadora como el ms importanteintrumento de produccin. Op.Cit.p.142. De este modo el ncleo de lasfuerzas productivas -motor de la dinmica social para el marxismo ms

    clsico- era reconducido de la esfera del instrumento fsico y de la tecno-loga al terreno del sujeto social proletariado y al de las relaciones socia-les de produccin.

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    jetivismo social (garanta de la cientificidad, por antonoma-sia). La historia marchara entonces por s sola, como una loco-motora con piloto automtico cuyo software estara conformado

    por la contradiccin desplegada totalmente al margen de lapraxis en un smil con la astucia de la razn hegeliana entre lastodopoderosas fuerzas productivas (divorciadas de la clase obre-ra, asociadas a la tecnologa y a los instrumentos tcnicos de tra-bajo) y las relaciones de produccin (transformadas en relacinhombre-cosa y no hombre-hombre). 2

    2

    Para Bujarin -a quien Gramsci adopta como pretexto para polemizar conla ortodoxia filosfica que cristaliz en la III Internacional tras lamuerte de Lenin y fundamentalmente a partir del VI Congreso de 1928,el de clase contra clase-, el ncleo activo de las fuerzas productivasera homologado con los instrumentos de trabajo (herramientas)y latecnologa. En ese sentido Bujarin afirmaba que Podemos profundizaraun ms el problema. Podemos afirmar que los medios de produccin de-terminan hasta la naturaleza del trabajador. Cfr.Nicolai I.Bujarin: Teor-a del materialismo histrico -Ensayo popular de sociologa- [1921],

    Mxico, Siglo XXI, 1985.p.126-127. Mucho despus que l, pero en lamisma lnea materialista y objetivista, Louis Althusser se esforzar pordemostrar que el proceso de trabajo, como mecanismo material, estdominado por las leyes fsicas de la naturaleza y la tecnologa. La fuerzade trabajo se inserta tambin en este mecanismo. Esta determinacin delproceso de trabajo por estas condiciones materiales impide toda concep-cin humanista del trabajo humano como pura creacin. En el mismohorizonte de sentido, Althusser enfatizaba que las relaciones de produc-cin no son relaciones entre hombres sino relaciones precisas entre los

    hombres y los elementos materiales del proceso de produccin. Cfr.Louis Althusser: Para leer El Capital [Lire le Capital, 1965]. Mxico,Siglo XXI, 1988.p.188 y 191. Su discpula y traductora latinoamericana,Marta Harnecker, explicitaba aun ms esta lectura materialista y obje-tivista de las fuerzas productivas y las relaciones de produccin cuandosostena que Las fuerzas productivas de una sociedad crecen, se desarro-llan, se perfeccionan, en el transcurso de la historia.y este desarrollo estdeterminado, fundamentalmente, por el grado de desarrollo de los me-

    dios de trabajo. Siguiendo a su maestro, tambin afirmaba que Las re-

    laciones sociales de produccin no son simplemente relaciones huma-nas.Cfr. Marta Harnecker: Conceptos elementales del materialismohistrico [1969]. Mxico, Siglo XXI, 1971.p.59 y 53.

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    A esto ltimo vino a sumarse la utilizacin por parte de Marx desu conocida metfora de raz arquitectnica,3

    El problema, no atribuible en s mismo al propio Marx sino a susdivulgadores formados en el DIAMAT,

    la que por su ima-gen de fcil comprensin se emple posteriormente en todo tipo

    de divulgacin pedaggica los manuales stalinistas de su pen-samiento.

    La utilizacin de metforas en las explicaciones tericas no esalgo distintivo de este pequeo texto, pues adems de ser un re-curso compartido por las diversas ciencias constituye en este casoparticular una caracterstica propia del estilo literario y de la plu-ma de Marx. Ya desde su juventud como sealan sus bigra-

    fos uno de sus profesores, Wyttenbach, le reprochaba en elestilo una bsqueda exagerada de expresiones inslitas y pinto-rescas.

    4

    Si no se problematiza, desde la metfora arquitectnica se saltainmediatamente a una visin dicotmica de la sociedad: por unlado tendramos la economa (mbito de las relaciones de pro-

    consiste en que luego detantos aos de repetirla, la metfora se cristaliz en el discursopedaggico. Se form el curioso hbito de pensarla como unaimagen real. Este proceso de coagulacin, cansancio y perezamental encierra implcitamente un cmulo de dificultades.

    3 En la produccin social de su existencia, -sentenciaba Marx- los hom-

    bres entran en relaciones determinadas, necesarias, independientes de suvoluntad: estas relaciones de produccin corresponden a un grado deter-minado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjuntode estas relaciones de produccin constituyen la estructura econmicade la sociedad, la base real, sobre la cual se eleva una superestructurajurdica y poltica y a la que corresponden determinadas formas de con-ciencia social. Cfr, Carlos Marx: Contribucin a la crtica de la eco-noma poltica [1859]. La Habana, Instituto del Libro, 1975. Prlogo,p.10.

    4

    Hemos intentado reconstruir la historia profana de la gnesis del DIA-MAT de factura sovitica en nuestro Marx en su (Tercer) Mundo.(Bs.As., Biblos, 1998).

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    duccin y de las fuerzas productivas entendidas como sinni-mo de los instrumentos tecnolgicos, donde se producen, cir-culan y consumen las mercancas) y, por el otro, la poltica, la

    lucha de clases y todas las formas de conciencia social. Marxsera as apenas uno ms de los pensadores iusnaturalistas, cuyomodelo dicotmico se basaba en un estado de naturaleza (don-de primaba la economa y lo privado) y un estado civil o polti-co (donde recin naca la poltica y lo pblico). El socialismosimplemente prolongara la ideologa general del nacimiento dela revolucin burguesa.

    Si esto fuera correcto, dnde ubicar entonces la esfera del podery la dominacin? El poder se terminara cosificando y apareceracomo una propiedad excluyente del aparato de Estado, cayndosede esta manera en una concepcin fetichista del mismo, que porotra parte el mismo Marx vena cuestionando insistentementedesde su juventud (tanto en su crtica de la reconciliacin ticahegeliana a travs del Estado 1843 como en su cuestiona-miento de la emancipacin meramente poltica en el debate con

    Bauer -1843 y 44-). Recordemos, adems, que su crtica maduraal fetichismo trabaja sobre la reificacin mercantil pero se expan-de tambin al valor, al capital, al Estado, a la cultura, etctera.

    A pesar de todo esto, esa simplificada y repetida lectura otroraoficial se obstinaba en reducirEl Capital a un anlisis exclusi-vo de las fuerzas productivas y de las relaciones de produccin,desconectando ambas esferas de la lucha de clases. De este modo

    se soslayaron rpidamente las agudas observaciones crticas queesta obra contiene en el radical cuestionamiento poltico del ius-naturalismo contractualista moderno (pues segn ella el funda-mento de la poltica no reside en la paz ni en el acuerdo sinoen la violencia y en la guerra, el contrato no es entonces funda-cional ni punto de partida sino el punto de llegada de un procesode lucha anterior).

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    Con semejante simplificacin como teln de fondo, (en la Aca-demia, pero no slo all) se ha cuestionado la existencia en Marxde una teora crtica de la poltica y del poder.

    Como en su proyecto de investigacin de 1857-1858 l habaplanificado escribir un libro especfico sobre el Estado 5

    En esa rpida impugnacin habitual en nuestros medios acad-micos la economa, el poder y la dominacin son concebidoscomo territorios que no se cruzan.El Capital expondra entonces

    anlogoa El Capital y nunca lo pudo concretar, entonces parecera queno logr una teora de la poltica y el poder (asumiendo mo-mentneamente como hiptesis, algo de por s cuestionable, quela poltica y el poder estn resumidos nicamente en la esferaestatal).

    5 El plan original de la obra que Marx se haba propuesto para comprenderconceptualmente la organizacin y el movimiento de la sociedad capta-lista, planeaba la escritura de seis libros: (a) Del Capital -el nico quelleg a escribir y que qued inacabado, publicados pstumamente los

    tomos II y el III por Engels y el IV (con cortes) por Kautsky-; (b) De lapropiedad territorial; (c) Del trabajo asalariado, (d) Del Estado; (e) Co-mercio internacional y (f) El mercado mundial. Cfr. Carta de Marx a La-salle, 22/II/1858. Un ao antes, en la famosa Introduccin de los Grun-drisse de 1857 el plan original se detallaba aun ms: Efectuar -decaMarx- claramente la divisin [de nuestros estudios] de manera tal que[se traten] : (1) las determinaciones abstractas generales que correspon-den en mayor o menor medida a todas las formas de sociedad, pero en elsentido antes expuesto; (2) las categoras que constituyen la articulacin

    interna de la sociedad burguesa y sobre las cuales reposan las clases fun-damentales, Capital, trabajo asalariado, propiedad territorial. Sus relacio-nes recprocas. Ciudad y Campo. Las tres grandes clases sociales. Cam-bio entre ellas. Circulacin. Crdito (privado). (3) Sntesis de la sociedadburguesa bajo la forma del estado. Considerado en relacin consigomismo. Las clases improductivas. Impuestos. Deuda nacional. Crditopblico. La poblacin. Las colonias. Emigracin. (4) Relaciones interna-cionales de la produccin. Divisin internacional del trabajo. Cambio in-ternacional. Exportacin e importacin. Curso del cambio. (5) El merca-

    do mundial y las crisis. Cfr, C.Marx: Elementos fundamentales para lacrtica de la economa poltica [Grundrisse, 1857-58]. Mxico, SigloXXI, 1987.p.29-30.

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    el funcionamiento automtico de la economa. La lucha mar-chara por otro camino, no entrara en el radio de la ciencia. Sinembargo, la teora social marxiana es bastante ms compleja. Si

    se quiere estudiarla con seriedad aun para refutarla o rechazar-la se deberan abandonar de antemano la pereza reflexiva y lasfrases hechas.

    Aunque Marx nunca haya escrito su proyectado libro sobre elEstado, no puede soslayarse que enEl 18 Brumario de Luis Bo-naparte y en sus otros escritos sobre Francia aporta numerososelementos para elaborar una teora crtica de la poltica. La elec-

    cin de Francia no resulta arbitraria ni meramente coyuntural ensus investigaciones polticas. La adopta justamente como referen-te emprico porque all la forma especficamente moderna dedominacin poltica burguesa se ha desarrollado en su aspectoms complejo, determinado y maduro a partir del ciclo que iniciala revolucin de 1789. Esa forma pura reside precisamente enla repblica parlamentaria con su prensa organizada en las gran-des urbes, sus partidos polticos modernos, su poder legislativo,

    sus alianzas polticas, los fraccionamientos polticos de las clases,la autonoma relativa de la burocracia y el ejrcito, etc. En ella eldominio poltico burgus se torna segn Marx, por primera vezen la historia comn, annimo, general, desarrollado e imperso-nal frente a las formas polticas impuras, incompletas y premo-dernas, como la dictadura abierta o la monarqua.6

    6 Esta es probablemente la principal conclusin a la que arriba Marx en susescritos polticos. Este tipo de juicio, sustentado empricamente en elanlisis de las instituciones republicanas de Francia durante el proceso derevolucin y contrarrevolucin que se abre entre 1848 y fines de 1851,Marx lo haba formulado anteriormente -1843- en el terreno filosfico.Deca entonces: La democracia es la verdad de la monarqua, pero lamonarqua no es la verdad de la democracia [...] La monarqua no puedecomprenderse por s misma, pero s la democracia [...] En la monarqua

    es una parte la que determina el carcter del todo. Cfr. Crtica de la Fi-losofa del derecho de Hegel [1843]. En C.Marx: Escritos de juventud.Mxico, FCE, 1982. p.342. De modo que su reflexin poltica radical -se

    En estas

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    ltimas, el dominio poltico es ejercido por una fraccin particu-larizada de la clase dominante, mientras que en la repblica par-lamentaria burguesa es el conjunto de la clase en su promedio

    general el protagonista central.7

    Frente a ese modo de domina-cin poltica especficamente moderno de la fuerza social bur-guesa, Marx opona como alternativa en sus escritos de la madu-rez no un dibujo arbitraria y caprichosamente extrado de su ca-beza, sino la repblica democrtica de la fuerza social proletaria,la Comuna: Una repblica al decir de Marx en 1871 que noacabase slo con la forma monrquica de la dominacin de clase,sino con la propia dominacin de clase. 8

    se quiere, desplazada desde la filosofa poltica juvenil a la teora polticamadura- nunca estuvo ausente en su obra terica acerca del capitalismo.

    7 En su anlisis maduro de 1871 sobre Francia Marx sealar: La formams adecuada para este gobierno por acciones [el encabezado por el par-tido del orden con la subordinacin de los republicanos burgueses, antes

    del golpe de Estado de Bonaparte] era la repblica parlamentaria [sub-rayado de Marx], con Luis Bonaparte como presidente. Fue este un rgi-men de franco terrorismo de clase y de insulto deliberado contra la vilemultitude. Si la repblica parlamentaria, como deca el seor Thiers,era la que menos los divida (a las diversas fracciones de la clase do-

    minante), en cambio abra un abismo entre esta clase y el conjunto de lasociedad fuera de sus escasas filas. Su unin eliminaba las restriccionesque sus discordias imponan al poder del Estado bajo regmenes anterio-res [...]. Cfr. C.Marx:La guerra civil en Francia [Manifiesto del Conse-

    jo General de la Asociacin Internacional de los Trabajadores de 1871].En C.Marx y F.Engels: Obras Escogidas. Op.Cit.Tomo II.p.143.8 Cfr. C.Marx:La guerra civil en Francia Op.Cit.p.144.

    Pero si bien es verdad que la repblica parlamentaria modernarepresenta en el discurso de Marx el promedio general de ladominacin poltica burguesa, ello no implica sostener que por sumisma forma poltica esta arquitectura institucional exprese unanocin neutralista del Estado.

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    Aun dando cuenta de todas sus limitaciones,9 debemos reconocerle alManifiesto Comunista el haber subrayado en su poca (en medio delconflicto clasista europeo, luego mundializado) que el Estado jams

    es neutral y que por lo tanto los revolucionarios no se pueden plantearutilizarlo con otros fines... pero dejndolo intacto.10 Esta otra con-clusin lo separa tajantemente de las versiones estatalistas en las cua-les se lo quizo aprisionar tanto desde el estalinismo como desde laAcademia. Marx ya vena incubando esta concepcin desde su juvenilcrtica a la Filosofa del derecho de Hegel, cuando le sealaba a sumaestro que la esfera estatal jams resuelve ticamente las contradic-ciones de la sociedad civil. Su universalidad sostena polmicamen-

    te en 1843 era meramente abstracta y especulativa, nunca efectiva yreal.11

    En cambio en elManifiesto (y luego de un modo mucho ms desarro-llado enEl 18 Brumario) Marx acepta el carcter universal del Esta-do...pero circunscripto nicamente al dominio poltico burgus. Esosignifica que el Estado representaal conjunto de la clase burguesa, esdecir que su dominio expresa algo as como el promedio de todas las

    fracciones de la clase dominante he ah su universalidad. No haydominio particular sino dominio universal, comn, annimo y gene-ral, pero... simpre restringido al universo de la clase dominante. Hegelno se haba equivocado entonces al sealar en el Estado la instancia

    9 Nos permitimos remitir al lector a nuestro trabajo Para leer El Manifies-to. EnAmrica Libre N14, Bs.As., abril de 1999.

    10

    Esta ser sin duda la principal conclusin que Lenin extrae de su lecturadel Manifiesto en las vsperas de la revolucin de octubre al discutir conlas corrientes que reducan el marxismo a una concepcin estatalista de lapoltica. No es casual que se haya querido ver en esa lectura de Lenincierto utopismo e incluso hasta un desliz anarquista. Cfr. V.I.Lenin: ElEstado y la revolucin [1917].Barcelona, Planeta,1986. Cap.II: La expe-riencia de los aos 1848 a 1852.p.35-54. En ese mismo registro, el Marxmaduro -analizando la Comuna de Pars- caracterizar al Estado comouna mquina nacional de guerra del capital contra el trabajo. Cfr.

    C.Marx:La guerra civil en Francia Op.Cit.p.143.11 Cfr. Crtica de la Filosofa del derecho de Hegel. En C.Marx: Escritos dejuventud. Op.Cit..p.363, 386-387.

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    de universalidad, aunque slo valiera para describir el dominiohegemnico mediante el cual el Estado logra licuar el atomismo parti-cularista de cada uno de los burgueses individuales para lograr un

    dominio general que se impone sobre el conjunto de las dems clases.As se explicara su conocida frmula resumida segn la cual Elgobierno del Estado moderno no es ms que una junta que administralos negocios comunes de toda la clase burguesa. 12

    Creemos que slo de este modo se puede comprender de una manerano instrumentalista ni fetichista de la poltica la concepcin del Estadoque deja entrever el Manifiesto cuando afirma explcitamente que laburguesa, despus del establecimiento de la gran industria y el mer-cado universal, conquist finalmente la hegemona exclusiva del po-der poltico en el Estado representativo moderno.

    Lo que interesaaqu es precisamente ese carcter de comn, y por lo tanto universalque adopta el Estado. No el Estado en general sino esta ser la par-ticular direccin en que El 18 Brumario desarrollar la concepcin

    poltica de el Manifiesto el Estado representativo moderno, o sea larepblica burguesa parlamentaria. Ella s concreta la universalidadpoltica de la que nos hablaba Hegel en su Filosofa del derecho (puesrepresenta al conjunto de la clase, ms all de sus rivalidades y com-petencias facciosas y fraccionales), pero... slo en el terreno burgus.

    13

    Al concebirlo de este modo, no slo como aparato, mquina de guerrao Estado-fuerza sino tambin como productor de consenso, el Estadorepresentativo moderno se transforma en un mbito de negociacionesjunta de negocios y compromisos polticos entre diferentes

    fracciones de clase (burguesas). La doctrina del [Estado-fuerza = apa-rato = mquina de guerra] tiene la ventaja de que pone en primer pla-no y por lo tanto destaca la violencia inmanente que conlleva el capi-talismo como sociedad, pero lamentablemente no da cuenta de eseplus que le permite a la burguesa construir su hegemona: el consen-

    12

    Cfr. C.Marx y F.Engels: El manifiesto comunista [1848]. En C.Marx yF.Engels: Obras escogidas. Bs.As., Cartago, 1984.Tomo I, p.95.13 Idem.

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    so, el fetiche de la repblica parlamentaria con su dominacin general,annima y universal que tanto se esforz Marx por desmitificar en susanlisis empricos de 1848-1852. Una desmitificacin que sigue sien-

    do una tarea pendiente en la actualidad, cuando se han desdibujado enel horizonte presente las propuestas radicales que histricamente aspi-raban a la superacin de la repblica burguesa parlamentaria intentan-do reemplazarla por nuevas formas polticas ms democrticas queaquella.

    Las mismas consideraciones valdran para el derecho concebido en elManifiesto como la voluntad de la clase dominante erigida en ley.14

    Esa conocida formulacin programtica tiene la ventaja de mostrar laviolencia, el autoritarismo consustancial y estructural a todo capita-lismo.En ese sentido esa frmula juega la funcin desmitificadora delsupuesto Edn de los derechos humanos que Marx haba comenza-do a emprender ya enLa cuestin juda 15(en su crtica de la constitu-cin francesa de 1793, la ms radical de todas) y que luego continaenEl Capital al final del captulo cuarto del libro I (cuando describe elpasaje del ruidoso reino apariencial del valor de cambio donde rige elcontratoque regula la igualdad y la libertad de los propietarios demercancas, ya sean de vendedores de fuerza de trabajo o comprado-res con dinero.16

    14 Cfr. C.Marx y F.Engels:El manifiesto comunista. Op.Cit. p 106.15 Cfr. C.Marx:La cuestin juda [1844]. En C. Marx: Escritos de juventud.

    Op.Cit.p.476-480. Igualmente puede consultarse, en cuanto al desdobla-

    miento que hacan los franceses revolucionarios del siglo XVIII del indi-viduo moderno en tanto hombre miembro de la sociedad civil y ciu-dadano miembro del Estado, cfr. Crtica de la Filosofa del derecho deHegel. Op.Cit. p.389.

    En ese horizonte, la definicin del derecho que ade-

    16 Cfr. C.Marx: El Capital [1867]. [Trad.Pedro Scaron] Mxico, SigloXXI, 1988. Tomo I, Vol.I, p.214. Esta idea acerca del contrato Marx larepite por doquier a lo largo de todoEl capital. Cfr. por ejemploEl Capi-tal.Tomo I, Vol I, p.103 o Tomo I, Vol III,p.961. En el tomo III, Vol.VIII, p.1043 la desarrolla sosteniendo la identidad entre plustrabajo y

    trabajo forzado, aun cuando el primer trmino de la igualdad aparezcacomo resultado del libre contrato... Dentro de la misma tonalidad pue-de incluirse su impiadosa crtica al derecho entre iguales (tan idealiza-

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    lanta veinte aos antes el Manifiesto se inscribe en la misma lnealibertaria del Marx crtico del contractualismo, del liberalismo y detoda ficcin jurdica o ilusin republicana.

    No obstante, aun as, no debe nunca obviarse la funcin paradojal quepermite incorporar a partir de relaciones de fuerza, de luchas y dedisputas al derecho clusulas que por ejemplo prohben la tortura ogarantizan un salario ms alto. Marx da cuenta de esa funcin parado-jal cuando enEl Capital analiza las leyes fabriles que la lucha de cla-ses va arrancando a regaadientes a las clases dominantes. Sin rela-ciones de fuerza esas clusulas son vacas. Jams deberamos aceptar

    nos reclama el fetiche jurdico ni la ficcin de un sujeto libre,autnomo, contractualista. Pero al mismo tiempo, resulta tambininnegable que esas clusulas conquistadas al derecho burgus sonextremadamente tiles en la lucha de clases. La concepcin del dere-cho que maneja Marx se mueve tambin en este terreno entre ambospolos.

    Para poder aprehender en profundidad el aporte fundamental querealiza Marx a la teora poltica, volvamos sobre aquella formula-cin que focaliza su mirada en la dominacin poltica especfi-camente moderna entendida como el promedio general licuadodel poder de todas las fracciones de clase dominante. El notorioparalelo existente en sus escritos entre esa forma pura de ladominacin poltica burguesa moderna correspondiente al mo-delo francs (analizado como paradigma en sus varios libros

    do en nuestros das por los modelos normativos y comunicativos de Jr-gen Habermas o por la tica pragmtica del discurso de Karl-Otto Apel)concebido como un derecho tpicamente burgus. Cfr. C.Marx: Crtica alprograma de Gotha [1875]. Bs.As.Biblioteca proletaria, 1971. p.22. Lospresupuestos histricos de la emergencia de esta ideologa contractualistay de las robinsonadas que siempre la acompaaron -no slo en el terre-no de la filosofa poltica sino tambin en el de la economa poltica-Marx la desarrolla en el primer pargrafo de su clebre Introduccin

    [1857]: Individuos autnomos. Ideas del Siglo XVIII. Cfr. C.Marx:Elementos fundamentales para la crtica de la economa poltica [Grun-drisse]. Op.Cit.Tomo I, p.3.

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    sobre aquel pas, de la revolucin de 1789 a la Comuna de 1870)y la forma pura del valor y el capital estudiados en la forma-cin social ms desarrollada y desplegada de su poca

    Inglaterra es ms que evidente. Francia e Inglaterra fueron en-tonces sus dos modelos de anlisis arquetpicos.

    En El Capital la exposicin ha sido pulida hasta alcanzar elmximo de logicidad dialctica (adoptando un ordenamiento delas categoras sumamente anlogo al de laLgica de Hegel, sobretodo en su primer captulo). En cambio, en los escritos sobre pol-tica el discurso aparece siempre ms apegado a la realidad hist-

    rica coyuntural (no olvidemos que el fundador moderno de laciencia poltica, Nicols Maquiavelo, tambin haba manejado undiscurso aparentemente ligado a la coyuntura histrica). Sin em-bargo, en ambos casos, el mtodo de Marx es anlogo: Partir delhombre para explicar el mono segn reza la conocida metforade raz biologicista. Vale decir, partir de lo ms complejo y con-creto para explicar lo ms simple y abstracto.

    Tomar al concepto de la razn, dira Hegel, para comprenderdesde l las representaciones inmediatas del entendimiento.

    La poltica burguesa de Francia y la economa capitalista de In-glaterra son en ese nivel del discurso epistemolgico marxianosus dos grandes arquetipos, por lo menos hasta su cambio de pa-radigma de los aos 60 (que aqu no analizaremos). Puede se-guir obvindose semejante paralelismo cuando se afirma ligera-mente que Marx slo es un terico de la explotacin, no de la

    poltica?Aun dando cuenta de esta insoslayable, meditada y detallada re-flexin sobre la esfera poltica nos queda pendiente analizar elvnculo entre el poder y la dominacin, por un lado (si acaso selos pudiera diferenciar de la poltica, algo de por s discutible), ylas relaciones sociales y la economa, por el otro.

    Decamos entonces que en la imagen simplificada con la que seley a Marx, la produccin de relaciones sociales capitalistas,reproduciendo la lgica iusnaturalista dicotmica, ha quedado

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    fragmentada. A partir del prlogo de 1859 interpretado en claveeconomicista e incluso tecnologicista, la lectura se redujo nica-mente a subrayar la prioridad y la funcin de la pura fuerza mate-

    rial (la violencia poltica) abstracta, en detrimento de la rela-cin social (econmica), o bien slo a la visualizacin y focaliza-cin de la pura relacin social, en detrimento de la fuerza mate-rial.

    Un ejemplo puntual de la primera forma de reduccionismo puedeencontrarse en la explicacin del polemista con quien discuteFederico Engels, Eugen Dhring,17 quien atribuye a la violencia

    poltica el carcter de demiurgo de las relaciones sociales.Acercndose peligrosamente al otro polo de la explicacin di-cotmica, podemos encontrarlo paradjicamente al mismo En-gels, sobre todo en sus escritos de la madurez (que en gran medi-da deterioran sus anlisis tan matizados y alejados del economi-cismo de la dcada de 1850, como su estudio sobre la guerracampesina en Alemania).18

    17 Sostiene Dhring: La formacin de las relaciones polticas es lo histri-

    camente fundamental, y las dependencias econmicas no son ms queun efecto o caso especial, y por tanto, siempre hechos de un segundo or-den...Cierto es que estos efectos de segundo orden existen como tales, yson sobre todo perceptibles en el presente; pero lo primitivo tiene quebuscarse en el poder poltico inmediato, y no en un indirecto podereconmico. Citado en F.Engels:Anti-Dhring.La subversin de la cien-cia por el seor Eugen Dhring [1877]. Mxico, Grijalbo, 1968.p.151.

    18 Cfr.F.Engels: La guerra campesina en Alemania [1850]. en C.Marx,F.Engels: Obras escogidas.Op.Cit.

    T II, p.168-247. Engels desarrolla en forma sobresaliente una concepcinsocial no economicista principalmente cuando analiza procesos histricosempricos y concretos, como los de Alemania, Pars, Crimea, Italia, Esta-

    dos Unidos, etc. Cfr. F.Engels: Temas militares. Bs.as., Cartago, 1974.All s incorpora metodolgicamente todas las variables en el anlisis dela totalidad social.

    Quiz por los excesos y unilateralida-des que conlleva toda discusin, el ltimo Engels carga demasia-

    do las tintas en el plano de la economa, lo que ha tenido nefas-tas consecuencias en el desarrollo, la recepcin y divulgacin

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    va los manuales de la teora marxista de la historia desde elngulo del DIAMAT y el HISMAT.

    A pesar de todos los vaticinios sobre el fin del trabajo y el su-

    puesto adis al proletariado, en parte de las vertientes actualesms cercanas y afines a la tradicin del marxismo dentro de lasciencias sociales se ha sedimentado la creencia y el lugar comnacerca del papel de las clases sociales imposible de descartar enla explicacin del desarrollo histrico. Algo parecido a la creen-cia en el factor econmico a principios de siglo. Pero en esenfasis se ha curiosamente olvidado la contradiccin y la lucha

    constitutiva de estas clases.Los enfrentamientos seran apenas entonces un accidente de lahistoria. El intervalo entre dos momentos de paz o, a lo sumo, laexpresin superestructural segn la metfora de 1859 ple-namente determinada por las leyes objetivas que rigen el mundoeconmico. En el mejor de los casos se ha partido de clases so-ciales ya constituidas a partir de su posicin objetiva en la es-tructura social, y luego se les ha agregado mecnica y externa-mente la lucha y la confrontacin desde afuera.

    Hoy en da se torna pues imperioso rescatar el lugar terico cen-tral que le corresponde en la teora marxiana crtica de la polticaa la contradiccin inmanente, a la confrontacin, en una palabra,a la lucha de clases, en la explicacin del proceso histrico deproduccin y reproduccin de las relaciones sociales. La lucha declases no est nicamente en el Estado (incluyendo aqu no slo

    al Estado en sentido restringido sino tambin al Estado en senti-do ampliado, es decir, por ejemplo a los partidos polticos, laIglesia, los sindicatos, etc) ni tampoco en la esfera superestruc-tural.19

    19 Recordemos que Marx, en 1871, alertaba contra esta supuesta solidifica-

    cin del poder en el campo terico del Estado: El poder del Estado, que

    aparentemente flotaba por encima de la sociedad, era, en realidad, elmayor escndalo de ella y el autntico vivero de todas sus corrupciones.Cfr. C.Marx:La guerra civil en Francia. Op.Cit.p.144.

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    Intentemos, pues, reactualizar contra los lugares comunes cris-talizados en la Academia y a pesar del economicismo stalinia-no la mirada de Marx centrada en las relaciones sociales en-

    tendidas como contradicciones, como confrontaciones y enfren-tamientos, como al decir de Gramsci relaciones de fuerza entrelos sujetos sociales involucrados en esas relaciones y constituidosa partir de ellas.

    Al menos como hiptesis de trabajo en una investigacin sobre lateora marxista crtica de la poltica, convendra reflexionar sobrelas relaciones sociales (recordemos que cuando hablamos de re-

    laciones sociales nos estamos refiriendo a todas las categoras deEl capital: valor, dinero, capital, etc.) en estrecha conexin con lalucha de clases, y con el enfrentamiento de fuerzas en disputa, enagona [agon = lucha]. La lucha de clases no se circunscribe en-tonces slo al plano de la poltica (donde obviamente tambinse expresa) sino que adems atraviesa el interior mismo de lasrelaciones sociales de produccin.

    Las relacionesdepoder participan irremediablemente en la cons-titucin misma de las relaciones sociales del modo de produccincapitalista, pero slo... participan. No son la nica causa comosostienen los partidarios de la causalidad lineal. No aceptemostampoco deslizarnos en una metafsica del poder ahistrico yautnomo. Son solamente una de las mltiples determinaciones,durante demasiado tiempo olvidadas, que llevan a su constitu-cin. No vienen desde afuera, desde arriba (segn una difun-

    dida metfora espacial), desde la superficie a legitimar algo yapreviamente formado y maduro, ya producto terminado, antes deque intervengan las relaciones de poder y todo lo atraviesen. Enconsecuencia, sostenemos que la obra de Marx nos brinda pode-rosas razones que nos permiten pensar las relaciones de podercomo una esfera de ningn modo encerrada o circunscripta ni-camente en la superestructura.

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    El Economicismo

    Habamos visto que Dhring soslayaba las relaciones econmicas

    y absolutizaba lo que l denominaba el poder poltico (lo queno era ms que una fetichizacin del poder ya que se lo atribuaexclusivamente a una entidad solidificada: el Estado).

    Como contestacin a Dhring, Engels redacta La subversin dela ciencia por seor Eugen Dhring, en cuya seccin segunda(Economa poltica) expone su teora de la violencia y del po-der, en relacin con la economa. All Engels, respondindole a

    Dhring, invertir la cuestin: la nica va de produccin de nue-vas relaciones sociales del modo de produccin capitalistase encuentra exclusivamente en la economa, afirma.

    En estos escritos engelsianos es posible encontrar dos lneas derazonamientos. Podemos situar la primera en un eje problemti-co: la funcionalidad econmica del poder. Engels remite conti-nuamente la actividad de la violencia y el poder al objetivo de

    legitimacin de las relaciones de produccin. Y aqu surgen yaalgunos problemas. Por un lado, concibe relaciones econmicasya constituidas, que vienen a ser luego en un orden lgico ycronolgico posterior reforzadas y garantizadas por la violencia.La violencia y el poder seran reproductores de algo ya previa-mente constituido al margen e independientemente de su propiaintervencin. Estaran situados por lo tanto exclusivamente en la

    superestructura, segn la poco feliz metfora de 1859. No obs-tante, no se equivoca Engels cuando resalta la estrecha relacinque muchas veces se desdibuja y desaparece en algunos de losescritos de Michel Foucault20

    20 Por ejemplo en Microfsica del poder, reunin de un conjunto de artcu-

    los, entrevistas y conferencias donde Foucault deshistoriza completamen-te el poder, hipostasindolo y abstrayndolo de todo vnculo con las re-laciones sociales de produccin. Una propuesta que en su misma obra en-

    entre las relaciones de producciny el poder.

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    La segunda lnea de razonamiento es la que ms claramente po-demos caracterizar por sus inclinaciones economicistas, pues,para contrarrestar a Dhring, Engels soslaya la violencia en reite-

    radas ocasiones21

    Refirindose al proceso de constitucin histrica del modo de

    produccin capitalista, para demostrar que la economa tiene unalegalidad econmica interna Engels llega al lmite de sostener

    al punto de negarle todo papel en el surgimien-to y desarrollo de la propiedad privada. Probablemente haya in-clinado demasiado la balanza para ganar la discusin. No es suculpa. S de quienes absolutizaron el razonamiento desgajndolode la polmica al interior de la cual se formul y lo convirtieronfinalmente en un sistema axiomtico.

    tra en tensin -irresuelta- con otras exposiciones como Vigilar y Castigaro tambin La verdad y las formas jurdicas en las cuales el nacimiento delas instituciones de secuestro y los mecanismos impersonales de poder

    son situados en etapas precisas y especficas de la gnesis (acumulacinoriginaria) y el desarrollo del capitalismo.21 La propiedad privada no aparece en absoluto en la historia como resul-

    tado del robo y la violencia. Cfr. F.Engels: AntiDhring. Op.Cit.p.154.Este insistente nfasis depositado polmicamente por Engels en la razexclusivamente econmica de los procesos histricos lo lleva a exagera-ciones del siguiente tipo: Est tan poco justificado hablar aqu de vio-lencia como lo estara a propsito de la divisin de la propiedad colectivade la tierra que aun tiene lugar en las comunidades de labor del Mosela

    y de los Vosgos: lo que ocurre es que los campesinos consideran interspropio que la propiedad de la tierra sustituya a la comn y a la cooperati-va. Ni siquiera la formacin de una aristocracia espontnea, como la quetuvo lugar entre los celtas, los germanos y el Penjab indio sobre la basede la propiedad comn del suelo , se basa al principio en la violencia sinoen la voluntariedady costumbre [...]. Idem, p.155.En la misma lnea yrefirindose a la produccin de relaciones sociales basadas en la propie-dad privada sostiene: Siempre que se desarrolla la propiedad privada,ello ocurre a consecuencia de un cambio en la situacin y las relaciones

    de produccin e intercambio en inters del aumento de la produccin yde la promocin del trfico, es decir, por causas econmicas. La violen-cia no desempea en ello ningn papel. Ibidem.

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    que si excluyramos toda posibilidad de robo, de violencia yestafa, igual tendramos el modo de produccin capitalista.22

    Si comparamos este tratamiento, aun tomando en cuenta las pre-

    visibles exageraciones que toda polmica conlleva, con el queMarx desarrolla tanto enEl capital en su anlisis del proceso dela acumulacin originaria del capital, como en los Grundrisse,cuando examina las formas sociales que preceden al modo deproduccin capitalista la formacin de la relacin de capital,podemos advertir el anchsimo campo terico que separa a ambospensadores. Tena razn Gramsci quien respetaba sumamente a

    Engels cuando sealaba que se exagera al afirmar la identidadde pensamiento entre los dos fundadores de la filosofa de lapraxis.

    23

    Esta diferencia notable entre ambos est emparentada con unadiscontinuidad ms general, que atae a la filosofa y a la metaf-sica cosmolgica y materialista del progreso (que no analizare-mos aqu porque ello nos desviara del principal inters de la pre-sente investigacin

    Sealar esta ms que evidente diversidad de criterios con sucompaero de lucha no implica desconocer los mritos de En-gels. S implica tratar de comprender a fondo y de manera profa-na qu ligazn mantienen sus recadas en posiciones proclives aleconomicismo con la diferente evaluacin que l y Marx hicieronacerca del capital como relacin social histricamente especficay su articulacin con las relaciones de poder.

    24

    22 Todo el proceso se explica por causas puramente econmicas, sin que

    ni una vez hayan sido imprescindibles el robo, la violencia, el Estado ocualquier otra intervencin poltica. Cfr. F.Engels: Op.Cit.p.56.

    23 Cfr. A.Gramsci: Cuadernos de la crcel [Edicin crtica: Cuaderno 11].

    Op.Cit.p.303.24 Hemos intentado explorar esa problemtica enNuestro Marx en su (Ter-cer) mundo.

    ). Sobre esta ltima, sealaba tambin

    Gramsci que: Es cierto que en Engels (Anti-Dhring) se encuen-tran muchas ideas que pueden conducir a las desviaciones del

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    Ensayo [de N.Bujarn]. Se olvida que Engels, no obstante habertrabajado largo tiempo, dej muy pocos materiales sobre la obraprometida para demostrar la dialctica ley csmica [...]. 25

    25 Cfr. A.Gramsci: Cuadernos de la crcel: Idem.

    Pero volviendo a la polmica misma, cuando Engels se refiere enesa discusin con Dhring a la violencia prioriza invariablemen-te, en consonancia con su lectura materialista-naturalista de lafilosofa, el mbito de las fuerzas productivas y las relacionestcnico-materiales. Focaliza su mirada exclusivamente en el desa-rrollo de ciertas tcnicas que intervienen en la produccin deherramientas como elementos fundamentales para entender el

    poder.As establece un tejido discursivo, cuya premisa principal plan-tea: (1) el poder no es un mero acto de voluntad sino que dependede condiciones materiales, las que posibilitan a su vez tanto (2) laconstruccin de un tipo particular de herramientas que se utilizanen la violencia las armas como (3) el tipo de tcnicas que seutilizan en la construccin de estas herramientas (en las cualesresidira el poder). Estas ltimas, (2) y (3), dependen a su vez de(4): las condiciones econmicas.

    Podemos constatar as que el camino que se extiende desde (1)hasta (4) parte del poder, o sea, de lo que se quera explicar, yluego de pasar por todos los trminos intermedios llega a la con-clusin, a la base, a la nica causa segn sus propias palabras:la evolucin econmica. El resultado? Sencillo: el poder y laeconoma, como el agua y el aceite, son dos esferas radical y

    absolutamente distintas.La economa se torna en este edificio lgico en el mbito fundan-te y al mismo tiempo excluyente del anlisis del poder, entendidoeste ltimo como una esfera independiente, opuesta, externa ysubsidiaria con relacin a la economa.

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    sta es la razn principal por la cual la tendencia hacia el econo-micismo posteriormente divulgada en forma masiva por los ma-nuales de la vulgata stalinista (y asimilada acrticamente por la

    Academia como la nica posible interpretacin de la teora crticamarxista) no slo contribuye a afianzar la tesis de una supuestaausencia de teora poltica en Marx, sino que adems impidever, situar, focalizar y explicar las relaciones y las articulacionesque se dan entre el poder y la violencia, por un lado, y las rela-ciones sociales de produccin, por el otro.

    El Problema Del Poder

    Resulta ya un lugar comn para el marxismo economicista situarel poder exclusivamente en el aparato de Estado. Por qu all?Porque all estn las armas. De donde se deduce que el poder seha pensado habitualmente a partir de las armas. Incluso en algu-nos de sus escritos Engels, como vimos, se desliza por la pen-

    diente de este tipo de concepcin.Pero el aparato de Estado, las armas, las Fuerzas Armadas, etc.,son los emergentes del poder, la inmediatez de lo que se ve, elterreno de lo observable. Como el pensamiento de Marx eseSherlock Holmes de las ciencias sociales constituye una invita-cin permanente a sospechar de lo inmediato la mirada de Wat-son y a agudizar la vista por detrs de lo observable, investi-guemos qu hay ms all de estas cosas e instituciones visi-bles. Las pistas pueden estar a la vista pero los criminales no seencuentran en la escena del crimen.

    Lo que descubrimos por detrs son relaciones, y es aqu dondereside el poder, donde podemos ubicarlo y tratar de aprehenderloconceptualmente.26

    26

    Ya analizaremos ms adelante cmo esta concepcin estrictamente rela-cional del poder formulada por Marx en sl siglo XIX -cuyo descubri-miento se atribuye en la Academia habitualmente a Michel Foucault- fue

    No en el mbito de la relacin ser humano-

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    cosa (ncleo del fetichismo y la cosificacin), ni en el de la rela-cin ser humano-naturaleza (espacio terico en el que se mueveel materialismo metafsico de los ilustrados franceses del siglo

    XVIII o el DIAMAT sovitico en el siglo XX) sino en aquellaotra dimensin constituida por las relaciones de los seres huma-nos entre s.

    As como Marx descubre en su crtica de la economa polticadetrs de las cosas econmicas las relaciones que han sido rei-ficadas y cristalizadas en el proceso del fetichismo, igualmentepodramos pensar que detrs de estas cosas (por ejemplo, las

    armas) lo que hay no es ms que relaciones de poder entre laspersonas.27

    A diferencia de lo presupuesto por la vulgata economicista del

    stalinismo, las relaciones sociales se conforman segn la teoramarxiana de

    El mbito del poder es aqul donde se producen, se constituyen yse reproducen las relaciones sociales. El mbito donde se formany se realizan (a partir de relaciones anteriores) relaciones socia-les, luego de lo cual tiene lugar su proceso de reproduccin.

    El capital

    desarrollada en el siglo XX (ms de tres dcadas antes que el pensadorfrancs) por Antonio Gramsci. Hecho irrefutable de la historia de la teor-a poltica que, sin embargo, no desmerece en lo ms mnimo el correctonfasis foucaultiano en aquella dimensin relacional.

    27 Cada individuo -plantea Marx- posee el poder social bajo la forma deuna cosa. Arrnquese a la cosa este poder social y habr que otorgrselo

    a las personas sobre las personas. Cfr, C.Marx:Elementos fundamenta-les para la crtica de la economa poltica [Grundrisse]. Op.Cit. Tomo I,p.85.

    a partir de confrontaciones y contradiccio-nes entre los sujetos histricos intervinientes, es decir, a partir derelaciones de fuerza entre los polos. En este sentido, deberamos(re)pensar la categora que expresa la relacin social de capitalcomo una relacin de fuerza entre los dos sujetos sociales involu-crados: el capitalista (colectivo) comprador de la fuerza de traba-jo y el obrero (colectivo) vendedor de esta ltima. Aqu dentro, al

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    interior de la relacin misma, reside la lucha de clases entre unsujeto social dominador y otro sujeto social dominado (que puederebelarse y trastocar la relacin social de capital).

    Si esto es cierto, el poder constituye el mbito de las relacionesde fuerzas que atraviesan tanto las relaciones sociales como lasrelaciones polticas donde se producen y reproducen nuevasrelaciones a partir de la ruptura de las anteriores.

    En qu consiste la mencionada ruptura? En el surgimiento deuna diferencia cualitativamente sustancial en un mbito. Un cor-te, una discontinuidad, un trastocamiento, un salto.

    En cuanto a la formacin de relaciones sociales, sta implica laconstruccin de una nueva relacin que antes no exista. Pero sihemos concebido a partir de El capital a las relaciones socialescomo relaciones de fuerza, con un enfrentamiento inherente quelas atraviesa intrnsecamente, de aqu deberamos entonces dedu-cir que formar una nueva relacin resulta el producto de unaconfrontacin anterior. De este modo podramos explicar que las

    nuevas relaciones sociales que surgen no flotan en el presente,sino que son un punto de llegada de un proceso previo de enfren-tamiento, donde uno de los polos ha sido derrotado antes, y llegavencido al proceso de formacin de la nueva relacin social. Elvencido (no un individuo particular y aislado, un Robinson Cru-soe contractualista maximizador de ganancias y beneficios, sinoclases sociales, fuerzas sociales que han sido aplastadas en lalucha de clases) no tiene ms remedio que formar parte de esa

    nueva relacin que el vencedor lo obliga a constituir. Aunquedespus de mucho tiempo transcurrido, el vencido olvide estaconfrontacin inicial as como tambin su derrota previa en elenfrentamiento, y entonces crea que ha formado parte de esa re-lacin en forma libre y voluntaria, por una decisin racional,autnoma, soberana y autoconsciente. sta es precisamente laactitud del sujeto moderno contractualista presupuesto por la

    economa poltica neoclsica y su racionalidad calculadora e ins-trumental.

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    En cuanto a la realizacin, sta constituye una produccin derelaciones como resultado de la victoria en la confrontacin. Unpunto de alcance de una nueva etapa en el proceso posterior al

    triunfo, o sea: la construccin de un dominio estable. En otraspalabras: la paz, momento estratgico de la confrontacin y almismo tiempo resultado de la victoria previa en el enfrentamien-to. Si la derrota es tal que no se visualiza en el campo de los ob-servables ninguna posibilidad de revertirla, los sujetos socialesdominados y vencidos empiezan a otorgar consenso al vencedory a olvidar el turbio origen de la paz, autorrepresentndoseimaginariamente la situacin posvictoria como una relacin eter-

    na, sin origen y sin futuro. Deshistorizar el ejercicio del poder, heah la clave para su reproduccin.

    Por ltimo, reproduccin significa produccin continua de unarelacin social (en el caso especfico de El capital Marx sealaque la reproduccin capitalista puede ser simple si se realizaen el mismo nivel que el momento previo o ampliada, lo queequivale lisa y llanamente a la acumulacin.

    Habiendo entonces delimitado el referente de cada uno de estosconceptos podemos entonces intentar profundizar el anlisis pre-supuesto por Marx para diferenciar en su anlisis dos planosconstitutivos de toda realidad, que tambin estn presentes en larelacin economa-poder y que son centrales para su compren-sin: la apariencia y la esencia, lo inmediato y lo mediato.

    Cuando se alude a las relaciones sociales capitalistas como algo

    eterno, ahistrico, o como resultado de la voluntad mutua de loscapitalistas y de los trabajadores, o tambin como producto ex-clusivo de relaciones econmicas, estamos en el plano de la apa-riencia, de lo que se ve, de lo observable, de lo accesible a lossentidos y a la conciencia inmediata y precrtica (el mundo de laseudoconcrecin, segn la terminologa de Karel Kosik). Elsentido comn previamente moldeado por la hegemona de los

    sectores dominantes, al decir de Gramsci.

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    Siempre desde su teora crtica del fetichismo, Marx pensadorde la sospecha se atrevi a dudar de la soberana de la auto-conciencia inmediata de los agentes sociales. En su reflexin

    metodolgica de la Introduccin a los Grundrisse [1857] cues-tion entonces aquella representacin catica que correspondea las primeras etapas del conocimiento a la que accedemos es-pontneamente en nuestra vida cotidiana. Retomando en estepunto a Hegel, sostuvo que la apariencia no es una mera equivo-cacin ni un error (como s afirmaron los racionalistas clsicos -Descartes, Leibniz, etc-, soslayando la experiencia emprica) sinoque tiene su propia racionalidad. Por lo tanto trat de explicarla a

    partir de las races sociales que se encuentran en la misma reali-dad. Pero, explicndola de tal modo, no se conform con limitar-se a este mbito (como prescriba metodolgicamente el positi-vismo). Como un detective, Marx intent penetrar en un espacioterico ms profundo, aqul adonde intenta llegar la ciencia.28

    La investigacin crtica debe intentar sobrepasar entonces el pla-no de la apariencia, de la intuicin, de la inmediatez. En el pro-

    blema de la articulacin entre economa y poder tambin hay queesforzarse por ir ms all y rastrear aquel mbito que, aun sinser directamente observable ni pertenecer a la apariencia inme-diata no por ello deja de ser menos fundante. Para Marx este te-rreno social es el de la confrontacin y la contradiccin, el delcombate y el enfrentamiento. Si nos limitamos al plano aparien-cial nunca podremos comprender en su historicidad aquellas rela-

    ciones sociales constituidas a partir de las confrontaciones. Enconsecuencia, nos veramos obligados a tomar la paz, el domi-nio estable de una de las clases sociales (la capitalista) no como

    28 Y entonces -seala Marx- el economista vulgar cree haber hecho ungran descubrimiento cuando proclama con orgullo , en lugar de revelarla interconexin, que en apariencia las cosas parecen ser diferentes. Enrealidad alardea de que se atiene a la apariencia y la toma por la ltima

    palabra. Siendo as, por qu debe haber ciencia?. Carta de C.Marx aLudwig Kugelman [11/VII/1868]. En C.Marx y F.Engels: Correspon-dencia. Bs.As., Cartago, 1973.p.207.

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    un momento parcial y relativo del proceso global de lucha declases sino como algo natural, eterno, ahistrico, y por lo tantosin explicacin.29

    El capital separa para volver a reunir de otra manera, ahora bajosu mirada vigilante, su dominacin, su disciplina y su control.Las nuevas relaciones sociales son el producto de un enfrenta-

    Cuando Marx plantea la pregunta de dnde proviene el plusva-lor que el capitalista obtiene por sobre el dinero adelantado?, laciencia social que se aferra al plano apariencial obviamente res-ponde de vender ms caro. Sita su respuesta en la circulacin,en el mercado, en lo directa e inmediatamente observable. Nopoda ser de otra manera. En su crtica de la economa poltica larefutacin de Marx induce a ir hacia un algo, un plus que

    est por detrs aunque no aparezca a simple vista: el proceso so-cial e histrico donde se ha producido ese plusvalor. La exposi-cin lgica de El capital se estructura por ello a partir de unainversin dialctica, histrico-lgica. De los sntomas y los efec-tos a las causas, del resultado a sus condiciones histricas (de allque el captulo histrico sobre la llamada acumulacin origina-ria aparezca recin al final del primer tomo y no al principiocomo cabra suponer segn el orden cronolgico de la historia del

    capitalismo).Anlogamente, con la ruptura y posterior construccin de nuevasrelaciones, especficamente capitalistas, sucede lo mismo. Esnecesario ir ms all de lo directamente observable, analizar ydescubrir otro mbito que est oculto, que no aparece si noscircunscribimos y nos quedamos nicamente en la esfera apa-riencial: el de la lucha de clases y la confrontacin.

    29 La paz democrtica actualmente vigente en nuestra Amrica ha sidopreviamente abonada por la barbarie de Videla, Pinochet, Stroessner,Somoza, etc. Sin sta no se entiende aqulla. La paz contractual ha si-

    do hija legtima del castigo y la violencia, la punicin y la dominacin,tpicos que quedan regulamente fuera del discurso social y poltico enla habitual teorizacin acerca de la transicin a la democracia...

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    miento previo que provoca una ruptura en anteriores relacionessociales. Qu tipo de ruptura? Qu tipo de unidad previa es laque se corta y se violenta? Slo podremos entender la ruptura si

    previamente examinamos qu tipo de relacin es la que se rompesegn Marx (denominada por l la existencia dual del sujeto).

    La experiencia inmediata, correspondiente a la esfera apariencialen la sociedad capitalista, nos muestra que existe una clase socialde trabajadores totalmente libres. Libres en un doble sentido:no estn sujetos territorialmente al dominio de ningn seor, ytambin libres en el sentido de no poseer ninguna propiedad, so-

    metidos a una desnudez total, pues lo nico que poseen es sucapacidad de trabajo, su fuerza de trabajo. El tpico sujeto librede la ideologa burguesa (en el campo jurdico, en el terreno de laeconoma poltica, etc,etc). La apariencia nos indica que estaexistencia tiene un carcter ahistrico, eterno, y el sentido comnlo esquematiza y legitima mediante el lugar comn que sostienesiempre fue as y siempre lo ser. Largos aos de ejercicio dela hegemona fueron necesarios para inocular semejante creencia

    en las masas populares.Pero Marx, desnaturalizando las relaciones sociales capitalistas,plantea que esto no es ms que un resultado del proceso histricoque funciona en el modo de produccin capitalista como uno delos supuestos necesarios para constituir la relacin social de capi-tal. Este supuesto bsico es producto de un largo proceso de rup-turas de la unidad primigenia, de la existencia dual. Esta ltima

    consiste en que el individuo, en un estadio histrico anterior aaqul en el que se han producido las rupturas histricas, no estabaseparado de sus condiciones objetivas de existencia, de sus me-dios de vida, de sus medios de produccin. En la relacin socialcapitalista estos medios se volvern ajenos, se autonomizarncobrando existencia y vida propias, a partir de lo cual se leopondrn de manera hostil como capital, como trabajo

    muerto objetivado y ajeno, como un monstruoso Frankenstein.Un producto que someter a su productor.

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    Antes de la emergencia del capitalismo el individuo, como exis-tencia subjetiva, y sus condiciones de vida, como existencia obje-tiva, formaban segn Marx una unidad originaria. Unidad ori-

    ginaria que no tiene nada que ver ni con una esencia perdida en lahistoria, ni con un paraso abandonado.

    Lo que s existi en el pasado seala Marx ya desde su juven-tud aunque reafirmndolo luego en su madurez fue la unidadde un cuerpo orgnico (el individuo, el cuerpo humano de loshombres y mujeres) y uno inorgnico30 (sus medios de vida, latierra, la naturaleza) articulados en una unidad primigenia: la

    relacin de propiedad.

    31

    30[30] Podemos encontrar ya en los primeros manuscritos de Marx la idea de

    concebir la naturaleza como la prolongacin objetiva del propio serhumano: La naturaleza es el cuerpo inrgnico del hombre, es decir, lanaturaleza en cuanto no es ella misma el cuerpo humano. Cfr. C.Marx:

    Manuscritos de 1844. En C.Marx: Escritos de juventud. Op.Cit.p.599-600. Pero a partir de 1857-1858 esta misma idea ir adquiriendo perfilesms ntidos en tanto ahora se la circunscribe a un determinado perodohistrico, aquel donde no predomina la produccin de valores de cambiosino valores de uso. Cfr. C.Marx:Elementos fundamentales para la crti-ca de la economa poltica [Grundrisse]. Tomo I, Op.Cit.p.444.

    31 Propiedad, no significa entonces originariamiente -seala Marx- sino elcomportamiento del hombre con sus condiciones naturales de produc-

    cin como sus condiciones pertenecientes a l, suyas, presupuestas junto

    con su propia existencia; comportamiento con ellas como con presupues-tos naturales de s mismo, que por as decirlo, slo constituyen la prolon-gacin de su cuerpo. Cfr. C.Marx: Grundrisse. Tomo I, Op.Cit.p.452.

    Unidad fisurada, quebrada y destruida enun proceso histrico de rupturas. Entre la existencia subjetiva y laexistencia objetiva, ahora separadas, se interpondr altivo y so-berbio en el perodo histrico que corresponde al modo de pro-duccin capitalista, el capital. Este ltimo previamente separa yasla, para luego volver a reunir, pero en una nueva relacin, bajosu propio dominacin. La condicin imprescindible que se debecumplir para poder constituir la relacin de capital es la ruptura

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    de la propiedad,32

    Como producto de la ruptura tendremos dos polos: los medios deproduccin, en manos ahora del capitalista, y la fuerza de trabajo,despojada de toda propiedad, o sea, expropiada, y justamente

    de la unidad entre el ser humano y la tierra. Laprimera tiene lugar a partir de un proceso histrico de expropia-cin material de las clases populares mediante el uso de la vio-

    lencia, el robo, la estafa, etc., en el desarrollo de la lucha de cla-ses.

    Esta relacin social previa en la cual los individuos se encontra-ban estrechamente unidos a sus condiciones de vida lo que noimplica comunismo primitivo como errneamente supuso elantroplogo evolucionista Lewis Morgan (y con l, el ltimoEngels) ser anulada a partir de la confrontacin. El resultado

    ser la produccin de quiebres y fisuras en la relacin de propie-dad de la tierra, a partir de los cuales por un lado quedarn lascondiciones objetivas de vida (los medios de subsistencia, ahoraautnomos) y, por el otro, los individuos despojados de su natu-raleza inorgnica, restndoles slo su capacidad laboral, su ca-pacidad viva de trabajo, su fuerza de trabajo. Escisin completa einversin total del sujeto y el objeto.

    32 Si un supuesto del trabajo asalariado y una de las condiciones histricasdel capital es el trabajo libre y el cambio de este trabajo libre por dineroa fin de reproducir y valorizar el dinero, a fin de ser consumido por el di-nero como valor de uso, no como disfrute sino como valor de uso para el

    dinero, del mismo modo, otro supuesto es la separacin del trabajo librecon respecto a las condiciones objetivas de su realizacin, con respectoal medio de trabajo y al material de trabajo. Cfr. C.Marx: Grundrisse.Tomo I, Op.Cit.p.433. Este tipo de proceso histrico forma tcitamenteparte inmanente de la principal categora de El capital: En la frmuladel capital [...] est implcita la no propiedad de la tierra, se niega aquelestado en el cual el individuo que trabaja se comporta con la tierra comocon algo propio, esto es, que trabaja, que produce, como propietario delsuelo [...] En consecuencia, en la relacin del trabajador con las condi-

    ciones del trabajo en cuanto capital, este estado histrico [es] negadodabord como comportamiento que implica una relacin ms plena depropiedad. Idem.p.460.

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    estas dos son las condiciones imprescindibles y necesarias sin lascuales no se puede constituir la relacin social de capital.

    La Violencia como Fuerza Econmica

    En el mejor de los casos, las vertientes economicistas delmarxismo han reconocido parcialmente cierto lugar terico a laviolencia como generadora de rupturas entre los productores ysus medios de produccin. Pero invariablemente se la ha circuns-cripto a un perodo exclusivamente precapitalista. A un pecadode juventud.

    La violencia, el robo, la estafa y dems mecanismos del poder,habran cumplido su papel en la niez del capitalismo, en losorgenes. Pero a partir de all nunca ms se habran hecho presen-tes en los procesos sociales del modo de produccin capitalista.Si lo hicieron, slo fueron fenmenos aleatorios que no penetranen la esencia del capital. Esta lectura se apoya en cierto pasaje deMarx 33

    No se debera subestimar este nfasis metodolgico marxianootorgado a la historicidad del presente estructural, el que tieneclara prioridad en el modo de exposicin de El capital por sobrela ordenacin meramente cronolgica histrica. Precisamente la

    donde deja una puerta abierta para hilar esta argumenta-

    cin, pues pone el nfasis en la historia contempornea frente a lahistoria pasada, en la lgica frente a la historia, en el orden es-tructural frente al gentico-procesual.

    33 Una vez presupuesta -nos dice Marx en los mismos Grundrisse- la pro-duccin fundada en el capital la condicin de que para ponerse como ca-pital el capitalista debe introducir en la circulaicn valores producidospor su propio trabajo o de algn otro modo -no slo por el trabajo asala-riado ya existente pasado- corresponde a las condiciones antediluvianasdel capital. Esto es, a supuestos histricos, que precisamente, en cuantotales supuestos histricos pertenecen al pasado y por tanto a la historia de

    su formacin, pero de ningn modo a la historia contempornea [...]. Co-rresponde, por el contrario, a sus supuestos pasados, a los supuestos de suorigen, abolidos en su existencia. Idem.p.420.

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    obra no empieza su justificacin lgica por la historia que comodijimos aparece recin en el captulo XXIV sobre la acumulacinoriginaria sino por el presente, la generalizacin de la forma

    social mercanca. Se comienza por lo ltimo para invertir e irhacia atrs.

    Pero si seguimos linealmente esta lectura podramos caer en elerror de pensar la violencia y los dems mtodos caractersticosdel proceso de acumulacin originaria en forma anloga a unprimer motor aristotlico, que acta slo en los orgenes pero quedesaparece completamente en la historia posterior.

    Por el contrario, cuando Marx se refiere a los procesos de ruptu-ras violentas de la propiedad y de las relaciones sociales preexis-tentes no hace en ningn momento un anlisis evolutivo, sino quelos plantea como constitutivos en forma estructural respecto delas relaciones sociales capitalistas presentes.En las que aparecencomo relaciones exclusivamente econmicas hay implcita o

    explcitamente, segn el caso relaciones de poder y de violen-

    cia. Las relaciones de lucha, de confrontacin, de enfrentamientoincluso con un alto grado de violencia entre las fuerzas que seenfrentan no slo constituyen una explicacin gentica de losprocesos sociales del modo de produccin capitalista: tambinestn presentes estructuralmente una vez que los ltimos ya sehan constituido.34

    Marx reafirma que en el capitalismo desarrollado o sea, en elmodo de produccin capitalista ya constituido sigue usndose

    34 La organizacin del proceso capitalista de produccin desarrollado -afirma Marx en El capital- quebranta toda resistencia; la generacinconstante de una superpoblacin relativa mantiene la ley de la oferta y lademanda de trabajo, y por tanto el salario, dentro de los carriles que con-vienen a las necesidades de valorizacin del capital; la coaccin sorda delas relaciones econmicas pone sello a la dominacin del capitalista so-

    bre el obrero. Sigue usndose siempre, la violencia extraeconmica, peroslo excepcionalmente. Cfr. C.Marx: El capital. Op.Cit. Tomo I,Vol.III.p.922.

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    la violencia cuando es necesaria. Aunque aclara a continuacinque slo excepcionalmente. Pero, de cualquier manera, sigueusndose. No est excluida (la historia del siglo XX lo ha reafir-

    mado ampliamente en el plano emprico. Baste sino recordar elfascismo y el nazismo, por no mencionar las dictaduras latinoa-mericanas). Sucede que esta violencia extraeconmica no sloayuda y reproduce desde afuera y en forma externa las relacioneseconmicas ya constituidas sino que, adems, pasa a conformaruno de los elementos estructurales35

    El debate no constituye una cuestin libresca o escolstica. SiMarx lo dijo o no lo dijo. Las guerras que ha vivido el siglo XX con millones de muertos en cada una, los genocidios peridicosfundamentalmente en Amrica latina y en particular en nuestro

    pas, no son un accidente de la historia. El capital necesita lamatanza como elemento estructurante, disciplinador. No puedereproducirse sin ella. El marxismo debe poder estar a la altura dela historia, debe tirar por la borda el lastre del economicismo. Nopuede hoy sin escndalo seguir postulndose dogmticamenteque la violencia y el ejercicio econmico de la fuerza material

    (aunque no el nico, comohaba sostenido en su momento Dhring) de las relaciones socia-les de produccin.

    Se debe asumir sin ambigedades y reconocer toda la densidadterica de esta reflexin de Marx, segn la cual en el capitalismodesarrollado, ya constituido sobre sus propias bases, la violenciapuede llegar a cumplir un papel y una misin centrales comopalanca econmica y no slo como elemento de la superestruc-tura de la sociedad. Hoy ya no se puede seguir sosteniendo desde el marxismo crtico el dualismo dicotmico clsico del

    iusnaturalismo: cuerpo (economa) por un lado, y espritu (su-perestructura dentro de la cual se ubicara la violencia y el po-der) por el otro.

    35 Ella misma es una potencia econmica. Cfr. C.Marx: El capital.Op.Cit.p.940.

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    correspondieron slo a las etapas precapitalistas. Ni la teora ni larealidad resisten semejante afirmacin.

    Estos enfrentamientos producidos por la lucha de clases e impli-

    cados en esas relaciones no son siempre directamente observa-bles desde el plano apariencial y la representacin catica delcomienzo del conocimiento. S lo son en el caso de una guerra,pero el enfrentamiento no siempre llega a la guerra. Puede serque desde la observacin inmediata de los hechos y datosempricos mediada y moldeada por el paradigma del sentidocomn burgus construido histricamente no aparezca la lu-

    cha de clases y sus enfrentamientos. Pero metodolgicamentedebemos avanzar ms all y hallarlos, para poder aprehenderlosconceptualmente. All, en los denominados hechos objetivos,donde reina la paz hay contradicciones sociales implcitas quedebemos desempolvar mediante el uso metodolgico de la abs-traccin, en el anlisis de la lucha de clases.

    Intentemos entonces aprehender las contradicciones inmanentesque subyacen en las principales categoras deEl capital.

    Marx plantea que la mercanca y el dinero slo se transforman encapital si forman parte de determinada relacin social constituidaa partir y sobre la base de la confrontacin y el enfrentamiento dedos clases: la de los propietarios de la mercanca dinero y la delos propietarios de la mercanca fuerza de trabajo. Es necesariotener presente que cuando Marx se refiere a la existencia de slodos clases est utilizando el recurso metodolgico que abstrae el

    conjunto de otras clases que existen en el capitalismo e incluso dediversas fracciones internas de stas. Cuando analiza una forma-cin social y una coyuntura concreta por ejemplo, la Francia de1848 a 1852 encuentra muchsimos otros matices y fraccionessociales de los cuales hace abstraccin al analizar los fundamen-tos del modo de produccin capitalista en su mxima pureza.Grave error metodolgico postular entonces para una formacin

    social concreta la existencia slo de dos clases.

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    Antes de que existiera y tuviera lugar la confrontacin entre esasdos clases, la relacin social de capital an no se haba constitui-do, por lo tanto, tal enfrentamiento es inherentemente constituti-

    vo de la misma. Pero, a su vez, la existencia de estas dos clasestiene un presupuesto necesario: la separacin de los trabajadoresy de sus condiciones de existencia. Para que stos lleguen a serdesnudamente libres tiene que haber tenido lugar un largo ypenoso perodo de violencias, enfrentamientos, expropiacin,disciplina sanguinaria y rupturas histricas.36

    La libertad moderna madre del contractualismo es una

    hija deforme de la violencia y el poder. La creacin violenta yartificial de esta fuerza de trabajo es condicin de posibilidad de(1) la compra de fuerza de trabajo en el mercado laboral que seemplear en la produccin capitalista y (2) de la reproduccinampliada o acumulacin propiamente dicha, pues cuando el capi-tal en un segundo ciclo necesita reinvertir su plusvalor requierefuerza de trabajo adicional que ya encuentra disponible porque hasido previamente expropiada y volcada por la violencia al merca-

    do de trabajo. El empleo de la violencia, entonces, es condicin

    36 Refirindose a este proceso histrico tal como se dio en la formacinsocial de Inglaterra -pas al que Marx adopta como ilustracin histricaen El capital por ser el ms desarrollado de la poca en que escribi-sostiene que se utilizaron como mtodos principales la horca, la picota yel ltigo. Cfr. C.Marx: Grundrisse. Op.Cit. Tomo I, p.470. Enfatiza des-

    de su perspectiva historicista la irona sobre la supuesta eternidad de lasleyes que describa la economa poltica, y que al igual que el economi-cismo marxista, haca total abstraccin de la violencia y de las relacio-nes de poderen el proceso de expropiacin. Tambin plantea que: Tan-tos esfuerzos se requirieron para asistir al parto de las leyes naturaleseternas que rigen el modo capitalista de produccin, para consumar elproceso de escisin entre los trabajadores y las condiciones de trabajo,transformando, en uno de los polos los medios de produccin y subsis-tencia sociales en capital, y en el polo opuesto, la masa del pueblo en

    asalariados, en pobres laboriosos libres, ese producto artificial de lahistoria moderna. Cfr. C.Marx: El capital. Op.Cit. Tomo I, Vol.III,p.950.

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    esencial no slo de la gnesis de la produccin capitalista sinotambin de su reproduccin ampliada o acumulacin.37

    37 Sobre la relacin entre la creacin artificial y la existencia de una fuerza

    de trabajo en el mercado laboral, por un lado, y las necesidades de la re-produccin ampliada por el otro, cfr. C.Marx: El capital. Op.Cit. TomoII, Vol.V, p.612 y ss: El capital variable adicional.

    Una vez analizado el proceso histrico de rupturas de la propie-

    dad y de las relaciones previamente existentes examinemos elstatus terico que ste posee en una lectura no economicista deMarx. A partir de este acercamiento podremos llegar a aquellasdeterminaciones principales para poder explicar de un modo nodualista ni dicotmico la articulacin entre economa y poder.

    Si en esta perspectiva tratamos de desanudar para hacerlos ob-servables los presupuestos implcitos de la categora central de

    capital habra que preguntarse: por qu el obrero (colectivo)permite que se lo expropie pacficamente cuando realiza sucontrato de trabajo con el capitalista (colectivo), en el mbito delas relaciones de cambio dinero por fuerza de trabajo?

    En el espacio social del mercado se enfrentan dos poseedores demercancas aparentemente iguales. Existe aqu una relacin devalor, donde dos propietarios independientes de mercancas y

    ajenos entre s se enfrentan e intercambian sus equivalentes. Es-tos dos poseedores iguales son el capitalista y el obrero, amboscolectivos. Qu posee el capitalista? Dinero. Qu posee el pro-letario? Su capacidad potencial de realizar trabajo. A partir deuna relacin jurdica (el contrato) pactan cambiar voluntaria ypacficamente sus respectivas mercancas. Uno compra y elotro vende. El que compra paga la mercanca por su valor (ste esun supuesto metodolgico al que recurre Marx para simplificar,

    en la realidad est sujeto a la lucha de clases). Aceptan realizarun cambio de equivalentes, que en realidad es un intercambiodesigual pues la fuerza de trabajo es la nica mercanca que pro-duce, cuando se utiliza su valor de uso, mayor cantidad que laque corresponde a su propio valor.

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    Pero por qu motivo el obrero (colectivo) permite esto? Porqu en el mercado acepta pactar y negociar en este contrato tandesfavorable para l, para su familia y para su clase? Qu secre-

    tos inconfesables esconde la igualdad moderna?38

    Luego, para obtener plusvalor son necesarios dos mbitos estre-chamente interrelacionados e interdependientes: (1) el mbito delcambio donde se compra-vende la fuerza de trabajo, (2) el mbito

    Qu pecadosocultos y pestilentes se esconden por detrs y por debajo del per-fume y el brillo contractual?

    El mercado, donde se realiza la transaccin contractual, no es elpunto de partida sino un punto de llegada. El iusnaturalismo mo-derno haba postulado aun el ms revolucionario, y tambin elcontractualismo socialista de nuestros das que el contrato era

    fundacional. Naca algo nuevo. Era el punto de inicio, un axiomapara luego deducir desde l. En realidad es el punto de partida enfuncin de la relacin de produccin que se establecer luego,cuando el obrero, una vez consumado el contrato, comience aejercer efectivamente su capacidad potencial de trabajar. Pero yesto es lo definitorio, es punto de llegada pues el obrero llega almercado, al mbito del cambio sancionado por el contrato, derro-tado. Ha sido previamente vencido. Fue despojado de su propie-

    dad, de sus medios de subsistencia y de vida. Esta ruptura de lapropiedad no se ha realizado en el espacio mercantil ni contrac-tual sino en otro mbito.

    Aqu es necesario recurrir a un razonamiento analgico. Si paraobtener plusvalor el capitalista necesita comprar fuerza de trabajoen el mercado, emplearla en el proceso de produccin y obtenernuevas mercancas que encerrarn plusvalor, luego deber volver

    al mercado para realizar ese plusvalor. Si no lo pudiera hacersobrevendra la crisis.

    38

    Un interrogante abierto e inabordado que, como ya sealamos, resultaplenamente pertinente frente a la idealizacin de la igualdad en los mode-los comunicativo de Habermas o pragmtico de Apel.

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    de la produccin donde se produce el plusvalor y nuevamente (1)el mbito del cambio en el cual se realizan las mercancas queencierran el plusvalor. Sin estos dos mbitos no se podra expli-

    car la obtencin del plusvalor, del plus que se agrega al dineroinicial que funciona como capital. Aunque en la explicacinmarxiana el determinante es el de la produccin, se necesita recu-rrir tambin al otro para dar cuenta del proceso global.

    Por analoga, para explicar el proceso histrico y poltico en elcual ha sido derrotado el obrero (colectivo), se necesita recurrir aotro mbito, previo al del cambio donde se efecta el perfumado

    contrato libre y voluntario. ste es el mbito del poder, el delas relaciones de fuerza, el de la lucha de clases, el de la confron-tacin. No el contrato sino la lucha es lo fundante, no la paz sinola guerra. sa es la piedra de toque de la teora del poder y ladominacin en Marx,39

    Los obreros son expropiados entonces violentamente de su natu-raleza inorgnica, de su relacin de propiedad, en el mbito delpoder a travs de procesos histricos que incluyen el robo, latortura y diversas formas de violencia (siempre renovadas en eltranscurrir del tiempo) como el pillaje, el fusilamiento, el secues-tro, la desaparicin, etc. Cuando llegan al cambio donde se reali-za la relacin contractual ya han sido expropiados previamente.

    aun cuando en la Academia se le niegacualquier aporte terico en este terreno.

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    El marxismo pisa sobre el terreno firm