Gomez Carrillo Enrique - El Alma Japonesa
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El
Alma Japonesa
\
E.
GMEZ CARRILLO
EL
Alma JaponesaLOS JRDirESMISERIH.
LnS CORTESRl/lSLflS
LK irniGlIiKCln POPULARLH.
Lfl.
POESm
RELIGIOHES
Lfl
EL EMPERADOR VOLUPTUOSIDAD DE MORIRL.
MUJER, ETC.
PARSCASA EDITORIAL GARNIER HERMANOS6,
RU DES SAINTS-PRES, 6
/rv.
^ iseere^^>
_
AL PRESIDENTE ESTRADA CABRERAque ha sabido hacerlar
de. culto de la eixseanza
popu-
una
religin
moderna
DEDICA ESTE LIBRO SU amigo y admirador, E. GMEZ Carrillo.
"
EL
ALMA JAPONESA
M
JUZGADA POR LA CRTICA FRANCESA
De El Liberal de Madrid, de 25 de Julio de este
tomamos las pginas siguientes que se)'virn de introduccin esta obra de Gme:!:> Carrillo :ao,j
Al
mismo tiempo queDe Marsella
la
casa Garnier
HermanossegundaJaponesa,principa-
publica
Tokio, y anuncia
la
parte de esa obra con
el ttulo
de El
Alma
unles
escritor parisiense,
M. Ch. Barthez, rene en un
tomo, traducidos
al francs, los captulos
de los dos volmenes castellanos. La crtica de
Pars recibe la obra defrancs, con
Gmez
Carrillo, traducida al
un entusiasmo que antes slo Galdsel
y Blasco Ibez haban logrado despertar. DesdeFgaro hastaprensa elogiaal
las revistas del Barrio Latino, toda la
gran
artista
;
pero nosotros slo
queremos, de este concierto de alabanzas, recordar en resumen las que estn firmadas por crticos egregios
y
literatos
universalmente conocidos.
Jean l^oreas consagra Cari'illo.
VAmeen
Japovaise, de
Gmez
un
folletn entero1
La
Gazelte de
1
:
E.
Gmez
CarrilEol
Frunce, y en
dice, entre mil otras cosas,
que su
obra es una de las ms
preciosas y pintorescas, rica en documentos y llena de detalles importantes.
Despus del glorioso autor de Ifigenie viene otropoeta, Henri de Reguler, y dice que
Gmezla
Carrillo
evoca,
como
poeta, ese pas del
Yamato, tan po-
tico,
tan curioso,
tan distante,
y
par
tan
cercano, gracias quien con tal arte hace sentir su
encanto
.
Y
despus de Regnier an hay un tercer
poeta que habla
Henry Bataille
L'Ame
Japonaise esla
para decir que un monumento de verdad y.
de intensidad artstica descriptiva
Pero como
opinin
de
los
poetas
puede
menos severa que la de los crticos profesionales, vamos citar algunas lneas de los arparecertculos
que stos hanCarrillo:
consagrado
la
obra
de
Gmez
Emile Faguet,
el
acadmico que hoy se consicrtico
dera
como
el
primer
francs, consagra
largo artculo en Los Anales, del cual sloesto ...
un tomamos
No
lo s,
porque
me
faltan
muchas cosas:el
entre otras, la de haber estado encreo que
Japn. Pero
Gmez
Carrillo
ha visto justo.
Y
lo creo,
porque ha ledo
muy
bien los autores que antes
quesin
l
han tratado
del Japn, los cuales cita y son,los seores
remontarnos Petit-Jean,
Bousquet,
y Hearn. Ha estudiado, pues, la cuestin no se ha contentado con recibir impresiones. Y y lo creo, porque no se cuida de ocultar lo que le desBellessort
agrada en punto costumbres y errores de los japo2
Elneses;
Alma Japonesala
diganlo
sino las
pginas que dedica las
casi esclavitud
en que viven
mujeres y
la
cripcin de que son victimas los etasparias;
suerte;
especie deenfin,
pros-
la
suya
negros de los Estados
muy Unidos. Y
parecida la de loslo creo,
por-
que su libro nosubjetivaridad, sino
es,
en manera alguna, una obrareflexin
respira por todas partes no slo since-
tambin
la
Es, en suma,
un
libro
ms
mentado que suelengruesos volmenes.
serlo,
ms concienzuda. y ms docucon frecuencia, los mssubstancial
Y
para que acabis por desear saborearlo, osel libro,
probar que
adems de
la
seriedad y la en-
seanza que encierra, es una encantadora amenidad,
procurndoos una ancdota y un retrato. La ancdota es muy preciosa, toda llena de hu-
mor1)
lo Franklin, conla
un
destello de
imaginacin
onenlal que
embellece.
En cuanto al retrato, donde puede ser que haya un poco de imaginacin, de cristalizacin, como deca Stendhal, mustrase como un gran maestro, ycreedme que Loti no M. Ibels, cuyoslo
hubiera hecho mejor.
editoriales del
Matin, llaman
tanto la atencin, dice, entre otras mil cosas, en
un extenso artculo sobre L Ame Japonaise Es para Espaa Gmez Carrillo lo que Heine un artista incansable un fu para Alemania precursor. Y si ahondamos un poco, hallaremos en:
:
l al
discpulo de los Goncourt y observaremos las
diversas influencias de la literatura actual. Pero nose tenga esto por imitacin,3
pues en lenguaje
E.
Gmez Carrio
excelentemente traducido por M. Bartheztal
es de
modo
personal, tan elegante
y
tlido,
tantos
y
tan ricos matices ofrece, que, leyndolo, inevita-
blemente hemos de soar con aquellas admirables joyas, aquellos ricos tesoros que los cortesanos deBizancio se repartan gozosamente, en tanto que losferoces
gritos de
los
brbaros ascendan hasta
el
palacio imperial,
Otro crtico notable escribe enseria
la
publicacin
ms y universalmente conocida, la Reviie des Despus de leer el libro de Revues, lo que sigue Gmez Carrillo (traducido por Barthez), se com:
prende que en
el
Japn los paisajes son ms bien
poemas que cuadros.
En:
el
Gil Blas es B. Delaunay quienla
consagracosas
un
artculo
obra,
y
dice,
entre mil
ms
Este observador artista, este enamorado de lasdel
cosas concretas,
color y de la poesa, es
tam-
bin, y lo es sobre todo,
un enamorado de
la
forma.
Escoge la palabra con cuidado, y la coloca en la como se traza una pincelada frase admirablemente
maestra en un cuadro, para expresar con ella intenal mismo tiempo que aquilata el samente la vida
valor de
los
inmediatos
vocablos.
Su
estilo,
tan
personal y tan maravillosamente fluido, envuelve y vacia de modo admirable su pensamiento, al cualpresta
siempre
el
inesperado epteto
un
nuevo
encanto de exquisita gracia. Bello elogio es tambin
el
que
le
consagra en:
Ks lneas
siguientes
el crtico del
Evenemeni
El
Alma Japonesael
Podra
suceder
muy
bien que
libro
mssea
completo que se hayaese queel literatoal
escrito acerca del Japn,
espaol, E.
Gmez:
Carrillo,
acaba
de ofrecer
El Alma Japonesa. Por mi cuenta he de deciros que no conozco nada ms deliciosamente escrito, ms lindamente presenpblico francs
tado ni
ms
interesante. JulesClaretie,el
Para M.
libro
de
Gmezla
Carrillo es la
obra de un observador que es
vez un pintor y un poeta . Armand Dayot, el ms eminente crtico de arte actual, dice en la revista VArt et les Ariisles Ese libro encantador, cada:
una de cuyas pginasla
tiene
como un perfume deDebela
flor lejana, fu escrito en Tokio.
leerse desde
primera hasta
la
ltima lnea, y
lectura
una
vez terminada, cuan penetrante es la sensacin denostalgia.
H. d'Almeras, en su ltimo artculo del
Intransigeant, dice que
VAme.
Japonaise es
uno
de los librosexisten sobre
msel
literarios
Japn
y ms imaginativos que En fin, Saint George de:
Bohelier,
el
joven maestro de esttica, escribe
Leyendo
ese libro he visto pasar imgenes tanlas
lindas
como
de un lbum japons, lbum de
estampas de maestros. En el grave y acadmico Journal des De'bats,docto Albalat consagra parte de un folletn crtico la obra de Gmez Carrillo y dice, entre cosas milel:
Leer este libro es aprender con deleite muchas bellas cosas sobre aquel pas, cuyos kimonos sirven hoy de galantes robes de chambre nuestras pari-
sienses .
E.
Gmez
Carrilloel
tico
En un artculo de La Presse, Rene Benoist dice:
conocido cri-
En Tokio
el
ao pasado, Gmez
Carrillo,
un
espaol artista y poeta, ha escrito El Alma Japonesa, libro extraordinariamente curioso del cual ha he-
cho la
el
editor Sansot una excelente traduccin, debida pluma de Carlos Barthez. Esta obra ha llegado
oportunamente. Nacida en su verdadera atmsfera, la
terminacin de una guerra que nos revela un
Japn ignorado, explica, sin ensear, afirmndolosolamentes, todolo
que tanto nos ha sorprendido enesel
esta lucha sin precedente, cuya terminacin ha sido
una paz sin precedentes tambin,pular y
decir,
impo-
magnnima
la vez,
ya que
vencido pa-
reca dictar sus leyes al vencedor.
Con una extraordinaria
lucidez,
Gmez
Carrillo, tra-
permite que penetremos por nosotros mismos
vs de sus cuadros graves anecdticos, todos cautivadores por igual, mostrndonos cules han sidolas
profundas causas de
la victoria
Japonesa.:
Una
sola de ellas, en rigor de verdad, bastara
es la fe
que vibra en
nacional. Somos seres el himno humanos cuya vida no tiene importancia y nuestra felicidad ms grande es morir por nuestros soberanos . Los acontecimientos han probado que este himno no es solamente literatura, sino un conjunto
de fuerzas morales que exaltan
el
alma popular.el
En primersagrado enla
lugar,el
el
culto la espada,el
cual es
Japn, sea cual fuereel
hombre que
lleva
;
luego
carcter caballeresco de la raza6
:
Elque
Alma Japonesa
al
mismo Don
Quijote pondra peros, digmoslo
sin exagerar.
El
egregio terico
del
simbolismo,
Gustave
Kahn, entre otras cosas, en un largosagrado la
artculo
con-
personalidad literaria dedicees,
Gmez
Carrillo
en
el Sicle,
El
Alma Japonesa
con las Cartas del Japn
de Ruidard Kipling, lo que se ha escrito en Europade mejor informado, detoresco y de
lo
ms hermosamenteel
pin-
ms
intuitivo sobre
pas del
Nipn.Bertaut
En:
la
llevue
Hebdomaclaire,
Jules
escribe
El Alma Japonesa de Gmez Carrillo constituye una visin de ese pas admirable y nos proporciona
en verdaddela
sensaciones de Tokio, decorte, etc.,el
la calle
japonesa,
anlisis fino
de
la
mujer y
del guerrero, el del orgullo japons
y
del
sentimiento potico completan este interesante volu-
men
de viaje, que merece
la
pena de ser
ledo,
por-
que se le siente franco y verdadero. En Les Lettres, Henry Chalgrin consagra unartculo los japonistas
modernos y
dice de
Gmez
Carrillo
:
pintado
Ese singularsimo Japn que todos se nos ofrece como un mundo de fingidas muecas halos literatos
enseado leza, acaso
una
cierta divertida genti-
un
tanto pueril, delicada,
como un
finola
juguete de arte antiguo, que es por excelencia
manerajrsele,
celeste inipona,
nipono
celeste.
Pudo anto-
muy
rara Fierre Loti, que la ha innovado,la
pero nosotros
hallamos en todas las relaciones
E.
Gmez
Carrillo
Extrema Asia , en las correspondencias y novelas de Carlos Pettit, travs de las traducciones de Lefcadio Hearn, y hela ah todava endla enlas
esta
de Gmez Carrillo. El estilo y los nobles adjetivos son empleados con noble irona, y ciertas palabras y algunas clusulas
nueva traduccin del
libro
se repiten
como en
los
cuentos de antao.
,
es !a
manera
Aadid tambin el epteto adorable , en todo lugar donde su empleo no pueda pareceros demasiado frecuente y abusivo y estad seguros, que si visitis el Japn habris de
Extrema Asia
escribir vuestraas es
familia con este
mismoel
tono.
Y
como
nosotros, gentes de Europa,lo
podemosimperio
expresar todo
que quiere revelarnos
del Sol Naciente.
Sin embargo,
Gmez
Carrillo
no se ha limitado
estos alardes de escritura. Su exquisito libro,real,
muy
admirablemente traducido por M. Barthez, nosinformes acerca de todos los puntos
facilita
que se
encaminan nuestras curiosidades y ha sabido conservar al moderno Japn sus bellas guirnaldas deflores de cerezo
y sus ka'ikai de arabescos y matices que durante largo tiempo aplacarn nuestras nostalgias .
Revue Fran^aise dice Para conocer bien un pueblo es preciso experimentar las sensaciones en l mismo y penetrar el
El crtico de
la
:
plrna de sus habitantes. Tal es el fin de esta obra de
Gmez
Carrillo
que traza con un vivo inters alegrela
las escenas
de
vida ntima de los japoneses. El
carcter caballeresco de estos, su cortesa y su or8
El ASrrea
Japonesa
gilo de samurai, corren parejas con las leyendas
consagradas los templos de Nikko y la corte, la mujer y al espritu potico que reina en estepas.
En Le Penseur, Vannau da este consejo Leed ese libro que Barthez ha traducido del es: ;
paolel
os iniciar perfectamente en la mentalidad,
costumbres de los nipones. El autor habit en Tokio, y su obra lleva el sello de la mscarcter
y
las
exquisita
verdad.
Sealemosal
particularmente las
el Japn y las que consagra los tres apstoles del alma moderna de aquel pais, Mabuchi, Motoori Hirala. De un extenso estudio de M, Gustave Brocher publicado en\d.Revue de Critique, no tomamos sino
pginas dedicadas
sentimiento potico en
las lneas siguientes
:
El ttulo y
el
texto de la obra de
Gmez
Carrillo,lec-
le
aseguran indudablemente los plcemes de los
tores,l
y estamos seguros de que cada uno hallar en algo nuevo que admirar. No es en verdad unacientfica,
obra
no
es
un
tratado en tres puntos; esla
sencillamente una agradable causerie duranteel
cuallle-
autor nos pasea travs de la vida japonesa,
vndonos ligeramente sobre sus asuntosdizarlos, pero sin molestarnos jams.
sin profun-
Hemos ledo muchas descripciones ms amplias de Tokio, peroEl carcter caballeresco, La cortesa, La Risa, El orgullo de los samurayes, La miseria, El espritu de tolerancia, etc., etc., son verdaderamente cautivadores. Parceme muy dudoso:
estos captulos que titula
que un viajero que no conozca fondo
el
idioma di-
1.
E.fcil
Gmez CarriHodel Japn,
pueda hablarnos con conocimientolas
de causa de los contadores de cuentos, dejeres
mu-
y uno muy pronto generalizar cuando no conoce una cosa completamente. De un artculo que en el Radical consagra el genial novelista Paul Brulat la obra de Gmez Carrillo tomamos algunos prrafos Gmez Carrillo, que nos trae de su viaje al Japn un bello libro, muy curioso, lleno de enseanzas, no habr tal vez exagerado un poco al conla literatura
en
del sentimiento potico. Se
halla
:
ceder los nipones todas esas cualidades que
l
posee
en alto grado? Si
le
hemos de
creer, estos
renen
todas las gracias, todos los dones, todas las virtudes.
Son
corteses, caballerescos, artistas, heroicos
;
mue-
ren y con gesto bello, y ningn pueblo guarda un culto tal al honor. Es un pas de ensueo y deteatro
que
desfila ante nuestra
imaginacin maralibro
villada.
Pero
volvamos
El Alna Japonesa,
amable, sonriente, hasta instructivo, porque GmezCarrillo sabe ver
cuando quiere y penetrar
los carac-
teres travs de los trajes, disfraces
y preciosos dede
corados. Libro lleno de ancdotas tambin, de le-
yendas sabrosas, de poesa, de pensamientos,descripciones maravillosas.
En
el
Mois Littraire, Jean Dumasset publica que tomamos estas lneasel:
un
artculo delSi el
poder de adaptacin,
valor y la inteli-
gencia de los japoneses constituye despus de sutriunfoel
objeto de merecidos elogios, noio
menos su
El
Alma Japonesa
ciedad. Cada da,
alma en su conjunto, en sus costumbres, en su sodndonos conocer mejor losmiserias visibles latentes, su prctica del btuff, su
japoneses, se nos revela en ellos, efectivamente, las
corrupcin, su irreligiosidadclases instruidas
si
se
trata de
lasla
la
condicin miserable de
mujer, etc.,
etc.
El Alma Japonesa de Gmez
Carrillo, traducida
al francs
con exquisita elegancia por Barthez, es
bajo este punto de vista,
un
libro
que debe ser ledolo
y
lo ser
indudablemente, porqueel
merece.
De Ernesto Lajeunesse,
celebrado autor deSe-
renissime y de tantos librosrados:
admirables y admi-
llo,
Todo el mundo conoce en Pars Gmez Carrihombre de espada y de corazn, hombre de es-
y gentilhombre, todo fantasa y razn, todo y nubes. Ese caballero de los Nbelungos^ humorista y soador, escptico y entusiasta, inpritu
sonrisa
quieto de ideal y de perfeccin, seguro en la amistad, se
ha hecho diplomtico para ser caballero errante;
y vagabundo de Estado pone su ideal en pasear su eterna y voluptuosa nostalgia. En todas partes est en su casa, encantado y encantador, enterado inmediatamente de los buenos lugares, de los rincones maravillosos, de las minas de alegra y de los viverosde fresca ambrosia, y en todas partes
cretamente!
oh, dis-
es extranjero. Este es el secreto de su
talento y de su arte.
Ve y juzga de
lo alto
y de
to-
das partes. La msica de sus palabras, para ser precisa, es lejana
y de un desconocido ritmo en su exceJi
E.
Gmez CarriKoy superioridad. Cuando, lo
lencia
Carrillo canta el
alma
encantadora de Pars
hace en nombre de otrala vez, secreta in-
alma, ms vaga y ms ntima
mensa; cuandoalmas; l
se inclina sobre las
rebros, lo hace soando en otros cerebrosest distante.
almas y los cey en otraslos simbolistas
Del poeta Saint-Pol
Roux, quienel magnfico,
proclaman justamentedela
en un artculo
Vie Cosmopolite
:
...
Vuestra bella alma, libre y sabrosa, mi que-
rido Carrillo! Habra
mucho que
decir de ella. Des-
pus de haberla definido por su anverso sera precisodeilnirla
ple,
an por su reverso? Vos me parecis el lugar de un conflicto mltiuna liza, si lo prefers, al centro de la cual des-
cienden los espasmos, las dudas, los deseos de destrozar
una mueca comolas
si
fuera
ella
todas
laslas
muieres del universo,sidido por
ingenuas piedades,
ambiciones, las violencias, todo
ello felizmente pre-
una adorable sonrisaalto
la
vuestra
que
sobre
el
ms
granado muestra su fruto entre-
abierto detrs de
un abanico de
cola de pavo real,
porque tambin hay soberbia.
Pero como sera imposible citar un prrafo deobra de Gmez Carrillo, traducidafrancs,
cada uno de los que han escrito artculos crticos sobrelaal
terminaremos citando algunas
muy
justas
y delica-
das lneas del ilustre Jean de Mitty, extractadas de
un
artculo del Cr
de Pars, y que rezan Fu preciso que Stendhal viviera largas tempo:
radas en Miln, en
Roma y
Civita-Vecchia, para ha-
Elcerse
ASma Japonesael
un alma
italiana.
Y
eso que
autor de
La
Chartreuse haba franqueado ya los Alpes en pos de Napolen. A Gmez Carrillo han bastado unos cuantos
otros con
meses de estancia en el Japn para volver nosun alma enteramente japonesa. Y este es,sentir, el
en mi en
gran encanto de su
libro.
No
veis
l la
relacin de
un
viajero, sino las etapas de
una
sensibilidad. Esta exquisita sensibilidad os:
ma-
ravillar
es rica en las
ms
bellas fiebres,
ha vi-
vido all minutos inolvidables, no ha sido fatigada por el exceso de recuerdos. Nada ha debido FierreLoti.
Los pases nuevos ofrecen
al artista
que pasea:
por ellos sus delirios, unaes, ante
atraccin inestimablela literatura
y
todo y sobre todo, porque ha explotado an. Porque en Roma es eso precisamente lo que fatiga el pesado bagaje de recuerdos:
no
los
que se arrastra en pos de s. A la cada de la tarde, cuando el ngelus resuena tristemente de iglesia en iglesia, es cosa segura que entre la balumba de losmil ruidos que se extinguen encharisel
horizonte, escu-
en vuestros odosSi queris
cmo pasan en el crepsculo, murmurando las mismas melancolas, las vocesemprender unbello viaje,
confusas de Byron, de Corinna, de Rene.
tomad
el
libro de Gmez Carrillo. Pero no lo leis todo de una vez; imponeos algn descanso, pues cada pgina es
un
paisaje lael viaje
cer
manera de Lamiel y sin esto paredemasiado rpido, demasiado corto. ;
Despus de citar estos fragmentos, El Liberal, de Madrid, termina diciendo En resumen, la obra de Gmez Carrillo, en fran:
E.cs,
Gmez
Carrilioel
ha tenido un xito tan grande como
que al-
canza en espaol De Marsella Tokio, ya publicada,
y como el que sin duda alcanzar el Alma Japonesa que la casa Garnier publica en la actualidad. Los Editores.
14
LOS JARDINESamor denaturaleza es
El
la
como una
religir
nacional de este pueblo. Desde
muy
temprano, losla
nios aprenden amar las plantas, las piedras, los insectos.
Y
notad que digo amar empleandocastizo sentido.
palabraefecto,
en su ms amor y no simpata, amor y noel
Es amor, enaficin,los
amor
verdadero, tierno y voluptuoso,sienten por sus
que
nipones
hermanos
los vegetales. Nutridos
con
la savia espiritual
de las leyendas bdicas, saben
que
ramas tienen melancolas, que las hierbas sufren gozan, que las hojas, al murmurar, dicen sus ntimos pensamientos y que en los troncos rugosos se esconde un alma que llora cuando el halas
chade
la hiere.
Todo
esto constituye para la educacininfantil
la sensibilidad
una leccin admirable.la calle, los chi-
En
sus jardines, lejos del ruido de
quillos viven en verdadera comunin con los seres vegetales que son sus primeros amigos. Luego, alllegar la edad endefinitiva,
que
el
carcter
toma una forma
sus padres los llevan contemplar los
paisajes clebres, lo
los adolescentes visitar los
mismo que en Europa se lleva museos. Un punto
de vista bello, es un lugar de romeras. Apenas sale uno de Tokio, empieza notarlo. Ante cada rincon15
:
E.
Gmez Carritoflorido,
cilio
ante cada curva armoniosa del
ro,
ante cada colina de lineas puras, lzanse los mira-
dores rsticos de una casa dedores,
te.
Y como
esos mira-
ms
bien dicho pabellones, estn siempre
llenos de gente silenciosa que parece extasiarse en
una contemplacin mstica, uno no puede menos depreguntar
Qu hace
all
esa multitud absorta?...
Es
acaso ste un lugar de peregrinaciones religiosas?
Hay
Ningn Buda Alguna fuente de que calman Tampoco. Algo debe embargo puestocontestael
aqu algn Buda milagroso?
gua,
esas
dolores ?
sin
suceder,
que
esa multitud se rene as, en medio de un camino
una hora determinada. Todos el gua. multilos das de todo el ao pasa lo mismo. Esa tud que usted le parece en xtasis y que slo est endesierto en
una casa de Nada de especial
termina
te,
contemplacin
esttica,
ha venido de cien pueblosflores
distintos admirar el paisaje.
Ydos;
en efecto
ir
ver
una llanura cubierta de
un lago en cuya superficie nadansubir una
los lotos sagra-
puesta de sol trassiarse ante
montaa azul contemplar una un bosque de criptomerias exta;
un riachuelo que canta entre las peas, ver un torrente plateado baando el csped de un jardn; pasearse bajo ramas floridas inmovilizarse bajo un rbol solitario, acudir, en una palabra, cualquier sitio famoso por su hermosura natural con la voluptuosidad con que se acude una cita de16
El
ASma Japonesa
amor, constituye para los japoneses el mayor de los placeres. Los ms humildes como los ms ricos, organizan partidas de contemplaciii lo mismo que
organizamos partidas galantes. En la propia corte cules os qu digo ris que son los dos ms grandes, los dos imperiales das de fiesta? El santo de sunosotros !
Perofigu-
ms mayel
jestad la emperatriz que
se llama Primavera,
de su majestadTerasu Kami,rio
el
diosa
emperador, descendiente de Ama del sol? No. El aniversael
de
la
jornada gloriosa en que
ltimo sogn
Tokuwawa
fu derrotado por los leales samurayes de
Kioto restauradores del poder verdadero del sobe-
rano? Tampoco. Las dos mayores festividades palaciegas estn consagradas, en este imperio extrao, donde todo parece que lo reglamentan las hadas, la religin
de
las
floresel
samurayes han visto
en que los prncipes y los smbolo de sus virtudes.
Enla
efecto, la
primera
fiesta,
que se
verifica
en
abril,
es la de los cerezos fioridos.
La segunda, en octubre,
de los crisantemos. Los magnates, los prncipes de la iglesia, los representantes de los reyes extranjeros, todos los que forman la alta sociedad de Tokio,
acudenen
la
invitacin de su majestad,las
para connacionales
templar como simples poetas,el
flores
parque
imperial. Nada
ms!... Pero los
japoneses, con justicia, exclaman;
Y qu
ras?...
17
E.
Gmez
CarrSlo
v^Sloel
pueblo tiene ms.inverosmil
Despus del florecimientotiene,
de estos
cerezos cuyas ramas se cubren de nieve sonrosada,
en mayo, los racimos de wistarias tan frgiles
en su purprea suntuosidad decorativa. Tiene, luego, las magnficas alfombras de peonias que, con susricos colores, con sus luminosas carnaciones, ocul-
tan
la
hierba de los campos. Tiene,los iris
cuando
el
ve-
rano principia,iris
de mil matices, los esbeltos
que crecen, en los jardines lo mismo que en las montaas, con aristocrtica elegancia. Tiene, en el
mes de
los
grandes calores,
el loto
mstico, la flor de
Buda, que se baafloridos
orgullosaraente
en los estansenderosTiene,
ques de los parques y que convierte en
los fosos de los castillos feudales.
despus de los crisantemos, las flores del ciruelo cuya blancura rivaliza con la nieve. Tiene, en fin,la eclosin
suntuosa de
las
camelias en pleno in-
vierno.
S
Pero
diris
acaso en todas partes no?
pasa,:
ms
menos, lo
mismo
en todas partes hay flores para cada estacin.aqu,
Mas no comoenel
no con esta
belleza extraordi-
naria que metamorfosea de
un simple cerezo florido en el ms delicado especms armonioso,
tculo.
No con
esta
abundancia que cubreiris
las in-
mediaciones do Tokio de
durante un mes entero
y que
hace, en los parques, verdaderos bosques de18
Ellas plantacioHcs de camelias.
ASma Japoraesa!
Qu digo Los rbolesbellos
mismos son aqu mucho ms
que en Europa^ sus hojas, cuando reverdecen con tonos tiernos en y primavera cuando, en otoo, se tifien de maticesrubios, constituyen fiestas verdaderas para quienlas
contempla.
Entre las romeras populares, una
de las que rivaliza con la de los cerezos floridos, es la de los arces en el momento en que sus hojas toman
un
color y
un
lustre metlicos.
He dicho romeras porque el pueblo no se contenta, como los magnates que forman la sociedad imperial, con reunirse un da fijo en un parque determinado para contemplar las ms simblicas, las ms nobles llores en su ms grande esplendor, sinoque organiza ardientes peregrinaciones con objeto de honrar de una manera religiosa todas las bellas plantas, por humildes que parezcan y por poco emblemticas de grandeza que sean. En el mismoYosiwara, dondelas mujeres galantes viven encerraen claustros de amor, se forman, para celebrar das los tres
mayores florecimientos
del ao, cortejos dig-
nos de pocas ms suntuosas.flores aparecen
dice
Norman
Cuandolas
las
nuevas
cortesanas las
hacen regias visitas
. La palabra regias, est bien empleada. Con sus trajes recamados de oro y sus cabelleras erizadas de alfileres ureos con sus lencon la tos pasos y sus hierticos movimientos;;
majestad de sus ojos fijos y la gracia austera de susVi
E.
Gmezlas sigue
Carrillo
labios hermticos; con la magnificencia del squito
que
y
el
recogimiento de
la
multitud que
las contempla,
las
pobres vendedoras de sonrisasprincesas de leyendas en un
parecen,
esos das,
mstico desfile.
va
La cortesana Komurasaki, en una de sus cartas Contemplo estas de amor al ronin Gupachi, dice:
flores
que
me
habis enviado, cual
si
contemplara
vuestro rostro. La religin nos ensea que un diosvive en cada corola. Ante los dioses de este ramillete,
os juro un
amor eterno
.
51:
Buscando
las
bases histricas del ardiente patrio-
tismo japons, algunos filsofos se preguntan cmo
un pueblo que ha aceptado conropea, puede adorar contal
facilidad extraor-
dinaria la influencia china antao y ogao la eu-
fanatismo su suelo natal.
La verdad es que el patriotismo de los nipones es puramente potico y social. Tienen orgullo en ser descendientes de los fieros samurayes de las grandes pocas estn satisfechos de pertenecer una raza;
que jamsras;
se
ha mezclado con hordas conquistadoeso, sienten
y ms que todoros.
un amor exclusivolas creencias
por sus campos, por sus montaas, por sus mares,por sus
Las ideas extranjeras,20
:
El
Alma Japonesala inte-
extranjeras, los mtodos extranjeros, pueden aceptarlos sin creer
que
al
obrar as renuncien
gridad de su carcter nacional.
En
lo
que no con-
sienten, es pensar que los extranjeros logren
un
da
aduearse desagradas.tucin
la
ms mnima
parte de sus tierras
Las tierras japonesas
dice la consti-
neses
.
no pueden pertenecer sino los japoY esto no obedece un ideal de propiedad
material, sino al
amor
potico del suelo tan bello y
tan santo del Yamato,
No hay ms que
leer los
an-
tiguos libros, para notar esta adoracin.
En cuantoesta
hablan de sus campos, los japoneses lloran de entusiasmo.
Una obra de Tchikafusa, termina dees
manera((
:
El
Yamato
una regin divina, donde todo.
est hecho por los dioses
Otra obra que se tituladice
dice
un poeta
el
antiguo Japn vivir.
Y
el
harakiri vive. Ni ha desaparecido, ni desapa-
recer nunca.
Es uno de
los principios
esenciales
del cdigo de la cahallerosidad nacional, el
ms bello
y
que no y orgullo, honor y dignidad, sino tambin espritu de sacrificio y de desinel
ms
estricto de
todos quizs, puesto
slo demuestra herosmo
Los que se suicidan, en efecto, suelen hacerlo admirable. Dos ejemplos sublimes datan apenas de quince aos. El primero es el de una mujer, Yoko Hata Keyama, que en 1891, desters.
con altruismo
pus del atentado contracid en el sitiojero haba
el zarevitzel
Nicols, se sui-
mismo en queherido,
prncipe extran-
sido
para probar
que
el
pas
no era cmplice de aquel acto criminal.suicidioesel
El
otro
del
capitn
Takeyosi,
abri
el
vientre despus de escribirel
emperador, sealndolerrer la independencia
peligrola
que se una carta al que haca corusa
niponaestos
expansintodos los
en Extremo Oriente,
Yla
no son casos raros ni
manifestaciones extraordinarias.
En
mentos graves de mujeres han hecho
historia nipona,
mohombres ylo
sacrificios
igualmente ingenuos
igualmente divinos.
Porque dgase
que se
quiera y crase en lo
que se crea, un civismo igual,
tan sencillo y tan excelso, no se encuentra en nin-
guna otra
historia del
mundo.
80
El
Alma Japonesa
-^
En el Japn los dioses mismos aman el suicidio. Cuando Suzanoo, dios de las tempestades, supo que su madre viva en los infiernos, pidi Izanagi quele
permitierala
llegar hasta lale
muerteel ser.
para poder
abrazar
que
haba dado
Izanami se
content con desterrarlo del cielo condenndolo vivir sobre las
ondas amargas.:
Y
la
leyenda con-
cluye diciendo
Por eso
las olas,
por eso los aqui-
lones dicen eternamente los lamentos del hurfano
que desea morir.cipes.
Despus defabulosos,
los diosesla
son
los prn-
En tiempos
esposa de Yamato,al
heredero del emperador Keiko, se precipita
mar
para calmar
la furia
de
las
sacrificio de su vida
batir los ainos
que las puedan salirdel
aguas y lograr con el naves que van comdel puerto. Otro sui-
emperador Antoku que comenz reinar en brazos de su nodriza en 1181. El Heik Monogatari refiere este suicidio en una pgina admirable. El monarca tiene ocho nueve aos. Sus tropas acaban de ser derrotadas. Su consejera le Es necesario morir, seor, dice puesto que lacidio regio
fu
el
:
victoria favoreceel
vuestros enemigos.
Entonces
nio arregla sus cabellos sueltos sobre su traje
color de paloma de la montaa , y derramando abundantes lgrimas, cruza sus brazos menudos. Primero vuelve la vista al Este y dice
imperial
adis
al altar
de Ise y
alel
altar de
Hatchiman. Enel
seguida trnase hacia
Oeste invoca
santo
5.
E.
Gmez Carrio
lo
nombre de Buda. Cuando termina, su fiel Niidono toma en brazos y avanzando hacia el borde del Hay una ciudad muy bella en el mar, le dice fondo del golfo, seor. Al mismo tiempo preci:
ptase enas:
el
espacio.
El libro milenario concluye!
Ay!; qu desgracia
los vientos caprichosos
de
la
primavera se apresuraron dispersar sus gra-
cias augustas
y soberanas,el
ay
!
;
qu dolor
!
las olas!
pesantes cubrieron en
acto el tesoro de su cuerpo
Pero estas lamentaciones no son frecuentes en los
poemas que relatan los suicidios famosos y casi puede decirse que slo se explican por tratarse de un nio. A los hroes, los guerreros vencidos queenel
ltimo
momento vuelvenel
contra
s
sus armas para esquivar
cautiverio, la
mismos musa po-
pular los corona de guirnaldas de flores de cerezo.
He aqu
Tametomo,
el
rquero invencible que haus compaeros han cado
inspirado tantos dramas,
todos muertos. Slo
l
sigue de pie, lanzando sus
flechas contra los enemigos. Pero por
sobrehumanos
que sus esfuerzos sean, no pueden contener eternamente al ejrcito entero que lo rodea. No importa\
!
Mientras
le
quede un soplo de energa, continuar
luchando. Su sable ha sembrado cien cabezas. Al fin sus adversarios lo tienen entre las manos. Rndete,
Tametomoel
!
le gritan.
l sonre
y
se abre
el vientre.
Otro caso
muy
popular en
la literatura
japonesa es
de los servidores de Minamoto Yos-
hinaka. Este prncipe,
menos
estoico que sus con-
temporneos, sabe, en medio de las fatigas de la guerra, pedir al amor algn alivio. Una noche se82
lEl
Alma Japonesael
queda dormido en casa de su querida, en
momento
mismo en quedos
es necesario atacar al
enemigo. SusYosliinaka oye;
ayudantes, no atrevindose despertarlo, se
suicidan en la puerta de su alcoba.el
ruido de los cuerpos que se desploman;
levn-
tase
corre al combate. Pero es tarde. Su carcax
slo contiene ocho flechas.
Despus de lanzar
la
ltima,
saca
el
sable y se atraviesa el cuerpo. Ella
hroe ms popular de
edad media,
el
Siegfriedo
del Japn, tambin se suicida.
Su
historia tiene
una
grandeza de leyenda. Su padre lo hace educar en un convento de Kurama-Yama. Un da el sacerdote quele viste le
eso
entrega un hbito negro.;
exclama Yoshitsun!
espada.
El
espada
El servirte de ella nio calla y medita. No saber servirse de una espada, le parece humillante. Es necesario que sepa. Y para!
Pero
monje le si no sabras
que quiere es una contesta riendo; Unalo
Yo no quiero
aprender, se escapa del monasterio y se dirige la montaa en donde vive el rey de los enanos, ogro voraz que se alimenta de carne numana. Bajo elhbito negroel
nio lleva una espada.lo ataca
contra ese monstruo
piensa podr aprender.conle
Luchando
En
efecto,
el
enano
furia, pero al fin
y la que ya sabe servirse de una espada. Como la vida del convento no conviene sus aficiones guerreras, se escapa de nuevolleva al sacerdote para probarle
sale vencido.
Y
Yoshitsun
corta la cabeza
y recorre
la provincia, batindose cada vez que encuentra oportunidad de hacerlo. Sus adversarios se
declaran venoidos.
Una
tardeC3
un
fraile
guerrero
le
E.
Gmez
Carrillolo
que tiene que en un torneo le herir diez veces seguidas. Era un aventurero famoso, enorme y hercleo, dice la leyenda, queapuesta todo
haba hecho prodigios en las guerras civileshitsun acepta. Al cabo de dos horas,recibido nueve heridas.ti
.
Yos-
ambos han
exclamael
el fraile
La dcima es slo para yndose fondo pero el;
nio parala
golpe con una elegancia cortesana y enel
respuesta alcanza su contrario en
hombro. Lael
escena que sigue es digna de una novela de Alejan-
dro Dumas.militar
Por mi vida,
exclama
monjete sigo
de hoy!
todas partes
ms soy tu escudero y En ese caso, un abrazoi
!
con-
testa el hijo de Tokiva.
Y
juntos los dos esforzados
caballeros, continan su
camino en busca de aven-
turas, de guerras, de prodigios.
En
todas partes se
distinguen por su arrojo. El pueblo, entusiasmado,
aplaude cuando los ve pasar. Las mujeres tejen coronas de llores para sus cascos. Esta popularidad irrita al poderoso Yorimoto que decide hacer asesilos
nar Yoshitsun y su escudero. Cien ronins sorprenden la heroica pareja. Despus de una largalucha, vindose perdidos,el
joven hroe y
el
viejo
fraile se suicidan ante sus enemigos, cantando una
cancin antigua.
Los suicidios son tan frecuentes en la literatura japonesa, que no hay necesidad de recurrir librosde caballera historias guerreras para encontraros. He aqu, por ejemplo, una especie de Decamern84
Elque que
Alma Japonesamikado Kuazan yla
los historiadores atribuyen alse titula
Yamato Monogatari. El ms popular deque contiene, esla
los cuentos
aventura de
dice el que tiene dos pretendientes. Los dos son tan parecidos de rostro y imperial narrador de cuerpo, que la bella se propone escoger al que
nia
mayor amorigualdad
le
demuestre.
Pero en este punto
la
tambin es bastante grande para hacer Los meses yleel
imposible una preferencia.
los:
aos
pasan. Al fin los padres de la nia
dicen
Eslle-
un espectculo que da lstima nos de mritos y de amor queesperando tu sentencia.
de esos jvenes
se
mueren de
tristeza
Ambos
estn de acuerdo parael
resignarse ante tu voluntad. Si t escoges uno,otro se alejar en silencio.
La noche es
muy
clara.
La ventana en queal ro.les
la
familia hllase reunida, da
La nia hace llamar sus pretendientes y En Dios y en mi nimo os juro que vuestro amor me emociona profundamente. Si unodice:
de vosotros fuera superiorcidira;
al otro,
por eseel
me de-
pero en todo sois
el
uno y
otro perfectos.
Para decidirme, pues, no encuentro ms medio querecurrir al azar y as os ruego que apuntis aquel
pjaro que vuela sobre el agua.
Mi mano pertene
cer al que logre alcanzarlo con su flecha.
Los
galanes toman sus arcos y tiran.sorpresa de todos,el
Un
servidor va en
busca del pjaro que ha cado herido.laal
Cul no ser
ver que las dos flechas hansitio!
penetrado en
mismo
Entonces:
la
desven-
turada joven canta una copla que reza
de ver
sufrir.
Cuan cruel eres!b5
Cansancio
yo ya no
E.
Gmez
Carrillo
quiero soportarte ylos
me voy dichosa para que que rae aman no sigan en sus tormentos. dice adis sus padres
Luego
y
sus
amantes y selos padres
precipita al fondo del rio. Los pretendientes piden
en seguida permiso para suicidarse, la
de
nia; y stos, llenos de emocin, no pueden menos que otorgrselo. Esto ltimo que hace sonrer los europeos, es para los japoneses
un rasgo de
alt-
sima distincin. Elritos
suicidio,
en
efecto,
tiene sus
y su
etiqueta.
Un
caballero no se mata
como
un
bellaco. Antes de hacerlo, lo comunica sus amigos invita los mejores de entre ellos para que asistan la suprema ceremonia. Los nios mismos, cuando son de buena cuna, saben ir la muerte con la sonrisa con que iran una fiesta.
La
historia verdica
Kyuso, merece ser
referida.
y popular del hijo del filsofa Este nio, que tiene
catorce aos, mata
un compaero de
colegio de
un
sablazo.
castigue
En el acto su padre le ordena que se s mismo haciendo el clsico harakiri.tule dice
Te doy veinticuatro horas para eumplr con
deber
Kujosoamigos.
Kyuso.la
Est bien
contestareinaanfi-
maana porDurantela
maanala
todo estar con-
cluido, pero hoy permteme que invite cenar mis
cena,
mayor animacinel
entre los jvenes.trin se pone de pie
A
eso de media noche,
y Debo descansar un pocoindigno llegar
pide permiso para retirarse.
les dice
pues
sera
muytirse,
al
harakiri con cara de trasnosiguiente, despus de vesel
chado.
A
la
maana
de baarse,
de perfumarse,so
nio se abre
Elel
Alma Japonesa
un pual que l mismo ha escogido, y luciente. Otras veces el suicidio es acordado como un favor, como una marca de simpata. El daimio que va morir, escoge entre sus servidores los que deben acompaarle en el viaje eterno, y stos agradecen la distincin como una honra suvientre conbello
prema. En
la
agona
dice la historia
Teruvles
mune llamdijo
sus veinte
samurayes ms;
fieles
que deban seguirle
y
ellos
con lgrimas de
gratitud, leefecto, as lo
dijeron que estaban preparados,
y en
probaron un da despus enla
el
templo
de Sendai, donde se dieron
muerte junto
al fretro-
de su
jefe.
pueblos musulmuerte y del otra mundo, esta voluptuosidad, este entusiasmo, se comprendera. Cambiar la vida del desierto spera ypaslos
En un
que tuviera, como
manes, una idea encantadora de
la
difcil,
sin placeres,
sin
dulzura, sin alegra, porbelleza, de lujo,es-
una existencia eterna de amor, decomprensible que los cristianos de
de molicie, es una operacin ventajosa. Tambinla
edad media,valle de l-
que no vean
este
mundo
sinolael
como un
grimas, se lanzasen hacia
puerta del paraso cones-
un
jbilo delirante. Pero
caso de los japoneses
distinto, casi es contrario, puesto
que para
ellos la
vida no es un fardocer perpetuo,
difcil
de llevarse, sino un pla-
un constante favor de los dioses. El budismo con su enervante perfume de opio, apenas La embriagado estas almas. Su inlluencia, ms que87
E.
Gmez
Carrilloartstica.
esencial,
ha sido
Ha
trado oros
y esmaltes
para los templos que antes eran de maderas sin pintar;
ha hecho vestiduras de brocados para los saceraltas
dotes que forman las procesiones; ha poblado las
montaas santas dePeroel
pagodaslo
rojas.
Por esoLa razason los
los delicados habitantes de esta tierra lo aceptaron.
fondo asctico apenas
han
visto.
es poco mstica por
temperamento. Sus dioses na-
cionales, los de la antigua religin sinto,
hroes, los sabios, los poetas. ses que no Amaterasu
En
los
dems pa-
se hallan bajo la proteccin de la
dice
buena un poema traducido por Berardmal,
los
espritus del
habiendo
encontrado
el
campo libre, pudieron poblarlo de supersticiones. Y ms adelante Nosotros somos desdeosos de:
vanas teoras y de las mentiras que otros pueblos adoran. El nico sentido religioso de los nipones,las
en
efecto, es el
de
la
naturaleza, es decir,
vida, el de la poesa.
poema
La
tierra
canta;
el
de
la
el
mismo
criaturas
es la madre, es el gran todo de ella las han recibido el ser y la fuerza rboles y;
y pjaros, todo es lo mismo y todos somos los mismos .Ningn misticismo en las letras y en las artes. Fuera de la realidad, el mundo estflores
hombres,
poblado de quimeras, de trasgos, de gigantes y de dragones que sirven para los poemas, para las leyendas, para los adornos, pero que no angustian las
almas como los diablos catlicos. Un soplo pagano que parece venir de la Grecia antigua, familiariza al pueblo con sus dioses. Los ritos no espantan el misterio divino no hace temblar. En los conventos se;
88
El
Alma JaponesaKakelas deli-
goza, se trabaja, se vive. Los monjes pintan
monos en
los cuales,
deseando simbolizar
cias del paraso, reproducen los jardines de Kioto,
escribe de Nara, de Kamakura. Esos jardines Hearn pesar de sus lotos divinos y de los te-
chos celestes de sus arquitecturas, hacen pensar enlas casas de te de la ciudad. siste
Es
cierto.
Y
esto con-
en que para seres ardientemente enamoradosflores,
de sus
de sus pueblos, de sus placeres ordiel
narios, nada en
ensueo y en el ideal puede ser Los cantos religiosos, estn llenos de entusiasmo por la vida. A los que muerensuperior la realidad.
temprano,les dice:
el
Saino Kuara Kuchi Zouzami no-den
Oh
!
desdichados que tan pronto
empue-
prendis
el triste
camino
de la eternidad,
el
caminoel
del Meido!
Desdichados, en efecto. Porque
blo
ama
la
vida en este imperio delicioso. Esto misel
mo
hace ms heroico, ms sublime,
sentimiento
caballeresco que preside al harakiri. El que sesacrifica
mata
un
tesoro precioso en aras del
honor
!
st
Ninguna ideadarse.
religiosa,
familia puede detener la
Cuando
el
ningn sentimiento de del que debe suiciprncipe Audo, vencido por los
mano
Nita, dispnese hacer harakiri,
corte se presenta conla
mujerle
del jefe
un servidor de la una carta en que su sobrina, victorioso, le ruega que no se mateyriquezas. El vencidola carta
y
ofrece grandes honores
envuelve su pual en
y gritando
:
no
8^
E.
Gmez
Carrillo
pareces de mi familia, puesto quese clava en el vientre la hojatro, el
me propones eso,papel.
^
y
el
En
el tea-
pueblo aplaude esta escena como una de lasel
que mejor encarnan
alma heroica de
la raza.
Si
Ando hubiera
siquiera
dudado un instante antes de
responder su sobrina, se habra deshonrado.
Un
minuto de debilidad hace perder la nobleza. En cambio un acto sereno y heroico la procura. El poetaSaikaku, despus de contarla
extraa aventura de
Kiuroku,
exclama
lleno
de
entusiasmo
:
Este!
simple pescador tiene un alma de seor feudal
Ahora bienrato?
:
Sabis en qu ve eso
el
popular lite-
En el modo de morir. Kiuroku sale una maana en su barca, como de costumbre, pero luego, por la noche, no vuelve. Su mujer le espera das y das, meses y meses, Ni un momento dicen lascrnicas aquella mujer desdichadala vida.
deja de llorar,
deseando perder
Todo
el
vecindario ad-
mira su amor y su constancia. En las tardes la ven sentarse en la playa, en el sitio en donde antes sola
desembarcar su marido.pasael
Y
as pasa elel
verano
;
y
asla
otoo
;
y
as
pasa
invierno. Al llegarel
primavera, nadie tiene ya duda de queel
pescador de-
ha muerto. Entonces todocir la;
viuda
:
mundo comienzala
Es
necesario que te cases dealdea y tu sole-
nuevo
t eres la
ms guapa de
dad nos entristece todos.luto
Ella al principio jurael
por todos los dioses que no se quitar
traje
de
y que jams renunciar su soledad. Pero interviene la familia y tambin, probablemente, interviene la primavera, gran aconsejadora de amores.90
El
Alma Japonesa
se presenta. Justamente es un amigo, un compaero del muerto. Las bodas se bacen. Los novios van acostarse. Apenas se han metido entre las mantas, cuando el primer marido entra, lleno de jbilo la idea de que va encontrar su mujer, su linda mujercita que lo espera desde hace un ao. Enciende una lmpara. El espectculo que sus ojos ven le llena de tristeza. Ella le explica lo que ha
Un buen mozo
pasado, se disculpa.
roku
comprendo perfectamente.... un ao! Y tan joven, tan bonita !.... Por mi parte, he palo
Est bien
murmura Kiu-
sado mil tormentos
.
Se sienta; cuenta
la
historia
de su navegacin azarosa, sonre, da detalles,
y
cuando termina, consin violencia,
la
mayorsin
sencillez, sin gestos,
sin gritos,
locura,
como quien
cumple un deber su rival, y por
ineludible,fin
mata su mujer, mata se mata s mismo.
Durantedecir,
lo
que se llama
el
perodo de Yedo, es
en los gobiernos de los primeros Sogun Toel
kugawa,sacarel
suicidio llega convertirse en
un
acto-
tan frecuente
como
el
duelo.
Cualquier motivo hace-
pual del harakiri. Una etiqueta solemne
rodea
drinosla
supremo instante. El que se mata, busca pael que se bate. En una sala amplia, en mejor de la casa, en un restaurant, prepraseel
como
todo lo necesario. A veces se llaman bailadoras y tocadoras de samisen para que amenicen los preparativos. El
una
fiesta
;
que va desaparecer, recibe como para sonre; acepta las felicitaciones. Porque
!
E.
Gmez
Carrillo
que
son felicitaciones, son plcemes y no psames, lo le llevan sus amigos. Durante algunas horas,la corte,
se habla de la moda, de
de las novedades
poticas. Las cajas de laca de alto preciotos de marfil
y
los
obje-
en que algn artista picaresco ha escul-
pido escenas libertinas, pasan delas risas,la
mano en mano, yel
muy
finas, se
mezclan con los acordes de
guitarra de tres cuerdas. Al finla
primer padrinoante
anuncia que ha llegadoestrechanle
hora solemne. Los demsse inclinanell,
la
mano
del amigo,
sonren^ reciben sus sonrisas. Y esel
harakiri
Cuando
suicida se ha abierto
el
vientre, el padri-
no, con su sable le corta la cabeza.
Por qu motivo todo esto? Sin motivo ninguno en
Dos chambelanes se encuentran del Sogn. Uno de ellos, que va de prisa, no saluda al otro, lo que significa que no lo estima como su igual en rango y abolengo. Entonces el ofendido clama Mi nobleza est enciertos casos.cierto da
en
la escalera
:
mi sangre y ella me hace superior ese hombre Voy matarme Al salir de ver al prncipe los cortesanos repiten estas palabras al Chambeln ofensor, Mi sangre inferior? grita ste Ya lo veremos yo tambin voy amatarme Y ah tenemos dos harakiris. Ya lo veis no es necesario un motivo. La muerte es un deber social ; suicidarse es un rito de cortesa mundana. Los ancianos, las mujeres, todos recurren al supremo argumento en cuantoi!
;
!
:
encuentran pretexto parala
sangre
embriaga
al
La voluptuosidad de pueblo entero, que adoraello.
como santos
los cuarenta92
y
siete ronin.
El
Alma Japonesa
ns
Y
estas
costumbres no han desaparecido.los
Esteel
mismo ao uno de
japoneses
ms eminentes,
barn Suyamatzu, ha publicado, no dir un elogio, pero s una defensa del Hara-kiri tradicional, a Enlos casos graves
dice
todoel
lo
que
el
samuray
puede pedir su orgullo es morir sin mancillar sucaballeresco origen.es
Y como
espritu caballeresco
aun cosa corriente en mi tierra, cual se ha visto durante nuestras guerras, hay casos en que la muerte la antigua es la ms bella de las muertes. El mismo marqus Ito que es el ms modernistapoltico nipn, habla
con entusiasmo de su antiguo
jefe
Kuruhara Rizo que supo suicidarse para demosque comenzaban llenar los puertos. Ms de una vez dice Suyematsu el marqus me ha expresado su admiracin por la bella muerte de aquel hroe. Y entrar su poca simpata por los europeos
seguida nos explicala bella
lo
que su entender constituye
muerte. Oigmosle con respeto describir
ceremonia.
Los casos ms notables
escribe
la
son aquellos en que se trataba del suicidio de un gran seor, de un alto funcionario de un guerreroilustre.
Para tales ceremonias
el
Bakuf gobier-
no sogunal, nombraba un
testigo,
yla
el
suicida esco-
ga entre sus parientes, otro.
En
los palacios
haba
siempre una estancia destinada nia.
Era necesario
contina Suyematsu 93
trgica ceremollevar
un
traje especial
que slo entonces serva. El pual
E.
Gmez
Carrillo
del sitio del
espada corta, se colocaba invariablemente, delante que iba morir, en una fuente ntida yblanca que, manera de tablero, quedaba en alto sostenida por tres pies de marfil. Esto se llamabasaubo, palabra que significa
mesa en que se guarel
dan
las ofrendas los dioses de la religin sinto.
No
era
necesario abrirse enteramente
vientre.
Primero se hacan una incisin pequea en lnea horizontal. Tambin solan hacerla en forma de cruz, pero esto era raro. La herida ms superficial, era la demejor gusto, pues probaba habilidad y ligereza de mano. Como regla general, despus de haberse practicado la incisin enel
abdomen,
una
ligera seal al kai-shatunin
la
vctima haca padrino
para indicarle que haba llegado el momento de ejercer su ministerio. ste tena su espada lista instantneamente le cortaba la cabeza su amigo. Enel
Japn no hay necesidad de pronunciar la palabra hara-kiri seppuku, pues la que se usa con ms frecuencia es ku-sum-go-bu que quiere decir nueve pulgadas y media, medida exacta de los puales quese usaban en esas ocasiones. El
arma estaba por
lo
general envuelta en varias hojas de papel blanco y slo la punta quedaba descubierta. Lo correcto para
hacer
la incisin, erael
coger
el
pual con
la
manola
de-
recha y no por
puo, sino por la mitad de
hoja
cubierta con el papel. La
manera de sentarse y de
saludar los espectadores, en el momento de principiar la ceremonia, la de quitarse con pudor losvestidos deel la
parte superior del cuerpoel
;
la
de cubrir
arma y hacer
signo convenido94
al
kai-shatunin,
El
Alma Japonesa
eran actos pralos cuales recomendbase la mayor delicadeza y que formaban parte de la instruccin quetodo samuray teniael
deber de recibir del maestro de
ceremonias militares. El harakiri, en suma, era para los samurayes una ceremonia casi religiosa.
La importancia
del
ritual
slo
puede comprenheroica del
derse cuando travs de
la historia
Ya
mato se ven
los sacrificios
hechos en su honor. He
aqu, por ejemplo, al seor de
Choazemon que ha-
biendo sido vencido por su
rival, se decide suici-
darse para no tener que rendirse. Entre sus amigos nadie trata de convencerlo de que an puede vivir.
Lo nico que les preocupa todos, es que la ceremonia se verifique con la solemnidad y correccin propias de un gran noble. El ceremonial es muy dicen complicado y nuestro pobre amigo no lo ha visto nunca. Entonces uno de los capitanes
ile
Choazemon
se ofrece la
suicidarse antes que su
jefe, solo
para indicarle
hacerlo. Se adornaratorio se lleva
manera ms elegante de una estancia y el harakiri prepacabo ante el guerrero, que observafinal,
cada actitud, cada gesto, cada sonrisa, para poderliacer loel
mismo. Al
cuando su servidor expira,se
noble capitn dice:
"No
me
olvidar nada".
Y
tranquilo va acostarse. Al da siguiente levn-
tase tan
sus ms ricostase
temprano cual de costumbre. Se viste con trajes. Se perfuma. Escoge sus armas
preferidas. Luego, sin despedirse de nadie, adeln-
acompaado de dos padrinos hacia el pabelln en donde debe practicar el hara-kiri. Su vencedor
manda
su encuentro varios capitanes95
con encargo
E.
Gmez
Carrillo
de invitarlo almorzar.cer exclama charla,el
Acepto con con gran
pla-
vencido. Durante dos tres horassi
come, bebe y se muestra tranquilo como
estuviese en Kioto en poca de paz y de placeres.
Al final del almuerzo despdese cortsmente de susfelices adversarios
y sube
al
estrado en que sus pa-
drinos
le
esperan para ayudarle morir en belleza.
Los poetas que cuentan esta aventura, no pueden menos que extasiarse ante tanta correccin, ante dicen fu sutanta serenidad. Aquel acto blime. Que nuestros hijos lo aprendan de memoria
para imitarloral, llena
si
llega el caso
.
Y
esto,
como
es natu-
de indignacin los comentadores ingleseslo
de los libros japoneses. Pero diganlos europeos, el
que quieran
entusiasmo ante
la
muerte contina
y continuar durante muchos siglos en el Japn. Guando se trata de describir un hara-kiri clebre de explicar los ritos del acto sangriento, en efecto, casi todos aplauden y todos se enternecen. En losrelatos populares de la
muerte voluntaria de samu-
rayes y cortesanos, hay verdadera voluptuosidad. Con un orgullo en que se transpa renta toda el alma
de la raza,la
el
ms humilde contador de cuentos,
refiere
hora en que los trabajadores del ro le rodean, ronin que los bellas historias de las
sucumben sin hacer el menor gesto de dolor, que sucumben risueos y en su palabra se nota que l como se nota hara lo mismo si fuere necesario
en los rostros de los que escuchan, que todos envidian la suerte de aquellos que supieron morir conelegancia por
un motivo
ftil.
96
;
El
Alma Japonesa
^Uno delos
ms
caractersticos ejemplos de Ilara-
kiri es la historia del batalln
de Aizu.
En un mo-
mento decisivo defieles
la
guerra de restauracin, losresuelto vender
servidores del
Shogun haban
muy
earas sus vidas. Diez
nas tenan diez y siete
y nueve mozos que apeaos de edad formaron un unejrcito de
batalln para luchar contra
ms de
mil hombres. Bien saban que nada podran hacer.
Pero decididos morir por su seor, se despidieronde sus familias, festejaron su partida y juraron no separarse cualquiera que fuese la suerte que el destino les reservara.
Adoraron
los cuatro
puntos cardipartieron
nales prosternndose
veinte y siete veces, y des-
pus,
al grito
de
Viva
el
Shogun
,
conducidos por sus jefes Hirata Naiki y Harada Katsuyoshi. No contaban con ningn socorro. Sin em-
bargo nada poda hacerles retroceder. No se pueden contener las lgrimas, dice un japons, al recordar los actos de bravura que realiz ese joven
que qued enteramente destruido lo componan sufrieron el hambre, la sed y mil otros tormentos. El enemigo rode al fin, el bello castillo de Wakamatsu, en donde se encontraban y muy pronto no se vio sino la torre. El ruido de los caones haca temblar las montaas ybatalln
hasta
los soldados
que
Con las fuerzas agotadas por el combate y por los sufrimientos que haban soportado durantelos ries.
varios das, cuando ya no tenan97
ms municiones,8
E.
Gmez
Carrillono podan continuarla resis-
los hroes del batalln
tencia.
Nuestra misin ha terminado
exclamaron,la
todos una voz; pero antes que sufrir
supremael
vergenza de caer vivos entre enemigos, juremos abrirnossacrificio
lasel
manos de nuestrosy ofrecer
vientre
de nuestras vidas nuestro seor y padre . Luego, hablando sin rencor de la inestabilidad de lascosas de este
mundo, sacaron sus
sables
y
se suici-
daron.
El miedo la muerte, ese miedo que occidente, no ha invadido anrio!el
domina\
al
Japn.titula
Al contraVasoboii,
en
el
Hay un libro clebre que se cual un aventurero cuenta su
viaje al pas fan-
tstico del No-Morir,
En
aquel pas
dice
nodela
haba muerto aun nadie, pero
como
las biblias
China y de la India que han llevado algunos viajeros les han hecho saber que la muerte existe, se
mpean endos estudian
conocerla yel
al
fin
van logrndolo. To-
arte de morirla
como nosotros
losfin,
japoneses estudiamos
magia. Para llegar su
se privan de alimentos, se encierran, se hieren.las
En
mesas de
los ricos
no
se sirven
ms que vene-
nos
muy
famosos, llevados de pases lejanos, peroles
que segn creo no tarde en tarde. Conperderel
causan efecto sino
muy
de
ciertos elxires, logran llegar
conocimiento como cuando nosotros abusacopas de sak, y entonces exclaman As debe de ser la muerte:
mos de
las
deli!
rando de placer
y
bailan llenos de ventura. La oeupacin nacional,
Eles correr trasla leo
Alma Japonesa
La pgina es bella. Yo si no es un smbolo del Japn; me lo pregunto cuando evoco los cortejos de samurayes que buscaban antao la ocasin de morir sonriendo; rae lo pregunto al recordarla
muerte
.
menudo y me pregunto
aquellos soldaditos
que ayer an, iban
la batalla
cantado coplas de jbilo.
'J9
1
EL ESPRITU DE SACRIFICIO EN EL TEATRO POPULAR
En mssacrificio
de una ocasin leyendo las pginas ar-
dientes que los moralistas consagran al espritu de
de los japoneses, habaseme ocurrido pre:
guntarme Pero en qu puede consistir tal espritu en un pueblo que no ve sino un placer en el peligro, y que en la muerte misma encuentra voluptuosidad?.
Hoy,
al fin,
he encontrado
la
respuesta
tal
pro-
blema y he visto que aun aquellos que gozan muriendo, pueden disponer de medios heroicos parasacrificarse.
En
efecto, el acto tan raro
en
la literatura
europea
de aquel bravo Renier seor de Vantemise que, en un poema francs de la edad media mata su propio hijo por salvar al hijo de su soberano, es, en el
Japn una accin corriente. Los cuentos y las historias celebran ms de un ejemplo de herosmo idntico llevado
cabo con
la
sonrisa en los labios por
los
ms humildes samurayes.que de maneras distintas, presentan una accin
Entre los dramas japoneses que yo conozco, haytres
anloga.1016.
E.
Gmez
Carriloel
El primero es
Cerezo de
Suma
de un poeta de
Osaka llamado Namiki.
Nos encontramos en vspera de una gran batalla. Las tropas sogunales de los Ghengi, van lucharcontra las fuerzas de los Heike.
En
el
momento enjefe
que todos
los caballeros se
arman, Tsumenori,
de los Heike llama su hijo Asumori y sus ms nobles servidores, se pone de pie y solamente,dice:
Seores, Atsumori es mi hijo porla
la ley,
mas
no por
naturaleza.
Lael
bella, Fuji,
voritas del emperador, apercibise
estaba encinta, y
como
una de las faun da de que monarca la amaba apasiola
nadamente,
tal noticia
provoc los celos de sus comtradicin del em-
paeras. El mikado siguiendo
perador Sirakawa, que haba dado mi padre porj
esposa una de sus favoritas, casme con Fuji y poco tiempo despus de nuestro matrimonio mi
mujer dio luz un nio; Atsumori,educado como nuestro propiopadre. Cada vez quehijo,
al
que hemos
y el que hasta ahora no haba dudado de que fuese yo su verdadero
me
presento en
la corte,
el
exeraperador
me
pide indirectamente noticias de At-
sumori, por quien siente verdadera afeccin, y al que no ha querido dar ttulos nobiliarios con objeto de
que un da pueda hacer valer sus derechos al trono, si quedara vacante. As, se ha limitado nombrarleprncipe honorario.
Luego,
volvindose
hacia
Cuandoel
los ltimos disturbios
Atsumori contina estallaron en:
Kioto,
emperador ocultse en un paraje descono102
Elcido de todos.
Aima Japonesadeja-
Hubo un momento en que pens
ros en la capital para que pudierais buscar vuestro
padre y protegerlo; mas reflexion y juzgu ms conveniente alejaros, librndoos as de los furores
de los Ghengis. Esta esaqu.
la
razn por
la
cual os traje
Adems,
si
la
prxima
batalla,
que debe ser
decisiva, nos fuera contraria, nadie podr conduciros
Kioto. Partid, pues, esa ciudad con vuestra
maen
dre y vuestra esposa,est
mas como
la
tranquilidad noocultis
an
restablecida, os aconsejo
que os
cualquier pueblo de las cercanas y cuando
la calmil
impere
partiris definitivamente la corte.
Seguid,
os lo ruego, este consejo.
Atsumori contesta
:
me
No esperaba
recibir de vos tales rdenes. Sois
mi padre desde antes de mi nacimiento, aunquehayis adoptado no engendrado.hijo desde
slo
Soy vuestro
que vine
pre fielmente
mundo; he obedecido siemvuestra voluntad, mas permitidmeal
que hoy no obre
as.
Deseo tomar parte en
la
prxi-
ma
batalla para pagaros cuanto habis
protegindoos con
de decir
mi cuerpo.
exclama Ttsumenori
Cuanto acabis conmueve profidelidad alfiliales.
hecho por m,
fundamente mi alma, mas nuestra
moSi,el
narca se sobrepone todos los deberes
desobedeciendo mis consejos, permanecierais en
campo de batalla y sucumbiarais, no podra excusarme de vuestra muerte ante el exemperador y eso me obligara matarme inmediatemente. Los Ghensi, aun luchando contra las tropas imperiales,
conservan
por103
la
familia
imperial
la
E.
Gmez
Carrilloquetodoslos
veneracinses han
supersticiosa
los
japone-
tenido
siempre por
descendientes dela
Ama
Terasu Kami, diosa del Sol y fundadora dela
dinasta. As el jefe rebelde, Yohitsune, enterado de
que algunos miembros deneral en que
parte en la batalla, llama
regia casa van tomar Kumagae, que es el gele
ms
confianza tiene y
dice
:
Atacaris las
posiciones
cuya defensa esttronco fijaris
encargada Tsumenori; despus acamparis dondeest plantado aquel cerezo, en cuyo
ste cartel
:
La
flor
que brota de este rbol es
la reina de las flores.cie tan maravillosa.
En parte
alguna existe espe-
Quien se permitiere desgajar
de
l
de
la
una rama, ser condenado cortarse un dedo mano. A vos os incumbe, mi fiel Kumagae,
hacer respetar este bando.
Me
habis comprendido?
S,
mi
general... Adis.
corre al
Kumagae se aleja haciendo grandes reverencias y campo de batalla en donde ya su hijo Kojiro
ha comenzado distinguirse por sus proezas. Apenas llega, ve un caballero enemigo que pasa, y, hablndole como los guerreros de Garlomagno ha-
blaban sus adversarios,
le
He seor mo, Por qu vais tan de prisa? Si sois, como me lo figuro, uno de los nobles capitanes de los Ghengi, hacedme la bondad de deteneros y medir conmigo vuestras armas... Pero no, no!
dice
:
os molestis en venir. Yo corro hacia
el
sitio
en
que os encontris.
La pelea es
terrible.
En uno yel
otro bando, laslos
ms
heroicas hazaas ilustran
nombre de
guerre-
104
Elros. Al anochecer, el
Alma Japonesa
campo
est lleno de cadveres
y
el ro
se tie de rojo.
Kumagae vuelvegunta
su hogar.
Su mujer
le
pre-
Y
:
nuestro hijo?...
Y nuestro
Kojiro ado-
rado?... Decidme cules han sido sus proezas para
que mi alma se sienta llena de orgullo. conRivalizando con el heroico Hirayama nuestro chico penetr primero que testa el padre
los
palacio de Suma. Fu herido... s... Pero su conducta ser un timbre eterno de gloria
dems en
el
para nuestra familia.
Es grave esa herida? Supongamos que
lo sea...
Vais llorar por
eso?
No.Enese
Lo que quiero
es saber si
puedo enorgu-
llecerme de su valor.
momento
presntase
el
jefe
supremo de:
las fuerzas
Me aseguran que habis matado!
Yoshitsune, y
dice al guerrero
Atsumori...
Es verdad?... Yo mismo vengo hasta aqu para saber si es cierto... Vamos! enseadme ese trofeosangriento
A vuestras rdenes, general. Pero permitidmediga... Si...
que os
Antes de mandarme que corrieseel
la pelea
me
disteis vuestras instrucciones claras.
En cumplimientoencontral
de esas rdenes, ataqu
ala de-
recha del Palacio de Suma. Al comenzar la peleaprncipe Atsumori yle
cort la cabeza...
Esta cabeza que aqu veis...
Queris llevroslalo llevaris
como
trofeo?... Est bien...105
Os
dentro
E.
Gmez
Carrillo
de un momento. Antes os recordar quenasteis que plantara endice:
me
orde-
mi campo unla
letrero
que
La
flor
de este rbol es
reina de las flores,
en parte alguna existe una especie tan maravillosa, su nobleza no tiene igual en el mundo. Quien sepermitiere desgajar una rama de este rbol ser con-
denado cortarse un dedo de
la
mano.
Conal
esto,
es indudable que habis querido decir que no debe
ofenderse, ni aun en la fiebre del combate,
empe-
rador los prncipes imperiales que se encuentranentre los Heikes en el palacio de
Suma. Habis comsentido de vuestras
paradosaber
el
cerezo con la familia imperial. Queris
cmo be
interpretado
el
palabras frase por frase ? De este
modo
:
La
flor
que brota de este rbol.
Es
decir, el jefe
de
la fael
milia imperial, es la reina de las flores . Es
soberano absoluto del Japn entero.
En
parte alsignifica
gunaque
existe flor tan maravillosa. la
Lo que
raza imperial es la.
ms noble de
todas,
pues es de origen divinoigual en el
Su nobleza no tienedinasta imperial
mundo
;
lo
que equivale decir que,lael
desde
la
creacin del
mundo,
ha reinado sin interrupcin enella .
pas del sol levanta
y que ninguna casa soberana pueda rivalizar con Quien se permitiera desgajar una rama de este rbol ser condenado cortarse un dedo de la
mano. O lo que es lo mismo No solamente la muerte es el castigo de todo crimen de lesa majestad, sino que el atentar la vida de cualquier miem:
bro de
la
familia imperial es condenarse matar
su propio hijo.
He
ah lo que he comprendido,106
mi
Elgeneral.
ADma Japonesael
Yo mismo me he
aplicado
verdadero sen-
tido de vuestras palabras,
pues sabiendo que Atsu-
mori era prncipe de sangre imperial,prohibido matarle sin incurrir enla
me
estaba
pena indicada,brazo
mas como me
viera obligado
matar ese noble
descendiente, preferi cortarme yo
mismo un
antes que destruir unaes el sentido
rama de tanbien
alta nobleza. Tal
que
cre
poder desentraar en vuestrasvuestro
palabras.
He
interpretado
pensa-
miento
?
S,
habis comprendido perfectamente mi inflor,
tencin de proteger esa
Pero no dudo que esala
cabeza que est ante mis ojos sea
de Atsumori...
La mujer de Kumagae se acerca curiosa de ver la cabeza cortada por su marido y exclama Grandes dioses !... Es nuestro hijo!... Mis:
manos
tiemblan... Esta cabeza adorada parece que
quiere hablarme...
Cmo me acuerdo
del
momento
en que parti, sonrindome y dicindome adis!... Hijo mo!... Hijo mo!... Quin lo ha matado?...
emperador y de la bella que matarlo porque se puso ante m, y porque mis compaeros, vindome luchar contra l, me exigieron que guardase su cabeza como troes hijo delFuji...
Yo Y luego explica Atsumori
!
le
dice su marido.:
le
Yo
tena
feo. Era, pues, necesario presentar
una cabeza johablara conla
ven...
comprendes?
Ella se echa llorar y,
comoYa
si
madre de Atsumori,
dice
:
i
Seora
i
Seora!...107
veis que no
somos
!
E.
Gmez
Carrillo
ingratos. Nuestro sacrificio es
muy grande...
Vuestro
favor tambin lo fu.
cuando Fuji era concubina del emperador, Kumagae y su mujer, que se amaban, haban sido condenados muerte. La madre de Atsumeriefecto,los
En
haba salvado, y ellos habanla jurado eternadice
gratitud.
Hemos cumplido echndose en sus brazos Y Esposo mo! exclama. l.
ella,
:
Esposo mo
As termina
la historia
algo obscura y algo larga,
pero llena de herosmo y de emocin de Kojiro, hijo de Kumagae.Otro de los dramas en que encontramos un caso
anlogo de
sacrificio paternal es elel
KokuseayaKasenque de
de Tshikamatisu. Peroella
anlisis detallado
hace Aston, bastar darnos una idea de su aracto primero nosel
gumento.
En
el
encontramos en
la corte la
de
Nankin, ante
ltimo emperador de
dinasta
enviado del Kan de Tartaria acaba de pedirrano, en
Ming, que se halla rodeado de sus ministros. Un al sobe-
nombre de su seor, la mano de la favorita Ruaseis. Tal demanda no puede menos que espantar al monarca chino, que espera justamente en aquellos mismos das, un retoo de su bella concubina.Entre los consejeros imperiales, uno, Ki Token, cree
que por penoso que seadice que es imposible
el
sacrificio,
es necesario
hacerlo en inters de la paz; pero otro, Go-Sankei,
tomar en consideracin seme-
jante solicitud. El emperador despide de mala108
manera
:
Elal
Alma JaponesaPoco despus,las
emisario de su gran vecino.
trompetas hacen saber quedido han puestoAl cabo de una hora,cedor,
las tropas del
Kan ofen-
sitio al palacio.
La defensa es vana.
un general trtaro entra veny dice Go-Sankei Mi monarca no peda la favorita del Hijo delella
Cielo sino para matarla y destruir as al heredero
que de
va nacer. El ministro Ki Token es nues-
tro aliado secreto.
Ahora que hemos vencido, lleva-
remos al emperador y su concubina para que sirvan en las cocinas del palacio real de Tartaria.Al llegar este punto,el
anlisis de
Astonal
mepie
parece tan complicado, que prefiero traducirlo
de
la letra.
Dice as
:
Riuka, mujer de Go-Sankei,
aparece con un nio en los brazos, y dispnese huir con la princesa por una poterna, dejando all suhijo.
Go-Sankei hace una salida con sus cien guerreros
y
derrota al
numeroso
ejrcito
enemigo.
Durante su ausencia, y mientras dura el combate, Ki Kaiho, hermano de Ki Token, mata al emperador, le corta la cabeza y maniata Kuasei...Vuelve Go-Sankeial palacio,
encuntrase con Ki;
Kaiho
luego libra de sus ligaduras Kuasei, y respetuosamente coloca en sitio seguro el cuerpo decapitado del emperador y loreviste de las insignias reales. Mientras vacila, entre
y, de
un
tajo, le divide
en dos
salvar los restos del emperador cinta, el
la
concubina en
enemigo renueva
el
ataque.
Mas como ya los
cadver y salvar
haba derrotado una vez, se decide abandonar el al heredero del trono. En ese mo109
E.
Gmez
Carrillo
raento su hijo empieza llorar.cia!
exclama Go Sankei, reflexionando que aquelel
Qu desgra-
Entonces
nio es su heredero y que debe tambin salvarlo. le coge, le ata al palo de su lanza y perseKuasei cae en
enemigo se retira con Kuasei hacia el el camino muerta de un balazo, y medio de una operacin cesrea imGo Sankei, por provisada, salva al hijo del emperador y lo envuelveguido porrio.
en los vestidos dese apercibe de que
lael
madre.
Pero
si
el
Go Sankei
nio ha sido salvado
dicesel
enemigo
tratar de descubrir su paradero por
todos los medios imaginables. su hijo deal
Entonces descuelgaSankei huye.
la
lanza y lo mata, sustituyendo con
principe recin nacido.
Y Go
Los actos siguientes de esta obra no pesar de que en ellos admiroprodigiosas.
me
interesan,
muchas aventurasel
Lo que yo deseaba era hacer verleal sacrifica
he-
rosmo con que un guerrero
su pro-
pio hijo para salvar al de su emperador.
Ydel
ahora quiero hablar debella de las tres.
la tercera
obra que trata
es la
mismo ms
asunto. Se titula Terakoia.
Es grave y
A mi entender tierna. No
tiene ni fabulosas hazaas de guerreros invencibles,ni intiles lujos
de crueldades. La accin es de una
sencillez impecable.
Chirato, servidor leal del prncipe Mitchisane, te-
na tres hijos, los cuales les dio los
nombres dey Matsuo,
sus tres rboles preferidoscerezo,
:
Uneo, que quiere decirlas huellas del
Sakuramaru, que
significa ciruelo,
que es pino. Los dos primeros siguenpadre y entranal servicio del
mismo
Mitchisane, en
uo
;
El
Alma Japonesa
cuanto se hallan en estado de blandir un sable de
Samuray. El tercero se hizo paje del canciller Tokihira, personaje ambicioso, que ha conspirado contrael
emperador, y que en
el
ltimo instante, sintin-
dose punto de ser descubierto, ha atribuido suspropios crmenes al prncipe Mitchisane. ste es condenado muerte y su familia exterminada, con excepcin de un nio de ocho aos que un leal vasallo^ Hanso, logr salvar de la matanza y ocultar en unaaldea, hacindole pasar por hijo suyo. Para vivir,
y
para que nadiecuela.
le
conociera, Hanso fund una es-
primero ha muertosegundo ha sido destedefendiendo su amo el rrado; el tercero contina al servicio del cruel ene-
De
los tres hijos de Chirato, el;
migo del amo de su padre. As, ste no puedj menos que componer una cancin que terminadiciendo:
El ciruelo est lejos
;
el
cerezo se sec llorando:
slo el pino
me
ha traicionado.
Tus enemigos no hanpleto.
Un
da, alguien dice
Tokahira
desaparecido por
comSe
Uno de
los hijos de Mitchisane vive an.
llama Chusai y est escondido en la escuela de una aldea, al cuidado de un hombre leal.
En el acto Matsuo es llamado por amo que le habl as T eres entre mis servidores:
su vengativo
el
conocepadre.
al
ltimo vastago de mi
rival,al
que puesto quenicolado de tu
naciste y te educaste en
su palacio
Hoy tengo necesidad de que me des una111
E.
Gmez
Carrillofidelidad,
prueba de turarte de que
yendo con algunos soldados
mos que tienen orden de decapitarlo, para cerciono se equivocan.pino, el
Matsuo, el pens en que
quien todos
creen traidor,sacrificio
momento de hacer un gran
ha llegado, y decide dejar matar su propio hijo con objeto de salvar al de aquel prncipe que fueratan bueno para con su familia.
Guandouna
se levanta el teln,
vemos unaentre otros
clase en
escuela. All est Ghusaile
muchos
nios. El maestro ha salido y
reemplaza su mujer
Tuani. De pronto llaman la
la
puerta. Es
una seora,dice
He
mujer de Matsuo, que
trae su hijo.
odo hablar de esta escuela
y
deseo que mi hijo se eduque aqu. Es muy aplicado y estoy seguradequeaprender mucho. Se llamaKataro.
Despus de arreglar
las
condiciones de
la
educa-
cin de su hijo la seora se va llorando amargamente. Es extrao tanto dolor... s, es muy extrao...
Yo nunca hedad, quelo
visto cosa parecida... se dira,al
en vercolegio
ha trado
murmura Tuani.Enese
cementerio y no
al
mismo momento su esposola
entra descom-
puesto, lvido, tembloroso y
llama aparte.
Todo est descubierto... El canciller sabe que tenemos escondido Ghusai y ha mandado soldados para matarlo. El traidor Matono los conduce. Dentrode un minuto entrarn aqu... E nuevo discpulo le llama la atencin. Su rostrose ilumina.
Una
idea terrible acaba de atravesar su
cerebro.112
!
El
Alma Japonesa
Ese
nio nuevo
murmura
se parece al
joven prncipe.
Crees?S, s... los
nios se parecen como dos her-
manos, y si hubiera alguna diferencia entre ellos la muerte la borrar... Pero temo la llegada de la madre... Tal vez venga en momento inoportuno... Gritar, querr impedirlo... En ese caso tambinella
morir!
Mas
es horrible
derramar
la
sangre de uns,
inocente;
la
sangre de un nio!... S;
tienes
razn... Pero al propio tiempo piensa que tampoco hay nada ms sagrado sobre la tierra que lafidelidad nuestro seor.sacrificar al
En
aras de ella
debemos
mundo
entero!... Ah! la suerte quiere
que seamos dos monstruos!... Oh! madre desgraciada! En mal hora tu desventura te encamin aqu,hacia nosotros,
para confiarnos tu nico tesoro... Los que debamos servirle de padres vamos ser-
virle de verdugos!...
Grandes gritos resuenan enl
la calle.
Un enviadoy detrs de
del primer canciller entra en la escuela
aparece Matsuo.
Quiero verlos
todos
:
dice ste.
Yo
conozco al que buscamos entre los nios. Los chiquillos van pasando ante los soldados. De pronto el traidor Pino excla