Globalización y guerra: una compleja relación

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Revista de Estudios Sociales 16 | Octubre 2003 Guerra III Globalización y guerra: una compleja relación Hugo Fazio Vengoa Edición electrónica URL: https://journals.openedition.org/revestudsoc/25669 ISSN: 1900-5180 Editor Universidad de los Andes Edición impresa Fecha de publicación: 1 octubre 2003 Paginación: 42-56 ISSN: 0123-885X Referencia electrónica Hugo Fazio Vengoa, «Globalización y guerra: una compleja relación», Revista de Estudios Sociales [En línea], 16 | Octubre 2003, Publicado el 01 octubre 2003, consultado el 04 mayo 2021. URL: http:// journals.openedition.org/revestudsoc/25669 Los contenidos de la Revista de Estudios Sociales están editados bajo la licencia Creative Commons Attribution 4.0 International.

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Revista de Estudios Sociales 16 | Octubre 2003Guerra III

Globalización y guerra: una compleja relaciónHugo Fazio Vengoa

Edición electrónicaURL: https://journals.openedition.org/revestudsoc/25669ISSN: 1900-5180

EditorUniversidad de los Andes

Edición impresaFecha de publicación: 1 octubre 2003Paginación: 42-56ISSN: 0123-885X

Referencia electrónicaHugo Fazio Vengoa, «Globalización y guerra: una compleja relación», Revista de Estudios Sociales [Enlínea], 16 | Octubre 2003, Publicado el 01 octubre 2003, consultado el 04 mayo 2021. URL: http://journals.openedition.org/revestudsoc/25669

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Revista de Estudios Sociales, no. 16, octubre del 2003, 42-56

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GLOBALIZACIÓN Y GUERRA: UNA COMPLEJA RELACIÓN

Resumen

El artículo plantea el papel de la globalización en la configuración de las

nuevas modalidades de conflicto en las que se desdibujan las fronteras

entre lo que se conoce por guerra, crimen organizado y violaciones a los

derechos humanos. Se explican conceptos como los de sociedad global,

perfil globalizante y globalización intensa y se los utiliza para desentrañar

las nuevas dinámicas de la globalización. Se estima que las guerras, sin

dejar de ser eminentemente locales, pueden ampliar sus secuelas y

retroalimentaciones bajo la globalización. Se propone, como fundamento

explicativo de la misma, el concepto de resonancia, circunstancia

originaria de la naciente sociedad global y clave analítica para

desentrañar los tejidos, las oleadas y las redes que nutren, a la vez que

sirven de escenario, a los nuevos conflictos.

Palabras clave: Terrorismo, globalización intensa, guerra, guerra global, resonancia.

Abstract

The article presents the role of the globalization in the configuration of

new modalities of conflict in which the borders among what is known as

war, organized crime and violations to the human rights are not clear.

Concepts like global society, global profile and intense globalization are

explained and they are used to understand the new dynamics of the

globalization. It is estimated that wars, without stop being eminently

local, can expand their consequences under the globalization. It is

proposed, as an explanatory principle, the concept of resonance, native

circumstance of the rising global society and analytic key and to

understand the waves and the networks that nurture, at the same time

that serve as setting, to the new conflicts.

Key words: Terrorism, intense globalization, war, global war, resonance.

Con ocasión de los prolongados conflictos yugoslavos yde los sucesos del 11 de septiembre del 2001, unimportante grupo de analistas internacionales comenzó ainteresarse por las variadas formas que asumen lasguerras en condiciones de intensa globalización. Con el

ánimo de aprehender las particularidades de este tipo defenómenos en el mundo de posguerra fría, la mayor partede estos analistas ha emprendido un ejerciciocomparativo con formas anteriores de guerra, y de lasdisimilitudes que registran las guerras actuales conrespecto a las pasadas infieren los puntos deconvergencia que se presentan entre estas modalidadesde conflicto y la globalización.A partir de tal perspectiva argumentativa, estos estudiosossubrayan que desde la aparición del Estado moderno enEuropa hasta finales del siglo XX, las guerrasdesempeñaron un papel central en la vida de las naciones.Reiteradamente se remiten a la monumental obra deMichael Mann, Las fuentes del poder social, parademostrar que hasta bien entrado el siglo XX más de lamitad de los recursos del Estado se destinaban a lasfunciones militares,1 siendo el desempeño militar uno delos principales estímulos para aumentar las finanzas delEstado y desarrollar el espacio nacional. En este importantepapel que le correspondió al poder militar, influyerondistintos elementos, tales como las ambiciones de losgobernantes, consideraciones de índole interna así comotambién la dinámica misma que asumió el sistemainternacional, pues “los Estados individuales, paragarantizar su propia seguridad, debían prepararse para laguerra, un proceso que bastaba para generar inseguridaden los demás Estados y los llevaba a responder con lamisma moneda. En pocas palabras, los Estados se armabany se militarizaban en parte para aumentar su propiaseguridad y, al hacerlo, aumentaban la inseguridad de losotros Estados, que a su vez recurrían al armamentismo. Deese modo, todos los Estados se hallaban en condiciones demenor seguridad.”2

Durante este proceso de consolidación y fortalecimiento delos Estados, se asistió a varias modalidades de guerras: lasprimeras, predominantes en los siglos XVII y XVIII eranespacialmente limitadas, aunque a veces de muy largaduración, y respondían a la necesidad de asentar el poderpor parte de los Estados absolutistas; después se presentóuna nueva etapa que abarcó casi todo el siglo XIX, la cualse caracterizó porque las guerras asumieron un formatonacional y revolucionario y se centraban en lo fundamentalen torno a la problemática de la creación de los Estados-

* Profesor Titular del Instituto de Estudios Políticos y RelacionesInternacionales de la Universidad Nacional de Colombia y delDepartamento de Historia de la Universidad de los Andes.

Hugo Fazio Vengoa*

1 Michael Mann, Las fuentes del poder social, Madrid, AlianzaUniversidad, 1997, Tomo 2, págs. 525-578.

2 David Held, Democracia y orden global. Del Estado moderno algobierno cosmopolita, Barcelona, Paidós, 1997, págs. 77-78.

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naciones; a continuación, se ingresó a una época de lasguerras totales de principios del siglo XX (primera ysegunda guerra mundial), con un alto contenido ideológico,nacionalista y político y, por último, el mundo tuvo queenfrentar la “imaginaria” guerra fría, basada en ladisuasión nuclear, cristalizada en torno a ciertos referentespolíticos e ideológicos que le daban sustento y coherencia.Todos estos tipos de guerra,3 aun cuando obedecieran amodalidades bélicas diferentes, dado que eran singularesen cuanto a sus objetivos, disímiles en los tipos de ejércitosque empleaban, en la técnica militar y en la economía deguerra, compartían ciertos rasgos comunes: eran formas deviolencia organizada por Estados o por grupos políticosconcebidos por motivos políticos; quienes recurrían a laguerra se proponían ejercer un control sobre ciertosespacios territoriales, establecían una distinción más omenos espontánea entre lo interno y lo externo, lo públicoy lo privado; reproducían una aproximadamente claradiferenciación entre la guerra, por un lado, y los otros tiposde conflicto y violencia, por el otro; el Estado actuaba comoagente “organizador” de la guerra, los ejércitos, auncuando fuesen guerras civiles, se ordenabanjerárquicamente y la economía de guerra se estructurabadesde un punto de vista estatal y “nacional”.A diferencia de ello, las ampliamente documentadasguerras en la antigua Yugoslavia,4 a las que se suman losconflictos en Timor Oriental, Somalia, Burundi, Rwanda yAfganistán, habrían comenzado a demostrar que en elmundo de posguerra fría, la noción misma de guerra habríasufrido una profunda transformación. Desde la década delos años noventa del siglo XX, se estaría asistiendo a una“nueva” modalidad de conflicto, la cual no constituiría unaetapa más reciente en la ya de por sí larga evolución de lasguerras modernas. En su esencia, estas nuevas formas deconflicto responden a lógicas y desarrollan unas dinámicastan distintas de las anteriores que Mary Kaldor las definecomo “nuevas guerras”.Como señala Kaldor, numerosos son los elementos queparticularizan estos nuevos tipos de conflicto: sedesdibujan las fronteras que antes eran más o menosevidentes entre la guerra en sentido convencional, elcrimen organizado y las violaciones a gran escala de los

derechos humanos; muchas de ellas surgen en un contextode erosión de la autonomía del Estado o de desintegracióndel mismo; en su modus operandi realizan una extrañasimbiosis entre, de una parte, elementos de la guerra deguerrillas, dado que eluden las grandes concentraciones defuerza militar y los enfrentamientos entre ejércitos, y lasacciones de contra insurgencia (v. gr. limpieza étnica), de laotra; la mayor parte de la violencia se dirige contra lapoblación civil (si a inicios del siglo XX la relación de bajasentre militares y civiles era de 8:1, hoy en día es de 1:8);emplean técnicas de desestabilización dirigidas a sembrarel miedo y el odio entre la población civil; en cuanto a suscontingentes, distantes se encuentran de la época en quepredominaban los ejércitos jerarquizados porque estánconformadas por unidades descentralizadas y privatizadas(los señores de la guerra), así como por gruposparamilitares, caudillos locales, bandas criminales,elementos de la policía, grupos mercenarios y ciertoselementos de los ejércitos regulares y, por último,organizan una economía de la guerra en torno al mercadonegro, la captación de recursos y apoyos externos, elsaqueo, y las exacciones. “Todas estas fuentes sólo puedenmantenerse a través de la violencia permanente, de modoque la lógica de la guerra se incorpora a la marcha de laeconomía.”5

Si los conflictos yugoslavos contribuyeron a la definición denuevas modalidades de guerra, el ataque terrorista del 11de septiembre del 2001 amplió el diapasón argumentativode estos analistas, dado que este cruel ataque sería la másclara demostración de que el mundo se encuentraigualmente frente a un nuevo tipo de amenaza: elterrorismo global. Este puede interpretarse como “aquelque, en un mundo globalizado, emplea todos los recursosdisponibles: desde el recurso a fanáticos de una religiónextendida en gran parte del planeta, hasta la explotaciónde un profundo sentimiento de humillación de toda unacultura, pasando por la organización en red o el uso detodas las capacidades para incrementar la eficacia delterror, sacando provecho de las nuevas tecnologías.” 6

Entre las principales particularidades de este terrorismo sedestaca el hecho de ser global, se encuentrasustancialmente privatizado, no atiende a limitaciones y seha extendido por todo el orbe. Esta difusión a escalaplanetaria no sólo obedecería a la incidencia que el

3 Véase Mary Kaldor, Las nuevas guerras. Violencia organizada en la eraglobal, Barcelona, Tusquets, 2001, introducción y capítulo primero.

4 Véase un interesante análisis de las nuevas guerras en Yugoslavia y enotros lugares del mundo, en Michel Ignatieff, El honor del guerrero,Barcelona, Tusquets, 1998.

5 Mary Kaldor, 2001, op. cit, pág. 24.6 Narcís Serra i Serra, “La militarización de la política exterior de Bush”,

en El País, 7 de abril del 2003.

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proceso de globalización ha tenido sobre dicho fenómeno,aunque los avances tecnológicos aplicados a los flujos deinformación, las comunicaciones, el transporte y elmovimiento de capitales lo hayan propiciado. Detrás haytambién un plan deliberado. Osama Bin Laden lo declaróenfáticamente en agosto de 1996: “La orden de matar alos americanos y sus aliados, civiles y militares, es unaobligación individual para todo musulmán, que puedehacerlo en cualquier país donde sea posible.”7

Según Ignacio Ramonet, director de Le MondeDiplomatique, este terrorismo es global, en cuanto a suorganización, pero también en lo que se refiere a sualcance y objetivos. Carece de reivindicaciones precisas yno demanda ni la independencia de un territorio, ni exigeconcesiones políticas concretas, ni anhela la instauraciónde un tipo particular de régimen. “Esta nueva forma deterror se manifiesta como una especie de castigo o depunición contra un comportamiento general, sin mayorprecisión, de los Estados Unidos y más ampliamente de lospaíses occidentales.”8 Este terrorismo sería un fenómeno denuevo cuño porque se basa en la acción de redestransnacionales que actúan como organizaciones nogubernamentales, de manera descentralizada, y sinterritorio. “Se dice que los Estados son imprescindibles parala estructuración de redes terroristas transnacionales. Peroquizá es precisamente la ausencia de Estados, lainexistencia de estructuras en funcionamiento el caldo decultivo para las actividades terroristas.”9

El internacionalista Joseph Nye ofrece una atractivaexplicación de este fenómeno. Sostiene que este terrorismoglobal es mucho más mortal y difícil de controlar que lasexperiencias terroristas de viejo cuño. Es decir, reconoceque si bien el terrorismo ha sido una práctica que hundesus raíces en lo más profundo de la historia, el actualcomportaría un conjunto de novedades que lo conviertenen una experiencia sin parangón con respecto a lasexperiencias pasadas. Joseph Nye distingue dos tipos detendencias que han incidido en este cambio de naturalezadel fenómeno terrorista. El primero gravita en torno a laeconomía y a la tecnología. “Las fuerzas del mercado y laapertura se combinan para aumentar la eficacia de muchos

sistemas más vitales, como el transporte, la información yla energía, pero también los hace más vulnerables. Lademocratización de la tecnología hace posible que losinstrumentos de destrucción masiva sean más pequeños ymás baratos y que se pueda acceder a ellos másfácilmente.” Los grandes desarrollos tecnológicos y elempequeñecimiento han desempeñado un papel de primerorden en la medida en que mientras antes las bombas y lostemporizadores eran pesados y caros, en la actualidad losexplosivos plásticos y los temporizadores digitales sonligeros y baratos. Seguramente, el arma de destrucciónmasiva que más probablemente pueden utilizar estosgrupos no será el armamento nuclear, sino las armasbiológicas, la llamada “bomba nuclear de los pobres,” quetienen un bajo costo y son fáciles de construir gracias a losimportantes avances registrados por la ingeniería genética.Pero también los terroristas se han beneficiado de losgrandes avances que ha registrado la tecnología de lainformación y de las comunicaciones, pues estos adelantosles han proporcionado medios de comunicación y deorganización muy baratos, lo que permite que unos gruposque antes sólo podían operar en jurisdicciones policiales ynacionales alcancen una cobertura internacional. El analistanorteamericano recuerda que hace treinta años, lacomunicación mundial instantánea estaba restringidabásicamente a las grandes entidades que disponían degruesos presupuestos. Pero, con el desarrollo de internet seha vuelto prácticamente instantánea, además de gratuita.De acuerdo con Nye, el otro tipo de tendencias se refiere alos cambios en la motivación y en la estructura de losgrupos terroristas. A diferencia de los grupos quedesplegaron sus actividades durante gran parte del sigloXX, aquellos solían tener unos objetivos políticosrelativamente bien definidos, entre los cuales no teníacabida la destrucción masiva pues socavaba el necesarioapoyo social. En ocasiones, esos grupos recibían apoyo delos gobiernos y éstos, encubiertamente, los controlaban.“Pero ahora cambió la forma misma en que operan lasorganizaciones terroristas. La red Al Qaeda compuesta pordecenas de miles de personas, vagamente afiliadas encélulas en unos 60 países, le proporciona una escala quesobrepasa lo visto hasta la fecha. Las nuevas tecnologíashan puesto en manos de grupos e individuos descarriadospoderes destructivos que antiguamente estaban limitados alos gobiernos. Si extrapolamos estas tendencias ysuponemos que algún grupo descarriado logra acceder amateriales biológicos o nucleares, es posible imaginar aterroristas asesinando a millones de personas. Para matar atanta gente, unos descentrados como Hitler y Stalin

7 Fernando Reinares, “Objetivo: el mundo entero”, en El País, 1 de juniodel 2003.

8 Ignacio Ramonet, “Le nouveau visage du monde”, en Le Mondediplomatique, Paris, diciembre del 2001.

9 Ulrich Beck, “El silencio de las palabras”, en El País, 16 de diciembredel 2001.

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necesitaron gobiernos totalitarios. Pero ahora es fácilimaginarse a grupos y/o individuos alineados matando amillones sin apoyo del Estado. Precisamente estaprivatización de la guerra ha modificado radicalmente lapolítica mundial.”10

A la pregunta ¿en qué estriba la especificidad de estasnuevas modalidades de conflicto?, la respuesta de todosestos analistas se resume en una palabra: globalización.Son conflictos que tienen lugar en un contexto en el cualse han intensificado las tendencias globalizantes y sedesenvuelven a través de los circuitos y oportunidades quecrea la misma globalización. Al respecto, el politólogoBenjamín Barber hace un tiempo sostenía que losterroristas tienen una mejor percepción de la naturaleza deeste proceso que los gobernantes de Estados Unidos.“Entienden que forman parte de una infraestructurainternacional que ninguna nación –por muy poderosa quesea- puede controlar por sí sola. Saben que no corren riesgosólo porque los Estados ‘anfitriones’ que están utilizandosean atacados y destruidos; porque el terrorismo incluyeorganismos mutables, móviles y flexibles que no tienen unapatria concreta. Pueden establecerse en y entre amigos (enPakistán, Egipto o Alemania o Florida). Si las erradicas deAfganistán, reaparecerán en Indonesia o en Sudán o enFilipinas, o pasarán desapercibidos, fundiéndose entre lagente de su misma etnia (como los talibanes supervivientesen Afganistán) o explotando el multiculturalismo de susadversarios (como es posible que estén haciendo inmigranteso trabajadores extranjeros en Marsella o en Nueva York). Lainterdependencia significa que el terrorismo no puede serdecapitado: porque es un sistema cuyas conexiones son máscríticas que sus células constituyentes.”11

Las derivaciones que se desprenden de la retroalimentaciónentre estas modalidades de conflicto y el complejoambiente en el cual se desenvuelven las sociedadesmodernas tienen una gran relevancia porque sugierenimportantes indicios que ayudan a entender mejor lacambiante naturaleza de los conflictos en el mundo de hoyy, cómo éstos constituyen un espejo en el cual se refractanlas sociedades y los regímenes políticos, los ordenamientosjurídicos, los universos culturales y la misma vida cotidianade las personas, proveen de importantes indicaciones de latransformación que está experimentando el mundo en la

actualidad. Así, por ejemplo, cuando se sostiene que estosconflictos se están convirtiendo en guerras globales, se estátransmutando el estatuto normativo y la claveinterpretativa de la misma sociedad global. A partir de estepresupuesto se puede colegir que una diferenciafundamental con respecto a las viejas guerras radica enque las anteriores se desenvolvían en un ambiente externo,eran posibles de obviar, se podía participar o mantenerse almargen, se podían, incluso, aislar. Una guerra global es unatotalidad incluyente porque todo individuo se encuentrageográfica o espacialmente inmerso en el conflicto, dadoque ésta carece de confines e incluso participa en suproyección temporal porque una guerra global se renuevaen el tiempo. No es casualidad que con esta mutación dela guerra, se altere también el pensamiento de la misma. Siantes se argumentaba en torno a la guerra justa, ahora sehabla de guerra preventiva.12

Segundo, descifrar su naturaleza se convierte en un asuntomuy importante porque estas nuevas guerras mantienencomo una de sus principales constantes el hecho deencontrarse compenetradas con las distintas dinámicas dela globalización. Sin duda que uno de los rasgos básicos deestos nuevos conflictos consiste en que potencian almáximo una dimensión privada, tanto en lo que respecta ala iniciativa, la organización, así como a la ejecución mismade las guerras. En buena parte, esta dimensión privada delas guerras no es otra cosa que la penetración de la lógicadel mercado en el desarrollo de los actuales conflictos. Estacaracterística constituye, en efecto, uno de los puentes mássólidos que existe entre las guerras y la globalización.Pero cabría entonces formular otra pregunta másespecífica, ¿si estas nuevas guerras al igual que elterrorismo global se alimentan de la globalización, utilizanmuchos de sus intersticios y generan consecuencias másallá de sus confines inmediatos, puede sostenerse que seestaría asistiendo a una modalidad globalizada deconflictos? No es posible responder este interrogante sin antesabordar someramente qué se entiende por globalización ycómo este fenómeno ha variado en los últimos años. Enaras de la brevedad, conviene recordar que el mundoatraviesa en los inicios de este nuevo milenio una complejacoyuntura histórica. Esta es una coyuntura en la que seentremezclan indistintamente viejas y nuevas prácticas deacción, todas las cuales, a su modo, intervienen en la

10 Joseph S. Nye, “La privatización de la guerra”, en El País, 29 de enerodel 2003.

11 Benjamín Barber, “Lo que EE.UU. ha aprendido y lo que no”, en ElPaís, 7 de septiembre del 2002.

12 Raniero La Valle, “Un nuovo pacifismo”, en La Rivista del Manifesto,No. 29, junio del 2002.

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determinación de la política mundial. Si en nuestropresente más inmediato el pasado todavía se proyectacomo una poderosa fuerza actuante, se debe, igualmente,reconocer que el mundo transita en la actualidad por unafase particular, la cual se caracteriza por una desmedidasobrecarga del presente. Esta preeminencia del presente ode la urgencia viene dictada por el impacto de losmodernos medios de comunicación que enlazan ysincronizan de modo fluido a las distintas sociedades en unpermanente presente y en ello interviene también elimpacto multiplicador que han tenido algunos procesos ymagnos acontecimientos –v. gr. el fin de la Guerra Fría, lacaída del muro de Berlín, la crisis financiera asiática de1997, el 11 de septiembre del 2001, la intervención enIraq, etc.- eventos que también están alterando loscimientos mismos sobre los cuales se asientan lassociedades contemporáneas.Si bien todo análisis coyuntural comporta riesgos ydificultades en el esclarecimiento de su proyección, elelemento nodal que le da sustento a este período podemoslocalizarlo en la intensificación de la globalización. En efecto,uno de los fenómenos más característicos de nuestropresente ha consistido en la acentuación, en términos devolumen, velocidad y compenetración de las tendenciasglobalizantes en la economía, en la cultura, en el ámbitosocial y en la política. Si bien la globalización constituye unproceso único, sus manifestaciones, ritmos e intensidadesson dispares en las distintas instancias de la vida social.Sin embargo, si observamos el desarrollo tendencial deestas disímiles expresiones, podemos constatar que, a raízdel impulso de diferentes factores y agentes, desde finalesde la década de los años sesenta, la globalizacióneconómica alcanzó comparativamente mayores niveles decompenetración, para lo cual se benefició del impacto quetuvo el ciclo de hegemonía neoliberal, el incentivo querecibió de los procesos de desregulación y liberalizacióncomercial y financiera y del impulso que obtuvo de laspolíticas de reconversión económica que tuvieron lugar demanera más o menos sincronizada entre los países endesarrollo, las antiguas economías socialistas y las nacionesindustrializadas. Esta globalización económica tomó cuerpoa través de la activación de un conjunto de mecanismosque superaban las anteriores fronteras, liberaron laeconomía del zócalo social y político en que antes seencontraba inscrito e hicieron posible el surgimiento deuna economía con ribetes globales que subsumía losespacios económicos nacionales. Con posterioridad a lacrisis asiática de 1997, esta triunfante interpretacióneconomicista de la globalización comenzó a ser duramente

cuestionada. En ello intervinieron dos tipos de elementos.De una parte, se comprendió que así como jalona elcrecimiento, también amplifica las crisis. De la otra, envastas regiones del planeta la globalización no promocionóni un take off ni se tradujo en bienestar ni en unmejoramiento de la calidad de vida de las personas. No fuecasualidad que a finales de la década, la lecturaeconomicista de la globalización empezara a ser sustituidapor visiones que promocionaban otras más compactas.Difícil es por el momento saber a ciencia cierta si durantelas décadas pasadas la calidad de las demástransformaciones globalizantes fue en efecto mucho menoro si simplemente fue más opaca. Quizás, el menor cuidadoque se le prestó a las formas no económicas de laglobalización se debió a la alta notoriedad que alcanzóesta última. Como ésta se apoyaba en la existencia de unconjunto de indicadores, los cuales ilustraban y permitíanmedir los niveles de compenetración, se asumió que todaslas demás formas globalizantes debían comportarcaracterísticas similares o que debían explicarse como unasimple irradiación y reflejo de lo que ocurría a niveleconómico. Ello explica sin duda por qué, durante granparte de este período, la globalización cultural, porejemplo, fue entendida básicamente a través del inusitadodesarrollo de las industrias culturales, circunstanciainducida por la intensidad de la compenetración económicaa nivel mundial y por el carácter mercantil de los distintosambientes sociales. Al constatarlo se infirió la idea de que,como efecto de estas industrias culturales y del ocio, elmundo estaba ingresando en un inédito proceso decompactación y homogenización. Pero, a partir de lasegunda mitad de la década de los años noventa, fuecuando se empezó a tomar conciencia de que laglobalización cultural en realidad creaba una explosivamezcla que conjugaba indistintamente homogeneidad condiferencia y que estimulaba formas particulares dereapropiarse de lo local por lo global y viceversa.13

En el plano social, la globalización fue entendida en losinicios de este período también como el producto detransformaciones a que estaba dando lugar el tránsito delos anteriores esquemas fordistas a otros de acumulaciónflexible, proceso que implicaba, además de la alteración delos anteriores rígidos patrones de relaciones laborales, laemergencia de un nuevo esquema de división social: losinsertos en la globalización y los excluidos de ella. Sólo de

13 John Tomlinson, Globalización and culture, Cambridge, Polity Press, 1999.

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modo reciente, hacia finales de la década de los noventa,se comenzó a popularizar la idea de que la globalizaciónsocial también comportaba particularidades propias, que serealizan de una manera diferente de lo que acontece en losotros ámbitos, como por ejemplo, cuando se entrevé laemergencia de una naciente sociedad civil global o de unaopinión pública con ribetes también globales. Es decir, aligual que ocurriera con los análisis culturales, lo social enun comienzo fue entendido sólo como resultado de lastransformaciones que se estaban presentando a niveleconómico. Hoy por hoy, predomina una visión distinta enla medida en que se ha comprendido que en este campotambién tienen lugar manifestaciones globalizantesparticulares, las cuales, del mismo modo que en la cultura,entran a renegociar con lo económico la representaciónmisma de la globalización.Por último, en el plano político, desde tiempo atrás existíandébiles manifestaciones globalizantes, como fueron, enefecto, la misma Guerra Fría, que se convirtió en unaparticular forma de globalización de la política o launiversalidad de ciertos principios enarbolados por la ONUcomo, por ejemplo, los derechos humanos. Sin embargo, laglobalización política también fue entendida como unreflejo de las transformaciones que estaban sacudiendo eledificio económico de las sociedades. La expansión delliberalizado mercado al destruir el anterior equilibrioexistente entre el Estado y el mercado, a favor de esteúltimo, estaba creando un escenario en el cual el primeroempezaba a quedar privado parcialmente de herramientasy facultades para intervenir en los asuntos económicos,sociales e incluso, a veces, políticos. No fue casualidad quecomo lo político se entendía simplemente como reflejo delo económico, no faltaran autorizadas voces queargumentaban que la globalización simplemente no podíaser un asunto político.Este tipo de argumentaciones, bastante usuales, sobre todoen los análisis politológicos, por lo general, se dejaba llevarpor una visión un tanto mecanicista y simplista de laglobalización y se ha convertido en una demostración deque en el seno de las ciencias sociales se tardó mucho encomprender la globalización como un fenómenopolivalente, causado y causante, que exhibe una grancapacidad transformadora, que trasciende con creces susmanifestaciones económicas o mundiales, pues altera, almismo tiempo, lo global y lo local, lo general y lo particular ylos cimientos así como las manifestaciones mássuperestructurales de las sociedades modernas, sean estasdesarrolladas o en desarrollo o, para decirlo en otrostérminos, globalizadas o en vías de globalización.

Pero con el ánimo de juzgar de modo más ecuánime estasinterpretaciones iniciales, se podría argumentar que quizáeste tipo de lecturas conserva su validez cuando se quierearrojar luces sobre las particularidades de la globalización enlos inicios de esta coyuntura histórica, finales de los sesentahasta la década de los ochenta, pero resulta sercompletamente insuficientes cuando se aborda la fase actual,que es la nuestra. Puede sostenerse que en nuestro presenteinmediato más bien se está ingresando en un ciclo en que seha relentificado la globalización económica, factor inducidopor los altos niveles de compenetración que ya ha alcanzado,por el debilitamiento de los referentes universalistaspopularizados durante los ciclos anteriores y porque se hatomado conciencia de que se han disociado sensiblementelos resultados esperados y la experiencia real que estaglobalización económica ha creado. Este hecho además, tienelugar en condiciones en que se está presenciando uninusitado crecimiento en términos de volumen, ritmo ycompenetración de las manifestaciones culturales, sociales,imaginarias y, sobre todo, políticas de la globalización.Igualmente, fue común a la mayor parte de esos análisisconcebir la globalización como un fenómeno inherente alas transformaciones que tenían lugar entre los países másdesarrollados, proceso que sólo a medida que proseguía lasenda de su consolidación, terminaba involucrando a lasregiones más periféricas, tanto del Este como del Sur. Estees el motivo que explica por qué numerosos autores haninterpretado la globalización como una especie detriadización,14 es decir, como una práctica de crecienteinterpenetración entre Estados Unidos, la Unión Europea yJapón. Lo que no logra captar la mayor parte de estosanálisis consiste en que la globalización intensa quedebutó a finales de la década de los sesenta, no sóloinvolucra de modo más directo a los países en desarrollo,sino que también está dando lugar a un tipo deorganización más cercana a la experiencia histórica de lasnaciones más periféricas que a las ricas y avanzadas.Para decirlo en otras palabras, al intensificarse laglobalización, las formas “no modernas” no se encuentranen peores condiciones de subsistir y realizarse que lasextremadamente modernas. No está de más recordar alsociólogo Ulrich Beck, quien, en uno de sus más recientestrabajos, argumentaba que en la actualidad las nacionesdesarrolladas dejaron de marcar el rumbo en el proceso demodernización de los países menos desarrollados, pues

14 Vincenç Navarro, Globalización económica, poder político y Estado debienestar, Madrid, Ariel, 2000.

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estos, en varios aspectos, son los que les muestran a losprimeros la imagen de su propio futuro. “En el ladopositivo, podríamos enumerar características tales como eldesarrollo de sociedades multirreligiosas, multiétnicas ymulticulturales, los modelos interculturales (...) En elaspecto negativo, podríamos señalar la extensión del sectorinformal de la economía y la flexibilización del trabajo, ladesregulación legal de grandes sectores de la economía yde las relaciones laborales, la pérdida de legitimidad delEstado, el crecimiento del desempleo y del subempleo, laintervención más enérgica de las corporacionesmultinacionales y los elevados índices de violencia y crimencotidiano.”15

En el fondo, el gran cambio geológico que estáexperimentando el mundo en la actualidad consiste en quela globalización ha alcanzado unos niveles de intensidadtales que todos los países se encuentran en alto gradocompenetrados, incluso aquellos que aparentemente sólode modo incipiente se han adaptado a estas tendencias.Ello explica por qué muchos de los temas que pueden serde interés en una región del planeta, en particular, debenanalizarse en concordancia con los grandes cambiostectónicos que tienen lugar en el mundo, en su conjunto.Este tipo de profundas transformaciones estructurales,difíciles de observar en la superficie de la vida diaria, hahecho posible que sobreviniera un cambio cualitativo. Enla medida en que se ha intensificado la globalización hanaparecido los primeros atisbos que dejan colegir queestamos asistiendo a la emergencia de una sociedadglobal, de la cual todas las regiones, zonas, localidades eindividuos indefectiblemente hacen parte. De ahí que sustemas, problemas y preocupaciones ya no puedanseguirse analizando al margen de las grandestransformaciones que están sacudiendo al mundo en suconjunto. “Una sociedad global que incluye relaciones,procesos y estructuras sociales, económicas, políticas yculturales, aunque operando de manera desigual ycontradictoria (...) Pero lo que comienza a predominar, apresentarse como una determinación básica, constitutiva,es la sociedad global, la totalidad en la que poco a pocotodo lo demás comienza a parecer parte, segmento,eslabón, momento. Son singularidades o particularidadescuya fisonomía posee al menos un rasgo fundamental,conferido por el todo, por los movimientos de la sociedadcivil global.”16

Esta emergente realidad mundial es, sin duda, lo queexplica el que ya no podamos seguir analizando lasopciones, los problemas y las disyuntivas que se expresanen una realidad regional como si fueran situaciones quepudieran explicarse por sí mismas. Ser parte de unaemergente sociedad global conduce indefectiblemente apensar, imaginar y entender las retroalimentacionesdeseadas, conscientes o involuntarias que se producenentre las regiones y localidades con las dinámicaspropiamente planetarias.La globalización, como proceso, es un fenómeno activo y,en ese sentido, se le concibe mejor si se le observa comouna dinámica mutante y cambiante. En su ya larga historia,la globalización ha transitado por numerosas etapas y en elpresente nos encontramos en medio de un tercer períodode su desenvolvimiento. Este período podemos definirlocomo de globalización intensa, momento de grandesincertidumbres, en tanto que ha sido precisamente duranteestos años cuando se reforzó el desarraigo de distintasespecialidades con respecto al territorio, se comprimió eltiempo, situación inducida por los sistemas flexibles deacumulación y por la renovación de los medios decomunicación, y porque se comenzó a asistir a inéditasformas de desanclaje de los individuos.17 Una breveperiodización de este intenso ciclo de globalización nosayudará a aprehender de manera fácil y rápida lossucesivos cambios que han tenido lugar en el mundodurante estos tres decenios.Este período de intensa globalización, cuyos inicios seremontan a finales de la década de los sesenta, podemosdividirlo esquemáticamente en tres ciclos: el primeroconstituyó una fase que podemos denominar como laglobalización planetarizada, abarca los años comprendidosentre finales de la década de los sesenta (“mayo del 68”) ylos iniciales de los setenta (fin de la convertibilidad del dólary la primera crisis del petróleo) hasta 1989. Definimos esteciclo como planetarizado porque aún conservaba un apegopor lo territorial, pero, a diferencia de los ciclos anteriores,durante esta fase la globalización se expresa en unadimensión planetaria y también porque se proyectó ennuevas condiciones el predominio de los esquemastradicionales de ejercicio del poder tanto económico comopolítico. Durante estos años, se asistió en todo el mundo a

15 Ulrich Beck, La crisis de la sociedad global, México, Siglo XXI, 2002,pág. 5.

16 Octavio Ianni, La sociedad global, México, Siglo XXI, 1998, pág. 23.17 Véase una explicación más detallada de estos ciclos en Hugo Fazio

Vengoa, La globalización en su historia, Bogotá, Universidad Nacionalde Colombia, 2002.

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profundos cambios económicos (tercera revolución industrial,posfordismo o acumulación flexible, intensificación de laglobalización financiera), políticos (erosión de los referentesde la guerra fría, interdependencia, emergencia de nuevaspotencias), sociales (declive de clases tradicionales –obreros,capitalistas industriales y campesinos-, flexibilización laboral,emergencia de nuevos actores sociales y políticos), culturales(advenimiento de referentes culturales mundiales,consolidación de los mercados culturales, erosión de losanteriores mapas cognitivos), mediáticos (intensificación dela renovación de los medios de comunicación) y discursivos(neoliberalismo). Sin embargo, si en ese entonces no hubouna clara toma de conciencia de la radicalidad de loscambios a los que estaba asistiendo el mundo, ello fue elresultado de que este despliegue globalizante encontraba unlímite natural en el rígido guión impuesto por la Guerra Fría.Fue, en el fondo, un período de extendida globalización,pero con manifestaciones todavía dispares en los distintosámbitos y confines del globo. No obstante las diferenciasque asumía este formato en las distintas regiones delplaneta, fue durante este ciclo, cuando empezó aintensificarse la globalización en la medida en que esecúmulo de transformaciones comenzó a crearregularidades en las estrategias de cambio en todas partesdel mundo.El segundo ciclo se representa como una globalizaciónsincronizada. Su particularidad consiste en que conjuga lasheterogéneas tendencias globalizantes anteriores paraubicarlas dentro de un gran movimiento envolvente. Es enese sentido que afirmamos que esta fase multiplica ennuevas condiciones el despliegue de la globalización. Esteha sido, por tanto, un breve pero fundamental momentohistórico que se inició luego de la caída del muro de Berlíny ha perdurado hasta el ataque terrorista contra las TorresGemelas en Nueva York. Durante esta fase se interioriza yproyecta en nuevas condiciones la dinámica de la faseanterior, con la única diferencia de que estas distintasmanifestaciones globalizantes se sincronizan, seretroalimentan mutuamente y adquieren una dimensiónpropiamente planetaria, en razón de que desaparecieronmuchas de las anteriores “fronteras” (v. gr., el mundosocialista) que obstaculizaban la continua expansión deestas tendencias, y se construyeron nuevosemplazamientos.Por último, con el despuntar del nuevo milenio, se hapresentado un nuevo ciclo que podemos definir como lacolisión de las globalizaciones. Este representa unacoyuntura, en el sentido politológico del término, en la queactualmente nos encontramos. De este ciclo sólo

conocemos su marco cronológico de inicio: el 11 deseptiembre del 2001 y permanece aún abierto su momentode finalización.Desde el día en que se produjo el ataque a las TorresGemelas al momento actual, se ha asistido a una serie deprofundos cambios, los cuales, como tendencia, se hanconvertido en indicadores que permiten sostener que seestá alterando de modo sensible la manera como veníadesplegándose la globalización a lo largo de las tresúltimas décadas, pero sin llegar a convertirse en unasituación como la de los años de entreguerras, cuando sepresentó un inédito escenario de desglobalización.Denominamos este ciclo como colisión de globalizacionesporque las tendencias que venían desplegándose desde losciclos anteriores se proyectan todavía durante esta fase,pero con tres grandes diferencias. La primera consiste enque se ha fragmentado el movimiento envolvente de laglobalización, circunstancia que ha obedecido a que se hanintensificado sus manifestaciones no económicas, las cualesno sólo están asumiendo formas de expresión distintas dela económica, sino que también reproducen alcancesdiferenciados. De otra parte, durante este ciclo, distintosactores han acentuado la tendencia a revertir muchas de laspreferencias y predisposiciones anteriores, lo cual se hatraducido en una merma en el número y en la calidad deacciones encaminadas a potenciarla. Por último, se visualizaun cambio paradigmático que está alterando la balanzaentre la libertad y la seguridad en favor de esta última.Se observa también la existencia de otros factores loscuales del mismo modo están conduciendo a que aumentela réplica de estas colisiones tectónicas. Cabe recordar queuno de los mayores impactos que tuvo el 11 deseptiembre fue el haber contribuido más que cualquierotro acontecimiento de nuestro presente inmediato a quese tomara conciencia de que la globalización constituye unfenómeno que trasciende las fronteras de la circulacióneconómica.En efecto, si este ciclo constituye el tercer capítulo de estelargo movimiento que hemos definido como deglobalización intensa es porque durante estas décadas elfenómeno conserva una alta resonancia. Si bien una lecturadel tercer ciclo en una perspectiva de corta duraciónpareciera sugerir que durante esta fase se estaríaingresando en un período nuevo, en el que apareceríannovedosos elementos que aglutinan y convocan, se llega aotro tipo de conclusión, cuando el problema se visualizadesde el ángulo de la longue durée, porque, no obstantelas disimilitudes, se puede constatar que la calidad de lastransformaciones de naturaleza más estructural, sobre las

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que se precipita la globalización, es tan profunda y hatejido unos hilos de compenetración tan finos, que inclusoel suplantar la libertad por la seguridad terminará siendo, ala postre, un fenómeno bastante episódico y pasajero.La persistencia de estos elementos de continuidad no debeesconder, sin embargo, las novedades de las que este ciclose hace portador. Desde el debut del nuevo siglo laintensificación de la globalización se viene realizando demodo diferente a las formas que asumiera durante losciclos anteriores. Si con anterioridad el incremento era másbien de índole cualitativo y sectorial en la medida en quelas manifestaciones económicas se constituyeron en elsoporte cohesionador de la globalización en las otrasesferas sociales, en los inicios del nuevo siglo laintensificación es cuantitativamente sectorial ya que se hatraducido en un poderoso impulso para que adquieranmayor visibilidad las otras manifestaciones del fenómeno,las cuales antes se encontraban rezagadas con respecto ala economía.Al tiempo con que se expanden e intensifican estas otrasmanifestaciones globalizantes, la expresividad económicadeja de detentar el monopolio en la determinación de laspautas y la orientación que asume este fenómeno. En lamedida en que lo económico ha ido perdiendo sucapacidad conductora, la etapa propiamente neoliberal dela globalización parece estar comenzado a quedar atrásporque además de extinguirse su impulso inicial, el ataqueterrorista del 2001 acentuó la propensión al riesgo,elemento propio de las sociedades modernas; aumentó lasdosis de volatilidad en el mundo, en general, y sobrepusootros factores a los exclusivamente económicos en ladeterminación de la globalización vivida o anhelada. “Loslogros del neoliberalismo –un gobierno magro y barato-tienden a ser una desventaja en la guerra contra elterrorismo. La precariedad de sus harapientasinfraestructuras públicas hizo vulnerable a Estados Unidosen los ataques del 11 de septiembre, la amenaza del ántraxy la seguridad del tráfico aéreo. Ahora ha vuelto el grangobierno en forma de un enorme Departamento deSeguridad del Territorio Nacional, expansión del ejército yde los servicios de inteligencia, nuevos sistemas devigilancia, programas de propaganda y apoyo del gobiernofederal a las industrias en situación precaria.”18 Estatransmutación en los factores orientadores de laglobalización obedece también al hecho de que en

momentos como los actuales cuando un tipo de guerra seconvierte en un elemento definidor de la política mundial,se agudizan en todos los ambientes las diferencias queexisten entre la globalización y la contienda que libra laactual potencia global. Entre los cambios de mayorenvergadura que se pueden observar, se destaca el hecho deque si la globalización se venía realizando durante los dosciclos anteriores dentro de los marcos de una impetuosadesterritorialización, proceso que, como señala AnthonyGiddens, se produce porque en las condiciones de lamodernidad, el lugar se vuelve crecientementefantasmagórico, es decir, los aspectos sociales sonpenetrados en profundidad y configurados por influenciassociales muy distantes, que se generan a distancias deellos,19 a partir del 11 de septiembre, los distintos agentesprocuran reterritorializar tanto sus acciones como su poder,lo que se ha traducido en un decisivo golpe alneoliberalismo.Esta disociación entre globalización y neoliberalismo no debeinterpretarse como un repliegue de la primera o, como hasostenido el globófobo John Gray,20 que la globalización hallegado a su fin. Lo que simplemente está ocurriendo es quela anterior convergencia, que llevó a muchos a pensar queglobalización y neoliberalismo eran conceptos prácticamentesinónimos, ha comenzado a desdibujarse y que la expansiónde estas tendencias proseguirá de manera más desordenadao dentro de otros referentes.Este repliegue del neoliberalismo, de la anterior modalidadde globalización económica y, de suyo también, de lapasada pretensión de configurar el armazón de lasrelaciones internacionales a partir de las compenetracioneseconómicas tiene lugar en un contexto en el cual un nuevocomún denominador ha entrado a participar: el movimientose produce en una constelación en la que entran a actuarelementos que apuntan hacia una nueva forma deglobalización de la política, uno de cuyos más importantesindicadores lo encontramos en el redimensionamiento delEstado.Pero este reposicionamiento del Estado, así como lasnuevas demandas que pesan sobre él, no debeninterpretarse como un debilitamiento, sino como unfortalecimiento de la globalización. El 11 de septiembre seconvirtió en un punto de inflexión en el desenvolvimiento

19 Anthony Giddens, Las consecuencias de la modernidad, Madrid,Alianza, 1999, pág. 30.

20 Véase, John Micklethwait y Adrian Wooldridge, “From Sarajevo toSeptember 11”, en Policy Review, No. 119, 2003.18 Jean Nederveen Pieterse, “Imperio neoliberal”, en El País, 14 de enero

del 2003.

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de la globalización, ya que incluso aquellos ámbitos queeran percibidos como monopolios del Estado y que, portanto, se encontraban al margen de las tendenciascentrífugas de la globalización, también entraron en unadinámica de compleja atractividad.Durante toda la época de la Guerra Fría y los primeros añosde los noventa, los conflictos y las situaciones deinseguridad económica y financiera podían contenersedentro de las fronteras nacionales y/o regionales en las queestas situaciones tenían lugar. Con el 11 de septiembre lainseguridad llegó a los mismos países desarrollados y,como tal, demostró que algunos conflictos ya no puedenseguir confinándose dentro de las fronteras regionales,porque por su naturaleza son globales y requierenrespuestas de la misma envergadura.Pero esta recuperación del papel del Estado no deja deplantear serios problemas, porque su regeneración tienelugar en un momento de intensa globalización, lo quesugiere que es cada vez más improbable imaginar que seorganice y estabilice el mundo sobre la base de un simplejuego interestatal. La globalización exacerba el tránsito deuna lógica de bolas de billar que chocan entre sí, a unade flujos que se entremezclan. De ahí surge la idea deque la gobernabilidad mundial que subentiende todafórmula de regulación mundial ya no sea reductible a uncanon exclusivo de los Estados. Cuando se habla degobernabilidad no se está aludiendo sólo a los gobiernos.La gobernabilidad remite fundamentalmente a la idea deque las elecciones y las decisiones pasen cada vez máspor juegos de transacciones entre actores de diferentenaturaleza más que por una lógica jerárquica en la queun actor -el Estado- dictaría sus conducta a los otros. Estaes la razón de por qué la idea de la gobernabilidadexcluye la perspectiva de un super Estado macro regionalo mundial.21

Pero lo más importante es, como lo sugiere Beck, que nonos referimos al Estado en su acepción tradicional y menosaún al legendario Estado nación. “El interés nacional de losEstados los fuerza a desnacionalizarse y atransnacionalizarse, es decir, a renunciar a la soberaníapara resolver sus problemas nacionales en un mundoglobalizado”. Como precisa el sociólogo alemán, larevalorización del Estado no significa el resurgimiento delEstado nacional sino de los Estados transnacionales

cooperantes.22 Ello, en parte, viene determinado por losmismos acontecimientos que han trastocado la nociónmisma de seguridad. En un mundo que se globaliza, elatentado a las Torres demuestra que se requiere el apoyode todo el mundo para afianzar la seguridad internacionalpero también para hacer factible la seguridad interior. Lasfronteras de lo interno y lo externo se han vuelto aún másporosas, porque el mundo es interdependiente y ello exigesellar compromisos de negociación a nivel transnacionalpara resolver los problemas más acuciantes a los que elmundo y todas las colectividades deberán enfrentarse.Todos estos abruptos cambios han entrañado, de estamanera, un vuelco fundamental en la perspectiva que veníapregonando y practicando la expansión de las tendenciasglobalizantes en los años anteriores. Un rasgo fundamentalque se ha acentuado durante este ciclo consiste en eldeseo deliberado por parte de grandes actores de intentarconducir la globalización por unos derroterosdeterminados, con el propósito de contrarrestar efectosconsiderados como funestos. Durante los dos ciclosanteriores fue común el hecho de que la desregulación yliberalización se tradujeran en una liberación de prácticasque terminaban minando la capacidad misma de varios delos más importantes agentes por asegurar al proceso unadireccionalidad deseada.Otra importante diferencia de este y los anteriores ciclos deglobalización se visualiza en el hecho de que se haproducido un gran cambio en las expectativas que elladespierta. Si en términos generales durante el ciclo anteriorexistía una inclinación por asociar globalización conbienestar, crecimiento y mayor armonía y seguridad en todoel mundo, los ataques del 11 de septiembre se convirtieronen el “Chernobil de la globalización.”23 No es fortuito, portanto, que en los últimos años haya adquirido cada vezmás fuerza la proclividad de muchos por bajarse o dirigir eltren de la globalización, debido a que cada vez aumenta elgrupo de los perdedores o de los marginados de la misma.Si esto se ha convertido en una pretensión evidente en elcaso de las autoridades de los Estados Unidos cuandointenta introducir nuevos limes, una situación similar seestá presentado con los movimientos antiglobalización, loscuales después de haber pregonado a los cuatro vientos supropósito de descender del tren de la globalización, en laactualidad comparten la idea de que no es posible

21 Zaki Laïdi, “Etat, politique et mondialisation”, en Studia politica.Roman Political Science Review, vol. 1, No. 3, 2001.

22 Ulrich Beck, ¿Qué es la globalización?, Barcelona, Paidós, 1998.23 Ulrich Beck, El País, 8 de febrero del 2003.

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manifestarse en contra de este proceso, pues laglobalización se ha convertido en un fenómeno queentrelaza a todas las sociedades, incluidas las que todavíase mantienen apegadas a posiciones antisistémicas.La observación de la dinámica de la globalización en losinicios del nuevo siglo, en condiciones en que se atomizó elantiguo movimiento envolvente que encontraba en sudimensión económica el nervio central, conduce a uncambio de perspectiva en el análisis de la globalización ydemuestra que este fenómeno carece de causalidadesúltimas y que sus impactos son más bien el producto dedeterminadas resonancias que producen ciertosacontecimientos, coyunturas y procesos.Cuando hacemos referencia a que se expresa comoresonancia, estamos insistiendo en que la globalizaciónintensa no puede interpretarse en términos de causas yefectos, debido precisamente a los innumerablesentrecruzamientos que existen. Zaki Laïdi, al respecto, laexamina como “la entrada simbólica del mundo en laintimidad social y cultural de cada sociedad, con los efectosen cadena que esta proximidad, deseada o temida, real ofantasmagórica, entraña en nuestra manera de ver, decomprender, de experimentar el mundo”. La globalizaciónno es, por tanto, “una simple cuenta de series estadísticasde comercio e inversión; también es una representación delmundo; es una fenomenología del mundo porque incluyehechos y concepciones que se tiene de ellos, así como lacapacidad de estos acontecimientos a encadenarse losunos con los otros, a entrar en resonancia y, en eseaspecto, producir sentido.”24

Una vez que hemos identificado las característicasinmanentes de la intensa globalización actual, tal como lodemuestra la experiencia del mundo en los albores delsiglo XXI, podemos intentar dar respuesta al interroganteque formulábamos con anterioridad cuandopreguntábamos si las nuevas modalidades de guerra yconflicto permiten sostener que nos encontramos frente a unfenómeno que ha adquirido un alcance global. La principalparticularidad al intensificarse la globalización consiste enque produce numerosos entrecruzamientos entre una gamatan amplia de variables que éstas ya no pueden explicarseen términos de causalidad (exposición de causas y efectos),razón por la cual se deben establecer enlaces diferenciadosentre los distintos elementos. Un análisis en términos deresonancia sugiere que por más que podamos establecer a

ciencia cierta las causas de los conflictos, de éstas nopodemos inferir las consecuencias de los mismos, así comode los resultados tampoco podemos extraer las motivacionesque dieron lugar a esas guerras. En condiciones de intensaglobalización no pueden existir explicaciones definitivas o enúltima instancia. A lo sumo se puede intentar establecer unorden jerárquico de ellas y deducir la lógica de la resonanciaentre los distintos elementos.El término de guerra global puede utilizarse, incluso conreservas, porque se inscribe dentro de la etapainternacionalizada de la globalización, sólo en relación contres acontecimientos que establecieron un claro nexo entreglobalización y guerra. El primero de estos acontecimientosfue el conflicto bélico conocido como “la Gran Guerra”(1914-1918).25 Entre las numerosas contiendas que habíansacudido el mundo en el transcurso de los últimos siglos,ninguna anterior se asemejaba a ésta. Todas, incluida laguerra de los Treinta Años, habían sido conflictoslocalizados, se desarrollaban en sus zonas de influenciainmediata, en el radio de acción de los medios bélicosentonces existentes. La Primera Guerra Mundial tuvo suepicentro en el Viejo Continente, pero con la disputa por elcontrol de las rutas marítimas, envolvió a regionesdistantes, incluso la zona costera atlántica de América delSur. Fue una guerra en la que participaron todas lasgrandes potencias, la mayor parte de los Estados se alineóen uno de los bandos y no fueron pocos los países extraeuropeos que enviaron soldados a participar en losescenarios de conflicto.Más allá de sus nefastas consecuencias, esta guerraexacerbó el nacionalismo, desató las pasiones imperialistasy, en razón de la fusión entre la política y la economía,propia del imperialismo, tensionó la repartición del mundoen esferas de influencia. Esta asociación entre política yeconomía, fenómeno que siempre ha estado en eltrasfondo del desarrollo de la globalización, se convirtió enuno de los detonantes principales. En ese sentido, no seríaequivocado decir que esta guerra fue una expresión de lamanera como en ese entonces se expresaba laglobalización (territorializada), en la que se enmarcaba lanecesidad que para los países centrales representaba larepartición del mundo en zonas de influencia, para poderseguir así participando de las tendencias globalizantesdesde una posición autocentrada. En su esencia fue unevento que se inscribió en la lógica de desarrollo de la

24 Laïdi Zaki, “La mondialisation comme phénoménologie du monde”,en Projet, No. 262, verano, 2000. 25 Marc Ferro, La Gran Guerra, Madrid, Alianza, 1980.

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globalización política en tanto que procuró ser unarespuesta a los desajustes que en el ámbito político ymilitar existían entre las potencias reinantes, intentó dirimirlas tensiones que se presentaban a nivel del control de loscircuitos económicos y buscaba, además, conservar lacentralidad del Estado como actor conductor de la vidainternacional en condiciones en que las nuevas fuerzaseconómicas estaban empezando a romper ese monopolio.El otro acontecimiento fue la Segunda Guerra Mundial,evento bisagra que, al tiempo que implicó unaprofundización de las tendencias desglobalizantes a quehabía dado lugar el anterior conflicto bélico mundial, yaque aceleró al máximo el fraccionamiento entre los paísesen competencias territorializadas, supuso igualmente unimportante cambio de perspectiva. Con las alianzaspolíticas y militares que se crearon en medio del conflicto ycon la conciencia que se alcanzó en torno a la necesidadde dar inicio a un ordenamiento mundial que previniera taltipo de situaciones, se crearon las condiciones para elavance hacia una nueva forma de mundialización. Enbuena medida esta toma de conciencia estuvo motivadapor el hecho de que durante el conflicto se produjerongrandes pérdidas humanas y de activos de capital existentey que dada la capacidad destructiva efectiva era necesarioprevenir la repetición de tales de situaciones. A diferenciadel anterior conflicto mundial, el desencadenamiento de laSegunda Guerra Mundial fue estimulado por el contexto dedesglobalización a que había llegado el mundo en ladécada de los años treinta, pero en su desenlace aportósoluciones para revertir dicha tendencia. Entre estasencontramos, además, la creación de organismos políticos yeconómicos multilaterales –la ONU, el GATT, el FMI, elBanco Mundial, etc.– y las condiciones que se crearon paraimpulsar el crecimiento económico y, en general, eldesarrollo en un contexto de elevada interdependencia.Estas guerras, que en su desenvolvimiento tuvieron unalcance planetario, fueron fenómenos que se mantuvieronapegados a una lógica de tipo mundial, más quepropiamente global, en la medida en que los factores quelas impulsaron, la manera como se condujeron y losobjetivos que se trazaban seguían inscritos en unadimensión territorial, aun cuando a nivel de los imaginariosse les identificaba como conflictos inéditos y globales, encuanto a su naturaleza y capacidad destructora.El único conflicto que se ajusta más al concepto de globalfue la Guerra Fría, que dio origen a la emergencia de unvector (el eje Este-Oeste), estructurador de las relacionesinternacionales, regulado con base en la disuasión nucleary en la carrera armamentista, al cual se supeditaban o a

través del cual se expresaba prácticamente la totalidad delos conflictos e intereses internacionales. Durante esaépoca, las otras fuentes de rivalidad o conflicto (como elquiebre Norte-Sur) quedaron eclipsadas o terminaronreproduciéndose dentro de la lógica política que sederivaba de la Guerra Fría.La Guerra Fría puede considerarse también como unaforma particular de globalización política. Además dereproducir un eje en torno al cual se expresan todas lassituaciones y conflictos a escala nacional (en la mayorparte de los países las divisiones políticas se correspondíancon el referente izquierda-derecha, socialismo-capitalismo,pro soviético y pro norteamericano), regional (OTAN contrael Pacto de Varsovia), internacional (Este-Oeste) y mundial(competición intersistémica), y de sobreponer dosreferentes ideológicos (el mundo libre y el socialismo en laversión soviética), las superpotencias desarrollaronactividades y mantuvieron una presencia constante a lolargo y ancho de todo el planeta. “La Guerra Fríaconstituyó un sistema único de relaciones de poderglobales que, paradójicamente, dividía al mundo en camposrivales y al mismo tiempo lo unificaban dentro de un ordenmilitar mundial estratégicamente interconectado.”26

La Guerra Fría introdujo igualmente nuevos procedimientosa través de los cuales se expresaba la hegemonía por partede una de estas superpotencias, los Estados Unidos.Mientras la Unión Soviética “defendía una concepciónclásica, territorial y político militar del poderío, EstadosUnidos desplegaba una capacidad desterritorializada,sistémica, alimentada de relaciones informales que dabanorigen a un juego de redes.”27 Es decir, la potenciaamericana disponía de hilos más finos para seguirmanteniendo su control una vez que la bipolaridad entraraa su ocaso y para adaptarse a las redes de interpenetraciónpolítica, social, económica, simbólica y cultural a que dabalugar la intensificación de las tendencias globalizantes.Fuera de estos acontecimientos, las otras formas deconflicto más recientes difícilmente pueden inscribirsedentro de una perspectiva global. La guerra contra elterrorismo internacional, por ejemplo, sólo frugalmentepuede catalogarse como dentro de este grupo. Luego delos sucesos del 11 de septiembre, el gobierno de GeorgeBush declaró su guerra global contra el terrorismo. En un

26 David Held, Transformaciones globales. Política, economía y cultura,México, Oxford University Press, 2002, pág. 88.

27 Marie-Claude Smouth, Les nouvelles relations internationales.Pratiques et théories, París, Presses de Science Po, 1998, págs. 48-49.

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comienzo se pensó en la validez conceptual de este tipo deguerra en cuanto a que se estaba encarando a un grupoarmado transnacional (v. gr. los muyahidín). Entre estos, sinduda, el más importante ha sido el grupo Al Qaeda(término, por supuesto globalizado en su misma esencia,puesto que significa banco de datos y alude a los cientosde personas cuyos nombres quedaron inscritos en la listaporque asistieron a los campos de entrenamiento deOsama Bin Laden). Esta organización ha reclutado a sugente en Arabia Saudita, Yemen, Argelia, Marruecos, Iraq yLibia, etc., también recurre a los modernos medios detransporte, se aprovecha de las redes financierastransnacionales, utiliza ampliamente los modernos mediosde comunicación y se propone como objetivo la creación degrupos transnacionales que defiendan y justifiquen susactos y pregonen sus ideas.Un análisis más minucioso del problema deja ver que sibien Al Qaeda demostró una gran capacidad para infligirgrandes daños y traumatismo, ocasionar un elevadonúmero de muertes y mantener en vilo a los dirigentes dela nación más poderosa del planeta, tanto en esa como enotras acciones que se le atribuyen, el terrorismo comoamenaza planetaria sólo existe de manera incipiente. Comoseñala Sartorius “lo que subsiste son múltiples fenómenosterroristas en diferentes partes del planeta que obedecen acausas distintas, con historias diferentes y que, en lamayoría de los casos, no tienen nada que ver unos conotros. No es lo mismo Al Qaeda que la guerrillacolombiana; ETA, que el ejército ‘moro’ de Filipinas; lasacciones de Hamás que los actos terroristas en Chechenia,Argelia o Cachemira. No existe un centro mundial delterrorismo que coordine todos estos foros de violencia (…)El drama es que al actual gobierno de EE.UU. no leinteresan estas matizaciones, porque donde no apareceuna amenaza global no se justifica un poder mundial.”28

Incluso en los países musulmanes, región del planetadonde existe un abigarrado número de movimientos quepermanentemente recurren a la violencia, muchos de loscuales han sido declarados como terroristas por la CasaBlanca y más recientemente por parte de la Unión Europea;estas organizaciones han sido moldeadas porparticularidades nacionales y la mayor parte de las vecesdefienden determinados intereses nacionales. Una rápidamirada panorámica así lo demuestra. En un comienzo estasorganizaciones tuvieron como objetivo la creación de una

comunidad musulmana transnacional. Pero ante el fracasoexperimentado para alcanzar ese objetivo se convirtieronen movimientos que buscan un reconocimiento comoactores legítimos a nivel nacional. Entre estos encontramosel Hamás palestino, el movimiento Islah en Yemen, elHezbolá libanés, etc. El único movimiento que no respondea esos criterios es Al Qaeda que representa un nuevo tipode neofundamentalismo, ideológicamente conservador yque se encuentra desvinculado de la política y de lasestrategias de los Estados.29

Los vasos comunicantes de estos movimientos con laglobalización no son, por tanto, tan sólidos como sepudiera pensar a primera vista. La denuncia de sucondición global es parte de un discurso de ciertas elitespolíticas que ven en ello una coartada que justifica lainclinación de la balanza hacia los temas de seguridad, yestablece nuevos limes, pero sobre todo para limitar oredireccionar la globalización en el ámbito político y de lasrelaciones internacionales.En este sentido, sería más adecuado sostener que, encondiciones de intensa globalización, los conflictostienden a adquirir un perfil globalizante, sin que por sunaturaleza sean eventos que induzcan a que se acelere eintensifique la globalización, es decir, son guerras, cuyasmotivaciones originales se encuentran localizadas, peroque se robustecen en los intersticios de la globalización,amplificando sus retroalimentaciones y repercusiones,tanto a nivel espacial como temporal. Este perfilglobalizante se apoya igualmente en el hecho de que laintensificación de la globalización, tal como se expresa enla actualidad, ya no se fundamenta en torno a una mayorhomogeneidad y compactación mundial, sino en unamayor afirmación de las identidades particulares. Lamayor culturización de la vida en las sociedadesmodernas demuestra que mientras más abstracto sevuelve el poder de los flujos globales, de capital,tecnología e información, “más concretamente se afirmala experiencia compartida en el territorio, en la historia,en la lengua, en la religión y, también, en la etnia. Elpoder de la identidad no desaparece en la era de lainformación, sino que se refuerza (…) Un mundointerdependiente y multicultural es un mundo deidentidades comunicables o es un mundo en pie deguerra.”30

28 Nicolás Sartorius, “Sobre la guerra y el terrorismo”, en El País, 19 deseptiembre del 2002.

29 Olivier Roy, Las ilusiones del 11 de septiembre. El debate estratégicofrente al terrorismo, México, FCE, 2003.

30 Manuel Castells, “El poder de la identidad”, en El País, 18 de febrerodel 2003.

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El perfil globalizante toma cuerpo precisamente en elhecho de que, en condiciones como las actuales, laglobalización asume como una de sus principalesparticularidades el ser una dinámica que ante todo priorizalo local mezclado con lo global, más que como ocurríahasta hace poco, la intensificación de las tendenciashomogenizadoras globales que subsumían lo local. Por ello,hoy por hoy, la dinámica globalizante se refuerza en lamisma localidad.La dimensión de lo global, en estos casos, no opera nicomo un propósito ni como un procedimiento deliberado nise sustenta en una dimensión planetarizada. Son conflictos,cuyo radio de acción se amplifica a través de lasresonancias que externalizan o que interiorizan, las cualesse generan dentro de las distintas espacialidadesglobalizantes.La respuesta al ataque terrorista del 11 de septiembre del2001 y la intervención militar en Iraq sirven de ilustración deesta doble dinámica. El primero por la actitud globalizanteque asumió el Gobierno norteamericano para enfrentar laamenaza y por la disonante resonancia que ha engendradola toma de conciencia de la globalización de los temas deseguridad. Dominique Moïsi resume este dilema en lossiguientes términos: “Durante la presidencia de Bill Clinton,los estadounidenses deseaban salvar al mundo, aunque demala gana. Con Bush, pretenden protegerse del mundo oincluso retirarse de él.”31

El segundo, por el contrario, no tanto por el arsenalargumentativo que impulsó a Washington a librar estaguerra, sino por la resonancia en términos de consecuencias.Si los efectos llegan a ser controlados, lo que seguramenteno sucederá, esta invasión será un fenómeno pasajero, yaque no será otra cosa que un accidente que prolongatendencias mayores. Pero si sus consecuencias se muestranimpredecibles en los resultados, entonces puede convertirseen un acontecimiento fundacional que libera energíasincontrolables, incluso para la potencia más poderosa delplaneta. En un escenario tal, se intensificará la colisión deglobalizaciones y se seguirá profundizando el cicloglobalizante en el cual nos encontramos.En síntesis, tal como se desprende de la lógica que haasumido la globalización en el transcurso de los últimosaños, el fundamento explicativo de la misma se localiza enel concepto de resonancia. Una perspectiva de análisis entérminos de resonancia comporta una gran sutileza porque

integra tanto las relaciones directas como lasfantasmagóricas, las presentes como las ausentes. En esesentido, alude al conjunto de redes, flujos, intersticios yespacialidades de los cuales se nutren y en los que tambiénse realizan los conflictos. La resonancia es la condiciónprimigenia de la naciente sociedad global, la cual, adiferencia de las organizaciones nacionales, ya no seconcibe a partir de un determinado aparato estatal que lacohesiona y le impone unos determinados límites. Laresonancia sincroniza las relaciones, incluidas las que seproducen entre ausentes. En otras palabras, si la resonanciase ha constituido en la principal condición de existencia dela globalización y constituye un circuito a través del cual serealiza la mayor parte de los conflictos que actualmentesacuden al mundo, cualquier intento de resolución de losmismos exige encontrar una salida en términos deresonancia, incluidos los que responden a condicionantesmás endógenos como puede ser el colombiano.En este caso particular, lo cual también es válido para losdemás países latinoamericanos, el reconocimiento de lasoportunidades y desafíos que plantea la resonancia vuelvemás urgente la necesidad de comprender que la región haempezado a ser una parte constitutiva de la sociedad globaly que debe mirar hacia el futuro, renunciando a muchas delas viejas y estrechas herencias. Como señala JorgeCastañeda “pocas regiones del mundo como América Latinaposeen intereses objetivos tan coincidentes con laconstrucción de una nueva normatividad internacionalrigurosa, amplia y precisa. En materia ambiental, dederechos indígenas o migrantes, de derechos humanos o decomercio internacional, de defensa de la democracia o de losderechos laborales, las naciones de América Latina tienenmás que ganar y menos que perder que casi cualquier otraregión del mundo de la creación de un régimen de valoresuniversales –por definición, supranacionales- en estamateria. Pero al mismo tiempo pocas zonas del mundomanifiestan tanto apego y respeto por una serie detradiciones y principios hoy en día contrapuestos al proyectouniversalista anteriormente mencionado. La no-intervención,la defensa irrestricta de la soberanía, la renuencia antecualquier cesión consentida pero explícita de soberanía, unenfático nacionalismo retórico e ideológico, la reticencia aasumir responsabilidades “injerencistas” son constantes enlas posturas de la inmensa mayoría de los gobiernoslatinoamericanos.”32

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32 Jorge Castañeda, “América Latina ante una disyuntiva desgarradora”,en El País, 13 de marzo del 2003.

31 Dominique Moïsi, “La verdadera crisis del Atlántico”, en ForeignAffairs en español, otoño-invierno del 2001.

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DOSSIER • Hugo Fazio Vengoa

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