Gilles Deleuze Rousseau[1]

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JEAN-JACQUES ROUSSEAUPRECURSOR DE KAFKA, DE CÉLINE Y

DE PONGE

Gilles Deleuze

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Nos exponemos a dos maneras de ignorar a un gran autor. Por ejemplo, al desconocersu lógica profunda o el carácter sistemático de su obra. (Hablamos, entonces, de sus“incoherencias”, como si ellas nos dieran un placer superior). O, de otro modo, alignorar su potencia y genio cómico, en donde se halla generalmente el máximo de laeficacia anticonformista de la obra. (Preferimos hablar de las angustias y del aspectotrágico). En verdad, no se puede admirar Kafka sin reírnos al leerlo. Estas dos reglasvalen especialmente para Rousseau.

En una de sus tesis más célebres, Rousseau explica que el hombre en estado denaturaleza es bueno, o al menos no es malo. Esa no es una declaración generosa ni unamanifestación de optimismo; es un manifiesto lógico extremadamente preciso.Rousseau quiere decir: el hombre, tal como se lo puede suponer en estado de naturaleza,no puede ser malo, pues las condiciones objetivas que hacen posible la maldad y suejercicio no existen en la propia naturaleza. El estado de naturaleza es un estado en elcual el hombre está en relación con las cosas, y no con otros hombres (salvo de manerafugaz). “Así pues, los hombres se agredían al encontrarse, pero ellos se encontraban enmuy pocas ocasiones. Por todas partes reinaba el estado de guerra, pero toda la tierraestaba en paz”1. El estado de naturaleza no es solamente un estado de independencia,sino de aislamiento. Uno de los temas recurrentes de Rousseau es que la necesidad no esun factor de aproximación: ella no reúne, al contrario, aísla. Al ser moderadas, nuestrasnecesidades en el estado de naturaleza entran necesariamente en una especie deequilibrio con nuestros poderes, adquieren una especie de auto-suficiencia. Lo mismopasa con la sexualidad: en el estado de naturaleza apenas engendra aproximacionesfugases o nos deja en soledad. (Rousseau tiene mucho que decir, y dice mucho, sobreeste punto, que es como el reverso humorístico de una teoría profunda.)

¿Cómo los hombres podrían ser malos cuando les faltan las condiciones para ello? Lascondiciones que hacen posible la maldad se confunden con un estado socialdeterminado. No hay maldad desinteresada, aunque eso sea lo que acostumbran decirlos propios malvados y los imbéciles. Toda maldad es lucro o compensación. No haymaldad humana que no se inscriba en relaciones de opresión, conforme interesessociales complejos. Rousseau es uno de esos autores que sabían analizar la relaciónopresiva y las estructuras sociales que ella supone. Será preciso esperar a Engels paraque se recuerde y renueve este principio de una lógica extrema: que la violencia y laopresión no forman un hecho inicial, sino que presuponen un estado civil, situacionessociales y determinaciones económicas. Si Robinson esclavizó a Viernes no fue porgusto natural, ni siquiera fue a la fuerza; fue con un pequeño capital y medios deproducción que él salvó de las aguas, y para someter a Viernes a tareas sociales que nose esfumaron de la memoria de Robinson durante el naufragio.

La sociedad nos coloca constantemente en situaciones en las que tenemos interés enser malvados. Por vanidad, adoraríamos creer que somos malos por naturaleza. Pero, en

1 Essai sur l’origine des langues, IX, en Oeuvres complètes, vol. V, París, Gallimard, coll. “Bibliothèquede la Pléiade”, 1995, p. 396.

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verdad, es mucho peor: nos volvemos malos sin saberlo, sin que nos demos cuenta deello. Es difícil ser heredero de alguien sin desear inconscientemente su muerte por éste oaquel motivo. “En tales situaciones, a pesar de que nos conduce un sincero amor por lavirtud, tarde o temprano, sin que se perciba, flaqueamos, y nos volvemos injustos ymalos en los actos sin dejar de ser justos y buenos en el alma”2. Así pues, parece que,por un extraño destino, la bella alma es constantemente empujada a situaciones de lascuales ella no sale sin gran sufrimiento. La bella alma empleará su ternura y su timidezpara extraer de las peores situaciones los elementos que, no obstante, le permitiránconservar su virtud. “De esta oposición continua entre mi situación y mis inclinaciones,nacen pecados enormes, desgracias inauditas, y todas las virtudes, excepto la fuerza, quepueden honrar la adversidad”3. Encontrarse en situaciones imposibles es el destino de labella alma. Todo el encanto de Rousseau viene de ser él un extraordinario cómico deocasión. Así pues, Las Confesiones termina como un libro trágico y alucinado, perocomienza como uno de los libros más alegres de la literatura. Los mismos viciospreservan a Rousseau de la maldad hacia la cual ellos lo deberían arrastrar; y Rousseause esmera en analizar esos mecanismos ambivalentes y saludables.

La bella alma no se contenta con el estado de naturaleza; ella sueña tiernamente conlas relaciones humanas. Ahora bien, esas relaciones siempre se encarnan en situacionesdelicadas. Se sabe que el sueño apasionado de Rousseau es reencontrar las figuras deuna Trinidad perdida: sea la mujer amada que ama a otro, que será como un padre o unhermano mayor: sean dos mujeres amadas, una como una madre severa que castiga, y laotra como una madre tierna que hace renacer. (Rousseau ya está en esa búsquedaapasionada de las dos madres, o de un doble nacimiento, en uno de sus amores deinfancia.) Pero las situaciones reales donde esta fantasía se encarna son siempreambiguas. Ellas acaban mal: o nosotros nos conducimos mal o nos excedemos, o ambasalternativas al mismo tiempo. Rousseau no reconoce su tierna fantasía cuando ella seencarna en Teresa4 y en mamá Teresa, antes mujer ambiciosa y desagradable que madresevera. Ni cuando Madame de Warens5 quiere que él desempeñe el papel de hermanomayor en relación con un nuevo amante de ella.

Rousseau explica con frecuencia y con alegría que tiene las ideas lentas y lossentimientos rápidos. Pero las ideas, de formación lenta, emergen súbitamente en lavida, dándole nuevas direcciones, inspirándole extrañas invenciones. En los poetas y enlos filósofos debemos apreciar incluso las manías, las conductas extrañas que atestiguancombinaciones de la idea y del sentimiento. Basado en eso, Thomas de Quincey creó unmétodo apropiado para hacernos amar a los grandes autores. En un pequeño libro sobreKant (Los últimos días de Emmanuel Kant, que Schwob tradujo)6 Quincey describe elaparato extremamente complejo que Kant inventó para que le sirviera como soportepara las medias. Lo mismo se puede decir del traje de armenio de Rousseau cuandovivía en Motiers y se amarraba los zapatos en los escalones de entrada de su casamientras conversaba con las muchachas. He ahí verdaderos modos de vida, sonanécdotas de “pensador”.

2 Les Confessions, II, in Oeuvres complètes, vol. I, París, Gallimard, coll. “Bibliothèque de laPléiade”, 1959, p. 56.3 Les Confessions, VII, ibid., p. 277.4 Teresa Levasseur, lavandera diez años menor que Rousseau, que fue su amante y, en la práctica, susirvienta durante 33 años, hasta la muerte del filósofo. Con ella tuvo cinco hijos, a todos los cuales élabandonó en un hospicio apenas nacidos. (N. del T.)5 Madame Françoise Louise de Warens, primera benefactora del filósofo. También fue su amante. (N. delT.)6 Texto reeditado en volumen: T. de Quincey, Les derniers jours d’Emmanuel Kant, Toulouse, Ombres,1985.

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¿Cómo evitar las situaciones en que nos interesa ser malos? Sin duda, un alma fuertepuede, por un acto de voluntad, obrar sobre la propia situación y modificarla. Porejemplo, se puede renunciar a un derecho de herencia para no estar en la situación dedesear la muerte de un padre. De la misma forma, en La Nueva Eloísa, Julia secompromete a no casarse con Saint-Preux, incluso si su marido estuviera por morir: así“ella cambia el interés que tiene en su pérdida por el interés en conservarlo”7. PeroRousseau, según su propio testimonio, no es una alma fuerte. Él ama más la virtud queal virtuoso. Salvo en materia de herencia, él tiene imaginación de sobra para renunciarpor anticipado y por propia voluntad. Requiere de mecanismos más sutiles para evitarlas situaciones tentadoras o para dejarlas pasar. Arriesga todo, incluso su frágil salud,para preservar sus aspiraciones virtuosas. Él mismo explica cómo la dolencia de suvejiga fue un factor esencial para su gran reforma moral: por miedo a no aguantarse enpresencia del rey, él prefiere renunciar a la pensión. La dolencia le inspira como fuentede humor (Rousseau relata sus problemas de audición con un encanto semejante al deCéline más tarde). Pero el humor es lo contrario de la moral: mejor ser copista demúsica que pensionista del rey.

En La Nueva Eloísa, Rousseau elabora un método profundo, apto para conjurar elpeligro de las situaciones. Una situación no nos tienta únicamente por ella misma, sinodebido a todo el peso de un pasado que en ella se encarna. Es la presencia del pasado enlas situaciones presentes, es la repetición del pasado la que inspira nuestras pasiones ytentaciones más violentas. Es siempre en el pasado que amamos, y las pasiones sondolencias propias de la memoria. Para curar a Saint-Preux y para llevarlo o convertirlo ala virtud, M. de Wolmar emplea un método por el cual él aleja los prestigios delpasado. Obliga a Julia y a Saint-Preux a besarse en el mismo bosque que vio susprimeros amores: “Julia no temía más a ese lugar, ella acababa de profanarlo”8. Esnecesario hacer de la virtud el interés presente de Saint-Preux: “no es por Julia deWolmar que él está apasionado, sino por Julia d’Etange; él no me odia en absolutocomo el que se apoderó de la persona que él ama, sino como el que raptó a aquella aquien él amó... Él la ama en el tiempo pasado; ésa es la clave del enigma: córtele lamemoria y él no amará más”9. Es en la relación con los objetos, con los lugares, porejemplo un bosque, que conocemos el transcurrir del tiempo y que sabremos, en fin,querer en el futuro en lugar de apasionarnos en el pasado. Eso es lo que Rousseaullamaba “el materialismo del sabio”10 o cubrir el pasado con el presente.

Los dos polos de la obra filosófica de Rousseau son Emilio y el Contrato social. Elmal, en la sociedad contemporánea, es que nosotros ya no somos ni hombre privado niciudadano: el hombre se volvió “homo oeconomicus”, esto es “burgués”, animado porel dinero. Las situaciones en que hay interés en que seamos malos implican siemprerelaciones de opresión, en las cuales el hombre entra en relación con hombres paraobedecer o mandar, señor o esclavo. Emilio es la reconstrucción del hombre privado; elContrato social, la del ciudadano. La primera regla pedagógica de Rousseau es ésta:llegaremos a constituirnos como hombres privados cuando restauremos nuestra relaciónnatural con las cosas, con eso nos resguardamos de las relaciones artificiales demasiadohumanas que, desde la infancia, provocan en nosotros una peligrosa tendencia a mandar.(Y es la misma tendencia que nos hace o esclavos o tiranos.) “Al ejercer el derecho de

7 La Nouvelle Heloïse, tercera parte, carta XX, en Oeuvres complètes, vol. II, París, Gallimard, col.“Bibliothèque de la Pléiade”, 1961, p. 1558 n.8 La Nouvelle Heloïse, cuarta parte, carta XII, ibid., p. 496.9 La Nouvelle Heloïse, cuarta parte, carta XIV, ibid., p. 50910 Les Confessions, IX, ibid., p. 409.

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ser obedecidos, los niños salen del estado de naturaleza casi al nacer”11. La verdaderacorrección pedagógica consiste en subordinar la relación de los hombres a la relacióndel hombre con las cosas. El gusto por las cosas es una constante en la obra deRousseau (los ejercicios de Francis Ponge tienen algo de rousseauniano). De ahí lafamosa regla de Emilio, regla que escasamente requiere vigor: nunca llevar las cosashacia los niños, pero llevar a los niños hasta las cosas.

El hombre privado es aquel que, debido a su relación con las cosas, conjuró lasituación infantil que le confiere el interés en ser malo. Pero el ciudadano es aquel queentra en relación con los hombres, donde él tiene precisamente interés en ser virtuoso.Instaurar una situación objetiva y actual en que la justicia y el interés se reconcilien,parece ser, según Rousseau, la tarea efectivamente política. Y la virtud retoma aquí susentido más profundo, que remite a la determinación pública del ciudadano. El Contratosocial es, con certeza, uno de los grandes libros de filosofía política. Un aniversario deRousseau es la ocasión adecuada para leer o releer el Contrato social. En él elciudadano aprende cual es la mistificación de la separación de los poderes; cómo laRepública se define por la existencia de un único poder, el legislativo. El análisis delconcepto de ley, tal como aparecía en Rousseau, dominará por mucho tiempo lareflexión filosófica y la domina todavía.

Artículo aparecido en Arts, nº 872, 6-12 de junio de 1962, página 3. Escrito conocasión del 250 aniversario del nacimiento de Rousseau.

Traducción de Miguel Zavalaga Flórez.

11 La Nouvelle Heloïse, quinta parte, carta III, ibid., p. 571.