Gestión de riesgos de desastres - Univermedios · 2018-08-06 · concreción de desastres futuros....

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Experiencias Compartidas Ayuda en Acción Nº 3 Gestión de riesgos de desastres 2008

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Experiencias Compartidas

Ayuda en Acción

Nº 3

Gestión de riesgos de desastres

2008

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Edita: Ayuda en Acción. C/ Enrique Jardiel Poncela, 6. 28016. Madrid. Tlfno: 902 402 404. Coordinación: Alberto Gómez (Unidad de Aprendizajes Compartidos) y María Jesús Izquierdo (Responsable Gestión de Riesgos de Desastres). Diseño y Edición: Alberto Gómez. Dirección correo electrónico: [email protected]. Impresión: Dirección Página web: www.ayudaenaccion.org En este número han colaborado: Nelson Guillén, Manuel Vides, Xavier Moya, Marla Meléndez, José Llanes Guerra, María Jesús Izquierdo, Denisse Hanna, Eva María Vicente, John Abuya (traducido por Anayara Cabrera) y Camino Villanueva; Fotografías de Ayuda en Acción y ActioAid Internacional; Depósito Legal:

En los últimos años la gestión de riesgos de desastres se ha ido consolidando en Ayuda en Acción como uno de los enfoques y líneas estratégicas de actuación, tanto en la intervención directa en las Áreas de Desarrollo, como en las acciones de sensibilización e incidencia política en América Latina y España.

En base a la experiencia y a una profunda reflexión institucional sobre nuestras propias prácticas, Ayuda en Acción elaboró en 2004 su Política de Acción Humanitaria desde un enfoque basado en la reducción de riesgos. Superamos la tradicional visión “emergencista” que consideraba las emergencias como hechos excepcionales a nuestro trabajo “en desarrollo” y que no permite concebir más solución que la respuesta a posteriori, centrando la mayor parte de los esfuerzos en paliar las consecuencias. Aprendimos que la ayuda humanitaria era necesaria pero insuficiente. Nos afirmamos en nuestro compromiso y responsabilidad en la respuesta humanitaria, pero también aprendimos a reconocer y desarrollar nuestras potencialidades institucionales para trabajar en la reducción de riesgos de desastres, incidiendo en las causas y las condiciones que generan los riesgos y desastres. A partir de 2005, con el apoyo de la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo (ACCD) y de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), cuatro de nuestros Programas Nacionales comenzaron a aplicar la gestión de riesgos en la región de América Latina. Hoy ya son ocho de nuestros Programas en la región - México, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Bolivia, Ecuador, Perú y Guatemala (este último con Action Aid International) – los que han incorporado ya la gestión de riesgos en sus programas de actuación. Al mismo tiempo, a nivel regional, desde la Unidad Temática de Dinamización Social de las Economías Locales, estamos vinculando la seguridad alimentaria y la gestión de riesgos. Estas son las razones por las que hemos querido convertir el numero 3 de Experiencias Compartidas en un monográfico sobre la temática, que nos permita intercambiar experiencias, poner en contacto a los/as diversos especialistas que han colaborado en este número -entre ellos/as y con otras posibles personas y organizaciones interesadas- para seguir reflexionando y aprendiendo juntos/as. Si miramos hacia atrás, podemos ver un largo camino recorrido, si bien, todavía queda mucho por hacer. Animamos desde aquí a nuestros compañeros/as de Ayuda en Acción y de otras organizaciones a seguir integrando la reducción de riesgos de desastres en los programas de desarrollo y de actuación humanitaria. Creemos que articulando la gestión de riesgos con las diferentes líneas y estrategias de trabajo, podremos apoyar en el fortalecimiento de las capacidades de personas y comunidades para ser protagonistas y gestoras de procesos de desarrollo seguros y sostenibles. Gracias a todos/as los que han colaborado, directa o indirectamente, para poder hacer posible este número de Experiencias Compartidas.

Foto Portada: Lole García.

Presentación

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En este número: La reducción de riesgos de desastres: enfoque integral de actuación para impulsar procesos de desarrollo más seguros y sostenibles María Jesús Izquierdo Carballo. Ayuda en Acción Impulsar el derecho a la alimentación en la región latinoamericana: Una lectura desde la gestión de riesgos. Camino Villanueva. Ayuda en Acción La reducción del riesgo de desastres en Cuba. Jose Llanes Guerra. Fundación FUCADHU. Fortalecimiento de las Capacidades Locales para reducción del Riesgo a Desastres en once municipios de Honduras Marla Meléndez. Ayuda en Acción Honduras Fortalecimiento de la gestión municipal, para la reducción de riesgos en 3 municipios del Departamento de León – Nicaragua, 2005 – 2006 Nelson Guillén. Ayuda en Acción Nicaragua Organización comunitaria para la gestión del riesgo: Una vereda para el desarrollo local en El Salvador Manuel Vides. Ayuda en Acción El Salvador Los aprendizajes del huracán “Dean” para el Programa conjunto de Manejo de Riesgos de Desastre en el Sureste de México. Xavier Moya. PNUD México Hospitales seguros frente a los desastres Campaña Mundial 2008-2009 María Jesús Izquierdo. Ayuda en Acción El reto de enseñar sobre riesgos y desastres en Bolivia Denisse Hanna. Ayuda en Acción Bolivia

Adaptación española del juego Riesgolandia

Eva María Vicente. Ayuda en Acción

Reducción del Riesgo de Desastres a través de las escuelas John Abuya. Action Aid International

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La reducción de riesgos de desastres: Enfoque integral de actuación para impulsar procesos de desarrollo más seguros y sostenibles1 María Jesús Izquierdo Carballo Responsable de gestión de riesgos y acción humanitaria. Ayuda en Acción El debate sobre la vinculación emergencia – rehabilitación - desarrollo

En las últimas décadas ha habido una reflexión sobre la relación entre las emergencias y el desarrollo2 que ha llevado también a debatir sobre la necesidad de vincular la ayuda humanitaria y la cooperación al desarrollo, de forma que sus objetivos se complementen y refuercen mutuamente. La expresión que ha dado nombre a estos debates ha sido la de Vinculación Ayuda humanitaria - Rehabilitación - Desarrollo (VARD), y sobre ella se han desarrollado dos enfoques o formas de entender esta vinculación: el continuum y el contiguum humanitario. El enfoque del continuum humanitario surge en la década de los ochenta, cuando domina la visión de que los procesos de desarrollo responden a pautas relativamente uniformes, lineales, ordenadas y predecibles. Los desastres -sobretodo los referidos a los de origen natural- se entendían como sucesos excepcionales que interrumpían momentáneamente los caminos del desarrollo. Como no se podían

1 Artículo publicado en la Revista Española de Desarrollo y Cooperación del Instituto Universitario de Desarrollo y Cooperación de la Universidad Complutense de Madrid. “Evolución en el debate sobre la vinculación emergencia-rehabilitación-desarrollo. La gestión de riesgos de desastres”. Revista Española de Desarrollo y Cooperación. IUDC-UCM. Madrid, 2006.

2 El debate cobra fuerza a raíz del trabajo de Fred Cuny (1983) sobre Desastres y Desarrollo, que analiza cómo los desastres interrumpen los procesos de desarrollo mientras, a la vez, ofrecen oportunidades para el desarrollo futuro. A su vez, los propios procesos de desarrollo pueden crear condiciones de vulnerabilidad que contribuirán a la concreción de desastres futuros. Véase: CUNY, Fred. Disasters and Development. Oxford University Press, 1983..

evitar, prevenir y/o controlar no quedaba más remedio que focalizar la atención en la respuesta a posteriori para reducir sus consecuencias adversas en el corto plazo, a través de la respuesta humanitaria, a lo que continuaban programas de rehabilitación y reconstrucción que permitieran el retorno a una situación estable o de “normalidad”. Se consideraba que “volver a la normalidad” era conseguir reestablecer las condiciones de desarrollo que existían con antelación al desastre. Bajo esta explicación, el enfoque del continuum humanitario se basaba en un modelo que vinculaba, de una manera secuencial la ayuda humanitaria, la rehabilitación y el desarrollo. Se entendía que cada uno de estos ámbitos de actuación eran espacios bien diferenciados de un proceso lineal, que responden a objetivos y lógicas de intervención diferentes, con actores, procedimientos, mecanismos y plazos de tiempo específicos. Lo que se buscaba era una transición, lo más armónica posible, entre las distintas etapas del proceso, principalmente entre la fase de emergencia y de desarrollo, donde la rehabilitación ejercía de puente para vincular la respuesta humanitaria y los programas de desarrollo. Los escenarios de crisis que tuvieron lugar en los ochenta y principios de los noventa demostraron que no era útil esta manera de plantear la relación entre la ayuda humanitaria y la cooperación al desarrollo. La ayuda humanitaria debía aspirar, no sólo a salvar vidas y aliviar el sufrimiento de las personas afectadas, sino también establecer bases que posibilitaran continuar con procesos de desarrollo. Asimismo, la cooperación para el desarrollo podía sentar bases para reducir las condiciones generadoras de desastres antes de que estos ocurrieran. Como señala Sanahuja,3 el reto era superar las distinciones e integrar, más que simplemente coordinar, las acciones de respuesta humanitaria, rehabilitación y desarrollo en un marco estratégico, integrado, de largo plazo y centrado en el ser humano. Así, en la década de los noventa surge un nuevo enfoque, el contiguum humanitario, que da un salto cualitativo y plantea otras formas de relación basado en que las diferentes líneas de actuación no son fases encadenadas de un proceso lineal, sino que al mismo tiempo se puede dar una combinación, siendo el propio contexto y su evolución lo que determina el peso que hay que dar

3 SANAHUJA, José Antonio: La vinculación entre los socorros, la rehabilitación y el desarrollo: más allá del continuum humanitario. Documento de discusión preparado para la Comisión de Desarrollo de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, Madrid, 1999. Véase también: PÉREZ DE ARMIÑO, Karlos: La vinculación emergencia-desarrollo en el marco del nuevo humanitarismo. Temas de cooperación, nº 13. CONGDE. Madrid, 2002.

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a los diferentes instrumentos y actuaciones. En el marco de este enfoque, Roche4 plantea una visión estratégica de actuación, donde la composición de la respuesta e instrumentos de apoyo, en el corto y largo plazo, va a variar en función de cada contexto particular. Establece una clasificación de los grados de crisis que varía de: 1) situaciones en las que existe amenaza de crisis, 2) situaciones en que la comunidad está sumida en un estado de crisis severa, 3) situaciones en las que la comunidad está recuperándose o en proceso de reconstrucción; y, 4) situaciones en las que la comunidad está enfrentándose a tendencias de largo plazo, o a cambios paulatinos, y las organizaciones pueden apoyar la capacidad de la gente para enfrentarse con el cambio y promoverlo. En su observación demuestra que aunque es probable que el grueso del apoyo a una situación de crisis se dirija a satisfacer necesidades inmediatas, también existen necesidades relacionadas con el fortalecimiento de las capacidades, la generación de ingresos y el desarrollo institucional. Su análisis determina que la división convencional de los programas dentro de las categorías de socorro (ayuda humanitaria), rehabilitación o desarrollo, no solo no es útil, sino que tampoco refleja la realidad local, y que las funciones normalmente asociadas con el “desarrollo” son posibles en situaciones de “socorros”, y viceversa. Ahora bien, haciendo eco de las palabras de Lavell5, ha habido una tendencia en focalizar el debate en lo instrumental y lo metodológico; es decir, el cómo hacer, sin tener del todo claro por qué o para qué hacer y con qué fundamento, niveles y tipos de integración social y política podemos alcanzar los fines propuestos para construir una opción de actuación más integral, que contribuya a procesos más sostenibles. A inicios de los noventa, coincidiendo con la declaración del Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales6 (DIRDN) se va tejiendo un nuevo modelo conceptual que trata de explicar los desastres en su relación con el desarrollo, poniendo el énfasis, no tanto en los diferentes instrumentos y su relación, sino en el proceso social de configuración de los riesgos. 4 ROCHE, Chris: "Operacionalidad en la turbulencia. La necesidad de un cambio”. Desarrollo en Estados de guerra. EADE, Deborah (ed.). Oxfam-CIP-Intermón, Madrid, 1996, pp.17-27.

5 LAVELL, Allan: La gestión local del riesgo: nociones y precisiones en torno al concepto y la práctica. CEPREDENAC-PNUD. Panamá, 2003.

6 La Asamblea General, en su resolución 44/236 proclamó el Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales a partir del 1 de enero de 1990 y aprobó el Marco Internacional de Acción del Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales.

Lo más simple pudiera ser su aspecto instrumental, saber qué hacer en entornos de riesgo determinados, qué intervenciones concretas, qué métodos y herramientas concretas hay que emplear, cuyo quehacer es, sin duda, tarea de múltiples actores. Sin embargo, esta nueva conceptualización trata de abordarlo como un todo, como un proceso social integral y permanente, que supera la división en plazos de tiempo, proyectos concretos y particulares de cada ámbito de actuación. Hablamos de la gestión de riesgos, como proceso que tiene como fin la previsión, reducción y control del riesgo de desastres. Las primeras reflexiones sobre gestión de riesgos surgen en América Latina, en la década de los noventa, a partir de los desarrollos teóricos de La Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina -LA RED7. Sin embargo, en los últimos años el desarrollo conceptual y metodológico de la gestión del riesgo ha tenido un empuje importante, al que se han unido múltiples instancias internacionales y organizaciones no gubernamentales para continuar profundizando en sus implicaciones conceptuales y prácticas. Lo cierto es que la diversidad de interpretaciones y prácticas sugiere que todavía no hay la suficiente claridad y consenso en cuanto a su significado e implicación, o dicho de otro modo, que no es oro todo lo que reluce y no es gestión del riesgo todo lo que se dice hacer. Vayamos precisando sobre este concepto, su evolución y sus características particulares, para lo que previamente conviene conocer cuál es el contexto en el que se ha ido construyendo la gestión de riesgos como marco conceptual en la relación desastres-desarrollo y como una opción integral de actuación en la que participan múltiples actores para posibilitar procesos de desarrollo más seguros y sostenibles.

Evolución en la reflexión y el debate sobre los desastres

Las concepciones tradicionales de los desastres, como sucesos ajenos, impredecibles, fruto de la mala suerte o el castigo divino, conllevaron políticas y acciones dirigidas principalmente a la gestión de las emergencias, de acuerdo con la idea de que no quedaba más solución que resignarse, y en el mejor de los casos, estar preparados para enfrentarlo y atender sus consecuencias, una vez que estos hacían mella en las poblaciones vulnerables. Los

7 La Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina (LA RED) se constituyó en 1992 por diversas instituciones y profesionales de la región latinoamericana como respuesta a la necesidad de estimular y fortalecer el estudio social de la problemática del riesgo y definir, a partir de ello, nuevas formas de intervención y de gestión. Para más información véase: http://www.desenredando.org

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desastres se percibían como acontecimientos impredecibles, que escapaban del control de las sociedades. Bajo esta concepción, las medidas y acciones para prevenir o mitigar los desastres no eran objeto de atención o se circunscribían a medidas estructurales para reducir y controlar los efectos de la naturaleza a través de obras de ingeniería como la construcción de diques y muros de contención o la reubicación de asentamientos humanos. A partir de la década de los noventa, el debate sobre la relación entre los desastres y desarrollo, y viceversa, dirige su atención hacia los procesos sociales como generadores de riesgo, donde las amenazas no definen el problema por sí solos. Se reconoce que los desastres sí son predecibles y no son tan “naturales” como frecuentemente se señala. Efectivamente se producen por la incidencia de procesos ambientales como pueden ser los terremotos y los tsunamis, los huracanes o las sequías; pero es a consecuencia de su interacción con determinadas intervenciones humanas lo que determina que finalmente se desencadene un desastre.8 Por tanto, el aumento continuado en la incidencia e impacto de los desastres en las últimas décadas, no es tanto una consecuencia del mayor número de eventos naturales extremos –aunque también-, sino más bien resultado del aumento de las condiciones de vulnerabilidad; es decir, del número de personas, infraestructura y producción, ubicados en zonas propensas a peligros naturales, bajo unas condiciones que les hacen ser susceptibles de sufrir daños y pérdidas de tal dimensión que no puedan afrontar su impacto. Se reconoce que los desastres y los factores que construyen el riesgo son un componente inherente que atraviesa la ecuación del desarrollo. Son factores como la degradación ambiental, la creciente urbanización, la densidad de población, la situación de pobreza y de exclusión en que están sumidas millones de personas en el mundo, que ha forzado a importantes grupos de población a vivir con una alta vulnerabilidad y por ende, un alto riesgo a sufrir desastres. Naciones Unidas, en su Informe mundial sobre la reducción de riesgos de desastres9, llama la atención acerca de que el 75 por ciento de la población mundial vive en zonas que han sido sacudidas, al menos una vez entre 1980 y 2000, por un terremoto, un ciclón tropical, una inundación o

8 IZQUIERDO CARBALLO, María Jesús. Sí se podía haber evitado. El País, 30 de diciembre de 2004.

9 PNUD: Informe Mundial: La reducción de riesgos de desastres. Un desafío para el desarrollo. Dirección de Prevención de Crisis y de Recuperación, Nueva York, 2004.

una sequía. Y aunque solo un 11 por ciento de estas personas vive en países con un bajo índice de desarrollo humano, representan más del 53 por ciento de la mortalidad registrada. La constatación de que un mismo fenómeno natural afecta de modo diverso a diferentes personas y comunidades ha hecho que, en la explicación de los desastres, se busque cual es el papel que los procesos de desarrollo tienen en la generación –o no- de riesgos. Los procesos sociales, políticos, económicos, ambientales tienen una gran influencia en generar condiciones de vulnerabilidad. Sin embargo, la relación no tiene porqué ser negativa. Si bien la mayoría de las islas del Pacífico o el Caribe están altamente expuestas a los huracanes, Cuba es un ejemplo de cómo reducir desastres. El sistema cubano está basado en una estructura nacional vinculada con la organización de base, lo que permite aprovechar los conocimientos y recursos locales, fortaleciendo la cohesión social y la participación comunitaria. Se invierte en el desarrollo de capacidades para la preparación para caso de desastre y la población participa en los procesos de planificación, identificación de amenazas, vulnerabilidades y riesgos. En definitiva, el caso cubano demuestra que, la solución no está tanto en el plano económico, sino en el compromiso de los gobiernos que debe traducirse en políticas, estrategias y planes de acción determinados. También demuestra como muchos desastres se podían haber evitado o, cuando menos, anticiparnos a ellos para reducir sus consecuencias a través de iniciativas para la reducción del riesgo de desastres. Como señala Jan Egeland, Ex-Subsecretario General de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, “si hubiéramos tenido buenos sistemas de alerta temprana, menos personas hubieran muerto en el tsunami del océano Indico. Si hubiéramos tenido escuelas, viviendas y hospitales más seguros en el norte de Pakistán, decenas de miles no hubieran perdido la vida. Si hubiéramos tenido mejores diques en Nueva Orleáns, los que vivían en las partes bajas de la ciudad no hubieran visto sus vidas devastadas”.

El contexto internacional de la gestión del riesgo

El aumento de los desastres ha suscitado la preocupación de los organismos internacionales, los gobiernos y organizaciones de la sociedad civil, por su creciente impacto negativo en coste de vidas humanas y consecuencias negativas en el ámbito social, económico y ambiental a mediano y largo plazo de aquellas sociedades vulnerables, y en particular de los países en desarrollo. La Asamblea General de Naciones Unidas declaró los noventa como el Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales (DIRDN, 1990-1999), con el propósito de concienciar sobre la importancia que representa la

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reducción de los desastres. Fue crucial de cara a promover un cambio de enfoque, que dejaba de enfatizar la respuesta ante los desastres para centrar la atención en la reducción de los mismos. Uno de los principales resultados de la DIRDN fue la Estrategia y Plan de Acción de Yokohama, adoptados en la I Conferencia Mundial sobre Reducción de Desastres Naturales, realizada en Yokohama, 1994. La Estrategia estableció directrices para la acción de prevención, preparación y mitigación del riesgo de desastres, insistiendo también en la reducción de la vulnerabilidad a través de la aplicación de diseños apropiados y modelos de desarrollo orientados a determinados grupos. El Decenio Internacional dio paso en el año 2000 a la Estrategia Internacional de Naciones Unidas para la Reducción de Desastres (EIRD/ONU)10, punto focal dentro del sistema de las Naciones Unidas para la coordinación de las estrategias y actividades dirigidas a reducir los riesgos de desastres. En la Conferencia Mundial para la Reducción de Desastres (CMRD), celebrada a principios del 2005, se aprobó la Declaración y el Marco de Acción de Hyogo para el 2005-2015 “aumento de la resiliencia de las naciones y las comunidades ante los desastre” 11 que enfatiza el carácter central de la integración de la reducción de riesgos de desastres en las políticas, programas y estrategias de desarrollo sostenible y reducción de la pobreza e incluye un conjunto de directrices para que los países estén preparados para enfrentar el incremento de los desastres. En este sentido, la voluntad política parece ser la condición más importante para que los compromisos se traduzcan en acciones. Una de las críticas de la sociedad civil que participó en Kobe fue la ausencia de un compromiso claro expresado

10 La Estrategia Internacional de Reducción de Desastres de Naciones Unidas (ISDR, por sus siglas en inglés) es el punto de enlace dentro del Sistema de la ONU para promover sinergias y la coordinación entre las diversas actividades para la reducción de desastres en los campos socioeconómico, humanitario y de desarrollo, así como apoyar la integración de las diversas políticas afines. Véase http://www.unisdr.org/ 11 Por resiliencia se entiende “la capacidad de un sistema, comunidad o sociedad potencialmente expuestas a amenazas a adaptarse, resistiendo o cambiando con el fin de alcanzar y mantener un nivel aceptable en su funcionamiento y estructura. Se determina por el grado en el cual el sistema social es capaz de auto-organizarse para incrementar su capacidad de aprendizaje sobre desastres pasados con el fin de lograr una mejor protección futura y mejorar las medidas de reducción de riesgo de desastres”. Véase: EIRD/ONU: Vivir con el riesgo. Informe mundial sobre iniciativas para la reducción de desastres. Naciones Unidas. Nueva York, 2004.

en metas e indicadores y plazos para cumplirlos. Las organizaciones de la sociedad civil presentes en la CMRD pidieron la formulación explícita de metas e indicadores y la asignación de fondos especialmente dedicados para una acción responsable y transparente. Asimismo se pidió que se reconociera la reducción del riesgo de desastres como un elemento esencial del desarrollo y se incorporara dentro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).

La construcción social del riesgo12

Factores del riesgo: amenazas y vulnerabilidades. El riesgo es el resultado de la interrelación dinámica y dialéctica entre las amenazas y las vulnerabilidades de una sociedad o un componente en particular de la misma. Se puede expresar mediante la siguiente ecuación. El riesgo depende de la probabilidad de que ocurran fenómenos peligrosos y de que exista una población vulnerable expuesta a la amenaza. Esto significa que si no hubiese amenaza no habría riesgo. O que si la población no fuese vulnerable, el riesgo sería igualmente cero. Por ejemplo, la ubicación de un asentamiento humano junto a las riberas de un río o una quebrada lo hace vulnerable ante posibles inundaciones en períodos de lluvias intensas; es decir, podría ocasionar un desastre, si ese riesgo no se gestiona adecuadamente. Veamos cada uno de los factores que intervienen en el riesgo. a) Las amenazas. Son la probabilidad de que un evento dañino se produzca en el futuro, en un determinado tiempo y lugar no adaptado para afrontarlo. De acuerdo con su origen pueden clasificarse en “naturales”, “antropogénicos” y “socio-naturales”. Las amenazas naturales tienen su origen en procesos de la misma naturaleza, y comprende fenómenos como terremotos, tsunamis, tormentas, erupciones volcánicas, fuertes granizadas. Las antropogénicas son atribuibles por completo a la acción humana, como los derrames de sustancias peligrosas, accidentes tecnológicos, incendios provocados, explosiones. Las amenazas socio-naturales son resultado de la interacción entre una sociedad con su ambiente natural, normalmente en condiciones tipificadas de degradación ambiental o de inadaptabilidad al entorno. Por ejemplo, un

12 Para profundizar sobre los términos que se manejan para explicar el riesgo de desastres, nos hemos basado en la terminología más internacionalmente aceptada, basada en la EIRD y el PNUD véase: EIRD/ONU, 2004; PNUD, 2001; LAVELL, 2004. Véase también. ZILBERT SOTO, Linda. Guía de LA RED para la Gestión Local del Riesgo en América Latina. LA RED-ITDG. Quito, 1998.

Riesgo = Amenaza x Vulnerabilidad

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deslizamiento puede estar provocado por la deforestación, el monocultivo y/o la inadecuada conservación de los suelos.

Como ya hemos indicado, para que un evento se transforme en una amenaza tiene que existir una sociedad vulnerable. Una inundación se convierte en un peligro natural cuando existe una sociedad que presenta condiciones de vulnerabilidad frente a las inundaciones. Por ejemplo, la inundación anual a lo largo del río Nilo no constituye una amenaza para la población y, por el contrario, es esencial para el desarrollo de la región. Ahora bien, las amenazas se presentan de manera compleja y concatenada, lo que provoca que las poblaciones expuestas se enfrenten a una amenaza múltiple o amenazas complejas. Como explica Lavell, la amenaza múltiple ocurre cuando una comunidad se enfrenta simultáneamente a la existencia de diferentes tipos de amenaza (sísmica, volcánica, inundación, sequías,) que pueden desencadenarse en momentos distintos o a la vez. Las emergencias complejas contienen muchos factores de riesgo, siendo las amenazas naturales una de las posibles que ciernen sobre la vida de las personas y sus medios de subsistencia: Las enfermedades como el VIH/Sida, el paludismo, la tuberculosis, las minas antipersonales, la proliferación de armas de bajo calibre, el terrorismo, la delincuencia, son elementos de riesgo que agravan la vulnerabilidad a las amenazas naturales. Por ejemplo, la crisis alimentaria de 2002 en Africa pudo haber sido desencadenada por una sequía, pero en países como Zimbabwe y Angola, los efectos de la sequía deben comprenderse y abordar su solución, en el contexto de la inestabilidad política y los conflictos. Desde el punto de vista de la reducción del riesgo de desastre, no son frecuentes los enfoques que contemplan múltiples amenazas. Como señala el PNUD13, tal vez la excepción sean los trabajos sobre las sequías y las crisis rurales que tienen en cuenta las emergencias políticas y las enfermedades como el VIH/Sida. En este sentido, es necesario explorar la relación entre las amenazas naturales y otras amenazas en la acumulación de los riesgos, como primer paso para elaborar un enfoque integrado de reducción de riesgo. Por otro lado, están las amenazas complejas. Cuando una amenaza particular puede desencadenar otras amenazas hablamos de amenaza compleja, donde es muy difícil establecer cuáles son los límites entre las amenazas naturales y las socio-naturales. El crecimiento descontrolado de los asentamientos humanos hacia zonas propensas a desastres - tales como planicies inundables, laderas inestables, áreas

13 . PNUD: 2004, p.92

deforestadas - unido a prácticas que aumentan la degradación ambiental, disminuye la capacidad de resistencia de las comunidades ante el impacto de amenazas naturales, como ocurrió en la destrucción parcial del barrio La Colina en Santa Tecla, en la Gran Área Metropolitana de San Salvador. El desastre fue consecuencia de un deslizamiento detonado por el terremoto de enero de 2001 y no por el sismo como tal. Esto sería un ejemplo de amenaza compleja. b) Las vulnerabilidades. Son las características internas de las poblaciones expuestas a las amenazas, que les hacen propensos de sufrir daños al ser impactadas por distintos eventos físicos. Se entiende como la incapacidad de resistencia y la dificultad para la recuperación autónoma de las poblaciones afectadas. Como señala Wilches-Chaus14, la vulnerabilidad constituye un sistema dinámico en sí mismo, que surge de la interacción de una serie de factores y características que convergen en una comunidad particular y que denomina vulnerabilidad global.

Para comprender sus dinámicas, ésta se divide en distintas "vulnerabilidades", que constituyen ángulos particulares –vulnerabilidad física, ambiental, social, institucional, política, económica- pero interrelacionadas entre sí, lo que le da un carácter de globalidad. Por ejemplo, difícilmente podríamos entender la vulnerabilidad física, sin considerarla una función de la vulnerabilidad económica y de la política; o ésta última sin tomar en cuenta la vulnerabilidad social, la cultural y nuevamente la económica.15

La vulnerabilidad se debe evaluar específicamente frente a cada amenaza en particular. Quiere esto decir que no existen vulnerabilidades generales, sino que existen con referencia a una amenaza determinada. Una población presenta diferentes vulnerabilidades ante un terremoto que ante un huracán. Y también habría que especificar que no se puede tomar una población en general, sino que habría de diferencia las condiciones de vulnerabilidad en función de diferentes categorías de género, grupo étnico, grupo etáreo, por poner algún ejemplo. C) Capacidades. Ahora bien, las personas, comunidades, sociedades expuestas al riesgo de desastres, no son “víctimas” pasivas, dependientes

14. WILCHES-CHAUS, Gustavo: “La vulnerabilidad global”. En Maskrey, A. (ed). Los desastres no son naturales. La Red. Tercer Mundo Editores, Colombia, 1993. Véase también: DARIO CARDONA, Omar: La necesidad de repensar de manera holística los conceptos de vulnerabilidad y riesgo. Una crítica y una revisión necesaria para la gestión. Centro de estudios sobre desastres y riesgos CEDERI. Universidad de los Andes, Bogotá, 2003.

15 . WILCHES-CHAUS, 1993.

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e impotentes. Considerar a las personas afectadas de tal manera agrava sus vulnerabilidades. Las personas, aunque afectadas por un desastre, son agentes activos de su propio desarrollo, con capacidades para reducir riesgos y en caso de que se transformen en desastres, afrontar las crisis, recuperarse y continuar con sus proyectos de vida. Por tanto, en la ecuación del riesgo habría que integrar las capacidades, entendidas como la combinación de todas las fortalezas, medios, habilidades, recursos con que cuentan las personas, disponibles dentro de una comunidad, organización o institución, y que puedan reducir el nivel de riesgo o afrontar los efectos de un evento. Al igual que la clasificación de las vulnerabilidades, las capacidades pueden ser físicas, institucionales, sociales, económicas, así como cualidades personales o colectivas, tales como el liderazgo y la capacidad de gestión. La ecuación del riesgo será más completa si, además de las vulnerabilidades, incorporamos las capacidades de las personas, familias, comunidades e instituciones locales.

La gestión de riesgos como opción integral de actuación

El riesgo anuncia la probabilidad de que en el futuro se pueda producir un desastre; es decir, es la probabilidad de daños y pérdidas futuras, asociadas con el impacto de un evento físico externo sobre una sociedad vulnerable, donde la magnitud y extensión de estos son tales que exceden la capacidad de la sociedad afectada para recibir el impacto y sus efectos y recuperarse autónomamente de ellos. Lavell establece una clasificación del riesgo en tres grandes grupos que, a su vez van a conllevar distintos tipos de gestión: 16 Riesgo primario o estructural. Se refiere a las condiciones de riesgo existentes en la sociedad, derivados de los mismos procesos del desarrollo y agravados por la incidencia de impactos sucesivos. Es objeto de medidas y acciones de reducción o mitigación. Por ejemplo, se puede actuar en el riesgo existente a través de medidas de preparación como los sistemas de alerta temprana (SAT). En el Océano Pacífico existe una Red de SAT que a través de la recogida, análisis y procesamiento de los datos relativos a tsunamis, alertan a los organismos responsables para que “a tiempo” tomen medidas que, sin evitar la amenaza (el tsunami) reduzcan las consecuencias de un desastre (muertes, lesiones, destrucción de propiedades y medios de vida, trastornos de la actividad económica o daños al medio ambiente). Las comunidades costeras del Pacífico conocen las medidas inmediatas que hay

16 LAVELL, A: 2003, p.23

que tomar si el mar retrocede después de un maremoto y alertan a su población de los riesgos de tsunamis. No así en los países del Índico. En el desastre del Sureste Asiático de finales de 2004, un SAT no hubiera evitado el maremoto y los tsunamis consiguientes, pero si hubiera alertado a la población para evacuar la costa y salvar miles de vidas. Riesgo secundario, derivado o coyuntural. Comprende las condiciones específicas del riesgo que surgen a raíz del desastre, pero se fraguan en las condiciones previas que ya existían. Es objeto de las actuaciones de respuesta humanitaria y recuperación. Durante los primeros días de respuesta en el Sureste Asiático, la actuación humanitaria fue crucial para evitar la proliferación de epidemias, que de no haberse gestionado de manera ágil y eficaz, podría haber conducido a un segundo desastre con graves consecuencias para las poblaciones que habían sobrevivido al tsunami.

Riesgo futuro se refiere al riesgo aun no existente. Es objeto de procesos de recuperación (rehabilitación y reconstrucción) con transformación; es decir, las actuaciones que se llevan a cabo deben ser consciente que pueden contribuir a la construcción de nuevas condiciones de riesgo, o no, si la recuperación se plantea como una oportunidad para controlar y prevenir la configuración de futuros riesgos. Pero también es objeto de las actuaciones de desarrollo, que tienen que tener en consideración las amenazas y vulnerabilidades, y no configurar riesgos futuros. Por tanto, la configuración y acumulación del riesgo es un proceso continuo, en la medida que sus factores -las amenazas y vulnerabilidades- son dinámicas y cambiantes en términos sociales, ambientales y temporales. Esto es importante de cara a tener presente que su gestión, será asimismo, un proceso permanente. Exige una actuación transversal e integral, con la participación de todos los actores implicados, incluidos también los actores de la cooperación internacional. En función del riesgo, existen diferentes tipos de gestión: La gestión correctiva del riesgo se dirige a actuar en las condiciones de riesgo ya existentes; es decir, en reducir los riesgos estructurales que se han acumulado a raíz de las prácticas de desarrollo del pasado. Y la gestión prospectiva del riesgo se desarrolla en función del riesgo aún no existente. Se refiere a un proceso a través del cual se prevé un riesgo que podría construirse y se toman las medidas necesarias para evitar, reducir y controlar la formación de nuevos riesgos.17

17 Luis Enrique Eguren hace un interesante análisis sobre la aplicación de la gestión de la seguridad (versus gestión del riesgo) en el ámbito de la seguridad y protección del

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Ahora bien, hasta ahora nos hemos limitado a centrar la explicación en los riesgos de desastres de origen natural, si bien hemos llamado la atención sobre su relación con otras amenazas. Por ejemplo, ante una situación de ausencia de precipitaciones, factores como la violencia y los conflictos armados, las enfermedades y epidemias como el VIH/Sida, la calidad de la gobernabilidad y/o la extrema pobreza ayudan a que una sequía pueda derivar en una situación de hambruna. Tampoco se ha prestado atención al potencial que tienen los procesos de gestión de riesgos de desastres como instrumento para prevenir los conflictos o apoyar procesos de construcción de paz. Desde Naciones Unidas18 se ha insistido en incorporar un enfoque integrado de la reducción de los riesgos de desastre, que tenga en cuenta las múltiples amenazas en las políticas, los planes y programas relacionados con el desarrollo sostenible y las actividades de ayuda humanitaria, rehabilitación y recuperación posteriores a los desastres y a los conflictos.

Más allá de la acción humanitaria: la reducción de riesgos y desastres

La acción humanitaria, aunque imprescindible para aliviar el sufrimiento de las personas afectadas por desastres y cubrir sus necesidades humanitarias, ha sido insuficiente para hacer frente a las causas de estas crisis y frenar su ocurrencia y las pérdidas asociadas. Como alude Rey Marcos19 “hasta ahora la respuesta humanitaria ha sido fundamentalmente eso: una respuesta, necesaria pero insuficiente. El componente asistencia ha primado y sólo recientemente se ha ido incorporando el aspecto preventivo”. El Marco de Acción de Hyogo, adoptado en la CMRD, insiste en la importancia de incorporar medidas de reducción de los riesgos, no solo antes de los desastres, sino también en los procesos de respuesta y recuperación posteriores a los mismos. Sin embargo, todavía quedan muchos retos para conseguir integrar criterios de reducción de riesgos en las primeras etapas de la respuesta humanitaria y la recuperación. La Coalición para la Evaluación del Tsunami señaló en su informe de síntesis de

personal humanitario en contextos de violencia y conflictos armados. Véase: EGUREN, Luis Enrique: “La seguridad y la protección en las operaciones humanitarias”, Revista Española de Desarrollo y Cooperación, nº 8, primavera / verano 2001.

18 Plan de Aplicación de las Decisiones de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, Johannesburgo. párr. 37 y 65. Véase también: Marco de Acción de Hyogo, párr. 13c)

19 . REY, Francisco. Nueve reflexiones y algunas tesis sobre acción humanitaria en el siglo XXI. Revista Española de Desarrollo y Cooperación, nº 8, primavera / verano 2001.

julio de 2006 que, a pesar de los llamamientos de alto nivel a “reconstruir mejor”, no se estaba tomando en consideración la reducción de los riesgos a la hora de dirigir la reconstrucción de los hogares, el reestablecimiento de los medios de subsistencia y del medio ambiente, debido a la falta de un análisis de los riesgos y a la urgencia de conseguir resultados. 20 Desde Naciones Unidas se ha insistido en invertir sistemáticamente en la reducción de los desastres como componente integrante y con metas definidas, no solo en la cooperación al desarrollo, sino también en la actuación humanitaria. En la CMRD, el subsecretario General para Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas, Jan Egeland,21 propuso que un porcentaje de la ayuda humanitaria se destinara a la reducción del riesgo de desastres. Por cada dólar que se invierta en prevención de desastres, se ahorran 7 dólares en asistencia humanitaria. Aunque en términos económicos la inversión ya estaría justificada, la reducción de riesgos constituye un imperativo moral si tomamos en consideración la pérdida de vidas de seres humanos, el gran sufrimiento humano y las repercusiones a largo plazo que los desastres tienen en materia de desarrollo, lo que no siempre es fácil de cuantificar. En un contexto donde ha prevalecido la división entre actores humanitarios y de desarrollo, no se ha prestado la suficiente atención a la fundamentación conceptual que es lo que debe dar sentido y contenido a la práctica en que interactúan y se integran las diferentes actuaciones. Estas divisiones han obstaculizado el camino para abordar estos procesos y ofrecer soluciones más seguras y sostenibles. Y como señala Sanahuja22, el reto está en superar esas distinciones e integrar, más que simplemente coordinar, las acciones humanitarias y de desarrollo en un marco estratégico, integrado, de largo plazo y centrado en el ser humano. En este sentido, la reducción de riesgos de desastres se presenta como un opción integral de actuación, para incluir en las políticas, planes y programas, no solo de la actuación humanitaria, sino también de desarrollo, de manera que construyamos modelos de desarrollo más seguros y sostenibles, a los que contribuyamos todos. Para más información: Mª Jesús Izquierdo: [email protected]

20. Véase: Informe del Secretario General de Naciones Unidas sobre la aplicación de la Estrategia Internacional para la Reducción de los Desastres. A/61/229. 2006.

21 . Discurso de apertura del Subsecretario General de UN en Asuntos Humanitarios. Sesión inaugural de la CMRD. Kobe, Hyogo, 18 de enero de 2004. 22 SANAHUJA, J.A. 1999, p.21

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Impulsar el derecho a la alimentación en la región latinoamericana: Una lectura desde la gestión de riesgos

Camino Villanueva Responsable Unidad Temática Regional de dinamización social de las economías locales. Ayuda en Acción Seguridad alimentaria, soberanía alimentaria, derecho a la alimentación, economía solidaria… Son conceptos que difícilmente relacionamos con la gestión de riesgos. La intención de este artículo es expresar la integración de la gestión de riesgos en los programas de seguridad y soberanía alimentaria impulsados por Ayuda en Acción y sus socios estratégicos en América Latina. Para ello, el documento está dividido en tres partes: la primera presenta algunos datos sobre el contexto de la inseguridad alimentaria en América Latina. A continuación se analiza la estrategia de acción de Ayuda en Acción para impulsar el ejercicio pleno del Derecho Humano a la Alimentación en la región latinoamericana desde la óptica de la Gestión del Riesgo. Y, finalmente se ilustra esta propuesta con un ejemplo concreto en la Centroamérica, especialmente vulnerable a desastres de origen natural que ponen en riesgo permanente la seguridad alimentaria de gran parte de su población, afectando especialmente a los niños.

El contexto de la inseguridad alimentaria en América Latina El consumo de alimentos medidos en calorías que proporcionan la energía y nutrientes suficientes para desarrollar una vida sana es una de las necesidades fisiológicas mas básicas -si no la más básica- del ser humano.

LA FAO estima que 854 millones de personas en el mundo padecieron subnutrición en el periodo 2001-2003. Esta cifra corresponde a 820 millones en los países en desarrollo, 25 en los países en transición y 9 millones en los países industrializados. América Latina y el Caribe alberga al 6 por ciento aproximadamente de las personas subnutridas del mundo en desarrollo y al 11 por ciento de su población total. La prevalencia de la subnutrición, que asciende al 10 por ciento de la población de la región, es la segunda más baja entre las regiones en desarrollo. La desnutrición infantil A nivel regional, el porcentaje de niños que presentan niveles moderados o graves de desnutrición global (insuficiencia de peso) ha registrado una mejora significativa entre 1990 y 2005 , pero alcanza todavía el 7.5%, lo que equivale a cerca de 4.2 millones de menores de 5 años de edad. El 44% de éstos se concentran en Brasil y México. De la misma manera que la subnutrición, la desnutrición global infantil es particularmente grave en Centroamérica (El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua), en algunos países del Caribe y en Ecuador, en los que el 10% o más de los niños menores de 5 años de edad presentan bajo peso para su edad. De acuerdo con estimaciones basadas en estudios nutricionales de las ultimas dos décadas, la mayoría de los países de la región muestran un importante avance hacia el cumplimiento de la meta en materia de desnutrición global, de modo que se aspira a que en el año 2015 este problema afecta a algo menos de 2.9 millones de menores de 5 años d edad, es decir, a 1.4 millones menos de niños que hoy. Por sus consecuencias, la desnutrición crónica (retardo en el crecimiento) constituye la manifestación mas grave del hambre en la región, y en la década de los noventa disminuyó de un 19.1% al 15.8% en la región. Los países mas afectados por desnutrición crónica son los de Centroamérica, Caribe y Bolivia. En toda la región, la insuficiencia persistente de alimentos en cantidad y calidad adecuadas afecta a la estatura de alrededor 8.8 millones de niños.

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Prevalencia de la subnutrición en los países en desarrollo y en transición

Población total (millones personas)

Numero personas subnutridas

Proporción de personas subnutridas

1990-1992 2001-2003 1990-1992

2001-2003

1990-1992 2001-2003

América Latina y Caribe

443.4 528.9 59.4 52.4 13 10

América del Norte 84.8 102.0 4.6 5.1 5 5 México 84.8 102.0 4.6 5.1 5 5

América Central 28.8 37.7 5.0 7.4 17 20

Costa Rica 3.2 4.1 0.2 0.2 6 4

El Salvador 5.2 6.4 0.6 0.7 12 11

Guatemala 9.0 12.0 1.4 2.8 16 23

Honduras 5.0 6.8 1.1 1.5 23 22

Nicaragua 3.9 5.3 1.2 1.5 30 27

Panamá 2.5 3.1 0.5 0.8 21 25

El Caribe 28.5 32.0 7.7 6.7 27 21

Cuba 10.7 11.3 0.7 0.2 17 -

Republica Dominicana

7.2 8.6 1.9 2.3 27 27

Haití 7.0 8.2 4.6 3.8 65 47

Jamaica 2.4 2.6 0.3 0.3 14 10

Trinidad y Tobago 1.2 1.3 0.2 0.1 13 11

América del Sur 301.3 357.1 42.0 33.3 14 9

Argentina 33.0 38.0 0.7 0.9 - -

Bolivia 6.8 8.6 1.9 2.0 28 23

Brasil 151.2 176.3 18.5 14.4 12 8

Chile 13.3 15.6 1.1 0.6 8 4

Colombia 35.7 43.5 6.1 5.9 17 14

Ecuador 10.5 12.8 0.9 0.6 8 5

Guyana 0.7 0.8 0.2 0.1 21 9

Paraguay 4.3 5.7 0.8 0.8 18 15

Perú 22.2 26.8 9.3 3.3 42 12

Suriname 0.4 0.4 0.1 0.0 13 10

Uruguay 3.1 3.4 0.2 0.1 7 4

Venezuela 20.0 25.2 2.3 4.5 11 18

Países con cooperación de Ayuda en Acción Desigualdad y Seguridad Alimentaria De acuerdo a la CEPAL (2005), en la región latinoamericana se producen alimentos suficientes para satisfacer los requerimientos nutricionales de una población triple de la que presenta. Por lo tanto, la causa principal de la inseguridad alimentaria y del hambre en América Latina y el Caribe no es la producción de alimentos sino el muy bajo ingreso de amplios sectores de la población, y

la consecuente falta de acceso al consumo de alimentos en cantidad y calidad adecuadas. En América Latina y el Caribe, la región menos equitativa del mundo, el 10% de los hogares más ricos reciben en la mayoría de los países más del 30% de los ingresos, en tanto la fracción de ingresos recibida por el 40% de los hogares más pobres se ubica, en casi todos los países, entre un 9% y un 15%.

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Paradójicamente, la mayoría de las personas que padecen hambre en el mundo viven en zonas rurales (80%) y tanto sus ingresos como su alimentación dependen del consumo y la venta de productos naturales. Suelen padecer hambre los que no tienen tierras o los agricultores cuyos terrenos son demasiado pequeños para cubrir sus necesidades. No obstante, el número de habitantes que padecen hambre y pobreza en las ciudades está aumentando rápidamente, a la par que la población urbana. Las dificultades de acceso se tornan más complejas en la medida que la desigualdad entre los habitantes de un país se acrecienta en virtud de su localización y aislamiento geográfico, factores étnicos, familiares y de género. La probabilidad de que los niños en situación de pobreza extrema sufran desnutrición es entre dos y seis veces superior a la de los niños no pobres y llega a duplicar la de los niños pobres que no se encuentran en situación de pobreza extrema. La gestión del riesgo de inseguridad alimentaria en la intervención de Ayuda en Acción

Incluir la perspectiva de la gestión del riesgo en procesos de desarrollo supone, entre otros aspectos, abordar los riesgos de que la población más vulnerable de una región resulte afectada por una crisis alimentaria, ya sea como consecuencia de una catástrofe natural o de eventos económicos, sociales y políticos. Y nos referimos tanto a una crisis puntual -hambruna- como a la crisis crónica de desnutrición y malnutrición, especialmente infantil y femenina, que existe en la región Para esto, la apuesta estratégica de Ayuda en Acción reside en el fortalecimiento de las capacidades locales para hacer frente al permanente riesgo de inseguridad alimentaria que afecta a la mayoría de las comunidades donde trabajamos. El enfoque basado en los derechos nos aporta elementos jurídicos basados en el derecho internacional (Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales) para enfrentar los factores políticos que influyen de manera fundamental en la inseguridad alimentaria. Con una mirada amplia de este concepto, podemos decir que en Ayuda en Acción enfocamos los riesgos de inseguridad alimentaria principalmente a través de dos ejes: a. riesgo en el acceso al alimento: la seguridad alimentaria con la lógica de la Economía Social y Solidaria23

23 "reforzar sistemas de sustento familiares, mediante la diversificación de las fuentes de ingresos u otras vías, que garanticen la seguridad alimentaria de las familias". Criterio de intervención en Dinamización Social de las Economías Locales

En las Áreas de Desarrollo impulsadas por AeA, muchas de las familias viven en situaciones de subsistencia en las que ni siquiera alcanzan para cubrir el coste de canasta básica y se encuentran en una situación económica muy precaria que les impide satisfacer sus necesidades más elementales, incluyendo la seguridad alimentaria. El refuerzo de los sistemas de sustento familiares desde la lógica de la economía social representa una orientación estratégica para las diferentes acciones de consolidación del tejido económico. La metodología de la Dinamización Social de las Economías Locales se centra en el fortalecimiento de capacidades de las personas y colectivos mas empobrecidos y excluidos para • acceder a los mercados (locales, nacionales, internacionales) en mejores condiciones: comercio justo y solidario • utilizar tecnologías apropiadas que aseguren su sostenibilidad sistémica (económica ambiental, social y cultural) a largo plazo: agroecología, turismo ecológico y solidario, • acceder a fondos financieros: finanzas solidarias, • gestionar y administrar eficazmente iniciativas económicas en el marco de la economía social. Fortalecimiento institucional, formación • ejercer una ciudadanía activa para garantizar las condiciones políticas , sociales y económicas que permitan el desarrollo de esas capacidades En la práctica, en todos los Programas Nacionales de Ayuda en Acción en América Latina se impulsan proyectos, actividades específicas de seguridad alimentaria, clasificadas indistintamente en Satisfacción de Necesidades Básicas y Dinamización Social de Economías Locales. En general, la tipología de actividades se relaciona con: Redes de agentes intercomunales, apoyo para insumos de producción, crianza de aves y piscicultivo, huertos familiares y escolares, fincas integrales con diversificación productiva, apoyo a la producción de granos básicos, hortalizas, fruta y artesanía, centros de acopio y almacenaje, apoyo a cooperativas y sistemas ahorro y crédito24. Además, con el criterio de asegurar la correcta utilización biológica del alimento, la seguridad alimentaria aparece muchas otras acciones relacionadas con la línea de intervención de Apoyo a la Satisfacción de las Necesidades Básicas: sistemas de agua potable, canalización de aguas negras, complementos nutricionales, salud materno-infantil, desayunos escolares, etc.

24 Ayuda en Accion y la Seguridad Alimentaria. Oficina Regional 2004

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De una manera más explícita, el enfoque de gestión de riesgos en la Política de Acción Humanitaria también incorpora mecanismos basados en el fortalecimiento de las capacidades locales con el objetivo de garantizar la seguridad alimentaria de las poblaciones afectadas por desastres (no sólo naturales) de una manera digna y autosostenible, incluyendo la ayuda alimentaria en caso de necesidad. b. riesgo político y social: la seguridad y la soberanía alimentaria como espacios de exigibilidad de los derechos humanos y de ejercicio de ciudadanía25 En América Latina, la Seguridad y la Soberanía Alimentaria forma ya parte de las agendas políticas nacionales: Guatemala, Nicaragua, Bolivia, Venezuela y otros países están incorporando la seguridad alimentaria en sus legislaciones, reafirmando el compromiso y la obligación de los gobiernos de garantizarla a todos sus ciudadanos/as. De manera coincidente, los procesos de descentralización del estado que se están desarrollando en toda la región están abriendo nuevos espacios de participación ciudadana. En este contexto, la sociedad civil latinoamericana está reclamando desde varios ámbitos, pero de manera cada vez más contundente, el establecimiento de marcos jurídicos estables que garanticen la seguridad y la soberanía alimentaría nacional por encima de las políticas internacionales de libre comercio que amenazan con desmantelar los sistemas nacionales de producción agraria. La sociedad civil está encontrando apoyo e incluso impulso a sus demandas por parte de las grandes agencias internacionales de desarrollo, incluyendo a la Organización Mundial de la Alimentación y la Agricultura (FAO, la propia Unión Europea y el propio Gobierno de España). Ayuda en Acción también responde a esta coyuntura, apoyando cada vez más decididamente a distintas redes nacionales de organizaciones de la sociedad civil en sus demandas relacionadas con la legislación sobre seguridad y soberanía alimentaria, el control de los alimentos transgénicos, el acceso al agua, a la tierra, etc. A través de los convenios de Soberanía Alimentaria en Centroamérica (Honduras, El Salvador, Nicaragua y Guatemala) y Sudamérica (Ecuador y Perú), Ayuda en Acción y sus socios están impulsando el

25 "fortalecer las capacidades de la sociedad civil y de los gobiernos locales para participar en el diseño e implementación de políticas públicas que posibiliten el ejercicio del Derecho Humano a la Alimentación en los ámbitos local, nacional e internacional”Soberanía Alimentaria en Centroamérica. Convenio AECI073

fortalecimiento de la capacidad de los actores locales - organizaciones sociales y gobiernos municipales- y nacionales –redes- para la gestión de riesgos en materia de seguridad alimentaria, así como para el diseño e implementación de políticas públicas que posibiliten el ejercicio del derecho a la alimentación. En Bolivia, se trabaja desde hace años con una red nacional (AIPE) que promueve el reconocimiento del derecho a la alimentación en la nueva constitución nacional. Además, Ayuda en Acción participa en el proyecto "Red Global de Seguridad Alimentaria" impulsado por Action Aid con financiación de la Comisión Europea con el objetivo de fortalecer la capacidad de la sociedad civil en el Sur para impulsar el dialogo e influir en los temas relacionados con Seguridad y Soberanía Alimentaria en los niveles local, nacional e internacional. Un ejemplo concreto: Soberanía Alimentaria en Centroamérica en zonas afectadas por catástrofes naturales En América Central, Ayuda en Acción Nicaragua, Honduras y El Salvador, junto con Action Aid Guatemala, impulsan un programa especifico denominado “Soberanía Alimentaria en Centroamérica en zonas afectadas por catástrofes naturales”, con el apoyo financiero de la AECI y en colaboración con aproximadamente una decena de organizaciones sociales centroamericanas. Uno de los objetivos -el principal- del programa, de tres años de duración, es incrementar las capacidades de las familias y hogares rurales para disminuir la vulnerabilidad a factores externos e internos que provocan persistentes crisis de inseguridad alimentaria. La principal acción propuesta en los cuatro países para enfrentar este riesgo es el fortalecimiento de los sistemas de sustento familiares, tanto en términos de producción para el autoconsumo como de incremento de los ingresos familiares, que les permitan acceder al alimento vía mercado. Esta acción se complementa con aspectos de nutrición, fundamentalmente infantil, para intentar incidir en los indicadores de desnutrición crónica de las familias participantes. Asimismo, y abordando el factor político y social de la soberanía alimentaria, otro eje fundamental del convenio reside en el apoyo a redes nacionales y regionales de la sociedad civil para su participación en espacios públicos y de incidencia política para la puesta en marcha de políticas nacionales e internacionales (en el espacio político de la Integración Centroamericana), que promuevan de manera específica la efectiva realización del derecho a la alimentación en la región. En esta línea apoyamos a la Red Centroamericana de Soberanía y Seguridad Alimentaría y Nutricional (Redcassan) y sus

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delegaciones nacionales, así como a la red Centroamérica Unida y Solidaria (CAUSA) perteneciente a su vez a la Red Latinoamérica de Comercio Comunitario (Relacc). En el Salvador, Ayuda en Acción se ha aliado con el Centro de Defensa del Consumidor para impulsar una campaña nacional en torno al derecho al agua en el país. Además, desde la mirada concreta de la gestión del riesgo, en Nicaragua, Honduras y Guatemala el proyecto incorpora de manera complementaria una preocupación explícita por la gestión de riesgos de inseguridad alimentaria debidos a desastres origen natural, especialmente los relacionados con los huracanes, característicos en la región entre los meses de noviembre a marzo. Considerando las posibilidades que ofrece el proceso de descentralización política y administrativa, similar en estos tres países-, las organizaciones participantes en el proyecto plantean una línea de trabajo en el ámbito municipal para impulsar la elaboración de planes y sistemas para la gestión de riesgos de seguridad alimentaria con la participación de las organizaciones de la sociedad civil. Así, en Nicaragua, la propuesta de Ayuda en Acción es apoyar a una red nacional de organizaciones sociales, el Grupo de Interés por la Seguridad y Soberanía Alimentaria y Nutricional (GISSAN) formada por 73 organizaciones sociales, en torno a tres acciones: • Establecer un Observatorio y un Centro de

Documentación sobre Seguridad y Sobrania Alimentaria y Nutricional

• Capacitar a los miembros del los Centros de

Desarrollo Municipales –integrados por representantes de los gobiernos locales y de las organizaciones sociales locales- en materia de gestión del riesgo por inseguridad alimentaria, en al menos 16 municipios

• Lograr que los Planes Municipales de al menos

18 municipios incluyan la gestión del riesgo por inseguridad alimentaria

En Honduras, Ayuda en Acción implementa una doble estrategia en sus 5 áreas de desarrollo26: • por un lado, la conformación de Mesas

comunitarias de seguridad alimentaria en 11 municipios para la elaboración de planes de contingencia comunitarios con la participación de la sociedad civil rural;

• por otro lado, el apoyo a las familias

campesinas de los mismos municipios para

26 Choluteca, El Paraíso, Comayagua, Humuya y Yoro

establecer sistemas de producción amigables con el medio ambiente.

En Guatemala, Action Aid y sus socios locales27 trabajan en torno a las siguientes lineas:

• la elaboración de cinco planes municipales de gestión de riesgos, con la participación de los Consejos Municipales de Desarrollo (COMUDES), Consejos Comunitarios de Desarrollo (COCODES) y las organizaciones sociales.

• la conformación de cinco comisiones

Municipales de Seguridad y Soberania Alimentaria (COMSSA). La capacitación, junto con campañas de comunicación y planes de alerta temprana para la seguridad alimentaria, constituye el eje principal de este objetivo.

En definitiva, este enfoque amplio de la gestión de riesgos en el proyecto de Soberanía Alimentaria y en las diferentes prácticas institucionales nos permite realizar el análisis de los distintos factores de vulnerabilidad de los distintos actores sociales (personas, familias, organizaciones sociales y gobiernos) que dificultan el pleno cumplimiento del Derecho a la Alimentación en la región. Asimismo, orienta una clara estrategia y apuesta institucional por el fortalecimiento de las capacidades (físicas, políticas, sociales…) de las personas y colectivos organizados, especialmente en el ámbito municipal, para hacer frente al fantasma del hambre en Centroamérica, una de las caras más terribles de la pobreza y de la exclusión.

Para más información: Camino Villanueva: [email protected]

27 Comité de Unidad Campesina (CUC), Asociación de Comunidades en Desarrollo (COMSCAL), ADECUC-Save the Children, Red de Seguridad y Soberanía Alimentaria y Nutricional-Guatemala)

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La reducción del riesgo de desastres en Cuba. José Llanes Guerra Director de Fundación FUCADHU. Desarrollo humano para América y el Caribe

Marco Legal de reducción de riesgo en Cuba La reducción de riesgo de desastres naturales en Cuba es una prioridad. Su estrategia se sustentan en un marco legal que comprende leyes, decretos leyes, decretos, resoluciones ministeriales, entre otras, y cuenta con una sólida base institucional para su implementación y el control de su cumplimiento. En 1962 surge la Defensa Popular, la cual se transforma en Sistema de Medidas de Defensa Civil, mediante la Ley 1194, de julio de 1966. El Sistema se iría perfeccionando con nuevas experiencias y leyes, una de estas últimas es el Decreto Ley 170 del Sistema de Medidas de Defensa Civil, de mayo de 1997. Treinta años después de su creación, en 1996, la experiencia desarrollada por el Sistema de Defensa Civil Cubano fue seleccionada en el Concurso de Buenas Prácticas del Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (Habitat), patrocinado por la ciudad de Dubai, Emiratos Árabes Unidos y catalogada como «Buena». Esta selección consideró la eficacia del Sistema considerando la sostenibilidad de la base legal creada en el país, en lo que se refiere a la reducción de riesgo de desastres (3 Leyes, Decretos Leyes, 13 Decretos, 21 Resoluciones Ministeriales y 1 Directiva). Las más importantes:

La Ley 75 de la Defensa Nacional, del 21 de diciembre de 1994.

Esta Ley en su Capítulo XIV, define el Sistema de Medidas de Defensa Civil y le otorga responsabilidades a los Presidentes de las Asambleas Provinciales y Municipales del Poder Popular como líderes de Defensa Civil en sus respectivos territorios. Establece también que las medidas de defensa civil sean coordinadas y ejecutadas por los organismos estatales, las entidades económicas y las instituciones sociales. En esta ley se establecen además las principales medidas que deben cumplirse para la protección de la población y la economía para reducir el riesgo de desastres.

El Decreto Ley No. 170, del Sistema de Medidas de Defensa Civil.

Como cuerpo legal específico referente a la Defensa Civil, este Decreto define ampliamente todos los aspectos relacionados con la reducción de riesgo de desastres en la República de Cuba. En su fundamentación expresa: «Es necesario desarrollar un sistema de medidas de defensa civil que permita prever y minimizar las afectaciones por la ocurrencia de desastres naturales u otros tipos de catástrofes que ocasionan al país cuantiosas pérdidas humanas, materiales y otros trastornos sociales, económicos y ambientales, que inciden negativamente en el desarrollo y requieren para su reducción de la acción coordinada de las fuerzas y recursos existentes en el territorio nacional, así como de la ayuda y cooperación internacional …» De manera sistemática la Defensa Civil Cubana realiza un análisis objetivo de las situaciones de desastres que afectan al territorio nacional, con la finalidad de evaluar los diferentes elementos que reducen los riesgos de desastres y adoptar las decisiones pertinentes para perfeccionar los mismos. Como resultado de estos análisis, en particular de la temporada ciclónica de 2004, el Gobierno reafirmó la importancia que para el desarrollo y bienestar de la población cubana tiene la reducción de riesgo de desastres. Por tal motivo se aprobó por el Vicepresidente del Consejo de Defensa Nacional, y Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), la Directiva No.1 para la planificación, organización y preparación del país para situaciones de desastre, puesta en vigor el 20 de junio de 2005. Ello ha permitido perfeccionar los mecanismos establecidos, para incluir el peligro y la reducción del riesgo de desastres en el proceso de desarrollo integral del país y en los proyectos de inversión, el aseguramiento financiero y material de las medidas de Reducción de Desastres, con énfasis en el nivel local; así como determinar con objetividad el rol de cada órgano, organismo, entidades e instituciones sociales en el proceso de reducción de riesgo de desastres.

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Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil Desde su creación, el Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil ha sido el principal órgano de dirección, encargado de velar por el cumplimiento de las medidas de defensa civil, las normas y convenios internacionales relativos a la protección civil de los que Cuba sea parte, y de coordinar los programas de cooperación y ayuda internacional en caso de desastres. Mantiene estrechas y fluidas relaciones de trabajo y colaboración con las instituciones nacionales que laboran por la protección de la vida humana y el medio ambiente, y con los diferentes medios de difusión masiva. Igualmente coordina sus acciones y colabora estrechamente con las agencias del Sistema de Naciones Unidas y organizaciones no gubernamentales, como la Cruz Roja de Cubana. La Defensa Civil tiene además como atribuciones y funciones para la reducción de riesgo de desastres, las de organizar, coordinar y controlar el trabajo de los órganos y organismos estatales, las entidades económicas e instituciones sociales en interés de proteger a la población y la economía, en condiciones normales y situaciones excepcionales. Todo ello ha garantizado a Cuba una plataforma nacional multisectorial y efectiva, que le permite orientar los procesos de formulación de políticas y coordinar los planes, programas, proyectos y las diversas actividades requeridas, con el propósito de integrar la reducción del riesgo de desastres en los procesos de desarrollo del país. Otras funciones dadas por Ley, del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil Cubana son: ENTRE LOS ASPECTOS QUE ESTABLECE LA DIRECTIVA NO. 1, SE ENCUENTRAN: • Identificar y evaluar, en coordinación con los órganos y organismos estatales, las entidades económicas e instituciones sociales, los factores de peligro, vulnerabilidad y riesgo, así como determinar los elementos de planificación, preparación y respuesta necesarios para la protección de la población y la economía. • Exigir el cumplimiento del proceso de compatibilización del desarrollo económico- social del país con los intereses de la Defensa Civil, establecidos en la legislación vigente. • Establecer los principios de preparación y equipamiento y las formas de actuación de las fuerzas que participan en el cumplimiento de las medidas de la defensa civil. • Crear grupos de expertos para asesorar al Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil en el estudio y análisis de medidas y tareas específicas de la Defensa Civil.

• Aprobar, en primera instancia, los programas, proyectos y planes para la reducción de desastres y en coordinación con el Ministerio para la Inversión Extranjera y la Colaboración Económica, los relacionados con la cooperación internacional. • Transmitir el aviso sobre el establecimiento de las distintas fases a los organismos de la Administración Central del Estado, a los gobiernos provinciales y a las organizaciones sociales y de masas. Gobiernos locales y población Las Asambleas del Poder Popular son los órganos superiores locales del poder del Estado. Tienen la más alta autoridad para el ejercicio de las funciones estatales y para ello, dentro del marco de su competencia, ejercen gobierno. Los Consejos de Administración locales que estas Asambleas constituyen, dirigen las entidades económicas, de producción y de servicios de subordinación local, con el propósito de satisfacer las necesidades económicas, de salud y otras de carácter asistencial, educacionales, culturales, deportivas y recreativas de la colectividad del territorio a que se extiende la jurisdicción de cada una. Para el ejercicio de sus funciones, las Asambleas del Poder Popular se apoyan en los Consejos Populares, en la iniciativa y amplia participación de la población, y actúan en coordinación con las organizaciones sociales. La legislación cubana vigente en materia de reducción de riesgo de desastres designa a los presidentes de las Asambleas Provinciales y Municipales del Poder Popular como los jefes de la Defensa Civil en los territorios correspondientes. Ellos tienen la responsabilidad de elaborar los planes de reducción de desastres territoriales, para lo cual se apoyan en los órganos de la Defensa Civil creados al efecto. Esta descentralización de responsabilidades, unida a la participación plena y activa de la población en los procesos de desarrollo y de reducción de riesgo de desastres a nivel local, contribuye en gran medida a la reducción de pérdidas de vidas humanas y económicas, considerando que es a este nivel donde se manifiestan las causas y tienen lugar las consecuencias del impacto de los peligros de desastres. La mayoría de los cubanos son miembros de diferentes organizaciones sociales como los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) entre otras.

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En sus frecuentes convocatorias, estas organizaciones sirven para que la población exprese y busque soluciones conjuntas a los problemas de sus comunidades, reciban información sobre las situaciones de su territorio y los problemas que les atañen. Estas organizaciones son las células para asumir acciones locales de prevención y preparativos, como han sido las sistemáticas campañas de lucha contra vectores y de saneamiento e higienización, así como de las evacuaciones ante el impacto inminente de los peligros naturales y durante las labores de recuperación. Estudios de riesgo de desastres Cuba, a través del Sistema de Defensa Civil, ha desarrollado instrumentos y herramientas que permiten no solo determinar el riesgo de desastres, sino elaborar un conjunto de acciones para prevenirlas, estar preparados y dar una respuesta eficaz ante los peligros naturales. La Directiva No.1, para la planificación, organización y preparación del país para situaciones de desastre, de junio de 2005, establece el carácter obligatorio de los estudios de reducción de riesgo de desastres como uno de los elementos de partida para la elaboración de los planes de reducción de desastres territoriales. Como documentos rectores están la «Guía para la realización de los estudios de riesgos», elaborada por el Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil, y la «Metodología para la estimación del riesgo», confeccionada por el Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente con la participación de varias instituciones científicas del país. Con ellas, cada territorio, organismo, empresa e institución determinan su riesgo de desastres y elaboran su plan de reducción. La novedad en Cuba es, por ejemplo, que un territorio conforma de manera permanente, basado en sus capacidades, un grupo multidisciplinario e intersectorial para realizar estos estudios. Esto hace que no dependan absolutamente de recursos humanos externos, bien provenientes de instituciones de carácter nacional o de consultores temporales. Este grupo, integrado por investigadores, técnicos y funcionarios competentes aportan a los estudios y propuestas, sus conocimientos y vivencias sobre los problemas que atañen a su comunidad, fortalezas y debilidades de su territorio, e interactúan con las instituciones, organizaciones existentes y la población en general, contribuyendo a mejorar las capacidades locales mediante la difusión del conocimiento en materia de reducción de riesgo de desastres. El resultado constituye la base para la elaboración y actualización de los planes de reducción de desastres, proceso que lidera el Presidente de la

Asamblea (Gobernador o Alcalde). Estas conclusiones también son tenidos en cuenta en la planificación del desarrollo integral y los proyectos de inversión. Los Centros de Gestión para la Reducción de Riesgo de Desastres Este reconocimiento al rol que juegan los Gobiernos Locales en el proceso de la gestión para la reducción del riesgo de desastre, es otra de las fortalezas del caso cubano. Es a este nivel donde la autoridad tiene más capacidad para influir y actuar sobre las decisiones que afectan a sus habitantes y su agenda de desarrollo local. Para facilitar esta actividad la Defensa Civil Cubana tiene entre sus estrategias de trabajo la creación de centros de gestión para la reducción de riesgos, donde ha venido priorizando los municipios que como resultado de un estudio nacional, se han identificado como los más vulnerables. Estos centros tienen como principio la gestión de la información, mediante un mejor acceso, fácil de usar, a información relevante y adecuada que apoye la toma de decisiones de los gobiernos locales. Su ubicación, generalmente está en la propia sede de los gobiernos. Los centros tienen además la responsabilidad de convertir la información en un insumo indispensable para conocer, aprender, retroalimentar e intercambiar conocimientos y herramientas entre las diferentes instituciones y organizaciones locales con la finalidad de coadyuvar en la toma de decisión en los procesos de desarrollo y de reducción de riesgo de desastres en los territorios. Los Centros de Gestión para la Reducción de Riesgos tienen como funciones principales: • Facilitar la evaluación y reducción del riesgo de desastres en el territorio con la participación de los especialistas de los diferentes sectores, mediante la evaluación periódica de los indicadores de peligro, vulnerabilidad y riesgo. • Apoyar con el equipamiento y la información disponible a los puestos de Dirección para caso de desastres durante las etapas de respuesta y recuperación. • Documentar gráficamente las acciones de reducción de desastres que se realicen en el territorio. • Contribuir con la preparación de las diferentes categorías de personal y para la divulgación de las medidas de reducción de desastres.

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Sistema de Alerta Temprana (Sat) en Cuba. Los Sistemas de Alerta Temprana (SAT) en Cuba, son uno de los elementos de mayor efectividad en la estrategia nacional de reducción de riesgo de desastres. Ellos juegan un papel importante al minimizar pérdidas de vidas humanas y económicas ante el impacto de peligros naturales predecibles. Es un proceso integrado de vigilancia, monitoreo y análisis de variables naturales y tecnológicas que pueden constituir un peligro para la población y la economía, cuya evaluación por las autoridades de la Defensa Civil (Centro de Dirección del Consejo de Defensa Nacional para Caso de Desastres), permiten una toma de decisión, la elaboración de disposiciones y el establecimiento de fases a los órganos, organismos, entidades económicas, instituciones sociales y la población del territorio o parte de su territorio nacional, así como la adopción y ejecución de medidas de protección que reducen el impacto de los peligros. Todo ello mediante los sistemas y redes de infocomunicación y difusión masiva del país. Un análisis de la experiencia cubana en materia de SAT nos permite ver que estos están adecuados a las características socioeconómicas, fortalezas institucionales, organización social y nivel de educación y preparación de la población. Los SAT en Cuba son de dos tipos: SAT centralizados, donde los organismos de la Administración Central del Estado, sus instituciones y dependencias nacionales realizan la vigilancia, el monitoreo y pronóstico sobre la base de la informaciones y observaciones de los diferentes subsistemas, emitiendo un aviso o alerta a las autoridades nacionales que integran el Sistema de Defensa Civil. LO SAT EN A LO INTEGRAN CUATRO ELEMENTOS BÁSICOS: SAT descentralizados, en los que las provincias, con las direcciones, instituciones y dependencias a ese nivel realizan la vigilancia, el monitoreo y pronóstico sobre la base de las informaciones y observaciones de los diferentes subsistemas, emitiendo un aviso o alerta a las autoridades provinciales y municipales de Defensa Civil, además las comunidades a nivel de consejo popular, mediante la participación de la población, establecen sistemas de vigilancia y monitoreo a variables que pueden constituir un peligro para la comunidad u otras, emitiendo un aviso o alerta a la población y comunidades en riesgo. Los SAT en Cuba están integrados por: • Las instituciones científicas y técnicas que tienen la capacidad de prestar servicios de vigilancia, monitoreo y análisis de variables naturales y tecnológicas que puedan constituir un

peligro para la población y la economía y de brindar información especializada de carácter internacional y nacional. • Los Centros de Dirección de los Consejos de Defensa para Caso de Desastres en los diferentes niveles territoriales y sectores de la economía, que evalúan la información contentiva de las alertas y toman la decisión de emitir disposiciones y fases a los órganos, organismos, entidades económicas e instituciones sociales y a la población en general. • Los medios de infocomunicación y difusión masiva que garantizan a través de las emisoras de radio y televisión, prensa escrita y redes de comunicación en los diferentes niveles, que las referidas alertas, disposiciones, fases e información llegue a todos los que la requieren. • Las organizaciones sociales, que son quienes preservan con su participación en las medidas que le son orientadas y que se han previsto con anterioridad para cada situación de peligro, las vidas humanas y las bienes sociales y económicos de nuestro país. Entre las ventajas de este sistema se encuentran: • Constituyen el único mecanismo de alerta a los órganos, organismos, entidades económicas, instituciones sociales y población en general, lo cual permite un reconocimiento de las autoridades, competencias y roles de los participantes en el SAT y una cohesión en la ejecución de políticas, estrategias y medidas de defensa civil para la protección de la población y la economía. • La comunicación, difusión y socialización de información pertinente, resultado de la vigilancia, monitoreo, pronósticos y toma de decisión, como un proceso único, eficiente y eficaz, que permite reducir considerablemente las afectaciones a la población y la economía. • Socialización de los conocimientos sobre el peligro y las medidas de Defensa Civil, lo cual contribuye a la educación y construcción de una cultura de prevención. • Beneficio para los órganos, organismos, entidades económicas, instituciones sociales y población en general, mediante el aprovechamiento integral de los recursos tecnológicos y medios de comunicación y difusión masiva empleados en los SAT. La educación para la reducción de riesgo de desastres. La población cubana ha adquirido en los últimos 40 años, una cultura de seguridad y capacidad de respuesta a los peligros naturales, en particular a

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los ciclones tropicales y sus factores destructivos (fuertes vientos, las lluvias intensas y las mareas de tormenta), peligro de mayor frecuencia de incidencia que afecta a todo el territorio nacional. Ello no se debe solamente al proceso de aprendizaje empírico, a partir de las experiencias vividas por la población. Una efectiva combinación de actividades dirigidas a desarrollar una mayor comprensión y concientización sobre la prevención de desastres a nivel de territorios, sectores de la economía y la población en general es avalada por los resultados que Cuba obtiene en la respuesta a peligros naturales. En Cuba anualmente se elaboran las Indicaciones Metodológicas y de Organización del Jefe del Estado Mayor Nacional de Defensa Civil, que establecen la cantidad de horas y los temas de la preparación de la población y de los directivos de organismos, entidades e instituciones sociales. Se realiza además de manera sistemática, la inclusión y actualización de temas de reducción de riesgo de desastres en los programas de estudios, sobre la base de las experiencias y los conocimientos adquiridos por el país. Ello abarca todos los niveles de enseñanza, incluyendo el universitario, en particular en las carreras de los arquitectos, ingenieros civiles, médicos y veterinarios entre otros. En la educación postgrado el tema también es tenido en cuenta. Se han diseñado e impartido cursos, maestrías y diplomados con el correspondiente otorgamiento de créditos académicos y grados científicos. Pero al referirse a Cuba, lo más llamativo es como se han incorporado los temas de reducción de riesgo de desastres en los programas de estudio de la enseñanza primaria. Durante las clases de las asignaturas de ciencias y humanidades se incorporan temas de defensa civil, los cuales se enfocan en las causas y efectos de los peligros de desastres, la vulnerabilidad y el riesgo de la escuela y su comunidad. Los alumnos participan de forma protagónica. La identificación y realización de acciones de prevención, preparativos y respuesta a los peligros de desastres se realiza con la participación directa de ellos. La labor durante clases se complementa y se interrelaciona con los trabajos extradocentes y extraescolares. Ellos hacen sus propuestas mediante trabajos y juegos para demostrar cómo perciben y reducen el impacto de los peligros de desastres. Tienen una participación directa en congresos y eventos sobre estos temas en el país, donde exponen los resultados de sus trabajos. Es importante mencionar que los alumnos, hacen propuestas que son tenidas en cuenta, para el mejoramiento de los planes de reducción de desastres en sus escuelas.

De cierta forma no solo se prepara a los más pequeños para preservar sus valiosas vidas ante peligros de desastres, también el país invierte en el desarrollo futuro, pues ellos serán los técnicos, profesionales y políticos en unos años, responsables de dar continuidad a lo hecho en este campo, con mayor conocimiento y percepción de los riesgos de desastres, que pueden comprometer la seguridad y bienestar de sus comunidades y del país en general. Cuba cuenta con un Programa de Comunicación Social para la Reducción de Desastres, que contiene estrategias para la información sobre cada peligro que afecta al territorio nacional, lo cual facilita el trabajo de los medios de difusión masiva en la preparación e instrucción de la población. La creación de tele centros y emisoras de radios municipales, así como la instalación de receptores satelitales de televisión, en comunidades ubicadas en zonas de silencio, permite difundir entre otras informaciones, programas educativos e información a la población local y a las comunidades de difícil acceso. Un ejemplo de ello lo constituye, «Universidad para Todos». El 2 de octubre de 2000 comenzaron a impartirse en todo el país a través de la televisión, cursos para la superación de todo el pueblo. El objetivo es elevar la cultura general integral de los cubanos, mediante diversos cursos que se trasmiten por la televisión nacional (Cuba tiene cuatro canales, dos de ellos dedicados a fines educativos), tal como ha sido el curso: «Los Ciclones Tropicales», impartido por investigadores y especialistas del Instituto de Meteorología del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil. Este curso tuvo la finalidad de que la población adquiriera los conocimientos que le permitan una mejor comprensión de las informaciones emitidas al respecto y adopten las medidas de prevención necesarias con mayor conciencia y celeridad para salvaguardar vidas humanas y sus riquezas materiales. Un nuevo curso Cambio Climático: Un reto global, se comenzó a impartir el 22 de enero de 2008. El estudio del clima, su variabilidad natural, los impactos que se derivan de ella y algunas medidas de adaptación y mitigación son parte de los temas que se abordan con el objetivo de contribuir a elevar los conocimientos de la población acerca de estas problemáticas. También este medio de difusión masiva, unido a la radio, internet y la prensa es ampliamente utilizado por las autoridades del país para informar sobre el impacto y los procesos de recuperación en las zonas afectadas por los peligros naturales. Cuba también muestra sus esfuerzos en contribuir con el fortalecimiento de las redes y promover el

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diálogo y la cooperación entre especialistas, científicos, técnicos, funcionarios y otros actores en reducción de riesgo de desastres, no solo a nivel nacional, incluso internacional. Talleres, reuniones y siete ediciones de Congresos Internacionales sobre Desastres, han sido organizados y coordinados por el Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil, con el fin de intercambiar conocimientos, resultados, experiencias y perspectivas en la reducción de riesgos de desastres, así como fomentar programas y proyectos de cooperación bilateral y multilateral en esta esfera. El inicio hacia la gestión de la reducción del riesgo de desastres en Cuba. En la mayoría de las ocasiones, los desastres son un factor determinante en la «sensibilización de los gobiernos», para adoptar medidas y evitar que vuelvan a ocurrir. Paradójicamente, según no pocos entendidos, son «una oportunidad para el desarrollo». Cuba es una excepción. El Gobierno cubano tuvo la previsión de desarrollar la voluntad hidráulica y darle una dimensión social, que en términos generales significó una seguridad para la población, al evitar las frecuentes inundaciones por intensas lluvias asociadas a temporales y tormentas tropicales (huracanes), así como minimizar el impacto de las sequías, mediante aprovechamiento hidráulico (embalses).

Del Flora al Noel. Siendo todavía incipiente el programa de construcción de embalses, el huracán Flora impacta al territorio nacional en octubre de 1963, con precipitaciones asociadas de 719 milímetros en 24 horas y 2 550 milímetros acumulados en cinco días. Esto provocó las inundaciones fluviales más severas que históricamente se hayan registrado en Cuba. Como consecuencias ocurrieron más de 1 157 muertos y desaparecidos y daños de consideración a las viviendas, infraestructura y la economía en general, principalmente en la llanura del río Cauto, en la región oriental. Durante más de 40 años, el INRH continúo el desarrollo de los recursos hídricos, como se había planteado desde un inicio, convirtiendo en realidad sus programas, concentrando sus esfuerzos en los últimos cinco años en mitigar los efectos de otro peligro determinado para el país: la sequía, fundamentalmente en un renglón tan sensible como el abastecimiento de agua a la población, mediante un fuerte proceso inversionista y constructivo destinado a ampliar la infraestructura hidráulica, la rehabilitación de redes de conducción y distribución del agua potable, y a obras para completar el saneamiento ambiental, todo ello sin abandonar los programas para la prevención de inundaciones fluviales.

Ariel Terrero, periodista cubano en su artículo «Noel revive el fantasma del Flora», hace un análisis sobre la respuesta a la Tormenta Tropical Noel, en la que se refleja el trabajo del Sistema de Defensa Civil y reconoce la importancia en la reducción del riesgo de desastres de la red de presas del país, pero sobre todo porque pone a relieve un elemento vital en el accionar de Cuba ante el impacto de estos peligros naturales: la cohesión social y solidaridad humana. «El sistema de defensa civil, bien entrenado en el enfrentamiento a huracanes…(…). Desde que la tormenta asomó narices en el Caribe, el jefe del Departamento de Pronósticos de esa institución (…), alertó por la televisión, que el peligro mayor serían las abundantes lluvias».«Pero de poco hubiera servido el aviso y las medidas adoptadas, de no contar Cuba con una extendida red de embalses para acopiar las aguas». «Tal sistema hidráulico también hubiera sido insuficiente de no contar la nación con otro factor (…) la solidaridad humana». «Para la evacuación oportuna de las poblaciones cercanas a ríos y de zonas bajas, el país puso en movimiento toda su fuerza logística. En ómnibus, camiones y helicópteros sacó del tremedal a decenas de miles de personas -alrededor de 80 mil, según informes parciales-, que contaron con el apoyo de muchos compatriotas que les recibieron en sus casas o les dieron atención en los albergues dispuestos para la ocasión, incluso en otras provincias. Nunca más justa aquella frase de José Martí:» «Ayudar al que lo necesita no solo es parte del deber, sino de la felicidad». Hay otro factor no menos importante que contribuyó a la reducción del riesgo de desastres en la referida zona oriental, tras el impacto de la Tormenta Tropical Noel, la restauración ambiental de la cuenca hidrográfica del río Cauto, la más importante de Cuba. Desde 1997, existe un programa nacional de restauración ambiental de la cuenca hidrográfica del río Cauto. Toda la franja hidrorreguladora está plantada de árboles, en la que juegan un rol importante las fincas forestales. Se realiza además el tratamiento para detener los procesos degradativos de los suelos y las cargas contaminantes hacia la misma lo cual ha contribuido a que la referida cuenca recupere parte de su capacidad para conducir el agua hacia el mar, reduciendo las áreas de inundación por intensas lluvias. Planes de Reducción de Desastres “Preparados para lo peor y esperar lo mejor”. Más que un aparente lema, es la visión de Cuba respecto a como se debe abordar la reducción de desastres. Ello le resta margen a la improvisación y con esto salvan vidas humanas y protegen recursos.

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Con el surgimiento de la Defensa Civil cubana, se comenzaron a elaborar los planes para la reducción de desastre. El concepto y las metodologías para su elaboración fueron evolucionando a partir de las experiencias en la respuesta a diferentes peligros naturales que han afectado el territorio nacional y a los conocimientos desarrollados por la comunidad internacional en torno a este tema, permitiendo el perfeccionamiento de este instrumento de preparación del país para la respuesta a peligros naturales y de otros tipos. En la actualidad la elaboración de los planes de reducción de desastres más que una acción puntual, constituyen un proceso de planificación, que incluye un «conjunto de medidas políticas e ideológicas, económico-sociales, de orden interior, jurídicas, de relaciones exteriores, de informática y comunicaciones y militares». Su elaboración se rige por lo establecido en la Directiva No. 1 del Vicepresidente del Consejo de Defensa Nacional, y Ministro de las FAR, de junio de 2005. Este proceso de planificación se organiza territorialmente desde el nivel nacional, provincial, municipal y de los consejos populares, así como en los organismos y órganos estatales, las entidades económicas e instituciones sociales a todos los niveles. Incluye la planificación de medidas y acciones por etapas de la reducción de desastres (ciclo de reducción de desastres) por cada uno de los peligros de desastres identificados. Los planes de reducción de desastres en todas las instancias son elaborados, teniendo en cuenta las disposiciones de los consejos de defensa y las indicaciones complementarias recibidas de los organismos de la Administración Central del Estado, en el caso de las entidades económicas, así como los resultados de los estudios de los peligros de desastres, la determinación de la vulnerabilidad y el riesgo, el planteamiento de las medidas principales que se deberán cumplir para cada una de las etapas que conforman el ciclo de reducción de desastres, con los plazos respectivos para su cumplimiento, y el empleo de fuerzas y medios para desarrollar las actividades requeridas entre otros aspectos. Es significativo, y en gran medida ha constituido una de las fortalezas de la respuesta eficaz del Sistema de Defensa Civil a peligros naturales, las actualizaciones y los ejercicios de comprobación de los planes de reducción de desastres. En Cuba la actualización de los planes en los aspectos relacionados con peligros de desastres de origen hidrometeorológicos, se realizan en dos etapas, la primera entre los meses de enero y abril, previo al inicio del período húmedo, dirigida a los preparativos para enfrentar huracanes, intensas lluvias, penetraciones del mar y ruptura de presas. La segunda entre los meses de noviembre y diciembre, previo al comienzo del período seco,

dirigida a los preparativos para enfrentar, intensas sequías e incendios de grandes proporciones en áreas rurales. La imagen satelital muestra al huracán Wilma afectando al territorio occidental de Cuba. Las inundaciones costeras ocasionadas por este organismo en Ciudad de La Habana fueron muy severas y prolongadas. El ejercicio nacional Meteoro. Los cubanos conocen la importancia de los ejercicios de preparación en desastres, incluyendo los simulacros de evacuación. Mediante ellos incrementan su capacidad de respuesta y de prevención ante intensas lluvias, huracanes, sismos, sequías, derrames de hidrocarburos, epidemias y otros peligros. Estos ejercicios de carácter anual y amplia participación popular, por lo general son de dos días. El primero para que los órganos de dirección y de mando, tanto territoriales como de instituciones del Estado, puntualicen sus planes para la reducción de la vulnerabilidad y evitar con ello pérdidas de vidas humanas y cuantiosos daños materiales. El segundo día, para acometer acciones de preparación a todos los niveles y en todos los lugares con énfasis en las comunidades. Es aquí donde la población tiene una participación activa, fortaleciendo su percepción del riesgo y preparándose para dar una respuesta eficaz ante cualquier peligro de desastres que los impacte. Conclusiones Muchas veces se hace referencia a las «limitaciones económicas» de Cuba, sin embargo, en materia social y reducción de riesgo de desastres, este país constituye un ejemplo de inversiones y montos económicos en función de mejorar las condiciones de vida y preservar y proteger a la población del impacto de los peligros naturales. Las prioridades establecidas han sido determinantes. Inversiones para acercar a nivel de comunidades servicios de salud especializados y de urgencia con equipamiento de alta tecnología, se combinan con otras en viviendas, agua, agricultura, comunicaciones e infraestructura, contribuyendo a la mejora de los indicadores de salud, calidad de vida y la reducción de la vulnerabilidad ante peligros naturales. Los programas de desarrollo social en los cuales se tiene en cuenta la racionalidad del empleo y la protección de los recursos naturales, hacen de estas políticas, estrategias y programas, una referencia de lo mucho que con poco pueden hacer otros países en bienestar de su población y de la humanidad. En la actualidad varios países de la región comparten estas experiencias con Cuba y los beneficios sociales

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a corto plazo son tangibles. Pueblos alfabetizados, mejoras en los indicadores de salud y calidad de vida son entre otros los resultados, que fortalecen los lazos solidarios entre los países. Más allá de los logros que en materia de reducción de riesgo de desastres obtenidos por Cuba y el reconocimiento internacional a los mismos, los cubanos analizan año tras año las deficiencias y necesidades de su sistema de Defensa Civil, mejoran su marco legal, fortalecen capacidades institucionales, reducen las vulnerabilidades de sus sistemas vitales, mejoran las condiciones de vida de

su población, preparan y capacitan a sus recursos humanos, y garantizan mediante la participación plena de sus organizaciones, instituciones, y la población en general, en los problemas de reducción de riesgo de desastres, el fomento de una cultura de prevención. En gran medida lo logrado en Cuba en reducción de riesgo de desastres se debe a la voluntad política, al ejercicio de gobierno, a sus prioridades económicas y sociales, y la participación plena de la población en la construcción de su desarrollo entre otros factores.

Para más información: José Llanes: [email protected] www.fucadhu.org

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Fortalecimiento de las Capacidades Locales para reducción del Riesgo de Desastres en once municipios de

Honduras

Marla Meléndez Responsable Gestión de Riesgos Ayuda en Acción Honduras

Impulsamos la organización y fortalecimiento de estructuras municipales y comunitarias para la gestión de riesgo, a través de talleres, giras de intercambio y participación en espacios de incidencia llamados (mesas regionales); la sensibilización de la población a través de publicación por medios escritos, radiales y televisivos, elaboración de instrumentos de gestión como son mapas de riesgo y planes de prevención y respuesta municipal; la potenciación de los sistemas de alerta temprana a través del equipamiento y capacitación, con el fin de crear capacidades locales para enfrentar situaciones de emergencia.

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Contexto socio-económico, político-institucional y ambiental El proyecto se desarrolló en once municipios de Honduras, caracterizados por condiciones de pobreza y extrema

pobreza en algunos casos, con Indicadores de Desarrollo Humano por debajo de los promedios nacionales, donde los ingresos per-capita son € 923.00 anuales, la desnutrición peso/edad de los niños menores de cinco años sobrepasa el 66% y el analfabetismo alcanza casi un 70%; las economías familiares se basan en su mayoría en la producción de un solo rubro, café para la comercialización y granos básicos para consumo. El país y los municipios no cuentan con planes de desarrollo que integren el enfoque de gestión de riesgo, debido a que el mismo no ha sido asumido políticamente por los distintos gobiernos, ni forma parte de sus agendas, y aunque muchas de las organizaciones que trabajan la temática han iniciado procesos de incidencia, los logros no son muy significativos. El área de intervención de la experiencia está expuesta a condiciones de vulnerabilidad ante fenómenos naturales y antrópicos: inundaciones, sequías, deslizamientos e incendios forestales entre otros. Cada año los departamentos de Choluteca y El Paraíso enfrentan una sequía recurrente, y los departamentos de Yoro y Comayagua se ven afectados por huracanes y tormentas tropicales.

Problemática y descripción de la iniciativa La problemática principal de la zona es la vulnerabilidad y la exposición de las comunidades a situaciones de riesgo, así como la falta de capacidades para responder ante una situación de emergencia, dadas sus debilidades organizativas y el desconocimiento del manejo y administración del riesgo.

El proyecto se inició en junio del 2006 y concluyó en junio del 2007, y se centró principalmente en el fortalecimiento de estructuras comunitarias para el conocimiento, manejo y gestión de emergencias en municipios y comunidades vulnerables.

Los principales actores involucrados en el proceso: Instituciones promotoras Instituciones Financiadoras Organizaciones Locales:

Fundación Ayuda en Acción Honduras Comité Permanente de Contingencias (COPECO)

Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo (ACCD) Fundación Ayuda en Acción Honduras

Comités de Emergencia Municipal (CODEM) Comités de Emergencia Local (CODEL) Alcaldías Municipales Comunidades

Departamento Municipios Comunidades

Orocuina

Barreal Limones, Barreal Centro, Combaly, La Barranca, Mal Paso, La Manzanilla y Los Encuentros Choluteca

Apacilagua Coyolito, Matapalito, San Felipe y Zapatón

Liure Bocuire, Hatos, Los Encuentros y los Escaños

El Paraíso

Soledad La Reforma, Las Flores, Los Hornitos, Santo Domingo y Victoriano

Ojos de Agua

Hielo, Campo 2 y San Francisco

La Trinidad Tierra Blanca, Cordoncillos, Sabana de la Hacienda y Guacamayas

Meambar Potrerillos, Meambar Centro, Mata Palo y Loma Alta

La Libertad La Pita, El Faldón, Buena Vista, La Mina y Cuesta del Neo

Comayagua

Las Lajas La Arena, La Parra y La Dalia

Victoria Calichito, Guachipilín, Jícaro de Coyolito, Las Vegas, El Mango y El Zapote Yoro

Sulaco Rincones, Chagüitillo y El Jaral

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Los objetivos que se propusieron: a) Establecer y/o fortalecer vínculos entre las comunidades, gobiernos municipales, Secretarías de Estado, para

mejorar la coordinación con el Gobierno Nacional en las acciones de gestión de riesgos. b) Identificar y compartir experiencias entre la región de América Latina y Cuba sobre iniciativas en gestión de

riesgos y desastres, de las cuales podamos extraer lecciones y buenas prácticas para mejorar la prevención de desastres y reducción de riesgos

c) Promover una cultura de reducción de riesgos y prevención de desastres a través de la información,

educación y sensibilización. d) Identificar, evaluar y vigilar los riesgos de desastre y potenciar la alerta temprana. e) Mejorar la preparación para casos de desastre a fin de lograr una respuesta eficaz a los mismos.

El proceso Impulsamos la organización y fortalecimiento de estructuras municipales y comunitarias para la gestión de riesgo, a través de talleres, giras de intercambio y participación en espacios de incidencia llamados (mesas regionales); la sensibilización de la población a través de publicación por medios escritos, radiales y televisivos, elaboración de instrumentos de gestión como son mapas de riesgo y planes de prevención y respuesta municipal; la potenciación de los sistemas de alerta temprana a través del equipamiento y capacitación, con el fin de crear capacidades locales para enfrentar situaciones de emergencia. Problemas y retos enfrentados durante el proceso: Los retos enfrentados están relacionados con el poco apoyo y desconocimiento de la problemática de gestión de riesgo por parte de las autoridades municipales, y la falta de conciencia de la población que vive en condiciones de riesgo. En tal sentido fue de mucha ayuda el hecho de involucrar a las autoridades de los municipios en el proceso de capacitación desarrollado y en la elaboración de las herramientas de gestión. Adicionalmente las campañas de información y sensibilización, y la coordinación institucional fueron muy útiles y efectivas

Resultados, Impactos y Sostenibilidad.

La población de 11 municipios y 47 comunidades vulnerables de Honduras identificaron su problemática de riesgo y cuentan hoy con elementos para responder ante una emergencia en forma activa y organizada. Los municipios cuentan con Planes de Prevención y Respuesta y mapas de riesgo; construidos por la comunidad como instrumentos orientadores de las acciones de prevención, mitigación y respuesta ante desastres. La sostenibilidad de las acciones se garantiza a través de las estructuras locales Comité de Emergencia Municipal (CODEM) y Comité de Emergencia Local (CODEL) los cuales participaron en todas las fases del proyecto; lo que les permitió apropiarse del proceso y fortalecer sus capacidades. Las estructuras organizadas a nivel de municipio se mantienen y se reúnen periódicamente para analizar la problemática de riesgo de su comunidad, así como para llevar a cabo la planificación de sus actividades y gestión de recursos; además, han organizado y capacitado nuevas estructuras comunitarias para gestión de riesgo replicando las capacitaciones recibidas. Las alcaldías municipales ya están gestionando recursos y apoyando a los CODEM para el establecimiento los Centros de Operaciones de Emergencias (COE), Asimismo las organizaciones locales y población participan en el desarrollo de simulacros a nivel municipal.

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Elementos innovadores en la experiencia Uno de los aspectos innovadores a destacar fue la creciente participación de las mujeres en el proceso de ejecución del proyecto, (casi 40%), ocupando cargos directivos en las estructuras locales (CODEM y CODEL) Por otro lado, los involucrados participaron en diferentes grados en los espacios regionales y nacionales de concertación y diálogo sobre la temática de gestión de riesgo. Se logró incidir en la formulación y de una propuesta de ley del Sistema Nacional de Gestión de Riesgo que está por introducirse al Congreso Nacional de la República. Se instalaron sistemas de alerta temprana manejados y administrados por las comunidades. Estos constan de pluviómetros, instrumentos de aforo y radio comunicadores. Además se elaboraron instrumentos de gestión como son los mapas de riesgo y los planes de prevención y respuesta municipal. Estos elementos innovadores fueron de mucha utilidad para alcanzar los resultados planteados en el proyecto, por ejemplo gracias a la coordinación interinstitucional se facilitó el acceso a metodologías e instrumentos ya validados y eso permitió la elaboración de mapas de riesgo y planes de prevención que están siendo utilizados por las municipalidades y comunidades.

Aprendizajes

El proceso de gestión de riesgo requiere un horizonte de planificación a largo plazo, ya que pretende cambios de comportamiento y actitudes de la población, la formación de personas con vocación de servicio, comprometidos con su comunidad. Para favorecer la sostenibilidad es importante el establecimiento de Acuerdos / Convenios y compromiso con las autoridades municipales y nacionales, en el marco de los proyectos de Gestión del Riesgo. Las campañas de sensibilización por medios radiales y escritos, representan un medio efectivo para difundir masivamente el enfoque de Gestión de Riesgo e ir generando conciencia en la población. Las metodologías participativas son muy apropiadas para que los involucrados del proyecto se apropien de los procesos, de las prácticas y metodologías. En la temática de riesgo, los espacios de dialogo y coordinación son necesarios para compartir experiencias, metodologías de aprendizaje y coordinar acciones de incidencia política, así como para la canalización de la información y de la ayuda humanitaria en momentos de emergencia. Proponiendo proyectos para financiamiento en varias fases y a mediano plazo, involucrando a todos los actores locales en todo el proceso del proyecto a partir de la formulación del mismo hasta la etapa de evaluación, podrían mejorarse iniciativas similares en el futuro La actitud altamente receptiva de la población, la utilización de metodologías validadas por otras instituciones y el apoyo de la Comisión Permanente de Contingencias (COPECO), que es el ente nombrado por el estado de Honduras para rectorar la temática de riesgo en el país, así como la coordinación interinstitucional y el involucramiento de las autoridades municipales, fueron factores que contribuyeron al éxito del proyecto Sería fácil replicar esta experiencia en comunidades vulnerables, pues la población afectada aprende a identificar y concienciarse de que vive en condiciones de riesgo. Pero se requiere de voluntad política de las autoridades nacionales y municipales y que la institución ejecutora tenga a experiencia en la temática y liderazgo en la zona de intervención.

Para más información: Marla Meléndez: [email protected]

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Fortalecimiento de la gestión municipal, para la reducción de riesgos en 3 municipios del departamento

de León – Nicaragua. (2005 – 2006)

Nelson Guillén Responsable Gestión de Riesgos Ayuda en Acción Nicaragua

Una buena gestión municipal es clave para analizar e incidir en las condiciones de riesgos en que vive la población. Esto fortalece no sólo la gestión del conocimiento en el entorno municipal, en cuanto a sensibilización, conciencia y análisis de los escenarios de riesgos, sino que permite además generar participación de los actores locales para hacer una planificación del desarrollo que toma en cuenta la variable Riesgo. Es por ello que esta experiencia es relevante en términos de información, organización y planificación.

Contexto

La experiencia se desarrolló en 3 municipios del departamento de León – Nicaragua en 2005 – 2006. Estamos hablando de una de las zonas donde se dieron los más desastrosos impactos del huracán Mitch. Por otro lado, estos territorios son cortados por el cordón de fuego de la cordillera volcánica de los Maribios en actividad y por la gran falla sísmica del Pacífico y otras fallas menores. La región sufre además severas amenazas por contaminación química de suelos y, sobre todo en su parte norte, un alto riesgo de sequía, producto del despale indiscriminado. El uso inapropiado de los suelos y la falta de conservación de las cuencas resulta en mayor exposición de la población a deslaves, aluviones e inundaciones.

Finalmente, tenemos los mayores niveles de pobreza del país, debido, entre otras causas, a la limitada inversión pública, tradicional aislamiento, régimen de propiedad de la tierra, ausencia de industrias competitivas, falta de acceso al crédito y limitados servicios sociales. La confluencia de la Placa Coco y la Placa Caribe en el lado occidental del país constituye también un peligro, ya que la acción sísmica puede provocar daños mayores a la población. En este sentido, los municipios de Telica y Quezalguaque, por estar situados en la cordillera de los Maribios, son más susceptibles a estos riesgos naturales.

Sin embargo, esta situación de riesgo de la población, está asociada a condiciones de vulnerabilidad relacionadas con la falta de una cultura de prevención y/o preparación para

enfrentar situaciones de desastres, expresado en la falta de información actualizada sobre las condiciones de riesgo del territorio, que permitan la elaboración de planes municipales y comunitarios de prevención de desastres, así como en las debilidades organizativas y de gestión de los diferentes comités, instituciones y espacios de participación, que no se coordinan y/o articulan como un sistema integrado, lo cual dispersa las acciones y no deja profundizar en los procesos de gobernabilidad para la reducción del riesgo. De igual manera, el desconocimiento de parte de algunas autoridades municipales y la falta de involucramiento de las mismas en el tema de Gestión de Riesgo, dificulta su incorporación en los Sistemas de Planificación Municipal SPM (PDM, PIM, otros). Los Municipios de la Cuenca alta y baja del departamento de León El Sauce, Telica y Quezalguaque, aunque tiene en su agenda de gestión la “Prevención de Desastres”, no se planifican y ejecutan acciones que contribuyan a la reducción de sus vulnerabilidades, a pesar de la ocurrencia de eventos desastrosos en los últimos años. Justificación y características de la iniciativa

• La información sobre los riesgos y diagnósticos

comunitarios está desactualizada para la preparación de la población ante situaciones de emergencias (No se cuenta con información actualizada)

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• Las autoridades municipales no asumen y adoptan la gestión del riesgo dentro de la gestión municipal en la vía del desarrollo y la prevención. Los sistemas de planificación municipal no incorporan la variable riesgo.

La experiencia se focaliza en las acciones de fortalecimiento a la gestión municipal, de cara a mejorar el sistema de información para la toma de decisiones, el seguimiento, la planificación y la inversión con enfoque de gestión del riesgo. Esta experiencia inició en 2005 y concluyó en 2006. Se involucró el gobierno municipal, a través de las autoridades: Alcaldes, Vice Alcaldes y concejales. Asimismo, técnicos de las unidades de gestión del riesgo de las alcaldías, los Concejos de Desarrollo Municipal CDM que es un espacio de participación ciudadana y Comités de Prevención de Desastres COMUPRED, en el que están representadas algunas instituciones como Salud MINSA, Educación MINED, Seguridad pública, Ambiente MAGFOR. Objetivos: 1. Mejorar los sistemas de información y la

planificación para la preparación y atención ante desastres.

2. Fortalecer las capacidades técnicas y operativas

de los municipios y oficina regional de gestión del riesgo.

Acciones emprendidas:

- Construcción colectiva de diagnósticos y mapas de riesgos en las comunidades.

- Elaboración de diagnósticos municipales. - Elaboración de la cartografía municipal sobre

riesgos. - Socialización de Planes Municipales de PAD

con miembros del CDM - COMUPRED. - Talleres sobre Actualización de Planes

Estratégicos de Desarrollo Municipales (PEDM) - Acciones de Auditoria Social con enfoque de

Riesgos. - Equipamiento a oficina local de riesgo del

Centro Humboldt León y 3 municipios. - Normativas y Leyes Ambientales con enfoque

de Gestión de Riesgos. - Elaboración de planes, seguimiento y

evaluación

En la lógica de intervención se consideró necesario partir de un proceso de revisión y construcción colectiva, para elaborar diagnósticos y mapas de riesgos en cada comunidad. Este fue un proceso amplio, participativo y al mismo tiempo de aprender haciendo con la gente, sobre sus propios escenarios de riesgos. En el transcurso de este proceso se vio la necesidad de actualizar el censo poblacional y de vivienda, para actuar sobre datos más confiables, que hasta ese momento no había. Este censo obligó

a invertir más tiempo y recursos, que sobrepasó las expectativas y cálculos que no se tenían considerados en el inicio del proyecto. Es decir, no era posible avanzar hacia el análisis de riesgos sin antes tener esta información básica. Sólo después de esto fue posible construir los diagnósticos, mapas de riesgo y cartografía, para luego hacer el análisis y la actualización o elaboración de los Planes PAD. La metodología para la recolección y organización de la información para la realización del diagnóstico y los mapas es de por sí una actividad de capacitación y de aprender haciendo, ya que involucró a la población de las comarcas, caseríos y barrios. En la gestión de información: Los técnicos municipales y del CH diseñaron el proceso, se realizaron talleres de capacitación y luego el trabajo de campo en las comunidades y comarcas en los que líderes, Comités Locales de Prevención, miembros del COMUPRED – CDM, instituciones y ONGs, junto con los grupos de brigadistas de salud y parteras, participaron en la recolección de la información, casa por casa, para el diagnóstico y censo comunitario. Este diagnóstico fue la base para la revisión de los sitios y las familias en riesgo, para clasificar el municipio por zonas de riesgo. Con ellos se construyeron la cartografía y los mapas de riesgo comarcales y municipales, además se revisaron los refugios. Asimismo estos actores participaron en la validación y/o revisión de toda esta información. Este proceso permitió revisar el estado de situación de las familias, reclasificar los centros de refugios y/o albergues, hacer y discutir mapas de riesgo en las comunidades. Fue una actividad de capacitación y construcción colectiva al llevar a la población a tomar decisiones sobre sus propias condiciones de vulnerabilidad. Para el fortalecimiento del Sistema de Información en los municipios para la gestión de riesgos e incorporación del enfoque en los procesos de Planificación Municipal, las alcaldías crearon la Unidad Técnica de GR (UTGR) a quienes se capacitó para que estos fueran replicadores – facilitadores de los procesos con las comunidades y a nivel de la municipalidad apoyar en la implantación de una base de datos, para el acceso y disponibilidad en la gestión. La planificación municipal, los documentos del Plan Municipal de Preparación y Atención ante Emergencias y Desastres (PMAD), tuvo como insumos el trabajo de recolección comunitaria y los mapas comarcales. Con estos insumos, los integrantes del COMUPRED – CDM junto con los técnicos municipales, elaboraron el PMAD y lo socializaron. Actualmente, el documento es una herramienta utilizada por los funcionarios/as para la elaboración de los planes sectoriales y la preparación para las emergencias. Es muy útil para los funcionarios/as del Ministerio de Agricultura y

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Ganadería en el asesoramiento a productores y manejo de sistemas de producción. Para la Delegación del Ministerio de Educación son el referente básico de organización de los comités de emergencia locales y para la gestión misma del gobierno municipal. Este proceso resultó ser muy interesante debido a la participación activa de los diferentes actores comunitarios y municipales, a partir del análisis FODA, obteniendo un producto concreto en el que se reconoce el esfuerzo colectivo y la alianza estratégica entre Ayuda en Acción y Centro Humboldt, como factores que hicieron posible este resultado. Además es un instrumento que fortalece el proceso de Planificación Municipal. Actores involucrados � Técnicos municipales (3 en Gestión de Riesgos

y 3 planificadores municipales), que laboran en las Unidades Técnicas Municipales UTM (2 técnicos por municipio) en apoyo a los procesos.

� 28 Líderes de las Comunidades representantes

de las zonas (17 El Sauce, 5 Quezalguaque, 6 Telica), más 661 líderes (226 mujeres y 435 hombres) de las 28 zonas y comarcas de los tres municipios meta que participaron en el levantamiento de información para mapas y diagnósticos.

� 3 Técnicos del Centro Humboldt que atendieron

a los tres municipios meta del proyecto (1 por municipio).

� Por Ayuda en Acción, un oficial de Cooperación

(Responsable de Gestión de riesgos de la oficina nacional) quien dio acompañamiento y coordinó con el Centro Humboldt nacional y el equipo de AeA en León. Un técnico, en el ámbito de León, para el seguimiento local al proyecto y coordinación con técnicos territoriales.

� Gerente de GR del Centro Humboldt, quien

coordina la oficina nacional y estuvo apoyando al equipo técnico en el territorio. Asimismo se coordinó tanto con el equipo de la Oficina Nacional de AeA como con el equipo de AeA en León.

� 2 Técnicos del Centro Humboldt especialistas

en sistemas de información geográficos que apoyaron la elaboración de mapas digitales de riesgos zonales y municipales (recursos no previstos en la formulación del proyecto)

� Estructuras del SINAPRED: COMUPRED Y

COCOPRED. � Miembros del CDM

Entre los problemas que se tuvieron que enfrentar, cabe señalar: Las elecciones nacionales (Noviembre 06), que lograron manejarse adecuadamente gracias a la labor realizada por los miembros del equipo técnico del proyecto, por lo que se pudo trabajar con las comunidades al margen de los asuntos políticos-partidarios, facilitando el desarrollo de relaciones de confianza y la creación de un clima adecuado para la ejecución de las actividades del proyecto. No obstante hay que mencionar que durante el período pico de la campaña electoral, las autoridades de los municipios se involucraron decididamente en la campaña, lo que obligo a reprogramar algunas actividades previstas con ellos durante ese período. En el inicio de las primeras acciones se constató que existía información dispersa y poco actualizada para la elaboración de los Planes Municipales de Preparación y Atención de Desastres. Se optó por realizar censos comunitarios corriendo el riesgo de no finalizarlos en el tiempo requerido por el proyecto. Para lograrlo, se tuvo que elaborar un plan emergente, que consideró la extensión de la jornada laboral (para los técnicos municipales y del Centro Humboldt) hasta los fines de semana, logrando al final la información con la calidad requerida para elaborar los diagnósticos, mapas y planes municipales plateados por el proyecto. Un riesgo no previsto fue la crisis energética en el país. Esta crisis que se agudizó entre Octubre y Diciembre del 2006, provocó cortes de energía hasta de 6 horas consecutivas, sin previa programación. Esta situación ocasionó retraso en varias actividades del proyecto. Los altos índices de rotación de personal técnico en las municipalidades y las instituciones de gobierno también implicaron retrasos en la ejecución del proyecto. Afortunadamente, el personal de las municipalidades fue estable, los cambios se dieron en las entidades de gobierno (producto de las elecciones nacionales) que conforman los CDM y COMUPRED. Sin embargo, la transición no tuvo mayor incidencia en las actividades finales del proyecto. Resultados, Impactos y Sostenibilidad 1. Existe información actualizada para la atención

de desastres, generando una base informativa sobre población (edad y sexo), infraestructura comunitaria, condiciones de vida de la población más vulnerable. Esto es visto con gran importancia por todas las instituciones y ONGs del municipio, como información útil para mantener la vigilancia y dar seguimiento, mantenerlo actualizado cada año para la gestión y toma de decisiones. Esto está siendo utilizado para el proceso de planificación municipal.

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2. El plan de emergencia elaborado en este proyecto, actualizó los roles y funciones de los distintos integrantes del COMUPRED y permitió que algunas instituciones (como el Ministerio de Salud y el Ministerio de Educación) revisaran y mejoraran sus planes sectoriales.

3. Las autoridades municipales tienen incorporada

la gestión del riesgo dentro de la gestión municipal; en el análisis del territorio se hace una descripción de los riesgos, se aprobó un monto del presupuesto para la atención de emergencias y se hacen normativas ambientales de protección forestal, estudios de riesgos / impacto ambiental a los proyectos de inversión, etc. en la vía del desarrollo y la prevención.

4. Asimismo, los actores locales y comunitarios,

entre ellos el los del ámbito educativo, ven importante integrar el enfoque de riesgos en sus planes, con acciones y seguimiento permitiendo mayor conciencia sobre la necesidad de armonizar estas acciones con la problemática del medio ambiente en las comunidades y con la

promoción de una cultura de prevención de desastres.

5. Se han generado productos de calidad, con

información valiosa y con alcances más allá de lo previsto por el proyecto, por cuanto, la base de datos de población y condiciones de vida, viene a llenar un vacío de mucha importancia para la toma de decisiones por parte de las autoridades municipales.

6. Los indicadores de resultados señalan que en la

mayoría de los casos, fueron alcanzados por encima de lo planificado, mostrando claramente que los esfuerzos realizados por los técnicos del proyecto, los municipios y líderes locales, fueron debidamente conducidos, aprovechando inteligentemente los elementos favorables del contexto local y nacional.

7. En experiencias como El Sauce, la gestión del

riesgo es parte del sistema de planificación y de gestión, de tal forma que se ha fortalecido la organización en las localidades y es un municipio referente a otros municipios.

Aprendizajes

Las acciones de sensibilización en escuelas permitieron identificar y reconocer un espacio potencial para trabajar la GdeR. El involucramiento de las autoridades municipales y la creación de las unidades técnicas de GdeR en las alcaldías, facilitaron el trabajo y logro de mejores resultados. La alianza estratégica de AeA, Centro Humboldt y municipalidades para la ejecución de este proyecto, le dio legitimidad y aceptación. El proyecto fue presentado a las autoridades municipales antes de iniciarse, y se establecieron los mecanismos de trabajo entre el Centro Humboldt, AeA-León y los enlaces de la alcaldía con el proyecto. Si los delegados de las instancias del Estado no tienen una conciencia de responsabilidad y claridad de sus aportes concretos en las comisiones, es muy difícil que en el COMUPRED consideren que su papel es tan prioritario como el que desempeña el municipio. Entender que la incorporación de nuevos funcionarios en los cargos del COMUPRED, requiere de que existan orientaciones y líneas claras sobre los roles y tareas a cumplir, como condición necesaria para poder realizar un buen trabajo.

Para más información: Nelson Guillen: [email protected]

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Organización comunitaria para la gestión del riesgo: Una vereda para el desarrollo local Manuel Vides Coordinador de Cooperación Ayuda en Acción El Salvador

Como elementos innovadores, destacan: La estrecha relación que se mantiene entre todos los actores locales para conseguir un fin común. La puesta en práctica de la metodología aprender haciendo en temas relacionados con la gestión del riesgo. La interacción que existió entre las tres comunidades y la Comisión Municipal de Protección Civil durante el desarrollo de los talleres. La participación de los y las ciudadanas para asumir la corresponsabilidad en los procesos comunitarios. Contexto El Área de Desarrollo (AD) de Las Flores comprende comunidades de los municipios de Tacuba, Concepción de Ataco y Apaneca (departamento de Ahuachapán) y de los municipios de Juayúa y Salcoatitán (departamento de Sonsonate,) ambos en el occidente de la República de El Salvador, el país más pequeño y más densamente poblado de Centro América. Las Flores se caracteriza, por un lado, por encontrarse ubicada en una zona del país que está muy expuesta a verse afectada por diferentes fenómenos naturales adversos, debido a que es parte de una delgada franja costera pero a su vez se encuentra a una altura que promedia los 1,200 metros sobre el nivel del mar, con lo que la brisa costera se transforma en fuertes vientos, bajas temperaturas y una elevada y persistente precipitación fluvial. Además, por ser parte de la cordillera volcánica, esta zona es propensa a que se registren erupciones y terremotos con cierta regularidad. A todo esto se asocia la enorme vulnerabilidad tanto de orden físico como socio-económico y cultural de la población de la zona. El sistema de tenencia que predomina es el colonato, una forma de explotación similar al sistema feudal; las familias viven en casas deterioradas propiedad del terrateniente, en condiciones de hacinamiento e insalubridad y ubicadas en terrenos marginales sin posibilidades de desarrollar labores agrícolas propias. La confluencia de las amenazas naturales y las condiciones de vulnerabilidad, hacen que la población de estas comunidades esté en riesgo de sufrir desastres con frecuencia. La experiencia se desarrolló abarcando los cantones San Juan de Dios, Buenos Aires y asentamiento Buena Vista, en el municipio de Juayúa, comunidades que están constantemente amenazadas por deslizamientos de tierra, erupciones volcánicas, sismos y fuertes ráfagas de viento causado por frentes fríos. Comisión Municipal de Protección Civil A través de la práctica que ahora compartimos, se logró involucrar en un proceso organizativo a todos los actores locales: habitantes de la comunidad, profesores, alumnos, Asociaciones de Desarrollo Comunal, Cruz Roja Salvadoreña, Comandos de Salvamento, Alcaldía y Comisión Municipal de Protección Civil de Juayúa, y la Unidad de Salud para lograr la consecución de un objetivo en común: la gestión local del riesgo comunitario. La organización comunitaria en estas comunidades es incipiente, es por eso que se comenzó con un sistema organizativo a través de reuniones con la junta directiva de la Asociación de Desarrollo Comunal de cada comunidad (ADESCO) a fin de coordinar una asamblea general comunitaria para seleccionar a las personas que conformarían la Comisión Comunal de Protección Civil de una forma consensuada.

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En la asamblea se procedió a la elección de 23 ciudadanos promedio por comunidad; este mecanismo fue articulado con la Comisión Municipal de Protección Civil de Juayúa y se coordinó un proceso de capacitación con las seccionales del municipio de Cruz Roja Salvadoreña y Comandos de Salvamento. Las personas seleccionadas participaron en 8 talleres sobre: Conceptos básicos para la gestión del riesgo. Señalización. Sistemas de alerta temprana. Evaluación de daños y análisis de necesidades. Curso elemental de primeros auxilios. Manejo de centro de operaciones en emergencia. Manejo de albergues temporales. Búsqueda y rescate.

Las capacitaciones fueron acompañadas con una dotación de equipo para cada una de las temáticas, incluyendo a la Comisión Municipal de Protección Civil de Juayúa, logrando así fortalecer la capacidad instalada en el municipio. Al concluir estas capacitaciones, se realizó un acto de clausura donde el alcalde municipal, Rafael Orlando Contreras, reconoció y juramentó a las tres comisiones comunales de protección civil, tal y como lo indica la Ley de Protección Civil, Prevención y Mitigación de Desastres de la República de El Salvador. Resultados obtenidos en el proceso de organización comunitaria Los resultados obtenidos en la organización comunitaria para la gestión del riesgo son los siguientes: 1. La conformación de tres comisiones comunales de protección civil. 2. El reconocimiento legal de las tres comisiones comunales por la Comisión Municipal de Protección Civil de Juayúa.

3. Fortalecer la organización y las capacidades técnicas de las comunidades. 4. Equipar con los instrumentos necesarios para atender emergencias a las tres comisiones de protección civil. 5. Enlazar a las comisiones comunales con la Comisión Municipal de Protección Civil para dar continuidad al proceso.

Aprendizajes Entre los aprendizajes producidos, señalar: La importancia interrelación de los actores locales en los procesos de desarrollo. La necesidad de generar procesos que estimulan los aprendizajes compartidos entre la población local y los agentes externos. La relevancia del involucramiento de las autoridades municipales en los procesos comunitarios. Como elementos innovadores y que sobresalieron en la experiencia desarrollada con la población se destacan: � La estrecha relación que se mantiene entre todos los actores locales para conseguir un fin común. � La puesta en práctica de la metodología aprender haciendo en temas relacionados con la gestión del riesgo. � La interacción que existió entre las tres comunidades y la Comisión Municipal de Protección Civil durante el desarrollo de los talleres.

� La participación de ciudadanos/as para asumir su corresponsabilidad en los procesos comunitarios.

Para más Información: Manuel Vides: [email protected]

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Los aprendizajes del huracán “Dean” para el Programa conjunto de Manejo de Riesgos de

Desastre en el Sureste de México.

Xavier Moya Coordinador del Programa de Manejo de riesgos de desastres en el Sureste de México.

PNUD México

Introducción: El huracán “Dean”, con sus vientos sostenidos de 240 kms/hora, con ráfagas de más de 300, así como marejadas costeras de hasta 6 metros azotó durante más de 24 horas seguidas el territorio de la Península de Yucatán, el pasado 21 y 22 de agosto del 2007. Desde el Año 2006 Ayuda en Acción México trabaja en asociación con varias ONGs y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, para establecer en forma conjunta el Programa de Manejo de Riesgos de Desastre en el Sureste de México (PMR). El programa ha utilizado metodologías de otras partes del mundo para aplicarlas a la prevención y la preparación inmediata al nivel local, especialmente en municipios y comunidades con bajísimos niveles de Desarrollo Humano. Para el momento de la llegada del huracán “Dean” (agosto del 2007), el PMR había logrado ya conformar comités locales de emergencia y planes de manejo de riesgos en cerca de 263 localidades de los estados de Quintana Roo, Campeche y Yucatán. La evaluación de daños mostró cómo esas acciones de preparación evitaron que se registraran pérdidas humanas y redujeron sensiblemente las económicas en esta zona, cuando el mismo huracán había sido catastrófico a su paso por países caribeños y aún más tarde, al entrar en otros estados del mismo México. Contexto La Península de Yucatán está ubicada al sureste de México, rodeada por agua en casi el 70% de su perímetro (Golfo de México y mar Caribe), también colinda al sur con Belize y Guatemala. Por su ubicación, es una de las 5 regiones más expuestas a desastres climáticos, como los huracanes. De la población total de 4 millones de habitantes, la mitad la conforman comunidades mayas, que tanto en zonas rurales como urbanas enfrentan grados de pobreza y marginación graves, que resaltan más por estar cerca de sitios turísticos como Cancún y la “Riviera Maya” (los mismos que desde 2006 ostentan la mayor concentración de hoteles de 5 estrellas y gran lujo del mundo). El gobierno de México cuenta con el Sistema Nacional de Protección Civil, cuyos puntos fuertes son monitoreo de fenómenos adversos, el sistema de alerta temprana, el

Plan DN-3 de evacuación y atención a población damnificada del Ejército y la Armada de México, así como el Fondo Nacional para Desastres Naturales (FONDEN) para financiar la reconstrucción. Es decir, un sistema como en muchos otros países de renta media, que tiene bastante bien resuelto el problema general de proteger a la población en el momento de un desastre. Sin embargo, el Sistema de Protección Civil mexicano ha hecho poco en el tema de la prevención, y tiene también serias limitaciones para atender el tema de la preparación en la zonas rurales marginales, como es el caso de las microrregiones mayas de la Península de Yucatán y del resto del sur de México. El huracán Wilma y el Stan, a finales del 2005, mostraron que no había posibilidades reales de prevenir daños, proteger a la población, evaluar pérdidas y necesidades, y proporcionar

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ayuda humanitaria a las zonas rurales marginadas de Quintana Roo, Yucatán y Chiapas, sin la ayuda organizada de la sociedad civil local e internacional. El PMR tiene desde su inicio el reconocimiento de la Protección Civil mexicana, y se ha concentrado precisamente en las zonas y los temas donde el gobierno había tenido menor presencia, partiendo del principio de que cada comunidad y la sociedad civil, somos corresponsables de nuestra propia protección y nuestro desarrollo sostenible. El PMR retoma entonces, tanto del PNUD como de Ayuda en Acción, el enfoque territorial de desarrollo. Se trata de sumar los esfuerzos de varias comunidades que ocupan una misma microrregión, y que comparten una serie de recursos y problemas comunes. Basándose en los esfuerzos previos de dichas comunidades y de las ONG locales que les acompañan, para introducir las tareas de prevención y atención a emergencias en los planes de desarrollo ya existentes, evitando duplicar esfuerzos o debilitar las acciones exitosas que ya se estuvieran haciendo. En la zona de impacto del huracán “Dean” en la Península de Yucatán, el PMR comenzó a trabajar en 5 microrregiones rurales: “Laguna de Términos”, “Chenes” y “Calakmul” en el estado de Campeche, “Suroriental” en el estado de Yucatán, y “Costera Central” y “Poniente de Bacalar” en el estado de Quintana Roo28. En total en estas microrregiones existen 11 gobiernos municipales y más de 500 pequeñas y medianas localidades. El PMR definió junto con sus contrapartes locales trabajar en la mitad de las mismas, combinando tres criterios: Bajos índices de Desarrollo Humano, Alta Vulnerabilidad ante Desastres y Previa presencia de las ONG. El trabajo del PMR incluye retomar análisis de riesgos ya existentes (como los Atlas estatales de Riesgos construidos por el gobierno mexicano), pero luego de entrar a cada comunidad, junto con la población local se realiza un análisis de riesgos: identificar todas las amenazas, luego detectar los factores internos de vulnerabilidad, para explicar los riesgos de desastre a los que están expuestos. 28 Las ONG contraparte en estas microrregiones, son: Educación, Cultura y Ecología (EDUCE A.C.), Servidores Turísticos S.C., Uyo’olché A.C. y MAREA AZUL A.C.. Además, se ha logrado una productiva asociación con el programa gubernamental educativo CONAFE (Consejo Nacional para el Fomento Educativo).

En todas las de la Península de Yucatán se había detectado a los huracanes como una de las amenazas potenciales, aunque los factores de riesgo son tan variados como poblaciones se atienden: algunas por estar ubicadas en terrenos bajos ó inundables, dunas de arena, manglares ó laderas suaves, zonas abiertas sin vegetación “rompevientos”, sistemas productivos intensivos y muy expuestos, viviendas de modelos exóticos y materiales frágiles, etc. Lecciones aprendidas: a. Preparación inmediata de la población local en la comunidad de pescadores “Punta Herrero”, Quintana Roo: Desde mediados del 2006, promotores formados por el PMR empezaron a trabajar con las familias de la comunidad “Punta Herrero”. Esta es una comunidad costera de unas 50 familias, ubicada en una duna de arena en el centro-sur de Quintana Roo, de cara al mar Caribe. Luego de varias visitas periódicas, la comunidad organizó un comité de emergencias con brigadas de alertamiento, salud, incendios, evacuación, evaluación de daños y distribución de suministros.

Su plan local de emergencias incluye a grandes rasgos: Mapa de riesgos, Tabla de análisis de amenazas, vulnerabilidades y riesgos, listado de recursos, estructura y datos de comités y brigadas, plan de trabajo de los mismos, acciones en tiempos de paz (cuando no hay desastres) y acciones antes, durante y después de alguno de los desastres potenciales.

Cuando se detectó el huracán “Dean”, los primeros en ser alertados fueron los equipos de promotores del PMR en cada microrregión y las ONG asociadas. Tres días antes, cuando las probabilidades de impacto habían aumentado, se dio aviso a todas las comunidades; en esta ocasión, gracias al programa, además del aviso directo, las radios transmitieron avisos en español y en lengua maya, donde se hacía énfasis en temas relevantes no solo para las autoridades, sino también para grupos específicos de población: pescadores (cómo salvar sus motores), mujeres (cómo cuidar sus propias acciones productivas, su salud, etc.), agricultores o apicultores (cómo evitar

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pérdidas mayores en las colonias de abeja y las siembras). En “Punta Herrero” se activó el plan de emergencias. Por primera vez en su historia, las familias se movilizaron y tomaron medidas de preparación inmediata antes de que el plan de evacuación del gobierno llegara a buscarlos. Dada la fragilidad de la duna costera, los habitantes habían decidido en su plan local de emergencias evacuar no sólo sus valores y papeles personales, sino incluso sus enseres domésticos. Su principal instrumento de trabajo son las embarcaciones de pesca; de acuerdo con el plan, fueron desarmadas. Los motores se llevaron 50 kms tierra adentro, a casas de parientas y a una bodega, según lo que había sido previamente convenido. 8 horas antes de la llegada de “Dean”, toda la población estaba ya en sitios seguros; la mayoría no fueron a albergues, sino a casas seguras de parientes, en ciudades cercanas como Felipe Carrillo Puerto, donde estaban fuera de peligro, así se evitaron los riesgos de daño psicológico y físico de los albergues. El huracán “Dean” fue particularmente destructivo con “Punta Herrero”, pues la trayectoria del ojo pasó a pocos kilómetros al sur. Las viviendas, escuela y centro comunitario sufrieron el embate no sólo de los vientos y ráfagas cercanas a los 300 kms por hora, sino también de las olas de 4-6 metros, en forma constante, por cerca de 16 horas. Todos los edificios se destruyeron hasta los cimientos. La marejada movió la arena y la duna se elevó 2 metros, de modo que los cimientos no podían verse a simple vista. En el lugar donde estaba un poblado de 50 familias, quedó una nueva playa, prácticamente sin ningún resto visible de zona habitada. El sistema participativo de manejo de los riesgos de desastre, en este caso, permitió no solo salvar todas las vidas humanas, sino también evitar buena parte de las pérdidas económicas. Gracias a que la pesca pudo reanudarse casi inmediatamente, apenas tres meses después del huracán, “Punta Herrero” ha reconstruido sus viviendas e integrando ya varios elementos de prevención para reducir su vulnerabilidad ante futuras contingencias. b. Política pública, en el sistema de Evaluación de Daños del huracán “Dean”: El PMR desarrolló un sencillo sistema para recuperar información de daños y pérdidas en las primeras horas después de un desastre. El

sistema consta de varios elementos: una brigada en cada comunidad que hace en un par de horas una evaluación de los daños usando un formato básico. Un equipo por microrregión que reúne antes de 8 horas todos los formatos de las localidades que le corresponden, baja los datos en una hoja de cálculo y las transmite vía satélite a las Salas de Situación del PNUD y del Gobierno Mexicano. Desde 2006 el PMR llegó a acuerdos con gobiernos municipales y estatales (el de Quintana Roo entre ellos) para utilizar esta metodología en forma masiva, dividiéndonos zonas y comunidades para actuar rápida y eficazmente. Al llegar el huracán “Dean”, los equipos del PMR, apoyados por ONG y grupos de base de la zona impactada, recopilaron la información de daños de 263 localidades rurales en 24 horas. Al mismo tiempo, los equipos de gobiernos municipales de Solidaridad, Othón P. Blanco y José María Morelos, así como del gobierno del estado de Quintana Roo, recorrieron y evaluaron otras 254 comunidades (esto último les llevó 3 días puesto que no contaban con personas en cada localidad para avanzar en las evaluaciones). Por primera vez, el Gobierno de estado de Quintana Roo pudo hacer una solicitud al Fondo Nacional para los Desastres Naturales dentro de las 72 horas otorgadas por su normativa, con fundamentos bastante exactos, los mismos que avalaban y compartían también los organismos internacionales y de la sociedad civil mexicana. También es inédito que en ese estado se reconozcan las evaluaciones de daños hechas participativamente por la propia población afectada.

A partir de esta buena experiencia, la Estrategia Internacional de Reducción de Desastres de la ONU, otorgó al gobierno del Estado y al Nacional un reconocimiento por el buen manejo de esta emergencia en particular. La práctica de Evaluación de Daños participativa y consensuada está siendo discutida a nivel nacional para aplicarla a otros estados del país. Para más información: Xavier Moya: [email protected] www.undp.org.mx

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“Hospitales seguros frente a los desastres”. Campaña Mundial 2008-2009 María Jesús Izquierdo Responsable de gestión de riesgos y acción humanitaria Ayuda en Acción

El tema de la Campaña Mundial 2008-2009 para la Reducción de Desastres es “Hospitales Seguros frente a los Desastres: Reducir el Riesgo, Proteger las Instalaciones de Salud, Salvar Vidas”. Durante estos dos años, la secretaría de la Estrategia Internacional de las Naciones Unidas para la Reducción de Desastres (ONU/EIRD) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el apoyo del Fondo Global del Banco Mundial para la Reducción de Desastres y la Recuperación, se asociarán con diversos gobiernos, organismos regionales e internacionales, organizaciones no gubernamentales y personas de todo el mundo para incrementar la conciencia acerca de cómo y por qué se deben redoblar los esfuerzos para proteger las instalaciones de salud y velar por su funcionamiento durante y después de la ocurrencia de desastres y situaciones de emergencia. El Marco de Acción de Hyogo, que adoptaron 168 gobiernos en enero del 2005 en Kobe, Japón, hizo un llamado a los gobiernos a dedicar mayores esfuerzos para velar por que los nuevos hospitales se construyan de forma tal que continúen funcionando durante los desastres. “El hospital más costoso es el que falla” Todos los años, cientos de instalaciones de salud y hospitales resultan destruidos o dañados por los desastres ocasionados por amenazas naturales tales como terremotos, huracanes e inundaciones. Cuando los hospitales y las instalaciones de salud dejan de funcionar durante y después de los desastres, millones de personas no reciben la atención de emergencia que necesitan. El 5 de agosto del 2007, debido a un sismo con una magnitud de 8.0 grados, la ciudad de Pisco, Perú perdió en tan solo dos minutos el 97 por ciento de las camas de hospital. Durante el terremoto que se produjo en Pakistán en octubre del 2005, el 50 por

ciento de las instalaciones médicas ubicadas en las zonas afectadas resultaron totalmente destruidas. Asimismo, en diciembre del 2004, el tsunami del océano Índico destruyó el 61 por ciento de las instalaciones de salud en Banda, Aceh, Indonesia. El Sr. Sálvano Briceño, director de la Secretaría de la ONU/EIRD afirmó que “el precio que pagamos por las fallas de los hospitales cuando ocurren los desastres es demasiado alto. En comparación, el costo de lograr que los hospitales sean seguros es mínimo. El hospital más costoso es el que falla”. ¿Qué es un hospital seguro frente a los desastres? Los hospitales seguros frente a los desastres pueden ser de diferentes formas y tamaños. Todas las instalaciones de salud —grandes o pequeñas, urbanas o rurales— son el objetivo de esta campaña. La seguridad de los hospitales frente a los desastres abarca más que la simple protección de la infraestructura física. Los hospitales son seguros cuando los servicios de salud son accesibles y funcionan, a su máxima capacidad, inmediatamente después de la ocurrencia de un desastre o de una emergencia. Un hospital seguro… � ... no se desplomará durante un desastre, lo

cual cobraría la vida de los pacientes y del personal;

� ... puede continuar funcionando y suministrando sus servicios esenciales cuando más se necesitan, ya que es una instalación de suma importancia para la comunidad; y,

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� ... es organizado, cuenta con planes de contingencia establecidos y personal de salud capacitado para mantener la red en funcionamiento.

Para lograr que nuestros hospitales e instalaciones de salud sean seguros frente a los desastres, es necesario contar con un sólido compromiso al más alto nivel político, al igual que con el apoyo y la colaboración de todos los sectores de la sociedad. Se ha calculado que la incorporación de medidas de mitigación en el diseño y en la construcción de un hospital nuevo representa menos del 4 por ciento de la inversión total inicial, mientras que el reacondicionamiento de lo que contiene un hospital cuesta solamente un 1 por ciento. Sin embargo, esta pequeña inversión protege hasta el 90 por ciento de su valor total. El daño de los centros que ofrecen atención básica de salud durante los desastres puede representar un duro golpe para la infraestructura y los sistemas nacionales de salud, lo cual algunas veces deja a poblaciones enteras sin un acceso adecuado a los servicios primarios y a las instalaciones de salud aún meses después de la tragedia. Ello podría representar la interrupción de actividades fundamentales de salud, tales como vacunaciones de rutina o servicios de salud materna e infantil, al igual que un aumento en el riesgo de epidemias. ¿Cuáles son los objetivos de la campaña? La campaña que dirigen la OMS y la ONU/EIRD se ha trazado tres objetivos principales: � Proteger más las vidas de los pacientes y de los

trabajadores de salud, al reforzar la firmeza estructural de las instalaciones médicas;

� Velar porque las instalaciones y los servicios de salud continúen funcionando después de un desastre; y,

� Preparar de mejor forma y capacitar a los trabajadores de salud en la elaboración de planes de preparación que mantengan la funcionalidad de los sistemas de salud ante la ocurrencia de un desastre.

¿Cómo podemos lograrlo? � Mantener un alto nivel de atención en torno a

tan importante tema. Asimismo, al aprovechar todas las oportunidades existentes para incrementar el grado de conciencia al respecto, mediante la inclusión de este tema en las agendas de las cumbres de alto nivel y las reuniones técnicas, y a través de la documentación y la socialización de las buenas prácticas existentes para que los hospitales sean seguros frente a los desastres.

� Tomar en consideración todos los componentes más importantes de las redes de atención médica, tales como centros de servicios básicos de salud, bancos de sangre, laboratorios, depósitos y servicios médicos de emergencia.

� Fomentar la participación de la gama más

amplia posible de profesionales —todas las disciplinas médicas, ingenieros, arquitectos, administradores y personal de mantenimiento, entre otros— en la identificación y en la reducción del riesgo, al igual que en el aumento de la resiliencia de las comunidades.

� Identificar la seguridad de los servicios de salud

como un objetivo específico para que se tomen acciones en el marco de las políticas, al igual que al facilitar la formulación de planes estratégicos de acción que incluyan a los gobiernos, al sector de salud y a otros actores importantes para abordar este tema.

¿Cuáles son los mensajes más importantes de la campaña? � El hospital más caro es el que falla: Los

hospitales y las instalaciones de salud representan una enorme inversión para cualquier país. Su destrucción impone una importante carga económica.

� Los desastres son un problema social y de

salud: Todos los desastres representan un problema de salud y cualquier daño a los sistemas de salud afecta a todos los sectores de la sociedad y las naciones en conjunto.

� Es posible proteger de los desastres a las

instalaciones de salud más importantes: Esto se puede lograr al incluir la reducción del riesgo en el diseño y en la construcción de todas las nuevas instalaciones de salud, y al reducir la vulnerabilidad en las ya existentes mediante la selección y el reacondicionamiento de las instalaciones más importantes.

� Los trabajadores de salud deben ser agentes de

la reducción del riesgo de desastres: Estos trabajadores son esenciales en la identificación de posibles riesgos a la salud a consecuencia de las amenazas y en la promoción de medidas para reducir el riesgo, tanto a nivel personal como comunitario.

¿A quiénes va dirigida la campaña? La campaña exhortará a todos los encargados de la seguridad de los hospitales —tales como instancias decisorias, políticos, arquitectos, profesionales en salud pública, bancos de desarrollo e instituciones donantes— a tomar acciones y a lograr que las

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instalaciones de salud y los hospitales sean seguros frente a los desastres. � Las instancias decisorias políticas y comerciales

en los países de todo el mundo. � Los profesionales de la salud que proveen

servicios esenciales en estas instalaciones y que deben considerarse a sí mismos como agentes de cambio en sus comunidades.

� Los arquitectos, ingenieros y otros

profesionales que puedan contribuir a velar por que las instalaciones de salud que se diseñan sean resistentes ante las amenazas naturales.

� Los políticos en los ámbitos local y nacional, los

cuales deben comprometerse a ofrecer a la población hospitales seguros e instalaciones eficaces de salud en toda circunstancia, especialmente después de la ocurrencia de un desastre o una emergencia.

� Los bancos de desarrollo e instituciones de

préstamo que financian la construcción, reconstrucción o modernización de las instalaciones de salud, los cuales deben promover la incorporación de medidas para la reducción de desastres (prevención, mitigación y preparación) para que éstas y los hospitales estén tan seguros como sea posible ante la ocurrencia de un desastre.

� Las instituciones donantes y los programas de

desarrollo en el campo de la salud pertenecientes a diversas agencias financieras y ejecutoras, entre ellas, las organizaciones de cooperación internacional.

En el marco de la Campaña, la secretaría de la ONU/EIRD, la OMS y sus respectivas oficinas regionales llevarán a cabo una amplia gama de actividades. También incluirán a otros socios del sistema de la EIRD, especialmente el Banco Mundial, el PNUD, la UNESCO, UNICEF, la FAO, la OIT, el PMA, la FICR y las diferentes redes que la EIRD ha establecido con ONG, el sector privado,

instituciones académicas, legisladores y autoridades locales. En el ámbito nacional, la principal responsabilidad recaerá en las Plataformas Nacionales para la Reducción del Riesgo de Desastres —que son los puntos de enlace del Marco de Acción de Hyogo— y los Ministerios de Salud. El Dr. Ala Alwan, Subdirector General de Acción Sanitaria en Crisis de la OMS destacó que "con el conocimiento con el que se cuenta actualmente y con un sólido compromiso político es posible proteger a las instalaciones médicas frente a los desastres, aún con los recursos limitados en los países en desarrollo”. La OMS está dedicando esfuerzos para apoyar técnicamente a los países a mitigar los efectos de los desastres en las instalaciones de salud, tanto existentes como nuevas, lo cual contribuirá a proteger la salud de la población en las zonas que resulten afectadas por los desastres. Entre las acciones de la OMS se incluyen la elaboración de lineamientos de construcción y reducción de la vulnerabilidad, la conducción de evaluaciones del riesgo en las instalaciones de salud, el establecimiento de equipos de asesores y la publicación de las lecciones aprendidas en desastres anteriores. El Sr. Richard Newfarmer, Representante Especial del Banco Mundial ante la Organización Mundial del Comercio y las Naciones Unidas, señaló que “el daño de los desastres a los sistemas de salud puede provocar un enorme impacto en el desarrollo económico y humano. Cuando se produce un terremoto, una sequía o un ciclón, las víctimas necesitan asistencia inmediata y si su infraestructura de salud colapsa, su sufrimiento aumenta. Casi siempre, son los más pobres los que sufren más”. Para más información: Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres http://www.eird.org/camp-08-09/index.htm

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El reto de enseñar sobre riesgos y desastres Denisse Hanna Ex-Responsable de comunicación en Ayuda en Acción Bolivia

Los niños de las comunidades rurales son también actores de desarrollo en las escuelas y juegan un papel importante en materia de prevención, preparación, ayuda humanitaria, rehabilitación y capacitación sobre estos temas. La pequeña Zulema y sus amigos entran entusiastas en el aula listos para participar en el curso de Riesgolandia, donde arman un grupo para organizar y enseñar a los de su comunidad (representada por otro grupo de amigos del mismo curso) cómo prevenir un desastre: una riada, un incendio, una helada o un deslizamiento. El curso de la profesora Sonia se ha convertido en Riesgolandia, un lugar donde todo puede suceder… riadas, heladas, deslizamientos, terremotos, enfermedades y todo aquello que uno se pueda imaginar como inseguro. Allí, los pequeños se organizan en grupos y realizan simulaciones de riesgos cuando la profesora los pone en alguna situación de peligro ficticio. Los pequeños descubren inductivamente temas de riesgos a través de juegos, reflexiones grupales, cuentos y puestas en escena. Zulema y sus amigos se preparan en el aula para simular un incendio en la comunidad. Para esto, los personajes deben ser definidos, incluso se arma una escenografía que represente esta situación adversa y de mucho peligro. En este escenario, un grupo de niños debe evacuar a la gente afectada. Mientras unos alumnos atienden a mujeres y ancianos, otros indican cuáles son los lugares seguros para trasladarse y no faltan los niños que brinden primeros auxilios o los que informen a las autoridades sobre lo sucedido. Así todos cumplen una función específica de ayuda.

¿Por qué todo este trabajo con los niños y niñas? Ayuda en Acción Bolivia lleva adelante un programa de gestión de riesgos en 17 municipios de Bolivia, en el que resulta de vital importancia educar a los niños y niñas en las escuelas sobre los peligros, cómo prevenirlos y cómo actuar en caso de desastre. Los niños de las comunidades rurales son también actores de desarrollo en las escuelas y juegan un papel importante en materia de prevención, preparación, ayuda humanitaria, rehabilitación y capacitación sobre estos temas. Según explica el responsable de gestión de riesgos de Ayuda en Acción Bolivia, Oscar Aguilar, “a finales de 2007 se había planteado, con todas las contrapartes de Ayuda en Acción, el promover asociaciones estratégicas con las unidades educativas, los docentes y los propios estudiantes para iniciar un proceso pedagógico sobre gestión de riesgos en los niveles de primaria y secundaria”. Para conseguir esto, se ha propuesto, construido y replicado diversas herramientas metodológicas de enseñanza. Específicamente, a los profesores de 448 escuelas se les brinda instrumentos como juegos y elementos para diseñar proyectos de aula en los que los propios estudiantes pueden participar, mediante la identificación, planificación, respuesta, organización en situaciones de riesgo antes, durante o después de algún desastre. Una vez que los alumnos entienden la explicación de sus maestros en lo que a riesgos y desastres se trata, ellos también deben pasar a la práctica para darse cuenta de cuán importante es su conocimiento y su preparación

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para resolver oportunamente alguna emergencia causada por un desastre de origen natural. La profesora Sonia nos recuerda que las poblaciones rurales siempre han estado afectadas por diversos fenómenos naturales adversos, lo que aumenta su grado de vulnerabilidad. A eso se suma la recurrente presencia de fenómenos naturales adversos como El Niño y La Niña, que en diversas regiones del país han causado pérdidas de sembradíos, viviendas, ganado e incluso, de vidas humanas. Durante 2008, y como parte de un paquete de herramientas didácticas, se ha entregado a 448 escuelas la reproducción del juego de mesa Riesgolandia. Mediante este juego, el profesorado motiva a sus alumnos a recorrer todo un camino arriesgado para determinar si el alumno, cuando llegue a la meta, tiene un favorable nivel de conocimiento y habilidades en reducción de riesgos y prevención de desastres. Trabajar la cultura de prevención a través de las actividades de Vínculos Solidarios Igualmente, existe otro material denominado “riesgoso”, que, además de ser un juego, utilizado al final de un proceso de enseñanza, permite a 23.000 niños entre 8 a 16 años contarles a sus amigos de España (socios de Ayuda en Acción) las situaciones riesgosas que viven en su comunidad y cómo les hacen frente y tratan de superarlas. Escuelas Seguras en San Julián. Un ejemplo importante del trabajo en gestión de riesgos es el emprendido en 70 comunidades del municipio de San Julián (departamento de Santa Cruz) donde bajo el concepto de Escuela Segura se trabajó con la comunidad educativa. Allí, los propios estudiantes han formado equipos estables de prevención de desastre. Un grupo de ellos elabora planes de alerta temprana para informar a la alcaldía y a las radios de la zona sobre crecidas del Río Grande, afluente que desde el año 2006 está provocando serias inundaciones. Otros estudiantes capacitados apoyan, de ser necesario, en la evacuación de familias afectadas. Ellos son los responsables de atender a la población en riesgo, llevándola a lugares seguros; además de detectar y canalizar las necesidades de alimentación, medicamentos y ayuda de forma organizada. Los estudiantes aprenden que, en toda emergencia, se necesita una distribución justa y equitativa de la ayuda humanitaria. En el caso de los niños y niñas de primaria inicial, ellos aprenden cómo y qué tienen que rescatar en momentos de emergencia, y saben que deben explicar a sus padres la necesidad de preservar en una mochila los documentos personales y familiares de importancia, además de

proveerse de elementos necesarios como fósforos, comida seca, velas y otros. El objetivo de toda esta labor es, ciertamente, generar espacios de solidaridad y trabajo conjunto para la reducción del riesgo de desastres, de manera que las propias comunidades puedan evitar o, por lo menos, aminorar los riesgos. Además, todo esto también permite empoderar a las poblaciones sobre sus derechos y responsabilidades para reducir riesgos y, en caso de que estos se transformen en desastres, actuar. Para más información dirigirse a: Ayuda en Acción Bolivia [email protected]

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Adaptación española del juego Riesgolandia Eva Mª Vicente Morales Responsable de programas educativos. Unidad de campañas. Departamento de sensibilización y políticas de cooperación. Ayuda en Acción

El objetivo principal de este material es sensibilizar y educar a los niños y niñas sobre la realidad global del planeta, la interdependencia en las relaciones N-S y la corresponsabilidad que todos y todas tenemos que asumir frente a las consecuencias de factores como el Cambio Climático.

La adaptación para España del juego “Riesgolandia”, bajo el título “Riesgolandia, aprendamos jugando como prevenir desastres y proteger el medio ambiente”, se presentó en la Exposición Internacional de Zaragoza 2008. La puesta en escena fue una gymkhana dirigida a niños y niñas, que se llevó a cabo durante las semanas temáticas sobre Agua y Educación y Gestión de Riesgos de Desastres, “Rompiendo mitos, desastres ¿naturales?”, coordinada por Ayuda en Acción. Esta adaptación del juego Riesgolandia, se ha realizado en una versión interactiva en formato CD-ROM. El material está dirigido al público infantil a partir de los 7 años de edad. La Gymkhana Riesgolandia, que se ha llevado a cabo en la Expo, realizar un recorrido imaginario por el mundo, atravesando diversas zonas geográficas que se ven amenazadas por distintos fenómenos naturales y donde los colectivos más vulnerables, fundamentalmente en los países empobrecidos, se ven afectados por las consecuencias de los desastres provocados por causa de dichos fenómenos de origen natural. Durante este recorrido, y por medio de las ilustraciones del tablero del juego, preguntas y pruebas, que permitieron a las y los participantes interactuar con el espacio expográfico del pabellón Faro; las niñas y niños que participaron en la gymkhana pudieron conocer cómo se reducen los riesgos de desastres, cómo se pueden prevenir y minimizar sus consecuencias para las personas más vulnerables en los países del Sur. Además de aprender jugando cómo proteger el Medio Ambiente. El hecho de incorporar, a la adaptación del juego para España, los contenidos de Educación Ambiental, es un elemento diferenciador que dota a

esta versión del juego de un mayor sentido en el contexto español. Siendo el objetivo principal de este material, sensibilizar y educar a los niños y niñas sobre la realidad global del planeta, la interdependencia en las relaciones N-S y la corresponsabilidad que todos y todas tenemos que asumir frente a las consecuencias de factores como el Cambio Climático, que en muchos casos, afectan directamente a las poblaciones más vulnerables de los países empobrecidos del Sur, convirtiéndoles en las personas que se ven más duramente afectadas por los desastres, a menudo mal llamados “naturales”. Este es precisamente uno de los mitos fundamentales que este juego pretende derribar. Con el fin último de provocar cambios de actitud y fomentar comportamientos más respetuosos con el Medio Ambiente y socialmente más sostenibles. Los más de 300 niños y niñas de todas las edades, que participaron en la Gymkhana Riesgolandia en la Expo, tuvieron la oportunidad de realizar un viaje virtual por el mundo y, por medio de actividades, talleres creativos y pruebas de habilidad en torno al juego interactivo “Riesgolandia, ¡aprendamos jugando cómo prevenir desastres y proteger el medio ambiente!”, conocieron cómo prevenir los desastres y cuidar del medio ambiente. Pero esto no se queda en El Faro, ya que el juego cuenta con una versión individual, que se entregó a los y las niñas participantes para que continúen el viaje y el aprendizaje en sus casas con sus familias y amigos/as… Este material se va a difundir próximamente a las instituciones educativas en formato CD-ROM que incluye las dos versiones del juego, una versión individual, con la que, los niños y niñas podrán jugar siempre que quieran en sus casas, y la versión colectiva, “Gymkhana Riesgolandia”, que se podrá adaptar fácilmente a diversos contextos para organizar actividades y grandes juegos tipo Gymkhana en espacios abiertos, como la calle o el patio del colegio. Para más información dirigirse a Eva María Vicente: [email protected] / educació[email protected]

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Reducción del Riesgo de Desastres a través de las Escuelas. Dos años después29 John Abuya Responsable programa de reducción de riesgos de desastres en la escuela. Equipo Internacional de Emergencias y Conflictos ActionAid International El proyecto El proyecto de ActionAid “Reducción del Riesgo de Desastres a través de las Escuelas” comenzó su andadura en Octubre de 2005. Desarrollado en varios países en un plazo de cinco años, el proyecto tiene como objetivo crear escuelas más seguras en áreas de alto riesgo de desastres, permitiendo que estas funcionen como un punto de reducción de riesgos en una situación de desastre e institucionalizando la ejecución del Marco de Acción de Hyogo30 (HFA, en sus siglas en inglés) en los sistemas educativos. El proyecto tiene enlaces estratégicos con socios internacionales, entre los que se incluyen La Estrategia Internacional de Reducción de Desastres de Naciones Unidas (UNISRD), UNESCO y el Instituto de Estudios de Desarrollo de la Universidad de Sussex. El período de ejecución del proyecto cubre desde Octubre de 2005 a Septiembre de 2010, con períodos de ejecución de 3 años en cada país. Los primeros países, Malaui y Bangladesh, comenzaron las actividades del proyecto en Marzo de 2006, a los que siguió Nepal en el segundo trimestre de 2006. India, Ghana y Haití dieron inicio al proyecto en Octubre del mismo año, mientras Kenya lo hizo en marzo de 2007. Otros dos países, República Democrática del Congo y Zambia, comenzaron en Abril de 2007, cofinanciados por el Gobierno de Grecia.

29 Este artículo fue publicado el 15 Noviembre de 2007 en la Revista Education Action de ActionAid Internacional y ha sido traducido al castellano por Anayara Cabrera (Ayuda en Acción). 30 El Marco de Acción de Hyogo para los años 2005-2015, fue aprobado por la Conferencia Mundial sobre la Reducción de los Desastres, el 22 de enero de 2005, bajo el lema “Aumento de la resiliencia de las naciones y las comunidades ante los desastres”

Sólo 18 meses después de la puesta en marcha del proyecto en el primer país, el esfuerzo de ActionAid a favor de la Reducción de Riesgos de Desastres fue reconocido con un Certificado de Distinción del prestigioso premio Sasakawa, coincidiendo con el Día Internacional para la Reducción de Desastres del año 2007. Las noticias de la recepción de dicho premio fueron recibidas con gran orgullo en la organización. Este reconocimiento se atribuye a los siguientes y especiales logros obtenidos durante el período inicial de ejecución del proyecto. Los logros Actividades generales de Reducción de Riesgos de Desastres para reducir el impacto socioeconómico de los desastres y contribuir al desarrollo sostenible. Se ha tenido especialmente en cuenta el rol que ha llevado a cabo ActionAid en la construcción de puentes entre la Reducción de Riesgos de Desastres y el desarrollo, a través de programas e incidencia política. Mediante el enfoque de derechos aplicado por ActionAid, los proyectos de Reducción de Riesgos de Desastres se centran en la creación de capacidades en las comunidades locales para analizar su propia vulnerabilidad y tomar partido para reducir los riesgos. Lo que hace innovador el enfoque de ActionAid es el énfasis en la importancia de la comunidad como motor de cambio. Para conseguir una estrategia de reducción de riesgos a nivel nacional es necesarios que aquellos que tienen el poder de diseñarlas y planificarlas sean conscientes del éxito de este sistema a nivel comunitario. Este es el objetivo más ambicioso del proyecto y la definición del éxito del mismo. Asegurar que las comunidades están organizadas en torno a las escuelas para la prevención, mitigación y preparación ante desastres y para la reducción de la vulnerabilidad, De manera global, las actividades específicas incluyen la creación de comité de gestión de desastres en las escuelas y sus comunidades locales. Estos comités son capacitados en habilidades específicas, como primeros auxilios, búsqueda y rescate y actividades de reducción de riesgos como creación de diques, elevación de viviendas y saneamiento. En Ghana, ActionAid ha sido una pieza fundamental a la hora de poner en contacto a personas clave e instituciones en un esfuerzo conjunto para reducir el riesgo de desastres a escala nacional; el proyecto ha reunido a la Organización Nacional de Gestión de Desastres (NADMO, en sus siglas en inglés), El Servicio de Educación de Ghana (GES), el Ministerio de Alimentación y Agricultura (MoFA), el Servicio Forestal de Ghana (GNFS) y el personal clave de las

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asambleas distritales para juntos acordar los objetivos centrales del trabajo y alcanzar el perfil de Reducción de Riesgos ante Desastres y el Marco de Acción de Hyogo. Otros ejemplos de organización a nivel comunitario incluyen clubs de gestión de recursos naturales en Malaui y la creación de Fondos de Emergencia a través de los Comités de Gestión de Desastres en Nepal Crear escuelas física y estructuralmente seguras en áreas de alto riesgo de desastres En los países en los que se desarrolla el proyecto están surgiendo enfoques innovadores para conseguir el establecimiento de escuelas estructuralmente más seguras. Dichos enfoques han surgido de los planes de acción fruto de los Análisis Participativos de Vulnerabilidad (PVA en sus siglas en inglés) en las escuelas y a nivel comunitario. Por ejemplo, en Nepal y Bangladesh, se han creado foros especializados en códigos de construcción y localización física de las escuelas. Además, ActionAid Bangladesh ha apoyado mejoras estructurales en tres escuelas modelo en áreas de alto riesgo en los Distritos de Kurigram (norte) y Patuakhali (sur). El Distrito de Kurigram está expuesto a múltiples riesgos, especialmente de inundaciones y erosión de los ríos. Los refugios en caso de ciclones en la población de Char Bangla y el suministro de agua segura para ocho Uniones (unidad administrativa más pequeña en Bangladesh), ha incrementado la resiliencia de muchas comunidades ante futuros desastres. Se han llevado a cabo campañas de sensibilización en relación al cambio climático entre los alumnos y alumnas y las comunidades locales, así como una competición de ensayos centrados en este tema. En las tres escuelas se han desarrollado simulacros de emergencias, de modo que todos conocen lo que se debe hacer en caso de inundaciones, ciclones y terremotos. Estudiantes y profesores de estas escuelas se han convertido en campeones de la preparación y reducción de riesgos en sus comunidades locales. En Malawi, se han formado clubs de gestión de recursos naturales, y a través de las comunidades y escuelas, los alumnos se han organizado para dragar el río Thangadzi, que se desborda continuamente, causando inundaciones y destrucción. Los niños y niñas de las escuelas están, además, involucrados en la plantación de árboles y en la construcción de diques alrededor de las escuelas para reducir el impacto del agua durante las inundaciones. En Nepal, ActionAid trabaja con contrapartes como la Sociedad Nacional Nepalí para las Tecnologías en Terremotos (revisar) en la diseminación de conocimiento y la educación en relación a desastres, y con una gran variedad de redes de profesores y educadores para llegar a las comunidades y las escuelas. Nepal está incidiendo a favor de la creación de nuevas instalaciones para escuelas, de reforzar los códigos que rigen su

construcción, y se trabaja con el Centro Nacional de Desarrollo del Currícula Escolar para integrar en ella la educación en Reducción en Riesgos de Desastres. Desarrollo de metodologías efectivas y replicables que permitan a la escuelas ser un foco para el trabajo distrital en concienciación sobre desastres y reducción del riesgo de desastres. Se consideran metodologías efectivas aquellas que giran alrededor de dos ejes; las escuelas como centros para las iniciativas comunitarias de reducción de riesgos de desastres; y las escuelas como centro de los aspectos pedagógicos de la educación. En el corazón del enfoque de ActionAid en reducción del riesgo de desastres se encuentra el Análisis Participativo de Vulnerabilidad, una herramienta efectiva que permite a los trabajadores en terreno identificar la vulnerabilidad y diseñar actividades sociales que reduzcan los riesgos. Las ideas que surgen de los ejercicios de Análisis Participativos de Vulnerabilidad, que son convertidas en realidad por la población vulnerable, incluyen clubs de chicos y chicas y eventos comunitarios que reúnen a profesores, padres y madres y estudiantes para tratar el tema de los desastres locales. En países como Bangladesh, Malawi e India, vemos usos innovadores de canciones, teatro y herramientas para concienciar a la población. Los métodos de aprendizaje de niño a niño se están empleando en Nepal, mientras que en la India se ha identificado a profesores con recursos para capacitar en preparación y comportamiento durante los desastres. Asegurar que se incide en las políticas y prácticas nacionales e internacionales a través de los ejemplos locales de excelencia en la reducción de riesgos de desastres a través de las escuelas A nivel nacional, nuestro proyecto ha facilitado la creación de foros de incidencia política y la generación de debates en diferentes países. El valor añadido de ActionAid en este proceso consiste en la identificación de ejemplos de excelencia locales en reducción de riesgos de desastres y la construcción de sus capacidades y redes de trabajo e incidencia. Por ejemplo, en Nepal, a través de los foros nacionales, ActionAid está consiguiendo incidir en el Plan Nacional de Desarrollo, a partir del aprendizaje a escala local. Ya se ha podido comprobar que quienes toman decisiones en relación a la reducción y gestión de desastres han comprendido que la reducción de riesgos debe ser considerada como un plan a largo plazo si se quieren conseguir los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Conscientes de que un cambio duradero solo es posible si se cambian las políticas a nivel nacional, en Nepal ActionAid ha conformado una coalición de organizaciones para asegurar que los intereses de

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las personas más vulnerables del país son tenidos en cuenta por aquellos que toman las decisiones. En Bangladesh, se ha realizado un atlas de vulnerabilidad urbana, tanto como un herramienta de planificación como de concienciación sobre reducción de riesgos. ActionAid ha jugado un papel activo de incidencia para la creación de plataformas nacionales, en línea con los compromisos acordados en el Marco de Acción de Hyogo, y a través de esos esfuerzos, la Plataforma Nacional de Reducción de Riesgos de Desastres debía ser lanzada en Malaui en diciembre de 2007. Nepal está comprometido con la incidencia sobre el Centro de Desarrollo Curricular y Kenya está empezando a trabajar con los sindicatos de profesores. A nivel internacional, ActionAid ha sido uno de los protagonistas del desarrollo y promoción del Marco de Acción de Hyogo, desde su concepción en Kobe. Como miembro de la Plataforma de Educación y Conocimiento y del Grupo de Gestión de la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres de las Naciones Unidas (UNISDR), hemos sido pioneros en abogar por el papel crucial de las escuelas, los ministerios de educación y los niños y niñas en reducir el riesgo de desastres. Como parte de este trabajo, ActionAid ha promocionado una revisión del papel de la educación y el conocimiento en la reducción de riesgos de desastres titulado “Dejemos que nuestros niños/as nos enseñen”31. Aprovechando la importancia mediática del cambio climático, hemos hecho campaña a favor de crear links entre la reducción del riesgo de desastres y la adaptación al cambio climático, incluyendo nuestra participación en la duodécima sesión de la Conferencia sobre Cambio Climático de Naciones Unidas, que tuvo lugar en Nairobi el año 2006. “Unjust Waters”, el estudio de ActionAid sobre el impacto del cambio climático en la pobreza urbana en África, ha sido elogiado como un nuevo y refrescante punto de vista en el cuerpo de investigación creciente en torno a estos temas. ActionAid, además, es miembro de UK BOND, una red de organizaciones que trabajan en la reducción del riesgo de desastres. Además, hemos llevado acabo exitosos eventos en conferencias internacionales clave, como la Tercera Conferencia Internacional sobre Alerta Temprana en Bonn con UNISDR y UNESCO. Uno de los documentos publicados en relación a este tema se titula “10 ingredientes esenciales para la puesta en marcha de exitosos sistemas de alerta temprana centrados en las personas” ActionAid co-presentó un evento paralelo en el Foro Social Mundial 2007 con el secretariado de UNISDR en Nairobi, en el que participaron niños y niñas de áreas rurales de Kenya y Malaui, dando testimonio del impacto de los desastres en sus escuelas, comunidades y en su educación. Los testimonios buscaban también dar mensajes clave sobre el

31 Traducción del original: “Let our children teach us”

Marco de Acción de Hyogo a través de los ojos de los niños/as- un ejemplo de cómo llegar a nuevas audiencias con mensajes sobre la Reducción del Riesgo de Desastres. Hacia adelante: Retos desde lo aprendido ActionAid debe estar a la altura del nuevo estatus adquirido tras la recepción del premio Sasakawa. Las lecciones aprendidas a lo largo de los dos últimos años serán asumidas, a la vez que llevamos la Reducción de Riesgos de Desastres a nuevas cimas. Estos son, entre otros, nuestros nuevos retos: - Asegurar que el Análisis Participativo de Vulnerabilidad es un proceso más comprehensivo de planificación, rendición de cuentas y aprendizaje para crear espacios a nivel nacional e incorporar las perspectivas locales - Maximizar el potencial de la educación - Consolidar las relaciones entre los actores del sector educativo para influenciar la inclusión de la Reducción de Riesgos de Desastres en los planes curriculares a nivel nacional - Trabajar de manera continuada en el análisis de los cambios a diferentes niveles desde las perspectiva de las comunidades (más allá de los indicadores convencionales de acuerdo con el marco lógico), e incrementar nuestra documentación sobre lecciones aprendidas y buenas prácticas - Simplificar el Marco de Acción de Hyogo en un documento similar a “Hyogo visto a través de los ojos de los niños/as” para incrementar el nivel de incidencia a nivel local y nacional - Asegurar que el proyecto de Reducción de Riesgos de Desastres es sensible a los conflictos - Replicar los éxitos en Reducción de Riesgos de Desastres en países adicionales Para más información en el proyecto, contactar con John Abuya: [email protected] Para ver las publicaciones mencionadas, visitar www.actionaid.org

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Ayuda en Acción España C/ Enrique Jardiel Poncela, 6, 1ª planta 28016 MADRID - ESPAÑA Tel: 34 + 91 522 60 60 Fax: 34 + 91 532 84 02 Internet: www.ayudaenaccion.org E-mail: [email protected] DDeelleeggaacciióónn CCaattaalluuññaa yy BBaalleeaarreess C/ Balmes 32, 3º 1ª 08007 BARCELONA Tel.: 34 + 93 488 33 77 Fax: 34 + 93 488 32 79 Delegación Comunidad Valenciana C/ Maestro Clavé 10 puerta 2 46001 Valencia Tel: 34 + 96 310 61 21 Fax: 34 + 96 351 31 68 DDeelleeggaacciióónn CCoommuunniiddaadd AAnnddaalluuzzaa C/ Javier Lasso de la Vega, 3, Bajo 41002 SEVILLA Tel.: 34 + 954 21 51 63 Fax: 34 + 954210965 DDeelleeggaacciióónn CCoommuunniiddaaddeess GGaalllleeggaa yy AAssttuurriiaannaa Avenida del General Sanjurjo, 64- Bajo Izda. 15006 A CORUÑA Teléfono: 34 + 981 13 37 37 Fax: 34 + 981 13 37 36 Delegación País Vasco Plaza Sarrioalde 2-3, Bajo 48015 BILBAO Tel.: 34+944479677 Oficina Regional de Ayuda en Accción 5 de mayo, 470 SAN PEDRO DE CHOLULA 72750, PUEBLA, MÉXICO Tel.: 52 + 222 2619375 Fax: 52 + 222 2614028 Ayuda en Acción Bolivia C/ Miguel de Cervantes, nº 2750 (Entre Vincenti y Méndez Arcos) Casilla 7543 La Paz, Bolivia Tel: 591 + 2 242 10 92 / 591 + 2 241 19 36 / 591 + 2 242 10 68 e-mail Secretaría Oficina Nacional: [email protected] [email protected]

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