Gershe Las Mariposas son Libres

79
Las mariposas son libres Leonard Gershe REPARTO (por orden de aparición) Don Jill Señora Barker Ralph

Transcript of Gershe Las Mariposas son Libres

Page 1: Gershe  Las Mariposas son Libres

Las mariposas son libres

Leonard Gershe

REPARTO

(por orden de aparición)

Don

Jill

Señora Barker

Ralph

Canción: JULIO IGLESIAS.

ACTO PRIMERO

Page 2: Gershe  Las Mariposas son Libres

Una mañana soleada de junio. El sol entra a raudales por la ventana. Antes de levantarse el telón oímos un rock cantado por DON y grabado en la cinta magnetofónica.

(Al levantarse el telón, DON, sentado en el suelo, apoyado en la pared, escucha. En la mano, un vaso de Coca-Cola. Tiene veinte años, atractivo, peinado para atrás y descalzo. Para el magnetófono. Va a la nevera, se echa un cubito de hielo en el vaso. Otro en la boca. Va al teléfono, que sigue sonando)

DON.- ¿Qué hay, mamá? Bien, bien. ¿Y tú?... ¡Uf! Mucho calor. ¿Y en Scardsale? Sí, aquí también lo hace. ¿El departamento? Estupendo. Sí, sí. Sí, me gusta mucho. ¿Anoche? No, no hice nada de particular. No, no salí. Vinieron unos amigos. ¡Bah! Una fiestita… ¿qué? No sé. No los conté. ¿Exactamente? Pues…, doce y medio, ¿contenta? No. Se fueron pronto. ¿Cuándo?... No. Hoy no. Me parece perfecto que vengas a hacer unas compras. Pero no se te ocurra venir aquí. Quedamos en dos meses. (Se oye un programa hablado de TV) ¿Qué? No. No he puesto la radio. Es en el departamento de al lado. No lo sé... Una chica, creo. Vive ahí desde hace dos o tres días. No sé cómo se llama. Ni me la he tropezado en la escalera. Es su radio... Se lo diré. No, mamá, no. Tú no tienes por qué decirle nada. Anda, tú a los almacenes y a casa. Pero no se te ocurra venir, te conozco. Se te oye muy mal. ¡Que se te oye muy mal! Hasta mañana. Adiós, adiós, mamá. (DON cuelga. Va a la puerta que comunica con el otra apartamento) ¡Eeeee! ¿Quiere usted hacer el favor? (Golpea. Gritando) ¿Quiere hacer el favor de bajar la radio? (Silencio al otro lado)

Voz de JILL TANNER.- ¿Qué dice? ¡No le oigo!

DON.- Que baje la radio. No que la quite. Basta con que la ponga más bajito.

Voz de JILL.- No es la radio. Es la televisión.

DON.- Lo que sea. Estas paredes son de papel.

Voz de JILL.- Sí, pero de papel higiénico. ¿Qué tal una taza de café?

DON.- Gracias. Acabo de tomarlo.

Voz de JILL.- Pero yo no.

Page 3: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- Bueno. Si quiere una taza de café... pase. Pase (DON va a la cocina. La enciende. Llaman a la puerta en el momento en que DON está sacando del armario una taza y un plato) Está abierto.

(Entra JILL TANNER, veinte años, aspecto aniñado, ingenuo, pelo largo que le cae por los hombros, la cremallera del traje en la espalda, a medio subir)

JILL.- ¿Qué tal? Me llamo Jill Tanner.

DON.- (Se vuelve hacia ella con la mano extendida) Y yo, Don Baker. (Apretón de manos)

JILL.- Pensará que soy una fresca invitándome así... ¡paf!, (Se vuelve de espaldas) ¿Me la sube? Yo no alcanzo. (Hay una ligera torpeza en los movimientos de Don al subirle la cremallera) ¡Uf! Su cuarto de estar es mucho más grande que el mío. ¿Desde cuándo vive aquí?

DON.- Hace un mes. Pero esto no es sólo el cuarto de estar, es todo el departamento. La única diferencia con el suyo es que mi baño es más grande.

JILL.- Yo, con la cocina, tengo tres habitaciones. Me mudé hace dos días. No he firmado contrato. ¡Bah! ¿Para qué? Lo he alquilado sólo por un mes. ¡Madre mía! ¡Qué ordenado es usted! ¡Cada cosa en su sitio!

DON.- Es fácil cuando hay poco que ordenar.

JILL.- Yo tampoco tengo muchas cosas, pero las que tengo están jugando a las cuatro esquinas por toda la casa. Soy un desastre. Siempre oí decir que los chicos son más ordenaditos que las chicas. (Mira hacia arriba) ¡Qué bonito! ¿Una claraboya? Yo no tengo. (Va a la cama) ¿Y qué es eso?

DON.- ¿Qué?

JILL.- Esto sobre unas muletas.

DON.- Ah. La cama.

JILL.- (Sube por la escalerilla de mano) ¿La cama? Huy, ¡qué divertido!

DON.- ¿Le gusta?

JILL.- Es la cama más original que he visto en mi vida. ¡y eso que he visto unas cuantas. ¿Y es a usted a quien se le ha ocurrido...?

Page 4: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- No, al que vivió antes aquí. Era un "hippie" y le gustaba dormir en un sitio alto.

JILL.- ¿Y si se cae durmiendo?

DON.- No. (Le echa café en una taza) ¿Con leche, con azúcar?

JILL.- Sin leche y sin azúcar.

DON.- Estuve a punto de quedarme con su departamento, pero me quedé con éste, precisamente por la cama.

JILL.- Yo hubiera hecho lo mismo. (Va al sofá) ¿No le dije que era un desastre? Pues se lo digo ahora. Compro flores y servilletas de papel y eso que se pone debajo de los platos para que no se estropee la mesa, pero siempre se me olvida lo más importante: el café. (Jill se sienta en el sofá a lo moro. Toma la taza y bebe.)

DON.- ¿Está bastante caliente?

JILL.- Está perfecto. Algún día le devolveré el favor. Soy agradecida.

DON.- ¡Qué tontería! No tiene usted por qué.

JILL.- ¿No necesita usted servilletas de papel o un florerito... o... o algo que no sirva para nada?

DON.- (Ríe) No... no.

JILL.- ¿Puedo hacerle una pregunta... personal?

DON.- Sí.

JILL.- ¿Por qué no quiere usted que venga a verle su madre?

DON.- ¿Cómo lo sabe?

JILL.- Por el mismo método que usted oye los programas de mi

televisor. Por debajo de la puerta. Pero no has contestado a mi pregunta. ¿No te importa que te tutee?

DON.- No. Al contrario.

JILL.- Sigues sin contestarme.

DON.- Es que no me das tiempo. Y además, ya no me acuerdo de lo que me has preguntado.

Page 5: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.- Por qué te da tanto terror que venga tu madre.

DON.- Es una historia un poco larga. Bueno, no. Es corta. Lo que pasa es que hace mucho tiempo que empezó. Mamá no quería que me fuera de casa. Ella cree que no podría vivir solo, pero la convencí que me dejara intentarlo por dos meses. El pacto es que no nos veamos en dos meses. Me queda uno.

JILL.- ¿Y por qué le has dicho que anoche tuviste una fiesta? Si no es verdad.

DON.- No se te escapa nada.

JILL.- Nada.

DON.- Le digo que recibo a amigos y que doy fiestas porque no comprendería que este todo el día solo en este apartamento, que ya, sin haberlo visto, le revienta. Si viniera, la estoy oyendo; echaría un vistazo a su alrededor y diría: tengo ganas de llorar.

JILL.- ¿Es muy llorona?

DON.- No ha llorado nunca, pero siempre amenaza con echar unas lagrimitas.

JILL.- Si quieres verla llorar, pero a moco tendido, la mandas a mi departamento. Ahí sí que tendría motivos, la pobre. Ya tienes edad de vivir solo. Yo tengo veinte años. ¿Y tú?

DON.- Según mi madre, once... Camino de los diez.

JILL.- Todas las madres son por el estilo. La mía querría que fuese una niñita toda mi vida, para no envejecer. Lo que más le encanta es que la gente crea que somos hermanas. Si no hay ningún comentario, en ese sentido, el comentario lo hace ella. ¿Trabajas en algo?

DON.- Todavía no. Toco la guitarra, compongo canciones y tengo proyectos.

JILL.- Te oí anoche. ¡Le diste mucho!

DON.- Lo siento, sí.

Page 6: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.- No, no; si me encantó. Al principio creí que era un disco. Luego al repetir y repetir, me di cuenta que eras tú.

DON.- Yo no puedo leer música y tengo que aprender de oído. Debo trabajar mucho todavía. Pero sí, estoy decidido a no volver a Scardsale.

JILL.- ¿Qué es eso?

DON.- ¿No conoces Scardsale? Está a veinte millas de Nueva York.

JILL.- ¡Scardsale! Parece algo para el dolor de cabeza. "Tome una tableta de Scardsale y..." ¿Ha quedado café?

DON.- Muchísimo. (Deja el cigarrillo en el cenicero)

JILL.- Yo me sirvo. No te molestes.

DON.- Llegas tarde. (Jill le alarga la taza. El va a la cocina) ¿Cómo dijiste que te llamabas?

JILL.- Jill Tanner. Para el mundo y los altares soy la señora de Benson. Me casé hace mucho tiempo, cuándo tenía dieciséis años.

DON.- Y ¿tus padres te autorizaron?

JILL.- El permiso lo dio mi madre. Se negaba pero le di una razón de peso, y no tuvo más remedio que aceptar. La dije que estaba embarazada, pero no era cierto. Hubo llantos, tragedia, no por mi posible pancita, sino porque de hermana, pasaba a ser abuela, cosa que no le hizo ni pizca de gracia. Adivino lo que estás pensando.

DON.- ¿En qué? (Don se acerca con la taza y se sienta)

JILL.- Que no parezco una divorciada.

DON.- No. No pensaba eso. Y después de todo ¿qué aspecto tiene una divorciada?

JILL.- Por lo general tiene alrededor de los treinta y cinco, llevan trajes muy ajustados, zapatos de taco muy alto y grandes peinados.

DON.- ¿Cuánto tiempo estuviste casada?

Page 7: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.-¡Uuuuu! Se me hizo tan largo... seis días. (Enciende un cigarrillo) Y la culpa no fue de Jack. Bueno, ni de Jack, ni de nadie. Fue uno de esos absurdos que se cometen a sabiendas de que es un absurdo.

DON.- ¿Cómo era él?

JILL.- ¿Jack? Oh... (Incómoda) Preferiría no hablar de Jack.

DON.- Pues bueno, no hablemos de Jack.

JILL.- Aunque sí; quiero hablar de Jack porque de vez en cuando es saludable hacer lo que no nos gusta. Jack era una ricura, dulce, tierno; como un niñito. Cuando le conocí, bueno, aquello fue el colmo de la felicidad. Todos los días eran para nosotros como una gran feria. Ruidos, luces, cohetes, explosiones, ¡pim!, ¡pum!, ¡pum! Y de ese deslumbramiento, zas, lo único que recuerdo es verme frente a un juez y casándome, así, sin más ni más.

DON.- ¿Cuánto tiempo duraron las relaciones?

JILL.- Dos o tres semanas, pero déjame terminar, ¿por dónde iba? Ah sí, que me encontré casada de la noche a la mañana. No había terminado ni el bachillerato, tenía que dar examen a los dos días de la boda y el lío de mi cabeza era como ya te puedes imaginar. Cuando oí decir al juez algo así como "¿Jack, tomas a Jill como a tu legítima esposa?" y luego: "... hasta que la muerte los separe". Pensé: ¿Pero esto es una boda o un funeral?

DON.- (Estaba encendiendo un cigarrillo) ¡Qué cosas dices!

JILL.- No hay nada más morboso que una boda. Y yo, odio todo lo que sea morbo. Pero allí estaba, en pleno morbo y con Jack Benson sobre mis espaldas, mejor dicho, encima de mí para toda la vida. Me dieron ganas de salir corriendo, gritando a media de la noche.

DON.- ¿Lo hiciste?

JILL.- No porque eran las diez de la mañana. No me quedó otro remedio que desmayarme.

Page 8: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- ¿Y te desmayaste?

JILL.- ¡Claro! Pero como no tengo el don de la oportunidad, me desmayé después de haber dicho: "Sí quiero". (Don echa la ceniza en donde estaba el cenicero que acaba de coger Jill. Le mira extrañada)

DON.- Y puesto que ya estabas casada, ¿por qué no intentaste acomodarte a la vida matrimonial?

JILL.- Si lo intenté. Lo intenté muchísimo, créeme. ¡Seis días intentándolo!, pero nada, aquello no era para mí.

DON.- ¿Estabas enamorada?

JILL.- A mi manera.

DON.- Y cuál es tu manera.

JILL.- No sé... Bueno, yo creo que por estar enamorada de un chico, no tienes que vivir y dormir con él forzosamente el resto de tu vida. Jack me quería y sufrió mucho. Y yo no soporto hacer daño a nadie. Ni que nadie sufra por mi culpa. ¡Ay! Pero ¡qué mal hecho está todo! Porque no me dirás que eso del matrimonio es un buen invento. ¡Una cosa que te somete para toda la vida! Es algo que me pone los pelos de punta. ¿Tú me entiendes?

DON.- Te entiendo, pero no estoy de acuerdo contigo.

JILL.- Entonces no me entiendes. (DON echa otra vez la ceniza de su cigarrillo en la mesa. JILL le mira cada vez más extrañada) ¡Ay! Me estás poniendo nerviosa. Vas a quemar la mesa.

DON.- ¿Has movido el cenicero?

JILL.- (Lo tiene en la mano) ¿No lo ves? ¿Es que eres ciego?

DON.- Sí.

JILL.- Ahora soy yo quien no te entiende.

DON.- He dicho que sí, que soy ciego.

JILL.- ¡Muy bonito! Me acabas de conocer y ya me estás tomando el pelo.

DON.- Soy ciego y siempre lo he sido.

Page 9: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.- Pero ciego de verdad o muy, muy miope...

DON.- Ciego... Y muy de verdad.

(JILL se inclina y pasa una mano cerca de la cara de DON, que ni siquiera se da cuenta)

JILL.- (Admitiéndolo) Vaya, pues sí que... He metido la pata... seguro.

DON.- Ahora no te vayas a preocupar por eso. Yo no lo estoy.

JILL.- ¿Por qué no me lo has dicho?

DON.- Te lo acabo de decir.

JILL.- Cuando entré.

DON.- No me lo preguntaste.

JILL.- ¡Ay, que gracioso! Yo no acostumbro cada vez que voy a la casa de alguien a decir: Me llamo Jill Tanner, ¿es usted ciego?

DON.- Ni yo cada vez que conozco a alguien le digo: Me llamo Don Barker. Soy ciego como un murciélago.

JILL.- Debiste decírmelo. Yo, es lo primero que te hubiera dicho.

DON.- Bueno... Quise comprobar el tiempo que tardabas en darte cuenta. ¿Y ahora que ya lo sabes: vas a salir corriendo, gritando en la noche o prefieres desmayarte?

JILL.- ¿Cómo puedes bromear sobre...?

DON.- Escúchame y muy en serio. Lo único que de verdad me duele es que me tengan pena. Ni la quiero ni la necesito porque soy muy feliz.

JILL.- Te has resignado.

DON.- No es esa la palabra, porque nunca me he desesperado. Nací ciego. Hubiera sido diferente ver y en una época determinada dejar de ver. Para mí la ceguera es normal. A los seis años fue cuando empecé a darme cuenta de que los que me rodeaban no eran como yo. Y a esa edad ya daba lo mismo.

Page 10: Gershe  Las Mariposas son Libres

Así que tranquilita y contenta, ¿me lo prometes? Y si podemos reírnos y divertirnos, mejor que mejor.

JILL.- ¿Reírnos? ¿De una cosa tan seria?

DON.- No. De esto no puedo reírme. Pero, ¿por qué no lo olvidas ya?

JILL.- Es que no puedo. Nunca había hablado con un ciego, tú eres el primero.

DON.- Pues enhorabuena.

JILL.- Había visto ciegos en la calle... con un perro. ¿Tú no tienes perro?

DON.- Con un perro se llama mucho la atención. Es muy espectacular.

JILL.- Pero, ¿no te resulta difícil desplazarte por Nueva York? Me resulta a mí que puedo...

DON.- Con mi bastón me las arreglo muy bien y además contando los pasos. Sé cuántos hay al supermercado, a la lavandería, a la farmacia.

JILL.- ¿Dónde está la lavandería?

DON.- A cuarenta y cuatro pasos a la derecha saliendo de la puerta principal.

JILL.- Ahora no caigo.

DON.- Yo te llevaré.

JILL.- ¿Y aquí dentro de casa? ¿No temes tropezar con los muebles?

DON.- ¡Huy! Me sé la habitación de memoria. (Se levanta y va rápido a la cómoda, que hay cerca de la puerta de comunicación entre los dos apartamentos) La cómoda. (Va tocando los objetos al mismo tiempo de enumerarlos) Un jarrón y encima unas botellas. (Abre un cajón) Sábanas, ropa blanca... (Cierra el cajón y se mueve por la habitación con plena seguridad) La cama, el cuarto de baño, la librería, mi guitarra, el bastón.

JILL.- ¿De qué son todos esos libros?

Page 11: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- Del sistema Braille. La puerta de la escalera, la grabadora. La cocina... platos, tazas, vasos... (Abre otro armarito) El café, el azúcar, la sal... la pimienta, la salsa de tomate, la mayonesa, etc., etc. (Vuelve al lado de JILL) Y si ahora pones el cenicero donde estaba (Ella obedece) no tendré ningún problema para apagar (lo hace) mi cigarrillo. (Se deja caer en el sofá levantando los brazos) Voilá. Si no mueves ningún objeto puedo desplazarme por la habitación como cualquier persona... normal.

JILL.- Mucho mejor. En el fondo te envidio. Yo me veo negra cada vez que se me pierde algo. El frasco de la salsa de tomate suele estar en el cajón de las medias y las medias, en el horno. Si de verdad quieres saber lo que es el caos, ven a mi habitación y lo verás. (Se corrige) ¡Ay! Perdona.DON.- (Sonríe) No tengo nada que perdonarte. Tranquila. Que se te meta en la cabeza que soy igual que todo el mundo, con una sola diferencia. ¡Que no puedo ver! Lo que más me cuesta es soportar las reacciones de los demás cuando se enteran de que soy ciego. ¡Si actuasen con naturalidad! Pero no... Unos, quieren parecer a mis ojos más desgraciados que yo... y me dicen que están enfermísimos, solos, tristes... Otros me tratan como si yo viviera en plena tragedia griega. Cosa que no es cierta, te lo aseguro. Por eso te ruego que seas tú misma, que no finjas, ni pena, ni lástima, ni nada, de nada. ¿Conformes?JILL.- Lo intentaré... Pero como eres el primer ciego que conozco...

DON.- Es que somos un grupo muy pequeño. Como los esquimales. ¿A cuántos esquimales conoces?

JILL.- Nunca pensé que un ciego fuera como tú.

DON.- Todos no son como yo. Cada cual es diferente.

JILL.- ¿Es cierto que los cie... bueno que ustedes tienen un sexto sentido?

DON.- No. Lo que ocurre es que como no tenemos los cinco como todo el mundo, los otros están más desarrollados. La ley de la compensación.

Page 12: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.- Me parece maravilloso que no estés amargado (Se sienta en el sofá estirando las piernas y poniéndolas en los almohadones) Me he movido. Estoy en el sofá.

DON.- Lo sé.

JILL.- ¿Cómo?

DON.- Por el oído. Tu voz viene de un sitio distinto.

JILL.- ¿Y cómo puedes...?

DON.- Es sencillísimo. Cierra los ojos. ¿Sabes dónde estoy ahora?

JILL.- Allí. ¡Sí! ¡Es verdad! ¡Es muy sencillo! Si me pasase lo que a ti, yo sería una persona insoportable. Amargada, resentida...

DON.- ¿Por qué?

JILL.- Porque no tengo tus maravillosas cualidades, hijo. Hay que tener mucha paciencia para...

DON.- Te acostumbrarías. Eres igual que yo.

JILL.- No. Tú eres mucho mejor que yo. Se ve a la legua. Yo no "penetraría alegre en esa hermosa noche". Yo "me rebelaría contra la muerte de la luz y de la claridad".

DON.- Dylan Thomas.

JILL.- ¿Quién?

DON.- Eso es de un poema de Dylan Thomas.

JILL.- Pero ¿crees que puedo decir sin más ni más una frase de Dylan Thomas?

DON.- Lo acabas de hacer.

JILL.- ¡Qué bien!... Pero me parece que te equivocas. Nunca he leído a Dylan Thomas. Yo puedo citar frases de Mark Twain, que es mi escritor favorito. ¿Te digo una?

DON.- Dale.

JILL.- "Yo sólo pido ser libre como las mariposas. La humanidad no podrá negar a Harold Skimpole lo que tan espléndidamente

Page 13: Gershe  Las Mariposas son Libres

concede a las mariposas: la libertad." ¿Qué? ¿Te gusta? Yo soy igual que las mariposas.

DON.- Sí. Pero eso no es de Mark Twain.

JILL.- ¿No?

DON.- Es de Dickens.

JILL.- ¿Seguro?

DON.- Segurísimo. Harold Skimpole es un personaje de "Black Home". Una novela de Dickens.

JML.- Qué raro. Pero si jamás he leído nada de Dickens. Siempre me ha sonado a aburrido. ¡Porque eso de que digan que es para niños! Yo sólo he leído a Mark Twain. Y creí que esa frase tan bonita de las mariposas era de él. ¿Has leído algo de Mark Twain? Y dale, ¡otra vez!

DON.- (Ríe) Sí he leído a Mark Twain, y a Dickens. Están publicados en el sistema Braille: Yo leo, no con mis ojos, sino con la yema de los dedos. ¡Si me vieras! Parece que estoy dando un concierto de piano.

JILL.- ¿Y no te gusta que te lean?

DON.- Sí, sobre todo periódicos y revistas.

JILL.- ¿Quieres que yo te lea algo?

DON.- Me encantaría. Pero no te creas en la obligación, ¿eh? ¡Oye! ¿Tienes novelas pornográficas?

JILL.- No.

DON.- ¡Qué pena! Porque eso es lo único que no se publica en el sistema Braille.

JILL.- ¿Qué quieres que te lea?

DON.- Revistas como News Week y Time. Me gusta estar enterado de lo que pasa de la política.

JILL.- A mí, en cambio, me importa un comino lo que pasa en el mundo.

Page 14: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- No digas eso. Estoy seguro que algo te tiene que interesar.

JILL.- Comer.

DON.- ¿Comer?

JILL.- Es en lo único que pienso.

DON.- Pues ya es algo.

JILL.- Tienes que saber sobre las cosas para que las cosas te interesen. Y yo no sé nada de nada.

DON.- No necesitas tener enemigos, te bastas tú solita para destrozarte.

JILL.- No. Conozco mis limitaciones. Eso es todo.

DON.- Entonces ya tienes ganada la mitad de la batalla. Si las conoces, puedes hacer algo para eliminarlas. Yo creo, Jill, que tienes muchos más valores de los que tú misma supones.

JILL.- Sigue, sigue, que me gusta. Nunca me han dicho esas cosas. Bueno, la verdad es que nadie me ha tomado en serio.

DON.- ¿Qué quieres que te diga? (Toma la guitarra y canta)

Supe desde el día que te vi, que iba a enamorarme, aunque tú acariciaste mi mejilla, al mismo tiempo que me decíaslo difícil que te sería olvidarme. Las mariposas son libresy los pájaros también.Y yo pregunto, pregunto; por qué el hombre no lo es.

JILL.- Qué bonita; pero no estoy conforme. Yo soy libre.

DON.- Eso crees tú.

JILL.- Es la canción que cantabas anoche.

DON.- Sí. Estoy trabajando en ella todavía. Lo de las mariposas se lo he puesto ahora. Me has dado tú la idea.

Page 15: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.- Es preciosa. Mira, de algo sé un poquito. ¡Por fin! De música. Estudié en el colegio.

DON.- ¿Terminaste los estudios?

JILL.- El bachillerato. Mi madre quería que fuese a la Universidad, pero no tenía sitio donde parquear y desistí. Preferí Nueva York.

DON.- Yo no. A mí me gustaría vivir en el campo.

JILL.- La gente dice que Nueva York es estupenda para visitarla. ¿Pues qué mejor que vivir en un sitio así para visitarlo?

DON.- Pero estarás aquí por alguna otra razón.

JILL.- ¡Psh! Para probar algo distinto. Y porque creo que tengo condiciones de actriz. Digo: lo creo. Lo sabré pero dentro de un rato. Me van a hacer una prueba para una obra que se estrenará "off" Broadvway.

Dos.- ¿Un buen papel?

JILL.- ¡La protagonista! Es una chica que no lo pasa muy divertido porque su marido le sale homosexual. En la primera versión era alcohólico, pero lo han cambiado en homosexual porque ahora están muy "in". ¿Tú no eres homosexual?

DON.- No... Sólo ciego.

JILL.- Pues sí, están muy de moda, en las novelas, en el teatro, en el cine... Yo siempre les veía como una secta misteriosa y oculta; como la sociedad más secreta del mundo. Pero ahora que nos estamos enterando de sus problemas, de sus angustias, de sus amores, resulta que son como todo el mundo. ¡Bah! Para mí han perdido mucho. ¿Conoces tú alguno?

DON.- No. Yo soy de un pueblo pequeño.

JILL.- Pero hijo: Si eso ocurre en las mejores familias. Un íntimo amigo mío lo es. Es figurinista. El dibujó esta blusa.

DON.- Estoy seguro que es muy bonita.

JILL.-Bueno, se la hizo para él. Pero yo le convencí de que era demasiado sobria. Y me la regaló.

Page 16: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- Oye, y en la obra, ¿regenera la mujer al marido?

JILL.- Casi, casi; pero al final cuando ya está a punto él se escapa con su hermano.

DON.- Un momento, un momento. Entonces su esposo se convierte en su cuñada.

JILL.- Algo por el estilo. O ella se convierte en su propia cuñada. Un lío. ¡Si me dieran el papel! Tengo bastantes probabilidades. El director es muy amigo mío. Pero si el autor no me ve en el tipo...

DON.- ¿Quién es el director?

JILL.- No le conocerás. Es un joven. Todavía no es famoso. Ralph Austin. ¡Más simpático! ¡Huy!, somos amiguísimos. Pero últimamente se ha puesto pesado con que si quiere casarse, con que si hay que formar un hogar ... Una lata.

DON.- ¿Estás o has estado enamorada de él?

JILL.- Si quieres que te diga la verdad, nunca me he enamorado de nadie. Me niego. El amor es tan atado... y yo quiero ser siempre libre. ¿Te repito lo de las mariposas?

DON.- No. Me acuerdo.

JILL.- ¿No tienes hambre?

DON.- No mucha. ¿Y tú?

JILL.- ¡Siempre! Mi apetito es mi martirio. ¿No te dije que es lo único que de verdad me importa? ¿Voy al supermercado? ¿Traigo algo? Sé donde está: Cuarenta y cuatro pasos saliendo a la derecha.

DON.- No, ésa es la lavandería, el supermercado está a cincuenta y un pasos. (Se levanta) Pero no es preciso que vayas, porque yo tengo algo.

JILL.- ¿Sólo algo?

DON.- Pollo frío, ensalada rusa, fruta, helado...

Page 17: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.- ¡Pero si eres un supermercado viviente! (Don ha ido a la cocina y empieza a preparar la cena) ¿Te ayudo?

DON.- Ve poniendo la mesa. Ahí, en ese cajón, están los cubiertos.

JILL.- (Va hacia el cajón) En la mesa, no. Mejor en el suelo. Nos hacemos la ilusión de que estamos de pic-nic".

DON.- Bueno, pues pon "el suelo".

JILL.- (Coloca los cubiertos y servilletas en el suelo, delante de la mesita del café) ¿Es lo tuyo hereditario?

DON.- Puede. Pero nunca lo he oído decir.

JILL.- ¿Tu padre ve?

DON.- Lo dudo. Hace seis años que murió. Pero hasta ese momento no llevó ni lentes.

JILL.- ¿Le echas de menos?

DON.- (Afirmando triste) Mucho. Era el único amigo que tuve. Hubiera sido mi amigo aunque no hubiera sido mi padre. Pero cuando murió, mi madre se creyó en la obligación de interpretar todos los papeles, el de padre, el de hermana, el de hermano, el de tía, el de médico, el de abogado, el de gato, el de perro.

JILL.- ¿Conoceré a tu madre?

DON.- Si vives aquí un mes, la conocerás. Ese es el plazo que nos hemos dado. Cuando ese reloj marque los dos meses en punto: ¡zas!, entrará por esa puerta. Puede que la hayas oído nombrar. Ha escrito unos cuantos libros. Se llama Florencia Barker.

JILL.- No, no me suena. Pero de mí no te fíes, a lo mejor digo alguna frase de ella sin conocerla.

DON.- Ha escrito una serie de libros para la infancia. Con un personaje central. El pequeño Donny Tinieblas. Un niño ciego.

JILL.- (Incrédula) ¿Donny Tinieblas?

Page 18: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- Yo.

JILL.- ¿Tú?

DON.- Sí, Donny soy yo.

(Viene con sus platos. Se sienta con las piernas cruzadas. Ella se echa boca abajo y come con gran vulgaridad)

JILL.- Cuéntame algo de Donny Tinieblas. Como será muy triste, a ver si se me quita el apetito, que falta me hace.

DON.- Donny Tinieblas tiene doce años y nació ciego, pero para él no hay barreras. Conduce coches y aviones, y sus otros sentidos se han agudizado tanto que puede oír el robo de un Banco a varias millas de distancia, y oler a los comunistas que planean un complot para derribar al Gobierno, y al final de cada volumen recibe siempre una medalla de la Policía o de la C. I. A. o del F. B. l., y termina con el grito de: No hay más ciegos que aquellos que no quieren ver".

JILL.- Yo no sabía que el F. B. I. concedía medallas.

DON.- A Don, sí. Es un cuento. Una historia inventada.

JILL.- ¿Bebemos algo?

DON.- (Se levanta) Sólo tengo vino.

JILL.- Y yo no tengo manías. (Don va hacia la cómoda) ¿Y a los niños les gustan esos libros?

DON.- ¡Sssss! ¡Déjame contar!

JILL.- ¿El qué?

DON.- Los pasos que hay de aquí al "picnic". De lo contrario al volver pasaría por encima del pollo frío o de la ensalada rusa.

(Don busca las botellas que están sobre la cómoda. Vuelve y se para exactamente en el borde del mantel)

JILL.- (Que le mira con la boca abierta) ¿Ves? Yo no podría...

DON.- Sí podrías.

JILL.- Te digo que no. ¿Has jugado alguna vez al corre que te pincho?

Page 19: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- No; pero sé en qué consiste.

JILL.- Siempre jugábamos en los cumpleaños. Y me acuerdo, ¡qué risa!, de Julia Petterson. Yo tenía siete años. Y sabes que al que se queda le vendan los ojos y tiene que pinchar en un corcho que le cuelgan a otro por detrás. Yo, una vez le pinché en todo la nalga, a la señora Peterson.

DON- ¡Qué barbaridad!

JILL.- Si la llegas a conocer comprenderías que con aquel volumen era más difícil pinchar fuera. ¡Qué nalgazas! Perdona, porque a veces digo unas barbaridades...

DON.- No te preocupes. (Al reírse levanta la copa) Por las nalgas de Julia Petterson.

JILL.- (Bebe) Cuéntame más cosas.

DON.- ¿De quién?

JILL.- Pues del pequeño Donny Tinieblas. ¿Sigue escribiendo libros tu madre?

DON.- No. Lo dejó en el sexto tomo. Se hicieron muy populares. No tanto como Mary Popins. Se vendieron mucho entre los invidentes. Aunque es muy difícil hablar o escribir sobre nosotros. Hay que serlo para saber bien...

JILL.- (Pincha una loncha del plato de Don) Me estoy comiendo tu mortadela.

DON.- Donny Tinieblas era lo que mi madre hubiera deseado que yo fuera: "El superman invidente".

JILL.- ¿Fuiste al colegio?

DON.- No. Estudié en casa. Tuve profesores especializados en chicos como yo.

JILL.- Yo creí que habría escuelas para ustedes.

DON.- Las hay, pero no me enteré hasta hace un año.

Page 20: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.- (Pincha otro trozo de mortadela del plato de Don) Te advierto que la mortadela de tu plato acaba de desaparecer. ¿Me decías que hasta hace un año...?

DON.- No supe muchas cosas. Y fue gracias a Linda. Linda era la hija mayor de una familia que se mudó cerca de mi casa. Tenía mucha paciencia conmigo. Me leía periódicos, revistas. Después de morir mi padre fue la única amiga que tuve. Era colosal. Me presentó gente, me llevó a fiestas. Fue como si de repente hubiera empezado a vivir. En casa había sido siempre el capricho de mi madre metidito en una jaula. Linda me dio algo que yo desconocía. Confianza, seguridad. Ella fue la que me buscó este apartamento. Al principio cuando decidí vivir solo, estaba muerto de miedo. Quizá cometí una equivocación, ¡quién sabe!

JILL.- Yo creo que hiciste muy bien. Alguna vez tenías que volar por ti solo. Tu madre no va a ser eterna.

DON.- ¡Pues ella tiene sus esperanzas!

JILL.- Acuérdate de Hellen Keller. Era más cosas que tú, la pobre. Además de ciega, sorda y muda, y llegó a ser Hellen Keller. ¿Y dónde está Linda ahora?

DON.- Se casó. Vive en Chicago. ¡Pero daría algo porque estuviera aquí! Todo sería más fácil.

JILL.- Bueno. Aquí no está Linda Fletcher, pero está Jill Tanner y tabique por medio. Al ladito tuyo. Ni siquiera tienes que golpear la puerta para llamarme. Con un suspirito te oigo. Oye... ¿sabes lo que se me ha ocurrido?

DON. -No.

JILL.- ¿Por qué no dejamos la puerta abierta?

DON.- ¿Cuál?

JILL.- Esa que comunica ese apartamento con el mío, y así podemos pasar de una habitación a la otra sin tener que salir a la escalera. Habrá una llave.

Page 21: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- Pero la tendrá el portero... y si se la pedimos... va a pensar...

JILL.- ¡Que piense lo que piense! ¿Somos amigos o no lo somos?

DON.- Bueno, pero si abrimos esa puerta es como si viviéramos juntos... y no habrá lugar a dudas... y después de todo, qué más da. (Excitado con la idea) ¿Qué nos importa la gente?

JILL.- Apuesto a que se abre con un cuchillo.

(Va a la cocina. Toma un afilado cuchillo y se acerca a la puerta)

DON.- Antes separa esto. (Por la cómoda. La toman de la tapa)

JILL.- Empuja hacia mí. (La separan de la pared) Así. Perfecto. (Jill mete el cuchillo por la cerradura. Lo mueve en un sentido y en otro sin resultado)

DON.- ¿Qué hay al otro lado?

JILL.- Mi dormitorio, pero nada, esto no funciona. Un ladrón, sólo con una sonrisita, sería capaz de abrirla. Pero la gente honrada como tú y como yo, nada. ¡Clic!

DON.- He oído algo.

JILL.- A mí, que he hecho ¡clic! con la boca. Que estupidez... Tendremos que llamar al portero.

DON.- Déjame a mí. (Jill le da el cuchillo. El busca la cerradura y maniobra con el cuchillo suavemente) Más vale maña que fuerza. (Jill empuja la puerta, que se abre.)

JILL.- ¡Premio! Lo conseguiste. (Vemos parte del dormitorio de Jill. El colmo del desorden. Ropas y objetos dispersos se amontonan aquí y allá. Cierra rápida la puerta, avergonzada.) ¡No mires! ¡Es un corral!

DON.- Aunque mire...

JILL.- ¡¡Otra vez!! Me rindo. Soy una bestia.

DON.- Te he dicho que no te preocupes. (Don va a la cocina a dejar el cuchillo. Jill se sienta en el respaldo del sofá)

JILL.- ¿Adivino una cosa?

DON.- A ver.

Page 22: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.- A que preferirías que fuese Linda Fletcher la que viviera ahí, en lugar de Jill Tanner.

DON.- No. No lo había pensado.

JILL.- ¿Sigues enamorado de ella?

DON.- ¿Pero te he dicho que alguna vez lo estuve?

JILL.- Aunque no me lo hayas dicho, salta a la vista. Dime, ¿sigues enamorado?

DON.- Un hombre debe tener algún secreto. Este será el mío.

JILL.- ¿Cómo era?

DON.- Preciosa.

JILL.- ¿Y cómo lo sabes?

DON.- Por el tacto. Yo paso mi mano por una cosa y puedo juzgar si es bonita o fea.

JILL.- ¿No te intriga saber cómo soy yo?

DON.- Sí.

JILL.- Pues soy bonita y encantadora.

DON.- No lo creo.

JILL.- Sobre algo tan serio no mentiría. Oye, si pudieras ver sólo medio minuto ¿qué harías?

DON.- Ir corriendo a un espejo a ver cómo soy.

JILL.- ¿Quieres que te lo diga yo?

DON.- Bueno.

JILL.- Pues… eres estupendo y muy "sexy".

(Don sonríe y alarga una mano hacia la cara de JILL. Ella la toma y la lleva a la mejilla. El explora su cara suavemente. Le acaricia la cabeza. Mete los dedos entre el pelo)

DON.- Tienes un pelo muy largo y muy suave.

(Se queda con él en la mano. Don se lleva un susto y lo tira como si fuera un bicho)

Page 23: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.- No te asustes.

DON.- Pero ¿qué ha pasado? ¿No era tu pelo?

JILL.- Ni siquiera mi postizo. Me lo ha prestado una amiga para pasar la prueba, pero no vayas a creer que estoy calva. Toca. (Le lleva la mano a su cabeza) Lo tengo cortito.

(Don le acaricia la cabeza y luego baja la mano hasta los ojos. Se queda con una pestaña postiza entre los dedos)

DON.- Y ahora ¿qué ha pasado?

JILL.- (Volviéndosela a poner) Una pestaña postiza.

DON.- Pero ¿no tienes pestañas?

JILL.- Sí, pero éstas te hacen los ojos más grandes. Me las he puesto también para la prueba. ¿Linda no las llevaba?

DON.- No.

JILL.- Las tendría muy largas. Ya me está empezando a cargar la tal Linda. (Ahora DON le acaricia la boca) Baja, baja, que ya todo es mío... no soy lo que se dice una Elizabeth Taylor.

DON.- Yo no sé cómo es Elizabeth Taylor.

JILL.- Pues igual que yo, sobre todo si no puedes compararnos. (JILL se ríe. DON le acaricia la garganta. Ella le lleva la mano al pecho) Míos. Los dos. Ella le empuja y se echa sobre él. Le besa largamente en la boca y empieza a desabrocharle la camisa. Más besos. DON aparta la cara angustiado) ¿Qué te ocurre?

DON.- ¿No lo sabes?

JILL.- Si lo supiera no te lo preguntaría.

DON.- ¿Por qué haces esto? Es para consolar al cieguito. (Se levanta) ¿Cómo voy a decírtelo? ¡No quiero que me tengan pena!

JILL.- ¡Huy! Con ningún chico que me he acostado ha sido por pena. No hijo, sino porque me gustaba muchísimo, como ahora. ¿Dónde estoy?

DON.- Al lado del sofá.(Pone el magnetófono)

JILL.- ¿Y ahora?

Page 24: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- En la cocina.

JILL.- ¿Y ahora?

DON.- Subiendo las escalerillas de la... de la...

JILL.- De la cama... Ven, ven.

(El se acerca tímido. Ella le toma de una mano. Sube y oscuro. Al volver la luz han pasado dos horas. las sobras del "picnic" siguen esparcidas por el suelo. La falda y la blusa de JILL tiradas de cualquier manera. El postizo, en la mesita del café. La camisa de DON, en el respaldo de un sofá. DON sólo con unos "Blue Jeans", sentado en la cama, canta una canción acompañándose a la guitarra. La voz de JILL viene desde el otro apartamento)

Voz DE JILL.- ¡Nada! ¿Pero dónde demonios la habré puesto?

DON.- ¿Qué buscas?

JILL.- ¡Qué más da!... Si no aparece me tiro por la ventana. (DON sigue cantando. Entra JILL con braguita y sostén. Trae una caja del tamaño de las que se emplean para los puros. Se sienta en la cama al lado de DON.) ¡Ay! ¡Qué trabajo! Pero la encontré.

DON.- ¿Qué es?

JILL.- La caja de mis secretos. Ten, vaya a donde vaya la llevo siempre conmigo. Tócala.

(JILL le lleva la mano sobre la caja. DON la recorre con los dedos.)

DON.- Debe ser de muy buena madera.

JILL.- Esto es nácar.

DON.- ¿Y cuáles son tus secretos?

JILL.- Todo lo más importante para mí. (Saca una piedra.) El trozo de una estrella o de la luna. (La pone en la mano de DON.) La encontré en el campo. Se lo enseñé a un geólogo y como me dijo que jamás había visto un mineral parecido en la tierra, debe ser un trozo de la luna o de una estrella.

DON.- O un pedrusco corriente y vulgar.

JILL.- (Lo vuelve a poner en la caja) No. Eso es precisamente lo que no es. (Saca un diente pequeño) Un diente de leche, mío, el

Page 25: Gershe  Las Mariposas son Libres

certificado de nacimiento, una foto de cuando en el colegio interpreté el "Mikado". Estaba fatal de japonesa. Mi testamento.

DON.- ¿Tu testamento?

JILL.- Y las instrucciones para mi funeral. Mis propiedades serán divididas en partes iguales entre mis cuatro mejores amigos... para rellenar con los nombres más adelante. ¿Quieres saber mi última voluntad para el funeral?

DON.- Creí que no te iba lo morboso.

JILL.- Es que una boda siempre es morbosa. Un funeral no tiene por qué serlo. Yo quiero para el mío una iglesia grande, muy grande, sin bancos, nada, nada, nada, todos los bancos fuera y en su lugar grandes almohadones y "chaise longues" por aquí y por allá para que la gente se tumbe. No quiero que nadie vaya de negro. De color ¡y claro! Y si tienen calor, con poca ropa. Y esté permitido fumar, desde cigarrilos hasta marihuana. Salvador Dalí pintará las paredes y habrá toneladas de flores sueltas, no en coronas. Tiradas por el suelo.

DON.- ¿Y mariposas?

JILL.- Sí. Muchas mariposas. Y música sin cesar. Quiero que los Beatles me compongan algo especial, y los Rolley Stone que canten algo "in memoriam", y los niños cantores de Viena...

DON.- Y yo...

JILL.- ¡El primero!

DON.- Y tú mientras tanto ¿dónde estarás?

JILL.- En una caja de cristal para que me vea todo el mundo.

DON.- Amortajada con minifalda.

JILL.- No, hijo, un poquito de respeto a la iglesia. ¿Crees que hay algo de morboso en lo que te he dicho?

DON.- En absoluto.

JILL.- (Saca un collar de semillas.) ¡Ah! Para ti, te lo regalo. (Se lo pone al cuello)

DON.- ¿Qué es?

Page 26: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.- ¿Qué puede ser?

DON.- Un collar.

JILL.- Hecho con semillas del amor. Yo lo llevaba en mi época de "hippie". Si vas a tocar la guitarra tendrás que llevar un collar como Danovan o Bob Dylan.

DON.- ¿Y qué más?

JILL.- Pues un abrigo de tu madre y una camisa de tu abuelo y el peinado distinto. Así estás muy burgués.

DON.- ¿Y cómo tengo que peinarme?

JILL.- (Corre a su departamento) ¡Un momento! ¡Un momento!

DON.- ¿Qué pasa?

JILL.- Tú espera un momento y verás. (JILL vuelve con un bolso grande y busca en su interior) Yo tenía un peine aquí… pero qué absurdo, buscar un peine donde generalmente deben estar los peines. (Mira hacia la cocina.) ¿Ha quedado algo de comer? Estoy hambrienta.

DON.- ¿Tan pronto?

JILL.- ¿No es horrible?

DON.-Debe haber manzanas.

(JILL, con el bolso bajo el brazo, va al "frigidaire". Lo abre y mira al interior.)

JILL.- Aquí no hay nada más que lechuga, algo que me atrae poquísimo y una manzana solitaria.

DON.- Es tuya.

JILL.- (Le da un mordisco) Lo va siendo, lo va siendo, no te preocupes. (JILL vuelve al sofá con la manzana en la boca y sigue mirando en el bolso. Saca un peine y unas tijeras. Pasa el peine por el pelo de DON, que se lleva un susto) Tú tranquilo, que ya verás lo bien que lo hago. (Le peina mientras come la manzana.)

DON.- ¿Cuándo fuiste "hippie"?

JILL.- Después de casada. Hice todo lo que hacen los "hippies", que es no hacer nada, fumar hierba y decir frases como "hacer

Page 27: Gershe  Las Mariposas son Libres

el amor, no la guerra", "no creas a nadie por encima de los treinta" y cosas por el estilo. Lo hice por seguir a todos los chicos de mi edad y luego dejé de ser "hippie" porque ya lo eran todos. Estaba perdiendo mi personalidad. En realidad me hice "hippie" más que nada para rebelarme y protestar contra mi madre, pero sí, sí; un día llegué a casa con el pelo largo y sucio, con la camiseta de un amigo, descalza y con muchos collares, me miró con la boca abierta y cuando yo creí que iba a dar un grito de horror dijo, ¡estás deliciosa! Al día siguiente se ensució el pelo, se dejó la camisa por fuera de la falda y se quitó los zapatos. ¿Cómo vas a protestar contra alguien que hace lo mismo que tú? Y me dije: Jill, al otro lado, y me hice de los jóvenes republicanos; pero ¿tú has visto algo más absurdo y triste que ser joven y republicano? (Termina de peinarle.) Así ¡Estás bárbaro!

(En un rápido movimiento saca un espejito de su bolso y se lo pone delante de la cara. Se da cuenta de la metedura de pata, se mira ella y después lo guarda.)

DON.- No estaré demasiado salvaje ¿verdad?

JILL.- No. Estás maravilloso. Este peinado te da personalidad. Con personalidad y sin talento harán colas y colas para verte. Eres estupendo, ¿sabes?, estupendo por fuera y por dentro.

DON.- Tú también me gustas.

JILL.- ¿Te pregunto una cosa?

DON.- Dí.

JILL.- ¿Te parecí... bueno, muy fresca, cuando antes te llevé la mano a mi pecho?

DON.- Un poquito. No te enfades. No es que sea moralista, pero me sorprendió estar tocando de pronto el pecho de una chica así, sin esperarlo.

JILL.- No vayas a creer ahora que yo voy por ahí poniendo manos y manos sobre mi pecho.

DON.- Tanto tanto, no.

Page 28: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.- Yo, cuando un chico me gusta para acostarme le sonrío de una manera especial.

DON.- ¿Cómo? (Le lleva la mano a la boca) Anda, ¡sonríe!

JILL.- (Lo intenta) Ahora no puedo, me da risa. (Ríe.)

DON.- ¿Así es cómo...?

JILL.- No, hijo. A nadie se le ha conquistado nunca muriéndose de risa. No, contigo emplearé otro método; pero dime de verdad, de verdad, ¿no te parecí demasiado fresca?

DON.- Todavía no me he puesto a pensarlo.

JILL.- Odio hablar sobre el sexo y sobre las relaciones sexuales. No odio establecerlas. Eso no. Y aunque te pongas tonto te diré que lo haces muy bien y no me cansa decirte que eres estupendo.

DON.- Y si te cansas, descansas y vuelves a decírmelo. (JILL, olvidándose una vez más le saca la lengua en un gesto cariñoso. El la mira sin reaccionar)

JILL.- Yo sería un bicho. (Se levanta.)

DON.- ¿Dónde vas?

JILL.- A tirar el corazón... de la manzana a la basura y emprenderla con la lechuga, porque si no hay otra cosa... (JILL está cerca de la nevera cuando la puerta empieza a abrirse lentamente. Se queda de piedra, reacciona y esconde su casi desnudez detrás de uno de los batientes qué separan la cocina del "living". Asoma sólo la cabeza. Entra la SEÑORA BARKER, madre de DON. Vestida con gusto. Trae una bolsa de papel de las que dan en los grandes almacenes. La SEÑORA BARKER se lleva un dedo a la boca ordenando silencio a la asustadísima JILL. DON se deja caer en el sofá, adivinando que algo anormal ocurre. Un segundo y se encoge de hombros resignado.)

DON.- ¿Qué hay, mamá?

TELÓN

Page 29: Gershe  Las Mariposas son Libres

ACTO SEGUNDO

CUADRO 1

SEÑORA BARKER.- Me alegro de encontrarte en casa, Donny.

DON.- (A JILL) Mi madre.

JILL.- ¿Tu madre? ¡Huy! ¡Pero qué de prisa pasa el tiempo! ¡Un mes ya!

DON.- Mamá. La señora Benson.

(La SEÑORA BARKER mira a JILL de arriba abajo con desagrado)

JILL.- ¿Cómo está usted?

SEÑORA BARKER.- Bien… ¿Y usted, señora Benson? ¿Vive usted también aquí?

JILL.- No. Al lado. He pasado un momento para... para pedir un favor a Don. Sí... que me subiera la cremallera de la blusa.

SEÑORA BARKER.- ¿Y dónde está la blusa?

JILL.- Ahí, en el sillón.

(JILL se la pone rápida. La SRA. BARKER recoge la ropa de DON y se la da.)

SEÑORA BARKER.- Tú también deberías vestirte.

DON.- (Se levanta. Se viste) Si es un capricho, ¿por qué has venido? Habíamos hecho un pacto.

SEÑORA BARKER.- Pasaba cerca y...

DON.- No. Pasabas muy lejos. Los almacenes Saks están en la Quinta Avenida. A varios kilómetros de esta casa.

SEÑORA BARKER.- Fui a comprarte camisas y calcetines y pensé: a lo mejor los necesita...

Page 30: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- Tengo camisas, calcetines y calzoncillos de sobra. Me los has traído como un pretexto para venir.

(JILL cruza a la SRA. BARKER y se vuelve de espaldas.)

JILL.- ¿Me la sube?

(La SRA. BARKER la fulmina con la mirada, pero le sube la cremallera de un golpe. Mira en torno suyo.)

SEÑORA BARKER.- ¡Y por esta inmundicia has dejado tu casa!

DON.- Soy raro.

SEÑORA BARKER.- No es precisamente el palacio de Buckingam.

DON.- No. Es el Tal Mahal.

SEÑORA BARKER.- (Ahora está cerca de las sobras del «picnic") ¿Y es aquí donde cenas? ¿En el suelo?

DON.- Nos hacíamos la ilusión de estar en el campo.

JILL.- Es muy divertido comer en el suelo. Debería usted probar alguna vez, señora.

(Otra mirada fulminante de la SEÑORA BARKER. Ha llegado a la puerta de separación de los apartamentos.)

SEÑORA BARRER.- ¿Pero qué es esto?

DON.- ¿A qué te refieres?

JILL.- A mi apartamento. (A DON, bajo.) Ahora se desmaya...

SEÑORA BARKER.- ¿No tiene usted una empleada que viniese siquiera unas horas a la semana?

JILL.- Podría costearme una, pero prefiero no tener jamás testigos de vista ¡Ah! Y que quede bien claro. Podré ser desordenada, pero no sucia. Hay una diferencia.

SEÑORA BARKER.- Y esta puerta ¿siempre ha estado abierta?

DON.- No. Siempre ha estado cerrada. La hemos abierto hoy.

SEÑORA BARKER.- Pero ¿en qué demonios estás subido?

DON.- Es mi cama, mamá.

Page 31: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.- ¡Verdad que es una maravilla!

SEÑORA BARKER.- (Incrédula) ¿Duermes ahí arriba?

DON.- Como un niñito pequeño.

SEÑORA BARKER.- ¿Y si te caes?

DON.- Vuelvo a subir por la escalerita.

SEÑORA BARKER.- ¿Dónde tienes la ropa?

DON.- En un armario del cuarto de baño.

SEÑORA BARKER.- ¿Y dónde está el cuarto de baño? ¿Debajo de la cama?

DON.- No. Ahí. (Sale la SEÑORA BARKER)

JILL.- Tenías razón.

DON.- ¿En qué?

JILL.- En que es un poquito pesada. ¿Por qué me has presentado como la señora de Benson?

DON.- No lo sé... para darte más importancia.

(Se oye el ruido del retrete al correr el agua)

JILL.- Claro, del susto se ha...

DON.- No. Está inspeccionando los grifos: los desagües. La fontanería es su "hobby".

JILL.- ¿Y cómo adivinaste que era tu madre? Si no dijo ni pío...

DON.- Por el olfato. Usa una colonia (Jill aspira) que se llama "Magnolia" y creo que se echa medio frasco cada vez que sale a la calle. Siempre sé cuándo está cerca.

JILL.- Esa colonia es la campanilla del gato. (Oímos ahora el ruido de abrir y cerrar cajones) Pero ¿qué hace ahora?

DON.- Registrándolo todo para ver si tengo bastantes camisas y calcetines. Quiere convencerme indirectamente de que estoy muy mal instalado, y que debo volver a casa. En una cosa he fallado. Te dije que al entrar lanzaría un: tengo ganas de llorar.

Page 32: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.- Todavía hay tiempo.

DON.- No. Ya es tarde. La conozco de memoria.

JILL.- Te apuesto a que lo dice. ¿La cena de esta noche? Si no lo dice cenamos en mi apartamento, yo te invito. Si lo dice, cenamos aquí y pagas tú.

DON.- Conformes.

SEÑORA BARKER.- (Entrando) No sé ni cómo cabes de pie en el baño.

DON.- ¿No tienes nada más que decir?

SEÑORA BARKER.- Sí, Muchas cosas. No he empezado todavía.

DON.- Pues vamos, ánimo.

JILL.- (A DON) ¡Ahora, ahora!

SEÑORA BARKER.- Ya que gritas. La cañería del lavabo se sale.

DON.- (A JILL) Me invitas.

SEÑORA BARKER.- Quizá sea una ventaja que no puedas ver en la pocilga en que estás viviendo.

DON.- Siempre que entro por esa puerta pienso en esa enorme "ventaja" de no poder ver...

SEÑORA BARKER.- Donny, ¿quieres que sea sincera contigo?

DON.- Sí.

JILL.- (A Don) ¡Ahora, ahora!

SEÑORA BARKER.- Tengo... tengo un gran disgusto...

JILL.- He perdido. ¿A las ocho la cena?

DON.- De acuerdo.

SEÑORA BARKER.- ¡Oh! Tengo ganas de llorar.

DON.- (A Jill) ¡Ganas! ¿Te gustan las hamburguesas?

JILL.- Sí. Pero dos. Con una, yo ni para empezar.

SEÑORA BARKER.- Has adelgazado.

Page 33: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- Tengo el peso exacto para mi estatura, un metro, y para mi edad: once años.

SEÑORA BARKER.- ¿Y habrá que ver lo que comes? (Va a la nevera. La abre.) ¡Nada de nada! Una lechuga y una manzana.

JILL.- ¿Una manzana? ¿Dónde?

SEÑORA BARKER.- Detrás de la lechuga.

DON.- (A JILL) ¿Ves como había dos?

(De la nevera, la SEÑORA BARKER pasa a observar intensamente a JILL, que se atara)

SEÑORA BARKER.- Dígame, ¿dónde se encuentra el señor Benson?

JILL.- ¡Huy! ¿Y quién es ese señor?

SEÑORA BARKER.- Creí que era su esposo.

JILL.- ¡Ah! Jack ¡qué se yo! La última vez que le vi fue en una cafetería tomándo un batido.

SEÑORA BARKER.- ¿Y cuál era su estado matrimonial?

JILL.- ¡Huy! Ni idea.

DON.- Jill es divorciada.

SEÑORA BARKER.- ¿Qué edad tiene, señora?

JILL.- Veintiún años.

SEÑORA BARKER.- ¿Y a los veintiún años ya está casada y divorciada?

JILL.- Sí.

SEÑORA BARKER.- ¿Y cuánto tiempo estuvo casada?

JILL.- Seis días.

SEÑORA BARKER.- ¿Y al séptimo descansó?

JILL.- No. Me escapé. Lo siento, pero ahora tengo que cambiarme. Me van a probar.

SEÑORA BARKER.- ¿A probar?

Page 34: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.- Sí. Para una obra de teatro.

SEÑORA BARKER.- ¡Ah! Es usted actriz.

JILL.- Todavía no lo sé.

SEÑORA BARKER.- ¿Y he podido verla en algo? ¿Digo aparte de en braguitas y en sostén?

JILL.- No. Todavía no. Sólo hice un anuncio en la televisión para el panacín.

SEÑORA BARKER.- ¿Qué es el panacín?

JILL.- Unas tabletas que ayudan a la digestión cuando son pesadas.

SEÑORA BARKER.- ¿Y su madre sabe dónde se encuentra usted?

JILL.- Claro.

SEÑORA BARKER.- ¿Y aprueba su forma de vivir?

JILL.- ¿Y qué forma de vivir tengo yo?

DON.- Mamá, ¿te dedicas ahora a hacer entrevistas?

SEÑORA BARKER.- Estoy segura que la señora de Benson, no tendrá ningún inconveniente en contestar a mis preguntas, ¿verdad?

JILL.- Si no tuviera ahora que hacer la prueba, con mucho gusto; pero... y si el primer día llego tarde...

SEÑORA BARKER.- ¿A qué se dedica su padre?

JILL.- ¿Cuál de ellos?

SEÑORA BARKER.- ¿Tiene varios?

JILL.- Cuatro. Un padre, padre, y tres padrastros.

SEÑORA BARKER.- ¿Su madre se ha casado cuatro veces?

JILL.- Que yo recuerde, sí.

SEÑORA BARKER.- Por lo que veo, su madre tiene la manía de casarse.

Page 35: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.- No es una manía. Es que le gusta. Bueno, entendámonos. La gusta casarse, no estar casada. Ay, Dios mío. Voy a llegar tarde. Lo siento, pero tengo que irme: Hasta luego, Don.

DON.- ¡Buena suerte!

JILL.- Gracias.

DON.- No lo olvides; a las siete y media.

SEÑORA BARKER.- ¿Qué ocurre a las siete y media?

DON.- Pues que la señora Benson y yo vamos a cenar aquí, y solos.

SEÑORA BARKER.- Señora Benson, se deja usted olvidado... (Ha vuelto JILL. La SEÑORA BARKER Se lo alarga de mala gana.)

DON.- ¿Qué?

JILL.- El postizo de Susan Poter. (JILL lo toma y se va rápida a su departamento, cerrando la puerta.)

DON.- ¿Por qué te empeñas en ser tan pesada?

SEÑORA BARKER.- Siento que te lo parezca.

DON.- ¡Tantas preguntas, y preguntas!...

SEÑORA BARKER.- Tengo el derecho de conocer a fondo a las amistades de mi hijo.

DON.- Y yo, según el pacto que hicimos, tenía el derecho de vivir aquí tranquilo dos meses. ¿Por qué no has respetado el plazo?

SEÑORA BARKER.- ¡Nunca me has hablado con esos modales! Pero a pesar de tu recibimiento, me alegro haber venido. Mis temores se han visto satisfechos.

DON.- De lo cual también me alegro yo. Mi temor hubiera sido que tus temores no se hubieran confirmado. ¿Te imaginas el disgusto que te llevas si te gusta el departamento? No hubieras tenido tema de conversación.

SEÑORA BARKER.- ¿Cómo has elegido una vecindad tan sórdida?

Page 36: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- A mí me da lo mismo vivir aquí que en Scardsale. El refrán de: Ojos que no ven... parece inventado para mí

SEÑORA BARKER.- Vivir rodeada de gente tan... me horrorizaría.

DON.- A mí esta gente tan... no sé cómo, me trata a las mil maravillas.

SEÑORA BARKER.- (Mira hacia la puerta de JILL) Me lo imagino. Esta mañana me dijiste por teléfono que ni siquiera sabías cómo se llamaba tu vecina.

DON.- Y era verdad. La conocí después.

SEÑORA BARKER.- ¡Qué rapidez para hacer amistad!

DON.- Jill es muy sociable.

SEÑORA BARKER.- Se le nota... ¿Puedo hacerte una pregunta un poco delicada?

DON.- No.

SEÑORA BARKER.- ¿Has tenido ya alguna relación?

DON.- Nunca debiste preguntármelo, pero ya que lo quieres... sí. La he tenido.

SEÑORA BARKER.- Estaba segura.

DON.- Entonces sobraba la pregunta.

SEÑORA BARKER.- Ahora veo por qué querías vivir solo. No para enfocar tu vida de una manera constructiva, sino para tener plena libertad para tus orgías.

DON.- (Cantando) ¡Oh, ¡mamá! Dos es compañía; tres, una orgía.

SEÑORA BARKER.- Vas a enamorarte de esta chica, como te enamoraste de Linda Fletcher.

DON.- Puede ser. Me gustan las chicas. ¿Es un pecado? O preferirías que fuese homosexual.

SEÑORA BARKER.- La señora Benson no es precisamente la clase de mujer que una madre puede soñar para su hijo.

Page 37: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- Pero ¿y si da la casualidad de que la mujer de tus sueños no me gusta ni pizca?

SEÑORA BARKER.- Esta es estúpida. Y por si te interesa saberlo, te diré que no es nada guapa, ni siquiera atractiva.

DON.- Agradezco tu interés, pero como soy yo el que se va a acostar con ella...

SEÑORA BARKER.- Tiene unos ojos pequeñitos como los de un pájaro y es baja... parece un enano de esos que salen en el circo.

DON.- Estás describiendo la mujer de mis sueños.

SEÑORA BARKER.- Yo puedo leer en las caras de las gentes, el bien o el mal, tú no.

DON.- Pero yo veo más allá, más adentro. ¿Has olvidado los poderes maravillosos y superhumanos del pequeño Donny Tinieblas?

SEÑORA BARKER.- No sabes lo que dices. Nunca has estado expuesto a las cosas desagradables de esta vida.

DON.- ¿Y de quién ha sido la culpa? ¿Quién se opuso a que fuese al colegio con los otros chicos? ¡Tú!

SEÑORA BARKER.- ¡Qué cosas dices!

DON.- Vamos mamá; hurga un poquito en tu interior, ¿no estás avergonzada de haber tenido un hijo ciego? Un hijo al que esperabas con mucha ilusión porque llegaba tarde.

SEÑORA BARKER.- ¡Donny!

DON.- Molesta, entonces, con una sensación de fracaso.

SEÑORA BARKER.- Nunca, Don. Nunca.

(Llamada con los nudillos en la puerta de JILL.)

DON.- Adelante. (JILL entra con otro traje. Se va derecho a la SEÑORA BARKER y se vuelve de espaldas. La SEÑORA BARKER sin decir nada y con un gesto rápido se la sube) ¿Qué ocurre?

Page 38: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.- La cremallera. (Se dirige a la puerta; antes, se vuelve a DON. Bajo.) Duro con ella. Llevas las de ganar. Gracias, señora.

(JILL va hacia su departamento. Cierra la puerta. La SEÑORA BARKER está cerca de la cama.)

SEÑORA BARKER.- Pues sí que va a servirte de ayuda. No sabe ni vestirse sola.

DON.- No me importa en absoluto.

SEÑORA BARKER.- Donny, se me está ocurriendo algo colosal. Si vienes a casa, pondré tu cama en alto y para subir una escalera de mano que hay en el garaje. Podemos acoplarla...

DON.- Gracias, mamá. Pero en casa no será lo mismo que aquí por mucho que intentes reproducir el "decorado". Te agradezco de todas maneras tus buenas intenciones. (DON va rápido al teléfono. Levanta el auricular.) Voy a cantar y a tocar la guitarra. Tú siempre me dijiste que cantaba muy bien.

SEÑORA BARKER.- Pero yo nunca creí que ibas a hacer de eso una manera de vivir. ¿No te das cuenta de la competencia enorme con la que vas a enfrentarte?

DON.- Tengo las posibilidades de cualquier otro. Dos manos, una guitarra, una voz. ¡Ah! Y algo más, personalidad.

SEÑORA BARKER.- ¿Y desde cuándo has adoptado tan brillante decisión?

DON.- Eliminando todo aquello a lo que no me podía dedicar. A piloto comercial, ni a fotógrafo. Ni a jugador de fútbol. Ni a oculista. ¡Un ciego curando otro ciego! ¡Qué divertido! ¿No?

(Silencio en la SEÑORA BARKER.)

SEÑORA BARKER.- Supongo que lo de la guitarra te lo metería en la cabeza Linda Fletcher.

DON.- No. Fui yo el que un día que nos peleamos le metí la guitarra en la cabeza. (Silencio) Era un chiste malo. Pero debes reírte, mamá. No estes tan seria. Te van a tomar por lesbiana.

SEÑORA BARKER.- ¡Qué cosas dices! ¿Lo aprendes también del vecindario?

Page 39: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- Sí. Y estoy orgulloso de hablar sin inhibiciones. ¡Libremente!

SEÑORA BARKER.- ¡Cuánto has cambiado! Apenas te reconozco. (Va al cuarto de baño y vuelve con una maleta.)

DON.- ¿Qué haces?

SEÑORA BARKER.- Lo que debí hacer desde el principio. Llevarte a casa.

DON.- Ni aunque me obligues.

SEÑORA BARKER.- No puedo dejarte aquí solo.

DON.- ¿Solo? Tengo amigos.

SEÑORA BARKER.- No tienes amigos, ni creas qué me has engañado con esas historias de tus juerguitas.

DON.- Bueno, mejor que tener muchos amigos, es mejor, tener uno..., una..., la señora Benson.

SEÑORA BARKER. - Te acompañaría mejor un perro. Y ya me estoy cansando, Don. (Abre la maleta con fuerza) Vas a venir a casa. Lo siento por la señora Benson. Tendrá que aprender a subirse la cremallera sola.

DON.- Lleva la maleta a donde estaba.

SEÑORA BARKER.- ¡Vas a venir conmigo a casa!

DON.- (Firmemente) ¡Dame esa maleta! (DON se acerca furioso a la silla donde ha oído que su madre había puesto la maleta. Antes que llegue, la madre la pone en otro sitio. El busca por la habitación.) ¿Dónde la has puesto? ¡Dámela! Mamá, ¡dámela! (Se enfrentan con furia. De repente hay en ella una reacción resignada. Toma la mano de DON y le pone el asa de la maleta en su mano abierta. DON corre al cuarto de baño, abre la puerta y tira con fuerza la maleta. Su tensión cede.) Mamá, por lo que más quieras, no te preocupes tanto por mí. Ya ves que estoy bien. Y cada día mejor. Me voy acostumbrando. Si lo de la guitarra no resulta puedo estudiar leyes, o técnico de algo. Ahora hay miles de cosas que pueden hacer los ciegos. Por eso te pido que no te preocupes por mí. ¿Me lo prometes, mamá? (El levanta la mano. La SEÑORA BARKER se la toma. La lleva a su cara. DON la besa en la mejilla) Y ahora perdona, pero tengo que salir.

Page 40: Gershe  Las Mariposas son Libres

Gracias. Sí, de verdad. Gracias por haber venido. (Va a su chaqueta y su bastón)

SEÑORA BARKER.- ¿A dónde vas?

DON.- A comprar de comer. Ya te he dicho... voy a cenar esta noche con... la señora Benson. Los dos solos...

SEÑORA BARKER.- ¿Puedo esperar a que vuelvas?

DON.- No, no, vete. No me esperes. ¡Anda! Scardsale está lejos. Te llamaré mañana. Mamá, de verdad. No quiero cuando vuelva oler a magnolia.

SEÑORA BARKER.- Yo había planeado quedarme a cenar.

DON.- Pero tus planes han cambiado, porque yo ya tengo un compromiso con la señora Benson. Anda, mamá. Vete

SEÑORA BARKER.- Y después de cenar una pequeña orgía.

DON.- (Abriendo la puerta) Ojalá. Sí, mamá, La siniestra verdad ha salido a la luz; el pequeño y maravilloso Don Tinieblas de tus cuentos ha resultado un grosero. (Sale. La SEÑORA BARKER mira en torno suyo con un gesto de frustración. Recoge del suelo algunos platos. Los lleva a la cocina)

SEÑORA BARKER.- (Y dice bajo, para ella misma, con retintín) La señora Benson...

JILL.- (Desde su apartamento) ¿Me llamaba?

(La SEÑORA BARKER, asombrada por un momento, se recupera en seguida. En un tono más dulce.)

SEÑORA BARKER.- Sí... ¿puede venir un momento? (JILL abre la puerta)

JILL.- Llegaré tarde a la prueba. Tengo sólo diez minutos disponibles. No conozco bien Nueva York y me pierdo con mucha facilidad.

SEÑORA BARKER.- ¡Me extrañaría! Parece usted una muchacha despierta y lista. (JILL entra) ¿Por qué no hablamos un poquito? Dos mujeres solas se entienden mejor.

JILL.- Yo me entiendo mejor con los hombres.

Page 41: Gershe  Las Mariposas son Libres

SEÑORA BARKER.- Siéntese. (JiLL, de pie. Rechaza el tono de confianza con la SEÑORA BARKER) ¿Quiere una taza de café o un té?

JILL.- No, gracias. Pero si la manzana sigue ahí...

SEÑORA BARKER.- Seguro. (Va a la cocina)

JILL.- ¿Y Don?

SEÑORA BARKER.- (Abre la nevera y saca la manzana) De compras. (Va al grifo y la lava, luego la seca con una toalla de papel) Hay que lavar bien la fruta. Ahora les echan insecticidas y polvos raros. Yo no sé si serán peor los gusanos. (Se la da a JILL.)

JILL.- Este momento me recuerda algo.

SEÑORA BARRER.- ¿Sí?

JILL.- Usted... ofreciéndome esa manzana. ¡Ah! ¡Sí! A Blancanieves cuando la bruja de la madrastra se la da... ¡Huy! Perdone. Ya sé que usted no es una bruja.

SEÑORA BARRER.- Más segura estoy yo de que tú no eres Blancanieves. (JILL toma la manzana)

JILL.- Va para adentro, aunque estuviera envenenada. ¡Tengo un hambre! ¡Sabe Dios lo que me harán esperar en el teatro!

SEÑORA BARKER.- Le darán el papel, ya lo verá.

JILL.- ¿Y por qué tan segura?

SEÑORA BARKER.- Porque es usted muy bonita. Y eso es lo que la gente quiere hoy ver en el escenario.

JILL.- Al contrario. Hoy lo de, bonita no importa tanto. Además, no lo soy. Tal vez interesante.

SEÑORA BARKER.- No. Eres muy, muy bonita.

JILL.- Le digo que no.

SEÑORA BARKER.- Y yo le digo que sí.

JILL.- ¡Basta! Tengo los ojos pequeños como un pajarillo. Y el cuerpo como el enano de un circo. (Espera una reacción de la SEÑORA BARKER, que no se produce) ¿No es así como usted me ve?

Page 42: Gershe  Las Mariposas son Libres

SEÑORA BARKER.- (Imperturbable) No puedo negarlo, puesto que lo ha oído.

JILL.- Hay muchas cosas ciertas con las que usted puede desacreditarme, no con mentiras.

SEÑORA BARKER.- ¿Sabes lo que me gusta de ti?

JILL.- Nada.

SEÑORA BARKER.- Se equivoca. Me gusta su sinceridad, su candor, señora Benson.

JILL.- Sí. Digo siempre lo que pienso. Y por eso le ruego que no me llame más señora Benson.

SEÑORA BARKER.- Ese es su nombre, ¿o no, señora Benson?

JILL.- Si. Lo que me molesta es el retintín.

SEÑORA BARKER.- Tienes razón. Te llamaré Jill. Y sin retintín. Pero ¿por qué no te sientas? Antes empezaste a hablarme de tu niñez.

JILL.- ¿Sí? Pues no me acuerdo.

SEÑORA BARKER.- Debe haber sido interesantísimo tener tantos padres.

JILL.- Pues sí. Lo fue. Siempre estuve expuesta a toda clase de nuevas experiencias. Mi padre auténtico era budista, el segundo protestante, el que le siguió judío, y el último episcopaliano.

SEÑORA BARRER.- ¿Y a tu madre los católicos...?

JILL.- SI. Le encantan, pero como no pueden divorciarse...

SEÑORA BARKER.- Claro, claro. Ahora veo que tu carácter tan abierto y tan interesante tiene su origen en tu infancia.

JILL.- Y puesto que soy tan abierta, la diré, señora Barker, que no me ha pedido que me quede para hablarme de mi infancia y mucho menos para decirme que soy una monada.

SEÑORA BARRER.- Quería descubrir lo que hay de común entre tú y Donny. Le gustas mucho.

Page 43: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.- Y él también me gusta a mí. Es la persona más maravillosa que me he tropezado en el mundo. No ha visto jamás una calle, un cuadro, una flor, una tarjeta de Navidad. ¡Yo preferiría morirme, pero él prefiere vivir, vivir!

SEÑORA BARRER.- Si tanto le admiras, querrás lo mejor para él, ¿verdad?

JILL.- Caliente, caliente. Usted desea que yo le aconseje que vuelva al hogar, ¿no?

SEÑORA BARKER.- Donny era feliz en casa hasta que esa imbécil de Linda Fletcher le metió en la cabeza que debía vivir solo, independiente.

JiLL.- Y usted está segura de que puede ser feliz únicamente al lado suyo. Pues bien; no hay más ciegos que los que no quieren ver. ¿Qué tal? Puedo decir frases de Dylan Thomas. Y frases de su libro "El pequeño Donny Tinieblas".

SEÑORA BARKER.- Me sorprendes a cada momento.

JILL.- Me alegro.

SEÑORA BARKER.- Te pareces enormemente a Linda. Donny tiene una constante en sus gustos.

JILL.- ¿Por qué le llama usted Donny? Odia que le llamen así

SEÑORA BARKER.- Es la primera noticia que tengo.

JILL.- Lo creo. Si él es ciego, usted es sorda. No hay más sordos que los que no quieren oír ni más impedidos que los que no quieren andar, ni más delgados que los que no quieren comer.

SEÑORA BARKER.- ¿Cree usted que es una buena idea que viva solo?

JILL.- Lo que creo que es una buena idea es hacer lo que a uno lquiera. ¡Ah! Y no está solo. Yo estoy aquí.

SEÑORA BARKER.- ¿Por cuánto tiempo? Cualquier día te cansas de vivir ahí, a su lado, desapareces y...

JILL.- ¡Claro! ¡Estaría bueno!

Page 44: Gershe  Las Mariposas son Libres

SEÑORA BARKER.- Si no puede usted soportar, a su marido más de seis días...

JILL.- Le ruego que no hable de mi boda. Es algo íntimo y muy penoso. A usted debe interesarle muy poco.

SEÑORA BARKER.- Tan poco como a usted, por lo visto.

JILL.- ¡Sobre mi matrimonio...!

SEÑORA BARKER.- Seamos razonables, Jill. Usted ha visto a Donny, ¿cómo diría?, en las mejores circunstancias en esta habitación que se sabe de memoria, pero sácale de esta casa, de esta calle, de la que sabrá los pasos que hay a la lavandería, al supermercado, y es un ser perdido. Lleno de miedo, de pánico. Donny necesita a alguien siempre a su lado. Siempre. Seis días sería demasiado poco.

JILL.- Señora Barker, duerma tranquila. Nada serio va a ocurrir entre Donny y yo. No he nacido para cosas serias.

SEÑORA BARKER.- Lo malo es que él sí ha nacido para cosas serias.

JILL.- De momento nos divertimos, nos reímos.

SEÑORA BARKER.- Así empezó con Linda; divirtiéndose, riéndose, pero se enamoró terriblemente de ella. ¿Qué pasará ahora si...?

JILL.- No lo sé. Ni me importa.

SEÑORA BARKER.- No deje usted que las cosas vayan demasiado lejos, puede hacerle mucho daño.

JILL.- ¿Y usted? ¿Cree que no le hace ningún daño?

SEÑORA BARKER.- No. Yo puedo enfadarle, contrariarle, pero usted cuanto más tiempo viva ahí más daño puede hacerle el día que se vaya. Sea buena. Aconséjele. Deje que vuelva a casa conmigo. Y usted diviértase y ríase con otro que no le importe demasiado dejar de verla al cabo de seis días o una semana, todo lo más.

Page 45: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.- (se vuelve y estudia intensamente a la SEÑORA BARKER.) Puesto que soy tan sincera, que según usted, tratándose de mí es igual a bruta, le diré que es usted quien más daño le está haciendo.

SEÑORA BARKER.- ¿Yo?

JILL.- ¡Sí! ¡Usted! cuanto más se empeña en ayudarle, más le hunde. Fue Linda Fletcher quien le dio lo que más necesitaba.

SEÑORA BARRER.- ¿Qué le dio Linda?

JILL.- Confianza, seguridad, no usted. Usted está siempre obsesionada con lo que necesita, no con lo que desea, con lo que no puede hacer, no con lo que puede hacer. ¿Y de su música? ¿Ha escuchado usted la canción que ha compuesto? ¿Sabe usted siquiera que compone música y canciones? ¡No! Apuesto algo. Es posible que tenga usted razón cuando dice que yo no soy la chica ideal para Don, pero no se crea que usted es la madre ideal. ¡No! ¿Le digo lo que es? Una señora pesada, y sí tengo que aconsejarle a alguien que se vaya a algún sitio, será a usted. ¡Sí, señora, váyase usted a... a su casa! (Se vuelve, sale rápida y da un portazo.)

TELÓN

CUADRO II

La mesa, servida para dos personas. Velas encendidas, un jarrón con flores. Don corrige la colocación de unos cubiertos. La SEÑORA BARKER en la cocina. Está revolviendo el armario donde están los platos y vasos con bastante ruido.

DON.- Mamá, ¿qué haces?

SEÑORA BARRER.- Busco papel de cera para envolver la carne, si la dejo así se estropeará.

DON.- No te preocupes tanto, si se estropea, que se estropee.

SEÑORA BARRER.- ¿Qué hora es?

DON.- (Pasa los dedos por el reloj.) Las diez menos diez, sólo.

SEÑORA BARRER.- ¿Sólo las diez menos diez?

Page 46: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- ¡Sí! Es una inconsciente, una informal. Es una criatura imposible, un asquito. ¿Qué más?

SEÑORA BARRER.- No he dicho nada de eso.

DON.- Pero lo has pensado. (Pausa.)

SEÑORA BARKER.- ¿Qué hora dijiste que era? No me acuerdo.

DON.- Sí te acuerdas, pero volveré a regalarte el oído. Las diez menos diez. Ya las diez menos cinco.

SEÑORA BARRER.- Tarde, ¿no?

DON.- Según para qué, mamá de verdad no tienes por qué quedarte, quita el magnetófono ¿quieres? (Se acerca a la puerta de JILL. Escucha.)

SEÑORA BARKER.- ¿Es ésta la canción que has compuesto?

DON.- Sí... bueno... no es la versión definitiva, tengo que trabajar más sobre ella. (Pausa.) ¿Cómo sabes que la compuse yo?

SEÑORA BARKER.- No sé... me lo he imaginado.

DON.- ¡Ah!

SEÑORA BARKER.- Es muy bonita, me gusta... (DON mira en dirección a su madre con sorpresa.) ¿Dónde crees que estará?

DON.- En el teatro, ¿no sabías que iba a hacer una prueba?

SEÑORA BARKER.-¿Seis horas de prueba? Empiezo a preocuparme.

DON.- (Muy sorprendido.) ¿Tú preocupada por Jill?

SEÑORA BARKER.- ¿Tú no lo estás?

DON.- Mamá, algo te pasa, estás enferma o tienes fiebre. Te gusta mi canción, te preocupa la tardanza de Jill y hace menos de dos horas que no insistes en que vuelva a casa. Ve al médico en cuanto llegues a Scardsale.

SEÑORA BARKER.- ¿Tan mal crees que estoy?

DON.- Ya sólo te falta decir que Jill te gusta.

Page 47: Gershe  Las Mariposas son Libres

SEÑORA BARKER.- Gustarme, gustarme... no me desagrada. Desearía, eso sí, que fuese una chica diferente.

DON.- Es una chica diferente, y eso es precisamente lo que te carga de ella.

SEÑORA BARKER.- Cuando yo tenía su edad, la puntualidad significaba algo para mí.

DON.- ¿Qué?

SEÑORA BARKER.- Que si pensaba llegar a una cena con tres horas con retraso, telefoneaba.

DON.- Es que tú no hubieras llegado jamás tres horas después.

SEÑORA BARKER.- Seguro.

DON.- Seguro un mes antes.

SEÑORA BARKER.- ¿Y si se ha perdido? Siempre se hace un lío con las calles de Nueva York.

DON.- En ese caso se toma un taxi, pero... que yo recuerde nunca ha dicho que se haga un lío...

SEÑORA BARKER.- A mí sí me lo ha dicho.

DON.- Lo hubiera oído yo.

SEÑORA BARKER.- Bueno... creo que fue después de irte tú.

DON.- ¿Después de ...? ¿Ha venido cuando yo estaba fuera?

SEÑORA BARKER.- Creo... que... sí.

DON.- ¿Y a qué ha venido?

SEÑORA BARKER.- ¿Y tú me lo preguntas conociéndola? ¡La cremallera dichosa!, pero sólo se quedó unos minutos.

DON.- ¿Y de qué hablaron?

SEÑORA BARKER.-No recuerdo.

DON.- Te acuerdas, por lo menos, de que siempre se pierde por Nueva York. Haz memoria. ¿De qué más hablaron?

SEÑORA BARKER.- ¿Y qué importancia puede tener?

Page 48: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- (Levantando la voz) ¡Precisamente por que no tiene importancia quiero que...!

SEÑORA BARKER.- Don, no me grites, ¡por favor! (Pausa.) ¡Ah!, sí, ahora recuerdo. Hablamos de Blancanieves.

DON.- ¿La Blancanieves de los siete enanitos?

SEÑORA BARKER.- ¿Es que hay otra?

DON.- ¡Qué tema más curioso!

SEÑORA BARKER.- ¿Y qué más te da que hablásemos de Blancanieves o de la Cenicienta?

DON.- No me da la gana que hables con mis amistades a mis espaldas.

SEÑORA BARKER.- No hemos hablado a tus espaldas, querido, puesto que ni siquiera estabas en casa. (Pausa.)

DON.- Sabes muy bien lo que me dio Linda Fletcher, no te hagas la tonta.

SEÑORA BARKER.- No me hago la tonta. Contéstame.

DON.- Sí. Gracias a Linda empecé a respirar de otra manera. Eso debe ser la confianza y seguridad en vivir.

SEÑORA BARKER.- ¿Y yo no te he dado nada de eso?

DON.- No; tú me has ayudado, me has protegido... pero nada más.

SEÑORA BARKER.- Una cosa lleva a la otra.

DON.- No siempre.

SEÑORA BARKER.- ¿Por qué no me dijiste que no te gustaba que te llamase Donny?

DON.- Te lo dije millones de veces, mamá.

SEÑORA BARKER.- ¿Cómo no iba yo a recordar algo que oigo millones de veces?

DON.- A lo mejor fueron solamente ciento veintitrés. ¿Pero a qué vienen tantas preguntas?

Page 49: Gershe  Las Mariposas son Libres

SEÑORA BARKER.- ¿Y por qué no te gusta que te llamase Donny?

DON.- Porque me recordaba a Donny Tinieblas.

SEÑORA BARKER.- ¿Y eso tiene algo de malo?

DON.- Nada, nada...

SEÑORA BARKER.- ¿Y cómo te gusta que te llamen? Ahora con una sola vez que lo digas, lo recordaré.

DON.- Don... Donald. Puedes también llamarme Sebastián o Irvin, todo, menos Donny.

SEÑORA BARKER.- Caprichos.

(Un ruido en el apartamento de JILL. Se vuelven ambos en esa dirección. Oímos poco a poco y cada vez con más claridad pasos y risas.)

DON.- (Sonríe.) ¡Ya ha vuelto! Vendrá aquí en seguida. (La SEÑORA BARKER cruza a la puerta de JILL y escucha.)

SEÑORA BARKER.- Hay alguien con ella.

DON.- ¿Alguien?

SEÑORA BARKER.- Sí... parece... voz de hombre.

DON.- No escuches detrás de la puerta.

SEÑORA BARKER.- No entiendo lo que dicen, pero... Sí, sí, hay un hombre con ella.

DON.- Será la televisión.

SEÑORA BARKER.- ¿Y va a hablar y a reírse con el televisor? Aunque de esta chica no me extraña nada.

DON.- Mamá, por favor, quítate de la puerta.

SEÑORA BARKER.- (La SEÑORA BARKER obedece a DON.)Ya me alejo de la puerta.

(Golpe tímido en la puerta de JILL.)

DON.- ¡Adelante!

(JILL entra alegremente seguida de Ralph AUSTIN. Joven barbudo, descuidado en el vestir, con sweter y pantalones de pana.)

Page 50: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.- ¡Hola! ¡Qué tal! Ya llegué. ¡Uf! Viene Ralph conmigo. (Por la SEÑORA BARKER.) ¡Ah!, ¿sigue usted aquí? Don, te presento a Ralph Austin. Ya te hablé de él. Es el director de la obra. Don... y la madre de Don. (Intercambio de fríos saludos.) Le he contado a Ralph lo tuyo y tenía muchas ganas de conocerte.

RALPH.- (Con una voz alta y poco natural.) Jill me ha contado lo bien que... bueno lo bien que te has adaptado a la vida siendo, bueno... lo que eres.

DON.- Sí, ciego, Ralph. Es una palabra que no me asusta.

RALPH.- Ya lo sé. Jill me ha dicho que no tienes ningún complejo, ni... estás amargado.

DON.- Ralph, no te esfuerces en hablar tan alto.

SEÑORA BARKER.- Mi hijo no está sordo.

RALPH.- ¡Ay! perdón, sin querer... cuando...

JILL.- Puede oír mejor que tú y que yo.

DON.- No.

JILL.- ¡Y el olfato lo tiene muy desarrollado!

SEÑORA BARKER.- ¿Les preparo algo de comer antes de irme?

RALPH.- Ya hemos cenado.

JILL.- (mira la mesa con pena.) ¡Oh! Don, cuánto lo siento. ¡Y qué bonita! ¡Con flores y velas! (Reacciona) ¡Ay! Perdóname, pero bueno, ya estoy aquí. Fuimos después de la prueba a casa de Ralph y bebimos una botella de champagne.

RALPH.- No exageres. Era un vino con burbujas.

DON.- ¿Y qué? ¿Te han dado el papel?

JILL.- Sí y no. Ya no hago la esposa.

DON.- ¡Ah!, ¿no? ¿Y qué te han dado? ¿El del homosexual?

JILL.- No. Haré de su secretaria, no es un papel largo pero tiene una escena bárbara.

Page 51: Gershe  Las Mariposas son Libres

RALPH.- Y ha estado estupenda. Le ha hecho muy buena impresión al director.

JILL.- Me puse un poco nerviosa. Imagínate, tuve que pasearme por el escenario desnuda.

(A la SEÑORA BARKERse le Cae una taza que tenía en la mano. DON mira molesto en esa dirección. La señora BARKERse agacha y recoge los pedazos.)

SEÑORA BARKER.- Lo siento, Don.

JILL.- ¿La ayudo?

SEÑORA BARRER.- Ya para qué. ¿Cuántos cafés?

DON.- Yo no quiero.

JILL.- Yo, sí.

DON.- ¿Y ¿Y por qué ha tenido que pasar la prueba desnuda?

RALPH.- Porque ahora no hay obra en el teatro en que no salga algún actor desnudo; y claro, un actor, una actriz puede ser bueno pero, ¿y el cuerpo? Lo visual aquí es muy importante.

SEÑORA BARRER.- ¿Cómo quiere usted el café?

RALPH- Solo, por favor.

JILL.- Nunca hubiera pensado que iba a ser capaz de desnudarme, pero al ver a treinta o cuarenta actores pasearse por el escenario como su mamá les echó al mundo de lo que me entró vergüenza era de ir vestida, ¿qué hubiera hecho usted en mi caso, Señora Barker?

SEÑORA BARRER.- (La mira fulminándola) Mejor es que no te lo diga, nena.

RALPH.- Yo estaba sentado en las butacas y en el momento en que vimos a Jill desnuda pensamos que no le iba el papel de la protagonista.

SEÑORA BARKER.- ¿Y el argumento es interesante?

RALPH.- Mucho, y de un gran dramatismo.

JILL.- Yo muero al final.

Page 52: Gershe  Las Mariposas son Libres

SEÑORA BARKER.- De una pulmonía, claro.

RALPH.- La escena es formidable. Y estoy contento porque a mí me va mucho ese teatro. Pondré a Jill tirada en el suelo.

DON.- ¿Desnuda?

RALPH.- Desnuda. Se ha tomado una dosis excesiva de heroína. Está agonizando y se arrastra sensual y ardiendo, gritando una palabra.

DON.- ¿Qué palabra?

SEÑORA BARRER.- ¿Y qué te importa?

RALPH.- Bueno, no sé si puedo repetirla aquí.

SEÑORA BARKER.- ¿La van a decir en el escenario y no sabe usted si puede repetirla aquí?

DON.- Vamos, sin miedo. ¿Qué dice? (RALPH cruza y se la dice a DON en el oído. Gesto de DON.) No. Mejor es que no la digas.

SEÑORA BARKER.- Hay un Dios que nos protege.

DON.- ¿Y tú crees, Ralph, que el público está preparado para esa clase de teatro?

RALPH.- ¡Huy! Ya lo creo. Hay que ir derribando todos los tabús que existen en la sociedad de consumo sobre el sexo, sobre el desnudo... Nosotros nos dirigimos a un público intelectual, pensante. No a un público absurdo y burgués o las señoras cursis de Scardsale. (Frío general. Ralph lo presiente.) He debido meter la pata en algo.

SEÑORA BARKER.-Más bien en todo, señor Austin.

JILL.- La señora Barker es de Scardsale.

RALPH.- ¡Ah! Bueno. Todas las reglas tienen sus excepciones.

SEÑORA BARKER.- Pues yo quiero ser del montón y no excepcional en nada. ¿Y cómo se titula la obra?

RALPH.- "La culpa es de los demás".

Page 53: Gershe  Las Mariposas son Libres

SEÑORA BARRER.- Que no se me olvide. A ver si un día me meto en el teatro sin mirar bien -la cartelera y..,

JILL.- Señora Barker, si la ve con un espíritu libre y abierto, le gustará.

DON.- Te advierto que a mi madre desde "Sonrisas y lágrimas" no le ha gustado ninguna comedia.

JILL.- Esta obra no es sucia. Yo jamás trabajaría en una porquería. Es tan verdad como la vida que vivimos.

DON.- Pero no como la vida de mamá.

JILL.- Lo único que la encuentro es que es un poco larga. Necesita algunos cortes.

SEÑORA BARKER.- Dos: Uno así, el otro así.

RALPH.- Resignación. La haremos sin el apoyo del honrado público de Scardsale.

SEÑORA BARKER.- Desde luego. No cuente con esta cursi servidora de ustedes que no apoyará nunca el desnudo, la obscenidad, ni la degeneración.

RALPIL.- Señora Barker todo eso es parte de la vida.

SEÑORA BARKER.- Ya lo sé, señor Austin. Como la diarrea, pero nunca la situaría entre mis espectáculos predilectos.

JILL.- ¿Y si cierra el teatro la policía?

RALPH.- No te preocupes por eso. Durará varias temporadas y puede que te hagas famosa.

JILL.- ¡Qué formidable! Mi nombre en luminoso ¡Jill Tanner!

RALPH.- Lo siento pero ahora tengo que irme. Estoy citado con Steve, el autor, para corregir unas escenas. ¿Tardarás mucho en hacer las maletas?

JILL.- (Mira a Don azarada) No, un poco; pero ve tú por delante.

RALPIL.- Si no tardas mucho te espero. ¿Cuántas maletas tienes?

(Don, cada vez más apenado. La SEÑORA BARKER le mira triste.)

Page 54: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.- Dos, pero mientras recojo todo...

RALPH.- ¡Ah! Sólo tengo sitio en un armario.

DON.- ¿Vas a irte?

JILL.- ¿No te lo he dicho? A casa de Ralph, yo creí que lo sabías.

DON.- No. No lo sabía. Porque no me lo has dicho.

JILL.- Bueno, Ralph cree que es una buena idea que me mude a su apartamento.

RALPH.- Oye, oye, la idea ha sido tuya.

JILL.- Bueno, qué más da; sea de quien sea, es una buena idea y con eso basta. (A DON) Quiero que sepas, Don, que no me voy lejos, bueno lejos de aquí. ¿Dónde está tu casa, Ralph?

RALPH.- En Christopher Street.

JILL.- ¡Ay, pues sí es muy lejos!

RALPH.- Al otro lado de la ciudad.

JILL.- Ralph tiene un estudio precioso... parecido a este tuyo, con claraboya y todo. La cama no... no es una cama de altura como ésta. Ya la verás... Quiero decir cuando vengas a vernos porque queremos que vengas. ¿Verdad, Ralph?

RALPH.- Claro. Tú eres ya como uno de la familia.

JILL.- (A RALPH.) Ya te dije que Don te caería muy bien. Lo pasaremos bomba. Don, Ralph es estupendo; cuando lo trates más, te caerá más simpático. ¡Si pudieses verle! Deja que Don te pase la mano por la cara. Así es como él conoce a las personas.

RALPH.- Vamos Don, sin miedo.

SEÑORA BARKER.- ¿No ven que no quiere? No se pongan pesados.

(JILL le toma la mano y la lleva a la cara de RALPH. DON recorre sus dedos por la cara de RALPH. Cuando llega a la barba la retira rápido.)

RALPH.- Encantado de conocerte, Don. Hasta pronto, espero que no tardes, encanto. Y tanto gusto, señora. Si la he

Page 55: Gershe  Las Mariposas son Libres

molestado, lo siento. Ha sido sin querer. Espero que no vuelva a ocurrir.

SEÑORA BARKER.- Yo también lo espero. No tardes.

(Sale RALPH. Se quedan en escena JILL, Don y la SEÑORA BARKER en situación embarazosa.)

JILL.- Será mejor que empiece a recoger mis cosas. Antes de irme vendré a despedirme.

(JILL entra en su apartamento rápida, cierra la puerta. La SEÑORA BARKER mira a DON que no puede disimular un gesto de dolor. Pausa.)

DON.- Mamá. (La SEÑORA BARKER no contesta. Le mira con compasión.) Mamá, ¿estás ahí?

SEÑORA BARKER.- Sí.

DON.- Quiero decirte... que..., pero siéntate.

SEÑORA BARKER.- ¿Es tan terrible que puedo caerme al suelo?

DON.- No. Todo lo contrario. Te va a gustar mucho, pero es mejor que te sientes.

SEÑORA BARRER.- (Continúa de pie) Ya me he sentado.

DON.- Quiero volver a casa. Ve por el coche mientras hago las maletas... ¿Me has oído?

SEÑORA BARKER.- Sí.

DON.- ¿Y por qué te callas? ¡Di algo!

SEÑORA BARKER.- Eso quisiera, pero estoy pensando en tantas cosas...

DON.- ¿Y por qué no sigues pensando mientras vas a buscar el coche? No tardo ni un minuto. (Va hacia el cuarto de baño.)

SEÑORA BARKER.- Un momento, Don. No tengas tanta prisa.

DON.- No hay quien te entienda. Creí que ibas a ponerte a dar saltos de alegría. Pero ¿no es lo que querías? ¿No habías venido a llevarme a casa?

SEÑORA BARKER.- Sí.

Page 56: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- Entonces, ¿qué tenemos que hablar? ¿No lo tenemos todo requetehablado? Este apartamento, según tú, es una pocilga, una cuadra, ¡dijiste que estaba viviendo en una cuadra!

SEÑORA BARKER.- Y tú, que era el Taj Mahal. Y un lugar perfecto, ¿por qué no eres tú el que ahora bailas de alegría?

DON.- Parece que no quieres que vuelva a casa.

SEÑORA BARKER.- Sí. Pero antes vamos a hablar un poquito sobre... Este sitio me sigue pareciendo horrible y tétrico. Yo jamás lo habría escogido para vivir, lo has escogido tú. Eras feliz, estabas encantado y ahora quieres salir corriendo. De ese cambio tan de repente es de lo que quiero que hablemos.

DON.- ¿No es curioso que siempre pensemos lo mismo pero en distinto momento? (Pausa.) No, mamá, no voy a quedarme.

SEÑORA BARKER.- ¿Por qué? ¿Porque una chica te ha dejado?

DON.- Ya van dos. Te olvidas de Linda.

SEÑORA BARRER.- Y puede que llegues a la docena, pero ten en cuenta que las mujeres también abandonan a los hombres que ven, a los hombres con mucha vista.

DON.- ¿Es un consuelo?

SEÑORA BARKER.- No quiero que por esto te acomplejes y te pongas triste. Conocerás a muchas chicas en esta vida. Y un día encontrarás una que sea capaz de mantener unas relaciones para toda la vida. Jill, la pobre, es incapaz de eso. Creo, Don, que a pesar de todo, y no tienes idea de lo que va para mí en ese todo, debes quedarte aquí. No. No podría verte volver a casa triste, fracasado... no, no... Aquí tienes tu música, tu guitarra, tus canciones...

DON.- (Grita.) De una vez para siempre métete en la cabeza de que no soy el maravilloso y superciego Donny Tinieblas, yo también puedo fracasar y sufrir, como todo el mundo. (Pausa.)

SEÑORA BARKER.- ¿Te acuerdas del primer cuento de Donny Tinieblas?

Page 57: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- No.

SEÑORA BARKER.- Tú tenías cinco años. Veraneábamos al borde del lago Pimpesanke. Tu padre-te llevó al lago. Era la primera vez que te metías en un agua más profunda que la de una bañera. Estabas aterrado. Gritabas. Papá te trajo a casa y yo te metí en la cama. Estuviste temblando varias horas, aquella noche te conté un cuento. ¿No lo recuerdas? De un niño ciego que ,nadó los siete mares y hablaba con los delfines.

DON.- Sí. Y los delfines le dijeron que unos submarinos enemigos tenían la intención de destruir la marina de los Estados Unidos y Donny Tinieblas nadó y nadó hasta llegar a tiempo de dar el aviso. ¡Qué imbecilidad!

SEÑORA BARKER.- Sí. Pero al día siguiente aprendiste a nadar. Yo nunca escribí esos cuentos para que me dieran el Premio Pulitzer, sino para ayudarte. Cuando te veía triste, a punto de desmoronarte te contaba un cuento de Donny Tinieblas y ¡zas! tus ánimos subían, intentabas ser un poco más fuerte y conseguías lo que te proponías. ¿Quieres que te cuente ahora uno de esos cuentos o eres ya lo bastante hombre como para poder enfrentarte con las cosas tú solo?

DON.- Hace un año no pensabas que era un hombre, sino un niñito. ¿Por qué has cambiado tanto?

SEÑORA BARKER.- No sé si habré cambiado. De lo que estoy segura es de que no eres el mismo Donny, perdóname Don, que hace un mes salió de casa. Tengo que acostumbrarme, y qué difícil va a ser para mí, a no serte útil, a que no me necesites... va a ser terrible, pero lo intentaré. Sí. (Pausa.) Don, no vuelvas conmigo, quédate aquí. Lo único que me gustaría es que tuvieras unos muebles más decentes. Necesitas una mesa y platos. Como ya para mí sola no me hacen falta, te mandaré unos cuantos.

DON.- Gracias, mamá.

SEÑORA BARKER.- Y sábanas y ropa blanca. Y unos ceniceros más bonitos. Si arreglas bien este departamento puede no quedar mal... ¿No te importa que yo te eche una manita?

Page 58: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- No.

SEÑORA BARKER.- Te llamaré mañana por la mañana o pasado mañana, si no te molesto, y hablaremos sobre todo esto.

DON.- (Pausa.) Mamá. Ahora me alegro de que hayas venido.

SEÑORA BARKER.- (Le mira por un momento. Le da un beso suave y tierno) ¡Te quiero tanto!

DON.- Ya lo sé, mamá. Ya lo sé.

(La SEÑORA BARKER sale. DON cruza a la puerta de JILL y escucha un momento. Reacciona, respira y llama con tono alegre.)

SEÑORA BARKER.- Don, eres lo único que me queda... Bueno, que me quedaba...

DON.- iEeeeh! ¿Qué haces?

(JILL abre y entra con dos maletas. Las deja en el suelo.)

JILL.- Parece mentira, pero conseguí meterlo todo dentro. Te dejo las servilletas de papel, y estas bombillas de colores, por si las necesitas.

DON.- Gracias, pero no necesito ni servilletitas ni bombillitas.

JILL.- Entonces las dono al apartamento. ¡Ah! y la llave. Ten. (Saca una llave del bolsillo.) Te la dejo encima de la mesa. Dásela al portero, ¿quieres? ¡Ah! Y creo que debes cerrar esta puerta otra vez.

DON.- Esperaré a ver quién es mi próximo vecino, si es vecina y bonita, la dejaré abierta.

JILL.- ¡Muy buena idea! ¡Ah! Y no quiero despedirme como si me fuera lejos, no. Nada de despedidas porque vamos a vernos muy a menudo.

DON.- (Va a la nevera y saca algo de comer) ¿Tanta prisa tienes?

JILL.- Cuando yo me decido irme de un sitio, me gusta irme cuanto antes.

DON.- A mí me pasa lo mismo. ¿Me perdonas? Tengo hambre. Iba a comerme un "sandwich" de jamón.

Page 59: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.- Cuando tomo la decisión de irme me voy, aunque alguien me ofrezca un "sandwich" de-jamón.

DON.- Y una cerveza.

JILL.- ¡Hum! Las velas todavía están encendidas.

DON.- Ya lo sé. Soy muy devoto.

JILL.- Y mami, ¿dónde está?

DON.- Se fue a casa.

JILL.- No la he oído. ¿Y cuál ha sido la sentencia?

(JILL se sienta en la mesa con las piernas colgando, saca un cigarrillo de su bolso y lo enciende.)

DON.- Ha aceptado mi declaración de independencia.

JILL.- Bromeas.

DON.- Opuso resistencia, pero la vencí.

JILL.-Quién sabe si debió ganar. Quién sabe si estarías mejor en casa.

DON.- Oye, he tardado veinticuatro horas ¡y qué veinticuatro horas! para convencer a mi madre y no quiero empezar ahora contigo.

JILL.- Yo no soy tan pesada, no me ofendas. (Pausa.) qué te parece Ralph?

DON.- ¿Dónde estás?

JILL.- Aquí, en el sofá.

DON.- No sabía desde dónde me hablabas.

JILL.- Pues siempre lo has sabido.

DON.- Sí, pero no sé qué me pasa. Parece simpático.

JILL.- ¿Quién?

DON.- Ralph.

JILL.- No te gusta, lo veo.

Page 60: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- He dicho que me parece simpático, pero de ahí a acostarme con él...

JILL.- Vi en seguida que no te caía ni pizca de bien. Todo el tiempo que ha estado aquí has estado más tieso que un ajo.

DON.- Yo siempre estoy tieso cuando hay más de una persona en la habitación. Tengo que adivinar constantemente quién habla y si es a mí.

JILL.- No te cayó bien porque ha estado hecho un bruto.

DON.- No...

JILL.- Sí, cuando metió la pata con lo de Scardsale.

DON.- ¡Bah! Eso fue sin querer. El no sabía que mi madre era de Scardsale. No debes insultarle y decir que es un bruto.

JILL.- No lo pienso.

DON.- Pero lo has dicho. Yo no, que quede claro. (Mira a su alrededor.) ¿Hay alguien más en el cuarto?

JILL.- No. ¿Por qué?

DON.- Por nada. (Pausa.) ¿Y a ti? ¿Te gusta Ralph?

JILL.- (Ríe nerviosamente.) Qué pregunta más tonta. Si me voy a vivir con él es que me gusta.

DON.- ¿Otra pregunta?

JILL.- Tengo prisa.

DON.- (Se levanta rápido) ¡Pues sí! Ralph me ha caído gordo.

JILL.- ¿Lo ves? Pero ¿por qué?

DON.- Por eso, porque es un bruto y un presumido.

JILL.- Cuánto lo siento. Creí que íbamos a ser los tres unos buenos amigos...

DON.- (Rápido) Te voy a decir algo que ignoras. Ralph no te gusta.

JILL.- ¿Hago las maletas que es la cosa que más odio en el mundo para irme a vivir con él y resulta que no me gusta?

Page 61: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- Aunque hubieras hecho cuarenta baúles, Ralph te tiene sin cuidado.

JILL.- Eres el colmo, crees que porque eres ciego puedes verlo todo.

DON.- Exacto. Un sexto sentido me dice que no quieres a Ralph. Dime, ¿cuando estás con él es como una feria con fuegos artificiales y cohetes, ¡pum!, ¡pum!, o como las Navidades?

JILL.- No exactamente. Con Ralph es más bien como el día del trabajo.

DON.- ¿Crees que también es estupendo?

JILL.- En muchas cosas, sí.

DON.- ¿Y que tiene personalidad?

JILL.- A montones.

DON.- ¿Le quieres con amor?

JILL.- Yo no contesto a majaderías. Diga lo que diga tú ya tienes una idea fija.

DON.- Vamos, sin miedo, contéstame, ¿le quieres?

JILL.- ¡Sí! A mi manera.

DON.- Esta mañana me dijiste que no podías amar a nadie.

JILL.- Eso era esta mañana. ¿No puedo cambiar de parecer?

DON.- De experiencia tengo poca, pero cuando alguien está deseando caer en los brazos del ser querido, no llega tarde por comerse un bocadillo de jamón.

JILL.- ¿No sabes que el corazón lo tengo en el estómago?

DON.- Mi madre tenía razón.

JILL.- ¿En qué?

DON.- Ella ha adivinado por qué te quieres ir, por qué no has venido a cenar. No te habías olvidado de la cita.

JILL.- Tu madre no tiene ni idea.

Page 62: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.-Entonces, ¿por qué te vas? Todo menos porque estas enamorada de Ralph.

JILL.- Me voy porque quiero irme. Soy libre para irme donde quiera.

DON.- ¿Y no estará relacionada conmigo tu decisión?

JILL.- ¿Contigo? En absoluto.

DON.- (JILL enciende un cigarrillo, se hunde en el sofá y mira a DON confusa.) ¿No? Tienes miedo, ¡pánico!, de comprometerte en algo.

JILL.- Eso te lo dije yo.

DON.- Nada de compromisos, nada de ligaduras.

JILL.- Quiero ser libre para salir corriendo cuando me canse...

Don.- ¿De mí?

JILL.- O de quien sea.

DON.- ¿Y si soy yo el que se cansa de ti?

JILL.- (No se le hubiera pasado ni por la imaginación.) ¿Cansarse? ¿De mí?

DON.- ¿Nadie se cansó de ti?

JILL.- Como no me pongo pesada, ni me cuelgo del cuello de ningún hombre una temporada larga, no he podido comprobarlo.

DON.- Con Ralph no importa salir corriendo, dejarle, pero eso mismo es un poco más doloroso hacérselo a un chico ciego, ¿verdad?

JILL.- La ceguera no tiene que ver nada... en esto.

DON.- Sí. Y mucho. A ti no te remordería la conciencia dejar a Ralph o a Sebastián o a Irvin, pero abandonar a Donny Tiniebles, ¡eso ya...! Ódiame, ódiame, pero no me dejes porque sea ciego; ¡ah!, ni tampoco te quedes por esa misma razón.

JILL.- ¿Quiénes son Sebastián o Irvin?

Page 63: Gershe  Las Mariposas son Libres

DON.- Nadie. Seres imaginarios.

JILL.- ¡Algunas veces no te entiendo! No pensamos lo mismo, y sé que más pronto o más tarde te haría mucho daño y no quiero hacerte daño, Don. Eres una ricura.

DON.- Si a otros les has hecho daño, házmelo a mí también.

JILL.- No quiero ser otra Linda Fletcher. Ella te hizo mucho daño, ¿no?

DON.- Y también mucho bien, siempre estaba a mi lado cuando la necesitaba.

JILL.- ¿Lo ves? Yo no puedo prometerte tanto. Ni tanto, ni nada. No. ¡Quién sabe dónde pueda estar cuando me necesites!

DON.- Tú me necesitarás a mí mil veces más que yo a ti.

JILL.- Yo no he necesitado nunca a nadie.

DON.- ¡Qué triste es eso que dices!

JILL.- Y me tengo que ir, ¿te enteras?

DON.- Me alegro que digas me tengo que ir; y no, quiero irme.

JILL.- Gracias. Por fin dije algo claro. ¿Nos veremos otra vez?

DON.- Puede, pero si no nos volvemos a ver, pensaré en ti durante mucho tiempo, tú me olvidarás, ¡y jamás te ligarás a nadie!

JILL.- Eso espero.

DON.- Y no ocurrirá porque eres una retrasada.

JILL.- Gracias.

DON.- No mental, sino en tus sentimientos y emociones. Por eso no puedes enfrentarte con el matrimonio, ni con nada permanente. Te vas ahora porque tienes miedo de quererme y eres demasiado adolescente para cargar con esa responsabilidad; pero no es cuestión de años, porque siempre lo serás. ¡Dios mío! ¡Cuánto te compadezco! Eres como una paralítica. ¡Prefiero ser ciego!

Page 64: Gershe  Las Mariposas son Libres

JILL.- No es ser paralítica desear ser libre.

DON.- ¿Libre? Eres la persona más atada que conozco. Si fueses libre harías lo que de verdad quieres hacer. ¡Quedarte conmigo! (JILL sale dando un portazo. Gritando.) ¡Vete a la mierda!... No te necesito. ¡Nunca te he necesitado! Nunca, ¿me oyes? (Se vuelve y tropieza torpemente con la mesa. Tambaleándose se apoya en el respaldo del sofá, tragándose las lágrimas. Cuando se domina va hacia un lado, luego hacia el otro indeciso, perdido. Va a la librería y pone en marcha el magnetófono. Suena su voz acompañada a la guitarra. Cruza a la mesa. Apaga las velas lentamente. Vacía los ceniceros, en una plato amontona vasos y los otros platos y va hacia la mesita de café. Tropieza y cae. Estrépito de vasos y platos. Cae con el cuerpo sobre un brazo. Hace un movimiento para sacar el brazo. Gesto de dolor. Vencido queda en el suelo, rompe a llorar ya sin ningún interés por levantarse. Llora amargamente. Se abre la puerta de la calle. Entra JILL con sus maletas. Las deja en el suelo. Mira en torno suyo, buscando a DON. Ahoga un grito cuando le ve en el suelo. DON, dándose friegas en el brazo dolorido, se incorpora rápidamente.) ¿Quién es? ¿Quién está ahí?

JILL.- (Rompiendo la tensión.)-Tranquilo, que no es mami. (Va hacia DON y se sienta en el suelo a su lado,)

DON.- ¿A qué has venido?

JILL.- (Encogiéndose de hombros, avergonzada) A decirte que no le devuelvas la llave al dueño y... y que no me importa volver a deshacer la maleta. Pero tú, ¿qué haces en el suelo?

DON.- Nada. Que pensaba cenar en el campo.

JILL.- La idea me parece colosal. ¿Te acompaño?

DON.-¡Sí!

TELÓN