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    Sociologa

    ypoltica

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    Antologas del Pensamiento SocialLatinoamericano y Caribeo

    Director de la coleccinPablo Gentili

    Coordinadora acadmicaFernanda Saforcada

    Coordinador editorial

    Lucas Sablich

    Diseo de la coleccinMarcelo Giardino

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    La responsabilidad por las opiniones expresadas en los libros, artculos, estudios y otrascolaboraciones incumbe exclusivamente a los autores rmantes, y su publicacin nonecesariamente reeja los puntos de vista de la Secretara Ejecutiva de CLACSO.

    Primera edicin, 2015 Siglo XXI Editores, S.A. de C.V. lvaro Garca Lineraisbn 978-607-03-0677-8

    en coedicin con CLACSOConsejo Latinoamericano de Ciencias Sociales-Conselho Latino-Americano de Cincias SociaisAv. Callao 875, piso 5 C1023AAB Ciudad de Buenos Aires-ArgentinaTel.: (54-11) 4811-6588 Fax: (54-11) 4812-8459www.clacso.org; [email protected]

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    HD6607G372015 Garca Linera, lvaro

    La potencia plebeya : accin colectiva e identidades indgenas, obreras ypopulares en Bolivia / lvaro Garca Linera ; antologa ypresentacin, Pablo Stefanoni. Mxico, D. F. :Siglo XXI Editores ; Buenos Aires : CLACSO, 2015.

    530 p. (Sociologa y poltica)

    ISBN-13: 978-607-03-0677-81. Sindicatos Bolivia. 2. Sindicalismo Bolivia. 3. Movimientoslaboradores Bolivia. 4. Indios de Amrica del Sur Bolivia Relaciones gubernamentales. 5. Indios de Amrica del Sur Bo-livia Poltica y gobierno. I. Stefanoni, Pablo, prologuista. II. t.III. Ser

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    NDICE

    lvaro Garca Linera: pensando Bolivia entre dos siglos ............. 9Pablo Stefanoni

    ANTOLOGA DE LVARO GARCA LINERA

    I. MARXISMOYMUNDOAGRARIO

    Introduccin al Cuaderno Kovalevsky (1989) ............................... 31

    Amrica (1991) ............................................................................... 53

    II. ELMANIFIESTOCOMUNISTAYNUESTROTIEMPO

    Es elManifiesto comunista un arcasmo poltico, un recuerdoliterario? Cuatro tesis sobre su actualidad histrica (1999) .......... 71

    III. CIUDADANAYDEMOCRACIA

    Ciudadana y democracia en Bolivia (1900-1998) (1999) ............. 173

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    IV. MOVIMIENTOOBRERO

    Los ciclos histricos de la formacin de la condicin obrera

    minera en Bolivia (1825-1999) (2000) ........................................... 197

    La muerte de la condicin obrera del siglo XX (2000) ................. 211

    V. MOVIMIENTOINDGENA

    Narrativa colonial y narrativa comunal (1998) .............................. 251

    Autonomas indgenas y Estado multinacional (2004) ................. 271

    VI. ESTRUCTURASDELOSMOVIMIENTOSSOCIALES

    Sindicato, multitud y comunidad. Movimientos sociales yformas de autonoma poltica en Bolivia (2001) ............................ 347

    VII. CRISISESTATALYPOCADEREVOLUCIN

    Crisis del Estado y sublevaciones indgeno-plebeyasen Bolivia (2004) ............................................................................. 423

    La lucha por el poder en Bolivia (2005) ........................................ 447

    Indianismo y marxismo. El desencuentro de dos razonesrevolucionarias (2005) .................................................................... 477

    El Estado en transicin. Bloque de poder y puntode bifurcacin (2008) ..................................................................... 501

    Bibliografa de lvaro Garca Linera ............................................ 527

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    LVARO GARCA LINERA:PENSANDO BOLIVIA ENTRE DOS SIGLOS

    Pablo Stefanoni1

    Yo me veo como uno de los ltimos jacobinos de laRevolucin Francesa y veo a Evo como Robespierre.

    lvaro Garca Linera

    Adems de vicepresidente y copiloto de Evo Morales, lvaroGarca Linera es uno de los intelectuales ms destacados de Boli-

    via, lo cual lo ubica inmediatamente como intrprete del complejoproceso poltico y social iniciado el 22 de enero de 2006, con lallegada al gobierno del presidente Evo Morales Ayma, el primerindgena en dirigir las riendas de esta nacin andino-amaznica,en la que el 62% de sus habitantes se autoidentifica como parte

    1 Periodista y economista. Ex becario del Consejo Latinoamericano de CienciasSociales (CLACSO) y la Agencia Sueca de Cooperacin Internacional (ASDI)(2002). Es coautor, con Herv do Alto, del libroLa revolucin de Evo Morales.De la coca al palacio(Buenos Aires, Capital Intelectual, 2006). Actualmente sedesempea como corresponsal en Bolivia del diario Clarn de Argentina y comodirector de la edicin boliviana deLe Monde Diplomatique.

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    de un pueblo originario, mayoritariamente quechua y aimara.2En efecto, Morales lo convoc en 2005 para acompaarlo en elbinomio presidencial (luego de un primer intento de buscar unempresario nacional), por considerarlo un puente y untraductor, como a Garca Linera le gusta presentarse a s mismoentre los campesinos e indgenas, y las clases medias urbanas,3reacias a votar por un campesino formado en la escuela sindical,con un bachillerato de provincia como nica credencial educa-tiva, pero ms abierta a aceptar a un dirigente cocalero acompa-ado por un hombre que sabe, como rezaba uno de sus afiches

    de la campaa electoral de 2005.A ms de dos aos de su llegada a la vicepresidencia, nadiepuede afirmar con evidencias serias que Garca Linera seael cerebro del gobierno, pero ello tampoco puede ocultar queeste matemtico y socilogo autodidacta, seguidor entusiasta delsocilogo Pierre Bourdieu (a quien cita a menudo en entrevistasperiodsticas y acadmicas), tiene en la nueva administracin bo-liviana un perfil que lo aleja de la intrascendencia que histrica-mente tuvo el cargo de vicepresidente. De hecho, casi no utilizasu despacho en la vicepresidencia, y desempea sus labores enuna oficina ms modesta, pero a escasos pasos de la del jefe deEstado, en el Palacio Quemado de La Paz. Son casi inexistenteslas reuniones importantes del presidente boliviano en las que no

    2 El censo boliviano, a diferencia de otros, como el ecuatoriano, no utiliza pregun-tas sobre autoidentificacin racial sino tnico-cultural. Mientras que las primerasincluyen categoras como blanco, indgena, mestizo, negro, etc., lassegundas se refieren a la pertenencia a un pueblo originario concreto: aimara,quechua, guaran, etctera. Esto implica que no habra contradiccin entre elhecho de que ms del 60% de los bolivianos se autoidentifique como mestizo(en muchas encuestas) y un porcentaje similar se considere parte de un pueblonativo en el censo.

    3 El concepto de clase media, aplicado a Bolivia, por momentos oscurece ms delo que aclara. La existencia de capitales tnicos hace que se consideren clasesmedias a los blanco-mestizos (incluso los de bajos ingresos) y se excluya de estacategora a los sectores cholos (indgenas urbanos) que han acumulado impor-tantes capitales econmicos, fundamentalmente mediante el comercio informal.

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    est sentado Garca Linera, habitualmente vestido con terno (casisiempre sin corbata) y sobretodo negro.

    El actual vicepresidente naci en una familia mestiza de cla-se media en Cochabamba, el 19 de octubre de 1962. Comenz ainteresarse por la poltica durante la dictadura de Hugo Banzer(1971-1978), y apenas cado este rgimen a los 17 aos sin-ti el efecto del gran bloqueo aimara a La Paz, organizado porla Confederacin Sindical nica de Trabajadores Campesinosde Bolivia (CSUTCB), ya fuertemente influenciada por las ideasindianistas, difundidas por el movimiento katarista.4Poco des-

    pus, su inters por el vnculo entre poltica y etnicidad continuen Mxico, a donde se traslad para cursar una licenciatura enmatemticas en la Universidad Autnoma, porque crea que lasciencias blandas poda aprenderlas yo solo.5All, en el contextode las campaas de solidaridad con los movimientos armados enCentroamrica, fue atrado por el debate sobre la cuestin tnica(maya) alentado por la guerrilla guatemalteca; y segn recuer-da inicia el pasaje de una orientacin ms filosfica y abstractavinculada al estudio de El capital, de la dialctica de Hegel y de la

    4 El movimiento katarista surgi en los aos setenta, promovido por sectores aima-ras urbanos que accedieron a los estudios superiores. Inspirado por las ideas deFausto Reinaga, se lo considera el primer movimiento indianista contemporneoen Bolivia. Los kataristas introdujeron una lectura de la historia de Bolivia comoel pasaje de la dominacin colonial espaola al colonialismo interno, mantenidopor las elites republicanas, y contribuyeron a la construccin de una identidad

    india aimara-quechua. Pese a su importante influencia en los sindicatos cam-pesinos, nunca lograron consolidarse como movimiento poltico. Luego de sudivisin en torno a la participacin poltica en el Estado liberal en los noventa,uno de sus referentes, Vctor Hugo Crdenas, accedi a la vicepresidencia deBolivia en una alianza con el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR)en su etapa neoliberal, bajo el mando de Gonzalo Snchez de Lozada. Desdeese cargo, promovi el reconocimiento constitucional de Bolivia como un paspluritnico y multicultural. Con todo, el actual proceso de cambio, lideradopor Evo Morales, reconoce en el katarismo una de sus matrices poltico-ideol-gicas. Para un estudio de esta corriente, vase Silvia Rivera, Oprimidos pero no

    vencidos. Luchas del campesinado aimara y quechuade Bolivia, 1900-1980, LaPaz, HISBOLyCSUTCB, 1986.

    5 Pablo Stefanoni, Franklin Ramrez y Maristella Svampa,Las vas de la emanci-pacin, Mxico, Ocean Sur, 2009

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    filosofa de Kant, a una mirada ms prctica que, ya en los ochen-ta, conllevar su giro hacia lecturas ms leninistas.

    Un caso poco comn en la intelectualidad boliviana, GarcaLinera nunca milit en la izquierda tradicional (histricamenterepresentada por el Partido Obrero Revolucionario y el PartidoComunista de Bolivia), ni en las agrupaciones que heredaron unaideologa cristiano-guevarista, como el Movimiento de IzquierdaRevolucionaria (MIR), frente a las cuales mostr cierto desprecio.En efecto, sus lecturas de Marx, Lenin, Althusser o Gramsci leserviran de insumos en su polmica contra la vieja izquierda,

    y en su bsqueda de un marxismo adaptado a la realidad andi-na, previamente intentada por el comunista peruano Jos CarlosMaritegui. Su regreso a Bolivia, en 1985, coincidi con el rotun-do fracaso del gobierno reformista de la Unidad DemocrticaPopular (UDP) (conformada originalmente por el MovimientoNacionalista Revolucionario de Izquierda, el Partido Comunis-ta y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria), agobiado porla hiperinflacin y las presiones cruzadas de la entonces podero-sa Central Obrera Boliviana (COB) y los sectores empresarialesconservadores.

    Con el abandono anticipado del poder por la UDP, la izquierdadesapareci del escenario electoral, a excepcin del MIR, que so-brevivi, con el costo de convertirse al neoliberalismo. Al tiempo,la hoja de ruta poltico-intelectual de Garca Linera se centrabacada vez ms en el esfuerzo por articular dos razones revolu-

    cionarias en ese momento en disputa, marxismo e indianismo:6

    6 El pacto militar-campesino, firmado en los aos sesenta entre el movimientocampesino y el presidente militar Ren Barrientos, contribuy a aislar a los mi-neros (masacrados por la dictadura) y gener un largo periodo de desconfianzaobrera hacia los campesinos, lo cual fue agravado por la supuesta traicin delos campesinos al guerrillero argentino-cubano Ernesto Che Guevara. Estosestigmas fueron revertidos parcialmente con el crecimiento del katarismo y lanueva alianza obrero-campesina, a partir de finales de los aos setenta. Desde2003, son los campesinos quienes se consideran la vanguardia del proceso decambio liderado por Evo Morales.

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    Ah comienza una obsesin, que mantuve durante diez aos, derastrear aquello que haba dicho Marx sobre el tema [tnico]. Co-menzamos entonces a escudriar los cuadernos, los textos de Marx

    sobre los pueblos sin historia del ao 48 y los trabajos de Engels,pero tambin empezamos a revisar la lectura de los Grundrisse,ascomo tambin los textos sobre la India, sobre China, luego las car-tas a Vera Zaslich,7y luego los manuscritos etnolgicos, y tambinlos otros manuscritos, inditos, que estn en msterdam. Viajamoshasta all a buscar un conjunto de cuadernos que ah existen sobreAmrica Latina; hay unos ocho o diez cuadernos de Marx sobre

    Amrica Latina. Comienza una obsesin, con distintas variantes, afin de encontrar el hilo conductor sobre esa temtica indgena des-de el marxismo, y creyendo que era posible que el marxismo pu-diera dar cuenta de la fuerza de tal dimensin, del contenido y delpotencial de la demanda tnico-nacional de los pueblos indgenas.Ello implicaba mltiples peleas, en textos menos acadmicos y mspolmicos, con la izquierda boliviana, para la cual no haba indiossino obreros, campesinos o clase media. Se trataba de una polmica

    marginal, porque ramos un grupo de personas que no influamosen ninguna parte, nos dedicbamos a repartir nuestros panfletos,nuestros textitos, nuestros policopiados de cincuenta pginas, enlas marchas, en las minas. Pero ah se inicia una polmica []8

    Entre las polmicas, se encuentra el breve texto Amrica,donde Garca Linera polemiza con Jos Mara Aric en relacin

    con el acercamiento de Marx sobre Amrica Latina, en gran me-dida expresado en su discutido texto sobre Simn Bolvar, pu-blicado en The NewAmerican Encyclopedia.9

    Todo ello se produca en un contexto de contrarreformas neo-liberales, que condujeron a la derrota de la Marcha por la Vida de

    7 Proveniente del populismo (narodniki) adhiere posteriormente al marxismo y

    es parte del Grupo de Emancipacin del Trabajo fundado por Georgi Plejnov.8 Pablo Stefanoni, Franklin Ramrez y Maristella Svampa,Las vas de la emanci-pacin, op. cit.

    9 Bolvar y Ponte, en Cuadernos de Pasado y Presente, No. 30, 1972.

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    los mineros que, ante el cerco militar organizado por Vctor PazEstenssoro y el derrumbe internacional de los precios del estao,produce un repliegue y posterior desbandada, de la cual el mo-vimiento obrero boliviano y la COBno han logrado recuperarsehasta nuestros das, cuando Bolivia vive una nueva primaverapopular, liderada por campesinos e indgenas, e iniciada con laguerra del gas de septiembre y octubre de 2003. Pero la crisisobrera era la expresin de un fenmeno de mayor magnitud: elfin del capitalismo de Estado impulsado por la Revolucin Na-cional de 1952, cuya extremauncin en 1985-1986 qued para-

    djicamente a cargo del propio caudillo de ese levantamiento deobreros, campesinos y policas, que nacionaliz las minas, decretla reforma agraria e impuso el voto universal: el doctor Paz, co-mo era llamado popularmente, transformado en un convencidoimpulsor de las reformas estructurales promovidas por el Con-senso de Washington.

    En ese contexto de retroceso obrero, junto con sus teoriza-ciones plasmadas en libros comoLas condiciones de la revolucinsocial en Bolivia (basado en su lectura de Lenin) yDe demoniosescondidos y momentos de revolucin.10Marx y la revolucin en lasextremidades del cuerpo capitalista, se produce un acercamientode Garca Linera a campesinos ex kataristas, cuyo lder era FelipeQuispe Huanca, y a grupos mineros de base. Todos ellos aposta-ban a una repolitizacin y reinvencin del mundo popular,mediante la activacin de una identidad tnica a menudo oculta

    detrs de la identidad obrera o campesina, fortalecidas tanto porla izquierda marxista como por el nacionalismo revolucionario,que conceba la bolivianidad como sinnimo de mestizaje. Estaconstelacin de intelectuales (que inclua a su hermano Ral Gar-ca Linera y a su esposa e intelectual mexicana Raquel Gutirrez),campesinos y (ex) obreros da lugar a la experiencia de la OfensivaRoja de losAyllus Tupakataristas y a su brazo armado, el Ejrcito

    10 lvaro Garca Linera,De demonios escondidos y momentos de revolucin. Marxy la revolucin social en las extremidades del cuerpo capitalistaLa Paz, OfensivaRoja, 1991.

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    Guerrillero Tupac Katari (EGTK), cuyos marcos interpretati-vos de la realidad boliviana a diferencia del foquismo clsicode matriz guevarista ponan nfasis en la organizacin de unagran sublevacin indgena, mediante la organizacin militar y elarmamento de las comunidades.11

    Pese a su temprano fracaso militar, la actividad del EGTKseasent en un imaginario como lo indican los nombres de la or-ganizacin asociado a la memoria histrica de la rebelin delcaudillo aimara Tupac Katari en el siglo XVII, ahogada en sangrepor las tropas coloniales espaolas,12y esta guerrilla aimara

    mostr cierto xito en la formacin de cuadros indgenas. Inclu-so algunos campesinos del norte del lago Titicaca establecieronvnculos con el grupo guerrillero peruano Sendero Luminoso (ensus escuelas de cuadros), pero regresaban decepcionados por lainvisibilizacin de lo indio por parte de ese grupo mesinico deideologa maosta pasada por el tamiz de las tesis por momentosdelirantes del Presidente Gonzalo, tal como su lder, AbimaelGuzmn, era llamado por los militantes senderistas.

    Programticamente, la Ofensiva Roja defenda el derecho ala autodeterminacin e incluso a su separacin del Estadoburgus boliviano de las naciones aimara y quechua.13Noobstante los esfuerzos por articular marxismo e indianismo, talcomo lo muestran los propios panfletos del grupo armado, el n-fasis en las posiciones indianistas, con los qaras14como enemigos,o marxistas, que destacan en su anlisis la dimensin de clase, era

    variable en virtud de los autores de cada pronunciamiento. Mien-tras en algunas declaraciones del grupo se hablaba de los partidosde izquierda como portadores de ideologas forneas trasplan-

    11 Vase Jaime Iturri Salmn, EGTK: la guerrilla aimara en Bolivia, La Paz, VacaSagrada, 1992.

    12 Vase Sinclair Thomson, Cuando slo reinasen los indios. La poltica aimara en

    la era de la insurgencia, La Paz, Muela del Diablo, 2006.13 Jaime Iturri Salmn, EGTK: la guerrilla aimara en Bolivia, op. cit.14 Trmino que significa literalmente desnudo, y que los indgenas utilizan para

    referirse a los blanco-mestizos (blancoides) (N. del A.).

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    tadas de Europa, Qhanachiri (seudnimo de Garca Linera)15dedica centenares de pginas a hurgar en Marx, Engels o Leninpara encontrar respuestas al problema nacional o comunitario-campesino. De todos modos, la idea del gobierno indio apareceen unos y otros. A diferencia de la izquierda clsica, los egetecoscomo se los llamaba popularmente otorgan a los campesi-nos un papel revolucionario, y hasta comunista, e imaginan unsocialismo basado en el ayllu (estructura comunitaria aimara).16Es notable que Garca Linera mantuviera hasta la actualidad estaidea de luchar para que un indgena llegara a la presidencia de

    la repblica, incluso cuando haba abandonado su posicin so-cialista (al menos en trminos ortodoxos, es decir, de cambio delcapitalismo por una economa estatizada y plantificada).

    Luego de algunos atentados dinamiteros contra torres de al-ta tensin o poliductos, todos los integrantes de la direccin delEGTKfueron detenidos. Garca Linera fue aprehendido el 10 deabril de 1992, en la tranca de Senkata, en la ciudad de El Alto,colindante con La Paz, y posteriormente denunci haber sidotorturado por la polica. No obstante, pasada la peor parte de losinterrogatorios, comenz una etapa intelectualmente producti-va, con lecturas de antropologa andina, etnohistoria y economaagraria. Sobre la base de El capital de Marx y los textos de loscronistas coloniales, emprende un esfuerzo terico que se mate-

    15 Aqul que clarifica las cosas, en aimara (N. del A.).

    16 Dice Felipe Quispe: A nuestros opresores de siempre les tocar obedecer nues-tras leyes naturales [pero] nuestras leyes naturales y comunitarias no sern paraesclavizar ni discriminar a los qaras blancos extracontinentales, a los mestizoseuropeizados, etc., sino que nosotros pondremos la ley comunitaria, de igualdadde derechos para todos los que viven y trabajan con honradez en nuestra patriaQullasuyu (Bolivia). Los aimaras no estamos enfermos con un crudo racismoindio, no planteamos la lucha de razas de ninguna manera, entindanlo bien:aqu nadie est labrando un movimiento racial, nuestros planteamientos no tie-nen nada de irracional y mucho menos tienen rasgos medulares del pensamientofascista europeo, como algunos intrusos doctorcillos esgrimen para tratar dedesprestigiar, ensuciar y tergiversar el verdadero Tupakatarismo-Comunitarioque llama a la lucha de las Naciones Originarias al lado de las banderas de la luchade clases. Citado en Pablo Stefanoni, Franklin Ramrez y Maristella Svampa,Las vas de la emancipacin, op. cit.

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    rializar en el libro Forma valor y forma comunidad, que trabaja eltema del valor de uso, el valor de cambio y las lgicas organizati-vas de la modernidad, para hacer un contrapunto con las lgicasorganizativas del mundo andino. De tal reflexin deriva la lgicade la forma valor como la lgica de la modernidad capitalista,y la forma comunidad no como movimiento social, sino comolgica organizativa del mundo andino. Ms de una dcada des-pus, el autor recuerda:

    Como tena mucho tiempo disponible pude aplicar cierta forma

    de reflexin antropolgica, matemtica, y estudiar ciertos espaciossociales. Fueron cinco aos de encierro. Creo que es mi libro me-

    jor logrado por el tiempo que pude dedicarle, por la paciencia quetuvimos en armar las transcripciones, las palabras.17

    Inmediatamente despus de su salida de la crcel, se involucren el mundo acadmico, en la Facultad de Sociologa de la Uni-versidad Mayor San Andrs. Sus debates sobre el mundo obrerocon la izquierda obrerista y con quienes traan a Bolivia las tesissobre el fin de la clase obrera se tradujeron en dos investigacionesacadmicas, que se plasmaron en dos libros:Reproletarizacin,sobre el mundo fabril y sus cambios organizativos y tecnolgi-cos, yLa condicin obrera, sobre esos mismos cambios en tornoa la nueva minera. Se trata de analizar al nuevo proletariadode microempresas, de empresas fragmentadas, desconcentradas,

    conformado por mujeres y hombres muy jvenes, sin derechos,no tomados en cuenta por una entidad sindical matriz, atada a laidea de que los mineros seguan siendo la vanguardia del puebloboliviano. En sus propias palabras:

    Las conclusiones generales son que los obreros no han desapare-cido, incluso aumentaron, pero ha habido una modificacin de laestructura material de la condicin obrera, de la identidad obrera

    17 Franklin Ramrez Gallegos y Pablo Stefanoni, La monte au pouvoir des mouve-ments sociaux en Bolivia, op. cit.

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    y de la composicin poltica y cultural de la clase obrera [bolivia-na]; de all se deriva una explicacin de por qu la COBse extinguecomo movimiento social unificador del pas.18

    De todos modos, los aos noventa no eran un buen momentopara la intelectualidad crtica, ya que la mayora de los intelectua-les de izquierda fueron cooptados por el neoliberalismo multi-culturalista de Gonzalo Snchez de Lozada,19y la recepcin deestas obras fue escasa.

    En realidad, el salto a la palestra pblica de Garca Linera y

    otros intelectuales agrupados en torno al grupo Comuna,20

    se diode la mano de la guerra del agua de 2000, cuando los habitantesde Cochabamba se levantaron contra el aumento de las tarifaspor parte de la empresa Aguas del Tunari (Bechtel), con una vio-lenta pueblada que acab con la expulsin de la empresa trasna-cional. Pero, an ms importante que eso, la inesperada guerradel agua marc un punto de inflexin, acabando con dcada ymedia de derrotas populares y con la ilusin promovida por

    los intelectuales neoliberales del fin de la poltica de las calles ydel triunfo de la democracia representativa (liberal) como el ni-co espacio de la accin poltica. Poco a poco, un nuevo sentidocomn nacional-popular, y la revalorizacin de la accin directacomo forma de lucha, recuperaron parte de la legitimidad per-dida. Poco despus, los aimaras del altiplano paceo, lideradospor Felipe Quispe, bloquearon masivamente La Paz, impidiendo

    18 Pablo Stefanoni, Franklin Ramrez y Maristella Svampa,Las vas de la emanci-pacin, op. cit.

    19 Bajo el gobierno de Snchez de Lozada y del vicepresidente Vctor Hugo Crde-nas primer aimara en llegar a esa posicin se reconoci constitucionalmenteel carcter multicultural y pluricultural de Bolivia.

    20 Grupo poltico-intelectual conformado por Raquel Gutirrez, lvaro GarcaLinera, Luis Tapia, Ral Prada y Oscar Vega. Sus libros incorporaron elementostericos de las nuevas izquierdas, de la sociologa de los movimientos socialesy de la filosofa crtica para dar cuenta de las nuevas luchas indgenas-popularesposteriores al derrumbe de la Central Obrera Boliviana como ncleo hegem-nico del mundo subalterno boliviano.

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    incluso el ingreso de alimentos.21En un contexto de nuevas for-mas de lucha, pero sobre todo, de nuevos actores (en su mayoracampesinos e indgenas) poco comprendidos en las ciudades,se fue consolidando el papel de Garca Linera como socilogo-intrprete, lo que se reflej en su presencia cada vez mayor en losmedios de comunicacin, bajo la figura de moda del analista;en efecto, su creciente prestigio intelectual fue haciendo olvidara la opinin pblica su pasado guerrillero.

    Si bien hablaba desde el compromiso con los movimientossociales un trmino que fue ganando espacio frente a la ter-

    minologa clasista de antao, sus formas y posiciones polticasaparecan moderadas por sofisticados anlisis, capaces de tradu-cir a las clases medias urbanas la racionalidad (cosmovisin,diran los indianistas) de la Bolivia profunda y tradicionalmentedespreciada, completamente opaca para los intelectuales hege-mnicos. En esa poca, adems del italiano Antonio Negri (cuyostextos utiliz en sus estudios sobre la composicin poltica dela clase en sus trabajos sobre el mundo obrero), Garca Linerahace un giro sociolgico hacia las teoras de los movimientossociales, e incorpora la sociologa histrica de Charles Tilly y lavisin ms racionalista de la movilizacin de recursos, tomandodistancia de tericos como Alain Touraine.

    Fue en este momento que surgi el artculo sobre la formasindicato, la forma comunidad y como elemento novedo-so la forma multitud, uno de sus textos ms innovadores para

    entender las transformaciones en las formas de agregacin polticay social, producto de las reformas neoliberales desde mediadosde los aos ochenta. Este artculo marca su momentuum autono-mista, con cierta influencia del Negri de la multitud, ademsde su referente ms permanente, el francs Pierre Bourdieu, y elboliviano Ren Zavaleta.22No obstante, Garca Linera aclara que

    21 La Paz se encuentra en una especie de pozo (hollada), lo que facilita los bloqueos

    y cercos.22 Socilogo nacionalista que posteriormente evolucion hacia el marxismo. Desa-

    rroll un profundo anlisis poltico-sociolgico de Bolivia como una sociedadabigarrada.

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    utiliza el concepto multitud en un sentido diferente al de Negri,quien lo puso de moda, y que se refiere a una asociacin de aso-ciaciones de varias clases e identidades sociales sin una hegemo-na nica en su interior. All, segn el vicepresidente boliviano,

    [] pueden sumarse campesinos, regantes, estudiantes, obrerossindicalizados, desocupados, intelectuales, individuos sueltos, y lahegemona se mueve alrededor de temas, de circunstancias, movi-lizaciones temticas, autonoma de cada organizacin en funcinde sus repertorios, estructuras y sus maneras de cumplimiento;

    subsiste, sin embargo, una voluntad de accin conjunta en torno aun tema y a liderazgos mviles y temporales.23

    El Movimiento al Socialismo (MAS) fue resultado de esta agre-gacin de sindicatos campesinos de diverso tipo, herederos deuna cultura sindicalista del mundo plebeyo, que histricamentesuele hacer poltica desde el sindicato. En este marco, en 1995 seaprob la tesis del instrumento poltico, que instrua la con-formacin de un partido que permitiera a estas organizacionespopulares dar un salto a la arena electoral sin necesidad de alian-zas con los partidos legales de entonces (incluyendo los pequeosgrupos de izquierda con los cuales los campesinos, sobre todolos cocaleros ncleo duro del MAS deban aliarse a falta depersonera electoral propia).24

    De manera sorprendente, el ciclo de movilizaciones iniciado

    en 2000 tuvo su expresin electoral en 2002: el dirigente cocaleroEvo Morales, quien se haba embarcado en violentas confronta-ciones con el Estado en defensa del cultivo de la hoja de coca,obtuvo el segundo lugar en las elecciones presidenciales de eseao, a menos de dos puntos de Gonzalo Snchez de Lozada, quecosech algo ms del 22% de los votos. Pero poco ms de un aodespus, el mandatario que hablaba castellano con acento es-

    23 Pablo Stefanoni, Franklin Ramrez y Maristella Svampa,Las vas de la emanci-pacin, op. cit.

    24 Vase Pablo Stefanoni y Herve Do Alto,La revolucin de Evo Morales, op cit.

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    tadounidense fue derribado por una masiva insurreccin po-pular, conocida como la guerra del gas, que comenz atacandolos planes gubernamentales de exportar gas a Mxico y EstadosUnidos por puertos chilenos (pas que en la Guerra del Pacficode 1879 se apoder de la salida de Bolivia al ocano Pacfico),pero que acab construyendo un nuevo sentido comn antineo-liberal y anticolonial.

    Garca Linera comenz a dividir su tiempo entre la universi-dad, los medios de comunicacin donde empez a trabajar deforma sistemtica, incluso como analista en un popular noticie-

    ro y el asesoramiento a los sindicatos campesinos. Ese perfilde intelectual con vnculos con los movimientos sociales (inclusolos aimaras ms radicales lo respetan por haber estado preso porindianista) atrajo a Evo Morales, a quien comenz a asesorar demanera ms o menos formal. Ms tarde, en 2005, en medio deuna nueva guerra del gas, esta vez en demanda de la naciona-lizacin de los hidrocarburos, que provoc la cada del gobiernode Carlos Mesa y abri paso a elecciones anticipadas, su batallacotidiana por el sentido comn, como a Garca Linera le gus-ta definir retrospectivamente su actividad, lo proyect como elcomplemento ideal del lder cocalero en su objetivo de atraer a lasclases medias urbanas, temerosas del devenir del pas en manosde un indgena formado en la escuela del sindicalismo agrario.25

    Y el clima nacionalista que viva el pas, junto al fuerte des-prestigio de la derecha representada electoralmente por el ex

    presidente Jorge Tuto Quiroga allan el camino al triunfoelectoral del binomio Morales-Garca Linera el 18 de diciembrede 2005, con un indito 53,7% de los votos (el mayor porcentajeobtenido por una frmula presidencial desde la restauracin dela democracia en 1982), e inaugur la fase del socilogo-vice-presidente. Continuaba, as, una tradicin boliviana y latinoa-mericana de intelectuales que pasaron, con xito desigual, de

    25 En su concepcin de un gobierno de poncho y corbata, l estaba obligado ausar ese smbolo de la sociedad urbana-moderna, e incluso de la aculturacinde los indgenas.

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    las armas de la crtica a la crtica de las armas para transfor-mar una realidad, que en el caso boliviano fue moldeada por laincapacidad de sus elites para construir una nacin incluyente yun proyecto de pas compartido. Al mismo tiempo, su candida-tura vicepresidencial implic una ruptura definitiva con FelipeQuispe, quien siempre estuvo enfrentado con Morales por unapelea de liderazgos por el control de los sindicatos campesinos,y perdi con el lder cocalero la competencia por ser el primerpresidente indgena de Bolivia.

    Poco tiempo despus de ocupar una oficina en el Palacio Que-

    mado, Garca Linera sostuvo:

    La reflexividad sociolgica es decisiva porque si no uno se pierdeen el bosque. Es muy fcil perderse y comenzar a actuar intuitiva-mente, rodeado de infinidad de pequeos arbolitos. Creo que bue-na parte del funcionamiento de la administracin pblica es as, deah el esfuerzo por mirar el bosque en su conjunto, pero sta no esuna tarea fcil. Mientras que el acadmico puede ver en un proce-so relativamente largo la comprensin de la palabra y el saber ensentido colectivo (la conversin mediada del verbo en ideologa),en el gobierno vemos la conversin de la palabra en materia po-ltica, en hecho prctico institucional (la conversin del verbo enmateria mediante la maquinaria burocrtica). Pero es muy bonitolograr esta combinacin: un nivel de especificidad inaccesible parael investigador externo y un nivel de generalidad y mirada global

    imprescindible para orientarte en trminos ms sistmicos. Haciaall se dirige mi esfuerzo.26

    No obstante, este aterrizaje en la cpula del poder pondraa prueba las teoras previas de Garca Linera: ya no se tratabasolamente de analizar lo que ocurre, sino de interactuar con ununiverso popular que, como ya advirti Antonio Gramsci, con-tiene tendencias disruptivas, pero tambin conservadoras, fren-

    26 Pablo Stefanoni, El surgimiento de un neopatriotismo indgena, entrevista alvaro Garca Linera, en El Viejo Topo, No. 225, 2006.

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    te al orden vigente. Y esto es especialmente vlido para el casode Bolivia, donde esas tendencias conservadoras muy visiblesen el plano cultural y moral se combinan con fuertes fidelida-des corporativas, desde las cuales los sectores populares leen elmundo, hacen poltica y se movilizan en defensa de sus intereses.Adems, cuestiones ms prosaicas, como el patrimonialismo, losconstantes repliegues particularistas y la falta de cuadros poltico-administrativos, aparecieron como los lmites de la original, perono menos incierta, revolucin democrtica cultural, como des-de el gobierno definieron el nuevo rumbo iniciado por Bolivia

    en enero de 2006.Para algunos conclua as una progresiva moderacin de lasposiciones polticas e ideolgicas del ex matemtico; para otros,esa moderacin es slo un maquillaje que encubre una radicali-dad nunca abandonada, y para sostener esta perspectiva se basanen declaraciones de Garca Linera, como las que pronunci enOmasuyos el 20 de septiembre de 2006, cuando dijo, en un dis-curso de barricada, que en esta combativa regin aimara cercanaal Lago Titicaca aprendimos a amar y a matar en defensa de lapatria y de los recursos naturales, y record sus andanzas conun fusil bajo el poncho en sus pocas de guerrillero del EGTK.27

    No obstante, pese a pasajeras expresiones de radicalidad, elactual vicepresidente defendi en el plano poltico e intelectualuna salida pactada a la crisis entre el bloque indgeno-plebeyoemergente del occidente del pas y el bloque oligrquico-empre-

    sarial hegemnico, en los departamentos del oriente boliviano.Frente a la discusin bastante opaca sobre el denominadosocialismo del siglo XXI, promovida por el presidente venezolanoHugo Chvez, Garca Linera sostuvo que en Bolivia slo puedeaspirarse a la consolidacin de un capitalismo andino-amazni-co, como potencialidad y lmite de un escenario postneoliberal.

    27 Los Tiempos(Cochabamba), Garca Linera llama a defensa armada de la nacio-nalizacin, 21 de septiembre de 2006, disponible en http://www.lostiempos.com/noticias/21-09-06/nacional.php.

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    Sin embargo, ms que una teora, el capitalismo andino con-siste en algunas propuestas vinculadas a una articulacin entrelas formas modernas (capitalistas) y tradicionales de la economa(comunitario-microempresariales), con el Estado como artficede la potenciacin de estas ltimas mediante la transferencia detecnologa y recursos. De esta forma, no se aspirara a modernizarde manera homogeneizante el pas (como ocurra en el antiguodesarrollismo latinoamericano), sino a imaginar una moderni-zacin pluralista que reconozca el abigarramiento boliviano. Noobstante, el centro de la poltica postneoliberal pasa en la prc-

    tica por una recuperacin parcial del desarrollismo de los aoscincuenta, que en lo econmico se basa en la recuperacin delcontrol estatal de los hidrocarburos (mediante la nacionalizacindel 1 de mayo de 2006), que oblig a las empresas transnacionalesa firmar nuevos contratos con la estatal Yacimientos PetrolferosFiscales Bolivianos (YPFB) y a pagar mayores impuestos.

    Quizs la evolucin poltico-ideolgica ms significativa deGarca Linera es su pasaje con escasas mediaciones de susposiciones autonomistas a una defensa casi hegeliana del Es-tado, como sntesis de la voluntad general. Pero dejemos alpropio vicepresidente explicar esta evolucin:

    En las movilizaciones [desde 2000] haba anidado un enormepotencial comunitario, un enorme potencial universalista, unenorme potencial autonmico. Mis momentos de mayor lectura

    autonomista, autogestionaria y de posibilidad comunista son losmomentos anteriores a la movilizacin social. En los momentosen que comienzan a desplegarse las movilizaciones vemos susenormes potenciales pero tambin tenemos muy claras las limi-taciones que van aflorando. Recuerdo que, desde 2002, vamosteniendo una lectura mucho ms clara y hablamos del carcter dela revolucin, como democrtica y descolonizadora. Y dijimos:no vemos an comunismo. Por doctrina, la posibilidad del comu-

    nismo la vimos en un fuerte movimiento obrero autoorganizado,

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    que hoy no existe, y que, en todo caso, podr volver a emerger enveinte o treinta aos.28

    Y agrega:

    En los aos noventa se produjo una reconfiguracin total de lacondicin obrera que desorganiz todo lo anterior y dej microncleos dispersos y fragmentados de identidad y de capacidad au-toorganizativa. En el mundo campesino indgena vimos la enormevitalidad en trminos de transformacin poltica, de conquistas deigualdad, pero la enorme limitacin y la ausencia de posibilidadesde formas comunitaristas de gestin y produccin de la riqueza. Esolo comenzamos a observar con el tema del agua en Cochabambaen 2000 y, ms tarde, en 2003, con las dificultades para el abasteci-miento de garrafas en El Alto.29

    Y aade:

    Entonces, cmo interpretar todo esto? El horizonte general de lapoca es comunista. Y ese comunismo se tendr que construir a par-tir de capacidades autoorganizativas de la sociedad, de procesos degeneracin y distribucin de riqueza comunitaria, autogestionaria.Pero en este momento est claro que no es un horizonte inmediato,el cual se centra en conquista de igualdad, redistribucin de rique-za, ampliacin de derechos. La igualdad es fundamental porquequiebra una cadena de cinco siglos de desigualdad estructural, se

    es el objetivo de la poca, hasta donde puede llegar la fuerza social,no porque lo prescribamos as sino porque lo vemos. Ms bien,entramos a ver al movimiento con ojos expectantes y deseosos delhorizonte comunista. Pero fuimos serios y objetivos, en el sentido

    28 Maristella Svampa y Pablo Stefanoni, Evo simboliza el quiebre de un imaginariorestringido a la subalternidad de los indgenas, entrevista con lvaro GarcaLinera, en Observatorio Social de Amrica Latina, No. 22, 2007.

    29 Ibd. Eso fue todava ms claro en la segunda guerra del gas, en junio de 2005,cuando las organizaciones sociales fueron incapaces de resolver el abastecimien-to de garrafas y otros productos bsicos a la poblacin movilizada, de modo talque los bloqueos terminaron debilitando a los propios alteos.

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    social del trmino, al sealar los lmites del movimiento. Y ah vinola pelea con varios de los compaeros acerca de qu cosa era posiblehacer. Cuando entro al gobierno lo que hago es validar y comenzar

    a operar estatalmente en funcin de esa lectura del momento actual.Entonces, dnde queda el comunismo?, qu puede hacerse desdeel Estado en funcin de ese horizonte comunista? Apoyar lo msque se pueda el despliegue de las capacidades organizativas aut-nomas de la sociedad. Hasta ah llega la posibilidad de lo que puedehacer un Estado de izquierda, un Estado revolucionario. Ampliarla base obrera y la autonoma del mundo obrero, potenciar formas

    de economa comunitaria all donde haya redes, articulaciones yproyectos ms comunitaristas. Sin controlarlos. No hay un proce-so de cooptacin ni de generacin desde arriba de comunitarismo.Eso no lo vamos a hacer nunca.30

    La seleccin de textos que presentamos en este volumen poneen evidencia la evolucin terica y poltica de un intelectual cuyasagendas de investigacin fueron dictadas, en una primera ins-

    tancia, por las necesidades de la lucha poltica (como intelectualmilitante). Ms tarde, y sin perder esta perspectiva, el trabajo deGarca Linera se inserta de manera ms sostenida en el campoacadmico, con la autonoma y las reglas de juego que ste conlle-va (ya como acadmico comprometido), para finalmente, recalaren la poltica institucional, en una nueva y tensa articulacin entrepraxis poltica e intelectual.

    Por eso este libro tiene varias claves de lectura. Por un lado,es una suerte de biografa intelectual del vicepresidente bolivia-no. Pero, y an ms importante, la seleccin de artculos ayuda acomprender las mutaciones sociopolticas (analizadas desde re-gistros tericos y sociolgicos) y el devenir poltico de Bolivia enel siglo XXI, al tiempo que deja entrever los debates ideolgicosque atraviesan la rica historia poltica nacional. La historia de unpas que, parafraseando a James Dunkerley, lleva la rebelin en

    las venas.

    30 Ibd.

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    ANTOLOGA DELVARO GARCA LINERA

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    I. MARXISMOYMUNDOAGRARIO

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    INTRODUCCIN ALCUADERNO KOVALEVSKY 1

    En septiembre de 1879, Maksim Kovalevsky, un historiador ru-so, le regal a Marx su libro titulado Obshchinnoe Zemlevladenie(Posesin comunal de la tierra). Marx, que por esos aos venaestudiando materiales sobre la existencia de las comunidadescampesinas en particular y, en general, materiales sobre las rela-ciones agrarias, para la redaccin del volumen III de El capital,no tard mucho tiempo en incluir en sus lecturas esta obra deKovalevsky. Como resultado de su lectura, Marx redact, entrenotas, comentarios y transcripciones, ms de ochenta pginas deuno de los cuadernos que, despus de su muerte, fueron a pararal Instituto Internacional de Historia Social de Holanda,2con la

    numeracin B140.Al igual que otros materiales valiossimos de esos aos, quecontienen el enriquecimiento del pensamiento de Marx sobrelas sociedades agrarias, el Cuaderno Kovalevsky hasta ahora noha sido publicado en las obras completas de Marx y Engels enalemn y, menos an, traducido al castellano. La primera pu-

    1 Texto extrado de lvaro Garca Linera,Introduccin al Cuaderno Kovalevskyde Karl Marx, La Paz, Ofensiva Roja, 1989.

    2 Sobre el destino de las obras de Marx, vase Karl Marx, Cuadernos etnolgicos(extractos escogidos), La Paz, Ofensiva Roja, 1968.

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    blicacin parcial de estas notas de Marx se realiz en ruso, enrevistas especializadas que solamente dieron a conocer algunoscaptulos.3Posteriormente, en 1975, el antroplogo LawrenceKrader public la mayor parte de este cuaderno en ingls, peroaun as esta publicacin es incompleta, porque faltan las notas deMarx sobre los captulos I y II del libro de Kovalevsky, que segnKrader tampoco han sido publicadas, al menos hasta 1975, ni enalemn ni en ruso.

    KOVALEVSKYYMARX

    La obra de Kovalevsky est dividida en tres partes. La primeratrata acerca de la propiedad en las culturas de caza y pesca en elnuevo mundo, y sobre las formas de control de la tierra de losespaoles en las partes conquistadas de Amrica. Lamentable-mente, esta parte, que quizs hubiera sido la de mayor interspara nosotros, no fue publicada por Krader.

    La segunda trata de la cuestin de la tierra en la India durantela invasin inglesa y, anteriormente, durante la invasin de otrospueblos asiticos. La tercera parte trata igualmente de las rela-ciones de propiedad de la tierra en Argelia bajo el dominio de losrabes y luego de los franceses.

    De esta obra, Marx ha de tomar principalmente numerososdatos y referencias para comprender mejor la historia de esospueblos, pero en particular ha de tomar nota favorablemente de

    una serie de argumentos desarrollados por Kovalevsky, que dealgn modo enlazan con posiciones anteriormente sostenidaspor Marx. Este es el caso de los argumentos desarrollados porKovalevsky acerca de la existencia de la propiedad comunalde la tierra en los momentos iniciales del surgimiento de la orga-nizacin social de los hombres, y la asociacin comunitaria deltrabajo agrcola desde los momentos mismos en que los grupos

    3 La cronologa de la historia de la India hecha por Marx fue publicada en rusoen 1947. Los captulos III-IV fueron publicados en 1958, tambin en ruso. Y,finalmente, se publicaron los captulos VIII y IX en 1959.

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    humanos comenzaron a establecerse permanentemente en zonasfijas. Asimismo, Kovalevsky tambin desarroll y mostr clara-mente cmo las acciones de Espaa, Francia e Inglaterra durantela invasin y la colonizacin de los pueblos americanos, indios yargelinos destruyeron, o al menos hicieron los esfuerzos al alcancede su visin histrica, para desarticular las relaciones comunalesancestrales sobre la tierra a escala social. Marx ya haba anticipa-do estas ideas, en particular respecto a la India, desde 1853, ensus artculos periodsticos.

    Si bien Marx coincidi con estas apreciaciones de Kovalev-

    sky y con otras como la posibilidad de la continuidad de lacomunidad por caminos propios si no hubiera intervenido la co-lonizacin, etctera, en muchas otras partes somete a crticalas posiciones de Kovalevsky y desarrolla por cuenta propia, y encontraposicin a l, sus ideas. As, por ejemplo, Marx desarrollen discrepancia con Kovalevsky, que vea en la concienciauna de las causas de la divisin del clan el estudio de las condi-ciones materiales objetivas que en realidad llevaron a tal divisin.Asimismo, Marx rechaza las apreciaciones de Kovalevsky sobreunas supuestas tendencias a la individualizacin de la propie-dad de la tierra comunal y seala, por su parte, el surgimiento delas tendencias a la disolucin de la comunidad original, en trmi-nos de la autonomizacin de la autoridad frente a la comunidad,y a las diversas fuerzas de control de la posesin comunal sobrelas tierras que van estableciendo e imponiendo.

    En sus notas, Marx tambin contina tratando, de una ma-nera novedosa y sumamente enriquecedora, el problema de ladistincin entre posesin y propiedad de la tierra. Ya entre 1857y 18584intent precisar, en sucesivas definiciones, el significadode propiedad comunal y estatal, y de posesin individual ensociedades agrarias donde supuestamente no existe propiedad

    4 Karl Marx, Formas que preceden a la produccin capitalista (1957-1958), enGrundrisse: Elementos fundamentales para la crtica de la economa poltica, Mxi-co, Siglo XXI, 1982. Sobre el estudio detallado de este tema, vase LawrenceKrader, The Asiatic Mode of Production, Amsterdam, Van Gorcum, 1975, caps.III y IV.

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    privada de la tierra. En los Cuadernos Kovalevsky, esta distincinse hace ms tajante, por cuanto Marx da cuenta de la imposibili-dad de aplicar el mismo concepto de propiedad usado en Eu-ropa, para estudiar sociedades en donde la tierra no puede seralienada (vendida). Cambiando sistemticamente los ttulos deKovalevsky en los que se habla de propiedad por posesin,Marx prefera hablar de la comunidad como duea de las tie-rras, y de los individuos trabajadores como poseedores de ella.Por ltimo, otra de las crticas ms sustanciales e importantes deMarx a Kovalevsky ser el rechazo continuo del primero al in-

    tento del segundo de aplicar la teora del feudalismo europeo aldesarrollo histrico de la India. Marx no slo ironizar con el des-cubrimiento de supuestos feudalismos que Kovalevsky querrver tras la colonizacin inglesa y la invasin turca a la India, sinoque tambin se opondr a sus intentos de aplicar fcilmente losesquemas interpretativos vlidos para Europa occidental a unasociedad totalmente distinta, y marcar la necesidad de enten-der, a partir de categoras indias, el desarrollo histrico de esasociedad. Posteriormente trataremos un poco ms este punto.

    LAIMPORTANCIADELCUADERNOKOVALEVSKY

    Las notas de Marx a Kovalevsky, forjadas en el mismo mbitode preocupaciones y enriquecimiento de su pensamiento de losCuadernos etnolgicos, presentan la misma importancia que ha-

    bamos sealado para ellos.En primer lugar, reafirman y desarrollan la concepcin deMarx sobre el contenido multilineal de la historia que precedeal capitalismo, o mejor, semejante a la de un espacio continuo yorientado, donde el devenir de los pueblos, iniciado en un puntocomn la comunidad primordial, ha avanzado por mltiplesy distintos caminos hasta un momento en que el curso de uno deellos, el desarrollo capitalista, comienza a subordinar al resto decursos histricos a sus fines, disgregndolos, sometindolos e im-ponindoles su propio devenir. Diversos cursos no capitalistas dela historia ahora son empujados y obligados a ser parte integrante

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    de un solo devenir histrico capitalista. Pero, mientras se man-tenga esta lucha contra la imposicin capitalista, an no realizadaplenamente (existencia de trabajadores comunitarios del campo),y por las propias tendencias de su realizacin consumada (exis-tencia del proletariado), se abre la posibilidad de continuidad,en condiciones nuevas, de los cursos histricos comunitarios nocapitalistas, pero ahora como integrantes impulsores de un nue-vo camino histrico: el comunismo, que representa, en parte, lacontinuidad de la antigua trayectoria no capitalista, pero tambinsu superacin, porque la nueva comunidad estar marcada por

    las guerras anticapitalistas que ayudaron a derrotar, tanto a lasfuerzas capitalistas, como a las antiguas fuerzas internas que laempujaban a su disolucin.

    Marx, en sus notas, al rechazar frontalmente los intentos decaracterizacin feudal de la historia socioeconmica de India yArgelia, explcitamente est rechazando, a la vez, no slo la con-cepcin evolucionista de Kovalevsky heredada de Sir HenryMaine, sino tambin todo tipo de visin mecnica y lineal de laHistoria, segn la cual todos los pueblos del mundo tendran querecorrer caminos similares a los de Europa. Marx, al no aceptaresta concepcin, al burlarse de ella y rechazar el uso de categoraspropias del conocimiento de Europa, pero errneas para el enten-dimiento de otras sociedades cuyo curso histrico es distinto, nosest indicando la imposibilidad del pensamiento revolucionariode encajar o rellenar a la fuerza la realidad en esquemas abstractos.

    Y nos muestra, en cambio, que todo conocimiento cientfico dela realidad debe hacer emerger del estudio de sus propias condi-ciones reales, las posibilidades de similitud con otras realidadeso sus diferencias.

    Esta concepcin marxista de la diversidad del desarrollo his-trico de los pueblos del mundo, y su oposicin a trazar caminosprogresivos y obligados de historia, ciertamente es ya una con-tinuacin de sus ideas expresadas en la redaccin de El capitalsobre las sociedades agrarias antiguas y, en particular, de los ra-zonamientos desarrollados en los Grundrisse sobre las diversassociedades que se desarrollaron sobre la base de la comunidad

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    originaria, como la formacin econmica social eslava, germnica,asitica, etctera. En conjunto vemos, pues, en Marx, una concep-cin del desarrollo histrico que difiere antagnicamente de losesquemas linealistas y en ocasiones con rasgos racistas conlos cuales representantes de la Segunda Internacional caracteriza-ron el desarrollo histrico,5y que luego fueron continuados porStalin en su famoso texto Materialismo dialctico, materialismohistricoy por todos los manuales de divulgacin marxista,segn los cuales la historia conoce cinco modos de produccinprogresivos que todos los pueblos habran tenido que atravesar

    invariablemente: comunidad primitiva, esclavismo, feudalismo,capitalismo y socialismo.6

    5 Los pases modernos ya no podrn arreglrselas sin regiones que proporcionenciertas materias primas y productos tropicales indispensables para la industria ylas necesidades de la humanidad []. Por lo tanto, hasta la sociedad socialistadel futuro deber elaborar su poltica colonial, reglamentando las relaciones delos pases que han alcanzado en la escala de la evolucin econmica un gradosuperior al de las razas atrasadas []. Podemos abandonar la mitad del globo

    al arbitrio de pueblos que an no han superado el perodo de la infancia? [].La hiptesis de Karl Marx de que ciertos pases podrn, al menos parcialmente,obviar el perodo capitalista en su evolucin econmica no se ha realizado. Lospueblos primitivos slo accedern a la civilizacin pasando por ese calvario. Porlo tanto, nuestro deber consiste en no obstaculizar el desarrollo del capitalismo[]. Nosotros, socialistas libres de todo prejuicio de razas y colores, guarda-mos en nuestro corazn una esperanza ilimitada en el futuro de las razas llama-das inferiores. Henri Van Kol, Congreso Socialista, 14-20 de agosto de 1904,msterdam, Holanda, citado en Stuart Schram y Hlne Carrre, El marxismoy Asia, Buenos Aires, Siglo XXI, 1965.

    6 Joseph Stalin, Sobre el materialismo dialctico y el materialismo histrico, enCuestiones del leninismo, Pekn, Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1977, pp.849-890. La sucesin progresiva de estos cuatro primeros modos de produc-cin, aun para el caso de Europa, en el que Engels y Kautsky se basaron parageneralizarlos, es relativa. En el estudio que Karl Kautsky hizo con los ltimosdatos histricos despus de la muerte de Marx y de Engels Karl Kautsky,Lacuestin agraria (1898), Mxico, Era, 1963, sobre el campo alemn entre elsiglo XV y XVIII, el autor no puede ocultar la existencia, en medio de relacio-nes feudales, de formas comunitarias de trabajo (la marka, que no desaparecitotalmente, como se crea despus de las invasiones germnicas al Imperio Ro-mano), sino que permanecieron en algunos casos hasta finales del siglo XVIII,configurando en estos casos una relacin de subordinacin de la comunidad alos llamados seores feudales, muy parecida a la estudiada por Marx en la Indiay a la cual, como luego veremos, se opuso a denominar como relacin feudal

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    Diametralmente opuesto a estos esquematismos reacciona-rios, el pensamiento revolucionario de Marx avanz, en cambio,en la comprensin de que la historia social haba continuado apartir de un punto comn inicial, la comunidad primordial, pormltiples vas de desarrollo, distintas de un pueblo a otro o de uncontinente a otro. As, en su concepcin, ya en los Grundrisse de1857, Marx seala cuatro caminos distintos de transformacin ydesarrollo de la antigua comunidad original: la comunidad eslava;la comunidad germnica; la comunidad asitica o peruana, queluego dio lugar al modo de produccin asitico; y la comunidad

    antigua, de donde surgi la sociedad esclavista europea.7

    Esta clasificacin es inicial, ya que est dada en funcin delconocimiento restringido que para entonces tena Marx sobre lassociedades no capitalistas;8y es parcial porque, por ejemplo, estausente el tipo de sociedad que sigui a la comunidad primordialy antecedi al feudalismo en Japn;9o el carcter de las simili-

    de produccin. Marx vio una relacin similar en la historia econmica de los

    pueblos eslavos (Bulgaria, Rumania, Hungra, Eslovaquia, parte de Yugoslavia,etc.) y tambin en los pueblos de las alturas alpinas de Suiza, entre otros. Resul-ta entonces que no es exagerado afirmar que el mismo feudalismo, lejos de serun modo de produccin ampliamente difundido, en realidad constituy unaparticularidad de la propia historia europea antes del capitalismo.

    7 Karl Marx, Grundrisse, op. cit.8 Como establece Eric Hobsbawm (Introduccin, en Eric Hobsbawm y Karl

    Marx, Formaciones econmicas precapitalistas, Mxico, Siglo XXI, 2002, p. 20),en la poca de Marx la antropologa moderna estaba en su infancia, y Lewis Hen-

    ry Morgan an no haba publicado su obra fundamental,La sociedad primitiva(Madrid/Bogot, Ayuso y Pluma), que enriqueci mucho el pensamiento deMarx. Con todo, en los aos cincuenta del siglo XIX, entre las lecturas de Marxsobre el tema, adems de los economistas clsicos y de Filosofa de la historiade Hegel, est tambin William Prescott, quien escribi sobre la historia de laconquista del Per y de Mxico; as como Felix Wakefield, Herman Merivale,William Howitt, y otros autores que estudiaron la historia de la colonizacin.Estas lecturas y sus comentarios estn en el Cuaderno XIV, en el InstitutoInternacional de Historia Social de msterdam y an no han sido publicados.Sobre esto, vase Enrique Dussel,La produccin terica de Marx (un comentario

    a los Grundrisse), Mxico, Siglo XXI, 1985.9 Sobre el sealamiento de esta ausencia y otros puntos sobre la concepcin mul-

    tilineal de Marx, vase Umberto Melotti,Marx y el Tercer Mundo,Buenos Aires,Amorrortu, 2002.

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    tudes y diferencias entre la comunidad asitica y la comunidadprevaleciente en las regiones andinas durante el imperio incaico.Aunque en los Grundrisse ambas se encuentran, denominadascomo Primera forma de propiedad de la tierra, y algo similaraparece en el primer tomo de El capital;10en el tercer tomo, re-dactado aos despus, la comunidad asitica es calificada comoforma artificial,11por estar constituida, en parte, por disposi-ciones desde el poder central, cosa que no encontr Marx en laIndia, aunque s un poco en la comunidad rural rusa. Por estas di-ferencias, y otras que seguramente encontr en las notas de Marx

    sobre Kovalevsky en relacin con Amrica Latina (no publicadashasta ahora), es que Krader, al hacer un balance de la concepcinsobre el desarrollo histrico, ve que para Marx la comunidad pre-colombina en Amrica constituye una va distinta del desarrollodel modo de produccin asitico, diferente al de la India, China,Argelia, Rusia, Medio Oriente y otros pases.

    Lo importante de todo esto es la metodologa usada por Marxal estudiar la historia de los pueblos bajo formas de produccinno capitalistas comunitarias, que lejos de encajar la realidad enesquemas preestablecidos como hacen los pseudomarxistaslocales, lo que hace es desentraar de esa realidad su cono-cimiento y su caracterizacin. Y es en esa riqueza desde dondeMarx va descifrando la multilinealidad y diversidad de desarrolloshistricos diferentes de Europa, Amrica, Asia y frica, y ha deencontrar en ello las tendencias comunistas de esas sociedades

    antiguas que, junto con las tendencias comunistas dentro del ca-pitalismo, y precisamente por ellas, abren la posibilidad y la ne-cesidad de la Revolucin Comunista en el mundo.

    ELMARXISMOYLACOMUNIDADANDINA

    Para nosotros, la importancia de este pensamiento creativo deMarx es fundamental. Y no nicamente para reconocer nuestra

    10 Karl Marx, El capital. Tomo I, Mxico, Siglo XXI, 1984, p. 107.11 Karl Marx, El capital. Tomo III, op. cit.,p. 1114.

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    realidad y nuestro pasado, sino, en primer lugar, para entenderlas fuerzas comunitarias que junto a las que ha creado el capi-talismo para negarlo empujan nuestra sociedad a la posibilidaddel socialismo. En este intento de conocimiento no slo empricode datos de la realidad precolonial, colonial y republicana, sinotambin en el entendimiento global de las estructuras socialesde estas pocas, nada se le tiene que agradecer a los supuestosmarxistas oficiales que han poblado nuestras tierras todos estosaos. Lo poco hallado y entendido hasta ahora, en cuanto a datosempricos sobre la comunidad agrcola en los Andes, se debe ms

    al trabajo de antroplogos e investigadores liberales extranjerosque, pese a su dudosa exposicin poltica, han aportado elemen-tos para la comprensin de la realidad.

    El supuesto marxismo, que en realidad no fue ms que unacaricatura de tercera de l, que desde los aos treinta comenz aaparecer por estas tierras, se apoyaba en bases deformadas. Susdos vertientes, trotskista y estalinista, a pesar de su supuesto an-tagonismo, en realidad compartieron (y comparten) las mismasdeformaciones, tergiversaciones y desconocimiento del marxismorevolucionario. Ambas corrientes, asentadas en la misma con-cepcin tecnicista y esttica del socialismo, que de marxista notiene ni el nombre, en el terreno de la concepcin de la Historiatambin compartieron (y comparten) el mismo esquematismolineal y gradualista canonizado por Stalin, y popularizado porlos famosos manuales de economa y filosofa. As, por ejemplo,

    atrapados en el dilema de entender una realidad como la incaica,no encontrada en las recetas de los manuales, pero constreidosa encajarla a como diera lugar dentro de uno de los cinco molde-citos que esos manuales marxistas les indicaban, Jos AntonioArze, el mximo representante del estalinismo local de los aoscuarenta, opt por la definicin de semi-socialismo,12sin tomar

    12 Jos Antonio Arze, Fue socialista o comunista el Imperio de los incas?(1941), en Waldemar Espinoza (ed.),Los modos de produccin en el Imperio delos incas, Lima, Amaru, 1978. Otro autor, Arturo Urquidi, igualmente aferradoal mecanicismo linealista, en su libroLas comunidades indgenas en Bolivia(Co-chabamba, Los Amigos del Libro, 1970), coloca a la comunidad incaica dentro

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    en cuenta que el socialismo slo puede darse bajo los trminosdel control de los trabajadores directos sobre sus condiciones deproduccin, de vida social y del producto de su trabajo, cosa queen el Imperio Inca no suceda ya, por la presencia de un Estadoburocratizado, y por lo tanto de una clase social diferenciada deltrabajador directo, que asumi para s, tanto el control de partedel excedente producido, como la relacin econmica polticaentre las diversas comunidades, etctera.

    Por su parte, el trotskista Liborio Justo, en el mismo lmite desus cinco opciones a elegir, opt por una combinacin confusa

    de dos de ellas: calific al incario como esclavismo basado en lapropiedad comn de la tierra por la clase dominante (?);13a suvez, Guillermo Lora, del que se puede decir que hasta ahora noha logrado conocer el marxismo,14y mucho menos entenderlo,prefiere rechazar el trmino socialista para las sociedades pre-colombinas, y se limita a usar precapitalistas, lo que demuestrasu ignorancia y total confusin al respecto, porque mete en unmismo saco diversas formas de sociedad, como la formacin eco-nmica eslava, germnica, el modo de produccin asitico, etc.,con lo que el entendimiento del incario queda peor que antes dehaber comenzado.

    En general, todos estos calificativos lo que sealan es la inca-pacidad de este marxismo deformado para entender una realidadconcreta. Marx, que jams intent sacralizar los cinco modos de

    de la comunidad primitiva en proceso de transicin hacia el esclavismo o el feu-dalismo. Por su parte, Jorge Echaz, en 1983 en su libroLos problemas agrario-campesinos en Bolivia(La Paz, CEUByFAO, 1983), habla del incaico como deuna variante andina de un supuesto modo de produccin tributario. Si bien esnecesario reconocer en este ltimo autor cierta apertura intelectual, lo del modode produccin tributario (que en realidad ya fue usado por otros autores paraestudiar frica), es una categora inconsciente y no marxista, puesto que definelas relaciones econmicas a partir de la esfera de la distribucin y circulacindel excedente, cuando en realidad el fundamento de toda relacin econmicadebe ser estudiado en trminos del proceso inmediato y global de produccin.

    13 Liborio Justo,Bolivia, la Revolucin derrotada, Buenos Aires, Jurez, 1971.14 Guillermo Lora, Elementos del marxismo, en Obras completas, La Paz, Edi-

    ciones Masas, 1994, p. 42 y ss. As, por ejemplo, en su clasificacin del desarrollohistrico de la sociedad, se limita a copiar, textualmente, los esquemas de Stalin.

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    produccin sealados en su introduccin de 1859, en otros textos,como los Grundrisse y luego en El capital, los Cuadernos Kova-levsky, los Cuadernos etnolgicos, etc., seal la existencia de otrasposibles formas de produccin; tal es el caso de la comunidadincaica que, para Marx, ni era esclavismo, ni feudalismo, ni la co-munidad primitiva, ni mucho menos un semi-socialismo, sinoque fue sealada como una forma de desarrollo-disolucin de lacomunidad primordial, que da paso a otra formacin econmicosocial basada en un nuevo tipo de comunidad, donde se conjuganuna elevada divisin del trabajo, una forma de control comunal

    de la tierra, asociacin para el trabajo junto al trabajo individual,unin de la manufactura y el trabajo agrcola, la existencia de unEstado como personificacin de la unidad de las comunidades,pero en cuyo seno han de manifestarse y desarrollarse diferenciassociales y relaciones de dominacin, etctera. Se trata entonces,de un modo de produccin estudiado por Marx en los Grun-drissebajo la denominacin inicial de forma comunitaria incaicay luego, en su forma desarrollada, generalizada como modo deproduccin asitico, que tambin podra haberse llamado inca,afro-asitico, etctera.15Pero en todo caso se trata, para Marx,de un modo de produccin diferente a las tonteras con las quelos pseudomarxistas intentaron clasificarlo.

    Respecto a la caracterizacin de la colonia y la repblica, lasuerte de estos autores y otros herederos del esquematismo re-accionario de la III Internacional y de Stalin no es distinta. El

    pirista Jos Antonio Arze caracteriz a la colonia como sociedadfeudal,16de igual forma lo hizo Tristan Marof. Al estudiar los pri-meros aos de la repblica que, como bien sabemos, no cambiel fundamento de la estructura agrcola heredada de la colonia yque, tan slo en trminos de la distribucin del excedente, stepas del control de la corona y sus representantes al de los crio-

    15 Lawrence Krader, Evolucin, revolucin y Estado: Marx y el pensamiento et-

    nolgico, en Eric Hobsbawm (ed.), Historia del marxismo.Tomo II, Barcelona,Bruguera, 1980.

    16 Jos Antonio Arze, Fue socialista o comunista el Imperio de los incas?,op. cit.

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    llos, Roberto Alvarado, socilogo del Partido Comunistade Bolivia (PCB), caracteriz esta estructura econmica agrcolaen trminos feudales,17al igual que Guillermo Ovando Senz.18.La tesis programtica del PCB, redactada en 1986, ratifica esta vi-sin feudal de las relaciones de produccin en el campo hasta1952. Por su parte, Guillermo Lora, tambin incapaz de superaresta religiosa repeticin de las leyes histricas de manual, peroobligado a diferenciarse parcialmente de los primeros, solucionael problema sencillamente no estudindolo y por tanto, no enten-diendo el rgimen de la tierra (y en general de la economa entera)

    en la colonia y en la repblica; as, slo habla de pas capitalistaatrasado, donde se combinan diversos modos de produccin yen el cual predomina el capitalista;19en otras partes hablar de lafeudal-burguesa, aceptando explcitamente la caracterizacinfeudal de la economa agraria, al menos hasta 1952.

    Lamentablemente, la superacin de este burdo esquema (es-clavismo-feudalismo-capitalismo) en el que se quiere arrinconara la historia, tampoco ha sido superado por otros autores mu-chsimo ms creativos, pero influenciados indirectamente por elesquematismo estaliniano. Ramiro Condarco, al hablar de la vidaeconmica previa a la gran sublevacin aimara de 1898, se quedaen medio de la caracterizacin feudal del campo. Hans Dietrich,a pesar de su amplio conocimiento de Marx, queda preso de losprejuicios de los autores locales en los que basa su estudio sobreBolivia, y tambin se queda en la misma afirmacin que el ante-

    rior.20

    Danilo Paz, que aporta en la comprensin de la diversidad17 Roberto Alvarado,Apuntes para una visin dialctica de Bolivia, La Paz, Roalva,

    1979 (publicacin pstuma).18 Guillermo Ovando Senz, El problema nacional y colonial de Bolivia, La Paz,

    Juventud, 1984.19 Guillermo Lora, Tesis de Pulacayo, La Paz, Federacin Sindical de Trabajadores

    Mineros de Bolivia, 1978; Historia de los partidos polticos de Bolivia, La Paz, LaColmena, 1987.

    20 Heinz Dietrich,Relaciones de produccin en Amrica Latina, Mxico, CulturaPopular, 1978. En la misma caracterizacin feudal, tambin encontramos auto-res diversos como Arturo Urquidi,Bolivia y su Reforma Agraria, Cochabamba,UMSS, 1969; Luis Antezana, Proceso y sentencia a la Reforma Agraria en Bolivia,

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    de relaciones de produccin prevalecientes en el campo hasta1952, rescata la existencia de relaciones productivas comunalesdentro de las comunidades en la hacienda, pero al estudiar la re-lacin entre estas dos, hacienda y comunidad, ve relaciones feu-dales entre ellas, por la existencia de renta en trabajo21que, comoveremos despus, segn Marx no es una condicin determinantepara la caracterizacin de la produccin feudal. Quiz uno de losautores marxistas que con mayor claridad vio el problema de lacomunidad agraria para caracterizar el modo de caer en el falsodilema de feudalismo o semifeudalismo fue Zavaleta,22que seala

    La Paz, Puerta del Sol, 1979; Amado Canelas,Mito y realidad de la ReformaAgraria, La Paz/Cochabamba, Los Amigos del Libro, 1966; Jorge Echaz,Losproblemas agrario-campesinos de Bolivia, op. cit.; Julio Mantilla, Grupos poster-gados de Bolivia, La Paz, UNICEF, 1986, p. 295.Sin lugar a dudas, esta discusin abarca tambin autores de todo el continente,desde Jos Carlos Maritegui, Vctor Haya de la Torre, Louis Baudn, etc., hastaautores ms recientes. Sobre los aportes de los ltimos aos, vase: Cuadernos dePasado y Presente, No. 40:Modos de produccin en Amrica Latina, 1973; Roger

    Bartra et al.,Modos de produccin en Amrica Latina, Mxico,Cultura Popular,1979; Andre Gunder Frank, Rodolfo Puiggrs y Ernesto Laclau,Amrica Latina:feudalismo o capitalismo?, Mxico, Quinto Sol; y Roger Bartra et al., El modode produccin asitico, Mxico,Era, 1969.

    21 Danilo Paz Ballivian, Estructura agraria en Bolivia, La Paz, Popular, 1983. En sucomentario a un captulo de los Grundrisse de Marx (vase Temas Sociales,No.11), Paz habla del desarrollo histrico que habra partido de un punto comn,la comunidad primitiva, y habra atravesado distintos caminos hasta culminar enel feudalismo; como es claro, esta concepcin evolucionista nada tiene de mar-xista. Como Marx ha demostrado en sus estudios sobre Oriente y, en particular,

    en sus notas sobre Kovalevsky y Maine, la comunidad oriental no evolucionni tenda a evolucionar hacia el feudalismo; e incluso, la colonizacin rabe yluego inglesa no trajeron consigo la feudalizacin de la comunidad.

    22 Ren Zavaleta,Lo nacional popular en Bolivia, Mxico, Siglo XXI, 1986. Unrechazo explcito a la explicacin feudal de la colonia y los primeros aos de larepblica ya se encuentra en El poder dual en Amrica Latina,Mxico, Siglo XXI,1974, p. 79. Entre los pocos autores que rechazan la caracterizacin feudal delas haciendas en la poca de la repblica est Silvia Rivera, que en su libro Opri-midos pero no vencidos(La Paz, Instituto de Historia Social Boliviana (HISBOL)y Confederacin Sindical nica de Trabajadores Campesinos de Bolivia(CSUTCB), 1984) prefiere hablar de un modo de produccin servil-colonial, ca-racterizacin muy parecida a la de Ciro Flamarion en su estudio sobre los modosde produccin en Amrica durante la colonia. Por su parte, Xavier Alb y JosepM. Barnadas enLa cara campesina de nuestra historia (La Paz, Unin Nacional

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    que el acto productivo primario, esto es, el acto fundamental de laeconoma durante la colonia, parte de la repblica y parcialmenteahora, est caracterizado por relaciones comunitarias propias, dis-tintas a otras organizaciones econmicas tradicionales (feudales,esclavistas, etctera). Ahora, esas relaciones comunitarias debenser entendidas y estudiadas por s mismas, a partir de la caracte-rizacin general dada por Marx en los Grundrisse, El capital, losCuadernos etnolgicos, etc., y sobre las cuales se han erigido for-mas de distribucin del excedente posiblemente similares a lasfeudales, pero sin alterar la estructura productiva esencial, y por

    tanto, esas relaciones distributivas pierden el carcter de feudal,para asumir una naturaleza distinta.Ante esto, las notas de Marx a Kovalevsky son un riqusimo

    aporte, que echa por tierra las repeticiones mecnicas, los acomo-dos inconsistentes con los que los supuestos marxistas han queri-do entender las relaciones agrarias en el pas. Y decimos que lasnotas de Marx son un valiossimo aporte, porque nos muestranen vivo su metodologa al estudiar una sociedad no capitalistacomunitaria, en trminos generales, caracterizada por Marx enlos Grundrissecomo muy parecidos a los de la comunidad en elincario; y, por otro, porque Marx estudia aqu las repercusionesy el papel de las invasiones y colonizaciones que esas formascomunitarias asiticas sufrieron, en especial con los ingleses, yque, bajo condiciones y resultados distintos, pero semejantes ensu globalidad, tambin se dieron ac, en este continente, con la

    dominacin espaola.As, una de las mayores enseanzas que da este texto es la for-ma marxista de abordar la interpretacin del desarrollo histricode los pueblos comunitarios bajo procesos de colonizacin y do-minio, no slo por naciones extranjeras, sino esencialmente porformas de produccin distintas. En particular, Marx rechaza queel nico camino posible de salida, cuando un pueblo con una for-

    de Instituciones para el Trabajo de Accin Social (UNITAS), 1984), si bien nossealan la conservacin y subordinacin formal de las relaciones comunitariaspor la hacienda, en general caracterizan las relaciones agrarias como feudal-latifundistas.

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    ma de produccin distinta somete a otro, sea el de la imposicinde la forma de producir de los dominantes sobre los dominados,como en Irlanda.23En sus notas muestra, como ya lo hizo antes(en los Grundrisse), que los sometedores bien pueden dejar sub-sistir el antiguo modo de produccin, sometindolo a tributosy ciertos cambios en las relaciones de distribucin y control delexcedente, como hicieron los romanos, los turcos y los inglesesen sus colonias24y, como creemos nosotros, sucedi ac, en lascomunidades altiplnicas, al menos en algunos casos, hasta el re-mate de las tierras comunales en los aos ochenta del siglo XIX,

    y, en general, hasta la revolucin de 1952.En sus notas a Kovalevsky, Marx aporta nuevas observacio-nes que nos ayudan a descalificar la aplicacin directa de la teoradel feudalismo, al menos en la regin altiplnica con existenciade comunidades, durante la colonia y parte de la repblica. As,Marx seala que la sola existencia de los beneficios en la entregade tierras a personalidades o jefes militares de las fuerzas invasoras(Ikta en el caso de la India), para que stos asuman el control de laproduccin y el cobro de impuestos a los originarios, destinadosal nuevo poder estatal, no prueba la existencia de feudalismo, yaque esta forma tambin existi en Roma. Respecto al argumen-to de que la renta en trabajo sera una condicin suficiente parahablar de feudalismo, en sus extractos, Marx toma nota de lasdiversas formas de pago de tributo o impuestos de los trabaja-dores indios a los colonizadores, que varan del pago en dinero,

    en especie e incluso en trabajo en tierras estatales y servicios enel caso de Argelia; y, seguidamente, descarta que al conjunto deesta forma de control de la tierra y el trabajo agrcola implanta-do en la India y Argelia pueda llamrsele feudalismo. De hecho,ya en El capital, Marx seal la existencia de ciertas formas deservidumbre e incluso de esclavitud restringida en las forma-

    23 Karl Marx, Introduccin, en Grundrisse. Tomo I, op. cit.24 Ibd. Adems, Marx tambin seala aqu la posibilidad del surgimiento de una

    formacin econmica social nueva, como fruto de la accin recproca entre losdominados y los dominantes, como en Germania.

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    ciones econmicas asiticas. Engels seala tambin que la rentaen trabajo no es una caracterstica fundamental del feudalismo,cuando escribe a Marx:

    [] me complace ver que en cuanto a la historia de la servidumbrede la gleba estamos de acuerdo, como se dice en la jerga de los ne-gocios. Sin duda alguna, la servidumbre de la gleba y la servidumbreen general no son una forma especficamente medieval y feudal; latenemos en todas o casi todas las partes donde los conquistadoresobligan a los antiguos habitantes a que cultiven para ellos la tierra:

    en Tesalia, para poner un ejemplo [].25

    Por estas razones, el repartimiento en la poca colonial en elcontinente, en particular el mayorazgo, que hizo de las tierras cul-tivables propiedades indivisibles e inenajenables en manos de losespaoles, y la propia encomienda, que impuso el trabajo forzadode la masa indgena en tierras ya ajenas y en servicios personales,no son entonces pruebas irrefutables de feudalismo en Charcasy luego en la repblica, sino que tienen que ser estudiados, comolo hizo Marx en la India colonial, como formas de apropiacin yorganizacin, al menos en regiones con asentamientos comuni-tarios, de una forma productiva esencial, asentada en la relacincomunitaria. En otras regiones como en los valles, ya durante larepblica, ciertamente esto no tiene validez, pero ah estamos an-te formas de transicin en la renta de la tierra como la aparcera,

    los colonos y la pequea propiedad individual, que descartan deentrada su caracterizacin como feudalismo.Pero quiz lo ms significativo que muestra Marx a lo largo

    de todas sus notas, y que expresa claramente la situacin vividaac, es que en otros modos de produccin distintos a la formaasitica, como el feudalismo, la dependencia esto es, la suje-cin a un seor feudal, la prdida de libertad es impuesta a laspersonas en forma individual. En cambio, en el llamado asitico

    25 Carta de Engels a Marx, 22 de diciembre de 1882, en Karl Marx y FriedrichEngels, Correspondencia, Mxico, Cultura Popular, 1978.

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    o semiasitico, la no libertad o la relacin de dependencia, yasea con el poder estatal o con el poder colonial, personificadosen autoridades o en el terrateniente, es comunal.26En el caso dela mita y el repartimiento, el pago de tributos, la prestacin deservicios o la renta en trabajo son relaciones entabladas entre elpoder colonial y la comunidad, donde sta ltima se adecua yda respuesta a estas exigencias, ciertamente a travs de la indi-vidualidad de sus miembros, pero en tanto stos pertenecen a lacomunidad. Es cierto que tambin han de existir en la coloniaformas de dependencia individual en el trabajo agrcola, como el

    yanaconazgo, aplicable a los indios vagantes, que en realidaderan trabajadores que huan de sus comunidades para escaparde las cargas coloniales que sobre ellos pesaban, pero es una re-lacin secundaria y pequea en comparacin con la primera; enotros casos, haba un pago monetario, pero adems, a diferenciade lo sealado por Marx en El capital, este tipo de trabajador noes un productor independiente como lo fue en el caso de lossiervos frente a los seores feudales en Europa,27que no slotrabajaban para su seor, sino tambin para s mismos, lo que losimpulsar [a los siervos] a aplicar ms intensamente su fuerzade trabajo abriendo as la posibilidad de un cierto desarrolloeconmico, que, como sabemos, no se dio ac en las haciendas,con el empleo del yanaconazgo en la explotacin de la fuerza detrabajo indgena.

    Aparte de estas observaciones, en sus notas Marx da otras

    ideas en su oposicin a caracterizar como feudal la economaagraria en la India y Argelia colonizadas, que tambin puedenser de mucha utilidad para la colonia. En general, muestran laintencin de Marx de encontrar en el funcionamiento real de lasrelaciones econmicas comunales, en sus formas de transforma-cin, resistencia y disolucin, la llave de la economa agraria en

    26 Karl Marx, El capital. Tomo III, op. cit.,p. 1006 y Cuadernos etnolgicos (Ex-tractos), op. cit., pp. 43-44. Sobre el tema, vase tambin Lawrence Krader, TheAsiatic Mode of Production, op. cit.,p. 149.

    27 Karl Marx, El capital. Tomo III, op. cit.,p. 1006 y ss.

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    formaciones econmicas comunitarias sometidas a dominio co-lonial. Marx descarta el uso de la teora feudal en las economassustentadas en formas transformadas, y an por disolucin dela comunidad agraria por efecto de la colonizacin. No da unnombre especfico al resultado inicial (hasta la completa disgre-gacin de la comunidad) del enfrentamiento entre comunidad-colonizacin, pero, por los resultados ms o menos comunesque de ello surgen, como la existencia de un tipo especfico deterratenientes, de burocracia estatal sometedora, la imposicinde cierta servidumbre y la lenta disolucin de los lazos comuna-

    les, estas sociedades se asemejan a lo que Marx caracteriz comosemiasitico28como es el caso de Rusia en los ltimos siglosde su existencia.

    En todo caso, se hace necesario un nuevo estudio, a la luz de latotalidad de las observaciones marxistas de la realidad colonial yrepublicana, ya sea para asentar la validez de la categora semia-sitico, o bien para proponer una nueva (colonial, por ejemplo),sin tener miedo de ello; tal como lo hizo Marx a medida que fuecomprendiendo la amplitud de la realidad histrica de los pue-blos y la supo aprehender desde un punto de vista cientfico, portanto, de clase revolucionario.

    Y es que, en estas diferencias, en la clarificacin del carcterfeudal o semiasitico, comunal o capitalista de las relaciones agra-rias en nuestros pases, no existe slo un problema de nombre o depalabra, sino esencialmente un problema de lucha revolucionaria.

    Ah se define el entendimiento, el impulso, el fortalecimiento y lastareas de las fuerzas sociales revolucionarias que se desarrollandentro de la sociedad agraria; y el ataque y enfrentamiento haciaaquellas fuerzas que constituyen una oposicin hacia la revolu-cionarizacin de la sociedad. La caracterizacin como feudalde las relaciones comunitarias esenciales de la produccin cam-pesina, en el caso de Bolivia y de otros pases del mundo donde

    28 Vanse Karl Marx, El seor Vogt, Mxico, Juan Pablos, 1977 e Historia diplom-tica secreta delsiglo XVI, en Cuadernos de Pasado y Presente, No. 87, 1980 yMaximilien Rubel (ed.),Marx y Engels contra Rusia, Buenos Aires, Libera, 1965.

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    prevalecieron formas transformadas de comunitarismo, inclusoen medio de relaciones capitalistas, siempre ha llevado a desco-nocer el papel y las tendencias revolucionarias de las masas comu-narias, que slo son vistas como residuos feudales que deben darpaso al pujante capitalismo; convirtindose as, estos tericosdel feudalismo, en pregoneros al servicio del capitalismo, queno slo niegan el papel revolucionario de la comunidad frente alcapitalismo, sino que tambin le restan al proletariado la fuerzaesencial: el campesino comunitario, sin el cual la revolucin enpases agrarios como el nuestro es imposible.29En particular, lleva

    29 Ya al referirse a la Revolucin Socialista en Francia durante el auge revolucio-nario europeo de 1848- 1850, Marx seal que el derrocamiento del rgimenburgus no poda realizarse mientras la marcha de la Revolucin no se suble-vase contra ese orden, contra la dominacin del capital, a la masa de la nacin:campesinos y pequeos burgueses. Las luchas de clases en Francia de 1848 a1850, en Obras escogidas, Buenos Aires, Progreso, 1976. Se trata, en definiti-va, de que slo con la lucha anticapitalista de las masas trabajadoras del campo,la Revolucin Proletaria obtendr ese coro sin el cual su solo resulta un cantode cisne en todos los pases campesinos. El 18 Brumario de Luis Bonaparte

    (1852), en Obras escogidas en tres tomos. Tomo I, Mosc, Progreso, 1981. La comprensin marxista del papel anticapitalista de las luchas de las masas

    trabajadoras del campo en Amrica Latina tiene en Jos Carlos Maritegui unexcepcional y aislado defensor. Reconociendo la existencia de socialismo prc-tico en la agricultura y la vida indgena y que, por tanto, las comunidades re-presentan un factor natural de socializacin de la tierra, seal la necesidad dela Revolucin Socialista plena en el Per, dirigida por el proletariado y apoyadaen las tradiciones ms antiguas y slidas existentes en la comunidad (van-se Siete ensayos de interpretacin de la realidad peruana; Tesis sobre la cuestinindgena, etc.). La lucidez revolucionaria del pensamiento mariateguista cobra

    mayor dimensin, no slo porque no conoci varios de los manuscritos de Marxque apuntalan ms firmemente esta posicin (Carta a Vera Zaslich, Cuadernosetnolgicos, etc.), sino tambin porque fue formulado en contra de la corrientereaccionaria y proburguesa que se impuso plenamente en la III Internacionaldespus de la muerte de Lenin.La III Internacional, en el programa aprobado en su VI Congreso de 1928, se-alaba que en los pases coloniales, semi-coloniales y dependientes la tareaprincipal que tenan que llevar a cabo en el campo era una revolucin agrariaque barriera las formas feudales y precapitalistas de explotacin, y diera paso alas transformaciones burguesas de la sociedad, dejando de lado el impulso delas tendencias comunistas en la lucha proletaria y comunal-agraria en contradel capital. Renegando del marxismo y de las propias indicaciones que Leninhaba sealado sobre la posibilidad de la Revolucin Socialista con el apoyo delproletariado mun