Garcia Delgado Estado Nacion y Globalizacion Unidad 2 Teoricos

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ESTADO NACIÓN Y GLOBALIZACIÓN. GARCÍA DELGADO, DANIEL. Capítulo 1 La globalización conlleva una multiplicidad de relaciones entre la global y lo local, lo público y lo privado, lo individual y lo comunitario, la ganancia individual y el bien común, el conflicto y la construcción de consensos, los cambios culturales, la pobreza y la violencia urbana. Este carácter multidimencional de la globalización, nos lleva al concepto de crisis, no solo del Estado de Bienestar sino también del Estado-Nación. La primera hace referencia a la crisis fiscal, al desbalance en la relación entre recursos y gastos para seguir financiando al estado providencia, a los problemas derivados del intervencionismo y a la burocratización, la segunda alude a la interdependencia creciente entre los países, a la perdida de soberanía política y de capacidad para regular autónomamente una economía que se vuelve sin fronteras. Se analiza el impacto del proceso de globalización en tres dimensiones: la primera, vincula a los cambios que se registran en los Estados en los niveles centrales, subnacionales y supranacional, o cómo se revalorizan los niveles locales y se configura el nivel regional. La segunda, se expresa como la crisis de representación en el sistema político, fragmentación y exclusión en el campo social, así como pérdida de sentido e identidad en lo cultural. La última dimensión esta vinculada a dos problemas de significativa importancia: el de la articulación del Estado con una sociedad civil más diferenciada y fragmentada, y el de la gobernabilidad democrática en una situación en donde la política tiene menos poder y parece quedar subordinada a los poderes económicos. Globalización y Crisis del Estado-Nación Las transformaciones ocurridas en los últimos años, particularmente a partir de la Convertibilidad, se resumen en un cambio estructural, producido por el pasaje del Estado de Bienestar o Desarrollista, constituido desde los 40 en adelante, al neoliberal, privatizador o postsocial. Pero en realidad no solo asistimos a la crisis del Estado de bienestar y al intento neoliberal de su reformulación, sino paralelamente, a la crisis del Estado-nación. Si bien ambas están vinculadas, la segunda hace alusión a tres fenómenos simultáneos: erosión de su autonomía e independencia a la hora de tomar decisiones, paulatina pérdida de la capacidad de integración social y debilitamiento en la configuración de las identidades y solidaridades amplias. A- Los límites del Estado El Estado-nación como actor soberano y autónomo ha entrado en crisis. La estructura decisional y su soberanía son sometidas a presiones tanto por instituciones supranacionales (desde arriba) como las localistas. Los nudos constitutivos de la construcción política-histórica conocida como Estado-nación estuvieron anclados en las ideas se soberanía irrestricta, de interés nacional, de homogeneidad social y de centralidad de lo estatal. Limitaciones a la soberanía En un contexto en el cual cobra un rol fundamental la inversión externa directa, los países compiten por atraer capitales para poder equilibrar sus cuentas. Los estados buscan aparecer como más “atractivos” para la inversión extranjera y se ven obligado a rivalizar para atraer el máximo de inversiones directas de América

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ESTADO NACIÓN Y GLOBALIZACIÓN. GARCÍA DELGADO, DANIEL.Capítulo 1La globalización conlleva una multiplicidad de relaciones entre la global y lo local, lo público y lo privado, lo individual y lo comunitario, la ganancia individual y el bien común, el conflicto y la construcción de consensos, los cambios culturales, la pobreza y la violencia urbana.Este carácter multidimencional de la globalización, nos lleva al concepto de crisis, no solo del Estado de Bienestar sino también del Estado-Nación. La primera hace referencia a la crisis fiscal, al desbalance en la relación entre recursos y gastos para seguir financiando al estado providencia, a los problemas derivados del intervencionismo y a la burocratización, la segunda alude a la interdependencia creciente entre los países, a la perdida de soberanía política y de capacidad para regular autónomamente una economía que se vuelve sin fronteras.Se analiza el impacto del proceso de globalización en tres dimensiones: la primera, vincula a los cambios que se registran en los Estados en los niveles centrales, subnacionales y supranacional, o cómo se revalorizan los niveles locales y se configura el nivel regional. La segunda, se expresa como la crisis de representación en el sistema político, fragmentación y exclusión en el campo social, así como pérdida de sentido e identidad en lo cultural.La última dimensión esta vinculada a dos problemas de significativa importancia: el de la articulación del Estado con una sociedad civil más diferenciada y fragmentada, y el de la gobernabilidad democrática en una situación en donde la política tiene menos poder y parece quedar subordinada a los poderes económicos.Globalización y Crisis del Estado-NaciónLas transformaciones ocurridas en los últimos años, particularmente a partir de la Convertibilidad, se resumen en un cambio estructural, producido por el pasaje del Estado de Bienestar o Desarrollista, constituido desde los 40 en adelante, al neoliberal, privatizador o postsocial.Pero en realidad no solo asistimos a la crisis del Estado de bienestar y al intento neoliberal de su reformulación, sino paralelamente, a la crisis del Estado-nación. Si bien ambas están vinculadas, la segunda hace alusión a tres fenómenos simultáneos: erosión de su autonomía e independencia a la hora de tomar decisiones, paulatina pérdida de la capacidad de integración social y debilitamiento en la configuración de las identidades y solidaridades amplias.A- Los límites del EstadoEl Estado-nación como actor soberano y autónomo ha entrado en crisis. La estructura decisional y su soberanía son sometidas a presiones tanto por instituciones supranacionales (desde arriba) como las localistas.Los nudos constitutivos de la construcción política-histórica conocida como Estado-nación estuvieron anclados en las ideas se soberanía irrestricta, de interés nacional, de homogeneidad social y de centralidad de lo estatal.Limitaciones a la soberaníaEn un contexto en el cual cobra un rol fundamental la inversión externa directa, los países compiten por atraer capitales para poder equilibrar sus cuentas. Los estados buscan aparecer como más “atractivos” para la inversión extranjera y se ven obligado a rivalizar para atraer el máximo de inversiones directas de América del Norte, Europa o Japón, aumentando las consecuencias negativas del fracaso y exagerando los efectos positivos que a largo plazo produce el éxito aperturista.Este fenómeno hace que se comience a relativizar la noción de frontera, quitan al Estado alguna de sus libertades, reduciendo su margen de acción , causando una crisis profunda del Estado-nación que ve su autoridad cada vez más impugnada por el mercado mundial.Por eso lo decisivo para los países en desarrollo va a ser el rol que tienen los organismos internacionales en la orientación de sus programas. El endeudamiento genera que los organismos internacionales pongan condiciones para el pago de la deuda, sino que comienza a pautar la política económica, las políticas sociales y de reforma institucional, y esto cambia la estructura decisional del Estado nacional, porque ya no hay políticas públicas se significación que no sean monitoreadas, financiadas o controladas por algún organismo internacional.Debilitamiento de su capacidad integradora en lo socialEl capitalismo desregulado o “desorganizado” favorece la concentración económica y el crecimiento de desigualdades. Debido al doble movimiento que producen la crisis fiscal y el endeudamiento, el Estado se retira de lo social y de lo productivo y apura una reconversión tecnológica que flexibiliza y margina una parte significativa de la población por no tener las capacidades para insertarse. El empleo deja de ser el gran integrador de la sociedad.Se habla se inclusión política por exclusión social, de la inevitable inserción a la economía globalizada pero con un costo de fragmentación social interna.El problema es que la estrategia de globalización genera pérdida de integración interna. Y esta situación da lugar al surgimiento de una nueva cuestión social.Reducción de la capacidad de identificación político-cultural

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La globalización provoca por una lado una homogeneización de la cultura, pero por el otro, una pérdida de enraizamiento en los propios valores de identidad nacional, la “estandarización” y la uniformación de muchas pautas culturales en la que se denomina cultura de los Mc Donalds, al tiempo que se refuerzan las identidades locales y supranacionales.El debilitamiento de las anteriores áreas de solidaridad política, ideológicas y laborales ponen en dificultad a los Estados para legitimar políticas, por la disminución de la identificación ciudadana en el ámbito nacional.B- la globalización como fenómeno multidimensionalEsta crisis de estado-nación se vincula a un proceso universal de características multidimencionales denominado globalización, que se origina en cambios de orden tecnológico y económico, que tienen como punto de regencia la crisis del dólar en 1971 y la del petróleo en 1973.El nuevo paradigma tecnológico se conformo en torno a la microelectrónica y posibilito el abaratamiento de la información. El resultado fue que las nuevas formas de producción requerían más información y menos contenidos de energía, materiales y mano de obra.La globalización significa el aumento de la vincularidad, la expansión y profundización de las distintas relaciones sociales, económicas y políticas, la creciente interdependencia de todas las sociedades entre sí, promovida por el aumento de los flujos económicos, financieros y comunicacionales.En su dimensión económica la globalización puede ser entendida como una nueva fase de expansión del sistema capitalista que se caracteriza por la apertura de los sistemas económicos nacionales, por el aumento del comercio internacional, la expansión de los mercados financieros, la reorganización espacial de la producción, la búsqueda permanente de ventajas comparativas y de la competitividad que da prioridad a la innovación tecnológica, la aparición de elevadas tasas de desempleo y el descenso de niveles históricos de remuneración, y la formación de polos económicos regionales.Se da una simultaneidad de tres tendencias: la de interdependencia creciente entre todos los países, la transición hacia formas productivas posfordistas y la hegemonía del capital financiero.C- El impacto sobre el nivel y el rol del EstadoEste proceso de globalización, caracterizado por la interdependencia creciente entre los países a nivel mundial, por el cambio en las formas productivas y por el predominio en el sector financiero, tiene un impacto profundo en los estados nacionales. Esto es particularmente evidente en América Latina, porque los obliga a redefinir de manera drástica la actuación del sector público a nivel nacional, subnacional y supranacional, a procesar los nuevos conflictos que se generan en el marco de las sociedades más fragmentadas y a promover otra articulación con la sociedad civil.Reformulación de los roles y niveles de gestiónEl Estado de bienestar fue un Estado planificador fuertemente centralizado que actuó como un árbitro entre el capital y el trabajo, con un rol empresario e interventor directo en el proceso de acumulación. En los 90 se transforma y pasa a tener un rol mínimo, con dos consecuencias inmediatas de esta transformación. Por un lado el debilitamiento de la autoridad del estado central, vía descentralización, privatización, una brusca eliminación de sus funciones empresarias, productivas y sociales, así como la ampliación del espació del mercado. Pero, por otro lado, se produce la revaloración del espacio subnacional, dado que las políticas de descentralización y traspaso hacia niveles subnacionales promueven mayores competencias hacia los municipios.Paralelamente la regionalización comienza a construir otro tipo de nivel de la política: la del bloque. Las regiones buscan operar a una escala territorial y económico comercial más amplia para aumentar su capacidad económica y política.Nueva conflictividad emergenteLa segunda consecuencia del impacto de la globalización tiene que ver con las características del conflicto social. La misma se analiza a partir de tres subsistemas: en lo político, porque la consolidación de la democracia, se produce junto a una desafección creciente de los electorados, desprestigio institucional, inclusión precarizada o clientelar, corrupción, así como una especie de impotencia de la clase política para arbitrar modificaciones a las orientaciones principales del mercado. En el económico, porque el proceso de globalización genera un impacto regresivo en la integración social: concentración y trasnacionalización del ingreso, desempleo estructural, separando a los que se adaptan al mercado de los que no se adaptan, generando exclusión social. Y en lo cultural, porque la globalización catapultada en los satélites, TV por cable, transportes, turismo internacional, si bien promueve una cultura abierta y pluralista, también genera individualismo, generando crisis de valores comunitarios, sentido e identidad.Sociedad civil y gobernabilidadTodo este impacto del proceso de globalización provoca procesos simultáneos de reestructuración de las relaciones del estado y sociedad civil, lejos de una sociedad homogénea y socialmente integrada.

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Se configura una diferenciación entre Estado-mercado-sociedad, con predominio del mercado, con una menor importancia de la representatividad de partidos y gremios, y con el aumento vertiginoso de una multiplicidad de organizaciones no gubernamentales, voluntarias y de movimientos sociales, asociados a la sociedad civil o tercer sector. D- La globalización como proceso y como ideologíaLa globalización se constituye en una ideología que justifica “el único camino” la autonomía del capitalismo respecto de toda imposición social o política. La globalización se instala como discurso homogéneo, presentándose a sí misma no solo como única posibilidad, sino como la mejor.La globalización como ideología se produce cuando todos los sujetos y actores que se ven beneficiados por dicho proceso, racionalizan sus intereses como universales y válidos para todos los sectores. Se restringe el debate y se busca el predominio económico y del interés particular.

Capítulo 2: La Reforma del EstadoEl Estado argentino adopto a partir de los años 40, un esquema de Estado Intervencionista o empresarial, en función del desarrollo industrial basado en argentina, en una redistribución del ingreso crecientemente igualitaria, al menos respecto de otros países de América Latina, que se posibilitó mediante la extensión y la calidad lograda por la educación pública, la instauración del sistema previcional y la ampliación de políticas sociales de carácter universal.Estas tendencias generaron en las décadas del 40, 50 y 60, una rápida urbanización, la formación de la clase obrera en las principales ciudades del litoral, la consolidación de numerosas clases medias y la instrucción de pautas culturales e ideológicas propias de la sociedad industrial. Es este contexto se creaban expectativas de ascenso social, se daban oportunidades educativas y, al menos en los centros urbanos principales, se accedía a niveles de consumos altos favorecidos por la creación y desarrollo de los esbozos del estado benefactor.Las causas de la crisis del estado benefactor se asocian a problemas internos y externos que se producen a mediados de los 70: de carácter fiscal, fin del modelo de crecimiento con energía barata a partir de la crisis del petróleo, de inflación junto con recesión, agotamiento del modelo industrial sustitutivo y crecimiento de la disputa empresario-sindical por la redistribución del ingreso. Esto provoca en el Estado, altas tasas de inflación, crisis fiscal y violencia política creciente que culminara con la derrota en Malvinas. A- Hiperinflación y reforma del Estado La reforma del Estado de bienestar va a tener en nuestro país dos etapas, ambas en el marco de la presidencia de Carlos Menem. Si bien la primera está asociada al Plan de Convertibilidad y a la figura del ministro de economía Domingo Cavallo y la segunda es posterior a la crisis del “tequila”, y es piloteada por el ministro Roque Fernandez, ambas se producen bajo el paradigma de Estado “mínimo” impulsado por el Consenso de Washington, que busca reducirlo a sus roles tradicionales (seguridad, defensa, educación, justicia)En la primera etapa se trato de una reforma estructural que a comienzos de 1990 se oriento a la privatización de los servicios públicos y de las empresas productivas, a la apertura económica y a la desregulación de actividades industriales, agropecuarias y comerciales. Asimismo, contemplo el rediseño del sistema tributario y la introducción del sistema previcional basado en la capitalización individual de los aportes. Se apuntaba a generar una nueva relación entre sector público y el privado, que privilegiara el desarrollo de la actividad económica y la generación de las condiciones óptimas para que el Estado pudiera garantizar el cumplimiento de las consideradas funciones indelegables (salud, educación, seguridad y justicia).Lo característico de esta primera reforma, no fue sólo la reducción del tamaño y del nivel de cobertura social, o desaparición de su roles empresarios y empleador, sino su drástico debilitamiento a favor de los mercados. Podría decirse que lo equivocado de la misma fue, más que la salida de la crisis inflacionaria, la no preocupación por dotarlo de instrumentos capaces de implementar políticas de mediano y largo plazo.B- Desempleo estructural y reforma del EstadoLa segunda se dará a mediados de 1996 y, si bien guarda continuidad con el Plan de Convertibilidad, esta orientada a extender el ajuste al conjunto de las provincias, llevar a cabo la reforma laboral, tributaria y judicial, y a terminar con el proceso privatizador, todo significa una reforma estructural del modelo neoliberal. En esta segunda etapa en el que se desarrolla un marco sociopolítico distinto al de la primera, con un marcado problema de desempleo estructural, desagregación de la coalición menemista, y en un marco económico internacional caracterizado por el aumento de la incertidumbre a partir de la crisis asiática.