Gaceta Editorial 9 - Ediciones contrabando · 2017-03-17 · WILLIAM GADDIS nació en Nueva York...

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Gaceta Editorial Publicación electrónica destinada a los suscriptores de Ediciones Contrabando Diciembre de 2013 Nº 9 ediciones contrabando Acabamos 2013 igual que iniciamos el año pasado la andadura editorial, con una Gaceta literaria, dedicada a reconocer y recomendar 13 libros que han jugado un papel destacado en el año que termina. Algunos lo están por cumplir aniversarios destacados (los cien años de Proust o los 50 de Rayuela), o por ser reediciones especialmente reseñables, como lo son las cartas de Kafka a Felice. Libros, no de actualidad, pero sí actuales y que deben formar parte del acerbo de todo buen lector. Junto a ellos están libros tanto de autores consagrados como noveles, libros que consagran a autores y libros que los descubren. En todo caso, buenos libros, libros que merece la pena leer y recomendar. También, en nuestra línea tradicional, recomendamos libros de 13 editoriales distintas, desde las muy consagradas a las más nuevas, convencidos de que la enorme diversidad de nuestro panorama editorial es una gran riqueza a preservar. Feliz año a todos, con la esperanza de que renovéis, un año más, vuestra confianza en Ediciones Contrabando. EDITORIAL Jota Erre – William Gaddis Cartas a Felice – Franz Kafka Imitación de Guatemala – Rodrigo Rey Rosa El camino de ida – Ricardo Piglia Antes de que cante el gallo – Cesare Pavese Máscara – Stanislaw Lem El complot mongol – Rafael Bernal Técnicas de iluminación – Eloy Tizón Diez de diciembre – George Saunders Fuera de aquí – Enrique Vila-Matas Por el camino de Swann Marcel Proust Rayuela – Julio Cortázar Contarlo todo – Jeremías Gamboa 13 LIBROS DE 2013

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Gaceta Editorial

Publicación electrónica destinada a los suscriptores de Ediciones Contrabando Diciembre de 2013

Nº 9

ediciones contrabando

Acabamos 2013 igual que iniciamos

el año pasado la andadura editorial,

con una Gaceta literaria, dedicada a

reconocer y recomendar 13 libros que

han jugado un papel destacado en el

año que termina.

Algunos lo están por cumplir

aniversarios destacados (los cien años

de Proust o los 50 de Rayuela), o por

ser reediciones especialmente

reseñables, como lo son las cartas de

Kafka a Felice. Libros, no de

actualidad, pero sí actuales y que

deben formar parte del acerbo de

todo buen lector.

Junto a ellos están libros tanto de

autores consagrados como noveles,

libros que consagran a autores y

libros que los descubren. En todo

caso, buenos libros, libros que merece

la pena leer y recomendar.

También, en nuestra línea tradicional,

recomendamos libros de 13

editoriales distintas, desde las muy

consagradas a las más nuevas,

convencidos de que la enorme

diversidad de nuestro panorama

editorial es una gran riqueza a

preservar.

Feliz año a todos, con la esperanza de

que renovéis, un año más, vuestra

confianza en Ediciones Contrabando.

EDITORIAL

• Jota Erre – William Gaddis

• Cartas a Felice – Franz Kafka

• Imitación de Guatemala – Rodrigo

Rey Rosa

• El camino de ida – Ricardo Piglia

• Antes de que cante el gallo – Cesare

Pavese

• Máscara – Stanislaw Lem

• El complot mongol – Rafael Bernal

• Técnicas de iluminación – Eloy Tizón

• Diez de diciembre – George Saunders

• Fuera de aquí – Enrique Vila-Matas

• Por el camino de Swann – Marcel

Proust

• Rayuela – Julio Cortázar

• Contarlo todo – Jeremías Gamboa

13 LIBROS DE 2013

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2003-2013: DIEZ AÑOS SIN BOLAÑO

Considerada por un crítico como «la mayor novela satírica de la historia de la literatura americana», Jota Erre le valió a William Gaddis el National Book Award. Su protagonista es un entrañable niño de once años, Jota Erre Vansant, que construye un imperio de papel sin más elementos que un teléfono y una galopante ambición que carece de escrúpulos. Escrita en el inconfundible estilo gaddisiano de caos fragmentario, Jota Erre es una despiadada burla de la perversión del sueño americano y de cómo los valores de acumulación individualista conducen de manera inevitable al caos y la desestructuración.

Construida principalmente mediante diálogos, la intención de Gaddis era que Jota Erre reflejara su visión de la sociedad contemporánea como «un caos inconexo, una tormenta de ruido». Al igual que en su novela póstuma Ágape se paga (publicada por Sexto Piso en 2008), encontramos aquí, de manera más profunda y detallada, otras de las grandes obsesiones del autor: cómo el arte se corrompe mediante la mecanización de la vida cotidiana, y la preeminencia indiscutible de los valores asociados con la acumulación y la avaricia. Al igual que algunas novelas monumentales han pasado a la historia como retratos imperecederos de determinadas épocas, Jota Erre recoge de manera magistral el auge y el declive de la sociedad americana, que resulta fundamental a la hora de comprender la trayectoria del mundo occidental y la profunda crisis existencial en la que se encuentra inmerso.

“Jota Erre es un éxito salvaje y divertido. Merece el alboroto y el presupuesto de marketing que

normalmente se reserva para los escritores que reciben adelantos de siete cifras. Merece un ejército de

lectores dedicados que, con devoción casi religiosa, se tomen el tiempo de descubrir las maravillas y

misterios de esta sátira hilarante, castigadora y brillante del capitalismo estadounidense. Más que casi

cualquier cosa publicada hoy día por escritores jóvenes o consagrados, Jota Erre es la novela de nuestro

tiempo”.

Lee Konstantinou, Los Angeles Review of Books

http://www.sextopiso.es/5985-jota-erre/

WILLIAM GADDIS nació en Nueva York (1922) y es considerado uno de los grandes escritores

norteamericanos del siglo xx. Poseía la arraigada creencia de que «los escritores debían ser leídos y no

vistos», por lo que siempre fue propenso a la reclusión y estuvo rodeado de cierto halo misterioso que

incluso condujo a que por momentos se pensara que él y Thomas Pynchon eran la misma persona. Jota

Erre obtuvo el National Book Award, al igual que Su pasatiempo favorito. Sexto Piso está publicando su

obra completa, de la cual han aparecido Ágape se paga, Gótico carpintero y, después de Jota Erre, vendrán

Los reconocimientos, Su pasatiempo favorito y el libro de ensayos La carrera por el segundo lugar. Gaddis

murió en 1998.

Jota Erre – William Gaddis

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Nórdica Libros

Traductor: Pablo Sorozábal

Tamaño: 14 x 22 cm.

Encuadernación: Cartoné

Páginas: 832

PVP: 29,50 euros

ISBN: 978-84-15717-64-5

Entre el 20 de septiembre de 1912 y el 16 de octubre de 1917

Franz Kafka escribió las más de quinientas cartas que componen

este libro. Fueron dirigidas a la mujer con la que, tal cual era a

veces su convicción, quería casarse, con la que se prometió en dos

ocasiones y con la que rompió en otras tantas. Las escribe un

joven Kafka que se debate entre dos pasiones: el amor por Felice y

su entrega al oficio de escritor.

«Últimamente he visto con asombro de qué manera se halla usted

ligada íntimamente a mi trabajo literario», escribe en una de ellas

el autor checo, y a lo largo de estas apasionadas y apasionantes

páginas seremos testigos privilegiados del proceso de creación de sus principales obras.

Además, nos sitúan en un tiempo y en un espacio: la Praga de Kafka, su casa y su trabajo, su familia y,

especialmente, sus lecturas: «Siento como parientes consanguíneos míos a Grillparzer, Dostoievski, Kleist y

Flaubert [...] solamente Dostoievski se casó, y quizás solo Kleist, cuando, bajo la presión de aflicciones

externas e internas, se pegó un pistoletazo junto al Wannsee, encontró la salida que necesitaba».

«Las Cartas están llenas de temor, indecisión, desvalimiento y, en primer término, inconcebibles dosis de

intimidad. Nadie se ha desnudado tan atrozmente como el hombre que se confiesa y flagela ante Felice. No

obstante, todo está formulado de una manera que lo convierte en ley y conocimiento. Nada de lo que

leemos se puede olvidar. Es como si hubiera sido escrito bajo nuestra piel.»

José Emilio Pacheco

http://www.nordicalibros.com/ficha.php?id=240

Cartas a Felice – Franz Kafka

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Cuatro novelas breves

Una tetralogía narrativa que marca un hito en la literatura latinoamericana

contemporánea

Rodrigo Rey Rosa nos adentra en un universo que hoy trasciende las fronteras de Guatemala, pues, en palabras del autor, «todo el mundo es un lugar violento». En estas cuatro novelas policiacas escritas entre 1995 y el 2006, Que me maten si…, El cojo bueno, Piedras encantadas y Caballeriza,

demuestra además su magistral manejo del suspense. Las matanzas de indígenas en las montañas y el tráfico de niños, el recuerdo de un secuestro, el atropello de un niño por un conductor que se da a la fuga y la quema de un establo durante una fiesta ecuestre son sólo el punto de partida de estas cuatro historias, «tetralogía narrativa» que marca un hito en la literatura latinoamericana contemporánea.

«Rey Rosa crea historias de proporciones míticas. Como Bowles, allana hábilmente la frontera que separa lo consciente de lo inconsciente, el lenguaje del silencio, la civilización de la barbarie.» Johan Raskin, San Francisco Chronicle

«Una escritura despojada hasta el máximo, en la que ninguna palabra sobra, y sin embargo algo envolvente y sensual hasta rozar lo obsesivo, casi como un sueño vivido.» Pere Gimferrer

«El guatemalteco obra, ciertamente, en lo sutil: la rapidez, la exactitud y la concisa belleza de su prosa, aunadas a un sentido elíptico de la composición, vuelven a señalarlo como a un joven maestro en el arte de decir más con menos.» Gustavo Guerrero, Letras Libres

http://www.alfaguara.com/es/libro/imitacion-de-guatemala/

Emilio Renzi ha llegado al campus de una prestigiosa universidad de New Jersey para impartir un seminario sobre los años argentinos de W. H. Hudson. Fue invitado por la directora del departamento, la bella y belicosa Ida Brown. Pequeños incidentes y extraños equívocos culminan con la trágica muerte de la profesora Brown en un inexplicable accidente. Que incluye un detalle inquietante: Ida tiene la mano quemada, y eso parece conectarla con una serie de atentados contra figuras del mundo académico. Cuando finalmente se descubre al responsable de los atentados, el asombro es mayúsculo. Se trata de Thomas Munk, profesor de matemáticas en Berkeley y autor de un radical Manifiesto sobre el capitalismo tecnológico. Renzi reconstruye el pasado de Munk y viaja a California para entrevistarlo en la cárcel. Intuye que el destino de Ida está en juego y que nada volverá a ser como antes. Con una escritura hipnótica que pasa naturalmente de la autobiografía al registro policial, esta novela confirma a Ricardo Piglia como uno de los grandes escritores contemporáneos.

http://www.anagrama-ed.es/titulo/NH_517

Imitación de Guatemala – Rodrigo Rey Rosa

El camino de ida – Ricardo Piglia

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Cesare Pavese nació en Santo Stefano Belbo, pequeño pueblo del Piamonte italiano, en 1908. Retraído y tímido, sus únicas felicidades de niño las representaron la lectura y las largas y solitarias caminatas por su campo natal, que habrían de marcarlo para siempre. Después de escribir su tesis de licenciatura sobre Walt Whitman, Pavese se consagró a la crítica literaria y a traducir irreprochablemente obras de múltiples escritores, sobre todo norteamericanos. Fue uno de los consejeros literarios de la emblemática editorial Einaudi.

En 1935, Cesare Pavese fue condenado a tres años de confinamiento en Brancaleone, un pueblo italiano de la región de Calabria. A raíz de esta experiencia nació la novela corta La cárcel, escrita entre 1938-1939, que Pavese publicó sólo cuando, en 1948, hubo escrito otra novela corta, de nuevo una historia de soledad individual frente a un esfuerzo histórico y civil: La casa en la colina, referida a las vivencias de los bombardeos de Turín y la ocupación alemana de Italia. Antes de que cante el gallo, título del volumen que en 1949 recogió ambas novelas cortas, marcó el momento de su madurez como escritor, siendo objeto de consenso por parte de la crítica literaria.

http://www.pre-textos.com/escaparate/product_info.php

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Sumamente refinados, profundos y originales, los relatos recogidos en Máscara

nos muestran a un Lem en estado de gracia. Un autor con mayúsculas, de culto,

que merece la pena elevar a los altares de la literatura moderna, por encima de

géneros y de etiquetas.

Máscara reúne trece relatos del maestro polaco de la ciencia ficción, Stanisław Lem, nunca hasta ahora publicados en castellano. Escritos a lo largo de toda una vida, y nunca antes antologados, en ellos encontramos al mejor Lem: un Lem radical, visionario, burlón y violentamente inteligente, el Lem de Solaris o de Vacío perfecto. La diversidad de los relatos recogidos en este volumen es enorme: desde la jocosa y grotesca parodia de las historias de alienígenas que es «La invasión de Aldebarán», pasando por el delirio de «La rata en el laberinto» o la tenebrosa

pesadilla de «Moho y oscuridad», hasta culminar en la pieza central del volumen, la compleja y filosófica parábola que da título a la obra, «Máscara», la historia de una inteligencia artificial que quiere escapar de su destino y seguir solo su libre albedrío.

Antes de que cante el gallo – Cesare Pavese

Máscara – Stanislaw Lem

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Prólogo de: Yuri Herrera

Posfacio de Élmer Mendoza

“México” D. F., años sesenta: Los servicios secretos estadounidenses y soviéticos están convencidos de que China planea asesinar al presidente de EE. UU. durante su próximo viaje oficial a la capital del país. Para impedir el atentado se ponen en contacto con Filiberto García, un detective privado poco escrupuloso que se autodefine como fabricante de muertos y que trabaja ocasionalmente para la policía mexicana.

García hará cuanto esté en su mano para desbaratar el complot. Ayudado por los agentes del FBI y el KGB, Graves y Laski, García dispondrá solo de setenta y dos horas para evitar el asesinato. Su investigación le llevará por diferentes barrios de la Ciudad de México, y lo pondrá en contacto con hampones, políticos y funcionarios corruptos. Un complicado desafío que no podrá resolver solo con su gatillo fácil y en él deberá poner todo su ingenio.

Publicada por primera vez en 1969, y considerada unánimemente como la novela que inauguró el género negro en México, El complot mongol es un apasionante thriller policíaco con toques de humor y cargado de violencia que retrata diferentes estratos de la capital mexicana. Su descripción del sistema social, económico y político del país no ha perdido ni un ápice de vitalidad.

http://www.librosdelasteroide.com/-el-complot-mongol

No podía ser de otra manera. Los que somos lectores habituales de Eloy Tizón (Madrid, 1964) ya imaginábamos que

su esperado nuevo libro de relatos, publicado en Páginas de espuma, sería original e insólito, de prosa sutil y

consecuente efecto emocional de liberación lenta. Y así es, en eso no nos equivocamos. Pero nos ha pillado por

sorpresa el amplio registro emocional en el que las voces narrativas oscilan bruscamente como en un polígrafo febril.

Sin embargo, no es nada que debiera sorprender ya que la misma técnica se halla latente, tanto en sus anteriores

libros de relatos como en sus novelas. Pero en Técnicas de iluminación emerge como ese iceberg oculto del que

hablaba Hemingway. Y lo hace bajo unos focos de estudio que proyectan una luz, calibrada al milímetro por el

fotómetro de la contención narrativa, de la perspicacia y del humor.

Es este un libro de interior, en absoluto pintado del natural. El realismo está presente aunque brille por su ausencia.

Lo surreal, aunque obvio, logra convencernos de que no es sueño.

La mirada del autor persuade por el pathos de los personajes, el del hombre que se recuerda ridículo cuando llevaba

los vaqueros planchados con raya, un día que merecía ser domingo; el de una joven que cree ser valiente y

experimentada por viajar sola al territorio en guerra de su ciudad dormitorio; el de un sujeto que vagabundea

después de una fiesta en la que ha sufrido una transformación hipersensorial capaz de hacerle percibir la calidad del

aire; el de un matrimonio con intromisiones en sus maletas y los horarios cambiados…

El complot mongol – Rafael Bernal

Técnicas de iluminación – Eloy Tizón

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Hay en todos estos cuentos de Eloy Tizón una poética renovada que apuesta

por el futuro, con la beligerancia del que se sabe fuerte tras quién sabe qué

reconciliación dulce con el pasado.

Las referencias literarias son inapelables. Eloy Tizón es un lector crítico y

concienzudo. Nadie como él sabe entender los lenguajes creativos de

escritores tan diferentes como Tario o como Chejov. Tizón lee, asimila y

jibariza sus lecturas hasta reinterpretrar lo digerido siguiendo la tradición de

Schwob, o más recientemente de Echenoz, aunque con una implicación

emocional mayor. Eso es lo que ocurre en Fotosíntesis, una suerte de

imaginativa puesta en escena de ese Paseo de Robert Walser, donde se

recrea el entorno geográfico del autor suizo y esa nieve, nieve sucia, donde

dejó su huella cuando murió, junto al sanatorio mental de Herisau.

No puede negar tampoco Eloy Tizón su relación con las Bellas Artes –hubo

otro tiempo en que fue artista plástico–, por eso entiende bien de imágenes,

de colores, de pictorialismo fotográfico y de cómo la luz real o metafórica

puede revelar volúmenes, perfiles y sombras.

En Técnicas de iluminación, de impecable estilo, el autor vuelve a fascinar con personajes que hablan al viento, a la

nada, a ellos mismos, para así comprender y comprenderse mejor. Estos relatos –llamémoslos así a falta de marbete

que aclare el terreno fronterizo de los escritos– carecen de estructuras literarias claras o definibles. Si en Velocidad

de los jardines (Anagrama, 1992), Tizón construía sus originales tramas bajo la influencia de Cortázar y Medardo

Fraile, en Parpadeos (Anagrama, 2006) desplegaba mayor audacia en metafóricos discursos narrativos como Teoría

del hueco o El Pájaro llanto, donde, en un escenario irreal, un solo protagonista se afanaba en una sola acción, cavar

agujeros en la tierra de manera obsesiva o en la simple pasividad de oír llorar a un ave.

No sorprende, por tanto, que Técnicas de iluminación prosiga este camino hacia el riesgo, que ahora toma un sesgo

surrealista de luces en la noche, bosques de leyenda, ciudades periféricas y noctámbulas escenas urbanas.

Instantáneas vitales, todas, de alta temperatura cromática.

Pero lo que más sorprende en estos relatos, y en ello consiste su máxima grandeza, es que su lectura nos lleva de lo

sublime a lo patético, de lo hilarante al drama y de lo onírico a lo real. Emociones extremas en un terreno narrativo

tan acotado y sucinto como el rectángulo sin cuarta pared de un teatro, en el que todo puede suceder ante las

candilejas y donde la última frase de la última página Hasta que un día, cae con la contundencia de un telón antes de

dar paso a un vibrante fundido en negro.

http://revistadeletras.net/eloy-tizon-luces-de-interior/

Eloy Tizón nació en Madrid en 1964. Su obra anterior se compone de tres novelas: La voz cantante (2004), Labia (2001) y Seda salvaje (1995), finalista del premio Herralde; y de dos libros de relatos muy celebrados: Parpadeos (2006) y Velocidad de los jardines (1992), considerado un título de referencia.

Su obra ha sido traducida a diferentes idiomas y forma parte de numerosas antologías. Ha sido incluido en una selección de los mejores narradores europeos en la antología Best European Fiction 2013, prologada por John Banville.

Colabora asiduamente en diversos medios de comunicación e imparte clases de narrativa en centros como Escuela de Escritores de Madrid y Hotel Kafka.

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George Saunders, budista practicante, es autor de dos bellísimos, hilarantes y altamente originales libros de relatos: CivilWarLand in Bad Decline, de 1996, y Pastoralia, de 2000 (ambos publicados en España por Mondadori, si no me equivoco). La mayor parte de esos relatos tenían como escenarios parques temáticos futuristas cuyos trabajadores sufrían todo tipo de catástrofes personales. Pertenecen claramente al género de ciencia ficción y se basan en un dominio asombroso de la lengua vernácula estadounidense, del cual emana también gran parte del humor, que es muy particular, a veces surrealista y otras veces totalmente cotidiano, y que es de los que nos obligan a interrumpir la lectura para reírnos a carcajadas. La crítica suele mencionar dos ilustres antecedentes: Kurt Vonnegut y Donald Barthelme. Su tercera colección, In Persuasion Nation, de 2006, a pesar de contener algunas notables piezas, parecía comenzar a acomodarse en ciertos tonos ya conocidos. Su último libro, Diez de diciembre (que la editorial Alfabia acaba de publicar en España), ha estado en la lista de los más vendidos de The New York Times y le ha valido a su autor el PEN/Malamud y ser finalista del National Book Award. De nuevo, hay cuentos muy buenos («Escape from Spiderhead», «The Semplica Girl Diaries»), pero, también de nuevo, esa cualidad salvaje, maleducada y única que hacía inolvidables sus

dos primeros libros hay que buscarla aquí con un poco más de esfuerzo. Se aprecia una excesiva preocupación, quizá, por escribir una ficción ética, por crear historias que reflejen la destructora influencia que tiene el capitalismo en nuestras vidas y que muestren cómo es posible neutralizar esos influjos para, de alguna forma, errar en la dirección de la bondad. Este impulso, por muy loable que sea desde otros puntos de vista, asfixia en cierta medida la capacidad de los relatos para abrirse por ellos mismos, para cantar en las inesperadas lenguas que ellos mismos deberían encontrar. En fin, el didactismo reemplaza en parte a la exploración profunda de la realidad y de la psique humana. No obstante, la edición en español de Diez de diciembre, un libro excelente a pesar de todo, es una estupenda noticia para sus seguidores, entre los que me incluyo.

http://www.revistadelibros.com/blogs/blog-rdl/dos-graduaciones-george-saunders-y-david-foster-wallace

Conversaciones con André Gabastou

Enrique Vila-Matas celebra el cuarenta aniversario de su primera novela. Se titulaba “Mujer en el espejo contemplando el paisaje” y se la publicó Beatriz de Moura. Aquel año, Vila-Matas hacía el servicio militar

en el norte de África: “La escribí por las tardes en la trastienda de un colmado del regimiento de artillería, sin ánimo de publicarla, sólo por no perder el tiempo…”

Para definir la autobiografía literaria, Vila-Matas se decanta por las opiniones contundentes de Nabokov: “La mejor parte de la biografía de un escritor no es la crónica de sus aventuras, sino la historia de su estilo”.

De los treintena larga de títulos que conforman ese estilo habló con su traductor francés, André Gabastou, a lo largo de 2009: unas conversaciones reunidas en “Vila-Matas, pile et face” que ahora publica en España Galaxia Gutenberg con el título de “Fuera de aquí”. Las conversaciones vieron primero la luz en el país

Diez de diciembre – George Saunders

Fuera de aquí – Enrique Vila-Matas

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vecino, “porque hubo un momento en que tenía más libros publicados en Francia que aquí”, aclara Vila-Matas. ¿Sus tres las novelas más populares?: “Bartleby y compañía”, “París no se acaba nunca” y “Dublinesca”, aunque el autor prefiere “El mal de Montano” y “Doctor Pasavento”.

La edición española añade un apéndice inédito con las opiniones del escritor sobre sus obras a raíz de una entrevista con Rodrigo Fresán para “Letras Libres”. “La asesina ilustrada” la escribió en la buhardilla parisina que le alquiló Marguerite Duras durante su estancia parisina, y que años después recreará en “París no se acaba nunca”. En 1985, se atrevió a desafiar la literatura “apelmazadamente realista” aplicando su fórmula magistral: el cóctel realidad-ficción de “Historia abreviada de la literatura portátil”, un título que marca un antes y un después en su trayectoria. Al crítico de "El País" no le gustó: “Se nota que su

autor veranea en Cadaqués”.

Vila-Matas había sembrado su literatura posterior. En “Suicidios ejemplares” enlazó relatos sobre el suicidio. Los que se retiran de

la vida constituían un precedente con los que se retiran de la literatura en vida: “Bartleby y compañía”. Con “Extraña forma de vida”, deudor de Amalia Rodrigues, se enamora de Lisboa: “Acabé transformándome en una especie de Fernando Pessoa del barrio de Gracia de

Barcelona”. Para Vila-Matas, la extraña forma de vida del escritor “es la única forma interesante d estar en el mundo”.

La inspiración portuguesa propulsó “El viaje vertical” (1999) tras la visita a Madeira para participar en unas conferencias sobre la Atlántida: “Al llegar a Barcelona, imaginé que el viaje lo había hecho mi padre, nacionalista catalán que en Madeira se interesaba, no por la Atlántida sino por saber si había movimientos independentistas en la isla”.

Llegó Bartleby con sus autores del no, pero Vila-Matas siguió escribiendo. En “El mal de Montano” (2002) carga cual moderno Don Quijote “contra los abundantes enemigos de la literatura”. Son años luminosos y numinosos. “París no se acaba nunca” (2003) con la Duras de por medio, “un intento de darles a mis lectores alguna noticia verdadera sobre mí”.

La idea de la desaparición siguiendo las huellas en la nieve de Robert Walser de “Doctor Pasavento” (2005). “Admiro de este escritor suizo –precedente obvio de Kafka- la extrema repugnancia que le producía todo tipo de poder y su temprana renuncia a toda esperanza de éxito, de grandeza”. Metido en eclipses, nos lleva en “Dublinesca” (2010) por los vericuetos del otoño de la vida con el editor acabado Samuel Riba de protagonista. Y en “Aire de Dylan” aborda la productividad literaria confrontándola con el síndrome de Oblomov: “El personaje radicalmente gandul de la literatura rusa”. No es el caso de Vila-Matas: el año próximo publica “Kassel no invita a la lógica”.

http://www.abc.es/cultura/libros/20131023/abci-vila-matas-historia-estilo-201310221902.html

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Se cumplen cien años de la publicación del primer volumen de "En

busca del tiempo perdido", de Marcel Proust, una gigantesca obra

maestra muy poco leída.

Es ya una de las "anécdotas" más repetidas acerca de las difíciles

relaciones entre escritores y editores los problemas que Marcel

Proust tuvo que afrontar para publicar el primer volumen de la que

luego sería considerada universalmente una de las grandes obras

de la literatura mundial. Marcel Proust, que hasta entonces era

mucho más conocido en los ambientes mundanos de la alta

sociedad parisina que en los cenáculos estrictamente literarios,

llevó a la editorial Gallimard las pruebas de su primera novela. Allí

las leyó nada menos que André Gide, que no era entonces sólo uno

de los escritores más importantes de Francia, sino también el más

cualificado lector de la editorial más importante del país. Y la

rechazó. No encontró en ella méritos suficientes para imprimirla.

Por lo que Marcel Proust se vio obligado a buscarse otra editorial

(Grasset) e incluso a sufragar de su propio bolsillo la primera

impresión de su obra, que pasó casi completamente desapercibida

en la escena literaria francesa, tras ver la luz definitivamente el 14

de noviembre de 1913. Este "ostracismo" literario finalizaría en

1919, seis años después, cuando, tras la publicación del segundo

tomo de la obra ("A la sombra de las muchachas en flor"), Proust obtendría el Premio Goncourt. En 1920 se le

concedió la Legión de Honor. Gide se disculpó por su formidable error y Proust acabó publicando su obra en

Gallimard.

"Por el camino de Swann" (primer tomo de "La Recherce du Temps Perdu") comienza con el relato de una "tragedia

pueril", la primera "decepción amorosa" vivida en su propia carne: su madre le negó en una ocasión el beso de

buenas noches que le permitía ir feliz a la cama. Fue un "incidente" que nunca pudo olvidar y que, tal vez, nunca

pudo perdonar completamente; en todo caso, dejó en Proust la inamovible convicción de que aquellos a quienes

amamos, aquellos en los que hemos depositado nuestro afecto y la tranquilidad de nuestro ánimo, al final

traicionarán nuestra confianza y herirán nuestro corazón; que decepciones, celos y penas forman parte de todo

amor, ya sea infantil, ya sea adulto. Y si en la primera parte de este volumen, titulado "Combray", Proust recrea su

tesis rememorando la infancia del narrador, en la segunda parte, "Unos amores de Swann", y a propósito de los

amores de Swann con Odette, la reitera con un amor adulto. Ambas partes configuran un díptico en el que Proust

sienta las bases de todo el gigantesco edificio que van a acabar configurando los siete gruesos tomos de "En busca

del tiempo perdido".

También en la primera parte, en "Combray", Proust describe la célebre escena de la magdalena en la que se asienta

simbólicamente toda la obra, y en la que Proust avala y da cuerpo literario a la teoría de Bergson sobre la "memoria

involuntaria", por contraposición a la "memoria de la inteligencia". El recuerdo no es siempre hijo de la voluntad y la

razón, sino del azar, del reencuentro casual del sujeto con sensaciones, emociones e imágenes que

"involuntariamente" despiertan en él la evocación viva de hechos, de recuerdos e incluso fragmentos enteros de su

pasado, que hasta ese momento permanecían encerrados en un rincón oculto e inaccesible de su memoria. Al mojar

la magdalena en la taza de té, el sabor reconocido y reencontrado despierta en el narrador todo un continente de su

pasado que permanecía oculto, su infancia en Combray, cuando su tía Léonie le daba a veces a probar ese mismo

bollo mojado en su taza de tila. El despertar involuntario del recuerdo, asociado a esa sensación, será el hilo de acero

Por el camino de Swann – Marcel Proust

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del que Proust va a estirar para "reencontrar" el tiempo

perdido, a lo largo de una obra prodigiosa de rememoración,

tan inmensa rica en reflexiones valiosas como dotada de un

estilo único y singular, la célebre "frase proustiana", casi

infinita, revuelta en mil arabescos, tan larga y tan densa, tan

grácil y llena de metáforas e imágenes, que exige al lector esa

atención suprema que sólo prestamos a aquello que

realmente amamos. La lectura de "La Recherche..."es, en

efecto, un acto de viva pasión, que exige una entrega total.

Por eso, sin duda, y a pesar de su enorme fama, son tan pocos

los que realmente han leído "En busca del tiempo perdido",

título que, como el "Ulises" de Joyce (su gran

contemporáneo), se dice que tiene mucha más fama que

lectores.

"En busca del tiempo perdido" es un verdadero baúl de los tesoros. Un arca repleta de joyas, de las que aquí sólo

podemos mencionar unas pocas. En el libro hay una auténtica y valiosa teoría del amor y de los sentimientos. Una

honda reflexión sobre la naturaleza del tiempo, la vida, la memoria y el recuerdo. Un estudio minucioso y exhaustivo

de una verdadera transición social: el "dulce" Marcel es implacable al analizar cómo la nueva burguesía se apodera

del aristocrático mundo de los salones parisinos, desplazando (al tiempo que la imita grotescamente) a una nobleza

decadente y arruinada. En la novela hay toda una teoría del arte y de las artes. Una teoría sobre la literatura, sobre la

música, sobre la pintura. Hay una reflexión sobre la cuestión judía y la actitud de Francia. hay una teoría sobre el

sexo y sobre la homosexualidad...

Lejos de ser la narración de un diletante, de un dandy, que perdió su tiempo inútilmente en una vida social

improductiva y unos amores infelices, la obra cobra todo su sentido a la luz del "Tiempo recobrado", el título del

último volumen -y que podría haberlo sido de toda la obra-. Proust o el narrador -un tal Marcel, a quien sólo se le

cita por ese nombre una vez a lo largo de los siete tomos- logra al fin "recobrar" el tiempo, a través del arte, y ese

acto arroja una luz muy poderosa sobre todo lo vivido y lo pensado, sobre las penas y las alegrías, sobre los éxitos y

los fracasos, sobre las innumerables decepciones y las ingenuas expectativas que nunca se cumplieron. Ni siquiera

todas las amargas experiencias sufridas empañan el gozo y la plenitud que acompaña a ese "tiempo recobrado", que

a la postre es una afirmación de la vida (a través del arte) más que una confesión de desengaño.

La mirada de Proust a lo largo de toda la "Recherche..." está tan determinada por la minuciosidad científica, casi entomológica, heredada de su padre (un famoso médico de la época) como por la excitable sensibilidad y la riqueza emotiva heredada de su madre, una judía culta y sensible. De la síntesis de esos dos ingredientes se destila, además, una apasionada búsqueda de la verdad. A pesar de su imagen, teñida de esnobismo, Proust es en realidad un cirujano implacable, que no se detiene hasta encontrar los focos últimos y purulentos de la infección que aqueja a un alma, a un personaje, a una clase social o a todo un país. Y ello a pesar de que, la realidad desnuda, convertida en verdad, es muy dolorosa. La anatomía precisa del amor o del interés, producen verdadera desazón. Retirar las máscaras y mostrar el verdadero rostro de alguien, puede no resultar un espectáculo muy estético ni muy edificante. Y con ello Proust no buscaba dar rienda suelta a ningún resentimiento, personal o social... Él sólo busca la verdad... y lo hace con una ironía esencialmente compasiva, que es el legado imperecedero de Cervantes, que ningún gran escritor echa en saco roto. Y Proust tampoco.

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Se cumplen 50 años de la publicación, en 1963, de esta novela

iniciática de Julio Cortázar, que arrastra hasta hoy el sello de la

polémica

En una carta de finales de los años cincuenta, de 1958, Julio Cortázar afirma que acaba de terminar la novela Los premios y que piensa en otra obra más ambiciosa que será, se teme, “bastante ilegible”, una especie de “resumen de muchos deseos, de muchas nociones, de muchas esperanzas y también, por qué no, de muchos fracasos”. Un año más tarde anuncia que está escribiendo una antinovela. Más tarde dirá que prefiere el término contranovela. Aun en estado embrionario Rayuela generó un sinfín de definiciones a cargo de su propio autor: libro infinito, gigantesca humorada, bomba atómica, grito de alerta, el agujero negro de un enorme embudo… Ese amplio diapasón a la hora de definir la naturaleza o el rasgo esencial de lo que se lleva entre manos Cortázar, anticipa muy bien las dificultades y las polémicas que, tras su publicación, van a rodear siempre a Rayuela. Si en el propio planteamiento de Cortázar hay un ir y venir, una mutación perpetua de puntos de vista y criterios, una duda existencial, por así decirlo, en relación a qué es exactamente lo que está escribiendo, es absolutamente lógico que todo ello acabara desencadenando entre críticos, comentaristas y lectores, un haz de interpretaciones y un juego de términos a la hora de dar a la obra un perfil definido. Y es que Rayuela nace, desde un principio, con una voluntad de disidencia, de ruptura, de novedad, con un aire de rebeldía -se ha dicho que juvenil o adolescente, aunque yo no lo creo enteramente así- que marcó sin duda una época. Ya la entrada, el comienzo mismo del libro, suscitó una sensación de novedad o extrañeza, al incluir un cuadro de mando o “tablero de dirección” de lectura y ofrecer al lector al menos dos posibilidades de leer el libro: una siguiendo el orden lógico y otra intercalando en ese orden un conjunto tan amplio y diverso de capítulos como el del relato continuado, la mayoría breves, incluso muy breves, y que funcionan como una especie de contrapunto (y también de complemento) al relato esencial. La idea de juego, tan grata a Cortázar, ya está ahí. O la idea de puzle, tan grata a Perec. O una cierta reivindicación de la libertad del lector, como correlato a la libertad del autor. En todo caso, un desafío a las normas y a la lógica. Desafío que Cortázar amplía desde la estructura general del relato, desde su singular arquitectura, hasta el propio lenguaje, donde también vemos desplegadas las astucias del juego, las geometrías del puzle, la libertad narrativa del escritor (que en este caso va muy lejos) y su voluntad de ruptura y novedad. Aunque la novela, estrictamente considerada, contiene dos partes, una que trascurre en París y otra en Buenos Aires, el mito y la leyenda de la novela, las reseñas y los artículos periodísticos sobre ella, los comentarios de los lectores, y las ideas más comunes se centran en exclusiva en la historia de Oliveira y La Maga deambulando por París, encontrándose y desencontrándose, buscándose y perdiéndose, haciendo el amor en hoteluchos de muerte o asistiendo a las veladas de jazz del Club de la Serpiente. La historia de ese fracaso amoroso con la torre Eiffel al fondo, las aguas del Sena como testigos y la trompeta de Louis Armstrong como acompañamiento, hizo germinar una mitología juvenil, una fiebre, que fue la ola en la que se encaramó la novela, a finales de los sesenta, y hasta principios de los ochenta, convirtiéndola en un fetiche. En un símbolo de libertad... en gran medida ilusorio (como creo que el mismo Cortázar deja entrever en la novela), puesto que Oliveira mismo acaba “expulsado” de aquel aparente “paraíso” y ni siquiera París es ya, a mediados de los sesenta, ese referente cultural y libre que fue los cien años anteriores, o está dejando de serlo, para dar pasos agigantados hacia la insignificancia actual.

Rayuela – Julio Cortázar

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No obstante, Cortázar logró imbuir a sus personajes el profundo desasosiego en el que viven, evadidos de su mundo (inmigrantes la mayoría) e incapaces de formar parte ya de otro, que no tiene un lugar para ellos, que los trata con distancia y escepticismo, que los repele: ya no estamos en el París inclusivo de los años veinte. Para Oliveira y La Maga, París es un escenario de estímulos y sensaciones, de lecturas y exposiciones, de sonidos y peregrinajes, pero para nada es ya un hogar acogedor. Y eso potencia su desarraigo, su pérdida, el desasosiego permanente de sus vidas. Oliveira, como lo define el analítico Gregorovius, es un ser “patológicamente sensible a la imposición de lo que lo rodea, del mundo en que se vive, de lo que le ha tocado en suerte... En una palabra, le revienta la circunstancia. Más brevemente, le duele el mundo”, por decirlo orteguiana, unamunianamente. Además, automáticamente, lo racionaliza todo. O lo remite a una espesa red de referencias culturales, una malla de protección. Por el contrario La Maga es todo intuición. El océano de su ignorancia está cubierto por al mar proceloso y espontáneo de sus intuiciones, más certeras casi siempre que las trabajadas y laboriosas elaboraciones intelectuales de Oliveira y sus amigos. A su manera, opuesta a la de Oliveira, ella es también un ser desarraigado, libre, sin patrón, un corazón ambulante lleno de encanto y sueños. Como el aceite y el agua, Oliveira y La Maga se relacionan, pero no se unen, no se disuelven el uno en el otro. La presencia de Rocamadour, el hijo de La Maga, los distancia aún más. El fracaso es inevitable, y Cortázar parece un resignado cómplice y testigo de ello. Crónica de un fracaso amoroso y vital, novela de amor enmascarada en una plétora de referencias culturales, que al lector actual le costará bastante seguir, Rayuela ha funcionado, sin embargo, en el imaginario colectivo como un acto narrativo de rebeldía y un estímulo libertario. Funcionó así comprensiblemente hace 50 años (sobre todo en España e Hispanoamérica, donde aún existían un puñado de dictaduras), pero sorprendentemente lo sigue haciendo todavía hoy, con unos referentes sociales, políticos y culturales muy distintos, lo que sin duda habla a favor del espíritu de la novela, de su genuino inconformismo, de su inagotable capacidad de sugestión.

Contarlo todo (Random House/Mondadori) de Jeremías Gamboa muestra a un narrador que tiene un don infrecuente, el de mantener un relato en suspenso gracias a su capacidad de contador de historias. Su novela es la historia de un álter ego pero está escrita con la sangre de una autobiografía en clave. Si bien se

le puede reprochar alguna abundancia innecesaria de detalles en la primera parte, la segunda mitad adquiere un volumen narrativo denso y veloz, basado en la intensidad de sus episodios y la astucia con que se encadenan y alternan.

La novela se estructura, al estilo de un Bildungsroman, como un proceso de adquisiciones y pérdidas, en una travesía de aprendizaje. En una de las primeras escenas, el protagonista Gabriel Lisboa adquiere un trabajo en una revista donde conoce a personajes claves, padres sustitutos, como Francisco de Rivera y Saúl Vegas. Luego, los pierde al renunciar a su puesto.

Es entonces cuando se inicia la relación con Fernanda en la universidad. Sin embargo también la pierde luego de una historia de amores contrariados por los deseos de su familia. A lo largo de este proceso ha ido ganando un grupo de amigos que luego va a mermarse con la partida de uno de ellos, Ramírez Zavala, a Barcelona. Para el protagonista, estas pérdidas solo tienen sentido si pueden registrarse en las palabras. La relación entre literatura y vida se encuentra definida en el título del libro y en la variedad de sus registros. La novela alterna la crónica social, con las historias de amor y las confesiones privadas. El hilo que las une es el objetivo del protagonista: convertirse en un escritor.

Contarlo todo – Jeremías Gamboa

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En su libro de cuentos Punto de fuga (2007), Gamboa ya mostraba una vocación autobiográfica. Algunos de los interesantísimos relatos de este libro, entre ellos “La conquista del mundo” y “Un responso por el cine Colón”, ofrecían muchas virtudes narrativas. La visión dramática de un adolescente que descubre el mundo ya era una característica de Punto de fuga. Pero Contarlo todo va mucho más allá pues se convierte en una exhibición radical de las heridas del protagonista, al modo de un rito confesional. Uno de los pasajes más memorables es el que cuenta la enfermedad a la piel de Lisboa. Pero lo mejor es la historia de Fernanda. Los episodios de esta relación conforman una novela de amor entrelazada con una crónica social de la marginación. Los padres de Fernanda nunca le lanzan un calificativo racista a Gabriel pero el narrador se las arregla para mostrar la discriminación como una atmósfera que impregna la descripción de cada uno de los cuartos de la casa de los padres.

Gamboa es un contador de historias pero además tiene un don difícil de encontrar: la capacidad de hechizo que viene de la agilidad y la gracia con las que estructura un episodio tras otro. Su falta de un estilo acabado se compensa y acaso es incompatible con la fuerza visceral de su visión. Contarlo todo es una larga confesión del protagonista pero no tiene la complacencia de una historia solipsista. El narrador sabe observar a sus personajes y los adecúa a las formas de la novela. Los lectores lo acompañamos.

Alonso Cueto / http://www.larepublica.pe/columnistas/lecturas/contarlo-todo-22-12-2013