Gabriel García Moreno. Arquetipo del político católico. R.P. Alfredo Sáenz S.J.

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    GABRIEL GARCA MORENO

    R.P. Alfredo Senz S.J.

    Nos adentraremos ahora en la consideracin de un personaje eminentemente poltico, Garca Morenoquien se nos revelar como un magnfico arquetipo del estadista catlico en el seno del mundo moderno.

    Fue el Ecuador su patria amada. La cordillera de los Andes, que en dos ramas paralelas corre de norte asur, divide a dicha nacin en tres partes. La primera lo ocupa la llanura, que se extiende desde el ocanoPacfico hasta la primera de esas ramas. Entre ambas secciones de la cordillera se encuentra la segunda, unagran meseta. La tercera parte, cubierta por bosques casi vrgenes en los tiempos de nuestro homenajeadocubre el terreno que va desde el segundo ramal de la cordillera hacia el este, zona habitada por indios, muchas

    veces salvajes. Gran parte de la poblacin vive entre montaas gigantescas y volcanes, a grandes alturas sobreel nivel del mar. Primitivamente existi un reino indgena en Quito, que luego conquistaran los Incas.Finalmente llegaron los espaoles. Tal fue el escenario histrico-geogrfico donde se desenvolvi la vida deGarca Moreno.

    I. Niez candorosa y juventud intrpida

    Naci Gabriel en Guayaquil, el 21 de diciembre de 1821. Eran aos arduos y bravos. Al independizarsede Espaa sus provincias de ultramar, el Ecuador sigui el destino de Colombia, que por aquel entonces sellamaba Nueva Granada, formando con ella y con Venezuela una sola nacin. Fue Simn Bolvar el creador deesta confederacin, a la que llam la Gran Colombia, gobernndola durante varios aos. En 1830, por exigenciade un grupo de ingratos y traidores, debi dejar el poder, y se retir a Cartagena, con la idea de trasladarse aEuropa. No pudo hacerlo, ya que muri en aquella ciudad el mismo ao, como si hubiese comprendido que laGran Colombia no subsistira. De hecho, veinte das antes, se haba consumado la separacin de Venezuela.

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    Con todo, lo esencial permaneci siempre firme, al punto que un da juzg que deba entregarse a Diosen el sacerdocio. Tena 18 aos. Al saberlo, su madre se llen de alegra y su hermano mayor, sacerdote enGuayaquil, se ofreci a costearle los gastos. Comenz los estudios correspondientes, pero al cabo de un aodesisti de su propsito. Tratse, sin duda, de una de esas vocaciones llamadas temporales. Retom entonceslos estudios interrumpidos.

    Especial inters senta por las ciencias, sobre todo las matemticas y la qumica, buscando siempre lascausas y el por qu de los fenmenos. Se interes tambin en el estudio de las lenguas. Adems del latn, cuyosclsicos citaba con facilidad, lleg a dominar el ingls, el francs y el italiano. Mas su anhelo por defender los

    valores religiosos de la patria, le fue haciendo virar hacia el campo de las leyes y de la poltica, sin descuidar la

    investigacin cientfica. Se pondra al servicio de la Iglesia, pero desde las trincheras del mundo, de dondeprovenan las principales ofensivas, mediante legislaciones anticristianas y a veces directamente persecutorias.

    Sus cinco aos de carrera de Derecho, tuvieron as dos vertientes. Una, la de los estudios especficos,siempre exitosos, dado su gran talento, y la otra, la de su formacin como militante catlico. No quera ser unode aquellos catlicos componenderos, que tanto abundaban y que tanto aborrecera. Quera ser un catlicocombatiente, por lo que convoc en su torno a un grupo de jvenes, dispuestos a despertarse del letargogeneralizado y ponerse de pie. Slo les peda contundencia en la fe y espritu de sacrificio. Ya haba cumplido23 aos, y los que lo rodeaban admiraban su pasta de jefe. Recordemos que eran pocas turbulentas. Al igualque algunos de sus compaeros, varias veces se ech al campo, fusil al hombro, para tomar parte en lasescaramuzas que menudeaban las luchas civiles, siempre eligiendo la mejor alternativa.

    De esta faceta blica del estudiante Gabriel se nos cuenta una ancdota con aires de sainete. Los buenoscatlicos eran por aquel entonces enemigos del general Flores. Garca Moreno se enter de que el general haba

    enviado a sus partidarios un convoy con fusiles y municiones. Reuni entonces a sus amigos y se emboscaronentre los rboles del monte, donde saban que la expedicin se iba a detener. Cuando ste lleg, los de Flores debajaron para tomar el rancho. Con dos o tres de los suyos, se acerc a ellos Gabriel, y comenzaron a contarchistes y cuentos, mientras corra la chicha. Los soldados se durmieron. Al despertarse, no quedaban nimuniciones, ni mulos...

    No es que Garca Moreno fuese un tirabombas, pero cada tanto se embarcaba en alguna incursin deese estilo con sus amigos. Claro que su mayor inquietud segua siendo la formacin. En 1844 recibi el ttulo dedoctor. Pero todava no era abogado, ya que ello requera, segn las normas establecidas, cierto tiempo deprctica.

    A principios de 1845, dando pbulo a sus nunca olvidadas inclinaciones cientficas, realiz junto con suprofesor y amigo, el gelogo Wisse, una verdadera hazaa, descendiendo junto con l al crter de Pichinchaaventura heroica y fascinante, cuyos detalles nos los dejaron ambos relatados en sendos escritos. Este tipo de

    aventuras revelan, adems de su inters por la ciencia, el temple de un luchador. Toda su vida sera un conflictoininterrumpido. As como ahora luchaba contra la naturaleza hostil, combatira hasta su ltimo aliento contralas ideas disolventes que buscaban destruir a la patria. Excursiones como aqullas no podan sino fortalecer sucarcter enrgico y viril, preparndolo para las grandes batallas polticas y doctrinales.

    La ciencia y la poltica: he ah sus dos mayores pasiones. Ser un sabio? Ser un caudillo de supueblo? Tal fue la encrucijada que se le present por esos aos. Quizs como resultado de la poltica del generaFlores, que l consideraba abominable, se decidi por el segundo camino. Se nos cuenta que en aquellos dasun peruano, condiscpulo suyo, le aconsej escribir la historia del Ecuador. Gabriel, que sin duda ya habaelegido la direccin de su vida, le respondi: Mejor es hacerla.

    Fue as como a los 25 aos, se aboc a la accin poltica, actividad que en adelante polarizara su vida. Almismo tiempo entr en el bufete de un famoso abogado de Quito, donde comenz a dar muestras de su esprituajeno a toda componenda. Sus alegatos eran arremetidas en favor de la justicia. En cierta ocasin, el presidentedel tribunal quiso encargarle la defensa de un asesino notorio. Garca Moreno se neg terminantementeAseguro a usted, seor presidente, que me sera ms fcil asesinar que defender a un asesino. Su figura,franca y leal, comenz a atraer la atencin de muchas personas, sobre todo de la clase alta quitea. Coadyuvabaa ello su fsico elegante, de buena estatura y expresin vivaz, ojos negros y penetrantes.

    De este modo, los halagos del mundo lo fueron rodeando, razn por la cual merm su inters por elestudio, as como su aficin por las ciencias naturales y las excursiones cientficas. Quizs ello correspondi aun cierto enfriamiento en su vida espiritual. Pero pronto cay en la cuenta de que el aplauso de los salones loestaba ablandando, y cort por lo sano. Siempre enemigo de las medias tintas, no se le ocurri nada mejor queraparse el pelo, de modo que durante seis semanas no pudo salir de su casa. Sumergindose de nuevo en loslibros, clarific las ideas, y retom su vocacin de combatiente. Por este tiempo contrajo matrimonio con Rosa

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    Ascasubi, mujer de fortuna y alta situacin social, que le llevaba doce aos. La comunin de ambos en losmismos ideales era perfecta.

    II. En medio de los huracanes de la poltica

    A partir de ahora, Garca Moreno se sumergi de cabeza en las lides polticas. No nos sera fcil, y porotra parte excedera los lmites de la presente semblanza, describir los sucesivos avatares, tan complejos, de lahistoria ecuatoriana. Slo sealaremos algunos de sus momentos ms importantes, en el grado en que se

    relacionan con la actuacin de nuestro hroe.

    1. El presidente Flores y los primeros pasos de Garca Moreno

    Uno de los personajes inobviables con los que tuvo que ver, fue el general Flores, a quien nos hemosreferido pginas atrs. Flores era de extraccin liberal. Sin tener el talante de un perseguidor de la Iglesia,incubaba en su interior una secreta hostilidad contra las races religiosas del Ecuador. No por nada mantenaun trato fluido con los masones de Nueva Granada, que tal era por aquel entonces el nombre de Colombia.stos, bajo el pretexto de beneficencia, haban tratado de establecer logias, tanto en Quito como en otrasciudades del Ecuador. En un pas donde todos eran catlicos y no exista ni un solo disidente, reclamaban unalibertad de culto que nadie les peda.

    A los mejores catlicos no se les escapaba que detrs de tales pretensiones se esconda la intencin de

    romper la unidad religiosa de la patria, gloria de la herencia espaola, y as algunos, sobre todo jvenes,comenzaron a agruparse para la resistencia. Pronto la arrebatadora palabra de Garca Moreno lo puso a lacabeza de ellos, invitndolos a reparar en los errores del gobierno y exhortndolos a la lucha. Frente a laConstitucin nueva que, a instancias de Flores, acababa de imponer la Convencin, una Constitucin de tipoliberal, numerosos grupos comenzaron a recorrer las calles al grito de Viva la religin, muera laConstitucin!.

    El Gobierno, haciendo odos sordos a la protesta, exigi prestar juramento a la nueva Carta Magna. Sibien muchos catlicos, ignorantes o pusilnimes, e incluso algunos sacerdotes partidarios de la conciliacinprestaron el juramento exigido, la mayor parte del clero asegur que el juramento era ilcito. Finalmente estalluna revolucin en Guayaquil, que se extendi rpidamente a otras regiones del pas. En Quito, Garca Morenose enrol entre los voluntarios. Tras la victoria, los rebeldes rompieron las actas de la Convencin yproclamaron la destitucin del Presidente. Flores tuvo que irse al extranjero. Garca Moreno fue uno de los

    principales gestores de este movimiento.Reunise nuevamente la Convencin, y tras redactar otra Constitucin, algo mejor que la anterior,valindose de manejos turbios eligi a Vicente Ramn Roca como presidente. La situacin haba cambiadopero slo en las apariencias. Garca Moreno era demasiado ntegro y demasiado patriota como para podersoportar pasivamente lo que estaba aconteciendo, y as se lanz a la publicacin de un peridico satrico al quellam El Zurriago, palabra que designa el ltigo con se castigaba o zurra a alguien, donde cada semana azotabaa los que l llamaba vendidos. Cuando la prosa no bastaba, recurra al verso:

    Si quieres a todo tranceen poltica medrar,

    procura ser diputadoy es muy fcil lo dems.

    Has de tener dos conciencias,dos caras que remudar,dos opiniones, dos lenguas,y voluntades un par.Tendrs el pico de loro,las uas de gaviln,la artimaa de la zorra,del lobo el hambre voraz.

    El Zurriago denunciaba el culto de la aritmtica, el mundo de los nmeros, donde todo se consiguefcilmente con el oro y los empleos.

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    Estos son los frutos amargos que el rbol de la libertad ha producido!... No se crea que culpamos a lalibertad, no; culpamos slo a los que de ella abusan. Entre nosotros la libertad ha sido una virgen pura einocente, abandonada a los ultrajes de brutales libertinos.

    El gobierno denunci al peridico. Le molestaba su ttulo, su irona, su oposicin sistemtica, yamenaz a sus redactores con juicios y multas. Ellos no se amilanaron: Quien afirma que de la nada, nada sehace, miente, remiente, y es un grandsimo embustero. De la nada se hace fcilmente un oficial mayor de unministerio, y se harn con el tiempo cosas mayores. He aqu una nueva faceta de la personalidad de GarcaMoreno. Este joven de 25 aos, experto ms bien en ciencias naturales y en derecho, jams haba hechoincursiones literarias. Y sin embargo en las pginas de El Zurriago escriba con la seguridad de un periodista

    consumado.Ante el peligro de que Flores reapareciese en la escena poltica, el presidente Roca quiso aprovechar la

    capacidad y la energa del joven Garca Moreno. Sabindolo enemigo acrrimo de Flores, lo nombrGobernador de Guayas, zona donde ste haba encontrado apoyo, para que depurase dicho territorio. All fuenuestro Gabriel. De manera fulminante, meti en la crcel a los partidarios del antiguo presidente y desterr alos ms peligrosos. De este modo, a los ocho das de haber llegado, comunic al Gobierno el completorestablecimiento de la tranquilidad en esa provincia. As entr pblicamente en la poltica, con ese xito inicialque le fue dando renombre en todo el pas.

    Por aquellos tiempos Gabriel comenz a interesarse en una idea grandiosa: la de que se estableciera unaconfederacin de naciones del Pacfico, para defenderse contra probables agresiones europeas, semejantes a lasque entre nosotros Juan Manuel de Rosas tena que afrontar por esos mismos aos. En orden a dicho objetivoel Gobierno ecuatoriano entr en contacto diplomtico con los gobiernos de Chile, Bolivia, Per y Nueva

    Granada, realizndose un encuentro, en 1847, entre representantes de cada una de dichas naciones.Desgraciadamente no se lleg a nada concreto.Sealemos a este propsito dos observaciones, que creemos de inters. La primera es la libertad

    internacional de que por aquel entonces disfrutaban los pequeos pueblos hispanoamericanos, que podanreunirse sin la anuencia de los Estados Unidos, y la segunda, la gravitacin poltica de Garca Moreno, unmuchacho de tan slo 25 aos.

    2. Viaje a Europa y ulterior enfrentamiento con Urbina

    La situacin poltica del Ecuador no se serenaba. Garca Moreno juzg conveniente hacer un parntesisen su actuacin pblica, y resolvi dirigirse a Europa para permanecer all por un breve tiempo, con el deseo deinformarse mejor de la situacin que all se viva. Recorri as Francia, Inglaterra y Alemania, tres pases que

    encontr muy convulsionados. En Francia, sin embargo, pudo conocer la existencia de pequeos grupos dereaccin catlica. Ello puso de nuevo su voluntad en pie. Si en la patria del racionalismo ms exacerbado, de laIlustracin ms refinada, surgan esos grupos que no se sonrojaban de verse calificados como ultramontanos ypolemizaban con gobiernos poderosos, no tendra l por qu atemorizarse de hacer otro tanto en el Ecuador.

    Qued tambin muy impresionado y enardecido cuando llegaron a sus manos algunos folletos quedaban cuenta de la primera guerra carlista en Espaa, cuyos militantes enarbolaban crucifijos. Una decisin

    brot desde lo ms profundo de su ser: al volver a su patria, congregara junto a s grupos selectos perodecididos, que fuesen ocupando puestos destacados, especialmente en el mundo de la cultura. Durante su

    breve estancia en Europa tuvo tambin ocasin de admirar la belleza del arte catlico, y la obra grandiosarealizada por la Iglesia, segn los monumentos lo testimoniaban.

    A los cuatro meses, emprendi el regreso. Tras llegar a la ciudad de Panam, que era entonces puertocolombiano, se embarc en un buque que se diriga hacia el sur. Con Gabriel viajaban algunos jesuitas, queacababan de ser expulsados de Nueva Granada, tras habrseles expropiado todos sus colegios y misiones. Seisaos antes haban sido invitados por el partido conservador, pero luego los llamados radicales denunciaron elgrave peligro que entraaba la presencia de aquellos padres, quienes al crear colegios y misiones,conspiraban contra la libertad, no slo en Bogot sino en toda Amrica. El hondo espritu de justicia quecaracterizaba a Garca Moreno lo acerc enseguida a esos sacerdotes, arbitrariamente perseguidos por losliberales que gobernaban en Nueva Granada, juntamente con los masones. Se acerc a ellos no slo en razn desu amor a la justicia, sino tambin por las inquietudes intelectuales que los caracterizaban, ya que entre esosdesterrados haba varios sacerdotes eminentes.

    Cuando el vapor atrac en Guayaquil, Garca Moreno fue inmediatamente a verlo a Diego Noboa, jefepoltico de la zona, para pedirle que permitiese el desembarco de los padres, a lo que dio su consentimiento.Poco despus Noboa sera elegido Presidente. El gobierno de Colombia presion entonces para que no se los

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    recibiese en el Ecuador. Lo mismo hicieron los masones del Ecuador que, curiosamente, se remitan al decretode expulsin de Carlos III. Noboa no hizo caso y en 1851 fue derogada la Pragmtica del rey de Espaa.

    Volvieron entonces los padres, tras 83 aos de destierro, y entraron en Quito en medio de las aclamaciones delpueblo y el repique de todas las campanas de la ciudad. Les devolvieron su antigua iglesia, al tiempo que lesofrecieron un viejo convento y la casa de la Moneda, para que estableciesen all un colegio.

    Entra ahora en el escenario poltico una nueva figura, el general Jos Mara Urbina, quien seraPresidente de Ecuador desde 1852 a 1856. Durante los veinte aos de su existencia independiente, el Ecuadorhaba vivido bajo la frula de un liberalismo con pretensiones de conservador. Flores y Roca eran, ambos,falsos conservadores y declamadores del liberalismo. No tenan la menor idea del carcter sobrenatural de la

    Iglesia, as como de los principios de la ley natural por los que deben regirse las sociedades civiles. Suliberalismo consista en adular al pueblo soberano, y su conservadorismo en quedarse en el poderconservndolo lo ms posible.

    Aparece ahora el general Urbina. En 1837 haba sido encargado de negocios en Bogot, nido demasones, donde como era de prever se relacion con los dirigentes secretos de la Revolucin anticristiana.Luego sera Gobernador de Guayaquil y finalmente Presidente. Durante sus aos de gobierno naci, en ciertomodo, el liberalismo ecuatoriano. Siempre hubo liberales, por cierto, pero permanecan aislados, sin agruparseCon Urbina comienza a formarse lentamente un partido liberal, con pretensiones no slo en el campo polticosino tambin en el religioso. A su propagacin contribuira no poco el apoyo de la masonera, recientementefundada.

    Durante toda la vida de Garca Moreno, Urbina ser el gran enemigo, manifiesto a veces, agazapadootras. En l vera algo as como la encarnacin del espritu revolucionario. Un terrible duelo iba a empezar. De

    un lado estaba el poder; del otro, la inteligencia. A Urbina la obedecan los tauras, escribe uno de sus bigrafoses decir, aquella soldadesca indisciplinada y ladrona que lo secundaban ciegamente; a Garca Moreno losritmos, las palabras, la idea, el Verbo. Hasta que un da el escritor empuase tambin la espada para vencer asu enemigo.

    Comenz Urbina su campaa azuzando al embajador de Colombia para que atacase a la Compaa deJess, como efectivamente lo hizo, mediante un folleto en contra de dicha Orden. Garca Moreno, que segnhemos visto, haba colaborado para que los jesuitas volvieran al pas, sac su pluma y contest con un duroescrito, al que puso por ttulo Defensa de los jesuitas. All deca:

    Es una verdad histrica que esta orden religiosa ha sido aborrecida por cuantos han atacado alcatolicismo, sea con la franqueza del valor, sea con la perfidia de la cobarda. Calvino aconsejaba contra ella lamuerte, proscripcin o calumnia. DAlembert, escribiendo a Voltaire, esperaba que de la destruccin de laCompaa se siguiera la ruina de la religin catlica. El mismo concepto en menos palabras expresaba Manuel

    de Roda, ministro de Carlos III, cuando quince das despus de haber sido expulsada de Espaa esta Ordenclebre, deca al duque de Choiseul, ministro de Luis XV: Triunfo completo. La operacin nada ha dejado quedesear. Hemos muerto a la hija; slo nos falta hacer otro tanto con la madre, la Iglesia romana. Las setentapginas del ardiente folleto reavivaron el fuego sacro en los buenos ecuatorianos, bastante aletargados.

    Garca Moreno ya era ampliamente reconocido como jefe y cabeza del movimiento catlico, al que seagregaban cada da nuevos militantes, por lo que Urbina no le quitaba la mirada de encima, en la inteligenciade que no sera sino con l con quien se tendra que batir para poder implantar su rgimen. Lo primero quehizo fue reunir una Convencin, hechura suya, en orden a promulgar una nueva Constitucin, ms liberal an,la sexta desde la independencia. Cunta razn tena nuestro don Juan Manuel cuando miraba de soslayo losprematuros intentos de los unitarios por imponer una Constitucin, un mero cuadernito, sin races en larealidad! No pareca bueno establecer una Constitucin mientras el pas no estuviese suficientementeconsolidado. Sin embargo, Urbina as lo hizo.

    Y de paso y caazo expuls a los jesuitas aduciendo que la clula real de Carlos III estaba vigenteTanto hablar contra los espaoles y ponderar las ventajas de la independencia, para acabar entronizando denuevo al difunto monarca! Sea lo que fuere, la orden se cumpli de manera contundente. Entraron los soldadosa bayoneta calada, y pusieron a los padres y hermanos bajo custodia. La gente en la calle, de rodillasimpotente. Al pasar el P. Blas, que era el superior, el umbral del colegio, en medio del silencio general, GarcaMoreno grit con voz trmula de clera y emocin: Adis, padre! Juro que de aqu a diez aos cantaremos elTe Deum en la catedral!.

    A los pocos das, public otro escrito, un extenso y erudito trabajo de cien pginas, bajo el nombre deAdis a los jesuitas. Entre otras cosas all se poda leer: No sois vosotros los ms desventurados. Despus dealgunas semanas de privaciones o tormentos, llegaris a playas ms hospitalarias... Infelices los quepermanecemos en el Ecuador, contando los das de la vida por el nmero de sus infortunios!

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    Se ha dicho que el deseo de realizar la profeca del Te Deum fue uno de los mviles que lo impulsaron alanzarse definitivamente a la arena poltica. A su juicio, los jesuitas representaban la reaccin ms inteligentecontra el liberalismo y el espritu de la masonera. Eran como el epicentro de la gran lucha teolgica de lostiempos modernos. El combate contra Urbina no era fcil. El pueblo estaba atemorizado, la prensaamordazada, los plpitos mudos. Lo cierto es que por el odio de unos y la cobarda de los otros, la verdadcatlica se vea cada vez ms avasallada. Garca Moreno no se dejara amilanar, limitndose a contemplar conlos brazos cruzados la agona del cristianismo en su patria. Dio a conocer entonces un nuevo escrito que llam

    Al general Urbina. La lucha exiga cautela y sagacidad.Por un lado debera atizar la llama de los catlicos acobardados, de aquellos catlicos que partiendo del

    principio de que pareca oportuno conceder algo al Gobierno para no irritarlo demasiado y poder conducirlopoco a poco a la enmienda, se rehusaban a levantar la bandera de la Realeza de Cristo, por temor de que se losacusase de temerarios y exagerados. Por otro lado se haca preciso minar el prestigio populachero delGobierno, para lo cual resolvi fundar un semanario, La Nacin.

    En el primer nmero expuso su ideario: recoger el estandarte de la religin catlica, que era la de lanacin, y tremolarlo con intrepidez frente al enemigo. Urbina acus recibo, y encarg a Franco, comandantegeneral de Quito, que hiciese entender al ofensor que si osaba publicar un segundo nmero, l y suscolaboradores seran deportados. Cuando el oficial le comunic la prohibicin, Garca Moreno le respondi:

    Pues decirle a vuestro amo que a los numerosos motivos que tengo para publicar el peridico, ahoraagrego otro muy importante: el de no deshonrarme callando a todas esas sus amenazas.

    Apareci el segundo nmero, ms incisivo an que el primero. All se lea: Hay un pcaro redomadoque rena la doble ventaja de la maldad y de la estupidez, uno que sea tan cobarde como rapaz y tan rapaz

    como insolente, uno que posea el instinto de la ferocidad y las actitudes de verdugo? Pues a ese ser abominablese le nombrar gobernador de provincia o magistrado de polica y se le dejar robar y oprimir a su arbitrio paraque consuma el ltimo resto de nuestra estoica paciencia. Examinaba asimismo las aberraciones delGobierno, sobre todo la escandalosa expulsin de los jesuitas. Admirable es, por cierto, la poltica de nuestroGabinete, exactamente parecido a un ebrio de andar incierto y vacilante... Tal es el gobierno que nos rige; suconducta prepara su cada, y su cada ser la del ebrio.

    Dos horas despus, Urbina, ciego de clera, firmaba el decreto de arresto y extradicin. Garca Morenotena 32 aos. Sali de su casa, acompaado de dos de sus camaradas, tambin incluidos en la orden dedestierro, y se dirigieron a la plaza, a fin de ser arrestados en plena calle, a la vista de todos. En medio de los

    vtores de la multitud, los guardias debieron abrirles paso entre el gento, llevndolos a destino incierto. Trasun largusimo recorrido, llegaron a la frontera colombiana, donde fueron entregados al Gobernador de aquellazona, el masn Obando, quien los envi a un srdido calabozo. Lo que Urbina haba logrado con semejante

    medida era enaltecer, contra su voluntad, la figura de su principal enemigo. Garca Moreno, que hasta entoncesno haba sido sino un periodista de talento, se vio magnificado a los ojos del pueblo. Ahora era un granpersonaje, acaso el primero de la oposicin.

    No se iba a rendir nuestro hroe, siempre entero, tanto en la prosperidad como en la adversidad. Encuanto pudo, escap de la prisin, y reiterando de manera inversa su escabrosa e interminable caminata, llegde nuevo a Quito. Desde all se dirigi a Guayaquil, refugindose en una corbeta francesa que a los pocos daszarpara para Per. Estando todava a bordo, hubo elecciones en Ecuador para el futuro Congreso. La Juntaelectoral de Guayaquil lo eligi como miembro del Senado, con lo que el decreto del destierro quedabainvalidado. Urbina no saba qu hacer y dio orden de arrestarlo ni bien pisase tierra. En tales circunstancias,Gar-ca Moreno resolvi quedarse en la fragata, que pronto parti para Lima.

    Sin embargo, no soportando la lejana de su patria, volvi a escondidas a Guayaquil. All fue descubiertoy conducido a un buque de guerra, que lo abandon en el puertecillo de Paita, al norte del Per, donde no habasino aire, arena y agua salada. Qu hara en ese lugar, en medio de la soledad ms total? Estudiar, devorarlibros de ciencia, filosofa, poltica y teologa.

    El destierro, que dur casi dos aos (1853-1854), acrisol su espritu. El verdadero modo de resignarse,escriba desde all a los suyos, no consiste en perder el nimo y entregarse desfallecido a los rigores de lasuerte, sino en conservar la serenidad del espritu en medio de los sufrimientos, resistiendo con valor lostrabajos sin inclinar la frente y poniendo nuestras esperanzas ms all de la vida, no por consejo de lamelancola, sino por impulso de la fe.

    Al mismo tiempo segua pensando en su patria, o mejor, pensando su patria. Sus compaeros dedestierro le oan hablar con entusiasmo de los proyectos que bullan en su interior: cambio de la Constitucin,reforma del clero, disciplina del Ejrcito, educacin, obras pblicas... En aquellas soledades se estaba gestandoel futuro gran presidente del Ecuador.

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    Un da se enter de que Urbina, juntamente con su ministro Espinel, no contentos con haberlo arrojadodel pas, se esforzaban por deshonrarlo. Poco le afectaban dichas crticas ya que hombres como Espinel, oUrbina deca, no infaman cuando insultan, sino cuando elogian; porque ordinariamente alaban a los que seles parecen, y los que se les parecen, son los hijos del oprobio. Pero para que el pueblo no cayese en engao,lanz contra ellos un folleto de contraofensiva:

    No es ma la culpa si me obligan a exponer la verdad en mi defensa, y si la verdad, como el fuego,donde llega alumbra y quema. La prosa de Garca Moreno se volva cada vez ms custica. Algunas de susfrases las hubiera envidiado Veuillot o Len Bloy. Por ejemplo sta: Me he acostumbrado, como Boileau, allamar gato al gato y Urbina a un traidor.

    3. Tres aos en Pars

    El rgimen de Urbina estaba trastabillando. Garca Moreno crea que si alguien tomaba el pendn deDios y de la Patria, la nacin podra levantarse de su letargo. l deba preparase cabalmente para dicho relevo.Como no le era posible hacerlo en Paita, donde careca de bibliotecas y maestros adecuados, resolvi quemientras Urbina iba colmando la medida de sus iniquidades, se dirigira a Pars. As lo hizo, permaneciendo alldesde 1854 a 1856. No tom tal resolucin como quien va en bsqueda de fciles placeres, o para olvidar suspenas y las de su patria. Pars fue mucho ms que un lugar de destierro. Fueron tres aos de preparacin, dereconcentracin espiritual, tres aos de silencio, de ese silencio que suele preceder a las grandes decisiones y ala accin trascendente. Alojse en el Barrio Latino, en una modesta habitacin, donde gustaba quedarseestudiando hasta altas horas de la noche.

    Cierto da, paseando con algunos amigos por el parque de Luxemburgo, uno de ellos cont que unconocido suyo, al borde de la muerte, haba rehusado los sacramentos. Otro del grupo, ateo fanfarrn, defendidicha actitud. Garca Moreno intervino entonces, aduciendo los argumentos propios de un catlico en favor dela necesidad de la reconciliacin con Dios. El ateo le dijo desafiante: Usted habla muy bien, pero me pareceque a esa religin tan hermosa la descuida un poco en la prctica. Se ufana de catlico intransigente, perodgame, cunto hace que no se confiesa?. Garca Moreno qued por algunos instantes desconcertado. Era

    verdad que no viva en plena consonancia con lo que sostena. Sumergido en el vrtigo de la poltica y en suafn por saber cosas humanas, se haba enfriado un tanto en su vida espiritual. Usted me ha respondido conun argumento personal que tal vez le parezca excelente hoy, pero que maana no valdr ms, le contestBruscamente dio media vuelta y se encamin hacia su casa, muy nervioso. Esa misma tarde cay de rodillasfrente a un confesor. Fue un verdadero golpe de gracia, una conversin de la fe a las obras.

    Desde entonces se lo vio casi todos los das en la iglesia de San Sulpicio, oyendo misa antes de abocarse

    al trabajo. Asimismo comenz a rezar diariamente el rosario.Luis Veuillot escribira muchos aos despus: En San Sulpicio le han visto, sin duda, varios de entrenosotros. Nos complacemos en decir que, tal vez sin conocerlo, hemos unido nuestra splica a la suya; en todocaso, era de los nuestros y reclamamos el honor de ser de los suyos.

    Durante su estancia en Pars, se dedic como nunca al estudio, ampliando sus conocimientos de historiay crtica literaria. Por las tardes asista a lecciones de geologa y mineraloga, las primeras a cargo del famosoCharles DOrbigny. Tal inters no era expresin de mera curiosidad . Segn lo asegur l mismo en una de suscartas, estudiaba para ser ms til a la Patria. Si se interesaba en la qumica orgnica es porque le pareca

    beneficioso para ulteriores proyectos de destilacin y azcar. Asimismo se puso al corriente de los movimientospolticos, industriales y militares de Francia, y en todo lo tocante a la organizacin de sus colegios yuniversidades. Es cierto que por aquellos aos, Francia estaba socialmente desquiciada. La llegada al poder deNapolen III, que como emperador haba puesto freno a tantos desmanes, lo llev a deducir que desde el poderun hombre prudente y enrgico puede contribuir decisivamente a la salvacin de un pueblo. Pero tambinentendi que de poco serva liberar una nacin de la tirana democrtica si luego se la sujetaba a la tirana delcesarismo desptico. Slo una revolucin verdaderamente catlica sera capaz de rescatar a un pas que iba a laderiva, con tal de que encontrase un hombre que la encarnase.

    Entre los libros que pudo leer, hubo uno que pareca especialmente escrito para l: La HistoriaUniversal de la Iglesia catlica, el P. Rohrbacher, una verdadera enciclopedia doctrinal, donde se ensamblan lateologa, la poltica y la historia. All quedaba plenamente demostrado lo absurdo que era la lucha entre elEstado y la Iglesia, as como el divorcio entre ambos. Garca Moreno qued deslumbrado ante esta verdad: elpueblo de Dios tiene derecho a ser gobernado cristianamente, concretndose en la prctica la Realeza Social deJesucristo.

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    Hay algo que le gust especialmente en dicha obra, y era precisamente lo que algunos le reprochaban, asaber, la amalgama de la teologa con la historia. Estimaba tambin en aquel autor su integridad doctrinal, tanajena a compromisos y paliativos, as como la severidad con que fustigaba a los falsos doctores, sin perder el

    buen humor, que tan bien se avena con el espritu de Gabriel. Esta lectura fue fundamental, ya que a travs deella penetr en su alma el espritu de Carlomagno, de San Fernando y de San Luis. Tres veces ley sus

    veintinueve volmenes.Como se ve, el destierro lo madur, al tiempo que ampli enormemente sus horizontes.Refirindose a esta etapa de su vida escribi Veuillot: Solo en tierra extraa, desconocido, pero

    alentado por su fe y su gran corazn, Garca Moreno se educ a s mismo para reinar, si tal era la voluntad de

    Dios. Aprendi cuanto deba saber para gobernar a un pueblo en otro tiempo cristiano, pero que se estabavolviendo salvaje... Con este fin trat de ser sabio. Pars, a donde la Providencia lo condujo, era el taller ms apropsito para este aprendiz. Pars, cristiano tambin, pero brbaro y salvaje al propio tiempo, ofrece elespectculo del combate de los dos elementos. Tiene escuelas de sacerdotes y de mrtires y es una vasta fbricade anticristos, de dolos y verdugos. El futuro presidente y misionero futuro del Ecuador, tena ante sus ojos el

    bien y el mal. Cuando volvi a su lejano pas, su eleccin estaba hecha: ya saba dnde se hallaba la verdaderagloria.

    Haba llegado a entender el gran tema de las Dos Ciudades de San Agustn en la Francia poblada deanticristos pero no carente de combatientes de la fe como el mismo Veuillot, el cardenal Pie, dom Guranger ytantos otros.

    4. Alcalde, rector y senador

    El perodo presidencial de Urbina llegaba a su fin en 1856. La Iglesia haba sido su principal enemigo.Propsito suyo fue destruirla o al menos someterla. No se atrevi, por cierto, a expulsar a los obispos ysacerdotes, como hizo con los jesuitas, pero trat de corromperlos o dominarlos. Para ello se vali de diversosexpedientes, como por ejemplo alojar soldados en los conventos, intervenir en los seminarios nombrandopersonas indignas, insistir a travs de los diarios en los presuntos abusos del clero... Los colegios se habanconvertido en cuarteles y la Universidad estaba degradada. Al trmino de su perodo trat de ser reelecto, peroen vano, ya que sus mismos partidarios estaban hartos de su despotismo.

    Entonces hizo lo posible para que subiese su candidato, el general Francisco Robles, hechura suya, y lologr. Era un cambio de personas, no de polticas. A pesar de todo, los amigos de Garca Moreno le pidieron alnuevo presidente un salvoconducto para aquel ciudadano desterrado. Creyendo Robles que con ese gesto semeta en el bolsillo a la oposicin, lo rubric.

    Garca Moreno volvi a entrar en la capital con la aureola de un caballero que ha sufrido mucho por lacausa de la religin y de la patria. La municipalidad de Quito lo nombr alcalde, cargo que corresponde al dejuez, como quien rinde un homenaje a su noble pasin por la justicia. Poco despus, hallndose vacante elcargo de rector de la Universidad, el claustro lo eligi como tal. Acept con gusto dicha designacin y se abocde inmediato a elevar el nimo muy alicado de profesores y alumnos; jerarquiz el nivel acadmico de lasfacultades, sobre todo de la de ciencias, por l tan amada; presidi exmenes y pronunci numerosasconferencias.

    Pero ni alcalda ni rectorado satisfacan su propsito fundamental, que era fundar un movimientomotorizar una oposicin a los que entonces la gente llamaba los gemelos, es decir, Urbina y Robles. Conmotivo de las elecciones que deban hacerse en mayo de 1857 para elegir a los miembros del Congreso, ungrupo de amigos lo propuso como candidato a senador. En orden a promover su designacin, y con el fin dedespertar al pueblo de su modorra, crearon un rgano periodstico llamado La Unin Nacional, dondepudieran unirse y expresarse todos los descontentos, contribuyendo as a la derrota del gobierno liberal. Esta

    votacin tena especial importancia ya que una de las atribuciones de los vencedores era la eleccin del futuroPresidente, al trmino del perodo de Robles. As lo entenda Urbina, quien maniobr astutamente desde latrastienda. Ms all de las consabidas trapisondas preelectorales hubo incluso amenazas el da mismo de laselecciones. Un grupo de jvenes limpios y valientes enfrentaron fsicamente dichas conminaciones, hasta elpunto de que corri sangre.

    Finalmente Garca Moreno fue elegido. Urbina tendra que resignarse con una Cmara donde laoposicin, encabezada por un fogoso y arrollador caudillo, lo pondra contra las cuerdas. Garca Moreno entren el recinto pisando recio, rodeado de sus nuevos colegas.

    Uno de los grandes debates de aquel Congreso fue en torno a la presencia y el influjo de la masonera enel Ecuador. Urbina, que se haba fundado en el derecho del Patronato para prohibir a los institutos religiosos

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    en el pas, como buen liberal no trepidaba en abrir las puertas a todas las sociedades secretas. En sentidoinverso, Garca Moreno present un proyecto de ley por el cual se autorizaba al poder ejecutivo a establecercongregaciones religiosas, y al mismo tiempo se decretaba la clausura de las logias. La religin catlica, decadicho documento en sus considerandos, es la religin de todos los ecuatorianos, la nica reconocida por laConstitucin, y por ende no se poda admitir, sin grave inconsecuencia, la accin de sociedades antirreligiosas.Un opositor afirm que cerrar las logias masnicas sera oponerse al espritu del siglo; otro acot que no tenancarcter antirreligioso.

    Por cierto exclam Garca Moreno fijando sus ojos en aquellos oradores , que tengo que hacer notarla inconsecuencia de los que se dicen liberales: quieren la libertad para el establecimiento de logias o de

    sociedades contrarias a la religin y a la moral. Para ellos no debe haber trabas de ningn gnero, no debeesperarse el permiso o autorizacin del Poder Ejecutivo; pero cuando se trata de una institucin catlica, deasociaciones que favorecen y desenvuelven las ms eminentes virtudes sociales, entonces no debe haberlibertad, sino trabas y obstculos....

    Para que se establezcan libremente todas las asociaciones religiosas o irreligiosas sin traba alguna, eramenester que no hubiese una religin dominante, como en los Estados Unidos; pero siendo la nica religindel Ecuador la cristiana, catlica, apostlica, romana, no puede permitirse el establecimiento de una asociacincondenada por la Iglesia catlica, apostlica, romana.

    Al fin el proyecto prosper y se vot la supresin de las logias, pero para evitar la furia de los hermanosse lo someti al futuro Congreso. El Gobierno se apresur a negar su aprobacin a la ley.

    La actuacin de Garca Moreno en las Cmaras revel una nueva veta de su personalidad, la del oradorHasta entonces poco haba hablado en pblico. Ahora mostr el vuelo de su verbo. Las ideas y las palabras

    salan juntas de sus labios, sin vacilacin alguna. Su manera de expresarse era enrgica, directa, precisa, sinfloripondios ni adjetivos innecesarios. Su mirada, de estupenda elocuencia, refrendaba sus ideas y sus gestos.Desarrollaba su pensamiento con lgica irrebatible y con absoluta conviccin. En la rplica se mostrabatemible, capaz de aplastar a su contrincante con unas cuantas palabras, o con un chiste que dejaba en ridculoal adversario. Era, en verdad, un orador eximio, a lo Donoso Corts.

    5. Presidente provisional

    Por cierto que todava el poder segua en otras manos, las de Urbina y Robles. Sin embargo losgemelos no las tenan todas consigo. Ahora en la Cmara legislativa se escuchaba una voz poderosa que seatreva a cuestionar sus decisiones. Desde aquellos momentos, los acontecimientos se atropellaron, a tal puntoque el Gobierno disolvi el Congreso, implantando una nueva dictadura, pero no por nueva, desconocida, la

    dictadura de los liberales. La oposicin apret filas en torno a Garca Moreno. Ante las turbulencias quearreciaban, el Gobierno abandon la capital y se refugi en Guayaquil, apoyado por los elementos ms servilesdel ejrcito, acompaando su decisin con nutridos fusilamientos. Lo que Urbina y Robles anhelaban eracapturar a Garca Moreno, pero al no poder hacerlo, decretaron nuevamente su destierro, esta vez parasiempre. Tambin Garca Moreno andaba por Guayaquil. Cuando el cerco se cerr, no le qued sino buscarrefugio en un barco que se aprestaba a zarpar rumbo al Per.

    En tan intrincada situacin, los mejores ecuatorianos, no dispuestos a presenciar pasivamente ladestruccin de su patria, se resolvieron a luchar contra aquellos insensatos, enemigos de la religin y de lapatria. En todo el pas se respiraba un clima de sublevacin generalizada. Un grupo del ejrcito se amotincontra los gemelos, y su comandante entr con veinte soldados en la casa del Presidente, arrestando aRobles y Urbina. Pero al fin la revuelta fue sofocada, y los militares que se haban rebelado debieron volver alos cuarteles. Los dspotas estaban todava festejando, cuando se enteraron de que un nuevo levantamientopopular haba estallado en Quito. Esta vez los insurrectos triunfaron, no slo en la capital sino tambin en granparte del pas, y eligieron un triunvirato, cuyo jefe supremo sera Garca Moreno. Enterado de la decisin,nuestro hroe, que todava estaba en Guayaquil, se dirigi velozmente a Quito.

    El viaje fue terrible. Su gua, mordido por una vbora, expir ante sus ojos, y l qued solo, sin la menoridea del camino que haba de seguir, en medio de sierras y mesetas. Cabalg dos das sin rumbo seguroesculido por falta de alimentos. Cuando su caballo cay extenuado, debi seguir a pie... En fin, una odiseaPero l nunca se amilanaba. El fervor de la Patria herida encenda su corazn.

    Apenas llegado a Quito, tom las riendas de la situacin. Era inminente un contraataque arrollador delas tropas de Urbina y Robles. Se haca as preciso reclutar voluntarios, armarlos y entrenarlos. Si bien GarcaMoreno no era militar de profesin, dominaba el oficio de las armas, algo que haba aprendido en un paszarandeado por tan frecuentes revoluciones. Manejaba la espada como un maestro de esgrima, era hbil tirador

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    y estupendo jinete. Adems, su aficin a saber de todo, lo haba impulsado a estudiar historia militarestrategia, cartografa y otras ramas auxiliares de la guerra, as como a presenciar maniobras de todo tipo.

    Acercse Urbina con soldados veteranos, perfectamente armados. El gobierno provisional sali a suencuentro con voluntarios bisoos. La lucha dur seis horas. Desde el principio hasta el fin, estuvo GarcaMoreno en medio del fuego, olvidado de su seguridad personal, luchando, arengando y curando heridos. Sinembargo su derrota fue total. A la hora del desbande, vio pasar delante de s al coronel Vintimilla, que hua acaballo. Cuando ste reconoci al presidente interino, desmont de su corcel y se lo ofreci generosamente.No le dijo Garca Moreno, qu ser de usted si lo dejo as?. Poco me importa exclam noblemente ecoronel; no faltarn nunca Vintimillas, pero no tenemos ms que un Garca Moreno. Lo oblig a montar y

    alejarse al galope. Enfil Garca Moreno por desfiladeros desconocidos y se intern en tupidos bosques.Cuando pasaba por algn pueblo, sus habitantes, conmovidos, lo aclamaban, ya que para ellos l era suesperanza.

    Mientras tanto Urbina entraba en Quito. Los patriotas cerraron los postigos de sus ventanas. Pocodespus lo hara Robles. El gobierno provisional se refugi en la ciudad de Ibarra. Garca Moreno era tozudo:Voy a seguir la empresa hasta concluir con Urbina y el ltimo urbinista. Por contraria que parezca lasituacin, la dominaremos con tal de que no perdamos la confianza y el valor. Urbina, por su parte, implantla violencia, enajenndose cada vez ms a la poblacin.

    Ya que por las armas no se vea posibilidad prxima de victoria, Garca Moreno recurri a la diplomaciadirigindose otra vez al Per para conseguir el apoyo del presidente Castilla, enemigo de los gemelosmientras Carvajal, que integraba el triunvirato, reuna tropas de ecuatorianos que vivan en tierrascolombianas. Lo encontr en Paita, donde l haba estado en su ltimo destierro. Castilla se mostr

    ampliamente comprensivo y favorable, pero Garca Moreno se dio cuenta de que lo que buscaba era aprovecharla ocasin para apoderarse de alguna porcin de tierra ecuatoriana, cosa a la que jams se hubiera avenidonuestro hroe. Ante este fracaso, resolvi apelar al general Franco, que si bien pareca apoyar a Urbina, por lomenos era patriota y amaba al Ecuador. Llegndose encubiertamente a Guayaquil, se entrevist con l ensecreto. Pero tambin Franco tena segundas intenciones, que se guardara bien de revelar. Quera, s, echar aUrbina y Robles, pero no en provecho del gobierno provisional, sino para asumir l mismo la presidencia.

    Asimismo Garca Moreno pudo entrever que Franco se entenda con Castilla, dispuesto a cederle parte delEcuador.

    Sea lo que fuere, Franco acab por sublevarse. Acudi Robles a sofocarlo, pero la suerte le fue adversasiendo vencido, arrestado y deportado. Urbina, no sabiendo qu hacer, opt por subordinarse al nuevo jefe,mas ste lo puso tambin en un buque extranjero para que fuese a acompaar a su gemelo. As el Ecuadorqued libre de dos malhechores. Mientras tanto, en Quito reinaba una gran conmocin. Por lo dems, Franco

    no se mostraba menos funesto que aquellos a quienes haba vencido. Dueo de Guayaquil, llam a elecciones, ysin respetar las formas legales, fue elegido por la fuerza como Presidente, si bien permaneciendo en aquellaciudad. En vano Garca Moreno trat de acercrsele. Ahora a Franco ya no le interesaba entablar contactoalguno. Entonces nuestro hroe debi empearse en iniciar nuevos reclutamientos, buscar caones y vituallas.Incluso orden instalar una fbrica de armas cerca de Quito.

    Mientras tanto, Franco y Castilla, ahora aliados, trataban de infiltrar espas y traidores en las fuerzas delgobierno provisional, logrando soliviantar a algunos efectivos del ejrcito leal. En cierta ocasin en que GarcaMoreno se encontraba en Riobamba, descansando por la noche, un grupo de soldados sediciosos, pistola enmano, irrumpieron en su habitacin y lo detuvieron, tras lo cual se embriagaron y se dieron al pillaje. Un amigole propuso entonces a Garca Moreno huir por la ventana. l le contest que en caso de escapar sera por lapuerta. Y as lo hizo. Aprovechando que los carceleros estaban borrachos, con voz de mando llam al queestaba de guardia, y le orden que abriese la puerta. El soldado obedeci. Garca Moreno se puso en busca delos suyos, y encontr en Calpi a catorce de ellos que lo escoltaron. No salan de su asombro cuando el jefe lesdijo que era su intencin volver inmediatamente a Riobamba. All los soldados seguan totalmente borrachospor lo que finalmente los domin, castigando a los cabecillas.

    En Guayaquil la cosa se pona cada vez peor. Castilla, a la cabeza de una escuadra de 6000 hombreshaba ya recuperado el sur del Ecuador, con la anuencia cobarde de Franco, que sin vacilar se dispona aentregarle la perla del Pacfico. La indignacin cundi por todo el pas. Los jvenes pedan armas para ir ensocorro de la Patria avasallada. Garca Moreno, al ver al Ecuador a punto de desaparecer, pens en solicitarayuda a Francia. l amaba a esa nacin, la conoca y la apreciaba, especialmente en esos momentos en que elgobierno galo reconoca la autoridad de la Iglesia.

    Pero bastaba ello para que diese semejante paso? Se ha dicho que lo que lo movi no fue sino elcansancio en la lucha contra el desenfreno de la soldadesca y la turbulencia de los demagogos, con el

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    consiguiente avance de la anarqua. Pero tambin el ver avanzar rpidamente el torrente arrasador de la razaangloamericana. Francia era catlica y latina, y el mundo sajn, de diferente raza y religin que la nuestra.Quizs constituy un paso errneo, y que por lo dems no tuvo xito, pero fue causa de que durante muchotiempo se lo acusase de haber pretendido vender el Ecuador a una nacin europea, mxime estando fresco eldesembarco de Maximiliano en Mxico.

    La situacin era gravsima. El poderoso ejrcito extranjero ya se encontraba slidamente instalado enterritorio ecuatoriano. Por otra parte, las tropas apostadas en Quito no aseguraban su fidelidad. Sin embargo,entendiendo Garca Moreno que era mejor morir que vender la Patria, decidi recurrir nuevamente a lasarmas. Tras arengar a los suyos con fervor patritico, se dirigi hacia el sur, al frente del ejrcito. Esta vez gan

    batalla tras batalla, conquistando Cuenca, y luego Loja, ciudad limtrofe con Per. Slo quedaba a losusurpadores la provincia de Guayaquil. Todava trat de solucionar las cosas por las buenas, enviandoemisarios a Franco, en la esperanza de que an conservase rescoldos de amor a la Patria y honor militar. Peroel muy canalla, hollando todo resto de hidalgua, aprision a los enviados. Ante semejante ultraje, el Presidenteprovisional se dirigi a los ecuatorianos en los siguientes trminos:

    Compatriotas! Slo los cobardes prefieren la traicin a la guerra, la intriga al combate. Corramos a lasarmas para defender el honor y la nacionalidad de la Patria. Unin, firmeza y valor, he aqu lo que ella reclamade nosotros. La Providencia nos protege, la gloria nos aguarda y las Repblicas hermanas, lejos de serespectadores indiferentes, nos sostendrn en la heroica lucha a que estamos preparados.

    Y a sus tropas as les habl: Soldados! El gobierno de Guayaquil, sin ms derecho que su ambicindesenfrenada, sin otro motivo que el de su complicidad con el enemigo extranjero, y despus de haber vendidoinicuamente a nuestros hermanos del litoral, se prepara a emplear contra vosotros y contra los pueblos del

    interior las armas que deben emplearse nicamente en defensa de nuestra nacionalidad, se prepara a decorarcon sangre ecuatoriana el camino por donde ha de seguirle un prfido conquistador; viene a desgarrar elpabelln nacional para enarbolar el extranjero y ofrecerle en homenaje vuestra patria y hogares, vuestroporvenir, vuestras glorias y vuestra libertad... Preparaos, pues, a escarmentar para siempre traicin tandetestable.

    La actitud decidida de Garca Moreno, amedrent a Castilla. No vala la pena arriesgarse por Franco,aquel aliado suyo tan egosta. Y as lo dej prcticamente solo, si bien con las espaldas aseguradas por la flotaperuana, que permaneca fondeada en el puerto. En esos momentos, el general Flores, aquel viejo general quehaba sido adversario de Garca Moreno y viva tranquilamente exiliado en el Per, sinti un escozor depatriotismo, y dejando de lado sus desventuras, su destierro y sus resentimientos, se puso a disposicin del jefeecuatoriano: En las circunstancias difciles en que os hallis, hacedme saber si puedo seros til, y estoy a

    vuestras rdenes. Garca Moreno, olvidando antiguos agravios, no slo lo recibi, sino que le encomend el

    mando de todas sus tropas: Venga usted inmediatamente, para ser nuestro general en jefe. Las tropasnacionales, encabezadas ahora por ese prestigioso jefe, antiguo lugarteniente de Bolvar, se enfrentaron a las deFranco en Babahoyo y lo derrotaron, provocando su huida. Luego de la batalla, con ese olvido de s mismo tanpropio de los espritus magnnimos, exclam Garca Moreno: Estas ventajas principalmente son debidas algenio guerrero de nuestro general en jefe y a las virtudes militares de nuestros oficiales y soldados.

    Refugise Franco en Guayaquil, y la declar ciudad independiente, bajo el brazo protector del PerHasta all lo sigui Garca Moreno, juntamente con Flores. Abrindose paso por la parte ms inhspita, llena decuevas, rocas y esteros, las fuerzas nacionales atacaron a Franco, apareciendo de improviso en esa zonaimpensada. Tras encarnizada lucha, el enemigo huy a la desbandada, mientras su jefe se embarcaba en un

    buque peruano. Terminaron as quince meses de lucha armada. Era el 24 de septiembre de 1860. GarcaMoreno ya dominaba todo el Ecuador. Como el da de la victoria coincidi con la fiesta de la Virgen de laMerced, el vencedor decret que la nacin y el ejrcito ecuatorianos quedasen en adelante bajo su proteccin.

    III. La primera presidencia

    Durante los quince aos que acabamos de considerar, la figura de Garca Moreno se nos ha idomostrando con las eminentes cualidades de un jefe poltico que desde la oposicin se empe en liberar a suPatria de los tiranos liberales o radicales, valindose de diversos recursos: la pluma, la palabra o la espada. Contodo, hay personas que son excelentes para hacer oposicin, pero luego, a la hora de gobernar, se revelanincapaces. En las circunstancias que haba vivido el Ecuador, una vez vencidas las fuerzas de la Revolucin, sehaca preciso restaurar el edificio social, que reposaba sobre frgiles cimientos, como la soberana del pueblo, yms en general, los principios de 1789.

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    Ecuador era dbil y, por ende, menos susceptible de un intento de restauracin. Si lo miramos haciafuera, advertimos que estaba como cercado por dos repblicas vecinas, celosas entre s, pero siempredispuestas a aliarse para sostener los postulados masnicos de la Revolucin. En el interior, actuaban no slolos liberales, que se negaban a reconocer el carcter sobrenatural de la Iglesia, subordinndola por tanto alEstado, sino tambin los llamados radicales, de obediencia masnica, quienes vean en la Iglesia un enemigoque haba que destruir. En cuanto a los catlicos, la mayor parte se mostraban pusilnimes, vacilando entre losderechos de la Iglesia y los presuntos derechos del pueblo. En momentos de peligro nacional, Garca Morenohaba logrado agrupar en su torno a fuerzas dispares. Nunca, por cierto, recibi el apoyo de los radicales, peros el de algunos liberales y catlicos contemporizadores.

    Ahora, al da siguiente de la comn victoria contra Urbina y sus adlteres, aquella precaria coalicin sehizo trizas y cada uno de los grupos se apart, llevndose su parte de botn. Por el momento, Garca Moreno nopasaba de ser el jefe de un gobierno provisional, con el encargo de llamar a Convencin para que susintegrantes redactasen una nueva Constitucin, y luego designasen el prximo Presidente. Cuarenta fueron losdiputados elegidos, que ahora comenzaron a sesionar. Quienes se oponan a Garca Moreno vean con temor elfuturo, llegando incluso, en cierta ocasin, hasta intentar asesinarlo, aunque gracias a Dios sin xito. Los queresultaron electos como constituyentes eran por lo general catlicos, si bien casi todos liberales. Tras la sesinde apertura, Garca Moreno dio cuenta de sus actos ante la Convencin y le devolvi sus poderes. Efusivamentefelicitado, fue nombrado presidente interino de la misma.

    1. Garca Moreno Presidente

    Uno de los primeros temas que se plante la Convencin fue el de la religin oficial. El proyectoelaborado declaraba religin del Estado a la catlica, con exclusin de las dems. Oponindose a ello, variosdiputados adujeron que semejante propsito atentaba contra la civilizacin moderna, la libertad de conciencia,la voluntad del pueblo, constituyendo un retorno al espritu de la Inquisicin, etc. Desde otro punto de vista,aunque coincidiendo con los anteriores, un sacerdote liberal afirm que el artculo era innecesario ya que siDios es como el sol, que cada da sale para todos, resultaba una obviedad reconocerlo oficialmente. GarcaMoreno se vali de toda su influencia para mantener el artculo y refutar a sus opositores.

    Tras el anlisis de los otros captulos, se plante la segunda cuestin, la eleccin del Presidente. LaConvencin haba decretado que en adelante el Jefe de Estado fuese nombrado por sufragio universal, si biense reservaba la presente eleccin. De manera unnime y sin debate lo eligieron a Garca Moreno por cuatroaos, con el aplauso general del pueblo. Era el 10 de marzo de 1861. Muy satisfecho debi quedar el novelPresidente cuando se aprob la concertacin de un Concordato con la Santa Sede, que deba ejecutarse sin

    esperar la ratificacin del futuro Congreso. Tambin se decret la reorganizacin de la economa, del ejrcito,de la educacin, as como la construccin de una carretera de Quito a Guayaquil. De este modo, Garca Morenotena carta blanca para llevar a cabo todos sus planes de estadista. Luego veremos cmo los concretaraNuestro hroe tena 40 aos cuando asumi el poder.

    Intentemos esbozar un retrato suyo, en base a los que nos han legado los artistas de su tiempo. Era altoy delgado, de figura noble, esbelta y elegante. Su frente, ancha y espaciosa, revelaba una inteligenciadescollante. Sus ojos, negros, profundos y escrutadores; a veces se mostraban serenos, otras vecesrelampagueaban; se dice que cuando daba rdenes, pareca que miraban con gran autoridad. La nariz, muyrecta, y de tamao ms bien grande. La boca era ancha, con bigotes negros, espesos, de bordes cortos y cados.La mandbula, algo avanzada, realzaba su aspecto de caudillo. El rostro, anguloso y severo. Su fisonoma, engeneral, resultaba atractiva y hasta fascinante, revelando una personalidad sobresaliente, un aristcrata y granseor. Haba algo de marcial en su continente. Gustaba de cruzar los brazos, lo que acrecentaba su distincin yseoro. Sus ademanes eran precisos y enrgicos. Se ha dicho que su voz, sin suavidad ni matices, sonaba untanto destemplada, y que hablaba con demasiada rapidez.

    En cuanto a sus caractersticas psicolgicas y morales destaquemos, de acuerdo al testimonio de suscontemporneos, su voluntad poderosa, casi sobrehumana, que le llev a vencer no slo la geografa del paisajeecuatoriano sino tambin a sus contrincantes, transformando a su patria de arriba abajo, y que le permitira

    vencerse a s mismo, adelantando velozmente en el camino de la virtud. Su inteligencia era penetrantesumamente aguda, apasionado por todas las formas del saber, y capaz de comprender con excepcional rapidez,no slo a las personas sino tambin las situaciones. Eran proverbiales su vehemencia y combatividad, as comosu aficin por la aventura y el peligro. El profundo espritu religioso que lo caracterizaba le permita estarsiempre pronto a sacrificar su vida por las causas trascendentes. Su temple de hierro lo haca implacable conlos delincuentes y corruptos, si bien no descartaba el ejercicio de la misericordia. La honradez de su conducta

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    se hizo patente por el modo de administrar los dineros pblicos, jams aprovechando los cargos que invistipara acrecentar su patrimonio personal. De temple voluntarioso y decidido, nunca postergaba sus resolucioneso dilataba su ejecucin. Se caracterizaba, asimismo, por una enorme capacidad de trabajo, en virtud de la cualpudo realizar ms obras que todos los presidentes del Ecuador que le precedieron. Su memoria era asombrosa.Todos le reconocieron el don de atraer a los dems, de convencerlos y entusiasmarlos. Posey el arte de lapalabra, que lo convirti en el primer orador de su tiempo, siendo a la vez un esplndido conversador, rpido ysentencioso en las rplicas, a veces mordaz.

    Tal es el hombre que ahora asume el poder. Un contemporneo suyo dijo que lo nico pequeo en lfue el escenario a que lo trajo la Providencia para el desenvolvimiento de sus magnas acciones. Sin embargo,

    obr como los magnnimos, que engrandecen aun lo que es minsculo. Tom posesin del mando, prestandojuramento en la catedral de Quito, una de las ms hermosas de Amrica. El presidente de la Convencinnuestro ya conocido general Flores, ahora admirador de Garca Moreno, pronunci el discurso decircunstancia.

    En su respuesta, Garca Moreno se comprometi a restablecer el imperio de la moral, sin la cual elorden no es ms que tregua o cansancio y fuera de la cual la libertad es engao y quimera. Para ello, agreg, seservira de dos medios: la represin enrgica del crimen y la educacin slidamente cristiana de las nuevasgeneraciones. Protegera la religin, sin cuya influencia juzgaba imposible la reforma moral. Fomentara laindustria, el comercio y la agricultura, hasta ahora atrasados por falta de conocimientos o de vas decomunicacin. Ordenara la hacienda pblica sobre la triple base de la probidad, la economa y el crditonacional. Cuidara del ejrcito y de las buenas relaciones internacionales. Esplndido y programtico discursocuyos enunciados habr de cumplir punto por punto.

    2. El Concordato con la Santa Sede

    En realidad Garca Moreno no estaba satisfecho con la Constitucin que haba aprobado la Convencin.La consideraba demaggica y proclive a establecer la anarqua organizada. Especialmente lamentaba lainsuficiencia de los poderes que haba puesto en sus manos. Es posible que tal limitacin fuese intencional. Losconvencionales lo haban elegido porque salv al pas, pero le cercenaban sus atribuciones, para que nocambiase demasiado las cosas. Ms adelante se declarara arrepentido de haber aceptado el gobierno ensemejantes condiciones.

    Sea lo que fuere, se aboc inmediatamente a preparar el Concordato con la Santa Sede. Hasta entonces,el Ecuador se haba regido por la ley del Patronato, heredada de los reyes espaoles. El poder poltico searrogaba la capacidad de erigir nuevas dicesis, trazando sus lmites; de autorizar la convocacin de snodos o

    concilios nacionales o regionales; de permitir la ereccin de nuevos monasterios o la supresin de los antiguos;de nombrar obispos, curas y cannigos; de conceder o no el exquatur a las bulas pontificias, etc. La SantaSede objetaba dicho comportamiento sealando que el Patronato era un privilegio personal que los Papashaban concedido a los reyes de Espaa por su reconocida fidelidad a la Iglesia, y que por tanto no se transmitaautomticamente a los gobernantes de Hispanoamrica.

    Se impona, pues, zanjar dicha situacin, mediante un Concordato. Para cumplimentarlo, GarcaMoreno envi un representante a la Santa Sede con instrucciones precisas. El Gobierno empezaba asegurandoque no estaba en sus intenciones imponer ni exigir concesiones sino slo solicitar al Papa un remedio para losmales que aquejaban a la Iglesia en Ecuador. El Gobierno desea nicamente que la Iglesia goce de toda lalibertad e independencia de que necesita para cumplir su misin divina, y que el Poder civil sea el defensor deesa independencia y el garante de esa libertad. En segundo lugar se deca que si bien la Constitucin asegurael ejercicio exclusivo de la religin catlica, como no faltan hombres extraviados que procuran abrir la puertaa la introduccin de nuevos cultos, estimando a la impiedad y la apostasa, sera conveniente que dichasituacin se contemplase en el Concordato, de modo que adems de no permitirse el establecimiento de cultosdisidentes, quedase prohibido el de cualquier sociedad condenada por la Iglesia. A continuacin se pide lasupresin del exaequatur.

    Luego se solicita que en razn de que las malas costumbres se iban extendiendo cada vez ms entre losnios y los jvenes, la Santa Sede d facultad a los obispos e imponga al Gobierno la obligacin de impedir enlas escuelas y Universidades el uso de libros condenados por la Iglesia. Asimismo se afirma la necesidad de unareforma del clero, lo que resulta imposible mientras la jurisdiccin eclesistica est sometida a la civil, y losdelincuentes eludan de ese modo el castigo debido. Finalmente se seala el deseo de que la Santa Sede provealibremente los obispados, y los obispos los dems beneficios, quedando slo el Gobierno con el derecho de

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    oponerse a la promocin de eclesisticos indignos o perturbadores. Haba un anexo sobre la reforma del cleroregular, para cuyo cumplimiento se peda el envo de un delegado apostlico.

    Al cabo de seis meses de tratativas, el proyecto qued firmado ad referendum. Sus artculos reproducancasi textualmente las instrucciones que Garca Moreno haba dado a su plenipotenciario. El texto se cerrabacon esta clusula: La ley del Patronato est y queda suprimida.

    El cambio de firmas deba verificarse en Quito. Po IX envi para ello un delegado apostlico, con unacarta en la que felicitaba a Garca Moreno por su piedad profunda hacia la Santa Sede, su ardiente celo por losintereses de la Iglesia catlica, y le exhortaba a favorecer, con todas sus fuerzas, la plena libertad de esta esposade Cristo, as como la difusin de sus divinas enseanzas, sobre las cuales reposan la paz y ventura de los

    pueblos. Cuando el delegado hizo entrega de la carta, expres su satisfaccin por el feliz encuentro de laespada y el cayado, que mutuamente se sostenan.

    Garca Moreno admiraba al intrpido Po IX, hostigado en aquel entonces por los Garibaldi y losCavour. Al saludar a su delegado le dijo:

    Os ruego que manifestis a nuestro Padre Santsimo estos sinceros sentimientos y aprovechando estaocasin solemne, os ruego le digis tambin que, como verdaderos catlicos, no somos ni podemos serinsensibles a los ataques dirigidos a la Santa Sede y contra su soberana temporal; soberana que es lacondicin indispensable de su libertad e independencia, as como lo es del reposo y la civilizacin del mundo.Decidle que si bien a los dbiles no nos es dado oponer un dique de hierro contra la impiedad y la ingratitud delos unos, y contra la timidez y la imprevisin de los otros, s nos toca levantar la voz para condenar el crimen yextender la mano para sealar al delincuente. Decidle, en fin, os ruego, que unidos ms fuertemente a l en eltiempo de la adversidad, aqu, al pie de los Andes y a las orillas del Grande Ocano, rogamos por l y por el

    trmino de las aflicciones que lo rodean, y que abrigamos la ntima y consoladora conviccin de que pasarn losdas de prueba, porque cuando la fuerza oprime en lo presente, la justicia se reserva el porvenir.Poco despus ocurri algo muy revelador. Cuando el comisionado del gobierno ecuatoriano volvi de

    Roma, se dieron cuenta de que no se haba llegado a un acuerdo sobre la demanda del Presidente relacionadacon la reforma del clero regular. Como se recordar, Garca Moreno haba pedido el envo de un delegadoapostlico provisto de amplios poderes, para lograr que los malos religiosos se reformasen o, si as no lo hacanfuesen secularizados.

    A la Santa Sede la medida pareci demasiado enrgica. El Papa, afirm su vocero, deseaba tanto comoel Presidente llegar a esa reforma, pero por medios persuasivos. Garca Moreno pensaba que dicho modo deproceder constituira un obstculo a su proyecto de regeneracin del pas, ya que aquellos religiosos,desacostumbrados a toda regla, no se dejaran convencer, y seguiran haciendo dao a todo el cuerpo social. Deesta manera, convencido de que el Concordato y la reforma del clero regular eran inescindibles, se rehus

    terminantemente a admitir el uno sin la otra. Volved inmediatamente a Roma le dijo a su ministro, y decidal Papa que acepto todos los artculos del Concordato, pero a condicin de que ha de imponer la reforma. Si lno puede imponer la reforma, yo no puedo imponer el Concordato. Po IX qued estupefacto. El ministro leexplic que Garca Moreno pensaba que si el Papa conociese la situacin real del Ecuador como l la conoca, seconvencera de la necesidad de la reforma. Por fin el Santo Padre accedi a lo solicitado.

    El Concordato fue oportunamente promulgado en Quito. Luego de una solemne misa pontifical, elPresidente y el delegado de la Santa Sede, rodeados de las autoridades civiles y militares, procedieron alcambio de firmas, y a continuacin se leyeron al pueblo los artculos del Concordato. Tras entonarse el TeDeum, con un fondo de salvas de artillera, se izaron las banderas del Ecuador y del Vaticano. Ceremoniassemejantes tuvieron lugar en las principales ciudades del pas. Quedaba as patente, para asombro del mundoque haba un pas, el Ecuador, cuyo Estado se una a la Iglesia en un designio comn, y la Iglesia aceptabagozosamente la unin con dicho Estado. Parece obvio decirlo, pero desde aquel da, el liberalismo y lamasonera le declararon a Garca Moreno la guerra frontal.

    3. El cerco del Per y Colombia

    Nuestro hroe haba asumido el poder en un momento difcil en lo que toca a las relacionesinternacionales del Ecuador, sobre todo por cuanto aconteca en los pases limtrofes. Colombia acababa desalir de una guerra civil, tras la cual haba sido designado como jefe de gobierno Julio Arboleda, un poltico defamilia distinguida, valeroso en el combate, excelente orador, y hasta poeta en sus ratos de ocio. De esprituhondamente religioso, se asemejaba en muchas cosas a Garca Moreno. Sus enemigos no se lo perdonaran. Yas lograron que el general Toms de Mosquera, al frente de los radicales, se rebelase contra l. Apoderse elgeneral de Bogot, y comenz a perseguir a la Iglesia. Arboleda, mientras tanto, se retir a los confines de

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    Ecuador, y desde all organiz la resistencia, con el apoyo de la poblacin catlica. Todo el Ecuador, yespecialmente Garca Moreno, deseaba su triunfo, cuando aconteci un incidente desdichado.

    Un batalln de Arboleda, persiguiendo a los de Mosquera, cruz el lmite del Ecuador, e hirigravemente al jefe ecuatoriano del lugar. Garca Moreno, lleno de indignacin, protest severamente, pidiendoa su amigo Arboleda la destitucin del jefe responsable y la entrega del que hiri al comandante militar de lafrontera. Al mismo tiempo envi a ese lugar una divisin de soldados. Arboleda se neg, aduciendo razones quea Garca Moreno le parecieron insuficientes. Para el caudillo ecuatoriano era una cuestin de honor nacionalpor lo que l mismo se dirigi a caballo hacia la frontera, trayecto que le exigi no menos de tres das. Seentabl el combate y su pequeo ejrcito fue derrotado. En la lucha haba derrochado valor, como siempre. Sus

    camaradas nos cuentan que en el momento del desbande se precipit con cinco soldados en medio de losbatallones enemigos, hiriendo a izquierda y derecha.

    Por fin se entreg a un oficial colombiano pidindole que lo llevara a su jefe, ante quien rendira suespada. Arboleda se sinti desconcertado al verlo. Una derrota como aqulla, le dijo, mientras le devolva laespada, es honrosa para el Ecuador y gloriosa para su comandante. Eran dos jefes catlicos, y en el fondoambos comprendan que mejor que un enfrentamiento de este tipo hubiese sido volver sus armas contra elenemigo comn, la Revolucin liberalmasnica, que en aquellos momentos haca estragos en Nueva Granada yno se cansaba de intrigar en el Ecuador para recuperar el poder. Ambos estadistas firmaron un tratado dealianza, tras lo cual Garca Moreno retorn a la capital. Poco tiempo despus Arboleda sera asesinado,asegurndose as el triunfo del radicalismo en Colombia.

    Nuestro Presidente llevaba ya dos aos en el poder. El pueblo catlico lo admiraba, pero tanto losliberales como los radicales, orgullosos de titularse progresistas o librepensadores, lo execraban con toda su

    alma, y desde ya fraguaban su cada. El jefe de esa especie de coalicin era el general Urbina, exiliado por aquelentonces en el Per. Slo su retorno hara posible la desaparicin poltica de Garca Moreno. Para el logro desus objetivos, Urbina comenz a buscar el respaldo del Per y de Nueva Granada, dos malos ladrones, comodeca el P. Solano, puestos a izquierda y derecha del Ecuador para despojarlo cuando se les presentara laocasin. El apoyo del colombiano Mosquera era bien explicable, pero tambin el del peruano Castilla, cuyaspretensiones sobre el territorio ecuatoriano y resentimientos contra Garca Moreno ya se haban hechopatentes.

    Para el logro de sus inconfesables propsitos, los enemigos del gran ecuatoriano idearon unaestratagema: hacer pblicas aquellas cartas del mandatario al gobierno francs, a que nos referimos msarriba, donde solicitaba el apoyo de dicho gobierno. Las misivas, que se haban conservado secretas hastaentonces, fueron entregadas a Castilla y publicadas en un peridico de Lima. Urbina se rasg las vestiduras.Por instigacin suya, toda la prensa americana clam contra la gran traicin de Garca Morente, cual si ste

    hubiera hecho gestiones para que el Ecuador fuese aceptado como colonia francesa. Castilla se crey tanto msautorizado a explotar este incidente cuanto que, en su momento, l haba protestado contra la ocupacin deMxico por los franceses a las rdenes de Maximiliano, calificando el intento de invasin a un pashispanoamericano; al tiempo que ofreca armas y dinero a Benito Jurez, llenaba de invectivas a los francesesque residan en Lima.

    Garca Moreno le escribi a Castilla explicndole cmo haba sido aquella gestin suya, pero ste hizoodos sordos y amenaz con invadir el Ecuador por mar y tierra, en razn de lo cual aqul debi fortificar aGuayaquil y prepararse para la guerra, que gracias a Dios no lleg a concretarse. El presidente del Per secontent con romper relaciones con el gobierno ecuatoriano, y dar asilo a todos los conspiradores. Munido desu autorizacin, el incansable Urbina equip un buque en el puerto de Callao, con la intencin de desembarcaren algn punto del Ecuador y sublevar desde all al pas. Pero Castilla, presionado por los diplomticos, debidesistir de sus intentos. Poco despus termin su mandato.

    De Per ya nada podan esperar los enemigos internos de Garca Moreno. No les quedaba sino volversehacia el otro ladrn, es decir, hacia Mosquera, nuevo presidente de Colombia, que tras vencer al partidocatlico en la persona de Arboleda, se dedicaba a perseguir a la Iglesia. En Garca Moreno vea como unsmbolo del patriotismo catlico y al enemigo declarado de las logias masnicas. Urbina, que ya nada podaesperar del gobierno de Lima, se volvi, pues, hacia l:

    Es tal la situacin y el anonadamiento en que gimen esos pueblos le escribi, que poco o nadapueden hacer sin un apoyo de afuera... No necesita V. sino quererlo para que la redencin del Ecuador seefecte y queden conjurados los peligros que amenazan a la Amrica, puesto que para ello puede V. contar,adems de los poderosos elementos de que dispone la nueva confederacin que preside V., con la decididacooperacin del gran partido liberal en cuyo nombre hablo a Vd.

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    Lo invitaba, as, a liberar a Amrica de los peligros a que Garca Moreno la haba expuesto al dirigirsea los franceses. Siempre el mismo argumento.

    Mosquera haba concebido un plan grandioso: englobar las tres repblicas, Nueva Granada, Venezuela yEcuador, que en tiempos de Bolvar haban formado la Gran Colombia, en una sola nacin bajo el nombre deEstados Unidos del Sur, que pronto rivalizaran con los del Norte. La idea no era mala, en absoluto. Lo maloera el espritu con que la proyectaba. La unin deba hacerse sobre las bases de un liberalismo de inspiracinmasnica. No deja de ser sugestivo que justamente cuando Garca Moreno conclua el Concordato con la SantaSede, Mosquera impusiera a Colombia una Constitucin furiosamente liberal. A la invitacin que le dirigiMosquera de tener con l una entrevista sobre dicho proyecto, respondi Garca Moreno de manera viril y

    franca:No puede ser asunto de nuestras Conferencias ningn proyecto que tienda a refundir las dos

    nacionalidades en una sola, bajo la forma de gobierno adoptada en vuestra Repblica. Habiendo confiado elEcuador su existencia y porvenir a instituciones y formas muy diversas de las vuestras, no podr pues aceptarninguna otra forma sin sacrificar ese porvenir y esas instituciones profundamente arraigadas en el corazn delos pueblos y del gobierno encargado de sus destinos.

    Sobre semejantes presupuestos no se vea factible ninguna unin, por interesante que el proyectopudiese ser en s. Mosquera no se amilan. En carta pblica a Urbina le deca: Nosotros que hemos sido unmismo pueblo podemos decir: Colombia fue y Colombia ser. Si Flores y Garca Moreno no se someten a la

    voluntad popular, ellos caern sin que les valga ningn protectorado.La guerra era inevitable entre ambos presidentes, uno de los cuales haba resuelto anexar el Ecuador a

    sus Estados, y el otro morir antes que ceder un palmo de su territorio. Para llevar adelante sus designios,

    Mosquera se movi con la habilidad que lo caracterizaba. Saba que ese ao deba tener lugar la reunin delCongreso en el Ecuador, ya que en dicho pas era costumbre que los legisladores tuvieran sesiones cada dosaos. ltimamente haban ingresado en el recinto nuevos representantes elegidos bajo la influencia de losgrupos liberales, quedando en minora los que apoyaban a Garca Moreno. Mosquera pens que haba queaprovechar la ocasin. En efecto, por instigacin suya, al reunirse los legisladores pusieron otra vez sobre eltapete el tema del Concordato, como si ste hubiese implicado una suerte de sometimiento del Ecuador a laCuria Romana. Se dijo que el Concordato deba ser aprobado por el nuevo Congreso, cuando en realidad yahaba sido promulgado, cumplindose las intenciones de la Convencin anterior. Al fin el triunfo fue de GarcaMoreno.

    Con todo, Mosquera no se detuvo. Convoc ahora a una cruzada, pero al revs:Venid conmigo a los confines del sur a afianzar la libertad y unificarnos por sentimientos fraternales

    con los colombianos del Ecuador, que necesitan, no nuestras armas sino nuestros buenos oficios para hacer

    triunfar el principio republicano sobre la opresin teocrtica que se quiere fundar en la tierra de Atahualpaque, la primera en Colombia, invoc la libertad y el derecho en 1809.En el entretanto, el presidente colombiano estaba desterrando obispos, encarcelando sacerdotes,

    expulsando religiosos, despojando iglesias y conventos, lo que le vali que Po IX fulminara sobre l unaexcomunin resonante y dirigiera una encclica a los obispos colombianos donde deploraba los criminaleshorrores que estn desolando vuestro pas... Terrible ser el juicio de los que abusan de su poder. Mosquerasegua impertrrito. Haba que escoger entre la opresin teocrtica de Garca Moreno y su liberacinlaicista.

    No bien se conoci la proclama de Mosquera, desde todas las provincias y ayuntamientos del Ecuadorllegaron mltiples adhesiones a Garca Moreno, expresando su rechazo a la unin con Colombia y su repudio alas injurias del Presidente de dicho pas.

    En una de ellas se lea: Amamos y blasonamos el ser colombianos en el pasado; al presente nopodemos ni queremos ser otra cosa que ecuatorianos... Es incompatible para nosotros la unin colombiana, porel lado que ms toca al corazn del hombre, por ese sentimiento superior a cuanto existe, por esa fe y amorinefables de la humanidad, por la Religin... Antes de ser republicanos somos cristianos; para nosotros, queestamos convencidos de que el rbol de la libertad naci al pie de la Cruz del Glgota, es intolerable unarepblica formada a impulsos de aquellos errores.

    La guerra estaba ya a la vista. Garca Moreno no la quera, por lo que agot todos los medios deconciliacin. Pero resultaron intiles. Mosquera, que ya se haba instalado en la frontera, le dio veinticuatrohoras para elegir entre la confederacin o la muerte. Al mismo tiempo dirigi un manifiesto a Colombia, dondeacus a Garca Moreno de oponerse a la regeneracin de Amrica, de haber querido someter su pas alprotectorado de Francia, de haberlo convertido en feudo de Roma por un concordato desastroso para elEcuador y para toda Colombia, de haber reestablecido la orden de los jesuitas, instituto que se caracterizaba

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    por luchar siempre contra los gobiernos liberales. Obligado al combate, Garca Moreno se dirigi a la frontera,teniendo que dejar en Guayaquil sus mejores tropas para hacer frente a un probable levantamiento de susenemigos, instigados por Urbina. ste, a su vez, con la connivencia del Per, organizaba una invasin.

    Las primeras batallas contra Mosquera le fueron favorables a las tropas del Ecuador. Los soldados quecruzaron la frontera se extraaban al ver cmo la mayora de los colombianos de esa regin, que eran catlicos,se incorporaban a sus filas. Mosquera debi huir. Pero una vez repuesto de sus primeras derrotas, enfrent denuevo al ejrcito de Garca Moreno, siendo nuevamente derrotado. Y ac sucedi lo imprevisible. Cuando lastrompetas anunciaban la victoria, algunos batallones ecuatorianos arrojaron sus armas. La verdad es queestaban comandados por jefes traidores, cmplices de Urbina y vendidos a Mosquera. Ahora el jefe colombiano

    tena va libre hacia Quito.Garca Moreno lanz entonces una proclama para que todo el Ecuador se levantase en defensa de sus

    ideales:Compatriotas! Dios ha querido probarnos, y debemos adorar sus designios inescrutables... Ahora ms

    que nunca necesitamos hacer grandes esfuerzos para salvar nuestra Religin y nuestra Patria; ahora ms quenunca debemos oponer a nuestro injusto enemigo un valor a toda prueba y una constancia incontrastable.Ecuador se puso de pie. Marchemos en defensa de nuestra patria poda leerse en un diario, en defensa denuestra fe, del pudor de nuestras mujeres, de la inocencia de nuestros hijos y de nuestro propio honor, ysucumbamos todos, incndiense nuestras ciudades y destryanse nuestras heredades antes que abririndefensos las entradas del suelo ecuatoriano a los sicarios del cisma y a los enemigos de Dios.

    Las cosas no llegaron a mayores, y el 30 de diciembre de 1863 se firm un tratado de paz. Mosquera leescribi a Urbina dndole la noticia, no sin cierta vergenza, ya que la victoria haba sido de Garca Moreno.

    Desde entonces dej en paz al Ecuador, pero dentro de su pas sigui encarcelando y fusilando a losbuenos colombianos, hasta que lo echaron al destierro. Como era de esperar, se dirigi a Lima, donde loaguardaba su amigo Urbina, con quien firm un pacto secreto para derribar el gobierno de Ecuador. Quedaclaro que su odio a todo lo que el Ecuador de Garca Moreno representaba era en l inveterado.

    Como se ve, en el mbito de las relaciones internacionales, Garca Moreno defendi siempre condecisin la dignidad y la soberana de su patria. Un ancdota para cerrar este tema. En cierta ocasin, elGobierno de Bogot envi a Quito un nuevo embajador. ste, al presentar sus cartas credenciales, luego de loslugares comunes, se permiti divagaciones sobre la unin, independencia y libertad de los pueblos, con unescondido sentido crtico a la poltica del gobernante ecuatoriano. La respuesta de Garca Moreno fuecontundente, si bien no exenta de irona:

    Os he odo con viva complacencia, porque creo en la sinceridad de vuestro lenguaje... Habis habladode independencia, unin y libertad. La independencia es la vida de un pueblo y quiero independencia para el

    Ecuador y para la Amrica entera; y porque la quiero, aborrezco con toda la indignacin de mi alma a losmayores enemigos de ella: la licencia, la demagogia y la anarqua.La unin, garanta de la paz y condicin de la fuerza, la he deseado, la he buscado siempre; y por eso,

    bajo mi mandato, el Ecuador ha procurado estrechar los vnculos que nos ligan con las naciones amigas; y poreso respeta la justicia y el derecho de todos los pueblos; y por eso no consiente que en su territorio se armen enmedio de la paz hordas criminales para perturbar el reposo de sus vecinos, como no debe consentirlo ningnpas en que se estime todava el honor y se condene la perfidia.

    La libertad para los hombres leales no es un grito de guerra y exterminio, sino el medio de desarrolloms fecundo y poderoso para la sociedad y el individuo cuando en ellos hay moral, justicia en las leyes yprobidad en el gobierno. Amigo verdadero de la libertad ser, pues, aquel que tienda a moralizar su pas, queprocure rectificar las injusticias sociales, y que se asocie a los hombres de bien para trabajar sin tregua en prode la patria; y estoy seguro que vos, como liberal ardiente y sincero, abrigis idnticas ideas.

    4. Su tarea de estadista

    Garca Moreno iba terminando sus cuatro aos de gobierno. Grande haba sido su tarea dereconstruccin nacional. Si quisiramos hacer un balance muy general, tendramos que decir que puso a supueblo en movimiento. Hombre dinmico y laborioso como pocos, arrastraba a todos con su empuje y suejemplo, principalmente a sus ministros y colaboradores inmediatos, en quienes no perdonaba la menor falta.

    En lo que toca a los funcionarios, su primer cuidado fue reunir un personal administrativo competente,consagrado con toda el alma a la realizacin de sus grandes designios. Sin atender a influencia alguna, cuandoera necesario separaba de su cargo a quienes se mostraban incapaces o renuentes. Los empleados deban

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    hacerse presentes en sus lugares de trabajo a las diez de la maana y permanecer all hasta las cinco de la tardeSi las ausencias eran frecuentes e injustificadas les llegaba la cesanta.

    De este modo separ del presupuesto gran nmero de intiles que vivan a costillas del Estado. Talmanera de proceder suscit, como era de esperar, fuertes resistencias, especialmente de parte de los liberales,

    ya que desmontaba todo su andamiaje. De este modo las funciones y servicios estatales fueron pasando amanos de gente idnea y honrada.

    Asimismo se aboc a la construccin de obras pblicas. Hizo arreglar puentes, pavimentar callesembellecer plazas, trazar viaductos, as como emprender considerables obras en el puerto de Guayaquil.Preocupse tambin por la explotacin del petrleo.

    Pero nada tan importante como la multiplicacin de rutas. En 1862 slo haba 46 kilmetros decaminos, en psimo estado de conservacin, con lo que las diversas regiones del pas, condenadas alaislamiento, vean cerradas las puertas a toda posibilidad de progreso comercial, agrcola o minero. GarcaMoreno propuso una innovadora red de carreteras en toda la nacin, de modo que los pueblos de montaa, lasciudades y los diversos asentamientos quedasen comunicados con los puertos del Pacfico. Lo que ni los incas,ni los espaoles, ni los idelogos de la revolucin haban sido capaces de imaginar, Garca Moreno lo llev acabo. Dentro de este conjunto vial cabe destacar la importancia del gran camino que va de la capital aGuayaquil, cuya concrecin suscit grandes crticas, como si se tratase de una empresa faranica. Se ha dichoque slo esta obra, concluida durante su segundo mandato, bastara para inmortalizar a nuestro Presidente.

    Garca Moreno se ocup tambin por sanear la economa nacional, lo que resultaba imprescindible siquera realizar las numerosas y trascendentes empresas que proyectaba. En sus treinta aos de existenciaindependiente, jams el pas haba logrado nivelar sus gastos con los ingresos. La agricultura permaneca en

    sus primitivismo, por falta de brazos, instrumentos de labranza y caminos. El comercio estaba frenado por lasconstantes revueltas y la falta de comunicaciones. No haba controles econmicos.Se necesitaba un estadista de la envergadura de Garca Moreno para poner orden en este campo. Ms

    all de lo que se hubiera podido esperar, logr saldar las deudas del Estado desde el origen de la repblica. Losrecaudadores del fisco deban comparecer cada ao ante un tribunal para rendir cuenta detallada de su gestinTambin aqu Garca Moreno quiso dar ejemplo. Aunque no era pudiente, resolvi ceder al Estado la mitad desu sueldo, entregando el resto a obras de caridad. Una poltica econmica tan ajustada despert un nuevo ynutrido grupo de adversarios entre los empleados corruptos que todava quedaban.

    Otro tema que ocup su atencin fue el de la reorganizacin de las fuerzas armadas. Extraopolifacetismo el de este hombre. Lo hemos visto actuar como abogado, periodista, poeta, profesor, qumico yorador. Ahora se nos mostrar organizando el ejrcito de su patria. Aunque no fue militar de profesin, elhecho de haber conocido los campos de batalla, combatiendo a la cabeza de sus tropas, le permiti calibrar

    mejor el estado deplorable de las fuerzas armadas. Por algo haban salido de sus filas tantos revolucionariosprofesionales, al estilo de Urbina y de Robles.Bien seala Manuel Glvez, que al revs de