G. Capítulo III 151-209.doc

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CAPÍTULO III _______________________________________________________________________________________ ______ LAS ELECCIONES A CORTES CONSTITUYENTES. DE LA CONJUNCIÓN A LA RUPTURA DE RADICALES Y SOCIALISTAS - 152 -

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CAPTULO III

CAPTULO III_____________________________________________________________________________________________

las elecciones a cortes constituyentes. de la conjuncin a la ruptura de radicales y socialistas1. LAS ELECCIONES A CORTES CONSTITUYENTES EN HUELVA. JUNIO 1931.

Las espadas estaban en alto, partidos polticos y candidatos, con o sin alianzas, se iban a presentar a la opinin pblica: las municipales de abril y de mayo eran una referencia que haban marcado una lnea, la victoria de radicales y socialistas pero a las elecciones a constituyentes se presentaban partidos polticos a los que las municipales les haban cogido por sorpresa o a las que no haban concurrido. Los resultados electorales tendran que ver con el futuro de una panormica amplia de siglas y a nivel personal los candidatos se jugaban mucho qu sera de los polticos de la vieja generacin que se presentaban a estas elecciones, Burgos y Mazo, Moreno Calvo, Coto Mora o Marchena Colombo?, cmo juzgara la sociedad su proceso de republicanizacin?, en qu medida los resultados influiran en su futuro como hombres pblicos?, cmo valoraran los electores las diferentes alianzas? Todos los juicios que hasta entonces se haban emitido en la prensa, en la calle, en las casas, en centros culturales o en casinos se iban a someter a la prueba definitiva de las urnas. Una cuestin se planteaba por encima de todas sera posible un proceso de modernizacin de la cosa pblica en la provincia?, en qu medida las formas de hacer poltica del pasado iban a continuar, desaparecer o solaparse durante la Segunda Repblica en Huelva?

Muchas preguntas y de tanto calado no iban a encontrar respuesta el 29 de junio de 1931, habra que esperar al desarrollo de los acontecimientos ms all del primer verano republicano. De las opciones que se planteaban slo algunas lo hacan con un ideario electoral, pero nadie presentaba un programa abiertamente de derechas, salvo tibias llamadas al orden y a la autoridad, todos ensalzaban a la Segunda Repblica y lo hacan resaltando los aspectos ms progresistas del nuevo rgimen. Los monrquicos haban desaparecido de momento de la vida pblica y no aparecan representados en ninguna de las opciones, pero la derecha social tampoco pareca encontrar una opcin clara, slo nos queda constancia de una visita de propagandistas de Accin Nacional de Sevilla para organizar el partido y de la entrega de sus estatutos en el Gobierno Civil.

Tampoco se haba producido una campaa electoral distinta, al menos substancialmente de las anteriores; el perodo transcurrido entre el 14 de abril y el 28 de junio se haba pasado en formar candidaturas, convocar asambleas, reunir rganos directivos, hacer circular algunos sueltos e insertar escasos anuncios en la prensa, en los que no se deca casi nada a parte de presentar a los candidatos. Todo se enfocaba a un objetivo comn, consolidar la Segunda Repblica, dotarse de una Constitucin nueva y rupturista con el pasado monrquico y hacerse un hueco en esa tarea colocando algn diputado; a excepcin de un par de candidaturas, el resto ni siquiera aspiraba a la mayora de las actas, a la hegemona en la provincia.

Daba la impresin de que no haba mucho que decir, el pasado de cada partido y de cada candidato era el mejor aval. Cuando ese pasado poda cuestionarse, haba que dar pblica explicacin del doctrinarismo republicano con que se actu durante la monarqua y as los ms encendidos elogios a la Repblica partan de los polticos que haban participado en instituciones polticas en aos anteriores. Bien es verdad que la oposicin a la dictadura primorriverista se converta en un aval para algunos de ellos. Se parta de un supuesto, la provincia, su sociedad eran republicanas, todava no haba motivo para el desengao y se viva de la euforia de la reciente republicanizacin provincial como si fuera algo incuestionable. Nunca en la provincia y en la ciudad sobre todo, la poltica se haba acercado tanto al ciudadano, ni el ciudadano se haba sentido tan protagonista en la poltica. El peso de la dictadura, con la expansin de la Unin Patritica y la censura, tantas veces aplicada ridculamente, no haban acallado todas las voces.

No debe entenderse que Huelva se modernizara de repente, que iniciara de golpe un inters por los asuntos polticos. Si retomamos la ltima parte del trabajo de Mara Antonia Pea encontramos referencias a un proceso de cambio anterior a 1923. Asuntos nacionales como la derrota de Annual o el informe Picasso aparecan en los editoriales de la prensa, seal de que interesaban a los lectores y aparecan crticamente. Y ello a pesar de que los partidos del sistema agonizaban, los liberales no haban logrado superar sus divisiones y el partido conservador envejeca. El sistema de partidos de la monarqua no se adaptaba a la sociedad que se haba desarrollado a lo largo del siglo XX, como una camisa encogida que no crece con nosotros, "en los meses que precedieron al golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera, los medios periodsticos recogieron de forma fidedigna, como testigos veraces de las ansias renovadoras de un amplio sector de la sociedad, los testimonios dispersos de este malestar que recorra todos los rincones del pas. Entre la crtica y las quejas, caban tambin las tmidas formulaciones de alguna que otra solucin para remontar la decadencia espaola.". Pero la dictadura no haba sido un parntesis, ya no sera posible retomar la situacin anterior a 1923 y la monarqua haba sido sentenciada.

La proclamacin de la Repblica haba hecho reverdecer algunas cosas, pero sobre todo haba trado otras nuevas, no obstante era necesario ir aprendiendo a vivir y a funcionar en un sistema en el que los principios de libertad y democracia se convertan en valores absolutos. Por eso, porque haba que ir aprendiendo, la primera campaa electoral para el Congreso de diputados estaba lejos an de ser una campaa de corte moderno, de contraste de ideas, de bsqueda de apoyos masivos, de crticas y de propuestas ms o menos cercanas a los votantes. Incluso el proceso de formacin de candidaturas y de alianzas haba desorientado a mucha gente y el cunerismo segua siendo una prctica habitual, as lo manifestaba y criticaba la prensa, pero nada de eso mermaba la expectativa y el inters ante los resultados. Al respecto Macarro seala que al ser la Repblica un advenimiento, y no el resultado de un proceso de transicin, puso en la escena pblica a unos actores que apenas haban tenido tiempo de definir sus estrategias y que, adems, estaban luchando por fortalecer sus filas para tener peso en el nuevo tablero poltico.

Si bien la prensa no recogi ningn altercado durante la campaa electoral, no quiere decir que no hubiera protestas, concentradas en el Condado y en general denunciando comportamientos caciquiles. As, el candidato y dirigente socialista Gonzlez Pea se dirigira al Gobernador civil y al Ministro de Gobernacin denunciando a los "elementos de Burgos y Mazo" por pucherazo en Villarrasa, al no permitir que votaran los obreros. Desde Manzanilla el propio alcalde socialista acusara los atropellos de los caciques monrquicos contra los elementos de izquierda, incluyendo en su acusacin al propio gobernador, del que se deca que llamaba a los alcaldes de los pueblos pidiendo el voto para la derecha republicana, que era el partido al que ste perteneca. En general, eran denuncias que solicitaban la presencia de delegados gubernativos para garantizar las elecciones o acusaciones directas que ponan de manifiesto las malas relaciones entre socialistas y Burgos y Mazo o que denunciaban la actitud partidista del gobernador. Todas las denuncias se refieren al da de las elecciones o a los das inmediatamente anteriores, cabe suponer que los resultados, al final tan favorables a la candidatura de radicales y socialistas, arrinconaron estas reclamaciones. Pero la tnica general en la capital era que la ciudad se manifestaba con una tranquilidad pasmosa".

1.1.- La normativa electoral. El decreto de mayo de 1931.Las elecciones municipales de abril se haban celebrado, como ya vimos, aplicndose la Ley de 1907. El Decreto del Ministerio de la Gobernacin de 8 de Mayo de 1931 (Gaceta de Madrid. 10 Mayo 1931) correga en lo fundamental la llamada Ley Maura de la Monarqua de 10 de Agosto de 1907 (Gaceta de Madrid. 16 Agosto 1907).

Este Decreto, que habra de regular ya las primeras Elecciones a Cortes de la Repblica, se inicia con una amplia declaracin de principios, que viene a suponer en extensin un tercio del texto. Esta declaracin es suficientemente elocuente, recrendose en los objetivos que el Decreto persegua, se trataba de un sntoma claro de la voluntad del Gobierno Provisional en desmarcarse de los sistemas polticos anteriores (Restauracin y Dictadura), y lo hace a travs de un Decreto para dejar las manos libres a las Cortes Constituyentes en la redaccin y aprobacin de una nueva Ley. La voluntad del Gobierno provisional, por lo tanto, era introducir las menos posibles modificaciones, pero de una entidad suficiente como para configurar un marco electoral legal nuevo.

Ese prembulo introduce un juicio de valor sobre cul va a ser el cambio fundamental de la nueva normativa. Y ese juicio de valor se va a acompaar de una exhaustiva y didctica explicacin, remarcando as el legislador su voluntad en distanciarse del sistema electoral anterior. Nos referimos al cambio de los distritos unipersonales, que dejaban "ancho cauce a la coaccin caciquil, a la compra de votos y a todas las corruptelas conocidas", por circunscripciones provinciales, resaltando a continuacin que este sistema "coloca en un plano de igualdad a todos los electores y elegibles y ofrece la ventaja de una mejor proporcionalidad entre el nmero de los electores y los elegibles, permitiendo asignar un Diputado a cada 50.000 habitantes". Este aspecto se desarrolla en el Art. 6, que establece que cada provincia formar una circunscripcin y que la fraccin superior a treinta mil habitantes tendr derecho a elegir un diputado ms. Sobre la constitucin de circunscripciones se establecen tres excepciones. En primer lugar el caso de las ciudades de Madrid y Barcelona, que constituirn circunscripciones propias, y el resto de los pueblos de cada una de esas provincias constituirn circunscripciones independientes de la capital. En segundo lugar las capitales de ms de cien mil habitantes, que formarn circunscripcin con los pueblos que correspondan a sus respectivos partidos judiciales, formando el resto de los pueblos de cada una de esas provincias circunscripcin independiente. Por ltimo, Ceuta y Melilla elegirn un diputado cada una.

El segundo cambio en importancia, que se quiere subrayar comentndolo antes del articulado hace referencia a la calidad de elegibles de mujeres (sin que fueran electoras) y clero. La explicacin, ya ms breve, de otras medidas como las encaminadas a perseguir la compra de votos por el procedimiento sealado en la ley Procesal y la supresin de la intervencin del Tribunal Supremo en el examen de las Actas protestadas, cierra esta introduccin que justifica la voluntad del Gobierno de garantizar y asegurar "la libre emisin del voto y conseguir que ste sea representacin de la voluntad nacional".

Esta introduccin y el comentario que hemos hecho explica suficientemente el giro que daba el sistema desde el punto de vista electoral en la democratizacin de la vieja Ley de 1907. En esta lnea, todava conviene referirse al adelanto de la edad para ser elector y elegible a los 23 aos, dos menos de los que estableca la Ley de la Monarqua, as como la supresin del artculo 29 (proclamacin automtica del candidato cuando ste fuera nico) y la necesidad de que los proclamados aparecieran no slo con el mayor nmero de los votos escrutados sino obtener cuando menos el 20 por ciento de los emitidos (en caso contrario y en segunda vuelta se requerira la mayora relativa de los votos). Estas ltimas medidas estaban destinadas tambin a desarmar el caciquismo; en este bloque democratizador incluimos las correcciones a las antiguas incompatibilidades, la regulacin normativa de la Junta Central del Censo, en lo referente a declarar la nulidad de la eleccin e incluso del candidato, si se demuestra la compra de votos, y la posibilidad del ejercicio del derecho de todo candidato derrotado de dirigirse a la Cmara pidiendo la revisin del expediente electoral.

Por ltimo, puntualizar que este Decreto (al contrario que la Ley de la Monarqua) se refiere exclusivamente a la eleccin de Diputados a Cortes y que lo firman Niceto Alcal Zamora como presidente del Gobierno Provisional y Miguel Maura como Ministro de Gobernacin.

Al igual que en las elecciones a concejales, los electores podan votar en listas abiertas y por lo tanto elegir entre candidatos de diferentes candidaturas. El sistema era mayoritario pero corregido, en la medida en que el nmero de candidatos a votar era menor de los totales asignados a la circunscripcin (la provincia, en el caso de Huelva como en la casi generalidad de Espaa). Al igual que en las elecciones de la monarqua y segn el art. 7 del Decreto de 8 de mayo de 1931, los electores en el caso de Huelva deban elegir a cinco candidatos de los siete que se asignaban, a fin de que dos quedaran para la minora. Era un decreto que, complementando la ley de 1907, favoreca en principio la polarizacin electoral en beneficio de las grandes coaliciones, buscando gobiernos con amplio respaldo al tiempo que garantizaba la presencia de las minoras. Esa asignacin de siete diputados para la circunscripcin de Huelva, se produjo al revisar el censo de 1922 y actualizarlo a 31 de diciembre de 1930, la provincia onubense aumentaba as su representacin en la Asamblea constituyente al haber aumentado su poblacin. Por ltimo decir que se suprima el Senado apostando el Gobierno Provisional por el unicameralismo.

* * *

De las diferentes candidaturas que se presentaban en la provincia, la "Candidatura de Alianza Republicano-Socialista" (en realidad radical-socialista) presentaba a los electores una lista completa de siete candidatos, quiere ello decir que partan de una actitud de mximo optimismo aspirando no slo a cubrir la mayora de los puestos (que seran 5) sino la totalidad de los candidatos (7); era naturalmente una empresa arriesgada slo explicable desde la euforia por los resultados municipales, ya que al dividir el voto entre ellos podran propiciar la eleccin de otros candidatos; confiaban pues en que la diferencia que sacaran con otras candidaturas fuera lo suficientemente alta como para conseguir la totalidad, ir al copo como se conoca en el argot de la poca. Ya en las municipales y en el distrito de Coln, tal y como vimos, haban apostado por esta frmula y les haba dado xito.

En segundo lugar la "Candidatura de Coalicin Republicana", con menos expectativas presentaba a cinco candidatos ante los electores (luchaban por tanto por la mayora), los dos federales, a Burgos y Mazo como independiente y a dos de la Derecha Liberal-Republicana de obediencia al Comit Provincial.

A partir de aqu ninguna candidatura aspiraba ni siquiera a ocupar los puestos de la mayora y confiaban en concentrar el voto al presentar menos candidatos, era el caso de la "Candidatura de Derecha Liberal-Republicana" que presentaba a Burgos y Mazo y a los dos candidatos del partido fieles al Comit Nacional. Y el resto de las candidaturas eran unipersonales: el Partido Republicano Liberal Demcrata que presentaba a Marchena Colombo, los Radical-Socialistas que presentaban a Victoria Kent y Antonio Vzquez Limn que, escindido del Partido Socialista, se presentaba en solitario.

1.2.- Los resultados electorales del 28 de junio de 1931.La Junta Provincial del Censo qued constituida para proceder al escrutinio general de votos, en medio de una gran normalidad y sin que se produjera el menor incidente ni la menor protesta. Los resultados finales para el conjunto de la provincia fueron los siguientes:

Cuadro n 22.

Resultados electorales a Cortes Constituyentes.

Provincia de Huelva 1931.ALIANZA REPUBLICANO-SOCIALISTA (ARS)Fernando Rey MoraRepublicano Radical 32.980

Luis Cordero BelRepublicano Radical 32.208

Florentino Martnez TornerSocialista 28.540

Jos Terrero SnchezRepublicano Radical 28.345

Ramn Gonzlez PeaSocialista27.222

Luis Velasco CoffnRepublicano Radical 26.641

Agustn Marcos EscuderoSocialista 24.268

COALICIN REPUBLICANA (C.R.)Manuel Burgos y MazoRepublicano Independiente17.248

Eduardo Barriobero HerrnzRepublicano federal 13.323

Francisco Vzquez LimnDerecha Liberal Republicana 7.676

Rodrigo Soriano BarrioetaRepublicano federal7.593

Alfredo Malo ZarcoDerecha Liberal Republicana5.706

DERECHA LIBERAL REPUBLICANA (D.L.R.)Manuel Burgos y MazoRepublicano Independiente(*)

Guillermo Moreno Calvo Derecha Liberal Republicana12.464

Jos Coto Mora Derecha Liberal Republicana5.258

PARTIDO REPUBLICANO RADICAL SOCIALISTA (P.R.R.S.)Victoria Kent Siano Radical Socialista2.815

PARTIDO REPUBLICANO LIBERAL DEMCRATA (P.R.L.D.)Jos Marchena Colombo Liberal Demcrata5.199

SOCIALISTA INDEPENDIENTEAntonio Vzquez Limn Socialista independiente4.238

(*) Contabilizados en Coalicin Republicana.

La victoria radical-socialista result tan incuestionable como en las pasadas elecciones municipales. El optimismo del que hicieron gala, al presentar la totalidad de candidatos, se confirm, puesto que obtuvieron la totalidad de las actas de diputados y Huelva situaba en el primer parlamento republicano a cuatro radicales y a tres socialistas. La victoria nacional de radicales y socialistas sera tambin abrumadora si bien en este caso se inverta a favor de los socialistas con 115 escaos frente a 94 de los radicales.

Tres candidatos, de los que no obtuvieron acta, superaron los 12.000 votos y los tres pertenecan a la generacin, que desde diferentes posiciones haba protagonizado la vida poltica onubense desde los aos anteriores a la Dictadura de Primo de Rivera.

Burgos y Mazo, a quien hemos ido siguiendo con detenimiento, se qued exactamente a 7.020 votos de obtener el acta de diputado. Su participacin final en dos candidaturas se viva en Huelva como una prueba de fuego; se meda en unas elecciones libres frente a una nueva generacin de polticos en general ms joven y no comprometida con el pasado. Burgos y Mazo no resultaba indiferente a sus "comprovicianos", como l sola decir, y cuando su candidatura se hizo pblica "a unos les pareci muy bien la idea, acogindola con jbilo, y otros en cambio, la censuraron". La prensa ms conservadora reflejaba as la circunstancia de esta derrota:

En las tertulias polticas ha causado gran decepcin el resultado de la votacin, hacindose los ms variados comentarios sobre el desarrollo de las mismas.

Tambin ha causado gran sorpresa la derrota del exministro don Manuel Burgos y Mazo, puesto que yendo ste coaligado en dos candidaturas como republicano independiente, augurbase obtuviera ste una gran mayora de votos sobre el que ms de los que se han presentado y al quedar en octavo lugar ha sido motivo ms que suficiente para hacer los ms variados y sabrosos comentarios.

A Burgos y Mazo le afect la derrota y profundamente; ya hemos dicho que no haba sido un cacique al uso que hiciera de la poltica solamente una cuestin de intereses, se acercaba ms a un poltico que profesionalizaba su actuacin pblica. Como tantas veces, un nuevo revs poltico le llevara a anunciar decisiones de retirada, pero ahora lo haca con un fondo de profunda amargura, soledad, melancola, tristeza y con la necesidad de justificar su pasado poltico y fustigar duramente a sus principales enemigos exteriores, los socialistas. El documento, en el que probablemente expresa estos sentimientos de una forma ms radical lo escribira en septiembre de 1931, antes de cumplirse los tres meses de las elecciones, y cabe por tanto pensar que haba tenido tiempo de reflexionar sobre sus circunstancias personales:

Sin amigos polticos en la provincia a quienes poder convocar y reunir, sin tribuna para exponer mis opiniones y contestar a los ataques que se me dirigen, me veo forzado a acudir a la generosidad de vd., por si tiene a bien dar hospitalidad en el peridico de su digna direccin a una lneas que dirijo a mis comprovicianos.

Probablemente sern las ltimas con que llame su atencin en lo que me resta de vida...

La provincia conoce a sus hombres as como a los advenedizos que pretendiendo pasar por redentores explotan provechosamente para ellos la credulidad y la incultura de masas importantes. Los conoce; pero desgraciadamente a veces hace caso a los impostores, aunque sea culpa que purgue pronto con las perturbaciones de que stos les hacen vctima.

Esos impostores en cuya moral, llamaremos as con perdn de la tica, entra como arma lcita la calumnia, todava creen y pregonan que el mayor estorbo para ellos en la provincia soy yo y que hay que suprimirme, para lo cual azuzan a las gentes al atentado personal...

Esta introduccin est plagada de desasosiego y victimismo, cuando repasa su vida poltica lo hace obviando en gran medida la poca de la monarqua, cuya participacin bien conocemos, para centrarse en su oposicin a la dictadura:

Pretexto que alegan para combatirme. Mi caciquismo Portentoso e inaudito caciquismo! Desde el ao catorce hasta el veinticuatro yo no actu para nada en la poltica provincial. Diriga el partido conservador el Marqus de Aracena y jams quise mezclarme en sus determinaciones.

Pero enfermo el Marqus de Aracena e imposibilitado de acaudillar sus huestes, hurfanos y a punto de disgregacin completa stas, vctimas de la incesante persecucin de la Dictadura, el ao 24 me ofrec a ponerme a su frente para resistir la opresin, para alentarlas, para procurar conservarlas como una fuerza considerable de reserva que pudiera prestar a la provincia y a la patria importantes servicios al cambiar aquel ominoso rgimen.

Y as como ocup el lugar preeminente en la direccin fui tambin el blanco ms destacado de las vejaciones y persecuciones de la Dictadura.

Ni un puesto, ni un destino, ni un Ayuntamiento disfrutbamos, ni un solo derecho podamos hacer prevalecer No es verdad que era ste un caciquismo espeluznante?

En cambio esos que hoy combaten de manera espontnea y tan sauda, los socialistas, con solo rarsimas aunque distinguidas excepciones, eran asalariados de la dictadura, de ellos reciban pensiones, subvenciones, puestos, destinos, mercedes y sobre todo favor que compartan en amigable monopolio con los upetistas.

A ellos se debi principalmente la duracin de la Dictadura, pues siempre nos negaron su concurso para derribarla.

Pero vamos con lo del cacicazgo. Con el gobierno Berenguer continuaron ms taimadas, pero ms envenenadas las persecuciones contra mis amigos y contra m.

Y al surgir la Repblica se disolvi mi partido. No me ha quedado ni el ms reducido grupo organizado y sujeto a disciplina poltica.

Solo, sin intervenir para nada en la poltica provincial, reducido a ayudar a mi pueblo en la defensa de sus derechos, a mis libros y a mi hogar, qu influencia es la que puedo ejercer? Qu es eso de mi cacicato sino mentira que desacreditara como caballero a cualquiera que no fuera el que me acusa o los que me acusan?

Pero la parte ms dura de su alegato es, sin lugar a dudas, el ataque a los socialistas, a quienes, hasta el fin de su carrera poltica, habra de considerar sus enemigos. Burgos y Mazo no solo perdi la elecciones al no obtener su acta de diputado sino que, y como iremos viendo, se convertira en un acrrimo contestatario de la poltica nacional de la conjuncin liderada por Azaa, crtico en estas fechas, ms adelante beligerantemente activo en contra. En el prrafo siguiente deja constancia del papel que los socialistas estn jugando con su participacin en las convulsiones sociales de Espaa al tiempo que reitera su inters en apartarse de la poltica:

Quin conspira contra la Repblica ms que los socialistas? Son lo que de no atajarles a tiempo acabaran con ella.

Lo que he dicho y lo repito y resulta a todas luces evidente, es que la inmensa hoguera social que devora a Andaluca y a Extremadura, que las enormes convulsiones que destrozan a los pueblos de estas comarcas, no las han producido, sino en mnima parte, los sindicalistas, como los socialistas afirman en su odio a stos, sino los socialistas que han predicado a las masas para halagarlas, engaarlas y explotarlas no el socialismo, que o no conocen o no les convena predicar sino el anarquismo desenfrenado y extremista.

No!, pueden estar tranquilos aquellos que as como los perros gruen al ver pasar junto a ellos a quien temen que les arrebate la presa, se enfurecen o se alarman ante el peligro de que pueda yo volver a ejercer, no el caciquismo sino solo alguna influencia poltica en la provincia.

Ahuyenten su temor. He dicho ya a cuantos me han preguntado y lo he puesto en conocimiento de entidades oficiales (sic); que los que se consideren rivales o incompatibles conmigo en la provincia tienen por mi parte el campo libre; que no me volver a ocupar jams de poltica en Huelva.

Volvera Burgos y Mazo a repetir en esta ocasin que su presencia en las candidaturas se hizo contra su voluntad, anunciando que en el futuro si se diera la "casi absurda hiptesis" de un ofrecimiento, lo declinara. No sera as, no pasara un ao sin que Burgos apareciera comprometido polticamente, sera a raz del intento de sublevacin de Sanjurjo en el verano de 1932.

Quien s abandonara la poltica provincial, y resaltamos lo de provincial, porque continuara su actividad pblica en Sevilla y Madrid a lo largo de la Segunda Repblica, sera el antiguo jefe liberal Guillermo Moreno Calvo. Con 12.466 votos quedara lejos del acta de diputado, si bien su peso poltico se hizo notar siendo el candidato de la Derecha Liberal que ms votos obtuvo, tanto de los que iban en una como en otra candidatura. Moreno Calvo reaparecera efectivamente en Sevilla en 1934, concluida definitivamente su dilatada experiencia poltica en Huelva. Sobre esta etapa sevillana nos ha quedado el testimonio de lvarez Rey. El efecto de la divisin en el Partido Radical sevillano, a la altura de los primeros meses de 1934, fue demoledor; a Martnez Barrio le acompaaron los ms antiguos radicales secundando el acuerdo del comit ejecutivo y la asamblea provincial de integrarse en el Partido Republicano Radical-Demcrata. Lerroux decidi encargar a su amigo Guillermo Moreno Calvo la creacin urgente de un "nuevo" partido radical-lerrouxista. Gozaba entonces Moreno Calvo de una posicin econmica desahogada, resultado de su conocida actividad econmica en la provincia de Huelva y haba fijado su "residencia sevillana en un esplndido chalet o palacete de la Avenida de Mayo, muy prximo al aristocrtico Paseo de la Palmera". Al ms puro estilo caciquil se rode de incondicionales mediocres y no se preocupaba "siquiera de cubrir las apariencias". Reclut en Sevilla una "leva de lerrouxistas", a quienes ira gratificando con distintos puestos, tan importantes como la alcalda de la capital (Isacio Contreras) o la vicepresidencia de la Diputacin (Jos Mara Piar y Pickman). Esas sustituciones provocaran la protesta del republicanismo sevillano, para quienes Ayuntamiento y Diputacin estaban cayendo en manos de "los monrquicos derrotados el 12 de abril". Antes de octubre de 1934, Moreno Calvo con el apoyo del gobernador sevillano (Manuel Asensi Maestre) haba destituido a ms de veinte ayuntamientos. Cabe pensar que su "trabajo" en favor del lerrouxismo sevillano fue recompensado a nivel provincial, con el gobierno civil de Sevilla, y a nivel nacional, ocupando el cargo de subsecretario del Ministerio de Justicia en el gobierno del radical Ricardo Samper en abril de 1934, y en el siguiente, presidido por el propio Lerroux, la subsecretara de Presidencia. Volvera a Huelva, en diferentes ocasiones para acompaar actos del radicalismo, el ms importante acompaando al propio Lerroux en diciembre de 1934, a fin de intentar contrarrestar la divisin de los radical-demcratas en esta provincia.

A Marchena Colombo (5.199 votos), su derrota le hara recluirse en el conjunto de los cargos que ostentaba, arrastrando en este fracaso electoral a su propio partido.

El caso del federal Barriobero si que fue muy referido en la prensa "en general se ha lamentado mucho la derrota de Barriobero, comentndose mucho el que los federales de Huelva se negasen a aceptar el puesto que se les ofreci en un principio por los elementos de la Conjuncin"; aunque no sera diputado por Huelva, en los siguientes comicios republicanos sigui ejerciendo la actividad poltica.

Los resultados electorales de las constituyentes en Huelva pusieron de manifiesto no slo la victoria de la coalicin radical-socialista sino el deseo del electorado de dar paso a una nueva generacin de polticos y de jubilar a quienes, desde distintas posiciones, haban estado en la palestra pblica durante la monarqua. Y dentro de la victoria de la conjuncin, la media de los votos obtenidos por los diferentes candidatos radicales era de 30.043 votos frente a los 26.676 de los socialistas.

De alguna manera estas elecciones contribuan a clarificar el panorama poltico, a parte de radicales y socialistas lo nico que quedaban eran algunas individualidades sobre todo en el campo de la derecha. Esa desestructuracin de la derecha pona de manifiesto tanto el arrastre de la euforia de la proclamacin de la Repblica, como la orfandad poltica de un sector importante de la sociedad onubense. Por decirlo de alguna manera, la asignatura pendiente que quedaba en la provincia de Huelva a partir del verano de 1931 era la articulacin y estructuracin poltica de las derechas. A medida que avancemos en este trabajo iremos viendo como esa asignatura la suspenderan una y otra vez, es decir, en 1933 y 1936, cuando diferentes intentos de organizarse de la derecha iban a ser de forma sistemtica sancionados negativamente por el electorado.

1.2.1.- Las elecciones a constituyentes en Huelva Capital.

Cuadro n 23.

Resultados electorales a Cortes Constituyentes. Huelva Capital 1931.

ALIANZA REPUBLICANO SOCIALISTAFernando Rey MoraRepublicano Radical 5.400

Luis Cordero BelRepublicano Radical 4.881

Florentino Martnez TornerSocialista 3.708

Jos Terrero SnchezRepublicano Radical 3.030

Ramn Gonzlez PeaSocialista2.329

Luis Velasco CoffnRepublicano Radical 1.814

Agustn Marcos EscuderoSocialista 1.450

COALICIN REPUBLICANA Manuel Burgos y MazoRepublicano Independiente1.542

Eduardo Barriobero HerrnzRepublicano federal 3.254

Francisco Vzquez LimnDerecha Liberal Republicana 626

Rodrigo Soriano BarrioetaRepublicano federal2.724

Alfredo Malo ZarcoDerecha Liberal Republicana837

DERECHA LIBERAL REPUBLICANA Manuel Burgos y MazoRepublicano Independiente(*)

Guillermo Moreno Calvo Derecha Liberal Republicana575

Jos Coto Mora Derecha Liberal Republicana489

P.R.R.S.Victoria Kent Siano Radical Socialista224

REPUBLICANO LIBERAL DEMCRATA Jos Marchena Colombo Liberal Demcrata752

SOCIALISTA INDEPENDIENTEAntonio Vzquez Limn Socialista independiente714

(*) Contabilizados en Coalicin Republicana.

Los resultados en la capital no reflejan el total de la provincia, los siete candidatos ms votados no corresponden a la conjuncin radical-socialista en su totalidad. En el cuarto y sexto lugar figuran los dos federales Eduardo Barriobero y Rodrigo Soriano.

Estos resultados ponan de manifiesto la impresin que el propio da de la votacin ya reflejaban los cronistas en la prensa; "antes del medio da se destacaban en la capital con mayora de sufragios los radicales don Fernando Rey Mora y don Luis Cordero Bel, seguidos de cerca por el socialista Martnez Torner y el republicano federal don Eduardo Barriobero que aunque se ha quedado sin acta ha obtenido una brillante votacin especialmente en la capital donde ha quedado clasificado en cuarto lugar...en general se ha lamentado mucho la derrota de Barriobero, comentndose mucho el que los federales de Huelva se negasen a aceptar el puesto que se le ofreci en un principio por los elementos de la Conjuncin. Tambin se ha comentado mucho la derrota de las derechas".

Esta primera observacin nos lleva a otra conclusin y es que, al menos en la capital, el electorado practic lo que se conoce como panachage, es decir la indisciplina a los partidos y coaliciones al votar mezclando candidatos de diferentes candidaturas. Esta prctica pona de manifiesto la aceptacin por parte del electorado capitalino de los candidatos federales. Se trataba como ya hemos dicho de una sociedad ms modernizada, ms evolucionada polticamente y en consecuencia ms susceptible de seleccionar a sus candidatos.

Pero lo que nos interesa recalcar es una tercera conclusin en relacin con la orientacin global del voto de los ciudadanos de la capital. Se produce una orientacin ms centrista al decantarse ese voto por los federales desplazando a un radical y a un socialista. Y lo mismo se observa por la derecha ya que el castigo a los polticos de la poca anterior fue ms duro que en el conjunto de la provincia, as Burgos y Mazo que a nivel provincial ocupara el octavo lugar en la capital pasaba a ocupar el noveno, Guillermo Moreno pasaba del lugar 10 en la provincia al 15 en la capital. Coto Mora del 14 al 16 y solamente Marchena Colombo, un hombre culto y asentado en las instituciones provinciales mejoraba pasando del 15 al 13.

La media de votos de los candidatos radicales en el conjunto de la capital fue de 3.781 votos , seguidos por los dos federales de la Candidatura Republicana que obtuvieron de media 2.986, en tercer lugar los socialistas obtuvieron 2.496. Burgos y Mazo obtendra 1.542 votos por detrs de federales y radicales y superando solamente a un socialista (Agustn Marcos Escudero). El resto de los candidatos no llegaba a los 900 votos. Sin embargo, por distritos, Burgos y Mazo quedaba el segundo en La Concepcin (superado slo por Fernando Rey Mora), residencia de la lite onubense, pero en el popular y republicano distrito Coln obtena 153 votos, muy por detrs de los candidatos de la conjuncin y de los federales

En definitiva, podemos concluir que el voto de la capital centraba el voto de la provincia, era ms libre, en el sentido de ser ms autnomo al mezclar candidatos de diferentes listas que el provincial, seleccionando los candidatos de entre diferentes candidaturas y adems era ms rupturista con el pasado. Y en una lnea de continuidad con lo que haban sido las elecciones municipales del 12 de abril correga con su voto las divisiones que se haban producido en el seno del republicanismo, que haba ido unido a las municipales.

1.2.2.- Los resultados electorales en el resto de la provincia.Como pretendemos en este estudio diseccionar comarcalmente la provincia, a fin de hacer un trabajo comparativo y evolutivo, procederemos ahora a estudiar los resultados electorales por comarcas con la limitacin que en estas primeras elecciones generales republicanas nos impone el contar solamente con aproximadamente una tercera parte de los datos del conjunto de los municipios.

Cuadro n 24.

Resultados electorales a Cortes Constituyentes. Comarca Minera 1931.

VALVERDERIOTINTONERVAZALAMEAALOSNO

REY (Rad.)176153420501502817

TERRERO (Rad.)4148819831485760

VELASCO (Rad.)6146419731594744

CORDERO (Rad.)11152621601483709

PEA (Soc.)33159324141601849

TORNER (Soc.)29156822411507843

MARCOS (Soc.)3137218981421684

BARRIOBERO (Fed.)1526373156848

SORIANO (Fed.)148238266502

BURGOS (Ind.)24235245360

FCO. VZQUEZ (DLR)48115

1589

MALO (DLR)34435

4146

MORENO (DLR)15425

19313

COTO (DLR)1531

1

KENT (PRRS)5571719678

MARCHENA (PRLD)1181

45253

A. V. LIMN (Soc. Ind.)19211

247

De la amplia zona minera onubense disponemos de los datos de cinco pueblos: Valverde, Riotinto, Nerva, Zalamea y Alosno. En 1.930 Nerva contaba con 16.726 habitantes siendo el municipio con ms poblacin despus de la capital, Riotinto con 10.294 estaba tambin entre los ms grandes (ocupaba el 4 puesto), constituyendo, ambos pueblos, los dos ncleos mineros ms importantes de la provincia.

En estos pueblos, la victoria de la conjuncin radical socialista fue mucho mayor que en el conjunto de la provincia y la media de los candidatos socialistas super a los radicales. Esas diferencias se acentuaron sobre todo en el caso de Nerva. Pero lo ms sobresaliente fue el caso de Valverde, en el que barrieron los federales, Barriobero con 1.526 votos y Soriano con 1.482, mientras que la media de la conjuncin radical-socialista fue de tan slo 37 votos, quedando muy por detrs de la totalidad de las candidaturas. Valverde no slo seleccion sus candidatos sino que castig a los radical-socialistas. Naturalmente muchsimas papeletas no agotaron los cinco nombres que se podan votar. Conviene recordar que la Unin Republicana de Valverde se haba separado de la disciplina del acuerdo entre radicales y socialistas precisamente por la exclusin del federalismo y que Barriobero era un poltico que gozaba de un gran predicamento desde mucho antes de la proclamacin republicana. Pero ese voto federal no tuvo correspondencia entre sus compaeros de coalicin, nos referimos a Burgos y Mazo y a los dos candidatos de la Derecha Liberal Republicana cuya media de votos fue de 356. Queda claro que esa coalicin era contra natura y que as lo entendi el electorado, que vot masivamente a dos candidatos, pero excluy, tambin y en la misma medida, a los otros tres.

En conjunto, sin embargo la diferencia entre las candidaturas de la conjuncin y los federales por una parte y el resto de los candidatos era abrumadora. El voto minero era un voto de izquierda, fundamentalmente socialista aunque en un municipio concreto, Valverde del Camino, haban recibido un castigo, ms bien un aviso a tenor de lo que habran de deparar las elecciones venideras. Y esa tnica, ese vnculo entre voto minero e izquierda sera una constante en todo el perodo republicano y una sea de identidad electoral, toda vez que la victoria de la conjuncin y sobre todo de los socialistas se suceda a la victoria del 12 de abril, sin que en mayo del mismo ao alguno de sus municipios hubiera tenido que concurrir a la repeticin de las elecciones.

Cuadro n 25.

Resultados electorales a Cortes Constituyentes. Condado 1931.

BOLLULLOSLA PALMANIEBLAVILLALBAPATERNA

REY (Rad.)707109717435457

TERRERO (Rad.)51796521414463

VELASCO (Rad.)70196614407416

CORDERO (Rad.)7041046384415454

PEA (Soc.)698960156288516

TORNER (Soc.)707966140291521

MARCOS (Soc.)504950141287507

BARRIOBERO (Fed.)6901689399

SORIANO (Fed.)24455

BURGOS (Ind.)1211354334729393

FCO. VZQUEZ (DLR)491342115

MALO (DLR)

423461

MORENO (DLR)1213338349728200

COTO (DLR)985107

523200

KENT (PRRS)

113

MARCHENA (PRLD)161246

20140

A. V. LIMN (Soc. Ind.)

279314

De la zona del Condado, los pueblos de los que tenemos datos son: Bollullos, La Palma, Niebla, Villalba y Paterna. Bollullos con 8.881 habitantes de hecho y La Palma con 7.691 eran los dos ncleos ms importantes de la comarca, caracterizada econmicamente por su riqueza vitivincola. A nivel comarcal, los dos candidatos ms votados fueron los caciques que desde antiguo ejercan una gran influencia sobre la zona, Burgos y Mazo con 3.021 votos y Guillermo Moreno con 2.828, por encima de la media de los radicales (2.650) y de los socialistas (2.544). En este caso, al revs que en Valverde, el voto de Burgos y Mazo no se acompaaba del de los federales. Escapaba a esta apreciacin general La Palma, municipio en el que se haban repetido las elecciones municipales de abril con denuncias de los sindicatos de presiones caciquiles y en el que la victoria de la conjuncin era abrumadora, triplicando los votos de los candidatos de la Derecha Liberal Republicana, viejos caciques dinsticos. La misma situacin aunque con diferencias no tan notables se dio en Paterna. En ambos municipios sus ayuntamientos seran desmochados por la derecha con posterioridad y a lo largo de la Segunda Repblica dejaran constancia de fuertes niveles de confrontacin social, sobre todo a raz de los futuros acontecimientos de octubre de 1934. En conjunto, podemos hablar de una dura confrontacin entre la conjuncin y los polticos, antes dinsticos y ahora ms o menos reconvertidos al republicanismo. Si en el conjunto de los cinco pueblos, de los que tenemos datos, podemos decir que la candidatura ms votada fue la de la Derecha Liberal Republicana con Burgos y Mazo, Guillermo Moreno y Jos de Coto (1.815 votos), conviene matizar que esta victoria tena un reparto muy desigual.

Cuadro n 26.

Resultados electorales a Cortes Constituyentes. Costa 1931.

LEPECARTAYAAYAMONTEISLA CRISTINA

REY (Rad.)138528805639

TERRERO (Rad.)213527753602

VELASCO (Rad.)127526738238

CORDERO (Rad.)217531871708

PEA (Soc.)230531746671

TORNER (Soc.)240531764662

MARCOS (Soc.)221521740449

BARRIOBERO (Fed.)

498263211

SORIANO (Fed.)

101

165

BURGOS (Ind.)577523286924

FCO. VZQUEZ (DLR)553558229238

MALO (DLR)12559

146

MORENO (DLR)568535

339

COTO (DLR)

KENT (PRRS)2261

358

MARCHENA (PRLD)

2632

A. V. LIMN (Soc. Ind.)56434

10

En la Costa occidental de Huelva se sitan los ncleos ms importantes de poblacin, siguiendo con Garca Hernndez y referidos a 1930, que son los siguientes: Lepe (8.026 habitantes de hecho), Cartaya (8.165), Ayamonte (13.769) e Isla Cristina (10.499). Los ms votados en conjunto fueron, una vez ms, los candidatos de la coalicin radical-socialista. Pero Burgos y Mazo obtuvo tambin un buen resultado, 2.310 votos, el segundo candidato ms votado en conjunto y el primero en Lepe e Isla Cristina (con una amplia diferencia de votos). Moreno Calvo obtuvo tambin un considerable nmero de votos en Lepe y result el ms votado en Cartaya. El caso de Isla Cristina debe ser analizado en relacin con las dos elecciones municipales de abril y mayo, tras haber elegido a la totalidad de sus concejales constitucionalistas (burguistas), se cre una gestora que dio paso a un ayuntamiento afn al republicanismo de izquierdas y al socialismo; ahora en junio Burgos obtena un 50% ms de votos que la conjuncin republicano socialista. La conclusin no puede ser ms obvia, partiendo de que no podemos aceptar tanta variabilidad del cuerpo electoral, que en apenas tres meses, pasaba del constitucionalismo al republicanismo de izquierdas y socialismo, para retornar al burguismo. Se cuestiona as la pertinencia de la poltica rectificadora que impuls las elecciones en mayo en lo referente a Isla Cristina, otro tanto si bien no de forma tan acusada, se puede decir de Cartaya. En Lepe, la rectificacin de mayo haba afianzado a la Derecha Liberal Republicana, cuyos candidatos obtenan tambin ms votos en las constituyentes de junio.

Por lo tanto esa apreciacin que hacemos de conjunto, sobre la victoria de radicales y socialistas, debe ser muy matizada al analizar los votos individuales. Y abundando en esto, queremos dejar constancia de otro dato significativo como es que Ayamonte, el tercer municipio ms importante demogrficamente tras la capital que no contaba con agrupacin socialistas. La victoria de la conjuncin en este pueblo, se produjo a remolque del radicalismo, ya que, en 1933, al presentarse separadamente, los radicales sacaran una diferencia de votos abrumadora a los socialistas. La costa constitua pues una comarca muy bipolarizada en estas fechas de 1931 y muy sensible al desencanto del socialismo y republicanismo de izquierda en futuros comicios que la hara ir decantndose hacia la derecha.

Cuadro n 27.

Resultados electorales a Cortes Constituyentes. Sierra 1931.

ARACENACORTEGANAC. MAYORESAROCHE

REY (Rad.)524816528474

TERRERO (Rad.)517785540482

VELASCO (Rad.)503776557448

CORDERO (Rad.)515790558489

PEA (Soc.)513794558491

TORNER (Soc.)518797558467

MARCOS (Soc.)504785535478

BARRIOBERO (Fed.)21746

182

SORIANO (Fed.)2847

192

BURGOS (Ind.)79222

186

FCO. VZQUEZ (DLR)

181

MALO (DLR)76811

168

MORENO (DLR)7643

1

COTO (DLR)517

KENT (PRRS)

30

36

MARCHENA (PRLD)4315

A. V. LIMN (Soc. Ind.)22513

1

De los pueblos de la Sierra, tenemos los datos de Aracena, Cortegana, Cumbres Mayores y Aroche. La media de votos de los socialistas fue ligeramente superior a la de los radicales (2.333 frente a 2.326). Pero lo ms significativo fueron los datos de Aracena, ncleo urbano como hemos visto de una gran influencia caciquil. En Aracena ganaron en primer lugar tres candidatos de la derecha, Burgos y Mazo, con 792 votos, seguido de Guillermo Moreno, con 768, y Alfredo Malo, con 764, del resto de los candidatos ninguno super los 525 votos. El electorado se manifestaba as en lnea de continuidad con la rectificacin de mayo, que haba sustituido a un alcalde radical por uno de la Derecha Liberal, todo ello en medio de acusaciones de irregularidades, por parte de socialistas y radicales, contra influencia caciquil de Snchez-Dalp.

Cuadro n 28.

Resultados electorales a Cortes Constituyentes. Campia Baja 1931.

MOGUERGIBRALENS. JUAN DEL PTO.BEAS

REY (Rad.)148480475409

TERRERO (Rad.)149481462403

VELASCO (Rad.)2194554483

CORDERO (Rad.)183482465432

PEA (Soc.)102468478228

TORNER (Soc.)132504472348

MARCOS (Soc.)93465461344

BARRIOBERO (Fed.)648617411

SORIANO (Fed.)1328545

BURGOS (Ind.)1025380198727

FCO. VZQUEZ (DLR)490359189359

MALO (DLR)2134973213

MORENO (DLR)715354195434

COTO (DLR)441112

KENT (PRRS)21

3

MARCHENA (PRLD)

345559

A. V. LIMN (Soc. Ind.)21158

Por ltimo, de los pueblos del entorno de Huelva (Moguer, Gibralen, San Juan y Beas) cabe resaltar la victoria de Burgos y Mazo con 2.330 votos. Gibralen y San Juan repetan con ms o menos fidelidad los resultados de mayo. Sin embargo en Beas, Burgos seguido a distancia de Moreno Calvo se haca con la victoria. Moguer es un caso a parte, en mayo haban vencido los radicales y suponemos que apoyados por Burgos toda vez que su influencia ante sus paisanos era muy notable, ahora en junio obtena el mayor nmero de votos en solitario con Moreno Calvo en segundo lugar, aunque a distancia. En su feudo, Burgos y Mazo castigaba a los radicales en las constituyentes (los menos votado junto con los socialistas) y es lgico pensar que lo hiciera por la frustracin al no haber podido encabezar l la candidatura radical, tal y como vimos con anterioridad.

1.3.- De abril a junio de 1931.Este breve perodo de tiempo result muy intenso, los acontecimientos se sucedieron en Huelva de una manera trepidante. Para calibrar el alcance de los cambios en estos dos meses y medio, es preciso situarse en la poca inmediatamente anterior. Espaa rompa con un pasado que deba parecer a los contemporneos inalterable y lo haca de una manera pacfica, por primera vez en mucho tiempo un sistema poltico suceda a otro sin una revolucin. La crisis de la monarqua, despus de la dictadura, se haba producido como fruto de unas elecciones municipales y a partir de ah era necesario emprender la tarea de construir un nuevo sistema. El primer paso se haba dado, se comenzaba a republicanizar la vida municipal, despus camino de un parlamento constituyente deba aparecer un nuevo sistema de partidos polticos. Y es de este aspecto sobre lo que queremos reflexionar ahora.

Dos partidos polticos haban capitalizado, sobre todos los dems, el cambio de rgimen, el Partido Radical y el Partido Socialista Obrero Espaol. Las elecciones municipales de abril y mayo les haban otorgado la mayora de las concejalas de la provincia, con una ligera ventaja a favor del radicalismo. A partir de este dato, es fcil que se plantearan desde un principio la expectativa de que juntos podran aspirar a ocupar toda la representacin parlamentaria de Huelva. Tcticamente no cabe duda que les interesaba y programticamente en Huelva no pareca un pacto antinatural y ello por una razn fundamental y es que el radicalismo onubense haba mirado enseguida a su izquierda. El protagonismo que en las decisiones del radicalismo onubense haba ejercido el entonces Ministro de Comunicaciones, Diego Martnez Barrio, haba influido en esa toma de postura favorable al entendimiento con los socialistas. Con la excepcin de problemas puntuales, en algn municipio el entendimiento mutuo pareca slido. El socialismo, por su parte, haba dado pruebas de moderacin en los primeros momentos de la transicin republicana. Socialistas y radicales entendieron desde un principio que los nuevos cambios requeran nuevos modos y no slo se implantaron en la provincia desmontando redes caciquiles y upetistas sino que monopolizaron la atencin de la ciudadana dando una imagen de estabilidad.

La escasa implantacin de los partidos antidinsticos en el medio rural haba generado confusiones al aplicar la poltica republicanizadora en las elecciones de mayo; y esto en uno y otro sentido, modificando a veces la orientacin del electorado tras desmontarse ayuntamientos con ms o menos rigor. La fragilidad legal de estos cambios, como hemos ido viendo, quedara al desnudo en las constituyentes de junio.

No nos ha quedado testimonio de que se plantearan disensiones por parte de los socialistas a pactar con los radicales, al menos -y queremos resaltarlo- en estas fechas tempranas del nuevo rgimen, aunque en trminos generales y para toda Andaluca la desconfianza fuese la nota dominante, en Huelva no haban aflorado an. El socialismo contaba con una fuerte presencia militante que mantendra a lo largo de la Segunda Repblica y con una ms acentuada hegemona en la cuenca minera. Pero el radicalismo obtena ms votos en el conjunto provincial y concretamente en la capital donde se haba producido la victoria cualitativamente ms importante de las municipales de abril. Y estas ltimas razones parecan coincidir con la tnica general de lo ocurrido en Crdoba y Sevilla. A excepcin de casos muy concretos, no tenemos constancia de que, como sucediera en otras provincias y al menos en estos meses, el radicalismo sirviera de cobijo a los odiados caciques que conservaran la piel de cordero durante algn tiempo para favorecer su alianza con los socialistas. Por el comportamiento del radicalismo en la confeccin de candidaturas para las constituyentes, no ocurri lo que ya hemos sealado en Almera, y la propia eleccin de alcaldes en la capital onubense (primero el socialista Ams Sabrs Gurrea y despus el radical Jos Barrign Fornieles) se celebr en un ambiente muy lejos de la confrontacin, muy al contrario de lo que para Crdoba nos relata Macarro.

Como consecuencia de lo anterior, el resto de los partidos polticos pasaron a un segundo y lejano plano, dando la impresin de un conjunto de individualidades, sin armonizar en torno a unas ideas; dudas, trifulcas internas, cambios estratgicos de un da a otro y sensacin de debilidad en sus aspiraciones fueron la tnica dominante. Podramos afirmar que, a parte de la conjuncin radical-socialista, no exista ninguna candidatura y apenas algn partido poltico, al menos en el sentido moderno de la palabra.

La Repblica, como ya hemos afirmado, no haba elaborado un sistema electoral novedoso en lo fundamental. El Decreto del Ministerio de la Gobernacin de 8 de Mayo de 1931 haba adoptado una medida de precaucin indispensable, que no era otra sino sustituir los distritos por circunscripciones provinciales y ello para colocar en un mismo plano de igualdad a electores y elegibles ya que el procedimiento de distritos unipersonales, no solo no perjudicara a los candidatos republicanos, sino que ms bien les beneficiara, por cuanto los vicios mismos del sistema hacen que muchos de los elementos que antes fueron adversos hoy se hayan puesto al lado del gobierno, este cambio rompa con las circunscripciones unipersonales, que tanto haban favorecido al caciquismo y abran la proclamacin de candidaturas con hasta tantos nombres como candidatos asignados para la provincia. Y no slo este cambio tenda a aminorar el control caciquil del candidato sobre su electorado, sino que contribua a acentuar la preponderancia del partido (an en el caso de que existiera coalicin) sobre los candidatos. Sin embargo la dinmica preelectoral, al menos en la provincia de Huelva y con la excepcin ya comentada de radicales y socialistas no consigui este segundo efecto, la cultura poltica heredada se impuso por encima de los cambios normativos. Refirindonos a la formacin de candidaturas para las constituyentes podramos afirmar que la candidatura pareca ms el lugar donde ciertos candidatos se ubicaban, para poder presentarse ante el electorado, que una opcin armonizada ideolgicamente, en torno a un programa, como hemos visto anteriormente. El sistema de listas abiertas contribua as de alguna manera a un continuismo en la cultura electoral de la ciudadana, en la medida en que las candidaturas se sometan a las correcciones del electorado que podan votar a personas y no a partidos.

Esta ltima caracterstica electoral, en el caso de Huelva, permiti que un mismo candidato apareciera en dos candidaturas de ideologas bien dispares. Nos referimos al caso de Burgos y Mazo, compartiendo candidatura con los federales y una fraccin de la Derecha Republicana al mismo tiempo que con la otra fraccin. Esta esquizofrenia poltica trasladada a las candidaturas permitieron sin embargo que esas disparidades fueran corregidas por la ciudadana en el momento de la votacin. Analizando la lista de resultados de estas generales, nos encontramos con que los electores combinaron con frecuencia candidatos de diferentes candidaturas: es el caso de radicales, socialistas y federales por una parte o cuando el voto ms de derechas se articulaba en torno a la candidatura de Burgos, Moreno y Coto y el voto del primero no inclua a los federales. El sistema de partidos republicanos apareca as, en este primer momento como un sistema condicionado por la propia normativa electoral y a ese condicionante habra de sumarse la bisoez de los grupos polticos, que tenan poca experiencia de actuar en esta legalidad ms democrtica.

En esta lnea de razonamiento, habra que explicar las candidaturas unipersonales, no tanto la de Antonio Vzquez Limn, que se justificaba por la disidencia de ste con el socialismo, o la de los radical-socialistas, presentando a Victoria Kent, cunera en Huelva y presentada en otras circunscripciones, sino la de los antiguos reformistas, ahora Liberal-Demcratas, con Marchena Colombo. En este ltimo caso es difcil distinguir al partido del candidato y este aspecto acabara marcando el futuro de uno y otro.

El papel de los polticos, en otros tiempos afines a la monarqua, debe ocupar tambin un lugar en estas reflexiones. El origen de esta transicin a la Segunda Repblica permiti la reaparicin de estos personajes en la vida pblica provincial. Nos referimos exclusivamente a los candidatos a diputados, no entrando ahora en lo que a otros niveles ocurrira en el mbito rural. Pero no slo la forma en cmo se hizo la transicin sino que fundamentalmente la oposicin o al menos el absentismo de estos polticos durante la dictadura fue el mejor aval para ellos. Jos Marchena Colombo, Manuel de Burgos y Mazo, Guillermo Moreno Calvo y Jos de Coto Mora, reaparecen purgados de su monarquismo gracias a su actitud ante la dictadura. Pero fueron sin duda, no poda ser menos, los polticos que manifestaron una mayor dosis de individualismo y continuismo en sus actitudes polticas al amparo de la normativa electoral, o al menos de aquellos aspectos no modificados por el Decreto de Mayo. Cada uno de los casos sera sin embargo distinto, como hemos visto, y a la larga solamente Burgos y Mazo mantendra el profesionalismo poltico en la provincia de Huelva, tan individualista que pasara por diferentes opciones partidistas hasta 1936, sin que las sucesivas derrotas hicieran mella en su vocacin poltica. Pero sin contradecir lo anterior, cabe dejar constancia de que, en aquellos municipios y comarcas donde haban dejado su anterior impronta, cosecharon un importante nmero de votos en las elecciones a constituyentes. Desde el punto de vista local, no se puede despreciar la influencia de su trayectoria anterior al republicanismo si bien en el cmputo provincial no les sirvi a ninguno -Burgos y Mazo, Moreno Calvo y Coto Mora- para obtener acta de diputado. Lo que prueba que efectivamente la supresin de las circunscripciones unipersonales modificaba con mucho los resultados electorales en relacin con el sistema de la monarqua.

A pesar de todo, la elecciones a cortes constituyentes de verano de 1931 contribuyeron a una clarificacin poltica de la provincia. En esta lnea hemos subrayado sobradamente la solidez del socialismo y del radicalismo. A los federales les salvaba la implantacin urbana, que se haba manifestado en el voto de la capital, y en escasos municipios a pesar de que en el proceso de formacin de la candidatura haban puesto al descubierto su ambigedad poltica. Y con esto se cerraba el republicanismo de izquierda, otros partidos nacionales de la izquierda republicana carecan de peso en la provincia y nunca lo tuvieron.

La derecha no tena representacin poltica alguna, el panorama era un desierto total en cuanto a peso provincial y solidez poltica. Burgos y Mazo, el candidato ms votado de los no electos, en estas fechas se encontraba solo, tal y como l mismo haba manifestado. La orfandad poltica de la derecha sociolgica se haba puesto de manifiesto en estas elecciones y constitua la nota predominante, al mismo tiempo que sealaba el centro de atencin del futuro de la poltica onubense.

2.- Los intentos de estructurar las derechas en Huelva y La ruptura de socialistas y radicales. De las constituyentes a las elecciones de 1933.

En los dos aos largos que transcurrieron desde Junio de 1931 hasta las elecciones generales de 1933, el panorama poltico de Huelva habra de dar un giro importante. Algunas cuestiones haban quedado en el aire y, a la luz de lo visto anteriormente, no caba pensar que el sistema de partidos implantado en el verano de 1931 estuviese definitivamente cerrado. Tres aspectos centrarn nuestra atencin en este bienio: el comportamiento pblico de Burgos y Mazo; la fragilidad de la coalicin de socialistas y radicales, slida en estos primeros meses, pero que habra de romperse a partir, no slo de acontecimientos nacionales sino tambin provinciales, y el primer intento de reestructuracin de la derecha onubense.

Estos aspectos habran de ir interrelacionndose y constituiran el centro de la vida poltica provincial. As, la campaa electoral de finales de 1933 nos presentara un panorama distinto si bien tampoco definitivo.

2.1.- El partido republicano conservador en HuelvaQu era el Partido Republicano Conservador a nivel nacional? La historia de la Derecha Liberal Republicana (que haba cosechado una notable derrota electoral en las constituyentes de Huelva) se resume en dos aspectos: fueron desbordados por la izquierda en sus planteamientos y sufrieron la divisin en su seno. Perdieron la confianza de los catlicos del pas, por la tibia actuacin del gobierno ante la quema de iglesias y conventos del mes de mayo. Bien es verdad que Maura solicit la actuacin de la fuerza pblica y que fue Alcal Zamora quien dud. Cosecharon un pobre resultado a nivel nacional en las elecciones a Constituyentes (22 Diputados) y el fracaso de sus intentos por moderar la legislacin religiosa hizo insostenible su situacin en el Gobierno. Su dimisin en octubre de 1931 dio paso al segundo gobierno de la Repblica. Producida la escisin, Miguel Maura creara el Partido Republicano Conservador, llevndose con l a trece diputados, el da 10 de enero de 1932. Junto con Lerroux, la principal preocupacin de Maura era integrar en el nuevo sistema a la base social conservadora del pas, mantenindose alerta contra cualquier medida social de alcance revolucionario. Les distanciaba de Lerroux el laicismo de ste y su influencia se dej notar ya en el Estatuto Jurdico de la Repblica (15 de abril de 1931), primer texto que pretenda dar carta de legalidad al nuevo rgimen.

El mensaje de Miguel Maura en la constitucin del nuevo partido se centraba en la necesidad de que las clases conservadoras de Espaa superaran la pasividad ante la incertidumbre sobre el futuro del pas. Maura asuma esta responsabilidad ante la indecisin de Lerroux que no aceptaba gobernar siendo minora en el Parlamento.

De las tres escisiones, en Huelva solamente tendra una presencia importante el Partido Republicano Conservador de Miguel Maura, que se organizara fuertemente vinculado a un personaje: Dionisio Cano Lpez. A finales de septiembre de 1931, siendo todava ministro de gobernacin Miguel Maura, Dionisio Cano Lpez sera nombrado gobernador civil de Huelva, sustituyendo en el cargo a Luis Fernndez de Valderrama. Su mandato durara hasta los primeros das de enero de 1932, apenas tres meses y medio y sin embargo su presencia en Huelva dejara una impronta notable a lo largo de la etapa republicana. Era valenciano de origen, abogado mercantil, haba nacido en 1902 y contaba por lo tanto 29 aos cuando lleg a Huelva como gobernador civil. Se trataba de un joven arrogante que en tan slo tres aos (1919-1922) haba aprobado los doce cursos correspondientes a Bachillerato y la Licenciatura en Derecho, en 1923 haba finalizado el doctorado. Estaba profundamente vinculado al entonces Ministro de Gobernacin, Miguel Maura, y ambos en varias ocasiones haban dado muestra de su amistad e identidad poltica, que conservaran hasta los primeros meses de 1934. Cano Lpez monopolizara prcticamente el republicanismo conservador en Huelva, y a pesar de su juventud dirigira, a partir de 1932, el partido a la antigua usanza, con una fuerte carga de personalismo, con un gran control y en la prctica convirtindolo en una plataforma casi siempre sometida a su carrera poltica. A pesar de su breve estancia en Huelva, una vez dimitido y retornado a Madrid, volvera en varias ocasiones, siempre que sus intereses polticos lo requirieran, y desde la capital controlara no slo la organizacin del Partido Republicano Conservador de Huelva sino tambin y, ms all de los lmites de su partido, la vida poltica onubense.

Burgos y Mazo nos ha dejado su versin sobre la fundacin del Partido Conservador en la provincia de Huelva. Segn sta, Cano Lpez le visitara para recabar su ayuda a fin de constituir un partido republicano autnomo de derecha sin entrar en la disciplina de ninguna de las organizaciones nacionales y esa ayuda consista en que Burgos recomendara a sus amigos que se pusieran de su lado. Burgos y Mazo contestara que no poda ordenar nada ya que haba licenciado a sus partidarios, que no consideraba viable un partido autnomo pero que salvadas estas dos consideraciones se mostraba favorable a prestarle ayuda, y as recomend se adhirieran a Cano Lpez cuantos amigos haban querido hasta entonces guardar(le) el luto (sic) y con stos y algunas adquisiciones que haba conseguido de otros elementos pudo formar el Partido Republicano Conservador, a juicio de Burgos, el ms fuerte de la provincia que de autnomo pasara a engrosar el maurismo. Es difcil conocer el alcance del concurso de Burgos y Mazo en la fundacin del republicanismo. Y es difcil de creer que los amigos de Burgos y Mazo dieran para tanto: ya haban entrado en el radicalismo antes de las elecciones constituyentes, ahora en el maurismo y posteriormente y con l a la cabeza formaran el Partido Agrario.

Sus escasos das como gobernador en la provincia se caracterizaron por el autoritarismo y obsesin en torno a los conflictos sociales, que l consideraba bsicamente como un problema de orden pblico. Los conflictos sociales haban presidido, como en toda Espaa la etapa anterior pero al marcharse de Huelva, por motivos de salud, el anterior gobernador civil Luis Fernndez Valderrama la situacin tena visos de una cierta pacificacin. Pero el autoritarismo de Cano Lpez habra de ponerse de manifiesto por la dureza con que trat a los alcaldes de la provincia que se atrevan a desobedecer las rdenes emanadas del Gobierno Civil. Durante su mandato y por diversas razones mult al Alcalde y Teniente de Alcalde de Higuera de la Sierra (ambos radicales), destituy al primer Teniente de Alcalde (socialista y Alcalde en funciones) de La Palma. Esta ltima destitucin provoc una huelga general en el pueblo convocada por la U.G.T. y la retirada de los concejales socialistas (que se reintegraran a sus puestos a los pocos das) de los ayuntamientos de la provincia. Esta actitud dura ante sindicatos y socialistas (sistemticamente responda a los conflictos enviando a la Guardia Civil) en general provoc en Huelva una multitud de adhesiones de esa derecha hurfana polticamente, que vena reclamando mano dura.

Despus de producirse la crisis ministerial, anteriormente aludida que llevaron al abandono de la derecha republicana del gobierno, y a la sustitucin de Miguel Maura del Ministerio de Gobernacin por Casares Quiroga, Cano Lpez present la dimisin y la noticia salt a la prensa el 23 de octubre y la razn aludida no era otra que "Huelva entera (sabe), quien es para mi el seor Maura. Por lo tanto, he considerado imposible, de todo punto, continuar aqu, seguir siendo gobernador en circunstancias como las creadas por tal incidente". Casares Quiroga no admiti la renuncia de Cano Lpez pero ste respondi con el carcter irrevocable de la dimisin y entregando el mando interinamente al secretario del Gobierno. Su habilidad para provocar adhesiones a su persona se puso de manifiesto a finales de octubre de 1931.

Se produjo entonces una reaccin de fuerzas provinciales de apoyo a Cano Lpez, as se manifestaron la Asociacin de la Prensa, el jefe de la Guardia Civil, Juan Quintero Baez (ltimo alcalde monrquico), el presidente de la Diputacin (el radical Cordero Bel), el tambin radical y alcalde de la capital Barrign Fornieles, el Presidente del Crculo Mercantil Juan Rebollo, el diputado radical a Cortes Terrero Snchez y otros cargos provinciales. En medio de esa despedida recibi una llamada del Ministro de Gobernacin, Casares Quiroga. Pero lo que le convenci a desistir de su dimisin fue una otra llamada, esta vez de Miguel Maura

quien me manifest que ante tantas y tantas reiteradas solicitudes que haba recibido de Huelva y su provincia, no tena por menos que posponer, por su parte, su actitud personal y hacer una excepcin conmigo, rogndome con el mayor encarecimiento y por deber ineludible, ya, que continuara al frente de este Gobierno civil.

As, que aqu estoy, repito, con gran satisfaccin, porque quiero a Huelva y a Huelva me debo...no s como expresarles mi gratitud que sabr poner de relieve, defendiendo sus intereses como un buen hijo ms de aqu y ejerciendo mi autoridad con la prctica de la justicia en todo y para todos, sin excepcin.

Los socialistas, con tres carteras en el nuevo gobierno presidido por Manuel Azaa, parecan ser los nicos que no apoyaban a Cano Lpez. Pero hay otro acontecimiento que merece ms nuestra atencin, por las repercusiones que tendra en el futuro: Burgos y Mazo no asisti a ningn acto pblico hasta estos momentos y era notorio su coyuntural aislamiento pblico voluntario, sin embargo fue a visitar a Cano Lpez, una vez confirmada la continuidad de ste en el Gobierno Civil quien quiso hacer pblica la visita con una nota a la prensa en la que entre otras cosas dira:

Recib la visita del exministro don Manuel Burgos y Mazo, visita que me honra, haciendo nueve o diez aos que no pisaba este Gobierno. Es para m esto una prueba de distincin que agradezco en cuanto vale, pues, a pesar de las diversas opiniones que hay sobre la actuacin del seor Burgos, he de proclamar su franca actitud de rebelda durante todo el periodo dictatorial y su noble acatamiento a la Repblica con la que me reiter ayer est identificado y dispuesto a cooperar siempre en todo lo que signifique ley y orden...

A pesar de la diferencia de edad y de la experiencia poltica de uno y otro, Cano Lpez y Burgos y Mazo coincidan en la idea del rechazo a la nueva coalicin de la izquierda republicana y los socialistas en el gobierno. Y Burgos y Mazo vera en Cano Lpez una posibilidad de retornar a la vida poltica provincial; como iremos viendo, la historia de estos dos personajes sera una historia de encuentros apasionados y de rupturas violentas. La recepcin de Burgos y Mazo en el Gobierno civil fue una apuesta claramente orientada a posiciones de derecha dentro del republicanismo. Dos aos ms tarde, Cano Lpez dira que en ese encuentro, en la silla del despacho se haba sentado un hombre patriota y viril y que le recibi a pesar de que nada ms ser nombrado gobernador haban venido a l "comisiones encarecindole que tuviera cuidado con el exministro". Estas afirmaciones las hara al producirse el segundo encuentra cara a cara que mantendran, esta vez y como signo de intimidad en la casa solariega que Burgos y Mazo ocupaba en Moguer y que le parecieron "dos minutos las dos horas que dur la audiencia".

Podemos deducir que los dos polticos quisieron hacer pblica su alianza y como tendremos tiempo de ver socialistas y republicanos de izquierda tomaran buena nota de ella. Es verdad que, al contrario de la actitud que mantuvo los tres primeros meses de Repblica, en esta ocasin Burgos y Mazo eligi una influencia poltica desvinculada de cualquier militancia, pero sus servicios al Partido Republicano Conservador y en general a las derechas habran de plasmarse en los das previos a las elecciones de 1933 y de una manera determinante para la vida poltica de la provincia.

Esta alianza entre Burgos y Mazo y Cano Lpez, por controlar la vida poltica provincial, exacerbara los nimos de los socialistas, que por otra parte formaban parte muy activa del gobierno de la nacin. Los socialistas ya haban manifestado su rechazo a la figura del antiguo cacique moguereo que haba propiciado una respuesta muy dura por parte de ste. Ahora, despus de la crisis ministerial de octubre de 1931, de la que haban salido fortalecidos, se acentuaba la presencia de Burgos y Mazo; parecera, y lo mismo ocurrir en otras ocasiones, que la poltica nacional y provincial iban por derroteros bien distintos. A los socialistas la situacin les resultaba tan inconcebible que se dirigieron en una comisin a Madrid con el objetivo de protestar por las acciones del gobernador civil.

El Diario El Socialista se hizo eco con un titular en contra de Cano Lpez, de los patronos agrarios y de los caciques y el asunto que justificaba este viaje a Madrid de la comisin socialista tena que ver con una conflicto social que afectaba a varios pueblos de la sierra onubense (Zufre, Santa Olalla, Higuera de la Sierra, Corteconcepcin y Aracena). En el artculo se acusaba al gobernador de haber prohibido a los patronos agrarios que pagaran unos jornales que se deban a los trabajadores.

El enfrentamiento entre Cano Lpez y los socialistas se suscitaba a la mnima ocasin y las ocasiones no habran de faltar en unos momentos en que Huelva conoca una elevadsima confrontacin social por motivos laborales durante el mes de noviembre de 1931. Hasta que, una vez ms se reprodujeron, no sabemos si espontneamente o propiciadas por el propio gobernador, las adhesiones a Cano Lpez. La campaa la iniciaron a ttulo personal un grupo de onubenses que aparecen con su profesin: procuradores, comerciantes, estudiantes, abogados, farmacuticos etc., en ningn caso personalidades significativas de la vida poltica. Esta vez, y para contrarrestar la presin que los socialistas ejercan en Madrid se solicitaba el envo de telegramas al Gobierno de la Repblica. Inmediatamente se hicieron pblicas las adhesiones a Cano Lpez, quien sin lugar a dudas fue uno de los gobernadores republicanos que pas menos desapercibido en Huelva. Corporaciones, Colegios de Abogados, Sociedades de los pueblos enviaron esos telegramas en los que dada la correlacin de fuerzas polticas en el gobierno se adelantaban, pidiendo no cesaran al gobernador. Esta vez los radicales, a travs de sus juventudes y de agrupaciones de pueblos se sumaron a la campaa de apoyo ya que hasta ahora lo haban hecho a ttulo personal, y este hecho constitua la primera manifestacin en Huelva del alejamiento que radicales y socialistas mantenan a nivel nacional desde la remodelacin del gobierno de la Repblica a mediados de octubre. Pero la dimensin de esta campaa ampli sus lmites al sumarse a ella incluso el Consejo de Gobierno de la Federacin Econmica de Andaluca.

La piedra que los socialistas arrojaban contra Cano Lpez era la alianza de ste con Burgos y Mazo, para los socialistas hemos visto que era un tema recurrente por cuanto Burgos y Mazo representaba lo antiguo, el pasado monrquico, la poltica personalista y caciquil. Y Burgos y Mazo no perda ocasin, tambin como hemos visto, de responder con su afilada pluma a los socialistas que para l representaban la dictadura y la causa de todo conflicto social hacia donde no se debera dirigir la Segunda Repblica. Y esa batalla poltica y personal se haca bien explcita cuando en estas fechas Burgos y Mazo escribira "he visto que unos seores que se llaman socialistas barajan mi nombre para combatir al Sr. Gobernador civil de la provincia. Desde luego me considero muy honrado con que se me ponga para el ataque en compaa de un hombre que hace tanto o ms por el bien de Espaa y por enaltecer y consolidar la Repblica que estos detractores suyos por desacreditarla y perderla". La estima y alta valoracin que Burgos y Mazo tena de Cano Lpez, en estas fechas, se pona de manifiesto en este escrito:

Yo he visitado a este Sr. Gobernador despus de no haberlo hecho con ninguno desde el advenimiento de la dictadura, porque he visto en l no solo a una persona dignsima, sino a un hombre amante del derecho, de la libertad y de la justicia, que no se halla dispuesto a ser juguete ni instrumento ciego de nadie, ni componedor de ilegalidades, de violacin, de delitos que se quieren confundir y desvirtuar como tantos con las doctrinas de sectas, ni juguete de los que con el ridculo pretexto de combatir un caciquismo imaginario, fantasma huero, no tratan de otra cosa que de implantar el suyo, el ms soez, el ms arbitrario, el ms inmoral, el ms desptico de cuantos en nuestra larga vida hemos conocido.

He aqu s un caciquismo cierto, el de ellos, caciquismo que fervorosamente haba de ostentar ese repugnante sello, como propio de una escuela, de unos hombres que aunque aparecen partidarios de una Repblica a su manera y a su medida, unos enemigos implacables de la libertad y de la democracia, defensores del despotismo; de ah su nefando contubernio con la dictadura y su amor por los upetistas con muchos de los cuales se hallan confundidos en provechosa sociedad.

Una vez ms, Burgos y Mazo, en esto tampoco perdera ocasin, aluda a su alejamiento de la poltica, que quera hacer pblico y que una vez ms los hechos venideros desmentiran

Pero tuve muy buen cuidado de ratificar todo cuanto he hecho pblico solemnemente, que en la provincia de Huelva era en absoluto ajeno a todo partido, que ni tengo amigos polticos organizados, ni influyo sobre nadie ni intervendr ms en las elecciones ni en contiendas polticas provinciales.

La amplitud de estos apoyos a Cano Lpez, no haca sino poner de manifiesto la oposicin al propio gobierno de la nacin despus de su giro a la izquierda y para l mismo era una ocasin de oro para acrecentar su personalismo en medio de tanto halago, aprovechando la marea de tanta adhesin para desplazarse a la Sierra, a los pueblos de los que haba partido la queja. De las notas que el Gobierno civil trasmiti a la prensa se deduce un bao de multitudes por los pueblos y algn desacato como el del alcalde socialista de Corteconcepcin, quien se neg a acudir a un encuentro con l en el Ayuntamiento alegando que estaba enfermo pero pasendose ostensiblemente por el pueblo, desacato que le cost una multa gubernativa; al contrario de los alcaldes radicales que recibieron y agasajaron a Cano Lpez. An ms, fue ratificado en la plena confianza del Gobierno por Casares Quiroga, Ministro de Gobernacin y con la fuerza que arrastraba se permiti presentarse en Madrid y recibir esa ratificacin en su propio despacho. A su regres expres que as "se disiparan todos los rumores sobre mi permanencia en este Gobierno".

Al igual que ocurriera meses atrs con su todava amigo Burgos y Mazo, Huelva se dividi entre sus partidarios y detractores, pero Cano Lpez no tena pasado poltico en la provincia que le reprocharan y estaba en mejores condiciones de organizar a las derechas en torno al Partido Republicano Conservador, o por mejor decir, en torno a su persona.

A mediados de diciembre, de forma sorpresiva, Cano Lpez volvi a comunicar su dimisin, solicitando esta vez que no se hicieran manifestaciones pblicas de apoyo a su persona, quera irse y por fin la dimisin se consum.

Durante los primeros das de 1932 vendra de gobernador a Huelva, Francisco A. Rubio Castejn, hasta entonces teniente de alcalde del ayuntamiento de Granada y militante de Accin Republicana. Cano Lpez volvera a Madrid pero no rompera sus vnculos con Huelva y en los momentos ms claves de la vida poltica onubense, reaparecera por la provincia. Fiel de momento a la figura de Miguel Maura, dejara fundado el Partido Republicano Conservador en la provincia del que sera nombrado presidente. En una entrevista posterior, a la pregunta del periodista sobre qu le impuls a actuar en poltica en Huelva, contestara:

en primer trmino cuando estuve al frente de este Gobierno civil pude observar el absoluto abandono en que se encontraban las enormes masas de derechas de esta provincia,...procurar cobijar bajo una sola bandera toda esa inmensa masa conservadora que existe en esta provincia...saben mi empeo de siempre de mantener esa estrecha unin de todas las fuerzas de derechas que siendo los ms y mejores, a fuerza de divisiones intranscendente se han dejado arrebatar suicidamente su legtima hegemona.

Funcionalmente ms cercano al sistema de la monarqua que a los partidos modernos, de los conservadores en Huelva no nos han quedado referencias de comits o cargos internos ms all del liderazgo de Cano Lpez, suficiente con su habilidad personal para influir e interferir en la provincia. Sobre el Partido Republicano Conservador, Fusi y Palafox opinan que la creacin de la CEDA tuvo una consecuencia catastrfica frustrando as "la posibilidad de que hubiera cristalizado una derecha conservadora pero republicana y democrtica, objetivo, por ejemplo de Miguel Maura. Ello da gravemente la estabilidad poltica de la democracia espaola". Esta afirmacin, que podemos entender para el conjunto nacional, dista mucho de ser acertada si se aplica al maurismo onubense, el republicanismo maurista haba quedado en entredicho por la personalidad y actuacin pblica de Cano Lpez con el apoyo exterior de Burgos y Mazo. Cano Lpez sometera al partido a un proceso de derechizacin que ira en aumento a medida que transcurriera el tiempo, hasta que en 1934 el Partido Republicano Conservador de Huelva desapareciera.

3.- Huelva, el final de la huida de sanjurjo. Verano de 1932.El General Sanjurjo, tras su intento de rectificar la poltica republicana a partir de la sublevacin de Sevilla, sera detenido en Huelva en Agosto de 1932. Como veremos en las pginas siguientes el protagonismo de Huelva en estos acontecimientos no se limit slo al marco geogrfico en el que se produjo el apresamiento del general sedicioso. Las propias circunstancias que rodearon la detencin, los trabajos de una comisin depuradora de responsabilidades en la ciudad de Huelva, el papel que jug el gobernador civil y la implicacin de polticos onubenses, entre otros datos, nos ha llevado a la conclusin de que lo que inicialmente no pasaba de ser una ancdota histrica, adquiere una dimensin de tonos mayores que refleja la tragedia del sistema poltico republicano que, queriendo romper con el pasado monrquico, se vio ya amenazado cuando slo haba transcurrido apenas un ao de vida. Las lneas que siguen pretenden reflejar estos acontecimientos en Huelva y reflexionar sobre ellos.

Es de sobra conocido que la sanjurjada fue la primera manifestacin importante de una trama civil y otra militar, que pretendan, acudiendo a la fuerza de las armas, corregir el giro de los acontecimientos. Leandro lvarez Rey subraya en su estudio sobre la derecha en la Segunda Repblica en Sevilla, que desde comienzos de 1932 eran evidentes las conspiraciones monrquicas y del ejrcito. No vamos a reproducir aqu ste y otros trabajos sobre si la finalidad del golpe era la vuelta a la monarqua o propiciar un giro dentro del sistema republicano. Nos vamos a centrar en lo que hemos dado en llamar la trama civil o la conspiracin en paralelo a la de los militares. Como seala lvarez Rey, esta trama estaba dirigida por los antiguos constitucionalistas, grupo activo de la oposicin a Primo de Rivera y que buscaban una Repblica conservadora con una poltica muy alejada de la que la conjuncin republicano-socialista, presidida por Azaa, estaba llevando a cabo. En este grupo, adems de Santiago Alba, Melquades lvarez y Villanueva figuraba el poltico onubense, Manuel Burgos y Mazo. De las Memorias de Burgos y Mazo, lvarez Rey ha extrado sabrosos comentarios sobre su participacin en el golpe. Cabe sealar, y ya hemos tenido tiempo de comprobarlo, que el propio Burgos y Mazo, que desconfiaba de Sanjurjo por los pinitos de independencia tan propios de su carcter, era un poltico personalista. No poda ser de otro modo en un cacique formado polticamente en la Restauracin y que no entenda la poltica sino desde el eje de su influencia personal y la de su crculo de amigos. Influencia y amigos que a lo largo del periodo republicano iran diluyndose. Pero en sus Memorias, Burgos y Mazo aparte de reconocer su implicacin en la Sanjurjada y en la redaccin del Manifiesto, seala que su participacin quera el mantenimiento de la Repblica, disipando toda sospecha de restauracin monrquica.

Lo que era evidente es que las cosas no haban salido para Burgos y Mazo como l hubiera previsto y la necesidad de rectificar los acontecimientos era algo que, para l, se impona. Y esto ya lo pensaba meses antes de producirse la sanjurjada y en sus memorias dej testimonio de ello, concretamente en un documento, fechado a finales de abril de 1931, que diriga al entonces Ministro de Trabajo, Largo Caballero, de quien deca "combate a la desesperada por contemplar cmo se derrumba la posicin y la influencia decisiva que l y sus amigos han conquistado inopinadamente en un instante de aturdimiento de la nacin espaola? El primer anlisis que Burgos y Mazo haca sobre el rumbo que estaban tomando los acontecimientos era que los electores "aturdidos" se haban equivocado en las elecciones a constituyentes y haba que rectificar esa equivocacin en los siguientes trminos:

Para nosotros los demcratas constitucionalistas la soberana nacional es un dogma intangible, ella enva sus diputados, sus delegados o sus apoderados a las Cortes. Estos delegados pueden extralimitarse en las facultades recibidas, o interpretarlas mal, o por las vicisitudes de la vida poltica y el cambio de circunstancias sociales queden rezagadas y no representar ya la verdadera voluntad de la nacin.

Cuando hay seales ciertas de que alguna sociedad poltica se encuentra en uno de estos casos, el deber de disolver las Cortes y consultar de nuevo a la soberana nacional para afirmar o rectificar su anterior mandato es evidente.

As lo ha hecho Inglaterra, maestra del derecho constitucional, en diferentes ocasiones y ltimamente en fecha bien prxima.

Que en los momentos actuales existen en Espaa no ya indicios sino datos convincentes de que la opinin pblica en su inmensa mayora ha cambiado, ha reaccionado, no en un sentido monrquico, que esa es novela o comodn por el estilo de los que festejaban la dictadura atribuyendo a influencia comunista el malestar contra ella; pero s en un sentido republicano, opuesto en fuentes esenciales al que prevalece en las Cortes, y precisamente por creer que consolida mejor la Repblica y la salva de peligros ciertos, es a todas luces evidente.

De este testimonio se deduce, y en estas fechas, su reincidencia en una actitud prorepublicana y la necesidad pacfica de girar a travs de un nuevo proceso electoral, en la creencia de que esas elecciones cambiaran el sentido del parlamento; justificaba, en base a estas razones, la necesidad de adoptar tal decisin poltica y deba de hacerse "por conviccin democrtica", por "respeto a la soberana nacional", concepto central en su conocida intervencin en Sevilla en 1930, y por "la prudencia del gobernante". Pero lo ms importante para l es que "si se procura dilatar indefinidamente el poder que recibieron, es necesario comprender que as se abrira una nueva dictadura que la voluntad de un hombre o de un partido se impondra violentamente a la voluntad nacional y que las Cortes en ese instante, disociadas de la nacin, seran en realidad facciosas".

Criticando esa salida dictatorial reflexionaba as a nueve meses del intento golpista-, justificaba su actuacin futura. A juzgar por los polticos implicados en la trama sera el constitucionalismo ese partido que se impondra a la voluntad popular? Pero qu quedaba del constitucionalismo a cuya disolucin en Huelva l haba contribuido y encabezado? Solamente unos nombres. Parece que al no haber podido reubicarse en el radicalismo, al menos como el quera, se arrepenta de aquella decisin, la aoraba al definirse en este documento como demcrata constitucional y adoptaba esa actitud de anunciar la venida del lobo, en quien al final l mismo se convertira.

Pero adems de estas razones esgrima tambin argumentos jurdicos, pues no slo de los gobernantes sino tambin de quienes ejercen la magistratura, haba que esperar que no incurrieran en tales errores y que

una vez votadas la Constitucin y las leyes cuya aprobacin no admite demora consulten de nuevo al cuerpo electoral procurando que no se le cohiba, que exprese verdaderamente y con toda libertad lo que siente.

Yo creo que as la Repblica saldra robustecida y depurada.

Los que no tengan el favor de la mayora de la opinin que formulen empresas todo por medios legtimos; no a viva fuerza, cohibiendo la voluntad con amenazas de guerras, de huelgas, de revoluciones, que en ltimo trmino no deben asustar a nadie ms que a los que la formulan.

Al tiempo que haca estas reflexiones en la intimidad y dejaba constancia de ellas en sus memorias, a menos de un mes para la sanjurjada, pblicamente segua reiterando su intencin de no volver a reincorporarse a la actividad poltica haciendo de su casa "si no panten, celda en donde recluido con mis libros, vivo alejado de toda intervencin poltica y resuelto cada da con propsito ms firme a no volver jams a pisar su estadio". Y es que consideraba que la Repblica estaba tan ciega a los llamamientos de los constitucionalistas como anteriormente lo haba estado la Monarqua. Desde su posicin victimista, se crea instalado en un hipottico punto medio, equidistantemente, bombardeado por los extremos, acusado de organizar sindicalistas ("y esto lo han divulgado en Madrid mismo") o acusado de cacique:

Cacique sin partido, sin comits, sin un solo ayuntamiento ni corporacin que reciba sus rdenes e instrucciones, sin influencia con ninguna clase de autoridad, sin intervencin en nada; cacique a quien ni siquiera consultan en sus resoluciones polticas los amigos particulares suyos que desempeen algn cargo pblico.

Y quera dejar testimonio de la irreversibilidad de su decisin con inusitada fuerza:

Respecto a mi intervencin en la poltica, afirmo una vez ms que dejar de ser poltico...incluso en mi pueblo natal no actuar ms por nada del mundo en la esfera poltica: ni me presentar ms aunque viviera cien aos, para representarla en Cortes (a la provincia), ni admitira ser presentado para obtener un acta, ni pedir un solo voto, ni dirigir organizacin poltica ni pertenecer a ninguna de ellas, ni influir en la marcha o en las decisiones de ninguna entidad poltica...

Creo que no puedo expresarme con ms claridad. En el cumplimiento de esta resolucin va empeada mi formalidad, mi dignidad y mi honor. Si faltara a lo que ofrezco solemnemente aqu, todos tendrn derecho a echarme en cara mi claudicacin. No cabra mayor pena ni mayor afrenta para un hombre honrado ni para un caballero.

Acudirn todava a remover las cenizas de mi fosa?

Tiempo habra, muy poco tiempo, para desmentir una a una estas afirmaciones y seran utilizadas en su propia contra por Cano Lpez al reproducirlas en enero de 1936, cuando muy alejados poltica y personalmente uno y otro se enfrentaran electoralmente.

Azaa, a la sazn presidente del gobierno republicano, mantena una actitud de desconfianza y menosprecio hacia Burgos y Mazo, a juzgar por la nica referencia que hace sobre l, el 22 de julio de 1