Fragmento El temblar de una hoja

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Este libro incluye el cuento «Lluvia», uno de los más famosos y elogiados de la vasta producción del autor, en el que relata la feroz y sutil batalla que tiene lugar en la aldea samoana de Pago-Pago entre un poderoso misionero y una simple prostituta, siempre bajo el marco de una pertinaz lluvia que jamás cesa, que funciona como alegoría de las dichas y desgracias humanas que, en su incesante fluir, le van dando sentido a las vidas de aquellos contradictorios y difusos seres que Somerset Maugham escrutó. El temblar de una hoja W. Somerset Maugham Traducción de Eduardo Rabasa

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William SomerSet maugham nació en 1847 y vivió en París hasta los diez años. Estudió en The King’s School, en Canterbury, y en la Universidad de Heidelberg. Después ingresó al St. Thomas’s Hospital con la idea de ser médico, pero el éxito de su primera novela, Liza de Lambeth (1897), lo condujo de manera definitiva al mundo de las letras. A los treinta y tres años era una celebridad, cuando se convirtió en uno de los principales escritores de libre-tos teatrales en Londres con obras como Lady Frederick (1907), y adquirió gran fama como novelista con su obra autobiográfica, La servidumbre humana (1915). Viajó de manera extensa por Oriente y por Europa, sitios de los que recopilaba material para sus histo-rias, y desde la Segunda Guerra Mundial se asentó en la Riviera francesa. Entre sus principales novelas se encuentran La luna y seis peniques (1919), El estrecho rincón (Sexto Piso, 2006) y El filo de la navaja (1944). Murió en Niza en 1965.

Los seis relatos que componen este libro están ambientados en las islas del Pacífico Sur, que fueran visitadas a menudo por Somerset Maugham. Sus descripciones del entorno natural y de los paisa-jes son muy precisas y sobrecogedoras. Así, ya sea en las islas de Samoa, en Tahití o en Honolulu, en todas las historias se desarrolla una tensión entre la cosmovisión y el estilo de vida de los nativos y el de los hombres blancos, que en realidad funge como trasunto de una confrontación más esencial: la de Oriente y Occidente. Sirviéndose de este trasfondo, Maugham narra con maestría historias políticas, de ambición económica frustrada, de amores inconclusos o no correspondidos en las que la constante es su capacidad de desnudar las más elementales pasiones humanas, las que conducen al hombre a obtener sus mayores satisfaccio-nes y también a sus mayores desgracias.

Este libro incluye el cuento «Lluvia», uno de los más famosos y elo-giados de la vasta producción del autor, en el que relata la feroz y sutil batalla que tiene lugar en la aldea samoana de Pago-Pago entre un poderoso misionero y una simple prostituta, siempre bajo el marco de una pertinaz lluvia que jamás cesa, que funciona como alegoría de las dichas y desgracias humanas que, en su in-cesante fluir, le van dando sentido a las vidas de aquellos contra-dictorios y difusos seres que Somerset Maugham escrutó.

«A cada tiempo su locura, a cada tiempo su sabiduría. La de este libro está perfectamente descrita en el propio título, El temblar de una hoja, tomado de la cita de Saint-Beuve con la que se abren los textos: “La felicidad extrema apenas está separada por el temblar de una hoja de la extrema desesperación”. Si hay algo que atraviesa de parte a parte este maravilloso libro es precisamente la concien-cia de nuestra fragilidad, el precario equilibrio de nuestros afectos y de nuestras convicciones. Y no es poca sabiduría para quien se atreva a pensarla hasta sus últimas consecuencias.»

aNDrÉS BarBa

ISBN 978-84-96867-14-7ISBN 978-84-96867-14-7

9 788496 867147

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El temblar de una hojaW. Somerset Maugham

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El temblar de una hojaW. Somerset Maugham

Traducción de Eduardo Rabasa

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Todos los derechos reservados.Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida,

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título originalThe Trembling of a Leaf

Copyright © by The Royal Literary Fund

Primera edición en Sexto PiSo eSPaña: 2008

TraducciónEduardo Rabasa

Fotografía de portadaLuis Asín

Copyright © Editorial Sexto Piso, S.A. de C.V., 2007San Miguel # 36Colonia Barrio San LucasCoyoacán, 04030México D.F., México

Sexto Piso España, S. L.c/ Monte Esquinza 13, 4.º Dcha.28010, Madrid, España.

www.sextopiso.com

DiseñoEstudio Joaquín Gallego

ISBN: 978-84-96867-14-7Depósito legal:

Impreso en España

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ÍNDICE

Contra la civilización 15Andrés Barba

El Pacífico 19

Mackintosh 21

La caída de Edward Barnard 59

Rojo 95

La piscina 119

Honolulu 163

Lluvia 191

Envoi 237

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A Bertram Alanson

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L’extrème félicité à peine séparée par unefeuille tremblante de l’extrême désespoir,

n’est-ce pas la vie?

Saint-Beuve

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CONTR A L A CIVILIZ ACIÓN

En la entrada de su diario del 29 de septiembre de 1931, duran-te su viaje por África, Michel Leiris resume sus impresiones del día en un párrafo rotundo:� «Siniestra cosa, esto de ser europeo. Cada vez soporto menos la idea de la colonización. Recaudar el impuesto, ésa es la gran preocupación. Pacifica-ción, asistencia médica no tienen más que un fin: engatusar a la gente para que se deje engañar y pague el impuesto. Correrías en ocasiones sangrientas, con qué fin: recaudar el impuesto. Estudio etnográfico, con qué fin: hallarse en condiciones de aplicar una política más hábil para recaudar el impuesto». La mirada del colonizador sobre el salvaje es arrogante hasta que choca con la realidad que pretende modificar, hasta que em-pieza a dudar de la excelencia de su propia civilización. En ese limbo de la duda, en ese territorio de pasto común entre ci-vilizaciones es donde se encuentra el marco de la mayoría de estos maravillosos cuentos de Maugham.

Parece una verdad literaria de primer orden que sólo es posible escribir con acierto de aquello que se ama o de aquello que se teme. A la luz de esa verdad uno podría hacer un listado tanto de las cosas temidas por Maugham en estos relatos (la locura, la convención formal, el alcohol, el embrutecimiento, la arrogancia) como de las amadas (la paz de espíritu, la sen-cillez, la bondad), sin llegar a hacerse por ello una idea clara de en qué reside exactamente su grandeza. El acierto de Maugham proviene más bien de una especial habilidad de hacer colindar territorios y personajes en conflicto con esos otros territorios y

� El diario de Leiris se publicó más tarde con el título El África fantasmal. Hay una edición española en Pre-Textos, Valencia, 2007.

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personajes que les dan precisamente la pauta de su tragedia. Sin llegar a convertirse nunca en un previsible y tópico choque de antagónicos, los relatos aquí reunidos sorprenden siempre en algún quiebro que encamina las cosas hacia el lugar más insos-pechado y, a la vez, más propio. En ese sentido podría decirse que estos relatos están escritos a completa imagen y semejanza de la vida. Cuando los leemos tenemos la misma impresión que al recordar acontecimientos pasados que no comprendimos al vivirlos pero que, a la luz de la memoria y la experiencia, pa-recen de pronto precisos, como rodeados por una emanación, necesarios.

La desgracia obliga siempre a reconocer como real aque-llo que no creemos posible. La desgracia nos ata a lo real y al mismo tiempo nos incapacita para superarlo, porque el hom-bre (es cosa sabida) sólo sobrevive gracias a la ficción elabo-rada y reelaborada mil veces de su memoria, de su afectividad, de su ser frente a los otros. Y en ese sentido estos cuentos de Maugham introducen en la ficción un personaje más: el al-cohol. El alcohol como desinhibidor de la desgracia cumple una función en estos relatos de auténtico símbolo. Una de las últimas anotaciones de Simone Weil en ese prodigio de libro titulado La gravedad y la gracia dice algo que probablemente suscribiría sin pestañear Maugham referido a este libro: «La vida humana es imposible, pero sólo la desgracia logra que lo sintamos». Maugham reconoce que en la desgracia, si bien nos encontramos brutalmente estampados contra lo real, se producen verdaderas iluminaciones que de otra manera nunca habrían tenido lugar. Por eso no son más sabios quienes han sufrido más desgracias, sino quienes han sabido pensarlas con más valentía. En estos relatos hay personajes que se crecen en la desgracia y que conviven junto a otros a los que la desgracia les aniquila. La inteligencia con la que unos salen a flote, unida por contraste a la necedad o la debilidad de quienes se hun-den hacen que este libro sea furibundamente contemporáneo y anacrónico a la vez. Hoy, que vivimos cada vez más en unas sociedades en las que la desgracia se ha convertido en la mar-

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ca de la encarnación perfecta, en las que todo el mundo desea secretamente convertirse en víctima de algo para adquirir así un rostro ante los otros, muchas de estas figuras parecen haber perdido su esplendor, cuando lo cierto es que nos dan la pau-ta perfecta de nuestra enajenación. A cada tiempo su locura, a cada tiempo su sabiduría. La de este libro está perfectamente descrita en el propio título El temblar de una hoja tomado de la cita de Saint-Beuve con la que se abren los textos: «La felicidad extrema apenas está separada por el temblar de una hoja de la extrema desesperación». Si hay algo que atraviesa de parte a parte este maravilloso libro es precisamente la conciencia de nuestra fragilidad, el precario equilibrio de nuestros afectos y de nuestras convicciones. Y no es poca sabiduría para quien se atreva a pensarla hasta sus últimas consecuencias.

Andrés Barba

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EL PACÍFICO

El Pacífico es inconstante e incierto como el alma humana. A veces es gris como el Canal Inglés en Beachy Head, con un gran oleaje, y a veces es bravo y bullicioso, cubierto de crestas blancas. No muy a menudo es calmo y azul. Cuando lo es, el azul es realmente arrogante. El sol brilla fieramente en un cielo despejado. Los vientos alisios se meten en la sangre y una im-paciencia por lo desconocido se apodera de ti. Las olas, magní-ficamente onduladas, se extienden en todas las direcciones y te olvidas de tu juventud desaparecida, con sus recuerdos, crueles y dulces, inmerso en un incansable e insoportable deseo de vi-vir. En un mar como éste zarpó Ulises cuando buscaba la Isla de los Bienaventurados. Pero también hay días en los que el Pacífico es como un lago. El mar es plano y brillante. Los peces voladores, un destello de sombra en el resplandor de un espe-jo, forman pequeñas fuentes de centellantes gotas cuando se sumergen. Hay nubes lanosas en el horizonte y, cuando llega el atardecer, adquieren extrañas formas que hacen imposible no pensar que se está viendo una cadena de sublimes montañas. Son las montañas del país de tus sueños. Se navega a través de un inimaginable silencio por un mágico mar. De vez en cuando unas cuantas gaviotas sugieren que la tierra no está lejos, una isla olvidada oculta en un desierto acuático; pero las gaviotas, las gaviotas de la melancolía, son la única señal que se tiene de esto. Nunca se ve un barco de pasajeros, con su amigable humo, ni un majestuoso velero o una delgada goleta, ni siquiera un barco pesquero: es un desierto vacío; y en ese instante el vacío ocasiona que uno tenga una vaga premonición.