Flusser, David - Jesus en Sus Palabras y en Su Tiempo

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    DAVID FLUSSERProfesorde laUniversidad Hebrea de]erusaln

    JESSEN SUS PALABRASYEN SU TIEMPOPrlogo de

    JOAQUN LOSADA, SJProfesor de laUniversidad Comillas, adrid

    EDICIONES CRISTIANDADHuesca 30-32

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    Ttulo original:JESS IN SELBSTZEUNISSEN

    publicado porROWOHLT TASCHENBUCH VERLAG, GmbH,Hamburgo 1968, 51974

    *Lo tradujo al castellano:JOS CORELL

    Derechos para todos los pases de lengua espaola enEDICIONES CRISTIANDAD, S. L.Madrid 1975Depsito legal: M. 20 .93 7.-1 97 5 ISBN: 84-7057-181-8

    P rin te d in S a in b

    CONTENIDOJ. Losada: Prlogo a la edicin espaola 9I. Las fuentes 21I I . La procedencia 28I I I . El bautismo 40IV. La Ley 56V. El amor 76V I. La moral 90VI L El Reino 101V III . El Hijo 110IX . El Hijo del hombre 118X. Jerusaln 125X I. La muerte 133Eplogo 147Cronologa 155Bibliografa 159

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    PROLOGO A LA EDICIN ESPAOLADesde hace algn tiempo, y de un modo inesperado,estamos asistiendo a la aparicin de una abundante y

    continuamente renovada literatura que tiene comotema Jess. Fenmeno inesperado, porque, a pesar dela renovacin del inters de exegetas y telogos porel Jess de la historia, que nos trajo la llamada nuevabsqueda de Jess, nadie se atrevera a predecir queaquel pequeo resquicio, abierto en los aos cincuentapor los discpulos de Bultmann, iba a desembocar,veinte aos ms tarde, en la actual situacin.Inesperado tambin porque la mayor parte de los

    libros referentes a Jess, que aparecen en los escaparates de nuestras libreras, llegan desde perspectivasinditas del horizonte de nuestra cultura. reas deinters que, hasta el momento, no se haban preocupado por la figura de Jess. Son voces nuevas que lacrtica clsica escucha con una cierta preocupacin yrecelo. Aprensin ante la presencia de advenedizos enun mundo cerrado de especialistas y superespecialistas,molestos con sus ignorancias, sus faltas de maneras yprejuicios. Esas voces provienen de los puntos ms diversos; las hacen nacer esto es lo ms interesantelos problemas vivos que tienen planteados los hombresde hoy. Las ms de las veces practican eso que Schau-fenberg llamaba exgesis salvaje, con significativaexpresin prestada por Lvi-Strauss. Pero, de cuandoen cuando es el caso del Jess de David Flusser,la obra llega trabajada con mtodos nuevos y nuevospresupuestos. En todo caso, el fenmeno es importanteen la historia de la investigacin moderna sobre Jess.Es ese fenmeno el que nos da el lugar exacto dondehay que colocar el libro del profesor de la UniversidadHebrea de Jerusaln.

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    10 J. Losada1. La comprensin de este fenmeno hay que hacerla dentro del contexto de lo que ha sido la historiade la investigacin sobre Jess en nuestro siglo. Esahistoria comienza con lo que podemos llamar aososcuros. La obra clsica de A. Schweitzer, Historiade la investigacin sobre la vida de Jess, establece,

    en el ao 1906, como un axioma fundamentado en laevidencia de cien aos de investigacin, la imposibilidad de conseguir una biografa cientfica de Jess.Aos ms tarde, G. Bornkamm calificara de mausoleoy oracin fnebre a la obra de Schweitzer i. En ellapareca quedar definitivamente enterrada toda pretensin biogrfica. El carcter esencialmente tendenciosode unos evangelios, fruto de la fe de las primeras generaciones cristianas, parece cerrar todo posible camino . Lo haba puesto de relieve W. Wrede al comenzarel siglo, analizando el Evangelio de Marcos. Lo confirmara en forma sistemtica el mtodo de historia delas formas a la salida de la primera guerra mundial.Las exigencias de la proclamacin de la fe cristiana esel determinante decisivo de las coordenadas espacio-temporales que encuadran las tradiciones evanglicas.La comunidad primera, con sus peculiares exigenciasde vida y de fe, es el nivel ltimo accesible a la investigacin histrica. Intentar una mayor profundizacina fin de alcanzar el mismo Jess histrico es acometerun empeo imposible.E l Jess de Rudolf Bultmann, aparecido en 1926,es la obra tipo que refleja esta situacin desalentada.Su objeto no es la vida ni la personalidad de Jess,sino solamente su 'enseanza', su predicacin 2. Estamisma predicacin no es presentada como el reflejoexacto del pensamiento de Jess. Eso sera imposible,piensa Bultmann. Y, por otra parte, para nuestro

    1 G. Bornkamm, Jess von Nazareth (Stuttgart "1968) 11.1 R. Bultmann, Jess (Munich 1965) 13.

    Prlogo a la edicin espaola 11propsito no tiene importancia, porque es el conjuntodel pensamiento, que se encuentra en el nivel ms antiguo, lo que es el objeto de nuestra exposicin 3 .Toda exposicin e investigacin seria sobre Jess debedetenerse en el kerygma y en las enseanzas de la primera comunidad cristiana.

    2. La radicalidad de las posiciones tomadas en elcurso de los aos oscuros era imposible que pudiesemantenerse durante mucho t iempo. El avance de lasciencias del hombre se realiza siempre dialcticamente.Por otra parte, los mtodos de estudio de las tradiciones evanglicas se perfeccionaban continuamente. Losmateriales, fuente de conocimiento de la poca, crecansin cesar. A veces ese crecimiento tena caracteres espectaculares, como en el caso de los documentos delMar Muerto o de la bibl ioteca de Nag Hammadi,abriendo situaciones radicalmente nuevas. El conocimiento consiguiente del humus lingstico y socio-cultural en que aparecen los evangelios se hace cadavez ms perfecto. Era evidente que no se poda permanecer de espaldas a toda esta nueva situacin. Poreso en el otoo de 1953, en una conferencia ante losantiguos alumnos de la Universidad de Marburgo, quese hara famosa, Ernst Kasemann replantea el problemadel conocimiento del Jess histrico, su posibilidad ysu necesidad. No se trataba de intentar de nuevo alcanzar una biografa de Jess. Eso sigue siendo inalcanzable. En una vida de Jess en modo alguno sepuede renunciar a una evolucin exterior e interior.Pero de sta no sabemos absolutamente nada, y dela primera, casi nada, excepto el camino de Galilea aJerusaln y la predicacin de la proximidad de Diosen medio del odio del judaismo oficial y la ejecucinpor los romanos. Con estos pobres puntos de apoyose necesitara mucha imaginacin para creerse capaz

    5 R. Bultmann,op. cit.,14.

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    12 J. Losadade tejer el entramado de una historia 4. Pero ante lasituacin actual ya no se concluye con una recomendacin de resignacin y una confesin de escepticismopara refugiarse en el subjetivismo de una construccinsistemtica. Hay datos en la tradicin evanglica quela honradez histrica nos exige reconocer y recoger.La problemtica de nuestra cuestin deca Kase-mann consiste en que el Seor glorificado casi hareemplazado la imagen del Seor terrestre y, sin embargo, la comunidad afirma la identidad existente entre los dos 5 . El planteamiento nuevo vuelve a encarara la teologa con la imagen del Seor terrestre. Asse abri el nuevo perodo que se conoce como la nuevapregunta sobre Jess.Casi simultneamente con la conferencia de Kse-mann, como si hubiese sido la seal que levantaba laveda, comienzan a aparecer una oleada de estudios sobre Jess, atentos a la perspectiva histrica, realizadosdesde los nuevos presupuestos y valindose de las posibilidades que ofrecen los nuevos datos y los mtodossiempre ms ajustados. La preocupacin histrica vuelve a imponerse. Ninguno de los temas referentes aJess escapar al nuevo planteamiento. Ni siquiera eltema de la resurreccin eludir esta perspectiva. En elao 1964, Willi Marxsen reconocer, frente a su maestro Bultmann, la justeza de la exigencia de abordareste mismo tema lmite desde la ptica histrica 6.Hay que confesar, sin embargo, que la nueva pregunta sobre Jess se hace todava en un contexto noclarificado suficientemente y que se mantiene ambiguo.Se reconoce la necesidad de la bsqueda histrica, pero

    4 E. Kasemann, Das Problem des historischen Jess: Zeit-schrift fr Theologie und Kirche, 51 (1954) 151s.5 E. Kasemann,op. cit.,152.' Cf. W. Marxsen, Die Au ferstehung Jesu ais bistorischesund ais theologisches Problem (Gtersloh 1966) 13s.

    Prlogo a la edicin espaola 13no se retrocede un centmetro de las posiciones en queal fin de la primera guerra mundial se haba situadola teologa dialctica y kerigmtica. La afirmacin absoluta de la primaca de la Palabra de Dios y de lanica posibilidad de su encuentro en la sola fe tiene suraz, como vea claramente Bultmann, en el pensamiento luterano. As las cosas, la preocupacin por el Jessde la historia deber ser siempre una cuestin secundaria.

    3. Ho y nos encontramos con una situacin nueva.Como notaba recientemente Heinz Schrmann 7 , no setrata propiamente de un nuevo planteamiento, unanovsima pregunta sobre el Jess histrico, sino demltiples novsimas preguntas, nacidas de factoresdeterminantes nuevos, nuevas expectativas e intereses,centrados todos ellos sobre el Jess de la historia.Estn ah pesando, en primer lugar, los resultadosalcanzados en las discusiones sobre el Jess de la historia y el Cristo de la fe. Y, ante todo, con todos loslmites que quiera ponrsele, el reconocimiento de lavalidez del inters por la dimensin histrica de Jess.Ese inters hoy se reconoce ya presente en el Sitzim Leben, que da origen a las tradiciones evanglicas.Tambin entre los resultados slidamente establecidosa lo largo de estos aos de mltiples estudios hay quedestacar el reconocimiento de la inaudita pretensin depoder con que se presenta Jess ante sus contemporneos, expresada en las ms diversas ocasiones durantesu vida. Se trata de un dato altamente significativo queapunta una clara continuidad entre el Jess que anuncia la proximidad del Reino y el Seor proclamado porel kerigma de la primera comunidad.Desde un mbito exegtico diferente, la escuela es-

    7 H. Schrmann, Zur aktuellen Situation der Leben-JesuYorschung: Geist und Leben (1973) 305.

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    14 ]. Losadacandinava, especialmente el Seminario de Nuevo Testamento de la Universidad de Upsala, ha puesto de relieve, a travs de una serie de trabajos rigurosos, lasespeciales garantas de fidelidad que ofrecen las tcnicas de transmisin oral empleadas por el rabinismo ensu enseanza e incorporadas por la naciente comunidadcristiana a sus catequesis. La aportacin es importanteno slo por la solidez descubierta en los cauces detransmisin de las tradiciones sobre Jess, sino porquecoloca los orgenes cristianos en su verdadero contextojudo. El libro de David Flusser encuentra aqu unode sus prximos precedentes.Las mltiples novsimas preguntas sobre Jess nacen, sobre todo, del cambio de horizonte de comprensin al que asistimos en nuestros das. Se debilitan losviejos horizontes ofrecidos en los pasados decenios porel idealismo y el existencialismo. En su lugar, el fenmeno del cambio acelerado construye un nuevo horizonte antropolgico, sociolgico, prospectivo del futuro, ansioso de encontrar los modelos necesarios paraafrontar la nueva situacin. Es de aqu de donde brotala mayor parte de la recentsima literatura sobre Jess.El resultado es una nueva imagen de Jess, dibujadaen el ejercicio de la llamada exgesis salvaje, intuitiva, de gran fuerza de arrastre por su cercana a lasnecesidades y esperanzas de los hombres de hoy. Ahhay que colocar el Cristo comprometido en la transformacin del mundo de la teologa poltica y de la teologa de la liberacin, el Jess de la teologa de la muertede Dios, el Jesucristo Superstar, el clown terriblemente humano de Godspell. Todos los impulsos queestremecen la vida de la humanidad de hoy intentanencontrar en Cristo su justificacin y su sentido. Loshorizontes dialcticos de todos nuestros problemasapuntan, como una pantalla de radar, hacia l enbuscade claridad.Todo esto es conmovedor. Uno piensa, sin querer,

    Prlogo a la edicin espaola 15en una transposicin a nivel planetario de aquella situacin que describen los evangelios cuando Jess seencuentra en el desierto con las multitudes del puebloque lo siguen y lo buscan. Al desembarcar, vio muchagente, sinti compasin de ellos, pues eran como ovejas que no tienen pastor, y se puso a instruirles detenidamente (Me 6,24). Como entonces, son los pobres, los agobiados, los marginados por la buena sociedad, zelotas, prostitutas, publcanos, pecadores, losque necesitan y creen encontrar en l su esperanza. Esun ndice de hasta qu punto, ms all de la visinoficial de las cosas, este mundo nuestro es profunday salvajemente cristiano.Pero es tambin todo esto penosamente ambiguo.Al menos as nos lo parece a los ojos domesticados

    por exigencias y rigores metodolgicos y convencionalismos sociolgicos. Las nuevas imgenes que describen estos hombres, apoyados en una exgesis salvajede los evangelios y en la intuicin que les abre su situacin vital, nos dan el rostro autntico de Jess o elde un mito? Y no ser que slo el lenguaje del mitoes capaz de expresar el verdadero sentido de lo que esJess para los hombres dentro del plan salvador deDios? Nos enfrentamos a una ilusin, una neurosis obsesiva, en el sentido freudiano, o sencillamentechocamos con la realidad de aquello que ya deca sanPablo a los corintios: Jess es el s de las promesasde Dios?En todo caso, el fenmeno est ah con toda su complejidad, con sus niveles de estudios tcnicos y discusiones acadmicas, con su exuberancia vital multiform e.Es el contexto en que hay que situar y comprenderesta traduccin castellana de la obra notable de unjudo, profesor universitario en Jerusaln, que escribesobre ese judo universal que es Jess de Nazaret.

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    EL JESS DE DAVID FLUSSEREn medio de esa profusin de libros y de tonos devoz, el Jess de Flusser no es un libro ms ni unavoz ms. Se trata de un libro distinto, que habla con

    un tono de voz diferente. Un tono extrao y al mismotiempo familiar. No estbamos acostumbrados a or hablar as sobre Jess de Nazaret. Y, sin embargo, suforma de enfocar la figura del Seor tiene como resultado el logro de una atmsfera que nos resulta familiar; es el aire de la tierra misma de Jess que hemosrespirado tantas veces en las narraciones evanglicas.Esa es la primera impresin, agradable y sorprendente.Flusser es un excelente conocedor, desde dentro, delmundo en que vivi Jess. La fuente de su conocimiento son los escritos y las tradiciones rabnicas. Losorprendente, aunque la exgesis actual cuenta decididamente con ello, es que esos esquemas, la estructurade ese mundo, proporciona un fondo sobre el que sesitan perfectamente los datos y las narraciones de losevangelios. Es como si, tratando de componer un puzzlecomplicado, descubrimos de pronto la clave que ponecada pieza en su sitio. Ahora todo el conjunto tienesentido. Las piezas encajan y las lneas del dibujo secontinan y enlazan en su contorno. Al resultado hayque darle una calificacin de ms que verosmil. Nocabe duda que el horizonte de comprensin de Jesses ese mundo que nos abre el estudio de la tradicinoral del judaismo, cuyos representantes ms definidosen este momento son los fariseos. A travs del testimonio de los grandes maestros de la Mishn y delTalmud en general, podemos reconstruir todo el ambiente en el que nace y florece la gran tradicin espiritual juda. Pienso que esa situacin de contemporaneidad de los orgenes cristianos y de los orgenes dela gran tradicin rabnica da una gran luz para la mu-

    Prlogo a la edicin espaola 17tua comprensin y valoracin. David Flusser y su obralo atestiguan.Sin embargo, aqu nace tambin la primera duda yquiz la objecin ms seria a todo el libro. A travsde ese mtodo de coherencia histrica entre Jess ysu contexto ambiental, no se nos escapar lo nuevo,lo especfico, para nosotros precisamente lo decisivo,de la personalidad del Seor? El juego del sistema decoherencias nos da una imagen natural, llena de viday de verosimilitud, pero uno tiene la impresin de queJess se nos va reduciendo a un rabino, algo singular,dentro de la venerable familia de los maestros deIsrael. Fueron las cosas as o tenemos que enfrentarnos con una deformacin producida por el mtodoque no deja hueco a la percepcin de los rasgos especficos? Pienso que habra que buscar, o mejor, desarrollar ms en el anlisis y valoracin, los rasgos referentes a la singularsima conciencia proftica de Jess,comprendida dentro del horizonte escatolgico, quedominaba tan profundamente el ambiente. Mi impresin es que los dos factores, el proftico y lo escatolgico, tienen una importancia que no aparece suficientemente reflejada en el libro. La explicacin puedeestar precisamente en la prdida de importancia de ambos factores dentro de la literatura rabnica.

    Nos cuenta Flusser que en una entrevista con Martin Buber le deca ste: Quien sepa escuchar, podrpercibir, a travs de las narraciones tardas de los evangelios, la voz de Jess. Creo que el autor ha sabidoescuchar. Tiene sus odos atentos a la voz profundaque brota de la superficie tarda de los escritos evanglicos. Pienso que las ms de las veces es la vozmisma de Jess la que se escucha. Ciertamente, Flus-ser no tiene el menor sntoma de padecer la enfermedad de nuestro tiempo: la suspicacia. Esa salud deespritu es envidiable. Pero no podemos olvidar quevivimos en un mundo en el que el recelo se ha hecho

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    18 J. Losadaendmico. Y el tema de Jess no ha sido precisamenteuna excepcin. Durante doscientos aos, la crtica nosha acostumbrado al examen minucioso, con lupa, decada una de las percopas evanglicas. Para bien ypara mal ha sido as. Por eso produce una ciertaaprensin ver al autor moverse con toda soltura, sinmiedos de ninguna clase, aceptando o rechazando sinms. El libro no va dirigido a especialistas, sino algran pblico; pero se echa de menos la cautela, eltanteo asegurador, para caminar por un terreno que,sin duda, encierra no pocas sorpresas. Cautela paraafirmar que nos encontramos en el nivel original dela tradicin. Cautela para rechazar una lectura comndel texto para optar, sin ms, por un manuscrito importante (cf. notas 17 y 19 del cap. X). Cautela alinterpretar unos datos evanglicos a la luz del principiode analoga. No se pueden ignorar doscientos aos deir y venir obsesivo por el limitado terreno de losevangelios. Flusser no lo ignora; lo conoce perfectamente. Quiz le resulte incmodo tenerlo en cuenta,porque oscurece, o dificulta, el camino fcil y brillanteque abre a la interpretacin su propio mtodo. Quiztodos necesitamos contagiarnos algo de su salud y resistencia a la suspicacia.Slo una observacin, recogida entre las muchassugerencias que nos ha suscitado la lectura del libro.El rico captulo sobre la Ley termina con un recuerdoemocionado a los judeocristianos. Tenan entoncesrazn las diversas sectas judeocristianas al pensar queviviendo al estilo judo seguan la voluntad de Jess?A pesar de que la Sinagoga los consider herejes y lagran Iglesia los juzg extraviados, estos judos continuaron viviendo con la firme conviccin de ser elloslos nicos que realmente custodiaban la herencia de sumaestro y, por consiguiente, los nicos tambin quehaban captado el verdadero significado del judaismo.El recuerdo es oportuno. La pregunta que nos plantea

    Prlogo a la edicin espaola 19el fenmeno del judeocristianismo vuelve a interrogara la teologa catlica hoy en una nueva perspectiva. Lasolucin dada por ellos al encuentro de las religionesfue rechazada histricamente. Es totalmente invlida?El Jess de Flusser vuelve a actualizar el problema enun contexto capaz de una nueva comprensin.El libro est ah, con su novedad y su frescura, suslmites y sus puntos discutibles. Dentro de la enormeliteratura sobre Jess tiene una personalidad indudable. Entre tanta traduccin de libros mediocres, es dejusticia destacar el acierto de Ediciones Cristiandad.

    Universidad Pontificia ComillasMadrid, junio 1975J. LOSADA, SJ

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    ILAS FUENTES

    El objetivo principal del presente libro es demostrar que se puede escribir una vida de Jess. Esverdad que disponemos de mayor abundancia de noticias sobre los emperadores contemporneos y sobrealgunos poetas romanos. Pero, a excepcin del historiador Flavio Josefo y posiblemente de san Pablo,Jess es el judo de la poca posterior al Antiguo Testamento cuya vida y pensamiento conocemos mejor.Toda biografa tiene sus propias dificultades. Encuanto a la vida de Jess, apenas nos dicen nada lasfuentes no-cristianas. En esto comparte Jess la misma suerte que Moiss, Buda y Mahoma, de quienestampoco tenemos noticias contemporneas de partede los no creyentes. Por consiguiente, las nicas fuentes cristianas importantes sobre Jess son los cuatroEvangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. El mismoEvangelio de Juan es considerado con razn comouna fuente de escasas garantas desde el punto devista biogrfico.Los tres primeros Evangelios se basan fundamentalmente sobre un material histrico comn. Se pueden, pues, imprimir en tres columnas. Un libro asse llama sinopsis; de ah el nombre de sinpticos que se da a los tres primeros Evangelios.La ausencia de fuentes no-cristianas, constituyeentonces un obstculo insuperable en orden a conocer la vida de Jess?Siempre que aparece un genio religioso, que vivien un ambiente en el que existe una documentacinexacta sobre su evolucin y las circunstancias de suvida, surge la tentacin de querer descubrir el tras-fondo psicolgico que dio origen a dicho fenmeno

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    22 Jessreligioso. Sin embargo, tales estudios psicolgicos resultan con frecuencia insatisfactorios por el hechode que el Espritu sopla donde quiere. Esto es aplicable, sobre todo, a personalidades posedas por elEspritu. Quin se atrever, por ejemplo, a interpretar psicolgicamente el misterio de una figura como la de san Francisco de Ass? La imposibilidad,pues , de presentar una psicologa de Jess, sin queello moleste al lector como una especie de nota discordante, no radica tanto en la ndole de las fuentescomo en la naturaleza del mismo Jess.En efecto, por norma general, aun en el caso deque la documentacin externa sea muy abundante,las fuentes ms genuinas sobre un carismtico sonsus propias palabras y la informacin de los creyentes, siempre que sta se lea de una manera crtica.El testimonio de los no creyentes presta entonces unimportante servicio de control. Pongamos dos ejemplos modernos. Lo ms importante que sabemos sobre Joseph Smith (1805-1844), el fundador de losmormones, nos viene siempre a travs de l mismoy de los documentos mormones. Otro ejemplo es eldel taumaturgo africano Simn Kimbangu, que desarroll su actividad en el Congo belga desde el 18 demarzo hasta el 14 de septiembre de 1921. Muri enel exilio en 1950. Sus seguidores imitando el modelo cristiano creen que es el Hijo de Dios. Perolas fuentes no nos dicen claramente qu pensaba lde s mismo. Dada la brevedad de su actividad pblica, no es posible dar una respuesta inequvocaacerca de su autocomprensin. Y el testimonio de lasautoridades belgas en el Congo servira aqu de tanpoco como en el caso de Jess los documentos delarchivo del procurador Poncio Pilato o de la cancillera del sumo sacerdote.

    Sin embargo, los primitivos relatos cristianos sobreJess merecen ms confianza de la que muchos, hoy

    Las fuentes 23oa., estn dispuestos a darles. Los tres prim erosEvangelios no slo presentan con bastante fidelidada Jess como un judo de su tiempo, sino que lleganincluso a respetar siempre su estilo de hablar delSalvador en tercera persona. Quien lea imparcial-mente los tres Evangelios observar que stos, msque a un Redentor de la Humanidad, presentan generalmente a un taumaturgo y predicador judo. Estaimagen, sin duda, no hace plena justicia al Jess histrico. Es evidente que la comunidad pospascual nopudo formarse esa imagen de Jess solamente despus de la experiencia de la resurreccin. En contrade lo que hacen hoy la mayor parte de los especialistas y telogos, hay que afirmar que no se puedeinterpretar toda una serie de relatos de milagros ydiscursos simplemente como predicacin kerigmti-ca de la fe en el Seor exaltado. El nico Evangelioque presenta una cristologa pospascual es el de Juan.Por eso precisamente tiene menos valor histricoque los tres sinpticos.As, pues, el Jess que nos presentan los sinpticoses el Jess histrico y no el Cristo kerigmtico.Cmo se explica esto? Se admite generalmente, ycon razn, que el material bsico de los sinpticosprocede de dos fuentes: de un relato primitivo sobre

    la vida de Jess, que reproduce Marcos, y la fuentede los logia, una coleccin de palabras de Jess queconocieron y utilizaron Mateo y Lucas junto con elrelato primitivo. Estas dos fuentes principales surgieron en la comunidad cristiana de Jerusaln y fuerontraducidas al griego. Conservan la imagen de Jesstal como la vieron los discpulos que conocieron almismo Jess. Exista adems otro material, en partesecundario, procedente de la comunidad judeocristia-na. Este tiene su origen en el dilogo y enfrenta-miento posterior entre las comunidades palestinen-ses y quiz tambin sirias y los judos no-cristianos.-

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    24 JessEste material, segn parece, fue recogido principalmente por Mateo.Para los judeocristianos, incluso siglos ms tarde,cuando fueron considerados como herticos por lagran Iglesia, cont ms el Jess taumaturgo, maest ro , profeta y Mesas que el Seor resucitado delkerigma. En cambio, ya desde muy pronto, en lascomunidades cristianas helensticas, que haban sidofundadas por judos griegos y estaban formadas pre-ponderantemente por no-judos, el centro de la predicacin era la redencin por medio del Cristo muertoy resucitado. No es casual el hecho de que los escritos procedentes de estas comunidades, como las epstolas paulinas, por citar un ejemplo, apenas se interesan por la vida y la predicacin de Jess. Ha sido,pues, quiz una suerte, que nos permite conocer aJess, el que los sinpticos se escribiesen en una poca relativamente tarda probablemente despus delao 70 d. C., cuando ya haba remitido la pujantefuerza creadora en las comunidades paulinas. Esteestrato posterior de la tradicin sinptica se reflejageneralmente en la redaccin de cada evangelista. Sise examina sin prejuicios este material, se descubrepor su contenido y estilo que no se trata de afirmaciones kerigmticas, sino de tpicos eclesiales.

    Sin embargo, se haba llegado a oscurecer casi porcompleto el verdadero estado de los hechos a causade la tendencia, cada vez mayor en nuestro siglo, aidentificar el relato primitivo, que subyace a Marcos,con el Evangelio cannico de Marcos. Es verdad quehoy existen especialistas serios, que han puesto demanifiesto el trabajo redaccional secundario de Marcos; pero la mayor parte de ellos se resista todavaa sacar las conclusiones necesarias. En efecto, si elEvangelio de Marcos es una reelaboracin a fondo delantiguo material primitivo, entonces difcilmente seidentificar con el relato originario, sobre el que est

    Las fuentes 25basado. Podemos suponer tambin que fue este relato primitivo, y no la revisin del mismo por Marcos, el que sirvi de base tanto a Lucas como a Mateo. En un importante artculo, R. Lindsey (cf. bibliografa), partiendo de estos presupuestos, ha examinado de nuevo la cuestin sinptica, llegando alos siguientes resultados, que se podran confirmarcon otros argumentos: Mateo y Lucas, adems de lafuente de los logia, utilizan directamente el relatoprimitivo; el redactor del Marcos cannico ha utilizado tambin a Lucas, y Mateo se ha servido del relato primitivo y, con mucha frecuencia, del Marcoscannico. Esto ltimo explica el hecho de que cuando Mateo y Marcos coinciden en el tenor verbal seael Marcos cannico, y no el relato primitivo, el quese refleja en Mateo.Aunque no se acepten los argumentos de Lindseyy se considere todava a Marcos como la fuente deMateo y de Lucas, no resulta difcil a los especialistas de hoy distinguir en los Evangelios entre el trabajo redaccional y el antiguo material de la tradicin.Este es uno de los mritos ms importantes de laescuela de la historia de la redaccin, que parece tener cada vez ms seguidores. Sus representantes, aunque con frecuencia no sean conscientes de ello, hanabierto el camino para una investigacin ms slidade la vida de Jess. Nuestro estudio quiere aprovechar los resultados de esta escuela, as como la solucin de Lindsey en la investigacin de las dos fuentes antiguas: el relato primitivo y la fuente de loslogia. Por eso no nos atenemos con frecuencia a undeterminado Evangelio, sino que intentamos separarel material original de los tres Evangelios de su marco redaccional. En estos casos ponemos la abreviatura cf. (vase) delante de la primera cita. El lectorpuede controlar nuestro mtodo de trabajo usandouna sinopsis. No se puede comprender a Jess si se

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    26 Jessdesconoce el judaismo de su poca. El material judoes importante, porque nos permite no slo ver a Jess en su tiempo, sino tambin interpretar correctamente sus palabras. As, pues, siempre que constatamos un giro hebreo detrs del texto griego de losEvangelios, nos atenemos a ste en lugar de traducirliteralmente el texto griego.En nuestro libro no nos hemos propuesto comotarea tender un puente entre el Jess histrico y lafe cristiana. Sin ningn inters personal, pero sinocultar tampoco la propia personalidad y el propioambiente ya que es imposible escribir una biografa de otra manera, slo pretendemos presentara Jess, aqu y ahora, ante los ojos del lector. Nuestrapoca parece estar especialmente dispuesta a comprender a Jess y sus exigencias. Un miedo profundode cara al futuro, y hasta de cara al presente, hadespertado en nosotros una sensibilidad nueva. Hoysomos sensibles a la transformacin de todos los valores tradicionales realizada por Jess, y muchos denosotros hemos tomado conciencia de la problemati-cidad que plantea la moral normativa, que constituyeel punto de partida de Jess. Como l, tambin nosotros nos sentimos atrados de alguna manera hacialos parias de la sociedad, hacia los pecadores. Y cuando nos dice que no resistamos al mal, porque, inclusocon nuestra negativa, no hacemos ms que fomentarel juego de fuerzas, en s indiferente, en la sociedady en el gran mundo, nosotros, los hombres de hoy,no podemos menos de comprenderlo. Y si nos liberamos de las ataduras de caducos prejuicios, podemostambin comprender su exigencia del amor incondicional, no como una debilidad filantrpica, sino comouna autntica consecuencia psicolgica.Incluso los hechos ms extraos de su vida nosinterpelan hoy: su vocacin en el bautismo, la roturade vnculos con su familia, que se le hace extraa, y

    Las fuentes 27el descubrimiento de una nueva y ms sublime filiacin, pasando por el pandemnium de los enfermosy posedos, hasta acabar con su muerte en la cruz.De ah que adquieran para nosotros una significacinnueva, no eclesial, las palabras que Mateo (28,20)pone en boca del Resucitado: Sabed que yo estoycon vosotros cada da hasta el final del mundo.

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    I ILA PROCEDENCIA

    Jess es la forma griega habitual del nombre hebreo Josu. En la poca de Jess se pronunciabaJesha. As es llamado a veces Jess de Nazaret enla tarda literatura juda. Algunas otras se le menciona tambin con el nombre de Jesh. Tal era probablemente la pronunciacin galilea de su nombre. Enefecto, Pedro se delata a s mismo por su acento ga-lileo cuando es arrestado Jess (Mt 26,73). En estapoca era uno de los nombres ms corrientes entrelos judos. En los escritos del historiador judo FlavioJosefo, por ejemplo, se mencionan hasta veinte personas que llevaban este nombre. El primero de elloses el bblico Josu, el sucesor de Moiss, que conquist la Tierra Santa. Por respeto religioso, el judaismo tardo evitaba ciertos nombres bblicos importantes, tales como David, Salomn, Moiss, Aarn.No sera de extraar que el hecho de que el nombrede Jess (Jesha) estuviese tan extendido en estapoca fuese debido a que se usaba como una especiede sustituto de Moiss.

    Tambin los nombres del padre de Jess y de sushermanos eran muy corrientes. Sus hermanos' sellamaban Santiago (Jacob), Joset, Judas y Simn (Marcos 6,3). Son los nombres del patriarca bblico Jacoby de sus tres hijos, nombres tan corrientes en tiempode Jess como lo pueden ser hoy Juan y Pedro. Joset' Sobre las hiptesis que ven en los hermanos y hermanasde Jess primos y primas suyos, o hijos que haba tenidoJos de un primer matrimonio, vase el excelente libro delinvestigador catlico J. Blinzler, Die Brder und SchwesternJesu.

    La procedencia 29es el diminutivo de Jos, nombre del padre de Jess.Actualmente, entre los judos es casi imposible queun nio lleve el nombre de su padre mientras steviva. Por el contrario, era una costumbre bastanteextendida en la Antigedad.La madre de Jess se llamaba Mara en hebreoMyriam, nombre igualmente corriente en esta poca. Aunque la Antigedad no sea prdiga en mencionar nombres de mujer Jess, por ejemplo, tenahermanas y no ha llegado el nombre de ninguna deellas, sin embargo, Josefo menciona a ocho mujeres que llevaban el nombre de Mara. La primera detodas es la hermana de Moiss; las dems tomaronsimplemente el nombre de sta.El relato del nacimiento milagroso de Jess seencuentra en Mateo y en Lucas en dos versiones literariamente independientes entre s. Falta en Marcosy Juan. El resto del Nuevo Testamento lo desconocepor completo. Fuera del Nuevo Testamento, el primero en mencionar el nacimiento virginal de Jesses Ignacio de Antioqua (t 107 d. C ) .Jesucristo significa, como es sabido, Jess el Mesas. Segn la tradicin juda ms antigua, el Mesastena que ser un descendiente de David: Hijo deDavid. Tanto Mateo (1,2-16) como Lucas (3,23-38)presentan una genealoga de Jess que se remontahasta David 2 . Segn ambas genealogas, es Jos yno Mara quien desciende de David. Es importanteobservar que las dos genealogas de Jos se encuentran precisamente en los dos Evangelios que presentan tambin el relato del nacimiento virginal de Jess, esto es, en Mateo y Lucas. Parece, pues, queninguno de ambos evangelistas ha visto oposicinentre la descendencia davdica de Jess a travs deJos y el nacimiento virginal. Tambin hemos de

    2 Cf., por ejemplo, J. Carmichael, 59-66.

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    30 Jesstener en cuenta que ambas genealogas solamentecoinciden desde Abrahn hasta David 3 . Las dificultades internas de ambas listas y sus grandes divergencias dan la impresin de que las dos genealogas deJess fueron expresamente confeccionadas para probar la descendencia davdica de Jess.

    No conocemos a nadie de la poca de Jess fuera de l mismo 4 cuya familia fuese consideradacomo davdica. Es verdad que siempre que surgi unhombre, en el que se haban puesto esperanzas me-sinicas, fue legitimado luego por sus seguidores como hijo de David. Tal fue el caso del pretendientemesinico Bar Kokba (f 135 d. C.) y, segn parece,el del mismo Jess. Aunque es muy posible que enla familia de Jess existiese una tradicin de su descendencia davdica, no es nada probable, sin embargo, que sta determinase la conciencia que Jess tuvode s mismo. Sera absurdo pensar que Jess de Na-zaret fue un prncipe enmascarado.Mateo y Lucas, que presentan la genealoga deJess, son tambin los que sitan su nacimiento enBeln, la ciudad de David. Sin embargo, tambin eneste punto existen considerables divergencias entrelos dos relatos. Segn Lucas (2,4), la familia de Jessfue a Beln a causa del censo. Antes de nacer Jess,sus padres vivan en Nazaret, adonde volvieron luego. Por el contrario, segn Mateo, la familia residaen Beln de Jud ya antes de nacer Jess, y solamente despus de la huida a Egipto, se traslad a Nazare t (2 ,23) 5 . Parece ser, pues, que tanto la tradicindel nacimiento de Jess en Beln como el testimoniode su descendencia davdica provienen de la creencia

    3 Cf. W. Bauer, 21-29. Sobre la filiacin davdica, cf. tambin A. Suhl, 89-94; F. Hahn,Hoheitstitel 242-279.4 Cf. J. Liver, The H ouse of David.5 a . W. Bauer, 59.

    La procedencia 31popular en esta poca, segn la cual el Mesas tenaque descender de David y, como l, nacer en Beln.Esto es lo que se deduce claramente de Jn 7,41-42.Contra los que creen en la mesianidad de Jess sehace esta objecin: Acaso va a venir el Mesas deGalilea? No dice la Escritura que el Mesas vendrde la descendencia de David y de Beln, el pueblo deDavid? Esto indica que Juan ignor la descendencia davdica de Jess y su nacimiento en Beln. Elpasaje prueba, al mismo tiempo, que la gente solaexigir esas dos condiciones como legitimacin delMesas.Jess, pues, fue un judo de Galilea y naci probablemente en Nazaret. Aqu debi de vivir alrededor de treinta aos (Le 3,23), hasta que fue bautizado por Juan el Bautista. El bautismo tuvo lugar enel ao 27-28 o 28-29 d. C. 6 . Ms difcil es determinar la duracin de su ministerio pblico, que va desdeel bautismo hasta la crucifixin. Segn los datos delos tres primeros Evangelios, parece que dur, a losumo, un ao. En cambio, segn Juan, habra duradodos o incluso tres aos. Hoy est bastante claro queJuan, el telogo, apenas tuvo intencin de hacer historia. Sera imprudente, por tanto, aceptar como histricas su cronologa y topografa sin antes someterlas a examen 7 . Pero tambin respecto de los tresprimeros Evangelios nos hemos de preguntar si realmente tuvieron intencin de ofrecer un esquema histrico y geogrfico y en qu medida dicho esquemaest condicionado por las reflexiones teolgicas decada evangelista8 . Pues bien, hay razones de carc-

    6 Sobre la cronologa de Jess, vase M. Dibelius, Jess,43-47; K. L. Schmidt, Rahmen, 1-17; W. Bauer, 279-310.7 Sobre el valor histrico del Evangelio de J uan , vaseC. H. Dodd, Histortcal Tradition.' Sobre Marcos, cf. W. Marxen; sobre Lucas, H. Conzel-

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    32 Jesster objetivo que nos inducen a fiarnos de los sinpticos en estos puntos. Ciertamente, no es imposibleque Jess haya actuado en Judea y en Jerusaln antesde su pasin, pero el verdadero centro de su predicacin fue Galilea, concretamente la orilla nordeste dellago de Genesaret. Como veremos, se pueden comprender mejor los acontecimientos si suponemos queentre el bautismo y la crucifixin existe un perodorelativamente corto. Algunos especialistas piensanque Jess debi de morir durante la Pascua del aotreinta o del treinta y tres. Por consiguiente, segnla hiptesis ms probable, Jess fue bautizado el 28-29 y muri el ao 30.Ya hemos dicho que Jess tuvo cuatro hermanosy varias hermanas. As que la familia de Jess enNazaret se compona, por lo menos, de siete hijos.Aceptar como histrico el nacimiento virginal de Jess y, al mismo tiempo, admitir que los hermanosy hermanas de Jess lo eran en sentido estricto, llevanecesariamente a concluir que Jess fue el primognito de Mara. Pero, aun en el caso de que no seconsideren como histricos los relatos de Mateo y deLucas sobre el nacimiento, habr que preguntarse siJess no fue quiz de todos modos el mayor de todoslos hermanos. Lucas (2,22-24) nos refiere que cuandonaci Jess sus padres lo llevaron a Jerusaln parapresentarlo al Seor, a tenor de lo escrito en la Ley:Todo varn primognito ser consagrado al Seor.Aunque se poda hacer el rescate del primognito encualquier parte del pas mediante la ofrenda a unsacerdote 9 , no faltaban, sin embargo, personas piadosas que aprovechaban esta ocasin para peregrinarcon el nio al Templo del Seor en Jerusaln, conmann, Die Mitte der Zeit (trad. espaola: El centro del tiempo . Estudio de la teologa de Lucas, Madrid 1974).' Cf. Nm 18,15.

    La procedencia 33el fin de cumplir all ese deber. Cabe, pues, preguntar: invent Lucas o su fuente este relato paraconfirmar el nacimiento virginal o fue realmente Jess el primognito de Mara?Podemos afirmar casi con toda seguridad que Jos,el padre de Jess, muri antes del bautismo de suhijo; quiz muri cuando Jess era todava muy joven. Durante la vida pblica de Jess encontramosa su madre y a sus hermanos y hermanas, pero nuncaa su padre. Segn Lucas (2,41-51), Jos viva todava cuando Jess tena doce aos: Sus padres ibantodos los aos a Jerusaln por las fiestas de la Pascua. Cuando Jess cumpli doce aos, subieron a lasfiestas segn la costumbre, y cuando stas terminaron, se volvieron; pero el nio Jess se qued enJerusaln, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que iba en la caravana, al terminar la primerajornada se pusieron a buscarlo entre los parientes yconocidos; y como no lo encontraban, volvieron aJerusaln en su busca. A los tres das lo encontraronpor fin en el Templo, sentado en medio de los maestros, escuchndolos y hacindoles preguntas: todos losque lo oan quedaban desconcertados de su talento yde las respuestas que daba.

    Esta ancdota de la vida del nio Jess tiene granimportancia: es la historia de un sabio precoz y, casipodramos decir, de un joven talmudista. Hoy no seconsidera adulto a un muchacho judo hasta los treceaos. Pero en la poca de Jess algunos sostenanque se alcanzaba ya la madurez a partir de los doceaos. El relato de Lucas podra ser histrico. La viudade un gran especialista en literatura rabnica 10, queciertamente no haba ledo a Lucas, me cont que lospadres de este sabio perdieron a su hijo en una visita

    A. Aptowitzer.

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    34 Jessque hicieron a una feria y que lo encontraron, a primeras horas de la maana, en una sinagoga, discutiendo acaloradamente con los rabinos sobre cuestiones eruditas. Y si no me engao, el filsofo hindGupta cuenta un episodio parecido en su autobiografa.

    La ancdota de Lucas sobre el nio Jess no esten contradiccin con los dems datos que poseemossobre su cultura juda. Se afirma, probablemente conrazn, que los discpulos de Jess eran hombres sininstruccin ni cultura (Hch 4,13). Esto llev a laafirmacin que, por cierto, encontramos en el Evangelio de Juan, menos seguro desde el punto de vistahistrico de que tambin Jess era un hombre sincultura, ya que no haba estudiado (7,15). Perocuando se examinan las palabras de Jess a la luz dela erudicin juda de la poca, se echa de ver fcilmente que Jess no tena nada de inculto. Por elcontrario, estaba familiarizado no slo con la SagradaEscritura, sino tambin con la tradicin oral, y sabamanejarla magistralmente. La cultura juda de Jessera incomparablemente superior a la de Pablo.Otra prueba en favor de la cultura juda de Jessnos la ofrece el hecho siguiente: aunque no era oficialmente un escriba n , sin embargo la gente sola lla

    marle rabb (mi maestro)1 2 . El ttulo 'rabb'era corriente en esta poca; se empleaba para designar a los peritos y doctores de la Ley; pero no serestringa todava a los maestros especializados y oficialmente ordenado s . Fue dura nte la generacinque sigui a Jess cuando el ttulo rabb empeza designar un grado acadmico. Jess desaprob el11 Mt 21,23-27; Le 20,1-8; cf. D. Daube, 205-223.12Cf. F. Hahn,74-81.u Ibd. 75 s.

    La procedencia 35gusto que sentan muchos fariseos en hacerse llamarrabb. Y aade: No llamis a nadie Padre vuestroen la tierra 'abba' era entonces otro ttulo corrient e , porque uno slo es vuestro Padre: el del cielo(Mt 23,6-12). En la generacin anterior a Jess, unescriba deca algo similar: Ama el trabajo manualy odia el rango de rabino 14. Muchos de esta pocaeran del mismo parecer. Es verdad que los escribassolan ser arrogantes, pero no eran, en modo alguno,eruditos apoltronados. No slo exigan que cada unoensease un oficio manual a su hijo, sino que ellosmismos eran en gran parte artesanos. Los carpinteros pasaban entonces por ser las personas ms cultas.S se discuta un problema difcil, sola decirse: Nohay aqu un carpintero, o un hijo de carpintero, quenos solucione el problema? 1 5 . Jess era carpinteroo hijo de carpintero; probablemente ambas cosas. Naturalmente, esto no prueba ya que l o su padrefuesen cultos; pero no deja de ser un hecho que contribuye a destruir la habitual imagen dulce e idlicade Jess como un artesano ingenuo, amable y sencillo.

    Ya Nietzsche tena razn al escribir: Todos los intentos que conozco de reconstruir a base de losEvangelios la historia de un 'alma' dan prueba, a miparecer, de una ligereza psicolgica digna de desprecio 16. Sin embargo, existe en la vida de Jess unhecho psicolgico innegable: el desasimiento de la familia en que naci. Este rasgo de su carcter lo encontramos incluso en Juan, que, desde el punto de14 Pirq Abot, 1,10. Martin Buber traduce: Ama el trabajoy odia los ttulos; cf. K. Schlesinger, 79.15

    Jacob Levy, Worterbuch ber die Talmudim und Mi-draschim (Berln 1924), III, 338.16 F. Nietzsche, Der Antichrist, pargr. 29.

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    36 Jessvista histrico, merece menos confianza. Cuando enlas bodas de Cana le ruega su madre que les procurevino, Jess le replica: Qu tengo yo contigo17 ,mujer? (2,4). En un relato apcrifo, descubierto recientemente, se acenta de una manera casi intolerable la tensin entre Jess y su familia. Se cuenta 18que, cuando fue crucificado Jess, se acercaron hastal Mara y sus hijos, Santiago, Juan y Judas. Entonces Jess, colgado del madero, les dijo: Toma a tushijos y vete. Tambin los sinpticos nos dicen algode esta tensin. En cierta ocasin, su madre y sushermanos fueron a Jess, para hablar con l; entonces, dirigindose a sus discpulos, dijo: Aqu estnmi madre y mis hermanos. Porque el que cumple lavoluntad de mi Padre del cielo, se es hermano moy hermana y madre (Mt 12,46-50; cf. tambin Le 11,27-28). La misma enseanza aplic Jess a otros:Os aseguro: No hay ninguno que haya dejado casa,mujer, hermanos o hijos por el reinado de Dios queno reciba en este tiempo mucho ms y en la edadfutura vida eterna (Le 18,29-30). Sobre el mismotema se pueden citar otras palabras, que tienen untenor menos inhumano en hebreo que en las traducciones: Si uno quiere ser de los mos y no me prefiere a su padre y a su madre, a su mujer y a sushijos, a sus hermanos y hermanas... no puede serdiscpulo mo (Le 14,26). Jess saba que una decisin religiosa consecuente lleva necesariamente a romper con los vnculos familiares, tanto ms cuantoque l estaba convencido de que el fin del mundoera inminente. Dijo a uno: Sigeme. El respondi: Permteme que vaya primero a enterrar a mipadre. Jess le replic: Deja que los muertos en-

    17 Este giro, que aparece varias veces en los Evangelios, procede del 1 Re 17,18; cf. R. E. Brown, 99.18 Pins, 61.

    La procedencia 37t ierren a sus muertos.. . Otro le di jo: Te seguir,Seor, pero djame primero despedirme de mi familia. Jess le replic: El que echa mano del aradoy sigue mirando atrs, no vale para el Reino de Dios(Le 9,59-62).Parece, pues, segn acabamos de ver, que entreJess y su familia existi una gran tensin emocional.Este hecho psicolgico (cuyo trasfondo ignoramos)debi de contribuir poderosamente a la opcin personal de Jess, que tanta importancia iba a tener para lahumanidad. Marcos da una explicacin muy simplede este trasfondo psicolgico: cuando Jess abandon su taller, para proclamar la llegada del Reino, susfamiliares creyeron que se haba vuelto loco. Nos diceque los suyos fueron a echarle mano, porque decanque no estaba en sus cabales (Me 3,21). Sin embargo, este pasaje no puede ser histrico. Seguramentese trata de una creacin un tanto absurda delevangelista 19 . Probablemente, lo nico que hemos deretener de este relato es que la familia consider lamisin de Jess hasta su muerte como una peligrosailusin (cf. Jn 7,5).

    Ya sospechaba Jess, con razn, que los suyos nocreeran en l; por eso, despus del bautismo, novolvi a casa, sino que fue a Cafarnan. Cuando vayaa su pueblo natal, comprobar que nadie es profetaen su propia tierra. En efecto, cuando ense en lasinagoga de Nazaret, sus paisanos se preguntaban dednde le vena la sabidura al hijo de Jos. Y no pudohacer all ningn milagro a causa de su incredulidad.Si la psicologa no engaa, esto es perfectamente comprensible.Qu fue de la familia de Jess despus de sumuerte? Segn una noticia no del todo segura (He-

    " Cf. V. Taylor, 235 s.; cf. K. L. Schmidt, 122 s.39

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    38 Jesschos 1,14) ^ Mar a, la madre d e Jess, y los hermanos de ste, se unieron a los Apstoles en Jerusaln.Santiago, el hermano del Seor, crey gracias a unaaparicin del Resucitado21 . El ao 62 d. C. dio suvida por la fe en su hermano: fue condenado a muerte por un sumo sacerdote saduceo n. Ms tarde creyeron tambin los otros hermanos de Jess, quienesrecibieron, al lado de sus mujeres, hospitalidad enlas comunidades cristianas (1 Cor 9,5).Solamente cuando los hermanos de Jess reconocieron a su hermano muerto como Mesas se convencieron de que ellos mismos eran descendientes deDavid. Un antiguo relato B nos dice que el emperadorDomiciano lleg a considerar sospechosos a los nietosde Judas, el hermano del Seor, porque descendande la familia real juda; pero, despus de haberlosinterrogado en Roma, los dej en libertad, pues se diocuenta de que no eran ms que unos pobres campesinos. Llegaron a presidir comunidades cristianas,probablemente en Galilea, y vivieron hasta el tiempode Trajano.En Jerusaln, muerto Santiago, el hermano del Seor, le sucedi como jefe de la comunidad Simen,un primo de Jess. Podemos, pues, concluir que despus de la muerte de Jess su familia super su faltade fe en l y tuvo un puesto de honor en la jovencomunidad judeocristiana. Su actitud es comprensible:vivir como parientes del Salvador en una comunidadorganizada es, sin duda, arriesgado, pero ms sencilloque ver en el hermano y en el hijo algo esencialmente diferente de s.

    20 Cf. E. Haenchen sobre este pasaje; cf. E. Meyer, I, 44 s.21 1 Cor 15,7; Gal 2,9. Sobre la historia de la familia deJess, cf. E. Hennecke, I, 312-321.22 F. Josefo, Ant., 20, 200.23 Eusebio, Hist. eccl, III, 11, 19-20, 32.

    ha procedenciaLa madre de Jess, no obstante su incapacidadpara comprender al hijo, tena razn en cierto modo:la catstrofe que ella se tema ocurri, y una espadaatraves su alma 24 . Fueron entonces para ella unconsuelo total la fe en su hijo resucitado y la esperanza de volver a verlo?

    Le 2,35.

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    I I IEL BAUTISMO

    Por aquellos das apareci Juan el Bautista' en eldesierto, predicando un bautismo de penitencia parael perdn de los pecados. Es lo que haba anunciadoel profeta Isaas (40,3): Una voz clama: Preparaden el desierto el camino del Seor, allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios (cf. Me 1,2-4 .Tambin los esenios, cuyos escritos se han descubierto junto al Mar Muerto, interpretaban estas palabrasde Isaas como una llamada a separarse de la moradade los hombres del mal, para ir al desierto y prepararall el camino del Seor 2 . Juan est tan cerca de losesenios que es posible que haya pertenecido a su comunidad. Pero debi de abandonarla, porque rechazaba el separatismo sectario de los esenios y queraque todo Israel hiciese penitencia para obtener elperdn de los pecados. Por eso acudan gentes detodas partes al austero profeta del desierto, escuchaban atentamente sus amenazantes exhortaciones a lapenitencia, confesaban sus pecados y se hacan bautizar por l en el Jordn. Por la gran influencia queejerca sobre el pueblo le conden a muerte HerodesAntipas, hi jo de Herodes el Grande. Josefo 3 nos dice:Como de todas partes acudan las gentes a Juan y,al orle, quedaban profundamente impresionadas, Herodes lleg a temer que su gran influencia sobre los

    1 Para la bibliografa sobre el Bautista, cf. J. Steinmann;sobre el Bautista y los documentos del Mar Muerto, cf. W. H.Brownlee, John tbe Baptist; cf. tambin D. Flusser, The Bap-tism,2 Regla de la comunidad, VIII, 13-16; IX, 19-20.3 F. Josefo, Ant., 18, 116-119.

    El bautismo 41hombres desembocara en una rebelin, puesto queen todo seguan su consejo. Por eso Herodes juzgque sera mucho ms conveniente adelantarse y exterminar a Juan, antes de que provocase cualquierrebelin, para no tener que arrepentirse demasiadotarde si se produca un cambio poltico peligroso yse vea envuelto en los acontecimientos. A causa deestos temores hizo Herodes detener a Juan, llevarloa la fortaleza de Maqueronte y ejecutarlo all. LosEvangelios nos ofrecen ms datos sobre la muerte deJuan* .Parece ser que el pueblo se senta atrado hacia elBautista principalmente por el bautismo. Muchos esperaban que el bao borrara sus pecados y, as, escaparan al futuro juicio de la clera divina. PeroJuan les exiga previamente una autntica penitencia.Segn Josefo, era un santo que exhortaba a los judos a purificarse en el bautismo, entregndose a lavirtud, practicando la justicia entre ellos y la piedadhacia Dios. El pensaba que el bautismo poda sereficaz slo de esta manera: practicndolo no comomedio para obtener el perdn de los pecados, sinocomo purificacin del cuerpo, una vez que el almaya haba sido purificada por la justicia. La mismaconcepcin encontramos tambin entre los esenios:para ellos como para todo Israel los baos rituales no purificaban ms que la impureza ritual delcuerpo. Pero, segn los esenios, el hombre, cuandocomete un pecado, queda tambin ritualmente impuro . Por eso nadie puede entrar en el agua.. . , a menos que antes se arrepienta de su maldad, porque sonimpuros todos los transgresores de su palabra 5. Solamente quien humilla su alma bajo la ley de Diostendr la carne pura, cuando le rocen las aguas puri-

    4 Mt 14,3-12; Me 6,17-29; cf. Le 3,19 s.5 Regla de la comunidad, V, 13-14.

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    42 Jessficadoras y se santifique en el agua de la pureza 6 .Dicho con otras palabras, que recogen casi literalmente la idea ya mencionada del Bautista: el aguasolamente puede purificar el cuerpo cuando el almaha sido previamente purificada por la justicia. Peroqu es lo que purifica el alma en la penitencia?Por el espritu de santidad... es purificado el hombre de todos sus pecados 7. As, el bautismo eseniovinculaba la penitencia con el perdn de los pecadosy ste con el Espritu Santo. Puesto que, como hemosvisto, Juan tena sobre el bautismo la misma concepcin que los esenios, tambin l crea que el EsprituSanto actuaba en su bautismo 8 .Ya nos podemos imaginar la santa emocin deaquellas gentes al escuchar la ardiente palabra delBautista. Despus de confesar sus pecados, sumergansus cuerpos manchados en el agua purificadora delro, esperando recibir el don del Espritu Santo, quelimpiara su alma de la inmundicia del mal. No es deextraar que algunos tuviesen especiales experienciasde carcter pneumtico-exttico en el momento en queel Espritu de Dios actuaba en ellos. Y sucedi cuando se bautizaba todo el pueblo, y Jess fue bautizadotambin..., que se abri el cielo y el Espritu Santobaj sobre l en forma de paloma y vino una voz delcielo 9 : Este es mi Hijo amado, mi unignito 10, enquien me complazco'. Tales fueron, segn Mateo

    ' Ibid. III, 8-9.7 Ibid. II I, 7-8.* Una concepcin diferente, dictada po r razones apologticas, se encuentra en Hch 19,1-7.9 Le 3,21 s.10 La palabra griega es traduccin del trmino hebreo quesignifica el nico; cf. C. H. Turner, Ho Hyios mou hoagapetos: Journal of Theological Studies, 27 (1926), 113-129;M. D. Hooker, 71, 183.

    43(3,17) y Marcos (1,11), las palabras de la voz celeste.Sin embargo, tienen razn muchos especialistas u alafirmar que, en el relato original, la voz celeste dijoa Jess: He aqu mi siervo, a quien sostengo; mielegido, en quien se complace mi alma; he puesto miespritu sobre l para que lleve el derecho a las naciones (Is 42,1). Esta forma es probablemente laoriginal, entre otras razones porque el texto profticose acomoda perfectamente a la situacin. Tales vocescelestes no eran raras en el judaismo de esta poca,y con frecuencia se oa pronunciar palabras tomadasde la Escritura. Pues, segn parece, el don del Espritu, acompaado de una experiencia exttica, no eratampoco ningn fenmeno aislado entre los que sehacan bautizar por Juan en el Jordn. Y si realmente Jess oy las palabras de Isaas, entonces el texto:He aqu... que he puesto mi espritu sobre l confirmaba maravillosamente el don del Espritu. Peroeste texto tiene una importancia capital por otro mot ivo. Si se acepta la forma tradicional de la voz celeste, entonces Jess fue designado como mi Hijo.En cambio, si la voz celeste que oy Jess fueron laspalabras de Isaas, debi de entender que era escogido como siervo y elegido de Dios. En tal caso, el dondel Espritu Santo, que formaba parte del bautismode Juan, revisti para Jess una significacin nuevay especial, que debi de ser decisiva para el resto desu vida. Los ttulos hijo, siervo, elegido, noson exclusivamente mesinicos los dos ltimos podan aplicarse tambin a los profetas, pero Jessexperiment por estos ttulos que l era elegido, llamado y escogido.

    Por consiguiente, segn todos los datos que hemosexpuesto, no es posible dudar de la historicidad de11 J. Jeremas, ThWNT V, 699; cf. K. Stendahl, 110, 144;cf. D. Flusser, Blessed, 9 s. y nota 25; cf. F. Hahn, 340-346.

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    44 Jessla experiencia vivida por Jess en el momento de subautismo en el Jordn.Segn Marcos (1,9) y Mateo (3,13), Jess vino aJuan desde su casa de Nazaret. Y si hemos de dar fea las palabras del arcngel, que refiere Lucas (1,36),Mara estaba emparentada con la madre del Bautista.Ya no sabemos ms acerca de los motivos psicolgicos que llevaron a Jess a tomar la decisin de unirsea la gente para hacerse bautizar por Juan. En cambio, una lectura atenta de las fuentes nos manifiestacon bastante claridad lo que fue de Jess despus desu bautismo y de su vocacin. La nica dificultad seriaes que carecemos de informacin segura sobre la regin en que Juan ejerci su actividad n. Por otra parte , es probable que el profeta del desierto cambiasecon frecuencia de lugar. Lo ms sencillo es suponerque Jess fue bautizado por Juan no lejos del puntoen que el Jordn desemboca en el lago de Genesaret.Efectivamente, aqu estaba Betsaida, ciudad natal delos hermanos Andrs y Pedro, a quienes, segn Juan(1,40-44), encontr Jess en el momento de su bautismo. Pedro y su hermano Andrs y otra pareja dehermanos, Santiago y Juan, los hijos del Zebedeo,que tambin eran pescadores en el lago de Genesaret,fueron sus primeros discpulos. Pedro estaba casadocon una mujer de la cercana Cafarnan, donde vivacon su suegra 13. Tambin sta crey en Jess al sercurada por l de una fiebre, y su casa vino a ser comola segunda mansin de Jess. Cuando, ms tarde, visite su pueblo de Nazaret y fracase, volver a la regin de Cafarnan.

    El marco geogrfico, pues, del ministerio pblicode Jess se explica, tal vez, por el lugar del bautismoy probablemente por su amistad con Pedro. No es un12 Cf. C. H. Kraeling, 9-16; cf. E. Lohmeyer, 26." Mt 8,14; Le 4,38.

    marco meramente teolgico, sino muy real. Las mismas palabras de Jess en la llamada fuente de loslogia lo confirman: Entonces se puso a maldecir alas ciudades en las que se haban realizado la mayorade sus milagros, porque no se haban convertido: *Ayde ti, Corozan Ay de ti, Betsaida Po rque si enTiro y en Sidn se hubieran hecho los milagros quese han hecho en vosotras, tiempo ha que con sayal yceniza se habran arrepentido. Por eso os digo que elda del Juicio habr menos rigor para Tiro y Sidnque para vosotras. Y t, Cafarnan, hasta el cielote vas a encumbrar? Hasta el infierno te hundirsPorque si en Sodoma se hubiesen hecho los milagrosque se han hecho en ti, an subsistira el da de hoy.Por eso os digo que el da del Juicio habr menosrigor para la tierra de Sodoma que para ti ' (Mt 11,20-24; Le 10,12-15). La cercana Corozan ya no vuelve a ser mencionada en todo el Nuevo Testamento.La pobre Mara Magdalena, de la que haban salidosiete demonios (Le 8,2), era de la vecina Magdala.La orilla nordeste del lago estaba muy poblada y tenauna prspera agricultura el trigo de Corozan erafamoso. All vivan muchos pescadores que cruzaban el lago en sus barcas para ir a la orilla oriental,de donde volvan cargados de pesca. Los habitantesde la regin no eran, ni mucho menos, provincianosincultos.Ms importante an que precisar el marco geogrfico de la actividad pblica de Jess es aclarar lasrelaciones mutuas entre Jess y Juan, despus de serbautizado por ste. Efectivamente, mientras no se eliminen ciertos errores habituales, no aparecer la imagen de Jess en toda su significacin. El origen deesta deformacin es la cronologa de la historia de lasalvacin I4 de Marcos. Puesto que, desde el punto

    14 Johannes Weiss, en K. L. Schmidt, Rahmen, 34.

    El bautismo

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    46de vista cristiano, se considera, no sin cierta tazn,que Juan el Bautista era el precursor de Jess y queel ministerio de Jess sigui al de Juan, Marcos hacedel Bautista el precursor de Jess en el sentido literal de la palabra. Por eso en Marcos no aparece Jesspblicamente hasta que Juan es arrestado: Cuandodetuvieron a Juan, se fue Jess a Galilea a pregonarde parte de Dios la buena noticia (Me1,14 .Mateo daun paso ms. Puesto que, segn Marcos, a quien sigue (cf. Mt 4,12-13), Juan ya haba sido arrestadoantes de la manifestacin pblica de Jess, pensMateo que el Bautista no pudo preguntar a Jess siera l el que tena que venir ms que desde la prisin. Mateo, pues, corrigi en este punto la fuentede los logia (Mt 11,2; cf. Le 7,8). Como, por otraparte, Mateo tiene una marcada tendencia a armonizar las palabras del Bautista con los dichos de Jes s1 5, pone literalmente en boca del Bautista el anuncio que Jess hace del Reino (Mt 3,2; cf. 4,17). Asse fue alterando progresivamente la imagen de Jessya en Marcos y Mateo; luego intentarn los especialistas interpretar histrica y psicolgicamente esa imagen alterada. La cronologa atemporal de Marcos seinterpreta generalmente en el sentido de que lo primero que se propuso Jess con su ministerio pblicofue llenar el vaco producido en Israel por la detencin del Bautista. Esta impresin parece ser confirmada por el Evangelio de Mateo, segn el cual Jess,al principio, no habra hecho ms que continuar elmensaje de Juan. Entonces, el hecho de que Juan elBautista, que se pas la vida esperando al Mesas,recibiese por fin en la prisin, poco antes de morir,la noticia de la manifestacin pblica de Jess y le

    15 Cf. C. H. Dodd, Parables, 39, nota 20. (Traduccin espaola: La sparbolasdel Reino, Ed. Cristiandad, Madrid 1974,54 , nota 20).

    enviase unos mensajeros, sera una de las grandestragedias humanas. No es de extraar que Flauberthaya descrito esta escena conmovedora en su Hero-das.As se deform la imagen histrica original: primero, por razones teolgicas, en Marcos y Mateo;luego, por la reinterpretacin psicolgica de muchosinvestigadores. Pero, de hecho, incluso el cuarto Evangelio, que es menos seguro desde el punto de vistahistrico, sabe que al comienzo del ministerio de Jess Juan no haba sido encarcelado todava (3,24).Por otra parte, ni Lucas ni sus fuentes dicen nuncaque Jess se manifestase en pblico despus de haberdesaparecido Juan. Una vez descartadas estas deformaciones secundarias, podemos ya exponer los comienzos del ministerio pblico de Jess despus desu bautismo.Ciertamente, Juan el Bautista tuvo un crculo dediscpulos. Pero la inmensa mayora de los que bautiz en el Jordn dejaron naturalmente a Juan, despusde su bautismo, para volver a sus casas. Pues Juanno tuvo nunca intencin de fundar una secta y pensaba que era mejor que cada cual regresara a susquehaceres (Le 3,10-14). En cambio, Jess, despusde haber odo en el bautismo la voz que le anunciabasu eleccin, ya no regres a su vida anterior, sinoque a partir de entonces comenz a predicar y decir: 'Convertios, porque el Reino de los cielos estcerca' (Mt 4,17). Llam a sus discpulos, ense enlas sinagogas y cur toda enfermedad y toda dolenciaen el pueblo (Mt 4,17-25) 1 6 .Es posible que Juan el Bautista se considerase a smismo como el profeta del fin de los tiempos. El pueblo,de hecho, crey que era el profeta Elias, que deba

    16 La tentacin de Jess por Satans pienso tratarla en otraobra.

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    preceder al Mesas. El mismo Juan anunci que estaba para llegar uno que era ms fuerte que l, el cualinaugurara el juicio divino. Cuando Juan tuvo noticias del movimiento en torno a Jess en los pueblosdel lago de Genesaret esto es lo que dicen lasfuentes a, envi a Jess, desde el lugar en que seencontraba, a dos de sus discpulos, para preguntarle:Eres t el que tiene que venir o hemos de esperara otro?. Enviar hombres, para cumplir una misin,no uno a uno, sino por parejas, era una costumbrejuda muy extendida entonces. Tambin Jess envia sus discpulos de dos en dos (Me 6,7; Le 10,1); costumbre que observarn los cristianos en sus primerosviajes misionales 18. No obstante, la pregunta del Bautista a Jess, tal como nos ha llegado, difcilmentepuede ser autntica. La designacin del Mesas comoel que tiene que venir, sin otra precisin, aunquees posible en griego, apenas es concebible en hebreoo arameo. Sin embargo, todava en la forma actual dela pregunta parece haberse conservado ms o menossu sentido original. Lo que Juan quera saber era sila manifestacin de Jess significaba realmente lairrupcin del fin o si haba que esperar todava aotro . Segn el relato primitivo 19, Jess dio al Bautista la siguiente respuesta: Id y contad a Juan lo queos y veis: los ciegos ven, los cojos andan..., y lossordos oyen..., y se anuncia a los pobres la salvacin.Y dichoso el que no se escandalice de m .

    Es importante observar aqu que Jess, en principio, responde afirmativamente a la pregunta del Bau-17 Mt 11,2-6; Le 7,18-23." A. Harnack,Die Mission, I, 344." Mt 11,4-6; Le 7,22 s.; he omitido las palabras y los leprosos quedan limpios y los muertos resucitan porque no

    aparecen en los textos de Isaas (29,18; 35,5; 61,1), en los quese basa Jess.

    tista acerca del sentido escatolgico de su actividad,pero sin declarar explcitamente que l era el Mesasque tena que venir. La pretensin de estar realizandouna misin escatolgica la demuestra Jess al Bautista remitindose a su predicacin salvfica y a sus curaciones milagrosas. En ellas vio Jess un signo inequvoco de que ya haba irrumpido el tiempo de lasalvacin. Si con el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino deDios (Le 11,20). Toda enfermedad procede del Diablo; el Reino de los cielos llega cuando Satans esvencido y dominado. Segn Lucas (10,18), Jess dijoen una ocasin: Yo vea a Satans caer del cielocomo un rayo. Y en un escrito 20 que se redactsiendo an nio Jess se dice: Entonces aparecersu Reino sobre toda la creacin, Satans ser destruido y todo llanto desaparecer con l. La venida delReino, pues, va unida a la derrota de Satans y desus demonios. Por consiguiente, si Jess cura enfermos y expulsa demonios, significa que l es el conquistador victorioso que realiza el Reino de Dios 2 1 .Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes estn a seguro; pero si llega unoms fuerte que l y lo vence, le quita las armas enque estaba confiado y reparte sus despojos. El que noest conmigo, est contra m, y el que no recoge conmigo, desparrama (Le 11,21-23). Aqu la llamadade atencin es todava ms terrible que al final de larespuesta de Jess al Bautista.

    Adems de las curaciones, Jess da al Bautista otraprueba de su pretensin: se anuncia la salvacin alos pobres. Es una alusin a las palabras del profetaIsaas (61,1-2), que tenan una importancia especial20 Assumpth Mosis, 10,1.21 Cf. J. Jeremas, Gleichnisse Jesu, 122 s. (Traduccin espaola: La sparbolasde Jess,151 s.).A

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    para Jess: El espritu del Seor Yahv est sobrem , por cuanto que me ha ungido Yahv. A anunciarla buena nueva a los pobres me ha enviado, a vendarlos corazones rotos, a pregonar a los cautivos la liberacin y a los reclusos la libertad, a anunciar un aode gracia de Yahv, un da de venganza de nuestroDios para consolar a todos los que lloran. Estas palabras las ley Jess en la sinagoga al comienzo desu ministerio. Luego enroll de nuevo el libro, lo entreg al sacristn, se sent y dijo: Hoy se ha cumplido en vuestra presencia este pasaje (Le 4,16-21).Estas mismas palabras del profeta aparecen en lasBienaventuranzas, en las que Jess abre el Reino delos cielos a los pobres de espritu y a los mansos, yconsuela a los que lloran. A ellos dirige Jess la buena nueva, en griego evangelion, sustantivo derivadodel verbo griego, que en el versculo de Isaas designael mensaje de la salvacin. Para Jess, este pasajebblico era el lazo de unin entre la vocacin quehaba recibido, al ser bautizado por Juan en el Jordn, y su misin presente: saba que el Espritu delSeor haba descendido sobre l, porque el Seor lohaba ungido, para anunciar la salvacin a los humildes y a los pobres.Cuando partieron los mensajeros de Juan el Bautista para llevar la respuesta, empez Jess a hablarde Juan a la gente: Qu salisteis a ver en el desierto?... Una caa agitada por el viento? Qu salisteis a ver si no? Un hombre elegantemente vestido ? No Los que visten con elegancia estn en lospalacios de los reyes. Entonces, a qu salisteis? Aver un profeta? S, os lo aseguro, y ms que un profeta. El es de quien est escrito 2 2: 'He aqu que yoenvo un mensajero delante de ti para que te prepareel camino'. En verdad os digo que no ha surgido entre

    22 Mal 3,1.

    los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el ms pequeo en el Reino de loscielos es mayor que l. Desde que apareci Juan hasta ahora se usa la violencia contra el reinado de Diosy gente violenta quiere arrebatrselo; porque hastaJuan los profetas todos y la Ley eran profeca, peroahora, aceptadlo si queris, l es el Elias que tenaque venir. Quien tenga odos que oiga (Mt 11,7-15).Martin Buber dijo en cierta ocasin: Quien sabeescuchar atentamente, puede or todava la voz deJess hablando a travs de los relatos tardos de losEvangelios23 . Esta voz autntica se percibe, a nuestro parecer, cuando se lee el discurso de Jess sobreel Bautista, discurso a la vez simple y profundo, ingenuo y lleno de paradojas, violento y sereno. Serposible alguna vez llegar hasta el fondo de su significado?.Jess se dirige a hombres que haban salido al desierto para ver al nuevo profeta. No es ste el lugarde los cortesanos, que visten con elegancia y habitanlos palacios de los reyes y se doblan como una caaagitada por el viento. Esta imagen, como se sabe,est tomada de una clebre fbula de Esopo, que conocan tambin los rabinos2 4: la caa resiste a la tempestad, porque se inclina segn el viento, mientras

    que un rbol robusto, que no quiere doblegarse anteel viento, suele ser arrancado de raz por la tempestad. Ahora sabemos cul es el blanco de la irona deJess: Herodes Antipas y sus cortesanos afeminados.A stos dirige su predicacin amenazadora el inflexible e intrpido profeta del desierto, vestido con pelosde camello. No es una casualidad el hecho que Jessrefunda una fbula de Esopo, ya que claramente con-23 En una conversacin con el autor.24 Str.-Bill, I, 596 s.; cf. Fabulae Aesopicae,ed. Halm (Leipzig 1875), nm. 179.

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    sider al tetrarca y a su corte como una especie degranja de animales. Siguiendo el estilo de Esopo,Jess llamar a Herodes Antipas zorro (Le 13,32).Para Jess, Juan es un profeta, y si as se quiere,el que prepara el camino de Dios al final de los tiempos, el Elias que tena que volver. Con Juan comienza el tiempo escatolgico, la fase decisiva en la historia del mundo: todos los profetas hasta Juan profetizaron, pero a partir de ahora se usa la violenciacontra el reinado de Dios y gente violenta quiere arrebatrselo. Este pasaje enigmtico est en conexincon las palabras del profeta Miqueas (2,13): El queabre el camino subir delante de ellos, le abrirn,pasarn por la puerta y saldrn, su rey pasar delantede ellos, el Seor a su cabeza. Un comentador medieval2 5 ha recogido esta antigua interpretacin delversculo: El que abre el camino es Elias, y su reyes el descendiente de David. Segn esta interpretacin del pasaje de Miqueas, que probablemente ya conoci Jess, Elias ser el primero en abrir la brecha,y le seguirn los que abren el camino con el rey Mesas. Segn Jess, Elias ya ha venido en la personade Juan. Por eso se abre paso desde ahora el Reinode los cielos, y los hombres con valor para decidirselo arrebatan ya a partir de este momento. Ms adelante volveremos sobre estas palabras de Jess.Con la venida de Juan, pues, irrumpi el Reino delos cielos. Pero, a pesar de ser el mayor entre los nacidos de mujer, el ms pequeo en el Reino de loscielos es mayor que l. Con otras palabras: Juan elBautista abri la brecha por la que poda penetrar elReino de Dios, pero l no pertenece al Reino. Lopodramos formular de la siguiente manera: el Bautista forma parte propiamente de la ltima generacin,pero no del nuevo Reino mesinico. Esta intuicin

    Cf. David Kimchi sobre este pasaje.

    paradjica, que tuvo probablemente Jess a raz delmensaje de la voz celeste en el bautismo, lo vinculaba al Bautista por una parte, y por otra le marcabasu misin especfica. Jess no poda ser un discpuloms de Juan, sino que tena que recorrer los pueblosde la ribera del lago de Genesaret para anunciar personalmente el Reino de los cielos.Ahora comprenderemos por qu la respuesta deJess a la pregunta de Juan acaba con una llamadade atencin: Dichoso el que no se escandalice dem. En hebreo, escandalizar, en el sentido amplioque tena en esta poca, significa ser inducido a pecado, no atinar en la recta comprensin de la voluntad divina. Pero su sentido propio y original estropezar. Siguiendo las palabras de un escrito posterior (1 Pe 2,7-8), podramos decir que Jess es lapiedra de toque: piedra angular para los creyentes,mientras que para los incrdulos es una piedra de escndalo y una roca de tropiezo (cf. tambin Le 20,18).Cuando el Bautista envi los emisarios a Jess, steno se equivoc al suponer que Juan el Bautista nopoda hacer el mismo camino que l, porque, a pesarde ser el mayor entre los hombres de la ltima generacin, no perteneca al Reino de los cielos. Y nosera de extraar que Jess tuviese indicios concretos para suponer esto de Juan. Nada sabemos sobrela reaccin del Bautista al mensaje de Jess, si bienel movimiento iniciado por l continu existiendoparalelamente a la comunidad de Jess y ms tardelo encontraremos independiente y autnomo al ladode las jvenes comunidades cristianas.Como ya hemos visto, muchos pensaban que Eliashaba vuelto en la persona de Juan. Segn el AntiguoTestamento, Elias no muri, sino que subi a loscielos. Siendo inmortal, cmo poda entonces moririrrevocablemente a manos de Herodes, al volver alfinal de los tiempos en la persona de Juan? De he-

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    cho, hubo quienes crean que Juan el Bautista habaresucitado de entre los muertos (Me 6,14) y que haba reaparecido en la persona de Jess. Es evidenteque muchos discpulos de Juan compartan esta feen la resurreccin del maestro. La predicacin deJuan excluye la posibilidad de que l se considerasea s mismo como el Mesas: l esperaba a otro msfuerte, que deba venir (Le 3,16). Sin embargo, entre sus discpulos no faltaban seguramente quienesacariciaban, todava en vida de Juan, la idea de quesu maestro fuese el ms fuerte. En todo caso, consta que se crey en la mesianidad del Bautista despus de su muerte. Pero, dado que descenda de unafamilia sacerdotal, no fue considerado como el Mesasdavdico, sino como el Mesas sacerdotal.La lgica de los relatos manifiesta que Herodesdebi de darse cuenta muy pronto de que el Bautistarepresentaba un peligro. No pudo, por consiguiente,dejarle en paz por mucho tiempo. Por otra parte, laactividad pblica de Jess, despus de la detenciny decapitacin del Bautista, debi de ser igualmentemuy corta. El zorro de Herodes no dorma. Despusde haber decapitado a Juan, oy el tetrarca Herodesla fama de Jess y dijo a sus cortesanos: 'Ese es Juanel Bautista, que ha resucitado de entre los muertos'(Mt 14,1). Ms tarde, algunos fariseos advirtieron aJess que Herodes quera matarlo. Pero Jess manddecir a Herodes que l estara dos o tres das msen la regin y que despus subira a Jerusaln, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusaln (Le 13,31-33). Ya veremos cmo Herodes Antipas fue tambin responsable de la crucifixin de Jess.Despus de la ejecucin del Bautista, Jess manifest a sus discpulos la trgica conexin entre la ejecucin de Juan y el final que le esperaba a l. Pordesdicha, no ha conservado Mateo el tenor originalde las palabras de Jess, que eran de una gran pro-

    fundidad. Y los discpulos le preguntaron: 'Por qu,pues , dicen los escribas que Elias tiene que venirprimero?' Respondi l : 'Ciertamente, Elias ha devenir a restaurarlo todo. Os digo, sin embargo, queElias vino ya, pero no lo reconocieron, sino que lotrataron a su antojo. As tambin este Hombre va apadecer en manos de ellos'. Y contina Mateo: Entonces los discpulos comprendieron que se refera aJuan el Bautista (Mt 17,10-13).Poco antes, al principio de su ministerio, cuandotodava predicaba el Bautista en el desierto, Jess separangon con Juan: Pero con quin comparar aesta generacin? Se parece a los chiquillos que, sentados en las plazas, se gritan unos a otros diciendo:Os hemos tocado la flauta, y no habis bailado; oshemos entonado endechas, y no os habis lamentad o 2 6 . Porque vino Juan, que ni coma ni beba, ydijeron que tena un demonio dentro. Viene este Hombre que come y bebe, y dicen: 'Ah tenis a un comilny un borracho, amigo de publcanos pecadores. Y lasabidura se ha acreditado por sus obras' (Mt 11,16-19). No se puede contentar a todo el mundo: deJuan, el predicador asceta del desierto, decan queestaba loco ms tarde dirn de Jess que estaba posedo por un espritu inmundo; a Jess le echarnen cara su apertura al mundo. Estas palabras de Jessnos dicen indirectamente que el tono de la predicacinde cada uno de los dos dependa de su carcter: labuena nueva del amor en Jess, de su naturaleza socrtica; la predicacin penitencial en Juan, de su austera inclinacin al ascetismo.

    Cf. la fbula de Esopo nm. 37.La Ley 51

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    IVLA LEY

    Pablo y sus compaeros recorrieron Frigia y laregin de Galacia, pues el Espritu Santo les habaimpedido predicar el mensaje en Asia... AtravesaronMisia y bajaron a Trade. Por la noche, Pablo tuvouna visin: un macedonio estaba de pie suplicndole:'Pasa a Macedonia y aydanos' (Hch 16,6-10). Esteepisodio de la misin de Pablo entre los gentiles tieneun profundo significado: es voluntad de Dios que elcristianismo se extienda hacia Europa. El cristianismose convirti, de esta manera, en una religin grecorromana y, ms tarde, en la religin europea. Alcontrario del judaismo y de las religiones del Asiaoriental, empezando por la antigua Persia, la culturaoccidental no est vinculada a preceptos rituales oceremoniales, a comidas, bebidas y abluciones de toda clase (Heb 9,10), pues, segn la mentalidad europea, se puede comer todo lo que se vende en elmercado, sin plantearse cuestiones de conciencia, yaque del Seor es la tierra y todo cuanto contiene(1 Cor 10,25-26). Una de las tareas del paulinismo yde otras corrientes dentro del cristianismo primitivofue justificar el sistema ideolgico que les permitiesevivir libres de la Ley. Es verdad que, en el transcurso de la historia, tuvo el cristianismo que modificar dicho sistema. Sin embargo, en trminos generales, perdur esa ideologa, ya que esta concepcinliberal de la vida es una de las caractersticas de lacivilizacin europea. Si el cristianismo se hubiese extendido primero por las regiones del Asia oriental,hubiese tenido que desarrollar una ley ceremonial yritual basada en los preceptos judos para llegar a seruna religin genuina de estos pases.

    Sera, pues, un error negar una autntica comprensin a los numerosos pensadores e investigadores cristianos que se ven obligados a reconocer que el fundador de su religin fue un judo fiel a la Ley que nose enfrent nunca con la necesidad de tener que adaptar su judaismo al estilo de vida europeo. Naturalmente, Jess tena sus problemas de cara a la Ley ysus preceptos. Pero ste es el caso de todo fiel judoque toma seriamente su judaismo. Ya veremos cmolos Evangelios, por un nuevo enfoque y medianteretoques posteriores, deformaron la postura de Jessfrente a la Ley, hasta el punto de resultar, a veces,irreconocible. No obstante, los Evangelios sinpticos,ledos en la ptica de su tiempo, conservan todavade Jess la imagen de un judo fiel a la Ley.El Jess de los sinpticos, aunque pocos se dencuenta de esto, no se enfrenta nunca contra la praxisde la Ley corriente en la poca no existe ms queuna excepcin: arrancar espigas en sbado. Elevangelista que ms se aproxima al relato primitivoes Lucas (6,1-5): Atravesaba en sbado unos sembrados; sus discpulos arrancaban espigas y, desgranndolas con las manos, las coman. Algunos de losfariseos le' dijeron: 'Por qu hacen lo que no estpermitido en sbado?'. Segn la opinin general, ensbado solamente estaba permitido recoger espigascadas y desgranarlas con los dedos; pero, segn Rab-b Yehuda, galileo lo mismo que Jess, esto se podahacer tambin con las manos 2 . Algunos fariseos,pues, critican a los discpulos de Jess, porque seguan evidentemente la tradicin galilea de la Ley. Eltraductor griego del relato primitivo, desconociendola costumbre del pueblo y queriendo hacer ms vivala escena, aadi el detalle de arrancar las espigas,

    1 Segn Mateo y Marcos.2 Cf. Pins, 63.

    58 Jess La Ley 59

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    sin darse cuenta que as introduca la nica transgresin de la Ley que existe en la tradicin sinptica.En el caso de la ablucin de manos antes de comer,no hay que atribuir el malentendido a la tradicinsinptica. El precepto de lavarse las manos no formaba parte de la Ley escrita ni de la tradicin oral. Entiempo de Jess, la norma era la siguiente: La ablucin de manos antes de comer queda a discrecin decada uno, mientras que el agua despus de comer esobligatoria 3 . Esta costumbre no es ms que unaprescripcin rabnica, que data probablemente de lageneracin anterior a Jess. Hasta el ms obstinadofariseo de pueblo de aquella poca se hubiese extraado enormemente si le hubiesen dicho que Jesshaba quebrantado la Ley de Moiss por el hecho deque sus discpulos no siempre se lavasen las manosantes de comer. Y por lo que respecta a la importancia de los diferentes preceptos judos, los escribas,en el dilogo con Jess, describen la ablucin demanos simplemente como una tradicin de los antepasados (Me 7,5). El mismo Jess no hace ms queexpresarse segn los conceptos de su poca al decirque la prescripcin rabnica de lavarse las manosentonces no obligatoria era simplemente unatradicin de los hombres (Me 7,8), a diferencia delos preceptos divinos de la Ley escrita y de la tradicin oral.La prescripcin de lavarse las manos antes de comer no era en esta poca obligatoria para todos. Estose deduce del mero hecho de que tal prescripcinformaba parte de aquellos preceptos de pureza queno afectaban a todos los judos, sino solamente aciertos grupos que se los haban impuesto librementepara toda la vida. El grado y alcance de estas prescripciones variaba de un grupo a otro. Los fariseos, en

    3 Tosefta Berakot, 5, 13; cf. Str.-Bill., I, 696 ss.

    el sentido estricto de la palabra, formaban una sociedad, cuyas reglas de pureza ritual eran mucho msfciles de observar que las de la comunidad esenia.Se comprende, pues, que en el debate sobre la ablucin de manos se enfrentase Jess contra este tipo depurificaciones en general: No es lo que entra por laboca lo que hace impuro al hombre, sino lo que salepor la boca; eso es lo que hace impuro al hombre(Mt 15,11). Pero estas palabras no anulan los preceptos del judaismo, sino que forman parte de la crtica que hace Jess a los fariseos. Que la estrictaobservancia de una pureza ritual puede favorecer unalaxitud moral, es una verdad general admitida tambin en tiempo de Jess. Un autor judo de la poca 4se refera, sin duda, a los fariseos al hablar de hombres perniciosos y criminales que pretenden ser just o s . . . , que estn satisfechos de s mismos, hipcritasen toda su conducta... Sus manos y su corazn estnllenos de impureza y su lengua es jactanciosa. Y, apesar de todo, dicen: No me toques, que me harasimpuro.Este autor, lo mismo que Jess, pone de relieve elcontraste entre la impureza moral en el pensar y elhablar y el afn de una pureza ritual. Sobre esto dijoJess en otra ocasin: Ay de vosotros, escribas yfariseos hipcritas, que purificis por fuera la copa yel plato, mientras dentro rebosan de robo y desenfreno Fariseo ciego Limpia prim ero la copa porden tro, para que tam bin por fuera quede limpia (Mt 23,25-26). Los llam tambin guas ciegos quecuelan el mosquito y se tragan el camello (Mt 23,24).Estas palabras dan la impresin de ser un proverbio.Y en cuanto al dicho sobre lo que hace al hombrerealmente impuro, podra ser tambin anterior aJess.

    * Assumptio Mosis, cap. 7.60 Jess La Ley 61

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    Puesto que, no del todo sin razn, se consideraimportante este dicho, nos tenemos que preguntarsobre su significado exacto en boca de Jess. Siguiendo la costumbre, Jess sola pronunciar la bendicinsobre el vino y el pan. Crea l, al mismo tiempo,que las cosas materiales eran en s mismas religiosamente indiferentes? Unas dcadas despus de Jess,Rabban Yojann ben Zakkai deca a sus discpulos:En vuestra vida no es el muerto el que os tornaimpuros ni el agua la que os purifica, sino el mandamiento del Rey de Reyes. Dios ha dicho: 'Yo heestablecido preceptos, he dado un mandamiento; nadie puede transgredir mi mandamiento, pues est escrito 5: Este es el precepto de la Ley, ordenado pore l Seor ' 6 . Jess no se hubiese expresado nunca entales trminos porque, entre otras cosas, son demasiado racionalistas. Por de pronto, podemos, pues,decir que para Jess el valor moral estaba muy porencima del valor ritual. Pero esto no es toda la verdad, ya que nos tendramos que preguntar si Jesspensaba en categoras tan precisas y abstractas.En cuanto a la ablucin de las manos 7 y arrancarespigas, son los discpulos, no el maestro, quienes semuestran menos rigurosos respecto de la observanciade la Ley. Tambin esto se pasa generalmente poral to . Cuando se llama la atencin del maestro sobrela negligencia de sus discpulos, no slo los defiende,sino que incluso responde con un ataque frontal, que

    5 Nm 19,2.6 Str.-Bill., II, 719. Lo que importa aqu es que el rabinoYojann ben Zakkai habla de un mandamiento bblico, mientras que la ablucin de manos no era ms que una costumbretarda, y los preceptos de purificacin de los fariseos eran voluntarios.7 Vase tambin el importante episodio apcrifo sobre el en-frentamiento de Jess con el sumo sacerdote fariseo en elatrio del Templo en J. Jeremas, Unbekante Jesustvorte,50-60.

    por su severidad no guarda proporcin con la insignificancia del incidente. Jess aprovecha la ocasinpara clarificar una cuestin de principio. Pero sus respuestas son menos revolucionarias de lo que podrapensar un observador no iniciado. El dicho de Jesssobre lo puro y lo impuro es casi una mxima moralpopular, y su sentencia en la discusin sobre las espigas arrancadas en sbado est completamente en lalnea de lo que pensaban los escribas moderados. Entre otras cosas, Jess dijo en esta ocasin: El sbadoha sido creado para el hombre y no el hombre parael sbado. De modo que el hombre es tambin seordel sbado (Me 2,27-28). Pero tambin decan losescribas: El sbado ha sido entregado a vosotros,no vosotros al sbado 8 .Otras veces es el mismo Jess quien busca la ocasin para sus ataques pedaggicos contra los santones. Es lo que hizo, por ejemplo, con motivo de unacuracin en sbado. Para comprender el desarrollo deeste episodio hay que saber que estaban permitidastoda clase de curaciones en sbado con tal de queexistiese una ligera sospecha de peligro de muerte.De lo contrario, no estaba permitido emplear mediosmecnicos en sbado; pero curar en sbado, por medio de la palabra, de cualquier enfermedad, aunqueno fuese grave, estaba expresamente autorizado. Segn los sinpticos, Jess observ siempre estas normas en sus curaciones 9 . En este punto es muy distinto el Evangelio de Juan, menos interesado por lahistoria. Narra la curacin de un ciego, que recuerdaun episodio similar en Marcos (8