Filo Sofia

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2013 DIRECCION DE EDUCACION PERMANENTE. DIRECCION DE EDUCACION COMUNITARIA. FILOSOFÍA

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2013

DIRECCION DE EDUCACION

PERMANENTE.

DIRECCION DE EDUCACION

COMUNITARIA.

FILOSOFÍA

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Secretaría de Educación Jalisco

Dirección General de Educación Permanente

Dirección de Educación Comunitaria

Bachillerato de Educación para Adultos

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Página INTRODUCCIÒN 5 BLOQUE I. FILOSOFÌA DISCIPLINA GLOBAL 6

El filosofar 6 La Filosofía como sabiduría 8 Finalidad de la Filosofía 9 Filosofía y Ciencias particulares 14 Actividades 18

BLOQUE II. PENSAMIENTO CLÀSICO GRIEGO 19 Antecedentes de la filosofía griega 19 Pensamiento Presocrático 21 Los Filósofos de Jonia 22 Filósofos de la Italia Meridional 25 Los últimos Presocráticos 28 La Filosofía en Atenas 32 Actividades 51

BLOQUE III. FILOSOFÍA MEDIEVAL, RENACENTISTA Y MODERNA 52 El Escolasticismo 54 El Renacimiento 66 La Reforma 70 Filosofía Moderna 73 Actividades 93

BLOQUE IV. FILOSOFÌA POSTMODERNA 94 Pensamiento Filosófico Postmoderno 94 Friedrich Wilhelm Nietzsche 95 Jean Francois Lyotard 99 Arjun Appadurai 104 Actividades 108 Bibliografía 109

ÍNDICE

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La presente guía está dirigida a alumnos que cursan el bachillerato en su modalidad mixta autoplaneada. El objetivo de la elaboración de esta guía de estudio es que el alumno pueda tener ideas claras y nítidas, y sea un vehículo de comunicación y discusión entre sus compañeros. Ahora las ideas deben ser, además de claras y nítidas, útiles y benefactoras para el alumno en su paso por la vida.

Difícil es hoy en día exigirle claridad, nitidez, utilidad e inmediatez al discurso que tiene como referencia los derechos humanos, la dimensión de persona, pues son muchas las disciplinas que reclaman la autoridad sobre la materia: la política no menor que el derecho, la moral y diversos ámbitos de la filosofía.

La escolástica acuñara la definición de persona como substancia individual de la naturaleza intelectual. El siglo XX agregará que la conciencia de sí reconoce la conciencia del otro.

Si soy persona, es porque reconozco serlo entre otras personas, si tengo conciencia de actuar es un concierto de agentes, y si sé que me motivan determinados intereses, es el entendido que hay otros seres que también tienen intereses porque actúan, porque fundamentan mi conciencia de ser persona, porque son personas.

El hombre es el forjador de su propio destino, la existencia muda de toda semilla esencial, el relativismo que nos dio la física y que sólo supimos transformar en timidez intelectual y en tibieza moral, todo ello y mucho más le ha producido a la humanidad una escisión profunda y al parecer definitiva, entre los seres humanos que son competentes y los que no lo son.

La exposición del ser humano al universo es un suceso biológico, la apertura al mundo un desarrollo educacional, el plan existencial es la transformación de potencialidades en actualidades o, si se prefiere, de deseos en intenciones de acción.

La persona, es el producto de una gestación una evolución y una realización, y desgastarse o ser cohibido, dando lugar a seres humanos expósitos al universo pero incapaces de hacerse un mundo menos aún de plasmar su propia existencia. El ser humano de origen y constitución tripartita, es decir, cuerpo, alma y razón.

Ser del ser que se predica lo excelso, ser que amalgama existencia y esencia. Así, la persona, de gran importancia en este mundo es como substancia individual de naturaleza intelectual. Es de esperar que la apertura a la ventana del siglo XXI, recobre la paciencia para no perder para siempre la dimensión trascendental y se amplíe el horizonte del hombre para llegar a lograr la felicidad anhelada, que todo hombre persigue desde siempre.

INTRODUCCIÓN

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BLOQUE I

Etimológicamente, el término filosofía viene del griego fileo= amor y sofía = sabiduría. (Amor a

la sabiduría).

Desde muy antiguo, los griegos que estudiaban las cosas de

la naturaleza y la divinidad se llamaban a sí mismos sofos, es

decir, sabios; y se cuenta, que habiendo preguntado una vez a

Protágoras acerca de su oficio, respondió con gran sencillez que

él no era sabio (sofos) sino amante de la sabiduría (filósofo).

Aunque este episodio no deja de ser una anécdota no

comprobada históricamente, la palabra filosofía como amor a

la sabiduría ha sido universalmente aceptada por su

adecuación al más hondo sentido del saber filosófico que está

tan lejos de la total ignorancia como de la total sabiduría pero

que, como veremos más adelante, se ocupa de los más altos saberes a los que puede llegar el

hombre. Filosofía es amor a la sabiduría y quienes procuran tener el saber filosófico son filósofos.

Amar a ésta es, como decía PLATON, algo intermedio entre poseerla y no poseerla.

Si el hombre se encuentra inmerso en un puro que hacer material sin tiempo ni lugar para la

consideración profunda y pausada, no es posible que se dé en él el filosofar. Para poder

interrogarse por las últimas causas de algo- su primer principio, su último fin, la razón más

profunda de su ser, etc.- se necesita una cierta paz, lo que Aristóteles llama " ocio", que posibilite

ese " ocio activo" de la mente que es el pensar con hondura.

Tanto, Platón como Aristóteles- el gran filósofo de Estagira (ciudad del norte de Gracia, cuna de

Aristóteles.)- hablaban de que era preciso un impulso que motivara el hombre a dedicarse a la

FILOSOFÍA: DISCIPLINA GLOBAL

¿QUÉ ES FILOSOFÍA?

EL FILOSOFAR

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actividad filosófica. Este impulso lo concretaban estos filósofos en la capacidad de asombro o

admiración.

La actitud de "ocio" activada por el asombro o admiración sólo se da en el hombre ya que,

también según el estagirita, es exclusivamente una tendencia natural del hombre hacia el saber,

hacia el afán de averiguar el ¿por qué? de las cosas.

El ocio no hay que interpretarlo como la actitud de no hacer nada; quien no hace nada, nada

hace, y tampoco piensa ni reflexiona. La persona ociosa no trabaja ni material ni

intelectualmente: no es posible que filosofe.

Tampoco puede filosofar quien no procura tener momentos de serenidad para meditar y para

contemplar su realidad y la de lo que le rodea, y, de este modo, poder admirarse, asombrarse y

preguntarse: ¿quién soy yo?; ¿muero yo igual que las plantas? ; ¿la rosa que estoy viendo está

más abierta que esta mañana, es la misma rosa o es otra?

Este proceso, de un ocio lleno de actividad pensante que conduce a la admiración o asombro

intelectual ante lo que desconozco y presiento como una serie de realidades escondidas para mí y

que deseo ir descubriendo, lleva, necesariamente, a formarse una serie de interrogantes y, el

pensar para resolverlos, ya que es una manera incipiente de

filosofar.

Aristóteles señala que la admiración es lo que impulsa a los

hombres a filosofar: empezando por admirarse de lo que les

sorprendía por extraño, avanzaron poco a poco y se

preguntaron por las vicisitudes de la luna y del sol, de los

astros y por el origen del universo". El admirarse impulsa a

conocer. En la admiración se cobra la conciencia del no saber.

El filosofar es como un despertar de la vinculación a las

necesidades de la vida. Este despertar tiene lugar mirando

desinteresadamente a las cosas, al cielo y al mundo, preguntando qué sea todo ello y de dónde

todo ello venga, preguntas cuya respuesta no serviría para nada útil, sino que resulta satisfactoria

por sí sola.

Una vez que he satisfecho mi asombro y admiración con el conocimiento de lo que existe,

pronto se anuncia la duda. Filosofando me apodero de la duda, intento hacerla radical, mas, o bien

gozándome en la negación mediante ella, que ya no respeta nada, pero que por su parte tampoco

logra dar un paso más o bien preguntándome dónde estará la certeza que escape a toda duda y

resista ante toda crítica honrada. ( Jaspers).

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La duda de Descartes " pienso luego existo" era para él

indudablemente cierta cuando dudaba de todo lo demás, pues ni

siquiera el perfecto engaño en materia de conocimiento, aquel que

quizá ni percibo, puedo engañarme acerca de mi existencia

mientras me engaño al pensar.

La duda se vuelve metódica la fuente del examen crítico de todo

conocimiento. De aquí que sin una duda radical, ningún verdadero

filosofar. Pero lo decisivo es cómo y dónde se conquista a través de

la duda misma el terreno de la certeza.

Jaspers señala diciendo que: "Estamos siempre en situaciones.

Las situaciones cambian, las ocasiones se suceden. Si éstas no se

aprovechan, no vuelven más. Puedo trabajar por hacer que cambie

la situación. Pero hay situaciones por su esencia permanentes, aun

cuando se altere su apariencia momentánea y se cubra de un velo

su poder sobrecogedor: no puedo menos que morir, ni de padecer,

ni de luchar, estoy sometido al ocaso, me hundo inevitablemente

en la culpa. Estas las llamamos límites. Quiere decirse que son

situaciones de las que no podemos salir y que no podemos alterar.

La conciencia de estas situaciones límites es después del asombro y de la duda el origen, más

profundo aún, de la filosofía. En la vida corriente huimos frecuentemente ante ellas cerrando los

ojos y haciendo como si no existieran. Olvidamos que tenemos que morir, olvidamos nuestro ser

culpables y nuestro estar entregados al ocaso. Entonces sólo tenemos que habérnoslas con las

situaciones concretas, que manejamos a nuestro gusto y a las que reaccionamos actuando según

planes en el mundo, impulsados por nuestros intereses vitales. A las situaciones límites

reaccionamos, en cambio, ya velándolas, ya, cuando nos damos cuenta realmente de ellas, con la

desesperación y con la reconstitución; Llegamos a ser nosotros mismos en una transformación de

la conciencia de nuestro ser.

Aunque la voz sofía, sabiduría, dejó de utilizarse casi por completo, no dejan de tener razones

quienes empezaron por llamar de esa manera a la filosofía y quienes, aunque esporádicamente, le

daban ese nombre en la Edad Media.

En la antigüedad se llamaba sabiduría, con palabras de Cicerón (político pensador y orador

romano, a "la ciencia de las cosas divinas y humanas y de sus causas". Los filósofos y poetas

griegos incluían en la sofía sus conocimientos, habilidades y destrezas. Durante muchos siglos,

LA FILOSOFÍA COMO SABIDURÍA

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todo el saber se unificaba en un todo del que, poco a poco, se fueron separando las distintas

ciencias.

Sobre el saber filosófico dice Balmes (Filósofo español.1810- 1848) en su Historia de la Filosofía:

"Existe algo. ¿Cómo lo sabemos? ¿Cuáles son nuestros medios de percepción? (...) ¿Qué cosas

existentes conocemos? ¿Cuál es la naturaleza de ellas? ¿Qué relaciones tienen entre sí? ¿Tienen

origen? ¿Cuál es? ¿Tienen un fin? ¿Cuál es? Estas son cuestiones que se ofrecen a la filosofía…

¿Existo? ¿Qué soy? ¿De dónde he salido? ¿Cuál es mi destino? ¿Quién se atreverá a decir que

éstas son cuestiones de poca importancia y que no merecen nuestra atención? Si esto no es

importante, ¿dónde está la importancia? Si esto no es digno de ocupar al hombre, ¿dónde se

hallará algo que lo sea …

Donde hay un hombre que piensa sobre un objeto inquiriendo

su naturaleza, sus causas, sus relaciones, su origen, su fin, allí hay

un filósofo. Donde hay dos hombres que se comunican

recíprocamente sus ideas, que se ilustran o se contradicen, se

ponen de acuerdo o disienten, allí hay discusión filosófica."

(Balmes).

Las palabras de Balmes nos hacen pensar que, indudablemente,

la filosofía aún hoy día, tiene algo de sabiduría humana que la sitúa

por encima de las otras ciencias, que tiene que ver con la misma

naturaleza humana que se siente atraída por las causas y motivos

más recónditos de las verdades acerca de las cuestiones que implican respuestas trascendentes.

Filosofar es una actividad exclusiva del hombre y " es indigno del hombre no buscar una ciencia

a la que pueda aspirar" dice Aristóteles, pues, continúa diciendo el filósofo en su Ética a Nicómaco,

"no debemos limitarnos como algunos pretenden, a los conocimientos y sentimientos

exclusivamente humanos, ni reducirnos, porque seamos mortales, a una condición mortal; es

menester, por el contrario que ,en lo que depende de nosotros, superemos los límites de una

condición moral y nos esforcemos por vivir conforme a lo mejor que en nosotros existe".

Por tanto, el nombre de filosofía como amor y tendencia a la sabiduría, guarda íntima relación

con la Sofía- sabiduría.

Los textos de Aristóteles, como el de Balmes, nos señalan que la actitud filosófica existe de

hecho y que es propia, inherente al hombre, que filosofa por su misma naturaleza.

FINALIDAD DE LA FILOSOFÍA

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¿Pero este saber tiene algún objeto? Esa justificación, como dice Pilar Fernández, hay que

mirarla desde dos ángulos de vista, que nos darán dos diversas perspectivas. En primer lugar, algo

se justifica cuando, como dice Julián Marías en su Introducción a la Filosofía, alguien necesita

resolver un problema, remover un obstáculo que se le presenta delante y, ese algo, da una

respuesta positiva a aquella necesidad.

Este último caso, es el de la filosofía que se busca por sí misma y no por su utilidad. La Filosofía

no ha inventado ni investigará nada que favorezca el progreso del hombre, si ese progreso se

toma como un avance en la conquista física de la naturaleza para un mejor vivir. Desde este punto

de vista, la filosofía es inútil. Sin embargo, la utilidad es un valor que no es precisamente el

supremo en la jerarquía de los valores. Por tanto, la inutilidad pragmática de la filosofía no niega

en absoluto su justificación.

La justificación de la filosofía hunde sus raíces más profundas en el hecho de que la filosofía no

es un medio para alcanzar una utilidad, sino que tiene una finalidad por sí misma. Esta finalidad

pertenece al orden especulativo- el de pensar- no al de lo pragmático. La filosofía como se dice

comúnmente, tiene su finalidad en sí misma.

Lo más humano que tiene el hombre es la inteligencia

que tiene una tendencia a la verdad y la voluntad que

tiende al bien que le presenta la inteligencia como tal

bien. La filosofía proporciona el conocimiento de la

realidad y del bien, y da sentido y dirección a la vida del

hombre al colmar su sed de conocer y al mostrarle el

camino hacia el bien.

El hombre por más elemental que sea, filosofa,

aunque no sea de una manera sistemática, rigurosa, cuando se pregunta por las realidades que le

rodean y, más todavía, por el significado de su propia realidad.

El hombre es naturalmente trascendente, es decir, necesita ir más allá de lo que le muestran

sus sentidos y aquietar su tendencia al saber profundo de las cosas y de sí mismo. La filosofía da

respuestas a esos requerimientos y sitúa al hombre en el plano humano que le corresponde

elevándolo por encima de su vida vegetativa- comer, dormir, crecer,- y de su vida animal - oler, oír,

tocar.

No es ésta la máxima elevación del hombre, ya que ésta es la que lo eleva a la vida sobrenatural

por un don gratuito de Dios pero, en el nivel de lo puramente natural, sí es la plenitud de su ser

hombre.

El filósofo investiga el conjunto de la realidad en su naturaleza esencial y los principios que

hacen posible la verdadera ciencia. Filosofía es el primerísimo de los saberes, aquél del cual todos

los otros dependen,” la ciencia que estudia el ser en cuanto ser y las propiedades que le son

inherentes".

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Desde la Antigüedad se señala como origen del filosofar la admiración, la extrañeza. En efecto,

la mera presencia y la ordinaria frecuentación de las cosas pueden suscitar un interés cognoscitivo

que procure descubrir sus modos y comportamientos; pero la radicalización de ese interés hasta el

punto de convertirse en la postura filosófica sólo es posible cuando las cosas, aun las más

habituales y cotidianas, nos admiran y sorprenden, nos persuaden de que así como son podrían no

ser, de que maneras y atributos podrían ser diferentes de como son. En suma, una radical

problematización, un ponerlo todo en cuestión (en duda), es la condición primera del filosofar. Sin

embargo , en la postura ordinaria o no filosófica nos hallamos habituados a las cosas tal como se

nos manifiestan; nos parece natural que el mundo , sea como es, lo aceptamos implícitamente y

sólo nos preocupa especificar sus modos y aspectos en la medida conveniente para orientarnos en

él para acomodar nuestra vida a su realidad patente. En la posición filosófica, en cambio, nada nos

parece normal y justificado por el mero hecho su existencia; lo ponemos todo en discusión porque

todo se nos aparece de primera intención discutible y como tal lo mantenemos mientras no nos

ofrezca sus razones o justificaciones. Es así que, el primer paso del filosofar consiste en extrañarse

de lo dado, de lo espontáneamente conocido, en una doble significación de esta palabra "

extrañarse": como extrañeza o sorpresa de que las cosas sean y de que sean como son, y como un

extrañamiento como externo y ajeno a nosotros, como realidad respecto a la cual hemos

suprimido todos los lazos que nos ataban a ella y que podemos ver por lo tanto con ojos nuevos y

limpios, como si de repente se alzara ante nosotros . El filósofo se extraña, pues, de la realidad

para convertirla en problema, suprime su ordinario trato con ella para verla tal como es.

Desde otro punto de vista, se dice que la filosofía es saber sin supuestos, esto es, un saber que

no reconoce ninguna presuposición, ninguna base admitida de antemano. Esto la distingue de la

ciencia, en la cual se aceptan supuestos comprobados.

En el saber vulgar, la realidad tal como nos es dada es el supuesto más general. En el saber

científico, se presupone la existencia del mundo, la del espacio y el tiempo, la capacidad

cognoscitiva de la razón y la validez de los grandes métodos. La filosofía convierte todo esto en

problema, con muy distintas soluciones.

El diálogo ha sido con frecuencia una forma de

expresión filosófica o científico- filosófica; ejemplos al

respecto hallamos en Platón, San Agustín, Cicerón,

Galileo, Berkeley, Hume y, por supuesto, Sócrates (a

través de Platón). A veces la forma de diálogo se halla

oculta en un aparente discurso continuo. Así se ve en

Plotino, que se pregunta y se responde a sí mismo con

frecuencia en forma "dialógica".

El diálogo filosófico no es una forma literaria entre

otras que pudiesen igualmente adoptarse; responde a

un modo de pensar esencialmente no "dogmático",

esto es, a un modo de pensar que procede

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"dialécticamente". Por eso hay una estrecha relación entre estructura dialógica y estructura

dialéctica del pensar. Según Platón, el que sabe preguntar y responder es el práctico o especialista

del diálogo, esto es, el "dialéctico", Platón sostiene que la contemplación por el alma de la realidad

inteligible es efecto del conocimiento del "arte del diálogo" ,el cual es distinto, y hasta opuesto, a

la controversia sofística, donde el diálogo es mera disputa y no proceso cognoscitivo. En el proceso

dialógica o dialéctico hay división y generalización: el diálogo es un método riguroso de

conceptualización. Hay que distinguir el diálogo falso (calificado de "monólogo") es aquel en el

cual los hombres creen que se comunican mutuamente, cuando lo único que hacen en verdad es

alejarse unos de otros. La otra forma de diálogo es el auténtico, (implique o no comunicación por

medio de palabras) es aquel en el cual se establece una relación viva entre personas como

personas.

La noción de diálogo ocupa un lugar central en varias direcciones de la hermenéutica

contemporánea. Collingwood había ya puesto de relieve que un problema no puede resolverse si

no se entiende, y no se entiende si no se sabe qué clase de cuestión plantea. La pregunta y la

respuesta se hallan de este modo íntimamente vinculadas. Hans-Georg Gadamer- que ha

reconocido el precedente de Collingwood de una "lógica de la pregunta y la respuesta"- trata de

desarrollar esta lógica pero sin limitarla a la comprensión del pasado histórico. Pregunta y

respuesta circulan, por así decirlo, dentro del diálogo hermenéutico y adquieren su sentido dentro

de este diálogo. Pero, además , la llamada " respuesta" no cierra el círculo, sino que lo abre de

nuevo, ya que entender ( comprender) una pregunta es, a su vez otra pregunta. Puede hablarse de

una "dialéctica de la pregunta y la respuesta".

Esta dialéctica es un intercambio entre un sujeto que pregunta y un "objeto" que se desvela o

revela al sujeto, pero sólo porque el sujeto está, por así decirlo, dispuesto a escuchar lo que el

"objeto" dice. El "decir" es una relación de la que el sujeto y el objeto son sólo abstracciones. El

diálogo resulta ser por ello un "acontecimiento"; su estructura lingüística es un reflejo de su

estructura ontológica.

Pasaremos a tratar "la duda", que significa primariamente

"vacilación", "irresolución", "perplejidad". Estas significaciones

se encuentran ya en el vocablo latino dubitatis. En la dubitatio

hay siempre (por los menos) dos proposiciones o tesis entre las

cuales la mente se siente fluctuante; va, en efecto, de una a

otra sin detenerse. Por este motivo, la duda no significa falta

de creencia, sino indecisión con respecto a la creencia. En la

duda hay un estado de suspensión del juicio. Puede decirse,

pues, que la duda es la actitud propia del escéptico, siempre

que entendamos a éste en nada, sino como el que pone entre

paréntesis sus juicios en vista de la imposibilidad en que se

halla de decidirse.

Dentro de esta significación general, la duda- o mejor dicho,

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el estado de duda puede entenderse de varios modos. Estas se reducen a los siguientes:

1) la duda como actitud;

2) la duda como método y

3) la duda como elemento necesario para la fe.

La duda como actitud es frecuente entre los escépticos griegos y los renacentistas. Es también

bastante habitual entre quienes, sin pretender forjar ninguna filosofía, se niegan a adherirse a

cualquier creencia firme y específica o consideran que no hay ninguna proposición cuya validez

pueda ser probada de modo suficiente para engendrar una convicción completa.

La duda como método ha sido empleada por muchos filósofos. Hasta se ha dicho que el método

filosófico por excelencia en tanto que la filosofía consiste en poner en claro todo género de

"supuestos" - lo cual no puede hacerse sin someterlos a la duda. Sin embargo, solamente en

algunos casos se ha adoptado explícitamente la duda como método. Entre ellos sobresalen San

Agustín y Descartes: el primero en la proposición Si fallor, sum, por la que aparece como indudable

la existencia del sujeto que yerra; el segundo en la proposición Cogito ergo sum, por la que queda

asegurada la existencia del yo dubitante. En estos ejemplos puede decirse que la duda es un punto

de partida, ya que la evidencia (del yo) surge del propio acto del dudar, de la reducción del

pensamiento de la duda al hecho fundamental y aparentemente innegable que alguien piensa al

dudar.

La duda como elemento necesario a la fe consiste en suponer que la fe auténtica no es un mero

creer en algo a ojos cerrados, sino un creer acompañado de la duda y en gran medida alimentado

por la duda. Unamuno destaca entre ellos. Según Unamuno, en efecto, una fe que no vacila no es

una fe: es un mero automatismo psicológico. Por consiguiente, en esta idea de la duda la fe y la

duda son inseparables.

La capacidad de pensar, reflexionar y aún más una reflexión filosófica, nos ha hecho libre al

hombre, hecho que interrumpe el cortocircuito de la respuesta inmediata al estímulo inmediato

(que hoy es, ante todo, un estímulo artificial: la propaganda).

Pero nadie inventa el pensamiento: pensamos con palabras aprendidas y cargadas de

significaciones seculares. Nuestra mente es muy antigua- hasta demasiada antigua-, aunque ella

misma la ignore.

Toda una larga tradición revive en cada palabra que se pronuncia. ¿Cómo, entonces, puede

desencadenarse un pensamiento creativo? Sólo, quizá, tomando conciencia de esa tradición que

nos conduce, para poder criticarla y asumirla o rechazarla. La Historia de la Filosofía muestra que

los mayores filósofos hicieron así. El valor de esta historia no consiste, pues, en que lo sea "del

pasado", sino de las raíces "del presente". Es una arqueología que nos hace conocer el suelo que

pisamos.

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En otras palabras el sentido es la liberación del pensamiento hacia el futuro a través de la

indagación de los primitivos veneros que lo alimentan; naturalmente es una tarea compleja.

Nietzsche escribió que "nunca un filósofo ha expresado en libros sus opiniones auténticas y

últimas: ¿no se escriben libros precisamente para ocultar lo que escondemos dentro de nosotros?

Toda filosofía esconde también una filosofía; toda opinión es también un escondite; toda palabra,

también una máscara". Por tanto, nunca se llega hasta el fondo, y toda interpretación es

provisional. Todo libro- también éste- crea una trampa: la de inducir a creer que "ya está todo

dicho", y como es sólo un libro sobre otros libros, únicamente debe encaminar hacia la lectura de

estos últimos, los de los filósofos sobre los que en él se habla.

Para una adecuada reflexión filosófica debemos situar la filosofía en su contexto cultural, tener

conocimiento del autor (es), que se consideran fundamentales. Comprender su propio

pensamiento. Ir a la lectura de la obra (as) fundamentales etc. Ningún filósofo puede sentirse

satisfecho al concluir - de momento- su obra. Únicamente le cabe formular el deseo de que no

haya añadido "una máscara más".

La Filosofía es ciencia porque es un conocimiento cierto por causas .Pero al dar su definición,

decíamos también que estudia todas las cosas por sus causas últimas. Por tanto, el objeto de la

filosofía son todas las cosas no alguna o algunas, y las estudia por sus causas más hondas, no por

las cercanas y próximas.

Estos dos rasgos distinguen a la filosofía de todas las

demás ciencias llamadas particulares. Cada una de las

ciencias particulares estudia una cosa concreta- la

botánica, las plantas; la geografía, la tierra; la

mineralogía, los minerales- ésta es la razón de que se las

llame ciencias particulares.

El campo de la filosofía es todas las cosas; le interesa

todo lo que es por el hecho de ser. La Filosofía puede

estudiar los minerales y la tierra y las plantas pero no en

cuantos minerales, tierra o plantas, sino en cuantas

cosas que son.

Así, por el objeto que estudia- todos los seres- y por cómo lo estudia - en sus últimas causas- , la

filosofía es un saber fundamental y unificador. Es fundamental porque pone los fundamentos a

todas las demás ciencias ya que, al estudiar todas las cosas las demás ciencias ya que, al

estudiarlas todas en su ser, indaga en los principios que rigen al ser y, por tanto, a todas las cosas

que son y, al estudiar las características del ser en general o de alguna clase específica de seres ,lo

FILOSOFÍA Y CIENCIAS PARTICULARES

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hará en sus causas o razones últimas que están en la base y constituyen el cimiento de todo lo que

puedan decir las ciencias particulares.

Un ejemplo clarificará lo que acaba de decir. El primer principio que implica la filosofía es el de

no-contradicción que se enuncia diciendo que una cosa no puede ser otra distinta ni ser de otro

modo al mismo tiempo y bajo un mismo aspecto. Pues bien, como todo lo que es está cobijado

por él y como el objeto de cualquier ciencia es un ser- de la clase que sea pero ser- porque no se

estudia lo que no es, todo está sujeto a este principio. Si se negara al principio de no-contradicción

no podría existir ninguna ciencia puesto que cualquier cosa podría ser al mismo tiempo que otra,

podría comportarse de un modo y, al mismo tiempo y considerado desde el mismo punto de vista,

de otro diferente.

Por tanto, se concluye que el principio filosófico de no- contradicción está presente en la

investigación de cualquier ciencia y es fundamento de todos los conocimientos aunque no siempre

seamos conscientes del mismo.

Es éste saber unificador, porque aunque los objetos de las diversas ciencias son también muy

distintos todos son y se atienen fundamentalmente a lo que caracteriza al ser. Todos los

conocimientos que tiene o puede llegar a tener el hombre, el último término, han de estar de

acuerdo con la filosofía que estudia todas las cosas en sus causas más profundas.

En el pasar histórico muchas veces se ha querido y se sigue queriendo negar, o por lo menos

disminuir, el valor de la filosofía en general o de alguna de sus partes. Esta actitud lleva siempre a

errores en el conocimiento de la verdad y a desórdenes en la aplicación práctica de esta verdad.

Del saber filosófico, saber fundamental y unificador de todos los otros saberes, se puede decir

que es la ciencia más alta a que puede llegar el conocimiento humano con las luces de la razón.

Precisamente, por la altura y dignidad del saber filosófico, es conveniente confrontarlo con otro

tipo de saber que es el teológico. Para ellos explicaremos ciertos términos como el de teología y

fe, y su relación con la filosofía.

La teología es una ciencia cuyo objeto es Dios. Por ser ciencia, está conformada por un conjunto

de conocimientos que exigen ser elaborados con rigor, expuestos con precisión y estudiados con

seriedad.

La filosofía es ciencia autónoma con vía de

conocimiento, método y objeto propios.

La teología se sirve de datos que le proporciona la

filosofía; utiliza terminología filosófica para hablar de

verdades sobrenaturales - como persona, naturaleza

subsistencia, causa, efecto, cantidad, relación - . La

teología parte siempre de los datos revelados y, sobre

ellos, piensa, razona, saca conclusiones y usa los principios filosóficos poniéndolos a su servicio. En

ese sentido, decía Santo Tomás que la filosofía es esclava de la teología.

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La verdad es una en contraposición con el error que es múltiple y puede llegar hasta el infinito.

El ejemplo que sigue dará claridad a esta afirmación.

Si pensamos que una cinta es roja y nuestro pensamiento está de acuerdo con la realidad, esa

noción mental será cierta y esa será la única verdad sobre el color de la cinta. No puede haber otra

verdad porque no estaría de acuerdo con la realidad. En cambio, el error, en este caso y en todos,

es múltiple - hasta el infinito- pues se puede afirmar que la cinta es verde, azul, blanca, negra, gris,

o de cualquier otro color, y todas estas afirmaciones serán erróneas porque no coinciden con la

realidad. Hay conocimientos naturales, entre los que se incluyen los de la filosofía, y hay

conocimientos sobrenaturales, propios de la teología, que le llegan a través de la Revelación hecha

por Dios al hombre que, sin ir contra los primeros, están por encima de aquéllos.

Aunque la verdad es una, se puede llegar a ella por distintos caminos: por los sentidos, por la

razón, por la fe. El camino utilizado por la filosofía es el de la razón el propio de la teología es, la fe

aunque le puede ayudar, y de hecho le ayuda la razón.

La razón nos lleva, en la filosofía, al conocimiento de algunas verdades sobrenaturales como la

existencia de Dios y sus atributos, y la existencia e inmortalidad del alma humana. Sin embargo,

hay otras muchas verdades sobrenaturales como los misterios de la Santísima Trinidad y de la

Encarnación del Hijo de Dios a las que nunca

hubiéramos podido llagar por medio de la razón. A

estas verdades se llega por la fe.

La fe, el camino de conocimiento peculiar de la

teología, es una virtud sobrenatural infundida por

Dios en el alma por la cual creemos todo lo que Dios

ha revelado fundándonos en la autoridad de Dios -

infinitamente sabio, santo y omnipotente- que no

puede engañarse ni engañarnos.

Tanto la razón como la fe son caminos para llegar a la verdad. La fe nos da una certeza mayor

que la razón ya que Dios no puede engañarse ni engañar y la razón humana, como todo lo del

hombre, es limitada e imperfecta se equivoca.

Es cierto que el conocimiento que proporciona la fe no es evidente cuando se trata de misterios

como los mencionados anteriormente- Santísima Trinidad y Encarnación- pero no ser evidentes no

equivale a ser falsos. Tampoco es evidente para nosotros que existiera Alejandro Magno y, fiados

en la autoridad de los historiadores, estamos seguros de su existencia. Creer en lo que Dios nos

revela, aunque no es evidente es razonable por la firmeza de su cimiento- la autoridad divina- .

Si algo es verdad por la fe no es posible que filosóficamente sea verdadera una conclusión

contraria. Es más, si ocurre esto, podemos tener la seguridad de que en algún momento de

nuestro raciocinio filosófico- o científico en su caso- caímos en el error..... De lo que no es posible

dudar es de la verdad revelada.

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Los conocimientos de razón y fe - filosofía o cualquier otra ciencia y teología- son diferentes

pero no contradictorios. La razón es la vía de conocimiento propia de la filosofía, la fe es la que

corresponde a la teología .Razón y fe nos conducen a la misma meta- la verdad- aunque por

caminos distintos. Ambos conocimientos se complementan y la fe perfecciona a la razón porque

puede llegar más lejos- a misterios sobrenaturales que la razón no alcanza-. Concluimos que

teología y filosofía son dos ciencias distintas pero no contradictorias.

Al hablar de teología nos estamos refiriendo a la teología sobrenatural que trata de las

verdades revelados por Dios. Hay una teología natural o teodicea que es una parte de la filosofía.

La teología natural, por ser filosofía, llega a Dios por la razón como causa primera de todos los

seres finitos: es decir, por un modo de conocimientos y con un método filosófico.

Aristóteles establece y acuña las denominaciones de " filosofía primera" y " filosofías segundas"

La filosofía primera ,más que una ciencia entre otras era, en efecto, la forma más perfecta de las

ciencias, la filosofía pura y simplemente dicha, sin restricciones de ninguna especie, pues se

ocupaba, de todo ente precisamente en tanto que ente . A diferencia de las filosofías segundas

eran modalidades "relativas" de la noción de ciencia, formas imperfectas, declinadas, de esta

misma noción, ya que no se ocupaban de todo cuanto es apto para ser estudiado por "la ciencia",

sino que restringían cada cual a su modo, el alcance de ésta, limitándola a un tipo determinado de

entes y no indagaban, en consecuencia, las más profundas y universales causas, sino tan sólo las

concernientes a sus respectivos objetos. En este sentido cabe, pues hablar de alguna forma, ya

entre los filósofos antiguos, de la distinción entre filosofía y ciencias particulares, pero no a la

manera, hoy generalizada, según la cual se trataría de una propia y formal diversidad entre el

conocimiento filosófico y meramente científico, pues la filosofía primera y las segundas coincidían

precisamente en eso: en ser filosofía, que era entonces lo mismo que decir que convenían en ser

ciencias.

Con la aparición de la teología de la fe el organismo del conocimiento científico se reagrupó de

otra manera. El saber filosófico, aun conservando sus internas divisiones, hubo de ser

contrapuesto, no sólo como ciencia, a los conocimientos y opiniones vulgares, sino también, en

cuanto ciencia meramente natural, a la sabiduría teológica, fundamentada en datos revelados. La

división consistió, dentro de la ciencia, en distinguir los conocimientos puramente racionales, de

los sobrenaturales y especialmente divinos.

Cabe señalar, que las ciencias particulares (filosofías segundas), disciplinas filosóficas, distintas

de la filosofía primera, no constituyen ciencias enteramente independientes de ésta.

Todas ellas se subordinan a la metafísica y se benefician de sus principios; por ende, es

necesario antes de estudiarlas, se conozca la ciencia metafísica de una manera explícita y formal :

basta con la germinal aprehensión de ella que hay en el uso espontáneo de nuestro

entendimiento.

De la autonomía que hablan las ciencias particulares, no es, simplemente, la independencia de

cada una de ellas respecto a las otras. Lo que esencial y propiamente la define es la independencia

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respecto a la metafísica; " y ello hace explicable que, siendo ésta la filosofía por excelencia, los

saberes " autónomos" , típicos de la Edad Moderna, se constituyan como afilosóficos, e incluso se

hallen, en ocasiones , en una esencial y constitutiva tensión u oposición con la filosofía.

Realiza lo que se te pide a continuación.

1. ¿Cuál es el significado Etimológico de Filosofía? ________________________________________________________________________________ 2. ¿En qué consiste el Filosofar? ________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 3. Explica con tus palabras cual es la finalidad de la filosofía ________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 4. ¿Qué es el dialogo filosófico y en que consiste la dialéctica? ________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 5. ¿Qué es la duda? Explica brevemente los estados de la duda. ________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 6. Realiza en tu cuaderno una síntesis del tema FILOSOFIA Y CIENCIAS PARTICULARES

ACTIVIDADES

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BLOQUE II

Se pensó durante mucho tiempo que la filosofía había sido una invención exclusiva de los

griegos, pero sin embargo se reconoce que en la India y en China existió un pensamiento filosófico

desde muy antiguo, y con un contenido muy distinto del pensamiento occidental, y en segundo

lugar, se está de acuerdo en que la filosofía aparece en Grecia como producto de una lenta

evolución.

Buscando antecedentes y orígenes del pensamiento griego, podemos decir, en primer lugar, la

religión, tal y como aparece en los poemas homéricos-

fuertemente antropomórfica (dioses representados bajo

forma humana y se expresaba mediante mitos (narraciones

simbólicas). La filosofía había supuesto "el paso del mito al

logos"; es decir sería la substitución del mito por la reflexión

racional. Pero ya en los poemas de Homero y Escindo

aparecen realidades no antropomórficas en las que se ha

visto un antecedente de las afirmaciones de los primeros

filósofos griegos.

Homero dice, que el Océano es el "generador de dioses" y

la "génesis de todas las cosas", afirmación que Aristóteles

considera como un posible antecedente de Tales. Para Hesíodo, la génesis de los dioses (teogonía)

es precedida por una génesis de elementos abstractos (cosmogonía): antes que nada nació Caos,

después Gea (la tierra), de ancho seno, asiento firme de todas las cosas para siempre, Tártaro, el

tenebroso, en un rincón de la tierra de anchos caminos, y Eros, que es el más hermoso entre los

dioses inmortales" . El mundo surge mediante una separación entre el cielo (Urano,) y la tierra,

apareciendo luego el amor (Eros) como fuerza unitiva.

Aquí están los principios fundamentales con los cuales van a trabajar los primeros filósofos: un

estado original de indistinción, una separación en parejas de contrarios, una conexión y mezcla

posterior de los contrarios. En síntesis: ya en las exposiciones de la mitología griega apuntan los

EL PENSAMIENTO CLÁSICO GRIEGO

ANTECEDENTES DE LA FILOSOFÍA GRIEGA

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inicios de una cosmología no antropomórfica; la filosofía dará un paso adelante, pero en

continuidad con la religión.

En segundo lugar, hay que mencionar a los "sabios" (sophói) de los siglos VII-VI. La referencia

más antigua se encuentra en Platón.

Muchos comprendieron que "laconizar" consistía... en cultivar la gimnasia en lugar de dedicarse

a la filosofía, cayendo en la cuenta de que decir palabras de este tipo era obra de un hombre

perfectamente formado. Entre éstos se contaron de Mileto, Pittaco de Mitilene, Bías de Priene,

nuestro Solón, Cleóbulo de Lindos, Misón de Quenea y el Séptimon, Quilón de Lacedonia, como

suele decirse.... Prueba de su saber en este estilo son los dichos breves y dignos de memoria que

cada uno de ellos pronunció cuando, reunidos en Delfos, quisieron ofrecer a Apolo, en su templo,

las primicias de su sabiduría y le consagraron las inscripciones que todo el mundo repite:

"conócete a ti mismo" y " nada en demasía" (Protágoras).

Se trata, de una sabiduría "gnómica" (gnóme: máxima), apta para ser asimilada por el pueblo y

responder a las necesidades de orientación ética y política en una época de profundas alteraciones

políticas, económicas y sociales. En ella triunfa la reflexión, acerca del individuo y la sociedad, que

está ya muy cerca de la filosofía. De hecho el primero que se cita en la lista de los siete "sabios" es

también el primero de los filósofos. Tales de Mileto. En la misma línea se sitúan los poetas líricos

de los siglos VII-VI.

El poeta está , por un lado , cerca del sacerdote y del adivino; por otro, cerca del filósofo: y es

que la sabiduría el poeta se refiere efectivamente al pasado y a la vez a la esencia de las cosas ,de

la cual se deduce cuál va a ser el futuro...

Está la probable relación con la ciencia egipcia y babilónica .En realidad, entre los mismos

filósofos griegos encontramos la idea de que el pensamiento griego tiene un origen oriental; pero

los testimonios más abundantes son de época tardía (neopitagóricos y neoplatónicos). Se afirma,

por ejemplo, que Tales era de origen fenicio, que viajó al Asia y que tomó sus ideas de los

sacerdotes egipcios. En la actualidad, es una cuestión discutida. Para algunos, no se puede hablar

propiamente de una "ciencia" oriental, sino únicamente de técnicas concretas; por otro lado, la

influencia de estas técnicas - matemáticas o astronómicas - en Grecia no pueden ser demostradas.

Aunque la aparición de la filosofía en Grecia (y en aquel momento todavía la filosofía y la

ciencia eran una misma cosa) no fuera un "milagro", sí supuso una trascendental paso hacia

adelante: supuso la superación de los mitos antropomórficos y de la inteligencia práctica técnica,

en favor de una reflexión que maneja entidades abstracta y que es de carácter teórico y general.

Este paso fue dado, en Occidente, únicamente por los griegos. ¿Por qué precisamente ellos? Si

no se quiere recurrir a una idea tan vaga como "el genio del espíritu griego", no hay más remedio

que echar mano de una explicación más sociológica.

"La filosofía es hija de la ciudad y de la democracia" (F.Chatelet). La ciudad griega, la polis, hizo

posible la filosofía. Entre ciudadanos libres, que "no reconocen más amos que las leyes a las que

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han consentido, que discuten en común las decisiones que se han de tomar, que aceptan para

resolver los asuntos privados el arbitraje de los tribunales y que no aceptan más denominación

que la de un príncipe abstracto y público, plenamente inteligible: la ley, el " nomos" . Ni en las

civilizaciones rurales ni en los grandes imperios asiáticos - en los que domina la arbitrariedad del

soberano - pudo surgir filosofía alguna. La ley escrita supuso ya un elevado grado de abstracción,

un punto de referencia racional el cual se puede discutir.

A los primeros filósofos se les suele conocer con el nombre de "filósofos presocráticos". Pero la

denominación es desafortunada.

¿Filósofos? Los más antiguos fueron llamados con el nombre de "sabios". Y "sabios" eran

llamados también los poetas, los evidentes, los artistas y los médicos.

Pitágoras fue al parecer quién inventó la palabra "filósofosa" (= amante y buscador de la

sabiduría o sophía), al afirmar que "ninguno de los hombres es sabio, sino sólo Dios", y que el

hombre, no puede ser llamado sofós, sino únicamente filo-sofós. Parece ser que fue en el círculo

socrático donde el término recibió su significación definitiva actual. Estos hombres son también

técnicos, científicos, políticos y, a veces, hasta magos y taumaturgos. Hombres "universales", por

tanto.

¿Presocráticos? Cronológicamente, no todos lo fueron: algunos son contemporáneos de

Sócrates y Demócrito murió mucho más tarde. Doctrinalmente, menos todavía. Sócrates realiza

una auténtica ruptura con todos ellos: otros intereses filosóficos, otros temas, otro método.

Simplemente son los "primeros filósofos".

Características de los "primeros filósofos"

1.- Todos ellos viven en colonias de Jonia o Italia meridional, aunque debieron ser grandes

viajeros....

2.- Todos ellos se centran en el estudio de la Naturaleza... la filosofía pretende substituir a los

mitos, dando una respuesta racional al mismo problema que éstos pretendían resolver: el

problema de los orígenes. Los primeros filósofos buscan determinar el "principio" (arché) último y

eterno del que todo procede y del que todo se compone.

3.- Todos ellos debieron ser escritores- salvo, probablemente, Tales - , pero sus obras se han

perdido quedan sólo fragmentos citados por autores posteriores junto a interpretaciones que son

poco de fiar.

PENSAMIENTO PRESOCRÁTICO

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TRADICIONES FILOSÓFICAS

Es posible clasificar a los primeros filósofos en dos "familias" que responden a tradiciones

diferentes a saber:

1.- La tradición científica Jónica: Estos filósofos son llamados "físicos", su interés se centra en la

Naturaleza (physis). Sustituyen las representaciones antropomórficas de los mitos por elementos

naturales, y elaboran cosmologías de corte científico- filosófico. El renacimiento jónico fue un

movimiento de cultura popular, que encontró su oposición en la aristocracia que se apoyaba en

representaciones tradicionales del mundo, por ejemplo: hacían descender a sus familias de los

propios dioses. La expulsión de Anaxágoras de Atenas sería una prueba, de que la filosofía tiene

también consecuencias políticas.

2.- La tradición mística itálica: La tendencia de estos filósofos es "metafísica" (aunque la palabra

aún no existía todavía) y religiosa. Están en cierto modo influenciado por el movimiento órfico, o al

menos hay semejanzas con él. Pitágoras y su escuela son los principales representantes. Los

pitagóricos, además de cientistas, filósofos y místicos, representan un movimiento político de

carácter conservador. Parménides y su escuela - aunque diferentes al de los pitagóricos - se puede

incluir también aquí.

1.- TALES DE MILETO (624- 546 A.C)

Hombre inquieto y viajero, "sabios" de Grecia- fue matemático, astrónomo y político-, fama de

"sabio distraído", considerado por Aristóteles como "el primero de los físicos". Se sabe poco sobre

su pensamiento filosófico: que la tierra descansa sobre el agua y que el agua es el principio de

todas las cosas, y que todas las cosas están "llenas de dioses". Si

hacemos una interpretación, señala Aristóteles diríamos que para

Tales el "agua" es el "principio" (arché) de todo, esto significaría que

todas las cosas se componen de agua. Pero esta misteriosa

afirmación de que todas las cosas están "llenas de dioses", la

interpretación más aceptable es: esta physis que es el agua está

dotada de vida y movimiento propios; todo está, vivo y animado.

LOS FILOSOFOS DE JONIA

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2.- ANAXIMANDRO DE MILETO (610- 545 A.C)

No se tiene conocimiento de quién fue discípulo, pero es continuador

de Tales, fue el primero que escribió un libro "sobre la naturaleza", activo

ciudadano y se dedicó a múltiples investigaciones entre éstas se cuenta; el

mapa terrestre, trabajos para determinar la distancia y tamaño de las

estrellas y la afirmación de que la tierra es esférica y ocupa el centro del

mundo.

El principio de todas las cosas es el "ápeirón", que es "lo indefinido, lo

indeterminado". Con ello realiza avance respecto a Tales: se trata de un

elemento no empírico y, por su carácter indefinido -no es ni "esto" ni

"aquello -, permite explicar la derivación de todas las cosas mucho mejor que a partir de un

elemento determinado (como el agua). El "ápeirón” es "inmortal e indestructible", es decir,

"eterno y sin envejecimiento, no ha sido engendrado, pero de él "se engendran todas las cosas".

Anaximandro señala

"El principio (arché) de todas las cosas es el ápeirón. Ahora bien, a partir de donde hay

generación para las cosas, hacia allí se produce también la destrucción, según la necesidad; en

efecto, pagan las culpas unas a otras y la reparación de la injusticia, según el orden del tiempo"

Todo sale y vuelve al ápeirón según un ciclo necesario medido según períodos de tiempo de

carácter rítmico. Se discute si Anaximandro concibió la idea de innumerables mundos sucesivos

temporalmente, pero lo más probable es que no fuera así: ritmo de surgimiento y desaparición se

daría en el interior de un mismo mundo actual.

Pero en el final del fragmento es lo chocante, ya que en él se concibe el orden necesario del

mundo como un orden jurídico y moral ("pagar", "culpas", "reparación”,"injusticia"). Según

algunos señalan, que lo que quiso decir, es que toda existencia individual - en cuanto que nacer es

separarse de la unidad primitiva- y todo devenir son una usurpación y una injusticia que han de ser

pagadas con la muerte. Posiblemente lo que quería decir era que el "ápeirón" comienza a

separarse substancias opuestas entre sí; cuando una prevalece sobre la otra, se produce una

reacción que restablece el equilibrio. La alternativa de las estaciones: el calor y la sequedad del

verano son substituidos por el frío y la humedad del invierno.

En el ápeirón se separan -por proceso de rotación - lo frío y lo caliente. Lo frío y lo caliente. Lo

frío-húmedo ocupa el centro; en torno suyo gira una masa de fuego. El calor que se evapore una

parte del agua: surge la tierra seca y se forma una cortina de vapor (el cielo), por cuyos orificios se

vislumbra el fuego exterior (las estrellas). Los primeros animales surgieron del agua o del limo

calentado por el sol; del agua pasaron a la tierra. Los hombres descienden de los peces; quizás los

primeros hombres se criaron en el interior de algún tipo determinado de pez y - cuando ya tenían

edad para valerse por sí mismos- fueron arrojados a la tierra. Sorprendentes ideas que intentan

dar una explicación del origen del hombre.

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ANAXIMENES DE MILETO (585- 524 A.C)

Discípulo de Anaximandro, sostiene que el principio primordial

subyacente y único es infinito, pero determinado, manifestando

que el aire. Teofrasto escribió lo siguiente de Anaxímenes:

"El aire se diferencia en distintas substancias en virtud de la

rarefacción y la condensación. Por la rarefacción se convierte en

fuego; en cambio, condensándose, se transforma en viento,

después en nube, y, aún más condensado, en agua, en tierra más

tarde, y de ahí finalmente en piedra (según testimonio de

Teofrasto)

También Anaxímenes concibe el mundo como algo vivo: "De la misma manera que nuestra

alma, que es aire, nos sostiene, igualmente un soplo y el aire envuelven el mundo entero".

HERACLITO DE EFESO (544- 484 A.C)

Se sabe muy poco de su vida. Pertenecía a una familia

aristocrática de Éfeso, lo cual explicaría quizá su desprecio por la

sabiduría popular y las "opiniones" de los hombres. Heráclito ve

en un elemento determinado, el fuego, al arché del universo:

"Este mundo, el mismo para todos los seres, no lo ha creado

ninguno de los dioses o de los hombres, sino que fue, es y será

fuego eternamente vivo, que se enciende con medida y se apaga

con medida". No sólo las cosas individuales salen del fuego y

vuelven a él, sino que es el mundo entero el que perece en el fuego, para volver a renacer.

Aparece aquí la imagen del Eterno Retorno (que reaparece en Platón y los estoicos), así como la

idea de un "juicio universal". "Sobreviniendo el fuego, juzgará y condenará todas las cosas.

Lo que le confiere valor a la filosofía de Heráclito es la doctrina acerca de la contradicción y el

Logos.

El acontecer del mundo es un flujo permanente, todo está en movimiento:

"No es posible descender dos veces al mismo río, tocar dos veces una substancia mortal en el

mismo estado, sino que por el ímpetu y la velocidad de los cambios se dispersa y nuevamente se

reúne, y viene y desaparece".

Aquí constata un dato de la experiencia, no existe más que el "devenir" y no el "ser". Esta

permanente movilidad se funda en la estructura contradictoria de toda realidad, doctrina de los

opuestos "Dios es día-noche, invierno -verano, guerra-paz. Cambia como el fuego". La

contradicción y la discordia están en el origen de todas las cosas: "La guerra es el padre y el rey de

todas las cosas"; "conviene saber que la guerra es común a todas las cosas y que justicia es

discordia, y que todas las cosas sobrevienen por la discordia y la necesidad".

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PITÁGORAS Y LOS PITAGÓRICOS (582- 500 A.C.)

Filósofo y matemático griego, cuyas doctrinas influyeron mucho

en Platón. Nacido en la isla de Samos, Pitágoras fue instruido en las

enseñanzas de los primeros filósofos jonios Tales de Mileto,

Anaximandro y Anaxímenes. Se dice que Pitágoras había sido

condenado a exiliarse de Samos por su aversión a la tiranía de

Polícrates. Hacia el 530 a.C. se instaló en Crotona, una colonia

griega al sur de Italia, donde fundó un movimiento con propósitos

religiosos, políticos y filosóficos, conocido como pitagorismo. La

filosofía de Pitágoras se conoce sólo a través de la obra de sus

discípulos

Doctrinas básicas

Los pitagóricos asumieron ciertos misterios, similares en muchos puntos a los enigmas del

orfismo. Aconsejaban la obediencia y el silencio, la abstinencia de consumir alimentos, la sencillez

en el vestir y en las posesiones, y el hábito del autoanálisis. Los pitagóricos creían en la

inmortalidad y en la transmigración del alma. Se dice que el propio Pitágoras proclamaba que él

había sido Euphorbus, y combatido durante la guerra de Troya, y que le había sido permitido traer

a su vida terrenal la memoria de todas sus existencias previas.

Teoría de los números

Entre las amplias investigaciones matemáticas realizadas por los pitagóricos se encuentran sus

estudios de los números pares e impares y de los números primos y de los cuadrados, esenciales

en la teoría de los números. Desde este punto de vista aritmético, cultivaron el concepto de

número, que llegó a ser para ellos el principio crucial de toda proporción, orden y armonía en el

universo. A través de estos estudios, establecieron una base científica para las matemáticas. En

geometría el gran descubrimiento de la escuela fue el teorema de la hipotenusa, conocido como

teorema de Pitágoras, que establece que el cuadrado de la hipotenusa de un triángulo rectángulo

es igual a la suma de los cuadrados de los otros dos lados. Para los Pitagóricos, la ciencia estaba

estrechamente unida con la mística.

También creen que los elementos del número son lo par y lo impar, que de éstos el primero es

ilimitado y el segundo limitado, y que la unidad procede de ambos (porque es, a la vez, par e

impar), que el número procede de la unidad, y que todos los cielos, como se ha dicho, son

números.

Otros miembros de la misma escuela dicen que los principios son diez y los disponen por

columnas de pares coordinados:

FILOSOFOS DE LA ITALIA MERIDIONAL

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El pitagorismo tiene un contenido místico-religioso: doctrina de las transmigración de las almas

(en la que se observan notables similitudes de la transmigración de las almas (en la que se

observan similitudes con el orfismo) y, en consecuencias, afirmación de que existe un parentesco

entre todos los seres vivos (parece que Pitágoras creyó en la posibilidad de reencarnarse en una

planta, y no solamente en animales); creencia en un eterno retorno de los mismos

acontecimientos en ciclos cerrados. Además practicaban los pitagóricos, la abstinencia de la carne,

esto se puede explicar por el parentesco entre los seres vivos, así como normas rituales y morales.

En relación a la cosmología pitagórica hay diversas explicaciones, como a la vez explicaciones

globales del cosmos, que son por cierto difíciles de interpretar y comprender. Se dice que primero

existió la Unidad (= "límite", o lo ilimitado) rodeado por lo limitado; luego la unidad crece y se

escinde en dos; el vacío de lo ilimitado se introduce en medio y mantiene las dos partes separadas:

de este modo se originan el número 2 y la línea; después se generan el 3 y el triángulo (la figura

plana más simple) y el 4 y el tetraedro (la figura más sólida más simple)... La descripción del

mundo - concebido típicamente como un cosmos en armonía - es más inteligible y anticipa las

doctrinas de Copérnico: el cosmos es una esfera en cuyo centro hay un fuego originario. A

continuación vienen los cuerpos celestes: la Anti-tierra (añadida para completar el número 10 de

planetas), la Tierra, la Luna, el Sol, los cinco planetas y el cielo de las estrellas fijas.

Una esfera de fuego envuelve este conjunto. El movimiento de las esferas celestes produce una

maravillosa música, que no oímos por estar habituados a ella desde el nacimiento. Música y

armonía- traducibles en números- : ésta es la visión del mundo de una escuela que supo también

armonizar mística y matemáticas.

Astronomía

La astronomía de los pitagóricos marcó un importante avance en el pensamiento científico

clásico, ya que fueron los primeros en considerar la tierra como un globo que gira junto a otros

planetas alrededor de un fuego central. Explicaron el orden armonioso de todas las cosas como

cuerpos moviéndose de acuerdo a un esquema numérico, en una esfera de la realidad sencilla y

omnicomprensiva. Como los pitagóricos pensaban que los cuerpos celestes estaban separados

unos de otros por intervalos correspondientes a longitudes de cuerdas armónicas, mantenían que

el movimiento de las esferas da origen a un sonido musical, la llamada armonía de las esferas.

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PARMÉNIDES Y LA ESCUELA DE ELEA (VIVIÓ SOBRE EL 500 A.C.)

Filósofo griego, considerado por muchos eruditos como

el miembro más importante de la escuela eleática. Se dice

que visitó Atenas a la edad de 65 años, y que en tal

ocasión Sócrates, entonces un hombre joven, le oyó

hablar. Parménides expuso su filosofía en forma de versos

y su única obra que ha perdurado se nutre de extensos

fragmentos de un poema didáctico, Sobre la naturaleza. En

esta reflexión aboga por la existencia del Ser absoluto,

cuya no existencia Parménides declaraba resultar

inconcebible, pero cuya naturaleza admitía ser también

inconcebible, ya que el Ser absoluto está disociado de toda

limitación bajo la cual piensa el ser humano. Parménides

mantenía que los fenómenos de la naturaleza son sólo aparentes y debidos en esencia al error

humano; parecen existir, pero no tienen entidad real. Mantenía también que la realidad, Ser

verdadero, no es conocida por los sentidos sino que sólo se puede encontrar en la razón. Esta

creencia le convirtió en un precursor del idealismo de Platón. La teoría de Parménides de que el

ser no puede originarse del no ser, y que el ser ni surge ni desaparece, fue aplicada a la materia

por sus sucesores Empédocles y Demócrito, que a su vez la convirtieron en el fundamento de su

explicación materialista del universo.

Parménides, parte de un principio evidente, por el cual pretenderá construir la vía de la verdad.

Y, deduce que el Ser ("lo que es") es ingénito e imperecedero; finito, continuo y único; indivisible e

inmóvil. El ser es imperecedero e ingendrado, porque en caso contrario habría que suponer que

procede del no- Ser y vuelve a él; pero el no- Ser es impensable e inexistente. Del mismo modo se

demuestra que el Ser es "uno", ya que su hubiera otra cosa sería el no-Ser. E inmóvil, pues todo

cambio sería hacia el no-Ser. E indivisible, puesto que el vacío que separaría las partes equivale al

no- Ser, etc.

Parménides intento una verdadera demolición de la filosofía y de sus predecesores,

especialmente de los pitagóricos. Ese es el significado que tiene su negación al vacío, el tiempo y la

pluralidad. El cambio y el movimiento son considerados como ilusorios, parece que Parménides

ataca el dualismo pitagórico, admitiendo como atributos del Ser aquellos que figuran en la

columna de la izquierda de la enumeración pitagórica (y que pueden ser establecidos

racionalmente): limitado, uno, inmóvil.

El "Ser" de Parménides es, la realidad o el mundo, lo concibe como algo corpóreo (aunque la

distinción entre material e inmaterial no existía todavía). El mundo, es algo limitado, compacto,

ingendrado e imperecedero. Es "una esfera bien redonda", inmóvil y eterna.

De modo explícito se introduce la distinción entre verdad y apariencia, verdad y opinión, y se

otorga la primacía a la razón (lo que se puede pensar) por encima de las apariencias sensibles y

engañosas. El problema del conocimiento surge, pues, como nuevo problema filosófico.

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EMPÉDOCLES (493 a.C.-433 a.C.)

Filósofo griego, estadista y poeta, nacido en Agrigentum

(hoy Agrigento), Sicilia, discípulo de Pitágoras y Parménides.

Según afirma la tradición, Empédocles rechazó aceptar la

corona ofrecida por el pueblo de Agrigentum después de

haber colaborado a librarle de la oligarquía gobernante. En

su lugar instituyó una democracia.

El conocimiento moderno de la filosofía de Empédocles se

basa en los fragmentos que perduran de sus poemas sobre la

naturaleza y la purificación. Afirmaba que todas las cosas

están compuestas de cuatro elementos principales: tierra,

aire, fuego y agua. Dos fuerzas activas y opuestas, amor y

odio, o afinidad y antipatía, actúan sobre estos elementos,

combinándolos y separándolos dentro de una variedad

infinita de formas. De acuerdo con Empédocles, la realidad es cíclica. Al comenzar un ciclo, los

cuatro elementos se encuentran unidos por el principio del amor. Cuando el odio penetra en el

círculo, los elementos empiezan a separarse. El amor funde todas las cosas; entonces el odio

reemprende el proceso. El mundo como lo conocemos se halla a medio camino entre la esfera

primaria y el estado de total dispersión de los elementos. Creía también que no es posible que

ningún cambio conlleve la creación de nueva materia; sólo puede ocurrir un cambio en las

combinaciones de los cuatro elementos ya existentes. Asimismo formuló una primitiva teoría de la

evolución en la que declaraba que las personas y los animales evolucionaban a partir de formas

precedentes.

Empédocles aporta una visión del hombre. Su teoría de los cuatro elementos que han de estar

en armonía, que permite elaborar una concepción de la salud que tendrá repercusión en la

medicina griega posterior. Considera al hombre como un "microcosmo", un mundo en miniatura

(puesto que contiene los 4 elementos) y ello le permite formular una explicación del conocimiento

por "simpatía": "lo semejante conoce lo semejante". Así las emanaciones que proceden de las

cosas entran por los poros del cuerpo humano yendo a encontrar lo que de semejante hay en

éste:

"Vemos la tierra por la tierra, el agua por el agua, el aire divino por el aire y el fuego destructor

por el fuego. Comprendemos el amor por el amor y el odio por el odio". Finalmente, el poema de

las Purificaciones facilita, en concordancia con las doctrinas órficas, la "revelación" del destino

eterno del hombre: preexistencia del alma, su situación dentro del cuerpo, la transmigración a

otros cuerpos, el camino de la salvación por la Purificación.

LOS ÚLTIMOS PRESOCRÁTICOS

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ANAXAGORAS DE CLAZOMENE (500-428 a.C.)

Filósofo griego responsable de introducir la noción de nous

(en griego 'pensamiento' o 'razón') en la filosofía de los

orígenes; sus predecesores habían estudiado los elementos

(tierra, aire, fuego, agua) como realidad última.

Nació en Clazomene (cerca de la actual Izmir, Turquía).

Anaxágoras fue el primer pensador en establecerse (c. 480) en

Atenas, más tarde un destacado centro filosófico. Entre sus

alumnos se encontraban el estadista griego Pericles, el

dramaturgo griego Eurípides, y quizás también Sócrates.

Anaxágoras había enseñado en Atenas durante cerca de treinta

años cuando se le encarceló acusado de impiedad al sugerir que

el Sol era una piedra caliente y la Luna procedía de la Tierra.

Después marchó a Jonia (en Asia menor) y se estableció en

Lampsacus (una colonia de Mileto), donde murió.

Anaxágoras explicó su filosofía en su obra Peri physeos, pero sólo algunos fragmentos de sus

libros han perdurado. Mantenía que toda la materia había existido en su forma primitiva como

átomos o moléculas; que estos átomos, numerosos hasta el infinito e infinitesimalmente

pequeños, habían existido desde la eternidad; y que el orden que surgió al principio de este

infinito caos de átomos diminutos era efecto de la actuación de una inteligencia eterna (nous).

También consideraba que todos los cuerpos son simples agregaciones de átomos; así, una barra

de oro, acero o cobre se compone de inconcebibles partículas diminutas del mismo material.

Anaxágoras marca un gran punto de retorno en la historia de la filosofía griega; su doctrina del

nous fue adoptada por Aristóteles, y su interpretación sobre los átomos preparó el camino para la

teoría atómica del filósofo Demócrito.

Anaxágoras, admite la pluralidad y la movilidad, así como los cambios y transformaciones de la

realidad, formula una teoría pluralista. Todo lo que se produce y sucede es resultado de la mezcla

de innumerables elementos: "Nada viene a la existencia ni es destruido, sino que todo es

resultado de la mezcla y la división.

Anaxágoras llama a esos elementos o "principios" con el nombre de semillas (spérmata), las que

son cualitativamente distintas e indefinidamente divisibles. En todas las cosas hay semillas de

todas las cosas, de tal manera que " todo está en todo". Así se explica que cualquier cosa pueda

llegar a ser otra distinta, y que si una cosa es lo que es, es porque en ella predominan las semillas

correspondientes: en el oro predominan las semillas del oro, pero están también presentes todas

las demás (cosas que es posible, puesto que las semillas son minúsculas).

La pluralidad y los cambios- generación, corrupción, transformación- se explican, pues, por la

mezcla o disgregación de las semillas. El mundo se origina por medio de un torbellino, en el que se

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realizan las mezclas y separaciones progresivamente. Anaxágoras se ve obligado a introducir el

"principio del movimiento" que es el NOUS (Espíritu, Inteligencia). El Nous es algo separado de la

masa de semillas, y por ello nada lo limita y posee autonomía; conoce todo y tiene el máximo

poder.

Y añade diciendo Anaxágoras:

"El Espíritu gobierna las cosas que tienen vida, tanto las más grandes como las más pequeñas. El

Espíritu gobernó también toda la rotación, de tal manera que comenzó a girar en el comienzo. Esta

rotación hizo separarse las cosas. Lo denso se separa de lo raro, lo cálido de lo frío, lo brillante de

lo tenebroso y lo seco de lo húmedo. Hay muchas porciones de muchas cosas, pero ninguna está

separada no dividida completamente de la otra, salvo el Espíritu."

Empédocles introdujo dos fuerzas, como explicación del movimiento: Amor y Odio, entendidas

como dos fuerzas "cósmicas" y materiales. Anaxágoras otorga al Espíritu un papel muy reducido:

una vez puesto en movimiento el torbellino, todo parece funcionar mecánicamente sin su curso.

Hay que cuidarse mucho de interpretar la palabra "espíritu" según nuestra propia mentalidad.

Quizá Anaxágoras, al decir que es "la más sutil y pura de todas las cosas" no lo concibió todavía de

un modo absolutamente inmaterial incorpóreo. De todos modos, surge algo nuevo que sólo los

siguientes filósofos sabrán aprovecharlo.

DEMOCRITO DE ABDERA (460 a.C.-370 a.C.)

Filósofo griego que desarrolló la teoría atómica del universo,

concebida por su mentor, el filósofo Leucipo. Demócrito nació en

Abdera, Tracia. Escribió numerosas obras, pero sólo perduran escasos

fragmentos.

Según la teoría atómica de la materia de Demócrito, todas las cosas

están compuestas de partículas diminutas, invisibles e indestructibles

de materia pura (en griego atoma, 'indivisible'), que se mueven por la

eternidad en un infinito espacio vacío (en griego kenon, 'el vacío').

Aunque los átomos estén hechos de la misma materia, difieren en

forma, medida, peso, secuencia y posición.

Las diferencias cualitativas en lo que los sentidos perciben y el origen,

el deterioro y la desaparición de las cosas son el resultado no de las características inherentes a los

átomos, sino de las disposiciones cuantitativas de los mismos. Demócrito consideraba la creación

de mundos como la consecuencia natural del incesante movimiento giratorio de los átomos en el

espacio. Los átomos chocan y giran, formando grandes agregaciones de formas, generando así los

diferentes mundos.

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Demócrito escribió también sobre ética, proponiendo la felicidad, o 'alegría', como el mayor

bien —una condición que se logra a través de la moderación, la tranquilidad y la liberación de los

miedos. En la historia Demócrito era conocido como el Filósofo Alegre, en contraste al más

sombrío y pesimista Heráclito. Su teoría atómica anticipó los modernos principios de la

conservación de la energía y la irreductibilidad de la materia.

Parménides había negado el vacío y el no-ser: el ser es "lleno" .Pues bien,

"Leucipo y su compañero Demócrito sostuvieron que los elementos son " lo lleno" y " lo vacío" ,

a los cuales llamaron " ser" y " no ser" ,respectivamente. El ser es lleno y sólido; el no- ser, vacío y

sutil. Como el vacío existe no menos que el cuerpo, se sigue que el no-ser existe no menos que el

ser. Juntos los dos constituyen las causas materiales de las cosas existentes." (Aristóteles

Metafísica)

El "ser": el mundo consta de infinitas partículas indivisibles (por eso reciben el nombre de

"átomos"), sólidas y llenas, inmutables, de tal modo que cada átomo posee las características del

"ser" de Parménides. Con esta diferencia: los átomos son infinitos en número. Los átomos carecen

de cualidades sensibles y sólo se diferencian entre sí por la figura, el orden y la posición. No está

claro que Demócrito les atribuyese también peso, ni, tampoco en qué condiciones se lo atribuyera.

Los átomos poseen movimiento propio y espontáneo en todas direcciones (algo así como las

partículas de polvo en un rayo del sol.), y chocan entre sí. El choque puede tener dos

consecuencias diversas: o bien los átomos rebotan y se separan, o bien los átomos se "enganchan

"entre sí, gracias a sus figuras diversas. Así se producen torbellinos de átomos y se originan

mundos infinitos, engendrados y perecederos.

Los "átomos" explicarían, por tanto la multiplicidad de los seres, el movimiento y la generación-

destrucción. Pero para ello se requiere de un segundo principio: "el vacío", o "no-ser". El vacío

explica la multiplicidad, ya que es lo que separa los átomos; y explica el movimiento, porque si no

hay vacío no puede haber choques no desplazamientos. En otras palabras todo se explica con:

Materia, vacío y movimiento. Esta explicación se denominará posteriormente con el nombre de

mecanicismo. De ahí que el atomismo es uno de los "tipos" esenciales de explicación del mundo el

cuál volverá a aparecer frecuentemente en la historia de la filosofía.

Los presocráticos "descubrieron" la naturaleza. Con ello la Naturaleza se "neutralizó" o se

convirtió en "naturaleza"(physis). El elemento o materia originaria (o arché, principio) de que todo

está compuesto, de donde todo termina por volver.

La estructura de las cosas, es menos frecuente, el principio de organización interna de la

realidad. Heráclito dice, por ejemplo: -" a la naturaleza le gusta ocultarse. Rara vez, génesis,

proceso de generación (es la etimología del término). Dice Empédocles: "No hay creación....., ni

extinción, sino sólo mezcla y cambio de lo que ya ha sido mezclado. El nacimiento (physis) es un

nombre habitual utilizado por los hombres".

Las soluciones recogidas pueden agruparse así:

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Monismo:

Físicos (Lonios: un solo elemento, dotado de automovimiento)

"Metafísicos" (Parménides: el Ser, único, eterno compacto, inmutable)

Dualismo: Los Pitagóricos.

Pluralismo: Empédocles y Anaxágoras (varias elementos y un principio del movimiento),

Demócrito (explicación mecanicista).

LOS SOFISTAS

Sofistas (del griego sophi, "experto", "maestro artífice",

"hombre de sabiduría"), en su origen, nombre aplicado

por los antiguos griegos a los hombres eruditos, tales

como los Siete Sabios de Grecia; en el siglo V a.C., nombre

que se daba a los maestros itinerantes que

proporcionaban instrucción en diversas ramas del

conocimiento a cambio de unos honorarios convenidos

con antelación.

Personas que compartían puntos de vista filosóficos

mucho más amplios que los de una escuela, los sofistas popularizaron las ideas de varios filósofos

anteriores; pero, basándose en su interpretación de ese pensamiento filosófico anterior, casi

todos ellos concluyeron afirmando que la verdad y la moral eran en esencia materias opinables.

Así, en sus propias enseñanzas tendían a enfatizar formas de expresión persuasivas, como el arte

de la retórica, que facilitaba a los discípulos técnicas útiles para alcanzar el éxito en la vida, en

especial en la vida pública.

Los sofistas gozaron de popularidad durante un tiempo, sobre todo en Atenas; sin embargo, su

escepticismo de la verdad absoluta y la moral suscitó a la postre fuertes críticas. Sócrates, Platón y

Aristóteles pusieron en tela de juicio los fundamentos filosóficos de las enseñanzas de los sofistas.

Platón y Aristóteles les censuraron por aceptar dinero. Más tarde, fueron acusados por el Estado

de carecer de moral. Como consecuencia, la palabra sofista adquirió un significado despectivo, al

igual que el moderno término sofisma, que puede ser definido como astuto y engañoso o como

argumentación o razonamiento falsos. No obstante, diversas corrientes filosóficas han

reivindicado el sofismo como un espíritu crítico, desde mediados del siglo XX. Autores tan dispares

LA FILOSOFÍA EN ATENAS

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como el apátrida de origen rumano, Emil Michel Cioran, el español Fernando Savater y diversos

teóricos del postmodernismo han elaborado el gran elogio doctrinal del sofismo.

En último extremo, los sofistas fueron de importancia menor en el desarrollo histórico del

pensamiento filosófico occidental. Fueron, sin embargo, los primeros en sistematizar la educación.

Entre los principales sofistas del siglo IV a.C. destacan Protágoras, Gorgias, Hipias de Elide y

Prodicus de Ceos.

PROTÁGORAS (480-c. 411 a.C.)

Filósofo griego, nacido en Abdera, Tracia. En el 445 a.C. se

estableció en Atenas, donde llegó a ser amigo del estadista

Pericles y consiguió gran fama como maestro y filósofo. Fue el

primer pensador en llamarse a sí mismo sofista y en enseñar a

cambio de dinero, recibiendo grandes sumas de sus alumnos.

Enseñó gramática, retórica e interpretación de la poesía. Sus

obras principales, de las que sólo perduran algunos fragmentos,

fueron tituladas Verdad y Sobre los dioses. El fundamento de su

reflexión fue la doctrina de que nada es bueno o malo, verdadero

o falso, de una forma categórica y que cada persona es, por

tanto, su propia autoridad última; esta creencia se resume en su

frase: "El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son, en cuanto que son, y de las que

no son, en cuanto que no son (Fr1). Protágoras parece defender un relativismo de las cualidades

sensibles y de los valores. Recordemos que los primeros filósofos consideraban que cualidades

como frío, calor, húmedo y seco eran "cosas" (chrémata), y seguramente Protágoras entendió al

hombre en sentido colectivo. En otras palabras Protágoras al parecer, defendió un relativismo

cultural. Cada pueblo posee costumbres y leyes diversas, y considera que son las mejores. La Ley

es, por tanto, no algo basado en la naturaleza, sino "invención" de los legisladores. La Ley (nomos)

existe, pues por convención, no, por naturaleza, y es siempre modificable. Pero la consecuencia

que extrae Protágoras de esta doctrina no es que cualquiera puede contravenir la ley, sino todo lo

contrario: puesto que cualquier otra ley sería también convencional, lo mejor es mantener- en la

medida de lo posible- las leyes que ya se poseen.

Acusado de impiedad, Protágoras se exilió, pereciendo ahogado en el transcurso de su viaje a

Sicilia. Dos célebres diálogos de Platón, Teeteto y Protágoras, rebatieron las doctrinas de

Protágoras.

GORGIAS (485 - 380 a.C.)

Retórico griego y filósofo sofista. Nacido en Leontini, Sicilia, Gorgias ejerció como embajador en

Atenas en el 427 a.C., donde más tarde se estableció para practicar y enseñar el arte de la retórica.

Como retórico, fue de los primeros en introducir la cadencia en la prosa y en utilizar lugares

comunes en los argumentos. Es el personaje del título del diálogo Gorgias de Platón, donde

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Sócrates discute sobre la retórica falsa y verdadera, y sobre la retórica

entendida como el arte de la adulación.

La filosofía de Gorgias es nihilista y está expresada en tres

proposiciones: nada existe; si algo existe, no puede ser conocido; si algo

existe y puede ser conocido, no puede ser comunicado ni explicado a

los demás. Gorgias, intenta demostrar la no coincidencia entre el ser, el

pensar y la palabra, destruyendo así el principio fundamental del

eleatismo (la identidad entre el ser y el pensar.)

En cualquier caso, Gorgias renunció al conocimiento objetivo y dijo adiós a la filosofía,

consagrándose a la oratoria, destacándose extraordinariamente como maestro y teórico de la

misma. Partiendo de un relativismo ético, Gorgias considerará que la seducción, y la ilusión

provocada y el engaño están justificados en la oratoria y en el teatro: el orador y el actor han de

ser maestros de seducción.

Las obras de Gorgias que han llegado hasta nosotros son El elogio a Helena y La apología de

Palamedes. Murió en Tesalia a la edad de 105 años.

SÓCRATES (470 - 399 a.C.)

Filósofo griego fundador de la filosofía moral, o axiología que ha

tenido gran peso en la filosofía occidental por su influencia sobre

Platón. Nacido en Atenas, hijo de Sofronisco, un escultor, y de

Fenareta, una comadrona, recibió una educación tradicional en

literatura, música y gimnasia. Más tarde, se familiarizó con la retórica

y la dialéctica de los sofistas, las especulaciones de los filósofos

jonios y la cultura general de la Atenas de Pericles. Al principio,

Sócrates siguió el trabajo de su padre; realizó un conjunto de

estatuas de las tres Gracias, que estuvieron en la entrada de la

Acrópolis hasta el siglo II a.C. Durante la guerra del Peloponeso

contra Esparta, sirvió como soldado de infantería con gran valor en

las batallas de Potidaea en el 432-430 a.C., Delos en el 424 a.C., y Anfípolis en el 422 a.C.

Sócrates creía en la superioridad de la discusión sobre la escritura y por lo tanto pasó la mayor

parte de su vida de adulto en los mercados y plazas públicas de Atenas, iniciando diálogos y

discusiones con todo aquel que quisiera escucharle, y a quienes solía responder mediante

preguntas. Un método denominado mayéutica, o arte de alumbrar los espíritus, es decir, lograr

que el interlocutor descubra sus propias verdades. Según los testimonios de su época, Sócrates era

poco agraciado y corto de estatura, elementos que no le impedían actuar con gran audacia y gran

dominio de sí mismo. Apreciaba mucho la vida y alcanzó popularidad social por su viva inteligencia

y un sentido del humor agudo desprovisto de sátira o cinismo.

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El no escribió nada, ya que sostenía que lo que hoy es tomado por verdadero, mañana puede

ser falso. No escribió libros, renuncia a la oratoria, no cobra a sus discípulos. Y no presupone de

sabiduría. Cierto es que un amigo suyo fue a Delfos a preguntar a la pitonisa si había algún hombre

más sabio que Sócrates, y que la pitonisa contestó que no. Pero Sócrates interpretó el oráculo de

la siguiente manera: sólo la divinidad es sabia, para nada vale la sabiduría humana, y el que como

él, Sócrates , sabe que " no sabe nada", está más cerca de la sabiduría que los que - como los

sofistas- creen que lo saben todo. Sócrates es, pues, un hombre que busca la verdad; y a e ello se

siente impulsado por la voz de un espíritu (daimon) interior. Así, dedica toda actividad a

"examinarse a sí mismo y a los demás" acerca del bien del alma, la justicia y la virtud en general,

pensando que "la vida sin tal género de examen no merece la pena de ser vivida". Figura

inquietante e incómoda, se compara a sí mismo con tábano que aguijonea a los demás para que

no se duerman y presten atención a la virtud.

Actitud hacia la política

Sócrates fue obediente con las leyes de Atenas, pero en general evitaba la política, contenido

por lo que él llamaba una advertencia divina. Creía que había recibido una llamada para ejercer la

filosofía y que podría servir mejor a su país dedicándose a la enseñanza y persuadiendo a los

atenienses para que hicieran examen de conciencia y se ocuparan de su alma. No escribió ningún

libro ni tampoco fundó una escuela regular de filosofía. Todo lo que se sabe con certeza sobre su

personalidad y su forma de pensar se extrae de los trabajos de dos de sus discípulos más notables:

Platón, que atribuyó sus propias ideas a su maestro y el historiador Jenofonte, un escritor prosaico

que quizá no consiguió comprender muchas de las doctrinas de Sócrates.

Platón describió a Sócrates escondiéndose detrás de una irónica profesión de ignorancia,

conocida como ironía socrática, y poseyendo una agudeza mental y un ingenio que le permitían

entrar en las discusiones con gran facilidad.

Enseñanzas

La contribución de Sócrates a la filosofía ha sido de un marcado tono ético. La base de sus

enseñanzas y lo que inculcó, fue la creencia en una comprensión objetiva de los conceptos de

justicia, amor y virtud y el conocimiento de uno mismo. Creía que todo vicio es el resultado de la

ignorancia y que ninguna persona desea el mal; a su vez, la virtud es conocimiento y aquellos que

conocen el bien, actuarán de manera justa. Su lógica hizo hincapié en la discusión racional y la

búsqueda de definiciones generales, como queda claro en los escritos de su joven discípulo,

Platón, y del alumno de éste, Aristóteles. A través de los escritos de estos filósofos Sócrates incidió

mucho en el curso posterior del pensamiento especulativo occidental.

Otro pensador y amigo influenciado por Sócrates fue Antístenes, el fundador de la escuela

cínica de filosofía. Sócrates también fue maestro de Aristipo, que fundó la filosofía cirenaica de la

experiencia y el placer, de la que surgió la filosofía más elevada de Epicuro. Tanto para los estoicos

como el filósofo griego Epicteto, como para el filósofo romano Séneca el viejo y el emperador

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romano Marco Aurelio, Sócrates representó la personificación y la guía para alcanzar una vida

superior.

El juicio

Aunque fue un patriota y un hombre de profundas convicciones religiosas, Sócrates sufrió sin

embargo la desconfianza de muchos de sus contemporáneos, a los que les disgustaba su actitud

hacia el Estado ateniense y la religión establecida. Fue acusado en el 399 a.C. de despreciar a los

dioses del Estado y de introducir nuevas deidades, una referencia al daemonion, o voz interior

mística, a la que Sócrates aludía a menudo. También fue acusado de corromper la moral de la

juventud, alejándola de los principios de la democracia y se le confundió con los sofistas, tal vez a

consecuencia de la caricatura que realizó de él el poeta cómico Aristófanes en la comedia Las

nubes representándole como el dueño de una "tienda de ideas" en la que se enseñaba a los

jóvenes a hacer que la peor razón apareciera como la razón mejor.

La Apología de Platón recoge lo esencial de la defensa de Sócrates en su propio juicio; una

valiente reivindicación de toda su vida. Fue condenado a muerte, aunque la sentencia sólo logró

una escasa mayoría. Cuando, de acuerdo con la práctica legal de Atenas, Sócrates hizo una réplica

irónica a la sentencia de muerte del tribunal proponiendo pagar tan sólo una pequeña multa dado

el escaso valor que tenía para el Estado un hombre dotado de una misión filosófica, enfadó tanto

al jurado que éste volvió a votar a favor de la pena de muerte por una abultada mayoría.

Fue condenado a beber la cicuta, rehusó la huida que le habían preparado sus amigos y

discípulos y pasó sus últimas horas discutiendo con ellos acerca de la inmortalidad del alma t las

ventajas de morir (cfr. el diálogo platónico Fedón). ¿Por qué fue condenado? En Atenas se acababa

de restaurar la democracia, y la ciudad vivía todavía el tremendo trauma de la guerra del

Peloponeso (431- 404), las luchas de la oligarquía por hacerse con el poder, y, sobre todo, el breve

y terrorífico gobierno de los Treinta Tiranos (404- 403). El proceso de Sócrates- que no simpatizaba

demasiado con la democracia y que había sido el maestro de Alcibiades y de Critias, el más

violento de los oligarcas - se explicaba bastante bien en este contexto. Pero, sin duda, fue un error.

Sócrates entiende la filosofía como una búsqueda colectiva y en diálogo. El no pretende poseer

ya la verdad, ni poder encontrarla por sí solo. Cada hombre posee dentro de sí una parte de la

verdad, pero debe descubrirla con la ayuda de los otros. Su método, la ironía, en primer lugares el

arte de hacer preguntas tales que hagan descubrir al otro su propia ignorancia; el que cree saber

cae en la cuenta- acorralado por las preguntas de Sócrates- de que no sabe nada. .Entonces se

inicia la segunda parte: la mayéutica (abstinencia, arte de la comadrona, por alusión al oficio de su

madre), consistente en un arte de hacer preguntas tales que el otro llegue a descubrir la verdad en

sí mismo. Sócrates, no comunica doctrina alguna, ni parece tener doctrina propia: ayuda a los

demás y busca con ellos. Búsqueda en común y esta modestia inicial contrastan fuertemente con

el individualismo y autosuficiente de los sofistas." Yo nada sé, y soy estéril; pero puedo servirte de

partera, y por eso hago encantamientos para que des a luz tu idea"

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La pregunta fundamental de Sócrates es: ¿Qué es...? y espera que el otro le conteste con una

definición (la moral, por ejemplo). El método se encamina, a la construcción de definiciones; las

que deben encerrar la esencia inmutable de la realidad investigada, en otras palabras inaugura

Sócrates el camino de la búsqueda de las esencias .El proceso para llegar a la definición verdadera

(finalidad de la mayéutica) es inductivo: examen de casos particulares y ensayo de una

generalización que nos dé ya la definición buscada. Sócrates se concentró en torno a conceptos

morales y, esa búsqueda terminó sin resultados.

Parece que todo el interés de Sócrates, se centró en los problemas éticos, sobre la esencia de la

virtud y de la posibilidad de enseñarla .Por tal efecto, la doctrina de Sócrates suele ser calificada de

"intelectualismo ético": el saber y la virtud coinciden; el que conoce lo recto, actuará con rectitud,

y sólo por ignorancia se hace el mal. Lo bueno (moralmente) es lo útil. Todo el mundo busca la

felicidad y la utilidad, y la virtud consiste en discernir qué es lo más útil en cada caso. El saber de

Sócrates es pues, un saber práctico acerca de lo mejor y más útil en cada caso. Este saber-virtud,

puede ser enseñado y aprendido: no bastan, pues las disposiciones naturales para ser bueno y

virtuoso.

Los amigos de Sócrates planearon su huida de la prisión pero prefirió acatar la ley y murió por

ello. Pasó sus últimos días con sus amigos y seguidores, como queda recogido en la obra Fedón de

Platón, y durante la noche cumplió su sentencia bebiendo una copa de cicuta siguiendo el

procedimiento habitual de ejecución. Estaba casado con Jantipa, una mujer de reconocido mal

genio y tenía tres hijos.

PLATÓN (428-c. 347 a.C.)

Filósofo griego, uno de los pensadores más creativos e influyentes de

la filosofía occidental.

Vida

Platón nació en el seno de una familia aristocrática en Atenas. Su

padre, Aristón, era al parecer, descendiente de los primeros reyes de

Atenas. Perictione, su madre, estaba emparentada con el legislador del

siglo VI a.C. Solón. Su padre murió cuando aún era un niño y su madre

se volvió a casar con Pirilampes, colaborador del estadista Pericles.

De joven, Platón tuvo ambiciones políticas pero se desilusionó con los gobernantes de Atenas.

Más tarde se proclamó discípulo de Sócrates, aceptó su filosofía y su forma dialéctica de debate: la

obtención de la verdad mediante preguntas, respuestas y más preguntas. Aunque se trata de un

episodio muy discutido, que algunos estudiosos consideran un metáfora literaria sobre el poder,

Platón fue testigo de la muerte de Sócrates durante el régimen democrático ateniense en el año

399 a.C. Temiendo tal vez por su vida, abandonó Atenas algún tiempo y viajó a Italia, Sicilia y

Egipto.

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En el año 387 Platón fundó en Atenas la Academia, institución a menudo considerada como la

primera universidad europea.

Ofrecía un amplio plan de estudios, que incluía materias como astronomía, biología,

matemáticas, teoría política y filosofía. Aristóteles fue su alumno más destacado.

Ante la posibilidad de conjugar la filosofía y la práctica política, Platón viajó a Sicilia en el año

367 a.C. para ser tutor del nuevo gobernante de Siracusa Dionisio el Joven. El experimento fracasó.

Platón regresó a Siracusa en el año 361 a.C., pero una vez más su participación en los

acontecimientos sicilianos tuvo poco éxito. Pasó los últimos años de su vida dando conferencias en

la Academia y escribiendo. Murió próximo a los 80 años en Atenas en el año 348 o 347 a.C.

Obra

Los escritos de Platón adoptaban la forma de diálogos, donde se exponían ideas filosóficas, se

discutían y se criticaban en el contexto de una conversación o un debate en el que participaban

dos o más personas. El primer grupo de escritos de Platón incluye 35 diálogos y 13 cartas. Se ha

cuestionado la autenticidad de algunos diálogos y de la mayoría de las cartas.

Primeros diálogos

Los diálogos se pueden dividir en tres etapas de composición. La primera representa el intento

que hizo Platón de comunicar la filosofía y el estilo dialéctico de Sócrates. Algunos de esos

diálogos tienen el mismo argumento. Sócrates se encuentra con alguien que dice saber mucho,

manifiesta ser ignorante y pide ayuda al que afirma saber. Sin embargo, conforme Sócrates

empieza a hacer preguntas, se hace patente que quien se dice sabio realmente no sabe lo que

afirma saber y que Sócrates aparece como el más sabio de los dos personajes porque, por lo

menos, él sabe que no sabe nada. Ese conocimiento, por supuesto, es el principio de la sabiduría.

Dentro de este grupo de diálogos se encuentran Cármides (un intento por definir la templanza),

Lisis (una discusión sobre la amistad), Laques (una búsqueda del significado del valor), Protágoras

(una defensa de la tesis de que la virtud es conocimiento y que es posible aprenderla), Eutifrón

(una consideración sobre la naturaleza de la piedad), y el libro I de La República (una discusión

sobre la justicia).

Diálogos intermedios y últimos

Los diálogos de los periodos intermedio y último de la vida de Platón reflejan su propia

evolución filosófica. Las ideas de esas obras se atribuyen al propio Platón, aunque Sócrates sigue

siendo el personaje principal en muchos diálogos. Los escritos del periodo intermedio abarcan los

de Gorgias (una reflexión sobre distintas cuestiones éticas), Menón (una discusión sobre la

naturaleza del conocimiento), Apología (la defensa que hizo Sócrates de sí mismo durante el juicio

en el que fue acusado de ateísmo y corrupción de la juventud ateniense), Crátilo (la defensa de

Sócrates de la obediencia a las leyes del Estado), Fedro (escena de la muerte de Sócrates, en la que

discute sobre la teoría de las ideas, la naturaleza del alma y la cuestión de la inmortalidad), El

Banquete (destacada realización dramática de Platón que contiene varios discursos sobre la

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belleza y el amor) y La República (máxima obra filosófica de Platón, que es una detallada discusión

sobre la naturaleza de la justicia).

Entre los trabajos del último periodo se encuentran Teeteto (una negación de que el

conocimiento tiene que ser identificado con el sentido de percepción), Parménides (una

evaluación crítica de la teoría de las ideas), Sofista (una reflexión posterior sobre las ideas o las

formas), Filebo (discusión sobre la relación entre el placer y el bien), Timeo (ideas de Platón sobre

las ciencias naturales y la cosmología), y Leyes (un análisis más práctico de las cuestiones políticas

y sociales).

Teoría de las ideas

En el centro de la filosofía de Platón está su teoría de las formas o de las ideas. En el fondo, su

idea del conocimiento, su teoría ética, su psicología, su concepto del Estado y su perspectiva del

arte deben ser entendidos desde esta perspectiva.

Teoría del conocimiento

La teoría de las ideas de Platón y su teoría del conocimiento están tan interrelacionadas que

deben tratarse juntas. Influido por Sócrates, Platón estaba persuadido de que el conocimiento se

puede alcanzar. También estaba convencido de dos características esenciales del conocimiento.

Primera, el conocimiento debe ser certero e infalible. Segunda, el conocimiento debe tener como

objeto lo que es en verdad real en contraste con lo que lo es sólo en apariencia. Ya que para

Platón lo que es real tiene que ser fijo, permanente e inmutable, identificó lo real con la esfera

ideal de la existencia en oposición al mundo físico del devenir. Una consecuencia de este

planteamiento fue el rechazo de Platón del empirismo, la afirmación de que todo conocimiento se

deriva de la experiencia. Pensaba que las proposiciones derivadas de la experiencia tienen, a lo

sumo, un grado de probabilidad. No son ciertas. Más aun, los objetos de la experiencia son

fenómenos cambiantes del mundo físico, por lo tanto los objetos de la experiencia no son objetos

propios del conocimiento.

La teoría del conocimiento de Platón se expone en La República, en concreto en su discusión

sobre la imagen de la línea divisible y el mito de la caverna. En la primera, Platón distingue entre

dos niveles de saber: opinión y conocimiento. Las declaraciones o afirmaciones sobre el mundo

físico o visible, incluyendo las observaciones y proposiciones de la ciencia, son sólo opinión.

Algunas de estas opiniones están bien fundamentadas y otras no, pero ninguna de ellas cuenta

como conocimiento verdadero. El punto más alto del saber es el conocimiento, porque concierne

a la razón en vez de a la experiencia. La razón, utilizada de la forma debida, conduce a ideas que

son ciertas y los objetos de esas ideas racionales son los universales verdaderos, las formas

eternas o sustancias que constituyen el mundo real.

Línea divisible o la línea dividida.

Para la comprensión de la epistemología de Platón la más importante de las ilustraciones que

utilizaba es la "línea dividida”.

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A-------------D-----------------C-----------------E-------B

Tenemos una línea AB, dividida desigualmente en C. Divida luego en AC y CB en la misma

proporción en los puntos D y E respectivamente. Se tiene ahora BC: CA = BE: RC = CD: DA. Estas

proporciones indican las relaciones entre diversas actividades cognoscitivas y también entre los

objetos de estas actividades.

BC: representa el mundo de los sentidos y nuestra manera de percibirlos,

CA: representa el ámbito de las formas y las actividades mentales por las cuales las conocemos.

EC: representa objetos materiales como caballos, camas, árboles la parte menor

BE: representa copias de éstos en forma de imágenes espectaculares, sombras, reflejos, etc.

Platón hace aquí dos observaciones importantes:

1.- Podemos estudiar cómo se relacionan las copias con sus originales, observando que son un

poco menos reales que los originales y que son un poco menos reales que los originales y que su

existencia depende de ellos.

2.- También podemos comparar el estado de la mente de un hombre que mira un reflejo o una

sombra con el estado de otro que mira la cosa real. Hay dos maneras de hacer esto: puede mirar la

copia por sí misma, como un pintor puede estudiar los reflejos en una corriente, o puede mirarla

como copia y tratar de discernir a través de ella algo del original.

La relación entre las copias y sus originales en el mundo sensible es como el mundo sensible en

su totalidad, conocido por Doxa (B C), y las formas, conocidas por la razón o el pensamiento.

La Doxa se nos presenta naturalmente en el curso de la vida cotidiana, por contacto con el

mundo que nos rodea.

Pero ¿cómo obtenemos el conocimiento? En el pasaje de la línea dividida, Platón se concentra

en la matemática como si fuera un puente entre los dos mundos. En la geometría, por ejemplo,

trazamos toscos diagramas en un papel, pero nuestros razonamientos no se refieren a estas

figuras imperfectas, sino a cuadrados, círculos y triángulos perfectos, que no es posible dibujar. De

esta manera pasamos de las apariencias a una realidad que está detrás de ella, a objetos acerca de

los cuales es posible el verdadero conocimiento.

Platón esperaba, pues, que al final de su proceso de enseñanza se alcanzara un objeto de

conocimiento que fuera totalmente seguro. Proceso que podemos discernirlo con mayor detalle a

través de los símiles de "El Sol" y "La Caverna". En el primero, se nos dice que el sol es en el mundo

visible como la forma del bien en el mundo mental. Y así como el sol es la fuente de luz, y por

tanto de la visión y también de la vida, así también la forma del bien es la fuente del conocimiento

y de la existencia de todas las cosas. El pasaje de la caverna ilustra cómo puede lograrse el

progreso educacional. Los prisioneros de una caverna sólo ven sombras arrojadas sobre la pared

por un fuego que está detrás de ellos. Cuando se los libera, se los conduce fuera de la caverna y

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ven las cosas del mundo exterior, con lo cual comprenden la futilidad de su vida anterior.

Finalmente a medida que su vista se hace más firme, logran mirar al sol mismo, que también aquí

representa a la forma del bien. El conocimiento de la forma del bien es el punto culminante de la

educación de un hombre y le permite comprender cualquier otra cosa; pero, de lo que dice Platón,

no podemos discernir cómo el conocimiento de la forma del bien conduce a la comprensión de

todo. La clave más probable se encuentra en el Fedón, donde Sócrates dice que sólo lo satisface

un tipo de explicación, la que demuestra que las cosas son como son porque son lo mejor posible.

Si las cosas derivan de la forma del bien, deben ser buenas ellas mismas, y si podemos captar la

forma del bien, a través de ella comprenderemos también cualquier otra cosa.

El mito de la caverna describe a personas encadenadas en la parte más profunda de una

caverna. Atados de cara a la pared, su visión está limitada y por lo tanto no pueden distinguir a

nadie. Lo único que se ve es la pared de la caverna sobre la que se reflejan modelos o estatuas de

animales y objetos que pasan delante de una gran hoguera resplandeciente.

Uno de los individuos huye y sale a la luz del día. Con la ayuda del sol, esta persona ve por

primera vez el mundo real y regresa a la caverna diciendo que las únicas cosas que han visto hasta

ese momento son sombras y apariencias y que el mundo real les espera en el exterior si quieren

liberarse de sus ataduras. El mundo de sombras de la caverna simboliza para Platón el mundo

físico de las apariencias. La escapada al mundo soleado fuera de la caverna simboliza la transición

hacia el mundo real, el universo de la existencia plena y perfecta, que es el objeto propio del

conocimiento.

Naturaleza de las ideas

Tres son al menos, las intenciones de esta teoría:

En primer lugar, la intención ética. Platón siguiendo a Sócrates quiere fundar la virtud en el

saber. Para ser justos, por ejemplo, es preciso conocer qué es la justicia .Frente al relativismo

moral de los sofistas, Platón- con Sócrates- reclama la existencia de un Idea eterna e inmutable de

Justicia (o de cualquier otra virtud). Es el tema de los primeros diálogos, aunque en ellos todavía

no se llegue a formular expresamente la Teoría de las Ideas.

Luego, una intención política (ligada con la anterior): los gobernantes han de ser filósofos que

se guíen no por su ambición política, sino por ideales (las Ideas) trascendentes y absolutos.

Por último, una intención científica. La ciencia (episteme) sólo puede versar sobre objetos

estables y permanentes. Si queremos hacer ciencia, esos objetos han de existir. Y como todos los

objetos sensibles están sujetos a cambios permanentes, habrá que buscar otro tipo de objetos

para la ciencia: las Ideas.

La teoría de las ideas se puede entender mejor en términos de entidades matemáticas. Un

círculo, por ejemplo, se define como una figura plana compuesta por una serie de puntos, todos

equidistantes de un mismo lugar. Sin embargo, nadie ha visto en realidad esa figura.

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Lo que la gente ha visto son figuras trazadas que resultan aproximaciones más o menos

acertadas del círculo ideal. De hecho, cuando los matemáticos definen un círculo, los puntos

mencionados no son espaciales, sino lógicos. No ocupan espacio. No obstante, aunque la forma de

un círculo no se ha visto nunca —y no se podrá ver jamás— los matemáticos y otros sí saben lo

que es.

Para Platón, por lo tanto, la forma de círculo existe, pero no en el mundo físico del espacio y del

tiempo. Existe como un objeto inmutable en el ámbito de las ideas, que sólo puede ser conocido

mediante la razón. Las ideas tienen mayor entidad que los objetos en el mundo físico tanto por su

perfección y estabilidad como por el hecho de ser modelos, semejanzas que dan a los objetos

físicos comunes lo que tienen de realidad.

Las formas circular, cuadrada y triangular son excelentes ejemplos de lo que Platón entiende

por idea. Un objeto que existe en el mundo físico puede ser llamado círculo, cuadrado o triángulo

porque se parece ("participa de" en palabras de Platón) a la idea de círculo, cuadrado o triángulo.

Platón hizo extensiva su teoría más allá del campo de las matemáticas. En realidad, estaba más

interesado en su aplicación en la esfera de la ética social. La teoría era su forma de explicar cómo

el mismo término universal puede referirse a muchas cosas o acontecimientos particulares. La

palabra justicia, por ejemplo, puede aplicarse a centenares de acciones concretas porque esos

actos tienen algo en común, se parecen a, participan de, la idea de justicia. Una persona es

humana porque se parece a, o participa de, la idea de humanidad. Si humanidad se define en

términos de ser un animal racional, entonces una persona es humana porque es racional. Un acto

particular puede considerarse valeroso o cobarde porque participa de esa idea. Un objeto es

bonito porque participa de la idea, o forma, de belleza. Por lo tanto, cada cosa en el mundo del

espacio y el tiempo es lo que es en virtud de su parecido con su idea universal. La habilidad para

definir el término universal es la prueba de que se ha conseguido dominar la idea a la que ese

universal hace referencia.

Platón concibió las ideas de manera jerárquica: la idea suprema es la de Dios, que, como el sol

en el mito de la caverna, ilumina todas las demás ideas. La idea de Dios representa el paso de

Platón en la dirección de un principio último de explicación. En el fondo, la teoría de las ideas está

destinada a explicar el camino por el que uno alcanza el conocimiento y también cómo las cosas

han llegado a ser lo que son. En lenguaje filosófico, la teoría de las ideas de Platón es tanto una

tesis epistemológica (teoría del conocimiento) como una tesis ontológica (teoría del ser).

Teoría política

La República, la mayor obra política de Platón, trata de la cuestión de la justicia y por lo tanto

de las preguntas ¿qué es un Estado justo? y ¿quién es un individuo justo?

El Estado ideal, según Platón, se compone de tres clases. La estructura económica del Estado

reposa en la clase de los comerciantes. La seguridad, en los militares y el liderazgo político es

asumida por los filósofos-reyes. La clase de una persona viene determinada por un proceso

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educativo que empieza en el nacimiento y continúa hasta que esa persona ha alcanzado el

máximo grado de educación compatible con sus intereses y habilidades. Los que completan todo

el proceso educacional se convierten en filósofos-reyes. Son aquellos cuyas mentes se han

desarrollado tanto que son capaces de entender las ideas y, por lo tanto, toman las decisiones más

sabias. En realidad, el sistema educacional ideal de Platón está, ante todo, estructurado para

producir filósofos-reyes.

Platón asocia las virtudes tradicionales griegas con la estructura de clase del Estado ideal. La

templanza es la única virtud de la clase artesana, el valor es la virtud de la clase militar y la

sabiduría caracteriza a los gobernantes. La justicia, la cuarta virtud, caracteriza a la sociedad en su

conjunto. El Estado justo es aquel en el que cada clase debe llevar a cabo su propia función sin

entrar en las actividades de las demás clases.

Platón aplica al análisis del alma humana un esquema semejante: la racional, la voluntad y los

apetitos. Una persona justa es aquella cuyo elemento racional, ayudado por la voluntad, controla

los apetitos. Existe una evidente analogía con la estructura del Estado anterior, en la que los

filósofos-reyes sabios, ayudados por los soldados, gobiernan el resto de la sociedad.

Ética

La teoría ética de Platón descansa en la suposición de que la virtud es conocimiento y que éste

puede ser aprendido. Dicha doctrina debe entenderse en el conjunto de su teoría de las ideas.

Como ya se ha dicho, la idea última para Platón es la idea de Dios, y el conocimiento de esa idea es

la guía en el trance de adoptar una decisión moral. Platón mantenía que conocer a Dios es hacer el

bien. La consecuencia de esto es que aquel que se comporta de forma inmoral lo hace desde la

ignorancia. Esta conclusión se deriva de la certidumbre de Platón de que una persona virtuosa es

realmente feliz y como los individuos siempre desean su propia felicidad, siempre ansían hacer

aquello que es moral.

Arte

Platón tenía una idea antagónica del arte y del artista aunque aprobara algunos tipos de arte

religioso y moralista. Su enfoque tiene que ver una vez más con su teoría de las ideas. Una flor

bonita, por ejemplo, es una copia o imitación de las ideas universales de flor y belleza. La flor física

es una reproducción de la realidad, es decir, de las ideas. Un cuadro de la flor es, por lo tanto, una

reproducción secundaria de la realidad. Esto también significa que el artista es una reproducción

de segundo orden del conocimiento y, en realidad, la crítica frecuente de Platón hacia los artistas

era que carecían de un conocimiento verdadero de lo que estaban haciendo. La creación artística,

observó Platón, parecía tener sus raíces en una inspirada locura.

Influencia

La influencia de Platón a través de la historia de la filosofía ha sido inmensa. Su Academia

existió hasta el año 529 a.C., en que fue cerrada por orden del emperador bizantino Justiniano I,

que se oponía a la difusión de sus enseñanzas paganas.

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El impacto de Platón en el pensamiento judío es obvio en la obra del filósofo alejandrino del

siglo I Filón de Alejandría. El neoplatonismo, fundado en el siglo III por el filósofo Plotino, fue un

importante desarrollo posterior de las ideas de Platón. Los teólogos Clemente de Alejandría,

Orígenes y san Agustín fueron los primeros exponentes cristianos de una perspectiva platónica.

Las ideas platónicas tuvieron un papel crucial en el desarrollo del cristianismo y también en el

pensamiento islámico medieval.

Durante el renacimiento, el primer centro de influencia platónica fue la academia florentina,

fundada en el siglo XV cerca de Florencia. Bajo la dirección de Marsilio Ficino, los miembros de la

academia estudiaron a Platón en griego antiguo. En Inglaterra, el platonismo fue recuperado en el

siglo XVII por Ralph Cudworth y otros que se dieron a conocer como la escuela de Cambridge. La

influencia de Platón ha llegado al siglo XX de la mano de pensadores como Alfred North

Whitehead, que una vez le rindió tributo al describir la filosofía como una simple 'serie de

anotaciones de Platón.

ARISTÓTELES (384-322 a.C.)

Filósofo y científico griego que comparte junto a Platón y Sócrates

la distinción de ser los filósofos más destacados de la antigüedad.

Nacido en Estagira (Macedonia), hijo de un médico de la corte real,

Aristóteles se trasladó a Atenas a los 17 años para estudiar en la

Academia de Platón. Permaneció en esta ciudad unos 20 años,

primero como estudiante y más tarde como maestro.

A la muerte de Platón, acaecida en el año 347 a.C., Aristóteles

partió para Assos, ciudad de Asia Menor en la que gobernaba un

amigo suyo, Hermias, al que Aristóteles sirvió de asesor, casándose

además con su sobrina e hija adoptiva, Pitia. Tras ser capturado y ejecutado Hermias a manos de

los persas en el 345 a.C., Aristóteles se trasladó a Pella, capital de Macedonia, donde se convirtió

en tutor del hijo menor del rey, Alejandro, que para la historia sería conocido como Alejandro III el

Magno. En el año 335 a.C., al acceder Alejandro al trono, regresó a Atenas y estableció su propia

escuela: el Liceo. Debido a que gran parte de las discusiones y debates se desarrollaban mientras

maestros y estudiantes paseaban por el Liceo, este centro llegó a ser conocido como escuela

peripatética. A raíz de la muerte de Alejandro en el año 323 a.C. creció en Atenas un fuerte

sentimiento antimacedonio, con lo que Aristóteles se retiró a una propiedad familiar en Calcis, en

la isla de Eubea, donde moriría al año siguiente.

Obras

Al igual que Platón, en sus primeros años en la Academia, Aristóteles utilizó muy a menudo la

forma dialogada de razonamiento aunque, al carecer del talento imaginativo de Platón, esta

modalidad de expresión no fue nunca de su pleno agrado. Si se exceptúan escasos fragmentos

mencionados en las obras de algunos escritores posteriores, sus diálogos se han perdido por

completo. Aristóteles escribió además algunas notas técnicas, como es el caso de un diccionario de

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términos filosóficos y un resumen de las doctrinas de Pitágoras; de estos apuntes sólo han

sobrevivido algunos breves extractos. Lo que sí ha llegado hasta nuestros días, sin embargo, son

las notas de clase que Aristóteles elaboraba para sus cursos, delimitados con gran esmero y que

cubrían casi todos los campos del saber y del arte.

Los textos en los que descansa la reputación de Aristóteles se basan en gran parte en estas

anotaciones que fueron recopiladas y ordenadas por sus editores posteriores.

Entre los textos existen tratados de lógica llamados Organon ('instrumento'), ya que

proporcionan los medios con los que se ha de alcanzar el conocimiento positivo.

Entre las obras que tratan de las ciencias naturales está la Física, que recoge amplia información

sobre astronomía, meteorología, plantas y animales. Sus escritos sobre la naturaleza, alcance y

propiedades del ser, que Aristóteles llamó primera filosofía, recibieron el nombre de Metafísica en

la primera edición publicada de sus obras (c. 60 a.C.) debido a que en dicha edición aparecían tras

la Física. A su hijo Nicómaco dedicaría su obra sobre la ética, llamada Ética a Nicómaco. Otras

obras esenciales son Retórica, Poética (que ha llegado a nosotros incompleta) y su Política

(también incompleta).

Métodos

Quizás debido a la influencia de su padre, que era médico, la filosofía de Aristóteles hacía

hincapié sobre todo en la biología, frente a la importancia que Platón concedía a las matemáticas.

Para Aristóteles el mundo estaba compuesto por individuos (sustancias) que se presentaban en

tipos naturales fijos (especies). Cada individuo cuenta con un patrón innato específico de

desarrollo y tiende en su crecimiento hacia la debida autorrealización como ejemplo de su clase. El

crecimiento, la finalidad y la dirección son pues aspectos innatos a la naturaleza, y aunque la

ciencia estudia los tipos generales, éstos, según Aristóteles, encuentran su existencia en individuos

específicos. La ciencia y la filosofía deben, por consiguiente, no limitarse a escoger entre opciones

de una u otra naturaleza, sino equilibrar las afirmaciones del empirismo (observación y experiencia

sensorial) y el formalismo (deducción racional).

Una de las aportaciones características de la filosofía de Aristóteles fue la nueva noción de

causalidad. Los primeros pensadores griegos habían tendido a asumir que sólo un único tipo de

causa podía ser explicatorio; Aristóteles propuso cuatro. (El término que usa Aristóteles, aition,

"factor responsable y explicatorio", no es sinónimo de causa en el sentido moderno que posee

esta palabra).

Estas cuatro causas son:

La causa material, la materia de la que está compuesta una cosa;

La causa eficiente o motriz, la fuente de movimiento, generación o cambio;

La causa formal, que es la especie, el tipo o la clase, y

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La causa final, el objetivo o pleno desarrollo de un individuo, o la función planeada de una

construcción o de un invento.

Así pues, un león joven está compuesto de tejidos y órganos, lo que constituiría la causa

material; la causa motriz o eficiente serían sus padres, que lo crearon; la causa formal es su

especie (león), mientras que la causa final es su impulso innato por convertirse en un ejemplar

maduro de su especie. En contextos diferentes, las mismas cuatro causas se aplican de forma

análoga. Así, la causa material de una estatua es el mármol en que se ha esculpido, la causa

eficiente el escultor, la causa formal la forma que el escultor ha dado a la estatua —Hermes o

Afrodita, por ejemplo— y la causa final su función: ser una obra de arte.

En todos los contextos Aristóteles insiste en que algo puede entenderse mejor cuando se

expresan sus causas en términos específicos y no en términos generales. Por este motivo se

obtiene más información si se conoce que un escultor realizó la estatua que si apenas se sabe que

la esculpió un artista y se obtendrá aún más información si se sabe que fue Policleto el que la

cinceló que si tan sólo se conoce que fue un escultor no especificado.

Aristóteles creía que su noción de las causas era la clave ideal para organizar el conocimiento.

Sus notas de clases son una impresionante prueba de la fuerza de dicho esquema.

Doctrinas

En el resumen que aparece a continuación se pueden apreciar algunos de los principales

aspectos de las doctrinas o teorías del pensamiento aristotélico.

Física o filosofía natural

En astronomía Aristóteles propone un Universo esférico y finito que tiene a la Tierra como

centro. La parte central está compuesta por cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua. En la

Física de Aristóteles cada uno de estos elementos tiene un lugar adecuado, determinado por su

peso relativo o "gravedad específica". Cada elemento se mueve, de forma natural, en línea recta

—la tierra hacia abajo, el fuego hacia arriba— hacia el lugar que le corresponde, en el que se

detendrá una vez alcanzado, de lo que resulta que el movimiento terrestre siempre es lineal y

siempre acaba por detenerse. Los cielos, sin embargo, se mueven de forma natural e infinita

siguiendo un complejo movimiento circular, por lo que deben, conforme con la lógica, estar

compuestos por un quinto elemento, que él llama aither, elemento superior que no es susceptible

de sufrir cualquier cambio que no sea el de lugar realizado por medio de un movimiento circular.

La teoría aristotélica de que el movimiento lineal siempre se lleva a cabo a través de un medio

de resistencia es en realidad válida para todos los movimientos terrestres observables. Aristóteles

sostiene también que los cuerpos más pesados de una materia específica caen de forma más

rápida que aquéllos que son más ligeros cuando sus formas son iguales, concepto equivocado que

se aceptó como norma hasta que el físico y astrónomo italiano Galileo llevó a cabo su experimento

con pesos arrojados desde la torre inclinada de Pisa.

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Biología

En zoología Aristóteles propuso un conjunto fijo de tipos naturales (especies), que se

reproducen de forma fiel a su clase. Aristóteles pensó que la excepción a esta regla la constituía la

aparición "por generación espontánea" de algunas moscas y gusanos "muy inferiores" a partir de

fruta en descomposición o estiércol. Los ciclos vitales típicos son epiciclos: se repite el mismo

patrón, aunque a través de una sucesión lineal de individuos. Dichos procesos son por lo tanto un

paso intermedio entre los círculos inmutables de los cielos y los simples movimientos lineales de

los elementos terrestres. Las especies forman una escala que comprende desde lo simple (con

gusanos y moscas en el plano inferior) hasta lo complejo (con los seres humanos en el plano más

alto), aunque la evolución no es posible

Ética

Aristóteles creía que la libertad de elección del individuo hacía imposible un análisis preciso y

completo de las cuestiones humanas, con lo que las "ciencias prácticas", como la política o la ética,

se llamaban ciencias sólo por cortesía y analogía. Las limitaciones inherentes a las ciencias

prácticas quedan aclaradas en los conceptos aristotélicos de naturaleza humana y

autorrealización. La naturaleza humana implica, para todos, una capacidad para formar hábitos,

pero los hábitos formados por un individuo en concreto dependen de la cultura y opciones

personales repetidas de ese individuo. Todos los seres humanos anhelan la "felicidad", es decir,

una realización activa y comprometida de sus capacidades innatas, aunque este objetivo puede ser

alcanzado por muchos caminos.

La Ética a Nicómaco de Aristóteles es un análisis de la relación del carácter y la inteligencia con

la felicidad. Aristóteles distinguía dos tipos de "virtud" o excelencia humana: moral e intelectual.

La virtud moral es una expresión del carácter, producto de los hábitos que reflejan opciones

repetidas. Una virtud moral siempre es el punto medio entre dos extremos menos deseables. El

valor, por ejemplo, es el punto intermedio entre la cobardía y la impetuosidad irreflexiva; la

generosidad, por su parte, constituiría el punto intermedio entre el derroche y la tacañería. Las

virtudes intelectuales, sin embargo, no están sujetas a estas doctrinas de punto intermedio. La

ética aristotélica es una ética elitista: para él, la plena excelencia sólo puede ser alcanzada por el

varón adulto y maduro perteneciente a la clase alta y no por las mujeres, niños, "bárbaros" (no

griegos) o "mecánicos" asalariados (trabajadores manuales), a los que Aristóteles se negaba a

conceder el derecho al voto.

Como es obvio en política es posible encontrar muchas formas de asociación humana. Decidir

cuál es la más idónea dependerá de las circunstancias, como por ejemplo los recursos naturales, la

industria, las tradiciones culturales y el grado de alfabetización de cada comunidad. Para

Aristóteles la política no era un estudio de los estados ideales en forma abstracta, sino más bien

un examen del modo como los ideales, las leyes, las costumbres y las propiedades se

interrelacionan en los casos reales. Así, aunque aprobaba en aquel tiempo la institución de la

esclavitud, moderaba su aceptación aduciendo que los amos no debían abusar de su autoridad, ya

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que los intereses de amo y esclavo son los mismos. La biblioteca del Liceo contenía una colección

de 158 constituciones, tanto de Estados griegos como extranjeros.

El propio Aristóteles escribió la Constitución de Atenas como parte de la colección, obra que

estuvo perdida hasta 1890, año en que fue redescubierta. Los historiadores han encontrado

gracias a este texto muy valiosos datos para reconstruir algunas fases de la historia ateniense.

Lógica

En lógica, Aristóteles desarrolló reglas para establecer un razonamiento encadenado que, si se

respetaban, no producirían nunca falsas conclusiones si la reflexión partía de premisas verdaderas

(reglas de validez).

En el razonamiento los nexos básicos eran los silogismos: proposiciones emparejadas que, en su

conjunto, proporcionaban una nueva conclusión. En el ejemplo más famoso, "Todos los humanos

son mortales" y "Todos los griegos son humanos", se llega a la conclusión válida de que "Todos los

griegos son mortales". La ciencia es el resultado de construir sistemas de razonamiento más

complejos. En su lógica, Aristóteles distinguía entre la dialéctica y la analítica; para él, la dialéctica

sólo comprueba las opiniones por su consistencia lógica. La analítica, por su parte, trabaja de

forma deductiva a partir de principios que descansan sobre la experiencia y una observación

precisa. Esto supone una ruptura deliberada con la Academia de Platón, escuela donde la

dialéctica era el único método lógico válido, y tan eficaz para aplicarse en la ciencia como en la

filosofía.

Metafísica

En su Metafísica, Aristóteles abogaba por la existencia de un ser divino, al que se describe como

"Primer Motor", responsable de la unidad y significación de la naturaleza. Dios, en su calidad de

ser perfecto, es por consiguiente el ejemplo al que aspiran todos los seres del mundo, ya que

desean participar de la perfección. Existen además otros motores, como son los motores

inteligentes de los planetas y las estrellas (Aristóteles sugería que el número de éstos era de "55 o

47"). No obstante, el "Primer Motor" o Dios, tal y como lo describe Aristóteles, no corresponde a

finalidades religiosas, como han observado numerosos filósofos y teólogos posteriores. Al "Primer

Motor", por ejemplo, no le interesa lo que sucede en el mundo ni tampoco es su creador.

Aristóteles limitó su teología, sin embargo, a lo que él creía que la ciencia necesita y puede

establecer.

La metafísica no es un libro escrito "de un tirón", sino de un conjunto de pequeños tratados

elaborados a lo largo de dos últimos períodos de su pensamiento. Se trata de una ciencia llamada

por él "sabiduría" o "filosofía primera", tiene carácter especulativo. Trata de lo más universal que

existe "el ser (tò òn) en cuanto ser y sus atributos esenciales", es decir, Dios. Pero, hay formas de

"ser" pero todas ellas se refieren a una forma primordial, al "ser" propiamente dicho: la

substancia.

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LA SUBSTANCIA (ousía).

La substancia es el "ser propiamente dicho. Y substancias son únicamente los individuos

concretos, como Sócrates o este caballo. Así, este mundo recupera su plena realidad: es al

individuo- y no a la Idea- a lo que debemos llamar "ser" o "substancia".

Distingue dos tipos de substancias: substancia primera (el individuo concreto: Sócrates) y

substancias segundas (la especie y el género: hombre, animal).

"Substancia "es el individuo concreto, pero en segundo lugar, a las especies y género como

objeto lo universal. Lo considera substancias pero en sentido secundario, no existen "separadas"

de la substancia primera, sino únicamente en ella. Por eso la substancia primera es lo

verdaderamente real, la substancia en sentido estricto: ella es el sujeto último en el que tienen su

existencia la especie y el género (e igualmente la esencia y la forma); por eso se dice que la

substancia primera "subyace a todas las cosas".

MATERIA Y FORMA.

La forma es la esencia de la cosa, la substancia segunda, la especie, y es, eterna; pero no existe

sino en la materia: "forma embebida en la materia". Al fabricarse una esfera de bronce o al

engendrar a un hombre, ni la esfera ni la naturaleza humana son engendradas o fabricadas. Lo que

se produce en un compuesto que tiene esa forma o esa naturaleza. Por eso, todo lo que deviene

debe poseer también materia, la cual recibe esa forma, como sujeto último de la misma.

La materia próxima (escháte hyle) es, por ejemplo, el bronce, o "esta carne y estos huesos", no es

pura materia, sino que posee ya una esencia o forma determinada, por ejemplo el bronce. Debe

haber dice Aristóteles, una materia absolutamente indeterminada e informe: la materia primera. Y

esta materia es también eterna. Materia y Forma son eternas, pero no existen

independientemente, sino únicamente en el compuesto de ambas. La Forma es la esencia del

individuo, y sólo ella es definible y cognoscible. El individuo es indefinible y la materia primera es

incognoscible.

La forma es común a toda la especie (y por eso preexiste al individuo), y lo que individualiza es

la materia.

LA POTENCIA Y EL ACTO.

La teoría de la potencia y el acto- es una generalización de la teoría de la materia y la forma, es

la última explicación del devenir de la substancia.

En todo ser hay lo que ese ser ya es - el acto y su poder llegar a ser- la potencia - lo que todavía

no es.

La potencia (dynamis) es de dos tipos: activa, es decir, poder o facultad de producir un efecto

en otra cosa (potencia, en latín) y potencia pasiva, o posibilidad de pasar de un estado a otro y de

recibir la acción de una potencia activa (possibilitas, en latín). La potencia activa se encuentra en el

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agente, y la pasiva en el que experimenta la acción: así, por ejemplo, el fuego tiene el poder de

quemar, y lo graso la posibilidad de ser quemado.

Para designar el Acto utiliza dos expresiones 1.- Energía( que se traduce por " acto" ) y

enteléchia ( que carece de traducción) .Energía deriva de érgon ( acción, trabajo, obra) y es por

tanto, " acción" mediante la cual algo pasa de la simple posibilidad a su perfeccionamiento y

acabamiento final; y a este término alcanzado por la acción es a lo que Aristóteles llama, en

sentido estricto, enteléchia ( enteles es algo cumplido, acabado y perfecto; enteléchia deriva de

télos, perfeccionamiento).Estos dos términos acaban por ser sinónimos." La obra es, en efecto, el

fin; y el acto es la obra.

La potencia es algo real en el ser, y también algo distinto del acto .Por otro lado, el acto posee

prioridad absoluta sobre la potencia. Desde un punto de vista lógico, sólo es posible concebir la

potencia como potencia de un acto determinado. Cronológicamente parecería que la semilla es

anterior al árbol; pero no es así; la semilla debe proceder de un árbol en acto. Por fin el acto como

enteléchia es aquello a lo que se ordena la potencia activa: "no es por tener la vista por lo que los

animales ven, sino que es para ver por lo que tienen vista" (concepción teológica de Aristóteles)

Potencia- acto y materia -forma son estructuras paralelas. La materia, en efecto, es o está en

potencia (pasiva) de la forma. Y la forma es lo que actualiza la materia, la perfecciona y confiere al

ser su potencia activa para obrar

"La materia está en potencia porque tiende hacia la forma; y cuando está en acto es porque posee

su forma...La forma es acto”

Influencia

Tras la caída del Imperio romano las obras de Aristóteles se perdieron en Occidente. Durante el

siglo IX, los estudiosos árabes introdujeron a Aristóteles, traducido al árabe, en el Islam. De estos

estudiosos árabes que examinaron y comentaron la obra aristotélica, el más famoso fue Averroes,

filósofo hispanoárabe del siglo XII. En el siglo XIII el Occidente latino renovó su interés por la obra

de Aristóteles y santo Tomás de Aquino halló en ella una base filosófica para orientar el

pensamiento cristiano, aunque su interpretación de Aristóteles fuera cuestionada en un principio

por las instancias eclesiásticas.

En las primeras fases de este redescubrimiento, la filosofía de Aristóteles fue tomada con cierto

recelo, en gran parte debido a la creencia de que sus enseñanzas conducían a una visión

materialista del mundo. Sin embargo, la obra de santo Tomás acabaría siendo aceptada,

continuando más tarde la filosofía del escolasticismo la tradición filosófica fundamentada en la

adaptación que santo Tomás hacía del pensamiento aristotélico.

La influencia de la filosofía de Aristóteles ha sido general, contribuyendo incluso a determinar el

lenguaje moderno y el denominado sentido común, y su concepto del "Primer Motor" como causa

final ha tenido un importante papel dentro de la teología. Antes del siglo XX decir lógica significaba

en exclusiva hacer referencia a la lógica aristotélica. Hasta el renacimiento, e incluso después,

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tanto poetas como astrónomos ensalzaron el concepto aristotélico del Universo. El estudio de la

zoología estuvo basado en la obra de Aristóteles hasta que, en el siglo XIX, el científico británico

Charles Darwin cuestionó la doctrina de la inmutabilidad de las especies. En el siglo XX se ha

producido una nueva apreciación del método aristotélico y de su relevancia para la educación, el

análisis de las acciones humanas, la crítica literaria y el análisis político.

1- Copia y completa la siguiente la siguiente tabla en tu cuaderno.

CORRIENTE FILOSÒFICA PRINCIPALES FILOSOFOS PENSAMIENTO FILOSÒFICO

PENSAMIENTO PRESOCRÀTICO

LOS FILÒSOFOS DE JONIA

FILÒSOFOS DE LA ITALIA MERIDIONAL

LOS ÙLTIMOS PRESOCRÀTICOS

LOS FILÒSOFOS EN ATENAS

2- Realiza una presentación en Power Point, en las que expongas el pensamiento filosófico de cada

uno de los Filósofos correspondientes a esta Época.

ACTIVIDADES

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BLOQUE III

Padres de la Iglesia, nombre dado por la Iglesia católica a los autores que establecieron la doctrina cristiana antes del siglo VIII. Los escritos de los Padres, o literatura Patrística, sintetizaron la doctrina cristiana tal y como se encuentra en la Biblia, especialmente en el Evangelio, los escritos de los Padres Apostólicos, las máximas eclesiásticas y las decisiones de los concilios de la Iglesia. Facilitaron un conjunto doctrinal articulado de la enseñanza cristiana para su transmisión por todos los rincones del Imperio romano.

Hay que tomar en cuenta que al principio la Iglesia no quería saber nada de la filosofía, ya que estaban bajo la impresión de la nueva vivencia de su fe. Gracias a San Agustín, se puso un sí positivo a la filosofía.

Nosotros queremos dice San Agustín, hablar no solo con la autoridad de las sagradas escrituras, sino también basados en la universal razón humana (Ratio: relación entre dos cantidades). Si los filósofos han dicho algo que exacto ¿por qué no lo hemos de aceptar?, al fin de cuentas puede incluso servir para razonar la fe y para comprenderla mejor.

En el siglo IV, la Patrística alcanza su plena madurez. Es el momento en que las herejías han alcanzado su mayor agudeza y el gran movimiento maniqueo, que se extiende de oriente a occidente, amenazan a la Iglesia. Por otra parte el pensamiento cristiano ha adquirido profundidad y claridad, y al mismo tiempo vigencia social en el Imperio Romano.

El mundo antiguo está en su última etapa. Los bárbaros están llamando desde hace tiempo a todas las puestas del Imperio; a lo largo de sus fronteras se hace sentir la presencia de los pueblos germánicos, que se van infiltrando lentamente, antes de realizar la gran irrupción del siglo V. Y sobre todo el paganismo ha dejado de existir; la cultura romana se agota en el comentario y sigue nutriéndose, al cabo de los siglos de una filosofía la griega que no es capaz de renovar.

En este momento aparece San Agustín, la plenitud de la Patrística, que resume en su personalidad inmensa el mundo antiguo, al que todavía pertenece, y la época moderna, que anuncia, y cuyo punto de arranque es él mismo. En la obra agustiniana se cifra este paso decisivo de un mundo a otro.

FILOSOFÍA MEDIEVAL,

RENACENTISTA Y MODERNA.

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San Agustín (354 – 430).

Es una de las figuras más emblemáticas de su tiempo, del cristianismo y de la filosofía.

Su personalidad tan original y abundante deja una huella profunda en todas las cosas donde pone su mano. La filosofía y la teología medievales, es decir, lo que se ha llamado la Escolástica, toda la dogmática cristiana, disciplinas enteras como la filosofía del espíritu y la filosofía de la historia, ostentan la marca inconfundible que les imprimió. Más aún: el espíritu cristiano y el de la modernidad están influidos decisivamente por San Agustín; y tanto la Reforma como la Contrarreforma han recurrido de un modo especial a las fuentes agustinianas.

Tesis filosóficas de San Agustín.

a. Verdad b. Dios c. Creación d. Alma e. El Bien f. La Ciudad de Dios

a. Verdad: en encendidas controversias con los escépticos hizo triunfar San Agustín la posibilidad de conocer la verdad. Los escépticos dicen "no existe la verdad; de todo se puede dudar"; a lo que San Agustín replica "se podrá dudar todo lo que se quiere; de lo que no se puede dudar es de la misma duda". Existe pues la verdad con lo cual queda refutado el escepticismo. San Agustín busca el prototipo de la verdad en las verdades matemáticas, cuando dice, por ejemplo, que la proposición 7+3=10, es una proposición de vigencia universal para cualquiera que tenga razón. Aquí donde se ve que 7+3 tiene que ser igual a 10, halla San Agustín lo que también en otros casos debe ser verdad para todo espíritu racional, a saber, las reglas, ideas y normas conforme a las cuales registramos y leemos lo sensible y al mismo tiempo lo estimamos y rectificamos. Estas reglas son algo apriorístico, en lo cual el hombre, frente al mundo y su experiencia, se demuestra superior, libre y autónomo.

b. Dios: el mismo San Agustín que busca la verdad en el interior del hombre, dice a la vez con no menor énfasis: Dios es la verdad. San Agustín se eleva de lo verdadero singular a la verdad una gracias a la que todo lo verdadero es verdadero para tener participación en ella. Considera esta ascensión como prueba de que existe Dios y el mismo tiempo de lo que Dios mismo es: el todo de lo verdadero, el ser bueno de todo lo bueno, el ser de todo ser. Así Dios es todo, pero a la vez no es nada de todo, pues sobre puja a todo, ninguna categoría se le puede aplicar.

c. Creación: este concepto no es filosófico sino teológico. Por tanto, cuando San Agustín trata de pensarlo, se le ofrecen inmediatamente dificultades filosóficas. En este caso, habría que admitir también en Dios lo mutable. Por otra parte, la creación proviene de un

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acto libre de la voluntad de Dios, y no es por tanto, una procesión necesaria, como con frecuencia sé repitió contra la teoría de la emanación. San Agustín deja por fin la cuestión en suspenso. Ve que no se puede resolver con nuestros conceptos espaciales y temporales.

d. Alma: lo que San Agustín escribe sobre el alma, su fina intuición, su arte de ver y dominar las cosas, su penetrante análisis y otras diversas cualidades lo revelan como sicólogo de primer orden. El alma tenía para él especial interés. "A Dios y al alma deseo conocer". El alma tiene un efecto el primado frente al cuerpo. Cierto que San Agustín no es ya pesimista acerca del cuerpo: el espíritu del cristianismo y su doctrina de la creación no lo permiten. No obstante, para San Agustín el hombre es propiamente el alma. Y así, seguirá pensándose, aun después de que en la alta edad media prospere la formula aristotélica de la unidad del cuerpo y el alma.

e. El Bien: cuando San Agustín habla en lenguaje religioso, el bien no es para él otra cosa más que la voluntad de Dios. Pero cuando trata de descubrir los fundamentos más profundos, dice: "El bien se da con la ley eterna". Son las ideas eternas en la mente de Dios que, como para los platónicos, también aquí constituyen el fundamento de conocer, del ser y del bien. Son un orden eterno. No solo el hombre es bueno, también los seres son buenos y el conocimiento es verdadero, con tal que se orienten conforme a este orden eterno.

f. La Ciudad de Dios: siempre tendrá lugar en la historia del mundo la lucha entre la luz y las tinieblas, entre lo eterno y lo temporal, entre lo supra sensible y lo sensible, entre lo devino y lo antidivino. En su gran obra la Ciudad de Dios San Agustín, muestra cómo los poderes del bien tienen que luchar constantemente con los poderes del mal. Su sentido definitivo es el triunfo del bien sobre el mal.

Fue un movimiento filosófico y teológico que intentó utilizar la razón natural humana, en particular la filosofía y la ciencia de Aristóteles, para comprender el contenido sobrenatural de la revelación cristiana. Principal movimiento en las escuelas y universidades medievales de Europa, desde mediados del siglo XI hasta mediados del siglo XV, su ideal último fue integrar en un sistema

ordenado tanto el saber natural de Grecia y Roma como el saber religioso del cristianismo. El término escolástica también se utiliza en un sentido más amplio para expresar el espíritu y métodos característicos de ese momento de la historia de la filosofía o cualquier otro espíritu o actitud similar hacia el saber encontrados en otras épocas. El término escolástica, que en su origen designaba a los maestros de las escuelas monásticas o catedralicias medievales, de las que

surgieron las universidades, acabó por aplicarse a cualquiera que enseñara filosofía o teología en dichas escuelas o universidades.

EL ESCOLASTICISMO

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CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES.

Los pensadores escolásticos sostuvieron una amplia variedad de ideas tanto en filosofía como en teología. Lo que da unidad a todo el movimiento escolástico son las metas comunes, las actitudes y los métodos aceptados de un modo general por todos sus miembros. La principal preocupación de los escolásticos no fue conocer nuevos hechos sino integrar el conocimiento ya adquirido de forma separada por el razonamiento griego y la revelación cristiana. Este interés es una de las diferencias más características entre la escolástica y el pensamiento moderno desde el renacimiento.

El objetivo esencial de los escolásticos determinó algunas actitudes comunes, de las que la más importante fue su convicción de la armonía fundamental entre razón y revelación. Los escolásticos afirmaban que el mismo Dios era la fuente de ambos tipos de conocimiento y la verdad era uno de Sus principales atributos. No podía contradecirse a Sí mismo en estos dos caminos de expresión.

Cualquier oposición aparente entre revelación y razón podía deberse o a un uso incorrecto de la razón o a una errónea interpretación de las palabras de la revelación. Como los escolásticos creían que la revelación era la enseñanza directa de Dios, ésta tenía para ellos un mayor grado de verdad y certeza que la razón natural. En los conflictos entre fe religiosa y razonamiento filosófico, la fe era siempre el árbitro supremo, la decisión de los teólogos prevalecía sobre la de los filósofos. Después de principios del siglo XIII, el pensamiento escolástico puso mayor énfasis en la independencia de la filosofía en su campo propio. A pesar de todo, durante el periodo escolástico la filosofía estuvo al servicio de la teología, no sólo porque la verdad de la filosofía estaba subordinada a la de la teología, sino también porque los teólogos utilizaban la filosofía para comprender y explicar la revelación.

Esta postura de la escolástica chocó con la llamada teoría de la doble verdad del filósofo y físico hispano-árabe Averroes. Su teoría mantenía que la verdad era accesible tanto a la teología como a la filosofía islámica pero que tan sólo la filosofía podía alcanzarla en su totalidad. Por lo tanto, las llamadas verdades de la teología servían, para la gente común, de expresiones imaginativas imperfectas de la verdad auténtica, sólo accesible por la filosofía. Averroes sostenía que la verdad filosófica podía incluso contradecir, al menos de una forma verbal, las enseñanzas de la teología islámica.

Como resultado de su creencia en la armonía entre fe y razón, los escolásticos intentaron determinar el ámbito preciso y las competencias de cada una de estas facultades. Muchos de los primeros escolásticos, como el eclesiástico y filósofo italiano san Anselmo, no lo consiguieron y estuvieron convencidos de que la razón podía probar algunas doctrinas procedentes de la revelación divina. Más tarde, en el momento de esplendor de la escolástica, el teólogo y filósofo italiano santo Tomás de Aquino estableció un equilibrio entre razón y revelación. Sin embargo, los escolásticos posteriores a santo Tomás, empezando por el teólogo y filósofo escocés Duns Escoto, limitaron cada vez más el campo de las verdades capaces de ser probadas a través de la razón e insistieron en que muchas doctrinas anteriores que se pensaba habían sido probadas por la filosofía tenían que ser aceptadas sobre la base única de la fe. Una de las razones de esta limitación fue que los escolásticos aplicaron los requisitos para la demostración científica, recogidos al principio en el Organon de Aristóteles, de una manera mucho más rigurosa que lo había hecho cualquiera de los filósofos anteriores. Esos requisitos eran tan estrictos que el propio Aristóteles rara vez fue capaz de aplicarlos en detalle más allá del campo de las matemáticas. Esta

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tendencia desembocó de forma teórica en la pérdida de confianza en la razón natural humana y en la filosofía, como quedó caracterizada la primera época del renacimiento, y así lo asumieron los primeros reformadores religiosos protestantes, como Martín Lutero.

Otra actitud común entre los escolásticos fue su sometimiento a las llamadas autoridades, tanto en filosofía como en teología. Esas autoridades eran los grandes maestros del pensamiento de Grecia y Roma y los primeros Padres de la Iglesia. Los escolásticos medievales se impusieron a sí mismos pensar y escribir mediante el estudio único e intensivo de los autores clásicos, a cuya cultura y saber atribuían certezas inmutables. Tras alcanzar su plena madurez de pensamiento y producir los primeros trabajos originales de filosofía, siguieron citando a las autoridades para dar peso a sus propias opiniones, aunque a estas últimas llegaban en muchos casos de manera independiente. Críticas posteriores concluyeron de esta práctica que los escolásticos eran meros compiladores o repetidores de sus maestros. En realidad, los escolásticos maduros, como santo Tomás de Aquino o Duns Escoto, fueron muy flexibles e independientes en su utilización de los textos de los clásicos; a menudo con el fin de armonizar los textos con sus propias posiciones, ofrecieron interpretaciones que eran difíciles de conciliar con las intenciones y motivos inspiradores en los clásicos. El recurso a la cita de los clásicos fue, en muchos casos, poco más que un ornamento estilístico para empezar o finalizar la exposición de las propias opiniones e intentaba demostrar que las ideas del exegeta eran continuidad del pasado y no simples novedades. Novedad y originalidad de pensamiento no eran perseguidos de forma deliberada por ninguno de los escolásticos sino más bien minimizadas lo más posible.

Los escolásticos consideraron a Aristóteles la máxima autoridad filosófica, llamándole de modo habitual "el filósofo". El primer prelado y teólogo cristiano san Agustín fue su principal autoridad en teología, tan sólo subordinado a la Biblia y a los concilios oficiales de la Iglesia. Los escolásticos se adhirieron con mayor intensidad y sin ninguna crítica a las doctrinas emitidas por la jerarquía eclesial al admitir las opiniones de Aristóteles en materia de ciencias empíricas, como la física, la astronomía y la biología. Su aceptación sin crítica debilitó a la escolástica y fue una de las principales razones de su desdeñoso rechazo por parte de los investigadores y sabios del renacimiento e incluso de mucho tiempo después.

MÉTODOS COMUNES.

Uno de los principales métodos de la escolástica fue el uso de la lógica y el vocabulario filosófico de Aristóteles en la enseñanza, la demostración y la discusión. Otro importante método fue enseñar un texto por medio de un comentario de alguna autoridad aceptada. En filosofía, esa autoridad era atribuida de un modo casi mecánico y procedimental a Aristóteles. En teología, los textos principales eran la Biblia y el Sententiarum Libri Quatuor (Cuatro libros de Sentencias) del teólogo y prelado italiano del siglo XII Pedro Lombardo, una recopilación de las opiniones de los primeros Padres de la Iglesia sobre problemas de teología. Los primeros escolásticos empezaron asumiendo como ortodoxia intelectual el contenido de los textos que estaban comentando. Poco a poco, conforme la práctica de la lectura fue desarrollando su propio poder de crítica, introdujeron muchos comentarios suplementarios sobre algunos puntos que el propio texto no cubría o no

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había resuelto de forma adecuada. A partir del siglo XIII, esos comentarios suplementarios, que expresaban el pensamiento personal de los maestros, se convirtieron en la parte más amplia y trascendente de los textos, resultando así que la explicación literal del texto era reducida a un simple pasaje de cada exégesis.

Junto con los comentarios contaba la técnica de discusión por medio del debate público. Cada profesor de una universidad medieval debía aparecer varias veces al año ante el cuerpo docente y los alumnos, reunidos en asamblea, en un debate para defender los puntos cruciales de sus propias enseñanzas frente a todo aquel que las pusiera en duda. Las ideas de la lógica aristotélica se empleaban tanto en la defensa como en el ataque. En el siglo XIII el debate público se convirtió en un instrumento educativo flexible para estimular, probar y comunicar el progreso del pensamiento en la filosofía y teología.

Después de la mitad del siglo XIV, sin embargo, la vitalidad del debate público decayó y se convirtió en un rígido formalismo. Los participantes se sentían menos interesados en el contenido real que en pequeños puntos de la lógica y nimias sutilezas del pensamiento. Este tipo degradado de debate influyó mucho en dar una mala reputación a la escolástica durante el renacimiento y posteriormente; en consecuencia muchos pensadores modernos lo han considerado un mero mecanismo lógico pedante y artificial.

PRINCIPALES FILÓSOFOS ESCOLÁSTICOS.

Entre los escolásticos más destacados de los siglos XI y XII se encuentran san Anselmo; el filósofo, teólogo y profesor de lógica Pedro Abelardo y el filósofo y clérigo Roscelino, que fundó la escuela de filosofía conocida como nominalismo. Entre los pensadores judíos del mismo periodo, el rabino, filósofo y físico Maimónides intentó armonizar la filosofía aristotélica con la revelación divina como se entiende en el judaísmo, en un espíritu similar al de los escolásticos cristianos. Los escolásticos de la llamada edad de oro del siglo XIII incluyen a santo Tomás de Aquino y al filósofo alemán san Alberto Magno, ambos pertenecientes a la orden de los dominicos; al monje y filósofo inglés Roger Bacon, al prelado y teólogo italiano san Buenaventura, y a Duns Escoto, todos pertenecientes a la orden de los franciscanos y al sacerdote seglar belga del siglo XIII Henry de Ghent. El nominalismo se convirtió en la escuela filosófica dominante del siglo XIV, cuando la escolástica empezó a declinar. El nominalista más importante fue el filósofo inglés Guillermo de Ockham, un gran lógico que atacó todos los sistemas filosóficos de los escolásticos precedentes para mantener en cambio que la razón humana y la filosofía natural tenían un campo de acción mucho más limitado del que sus antecesores habían establecido.

Si bien es cierto que estos autores representan a la filosofía medieval, conoceremos de una forma más detallada uno a uno a los más importantes de estos en cuanto a la Escolástica:

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JUAN ESCOTO ERIÚGENA (815- 877).

Es el creador del primer gran sistema filosófico de la edad media. Al parecer era descendiente de escoceses pero, como ya se ha dicho, debió nacer en Irlanda como así lo indica el uso del seudónimo Johannes Ierugena o Eriúgena (que quiere decir "nacido en Irlanda"). En torno al 847 Carlos I, rey de Francia, le nombra supervisor de la escuela de la corte y le encarga que traduzca al latín las obras del neoplatónico Dionisio el Areopagita. Eriúgena, que no quiso someter sus obras al control de la censura, entró en conflicto con el papa Nicolás I. El rey Carlos le prestó su apoyo, aunque tuvo que vivir recluido en la corte hasta la muerte del monarca en 877. Los concilios de Valence (855), Langres (859) y Vercelli (1050) condenaron el tratado De Divina Praedestinatione

(Sobre la predestinación divina, 851), que defiende la creencia de Hincmar, arzobispo de Reims, sobre el destino final de los individuos en el sentido de que éste no depende de Dios de una forma absoluta, ya que la voluntad también tiene algo que decir sobre la salvación o la condenación. Por otra parte, Eriúgena afirma también en sus escritos que no existe nada semejante a la condenación como se cree conforme a la tradición. Todos los seres humanos, afirma, se transformarán por igual en espíritus puros.

En su panteística obra De Divisione Naturae (Sobre la división de la Naturaleza, 865-870), rechaza la creencia cristiana de que el universo fuera creado de la nada. Sostiene más bien que el mundo del espacio y del tiempo es una manifestación de las ideas presentes en el pensamiento de Dios y describe a este dios como el punto más alto de toda la evolución. Eriúgena afirma también que la razón no necesita ser sancionada por la autoridad; más bien al contrario, la razón es en sí misma la base de la autoridad. La obra De Divisione Naturae fue condenada en 1225, en el concilio de Sens, y el papa Honorio III ordenó que se quemara.

Suele creerse que Eriúgena escribió también una obra en la que negaba la presencia de Cristo en la Eucaristía. Aunque algunos de los puntos de vista de Eriúgena pueden considerarse heréticos, es respetado sin embargo por el alcance de su obra y lo más frecuente es que se le considere como uno de los primeros representantes del escolasticismo.

SAN ANSELMO DE CANTORBERY (1033-1109).

Teólogo, filósofo y Doctor de la Iglesia, que propuso una teoría sobre la existencia de Dios que todavía hoy se sigue debatiendo.

Nació en Aosta (norte de Italia) en el seno de una familia acomodada. En 1060 ingresó en el monasterio benedictino de Bec (Normandía), donde era abad el religioso y erudito Lanfranco. Cuando, en 1070, éste fue nombrado arzobispo de Canterbury por el rey de Inglaterra Guillermo I el Conquistador, Anselmo le sustituyó al frente del monasterio. Durante estos años alcanzó un gran prestigio por sus conocimientos y piedad, y sus monjes le animaron a que pusiera por escrito las meditaciones en que basaba

sus enseñanzas. De esta manera redactó Monologium (1077), en el que, reflejando la influencia de

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san Agustín de Hipona, presentaba a Dios como el Ser más supremo e investigaba sobre sus atributos. Animado por la acogida que tuvo su obra, continuó con su proyecto de comprensión de la búsqueda de fe, concluyendo Proslogium (1078), donde presentaba lo que en el siglo XVIII llegó a conocerse como el argumento ontológico de la existencia de Dios. Sostenía que incluso quienes dudaban de la existencia de Dios habrían de observar cierta comprensión sobre lo que dudaban: es decir, comprenderían a Dios como un ser del que no se puede pensar algo más grande. Puesto que es más grande existir fuera de la mente que sólo en la mente, un escéptico que negara la existencia de Dios estaría incurriendo en una contradicción, ya que estaría afirmando que es posible pensar en algo más grande que en un ser del que nada más grande se puede pensar. De aquí que, por definición, Dios existe.

La crítica básica al argumento de san Anselmo es que no se puede deducir la existencia fuera de la mente de nada, analizando su definición. Ya en su época, el monje Gaunilón de Marmoutier puso objeciones a su razonamiento, como más tarde lo harían santo Tomás de Aquino e Immanuel Kant. Sin embargo, René Descartes, Baruch Spinoza, Gottfried Wilhelm Leibniz y algunos pensadores contemporáneos han emitido razonamientos similares.

En 1093, Anselmo fue llamado para suceder a Lanfranco como arzobispo de Canterbury. Desde esta dignidad participó en una época de grandes conflictos con Guillermo II el Rojo, sucesor de Guillermo I el Conquistador en el trono de Inglaterra, sobre la independencia de la Iglesia del poder regio. Tanto durante su estancia en Inglaterra como en su posterior exilio italiano, san Anselmo estuvo siempre enfrentado con los poderes seculares. A pesar de ello, continuó sus reflexiones teológicas, escribiendo Cur Deus Homo, un estudio sobre la encarnación y crucifixión de Jesucristo como una forma de expiación del pecado.

En 1100, cuando Enrique I heredó la corona inglesa, Anselmo regresó a Canterbury, siendo posteriormente desterrado, de nuevo, por sus continuas controversias con el Rey. Hasta 1106 no regresó a Canterbury, donde vivió hasta el día de su fallecimiento, ocurrido el 2 de abril de 1109. Fue canonizado en 1163 y declarado Doctor de la Iglesia en 1720. Su festividad se celebra el 21 de abril.

PEDRO ABELARDO (1079 - 1142).

Filósofo y teólogo francés, cuya fama como profesor le convirtió en una de las figuras más célebres del siglo XII. Nació en Le Pallet (Bretaña) y dejó su hogar para estudiar en Loches con el filósofo nominalista francés Roscelino y más tarde en París con el filósofo realista francés Guillermo de Champeaux. Crítico de sus maestros, Abelardo comenzó a enseñar en Melun, en Corbeil y en 1108, en París. Pronto adquirió fama por toda Europa como profesor y pensador original. En 1117 se convirtió en tutor de Eloísa, sobrina de Fulbert, canónigo de la catedral de Notre Dame en París.

Eloísa y Abelardo se enamoraron, y ella dio a luz un hijo a quien llamaron Astrolabio. Ante la insistencia de Abelardo se casaron en

secreto y convenció a Eloísa para tomar los votos sagrados en la abadía benedictina de Saint-Argenteuil. Su tío Fulbert, al principio enfurecido por la relación entre los dos y después algo aplacado por su matrimonio, decidió, no obstante, que Abelardo tenía que abandonar a Eloísa en

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la abadía y castrarse. La pareja se separó entonces: Eloísa entró en una orden de religiosas, mientras Abelardo se recogió en la abadía de Saint-Denis-en-France, en París.

La primera obra publicada de Abelardo, un tratado sobre la Trinidad (1121), fue condenada y quemada por un concilio católico que se reunió en Soissons en ese mismo año. Obligado a dejar Saint-Denis-en-France, Abelardo fundó una capilla y un oratorio, llamado la Paraclete, en Nogent-sur-Seine. En 1125 fue elegido abad del monasterio de Saint-Gildas-de-Rhuis, donde escribió su autobiográfica Historia Calamitatum (Historia de mis desventuras, 1132). En esa época comenzó la famosa relación epistolar con Eloísa, cartas que han llegado a ser clásicos de la correspondencia romántica. En 1140 san Bernardo de Claraval, eminente religioso francés quien consideraba que los métodos dialécticos de Abelardo eran peligrosos y poco respetuosos con los dogmas de la fe, convenció al concilio católico reunido en Sens, y al papa Inocencio II, de condenarlo por sus escritos y enseñanzas racionalistas y escépticas. En su camino a Roma para apelar contra la condena, aceptó la hospitalidad de Pedro el Venerable, abad de Cluny, y permaneció allí durante meses. Abelardo murió en un priorato cluniaciense cerca de Chalon-sur-Saône. Su cuerpo fue llevado a la Paraclete; cuando Eloísa murió en 1164 fue enterrada junto a él. En 1817 ambos cuerpos fueron trasladados a una tumba común en el cementerio de Père Lachaise, en París.

El atractivo romántico de la vida de Abelardo a menudo oscurece la importancia de su pensamiento. Fue, sin embargo, uno de los pensadores más destacados de la edad media. En el énfasis que puso en la discusión dialéctica, Abelardo seguía al filósofo y teólogo del siglo IX Juan Escoto Eriúgena, y precedía al filósofo escolástico italiano santo Tomás de Aquino. La principal tesis dialéctica de Abelardo es que la verdad debe alcanzarse sopesando con rigor todos los aspectos de una cuestión y se presentó en Sic et Non (Así y de otra forma, c. 1123). También se anticipó a la posterior dependencia teológica de la obra de Aristóteles, más que de la de Platón.

Abelardo reaccionó con fuerza contra las teorías del realismo extremo, negando que los conceptos universales tengan existencia independiente fuera de la mente. Según Abelardo, 'universal' es una palabra funcional que expresa la imagen combinada de esas asociaciones comunes de palabras dentro de la mente. Esta posición no es nominalista, porque Abelardo subraya que las asociaciones de las cuales está formada la imagen y a las que se da un nombre universal tienen una cierta semejanza o naturaleza común. Su teoría es un paso definitivo hacia el realismo moderado de Aquino, pero carece de una explicación del proceso por el que se forman las ideas. En la evolución de la ética, la mayor contribución de Abelardo fue sostener que un acto debe ser juzgado por la intención que guía a quien lo realiza. Además de las obras mencionadas, Abelardo escribió muchos libros en latín sobre ética, teología y dialéctica, así como poesía e himnos religiosos.

SAN BUENAVENTURA (1217-1274).

Teólogo cristiano y vicario general de los franciscanos, célebre por sus escritos espirituales, se le conoció como el Doctor Seráfico.

Buenaventura nació en Bagnoregio (cerca de Viterbo, Italia), hijo de Juan de Fidanza. De nombre Juan, ingresó en la Universidad de París en 1235, donde estudió bajo las enseñanzas de Alejandro de Hales. Ingresó en la orden franciscana en 1243, y adoptó el nombre de Buenaventura y profundizó en sus estudios hasta convertirse en

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maestro (profesor) de teología en 1254. Durante este periodo preparó un comentario sobre las Escrituras, el Breviloquium y al igual que su coetáneo Tomás de Aquino, trabajó para integrar la visión aristotélica en la tradición de san Agustín. Buenaventura aceptó gran parte de la filosofía científica de Aristóteles, pero rechazó cuanto conocía de su metafísica por insuficiente, ya que, según Buenaventura, al filósofo no le guiaba la luz de la fe cristiana. La doctrina de la iluminación de la mente humana (el alma) por el divino —una forma de identificar la verdad o falsedad del juicio— la tomó de las doctrinas de san Agustín. Su Itinerario de la mente hacia Dios (1259) y sus breves tratados místicos reflejan su preocupación por la forma en que el alma reconoce y se une a Dios.

Célebre por sus estudios y buen juicio, Buenaventura fue elegido vicario general de los franciscanos en 1257, en un momento en que la comunidad se hallaba escindida a causa de la controversia sobre hasta qué punto debía, como orden, respetar el compromiso de san Francisco con la pobreza. Consiguió superar dicha división y por ello se le considera como el segundo fundador de la orden. Escribió (1263) la versión oficial de la Vida de san Francisco de Asís, y se dedicó a viajar y a predicar el estilo de vida franciscano.

El papa Gregorio X (Papa entre 1271 y 1276) le nombró cardenal arzobispo de Albano en mayo de 1273 y Buenaventura colaboró en los preparativos del Concilio de Lyon convocado para solventar el cisma con la Iglesia oriental. Murió el 15 de julio de 1274 en Lyon.

El papa Sixto IV santificó a Buenaventura en 1482 y en 1587 o 1588, el papa Sixto V le nombró doctor de la Iglesia. Su festividad se celebra el 15 de julio.

AVERROES (1126-1198).

Filósofo árabe musulmán, físico, jurista maliki y teólogo ashari, nació en Córdoba, España. Su padre, un juez de Córdoba, le enseñó jurisprudencia musulmana. En su ciudad natal también estudió teología, filosofía occidental y matemáticas con el filósofo árabe Ibn Tufayl, y medicina con el médico árabe Avenzoar. Averroes fue designado juez en Sevilla en 1169 y en Córdoba en 1171; en 1182 se convirtió en el médico de Abu Yaqub Yusuf, el califa almohade de Marruecos y de la España musulmana. La idea de Averroes de

que la razón prima sobre la religión le llevó al exilio en 1195 por orden de Abu Yusuf Yaqub al-Mansur; fue restituido poco antes de su muerte.

Averroes mantenía que las verdades metafísicas pueden expresarse por dos caminos: a través de la filosofía (según pensaba el griego clásico Aristóteles y los neoplatónicos de la antigüedad tardía) y a través de la religión (como se refleja en la idea simplificada y alegórica de los libros de la revelación). Aunque en realidad Averroes no propuso la existencia de dos tipos de verdades, filosófica y religiosa, sus ideas fueron interpretadas por los pensadores cristianos, que las clasificaron de "teoría de la doble verdad". Rechazó el concepto de la creación del mundo en el tiempo: mantenía que el mundo no tiene principio. Dios es el "primer motor", la fuerza propulsora de todo movimiento, que transforma lo potencial en lo real. El alma individual humana emana del alma universal unificada. Los amplios comentarios de Averroes sobre la obras de Aristóteles fueron traducidos al latín y al hebreo y tuvo gran influencia tanto en la escolástica y la filosofía cristiana (en la Europa medieval) como en los filósofos judíos de la edad media. Su principal obra

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original fue Tahafut al-Tahafut (árabe, "La destrucción de la destrucción"), donde rebate una obra del teólogo islámico Algazel sobre la filosofía. Es también autor de obras sobre medicina, astronomía, derecho y gramática.

MAIMÓNIDES (1135-1204).

Filósofo, matemático y físico hispanojudío. Nacido en Córdoba, fue también conocido como Rambam (por las iniciales de su verdadero nombre, Rabí Mosheh ben Maimon). Tras ser conquistada Córdoba, en 1148, por los almohades, que impusieron las leyes del islam tanto a cristianos como a judíos, la familia de Maimónides decidió exiliarse. Después de errar durante años, se establecieron en Egipto. Allí Maimónides llegó a ser rabino principal de El Cairo y médico de Saladino I, sultán de Egipto y Siria.

La contribución de Maimónides a la evolución del judaísmo le proporcionó el sobrenombre de segundo Moisés. Su gran obra en el campo de la legislación judía es la Mishné Torá (Repetición de la Ley), desarrollada en 14 libros y escrita en hebreo (1170-1180), que siguió modificando hasta su muerte. Además, formuló los Trece artículos de fe, uno de los diversos credos a los que numerosos judíos ortodoxos todavía se adhieren. Está reconocido como el filósofo judío más importante de la edad media. En Guía de perplejos, escrita en árabe (c. 1190), Maimónides intenta armonizar fe y razón conciliando los dogmas del judaísmo rabínico con el racionalismo de la filosofía aristotélica en su versión árabe, que incluye elementos de neoplatonismo. Esta obra, en la que considera la naturaleza de Dios y la creación, el libre albedrío y el problema del bien y del mal, tuvo una gran influencia en filósofos cristianos como santo Tomás de Aquino y san Alberto Magno. Su utilización de un método alegórico, aplicable a la interpretación bíblica, que minimizaba el antropomorfismo, fue condenada durante varios siglos por muchos rabinos ortodoxos; pero las cuestiones conflictivas de su pensamiento han perdido relevancia en la época moderna. La fama de Maimónides como médico igualaba a la que gozó como filósofo y autoridad en la ley judía. También escribió sobre astronomía, lógica y matemáticas.

SANTO TOMÁS DE AQUINO (1225-1274).

A veces llamado doctor angélico y el príncipe de los escolásticos, filósofo y teólogo italiano, cuyas obras lo han convertido en la figura más importante de la filosofía escolástica y uno de los teólogos sobresalientes del catolicismo.

Nació en una familia noble en Roccasecca (cerca de Aquino, en Italia) y estudió en el monasterio benedictino de monte Cassino y en la Universidad de Nápoles. Ingresó en la orden de los dominicos todavía sin graduarse en 1243, el año de la muerte de su padre. Su madre, que se oponía a la entrada de Tomás en una orden mendicante, le confinó en el castillo familiar durante más de un año en un vano intento de hacerle abandonar el camino que había elegido. Le liberó en 1245, y entonces Tomás viajó a París para completar su formación. Estudió con el filósofo escolástico alemán Alberto Magno, siguiéndole a Colonia en 1248. Porque Tomás era

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de poderosa constitución física y taciturno, sus compañeros novicios le llamaban buey mudo, pero Alberto Magno había predicho que "este buey un día llenará el mundo con sus bramidos".

Tomás de Aquino fue ordenado sacerdote en 1250, y empezó a impartir clases en la Universidad de París en 1252. Sus primeros escritos, en particular sumarios y explicaciones de sus clases, aparecieron dos años más tarde. Su primera obra importante fue Scripta super libros Sententiarum (c. 1256), que consiste en comentarios sobre una obra influyente relacionada con los sacramentos de la Iglesia, conocida como el Sententiarum libri quatuor, del teólogo italiano Pedro Lombardo. En 1256 a Tomás de Aquino se le concedió un doctorado en teología y fue nombrado profesor de filosofía en la Universidad de París. El papa Alejandro IV, que ocupó la silla pontificia desde 1254 hasta 1261, le llamó a Roma en 1259, donde sirvió como consejero y profesor en la curia papal. Regresó a París en 1268, y en seguida llegó a implicarse en una controversia con el filósofo francés Siger de Brabant y otros seguidores del filósofo islámico Averroes.

Estudio de Aristóteles y los averroístas para comprender la crucial importancia de esta polémica en la evolución del pensamiento de Occidente, es necesario considerar el contexto en que se produjo. Antes de Tomás de Aquino, el pensamiento occidental había estado dominado por la filosofía de san Agustín, el gran Padre y Doctor de la Iglesia occidental durante los siglos IV y V, quien consideraba que en la búsqueda de la verdad se debía confiar en la experiencia de los sentidos. A principios del siglo XIII las principales obras de Aristóteles estuvieron disponibles en una traducción latina de la escuela de traductores de Toledo, acompañadas por los comentarios de Averroes y otros eruditos islámicos. El vigor, la claridad y la autoridad de las enseñanzas de Aristóteles devolvieron la confianza en el conocimiento empírico, lo que originó la formación de una escuela de filósofos conocidos como averroístas. Bajo el liderazgo de Siger de Brabant, los averroístas afirmaban que la filosofía era independiente de la revelación. Esta postura amenazaba la integridad y supremacía de la doctrina católica, apostólica romana y llenó de preocupación a los pensadores ortodoxos. Ignorar a Aristóteles, tal como lo hacían los averroístas, era imposible, y condenar sus enseñanzas era inútil. Tenía que ser tenido en cuenta. San Alberto Magno y otros eruditos habían intentado hacer frente a los averroístas, pero con poco éxito. Santo Tomás triunfó con brillantez.

Reconciliando el énfasis agustino sobre el principio humano espiritual con la afirmación averroísta de la autonomía del conocimiento derivado de los sentidos, Tomás de Aquino insistía que las verdades de la fe y las propias de la experiencia sensible, así como las presentadas por Aristóteles, son compatibles y complementarias. Algunas verdades, como el misterio de la encarnación, pueden ser conocidas sólo a través de la revelación, y otras, como la composición de las cosas materiales, sólo a través de la experiencia; aun otras, como la existencia de Dios, son conocidas a través de ambas por igual. Así, la fe guía al hombre hacia su fin último, Dios; supera a la razón, pero no la anula. Todo conocimiento, mantenía, tiene su origen en la sensación, pero los datos sensibles pueden hacerse inteligibles sólo por la acción del intelecto, que eleva el pensamiento hacia la aprehensión de tales realidades inmateriales como el alma humana, los ángeles y Dios. Para lograr la comprensión de las verdades más elevadas, aquellas con las que está relacionada la religión, es necesaria la ayuda de la revelación. El realismo moderado de santo Tomás afirmó los grandes conceptos de su sistema en el pensamiento, en oposición al realismo extremo, el cual los proponía como independientes del pensamiento humano. No obstante, admitía una base para los universales en las cosas existentes en oposición al nominalismo y

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conceptualismo. En su filosofía de la política, a pesar de reconocer el valor positivo de la sociedad humana, se propone justificar la perfecta racionalidad de la subordinación del Estado a la Iglesia.

Santo Tomás primero sugirió su opinión madurada en De unitate intellectus contra averroistas (1270). Esta obra volvió la tendencia contra sus oponentes, quienes fueron censurados por la Iglesia.

Santo Tomás dejó París en 1272 y se fue a Nápoles, donde organizó una nueva escuela dominica. En marzo de 1274, mientras viajaba para asistir al Concilio de Lyon, al que había sido enviado por el papa Gregorio X, cayó enfermo. Murió el 7 de marzo en el monasterio cisterciense de Fossanova.

Con más fortuna que ningún otro teólogo o filósofo, santo Tomás organizó el conocimiento de su tiempo y lo puso al servicio de su fe. En su esfuerzo para reconciliar fe con intelecto, creó una síntesis filosófica de las obras y enseñanzas de Aristóteles y otros sabios clásicos: de san Agustín y otros Padres de la Iglesia, de Averroes, Avicena, y otros eruditos islámicos, de pensadores judíos como Maimónides y Solomon ben Yehuda Ibn Gabirol, y de sus predecesores en la tradición escolástica. Esta síntesis la llevó en la línea de la Biblia y la doctrina católica.

El éxito de santo Tomás fue inmenso; su obra marca una de las escasas grandes culminaciones en la historia de la filosofía. Después de él, los filósofos occidentales sólo podían elegir entre seguirle con humildad o inclinarse hacia alguna otra dirección diferente. En los siglos posteriores a su muerte, la tendencia dominante y constante entre los pensadores católicos fue adoptar la segunda alternativa. El interés en la filosofía tomista empezó a restablecerse, sin embargo, hacia el final del siglo XIX. En la encíclica Aeterni Patris (Del Padre eterno, 1879), el papa León XIII recomendaba que la filosofía de santo Tomás fuera la base de la enseñanza en todas las escuelas católicas. El papa Pío XII, en la encíclica Humani generis (1950), afirmaba que la filosofía tomista es la guía más segura para la doctrina católica y desaprobaba toda desviación de ella. El tomismo permanece como una escuela importante en el pensamiento contemporáneo. Entre los pensadores, católicos y no católicos, que han trabajado dentro del marco tomista, han estado los filósofos franceses Jacques Maritain y Étienne Gilson.

Santo Tomás fue un autor prolífico en extremo, con cerca de 800 obras atribuidas. Las dos más importantes son Summa contra Gentiles (1261-1264), un estudio razonado con la intención de persuadir a los intelectuales musulmanes de la verdad del cristianismo y la Summa theologica (1265-1273), en tres partes (sobre Dios, la vida moral del hombre y Cristo), de la que la última está inacabada.

JUAN DUNS ESCOTO (1266-1308).

Teólogo y filósofo escocés, creador de la escuela escolástica llamada escotismo. Nacido en Duns, Lothian, Duns Escoto entró en la orden franciscana y estudió en las universidades de Oxford y París. Más tarde impartiría clases en ambos centros sobre las Sentencias, el manual teológico básico del teólogo italiano Pedro Lombardo. En 1303 se exilió de París por negarse a apoyar a Felipe IV, rey de Francia, en su disputa con el papa Bonifacio VIII sobre la los impuestos con que se gravaban las propiedades de la Iglesia. Después de un breve exilio Duns Escoto volvió a París, donde enseñó hasta 1307. A finales de ese año fue enviado a Colonia, donde dio clases hasta su muerte, el 8 de noviembre de 1308. Sus escritos más importantes son las dos colecciones de

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Comentarios sobre las Sentencias y los tratados Cuestiones quodlibetic, Cuestiones sobre metafísica, y Sobre el principio primero. A causa de su intrincado pero hábil método de análisis, en concreto en su defensa de la doctrina de la Inmaculada Concepción (que el papa Pío IX definió como dogma de la Iglesia católica en 1854), se le conoce como Doctor Subtilis (en latín, 'doctor sutil').

En su sistema de filosofía Duns Escoto analizó con precisión los conceptos de causalidad y posibilidad en un intento de establecer una prueba rigurosa de la existencia de Dios, el ser primero e infinito. No obstante, mantenía que para conocer la verdad en toda

su amplitud y cumplir con el propio destino eterno no debe limitarse a hacer uso de las intuiciones derivadas del conocimiento natural o la filosofía, sino que también debe intentar conocer y aceptar la revelación divina. La revelación complementa y perfecciona el conocimiento natural, y, en consecuencia, no puede haber contradicción entre ellos. Para Duns Escoto, teología y filosofía son disciplinas distintas y separadas; sin embargo, se complementan, porque la teología recurre a la filosofía como una herramienta. En su opinión, el interés primordial de la teología es Dios, considerado desde el punto de vista de Su propia naturaleza, mientras que la filosofía sólo apela a Dios en la medida en que Él es la causa primera de las cosas. Al considerar la naturaleza de la teología como una ciencia, sin embargo, Duns Escoto se apartó de forma clara de su precursor dominico, santo Tomás de Aquino. Mientras santo Tomás definía la teología primero y ante todo como una disciplina especulativa, Duns Escoto abordaba la teología como una ciencia práctica, interesada en cuestiones teóricas sólo en la medida en que éstas se plantean como fin el salvar almas a través de la revelación. Argumentó que mediante la fe una persona puede conocer con absoluta certeza que el alma es incorruptible e inmortal; la razón puede argumentar con verosimilitud la existencia de tales cualidades del alma, pero no puede probar que existan con exactitud.

Como santo Tomás, Escoto fue un realista de la filosofía, pero se distinguía de éste en ciertas materias básicas. El principal punto de diferencia entre ellos está relacionado con sus ideas de la percepción. Duns Escoto mantenía que una comprensión directa, intuitiva, de las cosas concretas se obtiene tanto a través del intelecto como de los sentidos. Aquino, por otro lado, sostenía que el intelecto no conoce por sí mismo la singularidad de las cosas materiales sino sólo las naturalezas universales abstraídas a su vez de las percepciones.

Duns Escoto afirmaba que los universales no tienen una existencia separada de la mente humana, sino que cada cosa separada o 'singular' posee una naturaleza distinta hacia el exterior que comparte con otras cosas de la misma clase. Este hecho, pensaba, suministra el fundamento objetivo de nuestro conocimiento sobre las verdades esenciales. Siguiendo la tradición franciscana establecida por el teólogo italiano San Buenaventura, Duns Escoto recalcó la primacía de la libertad humana y de los actos de amor sobre el intelecto. Evitaba una visión arbitraria o voluntarista de los actos de Dios, aunque advertía al mismo tiempo que la existencia actual de las cosas depende de una decisión libre tomada por Dios, y sostenía que las obligaciones morales dependen de la voluntad de Dios. Esa voluntad, enseñaba, es libre por completo y no estaba formada o determinada por motivos concretos. Dios ordena una acción no porque él vea que es buena, como afirmaba santo Tomás, sino que la hace buena al ordenarla.

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Duns Escoto fue uno de los más profundos y refinados teólogos y filósofos medievales conocidos por su filiación escolástica. Durante muchos siglos después de su muerte, sus seguidores, llamados escotistas, estuvieron en conflicto con los adeptos de santo Tomás, que eran llamados tomistas.

GUILLERMO DE OCKHAM (1285 - 1349).

Conocido como Doctor Invincibilis (en latín, ‘Doctor invencible’) y Venerabilis Inceptor (en latín, ‘Venerable iniciador’), filósofo inglés y teólogo escolástico, considerado el mayor representante de la escuela nominalista, la más consistente y directa rival de las escuelas tomista y escotista.

Nació en Surrey, Inglaterra. Entró en la orden de los franciscanos y estudió y enseñó en la Universidad de Oxford desde 1309 hasta 1319. Acusado por el papa Juan XXII de impartir enseñanzas peligrosas, permaneció en arresto domiciliario desde 1324 hasta 1328 en el palacio papal de Aviñón (Francia) mientras

se sometía a examen la ortodoxia de sus escritos. Se alió con los franciscanos contra el papa en una disputa sobre la pobreza de la orden y huyó a Munich en 1328 para acogerse a la protección de Luis IV, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, que había rechazado la autoridad pontificia en asuntos políticos. Excomulgado por el Papa, Ockham escribió contra el papado y defendió al emperador hasta que este murió en 1347. El filósofo murió en Munich, mientras intentaba lograr una reconciliación con el papa Clemente VI.

Ockham alcanzó la fama como alguien que aplicó la lógica de forma rigurosa para mostrar que muchas creencias de los filósofos cristianos (por ejemplo que Dios es uno, omnipotente, creador de todas las cosas, y que el alma humana es inmortal) no se podían probar mediante la razón filosófica o natural, sino tan sólo a través de la revelación divina. Su nombre se atribuye al principio de economía en lógica formal, conocido como ‘la navaja de Ockham’, según la cual las entidades no tienen que ser multiplicadas sin necesidad.

El Renacimiento es uno de los grandes momentos de la historia universal que marcó el paso del mundo Medieval al

mundo Moderno. Es un fenómeno muy complejo que impregnó todos los ámbitos, yendo por tanto, más allá de lo puramente artístico. Impulsó el progreso económico y de la conciencia social en toda Europa occidental entre los siglos XV y XVII, marcó el paso de la filosofía medieval a la filosofía moderna.

EL RENACIMIENTO

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Primero que todo fue caracterizada por un giro humanista en contraste con la filosofía medieval. Ésta estaba caracterizada por haber tenido siempre a Dios en el centro, pues su principal objetivo era justificar la existencia de Dios. En el renacimiento Dios y el cristianismo dejaron de ser el punto central del pensamiento para dar paso al hombre como punto central. Un ejemplo puede ser el dibujo de Leonardo da Vinci, en el cual muestra la precisión del hombre como "Medida de todas las cosas". Estuvo influenciada en gran parte por la Guerra de los Treinta Años.

El Renacimiento es fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinaron una nueva concepción del hombre y del mundo.

Pero el renacimiento supondrá una aportación fundamental en la sustitución de la visión aristotélica del mundo. "Renacimiento" deriva de "renacer". Efectivamente es un renacer del hombre en el mundo, una valoración de la investigación de la naturaleza como medio para alcanzar los "fines humanos". Influirán en esta transformación:

1. El humanismo: con su traducción de los clásicos, su antropocentrismo (contra el teocentrismo medieval) y su naturalismo (importancia de la investigación de la naturaleza, separación de lo natural frente a lo sobrenatural). Supone una nueva concepción del ser humano como ser natural que vive en la Naturaleza como en su verdadero hogar. El ser humano es el centro y síntesis del Universo, por encima del cual sólo está Dios. Se destaca su individualidad y peculiaridad, así como su voluntad, libertad y poder de construir su propio destino.

2. El aristotelismo renovado que introduce Averroes que valora la investigación empírica. 3. El platonismo y pitagorismo: que introduce máximas que influirán notablemente en las elaboraciones científicas: "reducir las irregularidades de la naturaleza a la regularidad de las matemáticas", "valoración de lo simple y lo armónico", etc…

NICOLAS DE CUSA (Cusa, 1401-Todi, 1464)

Estudió en Heidelberg y en Italia. Se ordenó sacerdote y fue nombrado cardenal. Su obra más importante es De docta ignorantia. Dios. Recoge la tradición neoplatónica, entendiendo a Dios como unidad, síntesis armónica de las diferencias. Dios es infinito como el universo, que es una manifestación de Dios. De la unidad se pasa a la dispersión, y de ésta, por emanación, a la unidad. Dios es coincidencia de contrarios, identidad de las diferencias. De Dios sabemos más lo que no es que lo que es, porque la experiencia sólo nos permite conocer la realidad finita, y Dios es infinito. La persona reconoce los límites de su mente y vive en un estado de ignorancia sabia porque sabe la limitación

que tiene el ser finito para conocer el infinito.

Conocimiento. Distingue dos facultades de conocimiento:

+ La razón, que se rige por el principio de no contradicción y admite oposiciones;

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+ El entendimiento, gracias al cual podemos intuir que en el infinito los contrarios coinciden (si el diámetro de un círculo se prolonga hasta el infinito, su circunferencia coincidirá con la línea recta).

Relación Dios-mundo. Defiende un panteísmo al afirmar que Dios es en todas las cosas y las contiene todas. El universo es una representación o teofanía de Dios. El mundo proviene de Dios por emanación.

BRUNO GIORDANO (Nola, 1548-Roma, 1600).

Estudió filosofía, matemáticas y teología. Ordenado sacerdote, rompió con la Iglesia y, tras refugiarse en la Ginebra calvinista, dio clases en París y Londres. Murió en la hoguera, víctima del tribunal del Santo Oficio. Obras: Expulsión de la bestia triunfante, Del infinito, universo y mundo. Partiendo de la infinitud de Dios y de la naturaleza, defiende una teoría de carácter panteísta y neoplatónico.

Dios. Es trascendente, principio único e infinito, fuente de emanación de todo lo que existe y, como tal, incognoscible. Al mismo tiempo, es inmanente porque es causa o principio constitutivo de las cosas. En este caso, se identifica con la naturaleza. A Dios, como ser trascendente, lo estudia la teología y, como ser inmanente, la filosofía o ciencia.

La naturaleza. Es infinita, porque es Dios realizado en la multiplicidad. El universo, como un todo, es infinito y finito en cada una de sus partes.

Movimiento. El principio del movimiento es Dios, como inteligencia formal (nous), alma universal, energía cósmica que da orden a las cosas.

FRANCIS BACON (Londres, 1561-1626).

Estudió en Cambridge. Vivió dos años en Francia y ocupó cargos diplomáticos y políticos. Su obra más importante es Instauratio Magna, que consta de dos partes, de las cuales es conocida la segunda, Novum Organum.

Conocimiento. La finalidad del conocimiento humano es el dominio de la naturaleza. La naturaleza sólo puede ser conocida obedeciéndola, es decir, partiendo de sus propias leyes naturales. La ciencia pasa a ser el saber teórico más importante, pero actúa como un instrumento para la acción humana, tiene un carácter práctico.

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Método científico. El método que nos permite conocer los fenómenos es el inductivo, que parte de la observación empírica, formula hipótesis y, una vez verificadas, permite formular una ley de valor universal. Se fundamenta en las tablas de inducción que señalan cuál es la relación existente entre un fenómeno y la causa que lo ha producido. Las tablas son tres: tabla de presencia (la presencia del fenómeno implica la presencia de la causa), tabla de ausencia (si el fenómeno no se da, la causa tampoco) y tabla de grado (las variaciones de A acompañan a las variaciones de B).

Teoría de los ídolos. Llama ídolos a los impedimentos contra los cuales ha luchado la ciencia, impedimentos que provienen de prejuicios humanos y de su concepción de las cosas. A partir de los distintos tipos de ídolos, hace una crítica de las teorías anteriores, que han impedido que la ciencia progresara.

NICOLAS MAQUIAVELO (1469-1527)

Maquiavelo tiene una concepción totalmente diferente de la sociedad humana: para él el hombre es por naturaleza perverso y egoísta, sólo preocupado por su seguridad y por aumentar su poder sobre los demás; sólo un estado fuerte, gobernado por un príncipe astuto y sin escrúpulos morales, puede garantizar un orden social justo que frene la violencia humana. Fue el primero en usar la palabra estado en su sentido moderno. Algunos le atribuyen la invención de la dictadura moderna y su consiguiente Realpolitik, como expresión específicamente distinta de las

antiguas formas de totalitarismo. Sus ideas políticas estaban impregnadas de sentido práctico y una visión realista de gobierno.

El príncipe o el gobernante, tiene como misión la felicidad de sus súbditos y ésta sólo se puede conseguir con un Estado fuerte. Para conseguirlo tendrá que recurrir a la astucia, al engaño y, si es necesario, a la crueldad. La virtud fundamental es la prudencia, para la conveniencia del Estado. Si el interés de la patria exige traición o perjurio, se comete. "La grandeza de los crímenes borrará la vergüenza de haberlos cometido". Los medios no importan: no es necesaria la moral, sino un realismo práctico, no lo que debe ser, sino lo que es en realidad. Política y moral son dos ámbitos distintos e incluso contradictorios. Aunque El Príncipe estuviera dedicado a Lorenzo de Medicis (1492-1519) [duque de Urbino], con la esperanza de recuperar la confianza perdida, Maquiavelo quiere presentar en su obra el arquetipo de cualquier político. Su personalidad debe poseer condiciones especiales para llegar al poder y mantenerse en él:

Capacidad de manipular situaciones, ayudándose de cuantos medios precise mientras consiga sus fines: lo que vale es el resultado. "El que consigue el poder es el Príncipe, el que consigue el orden y la paz son los súbditos".

El gobernante debe poseer seria destreza, intuición y tesón, así como habilidad para sortear obstáculos, y "moverse según soplan los vientos".

Diestro en el engaño: No debe tener virtudes, solo aparentarlas.

Amoral, indiferencia entre el bien y el mal, debe estar por encima.

Para Maquiavelo la mejor forma de gobierno es la República: "el gobierno de muchos es mejor que el de unos pocos", y justifica la romana como la más perfecta. Aunque él era republicano y

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aspiraba a convertir a Florencia en un Estado fuerte, en El Príncipe acepta, como mal menor, que en ciertos momentos de corrupción y desorden que es más útil y eficaz la acción de un solo personaje, adornado de cualidades excepcionales.

ERASMO DE ROTTERDAM (1466 - 1536)

Erasmo de Rotterdam (Róterdam, 1466/69 - Basilea, 12 de julio de 1536), conocido como Desiderius Erasmus Rotterdamus, nacido Geert Geertsen, también llamado Gerrit Gerritszoon (Gerardo, hijo de Gerardo), fue un humanista, filósofo, filólogo y teólogo holandés, autor de importantes obras en latín.

Nació el 28 de octubre de 1466 en Rotterdam, fue hijo de Roger y Margaret Gerrit. Después de ser ordenado sacerdote (a partir de 1490), Erasmo estudió en la Universidad de París, que se encontraba en ese momento viviendo con gran fuerza el Renacimiento de la cultura de Grecia y Roma. Posiblemente en

esta etapa se encuentren los comienzos del pensamiento humanista de Erasmo, que convirtieron al joven en un pensador libre y profesor de ideas independientes. Las polémicas de Erasmo contra la Iglesia han sido malinterpretadas con frecuencia. Erasmo estaba de acuerdo con la doctrina católica y con la forma de organización de la Iglesia. Lo que le molestaba eran otras situaciones. La verdadera razón del enfrentamiento es que Erasmo quería utilizar su formación universitaria y su capacidad para transmitir ideas, para aclarar las doctrinas católicas y hacer que la Iglesia permitiera más libertad de pensamiento. Estos dos objetivos no eran compartidos por los Obispos y Arzobispos de esos tiempos (Siglo XVI).

Desde su trabajo de académico versado tanto en la doctrina como en la vida monacal, Erasmo creyó su obligación liberar a la Iglesia de la parálisis a que la condenaban la rigidez del pensamiento y las instituciones de la Edad Media, ya que él creía que el Renacimiento era una manera de pensar fundamentalmente nueva. La tradición y las ideas de la Edad Media no tenían ya lugar en el mundo, y él, el "cruzado de la rectitud", debía ser el encargado de cambiar el estado de cosas.

Si se considera que la convicción de Erasmo era educar, para que el estudiante pudiese dudar de la administración y los asuntos públicos de la Iglesia y del gobierno, sus aparentes contradicciones desaparecen, y comienza a visualizarse con claridad la enorme coherencia de su obra, mantenida con firmeza a través de los años y las décadas.

Reforma, movimiento religioso surgido en el siglo XVI en el ámbito de la Iglesia cristiana, que supuso el fin de la hegemonía de la Iglesia católica y la instauración de distintas iglesias ligadas al protestantismo. La Reforma, precedida por la cultura del renacimiento y, de alguna forma, seguida

LA REFORMA

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por la Revolución Francesa, alteró por completo el modo de vida de Europa occidental e inició la edad moderna. Se inició a principios del siglo XVI, cuando Martín Lutero desafió la autoridad papal.

El humanismo, la revitalización de la formación clásica y la inquietud doctrinal y especulativa, que comenzaron a desarrollarse en el siglo XV en Italia, desplazaron al escolasticismo como

filosofía principal en Europa occidental y privaron a los líderes de la Iglesia del monopolio sobre la enseñanza que antes habían ostentado. Los miembros legos estudiaban literatura antigua y eruditos de la categoría del humanista italiano Lorenzo Valla evaluaron de forma crítica las traducciones de la Biblia y otros documentos que eran la base del dogma y de la tradición de la Iglesia.

La invención de la imprenta con tipos de metal móviles incrementó en gran medida la circulación de los libros y extendió las ideas de renovación espiritual por toda Europa. Los humanistas que vivían fuera de Italia, como Erasmo de Rotterdam en los Países Bajos, John Colet y Tomás Moro en Inglaterra, Johann Reuchlin en Alemania y Jacques Lefèvre d´Étaples en Francia, aplicaron nuevas normas a la evaluación de las prácticas de la Iglesia y al desarrollo de un conocimiento más preciso de las Escrituras. Estos eruditos estudios sentaron las bases sobre las que Martín Lutero y Juan Calvino reivindicaron que la única autoridad religiosa posible era el juicio individual aplicado al estudio de la Biblia.

La Reforma protestante fue emprendida en Alemania por Lutero en 1517, al publicar sus 95 Tesis, que desafiaban la teoría y la práctica de las indulgencias papales. En estas tesis sostuvo que el Papa no puede absolver sino de los castigos que el mismo hubiera impuesto, y que estos no se extienden más allá de la muerte; que la absolución se debe a todos los penitentes y que ésta no es indispensable. Más valen las obras de piedad y de misericordia. Pregunta ¿por qué el Papa no libra a todas las almas de una vez del purgatorio, si es que de veras tiene este poder, movido de compasión por sus sufrimientos, en lugar de sacarlas poco a poco por dinero? Estas tesis luego precipitaban una gran discusión que aumentó en intensidad durante unos tres años. En este tiempo Lutero se alejaba paulatinamente del dogma católico-romano mientras su comprensión de las grandes verdades evangélicas se aclaraba cada vez más. Vino a reconocer como verdaderos cristianos a algunos como Wycliffe y Huss que la Iglesia había condenado por herejes y aún llegó al extremo de criticar severamente unas resoluciones de papas y concilios alegando que estos como humanos podían errar. Llegó a basarse en las Sagradas Escrituras y en la razón convincente como las únicas autoridades reconocidas por él.

Las autoridades papales ordenaron a Lutero que se retractara y se sometiera a la autoridad de la Iglesia, pero él replicó con mayor radicalidad, haciendo un llamamiento a la reforma, atacando el sistema sacramental y recomendando que la religión se mantuviera en la fe individual basada en las normas contenidas en la Biblia. Amenazado de excomunión por el Papa, Lutero quemó ante sus seguidores, en la plaza pública, la bula o decreto papal de excomunión y con ella un volumen de la ley del canon. Este acto de desafío simbolizaba una ruptura definitiva con todo el sistema de la Iglesia católica.

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En un intento por frenar las revueltas, el emperador Carlos V y los príncipes alemanes y eclesiásticos se reunieron en 1521 en la Dieta de Worms e instaron a Lutero a retractarse. Éste se negó una vez más y fue declarado fuera de la ley. Durante casi un año permaneció escondido, escribiendo panfletos en los que exponía sus principios y traduciendo el Nuevo Testamento al alemán. Aunque sus obras habían sido prohibidas por edicto imperial, fueron distribuidas en público y se convirtieron en poderosos instrumentos para hacer de las grandes ciudades alemanas importantes centros del luteranismo.

El movimiento reformista se extendió vertiginosamente entre el pueblo, y cuando Lutero abandonó su retiro, fue recibido en su casa en Wittenberg como un líder revolucionario. Los territorios alemanes del Imperio se habían dividido, de forma inapelable, por motivos religiosos y económicos. Aquellos que estaban más interesados en preservar el orden tradicional, como el Emperador, algunos príncipes y el alto clero, apoyaron a la Iglesia católica. El luteranismo estaba apoyado, principalmente, por los príncipes del norte de Alemania, el bajo clero, los comerciantes y amplios sectores del campesinado, que aprovecharon la situación como una oportunidad para obtener una mayor independencia tanto de las esferas religiosas como de las económicas.

Las Guerras Campesinas (1524-1526) fueron un reflejo de esta tentativa. Los campesinos intentaron mejorar su mísera situación económica y, así, sus reivindicaciones, que contenían algunos puntos defendidos por Lutero desde el punto de vista religioso, invocaban la emancipación del número de servicios reclamado por los terratenientes, tanto seglares como eclesiásticos.

Lutero desaprobó la utilización de sus doctrinas para justificar una revuelta social y, aunque en un principio procuró buscar una salida pacífica al conflicto, pronto se volvió contra los campesinos y en su panfleto Contra las hordas de campesinos asesinos y ladrones (1525), les condenó por recurrir a la violencia. Esto le valió ganarse el apoyo de numerosos miembros de la nobleza.

Los campesinos fueron derrotados, pero la escisión producida entre los católicos y los luteranos se incrementó. En 1526 se alcanzó un mínimo compromiso, al conceder el Emperador que los estados reglamentasen, sólo en sus dominios, la cuestión religiosa. En la Dieta de Spira (1529), la mayoría católica logró revocar el anterior acuerdo, lo que hizo que los luteranos elevaran hasta el Emperador su más enérgica protesta. Desde entonces se les empezó a llamar protestantes, denominación que, posteriormente, se extendió a todos los grupos reformistas opuestos al dirigismo de Roma.

El luteranismo, profesado por casi la mitad de la población alemana, en 1555, consiguió finalmente ser reconocido de modo oficial. De tal manera que el antiguo concepto de comunidad cristiana, unida en el terreno religioso en Europa occidental bajo la suprema autoridad del papa, fue desbancado.

Resultados de la Reforma

A pesar de la diversidad de las fuerzas reformadoras del siglo XVI, la Reforma tuvo resultados muy importantes. En general, el poder y las riquezas perdidas por algunos nobles y por la jerarquía católica pasaron a la clase media y a los monarcas. Varias regiones de Europa ganaron independencia política, religiosa y cultural. Incluso en países como Francia y lo que hoy es Bélgica, donde el catolicismo se mantuvo, se desarrolló un nuevo individualismo y nacionalismo en materia

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cultural y política. El énfasis protestante con respecto al juicio personal en el ámbito religioso aumentó el desarrollo de los gobiernos democráticos basados en la elección colectiva realizada por votantes individuales.

La destrucción del sistema medieval favoreció a la banca y al comercio al eliminar las tradicionales restricciones religiosas y abrió el camino para el crecimiento del capitalismo moderno. Durante la Reforma, las lenguas nacionales y la literatura avanzaron en gran medida debido a la extensa difusión de la literatura religiosa escrita en las lenguas vernáculas en lugar del latín.

La educación popular también fue estimulada gracias a las nuevas escuelas fundadas por Colet en Inglaterra, Calvino en Ginebra y los príncipes protestantes en Alemania. La religión ya no era tanto una parcela privilegiada del alto clero, sino una expresión directa de las creencias de la población. Sin embargo, la intolerancia religiosa no disminuyó y los enfrentamientos religiosos continuaron siendo frecuentes durante cerca de un siglo.

La filosofía moderna nace gracias al movimiento reformista iniciado por Martín Lutero, se caracterizó por reconocer plenamente la preeminencia de la gnoseología por sobre la metafísica, argumentando que antes de intentar conocer lo que hay, es prudente conocer lo que se puede conocer.

Los principales debates de esta época fueron, por lo tanto, debates gnoseológicos. El racionalismo, la escuela que enfatiza el papel de la razón en la adquisición del conocimiento, tuvo sus principales proponentes en René Descartes, Baruch Spinoza y Gottfried Leibniz. Por el otro lado, la escuela empirista, que sostiene que la única fuente del conocimiento es la experiencia,

encontró defensores en Francis Bacon, John Locke, David Hume y George Berkeley.

En 1781, Immanuel Kant publicó su famosa Crítica de la razón pura, donde rechaza ambas posturas y propone una alternativa. Según Kant, si bien todo nuestro conocimiento empieza con la experiencia, no todo se origina de ella, pues existen ciertas estructuras del sujeto que anteceden a toda experiencia, en tanto son las condiciones que la hacen posible. Esta postura inspiró lo que luego se llamó el idealismo alemán.

Se suele señalar a Descartes como el "Padre de la Filosofía Moderna". Fue él quien analizó críticamente las fuentes del conocimiento, en busca de algo de lo que no pudiera dudar. La Teoría del Conocimiento pasó así a ser el tema central de la Filosofía, desplazando a la Metafísica. El racionalismo —como se llamó a la corriente que Descartes inició— alcanzó su máxima expresión con Hegel, el último filósofo moderno, quien sostenía que «todo lo real es racional y todo lo racional es real».

FILOSOFÍA MODERNA

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THOMAS HOBBES (1588-1679).

Conoció en Oxford la Filosofía Escolástica, que no llegó a convencerlo. Trabajó como preceptor de familias nobles, lo que le permitió conocer Francia y tomar contacto con el cartesianismo, que lo impresionó hondamente. Escribió sus Objeciones a las Meditaciones cartesianas, que fueron contestadas por el propio Descartes. Entre los años 1640 y 1651 residió en París pero en calidad de refugiado por haber defendido al partido realista en Inglaterra. En 1651 retornó a una Inglaterra entonces más tolerante y, con la llegada de Carlos II al trono (ex discípulo suyo) en 1660, recibió una pensión real y volvió a tener acceso a la más alta esfera del gobierno. En 1666 la Cámara de los Comunes

investigó su Leviatán porque se lo sospechaba de ateísta. Murió en el año 1679. Entre sus obras se destacan Elementos de Filosofía, que incluye De cive (1642), De corpore (1655) y De homine (1658), y Leviatán (1651), la más conocida de sus obras, en la que expone sus argumentos en favor de un gobierno monárquico de poder absoluto.

Hobbes sostenía un materialismo mecanicista. Según él todo es material, tanto las cosas naturales como las artificiales e incluso las espirituales. Y la materia se encuentra regida por las leyes del movimiento. Incluso puede verse en Hobbes a un pensador que intentó hacer de la Física del Movimiento de Galileo la ley de toda realidad, siendo que para él no hay otra cosa más que cuerpos en movimiento. Pero su mecanicismo, si bien se inspira en Descartes y Galileo, no respondía a una base ideal, como era el caso de éstos, sino más bien a la concepción antigua del choque ciego, al atomismo griego.

La Filosofía debe ocuparse del estudio de los cuerpos, de sus propiedades y de su origen. Quedan fuera de ella los temas teológicos (Dios, los ángeles, Lo Eterno, Lo Increado, Lo "Supra-Racional"). En el pensamiento de Hobbes no hay lugar para el dualismo antropológico cartesiano. El hombre es sólo cuerpo. Y este cuerpo, como todos los demás, está sujeto al movimiento, que en su caso es generado por las pasiones, las acciones, los pensamientos. El movimiento tiene lugar de acuerdo a leyes causales y, por lo tanto, no cabe hablar de libertad. Aprobamos lo que vemos como agradable y desaprobamos lo desagradable. El valorar y el obrar humanos están regidos por el utilitarismo y el egoísmo. Hobbes pretendía ser el iniciador de la Filosofía Política como lo fue Galileo de la Física. A diferencia de la tradición aristotélica, que veía en el hombre a un "animal social", él sostenía que la sociedad surge de un acuerdo artificial, basado en el propio interés que busca la seguridad por temor a los demás. Por este acuerdo surge el Leviatán, "dios mortal" o poder absoluto.

Afirma que en el "estado de naturaleza" el hombre vive una guerra de todos contra todos. «El hombre es un lobo para el hombre.» Pero, al mismo tiempo, este mismo hombre, incluso en el estado de naturaleza, sigue siendo un ser racional y tiende a superar el desorden y la inseguridad. Con el fin de lograr su seguridad y superar el peligro que el estado de naturaleza implica, los individuos ceden sus derechos en favor de un tercero, surgido de este contrato: el Estado o la

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República (también llamado "Leviatán"). Para que este acto tenga sentido, la sesión de derechos al Estado debe ser definitiva. Los derechos no pueden ser recuperados. El Estado es, por lo tanto, omnipotente. Este Estado soberano es la fuente única del derecho, la moral y la religión. Al respecto dice Hirschberger que “el Estado de Hobbes viene a ser un hacinamiento de poder resultante del egoísmo colectivo”.

Al pretender aplicar al estudio de la sociedad los principios que la Física utiliza para explicar el mundo inanimado se adelantó tres siglos a la Sociología de Comte y Durkheim. Hobbes entendía que, así como el impulso mecánico y el choque son los factores determinantes del movimiento de los objetos físicos, así en la vida social lo son la utilidad y el apetito de poder.

JHON LOCKE (1632-1704)

John Locke, uno de los mayores representantes del empirismo y el padre del liberalismo político, nació en Inglaterra en 1632. Al igual que Hobbes, estudió en Oxford sin adherir a la filosofía de los escolásticos que allí imperaba. Su trabajo al servicio de Lord Hasley le permitió visitar Francia e incluso residir por un tiempo allí, donde entró en contacto con el círculo de Gassendi (atomismo naturalista). Entre 1675 y 1679 permaneció en Francia y entre 1683 y 1689 residió en Holanda. Retornó a su patria con la llegada al trono de Guillermo de Orange, en 1689. Se estableció entonces en Essex hasta su muerte, acaecida en 1704. Sus dos obras más importantes, Ensayo

sobre el entendimiento humano y Dos tratados sobre el gobierno civil, fueron publicadas en 1690. A sus últimos años en Inglaterra corresponden Pensamiento sobre la educación (1693) y La razonabilidad del cristianismo (1695).

Locke, al igual que Descartes y la mayoría de los filósofos modernos, prestó una especial atención al problema del origen y fundamento del conocimiento. Coincidía con Descartes en que el objeto de conocimiento no son las cosas sino las ideas (“lo que constituye en nuestra mente el objeto del entendimiento”) pero, a diferencia de aquél, sostenía que las ideas provienen solamente de la experiencia. Rechazaba las "ideas innatas" cartesianas y afirmaba que, antes de la experiencia, el entendimiento se encuentra vacío como una hoja en blanco o como una tabla rasa. No hay ideas innatas ni en el plano teorético ni en el práctico o moral. Las cualidades sensibles de los objetos son transmitidas a la mente a través de los sentidos. Ésta es la primera fuente del conocimiento, la sensación o experiencia externa. La segunda fuente del conocimiento es la reflexión, o experiencia interna, que es la percepción que la mente tiene de su propia actividad mental. Locke clasifica a las ideas en simples y complejas. Tanto la sensación o experiencia externa como la reflexión o experiencia interna nos brindan, en primer lugar, ideas simples, ante las cuales el intelecto se encuentra pasivo. Estas ideas simples son la materia prima de nuestro saber. Pero la mente puede combinarlas, relacionarlas o agruparlas, originando ideas complejas. El entendimiento no tiene la capacidad para inventar o crear ni tan siquiera una idea. Se limita a relacionar de los modos más diversos las ideas simples. Según sostenía Locke, se parece mucho “el dominio del hombre en este pequeño mundo de su propio conocimiento al que ejerce en el gran mundo de las cosas visibles, en el cual su poder, bien que empleado con arte y astucia, no va más allá de componer y dividir los materiales ya hechos y al alcance de su mano; pero no es capaz de

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nada para hacer la más mínima partícula de nueva materia o a destruir un átomo de lo que está ya en la existencia”.

Desde esta concepción, la idea de substancia es el soporte de un conjunto de cualidades o accidentes. De todos modos Locke, poco amigo de las posturas extremas, no niega la existencia ni de la substancia de las cosas materiales —cuyas ideas simples conocemos a través de la sensación— ni de la substancia de nuestra vida interior (el espíritu) —cuyas ideas simples poseemos por reflexión— pero afirma que de ellas tenemos sólo una idea confusa y oscura. En la formación de ideas complejas, la actividad más importante es la abstracción. Mediante ella se separa una idea, o un conjunto de ideas, de las otras que la acompañan en su existencia real. Surgen de este modo las ideas universales que representan a muchísimas cosas particulares. De no haber abstracción, cada cosa, cada combinación de ideas simples, debería recibir un nombre particular y esto sería imposible, inviable para el entendimiento.

“Así, habiendo sido observado hoy el mismo color en el yeso o en la nieve que la mente ayer recibió de la leche, considera que aquella apariencia sola lo hace representativo para todos los de ese género, y habiéndole dado el nombre de blancura, con tal sonido significa la misma cualidad dondequiera que se pueda imaginar o encontrar, y de este modo se hacen universales, tanto las ideas como los términos.” Esta abstracción no es, como la aristotélico-tomista, una captación de las esencias de las cosas, no tiene valor metafísico; se limita a operar con apariencias cumpliendo una función simplificadora de suma utilidad y escaso alcance para el conocimiento.

Locke no cae en un inmanentismo gnoseológico, ya que supone que nuestras ideas son copias de los objetos extra-mentales. E incluso reconoce la posibilidad de demostrar la existencia de Dios a través de las vías cosmológica y teleológica. Pero, si bien su equilibrio lo aleja de todo rechazo extremo de la filosofía anterior, haciéndolo mantener cierto realismo y hablar de "substancia" y de las ideas como copias de las cosas, es innegable que su filosofía constituye un avance en la dirección que va del objetivismo al subjetivismo y un preanuncio del psicologismo de Hume.

Las ideas representan las cosas y las palabras son signos que expresan las ideas, y no las cosas. Al igual que las ideas, las palabras son en su mayoría generales. Los conceptos generales están referidos a las ideas abstractas, que no corresponden a esencias realmente presentes en las cosas (como en Aristóteles) sino a los nombres con que identificamos ciertos rasgos comunes a un conjunto de objetos particulares. Sólo existe lo particular, las ideas universales existen sólo en la mente y son generadas por el entendimiento.

Las ideas políticas de Locke se extendieron por el continente europeo gracias a Montesquieu y a Voltaire. Sus ideas pedagógicas lo hicieron a través de Rousseau. Locke se oponía a la utilización de la violencia por parte del docente y propugnaba el aprender jugando. Tampoco aceptaba que la educación se redujera a transmitir esquemas ya hechos y consideraba que el educador antes bien debía favorecer el desarrollo de esquemas propios por parte del alumno, acompañando el desarrollo de la libertad y la iniciativa individual.

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DAVID HUME (1711-1776)

David Hume nació en Edimburgo (Escocia), en 1711. Durante sus estudios se interesó especialmente por la Literatura y la Historia. Para estudiar Literatura y Filosofía, viajó a Francia. Allí escribió su Tratado sobre la naturaleza humana, publicado en 1739, que no tuvo repercusión alguna. En 1751, reformando la primera parte del Tratado, publicó Investigación sobre el entendimiento humano; y al año siguiente, sobre la base a la tercera parte del Tratado, Investigación sobre los principios morales. Hume esperaba lograr fama como escritor, pero sus primeros escritos no causaron la menor impresión. No ocurrió lo mismo con sus Discursos políticos (1752). Sin embargo, a pesar de la repercusión de su obra, no logró ganar

la Cátedra de Filosofía en Glasgow ni en Edimburgo, por ser considerado escéptico en asuntos religiosos. Siendo bibliotecario del Colegio de Abogados de Edimburgo (1753-1765), publicó por entregas una Historia de Inglaterra, que también tuvo una amplia repercusión pública, generando críticas, rechazos y abundantes ganancias. Entre 1763 y 1766 se instaló nuevamente en Francia, ahora en París, como secretario del embajador inglés en ese país. Allí trabó amistad con Rousseau, quien lo acompañó a su regreso a Inglaterra. Nuevamente en la isla, se desempeñó como subsecretario de Estado (1767-1768), regresando luego a Edimburgo, donde falleció de cáncer en el año 1776. Fueron publicadas como obras póstumas su Autobiografía (1777) y sus Diálogos sobre la Religión Natural (1779), escrito en 1752.

Hume se propuso investigar el ámbito moral humano mediante la observación y la experimentación, tal como lo hiciera Newton con el mundo físico. Ello lo llevó a oponerse a la Metafísica Tradicional, a la que no le reconocía carácter científico y le reprochaba ser el fruto de la vanidad humana —la cual pretendió llegar a conocer objetos que le son imposibles de alcanzar— o, peor aún, de la superstición que domina al hombre mediante miedos y prejuicios religiosos. Sostenía que el conocimiento no se apoya en verdades innatas sino en afirmaciones basadas en creencias, suposiciones o costumbres sobre el mundo. “No es la razón la gruía de la vida, sino la costumbre.” Los elementos básicos con los que opera la mente son las percepciones. Éstas pueden ser impresiones (sensaciones y sentimientos —por ejemplo, ver o desear—), más intensas; o ideas (recuerdos, imaginación), más débiles. Las ideas son copias de las impresiones. Por eso para averiguar el valor y el significado de una idea, debemos remontarnos a la impresión que le da origen. La mente tiende naturalmente a asociar ideas y genera, de este modo, ideas complejas. Las ideas se asocian según las Leyes de Semejanza, de Contigüidad y de Causalidad.

Por su relevancia para la Filosofía, Hume se detiene a analizar una idea en particular, la idea de sustancia. Se trata sin dudas de una idea compleja que no corresponde a ninguna impresión particular sino al acto por el que la imaginación une un conjunto de ideas simples atribuyéndolas a algo desconocido, no percibido en modo alguno, como a su soporte.

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La mente expresa la verdad a través de proposiciones que pueden referirse a relaciones de ideas o a cuestiones de hecho. Las primeras son necesarias (analíticas, dirá Kant) y su verdad, que depende de las ideas mismas, se conoce por intuición o demostración. Es el caso de la Matemática y la Lógica. Las segundas, en cambio, son contingentes y su verdad depende de la observación de los hechos o de la inferencia inductiva a partir de ellos. Justamente la inferencia, para conducirnos más allá de lo observado, recurre al Principio de Causalidad. Pero como todo lo que se afirma en base a este principio puede no suceder (es contingente), el conocimiento al que accedemos por la inferencia inductiva no llega nunca a ser demostrativo. “Lo contrario de cualquier materia de hecho es todavía posible, porque nunca implica contradicción. Que el sol no salga mañana es una proposición ni menos inteligible ni con más contradicción que la afirmación de que saldrá.” Hume, habiendo sometido a crítica el concepto de substancia, ahora fijaba su atención en el de causalidad. Y descubrió que, detrás de la idea de causa no hay ninguna impresión más que la repetida contigüidad entre dos fenómenos a los que, por ese motivo, entendemos como relacionados causalmente. A esto hay que agregar que entendemos la relación causal entre estos fenómenos como una relación constante, como si fuese necesaria. Pero la verdad es que, cuando afirmamos una relación de este tipo, no lo hacemos basados en ninguna impresión sensible correspondiente sino en la mera costumbre, generada por la repetición de observaciones similares. La supuesta relación necesaria que une al efecto con su causa no es sino un contenido de conciencia. No podemos afirmar que las cosas en sí mismas se relacionan causalmente. Al predecir que tal causa generará determinado efecto lo hacemos sobre la suposición de que en la Naturaleza todo ocurre uniformemente y que lo que hemos observado en ocasiones anteriores ocurrirá de un modo semejante en el futuro, pero esto no deja de ser una suposición. “El efecto es totalmente diferente de la causa y, consiguientemente, jamás podrá ser descubierto en aquella; el movimiento de la segunda bola de billar es cabalmente distinto del movimiento de la primera; ni hay aquí nada en uno de ellos que envuelva la más mínima referencia al otro.” Esta crítica de la causalidad no recae sólo sobre la filosofía clásica, incluida la cartesiana, sino que se proyecta también sobre la propia física newtoniana. La Física, que se basa en la observación, al operar con el Principio de Causalidad no hace pie sino en la mera costumbre.

De todos modos, Hume reconocía que las afirmaciones referidas a cuestiones de hecho pueden adquirir un grado de seguridad mayor en la medida en que se basen en observaciones numerosas, regulares y uniformes. Así, sin llegar a ser demostraciones (como en el campo de las ideas), pueden constituirse en "probabilidades" (relaciones variables) o en "pruebas" (relaciones constantes), de las que no es razonable dudar.

Respecto de la Moral, Hume se oponía a quienes sostenían que su fundamento es la religión. Él afirma que su origen se encuentra en el deseo de hacer más agradable la vida. Quien obra moralmente lo hace porque espera que ello le genere satisfacción. Pero el hombre no se queda en el mero egoísmo sino que, movido por su capacidad de compadecerse del otro, disfruta con él o sufre con él. Allí tenemos las bases de las que la moral se nutre: bueno es lo útil, lo que satisface y produce placer, y malo es lo que desagrada y genera dolor. El supremo bien moral es la benevolencia, entendida como interés generoso por el bienestar general.

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RENE DESCARTES (1596-1650)

Descartes nació en Francia en 1596. Muchos lo consideran el filósofo francés más importante de todos los tiempos. Desde los ocho hasta los dieciocho años estudió con los jesuitas de la Frèche y luego cursó dos años de Derecho. Participó en la Guerra de los Treinta Años y, por ese entonces, comenzó a desarrollar un profundo interés por las Ciencias, siempre en relación con las Matemáticas. Con el tiempo llegó a destacarse tanto como matemático cuanto como filósofo. En sus obras se deja sentir la influencia de su formación escolástica con los jesuitas y su interés por la nueva ciencia. En 1629 estableció su residencia en Holanda, donde gracias al aislamiento que él mismo buscaba y provocaba con su periódico cambio de residencia, pudo dedicar mucho tiempo a la investigación

y a la publicación de sus primeras obras filosóficas, entre ellas el Discurso del método (1637) y las Meditaciones metafísicas (1641). Recibió la visita personal de Hobbes, con quien no pudo ponerse de acuerdo, ya que mientras el inglés rechazaba la Filosofía en favor de la Ciencia, Descartes buscaba reemplazar a la Filosofía Escolástica por la suya propia. En 1649 aceptó la invitación de la joven reina Cristina de Suecia para ser su profesor de Filosofía y se trasladó a Estocolmo. Las bajísimas temperaturas del país nórdico y el horario en el que debía dictar sus clases a la reina (las cinco de la mañana) le provocaron una neumonía que le causó la muerte en febrero de 1650.

Descartes trató de superar las dificultades por las que atravesaba la Filosofía con la caída en el descrédito del método escolástico y el predominio de la visión escéptica de los empiristas. Para ello buscó dotarla de un método y unas bases sólidas, aplicando los procedimientos propios de las Matemáticas. Al hacerlo, colocó a la Teoría del Conocimiento como tema central de la Filosofía, transformándose así en el padre de la Modernidad. Y por las respuestas que dio a las preguntas gnoseológicas fundamentales se lo considera a su vez uno de los principales representantes de la corriente racionalista.

Con el fin de superar el escepticismo —y no considerando sostenibles ante los avances de la Ciencia ni a la Filosofía Escolástica ni a la filosofía aristotélica — Descartes se preguntó qué es aquello que podemos conocer con certeza, aquello de lo que no podemos dudar. Entendiendo que el único modo de salir de la duda es llevándola al extremo, la utilizó como método para alcanzar una certeza a partir de la cual se pudiese reconstruir el edificio de la verdad (duda metódica). De ahí que, para transitar este camino de búsqueda, decidió rechazar como falsa toda afirmación que no fuese indudable: “Por cuanto la razón me convence de que a las cosas que no sean enteramente ciertas e indudables debo negarles crédito con tanto cuidado como a las que me parecen manifiestamente falsas.”

En su búsqueda de certezas, Descartes comenzó por someter a duda los datos de los sentidos. “He experimentado varias veces que los sentidos son engañosos, y es prudente no fiarse nunca por completo de quienes nos han engañado una vez.” Incluso agrega como argumento que, cuando dormimos, lo que percibimos nos parece tan real como en la vigilia. Y prosigue: “Al detenerme en este pensamiento, veo tan claramente que no hay indicios ciertos para distinguir el sueño de la vigilia, que me quedo atónito, y es tal mi extrañeza, que casi es bastante a persuadirme de que estoy durmiendo.”

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En consecuencia, todos los datos de los sentidos e incluso el propio cuerpo quedan a un lado en esta búsqueda de la certeza, ya que cabe dudar de ellos: ¿No serán, en definitiva, sólo un sueño?

En segundo lugar, somete a duda las verdades de la Matemática, que no se basan en datos de los sentidos (son a priori) y no se alteran durante el sueño. Para hacerlo recurre a una hipótesis extrema: supone “no que Dios, que es la bondad suma y la fuente suprema de la verdad, me engaña, sino que cierto genio o espíritu maligno, no menos astuto y burlador que poderoso, ha puesto su industria toda en engañarme”. Tal vez nuestra naturaleza nos hace confundir cuando creemos entender. Por lo tanto, podemos dudar de las verdades matemáticas, y entonces también ellas deben ser dejadas a un lado en nuestra búsqueda de certezas.

Sin embargo, hay algo de lo que no podemos dudar, incluso si admitimos la existencia de un dios engañador, y ese algo es nuestra propia existencia. “Ya estoy persuadido de que no hay nada en el mundo: ni cielos, ni tierra, ni espíritu, ni cuerpos; ¿estaré, pues, persuadido también de que yo no soy? Ni mucho menos; si he llegado a persuadirme de algo o solamente si he pensado alguna cosa, es sin duda porque yo era. Pero hay cierto burlador muy poderoso y astuto que dedica su industria toda a engañarme siempre. No cabe, pues, duda alguna de que yo soy, puesto que me engaña y, por mucho que me engañe, nunca conseguirá hacer que yo no sea nada, mientras yo esté pensando que soy algo. De suerte que, habiéndolo pensado bien y habiendo examinado cuidadosamente todo, hay que concluir por último y tener por constante que la proposición siguiente: «Yo soy, yo existo» [cogito, ergo sum], es necesariamente verdadera, mientras la estoy pronunciando o concibiendo en mi espíritu.”

No se trata de una demostración sino de una intuición, un razonamiento inmediato, tan claro y distinto que no cabe dudar de él. Si pensamos, existimos. Así hemos hallado la primera verdad de la filosofía cartesiana. (Ya san Agustín había hecho referencia a ella cuando a modo de crítica preguntaba a los escépticos si podían dudar de su propia existencia. Pero en Descartes esta afirmación adquiere el carácter de piedra fundamental, de piedra clave de toda su construcción filosófica. Con ella Descartes inauguró una línea de reflexión filosófica que sería muy importante, la que se funda en la inmediatez de la conciencia o de la subjetividad.

Descartes se preguntaba qué era él, quien sabía que pensaba. No podía definirse como un ser corporal, porque había puesto en duda todo dato de los sentidos. Sí estaba seguro de que pensaba. Por eso se definía a sí mismo como una "cosa que piensa" o una "substancia pensante". Una vez que hubo hallado su primera verdad, Descartes la analizó para descubrir sus notas distintivas. Así descubrió que esta afirmación se le presentaba a la conciencia con claridad y distinción, por lo que estableció a éstas como criterio de verdad. Aceptaba como verdaderas las ideas claras y distintas.

Sin embargo, este criterio no es suficiente mientras siga valiendo la objeción de que quizá un genio maligno nos hace confundir incluso en lo que nos parece evidente. Para superar esta objeción debía demostrar que el hombre es obra de un Dios omnipotente y bueno; debía poner a Dios como garantía de verdad.

Descartes demostró la existencia de Dios como causa externa de la existencia de la idea de perfección en nuestra conciencia. Siendo nosotros imperfectos, porque dudamos, no puede nuestra idea de perfección provenir de nosotros. Entonces debe provenir de un ser que sea

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efectivamente perfecto, de Dios. Y si Dios es perfecto no puede ser engañador y no puede habernos hecho de modo tal que nos confundamos sistemáticamente cuando creemos estar en la verdad. Podemos equivocarnos, porque no somos perfectos, pero no estamos hechos para el error.

También recurre al argumento ontológico de san Anselmo, sin nombrarlo explícitamente: “si suponemos un triángulo, es necesario que los tres ángulos sean iguales a dos rectos; pero nada veía que me asegurase que en el mundo hay triángulo alguno; en cambio, si volvía a examinar la idea que yo tenía de un ser perfecto, encontraba que la existencia está comprendida en ella del mismo modo que en la idea de un triángulo está comprendido el que sus ángulos sean iguales a dos rectos, o en la de una esfera el que todas sus partes sean igualmente distantes del centro, y hasta con más evidencia aún; y que, por consiguiente, tan cierto es por lo menos que Dios, que es ese ser perfecto, es o existe, como lo pueda ser una demostración de Geometría.” Con Dios como garantía, el conocimiento lógico y el matemático recobraban su seguridad. Respecto del conocimiento sensible, él pensaba que éste versa sobre las ideas adventicias (distintas de las ideas innatas con las que cuenta la conciencia independientemente de la experiencia, como era, por ejemplo, la idea de perfección) que se supone nos llegan como representaciones de las cosas. Pero ¿existen las cosas? ¿No habíamos dicho que podían ser sólo un sueño? La causa de estas ideas podría ser, sostenía Descartes, uno mismo, Dios o las cosas. Nosotros no somos, porque nos sentimos pasivos ante ellas. No es Dios, porque él no es engañador. En consecuencia, debemos reconocer que existen cosas externas cuya representación genera nuestras ideas adventicias. De todos modos, lo que de ellas podemos conocer con claridad y distinción es sólo que son substancia extensa.

Para Descartes hay dos tipos de substancias, la pensante y la extensa. Y como el hombre es ambas a la vez, su planteo antropológico cae en el dualismo. Descartes tuvo grandes dificultades para explicar cómo interactuaban estas dos substancias en el hombre. Buscando una solución, apeló a un descubrimiento reciente para su época: la glándula pineal. En ella se daría esta unión y relación entre la substancia extensa del hombre (cuerpo) y su substancia pensante (alma).

BARUCH DE SPINOZA (1632-1677)

Baruch de Spinoza nació en Holanda, en 1632, en el barrio judío de Ámsterdam. Su familia había emigrado de España a Portugal y de allí a los Países Bajos. Su madre falleció cuando tenía seis años. Se educó en una escuela judía y durante la adolescencia comenzó a prepararse para ser rabino. Pero el estudio de la Física y la lectura de Hobbes y Descartes lo fueron apartando del judaísmo. A la muerte de su madre se sumó la de su padre en 1654. Para esa época comenzaron a multiplicarse las acusaciones de ateísmo contra él. En 1656 lo expulsaron de la sinagoga y optó por dejar su ciudad natal y dedicarse al oficio de pulir lentes, ganándose con ello la vida. Con el tiempo, y luego de publicar sus obras, le fue ofrecida la Cátedra de Filosofía en la prestigiosa universidad alemana de Heidelberg,

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ofrecimiento que rechazó para mantenerse al margen de las presiones y limitaciones de los teólogos. Se dice que en 1776 recibió la visita de Leibnitz, pero éste negó luego tal encuentro. Murió de tisis, en La Haya, en 1677.

Entre sus obras se destacan Tratado acerca de Dios, el hombre y su felicidad (1661), Tratado sobre la reforma del entendimiento (1662), Principios de la filosofía de Descartes (1663), Tratado teológico-político (1670) y, su obra principal, Ética demostrada según un orden geométrico (1675).

Sólo le reconocía valor filosófico al conocimiento que parte de las ideas innatas, evidentes y verdaderas, y, siguiendo la relación de las ideas entre sí, desarrolla deductivamente la estructura toda del Universo. Porque —según él— es lo mismo el orden de las ideas que el de la realidad. Spinoza tomó la definición de substancia de Descartes y la interpretó de un modo estricto. Si por substancia entendemos aquello que existe por sí mismo y que no necesita de nada más para existir (que es su propia causa), entonces debemos reconocer que hay una única substancia, Dios. Dios existe necesariamente (su esencia implica su existencia) y tiene infinitos atributos. Todo cuanto existe es Dios o uno de sus atributos (panteísmo). Los términos "Dios", "substancia" y "Naturaleza" se equiparan. De los infinitos atributos divinos el hombre sólo conoce dos: el pensamiento y la extensión. Pero como ambos son en definitiva Dios mismo, todo es pensamiento y extensión a la vez, aunque no podamos pensarlo de las dos maneras al mismo tiempo. Además de tener infinitos atributos, la única substancia tiene infinitos modos. Entre estos infinitos modos de ser la substancia infinita encontramos a las cosas y al hombre. Todos los objetos físicos son las formas de Dios contenidas en el atributo extensión. Del mismo modo, todas las ideas son la formas de Dios contenidas en el atributo pensamiento. Las formas son naturaleza creada (natura naturata) mientras que la única substancia o Dios es naturaleza creadora (natura naturans). Las formas son temporales, mientras que Dios es eterno.

Spinoza distingue las existencias de las esencias. Estas últimas, al estar fuera del tiempo, son también eternas. La causalidad se da entre los objetos físicos (en el atributo extensión) y entre las ideas (en el atributo pensamiento), pero no entre éstas y aquéllos. La aparente interacción entre objetos e ideas se debe a que cada idea tiene su correspondencia en los objetos físicos y a cada cosa le corresponde una idea (Teoría del Paralelismo).

Como modo de la única substancia, el hombre es parte de la Naturaleza y está regido por la necesidad, carece de libertad. El hombre es deseo, deseo de una vida feliz según la razón. El hombre no es una substancia en sí mismo ni una substancia pensante. Es sólo un modo de la única substancia. La libertad, si es que aún cabe hablar de ella, no es otra cosa que guiarse por la sola razón. La libertad no está relacionada con la voluntad sino con el entendimiento (esta afirmación lo acerca a Sócrates, quien afirmaba que «el que obra mal lo hace por ignorancia», a los estoicos y a Hegel). La autocausalidad es la libertad, y ella se da sólo en el terreno de las esencias, no en el de la existencia (ya sea ésta en el atributo extensión o pensamiento) donde cada cosa viene determinada por una serie de causas.

En cuanto al Estado afirma que sus fines son los mismos que los de los individuos que lo integran: preservar la vida y la libertad de obrar de acuerdo a la razón. Esta libertad no puede darse y sostenerse en el estado de naturaleza, de ahí lo necesarios que son el derecho y la autoridad política.

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Su panteísmo, su negación de la libertad de la voluntad, y su concepción de Dios como un ser impersonal, le generaron el rechazo y la oposición de muchos. Si bien no perteneció a ninguna escuela filosófica ni fundó una propia, su pensamiento influyó en muchos de los filósofos posteriores y también en literatos y poetas como el mismísimo Göethe.

LEIBNITZ (1646-1716)

Leibnitz nació en Leipzig en 1646. De niño aprendió latín y griego. Estudió Filosofía, Matemática y Derecho; en esta última se doctoró a los veinte años de edad. En 1668 ingresó en la corte del Arzobispo Elector de Maguncia, en cuya representación recorrió toda Europa. Luego de la caída del Elector se marchó a París, donde conoció, entre otros, al filósofo cartesiano Malebranche. En Londres recibió el nombramiento de miembro de la Royal Society. En La Haya visitó a Spinoza. Llegó incluso a recibir la invitación para transformarse en el director de la Biblioteca Vaticana. A él debe la Matemática el descubrimiento del Cálculo Infinitesimal. Tuvo mucho que ver con la fundación de la Academia de Ciencias de Berlín, de la cual fue además presidente vitalicio. Hacia 1713 se desató la polémica entre

Leibnitz y la Royal Society respecto de a quién debía reconocerse como descubridor del Cálculo Infinitesimal. Para esa época había perdido el favor de nobles y gobernantes. Murió en soledad a los setenta años de edad.

Sus obras son, en general, breves. Muchas de ellas fueron publicadas en forma de artículos en revistas. Entre sus obras filosóficas se destacan Discurso de Metafísica (1686), Nuevo sistema de la Naturaleza (1695), Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano (1703), Ensayos de Teodicea sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal (1710), Principios de la Naturaleza y de la gracia (1714) y Monadología (1714).

Sus contemporáneos lo consideraban un genio. Y si bien se dedicó a la Ciencia y, en especial, a la Matemática, nunca perdió de vista el valor de la Filosofía ni dejó de creer posible el logro de una philosophia perennis (expresión que tomó de Agostino Steuco y que contribuyó a hacer célebre). En carta a Nicolás Remond dice: “La verdad se halla más difundida de lo que se cree, pero se halla a menudo demasiado compuesta, y también a menudo muy envuelta y hasta debilitada, mutilada, corrompida por añadidos que la echan a perder o la hacen menos útil. Si se pusieran de relieve esas huellas de la verdad en los antiguos o en los filósofos anteriores a nosotros, se extraería el oro del barro, el diamante de su mina, y la luz de las tinieblas, y esto sería algo así como una ‘filosofía perenne’.” Lo preocupa la crisis que afrontan la concepción teleológica (finalista) del Universo y el concepto se substancia.

Centrando su atención sobre el concepto de átomo del atomismo moderno, sostenía que hablar de partículas indivisibles no tiene sentido, ya que todo lo extenso es divisible in infinitum. No siendo la realidad última res extensa, ha de ser res cogitans, realidad anímica. La realidad es metafísica y la extensión y el movimiento no son sino manifestaciones suyas (fenómenos). El fondo último de la realidad es inespacial, inextenso y, por tanto, simple, indivisible e inmaterial; es energía capaz de autodesarrollar sus potencialidades. La concepción que Leibnitz tiene de la substancia se asemeja a propósito a la "forma sustancial" aristotélica. Llama "mónadas" a estos infinitos centros de energía. “Las mónadas o substancias simples son las únicas substancias

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verdaderas y las cosas materiales no son más que fenómenos, aunque bien fundados y coordinados.” Leibnitz no sólo habla de la mónada en cuanto átomo o elemento indivisible y último, sino también en cuanto totalidad. Cada mónada es un espejo de la totalidad, tiene en sí la representación de todo el Universo. Además, hay mónadas que dominan a grupos de mónadas inferiores, como es el caso de las almas de los seres vivos. Estas mónadas dan unidad al conjunto. Las mónadas, siendo absolutamente simples, no pueden descomponerse en partes y, por tanto, no pueden perecer. Dios las crea directamente y sólo Él las puede aniquilar. Por su simplicidad, no pueden recibir nada de afuera y no se comunican entre sí. “Las mónadas no tienen ventanas.” Su acción es espontánea, no proviene de la causalidad sino de la finalidad. Cada mónada representa al Universo entero, aunque no necesariamente de un modo consciente (llama "apercepción" a la percepción consciente y "percepción simple" a la percepción inconsciente). La aparente interacción de las substancias entre sí se debe a la "armonía preestablecida por Dios al crear", por lo que cuando cada mónada obra espontáneamente lo hace en armonía total con las demás. Para graficar esta teoría recurre Leibnitz a una comparación que ya había formulado Geulincx (ocasionalismo): lo que Dios hizo al crear el mundo fue algo similar a lo que hace el relojero que fabrica dos relojes; cada uno de ellos marca la misma hora que el otro con el sólo hecho de seguir su propio mecanismo y sin relacionarse con el otro.

Los cuerpos, a diferencia de las mónadas, son extensos. Son fenómenos o manifestaciones de las mónadas y son compuestos. Afirma, junto a Descartes, la existencia de las ideas innatas, que versan sobre verdades de razón (necesarias, referidas a las esencias y al mundo de la posibilidad) y no de hecho (contingentes, referidas a la existencia temporal). Pero aclara que estas ideas innatas no están desde un principio en acto, como contenidos conscientes, sino en potencia de ser conocidas por la sola razón. Habiendo definido a la mónada como cerrada y sin ventanas, Leibnitz sostiene que tanto el conocimiento de razón como el de hecho provienen de la propia mente. Ambos conocimientos no se distinguen por lo tanto por su origen sino por su objeto, que para uno es lo necesario y para el otro lo contingente.

El mundo, en cuanto contingente, podría haber sido de otro modo. Leibnitz sostiene que Dios eligió a éste de entre los muchos que podría haber creado por ser el mejor de los mundos posibles. No afirma con ello que el mundo sea perfecto, ya que el único perfecto es Dios. Su finitud implica la presencia del mal físico y moral. Considerando de suma importancia el fundamentar la providencia de Dios a pesar de la presencia del mal en el mundo, Leibnitz propuso fundar una nueva disciplina, la Teodicea, cuya meta era mostrar cómo esto es posible.

IMMANUEL KANT (1724-1804)

Immanuel Kant, considerado por muchos el filósofo más importante de la Modernidad, nació en la ciudad de Königsberg (por entonces la segunda ciudad del reino de Prusia; hoy perteneciente a Rusia con el nombre de Kaliningrado) en 1724. Fue educado en un ambiente luterano. Estudió a los clásicos en su formación inicial, y Física y Matemática en la universidad. El fallecimiento de su padre lo obligó a trabajar como profesor particular, por lo que demoró unos años en obtener el título de

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Doctor en Filosofía. Una vez recibido se abocó a la tarea docente en la Universidad de Königsberg. Allí se desempeñó como Profesor de Matemática, Ciencias y Filosofía, pero recién en 1770 fue nombrado Profesor Titular de Lógica y Metafísica. Con la publicación de la Crítica de la razón pura ganó fama rápidamente. El tono racionalista de sus reflexiones teológicas llevaron al rey Federico Guillermo II de Prusia a prohibirle enseñar o escribir sobre el tema (1794). El filósofo respetó esa orden hasta la muerte del rey. Kant era físicamente débil, pero vivió muchos años gracias a su metódico régimen de vida. (Se dice que sus vecinos ponían los relojes en hora al verlo pasar.) Falleció en su ciudad natal, en 1804, sin haber salido nunca de los límites de su provincia.

Kant se formó en el racionalismo de Wolff, pero —según sus propias palabras— despertó de su "sueño dogmático" al leer a Hume. El empirista inglés lo hizo caer en la cuenta de que las afirmaciones y reflexiones de su metafísica racionalista carecían de fundamento sólido. Conceptos centrales como los de "substancia" y "causalidad" quedaban, luego de la crítica a la que los sometía Hume, reducidos a mera costumbre.

Kant no podía adherir sin más al empirismo pues éste sostenía que fuera de la Lógica y la Matemática (que realizan juicios analíticos, en los que el predicado está implícito en el sujeto —por ejemplo, «El triángulo tiene tres lados»—) era imposible realizar juicios a priori (independientes de la experiencia) necesarios y de validez universal. De este modo negaba la posibilidad de lograr nuevos conocimientos, ya que los juicios analíticos no amplían el saber sino simplemente explicitan lo ya sabido. Los juicios sintéticos (por ejemplo, «La mesa es azul») —según Hume— sólo son posibles a posteriori y, si bien nos permiten adquirir nuevo conocimiento, el conocimiento que nos brindan no tiene validez universal.

Kant superó el racionalismo y el empirismo enfocando desde otro punto la cuestión del conocimiento. A este cambio se lo llama "giro copernicano" o "revolución copernicana". Así como Copérnico revolucionó la Astronomía al sostener que no era la Tierra el centro alrededor del cual giraban los cuerpos celestes sino que era el Sol el astro alrededor del cual giraban la Tierra y todos los planetas del sistema solar, al estudiar la relación objeto-sujeto, que se encuentra a la base del problema gnoseológico, a diferencia de sus predecesores, Kant puso en el centro al sujeto. Él sostenía que los filósofos anteriores (racionalistas y empiristas) habían puesto el acento en el objeto de conocimiento: discutían sobre qué conocemos. Unos afirmaban que conocemos ideas por medio de la razón y otros fenómenos a través de los sentidos; pero ambos coincidían en que conocer es reproducir las cosas de un modo pasivo, receptivo, dejándose impresionar por ellas. Kant decía que el centro del problema no era qué conocemos (pregunta por el objeto) sino cómo conocemos (pregunta por el sujeto). Según Kant, el sujeto no encuentra el objeto de conocimiento sino que lo construye, es un "sujeto activo".

El conocimiento requiere de la presencia de dos factores: por un lado, la razón (forma) independiente de la experiencia, la cual posee las formas y categorías a priori que son condición de posibilidad del conocimiento y sin las cuales las meras impresiones serían "ciegas"; por otro lado, las impresiones (materia), sin las cuales las formas y categorías de la razón permanecerían "vacías". La razón está constituida por las "formas a priori de la sensibilidad" (espacio y tiempo), las "categorías del entendimiento" —relativas a la cantidad (unidad, pluralidad y totalidad), a la cualidad (realidad, negación y limitación), a la relación (substancia/accidente, causa/efecto y

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reciprocidad) y a la modalidad (posibilidad, existencia y necesidad)— y las "ideas de la razón pura" (alma, mundo y Dios).

El espacio, el tiempo, la causalidad, y la substancia, no son propiedades de las cosas tal como son en sí mismas, con independencia del sujeto que las conoce. Por el contrario, es el propio sujeto el que dota al objeto de estas formas que él posee a priori, con independencia de la experiencia y como condición de posibilidad de toda experiencia. Por lo tanto, el objeto de conocimiento no es el noúmeno (la cosa en sí misma) sino el fenómeno, que construye el sujeto a partir del "caos de sensaciones" (o "rapsodia de impresiones") que le aporta la experiencia, ordenándolo según sus formas y categorías a priori.

Kant concedía a los empiristas que todo conocimiento comienza con la experiencia. Sin el aporte de la experiencia, las formas de la razón permanecerían vacías. Pero agregaba que no todo el conocimiento proviene de la experiencia, ya que sin lo que el sujeto aporta —y que posee con independencia de toda experiencia— el conocimiento no sería posible. De este modo marcaba también límite dentro del cual el conocimiento es posible: no cabe preguntarse por las cosas mismas. (Por esto algunos dicen que con Kant terminó la Metafísica.) Las ideas de la razón pura (Dios, alma y mundo) permanecen vacías, porque no tenemos impresiones que las doten de contenido. De todos modos, se debe aclarar que Kant no presenta a estas ideas como carentes de sentido o caprichosas. La razón, por su propia naturaleza, tiende a realizar síntesis cada vez más abarcativas y en esta tendencia va más allá de lo que la experiencia nos da, y de lo que puede llegar a darnos, e intenta construir la síntesis última: las ideas de alma (síntesis de todos los actos del sujeto), mundo (síntesis de todos los fenómenos) y Dios (síntesis de todos los objetos del pensamiento). Al tratar la "razón práctica" (la razón que determina la acción del hombre), Kant también defendía la autonomía del sujeto. Él sostenía que la conciencia moral es el reino de lo que debe ser, en oposición a la Naturaleza, que es el reino del ser. “Las leyes son, o leyes de la Naturaleza (leyes por las cuales todo sucede), o leyes de la libertad (leyes según las cuales todo debe suceder). La ciencia de las primeras se llama ‘Física’; la de las segundas, ‘Ética’.” Mientras en la Naturaleza impera la necesidad, la causalidad, en la conciencia moral encontramos un imperativo categórico que manda a un sujeto libre, que puede o no obedecer. El imperativo es "categórico" («Debes trabajar») y no "hipotético" («Si quieres sentirte útil, tienes que trabajar»), porque este último depende de una circunstancia (que yo quiera o no sentirme útil). El imperativo moral manda más allá de cualquier circunstancia o situación concreta.

Como el hombre no es sólo racional sino también sensible, al actuar no se halla sólo bajo el dominio de la razón sino también del de las inclinaciones. Por eso al hombre el buen obrar se le presenta como un deber, una obligación, una exigencia muchas veces opuesta a sus inclinaciones. Y justamente en la medida en que el hombre actúa por deber, su obrar es moralmente bueno. Porque el valor moral de una acción no depende de lo que se pretenda lograr con ella sino del principio o "máxima" por el cual se la realiza.

En cuanto a la posibilidad del bien supremo (moralidad + felicidad), Kant afirma que es necesario postular la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. Porque “no hay el menor fundamento para establecer una conexión entre la moralidad y la felicidad […]. Sin embargo, en el problema práctico de la razón pura, es decir, en el trabajo enderezado hacia el supremo bien, se postula esa conexión como necesaria: debemos tratar de fomentar el supremo bien (que, por

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tanto, tiene que ser posible). Por consiguiente, se postula también la existencia de una causa de la Naturaleza toda, distinta de la Naturaleza y que encierra el fundamento de esa conexión, esto es, de la exacta concordancia entre la felicidad y la moralidad”. Dios, incognoscible para la razón pura teórica, aparece ahora como un postulado de la razón práctica necesario para afirmar la posibilidad del sumo bien. Kant no ignora que no siempre quien obra bien es feliz. Por eso, para poder afirmar que, en definitiva y más allá de las circunstancias, quien obre moralmente será feliz y quien no lo haga no, necesita postular tanto la inmortalidad del alma como la existencia de un Dios justo. En la vida posterior a la muerte será Dios quien garantice esa conexión.

GEORG WILHELM FRIEDRICH HEGEL (1770-1831)

Hegel nació en Estútgart, en 1770. Cuando se encontraba estudiando en el Seminario de Tübingen tuvo lugar un fenómeno político de inmensa magnitud: la Revolución Francesa. Desde un comienzo Hegel se mostró entusiasmado por este hecho y durante toda su vida siguió festejando, año tras año, el día de la toma de la Bastilla.

El joven Hegel tenía en la polis griega su ideal. Según él, el hombre se sentía en la polis en su ámbito propio. Por eso no necesita proyectar su felicidad en un imaginario más allá, en otro mundo. En la polis se hacían realidad los ideales de belleza, felicidad y libertad.

Cuando empezaron a llegar a Tübingen las primeras noticias de lo que estaba ocurriendo en París, Hegel interpretó que lo que se trataba de hacer allí era recrear la polis griega en una nación moderna. Por eso decía que aquello que la Naturaleza había regalado a los griegos, era ahora construido conscientemente por los franceses.

La razón se hacía cargo de la Historia. Quedaban atrás las oscuridades de los tiempos pasados. Ahora el hombre, consciente de sus derechos, no sólo reclamaba su respeto sino que lo imponía.

De ahora en más, el estado y las decisiones de gobierno deberían respetar la racionalidad, someterse a la crítica de la razón.

A medida que comenzó a evidenciarse que lo que ocurría en Francia era mucho menos la instauración de la libertad que la dominación por medio del terror, Hegel se distanció de la revolución, aunque siempre continuó fiel al espíritu que la animó en los primeros días. Hegel explicó lo que ocurría en Francia sosteniendo que era contradictorio pretender imponer la libertad. Los revolucionarios, en nombre del ideal universal de la libertad, negaban las particularidades de los franceses comunes, en especial su fe cristiana. Al negar lo particular, lo universal termina particularizándose. Para mantener la totalidad era necesario no negar sino incluir toda particularidad.

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Esta reflexión lo llevó a pensar que el mejor modo de comunicar los ideales humanistas y universales de la revolución era a través de aquello que el pueblo más amaba, a través de Jesús. Por esta razón escribió un nuevo evangelio, su Vida de Jesús (1795). En él Jesús se convertía en el comunicador o divulgador de la filosofía kantiana, la filosofía de la autonomía del sujeto. Pero las críticas que Hegel iba dirigiendo a Kant terminaron por llevarlo a buscar otros rumbos. Hegel reflexionó entonces en la praxis de Jesús, el amor incluso al enemigo, y comprendió que ella es una forma práctica de vivir la integración de las particularidades y la realización del universal. El odio niega y por tanto afirma al otro como otro, como opuesto. Pero el amor lo integra en la bella totalidad. De todos modos, Hegel también terminó distanciándose de Jesús y buscó el modo no ya de vivir la totalidad sino de pensarla. Para ello elaboró una nueva lógica, la dialéctica. La dialéctica es la lógica que reúne a los opuestos en una nueva síntesis que los abarca y los supera, una lógica de procesos, una lógica que, según Hegel, rige tanto al pensamiento como a la Naturaleza. Esta lógica le permitió a Hegel pensar la Historia Política y la Historia del Arte, la Religión y la Filosofía como un camino cargado de sentido, por el que se va desplegando el espíritu en síntesis cada vez más complejas, más ricas y más abarcativas.

Hegel entendía que la Naturaleza no es sino la Idea que ha salido fuera de sí, que se ha alineado, para poder conocerse. (La Idea, según él, es como Dios antes de la Creación.) El hombre, por lo tanto, es el momento de la aparición del Espíritu, de la autoconciencia. A través del hombre, Dios comienza a tomar conciencia de sí. Todo tiene sentido, todo está ordenado a un fin. Todo se despliega como la pequeña semilla que se convierte en un frondoso árbol. La filosofía de Hegel fue tan grandiosa y compleja que muchos de los filósofos posteriores construyeron sus propias filosofías a partir de trozos de la gigante obra hegeliana.

CARLOS MARX (1818-1883)

Carlos Marx nació en la ciudad alemana de Tréveris (Trier), Renania, el 5 de mayo de 1818, y murió en Londres el 14 de marzo de 1883. Dedicó toda su vida a cumplir con una de las consignas que escribió en las tesis sobre Feuerbach: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo“(1845). Sus primeras influencias proceden de su propio padre, un funcionario judío cercano a la ideología de la ilustración francesa, y de quien será su suegro, el padre de Jenny von Westphalen, que le iniciará en la lectura de los clásicos. Cursó estudios de filosofía en Berlín; la influencia que la filosofía de Hegel ejercía allí dejó una

huella indeleble en Marx, el cual, después de intentar criticarla prematuramente, lo que hizo fue adherirse a ella hasta “volverla del revés” como gustaba decir. Perteneció por un tiempo al grupo llamado de los hegelianos de izquierda.

Los seguidores de Hegel se dividían en dos bandos que pueden quedar representados grosso modo según el siguiente criterio: “los que aceptando el principio idealista del desenvolvimiento del espíritu en la historia (como realización de la razón) discrepaban de la afirmación según la cual el Estado monárquico de la edad moderna es el final de todas las mediaciones, eran hegelianos de izquierdas, los que no discrepaban, eran hegelianos de derechas”. Marx se doctoró en filosofía en 1841 con una tesis sobre las diferencias entre la filosofía de Demócrito y de Epicuro, ambos atomistas, como sabéis. Rechazó la posibilidad de entrar como profesor en la universidad de Bonn,

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diciendo: “¿quién puede desear convivir siempre con estos espíritus fétidos, con estas gentes que no estudian más que para pregonarlo desde las cuatro esquinas del mundo?“ (se refiere a los profesores universitarios.) Su vida, a partir de aquí, se convierte en lo que siempre será, un vagabundeo por Europa, huyendo de la persecución de la policía por agitador político, hasta que finalmente, en 1850, se instala en Londres, donde organiza la Primera Internacional (Asociación Internacional de Trabajadores, 1866-1872).

La obra de Marx es considerada por Lenin como una “síntesis original entre la filosofía clásica alemana (con la que critica la cultura capitalista y clasista en general), la economía política inglesa de David Ricardo y Adam Smith y la política revolucionaria francesa.

A todo ello, hay que añadir, como dice Manuel Sacristán, un cuarto ingrediente, esencial para entender el marxismo: el movimiento obrero ya perceptible en Francia, Alemania (1844, insurrección de los obreros textiles de Silesia). Esta clase confirma a Marx la verdad de su primer esquema y variación de las teorías de Hegel: “hay una clase que encarna toda la miseria de la alienación del trabajo, esta es la de los modernos trabajadores asalariados, el proletariado. El proletariado será la energía transformadora de la sociedad moderna.”

De sus obras destacan:

1844. Manuscritos económico-filosóficos. 1845-48. La Sagrada Familia, La ideología alemana. 1848. El manifiesto comunista 1859. Contribución a la crítica de la economía política. 1867. El capital. v.I 1857-58 “Grundisse“o borradores de economía política.

El objetivo final de toda su filosofía, definido por la consigna de “cambiar el mundo”, es destruir el capitalismo fomentando la revolución del proletariado y haciendo desaparecer para siempre la sociedad de clases. Así reza el manifiesto comunista: “¡proletarios de todos los países, uníos!”. Esto es, la instauración de la sociedad comunista. (Hay que señalar que la URSS no existe aún; no podemos identificar los deseos de Marx con la realización concreta que se produjo después, a partir de la interpretación que, Lenin primero, y después Stalin, hicieron de su obra.

La vida de la familia Marx fue muy dura, sobre todo en la década de los cincuenta; casi todos sus hijos murieron por causa más o menos directa del hambre dada la penuria en la que vivían. Prácticamente, Engels, amigo fiel de Marx desde los primeros años cuarenta, es quien les mantiene. Jenny Marx escribía a una amiga en 1852 sobre la muerte de su hija Francisca: “La pobre niña luchó durante tres días con la muerte. Al final su cuerpecito descansó en la habitación de atrás: nos pasamos todos a la de delante, y al llegar la noche nos echamos en el suelo. La muerte de mi hija ocurrió en nuestra época de pobreza más amarga… no tuvo cuna cuando llegó al mundo, y hubo de esperar bastantes horas para tener ataúd”. Los años cincuenta y sesenta son aquellos en los que escribe Marx su obra más importante, una de las aportaciones imprescindibles en la economía política, El capital. “Creo que nunca se ha escrito acerca del dinero careciendo de él hasta este punto” le dijo a Engels en una de sus múltiples cartas.

Lenin escribió sobre la amistad entre Marx y Engels (al que, familiarmente, los Marx llamaban “el general”, lo siguiente: “Las leyendas clásicas traen muchos ejemplos conmovedores de

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amistad. El proletariado europeo puede decir que su ciencia procede de dos sabios y luchadores cuya relación deja chicas las más conmovedoras leyendas antiguas sobre la amistad”. Engels vivió prácticamente toda su edad madura intentado salvar a los Marx de la miseria mediante su propio trabajo mercantil. En cuanto a Marx (que todos llamaban Moro por su aspecto), en 1857, por ejemplo, cuando parecía que, por primera vez desde que entró en la gran pobreza en 1852, podía volver a dedicarse a sus estudios de economía, los dejó de lado y se puso a estudiar medicina porque Engels había enfermado y el juicio de los médicos no le parecía digno de toda fe.

En el entierro de Marx, Engels dijo: “Marx fue ante todo un revolucionario. Su verdadera vocación era contribuir de un modo u otro al derrocamiento de la sociedad capitalista y de las instituciones estatales creadas por ella, contribuir a la emancipación del proletariado moderno, al que él mismo había sido el primero en dar consciencia de su situación y de sus necesidades, consciencia de las condiciones de su liberación.”

LA TEORÍA DEL MATERIALISMO HISTÓRICO

La filosofía marxista es la elaboración más consciente de una filosofía materialista. Es imposible contemplar todas las influencias que sufre Marx, sobre todo de los filósofos ilustrados franceses, Helvetius y d’Holbach, ambos materialistas, grosso modo. El materialismo viene definido genéricamente como la teoría que considera que la conciencia de cada individuo viene configurada por su determinación social; por el contexto social de clase en el que se desarrolla su existencia. Su pensamiento, pues, depende de la clase social a la que pertenece. Lo que esta tesis niega es precisamente el idealismo tipo Hegel o Fichte. Según estos autores, la conciencia (definida como Yo, o como Espíritu) es la que determina el ser social. En términos de Hegel, el espíritu del pueblo “Volkheiss“. Pero entre el concepto de conciencia de Kant o Fichte y el de Hegel media una variación importante; esta variación corresponde a una interpretación sociologista del espíritu de la que carecía la filosofía Kantiana. El espíritu, la razón, ya no es universal y monótonamente igual para todos los hombres (según el ideal ilustrado del que Kant era partícipe) sino que ahora éste se manifiesta en el Estado, más concretamente en el Estado alemán. Sigue siendo universal pero está por así decir determinado en el contexto de un pueblo, de un estado. Marx va a desarrollar más aún esta tesis considerando que la conciencia depende de la determinación social, pero no de un estado, sino de la clase social a la que pertenezca. Ahora, esta conciencia sigue siendo universal, pero determinada no en un pueblo, sino en una clase, que atraviesa toda frontera posible.

El análisis de Marx incluye una consideración sociológica de las clases sociales. La cuestión será cuáles son y por qué son. Las clases son dos, dice Marx, y su causa es el sistema económico de producción. Los propietarios de los medios de producción, son los capitalistas, la burguesía, los trabajadores por cuenta ajena que venden la fuerza de su trabajo que es, en definitiva lo único que les pertenece, son los proletarios, el proletariado. Cada clase social tendrá su propia conciencia, determinada por las condiciones propias de existencia. Así, lo que para unos es legítimamente propio, para otros es más bien una explotación. Como el sistema capitalista está o tiende a imponerse en todo el mundo, la clase proletaria se da a nivel internacional, de ahí que

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Marx intentara organizar a los proletarios en una internacional. El Manifiesto Comunista terminaba con el siguiente llamamiento: “¡Proletarios de todos los países, uníos!”.

La clase burguesa considera legítima la explotación que ejerce sobre los obreros; Marx llama a esta suposición “falsa conciencia“; una conciencia confundida sobre la situación real de existencia, pero que no es producida por deseo explícito del sujeto, sino por el contexto social en el que vive y que no puede modificar a su antojo (en otras filosofías posteriores, esto será llamado el inconsciente objetivo). El proletariado, como clase, también sufre una deformación de la conciencia, al considerar que su situación es legítima; esta falsa conciencia está infundida por la propia burguesía, a la que le interesa perpetuar esta situación de injusticia. Sin embargo, la contradicción existente entre las condiciones de vida del burgués y el proletario es manifiesta y esta misma rompe la falsa conciencia del proletariado que empieza a considerar necesario y legítimo un cambio en las condiciones de vida que sufre. Esto alerta al burgués que comienza a desarrollar los medios para perpetuar la injusticia, la falsa conciencia deviene en el burgués “mala conciencia“, y en el proletario “conciencia revolucionaria“. Como decía Marx, “el arma de la lógica debe dar paso a veces a la lógica de las armas”. El cambio de las condiciones de vida no puede hacerse de modo pacífico porque los burgueses no quieren dejar lo que falsamente consideran suyo, y los proletarios para superar esa situación de explotación deben recurrir a la revolución.

Sólo la revolución puede superar el antagonismo de clases y por tanto la falsa conciencia. Y sólo en esta nueva situación de igualdad el hombre vivirá verdaderamente como hombre. Este cambio revolucionario permitirá por fin un conocimiento verdadero de las cosas y la justicia social. La revolución, por lo tanto, viene a sustituir aquí al famoso método de conocimiento que debía seguirse individualmente. Porque si las condiciones sociales determinan la conciencia, la conciencia dejará de ser falsa cuando esas condiciones sociales no respondan a intereses particulares. Cosa solamente posible cuando se realice la revolución. Y este es el principio del materialismo histórico.

MATERIALISMO HISTÓRICO

La completa comprensión de la situación actual de la sociedad en el XIX, no es posible, afirman Marx y Engels, sin contemplar el proceso que la ha producido. Por otra parte, el principio de que las condiciones materiales de existencia determinan la conciencia es un programa teórico de interpretación de la historia. Y es aquí en donde Marx y Engels creen alejarse más del idealismo. En el sentido de que invierten su relación. Marx insistía en la necesidad de darle la vuelta al idealismo, de modo que aquello que en el idealismo era determinante, motor de la historia (el espíritu) ahora será consecuente, determinado por el verdadero motor de la historia: las condiciones materiales de existencia de los hombres, su modo de producción.

Según la tesis materialista, en cada época se puede distinguir entre una base y una sobreestructura. (Posteriores autores dirán que se pueden distinguir tres partes: base, estructura y superestructura, pero para el caso quedémonos con el original). La base corresponde a las condiciones materiales de existencia, organización económica o modos de producción. La sobreestructura corresponde a las manifestaciones culturales a que dan lugar esas formas de producción. En ella están incluidas tanto las formas de organización social, como la filosofía, el

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arte, la religión, la organización jurídica, etc. Todas las tradicionalmente llamadas manifestaciones espirituales y que Hegel consideraba la manifestación más clara del espíritu. Pero ahora, contra Hegel, todas ellas no tendrán un carácter específico o determinante sino que serán resultado condicionado por la forma de producción típica de ese momento histórico. Para Hegel, la historia era la realización de la razón, el espíritu; para Marx, la historia es la realidad económica productiva que genera como resultado ideológico las realizaciones del espíritu, dependientes de esta realidad. Su carácter puramente derivado las convierte en simples representaciones ideológicas de la verdadera causa del proceso de la historia. La causa real del desarrollo de la historia es el proceso real de transformación de unas formas de producción a otras, siempre orientadas por el aumento de eficacia productiva y por el enriquecimiento.

Según estos criterios, la historia se desarrolla a lo largo de tres formas de producción diferentes que determinan tres etapas. La etapa del modo de producción esclavista que llega hasta la caída del imperio romano; la etapa de producción servil que da forma al sistema feudal que abarca la época medieval y de la que gradualmente va desarrollándose a partir de los gremios de artesanos de las ciudades y de su organización posterior en forma de producción manufacturera, el sistema de producción capitalista cuya base es la división en propietarios de los medios de producción y proletarios que venden la fuerza de su trabajo y cuya forma de organización social corresponde a la sociedad burguesa inspirada en los ideales de la revolución francesa.

A estas tres etapas le seguirá la etapa de la sociedad sin clases, en la que el ideal de igualdad económica, no sólo formal, se cumplirá plenamente, que es la sociedad comunista en la que habrán desparecido los Estados, propios de la forma social burguesa que gusta de enfrentar a los obreros entre sí para defender intereses que ellos no tienen en realidad. Una sociedad sin clases, ni estado, que habrá que alcanzar mediante un proceso revolucionario y que seguirá el siguiente esquema: Primero, conciencia de las contradicciones por parte de los proletarios, la clase proletaria hace la revolución y elimina la propiedad privada, esto sólo se consigue durante un proceso de dictadura del proletariado que por la fuerza acabará con los privilegios de todo tipo y modificará de manera adecuada la conciencia para conseguir de todos los hombres el reconocimiento de la igualdad inalienable. Con esto se evitará definitivamente volver al pasado. Esta nueva etapa era la que Marx consideraba la Historia del hombre, cuando al fin, el estado, la dictadura del proletariado, etc., dejen de ser necesarias y pueda construirse una sociedad socialista. Todo lo anterior es realmente para Marx, la prehistoria de la humanidad, una época en la que no todos los hombres eran hombres en su pleno sentido, porque unos eran explotados y otros explotadores.

La obra de Marx inspirará movimientos revolucionarios a lo largo del siglo XIX y del siglo XX, poniendo en evidencia las injusticias sociales e históricas y transformando la conciencia general hacia una mayor sensibilidad a los problemas sociales y políticos. De hecho, hasta en el campo de la reflexión sobre la influencia de la tecnología y la producción en la calidad de vida de los hombres, algo que hoy suele interpretarse desde la perspectiva de movimientos ecologistas, etc. Y el materialismo instaurado a escala filosófica dará también resultados importantísimos, de hecho, puede decirse, algo que por otra parte es bastante obvio, que la filosofía del siglo XX se ha desarrollado siempre teniendo como referencia ese último grito de la supuesta capacidad emancipatoria de la razón. El último ideal universal, con todos los problemas que nos ha enseñado y obligado a plantear, que pide a gritos su superación, -pero en el sentido hegeliano-, superación e incorporación; porque sus ideales son evidentemente, y lo seguirán siendo, los ideales de cualquier persona consciente, moral.

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Contesta lo siguiente: 1. ¿En que consistió el Escolasticismo y cuáles eran sus principales características? ________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 2. ¿Cuáles fueron los principales filósofos de la Escolástica? ________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 3. ¿Qué importancia tuvo el Renacimiento para la Filosofía? ________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 4. ¿Qué es el humanismo? ________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 5. ¿Cuáles fueron los principales filósofos del Renacimiento? ________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 6. ¿En que consistió en movimiento de Reforma y quien fue su principal representante? ________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 7. Menciona a los principales filósofos de la Filosofía Moderna ________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

ACTIVIDADES

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BLOQUE IV

La filosofía ha sido siempre una forma de entender, y en algunos casos de tratar de transformar la realidad a partir de la propia experiencia vital, del propio mundo y del propio tiempo. Ahora, esta exigencia es particularmente apremiante ante los problemas de la época que nos exigen no sólo filosofar sobre filosofías hechas, sino ser más que exegetas y glosadores, protagonistas de la aventura teórica de nuestro tiempo.

Una de las principales características de la postmodernidad, es que parte de la deconstrucción, es decir del desmigajamiento (para

usar el término de Cioran) de las verdades absolutas en el arte, la historia, la política y la ideología, y, subrayaría, en una nueva forma de organización de la producción y de la economía mundial y en general de la cultura y de la vida social.

La Condición Postmoderna de la que nos hablan Friedrich Nietzsche y Jean Francois Lyotard es la incredulidad respecto a los relatos y metarrelatos; es la deslegitimación del discurso especulativo y emancipatorio y, como consecuencia, la crisis de la metafísica.

Jean Francois Lyotard, en su obra, La Condición Postmoderna, dice: En la sociedad y la cultura contemporánea, sociedad postindustrial, cultura postmoderna, la cuestión de la legitimación del saber se plantea en otros términos. El gran relato ha perdido su credibilidad, sea cual fuere el modo de unificación que se le haya asignado: ¿relato especulativo, relato de emancipación? En esta visión de las cosas el discurso emancipador queda abolido, la emancipación también; la filosofía que se forma como conjunción de teoría y praxis y como pensamiento que proviene de la historia y va hacia ella, pierde todo sentido porque la historia también la ha perdido. El pueblo como sujeto no representa ninguna legitimidad porque los sujetos como tales están deslegitimados; la idea del futuro pende de un cielo ahistórico, como pieza de arqueología en los museos de la modernidad. Todo lo moderno es ya arcaico.

FILOSOFÍA POSTMODERNA

PENSAMIENTO FILOSÓFICO POSTMODERNO

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FRIEDRICH WILHELM NIETZSCHE (1844-

Hijo de un pastor protestante nació el 15 de octubre de 1844 en Röcken. Hijo de Carl Ludwig (1813-1849) y Franziska Oehler(1826-1897). La corriente seguida por Nietzsche, llamada idealismo persigue la noción de lo negativo dicha tradición filosófica que encuentra su ápice en la exposición hegeliana ha tratado de dialectizar la negatividad.

La primera toma de posición de Batalla sobre la filosofía de Nietzsche ocurre en la revista Acéphale. La revista adopta una amplia perspectiva que incluye filosofía, religión, política, sociología en un entrecruzarse y en una recíproca contaminación de estos campos.

LA FILOSOFÍA DE NIETZSCHE

Filosofía: la crítica de la metafísica y la moral

La filosofía de Nietzsche supondrá un enfrentamiento radical con buena parte de la tradición filosófica occidental, oponiéndose a su dogmatismo, cuya raíz sitúa en Sócrates, Platón y la filosofía cristiana. La distinción y oposición, realizada en sus primeras obras, entre lo apolíneo y lo dionisíaco, le llevará a desarrollar una original interpretación de la historia de la filosofía, según la cual el pensamiento se verá sometido a un alejamiento de la vida, a partir de la reflexión socrática, que le llevará a oponerse a ella, negándola mediante la invención de una realidad trascendente dotada de características de estabilidad e inmutabilidad, justo las contrarias de las que posee la única realidad que conocemos, contradictoria y cambiante.

La crítica de la metafísica.

Nietzsche se opone al dualismo ontológico, fiel reflejo del dualismo platónico:

Este mundo, sensible e imperfecto El otro mundo, suprasensible y perfecto, fundamento de aquel.

Según tal concepción, la realidad queda escindida en dos ámbitos: una realidad suprasensible, estática e imperecedera, frente a una realidad cambiante, sensible, perecedera... que es el producto residual, "despreciable" de la anterior. Frente a este esquema ontológico reaccionará Nietzsche esgrimiendo tres objeciones.

1. La infravaloración de la realidad sensible se debe a su mutabilidad, mientras que la razón humana opera con categorías inmutables (conceptos); pero el hecho de que la razón funcione con tales categorías no demuestra la "imperfección" ni la "dependencia" del mundo sensible, sino sólo la inadecuación de la razón para conocerlo... ¿Y si la razón no fuera la facultad adecuada para conocer el mundo? ¿Es posible acceder de forma no racional al conocimiento del mundo? ¿Es la razón nuestra única posibilidad cognoscitiva?

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2. El mundo suprasensible no es más que una ilusión, una ficción, una fantasía construida como negación del mundo sensible, única realidad para nosotros.

3. Recurrir a un mundo suprasensible lo interpreta, pues, como una reacción anti-vital, como una negación de la vida, (vida que está marcada por el sufrimiento tanto como por la alegría), como una venganza contra la naturaleza, propia de espíritus ruines que odian la vida, un producto del resentimiento contra la vida. Incapaces de aceptar un destino trágico, los hombres se rebelan contra esa vida que les aboca al sufrimiento y la niegan, convirtiéndola en un mero residuo de otra realidad, perfecta ésta, donde ahogan su resentimiento.

La crítica de la moral.

Nietzsche acusa a la moral platónico - cristiana de antinatural por ir en contra de los instintos vitales. Su centro de gravedad no está en este mundo, sino en el más allá, en la realidad en sí, o en el mundo sobrenatural del cristianismo. Se trata de una moral trascendente que no gira en torno al hombre, sino en torno a Dios y que impone al hombre un rechazo de su naturaleza, una lucha constante contra sus impulsos vitales, por lo que significa un rechazo general de la vida, de la verdadera realidad del hombre, en favor de una ilusión generada por el resentimiento contra la vida. Tal moral es síntoma y expresión de la decadencia de la cultura occidental.

La crítica del conocimiento.

Por lo que respecta a la explicación del conocimiento, la metafísica de tradición platónico-cristiana hace corresponder a una realidad inmutable un conocimiento y una verdad igualmente inmutables: el conocimiento conceptual. Pero el concepto, dice Nietzsche, no sirve para conocer la realidad tal y como es. El concepto tiene un valor representativo, pero siendo lo real un devenir, un cambio, no puede dejarse representar por algo como el concepto, cuya naturaleza consiste en representar la esencia, es decir, aquello que es inmutable, que no deviene, que no cambia, lo que permanece idéntico a sí mismo, ajeno al tiempo. El concepto no es más que un modo impropio de referirse a la realidad, un modo general y abstracto de captar la realidad y por ello, de alejarnos de lo singular y concreto, de alejarnos de la realidad. Lejos de ofrecernos el conocimiento de la realidad, el concepto nos la oculta.

El concepto no es más que una metáfora de la realidad, una representación general de una realidad que es individual. Prescinde, por tanto, de toda diferencia individual. Y la filosofía tradicional ha olvidado este carácter metafórico del concepto y ha pretendido encontrar en él no una simple generalización de las cosas, sino la "esencia", una supuesta realidad suprasensible de las cosas.

Nietzsche dirigirá también su atención al papel que ha jugado el lenguaje en la reflexión filosófica. Dada la íntima relación existente entre el pensamiento y el lenguaje que lo expresa, a medida que el valor de los conceptos es falsificado por la metafísica tradicional, queda también falsificado el valor de las palabras y el sentido en que se usan. De este modo el lenguaje contribuye decisiva y sutilmente a afianzar ese engaño metafísico acerca de la realidad. Recuperar

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el sentido de lo real exige, por lo tanto, recuperar simultáneamente el sentido, el valor de la palabra. De ahí el estilo aforístico de su obra.

La muerte de Dios.

El análisis de la trayectoria del pensamiento y la cultura occidentales le llevará a Nietzsche a constatar la muerte de Dios. Dios había sido la brújula del hombre occidental. Pero el hombre ha ido matando a Dios sin darse cuenta, expulsándolo poco a poco de su pensamiento y de su cultura. Al descubrir la muerte de Dios el hombre queda desorientado, su vida pierde el sentido.

La muerte de Dios es, en realidad, la muerte del monoteísmo cristiano y de la metafísica dogmática, para quienes sólo hay un Dios y una verdad. Y el responsable de ello es el hombre. Al cobrar conciencia de ello el hombre sustituye a ese Dios y a esa verdad única por múltiples dioses y múltiples verdades, en un intento desesperado por salvar los valores asociados a esa imagen de Dios. Pese a ello, con la caída del Dios y de la metafísica tradicionales los valores asociados a ellos no pueden subsistir, no encuentran justificación trascendental alguna y, carentes de fundamentación, serán el blanco de las críticas más exacerbadas y negados como valores. El ateísmo conduce, pues, al nihilismo.

El nihilismo.

El nihilismo es el proceso que sigue la conciencia del hombre occidental y que quedaría expresado en estos tres momentos:

*El nihilismo como resultado de la negación de todos los valores vigentes: es el resultado de la duda y la desorientación.

*El nihilismo como autoafirmación de esa negación inicial: es el momento de la reflexión de la razón.

*El nihilismo como punto de partida de una nueva valoración: es el momento de la intuición, que queda expresada en la voluntad de poder, en quien se expresa a su vez el valor de la voluntad.

Esta es la base sobre la que ha de construirse, según Nietzsche, la nueva filosofía. El hombre provoca, en primer lugar, la muerte de Dios, sin apenas darse cuenta de ello. En segundo lugar, el hombre toma conciencia plena de la muerte de Dios y se reafirma en ella. En tercer lugar, y como consecuencia de todo lo anterior, el hombre se descubre a sí mismo como responsable de la muerte de Dios descubriendo, al mismo tiempo, el poder de la voluntad, e intuyendo la voluntad como máximo valor.

La nueva Filosofía

Para Nietzsche la voluntad es la verdadera "esencia" de la realidad. La realidad no es más que la expresión de la voluntad: ser es querer (...ser). La realidad no es algo estático, permanente, inmutable; ni la consecuencia de algo estático, permanente, inmutable. Siendo el fruto de la

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voluntad ha de ser multiforme y cambiante, como aquella. La realidad es devenir, cambio, y no está sometida a otra determinación que a la de su propio querer. Y el querer de la voluntad, al igual que el de todo lo real, es un querer libre, que rechaza toda determinación ajena a su propio devenir. La voluntad, el querer, no se somete a lo querido, sino que se sobrepone a todos sus posibles objetos. No quiere "esto" o "lo otro", sino sólo su propio querer. Se trata de una voluntad libre y absoluta a la que Nietzsche denomina "voluntad de poder": es una voluntad vital, expansiva, dominante... una voluntad que se engendra a sí misma y que quiere su propio querer.

A la nueva concepción de la realidad corresponde una nueva concepción de la verdad. La verdad no reside en el juicio, ni en la adecuación del intelecto con el objeto. Todos los juicios son falsos, en la medida que consisten en una "congelación" de un determinado aspecto de la realidad mediante el uso de conceptos. Siendo la realidad cambiante no podría dejarse encerrar por conceptos, que son estáticos, inmutables. Y siendo los conceptos la base de todos los juicios estos no pueden expresar ni captar la realidad, el devenir de lo real. Los conceptos no nos sirven para captar lo real, ni los juicios para expresar la verdad de lo real.

La verdad ha de ser un resultado de la intuición de lo real, de la captación directa de la realidad. Por ello, no podrá ser una verdad inmutable, y ni siquiera única, pues el mismo cambio de lo real no está exento de contradicciones.

En la medida en que la expresión de la verdad se realiza mediante el lenguaje éste se convierte en algo fundamental a la hora de hablar de la verdad. Nietzsche verá en el lenguaje una supeditación a los conceptos que hacen de él un instrumento poco útil para reflejar la verdad de lo real, por lo que la construcción de un nuevo lenguaje será una de sus tareas prioritarias, buscando en la metáfora, en la alusión, en la ironía, elementos útiles para forzar el nuevo sentido de las palabras.

Frente al lenguaje de la razón, del concepto, propondrá el lenguaje de la imaginación, basado en la metáfora. Mientras que el lenguaje conceptual pretende ser un fiel reflejo de la realidad (quedando petrificada en él) el lenguaje metafórico respeta la pluriformidad y el movimiento de la realidad. El lenguaje conceptual es el de la lógica dogmática. El metafórico es el lenguaje del arte, de la vida, de la equivocidad, de la ambivalencia, de la belleza y, en definitiva, expresión de la libertad de la voluntad.

Todo ello conlleva un nuevo modo de entender el hombre, una nueva antropología. El hombre actual debe ser sustituido por el "superhombre", un hombre que haga de la afirmación de nuevos valores el eje de su vida. Lo único valioso que hay en el hombre actual es su carácter de "puente" hacia el superhombre. El tema del superhombre guarda una relación estricta con el de la muerte de Dios: el superhombre aparece cuando Dios es definitivamente expulsado del espacio que hasta entonces había usurpado, cubriendo el superhombre el vacío dejado por Dios. El hombre crea al superhombre al matar a Dios.

Mientras que el hombre actual es un ser domesticado, el superhombre es un ser libre, superior, autónomo; un animal que posee sus propios instintos, los comprende y los desarrolla en la voluntad de poder. Para alcanzar este estadio el hombre actual ha de recorrer un camino largo y no exento de dificultades: ha de experimentar un triple metamorfosis de su espíritu: de camello (animal sumiso) ha de convertirse en león (símbolo de la negación de todos los valores) y de león

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en niño (símbolo del superhombre que, superando la sumisión del camello y la autosuficiencia del león conquista la auténtica libertad.)

Este hombre nuevo sólo será posible con una nueva moral que surgirá de la transmutación generalizada de todos los valores vigentes. Las nociones morales de "Bien" y "Mal" como puntos de referencia objetivos y opuestos quedan desbordados por la nueva realidad. Los viejos valores racionales y suprasensibles son sustituidos por valores vitales y sensibles. El superhombre defiende la desigualdad, la jerarquía, el cambio, el experimento y el riesgo frente a la igualdad, la seguridad, que serían valores propios de la moral del "rebaño", una moral de esclavos, representada fundamentalmente por el cristianismo.

La moral tradicional, judeo-cristiana, es una moral de la "renuncia" y cuyos valores no se encuentran en esta vida, sino en otro mundo, en el verdadero, en el más allá. Esta moral se dirige contra los instintos vitales, ya que propone una evasión con respecto al hombre concreto y respecto al mundo real. En sus obras Nietzsche pretende analizar las raíces de las que brotan estos conceptos morales negativos. Realiza el análisis de lo moral entre los griegos y del giro que van sufriendo los conceptos morales en la dirección de alejarse de lo vital de lo que surgen, a partir de Sócrates y Platón. Si entre los primeros griegos la virtud era equivalente a la fuerza y "bueno" era el noble, el que despreciaba la debilidad y el miedo, a partir de Sócrates la virtud se convierte en renuncia a los placeres, pasiones, ambiciones, y el único bien que se admite es el de la "sabiduría". Con ello se inicia en Grecia la moral de "esclavos", gregaria y antivital.

Esta nueva moral se basa fundamentalmente en valores estéticos y sensibles, dejando de lado todas las preocupaciones metafísicas propias de la moral cristiana tradicional. Asimismo defiende una posición extremadamente individualista, frente al gregarismo de las morales tradicionales.

JEAN-FRANCOIS LYOTARD (1924-1998)

El Postmodernismo describe la filosofía del examinar la naturaleza del significado y del conocimiento, aunque muchos académicos en varios campos han debatido sobre su definición precisa. Los postmodernistas cuestionan la validez de la fe en la ciencia y el racionalismo que se originó durante la Ilustración y que comenzó a estar asociada con la filosofía conocida como el modernismo. También cuestionan si la antropología es, o debería ser una ciencia. Ya que todo el conocimiento está necesariamente moldeado por la cultura, ellos argumentan, los antropólogos no pueden ser objetivos en su investigación. En respuesta a este argumento, algunos antropólogos han comenzado simplemente a estudiar y escribir sobre los efectos de la influencia de la cultura en su propia perspectiva,

y en la perspectiva del resto de las personas. A pesar de que mucho de este trabajo se realiza aún en los departamentos de antropología, se ha convertido también en un área particular de la investigación conocida como estudios culturales. Algunos ven a los estudios culturales como una nueva disciplina, separada de la antropología. Otros se refieren a estos como la fase más novedosa de la teoría antropológica.

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Los críticos de la antropología tradicional la ven como una forma de colonialismo y de explotación. Esta noción ha ganado terreno a raíz de que los antropólogos han estudiado la historia de su propia disciplina y reexaminado la relación entre el desarrollo de la antropología y el colonialismo. Más aún, la antropología tradicional ha estado siempre dominada por las ideas, investigación y escritos de los Europeos y Americanos blancos. Esto también está cambiando a medida que un mayor número de personas de diversos antecedentes culturales están laborando en la antropología y los estudios culturales. Los investigadores trabajando con estudios culturales también han redefinido lo que es la cultura. Tienden a ver la cultura como algo que la gente negocia continuamente entre sí, en vez de algo que comparten. Esta visión le hace sentido a una generación de antropólogos que crecieron en la década del 60 en los Estados Unidos y Europa. Durante este tiempo, la gente joven retaba las tradiciones culturales de sus padres y cuestionaban problemas tan importantes como el racismo, el sexismo y la violencia de las guerras modernas. También comenzaron a ver muchos de los peores problemas mundiales –tales como la violencia étnica, la pobreza y la destrucción ambiental- como legados de la era colonial de la cual también surgió la antropología. Muchos investigadores en estudios culturales han trabajado para deconstruir (separar las partes para analizar y criticar) las etnografías tradicionales y otros tipos de investigación antropológica. Su análisis demuestra que una gran parte de esta investigación puede haber representado equivocadamente o afectado negativamente las culturas descritas. La práctica de criticar los trabajos antropológicos iniciales no requiere adiestramiento o trabajo de campo especializado en antropología. Así, el campo de los estudios culturales incluye personas educadas en tópicos tan diversos como literatura, estudios de género, sociología e historia. Algunos antropólogos han reaccionado contra las críticas anticientíficas del Postmodernismo. Rechazan la posición de que la investigación científica no puede enseñarnos nada acerca de la naturaleza del mundo o de la humanidad. Pero los críticos de las prácticas antropológicas tradicionales pueden mejorar la calidad del trabajo haciendo investigaciones aún más conscientes sobre los métodos que utilizan. Nuestra sociedad ya no es "moderna" pero queda todo un substrato de creencias de la modernidad que se van rápidamente disolviendo. El postmodernismo es algo profundamente distinto. El pos-modernismo acaba con las ilusiones de la modernidad. Lo podríamos caracterizar como el pensamiento de la incertidumbre, de la duda. El saber parece dominar la razón social por la vía de la comercialización de sus productos. Todo puede ser mercancía, hasta las fantasías sexuales de los sujetos. La reacción posmoderna trajo consigo un desencanto respecto de la Modernidad, sus promesas y expectativas; dice Habermas en su libro "La Postmodernidad" que el proyecto moderno alcanza su apogeo con la ilustración en el siglo XVIII. Sus esfuerzos se concentraron en desarrollar una ciencia objetiva, leyes universales y morales y un arte autónomo. Pero el objetivo último de esta cultura especializada era el enriquecimiento de la vida cotidiana: "Los pensadores de la Ilustración tenían la extravagante expectativa que las artes y las ciencias no solo promoverían el control de las fuerzas naturales, sino también la comprensión del mundo y del yo, el progreso moral, la justicia de las instituciones e incluso la felicidad de los seres humanos". Ya antes el conocimiento que la modernidad produce es puesto en tela de juicio por Nietzsche más

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que por ningún otro, al introducir una mirada que incluye nuevas perspectivas. Esto origina, cuatro cuestionamientos: a) Epistemológico (duda de esa topología en cuyo interior existiría una entidad de acceso privilegiado, denominada "mente" y de que la verdad esté ahí fuera para ser aprehendida por el sujeto; b) Ontológico (duda de la existencia de esencias universales; c) metafísico (duda de que haya una naturaleza humana eterna e inmutable, c) De "la creencia en una estructura estable del ser que rige el devenir y da sentido al conocimiento y normas de conducta") d) Político (duda de la función de los grandes relatos y de la posibilidad de un gran proyecto emancipador de la humanidad) e) Ético (duda de la posibilidad de una ética universal fundamentada sobre sólidas bases epistemológicas, antropológicas y ontológicas). Ahora bien, no sólo debemos quedar en una posición cuestionadora sino que tenemos que construir un discurso que nos permita pensar aquí y ahora nuestras sociedades, que sea útil en el planteamiento de objetivos y formas eficaces para la acción. De lo contrario, la comprensión del conflicto modernidad/posmodernidad es por sí misma estéril, a no ser que obtengamos estructuras formales productivas (herramientas) útiles para construir sea una vida privada, sea una pública o social, donde el deseo transite con toda su fuerza creadora. Quienes vivimos en este continente no podemos menos que pensar como latinoamericanos. En gran medida, el rechazo a las descripciones posmodernas de la sociedad y del sujeto es producto del miedo y de la incomprensión. Nos resulta difícil pensar que el terror impere bajo el manto del criterio de eficiencia, nos negamos a aceptar la imposibilidad, por lo menos inmediata, de los grandes proyectos emancipadores fundados en los meta relatos, y atribuimos estas descripciones a las mentes alucinadas de quienes las exponen. El pensamiento posmoderno, sucesor de los rasgos románticos y artísticos de la modernidad enfatiza la afirmación de la diferencia, la importancia del saber narrativo, de sus contenidos. Pero el análisis puede llevar a la acción, conduce la praxis, "con conocimiento de causa", como diría Lyofard, y por ello, tal vez con mayores posibilidades de éxito. Aunque la empresa no tenga presentaciones universales, evita el riesgo de idealizar la sociedad, sus instituciones e individuos. De hecho, los latinoamericanos tenemos ya mucho de posmodernos. Hay que decir, todavía, que los análisis pos-modernos están apareciendo con gran fuerza en el campo de la disciplinas físicas, así son varios los físicos teóricos que describen las teorías cosmológicas - el Big-Bang, por ejemplo-ya no como hechos "objetivos", es decir realmente sucedidos, sino como narraciones que son el resultado de una manera específica de observar la realidad física y de juntar datos recogidos separadamente (como en las rapsodias antiguas, donde "rapsodia" etimológicamente quiere decir "coser junto historias distintas"). Los pos-modernos entienden la imposibilidad de utilizar, en las ciencias humanas, los esquemas del siglo XIX de los cuales Foucault sería "posmoderno" no por el hecho de que privilegie el concepto de poder, sino porque descubre filosofía en la historia de la medicina, o de la locura, o de la prisión denunciando las contradicciones y los aspectos perversos. La ciencia se despide de la objetividad clásica de la modernidad, y afirma que aún el tiempo y el espacio deben ser considerados como construcciones conceptuales y no un hecho del mundo objetivo, es decir los pensadores no sólo epistemológicos de la ciencia, sino toda la matriz conceptual moderna " El concepto de saber se desplaza radicalmente de lo que consideramos

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científico y confiable hacia la afirmación de que estas son coordenadas de nuestra experiencia. De aquí surge la base del constructivismo radical, en el cual el saber no tiene función de reflejar la realidad objetiva sino de capacitarnos para obrar y alcanzar objetivos en nuestra experiencia, adecuarse, pero no coincidir". El saber entonces es poder obrar adecuadamente. Surgieron después pensadores más radicalizados que se inscribieron en los denominados sistémico-constructivistas. Sus dos principales exponentes son Von Foerster y Von Glaserfeld. Ellos profundizan el antiobjetivismo de la realidad. Famosa es la cita de Von Foerster al afirmar que la objetividad es una ilusión de que las observaciones pueden hacerse sin un observador. Por ello este pensador plantea que "el mundo que tenemos que tener en cuenta es un mundo *subjetivo* dependiente de la descripción y que incluye al observador" y es más señala: "Esas propiedades son propiedades de descripciones (representaciones) y no propiedades de objetos. En realidad como veremos los objetos deben su existencia a las propiedades de las representaciones". Lo "moderno" se manifiesta con la Ilustración del siglo XVIII y, en política, con las revoluciones burguesas liberales y después con las revoluciones socialistas, es decir con la Revolución Francesa, Americana, las Latino-Americanas, y más adelante, la Rusa y la China. Sus antecedentes se encuentran en el Racionalismo del siglo XVII y, por algunos aspectos, en el Renacimiento. La idea fundamental es la de "progreso": se cree que la Humanidad pueda progresar indefinidamente si el hombre llega a conocer las leyes básicas - físicas, biológicas, psicológicas, históricas, político-sociales, etc.- que rigen la naturaleza y la vida humana individual y colectiva. La otra creencia básica se refiere a la "realidad": se cree que hay una "realidad objetiva" que se puede indagar con los procedimientos de las ciencias físicas, es decir con el método galileano de la hipótesis que tiene que ser comprobada o rechazada a través del experimento. Pero esta "realidad objetiva" tiende a involucrar no solo al mundo material sino también al mundo social, histórico y psicológico. Entonces la realidad humana se la asimila a la realidad físico material, el hombre se transforma en una suerte de maquina biológica que se estudia con las mismas metodologías de las ciencias físicas. Ahora bien que podemos decir desde este, nuestro lugar de analistas en esta realidad que nos toca vivir y donde la postmodernidad que nos atraviesa pareciera fundar una nueva ética: todo puede hacerse, decirse, mostrarse. No hay Juicio Final, hay Punto Final, obediencia debida, es decir: completa impunidad. Instalando una cultura de la desaparición y de la impunidad, no hay muertos, hay desaparecidos, no hay culpables, hay indultados. Somos enfrentados a los hechos como si fuera posible acceder a ellos desconociendo el orden significante (Jameson, 1998). Un sujeto no puede encontrarse con los hechos como tales. Siempre los hallará ordenados según las leyes del lenguaje. El sujeto accede a los hechos por el orden simbólico. La ilusión ya no es posible como freno a lo real. En "Las estrategias fatales", Jean Baudrillard presenta el paradigma de la postmodernidad como una "escalada a los extremos". Reivindicando el carácter antagónico de la cultura, consigna que estamos ante la victoria absoluta de la seducción del objeto por sobre el sujeto y su deseo. Lo cultural, aun en sus aspectos más obscenamente violentos, se presenta a través de los medios como un espectáculo continuo, predominantemente visual. Todo es transparente, todo puede verse, todo es efímero, se agota en el vértigo de la mirada. En la sociedad moderna, como lo refiere Colette Soler, cada uno vale lo que tiene para vender, cada quién se procura un espacio donde exponer su saber o su saber-hacer para luego poderlo vender, la pluralidad de los saberes se cotizan en el mercado y marcan diferencias entre las personas, cuanto más complicado o inaccesible es ese saber, mas alto el valor del mercado".

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En la postmodernidad se muestran los acontecimientos como anomalías sin consecuencias, que no dependen de ninguna ley. Eventos en los que coinciden causa y fin, hechos cerrados sobre sí mismos, ininteligibles. No hay modo de conceptuar, la velocidad y cantidad de la información producen un abrumador efecto, donde el sentido escapa, huye de nuestra comprensión y donde pareciera, ya no ser importante. En ellas faltan las líneas de unión que marcan la incidencia del tiempo en la producción de los sucesos. Aparecen rotundamente, de un solo golpe. La inmediatez de la catástrofe nos hunde en la indiferencia y la parálisis. A los psicoanalistas nos preocupan, en este fin de siglo, las "patologías del acto"(drogadicción, alcoholismo). Esta destitución de la palabra pone en jaque nuestro instrumento privilegiado. El "borramiento" que en la postmodernidad se impone sobre la función mediadora de la familia, cuya especificidad es establecer los primeros lazos afectivos y moderar, a través del discurso que en ella se origina, la violencia que la cultura ejerce sobre el sujeto, esto produce efectos devastadores. La violencia reaparece en sus formas más crueles, como destrucción del otro y, sobre todo, como autodestrucción. El desamparo se manifiesta no solo en el aflojamiento de los lazos afectivos, sino, por sobre todo, en la absoluta inconsistencia del sujeto para afrontar un modelo que se centra en los objetos y anonada el deseo. Donde Ello (impersonal) goza, dirá Lacan, el Yo que habla debe advenir. El esfuerzo del sujeto se define así como un deber de ser y en última instancia asumir lo que somos y lo que no somos, sustentar una ética que enfrente el valor de la palabra a la crudeza del acto, en clara oposición a nuestra ilimitada capacidad de autodestrucción. El pensamiento de Lyotard A continuación algunas de las ideas sobre la posmodernidad de Jean-François Lyotard: * "Post no debe entenderse en el sentido de período siguiente, sino en el de una dinámica: ir más lejos que la modernidad para poder regresar a ella, en un movimiento de rizo". * "Una nueva función intelectual está naciendo: ya no nos preocupamos tanto por formular una crítica global, ante la falta de bases, sino que como hacen muchos artistas buscamos experimentar, inventar. Nuestra categoría social, finalmente, es la imaginación". * "Hay que tomar distancias, comenzar todo de nuevo. Hay que hacer un enorme desvío, reencontrar lo que había sido reprimido: las artes plásticas, la estética, la música. Desembarazarse de la culpabilidad política". * "Creo que la gente que no está perdida por completo es aquella que ha conservado su infancia muy cerca. Y esto es al mismo tiempo una cosa que obstaculiza la idea cartesiana de la modernidad: poner el contador en cero, decretar el Año Uno del nuevo pensamiento". * "La crisis es permanente, es inherente a la modernidad". * "Nuestro trabajo consiste en analizar la decadencia de los ideales modernos, para tratar de comprender lo que, en la modernidad, implicaba ya la desaparición de esa idealidad". * "El verdadero sentido de la palabra 'posmoderno', en la crítica norteamericana y en la arquitectura italiana, se refería al final del movimiento modernista. Yo dije que no, que no se trataba del abandono puro y simple del proyecto de modernidad, sino de su reescritura". * "Todo modernismo contiene la utopía de su fin. Si se quiere verdaderamente oponer lo moderno a lo posmoderno, se puede decir que éste insiste en la reescritura, mientras que lo moderno insiste en la revolución".

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* "El sentimiento del desencanto es inherente a la modernidad (...); eso forma parte de la mitología de la realidad occidental y comienza con Platón: hemos perdido a Egipto, la madre de todas las civilizaciones. Occidente ha pasado su tiempo diciendo que el Paraíso se perdió". * "Nuestros últimos grandes intelectuales, como Sartre y Foucault, se equivocaron cuando creyeron designar la causa justa. “Vivimos en una sociedad demasiado compleja, demasiado cargada de crímenes para eso. Sólo podemos resistir en torno de puntos precisos, sin poder afirmar: he aquí el sentido general de la historia, he aquí su representante, el hombre". ARJUN APPADURAI (1949- )

Appadurai sugiere lo contrario a muchas de las grandes teorías de las ciencias sociales occidentales (Comte, Marx, Tönnies, Weber, Durkheim) y de la teoría de la modernización, que el modernismo es auto consciente y experimentado de forma dispareja, contrario a un simple momento de pausa entre el pasado y el presente. Esta visión convencional dicotomiza la tradición y la modernidad y no toma en cuenta los cambios y las políticas del pasado. En cambio, propone una “teoría de rompimiento” que asume a los medios de comunicación y la migración como sus áreas principales de estudio, explorando sus efectos conjuntos en la imaginación

como un elemento importante y constitutivo de la subjetividad moderna (Appadurai, 1996.) Appadurai explora cómo los medios electrónicos ofrecen recursos nuevos todos los días y disciplinas para la imaginación del yo y del mundo. Sugiere que la similitud, el movimiento y la emigración causan una nueva inestabilidad en la creación de la subjetividad. En acuerdo con el flujo mundial de imágenes mediadas por las masas, producen esferas públicas esferas públicas que confunden las teorías del cambio social que están centradas en el estado. Hace tres distinciones básicas de la imaginación en el mundo postmoderno: 1) Distinción entre lo excepcional y la práctica diaria: La imaginación ha salido del espacio expresivo del arte, mito y ritual bajo el dominio de individuos especialistas y carismáticos para convertirse en parte de la vida diaria y de las prácticas comunes de la gente ordinaria, quienes antes estaban excluidas. La diáspora moderna, ya sea voluntaria o forzada, se distingue a sí misma de formas pasadas de emigración en el sentido de que actualmente la imaginación mediada por las masas frecuentemente trasciende las fronteras del espacio nacional, y las políticas de adaptación, movimiento y regreso están profundamente afectadas por imágenes, libretos, modelos y narrativas mediadas por las masas. Las esferas públicas ya no son pequeñas, marginadas o excepcionales. 2) Distinción entre imaginación y fantasía Muchos críticos de la cultura de masas (Frankfurt School, Weber, Talcott Parsons, Edward Shils, Daniel Lerner, Alex Inkeles) describieron un mundo moderno basado en la racionalidad creciente,

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la religiosidad que disminuye, aumento en el consumo y la pérdida de actividad, juego y espontaneidad. Appadurai indica que hay evidencia de que nuevas modalidades de religiosidad no han muerto, sino incluso han sido alimentadas por los medios y redes de comunicación mundiales. Los críticos del discurso del “imperialismo e los medios” han demostrado que el consumo de los medios de comunicación no necesariamente resulta en la pasividad, sino a menudo evoca resistencia y selectividad. Mientras la fantasía representa el concepto del “opio de las masas” implicando entonces pasividad y una “conciencia falsa”, la imaginación es el preludio a la expresión, y especialmente cuando es colectiva, promueve la acción en vez de prevenirla. Entonces, “la imaginación es hoy una base fuerte para la acción, y no solamente para el escape” (1996). 3) Distinción entre el sentido de imaginación del individuo y del colectivo. La imaginación es ahora propiedad del colectivo, creando “comunidades de sentimiento”, grupos que imaginan y sienten las cosas juntos. Benedict Anderson ha demostrado cómo el capitalismo impreso ha creado “comunidades imaginadas” de personas que nunca han tenido contacto cara a cara, lo que era un prerrequisito para la formación de las naciones-estados. El capitalismo electrónico ha producido formas que, yendo por encima del potencial de la prensa escrita para unir a las comunidades y el nivel de la nación-estado, trabajan transnacionalmente e internacionalmente. Estas comunidades acarrean el potencial de moverse de la imaginación compartida a la acción colectiva. Como un ejemplo, Appadurai muestra como el "asunto Rushdie” es sobre un texto en movimiento, cuya trayectoria de consumo lo llevó fuera del espacio occidental de la libertad artística y de expresión hacia el espacio de las autoridades religiosas y sus propias esferas transnacionales (y los muy diferentes escenarios de Nueva York, Nueva Delhi y otros). La transformación de las subjetividades de todos los días a través de los medios y de la imaginación es no solamente un hecho cultural, sino profundamente conectado a la política a través de las nuevas formas en que los intereses individuales entrecruzan los de la nación-estado. Las batallas actuales sobre los derechos de los inmigrantes no son solamente una variante más de las políticas del pluralismo: son acerca de la capacidad de las naciones-estado para contener las políticas de sus minorías dispersas. Esta "teoría de la ruptura " es una reciente, puesto que es solamente en las últimas dos décadas que los medios y la migración han sido globalizados tan masivamente a través de terrenos transnacionales. Según Appadurai, su acercamiento no es ninguna actualización mera de teorías sociales más viejas sobre la modernidad, sino que presenta algo radicalmente nuevo. Su foco no es la ingeniería social a gran escala (llevada a cabo por los estados, agencies internacionales y otras elites), sino en la práctica cultural de todos los días y la transformación de la imaginación. El sospecha de cualquier clase de prognosis a donde el presente nos lleve en términos de nacionalismo, violencia y justicia social. Su teoría sobre la pausa, basada en la fuerza conjunta de los medios y la emigración, se aleja de los enfoques clásicos que dependen de la prominencia de la nación-estado, y es en cambio explícitamente transnacional y aún postnacional. No provee modelos alternativos explícitos, pero sugiere que las formas sociales existentes actualmente acarrean el potencial de formas más diversas y dispersas de lealtad transnacional. Los movimientos activistas envueltos con los asuntos de las mujeres, el ambiente, los derechos humanos, etc. Han creado una esfera de discurso transnacional, descansando en la autoridad de personas desplazadas como los refugiados o exiliados. Sin embargo, él admite que la movida de los movimientos transnacionales hacia formas

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transnacionales sostenibles de gobierno no pueden ser suficientemente explicadas por este enfoque. La globalización y la emergencia de una antropología transnacional Para Appadurai, la situación global es interactiva más que dominada por un solo lado. Los Estados Unidos ya no dominan el sistema mundial de imágenes, sino que son una función de un sistema transicional complejo de “paisajes imaginarios”. En su citado documento “Disjuncture and difference in the global cultural economy," él argumenta que en esta nueva coyuntura, la invención de la tradición y otros signos de identidad se debilita, mientras la “búsqueda de certidumbres es regularmente frustrada por la fluidez de la comunicación transicional.” También enfatiza que hay varios miedos alternativos a aquel de la americanización: “vale la pena notar que para la gente de Irian Jaya, la Indonesianización puede ser más preocupante que la americanización, así como la japonización puede ser para los coreanos, la indianización para los de Sri Lanka, la vietnamización para los camboyanos, la rusianización para la gente de Armenia Soviética y las repúblicas Bálticas,” y nos recuerda que “la comunidad imaginada de un hombre es la prisión política de otro.” Appadurai diferencia cinco dimensiones de “paisajes” globales, fluyendo a través de fronteras culturales: 1) “ethnoscapes”, el paisaje de las personas que constituyen el mundo cambiante en el que la gente vive; 2) “technoscapes”, la configuración global de las tecnologías moviéndose a altas velocidades a través de fronteras anteriormente impermeables, 3) “financescapes”, la red global de especulación con la moneda corriente y la transferencia de capital, 4) “mediascapes”, la distribución de las capacidades para producir y diseminar información y el amplio repertorio de imágenes y narrativas, 5) “ideoscapes”, ideologías de los estados y movimientos contra-ideologías, alrededor de los cuales las naciones-estado han organizado sus políticas. Appadurai enfatiza que la globalización y la localización de los procesos, o la “homogenización global” y la “heterogenización” se alimentan y se refuerzan entre sí en vez de ser mutuamente exclusivas, y requieren más estudios antropológicos en la “producción de la localidad”. Los cambios económicos, políticos y culturales expandidos mundialmente y que han ocurrido durante las pasadas décadas han hecho absolutamente esencial darle sentido al proceso conocido colectivamente como la “globalización.” Ha habido una industria creciente en las publicaciones populares y académicas que proponen hacer esto. En un sentido el mundo ha sido globalizado desde el momento de la llegada de Colón al Nuevo Mundo. Lo que caracteriza el interés actual en la globalización es sin duda la intensificación de este proceso debido al advenimiento de tecnologías nuevas en los medios, lo que ha colapsado el globo espacialmente hablando y ha penetrado todo el mundo con imágenes de las glorias del consumerismo. El rol de los medios en la transformación del mundo debe entonces figurar prominentemente en cualquier recuento de la globalización. En Modernity at Large, Arjun Appadurai posiciona a los medios en el centro de su discusión sobre el presente global, y su visión de los medios constituye a

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la vez todas las fortalezas y debilidades que se reflejan en los ensayos incluidos en esta publicación. Para aquellos cuya profesión es examinar los productos culturales o incluso culturas completas (desde los críticos literarios hasta los antropólogos), la globalización significa que se deben asumir nuevos enfoques ye idear nuevos discursos para explicar el presente. De pronto todo está sujeto a dudas y necesita ser revisado. No es posible imaginar el mundo como una colección de espacios autónomos, ya sean espacios imaginados como naciones, regiones o culturas demarcadas por región o por nación. Aun así, es la relación de la cultura con los espacios definidos y determinados lo que continúa siendo dado por hecho en la mayoría de las ciencias sociales y humanidades. Los estudios literarios está aún divididos en especialidades nacionales, pero los estudios por áreas han comenzado a dominar las ciencias sociales. El pensar en un mundo que ha sido globalizado requiere un pensamiento de una cultura sin espacio, una tarea muy difícil y compleja que termina con todos los procesos establecidos de las prácticas académicas. Es importante recordar que la globalización es un proceso desigual, y que algunas de las formas que produce aparentan ser signos de una relación neo-imperialista entre las culturas y países del “oeste y del resto”. Por ejemplo, la lista de Benjamin R. Barber's de las películas más taquilleras del año 1991 en 22 países alrededor del mundo indica tanto la dominación del producto estadounidense en el extranjero, como probablemente la homogeneización creciente de la cultura mundial: desde Brasil hasta Polonia hasta Malasia, películas como Terminator 2, Dances with Wolves, Robin Hood and Home Alone se mantuvieron en las primeras posiciones, mientras que el cine producido localmente o en países fuera de los Estados Unidos aparecía muy infrecuentemente, si es que aparecía. Los efectos y dimensiones de tal “imperialismo cultural” son mucho más ambiguos y difíciles de entender de lo que mucha gente pensaría. Mientras en cierto sentido es posible ver al mundo como inexorablemente “americanizado”, las respuestas y reacciones a los productos culturales americanos en otras partes del mundo no se asemejan a una aceptación masiva de las relaciones imperialistas. Y por supuesto, es difícil ver a América con un sistema cultural confiado y seguro de sí mismo que sea capaz de forzar sin problemas su forma de vida particular sobre el resto del mundo. La constitución del término “americano” ha sido por sí misma muy debatida por un gran grupo de sectores culturales y sociales, y también por grupos dispersos que están tratando activamente de remoldear lo que es probablemente el último centro imperial hacia un espacio más bondadoso y sutil que no sea ya el centro de nada. Uno de los peligros de intentar ofrecer un recuento de la globalización que no la vea como otro nombre más para el imperialismo cultural en su sentido más básico es que es posible volverse demasiado entusiasta sobre la capacidad de otras culturas de modificar y resistir la llamada americanización. Es importante no convertir el imperialismo cultural global en un sistema total dentro del cual la resistencia sea imposible. Pero es posible también cometer errores en el otro sentido, viendo resistencia en tantos lugares que se vuelve difícil entender por qué Hollywood no está en quiebra, por qué los programas de televisión no consisten solamente de historias humanas y sensibles; en fin, por qué el mundo no es ya fundamentalmente diferente.

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Las dos ideas clave introducidas por Appadurai en el ensayo “Disjuncture and Difference in the Global Cultural Economy” constituyen la base teórica para el resto de su libro Modernity at Large. La primera de ellas es la sugerencia del autor de que hay un nuevo rol para la imaginación en el presente. La segunda se encuentra en el neologismo que Appadurai inventa aquí y por el cual se le conoce mejor. Es el uso del sufijo “scape”, el cual combinado con los prefijos apropiados--ethno-, media-, techno-, finance- e ideo---ofrece un marco para examinar la “nueva economía cultural global – un orden complejo y disyuntivo que no puede ya ser entendido en términos de modelos existentes de periferia central.” La conjunción entre los medios y la migración es esencial para entender el vocabulario de “scapes” o como el autor señala en otra parte del libro “confluencias” o “cascadas” Si la modernidad está “en grande”, es porque ahora excede las fronteras y las determinaciones de la nación. Hacer sentido de este fenómeno global contemporáneo requiere el estudio de algo más allá que el espacio limitado de la nación, y las teorías sociales deben ser reformuladas siguiendo el paso de este nuevo mundo sin territorios.

Contesta lo siguiente:

1.¿Cual es la principal característica de la Postmodernidad?

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2. Explica la Filosofía de Nietzsche

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3. ¿Cuál es el pensamiento de Lyotard?

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4. ¿En qué consiste el pensamiento de Arjun Appadurai?

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ACTIVIDADES

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GOÑI ZUBIETA, Carlos. “Historia de la Filosofía”, Ediciones Palabra, 2002, España.

KENNY, Anthony, “Breve Historia de la Filosofía Occidental”, Ediciones Paidós Ibérica,

1998, España.

MALDONADO MORA, Valente, “Filosofía”, Ed. Porrúa, 2000, México.

GÓMEZ NAVAS LOZANO, Erick, “Filosofía”, Ed. Porrúa. 2002, México.

MAS TORRES, Salvador. “Una Historia de la Filosofía práctica en la Grecia clásica”,

Ediciones Istmo, 2003. España.

TAYLOR, Alfred Edward. “El Pensamiento de Sócrates”, Ed. Fondo de Cultura Económica,

1961. México.

BRUN, Jean. “Platón y la Academia”, Publicaciones Cruz O. S.A., 2001. México.

PLATÒN, “Diálogos”, Ed. Porrúa, 2012, Edición 32. México.

CÀRDENAS, Luz Gloria, “Aristóteles, Retórica, Pasiones y Persuasión”, Ed. San Pablo, 2011.

Colombia.

PLATÓN, “La República”, Ed. Porrúa, Edición 27. México

HOTTOIS, Gilbert. “Historia de la Filosofía del Renacimiento a la Posmodernidad”, Ed.

Cátedra, 1999. España.

VILLORO, Luis, “El Pensamiento Moderno, Filosofía del Renacimiento”, Ed. Fondo de

Cultura Económica, 1980. México.

ROMERO, Francisco, “Historia de la Filosofía Moderna”, Ed. Fondo de Cultura Económica,

1972. México.

GRABMANN, Martín, “Filosofía Medieval”, Ed. Labor, 1928. España.

SAEZ RUEDA, Luis. “Movimientos Filosóficos Actuales”, Ed. Trotta. 2001. España.

PEREZ LUIÖO, Antonio Enrique. “Trayectorias Contemporáneas de la Filosofía y la Teoría”,

Ed. Palestra. 2005. España.

MATERIAL DE TRABAJO RECOLECTADO Y REALIZADO POR:

LCE. ROSA ARACELI CORONADO RODRÍGUEZ

MTRO. ROBERTO RODRÍGUEZ NAVA

BIBLIOGRAFÌA