Feliz año -...

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SUPLEMENTO SEMANAL DE LA HORA, IDEA ORIGINAL DE ROSAURO CARMÍN Q. GUATEMALA, 29 DE DICIEMBRE DE 2017 FELIZ AÑO NUEVO

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Feliz año

nuevo

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Un domingo por la tarde en la plaza mayor

Para muchos, un día como cualquier otro, con sol o con lluvia, con ruido, con diésel, con palomas en el campanario de Catedral, es (o era) domingo, tanto de tanto de mil novecientos tantos.

José Ramón mena asabaFundador-Director Grupo de Teatro

Nalga y Pantorrilla-USAC

presentación

es una publicación de:

os emociona presentar a usted la última edición del año de nuestro Suplemento Cultural, que, como cada viernes, desea

llegar a usted con el propósito de ser un producto que supere el simple consumo de ideas. Desde estas páginas, queremos que encuentre un lugar para la reflexión y un espacio fértil para la crítica y el crecimiento de la inteligencia que le permitan una vida satisfactoria.

Con esa finalidad, le ofrecemos para iniciar, un par de cuentos. El primero, de la autoría de José Ramón Mena Asaba, fundador y director del grupo de teatro, Nalga y Pantorrilla, titulado “Un domingo por la tarde en la Plaza Mayor”. El segundo, “Arturo filósofo”, firmado por Víctor Muñoz, reconocido cuentista guatemalteco, laureado con el Premio Nacional de Literatura.

En continuidad con el género epistolar inaugurado en las ediciones anteriores, proponemos la lectura de un Flaubert enamorado, abriendo su corazón a Louise Colet. Como hemos dicho, no deja de sorprender la candidez y simplicidad con la que estos gigantes de la literatura abren su corazón a sus beldades, para demostrar unos sentimientos que a veces no son capaces de dominar y que los tiene más bien aprisionados y vulnerables.

Así lo expresa el francés: “Pensar  es  la  manera  de  sufrir. Dejémonos  llevar  por  el  viento  de nuestro corazón, mientras hinche la vela; que nos empuje como guste, y en cuanto a los escollos... ¡qué más da! ya veremos”.

Junto a los artículos aludidos, conviene mencionar la contribución de Carlos René García Escobar quien escribe sobre un texto poético de Alejandra Solórzano y la reflexión final, de su servidor, sobre el curso que toma el arte en las circunstancias actuales del capitalismo global.

Agradecemos su preferencia al Diario La Hora y hacemos votos por reencontrarnos a lo largo del próximo 2018. Hasta la próxima.

Yo miro a todos y casi nadie me mira a mí, que sólo lustro zapatos y a mi mamá que vende

“tostaditas” con frijol, con salsa o con guacamol y atol de elote, todas las “muchachas”, la mayoría con traje típico, caminan dando vueltas al parque… perdón, Plaza Mayor y atrás los “cuques”, “cantineando”; algunas(os) se sientan en las bancas de piedra que están allí, en la orilla de los arriates. Ellas(os) se sientan, tranquilas sin que

les afecte el “stress” del potentado por aquel afán de hacer más y más dinero; no, Ellas(os) sólo piensan en este domingo.

Por allí cerca se encuentra un panzón vendiendo papalinas que ya no truenan, están aguadas porque son de las que sobraron ayer; un cachito más allá, están los vendedores de sueños, los vendedores de loterías: “lleve su Shaca-Shaca con doble chance de ganar”; “el futgolazo le da 50 mil”; ¡la grande con un millón!, ¡compre su cachito de la Santa! (¿¿??) o lleve “la Chica” (que es la cenicienta de las loterías); cuando no pasan clientes, se rascan la cabeza o se sacan un “un moco” de la nariz, que será adherido a la banca de piedra.

Otros, sentados en las bancas “pelando” gente y distorsionando la información que el amigo(a) contó, con el ruego de “sólo porque sos mi

amigo(a) te lo cuento, pero sólo a vos, así que no lo contés” y aquí está ahora diciendo lo mismo sólo que aumentado, a otro(a); le cuenta una a otra: “fíjate que la doña tiene casero y cuando el Don se va de viaje, ella sale todos los días bien arreglada y perfumada y regresa bien tarde toda despeinada y a saber qué cosas más chula…”pero no se lo contés a nadie, porque me puedo quedar sin chance…”. Inmediatamente se despide la María y se junta con la Hortensia: “fíjate vos que dice la Juana que su patrona…”, ¡pero no se lo vayás a contar a nadie porque sólo a vos te lo cuento…!

Como a las 5 de la tarde, así como por arte de magia, aparecen miles de palomas que se posan en el campanario de Catedral y más de una cabeza se lleva de “premio” una cagadita de paloma.

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…El movimiento de gente crece; van, vienen, vienen, van; por allá un paisano vendiendo telas típicas; más allá, se encuentran dos amigos: ¡qué onda vos manix! (¿transculturización?) ¡bien pizá, pero contento vos; ya ves que a nosotros los pobres nos afecta con más dureza la espiral inflacionaria y además galopante y el Banco de Guatemala está jodido con sus reservas de divisas, por lo tanto nos seguirá llevando la gran puta… ¿su amigo? hasta allá un “hermano” gritando con su megáfono, porque no canta: ¡alabaré, alabaré, alabaré, alaaabaré a mi Señor!

¡Dios vio el número de los redimidos,Unos cantaban, otros oraban,Pero todos alababan al Señor! ¡acercate

a Dios vos y con él serás salvo!

¡Aleluya hermanos! Contestó toda la hermanada; unos realmente oraban, otros al pasar se reían “que locos esos evangélicos” y para otros, a la caza de una “traida”, les era indiferente:…” a ese cuate, la Biblia bajo el brazo, de plano le sirve de desodorante…”

Por allí veo a los campesinos, que obligados por la injusticia y el hambre, llegan a la gran ciudad, esperanzados en una vida mejor y han abandonado la tierra (que tampoco es de ellos) y venden peines (dije peines), cortaúñas, cinchos, candados, lámparas, perfumes, shampoos; algunas “natachas” que trabajan en la zona 10, dicen que todo eso es muy “gacho” y solo miran de “reojo”.

La Iglesia Católica también recibe su premio, cientos de personas entran y salen; unos con largos pedidos de “favores” y otros sólo se “santiguan” y pasan de largo, ya cumplieron con su obligación religiosa, ¡ahhhh!, pero más tarde viene la misa de 7 de la noche; allí si asiste toda la “clase alta”; los niños y niñas bien y lógicamente, los viejos(as) “bien”, que van a pedir a Dios que en la próxima semana su negocio siga prosperando:

“Señor, concédeme la gracia de poder cerrar el negocio con la  Transcorp  International Inc. que me representa una buena ganancia y a cambio te ofrezco una misa de especial agradecimiento; comulgar todos los domingos de los próximos seis meses y contribuir para el nuevo carro del arzobispo, AMÉN…” (aprovecha para tirarse un pedo y como hay tanta gente, todos se miran acusadoramente).

Por allá, en cualquiera de las dos calles y dos avenidas que circulan La Plaza, pasan los ruleteros: ¡Primero de Juuuuliooo!!; ¡colonia Maayaaa!; ¡Bethaniaaaa! Mientras los haraganes taxistas duermen, cabecean, se espantan

las moscas porque casi no les cae chance, alguien estira el “pescuezo” para ver si llega su bus, lo prefiere al ruletero, es menos peligroso y no sabe si cuando este llegue, alcanzará lugar o si tendrá que esperar una hora más a que llegue otro; llega, se aglomera la gente, no respetan a mujeres, ancianos o niños, “¡hay, le voy!; ¡por la gran puta, ya no “cupe”, tendré que esperar y con lo que me duelen las “patas”!

A lo lejos, el orador de la Biblia sigue con su tarea de conseguir adeptos para su religión (la religión que usa el mercadeo), el reloj de Catedral suena sus seis campanadas, la noche va cayendo, entre la sombra, La Plaza se va quedando sola; el hombre que vendió “ginas” empieza a recoger el sobrante del día; la muchacha (doméstica) que tiene pegados los ojos a la vitrina del Almacén Lucky sueña con ese vestido “gringo” que está en el escaparate y sigue haciendo cuentas de cuanto tiene que ahorrar para comprarlo; las parejas abrazadas, al orador evangélico ya bastante “ronco”, no le queda ninguna oveja del rebaño del Señor, hasta la “bulla” de las palomas ya no se oye, pocos van, pocos vienen.

El naranjero recoge todas las tiras de cáscaras de las naranjas que vendió; el vendedor de posters de Jesús alternando con los de Lucía Méndez y otras mujeres desnudas, enrolla su mercancía; sólo quedan dentro de Catedral los que llegan a pedir perdón por todos los males causados en la semana, para poder empezar su nueva semana, libre de culpas; la misa de siete p.m. se termina, salen, abordan sus carros, le dice una a la otra: “Mirá la tipa esa, ese vestido lo compró en el Guarda, y por no ver que tan creída que es” y se van felices por haber dejado sus pecados dentro de Catedral.

 Sólo quedan algunos perros

degustando “sobras”, mi mamá y yo, empezamos a hacer cuentas. Ella “hizo” doce quetzales, yo cinco ¡que buen domingo! entre semana los ingresos son muy bajos; llega la carreta de mano en donde mete los canastos, las ollas, los vasos, para llevarlos a nuestra “champa”, yo, con mi caja de lustre al hombro, a esperar un día más que será como cualquier otro, sin pena, ni gloria, ni futuro… y pensar que mañana tengo que comprar “pasta negra” porque el domingo fue tan bueno que se me terminó… y así, 364 días más para que pase un año, únicamente esperando el día del fin de mi vida.

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Detener la historia es ya, como título, una flagrante irreverencia contra el tiempo. Más, si la portada nos muestra la fotografía de una mujer desnuda de frente y con las piernas abiertas en postura artística más que de entrega. Con este título y portada se inicia la poesía que Alejandra Solórzano, su autora, nos perpetra dulcemente por medio de los fueros infinitos de la filosofía occidental.

Cada poema, cada verso, es una señal de advertencia que detiene la historia en tanto nos conduce a la reflexión de sus ideas y metáforas. Es más, sus metáforas

no son líricas modernistas y tradicionales, no. Son estéticamente filosóficas en el marco de un estilo contemporáneo de poetizar la realidad intrínseca y femenina describiendo sueños e ideales ancestrales.

Se encuentra en sus poemas, surgidos desde un ser plenamente femenino, un constructo dedicado al ser masculino, pero sin exaltar sus particularidades de hombre –macho dominante– sino, mediante el trato igualitario al amante compañero.

Alejandra no omite, por supuesto, la condición

histórica de invisibilización que las mujeres han sufrido en el desarrollo de la humanidad y, esta posición le permite mostrarse como feminista en el marco de un feminismo delicado, no recalcitrante, pero sí firme y exigente. Sus poemas a Malitzin son arquetípicos al respecto. Como lo son aquellos propios del dolor femenino cuyo efecto es la decisión fatal.

Leyendo Detener la historia uno se convence de tener en sus manos una lectura refrescante por cuanto reflexiva, con estética poética de adecuado y certero nivel y con la s e g u r i d a d de que se vuelve a leer para gozar del placer de percibir poesía de alto nivel.

la Historia detenida por la poesÍa

CaRlos René GaRCía esCobaREscritor y antropólogo

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–Q ué te parece –me dijo Arturo, muy emocionado él– que me nombraron redactor de refranes para

el periódico de la clase.

–¿Y eso? –quise saber, justamente extrañado.

–Pues resulta que a todos nos dejaron como tarea que colaboráramos en algo, y a mí me pusieron a que hiciera los refranes.

Conociendo sus aptitudes intelectuales, las que según yo, son ampliamente superadas por sus aptitudes físicas, me entraron las dudas. Y no es que uno quiera menospreciar a la gente, pero ha sido norma de mi vida tratar de ser honesto en todos mis actos, y en este caso creo que habría sido más atinado poner a Arturo a que jugara fútbol en el equipo de su clase, a pintar alguna pared del edificio o a repartir los periódicos escolares.

–¿Y qué vas a hacer –le pregunté.

–Ya los hice, –me respondió muy contento– mirá.

Tomé el papel, me puse a leer, y efectivamente, ahí estaban los refranes.

“Si apagas un foco te quedarás a oscuras”

“Si ahorras un quetzal todos los días, en un año tendrás Q365.00”

“Si dejas un hielo dentro de un vaso y lo ponés al sol, el hielo se convertirá en agua”

“Toda persona honesta, juiciosa, decente y responsable, al cumplir 30 años debe tomar la cicuta o pegarse un balazo”

–¿Qué te parece –me preguntó, lleno de ansiedad.

Sin salir aún de cierta sorpresa se me ocurrió decirle que debía corregir lo del ahorro, ya que en año bisiesto la recaudación ascendería a Q366.00 más los intereses, si es que el dinero se colocaba en algún banco; sin embargo, me intrigaba sobremanera el último refrán, por lo que le pregunté de dónde lo había sacado.

–Pues fíjate –me respondió– que dice mi tío Carlos que eso es lo que hay que hacer en este país de mierda. La verdad es que yo no sabía qué era eso de la cicuta hasta que él me lo explicó, y como la gente tampoco lo iba a entender, le agregué lo de pegarse un balazo –terminó diciéndome, muy ufano él.

–Ah bueno, entonces deberías aclarar un poco la cosa y escribirlo tal como lo dice tu tío.

–¿Y cómo querés que ponga lo del país de mierda? Ni loco. El viejo de Lenguaje es capaz que me expulsa del colegio.

–Sí –le expliqué– pero es que así como lo pusiste no funciona, el concepto está demasiado amplio. Yo creo que quedaría mejor así, mirá:

“En este país, toda persona honesta, juiciosa, decente y responsable, al cumplir 30

años debe tomar la cicuta o pegarse un balazo”.

–¿Vos crees?

–Claro –le respondí– porque la afirmación que estás haciendo pretende ser válida en todo el mundo, en cuanto que, haciendo la aclaración de que se circunscribe a un lugar determinado, queda más justa, si es que algo de justicia hay en eso, claro. Decime, ¿Tu tío ha vivido en otras partes?

–Sí, ha viajado por todo el mundo. Conoce muchas cosas.

–Ya ves, él sabe por qué dice eso.

Luego de tales razonamientos Arturo modificó lo que le recomendé que debía modificar y presentó sus refranes. Al cabo de una semana regresó a verme. Venía verdaderamente feliz.

–Gracias, vos, –me dijo– el viejo por poco se caga cuando leyó mis refranes. Nunca en la vida había yo sacado cien puntos en nada.

Y me dio un abrazo.

artUro FilósoFoVíCtoR muñoz

Premio Nacional de Literatura

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a mi esposa

poesÍa selecta

Marc chagall 1887-1985

dáMaso alonso 1898 – 1990

Los cuadros de Marc Chagall están impregnados del folclore y los

recuerdos de su educación judía en Rusia. En 1914 ya era conocido a nivel internacional, pero, aunque sus cualidades imaginativas atrajeron a los surrealistas, Chagall rechazó su invitación para unirse a ellos. Conoció a Bella Rosenfeld en 1909 y se casó con ella en 1915. Fruto de su feliz unión fueron centenares de pinturas, entre ellas ésta de 1933-1944. Bella Rosenfeld era su representante, su musa y su ángel de la guarda, y juntos viajaron a Moscú, a Leningrado, a París y a Berlín huyendo de los horrores de los bolcheviques y de la Europa fascista.

Desnudo: durante la mítica Edad de Oro, la humanidad vivía en armonía con la naturaleza, por lo que la ropa no era necesaria, de ahí que Adán

y Eva se pasearan desnudos en el Edén sin pudor alguno. Los desnudos pueden representar poder, placer, fecundidad, pobreza o verdad, y se pintaban con la intención de transportar al observador a un mundo de imaginación. El cuerpo femenino suele ser un símbolo de la abundancia de la naturaleza y de la fuente de vida; por lo general está dotado de los encantos que se ajustan al gusto y a la moda de la época en que se pintan. El cuerpo masculino idealizado solía retratarse como una figura fuerte y elegante, e incluso cuando la intención de la figura era advertir de los peligros del amor, ésta solía rezumar sensualidad.

Con información del libro de: 

Sarah Carr-Gomm. Historia del Arte. El lenguaje secreto de los símbolos y las figuras de la pintura universal.  Ed. Blume. Barcelona, 2009. 223 pp.  

INSOMNIO

Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las

últimas estadísticas). A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que

hace 45 años que me pudro, y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir

blandamente la luz de la luna. Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca

amarilla. Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se

pudre lentamente mi alma, por qué se pudren más de un millón

de cadáveres en esta ciudad de Madrid,

por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.

Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?

¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas

letales de tus noches?

ORACIÓN POR LA BELLEZA DE UNA

MUCHACHA

Tú le diste esa ardiente simetría de los labios, con brasa de tu

hondura, y en dos enormes cauces de negrura,

simas de infinitud, luz de tu día;

esos bultos de nieve, que bullía al soliviar del lino la tersura,

y, prodigios de exacta arquitectura, dos columnas que cantan tu

armonía.

Ay, tú, Señor, le diste esa ladera que en un álabe dulce se derrama,

miel secreta en el humo entredorado.

¿A qué tu poderosa mano espera? Mortal belleza eternidad reclama.

¡Dale la eternidad que le has negado!

MONSTRUOS

Todos los días rezo esta oración al levantarme:

Oh Dios,

no me atormentes más. Dime qué significan

estos espantos que me rodean. Cercado estoy de monstruos

que mudamente me preguntan, igual, igual, que yo les interrogo a

ellos. Que tal vez te preguntan,

lo mismo que yo en vano perturbo el silencio de tu invariable noche

con mi desgarradora interrogación. Bajo la penumbra de las estrellas

y bajo la terrible tiniebla de la luz solar,

me acechan ojos enemigos, formas grotescas que me vigilan, colores hirientes lazos me están

tendiendo: ¡son monstruos,

estoy cercado de monstruos!

No me devoran. Devoran mi reposo anhelado,

me hacen ser una angustia que se desarrolla a sí misma,

me hacen hombre, monstruo entre monstruos.

No, ninguno tan horrible

como este Dámaso frenético, como este amarillo ciempiés

que hacia ti clama con todos sus tentáculos enloquecidos,

como esta bestia inmediata transfundida en una angustia

fluyente; no, ninguno tan monstruoso

como esa alimaña que brama hacia ti, como esa desgarrada incógnita

que ahora te increpa con gemidos articulados,

que ahora te dice: «Oh Dios,

no me atormentes más, dime qué significan

estos monstruos que me rodean y este espanto íntimo que hacia ti

gime en la noche.»

Dámaso Alonso fue un reconocido escritor español perteneciente a la generación del 27, nacido en Madrid el 22 de octubre de 1898 y fallecido en la misma ciudad el 25

de enero de 1990. Estudió dos carreras, Derecho y Filosofía y Letras,

las cuales le otorgaron sus dos licenciaturas, y también cursó estudios de Historia. Colaboró con varias publicaciones literarias, como son Revista de Occidente, Los Cuatro Vientos y Revista de Filología Española, de la cual fue director. Por otro lado, fue fundador de la colección Biblioteca Romántica Hispánica para la Editorial Gredos, que consta de obras de referencia tanto de historia como de teoría literaria y lingüística.

Como escritor, cultivó tanto la poesía como el estudio de la lengua. Entre sus poemarios, encontramos “Poemas puros”, “Gozos de la vista” e “Hijos de la ira”. Este último marcó el comienzo de su poesía desarraigada, producto de las horribles vivencias que le provocaron tanto la Guerra Civil como la posguerra, y que expresa el desagrado, el asco que le causaba esa faceta del ser humano; esto se refleja claramente en su poema “Monstruos”. De sus publicaciones filológicas, destacan “La lengua poética de Góngora”, “De los siglos oscuros al de Oro” y “En torno a Lope”.

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gUstave FlaUbertcarta del escritor enaMorado a louise colet

Martes, medianoche (4 de agosto de 1846).

Hace doce horas aún estábamos juntos; ayer, a estas horas, te tenía en mis brazos... ¿Recuerdas?... ¡Qué lejos queda ya! Ahora la noche es cálida y suave; oigo cómo se estremece al viento el gran tulipero, bajo mi ventana, y cuando alzo la cabeza, veo cómo se mira la luna en el río. Ahí están, mientras te escribo, tus zapatillitas; las tengo ante los ojos, y las miro. Acabo de guardar, a solas y bien encerrado, todo cuanto me regalaste; tus dos cartas están en la bolsita bordada; las releeré cuando haya lacrado la mía. Para escribirte no he querido usar mi papel de cartas; está orlado de negro; ninguna tristeza debe ir de mí hacia ti. Quisiera hablarte solamente de dicha, y rodearte de una felicidad tranquila y continua, para pagarte un poco todo lo que me has dado a manos llenas, con la generosidad de tu amor.

Temo ser frío, seco, egoísta, y Dios sabe bien, sin embargo, lo que sucede en este momento dentro de mí. ¡Qué recuerdo! ¡Y qué deseo! ¡Ah, nuestros dos estupendos paseos en calesa! ¡Qué hermosos, sobre todo el segundo, con sus relámpagos! Recuerdo el color de los árboles iluminados por los faroles, y el balanceo de los muelles; estábamos solos, y éramos felices. Yo contemplaba tu cabeza en la noche; la veía, a pesar de las tinieblas; tus ojos te

iluminaban todo el rostro. Me parece que escribo mal; vas a leer esto con frialdad; no digo nada de lo que quiero decir. Y es que mis frases chocan como suspiros; para entenderlas, hay que colmar lo que separa una de otra; lo harás, ¿verdad?

¿Soñarás con cada letra, con cada signo de la escritura, como yo al mirar tus zapatillitas pardas? Pienso en los movimientos de tu pie cuando las llenaba y las calentaba. El pañuelo está dentro, veo tu sangre y quisiera que estuviera rojo de ella. Mi madre me aguardaba en la estación; lloró al verme regresar. Tú lloraste al verme partir. ¡Así pues, nuestra desdicha es tal, que no podemos desplazarnos de un lugar sin que cueste lágrimas a ambos lados! Es de un grotesco sombrío.

He reencontrado aquí el césped verde, los árboles altos y el agua corriendo como cuando partí. Mis libros están abiertos en el mismo sitio; nada ha cambiado. La naturaleza exterior nos avergüenza: es de una serenidad desoladora para nuestro orgullo. Es igual, no pensemos ni en el porvenir, ni en nosotros, ni en nada.

Pensar es la manera de sufrir. Dejémonos llevar por el viento de nuestro corazón, mientras hinche la vela; que nos empuje como guste, y en cuanto a los escollos... ¡qué más da! Ya veremos. Y el bueno de X... (Pradier), ¿qué ha dicho del envío? Nos reímos con ganas ayer noche. Fue algo tierno para nosotros, alegre para él y bueno para los tres. Mientras venía he leído un libro casi entero. Me conmovieron diferentes pasajes. Te hablaré de ello más largo y tendido. Ya ves que no estoy bastante concentrado, esta noche me falta del todo el sentido crítico. Sólo he querido enviarte un beso más antes de dormirme, decirte que te quería. Apenas te he dejado, y a medida que me alejaba, mi pensamiento regresaba hacia ti. Corría más aprisa que el humo de la locomotora que huía tras de nosotros (es una comparación con muchos humos, perdón por el chiste). Vamos, un beso, rápido, ya sabes cómo, de los que dice Ariosto, y otro más, ¡más!, más, y también, después, bajo la barbilla, en ese sitio que me gusta de tu piel, tan suave, en tu pecho, donde apoyo mi corazón.

Adiós, adiós. Todas las ternuras que quieras.

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del antiguo orden del arte a

eduaRdo blandón

Desde que Mario Vargas Llosa escribió “La civilización del espectáculo” en el año 2012, ciertos sectores no dejan de deplorar el rumbo del arte en los tiempos del capitalismo puro y duro. Lamentan la frivolidad de las propuestas artísticas y el asentimiento fácil de la crítica que, superficial y complaciente, abren las puertas casi a todo.

La crítica del intelectual peruano, aunque no es original, nos pone en guardia frente al mercantilismo

que trastoca y pervierte lo que tiene valor. Ello lo reconocieron en su momento, T.S. Elliot (Towards the Definition of Culture, 1948), George Steiner (In Bluebird Castle. Towards the Redefinition of Culture, 1971) y, particularmente, Guy Debord (La Société du Spectacle, 1967).

Lo anterior, se actualiza con la noticia reciente en que la obra “Salvator Mundi”, atribuida a Leonardo da Vinci, se vendió en una histórica jornada de negocios (al mejor estilo de las grandes subastas de Nueva York) por 382 millones de euros.

¿De antología? Más o menos, hay muchos más antecedentes. Se sabe, por ejemplo, que en el 2012 (el año en que Llosa criticaba a las masas en el libro arriba citado), “Les Joueurs de cartes” de Paul Cézanne, fue vendido por 190 millones de euros, el precio más alto nunca registrado en una venta privada.

El arte siempre ha sido así. Ha debido librar batallas contra el envilecimiento del dinero. No es un fenómeno de la posmodernidad, cuando más su culmen. Una breve revisión histórica constataría la presencia de mecenas comprando arte y artistas para hacerlos producir en sus propios palacios y usufructuar así esa creación que casi no entienden, pero que juzgan conveniente.

Por eso no debe sorprendernos que en nuestro siglo XXI suceda lo mismo. ¿Qué de extraño hay que un príncipe saudí, Mohamed Bin Salmán, gaste una pingüe cantidad de dinero para satisfacer su ego o para decorar su humilde morada? Recordemos que tiene una opulenta mansión en las afueras de Francia valorada por 275 millones de

l’esprit noUveaU

euros, el pequeño “château Louis XIV”.Y aunque no hay claridad de si fue el

príncipe heredero quien compró la obra de Da Vinci, atribuir la adquisición al Departamento de Cultura y Turismo de Abu Dabi, refuerza la idea del mercantilismo sempiterno del arte. Más aún, si consideramos el interés del emirato por abrir franquicias de arte para el consumo o el simple placer de posesión.

Es sabido que Emiratos Árabes Unidos quiere convertir la isla de Saadiyat (de la felicidad), en Abu Dabi, en una especie de meca de arte global. Para ello, planea a futuro acoger los Guggenheim de Frank Gehry, el Centro de Artes Escénicas de Zaha Hadid, el Museo Zayed de Norman Foster, el Museo Marítimo de Tadao Ando, la Universidad de Nueva York y… cómo no, el Museo de Louvre.

Todo ello, confirma la sospecha de que el arte siempre ha caminado, para bien y, quizá más para mal, del dinero que degrada. Con el beneplácito, claro está, de sus sacerdotes, los críticos e intelectuales venales dispuestos a formar parte del sistema corruptor que deforma la creación artística y la vuelve exclusivamente mercancía. Así lo dice Vargas Llosa:

“En la civilización del espectáculo, el intelectual sólo interesa si sigue el juego de moda y se vuelve un bufón”.

La industria artística es así, atiende el provecho económico y se olvida de la dimensión que va más allá de lo estrictamente material. Por ello, el arte muchas veces no ha escapado de la entropía y ha extraviado el camino en perjuicio propio. Es la razón por

la que los museos, por ejemplo, se han convertido en lugares de paso, con afanes de consumo, nunca en espacios para la recreación del espíritu ni la contemplación. Y en esto han contribuido sus responsables, más administradores y gestores, que humanistas y educadores.

Tiene razón el ensayo del peruano al afirmar que “cuando el gusto del gran público determina el valor de un producto cultural, es inevitable que, en muchísimos casos, escritores, pensadores y artistas mediocres o nulos, pero vistosos y pirotécnicos, diestros en la publicidad y la a u t o p ro m o c i ó n o que halagan con destreza los peores instintos del público, alcancen altísimas cotas de popularidad y le parezcan, a la inculta mayoría, los mejores y sus obras sean las más cotizadas y divulgadas.”

Por todo lo anterior, el arte debe ponerse a la altura de su vocación originaria y luchar contra la contaminación en beneficio de sí misma y de la sociedad en general. Revisar y refundar. Volver a una especie de renacimiento o esprit nouveau que permita extraer lo más exquisito del genio humano.