Fauna Iberica 15.Primera etapa del viaje zoologico iberico.Blanco y Negro.22.07.1967

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FAUNA IBÉRICA/y 15. Por el Dr. Rodríguez de la Fuente PRIMERA ETAPA REL VIAJE ZOOLOGICH IBÉRICO H ACE cuatro me^es que comenza- moü nuestra expedición par los monlei, llanuras y mansmas de la Pe- nínsula. Cuando acechábamos a los hal- cones peregrinos en una cortadura flu- vial de Casulla la Vieja, la escarcha ale- nazcvba todavía los juncos de IB ribera. En el coto de Donana nos ha sorprendí- do el verano anillando garcillas y patos con los ornitólogos. Desde mano a ju- lio, con los prismálrcos siempre prestos V eí cuaderno de noias a manOn hemos hecho un fargo carriino por los fascinan- tes senderos de la fauna ibérica. Trepamos juntos—y al decir juntos, me refiero a íu grata compañía, amable lector—hasta los nidos inaccesibles de los cazadores del espacio. Espiamos sus El estudio de los halcones peregrinos nos permilíó comprobar que cslas aves, capa ees de volar a más de 4Ü0 kilómetros por hora, son altamcnic henpfidosas para mantener el equilibrio biolúfneo y la fitlecclún mis depurada de las especies. La convivencia con una manada de tobo.s actividades durante semanas para com- probar que estas nobles y beflas aves capturan, en picados fulgurantes, anima- les enfermos o tarados, por lo que re- sultan uiiUsímas para mantener el equi' líbrlo biológica. De las vegas y parameras donde reina el halcón, nos trasladamos a los pina- res y hayedos umbríos del azor. Allí vimos actuar al lemerario pirata de ia espesura y nos asombramos ante la gue- rra que hace a los córvidos y otras ra- paces, manteniendo una justa densidad en las poblaciones de predatores. En el bosque o en la ÍEanura sorpren- dimos inmbién a las rapai^es nociurnaa, aves uillisimas, destruciorao incansables de roedores, capaces de perforar las ti- nieblas con su vista portentosa y de vo- lar en ebsofufo silencio para sorprender a 5US presas. No nos resultó difícil com- prender las razones por las que aciuat- menie están rigurosamente protegidas por la ley rodas las aves de presa, bien sean diurnas o nocturnas. Tras conocer ^ los cazadores alados en su ambiente nafuraf, nos fuimos a vivir con una manada de lobos, adop- tamos a lo^i lobeznos sites de que

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Tras conocer ^ los cazadores alados en su ambiente nafuraf, nos fuimos a vivir con una manada de lobos, adop- tamos a lo^i lobeznos sites de que Por el Dr. Rodríguez de la Fuente De las vegas y parameras donde reina el halcón, nos trasladamos a los pina- res y hayedos umbríos del azor. Allí vimos actuar al lemerario pirata de ia espesura y nos asombramos ante la gue- rra que hace a los córvidos y otras ra- paces, manteniendo una justa densidad en las poblaciones de predatores.

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FAUNA IBÉRICA/y 15.

Por el Dr. Rodríguez de la Fuente

PRIMERA ETAPA REL VIAJE

ZOOLOGICH IBÉRICO HACE cuat ro me^es que comenza-

moü nuestra expedición par los m o n l e i , l lanuras y mansmas de la Pe­nínsula. Cuando acechábamos a los hal ­cones peregrinos en una cor tadura f lu ­vial de Casulla la V ie ja , la escarcha ale-nazcvba todavía los juncos de IB r ibera. En el coto de Donana nos ha sorprendí-d o el verano ani l lando garcil las y patos

con los orn i tó logos. Desde m a n o a j u ­lio, con los pr ismálrcos siempre prestos V eí cuaderno de noias a manOn hemos hecho un fargo carri ino por los fascinan­tes senderos de la fauna ibér ica.

Trepamos j u n t o s — y al decir j un tos , me re f ie ro a íu grata compañía, amable l ec to r—has ta los nidos inaccesibles de los cazadores del espacio. Espiamos sus

El estudio de los halcones peregrinos nos permilíó comprobar que cslas aves, capa ees de volar a más de 4Ü0 kilómetros por hora, son altamcnic henpfidosas para mantener el equilibrio biolúfneo y la fitlecclún m i s depurada de las especies.

La convivencia con una manada de tobo.s

actividades durante semanas para com­probar que estas nobles y beflas aves cap tu ran , en picados fu lgurantes, anima­les enfermos o tarados, por lo que re­sultan ui iUsímas para mantener el equ i ' l íbr lo b io lógica.

De las vegas y parameras donde reina el ha lcón, nos trasladamos a los pina­res y hayedos umbríos del azor. Al l í v imos actuar al l emera r i o p i rata de ia espesura y nos asombramos ante la gue­rra que hace a los córvidos y otras ra­paces, manteniendo una justa densidad en las poblaciones de predatores.

En el bosque o en la ÍEanura sorpren­dimos inmbién a las rapai^es noc iurnaa, aves u i l l i s imas , destruc iorao incansables de roedores, capaces de pe r fo ra r las t i ­nieblas con su vista portentosa y de vo­lar en ebsofufo si lencio para sorprender a 5US presas. No nos resultó d i f íc i l com­prender las razones por las que aciuat-menie están r igurosamente protegidas por la ley rodas las aves de presa, bien sean diurnas o nocturnas.

Tras conocer ^ los cazadores alados en su ambiente nafuraf, nos fu imos a v iv i r con una manada de lobos, adop­tamos a lo^i lobeznos s i t es de que

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tioA asombró al comprobar la nobicza. ta ¡ntelifmicia y \a Fidelidad monalitíca de e^taa animales trnt desconocidoK.

abr ieran los o jos ; fu imos cJesvelando b s mis ler los de la ma ie rn idad a n i m a l ; aprendimos el lenguaje de los cacho­r ros , y a medida que crecían nos asom­b ró su f i de l i dad , su nobltsza mono l í t i ­ca y su intel igencia. Pasamos dos año^ en el mundo desconocido de los pode­rosos cazadores del cuaternar io , f am i ­l iar izándonos con su rígida jerarquiza-cíún social, su esr r ic io código det ho­nor , su desarrol ladísimo sent ido de protección a los débiles. Hoy nadie po­dr ía decirnos que el lobo es un animal cruel o sanguinar io, sin provocar nues­tra adecuada y fundamentada répl ica.

Del estudio del cazador sot^lal salta­mos al del cazador so l i ta r io ; la cr ia­tura más independiente, bella y vigo­rosa de nuestfa fauna, el l ince, V , no sin nostalgia, dejamos las jaras de i n i montes de Toledo y los jaguarzales an­daluces, pensando en la escasez que coloca ya al borde de la ext inción al mamí fe ro más bello de Europa, prote­gido por ia le^ en Coda la PeninsuiH.

Los gatos monteses, JOrrosn ginetas, melones, garduñas y otros muíitél idos nos demos t ra ron , al observar con de-tenirn ienio sus act iv idades, algo que no

habíamos ni siquiera sospechado: sin \a existencia de esta eférc i to de peque­ños e insaciables carniceros, las ratas, ratones, topi l los y otros roedores lle­garían a pro l í fe rar de tal manera que ar ru inar ían la agr icu l tu ra , como pasó en Austral ia con los conejos impo r ta ­dos de Europa. Nos negamos, por con­siguiente, a adm i t i r el peyorat ivo t í tu­lo de al imañas para enca:iil lar a este grupo de espontáneos colaboradores del hombre, que deben ser controla­dos, pero ^amás exterminados.

Nuestra acampada al pie de los pare' dones de caliza de los montes Obarenes, nos permi t ió descubrrr el comple jo sis­tema de exploración del terreno des­arrol lado por los bui t res leonados. La cuadrícula viv iente — c o m o l lamábamos al escuadrón de bat idores a lados— mantenía constantemente ba jo observa­c ión una Ifanura de más de 6Q k i lóme­tros de d iámet ro .

Después de estudiar a los mías mo­destos, pero sin duda los más hábiles de todoE los cazadores, los infat igables pájaros insectívoros, v ia jamos desde el océano Glacial Á r t i co hasta el mar Aus-t ra ' , acompañando en su crucero migra­

t o r i o — ¿ 0 , 0 0 0 k i l óme t ro * ¡da y vuel­ta—^a fos charranes. Y desvelamos, con el doctor Sauer, el secreto de fas migra-dores nocturnos, que se or ientan leyen­do el mensaje de las estrellas en ta bó­veda celeste, como los p r im i t i vos nave­gantes humanos,

Y como f ina l para la pr imera etapa de nuestro viaje eleginios el coto da Doñana, incomparable paraíso de las aves europeas. De nuestras observacio­nes, recientes aún , realizadas en com­pañía^ de sabios y orn i tó logos, por ía reserva mar ismeña, sacamos una conse^ cuencia que muy bien serv ida de resu­men y colofón ñ las enseñan;as r e d b j -dfl£ de la naturaleza en nuestro per ip lo ibér ico.

En fa Estación Biológica de Ooñana hay águiía^ imperiales, águilas calzadas. culebreras, ratoneros, mi lanos, agllu--chos, halcones y alcotanes: la máxima densidad y variedad en rapaces de t o d o i los bfótopos de Europa. Hay también linces, zorros, gatos monteses, ginetas, melones y o t ros pequeños carniceros.

Cualquier prop ie tar io da un co to de ca^a, aconsejado sin duda por algún i lust re a l imañero, hubiera ordenado el

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Acompañando a las uJuiieñas hicimos fantristica^ Mngladuraa, «obre d papcí, des-tic los campanaricís extremeños linata las L-harcas del Afnta ErxiJilnrial. para ir descubriendo las protlieio'ías capacidades de Jai aves migratorias que saben ür i tn larse por medio d.; la lectura de la esfera celeste o el cur^o ilel sol sobre el huriTonle. A la den-cbai Inw pe^urño^r earniceros, como el melondllo {nomhrc popular íle la mansosla española), son miJv útiles para ía apncultura. por tí ^rají número de rordores dañinos que destruyen en una infatipabie ca/a. mas eUta-i y menos n ü d m , que l:i Mi- cunlquier produt lo fabricado por el hombre. Por trllí>. estos unLmyks d tb t r l an R Í Í ^ F ür la m:ivor proleceiün en todo el mundo.

Una parcela de la primitiva tierra ibérica

esrarf í i in io de lodos estos ((seras nocJ-vos^ , pensando en profeger Fa vida de las valiosas especies de ínlerés cínegá-Ifco de su i t ierras. Ef doctor Valverde, sin embargo, pro leg ió férreamenCe a los predalores de au reserva, Sfn esiablecer d iscr iminac ión alguna. Ef resul tado ha sido aaombroíD (para el empí r i co al i -mañero , naEuralmenie, no para el bió-

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logo que ^abfa muy bícrt lo que %G traía entre rrarios): IQÍ coneíos 50n numero síbimos, peie al copioso tr ibuto que pa-gan a ios carniceros y, príctltamenTe. no aitisie la mixomatoiis, porque todo individuo afectado es eltrnrnado por una rapaz antes de que pueda contagiar la enfermedad. Algo parecido hubiera ocu­rr ido en toda la Península de haberse conservado la natural densidad de lai aves de presa y oíros predatores.

En Doñana abundan también b^ ve­nados, gamos, jabalíes, liebres, perdi­ces V no digamos las anátidas y iarrcu-das, que se cuentan por cientos de mi­les, Pero no olvidemos que Doñana es como una parcela de Las primit ivas tie­rras ibéricas mediterráneas^ conserva­da milagrosamente hasta nuestros días. Y no olvidemos, sobre toda, que la Estación Biológica de Doñana es ía úníca parcela de nuestro suelo donde la vida

í.tíué clase de secretas y hábiles léciiicas pone t n juego !a prudente v áfU cierva» i a grávida, para ponerse a salvo del ataque de los lol>o*? He aquí una de nuev trus próximas tarcas : estudiar el viejo y dramático Juego entre preña y uaTador.

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En IjiK flltas aristas cali/as de loa Picos d t Europa, la silu<"t^ rrcorlart.i del rebeco nns invítfl n sPEiiir su ras t ro m o n U r a í pur"

El mundo donde no hay seres buenos ni malos

está contro lada y d i r ig ida por un ex­per to biólogo, que buíca y respeta el ancestral equ i l ib r io de la nafuraleza.

Antes de colgarnos la mochifa para hacernos al camino de nuestra fauna decíamos que, eníre los animales salva­jes, no hay buenos ni m a l o i ; los íeres apareniem.inte más dañinos pueden re-sul íar beneficiosísimos para fas presas que persrguen. Ya estamos lo suf icien-lemente fami l iar izados con lodos los ca­zadores sálvales ¡bóricos Hemos obser­

vado íus i razziash y conocemos lam-bien 5u estrategia venaior ia.

Pero los animales perseguidos, \oz qoe desde el p r inc ip io de los l iempos eí;[án marcados con ef sello indeleble 6c IAÍ víct imas, también poseen a d e c u a d a s técnicBE de huida y armas muy de te­mer psra su atacantes. En \B alia arisra de Caso.la o de Gredcs nos espera el macho montes, recortado en ef azuL co­mo en un p in tura rupesíre del Levante español Et rebeco salta, exci tando nues-

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Kit JKmana nos sorpr^ndiú H cstm anillniído jíur/as- Y nos TuímoB tcmíenüo que ol Unce» la ültimii riera de Hunipa, desapartar» un día totalmcnle de Ehpañíi.

spijit y filniar las intiniidadüs d t su l iüa,

t ra cur ios idad, por los nftvoros de lo5 picos de Europa. £1 oso, prudente y to-[émico, patrulJd por el solobo^que de Astur ias o de los Pir ineos. Con las p r i -meraü l l uv ia l de íep í iembre resonarán las vafleíadas de los monles de Toledo y cierra Morena, con la v o ; desafiante del venado. Y el corzo, el gamo, ef laba l i , el urogal lo, las avLífardas y oirás hermo-sas cri f l turaE de la fauna ibérica no% in-v i l an a rs^rrear sus veriídas p a r í ^iden iraí 'nos en la rn l im idad de su vida.

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w-4'^'0'^:-:'^. E n nuestra stíjunda etapa presentarcinüs al lector de ItyN la aventura biulÚRÍca del macho montes . £-pico e incamparabje paladín de nurstra-í serranías {arriba). V en la Estación de Zoolo^a deJ Scrvicií) Nadonaí de Pesca Fluiíal y Caza, la cotidiana convivencia t on el osezno ^Juanón» (debajo), capturado hace unos me^es en Í05 montes de Asturias, nos irá revelanilii el fascinante p.tiquiámo de cstog saga» CCS animales, ya tan escasos, cuyo esluilio en directo completa remos prút ímamcnte .

Segunda etapa del amigo de los anímales

Para el natural ís ia del campo le rn i l -na con esTas líneas la pr imera elapa del yjaje por IÜ fauna ibérica. Etapa é^Ea de despacho, de recopílaclún de datOí¡, de archivo fo tográf ico, de redacción. Pero ef descanso será corro, porque en cuai-qLíjf^r arYííjrlÉilda, loa ojos y los oído? b ien abiertos, las cámaras de sus cola­boradores a punTo y cf corazón henchi­do de gozo, ef amania de la nalurate^a e i lara o i ra vez en el regazo del viento.

y cuando las pr imeras nieves de d i ­c iembre le hagan añorar el calor del hogar, el amigo de los animales iraera la mochi la bien ffena de recuerdos, y la iT^ente de imágenes, para inv i tar aJ lec­tor de ByN a seguirle en quién sabí- que nuevas singladuras zoológicas,

Félix R. DE LA FUENTE