Fatima.... y El Sol Bailo

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Ediciones del Verbo Encarnado FÁTIMA ...¡Y EL SOL BAILÓ...! P. Carlos Miguel Buela PRÓLOGO Su Santidad Juan Pablo II consagró el Jubileo del año 2000 –Jubileo de la Encarnación del Verbo– a la Virgen de Fátima. El p. Buela, correspondiendo al gesto del Papa, peregrina a Fátima con ocasión de la beatificación de Francisco y Jacinta; tiene la oportunidad de comunicarse con Sor Lucía, y –motivado por dichos acontecimientos y movido por el mismo amor filial que el Peregrino Universal hacia la Santísima Virgen, y hacia él– le surgen estas páginas que explicitan, con admirable claridad y sincera devoción, la experiencia vivida; las cuales reflejan los hechos que –de manera central– señalan proféticamente el rumbo de estos tiempos. Es de suma importancia conocerlos, para acomodar nuestras vidas a los designios divinos; manifestados –una vez más– por mediación de nuestra Madre del Cielo; respondiendo a la economía de nuestra salvación. Es así que, amable lector, pongo en tus manos este libro, fruto del celo sacerdotal del p. Buela; quien te hará recorrer –cual hábil baquiano– los senderos que conducen a la comprensión de los sucesos que vivimos, a la Luz de los hechos que relata que –por otra parte– no son de este mundo. Y lo hace, fundamentalmente, para que puedas

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Las apariciones de la Virgen de Fátima en Portugal y el milagro del sol.

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Ediciones del Verbo Encarnado

Ediciones del Verbo EncarnadoFTIMA ...Y EL SOL BAIL...!P. Carlos Miguel Buela

PRLOGO Su Santidad Juan Pablo II consagr el Jubileo del ao 2000 Jubileo de la Encarnacin del Verbo a la Virgen de Ftima.

El p. Buela, correspondiendo al gesto del Papa, peregrina a Ftima con ocasin de la beatificacin de Francisco y Jacinta; tiene la oportunidad de comunicarse con Sor Luca, y motivado por dichos acontecimientos y movido por el mismo amor filial que el Peregrino Universal hacia la Santsima Virgen, y hacia l le surgen estas pginas que explicitan, con admirable claridad y sincera devocin, la experiencia vivida; las cuales reflejan los hechos que de manera central sealan profticamente el rumbo de estos tiempos. Es de suma importancia conocerlos, para acomodar nuestras vidas a los designios divinos; manifestados una vez ms por mediacin de nuestra Madre del Cielo; respondiendo a la economa de nuestra salvacin.

Es as que, amable lector, pongo en tus manos este libro, fruto del celo sacerdotal del p. Buela; quien te har recorrer cual hbil baquiano los senderos que conducen a la comprensin de los sucesos que vivimos, a la Luz de los hechos que relata que por otra parte no son de este mundo. Y lo hace, fundamentalmente, para que puedas tomar el Camino que conduce a la Vida, a travs de la Verdad; que no es otro que Jesucristo, el Enviado del Padre; el mismo hoy, que ayer y para siempre...: el Verbo Encarnado, por obra del Amor, y el Fiat de Mara. R. P. Miguel F. Sacco, V.E. I. LAS TRES APARICIONES DEL NGELDesignios de misericordia (Palabras del ngel) Dios me ha dado en estos das[1] varios regalos, que deseo compartir con todos.1. Pude peregrinar a Ftima con ocasin de la beatificacin de los dos pastorcitos que vieron a Nuestra Seora, Francisco y Jacinta Marto, que tenan nueve y siete aos cuando la Virgen se les apareci. Como sabrn, es la primera vez en la historia de la Iglesia que dos nios no mrtires alcanzan el honor de los altares a tan corta edad, pues Francisco muri a los 11 aos y Jacinta a los 10.[2]2. Pude ser partcipe, en la misma ocasin, de otro acontecimiento trascendental: el anuncio, ante ms de un milln de personas, de la publicacin del famoso tercer secreto de Ftima.3. En la misma ocasin, y esto fue para m una alegra del todo especial, pude estrechar la mano de la Hermana Luca, la nica sobreviviente de los pastorcitos.[3] Slo alcanc a decirle, en medio de la gente que empujaba: Soy de Argentina, a lo que respondi con alegra: De Argentina! Siempre rezo por Argentina...!.Estoy convencido de que sin Ftima es imposible comprender el siglo XX. La beatificacin de Francisco y de Jacinta, de modo indirecto es una confirmacin de la veracidad de las apariciones y, por tanto, tambin de la veracidad de los anuncios profticos que la Virgen dio a los tres pastorcitos.Siguiendo las huellas de Juan Pablo II, creo conveniente que hagamos nuestro el mensaje de Ftima. Ms teniendo en cuenta que en los designios de la Providencia nada es pura coincidencia, como dijo el Santo Padre cuando peregrin por primera vez a Ftima en agradecimiento a la Virgen despus del atentado.[4] Tambin nosotros, lcitamente, podemos pensar que en los designios de la Providencia nada es pura coincidencia, y que hemos nacido del Corazn Inmaculado de Mara, ya que nuestro Instituto tuvo inicio precisamente el 25 de marzo de 1984, el da en que el Papa junto con los obispos de todo el mundo, consagr el mundo al Inmaculado Corazn de Mara, de acuerdo al pedido de la Santsima Virgen en Ftima. I. Las Apariciones preparatorias del ngel, precursor de la Virgen A lo largo de la historia del pueblo elegido por Dios, Israel, y en la historia de la Iglesia, Dios ha enviado en ocasiones a sus ngeles, como portadores de sus mensajes a fin de ayudar a los hombres a comprender mejor su palabra y su voluntad.En Ftima, en 1916, aproximadamente un ao antes de las apariciones de la Madre de Dios, por tres veces un ngel visit a los pastorcitos. El ngel precursor de la Virgen preparaba a los videntes para comprender mejor el mensaje.De estas apariciones del ngel slo se tuvo conocimiento en 1937. Cuando Sor Luca escribi su Memoria primera, referida principalmente a sus recuerdos de Jacinta, dej al descubierto que guardaba celosamente todava muchas cosas, que slo revelara por obediencia. Por mandato del Obispo, Sor Luca escribi unas segundas Memorias, donde cuenta muchas circunstancias todava inditas hasta ese momento, como por ejemplo, estas apariciones preliminares a las de la Virgen.En cuanto a las fechas de las apariciones del ngel, Luca aclara que no puede precisarlas con certeza, porque, en esa poca, no saba contar los aos, ni los meses, ni los mismos das de la semana.[5]En el ao 1915, Luca, que ya cuidaba los rebaos de su familia, tiene una serie de tres apariciones confusas en donde no hay ningn tipo de locucin. Recin despus de bastante tiempo sern asimiladas las manifestaciones veladas del ngel y durante 1916, por tres veces se le aparece a los pastorcitos un ngel que se autodenominar ngel de la Paz y ngel de Portugal, para prepararlos a recibir la visita de la Virgen. II. Apariciones confusas: Abril a Octubre de 1915Encontrndose Luca pastoreando los rebaos junto con tres compaeras: Teresa Matas, su hermana Mara Rosa y Mara Justina, suben casi a la cima del monte O Cabeo. Despus de almorzar se ponen a rezar el rosario. Apenas comenzado aparece delante de sus ojos una figura suspendida en el aire con el aspecto de una estatua de nieve envuelta en los rayos del sol que la volvan transparente, sin podrsele ver ni ojos ni manos. Le preguntaban a Luca que era eso a lo que ella respondi que no saba, pero continuaron su rezo y concluido el mismo la figura desapareci. Por tres veces sucedi esta aparicin en el mismo lugar.Vale la pena transcribir con las propias palabras de Luca el testimonio completo de estos sucesos:Cuando llegu a los siete aos, mi madre determin que comenzase a guardar nuestras ovejas. Mi padre no era de esa opinin, ni mis hermanas tampoco. Queran para m, por el afecto particular que me tenan, una excepcin; pero mi madre no cedi.Es como todas deca ella. Carolina ya tiene doce aos. Por tanto, puede ya comenzar a trabajar en el campo, o aprender a hilar, tejer o coser, si lo quiereAs me fue confiada la guarda de nuestro rebao. La noticia de que yo comenzaba mi vida de pastora se extendi rpidamente entre los pastores, y casi todos vinieron a ofrecerse para ser mis compaeros. A todos les dije que s, y con todos hice planes para ir a la sierra. Al da siguiente, la sierra estaba repleta de pastores y rebaos. Pareca una nube que la cubra; pero yo no me encontraba bien en medio de tantos gritos. Escog, pues, entre ellos, tres para que fueran mis compaeras, y sin decir nada a los dems, escogimos unos pastos apartados.Las tres que escog eran: Teresa Matas, su hermana Mara Rosa y Mara Justina.[6] Al da siguiente nos fuimos con nuestros rebaos a un monte llamado Cabezo, nos dirigimos a la falda del monte, que queda mirando al norte. Subimos con nuestros rebaos casi hasta la cima del monte. A nuestros pies, quedaba una extensa arboleda que se extiende en las llanuras del valle; olivas, robles, pinos, encinas, etc.Al llegar al medioda, comimos nuestra merienda, y despus invit a mis compaeras a que rezasen el Rosario, a lo que ellas se unieron con gusto. Apenas habamos comenzado, cuando, delante de nuestros ojos, vimos, como suspendida en el aire, sobre el arbolado, una figura como si fuera una estatua de nieve que los rayos del sol volvan como transparente.Qu es aquello?No lo s.Continuamos nuestro rezo, siempre con los ojos fijos en dicha figura que, en cuanto terminamos, desapareci. Segn mi costumbre, tom la decisin de callar, pero mis compaeras, en cuanto llegaron a casa, contaron lo sucedido a sus familias. Se divulg la noticia; y un da, cuando llegu a casa, me interrog mi madre:Oye: dicen que viste por ah no s que, qu es lo que viste?No lo s.Y como no me saba explicar, aad:No se le conocan ojos ni manos.Mi madre termin con un gesto de desprecio, diciendo:Tonteras de nios!Pasado algn tiempo, volvimos con nuestros rebaos a aquel mismo sitio, y se repiti lo mismo y de igual manera. Mis compaeras contaron de nuevo lo acontecido. Y lo mismo sucedi, pasado otro espacio de tiempo. Era la tercera vez que mi madre oa hablar fuera de casa de estas cosas, sin yo haber dicho una palabra en casa.Me llam entonces, ya poco contenta, y me pregunt:Vamos a ver: qu dice la gente que ves por ah?No lo s, madre ma, no s lo que es.Varias personas comenzaron a burlarse de nosotras. Y como yo, desde mi primera Comunin, me quedaba abstrada por algn tiempo, recordando lo que haba pasado, mis hermanas, con algo de desprecio, me preguntaban:Ests viendo a alguien envuelto en una sbana?Estos gestos y palabras de desprecio afectaban mucho a mi sensibilidad, pues yo solamente estaba habituada a muestras de cario. Pero esto no era nada. Lo que pasaba es que yo no saba lo que el buen Dios me tena reservado para el futuro.[7] III. Apariciones certeras: desde la primavera al otoo de 1916Hoy da se puede llegar en peregrinacin a los tres lugares donde se apareci el ngel. Estos lugares son: Loca do Cabeo (Roca del Cabezo), donde fue la primera y tercera aparicin, y el Pozo del ngel, al fondo de la casa de Luca, donde fue la segunda aparicin del ngel. 1. Primera aparicin del ngel

La primera aparicin del ngel tuvo lugar en la Roca del Cabezo, una loma rocosa cercana a Aljustrel,[8] en abril de 1916. Era un da lluvioso, y los pastorcitos haban buscado refugio entre las rocas. Cuando el cielo se despej, permanecieron en aquel lugar jugando, hasta el momento de la aparicin. Luca la atestigua minuciosamente:Por este tiempo, Francisco y Jacinta pidieron y obtuvieron permiso de sus padres para comenzar a guardar sus rebaos. Dej, pues, estas buenas compaeras y las sustitu por mis primos: Francisco y Jacinta. Entonces acordamos pastorear nuestros rebaos en las propiedades de mis tos y de mis padres, para no juntarnos en la sierra con los otros pastores.Un bello da fuimos con nuestras ovejas a una propiedad de mis padres, situada en el fondo de dicho monte, mirando al saliente. Esa propiedad se llama Chousa Velha. Alrededor de media maana comenz a caer una lluvia fina, algo ms que orvallo. Subimos la falda del monte seguidos por nuestras ovejas, buscando un resguardo que nos sirviera de abrigo. Fue entonces cuando, por primera vez, entramos en nuestra caverna bendita. Queda en medio de un olivar que pertenece a mi padrino Anastasio. Desde all se ve la pequea aldea donde nac, la casa de mis padres, los lugares de Casa Velha y Eira da Pedra. El olivar, perteneciente a varios dueos, contina hasta confundirse con estos pequeos lugares. All pasamos el da, a pesar de que la lluvia haba cesado y el sol haba aparecido, hermoso y claro. Comimos nuestra merienda, rezamos nuestro Rosario, y no recuerdo si no fue uno de aquellos Rosarios que solamos rezar, cuando tenamos ganas de jugar, pasando las cuentas y diciendo solamente las palabras Padre Nuestro y Ave Mara. Terminado nuestro rezo, comenzamos a jugar a las chinas. Haca poco tiempo que jugbamos, cuando un viento fuerte sacudi los rboles y nos hizo levantar la vista para ver lo que pasaba, pues, el da estaba sereno. Vemos, entonces, que, desde el olivar se dirige hacia nosotros la figura de la ya habl. Jacinta y Francisco an no la haban visto, ni yo les haba hablado de ella. A medida que se aproximaba, bamos divisando sus facciones: un joven de unos 14 o 15 aos, ms blanco que la nieve, el sol lo haca transparente, como si fuera de cristal, y de una gran belleza.[9]En su Memoria cuarta, Luca tambin describe esta primera aparicin del ngel aadiendo otros detalles interesantes:Me parece que deba ser en la primavera (alrededor de mayo) de 1916 cuando el ngel se nos apareci por primera vez en nuestra Roca del Cabezo.Subimos la ladera en busca de un abrigo, y despus de merendar y rezar all, empezamos viendo a cierta distancia, sobre los rboles que se extendan en direccin al naciente, una luz ms blanca que la nieve, con la forma de un joven, transparente, ms brillante que un cristal atravesado por los rayos del sol. A medida que se aproximaba bamos distinguindole las facciones. Estbamos sorprendidos y medio absortos. No decamos ni una palabra.Al llegar junto a nosotros dijo:No temis! Yo soy el ngel de la Paz. Orad conmigo.Y arrodillndose en tierra, dobl la frente hasta el suelo. Transportados por un movimiento sobrenatural, le imitamos y repetimos las palabras que le omos pronunciar:Dios mo, yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdn por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.Despus de repetir esto por tres veces, se levant y dijo:Orad as! Los Corazones de Jess y de Mara estn atentos a la voz de vuestras splicas.Y desapareci.La atmsfera sobrenatural que nos envolva era tan intensa, que casi no nos dbamos cuenta de nuestra propia existencia, por un largo espacio de tiempo, permaneciendo en la posicin que nos haba dejado, repitiendo siempre la misma oracin. La presencia de Dios se senta tan intensa e ntima, que ni entre nosotros mismos nos atrevamos a hablar. Al da siguiente todava sentamos el alma envuelta en esa atmsfera, que solamente iba desapareciendo muy lentamente.En esta aparicin, nadie pens en hablar ni en recordar el secreto. Ella, por s, lo impuso. Era tan ntima que no era fcil pronunciar sobre ella la menor palabra. Nos hizo tal vez mayor impresin por ser la primera tan manifiesta.[10] 2. Segunda aparicin del ngel La segunda aparicin del ngel tuvo lugar dos meses ms tarde, en el verano de 1916 (en el mes de junio) mientras los pastorcitos estaban jugando junto al pozo que se encuentra en la parte posterior de la casa de Luca:Pasado bastante tiempo, en un da de verano, en que habamos ido a pasar el tiempo de la siesta a casa, jugbamos al lado de un pozo que tena mi padre en la huerta, a la que llambamos Arneiro. De repente vimos junto a nosotros la misma figura, dice Luca en su segunda Memoria.[11] En la Memoria cuarta la atestigua as:La segunda debi de ser en el medio del verano, en esos das de mayor calor, en que bamos con el rebao para casa, a media maana, para volver a llevarlo ya a media tarde.Fuimos, pues, a pasar las horas de la siesta a la sombra de los rboles que rodeaban el pozo.De repente, vimos al mismo ngel junto a nosotros.Qu hacis? Orad! Rezad mucho! Los Corazones de Jess y de Mara tienen sobre vosotros designios de misericordia. Ofreced constantemente al Altsimo plegarias y sacrificios.Cmo nos hemos de mortificar? pregunt.De todo lo que podis, ofreced un sacrificio, en acto de reparacin por los pecados con que l es ofendido, y de splica por la conversin de los pecadores. Atraed as sobre vuestra Patria la paz. Yo soy el ngel de su Guarda, el ngel de Portugal. Sobre todo, aceptad y soportad con sumisin el sufrimiento que el Seor os enve.Estas palabras del ngel se grabaron en nuestra alma, como una luz que nos haca comprender quin era Dios, cmo nos amaba y quera ser amado, el valor del sacrificio y cmo ste le era agradable; cmo por atencin a l converta a los pecadores. Por eso desde ese momento comenzamos a ofrecer al Seor todo lo que nos mortificaba, pero sin pararnos a buscar otras mortificaciones o penitencias, excepto la de pasarnos horas seguidas postrados en tierra, repitiendo la oracin que el ngel nos haba enseado.[12]En la segunda aparicin del ngel, junto al pozo, pasados los primeros momentos que la seguan, Francisco pregunt:T hablaste con el ngel; qu fue lo que te dijo?No oste?No, vi que hablaba contigo; o lo que t le decas; pero lo que l te dijo no lo s.Como el ambiente de lo sobrenatural en el que l nos dejaba, no haba pasado del todo, le dije que me lo preguntase al da siguiente, o a Jacinta.Jacinta, cuntame t lo que te dijo el ngel.Te lo dir maana. Hoy no puedo hablar.Al da siguiente, tan pronto como lleg junto a m, me pregunt:Dormiste esta noche? Yo pens siempre en el ngel y en qu sera lo que l os dijo.Le cont entonces lo que el ngel haba dicho en la primera y segunda Apariciones. Pero l pareca no comprender lo que significaban las palabras, y preguntaba:Quin es el Altsimo?, qu quiere decir los Corazones de Jess y de Mara estn atentos a la voz de vuestras splicas?, etc.Y obtenida la respuesta, se quedaba pensativo para luego hacer otra pregunta. Pero mi espritu todava no estaba del todo libre y le dije que aguardase al da siguiente. Que en aquel da an no poda hablar. Esper alegre, pero no dejaba perder las primeras oportunidades para otras preguntas, lo que impuls a Jacinta a decirle:Atiende, de esas cosas habla ms bien poco!Cuando hablbamos del ngel, no s lo que sentamos. Jacinta deca:No s lo que siento. Yo no puedo hablar, ni cantar, ni jugar, ni tengo fuerza para nada.Yo tampoco respondi Franciscomas qu importa? El ngel es ms bello que todo esto. Pensemos en l..[13] 3. Tercera aparicin del ngel En otoo de 1916 (en el mes octubre), los pastorcitos se encontraban un da en la Roca del Cabezo, el lugar de la primera aparicin.La tercera aparicin me parece debi de ser en octubre o a finales de septiembre, porque ya no bamos a pasar las horas de la siesta a casa.Como ya dije en el escrito sobre Jacinta, pasamos de la Pregueira (es un pequeo olivar que pertenece a mis padres), a la Roca, dando la vuelta a la ladera del monte por el lado de Aljustrel y Casa Velha. Rezamos all nuestro Rosario y la oracin que en la primera aparicin nos haba enseado. Estando, pues all se nos apareci por tercera vez, portando en la mano un Cliz y sobre l una Hostia, de la cual caan dentro del Cliz, algunas gotas de sangre. Dejando el Cliz y la Hostia suspensos en el aire, se postr en tierra y repiti tres veces la oracin:Santsima Trinidad, Padre, Hijo, Espritu Santo, os adoro profundamente y os ofrezco el preciossimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparacin de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que l mismo es ofendido. Y por los mritos infinitos de su Santsimo Corazn y del Corazn Inmaculado de Mara, os pido la conversin de los pobres pecadores.Despus, levantndose, tom en la mano el Cliz y la Hostia, y me dio la Hostia a m; y lo que contena el Cliz, lo dio a beber a Jacinta y a Francisco, diciendo al mismo tiempo:Tomad y bebed el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. Reparad sus crmenes y consolad a vuestro Dios.De nuevo se postr en tierra y repiti con nosotros, tres veces ms, la misma oracin:Santsima Trinidad... etc.Y desapareci.Transportados por la fuerza de lo sobrenatural que nos envolva, imitbamos al ngel en todo; es decir, postrndonos como l y repitiendo las oraciones que l deca. La fuerza de la presencia de Dios era tan intensa, que nos absorba y anonadaba casi del todo. Pareca privarnos hasta del uso de los sentidos corporales por un gran espacio de tiempo. En aquellos das, hacamos las acciones materiales como transportados por ese mismo ser sobrenatural que a eso nos impulsaba. La paz y la felicidad que sentamos, era inmensa; pero slo interior, completamente concentrada el alma en Dios. El abatimiento fsico que nos postraba, tambin era grande.[14]A pesar de todo fue l quien se dio cuenta, una vez pasada la tercera Aparicin del ngel, de lo prxima que estaba de noche. l fue quien nos lo advirti y quien pens en conducir el rebao a casa.Pasados los primeros das, y recuperado el estado normal, Francisco pregunt: El ngel, a ti te dio la Sagrada Comunin; pero a m y Jacinta, qu fue lo que nos dio? Fue tambin la Sagrada Comunin respondi Jacinta con una felicidad indecible. No ves que era la Sangre que caa de la Hostia? Yo senta que Dios estaba en m, mas no saba como era! Y arrodillndose permaneci por largo tiempo, con su hermana repitiendo la oracin del ngel: Santsima Trinidad....[15] Hasta aqu la Hermana Luca. Conclusin:Pienso que cada uno de nosotros puede tomar para s las palabras del ngel a los pastorcitos, como si nos fueran dichas de modo personal:Los Corazones de Jess y de Mara estn atentos a la voz de vuestras splicas.Los Corazones de Jess y de Mara tienen sobre vosotros designios de misericordia.Ofreced constantemente al Altsimo plegarias y sacrificios. Atraed as sobre vuestra Patria la paz.De todo lo que podis, ofreced un sacrificio, en acto de reparacin por los pecados con que l es ofendido, y de splica por la conversin de los pecadores. Sobre todo, aceptad y soportad con sumisin el sufrimiento que el Seor os enve.Consolad a vuestro Dios!.Pienso tambin que a cada uno de nosotros el ngel podra recriminarnos como hizo con los pastorcitos:Qu hacis? Orad! Rezad mucho! Mucho ms a nosotros, sacerdotes, que debemos implorar la Misericordia de Dios para el pueblo.Finalmente, quiero remarcar lo que cuenta Luca acerca de las palabras del ngel, particularmente las ltimas (Sobre todo, aceptad y soportad con sumisin el sufrimiento que el Seor os enve):Estas palabras del ngel se grabaron en nuestra alma, como una luz que nos haca comprender quin era Dios, cmo nos amaba y quera ser amado, el valor del sacrificio y cmo ste le era agradable; cmo por atencin a l converta a los pecadores.Si no comprendemos esto, no comprenderemos el mensaje de Ftima, ni el de Lourdes, ni el testimonio de los pastorcitos, ni del Padre Po, ni el de los santos de todos los tiempos, porque no hemos comprendido la locura de la cruz, misterio que Dios slo revela a los que se hacen pequeos, y no a los sabios y grandes de este mundo.Consolad a vuestro Dios!. Qu esa sea tambin nuestra misin!

II. PRIMERA Y SEGUNDA APARICIN DE LA VIRGENJess quiere servirse de ti para darme a conocer y amar... (Palabras de la Virgen) La historia de las Apariciones de Nuestra Seora de Ftima es esplndida de todo punto de vista. Por designio divino,una Mujer vestida de sol (Ap. 12,1), vino del Cielo a esta tierra en bsqueda de los pequeos privilegiados del Padre. Les habla con voz y corazn de madre: los invita a ofrecerse como vctimas de reparacin, mostrndose dispuesta a conducirlos, seguros, hasta Dios, dijo el Papa en la homila de beatificacin de los dos Pastorcitos.La Seora del Cielo, ms brillante que el sol, es tambin nuestra Madre, la misma a quien nosotros nos hemos consagrado en materna esclavitud de amor, como esclavos de Jess en Mara.Por eso creo se puede aplicar perfectamente aqu el consejo que Dios da a todos en el libro de los Proverbios: Hijo mo, (...) no desprecies las enseanzas de tu madre. Llevlas siempre grabadas en tu corazn y culgatelas al cuello. Cuando camines, te guiarn; cuanto te acuestes, velarn junto a ti; y cuando despiertes conversarn contigo (6,2022). 1. Primera aparicin: 13 de mayo de 1917La descripcin de la primera aparicin revela la experiencia mstica de la Luz que tuvieron los Pastorcitos. El relato de Luca dice as:Da 13 de mayo de 1917. Estando jugando con Jacinta y Francisco encima de la pendiente de Cova da Iria, haciendo una pared alrededor de una mata, vimos, de repente, como un relmpago.Es mejor irnos ahora para casa dije a mis primos, hay relmpagos, puede venir tormenta.Pues s.Y comenzamos a descender la ladera, llevando las ovejas en direccin del camino. Al llegar poco ms o menos a la mitad de la ladera, muy cerca de una encina grande[1] que all haba, vimos otro relmpago; y, dados algunos pasos ms adelante, vimos sobre una carrasca una Seora, vestida toda de blanco, ms brillante que el sol, irradiando una luz ms clara e intensa que un vaso de cristal, lleno de agua cristalina, atravesado por los rayos del sol ms ardiente. Nos detuvimos sorprendidos por la aparicin. Estbamos tan cerca que nos quedbamos dentro de la luz que la cercaba, o que Ella irradiaba. Tal vez a metro y medio de distancia ms o menos.Entonces Nuestra Seora nos dijo:No tengis miedo. No os voy a hacer dao.De dnde es Ud.?Soy del cielo.Y qu es lo que Ud. quiere?Vengo a pediros que vengis aqu seis meses seguidos, el da 13 de cada mes a esta misma hora. Despus os dir quin soy y lo que quiero. Despus volver aqu an una sptima vez.Y yo, tambin voy al Cielo?Si, vas.Y Jacinta?Tambin.Y Francisco?Tambin; pero tiene que rezar muchos Rosarios.Entonces me acord de preguntar por dos muchachas que haban muerto haca poco. Eran amigas mas e iban a mi casa a aprender a tejer con mi hermana mayor.Mara de las Nieves ya est en el Cielo?S, est. (Me parece que deba tener unos diecisis aos).Y, Amelia?Estar en el Purgatorio hasta el fin del mundo. (Me parece que deba tener de dieciocho a veinte aos).Queris ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que l quisiera enviaros, en acto de desagravio por los pecados con que es ofendido y de splica por la conversin de los pecadores?S, queremos.Tendris, pues, mucho que sufrir, pero la gracia de Dios ser vuestra fortaleza.Fue al pronunciar estas ltimas palabras (la gracia de Dios ser vuestra fortaleza) cuando abri por primera vez las manos comunicndonos una luz tan intensa como un reflejo que de ellas se irradiaba, que nos penetraba en el pecho y en lo ms ntimo del alma, hacindonos ver a nosotros mismos en Dios que era esa luz, ms claramente que nos vemos en el mejor de los espejos. Entonces por un impulso ntimo, tambin comunicado, camos de rodillas y repetamos ntimamente: Oh Santsima Trinidad, yo os adoro. Dios mo, Dios mo, yo os amo en el Santsimo Sacramento.Pasados los primeros momentos, Nuestra Seora aadi:Rezad el Rosario todos los das, para alcanzar la paz para el mundo y el fin de la guerra.Enseguida comenz a elevarse suavemente, subiendo en direccin al naciente, hasta desaparecer en la inmensidad de la lejana. La luz que la rodeaba iba como abriendo camino en la bveda de los astros, motivo por el cual alguna vez, dijimos que habamos visto abrirse el Cielo.[2]En la homila de la beatificacin de Francisco y Jacinta, Juan Pablo II aludi a esta experiencia mstica que tuvieron los tres nios, citando la explicacin que dio Francisco:Entonces, de sus manos maternas sali una luz que los penetr ntimamente, y se sintieron sumergidos en Dios, como cuando una persona ellos mismos lo explicanse contempla en un espejo. Ms tarde, Francisco, uno de los tres privilegiados, observaba: Nosotros estbamos ardiendo en aquella luz que es Dios y no nos quembamos. Cmo es Dios! No se puede decir. Esto s que no lo podremos decir jams. Dios: una luz que arde, pero que no quema. Fue la misma percepcin que tuvo Moiss, cuando vio a Dios en la zarza ardiente; en aquella ocasin Dios le habl, dicindole preocupado por la esclavitud de su pueblo y decidido a liberarlo por medio de l: Yo estar contigo (Ex 3,12)[3]. Cuantos acogen esta presencia llegan a ser morada y, consiguientemente, zarza ardiente del Altsimo.Luca narra tambin en sus Memorias sobre Francisco las consecuencias que esta primera aparicin de Nuestra Seora tuvo en ellos:La Aparicin de Nuestra Seora dice Lucavino a concentrarnos una vez ms en lo sobrenatural, pero de una manera ms suave. En lugar de aquel aniquilamiento en la presencia divina que nos postraba, incluso fsicamente, nos qued una gran paz y alegra expansiva, que no nos impeda hablar a continuacin de cuanto haba pasado. Mientras tanto, con respecto al reflejo que nos haba comunicado Nuestra Seora con las manos y de todo lo que con l se relacionaba, sentamos un no s qu en el interior, que nos mova a callarnos.Inmediatamente contamos a Francisco todo cuanto Nuestra Seora haba dicho. Y l, feliz, manifestando lo alegre que se senta por la promesa de ir al Cielo, cruzando las manos sobre el pecho, deca:Querida Seora ma, rezar todos los rosarios que T quieras.Y desde entonces tom la costumbre de separarse de nosotros como paseando; y, si alguna vez le llamaba y le preguntaba sobre lo que estaba haciendo, levantaba el brazo y me mostraba el rosario. Si le deca que viniese a jugar, que despus rezaramos todos juntos, responda:Despus rezo tambin. No recuerdas que Nuestra Seora dijo que tena que rezar muchos rosarios?Cierto da, me dijo:Goc mucho al ver el ngel, pero ms an me gust Nuestra Seora. Con lo que ms goc, fue ver a Nuestro Seor, en aquella luz que Nuestra Seora nos introdujo en el pecho. Gozo tanto de Dios! Pero l est tan disgustado a causa de tantos pecados! Nunca debemos cometer ninguno.A veces deca:Nuestra Seora nos dijo que tendramos que sufrir mucho. No me importa; sufro todo cuanto ella quiera. Lo que yo quiero es ir al Cielo.[4] 2. Segunda aparicin: 13 de junio de 1917La segunda aparicin de Nuestra Seora, tambin en Cova da Iria, puso de manifiesto lo que sera la misin de los tres pastorcitos, particularmente la misin de Luca, a quien la Virgen le revel la salvacin de su alma y su misin en la tierra por algn tiempo. En esta aparicin la Virgen hizo una gran promesa, y tuvo palabras muy consoladoras. Unos de los relatos de Luca, la Memoria Cuarta, lo narra as:Qu quiere Ud. de m? pregunt Luca.Quiero que vengis aqu el 13 del mes que viene; que recis el Rosario todos los das y que aprendis a leer. Despus dir lo que quiero.Ped la curacin de un enfermo.Si se convierte, se curar durante el ao.Quera pedirle que nos llevase al Cielo.S; a Jacinta y a Francisco los llevar pronto. Pero t te quedars aqu algn tiempo ms. Jess quiere servirse de ti para darme a conocer y amar. l quiere establecer en el mundo la devocin a mi Inmaculado Corazn. A quien la abrazare, le prometo la salvacin; y estas almas sern amadas por Dios, como flores puestas por mi para adornar su trono.Me quedo aqu sola? pregunt, con pena.No, hija. Y t sufres mucho? No te desanimes. Yo nunca te dejar. Mi Inmaculado Corazn ser tu refugio y el camino que te conducir hasta Dios.Fue en el momento en que dijo estas palabras, cuando abri las manos y nos comunic, por segunda vez, el reflejo de esa luz inmensa. En ella nos veamos como sumergidos en Dios. Jacinta y Francisco parecan estar en la parte de la luz que se elevaba al Cielo y yo en la que esparca sobre la tierra. Delante de la palma de la mano derecha de Nuestra Seora estaba un corazn, cercado de espinas, que parecan estar clavadas en l. Comprendimos que era el Inmaculado Corazn de Mara, ultrajado por los pecados de la humanidad, que peda reparacin. 3. La misin de los tres pastorcitosDestaco algo muy interesante. Esta segunda visin habla de la misin de los tres pastorcitos en la Iglesia: Jacinta y Francisco desde el cielo, Luca desde la tierra. La Virgen le revel a Luca la salvacin de su alma, pero le dijo que debera quedarse por algn tiempo. Ese algn tiempo hasta el presente han sido 83 aos. Cuando tuvo la aparicin, Luca era la mayor, y tena 10 aos. Ahora tiene 93, y sigue cumpliendo su misin que, ciertamente, es del todo singular. Tambin hay que tener en cuenta que se trata de la principal de los videntes de Ftima, porque era ella quien hablaba a Nuestra Seora. Francisco solo la vea y Jacinta no habl durante las seis apariciones.Respecto de esta misin, Luca cuenta en otro lugar de sus Memorias:En la segunda aparicin, el da 13 de junio de 1917, (Francisco) se impresion mucho con la comunicacin del reflejo que ya dije en el segundo escrito; fue en el momento en que Nuestra Seora dijo: Mi Inmaculado Corazn ser tu refugio y el camino que te llevar a Dios. l pareca no tener, por el momento, la comprensin de los hechos, tal vez porque no haba odo las palabras que los acompaaban. Por eso preguntaba despus:Por qu Nuestra Seora estaba con el Corazn en la mano, esparciendo por el mundo esa luz tan grande que es Dios? T estabas con Nuestra Seora en la luz que descenda a la tierra, y Jacinta conmigo en la que suba para el Cielo.Es que, le respondt, con Jacinta, vas en breve al Cielo, y yo quedo algn tiempo ms en la tierra con el Corazn Inmaculado de Mara.Cuntos aos quedars aqu? preguntaba.No s; bastantes.Fue Nuestra Seora quien lo dijo?Fue. Yo lo entend en esa luz que nos introduca en el pecho.Y Jacinta afirmaba esto diciendo:Es as. Yo igualmente lo entend as.A veces (Francisco) deca:Estas gentes quedan tan felices solamente porque nosotros les decimos que Nuestra Seora nos mand rezar el rosario y que aprendamos a leer. Qu sera si supiesen lo que Ella nos mostr en Dios, en su Corazn Inmaculado, en esa luz tan grande? Pero eso es secreto; no se le dice. Es mejor que nadie lo sepa.Ya me falta poco para ir al Cielo. T te quedas aqu para decir que Dios quiere establecer en el mundo la devocin al Inmaculado Corazn de Mara. Cuando sea el momento de decirlo, no te escondas. Di a toda la gente que Dios nos concede las gracias por medio del Inmaculado Corazn de Mara; que se las pidan a Ella; que el Corazn de Jess quiere que, a su lado, se venere el Inmaculado Corazn de Mara; que pidan la paz al Inmaculado Corazn de Mara, que Dios se la entreg a Ella. Si yo pudiese meter en el corazn de todo el mundo el fuego que tengo dentro de mi pecho, quemndome y hacindome amar tanto al Corazn de Jess y al Corazn de Mara!.[5]Luca sigue cumpliendo su misin, de difundir la devocin al Inmaculado Corazn y tambin, de ser testigo de la veracidad de los anuncios recibidos de la Virgen, particularmente de la famosa tercera parte del secreto, que en parte se refiere al Santo Padre. Hasta el momento la misin de Luca no ha concluido, como no ha concluido la actualidad del mensaje de Ftima. Fue una alegra muy grande para m poder observar de cerca la felicidad de Sor Luca en la beatificacin de sus primitos, que tanto se queran entre s, compaeros inseparables en sus juegos, y mucho ms en su misin.Pienso que cada uno de los miembros de nuestros Institutos, debe hacer suya la misin que la Virgen encomend a Luca: Jess quiere servirse de ti para darme a conocer y amar..., y el deseo de Francisco: si pudiera....Y si desean conocer la razn de esto, basta que tengan presentes los siete motivos por los cuales, segn nuestro Patrono San Luis Mara Grignion de Montfort, Dios quiere revelar y descubrir a Mara, la obra maestra de sus manos, en estos ltimos tiempos.[6]

III. TERCERA APARICINHabis visto el infierno, donde van los pobres pecadores (Palabras de la Virgen) La tercera aparicin de Nuestra Seora a los pastorcitos es tal vez la ms importante, en cuanto al mensaje recibido de la Virgen. En ella se les confi un secreto que, segn dice la misma Hermana Luca, consta de tres partes distintas[1]: las dos primeras partes fueron publicadas a su debido tiempo, con licencia del Cielo, es decir, cuando Luca supo que ya podan ser reveladas. Por mi parte, tengo la impresin de que tambin ahora la tercera parte del secreto ha sido dada a conocer a su debido tiempo, y con licencia del Cielo. De hecho, Luca ha tenido revelaciones posteriores a las seis apariciones, y se dice que an sigue teniendo manifestaciones de Nuestra Seora, lo cual no sera nada de extraar.El primer secreto era la visin del infierno. Lneas ms adelante me detendr a considerar la influencia de esta visin en los pastorcitos, y las consecuencias que podemos sacar de la misma.El segundo secreto profetizaba la segunda guerra mundial, la desaparicin de varias naciones, las persecuciones en Rusia a la Iglesia; habla tambin del martirio de los buenos, de los sufrimientos del Santo Padre, y de la conservacin del dogma de la fe en Portugal lo que muchos interpretan como una alusin a la apostasa de la fe en Europa. Las palabras En Portugal se conservar siempre el dogma de la fe., preceden inmediatamente al texto del tercer secreto. 1. Tercera aparicin de Nuestra Seora: viernes 13 de julio de 1917.El relato de todos los mensajes de Nuestra Seora, con la descripcin minuciosa de las apariciones, y tambin de las circunstancias que vivan los pastorcitos al momento de las mismas, ha sido escrito por la Hermana Luca, en varias Memorias a las cuales aqu me remito. En la Memoria tercera, Luca narra la aparicin del 13 de julio: Momentos despus de haber llegado a Cova da Iria, junto a la encina, entre una numerosa multitud del pueblo (unas 4.000 personas), estando rezando el rosario, vimos el resplandor de la acostumbrada luz y, enseguida, a Nuestra Seora sobre la encina. Qu es lo que quiere de m? pregunt. Quiero que vengis aqu el da 13 del mes que viene, y que continuis rezando el rosario todos los das en honra a Nuestra Seora del Rosario, con el fin de obtener la paz en el mundo y el final de la guerra porque slo Ella puede conseguirlo. Dije entonces: Quisiera pedirle nos dijera quin es, y que haga un milagro, para que todos crean que usted se nos aparece. Continuad viniendo aqu todos los meses. En Octubre dir quien soy, y lo que quiero, y har un milagro que todos han de ver para creer. Aqu hice algunos pedidos que no recuerdo bien cuales fueron. Lo que recuerdo es que Nuestra Seora dijo que era preciso rezar el rosario para alcanzar las gracias durante el ao. Y continu: Sacrificaos por los pecadores y decid muchas veces y, en especial, siempre que hagis algn sacrificio: Oh, Jess, es por tu amor, por la conversin de los pecadores y en reparacin por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazn de Mara! Al decir estas ltimas palabras abri de nuevo las manos como en los meses anteriores. El reflejo pareca penetrar en la tierra y vimos como un mar de fuego, y sumergidos en ese fuego los demonios y las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana, que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas mismas salan, juntamente con nubes de humo, cayendo hacia todos lados, semejante a la cada de pavesas en grandes incendios, pero sin peso ni equilibrio, entre gritos y lamentos de dolor y desesperacin que horrorizaban y hacan estremecer de pavor. (Deba ser a la vista de eso que dije un ay que dicen haber odo). Los demonios se distinguan por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes como negros tizones en brasa. Asustados y como pidiendo socorro levantamos la vista a Nuestra Seora, que nos dijo con bondad y tristeza: Habis visto el infierno, a donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas Dios quiere establecer en el mundo la devocin a mi Inmaculado Corazn. Si hicieren lo que yo os digo se salvarn muchas almas y tendrn paz: la guerra terminar, pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Po XI comenzar otra peor. Cuando viereis una noche alumbrada por una luz desconocida sabed que es la gran seal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crmenes, por medio de la guerra, del hambre, de la persecucin a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedir eso, vendr a pedir la consagracin de Rusia a mi Inmaculado Corazn y la comunin reparadora de los primeros sbados. Si atendieren a mis pedidos, Rusia se convertir y habr paz: si no, esparcir sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia, los buenos sern martirizados, el Santo Padre tendr mucho que sufrir, varias naciones sern aniquiladas: por fin mi Inmaculado Corazn triunfar. El Santo Padre me consagrar Rusia, que se convertir, y ser concedido al mundo algn tiempo de paz. En Portugal se conservar siempre el dogma de la fe, etc. (Aqu comienza la tercera parte del secreto, escrita por Luca entre el 22 de diciembre de 1943 y el 9 de enero de 1944). Esto no lo digis a nadie. A Francisco si podis decrselo. Cuando recis el rosario, decid despus de cada misterio: Oh, Jess mo, perdnanos, lbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, y socorre especialmente a las ms necesitadas. Sigui un instante de silencio y despus pregunt: Usted no quiere de m nada ms? No, hoy no quiero nada ms. Y como de costumbre comenz a elevarse en direccin a Oriente hasta que desapareci en la inmensidad del firmamento.[2]2. Influencia de la visin del infierno en los pastorcitosLa influencia del mensaje de la Seora, incluido el llamado secreto entero, con sus tres partes, fue muy grande en los pastorcitos. Prefirieron la crcel y aun la muerte, antes de revelarlo a las autoridades civiles que los forzaban a ello. De modo particular el primer secreto es decir, de la visin del infiernotuvo una mayor resonancia en la Beata Jacinta, la ms pequea de los tres videntes. Apenas tena seis aos cuando la Virgen le mostr el infierno. La misma Luca destaca esto, haciendo una crtica muy interesante a aquellas personas, incluso gente piadosa, que no quiere que se hable del infierno a los nios. Basta prestar atencin a lo que Luca relata en sus Memorias para suponer la crtica que ella hara a todo lo que implica la pastoral progresista de nuestros das, que ni siquiera deja que se mencione el infierno a gente adulta. Por eso Luca no tiene el menor reparo en contar lo siguiente, en las Memorias que escribe a pedido del obispo de Ftima:Excelentsimo y Reverendsimo Seor Obispo: dije ya a V. Excelencia Reverendsima, en las anotaciones que le envi, una vez ledo el libro Jacinta, que ella se impresionaba muchsimo con algunas de las cosas reveladas en el secreto. Ciertamente era as. Al tener la visin del infierno, se horroriz de tal manera, que todas las penitencias y mortificaciones le parecan nada para salvar de all a algunas almas.Bien; ahora respondo yo al segundo punto de su interrogacin que, de muchos sitios, hasta aqu me han llegado.Cmo es que Jacinta, siendo tan pequeita, se dej poseer y lleg a comprender tan gran espritu de mortificacin y penitencia?Me parece a m que fue debido: primero, a una gracia especialsima de la Madre que Dios, por medio del Inmaculado Corazn de Mara, le concedi; segundo, viendo el infierno y las desgracias de las almas que all padecen.Algunas personas, incluso piadosas, no quieren hablar a los nios pequeos sobre el infierno, para no asustarlos; sin embargo Dios no dud de mostrarlo a tres y una de ellas contando apenas seis aos; y l saba que haba de horrorizarse hasta el punto de, casi me atrevera a decirlo, morirse de susto.Con frecuencia se sentaba en el suelo o en alguna piedra y, pensativa, comenzaba a decir:El infierno! El infierno! Qu pena tengo de las almas que van al infierno! Y las personas que, estando all vivas, arden como lea en el fuego!Y, asustada, se pona de rodillas, y con las manos juntas, rezaba las oraciones que Nuestra Seora le haba enseado:Oh Jess mo, perdnanos, lbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas, especialmente a aquellas que ms lo necesitan!Ahora, Exmo. y Rvmo. Seor Obispo, ya V. Excia. Rvma. comprender por qu a m me daba la impresin de que las ltimas palabras de esta oracin, se referan a las almas que se encuentran en mayor peligro, o ms inminente, de condenacin.Y permaneca as, durante largo tiempo, de rodillas, repitiendo la misma oracin. De vez en cuando me llamaba a m o a su hermano (como si despertara de un sueo):Francisco, Francisco, vosotros rezis conmigo? Es preciso rezar mucho, para librar a las almas del infierno. Van para all tantas!, tantas!Otras veces preguntaba:Por qu Nuestra Seora no muestra el infierno a los pecadores? Si ellos lo vieran, no pecaran para no ir all! Has de decir a aquella Seora que muestre el infierno a toda aquella gente (referase a los que se encontraban en Cova da Iria en el momento de la aparicin). Vers cmo se convierten.Despus, medio descontenta, me preguntaba:Por qu no dijiste a Nuestra Seora que mostrase el infierno a aquella gente?Lo olvid, le respond.Tambin yo lo he olvidado deca ella con aire triste.Qu pecados son los que esa gente hace para ir al infierno?No s. Tal vez el pecado de no ir Misa los Domingos, de robar, el decir palabras feas, maldecir, jurar.Y slo as por una palabra van al infierno?Claro! Es pecadoQu trabajo les costara el estar callados e ir a Misa! Qu lstima me dan los pecadores! Si yo pudiera mostrarles el infierno!Algunas veces, de una manera repentina, se agarraba a m y me deca:Yo voy al Cielo; pero t te quedas aqu; si Nuestra Seora te lo permitiera, di a todo el mundo cmo es el infierno, para que no cometan pecados y no vayan all.Otras veces, despus de estar un poco de tiempo pensando deca:Tanta gente que va al infierno! Tanta gente en el infierno!Para tranquilizarla yo le deca:No tengas miedo. T irs al Cielo.Voy, voy deca con paz, pero yo quisiera que todas aquellas gentes fueran tambin all.Cuando ella, por mortificarse, no quera comer, yo le deca:Jacinta!, anda, ahora come.No. Ofrezco este sacrificio por los pecadores que comen ms de la cuenta.Cuando durante la enfermedad iba algn da a Misa, le deca:Jacinta, no vengas! T no puedes. Hoy no es domingo.No importa! Voy por los pecadores que no van ni los domingos.Si alguna vez oa algunas de esas palabras, que alguna gente haca alarde de pronunciar, se cubra la cara con las manos y deca:Dios mo! No saben estas gentes que por pronunciar estas cosas pueden ir al infierno? Jess mo, perdnales y convirtelas. Cierto es que no saben que con esto ofenden a Dios. Qu lstima, Jess mo! Yo rezo por ellos.Y ella repeta la oracin enseada por Nuestra Seora:Oh, Jess mo, perdnanos!, etc..[3]Hasta aqu la Hermana Luca. Conclusin: sin infierno, la vida es un picnic Probablemente recordarn muchos de ustedes el artculo que aos atrs publiqu sobre el infierno, en la revista Dilogo, nmero 15. Se titula Un infierno light. Quiero que sepan que lo escrib para salir al paso de los daos que podra producir en nuestro Seminario la enseanza de una alta autoridad eclesistica, que andaba divulgando entre los jvenes seminaristas, que el infierno existe pero actualmente est vaco. Al respecto escrib: Nos podemos preguntar qu es un infierno light? Es un infierno carenciado. Es un infierno liviano: sin pena de dao, sin pena de sentido, sin eternidad y/o sin habitantes. Sobre la base de estas cuatro carencias las variantes son muchas y hay para todos los gustos. Algunos son plenamente light y sostienen las cuatro negaciones, otros son ms medidos y aceptan slo algunas variantes light o les ponen atenuantes.Lo que est vaco no es el infierno, sino aquellos Seminarios donde hay profesores que, o niegan la existencia del infierno, como si se tratara de una doctrina ya superada, o admiten su existencia, pero ensean que est deshabitado, porque piensan que no hay condenados de hecho, siguiendo en esto, al parecer, el error de los noinfiernistas como Von Balthasar y otros.Imaginan las consecuencias que esto trae para la pastoral? Para qu confesar, asistir a los moribundos, dar una buena catequesis, administrar los sacramentos, si todos nos vamos al Cielo? Quien no est convencido de la seriedad de la eternidad, no convence a nadie, sus palabras son aire que se lleva el viento y sus obras pesan lo que una tela de araa. A quin puede convencer la frivolidad del infierno gnstico, producto de la cultura de la trivilizacin?Por eso sabiamente afirma el P. Fabro: sin la eternidad de las penas del infierno y sin infierno, la existencia se convierte en una gira campestre[4], en un picnic. Y citaba a Kierkegaard, que deca: Una vez eliminado el horror a la eternidad (o eterna felicidad o eterna condenacin), el querer imitar a Jess se convierte en el fondo en una fantasa. Porque nicamente la seriedad de la eternidad puede obligar, pero tambin mover, a un hombre a cumplir y a justificar sus pasos.[5] Los progresistas han eliminado el horror a la eternidad y sus predicaciones, sus acciones pastorales, su evangelizacin son una fantasa! Sin eternidad el seguimiento de Cristo es una fantasa! No quieren la seriedad de la eternidad y por eso son incapaces de obligarse, moverse, cumplir y justificar sus acciones. Sin la posibilidad concreta de la eterna condenacin, la eternidad del cielo es ftil, pueril, insignificante. La prdida de la seriedad de la eternidad, y no la supuesta falta de vocacin, est en la base de la claudicacin de tantos sacerdotes y religiosas.Quiero recordar aqu que los progresistas escamotean o niegan la realidad del infierno, se avergenzan de predicarlo o lo ocultan con subterfugios, no slo por pseudo razones misericordiosistas, sino, sobre todo, por estar inmersos en lo temporal y genuflexos frente a lo que opina el mundo. De este modo rebajan la dignidad de Cristo al quitarle valor a sus palabras, ya que fue Nuestro Seor quien ense la doctrina del infierno.En este sentido, la visin del infierno tenida por los pequeos pastorcitos, es una confirmacin, venida del Cielo, de la doctrina tradicional de la Iglesia sobre el infierno. Si en Portugal siempre se conservar el dogma de la fe, segn la promesa de la Virgen, se deduce lgicamente que en otras partes puede no conservarse. Pienso aqu en la apostasa de Europa, de la que hablaron con tanta claridad los Padres Sinodales en el ltimo Snodo para Europa. Pienso en todos los telogos modernos que no han conservado la fe catlica con respecto al infierno, y que en sus doctrinas han sido seguidos, desgraciadamente, por obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, y laicos. Pienso en los sacerdotes que han abandonado su ministerio, siendo infieles a su vocacin, tal vez porque hubo quien les convenci que el infierno no existe, o que est de paro, o que est cerrado por falta de quorum. A esos sacerdotes, a esos religiosos, que deberan poner toda su alma para trabajar por la salvacin de las almas, los acusa el ejemplo de tres nios de 6, 9 y 10 aos, a quienes todas las mortificiaciones y penitencias le parecan pocas con tal de salvar a los pecadores.[6]Sigue diciendo Luca: Ya dije en las anotaciones que envi sobre el libro Jacinta, que ella se impresionaba mucho con algunas cosas reveladas en el secreto. Por ejemplo, con la visin del infierno, con la desgracia de tantas almas que para all iban; la guerra futura, cuyos horrores ella pareca tener presentes, le hacan estremecer de miedo. Cuando la vea muy pensativa, le preguntaba:Jacinta, en qu piensas?Y no pocas veces responda:En esa guerra que ha de venir, en tanta gente que ha de morir e ir al infierno. Qu pena! Si dejasen de ofender a Dios no vendra la guerra, ni tampoco iran al infierno!.[7]Tanto impresion a Jacinta la meditacin del infierno y de la eternidad, que, a veces, jugando preguntaba:Pero, oye, despus de muchos, muchos aos, el infierno no se acaba?Y, otras veces:Y los que all estn, en el infierno ardiendo, nunca se mueren? Y no se convierten en cenizas? Y si la gente reza mucho por los pecadores, el Seor los libra de ir all? Y con los sacrificios tambin? Pobrecitos! Tenemos que rezar y hacer muchos sacrificios por ellos.Despus aada: Qu buena es esa Seora! Y nos prometi llvarnos al Cielo![8]Teniendo en cuenta todos estos testimonios, se comprende el valor de lo dicho por Juan Pablo II en la homila de beatificacin de los pastorcitos, recordando a la Virgen que dijo: ...muchas almas van al infierno...:Con su solicitud materna, la santsima Virgen vino aqu, a Ftima, a pedir a los hombres que no ofendieran ms a Dios, nuestro Seor, que ya ha sido muy ofendido. Su dolor de madre la impulsa a hablar; est en juego el destino de sus hijos. Por eso peda a los pastorcitos: Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, pues muchas almas van al infierno porque no hay quien se sacrifique y pida por ellas". La pequea Jacinta sinti y vivi como suya esta afliccin de la Virgen, ofrecindose heroicamente como vctima por los pecadores. Un da cuando tanto ella como Francisco ya haban contrado la enfermedad que los obligaba a estar en camala Virgen Mara fue a visitarlos a su casa, como cuenta la pequea: Nuestra Seora vino a vernos, y dijo que pronto volvera a buscar a Francisco para llevarlo al cielo. Y a m me pregunt si an quera convertir a ms pecadores. Le dije que s. Y al acercarse el momento de la muerte de Francisco, Jacinta le recomienda: Da muchos saludos de mi parte a Nuestro Seor y a Nuestra Seora, y diles que estoy dispuesta a sufrir todo lo que quieran con tal de convertir a los pecadores. Jacinta se haba quedado tan impresionada con la visin del infierno, durante la aparicin del 13 de julio sigue diciendo el Papa, que todas las mortificaciones y penitencias le parecan poca cosa con tal de salvar a los pecadores.[9]Finalmente, se ve con cuanta razn el Papa Juan Pablo II dijo en la homila de beatificacin de Francisco y Jacinta:El mensaje de Ftima es un llamado a la conversin, alertando a la humanidad para que no siga el juego del dragn, que, con su cola, arrastr un tercio de las estrellas del cielo y las precipit sobre la tierra (cf. Ap 12, 4). La meta ltima del hombre es el cielo, su verdadera casa, donde el Padre celestial, con su amor misericordioso, espera a todos. Dios quiere que nadie se pierda; por eso, hace dos mil aos, envi a la tierra a su Hijo, a buscar y salvar lo que estaba perdido (Lc 19,10). l nos ha salvado con su muerte en la cruz, que nadie haga vana esa cruz!.[10]

IV. El herosmo de los pastorcitosAQUELLA SEORA NOS AYUDA SIEMPRE. ES NUESTRA AMIGA (Palabras de Jacinta) En la tercera aparicin de Nuestra Seora en Cova da Iria, la del 13 de julio de 1917, me detuve particularmente en la primera parte del secreto, la visin del infierno. All, de manera admirable, la Virgen Mara se presenta como la gran y eximia catequista de los novsimos, de la escatologa, de las verdades ltimas: muerte, juicio, cielo, purgatorio, infierno. (Recuerdo que el diario La Nacin de Buenos Aires haba dicho que el Catecismo de la Iglesia Catlica no hablara del infierno y se equivocaron totalmente, como tantos que hoy en da niegan la realidad del infierno o quienes prohiben predicar sobre el infierno, etc.) Como saben, lo esencial de esta tercera aparicin fue la comunicacin del secreto, con sus tres partes, las cuales ciertamente estn relacionadas entre s.Quisiera referirme a un aspecto poco conocido en lo que se refiere a la historia del secreto, que tiene un gran valor apologtico como una garanta ms de la veracidad del mensaje. Este aspecto es el herosmo con que el secreto fue guardado por los tres pastorcitos. Cuando la Virgen acab de revelar el contenido del secreto, lo ltimo que dijo fue: Esto no lo digis a nadie. A Francisco si podis decrselo. Cumplir este mandato, convirti a los pastorcitos en valientes confesores de la fe. Resulta muy interesante ver cmo estos nios de 7, 9 y 10 aos tuvieron el don de fortaleza en grado extraordinario. Ni las amenazas de muerte del Administrador de Vila Nova de Ourm, ni los tortuosos interrogatorios a los que fueron sometidos, ni los palos y escobazos que la madre de Luca dio a su hija, lograron que se desdijeran entre s, ni tampoco pudieron sacarles una palabra acerca de lo que la Virgen les haba mandado no decir a nadie. Leyendo las Memorias de Luca, se encuentran muchas referencias a la guarda del secreto y a los sufrimientos que les acarre; como ejemplos, transcribo algunos pasajes: 1. Amenazas del Administrador de Vila Nova de OurmVinieron un da a hablarnos tres caballeros. Despus de su interrogatorio, bien poco agradable, se despidieron diciendo:Mirad si os decids a decir ese secreto; si no, el Seor Administrador est dispuesto a quitaros la vida.Jacinta, dejando traslucir su alegra en el rostro, dijo:Qu bien! Con lo que me agrada Nuestro Seor y Nuestra Seora! As vamos a verla enseguida!Corriendo el rumor de que, efectivamente, el Administrador nos quera matar, una de mis tas, casada en Casais, vino a nuestra casa, con la intencin de llevarnos a la suya, porque deca ella:Yo vivo en otro Ayuntamiento y por eso el Administrador no os puede ir a buscar all.Pero su intencin no se realiz, debido a que nosotros no quisimos ir y respondimos:Si nos matan, es lo mismo; vamos al Cielo.[1] El Administrador de Vila Nova de Ourm hacindose eco de la preocupacin que ya exista en el gobierno, marcadamente anticristiano y masn, cit a los padres de los pastorcitos y a los nios, con el fin de intimidarlos a que revelaran el secreto. Cuenta Luca:Pasados no muchos das, mis tos y mis padres reciben orden de las autoridades para comparecer en la Administracin, al da siguiente, a la hora marcada; con Jacinta y Francisco, mis tos; y conmigo, mis padres. La Administracin est en Vila Nova de Ourm; por eso, haba que andar unas tres leguas, distancia bien considerable para unos nios de nuestra edad. Y los nicos medios de viajar en aquel tiempo, por all, eran los pies de cada uno, o alguna burrita. Mi to respondi enseguida que compareca l; pero que sus hijos no los llevaba:Ellos, a pie, no aguantan el camino deca ly montados no iran seguros encima del animal, porque no estn acostumbrados. Adems, no tengo por qu presentar a un tribunal a dos nios de tan corta edad.Mis padres pensaban de otra manera:La ma, va; que responda ella. Yo de estas cosas no entiendo nada. Y, si miente, est bien que sea castigada.Al da siguiente, muy de maana, me montaron encima de una burra, de la que me ca tres veces en el camino, y all fui acompaada de mi padre y de mi to. Me parece que ya cont a V. Excia. Rvma. cunto sufrieron en este da Jacinta y Francisco pensando que me haban matado. A m lo que ms me haca sufrir era la indiferencia de mis padres; esto lo vea ms claro cuando observaba el cario con que mis tos trataban a sus hijos. Recuerdo que en este viaje me hice esta reflexin: Qu diferentes son mis padres a mis tos! Para defender a sus hijos se entregan ellos mismos. Mis padres muestran la mayor indiferencia para que hagan de m lo que quieran; pero, paciencia deca en el interior de mi corazn, as tengo la dicha de sufrir ms por tu amor, oh Dios mo, y por la conversin de los pecadores. Con esta reflexin encontraba siempre consuelo.En la Administracin fui interrogada por el Administrador en presencia de mi padre, mi to y varios seores ms, que no s quines eran. El Administrador quera forzosamente que le revelase el secreto, y que le prometiese que no volvera ms a Cova da Iria. Para conseguir esto, no se priv ni de promesas ni de amenazas. Viendo que nada consegua, me despidi manifestando que lo haba de conseguir, aunque para ello tuviese que quitarme la vida. Mi to recibi una buena reprensin por no haber cumplido la orden; despus de todo esto, nos dejaron volver a nuestra casa.[2]En la Memoria primera, Luca cuenta el mismo episodio con algunas otras circunstancias, que destacan tambin el sufrimiento de Francisco y Jacinta mientras Luca compareca ante el Administrador lo mismo que su valenta. Leyndolo, parece que se revive la escena del apstol Toms cuando deca: Vayamos y muramos con l (Jn 11,16), pero con la candidez e ingenuidad propia de los nios: Si ellos te matan, le dice Jacinta a Luca, les dices que Francisco y yo somos tambin como t, y que queremos morir contigo. As lo cuenta Luca:Un da, mi padre y mi to fueron avisados para que nos llevasen al da siguiente a la Administracin del Consejo. Mi to dijo que no llevaba a sus hijos, porque, deca:No tengo por qu llevar a un tribunal a dos criaturas que no son responsables de sus actos; adems ellos no aguantan a por el camino hasta Vila Nova de Ourm. Voy a ver lo que ellos quieren.Mi padre pensaba de otra manera:A la ma, la llevo: que se las arregle con ellos; que yo de estas cosas no entiendo nada.Aprovecharon entonces la ocasin para meternos todo el miedo posible. Al da siguiente, al pasar por casa de mi to, mi padre le esper un momento. Corr a la cama de Jacinta a decirle adis. En la duda de no volver a vernos, la abrac y la pobre nia me dijo llorando:Si ellos te matan, les dices que Francisco y yo somos tambin como t, y que queremos morir contigo. Y yo voy ahora con Francisco al pozo a rezar mucho por ti.Cuando por la noche volv, corr al pozo; y all estaban los dos de rodillas echados sobre el brocal, con la cabecita entre las manos, llorando. Cuando me vieron, quedaron sorprendidos:T, ests aqu? Vino tu hermana a buscar agua y nos dijo que ya te haban matado. Hemos rezado y llorado tanto por ti![3]Qu nio no revelara un secreto despus de pasar lo que los pastorcitos pasaron? 2. La crcelSin embargo, an no estaban agotados todos los medios para intimidarlos y hacerlos revelar el secreto. El da 13 de agosto de 1917, en que 18.000 personas esperaban la aparicin, el Administrador secuestr a los pastorcitos y los tuvo tres das en la crcel. En el tiempo que los tuvo prisioneros en el calabozo, el funcionario trat por todos los medios, amenazando con violencias o aterrorizndolos, de sacarles los secretos. Sigue contando Luca:Entre tanto, amaneca el da 13 de agosto. Las gentes llegaban de todas partes desde la vspera. Todos queran vernos e interrogarnos y hacernos sus peticiones para que las trasmitisemos a la Santsima Virgen. ramos, en las manos de aquellas gentes, como una pelota en las manos de los nios. Cada uno nos empujaba para su lado y nos preguntaba por sus cosas, sin darnos tiempo a responder a ninguno.En medio de esta lucha, aparece una orden del Sr. Administrador, para que fuera a casa de mi ta, que me esperaba all. Mi padre era el intimidado y fue a llevarme. Cuando llegu, estaba l en un cuarto con mis primos. All l nos interrog e hizo nuevas tentativas para obligarnos a revelar el secreto y a prometer que no volveramos a Cova da Iria. Como nada consigui, dio orden a mi padre y a mi to para que nos llevasen a casa del Sr. Cura. Todo lo que nos pas despus en la prisin, no me detengo ahora a contarlo, concluye Luca.El testimonio que dieron en la prisin fue extraordinario. Ni siquiera la amenaza de fritarlos logr arrancarles el secreto.Cuando pasado algn tiempo estuvimos presos, a Jacinta lo que ms le costaba era el abandono de los padres; y deca corrindole las lgrimas por las mejillas:Ni tus padres ni los mos vienen a vernos!; no les importamos nada!No llores le dice Francisco; ofrezcmoslo a Jess por la conversin de los pecadores.Y levantando los ojos y las manos al cielo hizo l el ofrecimiento.Oh mi Jess, es por tu amor y por la conversin de los pecadores!Jacinta aadi:Y tambin por el Santo Padre y en reparacin de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazn de Mara.Cuando despus de habernos separado, volvieron a juntarnos en una sala de la crcel, diciendo que dentro de poco nos iban a buscar para frernos, Jacinta se acerc a una ventana que daba a la feria de ganado. Pens al principio que estara distrayndose; pero enseguida vi que lloraba. Fui a buscarla y le pregunt por qu lloraba; respondi:Porque vamos a morir sin volver a ver a nuestros padres, ni a nuestras madres. Y, con lgrimas, deca:Al menos yo quera ver a mi madre.Entonces, t no quieres ofrecer este sacrificio por la conversin de los pecadores?Quiero, quiero.Y con lgrimas bandole la cara, las manos y los ojos levantados al cielo, hizo el ofrecimiento:Oh mi Jess! Es por tu amor, por la conversin de los pecadores, por el Santo Padre y en reparacin de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazn de Mara.Los presos que vean esta escena queran consolarnos. Pero decantodo lo que tenis que hacer es decir al seor Administrador ese secreto. Qu os importa que esa Seora no quiera?Eso, nunca respondi Jacinta con viveza; prefiero morir.[4]El silencio sobre el secreto fue tambin una de las ltimas recomendaciones que Luca recibi de Jacinta, segn cuenta en la Memoria primera:Lleg por fin el da de salir para Lisboa: la despedida parta el corazn. Permaneci mucho tiempo abrazada a mi cuello, y deca llorando. Nunca ms volveremos a vernos. Reza mucho por m hasta que yo vaya al Cielo; despus, cuando yo est all, pedir mucho por ti. No digas nunca el secreto a nadie, aunque te maten. Ama mucho a Jess y al Inmaculado Corazn de Mara; y haz muchos sacrificios por los pecadores.[5] 3. Los interrogatorios de los sacerdotesTampoco los sacerdotes lograron que los nios revelaran el secreto, y fue el sabio consejo de un sacerdote el que anim a Luca a permanecer en silencio, hasta su debido tiempo, es decir, hasta el momento en que lo revel en la carta que envi al Santo Padre en el ao 1941. Vino en una ocasin a interrogarme un sacerdote de Torras Novas. Me hizo un interrogatorio tan minucioso, tan lleno de enredos, que qued con algunos escrpulos, por creer haber ocultado alguna cosa. Consult con mis primos el caso: No s les dijesi estamos haciendo mal, en no decir todo cuanto nos preguntan sobre si Nuestra Seora nos dice alguna cosa ms. No s si decir que tenemos un secreto, no mentimos callando el resto. No s respondi Jacinta, mira, a ver t: eres la que quieres que no se diga. Ya se ve que no quiero, no le respond; para que comiencen a preguntarnos qu mortificaciones hacemos!, slo nos faltaba eso! Oye, si t te hubieses callado y no hubieras dicho nada, ahora nadie sabra que habamos visto a Nuestra Seora y hablado con Ella, como con el ngel. Nadie precisaba saberlo. La pobre nia, al or mis razones, comenz a llorar y, como en mayo, segn lo que ya le escrib en su historia, me pidi perdn. Qued, pues, con mis escrpulos, sin saber cmo resolver mi duda. Pasado poco tiempo, se present otro sacerdote de Santarm. Pareca hermano del primero o, al menos, que se haban ensayado juntos: las mismas preguntas y enredos, los mismos modos de rer y hacer burla; hasta la estatura y facciones parecan las mismas. Despus de este interrogatorio, mis dudas aumentaron, y no saba verdaderamente qu hacer. Peda constantemente a Nuestro Seor y Nuestra Seora que me dijesen cmo deba actuar: Oh mi Dios y mi Madrecita del Cielo! Vosotros sabis que no os quiero ofender con mentiras, pero bien veis que no es bueno decir todo lo que me dijisteis! En medio de esta perplejidad, tuve la suerte de hablar con el Vicario de Olival. No s por qu su Rvcia. me inspir confianza y le expuse mis dudas. Ya escrib en el escrito sobre Jacinta cmo su Rvcia. nos ense a guardar nuestro secreto.[6]Cmo les ense ese sacerdote a guardar el secreto? Tambin lo cuenta Luca :Entretanto consult un da a un santo sacerdote sobre esta reserva, porque no saba qu responder cuando me preguntaban si la Santsima Virgen me haba dicho algo ms. Este seor que era entonces Vicario de Olival, nos dijo: Hacis bien, hijos mos, en guardar el secreto de vuestras almas para Dios y para vosotros; cuando os hagan esa pregunta, responded: S, lo dijo; pero es secreto. Si os insistieran sobre ello, pensad en el secreto que os comunic la Seora y decid: Nuestra Seora nos dijo que no se lo comunicsemos a nadie, por eso no lo decimos; as, guardaris vuestro secreto al amparo de la Santsima Virgen. Qu bien comprend la explicacin y los consejos de este venerable anciano!.[7]Es realmente admirable la fortaleza de los tres pastorcitos, como tambin es admirable cunto han tenido que sufrir, no slo de los malos y enemigos, sino tambin de los buenos.Aprendamos a ofrecer muchos sacrificios por la conversin de los pecadores!

V. INTERPRETACIN DEL SILENCIO DE LUCA 1. La Virgen no impuso secreto en las dos primeras apariciones. Hay que destacar que fueron los mismos pastorcitos quienes decidieron no revelar muchos elementos de las mismas, como por ejemplo, las experiencias msticas que tuvieron, tanto por humildad como para evitar problemas, y slo a partir de la tercera aparicin comenzaron a guardar el secreto al amparo del mandato de Nuestra Seora. Deca Francisco: Estas gentes quedan tan felices solamente porque nosotros les decimos que Nuestra Seora nos mand rezar el rosario y que aprendamos a leer. Qu sera si supiesen lo que Ella nos mostr en Dios, en su Corazn Inmaculado, en esa luz tan grande? Pero eso es secreto; no se le dice. Es mejor que nadie lo sepa.Aade Luca: Desde esta aparicin (la segunda), comenzamos a decir, cuando nos preguntaban si Nuestra Seora no nos haba dicho nada ms:S que dijo; pero es secreto.Si nos preguntaban el motivo por el cual era secreto, nos encogamos de hombros y, bajando la cabeza, guardbamos silencio. Pero pasado el da 13 de julio, decamos:Nuestra Seora nos dijo que no se lo dijramos a nadie refirindonos entonces al secreto impuesto por Nuestra Seora.[1]2. Al decir del Padre Joaqun M. Alonso, CMF, existe en torno a la publicacin de los documentos de Ftima una maravillosa oeconomia silentii (discreto silencio), esto es: un especial cuidado, que slo se puede explicar por la admirable Providencia de Dios, que tiene en su mano todos los acontecimientos. Jams Luca escribi nada por voluntad propia sino por obediencia de sus superiores, en lo que vea claramente tanto la voluntad de Dios como el momento indicado para revelar lo sucedido. Las Memorias, si bien se centran en el acontecimiento de las apariciones tienen un contenido diverso segn el objetivo para que fueron solicitadas. Estos elementos nos explican el por qu la vidente no revel todo desde un primer momento sino a medida que le fue solicitado. As, por ejemplo, lo deja entrever el Prlogo de la Memoria tercera, donde explica qu cosa es el secreto:En obediencia a la orden que V. Excia. Rvma. me da, en carta del 26 de julio de 1941, de pensar y apuntar alguna cosa ms que pueda recordar de Jacinta, pens, y as me pareci, que, por medio de esa orden, Dios hablaba; y que haba llegado el momento de responder a dos puntos de interrogacin que varias veces me han sido mandados, y a los cuales he diferido la respuesta.Parceme que sera del agrado de Dios y del Inmaculado Corazn de Mara que, en el libro Jacinta, se dedicase un captulo a hablar del infierno, y otro, del Corazn de Mara.V. Excia. ciertamente que va a encontrar extrao y sin sentido este mi parecer; pero no es mo. Y Dios har ver a V. Excia. Rvma. que, en ello, est implicada su gloria y bien de las almas.Para ello, tendr que hablar algo del secreto, y responder al primer punto del interrogatorio.Qu es el secreto? Me parece que lo puedo decir, pues ya tengo licencia del Cielo. Los representantes de Dios en la tierra me han autorizado a ello varias veces y en varias cartas; juzgo que V. Excia. Rvma. conserva una de ellas, del R.P. Jos Gonalves aquella en que me manda escribir al Santo Padre. Uno de los puntos que me indica es la revelacin del secreto. S, ya dije algo; pero, para no alargar ms ese escrito que deba ser breve, me limit a lo indispensable, dejando a Dios la oportunidad de un momento ms favorable.[2]3. Tampoco se puede decir que las profecas reveladas por Luca fuesen post eventum (despus de lo sucedido). Estos escritos fueron realizados antes de que se verificaran los hechos, como cientficamente se puede demostrar. Adems, la misma Luca da la explicacin de su silencio:Puede ser, Exmo. y Rvmo. Sr. Obispo, que a alguien le parezca que deba haber manifestado todas estas cosas hace mucho tiempo, porque a su parecer tendra doblado valor algunos aos antes. As hubiese sido, si Dios me hubiese querido en el mundo como profeta. Pero creo que sa no fue la intencin de Dios, al darme a conocer todas estas cosas. Si as hubiese sido, pienso que, en 1917, cuando me mand guardar silencio orden que fue confirmada por medio de los que le representaban, me hubiera mandado hablar. Juzgo, pues, Exmo. y Rvmo. Sr. Obispo, que solamente quiso servirse de m para recordar al mundo la necesidad que tiene de evitar el pecado y reparar a Dios ofendido, por la oracin y por la penitencia.Dnde me tendra que ocultar, para no responder a las muchas preguntas que sobre esto me han hecho? Ahora todava temo, slo al pensar en lo que podra venir. Y confieso que la repugnancia en darlo a conocer es tal, que a pesar de tener presente ante mi la carta en la que V. Excia. me manda apuntar todo aquello que pueda recordar y sentir en mi interior; y que este es el momento sealado por Dios para hacerlo, dudo, con verdadera lucha, si entregar o quemar el escrito. No s an lo que vencer. Ser lo que Dios quiera. El silencio que he guardado ha sido para m una gracia enorme.Qu hubiera sido con la exposicin sobre el infierno? Sin dar con la palabra exacta, para mostrar la realidad pues lo que ahora digo, no es nada, da slo una raqutica idea habra dicho ahora una cosa, luego otra, querindome explicar sin conseguirlo. Formara as, tal vez, una tal confusin de ideas, que vendran quin sabea estropear la obra de Dios. Por eso doy gracias a Dios al mismo tiempo que pienso que todo lo que l hace est bien hecho.[3] 4. Se trata de un secreto guardado al amparo de la Virgen, lo que explica con elocuencia cmo fueron protegidos por Ella para conservar el secreto recibido y cumplir su misin. Hay una ancdota contada por Luca que muestra la confianza que tenan en la proteccin de la Virgen al respecto:Mi madre se afliga cada vez ms con la marcha de los acontecimientos. Por lo que se esforzaba ms an en obligarme a decir que haba mentido. Un da se levant por la maana y me dijo que iba a llevarme a casa del seor Prior:Cuando lleguemos, ponte de rodillas, le dices que has mentido y pides perdn.Al pasar por casa de mi ta, mi madre entr unos minutos. Aprovech esta ocasin para contar a Jacinta lo que ocurra. Al verme afligida, dej caer unas lgrimas y me dijo:Me voy a levantar y voy a llamar a Francisco; iremos a tu pozo a rezar. Cuando vuelvas, ve all enseguida.A la vuelta, corr al pozo y all estaban los dos rezando. Cuando me vieron, Jacinta corri a abrazarme preguntndome qu haba pasado. Se lo cont. Despus, me dijo:Ves? No debemos tener miedo de nada. Aquella Seora nos ayuda siempre. Es nuestra amiga.[4]Que el secreto estuviese al amparo de Nuestra Seora, para Luca significaba guardarlo en su corazn, a imitacin de la Virgen: Excmo. y Rvmo. Seor: a pesar de mi buena voluntad en obedecer, pido que me concedis reservar algunas cosas que porque tambin dicen respecto a m deseara que slo fuesen ledas en los umbrales de la eternidad.V. Excia. Rvma. no extraar que pretenda guardar secretos y lecturas para la vida eterna. No es verdad que, en ello, tengo a la Santsima Virgen como ejemplo? No nos dice el Sagrado Evangelio que Mara guardaba todas las cosas en su Corazn?[5] Y quin mejor que este Inmaculado Corazn nos podra descubrir los secretos de la divina Misericordia? Y, sin embargo, se los llev guardados, como en un jardn cerrado[6], para el palacio del Divino Rey.Todava me acuerdo de una mxima que me dio un venerable sacerdote, cuando yo tena slo 11 aos. Fue, como tantos otros, a hacerme algunas preguntas. Entre otras, me interrog acerca de un asunto del que yo no quera hablar. Y despus de haber deshojado todo su repertorio de interrogantes, sin conseguir obtener, sobre tal asunto, una respuesta satisfactoria; y comprendiendo, tal vez, que tocaba un asunto demasiado delicado, el venerable sacerdote, bendicindome, dijo:Haces bien, hija ma, porque el secreto de la Hija del Rey[7], debe permanecer oculto en el fondo de su corazn.No entend por entonces el significado de estas palabras, pero comprend que aprobaba mi comportamiento, y como no las olvid, las comprendo ahora. Este venerable sacerdote era entonces Vicario de Torres Novas. Su Excia. no sabe bien cunto le agradezco estas palabras, pues hicieron mucho bien a mi alma.[8] Conclusin Como dice Cicern, historia magistra vitae est (la historia es maestra de la vida). Tambin esta historia de la guarda del secreto y de lo que sufrieron los pastorcitos por guardarlo tiene mucho que ensearnos. Viendo la mano protectora de Nuestra Seora que fortaleci de tal modo a tres nios en las tremendas dificultades en las que se vieron por guardar un secreto, cmo no vamos a confiar nosotros de que ella llevar a feliz trmino la obra comenzada?, cmo no vamos a luchar por conservar nuestra vocacin religiosa y misionera, luchando contra todas las adversidades que se presentan y se presentarn, amparndonos siempre bajo el amparo protector de la Virgen Inmaculada?Con Don Bosco, podemos afirmar: Todo lo ha hecho Ella. Al amparo de la Virgen no debemos temer nada. Guardemos seriamente nuestra vocacin y nuestra perseverancia al amparo de la Virgen, y vivamos de acuerdo a las exigencias de nuestro voto de esclavitud mariana, es decir, haciendo todo por Mara, con Mara, en Mara, y para Mara, para mejor hacerlo por Jess con Jess, en Jess y para Jess!Pregunto: Entendemos que la guerra, a pesar de lo duro que pueda resultar el campo de batalla, ya est ganada? Nosotros confiamos firmemente en que al fin su Inmaculado Corazn triunfar, y sabemos que esa Seora es nuestra amiga. Por eso no debemos dejar nunca de decir, con humildad y confianza:Santa Madre de Dios; no desprecies nuestras splicas, oh Virgen gloriosa, y bendita! Bajo tu amparo nos acogemos.No lo olvidemos nunca: No debemos tener miedo de nada. Aquella Seora nos ayuda siempre. Es nuestra amiga.Como no debemos olvidar que lo esencial de los mensajes marianos son: Oracin y penitencia!, por ms que los hombres mundanos no quieran ni or hablar de las mismas.

VI. EL SECRETO DE FTIMA Y LA LUCHA DE LOS SISTEMAS ATEOS CONTRA LA IGLESIAExgesis del texto: La clave de lectura ha de ser de carcter simblico (Palabras de S.E.R. Cardenal Angelo Sodano) Antes de analizar el primer tema de la visin proftica, hay que tener en cuenta la clave de interpretacin dada por el Cardenal Sodano: Este texto es una visin proftica comparable a la de la Sagrada Escritura, que no describe con sentido fotogrfico los detalles de los acontecimientos futuros, sino que sintetiza y condensa sobre un mismo fondo hechos que se prolongan en el tiempo en una sucesin y con una duracin no precisadas. Por tanto, la clave de lectura del texto ha de ser de carcter simblico.[1] Remarco que el Cardenal dijo visin proftica comparable a la de la Sagrada Escritura, porque llama la atencin la alusin que el Papa ha hecho en la homila de la Misa de beatificacin, al captulo 12 del Apocalipsis, que narra la lucha de la Mujer vestida de sol contra el Dragn, un texto de la Escritura netamente simblico. De hecho, ese fue el texto elegido por el Santo Padre para la primera lectura de la Misa de beatificacin.Adems, hizo una aplicacin de este texto en la homila de esa Misa: Y apareci otra seal en el cielo: un gran Dragn (Ap 12,3). Estas palabras de la primera lectura de la Misa nos hacen pensar en la gran lucha entre el bien y el mal, pudiendo constatar cmo el hombre, al alejarse de Dios, no puede hallar la felicidad, sino que acaba por destruirse a s mismo. Cuntas vctimas durante el ltimo siglo del segundo milenio! Vienen a la memoria los horrores de las dos guerras mundiales y de otras muchas en diversas partes del mundo, los campos de concentracin y exterminio, los gulag, las limpiezas tnicas y las persecuciones, el terrorismo, los secuestros de personas, la droga y los atentados contra los hijos por nacer y contra la familia. El mensaje de Ftima es una llamada a la conversin, alertando a la humanidad para que no siga el juego del dragn, que, con su cola, arrastr un tercio de las estrellas del cielo y las precipit sobre la tierra (cf. Ap 12,4).[2]Resulta por dems interesante la exgesis que el Papa hace de este pasaje del Apocalipsis: estas palabras de la primera lectura nos hacen pensar en la gran lucha entre el bien y el mal.Para entender esta lucha, hay que conocer la tctica de Satans. El Papa la record en 1981 a los jvenes universitarios, precisamente unos 15 das antes del atentado. Dijo entonces Juan Pablo II: El demonio existe, tiene un reino y un programa que exigen una estricta lgica de accin, una lgica tal que el reino del mal pueda reinar. Es ms, que pueda desarrollarse en los hombres a los cuales va dirigido La lucha entre el reino del mal, del espritu maligno, y el reino de Dios, no ha cesado, no ha acabado. Ha entrado solamente en una etapa nueva, es ms en la etapa definitiva. En esta etapa la lucha perdura en las generaciones siempre nuevas de la historia humana. Aprended a pensar, a hablar y a obrar con claridad evanglica. Llamad pecado al pecado, y no lo llamis liberacin.[3]El que pueda entender que entienda. Puede quedarnos alguna duda de que la lucha entre el reino del mal, del espritu maligno, y el reino de Dios no ha acabado, sino que ha entrado en una etapa nueva de la historia humana, en su etapa definitiva?Por si alguno le queda alguna duda, me limito a citar de Juan Pablo II una exgesis similar al texto del Apocalipsis sobre la lucha de la Mujer y el Dragn. Es una homila del 15 de agosto de 1984, con ocasin de la Asuncin: La mujer vestida de sol del Apocalipsis de Juan es la mujer que despus el pecado del hombre ha sido introducida en el centro de la lucha contra el espritu de las tinieblas. Habla el libro del Gnesis. Recordemos las palabras de Dios pronunciadas al Tentador: Pondr enemistad entre ti y la mujer (Gen 3,15). Y esto es confirmado en el Apocalipsis: El dragn se puso delante de la mujer que esta por dar a luz para devorar al nio apenas nacido (12,4). Nos encontramos en el punto central de la lucha que se desarrolla sobra la tierra, desde el inicio de la historia del hombre (cf. GS 13). La serpiente del libro del Gnesis, el dragn del Apocalipsis es el mismo Espritu de las tinieblas, el Prncipe de la mentira, que, rechazando a Dios y a todo lo que es divino, ha llegado a ser la negacin encarnada.La historia del hombre, la historia del mundo, se vuelve bajo la presin incesante de esta negacin originaria de Dios llevada adelante por Satans, negacin del Creador por parte de la creatura. Desde el inicio, y desde el momento de la tentacin de nuestros primeros padres, y despus durante todas las generaciones de los hijos e hijas de la tierra, l trata de introducir su non serviam en el alma del hombre. (...) En el centro mismo de la lucha entre el espritu de la negacin de Dios y el servicio salvfico, el Hijo de Dios ha llegado a ser Hijo de Mara[4].

La negacin del Creador por parte de la Creatura de la que habla el Papa en la exgesis que hace del captulo 12 del Apocalipsis, es propiamente la esencia del materialismo ateo. La lucha de los sistemas ateos contra la Iglesia y los cristianos es la moderna versin de la lucha entre el Reino del mal y del maligno y el Reino de Dios. No cabe la menor duda. En el magisterio de Juan Pablo II se menciona muchas veces como un signo de nuestros tiempos. La Seora del mensaje pareca leer con una perspicacia especial los signos de los tiempos, los signos de nuestros tiempos... La invitacin insistente de Mara santsima a la penitencia es la manifestacin de su solicitud materna por el destino de la familia humana, necesitada de conversin y perdn.[5] Estas palabras de Juan Pablo II fueron citadas por el Cardenal Sodano en su comunicacin.En otra oportunidad, explicando el sentido de la fiesta de la Asuncin, el Papa deca: Ella es el signo grandioso que, segn las palabras de san Juan en el Apocalipsis, aparece en el cielo (cf. Ap 12,1). Al mismo tiempo ese signo est unido estrictamente con la tierra. Es ante todo el signo de la lucha con el dragn (cf. Ap 12,4), y en esta lucha releemos toda la historia de la Iglesia sobre la tierra: la lucha contra Satans, la lucha contra las fuerzas de las tinieblas, que no cesan de lanzar sus ataques al Reino de Dios.Esto es, al mismo tiempo, el signo de la definitiva victoria; en el misterio de la Asuncin, Mara es el signo de esta definitiva victoria, de la cual habla el autor del Apocalipsis: ahora se ha cumplido la salvacin, la fuerza y el reinado de nuestro Dios y la potestad de su Cristo (Ap 12,10).[6]Una alusin muy significativa de la lucha de los sistemas ateos dio Juan Pablo en Ftima, a un ao del atentado. Hablando de la maternidad espiritual de la Virgen sobre la Iglesia, se refiri a este aspecto del tercer secreto: desde aquel 13 de mayo de 1917, es difcil no percibir cmo este amor salvador de la Madre abrace en su radio, de modo particular, a nuestro siglo. A la luz del amor fraterno comprendemos todo el mensaje de Nuestra Seora de Ftima. Lo que se opone ms directamente al camino del hombre hacia Dios es el pecado, el perseverar en el pecado y, finalmente, la negacin de Dios. La programada cancelacin de Dios del mundo, del pensamiento humano. La separacin de l de toda actividad terrena del hombre. El rechazo de Dios por parte del hombre. En realidad, la salvacin eterna del hombre est nicamente en Dios. El rechazo de Dios por parte del hombre, si llega a ser definitivo, gua lgicamente al rechazo del hombre por parte de Dios (Cf. Mt 7,23;10,33): a la condenacin.La Madre que con toda la fuerza de su amor que nutre en el Espritu Santodesea la salvacin de todos los hombres puede callar sobre todo lo que mina las bases mismas de la salvacin? No, no lo puede hacer!Por esto, el mensaje de Nuestra Seora de Ftima, tan maternal, es, a la vez, tan vigoroso y decidido. Parece severo. Es como si an hablara Juan el Bautista en las orillas del ro Jordn. Invita a la penitencia. Advierte. Llama a la oracin. Recomienda el rezo del rosario.Este mensaje se dirige a todos los hombres. El amor de la Madre del Salvador llega dondequiera que llega la obra de la salvacin. Objeto de sus cuidados son todos los hombres de nuestra poca, y, a la vez, las sociedades, las naciones y los pueblos. Las sociedades amenazadas por la apostasa y la degradacin moral. El hundimiento de la moralidad lleva consigo las cada de las sociedades[7].Das despus, en la Audiencia general de los mircoles, nuevamente el Papa se refiri a este aspecto de la tercera parte del secreto, con mucha claridad:La peregrinacin a Ftima era una necesidad del corazn y, al mismo tiempo, una manifestacin del camino que sigue la Iglesia, al final de este siglo, como pueblo de Dios ligado a la humanidad entera con el sentido de una particular responsabilidad por el mundo contemporneo.El mensaje que en el ao 1917 ha venido de Ftima, considerado a la luz de la enseanza de la fe, contiene en s la eterna verdad del Evangelio, aplicada particularmente a las necesidades de nuestra poca.La invitacin a la conversin y a la penitencia es la primera palabra y la ms fundamental del Evangelio. Esta palabra jams ha sido prescrita, y en nuestro siglo asume dimensiones particulares delante a la creciente conciencia de la lucha ms que nunca profunda entre las fuerzas del bien y del mal en nuestro mundo humano. Este es tambin el punto central de la solicitud de la Iglesia como testimonian las voces de los Pastores que han indicado la reconciliacin y la penitencia como el tema ms actual ().La amenaza por parte de las fuerzas del mal proviene en particular de los errores difundidos propiamente en nuestro siglo, errores que se apoyan sobre la negacin de Dios y miran a separar completamente de l a la humanidad, impostando la vida humana sin Dios y, aun ms, contra Dios. En el corazn mismo del mensaje que ha salido al inicio de nuestro siglo desde Ftima, se encuentra una penetrante puesta en guardia de estos errores. Las simples palabras, dirigidas a simples nios de campo, estn llenas del sentido de la grandeza y de la santidad de Dios, y del ardiente deseo de la veneracin y del amor debido a Dios solo.De ah tambin la invitacin a acercarse de nuevo a esta Santidad misericordiosa mediante el acto de consagracin.El Corazn de la Madre de Cristo, que est ms cercano a la fuente de esta Santidad misericordiosa, desea acercarse a ella todos los corazones: todo hombre y la humanidad entera, las naciones en particular y el mundo entero.[8] Conclusin: NO OLVIDARSE que el demonio existe, tiene un reino y un programa que exigen una estricta lgica de accin, una lgica tal que el reino del mal pueda reinar La lucha entre el reino del mal, del espritu maligno, y el reino de Dios, no ha cesado, no ha acabado. Ha entrado solamente en una etapa nueva, es ms en la etapa definitiva. En esta etapa la lucha perdura en las generaciones siempre nuevas de la historia humana...No es otra cosa que los dos amores de San Agustn y las dos banderas de San Ignacio. Y nosotros debemos hacer una recta eleccin, momento a momento. Que la Virgen nos ayude siempre!

VII. FTIMA Y LA POCA ACTUALVuelvo nuevamente sobre el tema del punto anterior[1] para subrayar su importancia en la formacin de los jvenes que se forman en nuestra familia religiosa para ser misioneros en el mundo. Aclaro que lo que digo puede aplicarse tambin para la formacin de las religiosas. 1. El drama ms gravePide el Concilio Vaticano II que los seminaristas tengan un recto conocimiento de la mentalidad de la poca actual a fin de estar preparados a tiempo para dialogar con los hombres de su poca.[2]Sin duda que el fenmeno cultural ms impresionante de esta poca es el atesmo en todas sus variantes. De hecho, jams en toda la historia de la humanidad, se dio un atesmo militante como en esta poca. No slo domin la mente de muchos filsofos modernos, sino que, adems, se hizo ideologa y alcanz el poder en muchas naciones de la tierra. Cosa que nunca antes haba pasado con esas dimensiones planetarias.Segn recientes encuestas el atesmo terico est disminuyendo en el mundo, pero no as el atesmo prctico que est creciendo. Ese atesmo prctico es el de aquellos que viven como si Dios no existiese. Se puede percibir en la habitual no referencia a Dios en los medios de comunicacin social , en todos los niveles de la educacin, en los parlamentos, en los medios empresariales y laborales, en los niveles donde se decide la paz o la guerra, en los generadores de opinin...Estimamos que los mejores trabajos, de nivel cientfico sobre el atesmo, fueron publicados por los Padres Cornelio Fabro,[3] Victorino Rodrguez OP,[4] y Mons. Jos Guerra Campos.[5] El estudio de los mismos es imperioso para conocer en profundidad el fenmeno del atesmo, sus races, sus adalides, sus ramificaciones. En especial, la gravedad del principio de inmanencia que, al quedarse en el ser mental, no llega al ser extra mental, y no puede, por tanto, remontarse vlidamente al Principio de todos los seres, al Sumo Ser.Consideramos que, incluso en amplios sectores de la Iglesia, en especial del progresismo de cepa liberal y de cepa marxista, el atesmo sigue impactando culturalmente sin que todava se implementen soluciones de fondo eficaces. Al no tener una formacin slida y al no conocer en profundidad la cultura moderna, con todas sus implicancias, aun los de mejor doctrina, son incapaces de tomar una postura vigorosa y definida frente a la misma y, por tanto, la influencia cultural catlica es casi nula.El atesmo con su negacin de Dios, a Dios no le hace nada. Es como los que balearon imgenes de Jesucristo: a l las balas no le hicieron nada. Todo el atesmo actual, aun elevado a la ensima potencia, no le quita a Dios ni un gramo de su Gloria intrnseca. Ms an, todo el atesmo feroz y militante, lejos de destruir a Dios, trabaja sin que ellos lo quieranpara manifestaci