Farsalia Gredos Introducción

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7/28/2019 Farsalia Gredos Introducción http://slidepdf.com/reader/full/farsalia-gredos-introduccion 1/24 _ __ .. l . 1 .,. LUCANO FARSALIA I N T RODUCC I Ó N GENERAL D E 1 . L UQ UE M ORENO TR A D UC C I Ó N Y NO T AS DE A N T O N IO H OL GA D O R E D ON D O BIBLIOTE CA B Á SI C A GR E DOS

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_ __ ..

l.1 .,.

LUCANO

FARSALIA

INTRODUCC IÓN GENERAL DE

1. L UQ UE MORENO

TR ADUC CIÓN Y NOTAS DE

ANTONIO H OL GADO REDONDO

BIBLIOTECA BÁSICA GR EDOS

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B IB LIO TE CA B ÁSIC A G REDOS

INTRODUCCIÓN GENERALEDITORIAL GREDOS, S. A.

Sánchez Pacheco, 85, Madrid, 2001

Quedan r iguros amen te p rohibida s, bajo l as s anciones e stablecidas

por la ley, la reproducción total o parcial de esta obra P?r

cualquier medio o procedimiento, así como su d¡stn?UClOl1mediante alquiler o préstamo público SIn la au tonza ci onescrita de los t itulares del copyright .

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LAFARSALIA DE LUCANO

A la memoria deA. Holgado y

s. Mariner, con los que aprendí a leerla.

FARSALIA

«Farsalias/efarsalio» es un adjetivo (Pharsalius, -a, -um}que significa «de (procedente o relacionado con) Farsa-

los» (Pharsalus, Pharsalos, - O , una ciudad de Tesalia; el

femenino sustantivado, «Farsalia» (Pharsalia, -ae), designa

la zona, el territorio de Farsalos. La ciudad y su entorno,importantes en la historia de la Grecia antigua, lo fueron

de un modo especial en la de Roma, porque allí tuvo lu-gar el año 49 antes de Cristo la batalla en la que César

venció a Pompeyo, el cual tras la derrota se dirigió hacia

Egiptoyfue asesinado

ydecapitado por el joven Ptolo-meo XIV, hermano de Cleopatra, que de este modo bus-

caba congraciarse con el vencedor.

LA GUERRA CIVIL Y LA PÉRDIDA DE LA LIBERTAD:

LAÉPOCA DE LUCANO

La batalla de Farsalia fue un acontecimiento decisivo

no sólo en la lucha entre ambos generales, sino en la larga

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x LUCANO

historia de las guerras civiles que desde comienzos del si-

glo 1 a. C. zarandearon la nave del estado romano y cuyo

resultado final fue la concentración de todo el poder en

manos de un solo hombre; Octavio, en efecto, terminó

acumulando en su persona todo tipo de títulos y cargos,estableciéndose así una especie de régimen monárquico

bajo la apariencia de la restauración de las instituciones

republicanas. Dichas instituciones y poderes quedaban en

manos de un hombre, que oficialmente era sólo princeps,

es decir, el primero de los senadores y de los ciudadanos,

pero que de hecho era un monarca: él reclutaba y convo-

caba al senado, que además de elegir a los magistrados

administraba las provincias senatoriales y el tesoro públi-

co (aerarium populi Romani), Él administraba las finan-

zas (fiscus), controlaba a los caballeros, nombraba direc-tamente a los funcionarios y monopolizaba el mando de

las tropas pretorianas. Un grupo de amigos personales

(los amici Caesaris) le servirían de asesores.

Siglos de luchas entre ciudadanos, de guerras entre

facciones que desde distintas posturas decían defender

las libertades republicanas habían acabado poniendo fin

a dichas libertades.

Octavio César Augusto (27-14 d. C.) llevaría a cabo en

lo exterior una política defensiva de consolidación de las

fronteras del Imperio; la política interna la articularía entorno a una idea rnesiánica de restauración de las cos-

tumbres romanas públicas y privadas, una vez superado

el fantasma de la guerra civil y de tanta sangre fraterna

derramada.

¿A dónde, a dónde, criminales, os precipitáis? ¿Por

qué se ajustan a vuestras diestras las espadas que esta-ban envainadas? ¿Es poca la sangre latina derramada

sobre los campos y sobre Neptuno, no para que el roma-

no incendiara las soberbias fortalezas de Cartago que

tanto nos odió o para que el britano, sin tocar hasta aho-ra, descendiera encadenado por la Vía Sacra, sino para

INTRODUCCIÓN GENERAL XI

que, secundando votos de los Partos, pereciera esta ciu-

dad bajo su propia diestra?Ni los lobos tuvieron nunca este comportamiento, ni

los leones fieros, si no era contra un desigual.

¿Os arrastra una locura ciega o una fuerza aún más

fuerte, o la culpa? ¡Dadme respuesta!Callan y una blanca palidez tiñe sus rostros, al tiem-

po que sus mentes sacudidas quedan estupefactas.Así es: amargos hadas acosan a los romanos y el

crimen de una muerte fraterna, según fluyó a tierra, sin

que lo mereciera, la sangre fresca de Remo, maldita para

sus nietos.

Así expresaba sus sentimientos sobre las guerras civi-

les un poeta del círculo de Mecenas, estrechamente vin-

culado a Augusto y a su empresa, Horacio l.

Con los sucesores de Augusto, la llamada dinastía o

familia de los Julio-Claudios 2, se fue consolidando el po-

der omnímodo del princeps, en medio de una tupida red

de intrigas familiares y palaciegas.Nerón, el emperador con el que Lucano compartió sus

días, subió al trono (54) gracias a las artes de su madre

Agripina, la esposa de Claudio. Aun así, parece ser que

sus cinco primeros años de gobierno (el denominado

quinquennium Neronis), cuando se movía aún bajo la in-

fluencia de Séneca, su preceptor (para ello lo había hechovolver del destierro Agripina), y de Burro, el prefecto del

pretorio, fueron ejemplares e hicieron concebir esperan-

zas de justicia y generosidad 3 ; esperanzas que no tarda-

IOn en quedar frustradas por un despotismo sin trabas

que en sus monstruosas arbitrariedades alcanzó cotas in-

sospechadas: asesinatos (de su hermanastro Británico, de

su madre Agripina, de su hermanastra y esposa Octavia, y

1Epodo 7.

2 Tiberio (14-37), Calígula (37-41), Claudio (41-54) y Nerón (54-68).3 Según, por ejemplo, las enseñanzas de SÉNECA en sus tratados De

ln-neficiis y De clementía.

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XII LUCANO

quizá de su hasta entonces consejero, el prefecto Burro),

procesos de lesa majestad, incendio de Roma, etc. Una

primera conjura contra él, la de Pisón (65), fue descubier-

ta y sofocada; recibieron orden de suicidarse cuantos re-

sultaron sospechosos de haber participado, entre ellos Sé-

neca y Lucano.Contra los desmanes de Nerón continuaron produ-

ciéndoselevantamientos republicanos; al que cristalizó

en las Galias en torno a G. Julio Víndice se unieron (año

68) Galba, gobernador de la Tarraconense, y Otón, de Lu-

sitania. Ese mismo año terminaría Nerón sus días suici-

dándose, tras haber sido depuesto por el senado, que pro-

clamó emperador a Galba. Pero unos meses más tarde, en

enero del 69, Galba es asesinado por los pretorianos, que

proclaman en su lugar a Otón. El mismo año las legiones

de la frontera del Rin proclaman a Vitelio, quien derrota

en Bedriaco, cerca de Crernona, a las tropas de Otón, elcual puso fin a su vida. El mismo Vitelio, vencido, a su

vez, en el mismo sitio por las tropas de Oriente y del Da-

nubio que actuaban en nombre de Vespasiano, general

del ejército de Judea, será asesinado en Roma en el mesde diciembre.

Flavio Vespasiano inaugura así una nueva dinastía de

emperadores (los Flavios) y abre una nueva esperanza pa-raRoma.

He aquí, pues, las consecuencias de las guerras civiles

romanas, de la guerra civil que dio tema a la Farsalia. Heaquí, consecuencia de aquellas guerras, la época en que

vivió, se formó y escribió Lucano. He aquí el fruto de más

de un siglo de luchas fratricidas y de ambiciones perso-

nales que, bajo la bandera de distintos ideales y princi-

pios republicanos, terminaron dando muerte a la propia

República, a la libertad. La añoranza de dicha libertas era

cada vez más amarga entre quienes, bien por sus intere-

ses aristocráticos, bien por sus principios morales y polí-

ticos, se resistían a aceptar la situación que estaban so-

INTRODUCCIÓN GENERAL XIII

portando. Si volvían la vista atrás no podían dejar de en-

contrar las raíces de los males presentes en la guerra civil,

en la discordia entre ciudadanos de una misma patria. La

sangre de hermanos derramada por los propios hermanos

pesaba sobre Roma como una maldición:

Son más benignas que nuestra ciudad

Aulide y la salvaje tierra de los tauras.

Allí se aplaca con sangre de extranjeros

elpoder de los dioses;

Roma disfruta derramando la sangre de sus ciudadanos.

Con estas palabras, puestas en boca del coro que llo-

raba el asesinato de la hija de Claudio a manos de su es-

poso Nerón, se cierra la tragedia Octavia, ligada, como es

bien sabido, estrechamente a la persona de Séneca.

Un momento crucial en esta secular escalada fratrici-da había sido la derrota que César infligió a Pompeyo en

los campos de Farsalia. Farsalia personificaba, pues, la

guerra civil:

¿Qué locura, ciudadanos, qué desenfrenado abuso de las

armas es ése de ofrecer la sangre latina a pueblos odia-dos? Y, cuando debía despojarse a la orgullosa Babilonia

de los trofeos ausonios y la sombra de Craso andaba

errante sin haber sido aún vengada, ¿os plugo emprender

unas guerras que no iban a proporcionaros ningún triun-

fo? ¡Ay,qué de tierras y mares hubieran podido conquis-

tarse con esta sangre que empapó las diestras de unosconciudadanos ... Ya hubieran sido subyugados los seres,

el Araxes bárbaro y hasta las poblaciones, si las hay allí

afincadas, que conocen el nacimiento del Nilo. Después,

si tamañas ansias tienes, Roma, de una guerra impía,

una vez sometido el orbe entero a las leyes latinas, vuel-

ve tus manos contra ti ... Ahora, en cambio, el hecho es

que en las ciudades de Italia amenazan ruina los edifi-

cios, con sus techumbres a medio caer; grandes bloquesde piedra yacen al pie de las murallas derrumbadas, las

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XIV LUCANO

casas se encuentran abandonadas, sin que nadie las

guarde, y en las antiguas ciudades sólo vaga algún queotro habitante ... Italia está erizada de malezas, no se la

ha arado en muchos años y faltan manos para los cam-pos ... las profundas de verdad son las heridas de brazosde conciudadanos 4.

LA "FARSALIA" O LA «GUERRA CIVIL»

La guerra civil, viva aún en la conciencia de quienes

se sentían víctimas, en último término, de sus resultados,

venía siendo tema de prosistas y poetas de la época: sin ir

más lejos, el propio Lucano debía de conocer las Historias

escritas por su abuelo Séneca, que abarcaban desde los

años de la contienda hasta el momento presente y quecon toda probabilidad estaban planteadas desde esta mis-

ma óptica de reconocer en los males de hoy el fruto de

otros males de ayer. Y debía de conocer igualmente la tra-

gedia Las fenicias de su tío Séneca, en la que se ponían en

escena las luchas fratricidas entre Eteocles y Polinices.

Obras como éstas tuvieron que influir en Lucano cuando

decidió tomar como asunto de su epopeya una parte dedicha guerra civil.

La Farsalia es así un poema épico en el que un hom-

bre que vivió y padeció bajo Nerón relata en clave poética

la guerra civil que, aunque finalizada varias generaciones

antes, aún hacía sentir sus horrores.

Por diversos motivos la Farsalia es una obra singular y

relevante en la literatura latina conocida; singular en cuan-

to que única obra conservada de su autor, singular en la li-

teratura romana de época julio-claudia, singular en la his-

toria de la poesía épica latina, por su concepción y plan-

teamiento al margen de los cánones del género; relevante

4 Farsalia 18-32 (trad. A. HOLGADO).

INTRODUCCIÓN GENERAL XV

1)( J J " su temática y sus valores como fuente historiográfica.

1" ir su significado político, filosófico y religioso y por su

',cntido humano, en cuanto que testimonio de un hombre,

dc unos hombres, en una experiencia humana concreta.

Presenta la Farsalia algunos problemas de difícil solu-

.ión. entre ellos el del propio título de la obra.

I.J título

Farsalia es el título consagrado en una larga tradición

'lile remonta a la Antigüedad e incluso, posiblemente, al

propio Lucano, que en un controvertido pasaje del libro

1X, dirigiéndose a César, escribió: "los que vengan des-

pués nos leerán a ti y a mí; nuestra Farsalia vivirá y no

Il()S condenará a las tinieblas generación alguna» 5.

En cambio, los biógrafos antiguos de Lucano se refie-

rcn al poema simplemente como "Guerra civil». Y ade-111<1S tanto los manuscritos en que la obra ha llegado hasta

uosotros como los comentaristas la titulan «Guerra civil»;

('S lo que suelen hacer los editores modernos, bien en n~-

iuinativo (<<Laguerra civil», Bellum ciuile}, bien en ablati-

vo (eAcerca de la guerra civil», De bello ciuili), bien, in-

cluso, en genitivo (eLibros de la guerra civil», Belli ciuilis

lihri}.En cualquier caso, Pharsalia, fuese o no el título que

l" poeta le puso a su obra, es una palabra clave en dicha

<

-bra: Pharsalia, por tanto, en el poema de Lucano no es:,implemente el nombre de un lugar, ni el nombre de una

5 IX 985 s. (uenturi me teque legent; Pharsalia nostrall uiuet et a nullo

t.-nebris damnabimur aeuo}. Para pensar en la posibilidad de que-en este

p"saje el término Pharsalia es eco del título de la obra habría que ernpe-

t;1I- interpretando los plurales «nuestra» [nostra} y «nos condenará»

t.lamnabimur] como plurales de autor referidos s610 a Lucano y no co-

1110 plurales normales referidos a Lucano y a César, en cuyo caso Pha:-

"día habría que entenderlo más bien referido a la batalla: «la Farsalia

<ile tú ganaste y yo canté».

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XVI LUCANO

batalla; es la palabra que encarna la pérdida irremisiblede la libertad del pueblo romano.

Contenido y disposición interna

Unasegunda cuestión pendiente en la Farsalia es la de

su contenido, extensión y estructura. Tal como ha llegadohasta nosotros, e l poema narra en diez libros, sin trasto-car la secuencia cronológica, lo acaecido en la guerra civilentre César y Pompeyo desde sus comienzos hasta la lle-gada de César a Alejandría, es decir, prácticamente lomismo que la Guerra civil de César. Ello ha hecho pensara algún crítico que lo que ha llegado a nosotros es elpoema completo, tal como lo escribió Lucano: el poema,que narra la derrota y muerte de Pompeyo, se abriría ycerraría con la figura de' César, estaría además estructu-

rado en dos bloques de cinco libros, al igual que laEneidalo estaba en dos de seis, y constituiría una especie de ré-plica poética en verso de la narración historiográfica deCésar 6

.

Esta interpretación, sin embargo, se enfrenta a gran-des problemas, como son el que la obra termina brusca-mente, dejando sin cerrar el episodio final, o el que el li-bro X sólotiene 546 versos cuando, a excepción del 1, queconsta de 695, todos los demás superan los setecientos.Todo lo cual, unido a otras cuestiones de planteamiento,articulación y unidad estructural del poema, lleva a pen-

sar a lamayoría de los estudiososque la obra no seha con-servado completa o que simplemente quedó interrumpidapor lamuerte prematura del autor.

6 Los añadidos finales (X 52 2 ss.), ausentes en la obra de César,

vendrían requeridos por el deseo de completar la imagen que el poeta

pretende dar de los dos protagonistas.

INTRODUCCIÓN GENERAL XVII

()(ros problemas

yquedan aún dos interrogante s más, planteados porel propio arranque del poema: me refiero al de la autoríade los siete primeros versos del libro primero y al del sen-t ido del elogio a Nerón, que ocupa los versos 33 a 66 de

ese mismo libro. Ambos problemas, objeto de largos de-bates, guardan entre sí cierta relación.

1. Los siete primeros versos

Las dudas sobre la autenticidad de los versos iniciales(aunque, al parecer, se difundieron a partir del siglo IX)

provienen de afirmaciones de los comentaristas y biógra-fos, que hablan, por ejemplo, de que Lucano había encar-gadoa su padre la corrección de algunas partes del poemao de que, en concreto, estos versos habrían sido introduci-dos por Séneca o por un hermano del autor para paliar el

comienzo ex abrupto que supone el verso octavo. En épocamoderna sehan hecho también conjeturas, como la de queel poeta al final de sus días hubiese escrito estos siete ver-sos para que sustituyeran al anterior proemio (versos 8-66)que contenía el elogioa Nerón; luego,por error, se habríancolocadodelante de esta introducción y no en lugar de ella.Losestudios realizados a lo largo de este siglo (estudios detipo interno, conceptuales y, sobre todo, formales) inclinan,sin embargo, la balanza a favor de la autenticidad y perti-nencia de estos sieteversos iniciales.

2.El elogiodeNerón.En cuanto al hiperbólico elogioa Nerón que figura en

los versos siguientes, es normal que haya escandalizadodesde siempre, dado el carácter esencialmente antinero-niano de la obra. Es más, semejante inconsecuencia es-candalosa no ha dejado de afectar a la imagen del propioLucano: ¿cómoun hombre que profesa el republicanismopuede alabar no ya a un emperador sino nada menos quea Nerón?

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XVIII LUCANO

Las dificultades de este elogio se ha intentado sal-vadas, por ejemplo, interpretándolo en un sentido iró-nico y viendo en él alusiones veladas a las taras físicasdel emperador o ataques contra sus lacras morales. Noes ésta, sin embargo, la orientación más arraigada entre

los críticos modernos, quienes, ante la falta de consis-tencia de dicha interpretación negativa del elogio, lo re-conocen como tal elogio, explicándolo de diversos mo-dos: hay quien ve en él una especie de propuesta oexhortación al emperador para que, en lugar de actuarcomo un monarca helenístico orientara sus pasos en lalínea de la tradición política romana; todo ello eviden-temente con una crítica implícita a los antecesores,Claudio y Calígula. Otros han dado a este elogio un en-foque astrológico, con ecos de las Geórgicas o de la Bu-

cólica cuarta de Virgilio, o lo han interpretado desde la

perspectiva de una apoteosis de Nerón, en la que el em-perador sería asimilado a Hércules, bajo la influenciadelHércules en el Eta de Séneca, y asociado con Augusto,a través de una serie de reminiscencias de Virgilio, Ovi-dio y Manilio. Sin embargo, la opinión más extendida y,a la vez, la más sencilla y sensata es la de quienes ven enestos versos un simple tópico, una dedicatoria conven-cional, como la deVirgilio a Augusto al comienzo de lasGeórgicas, hecha con-los modos y maneras de la época.Un elogio así no tiene por qué ser un elogio sentido. Pe-ro, es más, tampoco tiene por qué ser no sentido esteelogio de Lucano; pudo muy bien haber sido escrito enépoca temprana, cuando el poeta no sólo era amigo deNerón sino que posiblemente compartía con tantos otroslas esperanzas e incluso el entusiasmo que habían susci-tado su advenimiento y su conducta durante los prime-ros años.El hecho de que en el resto de la obra no se vuelva a

mencionar aNerón concordaría con las progresivas re-servas y el desencanto progresivo que la conducta del

INTRODUCCIÓN GENERAL XIX

emperador debió de ir provocando en el poeta y su entor-110. El que ante dicha desilusión y, sobre todo, ante la di-scnsión abierta y el enfrentamiento a que llegó el poetacon Nerón no cambiara lo escrito previamente se podríaentender por el hecho de que los tres primeros libros cir-n daban ya desde antes. Esta publicación fragmentada y,sobre todo, póstuma, haría comprensible que quienes si-guieron editando la obra ya completa optaran por no al-tcrar lo que el poeta había dejado y era además ya cono-vida del público.

LA IDEOLOGíA DE LA "FARSALIA"

Como se ve, el espinoso problema del elogio a Nerón

al comienzo del libro primero conduce al problema de laedición de laFarsalia y éste, a su vez, al de la ideología delaobra y de su autor.Es una opinión extendida, ya desde alguno de los an-

Iiguos biógrafos, que elpoeta publicó envida tres libros yque los otros siete se editaron tras su muerte. Común-mente se entiende que dichos tres libros publicados por elpropio poeta fueron los tres primeros: los habría dadol.ucano a la luz en los años de su amistad con Nerón, locual explica que en ellos no se advierta nada en contra delImperio y de lo que desde el poder se podía pensar acercadc la pasada guerra civil; en esa tesitura no desentonaríael elogio del prólogo que acabamos de comentar. Luego,«uando los lazos entre los dos poetas se fueron enfrian-do o se vieron rotos por los celos del poeta-emperadory cuando los desmanes de éste dieron lugar al desencantoy a la rabia en quienes se sentían víctimas, habría com-puesto Lucano el resto de los libros, abiertamente contra-rios a la situación y fervorosamente republicanos.

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xx LUCANO

Sin embargo, esta diferencia entre los tres primeros

libros y los demás no es tan evidente. Prueba de ello son

las numerosas propuestas que han ido haciendo los estu-

diosos a la hora de identificar los tres libros supuesta-

mente editados en vida de Lucano: no todos, en efecto,

defienden que fueran los tres primeros; hay incluso quienno habla de tres, sino de cuatro.

No parece, por tanto, admisible ninguna de las hipó-

tesis dualistas. La Farsalia se muestra; más bien, como

una obra ideológicamente unitaria.

IDEAS POlÍTICAS DE LUCANO

y esto nos lleva a preguntamos por la ideología de

Lucano; ¿cuál era la causa del poeta? ¿Era un republica-no? Casi nadie ha creído probable que lo fuera de naci-

miento. A muchos, en cambio, sí les ha parecido que lo

fuera de convicción, ante su ruptura con el emperador;

una especie de republicano engendrado por el propio Im-

perio; un republicano quizá meramente nostálgico, aun-

que también es posible que lo fuera en la práctica, con-

vencido de que se podía restablecer la República si se

conseguía acabar con la tiranía de Nerón.

La ruptura de Lucano con Nerón es indudable y no

sólo por celos literarios sino por la degeneración de éste,

en modo alguno compatible con la rectitud de vida delpoeta y con su sincera militancia estoica. Esta ruptura

tuvo sin duda que exacerbar su añoranza de la libertad y

su rechazo de la tiranía.

Pero de ahí no parece lícito deducir en Lucano una

ideología republicana. Antes al contrario, lo verosímil es

que el poeta no fuera republicano, como tampoco lo era su

tío Séneca, que se había mostrado sin paliativos a favor del

«principado», que era un monárquico y lo era además por

INTRODUCCIÓN GENERAL XXI

, . u ivi c c ión , consecuente con sus principios estoicos, no por

1 '·'¡I',lIación. ante el fracaso de las tentativas de restablecí-

1 1 11 " 1 1lo de la República que había visto 7.

Séneca, como probablemente Lucano y la mayoría de1 .\ )'ellte de la época, no identificaba ya Principado con ti-

1,1111;\, como tampoco unía necesariamente la idea de li-t. 11 as a la de República.

El «republicanisrno» de Lucano, como el posterior de

1J( do, no es tanto un auténtico ideado republicano cuanto

, 1 r vchazc implacable de los excesos del princeps, la rabia

,·1lamento de la libertad perdida 8, la añoranza fervoro-

. , . l c - dicha libertad, arruinada por las guerras civiles. Se

, 'lillprende que esta defensa de la libertad hasta la muer-

1,' 1" ir parte del joven poeta Lucano, víctima de Nerón,11.1\ ' ;1 propiciado la imagen romántica de un campeón del

1 'I'llblicanismo frente a la tiranía y a la dictatura, pero

,,1.\ claro que dicha imagen no pasa de ser un espejismo,'1,'111) a un mínimo rigor histórico.

i\ lo largo de las décadas transcurridas desde el final

,1 , la República había tenido que ir madurando en las es-

, u c -l as filosóficas una reflexión sobre la nueva forma de

1" .hicrno: una reflexión que debió de concretarse progre-

.rv.unente en una actitud de reserva o recelo ante el nuevo

.r.tcma y, sobre todo, ante las actuaciones de los empe-

I .u IInes, cada vez más alejadas de los dictados de la «Vir-Il\(>} estoica.

Es éste el espíritu que alienta en la Farsalia y muchas,1 , las grandes obras de la literatura romana de la época:

, 11 It is versos del moralista Persio, el amigo de Lucano, en

1 , , ', escritos morales de Séneca, en las sátiras de Juvenal o

, 11 l.is obras históricas de Tácito.

1 Por ejemplo, la que tuvo lugar el año 41, tras el asesinato de Calí-1' 111. ,

x Véanse los versos 432 ss. del libro VII.

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XXII LUCANO

y éste debió de ser el espíritu que respiró Lucano

desde niño en su familia. Así, para él, la «Virtud», la mo-

ralidad estoica, es el valor supremo; a ella se subordina

incluso la Libertad, que recibe su valor, sobre todo, del

hecho de que la falta de libertad, la esclavitud (que en sí

misma no es un mal), entraña la maldad del dominio, de

la tiranía. Esta Libertad por la que clama la aristocracia

romana estriba para la mayoría ante todo en la legalidad,

en la legitimidad, para muchos, como Lucano, en la Vir-

tud.

Con este ideario sustancialmente estoico entronca, co-

mo enseguida vamos a ver, uno de los rasgos más carac-

terísticos de la Farsalia: su llamativa ausencia de héroes

contra lo que sería de esperar en un poema épico.

y si estoica es la base del ideario moral y político de

Lucano, estoicos son también los cimientos de su actitud

religiosa o teológica.

PRINCIPIOS RELIGIOSOS Y FILOSÓFICOS DE LUCANO

La base estoica de la actitud religiosa de Lucano es

indudable; todos la reconocen por encima de las contra-

dicciones que supone el que, mientras admite la tutela

providente de los dioses y se dirige a ellos interrogándo-

los o incluso en actitud suplicante, se muestre a vecesimplicado en vulgares supersticiones o llegue incluso a

negar la existencia de dichos dioses (VII 445 ss.) o a con-cebirlos desentendidos de este mundo (VII 454 s.).

Se diría que en la actitud religiosa de Lucano se mez-

clan y entrecruzan componentes populares, epicúreos o

escépticos, pero articulados siempre en una trama gene-

ral de indudable naturaleza estoica. Tan evidente es ese

predominio de lo estoico que se ha podido llegar a decir

que Lucano concibió su Farsalia con un sentido trascen-

INfRODuccrÓN GENERAL XXIII

'!.-"le, que los horrores de la guerra civil habrían sido pa-

,., e: trasunto de las penalidades por las que ha de pasar

, I 11 < imbre hasta alcanzar el ideal estoico de la sabiduría.

Pero aun sin llegar a tanto, es innegable que la estruc-

1 1 1 1 : 1 religiosa de la Farsalia se asienta sobre los tres pila-

,,'. básicos de la teología estoica, tal como debió de apren-,1 , Tia ante todo de su tío, Séneca: la divinidad providente

11 I"/IS, prouidentia), el hado (fatum) y la fortuna (fortuna).

l.ucano, por supuesto, no es un creyente; no cree en

1 , , ' , dioses de la mitología, como tampoco creía desde ha-

, 1.1 Iiernpola sociedad romana.

Corno buen estoico tiene la idea de un dios único, que

, I puede personificar en Júpiter, que todo lo domina y

)"'¡ -icrna. Con esa idea de dios se combinan la del Hado

Ilat um] como algo inexorable en el devenir del universo

, 1 ( · la historia del hombre y, junto a él e incluso a veces

, • " 1 1 <) ejecutora de sus designios, la Fortuna, siempre ar-1 ' 1 1 , .uia, caprichosa, mudable, injusta e incluso cruel en

. " .i-.rones: Fortuna que unas veces, como solía ocurrir en

l." historiadores. queda asimilada al puro azar, a la tyche

)'1 '<")':1, y que otras veces se concreta y díversífica como

1, '1 1IIIa personal de un individuo.

l'ales Fatum y Fortuna no son, al fin y al cabo, más

, 1"" manifestaciones de la providencia (prouidentia) de

,1 " 1" que rige el mundo y al hombre con plena sabiduría y

I' ,.I/lia, aunque el hombre no siempre lo comprenda y se

l'

II(

·1(' por ello en contra; como se rebela el propio Luca-11" "1 1 la Farsalia. ¿Cómo puede querer dios esta guerra

, 1\11 que arruina a Roma? ¿Cómo puede la fortuna fa-

" 1 '( 1] la causa de César, que es la peor para Roma? Es,

,"".ISni menos, el problema del mal y el problema de la

1 1 1 " It.«l humana ligados entonces, como,ahora y tomo

l'Illpt, al problema de Dios.

N" hay que olvidar tampoco la insistencia con que en

1 , tursalia se' subraya la simpatía entre microcosmos y

111." Il>cosmos, otra de las líneas maestras del pensamien-

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XXIV LUCANO

to estoico, la correspondencia entre la estructura psicoló-

gica de la persona, la organización política del estado y el

orden del cosmos. Fortuna, [atum, prouidentia, dios, los

componentes o aspectos fundamentales de la teología es-

toica, articulan, por tanto, la trama religiosa de la Farsa-

lia. Bien es verdad que no siempre dentro de la ortodoxiade la escuela ni siempre claramente distinguidos unos de

otros. Pero estas irregularidades, unidas a las contradic-

ciones casi heterodoxas a que me referí antes, pueden ser

reflejo del entorno filosófico-teológico de la época o de la

inquieta juventud de Lucano, sin edad suficiente para ha-

ber alcanzado la serena solidez de un hombre maduro.

Todo ello además sin olvidar que los principios filosó-

fico-teológicos no son aquí un fin, sino sólo un medio; no

hay que perder de vista que la Farsalia, del mismo modo

que no es un informe histórico, tampoco, o mucho menos,

es un tratado de filosofía o teología; es simplemente unrelato poético, una epopeya. El componente filosófico-

religioso no está aquí tanto por sí mismo cuanto para

apoyar la trama dramática, caracterizar a los personajes o

potenciar el sentido de los acontecimientos y situaciones,

es decir, simplemente en función de la estructura litera-

ria, de la expresión poética.

LUCANO

Por todo lo dicho hasta aquí sobre el tema, los conte-

nidos, la intención, el sentido o la ideología de la Farsalia

habrá podido el lector empezar a hacerse una imagen de

su autor; la Farsalia no contiene noticia alguna autobio-

gráfica y, sin embargo, resulta, como pocas otras, una obra

fecunda en indicios y sugerencias sobre el poeta, sobre su

ideario político (y con él su peripecia personal), sobre su

credo literario. Es más, la Farsalia con su polémica enti-

INTRODUCCIÓN GENERAL XXV

,1"I política y literaria ha condicionado desde siempre la

"'LI¡',endel autor, que ha resultado más favorable o más

1" r-, l iI según los sentimientos que fue provocando la obra,

1" 1IIIcra en los biógrafos y luego en los estudiosos e in-1" pides de dichas biografías.

Sobre otros aspectos de la vida de Lucano estamos, , 1 . 1 1 ivamente bien informados por otras fuentes. Aparte

.t, LIS noticias que de él dan escritores de la generación

'l'llicnte, como Marcial (VII 21) o Estacio (Silvas II 7) ol." 110 (Anales XV 49, 3; 56, 4; 58, 1; 70, 1), han llegado1,.,',la nosotros tres Vidas (las Vitae Lucani); de ellas dos,

" ' 1 . 1 que parece fundamentada en Suetonio y otra anóni-

"1.1, muy próxima a la anterior, le son hostiles; la tercera,

di 1buida a Vacca 9, tiene tono encomiástico l0; estas dife-

,"'iias de enfoque pueden ir en último término ligadas a

l.i. posturas, también encontradas, que adoptaron frente

" '.11 lío Séneca los historiadores contemporáneos, los cua-

l, .. a su vez, debieran servir de fuente a los de épocas pos-

1,', I(nes ".

Sabemos así que Marco Anneo Lucano nació en Cór-,1,,ha el día tres de noviembre del año 39 d. C., en el seno

, 1 , · unas familias más que destacadas en la vida cultural y

, " la política de la época: su madre, Acilia, era hija de

\, dio Lucano, un orador ilustre y bien relacionado entre

1 , , ', funcionarios romanos de la Bética; de su abuelo rna-

'1 Oue, según algunos, era español e incluso puede que ligado a la

I ""di,, de los Anneos; otros, en cambio, lo sitúan en los siglos posterio-,,', 111, I VYhasta VI.

10 Disponemos además de otras Vidas, pero procedentes ya de la, 1 ,, , , ,, , de diversos humanistas.

[[ 1.ucano, así, después de la muerte, siguió ligado a su tío Séneca,

,," quien tan estrecha relación tuvo en vida; es más, lo mismo que al

"., ',< lo acusó siempre de haber llevado una vida contradictoria con la

.[..,nina que predicaba, también a Lucano, como enseguida veremos, se

t. . ,dumnió, achacándole una conducta miserable absolutamente con-

" " ' '1 a los ideales que había cantado en su Farsalia.

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XXVI LUCANO

terno tomaría como tercer nombre (cognomen) el de «Lu-

cano». Por parte de padre era nieto nada menos que de

Lucio Anneo Séneca, el retar, el llamado «el viejo», y so-

brino de Lucio Anneo Séneca, el filósofo, y de Lucio An-

neo Novato, hombre también influyente en Roma por sus

cargos, su riqueza y su formación oratoria. Su padre, Mar-

co Anneo Mela, del rango ecuestre, aunque se mantuvo

más al margen de la vida pública, no dejó de brillar por

su saber, su dinero y sus influencias.

Fruto de este contexto familiar fue sin duda la forma-

ción, la ideología y la trayectoria personal, política e in-

cluso literaria de nuestro poeta.

En Roma desde los ocho meses', uniría a unas dotes

naturales extraordinarias (todas las fuentes concuerdan

en su precocidad) la más. esmerada educación; recibió en-

señanzas del gramático Remio Palemón y del filósofo es-

toico Anneo Cornuto, en cuyas lecciones tuvo por condis-cípulo a Persio, el famoso autor de sátiras, a quien siempreadmiró y tuvo por amigo. Pero su principal maestro y mo-

delo debió de ser su tío, Séneca, que aún tuvo tiempo de

encariñarse con él antes de su destierro a Córcega en el

año 4112 y que, al regresar en el 49 para hacerse cargo de

la educación de Nerón, tomó también sobre sí la de su

querido sobrino, que por entonces contaba ya diez años,

dos menos que el futuro emperador.

Como la mayoría de los jóvenes acomodados, comple-

taría luego su formación en Grecia. Cuando en el año 54

sube Nerón al trono, bien por instigación de Séneca, bien

porque el talento y los méritos de Lucano (tenía ya quince

años) habían llegado a sus oídos, lo hizo regresar a Roma

y lo incorporó a su corte de amigos (cohors amicorum).

En aquellos círculos de poetas y de artistas, tan del gusto

12 Las gracias, el parloteo y la viveza del pequeño las recomendaría

Séneca como consuelo a su madre, Helvia (la abuela de Lucano): Con-

solación a Helvia XVIII 4,

INTRODUCCIÓN GENERAL XXVII

1. 1J¡-¡{1I1, debió de hacerse notar pronto el talento del jo-

. " luvano. El reconocimiento oficial no tardaría en lle-

, 11 l. ,'11 el año 60, en las competiciones poético-musica-

l. •I H' tuvieron lugar dentro de los Juegos (Neronia)

· l' " ' l O P «-nales instituidos por el emperador, músico y poe-

" 1,', iI(')con gran éxito una «Loa de Nerón»(Laudes Ne-

, "11 " )

1llIllcdiatamente, recién superados los veinte años (an-

1, 1" 'llanto, de la edad legal), parece que fue nombrado• 11, ',I(lr y augur.

1'",,) esta carrera fulgurante de Lucano no iba a tar-

, 1 " "11 I ropezar con escollos insalvables, 'los de los des-

,,' ",.', de Nerón. Burro había muerto, puede que envene-" "1,, ,,1 año 62 y las relaciones entre el emperador y

, , , ' o ,1 iban de mal en peor. Y otro tanto debía de ocurrir

, ,,' , lucano, en cuyo caso es posible además que se aña-

, 1 " " 1;1 envidia ante sus éxitos literarios y su renombre1" .•11<'. cuando ya tenía que tener compuesta parte de la

!i ! ',dill El poeta, por su parte, sin arredrarse ante Nerón

.11',pt>derosos seguidores, parece que compuso poemas

• 1) • 'H lira de ellos.

I111M10, como su tío Séneca, fue VÍctima de las repre-

"""", 'lile siguieron a la fallida conjuración de Pisón del, l). ,(,") No parece creíble, como supone alguna de las bio-

" , t i " " ' . que interviniera activamente en dicha conjura con-I¡ , , 1 CIIlperador, Tampoco parece probable lo de que de-

"" tu

r.ti;1 a su madre Acilia con la esperanza de congra-

, 11 ',1'1()ll quien era un matricida 13; puede incluso que se

" ¡ J 1\.1de una calumnia del propio Nerón para despresti-

, , " . 1 pllcta. El hecho es que, forzado a suicidarse, lo hi-

" 'I·,!;,I que su tío, Séneca, abriéndose las venas y reci-

, I;n>l¡',cn esta noticia tanto una de las biografías como el propio

"" t+nales XV 56); aunque de las propias palabras de Tácito (XV 71),,1, , '1"(' «a Acilia, madre de Anneo Lucano. se la dejó pasar des-

, '" " t i , , , 1.1in absolución ni suplicio» (trad. J. L. MORALEJo),o cual no1. , • · 1, ,,,,.IIltar paradójico si hubiese tenido lugar la delación.

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XXVIII LUCANO

tando además unos versos suyos en los que se describía lamuerte de un soldado herido 14.

Murió, pues, Lucano con veinticinco años el día trein-

ta de abril del año 65. Estaba casado con Pala Argentaria,

que durante muchos años mantuvo vivo su recuerdo y ea-

talizó el de otros poetas, como Marcial o Estacio, que com-pusieron versos en su memoria.

Además de la Farsalia y de las Laudes Neronis, a las que

ya me he referido, tenemos noticia de otras trece compo-

siciones 15, más amenos amplias, en verso o en prosa, las

cuales con su variedad temática y de género dan de Lu-

cano una imagen excepcional en la poesía latina clásica.

Semejante variedad de temas y géneros puede dar la cla-

ve de algunos rasgos característicos de la propia Farsalia,

como; por ejemplo, la abundancia en ella de discursos, el

gusto por los planteamientos dramáticos o por las escenas

de evocación del más allá; todo ello, incluso el problemá-tico encomio de Nerón, podría ser reflejo de la versatili-

dad del talento poético de Lucano, que estaría demostra-

da ya fuera de la Farsalia. Su tendencia a cargar las tintas

en un sentido o en otro, según requiere el momento, po-

dría acreditar la habilidad adquirida en la escuela de de-

clamación retórica, y demostrada también fuera de la

Farsalia, para hablar en pro o en contra de una mismacuestión.

LA «FARSALIA»: HISTORIA yPOEsíA

Hemos visto las profundas raíces históricas de la Far-

salia; el poema de Lucano es síntoma no sólo de una per-

14 Así lo cuenta TÁCITOAnales XV 70). Se suele pensar que los ver-

sos en cuestión fueron los 635-646 del libro III de la Farsalia.15De todas ellas sólo han llegado hasta nosotros una docena de ver-

sos, citados por autores posteriores.

INTRODUCCIÓN GENERAL XXIX

'.' '1Ia, de una situación, de una época, sino incluso de la.i.ión que unos hombres de esa época tenían de su pasa-

,l•• La Farsalia es, por tanto, una obra histórica en el más

11. »ido sentido de la palabra.

yes incluso, en cierto modo, una obra historiográfica,

• '11 cuanto que relata con un alto grado de fidelidad unosluchos históricos; en ese sentido, para nosotros hoyo pa-

1 ; I cuantos a lo largo del tiempo se han interesado por

•· .S os hechos, la Farsalia es una fuente historiográfica corn-

I»uable a los libros cesarianos sobre la guerra civil. Es

Illás, si el poema de Lucano ha suscitado siempre interés,

11 ;1 sido muchas veces más como fuente historiográfica

'lIle como obra literaria, más por sus contenidos que por

',11forma.

Esto ha hecho que ya desde la Antigüedad tardía se

h.iyar; preguntado más de una vez los críticos si la Farsa-

litl es un relato histórico o un poema, un escrito sobre

historia o una obra literaria; si a Lucano hay que conside-

1 arlo un historiador o un poeta.

Lucano respeta los hechos históricos e incluso, como

va dije, su secuencia; sólo se aparta de ellos en la medida

en que lo impone el enfoque poético de su relato. Un his-

loriador que se propone, ante todo, enseñar (docere: «la

historia, maestra de la vida» [historia magistra uitae]), uti-

liza con vistas a la eficacia de su narración (verídica, por

supuesto) todos los recursos literarios (poéticos) a su al-

cance para agradar (delectare) y conmover (mouere) a suslectores. Otro tanto, y aún más, hace un poeta, cuyos pro-

pósitos son en el fondo los mismos del historiador en

prosa (o más bien viceversa): se atiene a la realidad histó-

rica, pero la complementa y refuerza, si es preciso, con

elementos de ficción; no altera la verdad de los hechos,

pero los ve con nuevos ojos, capaces de reconocer en ellos

nuevas luces y sombras nuevas. Lo historiográfico no es

en la Farsalia un fin en sí mismo, sino que se halla al ser-

vicio de un planteamiento poético; de ahí la mezcla, a ve-

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xxx LUCANO

ces indiscriminada y sorprendente, de precisión detallista

y de desinterés por los detalles.

Lucano domina las técnicas poéticas, como la de la

síntesis (concentrar en una escena intensa acontecimien-

tos de mayor complejidad y extensión), y sabe asociar aellas los recursos de la antigua historiografía. La propia

dramatización del relato que hace el poeta es conjugable

con los principios de la historiografía helenística: por ejem-

plo, los numerosos discursos que aquí se introducen res-

ponden, como en los historiadores, a la función de revelar

la psicología, las motivaciones de los personajes; Lucano

además se anticipa en cierto modo a los métodos de Táci-

to haciendo hablar a grupos anónimos, por ejemplo, de

soldados. Si muchos de estos discursos son ficticios, tam-

bién lo eran, como reconocía Escalígero, frecuentemente

los de los historiadores.La Farsalia, por tanto, es un relato histórico, pero es

también un poema, un poema épico. Su entidad poética

no repugna a su entidad histórica; su temática y su rigor

histórico no merman sus valores poéticos. La antítesis en-

tre Lucano historiador y Lucano poeta no tiene, por tan-

to, sentido.

LA «FARSALIA», POEMA ÉPICO

Al igual que los relatos históricos de César, de Salus-

tia, de Livio o de Tácito, la Farsalia es una obra literaria;

se diferencia de ellos, entre otras cosas, por estar escrita

en verso y no en prosa. Además de obra literaria, la Far-

salia es una obra poética; se diferencia de otras obraspoéticas en verso por estar escrita en un verso determi-

nado (el hexámetro dactílico), tratar de unos determina-

dos temas, enfocarlos y plantearlos desde unas actitudes

específicas, presentarlos con una lengua y un estilo de-

INTRODUCCIÓN GENERAL XXXI

terminados; en una palabra, por estar concebida desde

los cánones de un género poético determinado, el género

épico.En la literatura antigua, en cuanto que literatura clá-

sica, el género literario es algo mucho más decisivo e im-portante que en nuestra literatura moderna; el género es

el cauce por el que fluye la actividad creadora del poeta,Im marco claramente definido dentro del cual tiene lugar

dicha creación. Cada género tiene sus normas de fondo y

de forma: unos temas, unos personajes, unas acciones y

situaciones, unas imágenes y recursos, un uso específico

de la lengua, un tipo determinado de prosa o de verso. Di-

chas normas se han ido configurando con el tiempo hasta

quedar constituidas en cánones a los que, dentro, como

es lógico, de las posibilidades, recursos Y exigencias de

cada época, tiene que atenerse todo el que se propone es-cribir una obra de ese género.

Evidentemente no en todo momento se hallan igual-

mente definidos todos los géneros, ni todos llegaron nun-

ca a estarlo por igual en todos los aspectos. Pero si hay

algún género claramente configurado, definido, canoni-

zado, ése es la épica, uno de los grandes géneros poéticos.

Cuando Lucano decide escribir un poema épico sobre

la guerra civil entre César y Pompeyo, sabe, por tanto, muy

bien a qué atenerse, los códigos que tiene que manejar y

respetar. Lucano tiene tras de sí una larga tradición épica

griega y latina, forjada siglo tras siglo desde Hornero a Li-

vio Andronico, a Nevio, a Ennio, a Virgilio. En esta larga

tradición (hablando, como hablamos, sobre todo de poe-tas cuya obra se ha conservado) Lucano se ubica cronoló-

gicamente entre el modelo augústeo de Virgilio y el de los

poetas épicos de época flavia, Estacio. Silio Itálica y Vale-

rio Flaco (la vigencia del género en la latinidad tardía la

encarnará, ya en el siglo IV, Claudiano).Por tanto, de entrada, en la épica de Lucano no po-

dían dejar de reflejarse las tendencias generales de la li-

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XXXII LUCANO

teratura del primer imperio, caracterizada por una espe-

cie de deseo de emulación del clasicismo augústeo, cuyos

ideales de equilibrio y mesura se rompen en aras del de-

nominado estilo nuevo, una especie de «barroco» por su

exuberancia expresiva; un estilo que, iniciado ya en Ovi-dio, se hace sentir luego plenamente tanto en la poesía (Sé-

neca, Lucano) como en la prosa (Quinto Curcio, ValerioMáximo).

Los tres épicos de tiempos de los Flavios responden,

en cambio, en mayor o menor grado, a las tendencias cla-

sicistas restauradoras que vuelven de nuevo los ojos a los

cánones de la literatura augústea. Aun así, el modelo épi-

co virgiliano se hace sentir especialmente en Valerio Flaco

y, sobre todo, en Silio; Estacio, en cambio, en su Tebaida

se puede considerar heredero de las nuevas orientacionesdadas al género por Lucano.

Así pues, Lucano, tanto por presión de las tendencias

dominantes en la literatura julio-claudia, como por influ-

jo familiar o por su propio talante personal, es entre todos

los poetas épicos postvirgilianos el que más se aparta de

los cauces del género y, en consecuencia, el que más no-

vedades aporta a dicho género; Lucano es un renovador,

un revolucionario de la épica romana.

Al escribir su poema épico tenía Lucano como referen-cia ineludible la Eneida de Virgilio; el modelo virgiliano te-

nía sin remedio que hacerse presente en la Farsalia y así

ocurrió, como reconoce hoy toda la crítica. Pero la actitud

de Lucano ante Virgilio no es la de un fiel seguidor, como

tampoco es la de un oponente; no es su deseo ir contra Vir-

gilio, sino superarlo; es así como Lucano renueva la épica y

se aparta de la tradición en varios sentidos.

El realismo histórico

No es Lucano innovador por haber elegido un tema

histórico como argumento de su epopeya. Casi desde susprimeros pasos en Roma la épica, de forma parecida a la

INTRODUCCIÓN GENERAL XXXIII

Iragedia y la comedia, había hecho suyos los temas histó-

ricos romanos e incluso había querido probablemente apro-

x irnarse en la presentación de los hechos a los hábitos

.malísticos de los historiadores. Pero ni Nevio, ni Ennio

habían desligado por completo lo histórico de lo mítico ylegendario. Virgilio, más fiel al modelo homérico, había

cantado unos hechos en los que la historia y la leyenda se

confundían y en los que las referencias a tiempos más

cercanos se hallaban siempre envueltas en un halo de le-

venda.

La innovación de Lucano en este punto consiste en

optar por un tema histórico reciente y presentado con

objetividad. libre de toda nebulosa mítica, narrado con ri-

¡~orcronológico 16, con fidelidad histórica 17 e incluso con

16 Lucano sigue por lo general en su relato el orden cronológico dc

los acontecimientos que él selecciona según el interés que le merezcan o

1, ) bien que le cuadren para su trama argumental. Rara vez hace cortes

( ( )TI anticipaciones o posposiciones y sólo cuando se trata de hechos

margínales, que se enlazan con los principales, por ejemplo, a base de

que los relate uno de los participantes o testigos.

Virgilio, por ejemplo, puso en boca de un personaje un largo relato,

'ltlC ocupa los libros segundo y tercero de la Eneida, en el que se cuen-

Jan acontecimientos anteriores a los narrados en el libro 1. Lucano no

Iccurre normalmente a este procedimiento; él se mantiene casi siempre

,OITIO único narrador omnisciente.

17 Lucano debió de seguir muy de cerca, como fuente historiográfí-

(a, el relato de Tito Livío, que en la parte que concierne a la lucha entre

({'sar y Pompeyo sólo nos es conocido por resúmenes posteriores. Livio

.lcbía de resultarle a Lucano ideológicamente próximo (ya Augusto ha-

bla reprochado al historiador su «pompeyanismo»): Livio, por otra par-

1(', habría superado ya la parcialidad de otras fuentes anteriores, más

,c rcanas a los propios hechos, como los relatos de César o de Asinio

l'olión (éste perdido para nosotros) o la correspondencia de Cicerón.

Pérdidas como las mencionadas hacen que en algunos asuntos silen-

liados por César haya que acudir como fuente a la Farsalia, junto a otras

«bras griegas, como las de Apiano o Dión Casio. La Farsalia asimismo,

Junto con la correspondencia de Cicerón, sirve en otras ocasiones para-ontrastar y contrarrestar la información del relato de César.

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XXXIV LUCANO

precisión técnica 18. De ahí, como ya vimos, las dudas de

los gramáticas de considerar a Lucano antes historiador oantes poeta.

Pero, como ya he dicho, la historicidad de la Farsalia

no merma su entidad poética; la Farsalia es una epopeya

histórica, es decir, un poema de tema histórico en claveépica. Y esto, aparte de sus personales condicionamientosideológicos, lleva a Lucano también a apartarse en ciertos

aspectos de la estricta realidad histórica: descontando los

errores posiblemente involuntarios, se han reconocido en

este poema inexactitudes, confusiones, afirmaciones u omi-

siones tendenciosas, desfiguraciones impuestas por la postu-ra política del poeta.

Estas desfiguraciones de poeta o deformaciones de

«político» las reconocen los críticos, sobre todo, en el tra-

tamiento de los protagonistas, en lo cual tampoco se pue-de decir que Lucano mantenga una línea completamente

uniforme, coherente y exenta de contradicciones. A Pom-

peyo lo presenta como un noble militar, confiado más de

la cuenta en sus éxitos anteriores; a César, como a alguien

arrastrado por una osadía sin freno. Ambos, pues, cada

uno a su manera, son víctimas de sus pasiones, ante todo

de la ambición de poder 19. Es Catón el que encarna el

ideal estoico de integridad moral, de virtud constante, in-

mune a las tentaciones de la ambición y los intereses per-sonales 20.

Ante la mole de la empresa que acometía, Lucano no

se arredró; supo combinar, como he dicho, la verdad his-

tórica con un enfoque poético de dicha realidad. Claro que

el tratamiento poético lo hizo a su modo, sin mostrarse

sumiso a las exigencias tradicionales del género épico. La

elección de un tema como el de la guerra entre César y

18 Por ejemplo, cuando se propone describir una batalla; véanse en

este sentido los versos 375-508 del libro III.

19 Véanse, por ejemplo, los versos 98 y ss. del libro 1.20 Véanse, por ejemplo, los versos 238 y ss. del libro II.

INTRODUCCIÓN GENERAL XXXV

I'ompeyo y el enfoque que da Lucano a dicha contienda,

«orno lucha fratricida en la que no cabe el triunfo de na-

die, sino que sólo puede conducir al desastre, eliminaba

de entrada uno de los rasgos más arraigados en el género

«pico, la función celebrativa; aquí no cabía ninguna cele-

bracíón ni triunfo, sino sólo ruina, tragedia; esto suponíarebelarse contra lo más esencial del código literario. Y es-

lo no debió de ser ajeno al hecho de que la Farsalia no

vonsiguiera una aceptación unánime y.fuera objeto de las

críticas o incluso de las burlas desde los sectores litera-

rios más ortodoxos.

Al optar por el realismo, por la historicidad y darles

.idemás el enfoque que les dio, Lucano se apartó efecti-

vamente de la tradición épica, pero abrió al género nue-

vos caminos por los que siglos después dirigirían sus pa-

<osotros poetas épicos.

1,([ supresión del aparato divino

Una de las innovaciones más llamativas de Lucano es

la supresión de la intervención de los dioses en el devenir

de los hechos. Lo normal y casi preceptivo en un poema

«pico era que los dioses tomaran parte en eldesarrollo de

l. r trama argurnental, si no dirigiéndola y gobernándola a

"11 arbitrio, sí al menos favoreciendo, aprobando o casti-

gando la acción de los héroes o protagonistas. Así ocurría

('11 Hornero; así, mutatis mutandis, ocurría en Virgilio. En

L t Farsalia, en cambio, a pesar de que incluye descripcio-

nes de ceremonias y ritos, nacionales y extranjeros, a pe-xar de que en ella se recurre a la adivinación o se atiende

;\ presagios, prodigios, etc., a pesar de que lo mitológico

110 está ausente por completo, nada de ello es causa de-Icrmínante del desarrollo. de los hechos que se narran.

l.os dioses no están aquí implicados en la acción ni con-

dicionan el comportamiento humano; el hombre es aquí

.urtónorno y, por tanto, único responsable.

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XXXVI LUCANO

Venía esto impuesto en buena medida por la propia

índole del tema elegido: se relataban unos acontecimien-

tos recientes, vivos aún en la memoria histórica de Roma,

inmunes, por tanto, a la leyenda, a lo mítico y, en conse-

cuencia, menos propicios para dar cabida a los dioses.

Pero esta humanización de la épica no viene únicamen-te condicionada. por las restricciones que al respecto pu-

diera imponer la propia temática. Obedece, creo, a razo-

nes más profundas y hay que verla a la luz de la filosofía

estoica, con su autonomía moral y su interiorización de

la culpa. El que en la épica de Lucano los hombres sean

plenamente responsables de sus hechos sin que los dioses

muevan los hilos de su conducta, se corresponde con lo

que ocurre en la tragedia de Séneca, donde también los

hombres se enfrentan consigo mismos, en una actitud com-

pletamente ajena a los presupuestos del género. Si se hadicho que la tragedia de Séneca era en este sentido anti-

trágica, se puede también decir que la épica de Lucano es

antiépica. He aquí una vez más en la literatura romana la

poesía épica de la mano de la tragedia 21.

Una épica sin héroes

Otra de las singularidades de la Farsalia como poema

épico es la ausencia en ella de un auténtico héroe en el

sentido clásico o técnico del término, es decir, un hombre

excepcional al que se canta como tal, admirándolo siem-pre incondicionalmente, sin .ombra alguna de escarnio,

burla o ironía, aun cuando no se sienta simpatía por él oincluso cuando, sumido en situaciones difíciles, se haga

digno de compasión.

21 Épica y tragedia, como demostró S. MARlNER (<<Sentidode la tra-

gedia en Roma», Revista de la Universidad de Madrid XIII-51 [1964],

463-492), se hallan en Roma estrechamente ligadas: se helenizaron jun-

tas, tuvieron trayectorias paralelas en la historia de la literatura latina,

dieron cabida ajos temas históricos y se mostraron especialmente pro-

picias a los recursos de la retórica.

INTRODUCCIÓN GENERAL XXXVII

Ninguno de los personajes principales del poema reú-

Ill' estos rasgos: ni César, ni Pompeyo, ni Catón; tampoco

1,S posee el Senado, depositario del poder legítimo y pilar

(le la legalidad; tampoco la guerra, tema y, por tanto, noIréroe de la obra. Ni siquiera la Libertad (Libertas) reúne

dichas condiciones, a pesar de que con frecuencia se haya«utendido así.

La presencia relevante de dicha Libertas se reduce, en

lodo caso, al papel de heroína trágica, que muere a ma-

IIOS de quienes desde un bando y desde otro dicen luchar

por ella: los «populares», cesaristas, herederos de Mario y

Cinna y de los Gracos, deseosos de acabar con la «oligar-

quía senatorial», y los «aristócratas», pompeyanos, que,

en la línea de Sila, decían defenderla en el orden establa-

.ido, acomodándolo, en todo caso, sin trastornos violen-

los a las nuevas circunstancias, Desgarrada entre los unosy los otros había muerto, a ojos de Lucano y de tantos

< .tros romanos de la época, la Libertad, sepultada por el

régimen imperial que ahora tenían que sufrir.

Pero esta heroína trágica del drama de la Roma que

presenta Lucano en la Farsalia no tiene en la obra la fun-

e ión que, como mandaban los cánones, tenía que tener

Ima heroína en un poema épico; no ya porque no actúe,

porque no intervenga, en cuanto ente abstracto que es, en

la acción, sino porque ni siquiera impulsa la acción de los

personajes.No se articula, por tanto, la Farsalia en tomo a un hé-

roe unitario, ni en torno a varios héroes sucesivos, como

.t veces se ha propuesto también. La Farsalia sencillamen-

le es un poema sin héroes, como también lo es sin dioses.

y no porque se trate de un poema épico de tema históri-

,'0; esta temática era tradicional en Roma desde los pri-

meros pasos del género y, además, en el caso concreto de

esta guerra civil proporcionaba de sobra figuras para ser

t ratadas como héroes.

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XXXVIII LUCANO

No se trata, por tanto, de que el tema histórico negara

a Lucano un héroe o unos héroes para su poema, sino de

la voluntad por parte del poeta de que no hubiera tales

héroes en la trama de los hechos que presenta, como tam-

poco había dioses. Lucano, aun cuando se proponía una

presentación poética de la historia, lo habría hecho des-de una perspectiva nueva: frente a la antigua usanza que

mitificaba los hechos y los personajes (o, en todo caso,

los sublimaba introduciendo en ellos elementos míticos)

haciendo girar la historia en torno a las gestas de uno o

varios individuos, Lucano se sitúa en el ángulo opuesto,

llegando a equiparar en cierto modo al pueblo con los

caudillos a los que sigue:

Éstos eran los motivos de los caudillos; pero subyacían

también en la sociedad semillas de guerra,que acaban

siempre por hundir a los pueblos poderosos 22.

Todos, jefes y súbditos, generales y soldados, dirigen-

tes y dirigidos de un bando o de otro, se hallan inmersos

en el acontecer histórico, regido, como siempre, por las

veleidades de la Fortuna.

Ese es el panorama que presenta Lucano desde una

actitud a la vez apasionada y racional: apasionada, en

cuanto que se enfrenta a unos hechos que han condicio-

nado la vida y la realidad romana que tiene que sufrir y

que rechaza, y lo hace además en tono poético; racional eincluso distante, en cuanto que todo ello lo contempla

desde su atalaya de estoico convencido. Canta así con en-

tusiasmo las hazañas heroicas de quienes, aunque siem-

pre bajo los dictados de la Fortuna, tienen una interven-

ción de protagonistas; canta asimismo la encarnación de

la Virtud (Virtus) estoica en dichos hombres.

22 Trad. A. HOLGADO. 1 158 s.: Hae ducibus causae; suberant sed pu-

blica belli 11 semina quae populos semper mersere potentes.

INTRODUCCIÓN GENERAL XXXIX

Por ese camino del estoicismo llega Lucano a configu-

lar un nuevo tipo de héroe, muy distinto del de la mitolo-

)'Ía, del canonizado por la épica tradicional; un héroe, sin

embargo, tan próximo a la divinidad como lo estaban los

otros: héroe es, a ojos de Lucano, el sabio estoico y no

.•ólo Catón, sino todo personaje que se comporte de acuer-do con la Virtus estoica.

Muchos hombres y de muy diverso tipo se vieron im-

plicados en aquella funesta guerra civil, pero no todos se

comportaron del mismo modo ni tuvieron ante ella la mis-

lilaactitud: unos, la masa, simplemente se dejaron llevar;

otros, dirigentes o dirigidos, tomaron parte activa de un

modo u otro, desde intereses personales y siempre movi-

dos por sus pasiones; sólo unos cuantos, los auténticos

.•abios, en el sentido estoico del término, los verdadera-

mente libres por tener dominadas sus pasiones, tuvieronla capacidad de situarse por encima de los avatares. Esto,

desde la perspectiva de un estoico, los coloca por encima

del común de los mortales, los acerca a los dioses, los ha-

ce héroes:

Quién empuñó con más derecho las armas, es impiedad

saberlo; cada uno se apoya en' un poderoso valedor: la

causa vencedora plugo a los dioses, pero la vencida, aCatón 23.

nI racionalismo de la «Farsalia»

Marginados los dioses y as.gnada a los hombres la ple-

ua responsabilidad de su conducta, tratados además esos

hombres como auténticos hombres de carne y hueso, la

i'arsalia se mueve en una tesitura plenamente racional. Se

racionaliza el devenir de los hechos y se lo reduce a una

causalidad histórica, real: las cosas suceden como conse-

23 Trad. A. HOLGADO. 1 126 ss.: Ouis iustius induit arma scire netas;

magno se iudice quisque tuetur: uictrix causa deis placuit, sed uicta Ca-t oni.

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XL LUCANO

cuencia de otras, unas conductas provocan otras conduc-

tas. Se racionaliza igualmente la cosmología: no son los

dioses o unas fuerzas míticas los que mueven el mundo o

los que provocan los fenómenos; la meteorología, la lluvia,

el viento, la tempestad se observan y se reconocen como

procesos naturales. Se racionalizan incluso hasta los pro-pios mitos, que se contemplan y presentan con ojos veris-

tas; véase, por ejemplo, cómo la lucha entre Hércules y

Anteo se describe (IV 590 ss.) como la de dos gladiadoresde la época.

Este es el sentido y, sobre todo, el espíritu de las fre-

cuentes digresiones científicas que caracterizan el poema

de Lucano; no tanto por su propia presencia, ya que lasdigresiones son un recurso normal en toda la narrativa

antigua, sino por la actitud con que se las aborda y el aire

con el que se las lleva a cabo; más que digresiones al es-tilo tradicional, son a veces verdaderas disquisiciones cien-

tíficas: descripciones geográficas como las de la Galia (1

396 ss.), de los Apeninos (II 396 ss.), de Lérida (IV 11 ss.),de Tesalia (VI 333 ss.), del Nilo y sus fuentes (X 172 ss.);observaciones astronómicas (VIII 172), botánicas o zoo-

lógicas, como la de las serpientes de Libia, que constituye

un verdadero tratado (IX 587-937); disquísiciones sobre

filosofía, sobre el arte de la profecía (V 64-236) o sobre la

magia (VI 413-830).

En la explicación de las cosas el contenido doctrinalque tradicionalmente aportaba la mitología lo busca Lu-cano, para el presente, en las ciencias; para el futuro, enla profecía y en la magia.

El interés por la ciencia no es de extrañar en un estoi-

co, como el interés por la historia que había llevado a Lu-

cano a elegir el tema de su obra. y tampoco es de extra-ñar, aunque, en principio, así se lo parezca a un lector

moderno, la presencia de dichos contenidos científicos en

un poema; en el mundo greco-romano eran algo habitual

los poemas dedicados por entero a cuestiones de índole

INTRODUCCIÓN GENERAL XLI

«icntífica. astronómica, geológica, zoológica, etc., poemas

que gozaron además de la consideración suficiente como

I 'ara que algunos de ellos hayan llegado hasta nosotros 24.

El otro aspecto, el de la adivinación, la profecía y la

iuagia, también se muestra bien servido en la Farsalia:

hay adivinaciones (el etrusco Arrunte y el pitagórico Ni-)·idio Fígulo al final del libro lo la consulta del oráculo de

Iielfos en el libro V), visiones y apariciones (la de César

.urtes del paso del Rubicón, en el libro 1; las de Pompeyo

('1\ el III y en el VII). Particularmente llamativa, entre

t .tras cosas por su extensión, es la ya mencionada escena

de necromancia del libro VI, que por el realismo y detalle

(le su descripción, concordante con otras noticias al res-

pccto, resulta una fuente de primer orden para el cono-

( imiento de estas prácticas mágicas en aquellos tiempos.

Lucano, pues, marginando a los dioses en su relato o«Iimnando la tradicional figura del héroe épico se en-

lrcntaba radicalmente a Virgilio: si la Eneida había can-

Iado la heroica grandeza de la gloria de Roma bajo el pa-Irocinio de los dioses, la Farsalia cantaba la ruina de

.iquella vieja Roma, víctima de las pasiones de sus horn-

Iires. Pero este enfrentarse a Virgilio no significaba ir en

.ontra de él ni mucho menos prescindir de él; se trataba

simplemente, de acuerdo con el espíritu general de la

vpoca, de un intento de superación. Virgilio y la tradición

.-pica que encarnaba están siempre presentes en la Farsa-tia, pero muchas veces simplemente como una referencia

iuevitable, como una norma consagrada que se pretende

uansgredir.

24 Me refiero a obras como las traducciones que hicieron Cicerón y(-ermánico de los Fenómenos de Arato o como la Astrologia de Manilio,

,. el poema Etna que llegó a atribuirse a Virgilio o la Cinegética.

Todos estos poemas debió tenerlos Lucano como modelo y fuen-

le, aunque en este último sentido el poeta disponía también de obras

(orno la Chorographia de Mela o, sobre todo, las Cuestiones naturales de

'-;';neca.

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XLII LUCANO

La intervención del narrador en el relato

Tradicionalmente el relato épico es objetivo; el poeta

se mantiene al margen en una discreción distante. Luca-

no rompe también moldes en este aspecto e irrumpe con-

tinuamente en la narración con comentarios, explicacio-nes o interpelaciones.

Ya Virgilio había mitigado un poco la distancia horné-rica, pero sólo en el sentido de mostrar su compenetra-

ción con el relato épico, que de este modo se teñía a veces

de cierta dosis de subjetividad lírica. Lucano va mucho

más allá; siente a cada paso la necesidad de intervenir, de

valorar y juzgar, haciéndolo además a veces de forma

vehemente e incluso violenta. Apostrofa así a los perso-

najes, a los dioses, a la Fortuna; inserta con frecuencia

exclamaciones, interrogaciones, sentencias y otros recur-sos por el estilo.

El habitual relato impasible del poeta épico queda así

transformado en un relato patético, trágico. La Farsalia,

por tanto, revoluciona el género épico no sólo en la terná-t~ca, en las actitudes, en los planteamientos y enfoques,SITIO también en la expresión. Y con esto entramos ya en

unas últimas consideraciones sobre los aspectos formalesdel poema.

La lengua y el verso de la. «Farsalia». Retórica y poética

Al hacer aquí estas consideraciones sobre la forma

nos vemos fuertemente limitados, y, en cierto modo, dis-

pensados, por el hecho de que en este volumen no se pre-

senta la Farsalia en su lengua, el latín, sino traducida alespañol.

Al lector de esta traducción se le escapan irremisible-

mente muchas de las características de la lengua de Lu-

cano: rasgos de la prosodia o la fonética-fonología, de la

morfología y de la sintaxis, de la lexicología y la semánti-

INTRODUCCIÓN GENERAL XLIII

,.1E incluso muchos rasgos del estilo, es decir, de la uti-

hzación estética de todo ese material lingüístico.

y si tales recursos lingüísticos no pueden ser recogi-

.Ios en una traducción, aún menos puede ésta reflejar la(, »nplejísima maquinaria de la estructura métrica del poe-

111~l. Me permito en este aspecto simplemente recordarle

.d lector que la Farsalia, como todo poema épico greco-

l.uino, fue compuesta en hexámetros, un verso de seis

rucdidas dactílicas, cada una de dos tiempos, el prime-

I () (marcado) constituido por una sílaba larga y el segun-

(I() (no marcado) por dos breves que se pueden contraer

;-)1 una larga. Dentro de este esquema rítmico-métrico, cu-

v.i versatilidad era utilizable con fines estéticos, se inser-

r.iban los fonemas, sílabas, palabras, sintagmas y frases

'pIe, en continua tensión con las unidades de medida de.Iicho esquema, ofrecían al poeta una verdadera infinidad

,le recursos de expresión.

Todos esos recursos, toda la fuerza estética que con

('llos se creaba sólo puede captada en parte quien lea un

poema de este tipo en latín conociendo a fondo las nor-

lilas de la métrica y de la versificación; y digo captada en

p.ute, porque estas obras, como casi todas las de la poesía

.uitigua, estaban destinadas a la ejecución oral y nosotros

.d no ser latino-hablantes carecemos de la competencia

1 1\ ínima para reproducidas adecuadamente o para perci-

birlas.

Todo esto se pierde lamentablemente sin remedio en

una traducción, Hay, no obstante, algunos otros recursos

,·:;téticos o rasgos de estilo que sí son fácilmente aprecia-

Ides incluso en una traducción, sobre todo en una buena

1 I aducción como la presente.

Entre los modelos literarios de Lucano debieron de

,·"lar poetas épicos anteriores, como Cornelio Severo, Al-

I>inovano Pedón o Rabirio, que habían tratado también

u-mas de la historia reciente en claves más o menos pró-

\imas a las de la Farsalia; y se halla, en mayor medida de

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XLIV LUCANO

lo que en principio cabría' esperar, Hornero; y está tam-

bién Ovidio, que junto con Séneca el filósofo tuvo que

contribuir a la expresión conceptista de nuestro poeta y

cuyas Metamorfosis debieron de servirle de guía no sólo

en las cuestiones mitológicas sino también en las científi-

cas; y en estas últimas debió influirle también Lucrecio.Pero por encima de todos ellos en la lengua y el estilo de

Lucano se deja sentir la presencia de Virgilio; el impacto

de la poesía virgiliana había sido tan fuerte que resultaba

imposible sustraerse a él. Por más que Lucano transgre-

diera el código del género épico, los cánones de la épica

virgiliana, Virgilio no podía dejar de estar presente en sus

versos. La influencia de las Geórgicas y, sobre todo, de la

Eneida es indiscutible: se la reconoce no ya sólo en la es-

tructura general del poema 25 o en la imitación de situa-

ciones y pasajes 26 sino incluso en las propias expresio-nes 27 y en la propia técnica versificatoria 28.

El estilo de Lucano es vivaz y apasionado y da lugar a

una expresión que fluye ininterrumpida en una especie de

melodía sin fin que, por encima de la brillantez de las fra-

ses aisladas, hace que nunca cese el torrente de la expre-

25 Por ejemplo, el doble comienzo tanto de la Eneida como de la

Farsalia; el parecido entre el elogio de Nerón y el que hace Virgilio a

Augusto al comienzo de las Geárgicas; la relación entre la evocación del

mundo infernal en la segunda parte del libro VI de la Farsalia y el des-censo a los infiernos en el libro VI de la Eneida.

Aunque, no se olvide, se trata de correspondencias más bien exter-

nas o formales; el espíritu, como venimos viendo, es distinto,

26 Bien es verdad que en este aspecto se pueden reconocer influen-

cias de Horacio (por ejemplo, en la caracterización de la maga Ericto) y

de Manilio (en los pasajes sobre astronomía).27 Aunque en ello Lucano es también deudor de Horacio, de Ovidio,

de Manilio o de Séneca.28 Tratamiento de la sinalefa, distribución de las palabras en el es-

quema del verso, cesuras, relación verso-frase, encabalgamientos, etc.,

todo lo cual. como ocurre en la mayoría de los poetas posteriores a Vir-

gilio, es claramente «postvirgiliano», es decir, no se entiende sin el mo-

delo del verso del mantuano.

INTRODUCCIÓN GENERAL XLV

< i ó n poética; esta continuidad sin solución se manifiesta,

I)()J ' ejemplo, en el empleo de conjunciones o en el eficaz

1 t'Curso a los encabalgamientos.

Uno de los aspectos en que más original se muestra

l.ucano frente a Virgilio y los demás modelos es en su pe-

, 1 J liar tratamiento de los recursos lingüísticos bajo los.lictados de la retórica; lo más llamativo de la lengua y el

estilo lucaneos es su retoricismo.

La expresión literaria en este poema es, sin duda, re-

l' -rica: esto lo puede percibir cualquiera a poco que se

.ulentre por sus páginas. Se dará cuenta enseguida del pa-

I«tismo que domina en ellas: un sentido dramático de las

,osas, un gusto por lo colosal y llamativo incluso por lo

1 1 , uripilante, un recurso frecuente a la paradoja, un apa-

',ionamiento que, como ya ha quedado dicho, lleva reite-

r.idamente al poeta a intervenir en el relato con interpela-, rones, etc., etc. Y ya en un plano más estrictamente

Imgüístíco se podrá percibir el retoricismo, sobre todo,

('11 un aprovechamiento exhaustivo de los recursos verba-

I('ssiempre en aras de la expresividad. La palabra se halla

.iquí continuamente al servicio de las sensaciones; todo

Iipo de recursos, tanto por exceso (la abundancia) como

P()J ' defecto (la concisión), se desatan aquí sin trabas, a ve-

,es hasta el exceso: las antítesis, las correspondencias lla-

mativas, las sentencias efectistas cerrando las unidades de

"t'l1tido,una especie de conceptismo barroco, etc., etc. Un1 doricismo que no se queda sólo en la expresión, sino que

«lcanza incluso a la propia estructura narrativa, llegándo-',(', por ejemplo, a una complacencia en presentar situa-

, iones opuestas, más allá de la conveniencia o incluso del

Luengusto. Todo ello se da aquí tan a menudo y en tan al-

I.ISdosis que da la impresión de ser algo natural, no bus-

, .ido. ni siquiera impuesto por la educación retórica.

Se refleja, pues, en este estilo, ante todo, la personali-

, L Id de Lucano y con ella su marco familiar y cultural; sin

»lvidar. por supuesto, el papel de la retórica en toda la li-

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XLVI LUCANO

teratura romana y aún más en la de época imperial, así

como la especial disponibilidad que en Roma muestra la

épica a dejar entrar recursos retóricas en su manera deexpresarse.

El relato histórico estuvo siempre abierto en Roma alos postulados de la retórica (vla historiografía es la obra

oratoria por excelencia» [historia opus oratorium maxi-

me]), y con él el relato épico-histórico, la declamación épi-

ca. Retórica y poética se dan la mano no sólo en el plano

de la teoría, sino en el terreno de la práctica; prosa y poe-

sía, prosa narrativa y poesía narrativa, mantuvieron entre

sí lazos estrechos desde siempre. Y estos lazos se aprietanaún más en la literatura imperial, en la que la prosa abrió

de par en par sus puertas a los recursos, expresiones y re-

gistros reservados antes a la poesía, y el verso, a su vez, se

dejó inundar por los recursos de la retórica. Una retórica

además declamatoria, ampulosa y no exenta de artificio-sidad, de acuerdo con el ámbito de acción que le habían

impuesto las nuevas circunstancias sociales y políticas.

ASÍ, pues, si tanto el género que cultivaba como la época

en que escribía propiciaban en Lucano una expresión re-

tórica, ¿qué decir si tenemos en cuenta la extracción fami-

liar, la educación e incluso la propia juventud del poeta?

La épica de Lucano aparece así ante nosotros con el

mismo grado de retoricismo que las tragedias de su tío

Séneca; esta épica ha asumido el estilo trágico-retórico de

aquellas tragedias. Tragedias y epopeya que pueden ser

calificadas de retóricas sin complejo alguno y con muy

pocas restricciones, mejor dicho, con la única restricción

de eliminar de dicho calificativo los tintes peyorativos

con que normalmente lo teñimos hoy día. Lo retórico aquí

no es sólo ampulosidad, altisonancia, artificiosidad y en-

varamiento en la expresión, gusto por lo tenebroso y me-

lodramático. Es, como de suyo lo fue en la prosa y en la

poesía postaugústea, una búsqueda de nuevos medios de

expresión literaria, una profundización en el análisis de

INTRODUCCIÓN GENERAL XLVII

1, lS sentimientos y de la psicología humana así como en la

.uanifestación lingüística de dicha interioridad, una valo-

I.ición de lo individual por encima de los cánones esta-

I.lccidos, En suma, una nueva forma de expresión poéti-

';\, altamente expresiva o incluso expresionista, pero no

I(

ir ello menos poesía.Lucano es un poeta retórico, en la misma medida en

'lile es un poeta vehemente y apasionado, que vive conI.;\sión aquello que relata. Un relato que resulta así espe-

, ialmente vivo, con toda la vida de los sentimientos juve-

lides del poeta, con toda la viveza y espontaneidad de ha-

lx-r quedado probablemente virgen, tal como nació, sin

Ii.iber sido pulido en una revisión posterior.Nos hallamos aquí, como en Séneca, no ante una una

hucra retórica escolar, sino ante una retórica sabiamente

1' \ resta al servicio de la expresión poética; una retórica sus-

l.\ucialmente asumida por el poeta, que valiéndose de ella• .vusigue dar naturaleza poética a unos hechos históricos

\ potenciar su dimensión humana.

La Farsalia puede no resultar una obra maestra, sobre

1, «lo si se la juzga desde la óptica del modelo épico horné-

•leo-virgiliano. Vista, en cambio, desde una perspectiva más

.t mplia, los defectos o asperezas, que sin duda presenta,

.,\"explican mejor por la juventud del autor y por la falta

,1,' unúltimo trabajo de lima.

Ya Quintiliano sólo unas décadas más tarde tenía pre-

«-nte en su Institutio oratoria 29 a Lucano al pensar en los1" ,das latinos; bien es verdad que, desde su actitud de, , .;icción clasicista, ciceroniana, contra esta potente retó-

, ,,;\ de los Séneca y su entorno, confesaba con sinceridad

'1'1l' le resultaba demasiado declamatorio:

Lucano, ardiente y apasionado y brillantísimo en sus fra-

ses y, por decir lo que siento, más digno de que lo imiten

los oradores que los poetas.

)!)

. X 1,90.

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XLVIII LUCANO

Como se ve, este grado de retoricismo unido a los cam-

bios introducidos por el poeta en el tratamiento de la na-

rración épica fueron prácticamente desde la aparición de

la Farsalia piedras de toque para su valoración.

PERVIVENCIA DE LA «FARSALIA.

Esta mencion por parte de Quintiliano 30 demuestra

que tras la muerte del poeta la Farsalia no dejó de ser leí-

da y comentada. Ya había dado que hablar aún en vida

del poeta 31 y así siguió hasta el final de la Antigüedad, deacuerdo con el testimonio de Servio al que antes me refe-

rí. Y así ha seguido hasta nuestros días, quizá como nin-

guna otra obra de la literatura latina: criticada y relegada

unas veces, por supuesto y sobre todo siempre que handominado los cánones del neoclasicismo, ha sido objeto

otras de apasionada admiración, en especial cuando lo

que predominaba era una estética de corte barroco o ro-

mántico.

Sabemos que gozó del aprecio de Marcial+', de Esta-ci033, que, como he dicho, lo tomó como modelo en su

Tebaida, de Juvenal " e incluso de Tácito, que lo coloca al

30 Quintiliano vivió entre los años 30 y 95 d. C. La Institutio oratoria

parece que vio la luz en tomo al año 94.

31 Si es que las palabras de Petronio que vimos antes van a él referi-das.

32 161 (donde Lucano es equiparado a Virgi lio. Horac io, Ovídio, etc.

y, por supuesto, a los Séneca; abuelo, tío y sobrino son la gloria de Cór-

doba); VII 21; 22; 23 (tres composiciones destinadas a las reuniones lite-

rarias que organizaba la viuda de Lucano celebrando el aniversario del

nacimiento del poeta); X 64 Y XIV J . 94 (donde se mofa de quienes no

consideraban a Lucano un poeta).

33 Silvas II 7, un largo poema de más de cien endecasílabos dedica-

do también, como los que acabo de mencionar de Marcial, a la viuda de

Lucano celebrando el aniversario de su nacimiento.34 VII 79.

INTRODUCCIÓN GENERAL XLIX

l.ido de Horacio y de Virgilio ". ymás tarde aparece bien

, onocido de los escritores cristianos 36. Su presencia en

.1111itos escolares la acreditan el testimonio de Servio o la

lrccuencia con que se citan los versos de la Farsalia en los

1I atados de gramática o métrica 37.

La Farsalia seguiría siendo continuamente citada du-

I.urte la Edad Media; junto con la Eneida es el poema épi-,"O por excelencia. Bien es verdad que esta valoración me-

,1 icval de Lucano obedece en parte a motivos ajenos a lo

Iioético o literario; es apreciado como historiador, como

, icntífíco, como filósofo, incluso por su actitud religiosa

.riena al politeísmo o por su rígida moral. Esta enorme

1)( ipularidad de Lucano en la Alta Edad Media conlleva,

,omo es lógico, una gran difusión de su obra a través de

Ilila labor ininterrumpida de copia que culmina en época

«arolingia. Además de muchísimos otros que contienen

'><)10 partes de la Farsalia, han llegado hasta nosotros más,le ciento cincuenta manuscritos que presentan la obra

completa. De todas estas fuentes manuscritas las más an-

Iguas son dos palimpsestos de los siglos IV o V, que con-

¡ienen sólo algunos fragmentos; les siguen en antigüedad

varios códices de los siglos IX o X.

Esta popularidad medieval de Lucano culmina en el

renacimiento literario del siglo XII; además de consulta-

do, imitado y mencionado fue objeto de comentarios co-

1110el de Arnulfo de Orleans. En el siglo XIV Dante 38 colo-

':Irá al «admirable Lucano» al lado de Hornero, Horacio y

(rvidio y lo mencionará con frecuencia. Y otro tanto cabe

.lecir de Petrarca.

35 Diálogo de los oradores XX 5.36 San Agustín, San Jerónimo, Juvenco, Prudencio, Orosio, Isidoro

..le Sevilla, Julián de Toledo y otros muchos lo conocen, lo citan y lo tie-uen como modelo"

37 Es llamativo en este sentido el caso de Prisciano (s. VI ) .

38 Divina Comedia, Infierno IV 88 ss.

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L LUCANO

Durante el Renacimiento y el Barroco Lucano sigue

siendo admirado por los poetas (Montaigne, Tasso, el Mar-

qués de Santillana, Juan de Mena, etc., etc., o más tarde

Fernando de Herrera, Lope de Vega, Ouevedo, Gracián) y

apreciado por muchos humanistas, que promovieron la

traducción y el comentario de la Farsalia o se interesaron

por la figura de su autor.Será durante el siglo XVIII, al aire del neoclasicismo

imperan te, cuando se reinstaure en torno a Lucano y a su

obra una polémica similar a la que tuvo lugar en Roma

durante la restauración clasicista del siglo 1d. C. Es ahora

también cuando se empieza a discutir sobre la ideología yla personalidad del poeta.

Aun aSÍ, no cesaron las ediciones o las traducciones;

como tampoco faltaron los reconocimientos elogiosos in-

cluso por parte de conspicuos neoclasicistas, como entre

nosotros el Padre Feijoo.Y, si esto fue así desde ese bando, no es de extrañar elauge de Lucano a ojos de quienes profesaban cánones es-

téticos más próximos a lo barroco o romántico: Goethe o

Victor Hugo, por ejemplo, dieron buenas muestras de ello.

Durante el siglo XIX tiene lugar en torno a la Farsalia

una sólida labor filológica que cristaliza en ediciones y es-

tudios sobre sus fuentes, su transmisión, su ideología, su

lengua, su estilo, su métrica, etc., labor que se continuará

en el xx, con especial intensidad a partir de la Segunda

Guerra Mundial; los repertorios bibliográficos especiali-

zados dan buena cuenta de ello. Este gran interés no fue,sin embargo, acompañado de un grado semejante de apre-

cio en un plano estético; frente a la veneración por Ho-

mero y luego, mutatis mutandis, por Virgilio, desde un

criticismo positivista se instauró. la imagen de Lucano

como poeta de la decadencia; sólo en la segunda mitad

del XX, quizá desde la perspectiva de una época que expe-

rimentó unas convulsiones similares a las de los años que

vivió Lucano, y que recogió en su Farsalia, y sin duda

INTRODUCCIÓN GENERAL LI

.I.-sde una mayor capacidad de comprensión, huta del

1, »upimiento de todo dogmatismo literario y estético,

,·111 pieza la crítica a mostrarse más comprensiva con este

1" -cma y a apreciar su originalidad y la ruptura de cáno-

IIt·Sque supuso en su tiempo.

En España, tras un relativo, y sorprendente, silencio,

11.1 sido más que notable la aportación de las últimas dé-.. Idas a los estudios sobre Lucano, fruto sin duda del flo-

I("cimiento de los estudios clásicos o, más en concreto, de

I..s estudios latinos entre nosotros (un progreso al que

II"Y,por cierto, se le cierran los horizontes de continui-

.l.id). Destacan en este sentido los trabajos de Castresana,

Ilcrrero, Mariner, Holgado y Estefanía. De ellos proceden

. .,si todas las ideas que aquí he tratado de condensar; en

·,IISestudios o, sin ir más lejos, en los prólogos que escri-

I.¡eron a sus respectivas traducciones puede encontrar el

I( -ctor interesado información suficiente para seguir ahon-.l.mdo en la figura de Lucano y, sobre todo, en el sentido

\ significado de su Farsalia.

J. LUQUE MORENO