Fantasmandino 2 - Zenon Aira Diaz

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Lanzamos a la publicidad la segunda serie de FANTASMANDINO, concorde con nuestro amor al folklore andino netamente peruano en lo concerniente a los caudales de la narración popular, como ya nos hemos dejado comprender en el prefacio de la primera serie de estas ediciones.Van al paladar espiritual de nuestros lectores cultos, nuevas y exquisitas apariciones de aquellos seres inofensivos pero traviesos que actúan en la soledad y en las barbas de los seres de hueso.y carne cuando hay oportunidad que les favorece.En todos los volúmenes que vamos publicar no vamos a repetir ningún relato. En cada volumen tienen que aparecer materiales completamente nuevos y con ilustraciones nuevas pare mejor comprensión de los amantes de la cultura andina y pueblerina, que tiene un concepto muy diferente a la gente de ciudad, pero basados en cosas concretas y nada ficticias, de las diversas concepciones de la vida en general.Hemos querido que esta segunda entrega fuera la más atractiva que la anterior y estamos ampliamente satisfechos, porque lo hemos conseguido nuestros propósitos. De igual modo nuestros lectores numerosos, como estamos convencidos, conocedores de la inquietud y aprecio de las cosas que a orgullo nos pertenecen a nosotros los nativos más que a nadie ajeno, se sentirán halagados al terminar de leer estos cuentos por nuestro esfuerzo y cariño que consiste en compartir nuestra alegría al saborear los panes espirituales del hombre pensador.Mientras tanto ya aparecerá la que sigue a la presente, de un momento a otro; y hasta entonces querido lector.El Autor.

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Oeneehos dc Pnopiedad asegurados confonme a Ley.

Prohibide le reproduccióD, toüal o parcialy.lar ilustreciou€s artíatica§.

frnpruo en cl PerúPrinted in P-orrl,

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Page 3: Fantasmandino 2 - Zenon Aira Diaz

ZENON AIR.A DIAZ

FANTASMANDINO

SEGUNDA SERIECON NUEVOS RELATOS

CUENTOS SERRANOS

ILU5TFI.{CIONES: DIMAFI EAI<Y

Impreso por Imprenta "AndeamericaaattAño de 1973

Jirón Yanli 299

Cerro de P¿sco

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INDTqE

Procecución

¿Ql¡é pasó al Tangorino? Una roca se le volvió laguna

El Cazador convertido en Sigracacho Gigante

Los Burros no son tan Burrosr los Zorros no son

Mula .Warmi de la Luna Llena

El Diablo enainorado de Lakapuquio

La Fiesta de los Demonios

Lz Larga Agonla de un Cazador

La Venganza del Aukillo en Uchugragra

La Lavandera y sus dos Hijos Culebras

El Condenado de Paucar

El Diablo es Bueno

El Pishtaco de Jatun Cucho

Páginas

4

6

10

tala zorcos 14

18

26

31

36

40

M

51

60

67

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FFIC]SECUC¡ON

Lanzamos a la publicidad la segunda serie de FANIAIiiANDINO, concordcs

con nucstro amor al folklore andino n.tament¿ perusno en lo concernicnte s lot

caudalu dc la natación popular, como ya nos hemo§ deiado comprender cn el prc'

J'acio de la primera seric de estas ediciones.

Yon a! paladar espiritual de nucstros lcctores cultos, nuevas y exquisitas apa'

riciones de oquellos scres inofensivos puo traviesos que actúan cn ls soledad y en

lcs barbas de los teÍes de hueso.y csrne cuando hay oportunidad que les favorece.

En todos los volúmenes que vamos publicar no vamos a repitir ningún relato.

En cada volumcn tiencn que aparecer materiales complétarpenle nuevo§ y con ilus.

traciones nucvat pare meior comprensión de los dmantes de la culÍura andina y

pueblerina, que tiene un conccPto muy difcrente a la gente de ciudad, pero basados

en cotat concrctas y fiada ficticias, de lat diversas cotrcepciones de la Yids en genilal.

Hemos querido quc esta segunda entrega fuera la más atracliva que la ante'

ior y estamos ámpliamente wtisfechos, porque lo hemos conseguido nuestros pro'

pósitos. De iguat modo nuestrss lectores nutnerosos, como cstomos cenvencidot, co'

neecdores de la tnquietud y aprccio de las cosas que a orgúlo fios Pertenecen a

nosotros lot nativos mtis quc e nadie ajeno, se sentírdn halagados al termínar dc

le?r eslos cuenlos pot nUe§tro csfuerzo y cariño que Cansiste en cOmpArtir nucsrrt

alegríu al seborear los panu espirituales del hombre pcnsador.

LÍienlras tanto ya apqrecerá la que sigue a la preSente, de un momento a

otro; y hssta entonces querido lector,

El Autor.

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Pó9. 6,

¿QUE PA§o tt Tffi60nil0? lll{A RoCA

$E tE UO¡.UO TAOUilA COII AUE§,

XX

cur¡üTo Dxr,PU§BLO DE

TANGON

'x)t(

DEDICADO

A LOS

LABBIDGOS

DEL PUEBLO

xx

E 2l de Mayo delgT2,bajo el<alor del medio día en Trn3oi-, tuve el momento

más agradable de escuchar a un cumplaciente lugareño gue abiertamente desató u-

na conversación, y al propio t¡cmpo me enseñó una roca hundida debajo de la

tierra, y no se sabe de qué época lo llamaría "Gayapoc"; más parece ser un vo-

cablo ya desaparecido con el correr del tiempo. Por otra parte, dos ancianos

de vestimenta bayeta y un juvenzuelo de cabeza cub¡erta de birrete raído, me re-

firieron en kechwa de las ccsas y de sus cosas y acerca- de la roca "GayaPoc" que

éllos habían conocido con mucho detalle. Esta roca años atrás al pie del Pueblo

visiblemente erguía, serviéndose a los habrtantes, de mojón o h¡to, de buen tama-

ño. Mas, hoy nadie lo hallará: ha desaparecido juniamente con la tierra y piedras

de les alrededores. Un visitante sóio verá arenas de color chocolate y hundida cor-

*@@ --er

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?ás. 7.

tando el camino que converge de Tangor a Paucar. El hundimiento abarcó a una

profundidad de treinta meti'os más o menos y «1e largo y anclio cie cicn metros

casi; creándose en esa fecha un sobresalto y dcsvelo en la tranquilidad de esa al-

dea, y no se concretan hasta hoy el origen del repentino hundimiento. No era la

vibración telúrica, ni estacíón de la lluvia que hubo haber.causado. Un enigma,

un terror para la gente del villorio.Ciertamente esextraño que en el sitio actualmen-

td vuelan ayes, como la Guachwa, Sinrapatos, tan igual que en una laguna; pero

no hay siouiera un riachuelo ni manantial, es estéril comarca. Tantos tangorinos

hablan y sus nietos siguer contanCo de que a muchos viajeros nocturnos le apa-

recen una laguna a la media ncche; de eso es lo que surge este.cuento cuyo pro-

tagonista vive en medio de una chacra de maiz llamada "Rosas Pampa", está ubi-

cada frente al Pueblo de Yapac y a cuantos curiosos puede ccritar aquel protagonista

del suceso misterios.

:, Cerró la noche a Pancho Ta-.:-*I¡ -

guiri a poca distancia que se había

jado a pie de Tangor. Echaba

pasos sobre malesas y arbustos que

ñ$r,rovían ernpuiado por el viento que

#1§=jproceciía del río coipis. una trisie

musiquilla autóctona improvisaba en

la boca: de esa región y de ese tiempo que supieron comPoner mirando el ho'

rizonte que encierra a lo lejos y la empinada rnontaña "Rondanayog" que aguay-

ta ¡nvóyil a todos los campesinos y lairad;¡es de cementera. A cada atardecer

que expi'eJan mudamente algo, las quebradas, las lomas, los picos y el río que co-

rre en el fondo, Pancho quizá vertía eso nada más cantando y silvando. De pron-

to improvisa o se recuerda una canción de. su juventud: con Susto y a gracia can-

taba eclrando iargos pasos; ni se sentiría exahusto ni desentusiasmado. El fin dc

su ardiente anhclo era llegar a buena hora a su cémentera en sazón. No

sólo viajó en esta vez; don Pancho frecuentaba todas las tardes a serv¡r de cui-

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Pó9. 8.

dador a las chacras, que sin el cuidador eran perjudicados por buscainsectos o ladrón

de calabazas.

Los aldeanos están.caracterizados con pasos especiales con que avanzan via-

|es largos; cuando mira alguien de lejos, de igual modo al avestruz esPantado que

huye: el cuerpo y la cabeza inclinado hacia adelante. Así caminaría Pancho Por

esas lomadas y las hondonadas. ¡Pronto una belleza deslumbradora a su delante!

Con el golpe de sus pasos sintió débiles chapoteos. Panchc, había pisado reflujo

de una laguna tranquila que le aparició de la naCa en el lugar que era ubicada

la roca ,'Gayapoc". Qué pudo hacer solo, más que nada armarse de valor pa-

ra seguir mirando; y aun más, un sobresaito, al instante acababa ver y oir toda

suerte de aves nadando sobre la laguna. Los Patos Reales atisbaban curiosamente

el fondo del agua encorvado el pescuezo; inmóviles, semeiantes a unas piedras tiñi'

das de ceniza, los Wagnish, de rato en rato deglutían sin misericordia a unos pe'

cecillos. Qué pudieran hacer los pajarracos del hambre...? En SruPo' cerca a la o-

rilla, tos zambullidores retozaban saltando y hundiéndose en el azul de la laguna

cargados a sus polluelos solícitamente.

A la belleza de la Naturaleza, Pancho tuvo que contemplar unos momentos

con serenidad en el semblante y espíritu. La matización del peno¡ama ante sus

ojos hizo olvidar por completo el viaje. Tan igual, él iamás había visto en su vl-

da; para entonces era imposible que ex¡sta esa laguna, aunque en el lnvierno

lluviera ¡ntensamente; ni un puquialciro se veía brotar en los terrenos del Pue-

blo de Tangor. A los tangorincs de muy antes se les secaban los corazones a

falta de agua y sus *nimales se volvían en chark¡ en los meses de verano. Por

eso, últimamente obligados tuvieron que abrir una.acequia comenzando más aba-

jo de la Ruina San crisróbal hasta Tangor. A golpe de picos, l¡arrenos y lampas

les eostaron proveerse dc agua. Hoy por por hoy ya no sufren callos en la ma-

no. La poca ociosidad ha cambiado en otro hombre... Espera la locomoción

que advenga para operar mecánicamente el papel que hacfan manualmente.

El mozcón que no goza de privilegio del vueio con la vibración del sol en

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Pós. 9.

las pampas cae y levanta al huirse del calor; el moscón andarín nocturno, don Pan-

cho, de gatas y ratas volvió aterrorizado a su casa en la lóbrega noche. Puesto

gue no dudamos, encontraría a su llegada durmiendo a unos y otros en cada rin-cón da la casa. Según el mismo Pancho, se zampó de¡tro la casa descargando rui-

dosamente planchazos a todo lo gue encontraba. Luego tranquilizado les contó a to-

dos tan igual lo gue le había sucedido. Los dormilones escucharon atónitos lo que

cuenta carajeárdoles. Las mujeres por ser mujeres se cerraban los ojos y un va-

rón como es varón se volvió rebelde ante el temor, y le dijo a Pancho:

- A tí todo te pasa, el alma te arrastra de los pies, el zorro te rompe el panta-

lón por la trasera, vamos, te acompaño carajo !

El acompañante se llamaba Maulll, él a su llegada al lugar del suceso, echó

el oJo a la pendlente de la falda y el río abajo gue corre a Parcoy. Estaba lgual

la Naturaleza. Se rió mirándole a Pancho, a que había sido una bufonada y uoa

chanza demasiado ridícula. Por maldición, don Pancho de Maulli no debía mofar-

se a como cualquier cojudo, pero Pancho dijo:

- En esta "Gayapc" ha estado la laguna; por acá he andado mirando los patos y

huachguas, ahora no hay pués papá Maullí, no te miento papá.

De tanto mirar a todas partes se volvieron a su casa sin explicación alguna

de la masa de rocas y pedregeles que convirtieron en una laguna atract¡vaen aque-

lla noche y a muchos viajeros le siguen apareciendo de tiempo en tlempo.

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Pós. IO

EL CAZADOR GONVERTIDO

EN SIGRA CACHU GIGANTE

CUENTO

DE LA

PROYINCIA

DE

LLATA

llá por el principio de! siglo presente, en una estaneia inhóspita gue ile-

va el nombre, hasta los actuales, "Caprín", ha existido un matrimonio

cargado de numerosos hiioa. El esposo desde cuanCo era niño, se había dedic¡do

a la cacería especialmente de los venados, queen laépocasumaban en hatos en todas

las abruptas y pegueñas llanuras. Los más conocidos cerros Por la in"ccecibildad eran

wamash, Paucar y Monzón. Aquel padre de fa¡niiia era acostumbrado a no dejar

ningún momento la escoPeta que le deió su padre al fenecer abaleado Por sus Pro'pias manos. Gonocido por las dotes especiales con que janrás no salía trasquilado

en la persecución de venados expandidos en los altibaios. Ot.ro de'sus Pa¡sanos

no pretendían esa tarea difíc¡l por carecer de la cualidad con que urro nace' Pero

sí atacado por la fiebre de la ambicia, vivían sólo mirandc, como se gana la vida

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Pó9. ll

apretando el gatillo. El cazador consumadol nspiraba simpatía y aPrecio en muchos

de sus compoblanos, y así como a los cerros hermanos ya expresados; Por eso se

dejaban escalar a sus montañas y las crestas más émpinadas que Para otros vecindr

rios era inacceslble y sigue siendo, hasta hoy.

Diariamente hacía el viaje a los cerros, al campo, el sufrido cazador, pero

jamás sin qn venado volvía. Cargado a la espalda llegaba a su casa, entonces los

hijos, la esposa, se sentían contentos y tranquilos. El cazador no abaleaba por di'

vert¡rse de los indefensos animales, como los españoles cn el Perú se carcajeaban

después de abalear a un lndio solamente Por Pract¡car su punterfa y Por reSo-

cijarse. Era su oficio irrenunciable: cazar en las jircas y vender semanalmente en

la plaza de la Provlncia de Llata. En un recorido con su hiJo mayor por los lu'

tares casaderos donde abundaban venados, Por mala interpretación de hora, se

le hizo tarde el día, entonces ha sido imposible volver a su casa que distaba va-

rias leguas. Se habían puesto a sentarse en una cueYa caYernosa a "chacchapar" la

coca, pensando pernoctar esa noche en la misma cueva. A su frecuencia mirada a

los arbustos y pajonales, aparecieron, cerca al anochcer, sinnúmero de venados,

entre ellos se dejó ver un venado de tamaño descomunal, peludo y provísto de

cuernos enroscados en ambas caras. Cuchechearon: "No hay t¡emPo que Perder"

Furtivamente acercó esquivancio las pieCras ya l¡sto para disparar contra el tama-

ño animal. Con la detonación del t¡ro, tantos venados se huyeron horripilados; sin

embargo logró victimar al que ansiaba, y luego lo tenia tendido en el suelo ensan-

gretado y atravezado por tres balas mortales.

El cazador a la par con su hijo "chacchapaban" en la hora avanzada de la

noche con el mismo ánimo y decisión de,seguir camPeante con la puntería. Se so-

lazaban como un párvulo por el sufic¡ente peso de la carne de venado Para ga-

narse unos cuantos centavos en el mercado de Llata. En sus reflecclones sollta-

rias se convencíal solos gue los cerros eran buenos para los gu€ trataban hacer-

se querer con buenas y largas ,,shucshupiadas" nocturnas. Sostenlan en su hablll-

dad que éllos eran los mejores prototlpos en bondades a los cerros y ¡lrcas.

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Pós. l2

Lo primero que hacla para cazar era bolear y bolear todas las noches y de día im-

plorar a los cerros gue perdonasen de las tarugas gue mataba a rnansalva. Esa mis-

ma noche en la cueva boleaban la coca, Pero a eso de la media noche entregado

al descanso oyó una extraña conversación que los dejó sin sueño:

- ¡Alerta hermanos jircas, están viendo quienes andan por nuestro cuerpo y ba-

learon a nuestro SIGRA CACHO venado, alístense.',!- Protestó el cerro Wa-

mash contra el cazador.

- Es nuestro n¡eto que anda ganando la vida, no Yayan confundir con otros mal-

vados. Hay que pasar la voz a otros hermanos jircas, en el momento nuestro nie-

to está descansando en la ASIAG CUEVA y a su lado se encuentra degollado el

SIGRA CACHU- Contestó el cerro Paucar.

- Sí, es cierto, el CIGRA CACHU está muerto y ahora hermanos qué haremos

con nuestro nieto cazador que nos simpatiza en extremo.

Los elevados cerros acordaron convertir al cazador en el mismo SIGRA CA-

CHU muerto. El SIGRA CACHU era Para las jircas, un venado gigante especial-

mente criado para vigilar y custodiar a otros vena.das menores y enfermos. Sl-

GRA CACHU daba cuenta a las jircas y cerros to':;s las tardes, de las enferme-

dades, accidentes y la muerte que ocurriera e¡'r[re los atos de animales indómesti-

cos. Una vez muerto, no había otro Sigra Cachu que sirva a las jircas de ¡nstru-

mento de información; entonces, Monzón, Paucar y Wanish di¡eron que el mismo

cazador será pronto Sigra Cachu.

Al día siguiente, después de dormir en el Asiag Cueva ordenó a su hijo que

le acompañaba, quedarse en la cueva; entretanto él para seguir cazando lejos

dé esa cueva. El cazador se había demorado más de las horas calculadas para el

retorno. El hijo al verse abandonado, se encarninó dónde siempre esperaba su

padre la reunión de venados. A la llegada, de lejos vió a su papá entre rebaños de

venado que comía pasto. Boquiabierto acercó a su proximidad y conoció bien a

su padre. Era el mismo en una parte del cuerpo convertido en venaCo y comía

ho.las suspendidas de los árboles que abundalian empinados en esos tiempos.

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Póe, l3

La estancia donde vivía el cazador distaba unas tres leguas. El hijo después

de esperar vovió a su estanc¡a a dar aviso, de que el papá Poco a Poco se con-

vertía en venado con cuernos grandes. También dió cuenta a sus hermanos me-

nores y la madre, el anuncio que hicieron los cerros, cuando ellos chacchapaban

Ia noche íniegra en la cueva donde guarecieron de ia inclemencia del tiempo.

Al otr"o día, acompañados de los vecinos, se pusieron en el camino' y la ma-

dre preocupada iba adelante de todos con la seguridad de que habría muerto

al rodarse de la peña y no según el hijc que acababa de relatarlos. Empero, se

convenció de su incredulidad al ver descie una roca elevada que comía al otro ex-

tremo el pobre esposo juntamente con una manada. de venados. En aquel momen-

to de su contemplación nada más que los cuatro patas le faltaban convertirse en

perfecto SIGRA CACHU. No habiendo otro medio para aprehender se idearon

volver a la casa a proveerse todos,-de unos lazos especiales hechos de los cueros

de los m¡smos venados y de muchas escopetas y cuchillas afiladas c.aPaces de cor-

tar cuando la arrojarían de lejos sobre el lomo del animal.

En ta época pasada no faltaba en los villorios apartados hombres adiestra-

dos desde su niñez en tirar lazos; valiéndose de quienes de nUevo acudieron a

fin de auxilarles cuanto antes que suceCieran algo desfavOrable. Sin embargo, en

las alturas rocosas no pudieron ni verlo bien; en cuanto lo vieron de lejos se re'

montó a lc más alto del cerro Monzon, m¡enEras los otros aguardaban Prevenidos'

hora tras hora, en el fondo de la guebrada, el posible regreso del esposo perdi'

do, pero ya venado con los cachus crecidos y ta lana crec¡ente en el CuerPo..

Al enterarse de la noticia sobre la transformación del cazador en taruta,

sinnúmero de voluntarios campesinos de Llata y de las estancias llegaban a la cue-

va y lcs paraies donde cazaba; Pero de lr y volver tantas veces por el lapso de

años, canzaron hasta los hijos y la consorte dejó de perseguir )' buscar. En cuer'

po y alma desaparecido el cazador, dió el motivo de convencerse de que los ce-

rros le estimaba, por eso había reclamado a sus lados convirtiéndolo cn otro ser

animado para la eternidad Pero en estado Sigra Cachu, o que sobreviva marte'

riza en manos de la Naturaleza por haber sido cazador santuinar¡o.

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Pó9. t4

LOS BÜRROS NO SON TAN BURROS

ros z0Raos N0 sON TAN Z0Bn0S

0uento rccogido

cn el Distrito

de Vicco

Dedie*do

al uisno

Pueblo

.'L abían en otro tiempo animales que hablaban, piedras que silvaban y ce'

ll+lr..o, que conyersaban acerca de las desgraci.as, hambrunas, lluvias, tcrre-

mat6s, enfermedadcs y de las sequías que arrebatarían a los aldeanos irreparable-

mente cn el futuro más próximo. El hombre andino se comunicaba con muchos

animales irraclonales y respetaba a tos seres más pequeños y abominabtes; no como

el hombre moderno de este siglo, el más educado tortura y victima los animales

que lcs crió a su lado: Sobrev¡y¡mos con una conciencia aseaina. Por otro lado,

',El ser racional" como se califican vanidosamente, no conocían una simple rueda

.ni un motor, Estos invenfos va secundando perpetrar crímenes y a ser malva-

do el hombre; al . mismo tiempo creando la temlble desocupación en diversas

industrias hasta en el hogar: en eonsecuencia, el mundo está dejando de transpirar

§

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Pó9. 15

, y no se. fortifican sus músculos y células, al final con el catarro más leve sucumben

Había antes en la sierra peruana, un arriero arriesgado que jamás padecía

males€ar corporal, siempre se mostraba vigoroso y más fuerte que un lndio mlle-

nario, increíblemente tcnía la vista que eaptaba leJos lo que deseaba ver. A pie

realizaba largos viaJes, de los Andes a la Costa y del Oriente al Poniente, sln pro-

testar de la lluvia que le mojaba, en el frío que se escarcha en las cumbres don-

de no derretÍa. En su viaje arriaba an hato de jumentos cargados de mercaderíae

y a la caida de una tarde arribó a un¡ estancia solita¡:ia a alojarse. A s aeostum-

brada manera lo descargó de lomos del animal y se puso a roncar a pierna

suelta después de ,,chacchapar,, la predicción de su exitoso viaie. También los bu-

rros comían en la pradera a sus barrigas veías.

A la mañana sÍguiente alistaüa et envoltorio sobre los animales, )ro al mo-

mento le falté la rcga gue tuvo. No se razonaba de la pérdida, ni atribuía a via-

jero alguno, por cuanto aquella época no e<istía el delito de robo. Todos traba-

jaban si necesitaban, ni menos circulaba la moneda que es h tenteción de todo¡.

Tampoco nosabían proferir la patabra ,,suwa" o ladr:ón como en laactualidad los

exolares aprenden mentalment€ "No robar" en el aprendizaje rudlmentario del

curso religioso, (.'lue sirve de guía a los estr¡diantes para el prlncipio de robo.

El arriero desperdició las valiosas horas de su vlaje, aguardando que alguien

después de hacerle chanza ha bía de devolverlo. Su mirada mostraba Penosa y desalien-

tada; sólo miraba repetidas veces al burro -qud asomaba de los céspedes. El anl-

mal dejé de paser y luego dió la cara a su dueño erguida las oreias. El amo

viendo que no comía como otros ratos, lo vociferó con tono airado l

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Pós. Ió

.-:¡lmaram rirgapamankl bullico, iagchinacuy apuraylla chay mancapachayman( EnKechwa).

¡Qué me mires burro, corne rápido a tu trcmendo estómago! (En Castellano)

- Me excelente amo: Pronto estaremos viajando, déjate de penas'

- ¡aHl qué tu lo sabes nó, ahora vas saber burro, te voy a cortar las orejas!

- Calma, cálmese mi excelente, otros culpan de tu ira; pues bien quesiera dos

manojos de yerba y dos puñados de sal para mi fuerza y talento, arrastraré acá,

mi amo, porgue los zorros no son zorros para ml y lo será así pronto.

Duvitativa de la proposición, el arriero buscó de los corrales el pedido de

yerba y la sal obtuvo de una complaciente familia. sírvió al burro con sumo res-

peto y con delicadeza. Lo primero que comió apurado fue la yerba y el otro se

llenó con la lengua a la boca; entretanto corría a PamPa- trav¡esa'

Las horas pasaron presurosas, el sol ardiente había alcanzado el zenit, era el

medio día y los gallos de la vecindad cantaban la hora exacta en variados tonos,

y a lo lejos, en una pampa pedregosa se cayó el jumento haciéndose al muerto, don-

de la gente no andaba ni animales. Al cabs de un momento, Por entre los picos

de los cerros acercaba volando un cóndor hacia al que yacía muerto' más rato el

rey del vuelo, se cayó lento junto al burro., y sin perder t¡emPo le dió un picota-

zo en el áspero terminal del recto, a su vez apóyándose en el suelo quizo jalar el

recto; pero al hacer esfuerzo, ¡ns¡antaneamente re¡il¡ió el pájaro dos coces casi

mortales Con el goipe gue lo descargó, asustado y tal vez con el dslor, te remon-

tó al cielo, de allí descendió a una peña, de dónde mas rato atisbaba al burro

A la mirada del cóndor, más tarde llegó junto al burro un zorro llamando

a gr¡tos a sus comPañeros:.

- ¡Tiunchi bullicum Wañucush! (Kechwa)

¡NilesÍro tío burro hu muerto!. (Castellono).

Con el grito estridente del zorro llegaron tantos zorroz pasando la voz

que trajeran cordeles Y zogas'

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Pá¡r 17

-Acu shuwacuy wastrcanchita apamushun tiurrchl bullicuta janchapachlnanehipac'

Yamos fracr nuestras zogas que hemos robado ayer' cotl esos jakntos al burro'

De las grietas, bosques y barrancos, se aparecieron los zorros con las zo'

gas envuelto en el Pescuezo, se dirlgieron a todo vlento al iurnento gu€ yach'

Comenzaron amarrar de cada Pata y como eran incaPaces para lalar con l¡s rnaflssr

ruvieron queamarrarsede las c¡nturas para tirar sin esfuerzo. De lo mucho de ellos,

un zorro gue le gustaba divisar y cuidarse de los enem[os' vió al cóndor senta'

do mirándoles con ateneión desde las peñas; entorrces dlieron todos: ¡Hay gt¡e 'sus'

pender, no sealños malos con nuestro tío cóndor, que aproxime a ryudarnos y a

comer en la mesa! Para eso envlaron un zorro cortés que le invltara al miÉn.

Muy pronto llegó la comisión al cóndor y le dijo:

-Tio cóndor, tiunchi bullicum wañucush, ishcan ñawintan y cagalerantan iurgacer'

camuy (kechwa)

Tto ióndor: nuestro tlo burro ha muerto, sácatc los dotoios y el rccto (Ca*ellano)

El cóndor negó la invítación diciéndole:

-Llakispis, piñaspis cayachl, imaylata aclcuyta acicustragml (keówa)

A la vuelta informó a sus compañeros las frases que pronunció el cóndor.

Todos los zorros hablaron en coro: ¡Ya, todos a ialar siquieren comer! un zorro

respond ió:

-Shuyay wicshay wañ!t _(kechwa).

Un momcnto muerto di iambre. (Castellano)

De tantos zorros, uno comenzó a protestar gue debe suspender:

-Tiunchi bullicu cawayannlraSta, ñawin cuyutyan, rinrlnml wlshcatyan. Slklnme

tipull t¡pullyan, rikapari tiucuna. (Kechwa)

Nuestro tío burro parcce cstsr vivo: sus oios y oteiu mueven, tanbién su cogo'

lera abre y cierra, miran compallcros (Castellano)

No había rerminado de hablar el zorro, el burro se levantó precipitado y

dió señal de aviso a su amo Gon un rebuznido' lÍtermetente. Micntras lo¡ carnf'

voros pedían clemencia al ser arrastrados por entre las tuaas' $egft3' y d a'

gua, porgue el burro corría a todo bala a entrega¡ lz zrlgt a $' arno' Flnalmen'

te cumplió la promesa el burro gue no era tan burro'

Page 18: Fantasmandino 2 - Zenon Aira Diaz

Pó9. t8

Mula Warrn¡ de la Luna Llen¡¡

Cuoato

rocogido

cn ol

Distrito.

de

Colqudirca

.ll,t o sabré decir con exactltuC la fecha que ha oxistido doñe Nat¡lia Ru-

l!**rr, ni menos el lugar donde ha vivido. §ólo hay versiones que hr vi-

sitado a Ccrro de Pasco, inquietamente reletando cuentos antepasados y de ca-

sos que experimentó en su.estancia. Esta mujer en la noche de cade luna llena

se convertía en mula negra y se iba Ce su casa al campo, lucgo reternándose

cerea al amanecr. Un ser abominable la montaba hacléndole correr a aspuelas;

entretanto, el hijo lloraba en la casa con el frlo y de pecho. Ojalá fuera espeluz-

nante esta narración para los que leyera y contaran en los velorios y viajos.

En la vida matr¡monial de don Pan¡león y de doña Natalia Rupay tuv¡eron

rn solo hijo primogénito. La esposa aeababa dar a luz aquel hijo, cen $lstencia y

e¡iÚado de expertas comadronas - las estancias no se conoce facultativo¡-Alpo€o rato gue "ehacchaparon" la coca ¡l alumbramiento del nuevo ser, llegé un

c-+:ffi

-

-)----_.---r---

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Pá9. l9

veclno c€n más pcnosa nct¡cia dc quc el .sposo d¡ doña Nati parturierÍta, de re-

greeo dcl pueblo de Panao había fellecido repcntinamente fulminado por el rayo de

una tormenta del invierno. La esposo se ahogó en el llanto, dirigiendo Ia mirada

a las ropas que se ve¡tía y poyo en que se sentaba el pobre finado. Alguien de

los visitantes con la lágrlma en las mejillas habtó consolando a la Nati. Otro visi-

tante que desc¡n¡aba sentado en un.a banaa de madera dijo renegando de la desdi-cha:

-Nuestro Dios no ticne ni juicio, cómo manda matar a pobre Pantaleón, que a-penas eontaba veinte años. Ahora su mujercita está .onvaleciente y está llorando,ataque ic dará ahora.

Un viejecita de magra cara del rincón oscuro contestaba :

-Pobre Panta, ha.sta su semblante y nombre olvidaremos con el tiempo.

-Así es, los que mueren se reducen a la nada, a no volver jamás.

-Pobrecito, trabajaba día y noche seguramente para no sufrir el hambre en la es-casez de comida, su Nati y el hijo guc ha de nacer siquiera, ganando poco.

--¡Ay taita Dios taita, don Fanta no era pucs malo ni envidioso, por qué eres ma-

lo, Dios mío, lo arrebataste viendo su cspola que sufría el parto largas horas.

-Dc compá Panta, su vida habría sido desri.lada hasta hoy, 2or eso con el rayo

no más murié.

-No mueren con el rayo, siempre el rayo junta y cura después de despedazarlo, pe-

ro con don Panta que habría pasado, capaz un pichiuchanca, un liclish o vhieromalagüero estaría por esos sitios donde le cayó el rryo, por eso no revivió.

-Es cosa gue todos s¿bemos la situación como sufrié don Jenito al ser destrui-

da por el rayo en cerro ,'Zorrowaganan', cuando juntaba su rebaño. A este hom-

brc el rayo de una tarde lo de¡trozó, después al dfa siguiente, vieron los vecinos

que llegó a su casa trastabellando y sin habla. Los gue vier@n ni siquiere curiro.

searorL sólo algunos de la casa, vleron pcr la espalCa q' tenía abierto viéndose el

corazón gue movía, y los huesos de su cabeza ya s€ había unido, pero sin pelo,

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Pó9. 20

La cara y su cuerpo no se conocía, impresionaba horror y compasión, Pero no

sentla él dolor. Actualmente con qué gracia cuenta don Benito a sus vecinos. El

mc deCla: al despertarse después de muerto con el rayo, los brazos, los dedos y los

piés estaban botados lejos de su cuerPo. Asuste-do nuevamente cerró los ojos. Al

dla slgulente revivió, entonces vió a su cuerPo que casi ya estaba natural,na-

da más los ojos no le ayudaba ver lejos. Se esfucrza en levantarse y se dirige a

su casa. Los animales unos cuantos habían muerto. Ya ves, las víctimas del rayo

levantan de haber muerto y se recuPeran la salud tranquilamente.

-Es verdad, también he visto a don Benito a los dos días que le llegó el

rayo. Como salían de sus pulpas las piedrecitas, yerbas, la tierra y así poco a Poco

terminó de salir y se l¡mpió de por si el cuerpo. En pocos días, cicatrizaron las

hiridas por las gue se vían los intest¡nos y el corazón. Ahora es Bano don Benito

), continuamente está viajando a la montaña; Pero con don Panta qué habría suce-

dido, seguramente alguien lo ha visto que le llegó el rayo, Por eso murió. Es ma-

lo mirar que llega el rayo a animalcs y a hombre.

Se tornó vacía la casa con la desaparición de don Pantaleón Shicshe. En lu-

gar de su conversación, el hiio recién nacido lloraba de algo y la madre inquieta-

ba dándole el pecho, de rato en rato zollozando de la muerte de su esposo. La

casa en que vivía la viuda, era construida de piedras de rústicas formes, cuya en-

trada a los altos era de gradas del mismo ma¡erial. El piso de altos teiido de ca-

rrizos dejaba aberturas caPaces de ver cosa alguna el más corto de vis¡e.

Los que han recorrido en parajes camP€stres o los que viven en ellos, están

enterados que un, estanC¡ero es siempre visitado por muchos negociantes y via-

jeros. Aquella forma de ganarse la vída, obliga al negociante a alcjarse en las es-

tanc¡as cuando ya el día se le cierra o llueve copicso en el invierno. En el can:-

po los campesinos, por más pobre que fueran, están obl¡geCos a acceder cotno

buen hornbre and¡no el alojomiento al que llega agotado en la noche. Doña Na-

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Pós. 2t

talia en su condición de viuda desamparadr, jarnás nogaba súplica de pasajeros via-

dantés cansados para alojarse, siempre de buen hunror y afecto agradable daba ac-

ceso a cuantos agotados y pobres, mostrándo¡e siempre simpática en la pobreza

de su hogar.

Había un negoc¡ante conocido por hs antepesadas familias, que andaba de

casaencasaofreciendo ventade cayas, chuños y macas, con los cualeshacfragosto

en las temporadae de escasez de cosecl¡as. Se había hecho común una frase en bo-

ca de los eompradores indigentes."Comiendo viento, a Benito reyendo".Don Be-

nito, cada vez que salía a ofrecer el comestlble, ¡olfa alojarse en la cbsa de la se-

ñora l.Jatalia. Ella acogía con hospitalidad en áspera pieza que era el altos donde

tranquilamente se entregaba al reposo cacla vaz que acudía extenuado.

Una mañana don Benito saludó a Natalia después de ievantar a la madrugada:

- ¡Buenos dfas, doña Ñat¡, cómo amanccisie!.

-Siempre siento mal, a veces peor que ahora amanezco con loshuesos maltratados

¿Qué mai tendrás, hace tiempo qué sufres?

-Después de poco t¡empo que nos hemc unido con mi íinado esPoso. El estaba

cansado de mi mal, y en su boca no faltaba cada vezque renegaba; "Serás muJa

warmi, por eso te sent¡rás mal sólo en [a luna llena, después de por si sanas" A-sí me decía. Una mañana me dijo: Tus labios están dañados y no sana, es Por-que te rnonta el diablo en las noche¡ cuando yo me ausento por semanas, La he-

rida q' te fcrrna es por la rienda que te pone en la boca y la espuela fina coo que

te golpaa para que brincas los ríos y las piedras. Así es el diablo, te hace lo quc.iese¡, usred nc se da cuellra que te convicrtes en mula cada luna llena;asl decía;

-Pero qué curioso, en verdad, tiene usted una herida en los lablos.

-De qué será pues eso, nunca me empeora n¡ me sana.

-No sería en vano, aunque vendiendo tu ú,ltima marita te hicieras curar co¡ lrtá-ma juliane. Acierta bien ella cualquier mal sea Yaya, Abuelo, chachu,.hasta brUferfa.

Page 22: Fantasmandino 2 - Zenon Aira Diaz

ics, zz

-Pronto me haré curar, don Benito, con mama Jullana. Ella conoce en el Jo'

bco !a¡ más extrañar enfermedades y lo ha curado a mudlos después de sus testa-

mento¡ gue firmaron sin habla. Hasta lo que somos de vida larga o corta conoce

rrama Juliana, gué kawag santo será.

-Doñ¡ Natl, su hlj¡to, tamb¡én creo sufre algún mal, esta noche lloró Para com-

paslón, ni me dejó dormir a pesar gue en los altos duermo; para ustcd será una

pcsrdllla y peor se maltratará el cuerpo.

-Nl blen me acuesto quedo dormido con pesadez, don Benlto, y me despierto

emanccldo el dfa, por eso no siento a mi papito que llora.

-Pobrecito de qué llorará, tendrá dolorcillo, o de su pecho llorará; si fuera gran

de se avlsarfa.

-El tiempo vuela, el sol ya se acerca al medio día, tendré que alistarme, oialá ter'mtno de vender los sacos. También a la noche me alojaré, Dlos le pagará.

-La chosita está abiorta para usted cualquier momento que quisieras visitarme,

m¡entras vivimos alcanzémonos de algo, siquiera el agua hirviendo.

-¡Muctrísimas graclas, mamltaSanta Rosa, a mi vuelta no tefaltará un pan.!

-Nosotro¡ tamblén prcbaremos lo que cofnen la gente rica, ojalá Pronto tfaie'

ras cl p¡n, no sc olvide, agradczco de antem¡nc,

-Ya, todavla volveré a la tarde, hastr luego.

El ncgoclante Benito Shicshe, se encontraba en el camino nuevemente a ofre-

ccr el rflt¡mo chuño que sobró en el costal. Durante las horas gue recorría, se

le vino a Ia memorta, la situación y la dolencia de ta Ñati. En sl pensarfa, serla-

mente de élla que llevaba herida en los labios y costados. En su pensamiento

no atribufa a enfermedad alguna; bien sería de la que sc transforma en mula y el

di¡blo le da férreos latigazos con la rienda dura y la pincha con las espuetas Punt¡a-

grdas en la clntura. Para descubrir el velo del fenómeno, al final de sus refle-

¡dones ¡e decldló aprovechar la luna llena, que era esa noche.

Page 23: Fantasmandino 2 - Zenon Aira Diaz

Fós. 23

Aquel mercader estab¿ enterado desde su infanch, de Mula Warme que salla

de las easas donde vivían mujeres de sacrist¿nes. l''!uchos nocheriegos aldeanos, at'ts-

tiguaban la existencia cle la monstruosa r¡ula. lnclusive, él siendo madrugador nego-

ciante había v¡sto en la luna llena, que las cuatro patas emitía chispas de cande-

la verde amarilla cuando caminaba a trote en el eampo.

Benito a la vuelta de la venta, descansaba donde Ñati, conversándole:

-Te acostaras, don Beni, ya es tarde, de siempre en los altos,

-Graclas mamita, me acostaré, pero alistáramos el mechero Para que arde toda

la ncche, entonces tu hijito al despertarse ya no llorará, mirará la luz, aunque us-

ted duerma pesado.

-Ya, alistaremos con el jarro de alpa y de grueso pabllo, verás como ilumlnará

mejor. De costumbre usaremos la grasa de llama, otras term¡nan fácil-

Más rato, don Beni en los altos y doña Ñati en una esquina del prlrner pl'so en el que tenía su catre de piedras lajas. Cerca a las doce de la noche nueva-

mente comenzó a llorar la crlatura. De maner¿, que al soñollento le quitó el sue-

ño. Tan aburrido del desvelo, por las aberturas de chacllas aguaytó abaJo para ver

la muta. Acertó bien la cama, no habfa en su cama, solamente lloraba el hifo des'

cubierto las frazadas. El atiebador furtivc quizo levantar, Pero al reclblr el frlonocturno se volvió a acostarse a su abrigada cama.

A la hora del alba otrt vez ccnverEaron.

-¿Doña Ñati, ya has levantado, buenos días, ahora cómo estás, bien?

-Ahora peor, tat vez mi finado quiere llevarme a su lado a descansar helado.

-Pero, dónde te habías ido toda la noche, tu h¡¡ito lloraba con el frío y sln fra-

zada, y me había queciado dsrmido seco más tarde.

-A qué puedo haber saliCo, yo, a asa hora; estaf,ás mofándote de mf, don Bénl,

no puedo creerte que mi hijito lioraba en las noches, ya son una bufunada.

-¿No lo cree? No podré mentirme si los mentirosos son Preso§ eternos Gn el

infierno. MeJor hablemos de otra suerte que hace reir y olvidar las Penas.

Page 24: Fantasmandino 2 - Zenon Aira Diaz

Fag. ¡r

Por última vez, se encontraba don Benito visitando cho_zas con ra venta; sinembargo, al anochecer volvió a la casa de ra viuda a hospedarse. para entonces er ne-gociante estaba anhelante de pezcar la mula warmi. A la hora de acostarse nue-vamente la exigió g' alistara el buen mechero q' les sirvieron en la noche anterior.Eoña Ñati cumprió ra mane' de aristar er mechero con ra misma grasa de ilama.Más tarde don Benito permanecfa entregado en un sirencio absoruto esperandover desde el altos el fenómeno de transformarse en otro ser viviente y a qué hora.

La vluda enfermiza se dejó caer sobre ra cama y ar parvurito builanguero asu lado hizo acostar envorviendo con gruesos pañares. próxrmo a ra media nocheroncaba la señoraNdelirando despropósitos y desagradables y el cilitoso segufa mirán-dola con la muribunda luz del faro tiznado.

Fue noche ateradora, no visto jamás tan igual, por primera vez vió don Benitoa Ñati que se agitaba abriendo los ojoscon rareza, y la excentrecidad de su llamadaen la boca hizo crugir y ramentar hasta ras paredes. Estremecien do como ya paracxpirar con un dolor atroz, bajó ar suero de la canra muy apurada, sin ponerseslquiera un fu¡tán suspendido a su rado. Un poco recrinó er cuerpc hacia cieian_te y terció las largas trenzas a su espalcia. Al cabo de un momenro, ras trenzas¡e rcnvirtieron en riendas de mula; las orejas crecieron al instante ¿l ta:,nañc deun eaballo; la cola y las patas ala par transformaron;en el cuerpo desni¡<io brorarontuPidos pelos con los gue ya daba sernejante a la fisiea de una mula. E¡i pe!-fcctcy de buen porte de besiia terminó Ce ccnyerr¡rse. En seguida, alguien abrió lrPuerta afuera. Don Benito sobrecogido y como ui..:a devanadora sacudiéncir-rse, vióentrar tan igual gue un hombre de buen talle y semblante jovial; pero en uírabrir y ccrrar de ojos se convi:¡ió en un hombru- de peros negr{:s, furgurando rasospuelas doradas. A la mui¿ 'c.,armi cagió o'e ra r::nda, en seguida sarieron af,;erarel¡nchando estrepitósamente y ei ab.nrinabre hombre guapeó una aregría rai-ga.Ec el momento muchos soñolientos es.rjchrlron Éñ sus estancias y los perros de

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Pó9. 25

de los vecinos aullaron slguléndole hasta lelos.

En cuanto salló la madre mula, el bebé se despcrtó ltorando, Gntretanto le

cama estaba sin la scñora víuda.

La lámpara preparada segula ardíendo y don Benlto asustado segufa mlrando

por las mlsmas aberturas. Segtln el mismo neSoclante, demoró !a Mula Warml en

volver más o menos tres horas. Volvló a aullar los perros Pastores. Nuevamentc

se escuchó la voz de la mula que acercaba " i, ..r.. Abrlendo la puerta egresó.

Muy rápido sacó el cabresto y deJó a la bestia parada. Salló precipltado el dla.

blo que le montó a doña Ñati. Al mismo t¡empo ella se convertló en el anterlor

estado de muJer, y se puso a acostarse al lado de su hlllto que lloraba lastlmera-

mente; entonces cantaban los gallos anunciando el alba nuevo.

Antes de despuntarse el día, don Benito se alistaba para ret¡rarse de esa

casa y no volver jamás a hospedarse; Porque Presentla que hasta en su sueño su.

cedería las mismas cosas que vió en esa noche. El negociante en su humildad' a

cuantos de sus amigos, habla contado del caso mlsterloso. En la actu¡lldad, los des-

cendientes del mercader y otros siguen contando el cuento. La cadena contlnúa.

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Pá9. 26

EL EIIABLGI ENAMG¡FTAtrIGItrIE LAKAPIJEUICI

CUENTO DELDISTR,ITO DEOARHUAMAYO

Dodicado ¡ljrranirta yfutbolistat'Cachln"

(Sixto Panduro)Cerhusmaluo

nato.

un kilómetro antes de la llegada de Cerro de Pasco al Distrito de Car-

huamayo, está extendido .un caserío hecho de tapia, denominado, no se

sabe desde gue tiempo, "Wachac", y al lado Nororiental del D¡strito, hay un ma-

nant¡al permanente, cuyas aguas en abundancia a partir del canto del gallo hasta

las diez de la mañana, mantiene tibia. A la hora sos.egada de la aurora,se advierte

denso vapor que exhala al aire, provocando,a los viadantes a bañarse o lavar una

indumentaria si hubiera, como las mismas carhuamaínas se ve sentarse y ardar al-

borozada y convidada por ese río abrigado. Llámase también riachuelo de "Wachac"

y cbrre serpenteante por el centro de la r:illa y une a la laguna de Chinchaycoeha.

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?69. 27

Está poblándose de más viviendas típicas, que parece con el tlempo se va

formarse un pucblo y unlrse con el Distrito de Carhuamayo, constituldo casi to-dos los moradores por la familia chávez, quienes parecen haber vivido en con-

t¡nuo litigio y pelea sangrienta. Pero, por otra parte, los litlgante de antes y hoy

vlven en la amenidad de ese ambiente matizado por el clima y acc¡dentes roco-

sos de la Meseta de Bombón. Todos los hab¡tantes oriundos gozan de la libertad

de contemplar a lo lejos: los cerros y plcos lejanos que chocan al cielo del vera-

no. La inmensa pampa se deja ver en el invierno donde chlspas del rayo atrona-

dor forman hilachas mortales. Eso es Io que convida vivlr a cuantos de los modes-

tos hombres de ese pueblo popular.

En Wachac, ha vivido gozando de soltería una damita alegre y de esplrltu

franco, hija de don sebasrián chávez y de doña ciriaca Atahuanrán. se llamaba

Anaca chávez. En la sinceridad de su alma y en la sencillez de su trato, a la ed¡c

de la flor tuvo entrañablemente relación amorosa con un vlajero joven de su e-

dad gue vivía en el canto del pueblo de Carhuamayo. Este distrito en esa época

no contaba como con los pobladores actuales. En su totalldad, estaban dedicados

a los largos viajes: a Oxapampa, Culebramarca, El Arroyo, Llaupe, Huánuco, Huan-cavelica y Panao; para ganarse la vida mediante trueques de lana, pullocon el mak,

café, la maehca, para entonces abundaban hasta la chancaca.

Sus padres rai'a vez se hallaban en casa, siempre estaban al lado de su ne-

gocio por los lejanos pueullos. Pasab¡n semanas y tras semanas, en volver; cntrc-

tnnto, el pretendiente de la joven aprovechaha la ausencia, sorprendíendola con la

llegada a la casa. Los vecinos que la veian, se callaban, porgue había ganado la slm-

patía y respeto a los parentescos de la rnuier. Anaca era úniea hija, no tenle her-

manos para g' acompañara en cisa. A raiz de lo cual, muchas veces iba a dormir ea

los vecinos, tíos y primos por ser de sexo déb¡l. El pretendiente era cumplido e

carta cabal; todo lo que pronrería cumplía, no engañaba jamás, porque la amaba c¡-

piritual y fisicamente. Ultimamente no quizo apartarse del lado de su prometlda. An-siaba con locura unirse con la joven Anaca.

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Pó9. 28

Un dla a duras penas y con un sentim¡ento iosoportable tuvo que dejarla

por ol lapso de un mes, por tener que viajar con urgencia al Oriente. Como en

todos loc vecinos había depositado la confianza, sin duda prometió a su amada

jovcn y vecinos, volver unos días antes que cierra el mes próximo.

Er¡ dificil vivir para la joven en ¡usencia del ser amado. Había dejado de

tejer las medfas, hilar tramas y otras tareas del hogar. Todas las cosas deJó a un

lado sin importancia, aunque los padres al llegar de otro viaje amone§tara de la

dcjadez y oclosidad con gue ha había pasado la s¡mana.

Se cumplió el día que ha de volver de Puzuzo. Ella, esa tarde se sentaba

iunto a su casa, de la ausencia, sumergida en el mar de las penas, sólo mirando

al camino que surgía de lejos. Solamente veía arrieros forasteros que se alejaban

de su proxlmidad perdiéndose tras las lomas llamada "Azgua Tachicuna". Había

ratos en que aparecfa de entre los caminos otros v¡ajeros y se pasaban de frentes

a su chosa, nada menos eran los conductores de mineralcs de Cerro de Pasco a

La Oroya. En vano aguardaba la llegada; pues no curirplió su palabra de honor

el pretondiente ¿Qué habrla sucedido al amante? Seguramente hubo un contra-

tiompo que no dejó llegar ol día señalado. Cuando la oscuridad velaba cn la pam-

pa, entró a su casa dondc seguía oyendo atenta la voz de caminata gue acercaría

de pronto. Más tarde estaba e punto de cerrar los ojos con el sueño; no obstan-

te, ague[ momento irrumpió a laicasa el mismo amado, llamándola extrañosamente:

-¿Es+ás despierta, Anaca? ¿Muy buenas noches prenda amada, puedo pasar?

-¡Pasa mi adorado, me muero de amor, acércete...! ¡Ojalá no vuelva a rePetir es-

ta clase de penas que me aohgaba a muerte!

-Le Juro a más pronto nos casaremos para acabar con el dolor que a forma de

cuehillazos nos mata.

-Tanto me ha preocupado que has tardado en el vlaje, pero ya estamos.

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P6s.29.

-Pero al fin he llegado, estaremos iuntos, no te deiaré'

-Ojalá sea así, pero hay algo qué contarme' cómo pasaste las semanas'?

-Dispénsame de contarte algo, estoy apurado' Por favor acompáñame ir a un

cumpleaños de mi amigo que está festeiando en la casa de tío Bartolo'

-se me excusa, por favor, no puedo aceptarle ir de noche, Puesto que mis tíos

me censurarlan de que me estoy volviendo jaranera y cañaplina'

-Obedéicame, le suplico por el amor, te necesito que estés a mi lado' alístate'

-Ya, por tí haré todo, pero espérame aquí, quiero ir a mi tía a pedirla se me

conceda permiso Para acomPañarte esta noche'

-Anda, espero que vuelvas ráPido.

Volvió cuanto antes con el permiso que dió los Parentezcos'

-Ya estás aquí, me elegro; nos Yamos' Ana' las horas nos ganan'

-Sí, vamos.

Ni un brillo de estrellas alumbraba para guiarse en el vasto planicie: reina

una densa oscuridad que obligaba a los dos caminar a tientas. Sin embargo, de po'

co que se apartaron del c¡serío, se Presentó leios una casa incendida en el patio

una fogata. se valieron del tenue brillo para dirigirse a la jarana. La fogata se in-

tensificó en su iuz casi n¡ dejando ver la fiesta; entonces el amante que ceñía

del brazo a su amada, 5e cayó de risa largo rato, a su vez animándola lo que res'

plandecía era la casa en que se llevaba término el baile de cascabel 8ordo. Antes

de la llegada, delantóse el enamorado advirtiéndola que le siguiese los pasos hasta el

saión. Apu;-a,lo enrró I la,ouerta deccrada de flores y ella en seguida. sorpresi-

vamente al pasar la puerta c:y> al agua que broraba del misrno Lakapuquio pan-

tanoso. La víctir¡a, del ciiablo, en su inconcienci;r agarró la yerba que abundaba al

redcclor del mananti¡|. Ei-¡ionces una lucha con un ser desconocido. Le ialaba de

los >ies de adentrc. i.a muiercita al punto de ahogarse en el agua' dió gritos de

aux!iio: liamrbe rnuribi:cda a sus vr cinos Por sus nombres. Los familiares que

vivían oido afuera en Wachac, escucharon la llamada, sin embargo' Pasaron por al-

to, porque era sabido por el pueblo de Carhuamayo que en el puquial Perma-

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Pós. 3o.

nents deanbulaban diablos y malignos dcsde muy antituo. A esos diablos les gus-

taban rtrapar muJeres solteras y niñas agraciadas. Parcce csos seres han introdu-

cido el rapto a las mujerer en la sierra; para aqurl tiemPo ento;lces muchas de

las hi¡as de carhuamafnos hablan sido conducidos a Lakapuquio,.por los palabrea-

dores diablo¡ de vida romántica

Un vecino comunicó r sus paisanos del grito en el puquial. Permanecieron

duvetativoü pero siguía llamándolos a sangre herida, en lo que se dejó conocer

la voz de Anaca. Se vieron en apuros todos los vecinos y marcharon a toda via-

da con la sal en la mano. Según ellos, la sal de Yanacachi era de buen efecto

contra los demonios. En verdad a la llegada hallaron ¡ Anaca naufragando sin ha-

bla en el agua helada de la media noche.

Al fin salvaron una transfigurada que se había ido guiado Por un ser cn¡g-

mático que la estimó en esa noche cuando se encontraba sumida de su tristeza

por el leglttlmo amante. Sobre el particular desconcertante a lo más conversaron

entrela vecindad.Conel paso de los años, se quedó en la nada. Ni siquiera el ver-

dadero amante de Anaca indagó el rapto después de la llegada del Oriente. Ter-

minó en la inferencia y el tiempo borró los más mínimos detalles del suceso en

Lakapuquio.

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Pós. 31.

LA FIESTA DE LOS DEMONIOS

GU¡NTO

o¡tPUEBI.O

DC

YAPAC

n los más apartedcs y modestos pucblos andlnos, van aParcc¡Gndo frrlas

quc un s.rrlno mereee vivir de cllas comprando rlge de la nov¡dsd

que llcge. Por le eomún, hey vcntr de blzcrehos, m¡ntls, frrzrdas o blcn se onchr-

tan c@n lcr eonprdre¡ n¡d¡ rnós por cn€ontr¡rEe cn lr fcrlr. Una dc las ferfas

quc sc h¡ cr¡rdo o¡ l¡ fcrie de Parrcy, ¡uebleclto ¡rrlncon¡de y próximo al De-

parttmento dc l{ulnuce. Curnt¡ .on un reducldo nÚmero de habitantcs. A qule'

nes na ¡e lcs vó durrnt¡ sCFt¡RL, que r un vas¡tantc dc fUcra lc c¡Usr rñoran'

za y tristera en t¡le¡ vaeías ellos rltibalos.

Page 32: Fantasmandino 2 - Zenon Aira Diaz

Pós. 32.

Laferiaqueleshacenvivir,duraalomáshastamediodía'porlasencillarazóndequeloscompradoresdeazúcar,lasal,laPatasquita'elcharqui,elciga.rro, el tra3o 'l la coca, se vuelven a sus aldeas y caseríos que seParan de Yápac

adosytresdíasdetrayectoporherradura.Lostra¡inantesavantesdelaferiasonlabradores de tierra; si por mal no son Testigos de Jehová como en las ciuda-

des civilizadas que no beben licor, sirro por el pan de cada día descargan golpes

a un pedazo de champa, ayudado por el trago y la coca' Un beodo fornido' por

serborrachooPorentendimiento,lúcidoysanounfrasecillosoltó:..Icleyseca

mástragouca,salú..."ParecelamáshumiltlePersonaseafanaenconocerelsentimiento, la pena y la amargura con unas coPas de trago que le vuelve más

senslble cuando mlra al pasado o se envejecc lento; pero al final no encuenEra

n.i., " veces terminan el trago con lágrimas'

Si alguien interesase del Pueblo de Parcoy y la vida de sus habitantes!

pués irían a la colina enclavada a la proximidad de ese pueblo, de donde con-

templarían el traiinar de las cabalgaduras y de la gente labriega' Salen de sus ca-

sas lejanas hacia Parcoy, provistos de luz preparada de leñas y Paia' Nadie sabe co-

mo viajan. Ese viaie semanal comienza desde la una de la mañana por los cami-

nos que bajan de Mosca, Colpas, Tangor' Yápac' Cokín' Chucchu y de muchas al-

deas gue no se ven por la distancia en que se encuentran'

Despuésdelaferia,loscaminantesPuestoslospiesenelcamino¿ngosto'

handejadounPocotr¡stelaschinganasdeParcoy'solamenteconunoscuantoca-

ñaplines; entretanto Ios otros siguen con los pasos también borrachit'os'

S¡elcieloestácargadodenubesneSras'Proncoalloverunasuacero|unca-

minametendráqucretenerseenlascuevasoenelpueblomismo.Muchasve-ces en el lomo del anim¿l la machca con azucar se vuelven en masa para el chan-

cho,perosecome;Porotro,ladounriesgoinminente:unarecuacargadaalestre-

charse en el angosto y deslizantc camino' se precipitan al abismo y el río abaio

Page 33: Fantasmandino 2 - Zenon Aira Diaz

Pó9. 33.

con todes los barrilas contenidos de aguardicnte. Don Porfirio Mulluwaca, yapa-

qulno de n¿cimiento, de corazón de oro pera sus paisanos, vive hoy de su oficio

de comprar ponchos del estilo de su pueblc y se cmpeña hacer trueques por to-

ros y eaballos vivos, luego vende, no co,mo los vivarachos de los grandcs merca

do¡, slno moderadamente. Es la vida cotidlrna dc aquel hombre campestre.

Don Porfirio Mullwuaca, luchador sincero, no ha podido dcpedirse de la fe-

ria de un domingo a la hora de costumbre, que siempre era su salida del pue-

blo de Parcoy antes de las doce del díe. No dilataba las horas por echarse unos

cuantos tragos puros al barril de su cstómago, r¡ne . raiz de la lluvia torrencial:

atuacero empapaba instantáneamente cl camino, debido el clima que favorece llo-

ver como agua regada. Hay un dicho propio de los Andes: uNadie habla con el

tiempo". A veces, a muchos fulmina el rayo de la tormenta o golpea a,l v¡ento

frígido en los recodos y cumbres lsperas. Para no sufrir la lluvia, Mulluwaca te-

guía conversando con sus amigos sobre el negocio de poncha¡ mientra la lluvia

cesó, a eso dc escsnderse el sol tras el cerro mojado de blanca nevada.

Con el ardiente ahinco se puso a caminar con dirccción al Pueblo de Yápac. d

pocr distancie se le cerró la noche; no obstan¿e, seguía caminando, sacudiendo

cot una rama de árbol los rocfos que se col¡abrn en las yerbas y arbustos incli-

nados al canal del camino. Al cabo de pocrs momcntos, un nubarrón negro ta-

pó el cielo estrellado, con el que el camino se volvió medroso. Mulluwaca pa-

sabr el puente Chocochincho, armado de coraie dc las almas y demonios gue le

inter€eptara a lapazos; pero no hubo nada en el puente, cntonces slguió los Pasos a

la otra banda.

Llegó a la quebrada del río Oyoncocho, un lugarcillo ameno y cantado por

cl rlo que baja de Yápac. Para descans.r, rcclinó el cuerpo al pie de un arboli-

to, que strve de lindero del Pucblo de Tangor con Yápac. En su descan¡o mu-

dulaba el zuzurro de las yerbas y las sombr¡s negras de los árboles tor¡aban ee

¡iluetrs de anlmales y hombres, creando en su ospíritu, el mledo quc haGG Par¡r

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?lg, 34

rl pclo; sln embargo, Mulluwaca, decía "Yo soy nás guapo quc el diablo"; cler'

tamente cuantas veces había viajado sin novedad hasta la edad gue contaba más

de cuarenta años. Que pensado cerraría los ojos, maltratado el cuerpo con el pe'

so de su klpi, ya cansado y jadeante. Al poco rato de su sueño, sintió durmien-

do uña partitura musical de su agrado, y al propio t¡emPo, alguien le desper-

taba jalándole de los brazos. Para abrir los ojos soñolientos, una mujer de belle-

za jamás Ylsto ielábalc dlciendo:

-¡Was, was, was... ! ija, ja, ja, ahora es ahora, viva compañeros, todos a go-

zar, ciespiértese chacha, no duermas!

Para aukish Mulluwaca era difícil darse cuenta del sitio donCe estaba; se ima'

ginaba estarse en alguna jarana y haberse emborrachado. No obstante, se dió

cuenta por el río de Oyoncocha. No ha podido reconocer a algunc en el ,hervi-

dero de bailantes que ondutaba lleno de la quebiada; cada pareja bailaba de una

manera extravagante, que la atención del espectador quedaría embelesada Por com-

pleto, De muchos bailarines la manera de moverse no diferenciaba de la do-nza de ics

alacranes, reflejando adornos de perlas suspendidas de pie z czbeza. Saltaban

al toque sonoro de los instrumentos con agilidad y refinadada disciplina. Los mú-

sieos al lado de los bailarines golpeaban sus ¡nstrumentos, y no habían art¡stas

gue soplaban instrumentos de vlento como el ser humano.

El hombre dejarfa de ser hombre en su razón y escrúpulo, contrar¡amente

caminaría por la senda del sensualismo y fracaso si existiese damas al igual a esa

tersura de voi, firiamente aclcalada, poseída de sinceridad en el trato y festiva

conversación; la facción, la estatura y la física especialmente diseñadas por al-

gún ser cosmétlco il ex$tlera. Tal cual ha sido la cualidad de esa mujeres, y cas¡

lo despertó el lnterés en Mulluwaca; Pero Iu corazón se volvió en piedra incen-

slble; no lo hizo caso aunque hubiera urra gloria eterna donde se halla todoans¡ado.

Srgufe lnsi¡Ccndo ¡ Mulluwaca:

Page 35: Fantasmandino 2 - Zenon Aira Diaz

Pá9. 35

- Estás viendo, auqulsh, la fiesta; si bien me aceptas a bailar, verás gue de todsse goza y cuanto deseas tener será todo de tf.

Esos seres desconocidos por el hombre, derramaban notas que no se ha es-

cuchado ni con orquestas sinfónicas. En fondo de la quebrada modulaba exitandopara enloquecerse o no vivir en este globlo terráqueo que es demaslado vulgar.

Cada artista llevaba en la quijada, tupidas y largas barbasa colores. Las bailarlnas

eran "gara caras" todas por iguales. Pero entre ellos más gue un solo yapaqulno

de pelo en pecho se ha impuesto el valor para conocer los tra¡es como se

vestlan y de los instrumentos en cuyos trazos como han perfeccionado. Verdade-

ramente eran en todo unos demonios.

No llegaba momentos en que debiera alumbrar las estrellas; segula siendonoche lóbrega, apenas se veía su proximidad.

Alguien atrazado en el viaje, salió a lo lejos del camino. No se cercioraba

quienes venían con la luz en mano, dando señal que al viajero la luz servlera do

guía en los árboles y barrancos. Había sido un viajero cansado que abanzab alen-

to los pasos. Al acercarse al río Oyoncocha, guapeó con tono de entusiasrno y

las abruptas falJas repitieron su voz: eran los écos nocturnos que remembraban

prolongado. Con las guapeadas, comenzarcn arrimarse las esbeltas damas del lado

de Mulluwaca, y tantcs otros que bailaban románticamente, dijeron en coro:

- ¡Alguien viene con la luz, a correr todos. pues rápido, déjanlo al cansado au-guish que lo levanten los que ya llegan.

Mulluv,,a;a h.b,ó solo:

- lCómo son los <ii:,bios y cemonios, qué tal carajos bailan y tccan como lasgrampu...'pero son joCicos, quieren que )io también bailo así cansado; quc se va-yan, gue se largan, váyansi asiags!

Tuvo que levanrarse como si nada hubiera v¡sto, y los artistas demonios a-

celeraron la huida hacia el esrrecho desfiladero a la par que forman con ef rfo.

Se persignó en nombre de las buenas almas que le libre de los rnallgnos

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?69. 36

LA LARGA AGONIA DE UN CAZADOR

Cuenfo del

Distrito de

Tusi.

ubo en 1893 un cazador de venados y aves silvestres. Era tiradorcer-

tero contra todos los animales sin ¡mParo. Cazaba con ansia en la cer-

diliera "ñivopunto" y en las proximid¡des dc Sana Ana de Tssi. Los animales

saivajes t¡enen parajes elegidos Para dcscansar y Paser sin que los ve los enemi-

gos. Ocultamente saltan y brincan entre los pajonales mi.ntras no ve el verdade-

ro salvaje el hombre. Guando el cazador perslgue a balazos a una de las cr¡atu-

ras indefensos e inocentes, Parece la madre natura Protesta y se enoja de habcr

dado a luz para el mal; tal vez, por eso las cordilleras llaman la llt¡via Para arrazar

al mal tendencioso hombre.

F-Li.ñr

Page 37: Fantasmandino 2 - Zenon Aira Diaz

Pós. 17

.,Yawar Caldo" era Jacinto Vergara, cazador pernlcloso gue no h¡ sabldo

respetar la vida de las tarugas y de otros anlmelcs lndómitos' Tareas quc él cum-

plfa nada más era recorrer las alturas del pueblo de Santa Ana de Tusi y sus

cercanfas; para la época entonces hablan estanclas con pocas almas'

En su rlltimo viale a Nivapunta, ya concluída la subida, at¡sbaba a todas par'

tes como de costumbre, en algún punto debiera ver un venado desculdado. En lu'

gar de avistar a un salvaie, vió un anciano haraplento' En siguida se acercaba ll

cazadorinterrogándólea dondeviaiaba escopeta en mano. El ob¡eto de su trayccto

deralló al anciano. El preguntón guizo saber algo más del tirador. Estc dlio, no

tenfa otra profesión qué matar a balas las tarugas, las wachuas, los yanavlcos y o-

tros. sobre el oficio abominable, la facha arrugada del anciano se cambió en mi-

rada mustia, No duró la plática, el haraplento con la misma preocupación alzó la

vista a un pendiente salpicado de piedra y árboles, aconsejándole que en la espesu'

ra debe parapetarse para acertar la puntería. Obediente acudió al sitlo escogido.

Atento al disparo, permanecía sereno contra una tarug3. CuandO en reali'

dad vió salir por entre los árboles un venado gordo, convenció en efccto de las

palabras del viejecito. Había en el cazadero, árboles quemaCos' piedras de todo

tamaño que no perm¡tía disparar rePenEinamente. Aguardó ¡nstantes contados.

,Banj, banj! acabó con la inofensiva taruga. A carrera llegó a rematarlo a pedra-

das; mas no encontró; se habla rodado a una hondonada quebrado los huesos' ¡Ar-

za carajo, por fin te maté! Pero en un abrlr y cerrar de ojos, el venado abalea'

do se convirtió al mismo anciano que le aconsejó matar. En ese momento se que-

dó pasmado viendo que de la boca salía sangre y orbitaba los ojos en señal de

agonía.

Perpetró un homicidio sin represalia y sin nlngún propósito; aconsecuencla

de la calamidad tuvo qu,e alejarse cablzbaio del que yacía ensangrentado, Para no

ser responsable del crimen, arrojando su meJor escoPeta a un abismo que le a'

compañó en la casería.

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Pó9. 38

9c vuetta ¡ l¡ crse ya no atrlbuy6 cazar nl musarañas. Arrepentldo ydesespe-

rado pasaba las semanas y dfas sln la profesión. Apartarse del oficio para Yawar

Caldo, constituyó naufragar en Pena debllitante y agobiadora. No podla dormir sin

victimer a salvaJes. Cada dfa añoraba de los cerros: que seguramente su cspíritu

habrla quedado penando en el lugar del crimen, con la lmpresién que recibió

instantáneo, como muchos de sus palsanos han imaginado.

La angustla y alloranza I tos cerros lo postró a la cama a manera de enfer'

medad. En pocos meses, poco a poco se quedó en los huesos. En vano era la a-

s¡stencla de buenos curanderos, qulenes diagnosticaban mediante pulsos y jobeos,

Ál f¡nal conjuraron la muerte que ha de arrebatar en el futuro más próximo al

crimlnal Yawar Caldo. Según los curanderos de antaño, había contraído la eferme'

dad que conocían por el "6¡6chu", de las fechorías y maldades que él habia in'

currido con quitar salvajemente la vlda de los animales andinos; de los cuales, en

sent¡do de represalia eirada, las jircas, aukillos haciéndose al anciano, lo eliminó de

su terruño sagrado e lntangible.

Creando scbrcsaltos en tristes visitantes, comenzó a arrojar sangre por la bo-

ca, hablando en el momento palabras entrecortada§, que padecía cerrar los ojos

por hrber abaleado a mansalva a cuantos animales en Nivapunta. El espíritu de

las jircas lo juzgaban de sus atrocidades delinquidas: en ótro mundo, el malvado

espíritu del cazador con los de jirca sostenían un pleito reñido ante el iuzgado

imparcia I máximo, administrado por la Madre Natura. Había ratos en gue to'

dos compadecían de su larga agonía, gue le deberí¡n Plantar un puñal en cum-

plimlento a la ley "Quien a hieto mato a hieruo muere". Se descargaba su crimi'

nalidad sin poder estirar la pata.

I

I

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Pó9. 39

Tenían que aislarlo de la casa I otra. ya aborrecido en extremo por todos

fos hijos y vécinos. De manera, por falta de manjar, el agua y de otros auxilios,

dejó de existir en estado de ojos hundidos y músculos secados; todavía asegura-

das las puertas de la casa con cerradura de fierro; de la creencia que el muerto

puede resucltar del sueño eterno a devorar a la gente, ya con el nombre de

condenado, de haber sido su espíiitu condenado a la penitenciaría eterna, orde-

nando por eljefe de la justicia del anim¿l y el hombre maléfico.

Por fin se fue a la muerte, atacado por el "chachu" antes de la edad senil,

calificado por el más endemoniado criminal de las tarugas.

f'

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Pá3. 4O

TA YEilOATZA OEL AUI(II,LO ET UC]IUORAENA

Cuo¡rto do

Goyll¡ri¡qu.lzE¡a

á estancia Uchugragra, hoy por hoy, está ubicada en una quebrada que

/sirve de comunicación a los pueblos, de Chacayán, Antapirca y el as¡en-

to minero de Goyllar. En el fondo de Uchugragra, corre un río serpenteante e ¡n-

cesante en todas las estaciones del año. El camino que desprende de la carrete-

ra va junto con el río, nnostrando a curiosos que sus viadantes no dejan de iry venir asiduamente por la quebrada. Pueblos que viven, no se sabe desde cuan-

do, al terminal de la altura encumbrada del mundo y pertenecen al suelo aurífe-

del Departamento de Pasco.

La aparición de la estancia, se debe a un desposado que llegó a vivir para

dedicarse a la tarea pastoral. Y no hace mucho tiempo que existió esta familia

Page 41: Fantasmandino 2 - Zenon Aira Diaz

Pós. 4t

en Uchugragra. Pasaban la vida sin mucha preocupación, ¡ólo aburrlan la lluvia y

el viento que azotaban durante el invierno. Tenían que culdarse del mortal rayo

que retumbaba en mazas de las montañas, quemando frecuentemente al techo pajizo

de cabañas rústlcas de aquella comarca.

Hiirs naci&s del matrimonio, también abrazaron las mismas actividades de

sus padres. Una hija joven, mayor de todas, reemplazó a sus padres en cuidar el

rebaño de ovejas. Se llamaba Tícucha y era muy estimada en la vecindad de An-

tap¡rca y Chacayán por su beldad natural y la frangueza de su corazón. Muy acos-

tubrada levantarse de la cama mucho antes del alba para hilar la lana y luego con-

tar las ovejas en el dormidero. No se cansaba como un Post¡llón de antes, de su-

blr a la cumbre todas las mañanas juntamente con su hato de carneros y volvor

a la caída de la tarde sin haber perdido ni una oveja, o con la notiaia de que el

zorro le robó algún cordero. En las horas de lluvia, guarecla en una cueva gran-

de, conocida por los pastores en cerca a la estancia Uchugragra. Es capaz de cu-

bijar a más treinta personas. La entrada está poblada de paias exhuberantee que

no permiten ver su interior. En et rincón de la cueva,con PerPetuidad reverde-

ce la ortiga. A esta ortiga, los serranos originarios conocen Por "Aukillo Shini";

quiere decir en castellano Ortiga de Aukillo. Planta destinad¡ de los aukillos ¡a-

ra prorejerse de la gente que arruina sus huesos disecados. Los auklllos comunmen-

te se encuentran cubiertos por ese típo de planta. Al respecto, los campesinos es-

tán percatados plenamente que no deben sentarse o demorar sobre ellas de q ue

podrían ser atacados por el espíritu de los huesos o el aukillo; como tanto de los

atrevidos han sucumbido secos, o una mujer ha alumbrado a un hueso pardonegro

que es hijo del aukillo.

Sobre todo, hay que tener condescendencia y aprecio; en recomPensa, a algu-

na cosa que se le hace bien, este hijo del misterio siempre ha secundado a los al-

deanos en sus casos dificiles, que un conocedor de psicoanálisis rascaría la cabeza.

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Pág. 42

En lr noeho do a quel dla, la partora eoñó a un joven elegautomonto vesGido

quo lo cortejaba obligándoso h¡cer todo por ella. Con la lisura &morose se

quedó porsuadida y accodié su palabra de compromiso eon la frenqueza do ¡ualma do pcetora, ea el tiompo más próximo para unirse. En la reguridrd do quc

pudicrc aer pillrdo on ol br¡zo do su ameda, la advirüió que era imporibe vi¡itarle

de dla, nrde reonos on lo¡ nochos; porquo ol ronogado tuogro on 6l puedo der-

o&rgar l¡ cólera ¡ faitazos u hondasoa.

8e deaparüó sobres¿lbedo y reproduoiondo en ru p€¡l&miooto ol aire de

equol jovon; con lo quo pasó ol dia, ¡rcnsativ¿ y prcocuprda al lodo de su rcba-

ño. En lo noche nuevai¡¡ente eoñó cl &Esnte qu6 ella debla tojcrle un p¡rdo media¡ en pruoba de c¡riño y arnor. Al que madruga Dio¡ Ie ayuda, cll¡ oo-

nenzó a madrugarre p¡re gauar el tiempo en tejer modi¡e. Aoabó on pocos dlar,

pero no habla a quion obsoquiar, rólo osperaba coñ¿r otre voz ¡ la porsona gue

le promolió ccr&rle. Cada vez quo se acostaba on le oama, dejabo la¡ nodi¡¡junüo e ¡u osboeers Co piedra. Al otro día pera ochar do meno¡ no hobla. 8e

cmpoñaba en averiguar lo perdidor poro en y&no glrtó lor dlar,enojándos. eon

lee hormanas ncoooreá hasta quo ee dojó notar por sua padres. Quienor tuvieron

que intorverir a indagar la eituación do ru hijo. La nogativr ¡nte ¡u pedro in-

citó a l¡ proooupaciór¡ e quo tiene quo poner deooubiorto l¡ releeión eupuecto dc

b hija paetora.

Obsorvab¡ el p*dre desdo una eltura, rnsioso de ve¡ a al¡¡uicn rorpsehoro mo.

zo oonveruanrlo oon la hija. Pero lo eortó más tarde un humo dc graniz&d¡ con

lo que ent;ó & gr¿recerse a !a euevc.Acabó do v€r on ol rincón, do¡ huoso¡v6rdo-

sos cada uno puostor laa me¿liae quo habla iejido Ticuch¡ anteriormonto, §ia per-

der mornontoe se yoivió a tr¡rJo traneo deapués do recogor para dar oucnta a l¡ f¿-

nilia que eepor*ba en la o¡¡a. Ea ol mc,meqto do mostrer a todot, rooo¡roeioron

las medias que ha sida trabajo de Tioueha; catonsse 6ll¡ se avie¡ de lrrr Eüo-

f,oe doeagradablor; de igual EI&Ir6ra quc un tiompo tejió la prcuda paraunje-

rron quo ee h¡bla enamorado en eu cueño.

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PLs. a8

En la nooho de e¡e dfo, le partorr ¡oüó al jovon quc le vosifer¿b¡ ernor¡¡-

zéndola matar a pedrader, por la única rezón do qur hablr quitrdo lm acdi¡¡el auegro ocloao que ha aido obeequiado por olla. A fin de que no hrya trastor-nor y moloetir¡ familiaror, al dll siguicnüo informó lr hija todo lo quo roñó: del

hombre dooconooido. Tode le famile so indignó robre el ¡ueño rcvol¡dor y orreguida ¡o encaminaron ¡ooleradoc a ta cucvl con intcneión de exterminar quc-

m¡ado lor hueco¡ llrm¡do¡ Aukillos. Trajeron cicrtamonto oavuclto co rn¡ Inr[-tr y E roplo dc loa vienüo¡ enoinoraron r los huo¡os, dol etrcvlnlento grc ho

ooroetido con iu hija roltera. ¿Ea cro ¡c ¡cabó todo? Nó. No corrió m¡chotiempo, todor ¡c portraro! a ta oama, en cst¡do dr tutlido¡, con onoo3inloutot

de mú¡culos, on fia ootraldo ds todo mal agudo.

Al finel perocieron orei cn total, fuen do flchugragrr, dortelurd¡ do ¡c-

guir eicndo pastorea do ovoj*e, rólo qucdrndo para compteióo algunor ncno¡crquo no han pa.rtioip¡do oa h vengenza do onciner¡r ¿l eoamorado ¡ukül¡ Cs U-ehugragra.

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Pás. 44

I,A TAYANDEBA Y SUS DOS HUOS CUIIBBAS

CUENTO

DE

YINCHOS

Y

MATIWACA

a nobleza de las cordilleras, el acariciador vienEo and¡no, las costum-

bres tradicionales y los añejos cuentos oriundos. nos obligan r proferir

dos palabras kechuas: Yahuar Gucha, en Yez de laguna de sangre, y ha etado emPo-

sa,ja ce'ca al pueblo de Matiwaca, a dos horas y med¡a de viaje en carro de Ce'

rro Ce Pasco por la carretera gue va a Huánuco.

Estamos retrocediendo a siglcs a¿rás en que la generación humana en los An-

des enfrent¿ba eon las continuas amenazas de fenómenos extraños y horripilantes.

A pesar de las caiamidades de castigos reinantes entre los pueblos, nacían hom'

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Fág. 44

bros y mujeres dotsdos de bondad y liberalidad, como t¿mbión privilegeaclos de

belleza y esboltez.

Para Ia época, era la más popular entre las bellas indias, "CIll'AY PIRIdII

CHUYA, respotada y respetuosa damo en su condición de ser matlre de nunte-

rosa f¿milia. No dcjaba de laborar en sus quehr¿eres cotidionos a f¿vor do eu ho-

gar neceaitado. Ilna m&ñsna aprovechab.t un calori,ito tiel sol, junto al río quo

so liamaba, Yarvarcoch¡. Al rededor Buya seaaba ro¡ras tendidas qua había ter-

min¡do da lev¿r con gredas gue Bepar¿ el ¡nás mugrienüo. [[ás rato, ol eitio en

que .e sentaba, se uojaba do blancae granizadas, a, 8u vez ol ciolo comouzó a

tiñirte de arco¡ iris Repentinsmento una lluvia copiosa do sangre reemplazó al

de la blanca. La bella, mujer so vió unos momenlos, perdido dentro dol mar ro-

jo, cuya agua tibia la agradó esta,r sumergida más tiempo. No obstan'te, lts ea-

carpadas mont¡ñae de nube se disipó curiosanrente iugando. en'uonceg calmó Ia

calda de la sangre on chaparrón, mociendo erbustos teñidos de rojo vivo. Cu-

yay Pirish, aterrorizad¡ dió comienzo otro lavado de onsangrontada ropa en el

caudal del río qu6 ya se volví¿ traslúcido. Nuovamente en las piedras del de-

rredor suyo secaba ol lovado y ella jobilosa de¡canes.ba con la vibración del sol

r'lel medio dla pensando retornar más tarde e su aburrido puoblo.

En el momento do su tranquilidad, le dió comianzo un ¡ínto¡ua do em-

b¡razo poniéndolo en epuro. No pudo imaginar ni griüar al ver de eu int,i'

midad ¡obre Ia ooncepción inctantáaoo, qus en brevos hor¿s lo dosoquilibraba

la nornral función do su salud: tuvo náuseas, dolordo aaboza y diuresis exigento.

L¡nsó el grito de horror hundido en Ia yc.rba, dejaudo en el momento

de su alun¡braoiento dos huevoe verdosos al tameño dc las naraajas. Era a

tiempo quo tenlo una olla de b¡rro en la clue lleuó envolviéndolos con su

abrigade fuetán eosengrontedo, n su voz asogurándo lo boca do la vaciia coa

una m¡ntt quo Eo vcetla dentro de su lliclla. Pue¡to que ella poasarla más

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Pág. 45

de los huevos como abrigarlos que de volver a su casa; en consecuencia, pasean-

do de arrlba abajo en estado convaleciente, decidió caminar por la ri'¡era del río

contra la corriente, en lo que halló una oscura abertura de tierra y se detuvo a

curiosear el fondo del que surgía un murr¡rullo tenue de un riachuelo. Más tar'

de en resguardo de ia vida de los huevos, iJeó esconder llenando en la vaci-

ja, con mayor solicituci de no romperlos, al costaJc de la grieta y los delé para

otro día.

La paturienta recuperé su estado de salud anter¡or en Pocas horas y se

Puso en marcha recogiendo de paso las cosas que tuvo secando en el sol. Acabóde atravesar unos bosquecillos cuyos follaies borraba el cam¡no al pueblo de

Vinchos u otro pueblo, del que no podrá decir la certcza el cuento disperso.

Sumergida en el corazón de aquel puebio labriego, Pirish, pasaba dificilmen'

te los días, cansada en las faenas rústicas, con pequeñas obligaciones que eran

costumbres añejas; dar de comer a las pequeñuelos que le pedlan Ilorando algo

de comer; pero todo eso, desatendía de una manera inquieta, que más añoraba

de los dos hijos desamparados dentro la tierra helada y oseura. Entre tanto, co-

mo un ciudadano coneiente de su labor, el esposo, trabajaba lejos de su pueblo

en manutención de Ía familia. Corrió quince noches y quince dfas sin que la ma-

dre pudiera volver y verlos a sus idolatrados hijos en huevos. En efecto, al poco

tiempo acudió a la grieta al despuntarse el día, sin que no lo vieran zagales que

salen del ,,pueblo. Extend¡ó el brazo a la profundidad, pensando hallar intacto. Sa-

có afuera, no det tamaño natural, sino cambiados al de las calabazas sazonadas. Con

tal exccntricidad, se le cambió la risa en miedo y al otro lado, el rostro pinto-

reseo de la jirea, ofrecía a la bella dama, la frescura mañanera que ella olvidara de

de I ,s extraños huevos que eambiaban de aspecto a cada mañana descomunal;rre,r¡,'

No lrizo caso la belleza de la l{aturaleze, se dej i arrastrár pcr el a-

nror a los hi¡os aunque eran horrorosos. Los abrigó acur rucada de la rnañana a

ia noche. Y nuevamente cuándo la noche velab¿, volvió Cuyay Pirish a cumplir lo

que era dar de comer a sus hijos en Vinchos. A duras penás, pasó otros tanto§

días, recárgacio de trabafos eot¡dianos como en lo an¡erior.

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Pág. {6

La Naturaleza con fuerza impulsaba amar entrañ¿blemente a los hijos des'

amparados en la soledad; seguía viajando en las noches al río Yawargucha. Otra

vez, al otro día se encontraba junto a la aberrura oscuria Para verter el cariñO a

los huevos. Tal vez tuvo el deseo de sacár al abrigado sol; sin embargo, los hue'

vos crearon terror en el alma sens¡t¡vo de la madre. Ya no seguían siendo hue-

vos crecietes, slno culebrlnes verdes; en verdad, los huevos que desarrollaban so-

los, habían cumplido el tiempo de encobarse: dos vidas respiraban en el césped

entretej¡do con miraCas de algo de humano y causaban sentim¡ento de socorro

que les debiera dar algo de manjar. La madre no podía contrarrestarel amor que

le agrandaba en el corazón; eso era nada más guerer abrigar e'r las entrañas

dejarse de lactar por dos serp¡ente€¡llos verdes. Como si los párvulosconocieran a

su madre, los dos htjos clavaron la vista a su madre llorosa. Ella los besó con go'

tas de llanto en las pestañas. Expresaron: ,'A tu pechg, madre, sin cesar ilamé,

su latir buscaba, pero...". Entretanto seguían siendo igual las jircas de Matiwaca.

Depués de dar el pecho, los dejó en el mismo lugar y se encaminó a su

pueblo por el mismo camino de la espesura. La ccmarca del acontecimiento era

poblada de empinados árboles ), no como en los actuales, convertido en pradera.

La madre se volvió dejada en su labor; inenterrumpidamente pensaba es-

tar iuntos con los hiios No cansaba frecuerier al río para calmar el hambre de sus

hijos que le pedían al punto de la llegada. Poco a Pocoagrandaban con paso de los

meses. En uno de sus trajines halló a los culibrines ya culebrones maduros y agi'

gantados con el juicio de hombres; sin embargo, seguía creciendo más, a pesar

que se alimentaban con escasos alimentos que traía la madre de su pueblo.

A la llegada de su úlr-imo viaje, dió refer:e¡cia. la sufrida madra, lo gue

en su terruño y en otros pueblos, la maldad humana que predominaba y ella e'

ra una de las víctimas de l¡ corrupción. Para entonces los serpientes eran adole-

centes y seguían viviendo escondidos en la mlsma hondonada del Yawargocha. A-

cabaron de conversar do muchoa puntos y de oada vida perveraa do lo¡ abo'

rigones. Eavi¡ta do cso, l¡s culebr¡s enfurocioron, nas al YCr r lu madra'o¡c'

ea corrupción abomincble. Ellos jamás hablan experimentado ¡oto¡ lpernioloros.

Por priurera voz o¡cucharon la feoho¡fo bumrnl. Y roonrejaron ¡ §u Egdre:

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Pá,s. a7

-Mamita 3agrada,'por culpa de otros gue a diario te hieren, de hoy en ade'

lante, gozarás de felieldad en otro pueblo lejano, acá tus hiJos saldrán esta noche

a dcvorar a todoi los des¿lmados de Vlnchos, Matiwaca y otros pueblos Perver-

tido§; entonces con pena le despldo hast¡ P:óximo-. Ambos señalaron a un Pu€-

blo lejoe sin corrupclón. Cuyay Pirlsh Chuya, meneó la cabeza en scñal de acep.

tación. Pero después de apartarse de los hijos culebras, en la mitad del camino, sc

cambió de parecer; eso era no retirarse de su pueblo donde amaba a sus otros

hijos, los famlllares y vecinos. Por fin se esforzó quedarse confiada en la bondad de

sus culebras. €onceptuabr que al ser atacado en el pueblo no le arrebatarla a

ella, guardarían miramiento como hijos de su entraña.

Dla y noche, la madre estaba en Vinehos al tanto de la llegada a destruir la

poblacién. Efectivamente en una noehe lluviosa rodearon al pueblo, soltando es-

tridentes silbldos que ensordecla a la eolérica gente. En desorden y despavoridos

corretmban por las galerlas pedregosas de las casuchas, una oleada de hombres y

mujeres. De entre el desorden, Cuyay Pirish Chuya se apartó llamando a las cule-

bras. En su llamada pedía socorro y clemencia, que les perdonasen de las fechorías

que reinó en demasía. Más rato se apagó el grito de misericordia, Uno de sus hijos

culebra con los colmillos desarrollados trituró a la madre, pensando que ellos vic:

timaba ¡ la más putrefacta de la corrupción. Con la horrenda demostración de que

los reptiles cran canlvales, del pueblo comenzarcn huirse los lugareños a otro lado

Se escuhaba en la oseuridad, la gritería de 'a gente; Pero más tarde se calmó el

alboroto a medida que se alejaban. También los reptiles se refugiaron después de

arrazar muchas casuehas del pueblo.

Al día sigulente, a la aurora del día, llegaron al pueblo irradlcado, un tor-

billino de muJeres, hombres y niños, proyen¡entes de las estancias, aldeas y Pue'

blos ecrcanos, provistos de múltiples armas autéctonas. De entre los cuales, dos

g'rgantee hombres, envanecidos y demostrando fuerzas extraYagantes, se sobresal'

taban con mon¡truosidades actos en el tumuho de renegados hombres que aYe'

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Pág. 48

proximaban precipitados. Los séguitos de los gigantes hacían bulla como paiarracos

en bandada, demostrando sus fuerzas y las armas. Todos vocifertban: "Aquí tcne-

mos tragacncmigos! ¡Oigan eulebraaás, ustcdes eoil nuestro TUMAY R|CAP,4 Y

YUNGAY YACAN 7 tiencn más ochocientos años de vidat."

En el pueblo no hallaron nada de culebras, entonces sin perder el ticmPo,

salieron con dirección a la madrigucra ubicada en Yawargucha. A sus pasos cafan

árboles de todo tamaño, y dejaban en las praderas y recas, huellas hundidas de

cada paso de sus abances acelerados.

En lugar de arrlbar airados, te Presentaron con semblante pintado de ale'

gría en presencla de las serplentes maduras. En el momento' con unos silbldos

fuertes y miradas hipnotizantes atemorizan a la multitud y a los Slgantet dlspó'

ticos. Sin embargo, lograron conversarles y caPtar el lenguaie'gue su marnáCuyay

Pirish había enseñado. Todos trataron a los culebrones con miram¡ento y hones'

tidad en la misma Yawargucha. Serenos en sus actos, lo5 serpientes hermanos muy

gustosos relataron de tantas cosas y de la viscicitud de sus vidas ccmo han

transcurrido en amparo de su madre buena.

Los añosos gigantes terminaban de conversar ocupándose de la dramática

muerte de la belia Cuyay Pirish, ídola de los pueblos, ocurrida la noche antece-

dente, y ocasionada por invasión de los serpientes. Estos sobre el easo esÉaban

cerciorados que a su madre habían devorado por equivocaoón en la oscuridad'

Y de los inmóviles oios comenzó bajar lágrim,os copiosas, a su paso arrcllando

bosquas y deslizrndo los collados arcillosos de las alturas de Matiwaca, Vinchos y

San Rafael; s¡enCo así, se cargó de caudal el nacien[e río Huallaga, arazan'

do en la selva a muchas aldeas salvajes de la época. Der'noraba en cesar los

ríor turbios por seman¡s. Los naturales del Oriente decian: ¡Este es fuieio final!'

Ha sido una plírtica dilatac¡, a pe§ar que hubo morandád humana, gue ha'

ce reir, enrrisrecer, llorar y reeonfortar el espíritu desfallecido de los huérfanos

culebras. Por otro lado, las numerosas comitivas pedían a gritosque todos dcbC-

rÍan poner un grano de arena en bien de los pueblos en barbarie. Llegaron a ¡6

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Pág, l0

unánime que los hermanos serpientes estarían de aeuerdo con el parecer de loe

asistentes, que'eran sembrar la virtud, la hondad y la hospitalidad en cada PUe-

blo corrumpido. Quedó entablado diferentes puntos de vista, que los gigantes

expusieron ante los serpientes: salir a la madrugada, unidos sélidamente en una

sola.decisión y fuerza; y luego deben escalar a lo más alto del collado cont¡guo

a Vinchos. "¡Ya paisanos, pondremos las fuerzas y la inteligencia... !" Más tarde,

hube una despedida fraterna y esti'echez hasta el día siguiente.

En la noche de la despedida, cuando volvieron Por su cuenta la muchi-

dumbre, ya-en el pueblo, los gigantes ayudados por muchos, d¡eron comienzo la

confeccién de dos hachas pesadas, destinadas pira acabar con la vida de los ser'

pientes inocentes. Tumay Ricapa y Yungay Yacán, poseían la fuerza y maña Para

lanzar las hachas a los enemigos. Con los troncos más duros de ese siglo, termi-

naron de aguzar a tales armas mágicas de madera, en ayuda recíproca. No había

instantc que perder, toda la noche, los dos gigantes ensayaron atrozmente entre

los cerros cereanos; mientras las culebras ni siquiera imaginarían de sus muertes.

Parece el cuento ha tenido realidad, que en la comarca han quedado perenngi-

zadas las huellas de la5 hachas lanzadas en forma descomunal conlra las rocas.

En grupos, la poblacién vengat¡va, prov¡stos en las manos, de piedras, palos,

hondas y de otras armas de madera, se par¿petaron tras las piedras, alertos y a-

diestrados pará una lucha contra las culebras. De entre los oculios, como suici-

das, y erguidos los dos g¡gantes, lucían sus excraordinarias fuerzas y las hachas, a

oso, antes de Ia salida del sol matut¡no. A tal hora, las culebras semejantis a las

lomas alargadas ascendían al destinado cerro, de donde iban comenzar la edificaeión

de virtud y la humanización de los salvaies hombres. Los pobres culebras de cora-

zén de oro, ni por sueños pensarían lo que sus amlgos gigantes y hombres, eran

sls enemigos con máscaras de ser buenos, Las ápariencias engañan; caracteri-

zaban siempre a los virtuosos la maldad; genio y figura hasta la muerte desde

que el mundo es mundo. A esta clase rJe creación, no sabían las culebras humanistrs

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Pá9.50

que en la conversación han sido persuadidos por la astucia de los malechores,re-

sultando al revés las buénas intenciones de las culebras.

Traición al pacro entablado: llegó el momenro de la crueldad de la bestiahumanlzada.

En la lresca mañánera, el rayo vibrante dcl sol doraba lor picachos rocosos

anunciando csn las nubes biancas, que ese día solearfa como quien manda. Los

i n c a u t o s reptiles, terminaban de subir a la misma punta, vlbrada por el

sol enceguecedor. como ellos no gozan de párpados que les cerrarían los ojos,

fueron empañados al salir de lasombra a la luz intensa. En el momento las dos hachas

fueron descargadas de las manos gigantes sobre las cabezas de tos bienechores ani-

males. una lluvia de pledras, palos y otros caían con impetuosidad a cabar con

dos seres agonizantes.

¡Viva la Madre Natura! Las jircas protestaron lracundas de la mala acción de

la larva hunrana: fas venas cortadas de los sierpes,.ehi5guetearon la sangre al cie-

lo y al volver empapaba a la gente irritada. Con eJ efecto de la caída de gotas

de sangre, hombres y mujeres se vieron cubiertos de costras duras, pitrificándo.

se a n3 mover más para todo el tiempo.

As:sinados las serpirnte: h¡j. s del enigma, se trasformaron en verdaderas pie-

dras con el correr del tiempo, sélo persistiendo hasta hoy la forma como rodea-

ron la torbulencia arrojando sus armas areanas sobre dos serpientes grandes en

la cumbre donde se Junta el sol en los veranos. Es todo lo que se puede ver

por ahora según el presente relato incompleto.

Page 52: Fantasmandino 2 - Zenon Aira Diaz

Pá¡. 5l

EL CONDENADO PAUCARINO

POFT GEREM'Ao.

CUENTO

DED¡CADO

AL SEÑOR

CESAR PEREZ

ARAUCO,

DESTACADO

FOLKLOR¡ATA Y

TRADICIONISTA

cpnngño.

CON SUMO

RESPETO Y

APRECIO

os pueblos antiguos, mientras no se han inventado las má-

quinas de locumoción, han sido verdaderos oasis, aislados de

unos a otros. Cuanto más lejos, entre ellos, hasta desconocidos ab-

solutamente en su existencia. Hoy dla no. Por medio de los libros

un mortal no necesita moverse de urr sitio y conoce el mundo entero;

si tiene dinero puede trasladarse a cualquier punto del globo te-

rráqueo.

De csa dificultad, han nacido los inventos y a la par los mi-

tos, las leyendas y los cuentos, que les servlan de entretenimiento

Page 53: Fantasmandino 2 - Zenon Aira Diaz

Pá9. tt?

a los hombres, como veremos rnás adelante, y antes debemos saber

que la mayoría de ellos tienen un porcentaje --.- si no es por com-

pleto -- de verdad, de realidad y exactitud y parecen ser ya una

historia, que es una ciencia ya afirmada cn hechos concretos.

De esta suerte, en el poblado de Paucar, germina el presen.

te cuento. En ese pueblo establacido sabe Dios desde cuándo y có.

mo, porque ignoramos su génesis; distante de la ciudad de Cerro de

Pasco, seis hora de asiento en carro, por una carretera primitivarluierc decir no pcrfer:ta como son la.s r,ías truncalcs.

En en esos tic:mpc-rs nos r:stamos remont¿rndo irproximada-

nrcrrte a unos 50 años atrás- l'aucar ni s.;:raba ponerse en contacto

con otros pueblos como Yanahuanca, Capitai hov de la Provincia

D¿inicl Carrión, a donde pcrtenece en la actualidad ese importante

ccntlo de una produccióu agropccuaria airundante. Todavía no lia-bía llegado ia carretcra conduciendo las f;rcilidadcs de la civilización

en todos sus aspectos. Por csa época, un paucarirro cuando salía con

destino a otros rnundos desconocidos, tenia que despedirse de sus

fam-Iares con urla derrrstr¿ción clc absoluta sinceridad como un

pcriitente que estuviera al borde de la muerte; lo cual se traducía

cn ulla invit¿rción a toil<¡s s,¡s vccinos, amistades y familiares, por los

impedimcntos insuper'¿rblcs clc l¿rs corcliller¿rs, ladcras, gashas, vien-

tos, nel:linas, nevadas y Iluvias, e' no cran lácilcs ni seguras de donrí-

nar mientras duraba la caminata a pie, a la ida y reÉfeso cuando

se iba rnuv lcjos, como a Lirna, o :r Huánuco u Oxapampa, y noera segura un esperaaza de volver a ver al viajero. Los abrazos dela despedida, de esa manera, duraban generalmente un dla; dondemenudeaban los encargos y recomendaciones de cacla parte, entreel viajero o viajcros v los que quedan.

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Pág. 53

Terminada Ia reunión que en sí significaba la sentada del

buen viaje, entre copas, coca y cigarro ei viajeros ya desaparecía co-

mo un finados por Io mcnos por meses; a veces por años y en

otros Casos del todo. Pero, cuando el ausente apatecía,llegaba cam-

biado c:ompletamente cn su aspecto fisico y cubertura y para des-

encanto de sus paisanos algunos se presentaban como venidos de Ve-

nus o Ndarte, sin conocer muchas veces a sus propios familiares,

hasta preguntanrlo los nonlbres de ios tubérculos y dem¿is produc-

tos alimenticios. Lo más curioso del viajero era que hasta se hacla

que no entendía su propio lenguaje con que se había despedido.

La metamórfosis de los retornantes no les llamaba la aten-

ción a los lugareños, que ya estaban acostumbrados a no dar im-

portancia, porque para ellos más valía su tcrruño )/ su propio rnodo

de vivir, sin ambición a las cosas extrañas trasportadas de otros lu-

gares, en las que no encontraban ninguna superioridad sino en

colores y confección; y así que no fucra acorde a su valoración a

cllos les. gustaba su vida natural tal como han enconlrado al naccr.

Dcntro de esa cornunidad de conformación de una vicla

tranquila, aparcce un muchacho prccoz e inqur.'to. Qrre sc difi-'¡'t'rl-

cia de otros de su edacl por su rechazo al juc;c Y a l¿1s activiila-

cles comttnes v rudimentarias dc sus pro*cnitor(:s \¡ coterréneos. N{¡'-

meditabundo y obseLvag6r se preocupl por li-ts c'osas vcrrirlas tle otros it¡-

gares con los aventureros c:oillpohianos. Lr-icgtl fi-.r"ja su t'a.stii[r, rle rt;.i-

pes, sin sa:ber, para su edad, si t'stá err sus i;tilal'-'s ir t1ó. Indaga

¡on astttcia insos¡rechable cónro llegaban sus paisanr,s t:argados rlc

pulsera, ternos de tela desconocida, Can;isa ). corbata descouocidasen su ambierrte.

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Pá"g. 54

Una vez percatado de todo, se va defrente a trazar planes

también para emprender un viaje largo, pero al escape, porque él

se da cuenta de que sus padres no le van a permitir. Preparó sus

fiambres como para consumir en el largo itinerario de su aventura,

como preparaba antes los viajeros alimentos en seco, en destintas

formas a base de ají y sal para evitar su descomposición. Todo se

alistó y fué escondido en casa de los otros expedicionarios mayores

que é1, que apenas tenía recien doce años.

Por fin llegó el día de la sentada clel viaje, para los demás

viajcros mayores que dc [rente celebraron su partida. Entre tanto

csc mismo rlía Propi, que así se llamaba el pequciro ilusionaclo, era

br-rscacio por sus padres, clue n-rda hal¡ían sospechado del acuerdo

scrcicto l-¡icn madurado. No sabían ellos que el desaparecido ya

había tenido un deber nanticipado para adelantarse a un pueblo

cercano cn la víspera dc su salida p:rra evitar compromisos a los

jóvcrcs clc cclad compcicnte que haliían aceptado a llevarle en el

viajc clistaiiic.

Sc rcalizó cl viaje sin ningún contratiempo y con éxito a

quc llcgaron sin ninsuna novcdad al lugar escogido para cambiar

cic sucrte. Era el asierrto rninero clc Hu¿rrón a donde antes costaba

¡rcri1-rccias llcgar. Faltaban gcntes en ese centro de trabajo y fueron

¿rr:r¡uidos con cariño señaláncloles temcndos sueldo,s. El chiquillo tam-

l-¡ién fuc colocado cn un trabajo aclccuado para su edad, Pues antes no

iiabían esas leyes perjuidiciales que han inventado los políticos para

conseguir adeptos y para aumentar la delincuencia infantil. Había

libertad de trabajo para los menores y pare los viejos.

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Pá9. 55

Propi, diminutivo de Próspero, no se encontraba todaví¿r

tranquilo en su nueva vida, sino que le Preocupaba sus abandona-

dos padres. En esto escuchó que un domaíno se estaba alistándose

para regresar a su tierra después de amasar algunas sumas en al-

gunos años (todo tiempo pasado fue mejor) Como el tal prójimo iba

Iaasar por Paucar,,el muchacho alistó UIA C¿rta para consolar a sus pa

dres explit:ándoles que dentro de poco más o menos dos meses estaría

de vuelta y que se encontraba fc\iz. Con esta Primera carta se: in-

tcrcambiaron cartas más cartas hasta por el espacio de ocho años,

clurante cuyo tiempo el muchacho ilegó a madurar sus veintc años

y con provecho admirable por cuanto había perfeccionado su au-

toeducación leyendo libros, periódicos y rcvistas, pues antes dc la

avcntura ya sabía lecr un poco de las cnscñanzas de su progenitor.

Y esas veces no había cines v otras diversiones degeneradores co-

mo hoy. Sobre todo tenía un pucsto de responsabilidad al quc había

ascendido gracias a su honrad,ez y su ferrea voluntad de aprender

todo nuevo que se le prescntab4, pucs no era flojo ni tardo; su ins-

tinto límpido y prestó de campesino le guiaba, como la brú.iula.

A veces el tiempo v la fama se dan la mano. Después 'r'ic-

nr: erl cambio de rumbo en la vida. Sin pensar él ni en sueños, re-

cibc urra invitación para la ficsta patronal más grande dc su pue-

blo ,suscrita por la juventud reprcsentativa de cncrgía y pujanza de

la raza serrana que pucbla cl bello lugar insustituible que otrora

abanclonara. f)esde años atrás, él t,a cra comcnt¿rdo entre sus pai-

sasos por su resurgimiento. Qt¡é tocaba hacer ahora? Contestó la

llamada aceptando y solicitó un pertniso a sus superiores; quiencs

no negaron cn consideración a sus largos airos dc servicios inen-

tcrrurnpiclos,

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Pág. 56

El caballero Próspero, c;rlculó el día en que debía partir pa=

ra el fastuoso retorno, que no iba ser el regreso de cual.quier hua-

mán, sino del Írnieo Señor de1 Pucblo qrrc viste y calza. Para cso

exclusivamentc él habia trabajado durante ocho años, para superar a

los que antaño había admirado él cuando era niño. F,se pensamien-

to era e1 qtie más le insinuaba para su visita a Paucar. El tiem-

po le fué muy hostil y apremiante para .alistarse que apenas al-

canzó para proveerse de una buena maleta a fin de llenar en ella

sus mejores ternos para lucirse en la fiesta y sus mejores joyas y

partió al gran retorno con dirección a la tierra de su infancia.

Recordando v desandando los caminos accidentados que ha-

J-.¡i¿r. pernoctado 1, anochecido en su viaje de ida, r'arios días cami-

niirc)n juntos col] otros trabajadores de otros pueblos con quienes

se acoinpai¡aron. Iraltaba tan solo un día para divisar los te-

c'iros ric :;u clrrerido pueblo, cuando el último compañero se sepa4ó

a eso de las ocho de la mañ:rna con otro rumbo. Entonces le inva-

dió una tristeza por haircr abandonado su casa para regresar des-

puós de rnuchos años todavia. Para tener valor y olvidar la nostal-

gia qr,ie en ese momento todavía le había oprimido, sacó de su rtale-

ti.r un.r l;otella dc wisk-v, dc las que estaba lle-vando para sus viejos.

I-}np,'zó cchat' r' cr'irar ccnfbrmc iba carninando cargado su pesada

rnalet:rza ), le cerrti la noche sin poder llegar ese día misrno a la

r.íspcia de le. fiest;t a -doncle toclavfa laltaba medio rlía de camirr,o.

A la .iusta llt-.eii a u¡ ¡taraclcro clonde se encontraba una capilla.

Olrligado por el cans;rt-isio 1. por los clectos del liaor se arrinco-

r¡/r clentro clel aposento itrtprevisto )r se puso a dormir, 'pensando

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Pó"g. 57

levantarse en cuanto se sintiese sano y con nuevas energías para ma-

drugar en el Pueblo.

Bien pronto se quedó dormido, pero no para dar un ron-quido prolongado, porque casi en seguida una pesadilla lo desper-

tó. En ese mismo instante escuchó que dos hombres de voces gra-

ves conversaron de considerable distancia a gritos:

-Alto, quien vive? dijo uno de ellos. El otro contestó:

--Soy un espíritu del imperio celesti¿rl. Continuó el diálogo.

--Yo también. Hábleme con confianz,a.

-A donde te diriges hermano?

--Yo voy a la fiesta de Paucar; y tú a doncle vas?

--Yo voy con otra dirección; y vas a ver algo nuevo en esa fiesta?

-Importantísimo. Va llegar un caballero dc elevada categoría,

hijo del Pueblo, después de muchos años de ausencia. Pero no va

a d,urar la visita. El pobrc hombre morir'á mañana mismo despuésde algunas horas de encontrarse con sus familiares y la Comunidad.

C¡rrar'á sus ojos a las doce en punto. Eso es todo, Ya son las

deee de la noche hermano. Con que entottces, Adiós!

-Adiós! Contestó el otro. Se impuso un silcncio aterrador. A

nuestro hembre sóIo le consolaba el resuello, el tinico que se oía.....

Se tranquilizaron sus nervios. Se atrcvit'¡ it n¡overse y buscó a

tientas su wisky. Arrió una bocanada para tomar valor de su resu-

¡it¿ción ya que recien se daba cuenta de que estaba vivo con el srts-

tl experimentado. Se levantó valiente; se puso en marcha, castigan-

do más tragos. Con la influencia del licor ya rio scntía miedo e iba

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Pág. 5S

vociferando "almas de mier... a ver preséntense dc nuevo...". sor-

prenderme a mí?... Magras!

Llegó al pueblo a las 6 de la rnañana, ya cuando la band¡de músicos se aprestaba a tocar una Diana; pero en completo esta-

do de inecuanimidad, aunque rrerdaderamente con una elcgancia

irnprcable. De primera intención habki tartamudeando a los recc-

pcionistas, y diciendo: ''he verrido a morir a mi pueblo". Viendo su

pulsera de oro "me quedan seis horas de vida". Nadie hizo caso de

su prcclicción, pero él repitía a cada momento y seguía bebiendo.

Los tragos llovían por su buena llegada. Se embriagé a tai extre-

mo de que ya no podía pararse. Su reloj sí, no dejaba de mirar.como tampoeo se caliaba de decir "las doce, las doce, ya voy a mo-

rir" La muchedumbre que de tanto hablar así se hab,ía interesado qresperar la hora ponderada le tenla rodeada hasta que por fin levan-

tó la pulsera y dió el último vistazo. "Las doce"r prorlunció breve

v débil v se cayó al suelo del asiento cn quc se cncontraba descansando.

Toda la concurrencia se asustó y se pusieron a llorar; co-

mentando que ese hombre era adivino y elegido de Dios, porqu.de otra manera cómo habla pronosticado su muerte. Se suspendió

la fiesta y las cuadrillas. Ya no se hecía r.ventar ni cohetes ni cohc-

tecillos, El pueblo se encontreba de duelo de un momento a otro.

Llevaron el cadáver al local dei clu-b más importante para velar

slrs restos, acompañado por la tranda que tocaba urra triste mar-

cha funebre. Se dispuso a proveerle de cajón al muerto como se

merecía su gcra-rquía del hombre más pror,ainente del lugar..

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Pág. i9

E1 velorio trascurrió hasta la media trochc repleto de pú-

blico retirándose a esa hora casi Ia totalidad de los asistentes' Que-

daban unos cuantos dormidos y el cajón se encontraba rodeaclo de

muchísimas velas como chacla. En ese preciso instante de silencio

deseorazonante, cortó un estripitoso ¡Grash! |a quietud del ambiente

y saltó la tapa del cajón impulsada por dos potentes piernas y saltó de

clla con los ojos relampagueantes el finado a ataear de trompadas

v puntapiés a los presentes, que se habían despertado con el des-

tape brusco ), cl ataúrl con dos saltos había sido ahullado el1

pcclazos por el energúmeuo durmiente. Acto contínuo salió dispa-

rad,o a la caile lanzandc, denuestos entre frases como éstas: ¡Jiju-

nagramputas para eso me han invitado...t ipata matarme hacién-

alome emborracharl?...Qué les lie hecho yo carajos para que me tie-nera invitlia...!1'

La gelrtc sc espantó 1' se pasaron la voz gritando ¡hay que

salrrarlo, se ha condenado! Con hondas y palos se pusicron a bus-

car para matarlo de nucrto a fin de que se salve su alma, conducien-

clo antorchas de paja por toda la población. Arnanecieron busc¿tndo

pero al fugitivo y¿r no Io consiq'rtieron; cluien de lrente se irabía em-

I¡alaclo con clirección a su trabajo Para no ser cogido por el popu-

laclao, y no r,oh'er rnás. Se había convencido por completo de que la

inyitación l-rabía siclo una trcta para liquidarle por envidia ya que él se

Iicvabra Ltna vida ltolgri,la sin mujer ni familia en qué preoeuparse'

f)e esa lrlár1€i;), aparec,ó ¡* desapareció el condenado de

Pauelr.

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Q*a a, (oo -{?"úor"o

Estamos anirnados de dar a nuestros lec-tores una oportunida.d para gug_pirggqn_la-borar por la cultura de su FEefig:IgE r§!9necesi.tamcs ter-.gan a bien enviarnos algún

CUENTO o más, pero _e!gI4g__ggr-rlgl4qd.sea a pluma

" magllqg.,_llg ció" q"e no-'

sotros la arreglaremos si hay cieficiencias.

La pq!tr,"u"ió" de I" "rtt""i Prqqelqqq_ggtsinonibre y lugar del remitente, si le fuera de su agradocon lll r_e_galor sr¡lg_fggse enviado juntamente con el cuen-

to pol correg _cel![caqo _q 1aqqlg_g{ 1e!or !9!9néIeDi.z, JiJón Yauli 2.9Q Gmpfqq!1 ry":¡geggrtggngl_ pgllg_sgPasco.

E" ,ulo4pglsu iq_:!¡,r19-ot_ qn "lgmplef !gl_!!I9plrry,§gggjlq de_c{ue sea conociCo pcr_qi pqgllo,_el_Ue

gue haga gqbltg¡lg! gg_,.. valoret q"e e

ño doncle vlve; tenlgqqg el Jqg$1qug_gl l9q9s los rinco-nes clesconocidos de la Sierra hay tesorcs incalculables enlo espiritual y material.

Par_q maygJes informes_escríbanos a Ia_

autor ya descrito,dirección del

l.-*

Page 62: Fantasmandino 2 - Zenon Aira Diaz

C()LECCI(}NE 6 ÓI'ANTASMANDINO''

ESÍE ATENTO A LA APARIC¡ON DE I.A

TERCERA 5ERIE, CON CUÍNTO§ NUEVOS

ESPELUZNANTEE COMO EATOS Y NUEYA3

ILUSTRACIONES.

ffi"rrwarmi de Lulicoeha (Ninacaca).

W*"ha v Lranto de ras almas en *aslado o- "F^,Íffi"*0.1.

+ La Aventura del Bandolero Oqofre (Marcapomacocha).

alieron Trasquilado¡ los Buscawacas (Pallanchacra).

WrPercance del cura chirinos (Yauyos).

Y otros cueator¡ mrís que es!áa ya en Prer¡se

con narraciones selecta¡ y sohre todo raros yaterradores para lt conver¡acióa nocurna. o

farniliar.

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I

Page 63: Fantasmandino 2 - Zenon Aira Diaz

EL DIABLO ES BUENOI)CR GERU}TIA§.

Pás. 60

CUT.NTO.DECBRRO

DEPASEO

A mi herrtranoMagno Humbcrtocomo homeaeje

a su seadbilidadeepiritrrl.

a vulgaridad pinta al d¡ablo como un ser maldito gue pcrsigue e io¡ hom'

bres portodas partes, cuando en realldad el hombre es el úñico ser malvsdo

que pisa la tierra. Se le terrorifica al curloso, calumeando aese ser bondadoSo,con

la ficción de que entre todos sus congéne¡s5 6sfebran scsiones cada nOCl!

para dar cuenta uno Por uno de todss ellos de las hazañas (ue h¿ reall¡¡do du'

rante el día contra los humanos. Según los enemito§ Sratuito§, de esos . tcr6 €-

diados, s.¡n razonamiento, los dlablos se iactan cada eual. tratando de suPef¡fca

en sus narraciones ante el Dlrector del Debate; y arranc¡n aphuSos atfe6dg'

res capaces de haeer caer las paredes que le§ rodea y t¡emblan anGe ta¡ safc¡lales

que lanzan, cuando la'lnfornr¿ción e,§ .6PtÍuzngn'te. El qbleto dc e¡¡¡ l!üñl'¡r'§

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Pág. 6l

co allmentar¡c de la alcgría. Sobre todo tlPo de ecupaeión dan preferencla a la

algarabía, En'otras ocaslones celebran grandes farranda¡ amenlz¡das con música

de lnstrumentos de cuerda y madera, nada más. Son alérgicos a los ¡nstrumen'

tos metállcos como el bajo, la tromPeta, el trombón y el platillo. Sienten un

horror, con sólo pensar instantáneamente cuando quieren atacarnos en los utin-

cilios, armas y herramientas de metal... En fin las atribuciones maléficas contra

esos teres inocentes y tímidos son incalculables; nadie habla en su favor a Pesar

de que son más agradecidos, correspondidos y sacrificados en su reconoclmiento,

sin esperar que se le recuerde, Por una oracíón o algún otro b¡en que se le ha'

Ce como lo dernostraremos con un solo ejemplo, contra las malas lenguas de los

insensatos propaladores de esas mentiras de grueso calibre.

xi{(xía una vezr un caballero culto, amante de las bellas artes, que Po'

una colecclón de pinturas de los más célebres maestros dtl pin'

cel; cran de los personaies más renombradas del mundo, en su lrlayoría, con al-

gunas imágenes de la'cristiandad y un diablo; todos ellos alineados al rededor

de la salá, Un trato dellcado conservab¡ limpio a todos los cuadros que diaria'

mente no dejaban de ser pasadoe con un plumero suave; y a mas de esta aten'

ción, a los gue correspondían a las imágenes y al dieblo prendía sus velas,

de vez en cuando, el amantísimo propietario.

El caballero que vivía feliz en su hogar y con su familia de tres Personas:

é1, su esposa y un hijito, no pensó jamás que alguna vez deiarla esos preciados

tsoros de su ámor al arte plctórico, para siemPre... El día nleno! Pensado falle-

eió a consecuencia de un infarto cardiaco, enfermedad de los hombres incelectuá'

les y cstudiosos,;. Y las reliquias tan cuidada5.y apreciadas guedaron 1l ¡mParo

de su .esposa y su tlerno hijito de pocos años de edad, que recien estabt adqu¡-

riendo el uso de la razón..

La erposa viuda que profesaba un car¡ño entrañable a su marido no deJó de se-

tulr la devoeién de..su,esposo. Tgdos los días pasaba el plumero por h superfi'

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Pá9. 6?"

cie de todos los cuadros y encendía también sus velas a las imágenes sagradas ....

rnenos Por uno (del diablo), que desde cuando estaba vivo el verdadero dueño de

los tesoros, no lo quería, pero sin demostrar su indeferencia a su consort. porcultura y no herir su susceptibilidad. Algo más: la pulcra dama, no guieo tenorpresente al descalificado lienzo, el que fué a parar a una ruma de cachivaches de unrincón apartado.

Este detalle imperciptible, sin que se diera cuenra la señora, había si-

do observedo pcr el chiquill,:; quien quc comprendía la idioslncrasia dc su ma-

má, a escondidas de ella sufría por el .uadro despreciado, como hay personas

que t¡enen compasión por los *pos y otros animales feos que la gente dctesta y

mata sin qué y por qué. Cuando la contrad¡ctora madre se ausentaba, lo limpia-

ba, lo alineaba junto a los demás, le prendía sus velas, mientras brillaba la ausen-cia benelaetora.

Así... con ese mismo trajín dlario, fué trascurriendo el tiempo, hasta queel muchacho creció y adquiiió el mal hábito de tener amor a la calle, en buscade amigos y entrdenimientos, que nada malo haeí¡ sospechar en el saro del ho-

gar que le cobifaba.

Tanto va el cántaro al manantiál que alguna vez tiene que estrellarse al

suelo... Eso es lo que era de esperar de las andanzas sobre pantanos inadveni-

bles, del chigollo, que en l¡ calle vivía feliz, porque en cada lechuzada, adquiría

datos nuevos para su l¡bro. En cada madrugada llegaba alegre y contento; )¡ las

requintadas de su mamacita, rápidamente lo dominaba, con abrazos y besos,

convenciédola que trabaiaba de noche y que era para él una delicia trabaiar en

guardia r¡octurna.

En una mañana de esas trasnochadas, llegé al zaguán, no para ingresar de

frente como de costumbre, sino para encontrar un homl¡re amontonado, sin ras-

gos de que stuviera muerto, sino, por ls contrario, parecía un cañaplln confl¡c-

tudjnario, vencido por el sueño y el letargo del trago. Si dispuso a desPortarlo,

en son de broma, con un leve puntapié en la posadera... No respondló nl l¡ to¡.'.Sacudió agarrando del hombro... Nada... Era cadáver inmévil con traza§ de haber

muerto ya muchas horas atrás,

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Pág. 6Í)

Ante tamañaza situación no había tiemPo que perder en divagaciones inr:tiles.

El juvenzuelo sobrado se fué de frente-a dar parte a las autoridades; quienes eomo

primera medida lo detuvieron incomunicado a él mismo. Se practicó la autopcia

legal al muerto y el examen final arrojó el informe de que el finado había sido

golpeado hasta dejarlo sin vida. Como era natural, se devanaron los sesos los en-

eargados de dar con el autor del homicidio, pero sln llegar a descubrir' Fracasa-

da toda pista dirigida a dar con el criminal o criminales, se lo sentenció al Po-

bre joven adolessente a una prisión perpétua con el voto condenatorio de todos

los miembros del tribunal que le juzsó sólo por el hecho de hrber sido él' úni-

co sospechoso que no pudo probar su inocenoia, por haber tomad: un defensor

descuidado. El víctima del errcr judlcial derramé sus lágrimas al escuchar su sen-

tencia. Consularon los guardias y volvieron a encerrarlo al cautiverio eterno Pa-

ra é1. El impacto producido en su tranquil¡dad y esPeranzas de salir, amo esPe-

raba é1, lo enfermó y se puso en cama, malciiciendo su destino. En los delirios de

su sufr¡miento le vino a la idea el remedio del sulcidio. No duraría mucho tiemPo

su martlr¡o, s¡no que muy pronto llegaría para é1, la paz y el sociego. su cuer'

po débil ya insistla iuntarse can la madre tierra para disfrutar de la insensibilÍ-

dad eterna de que goza la materia inerte... la mater¡a inórganica'

No había pasado sino recien una semana de su fatídica condeda, cuando lle'

gó a la puerta de la carcel, un joven marinero, vestido elegantemente con un

uniforme blanco y nuevo de oficial. Se presentó con una cortesía refinaCa, ante el

Jefe del Establecimiento Penal y los subalternos. Hablaba en un lenguaie impecable;

a todos dejó asorochado. La cultura exquisita imantó a todos los circundantes, a

quienes les dijo que se encontraba siguiendo una carretera en lt Armada N¿cir¡nál

y había venido al cnterarse de que su herrnano se enconüraba Preso' y el perntiso

que le había toncedido era por breves días... Si tendi'ía la amabilidad de permi'

tírle visitar a guien tal vez ya no lo volveríe encontrar vivo, porque tenía rnalos

presentimientos, Pues no era Para menos la fae¡lidad que pesaba sobre é1,

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Pá"9. 64

La casualidad habia querido que el raro visitante llegara en el dla de visi-

ta, y los custodios del penal no le negaron; más bien se sintieron agasajados al en-

contrar propicia la oportunidad de servirle a un caballero tan atractivo y de her-

mosas facc¡ones blanquesinas, idénticas a las de su hermano, pruduciendo una im-

presión alos que comparaban las dos caras. Le hicieron ingresar dentro del recinto

de seguridad, en cuyo inmenso patio cada visitante se encontraba conversando

con su visitado en su eelda individual. El joven marinero preguntando encontró

Ia que le correspondía a su hermano e ingresó con conf¡anza y facilidad ya que

la puerra no estaba encerrojada, sorprendiéndose, a primera vista, al ver postrado

en cama el desventurado muchacho.

-Hermano- esa fué su primera palabra-¿cómo estás? Le abrazé y lloró.

El enfermo, al escuchar la palabra "hermano", se asombró y de inmediato

pensó que sería un pariente lejano que ha venido a eeharle de menos. No le im-

portó qu¡en fuera y sln poder hablar, se atinó apenas a extenderle los brazos pa-

ra estrecharle al desconocido, y alumbró su cerebro la ideá de que alguien de

importancia era el que le visitaba y que algo nuevo llegaba con él para su consue-

ls. A la ideá relámpago, apagó ipso. facto una pregunta disparada de sus labios

como produc¡da por un botón eléctrico.

-¿Cómo te has enterado hermano gue me encontraba preso?

-Muy fácil hermano: Yo estoy en contacto directo con las ondas del éter que

envuelve ia tierra y las noticias más sensacionales pasan por mis oidos. De todos

lós acontecimientos del mundo yo me he interesado más Por tí, Porque en to.

da mi vida, después que tu padre ha adquirido m¡ retrato y me tuvo alineado

en su sala con sus demás cuadros y me prendía siempre una vela hasta que falle-

ció, nadie más quedaba en la casa quien se acordase de mí... fuí a ser arrojado

a la basura,.. (En esta parte de su peroración se le vió que le caían sus lágrimas

y continuó hablando) Pero tú, de corazón sin medidas, Posaste tus ojos sobre

mi imágen, No sólo despreciado sino odiado... Lo recogiste y vuelta alineastc

como tu padre al lado de los santos y demás ce{ebridades del orbe, y sólo tú..

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Pág.S:

sólo trt rlcmprc me ha¡ prendido una vela, a la llgura dc este ser odiado s¡n ra-

zón.., ese amor... esa lumbre de consuelo... de a[iento... y de justicia... es esa luz

que ha prendido en mi corazón una llama eterna de gratitud, Por tí, hermano...

Por cso hc venido a socorrerte ahora que tú necesltas salvarte de errorl de los

hombres que te han condenado a una muerte lenta... que signlfica una eterna

tortura. Ahora ponte ml roPa y deme la tuya. No pierdr tiemPo. Vete con los

vlsltantes; yo me quedo en tu lugar... Vete a tu pueblo y llévate a tu madre, le-

jos, pam quc no te oncuentren. Tenga fé en ml y nunca te h¡llarán'

Sln decir nada, el recluído socorrido, se vistió con el unlforme dei marine'

ro que también al mismo tiemPo se ponla el atuendo de los 'sentenciados con

que estaba vestldo su hermano. Eaperaron que toc¿ra la campana dando por ter'

minada la vlsita general gue no tardó mucho en replcar.

El marinero nuevo, en cuanto sonó la camPana' después de un prolongado

abrazo de su hermano, salló de su celda a colocerse r la fila de todos los visitan-

tes de hombres, mujerer Y niños.

Sonó un pltazo de salida a la callc. Conform¡ iban dcsfilando los rtribulados

fámillares y amistades dc la cnorme concurrentia, afuera del establccimiento car'

celario, los custodios de la pucrta volvieron a ver al joven marlnero y acercándo-

sc a la fila le dieron un abrazo de despedida con un cariñoso feliz viaje, y él a

cada uno de ellos correspondiendo con una esPeranza hasta la vista." Para no

volver máe como no Pensaron los amigos engañados.

El evadido feliciano no reparó cansancio ni sueño, hambre ni sed hasta que

llcgó a su c¡sa. De ahí sin pensar en descanso y fatlga allstó sus mulos para em'

prender su regrada a tlerra extraña con su madre y su servidumbre, llevándose

consigo todo to que poseía, y dejanCo la casa vacía. Cumplió al pie de la letra

la recomendación de su hermano lncógnito y enigmático. La soledad en que ha-

bla quedado ta finca, fué tomada por los vecino como rezago de un asalto y sa-

quco por bandoleros de poblaciones lejanas que habrían secues¡rado a toda la fa-

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Pá9. 66

mllia, cárgando con toda sus pertenencias, para aparentar un traslado de sus due-

ños a otros lares distantes y no hubiese quien reclame nada. Como en efecto fué

así. Las autorldades, cual erá su deber, de mala gana, se pusieron en movimien'

to, con esa creencia, para uada; y poco a poco fué olvidada la desaparición mis-

teriosa. No se percataron jamás de la verdad de las cosas ocurridas y gue la fa-

milia visitada por la fatalidad, había recuperado su felicidad, y que ahora vivían y

vivieron felices en su nueva tierra hasta su muerte.

Mientras tanto, el reemplazante que se guedó en el penal,. murió de Pena

y hambre a los pocos días de su combiazo, siendo enterrado Por cuenta del Es'

tado, en la formá más despreciable, sin cajón ni mortaja, sin responsos ni lágri-

mas; mal visto y comentado por asesíno vil, por la población carcelaria y la so-

ciedad ciega e injusta que no ha alcanzado, ni nunca alcanzará, !a comprender la

inocencia de su víctima, como los hay muchísimos en Purgatorio, ni merecerá en

absoluto el perdón de D!os, curndo llegue el el día del Juicio Final.

i

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P&g, 67

EL PISHTACO DE JATUN CUCHO

POB GEREMIAS.

CIJBNTIODE

YANACACITI

A mi herma¡o delucha,eduado¡, petay rsiodista, joéGenaro Yega Gallo,cor afecto eterno

ntes de contar la mala suerte del Pishtoce de nuestro cuen-

to, vamos hacer un b:eve comeat¿lrio de la desgraciada ac-

tividad de ios seres inmundos que desde tiempos inmemoriales se

han dedicado a quitar la vida de sus semejantes, se dedican y mien-

tras hay gente en el mundo se dedicarán por el tiempo futuro.

Con la conquista españo'a esa ocupacióu tenebr( sa ha llegado de

Etrropa a América, habie¡do tenido acentuada conmoción en le

época del coloniaje, en las inmediaciones de las ciudades principa-

¡

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I

I

Pág. 6E

les de nuestra patria. Muchos libros, revistas y periódicos han con-

denado y puesto en alerta a nuestros prójimos en diferentes épocas.

Uno de esos relatos por ser más condenables los hechos van a con'

tinuación. Del diario ,,oJo" de Lima de 19 de Junio de |!/A'Banda degolló a 26 personas. Macabro comercio de carne humana.-

Macabro comercio con 26 degollados. Tarma. - La dotacién poltclal dr es'

ra eiudad aún no sale de su asombro y rePugnancla, al haber descublerto una ban-

da que se dedicaba a asesinar transeúntes para vender sus restos a Un ml¡t3rlO'

so personaje conocido como "El Gringo".

La banda-dos de cuyos tres integrantes se encuentran en poder de la po'

licía-habría degollado hasta la fecha a 26 personas,

Eustorgio lsaac Martínez (22) y Pedro Martínez Gonzáles confesaron con lu-

jo de detalles sus criminales actividades' al ser denunci¿dos Por un rico CofTl€l'

ciante de esta local¡Cad al que le ofrecieron en Yenta carne humana.

Di¡eron que el ',El Gringo" les pagaba 8 mil scles por el cadáver de un

hombre flaco, l0 mil soles por el de hombre robusto y 15 mil soles pot'el dcuna

rnujer con ocho o nueve meses de gestación.

Según la poiicía, lsaac Martfnez era el encargado de ascslnar a los camlrgn'

que hallaba en parajes solitarios de Cuzco, Ayacucho y Huancayo'

Pedro Martínez y el cómplice que se encuentra en e! Cuzeo cran los en'

cargados de seccionar los cadáveres, ya que "El GrinSo" compraba solamcnte lO¡

troncos. Piernas y brazos eran enterrados a orillas del río santa Rosa y en la zo-

na conrpren<1ida entre la mejorada e lzcuchaca, en el departamento deHuancavcllcr

Los asesinos fueron puestos a disposicion del juez instructor de turno' mlcn'

t¡as el capicán GC Pablo Durán viajó con un grupo de policfas al dlstrlto dc La

l''erced, para Proseguir las investigaciones'

Fara mejor ilustración de esos homicidios descontrolados, tam-

bién se ocupa el importante libro intitulado "EL MUNDO DEL

FUTURO", Por Daniel Hammerly Dupuy, pág' 110' Segrln esa

obra cumbre, en épocas remotas, los europeos consideraban a log

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P,á,g.. 69

aborígenes de América "raza inferior". Fray Bartoiomé de las Ca-

sas protestó enérgicamente contra aquellos que liegaban hasta el

extremo de alimentar a sus rnastines con los cuerpos de los indios

ya subyugados.,ff ti3 ti.:

Más o menos por el año 1893, todavía existían los ingenios

mineros españoles, después de la proclamación de ia inclependencia

nacional en el año 1821, aunque la rmayoría de losempresarios co-

lonizadores ya se había retirado. Tal es así no tan lejos del Cerro

. de Pasco se hallaba en una aprcsu-racla y' grande explotación la mi-

na de Chiquiacocha. Se dice qrie para ciertas aplicaciones en las

labores de la empresa,. se estaban degotrlando gente. Las autol'idades

pueblerinas ante tales alarrnas lanzaban bandos, poniendo en alerta

a los pobladores para que no se descuiden en sus vidas. De tai mo-

do ya estaban enterados los pueblos más pequeños 1' apartados de

1o que estaba aconteciendo, andando todos los habitantes acompa-ñados en sus viajes.

Entre tanto murmnllo, no faltaba un valiente que se encogía

de hombros, arite ia alarinante noticia. Era tan conocido por to-

dos los lugareños su caracter bravo, predcminante v temer;rrio que

no tenía miedo a ningún desalmado cuando se trataba de eliminar.

:.. . Era él clon Emilio Bazán..... hombre de pelo en pecho, que

al gringo o cualquier extranjero aunque cle tamaín descomunal o

cabellos de candela io consideraba igual que cualquier hombre de

\a ru\a humána en general, de todo el mundo; con los mismcs de-

rechos'y deberes como establecen las leyes estatales e internaciona-

les, Era un hombre correcto y listo en todo y para todo. Por su-

puesto nunca andaba tampoco descuidaCo en los viajes. Llevaba

consigo su "treintiocho", su chair¿ r -",¡ i-.astóii largo con una Frue-

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Pó9. 70

sa tuerca asegurada en el extremo que pisa al suelo, el que le servfa

de apoyo en casos de resbalón o caída al caminar en la oscuridad;

bastón que era común en tod@S los hombres de campo. fnstumentos

que todavía se usan ahora, no sólo Servía de auxilio en el camino, sino

de arma defensiva y ofensiva, pues el que sabía manejar con mae§-

tría como se enseñan entre los poseedores, era y tan segura la de-

rreta hasta de una comunidad si es inexperta.

Nuestro maestro y diestro en el manejo de sus tres armas

no tenía pues míedo a andar solo. Y sabfa en donde espiaban los

pishtacos á s,rt víctimas y cómo eran sus tretas para matar sobre

seguro. Conocía a fondo a esos degradados mentales que son esco-

giáos, aleccionados y sometidos a prueba para salvarse cuando se

ven en peligro, y no coulpronaeter a nadie cuando van A Caer en ma-nos de la ¡usticia. Con esa seguricad él no era ¿an barata mercadería que iba

caer en manos de los auCaces gringos o cualquier degeneraCo, ya gue hay hasta

negros carniceros. Para él despachar, a buena vida, a esos criminales no era dell'

to, sino rnás bien defensa de la colectividad. Templado Por esta convicción, un

día se preparaba para viajar desde su pueblo de Yanacachi a la ciudad minera y

comercial de Cerro de Pasco, a efectuar comPras para celebrar en buena forma

la Pascua de Resurrecci5n. Salió a tas dos de la mañana conduciendo sus cuatro

burros para traer suficientes vfveres escogidos y licores de todo tipo, coheteS y

otros menesteres. Estas comPres tenía que realizarlas Por encarSo de Ia comunl'

dad que tenía depositado toda su confianza en toda su honradez conocida )' Pon'

derada; y más porque era é1, Sacristán vitalicio de la Parroguia por mandato del

Pueblo.Listas sus compras en el Cerro de PasCo, ngestr6 hérOe, Se PUSO en Cam¡'

no de regreso a su terruño. Eran las dos de la tarde. Y habiendo caminado tres

leguas en tres horas, cuesta abajo, se encontraba las cinco de la tarde en el co-

do de la guebrada denominada JATUN CUCHO, en donde habla un lavadero de

minerales. Echó un vistazo a un chalet, el único gue había en ese lugar solitario,

porque él ya tenía conocimiento del verdugo gue ahí vivía. su intuición, preclso

como los sismógrafcs gue avisan el menor movivimiento de la t¡erra, lleVó ln>

tantáneamente a sus retinás, la flgura de un gringo corpulento' recostado en su

puerta, divisando el camino. Fingiendo no haberlo visto nada Goñtinuó su andada

alejándose poao a poco del lugar fatídica'

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Pág, 7L

Encontrándose el día ya por anocheccr, siendo las 6.30 en el

sitio conocido por Waea, Wagondlt, jurisdicción de Yanacachi,

EL GRINGO Ie alcanzó montado en un mulo negro, con una aI-

forja extraña de cuero en el anca, vestido de un sombrero cowoy,

pantalón de montar color bige, saco marrón y camisa roja. Al es-

tar ya cerca le habló a don EmiLio, aparentando una humildad:

¡señor! ¿A dónde va usted? No respondió el interrogado. "¿Qué le

pasa Señor? Todaví a le conozco y usted me conoce". Sin ser ciesta

la afirmación. siguió mudo don Emilio. "oigo, vomos ir converson-

do y ocércote; te voy o convidor un licor. No Señsr -vociferó ca-

lérlco tomo licor cuondo estoy de vioie; yo estoy yendo ur-

g€.lrite, pcrqrre soy Socristón de rni pueblo de Yonocochi - Eso qué

importo, vcmos o chuPcr".

Don Ernilio calculó que ese era e1 momento decisivo del

gringo. subió poco a poco sin hacerse notar a la pafte alta del

costado del matador,listo su bastón, cuidándose alefta de todos los

mo\¡imientos del criminal. Al mismo tiempo éste sacó de su alfor-

ja un artefacto parecido a una wincha de topógrafo. Compren-

dientlo el bravo viajero que ya le iba matal le ganó con el palo

que di.i en la nuca ¡Wing! El asesino volteó desde su cabalgadu-

ra abrirnd.r t enrenda la boca, sin profererir ningrin grito,y con los ojo§

saltantes, al mismo tiempo q'ie soltaba su máquina segadora de ca-

bezas;cayó ai'suelo como un costal de arina ya sin vida.Don Emiiio

con la ira que le dominó ai recordar que iba ser víctima del desgracia'

do, remató sin asco ni compasiólr a bastonazos, destrozando la ca'

biza c,,n la pesacia tuerca de su palo. En seguida sin reparar en Su

cansanclo, se puso a registrar. todo lo que tenía eI infeliz degolla-:

¡;

t

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Pág. 72

dor. Y como parte final de su hazaña, a[zó sobre una roca, la guadaña que ha-

bía soltado el PISHTACO al recibir el golpe mortal de la palizada certera. Lue-

go, agarrando con los dos brazos una pesada piedra lo hizo añlcos al aparato con

repetidos golpes. Concluída su faena, don Emilio, se puso a montar al mulo y

conducir a su casa como trofeo de su victoria. El animal no se dejó agrrrar. No

quizo maltratarlo, pensando que más vale maña que fuerza. Sacó con su palo de

encima del acémila un poncho y se puso para engañar al cuadrúpedo e intentar

nuevamente a cabalgar, gue en la oscuridad le confundió €on su dueño ylse paró.

Satisfecho de su triunfo, llegó hambreado al s¡t¡o mentado de Chuya Pucto, cerca

ya al Pueblo de Yanacachi; en donde se puso a rev¡sar el contenido de las alfor-

jas por si habría algo de comer, consiguiendo un puñal de estructura poco co-

mún, gue seguramente era para seccionar los cadáveres, y el último hallazgo fué

unas conservas enlatadas pero desconocidas en todo el Depaftamento de Pasco yy él dijo sonriendo quizás eran de carne humana puesto que no tenían marca ni

ninguna inscripción. Abrió una de ellas a chancazos de pura piedra: probó el con-

tenido de pura carne bien condimentada, sin podcr deduclr de qué animales fue-

ran. Eso si tenía un sabor agradabilísimo nunca probada en toda su vida de 50 años

de viajero de lejanías cansiderables y músico rrompetlsta que era él desde su in-fancia.

De ese modo tétrico tuvo lugar el último capltulo de la vida del mal

nacido canlbal gue nadie ha reclamado su desaparición de mala muerte, bien me-

recido con la mlsma crueldad qué él empleó con sus víctimas descuidados.

FIN.

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Page 77: Fantasmandino 2 - Zenon Aira Diaz

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EDICIONEB «glEFlFIAS IGNOTAS»

IMPRENTA EDITORA ..ANDEAMERICANA''

JIRON YAULI 2gg' CERP.O I)T PASCO

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POF¡TADAlntglpfltac¡an lncalca con lot ¡eres orlundos' nscturnos

y de prerrglos proplos de nusstra¡ rerrqnlar'

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