Fabio Zambrano. Espacio Público y Opinión Pública en Sta Fe. 1794 a 1830

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ESPACIO PÚBLICO Y OPINIÓN PÚBLICA EN SANTAFÉ 1794-1830 FABIO ZAMBRANO Profesor Titular Universidad Nacional 1. LA CIUDAD COMO ESPACIO DE REPRESENTACIÓN POLÍTICA El carácter de fenómeno complejo que acompaña a la ciudad ha llevado a que cada disciplina trate de definirla de acuerdo a sus intereses individuales. Así, mientras que para la economía el fenómeno urbano sólo puede catalogarse como ciudad en el momento en que sus actividades productivas sean significativamente superiores a aquel que se genera en su entorno rural, para otras disciplinas un núcleo urbano puede llamarse ciudad cuando su población sobrepasa a la de su ruralidad. Así mismo, la arquitectura observa el esplendor urbano y la densidad arquitectónica como condición para adjudicar este título. Desde otra orilla, la historia urbana estudia la ciudad bajo parámetros diferentes. En efecto, son las funciones culturales, sus condiciones jurídicas, así como las formas de sociabilidad los que determinan la principal función que desempeña un núcleo urbano y ésta es política, pues el Estado crea la ciudad, y sobre la ciudad el Estado toma lugar. Vale decir, son sus funciones políticas la que diferencia a una ciudad de aquellas urbes que no alcancen a esta jerarquía. Es precisamente debido a esta condición que la ciudad asume el papel de ser un gran escenario de representación del poder, y es por ello que el espacio urbano se dispuso de una manera ordenada, especialmente en Hispanoamérica. En efecto, el propósito fundamental de la selección por parte de España del modelo de damero urbano a emplear en América fue la representación del orden. Este proyecto quedó consignado en el empleo de los ángulos rectos, el uso de las aguas canalizadas, la proporción simétrica de las calles, la centralidad de la Plaza Mayor, y la condición de ésta como espacio desde donde se genera el núcleo urbano, elementos que permitían crear la idea del orden geométrico gracias a ese riguroso tablero de ajedrez en que se 1

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ESPACIO PÚBLICO Y OPINIÓN PÚBLICA EN SANTAFÉ 1794-1830

FABIO ZAMBRANOProfesor Titular Universidad Nacional

1. LA CIUDAD COMO ESPACIO DE REPRESENTACIÓN POLÍTICA

El carácter de fenómeno complejo que acompaña a la ciudad ha llevado a que cada disciplina trate de definirla de acuerdo a sus intereses individuales. Así, mientras que para la economía el fenómeno urbano sólo puede catalogarse como ciudad en el momento en que sus actividades productivas sean significativamente superiores a aquel que se genera en su entorno rural, para otras disciplinas un núcleo urbano puede llamarse ciudad cuando su población sobrepasa a la de su ruralidad. Así mismo, la arquitectura observa el esplendor urbano y la densidad arquitectónica como condición para adjudicar este título.Desde otra orilla, la historia urbana estudia la ciudad bajo parámetros diferentes. En efecto, son las funciones culturales, sus condiciones jurídicas, así como las formas de sociabilidad los que determinan la principal función que desempeña un núcleo urbano y ésta es política, pues el Estado crea la ciudad, y sobre la ciudad el Estado toma lugar. Vale decir, son sus funciones políticas la que diferencia a una ciudad de aquellas urbes que no alcancen a esta jerarquía.Es precisamente debido a esta condición que la ciudad asume el papel de ser un gran escenario de representación del poder, y es por ello que el espacio urbano se dispuso de una manera ordenada, especialmente en Hispanoamérica. En efecto, el propósito fundamental de la selección por parte de España del modelo de damero urbano a emplear en América fue la representación del orden. Este proyecto quedó consignado en el empleo de los ángulos rectos, el uso de las aguas canalizadas, la proporción simétrica de las calles, la centralidad de la Plaza Mayor, y la condición de ésta como espacio desde donde se genera el núcleo urbano, elementos que permitían crear la idea del orden geométrico gracias a ese riguroso tablero de ajedrez en que se convierten las ciudades. Todo ello no tenía otro propósito sino el de representar una idea de orden, así fuera sólo un sueño de orden geométrico que representaba la capacidad de la autoridad española de modelar la naturaleza e inscribir en este espacio urbano la jerarquía social, proyecto político que la metrópoli distante quería imponer en sus posesiones de Ultramar.Como resultado de estos propósitos fue que la ciudad se diseñó como un espacio de representación política, y se decoró como un escenario donde la puesta en escena del poder político tenía un propósito central. Es por ello que en la legislación urbanística que la corona española definió para la conquista de tierra firme, se haya puesto un cuidado especial a la definición de los espacios públicos, pues es allí donde se realizaban las puestas en escenas de las fiestas, verdaderos discursos de fidelidad al rey. De esta manera, los distintos espacios públicos, tales como las plazas, las plazoletas, las calles, los jardines, se constituyeron en lugares fundamentales de la ciudad, al punto tal que la proximidad a estos determinaba la valorización de las construcciones. Para el cumplimiento de esta función urbana, la plaza mayor constituía el elemento que estructuraba el espacio urbano; era el centro geométrico, simbólico y vital de la ciudad. En América la plaza mayor era sinónimo de municipio. Allí se ubicaba el rollo y la picota, punto de partida del acto fundacional y materialización de la justicia. Es tal su

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importancia que se constituye en un símbolo de este proceso de urbanización hispanoamericana, y su uso, cargado de simbología política, define la imagen de la ciudad y caracteriza la idea primordial de centralidad que desde un primer momento expresa este urbanismo. Todo lo contrario a lo que sucedía en Europa, donde los edificios que albergaban el poder civil y eclesiástico se encontraban distribuidos a lo largo y ancho de la topografía urbana, en América todos ellos se concentraban en la plaza mayor.Sin embargo, si aceptamos que la función primordial de la ciudad es la de servir de espacio de representación del poder, el espacio público deja de ser simplemente el espacio no construido, aquel que se encuentra libre de edificaciones, para adquirir una connotación política distinta a su condición de espacio abierto. En efecto, “Público nos remite siempre a la política: a concepciones de la comunidad como asociación natural o voluntaria, al gobierno, a la legitimidad de las autoridades. Lejos de ser sólo el calificativo neutro y cómodo de un “espacio” o de una “esfera” que se opone siempre, implícita o explícitamente, al campo de lo “privado”, a la esfera de los individuos y de las familias, de las conciencias y de las propiedades, el público es al mismo tiempo el sujeto y el objeto de la política: sea la del Antiguo Régimen (el bien común, los cargos públicos, la “felicidad pública” de los ilustrados) o la revolución (el salut public de los jacobinos) o del constitucionalismo liberal (los poderes públicos legitimados por la soberanía)”1

Durante la dominación española, la política es "el gobierno de la república", así como también es el "buen gobierno de Ciudad, que abraza todos los buenos gobiernos y trata y ordena las cosas temporales que tocan a la policía, conservación y buen entendimiento de los hombres"2. Así aparece la ciudad como el espacio "natural" de la política. "La ciudad propiamente dicha y esas otras comunidades de rango menor que son como su reflejo: las villas y los pueblos, incluidos los pueblos de los indios. La ciudad es la comunidad política por antonomasia, la corporación que, por su carácter territorial, "abraza todos los buenos gobiernos"3, los gobiernos de todos los otros cuerpos que conformaban a esa sociedad tradicional. Desde esta óptica, la ciudad aparece como el espacio público por excelencia, en el sentido en el que el término era utilizado, es decir el lugar donde los vecinos, los habitantes de un lugar podían discutir los asuntos sobre los cuales debían tomar una decisión. Al mismo tiempo era el lugar donde se ejercía el gobierno del "público", del pueblo, a la vez gobernado y origen primero de las autoridades que lo gobiernan. La ciudad es una pequeña república y por eso en muchos lugares los regidores son llamados "republicanos". Todo esto cambia con el nacimiento de la política moderna, la cual comienza aplicarse a partir de la independencia. Desde entonces, se supone el triunfo o la extensión de principios como nación, pueblo, soberanía, representación, opinión, que contrastan con el carácter mucho más concreto de los actores de la política antigua y, con ellas, la aparición de nuevas prácticas políticas. Todo esto se produce como consecuencia de un cambio del titular de la soberanía: la nación en vez del rey. Triunfa la noción de una asociación voluntaria de individuos iguales, y por lo tanto se pone fin a la idea del carácter natural de la sociedad y se aplica que la nación es una construcción resultado de la libre voluntad de los individuos: una asociación contractual. Para aplicar los nuevos principios fue definitivo el desarrollo de una opinión pública, la

1 François-Xavier Guerra y Annick Lemperiere. Introducción. En: François-Xavier Guerra y Annick Léperiere, et. Al. Los espacios públicos en Iberoamérica. Ambigüedades y problemas. Siglos XVIII-XIX. México. FCE. 1998, p. 72 Ibíd.., p. 1123 Ibíd..

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cual se comienza a construir a partir de la conformación de espacios de sociabilidad política, tales como los clubes, la masonería, las sociedades patrióticas y las tertulias. Estos lugares de encuentro fueron fundamentales en la construcción de un sistema de representación, inicialmente simbólica y luego electoral. Este camino que toma la evolución de la modernidad política subraya la importancia de la ciudad como espacio de representación del poder, y que gracias a los nuevos códigos que regulan las relaciones entre sus habitantes, introduce un nuevo significado a lo urbano. Así si bien las ciudades no cambian en su forma, la cual continúa siendo el damero heredado del siglo XVI, sí ha cambiado el significado del contenido, puesto que ahora, de la verticalidad social que se representaba se pasa a la búsqueda de la horizontalidad que el discurso de la igualdad va a procurar instaurar.

Todo esto sucedía sin modificación alguna en la traza urbana. Las ciudades se expandían, el centro se tornaba más denso y en los nuevos barrios se reproducía la cuadrícula. La inauguración del régimen republicano no estuvo acompañada de cambios sustanciales que implicaran renovaciones urbanísticas. Las crisis económicas, las guerras y las fragmentaciones impedían introducir nuevas dinámicas. Por ello se afirma que, con diversas variaciones según los casos, la ciudad colombiana del siglo XIX conservó su carácter hispánico, gracias a la conservación de numerosos principios del urbanismo español, en especial la traza, la centralidad, la función de la plaza mayor, las fiestas, los templos como edificios más importantes.

Sin embargo, a diversos niveles se dejaba sentir la necesidad de la ruptura. Inicialmente ésta se limitó a los cambios exclusivamente simbólicos. Primero se sembraron los árboles de la libertad en las plazas centrales, las cuales más tarde fueron transformadas en parques, el cambio simbólico de mayor trascendencia de la época. La plaza, poco a poco, perdió así una de sus funciones más importantes, la de dar cabida al mercado público. Se construyeron entonces edificaciones especiales para albergar el centro de abasto de las ciudades, que, sin embargo, las gentes continuaron denominando “plaza de mercado”. Luego se cambiaron los nombres de los espacios públicos, y los nombres de la patria inundaron la ciudad, puesto que los nombres impuestos por España, o por la costumbre popular, fueron cambiados por los de los héroes o los lugares de las batallas. Así el mapa de la ciudad se convirtió en la representación del de la patria. Igualmente, las fiestas republicanas sustituyeron a las coloniales. De esta manera, la ciudad se convirtió en el teatro de la “guerra de las imágenes”, cuando se sustituye el sistema de representación del poder colonial por uno republicano.

Posteriormente en la ciudad se empieza a transformar el uso del espacio urbano. En el siglo XX se deja notar que ya no es necesario que la centralidad política coincida con la centralidad habitacional. Durante la colonia, y por extensión en el siglo XIX, los habitantes de mayor jerarquía social vivían en los alrededores de la plaza mayor. Pero en el XX, simultáneamente con la formación de barrios populares en la periferia, las élites adineradas empezaron a abandonar el centro, al tiempo que las nuevas funciones urbanas y las transformaciones en los modelos de vida introdujeron, a su turno, cambios notables en los equipamientos urbanos. Con ello la ciudad se vuelve multi céntrica, y cambia el sentido de la representación del poder, siendo ahora basada en los medios de comunicación, puesto que, por sus dimensiones, la ciudad se convierte en el centro de la “comunidad imaginada”, cuya existencia virtual depende de su capacidad de comunicación.

Es entonces cuando vuelve a surgir una función urbana que en cierta medida se había

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olvidado. El de la ciudad como espacio educativo. Los procesos de modernización de las ciudades exigieron la introducción de nuevos saberes, así como un gran esfuerzo educativo de parte de las élites para que el nuevo ciudadano adquiriera comportamientos, hábitos y costumbres acordes con las exigencias modernas. Este proceso de educación masiva fue el mecanismo que permitió que las gentes aprendieran a habitar la nueva ciudad, con sus espacios, máquinas y aparatos que exigían comportamientos diferentes a aquellos que se utilizaban en el siglo XIX4. Cabe destacar que todo esto sucede sin que la ciudad cambie la razón de ser que aparece en el siglo XVI: servir de espacio de representación del poder, función urbana que sigue desempeñando, para lo cual no hubo necesidad de cambiar la forma urbana, pero sí su significado, pues la cuadrícula ya no representa el orden de una metrópoli distante, sino que se convierte en uno de los componentes del espacio público, el cual incluye otros elementos, además de las calles y las plazas.

2. EL APARECIMIENTO DE FORMAS DE SOCIABILIDAD MODERNA.

Paralelamente al surgimiento de todas estas contradicciones en las reglas de juego político, en la ocupación del espacio y en la conformación de la sociedad neogranadina, desde 1740 se estaba produciendo también una gran mutación cultural conocida como la Ilustración. Se trataba de un conjunto de mutaciones múltiples en el campo de las ideas, del imaginario, de los valores, de los comportamientos5. Con ello se establece un nuevo centro de referencias con el triunfo del individuo, acompañado de nuevas formas de sociabilidad. Todas estas mutaciones en los imaginarios y en las formas de sociabilidad, se dieron de manera general en Europa, y luego en América, con consecuencias diferentes, según las particularidades de cada país.

"Estas sociabilidades modernas que se caracterizan por la asociación de individuos de orígenes diversos para discutir en común, presentan rasgos muy distintos de los cuerpos y de las asociaciones antiguas. En los 'salones', tertulias, academias, logias masónicas, sociedades económicas, etc. nace la opinión pública moderna, producto de la discusión y del consenso de sus miembros. Estas sociedades son igualitarias, ya que se establecen con la finalidad de una simple discusión en la que sólo cuenta la razón. La autoridad sale en ellas de la voluntad de los asociados, lo que lleva consigo prácticas electorales de tipo moderno; por todo ello han podido ser calificadas de "democráticas".6

La Nueva Granada comparte con el resto del mundo hispánico la mayoría de los rasgos, como la de afectar en primera instancia a las élites culturales, y de una manera muy restringida, y la de la variedad de espacios de sociabilidad que van apareciendo. Igual que en el resto de colonias, las tertulias fueron la primera forma de sociabilidad moderna, a donde asistían las élites intelectuales que compartían propósitos similares y hábitos comunes. La primera en organizarse fue la tertulia que realizaba Antonio Nariño en su casa. Fundada hacia 1790 con el nombre de EL CIRCULO LITERARIO, y sobre el origen de este importante centro de difusión de nuevas ideas el mismo Antonio Nariño nos dice:

4 Carlos Ernesto Noguera, Alejandro Álvarez y Jorge Orlando Castro. La Ciudad como Espacio Educativo. Bogotá y Medellín en la primera mitad del siglo XX. Bogotá, Arango Editores, 2000.5 ?François Xavier Guerra. Modernidad e Independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas. Madrid, Editorial MAPFRE, 1992, p. 23.6 ?Ibíd.

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"Se me ocurre el pensamiento de establecer en esta ciudad una suscripción de literatos a ejemplo de las que hay en algunos casinos de Venecia; éstos se reducen a que los suscriptores se reúnen en una pieza cómoda, y sacados los gastos de luces, etc. lo restante se emplea en pedir un ejemplar de los mejores diarios, gacetas extranjeras, los diarios enciclopédicos y demás papeles de esta naturaleza, según la suscripción. A determinadas horas se juntan, se leen los papeles y se critica y se conversa sobre aquellos autores: de modo que se puede pasar un par de horas divertidas y con utilidad. Pueden entrar: don José María Lozano, don José Antonio Ricaurte, don José Luís Azuola, don Juan Esteban Ricaurte, don Francisco Zea, don Francisco Tovar, don Joaquín Camacho, el doctor Iriarte, etc."7.

Al parecer, inicialmente Nariño no se propuso organizar un círculo político, sin embargo hacia ese sentido derivó la tertulia, que cambió de nombre por el de ARCANO SUBLIME DE LA FILANTROPIA, y recibió la influencia del médico francés Luís Rieux8, quien lo inicia en la simbología y los principios de la masonería. Para efectos de las reuniones de la Tertulia, Nariño había organizado en su casa de la Plazuela de San Francisco una habitación destinada a las reuniones, y que él mismo había bautizado "Santuario".

Era una Sala rectangular, que en uno de sus extremos tenía escrita la expresión "La Libertad" y al otro "La Razón". Debajo de la primera había un epígrafe de Rousseau que decía: "Aquel es verdaderamente libre que no necesita poner los brazos de otro al fin de los suyos para hacer su voluntad"; bajo la segunda se lee: "Se sigue la razón cuando sin oír las opiniones de los hombres se escuchan los gritos de la naturaleza". En la parte superior de "La Libertad" se encontraban los retratos de Sócrates, Rousseau, Plinio y Buffon. En el otro extremo de la habitación los de Jenofonte, Washington, Solón y Montesquieu. A un costado la inscripción "Minerva", y en frente "La Philosofia". Estaba previsto que a éstas las acompañaran los retratos de Tácito, Rainal, Newton, Platón y Franklin, con el epígrafe "Quitó al cielo el rayo de las manos y el cetro a los tiranos" y en el otro extremo los retratos de Nariño, junto al cual debería aparecer el número 33, además de Cicerón, Demóstenes y William Pitt. Todos estos retratos y los epígrafes debían rodear el gran fresco del centro de la habitación, según el diseño que el mismo Nariño había hecho y que no alcanzó a terminar en razón de su detención. Además, en el recinto se incluía un obelisco dedicado a la libertad, diseñado por Nariño, con la expresión latina "Libertas nulle venditur auro".9

Todo indica que Nariño organizó en 1790 una tertulia que, luego, bajo la influencia de Rieux derivó hacia un círculo de carácter político, que asumió símbolos de la masonería

7 ?Este testimonio le fue hallado a Nariño en su casa cuando se le aprendió en 1794. Citado por José Manuel Pacheco, Ciencia, Filosofía y Educación en Colombia, Siglo XVIII, Bogotá, ECOE Editores, 1984, p. 149.8 ?Louis François de Rieux y Sabaires, médico de nacionalidad francesa, llegó a Cartagena en 1784 y pasa a Santafé de Bogotá en 1792, donde reside hasta 1793, ejerciendo su profesión. El Oidor Juan Hernández de Alba, quien manifestaba que "Gracias a Dios, que no sé, ni quiero saber la lengua francesa" informaba al rey en 1808 de la peligrosidad de Rieux, señalando que "pervirtió por su trato y continua comunicación a Dn. Antonio Nariño" y agrega que no se le pudo probar sus delitos "porque su astucia, sagacidad y penetración al caso que hizo exparcir las máximas de libertad, lo hizo con tal osadía que no fue posible comprobarsele". (Sergio Elías Ortiz, Colección de Documentos para la Historia de Colombia, Segunda Serie, Bogotá, Editorial Kelly, 1965, p. 81.9 ?Esta descripción se encuentra en el proceso seguido a Antonio Nariño con motivo de la traducción y publicación de los Derechos del Hombre, en septiembre de 1794. Citado por: Eduardo Ruiz, La Librería de Nariño y Los Derechos del Hombre. Bogotá, Editorial Planeta, 1990, p. 141.

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y donde se rendía culto a la Ilustración, a los Enciclopedistas y a la revolución norteamericana. Si bien la historiografía hecha por masones insiste en que se trataba de una logia masónica10, a juzgar por otros estudios no llegó a constituirse como tal, y más bien se trataba de formas de sociabilidad política que tomaban de la masonería y de la carbonería los símbolos, fórmulas, grados y hasta juramentos secretos, sin llegar a tener carta patente que les autorizara a funcionar bajo los auspicios de una logia matriz, como sucedió con el Arcano Sublime de la Filantropía.11 De hecho, a Nariño no se lo procesó por masón, y aunque en la década de 1790 se efectuaron algunos procesos por masonería en México y se multiplicaron en España, probablemente en la Nueva Granada no se estaba en capacidad de reconocer la masonería en caso de que la hubiera. "De ahí que el papel asignado a la Inquisición sea más que el de perseguir masones, el de investigar qué es la masonería"12.

Fue el gabinete de Nariño, donde se generó la primera forma de sociabilidad política en la Nueva Granada, siguiendo el camino que en otros lugares presentaba este hecho, como fue el de tratarse de una forma de sociabilidad de las élites, con un efecto muy restringido, el cual se limitaba a los asistentes a la tertulia. Esta tertulia derivó a una "sociedad de pensamiento", donde la élite cultural de Santafé de Bogotá discutía las noticias internacionales, temas literarios, la Ilustración o científicos. Tuvo la particularidad de constituirse rápidamente en una verdadera sociedad al adoptar unos estatutos, contar con miembros definidos, tener reuniones periódicas y poseer una simbología propia. Además, esta tertulia derivó hacia lo político muy rápidamente y con ello pasó de ser una actividad de carácter privado a una actividad pública, en especial cuando Nariño publicó su traducción de los Derechos del Hombre en 1794. Con ello se inicia la formación de una sensibilidad común, con un mismo aprecio por lo útil, con una misma creencia en el progreso, con unas mismas lecturas, con unas mismas prácticas societarias que propagaban por la igualdad de los asociados y el reino de la opinión13.

Aquí se da inicio a la formación, en el mundo de las élites, a una "clase cultural" que será la encargada de dirigir la revolución de independencia, y desde donde se construye y difunde el nuevo imaginario de la modernidad, en un total contraste con la sociedad de antiguo régimen, como era la Nueva Granada a fines del siglo XVIII. En efecto, en las reuniones se cultivaba a la par la política y la literatura, y tanto se discutía de la forma literaria como del fondo político e ideológico de las obras14. Los periódicos y demás publicaciones que llegaban a manos de Nariño traían las noticias de la Revolución Francesa con su respectivo imaginario político y un discurso elaborado, que va a ser el que se impuso a partir de la independencia. Es importante destacar que a este Círculo pertenecieron varios de los más importantes actores de los acontecimientos revolucionarios, en especial de la primera etapa de la guerra de independencia, como

10 ?Américo Carnicelli, La Masonería en la Independencia de América, 2 vols. Bogotá, 1970, s. p. i.11 ?José María Ferrer Benimeli. "Bolívar y la Masonería". En: Revista de Indias, Vol. XLIII, julio-diciembre, 1973, No. 172, p. 640.12 ?José María Ferrer benimeli. "La Inquisición frente a masonería e ilustración". En: Inquisición española y mentalidad inquisitorial. Barcelona, Editorial Ariel, 1984, p. 491, 492.13 ?François Xavier Guerra. "Lugares, Formas y Ritmos de la Política Moderna". en: Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Tomo LXXII, No. 285, Caracas, enero-marzo de 1989, p. 15.14 ?Recordemos que Nariño poseía en ese entonces la biblioteca privada más importante de la capital. En el momento del embargo, en 1794, se relacionaron 700 títulos con 1881 volúmenes, libros que su propietario también vendía en el pequeño mercado santafereño de fines de la colonia, fundando de esta manera la primera librería pública. (Eduardo Ruiz. La Librería de Nariño. Op. cit. p. 212)

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fueron, además de Nariño, Francisco Antonio Zea, Joaquín Camacho, José María Lozano, entre otros, conocidos en la historiografía tradicional como los Precursores de la Independencia.

Contemporánea al círculo organizado por Nariño fue la TERTULIA EUTROPELICA15, fundada en 1792 por Manuel del Socorro Rodríguez, editor del periódico Papel Periódico de Santafé de Bogotá. El propósito de esta tertulia era el de leer las obras literarias presentadas por los miembros de la misma. Sobre la organización y propósitos nos lo dice el mismo fundador:

"LA TERTULIA EUTROPELICA. Habiéndose formado en cierta casa una junta de varios sujetos instruidos, de ambos sexos, bajo el amistoso pacto de concurrir todas las noches a pasar tres horas de honesto entretenimiento, discurriendo sobre todo género de materias útiles y agradables daremos después una exacta noticia de esta Asamblea de buen gusto, e igualmente iremos publicando (según la voluntad que hubiere) algunos de aquellos rasgos prosaicos y poéticos más pronunciados para llenar el fin de cada número, con el objeto de que siempre terminen con variedad agradable, así como empezamos a ejecutarlo desde el presente".16

Aunque las intensiones que animaban a sus asociados eran, sin ninguna duda, las mejores, la tertulia no produjo obras de alguna importancia, ni en el campo de las letras ni en el de las ideas. Ninguno de sus miembros participó en política, y las obras literarias carecen de valor. En efecto, ni Manuel del Socorro Rodríguez, el fundador, ni los asistentes, tales como José María Gruesso, José María Valdés y Francisco Antonio Rodríguez, tuvieron alguna relevancia en la historia política del país. Sin embargo, hay que destacar la continuidad y la periodicidad regular con que se reunía esta tertulia, y la publicación en el Papel Periódico durante varios años de los temas de las reuniones.

Otra tertulia que floreció en la capital a fines del período colonial fue LA TERTULIA DEL BUEN GUSTO, que fue una sociedad literaria por excelencia, estuvo auspiciada por una mujer, doña Manuela Santamaría de Manrique, quien amenizaba con agradables conversaciones y suculentos manjares las reuniones que realizaba en su casa. Esta forma de sociabilidad no presenta interés especial desde el punto de vista político, y no pretendió fines diferentes al de ser una tertulia literaria exclusivamente, que con posterioridad fue de gran importancia en la historia de la literatura colombiana, por ser la matriz formadora de diversos escritores. En sus periódicas reuniones nocturnas se llenaba el salón con los mejores literatos de Santafé, en veladas donde se realizaban ejercicios literarios en que tomaban parte los principales asistentes, o sea doña Manuela, sus dos hijos Tomasa y José Ángel, Camilo Torres, José Fernández Madrid, José María Salazar, Frutos Joaquín Gutiérrez, Francisco Antonio Ulloa, José María Gutiérrez y José Miguel Montalvo. Sin haber sido su objetivo el debatir temas políticos, los miembros de esta tertulia tuvieron un papel destacado desde el inicio de la independencia, lo cual confirma el papel de espacio aglutinador de la élite cultural que tenían estos lugares de sociabilidad.

Además de estas, existió también la SOCIEDAD PATRIOTICA, fundada en Santafé de Bogotá en 1801 por el director de la Expedición Botánica José Celestino Mutis. La Sociedad, que según sus estatutos contaba con la protección del Virrey y del Arzobispo,

15 ?También recibió el nombre de Asamblea del Buen Gusto.16 ?Papel Periódico de Santafé de Bogotá, Número 84, 21 de septiembre, 1792.

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al parecer no tuvo mayor importancia y fue rápidamente olvidada. En 1809, Caldas mencionaba que la idea se había reducido a un bello pensamiento17.

Todas estas formas de sociabilidad tenían como característica el de girar en torno a un personaje destacado, quien proveía el lugar de reunión y marcaba con su personalidad al grupo. Las reuniones se celebraban en casa de alguien lo suficientemente respetable como para no atraer sospechas. De hecho, los Virreyes ilustrados veían con buenos ojos tal tipo de actividades, e inclusive las impulsaban, como fue el caso de las Sociedades Económicas de Amigos del País18.

Si nos aproximamos un poco a los miembros de las tertulias, podemos observar que los asistentes a la tertulia de Nariño eran preferentemente laicos bogotanos, mientras que los de la Eutropélica eran religiosos payaneses residentes en la capital. Así, de los ocho miembros del Círculo de Nariño sólo José Luís de Azuola era religioso. En cambio, de los cuatro miembros de la Eutropélica, ninguno era de Bogotá y sólo su fundador, Manuel del Socorro Rodríguez no era religioso.

En el caso de la Tertulia del Buen Gusto, se cuenta con información de once de sus asistentes, y ninguno de ellos era religioso, así como también es destacable que en su mayoría provenían de fuera de Bogotá. Todos los dramaturgos conocidos de la época asistían a esta tertulia, y algunos de sus miembros también lo fueron de la Expedición Botánica. Un último detalle, común a los tres grupos, es la relación con el periodismo. Cerca de la mitad de los miembros de las tertulias participaron en los diversos periódicos publicado con anterioridad a 1810.

Otra característica que presentan es el de la continuidad entre los diversos espacios de sociabilidad. La tertulia de Nariño existió desde 1790 aproximadamente, hasta su primera prisión en 1794, razón de la disolución del Círculo. La Tertulia Eutropélica existió entre 1792 hasta 1796 o 1797, y la del Buen Gusto debió existir desde 1801 hasta 1808. Esto nos muestra la continuidad de las distintas variantes de una misma forma de sociabilidad moderna que empezaba a aparecer en la Nueva Granada a finales del período colonial.

3. IMPRENTA, PASQUINES Y “CONSPIRACIÓN”

En 1793 se presentó un acontecimiento que resultó definitivo en la construcción del espacio público en Santafé. Un capitán de la guardia virreinal le prestó a Antonio Nariño un ejemplar del libro Historia de la Asamblea Constitucional Francesa, libro que provenía de la biblioteca del virrey.

En este libro Nariño encontró la Declaración de los Derechos del Hombre, la cual tradujo, imprimió en secreto en su imprenta y alcanzó a distribuir algunos ejemplares,

17 ?Gabriel Porras, Historia de la Cultura en el Nuevo Reino de Granada, Sevilla, CSIC, 1952, p. 348.18 ?En la Nueva granada se fundaron algunas Sociedades Económicas de Amigos del País. En 1781 se solicitó en Medellín permiso para fundar una de estas, aunque la que tuvo mayor trascendencia fue la fundada en Mompox en 1784. En 1790 se fundó una en Santafé de Bogotá,y desde 1791 Manuel del Socorro Rodríguez propone, a través del Papel Periódico, la fundación de estas sociedades en cada población.

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en los primeros meses de 1794. Esto sucedió, coincidencia desafortunada para Nariño, en el momento en que España comenzaba a formar parte de la alianza contra la Francia Revolucionaria, y la actitud de los administradores coloniales cambió radicalmente contra todo aquello que proviniera de los franceses.

Este ambiente internacional enrarecido se transfirió al escenario santafereño, donde el ambiente de desconfianza entre españoles y criollos empezó a enrarecer el ambiente en la capital del virreinato. La autoridades españolas comenzaron por extrañar de Santafé a Honda al médico francés Rieux en febrero de 1794. El 18 y 19 de agosto de ese año unos jóvenes fijaron pasquines en algunas paredes de la capital, donde se citaban consignas agitadas por los Comuneros en 1781:

Si no quitan los Estancos,Si no cesa la opresión,Se perderá lo robado,Tendrá fin la usurpación.

Esto coincidió con informes secretos de una supuesta rebelión que los principales de Santafé iban a emprender contra la corona. Realmente, quien emitió esta alarma, un funcionario escribiente de las Reales Cajas, conoció de la circulación de un ejemplar de los Derechos del Hombre que Nariño había repartido, y con ello concluyó que este documento formaba parte de una amplia conspiración. Así, las pesquisas juntaron sucesos diferentes y convergieron en Antonio Nariño como cabeza de una sublevación, que para el virrey “La principal causa de esta intentada sublevación, parece, que era el odio que tienen los criollos a los Europeos…”. Era evidente que el temor de las autoridades se enfocaba a las ideas francesas y aun supuesto apoyo de los franceses revolucionarios a los “conspiradores” capitalinos.

Más allá de la veracidad de las sospechas españolas, lo que estos eventos mostraban es el surgimiento de una profunda fractura en la confianza entre los funcionarios españoles y la élite santafereña. Desde 1794, la confianza del gobierno se fijó exclusivamente en los españoles peninsulares. Así, procedieron a juzgar a Nariño y a los demás asistentes al Arcano Sublime, como Zea.

Prensa: Papel Periódico de Santafé: 1791-1797. Manuel del Socorro Rodríguez.Semanario del Nuevo Reino de Granada: 1807-1810. Francisco José de Caldas

4. LA GRAN RUPTURA DE 1811

En abril de 1811 en Santafé se formó el gobierno del nuevo estado de Cundinamarca, bajo la presidencia de Jorge Tadeo Lozano, quien hace un esfuerzo por reconstituir una autoridad central y para ello propone una federación integrada por cuatro departamentos. Esto no va a funcionar y la resistencia de las provincias es mayúscula. Nace un conflicto entre las provincias y Cundinamarca, que se incrementa día a día, aun mayor desde que Cundinamarca anuncia su independencia con la carta de 1811. Estas tensiones agravan la ya deteriorada situación política en Santafé.

Es este ambiente convulsionado el que encuentra Antonio Nariño a su regreso de la prisión en Cartagena. No demora en abanderar las críticas al gobierno de Lozano, y para ello emplea un medio moderno como es la prensa. Desde este momento, Nariño

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inaugura el uso del periódico para transmitir la opinión pública que en ese momento se estaba manifestando en la ciudad frente a la organización política de la naciente república.

El domingo 14 de julio de 1811 apareció el primer número de La Bagatela, titulo que sugiere que el contenido de este periódico no es importante, pero que en el fondo constituye toda una burla a la situación por la que se pasaba en ese momento. En el primer artículo: Cartas del filósofo sensible a una Dama su amiga, inicia un ataque frontal contra Lozano, gobierno al que acusa de no ser nada diferente al del virrey Amar:

“El desorden en que vivimos ocho o nueve meses, y algunas cosillas de que aun no nos vemos libres, han hecho pensar a algunos que nuestra transformación fue prematura.”

El segundo número de La Batagela, publicada el domingo 21 de julio, denuncia las presiones que el gobierno aplica contra este periódico, al imponerle una cuota obligatoria de ejemplares que debe entregar. La Bagatela rápidamente se constituyó en el medio de comunicación de una tendencia política encabezada por Nariño, de la que forman parte José María Carbonell, Pedro Groot y Manuel Pardo, que se oponía a la organización del estado bajo el sistema federal.

Las ambivalencias del gobierno de Lozano fueron aprovechadas por Nariño, quien publicó en La Bagatela del 19 de septiembre un artículo bajo el título de Noticias Muy Gordas, donde denunciaba las amenazas de los realistas desde Cartagena, Cúcuta y Popayán.

Cabe señalar que el periódico se vendía por las calles y también se fijaba en algunos muros por donde la gente circulaba, y para superar el alto analfabetismo, había personas letradas que leían en voz alta, como sucedía en el Altozano de la Catedral. De esta manera se armaban corrillos de gentes que se acercaban a este sitio central, en le marco de la Plaza Mayor. Al medio día del 19 de septiembre, de los lectores ocasionales se pasa a tumulto, quienes se enteran, alarmados de las amenazas que acechan a la capital y de la inacción del gobierno. Las gentes movilizadas exigieron y consiguieron la reunión del alto gobierno para que escuchara sus peticiones. Lozano renunció y se designo a Nariño como presidente del Estado de Cundinamarca. Nariño procedió a asumir este cargo, exigiendo que se aplicara el artículo 53 de la Constitución, que le otorgaba el poder dictatorial para asumir la solución de las amenazas por él denunciadas en La Bagatela.

La Bagatela circuló del 14 de julio de 1811 hasta el 12 de abril de 1812, en total se publicaron 38 números.

5. LOS ÁRBOLES DE LA LIBERTAD

Cargado de simbolismo, desde 1791 se celebró en Francia la fiesta cívica del Árbol de la Libertad, y los revolucionarios sembraron árboles en medio de cantos, discursos y arengas loando la libertad y demás principios revolucionarios; adornado con los símbolos de la revolución, como el gorro frigio, la bandera tricolor, además de los cantos revolucionarios.22 años más tarde, el miércoles de ceniza, 3 de marzo de 1813, el cronista Caballero reseñó que:

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“Hoy amaneció clavado un sauce, junto a la pila, con la gorra de la libertad y unos lazos de cintas anchas de arriba abajo”19

Este acto subrepticio fue seguido por uno público. El 29 de abril de 1813 el presidente Nariño organizó una lucida fiesta cívica con el propósito de sellar la unión de los ciudadanos santafereños, el apaciguamiento de los partidos, y la armonía entre las provincias. Para ello, el 24 de ese mes se publicó un bando anunciando este acto cívico:”Lejos de ser acilo a la iniquidad, y de designar el desenfreno, el libertinaje, y la corrupción de las costumbres, indicaba la sujeción a la ley, y a las autoridades, constituidas por el voto libre de los pueblos, exhortando a la paz, a la armonía, a la concordia, y a la unión, prohibiendo toda especie capaz de trastornar el buen orden, encargando a los ciudadanos ala concurrencia a un acto tan digno de celebrarse.”20

La fiesta del 29 de abril se convirtió una expresión de fiesta popular, de reafirmación del pacto social y expresión de opinión pública, como lo reseña el cronista de la independencia Caballero:

“29, jueves. Hoy se plantó el árbol de la libertad y en esta forma: a las dos de la tarde se formaron en la Plaza Mayor todas las tropas; a este tiempo cayó un recio páramo, así que se aplacó, que serían las tres y media, salieron de palacio todos los señores que estaban prevenidos para el paseo de a caballo. Iban adelante cuatro batidores, seguían los caballeros, decentemente vestidos y los caballos enjaezados a cual mejor; detrás seguía un violento con un oficial, un sargento y ocho soldados de artillería, todos a caballo: detrás de éstos seguían otros cuatro batidores; seguían los dos porteros del cabildo, que llevaban en medio a don Pedro Maldonado, escribano del cabildo eclesiástico, con un alguacil por delante; seguía después el cabildo. El señor corregidor presidía este acto con los señores alcaldes, que lo eran el señor Chacón y el capitán de caballería don Juan Tobar, todos a caballo; después seguía la caballería. Dieron vuelta por las calles acostumbradas, pues aunque había de haber sido por toda la ciudad no se hizo, por haberse hecho tarde, pues para este efecto se mandó que toda ella se compusiese y se blanquease, como efectivo a sí se verificó, colgando todas las puertas ventanas de toda la ciudad. Después del paseo se sacó el árbol del cabildo, el que traía sus tarjetas de versos y su gorro colorado. Era un arrayán de cinco varas de alto, y se plantó en el lugar prevenido. Que era un triángulo de piedra que se había fabricado para este fin, dos varas arriba de la pila y encima se puso una media naranja de madera, con cuatro arcos enramados de laurel, con sus tarjetas de versos alusivos al asunto, y faroles de cristal para las luminarias de noche. Encima pusieron un farol bastante grande, que por otra parte tenía pintado el árbol, por otra un Jesús, por la otra una María y por última la espada de la justicia. Consecutivamente se hicieron cuatro salvas por cuatro pedreros”. 21

Si bien en el protocolo se guarda semejanza con las fiestas coloniales, en los símbolos hay un cambio total, pues son tomados de la revolución francesa. Además, compiten con un nuevo hito en la Plaza Mayor, donde solamente estaba el rollo de justicia, símbolo del rey, y la fuente central.

Pero, ese mismo día, a las cinco de la tarde, se fusiló a un niño esclavo, Tomasito, quien

19 José María Caballero. Diario. Bogotá, Villegas Editores, Biblioteca de Bogotá, 1988, página 13020 Gazeta No, 112, página 53021 Caballero, op. Cit. Página 133

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había acuchillado a su amo, a quien habían inducido a que tan pronto se plantara el árbol de la libertad en la plaza todos serían libres. De esta manera, se quería acallar “los rumores que se esparcían ya entre las gentes licenciosas, y principalmente entre los esclavos, de que el Árbol de la Libertad era un salvoconducto para cometer todo género de excesos, la necesidad que había de hacer un escarmiento que contuviese los crímenes”.22

El domingo 18 de julio, un “mozo de ruana”, aprovechando la noche, partió el árbol. El gobierno ofreció una alta recompensa, de doscientos pesos, para que se delatara a la persona que había cortado el árbol. No es gratuito que ese día se haya aprobado la independencia absoluta de Cundinamarca.

De nuevo se sembró otro árbol, esta vez un olivo. Se lo guardó con centinelas, pero en un descuido, de nuevo fue cortado. Para remediar esto, se levantó un triángulo alto de cal y canto, cercaron con maderas muy fuertes, para proteger el nuevo árbol de la libertad. Permaneció hasta febrero de 1814, cuando Bolívar y sus tropas entraron a Santafé.

Entonces, se sembró de nuevo un arrayán, que duró hasta unos días antes de la entrada de Morillo a la capital cuando destrozaron la cerca y arrancaron el arrayán de la libertad.

En fin, se trataba de un ejercicio de construcción de símbolos en el naciente espacio público capitalino, de resignificación de la Plaza Mayor, como contenedora de los símbolos reales a un espacio público contenedor de la nueva simbología de la república. Pero, al mismo tiempo estos cuatro árboles de la libertad, también se convierten en metáfora de las divergencias políticas acerca de la independencia.

6. LA SOCIABILIDAD MODERNA Y LA EDUCACION POLITICA DE LA ELITE.

La gran mutación cultural del siglo XIX se inicia con la introducción entre las élites de un nuevo imaginario social basado en el individuo, considerado como el valor supremo con el que deben medirse las instituciones y los comportamientos. El triunfo del individuo se logra con el empleo de formas de sociabilidad modernas, que se caracterizan por la asociación de individuos de orígenes diversos para discutir ideas en común, y es allí donde nace la opinión pública moderna, resultado de la discusión y del consenso de sus miembros. Estas son "igualitarias, ya que se establecen con un fin de simple discusión en que sólo cuenta la opinión, la autoridad sale en ellas de la voluntad de los asociados, lo que lleva consigo prácticas electorales de tipo moderno; por todo ello han podido ser calificadas de "democráticas"."23 Estos espacios eran en un principio formas de sociabilidad de las élites, con una extensión muy restringida a otros grupos sociales.Al parecer, la primera forma de sociabilidad política moderna surgida con posterioridad a la independencia,24 fue la SOCIEDAD PATRIOTICA, fundada en Cartagena el 17 de septiembre de 1812, con el propósito de que

"...la opinión pública se eleve a aquel grado de vigor que exige la salud pública de la

22 Gazeta No. 112.23Guerra, François-Xavier." La Revolución Francesa y el Mundo Ibérico". En: Krebs, Ricardo y Gazmuri, Cristian, ed. La Revolución Francesa en Chile. Santiago, Editorial Universitaria, 1990. Página 338.24 En relación a los espacios de sociabilidad política que precedieron a la independencia se puede ver el trabajo Algunas Formas de Sociabilidad en la Nueva Granada. de Fabio Zambrano (inédito).

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Patria y los derechos de los Ciudadanos sean tan perfectamente conocidos como requiere el orden interior. Que la verdadera inteligencia de los principios elementales haga consolidar las bases de la organización social: que la unión, fuerza primera de un Estado, no vacile por el choque de las pasiones...Una Sociedad de buenos Patriotas que vele sobre estos objetos, difunda las luces políticas a todas las clases del Estado, excite el furor contra el enemigo, la tranquilidad y la paz entre los que aman un mismo sistema, será una institución saludable en la crisis actual de nuestros negocios."25

Los primeros asociados fueron los miembros de la Cámara de la Provincia de Cartagena, quienes sostenían la Sociedad con pequeños aportes. Esta sociedad desapareció con los estragos de la guerra de independencia.

Además de esta sociedad precursora26, se contó con la experiencia de varios patriotas, quienes durante las estadías en Europa pasaron por diversas sociedades, especialmente por la LOGIA LAUTARO, fundada por Francisco Miranda en Londres a fines del siglo XVIII. Esta asociación política secreta era muy distinta de la masonería e incluso de la carbonería, de las que solo había tomado los símbolos, fórmulas, grados, y juramentos secretos, ideada, dirigida y fundada por Miranda con un claro carácter de sociedad secreta de tipo político que nada tenía que ver con lo que pretendía la masonería.27 Allí se trabajaba por la emancipación americana y el establecimiento de un régimen republicano en Hispanoamérica y por ella pasaron Antonio Nariño, Pedro Fermín de Vargas, Simón Bolívar, entre otros.28

Al contrario de Miranda que no fue masón, Bolívar si perteneció a una Logia Masónica durante su estancia en París entre 1804-1805, cuando asistió a la Logia San Alejandro de Escocia de París, y de ella recibió los grados de aprendiz, compañero y maestro.29 Como el, son numerosos los masones que participan durante la independencia, unos a favor y otros en contra de ella, puesto que en uno y otro ejército habían masones. Todo parece indicar que ser militar primó sobre ser masón. Así, cuando Santander ordenó el fusilamiento del coronel español Barreiro, este envió a Santander, su hermano masón, "un diploma e insignias de masón de alto grado, sabiendo que el general Santander era hermano; pero éste dijo que primero estaba la patria que la masonería".30 Pero, al parecer se trataba de una masonería militar, al estilo de la bonapartista, muy particular, que se puede llamar emancipadora y que trabajaba por ella militarmente y no políticamente.

Solamente después de la independencia es que aparece la masonería política. La primera Logia Masónica fue fundada por el general Francisco de Paula Santander. No se sabe dónde ni cómo fue iniciado el general Santander; al parecer fue en una logia militar itinerante, entre 1816 y 1819. Para evitar las resistencias del clero, Santander optó por la sutileza para fundar la logia. Para ello publicó un anuncio inofensivo en la prensa

25 ?Hoja Suelta. Cartagena, En La Imprenta del Gobierno, 1812.26 ?Al parecer hubo varias Sociedades Patrióticas en diferentes lugares, pero solo se encuentran referencias indirectas. Es de suponer que fueron utilizadas a manera de sociedades secretas durante la reconquista española como base de apoyo al movimiento de resistencia.27 ?Ferrer Benimeli, José A. "Bolívar y la Masonería" En: Revista de Indias. Vol. XLIII, julio-diciembre, 1973, No.172, página 644.28 ?Pacheco Quintero, Jorge. La Masonería en la Emancipación Americana. (Aspecto Colombiano). Bogotá, Librería Editorial La Gran Colombia, s, f, página18 y ss.29 ? Ferrer Benimeli, José A. op, cit, página 650.30 ? Ibíd., página 663.

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capitalina, La Gaceta de Santafé de Bogotá, del 2 de enero de 1820, con el siguiente texto:

"AVISO AL PUBLICO. Una sociedad amante de la ilustración, protegida por el sr. General Santander, ofrece al público dar lecciones para aprender a traducir y a hablar los idiomas francés e inglés. El Sor. Francisco Urquinaona y el Teniente Coronel Benjamín Henríquez, serán los preceptores. Los lunes y jueves de cada semana, de las 6 a las 8 de la noche, darán lecciones en la casa en que habita el Sr. Lastra. Los que deseen tener conocimiento en estos idiomas se pondrán de acuerdo con el Sr. José París, Contador Ordenador del Tribunal Mayor de Cuentas, en inteligencia de que a principios de este mes se abrirá la sala de lección."31

Esta Logia inició sus labores con el nombre de Libertad de Colombia, y un año después cambió el nombre por el de Fraternidad Bogotana No. 1.32 A partir de esta Logia se fundaron otras en la Nueva Granada, a saber: Beneficencia, Fraternidad, y Las Tres Virtudes Teologales, en Cartagena, La Fraternidad Bogotana y Los Corazones Sensibles No. 20 en Bogotá, Concordia de Boyacá, en Tunja, Hospitalidad del Magdalena en Honda, La Mejor Unión en Panamá, además de logias en Zipaquirá, Cúcuta y Guatavita, todas fundadas entre 1821 y 1828. 33

Estas nuevas formas de sociabilidad política en un principio eran espacios de asistencia exclusiva de la élite, pero poco a poco se van abriendo a otros grupos sociales y la expresión Sociedades de Pensamiento se ajusta a la perfección a las logias de esta época.

"Lo más importante es que se constituye así un medio cultural unido por densas redes de intercambios epistolares y humanos. Se forma entonces una sensibilidad común, con un mismo aprecio de lo útil, con una misma creencia en el progreso, con unas mismas lecturas, con unas mismas prácticas societarias que enseñan el libre sufragio, la igualdad de los asociados y el reino de la opinión".34

Es estos nuevos espacios donde se difundía y se construía el nuevo imaginario de la modernidad, y el contraste entre este nuevo imaginario y la realidad de la sociedad era total puesto que solo eran estos espacios los que funcionaban con el nuevo imaginario. De este contraste, que en el fondo era una oposición de legitimidades, fue donde surgió el enfrentamiento entre el mundo tradicional y la modernidad. Lo que era "opinión" se convirtió en la voluntad de la "nación" o del "pueblo", lo cual significaba la introducción de un nuevo principio de legitimidad y de esta manera, los hombres que habían asimilado el imaginario, el lenguaje, y las prácticas societarias se convirtieron así en el verdadero

31 ? Gazeta de Santafé de Bogotá, No. 23, 2 de enero, 1820, página 4. Curiosamente en 1811 se publicaba un periódico titulado Aviso Al Público, donde se publicaban artículos advirtiendo sobre la masonería. "Los Franc-Masones en apariencia son menos crueles que los tiranos; pero son tan feroces como aquellos: y por ser mas astutos y maliciosos son mas temibles que los primeros. La persona que tuviere la desgracia de contraer amistad con algún Franc-Mason, dese por perdida". Aviso al Público No. 16, Bogotá, 12 de enero, 1811. página 4.32 ?Carnicelli, Américo. Historia de la Masonería Colombiana. Bogotá, 1975, s. p. i. Tomo I, página 78.33 ?Ferrer Benimeli, José A. op. cit. página 682. 34 ?Guerra, François-Xavier."Lugares, Formas y Ritmos de la Política Moderna". En: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, enero-marzo de 1989, Tomo LXXII, No. 285, página 15. Alexis de Tocqueville, citado por Guerra señalaba:"En el fondo, todos los hombres situados por encima del pueblo se parecían; tenían los mismos gustos, buscaban los mismos placeres, leían los mismos libros, hablaban el mismo lenguaje"(L'Ancien Régime et la Révolution).

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pueblo soberano de la política moderna.35

La difusión de las ideas de la modernidad se vio facilitadas por la pérdida del carácter secreto y del sigilo de las logias, para convertirse en espacios semi-públicos, que buscaban apoyo en otras capas sociales a donde pretendían llegar con el nuevo imaginario político. Esto despertó la más viva reacción de la Iglesia, para quien estas sociedades servían

"...para la introducción de millares de obras impías y escandalosas de que se halla infesta la ciudad, a pesar del celo del piadoso Gobierno que ha prohibido expresamente la circulación y lección de todo libro, cuyo contenido sea contrario a la moral del Evangelio y a los misterios de la religión, es el fuerte de estos insensatos novadores, y el medio de que se valen para engañar a los incautos, y a propagar sus abominables doctrinas a los sensibles y a los inocentes."36

Fue el sacerdote Francisco Margallo el que encabezó la cruzada que se desató contra las logias masónicas. En el folleto titulado "El Gallo de San Pedro" afirmaba que a las logias se deben "todos los males que padecemos, porque de su seno es que han salido los planes corruptores de los colegios y de las familias. Hoi se hallan las logias en toda la República, i ellas continúan trabajando contra el orden natural establecido por el Evangelio."37 Con profusión se editan periódicos y hojas sueltas, algunas satirizando los ritos, ceremonias y símbolos de las Logias, otras divulgando las interdicciones papales y citando los libros sagrados en aquellos apartes donde se condena la pertenencia a este tipo de sociedades secretas. La amenaza de excomunión por pertenecer a la masonería es un tema citado en casi todas las publicaciones.38 La polémica llegó a su máximo punto en 1823, con la publicación de numerosos impresos y hojas sueltas de diverso tipo que se pusieron en circulación.39

En el folleto "El Verdadero Censor de Colombia", su autor resume con claridad el sentido de esta amplia campaña contra los masones: "Si los masones debilitan la fé de Colombia, Colombia será el teatro de la insubordinación, y asentarán en ella masónicamente la anarquía moral, que es más peligrosa que la política".40

A su vez los masones tenían sus órganos de difusión a través de los cuales defendían los principios masónicos. Entre estos se contaba el periódico El Patriota, (Bogotá, 1823), El Correo de Bogotá, (1823), El Toro de San Marcos (Bogotá, 1826). Además, también editaron folletos divulgativos para contrarrestar la campaña dirigida por el padre Margallo; de esta serie forma parte el folleto " Advertencia al Público", donde los masones se

35 ?Ibíd., página 16.36 ? Carta a Teófilo. Bogotá, Imprenta de Nicomedes Lora, 1822.37 ? Margallo, Francisco. El Gallo de San Pedro. Bogotá, 1823. s.p.i.38 ? Otras publicaciones del padre Margallo son: "El Perro de Santo Domingo", "El Aire Pestilencial", "La serpiente de Moisés", "El Monstruo Horrendo","La Ballena de Jonás", "El Gato Enmuchilado".39 ? Estas fueron: "Tardes Masónicas de la Aldea" (Bogotá, I. de la República, 1823). "Guerras Fanáticas contra Masones" (Bogotá, I. de Galarza, 1823). "El Amigo (Falso) de la Religión, y Soldado (Desertor) de Colombia" (Bogotá, I. de Galarza, 1823). "Tapaboca. Al León de Venecia y Masones que Hablan por su Excomulgada boca.(Bogotá, I. de Galarza, 1823). "El verdadero Defensor de Colombia.(Bogotá, I. de Galarza,1823). "El Verdadero Preservador de Colombia"(Bogotá, I. de Galarza, 1823). "El Verdadero Censor de Colombia" (Bogotá, I. de Galarza, 1823). "Vivan Religión, Paz, Patria y Libertad. El Primer Canto del Gallo al Ver Venir el Runcho o Zorro. (Bogotá, I. de la República, 1823). 40 ?Azuola y Lozano, José Luís de. El Verdadero Censor de Colombia. Censura No. 9. Bogotá, Imprenta de Galarza, 1823.

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definían a sí mismos como:

"Unos hombres reunidos en sociedades con el objeto de elevar un templo en la virtud y de fabricar calabozos para el vicio. Claro es que este templo y estos calabozos no pueden ser más que unas alegorías que representan la multiplicación de actos virtuosos, y los esfuerzos continuos que el hombre debe hacer para domar sus inclinaciones viciosas. El fin principal de esta asociación es el mutuo socorro que deben prestarse unos hermanos a otros en todos los trances y sucesos desventurados de la vida. Los sitios donde se reúnen se llaman logias, y durante todo el tiempo que permanecen en ellas, desaparece toda la distinción mundana. Allí no sirve de nada la elevación de clase, ni los distintivos heredados o adquiridos, sino el grado en que cada cual se halle entre sus hermanos, o la dignidad que estos le hayan conferido...Los Francmasones son todos los hombres de cualquier religión...En una palabra, los francmasones, como tales, son unos perfectos hombres de bien..."41

Nada más ajustado a la verdad que estas afirmaciones. Sin embargo, en la claridad de la idea de masonería que se expresa en el testimonio citado, se nota que mucho más que una sociedad secreta los masones se veían a sí mismos como miembro de una "sociedad de pensamiento", para utilizar un término de Agustín Cochin 42, con el propósito de desarrollar un interés abstracto, fundado en una aspiración común en un objetivo no lucrativo y de ayuda mutua; basado en el principio de la igualdad, para ejercer el sentimiento de la sociabilidad, esa aptitud del hombre "a frecuentar amablemente a sus semejantes"43.

Poco importa aquí que la igualdad fuera real o solamente de principio, y que hubiese contradicción entre los principios y la realidad. De hecho, existía una doble desigualdad, por un lado masónica, entre iniciados y profanos, y con los civiles introducidos subrepticiamente en ciertas logias como medio de selección pero también de discriminación social.44 Lo que verdaderamente importa resaltar con este testimonio es que se registra el rompimiento con las formas de representación y de sociabilidad de la sociedad holista de la colonia, donde la vida de la gente se encuadraba en una serie de solidaridades seculares e inalterables, alrededor de la familia, la parroquia, los gremios, las cofradías, las castas sociales. Allí las tradiciones, los privilegios, las costumbres, las fiestas y procesiones, actividades todas ellas comunitarias, que organizaban la vida en un cuadro local, parroquial, giraban alredor del poder de la Iglesia en el ejercicio del control moral, y por extensión, del control social. Fueron estos controles los que entró a romper la masonería, lo cual explica la reacción de la Iglesia en una primera instancia. Esto se debe a que estas "asambleas libres" estaban introduciendo una nueva concepción del individuo, que desbordaba la sociabilidad tradicional controlada por la Iglesia. Por ello las asociaciones voluntarias se constituían en gérmenes de conflicto y de divorcio con las autoridades tradicionales, entre la recién nacida autoridad civil y la autoridad moral, entre los cuerpos tradicionales y los ciudadanos.

Estos círculos, de carácter semi-secretos en 1823, se convirtieron en los lugares

41 ?Advertencia al Público. Examen Crítico de las Causas de la Persecución de los Francmasones. Bogotá, s.p.i., 1825, página 43.42 ? Citado por Ran Halévi. Les Loges Maconniques Dans la France D'Ancien Régime. Aux Origines de la Sociabilité Démocratique. Prís, Librerie Armand Colin, 1984, página 9.43 ? Término empleado por Maurice Agulhon. Citado por Ran Halévi, op. cit. página 11.44 ? Ibid, página 10.

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privilegiados donde se reunía la élite política, y fueron los núcleos de difusión de una literatura hasta entonces prohibida. Como estos libros también contribuían a menoscabar el control de la Iglesia sobre la sociedad, la polémica también se extendió a este tema. Por ello el vicario general de Bogotá se fue en contra de los "libros impíos", organizando una campaña contra ellos:

"Así es, venerables hermanos, que de poco tiempo a esta parte se introducen y circulan sin pudor, sin vergüenza, sin temor de Dios, ni del Gobierno y Leyes tan católicas que nos rigen: se introducen, digo, para vender públicamente multitud de libros llenos de máximas obscenas, y de doctrinas impías que como un torrente impetuoso arrastran en pos de sí, un crecido número de jóvenes de ambos sexos, que corren ansiosos a comprar a cualquier precio esos malditos libros, con el fin (así dicen) de ilustrarse, y salir de la ignorancia y preocupaciones fanáticas en que los han educado padres y maestros. Si registramos los gabinetes o estrados de no pocas, que se aprecian de señoritas ilustradas; en lugar del catecismo de la doctrina cristiana, el Kempis, Año Cristiano u otros libros de devoción; lo que se halla es el infame y pernicioso libro de la Teología Portatil, Ovidio de Arte Amandi, el Citador y otros de este calibre. Y si se les reconviene sobre este desorden, responden con el mayor descaro, que ellas son libres para leer los libros que quieran, y hacer todo lo que se les antoje."45

La presión logró sus objetivos pues Santander, vicepresidente encargado del poder ejecutivo, expidió un decreto el 9 de octubre de 1823 con el cual prohibía la circulación y venta de los libros La Filosofía de Venus, La Teología Portátil, El Sistema de la Naturaleza, El Origen de los Cultos, El Cristianismo Descubierto y la Historia Crítica de Jesucristo.46 Sin embargo, cabe anotar que Santander se limitó a incluir en el índice solo a los libros que la curia consideraba antireligiosos de carácter panfletario, y "los herejes respetables como Bentham y Voltaire quedaban por fuera de la lista, de modo que la acción de Santander en este caso podía colocarse al lado de su decisión de velar la prohibición de los entierros en construcciones eclesiásticas al mismo tiempo que firmaba otras medidas infinitamente más dañinas para el clero."47

Es probable que esta haya sido la razón de que la resistencia contra la introducción de la cultura política moderna cambiara de sentido a partir de 1824, cuando se dejó a un lado el ataque frontal contra la masonería, y se haya continuado la cruzada abriendo fuego contra Bentham. En la hoja suelta "Contra el Tolerantismo en Materia de Religión" se lo señalaba como "un primoroso materialista" y su obra se la calificaba de "pésima, anticristiana, sumamente dañosa"48.

El cambio se debió a varias razones. En primer lugar, la élite partidaria de la modernidad, agrupada en las logias masónicas, impulsaba amplias campañas de educación laica, rompiendo con el virtual monopolio que la Iglesia había tenido hasta entonces. De otra parte, comenzaban a proliferar otros tipos de sociabilidad política, menos secretas, más

45 ?Caycedo y Flórez, Fernando. Segunda Carta Pastoral a los Venerables Curas y Demás que Componen el Ilustre Clero Secular y Regular del Arzobispado de Santafé de Bogotá. Bogotá, Imprenta de Espinosa, 1823, página 4 y 5.46 ?5Bogotá, Imprenta de Espinosa, 1823.47 ?Bushnell, David. El Régimen de Santander en la Gran Colombia. Bogotá, Edición de Tercer Mundo y la Universidad Nacional, 1966, página 274.48 ? Bogotá, Imprenta de Espinosa, 1824. ? Bogotá, Imprenta de Espinosa, 1824.

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públicas, y debido a esta multiplicación de la sociabilidad moderna los frentes se diversificaron, y por ello se diseminaron los ataques de los resistentes al cambio.

Por ello se puede afirmar que el protagonismo de primera línea que ejerció la masonería se puede circunscribir a los años de 1820 a 1823; luego compartió la función de socialización con otros espacios. A esto se le agregaba el hecho de que la masonería se dividió a medida que el grado de politización iba en aumento, y con ello perdió protagonismo. Esto se reflejó en el momento de efectuarse la Convención de Ocaña, el 2 de marzo de 1828, donde, de la misma manera que durante el movimiento emancipador donde no hubo unidad masónica, en esta acontecimiento la división fue a muerte. La formación de las tendencias de bolivarianos y santanderista creó dos bandos irreductibles al interior de la masonería que permeó la Convención donde se formaron dos corrientes antagónicas. "Enemigos entre sí los mismos hermanos masones, ya no se daban el saludo con el fraternal abrazo masónico. Entre los delegados a la convención de Ocaña figuraban los siguientes masones de las distintas logias de la república de Colombia: Partidarios de Santander. Coronel José Hilario López, coronel Francisco Montoya, coronel Juan N. Toscano, presbítero Juan Fernández de Sotomayor y Picón, Vicente Azuero, Francisco Soto (siguen once convencionistas masones más). Partidarios de Bolívar: José María Del Castillo y Rada, Joaquín José Gori, Francisco Aranda, Joaquín Mosquera, Pedro Briceño (siguen once más)."49

La Convención de Ocaña se disolvió ante el retiro de los partidarios de Bolívar, quien el 27 de agosto de 1828 expidió un decreto que abolía la constitución y suprimía la vicepresidencia, lo cual significaba la destitución de Santander, quien desposeído del mando se dedicó a estimular la oposición a Bolívar. Los santanderistas habían fundado La Sociedad Filológica, una sociedad secreta conspirativa anti-bolivariana que utilizaba como fachada de encubrimiento una tertulia literaria; allí se desarrolló la conspiración contra Bolívar, a quien intentaron asesinar, fallidamente, el 26 de septiembre de 1828. De los 23 conspiradores, 13 eran masones y en el tribunal de acusaciones actuaron 11 masones.50

Luego, a los 44 días del atentado, Bolívar prohibió las asociaciones y las sociedades secretas en todo el territorio de la república de Colombia. En efecto, el 8 de noviembre de 1828 se expidió el decreto "Prohibiendo las reuniones i confraternidades Secretas" donde se determinó:

"Habiendo acreditado la esperiencia en Colombia como en otras naciones, que las sociedades secretas sirven especialmente para preparar los trastornos políticos, turbando la tranquilidad pública i el orden establecido: que ocultando ellas todas sus operaciones con el velo del misterio, hacen presumir que no son buenas, ni útiles a la sociedad, i por lo mismo exitan sospechas i alarman a todos aquellos que ignoran los objetos de que se ocupan; oído el dictamen del consejo de ministros. Decreto: Artículo 1o. Se prohíben en Colombia todas las sociedades, o confraternidades secretas, sea cual fuere la denominación de cada una. Artículo 2o. Los gobernadores de las Provincias, por sí, i por medio de los jefes de policía de los cantones, disolverán e impedirán las reuniones de las sociedades secretas, averiguando cuidadosamente si existen algunas en sus respectivas provincias" 51.

Estas constantes divisiones de la masonería no hacen sino confirmarnos en nuestra

49 ? Ferrer Benimeli, José A. Op. Cit., página 674.50 ? Ibíd., páginas 677 y 678.51 ?Registro Oficial No. 23. Bogotá, 1828. Página 178.

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hipótesis original de la división y fragmentación del poder en la historia de Colombia, además de ayudar a explicar el hecho de las dificultades para la masonería de constituirse en un grupo homogéneo con un gran peso partidista y decisorio a nivel del manejo y dirección del Estado. En lo que respecta a nuestra argumentación central, queremos destacar que, a pesar de todas estas dificultades, las logias masónicas, durante la primera época que comprende de 1820 a 1828, cumplieron a cabalidad la función de servir de "sociedades de pensamiento", y forjaron el prototipo de la sociabilidad moderna en la Nueva Granada, además de convertirse en las bases de la difusión de la nueva cultura política moderna. Por ellas pasaron la mayoría de los hombres públicos, ya fueran santanderistas o bolivarianos, como se empezaban a definir las tendencias políticas; la élite política y cultural transitaron por estos lugares de aprendizaje y de transmisión ideológica. Las logias masónicas, entre 1820 y 1829, sirvieron de vehículo para la difusión de una imagen moderna de lo social, para transmitir los principios de la cultura democrática y ayudaron a la transformación de un hombre salido de la sociedad tradicional, con sus valores holistas, en un ciudadano. Esta "revolución de los valores", que fue una verdadera mutación cultural, se inició en las logias masónicas y luego se trasladó a otros espacios de sociabilidad política.

6. OTRAS FORMAS DE SOCIABILIDAD MODERNAS.

Las logias tenían varias limitaciones, como eran la persecución religiosa con la amenaza de excomunión, lo cual alejaba a los "liberales tibios", y el carácter secreto de estas sociedades, dificultades que limitaban el papel de difusión a una parte muy estrecha de la élite. Por lo tanto se imponía la necesidad de formación de otros espacios de sociabilidad moderna, que no fueran de carácter político y cuya admisión fuera más sencilla.

Este fue el caso de EL CAFE DE BOYACA, fundado en noviembre de 1822, con el propósito de que sirviera de posada, ya que hasta entonces los viajeros no tenían donde alojarse en Bogotá. Luego cambió de nombre por el de SOCIEDAD PATRIOTICA, y continuó prestando los servicios de café, fonda y posada, a donde llegaban los extranjeros a alojarse y donde se realizaban animadas tertulias, de carácter público y abierto52. Esta condición es importante ya que esto permitía el contacto entre extranjeros y nacionales con el consecuente intercambio de ideas, noticias y publicaciones, además del contacto de personas de diferentes condiciones sociales53.

También se fundaron sociedades literarias, como la "Sociedad Económico-Literaria", en Popayán, con el propósito de constituir gabinetes públicos de lectura54. En Bogotá se estableció en 1825 la Sociedad Filantrópica, con el fin de apoyar la educación pública55. En ese mismo año ya estaba funcionando La Sociedad Bíblica, que contaba con financiación inglesa para la difusión de la Biblia en español. Esta encontró inicialmente un buen ambiente para desarrollar sus actividades y a pesar de ser Protestante, encontró apoyo en el clero56. El Vice-presidente Santander apoyó esta Sociedad y dos de sus ministros formaron parte de ella. Pero cuando la Sociedad inició en 1827 la distribución gratuita de dos mil

52 ? El Correo de la Ciudad de Bogotá, No. 189, 13 de marzo, 1823.53 ?Una descripción de esta posada nos la proporciona Carl Gosselman, quien se alija en ella a su paso por Bogotá. Op. Cit., página 272.54 ?El Fósforo, No. 16. Popayán, 15 de mayo, 1823.55 ?Reglamento Provisorio de la Sociedad Filantrópica de Bogotá. Bogotá, Impreso por F. M. Stokes, 1825.56 ? Bushnell, David. Op. Cit., página 286.

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ejemplares de la Biblia en español, la oposición de la Iglesia fue rotunda. De otra parte, en los salones de la élite también se acostumbraba a realizar tertulias, especialmente con el patrocinio de los extranjeros residentes en el país. Esto lo reseña así un periódico en 1827:

"SOCIABILIDAD. El 23 del corriente por la noche ha proporcionado en su casa el sr. Leydersdorf una muy agradable y franca tertulia a todos sus amigos y sus familias...Los lazos de la sociedad, los de la amistad misma se relajan fácilmente en tanto que ellos no sean renovados con frecuencia..."57.

En Boyacá se fundaron varias SOCIEDADES PATRIOTICAS, al parecer organizadas por el jefe político, y en las cuales participaban todos los funcionarios y los profesores de escuelas y colegios.58

57 ? El Ciudadano, No. 4. Bogotá, 28 de junio, 1827.58 ? El Constitucional de Boyacá, No. 42. Tunja, 5 de mayo, 1826.

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