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RELACIÓN DEL SER HUMANO ENFERMO CON DIOS. FABIÁN AREIZON SÁNCHEZ MARÍN UNIVERSIDAD DE SAN BUENVENTURA FACULTAD DE TEOLOGÍA BOGOTÁ 2008

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RELACIÓN DEL SER HUMANO ENFERMO CON DIOS.

FABIÁN AREIZON SÁNCHEZ MARÍN

UNIVERSIDAD DE SAN BUENVENTURA

FACULTAD DE TEOLOGÍA

BOGOTÁ

2008

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RELACIÓN DEL SER HUMANO ENFERMO CON DIOS.

FABIÁN AREIZON SÁNCHEZ MARÍN

Trabajo para obtener el título de Licenciado en Teología

Director

P. Pablo Orozco Rangel

Licenciado en Teología y Psicólogo

Religioso Camilo – Delegado Provincial

UNIVERSIDAD DE SAN BUENVENTURA

FACULTAD DE TEOLOGÍA

BOGOTÁ

2008

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Nota de aceptación:

Firma del presidente del jurado

Firma de jurado

Firma de jurado

Bogotá, D.C. Noviembre 2008

 

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RAE 

 

1. TIPO DE DOCUMENTO: Trabajo de grado para optar por el título de LICENCIADO EN TEOLOGÍA.

2. TITULO: RELACIÓN DEL SER HUMANO ENFERMO CON DIOS

3. AUTOR: Fabián Areizon Sánchez Marín

4. LUGAR: Bogotá, D.C.

5. FECHA: Noviembre de 2008.

6. PALABRAS CLAVES: enfermedad, salud, muerte, sanación, pastoral de la salud, pastoral de los enfermos

7. DESCRIPCIÓN DEL TRABAJO: Es el resultado del trabajo y reflexión con los enfermos terminales y su relación con Dios. Profundiza en autores especializados en el tema y los confronta con los fundamentos de Teología Pastoral para hacer una propuesta de trabajo con dichos enfermos.

8. LINEAS DE INVESTIGACIÓN: Cuestiones de Teología práctica

9. FUENTES CONSULTADAS: AA:VV, la familia del enfermo, LabHosp 21. 1989. BELLOCH, A., Sandín, B., & Ramos, F. manual de Psicopatología. Madrid. McGraw-Hill – interamericana de España 1999. BERMEJO José Carlos. Impacto de la enfermedad en la vida de la persona. En: EL DIOS CRISTIANO Y EL MISTERIO DE LA ENFERMEDAD. Ediciones secretariado trinitario. Salamanca España. 1996. BRUSCO Ángelo; MARINELLI Silvio. Relación de ayuda. Iniciación al dialogo. Editorial Kimpres. Bogotá 2005. CARAVIAS, José Luis. Fe y Dolor. Bogotá, Selare, 1994. COLOMBERO, G., La enfermedad, tiempo para la valentía. Bogotá: san pablo 1993. CORREA SANCHEZ Diego. Psicología del enfermo y de los cuidadores. En: diplomado en pastoral de la salud. Pontificia universidad javeriana y centro de humanización y pastoral de la salud. Bogotá. 2006. JUAN PABLO II, SALVIFICI DOLORIS. El sentido cristiano del sufrimiento humano. PANGRAZZI, A. El Duelo. Centro Camiliano. Selare, Bogotá. 2000. PASTORAL DE LA SALUD, CELAM. Editorial Litocamargo. Bogotá 1999. PEINADO José Vico, dolor y muerte humana digna. San Pablo. Madrid España.1995. TARRARAN Adriano; CALDERON Isabel. Acompañando a los que sufren. Kimpres Ltda. Bogotá. 2003. 10. CONTENIDOS: En el medio de todas estas crisis, se observa a la persona alegando, sonriendo, llorando y muchos otros tipos de expresiones que pueden surgir en momentos de crisis. Pero lo que más me ha impactado es escuchar en la mayoría de las personas una frase que es la causante del interés por este trabajo, esta frase es: “es que aquí uno si se acuerda de Dios”. Esta es la frase que ha motivado este trabajo, esta frase ha logrado que surja la pregunta de: ¿por qué en la enfermedad el encuentro con Dios es más fácil que en la salud? ¿Qué quiere decir eso que cuando uno está enfermo si se acuerda de Dios? ¿Será acaso que en la salud nos olvidamos de Él?; entonces, ¿qué vive la persona en la enfermedad que lo lleva a acordarse de Dios y qué vive en la salud que lo lleva a olvidarse de Él? Lo que se quiere es, observar lo que la persona enferma vive, para tratar de comprender el cambio de su pensamiento y el re-emprendimiento de su camino hacia Dios;

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para ello, se propone como objetivo general el Analizar, desde la teoría y desde la experiencia con los enfermos, a través del dialogo, sus vivencias durante la enfermedad, con el fin de brindar un soporte teológico-pastoral, que nos permita una comprensión de sus actitudes y una orientación para su atención, tomando como ejemplo a Jesús.

11. METODOLOGIA: Investigación descriptiva – hermenéutica explicativa, en la cual se consultaron diversas fuentes bibliografías y se brindaron algunos aportes de diálogos con los enfermos de manera descriptiva, para luego hacer la propuesta de trabajo pastoral con los enfermos.

12. CONCLUSIONES: Al analizar, el aporte teológico del sufrimiento, se pudo notar cómo la Iglesia, sobre todo, después del Concilio Vaticano II, ha tenido una inclinación especial por los que sufren. Este aspecto generó algunas actitudes positivas, por que a medida que se estudiaban los documentos del Magisterio, se pudo también ir reflexionando en el misterio salvífico que tiene el sufrimiento y en el misterio del sufrimiento de Cristo; dichas reflexiones generaron un entusiasmo por llegar a comprender con mayor profundidad el sufrimiento de la persona, para poder así, entender el significado de la cruz como fuente de vida y de salvación. Así mismo, fue interesante hacer el recorrido del sufrimiento por la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, pues se pudo observar un crecimiento enorme en la forma de concebir el sufrimiento, el cambio ha sido muy brusco, pasar de una concepción de castigo a una de amor y medio de salvación, significó para la Iglesia, muchos contratiempos. El personaje a rescatar es Jesús, pues es Él quien hace toda una relectura de la concepción del sufrimiento, y deja a la iglesia la visión del enfermo como una opción preferencial para la realización de la misericordia de Dios. Esta visión del sufrimiento es la que reasume el concilio Vaticano II, el cual recordó esta preferencia de Jesús por los que sufren. Este trabajo le aporta a la Teología unos grados de sensibilidad, pues a veces parece que la teología se queda en un aula de clase con grandes enunciados y grandes construcciones cognitivas; pero, ¿la práctica qué? Toda la Teología la basamos, ante todo en Jesús; de El parte todo, pero Jesús fue un hombre de práctica, sus discursos fueron muy pocos comparados con sus acciones. Así que este trabajo invita a la Teología a recordar que debemos contemplar el misterio en la misma persona; que las construcciones intelectuales hacen falta, pero que es necesario practicar la sensibilidad que Jesús tuvo frente a quienes sufren.  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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TABLA DE CONTENIDO

RAE 4 INTRODUCCIÓN 10 CAPITULO 1 16 LA ENFERMEDAD Y SUFRIMIENTO, VISTOS DESDE LAS CIENCIAS HUMANAS

1.1 SALUD Y ENFERMEDAD 18 1.2 ASPECTOS ANTROPOLÓGICOS DE LA ENFERMEDAD 21 1.2.1 La dimensión física 25 1.2.2 La dimensión intelectual 25 1.2.3 La dimensión emocional 26 1.2.4 La dimensión social 27 1.2.5 La dimensión espiritual 29 1.3 ASPECTOS PSICOLÓGICOS 30 1.4 ASPECTOS TEOLÓGICOS 32 1.5 ASPECTOS SOCIALES Y FAMILIARES 36 1.5.1 la familia y la enfermedad 36 1.5.2 Papel de la familia en la atención integral al enfermo 40 1.6 LA EXPERIENCIA DE VIVIR LA ENFERMEDAD, UNA NUEVA

REALIDAD 42 CAPITULO 2 46 ESTADOS EMOCIONALES DEL ENFERMO

2.1 NIVEL EMOCIONAL 46 2.1.1 La negación 50 2.1.2 La depresión 53 2.1.3 La agresividad 57 2.1.4 La negociación 61

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2.1.5 La aceptación 65 2.2 NIVEL COGNITIVO 67 2.3 LAS CRISIS DE LA PERSONA ENFERMA 71 2.3.1 Crisis consigo mismo 71 2.3.2 Crisis con los demás 73 2.3.3 Crisis con Dios 74

CAPITULO 3 76 VISIÓN TEOLÓGICA DE LA ENFERMEDAD

3.1 EL SUFRIMIENTO Y LA ENFERMEDAD EN EL ANTIGUO TESTAMENTO 76

3.2 EL SUFRIMIENTO Y LA ENFERMEDAD EN EL NUEVO TESTAMENTO 84

3.3 LA ENFERMEDAD EN EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA 90 3.3.1 PIO XII 90 3.3.2 JUAN XXIII 92 3.3.3 El Concilio Vaticano II 93 3.3.4 PABLO VI 95 3.3.5 JUAN PABLO II 96 3.3.6 Salvifici Doloris 99 3.3.7 Evangelium Vitae 106 3.3.8 Carta a los agentes de la salud 109

CAPITULO 4 111 PROPUESTA PASTORAL EN EL ACOMPAÑAMIENTO A LOS ENFERMOS, DESDE LA PERSONA DE JESUS.

4.1 JUSTIFICACION 111 4.2 OBJETIVO GENERAL 112 4.3 OBJETIVOS ESPECIFICOS 112 4.4 CONTENIDOS 113

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4.4.1 JESUS Y LA SALUD 113 4.4.2 EL MODELO DE SALUD EN JESÚS 114 4.4.2.1 Salud integral 114 4.4.2.2 Salud liberadora 114 4.4.2.3 Salud responsable 115 4.4.2.4 Salud individual y social 116 4.4.2.5 Jesús irradia salud 117 4.4.2.6 Amor sanador 118 4.4.2.7 OTRAS ACTITUDES DE JESÚS 118 4.4.2.8 Jesús ante el sufrimiento 119 4.4.2.9 Jesús frente a la muerte 120 4.4.2.10 Los enfermos son: el campo privilegiado de la actuación

de Jesús 120 4.4.2.11 Jesús se acerca al enfermo por amor 121 4.4.2.12 Los atiende en sus necesidades 122 4.4.2.13 Jesús cuenta con los enfermos 122 4.4.2.14 Jesús cura, sana y salva a toda la persona 123 4.4.2.15 Jesús dialoga con los alejados 124 4.4.2.16 Jesús acompaña a las personas en crisis 125 4.4.2.17 Relación de Jesús con el prójimo que sufre 126 4.4.2.18 Jesús elige su grupo, lo forma y comparte con el su misión 126 4.4.2.19 Jesús sigue hoy junto al enfermo 127 4.4.3 DEFINICION DE LA PASTORAL DE SALUD 129 4.4.4 FINES DE LA PASTORAL DE LA SALUD 130 4.5 FUNDAMENTACIÓN TEOLÓGICO BÍBLICA DE LA PASTORAL

DE LA SALUD 130 4.6 METODOLOGIA PARA DESARROLLAR LA PROPUESTA 136 4.6.1 DIMENSION COMUNITARIA 136

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4.6.1.1 LINEAS DE ACCION 137 4.6.2 DIMENSION ESPIRITUAL 137 4.6.2.1 LINEAS DE ACCION 138 4.6.3 ASPECTOS QUE SE DEBEN TENER EN CUENTA 139

CONCLUSIONES 147 BIBLIOGRAFIA 152

 

 

 

 

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INTRODUCCION

“La salud es uno de los bienes fundamentales del ser humano y constituye una de sus aspiraciones permanentes. Vivimos en una cultura de la salud y esto genera en las personas y en la sociedad actitudes y comportamientos contradictorios. Evangelizar esta búsqueda tan

intensa y ambigua de la salud constituye hoy para la Iglesia un reto que ha de afrontar inspirándose en los valores saludables del evangelio”1.

Son ya diez (10) años de estar en contacto con el mundo de la salud-

enfermedad, y en este tiempo, el proceso llevado con los enfermos ha sido

de mucho crecimiento debido a las experiencias vividas. Es muy interesante

lograr seguir todo el proceso que realiza la persona enferma, poder

acompañar su recorrido por cada una de las etapas de la enfermedad y

observar los cambios que la persona va teniendo en su vida. Este proceso no

se puede seguir con todas las personas enfermas debido a que su

hospitalización no dura muchos días, pero, otros sí permanecen mucho

tiempo postrados en sus camas, ya sea en el hospital o en sus casas. Con

estas personas, a las cuales se les puede seguir todo el proceso de su

enfermedad, se logra hacer un trabajo eficaz en cuanto al acompañamiento

de su vida y de las crisis que van viviendo. Y en este largo tiempo se ha

encontrado y conocido a un número muy amplio de personas; con unos se ha

tenido tan sólo un encuentro, con otros, dos o tres, pero también con algunos

el proceso ha sido de meses y en unos muy pocos casos ha sido de más de

un año. Es muy interesante ver el proceso que la persona va desarrollando a

medida que su enfermedad avanza; y este proceso que se describe se

connota mejor cuando la recuperación es prolongada por varias semanas.

 1 TARRARAN Adriano; CALDERON Isabel. Acompañando a los que sufren. Kimpres Ltda. Bogotá. 2003. Pág. 96. 

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En el medio de todas estas crisis, se observa a la persona alegando,

sonriendo, llorando y muchos otros tipos de expresiones que pueden surgir

en momentos de crisis. Pero lo que más me ha impactado es escuchar en la

mayoría de las personas una frase que es la causante del interés por este

trabajo, esta frase es: “es que aquí uno si se acuerda de Dios”. Esta es la

frase que ha motivado este trabajo, esta frase ha logrado que surja la

pregunta de: ¿por qué en la enfermedad el encuentro con Dios es más fácil

que en la salud? ¿Qué quiere decir eso que cuando uno está enfermo si se

acuerda de Dios? ¿Será acaso que en la salud nos olvidamos de Él?;

entonces, ¿qué vive la persona en la enfermedad que lo lleva a acordarse de

Dios y qué vive en la salud que lo lleva a olvidarse de Él? esto se resolverá a

groso modo más adelante; por ahora se puede decir que en la enfermedad,

la persona inicia a perder esa seguridad que tenia de poder hacer todo,

comienza a verse necesitado de los demás, se ve cohibido para moverse,

para alimentarse; empieza a ver cambios en sus amigos, en sus familiares,

en las personas que él estaba seguro que estaban de su lado y que las

tendría allí siempre; empieza a sentir la soledad, la indiferencia, la falta de

afecto; además, ve que los proyectos que tenía se ven truncados, o en el

peor de los casos, son sacados adelante por otros, esto le demuestra que la

vida sigue su rumbo sin él y viene entonces la pregunta por el sentido de su

existencia.

Lo más importante en este proceso es ver que la enfermedad lleva a la

persona a hacer un viaje a su interior. Si, la enfermedad “lamentablemente2”

es el tiempo del que la persona dispone para revisar su vida, su pasado, su

 2 Utilizo la palabra “lamentablemente” para indicar que la persona en su afán de cada día, se interesa solo por su trabajo; y en algunos casos, que ojala fueran más, por la familia, pero nunca saca tiempo para sí misma, para darse un descanso y revisar como va su proyecto personal, si está siendo feliz con lo  que  está  haciendo  o  si  se  ha  dejado  llevar  por  el  mundo  del  consumismo  ocupacional. Lamentablemente quiere decir que gracias a la enfermedad el ser humano piensa en sí mismo. 

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presente. En la enfermedad la persona recuerda sus anhelos, sus proyectos,

los momentos felices vividos con personas que hoy ya no están, etc.

Empieza a confrontar todo su pasado con el presente; descubre en el mayor

de los casos, que nada de lo que quería en la niñez lo ha realizado,

comienza a revisar en qué momento se desvió del camino; emprende como

tarea el analizar las causas por las que no pudo desarrollar esos proyectos

infantiles que le hacían tan feliz.

Además de revisar sus proyectos y sueños, revisa también sus relaciones

interpersonales, comienza a recordar esas personas que han significado

mucho para él, que han marcado su vida, pero de las cuales se ha olvidado

debido a sus múltiples ocupaciones. Es cuando llega un pequeño

arrepentimiento y unos deseos de enmendar, siente anhelos de que todo sea

como antes, quiere encontrar a esos viejos amigos, volver a vivir aquellas

travesuras de juventud, pero lamentablemente ya no puede, sus amigos ya

no están, su actitud hace mucho tiempo hizo que ellos se alejaran, su

realidad presente es otra y viene entonces la frustración y el sentido de

culpa.

En la enfermedad la persona toca fondo, y llega a un sin sentido de su propia

existencia y empieza a buscarle una razón a su vivir. Pero esta razón de la

vida es difícil encontrarla en un momento tan crítico como la enfermedad, la

cual le hace ir descartando aspectos importantes que la persona creía eran el

sentido de su vida. La enfermedad hace que la persona descarte a los

amigos, al trabajo, muchas veces a la familia etc. Sólo queda recurrir a

Alguien de quien hace mucho tiempo no lo tenía tan presente: Dios. En la

enfermedad, Dios vuelve a irrumpir en la vida de la persona, vuelve a hacer

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parte fundamental de su vida, pues la persona después de hacer ese viaje a

su pasado nota que Dios ha estado siempre acompañándolo en todo su

proceso, pero que él no había querido ver, estaba tan ocupado con aquello

que él creía era fundamental, que se había olvidado de su verdadero

fundamento. Al darse cuenta de esto, la persona, que no es muy fuerte,

entra en una nueva crisis y empieza a ver su enfermedad como un castigo

de Dios por este alejamiento.

Pero sea que la persona, vea o no, su enfermedad como un castigo, después

de todo este proceso, viene una etapa de arrepentimiento, de recogimiento,

quiere volver a “hacer las paces con Dios”, quiere que Dios entre

nuevamente en su vida y es aquí cuando empieza de nuevo esa búsqueda

espiritual, esa lectura teocéntrica de toda su vida donde comienza a

reconocer cómo Dios ha estado siempre a su lado. La persona enferma inicia

un camino espiritual.

Pero este camino no se recorre en un día, todo este “darse cuenta” y

repensar su vida está acompañado por una serie de etapas que toda persona

enferma vive y las cuales vamos a comentar a continuación. Es muy

importante tener en cuenta estas etapas, para poder profundizar en este

trabajo y encontrar desde este primer capítulo una posible respuesta al ¿por

qué en la enfermedad el hombre vuelve a Dios? Es más, se podría decir que

la respuesta a este cuestionamiento que ha motivado al desarrollo de este

trabajo, quedará “resuelto” en este primer capítulo, pues es aquí donde se

realiza todo un recorrido por el mundo de la enfermedad, se verán algunas

realidades que afectan a la persona enferma y, se vislumbrarán algunos

cambios en los pensamientos de dichas personas.

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Así que lo que esta investigación busca, es responder a este interrogante:

¿Por qué la persona, en su estado de enfermedad, busca y se relaciona

mejor con Dios que en la salud? Lo que se quiere es, observar lo que la

persona enferma vive, para tratar de comprender el cambio de su

pensamiento y el re-emprendimiento de su camino hacia Dios; para ello, se

propone como objetivo general el Analizar, desde la teoría y desde la

experiencia con los enfermos, a través del dialogo, sus vivencias durante la

enfermedad, con el fin de brindar un soporte teológico-pastoral, que nos

permita una comprensión de sus actitudes y una orientación para su

atención, tomando como ejemplo a Jesús.

Dicho objetivo general, requiere de unos más específicos que puedan llevar a

la consecución de éste fin: 1). Explicar los procesos antropológicos,

psicológicos, sociales y espirituales que viven las personas en la

enfermedad, 2). Analizar los efectos que tiene la enfermedad en el campo

emocional y cognitivo de la persona, 3). Indagar lo que la Iglesia, a través de

la Sagrada Escritura y del Magisterio, ha dicho a cerca de la enfermedad y el

sufrimiento, 4). Ofrecer algunas pautas pastorales desde la persona de

Jesús, para que el enfermo pueda tener una sana relación consigo misma,

con los demás y con Dios. Para esto, nos moveremos dentro de una

investigación descriptiva – hermenéutica explicativa, en la cual se

consultarán diversas fuentes bibliografías y se brindarán algunos aportes de

diálogos con los enfermos de manera descriptiva, ya que la ética del

pastoralista de la salud, no permite hacer preguntas directas, porque esto se

considera como una invasión a la persona enferma.

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Por eso, este primer capítulo presenta todas las vivencias de la persona en la

enfermedad a nivel antropológico, psicológico, social y familiar etc. El

segundo capítulo nos mostrará las reacciones a nivel emocional y cognitivo

de la persona ante la enfermedad; pasaremos a un tercer capítulo que nos

iluminará sobre la forma cómo ha sido vista la enfermedad y el sufrimiento en

la Iglesia, qué dice la Sagrada Escritura y el Magisterio a cerca de la

enfermedad. Entraremos luego al cuarto capítulo, donde la propuesta

principal será seguir el ejemplo de Jesús, y para ello veremos algunos

ejemplos de atención al enfermo desde la persona de Jesús, los cuales se

pondrán como pautas para desarrollar una buena pastoral de salud; la cual,

teniendo en cuenta todo lo que descubramos en el primer capítulo, deberá

revestirse de algunos aspectos fundamentales para ayudar a que este

regreso de la persona enferma a los brazos de Dios, sea con unos

fundamentos más sólidos y esto se puede lograr desde una buena visita

pastoral.

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CAPITULO 1.

LA ENFERMEDAD Y EL SUFRIMIENTO, VISTOS DESDE LAS CIENCIAS HUMANAS

La persona humana está compuesta por varios niveles, (físico, intelectual,

emotiva, social, espiritual), es un ser integral. Es una unidad donde todos

estos niveles deben responder correctamente, por eso con un sólo órgano

enfermo ya toda la persona se enferma, pues esta unidad se desintegra y

todo lo demás es afectado. Decir que toda persona es unidad, es decir que

es única; por eso no puede haber dos enfermos iguales. Cada persona

reacciona y vive de manera diferente su enfermedad. No existe un patrón

que diga que frente a determinada enfermedad; por ejemplo la diabetes, se

tengan determinadas reacciones en las personas. Existen algunos síntomas

a nivel físico, que pueden ser iguales en todas las personas, pero el hombre

no es sólo físico; el hombre es psicológico, espiritual, social y emotivo, entre

otras. De manera que todos percibimos de forma muy distinta la realidad de

la enfermedad, muchos se dejan llevar más por la parte psicológica, otros por

la parte social, pero estas reacciones nunca serán iguales. Hay personas que

descubren recursos insospechados de valentía y quienes renuncian inclusive

a la esperanza, hay quienes se dan por vencidos después de tres días y

quienes no ceden ni siquiera después de diez años; hay quien sabe descubrir

y redescubrir valores y quien escoge la soledad o la recriminación agresiva.

En conclusión, cada persona es un mundo diferente.

En concordancia con esto, Adriano Tarrarán dice: “Hay quien sale de la

enfermedad más persona y quien menos; quien más adulto y quien más niño;

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hay quien sabe esperar y luchar contra toda evidencia y quien considera la

esperanza demasiado ardua”3. Con esto se puede ir indagando los tipos de

reacciones que toda persona tiene ante la enfermedad.

Ahora bien, en el campo espiritual, no todas las personas tienen una buena

relación con Dios o no todas lo perciben de la misma manera, es por eso que

también aquí muchos perciben la enfermedad como castigo, otros como una

prueba, otros como maldición u odio de Dios hacia ellos, otros como algo

que simplemente tenía que pasar. No importa cual reacción sea, lo que

importa en este apartado es que a pesar de todas estas reacciones, en la

experiencia de trabajo con los enfermos, se ha observado que la mayoría de

ellos si tienden a mejorar su relación con Dios; es decir, en el estado de

enfermedad la persona busca medios eficaces para encontrarse de forma

muy íntima con Dios; y, el trabajo desarrollado con la población así lo

demuestra. El por qué el hombre vuelve a Dios en la enfermedad, se tratará

de descubrir más adelante, por ahora quedémonos con la idea de que la

realidad de la enfermedad se convierte en un momento propicio para la

relación del hombre con Dios.

Vamos a comenzar a entrar un poco más en nuestro tema, para ello vamos a

analizar el mundo de la persona enferma, se observará cómo la enfermedad

repercute en la persona, qué niveles de su vida toca, qué cambios genera, a

qué frustraciones puede llegar, si afecta o no la relación con su familia, qué

apoyo encuentra, cómo se desenvuelve su pensamiento, qué reacciones

toma frente a lo que vive, cómo es su proceso de enfermedad. Todo esto,  

3 TARRARAN, Adriano; CALDERON Isabel. Pastoral de la salud. Curso básico para agentes parroquiales. Editorial Kimpres Ltda. 5ª edición. Bogotá 2003.     

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visto desde las ciencias humanas; pero para que esto pueda tener un alto

nivel de entendimiento, se empezará por hablar un poco sobre lo que es

enfermedad y lo que es salud.

1.1 SALUD Y ENFERMEDAD:

Inicialmente es pertinente abordar los conceptos de salud y enfermedad para

comprender y profundizar en el mundo de la persona enferma. Estos

conceptos han sido debatidos ampliamente, cuestionando los parámetros a

partir de los cuales se miden. Así, la enfermedad ha estado relacionada con

la presencia de síntomas, la pérdida de la capacidad funcional, la

anormalidad, la pérdida del bienestar y la armonía, etc.

Así pues, la salud ha sido definida como “la condición del equilibrio armónico

funcional, físico y Psíquico del individuo, integrado de una manera dinámica

en su ambiente natural y social” 4.

Por otro lado, se entiende por salud, “un proceso armónico de bienestar, o

“bien-ser”, a nivel físico, emocional, intelectual, social y espiritual que

capacita al hombre a cumplir la misión a la que Dios lo ha destinado, de

acuerdo a la etapa de la vida en que se encuentra”5. Nos quiere mostrar,

 4 SANGIULIANO Rosanna, e SABATINO Roberta.  Diritti sanitario. E ordenamento del servicio sanitario nazionale. Edizione Giuridiche Simone. Napoli. 1999.  Este diccionario Italiano define la salud como: “La salute e stata definita come una condizione di armonico equilibrio funzionale, físico e psichico dellíndivido, dinámicamente integrato nel suo ambiente naturale e sociale. 5 TARRARAN, Adriano; CALDERON Isabel. Pastoral de la salud. Curso básico para agentes parroquiales. Editorial Kimpres Ltda. Bogotá 2003. Pág. 29 

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19

                                                           

esta cita, que la salud es la armonía total entre los niveles que comprenden a

la persona.

Otro autor nos dice que: “la característica básica de la salud incluye el

funcionamiento de todas las manifestaciones vitales que contribuyen tanto a

mantener como a desarrollar su existencia en los ámbitos biológico,

psicológico y social”6.

La salud y la enfermedad, son en definitiva, construcciones sociales. Esto

porque es la sociedad quien en últimas enmarca lo que es la salud y la

enfermedad; las asume y las desarrolla según su propio entendimiento. Es la

sociedad la que enmarca toda la vida de la persona. “La enfermedad se

personaliza, se hace una elaboración a partir de las experiencias previas y

vivencias de la persona enferma, de su cultura, sus valores y sus vínculos

afectivos. El enfermo vive su enfermedad no solamente en su cuerpo y en su

espíritu, sino también dentro del conjunto social, de sus relaciones con

quienes componen su mundo familiar y profesional”7. Así pues, se da a

entender cómo la enfermedad afecta todo el campo social de la persona.

Continuando con las definiciones, que algunos autores, hacen sobre la

enfermedad, nos encontramos con Colombero, en su libro: “la enfermedad,

tiempo para la valentía8”, nos dice que la enfermedad es una de las

 6 BELLOCH, A., Sandín, B., & Ramos, F. manual de Psicopatología. Madrid. McGraw‐Hill – interamericana de España 1999. 7 KAUFMANN, A., Aiach, P., & Waissman. La enfermedad grave: aspectos médicos y psicosociales. Madrid. McGraw – Hill. Interamericana de España 1989. 8 COLOMBERO, G., La enfermedad, tiempo para la valentía. Bogotá: san pablo 1993. 

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20

                                                           

situaciones más frustrantes de la vida. Siempre tiene un reflejo agudo sobre

la personalidad del paciente, la coloca en crisis y la revela en su autenticidad,

despojada de todas las máscaras. El enfermo establece una relación con su

enfermedad, aun antes que con quien lo cura y elabora una reacción de

defensa donde se involucra todo su ser: la identidad, el papel social, el

mundo afectivo y los proyectos.

Otro autor, Diego Correa Sánchez, nos dice, partiendo del concepto

multidimensional, según la Organización Mundial de la salud, que: “la salud

es un estado de bienestar, físico, mental y social completo y no sólo la

ausencia de la enfermedad” 9. Es mirar la salud desde una óptica, que

supere el modelo biomédico que define la salud como ausencia de

enfermedad, incorporando además elementos que permitan centrarse en los

componentes positivos de la salud.

Hasta aquí, se describe algunos términos que distintos autores u

organizaciones han utilizado para referirse a la enfermedad y a la salud,

pero, para poder reflexionar a fondo sobre el tema de la enfermedad y del

sufrimiento, se debe partir de una fundamentación antropológica, que es el

paso a seguir, para poder ir dando una estructura y un desarrollo coherente a

este trabajo.

 9 CORREA SANCHEZ Diego. Psicología del enfermo y de los cuidadores. En: diplomado en pastoral de la salud. Pontificia universidad javeriana y centro de humanización y pastoral de la salud. Bogotá. 2006. 

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21

                                                           

1.2 ASPECTOS ANTROPOLÓGICOS DE LA ENFERMEDAD:

El sufrimiento y la enfermedad han constituido uno de los más grandes

problemas que perturban al espíritu humano. El mal y sus consecuencias, el

dolor y el sufrimiento, son realidades que se encuentran inseparablemente

ligadas a la historia del hombre. Las limitaciones, la disminución física o

psíquica, la enfermedad, tienen la misma historia de la humanidad; han

acompañado al hombre de todos los tiempos.

La enfermedad, el dolor y el sufrimiento, son realidades, que como ya se ha

manifestado, acompañan al hombre en su condición limitada y finita. “El dolor

y el sufrimiento hacen parte de la condición humana”10. En cuanto tales no se

pueden eludir, como no se puede eludir tampoco la muerte. La persona lo

único que pude hacer es acoplarse a ellas.

La enfermedad, el dolor y el sufrimiento no aparecen como realidades

encausadas por Dios o por fuerzas ocultas o misteriosas; no es Dios el

causante directo del sufrimiento; es dentro del hombre mismo, como ser

limitado, donde está la causa de estas realidades inevitables, afincadas en la

condición natural misma del hombre, en su finitud corporal. “Dios aparece

como posibilidad, desde la fe, para dar sentido al sufrimiento y no como

fundamento y causa del mismo”11.

 10 TARRARAN Adriano; CALDERON Isabel. Acompañando a los que sufren. Kimpres Ltda. Bogotá. 2003. Pág. 82. 11 Ibíd.  

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22

                                                           

La enfermedad, el dolor y el sufrimiento, vistos desde el punto de vista

antropológico, tienen que ver con el hombre mismo. Estas realidades no

dependen ni de Dios, ni del hombre, pero otras tienen origen en el mismo

hombre; ya que son causadas, intensificadas o aceleradas por los seres

humanos y por la manera como estos asumen la vida. Es aquí donde se

encuentra la irresponsabilidad de la persona ante la vida, el irrespeto por la

dignidad del ser humano en todas sus diferentes formas y la

irresponsabilidad ante la creación; son dolores y sufrimientos que tienen su

origen en unas relaciones interpersonales y sociales condicionadas por el

ansia del tener, del poder y del placer, que generan violencia, agresividad y

destrucción de la vida humana.

frente a esto, puede servirnos el testimonio de Juan, una de las personas de

la población con la que se trabajó: “no tengo familia, me Salí de la casa a los

11 años, estuve en una pandilla, maté a dos personas por robarlas, estuve

preso, lo único que me reconfortaba era la droga, fumé marihuana y pasé al

bazuco, estuve al borde de la muerte por dos puñaladas; allí, en el hospital

de Kennedy conocí una monja que me llenó de amor, sentí el calor humano

que nunca había sentido y mi vida cambió un poco, me recupere pero seguí

delinquiendo, Dios se me volvió a borrar de mi cabeza, ahora estoy aquí

(hospital san Blas) desde hace 18 días, por robar me pegaron un tiro en la

columna y ahora estoy invalido. Nunca había necesitado tanto de Dios como

ahora, todos los días rezo el padre nuestro y le pido que me saque de esta,

he prometido cambiar, me he dado cuenta que no he sido nadie ni nada y

quiero cambiar, quiero trabajar y salir adelante”12.

 12 Tomado de los diálogos con los enfermos. Testimonio de Juan. Drogadicto y habitante de la calle, 26 años. 

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23

                                                           

“Aquí, el sufrimiento deja de ser misterio inexplicable para convertirse en

evidencia de unas actitudes humanas que comienzan por la auto-

destrucción: (los vicios, la drogadicción, el alcoholismo, la violencia etc.) y

terminan por una socio-destrucción: (contaminación ambiental, destrucción

de la naturaleza, contaminación de aguas, terrorismo, guerra nuclear,

etc.)”13. El hombre mismo se ha encargado a lo largo de la historia, de ir

reduciendo los niveles de vida sana. Sus actitudes, sus irresponsabilidades,

la falta de compromiso, etc., han ocasionado un desgastamiento de los

bienes naturales y una autodestrucción a nivel personal; pues todos los vicios

que la persona adquiere, no son más que un proceso muy lento de suicidio.

El que Juan sea hoy un invalido, no es culpa de Dios ni de su familia, es su

propia culpa, pues las acciones que realizo en su vida lo llevaron a quedar en

este estado.

Es justamente a partir del misterio de la libertad humana, como se puede

descubrir el sentido de esta destrucción originada por el mismo hombre:

Es el hombre, a partir de su decisión frente al mal, que en términos bíblicos y de fe se llama pecado, quien causa este nivel de dolor y sufrimiento y acelera así la muerte. Con muy poca frecuencia miramos la responsabilidad personal, social y estructural que subyace en las diferentes formas de sufrimiento, dolor y destrucción que a diario sufre el hombre y que se concretiza muy claramente en las enfermedades propias de cada época y de cada cultura14.

 13 TARRARAN Adriano; CALDERON Isabel. Acompañando a los que sufren. Kimpres Ltda. Bogotá. 2003. Pág. 82. 14 Ibíd. Pág. 83 

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24

                                                           

Al respecto, tenemos el testimonio de Juan, que ha quedado plasmado en la

anterior página; pero para nuestros días, Un ejemplo concreto a nivel

mundial, lo podemos tener con las energías nucleares. Los estudios dan fe

de que a partir de las bombas atómicas, se han venido dando un sin número

de malformaciones en los seres humanos; pero, el hombre siempre pregunta

el ¿por qué Dios permite esto?, sin darse cuenta que son sus mismas

acciones las que han ocasionado ciertos problemas en la salubridad de la

sociedad. La pregunta que el hombre realiza hacia Dios es ante todo un

mecanismo de defensa para evadir la propia responsabilidad de sus actos.

“Estas implicaciones antropológicas del sufrimiento llevan a descubrirlo como

algo ´inefable e intransferible`, como un misterio; pero al mismo tiempo como

una realidad en la cual el hombre puede actuar como ser libre y responsable

de su vida y de la vida de los otros seres humanos”15. La realidad del hombre

como ser finito y débil, nos muestra que no podemos hacer nada para evitar

la enfermedad y el sufrimiento; estas realidades que acompañan la vida de la

persona, deben ser vividas a la luz de la fe; pues el hombre encuentra en

Dios, la esperanza del alivio a su dolor.

La antropología nos presenta al hombre como un ser con múltiples

dimensiones; conviene que mencionemos en este apartado las principales

dimensiones de la persona humana de manera muy concreta. Esto nos

ayudará para nuestro trabajo; pues el sufrimiento afecta cada una de estas

dimensiones, pero si las conocemos, podemos brindar un mayor apoyo a la

persona enferma.

 15 Ibíd. 

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25

                                                           

1.2.1 La dimensión física:

El aspecto físico es un elemento esencial de nuestra persona; es nuestra

corporeidad, somos un cuerpo. “la dimensión física está compuesta por todos

los aspectos físicos, genéticos y hormonales; es todo lo ligado al aspecto

exterior: estatura, peso, edad, tono de voz, color de la piel, color del cabello,

color de los ojos, etc.”16. Todos estos aspectos nos caracterizan en lo más

hondo de nuestro ser y son nuestra principal identidad.

La dimensión física ve a nuestro cuerpo como un instrumento de enlace con

la realidad externa y con nuestros semejantes. Nuestro cuerpo, en cierta

manera, revela quiénes somos y cuales son algunos de nuestros aspectos

característicos. Esta dimensión, es la más afectada directamente en la

enfermedad; la mayoría de las personas se concentran en “aliviar” sólo esta

dimensión, pero no tienen en cuenta que la persona posee más dimensiones.

Veamos pues las otras dimensiones de la persona para que comprendamos

el alcance que tiene la enfermedad en el ser integral de la persona.

1.2.2 La dimensión intelectual:

“la persona humana es un ser racional. El hombre está dotado de la razón, y

es esto, lo que nos distingue de los animales. La facultad de razonar es la

 16 BRUSCO Ángelo; MARINELLI Silvio. Relación de ayuda. Iniciación al dialogo. Editorial Kimpres. Bogotá 2005. Pág. 41 

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que nos permite comprendernos a nosotros mismos y a los demás”17.

Gracias a la dimensión intelectual, la persona puede surgir en el mundo y

mucho más hoy, cuando la persona se mide por lo que sabe; ante la

búsqueda de un trabajo, o en el colegio etc., siempre prospera el que tenga

más desarrollado este nivel intelectual.

Es este nivel también, el que nos permite distinguir el bien del mal, por eso

va muy de la mano con el aspecto moral de la persona. Para nuestro trabajo

es importante, porque lo realizado con la población tomada, nos muestra que

muchas veces la persona enferma se auto castiga sin justificación, y, quien lo

asiste o quien lo acompaña, debe hacerle entrar en razón, debe

concientizarle sobre la verdad de su estado y sobre la no culpabilidad de su

situación; todo esto para que pueda llevar un desarrollo normal de su

enfermedad. Pues la razón nos permite emprender caminos eficaces para

nuestro bienestar; toda nuestra vida se mueve entre la razón y la emoción.

1.2.3 La dimensión emocional:

Como se estaba diciendo, la dimensión emocional junto con la intelectual,

son los ejes en los que se mueve nuestra vida, a veces la razón nos dicta

que debemos hacer una cosa, pero la parte emocional nos lleva a hacer otra.

Dentro de estas dos dimensiones se forja la personalidad de la persona, hay

quienes son más emotivos y otros que son más racionales.

 17 Ibíd. pág. 42 

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27

                                                           

Es una dimensión muy importante para nuestro trabajo y aunque la vamos a

desarrollar a profundidad más adelante, nos conviene decir aquí que, ésta

dimensión nos permite ver la sinceridad de la persona y también su

conocimiento a profundidad. “una persona se revela verdaderamente cuando

pronuncia las palabras: me alegro, lloro, temo, espero, tengo miedo, no tengo

miedo, amo, odio, deseo, me gusta, agradezco, sufro, me arrepiento,

perdono, …”18, la comunicación a este sentido es una manifestación de

sentimientos.

“Intercambiar los sentimientos no significa desahogarse, sino ponerlos en

contacto con otros recursos de nuestra persona: otros sentimientos, la razón,

la voluntad, el mundo de los valores”19. Por ejemplo, la agresividad se integra

cuando, una vez reconocida y puesta en contacto con otros sentimientos

como el amor y la ternura, es moderada por la razón y confrontada con los

valores personales. Todas las dimensiones de nuestro ser están en continuo

contacto, y el hacerlas conscientes nos permiten forjar mejor nuestra

personalidad.

1.2.4 La dimensión social:

La persona está siempre en contacto con otras personas desde el mismo

momento de su nacimiento, es por ende un ser social por naturaleza. “la

dimensión social es una dimensión fundamental para el ser humano, aunque

 18 BRUSCO Ángelo; MARINELLI Silvio. Relación de ayuda. Iniciación al dialogo. Editorial Kimpres. Bogotá 2005. Pág. 65. 19 Ibíd.  

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28

                                                           

no siempre se desarrolla armónicamente porque algunos tienen dificultad

para abrirse a los demás”20. En nuestro caso concreto, la enfermedad puede

convertirse en obstáculo para desarrollar esta dimensión; pues muchas

veces el sufrimiento nos lleva a aislarnos, a querer estar solos y esto, no es

nada sano, pues cuando una persona se encierra en sí misma, es decir, se

aísla y no quiere hablar con nadie, su enfermedad puede tornarse más difícil

de curar.

Un buen agente de pastoral debe ser consciente que, la sociedad actual, ha

acabado mucho con esta dimensión social en cuanto a las relaciones

interpersonales; hoy día, cada quien se preocupa de lo suyo y no le importa

lo de los demás; la persona vive ocupada en su trabajo y en la realización de

su proyecto personal. Las familias de hoy, parecen no ser familias, porque a

veces ni se ven; la post modernidad está ocasionando que cada persona se

ocupe de lo suyo y poco a poco esta dimensión social ha ido

desapareciendo; sí se dan las relaciones sociales, pero a veces por

conveniencia o por motivos de trabajo.

La persona en su sufrimiento se siente necesitada de los demás y necesita

recibir ese apoyo por parte de su familia y de sus amigos, debe sentirse

acompañada y valorada, de esta manera su dimensión social tomará nueva

vida. Ante esto, tenemos dentro de la población con la que se trabajo a

Carlos Mario, un joven de 26 años que manifestó lo siguiente: “La

enfermedad me ha servido para unir a mi familia y ahora agradezco de que

me haya ocurrido este accidente, al inicio fue muy duro y renegué contra

todos, renegué de Dios. Pero luego, empecé a sentir la cercanía de mi  

20 Ibíd. pág. 45 

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familia, me empezaron a visitar tíos que hacia 4 o 5 años no veía, mi relación

con mi papa no era la mejor, y ha venido aquí a mi cama a pedirme perdón y

lloró conmigo, para mí eso ha significado mucho y ahora mi accidente se ha

convertido en un punto de encuentro de toda mi familia y en la mejoría de sus

relaciones. Creo que por medio de mi enfermedad Dios ha penetrado en los

corazones de mi familia y nos ha ayudado a vivir mejor, ahora siento muchos

deseos de terminarme de recuperar pronto y volver a mi casa, donde estoy

seguro se vivirá mejor21.

1.2.5 La dimensión espiritual:

Nuestra existencia transcurre en muchos ambientes: la familia, los amigos, el

trabajo, el estudio, el tiempo libre y el mundo de las relaciones sociales. En

todos estos campos tenemos objetivos que perseguir, individual y

colectivamente. Sentimos, sin embargo, la necesidad de que nuestra vida

tenga un sentido unificador, una dirección precisa. “El significado de la vida,

la unificación de tantos intereses y objetivos acontece en lo que podríamos

llamar dimensión espiritual; es aquí donde encontramos la respuesta a la

pregunta sobre el sentido de nuestra vida, los valores que orientan nuestras

opciones, las creencias a nivel filosófico y religioso”22. Todo hombre, aunque

algunos no lo quieran reconocer, necesitan de esta dimensión para

identificarse, para excusarse, para descansar, para encontrar sentido a su

propia existencia.

 21 Discurso planteado por Carlos Mario, un joven de 26 años que sufrió un accidente en su moto. Diálogos tomados en el centro médico san Camilo de Juan rey.  22 Ibíd. 

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La dimensión espiritual está siempre presente en la persona, tal vez muchos

no la tengan en cuenta, pero ella está ahí. La persona humana se aferra a

ella, sobre todo, en los momentos de sufrimiento; son momentos donde

siente que su seguridad ha sido movida, cuando descubre que es débil, que

es mortal; allí, renace esa dimensión espiritual y ésta, ayuda a la persona a

encontrar paz, a tranquilizarse y a encomendarse a ese Ser Superior, en el

cual encuentra sentido su vida.

1.3 ASPECTOS PSICOLOGICOS:

La psicología se centra ante todo, en las reacciones de la persona frente al

dolor. Se dice que: “uno de los aspectos más problemáticos de la

enfermedad es el dolor y el sufrimiento que éste produce. El conocimiento de

la experiencia dolorosa es crítico para entender cómo los pacientes

reaccionan ante la enfermedad, como interaccionan con sus cuidadores y

responden al tratamiento”23. La medicina toma como punto específico el

dolor, pues dependiendo del grado del dolor, estudian que intervenciones

hacer y que medicamentos recomendar; a la Psicología en cambio, le

interesa las reacciones que éste dolor produce en la persona.

“El dolor daña y puede ser tan insistente que supere cualquiera de las

necesidades básicas de la persona como el hambre, la sed, el abrigo, el

sueño, etc.”24. Muchas veces no hacemos consiente este acontecimiento,

 23 LATORRE POSTIGO José Miguel; BENEIT MEDINA Pedro José. Psicología de la salud. Aportaciones para los profesionales de la salud. Editorial Lumen. Buenos Aires Argentina.1992. pág. 122 24 Ibíd. 

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pero la realidad así lo demuestra; muchas veces sentimos dolores tan

fuertes, que lo demás no nos “importa”. Ante la dureza del dolor rechazamos

la satisfacción de nuestras necesidades básicas y, además, el dolor nos lleva

también al aislamiento, pues muchas veces decimos o, escuchamos la

siguiente frase: “no me hable que estoy que no me aguanto el dolor”. El dolor

pues, influye muy directamente en la vida integral de la persona.

La psicología entiende la salud, como un estado de completo bienestar

físico, psíquico, social, y no meramente como ausencia de enfermedad. Por

eso el aspecto biológico, no es el único punto importante en la enfermedad;

para la psicología, la enfermedad es bien comprendida cuando se toma en

cuenta el contexto psicológico y el contexto social en el cual surgió la

enfermedad. Podemos tomar como contexto psicológico las relaciones de la

persona, su forma de valorarse, su autoestima etc. Y como contexto social,

su grupo familiar y su entorno más cercano.

Dentro de este trabajo, lo que más nos interesa de la psicología, es el

estudio de las distintas reacciones que una persona tiene ante su

enfermedad; el por qué son tan distintas las reacciones de la misma

enfermedad; qué aspectos deben tomarse en cuenta para comprender a la

persona enferma y para brindarle una ayuda satisfactoria.

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1.4 ASPECTOS TEOLÓGICOS:

La lectura teológica de estas realidades humanas: la enfermedad, el dolor y

el sufrimiento, debe hacerse fundamentalmente desde la persona de Jesús,

desde su vida y su palabra que supera la simple visión antropológica y

humana, para dar nuevo sentido a la vida y al sufrimiento del hombre. “Jesús

a través de su ministerio, revela la existencia de un Dios de la vida, un Dios

liberador, un Dios de la esperanza”25. Los aspectos teológicos de la

enfermedad y el sufrimiento, tendrán un desarrollo mayor en nuestro tercer

capítulo, donde se analizarán desde la Sagrada Escritura y desde el

Magisterio de la Iglesia; de manera que aquí, veremos sólo unos aspectos

generales.

Este “Dios dador de vida”, lo encontramos en la experiencia de Israel como

pueblo en contacto diario con la muerte en sus diferentes formas, “Yahvé

Dios, aparece como el Señor de la vida que a través de los acontecimientos y

de la historia personal y comunitaria de Israel crea, genera y conserva la

vida” 26. Después de Israel, es la comunidad de los discípulos y seguidores

primeros de Jesús, la que a través de sus palabras y luchas va descubriendo

a Dios, como un Dios de la vida. La vida misma de Dios como fuerza

creadora para el hombre, se ha manifestado en Jesucristo, quien con sus

acciones sanantes narradas en los evangelios, muestra la vida digna a la que

Dios nos invita.

 

25 TARRARAN Adriano; CALDERON Isabel. Acompañando a los que sufren. Kimpres Ltda. Bogotá. 2003.  Pág. 84 26 Ibíd. Págs. 84‐85. 

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Esta afirmación, de Dios como Señor y dador de vida, constituye el núcleo

mismo del anuncio evangélico, el núcleo mismo de la fe cristiana; es toda la

experiencia pascual que revela a Jesús de Nazareth crucificado y

resucitado.

Jesús se acercó a los enfermos, a los pobres, a las mujeres y a todos los

excluidos, a los marginados de todas las instituciones políticas y religiosas de

su época, no para reforzar su situación de exclusión, de marginación, de

dolor, sino para hacerlos sentir dignos, valorados, acompañados; para

invitarlos a pararse de su postración, para sacarlos de su condición de

pecado. Por eso los pobres, los necesitados, todos los que tienen su vida en

peligro lo buscan, por que El tiene palabras de salud, de vida eterna.

Pero Dios, a demás de ser el dador de la vida, es también el “Dios liberador”,

pues no puede darse la vida dentro de la esclavitud:

El descubrimiento de Dios como Aquel que libera, que salva en la historia, en los acontecimientos y por ultimo en Jesucristo, es un dato teológico fundamental. Precisamente es Dios de la vida, por que libera, porque no quiere para los hombres ningún tipo de opresión, de yugo aplastador, por que concibe y hace al hombre libre y capaz de liberarse cuando su dimensión más profunda de hombre, “imagen de Dios”, con libertad y dignidad, se ve negada, aplastada27.

La revelación de Jesús: su vida, su muerte y su resurrección, es toda una

palabra de liberación que revela a un Dios bueno, cercano, quien no sólo es  

27 Ibíd. Pág. 85 

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el Dios de la vida cuando la crea y la da, sino también cuando la defiende, la

conserva y la impulsa.

Así pues, Dios se convierte en fuente de esperanza; y en Jesús, en su

práctica del reino, Dios presenta a los creyentes y también a todos los

hombres abiertos y de buena voluntad, la posibilidad de dar sentido a la

vida, a la muerte, al dolor y a la enfermedad. En esta perspectiva, “aparece

el Jesús de la cruz y la cruz de Jesús como el lugar de la esperanza, como

clave de lectura pascual de todo dolor y sufrimiento”28. La cruz, es pues, no

sólo lugar de tortura y dolor; ella en Jesús adquiere otra dimensión: es el

árbol de la vida, es la cruz que fecunda con esperanza el dolor y el

sufrimiento; le da una salida en el amor y en la entrega.

“Jesús como presencia del Dios de la vida y de la libertad, como buena

nueva de la liberación, como presencia del reino, hace posible que el hombre

descubra la dimensión más allá, más en profundidad del sufrimiento, de la

enfermedad, del dolor y de todas las diferentes manifestaciones del mal”29.

Jesús no ha venido al mundo para abolir el sufrimiento, sino para asumirlo y

transformarlo en medio de la salvación.

La esperanza, además de ser una virtud, es la gracia otorgada por Dios, de

no dejarse ahogar por las situaciones dolorosas, sino trascenderlas en la fe

con amor y gozo; de ahí que la esperanza señala el aspecto de espera de los

bienes prometidos. Así pues, por Cristo y en Cristo se ilumina  

28 Ibíd.  29 Ibíd. Pág. 87 

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definitivamente el enigma del dolor y de la muerte. Por eso, ninguna situación

es salvadora por sí misma, ni la salud, ni la enfermedad, ni la alegría, ni el

dolor; lo que salva es el amor de Cristo y la participación del hombre en ese

amor.

Por lo tanto, no es posible separar la muerte del misterio pascual. “Muchos

han sido los documentos y mensajes pontificios sobre el sufrimiento humano,

pero de manera especial la “carta apostólica sobre el sentido cristiano del

sufrimiento” (Salvifici Doloris) de Juan Pablo II, en la cual se condensa toda

la reflexión del Magisterio de la Iglesia de manera orgánica y sistemática. A

demás del Magisterio, la filosofía suele preguntarse con angustia sobre el

origen del problema del mal: busca intelectualmente el por qué del

sufrimiento humano. Con Jesús cambia el punto de enfoque: El busca

vivencialmente el para qué del sufrimiento, superándolo y

transcendiéndolo”…30 la óptica del cristiano frente a la realidad del

sufrimiento, debe ser siempre desde la fe y desde la persona de Jesús; Él

sufrió para liberarnos, para redimirnos.

La cuestión decisiva respecto al mismo dolor de Jesús no es tanto el “por

qué” sufrió, mirando hacia atrás, sino más bien el “para qué” sufrió, mirando

hacia adelante. Y respecto a nosotros, al igual que con Jesús, también lo

decisivo es aprender que cuando llega la hora de la gran tribulación lo más

importante es levantar la cabeza y mirar hacia adelante (cfr. Lc 21, 25 – 28).

 30 Ibíd. 

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Con teorías jamás podremos los cristianos convencer ni consolar a los

escandalizados por el sufrimiento. “Únicamente en el seguimiento de Jesús

se nos revela la presencia del amor liberador de Dios. Al mal se le vence sólo

a fuerza de bien (cfr. Rom 12, 21). En definitiva, el acercamiento al misterio

del sufrimiento humano, sólo lo podemos hacer desde la vida de Jesús y sus

actitudes”31.

1.5 ASPECTOS SOCIALES Y FAMILIARES.

1.5.1 La familia y la enfermedad:

La aparición de la enfermedad casi siempre genera un desequilibrio en todo

el núcleo familiar. Al igual que la persona enferma vive de manera distinta su

enfermedad, también esta crisis de la enfermedad es vivida de manera

diferente por cada familia y esto depende de muchos factores. En la “realidad

de nuestro país32” se debe poner como primer factor la situación

 31 Ibíd. Pág. 88 32 Digo realidad de nuestro país por que lamentablemente el acceso a la salud en nuestro país es algo de  lo que muy pocos pueden gozar;  lamentablemente  la salud se ha convertido en nuestro país en uno de los mayores negocios; la humanización se ha acabado. La ley 100 convirtió  los hospitales en empresas  y  por  tanto  los  enfermos  se  convirtieron  en  usuarios,  es  por  eso  que  si  no  tienes  las posibilidades de afiliarte a un régimen subsidiado de salud, no podrás acceder a dichos servicios. Es triste y antihumano ver morir en la puerta de ingreso de un hospital a una persona enferma que no tiene con qué pagar su servicio y que por lo tanto no lo dejan ingresar, parece mentira pero es real, yo lo vi. Ahora bien, quien busque recibir el servicio de salud como particular, tiene que pagar unos costos altísimos. Pero afiliarse a una empresa de salud no es tampoco la solución, pues al acercarse a pedir una cita te la dan para los dos meses, y entonces la persona debe aguantarse sus dolores y su malestar por dos meses o más para poder sentir un poco de alivio, esto es falso y totalmente fuera de base,  en dos meses  o  te  recuperas  solo,  o  te mueres;  así  de  sencillo. Otra  ilógica de  la  salud  en nuestro país, es que  las personas que adquieren un  subsidio de  salud  y  logran  su afiliación a una empresa, les hacen atravesar la ciudad para recibir el servicio; es ilógico que una persona que vive en 

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socioeconómica. Otro factor es el tipo de enfermedad, pues la familia no va a

reaccionar igual ante una enfermedad de la cual sabe que tiene cura y que

su familiar volverá a casa pronto, a una familia cuyo integrante sufre por

ejemplo, de cáncer terminal, las reacciones a dicha enfermedades por parte

del enfermo y la familia son totalmente diferentes; otro factor del cual

depende de la reacción ante una enfermedad es el grado de cultura y

educación, a veces mientras más se sabe de una enfermedad más se

preocupa; pero al mismo tiempo, este conocer la enfermedad, permite que

se tomen las medidas más pertinentes. Otro factor muy importante para la

reacción de la familia es el grado que ocupa el enfermo en ella, pues no es lo

mismo que se enferme un primo a que se enferme la mamá, puede ser de la

misma enfermedad, pero obviamente la reacción es distinta. La enfermedad

también afecta la fe y las creencias de la familia, dependiendo de la madurez

espiritual que estos tengan.

Con la enfermedad de un pariente, la familia puede vivir momentos de

confusión que llegan a generar sentimientos de negación, de rechazo por no

entender lo que está ocurriendo, por no encontrar respuestas ni salidas

adecuadas a la situación; en resumen, la familia puede vivir las mismas

etapas del enfermo. Es por eso que pueden experimentar también rabia,

rebeldía, angustia; se puede volver agresiva contra el enfermo, el agente de

pastoral, el médico, los parientes, creándose un clima de tensión, de choques

y conflictos que afectará al enfermo. “Puede también la familia vivir, que es lo

más común, momentos de depresión, temor a la desintegración ante la

inminencia de la muerte de su ser querido, sentirse agotada, impotente,

 Juan Rey, le den como centro de atención el hospital simón Bolívar que queda al otro extremo de la ciudad, a aproximadamente 2 horas y media. De manera pues que el sistema de salud en nuestro país es un completo caos y lo más lamentable es que no se brindan soluciones concretas a este problema. 

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38

                                                           

desesperada”33. O, cómo en este caso que voy a describir a continuación,

puede la familia hacer todo un proceso de conversión.

Al respecto quiero plasmar aquí el testimonio de un joven de 25 años, el cual

ha dado un cambio a su vida y se ha dado a la fe a partir de la experiencia de

la enfermedad de su padre y los cambios que dicha enfermedad ha generado

en él:

Yo considero que con la enfermedad, la persona se vuelve más vulnerable y sensible y por ello, siente la necesidad de alguien que esté a su lado dándole fuerza y ánimos. Ese alguien a veces es Dios, que para el enfermo se convierte en un amigo inseparable. La experiencia de estar postrado en una cama por unos días, unas semanas o quizás por largos años, es una experiencia que en un 80% de los enfermos, se convierte en un estilo de vida más espiritual; Dios, se vuelve importante y fundamental en la vida de un ser cuando este está en dificultades y problemas, como por ejemplo la enfermedad. Lo que viene a continuación es una experiencia autentica de Dios en los momentos de enfermedad: mi padre se encuentra postrado en una cama desde hace más de cinco años, a raíz de un accidente de trabajo. Él, antes del accidente era una persona creyente, pero de esos creyentes fríos que conocemos como “católicos de nombre”. El creía en Dios, iba a misa de vez en cuando, respetaba nuestra creencia en casa; pero era una persona que espiritualmente era muy fría. Se le notaba y lo demostraba. El 18 de febrero del 2003, mi papa salió como de costumbre para su trabajo a las 5:30am. Cuando ya el día acababa, unos compañeros de el llegaron a nuestra casa a avisar que había tenido un trágico accidente y que se encontraba hospitalizado con pronóstico reservado. Duro en la unidad de cuidados intensivos casi tres meses. A los cuatro meses de haber sufrido el accidente fue dado de alta y lo trajimos a nuestra

 33 TARRARAN, Adriano; CALDERON Isabel. Pastoral de la salud. Curso básico para agentes parroquiales. Editorial Kimpres Ltda. Bogotá 2003.  Pág. 70.  

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casa, aquí empezó a vivir la experiencia de una persona cuadripléjica; paso a ser una persona independiente, a una que depende totalmente de los demás (el baño, el alimento, las curaciones, etc.), todo hay que hacérselo. El primer año fue bastante difícil y complicado tanto para él como para nosotros en casa (esposa, hijos y nietos). En ese año mi papá decayó anímicamente, era triste, su fe y sus ganas de vivir por el piso, mas sin embargo, nosotros tratábamos de animarlo y de estar mucho tiempo con él. Trascurrido el primer año se empieza a ver en él un cambio, su ánimo sube un poco y “empieza a hablar de un Dios que lo va a levantar de esa cama”, con el tiempo mi papá fue madurando su fe, fue adentrándose en la experiencia de Dios con oraciones personales y familiares, mucho después empezó a pedir el sacramento de la confesión y la comunión. Cada año que pasa, mi papá se concientiza más de su estado, un estado que como el mismo dice: “esto va para largo mijo”, pero son tantas las ganas que mi papá tiene de vivir, que ya no le importa cuántos años mas tenga que estar en esa cama, el sigue conservando su fe; ha cultivado tanto su vida espiritual, que ha llegado a manifestar que en esa cama se está santificando. Dios es hoy, para papá, el ser que ha estado siempre presente en toda su vida y que a pesar de su frialdad en años anteriores, nunca se fue de su lado. Hoy mi papa es un hombre lleno de fe y esperanza34.

Todos estos aspectos descritos, son muy importantes y todo agente pastoral

debe tenerlos muy en cuenta, por que en la enfermedad no todo es negativo,

pues la enfermedad puede también llegar a convertirse en un motivo de

unión, de solidaridad, de conversión, de amor y de crecimiento; todo esto

cuando la enfermedad es aceptada y asumida por el grupo familiar. Es por

ello que un agente de pastoral, desde mi propia perspectiva, debe estar muy

abierto a los signos que presenta la familia a la hora de visitar al enfermo,

porque él puede intervenir brindando un punto de apoyo muy importante para

 34 Testimonio dado por Camilo Holguín, hijo de don Juan Holguín quien debido a un accidente quedo cuadripléjico hace 5 años, y quien a partir de esto ha redescubierto en su vida un camino espiritual que lo ha unido con Dios a él y a su familia. 

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40

                                                           

que esta enfermedad sea asumida desde un punto de vista positivo, claro

está, dentro de la realidad; esto ayuda no sólo a la familia, sino y ante todo, a

la persona enferma.

Al respecto de la familia, Adriano Tarrarán e Isabel Calderón, nos dan unas

putas del papel de la familia con el cuidado de los enfermos35:

1.5.2 Papel de la familia en la atención integral al enfermo:

La familia tiene un papel insustituible en la atención al enfermo, tanto en el

hospital, como y sobre todo, en su casa, ofreciéndole:

• Cuidados y atenciones primarias: limpieza, alimentación, medicina,

atención médica, etc.

• Cariño para saberse querido; apoyo y protección para sentirse seguro;

compañía para no verse abandonado, comprensión y paciencia para

no considerarse una carga.

• Ayuda para afrontar la enfermedad con realismo y asumirla con paz.

 35 TARRARAN, Adriano; CALDERON Isabel. Pastoral de la salud. Curso básico para agentes parroquiales. Editorial Kimpres Ltda. 5ª edición. Bogotá 2003.     

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41

• Apoyo y ánimo para seguir luchando; fortaleza y valor en los

momentos de debilidad.

• Ayuda en la fe, compartiendo con él la palabra de Dios, orando por él y

con él, facilitándole la presencia del sacerdote y de los miembros de la

comunidad cristiana.

• La familia será, pues, un lugar natural y un medio eficaz de

humanización y evangelización de cara a una sociedad que corre el

peligro de ser cada vez más deshumanizada y alejada de Dios.

Después de mirar estos aspectos y de describir de manera muy breve las

etapas - fases por las que pasa una persona enferma y su familia, se pueden

ir vislumbrando también algunas posibles respuestas al por qué el enfermo

vuelve a Dios. En este trabajo no se pretende dar una respuesta a este

interrogante, lo que se quiere es vislumbrar el proceso y las vivencias de la

realidad de la enfermedad; todo esto de manera muy sencilla y muy concisa;

esto con el fin de que el lector pueda sacar sus propias conclusiones a la luz

de lo leído en este texto y a la luz de su realidad vivida. Pues todos, de

alguna manera, hemos vivido la realidad de la enfermedad, ya sea en carne

propia o en algún familiar o amigo cercano. A esta instancia cabe decir que:

estar enfermos es, pues, vivir una crisis total, es encontrarse en un callejón

sin salida del cual casi nadie puede salir a solas. Hay personas que a causa

de su experiencia de enfermedad quedan marcadas negativamente para toda

la vida, hay otras cuya misma experiencia ha sido escuela de valores, de

enriquecimiento y de madurez.

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42

                                                           

Después de ver la importancia del papel de la familia en la atención de los

enfermos y su influencia en el proceso adecuado de su recuperación;

veamos por último, lo que significa para la persona esta nueva realidad de

vivir la enfermedad.

1.6 LA EXPERIENCIA DE VIVIR LA ENFERMEDAD, UNA NUEVA REALIDAD:

La enfermedad representa pues, una situación en la que toda persona

puede experimentar el dolor en las dimensiones esenciales del sufrimiento:

El dolor físico quizá haya hecho acto de presencia, debido a la enfermedad o al tratamiento que se aplica para su curación. El lecho, que antes servía de reparador de fuerzas después de su jornada de trabajo, es ahora testigo de las largas noches de insomnio, de pesadilla y de esperanza de poderlo abandonar cuanto antes. Una vez perdida la independencia y la libre movilidad, se ha de recurrir a los servicios de otras personas, a veces, incluso, para los cuidados más íntimos 36.

Estas nuevas vivencias de la persona le crean una frustración enorme; la

experiencia de la enfermedad es desagradable, porque a demás del dolor

físico, debe “humillarse” ante los demás para requerir sus servicios y, esto

destruye totalmente el ego de la persona; pues siempre se ha valido por sí

misma, pero ahora requiere de otros.

 36 PEINADO José Vico, dolor y muerte humana digna. San Pablo. Madrid España.1995 pág. 17 

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43

                                                           

Cuando la enfermedad se prolonga por varios años, frecuentemente se tiene

la sensación de representar una carga para los demás. Y esto es muy

deprimente para toda persona enferma, la cual ha estado enseñada a

depender de sí misma, tanto física como económicamente. El sentirse una

carga para los demás ocasiona que la persona caiga en una frustración

mayor y que busque de manera desesperada una recuperación de la manera

más rápida posible; y en algunos casos extremos, no se busca la

recuperación, sino que la frustración es tan grande y la pérdida de sentido de

la vida es tan marcada y tan honda que lo que se busca es el suicidio.

Por otra parte, “los proyectos, los sueños, han quedado truncados y han

dejado paso a la inquietud por quienes estaban implicados en ellos. Con

frecuencia la persona enferma se pregunta en quien se dedicará a hacerlos

realidad, quién le sustituirá y con qué intereses”37. En la realidad de nuestro

país, donde la mayor parte de la población es de escasos recursos, la

grande preocupación que tienen las personas enfermas es su familia y esto

lo expresan abiertamente; algunos enfermos han dicho que lo único que les

preocupa es su esposa y sus hijos, “si no fuera por ellos me daría lo mismo

morirme hoy mismo, pero es que yo soy su sustento y si falto, ¿Qué va a ser

de ellos?38” la preocupación por los que quedan en el mundo es la principal

razón por la cual las personas enfermas luchan hasta lo último por su

recuperación.

Estos y algunos otros factores, contribuyen a que la persona vaya

experimentando la realidad de otra manera. Toda la experiencia vital, que el  

37 AA:VV, la familia del enfermo, LabHosp 21. 1989. Págs. 211 38 Tomado de los encuentros con los pacientes en los hospitales y en las casas. 

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paso del tiempo había permitido sedimentar, ahora parece que se remueve y

nubla una claridad que parecía definitivamente adquirida. “Algo muy fuerte de

la realidad de la enfermedad es que pone al descubierto las inseguridades

que antes la persona podía disimular con su salud”39. La persona saludable

tiene muchas seguridades como los amigos, el trabajo, la familia, etc., pero

en la enfermedad descubre que muchas de estas seguridades eran falsas.

Al respecto, en el trabajo con la población se observó mucho la siguiente

frase: “En la enfermedad se conocen los verdaderos amigos”, “me di cuenta

que no tengo amigos, que estoy solo”, estas y otras frases son escuchadas

en todo encuentro con los enfermos. Cuando estas frases son manifestadas

por las personas enfermas, se puede percibir que ya se ha hecho un proceso

de repensar la propia vida y un análisis profundo de cómo era su vida antes

en la salud y como es ahora su vida en la enfermedad, el papel fundamental

del pastoralista es ayudarle a hacer un buen proceso para que la persona

proyecte bien como va a ser su vida después de la enfermedad.

Estas frases manifestadas, son inseguridades; y, estas inseguridades hacen

que la persona enferma reaccione de modo distinto; estas se enmarcan en la

manera cómo viven y ante todo en la forma cómo perciben la vida y en cómo

se relacionan con su entorno, es por eso que en el capítulo siguiente vamos

a analizar un poco los niveles de la persona; esto con el fin de, observar las

distintas reacciones que toda persona tiene cuando llega a su vida, la

realidad inevitable de la enfermedad.

 

39 AA:VV, la familia del enfermo, LabHosp 21. 1989. Págs. 211 

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45

Toda persona desenvuelve su vida en varios niveles; pero aquí vamos a

analizar brevemente el nivel emocional y el nivel cognitivo. Pues

dependiendo de cuál de estos niveles tenga más desarrollados en su ser,

dependerá también su reacción a la enfermedad. Algunas personas se dejan

llevar más por la parte emotiva, que es todo lo exterior y domina al nivel

cognitivo, Este por su parte, demarca a una persona de carácter más

individual, que toma las riendas de su vida y que no se deja afectar tanto por

el mundo exterior, es una persona que busca el por qué de las cosas y que

casi nunca descansa hasta darle solución.

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CAPITULO 2

ESTADOS EMOCIONALES DEL ENFERMO

2.1 NIVEL EMOCIONAL

El impacto de la enfermedad en la vida de la persona, atañe no sólo a la

dimensión corporal o intelectual, sino que “ejerce un influjo real en el

complejo mundo de las relaciones: consigo mismo, con los demás Y con

Dios” 40. Cuando la enfermedad llega no es sólo el individuo el afectado sino

que repercute sobre todo el grupo familiar y social.

Pero, aunque la enfermedad influye en todo el grupo familiar y social, es la

persona enferma la más afectada, pues la enfermedad influye en toda su

vida, pero en algunos casos, esta influencia se ve más reflejada en el campo

emotivo de la persona. Esto se da porque “el vivir la enfermedad” está en

relación con otros factores, como por ejemplo la personalidad del individuo;

así pues, como lo dice José Carlos Bermejo: “La enfermedad varía en las

personas según su propia personalidad; existe gente que se siente

continuamente amenazada por circunstancias o hechos que para otras

personas no tiene ni el mínimo factor de amenaza” 41. Influye también en este

aspecto la autoestima, pues las personas que no tienen buena autoestima

tienden a enfermar con mayor facilidad; de por sí, viven enfermas porque se

están viendo siempre muy por debajo de los demás y de lo que  

40 BERMEJO José Carlos. Impacto de la enfermedad en la vida de la persona. En: EL DIOS CRISTIANO Y EL MISTERIO DE LA ENFERMEDAD. Ediciones secretariado trinitario. Salamanca España. 1996. Pág. 13 41 Ibíd. Pág. 14 

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verdaderamente son; la personalidad y la autoestima son dos aspectos de la

persona que enmarca su actitud frente a las diferentes circunstancias de la

vida.

Pero el campo emocional no queda relegado sólo al nivel personal, sino que

sus emociones se forjan por la cultura donde crece; de manera que el

impacto de la enfermedad no depende sólo del nivel personal, sino que

también entra a formar parte la cultura, pues es la cultura quien demarca las

costumbres de las personas y por eso el afrontar una misma enfermedad

puede variar notablemente de una cultura a otra. En nuestra realidad

colombiana, tenemos grandes ejemplos con las culturas indígenas, donde

algunas de sus costumbres son para nosotros despiadadas y sangrientas,

mientras que para ellos es algo cotidiano y normal dentro de su cultura; es

más, lo anormal seria que no se realizase. De la misma manera una

enfermedad para ellos como la tuberculosis no tiene la misma connotación

que para nosotros, en donde la persona debe ser aislada y guardar

cuarentena; esto demuestra que la cultura demarca también distintas formas

de vivir una enfermedad.

Otro aspecto que hace que la reacción a una misma enfermedad varíe en las

personas es su condición social: tenemos el aspecto económico como un eje

importante en la reacción frente a la enfermedad. Una persona de buenos

recursos económicos, no se preocupa ni se estresa por cómo conseguir los

medicamentos o pagar la hospitalización; mientras que una persona de

escasos recursos, además de los sufrimientos que le ocasiona la

enfermedad, sufre aún más por pensar de qué manera va a pagar su estadía

en el hospital y se nubla su pensamiento pensando en esto. El factor

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económico influye en la persona no sólo de modo inmediato, sino también a

largo plazo; por eso, “Una enfermedad se vive de un modo distinto según el

grado en que afecte a la persona”42. Por ejemplo una fractura de la mano no

va a significar lo mismo para un anciano que para un joven artesano, el cual

dependía totalmente de sus manos para su trabajo y así mismo para el

bienestar de su familia. Lo mismo que un infarto suscitará menor

preocupación en un trabajador de banco que podrá continuar realizando su

actividad, que en un trabajador manual, que posiblemente no podrá continuar

realizando su actividad.

Uno de los aspectos más importantes, en el nivel emotivo de la enfermedad,

es contar con el apoyo social y familiar. Como lo firma José Carlos Bermejo:

“Toda relación social significativa contribuye a la salud de la persona o

favorece el afrontar la enfermedad de un modo más sereno y equilibrado,

mientras que la ausencia de estas relaciones no sólo puede resultar no

favorable al surgir de la enfermedad, sino que puede favorecer reacciones

depresivas o bloquear la posibilidad de poner en marcha los recursos

necesarios para la curación o la asistencia”43. Esto nos da a entender que es

muy importante que la persona enferma mantenga buena relación con su

familia y sus amigos. La realidad vivida en los hospitales así lo demuestra;

pues quienes mantienen estas relaciones sanas, dan siempre unos síntomas

de mayor mejoría, que las personas que son solas o que no tienen una

buena relación con los suyos.

 42 Ibíd. Pág. 15 43 Ibíd. pág. 16 

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El convivir con la realidad de los hospitales y de la enfermedad, demuestra

diariamente la importancia que tiene la familia. “A nivel Psicológico, la

persona enferma necesita sentirse acompañada, apoyada, necesita saber

que es importante para las demás personas, que no lucha sólo, que no está

sólo, que afuera hay personas esperando por ella, que cuenta con una ayuda

incondicional” 44. Todos estos factores crean en la persona enferma una

fortaleza inexplicable pero que algunos médicos han calificado como “la

mejor medicina”, pues las personas enfermas que viven esto han mostrado

resultados sorprendentes en su proceso de recuperación.

La enfermedad supone “una crisis en la función de los padres, una detención

del ciclo vital de la familia, un cambio en las relaciones con el entorno social

y, normalmente, un estado de confusión de los diferentes miembros de la

familia, que no puede no afectar al paciente”45. La crisis que la enfermedad

supone para la familia repercute como factor importante en la experiencia del

enfermo; es decir, la reacción de la familia ante la enfermedad de uno de sus

integrantes va a afectar directamente al enfermo, por eso es muy importante

no demostrar dolor ni angustia ante la persona, ya que lo único que esto

ocasiona es agravar su situación porque afecta más su parte emocional.

Kübler – Ross Elisabeth, nos dice que existe algo en el mundo de la salud

que se conoce con el nombre de: “las etapas o, las fases del enfermo”. Así

como toda persona enferma es afectada de manera distinta por la

enfermedad, también tiene reacciones ante ella. Dichas reacciones son

vividas por todas las personas enfermas, algunos hacen más énfasis en unas  

44 Tomado de los encuentros con los enfermos. 45 ROCAMORA, A., la familia del enfermo: lectura Psicológica. En: labor hospitalaria. 1989 pág. 166. 

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y otros en otras, pero todas las personas enfermas viven estas etapas. Las

enmarco dentro del nivel emocional de la persona porque el estado de ánimo

de una persona enferma depende de la etapa en la que se encuentre; un

pastoralista de la salud, o cualquier persona que visite al enfermo debe tratar

de descubrir en qué etapa se encuentra para poder facilitar su diálogo o para

saber cuándo debe callar.

Estas reacciones o, etapas que a continuación se van a describir, pueden ser

denominadas como mecanismos de defensa, y debemos tener presente que

los mecanismos de defensa son una especie de “trucos” con los que

evitamos poner la atención en fenómenos que nos harían sufrir o que

desequilibrarían al individuo. Por eso hay que comprender bien tales

mecanismos.

2.1.1 La negación: Surge cuando al enfermo se le comunica de manera explícita la gravedad de

su enfermedad (shock). Frente a esta realidad, suele decir: “esto no puede

ser, seguro que se han equivocado en el diagnostico, este médico no

entiende, quizá otro me dirá otra cosa, no es posible, no es verdad… este

rechazo total quizá sea debido a que al enfermo se le dice la verdad sin

preparación alguna, de forma abrupta o inesperada”46. En esta fase el

enfermo necesita más que nunca ser escuchado, aceptado, sentirse

acompañado.  

46 KÜBLER – ROSS Elisabeth. Sobre la muerte y los moribundos. Ediciones Grijalbo. Barcelona 1993. Pág. 60 

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Vemos pues que “La negación es una forma común de responder frente al

diagnóstico. Esta reacción funciona como un amortiguador; después de una

noticia inesperada, va a permitirle al paciente recobrarse de manera gradual

y movilizar otras defensas menos radicales y negativas para asumir en forma

activa”47.

Frente a una etapa difícil como es la enfermedad, una reacción muy común

puede ser de sorpresa y/o de negación. “¡NO, YO NO!”. La persona enferma

se siente por primera vez atrapada, quiere escapar, quiere huir a esa realidad

nueva en su vida; “Yo no puedo estar enfermo”. El poder del mal le abate y le

hace sentirse impotente y desarmado. Por eso, “la negación se usa para

defenderse de modo particular de la angustia de muerte y de cuanto

fácilmente puede recordarla”48. Se trata de un mecanismo de defensa que a

veces llega a negar la buena fe de las informaciones recibidas, que afecta a

quienes están aquejados de enfermedades graves o crónicas o en sujetos

incapaces o no preparados para modificar su propia imagen; y que trata de

excluir consciente o inconscientemente la ansiedad y hasta la angustia que

provoca ante la enfermedad la incapacidad de reconocer el verdadero

significado.

La negación es un mecanismo muy frecuente en las enfermedades crónicas

y es usado para defenderse especialmente de la angustia ante la muerte y de

 47 Ibíd. pág. 61 48 SANDRIN L., BRUSCO A., POLICANTE G. comprender y ayudar al enfermo. san pablo, Madrid 1992. Pág. 57 

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todo lo que más fácilmente la puede evocar. El sujeto considera que aceptar

la realidad, sería una amenaza para su integridad y para su capacidad de

afrontar los propios límites, de modo que negarlo, rechazarlo, le ayuda a

mantener el equilibrio. “La negación puede ser tan sólo de tipo parcial, en

cuyo caso se intentará reducir la enfermedad a otra menos maligna; por

ejemplo una gripe, en lugar de un cáncer de pulmón, aunque para esto tenga

que transformar las informaciones precisas que ha recibido de los

médicos”49. Pero esto no es bueno, porque la persona lo único que hace es

auto-engañarse y se crea falsas expectativas, siendo muy consciente de su

realidad; empieza a moverse en dos papeles, el de la realidad y el de la

ficción.

Generalmente, “la negación es una defensa provisional y pronto será

sustituida por una aceptación parcial”50. La mayor parte de los pacientes se

dan cuenta que con negar su realidad no obtienen nada, por lo tanto, la

aceptan y emprenden un camino de recuperación que los ayude a salir

pronto de esa realidad; pero, la negación puede volver a aparecer

esporádicamente, cuando la recuperación es demasiado lenta.

Una forma de negar es reprimir los recuerdos, los impulsos, los

pensamientos etc., que produce la situación de enfermedad, intentando

olvidar momentáneamente. Otra modalidad de negar parcialmente es

“racionalizar”; es decir, dar explicaciones que pretenden ser lógicas a una

situación no aceptable desde el punto de vista emocional. “Un paciente que

 49 Ibíd.  50 KÜBLER – ROSS Elisabeth. Sobre la muerte y los moribundos. Ediciones Grijalbo. Barcelona 1993. Pág. 61 

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tiene afectado el cerebro, puede explicar su falta de memoria atribuyendo la

culpa a las medicinas que toma. Otras veces se intenta intelectualizar,

obteniendo el máximo de informaciones posibles sobre la propia patología,

de modo que se pueda entablar un dialogo a nivel científico”51. Con esto

desvía la atención en su propia enfermedad y se centra en la enfermedad de

otras personas.

2.1.2 La depresión:

El paciente desahuciado no puede seguir negando su enfermedad, “cuando

se ve obligado a pasar por operaciones y una hospitalización prolongada,

cuando empieza a tener síntomas graves o se debilita y se adelgaza, no

puede seguir haciendo al mal tiempo buena cara; su sensibilidad o

estoicismo, su ira y su rabia, son sustituidos por una gran sensación de

pérdida”52. La depresión se da entonces, cuando la persona se rinde

totalmente ante su sufrimiento, cuando ya no busca posibles caminos de

salida y, se encierra en sí misma. Es una actitud de pasividad, donde no

intenta hacer nada por su recuperación.

Esta depresión de la persona enferma es interpretada como un darse al

dolor, se pierde todo el sentido de lucha y ya el enfermo espera a que pase lo

que tiene que pasar. Al respecto, KÜBLER – ROSS Elisabeth dice: “cuando

la depresión es un instrumento para prepararse a la pérdida inminente de  

51 SANDRIN L., BRUSCO A., POLICANTE G. comprender y ayudar al enfermo. san pablo, Madrid 1992. Pág. 58 52 KÜBLER – ROSS Elisabeth. Sobre la muerte y los moribundos. Ediciones Grijalbo. Barcelona 1993. Pág. 115 

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todos los objetos de amor, entonces los ánimos y las seguridades no tienen

tanto sentido para facilitar el estado de aceptación”53. Es muy importante

tener en cuenta este sentimiento de depresión de la persona; en esta fase es

inútil llegar a decirle a la persona enferma que no esté triste, que tranquilo

que todo pasará. Cuando la inminencia de la muerte le llega a la persona

enferma, es absurdo tratar de animarla, pues nosotros también estamos

tristes cuando perdemos a un ser querido; es cuestión de ponernos en el

lugar de la otra persona.

Al respecto, Adriano Tarrarán e Isabel Calderón dicen:

Cuando el enfermo debe ya hacer frente a una realidad cruda que le toca vivir, se siente desbordado por la situación y se refugia en sí mismo, en las imágenes del pasado (regresión) y en las del futuro que no existirá. En esta fase se hace preguntas como ¿Por qué yo? ¿Por qué ahora? ¿Qué es la vida? ¿Qué hay después? ¿Hay otra vida?... el enfermo vive entonces una situación de abandono y de pérdida de interés por todo lo que le rodea 54.

La realidad del trabajo con la población nos mostró que, no es de extrañar

que en esta etapa algunos traten de suicidarse o pidan una inyección que les

ayude a morir en paz, pues ven esta salida como el único alivio a su dolor.

 53 Ibíd. pág. 118. 54 TARRARAN Adriano; CALDERON Isabel. Acompañando a los que sufren. Kimpres Ltda. Bogotá. 2003. Pág. 48 

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55

                                                           

Es muy importante que los pastoralistas sepan que, “la persona que se

encuentra en esta fase no quiere hablar, su mirada es su medio de

comunicación y de colaboración, no quiere comer ni tomar las medicinas, se

resigna ante la situación y suele llorar, desea estar solo, aunque la soledad le

angustie y sienta necesidad de una presencia que lo saque de su tristeza, de

su miedo, de su angustia e incertidumbre existencial”55. Cuando se visita a

un enfermo sin tener en cuenta estos tipos de circunstancias, podemos

ocasionar más daño que bien en la persona visitada. Un buen pastoralista de

salud, debe saber que el silencio es uno de las aspectos más importantes en

la visita a un enfermo, debemos saber cuándo se debe hacer un buen

silencio, ya que este habla mejor que mil palabras.

Con el mecanismo de defensa de la negación, la persona enferma no logra

retirar la amenaza inminente de la enfermedad; y por eso, a medida que va

tomando conciencia de su situación, la persona empieza a deprimirse. El

enfermo tiene conciencia de perder demasiadas cosas para él importantes:

la salud, su ambiente de vida, las relaciones habituales, la imagen de sí

mismo y tantos otros objetos de amor. A veces tiene la idea de ser finito, la

idea de que incluso el bien más precioso: la vida, se le escapa de las manos.

Es por eso que se abate, que se deprime. Este estado de depresión puede

ser crítico en algunas personas, sobre todo en las que padecen

enfermedades crónicas. Algunas de estas personas llegan a un estado tal de

depresión que adoptan una actitud pasiva ante su enfermedad y renuncian a

luchar; no parecen interesadas en curarse.

 55 Ibíd.  

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Este estado de depresión que envuelve a la persona lo lleva a un análisis de

su vida pasada y de esta manera se llega a una regresión a la infancia; no es

difícil que en este cuadro depresivo, el enfermo experimente el hundimiento

de sus seguridades anteriores, de todo aquello que le hacía dueño de su

propia vida, autosuficiente y mayor de edad. Ahora se siente débil e

insuficiente. La enfermedad en cuanto tal se vive como el hundimiento de las

seguridades. En ese estado de inseguridad, algunos enfermos se dejan

seducir por la discreta llamada de la infancia:

La enfermedad es la pérdida de la seguridad, de aquella seguridad que nace y se consolida en nosotros en la medida que experimentamos que disponemos de las energías necesarias para realizarnos. Estamos tan habituados a esta seguridad que terminamos identificándonos con ella, hasta el día en que la enfermedad, rudamente, sin eufemismos, nos dice que las cosas no son así56.

No somos nosotros la seguridad. Algo en nuestro cuerpo nos hace violencia

e impone su voz; de modo decisivo nos fuerza a detenernos, a dejar el

trabajo, a permanecer en cama, a sufrir, a ingresar al hospital, a recurrir a

una persona competente, a quedar a merced de sus decisiones, a tener

miedo, a pedir ayuda, a depender.

 56 SANDRIN L., BRUSCO A., POLICANTE G. comprender y ayudar al enfermo. san pablo, Madrid 1992. 

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2.1.3 La agresividad:

Cuando los anteriores mecanismos de defensa descritos arriba no han dado

resultado, el enfermo pasa fácilmente a la rabia y a la agresividad. Se siente

frustrado y de su frustración surge a borbotones la rabia, desde el punto de

vista emotivo y la agresividad desde el comportamiento. La agresividad

descontrolada le vuelve insufrible para sí mismo y para los demás. Es el

momento de las acusaciones para todos los que le rodean, es el momento de

las acusaciones también contra Dios.

La sensibilidad está a flor de piel y frecuentemente está polarizada hacia la negatividad. Es el momento que al enfermo se le hace difícil vivir y a los que viven con él o le cuidan se les torna difícil su tarea de acompañamiento. Sin embargo, quizá la frustración se manifiesta en agresividad, pero su causa no es otra que la incapacidad para darle sentido a su situación. Por eso, cuando encuentra un interlocutor válido, el enfermo se descarga con un ¿Por qué a Mi? que manifiesta tanto su insatisfacción como su deseo de encontrar un sentido y una salida a este callejón en que se encuentra. No sabe o no puede convivir pacíficamente con la enfermedad y, por que no sabe o no puede, su desánimo se acrecienta por momentos. En este sentido, el desánimo general puede ser la conclusión de esta etapa 57.

El enfermo se aflige y se lamenta de las ocasionales pérdidas, está

desolado, no desea hablar con nadie. Las visitas le resultan desagradables y

 57 BERMEJO José Carlos. Impacto de la enfermedad en la vida de la persona. En: EL DIOS CRISTINO Y EL MISTERIO DE LA ENFERMEDAD. Ediciones secretariado trinitario. Salamanca España. 1996. Pág. 282 

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sus lágrimas son su pan día y noche. Ha perdido la energía vital y la

indiferencia le hace adoptar una postura puramente pasiva ante todo y ante

todos.

Esta reacción la presentan casi todas las personas enfermas, se da por la

impotencia de no poder hacer nada frente a esa realidad, así que la mejor

manera es desquitarse con alguien. “La persona enferma lucha contra lo

inevitable y trata de buscar a alguien o algo a quien culpar de su estado, por

eso pregunta una y otra vez: ¿Por qué a mí? ¿Dios mío, qué mal he hecho?

¿Por qué he de ser yo, ahora que tengo tantas cosas entre manos? ¡Dios no

puede permitir que esto me pase a mí!”58. Todas estas preguntas que son

dirigidas como signo de rechazo a su sufrimiento, comienzan a generar

actitudes agresivas cuando no encuentra ninguna respuesta. “el enfermo

entra en un estado de irritabilidad, que dificulta la misma relación médico

paciente o, familia paciente”59. Al tomar esta actitud, lo único que la persona

logra, es hacer que quienes estaban cerca de él se alejen un poco, pues su

comportamiento se torna difícil. Para quien visita al enfermo, debe

comprender ese estado como una reacción natural a la enfermedad y, no

debe nunca, entrar en discusión con él.

“El problema está en que pocas personas se ponen en el lugar del paciente y

se preguntan de dónde puede venir su enojo”60. Por eso la mayor de las

veces, se termina discutiendo con la persona enferma; pero, si nos

 58 PEINADO José Vico, dolor y muerte humana digna. San Pablo. Madrid España.1995 pág. 25 59 TARRARAN Adriano; CALDERON Isabel. Acompañando a los que sufren. Kimpres Ltda. Bogotá. 2003. Pág. 46 60 KÜBLER – ROSS Elisabeth. Sobre la muerte y los moribundos. Ediciones Grijalbo. Barcelona 1993. Pág. 75 

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pusiéramos en su lugar, veríamos que a lo mejor también nosotros

estaríamos enojados al vernos enfermos y al ver nuestros sueños frustrados.

Quienes discuten con las personas enfermas, lo hacen porque no buscan el

por qué de su enojo y lo toman como algo personal.

Al respecto de la agresividad, Pangrazzi afirma que: “la rabia es un

sentimiento natural que surge cada vez que se interpone un obstáculo a la

consecución de los propios objetivos o deseos y necesita hallar expresión.

Cuando es canalizada de modo constructivo, se transforma en un recurso

determinante para recuperarse del duelo; entonces se convierte en coraje,

decisión de sobrevivir pese a los sufrimientos o voluntad de asumir riesgos

antes no aceptados”61. Este autor nos confirma una vez más que la

agresividad surge porque la persona ve sus proyectos frustrados, hay una

interrupción en el desarrollo normal de su vida; pero, nos muestra algo que

no conocíamos, y es que, la agresividad tiene también un lado positivo, ella,

puede convertirse en una “arma” para luchar sin medida por la recuperación

total.

Existen muchas personas, por no decir todas, que en la enfermedad y

también en otras situaciones frustrantes, parecen cambiar de carácter y

resultan insoportables; personas buenas que, por tener que guardar cama,

se vuelven desconfiadas y un tanto intratables con todos. Nunca están

satisfechas de los cuidados y tienen la impresión de que el personal médico y

los enfermeros no los tratan como a los demás enfermos. La toman con las

personas más queridas. En realidad son las personas más cercanas quienes

 61 PANGRAZZI, A. El Duelo. Centro Camiliano. Selare, Bogotá. 2000. 

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pagan las consecuencias de esta agresividad; De la noche a la mañana se

vuelven agresivos y antipáticos. Todas estas reacciones, en el enfermo,

mantienen alejada la ansiedad desencadenada por la enfermedad, pudiendo,

con ello descargar en cierto modo la tensión, pero a costa de una relación

muy alterada con las personas que le rodean y le cuidan. Sucede, en efecto,

que este tipo de comportamiento del enfermo, crea problemas en la sección

en que está ingresado. Siempre he considerado que agresividad lleva a

agresividad y la agresividad del enfermo, lleva a que se le responda

igualmente con agresividad.

En este orden, el familiar o el trabajador pueden responder no sólo de un

modo agresivo activo, sino que puede hacerlo mediante una agresividad

pasiva; por ejemplo, haciéndose esperar en las atenciones, retrasando la

asistencia cuando el enfermo llama, retardando las medicinas, los alimentos

o cualquier tipo de atención, hasta el punto en que puede haber maltrato

físico. Es la realidad vivida cada día.

La agresividad, está también en estrecha relación con la proyección; el

enfermo proyecta al exterior la causa de sus desgracias, no está bien

atendido; o incluso la causa de los males resulta ser la mala atención que se

le brinda. Y en casos ya muy extremos, se puede llegar incluso a verdaderos

delirios de persecución. Pero no todo es negativo, “la agresividad y la

proyección, en si, como todo mecanismo de defensa, tienen una función

positiva. A veces, los enfermos que no hacen más que protestar y

lamentarse de los efectos colaterales de las terapias, son los que tienen

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mayor posibilidad de curación”62. Así pues, la agresividad puede tener

aspectos positivos, y es que el temperamento de una persona agresiva, hace

que en la labor que se comprometa le ponga todo su empeño y todas sus

fuerzas por sacarla adelante; por eso, cuando la persona enfoca su

agresividad en su propia recuperación, tiene grandes posibilidades de

mejorarse en muy poco tiempo.

2.1.4 La negociación:

Esta es una etapa que todas las personas manejamos muy bien, no importa

que no estemos enfermos, siempre estamos negociando con Dios; ante la

mas mínima dificultad, siempre tratamos de llegar a un pacto con Dios para

salir de ella lo más pronto posible. “la negociación es un intento de posponer

los hechos; incluye un premio a la buena conducta, además fija un plazo de

vencimiento impuesto por uno mismo”63. La realidad muestra que las

personas enfermas piden siempre un plazo para poder hacer una actividad

más, por ejemplo, estar en la boda de un hijo etc.

Durante la fase anterior de rabia o agresividad, puede darse en los

momentos de calma algunos pactos o acuerdos. Estos pactos son la mayor

de las veces con Dios, pero también se dan pactos con la familia y con los

profesionales que los atienden, todo esto para intentar posponer lo inevitable.

Se quiere obtener compensación por la buena conducta y la mayoría de las  

62 BERMEJO José Carlos. Impacto de la enfermedad en la vida de la persona. En: EL DIOS CRISTINO Y EL MISTERIO DE LA ENFERMEDAD. Ediciones secretariado trinitario. Salamanca España. 1996. Pág. 28 63 KÜBLER – ROSS Elisabeth.  Sobre la muerte y los moribundos. Ediciones Grijalbo. Barcelona 1993. Pág. 113 

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veces se desea, la desaparición de la enfermedad, la reducción del

sufrimiento o la prolongación de la vida a cambio de promesas, buenas obras

y sacrificios. “El pacto, como la negación, es un mecanismo por medio del

cual la mente humana se adapta a la amenaza de la muerte, acepta la

noticia por grados antes que dejarse aplastar. El negociar es una batalla

entre la esperanza y la desesperación”64. Con estos pactos, la persona

puede mantener aún, una remota esperanza de mejoramiento.

Ante estos pactos, Kübler – Ross Elisabeth nos dice que: “Psicológicamente,

las promesas pueden relacionarse con una sensación de culpabilidad oculta

y por lo tanto sería muy útil que el personal de los hospitales no pasara por

alto este tipo de comentarios de los pacientes”65. La persona enferma

necesita liberarse de todo lo que lleva por dentro, el negociar es una forma

de irse liberando de esas angustias internas, por eso muchas de sus

promesas consisten casi siempre, en un cambio de vida, o en una visita a

algún santuario.

En esta etapa se da una vinculación muy estrecha entre sentimiento de culpa

y enfermedad. La enfermedad se vive como castigo. Aquí el enfermo suele

usar expresiones como: “si me curo iré a… o haré…”. El enfermo intenta

hacer pactos con Dios o con los hombres por medio de ofrecimientos

(oraciones, promesas, sacrificios personales), con la intención de liberarse de

su mal y poder vivir más tiempo. El enfermo se vuelve como un niño ingenuo

 64 CORREA SANCHEZ Diego. Psicología del enfermo y de los cuidadores. En: diplomado en pastoral de la salud. Pontificia universidad javeriana y centro de humanización y pastoral de la salud. Bogotá. 2006. 65 KÜBLER – ROSS Elisabeth.  Sobre la muerte y los moribundos. Ediciones Grijalbo. Barcelona 1993. Pág.  114 

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que quiere conseguir sus deseos; Aquí, es importante respetar sus

sentimientos y ayudarle a aceptar la realidad.

Esta etapa de negociación, se convierte a veces en, un enseñarle a Dios lo

que debe hacer. La persona en su sufrimiento no hace más que rezar el

padre nuestro, pero al mismo tiempo no acepta la voluntad de Dios, sino que

le dice insistentemente las cosas que debe hacer. “La persona, en medio de

su enfermedad, se dirige a Dios negociando con él; es decir, pidiéndole la

salud a cambio de una conversión o, de forma más o menos sutil, diciéndole

lo que debe hacer para que las cosas –el universo personal, el mundo vital,

afectado por la enfermedad- tomen buen curso y se arreglen” 66. A veces

parece percibirse en algunos modos de orar este pensamiento: nosotros

hacemos un favor a Dios y él nos hace un favor a nosotros; la oración la

hemos entendido como una condición para recibir un favor de Dios, le hemos

dado el carácter de las palabras que se deben pronunciar para que ocurra el

acto de magia. El enfermo con la negociación busca mantener viva la

esperanza de encontrar su salud.

La negociación podría entenderse como un volver a Dios, pero se debe tener

mucho cuidado, pues hay múltiples causas por las cuales las personas

buscan a Dios en la enfermedad, algunas pueden ser: por conveniencia, por

convicción, por necesidad, por arrepentimiento, por acción de gracias etc.

Todas estas son formas de volver a Dios en la enfermedad, de negociar con

él; mas sin embargo, si no se hace por convicción, existe la gran posibilidad

de que apenas se recupere, se le olvide su negociación con Dios y no

 66 BERMEJO José Carlos. Impacto de la enfermedad en la vida de la persona. En: EL DIOS CRISTINO Y EL MISTERIO DE LA ENFERMEDAD. Ediciones secretariado trinitario. Salamanca España. 1996. Pág. 38 

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cumpla lo prometido. Pero como trasfondo se pudo vislumbrar dentro de la

población con la que se trabajo, que: “la persona en la enfermedad toca su

fondo, se siente miserable, “inservible”, débil, necesitado, solo, etc.; por lo

tanto quiere salir de esa situación y al no encontrar la respuesta concreta a

su problema en los profesionales de la salud ni en su familia, recurren a Dios;

algunos con certeza y otros con dudas de que en él podrán encontrar la

respuesta a su búsqueda, la paz a su intranquilidad, el alivio a su dolor. Dios

se convierte entonces en esa “formula mágica” que concede todo deseo y,

por eso se busca negociar con él.

2.1.5 La aceptación:

Algunas personas enfermas pueden llegar a experimentar una aceptación,

luego de pasar por múltiples emociones y sentimientos. Un proceso que

concluye con la percepción de su próximo fin con relativa tranquilidad; “es

una fase casi desprovista de sentimientos, como si hubiera desaparecido el

dolor y la lucha también hubiera terminado y llegara el momento del

descanso. Es la reconciliación con la verdad”67. La persona enferma en esta

etapa, empieza a vivir desde su enfermedad, comienza a orientar su vida,

esta vez, desde otra realidad, pero de una manera muy pasiva, casi sin

proyectos.

 67 CORREA SANCHEZ Diego. Psicología del enfermo y de los cuidadores. En: diplomado en pastoral de la salud. Pontificia universidad javeriana y centro de humanización y pastoral de la salud. Bogotá. 2006.  

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65

                                                           

Al respecto de la negociación, nos dice Kübler – Ross Elisabeth:

Si un paciente ha tenido una enfermedad por un tiempo bastante prolongado, y se le ha ayudado a pasar por las fases antes descritas, llegara a una fase en la que su destino no le deprimirá ni le enojará. Habrá podido expresar sus sentimientos anteriores, su envidia a los que gozan de buena salud, su ira contra los que no tienen que enfrentarse con su fin tan pronto. Habrá llorado la pérdida inminente de tantas personas y de tantos lugares importantes para él, y contemplará su próximo fin con relativa tranquilidad68.

A esta etapa llegan de manera especial las personas que han tenido una

enfermedad prolongada y que es grave; de por si, a esta etapa se llega

cuando se está de manera inminente frente a la muerte.

Esta, es la fase que lleva al enfermo a reconciliarse consigo mismo, con la

vida, con los seres queridos, con la sociedad, con Dios. Reconocer que la

vida está salpicada de alegrías y tristezas, que así como hay encuentros

también hay separaciones. Aceptar y elaborar un duelo, es una actitud sana

que nos pone en paz con la realidad y nos permite adaptarnos a una vida

distinta, invertir energías en nuevas relaciones, asumir nuevos riesgos y

recomenzar la vida.

 68 KÜBLER – ROSS Elisabeth.  Sobre la muerte y los moribundos. Ediciones Grijalbo. Barcelona 1993. Pág. 148 

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Si el enfermo tiene tiempo suficiente, si se le ha ayudado a expresarse,

llegará a esta etapa con serenidad y empezará a aceptar la situación; esto

es, a experimentar la muerte como la conclusión natural de la vida. Suele

decir o pensar expresiones como: “no me queda nada más que hacer en esta

vida” o “he cumplido mi misión”. El enfermo vive un continuo tiempo de

descanso, como si se preparase para un largo viaje. “Siente necesidad de

dormir, de estar solo, de limitar las visitas, se expresa por sus gestos, por sus

señales. En estos momentos es cuando hay que tener mayor sensibilidad

humana para guardar el equilibrio, dejarle el espacio de soledad necesario

para morir y procurar que muera acompañado” 69. Este proceso de

aceptación de la propia enfermedad debe ser bien acompañado por parte de

todos los que le rodean; es decir, familia, profesionales de la salud, amigos,

pastoralistas etc., aunque la persona se esté preparando para morir, necesita

saber que estaremos con él hasta el final.

“hay pocos pacientes que luchan hasta el final, que pugnan y conservan una

esperanza que hace imposible alcanzar esta fase de aceptación. Son los que

dirán un día: no puedo seguir haciéndolo, el día que dejan de luchar. En otras

palabras, cuanto más luchen para esquivar la muerte inevitable, cuanto más

traten de negarla, más difícil les será llegar a esta fase final de aceptación

con paz y dignidad”70. Existen pacientes que se aferran tanto a la vida, que

no pueden aceptar el morir; y, diariamente luchan por vivir, niegan su

enfermedad y esperan volver pronto a sus labores cotidianas. La familia de

este tipo de personas los considera fuertes y se empeñan con él en una

 69 TARRARAN Adriano; CALDERON Isabel. Acompañando a los que sufren. Kimpres Ltda. Bogotá. 2003. Pág. 49. 70 KÜBLER – ROSS Elisabeth.  Sobre la muerte y los moribundos. Ediciones Grijalbo. Barcelona 1993. Pág. 150 

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búsqueda a su recuperación, pero en algunos casos, su familia sabe que ya

nada se puede hacer y sufren una confrontación personal aguda, por que

deben interponer la alegría y la valentía ante la persona enferma, frente a la

depresión que llevan por dentro al estar enterados de toda la realidad, de que

ya nada se puede hacer.

Kübler – Ross Elisabeth nos dice algo respecto de todas las fases: “Es

importante saber que estas fases, tienen algo en común; y es que en todas

ellas, la persona enferma, suele mantener, por lo general, una actitud de

esperanza”71. Ante estas fases que se acaban de describir, debe saberse

que no se van a percibir en los enfermos de una forma secuencial, sino que,

pueden darse en distinto orden en la persona. Sea cual fuere la fase en la

que se encuentre un enfermo, la persona que lo visita debe estar atenta a

descubrirla, para que su encuentro pueda tener un resultado positivo, que es

el hacer sentir bien a la persona, el hacer que aunque sea por un momento

se olvide de su dolor.

2.2 NIVEL COGNITIVO

El nivel cognitivo es el que le permite a la persona construir un concepto

sobre su propia enfermedad y su recuperación. Dependiendo de esta

construcción intelectual, dependerá también el éxito en su recuperación;

pues muchas veces la persona se crea un pensamiento negativo sobre su

posible sanación, y hasta que no cambie esta concepción, muy difícilmente

 71 Ibíd.  

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podrá sentir mejoría; pues por más buenos que sean los medicamentos,

mentalmente la persona se ha preparado para no sentir mejoría.

En cuanto al nivel cognitivo estamos llamados a reflexionar sobre lo que

significa la enfermedad para la persona, cómo la percibe, cómo la

comprende, cómo la asimila, si es que lo hace. Es este nivel cognitivo el que

enmarca la reacción de la persona frente a su enfermedad; pues muchas

veces se construyen conceptos erróneos de algunas enfermedades y esto

puede influir en gran manera en la reacción frente a la enfermedad y frente al

proceso de recuperación.

La enfermedad muchas veces es concebida por la persona como una

frustración. Esta frustración es la experiencia que tiene lugar cuando un

individuo no puede alcanzar un objetivo deseado por que una barrera se

interpone entre su yo y la realización del objetivo; en este caso, la

enfermedad. “La enfermedad es una de las situaciones más frustrantes de la

vida porque todo el mundo de la propia personalidad y de la propia existencia

es puesto en discusión”72. En la enfermedad se da la frustración, por que la

persona la concibe como una pérdida de algunos ideales que tenía, pero,

que al verse envuelto en la realidad de la enfermedad, ya no podrá

realizarlos; o por lo menos, no por ahora. Es por eso que al concebir la

enfermedad como una frustración, muchas personas presentan deseos

“exagerados” de recuperarse a como dé lugar y en el menor tiempo posible.

 72 COLOMBERO, G., la enfermedad, tiempo para la valentía. Colombia, san pablo, 1993. Pág. 11.  

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En la misma connotación, la persona concibe su enfermedad como una

ruptura; ruptura porque siente que con la enfermedad hace un alto en el

camino; ya no puede hacer las acciones que realizaba diariamente, pierde el

ritmo normal de sus días. “El enfermo se encuentra en una situación en la

que no pueden subsistir todas sus costumbres, con lo cual experimenta la

pérdida de los puntos de referencia cotidianos, que constituían el conjunto

de cosas, personas, actividades, ideas, que coloreaban el ritmo normal de la

vida”73. La persona concibe la enfermedad como un alto en el camino, como

un posible estancamiento de su desarrollo personal y social; siente que la

enfermedad es un bloqueo a sus proyectos y comienza a hacer pequeños

razonamientos sobre lo que pasa en el mundo exterior, el cual, siente que

sigue su rumbo normal, mientras que él está estancado. El encuentro con los

enfermos ha dado algunos pensamientos de estas construcciones internas

que la persona enferma realiza:

Estar enfermo, significa hacer un alto en el ritmo de la vida; estar enfermo es ver cómo la vida avanza normalmente mientras que yo me detengo; estar enfermo es observar que si yo me voy, el mundo seguirá igual sin mí. Es acá donde llega la confrontación con la propia existencia, es aquí donde el enfermo se pregunta si su vida tiene sentido, si vale la pena seguir viviendo, pues ya se ha dado cuenta que con él o sin él, el mundo seguirá igual, no se detendrá, no lo extrañará, lo que él le aportaba al mundo lo aportará otro, en su empresa el remplazo ya está listo, en su familia el recuerdo será momentáneo; es más, en casos de enfermedades crónicas muy prolongadas, la persona se da cuenta que comienza a ser un estorbo, que algunos integrantes de la familia parecen estar ya cansados de su atención, estando aun en vida comienzan a sentirse muertos por el olvido y el

 73 BERMEJO José Carlos. Impacto de la enfermedad en la vida de la persona. En: EL DIOS CRISTINO Y EL MISTERIO DE LA ENFERMEDAD. Ediciones secretariado trinitario. Salamanca España. 1996. Pág. 17 

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70

                                                           

abandono; y entonces surge la pregunta: ¿vale la pena seguir viviendo?74

Todas estas construcciones internas que realiza la persona enferma, van a

demarcar la actitud frente a su enfermedad y frente al proceso de

recuperación. Dependiendo la concepción de la propia enfermedad, van a ir

avanzando por las diferentes etapas que ya hemos nombrado; cada una de

estas etapas, responde a una construcción cognitiva de la enfermedad y de

su proceso de recuperación.

Hay personas que conciben la enfermedad como una esclavitud, pues en

este estado, la persona debe permanecer al mando de lo que otros le digan;

pero a demás de esto, la persona se siente esclava de un sitio. Muchos

enfermos manifiestan que se sienten encerrados, no pueden salir de los

pasillos, que en práctica es como si estuvieran secuestrados. Podemos ver

aquí como el nivel cognitivo lleva a la persona a relacionar su enfermedad

con otros acontecimientos de la vida. Dependiendo el grado del dolor, del

trato de los profesionales de la salud, de la paciencia y de las relaciones

sociales, etc., la persona construye sus propios pensamientos sobre la

realidad que vive, y estos influyen en la disponibilidad de la persona para

someterse a los tratamientos de recuperación.

Algunas personas conciben la enfermedad como un reto, recuperar la salud

es la meta más inmediata a alcanzar; estas personas son las que logran

concientizarse que la enfermedad hace parte de la realidad humana, pero  

74 Tomado de los diferentes encuentros con los enfermos. 

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71

que no es el fin de la vida, sino que en esto, está basado el vivir, en

pequeños tropiezos y en grandes levantadas. Las personas que ven de este

modo positivo la enfermedad, suelen recuperar su salud en muy poco tiempo,

lo cual da a entender que la actitud frente a la enfermedad tiene mucho que

ver con la recuperación de la misma.

El cognitivismo juega pues un papel muy importante en la salud, pues ella

empieza a darse desde nuestras mismas construcciones intelectuales. Es

aquí donde una vez más se confirma el poder que tiene el pensamiento y por

ello la insistencia de tener siempre una actitud positiva frente a cualquier

circunstancia que la vida nos presente.

2.3 LAS CRISIS DE LA PERSONA ENFERMA:

Todos estos tipos de pensamientos internos, llevan a la persona a vivir un

tipo de crisis. Estas crisis tienen tres direcciones primordiales, la primera de

ellas es dirigida a la misma persona, la segunda está dirigida a los demás, a

todo el entorno de la persona y la última está dirigida a Dios.

2.3.1 Crisis con sigo mismo:

La persona enferma entra en crisis consigo misma, porque muchas veces, la

construcción cognitiva que ha hecho de la enfermedad, lo involucra a él como

posible causante de la misma. Este caso se ve sobre todo en las personas

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72

que se encuentran enfermas debido a un accidente. Por ejemplo, en el

diálogo con una persona que ha sufrido un accidente de tránsito, casi

siempre se nota una acusación hacia sí mismos: “si hubiera ido más

despacio” “si hubiera respetado el semáforo” etc. Todo este tipo de

pensamientos, ocasionan en la persona una crisis interior consigo misma,

que de cierta manera va a afectar su proceso de recuperación; y de la cual,

el pastoralista debe estar muy atento para ayudarle a debilitar esta crisis.

Esta crisis, que nace por la causa del accidente, va a incrementarse con las

realidades de la hospitalización; el guardar reposo, el sentirse limitado para la

movilidad y otras acciones propias de la recuperación ocasionan una

confrontación con lo que era su vida antes del accidente y lo que es ahora

después del mismo. Por lo tanto entran a jugar un papel importante los

proyectos que la persona traía consigo antes del accidente.

La fijación en los proyectos es para la persona una crisis por que generan un

tipo de frustración, pues el posponer su consecución puede significar un alto

en la vida, un fracaso, un aplazamiento de las propias metas. Estas

consecuencias del accidente van a culpabilizar más a la persona y van a

incrementar su crisis; pues todo el tiempo, la persona estará pensando que si

hubiese ido más despacio, este accidente no hubiera pasado, y hoy podría

estar haciendo realidad ese proyecto que venía preparando.

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73

                                                           

2.3.2 Crisis con los demás:

Ante la crisis con los demás, debemos decir que se da primero que todo,

porque es un ser social y por lo tanto lo que ocurra con su vida, va afectar

siempre su entorno. Al respecto Adriano Tarrarán dice:

La persona, por el hecho de ser persona, es ya un ser social. Es un ser inter-relacionado con los diversos sectores de su vida: familia, amigos, trabajo, diversiones, etc.; estas relaciones las elige la persona misma y disfruta de ellas, se siente seguro con este tipo de relaciones, pero de improviso llega la enfermedad y ese mundo inter-relacional del que disfrutaba se ve afectado. Su nueva situación, su limitación obliga a la persona a encontrarse con rostros nuevos y situaciones nuevas. Una gran barrera se levanta para la relación entre la persona enferma y los otros sanos 75.

La persona antes se sentía segura y creía no necesitar de nadie, pero ahora,

en su situación de enfermedad necesita de todos. La crisis más profunda se

da cuando estos “otros” no llegan. La persona puede sentir un alejamiento

de su familia y de sus amigos, puede que no sea así, pero en estos

momentos necesita sentirse muy apoyada, acompañada y cuando esto no

ocurre, empieza a generase la crisis por un supuesto abandono, el cual

existe sólo en su cabeza.

La crisis con los demás se puede dar de la persona enferma hacia los otros,

o también de los otros hacia el enfermo. La familia puede tomar una actitud

de acusación o de negativismo frente al enfermo, o también una actitud  

75 TARRARAN Adriano, CALDERON Isabel. Pastoral de la salud. Cartilla 1. Curso básico para agentes de parroquiales. Kimpres Ltda. Bogotá. 2003. Pág. 61  

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74

positiva. Todas estas reacciones van a influir muy notablemente en el

proceso de recuperación.

Retomemos el ejemplo con el cual veníamos hablando en el apartado 2.3.2.

La persona que llega víctima de un accidente de tránsito, puede entrar en

crisis con el causante de dicho accidente; es decir, si el accidente fue de una

moto contra un bus, el afectado que en este caso digamos que es el de la

moto, puede entrar en crisis no sólo con el conductor de ese bus, sino que

puede coger rencor contra todos los conductores de buses. Esta crisis va a

ocasionar rencores y otro tipo de reacciones frente a estas personas; pero

ello no es sano, pues influye negativamente en su proceso de recuperación.

2.3.3 Crisis con Dios:

La crisis con Dios se da por que el enfermo se encuentra de manera casi

cruel con los grandes interrogantes existenciales: ¿Por qué el dolor?, ¿Por

qué el sufrimiento?, ¿Qué sentido tiene la vida?, ¿existe Dios?, ¿si existe por

qué permite esto? ¿Dónde está el Dios bueno? ¿Por qué a mí? Etc.

La crisis puede generarse por que la persona tiene una concepción errónea

de Dios; o porque, no tiene con quien más desquitarse. Casi siempre es Dios

quien tiene que aguantarse las crisis de todo enfermo o de toda persona que

sufre, Dios se ha convertido algo así como el muro de las lamentaciones.

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75

                                                           

La principal crisis con Dios se presenta al compararse la persona con otros

individuos que conoce; casi siempre se escucha la frase, “yo conozco X

persona que habla de los amigos, que atraca, que consume drogas y está

feliz y sano, nunca le falta nada y tiene buen nivel en la sociedad; pero yo

que soy humilde, que nunca le hago mal a nadie, que trato de colaborar a los

demás, que siempre voy a misa y le soy fiel a mi esposa, míreme como me

encuentro”76. Esta comparación que realiza la persona enferma, ocasiona

una crisis con Dios y hace que se dude de su justicia y de su bondad.

La enfermedad supone pues una crisis con Dios, pero esta crisis casi

siempre es superada; esta crisis con Dios al final, tiene siempre un buen

resultado, son muy pocos lo que no se reconcilian con Dios. El trabajo con

la población demostró que el regreso a Dios y la acogida en sus vidas es el

principal cambio que sucede en la mayoría de las personas enfermas; Por

eso se puede decir que, las personas enfermas tienen como gran cambio en

la enfermedad el regreso a Dios, el mejoramiento de la relación con El. “no

es que yo no creyera en Dios, sino que… lo hace uno a un lado, nunca reza,

nunca dialoga con El, nunca lo tiene en cuenta para las decisiones, para la

vida, sólo rezaba un padre nuestro cuando iba a viajar pero nada más; en

cambio aquí es distinto, aquí no he hecho otra cosa que pedirle perdón, me

arrepiento de haber estado tan lejos de Él”77.

 

76 Tomado de los diálogos con los enfermos. 77  Tomado de los diálogos con los enfermos en el hospital San Blas. Palabras de Fabián, un señor de 45 años. 

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CAPITULO 3

VISIÓN TEOLOGICA DE LA ENFERMEDAD

Ya se ha visto los principales procesos de la persona enferma, se ha hablado

sobre sus crisis, sobre sus reacciones, sobre cómo la enfermedad afecta sus

relaciones etc. Pero hasta aquí podría decirse que es una descripción desde

las ciencias humanas; es por eso que este tercer capítulo se va a dedicar a

darle un enfoque netamente teológico. Vamos a tener en cuenta algunos

argumentos desde la Sagrada Escritura y desde el Magisterio de la Iglesia a

cerca de la enfermedad. ¿Qué se ha dicho en la Iglesia sobre la

enfermedad? ¿Cómo se ha acompañado? ¿Cómo es entendida, en la

Sagrada Escritura, la enfermedad? Etc. Son algunos de los interrogantes que

trataremos de resolver en este tercer capítulo.

3.1 EL SUFRIMIENTO Y LA ENFERMEDAD EN EL ANTIGUO TESTAMENTO:

Ya hemos visto en los capítulos anteriores, cómo la enfermedad le muestra al

hombre su propia debilidad y la frustración que le ocasiona al no poder hacer

nada al respecto. De manera pues, que ante la enfermedad, lo único que

podemos hacer es vivirla con esperanza y fortaleza, tratando de que al

ponerla al lado de la cruz de Cristo, haga más llevadera y más vivencial

nuestra fe.

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77

                                                           

Tomando el Antiguo Testamento y haciendo un recorrido por él, podemos

darnos cuenta que la enfermedad va muy de la mano con el dolor y con el

sufrimiento y es vista la mayor de las veces, como un castigo por parte de

Dios a causa del pecado del ser humano. Al verse la enfermedad de esta

manera, podemos decir que se convierte en un tabú, o también, en un acto

de “hechicería”; lo peor de todo, es que esta manera de ver la enfermedad,

no fue sólo en el Antiguo Testamento, sino que ha llegado hasta nuestros

días. Invito a los lectores de este documento para que volvamos un momento

a nuestra infancia donde nuestros padres nos decían: “no haga esto porque

Dios lo castiga”; nos golpeábamos y nos decían: “eso es que Dios lo castigo

por ser desobediente”. Más aun, en mi experiencia pastoral en los hospitales

todos los días escucho esta frase; pues, gran cantidad de personas

consideran su enfermedad como un “castigo de Dios”78.

Iniciando la lectura de la Sagrada Escritura, podemos encontrar algunas

respuestas frente a la enfermedad y al dolor en el escrito yahvista, el cual

nos dice que tanto el hombre como la mujer son “puestos a prueba” por Dios

a causa de la desobediencia; podríamos concluir que se vislumbra allí una

cierta maldición, y esto lo podemos confrontar en (Gn 3, 16 – 19). Esta

maldición tiene consecuencias que se convierten en sufrimiento y hacen de

 78 Desde acá podríamos  sacar  también una posible  conclusión para nuestro  interrogante principal. Podríamos pensar que en  la enfermedad el hombre se acerca más a Dios porque: al considerar su enfermedad  como  un  castigo  por  parte  de  Dios,  lo  primordial  que  debe  hacer  es  tratar  de reconciliarse  con  él.  La  persona  enferma  busca  que  Dios  le  quite  ese  “castigo”  que  lo  tiene  tan agobiado  y  sabe que  la única  forma en que puede  lograr eso es  volviendo  a él,  restableciendo  la relación que antes  tenía con Dios, volviendo a ponerlo como punto de partida de su vida y de sus acciones. De esto podría surgir un interrogante ¿vuelve el hombre a Dios por interés de quedar sano? Aquí la respuesta es sí  y no, todo depende del proceso de la persona y de la radicalidad con la que vive su experiencia de Dios. 

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la vida una frustración respecto al proyecto inicial de Dios, que consistía en la

felicidad de la persona humana, pero que se ve interrumpido por la

desoladora muerte, de la cual todo ser humano siente miedo al no poder

constatar que hay después de ella.

Esta “maldición - castigo” de Dios hacia el hombre por los pecados, de la cual

nos hablaba el relato yahvista, va a quedar relegada a un segundo plano,

cuando más adelante en el diluvio Dios acepta al hombre tal como es y

promete no volver a atentar contra su integridad (Gn 8, 21). Desde este

momento entra a jugar un papel importante la libertad y la responsabilidad

del hombre para tomar sus propias decisiones y para regir su actuar

cotidiano. Podríamos decir que Dios ya no se hace responsable del actuar

humano.

Así mismo, dentro de esta visión de pecado – castigo, Dios acompaña en el

dolor y libera al hombre de su esclavitud como lo vemos en el éxodo (Ex 3, 7

9). Es Dios quien escucha el clamor de su pueblo y se acerca para liberarlo,

pero Dios no puede hacer todo, el hombre debe también poner de su parte y

hacer un compromiso. Este compromiso que Dios pide al hombre, es ante

todo “asumir una actitud de escucha frente a su realidad y frente a la

voluntad del Señor; es un compromiso de entrega mutua en la cual el hombre

se preocupa por las necesidades de sus semejantes y, de esta manera Dios

asegura su prosperidad” 79. Es el caso de Moisés, que después de múltiples

resistencias a la llamada de Dios, ve el dolor de su pueblo e inicia una ardua

lucha frente a su vocación y al compromiso que ha adquirido no sólo con su

 79 CARAVIAS, José Luis. Fe y Dolor. Bogotá, Selare, 1994, pág. 33. 

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pueblo, sino también y ante todo con Dios. Es así como comienza a generar

esperanza ante los múltiples sufrimientos ocasionados por la opresión y

muestra a un Dios que acompaña en todo el proceso de liberación; pero

hasta este momento no ha hecho un análisis profundo de lo que es Dios, es

al final, después de dar ese gran paso de la esclavitud a la libertad, cuando

reconoce en Dios a aquel que da la vida; porque para el pueblo, dejar la

esclavitud fue volver a vivir.

Pasando ya a los profetas, podemos ver cómo ellos se preocupan por que el

pueblo vuelva a Dios; pues, se han convertido en personas infieles a la

alianza sellada con Dios, ya que piensan que a pesar de las infidelidades el

Señor los perdonará. “Los profetas hacen un llamado vehemente a la

fidelidad y denuncian las injusticias cometidas contra el pueblo”80. Pero, el

caso más relevante sobre el sufrimiento lo encontramos en el libro de Job, el

cual nos presenta una relación de crisis entre Job y Dios y entre Job y sus

amigos.

Este estado de crisis se desata porque Job no entiende el por qué sufre el

justo, e inicia un camino para entender dicho problema, que al final se va a

dar cuenta que es un misterio que lo encierra todo. Es así que aparecen

ciertos personajes en el texto para justificar a Job: “Job cree en Dios, pero no

entiende por qué Dios le trata de esta manera y por ello se rebela contra la

imagen que sus amigos han hecho de Dios81”. Esta misma es la realidad de

muchos pacientes, los cuales manifiestan que no entienden por qué les ha

 80 RAVASSI, GUIRLANDA, VANNI. Diccionario de Teología Bíblica. Madrid, paulinas, 1996. Pág. 1094. 81 CARAVIAS, José Luis. Fe y Dolor. Bogotá, Selare, 1994, pág. 69. 

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llegado dicha enfermedad, si nunca han hecho mal a nadie y siempre han

llevado su vida de la mano de Dios.

La rebeldía de Job le lleva a experimentar que la imagen de Dios, no es

como los hombres pretenden que sea y esto hoy nos puede suceder ante

diferentes tipos de sufrimiento, que pensando que podemos ayudar, lo que

hacemos es agudizar la crisis de dolor y de sufrimiento. Me refiero aquí al

típico caso de Elifaz, uno de los amigos de Job, el cual “presenta la imagen

de un Dios que prueba y que corrige (Job 5, 17)”82 es decir, este amigo lanza

un juicio a priori sobre la culpabilidad de Job para justificar así su sufrimiento.

Job atraviesa por momentos áridos en su vida y en su sufrimiento,

experimenta “el dolor físico, la angustia por la caducidad de la vida y por la

aproximación de la muerte, la falta de consuelo y de comprensión, el

abandono de los amigos y de los parientes” 83. Esta crisis por la cual

atraviesa Job, la experimentan cada día los enfermos; pues muchos de ellos

sienten la proximidad de la muerte y se sienten impotentes, angustiados, y es

ahí donde desean seguir viviendo para terminar de desarrollar su proyecto de

vida, sus anhelos, sus ilusiones… el Job de nuestros días es todo aquel que

está abandonado en un hospital, todo aquel que está desconsolado por su

situación, el marginado de nuestra sociedad actual.

Al igual que Job, la persona enferma con su sufrimiento reniega de Dios, se

rebela contra su creador y ve a Dios como a un enemigo o adversario que le  

82 Ibíd. pág. 70 83 RAVASSI, GUIRLANDA, VANNI. Diccionario de Teología Bíblica. Madrid, paulinas, 1996. Pág. 1095 

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quita lo más preciado que es su salud y por ende su vida. Job a través de

todo el proceso que realiza se da cuenta de que Dios existe como el “bueno”

y, “aprende a reconocer su puesto, sus límites, su ignorancia y el camino

para vivir feliz. También aprende que el sentido del sufrimiento es el mismo

Dios”84.

Es este misterio de Dios en nosotros, el que hace que el sufrimiento sea

afrontado con fortaleza a pesar de los padecimientos, con ello no quiero decir

que hay que ser conformistas con nuestros dolores, no, todo lo contrario,

debemos asumirlos como una realidad siempre constante en nuestra vida y,

estos dolores pueden permitirnos experimentar a Dios como alguien cercano,

que acompaña aun en medio de nuestras rebeldías.

Job nos deja una enseñanza para nuestra investigación: nos enseña que del

dolor se puede sacar una bonita experiencia de Dios (Job 42, 5) para dar

sentido al sufrimiento y rendirnos ante Dios y no ante el dolor. Job trata de

encontrar una explicación a su sufrimiento, pero no logra saber el por qué de

su situación y, el diálogo que mantiene con sus amigos hacen que dude más,

pero no desfallece gracias a su fe.

De igual manera, en el Antiguo Testamento, nos encontramos con varios

intentos por definir el sufrimiento y lo hace desde diferentes perspectivas,

pero sin embargo no logra descifrar tal misterio. La mayor parte del Antiguo

Testamento cataloga al sufrimiento como un castigo divino, pero algunos lo

 84 Ibíd.  

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rebaten, como por ejemplo el libro de Jeremías, el cual nos dice: “por que

yo sé bien los proyectos que tengo con vosotros – dice el señor – proyectos

de prosperidad y no de desgracia, de daros un porvenir lleno de esperanza”

(Jer 29, 11). Así como esta cita lo dice, algunos si percibían a Dios como un

dador de vida. Job creyó en Dios hasta el final, nunca dudo de su bondad.

Escuchamos siempre que la voluntad de Dios para el hombre es que sea

feliz, que viva en paz y bienestar; pero cuando confrontamos nuestra

realidad, podemos notar que en nuestros días es el dolor, el mal, el

sufrimiento lo que más abunda; a raíz de esto pueden surgir algunos

cuestionamientos como por ejemplo: este sufrimiento, ¿será a caso por

causa de nuestros pecados?, o ¿Por qué consideramos a Dios fuera de la

realidad? O ¿Dios quiere que el hombre sufra para que lo experimente al

igual que Job? Frente a estos y otros interrogantes, se mueve el antiguo

testamento, queriendo encontrar respuestas al sufrimiento de la persona,

desde una visión de fe.

Siguiendo el Antiguo Testamento, nos encontramos con el libro de Isaías que

nos presenta la figura del siervo sufriente; desde aquí se puede hacer todo

un trabajo de la visión del sufrimiento, pues es una manera distinta de sufrir,

es algo que va en contra de la lógica de nuestro tiempo, donde se hace lo

posible por evitar el sufrimiento; en Isaías, el siervo sufriente va manso, como

cordero llevado al matadero. Esta manera de describir el sufrimiento es difícil

enmarcarla dentro del pensamiento del Antiguo Testamento, que es de

rechazo absoluto al sufrimiento.

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Esta figura hace pensar en aquellas personas que se sienten confundidas

por el dolor que experimentan, pues “los dolores del siervo de Yahvé son

horrorosos, no solamente produce el mal físico, sino que también tiene

connotaciones morales y espirituales85”; es decir, estas connotaciones de

dolor físico es experimentada por los enfermos, de manera especial, por los

enfermos terminales, los cuales se ven desmoralizados por su condición, se

sienten menos que los otros que los rodean y creo que en una palabra,

podríamos decir que se sienten inútiles; de esta manera la connotación

espiritual – religiosa se ve afectada, pues hay cierta resistencia a Dios, al

cual siempre se le pregunta: ¿Por qué a mí?

Luego de que el enfermo hace un proceso, al igual que el siervo de Yahvé,

acepta su misión “oprimido por el dolor debe anunciar el fin del sufrimiento;

debe iluminar, liberar, lograr anunciar la vida y dar luz”86. Se ubica aquí, la

fase de la aceptación, de la cual hablábamos en el capitulo anterior.

En cuanto a la identidad del siervo de Yahvé, se presenta como una “figura

enferma, repulsiva por su fealdad y su miseria; el siervo no es culpable sino

inocente; pero con todo no rechaza el sufrimiento, lo acepta sin reservas y lo

soporta; es un portador de bien y de bendición”87.

¿Será que quien lucha contra un cáncer terminal, por ejemplo, tiene o no

valor liberador? Nos dice la palabra de Dios que está aniquilado por el

 85 RAVASSI, GUIRLANDA, VANNI. Diccionario de Teología Bíblica. Madrid, paulinas, 1996. Pág. 1096 86 CARAVIAS, José Luis. Fe y dolor. Bogotá, Selare. 1994. Pág. 59. 87 GONZALEZ N, Ángel. Antes que el cántaro se rompa. Madrid, san Pablo. 1993. pág. 65   

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sufrimiento, hasta el punto de no parecer un ser humano se convertirá en

triunfador (Is 52, 13 – 14), para comprender esta afirmación “es necesario

sobrepasar los límites de las explicaciones humanas, para entender la

extraña victoria de la justicia de Dios, sobre la injusticia del hombre”88. La

paradójica de Dios es difícil de entender a la razón humana; solo la fe, nos

permite aceptar nuestros sufrimientos con paciencia y con miras a la

salvación.

3.2 EL SUFRIMIENTO Y LA ENFERMEDAD EN EL NUEVO TESTAMENTO: Dar una mirada a la enfermedad y al sufrimiento desde el Nuevo Testamento

es adentrarnos al misterio de Cristo. Cristo que asume nuestra condición

humana realiza todo un proceso de vida normal en el cual se encuentra con

el sufrimiento tanto propio como el de los demás seres que le rodean; su

mensaje se dirige precisamente a aquellos que por circunstancias de la

época son marginados y rechazados, son personas que para la sociedad no

cuentan; es decir, son excluidos del circulo social. Jesús con su gran bondad

se dirige a ellos y les hace sentir nuevamente personas, les hace sentir que

son hijos de Dios, que son útiles a la sociedad. Con estos hechos, Jesús

revoluciona las leyes del pueblo.

El Nuevo Testamento nos muestra a Jesús solidarizado con el sufrimiento

humano, Él mismo padeció en una cruz, entregándose por los hombres; pero

antes de esta entrega gastó su vida anunciando la Buena Nueva de Dios,

reintegrando a la sociedad a quienes habían sido excluidos, dando vida a  

88 CARAVIAS, José Luis. Fe y dolor. Bogotá, Selare. 1994. Pág. 63 

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85

quienes no la tenían. La Sagrada Escritura lo manifiesta de la siguiente

manera: “recorría Jesús toda galilea, enseñando en las sinagogas,

proclamando la Buena Noticia del Reino y curando toda enfermedad y

dolencia del pueblo”· (Mt 4, 23).

El anuncio de Jesús, la Buena Nueva, trae un mensaje de una esperanza

viva para quienes le siguen; es así que Jesús mismo le responde a los

mensajeros de Juan bautista sobre su identidad: “id a contad a Juan lo que

habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan

limpios, los ordos oyen y se anuncia a los pobres la Buena Noticia” (Lc 4, 16

– 21). Esta cita nos muestra el ministerio de Jesús, al cual le dedicó su vida

y su amor, entregándose por los enfermos a pesar de las críticas que recibía

de parte de los notables del pueblo y hasta de su propia familia. Tal vez en el

momento, no entendieron el mensaje y las obras de Jesús, por ser motivo de

escándalo y cambio en la manera de ver las cosas; pero Jesús quiso mostrar

una nueva vida llena de esperanza, buscando siempre la sanación integral;

es decir, comprometer a la persona en todo su ser para sentirse de esta

manera liberado del mal y del dolor.

Jesús se mostró siempre compasivo y misericordioso con quien sufría en

cualquiera de sus dimensiones y le muestra de esta manera, en medio de los

tormentos, un rostro amable, que acompaña no sólo la enfermedad física,

sino que, ante todo, curaba la enfermedad del alma.

Para nuestra investigación, debemos decir que es indispensable que la

persona que está enferma sienta la necesidad de dejarse curar por Jesús y

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lógicamente por los profesionales de la salud. Jesús requiere de nosotros

disponibilidad, aceptación y compromiso más no resignación, por que en la

resignación no cabe la fe; y, la sanación integral de la persona se da en un

gran porcentaje por la fe, el entusiasmo y la disponibilidad para dejarse tocar.

El Nuevo Testamento no nos presenta el dolor de Jesús como centrado en sí

mismo, sino que es un dolor “universal”, centrado en Dios y manifestado en

la solidaridad con todos los hombres. Jesús desde el comienzo de su vida

sintió de cerca el sufrimiento; así pues, se presenta desde el primer momento

de la encarnación con el dolor de la madre para explicar un embarazo

misterioso, lo cual le acarrearía a María la muerte o también cuando nace

este niño en medio de la pobreza, fuera de su propia casa, en medio de

incomodidades. Más adelante Jesús experimenta el dolor de la emigración,

ya que Herodes manda matar a todos los niños nacidos en su época, pues

se pensaba que Jesús era una amenaza para el imperio; por ello la familia

de Nazareth tuvo que emigrar al extranjero pasando necesidad de hambre,

frio, calor, etc.

Cuando Jesús se fue haciendo grande vivió en su pueblo de Nazareth y allí

trabajo como cualquier hombre de su época. En medio de su sencillez

conoció el trabajo cotidiano de cada día, el cual lo utiliza más adelante para

explicar el Reino de Dios en un lenguaje asequible a todas las personas. Su

naturalidad humana fue tanta, que vivió la pobreza con extremidad: “el hijo

del hombre no tiene donde reclinar la cabeza” (Mt 8, 20); con lo cual nos

muestra que experimentó las necesidades que experimenta todo hombre,

incluso las necesidades más esenciales.

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Revisando los Evangelios, percibimos que Jesús, al igual que todo ser

humano, experimentó muchas dudas, miedos y tentaciones, lo cual se

convierte en un conflicto interior. Sintió dudas sobre su misión, cómo la había

de cumplir; es lo mismo que todos nosotros vivimos en muchas etapas de

nuestra vida, es lo mismo que la persona enferma siente y éstos con mayor

fuerza, pues ni siquiera saben si van a superar esa crisis por la que están

pasando. De igual manera Jesús, a pesar de ser el hijo de Dios no tenía todo

claro.

Muchas personas enfermas, por su condición de impedidos, sufren el dolor

del desprecio o la indiferencia, ya sea por parte de quienes les atienden o de

su propia familia. Jesús también experimentó este dolor, constantemente era

cuestionado por sus intervenciones, ya que los doctores de la ley lo

consideraban hombre sin estudios (cfr. Jn 7, 15), además lo despreciaban

por pertenecer a una región que tenía mala fama (cfr. Jn 1, 46; 7, 41 – 52) y

hasta su propia gente lo rechazaba, por ser el hijo de un carpintero,

pensaban que era imposible que fuera el enviado de Dios (cfr. Lc 4, 22 – 29).

Muchos de nosotros sentimos a veces, en el transcurso de la vida, un cierto

“abandono de Dios” debido a las dificultades de la vida misma, las calumnias,

las envidias, los aislamientos, las opresiones, etc. Pero si miramos la vida de

Jesús, no es que se diferencie mucho de nuestra propia vida; él Nuevo

Testamento nos muestra también los sufrimientos que Jesús tuvo a este

nivel. Hagamos un pequeñísimo recorrido:

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Jesús sufrió el horror de la calumnia y la persecución; sobre todo lo trataron

de mentiroso (cfr. Mt 27, 63), de endemoniado (cfr. Lc 11, 14 – 23), de

engañador del pueblo (cfr. Jn 7, 47), se le considero como gran pecador (cfr.

Jn 9, 24), de blasfemo (cfr. Jn 10, 33), de loco (cfr. Jn 10, 20; Lc 23, 11), de

enemigo político y religioso (cfr. Jn 8, 48). Cuando se acercaba su final, el

pueblo a quien Jesús le sirvió, se entregó y le predicó el Reino de Dios,

gritaba con fuerza su condena, para dejar en libertad a un asesino llamado

Barrabas (cfr. Mt 27, 16 – 25). Sufrió Jesús el desprecio y las burlas de la

gente que pasaba (cfr. Lc 23, 35), de los soldados (cfr. Lc 23, 36 – 37), de

uno que iba a ser crucificado con él (cfr. Lc 23, 39). Sufrió la tortura de la

flagelación, la coronación de espinas, clavos en manos y pies; juicios

fraudulentos, testigos falsos (cfr. Mt 26, 57 – 69; 27, 11 – 50) y además una

muerte vergonzosa en la cruz que era el peor castigo para los malhechores.

Pero, al padecer Jesús todos estos sufrimientos en el transcurso de su vida,

comprendió el dolor de sus hermanos, tanto ayer como hoy. Es por eso que

el evangelista Mateo nos hace actual una frase de Jesús: “venid a mí los que

se sienten cansados y agobiados, que yo los aliviaré” (Mt 11, 28).

Es pues, Jesús, el hombre solidario con toda clase de sufrimiento; es decir,

sufre con el pobre (cfr. Mt 15, 32), con los enfermos de toda clase, con los

extranjeros, con el asaltado, con los marginados (los leprosos). Si miramos a

Jesús, vemos que El nos enseña a ser prójimo, ya que El es el modelo y para

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ello enseña la parábola del buen samaritano (cfr. Lc 10, 29 – 37), la cual

“rompe con los esquemas tradicionales del pueblo judío”89.

En la parábola del Buen Samaritano, Jesús muestra la actitud del hombre

frente al sufrimiento del otro; muchos pasan de largo con indiferencia, Jesús

nos enseña a detenernos, a tener compasión y amor con el prójimo. “buen

samaritano es todo hombre, que se para junto al sufrimiento de otro

hombre”90. Todos estamos llamados a ser buenos samaritanos; quien sufre,

espera siempre una palabra de aliento, una sonrisa, una pequeña

manifestación de amor, lo cual se puede hacer sólo con el detenernos un

instante.

Jesús nos enseña que ser Buen Samaritano es entregarnos al otro y poner

nuestra disponibilidad al servicio total, es actuar a favor de quien sufre, es

dejar nuestra cabalgadura de la indiferencia, del orgullo, de la prepotencia

para asumir un verdadero compromiso con quien sufre, siendo sinceros con

él y consigo mismo. Quien pasa de largo ante el sufrimiento, es porque tal

vez no ha tenido un encuentro verdadero con Jesús, es porque le interesa

más su activismo y no la compasión y el amor; le interesa más su sueldo y no

un servicio humano e integral.

 89  La  parábola  del  buen  samaritano,  no  rompe  sólo  con  los  esquemas  del  judaísmo;  sino,  que  es también aplicable a nuestros días, pues la realidad nos muestra que andamos como aquel sacerdote y aquel Leví del texto bíblico; es decir, andamos preocupados por nuestras labores diarias y nos hemos olvidado de la persona humana; por eso muchas veces pasamos de largo ante el sufrimiento. 90 JUAN PABLO II. Salvifici Doloris. Lima, ed. Salesiana. 1984. # 28. Pág. 64

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Jesús nos invita a no dejar de lado a quien sufre, a no serle indiferente, a no

reprocharle en sus caprichos, a mostrarnos dispuestos, atentos y activos en

el servicio, a ser humanos y humanizadores del dolor, a dejar de lado las

propias preocupaciones y a valorar al otro como creatura de Dios, que

necesita nuestro consuelo, nuestra ayuda y nuestra atención.

Jesús deja un grupo de seguidores, a los cuales recomienda la atención a los

enfermos. Los Hechos de los Apóstoles y las Cartas Paulinas y Apostólicas,

nos dan fe de que el servicio a los enfermos ha sido siempre una de las

tareas principales de la Iglesia, desde el momento de su fundación. La

atención a la persona enferma es pues, labor primordial de todo cristiano, el

cual está llamado a imitar a Jesús.

3.3 LA ENFERMEDAD EN EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA: Voy a hacer un pequeño recorrido por algunos documentos de la Iglesia, que

se han referido al sufrimiento de la persona humana, con ello podremos

saber las orientaciones que a través de la historia, se han tenido en la Iglesia

para acompañar el sufrimiento del hombre.

3.3.1 PIO XII: El papa Pio XII, se refirió al sufrimiento desde lo moral y lo pastoral. Así

tenemos, desde la parte moral, algunas alocuciones a los médicos, en las

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cuales les dice: “estén persuadidos de que, combatiendo el mal físico en

todas sus formas, contribuyen a reparar, en la medida de su poder, alguna de

las consecuencias del desorden del pecado que el hombre introdujo en el

mundo”91.

El papa Pio XII realiza una clara invitación a combatir el mal físico, de

manera tal, que se puedan reparar de alguna forma las consecuencias que

trae consigo el sufrimiento. Llama también la atención sobre el designio de

Dios, claro está que sin caer, en un dolorismo o en un sufrir por sufrir; más

bien, es llegar a una adaptación convencida de que por medio del sufrimiento

se adentra en el misterio salvífico de Cristo.

De igual modo, habla del dolor unido a los valores religiosos y morales, no

con el fin de exaltar el dolor, sino para verlo como un medio que lleva a la

aceptación consciente de la voluntad de Dios: el dolor no constituye un hecho

puramente negativo, ya que, por lo contrario, va asociado a los valores

religiosos y morales elevados… “el cristiano no tiene nunca la obligación de

aceptar el dolor por el dolor, debe considerarlo como un medio, más o menos

apto, según las circunstancias, para el fin que se pretenda,… la aceptación

del dolor físico no es sino una manera, entre muchas otras, de significar lo

que constituye lo esencial, que es la voluntad de amar a Dios y servirle en

todo…”92. La aceptación del dolor sólo es válida, si se hace desde un camino

de fe, uniéndolo al dolor de Cristo; de lo contrario, se caería en un

masoquismo, donde sufro por sufrir.

 91 El sufrimiento humano en el magisterio de la iglesia. Curso sobre bases doctrinales de la pastoral de la salud. Bogotá, Selare, pág. 34.  92 Ibíd. Pág. 35.   

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Por otra parte, desde el punto de vista pastoral, en lo referente al cuidado del

enfermo, Pio XII presenta algunas actitudes que se han de tener en cuenta

para tal fin: “… ¿Qué sucedería si un día viniera de improvisto Jesús a pedir

hospitalidad?... pues bien, es cierto que todos los hombres enfermos son la

imagen de Jesús (Mt 25, 39 – 40)… para ello se requiere una gran

preparación, ya que ante el enfermo, el médico tiene que responder no de un

asunto material, sino de una persona que está hecha a imagen y semejanza

de Dios”93. Compaginando esto con la espiritualidad de San Camilo de Lellis,

estamos todos llamados a ver en el enfermo, al mismo Cristo sufriente.

3.3.2 JUAN XIII:

El papa Juan XXIII, fue un gran hombre conocedor de su propia realidad,

que experimentó en sí mismo el dolor de la guerra; hombre humilde, pobre y

sencillo, que volcó su mirada a las necesidades de los pobres, los abatidos y

es desde esta perspectiva que inicia su ministerio encaminado a brindar

esperanza en medio de las dificultades en concordancia con su antecesor

Pio XII.

El aspecto del sufrimiento que subraya Juan XXIII es el antropológico, en el

cual recuerda que la condición humana está sujeta al dolor, a la limitación: “el

dolor físico y moral es el compañero inseparable de nuestra existencia… la

alegría, fruto de la paz, no es de todos los días. Nuestro patrimonio es

también el dolor, aunque, como es natural, querríamos rechazarlo y no

estamos siempre inclinados a soportarlo con paciencia”94. Vemos pues, que

enmarca el aspecto del sufrimiento dentro de una realidad que acompaña la

 93 Ibíd. pág. 35 94 PASTORAL DE LA SALUD, CELAM. Editorial Litocamargo.  Bogotá 1999. Pág. 100. Citando a: Bermejo, Jesús María, Juan XXIII: mensaje espiritual, 1979, pág. 170. 

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vida de la persona; el ser humano, en su carácter de finitud, esta propenso al

sufrimiento, al debilitamiento de su ser.

Juan XXIII, cambió en su poco tiempo de pontificado, el estilo de vida de los

pontífices, éste papa salió del vaticano a visitar parroquias de Roma y

algunas ciudades Italianas, lo cual, nunca antes se había hecho. Fue quien

convocó al concilio Vaticano II para renovar a la iglesia, poniéndola más

acorde con los cambios y problemas del mundo contemporáneo.

3.3.3 EL CONCILIO VATICANO II:

El Concilio Vaticano II es un gran signo dirigido a los hombres de nuestro

tiempo; dice textualmente:

Hemos recibido el signo, pero, ¿seremos capaces de leerlo? ¿De interpretarlo? Un gran viento sacude a la Iglesia. ¿Seremos capaces de entenderlo? Fue esta la cuestión dominante en el último sínodo extraordinario de 1985. ¿Qué será de estos textos sin el espíritu que los anima y que nos abre el corazón para comprenderlos? El signo del Concilio es contemporáneo a las amenazas de destrucción de la humanidad. Por eso, proponiendo a Cristo como vida, a la Iglesia como sacramento de vida y de salvación universal, el Concilio puede ayudar a los hombres a triunfar sobre la muerte, a condición de que lo encaremos en nuestras vidas. Pero sobre todo, el Concilio debe gastar santos, para testimoniar fecundidad; el mundo los espera. Si ellos no se hacen visibles, los hombres vivirán en densa niebla y morirán95.

 95 LATOURELLE, René. Vaticano II, Balance y Perspectivas. Ediciones Sígueme. Salamanca 1990.  1220 págs.  

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Nuestro tiempo está necesitado de personas que sepan comprender las

enseñanzas del Concilio y las pueda aplicar a su vida, poniéndolas al servicio

de los demás. En el campo de la enfermedad, necesitamos personas que a

imagen de Jesucristo, se comprometan en un trabajo pastoral, que ayude a

vivificar el aspecto salvífico del sufrimiento. El concilio invita a salir al

encuentro del hombre.

Hay que decir por lo tanto, que el Concilio Vaticano II fue un concilio pastoral,

en esto se diferencia de los anteriores concilios que se habían dedicado a

afrontar errores de dogma y moral y a rebatir herejías. “el Concilio Vaticano II

se esforzó desde un principio por presentar al hombre de hoy una faz nueva,

renovada, de la iglesia”96. Toda la Iglesia de nuestros días reconoce el

concilio Vaticano II como la renovación de la Iglesia.

Frente a este criterio del Concilio, se reconoce que la humanidad está en

continua espera, pero que a la vez, sufre las debilidades del cuerpo; en este

sentido, la constitución Gaudium et Spes nos recuerda que: “los gozos y las

esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo,

sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y

esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo y no hay nada

verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón” (GS 1).

 96 Concilio Vaticano II. Documentos completos. Ediciones paulinas. Bogotá. Pág. 11 

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3.3.4 PABLO VI

Al igual que Juan XXIII, Pablo VI abordó el tema del sufrimiento desde lo

antropológico, pero le da una visión mucho más amplia; dice: “de un modo u

otro, todos sufrimos; y, ¿no vamos a oír la invitación con que nos llama hacia

el hombre que conoce el sufrimiento? (Is 53, 3) el dolor, que en el mundo

natural es un motivo de aislamiento, de exclusión; para Jesús es punto de

encuentro, es una comunión”97.

Pablo VI presenta su doctrina a cerca del sufrimiento, la cual podríamos

resumir en cinco bloques:

• Dimensión redentiva – oblativa del dolor; haciendo una lectura del

sufrimiento desde la persona de Jesucristo, como un momento de

amor y de entrega por toda la humanidad. El sufrimiento nos puede

llevar a “abrirnos” a los demás.

• Semejanza teológica del enfermo con Cristo: la persona enferma está

llamada a poner sus dolores al lado de la cruz de Cristo, la cual es

sigo de redención y de salvación. La cruz, el sufrimiento, nos abre el

camino hacia una nueva vida en el amor.

• Deber de solidaridad para con los enfermos: la solidaridad para con

los enfermos, su atención, es una necesidad de labor pastoral para la

Iglesia; la cual, a imagen de Cristo, debe tener una inclinación especial

 97 El sufrimiento humano en el magisterio de la iglesia. Curso sobre bases doctrinales de la pastoral de la salud. Bogotá, Selare,  Pág. 42 

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96

hacia estas personas que sufren en su cuerpo el dolor de la

enfermedad, así como Cristo mismo lo hizo.

• Diversidad de sufrimientos: físicos, morales, espirituales. La Iglesia no

debe preocuparse sólo por acompañar el dolor físico de la persona,

sino y ante todo, su dolor espiritual, el cual está oculto a los ojos de las

demás personas y puede ocasionar grandes heridas a la persona en

su interior.

• Teología de la cruz: El cristiano no debe temerla; por el contrario el

seguimiento de Cristo comportará renuncias y sufrimientos ante una

sociedad que niega la común dignidad de todos y que persigue a

quienes luchan por la justicia.

3.3.5 JUAN PABLO II: Como muestra del amor por los enfermos, y como anécdota de su propia

vida, el papa Juan Pablo II, lo primero que hizo después de tomar las riendas

de la Iglesia, fue ir a visitar a un amigo enfermo en el policlínico de Gemelli, y

en esa ocasión dijo:

Queridos hermanos, querría confiarme a vuestras oraciones. Aunque vosotros seáis débiles, mirando a vuestras condiciones físicas, aunque estéis enfermos, también sois muy poderosos, como es poderoso Jesucristo crucificado. Así, pues, vuestra fuerza está en vuestra semejanza con El mismo. Tratad de utilizar esa fuerza para el bien de la Iglesia, de nuestros íntimos, de vuestras familias… de toda la humanidad. Y también para el

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bien del ministerio del papa que es, en otro sentido, también muy débil… me dirijo en especial a los enfermos, no sólo para consolarlos, sino para darles el ánimo que nos viene de la fe… por otra parte me atrevería a decir que sois privilegiados desde el punto de vista sobrenatural, por vuestra semejanza particularísima con Nuestro Señor Jesucristo crucificado… sois tan poderosos, porque sois tan semejantes a Él. Y yo me apoyo en vosotros…98.

El papa Juan Pablo II, en todo su pontificado fue muy dado a la atención a

los enfermos, a los pobres, a los más afligidos. El mismo fue probado por el

dolor a través de un atentado contra su vida, pero nunca desfalleció; su amor

por los enfermos estuvo siempre presente en él. Su ministerio hacia el

sufrimiento lo podemos resumir en las siguientes líneas:

• Redentiva oblativa: al igual que su antecesor, Juan Pablo II pone en el

sufrimiento un carácter de apertura hacia los demás. Ve en el

sufrimiento de Cristo la entrega total por todos nosotros e invita a

todos los enfermos para que pongan sus sufrimientos al lado de los de

Cristo, ofreciendo este dolor por el perdón de sus pecados y la

salvación del mundo.

• Dimensión eclesiológica: el sufrimiento de una persona, debe ser

sufrimiento de la Iglesia, pues al hacer cada persona parte viva de la

Iglesia, su enfermedad adquiere un carácter comunitario, en el cual

todos los que pertenecemos a la Iglesia debemos orar por su salud y

estar prestos a su servicio.

 98 Lo comenta el libro PASTORAL DE LA SALUD de SELARE. 1999 pág. 111; citando a: Jesús A. Martínez, op. Cit., pág. 47 

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98

• Insistir en que debemos ver en los que sufren a Cristo mismo

sufriente. La invitación especial es que veamos en el enfermo a Cristo

mismo, que sufre con él. Esto ya lo había inscrito San Camilo de Lellis

dentro de la espiritualidad de los Ministros de los Enfermos. Ver a

Cristo en la persona que sufre, nos motiva para servirle con una

entrega total.

• Debemos ser, para quienes sufren, los samaritanos, los cirineos y no

pasar de largo; es toda una aplicación de cómo se debe servir a los

enfermos a la luz de la parábola del Buen Samaritano; una invitación a

detenernos ante el dolor, ante la persona que necesita de nuestra

ayuda.

• Cristo es el “varón sufriente” por excelencia y gracias a Él, el

sufrimiento tiene una visión diferente.

• Jesucristo vence el sufrimiento por el amor; de igual manera, el

cristiano debe sufrir, tener esperanza y no dejarse arrastrar por la

desesperación; pues el sufrimiento, se presenta como una vocación a

la cual han de responder todos los hombres, con espíritu de fe. Sólo la

fe nos permite comprender el sufrimiento como un camino de

salvación.

Los papas anteriores a Juan Pablo II, tal vez hayan tenido dentro de su

ministerio una inclinación por este aspecto del sufrimiento, pero ninguno lo

hizo como él. Tuvo tanta importancia el sufrimiento de la persona humana

para este papa, que nos regaló la Salvifici Doloris, que es el primer

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documento de la Iglesia que desarrolla como tema central el sufrimiento.

Pero a demás de este documento, que a continuación vamos a desarrollar,

también se debe a él la institución de un dicasterio específico para la pastoral

de la salud: el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios.

3.3.6 SALVIFICI DOLORIS:

El sufrimiento humano, aun habiendo sido tratado en muchas ocasiones y

por diversos pontífices, no había sido desarrollado doctrinalmente, hasta que

en febrero de 1984, en la fiesta litúrgica de la virgen de Lourdes, fue

publicada la carta apostólica “Salvifici Doloris”, publicada al español como:

“dimensión cristiana del sufrimiento humano”99.

La carta apostólica Salvifici Doloris, quiere ser una respuesta al sufrimiento

cristiano, por ello toma de las Escrituras, diferentes textos con el fin de darle

explicación razonable; uno de estos textos puede ser el del apóstol San

Pablo donde nos dice: “ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros”.

Esta alegría “deriva del descubrimiento del sentido del sufrimiento”100.

Descubrir el sentido del sufrimiento implica todo un proceso en donde no

solamente está comprometido quien sufre, sino también todo su círculo

social; es decir, familia, quienes lo asisten, amigos, vecinos, conocidos.

 99 PASTORAL DE LA SALUD, CELAM. Editorial Litocamargo.  Bogotá 1999. Pág. 113. 100 Juan PABLO II. Salvifici Doloris. Lima. Ed. Salesiana. 1984. # 1. Pág. 3 

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100

                                                           

Por otra parte, hay que tener en cuenta que la dimensión del sufrimiento va

más allá de una simple enfermedad; es decir, se enraiza en lo profundo de la

humanidad, pues, el sufrimiento como tal está relacionado con el dolor físico,

pero muchas veces se olvida el dolor moral. “El sufrimiento físico se da

cuando de cualquier manera duele el cuerpo, mientras que el sufrimiento

moral es dolor del alma”101. La labor de todo cristiano es imitar a Cristo,

quien a demás de curar el dolor físico, curaba el dolor del alma; nosotros

como pastoralistas, estamos llamados a llevar “un remedio” para el alma de

la persona.

Tal vez el dolor físico sea doblegado por medios terapéuticos con los cuales

el individuo reduce su sufrimiento, pero queda el dolor moral que va más allá

de la imaginación y que sólo quien lo experimenta sabe cuánto le afecta; la

terapéutica no puede hacer nada para aliviar este dolor moral y es por eso

que las personas además de soportar su dolor físico, deben también soportar

su dolor moral. El encuentro de estos dos dolores hace muy lento el proceso

de mejoramiento; se puede vislumbrar aquí la importancia del trabajo

pastoral, pues está encaminado a “aliviar” ese dolor moral de la persona.

El sufrimiento moral puede ser visto desde la Sagrada Escritura como el

peligro de muerte, la muerte de los propios hijos y especialmente la muerte

del hijo primogénito y único. También, “la falta de la prole, la nostalgia de la

patria, la persecución y hostilidad del ambiente, el escarnio y la irrisión hacia

quien sufre, la soledad y el abandono, el remordimiento de conciencia, la

dificultad en comprender por qué los malos prosperan y los justos sufren, la

 101 Ibíd. # 5 pág. 7 

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101

                                                           

infidelidad e ingratitud por parte de amigos y vecinos, las desventuras de la

propia nación”102.

También hoy, en nuestra sociedad actual, podemos considerar como

sufrimiento moral el desplazamiento a causa de la injusticia de aquellos que

quieren imponer sus propias leyes, aplastando al más humilde, al pobre. Otro

factor es el secuestro, lo cual causa tanto dolor a quien lo padece como a su

familia, siendo este medio el que más lleva a las personas a la depresión y

lógicamente a la desesperación, a la desestabilización emocional y psíquica.

Si bien es cierto, el sufrimiento es muy complejo e implica todo el ser de la

persona; es decir, todas sus dimensiones, lo cual muchas veces no es fácil

de superar e implica un acompañamiento en el cual quien sufre ha de

expresar sus emociones y todo su dolor, para que así mismo vaya

encontrando sus propias respuestas, pues quien acompaña sólo se limita a

escuchar y a guiar el dialogo, pero no a dar soluciones.

Todo aquello que afecta a la persona tanto interior como exteriormente, es

considerado como mal: “el mal es una cierta falta, limitación o distorsión del

bien. El hombre sufre a causa de un bien del que él no participa, del cual es

en cierto modo excluido o del que él mismo es privado”103.

 102 Ibíd. # 6 pág. 8 103 Ibíd. #7 pág. 12 

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102

                                                           

Este concepto sobre el mal está ligado al bien de cierta manera, pero no

quiere decir que está ligado al bien, por ello cuando se encuentra el

verdadero sentido del sufrimiento hay una “comunión y solidaridad con los

demás hombres que sufren”104. El sufrimiento nos lleva a reconocernos

finitos y necesitados de los demás, por ello nuestra solidaridad se abre

también a aquellas personas que sufren; podríamos decir que el propio

sufrimiento nos lleva a acercarnos al sufrimiento de los demás.

A través de la historia, el ser humano siempre se ha preguntado sobre el

sentido del sufrimiento o en otras palabras el ¿por qué y para qué del

sufrimiento? a lo cual siempre ha sido difícil responder e incluso “se llega a

no sólo múltiples frustraciones y conflictos en la relación del hombre con

Dios, sino que hasta se llega a la negación misma de Dios”105; pues la

imagen del Misericordioso se ve oscurecida por las dificultades que padece

el individuo; sin embargo, Dios permite este proceso y escucha la voz del

afligido, atormentado por sus dolores, al igual que Job, para luego hacer

entender que el sufrimiento “es un misterio que el hombre no puede

comprender a fondo”106. Hay que tener en cuenta “que no todo sufrimiento es

consecuencia de la culpa y que tenga un carácter de castigo”107. Muchos de

los sufrimientos de la persona, son propiciados por ellos mismos, debido a su

irresponsabilidad ante la propia vida.

 104 Ibíd. # 8 pág. 13 105 Ibíd. # 9 pág. 15 106 Ibíd. # 11 pág. 18 107 Ibíd. # 11 pág. 19 

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103

                                                           

El sufrimiento muchas veces es visto y entendido como castigo por las

culpas; en vez de ello hay que entender que “el sufrimiento debe servir para

la conversión, para la reconstrucción del bien en el sujeto… la penitencia

tiene como finalidad superar el mal… y consolidar el bien tanto en uno mismo

como en la relación con los demás y, sobre todo, con Dios”108. La realidad

vivida en las instituciones de salud con los enfermos, ciertamente confirma

que el sufrimiento es motivo de conversión y de arrepentimiento.

Esta conversión, como respuesta al sufrimiento, ocurre por el amor que ha

sido derramado en nuestros corazones, ese amor que lo transforma todo y

lleva al encuentro con Dios por medio de los otros. Pero, este amor, por el

ritmo que llevaba nuestra vida lo habíamos hecho a un lado; mas ahora, con

el sufrimiento, ese amor surge de nuevo en nosotros y, la fe nos lleva a

comprender que es el amor que Cristo entregó en la cruz por la redención de

los hombres.

El amor-salvación que entrega Cristo es con el fin de dar al hombre una

nueva vida, por ello “salvación viene a significar liberación del mal”109, es un

darse totalmente de Cristo a la humanidad para elevarla a la condición de

hijos de Dios. Esta salvación unida al amor lleva al hombre a un encuentro

personal con Dios, el cual permite a la humanidad llegar a él por medio de su

hijo Jesucristo.

 108 Ibíd. # 12 pág. 21 109 Ibíd. # 14 pág. 22 

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104

                                                           

El amor que entrega Cristo como redención, es llevado hasta el extremo; es

decir, hasta la cruz donde se manifiesta la gloria de Jesús en su Padre

Celestial. Por ello el sufrimiento cuando es entendido desde la perspectiva

evangélica, lleva al sufriente a entregarse en relación con el misterio de la

cruz y se hace partícipe de los dolores y padecimientos de Cristo: “Por medio

del sufrimiento Cristo hace posible que el hombre no muera, sino que tenga

la vida eterna”110. Para algunos racionalistas no es concebible el tener que

sufrir para gozar la eternidad, pero es que aquí no se trata del sufrir por sufrir,

sino, el sufrir a la luz de Cristo, como una donación hacia los demás.

Cristo mismo da la respuesta al sufrimiento a través de sus enseñanzas y de

su sufrimiento voluntario, el cual lo hizo para la salvación del hombre; por

ello: “la participación en los sufrimientos de Cristo es, al mismo tiempo,

sufrimiento por el reino de Dios”111.

Así pues, “sufrir significa hacerse particularmente receptivos, abiertos a la

acción de las fuerzas salvíficas de Dios ofrecidas a la humanidad en

Cristo”112. El sufrimiento humano hace que el hombre manifieste su madurez

tanto moral como espiritual, con lo cual acepta los padecimientos no como

resignación, sino como medio por el cual se llega a Dios y se participa con

Cristo en la gloria del padre.

 110 Ibíd. # 16 pág. 28 111 Ibíd. # 21 pág. 43 112 Ibíd. # 23 pág. 47 

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105

                                                           

Cristo, como Dios y hombre, es el primero que describe con sus

padecimientos el evangelio del sufrimiento, el cual lo redimensiona y lo

asume por amor. Así pues, “el evangelio del sufrimiento significa la

revelación de la fuerza salvadora y del significado salvífico del sufrimiento en

la misión mesiánica de Cristo y luego en la misión y en la vocación de la

Iglesia”113. Pues, la Iglesia está llamada a seguir realizando la obra de Cristo

en la tierra; es decir, está llamada a redimir a los hombres y a liberarlos de su

sufrimiento.

Para la Iglesia, el evangelio del sufrimiento, ha sido asumido con gran

delicadeza; el cual está reflejado en la caridad que muchos hombres y

mujeres han asumido como tarea propia de la evangelización y es desde el

mismo evangelio a imitación de Cristo y de San Camilo de donde han tomado

fuerzas para apoyar, acompañar y curar las dolencias del alma a quienes

sufren en esos lechos dolorosos y en medio del abandono.

El evangelio del sufrimiento nos enseña el sufrimiento por Cristo y, a causa

de Cristo; es decir, entregar la vida y los dolores a los padecimientos de

Cristo con el fin de ser consolados por él: “venid a mi todos los que estáis

cansados y agobiados que yo os aliviaré”. También, en “el sufrimiento se

esconde una fuerza que acerca al hombre interiormente a Cristo, una gracia

especial”114 y esto es corroborado en aquellos pacientes que en el

transcurso de su vida han estado alejados de Dios y cuando se enferman

buscan consuelo en Dios ante sus dificultades, e inician un camino de

conversión, de madurez interior.  

113 Ibíd. # 25 pág.54 114 Ibíd. # 26 pág. 57 

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106

Es aquí donde se ubica este trabajo, queremos saber por qué en la

enfermedad el hombre se acerca más a Dios; ya vimos en el primer capítulo

que puede ser porque en ese momento de sufrimiento, la persona se da

cuenta de todas sus debilidades, siente que no es nada, siente que el mundo

sigue igual si él se va, vive la soledad, la esclavitud de sí mismo, la

indiferencia etc. Y después de realizar toda una relectura de su propia vida,

ve que Dios es el único que le ha acompañado siempre, que nunca se ha ido

de su lado y que en esos momentos tan duros de dolor, El lo conforta. Pero

aquí vemos también que la enfermedad es considerada como una gracia

especial. Retomando el primer capítulo podríamos decir que, esa gracia

especial es, el tiempo que el hombre tiene para pensar en sí mismo, en su

vida; pues, en los momentos de salud no tiene este tiempo para sí mismo,

sino que se ocupa de su trabajo, de su familia, del sustento diario, pero no se

regala un instante para sí mismo. La enfermedad le torga este tiempo para sí

mismo, y al tener este tiempo, no nos queda más que volver a nuestro

fundamento: DIOS.

3.3.7 EVANGELIUM VITAE:

Es una encíclica promulgada el 25 de marzo de 1995, la cual proyecta el

tema básico de la pastoral de la salud (el respeto y cuidado de la vida) en

todos los ámbitos de la pastoral de la Iglesia. La Encíclica quiere ser una

confirmación precisa y firme del valor de la vida humana y de su carácter

inviolable.

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107

                                                           

La Evangelium Vitae nos dice: “quienes sufren a causa de una existencia de

algún modo disminuida escuchan de Jesús la Buena Nueva de que Dios se

interesa por ellos y tienen la certeza de que también su vida es un don

celosamente custodiado en las manos del padre (Mt 6, 25 – 34)”115. Esta

reflexión lleva a verificar en la existencia humana la certeza de que Dios

cuida del hombre y por ende le acompaña en sus sufrimientos, le hace

experimentar el “estar ahí” de Dios. A pesar de las difíciles circunstancias.

Además “la multitud de los enfermos y marginados que siguen y buscan a

Jesús (cfr. Mt 4, 23 – 25), encuentran en su palabra y en sus gestos la

revelación del gran valor que tiene su vida y del fundamento de sus

esperanzas de salvación”116.

Cristo es quien manifiesta a través de toda su existencia, el gran valor que

tiene la salud y hace experimentar al hombre la vida en busca de una

condición más digna y humana, sin pretender por ello, discriminar a nadie.

La Iglesia ha considerado como su misión, el anuncio de la Buena Nueva a

ejemplo de Jesús “que pasó haciendo el bien y curando a todos los

oprimidos” (Hch 10, 38). La Iglesia se interesa por el sufrimiento humano y

pretende que a través de este, el hombre llegue a encontrarse con el Dios de

la vida, el cual fortalece y anima en los momentos más dramáticos del dolor.

Por consiguiente, lo que la Iglesia anuncia es un mensaje de salvación a

todas las criaturas en sus diferentes condiciones.

En cuanto a la muerte de Jesús, nos dice la Evangelium Vitae, “es

precisamente en su muerte donde Jesús revela toda su grandeza y el valor  

115 JUAN PABLO II Evangelium Vitae. Vaticano, editrice vaticana. 1995. # 32 pág. 58 116 Ibíd.  

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108

                                                           

de la vida, ya que su entrega en la cruz es fuente de vida nueva para todos

los hombres (cfr. Jn 12, 32)”117. Suena paradójico para muchos, pero para

nosotros los cristianos, es desde el sufrimiento y desde la muerte donde

florece la vida y la salvación.

Cuando llega la enfermedad, estamos llamados a poner nuestra confianza en

Dios, ya que él “cura todas las enfermedades” (Sal 103, 3) y cuando parece

que no hay mejoría, llevando incluso a la desesperación “mis días son como

la sombra que declina” (Sal 102, 12), es precisamente donde el creyente está

animado por la fe inquebrantable en el poder vivificante de Dios. “La

enfermedad no lo empuja a la desesperación y a la búsqueda de la muerte,

sino a la invocación llena de esperanza del nombre de Dios”118.

Igualmente cuando Jesús envió a sus apóstoles a predicar el evangelio, ellos

procuran acompañar el anuncio con diferentes curaciones de enfermos (cfr.

Mt 10, 7 – 8; Mc 6, 13; 16, 18). Este ejemplo, primero de Jesús y luego de

los apóstoles, ha continuado en el anuncio de la Iglesia, no tanto como

curación física, pero si espiritual y de acompañamiento, donde pretende

reconciliar consigo mismo al hombre sufriente, el cual por su condición

experimenta muchos conflictos internos, que hacen que su enfermedad se

complique un poco más, y su proceso de recuperación sea más lento.

Sin embargo, Jesús ofreció su sacrificio al Padre, como oblación por nuestros

pecados; así mismo la Iglesia desde siempre ha pedido, a quienes sufren en  

117 Ibíd. # 33 pág. 61 118 Ibíd. # 46 pág. 83 

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109

                                                           

diferentes circunstancias, que ofrezcan su dolor a los de Cristo, para recibir

de Él, el consuelo y la paz, que hacen menos difícil la condición del dolor.

3.3.8 CARTA A LOS AGENTES DE LA SALUD:

El santo padre en esta carta manifiesta que la enfermedad además de ser

experiencia, es más que un hecho clínico, pues ella integra todo el ser de la

persona; es decir, sus dimensiones. Por ello es indispensable que quien se

acerca a un enfermo lo ha de hacer con un corazón abierto, para que así

“pueda dar sentido a la enfermedad y al propio trabajo y de convertir cada

caso clínico individual en un encuentro humano”119. El encuentro con las

personas enfermas, tiene que ser un encuentro de vida, un encuentro donde

la persona que sufre se sienta redimida por el amor de Cristo, manifestado

en quien lo asiste.

Pues, cuando el enfermo asume sus sufrimientos desde la perspectiva de

Cristo, le permite vincularse a los padecimientos de Cristo mismo, ello lo lleva

a encontrar y a entender “una triple actitud saludable frente a la enfermedad:

la conciencia de su realidad sin minimizarla y sin exagerarla; la aceptación no

con resignación más o menos ciega, pero si con sereno conocimiento y

convicción que el Señor quiere y puede obtener el bien del mal; y la oblación

consumada por amor del señor y de los hermanos”120. Esta triple actitud lleva

 119 Pontificio consejo para la pastoral de los agentes sanitarios. Carta a los agentes de salud. Vaticano. 1995. # 53 pág. 65 120 Ibíd. # 54 pág. 66 

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110

a la persona a ser consciente de su dolor, aceptarlo y finalmente ofrecerlo,

así como Jesús ofreció su vida por todos nosotros.

Hemos pues realizado un recorrido por la Sagrada Escritura y por el

Magisterio de la Iglesia, observando las distintas maneras en que la Iglesia

en sus representantes se ha dirigido al sufrimiento y las directrices que ha

dado al respecto. Cabe retomar la imagen de Jesucristo, que fue quién

cambio la visión errónea del sufrimiento que vio en el Antiguo Testamento, y

modifica esa visión tanto de la enfermedad, como de la persona que la

padece. Con El finaliza pues la ley de la retribución y entra a imperar en el

Nuevo Testamento la ley del amor.

Esta ley del amor, atestiguada en las palabras y en las obras de Jesús, debe

convertirse para nosotros en la fundamentación de nuestra propia vida, sólo

así podremos brindar a los enfermos un acompañamiento sin discriminación,

donde tengamos en cuenta todo el SER de la persona. Jesús es la persona

que vamos a tomar como ejemplo para proponer en el próximo capítulo, una

forma de acercamiento al enfermo, un acompañamiento y una relación de

ayuda que sea eficaz, para que el enfermo pueda aceptar la realidad de su

enfermedad y comience un camino de “salud” consigo mismo, con los demás

y con Dios.

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CAPITULO 4

PROPUESTA PASTORAL EN EL ACOMPAÑAMIENTO A LOS ENFERMOS, DESDE LA PERSONA DE JESÚS.

“El combate a la enfermedad tiene como finalidad lograr la armonía física, psíquica, social y espiritual para el cumplimiento de la misión recibida. La Pastoral de la Salud

es la respuesta a los grandes interrogantes de la vida, como son el sufrimiento y la muerte, a la luz de la muerte y resurrección del Señor”121

Como resultado de este trabajo se proponen a continuación unas líneas

pastorales para hacer más humano el encuentro con la persona enferma y

lograr al tiempo un acercamiento más sincero a Dios; con esto, se busca

responder al interrogante que dio origen a este trabajo

4.1 JUSTIFICACION: La persona en medio de su sufrimiento, siente un inmenso vacío y una

depresión constante debido a la situación en la que se encuentra. Los

momentos de enfermedad significan para la persona, momentos de soledad

y de angustia; y se da una regresión a la propia vida y un repensar su

historia, lo cual produce en la persona hondas decepciones al ver todo el

conjunto de su vida como un sin sentido.

Esto ocasiona en la persona grandes frustraciones, los cuales no han sido

aún tenidas en cuenta a la hora de un encuentro pastoral; y es por esto, que

 121 CELAM., V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Paulinas, Bogotá D.C 2007. pág. 189.  

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112

se quiere proponer un modelo de pastoral de salud, en donde todos los

vinculados a dicho proyecto, deberán formarse dentro de un perfil especial,

que busca tomar a la persona como un ser integral y tener esto presente en

el encuentro con los enfermos, para que, a través de sus reacciones, el

agente pueda identificar la fase en la que se encuentra y brindar así una

ayuda bien enfocada en los verdaderos sentimientos de la persona enferma.

4.2 OBJETIVO GENERAL: Formar un grupo de personas idóneas para que puedan brindar un

acompañamiento integral al enfermo, identificando sus fases y brindando

herramientas necesarias para el reencuentro con Dios.

4.3 OBJETIVOS ESPECIFICOS:

• Conocer el proceso desarrollado durante la enfermedad de la persona.

• Identificar la fase en la que se encuentra desde nuestro primer

contacto con ella.

• Brindar herramientas oportunas para el mejoramiento de sus

emociones.

• Acompañar el proceso del restablecimiento de la relación con Dios.

• Ayudar a que este, “volver a Dios”, sea por convicción y no por

conveniencia o miedo.

• Seguir el proceso una vez restablecida la salud.

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113

                                                           

4.4 CONTENIDOS:

Para poder llevar a cabo este proyecto vamos a ver algunos rasgos

característicos de la persona de Jesús en cuanto a los enfermos; los cuales

deberán ser tenidos en cuenta por toda persona que entre en contacto con

un enfermo. La pastoral de la salud deberá revestirse de la persona de Jesús

para lograr en el enfermo un contacto directo con Dios.

4.4.1 JESÚS Y LA SALUD: Jesús no hace discursos acerca de la salud pero su persona, sus gestos y

sus palabras, toda su actuación y su vida son saludables; es decir,

despiertan y promueven la salud del ser humano y de la comunidad. Jesús

irradia salud amando, liberando a las personas de aquello que les oprime,

poniendo paz y armonía en sus vidas y fomentando una convivencia más

humana y fraterna. Jesús nos invita a vivir “sanamente” la salud, como don

de Dios que hemos de disfrutar y cuidar, no como un bien absoluto. Por

ejemplo, gastar y perder la salud al servicio del Evangelio es también una

forma sana de vivir nuestra salud. “Jesús entregó su vida en la cruz como la

expresión suprema de la fidelidad a Dios y de su amor a los demás y de ella

nos brota la salvación”122.

Jesús nos invita a ayudar a vivir “sanamente” todas las realidades de la

existencia, incluso las dolorosas y adversas como la enfermedad. Jesús es la

salud y seguirle es una de las maneras más sanas y gratificantes de vivir.

 

122 TARRARAN, Adriano; CALDERON Isabel. Acompañando a los que sufren. Editorial Kimpres Ltda. Bogotá 2003. Pág. 98 

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4.4.2 EL MODELO DE SALUD EN JESÚS: 4.4.2.1 SALUD INTEGRAL: La salud que Jesús promueve es la sanación integral de la persona: pone al

enfermo en contacto con la parte de su ser que está todavía sana y estimula

ese deseo de vida que se esconde en todo hombre: “¿quieres ser curado?”

(Jn 5, 6). Jesús sana a la hemorroisa y perdona a la pecadora con las

mismas palabras: “tu fe te ha salvado. Vete en paz” (Lc 7, 50; 8, 48). “La

persona recobra salud reconciliándose con Dios, consigo misma, con los

demás y con la creación entera”123. La salud abarca todo el entorno de la

persona.

4.4.2.2 SALUD LIBERADORA: Para Jesús, sanar es liberar la vida encadenada por el mal, desbloquear lo

que impide el despliegue sano de la persona: “mujer quedas libre de tu

enfermedad” (Lc 13, 12). “Jesús libera de todo lo que oprime y esclaviza a la

persona124. Quien entra en contacto con el enfermo, no debe buscar sanar

solo su dolor físico; sino que debe estar presto a su salud integral, a aliviar

todas las dimensiones de la persona.

Teniendo en cuenta, la muestra de población para este trabajo, se percibió

que la persona enferma, lo que más necesita es que se le escuche, no

necesita ni discursos de salud, ni oraciones, ni imposición de manos; al inicio  

123 Ibíd.  124 Ibíd. Pág. 99 

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lo que necesita es ser escuchada y todo lo demás se vendrá dando por

añadidura. Jesús no hizo nunca grandes discursos. “mujer ¿nadie te

condenó? Tampoco yo, vete y no peques mas”. El silencio de Jesús ante la

mujer pecadora, genera una conversión en ella, un verdadero

arrepentimiento y un cambio sincero en su vida.

No hay que imponer discursos, hay que saber escuchar. Al liberarse la

persona de todos los padecimientos internos, al poder comunicar todo

aquello que le hace un nudo en su pecho y que no lo deja respirar, empieza

la persona a sentirse más libre y a tener más disposición para iniciar un

proceso de recuperación, por eso quien se acerque a una persona enferma,

lo primero que debe hacer es escucharlo, pero una escucha sincera,

profunda, donde la persona pueda notar que verdaderamente todo lo que el

expresa es importante para quien lo está visitando.

4.4.2.3 SALUD RESPONSABLE: Para Jesús es equivocado atribuir todo el deterioro de la salud a la

responsabilidad de la persona (cfr. Jn 9, 3). Pero es también equivocado

eliminar de manera absoluta la responsabilidad de cada uno ante su propia

salud: “mira, has quedado sano. No peques más, no sea que te ocurra algo

peor” (Jn 5, 14). Jesús invita a los que han sido curados a caminar de nuevo,

a valerse por sí mismos y a reintegrarse a la convivencia: “levántate, toma tu

camilla y vete a tu casa” (Mc 2, 4; Jn 5, 8).

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Recordemos el caso de Juan plasmado en los primeros capítulos; no

podemos atribuir su estado de invalidez en un 100% a sus acciones, pero él

ya había estado hospitalizado por unas causas similares. Allí tuvo en

pequeño acercamiento a Dios. Juan al salir del hospital, pudo haber buscado

otro modo de vida, pero siguió igual y ahora su mal no tiene cura. Muchas

veces la persona no aprende de las caídas. Los obstáculos son siempre para

aprender de ellos, si una acción me degrada mi salud, debo estar atento para

no volverlo a realizar.

4.4.2.4 SALUD INDIVIDUAL Y SOCIAL: Jesús no se preocupa únicamente de la salud de los individuos, en su acción

evangelizadora pone en marcha un profundo proceso de sanación tanto

individual como social. Incluso cuando sana y transforma la vida de una

persona, esta sanación tiene una repercusión comunitaria: “hoy ha llegado la

salvación a esta casa” (Lc 19, 9). La conversión de Zaqueo es fuente de

salvación para su familia. “Jesús promueve una salud social cuando condena

una vida religiosa y moral reducida al legalismo y culto vacío, y olvidada de la

justicia y el amor (Lc 11, 40 – 42; Mt 23, 23 – 24)”125. Un encuentro con la

persona enferma tiene buenos frutos cuando se hace con amor, cuando mi

visita la hago con un consentimiento propio de servicio y no de imagen, de

aparentar.

 125 Ibíd. Pág. 100 

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117

                                                           

El proceso de la pastoral de la salud es muy bello y por eso mismo debe ser

de mucho cuidado, pues en el mayor de los casos, la enfermedad es signo

de encuentro. En el trabajo con la población tomada, se notaba cómo por la

enfermedad de una persona (Carlos Mario) se dio la unión familiar. Por eso el

pastoralista de la salud debe estar muy atento para crear espacios y medios

necesarios para que estos encuentros familiares se den con mayor facilidad.

Muchas veces el orgullo de un integrante de una familia no le permite

acercarse a la otra persona, aunque se muera de ganas por hacerlo, un

encuentro pastoral puede percibir estas inquietudes y puede cooperar a

lograr una sanación integral.

4.4.2.5 JESÚS IRRADIA SALUD: Los Evangelios están llenos de ejemplos de cómo Jesús irradiaba salud para

todo quien se acercaba a Él. Aquí algunos ejemplos: la persona de Jesús

irradia una fuerza sanadora, por eso todos lo buscan (Mc 3, 10). Jesús irradia

salud desde lo más profundo de su ser: salía de él una fuerza que sanaba a

todos (Lc, 19; Mc 5, 30). El pasa haciendo el bien y sanando a todos por que

vive ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo (Hechos 10, 28; Lc 1,

35; 4, 14); sus manos son bendición de Dos (Mt 19, 13 – 15; Mc 10, 16), sus

palabras son “espíritu y vida” (Jn 6, 63). “Jesús nos revela la fuerza sanadora

que el ser humano puede transmitir cuando se deja habitar por el espíritu”126,

Pues es el espíritu quien ilumina todo el que hacer de la pastoral de la salud

y el encuentro personal con los enfermos.

 126 Ibíd.  

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4.4.2.6 AMOR SANADOR: Lo que inspira la acción sanadora de Jesús es siempre el amor; ante el

sufrimiento de las gentes “se le conmueven las entrañas” (Mc 1, 41; Mt 20,

34; Lc 7, 13). No es posible sanar desde el egoísmo, el rechazo, el

resentimiento o el miedo.

En Jesús sanar es su forma de amar. “La sanación está inspirada e

impulsada por la compasión, por la preocupación del sufrimiento del enfermo

y el deseo eficaz de liberarlo. Este amor sanador de Jesús está hecho de

cercanía, solicitud, tacto cariñoso, estimación del enfermo, respeto” 127.

Podemos decir que cuando Jesús se detiene ante los enfermos para

perdonar, curar su mal, imponer sus manos, devolverlos a la convivencia, les

está mostrando que son dignos de ser amados.

4.4.2.7 OTRAS ACTITUDES DE JESÚS:

Jesús, es modelo de nuestra actuación pastoral: esto porque la atenta

contemplación de Jesús, su vida, sus palabras, sus gestos, su forma de

afrontar el sufrimiento y la muerte, su trato y relación con las personas,

especialmente con las enfermas, nos ayudan como agentes de pastoral a

configurar un estilo de presencia junto al enfermo y a desempeñar fielmente

su misión en el nombre del señor. Las actitudes de Jesús que a continuación

 127 Ibíd. 101 

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vamos a describir, deben convertirse en nosotros en un ejemplo de vida, si

queremos redimir a la persona enferma, debemos imitar estas actitudes y

hacerlas vida en nosotros.

4.4.2.8 JESÚS FRENTE AL SUFRIMIENTO: Ante el sufrimiento Jesús se muestra como un hombre que vive la vida

intensamente, con una profunda alegría interior enraizada en la experiencia

gozosa del padre y de su reino. Esta experiencia no le aleja del sufrimiento

de las gentes. Jesús se conmueve profundamente ante el dolor de los otros

para esto tenemos algunos textos como: (Mateo 9, 39; 14, 14; 15, 32).

Jesús no ama el sufrimiento ni lo busca, pero sabe aceptarlo cuando lo

encuentra en su propia vida y lo asume activamente como la ocasión más

realista para mostrar su amor y confianza total en el padre (Juan 14, 31;

Lucas 23, 46) y su amor y su solidaridad incondicional a los hombres (Lucas

23, 24). El sufrimiento no desaparece pero es transformado y vencido por el

amor (Salvifici Doloris, 14-18).

La experiencia del sufrimiento no le endurece ni lo encierra en sí mismo,

antes bien, le hace sensible al dolor ajeno y capaz de auxiliar a los que se

ven probados (cfr. Hebreos 2,18) y de identificarse con todos los que sufren

(cfr. Mt 25, 35-40). Así mismo, en la realidad de la pastoral, se encuentran

muchos enfermos que asumen su enfermedad de tal manera, que son

capaces también de abrirse ante otros enfermos en su auxilio y

encontrándose ellos en un estado casi igual, optan por ayudar a los demás,

por darles ánimo y fuerza para que juntos sobresalgan de esa crisis que

están viviendo; podríamos también poner el ejemplo de san Camilo de Lellis,

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quien encontró su vocación por los enfermos, estando él también enfermo y,

desde allí, desde su propia enfermedad emprendió un compromiso tan

grande por servir a los enfermos que lo llevo a ser proclamado santo, y

patrón de los enfermos y trabajadores de la salud.

4.4.2.9 JESÚS FRENTE A LA MUERTE: Jesús se sitúa ante su propia muerte de manera consciente. La acepta

libremente: “nadie me quita la vida, soy yo quien la da” (cfr. Juan 10, 18). Es

la consecuencia de su fidelidad a sí mismo, a Dios y a los hombres de

quienes se siente solidario. “Esa fidelidad no le exime de sentir miedo,

tristeza, angustia y soledad, pero al mismo tiempo cuenta con la fuerza que

le viene del Padre para asumirla (cfr. Lucas 22, 40-46)” 128. Jesús muere

como ha vivido, abandonándose en las manos del padre (cfr. Lucas 23, 46).

4.4.2.10 LOS ENFERMOS SON: EL CAMPO PRIVILEGIADO DE LA ACTUACIÓN DE JESÚS: El mundo de los enfermos aparece en el evangelio como el campo

privilegiado de la actuación de Jesús. Este es el signo y modelo de su acción

liberadora y salvadora (mateo 11, 5; 12, 28), pues la enfermedad, “es vivida

en tiempos de Jesús, como una experiencia de abandono y desamparo, de

máxima pobreza, de la maldición divina y de marginación social”129.

 128 TARRARAN, Adriano; CALDERON Isabel. Pastoral de la salud. Curso básico para agentes parroquiales. Editorial Kimpres Ltda. Bogotá 2003. Pág. 81 129 Ibíd.  

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121

                                                           

Recordemos la connotación que la enfermedad tenía en los tiempos de

Jesús, donde se vivía como ley de la retribución, lo cual quería decir que si

me llegaba la enfermedad era porque estaba en pecado y por lo tanto Dios

me castigaba. Es en esta imagen de castigo de Dios donde Jesús pone todas

sus fuerzas para mostrar el verdadero rostro de Dios, no un rostro de

castigador, sino un rostro misericordioso y compasivo. 4.4.2.11 JESÚS SE ACERCA A LOS ENFERMOS POR AMOR: Se puede decir aquí de manera general que Jesús tenia amor por los

enfermos, pero no se puede generalizar al decir que Jesús se acerca a ellos;

pues los Evangelios nos muestran muchos ejemplos donde no es Jesús sino

la persona misma quien se acerca. Por ejemplo mateo 9, 27 nos muestra

que son los enfermos quienes salen a su encuentro. Marcos 2, 4 nos muestra

que algunos enfermos son llevados por sus familiares donde Jesús. Lucas

13, 12; y 18, 40 nos muestra a Jesús acercándose o llamando a los

enfermos. “Jesús se acerca a los enfermos movido únicamente por su amor,

no le mueve el interés o un afán proselitista, sino únicamente el amor” 130.

También a nosotros, a todo el que lee este trabajo, alguna vez en la vida se

nos acercará un enfermo; este trabajo nos prepara para acogerlo, para no

dejarlo ir igual que como vino, sino que a partir de su encuentro con nosotros,

pueda sentirse más digno, más sano, más amado por Dios.

 130 Ibíd. 

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122

                                                           

4.4.2.12 LOS ATIENDE EN SUS NECESIDADES: Jesús busca el encuentro personal con los enfermos. Les acoge, escucha,

comprende, interpreta sus deseos, les infunde la fe, aliento y esperanza.

“Jesús libera a los enfermos de su soledad. Les ayuda a descubrir que no

están solos ni abandonados por Dios” 131. Les ayuda a creer de nuevo en la

vida, la salud, el perdón y la reconciliación con Dios.

Jesús pone un especial interés en romper la marginación en que se

abandona a los enfermos. Busca el contacto humano con ellos por encima de

las normas que lo prohíben (cfr. Mc 1, 41) y los reintegra en la vida social

dándoles posibilidades de oír, ver, hablar, caminar y valerse por sí mismos.

(cfr. Mc 7, 34-35; 8, 25; Jn 5, 8).

4.4.2.13 JESÚS CUENTA CON LOS ENFERMOS: Jesús estimula el protagonismo de los enfermos, no anula su iniciativa.

“¿Quieres quedar sano?” levántate, carga con tu camilla y hecha a andar (cfr.

Jn 5, 6-8). “¿Qué quieren que yo haga por ustedes?” (cfr. Mt 20,32), es esto

lo que dice a los ciegos de Jericó. Es muy importante que los agentes de

pastoral tengan esto en cuenta, pues muchas veces queremos imponer, no

realizamos lo que el enfermo quiere que hagamos o lo que verdaderamente

necesita, muchas veces no contamos con su propia opinión, sino que

creemos que por estar enfermos, no saben lo que deben hacer y por eso

llegamos autoritariamente a ejecutar obras con las que ellos no están de

 131 Ibíd. Pág. 82 

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acuerdo; esto ocasiona un alejamiento del paciente y una obstrucción total

para la relación con la persona enferma. De manera pues; que debemos

tomar este ejemplo de Jesús, pues incluso él que es Dios y que sabía bien lo

que tenía que hacer, preguntaba a la persona lo que quería, sabiendo ya lo

que iba a pedir.

Esto demuestra que es muy importante dejar opinar al enfermo, preguntarle

como Jesús: “¿Qué quieres que haga por ti?”, puede que nos pida cosas

muy mínimas y que incluso creamos que no tiene que ver nada con mi

trabajo pastoral, pero hagámoslo, hagamos lo que nos pide el enfermo con

cariño por muy insignificante que sea y nos ganaremos la confianza de esa

persona y tendremos garantizada su atención para poder así realizar una

buena labor pastoral. Hay también que darle todos los créditos al enfermo y a

Jesús, no nos demos los créditos nosotros mismos, nunca le digamos al

enfermo que por mi visita o por mi acción se va a poner mejor, abajémonos

un poco de ese pedestal donde muchas veces nos colocamos; sigamos el

ejemplo de Jesús quien siempre le manifestaba a la persona: “tu fe te ha

curado” (Lc 18,42). Acoge el deseo y la fe de los que le piden la curación:

“que se cumpla lo que deseas” (Mt 15, 28).

4.4.2.14 JESÚS CURA, SANA Y SALVA A TODA LA PERSONA: Jesús no cura sólo la enfermedad física, “con la curación corporal ofrece la

sanación interior de la persona”132; la libera de la culpa y la reconcilia con

Dios (cfr. Mc 2, 5); la abre al mensaje de la buena nueva (cfr. Mc 7, 34); la

 132 Ibíd. 

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ayuda a reconocer las causas del mal (cfr. Jn 5, 14); le devuelve la paz y la

salvación total de parte de Dios (cfr. Jn 5, 14).

Sonaría atrevido lo que voy a manifestar, pero podría verse nuestra labor

desde esta perspectiva. El pastoralista de la salud, tiene que ser médico del

alma de la persona; es bien sabido que la persona enferma tiene un dolor

físico, si, esto ya sobra hablarlo, pero como lo he manifestado en los

primeros dos capítulos, la persona no sufre sólo físicamente, es un ser

integral y la enfermedad afecta toda su unidad; nuestra labor debería y debe

ser el tratar de mantener esa unidad, el no permitir que se afecte todos los

niveles de la persona, pues es esto lo que ocasiona la crisis, la depresión y

todas las etapas que ya vimos. Si la persona logra aceptar su enfermedad y

verla desde la luz de Jesucristo y encaminarla desde la esperanza, su

proceso de recuperación va a ser rápido y eficaz; porque su ser integral no

se encuentra dividido, sino que, toda esta unidad se encuentra trabajando

por un mismo fin: recuperar la salud física.

4.4.2.15 JESÚS DIALOGA CON LOS ALEJADOS: En nuestra labor pastoral vamos a encontrar muchas personas que no

comparten nuestras creencias ni nuestra religión, esto nunca será un motivo

para rechazarlas; recordemos que la pastoral de salud no es para hacer

proselitismo. Miremos el ejemplo de Jesús en este aspecto: El encuentro de

Jesús con la samaritana (cfr. Jn 4, 5-30) refleja su actitud y comportamiento

con la persona alejada y muestra los recursos que utiliza para llegar con ella

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a un dialogo pastoral: “El encuentro nace de unas necesidades: la sed y el

cansancio de Jesús y el ir por agua de la samaritana. La conversación inicial

está llena de ambivalencias, de recelos y prejuicios. Jesús, partiendo de esta

ambivalencia, le ayuda a situarse ante el problema, valora su sinceridad, le

descubre el sentido nuevo a la vida y le revela quien es” 133. La samaritana

experimenta, gracias a ello, un proceso de cambio interior que la lleva a

aceptar su propia historia y a ser ella misma portadora de la buena nueva a

sus vecinos.

4.4.2.16 JESÚS ACOMPAÑA A LAS PERSONAS EN CRISIS: El encuentro de Jesús con los dos discípulos camino de Emaús (cfr. Lc 24,

13-35) es una muestra de su comportamiento con personas que están

atravesando una crisis. “Jesús se acerca a ellos y se hace compañero de

camino; se interesa por lo que les pasa; les escucha y sintoniza con su

estado de ánimo; les enseña a leer, desde la fe y las Sagradas Escrituras, el

sentido de lo que está ocurriendo y ellos reviven sus experiencias” 134. El

gesto de acogida y la fracción del pan les llevan a recuperar de nuevo su fe

personal y comunitaria y el gozo interior. Jesús desaparece y los discípulos

vuelven a la comunidad donde comparten sus vivencias.

El ejemplo de Jesús al ponerse al lado del camino, debe volverse en

nosotros vida, tenemos que ponernos al lado de los que sufren. Los

discípulos de Emaús no tenían dolor físico, pero les dolía el corazón, es el

 133 Ibíd. Pág.  83 134 Ibíd. 

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más claro ejemplo para todo quien lee este trabajo, que estamos llamados a

aliviar no solo el dolor físico; sino, y ante todo, el dolor espiritual.

4.4.2.17 RELACIÓN DE JESÚS CON EL PRÓJIMO QUE SUFRE: En la parábola del buen samaritano (Lucas 10, 29 – 37) indica Jesús cual

debe ser la relación con el prójimo que sufre: no pasar de largo sino pararse

junto a él; conmoverse y compadecerse de él y de su desgracia; ofrecerle,

dentro de lo posible, ayuda eficaz, poniendo en ella todo el corazón y

ofreciéndose a sí mismo (S.D. 28).

La parábola del buen samaritano, tienen que convertirse en el ejemplo más

grande de servicio a quien sufre. Confronta nuestra indiferencia, pues cada

día pasamos de largo ante el sufrimiento de los demás. Jesús, nos invita a

detenernos y, no detenernos a observar, sino a actuar. La actitud del

samaritano, es la actitud de toda persona que se pone en el papel del otro,

que comprende lo que está sufriendo y que trata con sus propios medios,

brindarle todo lo que este a su alcance.

4.4.2.18 JESÚS ELIGE SU GRUPO, LO FORMA Y COMPARTE CON ÉL SU MISIÓN: Jesús dedica una parte importante de su tiempo a ser educador y animador

de agentes de pastoral. Elige un grupo de colaboradores (cfr. Mt 10,1 – 4;

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Mc 3, 13 – 19). Da preferencia en su trabajo a la formación del mismo,

siguiendo como educador su proceso paso a paso. En el grupo cada uno

manifiesta su manera de ser (cfr. Mc 8, 32), su proceso de adaptación al

mismo, sus intereses y egoísmos (cfr. Mc 10, 37), sus experiencias. Jesús

los lleva con él y hablan de lo que han vivido (cfr. Mc 1, 17) confronta sus

intereses con los del reino de Dios (cfr. Lc 22, 24-30); manifiesta su

inconformidad con ciertas maneras de pensar de algunos del grupo (cfr. Mt

20, 26-28; Mc 9, 35); les envía a encontrarse con las personas y

posteriormente revisan su actuación (cfr. Mc 6, 30; Lc 9, 10); les anima ante

los fracasos (cfr. Mt 5, 11-12); les ayuda a vivir la realidad hecha de

contradicción y de momentos difíciles, por fidelidad al Reino de Dios. El

pastoralista de la salud debe siempre con su ejemplo, invitar a otras

personas a unirse a su labor. La pastoral de la salud es un trabajo

comunitario, que debe vincular a todos los que entran en relación con el

enfermo.

4.4.2.19 Jesús sigue hoy junto al enfermo: La pastoral de la salud debe demostrarle al enfermo que: “Jesús, el señor,

por su espíritu sigue estando presente junto a cada enfermo como un

compañero de viaje que comparte su situación, da sentido y contenido a su

existir, infunde aliento, coraje y paciencia para luchar, es consuelo en la

inseguridad y angustia, ofrece la vida de Dios que cura el mayor mal que es

el pecado y posibilita vivir toda la existencia de una forma nueva”135. El

enfermo debe ver en quien le asiste al mismo Jesús que se acerca a su lecho

 135 Ibíd. 

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del dolor. El pastoralista de la salud debe vivificar la persona de Jesús ante

quien sufre, de manera que la persona enferma pueda sentirse redimida y

reivindicada por la acción del agente pastoral.

Jesús de Nazareth nos presenta todas estas maneras de acompañar la

enfermedad, es Él quien nos enseña lo que significa ser Buen Samaritano; es

Jesús con su ejemplo de vida, quien nos muestra una nueva forma de

acompañar a los que sufren, de no juzgarlos, de no discriminarlos. Jesús

cambia todo el pensamiento frente al sufrimiento y enseña que la persona

que sufre es un hijo de Dios, que El mismo está presente en ese hombre que

sufre; así mismo nos da cátedra sobre el cuidado que debemos tener con los

enfermos y como ayudarlos a reencontrar su meta de vida.

Bien, ya vimos las enseñanzas de Jesús en cuanto al cuidado de la persona

que sufre y su debido acompañamiento; dichas enseñanzas deben

convertirse para nosotros en lineamentos a seguir, cada vez que entremos

en contacto con los enfermos. Toda persona enferma que entraba en

contacto con Jesús, salía de ese encuentro totalmente reedificada; nosotros

estamos llamados a ocasionar en los enfermos, que entran en contacto con

nosotros, un cambio integral de su estado; esto lo podemos lograr si

tomamos estos aspectos de Jesús y los aplicamos en nuestra vida y a

nuestra acción como agentes de pastoral de la salud.

Veamos ahora, cómo la pastoral de la salud trata de actualizar todas estas

enseñanzas de Jesús. Veremos de manera muy concisa lo que es la pastoral

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129

de la salud, pues nuestro objetivo es brindar nuestro propio proyecto de

pastoral, pero viene bien, identificar lo que se entiende por pastoral de la

salud.

4.4.3. DEFINICIÓN DE LA PASTORAL DE LA SALUD

La pastoral de la salud ha sido una acción en la vida de la Iglesia dedicada al

cuidado de los enfermos. Ella busca el bienestar de la persona enferma a

través de la humanización de las instituciones de salud; pues la realidad

muestra que el cuidado a los enfermos no se realiza siempre de la mejor

forma, muchos profesionales de la salud cumplen su labor sólo por el sueldo,

pero no tienen el más mínimo grado de humanidad para aquellos con

quienes entran en contacto.

La pastoral de la salud entra en la vida de la institución como un proyecto por

mejorar los servicios prestados. Hoy, en Bogotá, hay muchos hospitales que

están buscando mejorar la calidad de sus servicios, a través de una pastoral

de la salud que humanice el servicio prestado por sus trabajadores.

Para nosotros, que hemos seguido el proceso de este trabajo, la pastoral de

la salud, deberá enseñarnos la forma de acercamiento al enfermo, para

comprender las vivencias que ya hemos estudiado y orientar nuestra acción

a un servicio que ayude a la persona a acercarse más a Dios.

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La pastoral de la salud ha sido definida como: “la acción evangelizadora de

todo el pueblo de Dios, comprometido en promover, cuidar, defender y

celebrar la vida, haciendo presente la misión liberadora y salvífica de Jesús

en el mundo de la salud”136. Como nos lo muestra esta definición, la pastoral

de la salud es tarea de todos los que pertenecemos al pueblo de Dios; por lo

tanto, todos estamos llamados y comprometidos a orientar nuestras

acciones, de forma que podamos promover y defender la vida, haciendo

digna la vida de toda persona.

4.4.4. FINES DE LA PASTORAL DE LA SALUD

Adriano Tarrarán explica que el fin de la pastoral de la salud es “evangelizar

con renovado espíritu misionero el mundo de la salud, en una opción

preferencial por los pobres y enfermos, participando en la construcción de

una sociedad justa y solidaria al servicio de la vida”137.

4.5 FUNDAMENTOS TEOLÓGICOS Y BÍBLICOS La fundamentación teológico-bíblica de la pastoral de la salud, la

encontramos en la expresión: “he venido para que tengan vida y la tengan en

abundancia” (Jn 10, 10). “El Dios de la Biblia es un Dios de amor y con la

creación nos hace partícipes de su amor. El hombre creado a imagen y

semejanza de Dios recibe de El la vida y el llamado a cuidarla, protegerla,

 136 TARRARAN, A., (compilador). Guía de pastoral de la salud para A.L y Caribe. CELAM y centro Camiliano de pastoral, Bogotá. 2000. 137 TARRARAN, Adriano. En: Diplomado en Pastoral de la Salud, cartilla 2. Edición Javegraf. Bogotá 2006. Pág. 97 

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131

                                                           

defenderla”138. Por eso, ser generadores de hambre, dolor, sufrimiento,

enfermedad, en una palabra, muerte, es negarse a recibir el don de la vida,

es rechazar el amor de Dios, signo de su presencia en nuestra historia.

Al contemplar la vida y misión de Jesús descubrimos que anuncia el Reino

de Dios con gestos y palabras: “recorría Jesús toda Galilea, enseñando en

las sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda

enfermedad y toda dolencia del pueblo” (Mt 4, 23). Jesús se acercó a los

enfermos, a los pobres, a las mujeres y a todos los excluidos, a los

marginados de las instituciones religiosas y políticas de su época, no para

reforzar la situación de exclusión, de marginación y de dolor, sino para

hacerlos sentir dignos, valorados, acompañados; para invitarlos a levantarse

de su postración y sacarlos de su condición de pecado.

La Sagrada Escritura nos muestra que Jesús, en el mandato a sus

seguidores y a la Iglesia incluye una atención preferencial a los enfermos y

afligidos. Los apóstoles y la primera comunidad cristiana son fieles a la

misión de Jesús en el anuncio del reino y en el servicio de la autoridad y el

poder que El les había dado. El poder de curar, de restablecer la salud, es

un carisma y un ministerio al interior de la comunidad y es un signo de la

proclamación de la Buena Nueva de vida y salvación en Cristo.

El espíritu del samaritano debe impulsar el quehacer de la Iglesia; que,

“como madre amorosa debe acercarse a los enfermos, a los débiles, a los  

138 TARRARAN, Adriano; CALDERON Isabel. Pastoral de la salud. Curso básico para agentes parroquiales. Editorial Kimpres Ltda. Bogotá 2003. Pág. 90 

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heridos, a todos los que se encuentran tirados en el camino para acogerlos,

cuidarlos, curarlos, infundirles fortaleza y esperanza”139. Cuando Jesús se

encuentra con los enfermos para curarlos, para restablecer su salud, para

hacerlos sentir personas y reincorporarlos a la sociedad proclama el milagro

de la vida; en ellos se manifiesta la victoria de Cristo sobre el pecado y la

muerte y, se convierten en portadores de la Buena Nueva del reino.

Para los cristianos, la solidaridad con los débiles es un lugar teológico; desde

ellos el Señor nos llama para ser realidad histórica su promesa de consuelo a

los enfermos y de protección a los desamparados, como primicia de una vida

más plena. “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los

hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de toda clase de

afligidos, son también gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los

discípulos de Cristo y, nada hay verdaderamente humano que no tenga

resonancia en su corazón” 140. La comunidad que ellos forman está

compuesta de hombres que, reunidos en Cristo y guiados por el Espíritu

Santo, se sienten en relación íntima y solidaria con la humanidad y con su

historia.

Se quiere aseverar como tesis, que ante las diversas dificultades presentes

en el mundo de la enfermedad y la salud, será la pastoral de la salud la que

logre devolver la esperanza en dichos contextos de sufrimiento, dolor y

muerte. Teniendo en cuenta que esta pastoral hunde sus raíces en la

teología, es ella quien permite que su pensar y actuar esté permeado por el

Espíritu de Dios que acontece, da esperanza y salva al ser humano. Según

Ángelo Brusco: “La teología pastoral de salud, se puede definir como la  

139 Ibíd. Pág. 92 140 Juan PABLO II  Gaudium et spes. 1. 

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133

                                                           

reflexión teológica sobre la praxis que desarrolla la comunidad eclesial,

atenta a las situaciones particulares de los hombres en el mundo del

sufrimiento y de la salud”141

Así pues., se piensa que en el desarrollo continuo de la pastoral de la salud

es necesario que cada uno como agente:

Esté atento en dar el alimento en orden a la vida, continúe luchando en los hospitales y fundaciones que atienden a los enfermos, para defender la dignidad humana de estas personas; que se logre transparentar vestigios reales de la esperanza que se ha de cumplir en estas víctimas; pero ello sólo se gesta si se logra que las mayorías se conmocionen ante la realidad experimentada; es decir, tomar conciencia de que quien está sufriendo también es un ser humano que necesita ser escuchado y atendido justamente; luego, ponernos en los zapatos de estas víctimas y tener compasión de ellos; es decir, sentir con ellos y donarnos hacia ellos142.

No obstante, hay que tener en cuenta que para tal fin, no basta con tener una

buena voluntad, se necesita la urgente acción de cada uno de nosotros.

En efecto, es necesario apostarle a una humanización del mundo de la salud

donde todos aquellos que establecen una relación con la persona enferma lo

hagan lo más humanamente posible. Y un claro ejemplo de esta

 141 BRUSCO, Ángelo‐PINTOR, Sergio., “Tras las huellas de Cristo médico” Manual de teología pastoral. Oc, p.95 142 Ibíd. Pág. 97 

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134

                                                           

espiritualidad la encontramos en la parábola del Buen Samaritano, la cual

nos permite reflexionar acerca de lo que en realidad es la pastoral de la

salud. Ángelo Brusco recuerda que:

Podemos definir la pastoral de la salud como la presencia y la acción de la Iglesia dirigida a la evangelización del mundo de la salud a través de la actualización de la presencia liberadora, curativa y salvadora de Cristo, en la fuerza del Espíritu Santo. Esta acción se realiza poniendo a disposición de los enfermos y de cuantos les atienden, el aporte de una humanidad cálida y los instrumentos de gracia, promoviendo y defendiendo la vida y la salud, sensibilizando a la gente con respecto a los problemas y necesidades de los que sufren, acompañando a los hombres en la búsqueda de respuestas a los grandes interrogantes que les plantean la vida, el sufrimiento y la muerte143.

A continuación se presenta un esquema de pastoral de salud, el

cual vamos a utilizar como guía para desarrollar nuestro propio

proyecto de pastoral de la salud, a partir de todo lo estudiado en

este trabajo144:

 

143 Ibíd. Pág. 72. 

144 Esquema tomado de: TARRARAN, Adriano; CALDERON Isabel. Pastoral de la salud. Curso básico para agentes parroquiales. Editorial Kimpres Ltda. Bogotá 2003. Pág. 92  

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Dicho de forma esquemática, la pastoral de la salud es: 145

PASTORAL DE LA SALUD

ES LA ACCION EVANGELIZADORA DE TODO EL PUEBLO DE DIOS COMPROMETIDO EN: 

PROMOVER  CUIDAR  CELEBRAR DEFENDER 

LA VIDA:    HACIENDO PRESENTE, LA MISION LIBERADORA Y 

SALVIFICA DE JESUS EN EL MUNDO DE LA SALUD. 

ABARCA TRES DIMENSIONES  

SOLIDARIA  COMUNITARIA  POLITICO‐INSTITUCIONAL

Tiene  como  objetivo: Ser  presencia  de  Jesús, Buen  Samaritano,  junto a  los enfermos y  los que sufren  en  las comunidades,  en  las familias  y  en  las instituciones de salud. 

Tiene  como  objetivo: Favorecer  la  promoción y  la  educación  en  salud con  énfasis  en  la  salud pública y el saneamiento básico,  actuando  de manera  preferencial  en el  campo  de  la prevención  de  las enfermedades. 

 

Tiene como objetivo: Velar para que  los organismos e instituciones  públicas  o privadas  que  prestan servicios  y  forman profesionales  de  la  salud, tengan presente  su misión social,  política,  ético, bioética  y  comunitaria  de la salud.  

 

 

135

                                                             

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136

Este esquema nos muestra la pastoral de la salud como la acción de todo el

pueblo cristiano; el cual se compromete en cuatro valores fundamentales que

son: promover, cuidar, defender y celebrar la vida, a través de una presencia

de la acción salvadora de Dios en todo el mundo de la salud. Esta acción

salvífica debe abarcar tres dimensiones, que son: la solidaria, la comunitaria

y el político institucional; las cuales fomentarán un servicio integral a la

persona enferma.

4.6 METODOLOGIA PARA DESARROLLAR LA PROPUESTA

Se busca formar un grupo de pastoral salud, al cual se le brindaran bases a

partir de todo lo estudiado para que puedan prestar un servicio al enfermo en

donde tengan en cuenta todos los niveles de la persona y le ayuden a

restablecer con convicción, su relación con Dios.

Para esto, debemos enmarcar unas dimensiones de trabajo con sus propias

líneas de acción. Estas buscan dar una estructura a nuestra formación del

grupo de pastoral

4.6.1 DIMENSIÓN COMUNITARIA:

Comunitaria por que involucra en nuestro proyecto a los trabajadores de la

salud, al capellán (si es en un hospital), a la familia y amigos y, al enfermo

mismo. Debe ser una labor en equipo.

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137

4.6.1.1 LÍNEAS DE ACCIÓN:

• Formación del grupo por medio de charlas, conferencias,

confrontaciones reales

• En la acción, buscar información con la familia y con los profesionales

de la salud sobre el proceso hecho por la persona enferma.

• Prestar un servicio muy humanizador, de manera que nuestra acción

sea ejemplo para los demás y al mismo tiempo se convierta en carta

de invitación, para que más personas se unan a nuestra labor.

• Convocatorias por medio de carteleras, afiches, volantes. Etc.

4.6.2 DIMENSIÓN ESPIRITUAL Es una dimensión importante para nuestro proyecto, porque éste va

encaminado a la mejora de la relación de la persona con Dios, es por ello

que nuestro actuar como agentes de pastoral debe estar centrado siempre

en esta dimensión espiritual de la persona. Pero ante todo, debemos forjar

nuestra propia espiritualidad. Es por eso que se han brindado todos estos

aspectos de la persona de Jesús, pues son estas acciones las que debemos

hacer realidad en nuestras vidas.

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138

4.6.2.1 LÍNEAS DE ACCIÓN:

Para el grupo:

• Profundización de la vida de Jesús y de la espiritualidad de san

Camilo, por medio de charlas.

• Charlas sobre el nivel espiritual de toda persona y como se relaciona

éste con los demás niveles.

Ya en la acción, pueden desarrollarse algunas actividades que ayudan a la

persona a recomponer su camino espiritual, pero estas se realizaran sólo si

la persona lo desea.

• Explicación de algún texto Evangélico.

• Dirigir oraciones en su lecho del dolor.

• Llevar a la persona a la capilla, donde siente mucho más la cercanía

de Dios y se da con mayor facilidad la exteriorización de sus

sentimientos.

• La realización del santo rosario.

Estas líneas de acción las enmarca la misma persona enferma, son ellas

quienes piden que se realice, no las debemos imponer nosotros. Lo que si

debemos hacer, es fomentar a través del dialogo un posible acercamiento a

Dios, la persona lo necesita y Dios la puede reconfortar internamente si ella

se abre a Él. Es esto lo que nosotros estamos llamados a realizar, lograr que

la persona se abra a Dios, para que a través de este encuentro, empiece a

darse una sanación integral en la persona.

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139

                                                           

Este proyecto, lo que busca, es brindar algunas herramientas para que el

encuentro de la persona enferma con Dios, se dé con mayor facilidad y tenga

un feliz resultado, el cual se convierta para la persona en un nuevo estilo de

vida. Por ello se proponen a continuación unos aspectos que todo integrante

del proyecto de pastoral debe saber.

4.6.3. ASPECTOS QUE SE DEBEN TENER EN CUENTA

La persona que haga parte de este proyecto, debe tener un perfil calificado.

La pastoral de la salud debe moldear, primero que todo, a quienes van a

participar en su ejecución. La persona que tiene un encuentro con los

enfermos debe saber manejar la situación, debe tener presente algunas

cosas que debe hacer y otras que no debe hacer nunca. Teniendo presente

estos aspectos, podemos estar seguros de que nuestro encuentro con el

enfermo va a dar un resultado muy positivo para él.

Quiero pues presentar aquí, como conclusión a nuestro proyecto, el perfil de

un agente pastoral de la salud que nos presenta Adriano Tarrarán146:

El agente pastoral de salud es:

• Es una persona llamada por Dios a trabajar a favor de la vida y de la

salud.

 146 Reflexiones tomadas de: TARRARAN, Adriano; CALDERON Isabel. Pastoral de la salud. Curso básico para agentes parroquiales. Editorial Kimpres Ltda. Bogotá 2003.     

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140

• Es una persona rica en humanidad, que comunica cercanía, acogida y

cariño; capaz de escuchar y de acoger al otro con su historia personal,

en su individualidad.

• Posee una cierta madurez humana y psicológica que le permite

ilumina y orientar en situaciones conflictivas y de crisis.

• Dinamiza procesos de transformación: de realidades de sufrimiento,

dolor y muerte, en realidades de vida y esperanza.

• Es una persona abierta a la formación y capacitación permanente, se

preocupa por actualizarse y ofrecer un servicio adecuado a los que

sufren.

• Cultiva su relación con el Señor a través de la oración, de la Palabra

de Dios y de los sacramentos.

• Sabe acercarse con delicadeza y respeto al misterio del sufrimiento,

no para explicarlo ni defender a Dios, sino para testimoniar la

presencia del Señor que ama, solidariza y acompaña.

• Encarna los valores evangélicos de la compasión, la misericordia, el

amor, la entrega.

• Es respetuoso de la libertad religiosa y de las creencias de los

enfermos, de los familiares y trabajadores de la salud.

• Cree y favorece el trabajo en equipo y la colaboración

interdisciplinaria.

• Tiene una conciencia eclesial de comunión y participación; sabe

trabajar en una pastoral de conjunto, facilitando la integración con las

otras aéreas específicas.

• Es una persona discreta y no impone su presencia.

• Es consciente de que no podrá resolver los problemas, pero tendrá

siempre algo por ofrecer.

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141

                                                           

• Es una persona que ha aceptado e integrado sus propias heridas, los

aspectos negativos de su vida y los ha transformado en fuente de

salud.

• En su trabajo no se deja guiar únicamente por criterios de eficacia y

éxito. Cuando se siente desanimado e impotente refuerza su

confianza en el Señor, el único que puede salvar.

Este perfil del agente de pastoral, quise adjuntarlo en este trabajo, porque

considero que son cualidades muy importantes que no debemos dejar pasar

por alto, sino que, debemos cultivarlas, debemos infundirlas en todas las

personas que tengan contacto con los enfermos, pues ellas nos van a ayudar

a forjar una personalidad lo suficientemente madura y equilibrada para el

encuentro con los enfermos.

El agente pastoral de la salud, que buscamos para nuestro proyecto, además

de tener este perfil que se acaba de proponer, deberá tener también muy

presente los siguientes aspectos que se van a describir; pues ellos, nos

enseñan las acciones que pueden realizar en su visita pastoral. Estos

aspectos son tomados de Adriano Tarrarán147. De manera pues que un

agente pastoral debe:

• Actuar con naturalidad al visitar al enfermo y eso implica el anunciarse

oportunamente, prestar atención a los signos de dolor y de fatiga del

enfermo y de la familia.

 147 TARRARAN, Adriano; CALDERON Isabel. Pastoral de la salud. Curso básico para agentes parroquiales. Editorial Kimpres Ltda. Bogotá 2003.     

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142

• Respetar lo que el enfermo y su familia quieren contar. No es

oportuno ahondar las condiciones de salud del enfermo.

• Dejar que la familia del enfermo sea quien lo guíe en lo que quiere y

necesita.

• Evitar criticar el cuidado que el paciente recibe de sus familiares. Una

de las experiencias que más mortifica a los familiares es que no se

respete su intimidad. Ser prudentes.

• Regalar tiempo para escuchar y establecer un verdadero dialogo con

la familia.

• Comprender a la familia y los sentimientos que la enfermedad está

generando en ella, procurando comunicarles aceptación y empatía.

• Ofrecer ayuda para el cuidado y acompañamiento al enfermo.

• Frente a situaciones complejas del enfermo (heridas, mal olor,

desfiguración), no mostrar repugnancia ni lástima; esto afecta al

enfermo y a su familia.

• Lo que el enfermo confía al agente de pastoral, no es para comunicar

a otras personas o familiares.

• Los detalles son importantes: una llamada telefónica, un recorte de

periódico, un libro, un mensaje, una visita le recuerdan a la familia su

amistad y preocupación por ella.

• Cuando algún miembro de la familia quiera hablar sobre la gravedad

de la enfermedad, especialmente cuando está convencido de que la

muerte no ha de hacerse esperar, se facilite el dialogo. El expresar los

sentimientos le ayudará a elaborar el duelo o pérdida del ser querido.

Me pareció oportuno incluir estos aspectos en este trabajo, porque enmarcan

todo el que hacer del agente de pastoral. Al desarrollar estos aspectos se

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143

                                                           

podrá generar una gran tarea a nivel de pastoral, en donde el agente podrá

dar sentido a la visita que realiza al enfermo y podrá así mismo, mantener

bien claro su objetivo como agente. Estos aspectos se convierten para

nosotros en los principales lineamientos a seguir en el desarrollo de nuestra

pastoral.

Pero así como presentamos en este trabajo unos aspectos que se deben

seguir, también queremos presentar otros aspectos que no se deben realizar,

pues van en contra de un buen encuentro con el enfermo y pueden obstruir el

dialogo y el objetivo principal de nuestra labor pastoral. Dichas actitudes

fueron descritas por un sordo mudo148.

El agente pastoral debe estar muy atento para no tener las actitudes que se

van a describir a continuación:

• Cuando visites a un enfermo o a un limitado físico, no te dejes

obsesionar por su enfermedad o por su incapacidad física.

• El enfermo sostiene una gran lucha por vencer la situación en que le

ha puesto su incapacidad. Por favor, no le recuerdes su enfermedad,

porque entonces le harás volver al principio.

• Es necesaria la sencillez y una gran delicadeza. No olvides que el

dolor agudiza la sensibilidad.

• Cuando la ocasión se presente él te contara su historia. No es

necesario que hables, tan sólo escucha.

 148 Estos son los consejos de un sordomudo, plasmados en: TARRARAN, Adriano; CALDERON Isabel. Pastoral de la salud. Curso básico para agentes parroquiales. Editorial Kimpres Ltda. Bogotá 2003.   Pág. 64 ‐ 66 

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144

• No le compadezcas nunca. No le demuestres lastima jamás; es

posible que sea él quien te compadezca. Limítate a manifestarle que

te entregas a él sin reservas.

• Lo mejor que tú puedes aportar a un enfermo es ayudarlo a

encontrarse a sí mismo. Apela a tu caridad, pero sobre una base real y

no ficticia. Edificar sobre mentiras, es construir sobre arena. No lo

hagas nunca. Las consecuencias serian peores. Aunque el enfermo

haya perdido mucho, siempre le quedara algo. Sobre este algo, con fe

y esperanza, se ha de edificar.

• A veces será necesario darle alguna cosa, pero siempre será

necesario darte a ti mismo.

• Es posible que el dolor una a Dios más que la alegría. Limítate a

sugerírselo, pero no con palabras o sentimentalismos, sino con tus

actitudes.

• Para comprender al enfermo, es necesario ponerse en su lugar. Esto

es una cosa muy difícil. Si tú no intentas hacerlo, es inútil discutir y

razonar con él.

• Decir que Dios le ama mucho es muy bonito y, ciertamente, es verdad.

Pero no es el amor de Dios lo que tú tienes que probar, sino el tuyo. Y

esto no se prueba con palabras.

• Dios no cambia, no es una veleta. Dios es fiel y no se muda. Será más

o menos percibido según las circunstancias que atraviesa el enfermo.

Por consiguiente intenta ayudarle humanamente y Dios se manifestara

a su tiempo.

• Ama al enfermo tanto como puedas, pero no sólo por Dios; ámale por

él mismo. Las personas que se ocupan del enfermo sólo por Dios y lo

hacen con falta de cariño, inducen a pensar que los enfermos son

para ellos sólo instrumentos y medios para su propia santificación.

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145

• Llénate de Dios; pero a continuación, acércate al enfermo como si sólo

El existiera. De esta manera, aun sin pretenderlo, difundirás sobre él el

influjo de Dios.

• Muéstrate optimista en todo momento. Siempre alegre. Aun en los

momentos más agudos de dolor, pues siempre habrá una ranura para

dejar pasar la esperanza y un surco para sembrar la alegría.

• Tal vez te preguntes: “¿Qué puedo decirle yo al enfermo?”. Pero si es

muy difícil yo te contesto: “sonríe, por favor”. ¿puede existir un puente

más seguro que el esbozo de una sonrisa?

• Cuando él te tome por confidente de sus problemas, interésate por

ellos, trata de comprenderlos y hacerlos tuyos. Entonces él, con su

fina percepción, sentirá que en ti ha encontrado eco. Puede ser que te

encuentres impotente para quitarle la carga de sus hombros, pero te

aseguro que habrás aligerado considerablemente tu corazón.

Considero que estos aspectos es muy importante tenerlos en cuenta, pues

ellos obstruyen nuestra labor como agentes de pastoral. Una sola actitud de

estas que manifestemos frente al enfermo, puede echarnos por tierra el

proceso de varios días y, sería muy lamentable, porque la persona puede

perder el último poquito de esperanza que le quedaba. Es muy importante

que comprendamos la importancia de nuestra labor, pues somos los

llamados a hacer resurgir en la persona esos brotes de esperanza, de

confianza, de fe, que la persona enferma está buscando restablecer, y lo cual

ve posible con nuestra colaboración.

Finalmente quiero manifestar a todos los lectores de este trabajo lo siguiente:

recordemos que somos humanos y como tal somos débiles y estamos

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146

inclinados a la realidad de la enfermedad en nuestra vida; no sabemos

cuándo ni de qué manera, pero el sufrimiento llegará a nuestra vida en el

momento menos esperado; así que, si no queremos estar solos en ese

momento, si no queremos sentir el frió de la soledad y del abandono,

entonces vivifiquemos esas palabras de Jesús: “tratad a los demás como

queréis ser tratados vosotros”, comprometámonos en una pastoral de la

salud que sea reconfortante para la persona enferma, para así poder esperar

que en el día de mañana, cuando nos toque sufrir a nosotros, tengamos

también unas personas dispuestas a reconfortarnos en nuestro dolor. Pero

no realicemos esta labor esperando recompensa; realicémosla ante todo con

la plena certeza de que no estamos sirviendo a una persona, sino a Cristo

mismo.

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147

CONCLUSIONES

El misterio de la enfermedad ha sido una pregunta del ser humano desde los

inicios de su propia historia; son muchas las cosas que se han dicho al

respecto y varias las teorías dadas. En este trabajo hemos podido conocer

las reacciones principales que toda persona enferma vive; las cuales dejan

entrever distintas concepciones de la enfermedad a nivel muy personal; es

decir, cada persona construye su propio concepto de enfermedad y la vive de

manera distinta.

Pero el objetivo de este trabajo no era conocer la enfermedad como tal, sino

averiguar el por qué en estos momentos de sufrimiento, el ser humano se

acerca a Dios o, mejora su relación con El. Para esto las ciencias humanas

nos arrojaron un alto bagaje de información en donde, a través de las

reacciones de la persona, se pudo ir descubriendo todo un conjunto de

pensamientos que envuelven al enfermo en este proceso del sufrir.

Este conjunto de pensamientos fue comparado con la realidad, con la

vivencia diaria de varias personas enfermas que se tomaron como población

para la comprobación de lo que los textos nos iban diciendo; de esta manera,

nuestra pregunta inicial fue tomando forma y empezaron a surgir algunas

posibles causas del por qué de la pregunta.

Inicialmente, podemos decir que la persona en la enfermedad tiene todo el

tiempo para sí misma, y quiéralo o no, se da una regresión sobre su propia

vida en donde puede analizar todo lo que ha hecho hasta ese momento y la

mayoría de las veces, se da cuenta de que su vida no ha sido muy correcta;

que ha tenido algunos desvíos en el seguimiento de lo que llamaríamos el

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camino correcto, entonces se da un arrepentimiento y se busca a Dios para

pedir perdón y tratar de reorientar su vida.

Otro aspecto, que fue el que más se notó en todo el proceso del trabajo, es el

que en esa situación de enfermedad, la persona siente que todo de lo que él

estaba seguro, se derrumba en un momento y comienza a preguntarse por el

fundamento de su vida. En la enfermedad se da cuenta que lo que

fundamenta su vida, no es el trabajo, no son los amigos, no es el dinero, no

es su empresa y sus grandes posesiones, no es tampoco su familia. Todo

esto le hace sentir un tremendo vacío y, le hace creer que su vida no ha

tenido ningún sentido. Este vacío que la persona siente, es la carencia de lo

espiritual.

Al analizar, el aporte teológico del sufrimiento, se pudo notar cómo la Iglesia,

sobre todo, después del Concilio Vaticano II, ha tenido una inclinación

especial por los que sufren. Este aspecto generó algunas actitudes positivas,

por que a medida que se estudiaban los documentos del Magisterio, se pudo

también ir reflexionando en el misterio salvífico que tiene el sufrimiento y en

el misterio del sufrimiento de Cristo; dichas reflexiones generaron un

entusiasmo por llegar a comprender con mayor profundidad el sufrimiento de

la persona, para poder así, entender el significado de la cruz como fuente de

vida y de salvación.

Así mismo, fue interesante hacer el recorrido del sufrimiento por la Sagrada

Escritura y el Magisterio de la Iglesia, pues se pudo observar un crecimiento

enorme en la forma de concebir el sufrimiento, el cambio ha sido muy brusco,

pasar de una concepción de castigo a una de amor y medio de salvación,

significo para la Iglesia, muchos contratiempos. El personaje a rescatar es

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Jesús, pues es Él quien hace toda una relectura de la concepción del

sufrimiento, y deja a la iglesia la visión del enfermo como una opción

preferencial para la realización de la misericordia de Dios. Esta visión del

sufrimiento es la que reasume el concilio Vaticano II, el cual recordó esta

preferencia de Jesús por los que sufren.

Este trabajo le aporta a la Teología unos grados de sensibilidad, pues a

veces parece que la teología se queda en un aula de clase con grandes

enunciados y grandes construcciones cognitivas; pero, ¿la práctica qué?

Toda la Teología la basamos, ante todo en Jesús; de El parte todo, pero

Jesús fue un hombre de práctica, sus discursos fueron muy pocos

comparados con sus acciones. Así que este trabajo invita a la Teología a

recordar que debemos contemplar el misterio en la misma persona; que las

construcciones intelectuales hacen falta, pero que es necesario practicar la

sensibilidad que Jesús tuvo frente a quienes sufren.

En sí, este trabajo pretendió mostrar a la Teología un campo donde puede

centrar toda su reflexión: el sufrimiento. La realidad del sufrimiento, la que se

vive en las instituciones de salud, está necesitada de una evangelización. El

sufrimiento es un campo donde la Teología puede desarrollarse de manera

personal y comunitaria, es un ambiente donde la persona tiene sed de ese

nivel espiritual, el cual se lo puede dar la Teología.

La propuesta que brinda este trabajo, está enmarcada en las acciones de

Jesús. Hemos enfocado todos estos aspectos de la vida de Jesús y los

hemos brindado como propuesta, porque se ha notado un debilitamiento en

el espíritu del quehacer de la pastoral de la salud. Tal vez el contacto con las

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personas enfermas genere un desánimo en el agente de la salud por verse

rodeado de tanto sufrimiento; es por eso, que la pastoral de salud debe estar

en continua renovación y debe buscar cada día nuevas formas de llegar a los

enfermos.

Las acciones de Jesús han dado a este trabajo unas pautas elementales

para la labor pastoral. Los aspectos de la parábola del Buen Samaritano, han

brindado al autor una iniciativa con nuevas formas para aplicar esta parábola

en la vida y en el quehacer pastoral. Al mismo tiempo, el trabajo ha dado pie

para pensar en la realidad que vivimos en nuestro país; una realidad de

indiferencia, de individualismo, de falta de humanidad.

Este trabajo debería tener una continuidad; por ahora, se propone que sea

un trabajo interdisciplinar con la psicología, para buscar unos métodos que

permitan un acercamiento al enfermo con un alto nivel de aprobación por

parte de ellos; pues el ganar la confianza de una persona en crisis, es labor

de varios días y, esto retarda un poco el objetivo de nuestra labor. El tiempo

que gastamos en ganarnos la confianza de las personas, lo podríamos

utilizar en brindarle las pautas necesarias para cooperar a su sanación

integral y su reencuentro con Dios.

Finalmente nos queda por decir, que este trabajo ha sido de gran satisfacción

para el autor, pues le ha permitido hacer todo un recorrido por ese campo del

sufrimiento, tanto desde las ciencias humanas, como desde la Teología y

desde la realidad; estos aspectos han generado en él un marco amplio de lo

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que es el sufrimiento y ha podido comprender muchos de los aspectos por

los que se da ese restablecimiento de la relación con Dios. A demás, le ha

permitido comprender que existen muchas formas de sufrir y esto ha

generado un compromiso por descubrir en todas las personas con que se

entra en relación diariamente, qué tipo de sufrimiento tiene para tratar así de

ayudarla; pues a ejemplo de Jesús, debemos estar cada instante, prestos a

servir a nuestro prójimo.

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