Fabelo, José R. La Vida Humana Como Categoría Central en El Pensmaiento de Marx - Dialéctica

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Uno de los incuestionables aportes teóricos de Marx fue la clara elimitación del papel fundamental que desempeña la vida humana en la sociedad y en su historia.La aparente acumulación caótica deacontecimientos, con la que identifican la historia muchos de sus intérpretes antes y después de Marx, sólo adquiere un sentido y se aproxima a una determinada lógica (plural, diversa, si se quiere, pero lógicaal fin) si se vincula al proceso real de la vida de los seres humanos. La tesis de partida del gran revolucionario alemán es a primera vista sencilla, casi obvia: “la primera premisa de toda historia humana –nos dice junto aEngels– es la existencia de individuoshumanos vivientes”. A lo que agregan: “la primera premisa de toda existencia humana y también, por tanto, de toda historia, es que los hombres se hallen, para ‘hacer historia’, en condiciones de poder vivir” . .

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    LA VIDA HUMANA COMO CATEGORA CENTRALEN EL PENSAMIENTO DE MARX

    jos ramn fabelo corzo**

    Uno de los incuestionables aportes tericos de Marx fue la clara delimitacin delpapel fundamental que desempea la vidahumana en la sociedad y en su historia.La aparente acumulacin catica deacontecimientos, con la que identifican lahistoria muchos de sus intrpretes antes ydespus de Marx, slo adquiere un sentidoy se aproxima a una determinada lgica(plural, diversa, si se quiere, pero lgicaal fin) si se vincula al proceso real de lavida de los seres humanos. La tesis de partidadel gran revolucionario alemn es a primeravista sencilla, casi obvia: la primera premisade toda historia humana nos dice junto aEngels es la existencia de individuoshumanos vivientes. A lo que agregan: laprimera premisa de toda existencia humanay tambin, por tanto, de toda historia, esque los hombres se hallen, para hacerhistoria, en condiciones de poder vivir.1

    Que la vida sea la primera premisa dela historia no significa en la visin tericade Marx que su funcin se reduzca a serla condicin inicial, de partida, de laevolucin histrica, como si su papelradicara exclusivamente en ofrecer el empujeprimario y se dejara despus a otros factores(las ideas, el Estado o el poder en general)la misin de ser la fuente fundamental delmovimiento histrico. De ninguna manera,para Marx la vida es no slo el motor dearranque de la historia, es su impulsopermanente, una condicin fundamentalde toda historia, que lo mismo hoy que

    hace miles de aos, necesita cumplirse todoslos das y a todas horas (...).2 La propiaorganizacin social y el Estado brotanconstantemente del proceso de vida.3

    Si Darwin haba encontrado en la vida(en particular, en la lucha por la existencia)la clave para explicar la evolucin de lasespecies, Marx tambin adjudicara a lavida la llave explicativa de la historia. Nohaba nada casual en ello. La vida es unatributo compartido por las plantas, losanimales y los humanos. Todos son seresvivos y, como tales, portadores de unimpulso vital hacia la autoconservacin.Dicho impulso responde a una ley universalde la vida, sin la cual sta no podra existir.De ese impulso se derivan las necesidadesy la accin dirigida a su satisfaccin,garantes de la imprescindible relacinmetablica con el medio exterior.

    Mas esto no significa que el autor de ElCapital haya promovido una especie dedarwinismo social en la interpretacin dela historia. Hay una diferencia raigal entrela vida como base de la evolucin de lasespecies y la vida como fundamento de lahistoria, es decir, entre la vida de las plantasy animales, por un lado, y la vida humana,por el otro. Y esa diferencia esencialmenteradica en el modo en que se obtiene lo quese necesita para vivir. Podemos distinguirsealan Marx y Engels al hombre de losanimales por la conciencia, por la religino por lo que se quiera. Pero el hombremismo se diferencia de los animales a

    FabeloNota adhesivaDialctica, BUAP, Mxico, 2005, N. 37, pp.136-143.Versin digital: http://www.revistadialectica.org/37/archivos/37_vida_humana.pdf

  • 137la vida humana como categora central en el pensamiento de marxpartir del momento en que comienza aproducir sus medios de vida (...). Al producirsus medios de vida, el hombre produceindirectamente su propia vida material.4

    Llegamos as a una concrecin delconcepto de vida humana en Marx. Lo quese encuentra en el fundamento de lahistoria no es la vida en abstracto, sino lavida producida por el propio hombre. Elprimer hecho histrico es, por consiguiente,(...) la produccin de la vida material misma.5

    Se trata entonces de una vida nopuramente biolgica, no meramente natural,sino tambin por el esencial acto de suproduccin de una vida social. Laproduccin, en el sentido humano deltrmino, no puede efectuarse de otro modoque en cooperacin. Aunque ella se realiceen el ms absoluto aislamiento, la accincooperativa de otros hombres llega a travsde los medios con que se produce, losconocimientos empleados, el lenguajeutilizado, el propio pensamiento y susformas lgicas. Ni siquiera Robinson Crusoedej de sentir el aliento social en algnmomento de su largo confinamiento. Poreso, sealan los fundadores del marxismo,la produccin de la vida (...) se manifies-ta inmediatamente como una doble relacinde una parte, como una relacin natural,y de otra como una relacin social (...).6

    Ahora, que la vida sea producida, y quelo sea socialmente, entraa otra consecuenciafundamental: ella no puede ser creada deuna vez y para siempre de manera igual.A diferencia de otras especies, cuya vida esesencialmente la misma en sus caractersticasy atributos bsicos, con independencia dela poca y el lugar, la vida humana, en tantodepende tambin de un componente socialvinculado a la produccin de los mediosde vida, presenta una gran variabilidad yhabr de ser una y otra vez recreada, siemprede manera distinta. Cada generacin se

    encuentra con una realidad humanamenteproducida por generaciones anteriores. Laproduccin de su propia vida como sereshumanos est ntimamente asociada a laapropiacin que haga de esa realidad previa.Por eso, cada generacin se encarama sobrelos hombros de la anterior, sigue desarrollan-do su industria y su intercambio y modifica suorganizacin social con arreglo a las nuevasnecesidades.7 De ah que la vida humanasea cada vez un resultado concreto diferente,un producto histrico distinto, de lo cual sederiva otro de los atributos fundamentalesdel hombre como gnero: su historicidad.

    Mas la produccin de la vida no slo essocial e histrica. Tambin es consciente, esdecir, sujeta a ciertas ideas y fines expresadosen la voluntad humana. El contenido dela conciencia, al mismo tiempo, provienede la propia vida o, para decirlo con Marxy Engels, la conciencia no puede ser otracosa que el ser consciente y el ser de loshombres es su proceso de vida real.8Parecera esto una tautologa. La concienciaproduce la vida y al mismo tiempo estdeterminada por ella. Se trata en realidadde una relacin de condicionamientomutuo, en la que no cabe hablar de unadeterminacin unvoca. Si as fuera, el procesode la vida sera un permanente crculo enredondo, no hubiera cambios, ni hubierahistoria. La conciencia no es un reflejoespecular de la vida material, realizadiferentes lecturas de ella, crea, producenuevas ideas, transforma al propio ser delos hombres. Pero en todos los casos sigueteniendo su fundamento material en lavida, incluso cuando se trate de una falsaconciencia: si en toda la ideologa loshombres y sus relaciones aparecen invertidoscomo en una cmara oscura, este fenmenoresponde a su proceso histrico de vida (...).Tambin las formaciones nebulosas que secondensan en el cerebro de los hombre son

  • 138 jos ramn fabelo corzosublimaciones necesarias de su procesomaterial de vida.9

    La posibilidad de que la misma vidamaterial engendre una falsa conciencia seexplica no slo por la independencia relativade esta ltima y su real autonoma devuelo, sino tambin, y sobre todo, por ladesfiguracin prctica e histrica de lapropia vida material. Producir los mediosindispensables para vivir es un atributouniversal de la especie humana. Mas el modocon que esto se haga es siempre el resultadode una concrecin histrica. La divisinsocial del trabajo y la consiguiente aparicinde la propiedad privada sobre los mediosfundamentales de produccin trajo apare-jada al menos en la historia occidentaluna sucesin de modos de produccin en losque aquel atributo universal de la especiesin desaparecer sufri una profundatransfiguracin, al quedar escindida suuniversalidad misma en el modo de surealizacin prctica. Ahora, los queproducan la vida eran unos y los que seapropiaban de ella eran otros. Ni los primerosni los segundos estaban ya en condicionesde pensar y actuar al nivel de especie. Aunenvueltos en una relacin universal, suparticular papel en ella haba dejado deserlo. La escisin de la sociedad en gruposhumanos enfrentados de manera tanantagnica engendrara en cada uno deellos intereses divergentes, no slo contrarioslos unos con los otros, sino tambinpotencialmente enfrentados al interscomn de ambos, inters comn que como apuntan Marx y Engels no existe,ciertamente, tan slo en la idea (...), sinoque se presenta en la realidad, ante todo,como una relacin de mutua dependenciade los individuos entre quienes aparecedividido el trabajo,10 inters comn que conla mundializacin de la divisin social deltrabajo y de las relaciones a ella asociadas

    llega a ser abarcador de todo el universohumano. Se tratara, en resumen, delenfrentamiento entre el individuo y suespecie, entre los diferentes grupossocialmente constituidos y el gnerocontenedor de todos ellos. Se abra, enton-ces, la paradjica posibilidad de unpermanente atentado contra la vida humanapor parte de la vida de los hombres.

    El concepto de enajenacin, en las obrastempranas, y el de fetichismo mercantil,utilizado en anlisis posteriores de laeconoma poltica del capitalismo, lessirvieron a Marx para desentraar estapresunta paradoja del comportamientohumano. Ciertamente, el producto del trabajorepresenta la objetivacin de la vida de laespecie humana (...), nos dice, pero eltrabajo enajenado, arrebatndole al hombreel objeto de su produccin, le priva de suvida de especie, de su objetividad real comoespecie.11 La extraacin del trabajadoren su producto significa que su trabajo seconvierte en un objeto, en una existenciaexterna, ms aun, extraa, independiente,ajena, en un poder autnomo frente a l,que la vida que el trabajador ha transmitidoal objeto se le enfrenta hostil y ajena.12

    Ahora bien, lo anterior no significa quehaya enajenacin siempre que los resultadosde la produccin sean usufructuados porotros hombres. La cooperacin ya lodecamos es un rasgo humano a nivel deespecie, aunque pueda llegar a enajenarseal separarse gnero e individuo. Producirpara otros es actitud esencialmente humanaque no necesariamente implica extraamientodel objeto producido. Al contrario, lasfuerzas esenciales humanas no estaranrealmente realizadas hasta tanto otrasubjetividad humana se apropie (tal vezsera mejor decir, comparta) la subjetividadobjetivada en el producto de la actividad.El intercambio de actividades es ley

  • 139la vida humana como categora central en el pensamiento de marxhumana, ley de la especie, aunque su modode realizacin histrica pueda ser enajenaday enajenante y, por lo tanto, no universal.Esto ocurre cuando el propio acto deproducir se realiza sin libertad, conduciendoal trabajador a un compulsado canje desubjetividades, carente de toda igualdad.Si (el hombre) se comporta con su propiaactividad como con algo carente de libertad,es que esa actividad se halla al servicio, bajola autoridad, la coaccin y el yugo de otrohombre.13

    Ese otro hombre literalmente se adueade la vida del trabajador, no porque leinterese como vida, sino para arrancar deella su capacidad productiva, no paraproducir ms vida, sino para aprovecharsede ella en beneficio propio. Al enajenar alotro, se enajena a s mismo. Para cada uno deellos la vida de la especie queda denigradaal papel de medio de la existencia propia.La misma vida humana se les ha hechoextraa y esto se ha producido en los doscomponentes que la caracterizan, el naturaly el social. As lo apunta Marx: el trabajoenajenado le enajena al hombre 1) de lanaturaleza, 2) de s mismo, de su propiafuncin activa, de la actividad con que vive(...),14 convierte su ventaja sobre elanimal en su contrario: la prdida de sucuerpo inorgnico, la naturaleza (...),convierte para cada hombre la vida de suespecie en medio de su existencia fsica.15

    De tal forma, el individuo queda doblementeenfrentado a su especie, por va natural ypor va social. Tanto la naturaleza (sunaturaleza) como la sociedad (su sociedad)han sido reducidas a medios para alcanzarfines extraos a ellas. Potencialmente estosignifica la posibilidad permanente deinfringir graves daos a la una y a la otra,tantos ms mientras ms capaz se haga elhombre de dominar las fuerzas naturales ysociales. De ah que la enajenacin misma

    y sus consecuencias para la especie noconstituyan una constante durante toda suexistencia, sino que representen ms bienun proceso, un producto histrico,caracterizado por el acrecentamientopaulatino del peligro que el propio serhumano significa para su especie.

    El surgimiento del capitalismo representun paso importante en este movimiento. Noera ni con mucho la primera sociedad conrelaciones de expropiacin, alienacin oenajenacin, en la historia de Occidente.Pero s constitua un sistema socio-econmicoen el que estas relaciones aparecan msveladas, ms ocultas y, al mismo tiempo, conuna potencialidad de autodestruccindesconocida hasta entonces.

    A primera vista, y ciertamente durante unabuena parte de su desarrollo, el capitalismose present como un sistema predominan-temente favorecedor de la vida humana.Ms all de las contradicciones que loacompaaron desde su nacimiento, suaparicin signific un importante avanceen la marcha de Occidente y respondi auna necesidad histrica. As lo apreciMarx cuando expres: el curso real de laevolucin produce con necesidad la victo-ria del capitalista, o sea de la propiedadprivada en su apogeo, frente a la propiedadprivada inmadura, a medias, elterrateniente.16 El desarrollo explosivo delas fuerzas productivas, aun cuando notuviera como destinataria preconcebida ala vida de la especie, favoreci notable-mente la elevacin del nivel de satisfaccinde las necesidades humanas. El progresoacelerado de la ciencia y la tecnologapermiti la creacin de medios que endiversos sentidos beneficiaron la vida demuchos hombres. La igualacin poltica detodos los seres humanos ante el Estadoy la ley, si bien no represent en ningnsentido una superacin real de la

  • 140 jos ramn fabelo corzoenajenacin y de las relaciones deexplotacin, s permiti alcanzar cuotas delibertad e igualdad desconocidas para lassociedades anteriores.

    Sin embargo, esas ventajas relativas delsistema no eran suficientes para legitimarlopara siempre ante el tribunal de la vidahumana. El capitalismo haba cambiado laforma, pero no haba hecho desaparecerla expropiacin, con el agravante eso s-de que ahora su ncleo mercantil lepropiciaba una excelente coartada queimpeda ver con claridad su esenciaenajenante. En efecto, en el mercado dosagentes igualmente libres se enfrentan aintercambiar mercancas como resultado desu soberana voluntad y persiguiendo cada unoel beneficio propio, Qu puede tener esode malo? Acaso no representa esa relacinla mxima expresin de la tan buscadalibertad humana? Si en ese intercambio unosale muy bien y el otro muy mal, el resultadoser en todo caso responsabilidad de esteltimo, por no haber realizado un usointeligente de su libertad o, simplemente,ser un asunto de suerte, que slo azarosa-mente beneficia a unos y perjudica a otrosen el mbito de una relacin que ya nosera vista como dependiente de los factoreshumanos que en ella intervienen, sinofraguada por alguna oscura fuerza queemana de la propia cosa-mercanca y queresulta inatrapable de manera plena por varacional. En todo caso ese desequilibrioparcial ser compensado al nivel global dela sociedad. El mercado buscar siemprepor s mismo el equilibrio ms perfecto.

    A propsito precisamente de esta ilusines que Marx desarrolla su concepcinsobre el fetichismo mercantil, con la cualdevela el modo particular con que elcapitalismo enajena al ser humano de supropia vida mediante su cosificacin enforma de mercanca. De tal manera, se

    presenta deformadamente la relacin socialde los productores con el trabajo total enforma de una relacin social entre objetos queexisten fuera de ellos.17 Para estos sujetosel movimiento social de las magnitudes devalor tiene la forma de un movimiento decosas bajo cuyo control se encuentran ellosmismos, en vez de controlarlas.18Las relaciones sociales de explotacin que-dan as ocultas, desapareciendo laresponsabilidad humana por la suerte delos perdedores.

    Este modo de ver el asunto se hace tangeneralizado y adquiere tanta fuerza quese convierte en sentido comn. Con el tiempoya pocos dudarn que con el capitalismola sociedad humana haba encontrado porfin su marco natural de convivencia. Elsistema mercantil es mistificado hasta talpunto que se convierte en una especie demacro-sujeto: el mercado quiere..., elmercado decide..., el mercado piensa...Como bien seala Marx: el hecho depertenecer a una formacin social en la cualel proceso de produccin domina a loshombres y el hombre no domina an elproceso de produccin se impone (...)como una necesidad natural tan evidentecomo el trabajo productivo mismo.19

    Sin embargo, lo que para los hombresasume aqu la forma fantasmagrica de unarelacin entre cosas es estrictamente larelacin social determinada entre loshombres mismos.20 La explicacin de estainversin tan comn en la interpretacinde las relaciones mercantiles se asocia a ladoble naturaleza del producto-mercancaque protagoniza esas relaciones, su escisinen cosa-til y cosa-valor. A pesar de quelas mercancas son portadoras de un ciertovalor de uso, vinculado a sus propiedadesutilitarias, lo determinante en su condicinde mercanca y en su valor como tal es sucapacidad de ser intercambiada por otra.

  • 141la vida humana como categora central en el pensamiento de marxEn tanto valor de cambio, la mercanca hade poder enfrentarse en el mercado a otrasque tienen valores de uso distintos al de ellamisma y, por consiguiente, una fisonomamaterial concreta totalmente diversa a lasuya propia. Esto slo puede lograrlo bajola cobija del nico elemento en comn quecomparte con las otras: ser un productodel trabajo humano en abstracto, es decir,no del trabajo concreto del carpintero o delalbail, sino del trabajo indiferenciado,como mero gasto de fuerza de trabajohumana, sin considerar la forma en questa se gasta. Slo bajo esa condicinocurre la mutacin del valor de uso en valorde cambio, la metamorfosis que convierteal objeto til en mercanca, es decir, ensimple valor, intercambiable por otro. Masesta vida ntima de la mercanca noaparece a la luz pblica con tan slo asis-tir al mercado. Lo que all se ve por do-quier son puros objetos-tiles. Su capaci-dad de venderse queda sumida en el msabsoluto misterio para la conciencia comn.El valor, nos dice Marx, no lleva escritoen la frente que lo es. Antes al contrario: elvalor convierte cada producto del trabajoen un jeroglfico social.21 De ah la ten-dencia a mistificar las relaciones mercanti-les como si se tratara de algo ajeno al hom-bre mismo.

    Pero ms all del fetiche con el que seidentifica el intercambio mercantil y queexpresa la salida fuera del control propio dela produccin realizada, la doble naturalezade la mercanca entraa otras gravesconsecuencias para la vida humana. Elhecho de que prcticamente toda laproduccin tenga su destino en el mercadohace que la actividad productiva busque lacreacin no de valores de uso, sino de simplesvalores intercambiables. La mercancaresultante nace ya enajenada de las necesi-dades humanas que debiera satisfacer y que

    habran de darle sentido a su existencia.Como seala Marx: si las mercancaspudieran hablar, diran: nuestro valor deuso interesar acaso al hombre. A nosotrasno nos compete en cuanto cosas que somos.Lo que materialmente nos compete esnuestro valor. As lo prueba nuestro trficode cosas-mercancas. Nosotras nos relacio-namos unas con otras en cuanto valores decambio.22

    Como que el propsito de la produccines crear valores en abstracto, poco importalo que se produzca, ni su nivel de corres-pondencia con las necesidades humanas. Loque en todo caso orienta la produccin noson las necesidades, sino aquella versinmercantilmente transfigurada suya: lademanda. En la sociedad puede habermuchas necesidades insatisfechas, no pocasque comprometan la propia vida biolgicade sus portadores. As y todo ellas no cuentanhasta que no se convierten en demanda,es decir, hasta tanto el sujeto-necesidadno se transforme en sujeto-cliente, en unamercanca ms con su propio valor de cambio.Pero para que se opere este trnsito, elsujeto-necesidad, si no es dueo de nadams que de su vida, no tiene otra opcinque venderla, si con suerte encuentracapital para ella. El trabajador diceMarx tiene la desgracia de ser un capitalvivo y por lo tanto con necesidades (...),su vida es una oferta de mercanca comocualquier otra (...). El trabajador existecomo tal nicamente mientras es capital paras mismo, y slo lo es mientras hay uncapital para l. La existencia del capital essu existencia, su vida, y el capital determinael contenido de esa vida sin preocuparsede ella.23 El trabajador sale del sistema cuandoel capitalista deja de comprar su fuerza detrabajo. Al no ser ya fuerza de trabajo(activa, realizada) desaparece tambin comoser humano, sus opciones se cierran: la

  • 142 jos ramn fabelo corzomarginacin, la delincuencia, la economainformal o la muerte fsica real.

    Como ya se ha sealado, el mercadoreaccionar con agilidad slo a la demanda.Pero bien puede esa demanda ser expresinno de necesidades reales de la vida humana,sino de simples gustos, preferencias, caprichosconsumistas o necesidades inventadas einducidas por el propio mercado. De qusea expresin la demanda, qu mvil existadetrs de ella, no le interesa al mercado.Por eso la produccin puede irse alejandocada vez ms de lo que realmente necesitala vida humana hacia la creacin de productossuperfluos y hasta dainos para ella.

    Por su propia naturaleza, la produccincapitalista tiene como sentido no producirpara la vida, sino para el mercado, no crearmedios de vida, sino mercancas. Queconcuerde lo uno con lo otro ser en todocaso el resultado de una mera coincidenciaa posteriori, pero no lo que ha guiado laproduccin desde su inicio. Por eso, lomismo puede producirse tambin para lamuerte. Nada impide que en la abstraccinque representa el valor de cambio no pue-dan equipararse x cantidad de medios devida con y cantidad de medios de muerte.La vida y la muerte quedan al margen dela verdadera trama social: el mercado y susganancias. De manera muy simple nos lodej ver Marx: (...) la produccin notiene por verdadero fin mantener con uncapital tantos o cuantos trabajadores, sinoproducir rditos.24

    Esta indiferencia hacia la vida con eltiempo se volver amenaza e, incluso, peligroinminente, en la medida en que el mercadosea ms abarcador de la propia vida de laespecie, consumidor insaciable de sus condi-ciones naturales de existencia y productor defuerzas destructivas inconmensurables. Aeso precisamente ha conducido el mercadomundial, cuyos multiplicados efectos

    negativos ya haban sido avizorados porMarx y Engels cuando sealaron: losindividuos concretos, al extenderse susactividades hasta un plano histrico-universal,se ven cada vez ms sojuzgados bajo unpoder extrao a ellos (...), poder queadquiere un carcter cada vez ms de masay se revela en ltima instancia como elmercado mundial.25

    Por eso, para Marx, el tema del futurodel capitalismo entraaba ms que un asuntode clase social o de preferencia ideo-poltica.Lo que estara en juego no era nicamenteel destino de la izquierda o la derecha, dela clase obrera o la burguesa, sino la vidao la muerte de la especie humana. CuandoMarx califica como imposible al capitalismoen tanto modelo del fututo humano, lo haceprecisamente por su incompatibilidad alargo plazo con la vida, tanto en su dimen-sin natural como social; la vida de laburguesa seala junto a Engels- se ha he-cho incompatible con la vida de la sociedad.26Pensar la opcin de un capitalismo eternosera, entonces, un craso error que propiciarauna actitud anti-humana y anti-vital. Poreso, la sustitucin del capitalismo por unsistema superior que permita el control delhombre sobre su propia vida responde,segn Marx, a una necesidad histrica;necesidad histrica no en el sentido de unresultado teleolgicamente anunciado, sinocomo aquello que la humanidad necesitaa fuerza realizar para que siga habiendohistoria.

    A 186 aos del nacimiento de Marx y a137 de la salida a la luz del primer tomode El Capital, muchos han echado por laborda sus advertencias. Ciertamente, elcapitalismo ha seguido existiendo muchoms all del tiempo que el revolucionarioalemn estim que podra hacerlo, hasoportado diversos embates, incluidas dosguerras mundiales y el reto que represen-

  • 143la vida humana como categora central en el pensamiento de marxt su tensa coexistencia durante ms de 70aos con el llamado socialismo real. Pre-cisamente el derrumbe de este sistema, au-toerigido como la alternativa a la enajena-cin burguesa e infundadamente identifi-cado con la solucin prevista por Marx,contribuy a fortalecer la imagen de la vic-toria definitiva del capitalismo.

    Sin embargo, una mirada atenta a larealidad que hoy vivimos nos muestra quela historia, lejos de haber refutado las pre-dicciones del Prometeo de Trveris, las haprobado con creces. La esencia del capita-lismo sigue siendo la misma que l descri-bi; la enajenacin ha alcanzado cuotasinsospechadas; la fetichizacin de la reali-dad mercantil es todava mayor; el anun-ciado mercado mundial se ha impuesto pordoquier; la vida humana enfrenta peligrossociales y ecolgicos nunca antes vistos,fomentados por el propio accionar huma-no; la construccin de un mundo alterna-tivo es cada vez una necesidad ms impe-riosa. Resulta difcil siquiera concebir laposibilidad de que la humanidad puedasobrevivir otro siglo de capitalismo sin queestalle por las propias contradicciones au-togeneradas.

    A contrapelo de lo que parece ser unaopinin bastante generalizada, ninguno delos cambios operados en el capitalismo ac-tual, en comparacin con el de la pocade Marx, deja sin efecto sus ideas. Al con-trario, las han convertido en una realidadmucho ms consumada y palpable.

    Notas

    ** Investigador Titular del Instituto de Filosofa de LaHabana, Profesor-Investigador Titular de la Facultadde Filosofa y Letras de la Universidad Autnoma dePuebla. E-mail: [email protected], http://www.filosofia.cu/contemp/Fabelo.htm, http://www.librosenred.com/JoseRamonFabeloCorzo.asp.

    1 K. Marx, F. Engels: La ideologa alemana, en: Kart

    Marx: La cuestin juda y otros escritos, Planeta-Agostini, Barcelona, 1994, pp. 149, 159.

    2 Ibdem.

    3 dem, p. 156.

    4 dem, p. 150.

    5 dem, p. 159.

    6 dem, p. 161.

    7 dem, p. 178.

    8 dem, pp. 156-157.

    9 dem, p. 157.

    10 dem, p. 165.

    11 K. Marx: Manuscritos de 1844 de Economa y Filo-sofa, en: Karl Marx: La cuestin juda y otros escri-tos, Planeta-Agostini, Barcelona, 1994, p. 100

    12 dem, p. 94.

    13 dem, p. 102.

    14 dem, p. 98.

    15 dem, p. 100.

    16 dem, p. 115.

    17 K. Marx: El Capital, en: Karl Marx: La cuestinjuda y otros escritos, Planeta-Agostini, Barcelona,1994, pp. 409-410.

    18 dem, p. 413.

    19 dem, pp. 421-422.

    20 dem, p. 410.

    21 dem, p. 412.

    22 dem, pp. 423-424.

    23 K. Marx: Manuscritos..., Ob. cit., pp. 108-109.

    24 dem, p. 110.

    25 K. Marx, F. Engels: La ideologa alemana, Ob. cit.,p. 170.

    26 K. Marx: Manifiesto del Partido Comunista, en:Karl Marx: La cuestin juda y otros escritos, Plane-ta-Agostini, Barcelona, 1994, p. 260.

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