Fabelo Corzo, José R. La Colonialidad Del Poder y La Lógica Del Capital - Perspectiva, Perú,...

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“La colonialidad del poder y la lógica del capital”, Perspectiva, Universidad Antonio Guillermo Urrelo, Cajamarca, Perú, Noviembre 2013, Año 14, No. 16, pp. 91-98. (ISSN: 1996-5257) Dr. José Ramón Fabelo Corzo

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“La colonialidad del poder y la lógica del capital”,Perspectiva, Universidad Antonio Guillermo Urrelo,Cajamarca, Perú, Noviembre 2013, Año 14, No. 16, pp.91-98. (ISSN: 1996-5257)Dr. José Ramón Fabelo Corzo

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  • La colonialidad del poder y la lgica del capital,

    Perspectiva, Universidad Antonio Guillermo Urrelo,

    Cajamarca, Per, Noviembre 2013, Ao 14, No. 16, pp.

    91-98. (ISSN: 1996-5257)

    Dr. Jos Ramn Fabelo Corzo

  • LA COLONIALIDAD DEL PODER Y LA LGICA DEL CAPITAL

    RESUMEN

    En el presente trabajo se muestra cmo la colonialidad del poder surge, se desarrolla y se mantiene como derivacin, parte y premisa de la lgica del capital. En tanto lgica cultural nacida con el capitalismo y mantenida hasta hoy, la colonialidad estuvo asociada, primero, a la acumulacin originaria del capital y, despus, a su reproduccin ampliada.

    Palabras clave: Colonialidad, colonialidad del poder, capital, Carlos Marx, Anbal Quijano

    *Jos Ramn Fabelo Corzo

    * Especialista en Axiologa, Esttica y Filosofa Latinoamericana. Doctor en Ciencias Filosficas (Mosc, 1984). Investigador Titular del Instituto de Filosofa de la Habana. Profesor-Investigador Titular de la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad Autnoma de Puebla. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores de Mxico. Coordinador de la Maestra en Esttica y Arte (2008-2013) y Responsable del Cuerpo Acadmico de Esttica y Arte de la BUAP. Co-director de la coleccin de libros La Fuente.Recibido: 25-09-2013 Aprobado: 10-10-2013

    Citar como: Fabelo-Corzo J. La Colonialidad del poder y la lgica del capital. Rev. Perspectiva. 2013; 14(16): 91-98.

    THE COLONIALITY OF POWER AND THE LOGIC OF CAPITAL

    ABSTRACT

    This work shows how the coloniality of power arises, develops and remains as derivation, part and premise of the logic of capital. While cultural logic born with capitalism and maintained until today, the coloniality was associated, first, to the accumulation of capital, then it allowed the expanded reproduction of capital.

    Keywords: Coloniality, coloniality of power, capital, Karl Marx, Anibal Quijano

    particularmente, la colonialidad del poder, por una parte, y la lgica del capital, por otra, nexo a nuestro juicio no suficientemente tratado en los trabajos del grupo. Para ello acudimos a Marx, el autor que a no dudarlo mejor ha tratado el tema de la formacin y desarrollo del capitalismo y quien, al parecer, tiene todava bastante que decir en torno a la cuestin del colonialismo y la colonialidad.

    Colonialidad

    Debemos comenzar aclarando a qu se refiere el concepto de colonialidad y cmo se vincula con el de capitalismo.

    Entre los conceptos ms germinales elaborados por el grupo Modernidad/Colonialidad se encuen-tran los de colonialidad y colonialidad del poder. Ambos conceptos venan siendo trabajados por Anbal Quijano desde antes de su incorporacin al

    1grupo , pero ya en los marcos de los debates suscitados como parte del trabajo colectivo, la elaboracin terica de estas categoras encontr aportes significativos, tanto por parte del propio Quijano, como por otros autores integrantes del

    2grupo .A pesar de ello, se trata todava de conceptos en

    desarrollo. Es nuestro propsito aqu ahondar en los vnculos histricos existentes entre la colonialidad y,

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    grandes territorios y multitudinarias poblaciones, varias veces superiores en tamao y nmero al de las metrpolis. El convencimiento del oprimido en la superioridad del opresor, en la verdad que le asiste, en la legitimidad de la propia opresin, desarma la resistencia, estimula slo, en el mejor de los casos, la intencin de imitarlo, de copiarlo, de ser como l.

    A pesar de su estrecho vnculo con el colonialis-mo, la colonialidad posee su propia lgica, su relativa autonoma. Nace algo despus que el colonialismo y lo sobrevive hasta el presente. As, por ejemplo, aunque en la mayor parte de Amrica Latina el colonialismo finaliz en el siglo XIX, la colonialidad persiste hasta hoy. Para comprobarlo slo habra que hacer una breve incursin por los textos y temas que preponderantemente se trabajan en su acade-mia (sobre todo en el mbito de las humanidades y las ciencias sociales), por las nociones prevalecien-tes sobre lo que es o no es arte, por el contenido de la mayora de los discursos polticos, por el carcter modlico que en buena medida se le sigue atribu-yendo al pensamiento, al arte, a las instituciones y, en general, al modo de vida de las sociedades europeas o norteamericana.

    Pero, no est de ms recalcarlo esa autono-ma de la colonialidad con respecto al colonialismo es, con todo, slo relativa. La precedencia del colonialismo es no slo cronolgica, sino tambin en el sentido de fundamento socio-econmico y poltico de la colonialidad. Si la colonialidad fue posible y necesaria, ello se debi a la instauracin prctica de relaciones de colonialismo entre unos pueblos y otros. La colonialidad fue, ms que nada, una construccin ideolgica que buscaba, a travs de la creacin de los ms diversos mitos, la legitima-cin de las relaciones de opresin que el colonialis-mo presupona. Aun cuando su resultado fuese una conciencia preponderantemente falsa, su fuente ms importante estaba en la vida colonial misma. Conviene aqu recordar al (no tan) viejo Marx, quien de conjunto con su compaero Engels escribiera: si en toda la ideologa los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en una cmara oscura, este fenmeno responde a su proceso histrico de vida (...) Tambin las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro de los hombre son sublima-

    3ciones necesarias de su proceso material de vida .Si ello es as, cabra preguntarnos entonces por

    qu la colonialidad ha podido sobrevivir en Amrica Latina ms de 200 aos despus de que la mayor

    Sintticamente podra responderse esas interrogantes de la siguiente manera: si en el plano de las realidades histricas y socio-econmicas el colonialismo fue condicin necesaria para el desarrollo del capitalismo, en el plano cultural y de los imaginarios sociales, la colonialidad se converti-ra en un solapado, pero consustancial ingrediente de la modernidad que busca, ante todo, la legitima-cin de las propias prcticas coloniales.

    La colonialidad es entendida as como parte constitutiva de la modernidad, como su otra cara, como su lado obscuro. De esta forma, la colonialidad no se refiere a un residuo no orgnico de la moderni-dad o a un antecedente evolutivo de ella, sino a su componente integrador, condicin necesaria y complemento imprescindible. Sin la colonialidad la modernidad no hubiese sido posible.

    El concepto de colonialidad est muy relaciona-do, pero se diferencia del concepto de colonialismo. Este ltimo hace referencia a la ocupacin militar, subordinacin poltica y anexin jurdica de ciertos territorios y de sus pobladores a una fuerza imperial extranjera que busca con l el descarnado propsito de explotar al mximo esos recursos materiales y humanos en favor de los intereses propios.

    La colonialidad es algo ms sutil, abarca lo que podra considerarse como la lgica cultural que forma parte, acompaa, complementa y sobrevive al colonialismo mismo. Se disfraza de verdades supuestamente absolutas, de valores supuestamen-te universales, de una supuesta superioridad humana y/o cultural por parte del colonizador. Apela a la autoridad de religiones que excluyen el derecho a existir de cualquier otro credo, de teoras cientfi-cas que se presentan como irrebatibles, de normati-vas ticas que moralizan la desigualdad, la opresin y hasta el exterminio, de expresiones artsticas que se presentan como las nicas capaces de satisfacer el ms depurado juicio de gusto y marcan su diferencia en relacin con todo aquello que, a lo ms, comienza a codificarse como el folclor y la artesana de sociedades exticas. La colonialidad conquista el sentido comn, el de los colonizadores, pero tambin el de los colonizados.

    En ello consiste su eficacia como complemento imprescindible del colonialismo. La colonialidad representa la expansin del colonialismo a los imaginarios sociales. Slo gracias a la colonizacin de las conciencias de las masas sometidas fue posible la prolongacin en el tiempo del dominio de

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    parte de sta alcanzara su independencia del colonialismo europeo. Una de las claves ya lo sealamos est en esa lgica propia y autonoma (relativa, pero real) de la colonialidad, en la capaci-dad que sta ha mostrado tener de apropiarse del sentido comn y mantenerse en l a contrapelo de realidades que pueden apuntar en una direccin contraria. Pero la otra clave tal vez la ms importan-te radica en la mantencin de relaciones de vasallaje que continan prevaleciendo entre las naciones que antes fueron metrpolis (con la adicin de nuevas como Estados Unidos) y aquellas otras que, habiendo logrado su independencia formal, no la han conseguido plenamente en un sentido econmico, poltico y cultural. La colonia

    4continu viviendo en la repblica , sentenciaba Jos Mart al referirse a la falta de plenitud de la independencia latinoamericana. Esta ltima quedaba reducida a una rearticulacin de la colonialidad del poder sobre nuevas bases institu-cionales, una situacin de apariencia paradjica:

    5estados independientes y sociedades coloniales .Conceptos como neocolonialismo, depen-

    dencia, colonialismo interno e imperialismo han servido para categorizar en diferentes contextos discursivos esa realidad pseudocolonial que ha continuado existiendo aun despus del supuesto fin del colonialismo. La colonialidad no se queda suspendida en el aire, como pura cultura, o slo en el mbito de las subjetividades o de los imaginarios sociales, sin conexin con las realidades histricas. Estas ltimas siguen ofreciendo fundamento a la colonialidad, al tiempo que se sirven de ella intere-ses hegemnicos mediante para mantener y fomentar las muy asimtricas relaciones internacio-nales que hoy siguen caracterizando al sistema-mundo capitalista.

    De hecho, la colonialidad es uno de los ms importantes instrumentos de los que se sirven las principales potencias capitalistas para mantener su dominio mundial. ste no sera posible si slo se basara en su supremaca econmica, poltica y militar. La cultura, los imaginarios sociales, as como los medios e instituciones que tienen a su cargo la produccin y reproduccin cultural de esos imagina-rios, han pasado a ser el primordial escenario donde se juega su destino el poder imperialista en el mundo.

    Colonialidad, poder y capital

    Ese estrecho vnculo entre colonialidad y poder, vigente desde los albores mismos de la era moder-no-colonial, ha llevado, de la mano de Anbal Quijano primero, y de otros autores despus, a la introduccin y desarrollo de un concepto aglutina-dor de los dos mbitos, que contribuye a expresar en su justa dimensin la intimidad de sus vnculos y que permite, a su vez, alcanzar una mayor concrecin de la categora de colonialidad. As nace, conceptual-mente, la colonialidad del poder.

    Veamos cmo Quijano describe la colonialidad del poder:

    La colonialidad del poder es uno de los elementos constitutivos del patrn global de poder capitalista. Se funda en la imposi-cin de una clasificacin racial/tnica de la poblacin del mundo como piedra angular de dicho patrn de poder, y opera en cada uno de los planos, mbitos y dimensiones, materiales y subjetivas de la existencia

    6cotidiana y a escala social .

    En lo que resta de este trabajo intentaremos desglosar la primera de las tres ideas bsicas de la descripcin de la colonialidad del poder que acabamos de citar, a saber, la que la identifica como un elemento constitutivo del patrn global de poder capitalista. Ello lo haremos a travs del tamiz interpretativo que aporta El capital de Marx y que nos permitir encudriar en los vnculos entre la colonialidad del poder y la lgica del capital.

    Como es conocido, el capitalismo se constituye en el primer sistema-mundo de la historia de la humanidad. Teniendo sus races en Europa, se desarrolla bajo la lgica preponderante del capital. Esa lgica presupone como necesidad la expansin permanente, el crecimiento constante. Como muestra Marx, la plusvala slo se convierte en capital si trae consigo la acumulacin y ello es posible porque el producto excedente cuyo valor representa aqulla, encierra ya los elementos materiales de un nuevo capital (...) Analizada de un modo concreto, la acumulacin se reduce a la

    7reproduccin del capital en una escala progresiva . En otras palabras, el capital no puede ser capital si no es a costa de su reproduccin ampliada. De ah que su lgica presuponga la expansin permanente. En

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    Y ello tuvo lugar, precisamente, a partir de la colonizacin de Amrica. No es nada casual que el propio Marx site en el siglo XVI el inicio de la era

    8capitalista , que identifique como los dos primeros centros de la acumulacin originaria del capital a

    9Espaa y Portugal , y que vincule al oro y la plata de Amrica con la primera fuente externa de la acumu-lacin originaria del capital en Europa:

    El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de Amrica, la cruzada de extermi-nio, esclavizacin y sepultamiento en las minas de la poblacin aborigen, el comienzo de la conquista y saqueo de las Indias Orientales, la conversin del continente africano en cazadero de esclavos negros: son todos hechos que sealan los albores de la era de la produccin capitalista. Estos procesos idlicos representan otros tantos factores fundamentales en el movimiento

    10de la acumulacin originaria .

    Tanto el colonialismo como la colonialidad han sido histricamente derivaciones de la lgica del capital, partes de esa propia lgica, en buena medida, premisas suyas. Si al interior de Europa fue posible un proceso de capitalizacin, ste se debi no slo a la expansin extensiva del capital en su propio seno, sino tambin, y sobre todo, a su expansin internacional, promoviendo, de esa manera un proceso de capitalizacin mundial.

    Sin embargo, estos dos procesos de expansin extensiva del capital el que ocurre al interior de Europa y el que tiene lugar fuera de ella, si bien ntimamente vinculados entre s, tenan signos relativamente opuestos en lo atinente a los mecanis-mos de explotacin y dominio de cuyos resultados se surtira la acumulacin originaria del capital. Paradjicamente el capitalismo necesitaba para su desarrollo en Europa formas de dominio internacio-nal que en Europa haban estado asociadas a modos pre-capitalistas de explotacin, en particular, el esclavismo y la servidumbre. Para avanzar adentro tena que retroceder ("socialmente" hablando) afuera. El capitalismo surge con Amrica, es cierto, pero slo es posible cuando usufructa el resultado de otras formas de explotacin que, por s mismas, ya no son en Europa esencialmente capitalistas.

    No compartimos en este sentido la idea de Quijano de que tal dualidad no fuese histricamente

    otro pasaje, Marx es todava ms difano en esta afirmacin: () el desarrollo de la produccin capitalista convierte en ley de necesidad el incre-mento constante del capital () (Al capitalista) le obliga a expandir constantemente su capital para conservarlo y no tiene ms medio de expandirlo que la acumulacin progresiva.

    Esa expansin precisa primero ser preponderan-temente extensiva para despus ser tambin intensiva, sin que lo extensivo deje nunca de estar presente como premisa. Aclaremos que llamamos aqu extensiva a la expansin acumulativa que busca incluir en la lgica del capital a mbitos, poblaciones y territorios que previamente no estaban sometidos a ella, en un proceso que tiene como propsito su capitalizacin. Por otra parte la expansin intensiva se refiere al incremento de la acumulacin basado en la lgica de la reproduccin ampliada del propio capital.

    La razn de la primaca cronolgica de lo extensivo con respecto a lo intensivo est en la necesidad de una acumulacin originaria, sin la cual no sera posible la salida del crculo cerrado de la reproduccin simple del capital que, por la misma razn, no sera todava capital en sentido estricto. En palabras de Marx:

    (...) la acumulacin de capital presupone la plusvala, la plusvala la produccin capitalis-ta y sta la existencia en manos de los productores de mercancas de grandes masas de capital y fuerza de trabajo. Todo este proceso parece moverse dentro de un crculo vicioso, del que slo podemos salir dando por supuesta una acumulacin originaria anterior a la acumulacin capitalista (); una acumulacin que no es resultado, sino punto de partida del rgimen

    7capitalista de produccin .

    La tendencia extensiva, aseguradora de la acumulacin originaria, seguira un doble curso, uno hacia el interior de Europa, mediante un proceso basado fundamentalmente en la expropiacin de la tierra a la poblacin rural y en la proletarizacin de siervos y campesinos. El otro curso el que aqu ms nos interesa habra de caracterizarse por la expansin geogrfica, comprendiendo reas cada vez mayores hasta abarcar todo el planeta tierra y todos los componentes humanos en ella existentes.

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    necesaria. En su opinin, no hay nada en la relacin social misma del capital que exija la concentracin del trabajo asalariado en Europa en contraste con otras formas de explotacin pre-capitalistas fuera de Europa. Habra sido perfectamente factible escribe, como lo demuestra el hecho de que as ocurriera en verdad despus de 1870, el control europeo-occidental del trabajo asalariado de

    3cualquier sector de la poblacin mundial .No son las mismas condiciones las de Europa del

    siglo XVI, cuando comenz la aventura colonizadora, que las del siglo XIX, cuando se internacionaliz el trabajo asalariado como forma fundamental capitalista de control del trabajo. El capitalismo no poda garantizar una acumulacin originaria en Europa sin las colonias y las colonias tenan que ser en primera instancia eso, colonias, y no simplemen-te nuevos territorios a los que se llevaran (cual si fuera histricamente posible) las condiciones socio-econmicas de Europa. Marx se refiere a ello en El Capital al citar el caso de aquel ingls que traslad desde Inglaterra al Swan River, en Nueva Holanda (despus rebautizada como Nueva York), 50,000 libras esterlinas en medios de vida y de produccin y hasta 3,000 individuos de la clase trabajadora. Pero al llegar se qued sin un solo criado que le hiciera la cama y le trajera agua del ro. Lo haba previsto todo, menos la exportacin al Swan River de las condiciones de produccin imperantes en

    3Inglaterra . No hay referencia temporal en la cita, pero, por

    el tipo de colonizacin a que se alude, esto debe haber ocurrido en la segunda mitad del XVII. En el siglo XVI la pretensin de aquel ingls hubiese sido todava ms inverosmil. Y si despus fue mediana-mente posible (a partir de 1870, como dice Quijano, o incluso desde antes, como en los casos de estadios ya avanzados de la formacin de los pueblos

    3trasplantados de los que nos habla Darcy Ribeiro) fue porque previamente hubo otro tipo de coloniza-cin, la ibrica, basada en lo fundamental en el esclavismo y la servidumbre. Esa era la manera en que, fuera de las fronteras europeas, poda lograrse la salida del crculo vicioso al que se refiere Marx, era el nico modo entonces de lograr las grandes masas de capital y de fuerza de trabajo que permitiran la necesaria acumulacin originaria, premisa indispensable para que la lgica del capital comenzara el despliegue de su expansin intensiva. Las colonias brindaban a las nuevas manufacturas

    que brotaban por todas partes mercado para sus productos y una acumulacin de capital intensifica-da gracias al rgimen de monopolio. El botn conquistado fuera de Europa mediante el saqueo descarado, la esclavizacin y la matanza, reflua a la

    3metrpoli para convertirse aqu en capital . Y concluye Marx: En general, la esclavitud encubierta de los obreros asalariados en Europa exiga, como pedestal, la esclavitud sans phrase en el Nuevo Mundo; () la nica base natural y espontnea de

    3la riqueza colonial es () la esclavitud .Este asimtrico destino que, desde sus inicios,

    impuso el despliegue de la lgica del capital dentro y fuera de Europa llev, a la larga, a que la acumula-cin intensiva y su reproduccin ampliada se concentrara en suelo europeo, alimentndose, incluso bastante ms all de la acumulacin origina-ria, de una continuada expansin extensiva en las colonias de ultramar que incluy, ya despus, no slo a Amrica, sino tambin a una buena parte del resto del mundo no europeo. Ello es observable an con posterioridad a la revolucin industrial de fines del XVIII, que provey un gran estmulo a la expan-sin intensiva del capital en Europa, pero que, en trminos relativos, continu prohijando una expansin ms extensiva que intensiva fuera de Europa, incluso despus que la mayora de las

    6colonias americanas dejaron formalmente de serlo . Podramos decir ms. El actual proceso de

    globalizacin, signado por el neoliberalismo, aun cuando se describe a s mismo como auspiciador de una desterritorializacin del capital, sigue propician-do sobre todo a travs de reglas de intercambio comercial asimtricas, pero no slo a travs de ellas, que los efectos acumulativos de la reproduc-cin ampliada del capital tengan como principal destino a las potencias centrales del capitalismo mundial y que, comparativamente, una mayora de las naciones perifricas contine apostando a un crecimiento ms extensivo que intensivo que las acerca, en los marcos de sus economas nacionales, a una reproduccin simple y a ostentar poco salgo acumulativo. Las estadsticas que expresan el supuesto crecimiento del Producto Interno Bruto de las naciones perifricas del capitalismo mundial suelen ser engaosas. Como hemos sealado en otra ocasin, los informes sobre el crecimiento anual del PIB per cpita en los pases pobres con frecuencia obvian los datos sobre la parte de ese crecimiento que escapa en forma de pago de la

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    de la riqueza social. A la par con la masa del material humano explotado, dilata los dominios directos e indirectos del capitalista.

    De ah la necesidad del capitalismo de contar con un sistema de dominacin planetario que garantice esos diferentes marcos de explotacin del trabajo con las asimetras a l inherentes y que presuponga un diseo para el ejercicio del poder que tenga en cuenta esas asimetras. Por eso tiene razn Quijano cuando afirma que con la colonizacin de Amrica se instaura:

    por primera vez en la historia conocida, un patrn global de control del trabajo, de sus recursos y de sus productos. Y en tanto que se constitua en torno y en funcin del capital, su carcter de conjunto se estableca tambin con carcter capitalista. De ese modo (naca) una nueva, original y singular estructura de relaciones de produccin en la experiencia histrica del mundo: el capita-

    6lismo mundial .

    Todas las formas de dominio, las nuevas y la que venan desde antes, se adaptan a las exigencias del capital y quedan as vinculadas en un sistema de dominacin mltiple o patrn de poder global, como lo califica Quijano. Las relaciones de poder as establecidas son, en este sentido (aunque no slo), reproduccin de las relaciones sociales econmicas, son una derivacin suya. Su principal fin consiste en asegurar las mejores condiciones posibles para la reproduccin ampliada del capital.

    Aun as y para que as sea el nuevo poder capitalista mundial no habra de limitarse al control global del trabajo, de sus productos y de sus recur-sos. Tendra que abarcar todos los espacios de la vida social, econmicos y no econmicos, polticos, culturales. El poder, dice Quijano, es una relacin social de dominacin, explotacin y conflicto por el control de cada uno de los mbitos de la experiencia

    3social humana .Una misma estructura de poder, cual es el caso

    del patrn de poder global, es capaz de englobar las ms heterogneas formas de poderes particulares. En lo poltico stas pueden ir desde los clsicos imperios coloniales, con las especificidades de cada uno de ellos, hasta organizaciones que ejercen hoy ese poder global con mtodos ms sutiles y con apariencia democrtica, como es el caso de la

    deuda externa y sus intereses, como utilidades de las transnacionales, o buscando bancos ms seguros y

    11de monedas menos frgiles .El capital dice Marx es plusvala capitalizada.

    No encierra, desde su origen, ni un tomo de valor que no provenga del trabajo ajeno no retribuido. Esto es tanto ms as en el caso de que el capital acumulado provenga de las siempre desiguales relaciones entre (ex)colonizadores y (ex)coloniza-dos. Y, a propsito de las reglas de intercambio asimtricas, suponiendo que stas no existan, suponiendo que el capitalismo central pague en su justo precio las mercancas que compra en el mundo perifrico (algo que, por supuesto, est lejos de ocurrir), con ello no hace ms que acudir al viejo procedimiento del conquistador que compra mercancas al vencido y las paga con su propio dinero, con el dinero que antes le ha robado.

    La lgica dominante del capital exiga (y exige) como parte y contraparte suya una lgica derivada: la lgica colonial. De ah que las relaciones coloniales no sean slo asunto del pasado ni que puedan asumirse, en los marcos de un sistema-mundo capitalista, como algo que pudo haber sido de otro modo sustancialmente distinto a como ha sido.

    Claro que esa lgica cambia sus mtodos e instrumentos con el tiempo. En ese sentido no puede no verse la diferencia entre el modo en que se expoliaba a las colonias en la poca en que estas fueron tales y la forma en que despus se hizo cuando dejaron formalmente de serlo. Los mtodos coercitivos propios de la poltica colonial clsica fueron sustituidos en su momento por mecanismos econmicos, pero en ambos casos el resultado era cercano: la transferencia de valor, producto de trabajo no retribuido, a los centros hegemnicos del capitalismo mundial.

    Lo que hace capitalista al sistema-mundo generado por el colonialismo es, en primer trmino, la relacin capital-trabajo que tiene su asiento original en Europa. Pero, con ello, todas las dems formas de explotacin pasan a ser tambin capitalis-tas, en la medida en que se constituyen en ingre-dientes indispensables del sistema. Todo ha de redundar, en ltima instancia, en un incremento de la acumulacin capitalista y en un crecimiento de la reproduccin ampliada del capital, aunque sus fuentes nutricias externas no acumulen y no crezcan, o lo hagan en grado significativamente menor. La acumulacin es la conquista del mundo

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    Organizacin de Naciones Unidas. Esta ltima, a pesar de tener una Asamblea General con represen-tacin de todos los estados miembros, curiosamen-te slo puede tomar decisiones de obligatorio cumplimiento a travs de un nada democrtico Consejo de Seguridad con cinco miembros perma-nentes con derecho a veto que, no por casualidad, coinciden con cinco de las ms grandes economas del planeta. No hablemos ya del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o la Organizacin Mundial del Comercio, todas ellas con inmensos poderes fcticos tambin en lo poltico y siempre prestas a defender los intereses coloniales de la reproduccin ampliada del capital de los centros hegemnicos del capitalismo mundial.

    Pero los poderes econmicos y polticos no podran ser ejercidos plenamente ni por mucho tiempo si no se constituyeran tambin en poderes culturales. La cultura habra de acompaar, desde el inicio, la aventura colonial del capital. La coloniali-dad y su contraparte, la modernidad, deban hacer lo suyo al disear para s mismos los europeos y para los otros los colonizados una imaginera capaz de describir, explicar, legitimar, moralizar y hasta embellecer los desiguales y asimtricos lugares que, a partir de entonces, ocuparan unos y otros en el sistema-mundo capitalista. Para que el poder se internacionalizara y se hiciera colonial, la moderni-dad, surgida en este mismo proceso, deba vestirse de colonialidad. Y ese es el papel desempeado por la colonialidad del poder, reproductor y parte constitutiva de una lgica del capital que se mundia-liza y que slo mediante su mundializacin se hace posible como lgica dominante tambin para los pases centrales del nuevo sistema-mundo capitalis-ta. Como seala Quijano:

    (La colonialidad del poder) se origina y mundializa a partir de Amrica. Con la constitucin de Amrica (Latina), en el mismo momento y en el mismo movimiento histrico, el emergente poder capitalista se hace mundial, sus centros hegemnicos se localizan en las zonas situadas sobre el Atlntico que despus se identificarn como Europa, y como ejes centrales de su nuevo patrn de dominacin se establecen tambin la colonialidad y la modernidad. En otras palabras: con Amrica (Latina) el capitalismo se hace mundial, eurocentrado

    y la colonialidad y la modernidad se instalan, hasta hoy, como los ejes constitutivos de ese

    6especfico patrn de poder .

    Centralidad europea y eurocentrismo

    El capitalismo se hace mundial y eurocentra-do, nos dice Quijano casi al final de la cita anterior. Ambos aspectos forman parte de un mismo proceso. El hecho de que fuera en Europa donde se estaba produciendo la acumulacin originaria del capital y que para ello requiriera con las asimetras ya sealadas la contribucin de las colonias, provoc que aquella regin del mundo se constituyera en el centro del proceso de capitalizacin global. Con la incorporacin posterior de otras naciones, no ubicadas geogrficamente en Europa, pero que bien pudieran considerarse al decir de Noam Chomsky

    2como pases europeos honorarios , esa centrali-dad se ha mantenido hasta hoy, si no en el sentido de la acumulacin originaria, s como receptora de los principales dividendos de una intensificada repro-duccin ampliada del capital, todo lo cual se ha hecho acompaar de un protagonismo poltico a todas luces evidente.

    Los conceptos centro y periferia (introduci-dos por Ral Prebisch y posteriormente utilizados

    12por la teora de la dependencia) reflejaban con justeza el modo real de correlacionarse Europa con el resto del planeta en los marcos del sistema-mundo capitalista. La centralidad de Europa ha sido mucho ms que un invento ideolgico, es una relacin fctica real, una construccin socio-histrica. Esto es importante porque presupone que, para superarla, no basta con cambiar conceptos y discursos. Es tanto o ms importante cambiar las propias realidades sociales.

    Claro que la centralidad socio-econmica y poltica se complementa necesariamente con la centralidad cultural. En otras palabras, la relacin centro-periferia se constituye, primero, como ser (como conjunto de relaciones sociales, del que forman parte las relaciones econmicas y polticas) y, simultneamente y derivado de ello, como conciencia, como subjetividad, como cultura, como saber y como valor.

    Y en este ltimo plano de anlisis es en el que cabe hablar de eurocentrismo, construccin discursiva (con sus mltiples expresiones institucio-nales) que busca llevar la centralidad de Europa a

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    todo mbito, a todo tiempo, a todo lugar, que tiende a naturalizarla, cuando no a divinizarla y, en todo caso siempre, a legitimarla.

    Por eso no est de ms enfatizar en la necesaria distincin entre la centralidad de Europa en trmi-nos socio-histricos, derivada de su papel en la constitucin del ser del mundo colonial/moderno, y aquella otra, auto atribuida, inducida y reforzada en los imaginarios sociales. Si bien vinculadas entre s, la segunda no es necesariamente deducible de la primera, sobre todo en la medida en que aquella busca copar todo el mundo experiencial humano. El eurocentrismo extiende el protagonismo europeo-occidental hasta lo absoluto y lo convierte, ms que en una centralidad, en una totalidad ontolgica, epistemolgica y axiolgica. En los tres casos se trata de construcciones ideolgicas que permiten que la colonialidad del poder intente abarcar, tanto como le sea posible, los imaginarios sobre el ser, el saber y el valer. Mediante el eurocentrismo (o esa otra variante suya que se ha dado en llamar occidenta-lismo) una minoritaria parte del planeta y de la humanidad se asume ya no slo como centro del proceso de universalizacin histrica y del sistema-mundo capitalista, sino tambin como presunta duea de todo valor, de todo conocimiento, de todo lo humano. Y en la medida en que el eurocentrismo se apodera de la subjetividad y de las instituciones polticas, acadmicas o culturales de las regiones no-europeas o no-occidentales, se convierte en una de las ms eficaces herramientas de la colonialidad del poder.

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    Correspondencia: Jos Ramn Fabelo Corzo.Benemrita Universidad Autnoma de Puebla. 4 Sur 104. Centro Histrico 72000 Puebla. Mxico. Tel. 52 2222295500.Correo electrnico: [email protected]

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    0Fabelo Corzo, Jos R. La colonialidad del poder y la lgica del capital - Perspectiva, Per, 2013, No. 16Fabelo Corzo, Jos R. La colonialidad del poder y la lgica del capital - Perspectiva, Per, 2013, No. 16