Evolución entorno del cementerio

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Evolución entorno del cementerio de Torre del Mar

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  • 1. I URBANISMO - FICCIN El crecimiento galopante de la poblacin mundial, y su concentracin cada da ms acusada en los centros ur- banos, traen como consecuencia uno de los fenmenos ms agobiantes y problemticos de nuestro tiempo: el hacinamiento creciente de la Humanidad en las grandes ciudades, el gigantismo urbano, con toda su secuela de problemas de trfico, contaminacin, agresividad, ten- sin, stress, surmenage ... A principios de siglo haba unos 1.600 millones de habi- tantes en el globo; hoy hay unos 3.700 millones; en el ao 2000 se calcula que habr unos 6.100 millones... A principios de siglo, slo 15 ciudades en todo el mundo tenan ms de un milln de habitantes; hoy hay ya ms de 120... Desde 1800 hasta 1950, la poblacin mundial se multiplic por 2'6; pero en las grandes ciudades de ms de 100.000 habitantes se multiplic por 20. Y e! Manifiesto para la Supervivencia, del grupo de The Ecologist, nos informa de que entre 1382 y 1952 la su- perficie total del Mundo ocupada por construcciones permanentes ha aumentado de 870 a 1.600 millones de hectreas, es decir, casi se ha duplicado. Jrgen Voigt, en La destruccin del equilibrio biolgi- co, expresa sus temores: Temo que a finales de este siglo el 80 % de la poblacin mundial viva en ciudades de dimensiones gigantescas. Si esto ocurre en el Mundo, que ocurrir en U.S.A., el paraso de los rascacielos; qu mole inmensa y asfi- xiante de cemento y de vidrio ha de ser Nueva York al correr de los aos...? A pesar del proverbio que dice Es dificilsimo pronosticar, sobre todo cuando se trata del futuro, el libro colectivo El medio ambiente y el hom- bre Perspectivas para los prximos cincuenta aos, trata de respondernos, y en l dice W.L.C. Wheaton: Nosotros creemos ahora que dentro de medio siglo la poblacin de los Estados Unidos sobrepasar los 500 mi- llones de habitantes. Si esto resulta cierto, tendremos de 500 a 1.000 reas metropolitanas tal como ahora se definen. La mayor de ellas, la de la regin de la costa Este de Nueva York, contendr tal vez 50 millones de ha- bitantes, y formar parte de una regin todava ms ex- tensa en la que habr ms de 100 millones. Puede haber all otras diversas zonas metropolitanas con una pobla- cin de 25 millones. Presumiblemente, del 85 al 95 % de la poblacin ser urbana. 24 Extracto de la Revista Jbega n 3, ao 1973. Centro de Ediciones de la Diputacin de Mlaga (www.cedma.com)

2. Y en Espaa? En Espaa, a principios de siglo, haba unos 18 millones de habitantes, y de ellos 12 vivan en el campo y 6 en las ciudades. Ahora hay unos 34 millo- nes de habitantes en total; pero el panorama ya ha cam- biado: slo 14 viven en los pueblos, mientras que los otros 20 se acumulan en las ciudades. Para fines de si- glo, se estima que habr 48 millones de espaoles, de los que no quedarn en las reas rurales ni 10 millones siquiera, hacinndose los 38 millones restantes en las ciudades de nuestro pas. Mas claro an: que a princi- pios de siglo vivan en las zonas urbanas slo el 33 % de ios espaoles; ahora el 59 % (casi el doble); y a finales de siglo ser ya el 80 %... Slo entre 1960 y 70 pasaron a habitar en municipios de ms de 100.000 habitantes de 8'5 millones de espaoles a 12'5 millones (casi un 50 % ms en diez aos). Y todos sabemos que ese proceso de concentracin tiene lugar especialmente en ciertos pun- tos de nuestra geografa: Madrid y sus alrededores, casi iodo el cinturn costero, y unos pocos islotes ms. As, se irn creando unas ciudades inmensas en esas zonas, se irn poblando las carreteras que las unen, ir sur- giendo una muralla litoral de rascacielos y barriadas, una gran urbe central, una red de comunicaciones radia- les entre una y otra, y unos grandes desiertos entre ellas, llenos de pueblos muertos y de olivares olvida- dos...De aqu a fin de siglo la poblacin mundial va a dupli- carse. Si no es exactamente a fin de siglo ser unos aos despus. En el transcurso de una generacin, habr que construir tantas viviendas como las que ahora existen, y aproximadamente tantas como las que se han constru- do a lo largo de toda la Historia. Este viejo Planeta fati- gado soporta ya sobre su piel, ahora, tantos hombres como los que han vivido desde Adn y Eva hasta la ge- neracin que nos ha precedido, y ha de prepararse para sostener sobre su superficie cansada, en pocos aos, otro tanto. Cmo sern entonces las ciudades? Habr muchas? Quizs no haya ya muchas: habr pocas, muy pocas, ciudades inmensas, resultantes de la fusin de infinidad de ciudades gigantescas...Hay estudios desasosegantes que nos explican cmo las ciudades irn creciendo, cmo las carreteras que las unen entre s se irn poblando a un lado y otro de edifi- cios altos, cmo donde haba olmos o chopos junto a la cuneta brotarn semforos y carteles junto al bordillo cmo el campo se ir quedando desierto y todos vivire- mos en terribles ciudades infinitas, en inmensas, inaca- bables ciudades tentaculares que abrazarn una seca tie- rra asfaltada, formando una maraa de calles y avenidas y pasos elevados que rodear el Mundo; cmo podremos atravesar Europa o Amrica sin salir de esas calles asfi- xiantes, de esos ruidos de clxones innumerables, de ese parpadear interminable de miradas de semforos ner- viosos; cmo esas obsesivas ciudades tendern sus ten- tculos de pulpo petrificado (Garca Lorca) hasta que todo el Globo no sea sino una sola e inmensa ciudad, la Megalpolis, La Gran Ciudad, y el Mundo quedar cu- bierto por el sudario de sus mltiples asfaltos, por su velo de nubes negras, por una red amenazante de cables y de alambres, erizado de rascacielos como torres ri- das, salpicado de anuncios luminosos cegadores, caldea- do por el vaho agobiante de quince mil millones de res- piraciones agitadas... Extracto de la Revista Jbega n 3, ao 1973. Centro de Ediciones de la Diputacin de Mlaga (www.cedma.com) 25 3. Y quin no gritar, quin no aorar un lejano campo legendario, un recuerdo de soledad tranquila, una intui- cin de aldea ya esfumada? Quin no se doler de la In- mensa Ciudad, como Miguel Hernndez, el poeta:Alto soy de mirar a las palmeras,rudo de convivir con las montaas...Yo me vi bajo y blando en las acerasde una ciudad esplndida de araas.Difciles barrancos de escaleras,calladas cataratas de ascensores,qu impresin de vaco!,ocupaban el puesto de mis flores,los aires de mis aires y mi ro...II NEUROSIS DE RASCACIELOS Qu ocurrir en un Mundo superpoblado, en una Huma- nidad hacinada? Un atisbo de ello nos lo da la contem- placin de lo que hoy va sucediendo all donde esa Hu- manidad ya se concentra: en las ciudades-monstruos del Mundo actual, en las sociedades superdesarrolladas, superindustrializadas. En los Estados Unidos, por ejem- plo, el nmero de crmenes cometidos en las ciudades de ms de 250.000 habitantes es cinco veces mayor que el de los perpetrados en las zonas rurales. En dichas ciudades hay 5,5 asesinatos, 23,7 violaciones y 108 ro- bos a! ao por cada 100.000 habitantes, mientras que en los pueblos pequeos, de menos de 10.000 habitantes, hay 2,7 asesinatos, 7 violaciones y 16,4 robos, tambin referidos a cada 100.000 habitantes para hacer clara la comparacin. Ms claro an: que se asesina el doble, se viola el triple y se roba siete veces ms en las ciudades grandes que en los pueblos pequeos. O sea: que ms valdra que esos 250.000 habitantes, pongamos por caso, vivieran en 25 pueblos de 10.000 cada uno, en lugar de todos juntos en una ciudad nica, porque por lo visto ese apelotonamiento inclina enormemente a asesinar, violar, robar... La agresividad per cpita es directa- mente proporcional a la densidad demogrfica.Segn diversos estudios, en una gran ciudad hay pro- porcionalmente ms hijos ilegtimos, ms abortos, ms alcoholismo, ms consumo de drogas, ms locos y neu- rastnicos y ms suicidas que en una coleccin de ciu- dades y pueblos pequeos que sumaran el mismo nme- ro de habitantes que tiene esa ciudad. Y no digamos ms polucin, ms contaminacin, mayor desequilibrio ecol- gico, ms aire irrespirable, ms ruidos, ms nervios de punta, porque todo eso salta a la vista. En estudios so- bre Filadelfia hechos por lan L. Mc. Harg se pone de ma- nifiesto que, adems de lo antedicho, en los centros ur- banos superpoblados hay tambin ms enfermedades de corazn, tuberculosis, diabetes, cirrosis heptica, disen- tera v tifus que en los barrios de menos densidad de poblacin. 26 Extracto de la Revista Jbega n 3, ao 1973. Centro de Ediciones de la Diputacin de Mlaga (www.cedma.com) 4. La Cornell Medical Scholl de Nueva York ha realizadoun Estudio sobre el Centro de Manhattan, analizandoun ncleo de esta Isla (entre Park Avenue, East River ylas Calles 59 y 96) muy densamente poblado: 150.000personas por Km2. Dicha densidad es la mitad de la quealcanzan ciertos barrios de Hong-Kong (rcord mundialdel apelotonamiento), pero es vez y media la densidadmxima de Tokio, casi triple que la de los barrios ms po-blados de Londres, y para hacernos una idea ms clara,30 veces mayor que la densidad de poblacin media deMadrid. Al mismo tiempo, ese barrio del centro de Man-hattan est cuatro veces ms poblado que el conjunto dela Isla, y diez veces ms que el Bronx y Brooklyn. Puesbien: en las encuestas, realizadas por socilogos y psi-quiatras, se han hallado en ese barrio (en el que habitan400.000 personas), el doble de suicidios, muertes acci-dentales, tuberculosis y delincuencia juvenil, y el triplede alcoholismo, que en los otros barrios menos poblados.Y lo que es peor: de las personas de ese ncleo urbano superconcentrado, un 20 % no presenta diferencias men- tales apreciables con los pacientes que los psiquiatras encuestadores tienen internados en sus sanatorios; un 60 % muestran algn sntoma de deterioro o alteracin psicolgica; y slo el 20 % restante se consider total- mente exento de sntomas de enfermedad mental. Y no slo es la aglomeracin, la tensin, el trfico, la deshumanizacin de las relaciones, la superabundancia de estmulos y tentaciones, el ruido, la prisa, etc., lo que induce en el hombre hacinado, perdido entre la masa, aplastado entre desfiladeros de hormign y aluminio, esa agresividad, esa salud frgil, esa moral debilitada, esos desequilibrios psicolgicos... En ello influyen tambin, segn estudios realizados, factores tan sutiles y banales como por ejemplo las cargas elctricas del aire, negati- vas o positivas. Tras de una tormenta, junto a una cas- cada, en un frondoso bosque, el aire est cargado nega- tivamente, y ello contribuye a darnos esa grata sensa- cin de sosiego. Por el contrario, el aire contaminado de una gran urbe tiene cargas elctricas positivas, y se ha comprobado que ello produce ansiedad, angustia, stress, eroticismo, agresividad, baja moral... Es decir, que algo tan aparentemente inofensivo, tan impalpable, como es eso, tiene repercusiones sobre nuestro compor- tamiento, sobre nuestra mentalidad.Paradjicamente, en medio de esos hormigueros huma- nos, el hombre est ms solo, las relaciones entre unos y otros se deshumanizan, se desarrollan bajo el signo de lo fugaz, de lo epidrmico. Hasta qu grado de sole- dad y de aislamiento no se habr llegado en esas socie- dades que, segn dicen, uno de los datos que ms valo- ran los psiquiatras americanos a la hora de juzgar el equilibrio mental de sus pacientes es el hecho de si tie- nen o no tres o cuatro buenos amigos, incluso descen- diendo al detalle de si tienen algunos amigos en casa de los cuales puedan presentarse a charlar un rato por sorpresa, sin citarse previamente? Hasta qu punto preocupar esto actualmente que incluso todo un movimiento arquitectnico-urbanstico, capitaneado por el famoso arquitecto, catedrtico de la Universidad de California y escritor Christopher Alexander, propone un nuevo concepto de vivienda, de barrio y de ciudad, crean- do planos y maquetas con la finalidad fundamental de que en ellos resulte ms fcil mantener esos contactos ntimos, realizar con naturalidad eso que l llama la visita inesperada, intentando en definitiva disear y concebir tal como reza el ttulo de uno de sus ms interesantes trabajos La ciudad como un mecanismo para mantener el contacto humano...?Extracto de la Revista Jbega n 3, ao 1973. Centro de Ediciones de la Diputacin de Mlaga (www.cedma.com) 27 5. MALAGA LA EX-BELLA? Y Mlaga? A qu ritmo va creciendo? Qu habitantes tiene? Qu densidad de poblacin disfrutamos ya por estos lares? Redondeando y simplificando cifras, para dar una idea ms grfica, diremos que Mlaga entr en el siglo con unos 130.000 habitantes en la capital y medio milln en toda la Provincia, y que lleg a los 300.000 en la capital y 775.000 en la Provincia en el ao 60, justo en los albo- res del boom turstico de la Costa del Sol. En 1970 se estimaba que haba unos 375.000 en Mlaga capital y 867.000 en la Provincia, acusndose ya el fenmeno de la concentracin en la franja costera, paralelo a la des- poolacicn del interior, ya que en dicha fecha el 4 3 % de la poblacin est en la capital, el otro 20 % en el resto del litoral, y el 37 % restante solamente en los 90 muni- cipios interiores; con lo cual resulta que los dos tercios de la poblacin se acumulan en la quinta parte de la su- perficie provincial. Y ahora, en 1973? Es difcil dar ci- fras tan frescas, pero es evidente que caminamos ha- cia los 400.000 en la capital y el milln en la Provincia, con una concentracin an ms acusada en la zona de corta. Y, mientras que a principios de siglo, la pobla- cin de la Provincia creca al 7 por mil, ahora lo hace al 14 por m i l ; pero mientras que la capital en el 1900 se mantuvo estancada, en estos aos ltimos crece a razn del 26 por mil al ao. El desarrollo demogrfico de la Pro- vincia de Mlaga est algo por encima de la media na- cional, y ello unido a la fuerte atraccin que la capital ejerce sobre la Provincia y al previsible crecimiento del fenmeno turstico hace que tengamos que contar, pro- bablemente, y si el tiempo no lo impide, con una capital de 750.000 habitantes, con otros 100.000 de poblacin flotante, para fines de siglo. En cuanto a densidad de poblacin, Mlaga debe tenerahora unos 35.000 40.000 habitantes/Km 2 ., ya que en el Plan General de Ordenacin de Mlaga de 1968 se ha- blaba ya de los 35.000 habitantes/Km 2 . No obstante, en dicho Plan se nos advierte de que alrededor de las 900 Ha. de sectores urbanos construidos hay otras tar.tas de urbanizaciones, y si dividimos la poblacin por esa superficie doble nos resultara una densidad de unos17.500 habitantes/Km 2 . Si comparamos con la densidad que oficialmente se le adjudica a Madrid unos 5.000 habitantes/Km. 2 , nos estremeceremos al comprobar que aqu estamos mucho ms apretados, ya que all hay 10 veces ms habitantes pero disponen de 60 veces ms terreno. Pero sospechamos que esos datos de Madrid estn un tanto dulcificados, ya que la superficie actual que se le atribuye (60.709 Ha. = 607'09 Km.2) incluye El Pardo, la Dehesa de la Villa, la Casa de Campo, etc., etc., y al considerarse la poblacin repartida por una super- ficie as aumentada resulta una densidad muy acepta- ble (30 veces menor que la del Centro de Manhattan, como queda dicho). Y es que intentar dar cifras exactas para reflejar fenmenos tan aleatorios es difcil. Pero en fin, dejndonos de exactitudes, lo cierto es que an es- tamos muy lejos de esas cifras rcords de apelotona- miento 150.000 personas, y hasta 300.000 personas por kilmetro cuadrado a que hemos aludido, ya que para pretender igualar ese rcord mundial ostentado por Hong-Kong tendramos que meter a toda la poblacin de Mlaga en la Urbanizacin El Candado, por ejemplo. Y, asimismo, a la vista est que para que pasemos de la habitual tranquilidad y cordialidad de que hace gala el malagueo medio a esa serie de trastornos psicolgicos que hemos apodado la neurosis del rascacielos har falta que transcurra todava algn que otro siglo.Pero... cuando las barbas de tu vecino veas rapar... Madrid, sin ir ms lejos, hasta hace diez aos era una ciudad muy agradable, y ahora es insufrible. Y por estos 28 Extracto de la Revista Jbega n 3, ao 1973. Centro de Ediciones de la Diputacin de Mlaga (www.cedma.com) 6. lares vamos ya disfrutando, desde hace aos, de algu-nas de las caractersticas de las grandes ciudades delmundo de hoy: dificultad de aparcamiento, caravanas deida y vuelta los domingos, etc., etc. Como dato curioso,diremos que la velocidad media de un vehculo por laciudad de Mlaga era ya en 1967 de 18 kilmetros porhora, es decir, ligeramente inferior a la controlada enNueva York, a principios de siglo, para los coches de ca-ballos.Y a lo que s estamos abocados ineludiblemente, en pla-zo breve, es a la formacin de una Megalpolis costera,de una larga y estrecha ciudad serpenteante que ir en-hebrando como en un collar ribeteado de playas y mon-taas los actuales ncleos urbanos de Mlaga, Torremo-linos, Fuengirola, Marbella y ms adelante Nerja y Torredel Mar, San Pedro y Estepona, hasta formar un solo n-cleo de 50, 100, hasta 150 Km. de largo..., atravesado departe a parte por esa carretera que ya muchos llaman lacalle ms larga de Europa. Sabremos, al menos, y ya que hemos de tener una Me- galpolis, una Gran Ciudad, conseguir una Gran Ciudad bella? Respetaremos el paisaje, intentaremos que nues- tras construcciones armonicen con l, conservaremos las barriadas o pueblos hermosos que han dado a nuestra Costa su atractivo y belleza? O dejaremos que se refle- jen en el mar, a lo largo de toda esa Costa, toda una dis- cordante sinfona de rascacielos ridos, unas murallas de cemento...? Sabremos disear, planificar, imaginar, vigilar, censurar, prohibir..., todos unidos en la tarea de conseguir esa hermosa Gran Mlaga? Estaremos cons- cientes de que hoy da se exigen 10 metros cuadrados de zonas verdes por habitante en cualquier ciudad o ba- rriada moderna bien construida, de que Barcelona tienelos 10, de que Los Angeles tiene 20, de que Washington la ciudad con ms zonas verdes del mundotiene 50, y de que nuestra Mlaga tiene medio metro cuadrado de zonas verdes pblicas por habitante!...? Aprendere- mos de los errores cometidos, sabremos contemplar con- tritos los monumentos a la fealdad que aqu y all sal- pican nuestra Costa, y haremos propsito de la enmien- da, en vez de sostenella y no enmedalla? Porque motivos de inquietud los hay, y estn en la men- te de todos. La Caleta y El Limonar, la zona ms bonita de Mlaga, va siendo mancillada por bloques y bloque- cilios, y no pueden drsele ya ni diez aos de belleza, como a esas grandes divas de otro tiempo que an pa- sean su marchitez y su nostalgia por las calles del mun- do...; Torre del Mar ya no se arregla salvo con dinamita; sobre Playamar ms vale correr un tupido velo, como ella lo corre sobre el paisaje circundante; la esplndida Sierra de Marbella, recortada y azul, como brotada de la paleta de un Velzquez, fue desflorada por la cantera de una Urbanizacin, y ante ella van brotando grandes to- rres como grandes insultos de hormign y de hierro; Pe- dregalejo y Los Galanes se van tambin estropeando, y El Palo merecera ser tratado a dems... Basta imaginar un Torre del Mar de 100 kilmetros de largo para tener ante la mente la ms desazonante pesadilla... Bienvenida esa Gran Mlaga futura, esa Megalpolis cos- tera, y bienvenidos todos sus habitantes, sus visitantes y turistas. Todo ello ser digno de progreso. Pero luche- mos por hacer compatibles crecimiento y belleza, por evi- tar que, entristecidos, tengamos que intercalar un da, en el tan merecido apelativo de Mlaga La Bella, ese prefijo incordiante e inflexible, esa pequea slaba que de un manotazo relega todo al pasado, que con las as- pas de su equis lanza al recuerdo todo cuanto le sigue, esas dos letras tan temidas por ministros y misses, esa preposicin que es al mismo tiempo un epitafio, un cese, pasaporte al olvido, kaputt, sanseacab: un ex.Jos Antonio DEL CAIZO REBATE Extracto de la Revista Jbega n 3, ao 1973. Centro de Ediciones de la Diputacin de Mlaga (www.cedma.com) 29