Evaluación Nutricional. Influencia de la actividad física y el consumo de frutas y verduras sobre...

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Influencia de la actividad física y el consumo de frutas y verduras sobre el I.M.C. y la relación cintura/cadera en una población universitaria Lucas Fernández Lalanne 1 Fundamentos de Biología Aplicada III - Módulo de Fisiología - Grupo B 1 l ucasfl@correo.ugr.es Departamento de Fisiopatología, Facultad de Ciencias, Universidad de Granada. Granada. España. Resumen Obesidad y enfermedad cardiovascular son términos que oímos día a día en los medio de comunicación. Existe una íntima relación entre ellos, pues a medida que aumenta nuestro índice de masa corporal (IMC) la probabilidad de padecer obesidad y enfermedades cardiovasculares también aumenta. El IMC a su vez puede verse disminuido por la realización de ejercicio físico. Al mismo tiempo, el consumo de frutas y verduras disminuye la relación cintura/cadera, el cual es un indicativo de enfermedad cardiovascular. El objetivo de nuestro estudio es realiza comparaciones entre el IMC de personas que realizan deporte con distintas frecuencias y determinar de que forma afecta el ejercicio físico en el IMC. Por otro lado también queremos determinar la influencia de la frecuencia de consumo de frutas y verduras en la relación cintura/ cadera, que es un indicativo de enfermedad cardiovascular. Los resultados obtenidos indicaron que no existían diferencias significativas en ninguna de las hipótesis, plasmando la importancia de una recogida de datos suficiente y fiable. Abstract Obesity and cardiovascular disease are terms we hear every day in the media. There is a close relationship between them, as our body mass index (BMI) increases the probabilty of suffering obesity and cardiovascular disease also increases. BMI in turn can be diminished by physical exercise. At the same time, eating fruits and vegetables reduces the waist/hip ratio, which is an indicative of cardiovascular disease. The aim of our study is to perform comparisons between the BMI of people that do sport with different frequencies and determine which way exercise affects the BMI. On the other hand we also want to determine the influence of the different frequencies of consumption of fruits and vegetables in waist / hip ratio, which is indicative of cardiovascular disease. The results indicated there were no significant differences in any of the hypothesis, reflecting the importance of collecting sufficient and reliable data. Palabras clave: IMC, relación cintura / cadera, actividad física, enfermedad cardiovascular, obesidad. Keywords: BMI, waist / hip ratio, physical activity, cardiovascular disease, obesity. página 1 de 24

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Evaluación Nutricional. Influencia de la actividad física y el consumo de frutas y verduras sobre el I.M.C. y la relación cintura/cadera en una población universitaria. Nutrición. Licenciatura en Biología. Curso 2013-2014. Universidad de Granada. España.

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Influencia de la actividad física y el consumo de frutas y verduras sobre el I.M.C. y la relación cintura/cadera en una población universitaria

Lucas Fernández Lalanne1 Fundamentos de Biología Aplicada III - Módulo de Fisiología - Grupo B

1 [email protected] Departamento de Fisiopatología, Facultad de Ciencias, Universidad de Granada. Granada. España.

Resumen

Obesidad y enfermedad cardiovascular son términos que oímos día a día en los medio de comunicación.

Existe una íntima relación entre ellos, pues a medida que aumenta nuestro índice de masa corporal (IMC)

la probabilidad de padecer obesidad y enfermedades cardiovasculares también aumenta. El IMC a su vez

puede verse disminuido por la realización de ejercicio físico. Al mismo tiempo, el consumo de frutas y

verduras disminuye la relación cintura/cadera, el cual es un indicativo de enfermedad cardiovascular.

El objetivo de nuestro estudio es realiza comparaciones entre el IMC de personas que realizan deporte con

distintas frecuencias y determinar de que forma afecta el ejercicio físico en el IMC. Por otro lado también

queremos determinar la influencia de la frecuencia de consumo de frutas y verduras en la relación cintura/

cadera, que es un indicativo de enfermedad cardiovascular.

Los resultados obtenidos indicaron que no existían diferencias significativas en ninguna de las hipótesis,

plasmando la importancia de una recogida de datos suficiente y fiable.

Abstract

Obesity and cardiovascular disease are terms we hear every day in the media. There is a close relationship

between them, as our body mass index (BMI) increases the probabilty of suffering obesity and

cardiovascular disease also increases. BMI in turn can be diminished by physical exercise. At the same

time, eating fruits and vegetables reduces the waist/hip ratio, which is an indicative of cardiovascular

disease.

The aim of our study is to perform comparisons between the BMI of people that do sport with different

frequencies and determine which way exercise affects the BMI. On the other hand we also want to

determine the influence of the different frequencies of consumption of fruits and vegetables in waist / hip

ratio, which is indicative of cardiovascular disease.

The results indicated there were no significant differences in any of the hypothesis, reflecting the

importance of collecting sufficient and reliable data.

Palabras clave: IMC, relación cintura / cadera, actividad física, enfermedad cardiovascular, obesidad.

Keywords: BMI, waist / hip ratio, physical activity, cardiovascular disease, obesity.

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Introducción

El grupo internacional de trabajo en obesidad (IOTF) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han

definido la obesidad como la epidemia del siglo XXI por las dimensiones adquiridas a lo largo de las

últimas décadas, su impacto sobre la morbimortalidad, la calidad de vida y el gasto sanitario. El importante

impacto sobre las enfermedades crónicas, el coste sanitario, la calidad de vida y sus crecientes

dimensiones configuran la obesidad como un importante problema de salud pública (WHO report, 2003).

Cada vez se dispone de evidencia más uniforme sobre el impacto de la obesidad en la mayor parte de las

enfermedades crónicas, no sólo en relación con las cardiovasculares, sino también con otros problemas

frecuentes como la diabetes tipo 2, la artrosis, los problemas psicológicos e incluso algunos tipos de

cáncer, tales como el de colon, el de mama y el de endometrio (Hu et al., 2005).

La prevalencia de sobrepeso y obesidad a nivel mundial aumenta continuamente, así, recientes estudios

indican que la media de IMC ha aumentado en 0.4 kg/m3 cada década desde 1980 (M. Gallardo, 2011).

En España, este aumento es mucho más preocupante, ya que dos de cada tres hombres tiene

sobrepeso, y una de cada seis personas padece obesidad.

La obesidad, considerada como enfermedad crónica, compleja y multifactorial, suele iniciarse en la

infancia- adolescencia, y tiene su origen en una interacción entre factores genéticos y ambientales o

conductuales (Serra et al., 2001). De todos los factores ambientales podemos destacar aquellos que por

su frecuencia, magnitud y posibilidad de intervención pueden considerarse como modificables desde un

punto de vista sociocultural y sanitario, tales como hábitos dietéticos, actividad física y grado de

sedentarismo, y la influencia familiar (Franks et al., 2005). Entre los hábitos dietéticos predisponentes

podemos destacar: un aumento de la ingesta de grasa (>38%), el consumo alto de refrescos, bollería,

embutidos y el consumo bajo de frutas y verduras. Los jóvenes que realizan un desayuno completo suelen

expresar tasas de obesidad más bajas que los que no desayunan o lo hacen de una forma incompleta

(Rudolf et al., 2001).

En cuanto a la actividad física, a estas edades son mas frecuentes los comportamientos sedentarios (ver

la televisión, videojuegos) que los comportamientos activos, ya que los primeros se refuerzan fácilmente

por inercia, forman parte de los hábitos de vida de la familia y son más difíciles de cambiar. Hoy día la

televisión es considerada en los países occidentales como la mayor fuente de inactividad. La Academia

Americana de Pediatría ha recomendado que en la infancia y adolescencia no se haga uso de más de 2

horas/día de Televisión (Sallis et al., 1999).

Por todo ello, es importante valorar el peso específico de los principales riesgos implicados en la obesidad

infantil, fundamentalmente el componente familiar, la actividad física, el grado de sedentarismo y los

hábitos alimentarios de tal modo que podamos actuar desde un punto de vista preventivo. Este

conocimiento facilitará la posible reducción de la obesidad en niños y adolescentes con la consiguiente

disminución de la morbilidad acompañante a esta situación.

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Por tanto, el objetivo de este estudio es analizar la influencia que tienen los principales factores de riesgo

modificables tales como hábitos dietéticos y actividad física sobre el estado de sobrepeso y obesidad en

una población universitaria. Por ello, una de las hipótesis que formará parte de este estudio será si el

I.M.C. y la realización de ejercicio están relacionados o si por el contrario son independientes. Por otro

lado, la relación cintura/cadera es un índice indicador del riesgo de padecer enfermedades

cardiovasculares, de modo que utilizando este índice y estableciendo una relación con el consumo de

frutas y verduras obtendremos nuestra segunda hipótesis de estudio.

Material y métodos

Este estudio se realizo con los alumnos de la última promoción de la licenciatura en Biología del curso

2013-2014, en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada. En el mismo participaron 98

personas, de los cuales 30 fueron mujeres y 68 fueron hombres, con una edad media comprendida entre

los 23.6 ± 3 años. Se les pidió que hicieran un registro de lo que comían en un periodo de 3 días,

incluyendo un festivo. Tuvieron que anotar lo que bebían y comían en periodos de 24 horas. A parte, los

datos se recogieron en cantidades exactas (gramos, mL, onzas...) para que los resultados finales fueran lo

más precisos, rigurosos y fiables posibles.

Una vez anotados todos los alimentos, con sus cantidades exactas, se introdujeron en el software

nutricional llamado “ Alimentación y salud”, obteniéndose gráficos y tablas expresando la cantidad de

macronutrientes (carbohidratos, proteínas y grasas) y micronutrientes (vitaminas y minerales) consumidos,

junto con los recomendados para dicho sujeto experimental, pudiendo obtener sus excesos y déficits de

nutrientes. También realizamos unos cálculos para obtener los gramos reales ingeridos de

macronutrientes, para compararlos con los gramos recomendados para el perfil calórico del individuo

estudiado. Todo esto basándonos en que 1 gramo de azúcares y proteínas aporta 4 Kcal y que 1 gramo

de grasas aporta 9 Kcal.

Además de esta dieta también se pidió información sobre la vida cotidiana que seguía cada uno de ellos:

información sobre el alojamiento del alumno, el consumo de agua, la frecuencia de ingesta de

determinados alimentos, si es fumador, si realiza actividad física, nivel de estudios, etc. Al final se obtuvo

una tabla excel con todos los datos de la dieta y la vida cotidiana. En total eran más de 200 alumnos, pero

sólo un total de 98 alumnos aportaron ambos informes: de dieta y de vida cotidiana. Por lo tanto, es

evidente que si todos los alumnos hubieran enviado sus datos correspondientes, tendríamos más datos y

los resultados habrían sido más reales y fiables.

Por otro lado, se realizaron una serie de medidas antropométricas para cada alumno, información que

también fue a parar a la tabla excel.

A continuación se va a describir como se realizaron dichas medidas:

• Peso (Kg). Para pesar a cada alumno dimos uso a una báscula. Se les pidió a los alumnos que ese día

asistieran con ropa ligera y a la hora de pesarse se quitaron las zapatillas. Mantuvieron una posición

erguida y las medidas fueron tomadas por el profesor de prácticas responsable.

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• Talla (cm). Para tomar esta medida se utilizó el tallímetro. Se midió la distancia entre el vértex y las

plantas de los pues del estudiado en cm. El proceso de realización consiste en producir una inspiración

profunda para compensar el acortamiento de los discos intervertebrales, permaneciendo de pie, con

talones glúteo, espalda y región occipital en contacto con el plano vertical del tallímetro.

• Pliegues cutáneos (mm). En esta medida se valora la cantidad de tejido adiposo subcutáneo, para ello

se mide en zonas determinadas el espesor del pliegue de la piel evitando incluir músculo. Esta medida

se realiza con ayuda de un plicómetro o compás de pliegues cutáneos. Para la toma de esta medida, el

antropometrista atrapa la capa de piel con los dedos índice y pulgar con la mano izquierda y aplicará el

plicómetro a un centímetro de los dedos que se encuentran tomando el pliegue. Para obtener una

medida fiable, se llevaron a cabo tres repeticiones, realizando la media de las mismas. Los lugares de

toma de los pliegues fueron:

• Pecho. El pliegue en esta región se toma localizado en la línea axilar-pezón, lo más próximo posible

al faldón axilar y oblicuo hacia abajo. Esta localización de pliegue se tomó sólo para hombres.

• Tricipital. En este caso el pliegue se sitúa en el punto medio acromio-radial, en la parte posterior del

brazo. El pliegue es vertical y corre paralelo al eje longitudinal del brazo. Esta medida se obtuvo

solamente de mujeres.

• Muslo. Está situado en el punto medio de la línea que une el pliegue inguinal y borde proximal de la

rótula, en la cara anterior del muslo. Este pliegue es longitudinal y corre a lo largo del eje mayor del

fémur. Este pliegue se tomo en ambos sexos.

• Suprailíaco. Se encuentra localizado justo encima de la cresta ilíaca, en la línea medio axilar. El

pliegue forma un ángulo de alrededor de 45º con la horizontal. Esta medida se realizo sólo en

mujeres.

• Abdominal. Situado lateralmente a la derecha, junto a la cicatriz umbilical en su punto medio. Este

pliegue es vertical y corre paralelo al eje longitudinal del cuerpo. La medida para esta localización, se

realizó solamente en hombres.

• Perímetros (mm). Los perímetros nos proporcionan datos de circunferencias medidas en cm. Para la

toma de esta medida antropométrica, se utilizó una cinta métrica flexible e inextensible. Se pasa

alrededor de la zona a medir, sin realizar compresiones. Los lugares en los que se midió perímetro

fueron:

• Cintura. Es la medida que se toma en la circunferencia que pasa un centímetro por debajo del

ombligo.

• Cadera. Es la circunferencia que se corresponde con la mayor circunferencia glútea, un lugar

situado aproximadamente encima de la sínfisis púbica.

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A partir de las medidas antropométricas, se realizaron una serie de cálculos para obtener los parámetros

antropométricos como la relación cintura/cadera, I.M.C. y el % de grasa corporal:

• Relación cintura cadera. Índice utilizado para determinar la distribución de grasa en el cuerpo, siendo

así un índice indicador de riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Se calcula dividiendo el

perímetro de la cintura obtenido en la toma de medidas antropométricas entre el perímetro de la cadera.

Los datos obtenidos se comparan con los datos estándar de la siguiente tabla (Tabla I. Riesgo de

Enfermedad Cardiovascular):

Clasificación Hombres Mujeres

Riesgo alto > 1.0 > 0.85

Riesgo moderado 0.9 - 1 0.8 - 0.85

Riesgo bajo < 0.9 < 0.8

• I.M.C. Es el índice que se obtiene dividiendo el peso en kg por la talla en metros elevada al cuadrado:

Los resultados obtenidos se compararán con la siguiente tabla estándar (Tabla II. Clasificación del

IMC):

Clasificación IMC (Kg/m2)

Peso bajo < 20

Deseable 20 - 24.9

Sobrepeso (obesidad grado 1) 25 - 29.9

Obeso (obesidad grado 2) 30 - 40

Obesidad grado 3 > 40

• % Grasa corporal. Este porcentaje es un parámetro que se calcula de forma diferente para hombres

y para mujeres, es otra forma de averiguar el porcentaje de grasa existente en el organismo, para

calcularlo, es necesario previamente calcular otros parámetros como la densidad corporal:

• Hombres. Suma de los pliegues cutáneos: pecho + abdominal + muslo.

Densidad corporal: 1.10938 – 0.0008267 * (suma de los pliegues cutáneos) + 0.0000016 *

(suma de los pliegues cutáneos) * 2 – 0.0002574 * (edad).

% Grasa corporal = (457 / Densidad corporal) - 414.2.

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El índice obtenido se comparará en la siguiente tabla estándar (Tabla III. Clasificación del % de

Grasa Corporal en hombres):

Valoración EdadEdadEdadEdadEdad

20-29 30-39 40-49 50-59 + 60

Muy bajo < 11 < 12 < 14 < 15 < 16

Bajo 11-13 12-14 14-16 15-17 16-18

Óptimo 14-20 15-21 17-23 18-24 19-25

Moderadamente alto 21-23 22-24 24-26 25-27 26-28

Alto > 23 > 24 > 26 > 27 > 28

• Mujeres. Suma de los pliegues cutáneos: Tricipital + suprailíaco + muslo.

Densidad corporal: 1.0994921 - 0.0009929 * (suma de los pliegues cutáneos) + 0.0000023 *

(suma de los pliegues cutáneos) * 2 - 0.0001392 * (edad).

% Grasa corporal = (457 / Densidad corporal) - 414.2.

El índice obtenido se comparará en la siguiente tabla estándar (Tabla IV. Clasificación del % de

Grasa Corporal en mujeres):

Valoración EdadEdadEdadEdadEdad

20-29 30-39 40-49 50-59 + 60

Muy bajo < 16 < 17 < 18 < 19 < 20

Bajo 16-19 17-20 18-21 19-22 20-23

Óptimo 20-28 21-29 22-30 23-31 24-32

Moderadamente alto 29-31 30-32 31-33 32-33 33-35

Alto > 31 > 32 > 33 > 34 > 35

El tratamiento de datos y parámetros calculados se dividieron en tablas distintas, una correspondiente a

hombres y otra a mujeres. Esto se hizo ya que, como hemos visto en el apartado anterior del cálculo de %

de grasa corporal, las fórmulas son diferentes y además las cantidades recomendadas bajas, óptimas y

altas son muy diferentes en ambos sexos. Para obtener los distintos parámetros de la estadística

descriptiva dimos uso del programa Open Office CalcTM versión 3. Para analizar nuestros datos y obtener

resultados concluyentes respecto a las hipótesis planteadas utilizamos el software estadístico

IBM® SPSS© Statistics 20 (versión para Mac OS X) y empleamos pruebas paramétricas y no paramétricas

dependiendo de las hipótesis y de la resolución de los supuestos de normalidad y homocedasticidad.

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Hipótesis

Las hipótesis elaboradas son las siguientes:

1. Hipótesis A. Hay una relación entre el IMC y la actividad física que realiza el individuo.

H0 (hipótesis nula): No existen diferencias significativas entre las diferentes frecuencias de realización

de ejercicio para el IMC, es decir: μ1 = μ2 = μ3 = μ4

H1 (hipótesis alternativa): Existen diferencias significativas para alguna de las media, es decir: μj ± μi

Un valor de sig > 0.05 indicaría una aceptación de la hipótesis nula (H0), y un valor menor un rechazo

de la misma con la consiguiente aceptación de la hipótesis alternativa (H1).

2. Hipótesis B. Existe una relación entre la frecuencia de consumo de frutas y verduras y la relación

cintura/cadera.

H0 (hipótesis nula): No existen diferencias significativas entre las diferentes frecuencias de consumo

de frutas y verduras para la relación cintura/cadera, es decir: μ1 = μ2 = μ3 = μ4

H1 (hipótesis alternativa): Existen diferencias significativas para alguna de las medias, es decir:

μj ± μi

En este caso, de nuevo un valor de sig > 0.05 nos conduciría a aceptar la hipótesis nula H0.

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Resultados

Análisis de la dieta

Las Kcal obtenidas en el caso de los hombres fueron 2035.7 ± 690.17 Kcal y en el caso de mujeres

fueron 1835.11 ± 493.14 Kcal.

En cuanto a los macronutrientes, los resultados obtenidos en la población universitaria están reflejadas en

las siguientes tablas y figuras:

Hombres Proteínas (g) Glúcidos (g) Grasas (g) AG.Mono (g) AG.Poli (g) AG.Sat (g) Kcal

Media 92,1 238,21 77,08 28,62 10,48 23,26 2035,7

Desv Típ 34,94 91,53 31,67 13,58 8,12 11,24 690,17

Error Típ 4,24 11,1 3,84 1,65 0,98 1,36 83,7

IR 12% (54 g) 55% 33% 55% 25% 25% --

Tabla V. Cantidad de macronutrientes aportados por la dieta a los hombres.

Mujeres Proteínas (g) Glúcidos (g) Grasas (g) AG.Mono (g) AG.Poli (g) AG.Sat (g) Kcal

Media 79,23 222,37 70,84 26,27 9,46 20,97 1835,11

Desv Típ 19,71 64,94 26,25 11,06 3,6 9,74 493,14

Error Típ 3,60 11,86 4,79 2,02 0,66 1,78 90,03

IR 12% (41 g) 55% 33% 50% 25% 25% --

Tabla VI. Cantidad de macronutrientes aportados por la dieta a las mujeres.

Gráficos I y II. Porcentaje de

macronutrientes (proteínas,

glúcidos y grasas) tanto en

hombres como en mujeres.

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58.47%

22.61%18.92%

59.71%

21.27%19.02%

% Macronutrientes Hombres % Macronutrientes Mujeres

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Glúcidos

• Hombres. En hombres las Kcal aportadas por la dieta son 2035,7. La cantidad que debería aportar la

dieta sería 2035,7 * 0.55 = 1119.63 Kcal que serían 1119.63 / 4 = 279.9 g, teniendo en cuenta que 1g

de hidratos de carbono tiene 4 Kcal.

• Mujeres. La cantidad que debería aportar la dieta en mujeres teniendo en cuenta que es de 1835,11

Kcal, sería 1835,11 * 0.55 = 1009.31 Kcal y necesitaríamos 1009.31 / 4 = 252.33 g de hidratos de

carbono.

Grasas

Las grasas aportan 9 Kcal por gramo a la dieta. El porcentaje de ingesta recomendado es el siguiente:

- Ácidos Grasos Monoinsaturados: 50%

- Ácidos Grasos Poliinsaturados: 25%

- Ácidos Grasos Saturados: 25%

Gráficos III y IV. Porcentaje de

tipos de ácidos grasos (AG

monoinsaturados, AG poli-

insaturados y AG saturados)

tanto en hombres como en

mujeres.

• Hombres. Con una ingesta de 2035,7 Kcal, deberían tomar 2035,7 * 0.33 = 671.78 Kcal en forma de

grasas, que se corresponderían con 671.78 / 9 = 74.64 g.

• Mujeres. Ellas ingieren 1835,11 Kcal de media, sabiendo que la ingesta recomendada de grasas es del

33%: 1835,11 * 0.33 = 605.59 Kcal de esta dieta deberían estar aportadas por las grasas, que serían

605.59 / 9 = 67.28 g.

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37.30%

16.80%

45.90%36.99%

16.69%

46.33%

% Ácidos Grasos Hombres % Ácidos Grasos Mujeres

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Micronutrientes: vitaminas y minerales

Tabla VII. Cantidad de micronutrientes aportados por la dieta a los hombres.

Tabla VIII. Cantidad de micronutrientes aportados por la dieta a las mujeres.

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Datos antropométricos

Tabla IX. Datos antropométricos en hombres.

Tabla X. Datos antropométricos en mujeres.

Tablas XI y XII. Relación cintura/cadera en hombres y mujeres.

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Tablas XIII y XIV. Indice de Masa Corporal en hombres y mujeres.

Tablas XV y XVI. Porcentaje de Grasa Corporal en hombres y mujeres.

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Hipótesis establecidas

• Hipótesis A. Hay una relación entre el IMC y la actividad física que realiza el individuo.

‣ H0 (hipótesis nula). No existen diferencias significativas entre las diferentes frecuencias de realización

de ejercicio para el IMC, es decir: μ1 = μ2 = μ3 = μ4

‣ H1 (hipótesis alternativa). Existen diferencias significativas para alguna de las media, es decir: μj ± μi

➡Hombres. Para esta hipótesis inicialmente realizamos la prueba de Kolmogorov-Smirnov (Tabla

1 del Anexo) para saber si la distribución que seguían los datos eran normales o no. Obtuvimos

normalidad, es decir, el p-valor de ambos era mayor de 0,05, que es nuestro nivel de

significación. Por lo tanto, posteriormente procedimos a realizar el test de Levene (Tabla 2 del

Anexo) para ver si las muestras eran homocedásticas, es decir, para saber si en las muestras

había homogeneidad de varianzas. Al igual que en la normalidad, el test de Levene nos devolvió

un p-valor mayor al nivel de significación, por lo que se aceptaba la premisa de

homocedasticidad. Finalmente, para comparar las medias del IMC y la actividad física

realizamos una ANOVA de un factor (Tabla 3 del Anexo) y esta prueba dio como resultado un p-

valor mayor al nivel de significación, por lo que no pudimos rechazar la hipótesis nula de

igualdad de medias. Por lo tanto, asumimos que entre el IMC y la frecuencias de actividad física

no existen diferencias significativas.

➡Mujeres. Para ellas realizamos las mismas pruebas estadísticas y obtuvimos los mismos

resultados (Tablas 4,5 y 6 del Anexo). Es decir, tanto en hombres como en mujeres no hay

diferencias significativas entre el IMC y la frecuencia de actividad física. Es digno de mención

que los p-valores de las mujeres eran bastante más elevados que en hombres. Esto se debe a

que en el estudio que realizamos teníamos 30 mujeres, frente a 68 hombres.

Para esta hipótesis también se procedió a construir una tabla de contingencia para observar las

diferencias existentes entre los componentes de la población universitaria. Se empezó agrupando a los

individuos en rangos de IMC atendiendo al criterio descrito en la tabla II de material y métodos. Por lo

tanto, obtuvimos la siguiente tabla de contingencia:

Tabla XVII. Tabla de contingencia entre el IMC y la frecuencia de actividad física para hombres.

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Tabla XVIII. Tabla de contingencia entre el IMC y la frecuencia de actividad física para mujeres.

• Hipótesis B. Existe una relación entre la frecuencia de consumo de frutas y verduras y la relación

cintura/cadera.

‣ H0 (hipótesis nula). No existen diferencias significativas entre las diferentes frecuencias de consumo

de frutas y verduras para la relación cintura/cadera, es decir: μ1 = μ2 = μ3 = μ4

‣ H1 (hipótesis alternativa). Existen diferencias significativas para alguna de las medias, es decir:

μj ± μi

➡Hombres. En primer lugar realizamos una prueba Kolmogorov-Smirnov (Tabla 7 del Anexo) para

determinar si la población era norma. En este caso el p-valor era menor que el nivel de

significación, por lo que se rechazaba la hipótesis de normalidad. Por lo tanto, procedimos a

realizar la prueba de Kruskal-Wallis (Tabla 9 del Anexo), utilizada para muestras que no

presentan normalidad. Realizando esta prueba no paramétrica determinamos que no se podía

rechazar la hipótesis de igualdad de medias. Por lo que pudimos asumir que entre la frecuencia

de consumo de frutas y verduras y la relación cintura/cadera no había diferencias significativas.

➡Mujeres. En el caso de las mujeres seguimos el mismo procedimiento que en hombres y

obtuvimos los mismos resultados (Tablas 10, 11 y 12 del Anexo). Por lo tanto, asumimos que

para mujeres tampoco existen diferencias significativas entre las medias de la frecuencia de

consumo de frutas y verduras y la relación cintura/cadera. En este caso los p-valores de las

mujeres también fueron bastante más elevados que en hombres. Esto se debe a que en el

estudio que realizamos teníamos 30 mujeres, frente a 68 hombres.

Al igual que en la hipótesis anterior, en ésta también realizamos tablas de contingencia basándonos en

la relación entre cintura/cadera y el riesgo de sufrir enfermedad cardiovascular (tabla I de material y

métodos), con la frecuencia de consumo de frutas y verduras. Obtuvimos las siguientes tablas:

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Tabla XIX. Tabla de contingencia entre el riesgo de enfermedad cardiovascular y la frecuencia

de consumo de frutas y verduras en hombres.

Tabla XX. Tabla de contingencia entre el riesgo de enfermedad cardiovascular y la frecuencia de

consumo de frutas y verduras en mujeres.

Discusión

Vamos a comenzar comentando los resultados obtenidos con respecto a las kcal consumidas por los

estudiantes universitarios. Los hombres consumen una media de 2035.7 ± 690.17 kcal, por lo tanto:

‣ Los hombres activos, que tienen un aporte calórico recomendado de 3000 kcal, tendrían un déficit de

kcal y tenderían a perder peso.

‣ Los hombres ligeramente activos, que tienen un aporte calórico recomendado de 2700 kcal, también

tendrían un déficit de kcal y al igual que los anteriores, tenderían a perder peso.

‣ Los hombres sedentarios, con una ingesta calórica recomendada de 2400 kcal, también estarían en

déficit y tenderían a perder peso.

En cuanto a las mujeres, éstas tienen una media de 1835.11 ± 493.14 kcal, por lo tanto:

‣ Las mujeres activas, con una ingesta calórica recomendada de 2300 kcal, estarían en déficit calórico y

tenderían a perder peso.

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‣ Las mujeres ligeramente activas, con una ingesta calórica recomendada de 2070 kcal, al igual que las

anteriores, estarían en déficit y tenderían a perder peso.

‣ Las mujeres sedentarias, con una ingesta calórica recomendada de 1840 kcal, estarían casi en su

óptimo recomendado, con una muy ligera tendencia a perder peso.

Como vemos, en esta población universitaria hay una tendencia a consumir menos kcal que la ingesta

recomendada para cada caso. También hay que tener en cuenta el metabolismo basal de cada persona,

es decir, la velocidad a la que una persona consume energía. Por lo tanto, cada uno degradará las kcal de

manera distinta y por lo tanto necesitará un aporte calórico diferente (Brizuela, 2011).

Macronutrientes

Las proteínas presentan una ingesta recomendada en hombres de 54 g y en mujeres de 41 g. Los

resultados indican que los hombres ingieren una media de 92.1 g y las mujeres ingieren 79.23 g (Tabla V

de resultados). Por lo tanto, ambos sexos superan con creces la ingesta recomendada de proteínas. El

exceso de proteínas ocasiona un descenso del pH que lleva al organismo a desplegar mecanismos que

alteran el metabolismo, las funciones hepática, renal y ponen en riesgo la salud de los huesos. También

hay alteraciones hormonales debido a la acidosis del medio. Una dieta basada en la carne y el pescado es

la que va a tener más repercusiones negativas (Lara, 2012). Por lo tanto, los alumnos de la población

universitaria deberían controlar más el consumo de proteínas y disminuirlo considerablemente.

Los resultados obtenidos respecto a los glúcidos determinan que hay un pequeño exceso tanto en

hombres como en mujeres. El porcentaje recomendado en ambos es del 55%. Los hombres consumen

un 58.47% y las mujeres consumen un 59.71% (Gráficos I y II de resultados), por lo que el exceso no es

muy grande. Normalmente las dietas que proponen la reducción de los hidratos de carbono o su total

eliminación sustituye su falta con un exceso de proteínas (Durkee, 2012). Por lo tanto, hay que controlar

mucho las cantidades de proteínas y glúcidos ingeridos.

Por otro lado, las grasas están por debajo de la ingesta recomendada, que es el 33%. Los hombres por

un lado ingieren un 18.92% y las mujeres un 19.02% (Gráficos I y II de resultados). Ambos se exceden en

más del 10%.

• En hombres, los porcentajes de cada tipo de ácido graso es el siguiente (Gráfico III de resultados):

‣ Ácidos grasos saturados. Representan el 37.3% frente a los 25% que deberían aportar, por lo que

están en exceso.

‣ Ácidos grasos monoinsaturados. Representan el 45.9%, cuando deberían llegar al 50% de ácidos

grasos ingeridos, por lo que tienen un leve déficit.

‣ Ácidos grasos poliinsaturados. Representan el 16.8%, cuando deberían llegar al 25%, por lo que

este tipo de ácido graso también está en déficit.

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• En mujeres, los porcentajes de cada tipo de ácido graso son los siguientes (Gráfico IV de resultados):

‣ Ácidos grasos saturados. Representan el 36.99% frente a los 25% que deberían aportar, por lo

que están en exceso.

‣ Ácidos grasos monoinsaturados. Representan el 46.33%, cuando deberían llegar al 50% de

ácidos grasos ingeridos, por lo que tienen un leve déficit.

‣ Ácidos grasos poliinsaturados. Representan el 16.69%, cuando deberían llegar al 25%, por lo que

este tipo de ácido graso también está en déficit.

En general observamos un exceso en el consumo de ácidos grasos saturados y un gran déficit en ácidos

grasos insaturados. Los ácidos grasos saturados son el tipo de grasa más perjudicial, ya que las fuentes

que aportan estos ácidos son alimentos cuya ingesta se recomienda ocasionalmente.

Micronutrientes

En cuanto a los micronutrientes se ha establecido que por debajo del 80% se considera déficit, entre 80 y

100% no tiene mucha significación y por encima del 100% es el nivel óptimo (esto no se considera un

problema ya que siempre hay pérdidas de vitaminas al manipular los alimentos).

En vitaminas observamos las siguientes deficiencias (Tablas VII y VIII de resultados):

Vitamina A. Sólo en hombres (79.63%). La deficiencia en vitamina A produce alteraciones en la inmunidad

innata y en las respuestas inflamatorias (Beijer et al., 2014). Por ello es muy importante el consumo de

esta vitamina. Para aumentar los niveles de vitamina A podemos ingerir brócoli, batata, col rizada,

zanahoria o espinacas. Sería también conveniente administrarles complementos de aceite de pescado, ya

que estas sustancias además de vitamina A poseen unos altos niveles de ácidos grasos insaturados, por

lo que podremos suplir la falta de estos ácidos, a la vez que la falta de vitamina A.

Vitamina E. Sólo en mujeres (75.61%). La vitamina E participa en multitud de funciones como antioxidante

celular en las membranas de axones, por lo que su falta dará lugar a patologías nerviosas y del sistema

inmunitario (Rizvi et al., 2014). Podemos aumentar sus niveles consumiendo pipas de girasol y espinacas

(que además poseen vitamina A).

Ácido Fólico. Déficit tanto en hombres (32%), como en mujeres (31.16%). Está muy relacionada con la

vitamina B12, por lo que un déficit de uno influye en el otro, creando una anemia megaloblástica. Puede

también dar lugar a demencia y depresión (Reynolds, 2014). Alimentos ricos en ácido fólico son: vegetales

de hoja verde, lentejas, frijoles, espárragos y brócoli.

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En minerales pudimos observar las siguientes deficiencias (Tablas VII y VIII):

Zinc. Déficit tanto en hombres (77.36%), como en mujeres (56.42%). El zinc es uno de los minerales más

importantes debido a su implicación en el metabolismo celular, ya que interviene en una gran cantidad de

reacciones, actuando como cofactor de multitud de enzimas (Maret, 2013). Los alimentos que más zinc

aportan son los mariscos.

Yodo. Déficit tanto en hombres (62.71%), como en mujeres (38.46%). La deficiencia de yodo causa

hipotiroidismo, que se traduce en crecimiento somático deteriorado. Las deficiencias de yodo leves y

moderadas causan crecimiento autónomo multifocal de la tiroides, lo cual resulta en hipertiroidismo

(Chung, 2014). Al igual que con el zinc, los alimentos que más yodo aportan son los mariscos.

La conclusión a la que podemos llegar basándonos en este conjunto de minerales y vitaminas deficitarios

junto con las proporciones de macronutrientes presentes en la dieta de los alumnos es que es necesario

una concienciación de la población universitaria a aumentar el consumo de verduras, frutas y marisco, ya

que son los principales alimentos que podrían suplir estos déficits disminuyendo así la serie de patologías

que estos conllevan. Por otro lado seria importante un descenso en la ingesta de proteínas y ácidos

grasos saturados, dejando paso a un aumento de las proporciones de hidratos de carbono y ácidos

grasos insaturados.

Parámetros antropométricos

Los resultados de la relación cintura/cadera en hombres (Tabla XI de resultados) tiene un valor de 0.88.

Esto quiere decir que se encuentran en el rango de riesgo bajo de padecer una enfermedad

cardiovascular. Si analizamos los percentiles también podemos determinar que aproximadamente el 75%

de los hombres poseen un riesgo bajo de padecerlo. En cuanto a las mujeres (Tabla XII de resultados),

éstas tienen una media de 0.73, lo cual quiere decir que se encuentran en riesgo bajo de padecer una

enfermedad cardiovascular. De hecho, algo más del 90% de las chicas posee un riesgo bajo de padecer

una enfermedad cardiovascular.

En cuanto al Indice de Masa Corporal (IMC), se observó en los hombres una media de 23.78 kg/m2, lo

cual nos situaría en el rango de peso deseable. Observando la tabla de los percentiles (Tabla XIII de

resultados), podemos determinar que aproximadamente el 75% de los hombres se encuentra en el rango

de peso deseable. En cuanto a las mujeres, su media se sitúa en 20.78 kg/m2, lo cual las sitúa en el

rango de peso deseable (Tabla XIV de resultados). En las mujeres, casi el 95% de ellas se sitúa en el rango

de peso deseable.

Por último, el porcentaje de grasa corporal en hombres (Tabla XV de resultados) tiene una media de

12.35% lo cual determina que se sitúa a este grupo en % de grasa corporal bajo, debido a que nuestro

grupo de edad se sitúa en el rango 20-29 años. Según los percentiles no hay ningún individuo que se

sitúe en el grupo de alto o moderadamente alto. En cuanto a las mujeres (Tabla XVI de resultados), tienen

una media de 19.91%, lo cual las sitúa en el rango de peso óptimo para una edad comprendida entre 20 y

29 años. Como podemos observar, el porcentaje de grasa corporal suele ser mayor en mujeres debido a

la diferente estructura del organismo. Por ejemplo, los senos femeninos están formados por tejido graso.página 18 de 24

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En cuanto a la hipótesis primera, hemos podido observar que no se puede rechazar la hipótesis nula, lo

que significa que no existen diferencias en los IMC de personas que realizar deporte y personas

sedentarias. Evidentemente, esto no puede ser cierto, ya que hay numerosos estudios que apoyan la idea

de que el ejercicio físico es fundamental en la quema de calorías, lo cual finalmente da lugar a la

disminución del IMC. Este resultado erróneo es debido a lo siguiente:

1. Falta de participantes en el estudio. Únicamente hemos realizado el estudio con 98 personas, lo

cual no es suficiente para dar resultados fiables y correctos. Por lo tanto, se debería haber aumentado

el número de participantes para así poder obtener estadísticos más precisos.

2. Errores del IMC. El IMC no distingue entre músculo y grasa, por lo tanto, dos personas con el mismo

IMC pueden tener un porcentaje de grasa corporal distinto y, por lo tanto, realizar ejercicio físico con

frecuencias muy distintas. Es por ello que un elevado IMC puede ser debido a una gran cantidad de

músculo y no precisamente a unas reservas de grasa elevadas.

Por último, en la hipótesis segunda nos ha pasado lo mismo. Obviamente, la frecuencia de consumo de

frutas y verduras influirá en la relación cintura/cadera, y por lo tanto disminuirá el riesgo de enfermedad

cardiovascular. Pero debido a que el número de datos e individuos es insuficiente, hemos obtenido

resultados incoherentes con la realidad. La conclusión que podemos sacar de estos casos es que a la

hora de plantear unas hipótesis para en un futuro publicar un artículo, debemos cerciorarnos de que el

número de individuos sobre los que realizaremos los análisis estadísticos debe ser muy elevado, para así

obtener resultados concluyentes y fiables.

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Anexo de Tablas

Tabla 1. Prueba de normalidad Kolmogorov-Smirnof para el IMC de hombres.

Tabla 2. Prueba de homocedasticidad Levene para el IMC de hombres.

Tabla 3. Comparación de medias por ANOVA de un factor para el IMC y la actividad física en

hombres.

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Tabla 4. Prueba de normalidad Kolmogorov-Smirnof para el IMC de mujeres.

Tabla 5. Prueba de homocedasticidad Levene para el IMC de mujeres.

Tabla 6. Comparación de medias por ANOVA de un factor para el IMC y la actividad física en

mujeres.

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Page 22: Evaluación Nutricional. Influencia de la actividad física y el consumo de frutas y verduras sobre el I.M.C. y la relación cintura/cadera en una población universitaria

Tabla 7. Prueba de normalidad Kolmogorov-Smirnof para la relación cintura/cadera de hombres.

Tabla 8. Estadísticos descriptivos para la relación cintura/cadera y la frecuencia de consumo de

frutas y verduras en hombres.

Tabla 9. Comparación de medias por Kruskal-Wallis para la relación cintura/cadera y la frecuencia

en el consumo de frutas y verduras en hombres.

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Page 23: Evaluación Nutricional. Influencia de la actividad física y el consumo de frutas y verduras sobre el I.M.C. y la relación cintura/cadera en una población universitaria

Tabla 10. Prueba de normalidad Kolmogorov-Smirnof para la relación cintura/cadera de mujeres.

Tabla 11. Estadísticos descriptivos para la relación cintura/cadera y la frecuencia de consumo de

frutas y verduras en mujeres.

Tabla 12. Comparación de medias por Kruskal-Wallis para la relación cintura/cadera y la frecuencia

en el consumo de frutas y verduras en mujeres.

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Page 24: Evaluación Nutricional. Influencia de la actividad física y el consumo de frutas y verduras sobre el I.M.C. y la relación cintura/cadera en una población universitaria

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