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Trabajo original
EVALUACIÓN DE LA EXCRECIÓN FRACCIONAL DE SODIO Y DE LA
EXCRECIÓN FRACCIONAL DE UREA EN LA CAPACIDAD DE
DIFERENCIACIÓN DE LOS TIPOS DE INJURIA RENAL AGUDA EN ADULTOS
MAYORES
Ramos MI1; Lopez LE2; Mazzucco MD3
Carandino, María Virginia1; Jacome, Oscar Javier1; Montanaro, Patricia Cristina1
1Bioquímico. Laboratorio de Enfermedades Renales– Sanatorio Allende – Córdoba – Argentina. 2Bioquímico Especialista en Nefrología y Medio Interno– Especialista en Emergentología. Laboratorio Central– Instituto Modelo de Cardiología S.R.L.– Córdoba – Argentina. 3Bioquímica. Laboratorio Central– Instituto Modelo de Cardiología S.R.L.–Córdoba – Argentina.
Ramos Manuel Iván [email protected]
BIOQUINFORMA DIGITAL
Publicación on-line del Colegio de Bioquímicos
de la Provincia de Córdoba (ISSN: 2344-9926)
BIOQUINFORMA DIGITAL 1/2020.
INTRODUCCIÓN
Se define injuria renal aguda (IRA) a la caída
abrupta del filtrado glomerular, traducida en el
aumento de los niveles de creatinina plasmática
y eventualmente asociada a estados de oliguria
y/o anuria1. Se estima que se presenta en 13.3
millones de personas por año en el mundo y que
contribuye en 1.7 millones de muertes anuales2.
Los pacientes que desarrollaron a lo largo de su
vida eventos de IRA poseen mayores riesgos de
padecer en un futuro enfermedad renal crónica
Química Clínica con orientación en Nefrología y Medio Interno
RESUMEN
Introducción: la injuria renal aguda (IRA) se define como la caída abrupta del filtrado glomerular,
aumento de los niveles de creatinina plasmática asociado a estados de oliguria y/o anuria. Actualmente no
existe un criterio universal para diferenciar la IRA de origen prerrenal de la renal. En la práctica clínica
siguen siendo utilizadas la excreción fraccional de sodio (FENa) y la excreción fraccional de urea (FEUr).
En el adulto mayor, el abordaje del diagnóstico diferencial de la IRA es complejo, existen pocos datos en
la literatura que avalen la capacidad de dichos índices urinarios. Objetivo: evaluar la exactitud diagnóstica
de la FENa y la FEUr en el espectro clínico real en una población de adultos mayores. Materiales y
Métodos: estudio observacional, descriptivo, retrospectivo realizado en el Instituto Modelo de Cardiología
Privado S.R.L en el periodo diciembre 2015 a enero 2018.Se recopilaron datos de pacientes mayores a 60
años con diagnóstico de IRA. Se utilizaron los tests t de Student, Mann-Whitney, ANOVA, Duncan,
Pearson y Fischer. Se confeccionaron curvas ROC para ambos índices. Resultado: de la población
estudiada (n=57), 29 pacientes desarrollaron IRA renal y 28 prerrenal. La mediana de edad fue de 70 años
(63-79). El 77% fueron hombres y el 23% mujeres. El área bajo la curva (AUC)para FENa y FEUr fueron
de 0,815 IC95% (0,690-0,905) y 0,748 IC95% (0,615-0,853) respectivamente (p<0,001). El AUC FENa
versus FEUr no presentó diferencia significativa (p=0,298). El punto de corte para diferenciar IRA renal de
prerrenal fue: FENa>1,09% con sensibilidad (S) de 75,86% y especificidad (E) de 75,00% y FEUr>34,87%
con S=62,07% y E=82,14%. Conclusión: la FENa y la FEUr mostraron ser índices bioquímicos
aceptables y útiles para el diagnóstico diferencial de IRA en una población de adultos mayores dentro del
espectro clínico real de la atención primaria de salud.
Palabras clave: injuria renal aguda; índices urinarios; nefrogeriatría; excreción fraccional de sodio;
excreción fraccional de urea.
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(hazard ratio, HR por su sigla en inglés: 8,8
IC95%: 3,1-25,5) y enfermedad renal crónica
terminal (HR: 3,1 IC95%: 1,9-5,0); en
comparación con aquellos pacientes que nunca
tuvieron un episodio de fracaso agudo3. Además,
se ha reportado que el 24% de los pacientes que
cursaron en algún momento con IRA, requirieron
tratamiento sustitutivo renal como terapéutica
definitiva4. Según la etiología desencadenante, el
fallo renal agudo puede clasificarse en 3estratos
fisiopatológicos: 1) el prerrenal, secundario a una
depleción de volumen y reversible si la
terapéutica es instaurada a tiempo; 2) el renal o
parenquimatoso, caracterizada por un daño
intrínseco en alguna de las estructuras
anatómicas renales, siendo la necrosis tubular
aguda el principal hallazgo anátomo patológico;
3) la obstructiva post-renal, desencadenada
generalmente por causas urológicas diversas,
litos renales, tumorales, malformaciones entre
otras5. En la actualidad, el gran desafío clínico
sigue siendo identificar el daño intrínseco renal
de forma precoz. Poder estratificar a los
pacientes según la fisiopatología de la IRA, es
clave para instaurar una terapéutica adecuada y
evitar complicaciones futuras6.
Las recomendaciones de expertos
documentadas hasta el momento, todavía no
mostraron un criterio universal para diferenciar el
daño de origen prerrenal del renal; todo apunta a
que la mejor estrategia para el diagnóstico
diferencial estaría basada en la utilización de
biomarcadores relacionados al proceso de daño
tubular en combinación con marcadores de
funcionalidad renal7,8. Sin embargo, ningún
biomarcador ha podido demostrar el desempeño
diagnóstico esperado y cumplir con todos los
criterios para una patología de tal relevancia
como lo es la IRA. Por otra parte, la falta de
accesibilidad a éstos y los elevados costos son
otros de los limitantes que impiden su utilización
en la rutina diaria8-10. En base a lo anteriormente
descripto, en la práctica aún siguen siendo
ampliamente utilizados para estratificar a los
pacientes con IRA los índices urinarios, entre
otros, la excreción fraccional de sodio (FENa) y
la excreción fraccional de urea (FEUr)11. La
FENa es una medida indirecta de la proporción
de sodio y agua que es reabsorbido por la
nefrona a partir del ultrafiltrado, lo que le confiere
gran utilidad para el diagnóstico diferencial de
IRA renal versus IRA prerrenal12. Se ha
observado que, en situaciones de depleción de
volumen sin daño tubular, la reabsorción de
sodio aumenta para tratar de normalizar la
volemia; mientras que en el contexto de una
lesión tubular esto no sucederá, por lo tanto, la
FENa estaría elevada13. La FEUr presenta un
fundamento fisiológico similar a la FENa, con la
diferencia que el sitio principal de reabsorción de
urea se encuentra a nivel proximal, por lo tanto,
se lo considera como un mejor marcador de los
efectos del volumen circulante efectivo en
algunas situaciones de depleción de volumen y
en el consumo de algunos fármacos,
estratificando mejor a la IRA que la FENa14. A
pesar de su histórica utilización, hay que tener
presente que ambos índices urinarios poseen
sus limitaciones, ignorar las mismas, puede
llevar a una incorrecta clasificación del
diagnóstico diferencial de la IRA. El consumo de
diuréticos para la FENa, como la diuresis
osmótica, administración de manitol o cuadros
inflamatorios sistémicos severos para la FEUr
son situaciones que disminuyen el rendimiento
diagnóstico de estos índices en la práctica clínica
diaria15,16.
La organización mundial de la salud define como
adulto mayor a toda aquella persona con una
edad mayor o igual a 60 años17. Dado el
progresivo aumento demográfico de dicho grupo
etario, en los últimos años una nueva rama de la
nefrología, la nefrogeriatria, ha surgido para dar
respuesta al elevado impacto que la senescencia
renal aporta a diversas patologías, entre otras la
IRA18.En comparación a la población general, en
el adulto mayor, la IRA presenta una elevada
incidencia (23%-40%). La misma se relaciona a
factores de riesgo asociados con el
envejecimiento fisiológico renal que incluye tanto
cambios anatómicos como funcionales,
comorbilidades secundarias (hipertensión
arterial, diabetes y cardiopatías entre otras), uso
de contrastes y la polifarmacia19. En cuanto al
diagnóstico diferencial de IRA, con excepción de
la cistatina C, no existen otros estudios hasta el
momento que hayan validado biomarcadores de
daño renal específicamente en dicha población20.
En consecuencia, existen pocos trabajos que
relacionen la capacidad diagnóstica con el
impacto clínico a corto y/o largo plazo de la IRA
renal y prerrenal en pacientes geriátricos. El
diagnóstico diferencial de la IRA en esta
población, es un escenario incierto, donde la
evidencia es escasa y limitada21. El diagnóstico
de la IRA en el adulto mayor es un gran desafío.
El objetivo del presente estudio fue evaluar la
capacidad diagnóstica de índices urinarios de
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uso habitual en el laboratorio clínico como la
FENa y FEUr en el espectro clínico real en el que
se presentan en la rutina de trabajo en adultos
mayores.
MATERIALES Y MÉTODOS
Tipo de estudio: estudio observacional,
descriptivo de cohorte retrospectivo
correspondiente al período diciembre 2015 -
enero 2018, llevado a cabo en el Instituto Modelo
de Cardiología Privado S.R.L. (IMC) de la ciudad
de Córdoba.
Muestra: se recopilaron datos de pacientes de
más de 60 años que ingresaron por el
departamento de emergencia del IMC o
pacientes que estaban internados con
diagnóstico presuntivo de IRA desde diciembre
de 2015 a enero de 2018. De un total de 150
pacientes, 57 individuos fueron seleccionados
acorde a los criterios de inclusión para el estudio.
Se excluyeron pacientes que presentaron IRA de
origen postrenal o patología urológica que
pudiera estar relacionado a la misma. Fueron
incluidos para el estudio los pacientes con
antecedentes de enfermedad renal crónica
(ERC) en todos sus estadios sin tratamiento de
diálisis permanente; o con diagnóstico etiológico
de glomerulopatías y nefropatías de origen
tóxico.
Métodos: la medición de creatinina se realizó
mediante la reacción de Jaffé Cinético
ReadBlanck compensado trazable al método de
referencia de espectrometría de masas con
dilución isotópica (IDMS). Las mediciones de
urea fueron realizadas por la reacción cinética
ureasa glutamato deshidrogenasa (GLDH) y los
ionogramas mediante potenciometría indirecta.
Todos por la plataforma Cobas C311 de Roche
Diagnostics22.
Los sedimentos fueron observados con
microscopio Olympus CX31 con magnificación
de 10x para la búsqueda de cilindros y 40x para
los demás elementos celulares; bajo normas de
estandarización previa y según el protocolo de
laboratorio central del IMC23,24. Participaron un
total de 16 operadores en el período de tiempo
que se realizó el análisis de los sedimentos de
los pacientes que se incluyeron en el estudio.
Criterios diagnósticos de injuria renal aguda:
Para el diagnóstico clínico de IRA se utilizaron
los criterios de las guías de práctica clínica
KidneyDisease: Improving Global Outcomes
(KDIGO, por su sigla en inglés) 20121.
Para el diagnóstico diferencial del tipo de IRA se
unificaron criterios de clasificación en función al
sedimento urinario, causa de ingreso y período
de recuperación de la función renal (Tabla
1)7,25,26.
Ecuaciones y fórmulas para el diagnóstico
diferencial de injuria renal aguda: las
ecuaciones utilizadas para el cálculo de la FENa
y FEUr se muestran a continuación como
ecuación 1 y 2 respectivamente; mientras que
para el cálculo del filtrado glomerular estimado
se empleó la fórmula de la
Epidemiologicalcollaborationofchronickidneydise
ase(CK-EPI, por su sigla en inglés)27.
Ecuación 1
Ecuación 2
FEUr =Urea urinaria ×Creatinina plasmatica
Urea plasmatica ×Creatinina urinaria × 100%
Análisis estadístico: se realizó análisis
descriptivo e inferencial. Se utilizaron los tests t
de Student, Mann-Whitney, ANOVA, Duncan,
Pearson y Fischer. Se confeccionaron curvas
ROC para la FENa y FEUr. Se utilizó test Z para
la comparación del área bajo la curva (AUC). Se
consideró un p<0,05 como estadísticamente
significativo. Se utilizaron los programas Infostat
versión 2018e y Medcalc versión 11.6.
RESULTADOS
Según la etiología de la IRA, los pacientes fueron
agrupados en 6 categorías (Figura I). Las causas
de origen cardiovascular incluyeron a la
insuficiencia cardíaca, el infarto agudo de
miocardio, el accidente cerebro vascular y la
endocarditis. Los motivos de ingreso de origen
renal comprendieron a las nefropatías primarias
y ERC reagudizada. La diarrea y la hemorragia
digestiva constituyeron las etiologías
gastrointestinales. La respuesta inflamatoria
sistémica y las enfermedades causadas por
microorganismos se agruparon en sepsis e
infecciones. Dentro del grupo varios, se
encontraron el síndrome anémico, cáncer,
enfermedad pulmonar obstructiva crónica,
hipoxia y deshidratación. Por último, en un
pequeño grupo de pacientes (2%) no se puedo
establecer el motivo por el cual se produjo la IRA
ya que al momento del ingreso el diagnóstico
presuntivo no fue certero.
De la población estudiada(n=57), 29 pacientes
desarrollaron IRA renal (grupo1) y 28 pacientes
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(grupo 2) IRA prerrenal. La mediana de la edad
fue 70 años (63-79), el 77% (n=44) fueron
hombres y el 23% (n=13) mujeres. La Tabla 2
resume los principales antecedentes clínicos y
patológicos previos al fallo renal agudo. Se
observó una alta prevalencia de enfermedad
coronaria (58%) y cardiovascular como la
hipertensión arterial (37%). Sólo el 5% de los
individuos tenía antecedentes de enfermedad
renal primaria (glomerulopatías y nefritis
intersticial) y el 26% de ERC. El 40% presentó
antecedentes de consumo de fármacos que
pueden modificar la hemodinamia renal y el 26%
consumo de diuréticos. En ningún caso se
demostró una asociación entre los datos clínicos
previo al evento y el tipo de IRA que
desarrollaron los pacientes tanto del grupo 1
como del 2.
Los principales parámetros bioquímicos al
ingreso de la hospitalización se muestran en la
Tabla 3. Ninguno de los parámetros asociados a
enfermedad renal mostró diferencias entre el
grupo 1 versus grupo 2. Se destaca que ambos
grupos presentaron similares concentraciones de
creatinina y urea plasmática en el ingreso. La
relación urea/creatinina en sangre fue de 41 para
el grupo 1 y de 40 para el grupo 2. En el grupo 2
algunos individuos desarrollaron una ligera
hiponatremia mientras que esto no se observó en
el grupo 1. No se evidenciaron hipokalemias ni
hipocloremias en ambos grupos. Tampoco se
observaron hiperkalemias, hipercloremias ni
hipernatremias en ninguno de los grupos. Los
índices urinarios FENa y FEUr si presentaron
diferencia estadísticamente significativa entre los
grupos (p<0,001 y p=0,001 respectivamente). El
sedimento urinario no evidenció diferencia
estadística entre ambos grupos (p=0,348)
utilizando como criterio de clasificación el
especificado en la Tabla 1.
El filtrado glomerular estimado (FGe) al ingreso,
alta y previo al evento se muestran en la Tabla 4.
Al comparar los grupos 1 y 2, se observó que el
grupo 2 presentó mayores FGe al alta que el
grupo 1 (p<0,001). El test ANOVA para el grupo
1 mostró que los FGe al ingreso y alta son
comparables y menores a su valor histórico
(p<0,001); mientras que para el grupo 2, los
valores al alta e histórico son iguales pero
mayores a los que presentaba al momento del
ingreso (p<0,001).
Las curvas ROC y el rendimiento diagnóstico
tanto para FENa como para FEUr en la población
general se muestran en la Figura II. Se obtuvo un
AUC de 0.815 IC95%(0,690-0,905) y 0.748
IC95%(0,615-0,853) respectivamente (p<0,001).
Las AUC no presentaron diferencia
estadísticamente significativa entre ellas
(p=0,298). El mejor punto operativo para la FENa
fue >1,09% con una sensibilidad 75,86% y
especificidad 75,00% y para FEUr>34,87%, con
una sensibilidad 62,07% y especificidad 82,14%.
Considerando para ambos casos IRA de origen
renal para valores superiores a los puntos de
corte e IRA prerrenal para valores inferiores.
DISCUSIÓN
Desde 1976 diversos estudios han analizado la
utilidad de los índices urinarios en el contexto del
fracaso renal agudo. La FENa fue uno de los
primeros recursos de laboratorio en ser
estudiado como parámetro de diagnóstico
diferencial de IRA12,28. En la actualidad, existen
múltiples biomarcadores que, en determinados
contextos clínicos, han logrado un desempeño
analítico muy bueno para ser utilizados como
estrategia diagnóstica. Sin embargo, en los
adultos mayores en el contexto de la
nefrogeriatría, esto no ha sido ampliamente
demostrado hasta el momento. Los índices
urinarios siguen siendo una de las estrategias
vigentes para la estratificación de la enfermedad
renal aguda en esta población8,20,29. El
envejecimiento fisiológico y la polifarmacia del
adulto mayor generan un escenario complejo a la
hora de abordar el diagnóstico de IRA. En este
contexto la utilización de los índices urinarios es
un gran desafío30,31.
En un análisis epidemiológico reciente de 480
pacientes, con una mediana de 72años (64-83) y
donde el 73% fueron hombres, se evidenció que
los principales causantes de IRA fueron:
enfermedad gastrointestinal (24,8%), sepsis
(21,9%), hipovolemia (19,5%), causas renales
(19,5%) y cardiovascular (14,6%)32. El presente
estudio, mostró una gran similitud con los
hallazgos anteriores (Figura I). Se observó una
pequeña discrepancia en algunos motivos de
hospitalización de IRA. Las causas
cardiovasculares fueron mayores (27%) y las
gastrointestinales menores (9%); estos hallazgos
podrían estar relacionados con el tipo de
atención especializada del centro médico en el
cual se realizó este estudio.
Históricamente, se ha asociado a la relación
urea/creatinina plasmática menor a 20 al daño
renal intrínseco; mientras que a la relación mayor
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a 20 conjuntamente a estados de hiponatremias
a eventos prerrenales33,34. En el adulto mayor,
posiblemente el análisis de estos parámetros
bioquímicos clásicos carece de especificidad a la
hora de dar indicios sobre el tipo de injuria
(prerrenal o renal). En la Tabla 3 se denota la
ausencia de diferencias significativas en la
población estudiada. Ambos grupos (1 y 2)
presentaron niveles similares de creatinina y
urea al ingreso. Las similitudes encontradas en
los niveles de creatinina podrían estar
relacionadas a la sarcopenia fisiológica senil del
adulto mayor35. La menor ingesta proteica y la
pérdida de la capacidad de reabsorción tubular
que tienen los adultos mayores, podrían ser los
factores que generen las similitudes en las
concentraciones de urea observadas en esta
población36. No se evidenciaron diskalemias y
solo se observaron ligeras hiponatremias [137,4
(128,7-138,8) mmol/L] que se hicieron
manifiestas en el grupo prerrenal. La causa de
hiponatremia en el adulto mayor es multifactorial
y frecuente. La misma, se asocia a la
disminución fisiológica del filtrado glomerular,
incapacidad de diluir la orina, menor secreción
de renina, aumento de péptidos natriuréticos, al
consumo crónico de fármacos como por ejemplo.
los diuréticos y a estados patológicos
propiamente dichos. Todos estos factores
podrían ser los implicados en los hallazgos
encontrados30,36. Otro de los resultados
llamativos fue el hallado en el sedimento urinario.
Está ampliamente descripta la utilización del
sedimento de orina como análisis fundamental
tanto para el diagnóstico diferencial de IRA como
para el pronóstico y seguimiento de la misma24,37.
En este estudio no se encontró diferencia
significativa entre los distintos grupos (Tabla 3).
Estos hallazgos podrían estar relacionados al
elevado número de operadores que participaron
(alta variabilidad inter operador) y a la
subjetividad que posee dicho análisis a la hora
de clasificar los elementos observados38.
Tras un evento de IRA, la capacidad de
recuperación de la función basal va a depender
de la etiología y la magnitud del daño; lo cual
está íntimamente relacionado con la función
renal previa al evento y los factores de riesgo
modificables y no modificables como la edad y el
envejecimiento del órgano29. Este complejo
escenario en el que participan factores
fisiológicos y fisiopatológicos se ve reflejado en
los FGe de la Tabla 4. En el grupo 1 (renal) se
puede observar que el FGe no retorna a sus
respectivos valores previos al evento, a
diferencia del grupo 2 (prerrenal), que si logra
alcanzar niveles similares a los que presentaba
históricamente. Lamentablemente, el retardo que
implica el seguimiento del FGe en el tiempo
limita su utilidad diagnóstica, pero no invalidan su
valor pronóstico. Es de esperar que un paciente
que desarrolló un evento de IRA de tipo renal,
tenga compromiso del parénquima y un posible
deterioro permanente de la función del órgano
asociado a un peor pronóstico a largo plazo39,40.
En este estudio se evaluó la capacidad
diagnóstica tanto de la FENa como de la FEUr
en el espectro clínico real de la rutina diaria en
una población de adultos mayores. El AUC
encontrada en este estudio para FENa fue de
0,815 IC95% (0,690-0,905) y para la FEUr de
0,748 IC95% (0,615-0,853) (Figura II). Hallazgos
similares fueron documentados en diversas
investigaciones, destacándose en particular 2
estudios por los rangos etarios cercanos al del
adulto mayor. Para la FENa, el AUC según el
estudio y la población analizada fue de 0.610
IC95%(0,510-0,710) y 0,600 IC95% (0,430–
0,770) y para la FEUrel AUC fue de 0,510
IC95%(0,400-0,620) y 0,780 IC95% (0,630-
0,920) respectivamente. Sin embargo,
estrictamente las poblaciones anteriormente
mencionadas, no fueron adultos mayores en su
totalidad. Las respectivas edades para la
población total fueron de 60 años (49-70) y 69
años (54-73) a diferencia del presente estudio
con una mediana de 70 años (63-79) 41-42. Otra
salvedad para considerar es que en los mismos
se exceptuaron situaciones clínicas que se
presentan en la rutina diaria (glomerulopatías y
ERC) y se discute la utilización del FENa en
pacientes con consumo crónico de diuréticos. En
este estudio un 26% consumía diuréticos (Tabla
2). Varios autores proponen para estos casos a
la FEUr como una alternativa al no modificarse
por la utilización de diuréticos y ser más sensible
a los cambios de volumen16,27,43,44. A pesar de
ello, en el presente estudio, no se encontró
diferencia significativa en las AUC de FENa
versus FEUr(p=0,298); concordando con los
resultados obtenidos por Pépin y col., quienes al
comparar la FENa y FEUr en consumidores y no
consumidores de diuréticos no evidenciaron
diferencia estadística entre los índices7.
En conclusión, la FENa y la FEUr han
demostrado ser índices bioquímicos aceptables y
por lo tanto útiles para el diagnóstico diferencial
de IRA en la población de adultos mayores.
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Ambos índices urinarios no mostraron diferencias
significativas entre ellos ni se vieron alterados
por situaciones del espectro clínico real de la
atención primaria como lo es el consumo de
diuréticos entre otros.
Conflictos de intereses
Los autores declaran no tener conflictos de
intereses.
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