Etica y muerte digna_Una propuesta de consenso. P. Simón.pdf

download Etica y muerte digna_Una propuesta de consenso. P. Simón.pdf

of 43

Transcript of Etica y muerte digna_Una propuesta de consenso. P. Simón.pdf

  • TICA Y MUERTE DIGNA: PROPUESTA DE CONSENSO SOBRE UN USO CORRECTO DE LAS PALABRAS

    Simn Lorda, Pablo

    Escuela Andaluza de Salud Pblica. Granada.

    Barrio Cantalejo, Ins Mara.

    Distrito Sanitario Granada. Granada

    Alarcos Martnez, Francisco. J.

    Ctedra Andaluza de Biotica. Facultad de Teologa. Granada.

    Barbero Gutirrez, Javier.

    Hospital Universitario La Paz. Madrid

    Couceiro, Azucena

    Facultad de Medicina. Universidad Autnoma. Madrid.

    Hernando Robles, Pablo

    Complejo Hospitalario Parc Taul. Sabadell. Barcelona.

    Contacto. Pablo Simn Lorda. [email protected]

    1

  • La sociedad espaola, como las de otros pases europeos, est actualmente

    inmersa en un proceso de discusin sobre los contenidos y lmites de lo que ha

    venido a denominarse muerte digna. Esta discusin tiene muchos frentes

    diferentes. Por ejemplo, existe un debate abierto acerca de si puede hablarse o

    no de la muerte digna como de un derecho, incluso de un derecho humano

    de tercera generacin1. Este debate afecta tambin a los contenidos concretos

    de ese presunto derecho. Hay unanimidad en la idea de que uno de ellos es,

    necesariamente, el derecho a acceder a cuidados paliativos de alta calidad2.

    Pero existe una enorme confrontacin sobre la posibilidad de que otro

    contenido sea el derecho a escoger libremente el momento y forma de la propia

    muerte. Todo ello arrastra automticamente una polmica acerca de los

    deberes que en los dems profesionales sanitarios y sistemas de salud sobre

    todo- genera el reconocimiento de este derecho. Y por supuesto, acerca de las

    implicaciones jurdicas constitucionales, penales, civiles y administrativas- de

    dicho reconocimiento en funcin de los contenidos que se le atribuyan. Existe

    adems una gran preocupacin en torno a los mecanismos adecuados para

    garantizar el respeto adecuado al contenido y lmites de su ejercicio y, por

    tanto, para evitar abusos. La discusin afecta tambin al sentido interno de las

    profesiones sanitarias, al debate sobre los fines que dan sentido a su actividad

    y a sus implicaciones deontolgicas, incluida la posibilidad del ejercicio de la

    objecin de conciencia. Por supuesto, las morales religiosas son uno de los

    polos que se ha mostrado ms activo en este proceso de debate, pero no slo,

    la discusin ha entrado de lleno en la arena de los posicionamientos filosficos,

    antropolgicos, sociolgicos, jurdicos y polticos.

    Pero una de las grandes dificultades de todos estos debates es la de los

    trminos, la de las palabras y su significado. La palabra ms importante de

    todas, la aparentemente ms polismica y cargada de valor, tanto en un

    sentido positivo como negativo, es la palabra eutanasia. Noticias

    periodsticas, debates televisados, tertulias de radio, artculos acadmicos,

    encuestas de opinin, etc, atribuyen con frecuencia significados completamente

    2

  • diferentes a dicha palabra, con lo que los juicios morales y jurdicos que reflejan

    suelen ser distintos y, a menudo, contrapuestos. Parece por tanto necesario un

    importante esfuerzo colectivo por aclarar significados, precisar trminos,

    descalificar usos abusivos de las palabras. Y es que ser precisos con el

    lenguaje es un requisito imprescindible para garantizar procesos de

    deliberacin moral cuyo resultado tenga sentido para los participantes en l y

    afectados por l. Argumentar en serio, en tica, en Derecho, en Poltica, exige

    un acuerdo mnimo sobre el significado de los trminos que se usan. Y en un

    mundo globalizado y multicultural como el que vivimos esto parece ser, cada

    vez ms, al mismo tiempo tan urgente como inevitable. Sin ese mnimo

    metodolgico estamos abocados al escenario de la confusin permanente.

    Esto es una paradoja interesante para el mundo de la Biotica. Esta disciplina

    naci en Estados Unidos a finales de los aos 60 en buena medida como

    reaccin al callejn sin salida en que se encontraba la discusin tica, la

    filosofa moral en aquella poca en el mundo anglosajn. La Filosofa Analtica

    haba acabado por atrapar la Filosofa Moral en un crculo eterno de discusin

    acadmica en torno al significado de las palabras, la metatica, y haba

    abandonado toda pretensin de construir un enfoque normativo de la disciplina,

    algo que permitiera entender, criticar y transformar el mundo real de los seres

    humanos. As, como dice Albert Jonsen, mientras la filosofa moral se

    empeaba con cuestiones metaticas, el Holocausto, los Juicios de

    Nuremberg, Hiroshima y la carrera nuclear, la caza de brujas de McCarthy y los

    Informes de Kinsey se sucedan, sin que apenas se oyera ms que un susurro

    de los practicantes de la metatica3. Por eso, la Biotica vino a poner sobre la

    mesa la urgente necesidad de articular de forma prctica, y no slo

    tericamente, el acelerado desarrollo cientfico tecnolgico y el respeto a la

    vida en el planeta; y en su aplicacin clnica, la necesidad de adecuar la

    Medicina cientfica en expansin, con el respeto debido a los seres humanos.

    Responder preguntas sobre lo que hacer en casos concretos, ms que aclarar

    3

  • el sentido ltimo de los trminos, se era el horizonte de sentido que anim la

    aparicin de la Biotica4.

    Pero ahora sabemos que la vida moral del ser humano es siempre ms

    compleja e integral que nuestra capacidad racional para encerrarla en una

    nica teora, en un solo discurso. La experiencia moral es como un gran

    poliedro con multitud de caras y para ver cada una de ellas se necesita un

    enfoque diferente. Todos ellos son necesarios, todos son insuficientes por s

    solos, todos son complementarios. Por eso, en estos ltimos aos la Biotica

    ha redescubierto con fuerza que tambin necesita de alguna forma de anlisis

    lingstico. No es que se pretenda, como crean los antiguos analticos y

    positivistas, que la simple aclaracin de los trminos acabar por disolver los

    conflictos morales. Esa sera, de nuevo, una posicin unilateral e ingenua. Pero

    s parece imprescindible esa labor de clarificacin para poder afrontar, en un

    segundo momento, la construccin de argumentos y la deliberacin sobre los

    mismos. De lo contrario, la discusin deviene en torre de Babel, en dilogo

    fracasado. La polmica en torno a la muerte digna pone bien a las claras de

    manifiesto esta necesidad.

    Por eso el objetivo de este trabajo es contribuir a una aclaracin lingstica

    terica y prctica sobre el significado que, en nuestra opinin, debera darse a

    determinadas palabras en el debate sobre la muerte digna, mejor dicho, sobre

    el uso apropiado de las mismas en contextos prcticos. De forma

    complementaria se harn recomendaciones sobre usos inapropiados y sobre

    trminos que, a nuestro entender, deberan ser evitados por confusos. Por

    ltimo se sealar el grado de acuerdo tico y jurdico que, en nuestra opinin,

    se ha logrado ya en Espaa sobre la correccin o incorreccin de las

    actuaciones que cada una de esas palabras describe. Como se ver, a nuestro

    parecer, una vez se despejan las polmicas terminolgicas, se descubre que

    los acuerdos ticos y jurdicos son ya mucho ms numerosos que los puntos de

    controversia. Este acuerdo debe entenderse en un sentido general, como la

    4

  • construccin de un espacio de tica civil que establece lo que dentro de una

    sociedad se entiende, en un momento determinado, como formas de respetar

    la dignidad de todos los seres humanos, y que por eso es refrendado mediante

    normas jurdicas que lo protegen. Esto no quiere decir que todos y cada uno de

    los ciudadanos o, en este caso, de los profesionales sanitarios espaoles lo

    vean necesariamente as. Puede haber profesionales que, desde posiciones

    morales particulares, piensen que las actuaciones aqu etiquetadas como

    ticas no seran aceptables para ellos, lo que les llevara a plantear una

    objecin de conciencia. Tales posiciones son perfectamente legtimas, siempre

    y cuando se respeten al mismo tiempo los derechos, en el sentido tico y

    jurdico, de los pacientes afectados.

    LAS PALABRAS ADECUADAS PARA NOMBRAR LOS CASOS

    Pueden identificarse cinco escenarios como los ms relevantes en relacin con

    la toma de decisiones clnicas al final de la vida. Estos cinco escenarios son:

    eutanasia y suicidio asistido, limitacin del esfuerzo teraputico, rechazo de

    tratamiento, sedacin paliativa y suspensin de atencin mdica por

    fallecimiento. Veamos a continuacin cada uno de ellos.

    EUTANASIA Y SUICIDIO ASISTIDO

    La palabra eutanasia es la reina de la discordia y la confusin en los debates

    en torno a la muerte digna. Eutanasia es una bella palabra que, como es bien

    sabido, etimolgicamente tan slo significa buena muerte. Es una constante

    histrica de las sociedades y culturas humanas el haber buscado modos muy

    diversos de procurar el bien morir a sus miembros5. Por tanto, el debate tal y

    como lo conocemos actualmente, arranca en realidad cuando la bsqueda de

    la buena muerte comienza a convertirse en una prctica medicalizada, es decir,

    como integrante de un rol profesional definido, el rol mdico. Y por tanto la

    discusin moderna en torno a este trmino est profundamente marcada por la

    5

  • crisis general del modelo clsico de ejercicio de dicho rol, el modelo

    paternalista, y por los condicionantes cientfico-tecnolgicos en que se

    despliega, esto es, la medicina tecnificada6. Es decir, la introduccin de la idea

    de autonoma de las personas para tomar sus propias decisiones y su

    aplicacin al contexto de las decisiones clnicas, y la capacidad creciente de

    intervencin de la medicina en la vida y la muerte de las personas han

    configurado, a lo largo del siglo XX, un escenario para el debate sobre la

    eutanasia radicalmente nuevo y distinto al de los siglos anteriores.

    La complejidad de los matices en torno a la eutanasia en la era moderna

    impuls el uso de adjetivos para tratar de diferenciar los diferentes tipos de

    actuaciones eutansicas que los profesionales sanitarios podan realizar. Y

    cuando los adjetivos resultaron insuficientes, comenzaron a crearse palabras

    alternativas7 8 9. En la Tabla 1 se recogen una lista de estos adjetivos y

    neologismos. Todava hoy en da hay expertos en biotica o en derecho que

    utilizan esta terminologa. La que quizs sigue siendo ms utilizada es la

    distincin entre eutanasia activa y pasiva. El nico neologismo admitido por

    la Real Academia Espaola es distanasia, que el Diccionario de la Lengua

    Espaola define como tratamiento teraputico desproporcionado que prolonga

    la agona de enfermos desahuciados.

    Pero el resultado de todas esas distinciones y palabras no ha sido ms que

    generar una enorme confusin en los profesionales, los ciudadanos y los

    medios de comunicacin, e impedir la progresin real del debate de forma

    sensata. Por eso, ha llegado el momento de abandonarlas definitivamente. La

    propia Organizacin Mdica Colegial y la Sociedad Espaola de Cuidados

    paliativos ya abogaron por ello en 2002.10.

    En la Tabla 2 se encuentran recogidas algunas de las palabras que se

    entrecruzan en los debates sobre la eutanasia y que deben ser utilizadas con

    6

  • propiedad. La ms importante es la propia palabra eutanasia, de la que debe

    hacerse un uso restringido para referirse a aquellas actuaciones que:

    a) producen la muerte de los pacientes, es decir, que la causan de forma

    directa mediante una relacin causa-efecto nica e inmediata,

    b) se realizan a peticin expresa, reiterada en el tiempo, e informada de los

    pacientes en situacin de capacidad,

    c) en un contexto de sufrimiento, entendido como dolor total, debido a

    una enfermedad incurable e irreversible, que el paciente experimenta

    como inaceptable y que no ha podido ser mitigado por otros medios, por

    ejemplo mediante cuidados paliativos, y

    d) son realizadas por profesionales sanitarios que conocen a los pacientes

    y mantienen con ellos una relacin clnica significativa.

    Cuando, en este contexto, la actuacin del profesional se limita a proporcionar

    al paciente los medios materiales y/o intelectuales para que sea l mismo quien

    se produzca la muerte, se habla de suicidio mdicamente asistido o suicidio

    asistido sin ms.

    En general, el debate actual circunscribe estas actuaciones a la prctica de los

    profesionales sanitarios, no de los ciudadanos en general. Es decir, el debate

    se centra en si puede o no llegar a formar parte de las atribuciones

    profesionales de los sanitarios realizar este tipo de actuaciones, que buscan el

    alivio del sufrimiento mediante la produccin de la muerte11. En algunos pases

    de nuestro entorno, como Holanda o Blgica, la sociedad, la ciudadana y los

    profesionales, as lo han asumido 12. El suicidio mdicamente asistido est

    regulado en el Estado norteamericano de Oregn13.

    Es un requisito imprescindible para hablar de eutanasia el que exista una

    peticin expresa y reiterada del paciente. La no existencia de consentimiento

    informado expreso del paciente hace que la actuacin del profesional deba ser

    7

  • etiquetada como homicidio. Habitualmente, dado que se realiza en un contexto

    de sufrimiento intenso, y lo que pretende el profesional es, en ltima instancia,

    el alivio de ese sufrimiento, puede aadrsele el atenuante de la compasin, y

    hablar de homicidio por compasin. Pero en cualquier caso parece que existe acuerdo general en que el homicidio es siempre, en principio, una actuacin

    contraria a la tica, y por supuesto jurdicamente punible segn el Cdigo

    Penal, con o sin atenuantes.

    Por ello, las expresiones eutanasia voluntaria y eutanasia involuntaria son

    innecesarias y confusas. La eutanasia siempre es, por definicin, voluntaria, y

    la eutanasia involuntaria no es eutanasia, sino homicidio. Lo mismo puede

    afirmarse de expresiones como eutanasia directa o eutanasia activa, pues la

    eutanasia es, por definicin, siempre ambas cosas y el problema de las

    contrarias, indirecta o pasiva, es que no son eutanasia. Todas estas

    expresiones, adjetivos y neologismos deberan ser abandonados en aras de la

    precisin y la claridad.

    Por tanto, resulta especialmente imprecisa y necesitada de cambio urgente la

    definicin que de eutanasia proporciona el Diccionario de la Lengua Espaola

    de la Real Academia Espaola:

    Accin u omisin que, para evitar sufrimientos a los pacientes desahuciados, acelera

    su muerte con su consentimiento o sin l.

    Tambin resultara de utilidad, para clarificar el debate, que mejorara la

    utilizacin que de la palabra eutanasia hace el Catecismo de la Iglesia

    Catlica14 (Tabla 4). En la misma lnea debera ser revisado el contenido de la

    entrada eutanasia en Wikipedia, que resulta ambiguo por el uso de los

    calificativos antes comentados 15. Asimismo, los programas de eliminacin de

    discapacitados fsicos o mentales de la Alemania Nazi no deberan ser

    llamados de eutanasia, sino de homicidio o asesinato eugensico o, si se

    8

  • quiere, dado el intento de exterminacin total de todos los pertenecientes a

    esas categoras, de genocidio eugensico. Por ltimo, el uso de la palabra

    eutanasia en el mundo de la prctica Veterinaria, para referirse al sacrificio de

    animales lesionados, enfermos o viejos es tambin muy desafortunado y

    aumenta la confusin de los ciudadanos.

    Los trminos "eutanasia" y "suicidio mdicamente asistido" no estn recogidos

    como tales en el Cdigo Penal espaol. Sin embargo las actuaciones que

    definen el trmino "eutanasia" estn tipificadas como delito por el artculo 143.4

    del Cdigo Penal (CP) (Tabla 3), aunque con penas atenuadas. Ms

    dificultades puede tener el encuadre exacto del "suicidio mdicamente asistido"

    en este artculo, puesto que la conducta tipificada es la de cooperacin con

    actos "necesarios" a la muerte del paciente, y a veces resulta difcil diferenciar

    estos actos de los que no lo son. Actualmente, salvo error u omisin por

    nuestra parte, no existe ninguna condena en Espaa amparada en el artculo

    143.4 CP, lo que hace difcil saber la interpretacin exacta que dar la

    jurisprudencia a la hora de aplicar este artculo.

    En nuestro pas, como en otros pases europeos de nuestro entorno, existe

    actualmente un debate abierto sobre la admisibilidad o no de la eutanasia y el

    suicidio asistido en trminos de tica civil. En 2002, una encuesta del Centro de

    Investigaciones Sociolgicas a los mdicos espaoles encontr que un 41,5 %

    de los encuestados crea que deba cambiarse la ley para permitir a los

    enfermos terminales capaces, pedir y recibir el suicidio asistido por un mdico

    y/o la eutanasia16. Otra encuesta de 2006 del Instituto de la Juventud a los

    jvenes espaoles encontr que un 76% de los encuestados estaban a favor

    de ayudar a morir a los enfermos terminales si lo solicitasen17. Y un 51% de los

    175 profesionales que contestaron una encuesta en el 6 Congreso Nacional

    de la Sociedad Espaola de Cuidados Paliativos en junio de 2006, apoyaran

    o probablemente apoyaran una ley que despenalizase la eutanasia18.

    9

  • Sin embargo no parece existir un consenso tico suficiente al respecto. Hay

    grupos de ciudadanos privados, como la Asociacin federal Derecho a Morir

    Dignamente19, el Instituto Borja de Biotica20 o el Observatorio de Biotica y

    Derecho21, y rganos de carcter pblico como por ejemplo el Comit

    Consultivo de Biotica de Catalunya22, que abogan activamente por su

    admisibilidad tica y jurdica en determinadas circunstancias. Sin embargo hay

    otros colectivos no menos relevantes que no lo consideran aceptable. Por

    ejemplo, el Cdigo de Deontologa Mdica de la Organizacin Mdica Colegial

    dice en su artculo 27.3 que el mdico nunca provocar intencionadamente la

    muerte de ningn paciente, ni siquiera en caso de peticin expresa por parte de

    ste. Menos directo, aunque tambin opuesto, es el pronunciamiento del

    Cdigo de Deontologa del Consejo de Colegios de Mdicos de Catalua23.

    La Iglesia Catlica oficial espaola, desde los presupuestos de su moral

    religiosa, tambin mantiene desde siempre una postura radicalmente contraria

    a su admisibilidad tica y jurdica 24 25. Su postura ante esta problemtica es

    sustancialmente equiparable a la de las otras Iglesias cristianas y a las grandes

    religiones: judasmo, islamismo, budismo, hinduismo 26. Hay, sin embargo,

    algunas pocas confesiones cristianas que la aprueban en algunos casos27.

    Algunos telogos catlicos tambin han mostrado posturas discrepantes de la

    oficial28.

    En lo que sabemos ninguna de las Asociaciones de biotica relevantes en

    Espaa (Asociacin de Biotica Fundamental y Clnica, Asociacin Espaola

    de Biotica y tica Mdica, Sociedad Internacional de Biotica y Associaci de

    Biotica i Dret), ni de las de Derecho Sanitario (Asociacin Espaola de

    Derecho Sanitario y Asociacin de Juristas de la Salud) se ha pronunciado

    oficialmente acerca de esta materia, aunque s lo hayan hecho miembros de las

    mismas a ttulo privado. En resumen, parece que el debate social, tan

    inevitable como necesario, debe proseguir con libertad, respeto a todas las

    posiciones, precisin en el uso del lenguaje y seriedad en los argumentos.

    10

  • LIMITACIN DEL ESFUERZO TERAPUTICO

    La Limitacin del Esfuerzo Teraputico (LET) es la retirada (en ingls,

    withdraw) o no inicio (en ingls, withhold) de medidas teraputicas porque el

    profesional sanitario estima que son intiles o ftiles ya que tan slo consiguen

    prolongar la vida biolgica, pero sin posibilidad de recuperacin funcional del

    paciente con una calidad de vida mnima. La retirada o el no inicio de dichas

    medidas permiten a la enfermedad concluir su victoria sobre la vida del

    enfermo. Es, por tanto, la enfermedad la que produce la muerte del enfermo, y

    no la actuacin del profesional. La LET permite la muerte, no produce ni

    causa la muerte.

    Esta diferencia entre permitir la muerte y producir la muerte es clave, pues

    es la que separa la LET de la eutanasia. Y es la que trataba de reflejarse

    mediante la clsica distincin entre eutanasia pasiva versus activa29. Sin duda

    esta distincin conceptual debe mantenerse, pero los trminos deben ser

    modificados para evitar mantener la eterna confusin entre lo que es y lo que

    no es eutanasia. Lo mismo cabe decir de los trminos adistanasia o

    antidistanasia, que deberan ser relegados al bal de los recuerdos.

    El juicio clnico sobre la futilidad de una medida no es fcil pues, como siempre

    en Medicina, no hay criterios matemticos ni certezas tranquilizadoras30. Pero

    en cualquier caso, cuando un profesional, tras una evaluacin ponderada de

    los datos clnicos de que dispone, concluye que una medida teraputica resulta

    ftil, no tiene ninguna obligacin tica de iniciarla y, si ya la ha iniciado, debe

    proceder a retirarla. De lo contrario entrar en lo que se ha denominado

    obstinacin teraputica 31, actuacin anteriormente conocida con los

    desafortunados nombres de encarnizamiento o ensaamiento teraputico, o

    con el de distanasia, trmino ms moderno y aceptado por la Real Academia.

    Obviamente todas estas actuaciones no son sino mala prctica clnica.

    11

  • Es importante insistir en que la evaluacin sobre la futilidad de un tratamiento

    es un juicio clnico de los profesionales en base a criterios de indicacin y

    pronstico. Sin lugar a dudas la decisin final deber ponderar adems otros

    elementos, como por ejemplo la propia opinin del paciente capaz, la del

    paciente incapaz a travs de su Voluntada Anticipada, o la de un

    consentimiento por representacin realizado por sus familiares. Pero la base

    principal de una decisin de LET es siempre un juicio clnico prudente realizado

    por los profesionales.

    La prctica de la LET es muy comn en las Unidades de Cuidados Intensivos

    de todo el mundo, tambin de las espaolas32, y parece existir un consenso

    tico suficiente en torno a su prctica33. Incluso puede ser considerada un

    estndar de calidad34. Tambin en Geriatra o en Cuidados paliativos tiene

    cabida su prctica35. El artculo 27.2 del Cdigo Deontolgico de la OMC

    tambin establece la correccin deontolgica de la prctica de la LET. Por su

    parte, la Iglesia Catlica entiende que los medios ftiles son

    desproporcionados, y la doctrina entiende que en tal situacin no hay

    obligacin moral de mantenerlos (Tabla 4). Quizs el nico punto donde no

    existe una acuerdo tico tan amplio es en lo relativo a la LET que implica la

    retirada de la alimentacin e hidratacin artificial, sobre todo cuando se realiza

    mediante sistemas sencillos como la sonda nasogstrica, pues hay personas

    que pueden interpretarlos como una medida de confort y cuidado bsico que

    debe mantenerse siempre salvo que el paciente haya expresado lo contrario 36 37.

    En cualquier caso es importante sealar que existe acuerdo prcticamente

    unnime entre los juristas acerca de que la LET no est tipificada por el artculo

    143 CP 38 39. Tampoco por el artculo 196 CP, que tipifica el delito de omisin

    del deber de socorro de los profesionales. La LET, como resultado de un

    proceso de valoracin clnica ponderada, e incluso colegiada entre diferentes

    12

  • profesionales, sobre el grado de adecuacin, proporcionalidad, necesidad o

    futilidad de una determinada intervencin mdica, no es una prctica contraria

    a la tica, no es punible, no es eutanasia y es buena prctica clnica 40.

    RECHAZO DE TRATAMIENTO O DENEGACIN DE CONSENTIMIENTO

    As como en la toma de decisiones de LET el peso principal de la decisin

    recae sobre el profesional, en las decisiones de rechazo de tratamiento o

    denegacin de consentimiento el protagonismo total corresponde al paciente.

    El rechazo de tratamiento forma parte de la teora general del consentimiento

    informado, que es el modelo de toma de decisiones vigente en la biotica

    moderna41. As lo establecen con toda claridad documentos de consenso tico

    tan relevantes como la Declaracin Universal sobre Biotica y Derechos

    Humanos de la UNESCO (2005)42 o el Convenio para la proteccin de los

    Derechos humanos y la dignidad del ser humano con respecto a las

    aplicaciones de la biologa y la medicina del Consejo de Europa.43. Los Cdigos

    Deontolgicos de medicina y enfermera vigentes en Espaa tambin lo

    contemplan as.

    Este modelo postula que, salvo determinadas excepciones muy concretas

    como son el peligro para la Salud Pblica o la emergencia vital sbita e

    inesperada que no permite demoras en la atencin, los pacientes pueden

    ejercer siempre su autonoma moral y tomar las decisiones que estimen

    convenientes respecto a su cuerpo o su salud. Estas decisiones pueden ser de

    aceptacin o de rechazo de un tratamiento indicado por los profesionales. El

    rechazo de la propuesta de los profesionales puede implicar la posibilidad de

    poner en serio peligro su salud o su vida.

    13

  • Con todo, a pesar de que en teora existe en nuestro pas un consenso tico

    generalizado sobre esto, su implantacin real ha resultado trabajosa. Todava

    hoy el consentimiento informado est rodeado de mitos y confusiones notables 44. Ha sido especialmente dificultosa la aceptacin, por parte de algunos

    ciudadanos, profesionales, moralistas y jueces, de la libertad de las personas

    para tomar decisiones que pongan en claro riesgo su vida. Todava hay

    profesionales con reticencias a aceptar que sus obligaciones ticas respecto a

    sus pacientes terminan cuando les han ofrecido informacin detallada y

    consejo reiterado sobre las intervenciones que estiman ms beneficiosas para

    su problema de salud. Cuesta aceptar que por ms indicadas que estas

    intervenciones estn, los profesionales no tienen ninguna obligacin ni tica ni

    jurdica de aplicarlas si el paciente las rechaza y, ms costoso an es aceptar

    que, en cambio, s tienen obligacin de retirarlas si ya las haban iniciado. A

    este respecto resulta paradigmtica la histrica discusin en torno al rechazo

    de sangre por parte de los pacientes de la confesin religiosa de los Testigos

    de Jehov45, que debera ser definitivamente superada46.

    En cualquier caso hoy puede decirse con toda claridad que este modelo tico

    de toma de decisiones tiene en nuestro pas pleno respaldo jurdico en la

    vigente Ley 41/2002, de 14 de noviembre, bsica reguladora de la autonoma

    del paciente y de derechos y obligaciones en materia de informacin y

    documentacin clnica. Con respecto al rechazo de tratamientos, en su artculo

    2.3 y 2.4 dice lo siguiente:

    2. 3. El paciente o usuario tiene derecho a decidir libremente, despus de recibir la informacin adecuada, entre las opciones clnicas disponibles. 2. 4. Todo paciente o usuario tiene derecho a negarse al tratamiento, excepto en los casos determinados en la Ley. Su negativa al tratamiento constar por escrito.

    Y en el apartado 5 del artculo 8, consigna el derecho a revocar el

    consentimiento:

    14

  • 8. 5. El paciente puede revocar libremente por escrito su consentimiento en cualquier momento.

    Este es el marco jurdico desde el que se ha argumentado el derecho de la

    paciente Inmaculada Echevarra a solicitar la desconexin de su respirador47,

    un caso que sin duda marca un antes y un despus en la cristalizacin de un

    consenso tico y jurdico suficiente en torno al derecho a rechazar tratamientos

    y que bajo ningn concepto puede confundirse con la eutanasia o el suicidio

    asistido. Incluso dentro de la Iglesia Catlica se ha interpretado as. Basta leer

    el ltimo apartado del n 2278 del Catecismo (Tabla 4). Por eso, las opiniones

    discrepantes de algunos obispos en este caso son respetables pero, en todo

    caso, estrictamente personales y sin carcter vinculante u obligatorio a nivel

    magisterial.

    La situacin de incapacidad del paciente no anula su derecho a rechazar

    tratamientos o denegar el consentimiento, pero s cambia sustancialmente la

    forma en que puede ejercerlo. Esta es, en tal situacin, la del consentimiento

    por representacin, en el que otra persona representante legal o familiar-

    toma las decisiones en lugar del paciente incapaz. Ese representante o familiar

    velar por realizar los deseos expresos del paciente. Si no se conocen stos,

    procurar reconstruir entonces, a partir de su conocimiento del paciente, lo que

    probablemente hubiera preferido y, si tampoco esto es posible, en ltima

    instancia buscar lo que se estime como mayor beneficio clnico para el

    paciente 48.

    Por ello, es muy importante que las personas puedan expresar sus deseos

    anteriormente. Y la mejor manera de hacerlo es mediante una voluntad

    anticipada o instruccin previa (testamento vital), que en Espaa estn

    intensamente reguladas por el artculo 11 de la Ley 41/2002 y por la legislacin

    autonmica, aunque con muchas lagunas 49 50. El respeto de la voluntad

    anticipada, en una situacin clnica claramente contemplada por ella, en la que

    un paciente solicita la suspensin o no inicio de un tratamiento es, en principio,

    15

  • una obligacin tica y jurdica vinculante para los profesionales, por encima

    incluso de sus opiniones sobre el posible beneficio clnico que se obtendra del

    mantenimiento de la medida, y por encima de las opiniones de la familia.

    16

  • SEDACIN PALIATIVA

    Por sedacin paliativa se entiende la administracin de frmacos a un paciente

    en situacin terminal, en las dosis y combinaciones requeridas para reducir su

    conciencia todo lo que sea preciso para aliviar adecuadamente uno o ms

    sntomas refractarios que le causan sufrimiento, contando para ello con su

    consentimiento informado y expreso o, si esto no es factible, con el de su

    familia o representante51. En nuestro pas no as en los dems pases

    europeos- se suele contemplar adems un subtipo de sedacin que se

    denomina sedacin terminal o sedacin en agona. La nica diferencia respecto

    a la anterior es que en este caso se administra a un paciente cuya muerte se

    prev muy prxima porque est entrando en la fase de agona.

    Como puede verse se trata de una prctica clnica que, si se realiza conforme a

    las indicaciones clnicas y prescripciones tcnicas52, y contando con el

    consentimiento informado del paciente o de su representante, no debera ser

    considerada de un modo muy diferente al de cualquier otra actuacin mdica.

    Es importante sealar que este consentimiento debe ser explcito, bien del

    propio paciente, bien de su representante; lo cual no quiere decir que tenga

    que ser necesariamente obtenido por escrito53. Hoy en da no parece ni tica ni

    jurdicamente adecuado aceptar el consentimiento implcito o tcito, a pesar de

    que la Sociedad Espaola de Cuidados Paliativos as lo ha admitido en alguna

    ocasin54.

    Lo que hace aparentemente especial a esta actuacin clnica es que uno de

    sus posibles efectos secundarios es que, por un mecanismo no del todo

    aclarado, puede contribuir a acortar el tiempo de vida del paciente. Por eso,

    para justificar esta prctica, y evitar la acusacin de eutanasia encubierta, que

    como ya sabemos se ha bautizado con el rebuscado nombre de criptotanasia,

    se ha acudido al uso de un antiguo principio moral, el principio del doble

    efecto. Este principio dice que, cuando una determinada actuacin tiene dos

    17

  • posibles efectos, uno positivo y otro negativo, si la persona acta buscando

    intencionadamente el efecto positivo, pero como consecuencia de ello se

    produce adems, de manera no buscada, el negativo, la actuacin es

    moralmente correcta. Este tipo de argumentos es el que subyace en el n 2279

    del Catecismo de la Iglesia Catlica (Tabla 4). Y es lo que ha dado lugar a

    atribuirle a la sedacin el confuso nombre de eutanasia indirecta.

    Quizs apelar a todo esto sea innecesario, pues todas las prcticas clnicas

    tienen efectos secundarios no deseados ni buscados, y no por eso se invoca

    continuamente este principio para justificar la conducta de los profesionales

    cuando esos efectos nocivos indeseables se producen55. Basta con actuar

    correctamente desde el punto de vista cientfico-tcnico y contar con el

    consentimiento informado del paciente o su representante. Cuando as se hace

    se acta tcnicamente y ticamente de manera correcta56, y conforme a

    Derecho, sin incurrir en el delito tipificado por el artculo 143 CP.

    SUSPENSIN DE ATENCIN MDICA POR FALLECIMIENTO

    Los criterios de muerte enceflica estn claramente definidos en el Real

    Decreto 2070/1999 de extraccin y trasplante de rganos 57. Cuando un

    paciente los cumple, el no inicio o la retirada de todas las medidas teraputicas

    de soporte vital ni produce ni permite la muerte del paciente, porque en realidad

    sta ya ha acontecido 58. Si el paciente ya fallecido es candidato a ser donante

    de rganos la nica diferencia es que, antes de proceder a la desconexin final,

    se realizan una serie de intervenciones clnicas destinadas a posibilitar la

    conservacin y extraccin de esos rganos59. No existe aqu ningn tipo de

    conflicto ni tico ni jurdico, ni cabe aqu hablar ni de eutanasia ni de limitacin

    del esfuerzo teraputico. Todas esas expresiones tienen sentido cuando se

    habla de pacientes vivos, no de personas ya fallecidas.

    18

  • El citado Real Decreto tambin incluye la posibilidad de realizar la extraccin

    de rganos en pacientes que cumplan criterios de muerte por parada

    cardiorrespiratoria. Como dice el mismo Real Decreto, la irreversibilidad del

    cese de las funciones cardiorrespiratorias se deber constatar tras el adecuado

    perodo de aplicacin de maniobras de reanimacin cardiopulmonar avanzada,

    siguiendo los pasos especificados en los protocolos de reanimacin

    cardiopulmonar avanzada que peridicamente publican las sociedades

    cientficas competentes. As pues, la suspensin de las medidas de

    reanimacin se produce, igual que el caso de la muerte enceflica, cuando se

    constata el fallecimiento del paciente. La suspensin de stas no es, por tanto,

    ninguna forma de eutanasia ni de limitacin del esfuerzo teraputico.

    Otra situacin distinta es el problema del grado de indicacin de la

    reanimacin, su posible caracterizacin como terapia ftil o la aplicacin de

    rdenes de No Reanimar a peticin de un paciente capaz o a travs de su

    Voluntad Anticipada en caso de incapacidad60. Estas actuaciones s deben ser

    etiquetadas, bien como LET o bien como rechazo de tratamiento. Pero en

    ningn caso son formas de eutanasia.

    LOS CASOS PARA LAS PALABRAS

    A continuacin se presentan 12 casos de toma de decisiones al final de la vida.

    En la Tabla 5 se encuentra resumida la aplicacin del marco de anlisis

    lingstico, tico y jurdico trazado en el apartado anterior. El foco prioritario del

    anlisis es el profesional. Es su actuacin la que se evala. Sin embargo, el

    relato de cada caso aporta suficientes matices como para darse cuenta de que

    una evaluacin ms completa debera incluir otros aspectos, como por ejemplo

    todo lo relativo a la participacin de la familia, el entorno social en que se

    produce, etc. Con toda seguridad un Comit de tica Asistencial entrenado

    hara aflorar estos matices en su proceso interno de deliberacin y los

    plasmara adecuadamente en su recomendacin final61.

    19

  • La mayor parte de estos casos son historias inventadas, aunque basadas en

    hechos habituales de nuestro medio sanitario, pero otras se inspiran de manera

    muy importante en casos reales, de nuestro pas o de otros pases, o en relatos

    muy conocidos en el mundo de la biotica. As sucede por ejemplo con el caso

    4, inspirado en el famoso relato Its over Debbie62, con el caso 5 que recuerda

    al caso de Diane63, y con el caso 7, que bebe de la historia real de Inmaculada

    Echevarra.

    CASO 1

    Enfermo de 66 aos con Carcinoma de Pulmn avanzado. Mala respuesta a

    tratamiento. Situacin terminal. Desde hace dos meses en programa de

    cuidados paliativos domiciliarios. Conoce perfectamente su diagnstico y su

    pronstico. Control aceptable del dolor. Intensa experiencia de sufrimiento que

    no ha mejorado a pesar de tratamiento farmacolgico y psicoteraputico, y de

    apoyo espiritual. En el ltimo mes ha solicitado de forma reiterada al mdico

    que lo atiende, que le ponga una medicacin para terminar con su vida, porque

    no quiere continuar as y prefiere morir ya. El mdico ha confrontado en cada

    ocasin al paciente para ayudarle a aclarar la autenticidad de su peticin.

    Tambin ha evaluado su grado de capacidad, que resulta adecuado. Le sugiere

    que hable con su familia al respecto, pero el paciente lo rechaza y le pide la

    ms estricta confidencialidad. Finalmente ha accedido a su peticin. Unos das

    despus, tras revisar de nuevo si el paciente est seguro de sus deseos,

    procede a administrarle por va intravenosa una medicacin para sedarlo y, al

    poco rato, otra que le produce la muerte por parada cardiorrespiratoria de

    forma inmediata.

    CASO 2

    Enferma de 52 aos con tetraplejia secundaria a accidente de trfico hace 4

    aos. Entorno social de soporte adecuado. Vive en su domicilio, cuidada por su

    esposo y personal de ayuda a domicilio. No tienen hijos. Desde hace un ao ha

    20

  • comenzado a decir, primero de forma ocasional, y posteriormente de forma casi

    diaria, que no desea seguir viviendo en estas circunstancias. Se le ha ofrecido

    apoyo psicolgico y espiritual. Su mdico de familia ha hablado reiteradamente

    con ella sobre este deseo y ha evaluado su capacidad, que resulta adecuada.

    La enferma lo ha hablado con su marido que, aunque al principio tena muchas

    resistencias, finalmente la apoya. Un da, de acuerdo con ambos, su mdico

    procede a administrarle por va intravenosa una medicacin para sedarla y, al

    poco rato, otra que le produce la muerte por parada cardiorrespiratoria de

    forma inmediata.

    CASO 3

    Enferma de 83 aos con una Enfermedad de Alzheimer muy avanzada.

    Situacin terminal (GDS 7). Imposibilidad de comunicarse con la paciente, que

    es totalmente incapaz. Sus familiares un hijo casado y una hija soltera que la

    cuidaba en casa hasta hace dos meses- opinan que est sufriendo mucho, y

    que por lo que conocan a su madre, creen que no hubiera deseado seguir

    viviendo en esas condiciones. Por ello afirman que lo mejor es ayudarla a

    morir. As se lo hacen saber al mdico de la residencia geritrica donde est

    ingresada. El mdico piensa que la paciente fallecer pronto. Pero 3 semanas

    ms tarde, ante la insistencia de los familiares, procede a administrarle por va

    intravenosa una medicacin para sedarla y, al poco rato, otra que le produce la

    muerte por parada cardiorrespiratoria de forma inmediata.

    CASO 4

    Enferma de 33 aos con cncer de ovario avanzado (Estadio IV). Situacin

    terminal. En programa de cuidados paliativos domiciliarios, ha sido ingresada

    por una insuficiencia respiratoria posiblemente secundaria a derrame pleural

    metastsico. A las 3 de la madrugada sufre una grave crisis de disnea. Se

    avisa al MIR de guardia. La paciente est muy angustiada y, cuando entra el

    mdico, le dice entrecortadamente: Aydeme por favor a terminar con esto. El

    mdico, muy impresionado por la situacin de la paciente, a la que ve hoy por

    21

  • primera vez, y pensando que lo mejor es terminar con su sufrimiento

    ayudndola a morir, carga 60 mg. de Morfina en una jeringa y se los administra

    en bolo rpido por va intravenosa. La paciente respira aliviada, despus se

    queda poco a poco dormida. A continuacin el mdico inyecta 2 gramos de

    fenobarbital intravenoso. Al rato se produce una parada respiratoria que acaba

    con la vida de la paciente.

    CASO 5

    Enfermo de 46 aos con Esclerosis Lateral Amiotrfica de rpida evolucin.

    Buen entorno social de apoyo. Soltero, vive con unos tos suyos, ya mayores,

    que lo cuidan. Actualmente el paciente tiene un deterioro neurolgico

    moderado. Est en silla de ruedas pero todava tiene suficiente movilidad en

    brazos. Est preocupado por la manera en que se producir su muerte, y por la

    inevitabilidad de sta. Le plantea a su mdico que deseara tener medicacin

    para poder suicidarse en el caso de que perciba que la falta de control sobre su

    cuerpo alcanza un grado que l estime como inaceptable para l y su familia. El

    mdico da apoyo emocional. Evala la estabilidad de los deseos y la capacidad

    del paciente para decidir. No est deprimido. Un mes ms tarde, ante la

    reiterada peticin del paciente, le facilita finalmente las recetas de los frmacos

    necesarios para suicidarse, y le explica la manera en que debe hacerlo de

    forma segura. Pasados 8 das, el paciente llama al mdico y le pide que le

    ayude a preparar la medicacin para suicidarse porque l slo no puede, y

    adems no quiere estar slo en los ltimos momentos. El mdico acude al

    domicilio y lo hace. El paciente fallece.

    CASO 6

    Enfermo de 73 aos con trasplante renal hace 20 aos. Hizo un rechazo

    crnico tardo, por lo que actualmente est en programa de hemodilisis por no

    ser candidato a trasplante. Presenta adems una miocardiopata no filiada

    etiquetada como moderada, en seguimiento por un mdico privado. Tiene una

    calidad de vida aceptable, aunque su actividad fsica est muy limitada. Buen

    22

  • soporte familiar. Acude a Urgencias por un cuadro de sepsis de origen

    desconocido, con muy mal estado general. Ingresa en UCI. En las primeras

    horas de evolucin es preciso intubar al paciente por distress respiratorio y/o

    insuficiencia cardaca, conectndole a ventilacin mecnica. En las primeras 48

    horas el enfermo evoluciona con estabilidad hemodinmica y respiratoria

    progresiva pero a costa de mantenerlo con soporte de medidas y cuidados

    intensivos, con sedacin profunda. Analticamente mejora progresivamente de

    la sepsis, pero los datos de ecocardiografa y funcin hemodinmica

    demuestran una miocardiopata muy avanzada y los estudios de mecnica

    respiratoria sealan una restriccin pulmonar severa. En la semana siguiente

    todos los intentos de retirada de ventilacin mecnica son infructuosos.

    Tampoco se puede retirar medicacin vasoactiva porque se produce una gran

    hipotensin. Se informa a la familia de la situacin del enfermo, y de la

    aparente mala evolucin por fracaso respiratorio y cardiaco. La familia dice que

    se haga todo lo que se pueda, pero que tampoco se le haga sufrir

    innecesariamente. Los mdicos preguntan si haba hecho un Testamento Vital

    o Voluntad Anticipada, pero les dicen que no. En la semana siguiente el estado

    clnico del paciente es el mismo. El equipo de la UCI revalora al enfermo en

    sesin clnica y decide plantearle a la familia su decisin de retirar las medidas

    de soporte vital, porque no estn siendo efectivas y slo prolongan una

    situacin que a todas luces no tiene retorno. La familia acepta la situacin. Se

    procede a la retirada de la medicacin vasoactiva y la desconexin de la

    ventilacin mecnica. El paciente fallece.

    CASO 7

    Enferma de 59 aos con Distrofia Muscular Progresiva desde hace 23 aos.

    Tetraparesia flcida y dependencia absoluta de la ventilacin mecnica desde

    hace 11 aos. Ingresada en una Hospital de enfermos crnicos. No tiene

    familia. Hace un ao comenz a decir que no desea vivir en estas

    circunstancias, pero slo de manera ocasional. Sin embargo, hace un mes

    solicit por escrito al equipo mdico que la atiende que se la sedara y despus

    23

  • se la desconectara de la ventilacin mecnica. El equipo mdico ha dedicado

    estas semanas a valorar la autenticidad de los deseos de la paciente, su

    estabilidad en el tiempo y su grado de capacidad. Tambin se han asegurado

    de que era consciente de que con toda probabilidad ello le producira la muerte.

    Despus, de acuerdo con la paciente, la han sedado y despus han

    desconectado la ventilacin mecnica. La paciente ha fallecido.

    CASO 8

    Enfermo de 67 aos con carcinoma de pncreas irresecable quirrgicamente.

    Actualmente Grado III. El paciente, bien informado, rechaz participar en un

    ensayo clnico, por lo que se inici tratamiento quimioterpico convencional con

    gemcitabina. Control adecuado del dolor con opiceos. Al finalizar el quinto

    ciclo su mdico le comunic que la respuesta al tratamiento estaba siendo

    menor de la esperada, pero aun as relativamente buena. Le anim a seguir

    con los siguientes ciclos porque siempre hay que pelear hasta el final. El

    paciente tena efectos secundarios como nuseas, astenia, anorexia, cefalea y

    mucositis de intensidad moderada-alta y que se controlaban slo parcialmente

    con la medicacin sintomtica. La anemia y neutropenia eran moderadas. Sin

    embargo el paciente le coment a su mdico que no deseaba continuar con el

    tratamiento, porque estaba muy cansado de todo y crea que no le

    compensaba, porque al final, ms pronto o ms tarde, fallecera. Prefera que

    se le dieran slo cuidados paliativos y vivir tranquilamente los meses que le

    quedaran. El mdico reconoci que las probabilidades de mejora eran bastante

    bajas, pero aun as insisti en los beneficios potenciales del tratamiento. El

    paciente dijo que le agradeca todos sus esfuerzos e inters, pero que prefera

    vivir menos tiempo pero con mejor calidad. El mdico propuso al paciente que

    lo pensara despacio, y que antes de comenzar el siguiente ciclo volvieran a

    hablarlo. El da de la cita siguiente el paciente volvi a manifestar su deseo de

    suspender la quimioterapia. No haba signos de depresin o incapacidad. El

    mdico acab por aceptar la peticin y, con cierta sensacin de fracaso, lo

    deriv a Cuidados Paliativos. Tres meses despus el paciente falleci. Slo

    24

  • recibi en ese tiempo cuidados paliativos domiciliarios, aunque consinti una

    ciruga biliar paliativa descomprensiva.

    CASO 9

    Enfermo de 54 aos, sin antecedentes de inters, salvo un episodio de

    colecistitis secundaria a colelitiasis que se resolvi con tratamiento mdico.

    Acude a consulta de ciruga para programar colecistectoma por va

    laparoscpica. Cuando se le entrega el formulario de consentimiento informado

    y lee que existe remota posibilidad de sangrado y posibilidad de necesidad de

    transfusin sangunea, dice que l y toda su familia su esposa, y su hija de 23

    aos- son Testigos de Jehov, y que por tanto no desea que se le hagan

    trasfusiones. El cirujano le comenta que, aunque es verdad que la posibilidad

    de sangrado es baja, sta existe, y que por tanto se est asumiendo un riesgo

    innecesario para su salud y su vida. El paciente insiste en su rechazo. El

    cirujano le comenta entonces que tiene que comentar el caso con el

    anestesista, para ver si acepta realizar la intervencin quirrgica asumiendo

    esta situacin. Dos semanas ms tarde, en una nueva cita, el cirujano comenta

    al paciente el acuerdo del equipo de anestesia en la realizacin de la

    intervencin, pero le pide que firme un formulario escrito especfico de rechazo

    de la trasfusin sangunea. El paciente accede a ello y comenta que su familia

    est de acuerdo. La ciruga se realiza un mes ms tarde. En el curso de la

    intervencin se produce una complicacin hemorrgica debida a la rotura de

    una malformacin vascular no esperada, con shock hipovolmico. Se traslada a

    la Unidad de Cuidados Intensivos para tratar de remontar el cuadro, pero

    finalmente el paciente entra en fracaso multiorgnico y fallece a los seis das.

    Siguiendo sus deseos, en ningn momento se utiliza sangre o hemoderivados

    para su tratamiento.

    CASO 10

    25

  • Enferma de 63 aos, viuda, con antecedentes de HTA. Sufre un ictus cerebral

    hemorrgico extenso y entra en coma. Ingresa en la UCI, estable

    hemodinmicamente y con respiracin espontnea. A las tres semanas

    empieza a hacer ciclos de vigilia sueo, con ojos abiertos. Se le coloca tubo de

    gastrostoma para garantizar la adecuada hidratacin y nutricin. Al cumplir el

    mes es trasladada a la planta de Neurologa con el diagnstico de sospecha de

    Estado Vegetativo Persistente. Su hija de 32 aos comenta que su madre

    haba redactado y registrado legalmente hace 3 aos un Testamento Vital,

    despus de haber vivido la experiencia de tener que cuidar durante 2 aos a

    una ta suya con demencia. Este Testamento dice lo siguiente.

    Si en un futuro estoy incapacitada para tomar o manifestar decisiones sobre mi

    cuidado mdico, como consecuencia de mi deterioro fsico y/o mental por (...) Daos

    enceflicos graves (coma irreversible, estado vegetativo persistente ), (...), y si a juicio

    de los mdicos que entonces me atiendan (siendo por lo menos uno de ellos

    especialista) no hay expectativas de recuperacin sin que se sigan secuelas que

    impidan una vida digna segn yo lo entiendo, mi voluntad es que:

    1. No sean aplicadas -o bien que se retiren si ya han empezado a aplicarse-

    medidas de soporte vital o cualquier otra que intenten prolongar mi

    supervivencia.

    2. Se instauren las medidas que sean necesarias para el control de cualquier

    sntoma que puedan ser causa de dolor, o sufrimiento.

    3. Se me preste una asistencia necesaria para proporcionarme un digno final

    de mi vida, con el mximo alivio del dolor, siempre y cuando no resulten

    contrarias a la buena prctica clnica.

    4. No se me administren tratamientos complementarios y terapias no

    contrastadas, que no hayan demostrado su efectividad para mi recuperacin y

    prolonguen intilmente mi vida.

    En este Testamento Vital, la enferma nombra a su hija como su representante

    legal. Por eso solicita que se le retire el tubo de gastrostoma a su madre y se

    la permita morir. Los profesionales le comentan que el diagnstico de su madre

    26

  • todava no est confirmado, y que debe esperarse varios meses para asegurar

    la irreversibilidad del cuadro. La hija acepta la espera. La enferma es

    trasladada un mes despus a un Hospital de crnicos concertado. Su situacin

    se mantiene estable en los seis meses siguientes pero sin ningn signo de

    recuperacin. Entonces el equipo mdico que sigue a la paciente confirma el

    diagnstico de Estado Vegetativo Permanente. La hija dice entonces que ha

    llegado el momento de cumplir la voluntad de su madre, expresada claramente

    en su Testamento Vital. El equipo sanitario, tras debatirlo en sesin clnica,

    accede a esta peticin y retira la gastrostoma. Mantienen slo cuidados

    bsicos de confort. La paciente fallece a los 6 das.

    CASO 11

    Enferma de 66 aos con cncer de mama estadio IV. Mltiples metstasis

    hepticas y seas. Situacin terminal. Est en programa de cuidados paliativos

    domiciliarios, con buen control de sntomas. Est bien informada de su

    enfermedad y es consciente de que su pronstico es muy malo a corto plazo.

    Comenta al equipo que la atiende que le angustia mucho el momento de

    morirse, que le da mucho miedo. Los profesionales le ofrecen la posibilidad de

    darle sedacin paliativa cuando se acerquen los ltimos momentos. Le explican

    las ventajas e inconvenientes de esa terapia, incluyendo la posibilidad de que

    este tratamiento acelere la muerte. La paciente y su familia estn de acuerdo.

    Dos semanas ms tarde la paciente comienza con signos de fallo heptico. El

    equipo de paliativos se traslada al domicilio y procede a realizar una sedacin.

    La paciente fallece a las 24 horas.

    CASO 12

    Paciente de 42 aos que ha sufrido un accidente de moto, con traumatismo

    craneoenceflico severo. Entra en la UCI en coma e intubado, con un Glasgow

    de 3 puntos. Es un paciente conocido en el hospital, seropositivo para el VIH,

    VHB y VHC. En las horas siguientes desarrolla criterios de muerte cerebral.

    Dado que no es candidato a ser donante de rganos se suspenden todas las

    27

  • medidas de soporte vital, incluida la ventilacin mecnica. Se produce parada

    cardiorrespiratoria.

    28

  • CONCLUSIN

    Esta artculo pretende provocar un consenso sustancial en torno al uso correcto

    de las palabras que facilite un debate serio y fecundo sobre la muerte digna y

    sus dimensiones ticas y jurdicas. Parece muy importante tratar de conseguir

    un consenso unnime en torno al empleo adecuado de la palabra eutanasia.

    En nuestro opinin, slo el escenario de la eutanasia y el suicidio asistido

    carece de acuerdo tico suficiente en la sociedad espaola, y est en el centro

    de la controversia actual sobre la muerte digna. Sin embargo, a nuestro

    parecer, en los otros cuatro escenarios expuestos, que no son en ningn caso

    formas de eutanasia, s existe ya un amplio grado de acuerdo tico y jurdico

    que ampara las actuaciones de los profesionales. Por eso creemos que

    deberan considerarse, en general, al margen de dicha controversia.

    En cualquier caso, para facilitar todava ms un debate colectivo de calidad

    sobre esta materia necesitaramos an una cosa ms: transparencia pblica.

    Es necesario conocer cmo mueren las personas en nuestro pas, investigar

    cuntos lo hacen en cada uno de los cinco escenarios que aqu se han

    planteado, aclarar las actitudes y prcticas de los profesionales al respecto, etc.

    Hay ya algunos ejemplos de excelente investigacin periodstica en este

    campo64, pero obviamente es insuficiente. Necesitamos investigaciones con

    metodologa cientfica rigurosa, para poder hacer debates rigurosos. El

    Gobierno holands ha dedicado un enorme esfuerzo a investigar y arrojar luz

    sobre la forma en que los ciudadanos holandeses fallecen. Nadie puede dejar

    de reconocer que, independientemente del juicio moral que cada uno haga

    sobre la prctica de la eutanasia en ese pas, al menos en esto deberamos

    seguir su ejemplo. En nuestra opinin corresponde al Gobierno central y a las

    Comunidades Autnomas potenciar dicha investigacin.

    29

  • FINANCIACIN.

    La participacin de Pablo Simn Lorda en la elaboracin de este trabajo se

    realiza en el marco del Proyecto de Investigacin FIS PI0690113 Cochrane

    Review: Interventions in adult patients for preparing or using advance directives

    or advance care planning, for promoting shared decision making about end-of-

    life decisions; la de Ins Mara Barrio Cantalejo en el marco del Proyecto de

    Investigacin FIS PI041847 Efecto de una intervencion educativa para mejorar

    la concordancia paciente-representante legal; y la de Azucena Couceiro en el

    marco del Proyecto de Investigacin Referencia HUM2005-02105/FISO,

    financiado por el Ministerio de Educacin y Ciencia, con el ttulo de

    "Racionalidad axiolgica de la prctica tecnocientfica".

    CONFLICTOS DE INTERS. Los autores firmantes manifiestan no tener

    ningn conflicto de intereses respecto a lo expuesto en este trabajo.

    APOYO A ESTE DOCUMENTO

    Antes de ser remitido para su publicacin, este texto fue enviado a un grupo de

    personas relevantes, pertenecientes a diferentes sensibilidades del mundo de

    la biotica y el bioderecho espaol. No se les peda que avalaran todas y cada

    una de las palabras del artculo, pues siempre hay matices discutibles,

    expresiones que hubiera preferido que fueran usadas de otro modo, pequeas

    discrepancias en cuestiones marginales, etc. Por tanto, slo se les peda que

    expresaran un apoyo al enfoque general del artculo y a la del consenso en el

    uso de las palabras. Con estas consideraciones, las personas que expresaron

    su apoyo explcito a este texto fueron las siguientes:

    30

  • (lista totalmente provisional, pendiente de que las personas den su

    consentimiento para ser incluidas en esta lista de forma definitiva)

    Abel, Francesc Presidente del Institut Borja de Bioetica

    (Universitat Ramon Llull). Barcelona.

    Abizanda, Ricardo Jefe de Servicio de Medicina Intensiva. Hospital

    Universitario Asociado General de Castelln

    Altisent, Rogelio Presidente de la Comisin central de Deontologa

    de la Organizacin Mdica Colegial.

    Alvarez, Juan Carlos Profesor de Biotica de la Universidad Pontifica de

    Comillas. Madrid.

    Armengol, Rogeli Miembro de la Comisin Consultiva de Biotica de

    Catalua. Barcelona.

    Lpez Azpitarte, Eduardo Catedrtico de Teologa Moral. Facultad de

    Teologa. Granada.

    Bajo, Miguel Catedrtico de Derecho Penal de la Universidad

    Autnoma de Madrid.

    Bays, Ramn Catedrtico de Psicologa Bsica de la

    Universidad Autnoma de Barcelona

    Beltrn Aguirre, Juan Luis Presidente de la Asociacin de Juristas de la

    Salud

    Boladeras, Margarita Catedrtica de Filosofa del Derecho de la UB

    Borrell, Francesc Director Equipo del ABS Gavarra. Cornella De

    Llobregat (Barcelona).

    Broggi, Marc Antoni Vocal de la Comisin Consultiva de Biotica de

    Catalunya. Barcelona.

    Busquests, Montserrat Profesora de Biotica. Escuela de Enfermera de

    la Universidad de Barcelona

    Busquets, Josep M Secretario de la Comisin Consultiva de Biotica

    de Catalua

    31

  • Cabr i Pericas, Lluis Secretario General de la Associaci de Biotica i

    Dret

    Camps, Victoria Presidenta del Comit Consultivo de Biotica de

    Catalua. Barcelona.

    Casado, Mara Directora del Observatori de Bioetica i Dret y titular

    de la Catedra UNESCO de Biotica de la

    Universidad de Barcelona

    Cortina, Adela Catedrtica de Filosofa del Derecho. Moral y

    Poltica de la Universidad de Valencia

    De la Torre Daz, Antonio Director de la Ctedra de Biotica de la

    Universidad Pontificia de Comillas. Madrid.

    De Lorenzo y Montero,

    Ricardo

    Presidente de la Asociacin Espaola de Derecho

    Sanitario. Madrid

    De los Reyes Lpez,

    Manuel

    Ex-presidente de la Asociacin de Biotica

    Fundamental y Clnica. Madrid.

    De Santiago, Manuel Presidente de la Asociacin Espaola de Biotica

    y tica mdica. Madrid.

    Gasull Vilella, Maria Profesora de Biotica y tica de enfermera. EUE

    Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Barcelona

    Garrido San Juan, Juan

    Antonio

    Vicepresidente del Comit de tica Asistencial del

    rea Sanitaria de Ferrol Ferrol. A Corua.

    Gonzlez Moran, Luis Profesor de Derecho Civil de la Universidad de

    Oviedo.

    Gracia, Diego Director del Magister de Biotica. Universidad

    Complutense. Madrid.

    Herranz, Gonzalo Profesor honorario del Departamento de

    Humanidades Biomdicas de la Universidad de

    Navarra

    Iraburu, Marga Servicio de Medicina Interna. Hospital Virgen del

    Camino. Pamplona.

    32

  • Marijun Angulo, Mabel Profesora de Biotica y Medicina Legal de la

    Universidad del Pas Vasco. Bilbao.

    Marn, Fernando Vice-presidente de la Asociacin Federal Derecho

    a Morir Dignamente (DMD)

    Martnez, Koldo Presidente del Comit de tica del Hospital de

    Navarra. Pamplona.

    Martnez, Sagrario Comit de tica Asistencial del Hospital de

    Txagorritxu. Vitoria.

    Masi, Juan Ex-director de la Ctedra de Biotica de la

    Universidad Pontificia de Comillas. Madrid

    Monzn, Jos Luis. Servicio de Medicina Intensiva. Hospital San

    Milln. Logroo.

    Paniker, Salvador Presidente de la Asociacin Federal Derecho a

    Morir Dignamente (DMD)

    Palacios, Marcelo Presidente de la Sociedad Internacional de

    Biotica. Gijn. Asturias.

    Prez Oliva, Milagros. Periodista de El Pas

    Puigpelat, Francesca Catedrtica de Filosofa del Derecho de la

    Universidad Autnoma de Barcelona. Barcelona.

    Puyol, ngel Profesor de Filosofa de la Universidad Autnoma

    de Barcelona. Barcelona.

    Romeo-Casabona, Carlos

    Mara

    Director de la Ctedra Interuniversitaria de

    Derecho y Genoma Humano. Bilbao.

    Seoane, Jos Antonio Profesor de Filosofa del Derecho. Universidad de

    A Corua. A Corua.

    Serrano Ruiz-Caldern,

    Jos Miguel

    Profesor de Filosofa del Derecho. Universidad

    Complutense. Madrid.

    Terribas, Nuria Directora del Institut Borja de Biotica (Universitat

    Ramon Llull).Barcelona.

    Toms y Valiente Lanuza, Profesora de Derecho Penal de la Universidad de

    33

  • Carmen Valencia.

    Trueba, Juan Luis Presidente de la Asociacin de Biotica

    Fundamental y Clnica

    Vila-Coro, Mara Dolores Directora de la Ctedra de Biotica y Biojurdica

    de la UNESCO. Madrid.

    34

  • Calificativos del trmino eutanasia * Activa, positiva u occisiva: Son acciones encaminadas a (intencionalidad) producir deliberadamente la muerte de un paciente que sufre. * Pasiva, negativa o lenitiva: Consiste en la cesacin (omisin) de intervenciones teraputicas que se limitan a prolongar la vida biolgica de un paciente que se encuentra en situacin de enfermedad terminal o irreversible. * Directa: Son acciones que producen (causalidad) la muerte de un paciente de forma inmediata. * Indirecta: Son acciones en las que el vnculo de causalidad entre la muerte del paciente y la intervencin es menos evidente, bien porque no est claro el mecanismo de accin, o bien porque existe distancia temporal entre ambos. * Voluntaria, autnoma o a peticin propia: Son actuaciones realizadas a peticin expresa del paciente capaz. * Involuntaria o impuesta: Son actuaciones realizadas sin que medie peticin expresa del paciente. Suele realizarse a peticin de los familiares, o por iniciativa del propio profesional. Es frecuente que estos tres grupos de calificativos se combinen para tratar de delimitar con ms precisin de qu tipo de actuacin se est hablando. As, por ejemplo, se habla de eutanasia activa, directa y voluntaria o eutanasia pasiva voluntaria, etc. Neologismos * Distanasia: Prolongacin de la vida biolgica de un paciente con una enfermedad grave e irreversible o terminal mediante la tecnologa mdica, cuando su beneficio es irrelevante en trminos de recuperacin funcional o mejora de la calidad de vida. En tal situacin los medios tecnolgicos utilizados en estas circunstancias se consideran extraordinarios o desproporcionados. La Distanasia se conoce tambin como encarnizamiento u obstinacin teraputica. * Adistanasia o antidistanasia: Cesacin de la prolongacin de la vida biolgica del paciente permitiendo que la enfermedad termine con la vida del paciente. Equivale a eutanasia pasiva. * Ortotanasia: Buena muerte, en el sentido de muerte en el momento biolgico adecuado. Su sentido es prcticamente igual al que etimolgicamente tiene la palabra eutanasia, pero se ha propuesto como alternativa a esta por las connotaciones negativas de sta. * Cacotanasia: Acelerar deliberadamente la muerte de un enfermo sin que medie expresa voluntad por su parte. Equivale a eutanasia involuntaria. * Criptotanasia o Criptanasia: Realizacin encubierta, clandestina, de prcticas de eutanasia, tanto a peticin de los pacientes como sin ella. Tabla 1: Adjetivos y neologismos en relacin con la palabra eutanasia que deben ser evitados.

    35

  • Eutanasia Actuacin de un profesional sanitario que produce de

    forma deliberada la muerte de su paciente con una enfermedad irreversible, porque ste, siendo capaz, se lo pide de forma expresa, reiterada y mantenida, por tener una vivencia de sufrimiento derivada de su enfermedad que experimenta como inaceptable, y que no se ha conseguido mitigar por otros medios

    Suicidio (Mdicamente) Asistido

    Actuacin de un profesional sanitario mediante la que proporciona, a peticin expresa y reiterada de su paciente capaz, con una enfermedad irreversible que le produce un sufrimiento que experimenta como inaceptable y que no se ha conseguido mitigar por otros medios, los medios intelectuales y/o materiales necesarios para que pueda terminar con su vida suicidndose de forma efectiva cuando lo desee.

    Suicidio Produccin voluntaria de la propia muerte. Matarse a s mismo.

    Auxilio, Ayuda o Cooperacin al Suicidio

    Realizacin de actos que son necesarios para que una persona pueda llevar a cabo un suicidio

    Induccin al suicidio

    Instigar, persuadir, animar a otra persona a llevar a cabo un suicidio.

    Homicidio Matar a alguien sin que concurran las circunstancias de alevosa, precio o ensaamiento

    Asesinato Matar a alguien con alevosa, ensaamiento o mediando precio

    Homicidio por compasin

    Homicidio que se realiza porque la persona afectada padece un sufrimiento intenso y se entiende que la nica manera de librarle de l es producirle la muerte.

    Omisin del deber de socorro profesional

    Situacin en la que los profesionales sanitarios deniegan o abandonan la asistencia sanitaria debida a un paciente, derivndose entonces un grave riesgo para su salud.

    Tabla 2. Trminos correctos que rodean a la palabra eutanasia, pero que son diferentes a ella.

    36

  • Artculo 143 CP. 1. El que induzca al suicidio de otro ser castigado con la pena de prisin de cuatro a ocho aos. 2. Se impondr la pena de prisin de dos a cinco aos al que coopere con actos necesarios al suicidio de una persona. 3. Ser castigado con la pena de prisin de seis a diez aos si la cooperacin llegara hasta el punto de ejecutar la muerte. 4. El que causare o cooperare activamente con actos necesarios y directos a la muerte de otro, por la peticin expresa, seria e inequvoca de ste, en el caso de que la vctima sufriera una enfermedad grave que conducira necesariamente a su muerte, o que produjera graves padecimientos permanentes y difciles de soportar, ser castigado con la pena inferior en uno o dos grados a las sealadas en los nmeros 2 y 3 de este artculo. Tabla 3: Artculo143 del Cdigo Penal de 1995. (CP)

    37

  • 2276 Aquellos cuya vida se encuentra disminuida o debilitada tienen derecho a un respeto especial. Las personas enfermas o disminuidas deben ser atendidas para que lleven una vida tan normal como sea posible.

    2277 Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa consiste en poner fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. Es moralmente inaceptable.

    Por tanto, una accin o una omisin que, de suyo o en la intencin, provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador. El error de juicio en el que se puede haber cado de buena fe no cambia la naturaleza de este acto homicida, que se ha de rechazar y excluir siempre.

    2278 La interrupcin de tratamientos mdicos onerosos, peligrosos, extraordinarios o desproporcionados a los resultados puede ser legtima. Interrumpir estos tratamientos es rechazar el encarnizamiento teraputico. Con esto no se pretende provocar la muerte; se acepta no poder impedirla. Las decisiones deben ser tomadas por el paciente, si para ello tiene competencia y capacidad o si no por los que tienen los derechos legales, respetando siempre la voluntad razonable y los intereses legtimos del paciente.

    2279 Aunque la muerte se considere inminente, los cuidados ordinarios debidos a una persona enferma no pueden ser legtimamente interrumpidos. El uso de analgsicos para aliviar los sufrimientos del moribundo, incluso con riesgo de abreviar sus das, puede ser moralmente conforme a la dignidad humana si la muerte no es pretendida, ni como fin ni como medio, sino solamente prevista y tolerada como inevitable. Los cuidados paliativos constituyen una forma privilegiada de la caridad desinteresada. Por esta razn deben ser alentados

    Tabla 4: La eutanasia en el Catecismo de la Iglesia Catlica

    38

  • CASO NOMBRES CORRECTOS NOMBRES A EVITAR GRADO DE ACUERDO

    TICO y CALIFICACION TICA (ESPAA)

    ACTUACIN CONFORME A

    DERECHO (ESPAA)

    1 Eutanasia Eutanasia activa.

    Eutanasia directa Eutanasia voluntaria Eutanasia a peticin

    Insuficiente acuerdo NO

    2 Eutanasia Eutanasia activa. Eutanasia directa Eutanasia voluntaria Eutanasia a peticin

    Insuficiente acuerdo NO

    3 Homicidio (por compasin)

    Eutanasia Eutanasia involuntaria Eutanasia sin peticin Criptotanasia Cacotanasia

    Suficiente acuerdo: Actuacin RECHAZABLE

    NO

    4 Homicidio (por compasin) Eutanasia Sedacin paliativa Cacotanasia Criptotanasia

    Suficiente acuerdo: Actuacin RECHAZABLE

    NO

    5 Suicidio (mdicamente) Asistido Induccin al suicidio Auxilio al suicidio

    Insuficiente acuerdo NO

    6 Limitacin de Esfuerzo Teraputico (LET). Eutanasia pasiva Adistanasia

    Suficiente acuerdo: Actuacin ACEPTABLE

    SI

    7 Rechazo de Tratamiento. Eutanasia (activa, pasiva, Suficiente acuerdo: SI

    39

  • Retirada de Consentimiento directa, indirecta, voluntaria) Limitacin de Esfuerzo Teraputico Auxilio al suicidio Homicidio

    Actuacin ACEPTABLE

    8 Rechazo de Tratamiento. Retirada de Consentimiento

    Omisin del deber de socorro Auxilio al suicidio

    Suficiente acuerdo: Actuacin ACEPTABLE

    SI

    9 Rechazo de Tratamiento. Denegacin de Consentimiento

    Omisin del deber de socorro Auxilio al suicidio

    Suficiente acuerdo: Actuacin ACEPTABLE

    SI

    10 Rechazo de Tratamiento. Aplicacin de Voluntad Anticipada.

    Eutanasia pasiva Adistanasia

    Suficiente acuerdo: Actuacin ACEPTABLE

    SI

    11 Sedacin Paliativa (Terminal) Eutanasia indirecta Suficiente acuerdo: Actuacin ACEPTABLE

    SI

    12 Suspensin de atencin mdica porfallecimiento del paciente

    Limitacin de EsfuerzoTeraputico

    Suficiente acuerdo:

    Eutanasia Pasiva Actuacin ACEPTABLE

    SI

    Tabla 5. El anlisis lingstico, tico y jurdico de los 12 casos.

    40

  • BIBLIOGRAFA

    1 Institut de Drets Humans de Catalunya. Proyecto de Carta de Derechos Humanos Emergentes. Los derechos humanos en un mundo globalizado. S.f. Disponible en: http://www.barcelona2004.org/esp/banco_del_conocimiento/docs/OT_46_ES.pdf . Visitada el 12 de agosto de 2007. 2 Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa. Recomendacin 1418 (1999). Proteccin de los derechos humanos y la dignidad de los enfermos terminales y moribundos. Adoptada el 25 de junio de 1999. Disponible en http://www.unav.es/cdb/acoerec99-1418.html (Visitada el 12 de agosto de 2007) 3 Jonsen AR. The Birth of Bioethics. New York: Oxford University Press, 1998. p. 75. 4 Simn Lorda P, Barrio Cantalejo IM. Un marco histrico para una nueva disciplina: la biotica. Med Clin (Barc). 1995;105:583-97. 5 Gracia D. Historia de la Eutanasia. En: Urraca S, editor. Eutanasia Hoy: Un debate abierto. Madrid: Nesis, 1996. p.67-91. 6 Lzaro J, Gracia D. La relacin mdico-enfermo a travs de la historia. An. Sist. Sanit. Navar. 2006;29(Supl.3):7-17. Disponible en http://www.cfnavarra.es/salud/anales/textos/suple29_3.htm Visitada el 14 de agosto de 2007. 7 Simn Lorda P, Couceiro Vidal A. Decisiones ticas conflictivas en torno al final de la vida: Una introduccin general y un marco de anlisis. En: Urraca Martnez S, ed. La eutanasia hoy. Un debate abierto. Madrid: Nesis, 1996; pp. 313-354.. 8 Gascn Abelln M. De qu estamos hablando cuando hablamos de eutanasia? Humanitas. 2003;1(1):5-12. Disponible en http://www.fundacionmhm.org/edicion.html Visitada el 12 de agosto de 2007. 9 De Miguel Snchez C, Lpez Romero A. Eutanasia y suicidio asistido: conceptos generales, situacin legal en Europa, Oregn y Australia (I). Medicina paliativa. 2006;13(4):207-15. 10 Organizacin Mdica Colegial, Sociedad Espaola de Cuidados Paliativos. Declaracin sobre la Atencin Mdica al Final de la Vida. 2002. Disponible en http://www.aeds.org/documentos/dec_amfv.htm (Visitada el 5 de agosto de 2007) 11 De Miguel Snchez C, Lpez Romero A. Eutanasia y suicidio asistido: donde estamos y hacia dnde vamos (II). Medicina paliativa. 2007;14(1):40-49. 12 Ten Have H. Eutanasia: La experiencia holandesa. En: Fundacin de Ciencias de la Salud. Morir con dignidad: Dilemas ticos en el final de la vida. Madrid: Doce Calles, 1996. pp. 38-53. 13 Judez J. Suicidio medicamente asistido en el final de la vida. Med Clin (Barc). 2005 Oct 15;125(13):498-503. 14 Catecismo de la Iglesia Catlica. Disponible en http://www.vatican.va/archive/ESL0022/__P80.HTM Visitada el 9 de agosto de 2007. 15 Wikipedia. Eutanasia. Disponible en http://es.wikipedia.org/wiki/Eutanasia Visitada el 13 de agosto de 2007. 16 Centro de Investigaciones Sociolgicas (CIS). Actitudes y opiniones de los mdicos ante la eutanasia. Estudio n 2451. Abril-mayo 2002. Disponible en: http://www.cis.es/cis/opencms/ES/1_encuestas/estudios/ver.jsp?estudio=2988 Visitada el 12 de agosto de 2007. 17 Observatorio de la Juventud en Espaa. Instituto de la Juventud. Sondeo de opinin y situacin de la gente joven 2006. (2 encuesta) Percepcin Generacional ,Valores y Actitudes, Calidad de vida y felicidad. Disponible en http://www.injuve.mtas.es/injuve/contenidos.type.action?type=1112484564&menuId=1112484564 Visitada el 10 de agosto de 2007. 18 Barbero Gutirrez J, Bays Sopena R, Gmez Sancho M, Torrubia Atienza P. Sufrimiento al final de la vida. Med Pal (Madrid). 2007;14(2):93-9. 19 Asociacin federal Derecho a Morir Dignamente. Disponible en http://www.eutanasia.ws/servlet/Eu001 Visitada el 13 de agosto de 2007. 20 Instituto Borja de Biotica. Hacia una posible despenalizacin de la eutanasia. Biotica i Debat. 2005;XI(39):1-7. Disponible en http://www.bioetica-debat.org/contenidos/b&d/bioetica39esp.pdf . Visitada en 14 de agosto de 2007.

    41

  • 21 Grupo de Opinin del Observatori de Biotica i Dret. Documento sobre la disposicin de la propia vida en determinados supuestos: declaracin sobre la eutanasia. Barcelona, diciembre de 2003. Disponible en http://www.pcb.ub.es/bioeticaidret/archivos/documentos/Declaracion_sobre_la_Eutanasia.pdf Visitada el 13 de agosto de 2007. 22 Comit Consultivo de Biotica de Catalua. Informe sobre la Eutanasia y la ayuda al suicidio. Barcelona: Departament de la Salut Generalitat de Catalunya, 2006. 23 Consell de Collegis de Metges de Catalunya. Codigo de Deontologa. Disponible en http://www.comb.cat/cast/comb/normativa/codi_deontologic/codi_final.pdf Visitada el 12 de agosto de 2007. 24 Comit Episcopal para la Defensa de la Vida. Conferencia Episcopal Espaola. La eutanasia. 100 cuestiones y respuestas sobre la defensa de la vida humana y la actitud de los catlicos. Madrid: Ediciones Paulinas, 1993. 25 Comisin Permanente de la Conferencia Episcopal Espaola. La eutanasia es inmoral y antisocial. Madrid, 19 de febrero de 1998. Disponible en: http://www.conferenciaepiscopal.es/documentos/Conferencia/eutanasia.htm Visitada el 12 de agosto de 2007. 26 Hamel R, editor. Choosing Death: Active Euthanasia,Religion, and the Public Debate. Chicago; Trinity Press International, 1991. 27 Lohman Th., Euthanasie in der Diskussion. Zu Beitrgen aus Medizin und Theologie seit 1945. Dsseldorf: Patmos Verlag, 1975. 28 Kng H, Jens W. Morir con dignidad-Madrid:Trotta, 1997. 29 Gracia D. Cuestiones de vida o muerte. Dilemas ticos en los confines de la vida. En: Fundacin de Ciencias de la Salud. Morir con dignidad: Dilemas ticos en el final de la vida. Madrid: Doce Calles, 1996. pp. 106-39. 30 Ara JR. El problema de los tratamientos intiles. Consideraciones teoricoprcticas en el paciente con demencia. Neurol Supl. 2006;1(4):32-9. 31 Abel F, Sans J. Obstinaci teraputica. Revista de la Reial Acadmia de Medicina de Catalunya. 2005; 20(5): 68-72. 32 Fernandez Fernandez R, Baigorri Gonzalez F, Artigas Raventos A. Limitacin del Esfuerzo Teraputico en Cuidados Intensivos. Ha cambiado en el siglo XXI?. Medicina Intensiva. 2005;29(6):338-41. 33 Cabr Pericas L, Solsona Durn JF, Grupo de Trabajo de Biotica de la SEMICYUC. Limitacin del esfuerzo teraputico en medicina intensiva. Med Intensiva. 2002;26(6):304-11. 34 Clarke EB, Randall Curtis J, Luce JM, Levy M, Danis M, Nelson J, Solomon MZ for the Robert Wood Johnson Foundation Critical Care End-of-Life Peer Workgroup Members. Quality indicators for end-of-life care in the intensive care unit. Crit Care Med. 2003;31:225562. 35 Ameneiros Lago E, Carballada Rico C; Garrido Sanjun, JA. Limitacin del esfuerzo teraputico en la situacin de enfermedad terminal: nos puede ayudar la biotica a la toma de decisiones? Medicina paliativa. 2006;13(4):174-7. 36 Couceiro A. El enfermo terminal y las decisiones en torno al final de la vida. En: Couceiro A, ed. tica en cuidados paliativos. Madrid: Triacastela, 2004. p. 271-275. 37Moreno Villares JM, Alvarez Hernndez J, Garca de Lorenzo A, y Grupo de tica de la SENPE. Encuesta sobre aspectos ticos en Nutricin Artificial Domiciliaria. Nutr Hosp. 2007;22(1):38-45. 38 Romeo Casabona CM. El Derecho y la Biotica ante los lmites de la vida humana. Madrid:CERA,1994. 39 Tomas-Valiente Lanuza C. La regulacin de la eutanasia voluntaria en el ordenamiento jurdico espaol y en el derecho comparado. Humanitas. 2003;1(1):33-46. Disponible en http://www.fundacionmhm.org/edicion.html Visitada el 12 de agosto de 2007. 40 Barbero Gutirrez J, Romeo Casabona C, Gijn P, Jdez J: Limitacin del esfuerzo teraputico. Med Clin (Barc). 2001;117:586-94. 41 Simn Lorda P, Jdez Gutirrez J. Consentimiento informado. Med Clin (Barc). 2001;117:99-106. 42 Conferencia General de la UNESCO. Declaracin Universal sobre Biotica y Derechos Humanos. Octubre de 2005. Disponible en http://unesdoc.unesco.org/images/0014/001461/146180S.pdf . Visitada el 18 de agosto de 2007.

    42

  • 43 Instrumento de ratificacin del Convenio para la proteccin de los derechos humanos y la dignidad del ser humano con respecto a las aplicaciones de la biologa y la medicina (Convenio relativo a los derechos humanos y la biomedicina), hecho en Oviedo el 4 de abril de 1997. B.O.E. (n 251) de 20 de octubre de 1999. 44 Simn P. Diez mitos en torno al consentimiento informado. An. Sist. Sanit. Navar. 2006;29(Supl.3):29-40. Disponible en http://www.cfnavarra.es/salud/anales/textos/suple29_3.htm Visitada el 14 de agosto de 2007. 45 Prez Ferrer A, Gredilla E, de Vicente J, Garca Fernndez J, Reinoso Barbero F. Fundamentos del rechazo a la transfusin sangunea por los Testigos de Jehov. Aspectos tico-legales y consideraciones anestsicas en su tratamiento. Rev Esp Anestesiologa y Reanimacin. 2006;53:31-41. 46 Grupo de Opinin del Observatori de Biotica i Dret-, Parc Cientific de Barcelona. Documento sobre el rechazo de transfusiones de sangre por parte de los Testigos de Jehov. Barcelona, noviembre de 2005.Disponible en http://www.pcb.ub.es/bioeticaidret/archivos/documentos/Testigos_de_Jehova.pdf (Visitada el 15 de agosto de 2007). 47 Comisin Permanente. Consejo Consultivo de Andaluca. Dictamen 90/2007. Granada, 28 de febrero de 2007. 48 Barrio Cantalejo IM, Simn Lorda P. Criterios ticos para las decisiones sanitarias al final de la vida de personas incapaces Rev Esp Salud Pblica. 2006;80(4):303-15 49 Couceiro Vidal A. Las voluntades anticipadas en Espaa: contenido, lmites y aplicaciones clnicas. Rev Calidad Asistencial. 2007;22(4):213-22. 50 Seoane JA. Derecho y Planificacin Anticipada de la Atencin: Panorama jurdico de las Instrucciones Previas en Espaa. Derecho y Salud. 2006;14(2):285-295. 51 Boceta Osuna J, Ca Ramos R, Cuello Contreras JA, Duarte Rodrguez M, Fernndez Lpez A, Sanz Amores R, Fernndez de la Mota E. Sedacin Paliativa y Sedacin Terminal : orientaciones para la toma de decisiones en la prctica clnica . Sevilla: Consejera de Salud de la Junta de Andaluca, 2005. 52 Couceiro A, Nez JM. Orientaciones para la sedacin del enfermo terminal. Med Pal. 2001;8:138-43. 53 Barbero J, Camell H. Sedacin y paciente terminal: la conciencia perdida. Med Pal 1997;4(4):26-34 54 Comit tico de la Sociedad Espaola de Cuidados Paliativos. Aspectos ticos de la sedacin en cuidados paliativos. Med Pal. 2002;(9): 41-46. Disponible en http://www.unav.es/cdb/secpal4.html . Visitada el 18 de agosto de 2007. 55 Azulay Tapiero A. La sedacin terminal. Aspectos ticos. An Med Interna. 2003;20:645-9. 56 Declaracin conjunta de la Organizacin Mdica Colegial y Sociedades Cientficas Espaolas sobre los sucesos del Hospital de Legans. Emergencias. 2005;17:39-40. 57 Real Decreto 2070/1999, de 30 de diciembre, por el que se regulan las actividades de obtencin y utilizacin clnica de rganos humanos y la coordinacin territorial en materia de donacin y trasplante de rganos y tejidos. BOE. 2000, 4 de enero;(3):179-90. 58 Sociedad Espaola de Neurologa. Diagnstico neurolgico de la muerte cerebral. Dictamen Candanch, 1993. Quadern Caps. 1994;20:45-46. 59 Mars Milla P. Muerte enceflica y toma de decisiones en la Unidad de Cuidados Intensivos. Medicina Intensiva. 2000;24(4):189-92. 60 Monzn JL, Saralegui I. Las rdenes de no reanimacin: cundo, por qu y cmo pueden establecerse. Neurol Supl. 2005;1(4):40-46. 61 Gracia D. La deliberacin moral: el mtodo de la tica clnica. Med Clin (Barc) 2001;117:18-23. 62 Anonymous. Its over Debbie. JAMA. 1988;259(2):272. 63 Quill T. Death and Dignity. A case of individualized Decision-Making. NEJM. 1991;324:691-4. 64 Perez Oliva M. Morir en Espaa: El reto de una muerte digna (1), Atrapados en la tecnologa (2) y La muerte clandestina (3). Diario El Pas; 30 y 31 de mayo, 1 de junio de 2005.

    43

    LAS PALABRAS ADECUADAS PARA NOMBRAR LOS CASOSLOS CASOS PARA LAS PALABRASCalificativos del trmino eutanasiaNeologismosNOMBRES A EVITAR